Fuente de Las Obligaciones

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APUNTES DERECHO CIVIL IV

FUENTES DE LAS OBLIGACIONES I

JOSÉ MARÍA EYZAGUIRRE G. – CRISTÓBAL EYZAGUIRRE


B.

ARTURO SAFFIE VEGA


Arturo Saffie V.

CONTRATOS
I. Introducción
Concepto de Obligación: vínculo jurídico entre dos personas, una de ellas llamado deudor que s
encuentra en la necesidad jurídica de dar hacer o no hacer algo respecto de otra llamada acreedor.
 Justiniano: es una relación o vínculo jurídico que nos otorga la posibilidad de obtener una
prestación.
 Alessandri: el vínculo jurídico que coloca a una persona determinada en la necesidad de
dar, hacer o no hacer algo respecto de otra persona determinada.
 Fueyo: es el vínculo o relación jurídica entre dos o más personas en virtud del cual una de
las partes, el deudor, debe cumplir una prestación determinada en favor de otra, el acreedor,
que tiene la facultad de exigirla, constriñéndola con los medios coercitivos dispuestos por la
ley.

Este concepto arranca del Art. 578 CC el que dispone que los derechos personales o créditos son los
que sólo pueden reclamarse de ciertas personas, que, por un hecho suyo o la sola disposición de la
ley, han contraído las obligaciones correlativas; como el que tiene el prestamista contra su deudor
por el dinero prestado, o el hijo contra el padre por alimentos. De estos derechos nacen las acciones
personales.

El concepto de obligación se liga fundamentalmente con el concepto de derechos personales. El


concepto de derecho personal surge desde la óptica del acreedor, mientras que el concepto de
obligación surge desde la óptica del deudor.

Fuentes de las Obligaciones: el Art. 578 CC contiene la idea implícita de fuente de la obligación al
expresar “por un hecho suyo o la sola disposición de la ley”. Ahora bien, el Art. 578 CC no señala
cuales son las fuentes de las obligaciones. Sin embargo, el Art. 1437 CC efectivamente las enumera.

El Art. 1437 CC señala que las obligaciones nacen, ya del concurso real de las voluntades de dos o
más personas, como los contratos o convenciones; ya de un hecho voluntario de la persona que se
obliga, como en la aceptación de una herencia o legado y en todos los cuasicontratos; ya a
consecuencia de un hecho que ha inferido injuria o daño a otra persona, como en los delitos y
cuasidelitos; ya por disposición de la ley, como entre los padres y los hijos sujetos a patria potestad.

II. Teoría General del Contrato


A. Concepto: el contrato es la base principal de las obligaciones y, el Art. 1438 CC define como
contrato o convención al acto (jurídico) por el cual una parte se obliga para con otra a dar, hacer o
no hacer alguna cosa. Cada parte puede ser una o muchas personas.
 Construcción Conceptual:
o Acto Jurídico: es la manifestación de voluntad realizada con la intención de
producir efectos jurídicos (crear, modificar o extinguir obligaciones). El acto puede
ser la manifestación de una sola voluntad o el resultado de un acuerdo de
voluntades (convención).
o Convención: declaración bilateral de voluntad tendiente a producir determinadas
consecuencias de derecho (creativas, modificativas o extintivas).

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o Contrato: es la convención destinada a producir obligaciones; se trata de una


declaración bilateral de voluntad tendiente a generar obligaciones. El Art. 1438 CC
lo define como el acto por el cual una parte se obliga para con otra a dar, hacer o no
hacer alguna cosa.
Para la doctrina, el contrato y la convención son conceptos claramente diferenciados (la
convención es el género y el contrato es la especie). En cambio, la ley claramente las
considera como expresiones sinónimas.
 Relevancia de la Voluntad: hay que destacar la importancia que tiene la voluntad en los
contratos. El Art. 1438 CC se refiere a él como un “acto”, pero el Art. 1437 CC resalta su
carácter volitivo al referirse al “concurso real de las voluntades”.
 Rol como Fuente: es la principal fuente de las obligaciones y una de las más
frecuentemente utilizadas. En ese sentido, el campo de acción del contrato es amplísimo,
por cuanto no se limita a los bienes; se extiende también a las personas.
 Consideración Histórica: el concepto del contrato como manifestación de voluntad no
siempre fue así.
o En el Derecho Romano la voluntad no era lo importante, sino que la forma. Era una
noción sumamente formalista (stipulatio, dacio, spondio). Así, más que el fondo
(manifestación de voluntad), lo relevante era la forma (tipos y fórmulas genéricas
de contratos). Lo determinante era la fórmula de estipulación (incluso palabras
sacramentales en sus orígenes) que daba acción para exigir algo. Una obra
fundamental es el Corpus Iuris Civile de Justiniano, donde sí hay un conjunto de
contratos. Además, Gayo –comentando el Corpus– señala tres tipos de contratos:
verbis (la manifestación de voluntad está en el pronunciamiento de ciertas
palabras); literis (la manifestación de voluntad está en escrituración de
determinadas palabras); y res (la base del contrato estaba en la entrega de una
cosa). Sin embargo, Gayo no reconoce los contratos consensuales, ya que la fuerza
de la voluntad es muy posterior.
o Históricamente, hubo países que desarrollaron un proceso codificador (como
Francia, España o Alemania), que influyeron decisivamente en la noción que tiene
el Código Civil sobre los contratos (particularmente el influjo francés). Asimismo,
hubo otros países (anglosajones) en donde la codificación fue escasa (como en
Inglaterra y Estados Unidos). Un reflejo de esta falta o ausencia de codificación es
la institución de la consideration como una forma de respaldar, a modo de
contraprestación, la reclamación contractual.
 Crítica al Concepto del Código: la definición del Art. 1438 CC ha sido criticada porque
concibe al contrato y a la convención como idénticos. No obstante, ambos conceptos son
distintos. La diferencia radica en que el contrato es una manifestación de voluntad que crea
obligaciones, en cambio, la convención es más amplia, ya que también es una
manifestación de voluntad pero que no solo crea, sino que modifica o extingue
obligaciones. Esta distinción propia de nuestro ordenamiento no resulta tan relevante en
otros ordenamientos (como el francés).

B. Funciones del Contrato: tan amplia es la relevancia de los contratos, que es prácticamente
imposible no encontrarse con uno.

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 Función de Cambio y Circulación de los Bienes: la forma en que los bienes se


intercambian y, por tanto, circulan en la sociedad se efectúa, normalmente, a través de los
contratos. Algunos contratos constituyen títulos traslaticios de dominio (contrato de
compraventa, contrato de donación, contrato de aporte societario), lo que es un reflejo de
esta función.
 Función de Crédito: varias operaciones financieras y de financiación se practican por
medio de contratos. Por ejemplo, a través de un contrato de mutuo.
 Función de Garantía: actos destinados a asegurar el cumplimiento de una obligación. Por
ejemplo, un contrato de prenda, un contrato de hipoteca, un contrato de fianza, en fin.
 Función de Custodia: Por ejemplo, el contrato de depósito.
 Función Laboral: todo lo relacionado con el trabajo de las personas; todos los actos y
contratos que se celebran entre un trabajador y un empleador. Por ejemplo, el originario
contrato de prestación de servicios o contratos previsionales.
 Función de Representación: el derecho a actuar en nombre de otra persona emana,
fundamentalmente, de un contrato de mandato.
 Función de Cubrir Riesgo o de Aseguramiento: el rol de sobrellevar determinados
riesgos se realiza por medio de contratos. Por ejemplo, el contrato de seguro.
 Función de Recreación: por ejemplo, un contrato de transporte o contrato de hospedaje.

C. Elementos del Contrato:


 Elementos o Requisitos Generales: el Art. 1445 CC dispone que para que una persona se
obligue a otra por un acto o declaración de voluntad es necesario:
o Capacidad: que sea legalmente capaz (la capacidad legal de una persona consiste
en poderse obligar por sí misma, y sin el ministerio o la autorización de otra).
o Consentimiento: que consienta en dicho acto o declaración y su consentimiento no
adolezca de vicio.
o Objeto: que recaiga sobre un objeto lícito.
o Causa: que tenga una causa lícita.
o Solemnidades (adicional): en los contratos solemnes se agrega como elemento la
observancia de las formas prescritas por la ley. El Art. 1445 CC no se remite a este
requisito, tanto en cuanto sólo enuncia aspectos comunes o generales a todo
contrato. Además, la regla general es que la gran mayoría de los contratos no
requieren de dichas solemnidades. Y, en el caso de los contratos solemnes, el
consentimiento de las partes se manifiesta o exterioriza a través del cumplimiento
de las formalidades legales.
 Elementos o Requisitos Especiales: el Art. 1444 CC dice que se distinguen en cada
contrato las cosas que son de su esencia, las que son de su naturaleza, y las puramente
accidentales.
o Elementos Esenciales: son de la esencia de un contrato aquellas cosas sin las cuales
o no produce efecto alguno, o degenera en otro contrato diferente. Las cosas de la
esencia del contrato le dan su fisonomía propia y característica, le individualizan y
distinguen de los demás. Por ejemplo, la cosa y el precio son esenciales en la
compraventa; a falta de cosa y precio, no hay contrato; si el precio no consiste en
dinero, el contrato será́ de permuta.
o Elementos Naturales: son de la naturaleza de un contrato las que no siendo
esenciales en él, se entienden pertenecerle, sin necesidad de una cláusula especial.
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Las cosas de la naturaleza del contrato pueden ser suprimidas o alteradas sin que
pierda su fisonomía característica; para ello hace falta una cláusula formal. A falta
de una expresa estipulación, tales cosas se subentienden y reputan incorporadas al
contrato. Por ejemplo, la condición resolutoria tácita o la obligación de garantía del
vendedor en una compraventa.
o Elementos Accidentales: son accidentales a un contrato aquellas que ni esencial ni
naturalmente le pertenecen, y que se le agregan por medio de cláusulas especiales
(la estipulación debe ser expresa, pero no necesariamente escrita). Las cosas
accidentales, por lo tanto, sólo pertenecen al contrato por acuerdo especial de las
partes contratantes. Por ejemplo, la fijación de un plazo para el pago del precio en
una compraventa.

D. Clasificación de los Contratos:


 Clasificación I (Art. 1439 CC): en esta clasificación no se atiende al número de las
obligaciones que se originan, sino a la circunstancia de que se obligue una parte o ambas
mutuamente.
o Unilateral: aquel en el que una de las partes se obliga para con otra que no contrae
obligación alguna. Por ejemplo, un contrato de donación. Otros ejemplos más
discutibles sería los contratos de mutuo, depósito, comodato, en fin.
o Bilateral: aquel en el que las partes contratantes se obligan recíprocamente. Por
ejemplo, una compraventa o un arrendamiento.
 Bilateral o sinalagmático perfecto: en su origen es bilateral, vale decir,
coincide con la definición strictu sensu.
 Bilateral o sinalagmático imperfecto: aquellos generan obligaciones sólo
para una de las partes contratantes, pero circunstancias posteriores a su
celebración determinan que se obligue también aquella parte que
inicialmente no contrajo ninguna obligación. Por ejemplo, la prenda, en
principio, obliga al acreedor prendario a restituir la cosa. Sin embargo, el
deudor prendario podrá ser obligado, eventualmente, a reembolsar los
gastos de conservación. Se trata de contratos unilaterales, pero que
imperfectamente pasan a ser bilaterales. Lo relevante es que se discute si se
les aplica la condición resolutoria tácita.
o Mención a los Contratos Plurilaterales o Asociativos: es aquel que requiere, para
perfeccionarse, la participación de más de dos personas. Por ejemplo, un contrato
de sociedad. Las obligaciones no necesariamente son contrapuestas, es decir, no
siempre habrá obligaciones respectos de los demás socios, sino que, muchas veces,
irán en el mismo sentido; se ordenarán a un mismo interés (Art. 2053 CC). Otro
contrato plurilateral son los contratos colectivos de trabajo, caso en el que, algunas
veces, hay personas que se ven afectadas u obligadas por él aunque no hayan
concurrido al acto de celebración del contrato colectivo. Otro caso son situaciones
más complejas como proyectos mineros o medioambientales u operaciones de
financiamiento de un negocio.
Importancia:

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o Condición Resolutoria Tácita: según el Art. 1489 CC, en los contratos bilaterales
va envuelta la condición resolutoria de no cumplirse por una de las partes lo
pactado, por lo que la condición resolutoria tácita sería inoperante en los contratos
unilaterales.
o Teoría de los Riesgos (Art. 1550 CC): solamente en los contratos bilaterales se
plantea el problema de los riesgos, que consiste en determinar si la extinción por
caso fortuito de la obligación de una de las partes extingue igualmente o deja
subsistente la obligación de la otra. Ahora bien, la tesis del Art. 1550 CC no se ha
aplicado a todos los contratos bilaterales; no ha sido de aplicación general (caso del
Art. 1950 CC en arrendamiento). En los contratos unilaterales el caso fortuito
extingue las obligaciones de la única parte obligada.
o Mora (reciprocidad en materia del cumplimiento o incumplimiento): el
acreedor solo tiene derecho a exigir el cumplimiento del contrato una vez que está
cumplida la obligación que a él le cabe como acreedor en el contrato. Se aplica la
doctrina del contrato no cumplido o de que la mora purga la mora del Art. 1552
CC, es decir, que ninguna de las partes está en mora dejando de cumplir lo pactado,
mientras la otra no cumpla o esté pronta a cumplir sus obligaciones recíprocas.
 Clasificación II (Art. 1440 CC):
o Gratuito o De Beneficencia: aquel que sólo tiene por objeto la utilidad de una de
las partes, sufriendo la otra el gravamen. Aquí, en la formación del consentimiento,
normalmente la razón o la causa del contrato será la mera liberalidad. Por ejemplo,
en un contrato de donación.
o Oneroso: aquel que tiene por objeto la utilidad de ambos contratantes, gravándose
cada uno a beneficio del otro. Por ejemplo, un contrato de compraventa. Los
onerosos, a su vez, se subdividen entre conmutativos y aleatorios (clasificación
siguiente).
Importancia:
o Causa: como se ha dicho, la causa de los contratos gratuitos, en general, será la
mera liberalidad.
o Culpa e Inejecución del Contrato: en los contratos onerosos, puesto que ambas
partes obtienen mutuo beneficio, el deudor responde de la culpa leve. En los
contratos gratuitos responderá de la culpa grave o levísima, según si la gratuidad
cede en provecho del acreedor (depósito) o del deudor (comodato). Por lo tanto,
existe la culpa de aquella parte que, en definitiva, queda gravado con el contrato,
pero, muchas veces, no puede incurrir en culpa. Por ejemplo, si el donante no
cumple, el donatario, en general, no podrá exigir la ejecución. Ahora bien, el
donatario puede incurrir en culpa, por ejemplo, al no prestar la ayuda al donante
cuando este lo necesita.
o Insinuación: muchos contratos gratuitos están afectos o sometidos al acto de la
insinuación en cuanto autorización que tiene que dar el juez respecto del contrato
gratuito (v.gr., una donación). Esta insinuación tiene sentido. Sin esta autorización
judicial, el contrato gratuito no vale, es una solemnidad necesaria. La persona que
quiere realizar una donación, debe respetar el derecho que le pueda corresponder a
los demás parientes del mismo grado, por ejemplo.

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o Acción Pauliana: la circunstancia de ser gratuito u oneroso determina las


condiciones en que es atacable por medio de la acción pauliana. Para que sean
revocables los actos gratuitos ejecutados por el deudor, en perjuicio de los
acreedores, basta la mala fe del deudor; los actos onerosos son revocables a
condición de que estén de mala fe el otorgante y el adquirente, esto es, que ambos
conozcan el mal estado de los negocios del deudor (Art. 2468 CC).
o Regla General: Meza Barros concluye que los contratos bilaterales son onerosos,
ya que al obligarse, ambas partes reportan un beneficio y soportan el gravamen que
significa la obligación recíproca. Los contratos unilaterales, en cambio, son
generalmente gratuitos.
 Clasificación III (Art. 1441 CC):
o Conmutativo: aquel en el que cada una de las partes se obliga a dar o hacer una
cosa que se mira como equivalente a lo que la otra parte debe dar o hacer a su vez.
Por ejemplo, un contrato de arrendamiento.
o Aleatorio: aquel en el que el equivalente consiste en la contingencia incierta de
ganancia o pérdida. Por ejemplo, un contrato de compraventa de cosa futura, la
renta vitalicia, el juego, la apuesta, el seguro, entre otros.
Importancia:
o Rescisión por Lesión Enorme: sólo tiene cabida en los contratos conmutativos,
por cuanto consiste en una grave desproporción de las prestaciones que las partes
miraron como equivalentes. Por ejemplo, en una compraventa de bienes raíces, un
mutuo cuando excede máximos legales, la claúsula penal enorme, en particiones.
o Interpretación del Contrato: por una parte, la interpretación contractual en los
conmutativos se basa en la equivalencia prestacional. Por otra parte, en los
aleatorias, la interpretación es distinta, ya que no se puede basar en la equivalencia
prestacional.
o Imprevisión: de acuerdo a la duración, se puede producir la falta de prestaciones
causada por el tiempo. Por ejemplo, el caso de la inflación. El escenario
prestacional se ve afectado por la inflación, pudiendo alegarse la imprevisión en
cuanto se han modificado las condiciones contractuales por el tiempo u otro evento.
 Clasificación IV (Art. 1442 CC):
o Principales: aquel que subsiste por sí mismo sin necesidad de otra convención. Por
ejemplo, la compraventa, el arrendamiento, la sociedad.
o Accesorio: aquel que tiene por objeto asegurar el cumplimiento de una obligación
principal, de manera que no pueda subsistir sin ella. Por ejemplo, la hipoteca, la
fianza, la prenda.
o Mención a los Contratos Dependientes: ahora bien, existen otros contratos que
dependen de otro contrato, pero que no tienen por objeto asegurar el cumplimiento
de una obligación principal. Estos son los denominados contratos “dependientes”
(por ejemplo, las capitulaciones matrimoniales).
Importancia: de esta clasificación emana la aplicación del principio de que lo accesorio
sigue la suerte de lo principal. El contrato accesorio no puede subsistir sin una obligación
principal: por consiguiente, las causas que extinguen la obligación principal extinguen
igualmente las que pro- vienen del contrato accesorio.
 Clasificación V (Art. 1443 CC):

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o Real: aquel que para que sea perfecto, es necesaria la tradición de la cosa a que se
refiere. Aquí, se toma la voz “tradición” como entrega, no como transferencia de
dominio. Por ejemplo, un mutuo, un depósito, el comodato.
o Solemne: aquel que está sujeto a la observancia de ciertas formalidades especiales,
de manera que sin ellas no produce ningún efecto civil. El cumplimiento de
determinadas formas se justifica por varias razones: (i) pone a las partes a cubierto
de un malentendido; (ii) atrae su atención acerca de la gravedad del contrato que
concluyen; (iii) les suministra una prueba pre-constituida en caso de controversia.
Por ejemplo, el matrimonio, la hipoteca, la compraventa de bienes raíces. Las
formalidades las puede establecer la ley o las partes. Además, no cualquier
formalidad necesariamente va a significar que el contrato no produzca efecto:
 Formalidad propiamente tal: aquellas solemnidades o aquellos requisitos
externos que exige la ley para la existencia o validez de un acto o contrato.
Si faltan, habrá nulidad absoluta.
 Formalidad habilitante: aquellos requisitos que la ley exige para
completar la voluntad de un incapaz o para protegerlo. Si faltan, habrá
nulidad (absoluta o relativa, aunque generalmente relativa respecto a
formalidades habilitantes).
 Formalidades por vía de prueba: aquellas que si no se cumplen impiden
que el acto pueda ser probado mediante algún medio de prueba específico.
Si faltan, faltará un medio de prueba, pero de todas maneras podrá probarse
el contrato por otras vías y generar obligaciones.
 Formalidades de publicidad: aquellos requisitos externos que tienen por
objeto proteger (dándole conocimiento) a terceros que puedan verse
afectados por el acto o contrato. Si faltan, habrá (comúnmente)
inoponibilidad.
o Consensual: aquel que se perfecciona por el solo consentimiento. La falta de un
acto escrito, en caso de discusión, dificultará ciertamente la prueba, pero no obsta
que el contrato se encuentre perfecto. Asimismo, para el perfeccionamiento del
contrato, es indiferente que se hayan puesto en ejecución las obligaciones
resultantes. Por ejemplo, la compraventa.
Importancia: respecto a la determinación del momento en que se perfeccionó el contrato.
 Clasificación VI:
o Nominados o Típicos: son aquellas que están expresamente establecidos por la ley;
aquellos que tienen una individualidad acusada y, por lo mismo, un nombre y una
reglamentación legal. Por ejemplo, la compraventa, el mutuo, la hipoteca, la fianza,
en fin.
o Innominados o Atípicos: aquellos que no están expresamente establecidos por la
ley; aquellos que carecen de una denominación y, sobre todo, de una especial
reglamentación legal. Por ejemplo, en materia de computación o un leasing. Son
creaciones de las partes que usan de su libertad de contratación. En este sentido,
estos contratos son regidos por las estipulaciones de las partes, por los principios
generales que gobiernan los contratos y por las reglas generales dictadas para
contratos afines. Estos contratos tienen el problema de que la forma de
negociarlo y convenirlo es

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distinta, ya que no hay reglas supletorias, hay que negociar todo. Lo mismo pasa a
la hora de interpretar el contrato, si no hay ninguna regla a la que se pueda recurrir,
se comienza tratando de averiguar cuál due la voluntad de las partes y, en caso de
que esta no sea clara, se deberá revisar a qué tipo de contrato nominado se parece el
que celebraron las partes. En caso de que todo lo anterior sea implausible, será el
juez el llamado a interpretar. También podrá, excepcionalmente, recurrirse a la
costumbre (usos y prácticas) contractuales.
Importancia: por lo tanto, cuando el contrato es innominado hay una serie de
complejidades en la construcción e interpretación contractual.
 Clasificación VII:
o De Libre Discusión: aquel en que todas las condiciones y sus efectos son fijados
por las partes al momento de celebrarlo; es decir, aquel en que las partes concluyen
sus condiciones como resultado de una libre deliberación. Esta es la regla general.
o De Adhesión: aquel cuyas cláusulas han sido propuestas unilateralmente por el
proveedor sin que el consumidor, para celebrarlo, pueda alterar su contenido (Art. 1
Ley 19.496); aquel en que una de las partes formula las condiciones del contrato y
la otra se limita a prestar su aprobación o adhesión a di chas condiciones en block.
Es el proponente quien, en definitiva, señala todas las condiciones y efectos del
contrato (condiciones generales de contratación), mientras que la otra, el aceptante,
simplemente se adhiere aprobándolo. Esta forma reviste hoy el contrato de seguro y
algunos contratos de suministro como el de prestación de servicios eléctricos a
tarifas reguladas.
Importancia: la ley y el ordenamiento jurídico han regulado las condiciones generales de
contratación de los contratos de adhesión. Por ejemplo, deberes de información en la Ley de
Protección al Consumidor o la Comisión Antimonopolio. Estas obligaciones de información
permiten a los contratantes establecer, de antemano, las condiciones del contrato. Por lo
tanto, las condiciones generales de contratación deben cumplir ciertos requisitos: (i)
publicidad, tanto contenido informativo como difusión pública; (ii) no pueden ser
sorpresivas o espontáneas, a fin de evitar abusos; (iii) deben ser claras e inteligibles (letra
clara y grande). Todo esto está dirigido a evitar abusos (por ejemplo, cláusulas leoninas del
Art. 16 de la Ley 19.496).
 Clasificación VIII:
o Individuales: aquel que requiere el consentimiento unánime de las partes a quienes
dejará vinculadas. El contrato individual es el tipo normal de contrato.
o Colectivos: aquel que afecta a una colectividad o grupo de individuos, aunque no
hayan concurrido a su celebración, por el hecho de pertenecer a ese grupo o
colectividad. Por ejemplo, el contrato colectivo de trabajo.
 Clasificación IX:
o De Ejecución Instantánea: son aquellos que, por su naturaleza, producen el
cumplimiento inmediato por las partes. Por ejemplo, compraventa de un bien
mueble. Esto no obsta que existan obligaciones que se perpetúan en el tiempo, pero
se distancian de la ejecución o cumplimiento típica e inmediata del contrato (por
ejemplo, el saneamiento de la evicción y de los vicios redhibitorios).

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o De Tracto Sucesivo: son aquellos que, por su naturaleza, prologan en el tiempo su


ejecución y cumplimiento. Por ejemplo, arrendamiento o contrato de trabajo. El
término del contrato se establece comúnmente fijando un plazo o una condición
resolutoria; aunque también pueden ser de duración indefinida. Además, muchas
veces las partes van a tener la facultad de ponerle término al contrato
unilateralmente (“desahucio”).
Importancia:
o En los contratos de ejecución instantánea, normalmente su resolución produce la
restitución de las obligaciones. Es decir, se retrotrae la situación al estado anterior a
la celebración del contrato (de ejecución instantánea) en virtud de su resolución (u
otros eventos como la nulidad). Esto no ocurre en el caso de los contratos de tracto
sucesivo, donde la resolución del mismo (u otro evento) no tiene efecto retroactivo.
Por eso se dice que los contratos de tracto sucesivo no se resuelven, sino que
terminan.
o En los contratos de tracto sucesivo, es posible que, mientras permanecen vigentes
en un espacio de tiempo, pueden surgir eventos o situaciones que son de carácter
imprevisto y que dan lugar a lo que se llama la doctrina de la imprevisión que
hacen que las obligaciones que tenían las partes al momento de la celebración del
contrato se desnaturalicen y produzcan una especie de revisión contractual. En
Chile, esto no está tan establecido (ni siquiera jurisprudencialmente).
o En cuanto a la doctrina de los riesgos (Art. 1550 CC) 1, en los contratos de tracto
sucesivo el riesgo no sigue esta regla (Art. 1950 CC), ya que muchas veces los
riesgos serán suplidos por ambas partes.

E. Principios que Informan la Contratación (Efectos de los Contratos):


 Entre las partes: son partes en un contrato las personas que intervinieron en su
celebración, cuyo consentimiento le dio vida. Además, se consideran a aquellos que, sin
intervenir personalmente en el contrato, actuaron debidamente representados.
o Autonomía de la Voluntad, Libertad Contractual y Consensualismo
Contractual: el contrato es concebido y nace a la vida jurídica a partir de la
manifestación de la voluntad. La teoría general del acto jurídico descansa sobre la
libertad y la voluntad.
 Explicación: se traduce en la facultad o poder que la ley reconoce a los
particulares para regular sus intereses, actuando según su propio juicio y
responsabilizándose por las consecuencias de su comportamiento, sean
éstas ventajosa u onerosas. El hombre es libre para vincularse con otros o
no y si decide obligarse, es libre de señalar las proyecciones del contrato,
su duración y, en general, sus efectos.
 Reconocimiento Jurídico: las disposiciones legales que rigen los contratos
son regularmente supletorias de la voluntad de las partes y pretenden
interpretar esta voluntad que no ha llegado a manifestarse.

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El riesgo es la destrucción de la cosa por un hecho fortuito ajeno a las partes. La regla del Art. 1550 CC es
que el riesgo es del acreedor.

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 El hombre es libre para renunciar por su sola voluntad a un derecho


establecido en su beneficio. Según el Art. 12 CC, podrán
renunciarse los derechos conferidos por las leyes, con tal que sólo
miren al interés individual del renunciante, y que no esté prohibida
su renuncia.
 El hombre es libre para determinar el contenido de los actos
jurídicos que celebre (libertad contractual). Según el Art. 1545 CC,
todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes,
y no puede ser invalidado sino por su consentimiento mutuo o por
causas legales.
 Como los actos jurídicos son fruto de la voluntad del hombre, cada
vez que surjan dudas en torno al significado o a las consecuencias
de sus manifestaciones, debe indagarse por la intención o querer
real, que es lo que efectivamente la o las partes perseguían. Según
el Art. 1560 CC, conocida claramente la intención de los
contratantes, debe estarse a ella más que a lo literal de las palabras.
 Los particulares pueden celebrar toda suerte de contratos, aunque
no sean de aquellos que la ley ha dotado de una especial
reglamentación, esto es, de contratos innominados.
 Los contratos son generalmente consensuales; el solo
consentimiento es bastante para que se perfeccionen,
independientemente de la observancia de formas externas
(consensualismo). La regla general en el ordenamiento jurídico
chileno es que los contratos son consensuales, por lo que las
formalidades son excepcionales y de interpretación restrictiva.
 Las partes pueden hacer solemnes aquellos contratos que son
naturalmente consensuales y revestirlos de las solemnidades que
juzguen convenientes (Art. 1802 y Art. 1921 CC).
 Limitaciones al principio: en materia de derecho privado, aparece la
máxima de que el ser humano puede hacer todo aquello que no esté
prohibido. Ahora bien, estos principios tienen algunas limitaciones, a saber:
 Limitación de Orden Público: impide la formación del contrato a
menos que se cumplan con ciertas formalidades. Así, entendiendo
el orden público como la organización considerada como necesaria
para el buen funcionamiento general de la sociedad, existen
diversas materias que limitan la autonomía contractual (por
ejemplo, poder monopólico, en materia laboral con el contrato de
trabajo, protección al consumidor, regulación de precios, entre
otros).
 Limitación Natural: la autonomía del agente está limitada por la
autonomía de los demás.
 Limitación Jurídica y Legal: la autonomía contractual debe
ajustarse al ordenamiento jurídico. Por una parte, es necesario que
se ajuste a los requisitos establecidos por la ley para su valor
jurídico. Por otra parte, si el contrato es innominado (por ejemplo)

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no puede aprovecharse dicha circunstancia para efectos arbitrarios


o caprichosos.
o Fuerza Obligatoria de los Contratos (pacta sunt servanda): el Art. 1545 CC
dispone que todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes, y
no puede ser invalidado sino por su consentimiento mutuo o por causas legales.
 Explicación: así, el contrato tiene per se una fuerza obligatoria. Este
artículo es trascendental por cuanto equipara el contrato a la ley. La propia
Constitución respalda a los contratos, impidiendo invalidar los contratos
válidamente celebrados en virtud del Art. 19 N°24 CPR, ya que los
derechos incorporales (incluidos aquellos que emanan de los contratos)
están constitucionalmente protegidos. Así, este principio deja a las partes
en libertad para señalar las normas que han de regir sus relaciones y que
tales normas tienen para ellas la fuerza de una verdadera ley. Por lo mismo,
las estipulaciones del contrato se imponen también a los jueces, quienes
deben respetarlo para que sea acatada la voluntad contractual.
 Limitaciones del principio: tiene el carácter de una ley para los
contratantes el contrato “legalmente celebrado”, por lo tanto, el contrato
debe ser válido para que tenga dicha fuerza obligatoria. El contrato válido
debe respetarse y cumplirse con dos únicas excepciones: (i) que las partes
acuerden abolirlo y
(ii) que la ley autorice expresamente dejarlo sin efecto por determinadas
causas.
 Infracción de la ley del contrato: corresponde a los jueces interpretar el
contrato, en caso de controversia. En uso de esta facultad, les incumbe
determinar su sentido y señalar el alcance de sus estipulaciones. Los jueces
del fondo no pueden desconocer los efectos legales de una convención cuya
existencia han constatado.
o Buena Fe Contractual: el Art. 706 CC define la buena fe como la conciencia de
haberse adquirido el dominio de la cosa por medios legítimos, exentos de fraude y
de todo otro vicio. Ahora bien, el Art. 706 CC se refiere, fundamentalmente, a
materias de posesión. Por lo mismo, la doctrina distingue la buena fe subjetiva
(tratada por el Art. 706 CC) en cuanto la conciencia que tiene cada persona respecto
de cada derecho que adquiere de la buena fe objetiva en cuanto respeto a la palabra
empeñada, es decir, el deber de cada contratante de respetar los compromisos
contraídos (tanto por él como por el otro contratante) en el contrato. De esta
manera, el Código reconoce este principio (no sólo como lo hace el Art. 706 CC) en
el Art. 1546 CC el que preceptúa que los contratos deben ejecutarse de buena fe, y
por consiguiente obligan no sólo a lo que en ellos se expresa, sino a todas las cosas
que emanan precisamente de la naturaleza de la obligación, o que por la ley o la
costumbre pertenecen a ella. Esta buena fe exige o comprende la actuación de las
partes en todas las etapas del contrato (en los tratos preliminares, la redacción del
contrato, en fin), impidiendo que se incurra en inexactitudes, faltas de seriedad,
vaguedades, silencio respecto de materias relevantes, entre otros. Es decir, la buena
fe se aplica en la preparación del contrato, en la celebración del contrato (Art. 1815
CC), en la ejecución del contrato, en la posterioridad del contrato, en definitiva, en

11
Arturo Saffie V.

todo el proceso contractual. Por lo tanto, la ejecución de buena fe del contrato


significa que debe cumplirse conforme a la intención de las partes y a las
finalidades que se han propuesto al contratar.
 Efectos respecto de terceros 2: en principio, el contrato no genera derechos ni impone
obligaciones a terceros; nadie puede resultar acreedor o deudor sin haber consentido. Sin
embargo, junto a las partes se encuentran ciertas personas que aprovechan de los efectos del
acto o sufren sus consecuencias. De esta manera, el principio de que el contrato no afecta a
terceros, plantea el problema de averiguar quiénes son los terceros. Así, el denominado
efecto relativo de los contratos se encuentra recogido en el Art. 1545 CC, ya que si se
celebra un determinado contrato, su alcance se extiende sólo a los contratantes. Por lo tanto,
la regla general es que los efectos del contrato sólo alcanzan a las partes3 que los celebraron;
las partes son forzosamente obligadas a cumplirlo. Por su parte, los terceros son todos
aquellos cuyo consentimiento no dio lugar ni formó parte del contrato. Así, por regla
general, los terceros no quedan alcanzados por el contrato, aunque hay excepciones.
Entonces, se distinguen dos tipos de terceros: (i) están los terceros absolutos que no
participaron en la celebración del contrato, por lo que el contrato no les produce efecto
alguno y (ii) están los terceros relativos que son aquellos que si bien no formaron parte del
contrato, pueden verse afectados por el mismo. Los casos más particulares son los
siguientes:
o Asignatarios o Sucesores a Título Universal (Herederos): los sucesores a título
universal no pueden considerarse extraños al contrato, pese a que no intervinieron
en su celebración. Los herederos4 en cuanto asignatarios a título universal (Art.
1097 CC) representan a su causante, se identifican con él, le suceden en todos sus
derechos y obligaciones transmisibles. Por lo tanto, los herederos se convierten en
acreedores o deudores, en los mimos términos que lo era su causante, de cuya
personalidad son la continuación y cuyo patrimonio recogen. Son personas
llamadas a suceder al causante respecto de todos sus bienes o sobre una cuota o
parte de los mismos. Sin embargo, hay diversas excepciones a esta regla:
 Los contratos intuito personae que contienen obligaciones personalísimas,
en donde la muerte del contratante pone fin a los efectos del contrato. Por
ejemplo, el contrato de mandato.
 Los contratos de que derivan derechos personalísimos como el uso y la
habitación. Además, se considera que el usufructo tampoco es transmisible
a los herederos del titular.
 Los contratos en que las partes han convenido expresamente que sus
consecuencias no ligarán a sus herederos, es decir, estipulaciones propias
de las partes en que se haya excluido a los herederos.
Además, siempre ha de considerarse que el heredero tiene la posibilidad de
aceptarla con beneficio de inventario.

2
Este acápite se guía por Meza Barros. Al final de los apuntes hay un resumen del artículo de don JME.
3
Las partes contratantes son aquellas que manifiestan su consentimiento al momento de celebrar el contrato,
en muchos casos actúan a nombre propio o bien representados.
4
Los herederos en cuanto asignatarios a título universal se diferencian de los legatarios en cuanto asignatarios
a título singular.

12
Arturo Saffie V.

o Asignatarios o Sucesores a Título Singular: los sucesores a título singular


adquieren de su causante determinados bienes o derechos; no le suceden en el todo
o en una cuota de su patrimonio. Este es el caso del legatario, cesionario,
comprador y donatario. El derecho del sucesor a título singular se mide
exactamente por el de su causante, de acuerdo a la regla de que nadie puede
transferir más derechos que los que posee. El sucesor a título singular adquiere el
bien tal como se encontraba en virtud de los contratos que, respecto de dicho bien,
había celebrado el causante. Por consiguiente, los contratos por los que el autor
había consolidado, transformado, aumentado o disminuido su derecho,
aprovecharán o perjudicarán al causahabiente a título singular. Pero los contratos
que no afectan al derecho mismo, ni para mejorarlo, disminuirlo, consolidarlo o
transformarlo, no pueden ser opuestos al causahabiente ni invocados por éste. Dos
condiciones deben reunir, dice Meza Barros, los contratos que han de afectar a los
sucesores a título singular: (i) deben ser anteriores a la adquisición, y (ii) deben
referirse al bien mismo adquirido. JM dijo en clases que los asignatarios a título
singular por causa de muerte (legatarios) no suceden al causante y, por tanto, no le
son aplicables los efectos del contrato. Hay también sucesores a título singular entre
vivos (por ejemplo, un donatario) los que tampoco se ven afectados por los efectos
del contrato.
o Acreedores de las Partes: el derecho general de prenda (Art. 2465 CC) se verá
incrementado por las adquisiciones que haga el deudor y experimentará una
disminución con las nuevas obligaciones que contraiga. En este sentido, los
contratos celebrados por el deudor (sean para adquirir o enajenar un bien) afectan a
los acreedores y les son oponibles. Estos principios sufren importantes excepciones.
Por una parte, los acreedores deben sufrir los resultados de sus negocios
desafortunados, pero no las consecuencias de sus actos fraudulentos. Así, actuando
como terceros, pueden impugnar los actos del deudor por medio de la acción
pauliana o revocatoria. Por otra parte, los acreedores pueden desconocer los actos
simulados del deudor. Así, actuando como terceros, pueden optar por atenerse a las
apariencias del contrato ostensible o impugnarlo, demostrando la simulación.
o Los terceros extraños: son los verdaderos terceros, ya que son aquellos a quienes
no liga ni ligará en el futuro ninguna relación con los contratantes. Para estos
terceros rige plenamente el principio de la relatividad de los efectos del contrato; el
contrato no puede conferirles o quitarles un derecho, convertirles en acreedores o
deudores. Sin embargo, el principio de la relatividad de los efectos del contrato
tiene diversas excepciones:
 La estipulación a favor de otro (tercero): es uno de los contratos que
pueden alcanzar a terceros.
 Importancia de la estipulación a favor de otro: el interés en ella
deriva de que importantes contratos adoptan la forma de tal
estipulación. Por ejemplo, el contrato de seguro de vida, el contrato
de transporte y el contrato para la compra o venta de un
establecimiento de comercio.
 Personas que intervienen en la estipulación:

13
Arturo Saffie V.

o Estipulante: es una de las partes, no adquiere ningún


derecho.
o Promitente: es una de las partes, no adquiere ningún
derecho, sólo una obligación respecto del tercero, pero esta
obligación sólo correrá cuando el tercero lo haya aceptado.
o Tercero: la persona en beneficio de quien el promitente,
en virtud de la estipulación, deberá dar, hacer o no hacer
alguna cosa.
 Consagración legal (Art. 1449 CC): cualquiera puede estipular a
favor de una tercera persona, aunque no tenga derecho para
representarla; pero sólo esta tercera persona podrá demandar lo
estipulado; y mientras no intervenga su aceptación expresa o tácita
(los actos que sólo hubieran podido ejecutarse en virtud del
contrato), es revocable el contrato por la sola voluntad de las partes
que concurrieron a él.
 Elementos:
o Una de las partes (el estipulante) que no tiene la
representación del tercero, conviene que la otra (el
prometiente) realizará en favor de dicho tercero una
determinada prestación.
 Es menester que el tercero (beneficiario) sea
extraño a la convención, por ello resulta
indispensable que el estipulante no tenga el
derecho para representar al tercero.
 Es preciso que el estipulante obre a nombre propio,
ya que en caso de obrar sin poder, pero a nombre
del tercero, el estipulante será un agente oficioso.
o El contratante no puede reclamar el cumplimiento de lo
estipulado, derecho que sólo compete al tercero en cuyo
beneficio ha celebrado la estipulación. Por lo tanto, sólo el
tercero puede demandar lo estipulado.
o La voluntad del tercero no interviene para adquirir el
derecho, sino para hacer definitiva e irrevocable la
estipulación que, mientras no es aceptada, puede revocarse
por las partes contratantes.
 Revocación de las partes: mientras no intervenga
la aceptación del tercero, es revocable el contrato
por la sola voluntad de las partes que concurrieron
a él. Dicha revocación es el resultado de un
acuerdo de voluntades y no un acto unilateral del
estipulante. Los efectos de la revocación variarán
según el acuerdo de las partes. Podrá́ dejarse sin
efecto íntegramente el con trato o sólo alterarse sus
términos. La revocación puede ejercitarse

14
Arturo Saffie V.

libremente, aunque no siempre en forma impune


para el estipulante.
 Aceptación del tercero: la facultad de las partes
de revocar la estipulación dura hasta que interviene
la aceptación del tercero. Esta aceptación puede ser
expresa o tácita (los actos que sólo hubieran
podido ejecutarse en virtud del contrato). Pero la
aceptación no es una condición para la adquisición
del derecho por el tercero. Por la aceptación, el
derecho revocable del tercero se torna irrevocable.
 Naturaleza jurídica de la estipulación:
o Doctrina de la oferta: supone que el estipulante ofrece al
tercero el derecho de que se trata y éste lo incorpora a su
patrimonio por medio de la aceptación. El estipulante
adquiere para sí el derecho y lo incorpora a su patrimonio;
luego ofrece al tercero transmitirle el derecho, traspasarle
los beneficios de la estipulación, que le sustituya como
acreedor del prometiente. Aceptada la oferta, interviene un
segundo acuerdo de voluntades para transferir el derecho
del estipulante al tercero. La teoría de la oferta ha sido
abandonada por las graves consecuencias prácticas a que
conduce:
 Por de pronto, el derecho del tercero no nacería
sino al intervenir su aceptación; mientras tanto,
habría una simple oferta sujeta a todas las
contingencias de una policitación. La oferta está
expuesta a caducar, entre otras causas por la
muerte del proponente, circunstancia que sería
fatal para el tercero.
 Por otra parte, el tránsito del derecho por el
patrimonio del estipulante puede ser igualmente
fatal para el beneficiario (por cuanto queda
expuesto a los acreedores y herederos del
estipulante).
o Doctrina de la agencia oficiosa: considera al estipulante
como un gestor de negocios y reputa interesado al tercero.
El estipulante gestiona intereses ajenos y no los suyos
propios. La aceptación no es otra cosa que la ratificación
del interesado de una gestión que le resulta beneficiosa.
Los efectos de la ratificación se retrotraen al momento del
contrato; la ratificación convierte la gestión en un mandato
y, en suma, se considera que el tercero ha tratado
directamente con el prometiente.
 Ventajas:

15
Arturo Saffie V.

 En primer lugar, la operación no tiene ya


el carácter precario que resulta de la teoría
de la oferta; la gestión puede ser ratificada
aun después de la muerte del gestor.
 En segundo lugar, el derecho no
permanece en el patrimonio del
estipulante, antes de la aceptación,
expuesto a la acción de acreedores y
herederos.
 Desventajas: se refiere a los problemas de esta
doctrina en cuanto la estipulación tiene marcadas
diferencias con la agencia oficiosa (la agencia
oficiosa es excluyente de la estipulación).
 Por de pronto, el estipulante actúa a
nombre propio, mientras que el gestor es
un mero intermediario y obra a nombre del
interesado.
 Por otra parte, no media entre el
estipulante y el tercero ninguna relación;
éste no podría reclamar cuentas a aquél.
Entre tanto, la gestión de negocios crea
entre el gerente y el interesado un conjunto
de relaciones jurídicas.
o Doctrina de la creación directa del derecho: considera la
estipulación a favor de otro, francamente, como una
derogación del principio general en cuya virtud los
contratos no aprovechan a terceros. Por excepción al
principio, el contrato crea directamente un derecho para el
tercero, como los que genera para las partes.
 Efectos de la estipulación:
o Relaciones entre el tercero y el prometiente: el tercero
beneficiario, desde el momento de la estipulación, queda
convertido en acreedor del prometiente. Así, el tercero
puede reclamar del prometiente el cumplimiento de la
prestación debida.
o Relaciones del tercero con el estipulante: el tercero y el
estipulante permanecen extraños; no media entre ellos
ninguna relación jurídica derivada de la estipulación (el
derecho del tercero nace directamente de la estipulación).
o Relaciones del estipulante con el prometiente: son las
partes contratantes.
 La estipulación ofrece la peculiaridad de que el
estipulante, pese a su condición de parte, no puede
demandar el cumplimiento de lo convenido
(derecho que le corresponde sólo al tercero

16
Arturo Saffie V.

beneficiario). Sin embargo, por una vía indirecta,


puede el estipulante compeler al prometiente al
cumplimiento de su promesa (a través de la
cláusula penal del Art. 1536).
 Pero no es dudoso que el estipulante tiene derecho
a pedir la resolución del contrato.
 La promesa de un hecho ajeno: la promesa por otro es otro de los
contratos que pueden alcanzar a terceros. El Art. 1450 CC dispone que
siempre que uno de los contratantes se compromete a que por una tercera
persona, de quien no es legítimo representante, ha de darse, hacerse o no
hacerse alguna cosa, esta tercera persona no contraerá obligación alguna,
sino en virtud de su ratificación; y si ella no ratifica, el otro contratante
tendrá acción de perjuicios contra el que hizo la promesa.
 La promesa no es una excepción al principio de la relatividad
de los contratos: Meza Barros dice que el tercero no contrae
ninguna obligación sino en virtud de su ratificación, esto es, si no
acepta imponérsela. Si el tercero ratifica, quedará obligado a dar,
hacer o no hacer aquello que constituye el objeto de la promesa. A
la vez, el que prometió́ por otro habrá́ cumplido su promesa de
hacer que el tercero asuma la obligación. En caso contrario, si el
tercero rehúsa ratificar, no contrae ninguna obligación. Y el
prometiente habrá́ violado su promesa de obtener que el tercero se
obligue e incurrirá́ en la responsabilidad consiguiente (acción de
perjuicios del otro contratante).
 Estipulación de una cláusula penal: el Art. 1536 CC establece
que si se promete por otra persona, imponiéndose una pena para el
caso de no cumplirse lo prometido, valdrá́ la pena, aunque la
obligación principal no tenga efecto por falta del consentimiento de
dicha persona. La disposición es defectuosa, porque sugiere que es
eficaz la pena sin que haya una obligación principal. La verdad es,
entre tanto, que si bien la obligación del tercero no llega a formarse
por falta de su consentimiento, la obligación del prometiente existe
y, si no obtiene que el tercero dé, haga o no haga lo prometido,
infringirá́ su obligación y deberá indemnizar perjuicios. Estos
perjuicios pue den ser avaluados por medio de una cláusula penal.
 Teoría de la inoponibilidad: corresponde a la ineficacia, respecto de
terceros, de un derecho nacido como consecuencia de la celebración o de la
nulidad de un acto jurídico. Puesto que el contrato no afecta sino a los
contratantes, parece ocioso que el legislador se preocupe de proteger a los
terceros. Sin embargo, el tipo de terceros es variado. Por una parte hay
terceros (como los herederos y los terceros extraños) a los que el contrato
no les afecta y serían inoficiosas las medidas de protección que se adopten
a su respecto. De esta manera, dichas medidas de protección se justifican
respecto de terceros que suelen ser alcanzados por los efectos del acto
jurídico (como

17
Arturo Saffie V.

los sucesores a título singular y los acreedores). Estas medidas de


protección consisten en la observancia de ciertas reglas de forma y de
fondo para que el acto sea oponible a terceros, por lo que la inobservancia
de estas reglas determina que el acto no sea oponible (será plenamente
eficaz entre las parte, pero no empecerá a terceros, como si no se hubiera
celebrado).
 Excepciones varias: por una parte, el contrato de matrimonio tiene algunas
consecuencias que se le imponen a extraños, aunque no constituye una
excepción propia del principio en el sentido de que el contrato produce
efectos respecto de terceros porque así lo hayan querido las partes. Por otra
parte, otro ejemplo típico es el del contrato colectivo de trabajo.

