Modelo Agroezportador
Modelo Agroezportador
Modelo Agroezportador
- El crecimiento de la economía argentina entre 1880 - 1914, fue producto en gran parte a la
incorporación de capital, tierra y trabajo. En menor medida al aumento de la productividad pudo
pasar de la explotación de cueros a la producción de carne y exportación.
- Argentina poseía el potencial necesario para atraer capitales y trabajadores europeos, pero
este desplazamiento se dio a partir de la disminución del costo de transporte de estos y que la
organización nacional brinde las INSTITUCIONES necesarias para garantizar la remuneración
de los factores.
- En gran parte del siglo XIX, las condiciones institucionales no eran favorables a la adecuada
remuneración de trabajo y capital. Impuestos, impuestos inflacionarios, confiscación y
colocación de deuda forzada fueron los elementos que frenaban la entrada de capitales.
reflejada en el alto costo en relación a inglaterra por las primas de riesgo.
- Luego de la declaración de la independencia hubo turbulencias en la organización fiscal de la
nación por la disputa de la principal fuente de recursos: La aduana de BS AS
- Los caudillos federales defendían sus ingresos en sus aduanas internas, los de buenos aires la
suya.
- Los conflictos generaron endeudamiento y confiscación del lado de las provincias, buenos aires
aparte de esto también emite dinero para financiar la crisis.
- La constitución de 1853 recién pudo generar un acuerdo fiscal que reduzca la tasa de interés
de la deuda pública y la caja de conversión de 1890 definió un régimen monetario estable fue la
condición más evidente para la afluencia de capitales extranjeros.
- Las instituciones fiscales y monetarias impidieron al gobierno actuar discrecionalmente
apropiándose de recursos más allá de lo que permitía la constitución y leyes del congreso.
TIERRA
- A finales del siglo XIX hubo un continuo aumento de la oferta de tierras, derivadas de las
campañas del desierto y de la integración de otras donde los costos de transporte bajaron
producto del ferrocarril.
- La creación de fronteras garantiza los beneficios de la explotación de su propiedad.
- Durante 1880 aumentó la exportación agrícola, en los noventa hubo una expansión de las áreas
cultivadas con cereales, creciendo la producción y los saldos exportables.
- El ferrocarril y su avance era necesario para la provisión de mano de obra y transporte de
producción a mercados urbanos y puertos de provincias del interior como Córdoba, Santa Fe y
Entre Ríos.
- La inconvertibilidad del peso papel se tradujo en depreciación con respecto al oro, se tradujo en
una devaluación del peso que afectó al salario real pero no de manera considerable debido a
que el precio de los alimentos también tuvo una caída.
CAPITAL
TRABAJO
- Las politicas derivadas de la generacion del 80 con respecto a las migraciones que recibia el
paise generaron un aluvion de trabajadores en edad adulta, ademas de un aumento en la tasa
de crecimiento poblacional y de distribucion regional de las masas.
- Tasa de dependencia de argentina fue mas elevada que en australia y canada, su capacidad de
ahorro por lo tanto era menor. Esto se evidencio en el periodo de entreguerrra donde la
inversion dependia en mayor proporcion del ahorro interno y no de la inversion extranjera como
en periodos de la belle epoque.
- ahorros de los inmigrantes destinados a familias en el exterior.
- existía un diferencial de salarios que hacía mas atractiva la inmigracion hacia argentina.
En definitiva, la puesta en explotación de la tierra que la tecnología de transportes que había
acercado a los mercados europeos fue el resultado de la incorporación, en distintas magnitudes de
capital y trabajo que se desplazaron debido a la posibilidad de obtener remuneraciones mas altas
en la Argentina, donde esos recursos eran más caros que en europa, y a la disminución de los
costos de transporte, información y otros institucionales que generaron la expectativa de que los
titulares de los factores gozarán de los beneficios que generan.
FINANZAS PUBLICAS
ANTECEDENTES
- No existe evidencia fiable del costo de vida y los salarios, a excepción de los trabajos de
buchanan. Williams argumentó que el costo de vida principalmente determinado por los
alimentos estaba muy sujeto a los precios internacionales.
-
DELA PAOLERA
- Argentina a principios del siglo XX era considerada una potencia económica sumamente
desarrollada para la época. La base de esos altos ingresos fue una mezcla fortuita de
ingredientes ahora bien conocidos: una población relativamente alfabetizada y cualificada de
origen inmigrante, una integración perfecta de las economías nacional y mundial en el comercio
a través de conexiones ferroviarias y marítimas por tierra y mar, el éxito final en la adopción del
patrón oro que aportó estabilidad y credibilidad y, por último pero no menos importante, una
relación increíblemente alta de recursos por trabajador en forma de una vasta extensión de
tierra agrícola fértil en la poco poblada pampa.
- La continua beligerancia determina da por las turbulencias politicas posteriores a la
independencia, frenó el desarrollo económico, debido a los costes fiscales de la acción militar y
a la incertidumbre que afectaba a todas las decisiones económicas a largo plazo en un entorno
político tan conflictivo. Recién cincuenta años después se estableció firmemente un gobierno
nacional unificado bajo la presidencia de Bartolomé Mitre (1862-68), a quien sucedieron en
transiciones mayormente ordenadas las administraciones electas de los presidentes Domingo
Sarmiento (1868-74), Nicolás Avellaneda (1874-80) y Julio Roca (1880-86): Los cuatro
presidentes fueron modernizadores. Su capacidad para cumplir mandatos completos en un
sistema en cierto modo democrático contrastaba fuertemente con los cambios de poder, a
menudo tenues y volátiles, que se habían producido anteriormente bajo el gobierno de diversas
facciones y sus hombres fuertes, los caudillos.
- Aunque con algunos tropiezos, la visión de futuro de los modernizadores tomó forma a finales
del siglo XIX y el país alcanzó nuevas cotas de éxito económico.
- Ante nosotros tenemos un espécimen raro y curioso: un país que fue relativamente rico y que
se ha convertido en relativamente pobre,
- Gran parte de lo que le ha sucedido a la economía argentina se debe a la política, y los
impredecibles shocks internos y externos también han dejado su huella.
- Pero nuestro objetivo es exponer el papel particularmente importante de la estabilidad
macroeconómica, y para ello exploramos en un momento el historial de la volatilidad de los
precios y del tipo de cambio en Argentina, también en perspectiva comparada.
