Meditacion Puesta Del Sol 2024

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 60

Orientaciones para el culto de

recepción de sábado
Accede al código QR y encuentra valiosos consejos
para tener un culto de puesta de sol y un sábado
bendecido en la presencia de Dios.
Separar los primeros momentos de cada día para
estar en comunión con el Señor mediante la oración,
y mediante el estudio de la Biblia, del Espíritu de
Profecía y de la lección de Escuela Sabática.

Elegir dos momentos del día para el culto personal y


el culto familiar.
Mañana:______ hs. Noche: ______ hs.

Crear un hábito saludable para servir de mejor


manera al Señor a través de mi cuerpo y mi mente.
Mi nuevo hábito: __________________________

Usar mis dones para compartir las buenas nuevas de


salvación con otras personas.

Guardar el sábado, preparándome debidamente


el viernes, respetando sus límites, y manteniendo
pensamientos y actividades apropiados.

Devolver fielmente el 10 % de todos mis ingresos


como diezmo al Señor.

Dedicar un porcentaje regular de mis ingresos


( _____ %) como una ofrenda al Señor.

Nombre: Fecha: / /
División Sudamericana
Ministerio de Mayordomía Cristiana

Meditaciones para la puesta del sol

Organizador:
Josanan Alves de Barros Júnior
Principios de la adoración verdadera
Josanan Alves

Título original: Principios da Verdadeira Adoração

Coordinado por: Josanan Alves


Dirección: Eric E. Richter
Traducción: Eric E. Richter
Diseño del interior: Carlos Schefer

Libro de edición argentina


IMPRESO EN LA ARGENTINA - Printed in Argentina

Primera edición
MMXXIII –27,513M

Es propiedad. © 2023, División Sudamericana. © 2023, Asociación Casa Editora Sudamericana.

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.

ISBN 978-987-798-925-0

Alves, Josanan
Principios de la adoración verdadera / Josanan Alves / Dirigido por Eric
E. Richter. - 1ª ed. - Florida: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2023.
56 p. ; 19 x 13 cm.

Traducción de: Eric E. Richter.


ISBN 978-987-798-925-0

1. Devocionario. I. Richter, Eric E., dir. II. Título.


CDD 204.4

Se terminó de imprimir el 10 de noviembre de 2023 en talleres propios (Gral. José de San Martín
4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).

Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación
informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso
previo del editor.

Todas las citas bíblicas sin otra indicación han sido extraídas de La Biblia, Nueva Reina-Valera 2000
Actualizada (NRV-2000), © 2020, Sociedad Bíblica Emanuel. biblia.editorialaces.com

-114527-
PRESENTACIÓN
“Entonces Dios bendijo el séptimo día y lo santificó, porque en él
reposó de cuanto había hecho en la creación” (Génesis 2:3).

L a palabra hebrea traducida como “reposó” en este versículo de Génesis significa


literalmente “cesar” o “desistir”. Esto nos ayuda a entender que Dios no des­
cansó en el séptimo día debido a que estaba cansado después de pasar seis días
creando el planeta. Más bien, cuando la Biblia afirma que “reposó”, simplemente
se refiere a que dejó de hacer lo que venía haciendo durante toda la semana. Dios
no se opone al trabajo, sino que semanalmente nos invita a hacer lo que él hace:
cesar nuestras actividades regulares de la semana para disfrutar de su compañía
de manera más íntima y personal.
Prueba, por ejemplo, “cesar” el uso de las redes sociales durante el sábado para
disfrutar más de la presencia de Dios en ese día. Uno de los secretos para que las
amistades duren es desligarse de las distracciones para enfocarse en el fortaleci­
miento de las relaciones. Todos sabemos que somos la generación más conectada
de la historia, pero, al mismo tiempo, una generación más aislada, sin relaciones
personales sólidas. Lo mismo sucede con nuestra relación con Dios. Por eso el sá­
bado debería ser un día dedicado por completo a cultivar relaciones reales con las
personas que amamos, con las personas a las cuales servimos y con el Dios que
nos creó.
Ese descanso debe comenzar con la recepción del sábado. Elena de White acon­
seja: “Antes de la puesta del sol, congréguense los miembros de la familia para leer
la Palabra de Dios y para cantar y orar [...]. Necesitamos confesarnos a Dios y unos a
otros. Debemos empezar de nuevo a hacer arreglos especiales para que cada miem­
bro de la familia esté preparado para honrar el día que Dios ha bendecido y santi­
ficado” (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 357). Establece o reafirma el hábito de
recibir y finalizar el sábado con un momento personal o familiar de adoración a Dios.
La meditación para la puesta de sol de este año nos presentará cada semana
historias y relatos bíblicos que nos desafiarán a tener una entrega y un compromi­
so completos con Dios y su causa. ¡Que Dios te conceda un nuevo año bendecido y
que tengas, cada semana, un muy feliz sábado!

Josanan Alves
Líder de Mayordomía cristiana – DSA

Accede al código QR y descubre diversos recursos


relacionados a las meditaciones para la puesta de sol.

3
5 de enero

¿ACCIÓN O INTENCIÓN?
“Así, hermanos, por la tierna misericordia de Dios, les ruego que presenten
su cuerpo en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que
es el culto espiritual de ustedes” (Romanos 12:1).

E l famoso reformador, Martín Lutero, vivía con un buen amigo en un monasterio


en Alemania. Ambos tenían las mismas creencias sobre la fe cristiana y expresa­
ban un fuerte amor por la causa de la verdad. Sin embargo, cuando Lutero decidió
pelear en nombre de la Reforma, su amigo prefirió permanecer en el monasterio,
orando e intercediendo por él. Una noche, este amigo tuvo un sueño: vio un campo
sin fin que parecía tocar el horizonte; el sembradío estaba listo para la cosecha.
También vio a un hombre intentando cosechar solo todo el grano del campo. ¡Una
tarea imposible! Luego logró visualizar el rostro de este solitario trabajador: era
Martín Lutero. El sueño le mostró una gran verdad: debería dejar de, simplemente,
orar por su amigo y comenzar a trabajar con él. Comenzar es la diferencia entre una
acción y una intención.
Muchas personas toman decisiones al final de cada año. Algunos deciden em­
pezar una rutina regular de actividades físicas; otros, practicar hábitos de ahorro,
perder peso, etc. No obstante, debido a la falta de acción, al final del año se vuelve
evidente que estas decisiones no eran más que intenciones, porque no se termina­
ron llevando a la práctica.
Ninguna resolución es tan importante como la que está ligada a nuestra vida
espiritual. Necesitamos comenzar el año estableciendo o renovando nuestra fideli­
dad y compromiso con Dios. Las siguientes resoluciones deben estar en los prime­
ros puestos de nuestra lista:
1. Reservar cada día un momento para la comunión personal a través del
estudio de la Biblia, de la lección de Escuela Sabática y de la oración.
2. Reunirse en familia diariamente para un breve culto familiar al inicio y al
final de cada día.
3. Reafirmar la decisión de guardar el sábado cada semana, de puesta de sol
a puesta de sol.
4. Frecuentar regularmente los cultos de la iglesia y no dejar que la comu­
nión virtual sustituya la comunión personal.
5. Renovar el compromiso de fidelidad de diezmos y ofrendas regulares. El
diezmo consiste en el 10 % de todos nuestros ingresos, y la ofrenda debe
establecerse como un porcentaje fijo que debe ser entregado de acuerdo
con todos los ingresos recibidos.
Pide cada día ayuda a Dios para que estas resoluciones sean una realidad en tu
vida a lo largo del año.

5
12 de enero

LA IGLESIA DE UNA SOLA PERSONA


“Para presentarla para sí una iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni
cosa semejante; antes, que sea santa e inmaculada” (Efesios 5:27).

¿T e imaginas cómo sería una iglesia si todos sus miembros fueran iguales? Pien­
sa en cómo sería la comunión de la iglesia si todos oraran y leyeran la Biblia
como tú lo haces. Imagina cómo sería el trabajo misionero si todos los miembros
de la iglesia dedicaran el mismo tiempo que tú a compartir las verdades con sus
prójimos. Reflexiona en cómo se sostendría financieramente la iglesia y cuánto se
invertiría en la misión si todos los miembros devolvieran los diezmos y las ofrendas
con la misma regularidad que tú lo haces.
¿Cómo sería esta iglesia formada por personas iguales a ti? ¿Qué imagen consi­
gues visualizar en tu mente? La verdad es que esa iglesia de una sola persona existe
y eres tú. A veces pensamos que nuestras actitudes individuales no afectan la igle­
sia como un todo. Podemos pensar de la siguiente manera: “Si yo no doy estudios
bíblicos a nadie, alguien más lo hará y el mensaje será predicado a todo el mundo”;
“Si yo no soy fiel en la devolución de diezmos y ofrendas, alguien más tendrá los
recursos para sostener la iglesia local y la predicación alrededor del mundo”. En
cierto sentido, eso es verdad: la causa de Dios triunfará con o sin tus recursos, y el
evangelio será predicado en todo el mundo con o sin tu participación.
El gran problema es que esa iglesia formada solo por mí siempre influirá en las
personas de mi entorno, como mis hijos, mi cónyuge, mis padres y mis hermanos.
El compromiso o la negligencia con la causa de Dios puede inspirar o destruir a las
personas que me rodean. Un padre dijo en una ocasión: “La mayor herencia que le
estoy dejando a mis hijos es el ejemplo de una vida completamente dedicada a la
causa de Dios y espero que ellos se dediquen a esta causa con más ahínco que yo”.
Si alguien te pregunta: “¿Cuánto amas la causa de Dios?”, ¿cómo responderías?
La mejor manera de responder no es con palabras, sino con una vida completamen­
te dedicada e involucrada con la obra de Dios. Necesitamos entender que esta es
una evidencia clara de nuestro discipulado cristiano.

6
19 de enero

LA ENTREGA VERDADERA
“Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, dalo a los pobres,
y tendrás tesoro en el cielo. Y ven, sígueme” (Mateo 19:21).

E l versículo de hoy fue la respuesta de Cristo a un joven rico que deseaba saber
qué debía hacer para ganar la vida eterna. ¿Qué le estaba pidiendo Jesús a este
joven? Todo. Es interesante notar que, cuando el joven se fue, estaba “triste, por­
que tenía muchas posesiones” (Mat. 19:22). Jesús no corrió detrás de él para decirle:
“¡Regresa, no te preocupes! Estaba hablando en parábola. Tú solo necesitas entre­
gar los diezmos y las ofrendas y todo estará bien”. ¡No! El dinero se había converti­
do en un dios en la vida de este joven y solo una entrega completa sería aceptable.
Si leemos la Biblia con honestidad, llegaremos a la conclusión de que Dios real­
mente quiere todo. Cierto día, después de escuchar un sermón, una madre de cinco
hijos decidió entregar todo lo que poseía como sacrificio a la causa de Dios. Pero al
regresar a su casa, se dio cuenta de que su pobreza era tan extrema que no tenía
nada que fuese útil o valioso. De repente, observó a sus cinco hijos: tres niñas y
dos niños. Entonces, fue a su cuarto e hizo la siguiente oración: “Señor, no poseo
riquezas materiales que puedan ser usadas para tu causa, pero tengo cinco hijos.
En este momento los dedico para la misión. Úsalos como misioneros”. Algunos años
después, todos sus hijos comenzaron a servir en la causa de Dios como misioneros.
Elena de White nos ayuda a comprender ese concepto con las siguientes pala­
bras: “En el momento del éxito, cuando las redes estaban llenas de pescados y eran
más fuertes los impulsos de la vida antigua, Jesús pidió a los discípulos, a orillas
del mar, que lo dejasen todo para dedicarse a la obra del evangelio. Así también es
probada cada alma para ver si el deseo de los bienes temporales prima por sobre
el de la comunión con Cristo. El principio siempre es exigente” (El Deseado de todas
las gentes, p. 239).
Este es el tipo de entrega completa que necesitamos hacer. Todo lo que tene­
mos y somos necesita estar en las manos del Señor. Es importante entender que
Dios quiere todo y que, si no entregamos todo, en realidad no estamos entregando
nada.

7
26 de enero

ADOPTADOS COMO HUÉRFANOS


“No los dejaré huérfanos, volveré a ustedes” (Juan 14:18).

E ra medianoche. El vuelo 58 de Lufthansa recién había aterrizado en Chennai,


India. Bajé del avión con esa extraña sensación de estar completamente solo.
Por primera vez en mi vida, me sentí como un huérfano. Todo lo que me era familiar
estaba a un mundo de distancia.
Parado en la interminable fila de Migraciones, donde las únicas personas que se
veían como yo pronto se dirigirían a hoteles cinco estrellas o reuniones de negocio,
me pregunté si había tomado una mala decisión.
La idea de que no pertenecía a aquel lugar invadió mi mente.
Con mi pasaporte estampado con el sello de entrada, tomé el ascensor para ir
a buscar mis maletas. Cuando salí del aeropuerto con aire acondicionado, sentí el
calor abrasador en mi rostro. Más tarde, ese mismo día, tomamos un tren nocturno
hacia lo que sería mi hogar por los siguientes ocho meses: un orfanato, indudable­
mente el lugar más apropiado para mi nueva vida lejos de mi familia.
Muchas personas comentaron que cambié mucho ese año. Sin embargo, estaba
un poco decepcionado porque no fue una experiencia transformadora de mi vida
como yo esperaba. Tenía la esperanza de tener una de esas “radicales” historias de
vida para contar cuando regresara a casa.
Le pregunté a Dios por qué no me sentía tan diferente y su respuesta fue: “¿Vi­
niste aquí para cambiar tu vida o para cambiar la vida de otros?” (¡Ay!).
Inmediatamente, me di cuenta de que había estado viendo toda esa expe­
riencia desde una perspectiva egocéntrica. Con la firme decisión poner un fin a mi
egoísmo, arrojé a la basura mi lista de metas personales y comencé a enfocarme en
los niños del orfanato. Ese viaje misionero me enseñó que ninguno de nosotros es
huérfano, porque Dios nos adopta a todos.
La identidad de este voluntario no puede ser revelada para proteger su minis­
terio. Él ha estado involucrado con el Servicio Voluntario Adventista, que apoya el
servicio misionero de miembros de la iglesia alrededor del mundo. Muchos volun­
tarios de entre dieciocho y ochenta años pueden servir como pastores, maestros,
profesionales médicos, técnicos informáticos, obreros en orfanatos y mucho más.
Tus ofrendas ayudan a sostener el ministerio de más de cuatrocientas familias mi­
sioneras alrededor del mundo.

8
2 de febrero

ALGUIEN ESTÁ VIENDO


“¿Adónde me iré de tu Espíritu? ¿Y adónde huiré de tu presencia?
Si subiera a los cielos, allí estás tú; si en el sepulcro hiciera
i, mi lecho, también estás allí” (Salmo 139:7, 8).
o.
ar

e
E n cierta ocasión, un granjero decidió invadir los campos de algunos de sus veci­
nos para robar un poco de trigo. “Si saco solo un poco de cada campo, nadie se
dará cuenta –pensó–, pero sumando los montones pequeños lograré una gran can­
o, tidad de trigo fácilmente”. Entonces esperó a que hubiera una noche oscura y nu­
blada para ejecutar su plan. Salió de casa a escondidas y se llevó consigo a su hija.
–Hija –dijo en voz baja–, haz guardia y avísame si aparece alguien.
ir El hombre entró sigilosamente al primer campo y comenzó su cosecha. Apenas
el había empezado cuando escuchó que su hija gritaba:
o –Papá, alguien te está viendo.
e­ El hombre miró a su alrededor, pero no logró ver a nadie. Agarró el trigo que
había recogido y se fue rápidamente a un segundo campo.
a –Papá, alguien te está viendo –dijo de nuevo su hija.
a El hombre nuevamente miró para todos lados, pero otra vez no logró ver a
e ninguna persona. Irritado, le preguntó a su hija:
–¿Por qué me dices que me están viendo? Miro para todos lados y no veo a
i­ nadie.
–Papá –murmuró la niña–, alguien te está viendo desde arriba.
e­ Esta simple historia nos ayuda a entender que cuando pecamos solos, incluso
mi de noche y en un lugar cerrado, en realidad estamos pecando en la presencia de
n Dios. Una de las maneras más seguras de vivir con fidelidad es tener presente en
s cada momento que Dios está a nuestro lado. Comprender esto no nos debe pro­
vocar miedo ni inseguridad. Más bien, debemos sentir alegría de saber que Dios,
s­ nuestro Salvador y Redentor, camina a nuestro lado y que su compañía merece la
el expresión de nuestra fidelidad.
n­ Al vivir así seremos capaces de manifestar la fidelidad cuando estemos lejos de
s, nuestro cónyuge, podremos honrar a Dios cuando seamos el único cristiano en el
s. aula o en el trabajo. Viviremos de acuerdo con la voluntad de Dios, aunque todos a
i­ nuestro alrededor lo estén deshonrando.
Al expresar tu fidelidad a través de la devolución de diezmos y ofrendas, agra­
dece al Señor por el privilegio de vivir y caminar en la compañía de un Dios de amor
y misericordia.

9
9 de febrero

DIOSES FALSOS
“Cambiaron la verdad de Dios en mentira, y adoraron y sirvieron a las criaturas
antes que al Creador, que es bendito por los siglos. Amén” (Romanos 1:25).

