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UNIVERSIDAD, INNOVACIÓN Y SOCIEDAD: EXPERIENCIAS DE LA

UNIVERSIDAD DE LA HABANA

Jorge Nuñez Jover 1


Fernando Castro Sanchez 2

Resumo
A la luz de los modelos contemporáneos que dan cuenta de las interacciones Universidad,
Innovación y Sociedad, en este trabajo presentamos un panorama de la evolución de la
investigación científica en la Universidad de La Habana, los cambios operados en sus
relaciones con los sectores productivos y las transformaciones en sus formas de
institucionalización. Se argumenta que desde los tempranos 60’s el modelo de investigación
universitaria pretendió ser más “interactivo” que lineal u ofertista. En los 80’s, dentro de un
nuevo tejido de relaciones ese modelo evolucionó hacia una mayor incorporación a los
procesos de innovación. Presentamos varios ejemplos de innovaciones generadas por la
Universidad, los cuales, observados a la luz de los modelos surgidos en los países
industrializados, permiten extraer valiosas enseñanzas para la política de investigación e
innovación universitaria.

Palabras claves: Investigación. Innovación. Universidad. Pertinencia. Impacto social.

1 INTRODUCCIÓN

El debate que ha tenido lugar en América Latina y el Caribe acerca de la ciencia, la


tecnología y la innovación en los procesos de desarrollo social y en particular sobre de los
roles que la Universidad debe jugar en tales procesos, se ha acentuado en los últimos años a la
luz del papel atribuido a los conocimientos, la innovación en las transformaciones
tecnoproductivas y la vida económica y social de los países. Desde los países subdesarrollados,
en particular los de América Latina, se ha venido construyendo un discurso que enfatiza el
papel de la innovación y los conocimientos en la superación de la “condición periférica”. Pieza
clave dentro de ese discurso es el tema de la vinculación de la universidad con los sectores

1
Professor Doutor da Universidad De La Habana. Pro-Rector de Postgraduación de la Universidad de la Habana.
Universidad de la Habana, Dirección de Postgrado. calle J número 556 entre 25 y 27 Vedado, Ciudad de la
Habana- Cuba CP 10400 [email protected]
2
Estudiante de doctorado en CTS- Ciencia, Tecnología y Sociedad por la Universidad de la Habana y la
Universidad de Roskilde en Dinamarca Es profesor de la Universidad de Matanzas, Cuba. [email protected].
Recebido em: 28/10/2005. Aceito em: 07/11/2005

Revista de Ciências da Administração – v.7, n.13, jan/jul 2005 1


Universidad, innovación y sociedad: experiencias de la Universidad de La Habana

productivos, asunto que se acompaña de otros debates, como el de la financiación y el de la


calidad de la educación superior.
En ese contexto la universidad aparece cuestionada por su escasa pertinencia y se pide
de ella un mayor esfuerzo para producir conocimientos relevantes para el entorno productivo,
que pueda contribuir a su autofinanciamiento.
A pesar de que el modelo social de Cuba es diferente al modo de producción capitalista
extendido en la región, esos problemas mencionados no le son ajenos. En Cuba, dentro de un
contexto de severas restricciones económicas, la política científica y tecnológica (PCT) se ha
orientado a la creación de un sistema nacional de innovación y se han realizado numerosos
esfuerzos por conectar el conocimiento, la ciencia ya la tecnología a las demandas sociales,
con éxito variable, según los casos.
En este documento comenzamos por repasar algunos de los modelos que nos pueden
orientar en la comprensión de las transformaciones ocurridas en los principales países
industrializados en relación con la producción social de conocimientos y en particular de las
conexiones entre investigación universitaria, innovación y sociedad. A continuación
consideraremos algunas de las principales transformaciones ocurridas en la investigación
científica en la Universidad de La Habana (UH), con énfasis en la última década. A través de
unos pocos ejemplos mostraremos el esfuerzo por avanzar hacia modelos de investigación
universitaria que favorezcan un mayor impacto social de sus resultados, incluida la dimensión
económica. La consideración de esos ejemplos puede contribuir al aprendizaje institucional en
materia de política científica universitaria.

2 MODELOS SOBRE UNIVERSIDAD, INNOVACIÓN Y SOCIEDAD

Durante los últimos tres lustros han adquirido mayor sistematicidad los estudios sobre
la ciencia e innovación tecnológica, sus condicionantes y consecuencias sociales. En mayor o
menor medida la universidad aparece integrada a estos análisis, variando su significación y
calidad de actor en dependencia de las diferentes perspectivas teóricas. En este apartado
realizamos una caracterización general de tres de los modelos conceptuales más difundidos y
utilizados, destacando sus aspectos valiosos para el examen posterior de la actividad científica
e innovativa de la Universidad de La Habana.

2.1 Los modelos: Sistemas Nacionales de Innovación (SNIs), Modo 2 de producción de


conocimientos y Triple Hélice de relaciones universidad- industria- gobierno

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Jorge Nuñez Jover, Fernando Castro Sanchez

La concepción sobre Sistemas Nacionales de Innovación (SNIs)1 es una de las primeras


respuestas de descripción – y en cierta medida de interpretación- de las transformaciones
tecnoeconómicas que se inician en la década de 1970s en los principales países
industrializados y que marcaron el paso de economías predominantemente extensivas a
economías predominantemente intensivas. Así, la concepción de SNIs captura el proceso de
cambio desde modelos lineales de innovación3 basados en la confianza de que a más ciencia
más actividad tecnológica y desarrollo socioeconómico, hacia formas múltiples de innovación
(radicales, incrementales, menores) diseñadas y ejecutadas con una amplia interacción de
actores4
Como esos cambios transcurren con bastante simultaneidad en países de contextos
socioeconómicos y culturales diferentes (por ejemplo, pensemos en los casos de Estados
Unidos, Alemania y Noruega), podemos encontrar más de una tendencia en la concepción
sobre SNIs. Una posición ha estado asociada a autores estadounidenses y algunos europeos (ej.
Richard R. Nelson, Nathan Rosenberg, David C. Mowery, Francois Chesnais y otros) quienes
centran su atención en procesos innovativos sustentados en potencialidades tecnocientíficas
(protagonismo para las innovaciones radicales) y en el papel de las instituciones que las
generan. Por otra parte, tenemos la variante asociada a naciones europeas de la región
escandinava, cuyos principales representantes (ej. Bengt-Åke Lundvall, Charles Edquist y
Anna Johnson) han destacado la relevancia socioeconómica de la innovación mediante
procesos de aprendizaje, aún cuando no tenga un importante peso lapotencialidad
tecnocientífica de las investigaciones estratégicas sino la experticia diaria que también
incrementa el conocimiento técnico y ofrece ideas para la solución de problemas.
No es casual que las definiciones de SNIs insistan en estos aspectos de participación,
interactividad y observación de las tradiciones en los procesos de innovación. Según Lundvall
(2000, p.41), “un sistema de innovación está constituido por los elementos y las relaciones que
interactúan en la producción, difusión y empleo de un nuevo, y económicamente útil,
conocimiento y que un sistema nacional acompasa, localizándolas o enraizándolas dentro de
las fronteras del estado nación”.
Los elementos que integran un SNIs son básicamente dos: las instituciones (u
organizaciones) y las normas (disposiciones, reglas). Respecto a las instituciones, SNIs otorga
un lugar protagónico a las empresas pero anotando que éstas casi nunca realizan innovaciones
en aislamiento sino intercambiando con otras organizaciones y creando redes de
conocimientos.