F. Interpretación de los Contratos: implica determinar el sentido y el alcance de las


estipulaciones contractuales. La interpretación del contrato tiene lugar: (i) cuando los términos de
que las partes se han servido son oscuros o ambiguos; (ii) cuando, a pesar de su claridad, son
inconciliables con la naturaleza del contrato o con la evidente intención de las partes; (iii) cuando,
en fin, la comparación de las diversas cláusulas, consideradas en conjunto, hace surgir dudas acerca
de su particular alcance. Corresponde al juez interpretar el contrato para asignar a la convención los
erectos que las partes han querido atribuirle.
1. Carácter de las Normas Interpretativas:
a. Alessandri: las reglas de interpretación no son obligatorias para el juez, sino que
consejos dados por el legislador. Así, la violación de estas normas no supondría la
posibilidad de una casación en el fondo.
b. López Santa María: sostiene que el legislador establece ciertas normas que los
jueces están obligados a respetar, por lo tanto, sería posible casar en el fondo una
infracción a estas reglas.
c. Jurisprudencia: hay amplísima jurisprudencia (vacilante). Lo que está claro es que
la determinación de cual fue la intención de las partes al celebrar el contrato serían
cuestiones de hecho que no serían susceptible de una impugnación sustancial, pero
la aplicación de las reglas interpretativas respecto de dicha intención, sí sería
casable en el fondo. Es decir, una vez que el juez precisa cuál fue la intención de las
partes en el contrato respectivo, las consecuencias y normas que rigen ese contrato
son susceptibles de casación en el fondo.
2. Misión de la Corte Suprema (Meza Barros): los jueces del fondo son soberanos para
interpretar la voluntad de los contratantes, indagar cuál ha sido su intención y el sentido que
debe darse a las cláusulas de la convención. La Corte Suprema sólo interviene cuando hay
violación de ley, que se cometería en dos hipótesis: (i) los jueces del fondo establecen la
existencia de un contrato determinado, pero le atribuyen consecuencias o efectos diversos
de los que prevé́ la ley; o (ii) los jueces del fondo, a pretexto de interpretar el contrato, no
pueden desnaturalizarlo y rehacerlo.
3. Métodos de Interpretación:
a. Subjetivo: se preocupa de indagar cuál es la voluntad real de los contratantes, es
decir, se basa en cual fue la verdadera intención de las partes y, una vez
determinada, se pueden aplicar las demás normas. Así, la regla general está en el
Art. 1560 CC el que señala que conocida claramente la intención de los
contratantes, debe estarse a
18
Arturo Saffie V.

ella más que a lo literal de las palabras. Esto, dicen algunos, es totalmente opuesto a
las normas de interpretación de la ley; esto porque en el Art. 19 CC se sostiene que
cuando el sentido de la ley es claro, no se desatenderá su tenor literal, a pretexto de
consultar su espíritu. El contenido del Art. 1560 CC es consecuencia del principio
de autonomía de la voluntad. El intérprete, en su análisis para desentrañar la
intención de las partes, debe partir por el principio de buena fe consagrado en el
Art. 1546 CC. Este es el método que adopta el Código Civil de Chile (por
influencia francesa).
b. Objetivo: la declaración de voluntad tiene un valor en sí, independientemente de la
intención de sus autores. Para interpretar el contrato no debe indagarse, por lo tanto,
cuál ha sido la intención de los contratantes sino el alcance que corresponde atribuir
a la declaración (a la letra del contrato), según el uso corriente, las costumbres, las
prácticas admitidas en los negocios. Este es el sistema seguido por el Código Civil
de Alemania.
4. Reglas de Interpretación: entonces, la regla fundamental es que conocida claramente la
intención de los contratantes, debe estarse a ella más que a lo literal de las palabras (Art.
1560 CC). Es decir, la voluntad real de los contratantes prevalece sobre los términos en que
se ha formulado dicha declaración. Ahora bien, la disposición no significa que el intérprete
debe desentenderse de los términos del contrato. Si los términos son claros, lo será́
igualmente la intención de las partes. Sólo está autorizado el intérprete para apartarse del
tenor literal del contrato, cuando contraría la intención de los contratantes “conocida
claramente”. Para conocer la intención de los que contratan, el Código ha señalado diversas
normas de interpretación. De esta manera, López Santa María afirma que hay que
distinguir:
a. Reglas de interpretación relativas a elementos intrínsecos:
i. Regla de la Armonía (Art. 1564 inc. 1 CC): las cláusulas de un contrato
se interpretarán unas por otras, dándose a cada una el sentido que mejor
convenga al contrato en su totalidad. Así, el contrato constituye un todo
indivisible. Sus cláusulas se encadenan unas a otras y es irracional
considerarlas aisladamente.
ii. Regla del Objeto (Práctico) del Contrato (Art. 1562 CC): el sentido en
que una cláusula puede producir algún efecto, deberá preferirse a aquel en
que no sea capaz de producir efecto alguno. Esta regla se fundamenta en
que es razonable suponer que las partes no han querido insertar en el
contrato cláusulas inútiles y carentes de sentido.
iii. Regla del Sentido Natural de la Claúsula (Art. 1563 inc. 1 CC): en
aquellos casos en que no apareciere voluntad contraria deberá estarse a la
interpretación que mejor cuadre con la naturaleza del contrato. Por lo tanto,
las cláusulas ambiguas de un contrato deben entenderse del modo que esté
más acorde con su naturaleza.
b. Reglas de interpretación relativas a otros elementos del contrato:
i. Regla del Alcance de los Términos Generales del Contrato (Art. 1561
CC): por generales que sean los términos de un contrato, sólo se aplicarán
a la materia sobre que se ha contratado. Así, el acuerdo de voluntades no
puede referirse sino a la materia que es objeto del contrato. A esta materia
debe restringirse el alcance de las cláusulas contractuales, aunque
19
Arturo Saffie V.

estén

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Arturo Saffie V.

concebidas en términos amplios o generales. Uno ejemplo utilizado es el


del Art. 2462 CC en materia de transacción. De este modo, si las partes
transigen un juicio y expresan que finiquitan (ampliamente) toda dificultad
entre ellas, actual o futura, la generalidad de los términos de la transacción
no hace que se entiendan transigidas sino las cuestiones planteadas en el
juicio.
ii. Regla de la Extensión de la Declaración (Art. 1565 CC): cuando en un
contrato se ha expresado un caso para explicar la obligación, no se
entenderá por sólo eso haberse querido restringir la convención a ese caso,
excluyendo los otros a que naturalmente se extienda. De esta manera, para
explicar el alcance de las obligaciones de las partes o para evitar dudas,
suele el contrato prever determinados casos o situaciones. Por este solo
hecho, no se entiende que las partes han querido limitar los efectos del
contrato al caso o casos especialmente previstos.
iii. Regla de la Interpretación de un Contrato por Otro (Art. 1564 inc. 2
CC): podrán también interpretarse por las (cláusulas) de otro contrato entre
las mismas partes y sobre la misma materia. Así, el juez puede, por lo
tanto, buscar fuera del contrato mismo que se trata de interpretar elementos
para precisar su alcance.
iv. Regla de la Interpretación Auténtica (Art. 1564 inc. 3 CC): las cláusulas
de un contrato podrán interpretarse por la aplicación práctica que hayan
hecho de ellas ambas partes, o una de las partes con aprobación de la otra.
De esta manera, la aplicación práctica que los contratantes han hecho de las
estipulaciones del contrato, antes de que surgieran discrepancias entre ellos,
es decisiva para precisar su genuino sentido y alcance.
v. Reglas de las Cláusulas de Uso Común (Art. 1563 inc. 2 CC): las
cláusulas de uso común se presumen aunque no se expresen. Por ejemplo,
si se arrienda un predio rústico por cinco años en $1.000, debe entenderse
que el precio es de $ 1.000 anuales, porque es de la naturaleza del
arrendamiento que el precio se pague por años (Art. 1944, inc. 2 CC).
1. Respecto de las cláusulas de uso común, Alessandri y Meza Barros
señalan que aquellas sólo podrían ser elementos de la naturaleza
del contrato (por ejemplo, el saneamiento de la evicción).
2. Sin embargo, actualmente no existe un alcance tan restrictivo como
el de estos autores, sino que el sentido es que se consideran
cláusulas de uso común todas aquellas que, de acuerdo con la
costumbre, se entienden formar parte de un determinado contrato
(es recurrente en derecho comercial). Por ejemplo, la facultad para
inscribir bienes inmuebles en los contratos con los bancos. Así,
estas cláusulas de uso común no sólo incluyen a los elementos de
la naturaleza del contrato, pero también aquellos que por la
costumbre le pertenecen.
vi. Regla de la Cláusula de Última Alternativa (Art. 1566 CC):
1. Las cláusulas ambiguas que hayan sido extendidas o dictadas por
una de las partes, sea acreedora o deudora, se interpretarán contra
ella, siempre que la ambigüedad provenga de la falta de una
21
Arturo Saffie V.

explicación que haya debido darse por ella (inc. 2). Por lo tanto, las
cláusulas ambiguas deben interpretarse en contra de aquel de los
contratantes que las dictó y a quien, en suma, puede imputarse esta
ambigüedad.
2. No pudiendo aplicarse ninguna de las reglas precedentes de
interpretación, se interpretarán las cláusulas ambiguas a favor del
deudor (inc. 1).
5. Integración de los Contratos: aparejada a la hermenéutica contractual, surge la
integración contra cual como aquella que tiene por objeto suplir el silencio o error en el que
incurrieron las partes en un contrato y que, por tanto, no previeron una determinada
situación. En general, los árbitros impiden y son reticentes a la integración contractual
(“inventarse una determinada cláusula”). Sin embargo, podrían buscarse formas de
integración en base al Art. 1546 CC5, el Art. 1562 CC, el Art. 1563 CC, entre otros.

G. Disolución de los Contratos: el Art. 1545 CC establece que el contrato legalmente celebrado
constituye una ley para los contratantes y no puede ser invalidado sino por consentimiento mutuo o
por causas legales.
 Consentimiento mutuo o resciliación: por regla general todo contrato se disuelve por un
acuerdo de voluntad de las partes. Es natural que la misma voluntad que le dio origen pueda
ponerle fin.
o Excepciones a la regla:
 A veces la voluntad de los contratantes es impotente para disolver el
contrato, como en el caso del matrimonio.
 Otras veces, es suficiente para poner fin al contrato la declaración unilateral
de voluntad de los contratantes como ocurre en el mandato, en el
arrendamiento, en la sociedad.
o Efectos de la resciliación: los efectos de la resciliación se extienden únicamente
hacia el futuro. Como consecuencia de que no opera retroactivamente, la
resciliación no afecta a terceros. Los derechos que éstos adquirieron, mientras el
contrato se mantuvo vigente, subsisten en su integridad.
 Cuando el acuerdo de voluntades interviene antes que las estipulaciones de
las partes se hayan cumplido, las obligaciones que genera se extinguen. A
esto apunta el Art. 1567 CC, en cuanto considera como modo de extinguir
las obligaciones a la convención en que las partes interesadas consienten en
darlas por nulas.
 Pero si el contrato se ha cumplido, el mutuo disenso no produce el efecto
de extinguir las obligaciones. La ejecución del contrato libera a las partes
de sus obligaciones. En tal caso, la abolición del contrato hace surgir
nuevas obligaciones: las que sean menester para deshacer lo hecho.
o Resolución y resciliación: la resolución del contrato es el efecto de una condición
resolutoria cumplida (fundamentalmente la condición resolutoria tácita), la que
opera

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Art. 1546 CC: los contratos deben ejecutarse de buena fe, y por consiguiente obligan no sólo a lo que en
ellos se expresa, sino a todas las cosas que emanan precisamente de la naturaleza de la obligación, o que por
la ley o la costumbre pertenecen a ella.

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Arturo Saffie V.

retroactivamente. Además, en los contratos de tracto sucesivo, la resolución recibe


el nombre especial de terminación, la que produce únicamente efectos para el
futuro (producto de la peculiar naturaleza de los contratos de tracto sucesivo).
o Nulidad y rescisión: suponen que el contrato adolece de vicios que lo hacen
sucumbir. La nulidad y rescisión suprimen los efectos del contrato en el pasado y
en el porvenir. Anulado o rescindido el contrato, deben volverse las cosas al estado
anterior, como si no se hubiera celebrado jamás. Mientras la resolución afecta sólo,
por regla general, a los terceros de mala fe, la nulidad y rescisión afectan a los
terceros sin consideración a esta circunstancia y sus efectos, por lo mismo, son
mucho más radicales.
 Otras causales legales:
o La muerte de uno de los contratantes es un modo excepcional de disolución de los
contratos; en principio, quien contrata lo hace para sí y para sus herederos. La
muerte disuelve los contratos intuito personae, como el mandato y la sociedad.
o También el plazo extintivo es causal de disolución. Así́ ocurre en la sociedad y en
el arrendamiento.

H. Otros Contratos (López Santa María): hay una amplia gama de figuras contractuales cuyo
estudio no es tan profundo.
1. Contrato Dirigido: aquel en que la reglamentación legal tiene carácter imperativo, sin que
las partes puedan alterar, en el contrato particular, lo establecido de manera general y
anticipada por el legislador, sea en su contenido y efectos, o en la persona con la cual se
debe contratar. Por ejemplo, el contrato de edición de los escritores, el contrato de inversión
extranjera, operaciones de crédito de dinero, entre otros.
2. Contrato Forzoso: aquel que el legislador obliga a celebrar o dar por celebrado. Por
ejemplo, la caución de restitución y conservación que debe rendir el usufructuario.
3. Contrato Tipo: acuerdo de voluntades en cuya virtud las partes predisponen las cláusulas
de futuros contratos que se celebrarán masivamente. El contrato tipo consiste en un acuerdo
por el cual se prefijan las condiciones generales de la contratación. Los contratantes
adoptan un formulario, por lo general impreso, destinado a ser reproducido sin alteraciones
en múltiples casos posteriores.
4. Contrato Ley: aquel por el cual el Estado garantiza que en el futuro no modificará ni
derogará las franquicias contractualmente establecidas. La ley puede dictarse antes o
después del contrato. Por ejemplo, el Art. 7 DL 600 sobre Estatuto de la Inversión
Extranjera.
5. Subcontrato: es un nuevo contrato derivado y dependiente de otro contrato previo de la
misma naturaleza.
6. Autocontrato: acto jurídico que una persona celebra consigo misma, sin que sea menester
la concurrencia de otra, y en el cual ella actúa, a la vez, ya sea como parte directa y como
representante de la otra parte; ya sea como representante de ambas partes; ya sea como
titular de dos patrimonios sometidos a regímenes jurídicos diferentes.

II. Contrato de Promesa


A. Introducción: es bastante anómalo, ya que no es tratada como un contrato por el Código (Art.
1554 CC). Lo interesante es que dicho precepto se encuentra entre las disposiciones referidas a las

23
Arturo Saffie V.

obligaciones de hacer (Art. 1553 CC, entre otros). Además, la originalidad del Código es que
reglamenta la promesa, en general, sin referirla a un determinado contrato (a diferencia del Código
francés que regula la promesa de compraventa).

B. Concepto: aquel contrato en el cual las partes convienen en la celebración futura de un contrato
(cualquier contrato; aunque la más corriente es la promesa de compraventa); la promesa es un
contrato en que una o ambas partes se obligan a celebrar en el futuro un determinado contrato.

C. Características:
1. Es un contrato (no obstante que está dentro de los efectos de las obligaciones de hacer).
2. Es de carácter preparatorio (en cuanto se celebra en vista de otro contrato). Además, genera
la responsabilidad propia de una obligación de hacer (no de dar), en los términos del Art.
1553 CC.
3. Es de carácter solemne (Art. 1554 N°1 CC señala que debe constar por escrito).
4. Es de carácter autónomo (es decir, distinto al contrato que se pretende celebrar; la promesa
y el contrato prometido son dos actos jurídicos diferentes, aunque medie entre ambos una
íntima conexión).
5. Es de carácter bilateral (genera obligaciones para ambas partes, por regla general).
6. Es de carácter oneroso.

D. Requisitos (Art. 1554 CC): la promesa de celebrar un contrato no produce obligación alguna;
salvo que concurran las circunstancias siguientes:
1. Que la promesa conste por escrito. Como la ley exige sólo la constancia escrita, bastará el
otorgamiento de una escritura privada; es suficiente una escritura privada aunque el
contrato prometido requiera para su perfeccionamiento que se otorgue escritura pública. Es
claro que el legislador no ha intentado someter a las mismas solemnidades la promesa y el
contrato prometido. Además, el legislador ha dicho expresamente cuando la promesa ha de
constar por escritura pública (por ejemplo, el Art. 1787 CC respecto de la promesa de
esposos). Sin embargo, las partes pueden hacer constar el contrato de promesa en una
escritura pública a fin de hacerlo efectivo.
2. Que el contrato prometido no sea de aquellos que las leyes declaran ineficaces. Es
decir, el contrato debe ser válido; no puede encontrarse afectado por alguna causal de
nulidad. Un caso particular será determinar la validez de una promesa de compraventa de
bienes embargados. La promesa, dice Meza Barros, es válida y debe entenderse celebrada
bajo la condición de que los bienes pueden ser enajenados en el momento de la celebración
del contrato prometido. La existencia de un embargo será un motivo frecuente en la práctica
para que las partes no puedan celebrar de inmediato la compraventa y se vean obligadas a
recurrir a una promesa. Sin embargo, don José María cree que la promesa de un bien
embargado no es válida (salvo que se sujete a la condición señalada por Meza Barros) por
cuanto yerra, justamente, en este requisito de validez en atención al Art. 1464 N°4 CC.
3. Que la promesa contenga un plazo o condición que fije la época de la celebración del
contrato. La promesa supone que las partes no pueden o no quieren celebrar de inmediato
el contrato que proyectan y que postergan su realización para un tiempo futuro. Es
indispensable establecer en qué momento debe celebrarse el contrato prometido. Como se
está refiriendo a

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Arturo Saffie V.

un contrato que se celebrará en el futuro, la promesa debe contener un plazo o condición


que fija la época de celebración del contrato.
a. Estipulación de un plazo para fijar la época de celebración del contrato
prometido: al ser un hecho futuro y cierto, quizás la fijación de un plazo es la
forma más certera de determinar la época de celebración del contrato prometido.
Según Meza Barros, el plazo posterga la exigibilidad de las obligaciones derivadas
de la promesa y es, por lo tanto, un plazo suspensivo. El contrato prometido deberá
verificarse una vez expirado el plazo.
b. Estipulación de una condición para fijar la época de celebración del contrato
prometido: la condición debe ser tal que sirva efectivamente para señalar dicha
época. Por lo que, en general, dicha condición deberá ser determinada (esto es, que
deba realizarse dentro de cierto plazo).
4. Que en ella (la promesa) se especifique de tal manera el contrato prometido, que sólo
falten para que sea perfecto, la tradición de la cosa, o las solemnidades que las leyes
prescriban. La especificación del contrato significa que éste se individualice de tal modo
que se sepa de qué contrato se trata y se precisen sus características para que no se confunda
con otro. La especificación del contrato garantiza el cumplimiento de la obligación u
obligaciones de las partes y hace posible, en su hora, recabar su ejecución compulsiva. En
esta materia, se ha discutido largamente sobre la validez de las promesas unilaterales de
celebrar un contrato bilateral.
a. La jurisprudencia y parte de la doctrina se ha inclinado resueltamente por la nulidad
de tales promesas:
i. La ley exige que se especifique el contrato prometido y esta especificación
no sería lo cabal que la ley exige si no consta en la promesa el propósito
recíproco de obligarse.
ii. La promesa unilateral en que una de las partes no contrae ninguna
obligación y tiene la prerrogativa de aceptar o no la celebración del
contrato prometido, sería nula porque su obligación estaría sujeta a una
condición potestativa dependiente de su sola voluntad (Art. 1478 CC).
b. La mayor parte de la doctrina (y cierta jurisprudencia reciente) tiende a reconocer
este tipo de promesas:
i. La especificación del contrato prometido tiende a individualizarlo y hacerlo
inconfundible con otro. Por lo tanto, si se especifica suficientemente
(aunque sea unilateralmente) el contrato prometido, no será posible dudar
acerca de la clase de contrato que se trata y del alcance de sus
estipulaciones.
ii. La exigencia de que las partes contraigan en la promesa las obligaciones
que son propias del contrato prometido, importa asumir de antemano las
obligaciones de un contrato aún inexistente.
iii. Si el legislador hubiera entendido que era menester que ambas partes en la
promesa contrajeran obligaciones recíprocas ciertamente lo habría
expresado (como lo hizo en el Art. 98 CC respecto de los esponsales).
iv. Es sabido que el Proyecto de 1853 establecía que la promesa y el contrato
prometido consensual se identifican. Su eliminación del texto definitivo
del

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Arturo Saffie V.

Código se ha debido probablemente a la comprobación de que no se


identifican absolutamente uno y otro.
v. En fin, no se perciben razones morales o jurídicas para prohibir las
promesas unilaterales que responden a una sentida necesidad en la vida de
los negocios.

E. Efectos: las partes que quieren cumplir el contrato, las partes deben celebrar el contrato
prometido. Se trata de una obligación de hacer. Así, concurriendo estas circunstancias habrá lugar a
lo prevenido en el Art. 1553 CC sobre las obligaciones de hacer (lo que se conjuga con el Art. 532 y
Art. 533 CPC). Así, lo normal es que la promesa genere obligaciones para ambas partes. De esta
manera, si la obligación es de hacer y el deudor se constituye en mora, podrá pedir el acreedor,
junto con la indemnización de la mora, cualquiera de estas tres cosas, a elección suya:
1. Que se apremie al deudor para la ejecución del hecho convenido.
2. Que se le autorice a él mismo para hacerlo ejecutar por un tercero a expensas del deudor.
3. Que el deudor le indemnice de los perjuicios resultantes de la infracción del contrato.
Bien se puede pactar, al amparo de la autonomía de la voluntad, una obligación de dar en el contrato
de promesa, pero ya se trataría de dos casos distintos, debiendo aplicarse dos normas distintas.
Además, lo que es normal es que la obligación, por su naturaleza, sea simplemente de hacer (no hay
obligación de dar). La obligación y acción que emana de la promesa es de:
 Carácter mueble, ya que los hechos que se deben se reputan muebles (Art. 581 CC), lo que
resulta relevante para efectos de determinar la competencia jurisdiccional del tribunal.
 Carácter indivisible.
 Carácter patrimonial (por regla general), por lo tanto, es renunciable, es prescriptible y es
transferible.
 Carácter personal.

III. Contrato de Compraventa


A. Concepto (Art. 1793 CC): la compraventa es un contrato en que una de las partes se obliga a
dar una cosa y la otra a pagarla en dinero. Aquélla se dice vender y ésta comprar. El dinero que el
comprador da por la cosa vendida, se llama precio.

B. Características:
 Bilateral: genera obligaciones para ambas partes; las partes contratantes se obligan
recíprocamente.
 Oneroso: cada parte reporta en el contrato utilidad de la obligación que para con ella se
contrae y se grava con la que toma a su cargo (se refleja en las prestaciones mutuas que
engendra).
 Conmutativo: por regla general, las prestaciones a que respectivamente se obligan
comprador y vendedor se miran como equivalentes. Por excepción, el contrato de
compraventa puede ser aleatorio (por ejemplo, la compraventa de cosas que no existen, pero
se espera que existan). Por lo tanto, la conmutatividad no es de la esencia de la
compraventa.
 Principal: porque subsiste por sí mismo, sin necesidad de otra convención.
 Consensual: salvo las excepciones legales, el contrato de compraventa es consensual y se
perfecciona por el solo consentimiento de las partes. Por regla excepcional, entonces, la

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Arturo Saffie V.

compraventa es solemne (por ejemplo, en ciertos casos se exige el otorgamiento de


escritura pública).
 Título Traslaticio de Dominio: la compraventa es un título translaticio de dominio, es
decir, por su naturaleza sirve como antecedente para transferirlo. La compraventa, pues, no
transfiere el dominio; mientras la tradición no se efectúe, comprador y vendedor son
solamente acreedores de la cosa y del precio. La adquisición del dominio, por tanto, se
verifica por medio de dos actos diferentes: el contrato de compraventa que constituye el
título de la adquisición y la tradición que es el modo de adquirir.
 A Título Singular: por regla general, no sirve para vender o comprar universalidades.
Excepcionalmente, puede servir para comprar, por ejemplo, un derecho de herencia.

C. Elementos del Contrato:


1. El Consentimiento de las Partes:
a. Regla General: el contrato de compraventa es un contrato consensual, salvas las
excepciones legales, y se perfecciona, por tanto, por el solo consentimiento de las
partes (Art. 1801 inc. 1 CC6). El acuerdo de las voluntades debe existir, pues, rela-
tivamente a la cosa y al precio; debe existir, además, relativamente a la venta, esto
es, las partes han de estar acordes en que el contrato que celebran es de
compraventa. Es decir, el consentimiento debe recaer sobre la cosa, el precio y
sobre el hecho de tratarse de una compraventa.
b. Consentimiento en las ventas forzadas: el con sentimiento de las partes debe
manifestarse libre y espontáneamente; si es el resultado de la fuerza, el contrato
ado- lece de nulidad. Sin embargo, suele ocurrir que el consentimiento en el
contrato de compraventa no se manifieste espontánea y libremente (como en el caso
de las ventas forzadas). De esta manera, la venta forzada se da cuando: (i) el
deudor, por medio de un contrato, es obligado a vender o comprar; (ii) cuando el
deudor contrae obligaciones que solo pueden cumplirse ejecutando ciertos bienes
del deudor. En estas hipótesis, se hacen aplicables las reglas del Art. 531 y Art. 532
CPC.
c. Regla excepcional: el contrato de compraventa, de ordinario consensual, suele ser
solemne; el Art. 1801 CC se refiere a las solemnidades a las cuales se sujeta la
compraventa.
i. Solemnidades legales ordinarias: son aquellas de que por la ley está
revestida la compraventa de cierta clase de bienes; consisten,
esencialmente, en el otorgamiento de escritura pública (es, a la vez,
requisito para el perfeccionamiento del contrato y el único medio de probar
su existencia). Los casos los reconoce el Art. 1801 inc. 2 CC en cuanto
dispone que la venta de los bienes raíces, servidumbre y censos, y la de una
sucesión hereditaria, no se reputan perfectas ante la ley, mientras no se ha
otorgado escritura pública. Al respecto, se hacen las siguientes precisiones:
1. Se discute si debe constar (o no) por escritura pública el mandato
para celebrar el contrato de compraventa de los bienes a que se
refiere el Art. 1801 inc. 2 CC. Según Meza Barros, del Art. 2123
6
Art. 1801 inc. 1 CC: la venta se reputa perfecta desde que las partes han convenido en la cosa y en el precio;
salvas las excepciones siguientes.

27
Arturo Saffie V.

CC, se desprende que el mandato debe constar de escritura pública


cuando la ley exige esta formalidad. De este modo, la pretensión de
que conste por escritura pública el mandato para comprar o vender
dichos bienes importa la exigencia de una solemnidad no prescrita
por la ley (Meza Barros). Sin embargo, la doctrina generalmente
estima que es necesaria la forma pública y la jurisprudencia se ha
pronunciado sistemáticamente en el mismo sentido.
2. La inscripción no es requisito solemne de la compraventa de bienes
raíces, sino que es la manera de efectuar la tradición de la cosa
vendida si esta es un bien inmueble.
a. De este modo, es meramente consensual la compraventa de
bienes muebles por anticipación, bienes que se reputan
tales, aun antes de su separación, para los efectos de
constituir un derecho en favor de otra persona que el dueño
(Art. 1801 inc. 3 CC).
b. Es también consensual la venta de los bienes inmuebles
por destinación, esto es, los que se encuentran
permanentemente destinados al uso, cultivo y beneficio de
un inmueble. Vendidos separadamente del inmueble y
puesto que dejan de estar destinados al uso, cultivo y
beneficio del mismo, recobran su calidad natural de bienes
muebles.
ii. Solemnidades legales especiales: son aquellas que la ley exige para la
compraventa en atención a las circunstancias particulares en que se celebra
o a las personas que intervienen. Las solemnidades referidas suelen ser
aplicables, también, a los bienes muebles.
1. Se someten a formalidades especiales las ventas forzadas ante la
justicia. La venta se hace, previa tasación del inmueble y la
publicación de avisos, en pública subasta, ante el juez. La escritura
deberá́ ser suscrita por el rematante y por el juez, como
representante legal del vendedor. Para los efectos de la inscripción,
no admitirá́ el Conservador sino la escritura definitiva de
compraventa.
2. En las ventas de bienes pertenecientes a personas incapaces las
solemnidades que comúnmente acompañan la venta son la
autorización judicial y la subasta pública.
iii. Solemnidades voluntarias: son las que establecen las partes, sea
añadiéndolas a las que establece la ley, sea para hacer solemne una
compraventa que es naturalmente consensual. El Art. 1802 CC dispone que
si los contratantes estipularen que la venta de otras cosas que las
enumeradas en el inc. 2 del Art. 1801 no se repute perfecta hasta el
otorgamiento de escritura pública o privada, podrá cualquiera de las partes
retractarse mientras no se otorgue la escritura o no haya principiado la
entrega de la cosa vendida. Por lo tanto, es menester que las partes
estipulen expresamente que el contrato de compraventa, cuando éste es
consensual, no se repute perfecto, sin embargo, si no se otorga escritura
28
Arturo Saffie V.

pública o privada. Mientras no se

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Arturo Saffie V.

otorgue la escritura, la facultad de retractación se mantiene hasta que


ocurra alguna de las dos circunstancias siguientes: (i) hasta que se otorgue
la escritura pública o privada; (ii) hasta que haya principiado la entrega
porque el cumplimiento del contrato, sin que se haya otorgado la escritura
prevista, importa una tácita derogación de la estipulación que lo hizo
solemne.
iv. Las arras: consisten en una cantidad de dinero u otras cosas muebles que
se dan en garantía de la celebración del contrato, o bien en parte del precio
o en señal de quedar convenidos. Las arras, por lo tanto, pueden ser de dos
clases y tener una doble finalidad:
1. Las arras como garantía de la celebración o ejecución del
contrato: significa que las partes no han entendido ligarse
definitivamente, sino que mutuamente se reservan la facultad de
desdecirse perdiendo su valor. El Art. 1803 CC dispone que si se
vende con arras, esto es, dando una cosa en prenda de la
celebración o ejecución del contrato, se entiende que cada uno de
los contratantes podrá retractarse; el que ha dado las arras,
perdiéndolas; y el que las ha recibido, restituyéndolas dobladas.
Las arras de esta clase ponen de manifiesto la fragilidad del
contrato, puesto que no son sino un medio de poner a las partes en
situación de desistir de él. El contrato se celebra bajo una
condición negativa y suspensiva, que consiste en que las partes no
hagan uso de la facultad de retractación. La facultad de retractarse
no dura indefinidamente, ya que según se desprende del Art. 1804
CC:
a. La facultad de retractarse, por lo tanto, tiene un límite en el
tiempo. Sólo puede ejercitarse en el plazo fijado por las
partes y, a falta de estipulación, en el plazo de dos meses
contados desde la convención.
b. Pero la facultad de retractarse puede extinguirse antes de
los plazos indicados, cuando el contrato se reduce a
escritura pública o ha comenzado a efectuarse la entrega.
2. Las arras en señal de quedar convenidos o como parte del
precio: estas arras constituyen un testimonio de la celebración
definitiva del contrato; en otras palabras, constituyen un medio de
prueba de su celebración. Las partes carecen de la facultad de
retractarse porque el contrato de compraventa ha quedado perfecto,
a menos que requiera el otorgamiento de escritura pública. El
inciso primero del Art. 1805 CC preceptúa que si expresamente se
dieren arras como parte del precio, o como señal de quedar
convenidos los contratantes, quedará perfecta la venta; sin perjuicio
de lo prevenido en el Art. 1801 inc. 2 CC. Así, para que las arras
sean de este tipo, es necesario que: (i) que las partes lo convengan
expresamente; y (ii) que este convenio conste por escrito. Si así́ no
fuere, se entienden las arras dadas en garantía y facultadas las
partes para retractarse. De esta manera, no constando alguna de
30
Arturo Saffie V.

estas expresiones por escrito,

31
Arturo Saffie V.

se presumirá́ de derecho que los contratantes se reservan la facultad


de retractarse (Art. 1805 inc. 2 CC).
2. La Cosa Vendida: la cosa vendida es un requisito esencial de la compraventa ya que, de lo
contrario, la obligación del vendedor carecería de objeto (su obligación sería inexistente) y,
por tanto, la obligación del comprador carecería de causa. La cosa vendida debe reunir los
requisitos propios del objeto de toda declaración de voluntad (lícito, determinado y existir o
esperar que exista), junto con reunir los requisitos propios de la compraventa:
a. Debe ser comerciable: el Art. 1810 CC dispone que pueden venderse todas las
cosas corporales o incorporales, cuya enajenación no esté prohibida por la ley. La
compraventa de cosas cuya enajenación está prohibida es nula, de nulidad absoluta,
porque adolece de ilicitud en el objeto. De esta manera, no pueden venderse las
cosas embargadas por decreto judicial, a menos que el juez lo autorice o el acreedor
consienta en ello; las especies cuya propiedad se litiga, sin permiso del juez que
conoce del litigio; los derechos y privilegios que no pueden transferirse a otra
persona; las cosas que no están en el comercio; entre otros.
b. Debe ser determinada y singular:
i. Determinada: la determinación puede verificarse específica o
genéricamente. Así, las cosas que son objeto de una declaración de
voluntad es menester que estén determinadas, a lo menos en cuanto a su
género (Art. 1461 inc. 1 CC). Cuando la cosa vendida se determina
genéricamente, debe igualmente determinarse la cantidad. Pero la cantidad
puede ser inicialmente incierta, esto es, no ser determinada sino solamente
determinable. La determinación posterior, sin embargo, no podrá́ quedar
entregada a un nuevo acuerdo de las partes, sino que deberá́ verificarse de
acuerdo con las normas señaladas en el contrato mismo. Así, ratifica el Art.
1461 inc. 2 CC en cuanto la cantidad puede ser incierta con tal que el acto o
contrato fije reglas o contenga datos que sirvan para determinarla.
ii. Singular: no es válida la venta de una universalidad jurídica. No es posible
que una persona venda su patrimonio, reputado un atributo inherente de la
personalidad. El Art. 1811 CC dispone que es nula la venta de todos los
bienes presentes o futuros o de unos y otros, ya se venda el total o una
cuota. Pero los bienes todos de una persona pueden venderse, con tal que se
individualicen, especifiquen o inventaríen en escritura pública. Por eso, el
Art. 1811 CC agrega que (pero) será́ válida la venta de todas las especies,
géneros y cantidades que se designen por escritura pública, aunque se
extienda a cuanto el vendedor posea o espere adquirir, con tal que no
comprenda objetos ilícitos. Por tanto, la eficacia de la venta está
condicionada a tres requisitos: (i) que se especifiquen los bienes vendidos;
(ii) que esta especificación se haga en escritura pública; y (iii) que no se
comprendan en la venta objetos ilícitos. Se entienden únicamente vendidos,
no obstante cualquiera estipulación en contrario, los bienes inventariados
(Art. 1811 inc. 2 CC).
c. Debe existir o esperarse que exista: el Art. 1461 CC establece la regla general de
que no sólo las cosas que existen pueden ser objeto de una declaración de voluntad,

32
Arturo Saffie V.

sino las que se espera que existan. Por lo tanto, pueden venderse las cosas presentes
y futuras, esto es, las que existen al tiempo de celebrarse el contrato y aquellas cuya
existencia se espera en el porvenir.
i. Venta de la cosa que dejó de existir al tiempo del contrato:
1. Si la cosa no existe en absoluto, no hay ni puede haber
compraventa. La venta de una cosa que al tiempo de perfeccionarse
el contrato se supone existente y no existe, no produce efecto
alguno (Art. 1814 CC).
2. Si la cosa existe sólo parcialmente, existe jurídicamente el
contrato; pero toca al comprador decidir si desiste o persevera en
él, y en este último caso, le asiste el derecho de que se reajuste
debidamente el precio. Si faltaba una parte considerable de ella
(cosa) al tiempo de perfeccionarse el contrato, podrá́ el comprador
a su arbitrio desistir del contrato, o darlo por subsistente, abonando
el precio a justa tasación.
La buena o mala fe del comprador y vendedor, entendiendo por tal su
conocimiento o ignorancia de la inexistencia de la cosa, no influye en la
validez del contrato. Sin embargo, si el vendedor supo que la cosa no
existía en todo o parte debe reparar los perjuicios al comprador que lo
ignoraba (Art. 1814 inc. 3 CC7).
ii. Venta de cosa futura o que se espera que exista: cosa futura es aquella
que no existe al tiempo del contrato, pero se supone que existirá
posteriormente. La compraventa, en tal caso, se entiende verificada bajo la
condición suspensiva de que la cosa llegue a existir; fallida la condición, o
sea, si la cosa no llega a existir, la compraventa no se habrá́ perfeccionado.
Así dispone el Art. 1813 en cuanto la venta de cosas que no existen, pero se
espera que existan, se entenderá́ hecha bajo la condición de existir.
iii. Venta de la suerte: la compraventa de cosa futura es, como se ha dicho,
condicional. Suele, sin embargo, adoptar un carácter diverso. El Art. 1813
CC dispone que no se reputará condicional el contrato, subordinado a la
condición de que la cosa llegue a existir, cuando se estipule lo contrario o
por la naturaleza del contrato aparezca que se compró la suerte. Lo
vendido, en tal caso, no es la cosa que se espera que exista, sino la suerte o
esperanza8. La venta de la suerte, pues, no es condicional, sino que pura y
simple. El contrato, en esta hipótesis, es eminentemente aleatorio.
d. No debe pertenecer al comprador:
i. La compra de cosa propia no vale: la cosa propia puede pertenecer al
vendedor o a un tercero, pero nunca al comprador. Así dispone el Art. 1816
CC, ya que la compra de cosa propia no vale: el comprador tendrá́ derecho
a

7
Art. 1814 inc. 3 CC: el que vendió a sabiendas lo que en el todo o en una parte considerable no existía,
resarcirá los perjuicios al comprador de buena fe.
8
Ejemplo de Meza Barros: si un pescador vende por determinado precio los peces que saque en su red, el
comprador debe pagar el precio convenido, aunque no saque ninguno; lo vendido no fueron los peces mismos,
sino el azar de la pesca.

