Alejandra Pizarnik La Condesa Sangrienta 1971
Alejandra Pizarnik La Condesa Sangrienta 1971
Alejandra Pizarnik La Condesa Sangrienta 1971
ATEJANDRA PIZABNIK
tA CONDESA SANGRIENTA
@) 1s7t
AQUARIUS LIBROS
Buenos Ai¡es
Eeeho el depódto de .tey
IMPRESO EN ARGENTINA - PRINTED IN ARGENTINA AQU"ARIUS
El críminal no hace la belleza;
él mismo es Ia auténtíca belleza.
Valentine Penrose ha recopilado docu-
mentos y relaciones acerca de un personaje
real e insólito: la condesa Báthory, asesina
de 650 muchachas*.
Excelente poeta (su primer libro lleva
un fervoroso prefacio de Paul Eluard), no
ha separado su don poético de su minu-
ciosa erudición. Sin alterar los datos reales
penosamente obtenidos, los ha refundido
en una suerte de vasto y hermoso poema
en prosa.
La perversión sexual y la demencia
de la condesa Báthory son tan evidentes
que Valentine Penrose se desentiende de
ellas para concentrarse exclusivamente en
la belleza convulsiva del personaje.
" '-')
No es fácil mostrar esta suerte de be-
lleza. Valentine Penrose, sin embargo, lo
ha logrado, pues juega admirablemente
con los valores estéticos de esta tenebrosa
historia. Inscribe el reino subterróneo de
Erzébet Báthory en la sala de torturas
de su castillo medieval : allí, la siniestra
hermosura de las criaturas nocturnas se
resume en una silenciosa de palidez legen-
daria, de ojos dementes, de cabellos-del
color suntuoso de los cuervos.
Un conocido filósofo incluye los gritos
en la categoría del silencio. Gritos, jadeos,
imprecaciones, forman una "sustancia si-
lenciosa". La de este subsuelo es maléfica.
Sentada en su trono, la condesa mira tor-
turar y oye gritar. Sus viejas y horribles
sirvientas son figuras silenciosas que traen
fuego, cuchillos, agujas, alizadores; que
torturan muchachas, que luego las entie-
rran. Como el atizador o los cuchillos, esas tA YIRGON DE HIERRO
ytejas son intrumentos de una posesión.
Esta sombría ceremonia tiene una sola
espectadora silenciosa.
* V. Penrose: Erzébet Báthory, la comtesse sanglante. (Mer- . . .parmi les ríres rouges
cure de Fraace, París, f963).
des léares luisantes et les gestes
monstrueuu des femmes mécaniques,
R. D¡uu¡r,
l0
Había en Nuremberg un famoso autó-
rnata llamado "la Virgen de hierro". La
condesa Báthoryadquirió una réplica para
la sala de torturas de su castillo de Csejttre.
Esta dama metálica era del tamaño y del
color de la crialura humana. Desñuda,
maquillada, enjoyada, con rubios cabellos
que. llegaban al suelo, un mecanismo per-
mitía que sus labios se abrieran en una
sonrisa, que los ojos se movleran.
La condesa, sentada en su trono, con-
templa.
Para que la "Virgen" entre en acción
e¡ preciso tacar algunas piedras preciosas
de su collar. Responde inmediatam'ente con
horribles sonidos mecánicos y muy len-
t3
tamente alza los blancos brazos para
que se cierren en perfecto abrazo sbbre
lo que esté cerca de ella
una muchacha. I,a autómata-.nla .it. caso
abraza y
ya, nadie p$ri.desanudar el cuerpo vivó
del cuerpo de hierro, ambos iguales en be_
lleza. De pronto, los seno, n áqrliiudos de
la dama de hierro se abren y ápur...n
-viviente
cinco puñales que atraviesan a su
compañera de largos cabellos sueltos como
los su.yos.
Ya consumado el sacrificio, se toca
otra.piedra del collar: los brazos caen, la
sonrisa se cierra así como los ojos, y la
asesina vuelve a ser la ,,Virgen'í inmóvil
en su féretro.
