5 PS Psicologi Üa de La Salud UNIDAD 4
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Tanatología
Competencias a desarrollar
• Examina, a través del estudio del origen y evolución de la psicología tanto en
México como en el mundo, los motivos que han impulsado el cambio en la per-
cepción y comportamiento humano.
Objetos de aprendizaje
4.1 Definición
4.5 Duelo
4.6 Cuidados paliativos
4.7 Eutanasia
Desempeños esperados
Declarativos
Actividades de enseñanza
• Explica en clase sobre los antecedentes históricos de la tanatología.
• Presentación de un glosario de términos con su significado.
• Plantea un caso práctico de eutanasia en el cual puedan identificar los pros y
contras de la “muerte digna”.
Actividades de aprendizaje
• Prepara el proyecto de una mesa redonda sobre el tema de la tanatología.
• Realiza un mapa conceptual sobre el estado terminal y cuidados paliativos.
4.1 Definición
Durante la vida se van teniendo diversas muertes,
algunas pequeñas, otras no tanto. Sin embargo, cada
una de estas pérdidas da la oportunidad de vivir y
crecer como seres humanos, como hijos, hermanos,
esposos, amigos, padres. Para poder recorrer
cada uno de esos caminos, la Tanatología ayuda a
encontrar ese sentido al proceso de la muerte.
Si se comienza a intuir qué es la vida, nos será más fácil llegar a comprender el modo en
que a todo fenómeno vital le sigue un declive y un nuevo comienzo.
El término Tanatología, “La ciencia de la muerte”, fue acuñado en 1901 por el médico ruso
Elías Metchnikoff, quien en el año de 1908 recibiera el Premio Nobel de Medicina por sus
trabajos que culminaron en la teoría de la fagocitosis. En ese momento la Tanatología
fue considerada como una rama de la medicina forense que trataba de la muerte y de
todo lo relativo a los cadáveres desde el punto de vista médico-legal.
Después, en la década de 1960 se realizaron estudios serios (sobre todo en Inglaterra) que
muestran que la presencia de los familiares durante la muerte de un ser querido se vio disminuido
a sólo el 25%. Durante esa época se hizo creer a todos que la muerte era algo sin importancia,
ya que al ocultarla se le despojaba de su sentido trágico y llegaba a ser un hecho ordinario,
tecnificado y programado, de tal manera que fue relegada y se le consideró insignificante.
Sin embargo, a mediados del siglo pasado los médicos psiquiatras Eissler (en su obra El
Psiquiatra y el paciente moribundo), y Elizabeth Kübler-Ross (en su libro Sobre la muerte y
los moribundos) dieron a la Tanatología otro enfoque que ha prevalecido en la actualidad,
y que veremos después de analizar la etimología del término Tanatología. (Velasco, 2008)
El acto asistencial tiene tres vertientes principales: curar, aliviar y consolar. La contribución
de cada una de ellas depende de la situación clínica del paciente en ese momento
concreto y de los recursos sanitarios disponibles. Han de llevar inseparablemente unidas
dos vertientes secundarias, también en diferente medida según los casos: rehabilitación
y educación.
Las entidades patológicas que con mayor frecuencia conducen al síndrome terminal
de enfermedad son las afecciones crónicas del sistema cardiovascular (arteriosclerosis,
miocardiopatías), la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, el cáncer y la cirrosis hepática.
Los estudios preliminares sobre células o animales constituyen el primer paso hacia
la aplicación clínica de nuevos fármacos o modalidades de tratamiento. Aquellos
que alcanzan resultados prometedores y ofrecen mejores expectativas que el mejor
tratamiento conocido son administrados a pacientes para comprobar su eficacia
clínica, cumpliendo una serie de normas éticas. Durante esta fase, y mientras los datos
estadísticos que avalan dicha eficacia no consiguen alcanzar el consenso internacional,
reciben el calificativo de experimentales.