33
Arturo Saffie V.

que se le restituya lo que hubiere dado por ella. Pero será́ menester que el
comprador tenga sobre la cosa la propiedad plena o absoluta (está la
excepción del propietario fiduciario).
ii. La venta de cosa ajena vale: el Art. 1815 CC dispone que la venta de cosa
ajena vale, sin perjuicio de los derechos del dueño de la cosa vendida,
mientras no se extingan por el lapso de tiempo. Los efectos de la venta de
cosa ajena son:
1. Efectos con relación al dueño de la cosa: el dueño de la cosa es
totalmente extraño al contrato y a su respecto no produce efecto
alguno. No contrae el dueño ninguna obligación y conserva
incólume su derecho de propiedad, mientras el comprador no haya
llegado a adquirirlo por prescripción. El derecho del dueño
consistirá́ en reivindicar la cosa contra el comprador, que será́
regularmente quien la posea.
2. Efectos entre las partes:
a. La compraventa, seguida de la correspondiente tradición,
no dará́ al comprador el dominio de que el vendedor
carecía. Únicamente le transferirá́ los derechos
transferibles del vendedor sobre la cosa (Art. 682 CC).
Pero el comprador adquirirá́ la posesión de la cosa y podrá́
ganarla consecuencialmente por prescripción (Art. 683).
Esta prescripción será́ ordinaria o extraordinaria, según que
el comprador haya estado de buena o mala fe.
b. Como consecuencia de ser ajena la cosa podrá́ verse el
vendedor en la imposibilidad de entregarla, por ejemplo,
por no poder conseguirla del dueño. El comprador, en tal
caso, tiene derecho a demandar el cumplimiento del
contrato o su resolución, con indemnización de perjuicios.
c. Si entregada la cosa al comprador, el dueño de ella la
reivindica, el vendedor está obligado a sanear la evicción,
esto es, a defenderle en el juicio y a indemnizarle en caso
de producirse una privación total o parcial de la cosa
vendida. No tiene el comprador este derecho si compró a
sabiendas de ser ajena la cosa.
El vendedor no puede transferir un dominio de que carece. Pero si el dueño
de la cosa vendida ratifica el contrato, adquirirá́ el comprador el dominio
retroactivamente. El Art. 1818 CC dispone que la venta de cosa ajena,
ratificada después por el dueño, confiere al comprador los derechos de tal
desde la fecha de la venta. El precepto es impreciso porque la ratificación
no valida el contrato; solamente hace posible que se transfiera el dominio y,
obviamente, éste se entiende transferido desde el momento de la tradición y
no de la venta.
Iguales efectos produce la adquisición por el vendedor del dominio de la
cosa vendida, después de celebrado el contrato. El Art. 1919 CC
dispone que

34
Arturo Saffie V.

vendida y entregada a otro una cosa ajena, si el vendedor adquiere después


el dominio de ella, se mirará al comprador como verdadero dueño desde la
fecha de la tradición. Por consiguiente, si el vendedor la vendiere a otra
persona después de adquirido el dominio, subsistirá́ el dominio de ella en el
primer comprador.
3. Precio: el precio también es esencial en la compraventa. El Art. 1793 CC lo define como el
dinero que el comprador da por la cosa vendida. Si falta el precio, carece de objeto la
obligación del comprador; no puede existir su obligación y, como consecuencia, carecería
de causa la obligación del vendedor. Los requisitos del precio son:
a. Debe consistir en dinero: el Art. 1793 CC establece reiteradamente que el precio
debe consistir en dinero. Si el precio no se estipula en dinero, no hay compraventa
sino otro contrato diverso (es de la esencia del contrato). Si el precio no consiste en
dinero, el contrato será́ de per muta. Pero para que haya compraventa no es
menester que el precio consista íntegramente en dinero. El Art. 1794 CC previene
que cuando el precio consiste parte en dinero y parte en otra cosa, se entenderá́
permuta si la cosa vale más que el dinero; y venta en el caso contrario.
b. Deber se real y serio: significa que exista efectivamente una suma de dinero que
se pague a cambio de la cosa. No es real el precio simulado o fingido; no es serio el
precio cuando es irrisorio. La realidad o seriedad del precio debe existir tanto en
relación a la voluntad de las partes, como en relación con la cosa que se reputa
equivalente. Pero si el precio debe ser real y serio, no es menester que sea justo.
Precio justo es el que equivale al valor de la cosa, en oposición a precio vil que no
refleja tal equivalencia. El precio vil o insuficiente no importa que la compraventa
carezca de precio; la vileza del precio no excluye la existencia del contrato. Por
excepción, la desproporción de valores entre la cosa y el precio, que ocasiona una
lesión patrimonial al vendedor, cuando es enorme, influye en la suerte del contrato.
c. Debe ser determinado: es el señalamiento de la precisa cantidad que el comprador
debe pagar por la cosa comprada; este requisito es consecuencia de la regla general
que requiere la determinación del objeto de todo acto o declaración de voluntad
(Art. 1461 CC). Son tres las reglas fundamentales:
i. La determinación del precio puede hacerse por acuerdo de las partes:
la forma normal de determinar el precio es el acuerdo de las partes; según
el Art. 1808 inc. 1 CC, el precio de la venta debe ser determinado por los
contratantes. Esta determinación se hará́ regularmente en el contrato; pero
no hay inconveniente para hacer la determinación posteriormente, sobre las
bases señaladas en el contrato. Gozan las partes de amplia libertad para
determinar la manera cómo ha de fijarse el precio. El Art. 1808 inc. 2 CC
agrega que podrá́ hacerse esta determinación por cualesquiera medios o
indicaciones que lo fijen. Por último, el Art. 1808 inc. 3 CC dispone que si
se trata de cosas fungibles y se venden al corriente de plaza, se entenderá́
el (precio) del día de la entrega, a menos de expresarse otra cosa. En este
caso, el precio no se ha determinado en el contrato, pero se ha fijado una
base para su determinación. Para que se aplique la disposición es menester:
(i) que se trate de cosas fungibles; y (ii) que expresamente se vendan al
precio de plaza.

35
Arturo Saffie V.

ii. El precio puede también ser determinado por un tercero: la fijación del
precio puede hacerla un tercero; puesto que su mandato arranca de la
voluntad de las partes, se considera como si ellas mismas hubieran hecho la
determinación. El Art. 1809 CC dispone que podrá́ asimismo dejarse el
precio al arbitrio de un tercero; y si el tercero no lo determinare, podrá́
hacerlo por él cualquiera otra persona en que se convinieren los
contratantes; en caso de no convenirse, no habrá́ venta. El contrato, en tal
caso, es condicional, sujeto a la condición de que el tercero efectúe la
determinación del precio.
iii. La determinación del precio no puede dejarse al arbitrio de una de las
partes.

D. Capacidad para Celebrar el Contrato de Compraventa: el Art. 1795 CC dispone que son
hábiles para el contrato de venta todas las personas que la ley no declara inhábiles para celebrarlo o
para celebrar todo contrato. En compraventa, la capacidad es la regla general y la incapacidad
constituye la excepción. Se requiere por lo tanto una doble capacidad: (i) aquella necesaria para
celebrar todo contrato, es decir, aquella que alcanza a toda persona que la ley no declara incapaces;
y
(ii) aquella para celebrar el contrato de compraventa, es decir, aquella que alcanza a toda persona
que no esté sujeta a alguna incapacidad especial.

Por lo tanto, hay dos grupos de incapacidades. Por una parte, son incapaces para celebrar el contrato
de compraventa las personas afectas a una incapacidad general para contratar. Por ejemplo, los
dementes, los sordos o sordomudos que no pueden darse a entender claramente, los menores de
edad, entre otros. Por otra parte, son incapaces, además, aquellas personas afectas a ciertas
incapacidades particulares del contrato de compraventa.
 Incapacidades de comprar y vender:
o Compraventa entre cónyuges: el Art. 1796 CC dispone que es nulo el contrato de
compraventa entre cónyuges no separados judicialmente. Aquí se dice que el
consentimiento estaría condicionado por la situación familiar, razón por la cual no
sería pleno. Además, el precepto se refiere sólo a los cónyuges no separados
judicialmente. Asimismo, los motivos de esta prohibición se resumen en dos: (i) la
ley prohíbe las donaciones irrevocables entre cónyuges y por medio de un contrato
de compraventa simulado o hecho a vil precio se burlaría fácilmente la prohibición;
y (ii) los cónyuges podrían, mediante una venta simulada, sustraer sus bienes de la
persecución de los acreedores.
o Compraventa entre el padre o madre y el hijo sujeto a patria potestad: el Art.
1796 CC también dispone que es nulo el contrato de compraventa entre el padre o
madre y el hijo sujeto a patria potestad. Aquí también existe una situación en la que
el consentimiento está condicionado por el panorama familiar. La disposición tiene
por objeto proteger al hijo, regularmente falto de experiencia, y evitar al padre o
madre el conflicto entre el deber de cautelar los intereses del hijo y su propio
interés.
 La prohibición rige para el contrató de compra venta entre el "hijo de
familia" y su padre o madre. De este modo, en otros términos, se prohíbe el
con trato
36
Arturo Saffie V.

de compraventa entre el hijo y el padre o madre a cuya patria potestad se


encuentra sometido.
 Sin embargo, es válido entre el hijo de familia y el padre o madre el
contrato de compraventa, cuando verse sobre bienes que forman parte del
peculio profesional o industrial del primero.
Si se trata de un hijo mayor adulto con patrimonio propio que está sometido a patria
potestad, la incapacidad corre igualmente respecto de él. Ahora bien, si no está
sujeto a patria potestad (una especie de emancipación parcial), sí resulta concebible
la posibilidad de que celebre el contrato.
 Incapacidades para vender: el caso principal es la prohibición de los administradores de
establecimientos públicos. El Art. 1797 CC dispone que se prohíbe a los administradores de
establecimientos públicos vender parte alguna de los bienes que administran, y cuya
enajenación no está comprendida en sus facultades administrativas ordinarias; salvo el caso
de expresa autorización de la autoridad competente.
 Incapacidades para comprar:
o Prohibición a los empleados públicos: la primera parte del Art. 1798 CC dispone
que al empleado público se prohíbe comprar los bienes públicos o particulares que
se vendan por su ministerio, aunque la venta se haga en pública subasta. Para que
obre la prohibición es consiguientemente menester: (i) que quien vende sea un
funcionario público; y (ii) que la venta se efectúe por su ministerio, esto es, en el
ejercicio de sus funciones.
o Prohibición a los jueces y funcionarios del orden judicial: el Art. 1798 CC
también prohíbe comprar a los jueces, abogados, procuradores o escribanos los
bienes en cuyo litigio han intervenido, y que se vendan a consecuencia del litigio,
aunque la venta se haga en pública subasta. La ley exige, pues, para que se aplique
la prohibición: (i) que el comprador sea alguna de las personas señaladas; (ii) que
las cosas se vendan a consecuencia de un litigio; y (iii) que las personas referidas
hayan intervenido en el litigio.
o Incapacidad de los tutores y curadores: el Art. 1799 CC dispone que no es lícito
a los tutores y curadores comprar parte alguna de los bienes de sus pupilos, sino
con arreglo a lo prevenido en el título De la administración de los tutores y
curadores. El Art. 412 CC cobra relevancia y efectúa una marcada diferencia entre
bienes muebles e inmuebles del pupilo:
 El guardador no puede comprar los bienes muebles del pupilo sino con
autorización de los otros tutores o curadores generales, que no estén
implicados de la misma manera, o por el juez en subsidio.
 En cambio, la compra de bienes raíces del pupilo está radicalmente vedada
a los guardadores.
o Incapacidad de los mandatarios, síndicos y albaceas: el Art. 1800 CC dispone
que los mandatarios, los síndicos de los concursos, y los albaceas, están sujetos en
cuanto a la compra o venta de las cosas que hayan de pasar por sus manos en virtud
de estos encargos, a lo dispuesto en el Art. 2144 CC.
 Mandatarios: el Art. 2144 CC abarca dos situaciones diversas. Por una
parte, no puede el mandatario comprar bienes de propiedad del mandante,

37
Arturo Saffie V.

cuya venta se le ha encomendado. Por lo tanto, nada obsta para que el


mandatario compre bienes del mandante, diversos de aquellos que se le
confió́ vender. Por otra parte, tampoco puede el mandatario vender bienes
suyos al mandante que le ha encargado comprar. El objeto de la disposición
no es otro que precaver los abusos que pudiera cometer el mandatario; este
peligro desaparece si el mandante consiente, de modo expreso. Las
prohibiciones impuestas al mandatario no son, pues, absolutas o
irremediables; le está permitido comprar para sí lo que se le ha ordenado
vender o vender de lo suyo cuando se le ha ordenado comprar, con la
aprobación expresa del mandante.
 Síndicos: la disposición es aplicable a los síndicos, en cuanto no pueden
comprar para si los bienes que, en su carácter de tales, deben vender para
hacer pago a los acreedores. Según don José María, aquí será el juez que
está conociendo de la quiebra o la junta de acreedores quien pueda
autorizar al síndico.
 Albaceas: existe una discusión por la contradicción entre artículos. La
conclusión relevante para la doctrina es que no podrá́ el albacea, ni las
personas ligadas a él, comprar bienes muebles de la sucesión sino con
anuencia de los otros albaceas no inhabilitados o del juez en subsidio, y los
bienes inmuebles en ningún caso. La regla del mandato no es prácticamente
aplicable al albaceazgo, porque nunca podrá́ el albacea obtener la expresa
aprobación del causante.

E. Efectos del Contrato de Compraventa: los efectos del contrato de compraventa son los
derechos y obligaciones que genera para las partes contratantes.

E.1. Obligaciones del Vendedor (Art. 1824 CC): las obligaciones del vendedor se reducen en
general a dos: la entrega o tradición y el saneamiento de la cosa vendida (lo que incluye el
saneamiento de la evicción y de los vicios redhibitorios).
 Obligación de entregar la cosa vendida:
o Responsabilidad y cuidado por la obligación (riesgos de la cosa vendida): por
una parte, se aplica el Art. 1548 CC, ya que la obligación de dar contiene la de
entregar la cosa; y si ésta es una especie o cuerpo cierto, contiene además la de
conservarlo hasta la entrega, so pena de pagar los perjuicios al acreedor que no se
ha constituido en mora de recibir. Además, el Art. 1549 CC dispone que la
obligación de conservar la cosa exige que se emplee en su custodia el debido
cuidado. Por lo anterior, se responde por culpa leve en cuanto el contrato se
establece en beneficio de ambas partes (Art. 1547 CC y Art. 44 CC). Por otra parte,
la regla general, del Art. 1550 CC, es que el riesgo de la especie o cuerpo cierto
cuya entrega se debe es siempre de cargo del acreedor (salvo excepciones). Así, el
Art. 1820 CC aplica esta norma al contrato de compraventa y establece que la
pérdida, deterioro o mejora de la especie o cuerpo cierto que se vende, pertenece al
comprador, desde el momento de perfeccionarse el contrato, aunque no se haya
entregado la cosa. Por consiguiente, la pérdida de la cosa vendida proveniente de un
caso fortuito, extingue la obligación

38
Arturo Saffie V.

del vendedor de entregarla; pero el comprador, en cambio, deberá́ pagar el precio.


Si la cosa se ha deteriorado o perecido parcialmente, debe el comprador soportar
igualmente el deterioro por que habrá́ de recibirla en el estado en que se encuentre.
Como justa, compensación, pertenecen al comprador, sin costo alguno, las mejoras
de la cosa y, como se dijo, sus frutos. La norma, no obstante, tiene excepciones (es
decir, ciertos casos en que la responsabilidad no llega al comprador en cuanto
acreedor, sino que los riesgos recaerán en el vendedor en cuando deudor):
 En la venta condicional sujeta a una condición suspensiva: en la
compraventa subordinada a una condición suspensiva la pérdida fortuita de
la cosa debe soportarla el vendedor, cuando ésta sobreviene pendiente la
condición. Junto con extinguirse la obligación del vendedor de entregar la
cosa, se extingue la del comprador de pagar el precio. Soporta el vendedor
el riesgo porque sufre la pérdida de la cosa, sin recibir ninguna
compensación. La pérdida fortuita parcial o deterioro pertenece al
comprador porque debe recibir la cosa en el estado de deterioro en que se
encuentre, sin derecho a que se le rebaje el precio. La disposición advierte
que es menester que la condición se cumpla. Si falla la condición, no hay ni
ha habido contrato y la pérdida o deterioro pertenecerán al dueño de la
cosa, el frustrado vendedor. Así, el mismo Art. 1820 CC establece como
excepción a la regla general que se venda bajo condición suspensiva, y que
se cumpla la condición, pues entonces, pereciendo totalmente la especie
mientras pende la condición la pérdida será del vendedor, y la mejora o
deterioro pertenecerá al comprador.
 En la venta a peso, cuenta o medida en que debe procederse a pesar,
contar o medir para determinar la cosa vendida: en la venta a peso,
cuenta o medida en que las operaciones de pesar, contar o medir tienen por
objeto determinar la cosa vendida, la pérdida, deterioro o mejora
pertenecen al comprador sólo desde que tales operaciones se verifiquen. En
efecto, del Art. 1821 CC y del Art. 1822 CC, se desprende que la venta de
las cosas que se aprecian según su cantidad puede hacerse en bloque o al
peso, cuenta o medida.
 La venta es hecha en bloque cuando no es necesario pesar, contar o
medir para llegar a determinar, sea la cosa vendida, sea el precio de
la venta.
 La venta será a peso, cuenta o medida cada vez que sea menester
pesar, contar o medir para determinar la cosa o el precio.
o La primera opción es le venta de ciertas cosas
determinadas, pero que para establecer su precio total sea
menester pesarlas, contarlas o medirlas. La venta se
encuentra perfecta; las partes han convenido en la cosa y
en la manera de fijar el precio que consistirá en pesar,
contar o medir las cosas vendidas.
o La segunda opción es que se vende una cosa que es preciso
contar, pesar o medir para determinarla. La venta se

39
Arturo Saffie V.

encuentra igualmente perfecta; pero los riesgos serán de


cargo del comprador desde que las cosas hayan sido
pesadas, contadas o medidas.
La operación de peso, cuenta o medida determina solamente de cargo de
quién son los riesgos; pero el contrato se encuentra perfecto.
 En la venta al gusto: en la compraventa al gusto, los riesgos son del
comprador desde que ha expresado que la cosa le agrada y, mientras tanto,
corresponden al vendedor. El Art. 1823 CC es una excepción a la regla de
que la compraventa se perfecciona desde que se acuerda la cosa y el precio.
El contrato no se perfecciona sino cuando el comprador encuentra la cosa
de su personal agrado, con la lógica consecuencia de que, entre tanto, la
pérdida, deterioro o mejora pertenece al vendedor. La venta es a prueba o al
gusto: (i) cuando expresamente lo convienen las partes; y (ii) cuando las
cosas vendidas son de aquellas que se acostumbre a vender de este modo;
aunque no medie una expresa estipulación.
o Alcance de la obligación: existe una discusión respecto de si el vendedor se obliga
a hacer al comprador dueño de la cosa o si se obliga solamente a procurarle una
posesión pacífica y útil. Meza Barros argumenta que esta obligación solamente
implica procurar la posesión pacífica y útil de la cosa, dando las siguientes razones:
(i) el Art. 1815 CC proclama la validez de la venta de cosa ajena; vendida la cosa
ajena, el vendedor cumplirá su obligación entregándola, poniéndola a disposición
del comprador para que la goce útil y pacíficamente; (ii) como consecuencia, el
comprador carece del derecho para pedir la resolución del contrato, pretextando que
el vendedor no le ha hecho dueño de la cosa; (iii) en el derecho chileno, siguiendo
la tradición romana, el vendedor se obliga a proporcionar al comprador la posesión
legal y material de la cosa; (iv) la compraventa es sólo un título traslaticio de
dominio; (v) el vendedor tiene la obligación de sanear la evicción. A la opinión de
Meza Barros, se agrega la postura concurrente de Alessandri y De La Maza en
cuanto el vendedor sólo está obligado a entregar la cosa y asegurar su posesión
pacífica y tranquila, no implica la obligación de transferir el dominio, salvo que el
vendedor sea dueño de la cosa, en cuyo caso está obligado a transferir el dominio.
En la postura contraria, José Joaquín Ugarte sostiene que el vendedor tiene la
obligación de transferir el dominio, lo se refleja en disposiciones como: el Art.
1793 CC (definición de la compraventa, haciendo referencia a la obligación de dar
y esta consiste en la de transferir el dominio y constituir derechos reales), el Art.
1837 CC (habla de la obligación de saneamiento y habla de amparar al comprador
en el dominio y posesión pacífica), el Art. 703 CC (señala que la compraventa es un
título traslaticio de dominio).
o Forma de la entrega: de acuerdo con el Art. 1824 CC, la entrega de la cosa
vendida se efectúa de acuerdo con las disposiciones que rigen a la tradición.
 La tradición de los bienes muebles se verifica significando una de las partes
a la otra que le transfiere el dominio y figurando la transferencia de alguna
de las maneras señaladas por el Art. 684 CC (esencialmente, cualquier
forma que signifique la entrega, y puede ser real, ficta o simbólica).

40
Arturo Saffie V.

 La tradición de los bienes raíces, en general, se efectúa por la inscripción


del contrato de compraventa en el Registro de Propiedades del Conservador
de Bienes Raíces.
 Excepciones especiales:
 La tradición del derecho de servidumbre se verifica por escritura
pública en que el tradente exprese constituirlo y el adquirente
aceptarlo (Art. 698 CC). Sin embargo, la servidumbre de
alcantarillado en predios urbanos debe inscribirse.
 La tradición de las minas debe hacerse por la inscripción en el
Registro de Propiedades del Conservador de Minas (Art. 79 CM).
 La tradición de una sociedad anónima se verifica con una
inscripción de las acciones en el Registro de Valores de la CMF.
Los civilistas dirían que esto no es necesario porque las acciones
son bienes muebles, y solo bastaría la entrega de las acciones; pero
la ley establece estas formalidades especiales.
 Para la tradición de vehículos motorizados se efectúa registrándolo
en el Registro de Vehículos Motorizados (caso agregado por el
profesor). Este es uno de los casos en los que se aplica la tesis de
los civilistas de que los vehículos motorizados son bienes muebles,
por lo que los derechos que recaen sobre ellos también serán
muebles y, por tanto, bastará con la mera entregar para conjurar la
tradición. Sin embargo, esto es muy discutible y la doctrina en
general será reticente a esta postura.
o Obligación de entregar materialmente la cosa: la cosa vendida debe ser puesta
materialmente a disposición del comprador; la posesión legal de la cosa, si no va
aparejada de su tenencia material, no brinda al comprador las ventajas que persigue
del contrato. La falta de entrega real o material autoriza al comprador para
reclamarla o para pedir la resolución del con trato de compraventa.
o Época en que debe efectuarse la entrega: la entrega de la cosa vendida debe
efectuarse en la época estipulada; a falta de estipulación, la entrega es exigible
inmediatamente de celebrado el contrato. El Art. 1826 inc. 1 CC dispone que el
vendedor es obligado a entregar la cosa vendida inmediatamente después del
contrato, o a la época prefijada en él. La época de la entrega, que no es el resultado
de una expresa estipulación, puede resultar de las circunstancias del contrato (por
ejemplo, en la venta de un producto agrícola en verde, la entrega no podrá
verificarse antes de la cosecha). Además, el Art. 1826 inc. 2 CC agrega que si el
vendedor por hecho o culpa suya ha retardado la entrega, podrá el comprador a su
arbitrio perseverar en el contrato o desistir de él, y en ambos casos con derecho
para ser indemnizado de los perjuicios según las reglas generales. En este precepto
aparece repetida, de alguna manera, la norma de la condición resolutoria tácita (Art.
1489 CC). Por último, el Art. 1827 CC dispone que si el comprador se constituye
en mora de recibir, abonará al vendedor el alquiler de los almacenes, graneros o
vasijas en que se contenga lo vendido, y el vendedor quedará descargado del
cuidado ordinario de conservar la cosa, y sólo será ya responsable del dolo o de la
culpa grave.

41
Arturo Saffie V.

o Derecho legal de retención del vendedor: el vendedor tiene derecho a retener la


cosa vendida en ciertas circunstancias; no está obligado, entonces, a entregar la
cosa y carece el comprador del derecho de reclamarla:
 En primer término, no está obligado el vendedor a entregar la cosa cuando
el comprador no ha pagado o no está dispuesto a pagar el precio. El Art.
1826 inc. 3 CC dispone que todo lo cual se entiende si el comprador ha
pagado o está pronto a pagar el precio integro o ha estipulado pagar a
plazo. Entonces, los requisitos para que el vendedor goce de este derecho
legal de retención son:
 Que la cosa no haya sido entregada; para que sea posible al
vendedor retener la cosa es obviamente indispensable que la tenga
aún en su poder.
 Que el comprador no haya pagado el precio; aunque no puede el
vendedor retener la cosa vendida si el comprador está pronto a
pagar el precio. El pago que el comprador ha hecho o está pronto a
verificar debe ser íntegro para que pueda reclamar la entrega de la
cosa. Si no ha pagado o está llano a pagar el precio en su totalidad,
podrá́ el vendedor retener la cosa vendida.
 Que no se haya fijado plazo para el pago; la falta de pago (dentro
del plazo) no autoriza al vendedor para retener la cosa.
 Pero aunque se haya convenido un plazo para el pago del precio, puede el
vendedor retener la cosa, cuando se vea en peligro de perderlo como
consecuencia de una disminución considerable de la fortuna del comprador.
Así, el Art. 1826 inc. 4 CC establece que (pero) si después del contrato
hubiere menguado considerablemente la fortuna del comprador, de modo
que el vendedor se halle en peligro inminente de perder el precio, no se
podrá́ exigir la entrega aunque se haya estipulado plazo para el pago del
precio, sino pagando, o asegurando el pago. Como la facultad de retener el
precio tiende a asegurar el pago, cesa esta facultad del vendedor cuando el
com- prador lo cauciona de alguna manera eficaz.
o Lugar de la entrega: a falta de disposiciones especiales, rigen para determinar el
lugar de la entrega las reglas generales (Art. 1587 CC 9, Art. 1588 CC10 y Art. 1589
CC11). La entrega, pues, en primer término, debe hacerse en el lugar convenido. En
defecto de estipulación y si la cosa vendida es una especie o cuerpo cierto, la
entrega se hará́ en el lugar en que se encontraba al tiempo del contrato; si se trata de
cosas genéricas, deben entregarse en el domicilio del deudor al tiempo de la venta,
salvo que las partes dispongan, de común acuerdo, otra cosa.

9
Art. 1587 CC: el pago debe hacerse en el lugar designado por la convención.
10
Art. 1588 CC: si no se ha estipulado lugar para el pago y se trata de un cuerpo cierto, se hará el pago en el
lugar en que dicho cuerpo existía al tiempo de constituirse la obligación. / Pero si se trata de otra cosa se hará
el pago en el domicilio del deudor.
11
Art. 1589 CC: si hubiere mudado de domicilio el acreedor o el deudor entre la celebración del contrato y el
pago, se hará siempre éste en el lugar en que sin esa mudanza correspondería, salvo que las partes dispongan
de común acuerdo otra cosa.

42
Arturo Saffie V.

o Gastos de la entrega: los gastos del pago son de cargo del deudor (Art. 1571
CC12); por lo tanto, serán de cargo del vendedor los que demande la entrega en el
lugar debido. En cambio, incumbirán al comprador los gastos en que sea menester
incurrir para transportar la cosa ya entregada. El Art. 1825 CC establece que al
vendedor tocan naturalmente los costos que se hicieren para poner la cosa en
disposición de entregarla, y al comprador los que se hicieren para transportarla
después de entregada.
o Qué debe entregarse: el Art. 1828 CC, siguiendo al Art. 1569 CC13, dispone que el
vendedor es obligado a entregar lo que reza el contrato. La cosa vendida debe ser
entregada con sus frutos y accesorios. Hay algunas normas complementarias:
 Frutos de la cosa vendida: la cosa vendida debe ser entregada al
comprador con aquellos frutos que, según la ley, le pertenecen. El inc. 2 del
Art. 1816 CC dispone que los frutos naturales, pendientes al tiempo de la
venta, y todos los frutos tanto naturales como civiles que después produzca
la cosa, pertenecerán al comprador, a menos que se haya estipulado
entregar la cosa al cabo de cierto tiempo o en el evento de cierta condición;
pues en estos casos no pertenecerán los frutos al comprador, sino vencido
el plazo, o cumplida la condición.
 Pertenecen al comprador, pues, los frutos naturales pendientes al
tiempo del contrato, esto es, los que se encontraren aún adheridos a
la cosa fructuaria (Art. 645 CC). No debe el comprador ninguna
indemnización al vendedor por los gastos hechos para producirlos:
tales gastos se han tenido ciertamente en cuenta para la fijación del
precio. Esto se manifiesta en el Art. 1829 CC al establecer que la
venta de una vaca, yegua u otra hembra comprende naturalmente la
del hijo que lleva en el vientre o que amamanta; pero no la del que
puede pacer y alimentarse por sí solo.
 Igualmente pertenecen al comprador los frutos, tanto naturales
como civiles, que la cosa vendida produzca después de celebrado
el contrato.
El Art. 1816 modifica, en verdad, las reglas del Art. 646 CC y Art. 648 CC,
que disponen que los frutos naturales y civiles de una cosa pertenecen a su
dueño. El comprador no hace suyos los frutos desde que, en virtud de la
tradición, se convierte en propietario, sino desde la celebración del contrato.
Sin embargo, el Art. 1816 CC tiene excepciones:
 Cuando las partes han señalado un plazo para la entrega porque los
frutos pertenecen al vendedor, en tal caso, hasta el vencimiento del
plazo.

12
Art. 1571 CC: los gastos que ocasionare el pago serán de cuenta del deudor; sin perjuicio de lo estipulado y
de lo que el juez ordenare acerca de las costas judiciales.
13
Art. 1569 CC: el pago se hará bajo todos respectos en conformidad al tenor de la obligación; sin perjuicio
de lo que en casos especiales dispongan las leyes. / El acreedor no podrá ser obligado a recibir otra cosa
que lo que se le deba ni aun a pretexto de ser de igual o mayor valor la ofrecida.

43
Arturo Saffie V.

 Cuando la cosa debe entregarse cumplida una condición, porque


los frutos pertenecerán igualmente al vendedor hasta que la
condición prevista se cumpla.
 Cuando las partes han estipulado cláusulas especiales, en cuyo caso
los frutos pertenecerán a comprador o vendedor, según las normas
contractuales.
 Accesorios de la cosa vendida: el Código no establece una disposición
genérica que afirme que la cosa vendida debe entregarse con sus
accesorios. Solamente el Art. 1830 dispone que en la venta de una finca se
comprenden naturalmente todos los accesorios, que según el Art. 570 y ss.
se reputan inmuebles. Pero la regla es igualmente aplicable a la venta de
cosas muebles. Así, la venta de una nave comprende, además del casco y
quilla, los aparejos tales como anclas, botes, cables, jarcias, entre otros
(normas del Código de Comercio).
o La entrega en la venta de predios rústicos: el Art. 1831 CC dispone que un
predio rústico puede venderse con relación a su cabida o como una especie o
cuerpo cierto. Esto significa que la venta puede verificarse tomando en
consideración la cabida del predio o desentendiéndose de ella. Se comprende que si
se vende un predio con relación a su cabida o superficie, pueden surgir dificultades
con motivo de que la cabida real sea mayor o menor que la expresada en el contrato
y que tales dificultades no pueden plantearse si la venta se hace sin tomar en cuenta
la superficie o cabida del predio.
 Venta con relación a la cabida: el Art. 1831 inc. 2 CC expresa que se
vende con relación a la cabida, siempre que ésta se exprese de cualquier
modo en el contrato y el inc. final añade que en todos los demás casos se
entenderá́ venderse el predio o predios como un cuerpo cierto. Pero no es
exacto que la venta sea hecha en relación a la cabida cada vez que se
exprese en el contrato; si la cabida se indica como un dato meramente
ilustrativo, la cosa debe entenderse vendida como cuerpo cierto. En líneas
generales, la venta se entiende efectuada con relación a la cabida siempre
que: (i) la cabida se exprese en el contrato; (ii) el precio se fije con relación
a ella; y (iii) las partes no renuncien a las acciones resultantes de que la
cabida real sea diversa de la que reza el contrato. El Art. 1831 inc. 3 CC
dispone que es indiferente que se fije directamente un precio total, o que
éste se deduzca de la cabida o número de medidas que se expresa, y del
precio de cada medida. Es asimismo indiferente, dice el Art. 1831 inc. 4
CC, que se exprese una cabida total o las cabidas de las varias porciones de
diferentes calidades y precios que contenga el predio, con tal que de estos
datos resulte el precio total y la cabida total. Los efectos de la venta de un
predio rústico con relación a la cabida son los siguientes:
 Si la cabida real, esto es, la superficie que realmente mide él
predio, es mayor que la expresada en el contrato, podrá́ ser poco o
mucho mayor. Naturalmente las consecuencias son diferentes. Pero
el legislador ha debido señalar una pauta exacta. Considera que
la

44
Arturo Saffie V.

cabida real es mucho mayor cuando el precio del sobrante excede


de la décima parte del precio de la verdadera cabida.
o Si se vende el predio con relación a su cabida, y la cabida
real fuere mayor que la cabida declarada, deberá́ el
comprador aumentar proporcionalmente el precio (Art.
1832 inc. 1 CC).
o El Art. 1832 inc. 1 CC previene que la regla de su primera
parte no rige en el caso de que el precio de la cabida que
sobre, alcance a más de una décima parte del precio de la
cabida real; pues en este caso podrá́ el comprador, a su
arbitrio, o aumentar proporcionalmente el precio o desistir
del contrato; y si desiste, se le resarcirán los perjuicios
según las reglas generales.
 Si la cabida real es menor que la declarada en el contrato, del
mismo modo, podrá́ ser poco o mucho menor. Considera el
legislador que la cabida real es mucho menor cuando el precio de la
cabida que falta excede de la décima parte del precio de la cabida
declarada.
o Si la cabida real es menor que la cabida declarada, deberá́
el vendedor completarla; y si esto no le fuere posible, o no
se le exigiere, deberá́ sufrir una disminución proporcional
del precio (Art. 1832 inc. 2 CC).
o Entonces, conforme a la misma disposición legal, si el
precio de la cabida que falte alcanza a más de una décima
parte del precio de la cabida completa, podrá́ el comprador,
a su arbitrio, o aceptar la disminución del precio o desistir
del contrato en los términos del precedente inciso.
 Venta como cuerpo cierto: un predio se entiende vendido como cuerpo
cierto cada vez que: (i) la cabida no se exprese en el contrato; y (ii) las
partes mencionen la cabida, pero expresa o tácitamente declaren que es un
dato puramente ilustrativo y que no hacen cuestión por los defectos de ella.
El efecto de la venta de un predio rústico como cuerpo cierto es que no
plantea ningún problema de cabida; justamente para zanjar toda dificultad
al respecto los contratantes realizan la venta ad corpus. El Art. 1833 inc. 1
CC establece que no habrá́ derecho por parte del comprador ni del
vendedor para pedir rebaja o aumento del precio sea cual fuere la cabida
del predio. Pero aunque no pueda suscitarse cuestión por la superficie del
predio, el vendedor debe entregar todo lo que se comprenda en sus
deslindes. El Art. 1833 inc. 2 CC establece que si se vende con
señalamiento de linderos, estará́ obligado el vendedor a entregar todo lo
comprendido en ellos; y si no pudiere o no se le exigiere, se observará lo
prevenido en el Art. 1832 inc. 2 CC. Por lo tanto, será́ menester averiguar
si la parte que falta dentro de los linderos excede o no de la décima parte de
lo que en ellos se comprende. Si no excede, el comprador podrá́ reclamarla
o pedir una rebaja del precio; si excediere, podrá́

45
Arturo Saffie V.

pedir la rebaja proporcional del precio o desistir del contrato con


indemnización de perjuicios.
o Aplicación del Art. 1832 CC y Art. 1833 CC a cualquier conjunto de
mercaderías: el Art. 1835 CC dispone que las reglas del Art. 1832 CC y Art. 1833
CC se aplican a cualquier todo o conjunto de efectos o mercaderías.
o Acción resarcitoria por lesión enorme: las acciones especiales otorgadas a
comprador y vendedor no les privan de la acción rescisoria por lesión enorme;
cuando las diferencias de la cabida sean de tal importancia que constituyan una
lesión de esta índole. El Art. 1836 CC dic que además de las acciones dadas en
dichos artículos compete a los contratantes la de lesión enorme en su caso.
o Consecuencias de la falta de entrega de la cosa vendida: el incumplimiento de la
obligación del vendedor de entregar la cosa produce las consecuencias que prevé́ la
regla general del Art. 1489 CC: el derecho alternativo para el comprador de pedir el
cumplimiento o la resolución del contrato, con indemnización de perjuicios. En
efecto, el Art. 1826 inc. 2 CC reproduce la regla: si el vendedor por hecho o culpa
suya ha retardado la entrega, podrá́ el comprador a su arbitrio perseverar en el
contrato o desistir de él, y en ambos casos con derecho para ser indemnizado de los
perjuicios según las reglas generales. Las condiciones para ejercer este derecho son:
(i) es preciso que el vendedor retarde la entrega por su hecho o culpa o, más
exactamente, que se encuentre en mora de cumplir; y (ii) es menester que el
comprador haya pagado o esté pronto a pagar el precio o haya estipulado pagarlo a
plazo.
 Obligación de saneamiento: en virtud del contrato de compraventa, en efecto, el vendedor
se obliga a garantizar al comprador la posesión tranquila y útil de la cosa que vende. En
efecto, el Art. 1837 CC dispone que la obligación de saneamiento comprende dos objetos:
amparar al comprador en el dominio y posesión pacífica de la cosa vendida, y responder de
los defectos ocultos de ésta, llamados vicios redhibitorios. Esta obligación tiene dos
características: (i) es de la naturaleza del contrato de compraventa, a diferencias de la de
entregar la cosa vendida que es de su esencia; y (ii) tiene un carácter eventual, pues se hace
exigible a condición de que ocurran ciertos hechos que pueden suceder o no.
o Saneamiento de la evicción: el Art. 1838 CC dispone que hay evicción de la cosa
comprada, cuando el comprador es privado del todo o parte de ella, por sentencia
judicial.
 Objeto: como expresa el Art. 1837 CC la obligación de sanear la evicción
tiene por objeto amparar al comprador en el dominio y posesión pacifica de
la cosa vendida. Por tanto, la obligación de saneamiento de la evicción
persigue dos fines o se desarrolla en dos etapas: (i) defender al comprador
contra los terceros que re claman derechos sobre la cosa; y (ii) indemnizar
al comprador si la evicción, no obstante, se produce.
 Naturaleza de la obligación de saneamiento:
 La obligación de saneamiento de la evicción, en cuanto se traduce
en defender al comprador, es una obligación de hacer. Aquí la
obligación es indivisible.

46
Arturo Saffie V.

 La obligación de saneamiento de la evicción, en cuanto se


convierte en la de indemnizar al comprador evicto, es una
obligación de dar. Aquí la obligación es divisible.
Así, el Art. 1840 CC dispone que la acción de saneamiento es indivisible.
Puede por consiguiente intentarse in solidum contra cualquiera de los
herederos del vendedor. Pero desde que a la obligación de amparar al
comprador en la posesión, sucede la de indemnizarle en dinero, se divide la
acción; y cada heredero es responsable solamente a prorrata de su cuota
hereditaria. La misma regla se aplica a los vendedores que por un solo acto
de venta hayan enajenado la cosa.
Si son varios los deudores de la obligación de saneamiento (pluralidad que
puede ser originaria o derivativa) la acción del comprador para exigir que
se le ampare es indivisible. No se concibe que los deudores defiendan al
comprador por partes; el objeto de la obligación no es susceptible de
ejecución parcial. Fracasada la defensa y producida la evicción, la
obligación de indemnizar al comprador es divisible; su objeto es pagar una
suma de dinero. Se divide entre los vendedores por partes iguales y, entre
sus herederos, a prorrata de sus cuotas.
 Requisitos para que sea exigible la obligación de saneamiento: según
Meza Barros, para que el vendedor esté obligado al saneamiento se
requiere:
(i) que el comprador se vea expuesto a sufrir evicción de la cosa comprada;
y (ii) que el vendedor sea citado de evicción.
 Concepto de la evicción: de éste modo, la evicción es la privación que
experimenta el comprador de todo o parte de la cosa comprada, en virtud
de una sentencia judicial, por causa anterior a la venta.
 Requisitos (según JME) o Elementos (según RMB):
 Que el comprador sea privado en todo o parte de la cosa
comprada. La evicción, por lo tanto, puede ser total o parcial. La
jurisprudencia ha dicho que también hay evicción cuando alguien
hace efectiva una hipoteca sobre el predio vendido.
 Que la evicción provenga de una causa anterior a la
compraventa. Así lo dice el Art. 1839 CC, ya que el vendedor es
obligado a sanear al comprador todas las evicciones que tengan una
causa anterior a la venta, salvo en cuanto se haya estipulado lo
contrario. El Art. 1843 CC insiste en que el comprador debe citar
de evicción al vendedor, cuando se le demanda la cosa por causa
anterior a la venta. Las evicciones motivadas por causas posteriores
a la venta las soporta exclusivamente el comprador. El vendedor es
por completo extraño a la evicción. Las partes, sin embargo,
pueden convenir otra cosa.
 Que la evicción tenga lugar por una sentencia judicial. Supone
un proceso y una sentencia que desposea al comprador total o
parcialmente de la cosa. Basta que se anuncie y notifique la
demanda

47
Arturo Saffie V.

para que se ponga en movimiento todo el procedimiento de


saneamiento. Consecuencias:
o Los reclamos extrajudiciales que terceros formulen al
comprador, pretendiendo derechos sobre la cosa, no hacen
exigible la obligación de saneamiento.
o El abandono voluntario que haga el comprador al tercero,
de todo o parte de la cosa, no obliga al vendedor al
saneamiento.
o Solamente está obligado el vendedor al saneamiento de las
turbaciones de derecho de que el comprador sea víctima,
esto es, aquellas que provengan de derechos que terceros
pretendan tener sobre la cosa.
 Citación de evicción: es el llamamiento que en forma legal hace el
comprador a su vendedor o a cualquiera de los antecesores en el dominio
de la cosa para que comparezca a defenderlo. Para que el vendedor acuda
en defensa del comprador y quede obligado a indemnizarle, es menester
que tenga noticia del juicio que amenaza con privarle total o parcialmente
de la cosa. El Art. 1843 CC dispone que el comprador a quien se demanda
la cosa vendida, por causa anterior a la venta, deberá́ citar al vendedor para
que comparezca a defenderla. La falta de citación exonera totalmente de
responsabilidad al vendedor; esto porque si el comprador omitiere citarle, y
fuere evicta la cosa, el vendedor no será́ obligado al saneamiento (Art.
1843 inc. 3 CC).
 Forma y oportunidad de la citación: el Art. 1843 inc. 2 CC
prescribe que la citación de evicción se hará́ en el término señalado
por el Código de Enjuiciamiento (Título V del Libro III del CPC).
o La citación debe solicitarse por el comprador y para que el
juez la ordene deberán acompañarse antecedentes que
hagan aceptable la solicitud (Art. 584 inc. 2 CPC).
o La citación debe hacerse antes de la contestación de la
demanda (Art. 584 inc. 1 CPC).
o Decretada la citación, el juicio se paraliza por el plazo de
diez días, si el citado reside en el departamento en que se
sigue el juicio; si reside en otro departamento o fuera del
territorio nacional, el plazo de diez días se aumenta como
el emplazamiento para contestar demandas (Art. 585 CPC).
o Vencidos estos plazos sin que el demandado haya hecho
practicar la citación, podrá́ pedir el demandante que se
declare caducado el derecho de aquél para exigirla, o que
se le autorice para llevarla a efecto, a costa del demandado
(Art. 585 inc. 2 CPC).
o Practicada la citación, las personas citadas de evicción
dispondrán del término de emplazamiento que corresponda

48
Arturo Saffie V.

para comparecer al juicio, suspendiéndose entre tanto el


procedimiento (Art. 586 CPC).
 La citación de evicción procede en toda clase de juicios: la
citación de evicción tiene cabida en todo juicio y no solamente en
el juicio ordinario.
 A quién puede citarse de evicción: es obvio que el demandado
puede citar de evicción a su vendedor, pero también puede citar a
los antecesores del vendedor en el dominio de la cosa. El Art. 1841
CC establece que aquel a quien se demanda una cosa comprada
podrá́ intentar contra el tercero de quien su vendedor la hubiere
adquirido, la acción de saneamiento que contra dicho tercero
competería al vendedor, si éste hubiese permanecido en posesión
de la cosa. El comprador adquiere sobre la cosa todos los derechos
de sus antecesores y, entre ellos, la acción de saneamiento de cada
comprador contra su vendedor. El último comprador reúne en sus
manos todas estas acciones. De este modo se evita la innecesaria
pérdida de tiempo en que se incurriría si el comprador tuviera que
citar a su vendedor, éste al suyo y así́ sucesivamente hasta llegar al
responsable de que la cosa sea evicta.
 Desarrollo de la obligación de saneamiento del vendedor citado de
evicción: una vez citado el vendedor, puede presentarse una de las
siguientes dos situaciones:
 El vendedor no comparece: si el vendedor no comparece, vencido
el término de emplazamiento de que dispone para comparecer, con-
tinuará sin más trámite el procedimiento (Art. 587 CPC). Su falta
de comparecencia acarrea como lógica sanción la responsabilidad
del vendedor por la evicción que se produzca. El Art. 1843 CC
prescribe que si el vendedor citado no compareciere a defender la
cosa vendida, será́ responsable de la evicción. El comprador no
necesariamente se desentiende del juicio una vez producida la
citación de evicción, puede seguir defendiéndose. Si se queda, los
gastos en los que incurre el comprador en defenderse, no serían
indemnizados por el vendedor. A veces el comprador está obligado
a defenderse, esto es, cuando le corresponde oponer una excepción
en la demanda que le corresponde a él. Es decir, el comprador debe
hacer lo que esté de su parte para impedir la evicción; si deja de
oponer alguna de aquellas excepciones que sólo a él competían y se
produce como consecuencia la evicción, no será́ responsable el
vendedor, pese a que fue citado y no compareció́ al juicio. Así, el
Art. 1843 CC agrega que el vendedor no queda obligado al
saneamiento cuando el comprador haya dejado de oponer alguna
defensa o excepción suya (v.gr. prescripción adquisitiva), o por ello
fuere evicta la cosa. Por su parte, le corresponderá al vendedor,
para eximirse de responsabilidad, acreditar que el comprador
disponía de

49
Arturo Saffie V.

una excepción suya que no opuso y que, por esta omisión, la


evicción se produjo.
 El vendedor comparece en el juicio: si el vendedor se apersona,
se sigue el juicio con él. El vendedor asume el papel de demandado
en el litigio. Así, el Art. 1844 CC dispone que si el vendedor
comparece, se seguirá́ contra él solo la demanda. El comprador, sin
embargo, podrá́ seguir actuando en el pleito como parte
coadyuvante (podrá́ siempre intervenir en el juicio para la
conservación de sus derechos según el Art. 1844 CC). Aún más, el
comprador deberá́ intervenir en el pleito si dispone de excepciones
que no puede oponer el vendedor, so pena de no quedar éste
responsable si, a causa de la omisión del comprador, la cosa fuere
evicta. Aquí, el vendedor puede adoptar dos actitudes:
o El vendedor puede allanarse a la evicción. En este caso, el
Art. 1845 CC regula la situación disponiendo que si el
vendedor no opone medio alguno de defensa y se allana al
saneamiento, podrá́, con todo, el comprador sostener por sí
mismo la defensa, y si es vencido, no tendrá́ derecho para
exigir del vendedor el reembolso de las costas en que
hubiere incurrido defendiéndose, ni el de los frutos
percibidos durante dicha defensa y satisfechos al dueño.
o El vendedor podrá́ considerar injusta la agresión de que se
ha hecho víctima al comprador y asumir su defensa en el
litigio.
 El resultado del juicio (obligación de indemnizar al comprador evicto):
 Sentencia adversa para el tercero (reivindicante) y favorable al
comprador: la defensa del vendedor habrá́ sido exitosa y la
evicción no habrá́ llegado a producirse. El Art. 1855 CC dispone
que si la sentencia negare la evicción, el vendedor no será́ obligado
a la indemnización de los perjuicios que la demanda hubiere
causado al comprador, sino en cuanto la demanda fuere imputable
a hecho o culpa del vendedor.
 Sentencia adversa para el comprador y favorable al tercero
(reivindicante): se producirá́ la evicción. El vendedor no habrá́
cumplido su obligación de am- parar al comprador; a la obligación
de defenderle sucede la de indemnizarle de la evicción (Art. 1840
CC). Las indemnizaciones que debe el vendedor al comprador son
diversas según que la evicción sea total o parcial. El Art. 1847 CC
dispone que el saneamiento de evicción, a que es obligado el
vendedor, comprende:
o Restitución del Precio: la restitución del precio, aunque la
cosa al tiempo de la evicción valga menos. La regla
anterior tiene una justificada excepción: si el menor valor
de la cosa proviene de deterioros de que el comprador se
ha

50
Arturo Saffie V.

aprovechado, debe hacerse la correspondiente rebaja del


precio. Así, el Art. 1848 CC dispone que si el menor valor
de la cosa proviniere de deterioros de que el comprador ha
sacado provecho, se hará́ el debido descuento en la
restitución del precio.
o Costas del Contrato: la de las costas legales del contrato
de venta que hubieren sido satisfechas por el comprador.
o Frutos: la del valor de los frutos, que el comprador
hubiere sido obligado a restituir al dueño; sin perjuicio de
lo dispuesto en el Art. 1845 CC. El pago de los frutos debe
hacerse por el vendedor en la medida en que el comprador
deba restituirlos, a su vez, al dueño de la cosa. La
obligación del comprador de restituir los frutos depende de
su buena o mala fe (regulado por las prestaciones mutua).
No debe el vendedor los frutos posteriores a la fecha en
que el vendedor se allanó a la evicción y percibidos
durante la secuela del juicio que el comprador se empeñó́
en seguir adelante (Art. 1845 CC).
o Costas del Juicio: la de las costas que el comprador
hubiere sufrido a consecuencia y por efecto de la demanda;
sin perjuicio de lo dispuesto en el Art. 1845 CC. No se
incluyen las costas en que el comprador haya incurrido
defendiéndose, después que el vendedor se allanó al
saneamiento.
o Aumento de Valor: el aumento de valor que la cosa evicta
haya tomado en poder del comprador, aun por causas
naturales o por el mero transcurso del tiempo.
 Para determinar en qué términos debe pagar el
vendedor los aumentos de valor de la cosa que
provienen de causas naturales o del transcurso
del tiempo, es preciso distinguir:
 Si el vendedor está de buena fe, el
aumento de valor debido a causas
naturales o al tiempo, no se abonará en lo
que excediere a la cuarta parte del precio
de la venta (Art. 1850 CC).
 Si el vendedor está de mala fe, debe
abonar el total del aumento, de valor de la
cosa. El Art. 1850 dispone que la
antedicha limitación (buena fe) no tiene
lugar en caso de probarse en el vendedor
mala fe, en cuyo caso será́ obligado a
pagar todo el aumento de valor, de
cualesquiera causas que provenga.

