UNIDAD 2 Sociologia

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PARTE 2: ESTADO Y RÉGIMEN POLÍTICO

Unidad 2: Formación del estado moderno y gobierno


representativo: liberalismo, capitalismo y democracia;
conformación de los regímenes de tipo parlamentario;
diversas concepciones sobre la democracia; liberales, elitistas
y socialistas.

Orígenes de estado nacional y del régimen político argentino;


el régimen oligárquico y su democratización.

Norberto Bobbio – “Liberalismo y democracia”


El presupuesto del estado liberal es la doctrina de los derechos del hombre, elaborada por el iusnaturalismo (todos
los hombres tienen por naturaleza algunos derechos fundamentales –como a la vida, a la libertad-). El Estado en este
sentido, debe garantizarlos a los hombres. Así, en dicha doctrina, existen leyes anteriores a la formación de cualquier
grupo social, que derivan en derechos y deberes naturales.
A la vez, el iusnaturalismo se vincula con el contractualismo en tanto tienen una concepción individualista de la
sociedad, según la cual primero está el individuo con sus intereses y necesidades, que toman la forma de derechos
en virtud de una hipotética ley de naturaleza, y luego la sociedad (y no al contrario como sostiene el organicismo).
El E liberal nace de una progresiva erosión del poder absoluto del rey, y en períodos históricos de crisis aguda, de
ruptura revolucionaria. Racionalmente, este E es justificado como el resultado de un acuerdo entre individuos en
principio libres que convienen en establecer los vínculos necesarios para una convivencia duradera y pacífica.
El E liberal es una doctrina del E limitado tanto con respecto a sus poderes como a sus funciones: es un E de derecho
(los poderes públicos son regulados por normal generales y deben ser ejercidos en el ámbito de las leyes que los
regulan), y un E mínimo (en cuanto a sus funciones limitadas en el mantenimiento del orden público interno e
internacional). Es visto como un mal necesario, pero debe ser conservado dentro de límites lo más restringido
posible (a diferencia del anarquismo, que también veía al E como un mal necesario, pero a ser eliminado).
La democracia moderna puede ser considerada como la consecuencia natural del liberalismo, del desarrollo del E
liberal, desde el punto de vista del su fórmula política que es la soberanía popular. La única manera de hacer posible
el ejercicio de esta es la atribución al mayor número de ciudadanos del derecho de participar en la toma de
decisiones colectivas, (es decir, la mayor extensión de los derechos políticos hasta el límite del sufragio universal). El
método democrático es necesario para salvaguardar los derechos fundamentales de la persona, que son la base del
E liberal, y a la vez, la defensa de estos derechos es la base necesaria para el funcionamiento correcto del método
democrático.
El punto en común entre el liberalismo y la democracia es la concepción individualista de la sociedad. El
individualismo considera al E como un conjunto de individuos, como el resultado de las relaciones entre ellos. Sólo la
democracia es capaz de realizar en plenitud los ideales liberales, y sólo el E liberal puede ser la condición para la
práctica de la democracia.
Uno de los temores del liberalismo, es a la mayoría de la tiranía. Ante esto, la democracia representativa es la mejor
forma de gobierno para prevenir esta tiranía, ya que es la consecuencia natural de un E que desee asegurar para sus
ciudadanos el máximo de libertad.
La relación entre el liberalismo y el socialismo siempre fue de antítesis. El punto de discordia es la libertad
económica que presupone la defensa de la propiedad privada. Una doctrina socialista critica la propiedad privada
porque la ve como fuente de la desigualdad de los hombres, y pregona su eliminación completa en una sociedad

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futura; en cambio, el liberalismo defiende la libertad económica, y por ende la propiedad individual como única
garantía de dicha libertad.
Sin embargo, la relación entre socialismo y democratismo fue de complementariedad. El proceso de democratización
podría favorecer el advenimiento de una sociedad socialista; y la vez, sólo la llegada de la sociedad socialista haría
reforzado y ampliado la participación política y hecho posible la realización plena de la democracia.

“LIBERALISMO Y DEMOCRACIA” - BOBBIO

I. LA LIBERTAD DE LOS ANTIGUOS Y DE LOS MODERNOS


Por liberalismo se entiende una determinada concepción de E, la concepción según la cual el E tiene poderes y
funciones limitadas, y como tal se contrapone tanto al E absoluto como al E social. Por democracia se entiende una
de las tantas formas de gobierno, en particular aquella en la cual el poder no está en manos de uno o unos cuantos
sino de todos, lo mejor dicho de la mayor parte, y como tal se contrapone a las formas autocráticas, como la
monarquía y la oligarquía. Un E liberal no es por fuerza democrático; un E democrático no genera forzosamente un E
liberal.
Antítesis entre liberalismo y democracia => libertad de los modernos y libertad de los antiguos. Exigencias
fundamentales con las que nacieron los E contemporáneos: por un lado limitar el poder y por el otro distribuirlo. “El
fin de los antiguos era la distribución del poder político entre todos los ciudadanos: a esto llamaban libertad. El fin de
los modernos es la seguridad en los goces privados: ellos llaman libertad a las garantías acordadas por las
instituciones para estos goces”.

II. LOS DERECHOS DEL HOMBRE


El presupuesto filosófico del E liberal es la doctrina de los derechos del hombre elaborada por la escuela del derecho
natural (o iusnaturalismo): la doctrina, de acuerdo con la cual el hombre, todos los hombres indistintamente, tienen
por naturaleza, y por tanto sin importar su voluntad, mucho menos la voluntad de unos cuantos o de uno solo,
algunos derechos fundamentales, como el derecho a la vida, a la libertad, a la seguridad, a la felicidad, que el E, o
más concretamente aquellos que en un determinado momento histórico detentan el poder legítimo de ejercer la
fuerza para obtener la obediencia a sus mandatos, deben respetar no invadiéndolos y garantizarlos frente a
cualquier intervención posible por parte de los demás.
Se puede definir al iusnaturalismo como la doctrina con la cual existen leyes, que no han sido puestas por la voluntad
humana y en cuanto tales son anteriores a la formación de cualquier grupo social, reconocibles mediante la
búsqueda racional, de las que derivan, como de toda ley moral o jurídica, derechos y deberes que son, por el hecho
de derivar de una ley natural, derechos y deberes naturales. Se habla del iusnaturalismo como del presupuesto
“filosófico” del liberalismo porque sirve para establecer los límites del poder con base en una concepción gral e
hipotética de la naturaleza del hombre, que prescinde de toda verificación empírica y de toda prueba histórica.
Históricamente, el E liberal nace de una continua y progresiva erosión del poder absoluto del rey, y en periodos
históricos de crisis aguda, de una ruptura revolucionaria; racionalmente, el E liberal es justificado como el resultado
de un acuerdo entre individuos en principio libres que convienen en establecer los vínculos necesarios para una
convivencia duradera y pacífica.
Lo que une la doctrina de los derechos del hombre y el contractualismo es la común concepción individualista de la
sociedad, la concepción de acuerdo con la cual 1ro está el individuo con sus intereses y necesidades y luego la
sociedad, y no al contrario como sostiene el organicismo en todas sus formas con lo cual la sociedad es 1ro que los
individuos; el todo 1ro que las partes. El contractualismo moderno representa una verdadera y propia mutación en
la historia del pensamiento político dominado por el organicismo en cuanto ya no hace de la sociedad un hecho
natural que existe independientemente dela voluntad de los individuos, sino en cuerpo artificial, creado por los
individuos a su imagen y semejanza para la satisfacción de sus intereses y necesidades y el más amplio ejercicio en
sus derechos.
Sin esta verdadera y propia revolución copernicana con base en la cual el problema del E ya no ha sido visto de la
parte del poder soberano sino la de los súbditos, no hubiera sido posible la doctrina del E liberal, que es la doctrina
de los límites jurídicos del poder estatal. Sin individualismo no hay liberalismo.

III. LOS LÍMITES DEL PODER DEL ESTADO


La expresión “E limitado” o “límites del E” comprende dos aspectos diferentes del problema que no siempre se
distinguen con precisión:
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a) Los límites de los poderes y b) de las funciones del E. Ambos son abarcados por la doctrina liberal, aunque pueden
ser tratados separadamente. El liberalismo es una doctrina del E limitado tanto respecto de sus poderes como de sus
funciones. La noción común que sirve para representar al 1ro es el E de derecho; la noción común para representar
al 2do es el E mínimo.
El E liberal se afirma en la lucha contra el E absoluto en defensa del E de derecho y contra el E máximo en defensa
del E mínimo; si bien los dos movimientos de emancipación no siempre coinciden histórica y prácticamente.
Por E de derecho se entiende en gral un E en el que los poderes públicos son regulados por normas grales y deben
ser ejercidos en el ámbito de las leyes que los regulan. El E de derecho refleja la vieja doctrina de la superioridad del
gobierno de las leyes sobre el gobierno de los hombres. El E de derecho en el ámbito de la doctrina liberal del E es la
constitucionalización de los derechos naturales, o sea, la transformación de estos derechos en derechos protegidos
jurídicamente, es decir, en verdaderos y propios derechos positivos.
Son parte integrante del E de derecho en sentido profundo todos los mecanismos constitucionales que impiden u
obstaculizan el ejercicio arbitrario e ilegítimo del poder y dificultan o frenan el abuso, o el ejercicio ilegal.
Los más importantes de estos mecanismos son:
1. El control del poder ejecutivo por parte del poder legislativo
2. El control eventual del parlamento en el ejercicio del poder legislativo
3. Una relativa autonomía del gobierno local en todas sus formas y grados frente al gobierno central
4. Un poder judicial independiente del poder político

IV. LA LIBERTAD CONTRA EL PODER


Los mecanismos constitucionales que caracterizan al E de derecho tienen el propósito de defender al individuo de los
abusos de poder. Son garantías de libertad, de la llamada libertad negativa. Libertad y poder, en la tradición liberal,
aparecen como términos antitéticos que denotan dos realidades contrastantes. Para el pensamiento liberal la
libertad individual está garantizada, no solo por los mecanismos constitucionales del E de derecho, sino también
porque al E se le reconocen funciones limitadas en el mantenimiento del orden público interno e internacional. En el
pensamiento liberal, la teoría del control del poder y la teoría de la limitación de las funciones del E caminan
paralelamente: el E mínimo es más controlable que el E máximo. El E es concebido como un “mal necesario”:
precisamente en cuanto es un mal, aunque sea necesario, el E debe entremeterse lo menos posible en la esfera de la
acción de los individuos.
Una vez definida la libertad como libertad frente al E, el proceso de formación del E liberal puede hacerse coincidir
con el crecimiento progresivo de la esfera de la libertad del individuo, con respecto a los poderes públicos, con la
emancipación gradual de la sociedad civil. Las dos esferas ppales en las que acontece esta emancipación son la
esfera religiosa o en gral espiritual, y la esfera económica o de los intereses materiales.
La concepción liberal del E se contrapone a las diversas formas de paternalismo, de acuerdo con las cuales el E debe
cuidar a sus súbditos como el padre a sus hijos.

V. EL ANTAGONISMO ES FECUNDO
Doctrina liberal: elogio a la “variedad”. La intervención del gobierno, más allá de las funciones que le han sido
encomendadas, el orden interno y el orden externo, termina por crear en la sociedad comportamientos uniformes
que sofocan la variedad natural de los caracteres y de las disposiciones. La defensa del individuo de la tentación del E
de proveer a su bienestar afecta no solamente la esfera de los intereses sino también la esfera moral. El 1er
liberalismo nace con una fuerte carga ética, y la crítica del paternalismo tiene su ppal razón de ser en la defensa de la
autonomía de la persona humana.
Al tema de la variedad individual contrapuesta a la uniformidad estatal se vincula el otro tema característico e
innovador del pensamiento liberal: la fecundidad del antagonismo. La tradicional concepción orgánica de la sociedad
privilegia la armonía, la concordia incluso impuesta, la subordinación regulada y controlada de las partes al todo, y
condena el conflicto como elemento de desorden y disgregación social. Por el contrario, en todas las corrientes de
pensamiento que se contraponen al organicismo progresa la idea de que el contraste entre individuos y grupos en
competencia sea benéfico y sea una condición necesaria del progreso técnico y moral de la humanidad, el cual
solamente emana de la contraposición de opiniones e intereses diferentes.
El liberalismo, como teoría del E limitado, contrapone el E de derecho al E absoluto, y el E mínimo al máximo. A
través de la teoría del progreso mediante el antagonismo entra en escena la contraposición entre E europeos libres y
el despotismo oriental. Desde este punto de vista, el E liberal se vuelve, además de una categoría política gral,
también un criterio de interpretación de la historia.

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VI. LA DEMOCRACIA DE LOS ANTIGUOS Y DE LOS MODERNOS
El liberalismo, como teoría del E es moderno, mientras que la democracia como forma de gobierno es antigua. El
pensamiento político griego nos legó una célebre tipología de las formas de gobierno de las cuales una es la
democrática, definida como el gobierno de muchos, de la mayoría, o de los pobres, del pueblo, a diferencia del
gobierno de uno o de unos cuantos.
El sentido descriptivo gral del término no ha cambiado. Lo que se considera que cambió con el paso de la democracia
de los antiguos a la democracia de los modernos no es el titular del poder político, que siempre es el “pueblo”, sino
la manera, amplia o restringida, de ejercerlo: se opone a la democracia directa de los antiguos y de las ciudades
medievales la democracia representativa, que es el único gobierno popular posible en un E grande.
Tanto los autores del “Federalista” como los constituyentes franceses estaban convencidos de que el único gobierno
democrático apropiado para un pueblo de hombres fuese la democracia representativa, que es la forma de gobierno
en la que el pueblo no toma las decisiones que le atañen, sino que elige a sus representantes que deben decidir por
él; pero de ninguna manera pensaban que instituyendo una democracia representativa degenerase el principio del
gobierno popular.
Tanto la democracia directa como la indirecta derivan del mismo principio de la soberanía popular aunque se
distinguen por la modalidad y las formas en que es ejercida esa soberanía.
Por lo demás, la democracia representativa nació también de la convicción de que los representantes elegidos por
los ciudadanos son capaces de juzgar cuáles son los intereses grales mejor que los ciudadanos, demasiado cerrados
en la contemplación de sus intereses particulares, y por lo tanto la democracia indirecta es más apropiada para
lograr los fines para los cuales había sido predispuesta la soberanía popular. Para que en sentido estricto la
democracia fuese representativa era necesario que fuese excluido el mandato obligatorio del elector frente al
elegido, que en cambio era la característica del E estamental, en el que los estamentos, las corporaciones, los
cuerpos colectivos transmitían al soberano mediante sus delegados sus exigencias particulares.
La disolución del E estamental libera al individuo en su singularidad y autonomía: es el individuo en cuanto tal, no el
miembro de la corporación, quien tiene el derecho de elegir a los representantes de la nación, los cuales son
llamados por los individuos específicos para representar a la nación en su conjunto y por lo tanto deben realizar sus
acciones y tomar sus decisiones sin algún mandato imperativo. Si por democracia moderna se entiende la
democracia representativa, y si la democracia representativa es inherente a la desvinculación del representante de
la nación del individuo representado y de sus intereses particulares, la democracia moderna presupone la
atomización de la nación y su recomposición en un nivel más alto y restringido como lo es la asamblea
parlamentaria. Pero este proceso de atomización es el mismo proceso del que nació la concepción del E liberal, cuyo
fundamento debe buscarse, como se ha dicho, en la afirmación de los derechos naturales e inviolables del individuo.

VII. DEMOCRACIA E IGUALDAD


La democracia moderna no solo no es incompatible con el liberalismo sino que puede ser considerada bajo muchos
aspectos, por lo menos hasta cierto punto, como su consecuencia natural.
Bajo una condición: que se tome el término “democracia” en su sentido jurídico-institucional y no en su significado
ético, o sea, en un sentido más procesal que sustancial. Es indudable que históricamente “democracia” tiene dos
significados preponderantes según si se pone en mayor evidencia el conjunto de reglas cuya observancia es
necesaria con objeto de que el poder político sea distribuido efectivamente entre la mayor parte de los ciudadanos,
las llamadas reglas del juego, o el ideal en el cual un gobierno democrático debería inspirarse, que es el de la
igualdad. Con base en esta distinción, se suele diferenciar la democracia formal de la sustancial (o la democracia
como gobierno del pueblo de la democracia como gobierno para el pueblo). Ambos significados históricamente son
legítimos.
De los dos significados, el que se relaciona históricamente con la formación del E liberal es el 1ro. Si se considera al
2do, el problema de las relaciones entre liberalismo y democracia se vuelve mucho más complejo => problema de la
relación entre la libertad y la igualdad. ¿Qué libertad? ¿Qué igualdad?
En su sentido más amplio, libertad e igualdad son valores antitéticos, en cuanto no se puede realizar con plenitud
uno sin limitar fuertemente el otro. Liberalismo e igualitarismo tienen sus raíces en concepciones del hombre y de la
sociedad profundamente diferentes: individualista, conflictiva y pluralista la liberal; totalizante, armónica y monista
la igualitaria.
La única forma de igualdad que no solo es compatible con la libertad como es entendida por la doctrina liberal, sino
que incluso es exigida por ella, es la igualdad en la libertad: cada cual debe gozar de tanta libertad cuanto sea
compatible con la libertad ajena y puede hacer todo aquello que no dañe la libertad de los demás. Prácticamente,

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desde el origen del E liberal esta forma de igualdad inspira dos principios fundamentales enunciados en normas
constitucionales: a) la igualdad frente a la ley; b) la igualdad de derechos.
Mientras la igualdad frente a la ley puede ser interpretada como una forma específica e históricamente determinada
de igualdad jurídica, la igualdad de derechos comprende la igualdad de todos los derechos fundamentales
enumerados en una constitución, así tanto que se pueden definir fundamentalmente aquellos, y solo aquellos, de los
que deben gozar todos los ciudadanos sin discriminaciones derivadas de la clase social, del sexo, de la religión, etc.
Son fundamentales los derechos que en una constitución determinada se atribuyen a todos los ciudadanos
indistintamente, aquellos frente a los cuales todos los ciudadanos son iguales.

VIII. EL ENCUENTRO ENTRE EL LIBERALISMO Y LA DEMOCRACIA


Ninguno de los principios de igualdad vinculados con el surgimiento del E liberal, tiene que ver con el igualitarismo
democrático, el cual se extiende hasta perseguir el ideal de cierta equiparación económica, ajena a la tradición del
pensamiento liberal. Así pues, con respecto a los diversos significados posibles de igualdad, el liberalismo y la
democracia no coinciden, lo que entre otras cosas explica su contraposición histórica durante un largo periodo.
Entonces, ¿en qué sentido la democracia puede ser considerada como la consecuencia y el perfeccionamiento del E
liberal como para justificar el uso de la expresión “liberal-democracia” para designar a cierto n° de regímenes
actuales? No solo el liberalismo es compatible con la democracia, sino que la democracia puede ser considerada
como el desarrollo natural del E liberal, a condición de que no se considere la democracia desde el punto de vista de
su ideal igualitario sino desde el punto de vista de su fórmula política que es la soberanía popular. La única manera
de hacer posible el ejercicio de la soberanía popular es la atribución al mayor n° de ciudadanos del derecho de
participar directa e indirectamente en la toma de las decisiones colectivas, es decir, la mayor extensión de los
derechos políticos hasta el último límite del sufragio universal masculino y femenino. El sufragio universal, en
principio no es contrario ni al E de derecho ni al E mínimo. Más aún, se debe decir que se ha formado tal
interdependencia entre uno y otro que, mientras al inicio se pudieron formar E liberales que no eran democráticos,
hoy no serían concebibles E democráticos que no fuesen liberales. En suma, existen buenas razones para creer: a)
que hoy el método democrático es necesario para salvaguardar los derechos fundamentales de la persona que son
la base del E liberal; b) que la salvaguardia de estos derechos es necesaria para el funcionamiento correcto del
método democrático.

IX. EL INDIVIDUALISMO Y EL ORGANICISMO


Este nexo entre el liberalismo y la democracia es posible porque ambos tienen un punto de partida común: el
individuo; los dos reposan en una concepción individualista de la sociedad. Toda la historia del pensamiento
político está dominada por una gran dicotomía: organicismo (olismo) e individualismo (atomismo). Mientras el
organicismo considera al E como un cuerpo en grande compuesto por partes que concurren cada una de acuerdo
con su propio sentido y en relación de interdependencia con todas las demás, para la vida del todo, y por lo tanto no
concede ninguna autonomía a los individuos, el individualismo considera al E como un conjunto de individuos, como
el resultado de su actividad y de las relaciones que establecen entre ellos. Ninguna concepción individualista de la
sociedad prescinde del hecho de que el hombre es un ser social ni considera al individualismo aislado (ya que no
debe ser confundido con el anarquismo filosófico). Pero las relaciones del individuo con la sociedad son vistas por el
liberalismo y la democracia de diferente manera. Tanto el individualismo liberal como el individualismo democrático
nacen en contraposición con las diversas formas de organicismo, pero a través de dos procesos diferentes: el 1ro por
corrosión gradual de la totalidad, mediante el cual los individuos, como hijos que se vuelven mayores de edad, se
separan del grupo primitivo omnipotente y omnipresente y conquistan espacios de acción personal cada vez más
amplios; el 2do por la completa disolución de la compacta unidad global, de donde se forman partes independientes
las unas de las otras y todas juntas del todo, y comienzan a vivir su propia vida. El 1er proceso tiene como resultado
la reducción del poder público a los términos mínimos, el 2do lo reconstituye, pero como suma de poderes
particulares, lo que se evidencia en el contractualismo que funda el E sobre un instituto jurídico como el contrato,
propio de la esfera del derecho privado, donde se encuentran voluntades particulares para la formación de una
voluntad común.

X. LIBERALES Y DEMOCRÁTICOS EN EL SIGLO XIX


Esquemáticamente, la relación entre el liberalismo y la democracia puede ser representada de acuerdo con tres
combinaciones: a) liberalismo y democracia son compatibles y por lo tanto pueden convivir, en el sentido de que
puede existir un E liberal y democrático sin que por lo demás se pueda excluir un E liberal no democrático y un E
democrático no liberal (el 1ro es el de los liberales conservadores, el 2do el de los democráticos radicales); b)
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liberalismo y democracia son antitéticos, en el sentido de que la democracia en sus consecuencias extremas termina
por destruir el E liberal (como sostienen los liberales conservadores) o solo puede realizarse plenamente en un E
social que haya abandonado el ideal del E mínimo (como sostienen los democráticos radicales); c) liberalismo y
democracia están ligados necesariamente en el sentido de que solo la democracia es capaz de realizar en plenitud
los ideales liberales y solo el E liberal puede ser la condición para la práctica de la democracia.