Los países occidentales disponen hoy en día de especialistas bien preparados y de centros
dotados con el equipamiento necesario para el correcto diagnóstico y tratamiento de
la gran mayoría de enfermedades. Los progresos se difunden a gran velocidad a través
de las revistas y congresos especializados, permitiendo ofrecer los últimos avances
a un número cada vez mayor de pacientes. En algunos países, sin embargo, existen
modalidades de tratamientos experimentales o simplemente más desarrolladas por el
trabajo especializado de un grupo concreto, de las que pueden beneficiarse pacientes
determinados (un mínimo porcentaje comparado con el número total de pacientes), que
no tendrían acceso a ellas en su estructura sanitaria habitual.
Hay que asumir la existencia de casos que exceden las posibilidades actuales de la
terapéutica, independientemente del lugar del mundo en que se trate.
La actitud de interés por parte del médico, misma que debería prevalecer desde el primer
contacto, tanto con el paciente como con su familia.
Llevar a cabo una revisión cuidadosa de la historia individual y familiar de los síntomas, así
como de las causas a las cuales la familia le atribuye a la enfermedad. Esto permitirá al
médico conocer tanto la evolución del padecimiento como las explicaciones o fantasías
que el paciente y la familia tienen al respecto.
Hacer una observación minuciosa de los exámenes practicados al paciente y de las opiniones
que otros médicos han hecho sobre el caso, y ordenar nuevos estudios para confirmar el
diagnóstico, dando una explicación de en qué consisten y por qué son necesarios.
Una vez hechos los estudios pertinentes es de suma importancia comunicar los
resultados, así como el diagnóstico y posible tratamiento al paciente y sus familiares.
4.5 Duelo
La muerte en el ámbito cultural es una realidad en gran manera tabú, negada o confinada
en las paredes del hospital. Y, sin embargo, no deja de ser una realidad casi excesivamente
familiar por la frecuencia y evidencia con la que se presenta en el entorno.
Se tiene la tendencia a establecer lazos emocionales con otras personas, son apegos que
se desarrollan y perduran durante parte de la vida, cubriendo necesidades de protección y
seguridad. La conducta de apego cumple una función de supervivencia por lo que es fácil
comprender las intensas reacciones emocionales que se disparan en nosotros cuando
dichos lazos se rompen o se ven amenazados.
La intensidad de los sentimientos, en el caso de una muerte, son más intensos y más duraderos
en el tiempo. La intensidad del duelo no viene siempre condicionada por la naturaleza de lo
que se ha perdido sino por el valor que cada uno tenía atribuido al objeto perdido.
El duelo comienza antes del fallecimiento y no se puede decir con exactitud cuando
concluye. Elaborar el duelo es algo que lleva tiempo y, para algunas personas, no concluye
nunca. Para unos la identificación, la presencia o las visiones de la persona perdida
continúan de por vida, para otros el dolor, la rabia y la culpa dura muchos años. Aunque
se elabore la pérdida eficazmente, la cicatriz psicológica se va a mantener siempre.
Aunque el duelo se defina como una reacción adaptativa normal ante la pérdida de un
ser querido, es un acontecimiento vital estresante de primera magnitud, que tarde o
temprano hemos de afrontar casi todos los seres humanos. En las escalas de Reajuste
Social de Holmes & Rahe (1967) y Dohrenwend, Krasnoff, Askenasy, & Dohrenwend
(1994), la muerte del hijo/a y la del cónyuge, son considerados como los acontecimientos
vitales más estresantes por los que puede pasar un ser humano.
El profesional que tenga como tarea acompañar y atender a una persona en duelo o a
un enfermo y a su familia en una situación de enfermedad terminal tiene que conocer
perfectamente este proceso para acompañar y sugerir pautas y caminos, pero respetando
ritmos y estilos personales y conociendo los pasos a dar y por dónde se mueve la persona
en duelo, sin nerviosismos ni aceleraciones. (Hojat, Mohammadreza, 2012)
Aunque la persona responde como un todo ante el impacto de la pérdida hay unos
niveles en los que se encontrará más afectado que en otros convirtiéndose aquéllos en
vías a través de las cuales mitiga su dolor.
determinada persona experimente debe estar necesariamente contenido aquí. Aun así,
se puede hablar de determinadas reacciones comunes a la mayoría de las personas.
