4 Jornada Nivel Superior La Planificación de La Enseñ
4 Jornada Nivel Superior La Planificación de La Enseñ
4 Jornada Nivel Superior La Planificación de La Enseñ
Resumen:
Para ello resulta central focalizar la perspectiva de análisis en la corriente que desarrolla
las ideas del docente como profesional reflexivo y como investigador de sus propias
acciones. Acordamos con las conceptualizaciones que refieren que ningún cambio
educativo es posible si no se cuenta con profesores en diálogo e interacción entre sus
prácticas, las teorías y las creencias y supuestos que subyacen. Desde esta perspectiva,
cuando un docente planifica, conduce y evalúa sus clases pone en juego una serie de
saberes disciplinares y pedagógicos, que ha adquirido durante su formación inicial y sigue
adquiriendo en forma más o menos sistemática, durante su vida laboral.
¿Se planifican las clases en el nivel superior? ¿Cómo? ¿Con qué supuestos de base? ¿Qué
decisiones se toman a la hora de enseñar? Nos Interesa sistematizar producciones teóricas
acerca de la programación de la enseñanza y a su vez, ponerlas en diálogo con las prácticas
que se llevan adelante..
Si se intenta formar para una práctica reflexiva que incluya a los profesores del nivel
superior como profesionales activos en la indagación y producción de saber didáctico, es
necesario que se proponga integrar sus experiencias cotidianas con los campos
epistemológicos pertinentes. La inclusión de la reflexión profunda sobre las prácticas
docentes puede incidir en el mejoramiento de la enseñanza y puede ser un eje sobre el cual
se continúe profundizando durante el ejercicio de la docencia, si se internaliza este modo de
abordar el trabajo. En ese sentido, compartiremos los primeros avances en el marco de esta
investigación.
Introducción
Entre las últimas materias del Profesorado en Ciencias Jurídicas de la Facultad de Derecho
de la Universidad de Buenos Aires (UBA) los abogados cursan Residencia Docente1,
espacio en el que realizan las prácticas en el Nivel Secundario y Superior.
Dado que se realiza al final de la carrera, este espacio curricular presenta múltiples desafíos
y suele movilizar emocional y profesionalmente a quienes la cursan. La Residencia es un
período de profundización e integración del recorrido formativo y tiene un lugar de «rito
iniciático» en la identidad profesional por la fuerte movilización en lo personal y en
relación a la elección profesional (Edelstein, 2003). Se trata de un campo problemático y
atravesado por aspecto sociales, políticos e institucionales.
Las prácticas docentes en el marco de la formación sistemática inicial presentan la
posibilidad de integrar contenidos aprendidos, tanto a lo largo de la carrera de Derecho
como lo transitado en el marco del Profesorado, resignificando lo aprendido para convertir
los conocimientos académicos en contenidos escolares, necesarios para diseñar sus
propuestas de enseñanza. Se trata de poner en diálogo el campo profesional con el campo
de la enseñanza. Por otro lado, durante la Residencia Docente se ponen en juego creencias
y presupuestos sobre la enseñanza y el aprendizaje, y sobre la tarea del docente en sí
misma.
En el marco de la cátedra de Residencia Docente, se proponen instancias de trabajo y de
acompañamiento basadas en la reflexión con el propósito de estimular la construcción y
producción de conocimientos sobre la propia práctica. Partimos del supuesto de que “no es
la práctica lo que forma sino su análisis”. Entendemos que es necesario abordar la
formación como un proceso complejo que implica una interacción entre el que se forma, el
formador, su objeto de estudio y su ámbito de trabajo.
Con la intención de favorecer la reflexión y comprender en profundidad las prácticas de
enseñanza, los acompañamos en los distintos momentos: en el diseño de la clase, en la clase
en sí misma y en el análisis posterior donde realizamos conjuntamente una reconstrucción
de sucedido. Así se propicia un análisis de lo que efectivamente ocurrió y se indaga sobre
las decisiones que se toman en la acción (Schön, 1993).