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Universidad, innovación y sociedad: experiencias de la Universidad de La Habana

La universidad es una de las más importantes organizaciones en el desarrollo de tales


flujos, aceptándose su papel como fuente de actividad innovativa en la sociedad. Las normas,
disposiciones y reglas también juegan un importante papel y las mismas abarcan desde los
grandes fines y metas plasmadas en los documentos de políticas y accionadas con la
intervención de los gobiernos hasta las rutinas que guían diariamente la producción, la
distribución y el consumo (LUNDVALL, 2000).
En una etapa más reciente de los desarrollos teóricos del Concepto SNIs, se viene
adoptando una perspectiva más flexible en lo referido a los niveles en que están operando los
sistemas de innovación, cuyo alcance muchas veces no es el país, sino la región, la localidad, e
incluso un sector (KAISER Y PRANGE, 2004). Esto constituye una respuesta inevitable a las
complejidades de los procesos tecnoeconómicos actuales, transcurriendo a un mismo tiempo
en ámbitos económicos que van desde lo global hasta lo local.5
Al igual que en la Concepción sobre Sistemas Nacionales de Innovación, el Modo 2 y
la Triple Hélice reflejan esfuerzos de explicación de los complejos procesos innovativos. Pero
hay diferencias. En SNIs predomina la descripción de realidades nacionales o locales ya
existentes, mientras que en Modo 2 y Triple Hélice son más evidentes los objetivos de
conformación teórico- metodológica, aunque sin anular la referencia al dato empírico.
También en Modo 2 y Triple Hélice es central el propósito de reflexionar los cambios
desde la universidad. Veamos estos modelos.
La teoría del Modo 2 se refiere a que la producción del conocimiento científico de
avanzada está sufriendo modificaciones sustanciales respecto a las formas académicas,
anteriormente predominantes, identificadas con el concepto Modo 1 (GIBBONS, et al., 1994).
El Modo 1 se caracteriza por un conocimiento producido en contextos de
descubrimiento, con distanciamiento apreciable del entorno de su aplicación, predominio de
las formas disciplinarias de desarrollo de la ciencia; bajo la hegemonía de intereses,
orientaciones y la responsabilidad del medio académico y con estructuras de actividad
científica más bien jerárquicas y de larga permanencia (lentas para el cambio en la
composición individual y grupal ante los giros inesperados en el proceso de investigación) y
escaso o nulo nivel de reflexividad (poca participación y diálogo de actores diversos).
En cambio, en el Modo 2 la producción de conocimientos (léase innovaciones)
transcurre en el propio contexto de su aplicación, un carácter más interdisciplinario en
correspondencia con los problemas complejos que enfrenta la investigación; en el actúan una
pluralidad de intereses y orientaciones dada la confluencia de diversos actores con
responsabilidad compartida en las definiciones, la conducción y el control de la calidad de los

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resultados de la actividad científica e innovativa, por lo general altamente sensibles para la


sociedad. El Modo 2 se caracteriza por estructuras organizativas no jerarquizadas y más
flexibles (con equipos de investigación institucionalmente plurales cambiantes en dependencia
del problema, la fase de
la investigación, etc) y por la extensión e intensidad en los intercambios y reflexiones.
Es obvio que este concepto está sobre todo reflejando procesos que transcurren en las ramas
más dinámicas del desarrollo de la tecnociencia actual y en regiones geográficas
correspondientes a las naciones más industrializadas, pero con desarrollos posibles en puntos
de la geografía mundial donde a los recursos se una determinada voluntad sociopolítica de
desarrollo tecnocientífico.
Las explicaciones iniciales sobre el concepto Modo 2 han recibido determinada
complementación en trabajos posteriores, ante las autocríticas de los propios autores y los
señalamientos de otros investigadores (GIBBONS, 2000a y 2000b; NOWOTNY; SCOTT Y
GIBBONS, 2001). Entre los elementos atendidos tenemos los siguientes:
1) El proceso de cambios característicos del Modo 2 no transcurre en el ámbito de la ciencia y
la innovación, independientemente de los cambios sociales más amplios. Gibbons (2000a)
habla de una “sociedad de Modo 2”, en la que se han ido configurando procesos determinantes
para el nuevo modelo de innovación. Tal es el caso de las demandas de innovación
incrementadas que emergen de la confluencia de tres niveles de la estructura social: el
supranacional, expresado en distintas formas de integración regional y aprobación de
programas marco con metas colectivas e individuales para los países; el nacional que continúa
demandando producción y aplicación de innovaciones para distintas esferas sociales y el nivel
representado por los mismos sistemas de ciencia e innovación, los cuales, de forma extendida
de país en país han aprobado mecanismos de evaluación y financiamientos muy exigentes.
Otro proceso señalado es el del incremento en la comercialización de la actividad y los
resultados de la ciencia e innovación. Gibbons (2000a) ha insistido en que al Modo 2 le
caracterizan la producción de conocimientos socialmente distribuidos pero que no es la figura
del productor extendido lo fundamental, sino la del actor (grupo, institución) demandante la
que define qué se va a investigar (agendas), el cual puede no pertenecer al colectivo de
productores directos, pero sí es un participante estable en las intensas comunicaciones y
negociaciones que van moldeando el camino investigativo y ajustando lo mejor posible el
producto a las necesidades de la demanda.
2) Aunque los representantes del Modo 2 persisten en la tesis de la producción de