Reacciones físicas
Llanto, somnolencia, insomnio, taquicardia, punzadas en el pecho, falta de aire (disnea),
hiperventilación, pérdida de pelo, sudor, temblores, sequedad de boca, anorexia, bulimia,
debilidad, pérdida de la fuerza física, rigidez física, sensación de vacío, sensación
de inquietud, momentos de pánico, momentos de asfixia, dolor de cabeza, dolor de
estómago, falta de deseo sexual.
Reacciones afectivo-emocionales
Shock, aturdimiento, pánico, incredulidad, confusión, rechazo, rabia, miedo, angustia, tensión,
desesperanza, desamparo, depresión, apatía, culpa, impotencia, inseguridad, incertidumbre,
vulnerabilidad, tristeza, represión, nerviosismo, resignación, alivio, cariño, amor, serenidad, soledad.
Reacciones cognitivas
Reacciones conductuales
Reacciones espirituales
Trabajando el duelo
Modelo experiencial
Partimos de que no todas las pérdidas entrañan una crisis y, si las condiciones son
favorables, el duelo puede realizarse normalmente sin que la persona y la familia necesite
ayuda especializada. No obstante, en numerosas ocasiones la muerte de una persona
querida provoca una importante crisis vital tanto a nivel individual como en el plano de
pareja y en el familiar. La recuperación de la crisis requiere un proceso de transformación
que incorpore la pérdida sufrida y que sirva de puente para acceder a una nueva identidad.
El adaptarse a la pérdida supone una reorganización, a corto y a largo plazo, en la que las
etapas de duelo familiares e individuales se influyen recíprocamente y en el duelo por la
pérdida de un hijo añadimos a la interacción la dinámica del duelo de pareja. El cómo esté
viviendo su proceso cada miembro de la familia, de la pareja, de manera individual, va a
favorecer o entorpecer esta reorganización y, desde luego, aspectos relacionados con la
estructura del sistema familiar, los roles que ha desempeñado el fallecido dentro de la
familia, la calidad de la comunicación y del apoyo entre las personas que la componen,
y el tipo de muerte en el momento del ciclo de vida familiar o de pareja van a favorecer o
entorpecer el desarrollo del duelo individual.
Esta tarea puede parecer evidente pero es, en realidad, el paso más difícil. Supone
enfrentar, por un lado, con la propia mortalidad y, por el otro, con el hecho de que el ser
querido ya no está, se ha marchado y no va a volver. Llegar a asumir la pérdida supone
tiempo y esfuerzo, ya que es necesario una aceptación intelectual y, lo más difícil,
emocional.
Cuando alguien muere, incluso si la muerte es esperada, siempre hay cierta sensación de
que no es verdad. La negación cobra una importancia enorme en este momento y puede
División de Humanidades y Ciencias Sociales Licenciatura · Modalidad Mixta
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PSICOLOGÍA DE LA SALUD II CENTRO DE ESTUDIOS UNIVERSITARIOS
Los miembros de la familia han de expresar, compartir y admitir una gama amplia de
sentimientos que afloran, sean los que sean, y contenerlos en el ámbito familiar. Esto es
muy difícil, ya que implica que otra persona de mi misma familia puede tener diferentes
sentimientos, o experimentar éstos con diferente intensidad. Aceptar a otro que esté
en otra fase requiere una gran flexibilidad y tolerancia, implica comprender y aceptar
mutuamente la expresión de sentimientos complejos presentes en las relaciones
familiares como ira, decepción, desamparo, alivio y culpa.
Pero no todas las familias tienen la misma estructura, manejan igual los límites o
mantienen un adecuado nivel de comunicación.
Hay familias con límites flexibles que toleran las emociones positivas y negativas
desencadenadas con la pérdida; existe intimidad entre sus miembros, se comparte el
malestar y se comparten consuelo y cuidados mutuos. Estas familias probablemente
vivirán un proceso de duelo adaptativo.