XI. LA TIRANÍA DE LA MAYORÍA


Las dos alas del liberalismo europeo, la más conservadora y la más radical, están bien representadas,
respectivamente, por los dos mayores escritores liberales del siglo pasado, Álexis de Tocqueville y John Stuart Mill.
Tocqueville primero fue liberal que democrático. Estaba firmemente convencido de que la libertad, sobre todo la
libertad religiosa y moral (más que la económica) es el fundamento y el fermento de cualquier convivencia civil. Pero
había entendido que el siglo nacido de la revolución corría precipitada e inexorablemente hacia la democracia; era
un proceso irreversible.
En el lenguaje de Tocqueville “democracia” significa, por un lado, como forma de gobierno donde todos participan
en la cosa pública, lo contrario de aristocracia; por otro lado, la sociedad que se inspira en el ideal de la igualdad y
que al extenderse terminará por sumergir a las sociedades tradicionales basadas en un orden jerárquico inmutable.
Par él la amenaza de la democracia como forma de gobierno es, como por lo demás para el amigo John Stuart Mill, la
tiranía de la mayoría; el peligro que la democracia corre como realización progresiva del ideal igualitario es la
nivelación que termina en el despotismo. Son dos diferentes formas de tiranía, y por tanto ambas, aunque en diversa
medida, son la negación de la libertad. El hecho de que en la obra de Tocqueville estos dos significados de
democracia no estén bien distinguidos puede llevar al lector a juicios diferentes, cuando no opuestos, sobre, sobre
su posición con respecto a la democracia. Tocqueville se muestra siempre como escritor liberal y no democrático
cuando considera a la democracia no como conjunto de instituciones entre las cuales la más característica es la
participación del pueblo en el poder político, sino como exaltación del valor de la igualdad no solamente política sino
también social o igualdad en detrimento de la libertad. Jamás muestra la menor preocupación al anteponer la
libertad del individuo a la igualdad social, mientras está convencido de que los pueblos democráticos, aunque tienen
inclinación natural por la libertad, tienen por la igualdad una “pasión ardiente, insaciable, eterna, imbatible”, y si
bien “quieren la igualdad en la libertad” si no pueden obtenerla “la quieren con la esclavitud”. Están dispuestos a
soportar pobreza, pero no la aristocracia.
Tocqueville dedica el capítulo séptimo de la primera parte de la Democracias en América a la tiranía de la mayoría. El
principio de mayoría es un principio igualitario en cuanto pretende hacer prevalecer la fuerza del número sobre la de
la individualidad; reposa sobre el argumento de “que hay más cultura y sabiduría en muchos hombre reunidos que
en uno solo, en el número más que en la calidad de los legisladores. Es la teoría de la igualdad aplicada a la
inteligencia.
No, la democracia, entendida como participación directa o indirecta de todos en el poder político, no es de por sí
sola remedia suficiente para la tendencia hacia sociedades cada vez menos libres: “Ninguno logrará jamás hacer
creer –exclama al final- que un gobierno liberal, enérgico y sabio pueda brotar de los sufragios de un pueblo de
siervos”. Los remedios, si existen todavía, mas él cree que existen y no se cansará hasta el último momento de
proponerlos, son los clásicos remedios de la tradición liberal, el primero entre todos la defensa de algunas libertades
individuales, como la libertad de prensa, la libertad de asociación, en general de los derechos del individuo que los
Estados democráticos tienden a menospreciar en nombre del interés colectivo, y por tanto el respeto de las formas
que garantizan por lo menos la igualdad frente al derecho.
No democrático cuando debe confrontar la democracia con el sublime ideal de la libertad, pero se vuelve defensor
de la democracia cuando el adversario que debe impugnar es el socialismo, en el que ve realizarse el Estado
colectivista que habría dado vida a una sociedad de castores y no de hombres libres. Afirma que socialismo y
democracia de ninguna manera son compatibles: “No sólo son cosas diferentes sino opuestas”. Tienen en común
una sola palabra, igualdad. “Pero pongan atención en la diferencia –concluye-: la democracia quiere la igualdad en la
libertad y el socialismo quiere la igualdad en la molestia y en la servidumbre”

XII. LIBERALISMO Y UTILITARISMO


A diferencia de Tocqueville, Mill fue liberal y democrático: consideró la democracia, en particular el gobierno
representativo, al que también llamaba “gobierno popular”, como el desarrollo natural y consecuente de los
principios liberales.
Como teórico, remitiéndose a la filosofía utilitarista de su gran maestro, Jeremy Bentham, puso la doctrina liberal
sobre un fundamento del de los escritores anteriores y dio un sustento sólido a la corriente del liberalismo que
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prevalecería posteriormente. La doctrina precedente había fundado el deber de los gobernantes de restringir el
ejercicio del poder público en la existencia de derechos naturales, y por ello, inviolables, de los individuos. En
contraposición con la secular tradición del iusnaturalismo, Bentham formula el “principio de utilidad”, según el cual
el único criterio que debe inspirar al buen legislador es el de hacer leyes que tengan por efecto la mayor felicidad del
mayor número. A partir de Bentham el utilitarismo y el liberalismo caminan paralelamente, y la filosofía utilitarista se
vuelve el mejor aliado teórico del Estado Liberal.
En la línea de la tradición del pensamiento liberal, la libertad por la que se interesa Mill es la libertad negativa, o sea,
la libertad entendida como situación en la que se encuentra un sujeto que no es impedido por una fuerza externa
para hacer lo que él desea y no es obligado a hacer lo que no desea.
El objetivo que Mill propone es el de limitar el derecho del Estado a restringir la esfera de la libertad individual, en la
cual el sujeto puede seleccionar entre diversas opciones, y a inducir a los ciudadanos a hacer o no hacer algo contra
su voluntad, a la esfera de las solas acciones externas, es decir, a las acciones con las cuales un individuo para
satisfacer un interés propio puede interferir en el interés del otro; y, correspondientemente, de salvaguardar al
sujeto de la injerencia del poder público en todas las acciones que se refieren sólo a él, como la esfera de la
coenciencia interior y la libertad de pensamiento y de opinión, la libertad de actuar de acuerdo con los propios
gustos y proyectos, la libertad de asociación con otros individuos.

XIII. LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA


Al igual que Tocqueville, Mill teme a la tiranía de la mayoría y la considera uno de los males de los que la sociedad
debe cuidarse; pero esto no lo lleva a renunciar al gobierno representativo. A la pregunta de la mejor forma de
gobierno, responde que ésta es precisamente la democracia representativa, la cual constituye, por lo menos en los
países que alcanzan cierto grado de civilización, la consecuencia natural de un E que desee asegurar para sus
ciudadanos el máximo de libertad: “la participación de todos en los beneficios de la libertad es el concepto
idealmente perfecto del gobierno libre”.
Uno de los remedios contra la tiranía de la mayoría está precisamente en el hecho de que para la formación de la
mayoría participen en la elección, además de las clases pudientes que siempre constituyen una minoría de la
población que naturalmente tiende a promover sus intereses, también las clases populares, con tal de que paguen
una pequeña cuota.
El sufragio universal es un ideal límite del que las propuestas de Mill todavía están muy lejanas: Mill excluye del
derecho de voto, además de los que están en bancarrota y los deudores fraudulentos, a los analfabetos, aunque
propone la extensión de la enseñanza a todos y a los que viven de las limosnas de las parroquias, con base en la
consideración de que quien no paga aunque sea una pequeña cantidad no tiene derecho a decidir la manera en que
cada quien debe contribuir al gasto público. Mill es favorable al voto femenino.
De acuerdo con Mill, el segundo remedio contra la tiranía de la mayoría es el cambio del sistema electoral, es decir,
el paso del sistema de mayoría, por el que cada colegio tiene derecho a llevar un solo candidato y de los candidatos
en competencia quien recibe la mayoría de votos es el que gana y los demás pierden.
Casi para atenuar el efecto innovador del sufragio ampliado, Mill propuso el instituto del voto mayoritario (que no
llegó a tener éxito), según el cual, si es justo que todos voten, no está dicho que todos tengan derecho a un solo
voto: el voto mayoritario no sería para los más ricos, sino para los más instruidos.

XIV. LIBERALISMO Y DEMOCRACIA EN ITALIA


(Nada importante)

XV. LA DEMOCRACIA FRENTE AL SOCIALISMO


A pesar de la unión histórica lenta y fatigo, entre ideales liberales e ideales democráticos, el contraste entre el
liberalismo y la democracia jamás disminuyó, incluso bajo ciertos aspectos se ha venido acentuando en estos
últimos años.
Este contraste se mantuvo vivo y se acentuó debido a la irrupción en la escena política, a partir de la segunda mitad
del siglo pasado, del movimiento obrero que se inspiró cada vez más en las doctrinas socialistas, antitéticas a las
liberales, aunque no repudió en una parte principal del propio movimiento el método democrático, como en al
Partido Laborista inglés o en el Partido Socialdemócrata alemán, en general en su ala reformista. Como se ha visto, la
relación entre el liberalismo y la democracia jamás ha sido de antítesis radical, aunque la inserción de los ideales
democráticos en el tronco original de los ideales liberales ha sido difícil, a menudo criticado, y la integración del
liberalismo y la democracia, allí donde se ha dado, se ha producido lentamente, a veces en medio de choques y
rupturas. Por el contrario, la relación entre el liberalismo y el socialismo desde el inicio fue una relación de antítesis
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completa, y no sólo como se podría pensar dentro de la doctrina marciana o marxista. La manzana de discordia es la
libertad económica que presupone la defensa a ultranza de la propiedad privada. Por cuantas definiciones se puedan
dar del socialismo del siglo pasado, por lo menos hay un criterio distintivo constante y determinante para distinguir
una doctrina socialista de todas las demás: la crítica de la propiedad privada como fuente principal de “desigualdad
entre los hombres” y su eliminación total o parcial como proyecto de la sociedad futura. La mayor parte de los
escritores socialistas y de los movimientos que se inspiraron en ellos han identificado el liberalismo, con razón o sin
ella –más ciertamente en el plano histórico con razón- con la defensa de la libertad económica y por consiguiente de
la propiedad individual como única garantía de la libertad económica, entendida a su vez como presupuesto
necesario para el desarrollo real de todas las demás libertades.
Mientras la relación entre el liberalismo y el socialismo fue de antítesis completa, desde su origen la relación entre el
socialismo y la democracia más bien fue de complementariedad, así como había sido hasta entonces la relación
entre la democracia y el liberalismo. Se volvió una opinión común que el socialismo, que era considerado
incompatible con el liberalismo, de ninguna manera resultaba ser incompatible con la democracia. Para reforzar el
nexo de compatibilidad, más aún de complementariedad, entre el socialismo y la democracia, se sostuvieron dos
tesis: ante todo, el proceso d democratización habría producido inevitablemente o por lo menos habría favorecido al
advenimiento de una sociedad socialista, basada en la transformación del instituto de la propiedad y en la
colectivización al menos de los principales medios de producción; en segundo lugar, sólo la llegada de la sociedad
socialista habría reforzado y ampliado la participación política y por tanto hecho posible la realización plena de la
democracia, entre cuyas promesas, que la democracia solamente liberal jamás habría podido mantener, estaba
también la de una distribución equitativa, o por lo menos más igualitaria, del poder económico además del poder
político. Con base en estas dos tesis, la indisolubilidad entre la democracia y el socialismo fue demostrada, por parte
de las principales corrientes del socialismo, como condición necesaria para el advenimiento de la sociedad socialista;
por parte de las corrientes democráticas, como condición del desarrollo de la misma democracia.
No debe pensarse que el concepto de democracia haya permanecido intacto con el paso de la democracias liberal a
la democracia socialista: en el binomio liberalismo más democracia, democracia significa principalmente sufragio
universal, y por consiguiente un medio de expresión de la libre voluntad de los individuos; en el binomio democracia
más socialismo, democracia significa ideal igualitario que sólo la reforma de la propiedad propuesta por el socialismo
será capaz de realizar. En el primer binomio la democracia es consecuencia; en el segundo presupuesto. Por
consiguiente en el primero, completa la serie de libertades particulares con la libertad política; como presupuesto en
el segundo, será completada únicamente por la futura, y hasta ahora sólo esperada, transformación socialista de la
sociedad capitalista.
La ambigüedad del concepto democracia aparece con toda su evidencia en la llamada “democracia social”, que dio
origen al estado de servicios. La democracia social pretende ser, respecto a la democracia liberal, una fase superior
en cuanto incluyó en su declaración de derechos los derechos sociales además de los de libertad; en cambio, con
respecto a la democracia socialista sólo pretende ser una primera fase.

XVI. EL NUEVO LIBERALISMO


Por neoliberalismo hoy se entiende principalmente una doctrina económica consecuente, de la que el liberalismo
político sólo es una manera de realización no siempre necesario, o sea, una defensa a ultranza de la libertad
económica de la que la libertad política solamente es un corolario.
Hoy, en su formulación más común, el liberalismo es la doctrina del “estado mínimo”. A diferencia de los
anarquistas, para los cuales el Estado es un mal absoluto y por consiguiente debe ser eliminado, para los liberales el
Estado también es un mal pero necesario, y por tanto debe ser conservado aunque dentro de límites restringidos lo
más posible.

XVII. DEMOCRACIA E INGOBERNABILIDAD


La relación entre el liberalismo y la democracia siempre ha sido una relación difícil. Ahora que el liberalismo parecer
vincularse una vez más, por lo demás coherentemente con su mejor tradición, a la teoría del estado mínimo, la
relación se ha vuelto más difícil que nunca. En estos últimos años el tema principal de la polémica ha sido el de la
ingobernabilidad. Mientras al inicio de la contienda el blanco principal fue, como se ha visto, la tiranía de la mayoría,
y de esto derivó la defensa a ultranza de la libertad individual contra la invasión de la esfera pública aunque
estuviese regulada con base en el principio de mayoría, hoy el blanco principal es la incapacidad de los gobiernos
democráticos de dominar convenientemente los conflictos de una sociedad compleja: un blanco de signo opuesto,
no el exceso sino el defecto de poder.

8
RESEÑA de LIBERALISMO Y DEMOCRACIA
En opinión del autor el binomio liberalismo-democracia debe entenderse ante todo como una relación de
necesidad; al respecto asegura que:
“Liberalismo y democracia están ligados necesariamente en el sentido de que sólo la democracia es capaz de realizar
en plenitud los ideales liberales y sólo el estado liberal puede ser la condición para la práctica de la democracia”
Lo que se propondrá Bobbio en los primeros capítulos será, precisamente, mostrar la serie de elementos que a
través de la historia permitieron la configuración de esa relación que, durante mucho tiempo y, aún hoy día, sigue
siendo considerada por un número importante de pensadores como antitética. ¿Cómo es posible hacer coincidir una
concepción de Estado, como la liberal, que subraya las libertades individuales y reduce la influencia del estado, con
una forma de gobierno, como la democrática, que en rigor debería buscar la equiparación de condiciones y la
igualdad?

Sobre el liberalismo como modelo de estado


Lo primero que hace el autor en su estudio es recalcar la manera en que existe una diferencia radical entre la
libertad de los antiguos y la de los modernos. Para los primeros, que llegan hasta Aristóteles, la libertad es entendida
como la distribución colectiva del poder político, mientras que para los segundos, esto es, los pensadores liberales
ingleses y franceses de los siglos XVII-XIX será entendida, ante todo, como la seguridad de los goces privados.
Esta doble interpretación que puede hacerse de la libertad coincide, además, con el modelo de Estado en el que una
y otra puede desarrollarse. Así, Bobbio nos muestra cómo existe un modelo organicista, que data igualmente de la
tradición griega, para el cual la sociedad precede a la aparición de los individuos; pero también cómo existe un
modelo contractual, propio de los aportes anglosajones, para el cual el individuo y sus intereses serán los que den
forma a la sociedad. Y, dando sustento filosófico a este modelo contractual, aparece por primera vez en la historia, la
doctrina de los derechos (iusnaturalismo), para mostrar la manera en la que el hombre tiene una serie de derechos
por naturaleza, más allá de su propia voluntad, y cuya defensa y protección debe establecerse prescriptiva y
nominalmente dentro de la organización del Estado.
Ese modelo de Estado, pues, que llamaremos liberal, cuya base central se encuentra en el marco del derecho
(nominal, no siempre de hecho), comporta ciertas características: 1. La defensa de la libertad individual por sobre
todas las cosas; 2. El Estado como medio y no como fin en sí mismo; 3. El antagonismo como mecanismo de
desarrollo, es decir, el encuentro de los intereses particulares, al contrario del modelo organicista en donde la
armonía y la reducción de las iniciativas particulares se lleva al máximo; 4. La equiparación de la libertad moral,
política a la económica y; 5. La utilización de la democracia representativa como modelo de participación social.

Sobre la democracia como forma de gobierno


De la misma manera en que existe una diferencia entre la libertad de los antiguos y la de los modernos, también
Bobbio analiza las características presentes en una noción de democracia antigua y otra moderna. La primera estará
especialmente impulsada por la idea de la participación directa; sin embargo, muy pronto se señalarán sus
dificultades, que en palabras de Rousseau se resumen en: 1. El reducido tamaño que habrían de tener los estados, 2.
La sencillez de costumbres de sus habitantes; 3. La extremada igualdad de condiciones y fortunas entre ellos y; 4. La
inexistencia de los lujos.
Es así como la mayoría de los pensadores, como Locke, Hobbes, y hasta el mismo Rousseau, entenderán que ante la
imposibilidad de una democracia directa sólo resulta una fórmula aceptable la democracia representativa, o lo que
equivale a decir, la representación de los intereses del soberano, bajo cuyo nombre siempre actúa el representante.
El problema que advierte Bobbio, en este punto, es la increíble confianza que parecían tener todos los
constitucionalistas cuando pensaban que esta forma de democracia nunca degeneraría en clientelismo o en
corporativismo, es decir, el hecho de que nunca se fuesen a traicionar los intereses del pueblo.

El encuentro entre liberalismo y democracia


Hemos dicho más arriba que liberalismo y democracia se encuentran vinculados en una relación de necesidad. Pero
esto es sólo posible, nos hará ver Bobbio, cuando se entienda la democracia como un conjunto nominal de reglas
cuya observancia es necesaria para la distribución del poder político. Y esto es así porque cuando la democracia deja
de ser esto para ser el ideal de igualdad, a ser democracia sustancial, no formal; para el pueblo, no del pueblo,
entrará en una relación de mutua exclusión con el liberalismo.
9
Básicamente se trata de entender que libertad e igualdad son valores antitéticos (+ libertad = - igualdad / + igualdad
= - menos libertad) y que por lo tanto cuando se da prioridad a uno de ellos la relación se cae. Si siendo liberal doy
prioridad a la libertad sobre la igualdad (por ejemplo, dando rienda suelta a la propiedad privada), la sociedad será
evidentemente menos democrática, al menos en el sentido de la igualdad. Si por el contrario, siendo un demócrata,
trato de igualarla (por ejemplo, eliminando esa misma propiedad) la sociedad podría experimentar el fin de las
libertades individuales.
La alternativa que propondrá el liberalismo para no renunciar al ideal de gobierno propuesto por la democracia será,
entonces, entenderla, como se dijo, simplemente en su sentido nominal: 1. Igualdad frente a la ley y, 2. Igualdad de
derechos. Se observa así, que dentro del liberalismo (es la crítica hecha desde la izquierda) la igualdad se reduce a
una cuestión de forma, pero nunca de hecho, y centrada de manera exclusiva al campo de lo político, pero nunca de
lo económico. Ni siquiera cuando el liberalismo pretende a través de modelos de democracia representativa hacerse
ver como un modelo político de soberanía popular, podrá superar una participación limitada al sufragio, puesto que
en el momento en que se amplíen los límites de acción del estado, estaría entrando en contradicción con sus
principios básicos.
Como se ve, es una relación difícil, muy compleja, dirá Bobbio, y sobretodo muy divergente a través de la historia.
Porque, por ejemplo, con el advenimiento de los regímenes fascistas (Estados al máximo) de principios del siglo XX,
el liberalismo pareció ganar terreno en su relación con la democracia, sobretodo teniendo ante los ojos un modelo
como el norteamericano; pero hoy día, se ve nuevamente criticada hasta el hartazgo por quienes ven reproducido en
el neoliberalismo, la excusa filosófica de los tiranos que controlan el mundo económico.

Liberalismo, democracia y socialismo


El examen de Norberto Bobbio se complejiza a lo largo del libro. Es así como después de lo esbozado aquí, trae a la
mesa el problema suscitado por el socialismo con relación a la democracia y el liberalismo. Tocqueville, Hill, Bentham
y, en general, todos los autores más destacados del liberalismo verán desde siempre en un estado totalizado –como
el socialista- simplemente la tiranía de la mayoría. El liberal, dirán, no está dispuesto a renunciar a sus libertades
individuales, es más, no puede concebir libertad dentro de una sociedad regida por el estado, así esta sea de
elección popular.
El socialismo, por su parte, centrará su crítica al liberalismo cuando éste se transforma, especialmente con los
aportes de Bentham y Hill en su base iusnaturalista, por una de corte utilitarista. Esa base anglosajona que en cierta
medida auguró el pragmatismo estadounidense y cuyo principio es la búsqueda de la felicidad, las leyes que
persiguen la felicidad del mayor número, ese liberalismo, dirán los socialistas, no es otra cosa más que una máquina
para fabricar hombres egoístas que asumen la libertad como medio para satisfacciones personales.
El punto irreconciliable entre socialistas y liberales siempre será la propiedad privada. Los primeros exigiendo para el
futuro su total desaparición, o al menos su reducción cuantitativa; los segundos, considerándola como base para el
desarrollo. Y cada cual estableciendo sus propias relaciones con la democracia: el liberalismo viéndola desde su
óptica capitalista, representativa, política y nominal; y el socialismo, viéndola desde el proletariado, directa, política,
económica, nominal y de hecho.

“Liberalismo y Democracia” pone de relieve toda la tradición del pensamiento frente a estas dos realidades y que,
además, termina ubicándonos en el contexto contemporáneo en donde la crítica que se hace al Estado ya no es
exclusivamente respecto de los excesos que puede tener este frente a las libertades de los individuos, sino incluso,
frente a su incapacidad para gobernar sociedades descentradas, poliárquicas, sobrecargadas y siempre en busca de
reivindicaciones.

Bobbio, “Ni con Marx ni contra Marx”


Cap 7, Marx y el Estado.
Marx el problema del Estado.
Marx no escribió ninguna obra del E en sentido estricto. Resulta necesario entonces estudiar alusiones sueltas en las
obras económicas, históricas y políticas. A partir de la crítica a la filosofía del derecho y del Estado de Hegel, que lo
lleva a un trastrocamiento de la relación tradicional entre soc (natural o civil) y Estado, M propone una teoría del
estado estrechamente ligada con la teoría general de las soc y la histo. Teoría que le permite hacer una crítica del E
burgués contemporáneo. 5 puntos para desarrollar la teoría del E:
10
1- Crítica de las teorías precedentes, en particular la de Hegel.
2- Teoría gral del E.
3- Teoría del E burgués en particular.
4- Teoría del E de transición.
5- Teoría de la extinción del E.

LA CRÍTICA A LA FILOSOFIA POLÍTICA HEGELIANA


Hegel: “el E, en cuanto es la realidad de la voluntad sustancial (…) es el racional en sí y por sí, deduciendo de ello que
el deber supremo de cada uno de los individuos era el de ser componentes de l E”.
La crítica de M, es principalmente metodológica: lo que debería ser predicado (la idea abstracta) se vuelve sujeto y
lo que debería ser sujeto (el ser concreto) se vuelve predicado. M critica la prioridad del E sobre la familia y la soc
civil (es decir sobre las esferas que preceden al E), prioridad que Hegel no asegura observando la realidad histórica
de su tiempo ni estudiando cómo se fue formando el E moderno, sino deduciéndola de la idea abstracta de E, como
totalidad superior y anterior a sus partes.
El rechazo del método especulativo hegeliano lleva a M a trastocar la rel entre soc civil y E, que es consecuencia de
este método, a detener la propia atención mucho más sobre la sociedad civil que sobre el E y en consiguiente, ver la
solución al problema político no ya en la subordinación de la soc civil al E sino al contrario, en la absorción del E por
parte de la soc civil, en lo que consiste la verdadera democracia.

EL ESTADO COMO SUPERESTRUCTURA


El trastrocamiento ya mencionado de M marca una ruptura con la tradición de la filosofía política moderna, mientras
esta tiende a ver en la sociedad anterior al E una subestructura realidad, destinada a ser resuelta en la estructura
del E en que solo el hombre puede conducir a una vida racional y por consiguiente a desaparecer en todo o en parte,
una vez constituido el E. M considera al E como el conjunto de instituciones políticas, donde se concentra la máxima
fuerza imponible y disponible en una determinada sociedad, pura y simplemente como una superestructura
respecto a las sociedad prestatal, que es lugar donde se desarrollan las relaciones materiales de existencia y, en
cuanto superestructura, destinado a desaparecer en la soc sin clases. A la inversa que Hegel, el E no se perfecciona
sino que avanza hacia su extinción. El E no es la supresión del E de nat, sino su prolongación. El E no es un momento
subordinante sino un momento subordinado del sistema social tomado en su conjunto, afirmando que “la religión, la
familia, el E, el derecho, la moral, la ciencia, el arte no son sino modos particulares de la producción y caen bajo su
ley universal. En la “Sagrada Familia” M afirma: “Sólo la superstición política imagina todavía hoy que la vida civil
debe ser conservada unida por el E, mientras, por el contrario es el E, en realidad, el que es mantenido unido por la
vida civil”.

EL ESTADO BURGUÉS COMO DOMINIO DE CLASE


El condicionamiento de la superestructura política por parte de la estructura económica, o la dependencia del E de la
soc civil y el E es el conjunto de aparatos de los cuales el determinante es el aparato represivo (el uso de la fuerza
monopolizada) cuya función principal es impedir que el antagonismo degenere en lucha, contribuyendo a mantener
el dominio de la clase dominante sobre la dominada. En el “Manifiesto Comunista” el poder político es definido
como “el poder organizado de una clase para la opresión de otra”. En la “Ideología Alemana” lo define: “no es otra
cosa que la forma de organización que los burgueses se dan por necesidad, tanto al exterior como hacia el interior, a
fin de garantizar recíprocamente su propiedad y sus intereses.
El “bonapartismo” se da en ciertos periodos de crisis donde el conflicto de clases se vuelve más agudo, y la clase
dominante cede su propio poder directo (parlamento) a manos de un líder. Esto no significa que el E cambie de
naturaleza. Es el paso del poder legislativo al ejecutivo, del parlamento a la burocracia. Esta forma de despotismo
individual no puede regirse si no se apoya en una determinada clase social. Su misión consiste en asegurar el orden
burgués. Esta renuncia a su poder político para mantener su poder social.

EL ESTADO DE TRANSICIÓN
En el “18 Brumario” M “había afirmado que todas las sublevaciones no hicieron más que perfeccionar esta máquina
es vez de destrozarla, replica, el próximo intento de Revolución Francesa no consistirá en transferir de una mano a
otra la máquina militar y burocrática, como ha sucedido hasta ahora, sino en destrozarla y esa es la condición de
toda revolución popular…” La comuna es una nueva forma de E que destroza el moderno poder estatal, y que
sustituye al viejo gobierno centralizado con el “autogobierno de lo productores”.