- A principios de siglo XIX Argentina era el país más rico de la región con una renta per cápita
equiparable a los EEUU, según Coatsworth.
- 50 años después de la declaración de la independencia, Argentina mantuvo su nivel de renta
per cápita básicamente, pero no siguió el ritmo de crecimiento de los países desarrollados.
- Luego de las conflictos post declaración de la independencia, se aspiraba a un nuevo
desarrollo económico que achique la brecha con los países núcleo. Exactamente fue lo que
pasó, los datos de Maddison sugieren que, en 1900, la renta per cápita de Argentina había
pasado del 67% de los niveles de los países desarrollados en 1870, al 90% en 1900 y al
100% en 1913.
- Con todo, y dados los caprichos de los datos históricos, algunos estudiosos han situado el
nivel de renta de Argentina en 1913 claramente entre los 10 primeros del mundo, incluso
entre los 5 primeros. Cualquiera que fuera su situación exacta en 1913, a efectos prácticos
Argentina era un país avanzado.
- A partir de 1914, se da una reversión en el comportamiento del crecimiento económico
argentino
- La relación de Argentina con los ingresos de la OCDE cayó al 84% en 1950, al 65% en 1973
y a un mero 43% en 1987, no muy por encima de la media regional del 34%. Para entonces,
cualquier vieja noción de excepcionalismo argentino había quedado completa y
dolorosamente desacreditada, al menos para aquellos dispuestos a enfrentarse a esta
incómoda realidad y a examinar los datos estadísticos.
- La historia argentina desde la independencia hasta la década de 1860 estuvo salpicada por
una serie de guerras entre un conjunto apenas unificado de provincias, y no se puede hablar
de un conjunto coherente de políticas económicas nacionales en esa época. Eran tiempos
de caos económico, incertidumbre política y presión fiscal. Con estructuras de gobierno
débiles a todos los niveles, y una burocracia que funcionaba bien en segundo plano frente a
un ejército que funcionaba bien, todas las autoridades recurrieron a la forma más sencilla y
fiable de crear ingresos: la impresión de dinero. El señoreaje, o impuesto sobre la inflación,
era su herramienta fiscal clave en tiempos de crisis y, lo que es peor, cada provincia tenía su
propia moneda. Como resultado, la estabilidad de precios y del tipo de cambio nunca pudo
establecerse de forma creíble. Vemos pruebas de ello en la Figura 1.3, que muestra algunos
datos de la provincia, la administración, el sistema monetario y la unidad económica más
importantes: Buenos Aires. Durante las grandes guerras y los bloqueos, la moneda local se
devaluaba regularmente en varios múltiplos. Una serie de episodios de alta inflación dejó al
papel moneda seriamente bajo sospecha como depósito de valor, precursor de la
experiencia del siglo XX.
- En las décadas de 1860 y 1870, llegó a Argentina cierta estabilidad en cuanto a las
soluciones políticas desarrolladas y también en cuanto a los resultados económicos. Una
vez finalizadas las guerras, las tres primeras administraciones nacionales presidieron años
de inflación baja y estable, como puede verse en elTabla 1.1. Los últimos años de Mitre,
1864-67, fueron incluso notables por una fuerte deflación, cuando un esfuerzo creíble para
acabar con la inflación condujo a un aumento de la demanda de dinero incluso cuando la
oferta monetaria se mantuvo más o menos fija, una ilustración de libro de texto de uno de los
escollos de la estabilización. Los esfuerzos para lograr un régimen monetario respetable y
estable en este periodo se dirigieron al modelo único y preferido que se extendía por todo el
mundo en aquel momento, el patrón oro.
- Argumentamos que, a pesar de cierto éxito en mantener baja la inflación en las décadas de
1860 y 1870, un acuerdo teórico sobre el acuerdo monetario ideal no podía producir un éxito
duradero hasta que las reformas adecuadas introdujeran más solidez y coherencia en las
instituciones monetarias, fiscales y bancarias subyacentes
- Cuando la relativa estabilidad de precios de las décadas de 1860 y 1870 dio paso a un
resurgimiento de la inflación y la inestabilidad a finales de la década de 1880, se
desencadenó una grave crisis cuyas secuelas tardaron muchos años en desaparecer. Fue
una sacudida que amenazó con situar a Argentina en una senda distinta a la del grupo de
economías avanzadas, con una vuelta a la inflación elevada y dudas sobre su capacidad
para aplicar una política monetaria responsable basada en el patrón oro (véanse la Figura
1.2 y la Tabla 1.1). Cuando la inflación alcanzó su punto máximo en 1890-91, en torno al
50% anual, la estabilidad del futuro parecía muy dudosa.
-
- La reacción política a la crisis de 1890 logró evitar el colapso y constituye un acontecimiento
fundamental para nuestra narrativa, un paso decisivo que cambió el curso de la historia
económica argentina y que, a través de su influencia en el diseño del plan de convertibilidad
de Cavallo, sigue haciéndose sentir hoy en día.
- A finales de la década de 1880, Argentina tuvo que hacer frente a un tipo de compromiso:
tuvo que tomar una decisión difícil a medida que los mercados de capitales externos se
estrechaba y el crecimiento económico se ralentizaba. Las autoridades no podían financiar
simultáneamente el presupuesto, cumplir los requisitos de convertibilidad y permitir la libre
circulación de capitales sin sufrir una grave contracción monetaria y la probabilidad de que
se produjeran graves dificultades financieras. Se opusieron a ese tipo de disciplina,
perdieron su compromiso, el tipo de cambio flotó y sobrevino una crisis. No cualquier tipo de
crisis, sino una que nos resulta inquietantemente familiar desde nuestra perspectiva
contemporánea: la primera crisis jamás vista de un tipo nuevo y especialmente peligroso.
- Los cimientos de la crisis eran profundos. El uso fiscal de la creación de dinero fue la norma
en la Argentina posterior a la independencia, desde la década de 1820 hasta la de 1880,
cuando las crisis y las guerras agotaron la limitada recaudación fiscal y no se disponía de
crédito nacional ni extranjero. Los bancos estatales y provinciales actuaban como
impresores de dinero para sus respectivos gobiernos, y en este periodo de "anarquía
monetaria" los múltiples bancos emisores luchaban constantemente contra las presiones
para sobre emitir billetes. Para intentar estabilizar el nivel de precios, en 1881 se contrajo un
compromiso de convertibilidad, pero duró poco porque el gobierno nunca limitó de forma
decisiva la emisión de billetes.