Pero hay familias con estilos de respuesta evitativa que mantendrán un silencio acerca del
fallecimiento; evitarán las relaciones íntimas dentro de la familia para impedir el malestar;
fomentarán el “secreto familiar” (sobre todo si la muerte fue por suicidio, SIDA...).
Familias que insistirán en que todo permanezca como antes, manteniendo rígidamente
los roles, sin permitir ocupar a nadie el papel del fallecido en el grupo.
Y podemos encontrarnos con familias que presentan serias dificultades para tolerar las
diferencias (todos deben sentir lo mismo y con la misma intensidad). No está permitida
la vivencia individual. (Hojat, Mohammadreza,2012)
La situación de mayor peligro para una resolución adaptativa del duelo dentro del
ámbito familiar es la represión de la emoción y el aislamiento. Y esto es muy habitual,
“Cada uno tiene ya bastante con lo suyo como para ‘cargárselo’ y agobiar al otro”, y de
esta forma se anula la expresión clara de sentimientos individuales.
Un aspecto fundamental del que dependerá en gran parte la reorganización del sistema
familiar es el “momento del ciclo vital” en el que se encuentre la familia. La respuesta
familiar a la pérdida no suele ser la misma cuando se trata de:
Para los padres supone un vacío y la privación de los sueños y expectativas sobre el
niño; cuando los sueños proyectados se cortan muere parte de nosotros. Suele ser
diferente la elaboración del duelo para padres que han podido acompañar al niño que
para padres que no han podido o no han sabido acompañarlo. En estos últimos son
Los hermanos también sufren una pena prolongada que se agudiza en los aniversarios.
Además, la rivalidad normal entre hermanos puede contribuir a generar intensos
sentimientos de culpa por haber sobrevivido.
En aquellos casos en los cuales los padres están entregados a su propia pena los hijos
experimentan una doble pérdida. En muchas ocasiones, los padres sobreprotegen a
los hijos que les quedan y después tienen dificultades con las transiciones normativas
de la adolescencia y emancipación. Es frecuente que la pareja conciba otro hijo para
reemplazar al fallecido, este reemplazo puede ser funcional para los padres, pero
disfuncional para el hijo si lo tratan como un sustituto no diferenciado.
La muerte de uno de los cónyuges en pareja joven suele ser muy traumática. El viudo o la
viuda no sólo tienen que afrontar la pérdida de su pareja y, en ocasiones, la de su estatus
social, sino que a menudo el resto de la familia espera que inicie rápidamente una nueva
relación, negando la importancia de la experiencia de la muerte a causa del dolor que
les provoca. Con mucha frecuencia las relaciones con los suegros se complican porque
no ha habido tiempo suficiente para consolidarlas y por la inexistencia de nietos que
fortalezcan los vínculos.
Cuando el que muere es una persona mayor, el duelo en la pareja tras múltiples años de
convivencia, y en edad avanzada, puede presentar características propias. Ello puede
deberse a que esa pareja muy probablemente presentará una mayor dependencia
marital, unos roles más rígidos, y experiencias de múltiples pérdidas cercanas. Todos esos
factores predisponen a que el/la superviviente experimente una profunda sensación de
soledad, y la conciencia súbita de la propia finitud.
Olvidar recordando
A pesar de todo, nada vuelve a ser como antes, no se recobra la mente pre-duelo, aunque
sí parece llegarse con el tiempo a un duelo latente, más suave y menos doloroso, que se
dispara en cualquier momento ante estímulos que recuerden; este umbral de disparo
será muy particular de cada persona. La recuperación es a veces un mito inalcanzable,
origen de ansiedades y frustraciones para las personas que no lo consiguen.
Para que el duelo evolucione de un modo satisfactorio, los caminos que la persona
puede recorrer son muy variados. Existe una amplia gama de reacciones de duelo
“normales”, pero parece que siempre hay un reajuste -más o menos costoso, más
o menos doloroso-, un tiempo de elaboración de la pérdida o de trabajo de duelo,
para adaptarse a la nueva situación y restaurarse el “equilibrio”. Hay duelos que son
inicialmente muy tormentosos, otros que requieren un tiempo para iniciarse; algunos
que duran poco tiempo y otros que no parecen acabar nunca.