W'. Gonnsnorilrcz
l4
El camino está nevado, y la sombría
dama arrebujada en sus pielés aentio áe
la carroza se hastía. De 'repente formula
el nombre de alguna muchatha de su sé_
qurto. Traen a la nombrada: la condesa
la muerde frenética y le clava agujas. poco
después el cortejo ábandona u"n "tu nieve
a una joven herida y continúa viaie. pero
como vuelve a detenerse, la niña herida
h.uJ., es.perseguida, apresada y reintrodu-
cloa en h carroza, que prosigue andando
aun cuando vuelve a detenersJpr., la con_
desa. acaba de pedir agua helad'a. Ahora Ia
muchacha está desnuda y parada en la
nieve. Es de noche. La iodbá un círculo
t7
de antorchas sostenidas por lacayos im-
pasibles. Vierten el agr¡a 'sobre sú cuerpo
y el agua se vuelve- hielo. (La condeia
contempla desde el interior de la carroza).
Hay un leve gesto final cle la muchacha
por acercarse más a las antorchas, de
donde emana el único calor. Le arrojan
más agua y ya se queda, para siemp.e ¿.
óié,
ergulda, muerta.
[A JAUTA MORTAI
RrMs¿uo
IB
L
Tapizada con cuchillos y adornad.a
lg: ,lllotus puntas de u..á,'su tamaño
f$mrte un cuerpo humano; se la iza me_
drante una polea. La ceremó"i; ;; h jaila
se despliega así:
La sirvienta Dorkó arrastra por los
cabellos a una joven ¿.rnr¿ul''ll
en la jaula: alzá la ¡aula-.'Áplrü encierra
lu ,,du_
Ta.qe estas ruinas,,, la,onalnnulá vestida
de blanco. Lenta y siterrcióü'^JJ^li.ntu
un escabel situado debajo de la .n
¡árlu.
. Rojo atizad,or en mano, Dorkó azuza
a Ia_ prisionera quien, ul ,it oáá.r'=-u
t_,.
aquí .ta gracia ¿e la'¡áulá_,"r.*;i"##;
sí misma los filosos aceros mientras su
2t
I
sangre mana sobre la mujer pálida que la
recibe impasible con los-ojoi puestós en
ningún lado. Cuando se repóne áe su tran-
ce se aleja lentamente. Han habido dos
metamorfosis: su vestido blanco ahora es
roj9. y donde hubo una muchacha hay un
cadáver.
TORTURAS CTASICAS
B,tunnlernn
22
Salvo algunas interferencias barrocas
como "la Virgen de hierro", la
-tales
muerte por agua o la jaula- la condesa
adhería a un estilo de torturar monóto-
namente clásico que se podría resumir así:
. _ Se escogían varias muchachas altas,
bellas y resistentes
-su yedad
tre los 12 y los 18 años-
oscilaba en-
se las arrastraba
a la sala de torturas en donde esperaba,
vestida de blanco en su trono, la condesa.
Una vez maniatadas, las sirvientas las
flagelaban hasta que la piel del cuerpo se
desgarraba y las muchachas se trañsfor-
maban _ en llagas tumejactas; les apli-
caban los atizadores enró¡ecidos al fue'go;
les cortaban los dedos con tijeras
o cizallas;
"fu, "prr.t - -::do se enfermaba las hacía traer a su
les
.^punzaban las llug;;; icaban :--L') \' las mordía.
rncrsrones con na.vajas (si 'condesa
la
f atigaba de oír gritoé l.r'.oriln ie Durante sus crisis eróticas, escapaban
atguna joven ,. á.ruun..J;ffi;r;do
lu uo.u; ,i r; sus labios palabras procaces destinadas
pron_ , las supliciadas. Imprecaciones soeces y
l: :: la auxiliaba
prernas
haciendo-uiá.i'.ntre
papel embebido en aceite). sus -r::os de loba eran sus formas expresivas
sangre manaba como un geiser y la' lientras recorria, enardecida, el tenebroso
blanco de la d,ama noctuina
el íestiáo :ecinto. Pero nada era más espantoso que
,. íoluir-iá¡il s: risa. (Resumo: el castillo medieval; la
Y tanto, que debía i.;; ;ñ#u
biarto por otro (¿.n qré"pór;;r;
y .ur_ sala de torturas; las tiernas muchachas;
esa breve interrupció"i1. i.árüiái
durante :as viejas y horrendas sirvientas; la her-
ros y el techo se teñían A* iáio. lo, ,u_ nosa alucinada riendo desde su maldito
értasis provocado por el sufrimiento ajeno.)