En este trabajo que presentamos se relevó el proceso de cambio en las planificaciones de
los residentes durante las prácticas de enseñanza en ambos niveles de escolaridad. Se hace
hincapié en los aspectos modificados, los supuestos y factores que llevan a realizar dichos
cambios, los avances que identifican en el diseño de sus planificaciones y el sentido que le
otorgan a la planificación.
Se parte del supuesto de que el proceso de cambio que realizan los residentes en sus
planificaciones también puede promover una mejora en su desempeño y, posiblemente, un
cambio en el modo de entender la enseñanza y el aprendizaje.
La posibilidad de implementar cambios, de pensarlos y revisarlos, de interpelarse como
docente en esta instancia final del Profesorado deja “huellas” en la formación de que los
acompañará durante su recorrido profesional. “Huellas” que son vestigios, señales, marcas,
que quedan impresas en el dibujo que es característico de cada persona. (María Moliner,
2000)
Al mismo tiempo se consideran instancias de trabajo que permitan la revisión de sus
propias actuaciones promueve una modalidad de pensamiento y acción de la práctica
docente que los posiciona como profesionales reflexivos.
1
Las
autoras
de
este
trabajo
nos
desempeñamos
como
Profesora
Titular
y
Jefa
de
Trabajos
Prácticos
de
la
asignatura
referida.
.
1. La formación de profesionales reflexivos
Anijovich, Cappelletti, Mora y Sabelli (2009) sostienen que los nuevos enfoques de la
formación docente intentan revertir el eje de la prescripción y en cambio centrarlo en el
análisis de las prácticas, desde un punto de partida que se inicia en la propia experiencia
como alumno, de forma tal que abarque la historia escolar de quien se forma en un
recorrido espiralado entre la teoría y la práctica y tomando en cuenta el conjunto de los
procesos cognitivos y afectivos que está enmarcado en un contexto institucional y socio-
político.
A partir de los aportes de los autores mencionados, se puede señalar que en este caso los
abogados como profesionales que eligen la docencia como segunda profesión llevan la
“marca” de su propia trayectoria escolar y, además, de su profesión de origen. Ambas se
ponen en juego al comenzar su tarea de enseñar, de manera implícita. Desde la perspectiva
que en este estudio se abona, cuando un docente planifica, conduce y evalúa sus clases
pone en juego una serie de saberes que ha adquirido durante su formación inicial y sigue
adquiriendo en forma más o menos sistemática, durante su vida laboral.
Perrenoud (1990) avanza sobre algunos motores que favorecen instancias de reflexión, más
allá de los estilos cognitivos y las situaciones concretas.
• Problemas y crisis que hay que resolver, decisión que hay que tomar.
• Regulación del funcionamiento.
• Autoevaluación de la acción.
• Justificación para con un tercero.
• Reorganización de sus categorías mentales.
• Deseo de comprender lo que pasa.
• Frustración o rabia que hay que superar.
• Placer que hay que conservar a cualquier precio.
• Lucha contra la rutina o el aburrimiento.
• Investigación de sentido.
• Deseo de hacerse valer mediante el análisis.
• Formación y construcción de conocimientos.
• Búsqueda de la identidad.
• Regulación de las relaciones con los otros.
• Trabajo en equipo.
• Rendir cuentas.
Argyris y Schön (1974) apelan a idea de mapas mentales para referirse a los supuestos y
paradigmas que guían las acciones, esto refiere a la manera en que las personas planean,
aplican y revisan sus propias acciones. En líneas generales, los autores consideran al
docente como quien debe desempeñar un rol activo en la formulación de las propuestas de
enseñanza, en contraposición al profesor que administra y ejecuta propuestas técnicas
diseñadas desde el exterior de las aulas. Además reconocen que ningún cambio educativo
es posible si no se cuenta con profesores en diálogo e interacción entre sus prácticas y las
teorías, como tomar conciencia acerca de los sistemas de creencias que van produciendo a
partir de ellas. Una de las claves básicas del desarrollo efectivo de cualquier diseño
curricular está en un docente activo y comprometido con las acciones de transformación.