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Si el E fuera sólo un aparato neutral por encima de las partes, la conquista de este aparato, o hasta la penetración en
el, serían por sí mismas suficientes para modificar la situación existente. El E es una máquina, pero que no puede
manejarse a su antojo, cada clase dominante debe formar la maquina estatal según sus propias exigencias.
M llamo a esta nuevo E “gobierno de la clase obrera” y Engels “dictadura del proletariado”. En el “Programa de
Gotha” M consagra: “la dictadura revolucionaria del proletariado”.

LA EXTINCION DEL ESTADO


El tema de la dictadura del proletariado está ligado a la extinción del E. Todos los E que han existido son siempre
dictadura de una clase. A dif de las otras dictaduras, la del proletariado como dictadura de las mayorías oprimidas
sobre las minorías opresoras, no deja de ser una forma de E pero está destinada a desaparecer porque su fin es la
eliminación de las clases y con eso tiende a extinguir la herramienta de dominio de clase que es el E.
Es un E de transición a las soc sin E. Y es un E distinto de los demás crea uno nuevo y tan nuevo que origina las
condiciones para el final de todos los E. Aunque destruya al E burgués no destruye al E, sin embargo al construir un
nuevo E sienta las bases de la soc sin E. Estos dos elementos sirven para discutir con la socialdemocracia y el
anarquismo.

Gargarella, “El ideal de la democracia deliberativa en el análisis del sistema


representativo”.
Algunas notas teóricas y una mirada sobre el caso de la Argentina.

El autor toma como presupuesto la existencia de una cierta “crisis de representación” en el sistema político
argentino y centra su interés en precisar los alcances de dicha crisis y en tratar de evaluar su gravedad. Así lleva
adelante dicho análisis desde el parámetro de la “democracia deliberativa”. En una primera parte, clarifica lo que
entiende por “democracia deliberativa”. Luego, se dirige específicamente al estudio de nuestro sistema
representativo.

¿QUÉ SIGNIFICA LA IDEA DE DEMOCRACIA DELIBERATIVA?

En la opinión del autor, la democracia deliberativa se ajusta a muchas de nuestras más arraigadas
intuiciones acerca de cómo debería funcionar una democracia. La caracteriza de la siguiente manera:

1) Es una concepción antielitista. Rechaza el criterio según el cual alguna persona o grupo de personas se
encuentran capacitadas para decidir imparcialmente en nombre de todos los demás. Este último criterio,
epistemológicamente elitista, fue defendido por los “padres fundadores” de la democracia norteamericana
que entendían que las mayorías no estaba capacitadas para gobernarse a sí mismas. Actualmente es difícil
encontrar afirmaciones abiertamente elitistas. De todos modos, la Constitución misma permite entrever este
dejo elitista cuando afirma el principio de que “el pueblo no delibera ni gobierna, sino por intermedio de sus
representantes”.
Según el principio de la democracia deliberativa, es valioso y deseable que la ciudadanía delibere, a los fines de
decidir adecuadamente los rumbos principales de la política. La intervención permanente de los ciudadanos en el
proceso de toma de decisiones es vista como una condición necesaria del sistema democrático.

2) No toma las preferencias de los individuos como dadas. Distingue enfáticamente entre el ámbito del
mercado y el de la política. No debe confundirse el tipo de conductas que puede ser apropiado en el mercado, con
los comportamientos que deben ser propios de la política. En el primero de esos espacios, resulta aceptable que el
consumidor elija entre cursos de acción que sólo difieren entre sí en cuanto al modo como lo afectan a él. En la
política, en cambio, los ciudadanos deben expresar sus preferencias respecto de estados que también difieren en el
modo en que pueden afectar a otros sujetos. Así vista, la política no es concebida como un lugar en el que,
meramente se implementan preferencias previamente existentes, sino q allí se pueden revisar y cambiar las
preferencias.

3) Parte de una posición individualista. En las versiones pluralistas de la democracia, la preocupación ppal es
que ninguna facción o grupo de interés se imponga sobre los demás grupos, asegurando así un equilibrio entre las
12
distintas corporaciones presentes. En oposición, el individualismo del que habla la democracia deliberativa consiste,
básicamente, en tomar a las personas y no a los grupos como unidades fundamentales del proceso democrático. Ello
implica, por ejemplo, privilegiar la defensa de los derechos de las personas por sobre la maximización de los
beneficios de grupos o facciones.

4) Considera que el sistema político de toma de decisiones debe basarse, primordialmente, en la discusión.
Vincula las ideas de discusión e imparcialidad.
Al apoyar la deliberación pública como método, la democracia deliberativa se opone no sólo a versiones
elitistas o pluralistas de la democracia, sino también a las versiones “populistas” que consideran que la sola
intervención de las mayorías, manifestada en el voto, es suficiente para dotar de validez a una cierta decisión.
Los defensores de la democracia deliberativa dan varias razones por las cuales darle tanta importancia a la
deliberación como etapa necesaria para la toma de decisiones. 1) Una primera virtud de la deliberación es la de que
puede contribuir a descubrir errores lógicos y fácticos en el razonamiento de aquellos que están tomando parte de la
discusión. 2) Además, cumple una función positiva en la provisión de información, contribuyendo así a expandir el
panorama de las alternativas entre las cuales optar. 3) Otro importante beneficio de la discusión derivaría de su
carácter educativo: provee una excelente oportunidad para la autoeducación de quienes debaten; el mejoramiento
de su habilidad de razonamiento y el desarrollo de su capacidad para convivir con otros.
Para los defensores de la democracia deliberativa, en definitiva, la política debe consistir fundamentalmente
en discusión pública.

DELIBERACIÓN Y SISTEMA REPRESENTATIVO


El autor analiza por separado cada una de las “ramas del poder” (el Poder Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial) para
hacer posible una evaluación general del funcionamiento del sistema representativo.

1) Deliberación pública y Poder Judicial. Un hecho notable es que muchas cuestiones valorativas de enorme
importancia no son decididas por la ciudadanía, sino por los jueces (por ejemplo, el tema del divorcio). Para
muchos, puede ser auspicioso que un órgano (en principio) “independiente de la política” sea el que se
manifieste sobre problemas de tanta gravedad. Sin embargo, dicho entusiasmo, no resiste mayores análisis;
en particular debido a dos razones:
1-a)El carácter contramayoritario del PJ. La decisión de cuestiones “sustantivas” queda en manos de este Poder,
cuyos miembros no son elegidos directamente, y los mandatos de los mismos se extienden mientras dure su “buena
conducta”, sin sujeción al voto popular. No resulta razonable que dicho poder (el de menor legitimidad democrática)
tenga la capacidad para decidir la última palabra en todo tipo de cuestiones y aún en contradicción con la voluntad
del Legislativo.
1-b) Otra razón para pensar en una modificación del PJ tiene que ver con problemas más propios de países como
Argentina. Aquí, al carácter típicamente contra-mayoritario del PJ se ha sumado su habitual “correspondencia” con
el Poder Ejecutivo. Esta “correspondencia” se debió ya a la espontánea subordinación de los jueces al ejecutivo, ya a
las maniobras de este último destinadas a contar con una justicia (y en especial, una Corte Suprema) favorable
(abundan los ejemplos a lo largo de la historia de presidentes que removieron jueces de su cargo y nombraron a
otros en su lugar, que llevaron a cabo reformas de aumento del número de miembros de la corte, etc.).
Hay quienes critican tal situación de relativa subordinación, para proponer, en cambio, una completa independencia
entre ambos Poderes. Los defensores de la democracia deliberativa comparten esta crítica pero son más prudentes
al hablar de la “independencia” de los jueces respecto de la política. Para ellos, los jueces deben estar en contacto
permanente con los procesos de discusión pública, deben “dialogar” con los demás Poderes y deben resolver
cuestiones políticas.
Así, tenemos un Poder Judicial doblemente defectuoso: A) por un lado, por su carácter contra-mayoritario, tiene la
capacidad de rechazar la voluntad de la ciudadanía y reemplazarla, cuando lo considere necesario. B) Por otro, por
ser dependiente del Ejecutivo, la justicia tiende a desproteger a la ciudadanía en los casos es que debiera protegerla,
ante posibles abusos por parte del poder político.

2) Deliberación pública y Poder Legislativo. Para quienes defienden el ideal de la democracia deliberativa, el PL
pasa a ser el más importante: es un Poder plural, compuesto por individuos de origen diverso y orientado a la
discusión colectiva, en la búsqueda de consenso. En este sentido, se presenta como una opción de “segundo mejor”
frente a la dificultad de contar con un sistema de plena democracia directa. Así, si los representantes electos
cumplen adecuadamente con su tarea y toman sus decisiones luego de una razonada deliberación, se maximizan las
13
chances de que las leyes sean imparciales y hagan justicia con cada uno de los intereses involucrados; a diferencia
del Ejecutivo que puede dictar un decreto-ley o un decreto de emergencia sin consultar dichos intereses. De todas
maneras, existen objeciones a nuestro sistema Legislativo.

2-a) Ausencia de incentivos para la promoción del debate parlamentario. Actualmente, los legisladores encuentran
más motivaciones para el enfrentamiento que para el diálogo. En Argentina la situación se caracteriza por los pocos
incentivos a la discusión y una estructural ineficiencia legislativa. Sin embargo también hay datos adicionales: en
particular, un sistema electoral plurinominal y la existencia de partidos fuertes y disciplinados determinan que los
representantes resulten más fieles al partido que los elige que a sus electores. Esta peligrosa combinación (que se
refuerza con el carácter “presidencialista” de nuestro gobierno) determina “”mayorías congeladas” que tienden a
apoyar sumisamente la voluntad del presidente (de su misma filiación política) o a obstruirlo en forma “ciega” (en
caso de que sea de otra fracción).  a) subordinación política; b) oposición ciega.
Situaciones como la de nuestro país afectan los principios centrales de la democracia deliberativa: primero,
porque a partir de la presencia de legisladores subordinados a sus partidos, pierde sentido el contar con un cuerpo
plural y diverso, que es condición para la evaluación de los diferentes puntos de vista existentes en al sociedad. En
segundo lugar, porque también se pierde la posibilidad de explotar la máxima virtud de la deliberación, que es la de
confrontar opiniones y modificarlas.
2-b) Hay ciertos mecanismos de los que el aparato legislativo carece, que decidió no adoptar: esto es, instrumentos
destinados a mejorar la representatividad y responsabilidad de los mandatarios electos. Ya para los primeros
críticos del sistema representativo, éste carecía de medios capaces de asegurar una vinculación estrecha entre
representantes y representados, por lo que proponían medidas tendientes a estrechar los lazos de representación.
Conforme a la democracia deliberativa, las políticas públicas deben resultar del consenso y no ser previas a él. Por
ello resulta importante no sólo hacer posible este consenso, sino también contar con medios para amenazar a los
representantes e impedirles que actúen por su cuenta y en desconocimiento de los compromisos asumidos con sus
electores. = Con ello se quiere evitar un fenóm típico de la política Arg y Latinoam, cuando gob apenas electos llevan
adelante programas de gobierno exactmnt opuestos a los prometidos en la campaña electoral.
2-c) Hay “novedades” que afectaron al sistema legislativo a los largo de los últimos años y determinaron de algún
modo su forma actual: en particular, la declinación del ámbito parlamentario como espacio de discusión pública. En
Argentina, el peso creciente que han adquirido los grupos de interés y comisiones especiales, han “vaciado”
paulatinamente al Congreso de sus atributos de espacio de la discusión. Sabemos que los empresarios y otros
miembros de los sectores “corporativos” no suelen encontrar mayores incentivos para discutir con la ciudadanía
cuando quieren promover una ley que les favorezca: les basta con convencer a algunos funcionarios influyentes. La
existencia de presiones corporativas es central para explicar la pobreza del diálogo público y, en especial, la pobreza
de los debates legislativos.

3) Deliberación y Poder Ejecutivo. De acuerdo con los ideales de la democracia deliberativa, este Poder debería
jugar un rol muy restringido: no es un órgano plural ni deliberativo debido a que su función no es la de tomar
decisiones sino la de llevarlas a la práctica. Sin embargo sabemos que la realidad en Argentina suele ser muy distinta.
Nuestro país se fue definiendo con un perfil “hiperpresidencialista”: el poder de decisión se concentra en el Ejecutivo
a expensas del Congreso o de las mayorías. La Constitución ha sido bastante ambigua al respecto: si bien ha
procurado limitar el hiperpresidencialismo con la introducción de la figura del “jefe de gabinete”, le reconoce nuevas
facultades al presidente como la de dictar decretos de necesidad y urgencia. Las desventajas de un sistema
presidencialista fuerte como el nuestro son:

3-a) El presidencialismo consagra un modo de toma de decisiones que desde cualquier concepción razonable de la
democracia parece poco aceptable. En dicho modelo, la ciudadanía cumple básicamente el rol de espectadora: el
presidente suele arrogarse la desconsideración de decidir cuestiones fundamentales a su total arbitrio. Es lo que
Guillermo O´Donnell ha caracterizado como “Democracia delegativa” (un ejemplo podría ser Menem). En realidad no
debiera haber dicotomía: el Congreso y no el Ejecutivo debería ser quien concentre el poder de toma de decisiones.
3-b) La concentración de poderes en el Ejecutivo, por otro lado, es insuficiente en tanto promueve el conflicto más
que la cooperación entre poderes. Sucede que, después de cada elección “el ganador se lleva todo” y los derrotados
quedan al margen del control de la administración y de la “distribución de cargos y favores”.  juegos de suma cero
Los mencionados conflictos también tienden a aparecer entre el presidente y el Congreso, dando como
resultado que ambos se muestren ante la ciudadanía como dos fuentes de autoridad superpuestas en sus funciones.
En Argentina este problema se resuelve de la peor manera: con el predominio final del presidente.
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Además, la concentración de poder en el Ejecutivo tiende a generar una dinámica de autorreforzamiento
muy riesgosa: como el sistema no favorece la discusión ni la formación de consensos institucionales amplios, el
presidente debe apoyar sus medidas en su sola autoridad, apostando a que medidas exitosas le aseguren el apoyo
que “internamente” se le dificulta conseguir.
La democracia deliberativa, obviamente aparece en contraposición al modelo aquí descripto, ya que en ella,
el presidente juega un rol subordinado al Congreso, en particular, y a la voluntad ciudadana en general.

Macpherson, “La democracia liberal y su época”.


CAPITULO 1: Modelo y precursores
EL CARÁCTER DE LA INVESTIGACIÓN.
La democracia liberal, puede significar dos cosas, la libertad de los fuertes para aplasta a los débiles en el mercado o
una libertad efectivamente igual para que todos utilicen y desarrollen sus capacidades. Algo que resulta
contradictorio, el problema de la demo liberal está en que hace unos 150 años acepto el supuesto básico de que: “el
mercado hace al hombre”.
Hasta ahora se ha supuesto que liberal, significa capitalista. A continuación sugeriré que a todo lo que se califique
como demo liberal debemos quitarle importancia a los supuestos de mercado y hacer mayor hincapié en la igualdad
de derechos al desarrollo de la propia personalidad.
Lo que me interesa en este trabajo es examinar los límites y las posibilidades de la demo liberal, para esto utilizare
modelos.

LA UTILIZACION DE MODELOS
1- ¿Por qué utilizar modelos?
Modelos, en el sentido amplio, una construcción teórica, destinados a exhibir y explicar las relaciones reales,
subyacen a las apariencias. En ciencias soc que se ocupan de fenómenos que dentro de límites históricamente
cambiantes, son variables a la voluntad humana variables
En primer lugar, pueden tratar de explicar no sólo la realidad de las relaciones actuales o históricas, sino también la
probabilidad de que más adelante cambien.
La segunda dimensión, adicional de los modelos en la teorización política es de tipo ético, y corresponde a la
preocupación de lo deseable, lo bueno o lo correcto. Los modelos a partir de Hobbes han sido tan explicativos,
justificativos como apologéticos, constituyen declaraciones de que es un sistema político o una sociedad política de
cómo funcionan o podrían funcionar, quienes van a hacerlo funcionar, hasta donde podrían hacerlo. Todas
preguntas tendientes a analizar la vialidad del sistema propuesta y si es posible aplicarlo en una sociedad. Es por eso
que, al estudiar los modelos democráticos debemos estar atentos a dos cosas: lo que presuponen acerca de la soc en
que ha de actuar el sistema político y lo que presuponen acerca del carácter esencial de las personas que han de
hacer que funcione. Lo que cree la gente acerca de un sistema político no es algo ajeno a este, sino que forma parte
de él. Esas creencias determinan efectivamente los límites y las posibilidades de evolución del sistema.
En resumen, trabajar con modelos nos permite ver que la demo liberal, para ser viable no debe alejarse demasiado
de los deseos y las capacidades de las personas que deben hacerla funcionar y como para ser viable el modelo
necesita contar con asentimiento y apoyo general debe contener una teoría éticamente justificativa.
2- ¿Por qué unos modelos históricamente sucesivos?
¿Porque no limitarnos a un análisis contemporáneo? ¿No sería más fácil establecer un solo modelo de demo liberal
con todas sus características comunes observadas en los estados del siglo XX? La utilización de modelos sucesivos
reduce el peligro de contemplar el futuro con ojos miopes. Si se utiliza un modelo único resulta demasiado fácil
bloquear las vías del futuro, y además la utilización solamente de uno casi obliga a adoptar esa posición. Otro
motivo: la utilización de estos nos ayudara a revelar todo el contenido del modelo contemporáneo. Porqué el
modelo hoy imperante es una amalgama producida, mediante el rechazo parcial y la absorción parcial de modelos
anteriores. Cada uno de los tres primeros modelos que he elegido fue el modelo prevaleciente en un momento
determindo, y cada modelo sucesivo se formulo a partir del primero como ataque a uno o más modelos anteriores.
3- ¿Por qué estos modelos?
¿Y no llegar hasta Rousseau? Esto se responde en el siguiente apartado.

LOS PRECURSORES DE LA DEMOCRACIA LIBERAL

15
1- Democracia y clase.
Las teorías de democracia desde Platón a Aristóteles y hasta el siglo XVIII la demo se definía como el gob de los
pobres. Estas visiones tenían todas algo en común que las separa de la demo liberal de los siglos XIX y XX: todas
dependían de una soc sin clases. La demo liberal a partir del siglo XIX acepto y reconoció la soc dividida en clases. El
concepto de demo liberal no resulto posible hasta que los teóricos encontraron para creer que la norma de “un
hombreo, un voto” no sería peligrosa para la propiedad, ni para el mantenimiento de la soc dividida en clase.
Se entiende clase en términos de propiedad, una clase está formada por quienes tienen las mismas relaciones de
propiedad o no propiedad.
2- Las teorías previas al siglo XIX como precursoras.
Contemplemos ahora el historial de la teoría demo antes del siglo XIX. En los siglos XVI y XVII, encontramos ya
algunas teorías demo explicitas. Aparecen entonces en Inglaterra dos corrientes. Una de ellas tiene una base de soc
sin clases, y la otra una base de soc de una sola clase.
Moro y Winstanley, se referían a sociedades sin clases. Veían que la base de la opresión y la explotación de clase se
podrían sustituir por la propiedad común y el trabajo comunitario, esto llevaría a una soc sin clases. Otro de los
movimientos políticos importantes es el de los niveladores, se oponían a las diferencias de clases, su ideal era una
sociedad en que todos los hombres tuvieran propiedades suficientes para trabajar como productores
independientes.
Al llegar al siglo XVII nos encontramos con algunas teorías importantes Rousseau y Jefferson; sus ideas democráticas
han sido más influyentes. El primero plantea que la propiedad privada es un derecho individual sagrado, pero no es
sagrada más que la propiedad moderada del pequeño propietario que la trabaja. Una sociedad verdaderamente
demo, una soc regida por la voluntad general, requiere tal igualdad en la propiedad de modo que ningún ciudadano
pueda comprar a otro. La aparición y el funcionamiento de la voluntad general requerían una sociedad de una sola
clase de propietarios trabajadores. Por su lado Jefferson, la democracia exigia una soc en la que todos fuesen
económicamente independientes, no tenía objeciones al trabajo asalariado, pero eso era únicamente por la
abundancia de tierras gratis que hacía que los trabajadores fueran independientes. Este margen al trabajo asalariado
lo dejaba producto de que consideraba que no significaba dividir la soc en clases. Ambos coinciden en que el
requisito previo para la democracia era una soc de una sola clase.
Todos los modelos de demo anteriores al siglo XIX se adaptaban a una soc sin clases o una soc de una sola clase, y
por eso es importante separarlas de las teorías de la tradición demo liberal.
Los liberales de los siglos XVII y XVIII que no era en absolutos demócratas aceptaban plenamente las relaciones
capitalistas de mercado (desde Locke hasta Burke). Lo mismo ocurría con los demo liberales de principios de siglo XIX
(Bentham y Mill). Después, desde mediados del siglo XIX hasta mediados del XX los pensadores domo liberales
intentaron combinar la aceptación de la soc capitalista de mercado con una actitud de humanismo ético.
Aduciría que el motivo por el cual el termino liberal significo la aceptación de la soc capitalista de mercado durante
el siglo de formación de la demo liberal ya no es aplicable. El liberalismo siempre había significado liberar al
individuo de las limitaciones anticuadas de las instituciones establecidas. Mientras existió una economía de escasez,
la demo liberal siguió pensando que la única forma de alcanzar ese objetivo era a través de la competitividad del
capitalismo de libre empresa. Pero ese vínculo ya no es necesario si suponemos que ya hemos llegado al nivel
tecnológico de productividad que permite una vida cómoda para todos sin depender de los incentivos capitalistas. Si
se niega esta hipótesis no queda ningún modelo nuevo de sociedad democrática.

CAPITULO 2: Modelo nº 1: La democracia como protección


LA RUPTURA DE LA TRADICIÓN DEMOCRÁTICA
Antes de que se hubiera iniciado en absoluto la expansión del sufragio, las instituciones y la ideología del
individualismo liberal estaban ya firmemente establecidas. En el momento en que el movimiento en pro del derecho
del sufragio adquirió impulso, el concepto de D que debía incorporar ese derecho era muy diferente a todas las
anteriores visiones de la D.
Se ve una clara ruptura en el camino que lleva de la D preliberal a la liberal. El debate en el siglo XIX parte de una
base muy diferente. Los conceptos anteriores de la D rechazaban la división de clases, la democracia liberal la
aceptaba y actuaba a partir de ella. Quienes defendían la democracia liberal, llegaron a hacerlo por una
concatenación de ideas que se iniciaban con los supuestos de una soc K de mercado y las leyes de la economía
política clásica. Estas dieron un modelo de H como maximizador de utilidades y un modelo de S como suma de
individuos con intereses conflictivos. A partir de esos modelos y de un principio ético, dedujeron la necesidad de un
G, las funciones que era de desear que desempeñara un G, y a partir de ahí, cual era el sistema deseable de elegir y
16
autorizar los G. Los dos primeros exponentes sistemáticos de la democracia liberal fueron Jeremy Bentham y James
Mill.
Bentham, que desarrollo la teoría utilitarista e introdujo a James Mill, su discípulo. Se puede considerar que estos
autores le dieron un mal principio a la democracia liberal. No se trata de que fueran incompetentes. La teoría
general del utilitarismo, de la que ambos dedujeron la necesidad del sufragio democrático, parecía al mismo tiempo
fundamentalmente igualitaria y económicamente seria. Era ambas cosas, y ese era el problema. La combinación de
un principio ético de igualdad con un modelo de mercado competitivo del H y de la S, fue lo que lógicamente obligo
a ambos autores a pronunciarse por un sufragio democrático, pero se hizo de forma ambigua.

LA BASE UTILITARIA
La teoría general era bastante clara, el único criterio defendible racionalmente del bien social era la mayor felicidad
del mayor numero (felicidad era definida como la cantidad de placer individual una vez restado el dolor). Como
postulados fácticos añadidos se tomo: que cada individuo por su propia naturaleza, trata de llevar al máximo su
propio placer, sin ningún limite. De modo de que cada uno trata de maximizar su propia riqueza, sin limites (cada
porción de riqueza, era una porción de felicidad). Una de las formas para lograrlo, era teniendo poder sobre otros.
De ahí la sed intensa y universal de poder.
La S, de acuerdo a aquella ley rectora de la naturaleza, es una colección de individuos que buscan incesantemente el
poder sobre, y a expensas de otros. Para evitar que esta S reviente, hacia falta una estructura tanto de derecho civil
como penal. Bentham dividía el objetivo más general (el de la mayor felicidad) en cuatro objetivos: “facilitar la
subsistencia, producir la abundancia, favorecer la igualdad, mantener la seguridad”.

