ISFD 129. Pedagogías Críticas. Ficha de Cátedra
ISFD 129. Pedagogías Críticas. Ficha de Cátedra
ISFD 129. Pedagogías Críticas. Ficha de Cátedra
Olmedo, Mariana
Ficha de cátedra
La ciencia social crítica irá más allá de la mera crítica y alcance una praxis crítica; es
decir, una forma de práctica en la que la “ilustración” de los agentes tenga su
consecuencia directa en una acción social transformada. Esto requiere una integración de
la teoría y la práctica en momentos reflexivos y prácticos en un proceso dialéctico de
reflexión, ilustración y lucha política llevada a cabo por los grupos para su propia
emancipación (Carr y Kemmis. 1985)
Esta crítica permitiría liberarse a la humanidad de las limitaciones de las formas de pensar
y actuar establecidas. Pondría su atención en las formas de vida social que subyugan a los
pueblos y niegan una vida satisfactoria e interesante a unos mientras sirven a los
intereses de otros
Estos son algunos de los lineamientos de este enfoque que tuvo derivaciones en el ámbito
de las ciencias sociales en general, y en la Pedagogía y Didáctica en particular.
La educación será definida desde una perspectiva dialéctica de las dimensiones subjetivas
y objetivas, sociales e individuales, teóricas y prácticas. El objeto educación será
entendido como la realidad educativa, que incluye la escolarización pero la excede, y
entiende que ese análisis debe incluir las dimensiones políticas, económicas, sociales y
culturales del problema.
La Pedagogía crítica recuperará sus vínculos con la Filosofía para problematizar los fines de
la educación, qué sujetos formar y para qué sociedades?, distanciándose así del enfoque
técnico positivista que priorizaba la mirada en los medios (¿qué y cómo?). Esos fines son
los que vinculan directamente el problema de la educación y de la enseñanza con la
dimensión ético-política que las define.
La función de la Pedagogía será sintetizar los aportes que provienen de estas otras
disciplinas a los fines de pensar su objeto central.
Si bien cada una de estas posiciones requeriría de desarrollos más amplios, nos interesa
presentar algunas ideas que distinguen a cada una de estas posiciones.
Discuten de este modo con la visión liberal de la educación que presentan a la educación
como garante de la igualdad social y ven en la escuela el espacio público de resolución de
las desigualdades de clase, etnia , género que habita en nuestras sociedades.
Si bien tendrán diferencias al interior a la hora de explicar el eje que articula centralmente
el mecanismo de esa reproducción coinciden en reconocer una relación entre la escuela y
las estructuras socioculturales, políticas y económicas del sistema capitalista. Permitieron
discutir la mirada liberal y despolitizada de la escuela, que prometía una igualdad.
Sin embargo entiende Giroux que es imperativo que los educadores sean más precisos en
cuanto a lo que realmente es la resistencia y lo que no lo es, y más concretos acerca de
cómo puede usarse este concepto para el desarrollo de una pedagogía crítica
El concepto de resistencia representa un modo de discurso que rechaza las explicaciones
tradicionales del fracaso en la escuela y del comportamiento de oposición y que traslada el
análisis del comportamiento de oposición, de los terrenos teóricos del funcionalismo y de
la corriente tradicional de la psicología educacional, a los de la ciencia política y la
sociología.
En primer lugar: saca a la luz una noción dialéctica de la intervención humana que
correctamente define a la dominación como un proceso que no es ni estático ni completo.
Concomitantemente, los oprimidos dejan de ser vistos como seres simplemente pasivos
frente a la dominación
En el sentido más general, pienso que la teoría de la resistencia debe situarse en una
perspectiva que tome la noción de emancipación como su interés conductor.
En otras palabras, el concepto de resistencia debe tener una función reveladora que
contenga una crítica de la dominación y que proporcione oportunidades teóricas para la
autorreflexión y para la lucha en favor de la emancipación individual y social. En la medida
en que un comportamiento de oposición suprima las contradicciones sociales y se sume
—y no desafíe— a la lógica de la dominación ideológica, no caerá dentro de la categoría
de resistencia, sino en su contraria, la de acomodamiento y conformismo.