La formación de profesionales reflexivos supone una valoración de la práctica docente, en
tanto espacio de producción de saberes y el reconocimiento de los docentes como
profesionales que cuentan con conocimientos tanto teóricos como prácticos sobre la tarea
de enseñar. Son estos conocimientos los que les permite pensar(se) en el rol, analizar sus
acciones, revisar y develar sus propios presupuestos que son puestos en acción en relación a
la enseñanza. Se intenta formar para una práctica reflexiva que lo incluya como profesional
activo en la indagación y producción de saber didáctico en tanto se propone integrar sus
experiencias cotidianas con los campos epistemológicos pertinentes.
La posibilidad de reflexionar sobre sus concepciones y saberes durante el Profesorado
consistiría en un modo de trabajo tendiente a problematizar, a promover en que los
docentes sean conscientes de la brecha entre los conocimientos explícitos y aquellos que se
desprenden de su práctica bajo la búsqueda de la coherencia entre el decir y el hacer.
Desde esta perspectiva, la planificación también constituye un momento de la enseñanza
que es central en la tarea del docente y que debe estar enmarcada en el análisis y en la
reflexión, y garantizar la articulación teoría y práctica de la enseñanza y la capacidad de
producir teoría o repensar las propias teorías a partir de la acción.
Jackson señala la necesidad de describir el pensamiento y la planificación de los docentes
para comprender mejor los procesos del aula. En su libro “La vida en las aulas” (1968)
estableció que la tarea de enseñar comprende tres fases: la pre- activa, la interactiva y la
pos-activa. La programación define así un espacio “transicional”, de articulación entre las
intenciones y valores pedagógicos del profesor y las condiciones particulares de la tarea,
entre la reflexión y la acción (Cols, 2011). Considerar conjuntamente propósitos,
posibilidades y restricciones, constituyen los ejes del proceso de programación.
La fase interactiva tiene que ver con el momento de la acción, es el desarrollo de las
acciones previstas con los alumnos en el contexto escolar. En la fase pos-activa se procede
al análisis y evaluación de lo sucedido en fases anteriores. La planificación como proceso e
hipótesis de trabajo está presente en las tres fases y nos permite evidenciar las posibilidades
de reflexión en la práctica y sobre la práctica.
Recuperando las fases de la enseñanza que propone Jackson, la planificación refleja el
momento pre-activo de la enseñanza, en tanto se diseña y se prevé la acción. En este
momento las creencias, concepciones sobre la enseñanza y los conocimientos disciplinares
definen su modo de pensar la acción que se materializa en la planificación: en la definición
de objetivos, la secuencia del contenido, la organización y tratamiento del contenido, las
estrategias de enseñanza, las actividades, los recursos.
Además de estar vinculada centralmente con la fase pre – activa, la planificación docente
también se articula con la fase pos-activa, dado que en el proceso de la planificación incide
el análisis que realiza el residente de sus clases anteriores, y la relación que establece entre
la teoría y la práctica y entre la acción y la reflexión. Es en dicho momento cuando el
docente se interroga sobre el ajuste de la programación, sobre la distancia entre la hipótesis
y lo que finalmente sucedió, sobre los imprevistos y aspectos inesperados, sobre la
respuesta de los alumnos a la propuesta brindada tanto en términos de la participación como
de los conocimientos puestos en juego. Se trata de volver a pensar la planificación, pero de
manera prospectiva.
En este proceso de elaboración de las nuevas o próximas planificaciones también se debe
considerar el nivel de reflexión y sistematización de sus reflexiones como resultado de las
prácticas de enseñanza.