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Universidad, innovación y sociedad: experiencias de la Universidad de La Habana

conocimiento socialmente distribuida y, por tanto, en la idea de un más modesto alcance de la


universidad frente a otras instituciones4, han reconocido que la universidad es un agente
importante en uno de los aspectos decisivos de la actividad innovativa actual, al que
denominan “configuración de diseños robustos” (GIBBONS, 2000b, p. 358-359). Según
Gibbons, la ventaja comparativa en el proceso innovador radica en el logro sistemático de
diseños renovadores que se anticipan a lo alcanzado por otros, generando así una corriente de
nuevos productos que responden a ese diseño. La universidad es clave porque dada la fortaleza
de su capital intelectual reúne las mejores condiciones para trabajar en la frontera del
conocimiento.
No es una acción que pueda asumir aisladamente pero para la que se considera actor
insustituible.6
El modelo de la Triple Hélice, idea originalmente planteada por Henry Etzkowitz y
Loet Leydesdorff (1997), es parte del proceso intelectual orientado a captar la evolución de las
7
relaciones universidad- sociedad, en un momento de “segunda revolución académica”
caracterizado por la mayor intervención de la universidad en los procesos económicos y
sociales. Otros dos conceptos, “capitalización del conocimiento” y “universidad
empresarial”,complementan la explicación del modelo.
En el plano conceptual, Triple Hélice brinda mayores posibilidades para captar las
relaciones (transiciones) y hasta las transmutaciones (intercambio de roles) que pueden ocurrir
en las relaciones universidad- industria- gobierno. Los autores han introducido en el modelo
cuatro procesos inmersos en el movimiento en espiral de las tres hélices. Estos son:
a) las transformaciones en cada hélice (universidad, industria y gobierno en sí
mismos);
b) las transformaciones que ocurren por la influencia de una hélice sobre otra (ej.
incidencias de la industria en la universidad y viceversa);
c) el surgimiento de un tipo sui géneris de institución reticular o capa (overlay)
abarcadora de las relaciones trilaterales, las transiciones y hasta transmutaciones de las
instituciones (ej. la universidad realizando actividad empresarial); y
d) las transformaciones en cada institución por los efectos sobre éstas del movimiento
en red caracterizado con el proceso anterior y que los autores denominan “efecto
recursivo” (ETZKOWITZ; LEYDESDORFF, 1997).
Como se puede entender de lo anterior, el vínculo universidad- industria- gobierno
expresa una interacción extendida que puede tener efectos no sólo económicos sino también

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políticos y sociales. No obstante, la omnipresencia en la sociedad global actual de los objetivos


y mecanismos económicos ha determinado que en el modelo de la Triple Hélice y en sus
conceptos auxiliares predominen los aspectos económicos. El modelo de Triple Hélice se
apoya en el acentuado valor económico- comercial del conocimiento, su privatización
mediante legislaciones y prácticas sobre patentes y protección de la propiedad intelectual, los
énfasis en la adopción del secreto tecnocientífico en las instituciones universitarias, los
movimientos en espiral de la transferencia de tecnologías, la formación de firmas con o por la
universidad y la adopción por muchos académicos de funciones como empresarios “para
encontrar dos metas simultáneamente: la búsqueda de la verdad y la realización de ganancias”
(ETZKOWITZ, 1998, p. 824).
Precisamente el concepto “capitalización del conocimiento” caracteriza las
posibilidades y facultades que van adquiriendo las universidades para dar máxima realización
económica y comercial a los productos de su investigación y, a la par, alcanzar niveles
elevados de ingresos que pueden ser reinvertidos en el propio proceso investigativo o
destinados a otras actividades por los colectivos de investigación o las instituciones.10
Ese avance de la actividad económico- comercial ha ido generando cambios de orden
organizacional y axiológico en las instituciones universitarias en que está más extendida. En el
aspecto organizacional lo más importante ha sido la creación de oficinas y empresas (ej.
oficinas de transferencia de tecnologías, incubadoras de empresas, etc), la ampliación gradual
de circuitos o franjas industriales en torno a las universidades, el desarrollo incrementado de
negocios y el aumento de ingresos en colectivos e individuos. En el aspecto axiológico se
observan cambios en intereses y valores de investigadores, los cuales ahora han incorporado
objetivos y actividades relacionadas con la capitalización del conocimiento con tanta o más
fuerza que valores tradicionales como el interés de publicación, el deseo de máxima aceptación
colectiva por sus avances intelectuales y el ansia de discusión pública de los resultados
científicos. Estos cambios caracterizan el avance de la “universidad empresarial”.
Hay un gran debate en torno a cuál es la correlación adecuada de las misiones y
proyección social de la universidad (GIBBONS, 2000a, 2000b; ETZKOWITZ, 1998, 2002;
FULLER, 2001, 2003).
No vamos a reproducir los argumentos de las distintas partes en ese debate, aunque
reconocemos su importancia para el futuro de la universidad. Reconocemos que en el plano
valorativo del problema resultan más convincentes todas las posiciones que enfocan a la
universidad como institución con una totalidad de funciones y con misiones diversas en el
desarrollo social. No es correcto suponer que hay y habrá acción empresarial y

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Universidad, innovación y sociedad: experiencias de la Universidad de La Habana

mercantilización en la institución académica porque hay investigación que debe trascender o


transmutar hacia la acción económica. Que la universidad tenga un carácter más o menos
empresarial está y estará relacionado con la sociedad, los objetivos generales que se plantean
en ella y los objetivos particulares que desde ella alcanzan a la educación superior.