El duelo con riesgo es un duelo que por factores especialmente difíciles, presentes en
la experiencia, presenta una probabilidad muy alta de que se elabore con dificultad
y termine en duelo complicado, sin resolverse. La ausencia o presencia de estas
“dificultades”, que llamaremos factores predictivos, pueden condicionar una evolución
más o menos favorable del proceso.
La muerte llega de formas muy diversas que van a influir en el duelo de los supervivientes:
Las muertes repentinas e inesperadas son las que más perturbaciones emocionales
producen; así la muerte por accidente, catástrofes, asesinato e incluso por enfermedad
aguda, son más difíciles de asumir que la muerte tras un período previo de enfermedad
y suponen por lo general duelos prolongados.
También las circunstancias de la muerte tienen una gran influencia en la elaboración del
duelo:
La muerte que se produce tras una larga enfermedad, sobre todo si ha precisado de
grandes cuidados, puede generar culpa y la sensación de no haber hecho lo suficiente, ya
que, inevitablemente, a lo largo del proceso aparece el deseo de que todo acabe cuanto
antes, junto al deseo de que el enfermo siga viviendo. Cuando el cuidado recae sobre una
sola persona, el peligro de un duelo complicado es aún mucho mayor.
El aspecto del cadáver visto por última vez, es importante. La visión de un cadáver
deformado e irreconocible, sobre todo tras accidentes, puede generar imágenes
recurrentes durante un tiempo.
El estilo relacional determina también en gran medida la respuesta al duelo, siendo los
casos más complicados aquellos en los que el doliente dependía en gran medida del
fallecido, cuando la relación entre ambos era ambivalente y cuando quedaban entre
La edad es otro de los factores a tener en cuenta. Las edades más tempranas y las más
tardías parecen ser las más vulnerables.
Para conseguir una buena evolución del duelo es básico un adecuado apoyo social. Se
divide en tres partes:
Círculo de convivencia: cuando el doliente vive solo, la evolución del duelo es mucho
peor que si vive acompañado. Si el doliente tiene responsabilidad sobre hijos pequeños
o adolescentes, se compensa la desventaja de asumir en solitario la responsabilidad en
el cuidado de los hijos, con el estímulo que suponen éstos para seguir viviendo.
estudios que indican que no hay una clara relación entre el credo religioso y la resolución
del duelo entre viudas y viudos.
En cualquier caso, parece que siempre es mejor la existencia de rituales sobre el duelo, que
su falta, ya que los rituales facilitan la participación social (familia, amigos, vecinos, etc.).
Está por último el papel de la familia y el entorno social, que también pueden facilitar
o entorpecer la resolución del duelo, según sea su postura. El permitir la expresión del
dolor y hablar del fallecido, las circunstancias de la muerte, etc., parece que es la actitud
que más agradecen los dolientes y la que más facilita el duelo sano. Por el contrario,
la actitud de negación y represión en la expresión de sentimientos es la más nociva.
(Velasco, 2008)
Diversos autores han tratado de definir las características que diferencian un duelo normal
de uno patológico, todos ellos coinciden en que hay dos magnitudes que lo definen y que
son la intensidad y la duración del duelo. Los criterios que distinguen más claramente las
formas saludables de las formas disfuncionales de duelo son: el tiempo que duran los
procesos defensivos (fundamentalmente la negación) y en qué medida influyen, si sólo
en una parte del funcionamiento mental o si llegan a dominarlo por completo.
Para Horowitz, Wilner, Marmar & Krupnick (1980) debe considerarse complicado todo
duelo por encima de un nivel en el que la persona que lo sufre se sienta sobrepasada
en sus capacidades de afrontarlo, presente conductas mal adaptativas o persista
interminablemente en un estado de duelo sin progresión del proceso hasta su terminación.