LOS OBJETIVOS DE LA LEGISLACIÓN, SEGÚN BENTHAM


En conjunto terminan revelando una defensa de un sistema de propiedad privada ilimitada y de empresa K, y todo
ello aparentemente deducido a partir de los postulados fácticos relativos a la naturaleza humana y pocas cosas más.
El primer lugar: la subsistencia. Las leyes no tienen que hacer nada a fin de asegurar que se produzca lo suficiente
para proveer la subsistencia de todos (si pueden proteger a los H en su trabajo y asegurarles los frutos de este).
Respecto al segundo objetivo: la abundancia, cada necesidad satisfecha produce una nueva necesidad, por eso existe
un incentivo a producir más (Bentham no advierte que esto no es aplicable a los asalariados, no lo ve porq ha creado
su modelo de H a la imagen del empresario o del productor independiente).
Hasta que se llega a sus razonamientos relativos a la igualdad y la seguridad no se advierte plenamente hasta qué
punto su aceptación del K socava su principio ético igualitario. El argumento en pro de la igualdad, se basa en una
igual distribución de la riqueza, con lo cual todos tendrían el máximo de felicidad total (suponiendo igualdad de
placeres también). De esto se desprende que el total de felicidad será mayor cuando la distribución de la riqueza se
aproxime más a la igualdad. Después de esto se sigue el objetivo de la seguridad: la seguridad de los frutos del
trabajo, sin la cual es imposible la civilización para Bentham (es decir, la seguridad de los propietarios). Por lo que las
leyes deben garantizar la propiedad individual. Toda tentativa jurídica de reducirlos a la igualdad destruiría el
incentivo a la productividad. Entre la igualdad y la seguridad, la ley no debe titubear: la igualdad ha de quedar en
segundo lugar.  El ppio de seguridad exige que se mantenga las distribuciones sociales, pese a su desigualdad.
Macpherson plantea, que en relación a lo anterior, se demuestra la falta de sentido de la historia de Bentham. Pues
éste argumenta (para dar validez a la prioridad absoluta de la seguridad) que el derrocar a cualquier sistema
existente de propiedad equivale a hacer imposible cualquier otro sistema de propiedad. Esto se podría entender si se
considera que a Bentham no le interesaba más que explicar la sociedad K de mercado, sin importar las
contradicciones que esto conllevara.

EL REQUISITO POLÍTICO
¿Qué tipo de estado hacia falta para este tipo de S? El problema político consistía en encontrar un sistema de elegir y
autorizar G, es decir, grupos de legisladores y de encargados de aplicar las leyes que necesite esa S. Es un problema
doble: el sistema político debía producir G que establecieran y protegieran una S de mercado libre, y al mismo
tiempo protegieran a los ciudadanos contra la rapacidad de los G. La solución entonces era el voto, como expresión
libre y efectiva de los deseos de los votantes. De esta manera un G era responsable ante el electorado. Del modelo
del que partían los pensadores del sigo XIX, era un sistema de G representativo y responsable de este tipo. Faltaba
resolver quiénes tendrían derecho al voto, y qué disposiciones sobre el alcance y la autenticidad del derecho de voto
harían falta para la doble función de producir G que promoviesen una S de mercado libre y proteger a los ciudadanos
contra el G.

17
A Bentham no le entusiasmaba el sufragio democrático; se veía obligado a aceptarlo, quizás por su evaluación de lo
que exigiría entonces el pueblo, y en parte por la pura lógica en cuanto paso a estudiar la cuestión constitucional. La
única forma de impedir que el G desposea al resto de la gente es hacer que la mayoría de toda la gente pueda
revocar con frecuencia a los gobernantes. La felicidad es un juego cuya suma final es cero: cuanto más tengan los
gobernantes, menos tiene los gobernados. El razonamiento en pro de un sistema democrático se limita
exclusivamente a la protección. La D tiene pues, como característica y como efecto el asegurar a sus miembros
contra la opresión y la depredación a manos de los funcionarios a los que emplea para defenderla.
Bentham se contentaría con un sufragio limitado, pero estaba dispuesto a conceder el sufragio a todos los varones.
En principio, incluso defendía el sufragio universal, pero sostenía que no había llegado el momento: el proponer ya el
voto de la mujer pondría en peligro las posibilidades de reforma parlamentaria. Y debemos señalar que no expuso el
principio del sufragio democrático hasta que se persuadió de que los pobres no utilizarían sus votos para nivelar la
propiedad ni destruirla.

LAS OSCILACIONES DE JAMES MILL


Hacia un análisis más directo pero siempre parecido al de Bentham. Decía que quienes no tenían poder político
estarían oprimidos por quienes si lo tenían. El voto era poder político o por lo menos la falta de voto era la falta de
poder político. Por eso todos necesitaban el voto, para protegerse. Todo lo que no fuera “un voto por persona” sería
inútil, en principio, para proteger a todos los ciudadanos contra el gobierno
Mill tenía plena conciencia de la importancia de obtener tanto el apoyo de la clase trabajadora como de la clase
media para esa reforma: estaba convenció de la importancia de la opinión publica. Por lo tanto, para insistir en la
reforma tenía que evitar enfrentarse con cualquiera de estas clases. Al igual que a Bentham, le interesaba sobre
todo, la reforma electoral que socavara los siniestros intereses dominantes de la pequeña clase terrateniente y
adinerada.
“Creemos que el negocio del Go es y debe ser, el negocio de los ricos., los cuales siempre lo obtendrán. Y todo
depende de esto. Si lo obtienen por las malas, el gob será malo. Si lo obtienen por las buenas, bueno. El medio de
obtenerlo, era a través del sufragio”. Esta frase capta muy bien el espíritu del Modelo nº 1, el apogeo de su
optimismo: el sufragio democrático no sólo protegería a los ciudadanos, sino que incluso mejoraría la actuación de
los ricos como gobernantes. No cabe decir que se trate de un espíritu de igualdad.
Tal fue la génesis del primer modelo de D. En este modelo fundador de la D para una S industrial moderna, pues, no
existe un entusiasmo por la D, ni una idea de que pudiera ser una fuerza moralmente transformadora. No es más
que un requisito lógico de la gobernación de individuos conflictivos inherentemente egoístas de los que se supone
que tienen un deseo infinito de obtener beneficios privados para si mismos. Su argumento se basa en la hipótesis de
que el H es un consumidor infinito, de que su motivación suprema es maximizar las satisfacciones o utilidades que le
da la S.
No tiene nada que ver con las visiones anteriores, preindustriales, de una S democrática. Las visiones anteriores
reclamaban un nuevo tipo de H. El modelo fundador de la D liberal tomaba al H como era, al H configurado por la Sd
de mercado y suponía que era inalterable.

CAPITULO 3: Modelo nº 2: La democracia como desarrollo


LA APARICIÓN DEL MODELO Nº 2
Se vio que ni Bentham ni Mill tenían una visión de un tipo nuevo de S ni de un nuevo tipo de H, la cual no les hacia
falta porque no ponían en tela de juicio que su modelo de sociedad (la sociedad de mercado competitiva e
implacable con toda su división de clases), estaba justificado por su alto nivel de productividad material ni que la
desigualdad era inevitable. Era parte de la naturaleza humana que cada uno intentara explotar a todos los demás. Lo
único que se podía hacer era impedir que el G oprimiera a los gobernados, y para eso bastaba con un sufragio
democrático protector mecánico.
Pero a mediados del siglo XIX dos hechos llamaron la atención de los pensadores liberales, que requerían un modelo
de D completamente distinto. Uno fue que la clase obrera, estaba empezando a resultar amenazadora para la
propiedad. El otro fue que la condición de la clase obrera estaba haciéndose tan descaradamente inhumana que los
liberales sensibles no podían aceptarla como justificable moralmente ni como inevitable económicamente. Quien
pensó todo esto fue John Stuart Mill.
Tenía plena conciencia del aumento de la militancia de la CO: le habían impresionado mucho las revoluciones
obreras de 1848 y el fenómeno cartista en Inglaterra. Había muchos factores que demostraban el crecimiento de los
sindicatos y de las mutualidades. Mill estaba convencido de que no se podría seguir excluyendo o reprimiendo a “los

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pobres” durante mucho más tiempo. “...han tomado sus intereses en sus propias manos...”, “...los pobres ya se han
liberado de sus andaderas y ya no se los puede gobernar ni tratar como si fueran niños...”.
La diferencia más llamativa en los modelos de la D se encuentra en el objetivo que en principio se atribuía al sistema
político democrático. Mill no pasó por alto la función puramente protectora del sufragio democrático, la función a la
que tanta importancia habían concedido James Mill y Bentham. La gente necesitaba protección contra el G, la
facultad de protegerse a si mismos y ejercerla. Pero entendía que, más importante que proteger, eran las
posibilidades de mejorar la humanidad. = El modelo de democracia de Mill es un modelo moral. Lo que más lo
distingue del modelo nº 1 es que tiene una visión moral de la posibilidad de que la humanidad mejore. El sistema
democrático se planteaba como medio para esa mejora. Una S democrática sería un resultado de esa mejora y un
medio de conseguir más mejoras. Mill hablaba de un “... avance de la comunidad, ..., en cuanto a intelecto, virtud y
actividad practica y eficacia...”. El valor del individuo se juzga por la medida en que desarrolla sus capacidades
humanas.
La raíz es un modelo de H muy diferente del que formaba la base del modelo nº 1. El H es un ser capaz de desarrollar
sus facultades o sus capacidades. El H no es esencialmente un consumidor y un apropiador, sino alguien que ejerce,
desarrolla y disfruta de sus capacidades. La buena S, impulsara y permitirá el desarrollo de las capacidades del H. De
manera que el modelo de Mill de la S deseable era muy diferente del modelo de S al que adaptaba el modelo nº 1 de
democracia.
Al ofrecer este modelo del H y de S deseables, Mill sentó el tono que iba a prevalecer en la teoría democrática
liberal, y que dominó por lo menos el concepto angloamericano de la democracia hasta mediados del siglo XX
aproximadamente. La D por la cual se peleó en la primera guerra mundial.
A Mill le había afectado mucho la incompatibilidad que advirtió entre las exigencias de un desarrollo humano igual y
las desigualdades de clase en materia de poder y riqueza. Aunque no identifico el problema claramente, advirtió que
existía un problema y trato de resolverlo.
Bentham y James Mill, al formular el modelo nº 1, habían reconocido que el K comportaba grandes desigualdades de
clase en cuanto a poder y riqueza. El modelo nº 2, se divide en dos. John Stuart Mill, en su modelo nº 2A, era menos
realista acerca de la estructura necesaria de la soc K, advertía la desigualdad de clases existente y que era
incompatible con su D como desarrollo, pero la consideraba accidental y remediable. Los exponentes de la D como
desarrollo en el siglo XX (modelo nº 2B) eran todavía menos realistas, era un irrealismo descriptivo.
Los dos primeros modelos (el nº 1 y el nº 2A) eran más bien, exposiciones de lo que sería necesario para lograr como
mínimo protección, y como máximo el desarrollo de la propia personalidad para todos. En la primera mitad del siglo
XX, con el sufragio universal de varones al menos en países occidentales, el modelo nº 2B, se presentaba como una
exposición de lo que era esencialmente el sistema en vigor. Así cabe decir que el modelo nº 2B era doblemente
irrealista: no advertía las consecuencias necesarias de la soc K ni describía el sistema efectivo de la D liberal del siglo
XX.

MODELO Nº 2A: LA DEMOCRACIA COMO DESARROLLO DE JOHN STUART MILL


Bentham y James Mill aceptaban sin reservas la soc K; John Stuart Mill no. La S en la percepción del modelo nº 2, no
tenía que ser, y no debía ser, una masa de consumidores y apropiadores competitivos, conflictivos y egoístas. Podía y
debía ser una comunidad de personas que ejercitaran y desarrollaran sus capacidades humanas. El problema era
lograr que avanzara en esa dirección. El argumento en pro de la D, era que daba a todos los ciudadanos un interés
directo en los actos del G, y un incentivo para participar activamente. La D atraía al pueblo a las actividades del G, a
dar todos un interés práctico, porque sus votos podían derribar a un G. Así, la D, haría que la gente fuese más activa,
más enérgica; los haría avanzar en cuanto a “intelecto, virtud y actividad práctica y eficacia”.
Otra diferencia con Bentham que resulto insuperable, fue que ambos entre sus evaluaciones morales de la S
existente, tenían una diferencia entre sus definiciones de felicidad o el placer, que era lo que a juicio de ambos debía
maximizarse. Para Bentham había que tener en cuenta las cantidades de placeres. Para J.S. Mill, existían diferencias
relativas entre los placeres. La mayor felicidad total se obtendría si se permitía a los individuos desarrollarse y se los
alentaba a ello. Esto les permitiría obtener placeres más elevados y al hacerlo, aumentaría el total de felicidad
medido tanto en cantidad como en calidad.
Mill reconocía que la distribución existente de la riqueza y del poder económico impedía a la mayor parte de los
miembros de la CO desarrollarse en absoluto, o ni siquiera vivir humanamente. Denunció esto como totalmente
injusto. El único ppio equitativo era el de la “proporción entre remuneración y trabajo”.
El propietario del capital, entendía Mill, debía recibir una parte del producto, y sostenía que esto era coherente con
el principio equitativo, pues el capital no es más que el producto de un trabajo y una abstinencia anteriores. Ello

19
justificaba la distribución del producto entre los trabajadores asalariados y los propietarios de capital. No lo veía
como un principio incongruente.
La situación envilecida de la clase obrera de su época sí presentaba a Mill un problema inmediato y grave, al que hizo
frente decididamente. La dificultad estaba en que en su situación actual no podían utilizar bien el poder político.
Había que hacer algo para impedir que la clase más numerosas pudiera “dirigir el rumbo de legislación y la
administración conforme a su interés exclusivo de clase”.
El dilema de Mill era muy real, pues su principal argumento en pro de un sufragio universal consistía en que era
esencial como medio de lograr que la gente desarrollara su propia personalidad mediante la participación. La salida
de Mill consistió en recomendar un sistema de votación plural de modo que ninguna de las dos clases superase a la
otra, y por lo tanto ninguna de ellas pudiera imponer una “legislación de clase”. El sistema plural de voto no sólo
impediría la legislación de la clase; sería positivamente beneficioso al dar más votos a “aquellos cuya opinión tiene
derecho a gozar de un mayor peso”. Mill aducía explícitamente que la atribución de varios votos a quienes tuvieran
condiciones superiores era positivamente deseable.
O sea, que no se puede calificar a John Stuart Mill de plenamente igualitario. No sólo había algunos individuos
mejores que otros, sino que lo eran en formas directamente pertinentes para el proceso político, mejores en formas
que les daban derecho a tener más peso político. En el sistema de Mill los pesos políticos desiguales de los
ciudadanos estaban incorporados sobre la base que parece más permanente: mientras las personas tuvieran
conocimientos desiguales, el peso igual seria en principio erróneo.
Aritméticamente hablando, el modelo nº 2 es un paso atrás que el nº 1, ya que este último estipulaba “un voto, una
persona” y Mill no. Pero en su dimensión moral, el modelo nº 2 no se queda satisfecho con los individuos como son,
con el H como consumidor y un apropiador infinito. Aspira a pasar a una S de individuos más desarrollados
humanamente, y desarrollados de forma más igual. Que el pueblo participe activamente de la política, de modo que
cada etapa de participación lleve a una mejora de su capacidad política, además de a su desarrollo general, y a lograr
que sea capaz de más participación y más desarrollo de la propia personalidad. A pesar de esto, la igual
participación, con igual peso, reforzaría la baja calidad, en vez de mejorarla.
Mill deploraba los efectos que tenía la S existente de mercado en el carácter humano. Deploraba muchísimo la
relación existente entre K y W, que envilecía tanto al capitalista como al trabajador. Creía que no podría haber una S
humana decente hasta que se transformara esa relación. Mill aceptaba y apoyaba un sistema que pedía a los
individuos que actuaran como consumidores y apropiadores maximizadores y tratasen de acumular los medios para
garantizar su corriente futura de satisfacción como consumidores, lo que significaba la adquisición de propiedad.
Consideró que la difusión las cooperativas aportaría una “revolución moral a la sociedad”. El fracaso de la solución
cooperativa dejó sin resolver la contradicción que advertía Mill entre un sufragio universal e igual y la mayor
felicidad de la S.
En su análisis de relaciones K de mercado, justificaba la propiedad privada de K y el contrato salarial como
coherentes en principio con un sistema equitativo. Se supone que dos defectos tan graves en la teoría de la
democracia de Mill habrían sido suficientes para impedir que se mantuviera.
En cambio, no sucedió así. En primer lugar, los teóricos democrático–liberales ulteriores demostraron reconocer
todavía menos que Mill que existiera ninguna incompatibilidad fundamental entre las relaciones K de mercado y la
igualdad de posibilidades de desarrollo individual de la personalidad. Por eso, pudieron seguir aferrándose a la
defensa de Mill de la D como desarrollo, y lo hicieron. En segundo lugar, a principios del siglo XX parecería haber
desaparecido la incompatibilidad que había advertido Mill entre el sufragio universal igual y la oposición existente
entre intereses de clase.
Por eso no se puede decir que el modelo nº 2A fuera un fracaso. Los demócratas liberales siguieron aceptando sus
principales directrices, con tanta más facilidad cuanto que se podía prescindir de sus estipulaciones no igualitarias.
Se prescindió de ellas en parte porque llego a advertirse que eran innecesarias, y en parte porque quedó claro que
cualquier cosa de ese tipo resultaría inaceptable para unos movimientos populares cuya fuerza era prohibitiva. Pero
ello permitió que el resto del modelo nº 2A sobreviviera, como 2B, hasta bien entrado el siglo XX.

LA DOMA DEL SUFRAGIO DEMOCRÁTICO


El motivo por el fue el sufragio universal de los varones no trajo consigo el G de clase que había temido Mill fue el
extraordinario éxito con que el sistema de partidos logró domesticar a la democracia. Esto hizo que el proceso
político democrático fuera impotente para brindar el grado de participación real de participación que sus defensores
anunciaban o esperaban de él, e incapacitado para promover el desarrollo personal y la comunidad moral que era la
principal razón que se aducía en pro de la D liberal.
¿Cómo logró el sistema de partidos impedir la dominación de clase que había temido Mill?
20
La forma en que ha ocurrido ha sido diferente según los países. Pero la principal función del sistema de partidos
desde el comienzo del sufragio democrático fue moderar y aquietar un conflicto de intereses de clase con objeto de
proteger las instituciones de la propiedad existentes y el sistema de mercado contra todo ataque eficaz. La función
de difuminar las fronteras de clase la desempeñaron las tres variedades de sistemas de partidos 1, que de una
manera u otra, se desplazaron a posiciones intermedias para poder proyectar una imagen de sí mismos como parido
nacional defensor del bien común. Esto fue posible porque la clase numéricamente mayor no tenía un solo objetivo,
en todos los países al mismo tiempo que empezaba a funcionar el sufragio democrático, existían factores que
debilitaban la división bipolar (ya sea a través de concesiones a la CO, o por medio del apoyo de los pequeños
propietarios y trabajadores al capitalismo privado y a la economía de mercado). El sistema de partidos actuó sobre
este contexto, y terminó de difuminar las diferencias de clase todavía subyacentes. La conclusión general es que el
sistema de partidos ha sido el medio de reconciliar el sufragio igual y universal con el mantenimiento d una S
desigual. Lo ha logrado al difuminar las cuestiones y reducir la responsabilidad del G ante los electorados 2. Ha
fracasado porque no logró el desarrollo del individuo activo como ciudadano.
Modelo nº 2B: La democracia como desarrollo en el siglo XX
En la tradición liberal se produjo desde principios del s XX (Dewey, Lindsay, Maclever), una disminución de realismo
constante, aún con respecto el análisis de Mill. Él veía la S dividida en clases, y si bien no terminó de resolver su
contradicción con su ideal de desarrollo, no creía que el proceso democrático por si solo superara la división de
clases y la explotación. Los teóricos del s XX fueron olvidándose cada vez más de las clases y de la explotación. Si bien
se oponían al individualismo y no aceptaban del todo el control existente de la producción por el k, creían que las
relaciones capitalistas de producción no tenían nada de malo lo que era necesario era un resurgimiento de las
asociaciones democráticas pluralistas (universidades, iglesias, etc.).
El sufragio universal no había generado una legislación de clase, ya que el sistema democrático de partidos había
superado el peligro de un Go de clase. Barker sostenía la idea de que las diferencias de clase podrían ajustarse a
medida que se intensifique el pensamiento social sobre la justicia, y esto podría lograrse mediante la cooperación
voluntaria entre las clases ayudada por un Estado. Maclver, en este mismo sentido, planteaba que en las S modernas
las clases tendían a confundirse unas con otras y no tenían ninguna solidaridad definida de intereses.
Inconscientemente estos teóricos seguían manteniendo la imagen del proceso democrático como un mercado libre,
en el que todo podría funcionar con grandes beneficios para todos. Sin embargo no hicieron explícitamente esta
analogía, ya que seguían aferrándose al ideal democrático del desarrollo individual de la propia personalidad, y la
analogía con el mercado implicaba una promoción del interés egoísta. Sostenían que los ciudadanos tenían además
de su voluntad particular una voluntad general, y que esa racionalidad haría posible superar las imperfecciones del
sistema democrático.
Lo que no advirtieron los teórico del siglo XX de la democracia como desarrollo, fue la medida en que el sistema
había sobrevivido mediante la reducción de la responsabilidad de los G ante los electorados.
Al final, el hecho de que los teóricos del desarrollo no pudieran ver la diferencia entre el sistema democrático
vigente, tan parecido a un mercado (aunque distara de ser un mercado plenamente competitivo), y sus esperanzas
idealistas de desarrollo fue lo que llevo al fracaso del modelo nº 2B y a su sustitución por el modelo nº 3, que era un
modelo de mercado totalmente agresivo y aparentemente relista.

Maguire, “Marx y su teoría de la política”.


I-La teoría primitiva de la política.
Teoría del estado en embrión.
Existe una tensión en Marx (M) entre la idea del Estado (E) como tirano de la sociedad o el E como reflejo de las
condiciones sociales. En la 1ra se observa una concepción de E cristalizado en una burocracia que existe
independientemente como el “poder organizador separado del resto de la soc. En la 2da como el instrumento o
servidor de la soc civil que refleja las condiciones sociales que supuestamente gobierna.
Una nota sobre terminología.