N9 siempre la dama p..rá"n..ia
sa en tanto los demás se'afanábán ocio_ ...sas últimas Palabras, antes de
y tra- deslizarse en el desJallecimiento con-
bajaban en torno de ella_
,u?u,
;-;;; colabo_
cluyente, eran: "Mds, todauía mós,
.y entonces, ccn gralt ímpetu, arran_
caba la carne lof luguiár.-;;, sensi_ mds Juerte!"
bles- mediante-en pequeñas_"pinru,
hundía asuj?.s, éoriaoa--á 'óüi O. plata, No siempre el día era inocente, la
;. entre
aplicaba a las plániár'¿. los pies
noche culpable. Sucedía que jóvenes cos-
l?:$:1":,
cucnaras y planchas enrojecidas tureras aportaban, durante las horas diur-
al fr;t;; nas, vestidos para la condesa, y esto era
f ustigaba (en el
curso de "un ordenó ocasión de numerosas escenas de crueldad.
que mantuvieran de pie a una
que acababa de morir y
"r;"
muchacha Infaliblemente, Dorkó hallaba defectos en
_ .oniinrO fusti_
gándota aunque estabá ilr;;i;j;iambién la confección de las prendas y seleccionaba
hizo morir a' varias con agua irelada dos o tres culpables (en ese momento los
invento de su hechiceil (un ojos lóbregos de la condesa se ponían a re-
ü?*li, i"nsistía lucir). Los castigos a las costureritas a
en.symergir a una -y
y dejarta en remojo muchacha
toáálu
ei- igua fría las jóvenes sirvientas en general- admi-
-.ü.i'En fin, lían variantes. Si la condesa estaba en uno
26 27
de sus excepcionales días
kó se limitába a desnñ.-; de bondad, Dor_ : :desa Báthory. Nunca nadie no quiso
ffi culpables
gue continuaban trabajandoiálnr,ru. :: tal modo envejecer, esto es: morir. Por
Ia mirada de la .on¿.iá, .n-ñ , bajo -,.r, tal vez, representaba y encarnaba a la
aposentos
llenos de gatos negros.
t_r. mu.trachas so_ -'rluerte. Porque, ¿cómo ha de morir la
brellevabaÁ con penoso asombro esta -"tluerte?
con- Volvemos a las costureritas y a las sir-
prres nunca hubiéran
9:": lidg]ql.r,
en su posibilidad, real. creído ,,ientas. Si Erzébet amanecía irascible, no
O..uruñ.n-te,
de sentirse terribrem;ü;;riliuou.debían ,.e conformaba con cuadros vivos sino que:
su desnudez las ingresaba or.,
.n uná'ruerte A la que había robado una moneda
tiempo animat ,rátruáá* p;; "i; presencia
de
ie pagaba con la misma moneda . . . enro-
"humana', de lu .-;nd..;"'pJif..trmente jecida al fuego, que la niña debía apretar
vestida
_que las contemplaüui"Ei, escena dentro de su mano.
T:,11,*ug
a pensar en Ia '¡r,tu..t.1la A la que habia conversado mucho en
vreJas ategorías; la protagó;i;ü de las
horas de trabajo, la misma condesa le cosía
za de Ia Muerre.'. de la Dan_
D;rñ;;
de la Muerte. rrro"n"lJl? ., propio la boca o, contrariamente, le abria la boca
lu'lncesante ¡' tiraba hasta que los labios se desgarraban.
contemplación de .riuürul 'por. También empleaba el atizador, con
,las
desposeídas. pero hrt ella
;á.,"ei"desfalleci_ el que quemaba, al azar, mejillas, senos,
miento sexual nos.obúga
srones del morir (jadeo"s
f t.ür*y expre_ lenguas. . .