Se han hecho también muy diversas clasificaciones del duelo complicado, nos inclinamos
por la que hace
• Duelo crónico
• Duelo ausente
• Duelo exagerado
• Duelo retrasado
Duelo crónico
Duelo ausente
Depresión inexplicable.
Duelo exagerado
Depresión mayor, según Freud (1917), la gran diferencia entre la depresión y la depresión
en duelo es que, en esta última, el mundo parece pobre y vacío, mientras que en la
primera, es la persona la que se siente pobre y vacía. Sentirse deprimido y sin esperanza
después de la muerte de un ser querido es una reacción normal y transitoria, pero en
estos casos la depresión adquiere características de duración y/o intensidad excesivos y
hablamos ya de una depresión mayor.
Trastorno similar al estrés postraumático, que ocurre ante muertes repentinas, intem-
pestivas en el ciclo vital, pérdidas múltiples o mutilaciones horribles. En estos casos el
doliente, reexperimenta el acontecimiento traumático persistentemente, evitando con
gran ansiedad cualquier estímulo asociado con el trauma (Parkes, 1993).
Abuso de alcohol u otras sustancias tras una muerte, podía ser otro modo de manifes-
tación de este duelo.
Duelo retrasado
Se debe sospechar en personas que en las fases iniciales del duelo parecen controlar
la situación y se dedican a los preparativos del funeral, sin tiempo para sí mismos, o se
vuelcan en actividades frenéticas para no tener que pensar en lo sucedido (Velasco,
2008).
Otros duelos
Duelo anticipado
Hay dos tipos básicos de pérdida ambigua. Una se da cuando los miembros de una
familia perciben a determinada persona como ausente físicamente, pero presente
psicológicamente, ya que no es seguro si está viva o muerta (militares desaparecidos en
combate, niños raptados, divorcios, adopciones). El otro tipo se da cuando se percibe a la
persona físicamente presente, pero psicológicamente ausente (alzheimer, drogadictos,
enfermos mentales crónicos). La situación es desconcertante y la persona que lo sufre se
queda desorientada y paralizada. La incertidumbre impide que las personas se adapten
a la ambigüedad de su pérdida y puedan elaborar un duelo, ya que la relación se queda
congelada en esa situación. No hay rituales de duelo y la validación social del duelo es
escasa. La pérdida ambigua se prolonga indefinidamente y la incertidumbre implacable
provoca un extremado agotamiento físico y emocional (Boss 2001).
El duelo es un proceso natural, no patológico, pero que puede cursar con psicopatología.
Algunas personas mantienen una predisposición a sufrir algún tipo de trastornos o
alteración psicopatológica y la pérdida de una persona querida (hecho traumático)
puede actuar como desencadenante. En otras situaciones, observamos que hay
psicopatología previa y el duelo agudiza este estado.
Las formas psicopatológicas más frecuentes relacionadas con el duelo son el estrés
postraumático, depresión, trastornos de ansiedad y trastornos adaptativos (paranoide,
maníaco, somático, depresivo y obsesivo).
Duelo abreviado
Forma breve pero normal de duelo. Puede parecer un duelo sin resolver. Se sustituye
rápidamente al fallecido. A veces ocurre cuando una gran parte del duelo se ha realizado
antes del fallecimiento. La relación de apego era muy leve.
Duelos desautorizados
Se llama duelo desautorizado al que experimenta una persona que vive una pérdida que
no es o no puede ser, abiertamente reconocida, públicamente expresada o socialmente
apoyada. En estos casos, la persona queda privada de la oportunidad de hacer un trabajo
de duelo abiertamente, no puede reconocer el duelo y además no puede revelarlo, ya
que podría causar una respuesta social negativa intensa. El proceso de duelo puede
complicarse con facilidad.
En el duelo desautorizado:
• La relación no es reconocida
• La pérdida no es reconocida
Duelos desautorizados pueden ser: duelo en muerte por SIDA, muerte de un amante en
relación extramarital, muerte fetal (aborto natural o inducido), padres que dan hijos en
adopción, pareja homosexual, pérdida de una mascota...