C ualquier cosa que se relaciona con nuestra vida y no está completamente en las
manos de Dios se puede convertir en un dios falso. Los griegos y los romanos
conocían bien esta realidad, ya que para ellos cualquier cosa se podía convertir en
un dios. Por ese motivo, crearon a Hefesto, el dios del trabajo; a Mamón, el dios del
dinero; a Hímero, el dios del deseo sexual; y a tantos otros.
Necesitamos admitir que, como seres humanos, convertimos fácilmente cual­
quier cosa en un dios. Por ejemplo: el trabajo es una bendición, pero si se torna en
nuestra prioridad principal, se convierte en el “Hefesto” de nuestra vida. El sexo
fue diseñado por Dios antes del pecado, pero cuando dejamos de seguir el patrón
establecido por Dios para nuestra sexualidad, se convierte en un dios falso como
“Hímero”. Cualquiera de estos dioses falsos puede destruir nuestra vida espiritual.
En Romanos 1:25, Pablo habla acerca de la tentación humana de sustituir la
adoración del Dios único y verdadero por la adoración de seres creados. El após­
tol afirma que este tipo de adoración está basado en una mentira que nunca
hará al ser humano realmente feliz. Él denomina este tipo de actitud como “locu­
ra” (Rom. 1:22). Realmente es una locura querer encontrar paz en la satisfacción
personal, en los vicios o en acumulación de riquezas. Solo en Dios podemos ser
plenamente felices.
Uno de los dioses más destructivos es el dios de la codicia y la búsqueda desen­
frenada de dinero. Por eso, Jesús afirmó: “Ninguno puede servir a dos señores.
Porque, o aborrecerá a uno y amará al otro, o estimará a uno y menospreciará al
otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas” (Luc. 16:13).
La fidelidad y la generosidad son la mejor manera de librarse de la codicia.
Cuando decidimos devolver fielmente el 10 % de nuestros ingresos como diezmo y
escogemos un porcentaje para la devolución regular de las ofrendas, estamos per­
mitiendo que Dios mate cada día el dios falso de la codicia que intenta dominarnos.
Al devolver los diezmos y las ofrendas, pide a Dios que te ayude a matar los
dioses falsos que están controlando los diferentes aspectos de tu vida. Toma la
decisión de colocar el yo en último lugar y a Dios en el primero.

10
16 de febrero

¿QUÉ HACER CUANDO NO CONFÍO?


“Dios, levántate, defiende tu causa” (Salmo 74:22).

A lgunas personas argumentan que no devuelven los diezmos y las ofrendas por­
que no están de acuerdo con la manera en la que la iglesia utiliza los recursos o
porque no considera que la iglesia sea transparente con la gestión de sus finanzas.
¿Cómo debemos actuar cuando no estamos de acuerdo con la forma en que las
cosas se llevan a cabo en la iglesia? Esa es una pregunta tan importante que me
gustaría responderla con una cita de Elena de White. Ella dice lo siguiente:
“Algunos han estado descontentos, y han dicho: ‘No pagaré más mi diezmo;
porque no tengo confianza en el modo en que se manejan las cosas en el centro
de la obra’. Pero ¿robarán a Dios porque les parezca que la dirección de la obra no
es correcta? Presenten sus quejas, clara y abiertamente, con el debido espíritu, a
quienes incumba. Envíen sus peticiones para que se ajusten y pongan las cosas en
orden; pero no se retiren de la obra de Dios, ni se demuestren infieles, porque otros
no estén haciendo lo correcto” (Obreros evangélicos, p. 234).
Esta cita nos enseña tres cosas muy profundas e importantes:
Primero, la decisión de ser infiel por percibir un manejo errado de los recursos
de la iglesia es considerada por Dios como un robo.
Segundo, se deben presentar los cuestionamientos a las personas pertinen­
tes que dirigen la causa de Dios. No debemos seguir el espíritu revolucionario de
nuestra época que enseña que la exposición es la única manera de resolver los
problemas.
Tercero, se deben presentar las dudas con espíritu cristiano. Pídele a Dios que
coloque amor en tus palabras y te dé sabiduría al presentar tus cuestionamientos.
Ponte en la posición de alguien que quiere ayudar y no destruir.
La cita termina afirmando: “No se retiren de la obra de Dios, ni se demuestren
infieles, porque otros no estén haciendo lo correcto”. No te retires de la obra de
Dios. Él tiene una obra en esta tierra y te invita a unirte completamente a ella.
Tal vez hayas perdido la confianza en la forma en que la obra de Dios ha sido
conducida. Por eso quiero invitarte a orar en este momento y pedir sabiduría a Dios
para actuar de acuerdo con la orientación profética y, principalmente, para seguir
involucrado fielmente en la causa de la verdad.

11
23 de febrero

PROTEGIENDO EL CORAZÓN DE LOS HIJOS


“Porque donde esté el tesoro de ustedes, allí
estará también su corazón” (Mateo 6:21).

A ntonio era un padre que sufría lo mismo que miles de otros padres cristianos.
Sus tres hijos estaban apartados de la iglesia. Ellos ya vivían con sus propias
familias y no mostraban ningún deseo de regresar a la casa de Dios.
El padre constantemente los invitaba para ir a la iglesia y, en los encuentros
familiares, siempre se hablaba sobre el peligro que ellos corrían por estar lejos de
los caminos de Dios. Eso fue causando incomodidad en los hijos y le pidieron a su
padre que no los volviera a invitar a la iglesia.
Antonio decidió orar con mayor intensidad por sus hijos, y una madrugada
mientras oraba, vino a su mente el siguiente versículo: “Porque donde esté el te­
soro de ustedes, allí estará también su corazón” (Mat. 6:21). Con cada oración, ese
versículo regresaba con más fuerza a su mente.
Finalmente, decidió buscar a sus hijos y decirles que había decidido aceptar
su pedido de no insistirles nuevamente en que regresaran a la iglesia, con la con­
dición de que volvieran a dar el diezmo y las ofrendas. Los hijos pensaron que
sería un buen trato, ya que su padre no los volvería a molestar con este asunto.
Después de algún tiempo, este padre tuvo el privilegio de ver a sus tres hijos
regresar a la iglesia.
Antonio vio el cumplimiento de Mateo 6:21 en la vida de sus tres hijos. La devo­
lución de diezmos y ofrendas es, sin duda, un método eficaz para afirmar el corazón
de los hijos en los caminos del Señor. Los padres deben transmitir a sus hijos valo­
res de entrega completa e irrestricta a la causa de Dios. Cuanto más involucrada
y comprometida esté una persona con la iglesia, menor es la posibilidad de que se
aparte de la casa de Dios.
“Ha habido gran dejadez de parte de los padres en procurar interesar a sus
hijos en el desarrollo de la causa de Dios. En muchas familias, parece que se hace
caso omiso de los niños, como si ellos fuesen seres irresponsables. Algunos padres
aun roban a Dios lo que por derecho le pertenece como diezmos y ofrendas, para
poder juntar riquezas para sus hijos, sin pensar que al hacerlo, están abriendo a sus
amados una puerta de tentación que por lo general provocará su ruina” (Consejos
sobre la obra de la Escuela Sabática, p. 133).
Pide a Dios ayuda para que tus hijos coloquen a Dios y su causa en primer lugar.

12
1º de marzo

¿QUIÉN ES EL PROPIETARIO?
“Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti, porque
mío es el mundo y su plenitud” (Salmo 50:12).

C ierto día, un hombre de negocios llamó a un abogado y a un contador para


modificar un documento de su empresa. Él quería demostrar, a través de ese
documento, que había comprendido la fidelidad hacia Dios. Había decidido que
Dios sería el socio de su empresa y pidió que estos profesionales modificaran el
documento para que el nombre de Dios aparezca como socio de su empresa. El
abogado y el contador se dieron cuenta de inmediato de que estaban ante un gran
problema, ya que, de acuerdo con las leyes de ese país, un socio debería tener un
número de documento y una dirección fija en el país. ¿Cómo podrían conseguir un
documento de identidad para Dios o establecer su dirección? Ellos le hablaron al
dueño de la empresa y le mostraron que legalmente eso no sería posible.
Este hombre volvió triste a su casa al ver su plan frustrado, pero al meditar en
las enseñanzas del Salmo 50, comprendió cuán lejos estaba de la verdad al colocar
a Dios como su socio.
Él se dio cuenta de que estaba tratando de darle a Dios el derecho de ser socio
de la empresa, pero en realidad era Dios quien le estaba dando el derecho de tener
su nombre en el documento de la empresa que ya le pertenecía a Dios. Podemos
no reconocer a Dios como el propietario, pero no cambia el hecho de que él es el
Dueño de todo.
Cuando comprendemos ese principio, nuestra relación con la fidelidad cambia
completamente. Muchas veces escuchamos el siguiente consejo en la iglesia: “De­
dica tu tiempo, tu talento y tus recursos para atender las necesidades de la causa
de Dios”. Pero debemos abandonar la idea de que somos dueños de algo y necesi­
tamos entender que la causa de Dios es lo que poseemos. Urgentemente, necesi­
tamos comprender que todo lo que está en nuestras manos pertenece a Dios por
creación y redención. Por ese motivo, usamos la expresión: “devolver los diezmos
y las ofrendas”, porque simplemente estamos devolviendo para la causa de Dios,
que es el Dueño de todo.
Al devolver los diezmos y las ofrendas, reafirma tu convicción de que Dios es
el propietario y agradécele por permitirnos participar de su causa con las dádivas
que él coloca en nuestras manos.

13
8 de marzo

UNA RAZÓN PARA VIVIR


“Así, hermanos míos amados, estén firmes y constantes, abundando
en la obra del Señor siempre, sabiendo que su trabajo
en el Señor no es en vano” (1 Corintios 15:58).

A ung Ko difícilmente pueda parecer un líder de la iglesia. Quedó ciego en su ni­


ñez. Ha admitido que intentó suicidarse en varias ocasiones. Pero también es
un testimonio viviente del poder de Jesús, que encuentra a las personas en su mo­
mento de mayor debilidad y las saca de su desesperación.
Aung Ko nació en una familia devota del budismo. A los siete años, comenzó
a sufrir de una enfermedad ocular. A pesar de su angustia, sus padres no podían
pagar para llevarlo a una clínica y su otro ojo también se infectó. Su enfermedad
empeoró hasta que se quedó completamente ciego. Después del séptimo grado de
la primaria, no fue capaz de continuar sus estudios.
Un día, cuando Aung Ko tenía cerca de treinta años, un evangelista cristiano
vino a su aldea y le comenzó a hablar a las personas acerca de Jesús. Como resulta­
do de los mensajes de este predicador, Aung Ko y su familia fueron bautizados en
una iglesia cristiana. Como Aung Ko no podía leer libros para aprender más acerca
de Jesús, comenzó a buscar radios con mensajes cristianos. Esto lo llevó a encon­
trar la Radio Mundial Adventista (AWR, por sus siglas en inglés).
“No me llevó mucho tiempo hasta que comencé a amar los programas de la
radio”, dijo Aung Ko. “Solo la radio me trajo paz. Comencé a memorizar la progra­
mación de la transmisión y a escuchar la radio todos los días, lo que hago hasta el
día de hoy. Antes, no sabía quién era Dios, pero ahora lo conozco gracias a la radio”.
A medida que su conocimiento acerca de Dios crecía, Aung Ko decidió que
debería compartir lo que estaba escuchando, así que invitó a sus vecinos y formó
un Grupo pequeño, que pronto comenzó a reunirse regularmente. Él comenzó
a enfocarse aún más en los programas de la radio, esforzándose para capturar
cada detalle.
Con su trato amigable, Aung Ko se convirtió en un predicador popular y líder
respetado. Fundó un grupo de servicio a la comunidad: la fundación para personas
con discapacidad “Águila dorada”, que ayuda a personas necesitadas alrededor de
la comunidad.
“Estoy muy feliz de haber conocido a Dios y la verdad del sábado”, dijo Aung Ko.
“Sin el mensaje que la radio me ha enseñado, mi vida no tendría sentido”.
La Radio Mundial Adventista transmite en más de cien idiomas. Tus ofrendas
ayudarán a sostener y expandir su obra de evangelismo. Ora por este ministerio y
contribuye con tus ofrendas regularmente.

14
15 de marzo

UNA OFRENDA DE SACRIFICIO


“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que
todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16).

E n 1857, el doctor David Livingston fue invitado a recibir un homenaje y hablar


ante los alumnos de la Universidad de Cambridge, en Inglaterra. Él había dejado
una vida próspera en Europa para dedicarse a la predicación del evangelio en el
continente africano. De pie frente a los alumnos, no era más que un hombre pe­
queño y delgado, que había sufrido 31 veces de las terribles fiebres africanas y que
tenía un brazo vendado debido a un encuentro con un león. Delante de los aten­
tos alumnos, pronunció las siguientes palabras: “A las personas hablan del gran
sacrificio que pasé en mi vida en África les pregunto: ¿es realmente un sacrificio
pagar una pequeña parte de la deuda, de esa deuda que nunca podremos liquidar,
que le debemos a nuestro Dios? ¿Es un sacrificio aquello que trae una recompensa
bendita de salud, el conocimiento de practicar el bien, la paz de espíritu y la viva
esperanza de un destino glorioso? ¡Jamás pensemos así! Digo con énfasis: ¡No es
un sacrificio! ¡Nunca fue un sacrificio! No debemos hablar de nuestros sacrificios y
olvidarnos del gran sacrificio que hizo Aquel que descendió del trono de su Padre,
en las alturas, para entregarse por nosotros”.
Palabras como esa nos hacen recordar que fue desde el Calvario que vino la
verdadera ofrenda del sacrificio. Todo lo que entregamos a la causa de Dios es in­
finitamente menor de lo que recibimos en la Cruz. Por lo tanto, en nuestra esfe­
ra somos llamados a ofrecer una ofrenda de sacrificio a Dios. Eso significa que, al
establecer un porcentaje de ofrenda regular para entregar, debemos escoger un
porcentaje que nos desafíe a confiar en el cuidado y las bendiciones de Dios. Ese es
uno de los motivos por los que Dios decidió que el diezmo fuera de un 10 %, pero
permitió que el adorador estableciera su propio porcentaje de ofrendas.
Elena de White afirma: “En el sistema bíblico de los diezmos y las ofrendas las
cantidades pagadas por distintas personas variarán enormemente, puesto que es­
tarán en proporción a sus entradas” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 77).
“Cada mayordomo fiel debería estar más ansioso de aumentar la porción de
donativos que coloca en la tesorería del Señor antes que en disminuir su ofrenda
en una jota o una tilde” (ibíd., p. 200).
Necesitamos revisar regularmente nuestras ofrendas y preguntarnos si un
porcentaje que devolvemos de ofrenda representa un sacrificio real. Así, respon­
deremos con gratitud al gran sacrificio realizado por nosotros en la Cruz.

15
22 de marzo

ENSEÑÁNDOLE AL MAESTRO
“Les estoy escribiendo, padres, porque han conocido al que existe desde el
principio. Les estoy escribiendo, jóvenes, porque son fuertes, la palabra
de Dios mora en ustedes y han vencido al maligno” (1 Juan 2:14).

K aan miró de reojo a Bruno y a Natalia, preguntándose por qué esta pareja ex­
tranjera estaría interesada en aprender su idioma nativo.
–¿Ustedes son cristianos? –preguntó finalmente.
Los jóvenes misioneros dudaron un momento. Acababan de llegar al Medio
Oriente y estaban planeando establecerse en un país vecino donde estaba prohibi­
do hablar libremente acerca de Jesús. Pero primero necesitaban aprender el idioma
local, así que contactaron a Kaan para ver si estaría dispuesto a enseñarles.
“Teníamos miedo de responder esa pregunta –dijo Natalia mucho después–,
pero no podíamos evitarlo. Oramos en silencio para que Dios estuviera al control, y
dijimos que sí”. La pareja no estaba preparada para la respuesta de Kaan:
–Les enseñaré con mucho gusto –y luego añadió en voz baja– porque yo estoy
estudiando la Biblia.
Muy sorprendidos, Bruno y Natalia se miraron entre sí. Esa noche, ellos le pi­
dieron a Dios que los ayudara a ser una bendición para Kaan y para que él pudiera
aprender más sobre la Palabra de Dios. En su segunda reunión de estudios, Kaan
nuevamente los sorprendió al abrir su bolsa y sacar una Biblia. Luego le preguntó a
Bruno a qué se dedicaba en su país natal. Bruno le respondió diciéndole que había
estado estudiando Teología:
–Entonces, ¿qué estás haciendo aquí? –preguntó Kaan.
Con dudas, Bruno le respondió que era pastor.
Kaan lo miró estupefacto:
–¿Entonces puedes ayudarme a aprender más acerca de la Biblia?
–Me encantaría –respondió Bruno, agradeciéndole a Dios por responder su oración.
La familia de Kaan también comenzó a estudiar la Biblia y a asistir a la iglesia los
sábados. Durante este tiempo, todos los sermones se enfocaban en las 28 enseñan­
zas fundamentales de la fe adventista. Después de estudiar con Bruno y Natalia por
varios meses, Kaan pidió ser bautizado.
Bruno y Natalia participan de la Iniciativa de Estudiantes Valdenses, un enfoque
misionero novedoso en el cual los estudiantes adventistas viven, estudian y sirven en
universidades seculares en el Medio Oriente y en el norte de África. Siguiendo el méto­
do de evangelismo de Cristo, se relacionan con las personas, ganan su confianza, satis­
facen sus necesidades y, cuando surge la oportunidad, los invitan a seguir a Jesús. Las
ofrendas misioneras ayudan a sostener este ministerio de la Iglesia Adventista en el
Medio Oriente y en el norte de África. ¡Gracias por tu generosidad y apoyo a la misión!

