Descargue como PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 15
M1T8
APUNTES TEMARIO TECH
MÓDULO 1. ÉTICA Y DEONTOLOGÍA
PROFESIONAL ANAYA HERNÁNDEZ
Historia General. Curso preparatorio de Acceso a la
Universidad para mayores de 25 años. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria 2001. pp. 15-32
CONCEPTO, LÍMITES Y FUENTES DE LA HISTORIA.
● Una de las maneras más comunes de definir un concepto consiste en explicar su etimología. Pues bien, siguiendo este método, nos encontramos con que el término «Historia» deriva de una palabra del griego antiguo, que literalmente significa historia, algo lógico si tenemos en cuenta que fueron los griegos los que «inventaron» la Historia.
● En efecto, el término griego histor (que significa testigo y puede
traducirse también como el que ve) fue utilizado para definir esa nueva realidad, la Historia, ya que para Heródoto de Halicarnaso, al que Cicerón calificó como «el padre de la Historia», consideraba que la Historia debía ser entendida como «indagación», «averiguación» sobre los hechos del pasado.
● Una de las más célebres es la de Cicerón, quien, a pesar de que
no fue un historiador, sí que estaba muy interesado en la historia por su valor para la retórica y la política: “La Historia es testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida, mensajera de la Antigüedad” (De oratore, II, 9, 36).
● encontramos tres concepciones distintas de la historia:
a) La historia como todo lo pasado, como conjunto de hechos, fechas, anécdotas, etc., sin ninguna relación estructural. b) La historia está fundada en una elección de hechos de acuerdo con la ideología dominante en cada momento. Hechos importantes recogidos por la tradición, el «recuerdo colectivo», las crónicas oficiales, constatadas por documentos, monumentos, restos arqueológicos, etc.
c) La historia como estudio de los hechos pasados, especialmente
de aquellos que determinan (hechos de masas) los movimientos de población, la producción, las luchas sociales, etc., sin olvidar los hechos concretos (guerras, revoluciones, etc.).El análisis científico de este cúmulo de hechos es el objeto de la historia como ciencia.
● La única justificación que existe para defender estas
parcelaciones de la Historia, ya sea en espacios temporales (Prehistoria, Antigua, Medieval, etc.), ya sea en ámbitos temáticos (de la Ciencia, del Derecho, etc.), radica en la necesidad de facilitar la investigación y la docencia de la propia Historia. ●
● Sin embargo, la idea de un desarrollo de la Historia Universal
lineal, único y unitario desde la Creación hasta el Juicio Final que, en forma secularizada, aún se mantiene en el moderno pensamiento histórico, es una adquisición de la concepción filosófico-teológica cristiana. Y dentro de ella, cabe destacar la figura de Eusebio de Cesarea (siglo IV). Su obra principal, Crónica Universal, es el embrión de las divisiones histórico-teológicas que se utilizaron durante la Edad Media. ● En el siglo XVII, el historiador protestante Cristóbal Cellarius (1638-1707), en su obra Historia Antigua (1685) separa la Historia Universal en tres edades: Antigua, Media y Moderna. Para Cellarius, la Historia Antigua llegaba hasta Constantino el Grande (324); la Historia Medieval (Historia medii aeuii) transcurría desde aquí hasta la caída de Constantinopla (1453); mientras que la Historia Moderna (Historia noua) se extendía desde aquí hasta su propia época.
● El nombre de Edad Media, que con el de medium tempus, se
empleó a veces en el siglo XV para designar el período que iba desde Cristo hasta los días más recientes, encontró diversos adversarios. Nació como resultado de la necesidad de denominar de alguna manera el espacio vacío entre el final de la Antigüedad y la reconstrucción de la cultura antigua (el Renacimiento).
● A pesar de todo, el tan discutido concepto de Edad Media no sólo
ha prevalecido entre los historiadores, una vez desterrados los prejuicios culturales o religiosos, sino que su utilización se ha extendido a determinados períodos históricos del mundo antiguo que, en virtud de la ausencia de fuentes documentales, aparecen bajo el velo de la “oscuridad” con la que, no sin cierta maledicencia, se suele identificar a los tiempos medievales.
● El concepto de contemporaneidad, y con él el de Historia
Contemporánea, surgió a fines del siglo XVIII en Europa, como consecuencia de la caída del Antiguo Régimen. Sin embargo, al igual que sucede con los demás períodos históricos ya analizados (Historia Antigua, Historia Medieval e Historia Moderna), existen serios problemas para señalar cuándo podemos hablar del inicio de la Historia Contemporánea.
● En el siglo XIX es cuando la Prehistoria nace como ciencia
histórica, al mismo tiempo que como período histórico inmediatamente anterior a la Historia Antigua. De la mano de las llamadas Ciencias Naturales (como la Geología o la Zoología, por citar sólo dos de ellas) se establece la existencia de la Prehistoria como el período histórico comprendido entre el origen del hombre y la aparición de las primeras fuentes escritas.
● La «Ley de las tres generaciones», propuesta por el historiador
Ottokar Lorenz a fines del siglo XIX, pretende demostrar que la Generación es la unidad histórica del tiempo. A partir del tiempo medio de duración de la vida de un hombre, Lorenz considera que la «vida histórica» de un hombre se reduce a 30 años (los que median entre los 30 y los 60 años de edad en su ciclo vital), lo que le lleva a establecer que en un siglo siempre median tres «vidas históricas». A partir de esta teoría, Lorenz establece que la evolución histórica se puede organizar en grandes series de evolución, de 300 hasta 600 años. ● Hoy día este modelo carece de cualquier validez científica, aunque suele citarse como ejemplo de otras periodizaciones propuestas como alternativa.