1
Un sistema de dos partidos que representan los intereses de las dos clases opuestas, un sistema de dos partidos en el que cada uno representa intereses regionales y
locales, un sistema multipartidista con tantos partidos que el gobierno en general ha de ser de coalición

2
Para que el gobierno pueda mediar entre los intereses opuestos de clase, debe organizar constantes transacciones para lo cual necesita un “espacio de maniobra”. En
este sentido no puede ser absolutamente responsable frente a los partidos/organizaciones populares externas = los gobiernos reducen su responsabilidad frente al electorado.
21
El E posee 3 posibles relaciones con la burguesía: puede ser servil, sirve a los intereses de la misma. Dominante
impone su voluntad a la soc (incluida la burg) y en una situación en la cual no puede ser dominante dado el poder de
la burg, puede rehusarse a ser meramente servil e intentar ser dominante siendo pretensioso.
La estructura de la sociedad burguesa.
¿Qué quiere decir M con “alienación”?
La alienación tiene sus fuentes en la actividad humana concreta y no en fuerzas trascendentes. Con el surgimiento
de las clases proporciona al individuo un marco previo, relaciones ya cristalizadas, las clases son previas a los
individuos. M sostiene q las clases son alienaciones de la actividad individual.
“El estado moderno”, un concepto complejo.
Según M la postura normal del E será de servilismo. La burg es dominante dentro de su modo de producción y a
medida que se vuelve dominante en la soc, pueden establecer su control sobre el orden político y aun moldearlo a
su gusto. Los burgueses compran el E y lo controlan. La conclusión, es q el ejecutivo del E moderno es solo un comité
para la administración de los asuntos comunes del conjunto de la burg.
Según Maguire en estas afirmaciones hay una tendencia a subestimar lo político. M admira la capacidad de
autorregulación de y la racionalidad de la soc burg. Esto abre el interrogante que consiste en saber por qué no se
desvaneció la política después de la revo burg. Si la soc burg es tan autorreguladora ¿para qué necesitan la política?
En la resp a este interrogante se hayan las principales tensiones de la teoría de la política y el E en M.
El E cuando “representa” a todos los miembros de la soc, está representando a los trabajadores solo en forma
ilusoria, concepción ideológica. Representa a la burg en forma real ya que esa representación a nivel político
resguarda sus intereses a nivel económico. Cuando las formas ideológicas de dominación entran en decadencia el E
debe regresar a una función represiva. La burg recurre al E para distinguir entre quienes va a reprimir y a quienes
continuara representando represivamente.
Dos “Perspectivas” del Estado.
1- La “sucesión cronológica”, afirma que la postura normal del E es la de servilismo ante la burg. Esta postura acepta
que puede haber un E pretensioso, en ciertas coyunturas históricas, cuando la burg no se encuentra todavía
establecida como dominante.
2- La “contradicción estructural” afirma que en la postura servil del E está contenida la posibilidad de un E
pretensioso aun dentro de la formación social burg.
El problema central es que la política tiene un status derivado, no fundamental en la sociedad. Los individuos
mantienen el poder político porque guardan cierta rel con la estruc social de la econo. Dado el status derivado de la
política se sigue naturalmente la perspectiva de la sucesión. Toda independencia política será una mera
característica de intervalo, una situación en donde ninguna clase dominante ha sucedido a otra. Lo que afirma, en
cambio, la perspectiva de la contradicción es que los propios burg son víctimas de este sistema de fuerzas alienadas.
La burg, al igual que los trabajadores, participa de una estructura que mantiene mediante su actividad pero sobre la
cual no tiene un control irrestricto, como no lo tiene nadie.
II-Panorama de la revolución: la postura de Marx en vísperas de 1848.
Orígenes y ascenso de la burguesía.
El nombre de “ciudadano” (burgher) hacía referencia a los comerciantes y a los fabricantes-comerciantes que
dominaban en los nuevos pueblos, y cuyas actividades en los pueblos viejos minaban crecientemente a los gremios.
La burguerklass eran los comerciantes ricos e influyentes que cada vez participaban más en la producción efectiva de
los bienes que comerciaban. La burguesía no económica para M, representaban el ala intelectual y política de los
ciudadanos en ascenso.
La primera revolución francesa.
Este hecho influyo mucho sobre el pensamiento de M. Tomando el Manifiesto, charly explicaría la revo entendiendo
que “en cierta etapa del desarrollo de estos medios de producción e intercambio, las condiciones bajo las cuales
producía e intercambiaba la soc feudal…ya no resultan compatibles con las fuerzas productivas ya desa; tales
condiciones restringen la producción…Tenían que ser destruidos; fueron destruidos. En su lugar surge la libre
competencia, acompañada por una constitución social y política adaptada a ella, y por el predominio econo y poli de
la clase burg”.
Críticas y/o discusiones: la noción de una burguesía antagónica a la nobleza, la idea de que la Revo fue producto del
capitalismo industrial (según algunos autores no existían todavía), la inexistencia de que en el siglo XVIII quedaran en
Francia elementos feudales.
Según Maguire, M no tiende a considerar la revo política burguesa como el producto de la gran industria sino como
el punto en que la burg se vuelve lo suficientemente fuerte para ganar el poder poli. Estas discusiones según el autor
pueden solucionarse con la propia teoría de Marx.
22
Las perspectivas del manifiesto.
El Manifiesto describe el ascenso de al burg a través de diversas etapas de avance social, ligada a un avance poli
correspondiente hasta la llegada a la conquista del E moderno. Otra cuestión importante es el de su caída inevitable.
Una característica importante en el desa capitalista en la teoría de M, es su simplificación. Surgen 2 grandes clases
las cuales van polarizando a toda la población. M afirma que los estamentos medios de transición caen en el
proletariado.
2 grupos intermedios principales:
Pequeña burg: fluctúa entre el proletariado y la burg. Es la masa de pequeños propietarios.
Campesinado: son las personas que trabajan en el sector agrario de la econo burg. En la medida en que crezca la
capitalización de toda la agricultura encaramos un verdadero proletariado rural.
VIII-Aspectos de la teoría general
La naturaleza del materialismo en Marx.
3 clases de materialismo: “ontológico” sostiene que toda realidad es materia, “metodológico” es el rechazo del
apriorismo en la invest científica y el “sociológico” rechaza la interpretación de la soc en términos de las ideas que
tengan los individuos acerca de si mismos.
Existen escazas pruebas de que M haya asumido una postura ontológica. La raíz de su materialismo es una oposición
a lo que se consideraba como distorsiones “idealistas” en el método y en el entendimiento de la soc.
Hay 2 etapas del materialismo sociológico en M, la 1ra la negativa donde se niega a las ideas la aplicabilidad y validez
eternas que se les atribuyen a los ideólogos. La 2da la etapa positiva de presentar una teoría alternativa que explica
la posición correcta de las ideas en la sociedad.
Aseveración central de la teoría de M: “independientemente de que el cambio soc siempre, en ocasiones o nunca,
las soc se volverán estables y organizadas cuando su ideología y sus estruc legales y poli satisfagan los
requerimientos de la econo, en lugar de que la econo satisfaga los requerimientos de la ideología, la ley o la poli”.
Un recipiente más amplio: la suerte de la propiedad comunal.
Se analizaran algunas cuestiones etnográficas y antropológicas. En especial el reemplazo de un “comunismo tribal”
original por la propiedad privada.
La propiedad comunal como el origen común.
La importancia teórica de la propiedad comunal consistía en la ilustración de la necesidad meramente histórica de
todas las formas de propiedad privada y en el apoyo a la posibilidad del comunismo.
Según M los individuos en el comunismo primitivo contaban con “derechos de posesión” en lugar de “propiedad”.
Tenían el uso y el derecho sobre ciertas cosas pero no el poder de alterar la forma en que se usaran las cosas, o a
decidir quién las usara, tal derecho corresponde a la comunidad. Esta rel entre los hombres y las cosas se erosiona a
través del tiempo por una “individualización creciente de las rel con los bienes”.
Formas de disolución de la propiedad comunal.
M propone una tipología de las formas en que la propiedad comunal evolucionó hacia los sistemas de propiedad
privada. El aumento de la población y otras presiones empezaron a erosionar el sistema meramente posesorio y
había una tendencia hacia 2 formas de propiedad, o sea a través del E y a través de los individuos.
La 1ra es la comuna “oriental o asiática”, su propiedad es todavía comunal pero ya existe por encima de ella un E al
que las pequeñas comunas deben pagar tributo. Este caso demuestra la combinación de la propiedad comunal con
lo que parece un gobierno político. La 2da la forma “antigua”, esta forma combina la propiedad privada con la
comunal. Esta forma difiere de la 3ra la “germánica”, en el hecho de que las familias individuales aparecen mucho
más autosufientes y la comunidad es la mera reunión de las familias dispersas para fines comunes particulares.
Las perspectivas de la comuna rusa.
M clasifica a la comuna rusa como la más desarrollada forma de propiedad comunal, parece haber tenido mayor
éxito que otras formas en el logro de un equilibrio entre su base comunal y el desa del individualismo.
Las “etapas” y la necesidad histórica.
M refuta la idea de “ley de hierro de la historia” cuando habla sobre el destino de Rusia. La cual habría planteado la
el desa inevitable de Rusia hacia el capitalismo. M observa su forma antigua de establecer en forma empírica la
conexión entre estructura soc y poli con la producción. Vera en Rusia la posibilidad de tener libertad a la hora de
escoger que modos adoptara. Frente a esto surge el problema de la conciliación de la libertad con el papel central de
la econo. M podría sostener que el país tiene libertad en ese sentido, pero no puede desarrollar uno de estos modos
en particular sin acomodar su ideología, ley y política a los requerimientos de ese modo.
La política y la sociedad dividida.

23
La soc llega a estar dividida en clases, una vez establecida tal división el modo de gobernarla ya no puede ser
isomorfico con su organización social, porq ahora hay un grupo social que si tuviese poder gubernamental, lo usaría
para introducir reglas fundamentalmente nuevas.
El E es algo más que la represión directa, sostiene también la ideología mediante la cual la clase trabajadora cree que
está obteniendo una participación adecuada de los bienes. Estos argumentos ponen en claro que el E debe
concebirse como un instrumento del dominio de clase, pero existe el problema de que los E no operan siempre de la
misma manera.
Existe otra explicación que afirma la misma conexión (entre poli y soc de clases), aunq en una forma más compleja.
Una categoría fundamental de esta explicación más compleja es la de la división del trabajo. La misma es una
categoría gral y negativa de la historia poscomunal: es por eso que no hay un plan global en el sentido de una
regulación consciente sino que surge un plan que surge de la coherencia históricamente transitoria y parcial
impuesta por las necesidades de la producción econo.
Las reglas de la soc poscomunal son reglas con las que entran en conflicto los intereses de sus miembros… Ya ha
surgido el conflicto en estas soc y es por eso q dicha soc necesita un nucleo de autoridad separado que pueda
imponer las reglas incluso a los miembros de la clase dominante.
La perspectiva compleja explica que lo importante de la función de “cohesion de la clase gobernante” es el hecho de
q se presenta como un síntoma de q la propia clase propietaria forma parte de un mundo “no planeado”, alienado
La perspectiva simple correlaciona la poli con la clase y sostiene q el E será normalmente un sirviente de la burg. La
explicación compleja abarca dicho enfoque pero también permite explicar casos q la perspectiva sencilla toma como
excepciones.
El gobierno y la sociedad comunal.
La distinción establecida por M entre gobierno y la poli resulta razonable para la soc primitiva descrita por él.
Se vuelve posible la distinción entre la administración de esta clase de soc y lo q llamamos poli, alegando q se trata
de un caso de “autogobierno” genuino. Lo q distingue al gob no poli es el hecho de q estas cuestiones grals se
resuelven genuinamente por acuerdo de todos y no hay nadie a quien se imponga una decisión.
En la soc poscomunal aparece la organización poli, fundada sobre el territorio y la propiedad; aquí el gob trata con
personas a través de sus relaciones con el territorio. En la soc comunal el gob es simplemente la parte particular del
sistema social que se ocupa de las cuestiones grals.
M rechaza la separación entre el “E poli” y la soc concreta, diciendo que si los individuos son realmente miembros
del E entonces es obvio que su existencia social ya es su participación efectiva en él.

Manin, “Los principios del gobierno representativo”.

El uso corriente distingue la democracia representativa de la directa, haciendo aparecer de ese modo ambos
regímenes como variedades de la democracia. Sin embargo, la democracia representativa tiene sus orígenes en
Occidente en la estela de las tres revoluciones modernas: la inglesa, la norteamericana y la francesa.
Ahora bien, ese régimen del que han salido las democracias representativas no fue concebido en modo alguno por
sus creadores como una forma de la democracia. Por el contrario, en los escritos de sus fundadores se encuentra un
acusado contraste entre la democracia y el régimen instituido por ellos, régimen al que llamaban “gobierno
representativo” o aun “república”.
Dos actores cuyo papel ha sido decisivo en la instauración de la representación política moderna, Madison y Sieyes,
se acercan en la oposición que ambos establecen entre el gobierno representativo o republicano y la democracia.
Madison opone repetidas veces el “gobierno republicano”, caracterizado por la representación, y la “democracia” de
las pequeñas ciudades antiguas. El efecto de la representación, consiste en “refinar y ensanchar las opiniones
públicas haciéndolas pasar por el conducto de un cuerpo elegido de ciudadanos cuya sabiduría pueda discernir
mejor el verdadero interés de su país.” “En un sistema semejante, prosigue, puede muy bien ocurrir que la voluntad
pública, formulada por los representantes del pueblo mismo reunido a ese efecto.” Madison destaca que uno de los
fines del sistema enteramente representativo propuesto en el proyecto de constitución es poner a los gobernantes
en condiciones de resistir las “pasiones desordenadas” y las “ilusiones efímeras” que pueden apoderarse del pueblo.
La superioridad de la representación consiste, por el contrario, en que abre la posibilidad de una separación entre la
voluntad (o decisión) publica y la voluntad popular.
Sieyes explica la diferencia “enorme” que separa la democracia en la que los mismos ciudadanos hacen la ley y el
régimen representativo en el cual confían el ejercicio de su poder a representantes nombrados por ellos. Para los
dos autores el gobierno representativo es una forma de gobierno esencialmente diferente y preferible.
24
La superioridad del régimen representativo se debe a que constituye la forma política mas adecuada a la condición
de “sociedades comerciantes” modernas en las que los individuos están, ante todo, ocupados en producir y distribuir
riquezas. El autor va a decir que el interés común, el mejoramiento del Estado social mismo nos piden que hagamos
del gobierno una profesión particular.
Cuando hoy se distingue democracia directa y democracia representativa, y se hacen aparecer esos regímenes como
especies de un mismo genero, se sobreentiende ipso facto que la diferencia entre las dos especies de democracia se
debe a que la voluntad popular gobierna directamente en una pero no en la otra; por lo tanto se hace de la
democracia representativa la forma indirecta de la democracia. Ahora bien, los fundadores del gobierno
representativo niegan precisamente que en ese régimen la voluntad popular sea puesta en situación de gobernar, ni
siquiera de manera indirecta.
El gobierno representativo se ha transformado en el curso de los dos últimos siglos. El crecimiento gradual del
derecho de sufragio y el establecimiento del sufragio universal constituye la más evidente de sus transformaciones.
Pero igual no hay ninguna duda de que desde los orígenes del gobierno representativo ha sido establecido cierto
número de principios que nunca fueron cuestionados a continuación.
Cuatro principios fueron sentados en los orígenes del gobierno representativo moderno.
1. Los gobernantes son elegidos por los gobernados a intervalos regulares.
Acuerdo general sobre un principio: no hay representación sin elección regular de los gobernantes por los
gobernados. El procedimiento electivo concierne solo a la naturaleza de lo que habilita a ciertos individuos para
gobernar. La condición de gobernante no es conferida por la unción divina, el nacimiento, la riqueza sino únicamente
por el consentimiento de los gobernados.
El derecho de mandar a otros no puede fundarse más que sobre el consentimiento de aquellos sobre los cuales se
ejerce. La elección es así un procedimiento de designación y de legitimación de los gobernantes que ha ido
progresivamente sustituyendo a otros.
Es necesario señalar que en la medida en que los gobernantes son, no los ciudadanos mismos, sino individuos
exclusivamente encargados de dirigir los asuntos públicos, el gobierno representativo es, a diferencia del gobierno
del pueblo mismo, un gobierno por especialistas de la cosa pública.
Si el gobierno representativo comporta elementos democráticos, no es sin embargo la democracia ateniense
extendida a grandes Estados. Más precisamente, un parlamento no es una asamblea de ciudadanos reducida a un
tamaño cómodo. La elección para un periodo dado transforma en efecto, durante ese periodo, a los elegidos en
especialistas. Cuando son elegidos, los gobernantes no se ocupan más que de política, pueden consagrarle todo su
tiempo y toda su energía.
El gobierno representativo no selecciona competencias previas, crea competencias de gobierno.
De todos modos, el gobierno representativo no se apoya solamente sobre la elección de los gobernantes, sino sobre
su elección a intervalos regulares.
Hay que deducir que el principio de elección de por vida ha sido desechado deliberadamente y por razones
especificas por los fundadores del gobierno representativo. Ahora bien, se nota inmediatamente que un sistema de
elección de por vida representa una propiedad capital: los que eligen no disponen de ningún medio eficaz para
ejercer alguna influencia sobre los actos de los dirigentes una vez que estos han sido elegidos.
Cuando, por el contrario, los gobernantes están regularmente sometidos a elección, pueden ser cambiados si su
comportamiento no satisface.
Los gobernantes ocupan una posición distinta de la de los gobernados; y en ese sentido, el pueblo no se gobierna por
si mismo. Pero como las elecciones son repetidas, el pueblo tiene un medio eficaz de ejercer cierta influencia sobre
los gobernantes. La naturaleza del gobierno representativo no puede ser comprendida sin referencia a su
temporalidad particular.
El gobierno representativo ha sido instituido, en su origen, como un gobierno de elites habilitadas por la elección a
conducir los asuntos públicos.
La elección no crea solamente una diferencia entre gobernantes y gobernados al conferir a los primeros un lugar que
los segundos no ocupan sino que selecciona diferencias previamente existentes, pues lleva necesariamente al
gobierno a individuos que presentan ya caracteres distintos y específicos
Es el juicio del pueblo y no la identidad con el pueblo lo que confiere la categoría de gobernante.
En el proceso electivo de designación de los gobernantes, el pueblo es juez pero no parte, pues no puede, jamás,
atribuirse el gobierno a si mismo ni atribuirlo a un cuerpo de representantes semejante a el.
2. Los gobernantes conservan, en sus iniciativas, un margen de independencia en relación con los gobernados.
Los gobernantes conservan en sus decisiones cierta independencia frente a la voluntad de los gobernados. Esta idea
se ha traducido por el rechazo o la prohibición de dos prácticas precisas que abrían privado igualmente a los
25
representantes de toda independencia: los mandatos imperativos y la revocabilidad permanente y discrecional de
los elegidos. Ninguno de los gobiernos representativos establecidos desde fines del siglo XVIII ha admitido los
mandatos imperativos ni reconocido la validez jurídica de las instrucciones dadas por los electores. Tampoco
ninguno de ellos ha instituido la revocabilidad permanente de los representantes.
La diferencia entre representación y el autogobierno del pueblo no se debe solamente a la existencia de un cuerpo
de representantes, resulta más aun de la ausencia de mandatos imperativos.
En distintas épocas han sido propuestas instituciones o prácticas que habrían suprimido radicalmente la
independencia de los elegidos: incluso han sido puestas en práctica en forma esporádica. Esto da un relieve
particular al hacho de que han sido deliberadamente rechazadas a fines del siglo XVIII y principios del XIX, y que esta
decisión inicial no volvió a ser cuestionada.
Al no estar estrictamente garantizado el lazo entre la voluntad de los electores y el comportamiento del elegido, los
representantes conservan siempre un margen de juego y de maniobra. La democracia representativa no es un
régimen en el que los gobernantes están rigurosamente obligados a poner en ejecución los deseos de los
gobernados. Por lo tanto no puede ser concebida como la forma indirecta del gobierno por el pueblo.
Cuando los ciudadanos eligen candidatos en vista de hacer tomar ciertas decisiones, no presionan a los elegidos, les
abren, por el contrario, posibilidades de acción.
En otros términos, a cada momento del periodo, los gobernantes tienen interés en tener en cuenta en sus decisiones
presentes la representación anticipada de lo que será el juicio retrospectivo de los electores sobre sus decisiones.
Por ese canal, los gobernados ejercen una influencia real sobre la política decidida por los gobernantes.
Los gobernados influyen entonces sobre las decisiones públicas por su mirada retrospectiva sobre una política (tal
como es anticipado por los representantes), mucho mas que por su elección prospectiva de una política.
Los elegidos tienen un margen de libertad mucho mayor que si debieran poner en ejecución los deseos prospectivos
de los electores. Los gobernantes pueden, por ejemplo, por propia iniciativa y aun contra la voluntad de la población,
adoptar una política si anticipan que esta, una vez puesta en ejecución, no provocara rechazo. También pueden
hacer descubrir a los electores que una política de la que ellos no comparten la idea o que no quieren, en el
momento de ser adoptada, los satisfará finalmente.
Así, el dispositivo institucional del gobierno representativo confiere una influencia sobre el curso de la política a los
ciudadanos que juzgan retrospectivamente las acciones de los gobernantes y sus consecuencias, no a los ciudadanos
que expresan ex ante su voluntad de acciones a emprender. Por lo tanto, se ve una vez mas aparecer la noción de
juicio. En el gobierno representativo, el pueblo juzga las iniciativas tomadas de manera relativamente autónoma por
los gobernantes. Ocupa una posición análoga a la del juez o del jurado al pronunciarse ex post facto sobre acciones
cometidas a iniciativa de otro.
3. Una opinión pública sobre los temas políticos puede expresarse fuera del control de los gobernantes.
A partir de fines del siglo XVIII se impuso la idea de que el gobierno representativo requería la libertad de opinión
pública política: los gobernados deben poder formar y manifestar libremente sus opiniones políticas. El lazo entre
los dos elementos se estableció de golpe en los Estados Unidos, de manera más progresiva en Inglaterra, el
reconocimiento de todas sus implicaciones ha sido más lento y más complejo en Francia.
La libertad de la opinión pública política requiere de dos condiciones. Para que los gobernados puedan formarse
opiniones sobre los temas políticos, es necesario que puedan tener acceso a la información política, lo que supone
cierta publicidad de las decisiones gubernamentales. Si los gobernantes deciden en secreto, los gobernados no
tienen más que escasos medios de forjarse opiniones en materia política.
La libertad de la opinión pública requiere, en segundo lugar, la libertad de expresar opiniones políticas.
Se podría aducir tomando la distinción clásica popularizada por I. Berlin, que la libertad de opinión pertenece ante
todo a la categoría de las libertades negativas que protegen a los individuos de los desbordes del gobierno. Así
entendida no tiene lazo directo con el carácter representativo del gobierno. No hay ninguna duda de que la libertad
de opinión se estableció en la huella de la libertad religiosa, que protege la esfera de las creencias contra las
intervenciones de la autoridad pública. Sin embargo, una relación especial une también la libertad de opinión con el
papel político de los ciudadanos en un gobierno representativo.
La libertad de opinión, comprendida en su dimensión política, aparece así como una contrapartida de la ausencia del
derecho de instrucción. Los representantes no están obligados a poner en ejecución la voluntad del pueblo, pero no
pueden ignorarla: la libertad de opinión garantiza que, si esa voluntad existe, es llevada a su conocimiento. Como,
por otra parte, los gobernantes saben que serán sometidos a reelección, están por lo menos incitados a tomar en
consideración esta voluntad como uno de los elementos de la situación y a preguntarse en que medida influirá sobre
el juicio retrospectivo que se hará de ellos.

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Fuera de las situaciones en que los gobernados amenazan gravemente el orden publico y constriñen a los
gobernantes por el simple juego de la relación de fuerzas, la única voluntad forzosa de los ciudadanos es el voto.
Pero los gobernados tienen siempre la posibilidad, ya sea en el momento de las elecciones o fuera de ellas, de hacer
oír una opinión pública esta voz colectiva del pueblo que, sin tener valor obligatorio, puede siempre manifestarse
fuera del control de los gobernantes.
Precisamente esta situación absoluta de los representados por el representante es impedida por la libertad de la
opinión pública. El pueblo puede manifestarse en tanto que sujeto político dotado de cierta unidad fuera de la
persona de los representantes.
El gobierno representativo es, en ese sentido, un régimen en el que los representantes no pueden decir jamás
“nosotros, el pueblo” con confianza y certeza absolutas.
La representación absoluta como el autogobierno del pueblo tiene por efecto abolir la separación entre gobernantes
y gobernados, este porque hace de los gobernados los gobernantes, aquella porque los representados sustituyen a
los representantes. El gobierno representativo, por el contrario, mantiene la separación, se define por el doble
rechazo de estas formas opuestas de la identidad entre gobernantes y gobernados.
4. La decisión colectiva es tomada al término de la discusión.
En la actualidad es corriente considerar que, en sus orígenes, el gobierno representativo fue pensado y justificado
como “gobierno por la discusión”.
La fórmula de “gobierno por la discusión” es particularmente confusa. No indica de ningún modo el lugar que se
considera que la discusión ocupa en el gobierno. ¿La discusión debe regir todas las etapas del proceso de decisión o
solo algunas?
El lazo entre las ideas de representación y de discusión no se comprende sino por intermedio de una tercera noción,
la de asamblea. El gobierno representativo siempre ha sido pensado y justificado como un sistema político en el que
una asamblea, es decir, una instancia compuesta de una pluralidad de individuos, desempeña un papel decisivo.
En los escritos y los discursos de los fundadores de la representación moderna, la discusión aparece como una
propiedad inevitable y de alguna manera natural de las asambleas.
Los autores como Sieyes o Burke, destacan con la mayor insistencia que el papel de la asamblea consiste en producir
unidad, se presupone que los diputados, elegidos por localidades y poblaciones diversas, al principio aportan a la
asamblea el reflejo de cierta heterogeneidad. Por lo tanto, la instancia representativa ha sido pensada siempre no
solo como colectiva sino también como relativamente diversificada.
Es a partir de este carácter a la vez colectivo y diverso del órgano representativo que se explica el papel conferido a
la discusión y no a partir de una creencia previa o independientemente establecida en las virtudes de la discusión.
Por lo tanto, si en una asamblea en la que hay que llegar a cierta convergencia de posiciones a pesar de la diversidad
del comienzo, ni los más poderosos ni los más competentes ni los más ricos están autorizados a imponer su voluntad
a los otros; la solución es que los participantes traten de ganar consentimiento de los demás persuadiéndose
recíprocamente por medio de la discusión.
Cuando comienza una discusión para Sieyes, no se puede formarse una idea de la dirección que tomara para llegar
seguramente a este descubrimiento. Sin duda el interés general no es nada si no es el interés de alguien; es el de los
intereses particulares que resulta común al mayor número de votantes. De ahí la necesidad de la influencia de
opiniones.
Entre los fundadores del movimiento representativo la discusión cumple así una función específica: produce el
acuerdo y el consentimiento. La discusión no constituye entonces por si misma el principio de decisión. Lo que
confiere a una proposición un valor de decisión no es el hecho de que sea discutida sino que obtenga el
consentimiento.
En efecto, tomada en si misma, no aporta ningún principio de decisión, a lo sumo se puede admitir que cesa, sobre
un tema dado, cuando se alcanza el consentimiento de todos los participantes y que ya nadie tiene objeciones que
formular. El consentimiento de la mayoría proporciona un principio de decisión porque es compatible con las
limitaciones temporales a las que toda acción esta sometida toda acción politica en particular.
El principio del gobierno representativo debe, por lo tanto, ser formulado de la siguiente manera: una medida
cualquiera puede adquirir valor de decisión solo si ha conseguido el consentimiento de la mayoría al término de una
discusión. El consentimiento de la mayoría, y no la discusión misma, constituye así el procedimiento de decisión.
El hecho de que la decisión sea tomada por una instancia colectiva al término de una discusión garantiza una única
cosa: que todas las proposiciones son sometidas a la prueba de la discusión. La discusión actúa como un tamiz o
como filtro, sea cual fuere el origen de los proyectos. Pero eso basta para asegurar su efecto esencial sobre la
discusión: ninguna decisión puede ser adoptada si una mayoría no la ha juzgado justificada al término de un

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intercambio de argumentos. El gobierno representativo no es un régimen donde todo debe nacer de la discusión,
sino donde todo debe ser justificado en la discusión.
La simple definición del gobierno representativo como gobierno por la discusión es así profundamente inadecuada.
Disimula el hecho de que, en esta forma de gobierno, la discusión persuasiva cumple una función especifica que no
es la de producir la decisión ni necesariamente la de engendrar las proposiciones de decisiones, sino solamente la de
producir el consentimiento en una situación en al que ninguna voluntad tiene por si misma derecho de imponerse a
las demás. Aquí se ve reaparecer, una vez más, el papel central del juicio. Las proposiciones no tiene necesariamente
su origen en la instancia que discute, pero ninguna proposición es adoptada si no ha sido sometida al juicio de la
instancia que discute.
El análisis de las prácticas y de las disposiciones institucionales concretas sobre las que se basa el gobierno
representativo muestra por lo tanto que, contrariamente a lo que afirman el sentido común y la ideología
democrática, la democracia representativa no constituye la forma indirecta o mediatizada del gobierno por el
pueblo. Pero este análisis hace también aparecer lo que caracteriza positivamente la democracia representativa: el
papel central que desempeña en ella el juicio de la colectividad. En el proceso electivo de designación de los
dirigentes, la masa del pueblo ocupa la posición de un juez (o de un jurado) arbitrando entre individuos diferentes de
él, pues aquellos que no pertenecen a las elites son puestos en situación de decidir entre diferente elites sin poder
jamás atribuirse el gobierno a ellos mismos. El pueblo es así hacho juez de las políticas llevadas a cabo por los
gobernantes, en la medida en que es por su apreciación retrospectiva de las iniciativas relativamente autónomas de
los dirigentes que ejerce una influencia sobre el curso de las decisiones públicas.
La democracia representativa no es un régimen en que la colectividad se autogobierna, sino un sistema en el que
todo lo que corresponde al gobierno está sometido al tribunal colectivo.