16
29 de marzo

VAYAN A TODO EL MUNDO


“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que
todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16).

L a gracia de Dios no es exclusiva ni selectiva. Dios ama a toda la humanidad incon­


dicionalmente. Cuando mira el planeta Tierra, todos sus habitantes son objetos
de su misericordia y perdón. La oportunidad de la redención es dada a todos, y su
gracia se extiende a todos los seres humanos sobre la faz del planeta. Toda perso­
na, sin importar qué tan pecadora sea, puede ser alcanzada por el amor de Dios.
Cuando Cristo estaba crucificado en la Cruz, pensaba en la salvación de toda
la humanidad. Se entregó a sí mismo como una ofrenda de salvación (Efe. 5:2) y su
sacrificio tuvo efectos mundiales.
Dios tiene un pueblo mundial, un mensaje mundial y un ministerio mundial. Él
ofreció a su único Hijo como un sacrificio de salvación con alcances mundiales. De la
misma manera, los diezmos y las ofrendas son presentadas al Señor con propósitos
mundiales. Para que los diezmos y las ofrendas puedan cumplir la misión de predi­
car el evangelio a todo el mundo, no deben ser utilizadas solo en la iglesia local, sino
que deben circundar el planeta. Elena de White dice: “El dinero de Dios no se debe
utilizar solamente en nuestros territorios, sino también en países distantes, y en
las islas de los mares. Si el pueblo de Dios no realiza esta labor, con toda seguridad
él le quitará el poder que no utiliza adecuadamente” (Testimonios para la iglesia,
t. 7, p. 206).
Los diezmos y las ofrendas son parte del plan divino para llevar a cabo el tra­
bajo mundial de la salvación. Deben circular por la Tierra para que la iglesia pueda
alcanzar la meta establecida por el Señor.
Nuestras ofrendas misioneras, dadas regular y sistemáticamente como el diez­
mo, ayudan a que cada vez más personas conozcan a Jesús. Desde aldeas en mon­
tañas aisladas hasta las grandes ciudades, las ofrendas apoyan la obra misionera
mediante el envío de misioneros, el sostén de programas misioneros, la realización
de proyectos comunitarios y el fortalecimiento de instituciones que preparan a
más misioneros.
Seamos fieles para que la obra de Dios pueda ser finalizada y podamos encon­
trarnos de nuevo en el Cielo.

17
5 de abril

“ENGANCHADA” POR EL EVANGELIO


“Sáname, Señor, y seré sano; sálvame, y seré salvo;
porque tú eres mi alabanza” (Jeremías 17:14).

E n 2016, una parte de las ofrendas misioneras de todas las iglesias adventistas
del mundo fue enviada a Nueva Zelanda. La iglesia en esa región tuvo el audaz
sueño de transmitir gratuitamente el canal Hope Channel (“Nuevo Tiempo” en in­
glés) por todo el país. Gracias a las ofrendas, este sueño se hizo realidad. Actual­
mente, cerca de 170.000 personas miran el canal mensualmente y cientos de ellas
están asistiendo a las iglesias adventistas. Una mujer cuya vida fue transformada
al encontrarse con Hope Channel fue Adelaida.
El mundo de Adelaida se derrumbó cuando su esposo falleció en 2011. Tres años
más tarde, ella sufrió otro duro golpe cuando perdió a su padre. En ese momento,
comenzó a preguntarse dónde estaba Dios en su vida. Tenía dudas acerca de qué es
lo que pasa después de la muerte. Un día, mientras estaba cambiando canales en la
televisión, se encontró con el canal adventista. Ella nunca había escuchado de Hope
Channel y decidió curiosear el programa solo por un par de minutos. Sin embar­
go, Adelaida quedó inmediatamente “enganchada”. Se maravilló al darse cuenta de
que las preguntas que tenía estaban siendo respondidas. Las verdades que descu­
brió acerca del estado de los muertos le trajeron paz. Ella y su familia comenzaron
a asistir a la iglesia y a prepararse para el regreso de Cristo. El mensaje de salvación
alcanzó a Adelaida y a su familia gracias al poder de Dios y a los miles de sus hijos e
hijas que regularmente envían sus ofrendas mediante la iglesia.
Cada vez que nuestras ofrendas son distribuidas, estamos asociándonos con
Jesús para alcanzar a las personas de manera local, regional y mundial.
Tus ofrendas ayudarán a Hope Channel y Nuevo Tiempo con los recursos nece­
sarios para este importante ministerio de evangelismo a través de multimedia. La
Asociación General recibe regularmente una porción de las ofrendas de las Divisio­
nes y reasigna estos fondos para instituciones y proyectos misioneros. Los ministe­
rios televisivos están incluidos en esta lista. ¡Gracias por tu generosidad y fidelidad!

18
12 de abril

EL GRAN OBJETIVO DE LA FIDELIDAD


“Dame, hijo mío, tu corazón y miren tus ojos por mis caminos” (Proverbios 23:26).

E ste versículo bíblico describe el gran interés de Dios. Él quiere que nuestro co­
razón, que se apartó de él a causa del pecado, regrese nuevamente a nuestro
Padre. Podemos llamarle a esto transformación del carácter.
Lee con atención la siguiente cita de Elena de White: “Vi que este sistema de
diezmar desarrollaría el carácter y manifestaría la verdadera condición del cora­
zón” (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 216).
Este es el verdadero objetivo de la fidelidad: desarrollar el carácter y mani­
festar lo que realmente domina nuestro corazón. Necesitamos entender que el
“uso” de los diezmos y las ofrendas es una cosa, y el “objetivo” de ellas es otro. Los
diezmos y las ofrendas son utilizados para hacer avanzar la causa de Dios, pero el
objetivo de su devolución es desarrollar nuestro carácter.
Por eso, cuando hablamos de fidelidad en la iglesia y para con nuestros hijos,
no deberíamos utilizar el argumento de que la causa de Dios necesita de recursos
para que la misión avance, y que por eso debemos ser fieles. Lo que realmente de­
beríamos enfatizar es cómo el egoísmo toma el control de nuestro corazón cuando
no somos fieles a Dios.
Imagina, por ejemplo, un niño que recibe una asignación de diez dólares y de­
vuelve un dólar de diezmo y otro de ofrenda. A lo largo de cinco años, habrá devuel­
to sesenta dólares de diezmo y el mismo monto de ofrenda. Ese valor no es capaz
de causar un gran impacto en la predicación del evangelio al rededor del mundo,
pero sí es capaz de generar un gran impacto en el carácter de ese niño.
Lo que más le importa a Dios no es la diferencia monetaria que nuestra ofrenda
hará, sino la diferencia que hará en nuestro carácter al revelar dónde está real­
mente nuestro tesoro. Por lo tanto, no soy fiel para recibir algo a cambio ni porque
la causa de Dios depende de mí, sino para entender el papel de la fidelidad en la
transformación de mi carácter.
Pídele a Dios que te ayude a comprender la importancia de la fidelidad para la
formación y la transformación del carácter. Pídele que te ayude a ser fiel en todos
los aspectos de la vida, incluso en la devolución de los diezmos, de las ofrendas y de
las ayudas para los más necesitados.

19
19 de abril

¿QUÉ OFRENDAS IMPACTAN MÁS?


“Honra al Señor con tus bienes, y con las primicias
de todos tus frutos” (Proverbios 3:9-12).

¿T e acuerdas del día de tu bautismo? ¿Recuerdas la emoción y el deseo de servir


a Dios con todo tu ser? Fue exactamente eso lo que Marcos sintió luego de su
bautismo. Se bautizó a los 19 años y quería buscar a Dios y servirlo de todo cora­
zón. Cierto día, escuchó en un sermón que las ofrendas entregadas y distribuidas
de acuerdo con los principios bíblicos producen un impacto mayor y un crecimiento
más equitativo.
Deseando que sus ofrendas produzcan el mayor impacto posible, le pidió al
pastor que le aclarara este tema. Su pastor le explicó que el acto de dar ofrendas
regularmente y la distribución de estas ofrendas deben seguir principios bíblicos.
Tres de estos son:
Regularidad: Esto significa que siempre que uno recibe un ingreso, debe haber
también una devolución de diezmos y de ofrendas.
Proporcionalidad: La ofrenda debe ser devuelta con base en un porcentaje fijo
de los ingresos, que es elegido por quien ofrenda.
Globalidad: Nuestro esfuerzo misionero, y en consecuencia también nuestras
ofrendas, deben llevar salvación a todo el mundo y no solo a la región en la que
vivimos. Para facilitar este proceso, la iglesia creó un plan de distribución de las
ofrendas llamado Plan de Ofrendas Combinadas.
Cuando tus ofrendas son distribuidas de acuerdo con este plan, entre el 50 % y
el 60 % es utilizado para apoyar la misión de la iglesia local; entre el 20 % y el 30 %
sostiene la misión en tu región (a nivel Asociación, Unión y División); y el 20 % apo­
ya la misión internacional, que es administrada por la Asociación General mediante
el Fondo para la Misión Global.
En los lugares donde se practica el Plan de Ofrendas Combinadas (más del 90 %
de las iglesias adventistas), cada ofrenda no específica es automáticamente distri­
buida para proporcionar y sostener de manera equitativa proyectos e iniciativas
misioneras a nivel local, regional e internacional. Pero en los lugares donde este
plan no ha sido adoptado, si alguien quiere producir un impacto global equitativo,
necesita distribuir manualmente sus ofrendas regulares.
Marcos le agradeció al pastor y regresó a su casa con la decisión de que sería
fiel en la devolución regular de los diezmos y las ofrendas.
Esa decisión es una manifestación de que hemos puesto nuestros deseos en
último lugar, y de que Dios y su causa están en primer lugar en nuestra vida.

20
26 de abril

¿DE CUÁNTO DEBE SER MI OFRENDA?


“Les aseguro que esta viuda pobre echó más que todos los demás en el
arca. Porque todos dieron de sus sobras, pero ella, de su pobreza,
echó todo lo que tenía, todo su alimento” (Marcos 12:43, 44).

C uando la viuda llevó su ofrenda al Templo, tomó dos decisiones. En primer lugar,
su ofrenda involucraría un gran sacrificio. En segundo lugar, escogió qué por­
centaje daría de su ofrenda. ¿Cómo sabemos eso? Jesús afirmó que la viuda ofreció
más que otros. Si el criterio fuera la cantidad, ella no podría haber dado más que
los demás, pues la Biblia asegura que ellos daban grandes sumas de dinero. Pero si
el criterio fuera porcentual, entonces la afirmación es verdadera. Ella estaba dando
el 100 % de lo que poseía y este fue el mayor porcentaje ofrendado en aquel día.
Comentando sobre esa historia, Elena de White afirma: “Así enseñó que el valor
de la dádiva no se estima por el monto, sino por la proporción que se da y por el
motivo que impulsa al dador” (Los hechos de los apóstoles, pp. 281, 282).
Para el diezmo, Dios escogió un porcentaje. La palabra “diezmo” literalmente
significa “décima parte”, refiriéndose a nuestros ingresos. Pero con relación a las
ofrendas, Dios dio libertad para que el adorador escoja el porcentaje que desea
devolver. En Deuteronomio 16:17, leemos: “Cada uno ofrecerá su don en proporción
a la bendición que el Señor su Dios le haya dado”.
¿Prestaste atención a la palabra “proporción”?
El porcentaje de las ofrendas puede revaluarse a medida que las bendiciones de
Dios aumentan la vida financiera.
Un buen resumen sería:
• Las ofrendas y diezmos deben ser entregadas con base en un porcentaje
fijo.
• Dios escogió el porcentaje del diezmo. El adorador elige el porcentaje de
las ofrendas.
De esta manera, los diezmos y las ofrendas no son entregadas por impulso o
de manera impensada. No es posible modificar el porcentaje del diezmo, pues ya
fue establecido por Dios. Pero deberíamos siempre estar ansiosos por aumentar la
proporción de ofrendas entregadas a la causa de Dios.
Hoy quiero invitarte a orar y a establecer tu porcentaje de ofrendas. Si ya de­
vuelves tus ofrendas con base en un porcentaje fijo, te invito en este momento a
orar y mantener el porcentaje o revaluarlo. Esa también es una de las maneras de
colocar el yo en último lugar y que Dios esté primero.

21
3 de mayo

¿QUÉ OFRENDA CAUSÓ MÁS IMPACTO?


“Estuve desnudo, y me cubrieron; enfermo, y me visitaron;
estuve en la cárcel, y vinieron a mí” (Mateo 25:36).

L a azada de Nadira golpeó el suelo. Contuvo el aliento y refregó el sudor de su


frente. Miró a su alrededor y solo vio el suelo seco y agrietado. Nadira, de cua­
renta años, ha estado manteniendo a sus seis hijos desde que su esposo dejó su ho­
gar hace dos años. “Lo más importante es que mis niños tengan algo para comer”,
dijo, mientras enderezaba su azada y buscaba algo de tierra buena.
Kenia ha estado enfrentando una severa sequía desde 2011. Con muy poca llu­
via por tanto tiempo, la violencia ha escalado, los comercios han cerrado y los cam­
pesinos son incapaces de cultivar la tierra.
Cuando la poca comida que tenían estaba a punto de terminarse, Nadira fue
alrededor de la aldea mendigando. “A veces siento el deseo de robar para que mis
hijos puedan comer”, confiesa. “Me siento avergonzada de que pensamientos como
este crucen por mi mente, pero tengo que continuar por mis niños. De otra manera,
la vida no tiene sentido”.
Justo cuando las cosas no podían estar peor, Nadira encontró esperanza me­
diante la intervención de la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asisten­
ciales (ADRA) de Kenia. Por cuatro meses, ADRA repartió alimentos nutritivos que
salvaron vidas. Nadira recibió casi cuarenta kilos de porotos y casi cuatro litros de
aceite vegetal, además de sal y otros alimentos básicos. Con estas provisiones, sus
hijos y nietos pasaron de comer una vez por día, si tenían suerte, a poder comer
tres veces al día. La respuesta de emergencia de cuatro meses fue seguida por un
eficiente programa de asistencia que le permitió a Nadira y a otras familias com­
prar comida en los mercados locales.
Fue doloroso para el jefe de la aldea de Nadira ver a su gente sufrir. “Para lo­
grar algo en esta situación de impotencia necesitamos de personas interesadas en
ayudarnos con comida, pero también a mejorar nuestra calidad de vida”, dijo él. “Le
agradezco a ADRA Kenia por el apoyo que le han brindado a mi pueblo”.
La Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales es la organiza­
ción mundial humanitaria de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. ADRA combate
la pobreza y ayuda a desarrollar comunidades en más de 130 países. Así, represen­
ta el amor incondicional de Jesús mediante un amplio espectro de programas de
ayuda y desarrollo. Para obtener más información acerca de ADRA, o para colabo­
rar de alguna manera, visita adra.org. ¡Gracias por apoyar el trabajo solidario de
ADRA con tus ofrendas para la misión mundial!

22
10 de mayo

CUIDANDO LAS FINANZAS


“No seas de los que se comprometen y salen fiadores
de deudas ajenas” (Proverbios 22:26).

L a satisfacción no siempre se consigue al obtener lo que queremos, sino también


al darnos cuenta de lo bendecidos que somos por lo que ya tenemos. En otras
palabras, no nos sentimos satisfechos porque tenemos todo lo que nos gustaría,
sino cuando somos agradecidos por las bendiciones recibidas por Dios.
Quizás alguien pueda pensar: “Me gustaba mi automóvil hasta que vi un mode­
lo más nuevo en la concesionaria”. O también: “Estaba satisfecha con mi ropa hasta
que di una vuelta por el centro comercial”. Esto revela que hay personas que nunca
están satisfechas, sin importar cuánto tengan.
A veces pensamos que si tuviéramos “solo un poco más”, todo estaría mejor. Sin
embargo, nuestra felicidad no puede ser alcanzada por medio de la acumulación
de bienes materiales. Eso no quiere decir que tú necesitas abandonar tus sueños
y metas, sino que debes contentarte con vivir dentro de tus ingresos a fin de no
incurrir en deudas.
Presta atención a los siguientes consejos para lograr la satisfacción financiera:
Primer paso: ¿Hacia dónde va mi dinero? Anota todos los gastos del mes. Sepa­
ra esos gastos en tres categorías: (1) gastos fijos que no pueden ser evitados (diez­
mo, ofrenda, alquiler, impuestos, etc.); (2) gastos necesarios, pero que varían de
mes en mes (alimentos, agua, electricidad, consultas médicas, combustible, etc.); y
(3) gastos no esenciales (entretenimiento, nuevos dispositivos electrónicos, etc.). Al
registrar tus gastos, sabrás cómo estás gastando tu dinero.
Segundo paso: ¿Cuáles son mis objetivos? ¿Quieres eliminar tus deudas? ¿Pre­
fieres economizar para gastos futuros como la adquisición de un automóvil, la
educación de tus hijos o la jubilación? Establece un objetivo mensual. Por ejemplo,
depositar cien dólares en una cuenta de ahorro para la jubilación. Incluye este valor
en tu plan de gastos.
Tercer paso: compara tus ingresos con tus gastos. ¿Tienes más ingresos que gas­
tos? Si es así, estás en el camino correcto. ¿Tienes más gastos que ingresos? En ese
caso, regresa al primer paso y fíjate en qué puedes cambiar. Tal vez estés gastando
de más en cosas superfluas.
Siguiendo estas reglas sabremos hacia dónde se está yendo el dinero; podre­
mos definir el objetivo que queremos alcanzar y tendremos un plan de gastos para
asumir el control de nuestras finanzas. El resto depende de ti. Ahora tienes el cono­
cimiento necesario, pídele sabiduría a Dios para tomar buenas decisiones.

