Nueva Ortografã A de La Lengua Espaã Ola Resumida

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NUEVA ORTOGRAFÍA DE LA LENGUA ESPAÑOLA

(DICIEMBRE, 2010)

El 17 de diciembre de 2010, en una sesión conjunta del pleno de la Real Academia


Española (RAE) y de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE),
bajo la presidencia de los príncipes de Asturias, se presentó en la sede institucional
de la RAE la nueva edición de la Ortografía de la lengua española, que viene a
sustituir a la anteriormente vigente, de 1999.

En el diseño y realización de esta nueva edición de la Ortografía, coordinada por el


académico español don Salvador Gutiérrez Ordóñez y cuya redacción se encargó al
Departamento de «Español al día» de la RAE, han participado, como viene ya
siendo habitual en las publicaciones académicas en virtud de la política lingüística
panhispánica, las veintidós academias que integran la ASALE, las cuales han
revisado minuciosamente los borradores preliminares y aportado sugerencias y
observaciones desde la perspectiva de los usos propios de sus respectivas áreas. El
texto final de la obra fue aprobado por el pleno de los directores y presidentes de
todas las academias que se celebró en Guadalajara (México) el 28 de noviembre de
2010, en el marco del homenaje que la Feria Internacional del Libro rindió a la
lengua española.

Las características principales de esta nueva edición, que explican su mayor


volumen con respecto a la Ortografía de 1999, son las siguientes:

• Describe de forma exhaustiva el sistema ortográfico de la lengua


española, realizando una exposición pormenorizada de las normas que regulan el
uso de sus diversos constituyentes. La descripción aborda todos los aspectos del
sistema, y no solo aquellos que son fuente de dudas o vacilaciones ortográficas. Su
minuciosidad descriptiva y su explicitud permiten resolver numerosos problemas
concretos de escritura.

• Se trata de una ortografía razonada, que no se limita a dar cuenta de las


normas que regulan el uso correcto de los diversos signos y recursos gráficos con
que cuenta el español para su representación escrita, sino que expone, además, los
fundamentos que justifican dichas normas.

• Incluye amplia información de carácter histórico, que permite comprender


el porqué de muchos de los rasgos característicos de nuestro sistema gráfico y da
cuenta del origen y evolución de sus principales constituyentes (las letras del
abecedario, su forma mayúscula y minúscula, la tilde, los signos de puntuación, las
abreviaciones gráficas, etc.).

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• Incorpora nuevos contenidos hasta esta edición ausentes de la ortografía
académica, como los relativos a los problemas de unión y separación de elementos
en la escritura (compuestos, palabras o expresiones prefijadas, secuencias que
pueden escribirse en una o varias palabras, bien con el mismo sentido, bien con
sentidos diversos, etc.). También amplía el tratamiento de temas
insuficientemente atendidos en ediciones anteriores, como la ortografía de
las voces o expresiones procedentes de otras lenguas o de los nombres propios.

La obra se estructura en varias partes:

INTRODUCCIÓN

 Presenta el marco histórico y teórico en el que se sitúa el fenómeno de la


escritura.
 Explica el origen y evolución de los sistemas ortográficos, en particular del
español.
 Expone los criterios que han servido de referencia para la fijación de las
normas ortográficas.

1.ª PARTE: EL SISTEMA ORTOGRÁFICO DEL ESPAÑOL

 Consta de cinco capítulos, en los que se describe el sistema ortográfico del


español y se expone el uso preceptivo de sus constituyentes fundamentales,
así como las pautas que rigen la representación gráfica de las unidades
léxicas.
I. La representación gráfica de los fonemas: el uso de las letras o
grafema.
II. La representación gráfica del acento: el uso de la tilde.
III. El uso de los signos ortográficos.
IV. El uso de las letras mayúsculas y minúsculas.
V. La representación gráfica de las unidades léxicas

2.ª PARTE: LA ORTOGRAFÍA DE EXPRESIONES QUE PLANTEAN


DIFICULTADES ESPECÍFICAS

 Consta de tres capítulos, en los que se explica el tratamiento ortográfico que


debe darse a palabras o expresiones que plantean problemas específicos de
representación gráfica.