2. 2 Lo que nos aportan los modelos

Los modelos de innovación anteriormente analizados son parte de procesos de


desarrollo económico, social y cultural diferentes a los del contexto cubano, donde han
transcurrido las experiencias de actividad científica e innovativa universitaria que serán
abordadas en los próximos epígrafes. Por ello más que una sujeción a los enunciados lo
conveniente es observar y recuperar los sentidos que están implícitos en algunos de los
conceptos (DAGNINO; THOMAS Y GOMES, 2003, p.74)
¿Cuáles son esos conceptos y sus sentidos?
1)-. Es correcta la defensa que la concepción sobre SNIs hace de los espacios nacionales,
regionales y locales para el desarrollo de Sistemas de Innovación. El contexto local y nacional
es muy importante. Para el plano más específico de la universidad cubana vemos que es
coincidente con su movimiento actual de “universalización”, consistente en la creación de
sedes universitarias en todos los municipios (SUM) del país. Las sedes aglutinan al grueso de
los profesionales de cada territorio, lo cual las dotará de capacidades para la gestión del
conocimiento, la ciencia, la tecnología y la innovación en los contextos locales. Existen ya
experiencias en varios municipios donde los actores locales (gobiernos, SUM, delegados de
ministerios, centros de investigación, etc, en sus interacciones, han promovido redes y flujos
de conocimientos (CASAS, 2003) que atienden los problemas alimentarios, de salud,
ambientales, entre otros, a través de la innovación.
2)-. En todos los modelos se asume un concepto amplio de innovación que abarca procesos de
mayor y de menor radicalidad en cuanto a su novedad, así como en productos y procesos. Por
tanto, se puede innovar con una línea nueva de resultados (ciencia estratégica), con el
mejoramiento incremental de productos y procesos, y también con el cambio o
perfeccionamiento de las instituciones (organizaciones) en la sociedad. Toda esta variedad de
actividad innovativa es inherente a las universidades en el propósito de alcanzar una
pertinencia más integral en correspondencia a su esencia sociocultural y a la variedad de
problemas que caracterizan al contexto social y/o comunitario al que responden. Para el
proceso de seguimiento y estudio de las innovaciones radicales resulta útil el concepto
“configuración de diseño robusto”, mucho más si su sentido no queda reducido a la actividad

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innovativa de las naciones más industrializadas con su marco referencial específico sobre “lo
radical”, sino con referentes más amplios que también incluyen una respuesta innovativa
significativa en línea con necesidades socioeconómicas y culturales propias.
3)-. Los diferentes modelos enfatizan el carácter interdependiente (no lineal) de los procesos
innovativos. El carácter interdependiente de la innovación, su desarrollo a través del constante
intercambio, marcan cada vez más la dinámica económica, social y cultural en nuestros días.
Como muestra Triple Hélice, ese es un camino ascendente de imbricación y hasta
transmutación institucional. La universidad, otrora institución caracterizada como “torre de
marfil”, está llamada a incorporarse a este tipo de entornos que superan la acción aislada en
favor del trabajo en redes y la formación de alianzas estratégicas. Observar la
interdependencia implica la selección constante del actor similar o diferente con quien se
interpretará, enfrentará y resolverá o viabilizará el problema- proceso innovativo. Los estudios
sobre ciencia e innovación en instituciones universitarias pueden y deben ofrecer una imagen
del estado de esos cambios, y esa es una de las intenciones de este trabajo.
4)-. El enfoque sobre SNIs coloca al aprendizaje como un factor clave de la innovación. Esto
apunta a la importancia de la continuidad de acciones que aseguren la asimilación de las
habilidades inherentes al comportamiento innovativo. Las universidades tienen a su favor el
poderoso recurso de la educación continua para formar y renovar esas habilidades. Por esto, las
actividades de capacitación, pregrado y postgrado, se convierten en vehículos importantes de
las actividades de ciencia e innovación.
5)-. En nuestra opinión, el concepto Modo 2 también ayuda en la explicación de la actividad
científica e innovativa de las universidades. El trabajo interdisciplinario, la cooperación
interinstitucional, en redes; el compromiso compartido, las interacciones, y las nuevas
modalidades de gestión y control de la calidad, aparecen como imperativos en la relación
universidad- sociedad.

3 UNIVERSIDAD E INNOVACIÓN: EL CASO DE LA UNIVERSIDAD DE LA


HABANA

3.1-. Construyendo un modelo interactivo universidad-innovación-sociedad

La Universidad de La Habana (UH) fue fundada en 1728. Durante más de 200 años fue
el único Centro de Educación Superior y la principal institución científico y cultural de Cuba.
Sin embargo es con la Reforma Universitaria de 1962 que la investigación científica y
el posgrado se convirtió en parte de la misión de la universidad. La Reforma fue parte de un
proceso mucho más amplio, desencadenado luego de 1959 que bien pudiera denominarse de

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Universidad, innovación y sociedad: experiencias de la Universidad de La Habana

creación de una “Política Social del Conocimiento”, que incluyó transformaciones educativas
profundas y la creación de bases institucionales nuevas para la producción, apropiación,
difusión y aplicación del conocimiento.
Con posterioridad a la Reforma, en un período de poco más de diez años, surgieron
decenas de centros de investigación, dentro y fuera de la Universidad; se consolidó la
investigación científica como una de las actividades fundamentales de los departamentos
universitarios y componente esencial de los planes de estudio; se desarrollaron relaciones de
cooperación con instituciones científicas extranjeras de primer nivel y se destinaron a la
investigación miles de graduados universitarios en todas las ramas del conocimiento
(RODRÍGUEZ, 1997).
Notable fue la contribución de las Escuelas de Verano respaldada por las Sociedades de
Amistad con Cuba de Europa Occidental y Canadá. Esos esfuerzos permitieron canalizar la
ayuda altruista de numerosos científicos interesados en colaborar con las nacientes
instituciones científicas cubanas.9
En la propia década de los 60’s comenzó la formación de doctores y maestros en
ciencias, tanto en Cuba como en el extranjero. Hacia principios de la década de los 70 existía
ya el germen de muchos de los colectivos de investigación actuales y había surgido una
generación de jóvenes líderes científicos que han desempeñado después un papel importante el
desarrollo de la Universidad. Grupos de larga ejecutoria, como el Centro de Estudios
Demográficos, el Laboratorio de Investigaciones en Electrónica del Estado Sólido, el Centro
de Investigaciones Marinas, el Laboratorio de Fisiología de la Caña de Azúcar, entre otros,
surgieron en estos años (Idem).
Hacia 1976, con la creación del Ministerio de Educación Superior, se adoptó la
decisión de que sus Facultades de Tecnología, Pedagogía, Ciencias Médicas y Agropecuarias,
así como las filiales universitarias en otras provincias y el Centro Nacional de Investigaciones
Científicas se convirtieran en centros independientes. En su evolución posterior, la
Universidad de La Habana se ha transformado en un gran complejo de 15 Facultades y 14
Centros de Investigación o Estudio en las ramas de Ciencias Exactas y Naturales, Ciencias de
la Educación, Ciencias Sociales y Económicas y Humanidades. Participan en la investigación
científica más de 1200 docentes e investigadores. La investigación científica ocupa un lugar
importante dentro de los planes de estudio de los programas de pregrado y se articula a través
de 69 programas de maestría y 20 programas doctorales. La UH gradúa cada año unos 600
maestros en ciencia y 100 doctores (Fuente: Dirección de Posgrado de la UH).