51
Arturo Saffie V.

 En cuanto a los aumentos de valor que provengan


de mejoras, el Art. 1849 CC14 lo regula:
 El vendedor de buena fe debe abonar el
aumento de valor resultante de las mejoras
necesarias y útiles que hizo el comprador y
que no le hayan sido abonadas por el que
obtuvo la evicción.
 El vendedor de mala fe debe reembolsar
aun las mejoras voluptuarias.
 Casos especiales de evicción:
 Extinción de la acción de saneamiento: puede ser total o parcial,
lo que determinará si el vendedor queda liberado completamente
(total) o si su responsabilidad se limita a ciertas prestaciones
únicamente (parcial). Hay distintas causales de extinción:
o Renuncia: la obligación de saneamiento es de la
naturaleza del contrato de compraventa, por lo que puede
ser modificada por las partes. Por una parte, el Art. 1839
CC dispone que el vendedor es obligado a sanear las
evicciones con causa anterior a la venta, salvo en cuanto se
estipule lo contrario. Por su parte, el Art. 1842 CC agrega
que es nulo todo pacto en que se exima al vendedor del
saneamiento de evicción, siempre que en ese pacto haya
habido mala fe de parte suya. Hay mala fe cuando el
vendedor conocía la causa de la evicción y, sin darla a
conocer al comprador, estipuló su irresponsabilidad. La ley
sanciona este fraude con la nuli- dad de la estipulación. A
contrario sensu, es valido el pacto y la consiguiente
renuncia, si el vendedor estaba de buena fe. Pero la
renuncia no produce sino limitados efectos, puesto que no
exonera por completo al vendedor de la obligación de
saneamiento; la extinción es sólo parcial por que el
vendedor debe siempre restituir el precio recibido. El Art.
1852 CC dispone que la estipulación que exime al
vendedor de la obligación de sanear la evicción no le
exime de la obligación de restituir el precio recibido; y
estará́ obligado a restituir el precio íntegro, aunque se haya
deteriorado la cosa o disminuido de cualquier modo su
valor, aun por hecho o negligencia del comprador, salvo en
cuanto éste haya sacado provecho del deterioro. Solamente
en dos casos la renuncia extingue por completo la
obligación del vendedor: (i) si el que compró lo hizo a
sabiendas de ser

14
Art. 1849 CC: el vendedor será obligado a reembolsar al comprador el aumento de valor que provenga de
las mejoras necesarias o útiles hechas por el comprador, salvo en cuanto el que obtuvo la evicción haya sido
condenado a abonarlas. / El vendedor de mala fe será obligado aun al reembolso de lo que importen las
mejoras voluptuarias.
52
Arturo Saffie V.

ajena la cosa; y (ii) si expresamente tomó sobre sí el


peligro de la evicción, especificándolo.
o Prescripción:
 La obligación de saneamiento, en cuanto se
traduce en defender al comprador, es
imprescriptible. En cualquier tiempo en que el
comprador sea demandado por terceros que
aleguen derechos sobre la cosa vendida, puede
citar de evicción al vendedor para que le defienda.
La obligación sólo se hace exigible cuando el
comprador es demandado.
 En cambio, es prescriptible la obligación de
saneamiento en cuanto se convierte en la de
indemnizar al comprador, una vez producida la
evicción (esto es, desde que a la obligación de
amparar al comprador en la posesión, sucede la de
indemnizarle en dinero). El Art. 1856 CC establece
que la acción de saneamiento por evicción
prescribe en cuatro años; mas por lo tocante a la
sola restitución del precio, prescribe según las
reglas generales. En consecuencia, prescriben en
cinco años la acción para reclamar la restitución
del precio y en cuatro años las acciones
encaminadas a reclamar todas las restantes
indemnizaciones. El Art. 1856 CC concluye que se
contará el tiempo desde la fecha de la sentencia de
evicción; o si ésta no hubiere llegado a
pronunciarse, desde la restitución de la cosa.
o Ley: en determinadas circunstancias la ley declara al
vendedor parcial o totalmente liberado de la obligación de
saneamiento de la evicción.
 Extinción parcial:
 En las ventas forzadas la indemnización se
limita a la devolución del precio. El Art.
1851 CC dispone que en las ventas
forzadas hechas por autoridad de la
justicia, el vendedor no es obligado, por
causa de la evicción que sufriere la cosa
vendida, sino a restituir el precio que haya
producido la venta.
 En caso de que el vendedor se allane al
saneamiento y el comprador prosiga por si
solo el juicio, la indemnización no
comprende las costas del pleito en que
hubiere incurrido defendiéndose, ni los

53
Arturo Saffie V.

frutos percibidos durante dicha defensa y


satisfechos al dueño (Art. 1845 CC).
 Extinción completa:
 Si el comprador omitiere citar al vendedor,
y fuere evicta la cosa, el vendedor no será
obligado al saneamiento (Art. 1843, inc. 3
CC).
 Si el vendedor citado no compareciere a
defender la cosa vendida, será responsable
de la evicción; a menos que el
comprador haya dejado de oponer alguna
defensa o excepción suya, y por ello fuere
evicta la cosa (Art. 1843, inc. 3 CC).
 Cesa la obligación de sanear si el
comprador y el que demanda la cosa como
suya se someten al juicio de árbitros, sin
consentimiento del vendedor, y los árbitros
fallaren contra el comprador (Art. 1846
N°1 CC).
 Cesa la obligación de sanear si el
comprador perdió́ la posesión por su culpa,
y de ello se siguió́ la evicción (Art. 1846
N° 2 CC).
 Evicción parcial: es aquella en que se priva al comprador
solamente de parte de la cosa vendida. El Art. 1852 inc. 4 CC
dispone que si la evicción no recae sobre toda la cosa vendida, y la
parte evicta es tal, que sea de presumir que no se habría comprado
la cosa sin ella, habrá derecho a pedir la rescisión de la venta. Hay
dos situaciones:
o La parte evicta es de tal importancia que sea de
presumir que sin ella no se habría comprado la cosa:
tiene el comprador el derecho opcional de pedir la
rescisión de la venta o el saneamiento de la evicción
(aplicación del Art. 1852 CC). El Art. 1853 CC: en virtud
de esta rescisión, el comprador será́ obligado a restituir al
vendedor la parte no evicta, y para esta restitución será
considerado como poseedor de buena fe, a menos de
prueba contraria; y el vendedor, además de restituir el
precio, abonará el valor de los frutos que él comprador
hubiere sido obligado a restituir con la parte evicta, y todo
otro perjuicio que de la evicción resultare al comprador.
o La parte evicta no es de tanta importancia o el
comprador no hace uso del derecho del Art. 1852 CC
(rescisión): en caso de no ser de tanta importancia la parte
evicta, o en el de no pedirse la rescisión de la venta, el

54
Arturo Saffie V.

comprador tendrá derecho para exigir el saneamiento de la


evicción parcial con arreglo al Art. 1847 y ss. (Art. 1854
CC). Esta vez el comprador no puede optar entre el sanea-
miento y la rescisión de la venta; sólo tiene derecho para
pedir el saneamiento de la evicción parcial.
o Saneamiento de los vicios redhibitorios: según el Art. 1857 CC, se llama acción
redhibitoria la que tiene el comprador para que se rescinda 15 la venta o se rebaje
proporcionalmente el precio por los vicios ocultos de la cosa vendida, raíz o
mueble, llamados redhibitorios.
 Requisitos: el Art. 1858 CC dispone que son vicios redhibitorios los que
reúnen las calidades siguientes:
 Contemporáneos a la Venta: haber existido al tiempo de la venta.
Según Meza Barros, se comprende que la responsabilidad del
vendedor se limite a los vicios existentes al tiempo del contrato y
que no le quepa responsabilidad por los que sobrevengan después.
Bastará que el vicio exista en germen al momento de la venta,
aunque posteriormente se manifieste en toda su gravedad.
 Graves: ser tales, que por ellos la cosa vendida no sirva para su
uso natural, o sólo sirva imperfectamente, de manera que sea de
presumir que conociéndolos el comprador no la hubiera comprado
o la hubiera comprado a mucho menos precio. La gravedad del
vicio puede resultar de estas tres circunstancias: (i) que la cosa no
sirva para su uso natural; (ii) que sirva para este uso, pero
imperfectamente; o (iii) que conocidos estos hechos por el
comprador, sea presumible que no hubiera comprado o hubiera
pagado un precio mucho menor. El Art. 1868 CC dispone que si
los vicios ocultos no son de la importancia que se expresa en el
N°2 del Art. 1858 CC, no tendrá derecho el comprador para la
rescisión de la venta sino sólo para la rebaja del precio.
 Ocultos: no haberlos manifestado el vendedor, y ser tales que el
comprador haya podido ignorarlos sin negligencia grave de su
parte, o tales que el comprador no haya podido fácilmente
conocerlos en razón de su profesión u oficio. Así, en resumen, el
vicio no es oculto:
o Cuando el vendedor lo dio a conocer al comprador.
o Cuando el comprador lego lo ha ignorado por grave
negligencia suya.
o Cuando el comprador experto, en razón de su profesión u
oficio, pudo fácilmente conocerlo.
Puede que el vendedor realmente de buena fe no conozca el vicio
redhibitorio, pero esta circunstancia no lo exime de la obligación de
sanearlo.

15
Los autores están contestes en que la expresión “rescinda” debe entenderse como “resuelve” (es decir, no se
entiende aquí la rescisión como nulidad) por lo que correspondería una acción resolutoria.

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Arturo Saffie V.

 Voluntad de las Partes: el Art. 1863 CC dispone que las partes pueden
por el contrato hacer redhibitorios los vicios que naturalmente no lo son.
 Efectos:
 Derecho Optativo: el comprador tiene un derecho optativo, ya
que, según el Art. 1857 CC, los vicios redhibitorios autorizan al
comprador para ejercitar la acción redhibitoria para que se rescinda
la venta o se rebaje proporcionalmente el precio (acción
aestimatoria o quanti menoris). El Art. 1860 CC confirma esta
regla en cuanto los vicios redhibitorios dan derecho al comprador
para exigir o la rescisión de la venta o la rebaja del precio, según
mejor le pareciere. El juez en definitiva resuelve si hay o no hay
vicios redhibitorios conforme a los requisitos y, por tanto, si
corresponde o no alguna de las acciones.
 Derecho de Indemnización: además, el comprador tiene derecho a
la indemnización de perjuicios. El Art. 1861 CC establece que si el
vendedor conocía los vicios y no los declaró, o si los vicios eran
tales que el vendedor haya debido conocerlos por razón de su
profesión u oficio, será obligado, no sólo a la restitución o la rebaja
del precio, sino a la indemnización de perjuicios; pero si el
vendedor no conocía los vicios ni eran tales que por su profesión u
oficio debiera conocerlos, sólo será obligado a la restitución o la
rebaja del precio.
 Pérdida de la Cosa: el Art. 1862 CC agrega que si la cosa viciosa
ha perecido después de perfeccionado el contrato de venta, no por
eso perderá el comprador el derecho que hubiere tenido a la rebaja
del precio, aunque la cosa haya perecido en su poder y por su
culpa. Pero si ha perecido por un efecto del vicio inherente a ella,
se seguirán las reglas del Art. 1861 CC.
 Venta de un Conjunto: el Art. 1864 CC sostiene que vendiéndose
dos o más cosas juntamente, sea que se haya ajustado un precio por
el conjunto o por cada una de ellas, sólo habrá lugar a la acción
redhibitoria por la cosa viciosa y no por el conjunto; a menos que
aparezca que no se habría comprado el conjunto sin esa cosa; como
cuando se compra un tiro, yunta o pareja de animales, o un juego
de muebles.
 Extinción de la Obligación de Saneamiento:
 Renuncia: el Art. 1859 CC regula la situación diciendo que si se
ha estipulado que el vendedor no estuviese obligado al saneamiento
por los vicios ocultos de la cosa, estará sin embargo obligado a
sanear aquellos de que tuvo conocimiento y de que no dio noticia
al comprador. La renuncia sólo produce efectos si el vendedor está
de buena fe. Se entiende que está de mala fe cuando conocía la
existencia de los vicios y no los dio a conocer al comprador.
 Ventas Forzadas: el Art. 1865 CC dispone que la acción
redhibitoria no tiene lugar en las ventas forzadas hechas por

56
Arturo Saffie V.

autoridad de la justicia. Pero si el vendedor, no pudiendo o no


debiendo ignorar los vicios de la cosa vendida, no los hubiere
declarado a petición del comprador, habrá lugar a la acción
redhibitoria y a la indemnización de perjuicios.
 Prescripción: la ley ha señalado plazos de prescripción diversos
para la acción redhibitoria propiamente tal y para la acción
estimatoria, plazos que varían según sea raíz o mueble la cosa
vendida.
o Acción Redhibitoria (Art. 1867 CC): la acción
redhibitoria durará seis meses respecto de las cosas
muebles y un año respecto de los bienes raíces, en todos
los casos en que leyes especiales o las estipulaciones de los
contratantes no hubieren ampliado o restringido este plazo.
El tiempo se contará desde la entrega real.
o Acción Estimatoria (Art. 1869 CC): la acción para pedir
rebaja del precio, sea en el caso del Art. 1858 CC, o en el
del Art. 1868 CC, prescribe en un año para los bienes
muebles y en dieciocho meses para los bienes raíces.
Hay algunos aspectos relevantes de la prescripción
o Que el plazo de la prescripción se cuenta desde la entrega
real de la cosa; sólo entonces el comprador podrá́
percatarse de la existencia de los vicios.
o Que las partes pueden restringir y aun ampliar el plazo de
prescripción de la acción redhibitoria.
o Que la acción de indemnización de perjuicios prescribe
según las reglas generales.
o La regla que fija en un año el plazo de prescripción de la
acción para la rebaja del precio, tratándose de bienes
muebles, tiene la excepción del Art. 1870 CC: si la compra
se ha hecho para remitir la cosa a lugar distante, la acción
de rebaja del precio prescribirá́ en un año, contado desde la
entrega al consignatario, con más el término de
emplazamiento, que corresponda a la distancia. Pero la
regla rige a condición de que (pero será necesario que) el
comprador en el tiempo intermedio entre la venta y la
remesa haya podido ignorar el vicio de la cosa, sin
negligencia de su parte (Art. 1870 inc. 2 CC).

E.2. Obligaciones del Comprador: la obligación fundamental del comprador es pagar el precio.
Pero, como lógica contrapartida de la obligación del vendedor de entregar la cosa, tiene igualmente
el comprador la obligación de recibirla.
 Obligación de Recibir la Cosa Comprada: consiste en hacerse cargo de la misma,
tomando posesión de ella. El Art. 1827 CC regula la situación en que el comprador se
constituya en mora. Así, si el comprador se constituye en mora de recibir, abonará al
vendedor el alquiler

57
Arturo Saffie V.

de los almacenes, graneros o vasijas en que se contenga lo vendido, y el vendedor quedará


descargado del cuidado ordinario de conservar la cosa, y sólo será ya responsable del dolo o
de la culpa grave. Entonces, dos efectos se producen: (i) el comprador debe abonar al
vendedor los perjuicios que sean consecuencia de la mora; y (ii) el vendedor queda
descargado del cuidado ordinario de la cosa y sólo responde de los estragos que sufra por su
culpa lata o dolo.
 Obligación de Pagar el Precio: el Art. 1871 CC dispone que la principal obligación del
comprador es la de pagar el precio convenido (es de la esencia de la compraventa).
o Lugar y época del pago del precio: con arreglo a las normas generales, el pago
debe hacerse en el lugar señalado por la convención y, a falta de estipulación,
cuando la obligación es de género, en el domicilio del deudor (Art. 1587 CC y Art.
1588 CC). Por otra parte, las obligaciones deben cumplirse de inmediato, si las
partes no han postergado expresamente su cumplimiento. El Art. 1872 CC deroga
ligeramente estas normas por lo que toca al lugar y época en que se debe pagar el
precio: el precio deberá pagarse en el lugar y el tiempo estipulados, o en el lugar y
el tiempo de la entrega, no habiendo estipulación en contrario.
o Derecho del comprador para suspender el pago del precio: puede el comprador,
sin embargo, excusarse de pagar el precio en la época convenida o fijada por la ley;
en suma, cuando se ve expuesto a perder la cosa. El inc. 2 del Art. 1872 CC dispone
que si el comprador fuere turbado en la posesión de la cosa o probare que existe
contra ella una acción real de que el vendedor no le haya dado noticia antes de
perfeccionarse el contrato, podrá depositar el precio con autoridad de la justicia, y
durará el depósito hasta que el vendedor haga cesar la turbación o afiance las
resultas del juicio.
o Consecuencias de la falta de pago del precio (mora del comprador): el Art.
1873 CC, ratificando la regla del Art. 1489 CC, dispone que si el comprador
estuviere constituido en mora de pagar el precio en el lugar y tiempo dichos, el
vendedor tendrá derecho para exigir el precio o la resolución de la venta, con
resarcimiento de perjuicios. Corresponde, entonces, analizar los efectos de la
resolución del contrato por falta de pago del precio:
 Efectos entre las partes: resuelto el contrato, las partes tienen derecho a
que se las restituya al estado anterior a su celebración.
 Por una parte, el comprador debe al vendedor determinadas
prestaciones:
o Restitución: tiene derecho el vendedor a que se le
restituya la cosa. El Art. 1487 CC dispone que cumplida la
condición resolutoria deberá́ restituirse lo que se hubiere
recibido bajo tal condición.
o Frutos: el vendedor tiene igualmente derecho a que se le
restituyan los frutos que el comprador hubiere percibido
mientras tuvo la cosa en su poder. Los frutos deben res-
tituirse íntegramente si el comprador no pagó ninguna
parte del precio o en proporción a la parte insoluta del
mismo. En efecto, el Art. 1875 CC previene que el
vendedor tiene

58
Arturo Saffie V.

derecho para que se le restituyan los frutos, ya en su


totalidad, si ninguna parte del precio se le hubiere pagado,
ya en la proporción que corresponda a la parte del precio
que no hubiere sido pagada. Por regla general, cumplida la
condición, no se deben los frutos percibidos en el tiempo
intermedio, salvo que la ley, el testador, el donante o los
contratantes, según los varios casos, hayan dispuesto lo
contrario (Art. 1488 CC). Cuando la resolución tiene lugar
por falta de pago del precio, la regla general se altera y el
comprador debe restituir los frutos en la forma indicada.
o Arras: en caso de haberse dado arras, el vendedor tiene
derecho para retener las arras, o exigirlas dobladas (Art.
1875 inc. 1 CC).
o Deterioros: el vendedor tiene derecho para que el
comprador le indemnice los deterioros que haya
experimentado la cosa. Para estos efectos se considerará al
comprador como poseedor de mala fe, a menos que pruebe
haber sufrido en su fortuna, y sin culpa de su parte,
menoscabos tan grandes que le hayan hecho imposible
cumplir lo pactado (Art. 1875 inc. 3 CC).
o Perjuicios: le asiste al vendedor el derecho de demandar la
indemnización de los perjuicios que el incumplimiento del
contrato le haya ocasionado (Art. 1873 CC).
 Por otra parte, el vendedor debe realizar ciertas prestaciones en
favor del comprador:
o Precio: el comprador tiene derecho para que se le restituya
la parte que hubiere pagado del precio (Art. 1875 inc. 2).
o Mejoras: tiene igualmente derecho para que se le abonen
las mejoras, reputándosele, para estos efectos, como posee-
dor de mala fe. Debe el vendedor, por lo tanto, abonarle las
mejoras necesarias; no tiene derecho ni a las mejoras útiles
ni voluptuarias, y podrá́ llevarse sólo los materiales de
dichas mejoras, siempre que pueda separarlos sin
detrimento y que el vendedor rehúse pagarle el precio que
tendrían una vez separados (Art. 809 CC, Art. 909 CC, Art.
910 CC y Art. 912 CC). Sin embargo, el comprador será́
reputado de buena fe si probare que su fortuna, sin culpa
suya, ha sufrido menoscabos tan considerables que le
hicieron imposible cumplir el contrato (Art. 1875 inc. 3
CC).
 Efectos respecto de terceros: el Art. 1876 CC dispone que la resolución
por no haberse pagado el precio no da derecho al vendedor contra terceros
poseedores, sino en conformidad al Art. 1490 CC y Art. 1491 CC. En
consecuencia, si la cosa vendida es mueble, los terceros deben estar de
mala

59
Arturo Saffie V.

fe, o sea, conocer el hecho de que el comprador adeudaba parte del precio.
Si la cosa es inmueble, será menester que en el título respectivo, inscrito u
otorgado por escritura pública, conste la existencia de dicho saldo de
precio.
o Declaración en la escritura de venta de haberse pagado el precio: esta
declaración tiene suma importancia respecto del ejercicio de la acción resolutoria
por falta de pago del precio. En efecto, el Art. 1876 inc. 2 CC establece que si en la
escritura de venta se expresa haberse pagado el precio, no se admitirá́ prueba
alguna en contrario sino la de nulidad o falsificación de la escritura, y sólo en virtud
de esta prueba habrá́ acción contra terceros poseedores. En suma, la ley veda a las
partes la prueba directa de que es inexacta la aseveración de haberse pagado el
precio para fundar en esta circunstancia una acción resolutoria y las consiguientes
acciones reales contra terceros. Meza Barros cree que esta disposición no rige para
accionar el vendedor contra el comprador que conserva la cosa en su poder:
 Aparece indudable que el Art. 1875 CC y el Art. 1876 CC se refieren,
respectivamente, a los efectos de la resolución del contrato entre las partes
y respecto de terceros.
 El Art. 1876 CC señala las condiciones generales en que la resolución del
contrato afecta a terceros y prevé́, en seguida, la situación de los mismos
terceros frente a la declaración de haberse pagado el precio.
 La disposición no se justifica sino como una medida de protección a los
terceros, ante una eventual colusión de las partes.
 En fin, la interpretación contraria conduce al absurdo. No sería siquiera
admisible, como prueba para desvirtuar la aseveración de la escritura, la
confesión del comprador de no haber pagado el precio. Si el comprador
confiesa que no ha pagado el precio, sería insensato negar al vendedor
acción para pedir que se le pague o que se resuelva el contrato, a pretexto
de que no es admisible otra prueba que la nulidad o falsificación de la
escritura.
o Cláusula de no transferirse el dominio sino por el pago del precio: el Art. 680
CC previene que la tradición puede transferir el dominio bajo condición suspensiva
o resolutoria, con tal que se exprese; verificada la entrega por el vendedor, se
transfiere el dominio de la cosa vendida, aunque no se haya pagado el precio, a
menos que el vendedor se haya reservado el dominio hasta el pago, o hasta el
cumplimiento de una condición. Así, la condición implícita (derivada del
derecho romano) de no transferirse el dominio a pesar de la entrega por no
estar pagado el precio quedó abolida. Con arreglo al Art. 680 CC sería menester
una expresa reserva. Pero, en clara contradicción con el texto legal citado, el Art.
1874 CC16 atribuye a la cláusula de no transferirse el dominio sino por el pago del
precio un alcance diferente. El dominio, pese a la estipulación, se transfiere al
comprador; la falta de pago del precio no impide que se haga dueño, sino que
otorga al vendedor el derecho de pedir el cumplimiento del contrato o su
resolución, con indemnización de perjuicios. De

16
Art. 1874 CC: la cláusula de no transferirse el dominio sino en virtud de la paga del precio, no producirá
otro efecto que el de la demanda alternativa enunciada en el artículo precedente; y pagando el comprador el

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Arturo Saffie V.

precio, subsistirán en todo caso las enajenaciones que hubiere hecho de la cosa o los derechos que hubiere
constituido sobre ella en el tiempo intermedio.

61
Arturo Saffie V.

este modo, mientras el Art. 680 CC establece que si el vendedor se reserva


expresamente el dominio hasta que el precio se pague, la tradición no hará́ dueño al
comprador, el Art. 1874 CC declara, enfáticamente, que tal reserva no obsta para la
adquisición de la propiedad por el adquirente. El comprador adquiere el dominio
expuesto a resolverse si, constituido en mora de pagar el precio, el vendedor opta
por pedir la resolución del contrato.

F. Pactos Accesorios del Contrato de Compraventa: pueden agregarse al contrato de


compraventa diversos pactos accesorios. El Código reglamenta tres de estos pactos, pero el Art.
1887 CC dispone que pueden agregarse al contrato de venta cualesquiera otros pactos accesorios
lícitos; y se regirán por las reglas generales de los contratos.
1. Pacto Comisorio: el pacto comisorio es la condición resolutoria de no cumplirse lo
pactado, expresamente estipulado.
a. Pacto Comisorio Simple: es aquel en que se estipula, lisa y llanamente, que se
resolverá́ el contrato si no se cumple lo pactado. No difiere en sus efectos de la
condición resolutoria tácita. El contrato no se resuelve en pleno derecho. El
comprador y el vendedor tienen el derecho alternativo de pedir el cumplimiento o la
resolución del contrato.
b. Pacto Comisorio Calificado: es aquel en que se estipula que el incumplimiento
resolverá́ ipso facto, en el acto o sin más trámite, el contrato de compraventa.
Tampoco resuelve el contrato de pleno derecho; el acreedor podrá́ aun pedir el
cumplimiento. El deudor podrá́ enervar la acción resolutoria, pagando dentro de las
veinticuatro horas subsiguientes a la notificación judicial de la demanda.
2. Pacto de Retroventa:
a. Concepto (Art. 1881 CC): por el pacto de retroventa el vendedor se reserva la
facultad de recobrar la cosa vendida, reembolsando al comprador la cantidad
determinada que se estipulare, o en defecto de esta estipulación lo que le haya
costado la compra. El pacto de retroventa importa una condición resolutoria del
contrato de compraventa. El contrato está expuesto a desaparecer por el hecho
futuro e incierto consistente en que el vendedor haga valer su opción de recobrar la
cosa vendida. Trátese de una condición pura o meramente potestativa, porque
depende de la sola voluntad del vendedor.
b. Ventas e Inconvenientes del Pacto de Retroventa:
i. Ventajas: el pacto de retroventa es un eficaz medio de procurarse dinero el
propietario de una cosa de la que no desea desprenderse definitivamente. El
dueño de la cosa la vende y obtiene el dinero; puede luego recobrarla
pagando la suma convenida, o, en su defecto, lo que recibió́ por ella. Este
pago es en el fondo la restitución de la suma prestada.
1. Presenta para el vendedor una ventaja sobre otras garantías, como
la hipoteca. Puede procurarse una mayor suma de dinero, ya que el
acreedor que presta con garantía hipotecaria tiene lógicamente en
cuenta los gastos del cobro de su crédito y no presta sino lo que
pueda valer la finca, con deducción de tales gastos. El vendedor

62
Arturo Saffie V.

confía en que, dentro del plazo fijado, podrá́ procurarse los fondos
para reembolsar el precio y recobrar la cosa.
2. Para el comprador las ventajas son enormes. Podrá́ hacer suya la
cosa por el solo hecho de que el vendedor deje pasar el plazo sin
efectuar el reembolso; la venta se hará́, entonces, irrevocable.
ii. Inconvenientes: sus inconvenientes derivan de que, a menudo, sirve para
encubrir un pacto comisorio que la ley terminantemente prohíbe. En el
hecho la estipulación puede tener simplemente por objeto permitir al
prestamista hacerse pago de su crédito con la cosa dada en garantía.
c. Confusión con la Prenda: un examen superficial podría llevar a confundir la venta
con pacto de retroventa con un préstamo con garantía prendaria. El vendedor parece
ser un mutuario que da una cosa en prenda y el comprador un prestamista que la
recibe. Entre ambas operaciones median, sin embargo, considerables diferencias.
i. El mutuario debe restituir la suma prestada y el mutuante puede perseguirle
en todos sus bienes para obtener el reembolso. En cambio, el que se
procura dinero por medio del pacto de retroventa no debe ninguna suma de
dinero y no puede ser forzado a reembolsar lo que recibió́; el reembolso
para él es facultativo.
ii. Además, en el préstamo con prenda, el mutuario conserva el dominio de la
cosa; los riesgos serán de su cargo. En la venta con pacto de retroventa,
seguida de la tradición, el comprador se hace dueño; para él serán los
riesgos de la cosa si perece antes de que el vendedor ejercite su derecho de
recobrarla.
d. Requisitos del Pacto de Retroventa:
i. Facultad concedida al vendedor de recobrar la cosa: es esencial, como
se comprende, que el vendedor se reserve la facultad de recomprar la cosa
vendida. La estipulación de la reserva debe hacerse en el mismo contrato de
compraventa; no puede útilmente pactarse después de su celebración. La
estipulación a posteriori importaría una promesa de compraventa.
ii. Obligación del Vendedor de Reembolsar al Comprador: el Art. 1881
CC previene que el vendedor debe reembolsar al comprador el precio que
se estipulare y, a falta de estipulación, el mismo precio de la venta.
iii. Plazo Concedido al Vendedor: es indispensable un plazo para que el
vendedor ejercite su derecho. El Art. 1885 CC dispone que el tiempo en
que se podrá́ intentar la acción de retroventa no podrá́ pasar de cuatro años,
contados desde la fecha del contrato. Las partes pueden, pues, señalar un
plazo que no exceda de cuatro años.
e. Condiciones para Ejercitar el Derecho: para el ejercicio de los derechos que el
pacto de retroventa genera para el vendedor y para que se opere la resolución del
contrato de compraventa, es preciso que concurran las siguientes condiciones:
i. Que el vendedor haga valer judicialmente su derecho: si las partes se
avienen a ejecutar la retroventa, el vendedor reembolsa el precio y el
comprador restituye la cosa, no pueden suscitarse dificultades. Pero si el
comprador se resiste, es indispensable que el vendedor ejercite su derecho,

63
Arturo Saffie V.

acudiendo a la justicia. El Art. 1855 CC emplea la expresión intentar la


acción que indica la necesidad de que el derecho del vendedor se ejercite
judicialmente. No es suficiente, por lo tanto, una manifestación
extrajudicial de la voluntad del vendedor de ejercitar su derecho.
ii. Que en el acto de ejercerlo ponga el precio a disposición del
comprador: en el acto de hacer valer su derecho, el vendedor debe pagar
el precio. El término reembolsando indica claramente la idea de
simultaneidad entre el ejercicio del derecho y el pago.
iii. Que el derecho se haga valer en tiempo oportuno: el vendedor deberá́
invocar el pacto de retroventa en tiempo oportuno, esto es, dentro del plazo
convenido, que no será́ superior a cuatro años. Expirado este plazo, el
derecho del vendedor se extingue.
iv. Que se dé el correspondiente aviso al comprador: el vendedor debe
avisar al comprador con la debida anticipación. El comprador goza de la
cosa y es lógico que anticipadamente se le avise que debe restituirla. El Art.
1885 inc. 2 CC dispone que en todo caso tendrá́ derecho el comprador a
que se le dé noticia anticipada, que no bajará de seis meses para los bienes
raíces ni de quince días para las cosas muebles. Esta regla no tiene lugar
cuando la cosa produce frutos, de tiempo en tiempo, mediante trabajos e
inversiones preliminares; justo es que la restitución no pueda reclamarse
del comprador sino después de obtenidos los frutos de su esfuerzo. Por este
motivo la disposición citada concluye que si la cosa fuere fructífera, y no
diere frutos sino de tiempo en tiempo y a consecuencia de trabajos e
inversiones preparatorias, no podrá́ exigirse la restitución demandada sino
después de la próxima percepción de frutos.
f. Efectos del Pacto de Retroventa:
i. Si el vendedor no ejercitó su derecho en el plazo convenido o legal, fallará
la condición resolutoria del contrato de venta. Caducarán los derechos del
vendedor y los del comprador se consolidarán definitivamente.
ii. Por la inversa, si el vendedor ejercita su acción en la oportunidad debida, se
habrá́ cumplido la condición resolutoria, se resolverá́ el contrato de venta y
las cosas volverán al mismo estado en que se encontrarían si no se hubiera
contratado. Como en el caso de toda condición resolutoria cumplida, será́
menester examinar los efectos entre las partes y con relación a los terceros.
1. Efectos entre las partes: comprador y vendedor se deben mutuas
prestaciones.
a. El comprador está obligado, desde luego, a restituir la cosa,
con sus accesorios. El Art. 1883 inc. 1 CC previene que el
vendedor tendrá́ derecho a que el comprador le restituya la
cosa vendida con sus accesiones naturales.
b. El comprador debe indemnizar al vendedor por los
deterioros de la cosa. El vendedor tendrá́ asimismo derecho
a ser indemnizado de los deterioros imputables a hecho o
culpa del comprador (Art. 1883 inc. 2 CC).

64
Arturo Saffie V.

c. Por su parte, el vendedor debe pagar al comprador las


mejoras introducidas en la cosa. Será obligado al pago de
las expensas necesarias, pero no de las invertidas en
mejoras útiles o voluptuarias que se hayan hecho sin su
consentimiento (Art. 1883 inc. 3 CC).
2. Efectos contra terceros: respecto de los ter ceros se siguen las
reglas generales. La resolución del con trato de compraventa les
afectará a condición de que estén de mala fe. El Art. 1882 CC
dispone que el pacto de retroventa en sus efectos contra terceros se
sujeta a lo dispuesto en el Art. 1490 CC y Art. 1491 CC.
g. Intransferibilidad del Derecho: el derecho del vendedor que nace del pacto de
retroventa es intransferible. El Art. 1884 CC prohíbe la cesión, pues el derecho que
nace del pacto de retroventa no puede cederse. El derecho del vendedor podría, sin
embargo, transmitirse por causa de muerte.
1. Pacto de Retracto: se llama pacto de retracto o adictio in diem aquel en que las partes
convienen que se resolverá́ la venta si, en un plazo determinado, se presenta un nuevo
comprador que ofrezca al vendedor condiciones más ventajosas que el comprador
primitivo.

El Art. 1886 CC dispone que si se pacta que presentándose dentro de cierto tiempo (que no
podrá́ pasar de un año) persona que mejore la compra se resuelva el contrato, se cumplirá́ lo
pactado; a menos que el comprador o la persona a quien éste hubiere enajenado la cosa, se
allane a mejorar en los mismos términos la compra. La disposición merece dos
observaciones:
(i) el plazo para mejorar la compra no puede exceder de un año; (ii) para evitar la
resolución, el comprador o la persona que hubiere adquirido de él la cosa puede mejorar la
compra en los mismos términos que el nuevo comprador.

En otras palabras, en igualdad de condiciones, el contrato no se resuelve y la ley hace


prevalecer el interés del comprador. Entre las partes y respecto de terceros, el pacto de
retracto produce los mismos efectos que el pacto de retroventa (Art. 1886 inc. 2 y 3 CC).

G. De la Rescisión de la Venta por Lesión Enorme:


1. Concepto y Fundamento: la lesión es el perjuicio pecuniario que las partes sufren como
consecuencia de la falta de equivalencia de las prestaciones recíprocas de un contrato
conmutativo. No ha podido el legislador desconocer que la compraventa es, en buena
medida, un acto de especulación y que es legítimo que cada contratante trate de obtener un
provecho. Pero, por otra parte, no ha debido ignorar que un grave desequilibrio de las
prestaciones no ha podido ser consentido sino bajo el imperio de una presión a la que el
contratante no ha sido capaz de resistir. Pero la estabilidad del contrato requiere que el
desequilibrio de las prestaciones sea de gran entidad para que se justifique la rescisión. La
lesión, en otros términos, debe ser enorme.
2. Requisitos de la Rescisión por Lesión Enorme:
a. Que la venta sea susceptible de rescindirse por causa de lesión: la rescisión por
causa de lesión tiene cabida sólo en los actos que la ley expresamente señala. Por
este motivo, el legislador creyó́ oportuno consignar en el Art. 1888 CC que el
65
Arturo Saffie V.

contrato de compraventa podrá́ rescindirse por lesión enorme. No tiene cabida la


rescisión por lesión enorme en todo contrato de compraventa. En términos
generales, sólo tiene cabida en la compraventa de bienes raíces:
i. Venta de Bienes Muebles (Art. 1891 CC): no procede la acción rescisoria
por lesión enorme en las ventas de bienes muebles. Como consecuencia, no
tiene cabida en las ventas comerciales; Al Art. 126 del Código de Comercio
dispone que no hay rescisión por causa de lesión enorme en los contratos
mercantiles.
ii. Ventas Judiciales (Art. 1891 CC): no habrá́ tampoco lugar a la acción
rescisoria en las ventas que se hubieren hecho por el ministerio de la
justicia (Art. 1891 CC). Las ventas judiciales, forzadas o voluntarias, no
son rescindibles por causa de lesión. La venta se hace en pública
subasta, cumpliéndose diversos requisitos de publicidad, y el precio, si no
guarda relación con el verdadero valor de la cosa, es el único en que ha
podido venderse.
iii. Ventas de Minas (Art. 170 CM): no cabe la rescisión por lesión enorme,
aunque se trate de inmuebles, en las ventas de minas. El Art. 170 del
Código de Minería previene que no hay rescisión por causa de lesión
enorme en los contratos de compraventa y de permuta de una concesión o
de una cuota o una parte material de ella.
b. Que la lesión sea enorme, en los términos que señala la ley: la desproporción
entre las prestaciones de comprador y vendedor debe ser monstruosa; la ley reputa
legítima una diferencia moderada. Pueden sufrir lesión enorme el vendedor y el
comprador. El Art. 1889 CC precisa cuándo hay lesión de esta índole para uno y
otro.
i. Por una parte, el vendedor sufre lesión enorme cuando el precio que recibe
es inferior a la mitad del justo precio de la cosa que vende.
ii. Por otra parte, el comprador a su vez sufre lesión enorme, cuando el justo
precio de la cosa que compra es inferior a la mitad del precio que paga por
ella.
Para determinar el justo precio debe atenderse al tiempo de la celebración de la
venta, pues el justo precio se refiere al tiempo del contrato (Art. 1889 inc. 2 CC). La
prueba de la lesión incumbe a aquel de los contratantes que deduce la acción
correspondiente.
c. Que la cosa no haya perecido en poder del comprador: para que proceda la
rescisión por lesión enorme es preciso que la cosa no haya perecido en poder del
comprador. En efecto, el Art. 1893 CC previene que la pérdida la cosa en poder del
comprador no habrá́ derecho por una ni por otra parte para la rescisión del contrato.
La disposición se explica porque rescindido el contrato deberá́ restituirse la cosa.
Esta restitución se torna imposible cuando la cosa ha perecido.
d. Que el comprador no haya enajenado la cosa: ninguno de los contratantes podrá́
pedir la rescisión de la venta si el comprador hubiere enajenado la cosa (Art. 1893
inc. 2 CC). La rescisión de la venta por causa de lesión difiere sustancialmente,
pues, de la rescisión del mismo contrato por otras causas; por regla general, la
nulidad judicialmente declarada da acción contra terceros (Art. 1689 CC). Sin
embargo, en caso de que el comprador haya enajenado la cosa por más de lo que
66
Arturo Saffie V.

había pagado por

67
Arturo Saffie V.

ella, podrá́ el primer vendedor reclamar este exceso, pero sólo hasta concurrencia
del justo valor de la cosa, con deducción de una décima parte (Art. 1893 inc. 2 CC).
e. Que la acción correspondiente se entable en tiempo oportuno (prescripción de
la acción e irrenunciabilidad): para que proceda la rescisión por lesión enorme es
preciso que se deduzca la acción correspondiente en tiempo oportuno. El Art. 1896
CC dispone que la acción rescisoria por lesión enorme expira en cuatro años,
contados desde la fecha del contrato. Como prescripción del corto tiempo, con
arreglo al Art. 2524 CC, la prescripción de la acción rescisoria corre contra toda
clase de personas. La ley proclama que la acción rescisoria es irrenunciable.
Autorizar la renuncia importaría abolir la acción, pues la ley no habría prestado
sino un socorro inútil e ilusorio al desgraciado y al oprimido (Alessandri citando a
Portalis). El Art. 1892 CC previene que si se estipulare que no podrá́ intentarse la
acción rescisoria por lesión enorme, no valdrá́ la estipulación; y si por parte del
vendedor se expresare la intención de donar el exceso, se tendrá́ esta cláusula por
no escrita.
3. Efectos de la Rescisión por Lesión Enorme: el objeto de la acción res- cisoria es invalidar
la compraventa. Sus efectos son los propios de la nulidad; en suma, el vendedor recobrará la
cosa y el comprador el precio pagado por ella. Pero la rescisión por lesión enorme tiene
una interesante modalidad. La rescisión se funda en la inicua desproporción entre las
prestaciones de comprador y vendedor. El restablecimiento del equilibrio de tales
prestaciones desagravia a las partes, y de este modo desaparecen sus motivos de queja.
a. Si la víctima de la lesión ha sido el vendedor, podrá́ el comprador hacer subsistir el
contrato aumentando el precio.
b. Si al contrario, la víctima ha sido el comprador, puede hacer lo mismo el vendedor
restituyendo parte del precio excesivo.
Los efectos de la rescisión serán diversos, pues, según que el demandado opte por evitar que
el contrato se rescinda o por aceptar la rescisión.
a. Efectos si el demandado opta por evitar la rescisión: el comprador y el
vendedor, víctimas de lesión enorme, tienen derecho para pedir la rescisión del
contrato. Pronunciada la rescisión, nace para los contratantes el derecho de enervar
el fallo, aumentando el precio el comprador o restituyendo parte del mismo el
vendedor. El Art. 1890 CC establece que el comprador contra quien se pronuncia la
rescisión, podrá́ a su arbitrio consentir en ella o completar el justo precio con
deducción de una décima parte; y el vendedor, en el mismo caso, podrá́ a su arbitrio
consentir en la rescisión o restituir el exceso del precio recibido sobre el justo
precio aumentado en una décima parte.
i. Debe observarse, en primer término, que la facultad del comprador o
vendedor demandados de aceptar o evitar la rescisión pueden ejercerla a
su arbitrio. El demandante no puede pedir sino la rescisión del contrato.
ii. La opción del demandado nace una vez fallado el pleito y declarada la
nulidad. La facultad de optar compete al comprador o al vendedor contra
quien se pronuncia la rescisión.
iii. Fija la ley la cantidad que debe pagar el demandado para evitar la
rescisión. No están obligados el comprador y el vendedor a completar el
primero el

68
Arturo Saffie V.

justo precio ni a restituir el segundo el exceso sobre el precio justo. El


comprador debe pagar y el vendedor restituir una décima parte menos.
b. Frutos y expensas: el comprador o el vendedor deben abonar frutos e intereses,
pero sólo desde la fecha de la demanda. El Art. 1890 inc. 2 CC dispone que no se
deberán intereses o frutos sino desde la fecha de la demanda, esto es, por el tiempo
comprendido entre el contrato y la iniciación del juicio. La disposición añade que
no podrá́ pedirse cosa alguna en razón de las expensas que haya ocasionado el
contrato.
c. Efectos si el demandado consiente en la rescisión del contrato: la rescisión de la
venta, en principio, da derecho a las partes a ser restituidas al mismo estado en que
se hallarían si no se hubiera celebrado el contrato nulo, con algunas importantes
limitaciones:
i. El vendedor debe restituir la cosa y el comprador el precio, con intereses y
frutos, pero sólo desde la demanda.
ii. Las partes no están obligadas a pagar las expensas del contrato.
iii. El vendedor no podrá́ pedir cosa alguna en razón de los deterioros que haya
sufrido la cosa; excepto en cuanto el comprador se hubiere aprovechado de
ellos (Art. 1894 CC).
iv. La rescisión de la venta por lesión enorme no afecta a los terceros
adquirentes. Si la cosa se ha enajenado por el comprador, no hay derecho
para pedir la rescisión del contrato.
v. La rescisión no afecta tampoco a los terceros en cuyo favor hubiere
constituido el comprador algún derecho real. El Art. 1895 CC dispone que
el comprador que se halle en el caso de restituir la cosa, deberá́
previamente purificarla de las hipotecas u otros derechos reales que haya
constituido en ella. La disposición deja en claro que las hipotecas y demás
derechos reales no se extinguen de pleno derecho por la rescisión del
contrato.