Las concepciones docentes han sido estudiadas en reiteradas oportunidades por distintos
especialistas (Greeno, 1989; Grossman, 1990; Clark y Peterson, 1986; Pozo, 2006). En
términos generales éstos sostienen que las actividades que los profesores desarrollan en sus
aulas o fuera de ellas parece estar orientada por distintas ideas, presupuestos y supuestos
implícitos, que a su vez, constituyen un filtro que regula el estilo personal de enseñar y las
decisiones que se toman durante la instrucción. Las concepciones entendidas como formas
de creencias, interpretaciones, supuestos, expectativas, etc. permiten comprender cómo
piensan, construyen y actúan los profesores en la práctica. En síntesis, las concepciones
definen la configuración de sus prácticas de la enseñanza.
Clark y Peterson (1986:443) señalan que “el pensamiento, la planificación y la toma de
decisiones de los docentes constituyen una parte considerable del contexto psicológico de la
enseñanza. En este contexto se interpreta el currículo y se actúa sobre él; en este contexto
enseñan los docentes y aprenden los estudiantes. Los procesos de pensamiento de los
docentes influyen sustancialmente sobre su conducta e incluso la determinan”.
Por otro lado, se identifican distintas concepciones en torno a las relaciones entre enseñanza
y aprendizaje: la enseñanza como causa del aprendizaje o relación directa entre enseñar y
aprender, la enseñanza mediando el aprendizaje- relación indirecta entre el enseñar y el
aprender-; y las concepciones que plantean una negación entre la enseñanza y el
aprendizaje. Estas concepciones demuestran que existen diferentes modos de concebir la
naturaleza del proceso de programación. Las variaciones en los enfoques se vinculan con
ideas acerca de la enseñanza y el aprendizaje y con las formas de entender las relaciones
entre las instancias pre-activas e interactivas, entre intenciones, propósitos pedagógicos y
contextos de actuación.
Bruner (1997) explora formas generales en las que conciben las mentes de los aprendices y
las prácticas pedagógicas que se derivan de ella. Sostiene que las interacciones están
afectadas por teorías intuitivas sobre cómo funcionan otras mentes. Estas teorías que casi
enseñanza. Lo que estamos mencionando es específico del caso de las Ciencias Jurídicas y del Derecho. Se
trata de casos de asignaturas escolares creadas para el dispositivo de escolaridad, que no tienen una
referencia única a un campo disciplinar de base. Otros ejemplos de ello lo constituye por ejemplo, Educación
para la Salud.
3
Bohmer, Martín (Compilador) “La enseñanza del derecho y el ejercicio de la abogacía”. Barcelona, Gedisa
Editorial, 1999.
nunca se hacen explicitas, son omnipresentes. Define cuatro modelos de pedagogías
populares, cada una representa distintos presupuestos y determinadas relaciones entre la
enseñanza y el aprendizaje y define la construcción de un tipo de conocimiento. El autor
propone cuatro modos de entender la enseñanza ligadas a las maneras de concebir la mente
de los alumnos: a) los alumnos como aprendices imitativos: la adquisición del “saber-
cómo”, b) los alumnos aprendiendo de la exposición didáctica: la adquisición de
conocimiento proposicional, c) los alumnos como pensadores: el desarrollo de un
intercambio subjetivo, y d) los alumnos como conocedores: la gestión del conocimiento
objetivo
De este modo, el autor explora los modos más generales en los que se conciben las mentes
de los aprendices, y las prácticas pedagógicas que se siguen a esas formas de pensar la
mente.
Los profesionales que se forman como docentes se definen como expertos en su disciplina
y eligen a la docencia como segunda profesión: en ellos prevalece su formación anterior
(profesión de origen y su biografía escolar) a la formación pedagógica del profesorado.
En este marco, generar condiciones para que los residentes puedan indagar sobre sus
propias concepciones y trabajen sobre ellas, resulta central para promover la reflexión en la
práctica educativa, de modo de colaborar con la mejora de la enseñanza. Poder explicitar y
contrastar las concepciones que subyacen a las prácticas de la enseñanza, brinda la
posibilidad de comenzar el camino hacia la transformación.
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