- En 1890 se produjo una infame crisis macroeconómica y financiera, la llamada crisis Baring.
Contaba con algunos ingredientes muy familiares que hemos visto tan a menudo en los
últimos colapsos: un agujero fiscal, un compromiso insostenible con un tipo de cambio fijo y
bancos mal regulados
- Las políticas monetaria y fiscal se habían desprestigiado tras años de incoherencia. La
moneda nacional se había devaluado más veces de las que nadie recordaba. Un mundo en
rápida globalización estaba a la espera, dispuesto a ofrecer los beneficios de la apertura de
los mercados de bienes y capitales, pero inseguro de la fiabilidad del régimen de política
económica local. Entonces y ahora, se impuso un nuevo orden en el país mediante una
reestructuración radical del sistema monetario y bancario, y una preferencia por la rectitud
fiscal. El problema de la política monetaria inflacionista se resolvió con un rígido compromiso
de convertibilidad, concretamente mediante un acuerdo de junta monetaria
- Ahora sabemos que estos ingredientes forman una mezcla peligrosa: una violación
incipiente de la restricción presupuestaria intertemporal por parte del gobierno desencadena
una incoherencia en el compromiso tripartito entre un tipo de cambio fijo, la movilidad del
capital y el activismo político - el "trilema", un tema que exploramos más adelante.
LA CAJA DE CONVERSIÓN
- la Caja de Conversión, que funcionó desde 1890 hasta 1935. La Oficina de Conversión tenía
la sencilla y fácilmente controlable tarea de cambiar el oro de sus reservas por papel
moneda, y viceversa, a un tipo de cambio fijo, y no ejercer ninguna otra función de política
monetaria independiente o autónoma.
- Argentina es el principal ejemplo histórico de esta forma particular de experimento
monetario, tanto en el pasado como en el presente. En ambas épocas, el nuevo régimen
ayudó a resolver problemas de reputación, tanto en el interior como en el exterior, en la
medida en que "ataba de manos" al gobierno.
- Ante las acciones del Estado, ¿cómo reaccionaron los demás agentes? El público
desempeña un papel clave a través de su disposición a poseer dinero, tanto efectivo como
depósitos bancarios ("dinero interior"). Demasiados créditos malos de los bancos llevarían al
público a sustituir los depósitos bancarios por efectivo y, en un caso extremo,
desencadenaría una corrida bancaria. Una inflación excesiva fomentaría la sustitución
monetaria: el público sustituye el papel moneda por oro u otros activos "duros" y, en un caso
extremo, provocaría una corrida monetaria. La situación fiscal se vería claramente afectada:
una corrida del papel moneda mermaría los ingresos por señoreaje, y la debilidad de los
bancos repercutirá en el gasto fiscal si las responsabilidades de prestamista de última
instancia formarán parte, implícita o explícitamente, de las "reglas del juego".
- Por último, si bien todas estas fuerzas podían operar dentro de una economía cerrada, un
sector exterior proporcionaba fuentes adicionales de retroalimentación. Los bancos (cuando
conceden créditos) y el gobierno (cuando cubren una brecha fiscal) también podrían tener
acceso al capital extranjero, pero también podrían no tenerlo si se percibiera una crisis
económica y financiera general, preparando el escenario para una crisis típica de los
mercados emergentes.
- La teoría muestra que si un gobierno quiere tener una buena reputación en sus dos
principales pasivos, el dinero y los bonos, entonces la solvencia del gobierno nunca debe
estar en duda. En detalle, las autoridades monetarias y fiscales tienen una restricción
presupuestaria intertemporal que debe respetarse. Los intentos de violar esta restricción,
incluso a corto plazo, implican una incoherencia entre las políticas monetaria y fiscal y, por lo
tanto, que en algún momento el gobierno tendrá que incumplir, ya sea con los tenedores de
dinero (imprimiendo más dinero) o con los tenedores de bonos (renegando de las deudas), o
con ambos.
- El trilema de la política macroeconómica resume las principales disyuntivas en este ámbito.
Los responsables políticos sólo pueden elegir dos de los tres objetivos de la lista de tipos de
cambio fijos, movilidad de capitales y activismo monetario Claramente, como Argentina
luchó con su elección de ancla nominal y su compromiso con el patrón oro durante nuestro
periodo de estudio, estas disyuntivas fueron una preocupación central.
- Sin embargo, la historia demuestra que, a pesar de toda la volatilidad externa del período,
Argentina mantuvo en general su compromiso con los mercados abiertos antes de la década
de 1930. Si se asume la apertura, el trilema se reduce a un dilema: elegir entre tipos de
cambio fijos y una política monetaria activista. Ambas se intentaron en diversos momentos, a
pesar de la existencia de la Oficina de Conversión, una caja de conversión con una regla
aparentemente muy dura. Las tensiones alcanzaron su punto álgido en épocas de tensión
financiera por la sencilla razón de que el dilema adoptaba entonces una forma
especialmente amenazadora. Argentina contaba con un sistema bancario de reservas
fraccionarias, pero, dadas las reglas de la caja de conversión, carecía de prestamista de
última instancia. La flexibilidad monetaria (y fiscal) necesaria para proporcionar liquidez a los
bancos en apuros simplemente no existía como resultado de este diseño institucional. El
dilema era, pues, el conflicto entre los objetivos de "convertibilidad interna" (de los depósitos
bancarios en moneda) y "convertibilidad externa" (de la moneda en oro a la par). En un
sistema de tipos flotantes, la tensión puede resolverse ya que la autoridad monetaria puede
utilizar la discrecionalidad para inyectar dinero como forma de evitar una crisis bancaria
incipiente. El ajuste se produce a través del precio del dinero exterior, a través del valor
externo de la moneda, o del tipo de cambio; nótese que -como suele ocurrir, aunque no
necesariamente- no había margen para fijar el precio del dinero interior, los depósitos
bancarios. Pero en un sistema de tipos fijos, no hay salida fácil, ya que no existe tal
discrecionalidad
- La crisis tuvo su origen en un experimento monetario y fiscal nacional mal concebido: la Ley
de Bancos Nacionales Garantizados. En 1887, el gobierno federal puso en marcha una
nueva ley bancaria en virtud de la cual cualquier organización bancaria con un capital
mínimo exigido podía emitir billetes de papel respaldados por bonos de oro del gobierno. La
mayoría de estos bancos eran nacionales y mixtos provinciales-privados, y para participar en
el plan concedieron préstamos extranjeros en Europa para comprar los bonos nacionales
con oro.