de agonía ; ramen iós
y .-rt.;;;res como Cuando los castigos eran ejecutados
u ;.; u"r'rrn.uoo. en el aposento de Erzébet, se hacía nece-
lli .l puioxismo). Si el "jár'
. .ó
2B
29
[A FUEKT,A DE T]N NOMBRN
.'1 33
Los parientes de la condesa no desme- vieron casi sensatos, perdiendo por ello el
recian la fama de su linaje. Su tío Istvan, rnterés que suscitaban en Erzébet. Cabe
por ejemplo, estaba tan loco que confundía adr,'ertir que, al volverse la suerte contra
el verano con el invierno, haciéndose arras- ella, los Báthory, si bien no la ayudaron,
trar en trineo por las ardientes arenas que tampoco le reprocharon nada.
para él eran caminos nevados; o su primo
Gábor, cuya pasión incestuosa fue corres-
pondida por su hermana. Pero la más sim-
pática es la célebre tía Klara. Tuvo cuatro
maridos (los dos primeros fueron asesinados
por ella) y murió de su propia muerte fo-
lletinesca: un bajá la capturí en compañía
de su amante de turno: el infortunado fue
luego asado en una parrilla. En cuanto
a ella, fue violada se puede emplear
-si
este verbo a su respecto- por toda la
guarnición turca. Pero no murió por ello,
al contrario, sino porque sus secuestradores
exhaustos de vioiarla- Ia apu-
-tal vezSolía
ñalaron. recoger a sus amantes por
los caminos de Hungria y no le disgustaba
arrojarse sobre algún lecho en donde, pre-
cisamente, acababa de derribar a una de
sus doncellas.
34 35
UN MARIDO GUERRBRO
39
miel, moscas y hormigas \a recorrían y ella
sollozaba. La condesa le explicó que la niña
estaba expiando el robo de un fruto. Na-
dasd¡z rio candorosamente, como si se le ,
hubiera contado una broma.
El guerrero no admitía ser importu-
nado con historias que relacionaban a su
mujer con mordeduras, agujas, etc. Grave
error: ya de recién casada, durante esas
crisis cuya fórmula era el secreto de los
Báthory, Erzébel pinchaba a sus sirvientas
con largas agujas; y cuando, vencida por
sus terribles jaquecas, debía quedarse en
cama, les mordía los ho,mbros y masticaba
los trozos de carne que había podido extraer.
Mágicamente, los alaridos de las muchachas
le calmaban los dolores.
Pero estos son juegos de niños de
niñas. Lo cierto es que en vida de su -o
esposo
no llegó al crimen.
ET ESPEJO DD tA MDTANCOTIA
iTodo es espejo!
Ocuvro P¡z
40
. ..uiuía delante de su gran es¡teio
so¡nbrío, el Jamoso espeio cuyo modelo
había diseñado ella ffiisma... Tan con-
fortable era que presentaba unos salientes
en donde apoyar los brazos de manera de
permanecer muchas horas frente a él sin
fatigarse. Podemos conjeturar que habien-
do óreído diseñar un espejo, Erzébel traz6
los planos de su morada. Y ahora compren-
demos por qué sólo la música más arreba-
tadoramente triste de su orquesta de gita-
nos o las riesgosas partidas de caza o el
violento perfume de las hierbas mágicas
en la cabaña de la hechicera o
todo- los subsuelos anegados de-sobre
sangre
humana, pudieron alumbrar en los ojos
43
-::---
de
.que .padecía el mal del siglo XVI: la
d9 :u perfecta cara algo a modo melancolía.
porque nad'le ti.n.-Áa, de mirada
Un color invariable rige al melancólico:
1,,iv-ientq.
trcrra, de sangre y de sexualidaJJero, sed de su interior es un espac.io áe color de luto;
estas criaturas q.ue habitan lóilrio,
qr. nada pasa allí, nadie pasa. Es una escena
Y a .propóslto de .rp.:orl nun.u pr_ .rio sin decorados donde el yo inerte es asistido
{g:
dreron aclararse los rumor*, l.ál.u por el yo que sufre pór esa inercia. Este
de Ia quisiera liberar al prisionero, pero cual_
homosexualidad de l; .;;áü)'
dose si se trataba de una-i*nl*r.iu
igno.án_ quier tentativa fracasa como hübiera fra_
incons_ casado Teseo si, además de ser él mismo,
ciente por lo contrari;, l;';;ptó con
.o.si, hubiese sido, también, el Minotauro; ma_
naturalidad, como. un derecho n,á,
que le tarlo, _ entonces, habria exigido matarse.
correspondía. En lo esencial,
r,iviá sumida
9l un ámbito exclusivamente -rüJ femenlno.
