CUARESMA
CUARESMA
CUARESMA
CUARESMA
La Cuaresma es el tiempo litúrgico donde nos preparamos para vivir el Misterio Pascual, es decir, la
Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. La cuaresma dura 40 días, se inicia con el miércoles de
ceniza y termina la mañana del Jueves Santo su duración es de cuarenta días.
Es un tiempo fuerte para volver la mirada a Dios, un tiempo especial de perdón y reconciliación,
purificación y conversión de nuestra vida cristiana.
En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como
un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y
haciendo obras buenas.
Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo, ya
que por acción de nuestro pecado, nos alejamos más de Dios. Por ello, la Cuaresma es el tiempo
del perdón y de la reconciliación fraterna. En Cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la Cruz
de Jesús. Con esto aprendemos también a tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de
la resurrección.
La cuaresma tiene una duración de cuarenta días por el simbolismo religioso que tiene en número
40.
3. Símbolos de la cuaresma
En primer lugar es un tiempo en el que se nos invita de forma especial a la conversión, a la oración
y al ayuno (también una forma más clásica es la de oración, ayuno y limosna):
- Conversión: revisión personal para salir al encuentro de Dios y dejar atrás aquello que nos
impide ser libres
- Oración: la oración es para todo el año y todo el tiempo, pero aprovechemos de forma
especial para encontrarnos con Dios, escuchar y meditar su palabra.
- Ayuno: la Iglesia propone un ayuno concreto ciertos días de la semana, pero al igual que
la limosna. Podemos verlo en un sentido más profundo para ver de qué me puedo
desprender, de qué tengo que abstenerme de forma que me ayude a acercarme más a
Dios.
Además, hay serie de imágenes que nos ayudan en este proceso de presentar la cuaresma a los
jóvenes:
- La ceniza: son los restos, lo que queda cuando ya no hay nada, una invitación a pensar
en nuestro origen y en nuestro final
- El desierto: muy utilizado en la Biblia como lugar de retiro, de purificación de encuentro
con Dios. por un lado, representa el lugar donde Dios se revela y donde el creyente puede
encontrarse con Él; y por otro, representa también la sequedad, la prueba espiritual y la
adversidad.
- Los cuarenta días: es un número con un gran simbolismo en la Biblia, una forma de
expresar un tiempo de oportunidad y de escucha de Dios
La celebración del día tiene como signo principal la imposición de la ceniza en la frente mientras se
invita a la conversión
Con esta celebración iniciamos el tiempo de Cuaresma, tiempo de preparación hacia la Pascua,
tiempo de gracia y salvación. Un tiempo en el que el protagonista va a ser el amor de nuestro Dios.
La liturgia nos recuerda que «somos polvo y en polvo nos convertiremos» haciendo uso de la cita
del libro del Génesis:
Con sudor de tu frente comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella te sacaron;
pues eres polvo y al polvo volverás.
Cuando la Biblia cuenta que Dios creó a la humanidad modelando un poco de tierra (Gn 2, 7) está
indicando nuestra fragilidad y pequeñez.
Si tomamos conciencia de nuestra fragilidad y necesidad de Dios, nuestra relación con las cosas,
con los demás y con nosotros mismos será más auténtica y evitaremos muchas de las tentaciones
del mundo actual que nos llevan a ponernos a nosotros mismos por encima de todo.
La ceniza simboliza la fragilidad del ser humano, aceptar la ceniza es reconocer que necesitamos a
Dios.
son los restos, que queda cuando ya no hay nada, una invitación a pensar en nuestro origen y en
nuestro final.
La ceniza que se emplea en la celebración del miércoles suele estar hecha a partir de las palmas
que se emplearon el Domingo de Ramos el año anterior.
La cuaresma es un camino de cuarenta días con un ritmo y una serie de etapas, aunque las lecturas
cambian en ciclos de tres años hay unas pautas en ellas:
La primera semana
En primer lugar, el primer domingo de Cuaresma comienza siempre con el relato de las Tentaciones
de Jesús en el desierto, vamos alternando cada año con un evangelista.
El desierto como lugar donde se hace Dios presente nos sitúa en el marco de la cuaresma.
Podemos tomarlos como cuarenta días en de desierto espiritual para la oración y reflexión, con el
paralelismo de los cuarenta años que el pueblo de Israel hacia la tierra prometida.