I. La ortografía de las expresiones procedentes de otras lenguas.


II. La ortografía de los nombres propios.
III. La ortografía de las expresiones numéricas

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APÉNDICES

 Complementan la información que se ofrece en el cuerpo de la obra con


listas que recogen la forma gráfica fijada o recomendada de determinados
elementos.

O Apéndice 1: Lista de abreviaturas.

o Apéndice 2: Lista de símbolos alfabetizables.

o Apéndice 3: Lista de símbolos o signos no alfabetizables.

o Apéndice 4: Lista de países y capitales, con sus gentilicios.

La obra se cierra con la NÓMINA DE TEXTOS CITADOS, que ofrece los datos de
edición de las obras de las que proceden los ejemplos que ilustran los usos
comentados en los diferentes capítulos.

Respondiendo a su propósito didáctico y divulgativo, en el cuerpo de la obra se


conjugan tres niveles de información:

o Texto base. Vehicula la exposición general, la que describe el sistema


ortográfico, explica sus fundamentos y explicita sus normas.

o Información adicional. Ofrece aclaraciones terminológicas o ampliaciones


históricas o teóricas sobre aspectos de la exposición general. No es información
imprescindible, pero sí útil y complementaria a la del texto base. Se dispone entre
dos líneas horizontales paralelas que la separan del resto del texto.

o Advertencias. Son notas, generalmente de carácter normativo, que aclaran


dudas y corrigen errores frecuentes. Aparecen recuadradas.

Se incluyen asimismo completos cuadros de notas orientadoras sobre el uso de


cada una de las letras que plantean problemas ortográficos, incorporando por vez
primera orientaciones específicas para los hablantes que sesean o cecean.

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Principales novedades de la última edición de la Ortografía de la lengua
española (2010)

1. Exclusión de los dígrafos ch y ll del abecedario

Se excluyen definitivamente del abecedario los signos ch y ll, ya que, en


realidad, no son letras, sino dígrafos, esto es, conjuntos de dos letras o grafemas
que representan un solo fonema. El abecedario del español queda así reducido a
las veintisiete letras siguientes: a, b, c, d, e, f, g, h, i, j, k, l, m, n, ñ, o, p, q, r, s,
t, u, v, w, x, y, z.

El español se asimila con ello al resto de las lenguas de escritura alfabética, en


las que solo se consideran letras del abecedario los signos simples, aunque en
todas ellas existen combinaciones de grafemas para representar algunos de sus
fonemas.

La eliminación de los dígrafos ch y ll del inventario de letras del abecedario no


supone, en modo alguno, que desaparezcan del sistema gráfico del español. Estos
signos dobles seguirán utilizándose como hasta ahora en la escritura de las
palabras españolas: el dígrafo ch en representación del fonema /ch/ (chico
[chíko]) y el dígrafo ll en representación del fonema /ll/ o, para hablantes yeístas,
del fonema /y/ (calle [kálle, káye]). La novedad consiste, simplemente, en que
dejan de contarse entre las letras del abecedario.

Al tratarse de combinaciones de dos letras, las palabras que comienzan por estos
dígrafos o que los contienen no se alfabetizan aparte, sino en los lugares que
les corresponden dentro de la c y de la l, respectivamente. La decisión de
adoptar el orden alfabético latino universal se tomó en el X Congreso de la
Asociación de Academias de la Lengua Española, celebrado en 1994, y viene
aplicándose desde entonces en todas las obras académicas.

2. Propuesta de un solo nombre para cada una de las letras del


abecedario

Algunas de las letras tienen varios nombres con tradición y vigencia en


diferentes zonas del ámbito hispánico. La nueva edición de la ortografía, sin
ánimo de interferir en la libertad de cada hablante o país de seguir utilizando el
nombre al que esté habituado, pretende promover hacia el futuro un proceso
de convergencia en la manera de referirse a las letras del abecedario, razón por
la que recomienda, para cada una de ellas, una denominación única común. El
nombre común recomendado es el que aparece en la relación siguiente debajo
de cada letra.