● Aunque la mayoría de la gente piensa que “la Historia son hechos
y fechas”, de lo expuesto hasta ahora se deduce que esa afirmación, además de tendenciosa, es falsa. No obstante, ello no significa que la variante «tiempo» carezca de interés para el historiador, antes al contrario, posee una importancia fundamental. ● En las ciencias históricas es fundamental el análisis de diversos fenómenos relacionados con la variante temporal, como la simultaneidad, la duración y la sucesión (esta última puede ser, a su vez, diacrónica o sincrónica).
● El historiador francés Fernand Braudel ha propuesto un modelo
histórico global en el que se recogen los distintos «tiempos históricos» (corto, medio y largo) que afectan a todos los procesos históricos:
• El tiempo corto es el de los acontecimientos que tiene un lapso
temporal breve en relación con la capacidad humana para concebir la categoría temporal.
• El tiempo medio es el de la coyuntura , entendida ésta como el
conjunto de factores (económicos, políticos, sociales o culturales) que caracterizan un determinado momento histórico. Se caracteriza por su gran movilidad. • El tiempo largo es el de las realidades históricas que subsisten por debajo de los acontecimientos o de los cambios de la coyuntura económica, política o social. Está vinculado a los hechos geográficos y es prácticamente inmóvil. Se corresponde con la estructura .
● Sin embargo, para los periodos más antiguos (Prehistoria e
Historia Antigua) el historiador se vale tanto de la cronología relativa como de la absoluta, comparando estos datos con los que se conocen en otras zonas geográficas. Veamos en qué consiste cada una de estas «cronologías»:
a) La cronología relativa consiste en ordenar los sucesos
históricos en relación con la anterioridad, posterioridad o contemporaneidad con otro suceso. Dicho en palabras más sencillas, consiste en decir que “el descubrimiento de América se produjo durante (contemporaneidad) el reinado de los Reyes Católicos” o que “se produjo antes (anterioridad) del reinado de Carlos V” .
b) La cronología absoluta consiste en determinar la ubicación de
los sucesos históricos en una serie temporal contable. Por ejemplo, “el descubrimiento de América se produjo en el año 1492”. ● El historiador escribe la Historia a partir de la información que le suministran las fuentes históricas, que pueden ser de diversos tipos: un documento escrito, un recorte de prensa, una fotografía, una película de cine, un resto arqueológico, etc. Cualquiera de estas cosas enumeradas podría considerarse como «fuente histórica».
● Evidentemente, las fuentes históricas no son inocentes, y a
menudo pueden ofrecer una visión deformada de la realidad que el historiador pretende reconstruir. Por esta razón el historiador, una vez encontradas estas fuentes (fase de la investigación que se conoce con el nombre de heurística), debe someterlas a la crítica histórica (fase de la investigación que se conoce con el nombre de hermenéutica), mediante la metodología oportuna. Maria Elena Garcia Morla
Universidad de Buenos Aires
El revisionismo en los 80 y 90: El anquilosamiento o la
convalecencia de una historia militante? . ● Con la reapertura de 1983 se asistió al declive relativo de todas las tendencias revisionistas, Por un lado, hemos de recordar el impacto de la derrota electoral del peronismo, así como los nuevos consensos liberal-democráticos y el desprestigio creciente de las lecturas nacionales.
● Tuvo un proceso de profesionalización y renovación de la
historiografía Argentina, que se prolongó durante la década siguiente, así como de reordenamiento institucional que paulatinamente desplazó de las cátedras universitarias a quienes habían conservado o conquistado sus puestos durante los años dictatoriales. Juan Pablo Fasano
Universidad de Buenos Aires (UBA)
Historia de la justicia e historia política. Apuntes para un
diálogo ● La renovación historiográfica que ha tenido lugar en el campo de los estudios sobre la justicia y el derecho en América Latina y en el período independiente, aunque ligada – por una parte – a la historia crítica del derecho y – por otra – a la historia (socio) cultural, se ha vinculado menos con la historiografía política.
● Estas formas de imaginar y construir de la polis pueden
observarse – en el ámbito de la justicia y el derecho- en dos planos: el de las normas y el de las prácticas.
● Desde esta perspectiva renovadora en la historia de la justicia,
vinculada a las tradiciones de la historia social y cultural y en diálogo con la historia política más reciente, se ha construido una mirada que podríamos denominar optimista sobre la creación y consolidación de un poder judicial y la modernización no sólo de sus estructuras institucionales sino de los discursos jurídicos.
● La historiografía de raigambre propiamente jurídica, no obstante,
ha marcado señales de alerta frente a este optimismo en relación tanto con la vigencia de ordenamientos normativos propios del Antiguo Régimen como con la de los marcos interpretativos y los lenguajes jurídicos en uso en la administración de justicia. ● La caída del régimen rosista ha sido tradicionalmente construida como un momento de fuerte ruptura en términos políticos. Incluso la historiografía política más reciente ha remarcado los profundos cambios que se dieron en ámbitos como la vida asociativa, la participación electoral y el debate público sostenido en la actividad de las cámaras, la prensa y la movilización.
● La atención a los nuevos enfoques que ofrece la historiografía
política – desde las nuevas temporalidades que ofrece la historia conceptual hasta una mirada más atenta a las prácticas institucionales y el abordaje constructivista de los procesos de cambio político – han contribuido a repensar algunos aspectos de la administración de justicia.
● La atención a las instituciones judiciales y sus correlatos
normativos resulta, no obstante, deficitaria a la hora de dar cuenta de distintas dimensiones de la experiencia de la administración de justicia.