- Se trataba, pues, de una operación de arbitraje apalancado en la que los inversores
extranjeros participaban implícitamente en el negocio de la emisión de papel moneda
garantizado por el Estado.
Como tantos otros planes de este tipo, parecía viable siempre y cuando los acreedores
extranjeros estuvieran de acuerdo y, sobre todo, siempre y cuando todas las emisiones
suplementarias de billetes estuvieran respaldadas al 100% por reservas marginales de
lingotes de oro.
- Pero a finales de la década de 1880 las entradas de capital empezaron a invertirse y, cuando
las condiciones se endurecieron a principios de 1889, el gobierno rompió las reglas del juego
y decidió pagar en papel moneda parte de la deuda interna denominada en oro. La decisión
equivalía a un impago parcial, y tanto los inversores extranjeros como los nacionales se
mostraron reacios a absorber más deuda argentina.
- En Buenos Aires el público comenzó a atacar al peso papel. El gobierno decidió intervenir
con oro en apoyo del peso papel para calmar las expectativas de devaluación, pero pronto
resultó ser una defensa inútil y en 1889 el gobierno había perdido casi el 90 por ciento de su
stock de especies. La falta de coordinación de las políticas monetaria y fiscal dio lugar a una
reasignación casi completa de la moneda del sistema bancario al público y, en última
instancia, provocó la crisis Baring. En este caso histórico, el fenómeno de sustitución de
moneda podría definirse, en terminología moderna, como una lucha de capitales, no en el
sentido de que la moneda huyera del país, sino en el sentido de que la moneda que se
embolsaba el público se financiaba con deuda externa del gobierno.
- Tras haber puesto a prueba los límites del señoreaje y de la política monetaria discrecional,
el gobierno aprendió una importante lección. Irónicamente, una vez gastadas todas las
reservas de oro, la cuestión monetaria quedó definitivamente resuelta con la creación en
1890 de la Oficina de Conversión, una caja de conversión, como única autoridad monetaria
de Argentina, y la búsqueda de una autoridad monetaria centralizada terminó, podría
decirse, por defecto."
- Por supuesto, la credibilidad del régimen monetario sólo podía obtenerse si la posición fiscal
subyacente era también creíble. Para mantener la credibilidad fiscal, el gobierno tenía que
respaldar todos sus pasivos y no sólo el dinero del país con una combinación de especies y
una posición fiscal solvente
- Del mismo modo, nuestra comprensión de las tensiones del nexo fiscal-monetario argentino
no está completa sin algún análisis de las políticas generales relativas a la gestión de la
deuda pública.
En el auge de la década de 1880, el término "gestión de la deuda" sería, quizás, demasiado
amable, dada la forma en que las brechas fiscales provocaron que el endeudamiento del
sector público entrara rápidamente en una espiral fuera de control. De 1881 a 1889, la
deuda pública financiada de las provincias, principalmente en manos de inversores
extranjeros, creció un 746% en términos reales". Durante el mismo período, la deuda pública
federal financiada creció un 95 por ciento, una indicación en sí misma de la política fiscal
extremadamente expansiva.
- En 1891, casi todas las deudas externas municipales y provinciales estaban técnicamente
en mora. Sólo gracias al extraordinario liderazgo de Pellegrini pudo el gobierno nacional
evitar un impago generalizado de su deuda externa. Para ser justos, recibió cierta ayuda en
forma de "rescate". En enero de 1891, el Banco de Inglaterra actuó de forma parecida a las
intervenciones del FMI en crisis recientes, adelantando al gobierno federal un préstamo
puente a tres años para cubrir el servicio y amortización de la deuda externa. Esto dio a
Argentina un respiro en el que elaboró un conjunto ordenado de acuerdos de
reprogramación con sus acreedores, un conjunto diverso de bancos y otros tenedores de
bonos privados; pero no ayudó mucho y no hubo nuevo crédito externo disponible durante
años en los sectores privado o público.
- Los costes fueron graves e ilustran la importancia de la credibilidad de la deuda pública. De
1891 a 1902, Argentina sufrió un estricto racionamiento del crédito y un aislamiento
financiero. El repentino colapso de los flujos de capital extranjero exigió ajustes drásticos en
la estructura de la economía nacional, como bien se comprendió en su momento...".
Argentina tuvo que soportar condiciones de austeridad para poder generar importantes
superávits comerciales. Pero el impacto fue mucho más allá de los meros efectos sobre el
consumo: se perdió efectivamente una década de crecimiento económico debido a la fuerte
contracción de la inversión, consecuencia directa de la retirada de la inversión extranjera.
- Argentina perteneció al club de los paises ricos entre 1903 y 1930. Durante ese periodo, la
relación entre el PIB per cápita de Argentina y la renta media de los tres grandes países
industrializados europeos (Inglaterra, Francia y Alemania) y de los dos primeros países de
éxito fuera de Europa (Australia y Estados Unidos) superó constantemente el 80%, excepto
durante un par de años de la Primera Guerra Mundial.
- La relación llegó a alcanzar el 90% justo antes de la Gran Guerra y todavía rondaba el 83%
al borde de la Depresión.
- Presento varias dimensiones del bienestar distintas del PIB per cápita (como la estatura, el
acceso a la educación, las expectativas de vida y la distribución de la renta) y sostengo que
el nivel de vida de Argentina en relación con otros países alcanzó su punto máximo hacia
finales de la década de 1920.
- Con la antigua tecnología del transporte, no resultaba rentable utilizar tierras lejanas, salvo
para actividades ganaderas menos productivas. La incorporación a la producción agrícola de
la Pampa, a la que se llegaba por un sistema ferroviario que se extendía rápidamente,
provocó un fuerte aumento de la relación tierra/trabajo hasta principios del siglo XX, a pesar
de la inmigración masiva. Este crecimiento extensivo explica en gran medida el lado de la
oferta del auge de las exportaciones argentinas.