Por supuesto, ésta no es más que una serie de pautas generales sobre las cuales se puede
fundar la noción de resistencia; pero proporciona una noción de interés y un andamio
teórico a partir del cual es posible hacer una distinción entre las formas de
comportamiento de oposición que pueden ser usadas sea para el mejoramiento de la vida
humana o para la destrucción y denigración de los valores humanos básicos.
El autor alerta sobre el riesgo de llamar formas de resistencia a cualquier acto de oposición
y convertir el concepto en un término que no tiene precisión analítica.
En casos como estos, uno debe ya sea vincular el comportamiento analizado con una
interpretación que proporcionen los sujetos mismos, o profundizar en las condiciones
históricas y sociales de donde proviene y se desarrolla el comportamiento. Sólo entonces
se descubre el interés propio de tal comportamiento. Se deduce de mi argumento que
los intereses que subyacen a una forma específica de comportamiento pueden aclararse
una vez que la naturaleza de tal comportamiento se interpreta por la persona que lo
pone de manifiesto. Pero no quiero que se infiera de esto que dichos intereses se
revelarán automáticamente. Los individuos pueden no poder explicar las razones de su
comportamiento o la interpretación puede estar distorsionada. En este caso, el interés que
subyace a tal comportamiento puede esclarecerse si uno toma en cuenta el contexto de
las prácticas sociales y de los valores de donde surge el comportamiento
El concepto de resistencia debe convertirse en un instrumento analítico y un modo de
investigación que sea autocrítico y sensible a sus propios intereses: elevar la conciencia
radical y la acción crítica colectiva.
La teoría de la resistencia rechaza la idea de que las escuelas son simplemente ámbitos de
instrucción, pues no sólo politiza la noción de cultura, sino que también analiza las
culturas de la escuela en el seno del terreno cambiante de lucha y la impugnación.
También por otras razones, una teoría de la resistencia ayuda a revelar aquellas prácticas
escolares cuya meta fundamental es el control tanto del proceso de aprendizaje como de
la capacidad para el pensamiento y la acción críticos. Por ejemplo, devela la ideología
que está por debajo del plan de estudios hegemónico, sus bloques de conocimientos
organizados jerárquicamente y, particularmente, el modo en que este plan de estudios
margina o descalifica el conocimiento de la clase trabajadora así como el conocimiento
acerca de las mujeres y las minorías.
La teoría de la resistencia revela la ideología que subyace en tal plan de estudios, con su
énfasis en la apropiación individual, más que colectiva, del conocimiento, y descubre
cómo este énfasis clava una cuña entre los estudiantes que provienen de clases sociales
diferentes. Llama la atención sobre la necesidad, por parte de los educadores radicales,
de descubrir los intereses ideológicos que son parte de los diferentes sistemas de
mensajes en la escuela, en especial aquellos que son parte del plan de estudios, de los
sistemas de instrucción y de los modos de evaluación. Lo que es más importante es que
la teoría de la resistencia refuerza la necesidad de los educadores radicales de descifrar
cómo las formas de producción cultural que muestran los grupos subordinados pueden
ser analizados para descubrir tanto las limitaciones como las posibilidades que tienen de
capacitar el pensamiento crítico, el discurso analítico y el conocimiento a través de la
práctica colectiva.
Más aún, sitúa la relación entre las escuelas y la sociedad en general en un marco teórico
conformado por una cuestión fundamentalmente política. ¿Cómo podemos desarrollar
una pedagogía radical capaz de otorgar a las escuelas un sentido que las haga críticas, y
de qué manera deben ser críticas como para volverse emancipadoras? En resumen, la
base para una nueva pedagogía radical debe obtenerse de un elaborado entendimiento
teórico de los modos cómo el poder, la resistencia y la intervención humana pueden
convertirse en elementos centrales en la lucha por el pensamiento y el aprendizaje
críticos. Las escuelas no van a cambiar a la sociedad, pero podemos crear en ellas
reductos de resistencia que proporcionen modelos pedagógicos para nuevas formas de
aprendizaje y de relaciones sociales; formas que pueden ser usadas en otras esferas
involucradas más directamente en la lucha por una nueva moralidad y un nuevo punto
de vista sobre la justicia social.