Hay tres factores sociales que juegan un papel importante en el desarrollo de un duelo
complicado (Worden 1991):
Ausencia de otras personas afectadas con las cuales poder compartir los sentimientos
de pérdida y dolor y dar validez al dolor que se experimenta.
Ausencia de un ambiente social que permita una manifestación pública de duelo y que
proporcione el permiso social para estar en duelo.
Intervención en el duelo
Tener en cuenta la “variabilidad y unicidad” del duelo nos permite (como observadores
de una realidad cambiante) dudar y estar abiertos a situaciones nuevas y sorprendentes,
sin intentar embutirlas automáticamente en los modelos vigentes, lo que pasaría por
negar su singularidad e impedir la sincera expresión emocional del doliente al que
pretendíamos ayudar.
Como no todas las personas viven el proceso de duelo de la misma manera ni tienen
los mismos recursos personales para abordarlo es importante realizar una adecuada
evaluación inicial que permita elaborar un “perfil de duelo” que servirá para orientar en
la intervención, dándole prioridad a los problemas detectados y la cual ayudará a saber
si es un duelo aparentemente normal o de riesgo.
• Entrevista familiar.
Cuidar que la persona elabore su duelo de la manera más natural y saludable posible
-saliendo incluso crecido de la crisis- y que no enferme.
Detectar precozmente el duelo complicado, para poder establecer una terapia temprana
y/o derivar a otro nivel, y realizar labores de seguimiento y/o soporte de personas con
duelos complicados ya diagnosticados.
Asumir el seguimiento y/o soporte de personas con duelos crónicos, de años de evolución
y secuelas de por vida.
El acompañamiento en el duelo
Exploración e intervención
Tipos de técnicas:
El trabajo estará hecho cuando la persona sienta que es deseada y necesaria para otros,
de manera que el ocuparse e interesarse por otras personas y tareas puede constituir un
Cuando la persona recupera el interés por la vida, se siente más esperanzada, experimenta
gratificación de nuevo y puede adaptarse a nuevos roles.
Cuando la persona es capaz de pensar en el fallecido y recordarlo sin dolor, sin llanto
intenso, sin sensaciones somáticas de agobio u opresión.
A pesar de todo, nada vuelve a ser como antes, no se recobra la mente preduelo, aunque
sí parece llegarse con el tiempo a un duelo latente, más suave y menos doloroso, que se
dispara en cualquier momento ante estímulos que recuerden...; este umbral de disparo
será muy particular de cada persona. La recuperación es a veces un mito inalcanzable,
origen de ansiedades y frustraciones para las personas que no lo consiguen.
Acogiendo la vida
Un duelo elaborado no sólo supone aprender a decir adiós a la persona significativa que
se ha ido, es imprescindible estar abiertos a la vida que fluye y que sigue reclamando
cada día. De ahí que, cuando una persona se aferra al desamparo que conlleva su nueva
situación, cuando después de un tiempo prudente no es apto de abrirse a su mundo
cotidiano y reencontrar motivos para seguir viviendo, tiene el gran peligro de quedar
sumido en un permanente estado de depresión. (Velasco, 2008)
El papel de los cuidados paliativos es proporcionar alivio de los síntomas físicos y del
sufrimiento psicológico, espiritual y social, que los pacientes pueden experimentar; la
atención paliativa se puede iniciar en cualquier punto de la enfermedad. Aunque algunos
médicos los utilizan cuando se trata de pacientes con una enfermedad grave o compleja.
comunicación entre los pacientes, familias y el equipo médico. Una consulta de cuidados
paliativos urgentes incluyen la muerte inminente, sufrimiento creciente del paciente
frente a un pronóstico malo o menor respuesta al tratamiento agresivo.
Una de las tareas que imponen más desánimo a los médicos es dar malas noticias,
como cuando se diagnostica una enfermedad grave, o cada vez que la condición médica
se agrava. Antes de reunirse con el paciente, se deben de revisar los hechos sobre su
enfermedad, el pronóstico de las opciones del tratamiento para asegurar una discusión
adecuada. La reunión debe ser en un lugar tranquilo y privado junto a las personas que
el paciente desee estar.