23
17 de mayo

EN DIRECCIÓN AL CIELO
“A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en la
incertidumbre de las riquezas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas
en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos
en buenas obras, dadivosos, prestos a compartir” (1 Timoteo 6:17, 18).

G eorge W. Truett, un conocido pastor, fue invitado en una ocasión para almorzar
en la casa de un hombre muy rico. Después de disfrutar de la comida, el anfi­
trión lo llevó a un lugar donde podían tener una buena vista de los alrededores de
la mansión. Apuntando hacia unos pozos de petróleo que podían verse en el hori­
zonte, el anfitrión exclamó: “Hasta donde usted puede ver, todo es mío”. Mirando en
la dirección opuesta, hacia unos campos de grano, dijo: “Todo eso también es mío”.
Luego miró hacia el este, en dirección a unos enormes rebaños de ganado y se jac­
tó: “Todos esos animales también son míos”. En seguida, mirando hacia un hermoso
bosque en dirección oeste, exclamó: “Eso también es mío”. Luego hizo una pausa,
esperando que el pastor lo elogiara por todo su éxito. Sin embargo, George colocó
una mano en el hombro de su anfitrión y apuntando al cielo con su otra mano sim­
plemente dijo: “¿Y cuánto tienes en esa dirección?” El hombre agachó la cabeza y
confesó: “Nunca pensé en eso”.
El texto bíblico que leímos es una exhortación de Pablo para cada uno de no­
sotros. El versículo nos ayuda a entender que la cura para el mal que produce la
acumulación de riquezas se encuentra en ser fiel a Dios y generoso para con el pró­
jimo. Cuando somos fieles en los diezmos y las ofrendas, y generosos con los más
necesitados, estamos recordando que lo que tenemos no nos pertenece. Entende­
mos que los recursos que tenemos en nuestras manos son una evidencia de Dios
en nuestra vida y no de nuestra propia capacidad de adquirir o acumular recursos.
Elena de White resume bien este concepto:
“Satanás utiliza los tesoros mundanales para entrampar, seducir y engañar a
las almas, con el fin de llevarlas a la ruina. Dios ha dado instrucciones acerca de la
manera como se deben utilizar sus bienes para aliviar las necesidades de la huma­
nidad sufriente, para promover su causa, para edificar su reino en el mundo, para
enviar misioneros a las regiones lejanas y para proclamar el conocimiento de Cristo
en todas partes del mundo” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 136).
¡Nunca debemos olvidar en qué dirección deben estar nuestras verdaderas
riquezas!

24
24 de mayo

EL DIOS DE LOS PEQUEÑOS COMIENZOS


“Porque para el Señor no es difícil salvar con muchos o con pocos” (1 Samuel 14:6).

S omos peregrinos en una tierra de amor y sufrimiento, pero la confianza en Dios


es la decisión de colocar a Dios en primer lugar en todos los aspectos donde
haga la diferencia al enfrentar los momentos difíciles de la vida. Ese podría ser el
resumen de vida de Edinilson y Rose. Esta pareja es originaria de Manaus, en el
norte del Brasil.
Ambos trabajaban con un pequeño camión frigorífico distribuyendo alimentos
congelados a los supermercados de la región en la que vivían. Sin embargo, tres ve­
ces fueron asaltados y perdieron todo lo que poseían. Habían acumulado muchas
deudas y no sabían qué hacer.
En ese momento se pusieron de rodillas y decidieron colocar toda la situación
en las manos de Dios. Después de orar, sintieron claramente que deberían comen­
zar un nuevo negocio con lo que aún tenían en sus manos. Sin embargo, todo lo que
les quedaba eran cinco dólares. ¿Qué podrían hacer con un monto tan pequeño?
Su fe en Dios los hizo confiar en que si Dios realmente era lo primero en su vida,
él sería capaz de transformar esta pequeña suma de dinero en algo grandioso. La
pareja tuvo la idea de ir a un supermercado y comprar ingredientes para elaborar
16 panes integrales. Después de cocinar los panes, saldrían a venderlos entre sus
amigos y vecinos.
Rápidamente, vendieron esos 16 panes y, emocionados, reconocieron la pode­
rosa mano de Dios en este nuevo negocio. Después de devolver el diezmo y las
ofrendas, usaron el resto para comprar más ingredientes y hacer más panes. Y
así, de esta manera tan simple, comenzaron lo que hoy es una empresa con quince
empleados que produce 45.000 panes por mes.
Ellos decidieron reconocer la mano de Dios en sus negocios de tres maneras:
1. Ayudando a otros hermanos a emprender sus propios negocios con lo que
tienen en sus manos.
2. Compartiendo las orientaciones de vida saludable con otras personas.
3. Devolviendo fielmente los diezmos y una ofrenda regular del 15 % de to­
das las ganancias de la empresa.
Primero Dios, esa es la esencia de la vida de esta bendecida pareja, y hoy ellos
pueden afirmar que todas las cosas que necesitan están siendo aumentadas cada
día por la poderosa mano de Dios.

25
31 de mayo

POR TODO EL MUNDO


“Hasta dos mil trescientos días de tardes y mañanas.
Entonces el santuario será purificado” (Daniel 8:14).

E l capítulo 8 de Daniel presenta una profecía espectacular. Nosotros la conoce­


mos como la profecía de las 2.300 tardes y mañanas. El texto bíblico revela que
L
p
al final de ese período profético ocurrirían dos cosas: (1) en el Cielo, el Santuario m
sería purificado; y, (2) en la Tierra, serían restauradas las verdades pisoteadas a lo
largo de los 2.300 años. A continuación, nos enfocaremos en este segundo punto. s
Al final de esa profecía, en 1844, un grupo de personas de diferentes iglesias v
comenzaron a estudiar la Biblia minuciosamente y percibieron que había verdades
bíblicas que estaban siendo rechazadas u olvidadas. p
Inicialmente, ellos no tenían ningún deseo de iniciar un nuevo movimiento reli­ ja
gioso. Lo que buscaban era llevar las verdades bíblicas a sus iglesias. Sin embargo, c
debido al rechazo de esas verdades, decidieron, entre los días 20 al 24 de mayo de s
1863, organizar la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día. q
Toda esa profecía se repite en el libro del Apocalipsis, donde ese remanente
fiel recibe el mandato de proclamar la verdad en toda la tierra: “[...] a toda nación y m
tribu, lengua y pueblo” (Apoc. 14:6). re
Fue por este llamado misionero mundial que la Iglesia Adventista decidió no n
seguir el sistema de gobierno adoptado por la mayoría de las iglesias cristianas, s
llamado “congregacionalismo”. Ese sistema de gobierno tiene como énfasis la igle­ re
sia local, que dirige la mayor parte de los planes y acciones de la iglesia. Eso limita
la visión global e impide que todas las congregaciones se unan con el propósito de
llevar el evangelio a todo el mundo.
Como nuestro llamado profético es mundial, tenemos que ser dirigidos por un “C
sistema que lleve el mensaje a cada tribu, lengua y nación. De esa manera, la Iglesia P
Adventista del Séptimo Día decidió seguir un sistema representativo, en el cual h
todas las iglesias se unan en doctrina, misión y recursos para que el mensaje llegue p
con mayor rapidez a todo el planeta. En la práctica eso funciona así: a
Si tus ofrendas son distribuidas siguiendo el Plan Combinado de Ofrendas (que d
es recomendado y promovido por la Asociación General), entonces entre el 50 % y p
el 60 % ayuda a apoyar la obra misionera de tu iglesia local. Del 20 % al 30 % apoya
los esfuerzos misioneros de tu Asociación/Misión y el 20 % siempre apoya al Fon­ n
do Misionero Mundial, apoyando así de manera equilibrada a todos los proyectos g
misioneros mundiales de la iglesia.

26
7 de junio

PRINCIPIOS BÍBLICOS DE LA OFRENDA


“Nosotros lo amamos a él porque él nos amó primero” (1 Juan 4:19).

L a Biblia presenta diferentes principios sobre las ofrendas. Y uno de los principios
más importantes es que el monto de la ofrenda debe ser definido con base en un
porcentaje escogido por el adorador, y que ese porcentaje debe ser desafiante, de
manera que nos haga entender el significado de ese sacrificio.
No se trata de la cantidad, sino del valor que implica ese sacrificio. Ante esta
situación, tenemos que detenernos a pensar: “¿Será que en algún momento de mi
vida hice un verdadero sacrificio por la causa de Dios?”
Tratando este tema, Elena de White escribió: “¡Cuán grande fue el don hecho
por Dios al hombre, y cuán propio de Dios fue hacerlo! Él dio con una liberalidad que
jamás podrá ser igualada, con el fin de salvar a los rebeldes hijos del hombre e indu­
cirlos a ver su propósito y a discernir su amor. ¿No quieren demostrar por medio de
sus dones y ofrendas que no hay nada que consideran demasiado bueno para aquel
que ‘ha dado a su Hijo unigénito’?” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 27).
En una ocasión, el misionero escocés Alexandre Duff regresó a su patria para
morir allí después de muchos años de trabajo y arduas luchas en la India. En una
reu­nión en su iglesia, él predicaba y apelaba a sus correligionarios para que conti­
nuaran su obra. Sin embargo, nadie atendía a su llamado. Él insistía con tanta pa­
sión que se desmayó al lado del púlpito. Un médico examinaba su corazón cuando,
repentinamente, Alexandre abrió sus ojos y dijo:
–Debo volver al púlpito. Necesito continuar el llamado.
–Cálmese –le aconsejó su médico–. Su corazón está muy débil.
Pero el misionero no se conformó. Regresó al púlpito y continuó su llamado:
“Cuando la reina Victoria solicitó voluntarios, cientos de jóvenes se presentaron.
Pero cuando el rey Jesús llama, nadie quiere escuchar. ¿Será que Escocia no tiene
hijos para atender ese pedido de la India? Muy bien. Si Escocia ya no tiene jóvenes
para enviar a la India, iré yo mismo nuevamente, para que el pueblo allí sepa que
al menos un escocés todavía se preocupa por ellos”. Cuando el veterano soldado
de Cristo dejó el púlpito, el silencio fue quebrado por una multitud de jóvenes que
proclamaron: “¡Yo voy! ¡Yo voy! ¡Yo voy!”
Que la comunión diaria con Dios y la comprensión del sacrificio hecho en la Cruz
nos lleven a ofrecer lo mejor por su causa y a entregar una ofrenda de manera
generosa y feliz.

27
14 de junio

APRENDER A VIVIR
“No lo digo porque tenga necesidad, pues aprendí a contentarme con cualquier
situación. Sé vivir en pobreza y en abundancia; aprendí a estar contento en toda
situación, bien alimentado o con hambre, en abundancia o en necesidad.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:11-13).

E ste es uno de los textos más conocidos y apreciados del Nuevo Testamento.
Nos enseña profundas lecciones sobre cómo dirigir nuestra vida financiera de
acuerdo con el plan divino. Presta atención a la manera en que Pablo, el autor de
este texto, no dice: “Disfruto de vivir en la pobreza”, sino que dice: “Aprendí a estar
contento en toda situación”.
Pablo no nos está aconsejando a disfrutar de las dificultades y la escasez, sino
que nos está diciendo que a lo largo de la vida probablemente enfrentaremos si­
tuaciones difíciles y necesitaremos adaptarnos a ellas sin desesperar. Las adversi­
dades siempre llegan a la vida de todos, y aprender lo que Pablo aprendió hará una
diferencia entre sentir paz o desesperación.
La pregunta que deberíamos hacernos es: ¿cómo podemos aprender lo que Pa­
blo aprendió? La clave para la comprensión de una vida como la de Pablo está en
los versículos 11 al 13.
En el versículo 11 él dice: “Aprendí a contentarme con cualquier situación”.
Nunca aprenderemos a enfrentar momentos de adversidad si no aprendemos
a contentarnos con lo que tenemos. Una manera de hacer eso es evitar las deudas
a cualquier costo. En su mayoría, las deudas son producto del descontentamiento
en tener lo que tenemos. Y para adquirir lo que no tenemos, contraemos deudas.
En segundo lugar, la fidelidad en los diezmos y las ofrendas es una declaración
de que no todo me pertenece y de que soy capaz de contentarme apenas con lo que
tenga en mis manos.
En el versículo 13, Pablo afirma: “Todo lo puedo en Cristo”. Imagino que tú cono­
ces personas capaces de decir: “Con lo que tengo puedo comprar cualquier cosa y
puedo hacer lo que quiera”. Pero la invitación bíblica nos lleva a asegurar: “Porque
estoy en Cristo, ‘poseo todas las cosas’ ”. Una solución para aprender a contentar­
nos es saber que en Cristo ya poseo todo lo que realmente tiene valor y que, en
medio de dificultades, la presencia divina es mi refugio.
Permite que Dios te conduzca por el camino del contentamiento, evitando las
deudas y siendo fiel a Dios.

28
21 de junio

UN CANAL SIEMPRE FLUIDO


“Porque al que tiene le será dado, y tendrá en abundancia. Y al
que no tiene, aun lo que tiene le será quitado” (Mateo 25:29).

E l 23 de marzo de 2021, el barco Ever Given, un carguero de 400 metros, encalló


en el Canal de Suez, bloqueando completamente el paso de todos los navíos
que debían atravesarlo. El canal de Suez fue planeado por Ferdinand de Lesseps,
un empresario y diplomático francés. Su construcción llevó diez años: entre 1859 y
1869; y contó con una participación de un millón de obreros egipcios.
El incidente con el Ever Given tuvo grandes consecuencias, porque aproximada­
mente el 10 % del comercio marítimo internacional pasa por esa vía. Cerca de 422
barcos, cargados con unos 26 millones de toneladas de mercancías, permanecie­
ron bloqueados durante los días en que la embarcación permaneció encallada. Los
daños económicos superaron los 38.000 millones de dólares, en torno a los 400
millones por hora.
El canal de Suez es la ruta marítima más rápida hacia el Oriente Medio y Asia
desde Europa. Una ruta alternativa alargaría unos quince días la navegación y au­
mentaría el costo del transporte entre 15 % y 20 %.
Algunas veces pasa algo similar con nuestra fidelidad. Es posible que el canal de
nuestras ofrendas esté bloqueado por nuestra infidelidad o desconfianza, incluso
por querer redirigir las ofrendas solo a proyectos locales. A través de la ofrenda
regular, los recursos pueden llegar a cada parte del planeta, llevando la salvación
a todos los pueblos.
Presta atención a la siguiente cita de Elena de White: “El Señor no se propone
venir a este mundo para poner oro y plata a disposición del adelantamiento de su
obra. Proporciona recursos a los hombres para que estos, mediante sus donativos
y ofrendas, mantengan su obra en progreso. [...] Y si los hombres están dispuestos
a convertirse en conductos a través de los cuales las bendiciones del Cielo puedan
fluir hacia otros, el Señor mantendrá esos canales provistos” (Consejos sobre ma-
yordomía cristiana, p. 40).
Cuando decidimos que un determinado porcentaje de nuestro ingreso sea dado
regularmente como un pacto, un flujo constante de recursos regará la semilla del
evangelio que fue plantada por nuestros fieles misioneros. Puede que nuestra
ofrenda no represente un gran monto de dinero; pero, si todos hacemos lo mis­
mo, el resultado será significativo. Dios bendecirá lo que damos para que nuestras
ofrendas puedan rodear el mundo con el mensaje del amor de Jesús.
Pidámosle a Dios que nada bloquee el canal por donde las bendiciones de Dios
pasan a través de nosotros.

29
28 de junio

SERIEDAD EN EL USO DE LOS RECURSOS


“Hágase todo decentemente y con orden” (1 Corintios 14:40).

T enemos muchos motivos para alabar a Dios por la forma en que ha dirigido a la
Iglesia Adventista del Séptimo Día. La forma en la que se ha proclamado la ver­
dad , la ayuda que la iglesia ha ofrecido a la sociedad y las vidas que se han salvado
para el Reino de Dios son apenas algunos de los aspectos que nos deben llevar a
decir: “¡Alabado sea Dios!”
Existe otro punto que debe traer gratitud al corazón, y es la forma en que se
han gestionado los recursos de la iglesia. Somos parte de una denominación que
tiene un respetable control de las finanzas. La iglesia sigue un riguroso sistema de
tesorería, auditoría y reglamentos que controlan cada centavo de sus recursos, a
fin de que el dinero sea aplicado en la predicación del evangelio. Regularmente,
las instituciones de la iglesia entregan sus balances financieros en sus comisiones
directivas para que el uso de los recursos sea transparente y honesto.
Podemos pensar que el cuidado y la seriedad en el uso de los recursos es solo
una obligación de los tesoreros y auditores, pero existe una manera en que toda
persona que diezma y ofrenda puede ayudar a que la iglesia tenga un manejo res­
ponsable de los recursos. Se trata del simple acto de identificarse en el sobre de los
diezmos y las ofrendas, sea que entregues tus diezmos de manera virtual o física.
Esa acción es muy eficaz para generar responsabilidad y transparencia. Solamente
los miembros que se identifican en el sobre pueden recibir los recibos que com­
prueban que el monto entregado realmente está cumpliendo su propósito. De la
misma manera, para que las ofrendas sueltas sean una opción aceptable, debemos
siempre optar por identificar la donación que estamos haciendo. Cuando nos iden­
tificamos, el servicio de auditoría puede hacer su trabajo, y se creará una cadena de
condiciones que permitirá que la iglesia actúe con transparencia y responsabilidad.
Elena de White afirma: “El plan de Dios en el sistema del diezmo es hermoso por su
sencillez e igualdad. Todos pueden practicarlo con fe y valor porque es de origen
divino. En él se combinan la sencillez y la utilidad, y no requiere profundidad de co­
nocimiento para comprenderlo y ejecutarlo. Todos pueden sentir que son capaces
de hacer una parte para llevar a cabo la preciosa obra de salvación” (Consejos sobre
mayordomía cristiana, p. 77).
La transparencia y la seriedad en el uso de los recursos de la iglesia ayudan a
promover la preciosa obra de salvación. Por eso, toma la decisión de identificarte
siempre al entregar los diezmos y las ofrendas.