Las tentaciones no son solo un proceso por el que pasó Jesús. A estas mismas tentaciones tenemos
que hacer frente en nuestra vida: poder, apariencia, dinero, control… Para iniciar este camino de
conversión que es la cuaresma debemos mirar a nuestro interior para saber qué es lo que tenemos
que dejar atrás, a qué tenemos que cambiar.
La segunda semana
En la segunda semana también coinciden todos los años los relatos del evangelio, cada vez de un
evangelista. Es el relato de la transfiguración. Comenzando la cuaresma la transfiguración no
señala hacia el destino final, celebrar la Pascua, la muerte y resurrección de Jesús, y transformar en
luz nuestras oscuridades del día a día
La tercera semana
Las lecturas de la tercera semana ya no son todos los años iguales, pero coinciden en un tono de
denuncia por parte de Jesús. Ya sea viendo el Templo en tiempos de Jesús, el comportamiento de
sus dirigentes, o la vida que llevaba la samaritana, las lecturas nos invitan a una renovación
personal.
Por último, la sexta semana que termina con el Domingo de Ramos nos centra ya en los
acontecimientos de la Semana Santa
La Semana Santa es el momento litúrgico más intenso de todo el año. Sin embargo, para muchos
católicos se ha convertido sólo en una ocasión de descanso y diversión. Se olvidan de lo esencial:
esta semana la debemos dedicar a la oración y la reflexión en los misterios de la Pasión y Muerte
de Jesús para aprovechar todas las gracias que esto nos trae.
Para vivir la Semana Santa, debemos darle a Dios el primer lugar y participar en toda la riqueza de
las celebraciones propias de este tiempo litúrgico.
A la Semana Santa se le llamaba en un principio “La Gran Semana”. Ahora se le llama Semana
Santa o Semana Mayor y a sus días se les dice días santos. Esta semana comienza con el Domingo
de Ramos y termina con el Domingo de Pascua.
Vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús con nuestra oración, sacrificios y el arrepentimiento de
nuestros pecados. Asistir al Sacramento de la Penitencia en estos días para morir al pecado y
resucitar con Cristo el día de Pascua.
Domingo de Ramos:
Celebramos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén en la que todo el pueblo lo alaba como rey con
cantos y palmas. Por esto, nosotros llevamos nuestras palmas a la Iglesia para que las bendigan
ese día y participamos en la misa.
Jueves Santo:
Este día recordamos la Última Cena de Jesús con sus apóstoles en la que les lavó los pies dándonos
un ejemplo de servicialidad. En la Última Cena, Jesús se quedó con nosotros en el pan y en el vino,
nos dejó su cuerpo y su sangre. Es el jueves santo cuando instituyó la Eucaristía y el Sacerdocio. Al
terminar la última cena, Jesús se fue a orar, al Huerto de los Olivos. Ahí pasó toda la noche y
después de mucho tiempo de oración, llegaron a aprehenderlo.
Viernes Santo:
Ese día recordamos la Pasión de Nuestro Señor: Su prisión, los interrogatorios de Herodes y Pilato;
la flagelación, la coronación de espinas y la crucifixión. Lo conmemoramos con un Via Crucis
solemne y con la ceremonia de la Adoración de la Cruz.
Se recuerda el día que pasó entre la muerte y la Resurrección de Jesús. Es un día de luto y tristeza
pues no tenemos a Jesús entre nosotros. Las imágenes se cubren y los sagrarios están abiertos.
Por la noche se lleva a cabo una vigilia pascual para celebrar la Resurrección de Jesús. Vigilia
quiere decir “ la tarde y noche anteriores a una fiesta.”. En esta celebración se acostumbra
bendecir el agua y encender las velas en señal de la Resurrección de Cristo, la gran fiesta de los
católicos.
Es el día más importante y más alegre para todos nosotros, los católicos, ya que Jesús venció a la
muerte y nos dio la vida. Esto quiere decir que Cristo nos da la oportunidad de salvarnos, de entrar
al Cielo y vivir siempre felices en compañía de Dios. Pascua es el paso de la muerte a la vida.
Reflexión
Lo importante de este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender
por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y el
poder de su Resurrección, que es primicia de la nuestra.
La Semana Santa fue la última semana de Cristo en la tierra. Su Resurrección nos recuerda que los
hombres fuimos creados para vivir eternamente junto a Dios.