La propuesta de Paulo Freire
El ataque de Freire contra todas las formas de opresión* su invitación a vincular la crítica
ideológica con la acción colectiva, y la visión profética nuclear de su política, deben mucho al
espíritu y a la dinámica ideológica que a un mismo tiempo han dado forma y caracterizado a
las teologías de la liberación que emergieron fundamentalmente en Latinoamérica desde
principios de la década de los setenta.
De un modo verdaderamente dialéctico* Freire ha rescatado el reverso radical del
cristianismo revolucionario. Critica a la iglesia reaccionaria con gran dureza. Al mismo tiempo,
sitúa su fe y su sentido de la esperanza en el Dios de la historia y de los oprimidos, cuyas
enseñanzas, según las palabras del mismo Freire, hacen imposible «reconciliar el amor
cristiano con la explotación de los seres humanos*.
La noción de fe que surge del trabajo de Freire se sustenta en la memoria de los oprimidos, el
sufrimiento que no debe continuar, y la necesidad de no olvidar jamás que la visión profética
es un proceso continuo, un aspecto vital de la naturaleza misma de la vida humana. En
resumen, al combinar los discursos de la crítica y de la posibilidad, Freire une la historia y la
teología para proporcionar la base teórica de una pedagogía radical que combina la
esperanza, Ia reflexión crítica y la lucha colectiva.
Freire ofrece una de las concepciones más dialécticas acerca del poder en la teoría social
contemporánea.
La dominación nunca resulta tan completa como para experimentar al poder sólo como una
fuerza negativa. Por el otro lado, significa que el poder se encuentra en la base de todas las
formas de comportamiento en que las personas resistan, luchen o peleen por su imagen de un
mundo mejor. En un sentido general, la teoría de Freire sobre el poder y su naturaleza
dialéctica sirven a la importante función de ampliar el terreno sobre el cual opera.
En este caso, el poder no se agota en aquellas esferas públicas y privadas en que operan los
gobiernos, las clases dirigentes y otros dominantes. Es más ubicuo y se expresa en una serie
de espacios y esferas públicas opuestas que tradicionalmente se han caracterizado por la
ausencia de poder, y por ende, de toda forma de resistencia.
La cuestión pedagógica que surge de esta concepción de la dominación es: de qué forma
pueden los educadores radicales evaluar y abordar los elementos de represión y olvido que se
encuentran en el corazón de este tipo de dominación? Cómo se explican las condiciones que
producen la negativa a conocer o a aprender con respecto al conocimiento que podría desafiar
la misma naturaleza de la dominación?
Para que los y las educadores radicales- comprendan el significado de la liberación, deben, en
primer lugar, ser conscientes de la forma que adopta la dominación, la naturaleza de su
situación y los problemas que plantea a aquellos que la experimentan como una fuerza tanto
subjetiva como objetiva, Pero un proyecto así sería imposible a menos que uno tuviese en
cuenta como punto de partida de tal análisis las particularidades históricas y culturales, las
formas de vida social, de los grupos sometidos y oprimidos.
La noción de Freire sobre la cultura está reñida tanto con las posturas conservadoras como
con las progresistas.
En el primer caso, rechaza la idea de que la cultura pueda ser simplemente dividida en formas
superiores, populares e inferiores, donde las superiores representan la herencia más
adelantada de una nación. Según esta postura» la cultura oculta las ideologías que legitiman y
distribuyen formas específicas de cultura como si no estuviesen relacionadas con los intereses
de la clase gobernante y las configuraciones de poder existentes.
La cultura está íntimamente relacionada con la dinámica del poder y produce asimetrías en
la habilidad que poseen los individuos y los grupos para definir y alcanzar sus objetivos. Lo
que es más, la cultura también es un campo de lucha y contradicción, y no existe una Única
cultura en el sentido homogéneo.
Por el contrarío, hay culturas dominantes y también otras que expresan diferentes intereses y
operan desde sectores de poder desiguales y diferentes, Freire aboga por una noción de poder
cultural que tome como punto de partida las particularidades históricas y sociales, los
problemas, el sufrimiento, las visiones y los actos de resistencia, que constituyen las formas
culturales de los grupos sometidos. La noción de Freire sobre el poder cultural posee un doble
foco, como parte de su estrategia para que lo político devenga más pedagógico.