30
5 de julio

SALVADO TRES VECES


“Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho,
sino por su misericordia, por el lavamiento regenerador
y renovador del Espíritu Santo” (Tito 3:5).

L i pasó su juventud como un obrero de la construcción en Taiwan. Impulsado


por el deseo de avanzar en su carrera, trabajaba duro, día tras día, semana tras
semana. El constante estrés se volvió tan intenso que comenzó a fumar, beber y
apostar. El estilo de vida de Li se convirtió en un gran problema para su familia, y
su esposa lo abandonó. No mucho después, Li sufrió una apoplejía. Necesitó de una
cirugía de emergencia para quitar un coágulo, y logró sobrevivir. Pero eso no fue
suficiente para cambiar el estilo de vida de Li, y continuó viviendo con los mismos
hábitos de siempre.
En una ocasión, Li conversó con un primo que compartió con él algunos con­
sejos divinos para que tuviera una buena salud. Su primo también le transmitió la
esperanza que Jesús le traía a su vida. Li rechazó estas ideas, pero bromeando dijo
que un día se uniría a la iglesia.
Veinte años más tarde, Li terminó en el hospital de nuevo. Había tenido un ata­
que cardíaco y tenía suerte de estar vivo. Recordó las palabras de su primo y clamó
a Dios para estar con él.
Mientras estaba en el hospital, Li se puso en contacto con una iglesia adventista
local, y varios miembros se acercaron para orar por él.
La iglesia dirigía un Centro Urbano de Influencia en el centro de la ciudad, un
lugar donde los miembros de la iglesia trabajan para ayudar a satisfacer las nece­
sidades de las personas y llevarlas a Jesús. Los miembros de la iglesia ayudaron a
Li, le hicieron compañía. Le trajeron alimentos y comida saludable, y oraron con él.
Esto cambió su vida.
Un sábado de mañana, Li escuchó una canción y sintió que el Espíritu Santo
estaba tocando su corazón. En ese momento, aceptó al Señor y decidió ser bauti­
zado. Sabía que Dios había salvado de nuevo su vida, pero esta vez de una manera
diferente. Li ahora sirve como diácono en su iglesia y participa activamente en el
Centro Urbano de Influencia.
En 2018, parte de las ofrendas misioneras fueron utilizadas para construir va­
rios Centros Urbanos de Influencia en Taiwán. Mediante la obra de estos centros,
muchas personas como Li han llegado a aceptar a Jesús.

31
12 de julio

PENSÉ QUE SERÍA IMPOSIBLE


“La integridad encamina a los rectos, pero la perversidad
destruye a los pecadores” (Proverbios 11:30).

S ugandai logró algo que nunca había soñado que podría vivir. Ella tenía una salud
muy débil y se enfermaba a menudo por largos períodos. Necesitaba de costo­
sos medicamentos para sobrevivir. Sus enfermedades le impedían hacer muchas
cosas. Pero con la ayuda del Life Hope Center, en Trinidad, su vida mejoró.
“Solía sentirme muy enferma, pero con actividad física y una dieta controlada,
ya no necesité seguir tomando mis medicamentos”, dijo Sugandai. “Ahora hago co­
sas que no podía hacer antes. A los 55 años, tengo una vida tan buena que pensé
que sería imposible vivir así”.
El Life Hope Center es un Centro Urbano de Influencia en la ciudad de Brickfield
en la isla de Trinidad. Uno de los templos hindúes más grandes en el país está a unas
pocas cuadras de distancia. Cada vez que los visitantes pasan junto al Life Hope
Center, son atraídos por el colorido cartel que ofrece una variedad de servicios
diseñados para satisfacer las necesidades de la comunidad. Christine Mathura, la
directora del Centro, realizó una evaluación de las necesidades de la comunidad an­
tes de que este abriera sus puertas. “Encontramos que los niños en esta comunidad
no sabían leer apropiadamente”, explicó Christine. “Así que inscribimos no solo a los
niños, sino también a los padres, para que puedan aprender juntos”.
El Life Hope Center comenzó a ofrecer clases de literatura y matemática para
niños de entre seis y quince años, y un programa preescolar para niños más pe­
queños. Para los adultos, el Centro ofrece clases de actividad física y vida sana,
a fin de enseñarle a la comunidad cómo prevenir las enfermedades y mejorar la
calidad de vida.
El enfoque holístico del Life Hope Center ha ayudado a muchas personas con
clases educativas, y de temáticas de salud, a encontrar esperanza en Jesús. Los
empleados regularmente reciben pedidos de consejería espiritual, clases bíblicas y
oración. “Gracias al Centro, fuimos capaces de plantar una iglesia”, expresó Christi­
ne, “y ahora tenemos 25 personas asistiendo a los cultos.
Por todo el mundo hay docenas de Centros de Influencia como este. Ora por
estos proyectos para que, mediante la amistad y la compasión, las personas pue­
dan vislumbrar el amor de Dios. ¡Gracias por cambiar vidas con tus ofrendas para
la Misión Global! En 2018, algunas ofrendas misioneras fueron enviadas a Trinidad
para ayudar a este Centro de Influencia.

32
19 de julio

UNA VIDA DEDICADA


A LA CAUSA DE DIOS
“Y no hicieron como esperábamos, sino que se dieron a sí mismos primero
al Señor y a nosotros por la voluntad de Dios” (2 Corintios 8:5).

E n una ocasión, un misionero había desafiado a los miembros de su iglesia a ha­


cer un sacrificio en pos de la causa de Dios. Poco después, al visitar a una de las
familias más pobres de la iglesia, no podía creer lo que veían sus ojos. Cuando llegó
a la casa, vio que el hijo mayor estaba empujando el arado en vez de usar al único
buey que la familia tenía. El misionero preguntó:
–¿Dónde está el buey?
Se llevó una sorpresa cuando la familia respondió que lo habían vendido para
llevar una ofrenda a fin de ayudar a edificar una nueva iglesia en donde la gente
pudiera adorar a Dios. El misionero comenzó a llorar cuando entendió la enormidad
del sacrificio hecho por esta familia.
En 2 Corintios 8, Pablo presenta el ejemplo de la iglesia de Macedonia para
enseñar los principios de la verdadera fidelidad. Los cristianos macedonios vivían
en la pobreza extrema y eran perseguidos por creer en el Señor Jesús. Muchos en
condiciones similares buscarían la autopreservación, pero no los macedonios.
La fidelidad de esa iglesia nos enseña los siguientes principios:
Las limitaciones temporales no significan limitaciones espirituales. El ejemplo de
Macedonia es más que elocuente para quienes sirven en la iglesia en una posición
de pobreza. Oramos por nuestra situación y nos preguntamos: “¿Qué podemos dar
al Señor cuando somos tan pobres?” Algunos de nuestro pueblo pueden estar pa­
sando por pruebas y desafíos financieros, pero el fuerte ejemplo de los macedonios
silencia todas las excusas hasta que somos obligados a confesar que es nuestro
egoísmo y autopreservación lo que nos impide dar generosamente a la causa de
Dios. Ellos habían comprendido la grandiosa dádiva de la gracia de Dios.
Por naturaleza, somos egocéntricos y no podemos dar generosamente. Para dar
a la causa de Dios libremente, tenemos que encontrar la gracia de Dios en la perso­
na de Jesucristo. Comprender el sacrificio que hizo por nosotros en la Cruz tocará
nuestros corazones, derritiendo el egoísmo que reside en ellos.
El secreto de la verdadera adoración se encuentra en la entrega de nosotros
mismos a Dios. Cuando Cristo posee nuestros corazones, también poseerá nues­
tras billeteras y carteras. Tenemos buenos ejemplos para seguir y necesitamos
ahora la presencia de Dios para que nos dé la fuerza y la capacidad de hacer lo
que debe ser hecho.

33
26 de julio

LA VOZ DE LA PROFECÍA
“Entonces vi otro ángel que volaba por el cielo con el evangelio eterno
para predicarlo a los que habitan en la tierra, a toda nación
y tribu, lengua y pueblo” (Apocalipsis 14:6).

H. M. S. Richards nació en el estado de Iowa el 28 de agosto de 1894. A los 17


años, Richards decidió seguir los pasos de su padre y de su abuelo, convir­
tiéndose en predicador. En una ocasión, su hermano, quien era conductor de un
senador norteamericano, lo invitó a una fiesta de demostración para inaugurar una
novedad en la zona: una estación de radio. El joven Richards no se perdió una sola
palabra de la explicación de este nuevo invento y comenzó a soñar cómo usar esta
tecnología para predicar el evangelio.
Al graduarse en 1919, comenzó una carrera como evangelista y comenzó a pre­
dicar en carpas. Para garantizar grandes audiencias, Richards escogía ciudades con
estaciones de radios y pagaba comerciales cortos invitando a que asistieran a las
reuniones.
El 19 de octubre de 1929, dio un sermón de quince minutos en la radio Los Án­
geles KNX, reflexionando sobre las profecías bíblicas. En 1937, Don Lee, el dueño
de una red de radios, acordó transmitir un nuevo programa de evangelismo en sus
estaciones. Así nació el programa La Voz de la Profecía.
A medida que las transmisiones alcanzaban más y más hogares, se desarrolló
un sistema paralelo de estudios bíblicos para los oyentes. Como las cartas no cesa­
ban de llegar, Richards necesitó de más espacio para organizar todo el correo. Sin
tener muchas opciones, renovó un gallinero y lo utilizó como la primera oficina para
La Voz de la Profecía.
La iniciativa de Richards se esparció por todo el mundo. Hoy en día, la iglesia
tiene más de 160 centros de multimedia y un inmenso legado de personas conver­
tidas. Mediante el poder del Espíritu Santo, esta obra ha crecido y ha hecho posible
que el evangelio se esparza por todo el mundo.
Mediante nuestros diezmos y ofrendas misioneras, podemos participar en este
y otras poderosas iniciativas para la predicación del evangelio. Elena de White de­
clara: “Si todos los que pretenden ser hijos e hijas de Dios, cumplieran concienzu­
damente con su obligación hacia Dios y sus semejantes en materia de diezmos y
ofrendas, una abundancia de recursos afluiría a la tesorería para sostener la obra
de Dios en sus diferentes ramos por todo nuestro mundo” (Consejos sobre la obra
de la Escuela Sabática, p. 155).
Haz un pacto con Dios para dar un porcentaje específico de tus ganancias regu­
larmente a fin de que puedas tener parte en la obra de Dios alrededor del mundo.
¡Gracias por cambiar vidas con tus ofrendas misioneras!

34
2 de agosto

EN CASA, PERO AUN ASÍ


LEJOS DE LA PATRIA
“Todos estos, hasta morir, vivieron por la fe, sin haber recibido las promesas,
mirándolas de lejos, saludándolas y confesando que eran
peregrinos y forasteros en la tierra” (Hebreos 11:13).

E lwin Winthrop Snyder nació el 26 de febrero de 1965, en los Estados Unidos.


A los 18 años fue llamado a la obra del colportaje. Tuvo un considerable éxito,
lo cual lo llevó a ser nombrado director del Ministerio de Publicaciones de la Aso­
ciación de Pennsylvania. Su capacidad de liderazgo llamó la atención de la Junta
de Misiones Extranjeras de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Por lo tanto, en
junio de 1891, fue invitado a reunir un equipo de tres colportores para comenzar
oficialmente el ministerio de las publicaciones en Sudamérica. Snyder, de solo 26
años, escogió a otros dos jóvenes, August Stauffer y Clair Nowlen, de 32 y 26 años
respectivamente, para ayudarlo en este emprendimiento.
Snyder y sus acompañantes partieron hacia Sudamérica para iniciar la obra
adventista en varios países sudamericanos. Snyder también se encargó de ser se­
cretario del campo misionero y viajó a lo largo de Sudamérica. En 1901, Snyder se
enfocó en la predicación del mensaje en el Paraguay, cuando supo que había cuatro
guardadores del sábado allí. En su viaje a este país, pasó seis meses alentando a los
pocos adventistas en ese país y buscando nuevos conversos a través de campañas
de evangelismo. En uno de sus relatos, habló de la alegría de bautizar a cinco nue­
vos conversos. Durante aproximadamente catorce años, Snyder trabajó en Suda­
mérica hasta que su salud empeoró. Nunca logró recuperar las fuerzas y falleció a
los 54 años, dejando un legado de valentía y espíritu emprendedor.
Muchos de los primeros esfuerzos misioneros del mundo fueron llevados a
cabo por extranjeros que dejaron su patria para dedicar sus vidas a predicar el
evangelio. Nuestras ofrendas deben ser dadas como una promesa, como un pacto
con Dios. Al dar regular y fielmente una proporción de nuestros ingresos, apoya­
mos los programas que Dios ha instituido para alcanzar a cada persona sobre este
planeta a fin de que Jesús vuelva pronto.
Ahora es nuestro turno de invertir en el envío de misioneros a otras partes del
mundo, en gratitud por lo que alguna vez fue hecho en nuestro favor. “Dios le ha
dado preciosos privilegios y ventajas al enviarle la luz de su verdad, y usted ha de
aprovechar estas bendiciones, y permitir que otros compartan las misericordias de
Dios” (Elena de White, Reflejando a Jesús, p. 198).

35
9 de agosto

LIBERTAD FINANCIERA
“El rico domina al pobre, y el que toma prestado
es siervo del que presta” (Proverbios 22:7).

P or más duro que parezca, este versículo de Proverbios es una realidad. Sin em­
bargo, Dios presenta en su Palabra diferentes orientaciones para que tú tengas
libertad completa, incluso en el aspecto financiero de la vida.
En una ocasión, un miembro de la iglesia se acercó al tesorero y le dijo:
–Necesito un consejo financiero. Durante años he luchado con problemas finan­
cieros, pero hasta ahora nunca tuve el valor de pedir ayuda. Usted es un tesorero.
Por favor, ¡ayúdeme!
–Después de devolver el diezmo y las ofrendas, ¿cómo gasta usted su dinero
mensualmente? –preguntó el tesorero–. ¿Tiene un control de cuánto gasta usted
cada mes?
–¡Oh! No tengo idea –respondió él.
Tal vez esa sea tu realidad actualmente. Si alguien no sabe en qué gasta su di­
nero, generalmente encontrará difícil vivir de acuerdo con sus recursos financieros
disponibles. Por eso, todos necesitan aprender tres simples pasos para alcanzar la
libertad financiera.
Practica la autodisciplina. Coloca todos los gastos bajo el control de Dios. Al
hacer esto, te convertirás en un gerente de finanzas de Dios y todos los gastos
deben, por lo tanto, ser realizados de acuerdo con el punto de vista de Dios. Con la
orientación divina, cualquier mal hábito puede ser quebrado.
Ten un presupuesto mensual. Determina qué gastos tendrás en cada área de tu
vida. Haz el compromiso de mantenerte dentro del presupuesto. Presta atención a
que tu plan sea realista. Tener un presupuesto es la forma en que las personas pue­
den organizar y controlar sus recursos financieros, definir y realizar sus objetivos,
y decidir anticipadamente cómo el dinero va a trabajar para el bien de la familia.
Cada compra debe ser considerada a la luz del presupuesto establecido, las
compras compulsivas deben ser evitadas, especialmente las realizadas con tarje­
tas de crédito.
Rinde cuentas de tus gastos. Incluye a otra persona en la planificación de tu
presupuesto. Eclesiastés 4:9 y 10 dice: “Mejores son dos que uno, porque tienen
mejor paga de su trabajo. Porque si uno cae, el otro lo levanta. ¡Ay del solo! Cuando
cae, no tiene quien lo levante”. Si alguien revisa las cuentas, te sentirás más inclina­
do a ser cauteloso con tus gastos habituales.
Pídele a Dios sabiduría para guiar los aspectos de tu vida financiera, esa es una
de las maneras que te llevarán a colocar tus deseos en último lugar, y a Dios en
primer lugar.

36
16 de agosto

LO MEJOR PARA LA CAUSA DE DIOS


“Asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme
de que no he corrido ni trabajado en vano” (Filipenses 2:16).