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El esfuerzo universitario ha estado conectado en las transformaciones en las PCT


Nacional. El período que va de 1959 a 1976 ha sido calificado desde el punto de vista de la
PCT nacional como una etapa de “promoción dirigida” de la ciencia orientada a crear una base
científica inexistente en el país (García Capote, 1996) En aquella época el esfuerzo estuvo
centrado en la creación acelerada de instituciones científicas y la formación de personas con
alta calificación.
Pero habría que notar, incluso desde aquellos momentos, que el modelo de
investigación universitaria que se prefiguraba era distinto a aquel que se ha dado en llamar
modelo ofertista o “modelo de oferta lineal” (DAGNINO; THOMAS; GOMES, 2003: 59).
El modelo que se empezó a insinuar desde entonces era de carácter mucho más
interactivo. La explicación puede estar en el “tejido de relaciones” (Ibid) dentro del cual se
producía aquel esfuerzo de institucionalización. Todas las instituciones que surgieron
entonces, como el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (1965), por citar un caso,
fueron creados, desde sus inicios para atender las demandas sociales y dentro de la lógica del
carácter orientado de las investigaciones a la solución de problemas nacionales, lo que
determinó el predominio de la investigación aplicada y fundamental orientada, así como la
investigaciónacción (RODRÍGUEZ, 1997).
Entre los actores que las teorías examinadas antes reconocen como relevantes para la
innovación, podría decirse que en Cuba, desde los años 60’s, el Estado y la incipiente
comunidad de investigación fueron construyendo interacciones, así como compartiendo
valores y objetivos que dotaron a la investigación científica universitaria de una clara voluntad
de atención a las demandas sociales. Un nuevo impulso tomarían en los años 80’s.
El actor cuya presencia ha sido más omisa y parece seguir siéndolo hasta hoy es el de
las empresas y en general las instituciones vinculadas a la producción y los servicios. Como se
apreció en el recorrido por las teorías examinadas, la empresa se asume como actor central del
sistema de innovación, conducta que no se observa de manera generalizada en Cuba (podría
decirse que una de las hélices está recortada y con ello sus efectos sobre las restantes hélices).
Este factor que explica la insistencia que la actual etapa de la PCT cubana, denominada
de “ciencia e innovación tecnológica”, coloca en la empresa como actor de la innovación8.
Es posible considerar que desde la Reforma Universitaria de 1962 y hasta inicio de la
década de los 80’s, la UH había alcanzado, en varias áreas del conocimiento, una cierta
“capacidad pre-innovativa” (CASTRO, 2003) expresada en la existencia de algunos centenares
de doctores, decenas de centros y grupos de investigación y una comunidad de valores y
objetivos con los principales actores políticos del país que permitió en los 80’s nuevos

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Universidad, innovación y sociedad: experiencias de la Universidad de La Habana

planteamientos de política científica universitaria, tendentes a fortalecer el impacto social de


las investigaciones y en particular la utilización de sus resultados en la producción de bienes y
servicios.

3.2 Cambios en la PCT Nacional y Novedades en la Agenda de Investigación


Universitaria

El bajo nivel de aplicación de los resultados científicos, la dispersión y falta de


integralidad de muchos de los esfuerzos que se realizaron hasta entonces, fueron objeto de
crítica en los años 80’s y con ello se introdujeron algunas novedades en la PCT nacional. Entre
ellos la creación de Programas Científicos – Técnicos Nacionales, Ramales y Territoriales,
numerosos centros de investigación fueron adscritos a los ministerios que debían interesarse
por sus resultados, se impulsó el movimiento social denominado Forum de Ciencia y Técnica
(CIEM/PNUD, 2004, p. 24-25), se crearon centros de investigación y/o producción (con
facilidades para el escalado y la producción) y surgieron los Polos Científicos (redes de
instituciones científicas,
educacionales, de saludo y productivas encargadas de impulsar programas de investigación
nacionales, territoriales, etc.). El más conocido y destacado de todos es el Polo Científico del
Oeste de La Habana, eje de la industria biotecnológica y médico farmacéutica cubana. Los
polos en general, y éste en particular, encarnan bien el propósito de alentar la innovación
através de las interacciones, la integración, la cooperación alrededor de objetivos compartidos.
De modo que hacia los ochentas llegaron a la universidad nuevas señales del contexto,
demandando mayor contribución social, en particular productiva, a la investigación
universitaria. A partir de 1985 aumentó la vinculación de la UH con los principales programas
nacionales de desarrollo, y en ese contexto fueron surgiendo nuevos centros de investigación,
partiendo generalmente de grupos ya existentes, con el propósito de dotar a estos colectivos de
mayor capacidad para aplicar sus resultados científicos. Aparece así un conjunto de centros de
“nuevo tipo” vinculados directamente a programas nacionales de desarrollo industrial que
reclamaban un importante respaldo científico- técnico. Estos centros se orientaron a “cerrar el
ciclo” investigación – producción con una organización multidisciplinaria e incorporando
capacidades productivas o mediante vínculos muy estrechos con la industria. Surgen entonces
el Instituto de Materiales y Reactivos (IMRE), el Centro de Biomateriales, el Centro de
Antígenos Sintéticos, el Centro de Productos Naturales, el Centro de Bioquímica de las