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a, b, c,
d, D e, E f, F g, G h, H i, I
A B C
a be ce de e efe ge hache i

k, m, n, q,
j, J l, L ñ, Ñ o, O p, P
K M N Q
jota ka ele eme ene eñe o pe cu

r, R s, S t, T u, U v, V w, W x, X y, Y z, Z
uve
erre ese te u uve equis ye zeta
doble

La recomendación de utilizar un solo nombre para cada letra no implica, en


modo alguno, que se consideren incorrectas las variantes denominativas con
vigencia en el uso que presentan algunas de ellas, y que a continuación se
comentan:

o La letra v tiene dos nombres: uve y ve. El nombre uve es el único


empleado en España, pero también es conocido y usado en buena parte de
América, donde, no obstante, está más extendido el nombre ve. Los
hispanohablantes que utilizan el nombre ve suelen acompañarlo de los
adjetivos corta, chica, chiquita, pequeña o baja, para poder distinguir en la
lengua oral el nombre de esta letra del de la letra b (be), que se pronuncia
exactamente igual. El hecho de que el nombre uve se distinga sin necesidad de
añadidos del nombre de la letra b justifica su elección como la denominación
recomendada para la v en todo el ámbito hispánico.
o La letra b se denomina simplemente be entre aquellos
hispanohablantes que utilizan el nombre uve para la letra v. En cambio,
quienes llaman ve (corta, chica, chiquita, pequeña o baja) a la v utilizan
habitualmente para la b las denominaciones complejas be larga, be grande o be
alta, añadiendo en cada caso el adjetivo opuesto al que emplean para referirse
a la v.
o La letra w presenta también varios nombres: uve doble, ve doble,
doble uve, doble ve y doble u (este último, calco del inglés double u). Se da
preferencia a la denominación uve doble por ser uve el nombre común
recomendado para la letra v y ser más natural en español la colocación
pospuesta de los adjetivos.
o La letra y se denomina i griega o ye. El nombre i griega, heredado
del latino, es la denominación tradicional y más extendida de esta letra, y
refleja su origen y su empleo inicial en préstamos del griego. El nombre ye se
creó en la segunda mitad del siglo XIX por aplicación del patrón denominativo
que siguen la mayoría de las consonantes, que consiste en añadir la vocal e a
la letra correspondiente (be, ce, de, etc.). La elección de ye como nombre
recomendado para esta letra se justifica por su simplicidad, ya que se
diferencia, sin necesidad de especificadores, del nombre de la letra i.
o La letra i, cuyo nombre es i, recibe también la denominación de i
latina para distinguirla de la letra y cuando para esta última se emplea la
denominación tradicional de i griega.

A diferencia de las variantes denominativas que se acaban de exponer, todas


ellas válidas, no se consideran hoy aceptables los nombres alternativos que han

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recibido algunas otras letras en el pasado; así, se aconseja desechar
definitivamente el nombre ere para la r, así como las formas ceta, ceda y zeda
para la z. Los únicos nombres válidos hoy para estas letras son,
respectivamente, erre y zeta.

3. Sustitución, por grafías propias del español, de la q etimológica con


valor fónico independiente en aquellos extranjerismos y latinismos
plenamente adaptados al español (quorum > cuórum)

En el sistema ortográfico del español, la letra q solo tiene uso como elemento
integrante del dígrafo qu para representar el fonema /k/ ante las vocales e, i
(queso [késo], quién [kién]). Este mismo fonema se representa, en el resto de
las posiciones, con la letra c (canguro [kangúro], corto [kórto], cuenta
[kuénta], acné [akné], tictac [tikták]), aunque en préstamos de otras lenguas
también puede aparecer representado por la letra k en cualquier posición
(karaoke [karaóke], kilo [kílo], koala [koála], kurdo [kúrdo], búnker [búnker],
anorak [anorák]).

Es, por lo tanto, ajeno a la ortografía del español el empleo de la letra q como
grafema independiente, con valor fónico autónomo. Por ello, los préstamos de
otras lenguas, sean latinismos o extranjerismos, cuya grafía etimológica incluya
una q que por sí sola represente el fonema /k/, si se adaptan al español, deben
sustituir esa q por las grafías propias de la ortografía española para representar
dicho fonema. En aplicación de esta norma, voces inglesas como quark o
quasar, o latinas como quorum o exequatur, deben escribirse en español cuark,
cuásar, cuórum y execuátur. En caso de mantener las grafías etimológicas con
q, estas voces han de considerarse extranjerismos o latinismos crudos (no
adaptados) y escribirse, por ello, en cursiva y sin tilde.