Marx y Engels, “El manifiesto comunista”.


I Burgueses y Proletarios[1]
La moderna sociedad burguesas, que ha salido de entre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido las
contradicciones de clase. Únicamente ha sustituido las viejas clases, las viejas condiciones de opresión, las viejas
formas de lucha por otras nuevas.
Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de
clase. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases que
se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado.
La burguesía moderna, como vemos, es por sí misma fruto de un largo proceso de desarrollo, de una serie de
revoluciones en el modo de producción y de cambio.
Cada etapa de la evolución recorrida por la burguesía ha ido acompañada del correspondiente éxito político[4].
Estamento oprimido bajo la dominación de los señores feudales; asociación armada y autónoma en la comuna[5]; en
unos sitios, República urbana independiente; en otros, tercer estado tributario de la monarquía[6]; después durante
el periodo de la manufactura, contrapeso de la nobleza en las monarquías feudales o absolutas y, en general, piedra
angular de las grandes monarquías, la burguesía, después del establecimiento de la gran industria y del mercado
universal, conquistó finalmente la hegemonía exclusiva del Poder político en el Estado representativo moderno. El
gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase
burguesa.
La burguesía ha desgarrado el velo de emocionante sentimentalismo que encubría las relaciones familiares, y las
redujo a simples relaciones de dinero.
La burguesía no puede existir sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumentos de producción y,
por consiguiente, las relaciones de producción, y con ello todas las relaciones sociales. La conservación del antiguo
modo de producción era, por el contrario, la primera condición de existencia de todas las clases industriales
precedentes. Una revolución continua en la producción, una incesante conmoción de todas las condiciones sociales,
una inquietud y un movimiento constantes distinguen la época burguesa de todas las anteriores.[7] Todas las
relaciones estancadas y enmohecidas, con su cortejo de creencias y de ideas veneradas durante siglos, quedan rotas;
las nuevas se hacen añejas antes de haber podido osificarse. Todo lo estamental y estancado se esfuma; todo lo
sagrado es profano, y los hombres al fin se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y
sus relaciones recíprocas.
Y basta ese contacto para que las numerosas luchas locales, que en todas partes revisten el mismo carácter, se
centralicen en una lucha nacional, en una lucha de clases. Más toda lucha de clases es una lucha política

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En general, las colisiones en la vieja sociedad favorecen de diversas maneras el proceso de desarrollo del
proletariado. La burguesía vive en lucha permanente. Al principio, contra la aristocracia; después, contra aquellas
fracciones de la misma burguesía, cuyos intereses entran en contradicción con los
progresos de la industria, y siempre, en fin, contra la burguesía de todos los demás países. En todas estas luchas se
ve forzada a apelar al proletariado, a reclamar su ayuda y a arrastrarle así el movimiento político. De tal manera, la
burguesía proporciona a los proletarios los elementos de su propia educación[14], es decir, armas contra ella misma.
Las condiciones de existencia de la vieja sociedad están ya abolidas en las condiciones de existencia del proletariado.
El proletariado no tiene propiedad; sus relaciones con la mujer y con los hijos no tienen nada de común con las
relaciones familiares burguesas; el trabajo industrial moderno, el moderno yugo del capital, que es el mismo en
Inglaterra que en Francia, en Norteamérica que en Alemania, despoja al proletariado de todo carácter nacional. Las
leyes, la moral, la religión, son para él meros prejuicios burgueses, detrás de los cuales se ocultan otros tantos
intereses de la burguesía.
El trabajador cae en la miseria, y el pauperismo crece más rápidamente todavía que la población y la riqueza. Es,
pues evidente que la burguesía ya no es capaz de seguir desempeñando el papel de clase dominante de la sociedad
ni de imponer a ésta, como ley reguladora, las condiciones de existencia de su clase. No es capaz de dominar, porque
no es capaz de asegurar a su esclavo la existencia ni siquiera dentro del marco de la esclavitud, porque se ve
obligada a dejarle decaer hasta el punto de tener que mantenerle, en lugar de ser mantenida por él. La sociedad ya
no puede vivir bajo su dominación; lo que equivale a decir que la existencia de la burguesía es, en lo sucesivo
incompatible con la de la sociedad.

II Proletarios y Comunistas
Los comunistas sólo se distinguen de los de más partidos proletarios en que, por una parte, en las diferentes luchas
nacionales de los proletarios, destacan y hacen valer los interese comunes a todo el proletariado,
independientemente de la nacionalidad; y, por otra parte, en que, en las diferentes fases de desarrollo porque pasa
la lucha entre el proletariado y la burguesía, representan siempre los intereses del movimiento en su conjunto.
En consecuencia, si el capital es transformado en propiedad colectiva, perteneciente a todos los miembros de la
sociedad, no es la propiedad personal la que se transforma en propiedad social. Sólo habrá cambiado el carácter
social de la propiedad. Esta perderá su carácter de clase.
Por la libertad, en las condiciones actuales de la producción burguesa, se entiende la libertad de comercio, la libertad
de comprar y vender.
¿En qué bases descansa la familia actual, la familia burguesa? En el capital, en el lucro privado. La familia,
plenamente desarrollada, no existe más que para la burguesía; pero encuentra su complemento en la supresión
forzosa de toda familia para el proletariado y en la prostitución pública.
¿Qué demuestra la historia de las ideas sino que la producción intelectual se transforma con la producción material?
Las ideas dominantes en cualquier época no han sido nunca más que las ideas de la clase dominante.
Cuando se habla de ideas que revolucionan toda una sociedad, se expresa solamente el hecho de que en el seno de
la vieja sociedad se han formado los elementos de una nueva, y la disolución de las viejas ideas marcha a la par con
la disolución de las antiguas condiciones de vida.
Existen además, verdades eternas, tales como la libertad, la justicia, etcétera, que son comunes a todo estado de la
sociedad. Pero el comunismo quiere abolir estas verdades eternas, quiere abolir la religión y la moral, en lugar de
darles una forma nueva, y por eso contradice a todo el desarrollo histórico anterior.
Como ya hemos visto más arriba, el primer paso de la revolución obrera, es la elevación del proletariado a clase
dominante, la conquista de la democracia.
Una vez que en el curso del desarrollo hayan desaparecido las diferencias de clase y se haya concentrado toda la
producción en manos de los individuos asociados, el Poder público perderá su carácter político.

III Literatura Socialista y Comunista

I. El Socialismo Reaccionario

c) El socialismo alemán o socialismo verdadero.

De esta suerte, ofreciósele al “verdadero” socialismo la ocasión tan deseada de contraponer al movimiento político
las reivindicaciones socialistas, de fulminar los anatemas tradicionales contra el liberalismo, contra el Estado
representativo, contra la concurrencia burguesa, contra la libertad burguesa de prensa, contra el derecho burgués,
29
contra la libertad y la igualdad burguesa y de predicar a las masas populares que ellas no tenían nada que ganar, y
que más bien perderían todo, en este movimiento burgués.
Si el “verdadero” socialismo se convirtió de este modo en un arma en manos de los gobiernos contra la burguesía
alemana, representaba además, directamente, un interés reaccionario, el interés del pequeño burgués alemán[36].
La clase de los pequeños burgueses, legada por el siglo XVI, y desde entonces renaciendo sin cesar bajo diversas
formas, constituye para Alemania la verdadera base social del orden establecido.

IV Actitud de los Comunistas Ante los Diferentes Partidos de Oposición

En resumen, los comunistas apoyan por doquier todo movimiento revolucionario contra el régimen social y político
existente. En todos estos movimientos ponen en primer término como cuestión fundamental del movimiento, la
cuestión de la propiedad, cualquiera que sea la forma más o menos desarrollada que ésta revista.

En fin, los comunistas trabajan en todas partes por la unión y el acuerdo entre los partidos democráticos de todos los
países.

Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo
pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente. Que las clases dominantes
tiemblen ante una Revolución Comunista. Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas.
Tienen en cambio un mundo que ganar.

¡Proletarios de Todos los Países, Unidos!

Marx, “La cuestión judía (1843)”


I
Los judíos alemanes reclaman la independencia. ¿Cuál es la indep q reclaman? La civil o política respecto de un E
cristiano q no los reconoce como tales, como judíos.  ¿Qué relación tienen la indep política completa y la religión?
La indep política del judío, del cristiano, del H religiosos en gral, es la indep del E respecto del judaísmo, el
cristianismo y toda la religión en gral.
El E político perfecto es esencialmnt la vida genérica del H en oposición a su vida material. Todas las leyes de
esta vida egoísta sobreviven en la SC, fuera de la vida del E, pero como propiedad de la SC. Allí dnd el E político ha
logrado conformarse verdaderamnt, el H lleva una doble vida, en la conciencia y en la realidad: una celestial y otra
terrestre; a) la vida en comunidad política dnd forma la comunidad y b) la vida en la SC, dnd actúa como individuo.
En su realidad más inmediata, dentro de a SC, el H es un ser profano. En ella, dnd cuenta como I real ante sí y los
otros, es un fenómeno irreal. EN cambio, en el E, dnd cuenta como ser genérico, es partícipe de una soberanía
abstracta, despojado de su vida real e individual y muñido de una universalidad imaginada. El conflicto en que se
encuentra el H al profesar una religión determinada, con sus rasgos de ciudadano y junto a los demás H como
miembros de la comunidad, puede reducirse a la separación mundana e/el E político y la SC. La separación del H en
judío y ciudadano, en protestante y ciudadano, en H religioso y ciudadano, no es una farsa contra la cualidad del
ciudadano, no es un intento de evitar la independencia política: es la indep política misma, la forma política de
independizarse de la religión.
La diferencia e/ el H religioso y el ciudadano es la diferencia e/el comerciante y el ciudadano, e/el peón y el
ciudadano, e/el terrateniente y el ciudadano. La oposición que existe e/el H religioso y el H político es la msma
oposición q hay e/el burgeois y el citoyen, el miembro de la SC con su piel política  Esta oposición mundana, a la
cual la cuestión judía se reduce en última instancia, y que es la relación del E político con sus premisas (propiedad
privada, cultura, religión), esta oposición e/el interés general y el interés privado, la separación e/el E político y la SC,
estas oposiciones profanas, Bauer las deja incólumes porq critica solo su expresión religiosa.

Hemos demostrado q la independencia de la religión permite que la religión subsista, aunq ya no se trate de
una religión privilegiada. La contradicción que aqueja al devoto de una religión particular respecto de su carácter de
ciudadano es solo la parte de contradicción general del mundo e/E político y SC. El E cristiano perfecto es aquel q se
reconoce como E y no requiere la religión en sus miembros. Que el E se independice de la religión no significa q el
H real se independice de la religión.  De acuerdo con las palabras de Bauer, el H debe renunciar a su “prerrogativa
30
de fe”, p/obtener los derechos generales del H. Indaguemos s/los derechos del H: Parte de estos derechos son
derechos políticos, derechos q se pueden ejercer únicamente viviendo en comunidad con otros. Su contenido se
centra en la participación en la vida común y especialmnt en la vida política, en la naturaleza del E. Están dentro de la
libertad política, e/los derechos del ciudadano, y como tales, no implican de ngn modo la eliminación inexorable y
positiva de la religión, y por ende, tampco del judaísmo.
La contradicción e/la religión y los derechos del H están tan ausente en el concepto de los derechos del H, q
se manifiesta expresamnt el derecho de ser religioso, de serlo por propia voluntad, de ejercer el culto de la propia
religión. La prerrogativa de la profesión de fe es un derecho gral del H. Los derechos del hombre difieren por su
misma esencia de los derechos del ciudadano. ¿Quién es el hombre que se distingue del ciudadano? Únicament el H
q integra la SC. ¿Porq el integrante de la SC se vuelve hombre, H simplemente, y sus derechos son denominados
“derechos del hombre”? ¿Cómo se explica ello? Por la relación e/el E político y la SC, por la esencia de la
independencia política. Ante todo, resulta evidente q los denominados derechos del H, los derechos del hombre,
distintos de los derechos del ciudadano, son los derechos del integrante de la SC, esto es, del H egoísta, separado del
H y de la comunidad.  Nng de los denominados derechos del hombre (derecho de libertad, de seguridad = La
aplicación práctica es el derecho de la propiedad privada: éste es el derecho de gozar y disponer de la propia riqueza
sin tener en cuenta a los otros H, independientemente de la S. Es el derecho al agoísmo) trasciende al H egoísta, al H
tal como es, al I replegado s/sí mismo, limitado por sus intereses privados y sus caprichos particulares, distanciado
de la comunidad. El H no es considerado un ser social: la S, la propia vida social, se muestra como un marco externo
al I, como una limitación de su autonomía originaria. El único lazo q los liga es la necesidad y el interés privado, la
preservación de su propiedad y de su persona egoísta.

La independencia política es simultáneamnt la abolición de la vieja S dnd el E se encuentra enajenado del


pueblo, el poder del soberano. La revolución de la SC. ¿Cuáles eran los rasgos de la vieja S? Una palabra la describe:
feudalismo. La vieja SC tenía un carácter político inmediato, esto es, los elementos de la vida civil (la propiedad, la
familia, el modo de producción) se ponían al nivel del E en forma dominio territorial, de clase y de corporación =
Relación del I con el E como un todo. La revolución política abolió el carácter político de la SC. Dividió a la SC en un
elementos simples: de un lado, los I y del otro, los elementos materiales y espirituales que son el contenido de la
situación civil de los I. La independencia política era simultáneamente la independencia de la SC de la política. La SC
se disolvía en su fundamento, en el H. Pero el H tal como era en su fundamento, el H egoísta. Así, el H no fue
independizado de la reoligión; obtuvo la libertad religiosa. No fue independizado de la propiedad; obtuvo la libertad
de propiedad. No fue independizado del egoísmo de la industria, obtuvo la libertad de industria.
Concluyendo, el H tal como es, miembro de la SC vale como H verdadero, como el hombre q se diferencia del
ciudadano, porq es el H en su existencia inmediata, sensible, individual, mientras q el H político es solo el H
abstracto, artificial, moral. El H real es reconocido por 1era vez en la figura del I egoísta; tmb se reconoce el H
verdadero en la figura del ciudadano abstracto.

II
El problema s/la capacidad de liberación del judío es p/nosotros el problema de determinar qué elemento social
particular se debe vencer p/eliminar el judaísmo. Porq la capacidad de liberación del judío actual se vincula con la
relación e/el judaísmo y la indep del mundo actual. Esta relación es un resultado necesario de la ubicación particular
del judaísmo en el mundo actual = No busquemos el misterio del judío en su religión, sino el misterio de la religión
en el judío real. ¿Cuál es el fundamento profano del judaísmo? La necesidad práctica, el egoísmo utilitario. ¿Cuál es
el culto material del judío? El arte del chalán (la astucia de las ventas menores). ¿Cuál es su dios material? El dinero.
Independizarse del chalaneo y del dinero, y por ende, del judaísmo, sería la independencia q requiere nuestro
tiempo. Es que el judío ya se ha independizado a la manera judía, pues el espíritu práctico del judío es ya el espíritu
de los pueblos cristianos. Los judíos se han independizado porq los cristianos se convirtieron en judíos.
La contradicción que enfrenta el poder político práctico del judío con sus derechos políticos, finalmente, es la
contradicción que enfrenta a la política y al poder del dinero. Aunque la política se encuentre idealmente en un nivel
superior al dinero, en realidad es su esclava.  El dinero es el valor general establecido de todas las cosas. Es por
esto q se ha quitado su valor intrínseco al mundo entero. El dinero es la esencia deshumanizada del trabajo y de la
existencia del H. Y cuando la S consiga eliminar la esencia empírica del judaísmo, la venta menor y sus leyes, el judío
se desvanecerá, porq su conciencia ya no tendrá objeto, porq la base subjetiva del judaísmo, la necesidad práctica,
se humanizará, y el conflicto e/la existencia material individual y la existencia general del H quedará eliminado. La
independencia social del judío es la independencia de la S respecto del judaísmo .

31
O`Donnell, “Apuntes para una teoría del Estado”.

PRIMERA SECCION: SOCIEDAD Y ESTADO


Algunas definiciones preliminares
Entiendo por E el componente específicamente político de la dominación en una S territorialmente delimitada. Por
dominación (o poder) entiendo la capacidad, actual y potencial, de imponer regularmente la voluntad sobre otros,
incluso pero no necesariamente, contra su resistencia. Lo político en sentido propio o específico lo entiendo,
entonces, como una parte analítica del fenómeno más general de la dominación: aquella que se halla respaldada por
la marcada supremacía en el control de los medios de coerción física en un territorio excluyentemente delimitado.
Combinando estos criterios, el concepto de E resulta equivalente al plano de lo específicamente político, y éste, a su
vez, es un aspecto del fenómeno más amplio de la dominación social.
La dominación es relacional: es una modalidad de vinculación entre sujetos sociales. Es por definición asimétrica, ya
que es una relación de desigualdad. Esa asimetría surge del control diferencial de ciertos recursos. Algunos muy
importantes como sustento de la dominación son: 1) el control de medios de coerción física, movilizables por si o por
intermedio de un tercero. 2) el control de recursos económicos. 3) el control de recursos de información en sentido
amplio, incluso conocimientos científico-tecnológicos. 4) el control ideológico, mediante el cual el dominado asume
como justa y natural la relación asimétrica de la que, es parte, y por lo tanto, no la entiende ni cuestiona como
dominación.  El control de cualquiera de estos recursos permite el ejercicio de la coerción, consistente en someter
al dominado a severas sanciones. El recurso más eficiente en términos del mantenimiento de la dominación es el
control ideológico, que implica el consentimiento del dominado a esa relación. Por otro lado, la coacción es el
recurso más costoso, porque desnuda explícitamente la dominación y presupone que ha fallado -por lo menos - el
control ideológico. El tercer punto es que habitualmente existe una alta correlación en el control de estos recursos:
quien controla los recursos "A" y "B" es altamente probable que controle simultáneamente "C" y "D" o, por lo
menos, tiene en los primeros una eficaz base para extender el ámbito de su dominación a los restantes.
Estos recursos son base de toda dominación, no sólo de la política: la característica específica de ésta es la
supremacía de los medios de coerción física en un territorio excluyentemente delimitado.

Bases de la dominación
El control de recursos de dominación no está distribuido al azar. Existe un gran diferenciador del acceso a los
recursos de dominación, tanto directamente como porque genera situaciones que a su vez permiten dicho acceso.
Ese gran diferenciador es la clase social, más precisamente, la articulación desigual (y contradictoria) de la S en clases
sociales. Por clase social entiendo, como una primera aproximación, posiciones en la estructura social determinadas
por comunes modalidades de ejercicio del trabajo y de creación y apropiación de su valor.
El E que nos interesa aquí es el E capitalista. La principal -pero no la única - relación de dominación en una S
capitalista es la relación de producción entre K y trabajador asalariado, mediante la que se genera y apropia el valor
del trabajo. Este es el corazón de la S civil, su gran principio de contradictorio ordenamiento.
Esa apropiación no es simplemente una relación de desigualdad. Es un acto de explotación, lo cual implica que es
también una relación inherentemente conflictiva (o para decirlo en otros términos, contradictoria),
independientemente de que sea o no reconocida como tal por los sujetos sociales. Este es uno de los puntos nodales
del control ideológico: su vigencia encubre la inherente conflictividad de ciertas relaciones sociales. Esto sugiere que,
aunque sus planos más ostensibles sean económicos, la relación que nos ocupa también está impregnada de control
ideológico.
¿En qué sentido las clases sociales son el gran diferenciador del acceso desigual a los recursos de dominación? En
primer lugar directamente: por si, la posición de clase determina en gran medida esa desigualdad. Pero, además, de
esa posición surgen probabilidades diferenciales de lograr situaciones (prestigio social, educación, acceso a
información, capacidad para ser "oído" socialmente e influir ideológicamente, disponibilidad de recursos para
volcarlos en el plano propiamente político, entre otros), que a su vez permiten acceder al control de otros recursos
de dominación.
Pero volvamos a lo político en sentido propio. El carácter privado de la relación contractual es sólo una apariencia.
En la inmensa mayoría de los casos, las partes pueden recurrir a un "algo más" que subyace a la habitual
probabilidad de vigencia y ejecución del contrato. Ese plus es el E, cuyas instituciones pueden ser invocadas con el
propósito de que ponga para la vigencia de cierta interpretación del contrato los recursos. Son pocos los contratos
en los que es necesario acudir a esto. Pero en todos, la garantía de su efectividad resulta de la posibilidad de realizar

32
dicha invocación, tácita, pero fundamentalmente, ya que de otra manera la relación contractual no podría
celebrarse y, si se celebrara, no habría posibilidad de demandar su cumplimiento.
La garantía que presta el E a ciertas relaciones sociales, incluso las relaciones de producción, que son el corazón de
una S capitalista y de su contradictoria articulación en clases sociales, no es una garantía externa ni a posteriori de
dicha relación. Es parte intrínseca y constitutiva de la misma, tanto como otros elementos económicos, de
información y control ideológico - que son aspectos que sólo podemos distinguir analíticamente en dicha relación.
¿Qué quiere decir a su vez esto? Que las dimensiones del E, o de lo propiamente político, no son -como tampoco lo
es "lo económico"- ni una cosa, ni una institución, ni una estructural: son aspectos de una relación social.

Aspectos y sujetos sociales concretos

La característica del K no es sólo que el trabajador está desposeído de los medios de producción; lo es también que
el k está desposeído de los medios de coacción. De esto surgen varias consecuencias de importancia. La separación
del k de los medios de coacción no implica que ésta se halle en la relación social que lo vincula con el trabajador
asalariado. Ella es, ya lo hemos visto, una presencia virtual que suele ser puesta en acto cuando algo ha "fallado". Esa
puesta en acto es la efectivización de una garantía para su vigencia. La separación del k del control directo de esos
medios entrañaría la emergencia de un 3er sujeto social, cuya especificidad es el ejercicio de la supremacía de la
coacción. Ese 3er sujeto social son las instituciones estatales. Ellas suelen poner en acto esa garantía a las relaciones
de dominación (incluso] las relaciones capitalistas de producción) cuando lo que es promesa virtual y subyacente de
respaldo a las mismas es invocado para que se efectivice.