- después de la Primera Guerra Mundial ya no era posible ampliar la frontera. En otras
palabras: el efecto geográfico de la nueva tecnología de transporte (es decir, la extensión de
las líneas ferroviarias a tierras agrícolas aún no colonizadas) se había desvanecido casi por
completo. Con la continua inmigración, la relación tierra/trabajo disminuyó y durante la
década de 1920 el volumen de exportaciones per cápita sólo consiguió recuperar el terreno
perdido en la Primera Guerra Mundial.
- Sin embargo, los datos sobre las importaciones de maquinaria -tanto para la agricultura
como para la industria- muestran una inminente transformación estructural en términos de
acumulación de factores en marcha durante la década de 1920. La producción argentina se
estaba volviendo más intensiva en capital, a través tanto de la sustitución de productos entre
sectores de diversa intensidad de capital como de la sustitución de factores dentro de cada
uno de esos sectores.
- ¿Qué ocurre con otras dimensiones que suelen considerarse características de los países
desarrollados?
- ¿Era Argentina no sólo rica sino también "moderna" -es decir, mostraba Argentina (i)
indicadores de bienestar acordes con su nivel de renta y -correctamente- (ii) una estructura
económica con factores fundamentales que hacían sostenible su posición de renta, y no una
consecuencia de acontecimientos temporales como el auge transitorio de los recursos
naturales? En esta sección sopesaré algunas medidas de la prosperidad nacional más allá
de la renta.
- De los datos educativos se desprenden dos conclusiones. Por un lado, como muestra la
Figura 3, el puesto 11 de Argentina en PIB per cápita no se corresponde con su posición
internacional en acceso a la educación. Argentina ocupa el puesto 19, por debajo de los 10
primeros de la lista en PIB per cápita y de ocho países con menor renta: Irlanda, Suecia,
España, Noruega, Austria, Alemania, Checoslovaquia y Grecia6.
- Por otra parte, Argentina mejoró rápidamente el acceso a la educación a lo largo de los años
veinte. Esta dimensión del capital humano sugiere que debemos mantener la década de
1920 en el lado de la convergencia de la suerte de Argentina.
- Las alturas -otra medida del bienestar biológico- son más difíciles de comparar debido a las
diferencias en la edad exacta de las muestras y a los diversos métodos de corrección de los
problemas de las colas finales. Con una media de 169,5 centímetros para la cohorte de
nacimiento de 1930, los reclutas argentinos analizados por Salvatore (2004) son
efectivamente más altos que los mexicanos (165 cm según López Alonso y Porras Condey,
2003), los españoles de Elche (165. 1, Martínez Carrión y Pérez Castejón, 1998) y los
italianos (167,1, Floud 1994), pero inferiores a la mayoría de los países de la encuesta de
Floud, como Bélgica (170,3), Suiza (171), Alemania (171,6), Países Bajos (173,8),
Dinamarca (173,9) y Noruega (175,8)8.
- el IDH de 1930 utilizando la matriculación en primaria como única variable educativa, ya que
las tasas de alfabetización son más imprecisas (aunque Crafts (1997) sí utilizó las tasas de
alfabetización en su recopilación de IDH históricos). Argentina ocupa el puesto 17 en esta
clasificación modificada del IDH. Su mayor renta apenas compensa sus peores resultados
en sanidad y educación
- Con 4816 "unidades internacionales" de capital en 1916, Argentina ocupaba el cuarto lugar
después de Gran Bretaña (6710 en 1913), Estados Unidos (5060 en 1919) y Canadá (5500,
aunque en 1929), ligeramente por delante de Alemania (4750), Francia (4290) y Australia
(4005) y superaba claramente a Bélgica (2360), todos ellos países más ricos o tan ricos
como Argentina justo antes de la Gran Guerra9. Estas estimaciones, sin embargo, no deben
tomarse al pie de la letra, ya que fueron recopiladas por Clark a partir de fuentes
secundarias utilizando métodos diversos y sin corregir los diferenciales de precios
internacionales.
- En general, carecemos de estimaciones de la distribución de la renta personal anteriores a
la Depresión, pero se pueden construir indicadores de la distribución entre los factores de
producción combinando los datos del PIB de Maddison con las series salariales de
Williamson. Si la relación salarios-PIBpc de EE.UU. es 100 para 1925-1929, la de Argentina
se sitúa en 95 puntos. Esta cifra es inferior a la de Canadá, Australia y los países
escandinavos, pero superior a la de todos los demás países europeos incluidos en el
conjunto de datos de Williamson (1995), excepto (de forma un tanto sorprendente) Irlanda
(Figura 6). Los trabajadores argentinos disfrutaban de los beneficios de la prosperidad
general, probablemente más que en la media de los países europeos. La imagen de la edad
de oro de Argentina como un auge extractivo del que se apropió una pequeña élite
terrateniente no puede conciliarse con estos datos salariales.
- Por otra parte, la suerte de Argentina mostró grandes diferencias entre regiones (Figura 7).
El PIB per cápita de Buenos Aires -provincia y región, con el 46% de la población- se
acercaba probablemente al de Australia en 1929, unos 4.500 dólares en 1990, dinero PPA.
En el otro extremo, las 10 provincias no pampeanas, con el 22% de la población, estaban
muy cerca de México, en torno a los 2.000 dólares. En el medio, las provincias pampeanas
fuera de Buenos Aires (Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba) estaban más o menos en la media
nacional de 3700 dólares. Por supuesto, cada país tiene sus propias diferencias regionales,
pero es probable que las de Argentina estuvieran en el extremo superior. El coeficiente de
variación de los ingresos provinciales fue de 0,50 en 1925-1929, comparado con el 0,38 de
EE.UU. en 192912 y el 0.24 de los estados australianos en 1930-34. A diferencia de los
demás grandes países del Nuevo Mundo, los recursos naturales estaban fuertemente
concentrados en una sola región que casualmente rodeaba el lugar obvio para un puerto
atlántico.
-
- En general, parece que el puesto nº 11 que ocupaba Argentina a finales de la década de
1920 es una medida demasiado simplista para describir la riqueza real de la nación. Es
cierto que los trabajadores argentinos participaban de la prosperidad del país, ya que los
salarios reales reflejaban la renta per cápita relativamente alta del país. En otras
- En otras dimensiones, sin embargo, el panorama no es tan halagüeño. Aunque en alza, la
situación sanitaria y educativa de Argentina era inferior a lo que cabría esperar de las cifras
de su PIB. Además,
- Argentina sufría algunos desequilibrios regionales sorprendentes. Una cuarta parte de su
población vivía en regiones que producían poco más del 10% del PIB y cuya renta per cápita
era similar a la de México, es decir, menos de la mitad que la de Buenos Aires.