Aunque en el ámbito de los nombres propios (antropónimos y topónimos) es


frecuente el uso de grafías originarias no adaptadas o —si los nombres
provienen de lenguas que emplean otro alfabeto u otro sistema de escritura,
como el árabe, el hebreo o el chino— de transliteraciones de las grafías
originarias al alfabeto latino, sin adaptaciones ulteriores, en el caso de los
topónimos mayores, como son los nombres de países, es conveniente usar
grafías plenamente adaptadas a la ortografía del español. Por ello, aplicando la
misma norma que para los nombres comunes, se recomienda emplear con
preferencia las grafías Catar e Irak para los nombres de esos dos países
árabes, mejor que Qatar e Iraq, transcripciones de los originales árabes que
presentan un uso de la q ajeno al sistema ortográfico del español.

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4. Eliminación de la tilde en palabras con diptongos o triptongos
ortográficos: guion, truhan, fie, liais, etc.

Para poder aplicar con propiedad las reglas de acentuación gráfica del español es
necesario determinar previamente la división de las palabras en sílabas. Y para
dividir silábicamente las palabras que contienen secuencias de vocales es
preciso saber si dichas vocales se articulan dentro de la misma sílaba, como
diptongos o triptongos (vais, o.pioi.de), o en sílabas distintas, como hiatos
(lí.ne.a, ta.o.ís.ta).

Al no existir uniformidad entre los hispanohablantes en la manera de articular


muchas secuencias vocálicas, ya que a menudo, incluso tratándose de las
mismas palabras, unos hablantes pronuncian las vocales contiguas dentro de la
misma sílaba y otros en sílabas distintas, la ortografía académica estableció ya
en 1999 una serie de convenciones para fijar qué combinaciones vocálicas
deben considerarse siempre diptongos o triptongos y cuáles siempre hiatos a la
hora de aplicar las reglas de acentuación gráfica, con el fin de garantizar la
unidad en la representación escrita de las voces que contienen este tipo de
secuencias.

De acuerdo con dichas convenciones, y con independencia de cuál sea su


articulación real en palabras concretas, se consideran siempre diptongos a
efectos ortográficos las combinaciones siguientes:

a. Vocal abierta (/a/, /e/, /o/) seguida o precedida de vocal cerrada átona (/i/,
/u/): estabais, confiar, diario, afeitar, viento, pie, doy, guion, aunar, acuario,
actuado, reunir, sueño, estadounidense, antiguo.
b. Dos vocales cerradas distintas (/i/, /u/): triunfo, incluido, diurno, huir, viuda,
ruido.

Del mismo modo, se consideran siempre triptongos a efectos ortográficos las


secuencias constituidas por una vocal abierta entre dos vocales cerradas
átonas: confiáis, actuáis, puntuéis, guau.

Como consecuencia de la aplicación de estas convenciones, un grupo limitado de


palabras que tradicionalmente se habían escrito con tilde por resultar bisílabas
(además de ser agudas terminadas en -n, -s o vocal) en la pronunciación de
buena parte de los hispanohablantes —los que articulan con hiato las
combinaciones vocálicas que contienen— pasan a considerarse monosílabas a
efectos de acentuación gráfica, conforme a su pronunciación real por otra gran
parte de los hispanohablantes —los que articulan esas mismas combinaciones
como diptongos o triptongos—, y a escribirse, por ello, sin tilde, ya que los
monosílabos no se acentúan gráficamente, salvo los que llevan tilde diacrítica.

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Las palabras afectadas por este cambio son formas verbales como crie, crio,
criais, crieis y las de voseo crias, cria (de criar); fie, fio, fiais, fieis y las de
voseo fias, fia (de fiar); flui, fluis (de fluir); frio, friais (de freír); frui, fruis (de
fruir); guie, guio, guiais, guieis y las de voseo guias, guia (de guiar); hui, huis
(de huir); lie, lio, liais, lieis y las de voseo lias, lia (de liar); pie, pio, piais, pieis
y las de voseo pias, pia (de piar); rio, riais (de reír); sustantivos como guion,
ion, muon, pion, prion, ruan y truhan; y ciertos nombres propios, como Ruan y
Sion.