En primer lugar, argumenta que los educadores tienen que trabajar con los experiencias que
los estudiantes, los adultos y otros educandos traen a las escuelas y otros centros educativos.
Esto implica someter aquellas experiencias, en sus formas públicas y privadas, a debate y
confirmación; significa legitimar tales experiencias a fin de brindar un sentido de
autoafirmación a los que las viven y experimentan, y a proporcionar las condiciones para que
los estudiantes y los demás puedan desplegar una voz y una presencia activas.
También reconoce que tales experiencias son contradictorias por naturaleza y que no sólo
contienen un potencial radical sino también la semilla de la dominación. El poder cultural, en
este caso, da un giro y remite a la necesidad de trabajar sobre las experiencias que constituyen
las vidas de los oprimidos. Esto significa que tales experiencias deben recuperarse críticamente
en sus diversas formas culturales, a fin de revelar tanto sus puntos fuertes como sus
debilidades.
El trabajo de Freire retomando al teórico social italiano Antonio Gramsci, Freire redefine la
categoría de intelectual, y sostiene que todos los hombres y mujeres son intelectuales*
Es decir, que independientemente de la propia función económica y social, todos los seres
humanos se comportan como intelectuales al interpretar y otorgar sentido a la realidad
constantemente, y al participar en una particular concepción del mundo.
Más aún, los oprimidos necesitan formar a su propios intelectuaíes, que aprendan con ellos
al tiempo que les ayudan a generar formas de autoeducación y lucha contra diversas formas
de opresión. En este caso, los intelectuales son orgánicos en el sentido de que no son
extraños que comuniquen su teoría a las masas, sino que son teóricos orgánicamente
vinculados a la cultura y las actividades prácticas de los oprimidos. Los intelectuales se
funden con los oprimidos, en vez de dispensar graciosamente sus conocimientos a las masas
agradecidas, para establecer y reestablecer las condiciones necesarias para un proyecto social
radical.
Freire sostiene que la teoría debe ser concebida como la generación de formas de discurso
que surgen de núcleos sociales específicos diversos. Un discurso puede surgir de las
universidades, de las comunidades campesinos, de los consejos de trabajadores o de
diversos movimientos sociales. La cuestión es que los educadores radicales se den cuenta de
que esos diferentes núcleos dan lugar a diversas formas de producción y práctica teórica, Y
que cada uno de dichos núcleos proporciona diversas comprensiones críticas de la naturaleza
de la dominación y de las posibilidades históricas y sociales que les otorgan sentido. Lo que
las unifica es un respeto mutuo forjado en la actitud crítica y en la necesidad de luchar contra
todas las formas de dominación.
Bibliografía
Freire. Paulo (1990. La Naturaleza política de la educación. Editorial Paidós. Buenos Aires
1- ¿qué explicación otorgan los teóricos de la reproducción al lugar que ocupan las
escuelas en nuestras sociedades?
2- ¿Qué discuten con las concepciones liberales?
3- ¿Qué aportes trae el concepto de curriculum oculto”?¿cuáles podrían ser según tu
parecer las lógicas que sustentan a la racionalidad capitalista que se manifiestan
particularmente en el lugar de trabajo según esta perspectiva?
Este término se refiere a aquellas relaciones sociales en el salón de clases que
encarnan mensajes específicos destinados a legitimar las perspectivas particulares de
trabajo, autoridad, reglas sociales y valores que sustentan la lógica y la racionalidad
capitalista, particularmente tal como se manifiestan en el lugar de trabajo. El poder
de estos mensajes radica en sus atributos aparentemente universales, atributos que
surgen como parte de los silencios estructurados que permean todos los niveles de
relación en la escuela y el salón de clases
4- ¿qué diferencias podríamos reconocer entre los enfoques de la reproducción y de la
resistencia?
5- ¿qué definiría según la teoría de la resistencia a un comportamiento de oposición?
¿cómo queda redefinido el poder desde este enfoque?¿A qué denomina Freire poder
cultural?
6- ¿qué sería trabajar para la emancipación? ¿para la liberación?