U n sábado de mayo de 1863, Elena de White estaba en una tienda donde se rea­
lizaban reuniones en Battle Creek y observó a una familia entrar tímidamente.
Pocas semanas antes, ella había tenido una visión sobre esa familia y había
visto su intenso deseo de conocer la verdad. También pudo ver que algunos de ellos
serían valiosos siervos en la causa de Dios. Maude Sisley Boyd era una de las hijas
de esa familia. A los 16 años ya estaba trabajando como editora para la iglesia. El
contacto con otros pioneros le hizo sentir un fuerte deseo de servir integralmente
a la causa de Dios. Una tarde, mientras estaba orando, oyó una voz clara que le
preguntaba: “¿Estás dispuesta a hacer cualquier cosa que el Señor desee?”
Tuvo la impresión de que Dios le pediría algo que ella no sentía deseos de hacer.
Arrodillándose allí mismo, comprendió en su mente que no había realizado una en­
trega tan completa como suponía. Parecía que no podía encontrar las palabras: “Sí,
Señor, haré todo lo que me pidas”.
Maude oró y lloró, pero no sintió ningún alivio a la certeza de la condenación.
Finalmente, cerca de la medianoche, ella confesó: “Oh, Señor Jesús, yo te amo.
Sí, te amo. Pero no puedo hacer una entrega completa con mis propias fuerzas. Sin
embargo, Jesús, deseo que el Señor haga eso por mí”.
Inmediatamente sintió una profunda paz. La mañana siguiente, recibió una car­
ta de la Asociación General invitándola a viajar a Basilea, Suiza, con el objetivo de
ayudar al pastor John N. Andrews en la obra de publicaciones. Ella tuvo la certeza
de que no hubiera aceptado la invitación si el ángel del Señor no la hubiese visitado
la noche anterior. En 1887, ella fue parte del primer grupo de misioneros envia­
dos por la iglesia hacia África. También sirvió en otros países, como Inglaterra y
Australia.
Tal vez Dios esté pensando en llamarte para una entrega completa. ¿Por qué no
responder como Maude? Recuerda: “No tiene límite la utilidad de quien, poniendo
el yo a un lado, da lugar a la obra del Espíritu Santo en su corazón y lleva una vida
consagrada por completo a Dios” (El ministerio de la curación, p. 116).

37
23 de agosto

SIN MIEDO DE NAVEGAR


MARES DESCONOCIDOS
“Entonces vi otro ángel que volaba por el cielo con el evangelio
eterno para predicarlo a los que habitan en la tierra, a toda
nación y tribu, lengua y pueblo” (Apocalipsis 14:6).

¿P uedes imaginarte atravesando los océanos y viviendo una nueva aventura


cada día? Este era el sueño de José Bates, que creció mirando los barcos ba­
lleneros entrando y saliendo del puerto junto a la ventana de su habitación. La
mente del muchacho navegaba con estos botes mientras crecía en New Bedford,
Massachusetts. En un intento de disuadirlo de sus sueños, sus padres lo enviaron
siendo niño en un corto viaje en bote. Pero en vez de desalentarse, el joven mu­
chacho se entusiasmó aún más. Durante los 21 años siguientes, Bates se dedicó a
la vida en el mar. Después de algún tiempo viviendo su sueño, estableció la meta
de ahorrar 10.000 dólares –que era una fortuna en ese tiempo– con el objetivo de
comprar su propio barco.
Bates tuvo éxito y compró un velero. Sin embargo, el barco de Bates era dife­
rente. No se permitía beber alcohol ni usar tabaco dentro de este. La tripulación
ni siquiera tenía permitido usar malas palabras. Fue durante uno de estos viajes
cuando encontró una Biblia que su esposa había guardado en su equipaje. Mientras
la leía, se sintió tocado por el amor de Jesús.
No le llevó mucho tiempo descubrir la verdad del sábado. Luego, buscó a los
adventistas del séptimo día que guardaban el sábado para estudiar esta nueva
verdad. Más tarde, Bates decidió publicar un librito donde presentó los argumen­
tos en favor del cuarto mandamiento. Su obra de 48 páginas se publicó en agosto
de 1846. Después de jubilarse de su trabajo en el mar, Bates invirtió su energía y
dinero en predicar acerca del pronto regreso de Jesús y del sábado bíblico. Bates se
convirtió en un pilar de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y dejó un legado que
fue más allá de su fortuna. Dedicó el resto de su vida a la causa de Dios.
Dios nos llama a aumentar nuestra fe, ya sea a ir a donde sea que él nos llame
o a dar regular y sistemáticamente mientras él dirige. Ofrendar incluye devolver
fielmente el diezmo de Dios y escuchar su voz mientras nos llama a pactar con él
en darle una ofrenda regular y sistemática, además de nuestro diezmo. Él nos pide
que demos. Te desafío a pedirle a Dios: “¿Qué porcentaje de mi ingreso quieres que
dé regularmente como mi ofrenda misionera?” Luego escucha su respuesta. Decirle
“sí” a Dios es la única manera de aumentar nuestra fe.

38
30 de agosto

COMENZAR DE NUEVO
“Después oí la voz del Señor, que dijo: ‘¿A quién enviaré? ¿Quién irá de nuestra
parte?’. Entonces respondí: ‘Aquí estoy, envíame a mí’ ” (Isaías 6:8).

W ilhelm Stein Jr. era hijo de inmigrantes alemanes. Nació en Campinas, Brasil,
el 13 de noviembre de 1871. A los 17 años ya había demostrado ser un joven
digno, dedicado a sus estudios y con una promisoria carrera en el taller metalúrgico
Krahenbuhl, en Piracicaba, Brasil. Se casó con Maria Krahenbuhl, la hija de uno de
los fundadores de esta empresa. La nueva pareja decidió permanecer en ese lugar,
que prometía mucha prosperidad. Fue justamente esa prosperidad lo que atrajo
a los colportores August B. Stauffer y Albert Bachmeyer. Ellos vendían libros en
alemán y uno de esos libros, El conflicto de los siglos, llegó a las manos de Stein, que
lo leyó con gran interés.
Wilhelm Stein Jr. aceptó las verdades presentadas en ese libro. Su vida perso­
nal comenzó a tener un nuevo ritmo, que incluía un descanso semanal. En 1894,
el pastor Francisco Westphal llegó de los Estados Unidos y comenzó un viaje por
Sudamérica. Luego de escuchar acerca de Stein, decidió visitarlo. Durante la visita,
Westphal vio que Stein ya poseía los fundamentos de la fe adventista y decidió
bautizarlo en marzo de 1895, lo cual lo convierte en el primer adventista en el suelo
brasilero. Su esposa, que todavía estaba estudiando la Biblia, fue bautizada al año
siguiente. Stein no se negó a comprometerse completamente a la nueva fe. Cuando
se le pidió ayuda con la obra de la iglesia, vendió todo lo que tenía y se fue junto
con su esposa para servir a la iglesia donde sea que fuese necesario. Inicialmente,
el matrimonio Stein se asentó en Curitiba para servir como maestros en la primera
escuela adventista de la ciudad. Luego se trasladaron a Santa Catarina para abrir
otra escuela. Stein también fue el editor de la primera publicación adventista en
portugués: O Arauto da Verdade [El heraldo de la verdad].
Los Stein dejaron atrás un próspero negocio para avanzar la causa de Dios. Gra­
cias a su disposición a comenzar de nuevo, muchas veces tuvieron la oportunidad
de comenzar una nueva vida con Dios. Tú también puedes tener una parte en esta
misión al dar ofrendas fielmente que apoyen las iniciativas misioneras globales que
están cambiando personas para la eternidad. Elena de White dijo: “No todos son
llamados a un ministerio personal en el extranjero, pero todos pueden hacer algo
mediante sus oraciones y ofrendas para ayudar la obra misionera” (Testimonios
para la iglesia, t. 6, p. 37).

39
6 de septiembre

CELEBRANDO EL CUIDADO DE DIOS


“El Señor ha declarado hoy que tú eres su pueblo, su preciosa
posesión como él te prometió” (Deuteronomio 26:18).

C uando Dios rescató a su pueblo de Egipto le prometió que le daría una tierra
próspera y segura, pero Dios sabía que las bendiciones de prosperidad traerían
el peligro del enriquecimiento y el distanciamiento del Señor de las bendiciones.
Por eso, de diferentes maneras, Dios creó medios para que el pueblo no olvidara de
dónde venían las bendiciones. Ese fue uno de los motivos por los cuales se instituyó
la fiesta de las primicias. Durante esta festividad el pueblo era llamado a llevar ante
la presencia de Dios los primeros frutos de la cosecha y dedicarlos a él.
Las orientaciones para esta fiesta están registradas en Deuteronomio 26, don­
de se presentan cuatro instrucciones:
1. “Tomarás de las primicias de todos los frutos de la tierra” (vers. 2). Dios es­
pera que él sea el primero en todos los aspectos de nuestra vida, por eso
cuando separamos los diezmos y las ofrendas antes de hacer cualquier
otra cosa, estamos expresando cuál es la prioridad en nuestra vida.
2. “Irás al lugar que el Señor tu Dios elija para morada de su nombre” (vers. 2).
Las primicias debían ser llevadas a donde Dios había mandado. Si Dios es
la prioridad, sus orientaciones deben ser una regla. No podemos usar los
diezmos y las ofrendas como nosotros queremos usarlas, sino debemos
seguir lo que Dios instruyó en su Palabra.
3. “Entonces dirás ante el Señor tu Dios: ‘Un arameo a punto de perecer fue
mi padre’” (vers. 5). Las primicias tenían la función de llevar a los israelitas
a recordar el pasado y ver las bendiciones recibidas. La fidelidad es mirar
para atrás y percibir a Dios en cada bendición. No somos fieles para reci­
bir, somos fieles por haber recibido una bendición.
4. “Hoy, Señor, he traído las primicias del fruto de la tierra que me diste”
(vers. 10). Las primicias nos deben llevar a percibir que todo lo que esta­
mos devolviendo a Dios ya le pertenece a él. Simplemente, estamos ad­
ministrando lo que él nos dio. Devolver lo que él nos dio es tan solo un
ejercicio mental para no olvidar quién es realmente el Dueño de todo.
Las orientaciones dadas a los israelitas acerca de la fiesta de las primicias son
un recordatorio de que Dios es dueño de todo lo que poseemos y que la fidelidad
nos acerca más a Dios y nos hace semejantes a él.

40
13 de septiembre

COMPLETAMENTE RESTAURADO
“Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a
que fuesen modelados a la imagen de su Hijo, para que él sea el
principal entre muchos hermanos” (Romanos 8:29).

E l ser humano fue formado a semejanza de Dios. Su naturaleza estaba en ar­


monía con la voluntad de Dios y su mente era capaz de comprender las cosas
divinas. Sus afectos eran puros, y sus apetitos y pasiones estaban bajo el dominio
de la razón. Con la introducción del pecado, la semejanza divina se debilitó hasta
casi desaparecer.
Se dice que en una ocasión el encargado de la limpieza de un museo de arte en­
contró en un depósito abandonado un antiguo cuadro, dañado, despintado e irre­
conocible. El conserje estaba por tirarlo a la basura cuando el director del museo
quiso examinarlo. El cuadro estaba en tan mal estado que el director lo entregó a
un especialista en pinturas antiguas para que lo restaurara. El trabajo de restaura­
ción se realizó con perseverancia y dedicación, hasta que la obra estuvo termina­
da. El resultado final fue tan bueno que quienes habían visto el cuadro anterior se
preguntaban si era el mismo. El secreto de la perfección fue descubierto pronto: la
firma indicaba que el restaurador era el hijo del pintor del cuadro.
El pecado desfiguró el carácter del ser humano, la obra magna de la creación di­
vina. Pero Jesús, el Hijo del Artista Supremo, vino con el objetivo de restaurar al ser
humano a la imagen de su Creador. Las enseñanzas bíblicas sobre la fidelidad tie­
nen como objetivo ayudarnos en el proceso de desarrollar nuestro carácter. En úl­
tima instancia, no se trata de cuánto damos en ofrendas o si nos sacrificamos abs­
teniéndonos de esto o aquello, sino lo sucede en nuestro carácter es lo importante.
La fidelidad nos ayuda a crecer espiritualmente, porque cuando un cristiano
devuelve el diezmo regular y sistemáticamente, promueve la abnegación y desa­
rraiga el egoísmo de su corazón. De esta manera, el acto de diezmar se convierte
en una bendición, pues ayuda a crecer espiritualmente.
La fidelidad nos ayuda a vencer el egoísmo. El egoísmo es abominable ante los
ojos de Dios. Él planta en el ser humano amor por sus semejantes, benevolencia y
compasión. “La benevolencia constante y abnegada es el remedio de Dios para los
pecados ulcerosos del egoísmo y la codicia” (Testimonios para la iglesia, t. 3, p. 601).
El proceso de restauración divina dura toda la vida, pero debemos permitir que
él lo comience. Hoy necesitamos pedir que el Señor dirija todas nuestras decisiones
y acciones de manera que todos perciban que estamos siendo transformados con­
forme a la imagen de su Hijo.

41
20 de septiembre

COMPLETAMENTE TUYO, SEÑOR


“Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer de
nuestra voluntad cosas semejantes, siendo todo tuyo? Lo que hemos
recibido de tu mano, eso te damos” (1 Crónicas 29:14).

H oy vamos a iniciar con una hermosa cita de Elena de White: “¿Es este el lenguaje
de vuestro corazón? ‘Soy tuyo por completo, mi Salvador; tú pagaste el resca­
te por mi alma, y todo lo que soy o lo que seré te pertenece. Ayúdame a adquirir
recursos, no para gastarlos neciamente, no para complacer mi orgullo, sino para
usarlos para gloria de tu nombre’” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 50).
Esta oración nos ayuda a comprender tres puntos importantes:
1. “Soy tuyo, no mío. Pertenezco a ti, no a mí. Lo que tengo y tendré es tuyo
y no mío. Lo que soy y seré es tuyo”. Esa debe ser la tónica de nuestra
fidelidad: todo lo que tenemos y somos pertenece a Dios y él nos lleva a
una entrega completa.
2. “Eres mi Salvador. Pagaste el rescate por mi vida”. Esa debe ser la princi­
pal motivación de servir. No trabajo para buscar aplausos, ni por el apoyo
recibido, sino como respuesta de la salvación que Dios me otorgó.
3. “Ayúdame a adquirir recursos que sean utilizados para la gloria de tu
nombre”. Aquí está el aspecto práctico. Podemos pasar toda una vida teo­
rizando los puntos 1 y 2, pero el tercer aspecto es la acción y el resultado
de una verdadera comprensión de que todo pertenece a Dios y fuimos
comprados por un alto precio. Cuando usamos lo que Dios coloca en nues­
tras manos de forma imprudente o solo para satisfacer nuestras vanida­
des, estamos actuando como si fuéramos los dueños, cuando en realidad
somos mayordomos.
Vivimos en una sociedad consumista, una sociedad que iguala la felicidad per­
sonal con la compra de bienes materiales. El estilo de vida de la sociedad actual
puede ser resumido así: “Trabajar, gastar, trabajar más y gastar más”. Nos mueve
el deseo de obtener cosas que actualmente no tenemos y de sentirnos realizados,
satisfechos y más importantes.
Es libertadora y desafiante la percepción de que todo le pertenece a Dios y
debo depositar todo bajo su cuidado. Si todo es de él, debemos confiar en que él
guiará cada aspecto de nuestra vida. Hoy es el día de afirmar: “Señor, quiero que
todo lo que tengo y soy sea usado para la gloria de tu nombre”.

42
27 de septiembre

DOS HERMANOS, DOS OFRENDAS


“A su vez, Abel trajo de los primerizos de sus ovejas, con su gordura.
Y el Señor se agradó de Abel y de su ofrenda” (Génesis 4:4).

C aín y Abel: dos hermanos que fueron probados como lo fueron Adán y Eva antes
que ellos. Estos hermanos eran muy diferentes en carácter y conducta. Con sus
acciones, dividieron a la humanidad. Cada uno representa las dos clases de perso­
nas que existirán en el mundo hasta el fin de los tiempos. Algunos con Dios y otros
contra Dios.
Ambos aprendieron directamente de sus padres que el medio proporcionado
para salvar a la humanidad era Cristo, simbolizado en el cordero inmolado. A través
del sistema de ofrendas que Dios había ordenado, expresaban su fe en el Salvador.
Mientras que Abel poseía un espíritu de lealtad para con Dios, reconocía la jus­
ticia y la misericordia en el trato del Creador hacia la raza caída y aceptaba con
gratitud la esperanza de la redención; Caín, en cambio, abrigaba sentimientos de
rebelión y murmuraba contra Dios. Esto lo transformó en rebelde y desobediente.
La diferencia entre los dos se hizo aún más evidente en las ofrendas que lle­
varon al Señor. Caín rechazó los derechos de Dios sobre él. Se rebeló y se negó
a seguir las órdenes de Dios, siguiendo sus propias preferencias, en vez del plan
divinamente establecido. Se propuso justificarse a sí mismo mediante sus propias
obras, quiso ganar la salvación por sus propios méritos personales en vez de reco­
nocerse como pecador necesitado de un Salvador.
El sacrificio de Abel fue consumido por el fuego divino. Esta fue la manera en
que Dios le dijo: “Sí, te acepto, estás perdonado”. Su entrega a Cristo fue aceptada.
Sus pecados fueron perdonados. Dios está interesado en primer lugar en la limpie­
za y la purificación del oferente, para así convertirlo en un canal de bendición. La
ofrenda viene después, como una expresión espontánea y voluntaria de gratitud
en amor. Por eso, la Biblia afirma: “El Señor se agradó de Abel y de su ofrenda” (Gén.
4:4). Dios primero se agrada al ver que el corazón del adorador está libre de egoís­
mo y después se agrada de la ofrenda que ese adorador entrega.
¿Puedes tú hacer una entrega total a Cristo? Deja que Cristo posea tu vida en­
tera, que él te imparta su amor, que te dé la voluntad y la disposición de devolver
las ofrendas de manera espontánea, entregándole al Señor con alegría lo que ya es
de él. Entonces, el Señor te aceptará a ti y a tu ofrenda, tal como lo hizo con Abel.