Hay que distinguir entre la génesis y las condiciones de vigencia de las relaciones capitalistas de producción. Lo que
lo trae a la relación es una coerción económica resultante de que, carente de medios de producción, su única
manera de contar con medios de, subsistencia es convertirse en trabajador asalariado. La necesidad de hacerlo, por
lo tanto, no aparece impuesta por nadie; "simplemente", la sociedad está articulada de tal manera que el trabajador
carente de medios de producción no podría subsistir si no lo hiciera. La falta de coacción para vender fuerza de
trabajo es condición necesaria para la apariencia (formal) de igualdad entre las partes.
En este sentido genético, lo económico y la coerción económica son primarios en las relaciones k de producción.
Pero, por otro lado, una vez que se vende y compra fuerza de trabajo, se está celebrando un contrato que formaliza
relaciones que también están constitutivamente impregnadas por aspectos no económicos, incluso los politico-
estatales que aquí nos ocupan. La garantía coactiva de la relación es co-constitutiva de la misma; esto, junto con la
necesaria desposesión del capitalista del control directo de la coacción, acarrea la escisión de un tercer sujeto social
que concentra esos recursos y tiene capacidad de movilizarlos. Ese sujeto no es "todo" el E, sino la parte que se
cristaliza, u objetiva, en instituciones. El punto fundamental es que si esto es así, el E como aspecto de esas
relaciones y como plexo objetivado de instituciones es garante de dichas relaciones, no de los sujetos sociales que
mediante ellas se constituyen. Esto implica que el E no respalda directamente al k (ni como sujeto concreto ni como
clase) sino a la relación social que lo hace tal. Otra implicación es que el E es primariamente coactivo, en el sentido
de que no sólo la coerción física es la última ratio de aquella garantía, sino también que la separación del capitalista
de los medios de coacción es el origen del E capitalista y sus instituciones. Esta primacía (genética) de lo coactivo en
el E es análoga a la primacía, también genética, de lo económico en las relaciones k de producción; lo cual no
entraña que esas relaciones sean puramente económicas ni que el E sea sólo coacción. ¿Qué quiere decir esto?
1- Si la emergencia de un tercero que pone una garantía últimamente coactiva está implicada por las relaciones
capitalistas de producción, el E ya es por eso mismo un E capitalista, antes de preguntarse si favorece a, o es
instrumentado por, tal o cual clase o fracción.
2- La objetivación de esa escisión en instituciones estatales implica, también necesariamente, que ellas no sean ni
actúen como un capitalista concreto, que por serlo ha quedado separado de los recursos coactivos controlados por
aquellas instituciones. Las relaciones capitalistas de producción presuponen un tercer sujeto social que aparece y
actúa como un no capitalista, aunque es la objetivación de un E que es por eso mismo capitalista.
3- Si el E es el garante de las relaciones de producción, entonces lo es de ambos sujetos sociales que se constituyen
en tales mediante esas relaciones. El E es el garante de la existencia y reproducción de la burguesía y del trabajador
asalariado como clases, ya que ello está implicado necesariamente por la vigencia y reproducción de aquellas
relaciones sociales.
El E es expresión de un interés más general que el de los sujetos sociales de cuya relación emana. Pero ese interés no
es neutral o igualitario; es el de la reproducción de una relación social que articula desigual y contradictoriamente a

33
la sociedad. Esto equivale a decir que el E en conjunto como aspecto y como objetivaciones es una forma de
articulación de aquellos sujetos sociales.

Recapitulemos. En la génesis de las relaciones k de producción se halla una difusa coerción económica que no puede
ser imputada ni a los k concretos ni a las instituciones estatales; sólo puede ser descubierta como una modalidad de,
articulación general de la sociedad. Por su parte, una vez entablada la relación, ni el k ejerce la coacción ni éste ni las
instituciones estatales pueden obligar coactivamente a continuar vendiendo fuerza de trabajo; el trabajador
asalariado es siempre libre de terminarla. Finalmente, el E aparece como una objetivación institucional que
concentra el control de recursos últimamente coactivos y como un no capitalista que sólo garante a las clases a
través de su respaldo a la relación social que las constituye en tales.
- Cuando hablamos de capitalistas y trabajadores asalariados, no estamos en el plano de relaciones interindividuales
sino de clases sociales
- La segunda precisión es que lo político en sentido propio, o lo estatal, es un aspecto inherente a las relaciones de
dominación, especialmente a las relaciones capitalistas de producción. Pero, por otro lado, la efectivización de la
garantía implica la emergencia de un sujeto concreto, las instituciones estatales, que aparecen como forma no
capitalista, más general y exterior a los sujetos directos de aquellas relaciones. En la medida, entonces, que la
garantía. implícita sólo puede ser efectivizada en ciertas ocasiones, y que la modalidad de efectivización está
originariamente ligada a la relación social y sólo indirectamente al capitalista como sujeto social, las instituciones
estatales aparecen como un interés exterior y más general que los de las partes directas de aquella relación.

Organización
El E es un aspecto de ciertas relaciones sociales. Esta es su característica fundamental, de la que sus otros atributos
dependen. Porque las relaciones k de producción presuponen que la clase dominante no posea los recursos de
coacción, el E tiende a objetivarse en instituciones primariamente coactivas. La relación capitalista-trabajador
aparece como sólo "económica" al tiempo que; como consecuencia de lo mismo, lo estatal aparece interviniendo
desde afuera y sólo eventualmente en esa relación. La escisión que así se produce entre la sociedad y el E y la mutua
externalidad a que los condena, es el fundamento principal del encubrimiento del E como garante de la dominación
en la sociedad y de la complicidad de la misma.

* Al ser garante de la S que es k, el E es articulador y organizador de la sociedad, más allá de su condición de


respaldo coactivo de la vigencia de ciertas relaciones de dominación.
a- En un primer sentido, el E es, como garante de aquellas relaciones, el límite negativo de las consecuencias
socialmente destructivas de su reproducción. Esto es, la existencia del capitalista en competencia con otros
capitalistas, sujetos todos a las necesidades de la acumulación, entraña que individualmente tenderían a una
explotación excesiva y además quedarían lanzados a una competencia también "excesiva" que eliminaría de su clase,
agudizando así los antagonismos implícitos en la reproducción del capital, a buena parte de los capitalistas.
b- Por otra parte, la competencia en función de la acumulación del capital determina que el burgués no se ocupe de
decisiones e inversiones necesarias para el logro de condiciones sociales que permiten, entre otras cosas, la
reproducción del sistema de clases, la acumulación y la resolución de ciertos problemas "generales" (educación,
salud, obras de infraestructura física). Estas, a diferencia de las anteriores, no son límites negativos a la acción de los
capitalistas, sino un acondicionamiento del contexto social del que "alguien'" debe ocuparse.
Ese "alguien" que se ocupa de estos planos son las instituciones estatales. La existencia de esas instituciones y su
notorio peso en la sociedad es una de las razones de que el E sea vivido como exterioridad. Ya vimos otras razones,
pero estamos en un punto que vale la pena recalcar. Esa apariencia de exterioridad se funda en el encubrimiento de
la dominación que subyace a las relaciones capitalistas de producción, que determina que el Eo sólo aparezca (como
institución) cuando eventualmente se lo invoca para respaldarlas. Pero además se funda en que, sobre todo en su
interposición de límites negativos, las instituciones estatales aparecen como encarnación de, una racionalidad más
general, “superior” a la de cada capitalista indv. A partir de su condición primordial de garante de una relación, el E,
capitalista no es directamente el E "de" los capitalistas ni suele ser vivido como tal por ellos.

Pero las objetivaciones no son sólo instituciones concretadas en organizaciones complejas y burocráticas. Pueden ser
también formalizaciones que cristalizan relaciones sociales típicas. El contrato de compraventa de fuerza de trabajo
presupone la igualdad formal de las partes a través de un carácter legalmente tipificado. Por otra parte, para ser
materia de compraventa, la fuerza de trabajo tiene que aparecer como una entre otras mercancías, intercambiadas

34
por dinero, a la que concurren sujetos sociales formalmente iguales, y libres que, por serlo, sustentan la validez y
exigibilidad del contrato que celebran.
La igualdad formal del sujeto social ante el dinero y en la relación contractual (incluso la venta de fuerza de trabajo)
son exactamente paralelas.  El derecho racional-formal nació y se expandió juntamente con el capitalismo. Esto es
expresión de una relación profunda: ese derecho es la codificación formalizada de la dominación en la sociedad
capitalista, mediante la creación del sujeto jurídico implicado por la apariencia de vinculación libre y formalmente
igual de la compraventa de fuerza de trabajo y, en general, de la circulación de mercancías. Este derecho es la
cristalización más formalizada de la contribución del E a la sociedad capitalista. Esto no sólo porque crea al
descarnado sujeto social implicado por las relaciones capitalistas y por la apropiación privada de medios de
producción. También porque, como formalización cognoscible, enseñaría preventivamente a las partes los límites de
sus derechos y obligaciones; y disminuye por lo tanto la necesidad de intervención ostensible para invocar en última
instancia la garantía coactiva del Estado; gracias a ello ésta aparece movilizada no por actores de un sistema de
dominación sino por sujetos jurídicamente iguales que "sólo" se limitan a exigir el cumplimiento de lo que han
convenido libremente.
Por eso el derecho racional-formal es algo más que enseñanza preventiva y camino regularizado para la
efectivización de la garantía coactiva del Estado. Al cristalizar los planos que corresponden a la esfera de la
circulación y hacerlos previsibles como haces de derechos y obligaciones, el derecho es también un tejido
organizador de la sociedad y de la dominación que la articula.
El capitalismo presupone tanto la separación del trabajador de los medios de producción como la del capitalista de
los medios de coacción. Ambos son requisitos para que la relación subyacente se transmute en una relación de
intercambio entre iguales abstractos, mediada por el equivalente universal del dinero. Es así como, regulada por el
derecho, la relación puede aparecer como una relación sólo económica: un intercambio, como el de otras
mercancías, intermediado por el dinero.

Desde que las relaciones sociales fundamentales del capitalismo aparecen desligadas de toda coacción, es difícil
reconocer en ellas su aspecto primariamente coactivo: el Estado.
Lo mismo que el dinero y la mercancía, las instituciones estatales son un fetiche. Emanación y a la vez encubrimiento
de la contradictoria relación subyacente, el fetiche no aparece solamente como un poder ajeno. También es un
determinante de la conciencia ordinaria: su modalidad de exteriorización tiende a regir una percepción del mundo
social que es de por sí un encubrimiento de la realidad subyacente
Esa escisión aparente entre sociedad y Estado es otra especificidad del capitalismo que -insistamos - tiene
fundamento real en la diferenciación de un tercer sujeto social que presta un respaldo primariamente coactivo. Ella
implica una paralela escisión entre Io "privado" y lo "Público". Los sujetos de la sociedad civil son las partes
"privadas", las instituciones estatales son encarnación de lo "público". Este es otro plano en que el derecho tiene
fundamental importancia. En efecto, éste es el que pone a los sujetos sociales como partes privadas enfrente de las
instituciones estatales. La sociedad civil y los sujetos que la constituyen quedan así reducidos a lo que aparecen en
las relaciones capitalistas de producción: agentes que, no condicionados por coacción alguna, reproducen relaciones
de intercambio movidos por una racionalidad limitada a lo económico. Por el otro lado, las instituciones estatales
quedan como instancia superior mediadora de esas relaciones. Es así como el sujeto del derecho es el mismo de la
superficie aparente de la sociedad capitalista: la parte "privada", reducida a la cotidiana reproducción de lo
fundamentalmente económico, contrapuesta a la esfera de lo público de un Estado fetichizado.

Exterioridad
Las relaciones de dominación –incluso la que vincula a capitalistas y trabajadores no son puramente económicas.
Son también inherentemente políticas y, supuesta cierta "normalidad", también ideológicas. Esto tiene varias
consecuencias. Una es que si los sujetos sociales se constituyen en y mediante su condición de portadores de
relaciones sociales, las clases no son un fenómeno sólo económico, porque no lo son las relaciones capitalistas de
producción que las plasman como tales. Otra es que si lo estatal, o lo político en sentido propio, es un aspecto de las
relaciones sociales de dominación, la oposición entre lo "privado" v lo "público" o estatal es falsa. Y lo es -tercera
consecuencia - en el sentido específico de que no sólo lo "privado" está impregnado por lo político-estatal sino
también porque al ser constituyente este de lo social, es parte (analíticamente distinguible) de esto último. Dicho de
otra manera y esto, aunque reexpresa reflexiones anteriores, es fundamental el E o lo político no está "afuera" de la
sociedad es parte intrínseca de ésta.

Racionalidad acotada
35
El E capitalista es un fetiche en tanto aparece subsumido en sus objetivaciones y, por lo tanto, desligado de su
primordial imbricación en la sociedad. El problema principal es el de si es correcto afirmar que esas instituciones,
momento de objetivación de la realidad plena del E, expresan desde su propio plano la condición inherentemente
capitalista de éste y -si es así - de qué maneras. Este tema se ha prestado a demasiados simplismos y falsos dilemas
como para que no nos internemos cuidadosamente en él. Por lo pronto, hay que partir de criticar la pretensión de
racionalidad realmente superior que se suele postular desde estas instituciones.
El E garantiza y organiza la reproducción de la sociedad qua capitalista porque se halla respecto de ella en una
relación de "complicidad estructural". El E ya es capitalista por esto, sin que sean necesarias decisiones y violaciones
de sus agentes para que llegue a serlo ¿De qué manera lo es? 1- como derecho, en tanto cristalización codificada de
la igualdad formal y de la propiedad privada. 2- como presencia tácita de recursos de poder listos para ponerse en
acto si la relación de dominación que respaldan por alguna razón falla. 3- como uno de los anclajes para la ideología
de una sociedad capitalista que se borra de la conciencia ordinaria como dominación y explotación. 4- porque la
escisión verosímil del E como institución frente a !a sociedad capitalista es de por si un plano de su complicidad
estructural porque redondea la superficie aparente de la sociedad capitalista como abstracto socialmente real, y al
hacerlo la encubre y se encubre como dominación. Estas razones hacen del E el cómplice estructural de la vigencia y
reproducción de la sociedad capitalista de la que es repitámoslo- aspecto co-constitutivo.

Esas instituciones actúan concretamente el sesgo sistemático hacia la garantía y reproducción de su sociedad que
capitalista que ya está impreso en el Estado del que son objetivación. ¿Cuando y cómo lo actúan?
Fundamentalmente, en dos ocasiones. 1-, en tanto administración burocrática que cumple tareas rutinizadas de
organización general de la sociedad. 2- como respuesta a situaciones percibidas como "crisis".
1- Administración rutinizada: Esta es el tejido habitual y poco visible de las múltiples decisiones diarias de sostén y
organización de la sociedad. La repetición “natural” como prolongación obvia de ayer es, como la rutina laboral, una
de las contribuciones fundam del E objetivado en burocracia a la reproducción de la socK.
2- Otro plano en el que actúan las instituciones estatales es como reacción (y, ocasionalmente, como intento de
prevención) a "crisis” o "cuestiones". Crisis y cuestiones aparecen políticamente como rupturas del "orden" y
económicamente como obstáculos interpuestos a la acumulación del capital. Lo importante es que la misma
definición de crisis o cuestión presupone un "orden" (que ya sabemos es una relación de dominación) y una
"normalidad" de reproducción del capital (que es una realidad de explotación sostenida por aquel orden). En otras
palabras, está implicada una naturalidad de la sociedad en tanto capitalista, que mediante la "solución" a cada
problema habría que restaurar dinámicamente.

La capacidad de plantear una situación como crisis es poder. Más precisamente, entraña contar con imp recursos de
dominación. En base al gran diferenciador al acceso de recursos que implica ser clase dominante, los K suelen tener
una capacidad aun mayor de plantear sus problemas. Pero ¿Cuáles son las cuestiones q entran a la agenda de
atención del E, cómo se las define, quiénes son las partes “autorizadas” para debatirlas y proponer soluciones? Esto
es el resultado de luchas: el E es, como toda relación social, una relación de fuerzas. Su derecho y sus instituciones, a
pesar de la faz de neutralidad, están atravesados por las luchas y las contradicciones de la S.

Contradicción
El E es inherentemente contradictorio. Así es porque es primordialmente parte analítica de una relación social
contradictoria. Pero esto no es suficiente.
La relación capitalista de producción presupone la emergencia de un tercer sujeto social. Esa exterioridad como un
momento, de su sentido pleno es el fundamento de su habitual percepción como "actor" desgajado de dicha
relación. Esto es a su vez el origen de la fetichización de las instituciones estatales. Lo cual permite que las relaciones
capitalistas de producción aparezcan como no coactivas y puramente económicas, al tiempo que la coacción de las
instituciones estatales desaparece en su inherente ligación con esas relaciones. La escisión entre lo público y lo
privado es condición de posibilidad de las relaciones capitalistas de producción, porque sólo así pueden parecer
acuerdos libres entre sujetos iguales y como no inherente a las mismas con el respaldo coactivo del Estado. Pero
esto genera la necesidad de mediaciones entre lo público y lo privado, o el Estado y la sociedad civil: cómo rescatar a
los sujetos de la sociedad civil de su fraccionamiento y cotidianeidad de manera tal que, sin descubrirla como
dominación, las instituciones estatales puedan sustentarse en el argumento verosímil de que toque hacen y dejan de
hacer está orientado por un interés más general que el de aquellas partes "privadas"?
¿Cómo legitimar la coacción, justificar la coerción incluso contra las clases dominantes y, en definitiva, fundamentar
la obligación política de obedecer el "orden" que el Estado garante y organiza?
36
El E capitalista tiene q aparecer como un fetiche escindido de la SC, pero ni ésta ni aquél podrían encubrirse como
dominación si esa escisión no fuera superada mediante mediaciones que fundamentan el poder estatal afuera de
sus instituciones y de la dominación de la S.  Los casos históricos que han suscitado estas reflexiones, se
caracterizan por la supresión de las mediaciones. Contrariamnt a los casos “normales”, en los q al regir esas
mediaciones el E capitalista se hace tmb organización del consenso, en aquéllos el E muestra que es ante todo E
capitalista que E nacional, popular o de cuidadanos.

SEGUNDA SECCION: MEDIACIONES ENTRE ESTADO Y SOCIEDAD


Introducción
La condición del E como garante y organizador de la sociedad que capitalista tiende a ser negada por mediaciones
que reengarzan a E y S de maneras que ignoran los clivajes de clase y arrinconan a la sociedad en lo "privado" y
fundamentalmente económico. Esas mediaciones son instancias generalizadoras, puestas sobre el fraccionamiento
de la S como un telón que oculta trastos que no se deben mostrar en el gran escenario de la política.
Todo E presupone una comunidad política para una dominación consensualmente aceptada y de su continua
reconstitución. Por comunidad política me refiero a solidaridades colectivas, vigentes en gran parte de una población
territorialmente acotada por un E, resultantes de la creencia de que comparten importantes valores e intereses, y de
que es posible proponerse metas comunes imputables a esos valores e intereses. El E capitalista es el primer E que
necesita postular el fundamento de su poder en algo externo a sí mismo. Es a partir de dos procesos íntimamente
relacionados -la expansión del capitalismo en Europa y la victoriosa reivindicación burguesa de sólo obedecer a un
poder consensualmente formado que se planteó el problema crucial de la obligación política.
Entiendo por fundamento del E el sustento de su control de recursos de dominación y de su pretensión, respaldada
por esos recursos, de ser habitualmente obedecido. Por referente del E entiendo los sujetos y relaciones sociales a
cuyo interés de vigencia y reproducción sirve. El E capitalista, ya en su realidad profunda, no es su propio
fundamento ni referente. En efecto, tal como suele aparecer el E cosificado en instituciones, el fundamento de su
derecho a mandar y coercionar, así como de su expectativa de generalizada obediencia, también le es externo. Ese
fundamento y referente son otras modalidades de constitución de sujetos colectivos, en las que suelen anclarse
solidaridades de un nivel de generalidad correspondiente al del E. Estas son las mediaciones entre E y S que hemos
empezado a analizar.
Otra característica de esas mediaciones es que el sujeto social, síntesis de una privacidad despolitizada, regresa al
plano de la política y de lo público, pero lo hace predeterminado en identidades diferentes de lo que es en su
realidad primordial de sujeto plasmado por relaciones de dominación en, la sociedad. Después de despolitizar a la
sociedad, arrinconándola en lo económico y lo privado, el E, condensación de lo político, lo recrea, parcial y
distorsionadamente, en su enlazamiento con mediaciones que niegan la primacía fundante de la sociedad. Obrero,
empleado, ama de casa, suelen ser tmb ciudadanos y miembros de la nación; es decir, son puestos como algo más
de lo q son en su práctica cotidiana, de manera q son la negación de esa cotidianeidad.

La ciudadanía, fundamento del Estado capitalista


El E capitalista ha sido Ia primera forma de dominación política que postula su fundamento en Ia igualdad de todos
los sujetos en su territorio. Esos sujetos son ciudadanos y el E capitalista es normalmente un E de ciudadanos.
CIUDADANO es el que tiene derecho a cumplir los actos que resultan en Ia constitución del poder de las instituciones
estatales, en Ia elección de los gobernantes que pueden movilizar los recursos de aquéllas y reclamar obediencia, y
en Ia pretensión de recurrir a procedimientos jurídicamente preestablecidos para ampararse de intromisiones que
considera arbitrarias. Históricamente, Ia ciudadanía se desplegó junto con el capitalismo, el E moderno y el derecho
racional-formal. Esto no es casual: el ciudadano corresponde exactamente al sujeto jurídico capaz de contraer
libremente obligaciones.

Esta libertad efectiva (en Ia esfera abstracta en que se pone) e ilusoria (en relación con Ia posición de clase) conlleva
como su paralelo Ia igualdad abstracta de Ia ciudadanía. Y no sólo lógicamente: en Ia práctica, los esfuerzos por
limitar Ia pertenencia a Ia comunidad política (y por consiguiente Ia ciudadanía) a Ia "gente de propiedad no
tardaron en ser arrasados.
Pero, por otro lado, Ia ciudadanía es Ia negación de Ia dominación en Ia S. La ciudadanía es Ia máxima abstracción
posible en el plano de lo político. Todo ciudadano, sin relación con su posición de clase, concurre a Ia formación del
poder estatal corporizado en derecho e instituciones. Con ello esa abstracción se convierte en fundamento de un
poder sesgado hacia Ia reproducción de Ia S y de Ia dominación de clase que Ia articula.

37
La ciudadana es el fundamento mis congruente del E tal como aparece en la superficie de la S capitalista. Lo es
debido a que es la modalidad más abstracta de mediación entre E y S. Pero por esto mismo la ciudadanía no puede
ser referente del E. ¿Por qué? Porque lo que las instituciones estatales hacen y dejan de hacer tiene que estar
referido a algún interés general (lo cual tiene sustrato real en que el E es un interés más general que el de los sujetos
a los que contribuye a vincular como aspecto de su relación). Ese interés no puede ser imputado al ente abstracto
del ciudadano, salvo, en el Límite de seguir siéndolo. En otras palabras, si la condición totalmente desencarnada de
la ciudadanía es lo que le permite ser fundamento igualitario del E, es lo que por otro lado impide imputarle un
interés general en el plano concreto de lo que las instituciones e hacen y dejan de hacer.

Un sujeto enteramente desencarnado no puede ser portador de intereses concretos. Por eso la ciudadanía, atributo
de pertenencia a la comunidad política, es criatura de la sociedad capitalista en el mismo plano en el que ella se
pone ante la conciencia ordinaria: el de la igualdad abstracta presupuesta por la circulación del capital; pero sólo
como fundamento. Esto implica, es cierto, la vigencia de derechos que competen a los dominados en cuanto
ciudadanos, incluso el de organizarse políticamente y por lo tanto "pesar más" en la S y en el interior del aparato e;
pero, por otro lado, contribuye a ratificar la textura aparente de la S capitalista, y por lo tanto a reproducirla.

La nación, referente del Estado


¿A qué intereses de qué generalidad, abarcante de la población del territorio que acotan, aparecen sirviendo las
instituciones estatales? A los de !a NACIÓN. La nación es el arco de solidaridades que une al "nosotros" definido por
la común pertenencia al territorio acotado por un E. El E demarca a una nación frente a otras en el escenario
internacional. Esa demarcación tiende a generar un "nosotros".
Por su parte, el E, reificado en sus instituciones aparece corno un Estado-para-la-nación. Esto en un doble sentido.
Primero, como delimitación de la nación frente a otros Estados nacionales. Segundo, hacia adentro de su territorio
como pretensión, últimamente respaldada por su supremacía coactiva, de ser el agente privilegiado de custodia,
interpretación y logro de los intereses generales de la nación.
La invocación de los intereses de ésta es lo que justifica imponer decisiones contra la voluntad de los sujetos, incluso
contra segmentos de las clases dominantes, en beneficio de la preservación del significado homogeneizante de la
nación. Cuando el E se enlaza con la nación es cuando la sociedad puede quedar arrinconada con lo "privado" y
económico. Lo político se esfuma (como E y como lucha por el control de recursos estatales de dominación) de la
sociedad, para quedar atado al plano homogeneizante e indiferenciado de E y nación.
La postulación de la nación como una colectividad superior a los intereses particularizados de la S facilita algo
fundamental: no ignorar desigualdades que siguen siendo tan evidentes, sino negarlas en lo que es más problema
para la reproducción del sistema de dominación: como contradicciones. La vigencia de solidaridades nacionales que
tendrían relación sobre la S es la negación de esas contradicciones en tanto tales. Demandas e intereses por
"justificados" que sean deben ajustarse a estos parámetros, ya que no hacerlo sería negar la realidad prevalente de
la nación. Cada interés "privado" debe ceder a los superiores intereses colectivos derivados de cada uno es en la
nación; ¿cómo podría prevalecer el interés de alguna de aquellas "partes" sobre el interés de todos, que es el de la
nación? Pero, claro está, la sacralización del modo histórico de ser de la nación suele ser también la reproducción de
la sociedad que capitalista.
En tanto la nación niega las rasgaduras estructurales de la sociedad, es análoga a la ciudadanía.
Ser miembro de la nación es verse como integrante de una identidad colectiva superior a los clivajes de clase. Pero
también es sustentar la expectativa de que sus intereses no serían sistemáticamente negados y de que se tiene título
a ser beneficiario -concreta y reconociblemente - del interés general que las instituciones estatales afirman servir.
Por ello, el E capitalista tiende a ser un E nacional.