- De los 57 países para los que Maddison dispone de datos del PIB per cápita tanto para 1870
como para 1913, Argentina ocupa el tercer lugar en crecimiento económico entre esas
fechas (después de Canadá y México). El PIB per cápita creció un 2,12% anual. Si
ampliamos el periodo hasta la década de 1920, Argentina (2,07%) sólo es superada por
Venezuela. En términos de PIB total, Argentina es primera tanto para 1870-1913 (5,6%)
como para 1870-1928 (5,35%). Para 1870-1913 el segundo es Nueva Zelanda (4,31%) y
para el periodo más amplio, Uruguay (3,78%). Dado que la mayor parte del aumento de la
población se debió a la atracción de la inmigración procedente del Viejo Mundo, la economía
argentina bien puede describirse como la más dinámica del mundo en los sesenta años
anteriores a 1930.
- Evidentemente, el crecimiento puede describirse en cierto sentido como "impulsado por las
exportaciones".
- El cambio podría haber comenzado debido a cambios en la demanda -específicamente, la
complementariedad productiva de Argentina con Gran Bretaña y otros países europeos en
vías de industrialización- que aumentaron el rendimiento del capital o del trabajo en
Argentina. O podría haber sido principalmente un shock de oferta: tal vez la mano de obra y
el capital se volvieron más productivos, y por lo tanto fueron atraídos, debido a alguna
innovación institucional o shock tecnológico.
- Las instituciones podrían haber desempeñado un papel más destacado. Los inicios del auge
argentino coinciden ampliamente con la estabilización política, iniciada en 1861 con el primer
presidente de una Argentina unificada y finalmente consolidada tras la derrota de la rebelde
provincia de Buenos Aires en 1880. Pero el argumento institucional no puede llevarse
demasiado lejos. La Argentina -o, al menos, Buenos Aires- también disfrutó de cierta
estabilidad política favorable a los negocios con Rosas (décadas de 1830 y 1840), y el
progreso no parece haber sido más rápido entonces que en la década de 1850, cuando la
separación absoluta de la Confederación no fue obstáculo para el auge provincial de la
producción lanera15. Además, más allá de las consideraciones estrictamente políticas, las
"instituciones" a mayor escala no fueron realmente tan estables después de 1880.
- Una tercera hipótesis del éxito de Argentina antes de la Depresión hace hincapié en la
suerte tecnológica. La reducción mundial de los costes de transporte fue probablemente la
noticia tecnológica más importante de la segunda mitad del siglo XIX. El impacto del
ferrocarril -y de la navegación a vapor- no fue una bendición uniforme. La influencia en la
rentabilidad de una reducción del coste de transporte de una tonelada de mercancías es
mayor para las mercancías con un mayor componente de transporte en su coste. Una
disminución de los costes de transporte afectará sólo marginalmente a la rentabilidad de la
producción de oro, pero supondrá una gran diferencia para el transporte de trigo u otros
cereales,con una relación valor-peso mucho menor.
- Una hipótesis complementaria es que la aparición de una nueva tecnología de transporte
permita, ceteris paribus, la producción de bienes más voluminosos, aumentando así el peso
medio (es decir, reduciendo la relación valor-peso) de las exportaciones. Esto es lo que
ocurrió en Argentina, donde los productos del pastoreo fueron sustituidos por una agricultura
orientada a la exportación, una tendencia que sólo fue posible a gran escala tras la llegada
del ferrocarril.
- Pero fue la expansión del ferrocarril la que creó la revolución agrícola argentina, que a su
vez fue la base del crecimiento impulsado por las exportaciones. La dinámica de la
acumulación de factores es coherente con la hipótesis tecnológica del auge argentino hasta
la Primera Guerra Mundial. La superficie agrícola per cápita creció a un ritmo del 15% anual
en la década de 1880, cerca del 5% tanto en la de 1890 como en la de 1900, y fluctuó en
torno al nivel de 1910 a partir de entonces. (Figura 12). El aumento de la superficie agrícola
hasta alrededor de la Primera Guerra Mundial y el estancamiento posterior se corresponden
con la evolución del kilometraje ferroviario, aunque los kilómetros de ferrocarril per cápita
disminuyeron de hecho durante la década de 1920.
- Entre el crecimiento impulsado por las exportaciones de la preguerra y el desarrollo
orientado hacia el interior que siguió a la Depresión: al igual que antes de 1914, las fuerzas
del mercado dominaron sobre las políticas a la hora de definir el patrón de desarrollo de
Argentina; pero durante la década de 1920 se produjo una incipiente industrialización
impulsada por el mercado, a medida que el descenso de los términos de intercambio
implicaba mejores perspectivas para las manufacturas sustitutivas de importaciones. Esta
industrialización "natural" y la expansión del sector público que acompañó a la extensión
universal del sufragio (masculino) dieron lugar a fuertes aumentos de los salarios reales (y a
un incremento de la relación salarios/productividad).
- En 1913, el valor del capital invertido en ferrocarriles era un 50% superior al valor combinado
de la maquinaria de los sectores primario y secundario de Argentina. A finales de la década
de 1920, éstos eran un 60% superiores al capital invertido en ferrocarriles. ¿Puede
describirse la década de 1920 como una época de retraso en la acumulación de capital? La
respuesta depende del estatus conferido a un tipo de capital (el ferroviario) que es un
complemento inevitable de la acumulación de tierras, al menos para los productos con una
elevada relación peso-valor. En tal contexto, no puede haber un tipo de crecimiento
"intensivo en tierras" que no sea al mismo tiempo "intensivo en ferrocarriles". Pero la
intensificación del capital no relacionada con la acumulación de tierras fue en realidad más
rápida en los años veinte, mediante la intensificación del capital en la agricultura y la
ampliación del sector manufacturero, que absorbió tanto capital como mano de obra.