Por otra parte, la atención responsable de pacientes gravemente enfermos requiere una
discusión cálida sobre las órdenes de no reanimación y de las órdenes de no intubación.
Las estadísticas demuestran que sólo un 5% de pacientes que han caído en un paro
cardíaco sobreviven al egreso del hospital, y de los que logran sobrevivir, algunos tienen
secuelas neurológicas y no son capaces de vivir independientemente. Por otra parte, en
un contexto de las enfermedades crónicas de gravedad la reanimación cardiopulmonar
es menos efectiva. El paciente sobrevive al evento inicial, el proceso de enfermedad
continúa progresando. De manera similar, el paciente que ha sido entubado con
asistencia de ventilación mecánica tiene dificultades para ser retirado del ventilador.
4.7 Eutanasia
‘Eutanasia’ es un término que si bien en nuestra sociedad ha tendido una carga emotiva
de tipo negativo, paradójicamente proviene de las voces griegas eu (buena) y thánatos
(muerte), esto es, hace alusión a una muerte buena o un bien morir. A pesar de ello, este
bien morir ha llegado a interpretarse y satanizarse como homicidio, tocando fibras muy
sensibles para los puntos de vista religioso, moral y penal.
pero siempre habrá un último momento en el que, pese a todos sus esfuerzos, llegará de
forma inexorable. El fracaso del ejercicio profesional no es por tanto la muerte misma,
sino la negligencia en sus diversas formas y grados.
Nadie puede dar lo que no tiene. La muerte es la continuación de la vida y ha de ser objeto
de reflexión durante la misma. Una vez integrada naturalmente dentro de los parámetros
existenciales del profesional, no representa una situación incómoda y marginada en el
quehacer cotidiano, sino un aspecto más del mismo.
Cualquier momento único en la vida de una persona es importante por el hecho de ser
único; en el caso de la muerte es especialmente importante (que no es sinónimo de
agradable, placentero o gratificante) por ser además el último. Bajo este prisma se han
de analizar frases como “a mí tampoco me gustaría enterarme” o “yo personalmente
estoy seguro que lo pasará muy mal”, frecuentemente pronunciadas por familiares o
amigos, sanos, alejados del epicentro de la enfermedad.
Pese a vivir en una cultura en la que la eliminación de los incómodos llega a ser
considerada un signo de progreso, la muerte no está de moda. El espectáculo cotidiano
de guerras, actos terroristas, catástrofes, etc., en los que muere gente de forma masiva,
produce además la trivialización inconsciente de la muerte y la pérdida de su sentido
profundamente personal, que sucumbe ahogado en el anonimato estadístico.
Actividad de evaluación:
Elabora un mapa conceptual sobre la tanatología y los cuidados paliativos, así mismo
prepara y participa en un debate acerca de la eutanasia.
Criterios
10 9-8 7 6
Descripción clara y Descripción clara y Descripción clara y Descripción clara y
sustancial del tema sustancial del tema, sustancial del tema, sustancial del tema
y buena cantidad de con poca cantidad con poca cantidad de con poca cantidad
detalles, el gráfico de detalles, el detalles, el gráfico se de detalles, el
se presenta bien gráfico se presenta presenta organizado, gráfico se presenta
organizado y de fácil organizado y de fácil con algunos errores desorganizado, con
seguimiento, sin seguimiento, sin de ortografía, se muchos errores de
Mapa errores de ortografía, errores de ortografía, organizan las ideas ortografía, las ideas
conceptual se organizan las se organizan las de forma jerárquica, no se organizan de
ideas de forma ideas de forma se entrega en tiempo, forma jerárquica,
jerárquica, se entrega jerárquica, se entrega pero no en el formato se entrega fuera
en tiempo y forma en tiempo y forma preestablecido de tiempo y no
en el formato en el formato (papel o digital). en el formato
preestablecido preestablecido preestablecido
(papel o digital). (papel o digital). (papel o digital).
Recursos didácticos
• Método de clase
• Mapa conceptual
• Glosario de términos
• Debate
Referencias bibliográficas
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