Aunque la ortografía de 1999, donde se establecieron las citadas convenciones,


prescribía ya la escritura sin tilde de estas palabras, admitía que los hablantes
que las pronunciasen como bisílabas pudiesen seguir acentuándolas
gráficamente. En cambio, a partir de la edición de 2010 se suprime dicha
opción, que quiebra el principio de unidad ortográfica, de modo que las
palabras que pasan a considerarse monosílabas por contener este tipo de
diptongos o triptongos ortográficos deben escribirse ahora obligatoriamente sin
tilde.

Esta convención es solo ortográfica, por lo que no implica, en modo alguno, que
los hablantes deban cambiar la manera en que pronuncian naturalmente estas
voces, sea con hiato o con diptongo.

Eliminación de la tilde diacrítica en el adverbio solo y los pronombres


demostrativos incluso en casos de posible ambigüedad

La palabra solo, tanto cuando es adverbio y equivale a solamente (Solo llevaba


un par de monedas en el bolsillo) como cuando es adjetivo (No me gusta estar
solo), así como los demostrativos este, ese y aquel, con sus femeninos y
plurales, funcionen como pronombres (Este es tonto; Quiero aquella) o como
determinantes (aquellos tipos, la chica esa), no deben llevar tilde según las
reglas generales de acentuación, bien por tratarse de palabras llanas
terminadas en vocal o en -s, bien, en el caso de aquel, por ser aguda y acabar
en consonante distinta de n o s.

Aun así, las reglas ortográficas anteriores prescribían el uso de tilde diacrítica en
el adverbio solo y los pronombres demostrativos para distinguirlos,
respectivamente, del adjetivo solo y de los determinantes demostrativos,
cuando en un mismo enunciado eran posibles ambas interpretaciones y podían
producirse casos de ambigüedad, como en los ejemplos siguientes: Trabaja
sólo los domingos [= ‘trabaja solamente los domingos’], para evitar su
confusión con Trabaja solo los domingos [= ‘trabaja sin compañía los
domingos’]; o ¿Por qué compraron aquéllos libros usados? (aquéllos es el
sujeto de la oración), frente a ¿Por qué compraron aquellos libros usados? (el

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sujeto de esta oración no está expreso y aquellos acompaña al sustantivo
libros).

Sin embargo, ese empleo tradicional de la tilde en el adverbio solo y los


pronombres demostrativos no cumple el requisito fundamental que justifica el
uso de la tilde diacrítica, que es el de oponer palabras tónicas o acentuadas a
palabras átonas o inacentuadas formalmente idénticas, ya que tanto solo como
los demostrativos son siempre palabras tónicas en cualquiera de sus funciones.
Por eso, a partir de ahora se podrá prescindir de la tilde en estas formas
incluso en casos de ambigüedad. La recomendación general es, pues, no tildar
nunca estas palabras.

Las posibles ambigüedades pueden resolverse casi siempre por el propio


contexto comunicativo (lingüístico o extralingüístico), en función del cual solo
suele ser admisible una de las dos opciones interpretativas. Los casos reales en
los que se produce una ambigüedad que el contexto comunicativo no es capaz
de despejar son raros y rebuscados, y siempre pueden evitarse por otros
medios, como el empleo de sinónimos (solamente o únicamente, en el caso del
adverbio solo), una puntuación adecuada, la inclusión de algún elemento que
impida el doble sentido o un cambio en el orden de palabras que fuerce una
única interpretación.

Supresión de la tilde diacrítica en la conjunción disyuntiva o escrita


entre cifras

Hasta ahora se venía recomendando escribir con tilde la conjunción disyuntiva o


cuando aparecía entre dos cifras, a fin de evitar que pudiera confundirse con el
cero. Este uso de la tilde diacrítica no está justificado desde el punto de vista
prosódico, puesto que la conjunción o es átona (se pronuncia sin acento) y
tampoco se justifica desde el punto de vista gráfico, ya que tanto en la
escritura mecánica como en la manual los espacios en blanco a ambos lados de
la conjunción y su diferente forma y menor altura que el cero evitan
suficientemente que ambos signos puedan confundirse (1 o 2, frente a 102).
Por lo tanto, a partir de este momento, la conjunción o se escribirá siempre sin
tilde, como corresponde a su condición de palabra monosílaba átona, con
independencia de que aparezca entre palabras, cifras o signos: ¿Quieres té o
café?; Terminaré dentro de 3 o 4 días; Escriba los signos + o – en la casilla
correspondiente.