IV. Contrato de Permuta


A. Definición: el Art. 1897 CC dispone que la permutación o cambio es un contrato en que las
partes se obligan mutuamente a dar una especie o cuerpo cierto por otro. La definición no es exacta.
No sólo es permuta el contrato en que se cambia una cosa por otra; lo es el cambio de una cosa por
otra y dinero, si la cosa vale más que el dinero (Art. 1794 CC). El trueque de cosas genéricas no es
permuta; constituye un contrato innominado.

B. Aplicación de las Normas de Compraventa: la permuta se rige por las reglas de la compraventa.
1. Por regla general, el contrato de permuta es consensual. De acuerdo con el Art. 1898 CC, el
cambio se reputa perfecto por el mero consentimiento.
2. Por excepción la permuta es solemne cuando una de las cosas que se cambian o ambas sean
bienes raíces o derechos de sucesión hereditaria. En tal caso, para la perfección del contrato
ante la ley, será́ necesaria escritura pública (Art. 1898 CC).
3. Las cosas que no pueden venderse tampoco pueden permutarse (Art. 1899 inc. 1 CC).
4. No son hábiles para celebrar el contrato de permuta las personas que no son hábiles para el
contrato de venta (Art. 1899 inc. 2 CC).

69
Arturo Saffie V.

5. El Art. 1900 CC concluye que las disposiciones relativas a la compraventa se aplicarán a la


permutación en todo lo que no se oponga a la naturaleza de este contrato; cada permutante
será́ considerado como vendedor de la cosa que da, y el justo precio de ella a la fecha del
contrato se mirará como el precio que paga por lo que recibe en cambio.

V. La Cesión de Derechos
A. Cesión de Créditos Personales:
1. Concepto de Créditos Personales: la expresión “créditos personales” es redundante. Los
créditos son necesariamente personales en el sentido de que sólo pueden reclamarse de
quienes por un hecho suyo o por disposición de la ley han contraído la obligación
correlativa (Art. 578 CC). Ha querido significar el legislador con la expresión “créditos
personales” cierto tipo de créditos en que se encuentra precisamente determinado el
acreedor, denominados, por lo mismo, “nominativos”. En principio, todos los créditos son
transferibles, excepto aquellos que tienen un carácter personalísimo. Pero la manera de
efectuar la cesión varía según la forma del título de que consta el crédito. Desde este punto
de vista los créditos pueden ser:
a. Nominativos: son aquellos en que se indica con toda precisión la persona del
acreedor y que no son pagaderos sino precisamente a la persona designada. Por
ejemplo, el crédito del vendedor contra el comprador por el precio de la
compraventa. El Código Civil rige sólo la cesión de créditos nominativos (el Art.
1908 CC prescribe que las disposiciones de ese título no se aplicarán a las letras de
cambio, pagarés a la orden, acciones al portador y otras especies de transmisión que
se rigen por el Código de Comercio o por leyes especiales).
b. A la Orden: son aquellos en que al nombre de la persona del titular se antepone la
expresión “a la orden” u otra equivalente. Tales créditos son pagaderos a la persona
designada o a quien ésta ordene o designe. Por ejemplo, las letras de cambio, los
pagarés y cheques adoptan generalmente esta forma. La cesión de los créditos a la
orden se verifica mediante endoso (Art. 164 del Código de Comercio) que es un
escrito puesto al dorso de la letra de cambio y demás documentos a la orden por el
cual se transfiere el dominio del documento o, más bien dicho, del crédito de que da
constancia (Art. 17 y ss. Ley 18.092).
c. Al Portador: son aquellos en que no se designa la persona del acreedor o llevan la
expresión “al portador”. Por ejemplo, los billetes de banco, los bonos hipotecarios,
entre otros. Los documentos al portador se ceden “por la mera tradición manual”
(Art. 164 del Código de Comercio).
2. Concepto de Cesión de Créditos Personales: es la convención por la cual el acreedor
transfiere su crédito a otra persona, llamado cesionario, que pasa a ocupar la posición
jurídica del cedente en el derecho cedido. Hay, entonces, tres sujetos: cedente (acreedor),
cesionario y tercero (deudor).
3. Naturaleza Jurídica de la Cesión: la ubicación en el Libro IV, entre la permuta y el
arrendamiento, sugiere que la cesión de derechos es un contrato. Pero un atento examen
conduce a una conclusión diversa. En suma, la cesión es la tradición de los derechos
personales o créditos.

70
Arturo Saffie V.

a. Por de pronto, el Art. 1901 CC establece la forma como se perfecciona la cesión,


entre cedente y cesionario, “a cualquier título que se haga”. La disposición deja en
claro que la cesión requiere un título y que éste puede adoptar diversas formas. Un
crédito puede cederse, en efecto, a título de compraventa, de permuta, de donación,
de aporte en sociedad.
b. El Art. 1907 CC, por su parte, reglamenta la responsabilidad que contrae el cedente
en la cesión “a título oneroso”. Con ello queda en evidencia, una vez más, que es
menester un título, que también puede ser gratuito, caso en que el cedente no
contrae las responsabilidades que señala la disposición citada.
c. En fin, Al art. 1901 CC reproduce casi literalmente la regla del Art. 699 CC: la
tradición de los derechos personales que un individuo cede a otro se verifica por la
entrega del título hecha por el cedente al cesionario.
4. Formalidades de la Cesión: las formas requeridas para la eficacia de la cesión deben ser
enfocadas desde un doble ángulo: entre las partes y respecto de terceros. Perfecta la cesión
entre las partes, aún puede no estarlo respecto del deudor cedido y de terceros.
a. Perfeccionamiento de la cesión entre las partes: el solo acuerdo de voluntades no
es suficiente para que se perfeccione la cesión. Como no se concibe la entrega del
crédito, cosa incorporal, el legislador la ha reemplazado por la entrega del título.
Así, el Art. 1901 CC dispone que la cesión de un crédito personal, a cualquier título
que se haga, no tendrá́ efecto entre el cedente y el cesionario sino en virtud de la
entrega del título. Al efectuarse la entrega deberá́ anotarse en el documento mismo
el traspaso del derecho, con designación del nombre del cesionario y bajo la firma
del cedente (Art. 1903 CC). Entonces, los requisitos, entre cedente y cesionario,
son:
i. Que el crédito debe sea cedible: la regla general es que el título sea
cedible, aunque hay excepciones (por ejemplo, alimentos, arrendamiento,
embargo judicial de un bien, entre otros).
ii. Que medie un título traslaticio de dominio (Art. 583 CC y Art. 670 CC).
iii. Que se verifique la entrega de ese título al cesionario: el Art. 1901 CC
dispone que la cesión de un crédito personal, a cualquier título que se haga,
no tendrá efecto entre el cedente y el cesionario sino en virtud de la entrega
del título. No es necesario que sea una entrega real, sino que también puede
ser simbólica.
b. Perfeccionamiento de la cesión respecto del deudor y terceros: para que la
cesión se perfeccione respecto del deudor cedido y de terceros, es menester que se
notifique al deudor o éste acepte la cesión. Mientras no intervenga la notificación o
aceptación, para el deudor y terceros el titular del crédito continúa siendo el
cedente. El Art. 1905 CC establece que en general, se considerará existir el crédito
en manos del cedente respecto del deudor y terceros. La misma disposición prevé́
dos consecuencias particulares de este principio general: (i) el deudor podrá́ pagar
válidamente al cedente; (ii) los acreedores del cedente podrán embargar el crédito
que se reputa pertenecerle. Así, el Art. 1902 CC dispone que la cesión no produce
efecto contra el deudor ni contra terceros, mientras no ha sido notificada por el
cesionario al deudor o aceptada por éste. Por lo tanto, la formas de perfeccionar la
cesión respecto del deudor y terceros pueden ser dos (no copulativas):

71
Arturo Saffie V.

i. Notificación del Deudor:


1. La notificación del deudor ha de ser judicial. Debe efectuarse
personalmente, previa resolución judicial. El Art. 47 CPC previene
que esta forma de notificación se empleará siempre que la ley
disponga que se notifique a alguna persona para la validez de
ciertos actos.
2. La iniciativa de la notificación del deudor corresponde al
cesionario. El cesionario está primordialmente interesado en que la
notificación se practique y, además, tiene el título del crédito que le
ha sido entregado por el cedente. No hay inconveniente para que se
cometa este encargo al cedente que, en tal caso, se reputará como
un representante del cesionario.
3. La notificación debe practicarse cumpliendo con los requisitos
generales de toda notificación personal; además, deberá́ cumplir
con lo dispuesto en el Art. 1903 CC: la notificación debe hacerse
con exhibición del título, que llevará anotado el traspaso del
derecho con la designación del cesionario y bajo la firma del
cedente. Entonces,
a. Ha de hacerse judicialmente.
b. Debe hacerlo el cesionario.
c. Con exhibición del título.
La notificación del deudor, hecha por un ministro de fe, previa orden
judicial, marca con toda exactitud el momento en que se ha perfeccionado
la cesión respecto del deudor y terceros.
ii. Aceptación del Deudor:
1. Expresa: consistirá́ en una explícita declaración del deudor de que
aprueba la cesión.
2. Tácita: consistirá en un hecho que la suponga, como la
litiscontestación con el cesionario, un principio de pago al
cesionario, etc. (Art. 1904 CC).
El Código no ha rodeado la aceptación de ningún requisito de forma.
Prestada la aceptación verbalmente, surgirá́ el problema de probarla. Para
este efecto regirán las limitaciones de la prueba testimonial del Art. 1708
CC y del Art. 1709 CC. Por una parte, respecto del deudor, si la aceptación
consta de instrumento privado, quedará plenamente probada respecto del
deudor cuando el documento sea reconocido o mandado tener por
reconocido. Por otra parte, respecto de terceros, el documento no adquirirá́
fecha cierta sino desde que ocurra alguno de los hechos previstos en el Art.
1703 CC; la aceptación no puede hacerse valer contra terceros sino desde
que el instrumento adquiera fecha cierta a su respecto. De este modo, puede
ocurrir que el deudor deba considerar como su acreedor al cesionario,
mientras los terceros pueden continuar reputando tal al cedente.
La sanción de no hacerse o hacerse indebidamente la notificación o la aceptación
será la inoponibilidad. El Art. 1905 CC previene que no interviniendo la
notificación o aceptación sobredichas, podrá el deudor pagar al cedente, o
embargarse el crédito
72
Arturo Saffie V.

por acreedores del cedente; y en general, se considerará existir el crédito en manos


del cedente respecto del deudor y terceros.
5. Efectos de la Cesión:
a. Extensión de la Cesión: el Art. 1906 CC establece que la cesión de un crédito
comprende sus fianzas, privilegios e hipotecas 17; pero no traspasa las excepciones
personales del cedente18. En suma, el cesionario gozará del crédito en los mismos
términos que el cedente. Sin embargo, la cesión no transfiere las excepciones
personales del cedente. Se exceptúa la nulidad relativa que, de acuerdo con el Art.
1684 CC, pueden invocar las personas en cuyo favor la establece la ley y sus
cesionarios.
b. Excepción de Compensación: de ordinario, es indiferente que la cesión se
perfeccione por la notificación o por la aceptación del deudor. La distinción sólo
ofrece interés para decidir si puede el deudor cedido oponer al cesionario una
compensación que habría podido oponer al cedente.
i. Por una parte, el Art. 1659 inc. 1 CC dispone que el deudor que acepta sin
reserva alguna la cesión que el acreedor haya hecho de sus derechos a un
tercero, no podrá́ oponer en compensación al cesionario los créditos que
antes de la aceptación hubiere podido oponer al cedente.
ii. Por otra parte, cuando la cesión se perfecciona por la notificación del
deudor, la situación es totalmente distinta. El deudor podrá́ oponer al
cesionario todos los créditos que antes de notificársele la cesión haya
adquirido contra el cedente, aun cuando no hubieren llegado a ser exigibles
sino después de la notificación (Art. 1659 inc. 2 CC).
c. Responsabilidad del Cedente: la responsabilidad que contrae el cedente con
motivo de la cesión depende de si el título es gratuito u oneroso.
i. Título Gratuito: cedido un crédito a título gratuito, no cabe ninguna
responsabilidad al cedente. No existe una cláusula general de
responsabilidad de quien cede a título gratuito.
ii. Título Oneroso (Art. 1907 CC): el que cede un crédito a título oneroso, se
hace responsable de su existencia al tiempo de la cesión, esto es, de que
verdaderamente le pertenecía en ese tiempo; pero no se hace responsable de
la solvencia del deudor, si no se compromete expresamente a ello; ni en tal
caso se entenderá que se hace responsable de la solvencia futura, sino sólo
de la presente, salvo que se comprenda expresamente la primera; ni se
extenderá la responsabilidad sino hasta concurrencia del precio o
emolumento que hubiere reportado de la cesión, a menos que expresamente
se haya estipulado otra cosa.
1. De este modo, por el solo hecho de la cesión onerosa y sin
necesidad de especial estipulación, el cedente responde de que era
efectivamente acreedor al tiempo de efectuarse.
2. Se requiere un pacto especial para que el cedente sea responsable
de la solvencia del deudor. A falta de esta estipulación expresa,
el
17
También la solidaridad, la prenda, la cláusula penal y la cosa juzgada.
18
La contra-excepción sería la nulidad relativa por el Art. 1684 CC.

73
Arturo Saffie V.

cesionario debe soportar los riesgos de la insolvencia del deudor


cedido. La estipulación que hace responsable al cedente de la
insolvencia del deudor comprende naturalmente sólo su insolvencia
al tiempo de la cesión; el riesgo de la insolvencia futura debe
asumirlo el cedente de una manera expresa.
3. Precisa el Art. 1907 CC en qué consiste la responsabilidad del
cedente: debe reembolsar al cesionario “del precio o emolumento
que hubiere reportado de la cesión”.
4. Por acuerdo de las partes, el cedente puede asumir otras
responsabilidades como, por ejemplo, la obligación de indemnizar
perjuicios al cesionario.

B. Cesión del Derecho de Herencia:


1. Presupuesto Necesario de la Cesión: la cesión de un derecho de herencia o legado
presupone necesariamente que se haya abierto la sucesión. El derecho de suceder por causa
de muerte a una persona viva no puede ser objeto de un contrato, aunque intervenga el
consentimiento de la misma persona (Art. 1463 CC). Los pactos sobre sucesión futura
adolecen de objeto ilícito y, por lo mismo, de nulidad absoluta.
2. Maneras de Efectuar la Cesión: la cesión puede hacerse de dos maneras: (i) especificando
los bienes comprendidos en la cesión; y (ii) sin especificar los bienes de que se compone la
herencia o legado. Las reglas del párrafo “De la cesión de derechos” son aplicables sólo
cuando falte la especificación de los efectos que integran la herencia o legado.
3. Características: de lo anterior se desprenden dos características:
a. Solo se puede efectuar luego del fallecimiento del causante.
b. El objeto propio va a ser el todo o parte del derecho de herencia (no derechos
determinados).
4. Efectos de la Cesión: por efectos de la cesión, el cesionario adquiere todos los derechos y
contrae todas las responsabilidades del cedente (se pasa a ocupar la posición jurídica del
heredero). El Código prevé́ algunas de las consecuencias que derivan de la calidad de
heredero o legatario de que el cesionario queda investido, desde el momento de la apertura
de la sucesión.
a. En primer lugar, el cedente debe al cesionario todos los elementos activos de la
sucesión: debe hacerle entrega de los bienes comprendidos en la herencia o legado,
deber tan obvio que el legislador no juzgó necesario señalarlo.
b. Debe el cedente al cesionario, igualmente, los frutos que haya percibido, los
créditos que haya cobrado, los precios recibidos por la enajenación de bienes
sucesorios, entre otros. El Art. 1910 CC dispone que si el heredero se hubiere
aprovechado de los frutos o percibido créditos o vendido efectos hereditarios, será́
obligado a reembolsar su valor al cesionario.
c. Por su parte, el cesionario deberá́ reembolsar al cedente los costos necesarios o
prudenciales que haya hecho el cedente en razón de la herencia (Art. 1910 inc. 2
CC).
d. El cesionario beneficia del derecho de acrecer. El Art. 1910 inc. 3 CC establece:
cediéndose una cuota hereditaria se entenderá́ cederse al mismo tiempo las cuotas

74
Arturo Saffie V.

hereditarias que por el derecho de acrecer sobrevengan a ella, salvo que se haya
estipulado otra cosa.
5. Responsabilidad del Cedente: la responsabilidad del cedente depende de que la cesión se
verifique a título gratuito u oneroso.
a. Título Gratuito: el cedente a título gratuito no contrae ninguna responsabilidad o,
en otros términos, no debe ninguna garantía al cesionario.
b. Título Oneroso (Art. 1909 CC): el que ceda a título oneroso un derecho de
herencia o legado sin especificar los efectos de que se compone, no se hace
responsable sino de su calidad de heredero o de legatario. No es responsable el
cedente de la existencia de tales o cuales bienes, ni de que formen parte de la
herencia o legado, a menos que así́ se haya estipulado; sólo garantiza o asegura al
cesionario que se encuentra realmente investido del derecho a la herencia o legado.
6. Responsabilidad del Cesionario ante Terceros: el cesionario se hace responsable del
pasivo de la herencia o legado, respecto del cedente. Pero, ante terceros, el cedente continúa
siendo responsable. Los acreedores pueden siempre dirigirse contra el cedente y hacer
abstracción de la cesión. El cedente queda siempre directamente obligado; pero tendrá́
derecho a que el cesionario le reembolse lo pagado. Por cierto que los acreedores podrán
igualmente accionar contra el cesionario. Al perseguir al cesionario, los acreedores le
aceptarían ciertamente como deudor y se estaría en presencia de una delegación perfecta o
novatoria.
7. Tradición del Derecho de Herencia: resulta relevante examinar cómo se efectúa la
tradición del derecho de herencia. La cuestión se ha debatido latamente en un aspecto
particular del problema: ¿la tradición del derecho de herencia, cuando la integran bienes
inmuebles, requiere de la inscripción en el Registro Conservatorio de Bienes Raíces? La
jurisprudencia se ha inclinado por la negativa. La tradición no requeriría de la inscripción
porque la ley no lo ha establecido expresamente y porque la herencia es una universalidad
jurídica independiente de las cosas que la componen. Con estas premisas se concluye que la
tradición se verifica por cualquier medio que importe ejercicio del derecho de dominio por
el cesionario, como la provocación del juicio de partición o la intervención en él, la petición
de la posesión efectiva, entre otros. A juicio de Meza Barros, esta doctrina merece
severísimas críticas:
a. Las cosas corporales se dividen en muebles e inmuebles (Art. 566 CC) e igual
clasificación es aplicable a las cosas incorporales o derechos (Art. 580 CC). La
herencia ha de ser mueble o inmueble; sustraerla de esta clasificación para
calificarla de una universalidad jurídica, es metafísica.
b. La ley, en efecto, no ha señalado una forma especial de tradición de la herencia. Es
ésta una razón para concluir que la tradición se efectúa de acuerdo con la naturaleza
de los bienes que la integran, o sea, la tradición de los inmuebles se verificará por la
correspondiente inscripción, la de los créditos hereditarios por la entrega del título,
en fin.
c. La doctrina generalmente aceptada importa negar la necesidad de una tradición para
adquirir la herencia. En nada se parece a una tradición la petición de la posesión
efectiva o el ejercicio de la acción de partición.

75
Arturo Saffie V.

d. La falta de inscripción conservatoria crea una solución de continuidad en el


Registro de Propiedades notoriamente contraria al propósito del legislador,
reiteradamente manifestado en las disposiciones del Código y especialmente en el
Mensaje. La inscripción conservatoria persigue como finalidad última poner a vista
de todos el estado de las fortunas que consisten en posesiones territoriales.
e. La sustracción de los inmuebles al régimen a que normalmente está sometida su
enajenación, a pretexto de formar parte de una herencia, conduce a dejar sin
aplicación diversas medidas que adopta la ley para proteger a los incapaces. Para
enajenar bienes raíces de la mujer, el marido requiere autorización de ella (Art.
1754 CC).

C. Cesión de Derechos Litigiosos:


1. Concepto del derecho litigioso: se llaman derechos litigiosos aquellos derechos que son
objeto de una controversia judicial, cuya existencia es discutida en juicio. El Código, en el
Art. 1911 inc. 2, dispone que se entiende litigioso un derecho desde que se notifica
judicialmente la demanda. De este modo, el derecho litigioso supone dos condiciones:
a. En primer lugar, es preciso que se deduzca una demanda sobre el derecho de que se
trata. No es bastante, como pensaba Pothier, que el derecho pueda ser materia de
discusión, sea que el proceso haya comenzado o esté por intentarse.
b. En segundo lugar, es menester que se haya judicialmente notificado la demanda. La
notificación de la demanda marca el momento en que el derecho comienza a ser
litigioso. Se comprende que este carácter subsistirá́ mientras no se pronuncia una
decisión judicial, pasada en autoridad de cosa juzgada.
2. Cuándo hay cesión de derechos litigiosos: el derecho sea objeto de una contienda judicial.
Pero no importa cesión de derechos litigiosos la transferencia del derecho que se discute en
juicio. La cesión de un derecho litigioso no tiene por objeto el derecho mismo, sino la
pretensión, bien o mal fundada, de obtener una determinada ventaja, que el cedente cree
conseguir en un litigio. En otros términos, la cesión de derechos litigiosos versa sobre la
expectativa del cedente de ganar o perder el pleito. El Art. 1811 inc. 1 CC es claro: se cede
un derecho litigioso cuando el objeto directo de la cesión es el evento incierto de la litis, del
que no se hace responsable el cedente. La cesión, entonces, tiene un carácter
eminentemente aleatorio, puesto que el equivalente de la prestación que suministre el
cesionario envuelve una contingencia de ganancia o pérdida. Los derechos sobre los cuales
se litiga pueden ser reales o personales. La ley no establece ninguna distinción.
3. Quién puede ceder el derecho litigioso: sólo el demandante en el juicio puede efectuar la
cesión de derechos litigiosos. Diversas circunstancias lo demuestran:
a. Por de pronto, el Art. 1913 CC concede el derecho de rescate al deudor, esto es, al
demandado. Fluye de aquí́ que el demandante es el cedente de los derechos
litigiosos.
b. El Art. 1912 CC, por su parte, declara que es indiferente que sea el cedente o el
cesionario el que persiga el derecho. Pero, en todo caso, ha de ser el demandante en
el juicio.
4. Forma de la cesión: no ha establecido el Código la forma de efectuar la cesión de derechos
litigiosos. No es aplicable el Art. 1901 CC que requiere la entrega del título, pues el derecho
del cedente, el evento incierto de la litis, no consta de ningún título. Prácticamente se
entiende
76
Arturo Saffie V.

hecha la cesión por el hecho de apersonarse el cesionario al juicio, acompañando el título de


la cesión. Para que la cesión produzca efecto respecto del deudor, es menester que éste sea
notificado. El derecho de retracto supone que el demandado esté enterado de la cesión y el
Art. 1913 se refiere a esta notificación.
5. Título de la cesión: la cesión de derechos litigiosos puede hacerse a diversos títulos. Por
una parte, el Art. 1912 CC establece que es indiferente que la cesión haya sido a título de
venta o de permutación. Por otra parte, la cesión puede igualmente efectuarse a título
gratuito; el Art. 1913 CC prevé́ que, en tal caso, el cesionario carece del derecho de rescate.
6. Efectos de la cesión:
a. Efectos de la cesión entre cedente y cesionario:
i. El cedente se desprende de los derechos que le correspondían como
demandante en el juicio y el cesionario adquiere tales derechos. No
obstante, el Art. 1912 CC expresa que es indiferente que sea el cedente o el
cesionario el que persiga el derecho. De esta manera, una vez efectuada la
cesión, el juicio puede proseguirlo el cedente o el cesionario.
ii. No debe el cedente al cesionario ninguna garantía por la suerte del juicio;
así́ lo dispone expresamente el Art. 1911 CC. El cesionario ha adquirido un
derecho dudoso y aceptado las contingencias del litigio.
b. Efectos de la cesión respecto del demandado (derecho de rescate o retracto
litigioso): el más importante efecto de la cesión respecto del demandado es el
derecho de rescate o retracto litigioso. Corresponde a la facultad del demandado de
liberarse de la prestación a que ha sido condenado en el juicio, reembolsando al
cesionario lo que éste hubiere pagado al cedente como precio de la cesión. La
facultad de rescate persigue la doble finalidad de impedir la especulación de los
adquirentes de litigios y de disminuir el número de pleitos.
i. Requisitos para que proceda el derecho de retracto litigioso:
1. Es indispensable, desde luego, que la cesión se haya efectuado a
título oneroso. El demandado debe pagar al cesionario el valor de
lo que éste haya dado por el derecho cedido (Art. 1913 inc. 1 CC).
Por lo tanto, la cesión debe efectuarse a un título que importe un
sacrificio para el cesionario. Hecha la cesión a título de venta, el
deudor abonará el precio pagado al cedente; verificada a título de
permuta, deberá́ el valor de la cosa que el cedente recibió́ a cambio
de los derechos litigiosos. El demandado deberá́ pagar, además, los
intereses desde la fecha en que se haya notificado la cesión al
deudor (Art. 1913 inc. 1 CC).
2. El derecho de rescate debe invocarlo el deudor en el plazo
perentorio que señala el Art. 1914 CC. No puede el deudor oponer
el beneficio de rescate después de transcurridos nueve días desde la
notificación del decreto en que se manda ejecutar la sentencia.
ii. Casos en que no procede el beneficio de retracto:
1. No tiene lugar en las cesiones enteramente gratuitas. No cabría el
reembolso del valor suministrado por el cesionario; por otra parte,
la cesión gratuita no puede constituir un acto de especulación.

77
Arturo Saffie V.

2. Tampoco tiene cabida en las cesiones que se hagan por el


ministerio de la justicia. En tal caso, al decir de Pothier, el
cesionario no procede como un especulador de litigios porque, en
cierto modo, la justicia le ha invitado a adquirir el derecho.
3. Es también improcedente en las cesiones que van comprendidas en
la enajenación de una cosa de que el derecho litigioso forma una
parte o accesión. Tal sería el caso de la enajenación de un fundo en
que se comprenden derechos de agua actualmente en litigio. El
adquirente no persigue un fin especulativo; adquiere el derecho
litigioso porque las aguas son un accesorio indispensable del
fundo.
4. No cabe el derecho de retracto en la cesión que se hace a un
coheredero o copropietario por un coheredero o copropietario de un
derecho que es común a los dos. La cesión en este caso tiende a
poner fin a un estado de indivisión, finalidad que el legislador
estima plausible.
5. No tiene lugar tampoco cuando la cesión se hace a un acreedor en
pago de lo que le debe el cedente. El cesionario obtiene en pago de
su crédito el derecho litigioso, probablemente porque el deudor
carece de otros bienes.
6. Por fin, no tiene lugar el derecho de rescate cuando la cesión se
hace al que goza de un inmueble como poseedor de buena fe,
usufructuario o arrendatario, cuando el derecho cedido es necesario
para el goce tranquilo y seguro del inmueble. El cesionario, de este
modo, logra poner fin a un juicio que amenaza su posesión o
impide su goce seguro y tranquilo.

RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL
I. Introducción
La responsabilidad se funda en la existencia de un daño. Aquí, la pregunta será: ¿qué pasa con ese
daño; a quien se le atribuye? Muchas veces puede ser el propio afectado quien lo asume; pero
también podrá ser un tercero. Y, para determinar la radicación del daño, habrá distintos criterios. En
esta materia, será el análisis económico del derecho el que iluminará el camino, ya que
frecuentemente el daño lo asumirá aquél que tiene las mejores condiciones para evitar que se
produzca (least cost avoider). Implica, también, decisiones de política pública en cuanto a cómo se
estructura el engranaje civil de a quien y cuando se atribuye el daño. Además, si bien nuestro
sistema se funda en la responsabilidad subjetiva, habrá situaciones en que la responsabilidad se
atribuirá por el hecho del riesgo creado (más allá de si hay dolo o culpa). Asimismo, se discutirá
sobre cuáles son los daños (siempre teniendo en consideración que no existen daños punitivos,
contractual o extracontractual, ya que el fin siempre es, aunque disuasivo, reparador). Nuevamente
se analizarán las teorías de la causalidad.

Concepto (Corral): necesidad efectiva, o eventual, en que se encuentra una persona de hacerse
cargo de las consecuencias gravosas de un acto que se atribuye como propio.

78
Arturo Saffie V.

Tipos de Responsabilidad:
1. Responsabilidad Moral/Ética: aquella por la cual una persona debe afrontar las
consecuencias negativas que sus actos libres producen, sea para sí mismo o para los demás.
Esta responsabilidad supone la existencia de una valoración prescriptiva para discernir qué
actos son compatibles con el bien y qué actos son destructivos del mismo. La
responsabilidad
moral surge, así,́ de la violación (por acción u omisión) consciente o culposamente ignorada
de las exigencias que la ley moral establece para un buen ejercicio de la libertad en una
situación concreta.
2. Responsabilidad Política: aquella que comprende el conjunto de consecuencias que
trascienden a las tareas de conducción del interés general en relación a los titulares de los
órganos del poder público.
3. Responsabilidad Jurídica: es aquella que surge de la violación de deberes jurídicos y que
produce consecuencias jurídicas.

Tipos de Responsabilidad Jurídica: puede darse, comúnmente, una concurrencia de


responsabilidades (conjunción de disciplinaria, sancionatoria y civil). Estas responsabilidades no
son excluyentes, aunque tengan estatutos jurídicos distintos.
1. Responsabilidad Disciplinaria: aquella en que existen ciertos incumplimientos a deberes
específicos (para el buen funcionamiento de las instituciones) de ciertas personas en su
calidad de funcionaros o integrantes, sea de instituciones de la Administración del Estado o
de corporaciones o fundaciones de derecho privado. Corral subdivide esta responsabilidad
en:
o Funcionaria o Administrativa: es así́ cuando se refiere a la Administración del
Estado. Las sanciones pueden consistir en censuras, multas y destitución.
o Estatutaria: aquellas facultades disciplinarias para imponer este tipo de sanciones
a instituciones de Derecho Privado que, de alguna manera, cumplen una función de
bien público.
2. Responsabilidad Sancionatoria: aquella en que se incurre por la violación de deberes no
meramente funcionarios, sino que dicen relación con valores y bienes jurídicos que a la
sociedad le interesa resguardar en interés del bien público general. Corral nuevamente la
subdivide en:
o Responsabilidad Penal19: se incurre en ella cuando el comportamiento ilícito, por
afectar gravemente el orden social, está expresamente sancionado por una ley
anterior a su perpetración, su conocimiento es exclusivo de un tribunal constituido
previamente, y da lugar a las sanciones más severas, pudiendo incluso afectar la
libertad del culpable. Su objetivo primordial es reprimir o sancionar hechos que
constituyen atentados graves contra la moralidad pública o el orden social. No es
menester acreditar daño de una persona determinada para que surja esta
responsabilidad, basta la ocurrencia del delito tipificado en la ley.
o Responsabilidad Infraccional o Contravencional: se trata de la responsabilidad
por la infracción de normas administrativas, regulatorias o contravencionales,
relevantes dictadas al amparo de un bien jurídico que merece protección que las
leyes

19
Se discute si la diferencia entre sanciones administrativas y penales es de carácter cualitativo (no son penas)
o de carácter cuantitativo (son penas aunque de menor cuantía y aplicables por órganos de la administración).
79
Arturo Saffie V.

suelen sancionar con medidas especiales como clausura del establecimiento o penas
pecuniarias (multas), y cuyo conocimiento puede encargarse indistintamente a
autoridades administrativas, a jueces de policía o a jueces letrados. Por ejemplo,
mercado de valores, libre competencia, protección del consumidor. Lo importante
es que la existencia de una responsabilidad infraccional se vincula con la
responsabilidad civil en cuanto generará perjuicios. Por ello, habrá primero un
juicio infraccional y después un juicio de responsabilidad para determinar el monto
que asciende la indemnización por la conducta ilícita ya declarada por el tribunal.
En definitiva, es la responsabilidad infraccional (sancionar), muchas veces, el gran
fundamento de la responsabilidad civil extracontractual (reparar).
Responsabilidad
Responsabilidad Sancionatoria
Disciplinaria
Naturaleza del deber
Deberes funcionarios. Deberes de interés general.
infringido:
Naturaleza de la Autoridad sectorial (CMF,
Superior jerárquico (regla
autoridad llamada a SERNAC, FNE) y tribunales
general).
imponer la sanción: de
justicia.
En general, menos graves En general, más graves
Naturaleza de la sanción: (multas, suspensiones, en (disolución, multas superiores,
fin). cese de conducta).
3. Responsabilidad Civil: Corral la define como la necesidad en que un individuo se coloca,
de satisfacer toda violación dañosa a la conducta que debe observar en su vida en sociedad,
sea que ella se encuentre regida por normas jurídicas, morales o religiosas. Una persona es
responsable siempre que debe reparar un daño y el responsable es el que responde. La
imputación a una persona de la obligación de reparar un perjuicio es lo que constituye el
contenido esencial del concepto de responsabilidad civil. Por lo tanto, la responsabilidad
civil es la que establece los criterios o requisitos para que los daños puedan ser
normativamente atribuidos al tercero que los ha provocado. El objetivo de esta
responsabilidad es: (i) reparar o indemnizar el daño, restituyendo al afectado por esta
conducta al estado en que se encontraba antes de la conducta dañosa y (ii) hacer cesar dicha
conducta dañosa.
o Responsabilidad Contractual: aquella que nace a consecuencias de la violación
de un vínculo obligatorio generado por un contrato existente entre las partes. Existe
un vínculo previo entre el afectado y el afectante. Existe un vínculo previo entre los
dos sujetos (ex ante), por lo que se infringe una relación contractual previa.
o Responsabilidad Extracontractual: aquella que proviene de un hecho ilícito
perpetrado por una persona en perjuicio de otra, que no constituye la violación de
un deber contractual. Su fuente no está en el vínculo previo, sino en el derecho a
través de un deber de cuidado general (un deber genérico de no dañar a otro). No
existe un vínculo previo, sino que surge con la infracción (ex post), situación
regulada por el derecho a través del deber de cuidado general.

Diferencias entre Responsabilidad Contractual y Extracontractual:


Criterio Responsabilidad Contractual Responsabilidad Extracontractual

80
Arturo Saffie V.

Existe un vínculo previo entre los dos


No existe un vínculo previo, sino que
Vínculo Previo sujetos (ex ante), por lo que se infringe
surge con la infracción (ex post).
una relación contractual previa.
La culpa admite graduaciones (grave,
Graduaciones de la leve, levísima) y existirá No admite gradaciones, ya que toda
Culpa responsabilidad dependiendo del grado culpa genera obligación.
de culpa exigible.
No se presume la culpa, por lo que la
culpa del deudor debe probarla el
Producido el incumplimiento, se
acreedor. Sin embargo, Corral dice que
presume la culpa del deudor y a este
hay dos excepciones: (i) aquellos casos
Prueba de la Culpa corresponderá probar que actuó con la
en que se presume la culpa
diligencia debida (con matizaciones en
extracontractual y (ii) las obligaciones
la distinción entre medios y
contractuales de medios donde es
resultados).
necesario probar la culpa.
No es necesaria la constitución en mora
Es necesaria la constitución en mora del
(la doctrina dice que se equipara a las
Necesidad de la deudor (salvo el caso de las
obligaciones de no hacer), ya que se
Mora obligaciones de no hacer donde existe
debe la indemnización desde el mismo
un matiz).
hecho dañoso.
La capacidad está regulada
Capacidad o La capacidad coincide con la
especialmente y es más amplia y menos
Imputabilidad del capacidad general para obligarse
exigente (aparece la institución del
Obligado (capacidad más exigente).
discernimiento).
La obligación solidaria solo tiene lugar
en tres casos: cuando es establecida
por la ley, por testamento o por Hay obligación solidaria en todos los
convención. También habrá casos en que un delito o cuasidelito
Solidaridad
solidaridad en el incumplimiento civil es cometido por dos o más
contractual doloso o por culpa grave personas, salvo excepciones.
por parte de dos o más deudores.
Existe una gran discusión
sobre solidaridad.
Se debe indemnizar todo perjuicio. No
hay diferenciación entre daños previstos
No se permite indemnizar los e imprevistos en virtud de la
Extensión del Daño y
perjuicios imprevistos (salvo en el caso concurrencia (o no) del dolo; aunque
de la Obligación de
del dolo por el Art. 1558 CC) ni siempre habrá que reunir otros
Reparar20
tampoco los daños morales. requisitos, fundamentalmente, la
relación de causalidad y el estándar de
indemnización.
Se permite la avaluación anticipada de No se pueden avaluar anticipadamente
los perjuicios mediante la cláusula los perjuicios (justamente porque no
Avaluación de los
penal, por lo que se podría exigir la hay un vínculo previo). Además, no es
Perjuicios
pena con el solo incumplimiento sin concebible esta responsabilidad sin que
probar los daños sufridos. se acredite el monto de los daños.

20
Sin embargo, Corral dice que esta distinción ha ido cesando por: (i) la admisión de la indemnización de
daños morales contractuales y (ii) porque parece improcedente decir que se puedan indemnizar daños
imprevisibles por responsabilidad extracontractual, debido a que no habría nexo causal entre el ilícito y el
daño.
81
Arturo Saffie V.

Si el daño es atribuible a un hecho de la


víctima, desaparece la responsabilidad
Si el daño es atribuible a un hecho de
del autor material. Resulta posible la
la víctima, desaparece la
Hecho de la Víctima compensación de culpas, de modo que se
responsabilidad del autor material. No
permite al juez rebajar la indemnización
es posible la llamada “compensación
si se comprueba que la víctima se
de culpas”.
expuso
imprudentemente al daño.
Prescripción de la Sujeta a las reglas comunes de la Se establece una prescripción especial
Acción prescripción (5 años, por regla general). de 4 años.
No se puede someter previamente el
Sometimiento a El conflicto se puede sujetar conflicto a arbitraje (porque no hay
Arbitraje previamente a un juicio arbitral. vínculo previo, no existe relación
jurídica entre el autor y la víctima).
Se puede interponer la acción ante el
juez letrado con jurisdicción civil del
Conoce el juez del lugar que las partes
lugar del domicilio del demandado o
Competencia hayan estipulado y, a falta de
ante el juez del crimen que conoce del
Judicial estipulación, el del domicilio del
delito si el ilícito es castigado
demandado.
penalmente, o ante el juez de policía
local si el ilícito es contravencional.
Lo que determina la ley aplicable es el Lo que determina la ley aplicable es el
lugar y tiempo (momento) en el que se lugar y tiempo (momento) en el que se
Ley Aplicable
celebró y otorgó el contrato; salvo hubiere cometido el ilícito civil (hito
excepciones (Art. 16 N°3 CC). que
dio lugar al vínculo).
Sobre la posibilidad de que se acoplen ambas responsabilidades hay amplia
discusión. Puede darse el caso que hay un incumplimiento contractual y una
Cúmulo de
contravención al deber de cuidado. La postura que ha primado es que ambas son
Responsabilidades
excluyentes en un caso particular, debiendo primar el régimen contractual por
especialidad (se profundiza a continuación).
Existe también una discusión sobre si se puede demandar coetáneamente o de
Demanda Conjunta
forma simultanea ambas responsabilidades. La doctrina mayoritaria, por temas de
o Coetánea de las
uniformidad y política pública, considera que sólo se puede demandar una, siendo
Acciones
consideradas, en general como excluyentes (se profundiza a continuación).
Cláusulas
Modificatorias de Más usuales. Menos usuales.
Responsabilidad
Se busca la restitución de algo, no busca la indemnización. Es de carácter
Cuasi-contratos*
restitutorio.

Relación entre Responsabilidad Contractual y Responsabilidad Extracontractual: cúmulo,


acciones coetáneas.
 Cúmulo o Concurso de Responsabilidad: Corral identifica, al menos, tres posturas:
o Teoría de la no acumulación: según la cual existiendo contrato, las reglas de la
responsabilidad contractual excluyen la aplicación de las normas de la
responsabilidad delictual. La mayoría de la doctrina se pronuncia a favor de esta
teoría, fundándose en la obligatoriedad y primacía de la voluntad contractual.

82
Arturo Saffie V.

o Teoría del cúmulo opcional o concurso de acciones: según la cual la víctima


dispondría de dos acciones y podría optar entre ejercer una u otra.
o Teoría del concurso de normas: según la cual la acción es una sola (la petición de
reparar los perjuicios), por lo que perfectamente pueden ser aplicables al supuesto
de hecho normas propias de la responsabilidad contractual en ciertos aspectos y
normas de la responsabilidad extracontractual para otros. Tiene dos acepciones:
 Cúmulo amplio o efectivo: aquel que deja la elección a la víctima, la que
elegiría la norma más favorable. Es muy extrema (Corral).
 Cúmulo restringido o judicial: aquel que deja el cúmulo de normas a la
interpretación judicial.
Según Corral, procede el concurso de responsabilidades cuando, prescindiendo del contrato,
el daño causado sería igualmente indemnizable por generar responsabilidad
extracontractual. Ahora bien, si el comportamiento dañoso es ilícito con prescindencia de la
norma contractual, se tendrá configurado el presupuesto normal de procedencia de la
acumulación de regímenes reparatorios. No obstante, el cumulo no será admisible y deberá
aplicarse imperativamente el régimen contractual cuando las partes lo hayan expresamente
establecido en el contrato o cuando, a falta de estipulación expresa, el sometimiento a la
distribución de los riesgos previstos en el contrato es una cláusula que emana de la
naturaleza de la relación contractual o es impuesta por el principio de buena fe. En los casos
en que procede, la opción de acciones corresponde al demandante, y debe ejercerla al
momento de interponer la demanda. Cabe indicar, que si ha demandado por una no puede
posteriormente demandar por la otra. No hay propiamente cumulo de responsabilidades si
un hecho reviste las características de incumplimiento contractual para una persona y al
mismo tiempo genera un daño para otra persona no vinculada por el contrato.
 Ejercicio Conjunto de Acciones de Responsabilidad Contractual y Extracontractual:
en la medida que se acepte la procedencia del cumulo de opción, el demandante podrá́
deducir ambas acciones, pero una en subsidio de la otra, ya que ambas deben entenderse
incompatibles entre sí. Cuando un mismo hecho importa responsabilidad contractual para
las partes y extracontractual para un tercero, no habrá́ inconvenientes en admitir la
acumulación procesal en ambas acciones, ya que las acciones proceden directa e
inmediatamente del mismo hecho.