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Proteínas y el Instituto de Farmacia y Alimentos. Todos ellos han contado con inversiones
centrales significativas y atención diferenciada del Gobierno Central.
El estilo de trabajo que se pidió a estos centros incorporó también el reclamo de un alto
grado de consagración a las tareas científicas, concebidas como importantes para el país. Es
común a todos esos centros su inmersión dentro de un tejido de relaciones que incorpora
actores sociales diversos y plantea demandas más directas a la investigación, generando
nuevas trayectorias sociotécnicas (vacunas, láseres, biomateriales, medicamentos, etc.). Ahora
en mayor medida que antes los campos de relevancia se definieron en el intercambio entre
actores académicos y extrauniversitarios.
En la medida en que la crisis económica del país se profundizó, luego de la caída de la
URSS, el propósito de aumentar el efecto práctico de las investigaciones se enlazó con la idea
de obtener por esa vía recursos financieros para la universidad.
De los análisis surgieron 10 direcciones principales de trabajo que definían nuevas
agendas de investigación: medicamentos, diagnosticadores, biomateriales y equipos médicos,
nuevos materiales, biotecnología y alimentos, medio ambiente, computación, estudios
económicos, historia y cultura, sociedad y política, salud humana, estudios sobre la educación
y la ciencia.
En cada una de estas direcciones se precisaron líneas de investigación priorizadas con
el propósito de utilizar más eficientemente los limitados recursos, concentrar la producción
científica universitaria y elevar su impacto sobre los problemas más importantes para el país.
Se establecieron también lineamientos para la captación de recursos materiales y
financieros, basados, entre otros en la venta de servicios científicos-técnicos, software y
pequeñas producciones especializadas de alto valor agregado, así como la transferencia de
tecnologías.
Quizás no sea exagerado decir que se generaba una suerte de “segunda revolución
académica”.
La dimensión comercial ha demandado de los grupos y centros de investigaciones el
aprendizaje de asuntos en los cuales antes no habían incursionado: estudios de mercado,
análisis de costos, evaluación de proyectos, gestión de la calidad, estrategias de
comercialización, contratos, propiedad intelectual, licencias, publicidad, entre muchos otros.
Ocurre así una transformación en la racionalidad y la cultura de varios de los líderes
científicos e investigadores. El trabajo multidisciplinario con economistas, juristas,
especialistas en mercadotecnia, que laboran en la propia Universidad, ha constituido un
respaldo importante.

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Universidad, innovación y sociedad: experiencias de la Universidad de La Habana

La aparición de una Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación,


organizada através de consultorías, surgida en la segunda mitad de los 90s, ha servido de
interfaz para atender demandas sociales, incluidas las empresariales, y también para
comercializar dentro y fuera del país las innovaciones que veremos más adelante.

3.3 Las Innovaciones y sus Lecciones11


En este apartado mencionaremos algunos desarrollos tecnocientificos de interés. El
tisuacryl, por ejemplo, es un producto creado en el centro de Biomateriales de la UH, fundado
en 1991.
Desde los 80’s, en la Facultad de Química se trabajó en investigaciones y desarrollo de
materiales de aplicación clínica de alta demanda nacional con precios muy altos en el mercado
internacional. Los Biomateriales son productos altamente cotizados en los países
industrializados. El mercado mundial de tales productos superó en el 2001 los 120 mil
millones de dólares.
El Centro de Biomateriales orienta su trabajo al desarrollo tecnológico y producción de
Biomateriales poliméricos y biocerámicos. El tisuacryl es un adhesivo sintético para pegar
tejidos y sellar heridas cutáneas y de la cavidad bucal de origen traumático o por operaciones,
sin emplear sutura. Esta llamada “cola biológica” tiene como principales ventajas el ahorro de
tiempo e hilo quirúrgico, no requiere curaciones, es más estética al minimizar el tamaño de las
cicatrices, disminuye el riesgo de infecciones, es biodegradable y evita las inflamaciones y
queloides. Es un producto avalado por las normas ISO 9002 y cuenta con registro médico en la
Unión Europea. Algo semejante ocurre con el APAFILL-G que es un granulado sintético de
hidroxiapatina para restauraciones óseas en cirugía maxilo facial y estomatología.
El centro tiene unos 6 productos terminados y 9 más en perspectiva. El trabajo que allí
se realiza ejemplifica muy bien las bondades del esfuerzo coordinado, en red,
multidisciplinario, donde las investigaciones de laboratorios, el escalado, la evaluación, la
producción y comercialización son concebidos desde el inicio como elementos de un proceso
único. El contexto de aplicación y un concepto del trabajo científico, del tipo que la teoría del
“modo 2” defiende, rigen todo el proceso. Los Biomateriales son un buen ejemplo de actividad
tecnocientífica (NÚÑEZ, 1999, ECHEVERRÍA, 2003) donde el trabajo interactivo entre los
científicos, ingenieros y el personal de salud, caracteriza todo el proceso.
El Biobras-16 es un producto de alto valor agregado perteneciente a una familia de del
crecimiento vegetal obtenido por especialistas en síntesis orgánica de la

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Jorge Nuñez Jover, Fernando Castro Sanchez

Facultad de Química a partir de la modificación química de productos naturales. Biobras-16


aumenta entre un 10 % y un 25 % el rendimiento y mejora la calidad de la cosecha; favorece el
desarrollo de las plantas en condiciones adversas tales como estrés salino, hídrico y térmico y
puede sustituir, en diversos procesos a varias de las fitohormonas conocidas.
Aquí también el contexto de aplicación aparece como determinante de todo el proceso
de producción de conocimientos. La evaluación de la calidad de estas investigaciones
incorporan las clásicas formulas del peer review y numerosas tesis de maestría, doctorado y
publicaciones han hecho posible el trabajo de síntesis de análogos de los brasinoesteroides.
Pero la evaluación de estas investigaciones incorpora el registro fitosanitario, la optimización y
escalado de la síntesis, el establecimiento de métodos de control de la calidad, diseño y puesta
en funcionamiento de una capacidad productiva a pequeña escala y obtención de la licencia
para producir. También incorpora el diseño de una estrategia para la aplicación del producto a
la agricultura cubana y para su exportación, lo cual ha exigido estudios de mercado, registro de
marcas y patentes, obtención de licencias para exportar, intercambios con empresarios,
acuerdos con firmas comerciales, etc. Como dice Bruno Latour “La tecnociencia tiene un
interior porque tiene un exterior. Hay un rizo de retro alimentación positiva en esta inofensiva
definición: cuanto más grande, más sólida, más pura sea la ciencia en el interior, más lejos
tienen que ir los otros científicos en el exterior”(1992:151).
La tecnología del láser se trabaja en el Instituto de Materiales y Reactivos de la UH
hace 20 años. Jóvenes físicos recién graduados en la URSS comenzaron a explorar diferentes
aplicaciones en las áreas de cirugía, oftalmología, corte y grabado de soldadura. A partir de
1996 retomaron el desarrollo de sistemas láser y fabricaron un equipo para la limpieza de
obras de arte, registrado en la Unión Europea y vendido a varios países. A partir de 1999
comenzaron los trabajos para crear un esquema empresarial que permitiera adquirir los
componentes en México y vender equipos en ese país. Como parte de un convenio con el
Instituto Politécnico Nacional de Tampico se desarrolló una lanceta láser para la extracción de
sangre que hace menos doloroso y más aséptico el proceso. Una vez registrado en Cuba, podrá
utilizarse en nuestro sistema de salud. Se trabaja en proyectos para aplicaciones de láser a la
remoción o limpieza de espinas de nopal (la planta de la tuna) y su fruto, ambos altamente
consumidos en México. Las próximas aplicaciones se orientarán a la biotecnología, los
biomateriales y la nanotecnología.
Lo que parece común a los ejemplos citados es lo siguiente:
a) todas las innovaciones han sido posibles por la existencia de un acumulado
“preinnovativo”, expresado sobre todo en la formación de recursos humanos de alto