Pero
.hay remedios fugitirros": los placeres
No hubo sino muje.., én no.h., sexuales, por ejemplo, for un breve tiempo
crímenes. Luego, ágrno. O.t"ll.r'son ¿. pueden borrar la silenciosa galería de ecbs
vlamente reveladores: por ejemplo, ob_ y_ d. espejos que es el almá melancólica.
d: en la Y más aún: hasta pueden iluminar ese re_
torruras, en
1lil tensión, solía
xrma.
los ;";;i;; de má_ cinto enlutado y transformarlo en una suer_
introducir ella misma
un cirio ardiente en el ,."o á. luli.tlru. te de cajita de música con figuras de vivos
También hay testimonio, y. alegres colores que danzani cantan
iu. áii." de una
IUJurra menos solitaria. Una crosamente. Luego, cuando se acabe la
deli_
sirvienta ase_ cuerda, habrá que retorn ar a la inmovilidad
guró. en el proceso que una
. aristocrática y al silencio. La cajita de música no es un
y misteriosa dama v.itida ¿e manceUo
sitaba a la condesa. En u*-á.uriOn vi_ Sedig de comparación gratuito. Creo que
las la melancolía
descubrió juntas, torturando
chacha. Pero se ignora si compartían
t;;u mu_
es, en suma-, un problema mu_
sical: una disonancia, un .itÁó trastor_
!vr¡¡vqt ('a otros
placeres que Ios í¿¿i.or.' nado. Mientras afuera todo sucede con
un ritmo. vertiginoso de cascad.a, adentro
Continúo con el tema clel espejo. nay una lentitud exhausta de gota de agua
Si
bien no se rrata ae expt¡ia;;';;; cayendo de tanto en tanto. De" allí que ese
sinies_
tra figura, es preciso ¿itenérse f,..f,o
"n'Jl
45
44
aluera contemplado desde el adentro mé-
lancólico resulte absurdo e irreal y cons_
tituya "la farsa que todos tenemos que
representar". Pero por un instante
-sea
por una música salvaje, o alguna droga,
o el acto sexual en su máxima-violencial,
el ritmo lentísimo del melancólico no sólo
llega a acordarse con el del mundo externo,
sino que lo sobrepasa con una desmesura
indeciblemente diChosa; y el yo vibra ani_
mado por energías delirántes.
Al melancólico el tiempo se le manifies-
ta como suspensión del transcurrir
-en
verdad, hay un transcurrir, pero su lenti-
tud evoca el crecimiento de las uñas de
los.muertos* que precede y continú a a la
violencia fatalmente efímera. Entre dos
silencios o dos muertes, la prodigiosa y fu-
gaz velocidad, revestida de vaiiadas- for-
mas que van de la inocente ebriedad a las
perversiones sexuales y aun al crimen. MAGIA NEGRA
Y pienso en Erzébet Báthory y en sus no-
ches cuyo ritmo medían los gritos de las
adolescentes. El libro que coriento en es-
tas notas lleva un retrato de la condesa:
la sombría y hermosa d.ama se parece a la Et qui, tue le soleilpour installer
al.egoría de la melancolía que muestran los Ie royaume de la nuit noire.
viejos grabados. Quiero récord,ar, además,
que en su época una melancllica significaba Anr¡ur
una poseída por el demonio.
46
La mayor obsesión de Erzébet habia
sido siempre alejar a cualquier precio la
vejez. Su total adhesión a la magia negra
tenía que dar por resultado laintacta y per-
petua conservación de su "divino tesoro".