Atribución de Responsabilidad: el principio primigenio es que cada persona corre con sus propios
riesgos, es decir, el daño carga sobre dicho sujeto, salvo aquellas situaciones donde la legislación
expresamente permite atribuir ese riesgos a alguien en particular (un tercero) para obtener una
indemnización. La pregunta, entonces, será determinar en qué casos los riesgos dejan de pesar sobre
una persona y se le atribuyen a otra distinta.
1. Responsabilidad por Culpa o Negligencia: se atribuye responsabilidad a aquel que haya
incurrido en dolo o culpa de lo cual fluye el daño. Esta es la regla general en nuestro
ordenamiento jurídico (responsabilidad subjetiva), aunque existan excepciones de
responsabilidad objetiva. Aparece el factor de imputación en virtud del cual se le atribuye
un daño a alguien cuando el ilícito (delito o cuasidelito) ha sido cometido con dolo o culpa.
Es decir, el principio es que no hay responsabilidad sin culpa, a pesar de que existan
elementos que la vayan atenuando (en base a presunciones de culpa o exigencias más
tenues en el

83
Arturo Saffie V.

vínculo causal, por ejemplo). Esta responsabilidad por culpa siempre requerirá una
infracción dolosa o culposa a un deber de cuidado. Por una parte, este deber (infringido)
puede ser específico (por ejemplo, en materia de libre competencia, sanitaria, bancaria,
alimentos). Por otra parte, este deber (infringido) puede ser general (la idea de que nadie
puede dañar injustificadamente a otro). Elementos de la responsabilidad extra-contractual:
o Existencia de un delito o cuasidelito civil en base a una infracción al deber de
cuidado general o específico.
o La infracción debe ser antijurídica (contraria a derecho).
o Que esta conducta cause un daño.
o Que exista una relación de causalidad entre la acción/omisión y el daño.
o Imputabilidad a dolo o culpa del autor.
o Que el autor sea capaz.
o Que no se encuentre prescrito.
El fundamento de la responsabilidad subjetiva es la libertad del individuo que llevó a
efecto esa conducta, pudiéndole reprochar esa conducta que es fruto de su libertad. Este
reproche es objetivo, aunque sea responsabilidad subjetiva, ya que se analizará en base a
qué hubiera pasado con una persona prudente y diligente en ese caso.
2. Responsabilidad Objetiva o Estricta: hay obligación de indemnizar o reparar cuando se
produzca una cierta actividad o conducta dañosa, sin importar si hubo dolo o culpa. Es
decir, solo se requiera un relación de causalidad entre la conducta y el daño, bastando que
esa conducta se haya realizado en el marco de una situación riesgosa. El fundamento es
que el riesgo creado es suficiente para atribuir responsabilidad. En la responsabilidad
objetiva se responde por el riesgo creado o agravado, independiente de que le genere
beneficio o no a quien llevó la conducta a efecto. Los casos típicos de responsabilidad
objetiva son los derrames de hidrocarburos, el animal fiero, el dueño del vehículo, entre
otros). Simplemente hay una razón de política legislativa de que lo que se busca es
simplemente obtener la indemnización; es decir, el legislador no desea entrar a un análisis
culpabilístico. Esta postura es criticada jurídicamente desde tiempos anteriores, ya Planiol
decía que suprimía el elemento social de reproche y paralizaba la iniciativa privada.
3. Seguro Privado Obligatorio: para ciertos casos habrá un tercero que intervenga y que
asuma sobre sí la obligación de indemnizar. Se establece que quien realiza cierta actividad
riesgosa tenga que contratar este seguro. Por ejemplo, el caso de autorización de vehículos
motorizados o en accidentes de trabajo. Aquí, la responsabilidad civil adquiere un rol
residual o supletorio, en la medida que el daño sea superior al monto asegurado.

La función de la responsabilidad es buscar reducir los costos del accidente y colocar la obligación
de reparar ese accidente en quien tenga el menor costo de evitarlo (least cost avoider). Lo que se
hace es atribuir la responsabilidad a quien se encuentre en la mejor posición para disminuir los
costos del accidente y el menor costo para evitarlo.

A la luz del análisis económico del derecho, se llegó a hablar de la aritmética de la culpabilidad o
prudencia, en donde se usa una fórmula de precisión de la culpabilidad precisada por el Juez Hand
en virtud de la cual el costo de evitar un accidente es menor que el daño susceptible de ser
causado o

84
Arturo Saffie V.

producido por la actividad que vaya a generar ese accidente multiplicado por la probabilidad de que
ese accidente vaya a ocurrir. *

Primero se busca reparar o indemnizar el daño, segundo saber a quien se le va a atribuir a priori la
responsabilidad por ese daño, tercero una función preventiva de corte disuasivo y algunos agregan
(cuarto) una función punitiva.

II. Elementos de la Responsabilidad Extracontractual


Existen muchas diferencias entre la doctrina al referirse a los elementos de esta responsabilidad. Por
ejemplo, Arturo Alessandri R. identifica como elementos: (i) capacidad; (ii) imputabilidad; dolo y
culpa; (iii) daño; y (iv) relación de causalidad. Otro autor relevante es el profesor Enrique Barros B.
Sin embargo, el tratamiento de esta materia se guía fundamentalmente por la opinión de Hernán
Corral T. De esta manera, según Corral, la responsabilidad extracontractual surge cuando se verifica
un hecho voluntario, ilícito, imputable, que ha sido la causa de un daño a las personas. Así, de los
elementos que la configuran, el hecho humano, la antijuricidad y la causalidad son comunes a todo
sistema de responsabilidad; mientras que el daño y la imputabilidad son propios de algunos (como
la responsabilidad extracontractual).

Presupuesto General o Común: la capacidad delictual en cuanto aptitud que tiene una persona
para contraer la obligación de reparar un daño corresponde al presupuesto general de la
responsabilidad extracontractual. El profesor Barros dice que la capacidad delictual se comprende
en el acto humano voluntario.
1. Regla General: toda persona es capaz de delito o cuasidelito, salvo aquellas que la ley
declara expresamente incapaces.
2. Regla Excepcional: la incapacidad se contrapone, evidentemente, a la capacidad y, por
tanto, constituye la excepción a este requisito. En efecto, el Art. 2319 CC dispone que no
son capaces de delito o cuasidelito los menores de siete años ni los dementes; pero serán
responsables de los daños causados por ellos las personas a cuyo cargo estén, si pudiere
imputárseles negligencia.
a. Dementes (Discapacidad Mental): los que, al tiempo de ejecutar el hecho, están
privados de la razón por causas patológicas. El precepto no hace referencia a la
declaración de interdicción, por lo que no se aplica el Art. 465 CC. Hay ciertos
requisitos para la estimación de demencia:
i. Que la demencia sea actual (al momento de ejecutarse el hecho el agente
estuviera imposibilitado de deliberar normalmente, esté o no esté
interdicto).
ii. Que la demencia sea total (absolutamente impedido de darse cuenta del
acto y sus consecuencias).
iii. Que la demencia no sea imputable a la voluntad del sujeto (este es un
requisito no admitido generalmente por los autores, pero el caso del ebrio
lo hace relevante).
b. Ebriedad (caso especial): el caso especial es el del ebrio y otras conductas
análogas (drogas o estupefacientes, por ejemplo) en los que el Art. 2318 CC
dispone que el ebrio es responsable del daño causado por su delito o cuasidelito.
Esto porque, en la

85
Arturo Saffie V.

medida que la ebriedad sea ocasional, por la culpa del ebrio se encuentra en tal
deplorable estado, aplicándose la acción libre en la causa.
c. Menores de Edad:
i. Menores de 7 Años (Infantes): los menores de siete años siempre serán
incapaces, es decir, no son capaces de delitos o cuasidelito.
ii. Mayores 7 Años y Menores de 16 Años: se aplica la regla del
discernimiento, donde el juez deberá resolver sobre la posibilidad del
menor de prever o conocer los riesgos y peligros de su conducta, donde
habrá una imputabilidad a ese menor dependiendo casuísticamente de su
discernimiento.
3. Responsabilidad del Guardián del Incapaz: quien cuida al incapaz puede incurrir en
responsabilidad por los daños causados por este último. Esta responsabilidad se aplica a
cualquier persona que tenga a su cargo el cuidado del incapaz. Se ha observado que el
guardián responde por su propia culpa, y no por la del incapaz. Por ello, se dice, es
necesario acreditar negligencia de su parte. Esto ha generado discusión en la doctrina. Por
una parte, Corral (poco asertivamente según CEB) no está de acuerdo con esto porque
podría aplicarse la norma contractual que establece una presunción de culpa por hecho
ajeno (Art. 2320 CC). Por otra parte, Barros sí sostiene que debería acreditarse la
negligencia por parte del guardián. Del Art. 2325 CC, se desprende a contrario sensu, que
el guardián no puede pretender ser reembolsado por lo que se vio obligado a pagar en los
bienes del incapaz. Además, la doctrina más moderna permite la denominada “equitativa
indemnización” por parte del incapaz, ya que, en la medida de que tenga un patrimonio,
este puede responder directamente en cierta forma por los daños ocasionados por él.

Elementos:
1. Acto Humano: tiene que existir un hecho voluntario del hombre, pudiendo ser tanto una
acción como una omisión (más excepcional porque se reconoce cuando el deber general de
cuidado prescribía u obligaba a ese agente asumir una determinada conducta, no siendo
realizada por el sujeto). Ahora bien, existen otras hipótesis en que una acción da origen
tanto a obligaciones de hacer como a obligaciones de no hacer (donde podría configurarse
una situación omisiva). Por ejemplo, en materia de mercado de valores y uso de
información privilegiada.
a. Casos de Exclusión de Responsabilidad por Falta de Voluntad: estados
transitorios de pérdida del uso de razón (como el de hipnosis o sonambulismo)
corresponden a causales de exoneración por falta de voluntariedad de la acción.
b. El Caso Fortuito: corresponde al imprevisto a que no es posible resistir
(incluyéndose no solo los hechos naturales, pero también las actuaciones humanas,
por ejemplo, obrar violentado por una fuerza irresistible o impulsado por un miedo
insuperable, e incurrir en una omisión hallándose impedido por causa legítima o
insuperable). Según Corral, aunque puede ser conceptualizado como causal de
exoneración de responsabilidad por falta de antijuridicidad, o de culpa, o de nexo
causal entre el hecho y el daño, lo más propio es ubicarlo como causal de supresión
de la voluntariedad del acto humano. También se discute si el caso fortuito es una
causal de eximente de responsabilidad objetiva. Por una parte, Alessandri sostiene

86
Arturo Saffie V.

que no es eximente de responsabilidad objetiva. Por otra parte, Diez-Picaso sostiene


que sí. En verdad, en algunos casos de responsabilidad objetiva la misma ley
dispone su inaplicabilidad (por ejemplo, si el daño se produce por eventos como
guerras, subversiones, entre otros).
c. Estado de Necesidad: hay casos en que el acto humano voluntario no generará
responsabilidad porque lo que se hizo fue en el marco de un estado de necesidad.
Por ejemplo, si se tiene que entrar a una propiedad privada sin autorización para
salvar a un niño en peligro.
d. La Responsabilidad de las Personas Jurídicas: este es un asunto complejo, ya
que la doctrina ve en la persona jurídica una mera ficción, por lo que no cabe hablar
de su responsabilidad, puesto que, al carecer de voluntad propia, no podría incurrir
en ilicitudes. Los daños ilícitos no pueden ser imputables a la persona jurídica, sino
únicamente a las personas naturales que la integran. Así lo ratifica el Art. 58 CPP
en cuanto dice que por las personas jurídicas responden los que hubieren
intervenido en el acto punible, sin perjuicio de la responsabilidad civil que les
afectare. Con la Ley 20.393, se plantea, por primera vez, algunos casos de
responsabilidad penal de las personas jurídicas. Así, si se pueden cometer delitos
penales, con mayor razón debe afirmarse su responsabilidad civil (lo que es
ratificado por el Art. 29 de dicha Ley).
2. Antijuridicidad: corresponde contrastar el hecho humano voluntario con el ordenamiento
jurídico, indagando si dicho acto infringe (o no) un deber de cuidado (sea un deber
específico, dando lugar a responsabilidad infraccional y eventualmente responsabilidad
civil extracontractual; sea un deber general, dando lugar a responsabilidad civil
extracontractual). Para que haya responsabilidad es necesario que el daño provenga de un
comportamiento objetivamente ilícito, contrario al ordenamiento, contrario a lo justo. La
valoración de la ilicitud de la conducta generadora de la responsabilidad puede fundarse en
una infracción a un deber legal expreso o en la transgresión del principio general de que no
es lícito dañar sin causa justificada a otro. Algunos autores ubican este elemento en la
imputabilidad (culpa o dolo) o en el daño, pero Corral disiente, reconociendo a la
antijuricidad como una exigencia autónoma e independiente de la culpabilidad (ya que
puede haber culpa sin ilicitud y daños justificados). Además, este elemento será requerido
en la responsabilidad objetiva u estricta, puesto siempre se exigirá una conducta que infrinja
un deber de cuidado. Por último, el hecho debe ser subjetivamente antijurídico, es decir,
que debe se reprochable o imputable a dolo o culpa de la persona.
a. Antijuricidad y Tipicidad:
i. En materia de responsabilidad penal, se distingue entre la tipicidad (figura
legal que describe el delito) y la antijuricidad (contraste entre la conducta
típica y el contexto general del ordenamiento jurídico); donde la tipicidad
es indiciaria (no constitutiva) de antijuricidad (porque pueden haber
causales de justificación). En cambio, en el terreno de la responsabilidad
civil extracontractual, la tipicidad y la antijuricidad tienden a identificarse,
ya que no es posible exigir que haya “tipos” preestablecidos de todos los
hechos que generan responsabilidad. Por lo mismo, el análisis de ilicitud se
centra en determinar si el hecho determinado constituye (i) una infracción a
una norma positiva o (ii) va en contra el principio general de que nadie
puede dañar
87
Arturo Saffie V.

injustamente a otro. Por lo tanto, frente a la identificación ante tipicidad y


antijuricidad, se recurre al deber general de conducta.
ii. Sin embargo, ocasionalmente, es la misma ley civil la que desciende a
describir ciertas conductas que considera causantes de responsabilidad civil
extracontractual de modo especial, surgiendo, entonces, la figura del ilícito
civil típico (el que sirve de indicio de la antijuridicidad de la conducta en
responsabilidad civil). En este aspecto, el profesor Pablo Rodríguez (quien
distingue entre el ilícito civil genérico y el ilícito civil específico), en donde
el ilícito civil típico funcionaria de un modo semejante a la responsabilidad
objetiva, en el sentido de que la ley atribuye a una determinada conducta el
deber de reparar sin que sea necesario probar que hubo culpa o dolo en el
agente. Sin embargo, el Corral disiente de esta tesis.
iii. Además, como se ha dicho, la infracción al deber de cuidado específico es
susceptible de generar tanto una responsabilidad infraccional (multa o
sanción) como, eventualmente, una responsabilidad civil extracontractual.
Esto se manifiesta en el Art. 30 del DL 211 en materia de libre
competencia. Otro caso es en la obligación de entregar información en
materia de valores. Así, la falta de información produce una infracción a un
deber de cuidado específico (contenido en la Ley de Mercado de Valores y
en la Ley de Sociedades Anónimas), así como una responsabilidad civil
extracontractual. Además, el Código Civil contiene deberes específicos de
cuidado. Por ejemplo, el Art. 423 CC (tutela y curatelas), el Art. 1287 CC
(albaceas), entre otros. Por eso, pueden existir deberes específicos de
cuidado que no necesariamente producen responsabilidad infraccional (sólo
responsabilidad civil extracontractual).
iv. Sea que la conducta se encuentre descrita como un deber específico o un
deber general, en ambos casos habrá que acreditar los demás elementos de
la responsabilidad (entre ellos, imputabilidad). En cambio, Rodríguez
sostiene que si la antijuricidad emana de un deber específico (opera una
especie de responsabilidad objetiva).
b. El Problema del Abuso del Derecho: la figura del abuso del derecho es un asunto
que se suele tratar en esta materia. Cuando el daño proviene de un derecho
reconocido, y cuyo ejercicio se ajusta a lo regulado por la ley, no puede haber
responsabilidad, porque no existe ilicitud en el comportamiento (quien ejerce su
derecho a nadie ofende). Pero el ejercicio de un derecho, en sí mismo justo, puede
llegar a ser ilícito o injusto: puede causar daño ilegítimamente. Nace así la teoría
del abuso del derecho, que sostiene que el ejercicio abusivo de un derecho genera
obligación de reparar los perjuicios producidos. Hay ciertos casos en que se genera
responsabilidad por abuso del derecho, tales como el uso del derecho con el
objetivo de solo perjudicar a alguien, la falta de interés en el que promueve el
ejercicio del derecho, cuando no se encuentra dentro de los fines que la ley ampara
para el ejercicio del derecho, la infracción a los intereses jurídicamente protegidos,
entre otros. Los fundamentos que se dan para el abuso del derecho son el Art. 2110
CC y Art. 280 CPC.

88
Arturo Saffie V.

c. Circunstancias que Excluyen la Ilicitud: el derecho civil acepta causales de


justificación en materia de antijuricidad.
i. Legítima Defensa: no hay responsabilidad por los daños que se causen en
legítima defensa frente a una agresión injusta, siempre se den todas las
condiciones de esta eximente: agresión ilegitima, falta de provocación y
proporcionalidad de la respuesta.
ii. Estado de Necesidad: se trata de un daño causado para evitar la
realización del daño que amenaza a su actor o a un tercero. Aquí no hay
una agresión ilegítima. Así, el estado de necesidad exime de
responsabilidad si el daño que se trata de evitar es inminente y no hay otro
medio practicable y menos perjudicial. Así, si el valor de lo salvado es
igual o inferior a lo dañado, hay responsabilidad.
iii. Otros Supuestos:
1. Será causal de exclusión de la ilicitud el que el agente al causar el
daño haya actuado en ejercicio legítimo de una autorización legal.
2. El haber obrado violentado por una fuerza irresistible o impulsada
por un miedo insuperable. Este es más bien un caso de falta de
voluntariedad.
3. El que obra en cumplimiento de un deber o en el ejercicio legítimo
de un derecho, autoridad, oficio o cargo.
4. Error excusable, es decir, la ignorancia o error respecto de la
naturaleza del hecho dañoso exime de responsabilidad si en las
mismas circunstancias un hombre prudente hubiere incurrido en
ella o el. Según Corral, este es, más bien, un caso de ausencia de
culpa. El error de prohibición no corre en materia civil (Art. 8 CC).
5. Excepción de veracidad (Art. 2331 CC), según la cual no tendrá́
lugar la indemnización si se probare la verdad de la imputación en
el caso de daños causados a la honra.
d. Asunción Voluntaria de la Posibilidad del Daño: si de alguna forma se puede
eliminar la antijuricidad asumiendo el daño. Hay distintas figuras:
i. Pacto de Irresponsabilidad: en la medida que sea ex ante, se tratará de
una situación de carácter contractual. Esto pacto, en general, son válidos,
salvo que: (i) no pueden aplicarse al dolo o culpa grave, puesto que no vale
condonación del dolo futuro y la culpa lata se equipara al dolo, y (ii) no
pueden referirse a daños contra las personas y sus bienes indispensables, ya
que la persona está fuera del comercio humano.
ii. Aceptación (Voluntaria) de los Riesgos: es decir, que pasa si alguien se
expuso a los riesgos (de acuerdo al Art. 2330 CC). En general, es un
elemento utilizado para morigerar el monto de la indemnización. Así,
según se lee del precepto referido, la mera aceptación de los riesgos o el
consentimiento de la víctima no exime de responsabilidad por el daño
causado; solo autoriza a reducir el monto de la indemnización si se estima
que la víctima actuó́ con imprudencia. Sin embargo, según Corral, existen
causales legítimas de exclusión de la antijuricidad como: (i) cuando la

89
Arturo Saffie V.

víctima se expone al daño totalmente a sabiendas y con la debida


información de que puede sobrevenir, no podrá́ después demandar su
reparación o (ii) cuando la aceptación del riesgo ha sido la causa del daño,
como cuando se sufre perjuicio por entrar en sitio prohibido.
e. Antijuricidad y Actividad Probatoria: la ilicitud misma, esto es, la
antijuridicidad de la conducta, no amerita prueba, ya que se trata de un juicio de
derecho que corresponde al juzgador. No obstante, el comportamiento, activo u
omisivo, que se tacha de injusto, dañoso, si debe ser acreditado por el demandante.
Si existe sentencia penal condenatoria21 (Art. 178 al Art. 180 CPC) o sentencia
infraccional condenatoria y se ejerce la acción civil en un juicio posterior, la
sentencia produce cosa juzgada en lo que se refiere a la existencia del hecho y su
ilicitud.
3. Daño (Nocividad): para que se configure la responsabilidad civil, es necesaria la
producción de un daño. En materia penal, en cambio, el daño no siempre será exigido para
configurar la responsabilidad (por ejemplo, la tentativa, el delito frustrado o los delitos de
mero peligro). Por lo tanto, el daño debe haberse ya producido para que pueda accionarse
de responsabilidad civil. No obstante, en ciertos supuestos se permite que la responsabilidad
civil actúe por anticipado antes de que un daño inminente se produzca y para que se
adopten las medidas necesarias para evitarlo; esto se denomina la responsabilidad
preventiva frente a daños contingentes (y se refleja en el Art. 2323 CC o el Art. 2328 CC).
El daño consiste en todo detrimento o menoscabo que una persona experimente, por culpa
de otra, sea en su persona, en sus bienes o en cualquiera de sus derechos extra
patrimoniales. Ahora bien, no todo daño produce la obligación de reparar en que consiste la
responsabilidad. En ese sentido, para que el daño sea capaz de desencadenar la reacción del
derecho consistente en el deber de reparación, debe ser un “daño jurídico”.
a. ¿Cuál es el daño resarcible?: por una parte, hay daño resarcible en la medida en
que el menoscabo lesiona un derecho subjetivo de la víctima. Por otra parte, limitar
el daño a sólo lo anterior resulta muy restrictivo, por lo que es preferible ampliar la
noción de daño resarcible a la lesión o afectación, sea de un derecho subjetivo
reconocido formalmente, sea de un interés en la satisfacción de necesidades o
bienes humanos de carácter privado. Así, se ha entendido que basta con que se
lesione un interés (en cuanto posibilidad de que se satisfaga una necesidad por un
bien). Pero debe tratarse de un interés legítimo (y cierto), es decir, de alguna
manera tutelado por el derecho. Aquí se plantea el caso del concubinato 22. El
profesor Barros dice que el interés debe ser significativo por lo que las molestias
causadas por el mero vivir (habituales) no generan un derecho de indemnización.
b. Requisitos de resarcibilidad del daño: hay cierto consenso en estos requisitos,
más allá de que existen varios tipos de delito.

21
La sentencia penal absolutoria también produce efectos, pero de forma mucho más limitada.
22
A este respecto es pertinente plantearse el problema del concubinato y si el concubino tiene derecho a ser
reparado por la ruptura de la relación o por la muerte del conviviente causada por un tercero. Corral difiere de
la opinión que piensa que por el relajamiento general de las costumbres, las uniones extramatrimoniales deben
gozar de la misma protección a estos efectos que la familia legalmente constituida a través del matrimonio.
Por ello, será necesario acreditar la existencia de esa afectividad, la perdida producida por la falta del
conviviente y la razonable probabilidad de que ella no se hubiere producido por la decisión unilateral de este
de romper la relación de hecho.

90
Arturo Saffie V.

i. Certeza del Daño: el daño debe ser cierto, real y efectivo. No se


indemniza aquel daño que presenta caracteres de incierto, hipotético o
eventual. Ahora bien, esto no quiere decir que el daño deba ser actual, ya
que el ilícito puede ser presente pero el daño puede ser futuro. Corral dice
que la certidumbre del daño debe ser actual, pero el perjuicio puede ser
futuro. Aquí se entra en el juicio de probabilidad para determinar la
certidumbre o incertidumbre del daño. Así, el profesor Barros distingue tres
probabilidades de producción del daño:
1. Significativa probabilidad.
2. Elevada probabilidad.
3. Remota probabilidad.
La certidumbre debe analizarse en base a una prolongación natural de un
estado actual de cosas (al final se analiza si hay cierta historia).
Aparece aquí también la denominada “pérdida de una oportunidad” para
aquellos casos en los que el demandante pide indemnización porque la
conducta culpable del demandado le impidió́ aprovechar una oportunidad o
ejercer un derecho del cual con mayor o menos probabilidad, pero no con
certeza, obtendría un beneficio. En general, la doctrina prevé la pérdida de
una “chance” como un daño resarcible, pero la indemnización no puede
ser total. Lo que debe indemnizarse, dice Corral, es sencillamente la
frustración de la oportunidad de postular a la obtención del beneficio.
ii. Relación Directa con el Hecho Ilícito: la relación entre el daño
indemnizable y la actuación que genera responsabilidad debe ser directa,
sin intermediarios. Los daños indirectos o secundarios no pueden ser
indemnizados.
iii. Previsibilidad: al tratarse de daños imprevistos, no serían indemnizables
aun en responsabilidad extracontractual por falta de relación causal. Parte
de la doctrina afirma que en la responsabilidad extracontractual deben
indemnizarse tanto los perjuicios previsibles como los imprevisibles, ya
que el Art. 2329 CC dispone la reparación de “todo daño”. Además, que no
hay ninguna norma que haga la distinción en materia extracontractual. Sin
embargo, Corral cree que estos argumentos (apegados al texto), pierden de
vista que la previsibilidad es esencial para que pueda haber un factor de
conexión de causalidad.
iv. Subsistencia, Compensación y Cúmulo de Indemnizaciones:
1. Subsistencia: no puede indemnizarse un mismo daño dos veces,
pues habría un enriquecimiento injusto. Por ello, si el victimario ya
ha reparado espontáneamente el daño, no procederá́ la
indemnización. Ello no ocurre si el daño es reparado por la propia
víctima o por un tercero que no es el responsable (un asegurador,
por ejemplo). En estos casos, el daño es subsistente.
2. Compensación Lucro-Daño: la interrogante es si debe rebajarse
(o no) la indemnización cuando el hecho dañoso ha sido a la vez
causa de lucro para el perjudicado. Se sostiene que en tal
evento debe

91
Arturo Saffie V.

aplicarse una compensación entre daño y lucro reduciéndose el


monto de la indemnización. Pero la doctrina moderna es más bien
restrictiva a esta compensación: se exige que el lucro provenga del
mismo hecho ilícito y no de otro acontecimiento desconectado
directamente del daño o que tiene título propio; además se sostiene
que el lucro debe ser de la misma naturaleza del daño.
3. Cúmulo de Indemnizaciones: por regla general, se sostiene que
no procede acumular dos indemnizaciones por el mismo daño. El
caso más complejo de analizar es el del seguro (por un eventual
enriquecimiento sin causa). Más allá del tipo de seguro (sea de un
seguro de vida o de un seguro de daños a cosas), Corral sostiene
que no puede aceptarse el cúmulo de indemnizaciones, ya que si se
acepta, el tercero culpable sería demandado tanto por la
aseguradora como por los deudos de la víctima y la indemnización
adoptaría una finalidad más sancionatoria que reparadora. El
cúmulo será́ posible sólo si la indemnización pagada por la
aseguradora resulta inferior al perjuicio realmente causado.
v. Magnitud Suficiente: el “todo” daño se refiere a un daño que tenga una
entidad mínima proporcionada a la actividad que deberá́ desplegarse para
obtener su reparación. Esto porque existe socialmente una tolerabilidad del
daño ínfimo que se exige en áreas en las que un cierto menoscabo o
perjuicio parecen inevitables por el solo hecho del actuar humano y en
ámbitos en los que la misma naturaleza de la relación existente entre las
partes exige una cierta comprensión para las actuaciones molestas o
incomodas de los demás.
c. Clases de Daño:
i. Daño Material (Patrimonial): dice relación con la afectación al
patrimonio de la víctima, fruto de la ocurrencia del hecho ilícito, para lo
cual, aplicando el llamado “principio de la diferencia”, se compara la
situación patrimonial efectiva de la víctima antes del hecho ilícito, y
después del hecho ilícito. Es a partir de esta comparación, que se analiza
contra-factualmente la situación hipotética que se hubiera dado en caso de
que no ocurriera el hecho ilícito, de forma tal de hacer una estimación del
patrimonio de la víctima y comprarlo en uno o en otro escenario. Lo que se
busca determinar es cuál hubiera sido la situación hipotética de no haberse
producido el hecho ilícito siguiendo el curso normal de los
acontecimientos. Así, el daño material (patrimonial) consiste en una
pérdida pecuniaria, en un detrimento del patrimonio (Corral).
1. Daño Emergente: consiste en el menoscabo patrimonial producido
por la destrucción o deterioro de una cosa, dependiendo del valor
de reposición o reparación (respectivamente) de la misma. Muchas
veces, se agrega el “castigo” que se le aplica al valor del mismo
cuando fue objeto de un deterioro. Incluye los gastos actuales de la
víctima (e incluso en un futuro cierto). También se agregan los
daños económicos o puramente patrimoniales donde no hay daño
de una
92
Arturo Saffie V.

cosa (por ejemplo, en un acto de competencia desleal). El profesor


Corral lo define como una pérdida actual en el patrimonio.
2. Lucro Cesante: es la pérdida del incremento neto que habría
obtenido la victima de no haber sucedido el hecho ilícito. El
profesor Corral lo define como la frustración de una legítima
utilidad que hubiera incrementado el patrimonio de no haber
sucedido el hecho dañoso. Tiene que existir una razonable certeza,
un grado razonable de probabilidad, lo que se refleja en el curso
normal de los acontecimientos o prolongación del estado actual de
las cosas. La prueba será siempre muy compleja (y se construirá el
contrafactual mediante peritos y presunciones). Para que sea cierto
debe haber una prolongación natural de las cosas.
ii. Daño Moral (Extrapatrimonial): se identifica como la “avaluación del
dolo” en cuanto consiste en el dolor, pesar o molestia que sufre una persona
en su sensibilidad física, de sentimientos o en su calidad de vida. El
concepto más estricto de daño moral se traduce en el sufrimiento o afición
psicológica que lesiona el espíritu y se manifiesta en dolores o inquietudes
espirituales y pesadumbres (Corral). Sin embargo, en la doctrina moderna,
se amplía el concepto a todo daño no patrimonial, capaz de
comprender otros menoscabos que no admiten apreciación pecuniaria
directa. En materia contractual siempre se ha discutido la indemnizabilidad
del daño moral, mientras que en materia extracontractual no hay ninguna
duda que sí es indemnizable.
1. El daño moral de las personas jurídicas: la interrogante recae
sobre la persona jurídica puede, de alguna manera, verse
menoscabada o afectada en su crédito, honor, prestigio o
reputación. Bajo la mirada más rígida o clásica del daño moral en
cuanto afección psicológica, no sería concebible, por la
artificialidad de su naturaleza, que una persona jurídica lo padezca.
Sin embargo, se ha abierto paso a la posición que admite a las
persona jurídicas reclamar el resarcimiento de daño moral (bajo un
concepto más amplio y moderno) cuando se lesionan derechos de
la personalidad como el honor, la reputación, el crédito y la
confianza comerciales. Ahora bien, la doctrina dice que hay que
distinguir la naturaleza de la persona jurídica:
a. Si se trata de una persona jurídica con fines de lucro, es
cierto que una imputación que le menoscabe el crédito y la
confianza de sus clientes le ocasiona daño, pero este
perjuicio es de naturaleza patrimonial: una suerte de lucro
cesante.
b. En cambio, si se trata de una persona jurídica sin fines de
lucro, puede padecer un atentado contra su prestigio o la
posibilidad de cumplir sus fines como entidad que sea
calificado y reparado como daño moral.

93
Arturo Saffie V.

Cualquier daño a la reputación de la empresa, según el profesor, va


a caber dentro de lucro cesante y no será daño moral. Corral cree
que la cuestión tiene que ver con el tipo de interés lesionado: si se
trata de un interés pecuniario, habrá́ daño patrimonial; en cambio, si
se hiere un interés de naturaleza extra patrimonial: como la posición
del ente en la sociedad, el uso de su nombre, la privacidad de la
correspondencia, en fin, podrá́ pedirse resarcimiento a título de
daño moral.
2. Criterios de Avaluación o Tasación: están contestes los
tribunales en que la avaluación del daño moral es una cuestión que
esta entregada a la discreción y prudencia del juzgador (es algo
privativo de la magistratura). Sin embargo, no se trata de una
decisión caprichosa o que pueda proceder sin fundamento racional.
Más bien, se aprecia un gran esfuerzo por justificar la avaluación
del perjuicio moral mediante la aplicación de criterios diversos,
aunque todavía no aparezcan del todo afinados ni suficientemente
sistematizados. Entre los criterios que han usado están:
a. La gravedad de la lesión.
b. La gravedad de la imprudencia del autor que causó el
perjuicio (qué tan grave es el ilícito que causa este daño).
c. La situación patrimonial o económica del ofendido.
d. La situación patrimonial o económica del ofensor (esto
último muy discutible ya que genera una verdadera
sanción, en vez de una simple reparación del daño).
e. El grado de cercanía o de relación afectiva que el actor
tenía con la víctima.
Entonces, existe esta tendencia que apunta hacia la tarificación del
daño moral, en un intento por objetivar el asunto. En materia de
daño moral, habrá de hacerse un paralelo para resolver cuánto es lo
que se está indemnizando por daño moral y cuánto correspondería
a un daño punitivo (con una finalidad más de castigo que de
reparación).
3. Extensión del Daño Moral: los intereses afectados en relación al
daño moral por los cuales se indemniza son amplísimos:
a. Integridad física/corporal, psíquica/emocional o estética de
la persona.
b. Derechos y atributos de la personalidad como la honra, la
imagen, la intimidad, entre otros.
c. Intereses relacionados con la vida en general (al final el
tema es bastante amplio).
4. Titularidad para reclamar el daño moral: no solo la víctima
puede solicitar reparación del perjuicio moral sufrido, sino a su vez
aquellos que por su relación con esta han sufrido también por el
atentado al directamente perjudicado. Es decir, por de pronto que la
persona víctima del delito o cuasidelito civil es quien puede pedir
el
94
Arturo Saffie V.

daño moral, pero también se extiende a aquellos que, por su


relación con la víctima, han sufrido de este delito o cuasidelito
civil.
5. Respecto al tema probatorio: ha existido una gran discusión
respecto a la acreditación del daño moral. El profesor Corral
sostiene que como todo daño, el de carácter moral debe probarse,
para lo cual proceden todos los medios de prueba admisibles
legalmente. Sin embargo, existe una fuerte tendencia
jurisprudencial a relajar la exigencia probatoria (flexibilización) del
daño moral. En varias ocasiones se cree que no es necesario ni
siquiera la aportación de medios indirectos (solo bastando acreditar
los otros elementos de indemnización). Numerosos fallos sostienen
que en determinadas situaciones el daño moral no requiere de una
acreditación por medios formales, ya que su ocurrencia se
desprende de las circunstancias en las que ocurre el hecho y las
relaciones de los partícipes. Existe una posición más extrema aún
que considera que el daño moral no requiere de prueba, ya que la
mera constatación de una lesión a un derecho extra-patrimonial
genera el perjuicio, quedando el juez atribuido de la facultad
discrecional de constatarlo y avaluarlo. A juicio de Corral, la
posición que sostiene que el daño moral no precisa prueba es
incorrecta, y desnaturaliza la función reparadora de la
responsabilidad civil, aunque la prueba del daño moral debe
acomodarse a su naturaleza especial (por ejemplo, la prueba por
presunciones).
d. Daño Eventual: caso típico es el de una denuncia de obra ruinosa, como también la
acción popular para evitar daños contingentes.
e. Principios que rigen el daño indemnizable:
i. Completa (la indemnización debe equivaler daño, con lo cual la gravedad
del hecho debiese ser irrelevante y sólo habría que enfocarse en el daño
concreto).
ii. Daños directos.
iii. Daños ciertos.
iv. Daños que deben probarse.
v. Determinación del monto o indemnización es privativa de los jueces del
fondo.
4. Imputación Causal: relación causal entre el daño y el hecho ilícito. Entre el
comportamiento voluntario e ilícito del autor y el daño sufrido por la víctima debe existir
una relación o nexo. La relación es la de causa-efecto, ya que el hecho ilícito ha de ser
considerado la causa del daño, y el daño el efecto del hecho ilícito. Ese vínculo de
imputación es denominado causalidad jurídica. Este requisito es común de todos los
sistemas de responsabilidad. Lo importante será determinar qué condición fue la causa del
hecho. Usualmente se da el nombre de condiciones a todos los factores humanos y naturales
que han intervenido en el hecho dañoso y sin cuya existencia el daño no se hubiera
producido.
a. Reconocimiento legal:
95
Arturo Saffie V.

i. Art. 1437 CC: las obligaciones nacen (…) ya a consecuencia de un hecho


que ha inferido injuria o daño a otra persona, como en los delitos y
cuasidelitos (…).
ii. Art. 2314 CC: el que ha cometido un delito o cuasidelito que ha inferido
daño a otro, es obligado a la indemnización; sin perjuicio de la pena que le
impongan las leyes por el delito o cuasidelito.
iii. Art. 2319 CC: no son capaces de delito o cuasidelito los menores de siete
años ni los dementes; pero serán responsables de los daños causados por
ellos las personas a cuyo cargo estén, si pudiere imputárseles negligencia.
iv. Art. 2329 CC: por regla general todo daño que pueda imputarse a malicia
o negligencia de otra persona, debe ser reparado por ésta.
v. Art. 14 inc. 1 Ley de Procedimiento ante los Juzgados de Policía Local
(Ley 18.287): “el solo hecho de la contravención o infracción no determina
necesariamente la responsabilidad civil del infractor, si no existe relación
de causa a efecto entre la contravención o infracción y el daño producido”.
vi. Art. 54 inc. 2 Ley sobre las Bases Generales del Medio Ambiente (Ley
19.300): cualquier persona podrá́ requerir a la municipalidad en cuyo
ámbito se desarrollen las actividades que causen daño al medio ambiente
para que ésta, en su representación y sobre la base de los antecedentes que
el requirente deberá́ proporcionarle, deduzca la respectiva acción
ambiental.
b. Casos problemáticos23:
i. Casos de inducción a auto-asumir riesgos o peligros ordinarios: el caso
de quien, con la intención de que muera, le aconseja a alguien pasear por
un lugar donde se desata una tormenta y hay probabilidades de que caiga
un rayo.
ii. Casos de agravamiento del mal por defecto imperceptible de la
víctima: el caso de quien golpea a otro sin más ánimo que causarle lesiones
leves, pero por un defecto constitutivo de la víctima, el golpe le provoca la
muerte.
iii. Casos de desviación del curso causal normalmente esperable: el caso
del que golpea a alguien causándole lesiones leves, pero que luego al ser
trasladado a un centro médico en una ambulancia fallece con motivo de la
colisión de esta con otro vehículo, o fallece por el incendio que se desata en
el hospital adonde fue trasladado.
c. Postura jurisprudencial: la Corte Suprema ha dicho que existe relación de
causalidad cuando el hecho doloso o culposo es la causa necesaria y directa del
daño causado.
i. Necesaria: relación causal en sentido naturalístico o empírico (causa-
efecto). Dice relación con la pregunta de si un determinado hecho es
condición de otro.
ii. Directa: relación causal aplicando criterios valorativos o normativos.
Consiste en preguntarse si las consecuencias dañosas de un determinado
hecho pueden objetivamente imputarse o atribuirse a su comisión. Dice

23
Se agrega el caso del francotirador que dispara antes de la caída.
96
Arturo Saffie V.

relación con el establecimiento de límites a los resultados obtenidos de lo


anterior.
d. Teorías para resolver el problema de la causalidad:
i. Teorías empiristas: aquellas que intentan localizar el momento causal
observando los fenómenos empíricos o naturales, y emplazando la
conducta humana dentro del cortejo de acontecimientos que ocurren en la
naturaleza según las leyes físicas.
1. Teoría de la equivalencia de las condiciones o de la conditio sine
qua non: todas las condiciones que concurren para producir un
resultado son equivalentes para efectos de la causalidad (ninguna
es más causa que otra). Aquí se aplica el procedimiento de la
supresión
mental hipotética. Así,́ si se quiere saber si un determinado factor es
condición y causa del resultado, se debe reconstituir la situación sin
el factor analizado: si en este supuesto el resultado igualmente
hubiere acaecido, quiere decir que dicho factor no fue una
condición del mismo, y viceversa.
a. Virtud: la simplicidad.
b. Críticas:
i. Genera una extensión exagerada de la
responsabilidad, ya que cualquier hecho situado en
la cadena de acontecimientos puede ser
considerado causa. Los casos de Pothier con la
vaca enferma y el de Napoleón con el clavo.
ii. No sirve para casos más complejos (puede causar
impunidad). Como cuando existen dos causas
independientes que por su confluencia causan el
daño, pero individualmente no son capaces de
producirlo.
iii. Solo resulta eficaz si se ha hecho un juicio previo
sobre si el factor suprimido es o no causa del
resultado. Ejemplo de la talidomina o contergan en
el embarazo.
2. Teoría de la causa adecuada: no todas las condiciones son
idóneas o adecuadas para generar el resultado; es necesario una
valoración de adecuación. Esta construcción afirma que solo será
causa del mismo, la condición que es adecuada por sí misma para
generar el resultado realizado en la situación concreta. El juicio de
adecuación proviene de los datos de la experiencia afincados en el
prototipo de un hombre prudente más los conocimientos
particulares del autor. Así, la atribución de un daño supone que el
hecho del autor sea generalmente apropiado o adecuado para
producir esas consecuencias dañosas en el sentido de que era
previsible que lo generara. Si desde la perspectiva de un
observador objetivo, la concurrencia del daño es consecuencia
verosímil del hecho,
97
Arturo Saffie V.

entonces se puede dar por establecida una relación de causa


adecuada. Introduce un criterio de previsibilidad.
a. Virtud: limita la extensión de la causalidad.
b. Críticas:
i. Niega el carácter de causa a condiciones
inadecuadas que empíricamente son
indudablemente causas.
ii. Al identificar la previsibilidad con la adecuación
confunde la causalidad con la culpabilidad.
iii. Igual se está introduciendo un criterio valorativo o
normativo, por lo que no sería absolutamente
empirista.
iv. Es difícil de aceptar que el conocimiento particular
que tenga el autor transforme la acción en causal,
mientras que el mismo hecho, sin ese
conocimiento, no lo seria.
v. Tampoco soluciona problemas de impunidad.
3. Teorías de la causa eficiente y causa próxima:
a. Causa eficiente: tiene el carácter de causa aquella que
puede considerarse como la más operativa en el conjunto
de la situación.
b. Causa próxima: se le da importancia a aquella condición
más directamente conectada con el resultado o que tenga
una razonable proximidad.
Tampoco estas teorías han sido aceptadas generalmente, porque se
niega que puedan establecerse criterios de jerarquía, prioridad o
eficacia, si se permanece en el plano ontológico de los fenómenos
naturales.
ii. Teorías normativas: aquellas que si bien parten de la observación del
suceder causal empírico, estiman imprescindible, para asignar el rol de
causa, efectuar valoraciones normativas que superen el marco de las
previsiones y conexiones de la mera causalidad física.
1. Teoría de la causa relevante: Mezger identifica dos planos de
causalidad: empírico y normativo. No basta solo con determinar la
causalidad en el plano empírico (a través de la equivalencia de las
condiciones, según Mezger), sino que hay que determinarla en lo
normativo. Solo se pude tomar en cuenta los procesos causales
jurídicamente relevante. La relevancia de la causa se determina
siguiendo los criterios de previsibilidad utilizados por la teoría de
la adecuación.
2. Teoría de la causalidad como imputación (imputación
objetiva): investigación acerca de la existencia de una imputación,
pues solo un resultado imputable al acto del autor puede generar
responsabilidad. Nivel de riesgo general de la vida. La imputación

98
Arturo Saffie V.

supone la realización de un peligro creado por el autor y no


cubierto por un riesgo permitido dentro del alcance del tipo
(Roxin). Criterios particulares:
a. Disminución del riesgo (riesgo ya producido): si el actor
actúa para disminuir el riesgo ya existente, su actuar no es
imputable.
b. La creación de un riesgo jurídicamente relevante: se
acude al criterio de adecuación que estima que solo es
relevante el riesgo que era objetivamente previsible.
c. Aumento del riesgo permitido por la norma: si el actor
ha actuado con negligencia pero el resultado lesivo se
hubiera producido del mismo modo aunque hubiera obrado
correctamente, se puede afirmar la imputación en la
medida en que el actor con su proceder negligente ha
aumentado el riesgo permitido por la norma. Por ejemplo,
entrega de productos defectuosos.
d. La esfera de protección de la norma: los daños que
pueden ser imputados son aquellos causados dentro del
ámbito de protección de la norma que los prohíbe. Por
ejemplo, muerte por impresión por homicidio.
e. La realización del plan del autor: este criterio sirve para
afirmar la imputación cuando se produce una desviación
del curso causal, pero que es adecuado a la finalidad
planteada por el autor. Por ejemplo, persona que muere
lanzada al río.
e. Postura jurisprudencial y doctrinaria: el hecho culpable debe ser la causa
necesaria (empírico) y directa (normativa) del daño. Es decir, debe haber un criterio
empirista ajustado por valoraciones normativas (actuación de la causalidad como
requisito-necesaria y como límite-directa). Enrique Barros señala que antes se creía
que las teorías empiristas y normativas eran excluyentes (respondían la misma
pregunta), pero dice que actualmente buscan responder distintas preguntas (una el
carácter necesario y la otra el carácter directo). Además, la jurisprudencia hace
extensiva la norma del Art. 1558 CC en materia extracontractual, tanto en que la
regla general es que no se indemnizan los perjuicios imprevistos, salvo con la
mediación del dolo. La distinción entre previstos e imprevistos se relaciona con el
dolo del autor, mientras que la distinción entre directos e indirectos se relaciona con
la relación de causalidad.
f. Multiplicidad de Causas:
i. Caso Fortuito y Culpa: dos situaciones. Por ejemplo, si alguien
conduciendo a exceso de velocidad, le cae un rayo y termina colisionando.
1. Si la acción hubiese causado el perjuicio, aun cuando no hubiere
intervenido el caso fortuito, debe afirmarse la relación de
causalidad y, por lo tanto, la responsabilidad del agente.