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Universidad, innovación y sociedad: experiencias de la Universidad de La Habana

nivel y procesos de institucionalización de la ciencia desarrollados durante varias


décadas;
b) el “contexto de aplicación” aparece conduciendo todo el proceso de producción
social de conocimientos. Entre las preguntas de partida están: ¿ciencia para qué?
¿ciencia para quién?¿Cuál es la factibilidad económica?¿ Qué beneficios/ingresos
producirá?;
c) las interacciones entre actores diversos y la incorporación de diferentes
racionalidades (científicas, comerciales, sociales, etc) han moldeado las trayectorias
tecnocientíficas. Los cambios examinados no van en la dirección del “científico
empresario”, porque el objetivo no es el lucro individual, pero sí el del científico que
asimila una visión integrada del proceso de investigación, producción,
comercialización, empleo social de los productos y acepta un concepto de evaluación
de la calidad del trabajo científico que dista de ser tradicional;
d) los actores fundamentales han sido la comunidad de investigadores universitarios
(que también ejecutan tareas de docencia o de otros tipos) y el Estado, sobre la base de
una comunidad de valores y objetivos compartidos;
e) la investigación, la innovación y el aprendizaje marchan juntos. Y ello en varios
sentidos.
En primer lugar porque la calidad de la educación científica terciaria y la educación de
posgrado son las que han hecho posibles esas innovaciones. Y en segundo lugar porque la
difusión de estos productos a la sociedad (por ejemplo las aplicaciones del biobras-16 en la
cosecha de hortalizas) requiere del aprendizaje social por parte de los productores. Todos esos
desarrollos innovativos se acompañan, como suele ocurrir, de aprendizajes que a su vez
retroalimentan a las investigaciones y las innovaciones.

3.4 La innovación más radical: construyendo diseños robustos12


1
El más reciente y probablemente más brillante éxito de la ciencia de la UH ha sido la
creación de una vacuna contra el Haemophilus influenzae tipo b (Hib) a partir de un antígeno
sintético. El Hib es una bacteria que constituye la primera causa de enfermedades invasivas en
el niño a nivel global, en niños por debajo de los 5 años. La vacunación contra el Hib comenzó
en los 70’s con una vacuna que demostró ser efectiva a partir de los 18 meses de vida. Surgió
luego una nueva generación de vacunas llamadas conjugadas, en los que el mismo polisacárido
capsular se unía químicamente a través de un proceso llamado conjugación , a una proteína de
origen bacteriano. A finales de los 80’s se concluyeron ensayos clínicos con vacunas

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conjugadas contra el Hib de diferente composición. Todas demostraron ser muy eficientes,
altamente seguras y con pocos efectos adversos. Estas vacunas se utilizan con éxito en los
países desarrollados. Pero a más de una década de la introducción de las vacunas conjugadas
sólo unos 38 mil de las 2,2 millones estimados de casos anuales, son prevenidos por la
vacunación: sólo el 2 % de los niños del mundo con riego de contraer la enfermedad están
protegidos los precios limitan una mayor accesibilidad.
Desde los años 80’s científicos holandeses demostraron la posibilidad de obtener la
vacuna por vía sintética. El reto estaba en transformar la posibilidad académica de obtener una
pequeña cantidad de antígeno sintético con una tecnología capaz de producir el antígeno de
millones de dosis de vacuna y que ese proceso pudiera competir con el ya establecido. Durante
los 90’s varias universidades y laboratorios de compañías productoras de vacunas lo
intentaron, sin poder rebasar la fase de estudios clínicos en humanos.
En 1989 se inició en la UH el proyecto que perseguía la búsqueda de una alternativa a
las vacunas conjugadas. Para ello se estableció una estrecha colaboración entre el laboratorio
de antígenos sintéticos de la UH y el Centro Nacional de Biopreparados del Polo del Oeste de
la Capital. Más adelante se incorporó el Instituto Finlay del propio Polo y la Universidad de
Ottawa, Canadá. Posteriormente se sumó el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, el
Instituto de Medicina Tropical Pedro Kouri y la delegación del Ministerio de Salud Pública de
la provincia de Camaguey.
Poco a poco el procedimiento tecnológico pudo ser optimizado (las reacciones químicas se
redujeron de 65 a 23), los ensayos clínicos dieron resultados favorables hasta aplicarse a niños,
con excelentes resultados.
Como resultado de este esfuerzo de unos 15 años que contó con la cooperación de
diversas instituciones y fue liderado por un pequeño laboratorio de la Universidad de La
Habana, finalizaron los estudios que demostraban que la vacuna Anti-Hib desarrollada a partir
de un antígeno totalmente sintético es muy segura y eficaz. El registro sanitario se realizó en
Cuba en el 2003.
Hoy en día se trabaja en la producción a gran escala de esta vacuna que por lo pronto
ahorrará al país 3 millones de dólares anuales que se empleaban para la importación de
vacunas contra el Hib. El resultado fue publicado en la revista Science [305,522(2004)] y el
Task Force de ONU que elaboró el documento “Innovation: Applying knowledge in
development” (2005) lo reflejó extensamente.