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Normas sobre la escritura de los prefijos (incluido ex-, que ahora
recibe el mismo tratamiento ortográfico que los demás prefijos:
exmarido, ex primer ministro)

Por primera vez se ofrecen en la ortografía académica normas explícitas sobre la


escritura de las voces o expresiones prefijadas.

Los prefijos son elementos afijos, carentes de autonomía, que se anteponen a


una base léxica (una palabra o, a veces, una expresión pluriverbal) a la que
aportan diversos valores semánticos. Se resumen a continuación las normas
que deben seguirse para la correcta escritura de los prefijos en español:

. Se escriben siempre soldados a la base a la que afectan cuando esta es


univerbal, es decir, cuando está constituida por una sola palabra:
antiadherente, antirrobo, antitabaco, cuasiautomático, cuasidelito, exalcohólico,
exjefe, exministro, exnovio, expresidente, posmoderno, posventa, precontrato,
prepago, proamnistía, probritánico, provida, superaburrido, superbién,
supermodelo, vicealcalde, vicesecretario, etc. En este caso, no se consideran
correctas las grafías en las que el prefijo aparece unido con guion a la palabra
base ( anti-mafia, anti-cancerígeno) o separado de ella por un espacio en
blanco ( anti mafia, anti cancerígeno). Si se forma una palabra anteponiendo
a la base varios prefijos, estos deben escribirse igualmente soldados, sin guion
intermedio: antiposmodernista, requetesuperguapo.

a) Se unen con guion a la palabra base cuando esta comienza por mayúscula,
de ahí que se emplee este signo de enlace cuando el prefijo se antepone a
una sigla o a un nombre propio univerbal: anti-ALCA, mini-USB, pos-
Gorbachov, pro-Obama. El guion sirve en estos casos para evitar la anomalía
que supone, en nuestro sistema ortográfico, que aparezca una minúscula
seguida de una mayúscula en posición interior de palabra. También es
necesario emplear el guion cuando la base es un número, con el fin de
separar la secuencia de letras de la de cifras: sub-21, super-8.

b) Se escriben necesariamente separados de la base a la que afectan cuando


esta es pluriverbal, es decir, cuando está constituida por varias palabras.
Hay determinados prefijos, como ex-, anti- o pro-, que son especialmente
proclives, por su significado, a unirse a bases de este tipo, ya se trate de
locuciones o de grupos sintácticos, característica por la cual la gramática ha
acuñado para ellos la denominación de prefijos separables: ex relaciones
públicas, anti pena de muerte, pro derechos humanos. Esta misma
circunstancia puede darse también con otros prefijos: pre Segunda Guerra
Mundial, super en forma, vice primer ministro.

Así pues, un mismo prefijo se escribirá soldado a la base, unido a ella con guion
o completamente separado en función de los factores arriba indicados:
antimafia, anti-OTAN, anti ácido láctico; provida, pro-OLP, pro derechos
humanos; supercansado, super-8, super en forma, etc.

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Las normas aquí expuestas rigen para todos los prefijos, incluido ex-. Para este
prefijo se venía prescribiendo hasta ahora la escritura separada —con
independencia de la naturaleza simple o compleja de su base— cuando, con el
sentido de ‘que fue y ya no es’, se antepone a sustantivos que denotan
ocupaciones, cargos, relaciones o parentescos alterables y otro tipo de
situaciones circunstanciales de las personas. A partir de esta edición de la
ortografía, ex- debe someterse a las normas generales que rigen para la
escritura de todos los prefijos y, por tanto, se escribirá unido a la base si esta
es univerbal (exjugador, exnovio, expresidente, etc.), aunque la palabra
prefijada pueda llevar un complemento o adjetivo especificativo detrás:
exjugador del Real Madrid, exnovio de mi hermana, expresidente brasileño,
etc.; y se escribirá separado de la base si esta es pluriverbal: ex cabeza
rapada, ex número uno, ex teniente de alcalde, ex primera dama, etc.