99
Arturo Saffie V.

2. Si la causa del daño es el caso fortuito y este se hubiera producido


con independencia del comportamiento negligente del sujeto, no
habrá́ relación de causalidad entre esta conducta y el daño.
Corral agrega que si en algún supuesto cabe imaginar que caso fortuito y
comportamiento negligente actúan como concausas en forma necesaria y
simultáneamente, quizás lo más justo sería no absolver totalmente de
responsabilidad al agente, pero si reducir el monto de la indemnización de
manera proporcional a la entidad del aporte causal del agente.
ii. Pluralidad de Agentes: por ejemplo, persona que es atropellada camino al
hospital.
1. Hecho de un Tercero: se da cuando la acción de un segundo
agente excluye la causalidad del primero, es decir, interrumpe el
nexo causal entre la primera acción y el resultado lesivo. En el
fondo se trata de dos acciones, una de las cuales no es causa del
daño.
2. Caso en el cual las acciones de los agentes pueden considerarse
todas causas del daño, aunque fueron realizadas de modo
independiente: en este caso, pareciera que, siendo ambas
conductas causa del daño, deben contribuir a su reparación en
proporción a la entidad causal de sus comportamientos.
3. Caso en el cual los agentes son partícipes de la acción dañosa,
cuya autoría puede considerarse plural: existiendo unidad de
hecho y pluralidad de agentes responsables, procederá́ la
responsabilidad solidaria del Art. 2317 CC24.
iii. Concurrencia de la Culpa de la Víctima:
1. Que el comportamiento de la víctima adquiera tal entidad que
deba concluirse que se trata de la única causa del daño, y que
la conducta del agente no es más que una condición que no
reviste el carácter de causa: en tal caso falta el elemento de
relación de causalidad, por lo que el agente no debe responder del
daño, debiendo la victima soportar las consecuencias de sus
propias actuaciones.
2. Que el actuar impropio de la victima no aparezca como la
causa exclusiva del daño, sino como una de las concausas: en
este caso el deber del agente de reparar subsistirá́, aunque deberá́
atenuarse su responsabilidad (procede la disminución del Art. 2330
CC25).
a. Hay diversas líneas jurisprudenciales respecto a si la
imprudencia de la víctima debe tener algún nexo de
causalidad con el daño producido.

24
Art. 2317 CC: si un delito o cuasidelito ha sido cometido por dos o más personas, cada una de ellas será
solidariamente responsable de todo perjuicio procedente del mismo delito o cuasidelito, salvas las
excepciones de los Arts. 2323 y 2328.

100
Arturo Saffie V.

25
Art. 2330 CC: la apreciación del daño está sujeta a reducción, si el que lo ha sufrido se expuso a él
imprudentemente.

101
Arturo Saffie V.

b. No es una mera facultad discrecional del juzgador, debe ser


declarada de oficio por el tribunal (según Corral). Además,
la cuantía de la reducción es determinada por los tribunales
discrecionalmente; aunque es necesario que la exposición
imprudente sea acreditada por medios legales de prueba.
c. La cuestión compleja es determinar si la reducción requiere
que la persona tenga (o no) capacidad delictual. Hay
diversas posturas:
i. La exposición imprudente puede ser debida a una
persona incapaz, por tanto, siempre será reducible
la responsabilidad del autor frente a la exposición
imprudente de la víctima (tenga o no capacidad)
(esta es la postura de Corral).
ii. Otra sostiene sólo será reducible (la
responsabilidad del autor) en la medida que la
víctima sea capaz.
iii. Otra posición se enfoca en análisis ad hoc
dependiendo del grado de discernimiento y la
capacidad de la víctima.
d. Otro aspecto discutido es la extensión de la reducción. Por
ejemplo, si una persona es atropellada por exposición
imprudente, hay que analizar si la responsabilidad del autor
también puede ser rebajada respecto de sus padres.
Algunos dicen que sí, otros dicen que no (uno de los
argumentos es que la responsabilidad por la muerte es
distinta de la responsabilidad por daño moral que se deriva
de la muerte).
Respecto del Art. 2330 CC, el profesor dice que de los elementos a
tener muy en cuenta es la concurrencia de la culpa de la víctima.
Por el hecho de que simplemente haya una exposición (Art. 2330
CC), sin perjuicio de que alguien efectivamente haya sido
imprudente, no por ello se va a eliminar esta imputación causal,
sino que va a poder utilizarse muchas veces para mitigar, para
reducir la responsabilidad civil. En general, esta supresión de la
relación causal que podría darse de forma tal que la exposición
imprudente pueda considerarse como la causa del daño, es muy
extraordinaria.
g. Prueba de la relación de causalidad: el que invoca la existencia de la obligación
de indemnizar debe probar sus presupuestos, incluyendo que el hecho es condición
necesaria y directa del daño 26. Así, el demandante deberá acreditar que la actuación
del demandado puede ser razonablemente considerada causa de la lesión. Por su
parte, corresponderá́ al demandado acreditar las circunstancias que determinan la
inexistencia de causalidad. En casos complejos, será necesario al juez hacerse
asesorar por peritos. Se ha discutido entre la jurisprudencia y la doctrina el control
judicial de esta materia:

102
Arturo Saffie V.

26
Art. 1698 CC: incumbe probar las obligaciones o su extinción al que alega aquéllas o ésta.

103
Arturo Saffie V.

i. Jurisprudencia: la apreciación del nexo causal es una cuestión de hecho


exclusiva de los tribunales de instancia y no controlable por vía de casación
en el fondo.
ii. Doctrina: es necesario distinguir, ya que:
1. Si es causalidad empírica, es de hecho (no analizable por la CS).
2. Si es causalidad normativa, es de derecho (analizable por la CS).
En particular, Corral sostiene que solo son de competencia exclusiva de los
tribunales de instancia los hechos y circunstancias que los ligan, pero no la
afirmación misma de la causalidad, que por tratarse de una cuestión jurídica
estará́ sujeta al control de casación.
5. Reprochabilidad o Culpabilidad: el hecho no solo debe ser ilícito, sino también culpable,
en el sentido que ha de poderse dirigir un juicio de reproche personal al autor. Este juicio de
reprochabilidad puede fundarse en la comisión dolosa (delito civil) o culposa (cuasidelito
civil). Por una parte, el dolo se aprecia en base a un modelo concreto de comportamiento
Por otra parte, la culpa se aprecia objetivamente, teniendo en consideración un modelo
abstracto de comportamiento, es decir, lo que habría sido la conducta de un hombre
prudente. Por lo tanto, se contrasta la conducta del individuo particular con un modelo
abstracto de comportamiento (estándar del hombre prudente), a fin de determinar si
constituye (o no) un delito o cuasidelito civil.
a. Distinción entre Delito y Cuasidelito: por una parte, el delito civil es el hecho
ilícito cometido con la intención de dañar que ha inferido injuria o daño a otra
persona (Corral). Por otra parte, el cuasidelito civil es el hecho ilícito, pero
cometido sin intención de dañar, que ha inferido injuria o daño a otra persona
(Corral). La importancia de esta distinción radica en:
i. Las cláusulas de irresponsabilidad no proceden respecto de conductas
dolosas, pero sí respecto de las conductas culposas (siendo discutible el
caso de la culpa grave).
ii. Es posible asegurarse contra el riesgo proveniente del propio cuasidelito
(salvo culpa grave), pero no del propio delito.
iii. Sólo en caso de dolo se autoriza la demanda contra el tercero, que sin ser
autor o cómplice del delito, ha recibido provecho de la actuación dolosa
(Art. 1458 CC y Art. 2316 CC).
iv. En ciertos ilícitos típicos se exige el dolo, por lo que se descarta la
responsabilidad por culpa (incluso grave). Por ejemplo, el consejo
malicioso (Art. 2119 CC) o la venta de cosa inexistente (Art. 1814 CC).
v. Corral agrega que esta distinción es relevante en materia de accidentes del
trabajo, ya que se exceptúan los accidentes del trabajo producidos
intencionalmente por la víctima.
b. El Dolo Extracontractual: el Art. 44 CC define el dolo como la intención positiva
de inferir injuria a la persona o propiedad de otro. Hay que recordar que existen
diversos conceptos de dolo: (i) dolo como vicio del consentimiento, es decir,
maquinación engañosa destinada a obtener que una parte consienta en un acto
jurídico; (ii) dolo como causa de inejecución de una obligación que genera
responsabilidad contractual, es decir, la intención deliberada de incumplir una

104
Arturo Saffie V.

obligación; y (iii) el dolo como elemento de la responsabilidad extracontractual, es


decir, el dolo aquiliano del Art. 44 CC. Aquí se analiza si el individuo que produjo
el acto en virtud del cual se atribuye la responsabilidad actuó (o no) con dolo
particular y concretamente. Para saber si el agente ha actuado con dolo es necesario
apreciar sus circunstancias personales, es decir, si estaba en su intencionalidad
actuar ilícitamente a sabiendas de que su conducta podía causar un daño (por eso se
dice que es un modelo concreto de comportamiento).
c. Culpa: es la falta de aquella diligencia o cuidado que los hombres prudentes
emplean ordinariamente en sus actos y negocios propios. Aquí no hay una conducta
intencional, ya que se parte del supuesto que el sujeto no quiso causar el daño, pero
actuó ilícitamente al no observar en su comportamiento el cuidado debido que le
hubiera permitido evitar la lesión. En esta materia, la jurisprudencia norteamericana
ideó lo que se ha denominado el business judgment rule27, que se aplicó
recientemente por primera vez en la jurisprudencia chilena (caso Inversiones Ranco
Tres S.A. con Latam S.A.).
i. Determinación de la Culpa: la culpa debe apreciarse en abstracto, esto es,
comparando la conducta del agente con la que habría observado un hombre
prudente, el “buen padre de familia”. Sin embargo, este análisis debe ser
relativizado, ya que el prototipo del hombre prudente con el que se hace la
comparación corresponde al del hombre prudente promedio de la actividad
en la que se desempeñó́ el actor para causar el daño. La apreciación sigue
siendo abstracta, pero mucho más singularizada.
ii. Graduación de la Culpa: la culpa como elemento de la responsabilidad
extracontractual se distingue de la contractual en que no admite
graduaciones. Sin embargo, se ha discutido largamente sobre cuál es la
culpa por la que se responde, es decir, si esta culpa extracontractual se
aproxima a la culpa leve (falta de aquella diligencia y cuidado que los
hombres emplean ordinariamente en sus negocios propios) o a la culpa
levísima (falta de aquella esmerada diligencia que un hombre juicioso
emplea en la administración de sus negocios importantes).
1. Corral: por una parte, el profesor Corral sostiene que el modelo de
comportamiento con el que se contrasta la conducta del agente es el
de un hombre promedio, pero esmeradamente diligente. Es decir,
Corral se inclina por la culpa levísima (por lo que se respondería de
todas las culpas).
2. Barros28: por otra parte, el profesor Barros disiente sosteniendo
que no se observa ningún sustento en el análisis del profesor
Corral, por lo que el estándar debería ser el del hombre medio
en la misma

27
El business judgment rule es usualmente usado en demandas cuando el director de una sociedad ha tomado
una decisión que afecta a la sociedad y el demandando, por tanto, alega que el director violó el deber de
cuidado de la sociedad. En estos casos, los tribunales evaluarán el caso usando el business judgment rule en
virtud del cual confirmarán las decisiones del director en la medida que fueron adoptadas: (i) de buena fe; (ii)
con el cuidado que una persona razonablemente prudente usaría; y (iii) con la razonable creencia que el
director actuó en los mejores intereses de la sociedad.
28
CEB se inclina por esta postura.

105
Arturo Saffie V.

actividad y simplemente ver el cuidado, prudencia o diligencia que


un hombre emplearía en sus negocios propios en esa actividad. Es
decir, el hombre medio debería ser simplemente diligente, por lo
que se acerca a la culpa leve.
iii. Culpa y Previsibilidad: la falta del deber de cuidado incluye la
previsibilidad del daño. En el modelo abstracto de comportamiento, el
hombre prudente promedio es uno que razona y delibera, por tanto, un daño
que no era posible prever se encuentra al margen de la posibilidad de ser
anticipado por dicho estándar del hombre prudente. Debe haber sido
previsible que dicha conducta iba a causar un daño (no tanto el daño
mismo). Ahora bien, la previsibilidad en la culpa se refiere en general al
peligro o riesgo de algún daño del tipo del que fue efectivamente causado,
mientras que la previsibilidad en la causalidad concierne al resultado
dañoso que efectivamente se produjo en razón del comportamiento
descuidado.
iv. Culpa y Responsabilidad Infraccional: este es un asunto relevante, ya
que la responsabilidad infraccional supone más bien la infracción a una
conducta tipificada y no un infracción de un deber general de no causar
daño a otro. De esta manera, para acreditar la culpabilidad en
responsabilidad infraccional, el demandante deberá desplegar cierta
actividad probatoria: determinar si existe (o no) una adecuación de la
conducta al tipo (definición legal del ilícito), además de demostrar la
culpabilidad del individuo que ejecutó el ilícito. En general, la posición es
que en la medida que la conducta se adecúe al tipo legal se va a entender
que la conducta es culpable, salvo que concurra un elemento de causal de
justificación. Bajo esta lógica, si bien parece una situación de
responsabilidad objetiva, no existe un análisis de automaticidad tan rápido.
Es un área difusa, algunos señalan que hay responsabilidad objetiva, y
otros que no. El profesor Barros dice que, en materia de responsabilidad
infraccional, la prueba de la infracción constituye prueba de la culpa. Es
muy importante determinar si el efecto que se produjo se enmarca (o no)
dentro de la finalidad de la norma infringida. Además, el individuo no
puede excusarse de la responsabilidad si desconocía la norma, ya que el
error de prohibición tiene escasa aplicación en materia civil (por el Art. 8
CC).
d. Prueba de la Reprochabilidad: debe ser probada por quien la alega que la
conducta fue dolosa o culposa. Para ello son admisibles todos los medios de prueba,
sin limitación en la prueba testimonial, ya que el Art. 1707 CC se refiere a actos y
contratos (“escritos”) y este es un hecho jurídico. Sin embargo, en ciertos casos la
ley ha considerado liberar de la prueba de la culpa a la víctima y presumir la
culpabilidad del hechor: responsabilidad por el hecho propio, de terceros y de las
cosas. Enrique Barros dice que, en materia infraccional, la prueba de la infracción
constituye prueba de la culpa.

III. Responsabilidad Refleja y Presunciones de Culpa

106
Arturo Saffie V.

El Código establece varias formas de responsabilidad indirecta o refleja, que son formalizadas al
modo de presunciones de culpa o de responsabilidad culpable. Se trata de la responsabilidad por el
hecho propio (del responsable), de un tercero ajeno (al responsable pero que depende de éste), y
hecho de cosas (cuya propiedad, tenencia o cuidado corresponde).

A. Responsabilidad por el Hecho Propio


Se distingue entre la responsabilidad por los hechos propios y la responsabilidad por los hechos de
terceros. Existe una gran discusión respecto del alcance del Art. 2329 CC en cuanto a los hechos
propios. Este dispone, en el inciso primero, que por regla general todo daño que pueda imputarse a
malicia o negligencia de otra persona, debe ser reparado por ésta. Y, en el inciso segundo agrega
que son especialmente obligados a esta reparación: (i) el que dispara imprudentemente un arma de
fuego;
(ii) el que remueve las losas de una acequia o cañería en calle o camino, sin las precauciones
necesarias para que no caigan los que por allí transitan de día o de noche; (iii) el que, obligado a la
construcción o reparación de un acueducto o puente que atraviesa un camino lo tiene en estado de
causar daño a los que transitan por él.
1. Meza B.: sostiene que el Art. 2329 CC consiste en una mera explicación y explicitación del
principio de que el que ha cometido con dolo o culpa un hecho ilícito dañoso debe
responder; no hay ningún tipo de presunción en este caso. Corral dice que esta no es lo
suficientemente convincente.
2. Corral T.: la regla de este articulo tiene un cometido propio, y este no es otro que el de
manifestar la exigencia de la “relación de causalidad” que debe existir entre el hecho
culpable y el daño producido. Afirma que se trata de casos de presunciones legales (admite
prueba en contrario) del nexo causal.
3. Alessandri R.: plantea que en el Art. 2329 CC consagra presunción general de
responsabilidad, por lo que todo daño proveniente de un hecho que, por su naturaleza o por
las circunstancias en que se ha realizado, sea susceptible de ser atribuido a dolo o culpa del
agente, es objeto de una presunción de responsabilidad en aquellos casos. Corral dice que
hay una petición tautológica: implicaría que la ley presume culpa, cuando por las
circunstancias deba presumirse culpa.
4. Barros B.: sostiene que habría una prueba en principio (prima facie), es decir, una especie
de apariencia de culpa, por lo que bastará una explicación razonable de quien desplegó esta
conducta (a quien se le imputa el dolo o culpa), para poder revertir nuevamente el peso de
la prueba al ordinario (es el demandante quien prueba). Es decir, Barros sostiene que
contiene una presunción prima facie de la causalidad y de la culpa respecto de actividades
peligrosas o cuando el daño, conforme a la experiencia ordinaria, puede atribuirse
causalmente al hecho negligencia del demandado. Si el demandado puede probar que el
daño pudo deberse a otra circunstancia, entonces la prueba de la causalidad (o culpa)
recaerá́ nuevamente en el demandante. Corral dice que es difícil aceptar esto por lo exótico
de la figura.

B. Responsabilidad por el Hecho de Terceros Dependientes


1. Introducción: en derecho comparado la responsabilidad de una persona por el hecho de
otras puede configurarse sobre la base de tres modelos de atribución de responsabilidad.

107
Arturo Saffie V.

a. Responsabilidad Vicaria, Refleja o Sustituta: por el cual el empresario es


objetivamente responsable si se demuestra que sus dependientes causaron daño con
dolo o culpa.
b. Responsabilidad por Riesgo: por el cual se imputa objetivamente el daño al
operador o explotador de la empresa de una actividad riesgosa, por estar en mejor
posición para prevenir los accidentes y para distribuir eficazmente su costo (se
relaciona con el least cost avoider).
c. Responsabilidad por Culpa Presunta: en el cual el empresario responde por una
culpa propia en la vigilancia o en la elección del dependiente, la cual resulta
presumida por la ley, a falta de prueba en contrario. Se presume la responsabilidad
del empresario y va a ser responsable por el hecho de sus dependientes, a menos de
que él pruebe que no fue negligente en dichos ámbitos: (i) selección de sus
dependientes; o (ii) vigilancia sobre los dependientes.29
2. Aspectos Generales: de lo anterior se obtienen algunas conclusiones (Corral).
a. Corral sostiene (CEB concurre) que el sistema chileno parece seguir el sistema de
responsabilidad por culpa mezclado con aspectos del sistema de responsabilidad
vicaria.
b. Por lo tanto, la atribución de responsabilidad se fundamenta en el deber de
vigilancia o en el deber de correcta selección que tienen ciertas personas respecto
de otras.
c. Entonces, no se responde solo por la culpa ajena, sino también por la propia, que
consiste en la falta de esos deberes y que permite el desplazamiento de la culpa
desde el agente directo al tercero responsable, pero que no permitirían encausar
directamente al principal ya que faltaría el nexo causal entre una culpa in eligendo
o in vigilando y el daño producido por el dependiente. La vulneración del deber de
vigilancia o de selección que justifica este desplazamiento se presume.
d. En base a lo anterior, surge la discusión sobre cuál es el régimen de responsabilidad
que opera entre el agente directo y el tercero responsable, sean obligaciones
solidarias, sean simplemente conjuntas o sean concurrentes (recientemente
reconocidas por la jurisprudencia chilena). Según Corral, no se trata propiamente de
una obligación solidaria. No hay una obligación con pluralidad de sujetos, sino dos
obligaciones, si bien ambas tienen por objeto la satisfacción del mismo interés (la
reparación del daño). Además, no existe fuente que establezca la solidaridad. No es
pues una obligación solidaria, sino varias obligaciones concurrentes. Como emanan
de los mismos hechos, procede la acumulación y la sentencia podrá condenar el
pago a ambos demandados por el total de los perjuicios.
e. La enumeración del Art. 2320 no es taxativa, sino meramente ejemplar.
3. Requisitos:
a. Capacidad delictual del tercero civilmente responsable (empresario).
b. Comisión de un hecho ilícito dañoso por parte del dependiente.
c. Capacidad delictual del autor material del daño (dependiente).

29
Aquí surge nuevamente el asunto de la responsabilidad de las personas jurídicas, en donde muchas veces se
habla del programa de cumplimiento o modelo de prevención de delitos, donde operan como atenuantes de la
responsabilidad e, incluso, como excluyentes de responsabilidad.

108
Arturo Saffie V.

d. Prueba de la responsabilidad del subordinado o dependiente; hay que probarle dolo


o culpa.
e. Vínculo de subordinación o dependencia entre el responsable y el autor material del
daño. Esto es una situación fáctica, sin necesidad de un vínculo jurídico (o laboral).
En general, deberá existir una autorización expresa o tácita del tercero (empresario)
para que alguien gestione en su interés un determinado negocio. Así, si se busca
una relación más amplia se recurrirá al Art. 2320 CC, pero si se opta por la
existencia de un vínculo de subordinación y dependencia se recurrirá al Art. 2322
CC.
4. Enumeración Particular de los Terceros Civilmente Responsables:
a. El padre, y a falta de este la madre, es responsable del hecho de los hijos menores
que habiten en la misma casa.30
b. El tutor o curador es responsable de la conducta del pupilo que vive bajo su
dependencia y cuidado.
c. Los jefes de colegio y escuela responden del hecho de los discípulos, mientras estén
bajo su cuidado.
d. Los artesanos responden del hecho de sus aprendices, mientras estén bajo su cuidado.
e. Los empresarios responden del hecho de sus dependientes, mientras estén bajo su
cuidado.
f. Los amos responderán de la conducta de sus criados o sirvientes, en el ejercicio de
sus respectivas funciones; y esto aunque el hecho de que se trate no se haya
ejecutado a su vista.
5. Exoneración del Tercero Responsable: el inciso final Art. 2320 CC dispone que cesará la
obligación de esas personas si con la autoridad y el cuidado que su respectiva calidad les
confiere y prescribe, no hubieren podido impedir el hecho.

Por ello, la jurisprudencia ha entendido que habría una relación de causalidad entre la
omisión del deber de vigilancia y el daño producido por el dependiente. Se trataría, en todo
caso, de una presunción simplemente legal, que admite prueba en contrario. La prueba en
contrario consiste en no haber faltado al deber de vigilancia. La postura actual es que
debería haber sido imposible impedir el hecho.

Tratándose de los amos por hechos de sus criados (Art. 2322 CC), la prueba contraria es
aún más estricta: consiste en que los criados han ejercido sus funciones de modo impropio
que los amos no tenían medio de prever o impedir, empleando el cuidado ordinario y la
autoridad competente.

Sin embargo, dice Corral, en ciertos casos la ley niega toda prueba en contrario,
convirtiendo la presunción en presunción de derecho:

30
Se aplica a los hijos matrimoniales, no matrimoniales, adoptivos, en fin. Además, si se trata de un menor de
siete años o uno mayor de siete y menor de dieciséis sin discernimiento, aplicará el Art. 2319 CC, debiendo
acreditarse la negligencia del guardador. En cambio, si se trata de un menor mayor de siete años con
discernimiento, se aplica el Art. 2320 CC presumiéndose la responsabilidad del padre o madre. Lo importante
es que se trate del cuidado legal más que entender literalmente el “que habiten en la misma casa”.

109
Arturo Saffie V.

a. Cuando los hijos menores cometen delitos o cuasidelitos que conocidamente


provengan de mala educación o de los hábitos viciosos que los padres les han
dejado adquirir (Art. 2321 CC).
b. Cuando el subordinado obra por orden del civilmente responsable (en este caso el
superior es coautor del ilícito y solidariamente responsable junto con el hechor
material) (esto se desprende del Art. 2325 CC).
6. Acción de Regreso contra el Subordinado: el Art. 2325 CC dispone que las personas
obligadas a la reparación de los daños causados por las que de ellas dependan, tendrán
derecho para ser indemnizadas sobre los bienes de estas, si los hubiere, y si el que perpetro
el daño lo hizo sin orden de la persona a quien debía obediencia, y era capaz de delito o
cuasidelito según el Art. 2319 CC. Se dice que los requisitos son:
a. El subordinado era capaz de delito o cuasidelito. Corral dice que es el único
requisito verdadero.
b. El subordinado no actuó por orden del civilmente responsable. Corral dice que
si actuó por orden, habrá responsabilidad solidaria por coautoría, y el principal
podrá pedir el reembolso de la cuota de su coautor.
c. El subordinado tiene bienes para responder. Corral dice que el requisito de
solvencia no es de procedencia de la acción sino de su eficacia.
Es importante determinar por cuánto se repite. Muchas veces habrá que determinarlo en
base a la infracción al deber de selección o al deber de vigilancia. Corral concluye que el
empresario solo podrá repetir contra el dependiente culpable en la cuota que le corresponda
en la obligación indemnizatoria.
7. Objetivación Jurisprudencial de la Responsabilidad Civil del Empresario: relevancia
del Art. 2350 inc. 5 CC y Art. 2322 CC.
a. Restringir la prueba liberatoria que consiste en que el empresario no hubiere podido
impedir el hecho. De este modo se ha enfatizado que la excusa solo puede admitirse
cuando haya verdadera imposibilidad y no solamente dificultad.
b. Extensión con la que se ha interpretado el vínculo de subordinación. No es
necesario una relación de trabajó, usualmente bastará con una posición de
autoridad.
c. Interpretación restrictiva de la alegación del demandado de que el dependiente obro
fuera del ámbito de sus funciones.
d. Atribuir una culpa contractual al empleador mediante el reconocimiento de una
obligación de seguridad envuelta en el contrato que lo liga con la víctima.
Corral critica esta labor jurisdiccional porque estima que la responsabilidad objetiva solo
puede establecerse por disposición legal expresa.

C. Responsabilidad por la Propiedad o Tenencia de Cosas Dañinas


No existe una regla general, se trata solo de casos específicos enumerados, que no pueden
extenderse a situaciones diversas a las descritas.

110
Arturo Saffie V.

1. Daños Causados por la Ruina de un Edificio (Art. 2323 CC31 y Art. 2324 CC32):
a. Responsabilidad del o los Propietarios: el dueño del edificio es responsable a
terceros de los daños que ocasione su ruina. En caso de copropiedad, la
indemnización se divide a prorrata de las cuotas de dominio y no hay solidaridad.
Los requisitos de esta presunción son:
i. Que el daño lo ocasione un edificio.
ii. Que el daño provenga de la ruina del edificio (puede ser parcial e incluso
funcional).
iii. Que la ruina se deba al hecho de haberse omitido las necesarias
reparaciones, o de haberse faltado de otra manera el cuidado de un buen
padre de familia
o a un vicio de construcción.
Pero, no habrá lugar a la indemnización, si no hubiere precedido notificación de la
querella.
b. Responsabilidad de los Profesionales de la Construcción: si el daño proviene de
un vicio de construcción, el responsable no será el propietario, sino el constructor o
arquitecto. El plazo es de 5 años.
2. Daños Causados por una Cosa que Cae o se Arroja (Art. 2328 CC 33): cuando alguien
sufre daño por efecto de una cosa que es arrojada o que cae de un lugar elevado, responden
todos los que habitan la parte del edificio desde el cual se ha arrojado o caído. Los
requisitos de esta presunción son:
a. Que el daño haya sido causado por una cosa que cae o se arroja.
b. Que la cosa caiga o sea arrojada de la parte superior de un edificio.
c. Que esa parte del edificio esté habitada.
d. Que no se acredite culpa de una persona determinada: Si se prueba que el hecho se
debe a la culpa o dolo de alguna persona exclusivamente, será responsable está
sola.
La obligación de responder no es solidaria, ya que la indemnización se divide entre todos los
presuntamente culpables.

31
Art. 2323 CC: el dueño de un edificio es responsable a terceros (que no se hallen en el caso del Art. 934
CC), de los daños que ocasione su ruina acaecida por haber omitido las necesarias reparaciones, o por haber
faltado de otra manera al cuidado de un buen padre de familia. / Si el edificio perteneciere a dos o más
personas proindiviso, se dividirá entre ellas la indemnización a prorrata de sus cuotas de dominio.
32
Art. 2324 CC: si el daño causado por la ruina de un edificio proviniere de un vicio de construcción, tendrá
lugar la responsabilidad prescrita en la regla 3.a del Art. 2003 CC.
33
Art. 2328 CC: el daño causado por una cosa que cae o se arroja de la parte superior de un edificio, es imputable
a todas las personas que habitan la misma parte del edificio, y la indemnización se dividirá entre todas ellas; a
menos que se pruebe que el hecho se debe a la culpa o mala intención de alguna persona exclusivamente, en
cuyo caso será responsable esta sola. / Si hubiere alguna cosa que, de la parte superior de un edificio o de otro
paraje elevado, amenace caída y daño, podrá ser obligado a removerla el dueño del edificio o del sitio, o su
inquilino, o la persona a quien perteneciere la cosa o que se sirviere de ella; y cualquiera del pueblo tendrá

111
Arturo Saffie V.

derecho para pedir la remoción.

112
Arturo Saffie V.

3. Daños Causados por un Animal (Art. 2326 CC34 y Art. 2327 CC35): el dueño de un
animal es responsable de los daños causados por el mismo animal, aun después que se haya
soltado o extraviado. Se extiende la responsabilidad a todo el que se sirva de un animal
ajeno. Pero este tiene acción contra el dueño si el daño ha sobrevenido por una calidad o
vicio del animal, que este con mediano cuidado o prudencia debió conocer o prever, y de
que no le dio conocimiento. Se admite la exoneración del responsable solo si se acredita la
ausencia de negligencia en el hecho. Pero, si se trata de un animal fiero, que no es útil para
la guarda o servicio de un predio, la presunción no admite prueba en contrario: si el que
tiene el animal alega que no le fue posible evitar el daño, no será oído. Esto no se aplica si
el animal fiero presta algún servicio o utilidad, aunque no sea en beneficio de un predio,
como por ejemplo, en circos o zoológicos.

IV. Acción y Juicio de Responsabilidad Civil Extracontractual


Siempre hay que tener en consideración que el Art. 2314 CC dispone que el que ha cometido un
delito o cuasidelito que ha inferido daño a otro, es obligado a la indemnización; sin perjuicio de la
pena que le impongan las leyes por el delito o cuasidelito. Corresponde examinar los supuestos y
elementos de la acción y juicio de responsabilidad civil extracontractual:

A. Legitimación Activa (Art. 2315 CC36):


1. Titulares por Derecho Propio:
a. Lesionados Directos: aquel contra quien se dirigió el hecho, el que sufre el primer
impacto de la acción. Así, si se trata de daños causados a las cosas, pueden imponer
la acción para hacer valer la responsabilidad: (i) el dueño de la cosa; (ii) el poseedor
de la cosa (aun cuando no sea dueño); (iii) el titular de un derecho real de goce
distinto del dominio (incluyendo los derechos reales de garantía); (iv) el que tiene
la cosa con obligación de responder de ella 37 (solo se admite interponer esta acción
en ausencia del dueño); (v) los que sufren una lesión directa en intereses o derechos
no susceptibles de avaluación pecuniaria (daños morales o extrapatrimoniales).

34
Art. 2326 CC: el dueño de un animal es responsable de los daños causados por el mismo animal, aun
después que se haya soltado o extraviado; salvo que la soltura, extravío o daño no pueda imputarse a culpa del
dueño o del dependiente encargado de la guarda o servicio del animal. / Lo que se dice del dueño se aplica a
toda persona que se sirva de un animal ajeno; salva su acción contra el dueño, si el daño ha sobrevenido por
una calidad o vicio del animal, que el dueño con mediano cuidado o prudencia debió conocer o prever, y de
que no le dio conocimiento.
35
Art. 2327 CC: el daño causado por un animal fiero, de que no se reporta utilidad para la guarda o servicio
de un predio, será siempre imputable al que lo tenga, y si alegare que no le fue posible evitar el daño, no será
oído. 36 Art. 2315 CC: puede pedir esta indemnización no sólo el que es dueño o poseedor de la cosa que ha
sufrido el daño, o su heredero, sino el usufructuario, el habitador o el usuario, si el daño irroga perjuicio a su
derecho de usufructo o de habitación o uso. Puede también pedirla en otros casos el que tiene la cosa con
obligación de responder de ella; pero sólo en ausencia del dueño.
37
Depositario, arrendatario, comodatario. El arrendamiento es un caso especial, ya que de este contrato
emanan derechos personales, sobre los cuales el arrendatario tiene un derecho real sobre el derecho personal.
En el caso del arrendatario este puede ejercer la acción a su propio nombre contra terceros que no pretenden
derecho a la cosa arrendada. El Art. 1930 CC dispone que si el arrendatario es turbado en su goce por vías de
hecho de terceros, que no pretenden derecho a la cosa arrendada, el arrendatario a su propio nombre
perseguirá la reparación del daño.

113
Arturo Saffie V.

b. Lesionados Indirectos o Víctimas por Repercusión: aquellos que reciben un


daño, no directamente a su persona o bienes, sino por sufrir ellos las consecuencias
de un daño causado a una persona con la cual tienen alguna relación (familiar o
laboral, por ejemplo). Pueden reclamar daño patrimonial 38 o
39
extrapatrimonial/moral , pero sin existir un orden fijo de prelación.

Algunos sostienen la necesidad de articular una especie de prelación entre los


posibles afectados por rebote. Sin embargo, esta prelación no parece condecirse con
la autonomía del daño que se pretende indemnizar. Pero sin ocupar un orden fijo de
prelación, lo cierto es que frente a las demandas de familiares más próximos se
tiende a presumir con más facilidad la existencia del daño, mientras que para otros
parientes así́ como para personas que solo tienen lazos de afecto con el ofendido se
exige la presentación de pruebas más contundentes.

La acción de las víctimas por repercusión es autónoma e independiente de la acción


de la víctima principal, así como de otros ofendidos indirectamente.
2. Titulares por Derecho Derivado (Corral):
a. Sucesores mortis causa: pueden interponer la acción los sucesores a titulo
universal, esto es, los herederos de los legitimados por derecho propio.
Tradicionalmente se indicaba que esto era admisible tanto para el daño moral como
para el patrimonial; actualmente sólo sería procedente para el patrimonial, ya que se
estima que el daño moral es intransmisible porque es un derecho personalísimo. En
virtud de esto, Corral estima ridícula la discusión entre si la muerte del causante se
ha producido o no una vez trabada la litis.
b. Cesionarios: el derecho a pedir indemnización de perjuicios ya devengado puede
ser objeto de cesión por acto entre vivos. La cesión puede ser total o parcial. La
doctrina tradicional admite que la cesión procede aunque el daño a reclamar sea de
naturaleza moral, ya que la indemnización tiene un carácter patrimonial y no hay
norma que prohíba su transferencia. Es cierto que podrían aplicarse también aquí́
los argumentos se dan en pro de la intransmisibilidad. Si se trata de un derecho
personalísimo tampoco podría considerarse valida la cesión del derecho. También
podría aducirse en contra que en tal caso la indemnización pierde su fin reparatorio,
ya que va a una persona que no ha sufrido el daño. Pero esto último no es cierto ya
que la víctima directa ve aliviado su dolor por la contraprestación que le concederá́,
normalmente, el cesionario y, además, la cesión puede significarle ahorrarse las
molestias y disgustos del pleito de responsabilidad. En la práctica es discutible y no
se observan este tipo de cesiones.

38
Las personas que han experimentado un perjuicio en su patrimonio, al verse privadas de todo o parte de
auxilio pecuniario o de los beneficios que el físicamente ofendido les proporcionaba (los que tenían derecho a
reclamar alimentos, se discute si se debía fijar por sentencia o cumplimiento voluntario o bastaba con el título;
las que vivían a expensas del ofendido; las que sufren año con la muerte o incapacidad de la víctima directa
por tener un relación laboral o profesional o habiendo Estado vinculadas económicamente).
39
Las ppersonas que por la muerte o lesión de la víctima directa sufran un perjuicio moral. Hay un criterio
amplio, por lo que se deben plantear límites.

114
Arturo Saffie V.

c. Situación de los acreedores: la doctrina ha señalado que los acreedores del


ofendido no pueden ejercer la acción como subrogados o sustitutos suyos, pues la
acción subrogatoria es procedente solo en los casos expresamente contemplados. En
Francia es procedente por estar determinada genéricamente.
d. Síndico de quiebras o el acreedor cedido: en caso de que la víctima sea declarada
en quiebra o hace cesión de bienes a varios acreedores, corresponderá́ al síndico o a
los acreedores el ejercicio de la acción de responsabilidad. Pero debe tratarse de la
indemnización de un daño patrimonial.
3. Las Personas Jurídicas como Titulares de la Acción: las personas jurídicas, de cualquier
naturaleza, de derecho público o privado, con o sin fines de lucro, pueden reclamar la
responsabilidad extracontractual cuando el daño afecta a la sociedad o persona jurídica
como un todo. La acción la harán valer los representantes de la respectiva persona jurídica
(salvo ciertas excepciones).
4. La Posible Titularidad de las Clases de Perjudicados (class actions):
a. Protección al Consumidor: el legitimado activo puede ser de aquellos que, por la
Ley 19.496 (LPAC), están habilitados para ejercer acciones de interés colectivo
(acciones que se promueven en defensa de derechos comunes a un conjunto
determinado o determinable de consumidores, ligados con un proveedor por un
vínculo contractual) o interés difuso (acciones que se promueven en defensa de un
conjunto indeterminado de consumidores afectados en sus derechos). Lo relevante
para distinguir entre el interés colectivo o el interés difuso es la existencia (o no) de
un vínculo contractual (lo que afectara la determinabilidad de los afectados).
b. Libre Competencia: lo mismo ocurre en materia de libre competencia donde, a
partir del Art. 30 del DL 211, puede que delitos o cuasidelitos vayan a generar una
acción deducible colectivamente.
c. Sociedades Anónimas: el Art. 133 bis de la Ley 18.046 (LSA) dispone que toda
pérdida irrogada al patrimonio de la sociedad como consecuencia de una infracción
a esta ley, su reglamento, los estatutos sociales, las normas dictadas por el
directorio en conformidad a la ley o las normas que imparta la autoridad
administrativa, dará derecho a un accionista o grupo de accionistas que representen,
a lo menos, un 5% de las acciones emitidas por la sociedad o a cualquiera de los
directores de la sociedad, a demandar la indemnización de perjuicios a quien
correspondiere, en nombre y beneficio de la sociedad.

B. Legitimación Pasiva:
1. Legitimado por participación en el hecho ilícito: la persona obligada a la indemnización
es el que hizo el daño. En caso de existir pluralidad de autores, hay solidaridad entre ellos 40.
Frente al caso del encubridor este responderá́ como autor de su propio daño. En cuanto a la

40
Por excepción, no hay solidaridad en los casos de daños causados por ruina del edificio y por una cosa que
se cae o se arroja. Además, no se aplica esta solidaridad si, respecto de un mismo hecho dañoso, hay varios
responsables que no son coautores. En este caso la victima puede ejercer la acción contra ambos, y la
sentencia puede declarar la responsabilidad por el total de ambos si se cumplen los requisitos legales. En la
ejecución el perjudicado podrá elegir entre los dos condenados para obtener la reparación. Una vez hecho el
pago, habrá que determinar si hay contribución a la deuda por parte del otro obligado, lo que dependerá de lo
dispuesto en la ley y, en su silencio, de la contribución causal de cada uno al daño.

115
Arturo Saffie V.

contribución a la deuda y en qué proporción, Corral estima que se debe atender en


proporción al grado de culpabilidad y si esto no resulta, por partes iguales.
a. Art. 2316 CC:
i. Es obligado a la indemnización el que hizo el daño, y sus herederos.
ii. El que recibe provecho del dolo ajeno, sin ser cómplice en él, sólo es
obligado hasta concurrencia de lo que valga el provecho.
b. Art. 2317 CC:
i. Si un delito o cuasidelito ha sido cometido por dos o más personas, cada
una de ellas será solidariamente responsable de todo perjuicio procedente
del mismo delito o cuasidelito, salvas las excepciones de los artículos 2323
y 2328.
ii. Todo fraude o dolo cometido por dos o más personas produce la acción
solidaria del precedente inciso.
2. Los sucesores mortis causa: el Código Civil declara expresamente que es obligado el autor
del daño y sus herederos (Art. 2316 CC). Por lo tanto, la obligación de indemnizar es de
aquellas que se transmiten a la muerte del deudor a sus sucesores universales. Pero, además,
nada impide al causante imponer el pago de la deuda a un legatario como una carga o
gravamen de la asignación. Ahora bien, la victima puede elegir entre demandar a este
último o a los herederos. No está claro si podría cederse por acto entre vivos la deuda
implicada en la responsabilidad civil. Debe tenerse en cuenta que, en general, se estima que
nuestro Código Civil no concibe la cesión de deudas. En cualquier caso, de admitirse la
cesión de la deuda de responsabilidad, el demandante, salvo que haya aceptado la cesión,
podría dirigirse tanto contra el cedente o sus herederos como contra el cesionario.
3. El tercero civilmente responsable por el hecho ajeno: no solo el autor material del hecho
dañoso es obligado a la indemnización, sino también aquella persona que responde por sus
hechos, al existir una especie de atribución refleja de culpa. También los herederos de este
tercero responsable deben considerarse legitimados pasivos, por aplicación de la regla
general de la transmisibilidad de las obligaciones.
4. La persona que recibe provecho del dolo ajeno: el que recibe provecho del dolo ajeno,
sin ser cómplice en él, solo es obligado hasta concurrencia de lo que valga el provecho
(Art. 2316 inc. 2 CC). Para Corral, por la ubicación del precepto así́ como por coherencia
con lo que dispone este artículo que se habla expresamente de pedir el monto de
“perjuicios”, se trata de una acción de responsabilidad civil y no restitutoria; aunque el
fundamento de la responsabilidad es el enriquecimiento sin causa y ello explica el límite:
solo se indemniza hasta la concurrencia del provecho. A juicio de Corral, la acción contra el
que recibe provecho del dolo ajeno tiene como límite el perjuicio sufrido por la víctima del
delito. Solo si este es mayor al provecho, la indemnización se limitara a la cuantía de este
último. Además, se ha determinado que la restitución del provecho no puede ser disminuido
por la culpa de la víctima.
5. La legitimación pasiva de las personas jurídicas: se discute cuando los individuos que
actúan por la entidad colectiva41 comprometen su responsabilidad civil. Hay dos teorías:

41
El legitimado pasivo va a ser, en materia de sociedades, el órgano, el gerente legal, sea por disposición legal
o estatutaria que determine el apoderado de la sociedad.