- ¿Por qué la economía se hizo más intensiva en capital durante la década de 1920? Se me
ocurren tres hipótesis posibles y no excluyentes. En primer lugar, podría tratarse
simplemente de la solución mecánica de la acumulación. El hecho de que los ahorros
argentinos se estuvieran empleando realmente en casa y no en el extranjero implicaría que,
a pesar del agotamiento de las oportunidades para la extensión del ferrocarril, Argentina
seguía siendo percibida como un lugar adecuado para la inversión. La combinación del
tamaño y la renta media de su mercado interior impulsó sin duda la producción
manufacturera, que estaba totalmente ligada a la demanda local: de los 20 primeros países
por PIB per cápita en 1928, el tamaño de la economía argentina sólo era inferior al de
Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Italia (que ocupaba el puesto 19 en PIB
per cápita) y Canadá (que era sólo un 8% mayor que la argentina). En segundo lugar, la
productividad marginal del capital podría haber aumentado debido al cambio tecnológico. En
tercer lugar, en línea con Gerchunoff y Aguirre (2006), el aumento del precio relativo de las
manufacturas debido al choque negativo de los términos de intercambio de la década de
1920 podría haber tenido un efecto sobre la elección óptima de los factores. Al ser un sector
más intensivo en capital y mano de obra que la agricultura, el crecimiento de las
manufacturas debería haber aumentado la demanda tanto de capital como de mano de obra.
PROSPERIDAD SOSTENIBLE?
- En primer lugar, en la década de 1920, Argentina era una economía bastante rica, y cada
vez más grande, como resultado de un excepcional crecimiento per cápita y total desde su
Revolución Agraria de finales del siglo XIX y principios del XX. En segundo lugar, aunque la
renta no estaba desigualmente distribuida entre el trabajo y otros factores de producción, sí
lo estaba geográficamente, y algunos indicadores de desarrollo, como la sanidad y la
educación, no eran tan elevados como cabría esperar de un país con la renta de Argentina
en aquella época. En tercer lugar, el capital natural contribuyó de forma crucial tanto al nivel
de renta de Argentina como, al menos hasta la Primera Guerra Mundial, a su crecimiento.
En cuarto lugar, si bien el crecimiento per cápita se desaceleró después de la Primera
Guerra Mundial, hubo otros síntomas más saludables: la acumulación de capital físico, tanto
en la agricultura como en las manufacturas, había reemplazado a la incorporación de tierras
como motor de la acumulación de factores; y la inmigración seguía fluyendo masivamente.
CAPITAL NATURAL
- Australia y Argentina tenían una población comparable hacia 1870 (1,9 y 1,65 millones,
respectivamente), aproximadamente la mitad de la de Canadá (3,8 M). Entre 1870 y 1930,
Australia y Canadá recibieron un número comparable de migrantes netos (1,4 y 1,2 M,
respectivamente), entre un tercio y la mitad de lo que recibió Argentina (3,3 M). En 1930, la
población argentina casi duplicaba a la australiana (11,8 M frente a 6,5 M) y superaba
ligeramente a la canadiense (10,5 M).
- ¿Por qué fue tan alta la inmigración? Eso nos deja aún muchas hipótesis, como las diversas
políticas hacia la inmigración y los lazos culturales de Argentina con los europeos de
inmigración tardía, Italia y España.
- Un crecimiento demográfico más rápido significa que la riqueza natural per cápita de
Argentina se diluye más rápidamente que en Australia o Canadá.
- En 1870, la riqueza per cápita de Argentina en forma de pastos agrícolas y tierras de cultivo
era ligeramente superior a la de Australia y más del triple de la de Canadá. En 1930, había
caído a dos tercios de la de Australia y a sólo un 47% por encima de la de Canadá. Por
supuesto, ambas naciones de la Commonwealth disfrutaban de una dotación mucho mayor
de otros tipos de capital natural, como la silvicultura y los recursos minerales.
- La inmigración abierta supuso para Argentina que las ventajas de un alto nivel de capital
natural, que inevitablemente se desvanecen con el crecimiento de la población, lo hicieran a
un ritmo más rápido.
CAPITAL HUMANO.
CAPITAL FISICO.
CONCLUSIONES
- La irrupción tecnológica del ferrocarril no fue sino revolucionaria para la Pampa, una de las
extensiones de tierra más amplias del mundo capaces de producir cereales, es decir,
productos voluminosos que sólo pudieron despegar en el comercio internacional tras la
revolución de los transportes del siglo XIX. La adaptación dinámica a semejante choque
tecnológico duró hasta la Primera Guerra Mundial, periodo durante el cual la población se
multiplicó por cuatro (1870-1913) y las exportaciones por nueve (1870-73 a 1910-13). El
trigo, el maíz y el lino, los productos básicos de la Revolución Agrícola Pampeana,
representaban el 70% de las exportaciones al borde de la guerra, frente al 15% de 1870.
- Entre la Primera Guerra Mundial y la Depresión, la economía argentina fue menos
excepcional. El crecimiento fue más moderado, más equilibrado entre sectores, no tan
dependiente de la acumulación de tierras mediante la extensión del ferrocarril y sin el
"desorden y progreso" macroeconómico característico de las décadas de 1880 y 1890. Los
rasgos de un país convencional de clase media alta de la época parecían estar brotando en
Argentina durante los años veinte: la política democrática, el crecimiento económico
impulsado por el capital en lugar de por la tierra y la ampliación del sector manufacturero
estaban por fin presentes. Argentina, que se encontraba entre las diez primeras economías
del mundo por PIB per cápita, ¿era ya moderna a finales de los años veinte? Todavía no.
- Algunos indicadores de desarrollo más profundos, como la educación y la sanidad, estaban
por debajo de la media de su nivel de renta, probablemente un recordatorio de que, por muy
alto que sea el crecimiento y muy adecuadas que sean las políticas, hay cosas que no
pueden cambiarse en menos de una vida humana. Entre ellas se encontraba también el
sorprendente contraste en todas las medidas de desarrollo entre las diversas regiones
argentinas. Aún más importante para el futuro de Argentina, la dependencia de las
exportaciones basadas en los recursos naturales -cada vez más diluidos por el rápido
crecimiento de la población- y la correspondiente menor contribución del capital físico y
humano a su economía plantearon algunas cuestiones complejas para su posterior
desarrollo económico. ¿Estaba Argentina en condiciones de acumular rápidamente capital
físico cuando su sector intensivo en capital no era competitivo en los mercados
internacionales y dependía de la protección arancelaria para el mercado nacional? ¿Hasta
qué punto estaba preparada Argentina -un país menos rico en términos de capital humano y
físico- para hacer frente a una perturbación permanente y negativa de la rentabilidad de su
sector exportador? Desgraciadamente, la historia demostraría que Argentina no había
cruzado el punto de no retorno en el desarrollo económico cuando, a partir de la Depresión,
una serie de condiciones mundiales adversas y de respuestas políticas le hicieron perder el
rumbo hacia la prosperidad.