Equiparación en el tratamiento ortográfico de extranjerismos y


latinismos, incluidas las locuciones

En la nueva ortografía se da cuenta de las normas que deben seguirse cuando se


emplean en textos españoles palabras o expresiones pertenecientes a otras
lenguas, siendo la principal novedad en este sentido la equiparación en el
tratamiento ortográfico de todos los préstamos (voces o expresiones de otras
lenguas que se incorporan al caudal léxico del español), con independencia de
que procedan de lenguas vivas extranjeras (extranjerismos) o se trate de voces
o expresiones latinas (latinismos).

De acuerdo con estas normas, los extranjerismos y latinismos crudos o no


adaptados —aquellos que se utilizan con su grafía y pronunciación originarias y
presentan rasgos gráfico-fonológicos ajenos a la ortografía del español— deben
escribirse en los textos españoles con algún tipo de marca gráfica que indique
su carácter foráneo, preferentemente en letra cursiva, o bien entre comillas. En
cambio, los extranjerismos y latinismos adaptados —aquellos que no presentan
problemas de adecuación a la ortografía española o que han modificado su
grafía o su pronunciación originarias para adecuarse a las convenciones gráfico-
fonológicas de nuestra lengua— se escriben sin ningún tipo de resalte y se
someten a las reglas de acentuación gráfica del español:

Me encanta el ballet clásico / Me encanta el balé clásico.


Juego al paddle todos los domingos / Juego al pádel todos los domingos
La reunión se suspendió por falta de quorum / La reunión se suspendió por
falta de cuórum.

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Así pues, según la nueva ortografía, y tal como ilustra el último ejemplo, los
préstamos del latín solo se escribirán en letra redonda y con sometimiento a las
reglas de acentuación gráfica del español cuando estén completamente
adaptados a nuestro sistema ortográfico, al igual que se hace con los
préstamos de otros idiomas.

Por su parte, las locuciones o dichos en otras lenguas que se utilicen en textos
españoles deben escribirse igualmente en cursiva —o, en su defecto, entre
comillas— para señalar su carácter foráneo, su consideración de incrustaciones
de otros idiomas en nuestra lengua:

La historia tuvo un happy end de película.


Su bien ganada fama de femme fatale le abría todas las puertas.
La tensión fue in crescendo hasta que, finalmente, estalló el conflicto.

Según se establece en la nueva edición de la ortografía, las locuciones latinas


(expresiones pluriverbales fijas en latín que se utilizan en todas las lenguas de
cultura occidentales, incluido el español, con un sentido más o menos cercano
al significado literal latino) deben recibir el mismo tratamiento ortográfico que
las provenientes de cualquier otra lengua. Por lo tanto, deben escribirse, de
acuerdo con su carácter de expresiones foráneas, en cursiva (o entre comillas)
y sin acentos gráficos, ya que estos no existen en la escritura latina:

Así fue, grosso modo, como acabó aquel asunto. Se casó in articulo mortis con
su novia de toda la vida. Renunció motu proprio a todos sus privilegios.
Decidieron aplazar sine die las negociaciones. El examen post mortem reveló
indicios de envenenamiento. Las grandes potencias eran partidarias de
mantener el statu quo.

Nota: Las próximas ediciones del diccionario académico (DRAE) y el Diccionario


panhispánico de dudas (DPD) reflejarán todas estas novedades.

De 2007 o del 2007

En la datación de cartas y documentos, el uso prefiere desde la Edad Media


expresar los años sin artículo:

8 de enero de 1681

En Toledo, a 19 de diciembre de 1999.

Esta es, por tanto, la fórmula recomendada en el caso de la datación de cartas y


documentos para indicar los años a partir del 2000: Quito, 9 de abril de 2007

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Esta recomendación no implica que se considere incorrecto utilizar el artículo en
estos casos: Quito, 9 de abril del 2007

Naturalmente, si se menciona expresamente la palabra año, resulta obligado


anteponer el artículo: 5 de mayo del año 2000.

Cuando se menciona el año 2000 o los años sucesivos en un texto, fuera de las
fórmulas utilizadas en la datación de cartas y documentos, se tiende, en el habla
espontánea, a usar el artículo delante del año: Este documento fue revisado en
febrero del 2002.

Pero también es posible, en estos casos, el uso sin artículo: Este documento fue
revisado en febrero de 2002.

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