116
Arturo Saffie V.

a. Teoría de la Representación: los individuos que gestionan son representantes de


la persona jurídica, y solo pueden obligarla si obran dentro de la órbita de sus
poderes.
b. Teoría del Órgano: la persona jurídica es responsable cuando el delito o
cuasidelito ha sido cometido por las personas naturales o por los consejos en
quienes reside la voluntad de la persona jurídica, según la ley o los estatutos. Esta
es la predominante, pero se aprecia que es necesario que el órgano actúe dentro de
sus funciones.
6. Los “grupos” no personificados y la responsabilidad colectiva: la legitimación pasiva de
los grupos de personas debe diferenciarse de la pluralidad de demandados que permite la
coparticipación en el hecho ilícito por varias personas. Cuando se habla de responsabilidad
colectiva o de grupos se quiere hacer alusión a los casos en los que la víctima no puede
identificar al autor individual o plural del daño, pero, por las circunstancias del caso, se
demuestra que el o los culpables integran un grupo que no se ha organizado como persona
jurídica. En tale casos, se sostiene que la víctima debería poder demandar a cualquiera de
los que conforman el grupo y obtener su reparación, sin perjuicio de la acción de reembolso
que este pueda tener contra el realmente culpable. El grupo de personas se debe haber
formado para la realización de actividades licitas, pero que son susceptibles de causar
daños. Además, es requisito que no se haya podido identificar el verdadero responsable. En
nuestra legislación hay dos casos típicos: (i) la responsabilidad de los codueños de un
edificio que causa daño por ruina; y (ii) los vecinos que habitan la parte del edificio de la
que una cosa ha caído o ha sido arrojada causando daño a un transeúnte.
7. La deuda de responsabilidad en el régimen económico matrimonial: en los regímenes
de separación total de bienes y de participación en los gananciales no produce un cambio de
la legitimación pasiva, ya que será́ el cónyuge culpable el obligado a reparar el daño
causado. Pero en el régimen de sociedad conyugal la cuestión es diversa. En este caso existe
un patrimonio social que, en principio, responde por todas las deudas que afecten a los
cónyuges durante la sociedad, aunque se trate de deudas personales, como lo son las
contraídas por delitos o cuasidelitos cometidos por uno de ellos. Si la sociedad es obligada
al pago de las indemnizaciones, el cónyuge culpable deberá́ la correspondiente recompensa.
Lo mismo se aplicara si la deuda de responsabilidad de un cónyuge se paga con los bienes
del otro.

C. Tribunal Competente y Procedimiento: en principio, es de competencia del juez de letras con


jurisdicción civil del lugar donde la negligencia produce efectivamente el resultado dañoso. A falta
de disposición expresa en contrario, se aplicará a los juicios de responsabilidad civil el
procedimiento ordinario. Si la cuantía es inferior a 10 UTM, se aplica el procedimiento de mínima
cuantía. Si supera las 10 UTM, pero es inferior a 500 UTM, se aplica el procedimiento de menor
cuantía.

En cuanto a la cuantía, se ha indicado que es posible que la determinación de esta pueda reservarse
para la ejecución de la sentencia o para un juicio posterior, aplicando lo dispuesto en el Art. 173
CPC42. Alessandri se opone por estimar que la reserva solo procede para la responsabilidad
42
Art. 173 CPC: cuando una de las partes haya de ser condenada a la devolución de frutos o a la
indemnización de perjuicios, y se ha litigado sobre su especie y monto, la sentencia determinará la cantidad
líquida que por esta causa deba abonarse, o declarará sin lugar el pago, si no resultan probados la especie y el
117
Arturo Saffie V.

monto de lo que se cobra, o, por lo menos, las bases que deban servir para su liquidación al ejecutarse la
sentencia. / En el caso de que no se haya litigado sobre la especie y el monto de los frutos o perjuicios, el
tribunal reservará a las partes el derecho de discutir esta cuestión en la ejecución del fallo o en otro juicio
diverso.

118
Arturo Saffie V.

contractual. Esto es incorrecto para Corral quien, además, estima que esta reserva solo puede
referirse al monto o cuantía y no a la naturaleza de los perjuicios ya que no existe una acción
genérica de indemnización.

Además, cuando el hecho del que surge la responsabilidad es constitutivo de delito, se permite que
se ejerza la acción civil en el mismo proceso penal; lo que resulta obligatorio si la acción civil tiene
por objeto la mera restitución de la cosa. Y, la acción civil puede ser también de conocimiento de
los jueces de policía local si ella se deriva de faltas o infracciones que son de su competencia o de
accidentes del tránsito.

Además, existen dos situaciones donde se requiere una autorización especial para proceder
civilmente: (i) respecto de los Ministros de Estado, caso en el que debe contarse con la autorización
del Senado; y (ii) respecto de los jueces el mismo tribunal llamado a conocer de la acción debe
pronunciarse previamente sobre su admisibilidad.

Se tratará de un procedimiento ordinario bajo un juicio ordinario (salvo excepciones aplicándose las
normas especiales; en materia de protección del consumidor o ilícitos de libre competencia).

D. La Demanda de Responsabilidad Extracontractual: una primera cuestión es si es admisible


una demanda que se limite a los perjuicios sufridos por el demandante sin indicar si se trata de
responsabilidad contractual o extracontractual, o invocando preceptos y fundamentos legales de una
y de otra. A juicio del Corral, esto es improcedente, ya que no existe una acción genérica de
indemnizar perjuicios, por lo que sería posible una excepción dilatoria por ineptitud del libelo y
falta de enunciación de las peticiones que se somete al fallo del tribunal.

Una segunda cuestión es si es posible ampliar la demanda durante el juicio frente a la aparición de
nuevos daños que no se conocían al momento de su interposición. Por la negativa se pronuncia
Rodríguez, al estimar que la acción se fina al momento de su ejercicio y que conspiraría con la
certeza jurídica aceptar la variación. A Corral le parece que Rodríguez acierta en cuanto a si se trata
de un daño realmente nuevo y no alegado en la demanda. Pero si se trata solamente de la agravación
de un daño comprendido, aunque genéricamente, en la demanda, podría ser alegado en el escrito de
réplica o en segunda instancia.

E. Objeto del Proceso: La Reparación.


1. Formas de Reparación:
a. En especie o in natura: ejecución de actos o adopción de medidas que hagan
desaparecer el daño.
b. En equivalente: el daño se compensa por un sustituto, que generalmente es una
suma de dinero.
La victima tiene la facultad para elegir en la demanda la forma de reparación que prefiera,
pero con un límite: la reparación en especie solo podrá́ exigirse si es materialmente posible
acceder a ella y siempre que no cause un daño desproporcionado y excesivamente gravoso
al demandado.
2. Extensión de la Reparación:

119
Arturo Saffie V.

a. Principio General (Reparación Integral): la reparación debe ser completa, en el


sentido de que debe indemnizarse, en especie o en equivalente, todo el daño que se
consecuencia directa del hecho ilícito. Pero en realidad es más correcto indicar que
se trata de la reparación integral del daño resarcible, ya que no siempre se pueden
indemnizar todos los daños producidos. La reparación debiera, por norma general,
comprender: el perjuicio patrimonial y el perjuicio no patrimonial.

Según Alessandri se indemnizan todos los daños, por muy impredecibles que sean.
Ante esto, Corral lo estima desacertado, porque deben ser imputables al hecho del
actor, es decir, debe haber un nexo causal entre el daño y el acto ilícito.

Se ha sostenido que la avaluación de los perjuicios debe hacerse en relación con el


hecho ilícito del cual se generan. Pero la “reparación integral” debe contemplarse
en relación a la resarcibilidad del daño, de donde resultará que no se indemnizarán
los perjuicios que socialmente deban ser tolerables, lo que en ciertos ámbitos
pueden tener umbrales más altos.

Todo ello sin dejar de tener en cuenta que una cosa es lo que la sentencia decrete
como reparación, y otra la posibilidad efectiva de hacer cumplir el fallo según la
solvencia patrimonial del demandado.
b. Reducción de la Indemnización:
i. Por Disposición Legal Expresa:
1. El Art. 2331 CC señala las imputaciones injuriosas contra el honor
o el crédito de una persona no dan derecho para demandar una
indemnización pecuniaria, a menos de probarse daño emergente o
lucro cesante, que pueda apreciarse en dinero (pero ni aun entonces
tendrá lugar la indemnización pecuniaria, si se probare la verdad de
la imputación). La norma carece de fundamento en una sociedad de
masas donde los efectos de imputaciones injuriosas pueden ser
devastadores por los incisivos medios a través de los cuales se
pueden difundir. Por ello los tribunales la han tachado de injusta e
incluso el Tribunal Constitucional la ha declarado inaplicable por
inconstitucional, aunque no la ha declarado propiamente
inconstitucional por el lobby de la Asociación Nacional de Prensa
(Corral).
2. Otro caso de limitación legal de la responsabilidad está contenido
en el Art. 115 del Estatuto Administrativo que estable que el
funcionario público destituido que después es absuelto y que no es
reincorporado tiene derecho a una indemnización única por los
daños y perjuicios que la medida disciplinaria le haya irrogado, que
ascenderá a la remuneración que le habría a la remuneración que le
habría correspondido percibir en su cargo durante el tiempo que
hubiere permanecido alejado de la Administración, hasta un
máximo de tres años.

120
Arturo Saffie V.

ii. Por Concurrencia de Culpa de la Victima: el Art. 2330 señala que la


apreciación del daño está sujeta a reducción, si el que lo ha sufrido se
expuso a él imprudentemente. Entonces, se toma en cuenta que en el hecho
dañoso puede haber tenido parte la misma negligencia de la víctima,
produciéndose así́ una suerte de compensación de culpas, al disponer la ley
la posibilidad de reducir la indemnización del daño frente a la exposición
imprudente de la víctima al daño causado.
iii. Por Falta de la Victima del Deber de Mitigar los Daños: la víctima
debiera actuar, en la medida en que no le represente una exigencia
desproporcionada o lo exponga a nuevos peligros, para moderar, paliar o
extinguir las consecuencias dañosas de la conducta nociva. Los daños que
resulten de la falta de este deber no se comprenderá́ en la indemnización.
iv. Por Compensación del Lucro Obtenido por la Victima: vulneraría el
principio del enriquecimiento sin causa si no se descontaran estos lucros de
la indemnización de debe el autor. Se habla así́ de la necesidad de
compensar el lucro con el daño o de la no subsistencia del daño resarcible
en el monto del lucro.
3. La Determinación del Resarcimiento del Daño Moral: en esta materia no queda más que
entregar la decisión al libre arbitrio del juez, el que deberá́ determinar la indemnización que
proceda por daño moral buscando cumplir con la justicia y la igualdad. En cuanto a la
posibilidad de tarificación, Corral piensa que esta es posible frente a imputaciones objetivas
o de responsabilidad por riesgo. Pero siempre y cuando se permita reclamar y obtener una
indemnización mayor si se acredita el dolo o culpa del agente causante del daño conforme a
las reglas generales.
4. La Reajustabilidad de la Indemnización: hoy se afirma sin discusión que el valor del
daño debe también reajustarse para que la indemnización repare completamente el
menoscabo sufrido por la víctima. No existe un índice de uso obligado para el juez a efectos
de establecer la corrección monetaria. En la práctica, se utiliza el IPC, pero podrían
utilizarse la UF o la UTA o la UTM.
5. Procedencia del Pago de Intereses: el juez puede condenar al pago de intereses, si así́ se
ha solicitado en la demanda. A él le corresponderá́ fijar la tasa y la fecha desde que
comenzarán a correr, siempre con posterioridad a la perpetración del hecho. No obstante, la
procedencia de intereses debe ser discutida. Hay que distinguir entre intereses
compensatorios y moratorios.
a. Según Corral, con razón se ha hecho ver que no corresponde condenar al
demandado al pago de intereses compensatorios, ya que estos son frutos civiles de
un capital que se ha colocado en una situación que le permite fructificar y esto no
ocurre cuando se otorga una suma de dinero que intenta reponer el daño causado.
b. Ahora bien, una vez determinada la indemnización en dinero y hecho exigible la
obligación de su pago, procederá́ el pago de intereses moratorios, porque aquí́ si
podrá́ suponerse que, de no haber mediado la demora en el pago, el demandante
hubiera podido haber invertido el capital y obtener una rentabilidad financiera.
6. Diversidad de Criterios sobre el Cómputo de Reajustes e Intereses:
a. Desde la comisión del delito o cuasidelito.

121
Arturo Saffie V.

b. Desde la presentación o notificación de la demanda.


c. Desde la sentencia definitiva ejecutoriada.
d. Desde la sentencia de primera instancia.
e. Criterio mixto (según la naturaleza del daño indemnizable).43

F. Extinción de la Acción de Responsabilidad:


1. Renuncia: la acción se extingue por renuncia cuando esta toma la forma de un
desistimiento de la demanda.
2. Transacción: la transacción puede recaer sobre la acción civil que nade de un delito, pero
sin perjuicio de la acción criminal. Debe tenerse en cuenta que en materia de
responsabilidad por daño al medio ambiente se dispone que la acción de reparación no
puede transigirse ni ser objeto de otro tipo de acuerdo que exima al autor de implementar
medidas de reparación ambiental del daño causado.
3. Prescripción:
a. Prescriptibilidad de la Acción (Art. 2332 CC): las acciones que concede este
título por daño o dolo prescriben en cuatro años contados desde la perpetración del
acto. Este plazo rige también para aquellos regímenes sectoriales de
responsabilidad que no contemplen reglas expresas sobre el particular. Además,
también procede sobre la prescripción de la acción civil derivada de crímenes de
guerra y delitos de lesa humanidad.
b. Cómputo del Plazo: se ha planteado el problema de la determinación del momento
inicial cuando el hecho dañoso tiene una prolongación en el tiempo o el daño se
manifiesta con posterioridad a la acción u omisión ilícita. La doctrina se ha
dividido, aunque la más reciente se inclina por entender que el cómputo debe
realizarse no desde el hecho ilícito sino desde que se produzca o se haga manifiesto
el daño. Corral se suma a esta opinión, porque si no sería injusto. Hay un abanico
de posibilidades: desde el hecho ilícito, desde que se produjo el daño, desde que se
manifestó el daño, desde que la víctima tomó conocimiento. En el caso del
provecho del dolo ajeno, desde que recibió el beneficio. En el caso del hecho ajeno,
desde que el responsable pagó por el daño y nace el derecho de reembolso.
c. Suspensión de la Prescripción: tradicionalmente se ha sostenido que se trataría de
una prescripción de corto tiempo especial y que, por lo tanto, se aplicaría el Art.
2524 CC que declara la improcedencia de la suspensión. Sin embargo, la
jurisprudencia se ha decantado por la posición contraria, estimando que este
artículo se refiere a “actos o contratos” y la prescripción del Art. 2332 CC se refiere
a hechos. Corral estima que las razones de esta última postura son fundadas y
justas.

43
Según Corral, el criterio más razonable es propiciar que el cómputo de la reajustabilidad, tratándose de
daños patrimoniales, opere desde el momento en que el juez se sitúa para avaluarlo. Si ese momento es el del
hecho ilícito o el surgimiento del daño, desde allí procederá el reajuste; en cambio, si la avaluación del
perjuicio la hace el juez al momento de dictar sentencia, como sucede con los daños morales, la
reajustabilidad debeŕ computarse desde la fecha de su notificación. Los intereses, siendo moratorios, se
contabilizaran desde que la obligación de pagar la indemnización se ha hecho exigible, es decir, desde que la
sentencia definitiva queda ejecutoriada. Si la avaluación de los perjuicios se reserva para la ejecución del
fallo, no hay mora mientras no sean determinados.

122
Arturo Saffie V.

d. Interrupción y Normas Especiales para el Proceso Penal: la interrupción de la


prescripción de la obligación que emana de la responsabilidad extracontractual se
rige por las reglas generales. No obstante, presenta ciertas particularidades cuando
la acción civil no se ejerce en forma independiente, sino dentro de un
procedimiento penal o infraccional.
i. Procedimiento Penal: se dispone que una vez formalizada la
investigación, la victima puede preparar la demanda o constituirse en parte
civil, lo que produce la interrupción de la prescripción a condición de que
la demanda se deduzca oportunamente Se establece, por otro lado, que si
antes de comenzar el juicio oral, el procedimiento continua conforme a las
reglas del procedimiento abreviado, o si, por cualquier causa, el proceso
penal se termina o suspende sin que se falle la acción civil oportunamente
deducida, la prescripción seguirá́ interrumpida siempre que la víctima
presente su demanda ante el juez civil en el plazo de sesenta días desde que
queda ejecutoriada la resolución que dispone la suspensión o terminación
del procedimiento penal. La acción civil en este caso se sustancia en
procedimiento sumario.
ii. Procedimiento Infraccional: la ley determina que si no hubiere deducido
demanda civil o esta fuere extemporánea o si habiéndose presentado no
hubiere sido notificada dentro de plazo, podrá́ interponerse ante el juez
ordinario que corresponda, después que se encuentre ejecutoriada la
sentencia que condena al infractor suspendiéndose la prescripción de la
acción civil de indemnización durante el tiempo de sustanciación del
proceso Infraccional. Esto es interrupción, no suspensión.
e. Prescripción de la Acción contra el que Recibe Provecho del Dolo Ajeno y de
la de Reembolso del Tercero Civilmente Responsable:
i. Acción contra el que recibe provecho del dolo ajeno: serán cuatro años
desde que el tercero recibió́ el beneficio.
ii. Acción de reembolso del tercero civilmente responsable: serán cuatro
años desde el momento en que, por el pago de la indemnización, ha nacido
su derecho a exigir el reembolso contra el responsable directo.

V. La Culpa de la Víctima (Revisar Barros)


A. Culpa de la Víctima y Exposición Imprudente: el Art. 2330 CC dispone que la apreciación del
daño está sujeta a reducción, si el que lo ha sufrido se expuso a él imprudentemente.

Aquí la negligencia de la víctima ha intervenido causalmente en la producción del daño. Se trata de


una regla de atenuación (dentro de la culpabilidad), no de exclusión de responsabilidad. Esta norma
es relativamente novedosa en nuestro Código, ya que tanto en el derecho romano como en el
derecho común, la culpa de la víctima eximía la responsabilidad del hechor, es decir, si la víctima
incurría en culpa, no podía demandar la indemnización.

El fundamento de esta institución es complejo, porque se supone que todas las personas tienen el
deber jurídico de evitar su propio daño. Y esto, hasta cierto punto, pugna con la alteridad propia del

123
Arturo Saffie V.

derecho. Por ello, Barros dice que el deber de evitar el daño a sí mismo es más bien una carga, por
ende, no da derecho a otros para exigirlo coercitivamente, sino que es una acción establecida en el
propio beneficio. El fundamento de esta norma está en la igualdad de las personas que subyace al
derecho privado; sería desigual imponerle una regla de conducta de evitar el daño a una persona y
no a otro. En otras palabras, resulta desigual imponerle una conducta a una persona respecto de
causar daño, pero no respecto de evitarlo. Por ello, tanto la víctima como el hecho deben tener el
mismo estándar de conducta. También se puede justificar como una suerte de eficacia preventiva
para distribuir los riesgos en la sociedad (las personas tendrían que actuar con menos cuidado).

La culpa de la víctima puede intervenir en el hecho antes (un conductor que debe usar el cinturón de
seguridad), durante (en un incendio, existe el deber de atrapar sus consecuencias) o después (si
alguien está lesionado, tiene el deber de pedir asistencia médica) del accidente.

La culpa, tanto del hechor como de la víctima, puede configurarse por la infracción u omisión a
ciertos deberes legales (de carácter infraccional), donde el legislador impone cierto estándar de
conducta, aplicando tanto para el autor del daño como para la víctima. Lo que va a ocurrir
normalmente es que legislador no va a haber fijado ex ante el estándar de conducta, el que se
determinará posteriormente sobre la base de los hechos del caso específico (le toca al juez
determinar si la víctima actuó o no diligentemente). La manera de calificar o medir la culpa es de
carácter objetivo, de acuerdo a las reglas generales de diligencia y cuidado.

Se presentan ciertas situaciones sobre qué ocurre si estos deberes de cuidado atentan contra las
convicciones filosóficas o religiosas de la víctima. Por ejemplo, el testigo de Jehová que no quiere
hacerse una transfusión sanguínea. Por ende, el daño generado fue agravado por un hecho propio de
la víctima, se trata, entonces, de que ese daño no le pese al autor del hecho. Como regla general se
suele decir que la persona sujeta a ciertas convicciones filosóficas y religiosas que le impiden actuar
de acuerdo a sus expectativas generales, lo hace bajo su propio riesgo.

En general, los jueces exigen una conexión de ilicitud entre la culpa de la víctima y el daño que se
produjo. Por ejemplo, una persona tiene un accidente en el metro sin haber pagado el pasaje o
manejar con la licencia vencida e intervenir en un choque. En este caso, se dice que hay que atender
al fin de la norma, el cual no es evitar accidentes, no existiendo esta conexión. Se dice, por el
profesor Barros, que entonces no aplica el Art. 2330 CC.

Un caso muy discutido es sobre qué ocurre si la víctima es incapaz. Uno de los requisitos generales
de la responsabilidad es que el autor del daño debe ser capaz según las normas del Art. 2319 CC y
Art. 2320 CC. Lo que suelen decir los autores es que sí se reduce el monto del daño por la culpa de
la víctima, aunque esta no tenga capacidad extracontractual. Se atiende en este caso, más que el
discernimiento que pudo tener la persona, al rol que juega la culpa en la causalidad de la producción
del daño.

Otro asunto es el del daño por repercusión. Los familiares de la víctima pueden, en general,
demandar por el daño que ellos han sufrido por un hecho que atentó contra la víctima, generalmente
a título de

124
Arturo Saffie V.

daño moral. Se discute si se reduce o no la indemnización a los parientes para el caso en que
intervenga culpa de la víctima. Alessandri y Domínguez A. son partidarios de aplicar una
distinción:
 Si la víctima ha muerto y los parientes demandan en calidad de herederos (los derechos de
ser indemnizada se transmiten), en este caso sí aplica la reducción, porque los parientes
demandan representando al difunto.
 Si los parientes demandan a título personal, por el daño sufrido por ellos, no aplica la
reducción por la culpa de la víctima.
Otros autores, como Barros, sostienen que esta distinción es artificial y que en ambos casos la
indemnización está sujeta a reducción.

B. Culpa de la Víctima y Asunción Voluntaria de Riesgos: un tema relacionado con la culpa de


la víctima es la asunción voluntaria de riesgos. Por ejemplo, los casos de deportes extremos. En este
caso, la víctima acepta un riesgo específico conexo con esta actividad. Puede decirse que, de cierta
manera, la víctima acepta las “reglas del juego”. Sin embargo, la asunción voluntaria de riesgos
tiene un límite cuando existe un deber especial de cuidado respecto de la persona que asume el
riesgo, como es el caso del derecho laboral. Es decir, cuando el creador del riesgo tiene un deber
específico respecto de la potencial víctima. Los efectos de la asunción voluntaria de riesgos son:
 La potencial víctima acepta las consecuencias del error ajeno (por ejemplo, en el caso de
una intervención quirúrgica). No es lo mismo la culpa de la víctima que la asunción
voluntaria del riesgo, aunque haya casos en que pueden confundirse.
 Es posible reducir la indemnización (se aplica también el Art. 2330 CC).
 Los deberes de cuidado o diligencia del autor del daño o creador del riesgo se interpretan de
manera menos estricta cuando hay una asunción voluntaria del riesgo. Medirá el juez la
conducta del demandado de manera más laxa que si no mediara la asunción voluntaria del
riesgo. Las exigencias del deber de cuidado aplican de manera más atenuada.
Todas estas consecuencias requieren que la víctima esté informada del riesgo.

VI. Convenciones sobre Responsabilidad Extracontractual (Revisar Barros)


A. Introducción: son también denominadas como “cláusulas o contratos limitativos o eximentes de
responsabilidad”.
 Responsabilidad Contractual: por una parte, en el caso de responsabilidad contractual, se
entiende que las partes pueden limitar la responsabilidad; siendo lícitas estas cláusulas (por
una interpretación del Art. 1547 CC; incluso, según algunos autores, se extiende al caso del
dolo o culpa grave, salvo que se reduzca a un monto irrisorio).
 Responsabilidad Extracontractual: por otra parte, en el caso de responsabilidad
extracontractual no hay una relación previa entre el autor del daño y la víctima, por lo que
normalmente no existirá o habrá una convención entre ellas que regule la responsabilidad.
Sin embargo, los autores se ponen en el caso de que esta convención exista y que tenga por
objeto agravar la responsabilidad, limitarla, eximir de responsabilidad al autor o hacer
conocido el riesgo.
Hay autores que dicen que estas convenciones no transforman la responsabilidad extracontractual
en contractual. Barros no trata el tema expresamente, pero da a entender que pasaría a ser
contractual.

B. Clasificación:
125
Arturo Saffie V.

1. Convenciones Exonerativas: aquellas que constituyen la aceptación de un daño;


constituyen una renuncia a la facultad de demandar responsabilidad.
2. Convenciones Limitativas: aquellas que constituyen la aceptación de un riesgo que,
eventualmente, puede traducirse en un daño.
3. Convenciones Modificatorias: son aquellas que pretenden establecer un límite en la
responsabilidad del autor del daño; pretenden establecer un quantum de indemnización.

C. Validez de las Cláusulas: requisitos desarrollados por la jurisprudencia (no tienen fuente legal).
1. Convenciones Exonerativas:
a. Los autores estiman que las cláusulas de aceptación directa de un daño tienen como
límite los bienes jurídicos indisponibles de las personas (por ejemplo, vida, salud,
integridad física).
b. Además, Barros destaca la distinción entre la aceptación de un riesgo y la
aceptación de un daño. Según él, nadie puede aceptar un daño contra un bien
indisponible, pero sí un riesgo que potencialmente los afecte (por ejemplo, un
enfermo terminal se somete a una operación riesgosa o un tratamiento
experimental). Esto se debe a que en el caso de que se acepte el riesgo se está en el
caso de convención limitativa.
c. Tienen como límite la culpa grave y el dolo; la condonación del dolo futuro no vale.
2. Convenciones Limitativas:
a. Los requisitos de validez son más laxos.
b. Los autores suelen decir que son esencialmente válidas, con el límite del dolo y la
culpa grave.
c. Si esta cláusula afecta algún bien jurídico indisponible, Barros dice que son válidas
si tienen un fundamento plausible o razonable.
3. Convenciones Modificatorias:
a. Si la indemnización fijada ex ante es mayor que el daño causado: no hay
propiamente una limitación de responsabilidad, por lo que no hay problema de
validez.
b. Si la indemnización fijada ex ante es menor que el daño causado: son válidas;
salvo el caso de que se fije un monto de indemnización insignificante respecto de
un bien jurídico indisponible, no será válida, porque consiste (prácticamente) en
una exoneración informal de responsabilidad.

D. Derecho Comparado: sobre la validez de estas cláusulas, la Corte de Casación francesa sostuvo
que éstas no so válidas porque las normas de delitos o cuasidelitos (responsabilidad
extracontractual) son de orden público y, por tanto, inalterables por convención de las partes. Por
otra parte, en otros ordenamientos jurídicos (como el chileno), los autores sostienen que, en
principio, son válidas, pero hay límites.

126
Arturo Saffie V.

OTRAS MATERIAS
Resumen “Del Efecto Absoluto de los Contratos” de Don José María Eyzaguirre G. 44
I. Del efecto de los contratos: el efecto que produce un contrato está constituido por las
obligaciones y derechos que nacen como consecuencia de su celebración (Art. 1437 CC y Art. 1438
CC). El contrato, además de ser un acto jurídico que vincula muy estrechamente a quienes lo
celebran, constituye un hecho jurídico que como tal tiene consecuencias mucho más amplias que los
derechos y obligaciones que nacen entre las partes del contrato. La norma básica y central del efecto
de los contratos en nuestro Código Civil es el efecto relativo de los contratos en donde el efecto de
ley del Art. 1545 CC no alcanza a quienes no son contratantes.

II. Del efecto relativo de los contratos: consiste en que el contrato sólo produce efectos respecto
de las partes que lo han celebrado, no alcanza a los terceros que son enteramente ajenos a su
celebración. Son partes contratantes aquellos cuya manifestación de voluntad ha permitido el
nacimiento y perfeccionamiento del contrato respectivo. Se consideran partes contratantes, para
estos efectos, los representantes legales o voluntarios de una o cualquiera de las partes (Art. 1448
CC) y sus sucesores a título universal (Art. 1097 CC). De esta manera los efectos de un contrato no
sólo alcanzan a quienes lo celebraron sino a sus representados y a sus herederos que se identifican
de algún modo con el concepto de parte contratante.
 A qué efectos del contrato se refiere el Art. 1545 CC: el Art. 1545 CC se está refiriendo a
los efectos del contrato en el sentido restringido, es decir, al conjunto de derechos y
obligaciones que nacen como consecuencia del contrato. Distinta en la situación de los
terceros que no son parte en el acto o contrato, cuya voluntad no ha concurrido a darle vida.
Los terceros, por regla general, no adquieren derechos ni contraen obligaciones que emanan
en forma directa del contrato, pero sí llegan a tener intereses que están íntimamente
vinculados al contrato (sea porque les beneficia, sea por que les perjudica).
 Excepciones al efecto relativo de los contratos:
o La situación de los representantes, de los herederos y de los sucesores a título
universal no son verdaderas excepciones al efecto relativo de los contratos, ya que
el representado y los sucesores constituyen una misma persona con su representante
o con su causante y como tal les alcanzan los efectos del contrato al igual que si
fueran contratantes.
o Más discutible es la situación de los sucesores a título universal entre vivos, pero en
general, en dichos casos también se produce una clase de identificación jurídica
entre sucesor y su causante.
o En el caso del adquirente de un establecimiento de comercio se produce también
una especie de subrogación entre el accidente del establecimiento y el anterior
dueño del mismo.
 Otros casos de excepción:
o Sucesor o causahabiente a título singular: el sucesor a título singular es un
tercero ajeno a las partes contratantes que no las representa en modo alguno, pero
que en virtud de un contrato celebrado con una de ellas ha adquirido algún derecho
u obligación emanado del contrato primitivo. En este caso, los derechos y
obligaciones

44
Matría tratada entre las páginas 12 y 18 de estos apuntes.

127
Arturo Saffie V.
del contrato primitivo se han convertido en un objeto del segundo contrato celebrado entre el cedente y
el cesionario. No existe una excepción al efecto relativo de los contratos, ya que entre la parte del
primitivo contrato y su cesionario existe un nuevo contrato. En algunos casos en que se produce la
cesión por el sólo ministerio de la ley, los derechos adquiridos por el cesionario se adquieren no como
un efecto del primitivo contrato sino en virtud de una expresa disposición legal que establece la
subrogación ipso iure.
o La estipulación en favor de un tercero (Art. 1449 CC): la doctrina45 considera que estas formas
contractuales constituirían una excepción al efecto relativo de los contratos, ya que los contratantes
serían solamente el estipulante y el prometiente, pero no el tercero y, sin embargo, el contrato
generaría derechos y consecuentemente acciones a favor del tercero. No parece que esta estipulación
sea una excepción al efecto relativo de los contratos. Si bien las partes originales del contrato son el
estipulante y el prometiente, el tercero beneficiario sólo adquiere los derechos estipulados en su favor
en virtud de su aceptación, es decir, su manifestación de vincularse al contrato. No existe, entonces,
excepción al efecto relativo de los contratos, ya que el derecho del tercero beneficiario solamente nace
una vez que éste se ha incorporado al contrato y ha pasado a ser parte del mismo con lo cual se
producen a su respecto los efectos del contrato estipulado en su beneficio. Ejemplos de esta
estipulación con el contrato de seguro de vida y la donación modal.
o La promesa de hecho ajeno (Art. 1450 CC): tampoco hay excepción aquí al efecto relativo de los
contratos, ya que el tercero no contrae obligación alguna antes de que haya manifestado su voluntad de
ratificar la promesa de hecho ajeno por uno de los contratantes.
Los casos anteriores son excepciones impropias al efecto relativo de los contratos, pero hay que referirse a algunos
casos en que el contrato tiene efectos absolutos, es decir, produce consecuencias jurídicas respecto de terceros.

III. Del efecto absoluto de los contratos: no se trata ya de los derechos y obligaciones que emanan del contrato, sino
que en un sentido mucho más amplio a todas las consecuencias de cualquier orden que puedan derivarse de la
celebración del contrato, ya no solo para las partes que intervienen en él y quienes se equiparan a las partes, sino para
terceros enteramente extraños para quienes la celebración del contrato produce alguna consecuencia, ya sea le genera
un beneficio o le genera un daño o simplemente deben aceptar las consecuencias que el hecho de su celebración y/o los
efectos que el contrato produce.
 El contrato como hecho jurídico es oponible a todos los terceros (del efecto reflejo de los contratos): el
contrato una vez celebrado y perfeccionado, además de ser un acto jurídico para las partes que lo han
celebrado y para los terceros que de algún modo son alcanzados por sus efectos, constituye un hecho jurídico,
es decir, un suceso que con anterioridad a la celebración del contrato no existía y que pasa existir y que
ciertamente no puede ser desconocido por los terceros.46 Todo negocio produce un efecto reflejo para los
terceros en el sentido de que no puede aislarse en el mundo jurídico, sino que se integra en el entramado

45
La teoría de la creación directa del derecho en manos del tercero; a diferencia de las demás.
46
Cita a Larroumet, Diez-Picazo e Ihering.

128
Arturo Saffie V.

de relaciones (Ihering). La repercusión puede ser de mero hecho o jurídica. Si bien los
terceros deben aceptar este efecto reflejo del contrato que los obliga a reconocerlo como un
hecho jurídico, este efectos los obliga también a respetar el contrato, es decir, a no realizar
conductas que sean contrarias al contrato ya celebrado y a no causar menoscabo en los
derechos adquiriros por las partes en virtud del contrato. Para poder oponer el contrato a los
terceros enteramente ajenos a él, es necesario que este contrato conste fehacientemente por
algún medio de prueba que permita dar por acreditado este hecho respecto de los terceros
(análisis sobre instrumentos públicos e instrumentos privados).
 Contratos que tienen como consecuencia el nacimiento de un derecho real para una de
las partes o su modificación: en estos casos (compraventa, hipoteca, entre otros), el
contrato junto con hacer nacer o permitir que nazca un derecho real para una de las partes,
genera un efecto para los terceros, aún los terceros absolutamente extraños al contrato, cual
es la obligación que tienen de respetar el derecho real que ha nacido, se ha transferido o se
ha, de algún modo, modificado en virtud del contrato. Pero la obligación de respeto a los
derechos reales es una obligación más bien legal (naturaleza del derecho real) que una
obligación contractual.
 Obligación de respetar los derechos personales que nacen de un contrato: aquí hay que
considerar la obligación de respeto por parte de los terceros a los derechos personales
válidamente adquiridos en virtud de un contrato. Aquí se ha producido (en parte gracias a la
jurisprudencia de la Corte Suprema) una constitucionalización de los derechos emanados de
los contratos, es decir, un derecho de propiedad sobre los derechos.
 Situación de los acreedores de una de las partes del contrato: los acreedores de las
partes son extraños a la relación contractual, en consecuencia, el contrato no genera para
ellos ni derechos ni obligaciones de especie alguna. Pero sí pueden verse alcanzados por los
efectos de los contratos, ya sea perjudicados o beneficiados en su derecho general de prenda
(Art. 2465 CC) por los contratos celebrados por su deudor según sea que éste incremente o
disminuya su patrimonio. En su carácter de tercero, el contrato no genera derechos y
obligaciones para el acreedor, pero constituye un hecho que él tiene que aceptar. Estas
consecuencias que la celebración del contrato produce para los acreedores de los
contratantes no constituyen excepciones al efecto relativo de los contratos, ya que no
constituyen efectos propios del contrato en su sentido restringido, sino que son
consecuencias de su celebración, la que no puede ser desconocida por los acreedores salvo
los casos por conducta fraudulenta. Además, la posibilidad que tienen los acreedores de
subrogarse en los derechos de su deudor, no es una consecuencia del contrato, sino que
requiere un expresa autorización legal.
 Caso en que una de las partes invoca la existencia de un contrato con el objeto de
cobrar perjuicios en contra de un tercero que ha sido cómplice en la violación de dicho
contrato: la jurisprudencia extranjera (especialmente francesa) ha reconocido el derecho de
un contratante quien es acreedor y titular de un derecho emanado del contrato para accionar
en contra de terceros que permitieron o ayudaron al otro contratante a infringir el contrato.
Es decir, serían cómplices en la infracción del contrato. Por ejemplo, en cláusulas de no
competencia o en contratos de exclusividad. Pero la responsabilidad del tercero, no es una
responsabilidad contractual puesto que él no ha incurrido en un incumplimiento de las
obligaciones que le impone el contrato toda vez que no ha sido parte del contrato. En
consecuencia, su responsabilidad es extracontractual basada en que ha cometido un delito

129
Arturo Saffie V.

civil, cual es que habiendo conocido la existencia del contrato celebrado, voluntariamente
se ha prestado para que se infrinja y viole dicho contrato. Algunos autores hablan de que
este tercero sería cómplice en la violación del contrato, pero don José María prefiere hablar
de que este tercero sería autor de un delito civil, lo que parece más ajustado a la naturaleza
de la responsabilidad del tercero.
 Caso en que el tercero adquiere un interés vinculado u originado en un contrato que le
es ajeno: existe también la situación inversa en que un tercero, enteramente ajeno a la
celebración de un contrato se encuentre interesado en invocar dicho contrato en su propio
beneficio. La fuente de la responsabilidad que sirve de base al reclamo del tercero no puede
ser de carácter contractual, ya que él no tiene vínculo contractual con la persona a quien
está demandando la indemnización de perjuicios. Dicha responsabilidad será siempre
extracontractual. Por ejemplo, un contrato de transporte de personas en que por
incumplimiento del transportista se produce la muerte de la persona transportada y, en
consecuencia, la obligación de indemnizar a sus parientes que no son parte en el contrato.
 Los contratos simulados: en el contrato simulado las partes contratantes aparentan la
celebración de un contrato que en realidad no desean celebrar, existiendo una manifestación
de voluntad distinta de la voluntad real. Cualquier tercero que tenga interés en ello puede
atacar el acto simulado, especialmente si este acto se ha celebrado en perjuicio del tercero.
El tercero tendrá acción para que se declare la invalidez del acto cuando éste es simulado
absolutamente o para hacer prevalecer el acto verdadero que se esconde a través de un acto
aparente. Sin embargo, los derechos que se generan a favor de terceros no emanan del acto
o contrato mismo, sino más bien de la ilicitud que envuelve la celebración de un acto o
contrato de esta especie.
 De los pactos de una sociedad anónima y de otros actos o contratos celebrados: (i)
entre accionistas de dichas sociedades; (ii) entre las sociedades mismas; o (iii) entre
dichas sociedades y terceras personas:
o Pactos de accionistas: estos pactos son acuerdos entre dos o más accionistas que se
refieren a la adquisición, transferibilidad o cesibilidad de las acciones de la
sociedad que les pertenecen o a cualquier otra materia que diga relación con los
derechos y obligaciones que a los accionistas corresponden en una sociedad
anónima. Estos pactos constituyen contratos que en principio producen efectos
entre los accionistas que los celebran, salvo cuando ellos se refieren a la libre
cesibilidad o transferibilidad e las acciones cuando se trata de sociedades anónimas
abiertas (Art. 14 Ley 18.046).
o Actos y contratos que una sociedad celebra con personas relacionadas: se
refiere a los actos y contratos que celebre una sociedad con uno o más directores
que tenga un interés por sí o como representantes de otra persona. El Art. 44 de la
Ley 18.046 contiene un complejo procedimiento que deberá seguirse para la
aprobación de estas operaciones. En estas operaciones no cabe duda de que se está
en presencia de que terceros ajenos a la sociedad se ven afectado y alcanzados por
los efectos o consecuencias (limitaciones de contratación y sujeción a
procedimientos complejos) del contrato de sociedad del cual ellos no son socios ni
accionistas.
 Cesión de contrato: figura en virtud de la cual una o ambas partes transfieren a un tercero,
enteramente ajeno a la primitiva relación contractual la totalidad de los derechos y
obligaciones que para el cedente generaba el contrato, de tal modo que el cesionario pasa a

130
Arturo Saffie V.

ocupar la posición jurídica que tenía el primitivo contratante. Aquí no hay propiamente una
excepción al efecto relativo de los contratos, ya que dichos derechos y obligaciones los
adquiere o asume el cesionario en virtud de que se le transfieren la totalidad de los derechos
y obligaciones emanados del contrato primitivo en virtud del contrato de cesión.
 Subcontrato: es aquel contrato celebrado entre un contratante de un contrato principal y un
tercero en virtud del cual dicho contratante, teniendo como antecedente los derechos y/o
obligaciones adquiridas en virtud del contrato principal, le otorga o se obliga a otorgar al
tercero la facultad de usar y gozar del todo o parte de los derechos adquiridos o le impone la
obligación de ejecutar el todo o parte de las obligaciones contraídas en dicho contrato
principal. No existe, en principio, excepción al efecto relativo de los contratos, ya que
contrato y subcontrato constituyen dos relaciones distintas que producen sus efectos en
forma independiente.
o Acción directa: no obstante, existen algunos casos de excepción en que se concede
la denominada acción directa que permite que aquel contratante del contrato base o
principal que no ha celebrado el subcontrato se dirija en contra del subcontratista
exigiendo el cumplimiento del subcontrato, y viceversa. Ciertamente estas acciones
constituyen excepción al denominado efecto relativo de los contratos, ya que no
existe relación contractual alguna entre el subcontratista y el contratante principal.
No existiría violación del principio de la relatividad de los contratantes si estas
acciones directas se les reconociese un fundamento extracontractual o meramente
legal desvinculado de la responsabilidad contractual. Esta vinculación que es de
carácter económico produce también una vinculación de carácter jurídico que
relaciona a todas las partes que han intervenido tanto en el contrato principal como
en los subcontratos, de modo que las acciones que pueden intentarse entre ellos
quedan regidas por la responsabilidad contractual y no por la extracontractual. No
existiría razón alguna para que las acciones intentadas por un contratante contra del
otro contratante quedan enmarcadas en la responsabilidad contractual y en cambio
cuando se dirigen en contra del subcontratista en responsabilidad extracontractual.
Ello significa diferencias en el estatuto jurídico de ambas responsabilidades que no
se justifican en modo alguno.
 Grupo o conjunto contractual: Larroumet plantea la noción de grupo o conjunto
contractual
a través de la cual extiende el ámbito de la responsabilidad contractual a todas las partes
que intervienen como tales en los diversos contratos que conforman un grupo o conjunto
contractual. Lo que determina la existencia de un conjunto de contratos es la vinculación
económica existente entre todos ellos, es decir, cuando la celebración de un determinado
contrato ha hecho necesaria o ha permitido la celebración de los demás contratos del
conjunto. Se trata de una aplicación extensiva del principio del Art. 1545 CC. Es decir, la
extensión de la responsabilidad contractual en el caso de los grupos o conjuntos de
contratos tiene cierta lógica para evitar las consecuencias del distinto marco jurídico que se
daría si sólo pudiese hacerse efectiva la responsabilidad contractual entre co-contratantes y
fuese necesario demandar extracontractualmente a cualquiera de las partes que fuesen
ajenas a esa relación contractual. Pero los límites y alcances de esta responsabilidad
contractual deberán ser estudiados y analizados en mucho detalle.

131
Arturo Saffie V.

IV. Modificaciones a introducir en el Código Civil:


 Respecto del efecto reflejo de los contratos, debe reforzarse la posibilidad de probar la
celebración del contrato (análisis entre instrumentos públicos e instrumentos privados).
Propone modificación del Art. 1703 CC.
 Se sugiere extender la acción oblicua o subrogatoria, modificando el Art. 2466 CC.
 Resulta indispensable reglamentar en el Código Civil la simulación de contrato, la cesión de
contrato, los subcontratos y los conjuntos de contrato.

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