Las hierbas mágicas, los ensalmos, los amu-
letos, y aún los baños de sangre, poseían,
para la condesa, una función medicinal:
inmovilizar su belleza para que fuera eter-
namente comme un réue de pierre. Siem-
pre vivió rodeada de talismanes. En sus
años de crimen se resolvió por un talismán
único que contenía un viejo y sucio per-
gamino en donde estaba escrita, con tinta
especial, una plegaria destinada a su uso
particular. Lo llevaba junto a su corazón,
49
bajo sus lujosos vestidos, y 9n medio una nueva versión de los poderes maléficos
de aiguna fiesta 1o tocaba subrepticiamente. encerrados en los venenos de la selva y la
Traduzco la plegaria: nefasta insensibilidad de la luna. La
magia negra de Darvulia se inscribió en el
Isten, aYúdame; Y tú también, negro silencio de la condesa: la inició en
nube que todo lo Puede. Protégeme tol juegos mós crueles; le enseñó a mi'
a mí, Erzébet, Y dame una larga uida' rar- morir y el sentido de mirar morir;
Oh nube, estoY en Peligro. Enuíame la animó a buscar la muerte y la sangre en
nouenta g&tos, Irues tú eres la sultre- un sentido literal, esto es: a quererlas por
ma sabelana de los gatos- Otdénales sí mismas, sin temor.
que se reúnan uiniendo de todos los
lugares donde tnoran' de las tnontañas,
dllas aguss, de las ríos, del agua de los
techos y ¿et agua de los océanos. Diles
que vengan rópido a morder el corazón
án... y-'tamblén el corazón de..- y el
de. .. Que desgarcen Y muerdan, tam'
bién, él corazón de MegYerY el Roio'
Y guarda a Erxébet de todo mal'
Los espacios eran para inscribir los
nombres de los corazones que habrían de
ser mordidos.
Fue en 1604 que Erzébel quedó viuda
y que conoció a Darvulia. Este persona;e
ára, exactamente, la hechicera del bos'
que, la que nos asustaba desde los libros
para niñós. Viejísima, colérica,. siempre
rodeada de gatos negros, Darvulia corres-
pondió a ia Íascinaci1n que ejercía en Er-
zébet pues en los ojos de la bella encontraba
50 5t
BAÑOS DE SANGRE
Cancionero do UPsala
Corrla este rumor: desde la llegada de
Darvulia, la condesa, para preservar su
Iozania, tomaba baños de sangre humana.
En efecto, Darvulia, como buena hechicera'
creia en los poderes reconstitutivos del
"fluido humano". Ponderó las excelencias
de la sangre de muchachas -en 1o posible
vírgenesj para someter al demonio de la
deiiepitucl y la condesa aceptó este remedio
como si se tratara de baños de asiento. De
este modo, en la sala de torturas, Dorl<ó
se aplicaba a cortar venas y arterias; la
sangie era recogida en vasijas y, cuando 1as
dadóras ya estaban exangües, Dorkó vertía
el rojo y tibio líquido sobre el cuerpo de
la condesa que esperaba tan tranquila, tan
blanca, tan erguida, tan silenciosa.
bb
A pesar de su invariable belleza, el
tiempo infligió a Erzébel algunos de los
signos vulgares de su transcurrir. Hacia
1610, Darvulia había desaparecido miste-
riosamente, y Erzébet, que frisaba la cin-
cuentena, se lamentó ante su nueva he-
chicera de la ineficacia de los baños de
sangre. En verdad, más que lamentarse
amenaz1 con matarla si no detenía inme-
diatamente la propagación de las execra-
das señales de la vejez. La hechicera de-
dujo que esa ineficacia era causada por la
utilizaciln de sangre plebeya. Aseguró
auguró- que, trocando la tonalidad, em- -o
pleando sangre azul en vez de roja, la
vejez se alejaría corrida y avergonzada.
Así se inició \a caza de hijas de gentil-
hombres. Para atraerlas, las secuaces de
Erzébet argumentaban que la Dama de
Csejthe, sola en su desolado castillo, no cÁ,srltt0 DB CSDJTNE
se resignaba a su soledad. ¿Y cómo abolir
la soledad? Llenando los sombríos recintos
con niñas de buenas familias a las que, en
pago de su alegre compafiia, les daría lec-
ciones de buen tono, les enseñaría cómo Le chemin de rocs est semé de cris
comportarse exquisitamente en sociedad. sombres
Dos semanas después, de las veinticinco
"alumnas" que corrieron a aristocratizarse P. J. Jouvp
no quedaban sino dos: una murió poco des-
pués, exangüe; la otra logró suicidarse.
b0
-¡ ¡-
59
tismo de piedra, de nieve y de mura-
llas. Amaba el laberinto, que significa el
lugar típico donde tenemos miedo; el vis-
coso, el inseguro espacio de la desprotec-
ción y del extraviarse.