INTRODUCCION
- El período siguiente, desde la caída de Rosas (1852) hasta el compromiso federal de 1880,
se caracterizó por el ascenso al poder de la elite liberal y la puesta en práctica de su visión
del progreso.
- Este período es crucial para comprender la relación entre el desarrollo agrícola, el
crecimiento impulsado por las exportaciones y la nutrición. En esta época, la Confederación
Argentina era una de las economías más abiertas del mundo. Fue durante este período que
el país pasó de ser importador neto a exportador neto de granos. Una importante reducción
de los costes de transporte, propiciada por la expansión del ferrocarril y la apertura de
caminos comunales, permitió a los agricultores disponer de grano en los puertos a precios
competitivos.
- Para este período contamos con dos series de datos sobre estatura que muestran
tendencias contradictorias. La primera es una serie de estaturas medias de los reclutas
residentes en la ciudad de Buenos Aires elaborada por Juan S. López (1950). Esta
información nos presenta una perspectiva optimista sobre la evolución del bienestar
biológico de los residentes urbanos. Según estos datos, los reclutas de Buenos Aires
crecieron 2,4 centímetros en estatura entre 1855 y 1900.
- La segunda serie, tomada de los registros individuales de los presos de la provincia de
Buenos Aires, muestra una evaluación más pesimista del bienestar biológico durante la era
liberal.Según esta fuente, la estatura de los presos permaneció prácticamente estancada
durante el período 1849-51 a 1889-91. Si hubo una tendencia entre 1850 y 1893, ésta fue
moderadamente creciente hasta 1870-72 y luego moderadamente decreciente hasta 1893.
- Es probable que, con el aumento de la inmigración, los reclutadores se encontrarán en mejor
posición para seleccionar soldados más fuertes y altos para el ejército argentino. En
comparación, el segundo conjunto de datos parece más fiable. Procede de los registros de
dos prisiones provinciales. La muestra incluye 2.785 presos, el 70% de ellos peones, el 41%
analfabetos y el 76% nacidos en la provincia de Buenos Aires. La mayoría de los presos
eran rurales y pertenecían a los estratos más bajos de la clase obrera. Según esta evidencia
preliminar, los habitantes de la ciudad-puerto se beneficiaron más del progreso económico y
del cambio institucional que los residentes de su interior rural.
- Aunque estas estimaciones son todavía demasiado crudas, desafían la sabiduría
convencional. Habitualmente, este período ha sido presentado como uno de rápido progreso
tanto en las instituciones como en la economía. Los políticos liberales lograron un gobierno
basado en la opinión pública, mejoras en las instituciones financieras y monetarias, el
fomento de la inmigración europea, el establecimiento de la enseñanza elemental gratuita y
la expansión de la superficie de tierra destinada a la agricultura. Sin embargo, nuestras
estimaciones preliminares indican que hubo poca o ninguna variación en la estatura durante
la mayor parte del período 1850-1890, especialmente entre los estratos más bajos de la
población de la provincia de Buenos Aires.
DIFERENCIAS REGIONALES
- Estas nuevas pruebas demuestran que los nativos del cinturón industrial crecieron 2,1
centímetros de media entre 1918 y 1952 (los datos se presentan con dos años de adelanto
desde el nacimiento). Sorprendentemente, la mayor parte de este crecimiento tuvo lugar
antes de que Juan Perón llegara a la presidencia. De hecho, la estatura del recluta medio en
1950 parece haber sido casi la misma que la de 1938.
- Esto se relaciona con el segundo hallazgo importante: una caída en la estatura media
durante el período 1940-1948. Este hallazgo subraya las dificultades que la escasez de
combustible y alimentos en tiempos de guerra pudo haber causado a las familias obreras y
arroja dudas sobre la difusión y el alcance de las políticas peronistas de bienestar y salarios.
El fracaso de las políticas de control de precios durante la posguerra (1945-48) podría haber
supuesto una carga para los presupuestos de los trabajadores y obreros informales.
- Las estimaciones de la estatura media en el cinturón industrial refuerzan nuestro hallazgo
anterior, según el cual durante 1925-1940 los residentes urbanos experimentaron las
mayores ganancias en bienestar biológico. La industrialización sustitutiva de importaciones,
en condiciones de migración masiva y rápido crecimiento urbano, generó una mejora de la
nutrición neta. Frente a esta evidencia, es necesario repensar las políticas sociales del
peronismo en comparación con las de las administraciones conservadoras de la década de
1930.
- Las implicaciones del gráfico 6 son claras: los mejores años de la redistribución peronista de
la renta y del rápido crecimiento industrial (1945-49) coincidieron con un periodo de
descenso de la estatura media en las ciudades industriales que rodeaban la capital, un
descenso que comenzó antes, durante la Segunda Guerra Mundial.
- Es probable que durante los años peronistas, los emigrantes llegaran en tan gran número
que deprimieron los salarios, creando un mercado laboral dividido o dual. Mientras que
algunos trabajadores se afiliaron a sindicatos industriales, disfrutaron de beneficios sociales
y residieron en la capital o cerca de ella, muchos se incorporaron al mercado de trabajo
eventual, no disfrutaron de beneficios sociales y residieron en distritos alejados de la ciudad.
- En comparación con finales de los años 20 y los años 30, el periodo de guerra aparece
como una época de problemas, marcada por la inflación, la escasez de alimentos y
combustible y el empeoramiento de las condiciones sanitarias. La diarrea tuvo un fuerte
impacto en la salud de los bebés en 1942-43, situación que se estabilizó durante los años
siguientes. El primer peronismo (al menos hasta 1952) no logró revertir esta situación. En
condiciones de creciente inflación, parecía difícil lograr nuevos descensos en las tasas de
desnutrición. Estas estimaciones necesitan mayor refinamiento y pruebas confirmatorias. Sin
embargo, deberían prevenirnos de ser demasiado optimistas sobre el impacto de las
políticas de bienestar peronistas. Estas políticas probablemente tuvieron efectos
beneficiosos sobre la salud y la nutrición de la clase trabajadora sindicalizada, pero no se
extendieron necesariamente a los que se incorporaron a los mercados de trabajo informales
y residían en la zona industrial.