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Universidad, innovación y sociedad: experiencias de la Universidad de La Habana

4 REFLEXIONES FINALES

Comenzamos esta contribución examinado algunos de los modelos que sobre la


relación entre la investigación, la innovación y la sociedad han sido elaborados a partir de las
experiencias de los países industrializados. Esos modelos y las experiencias que las respaldan
contienen no pocas ideas sugerentes que antes destacamos.
La experiencia de la UH, al menos en lo que concierne a los ejemplos considerados,
permite también extraer algunas conclusiones. Anotaremos algunas de ellas:
1). La investigación relevante para el desarrollo debe tener muy en cuenta el contexto de su
aplicación. Ello no reduce el valor científico de la investigación. El contexto, la trama de
relaciones en que se inserta la práctica científica, puede generar agendas de investigación y
trayectorias tecnocientíficas que permitan nuevas exploraciones de la frontera científica y
tecnológica produciendo investigaciones relevantes en términos científicos y cuya
aplicabilidad puede desbordar los límites del contexto que los generó. La vacuna contra el Hib
lo muestra claramente. Es hora de superar las dicotomías entre básico/aplicado,
ciencia/tecnología, evaluación académica/evaluación en razón del contexto, etc. Es tiempo de
colocar la pertinencia social en el centro de nuestros valores.
2) La investigación relevante exige alto nivel académico, reclama educación científica de buen
nivel, incluida la del posgrado. El aprendizaje es esencial.
3) El trabajo multidisciplinario, en redes, la cooperación, son imprescindibles.
4) Los sistemas de evaluación de la ciencia universitaria tienen que rebasar el exclusivo
privilegio del peer review e incorporar criterios diversos, estimulando el trabajo orientado a la
solución del problema sociales. Lamentablemente aún no contamos con indicadores que nos
hablen de la significación y apropiación social del conocimiento. Posiblemente una de las
tareas a acometer con la renovación de la gestión universitaria del conocimiento, la ciencia, la
tecnología y la innovación, sea la elaboración de tales indicadores.
5) Sociedad es mucho más que mercado. La ciencia atiende exigencias comerciales, pero sobre
todo, necesidades sociales. Las agendas de investigación también tienen que ser conducidas
por el objetivo de promover la más amplia apropiación social del conocimiento, y sus
beneficios, en procura de la equidad y justicia social.
Hace poco nuestra amiga, la profesora uruguaya Yudith Sutz, propuso que “la gran
transformación” que debe operarse en nuestras universidades en su vínculo con la innovación
y la sociedad podría orientarse por el “concepto brújula” de “universidades de desarrollo” (en
lugar del concepto de universidad empresarial). Nos parece un buen candidato. En efecto

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Jorge Nuñez Jover, Fernando Castro Sanchez

creemos que es preciso trabajar por universidades comprometidas con la innovación y esa
innovación debe tributar el desarrollo social. El “modelo interactivo” que comenzó a construir
la UH desde los 60’s a la par que acumulaba fuentes “capacidades pre- innovativas”, apunta en
esa dirección.

NOTAS EXPLICATIVAS

3 El empleo inicial del concepto se relaciona con Freeman (1988), en un estudio sobre particularidades del
desarrollo innovativo de Japón (“Japan: a new system of innovation”).

4 Entre los más reconocidos: empresas, universidades, institutos públicos de investigación, centros de gestión de
la información, agencias gubernamentales de políticas, usuarios, etc).

5 Podemos representarnos a una gran empresa, de determinado sector, con filiales interconectadas realizando
actividad innovativa en países diferentes y para procesos de desarrollo económico diferentes, en un caso de
magnitud nacional y en otro caso con un alcance regional.

6 Estudios recientes muestran que lejos de disminuir su presencia en los resultados investigativos e innovativos,
la universidad ha incrementado ese papel por sí misma o como integrante fundamental en conglomerados de
organizaciones e instituciones (GODIN; GINGRAS, 2000; LAREDO; MUSTAR , 2004).

7 Mediante este concepto los autores distinguen el momento de transformaciones actuales en la universidad de
aquel otro que siguió a la incorporación de la investigación como función acompañante de la enseñanza, y que se
identificó como Primera Revolución Académica.

8 A esta escalada le es inherente una variedad de formas en las relaciones universidad- empresa y en la
transferencia de conocimientos y tecnologías. Las trayectorias de esos dos procesos han tendido, en los últimos
años, hacia formas en que las universidades (los investigadores) van tomando la iniciativa de crear empresas
propias relacionadas con el auge innovativo en un determinado campo y, por tanto, asumen el control principal del
proceso de comercialización aún cuando en los programas de investigación (innovación) haya participación de
instituciones industriales y/o del gobierno.

9 Entre muchos, se puede seleccionar un ejemplo. El doctor Alexandro Gandini, químico de origen italiano, quien
había realizado un doctorado en Inglaterra que culminó con el descubrimiento de la polimerización,
pseudocatiónica, creó en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (fundado en 1965) un grupo de
investigaciones en polímeros formado por varios profesores jóvenes de la Escuela de Química de la Universidad
de La Habana que centró inicialmente sus actividades en compuestos furánicos, pensando en la abundancia de
materia prima como el furfural proveniente del bagazo de la caña. Aquel grupo de investigadores se encuentra
hoy en diferentes centros de investigación del país con resultados notables en aplicaciones de los polímetros a la
electrónica, polímeros biodegradables, polímeros conductores, sin abandonar la línea de los furanos (Jacques
Rieumont, comunicación pública, 27.05.2005).

10 En Cuba, el sistema nacional de innovación ha sido declarado, pero difícilmente puede considerarse
construido. Existen eso sí, como prescriben las teorías relativas a los sistemas de innovación, conformaciones
regionales y sectoriales. Por ejemplo, parece claro que existe un sistema de innovación biofarmaceútico que ha
permitido construir un sector de “Economía del Conocimiento” en el país (LAGE, 2000).

11 Las informaciones fueron ofrecidas por los líderes de los colectivos de investigación: Rubén Alvarez,
Francisco Coll y Carlos Rodríguez. Un artículo de este último (Rodríguez, 1997) sirvió de guía para comprender
la evolución de la política científica universitaria.

12 Agradecemos la detallada información suministrada por el Dr. Vicente Verez Bencomo, líder del grupo que
creó la vacuna, que sirvió de base para la elaboración de este apartado.

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