43
4 de octubre

ENSEÑANDO CON SABIDURÍA


“Instruye al niño en el camino que debe seguir, y ni aun
en su vejez se apartará de él” (Proverbios 22:6).

U no de los principios básicos de la mayordomía cristiana es la necesidad de de­


pender de Dios cada día para que nos ayude a eliminar los egoísmos que domi­
nan el corazón humano.
La teoría y la práctica de la mayordomía son parte de un proceso educativo que se
entiende a lo largo de toda la vida y que incluye todos sus aspectos. Se necesita de toda
una vida para adquirir esa educación, porque una erradicación del egoísmo y la forma­
ción del carácter a la semejanza divina no son cosa de un día, sino de una vida entera.
Los niños y los adolescentes también deben ser instruidos y ayudados porque
el egoísmo forma parte de su corazón, como ocurre con todos los seres humanos.
Pero ¿cómo se inicia este proceso de enseñar la mayordomía cristiana? El hogar
debe ser el principal centro de acción para enseñar a los niños los principios de la
Palabra de Dios.
Elena de White afirma: “El Señor ha decretado que la familia sea el mayor agen­
te educativo. En el hogar es donde ha de empezar la educación del niño. Allí está su
primera escuela; allí, con sus padres como maestros, debe aprender las lecciones
que han de guiarlo a través de la vida” (El hogar cristiano, p. 150).
Debe tenerse en cuenta de que cada edad tiene sus propias características; por
lo tanto, se deben enseñar principios de fidelidad adaptados a cada franja etaria.
Entre los tres y los cinco años, los niños comprenden conceptos simples. Ensé­
ñales a identificar las monedas (o billetes) y sus valores. Explícales con simplicidad
lo que significa ahorrar.
Entre los seis y los once años, una asignación mensual ayuda al niño a desarro­
llar un presupuesto sencillo para administrar sus recursos. Muéstrale cómo sepa­
rar el diezmo, decidir la proporción de ofrendas y los demás porcentajes.
Entre los doce y los quince años, aumenta la asignación de tu hijo, así como
sus responsabilidades. Prepáralo para la independencia. Ayúdale a desarrollar un
presupuesto más detallado. Otórgale más libertad para tomar decisiones sobre
sus compras.
A partir de los dieciséis años los hijos estarán terminando su formación finan­
ciera. Muéstrale tu propio presupuesto para enseñarle cómo tú administras tus
finanzas. Que vean la manera en que practicas la fidelidad sistemática y el ahorro,
y pagas tus gastos y deudas.
La mejor manera de enseñarles a tus hijos sobre cómo manejar el dinero es
mediante el ejemplo. Lo que tú vives en la práctica se reproducirá en tus hijos. Que
Dios te ayude a enseñar de una manera sabia y verdadera.

44
11 de octubre

INAUGURANDO LA GENEROSIDAD
“Y todos los creyentes estaban unidos y tenían
todas las cosas en común” (Hechos 2:44).


i­ L a generosidad de los cristianos del primer siglo era una de sus características
distintivas. Ellos no poseían grandes riquezas, ni tierras, ni reconocimiento pú­
blico. Por el contrario, eran considerados una secta (Hech. 24:14). A pesar de eso,
e crecieron e iluminaron el mundo con la verdad de Cristo resucitado.
a Uno de los relatos más impresionantes sobre la generosidad de los primeros
a­ cristianos es la historia de Pacomio. Él nació en el año 292 d.C., en Tebas, Egipto.
Era hijo de padres paganos. En contra de su voluntad, fue enlistado en el ejército
e romano. En esa época era una costumbre que los romanos invadieran las aldeas y
s. obligaran a todos los hombres a servir en el ejército. Los generales sabían que esos
ar soldados no tenían ningún apego o compromiso con el Imperio. Por lo tanto, vivían
a prisioneros todo el tiempo en que no estaban en combate.
Durante un período de prisión, una hambruna devastó la región en la que Pa­
n­ comio vivía. Muchos prisioneros murieron de hambre. Pero él junto con otros pri­
u sioneros comenzaron a recibir comida por las noches, a través de los barrotes de la
s prisión. Cada noche unas desconocidas regresaban con alimentos y evitaban que
los prisioneros murieran de inanición.
or Pacomio descubrió que sus benefactores eran seguidores de un galileo llamado
Jesucristo. Al obtener la libertad, buscó a los cristianos y con ellos aprendió a amar
é­ a Jesús y conocer sus verdades. En seguida, se volvió cristiano y fue bautizado en
d el año 314 d.C., volviéndose un influyente líder del cristianismo. La generosidad lo
alcanzó, y con ella, la salvación.
o­ Tenemos la opción de vivir una vida de riesgo para la causa de Dios o de como­
a­ didad sin responsabilidades ni compromiso. Sin embargo, solamente quienes se
deciden por una vida de riesgo pueden ser llamados verdaderamente cristianos.
o Únicamente una actitud de compromiso es capaz de desarrollar una fe genuina,
n de percibir los actos de Dios y de experimentar milagros. Es a esa vida a la que
e Dios nos invita.
¿Vamos a hacer la diferencia? ¿Vamos a involucrarnos de manera completa? Te
n­ aseguro que no volverás a mirar atrás ni te arrepentirás de haberte involucrado
s profundamente con la causa de la salvación. Por otro lado, quienes deciden vivir
o, una vida centrada en el yo, en algún momento de su vida se darán cuenta de que el
egoísmo que abrigan hace que sus vidas pierdan su sentido. Hoy debemos decidir
s mostrarle al mundo que la generosidad y el altruismo aún son características del
e verdadero cristianismo.

45
18 de octubre

PRINCIPIOS DE FIDELIDAD
“El obrero es digno de su salario” (1 Timoteo 5:18).

L a Palabra de Dios no solo nos enseña a dar, ¡sino también la manera correcta de
hacerlo! Existe una verdad revelada sobre cómo diezmar y ofrendar, y sobre lo
que se debe y no se debe hacer con los recursos de la fidelidad.
No se trata solamente de lo que hacemos, sino de cómo lo hacemos. La ma­
nera en que practicamos la fidelidad demuestra nuestra obediencia a los claros
principios de la Palabra de Dios. La Biblia proporciona varias instrucciones sobre la
manera correcta de practicar la fidelidad.
Una duda frecuente sobre el uso de los recursos del diezmo es la siguiente: “Si
el diezmo es un recurso sagrado, ¿no podría ser utilizado para actividades sagradas
como la caridad, la construcción y las reformas de la iglesia?”
Los principios de la aplicación del diezmo le fueron revelados a Moisés y pre­
sentados a lo largo del Pentateuco. En el libro de Números leemos: “He dado a los
levitas todos los diezmos de Israel como heredad, por su ministerio, por su servicio
en la tienda de reunión” (Núm. 18:21). El pago que los levitas recibían era realizado
por medio de los diezmos. El objetivo de pagar por el trabajo de los levitas era per­
mitir que ellos dedicaran todo su tiempo al servicio religioso.
Pablo reafirma ese principio: “¿No saben que los que prestan servicios sagra­
dos comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan? El Señor
ordenó que, del mismo modo, los que anuncian el evangelio vivan del evangelio”
(1 Cor. 9:13, 14).
Elena de White reafirma ese principio con la siguiente declaración: “Se me ha
dado un mensaje muy claro y definido para nuestro pueblo. Se me ha pedido que
les diga que están cometiendo un error al aplicar el diezmo a diversos objetivos
que, aunque son buenos en sí mismos, no son los objetivos a los cuales el Señor
ha dicho que debe dedicarse el diezmo. Quienes dedican el diezmo a esos fines, se
están apartando de las disposiciones de Dios. El Señor juzgará esas cosas” (Testi-
monios para la iglesia, t. 9, p. 200).
Eso no quiere decir que no debamos ayudar a los necesitados o invertir en la
construcción o la renovación de nuestros templos. Sencillamente, se nos indica que
estas acciones no deben ser realizadas con los recursos de los diezmos. Esa es una
base clara y segura. Podemos no estar de acuerdo, pero jamás podremos afirmar
que no existe un claro “Así dice el Señor” sobre este tema. Que Dios nos bendiga
para vivir los principios presentados en su Palabra.

46
25 de octubre

TODO ES VALIOSO EN
LAS MANOS DE DIOS
“Busquen primero el reino de Dios y su justicia, y todas
estas cosas les serán añadidas” (Mateo 6:33).

R obert LeTourneau nació en 1888, en Richford, Estados Unidos. Hijo de padres


piadosos, desde su infancia escuchó sobre el evangelio. Por un tiempo, rechazó
la verdad, pero gracias a las oraciones de sus padres, cuando tenía dieciséis años
aceptó a Cristo como su Salvador.
Ya de adulto, inventó varias máquinas de movimiento de tierra y se volvió mi­
llonario gracias a sus cerca de trescientas patentes. A los treinta años, sufrió la
devastadora pérdida con la muerte de su hija mayor. Esto lo hizo repensar los ob­
jetivos y el propósito de su vida. Comenzó a preocuparse por la posibilidad de que
su amor por las máquinas estuviera reemplazando su amor y compromiso por la
causa de Dios. Por eso, junto con su esposa, Evelyn Peterson, decidió dedicarse a
la causa de Dios y usar los recursos que poseía para la predicación del evangelio.
Su historia se volvió famosa, pues decidió devolver el 90 % de lo que poseía a
Dios y vivir con el 10 % restante. A partir de entonces, pasó a ser conocido como “el
empresario de Dios”. Cierto día, alguien le preguntó:
–Señor LeTourneau, ¿es verdad que usted da el 90 % de sus ingresos a Dios?
–No, yo no le doy nada a Dios –respondió–. Yo retengo el 10 % de lo que es de él.
Esta historia nos presenta un grandioso ejemplo de generosidad. Pero quizás
alguien escuche esta historia y piense: “Yo también puedo vivir con el 10 % de los
ingresos de un millonario”. La verdad es que Dios espera que usemos en su causa lo
que está a nuestra disposición. Tal vez no puedas ser capaz de poner fin a la ham­
bruna de un continente, pero puedes saciar el hambre de una familia en tu ciudad.
Tal vez no consigas llevar el evangelio a toda una nación, pero puedes estudiar la
Biblia con tu vecino. No es nuestra falta de fe lo que incomoda a Dios, sino nuestra
falta de disponibilidad.
Necesitamos leer la Biblia y reconocer lo que Dios es capaz de hacer con cosas
aparentemente insignificantes, tales como la honda de David, los panes y los peces
de un niño, y un poco de harina y aceite de una viuda.

47
1º de noviembre

LA TRANSFORMACIÓN DEL CARÁCTER


“Con Cristo estoy crucificado, y ya no vivo yo,
sino que Cristo vive en mí” (Gálatas 2:20).

E l mayor beneficio de la fidelidad es la transformación de nuestro carácter. Cuan­


do entregamos a Dios lo que él nos pide, ya sean los recursos, el tiempo, el cuer­
po o los dones, estamos permitiendo que el egoísmo sea arrancado de nuestro
corazón, y el amor y la bondad de Dios lo llenen. A medida que eso sucede, nuestro
carácter se asemeja más al de Cristo.
Elena de White presenta muchas veces ese principio en sus escritos. Ella afir­
ma: “La gloria del evangelio consiste en que se funda en la noción de que se ha de
restaurar la imagen divina en una raza caída por medio de una constante manifes­
tación de benevolencia” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 14).
“Dios ideó el sistema de la beneficencia a fin de que el hombre pudiese llegar a
ser generoso y abnegado como su Creador y al fin recibir de él la recompensa eter­
na y gloriosa” (Joyas de los testimonios, t. 1, p. 553).
Estas citas nos proporcionan información muy importante: primero, la restau­
ración del carácter se da por una constante manifestación de nuestra fidelidad a
las orientaciones divinas. Segundo, Dios diseñó un sistema de fidelidad para que
nuestro carácter sea transformado del egoísmo al altruismo.
De manera práctica, esto funciona así: tú estás delante de una mesa repleta
de comida, pero notas que algunos alimentos están en desacuerdo con las orien­
taciones de Dios para el buen funcionamiento de tu cuerpo. Si decides comer, tu
egoísmo se va a fortalecer, pues decidiste hacer lo que querías en oposición a la
voluntad expresa de Dios. Por otro lado, cuando tú decides rechazar tus propios
deseos para seguir la orientación divina, el egoísmo pierde la batalla y su influencia
en tu corazón disminuye. No es tan solo una cuestión de ofrendar o no, sino que la
principal cuestión es quién gana en tu corazón: el egoísmo o la voluntad de Dios.
Cuando a fin de mes decides ser infiel al no devolver los diezmos y las ofrendas,
lo que realmente sucede no es que la iglesia sufre por la falta de recursos, sino que
el egoísmo en tu corazón gana fuerzas y te domina. Por otro lado, cuando eres fiel
en la devolución de los recursos que Dios colocó en tus manos, el yo es destronado
y tu carácter es ennoblecido.
Reafirma hoy el compromiso de colocar tus deseos en último lugar, y a Dios en
primer lugar.

48
8 de noviembre

MÁS ALLÁ DE LA PRÁCTICA


DE LA MEDICINA
“No nos cansemos, pues, de hacer el bien, que a su tiempo
segaremos, si no desfallecemos” (Gálatas 6:9).

C uando escuchamos el término “médico misionero”, tendemos a pensar en un


doctor que viaja a pie, en bote o en avión a aldeas remotas, arriesgando su vida
para proporcionar ayuda médica a fin de alcanzar a las personas el mensaje de
salvación. Pero no solo la selva necesita de misioneros. ¡Las áreas urbanas también
los necesitan!
Esa fue la experiencia del Dr. George H. Rue, quien dedicó la mayor parte de
su vida a servir como médico misionero en Seúl, la capital de Corea del Sur. El Dr.
Rue y su familia llegaron a la ciudad de Sunan en 1929. Poco después, se mudaron
a Seúl, donde fundó una clínica. El Sanatorio de Seúl comenzó como una institución
médica con ocho camas. Los fondos recolectados por las ofrendas del decimoter­
cer sábado de 1935 allanaron el camino para la construcción de un hospital de 138
camas poco después.
Estos incansables esfuerzos llamaron la atención del presidente de Corea,
Syng­man Rhee, quien reclutó al Dr. Rue como su médico personal. Pero en 1950,
debido a la guerra de Corea, la obra del Sanatorio tuvo que detenerse. El Dr. Rue
fue enviado al sur del país para atender a los refugiados y abrir nuevos hospitales.
Con el corazón roto por el creciente número de huérfanos, junto con su esposa
fundaron un orfanato. En 1954, el presidente le otorgó la Medalla de la República
de Corea, el reconocimiento más elevado que un civil puede recibir por el servicio
a la nación.
Milagrosamente, el Sanatorio de Seúl todavía estaba en pie al final de la guerra,
aunque muchos otros edificios de la zona habían quedado arruinados. ¿Cómo pasó
esto? Un oficial norcoreano de alto rango había sido su paciente y, cuando Seúl fue
invadido, este oficial, agradecido por la atención recibida, les ordenó a sus soldados
que no tocaran el Sanatorio.
La historia del Dr. Rue es solo una de las tantas que pueden contarse acerca de
lo que se realiza con la ayuda de las ofrendas para la Misión Global.
Parte de las ofrendas regulares van dirigidas a la Misión Global para financiar el
apoyo al ministerio de más de cuatrocientas familias misioneras. ¡Gracias de ante­
mano por tus generosas ofrendas!

49
15 de noviembre

ADORAR ES HACER LA
VOLUNTAD DE DIOS
“Por tanto, no sean insensatos, sino entendidos de
cuál es la voluntad del Señor” (Efesios 5:17).

U no de los principios más importantes de la adoración verdadera puede ser ex­


presado en las siguientes palabras. “Adorar es hacer la voluntad de Dios y no la
mía”. El propio Jesús, cuando estaba en la tierra como un ser humano, dijo: “Porque
he descendido del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me
envió” (Juan 6:38).
Existe una historia del libro del Éxodo que nos ayuda a entender la profundidad
de ese principio. El texto bíblico dice: “Tres veces al año se presentará todo hombre
tuyo ante el Señor Dios, Dios de Israel. Porque yo arrojaré a las naciones delante de
ti y ensancharé tu territorio. Y ninguno codiciará tu tierra, cuando subas a presen­
tarte ante el Señor tu Dios tres veces al año” (Éxo. 34:23, 24).
A través de Moisés, Dios orientó a los israelitas para que tres veces al año, en
la misma fecha cada año, todas las personas en condiciones de viajar dejaran sus
tierras y se dirigieran a Jerusalén para celebrar una fiesta del Señor.
El pueblo estaba rodeado de tribus feroces y ávidas por tomar sus tierras. ¿Qué
impediría a sus enemigos lanzarse sobre esas casas desprotegidas y devastarlas
mediante el fuego y la espada? ¿Qué detendría una invasión contra el país? Dios
prometió ser el Protector de su pueblo. Aparentemente, sería más seguro quedar­
se en la ciudad y protegerla, pero la obediencia a la voluntad expresa de Dios daría
seguridad a sus ciudades.
Imagina a miles de israelitas dirigiéndose para una santa convocación en Je­
rusalén y cantando uno de los salmos de los peregrinos: “Si el Señor no guarda la
ciudad, en vano vela la guardia” (Sal. 127:1).
Esa historia del pueblo de Dios nos enseña que adorar es hacer la voluntad
de Dios, aunque no nos parezca seguro. Alguien podría decir: “Para mantener mi
empleo es mejor guardar el domingo antes que el sábado”. Cuando no te parezca
seguro guardar el sábado, recuerda que adorar es hacer la voluntad de Dios y no la
tuya. Cuando no estés seguro de si ser fiel en los diezmos y las ofrendas, recuerda
a Dios diciéndole al pueblo de Israel que estaría seguro siempre que hicieran lo que
Dios les había mandado.