¿Qué hacía de sus días y de sus no-
ches en la soledad de Csejthe? Sabemos
algo de sus noches. En cuanto a sus días,
la bellísima condesa no se separaba de dos
viejas sirvientas, dos escapadas de alguna
obra de Goya: las sucias, malolientes, in-
creíblemente feas y perversas Dorkó y Jó
Ilona. Estas intentaban divertirla hasta con
historias domésticas que ella no atendia,
si bien necesitaba de ese continuo y delez-
nable rumor. Otra manera de matar el
tiempo consistía en contemplar sus joyas,
mirarse en su famoso espejo y cambiarse MEDIDAS SEYERAS
quince trajes por día. Dueña de un gran
sentido práctico, se preocupaba de que las
prisiones del subsuelo estuvieran siempre
bien abastecidas; pensaba en el porvenir
de sus hijos residieron lejos .. .la loi, froíd.e par elle-méme,
-que siempre
de elia; administraba sus bienes con in- he sauraít étre accesible aur passíons
teligencia y se ocupaba, en fin, de todos qu,i peuuent légítímer Ia ruelle
los pequeños detalles que rigen el orden action du meurtre.
profano de los días.
S¡rn
60
,':q
¡
I
*\ 63
En el subsuelo, desordenado por la san-
grienta ceremonia de la noche anterior, 610. . . En cuanto a los secuaces de
encontró un bello cadáver mutilado y dos Erzé:et, se los procesó, confesaron heehos
niñas en agonía. No es esto todo. Aspiró ,:,--r:1bies, )'murieron en la hoguera.
el olor a cadáver; miró los muros ensan- La prisión subía en torno sayo. Se
grentados; vio "la Virgen de hierro", la :.-.!13.r,,,n las puertas y las ventanas de su
jaula, los instrumentos de tortura, las va-
::-s-nto. En una pared fue practicada una
sijas con sangre reseca, las celdas en '.:-.'::.a ientanilla por donde poder pasarle
una de ellas a un grupo de muchachas-y que .--- aiimentos. Y cuundo todo estuttoter-
aguardaban su turno para morir y que le múnado erigieron cuatro patíbulos en
dijeron que después de muchos días de /os óngulos del castillo para señalar
ayuno les habían servido una cierta carne que allí uivía una condenada a muerte.
asada que había pertenecido a los hermosos
cuerpos de sus compañeras muertas. . . Así vivió más de tres años, casi muer-
ta de frio y de hambre. Nunca demostró
La condesa, sin negar las acusaciones arrepentimiento. Nunca comprendió por
de Thurzó, declar1 que todo aquello era qué la condenaron. El 2l de agosto de
su derecho de mujer noble y de alto \61.+, un cronista de la época escribía:
rango. A lo que respondió el palatino: Murió hacia el anochecer, abandomada
. . .te comdeno a prisión perpetua den- de todos.
tro de tu castillo, Ella no sintió miedo, no tembló nun-
Desde su corazón, Thurzí se diría que ca. Entonces, ninguna compasión ni emo-
había que decapitar a la condesa, pero un ción ni admiración por ella. Sólo un quedar
castigo tan ejemplar hubiese podido susci- en suspenso en el exceso del horror, una
tar la reprobación no sólo respecto a los fascinación por un vestido blanco que se
Báthory sino a los nobles en general. vuelve rojo, por la idea de un absoluto
Mientrás tanto, en el aposento de"la con- desgarramiento, por la evocación de un
desa fue hallado un cuadernillo 'cubierto silencio constelado de gritos en donde todo
por su letra con los nombres y las señas es la imagen de una belleza inaceptable.
particulares de sus víctimas que allí su- Como Sade en sus escritos, como Gilles
de Rais en sus crímenes, la condesa Bátho-
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ry alcanz6, más allá de todo. límite, el úl-
timo fondo del desenfreno. Ella es una
prueba más de que la libertad absoluta
de la criatura humana es horrlble.
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Artes Gró,Ji,cas Negri Gamma
Chacabuco 1038 Chacabuco 1020
Capital CaPital
Impresión Composición monotiPo
armado tipogrd.fieo
Junio 1971