50
22 de noviembre

UN ODONTÓLOGO EXTRAÑO
“¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies
del que trae alegres nuevas” (Isaías 53:7).

L a pareja peleaba tanto que decidieron divorciarse, por lo que definieron una fe­
cha para presentarse delante del juez. Sin embargo, la esposa tenía dolor de
muelas y tuvo que ir a ver al odontólogo. En el consultorio del dentista, escuchó
música cristiana y le pidió al profesional que le explicara la letra. El odontólogo le
comentó que se trataba sobre el pecado y la salvación.
Intrigada, le pidió prestada una Biblia. El dentista le entregó una y le dijo que
un pastor la visitaría pronto. La mujer estuvo de acuerdo y, unos días más tarde,
el pastor la visitó. Apenas habían comenzado a estudiar la Biblia cuando ella le
preguntó:
–¿Qué dice la Biblia acerca del divorcio?
El pastor hizo una oración mental pidiendo que Dios lo guiara y le mostró lo que
Jesús había dicho acerca del divorcio. Ella estaba furiosa.
–¡Eso no es posible en el mundo actual! –gritó.
El pastor la alentó a continuar estudiando la Biblia y orando por su esposo y su
matrimonio. Ella siguió este consejo y comenzó a sentir que algo pasaba en su inte­
rior. La noche antes de la citación judicial, le dijo a su esposo que había cambiado de
opinión y ya no quería divorciarse. Cuando él le preguntó el porqué de su cambio,
ella simplemente dijo:
–He aceptado a Jesús como mi Salvador, y el divorcio es algo que va en contra
de su voluntad.
Al día siguiente, ella le dijo al juez que ya no quería el divorcio. Su esposo la miró
con atención y luego le dijo al juez:
–Yo tampoco.
Ahora era el esposo el que sentía curiosidad. Quería conocer más acerca de la
Biblia y acerca de “este tipo llamado Jesús”. Así que ella le dio su Biblia y él inme­
diatamente comenzó a leerla. Pronto, él también pidió hacer los estudios bíblicos y
comenzó a asistir a los cultos en la iglesia. Su vida también cambió. Hoy, esa mujer
dice que Jesús está presente en su vida gracias a su dentista, quien silenciosamen­
te compartió el evangelio a través de su trabajo.
Hay muchos lugares en el mundo donde los obreros de la iglesia luchan por
obtener visas y permisos de trabajo. Pero los profesionales como los dentistas,
ingenieros, maestros, enfermeros, entre otros, a menudo pueden trabajar en la
“ventana 10/40” y vivir como seguidores de Cristo. Los llamamos “fabricantes de
tiendas”, porque su ministerio sigue el patrón usado por el apóstol Pablo. Tus ofren­
das ayudarán a equiparlos y apoyarlos alrededor del mundo.

51
29 de noviembre

AQUEL QUE POSEE LOS


CIELOS Y LA TIERRA
“La bendición del Señor enriquece, sin añadir tristeza” (Proverbios 10:22).

L a primera mención del diezmo en el Antiguo Testamento se encuentra en el libro


de Génesis. En el comienzo del capítulo 14, hay una descripción del interesante
encuentro entre Abraham, el padre del pueblo hebreo, y un rey llamado Melquise­
dec, que era “sacerdote del Dios Altísimo” (vers. 18). Abraham acababa de recupe­
rar las pertenencias que sus enemigos habían robado. Este sacerdote pronunció
una bendición especial sobre Abraham y luego el patriarca “le dio el diezmo de
todo” (vers. 20). Aquí vemos a Abraham mostrando gratitud, consagrando a Dios,
mediante este sacerdote, una décima parte de lo que obtuvo.
Podemos obtener tres valiosas lecciones del encuentro entre Abraham y
Melquisedec:
1. La bendición viene antes de la fidelidad. El texto bíblico dice que Melqui­
sedec “bendijo a Abram. Le dijo: ‘Bendito sea Abram por el Dios Altísimo’”
(vers. 19). La teología adventista cree que primero Dios bendice, y nosotros
somos fieles como respuesta a la bendición. La teología de la prosperidad,
al contrario, enseña que para ser bendecidos necesitamos “negociar” con
Dios, entregarle nuestras ofrendas y ejercer el “pensamiento positivo”.
2. Dios es Dueño de todo. “Dios Altísimo, Creador del cielo y de la tierra”
(vers. 19). Melquisedec estaba afirmando que Abraham entregaría los
diezmos para Aquel que ya es dueño de todo, incluyendo lo que Abraham
tenía en sus manos. Nadie puede pensar que es dueño de algo, ya que
somos criaturas que nacemos y existimos en esta Tierra gracias a Dios.
3. Dios nos ha librado de nuestros enemigos (vers. 19). Melquisedec le recor­
dó a Abraham que él no era un guerrero y que no lideraba un ejército. La
victoria sobre cuatro reinos solo fue posible porque Dios se involucró en
la batalla. Al adorar a Dios en el sábado y al devolverle los diezmos y las
ofrendas, estamos afirmando que Dios nos da la victoria en la semana y
en el mes.
A lo largo de la historia, la observancia del sábado, y la devolución de los diez­
mos y las ofrendas se han vuelto una señal de compromiso para todos aquellos que
invocan al Padre celestial. Todos somos llamados para compartir la generosidad de
Dios. Aquel que es abundantemente misericordioso ansía vernos ser misericordio­
sos. Aquel que derrama sus bendiciones sobre nosotros desea que derramemos
también nuestras bendiciones sobre los demás.

52
6 de diciembre

LA ARITMÉTICA DE LA MULTIPLICACIÓN
“No temas. Ve, haz como has dicho. Pero hazme a mí primero un panecillo cocido
bajo la ceniza y tráemelo. Después harás para ti y para tu hijo. Porque el Señor,
Dios de Israel, ha dicho: ‘La harina no escaseará de la tinaja, ni el aceite de la
botija, hasta que el Señor envíe lluvia sobre la tierra’ ” (1 Reyes 17:13, 14).

L a viuda de Sarepta miraba en vano al cielo en busca de alguna señal de lluvia. Su


corazón estaba triste al notar las primeras señales de inanición en su hijo. Cierta
mañana, sus temores comenzaron a concretarse. Le quedaba harina y aceite para
preparar solo una comida. Así, con el corazón cargado de pena, salió para recoger
algunas ramas secas y preparar su último alimento.
Perdida en sus pensamientos, un extraño con ropas gastadas por el viaje le
pidió agua para beber. Dar agua a un extraño no era un problema. No amenazaba
su subsistencia, pero al entrar para buscar el agua, el profeta Elías la detuvo abrup­
tamente y le pidió que también le trajera un poco de pan.
“Ella respondió: ‘Vive el Señor tu Dios que no tengo pan cocido; solamente ten­
go un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en una vasija. Ahora juntaba
este par de leños para prepararlo para mí y mi hijo, para comerlo y después morir’”
(1 Rey. 17:12). Lo que la viuda expresaba era la realidad de su situación. Ella estaba
razonando por la aritmética de la sustracción.
Sin embargo, mediante las palabras de Elías, la viuda comenzó a notar las limi­
taciones de su sustracción aritmética y decidió acatar la aritmética de la multipli­
cación de Dios. De hecho, vio la propuesta de Dios como la respuesta a su situación
desesperada.
El diagnóstico que Elías aplicó a la viuda se aplica también a nosotros. Uno de
los motivos por los cuales no devolvemos nuestros diezmos y ofrendas es porque
estamos paralizados por el miedo. Todavía vivimos bajo la aritmética de la sustrac­
ción. Cuando somos desafiados a colocar a Dios en primer lugar, ¡nos cuestionamos
cómo vamos a sobrevivir!
Necesitamos abandonar el temor y pedir por fe que Dios bondadosamente nos
ayude a no ajustarnos a la aritmética de la sustracción mundana y temporal, sino
más bien a aceptar la aritmética de la multiplicación celestial y eterna.

53
13 de diciembre

TRABAJANDO PARA LA GLORIA DE DIOS


“Todo lo que te venga a la mano para hacer, hazlo con toda
tu fuerza; porque en el sepulcro adonde vas no hay obra,
ni planes, ni ciencia, ni sabiduría” (Eclesiastés 9:10).

A lo largo de cincuenta años, una persona pasa en promedio unas cien mil horas
trabajando. Desafortunadamente, muchas personas simplemente toleran su
trabajo. Sin embargo, el trabajo fue instituido por Dios para la humanidad incluso
antes de que el pecado entrara al mundo. Génesis 2:15 dice: “Tomó, pues, Dios el
Señor al hombre y lo puso en el jardín del Edén, para que lo cultivara y lo guardara”.
Lo primero que Dios hizo con Adán fue encargarle un trabajo. A pesar de lo que
muchos piensan, el trabajo fue establecido para nuestro beneficio en el ambiente
sin pecado del jardín del Edén.
Siendo así, tú debes glorificar a Dios con tu trabajo mediante algunas actitu­
des, como la honestidad, la fidelidad, el buen testimonio, y haciendo siempre lo
mejor. Esas eran las características de algunos personajes bíblicos en su trabajo
diario. Daniel era conocido por ser “fiel, siempre responsable y totalmente digno
de confianza” (Dan. 6:4, NTV). José era conocido por su honestidad y fidelidad (Gén.
39:21-23), mientras que Jacob trabajó durante veinte años para su suegro Labán
haciendo más de lo que esperaban de él (Gén. 31:38-40). Estos son ejemplos bíbli­
cos para seguir.
Además, la actitud más esperada de un cristiano en su trabajo es hacer todo
para la gloria de Dios. El compositor Johann Sebastian Bach compuso la mayoría
de sus obras musicales para un ambiente de culto. Al comienzo de cada una de sus
partituras escribía las iniciales “JJ”, del latín: Jesu Juve [“Jesús, ayúdame”]; mientras
que al final colocaba las iniciales “SGD”, del latín: Soli gloria Deo [“Solo a Dios sea la
gloria”]. Estas iniciales, al inicio y al final de cada partitura, mostraban cómo Bach
dependía de Dios durante el proceso creativo que resultó en algunas de las obras
musicales más significativas e inspiradoras de la historia de la civilización.
¿Qué pasaría si al inicio de cada día hiciéramos un pacto con Dios, pidiéndole
que nos acompañe en nuestro trabajo diario, confiando en su dirección para resol­
ver los problemas y vencer los desafíos relacionados con el ambiente de trabajo?
¿Qué pasaría si al final de cada día pudiéramos decir: “Todo lo bueno que hice hoy
es para la gloria de Dios”? ¡Que Dios te bendiga al glorificarlo a través de tu trabajo!

54
20 de diciembre

¿CUÁNDO NACE LA FIDELIDAD?


“El Señor ciertamente será mi Dios. Y esta piedra que levanté como columna
conmemorativa será un lugar de adoración a Dios, y yo le daré a Dios
una décima parte de todo lo que él me dé” (Génesis 28:21, 22).

U no de los problemas actuales de la humanidad es el alto índice de desempleo.


Incluso en países desarrollados el número de personas que no están insertadas
en el mercado de trabajo está creciendo mucho. Necesitamos prestar atención a
algunos aspectos de la vida de las familias que asisten a nuestra iglesia y no tienen
un ingreso regular. La principal atención es ayudarlos con las necesidades básicas,
como el alimento y un lugar donde vivir. También podemos ayudarlos con capacita­
ciones que les permitan encontrar un espacio en el mercado del trabajo. En toda la
ayuda ofrecida, debe tenerse en cuenta el siguiente consejo: “El que reparte, hágalo
generosamente [...]; el que hace misericordia, con alegría” (Rom. 12:8).
No obstante, otra orientación para alguien que no cuenta con un ingreso re­
gular es enseñarle fidelidad a través de los diezmos y las ofrendas. Tú puedes pre­
guntarte: “¿Cómo puedo enseñarle sobre fidelidad en los diezmos y las ofrendas a
alguien que no tiene ingresos?”
Muchas veces pensamos que solo podemos ser fieles en los diezmos y las ofren­
das si contamos con dinero para llevar a la iglesia. Sin embargo, el libro de Génesis
nos revela que Jacob, la segunda persona que diezmó mencionada en la Biblia, se
comprometió a ser fiel en sus diezmos cuando aún no tenía ningún bien ni empleo.
Estaba viajando como un fugitivo y su almohada era una piedra (Gén. 28:10-22).
Esto nos enseña que la fidelidad nace en la mente y en el corazón antes de
entregar dinero en la iglesia. Una persona que no tiene ingresos y, como en el caso
de Jacob, decide ser fiel en sus diezmos y sus ofrendas, no debe sentir que está
fallando a su fidelidad. De hecho, debe reafirmar su compromiso con la fidelidad
en los diezmos e incluso elegir un porcentaje para la devolución de las ofrendas
periódicas.
Si tú no cuentas con un ingreso regular, presenta a Dios tu deseo de comprome­
terte a ser fiel en los diezmos y las ofrendas. Una vez tomada esta decisión, llévala
a la práctica en cuanto cuentes con un ingreso, sea regular o no. Nadie que decida
ser fiel a Dios debe sentirse infiel por no tener ingresos.
Si tienes un ingreso regular, reafirma tu compromiso de fidelidad y ayuda a
quien está desempleado con alimentos, oraciones y consejos. Si estás desemplea­
do, reafirma tu compromiso de ser fiel a Dios y continúa pidiendo fuerza y sabiduría
para encontrar un puesto de trabajo.

55
27 de diciembre

DE ÉL, POR ÉL Y PARA ÉL


“Pues todas las cosas son de él, por él y para él. ¡A él
sea la gloria por siempre! Amén” (Romanos 11:36).

E ste es uno de los puntos más importantes en la carta a los Romanos, Pablo está
preparándose para hacer una transición en el énfasis presentado en la epístola.
Del capítulo 1 al 11, Pablo muestra, paso a paso, la manera en que el ser humano es
justificado delante de Dios. Sin embargo, a partir del capítulo 12, pasa a describir las
implicaciones prácticas del evangelio para la vida de los cristianos.
En este versículo, Pablo presenta los tres pasos para la verdadera adoración.
Para empezar, Pablo afirma que “todas las cosas son de él”. Solo entendiendo esto
llegaremos a la verdadera adoración. Esa verdad se presenta en el primer versículo
de la Biblia cuando leemos: “En el principio Dios creó los cielos y la tierra” (Gén. 1:1).
Generalmente pensamos que la primera información que tenemos sobre Dios en
este versículo es que él es el Creador; pero en realidad, la primera información es
“en el principio”. Eso quiere decir que Dios ya existía antes de ese momento. Él es
anterior al principio de la Creación y no necesita nada de ti, pues existe desde antes
de que el primer ser humano fuese creado.
Pablo presenta entonces el segundo punto de la verdadera adoración: “Todas
las cosas son [...] por él”. En otras palabras, lo que llega a tus manos no es por tu
fuerza, tu sabiduría y tu habilidad, sino por la providencia de Dios, quien obra en ti
y te da fuerza, sabiduría y habilidad.
Para comprender este segundo punto, necesitas responder las siguientes pre­
guntas: ¿Llegaste a donde estás solo? ¿Qué es lo que tú eres por cuenta propia? ¿Lo
que tienes lo obtuviste solo por tu propia capacidad? Todo lo bueno que tenemos y
somos vino de la mano amorosa de Dios.
La última lección es “todas las cosas son [...] para él”. Nuestra mayor dificultad
es dar el tercer paso y reconocer que todo lo que tenemos y somos debe estar a
disposición de Dios y de su causa. Podemos incluso admitir mentalmente que pro­
vienen de él y por él, pero tenemos que actuar con fidelidad para demostrar que
todo es para él.
Hoy debemos expresar, como Pablo, un himno de alabanza a Dios y decir con
nuestras palabras y acciones: “Pues todas las cosas son de él, por él y para él”
(Rom. 11:36).

56
Tu iglesia contigo

Ahora puedes orar y compartir tus pedidos


dentro de la aplicación. En este nuevo espacio,
podrás elegir quién va a ver tu pedido de oración,
o puedes hacerlo de forma anónima. También
puedes orar por los pedidos compartidos contigo.

Todo lo que necesitas está al alcance de tu mano.


Todas las aplicaciones y los servicios de la
Iglesia Adventista están disponibles en un solo
lugar: meditación, estudios bíblicos, películas,
series y mucho más.

¿Quieres saber más sobre tu iglesia? Solo


necesitas dar un vistazo al feed de noticias
para saber lo que ocurre en tu región, leer el
boletín de la semana e interiorizarte de todas las
novedades.

Lee el código QR de aquí al lado con


la cámara de tu celular y descarga
7me de tu tienda de aplicaciones.
También puedes acceder a:
apps.adventistas.org/es/7me

También podría gustarte