El pueblo, ambiguo fundamento y referente del Estado


Trataremos en esta sección del pueblo o lo popular, otra solidaridad colectiva que suele mediar entre E y S.
En seguida encontramos una primera ambigüedad de lo popular. Por un lado tiende un arco de solidaridades por
encima de clivajes de clase, en tanto abarca genéricamente a los que se reconocen como desposeídos. Pero, por el
otro, el reclamo de justicia sustantiva diferencialmente orientada a beneficiarlos no puede sino hacerse contra
quienes también son parte de la nación: los ricos, los poderosos, los que tienen más y, a veces, instituciones
estatales que aparecen excesivamente sesgadas hacia éstos. El punto fund es q la confrontación del discurso
igualitario e imparcial del E capitalista con la evidencia de las desigualdades, replantea continuamnt la posibilidad de
reemergencia de lo popular. Esta es su 2da ambuguerdad.

38
Pero -Y éste es el otro término de Ia ambigüedad - Ia tendencia hacia el continuo replanteo de cuestiones de justicia
sustantiva predefine a lo no popular como adversario y, por lo tanto, achica Ia nación -comprensiva y homogénea
que es el referente ideal del E. Además, Ia eventual imposibilidad de satisfacer las demandas planteadas, agregada a
acciones remediales que no pueden cerrar el hiato entre el discurso igualitario y las desigualdades observables,
puede poner una carga "excesiva" para la acumulación del K. Mas aún, este puede ser uno de los campos de la
práctica social en el que las clases subordinadas se entiendan a sí mismas como tales. Por eso lo popular es al mismo
tiempo velo de Ia realidad profunda de Ia sociedad (y, por consiguiente, de Ia del Estado) y punto posible de tránsito
hacia su descubrimiento.
Por eso también lo popular es una mediación menos digerible para el E capitalista, y para Ia dominación en Ia que
está imbricado, que Ia ciudadanía y Ia nación. Lo popular no es Ia mediación abstracta de Ia ciudadanía ni Ia
mediación concreta pero indiferenciada de Ia nación.
Pero el E capitalista sólo puede ser realmente un E popular en circunstancias históricas muy especiales y de corta
duración. Ese E no puede dejar de ser lo que está determinado por su realidad profunda: emanación, garante y
organizador de una relación de dominación que sesga estructuralmente lo que sus momentos objetivados, derecho e
instituciones, reactúan sobre Ia S.

Encubrimiento y ruptura
Por otro lado, ciudadanía, nación y pueblo, nuevamente cada una a su manera, son por si mismas contradictorias,
además de lo ya visto como especificidad de cada una, porque su efecto encubridor no puede existir sin ser ellas - y
constituir a hacer del derecho y del aparato estatal - ámbitos para la presencia práctica de las clases subordinadas.
Esto a su vez abre la posibilidad de que descubran el fundamento de su condición.

TERCERA SECCION: ALGUNAS CONCLUSIONES


En las secciones precedentes recorrimos dos vectores indispensables para entender al E capitalista. = 1) En la
primera nos ocupamos del punto crucial: el E como aspecto analítico, de la S, parcialmente cristalizado en derecho e
instituciones. Allí lo entendimos como primordialmente coercitivo e incluso coactivo, Pero vimos también que la
necesaria tendencia hacia la fetichización del E, y hacia la escisión aparente entre éste y la S, conlleva la tendencia
también necesaria hacia la generación de mediaciones entre uno y otra. 2) Por eso en la segunda sección nos
ocupamos de las principales: ciudadanía, nación y pueblo. Allí vimos que el E también es, normalmente, organización
del consenso en tanto constituyente de solidaridades colectivas que suelen velar las rasgaduras estructurales de la S
y los sesgos sistemáticos del E. Pero para q aquellas mediaciones tengan vigencia efectiva –para q no sean un
discurso sin eco- tienen que sustentarse en una ideología de igualdad: abstracta en el fundamento de la ciudadanía,
concreta pero indiferenciada en el referente de la nación y eventualmnt, más concreta y menos indiferenciada en el
plano de lo popular. El correlato es la postulación del E como árbitro imparcial.
Finalmente, no hay necesidad metafísica de que existan las mediaciones que nos han ocupado. Pero su inexistencia o
eventual supresión entrarían que, si bien el E entonces ya no devuelve a la S la contradicción que acabo de señalar,
muestra mucho más directamente su imbricación en la contradicción social fundamental. Entonces flaquea como
organización del consenso y se muestra en su componente primordial coerción, incluso y sobre todo coacción - y en
su sentido fundamental de emanación y garantía de las principales relaciones de dominación en la sociedad.
Despojado de sus componentes "normales" de mediaciones y consenso, ese E, "autoritario" en diversas variantes,
muestra que es antes E capitalista que nacional, popular o de ciudadanos. Pero la faz imponente de la coerción es su
fracaso como organización del consenso y, por lo tanto, como legitimación de sus instituciones y como contribución
a la hegemonía en la S.

O’Donnell, “Apuntes para una teoria sobre el estado”.


Intensión de este trabajo:
1. Problemática del E capitalista
2. Necesidad de repensar la concepción de Estado- sociedad
3. Pensar un tipo histórico especifico de E: E BUROCRATICO AUTORITARIO

PRIMERA SECCION: SOCIEDAD Y E


I. ALGUNAS DEFINICIONES PRELIMINARES

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ESTADO: componente específicamente POLITICO de la DOMINACION en una sociedad territorialmente delimitada.
DOMINACION= PODER capacidad de imponer una voluntad sobre los otros. LO POLITICO parte analítica del
fenómeno mas general de la dominación aquella que está marcada por la supremacía en el control de los medios
de coerción en un territorio excluyentemente delimitado.
E= LO POLITICO= DOMINACION.
DOMINACION RELACIONAL: es una modalidad de vinculación entre sujetos sociales. Asimétrica control desigual
de los recursos: a) medios de coerción física, b)recursos económicos, c) recursos de información, d) control
ideológico.
El control de estos recursos permite el ejercicio de la coerción. El recurso mas eficiente para mantener la dominación
es el control ideológico (consentimiento de los dominados). Coacción es el más costoso, porque desnuda el hecho de
que la dominación ideológica ha fallado.
TESIS E burocrático autoritario falló en la dominación ideológica y recurrió a la coacción pura. Crisis de hegemonía.

II. BASES DE LA DOMINACION


Control de los recursos de dominación no está distribuido al azar.
El diferenciador es la CLASE SOCIAL articulación desigual de la sociedad en CLASES SOCIALES (dimensión
económica y otras –como la política: control del E-)
La principal –pero no única- relación de dominación en una soc capitalista es la relación de producción entre
capitalista y trabajador asalariado, mediante la que se genera y apropia el valor del trabajo. Este es el corazón de la
sociedad civil, su gran principio de contradictorio ordenamiento. No solo relación de desigualdad, sino también de
explotación conflictiva, independientemente de que sea reconocida como tal o no control ideológico.
RELACION DE DOMINACION CAPITALISTA
-PLANO ECONOMICO rel de dom K/W ppio del orden (contradictorio). Apropiación del plusvalor implica
explotación- inherentemente contradictoria.
-Plano ideológico  no se adiciona a lo económico. También está en el comienzo, también es ORIGINARIA de la soc
capitalista. Encubrir la contradicción k/w
ESTADO garantiza RELACIONES CONTRACTUALES FALSAMENTE PRIVADAS
Si no existiese el E los contratos no serian posibles ley de la selva antagónica: la coacción que cada uno pueda
ejercer E= presencia TACITA, posibilidad de recurrir a el para garantizar los contratosconstitutivo de la relación
capitalista.
CONTRATOS igualdad formal (hombres libres jurídicamente)
posibilita la venta de trabajo q posibilita la apropiación del valor creado por el W
garantía implicada por la posibilidad de recurrir al E en caso de incumplimiento, para la efectivizarían
de una relación desigual y contradictoria. Esta CAPACIDAD DE INVOCACION es CONSTITUTIVA DE LA RELACION.
Plano económico+plano ideologico+plano de la información+plano político  solo distinguibles analíticamente, pero
TODOS SON ORIGINARIOS DE LA RELACION CAPITALISTA.
E NO EXISTE A POSTERIORI, no es externa de las relaciones de producción
NACEN JUNTAS
INTRINSICO Y CONSTITUTIVO DE LA SOC DE CLASES
Dimensiones del E no son una cosa, ni una institución, ni una estructura
SON ASPECTOS de una RELACION SOCIAL

III. ASPECTOS Y SUJETOS SOCIALES.


CAPITALISMO trabajador desposeído de los medios de producción
capitalista desposeído de los medios de coaccion
Entraña la emergencia de un TERCER SUJETO cuya especificidad es el ejercicio de la supremacía de la
coaccionINSTITUCIONES ESTATALES: aparece como garantía de la relación K/W, garantizan las relaciones de
dominación
Necesario distinguir entre génesis y vigencia de las rel capitaistas de producción:
vendedor de FWesta desposeído de los medios de producción, y NO es traido a vender la FW
GENESIS
mediante la coaccion [DISTINTO DE OFFE!!]. La falta de coaccion es necesaria para la apariencia
formal de igualdad entre las partes.
GARANTIA POLITICO-ESTATAL es co-constitutiva de la relación capitalista

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Pero como esta escindida de la clase dominante lleva a la constitución de un 3º sujeto social (que concentra los
recursos y tiene la capacidad de movilizarlos) este sujeto NO ES TODO EL ESTADO, sino la parte que se cristaliza en
INSTITUCIONES.
FUNDAMENTAL: ESTADO  es garante de la relación
no de los sujetos que se constityen a partir de ella. No respalda direcamente al
capitalista.
 Es primariamente COACTIVO: 1) solo la coerción física es la ultima ratio de aquella
garatia, 2) y la separación de los medios de coaccion de los capitalistas le da origen al E
 No significa que sea solo coaccion, sino que esto prima
ESTADO 1) garantía ultima de la coaccion
2) no actua como capitalista concreto. TERCER SUJETO que aparece como no-Kista
3) constituye a ambos sujetos (W/K) es garante de la existencia y reproducción de la burguesía y del
trabajador asalariado como CLASES.
INSTITUCIONES ESTATALES = cristalización de los recursos coactivos que el capitalista no cotnrola.
A veces, para garantizar la relación aparece como ‘protector’ de alguna de ellas, para reponerla como clase.
ESTADO expresión de un interés mas GENERAL que el de los sujetos sociales de los que emana
pero ese interés NO es NEUTRAL o igualitario, es de REPRODUCCION DE UNA RELACION SOCIAL QUE
ARTICULA DESIGUAL Y CONTRADICTORIAMENTE A LA SOCIEDAD.
es una GENERALIDAD PARCIALIZADA
MODALIDAD DE ARTICULACION GENERAL DE LA SOCIEDAD. Concretas los recursos últimamente coactivos, para
constituir la relación de dominación.
Separación encomica/coaccion es solo analítica. No hay un factor histórico u ontológicamente anterior. Son
dimensiones co-constitutivas del capitalismo. (No buscarlo ‘afuera’ o ‘después’)
LO POLITICO, lo estatal es un aspecto inherente de las relaciones de dominación. Lleva a la exteriorización en un
tercer sujeto: las instituciones: que aparecen como el interés exterior y general.

DINAMICA 1) Relación social que se despliega en el tiempo histórico. Reproducción.


2) en lo que se refiere a la reproducción del capital: este es un proceso de acumulación.
LO POLITICO garantía de esa reproducción.

IV. ORGANIZACIÓN.
ESTADO es un ASPECTO de ciertas relaciones sociales.
NO ES EXTERNO a la sociedad
nace como garantía de la dominación en la sociedad y en la opacidad de la misma
es ARTICULADOR Y ORGANIZADOR DE LA SOCIEDAD
a) E es el LIMITE NEGATIVO de las consecuencias socialmente destrcutivas de su reproducción (explotación
excesiva, competencia excesiva)
b) Intervencioes de aocndicionamiento  inversiones necesarias para el logro de condiciones sociales que
permiten la reproducción del sistema de clases, la acumulación y la resolución de ‘problemas generales’.
Como no suelen estar orietadas a lograr el lucro por ello a veces aparecen como fruto de una
“racionalidad diferente”.
A veces, algunas decisiones son vividas de manera hostil por los sujetos.
Ese “alguien” que se ocupa de estos planos son las INSTITUCIONES ESTATALES.
Pero las instituciones no son solo instituciones concretadas en organizaciones complejasy burocraticas. Pueden ser
también formaciones que se cristalizan en RELACIONES SOCIALES TIPICAS (ej: contrato compra/venta FW, dinero
igualdad formal, aquivalencia)
IGUALDAD FORMAL DEL SUJETO ANTE EL DINERO y la RELACION CONTRACTUAL son paralelas
Acuerdo de voluntades entre sujetos formalmente iguales es un punto nodal del tejido de organización de la soc
capitalista por parte del E. Se objetiva en el DRCHO MODERNO (racional-fomral), que consagra al sujeto
jurídicamente libre.
DERECHO nace y expande junto con el CAPITALISMO.
EXPLOTACION queda OCULTA por una DOBLE APARIENCIA:
-igualdad formal de los sujetos
-libre voluntad: pueden entrar o no en dicha relación.
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Desde que las relaciones soc del kismo aparecen ‘desligadas de toda coaccion’ es difícil reconocer en ellas a su
aspoecto primariamente coactivo: el estado. Por ello éste suele ser captado solo en que es secundario: el derecho y
el conjutno de instituciones.
Lo que es primordialmente un aspecto de las relaciones de dominación, queda reducido a su superficie objetivada en
instituciones.
Lo mimso que el dinero o las mercancías las INSTITUCIONES ESTATALES son un FETICHE: emanación y
encubrimiento de la contradictoria relación subyacente.
No se llega al capital partiendo del dinero
No se llega al Estado partiendo de las instituciones estatales, sino de las relaciones capitalistas de producción.
Aparente sepracion privado/ publico
Hay que captar al ESTADO como una DIMENSION ANALITICA DE LA SOC CIVIL, y solo después como un conjutno de
objetivaciones.

V. EXTERIORIDAD.
Rel de dominación: económicas, pol, ideologicas se objetivizan en sujetos soc e instituciones
Consecuencias: 1)sujetos sociales se constituyen mediante su condición de portadores de relaciones sociales. 2) lo
político es un aspecto de las relaciones de dominación oposición privado-publico es falsa. 3) no solo porque lo
privado esta impregnado d epolitica estatal, sino porque lo político es parte de lo social. Lo político no esta afuera de
la sociedad, sino que es parte de ella.
Escision es APARENTE  pero también a su manera es REAL, porque en el plano de los sujetos sociales concretos
emerge efectivamente un tercero que no es ni capitalista ni trabajador, ni actua con racionalidad a estos
separadamente.
Esto lleva a que se produzca una transmutación que es la base de encubrimiento del E kista: 1)subsunción de esas
instituciones con “todo” el E, 2)la apariencia de que ellas solo intervienen eventualmente y sin sesgos sistematicos
sobre las relaciones sociales. Dominación y el respaldo coactivo tienden a esfumarse tanto de la sociedad como el
estado. Lo que queda es un ‘orden jurídicamente cristalizado’ al que pueden apelar todos los sujetos.
Se esfuma la visión del ESTADO como
 GARANTIA EN Y DE las relaciones sociales de DOMINACION .
COMPONENTE COACTIVO
Poder ES ECTERNO de las rel kistas de prod

VI. RACIONALIDAD ACOTADA.


El E kista es un FETICHE, en tanto aparece subsumido en sus objetivaciones y desligado de su promordial imbricación
en la sociedad. Hay que partir de CRITICAR RACIONALIDAD SUPUESTAMENTE SUOERIOR que se suele postular desde
esas instituciones.
Margareth Wirth pregunta central: ¿Cómo el E podría conocer las condiciones de reproducción social para garantir
el sistema ksita? La burocracia del E no ‘sabe’ cuáles son las mejores medidas ‘onjetivamente necesarias’ para el
mantenimietno del sist kista.
E RACIONALIDAD ACOTADA  no puede haber soluciones optimas
METODO TIPICO: PRUEBA Y ERROR, basado en el hallazgo de soluciones sub-optimas (simplemente ‘saitsfactorias’)
que promueven una rudimentaria teoría de las conexiones causales que rigen los problemas que se busca resolver.
No imagen hegeliana del burócrata
E garantiza y organzia la reproducción de la sociedad qua capitalsita porque se halla respecto de ella en una
relación de “complicidad estructural”
es parte de las relaciones capitalistas de producción
es parte de la soc capitalista: 1) como derecho: cristalización de la igualdad formal y de la pro privada. 2) como
presecia tacita de recursos de poder. 3) como anclajes para la ideología. 4) redondea la superficie aparente de la soc
capitalsta como abnstracto socialmente real instituciones.
E (lo específicamente político) es el mismo sesgo con que la soc tiende a reproducirse como capitalista. Reproduce
la soc qua capitalsta.
Actura: 1) en tanto administración burocratica que cumple tareas rutinizadas de organización general de la sociedad,
2) como respuesta a situaciones percibidas como “crisis” (percepción de amenaza de la soc qua capitalsita).
Definición de la crisis supone un orden. Ej: explotación del W no es percibido como ‘anromal’
Intentos de asignar recursos siempre ewscasos para enfrentar las contradicciones de la soc.
Son intentos siemore sub-optimos
42
No se haya en la agenda de las instituciones todo lo ‘importante’ capacidad de definir algo como crisis es tambein
una cuestión de poder y dominación. Los capitalsitas suelen tener una capacidad mayor para plantear sus problemas
(porque controlan mas recursos)
AGENDA resultado de LUCHAS
ESTADO RELACION SOCIAL RELACION DE FUERZAS.

RTTA A LA PREGUNTA DE MARGARET:


E objetivado en INSTITUCIONES respalda y ORGANZIA la reproducción de la SOC QUA KISTA a través del caos
aparente de decisiones y abstenciones que (encuadradas por una racionlidad acotada) ratifican la textura profunda
de la sociedad.
Ninguna magia dota a los agentes de racionalidad superior
Metáfora de iceberg se ve solo la punta de una masa profunda que navega (sin mapa prestablecido) en la
corriente del profundo mar donde se enraiza.
NO RACIONALIDAD SUPERIOR
PERO TAMPOCO es la misma racionaldiad acotada del capitalista  persecución del lucro per se
Fidelidad con soc capitalsita suele ocurrir entre choique de intereses. Lucha
Contradicciones en la reproducción de la soc

VII. CONTRADICCION
E inherentemente contradictorio
Porque es una parte analítica de una relación social contradictoria + tiene su propia especificidad.
CONTRADICCION PROPIA
Rel kista de producción presupone emergencia de un TERCER SUJETO: permite que las relaciones capitalistas de
producción aparezcan como no coactivas y puramente económicas, al tiempo que la coaccion de las instituciones
estatales desaparece en si inherente ligazón con esas relaciones.
Escicion PUBLICO/ PRIVADO es condición de posibilidad de las relaciones capitalistas de prod, porque solo asi
pueden parecer acuerdos libres entre sujetos iguales y como no inherente a las mismas el respaldo coactivo del E.
Pero esto genera la NECESIDAD de MEDIACIONES entre lo publico y lo privado, entre E y soc civil
¿Cómo rescatar a los sujetos del fraccionamiento de la soc civil sin descubrir la relación como dominación? ¿Cómo
presentar al E como el interés general?
SUPERACION DEL HIATO E/SOC CIVIL es necesaria
Para que el poder ejercido por el E no se muestre como tal y pueda ser garantía de dominación.
El ESTADO KISTA tiene que aparece como FETICHE escindido de la soc civil, peo ni esta ni auqel podrían encubrirse
como dominación si esa escicion no fuera superada mediant mediaciones que fundamenten el poder del estado
afuera de las instituciones y de la dominación sociale.
CONTRADICCION DEL E CAPITALISTA es SER HIATO y a la vez NECESIDAD DE MEDIACION con la SOC CIVIL.
ESCICION NECESITA SER SUPERADA, PERO A LA VEZ ESA ESCICION ES EL FUNDAMENTO DE LA SOC KISTA.
NEGACION DE LA NECESARIA ESCICION E Y SOC CIVIL.
Falsedad de esta escicion  necesaria tendencia a superarla.
E KISTA COACCION + CONSENSO
[EBA supresión de las mediaciones. Solo coaccion]

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Poggi, “El desarrollo del estado moderno”.(falta)

Sartori , “Teoría de la democracia”. (FALTA CAP 12)


CAP 13: LIBERISMO, LIBERALISMO Y DEMOCRACIA
1. Solapamientos.
Liberalismo, D, socialismo y comunismo son las denominaciones q resumen la confrontación política de los
siglos XIX y XX. Pero, así como solo la de “comunismo” resulta clara (más bien a partir de 1918), y es la misma la q
nos sirve p/eliminar el carácter impreciso de “socialismo”, no ocurre lo mismo en relación con “liberalismo” y “D”.
Pues dsd mediados del siglo pasado los ideales liberales y democráticos se han fundido y han llegado a confundirse.
Los malentendidos provienen de q nos hablamos a veces de D p/referirnos a la “D liberal” y en otras
ocasiones, p/designar solo a la “democracia”. En el 1er caso, prestamos a la D todos los atributos del liberalismo, y
en consecuencia, el ideal democrático se presenta como el ideal de la libertad; en el 2do caso, liberalismo y D están
separados y el ideal democrático vuelve a ser la igualdad. Ambas tesis son correctas e iluminan dos aspectos del
problema: a) que la libertad es el elemento necesario de la D liberal, y b) que la libertad no lo es de la D en sí.

¿Qué es el liberalismo? En 1er lugar, el hecho de q se confunda el “liberalismo” con el ideal de D, determina
q el concepto de liberalismo se emplee indistintament en 2 sentidos: p/referirse solo al liberalismo o p/designar el
liberalismo democrático. Si podemos hablar de D liberal y al msm tiempo de D no liberal, p/saber qué D queremos,
debemos establecer antes qué es liberalismo. Se impone un examen del liberalismo puro y simple  Ello además,
ante la volatilidad de la conexión e/el liberalismo en sentido histórico y el significado político-partidista del
liberalismo. Es nec proporcionar al “liberalismo” un anclaje histórico.

2. Un contrapunto desafortunado.
Aunque el fenómeno liberal ha sido la doctrina de Occ durante 4 siglos, el término liberalismo es mucho más
reciente. Consideramos a Locke o Montesquieu teóricos liberales, pero ellos msms no lo hicieron. Como término
político, “liberal”, fue acuñado en España en 1810 y comenzó a circular en Europa en torno a 1820. Resulta entonces,
que la denominación se implantó unos 3 siglos dsp de la aparición del fenómeno = El aparecer tarde fue la 1era
desgracia del término. Así, paradójicamnt, se empezó a hablar de “liberalismo” cnd éste ya había dado sus frutos o
cnd se estaba dejando de “ser liberal”. En EEUU, por ejemplo, nunca se adoptó la etiqueta del liberalismo (aunque
fuera la tierra dnd encontró su realización más plena, siendo la Constitución americana –según la opinión europea-
el prototipo del constitucionalismo liberal clásico). Para ellos, EEUU fue una República en ppio y una Democ más
tarde.
En síntesis, mientras q un liberalismo sin nombre ha constituido e/los siglos XVII y XX el impulso más imp de
la civilización occ, el “liberalismo” como denominación pleno iure ha conseguido status y consideración solo durante
algunas décadas. El caso de Francia y la teoría de Constant es sintomático: pues si allí el liberalismo alcanzó sus más
puras interpretaciones, ya en 1848 la escuela de Constant fue puesta en tela de juicio y fuertemente repudiada por
la revolución.  ¿Porq este prematuro declive como resultado del cual hoy los liberales existen de facto pero no de
iure? Es que durante el siglo XIX el tiempo se aceleró de tal modo q en el transcurso de unas décadas el “liberalismo”
encontró dos competidores: las denominaciones “democracia” y “socialismo”. Si bien pasada la Revolución Francesa,
la contraposición de dio entre liberalismo y D, muy pronto, la aparición de un 3ero en discordia impuso un
realineamiento de las fuerzas rivales. El nuevo protagonista en Europa era el socialismo. Y en la medida en q el
socialismo canalizaba las demandas de los trabj, liberales y demócratas se vieron reducidos a maniobrar en el msm
espacio electoral y así, a converger.
En 1848 la D y el liberalismo dejan de ser enemigos y unen sus fuerzas. Se inicia así el fin de la antítesis
e/liberalismo y D y el comienzo del enfrentamiento e/la D y el socialismo. Es que había cambiado la situación
histórica: la Revolución de 1848 había dado muestras de la fuerza del socialismo. Y con la violencia de esos días, los
alineamientos políticos se modificaron rápidamnt.  La convergencia fue un éxito pero la asociación era desigual. En
sustancia, el liberalismo ha prevalecido s/la D en el sentido que ha absorbido a la D en mayor medida que la D se ha
anexionado el liberalismo; ya que los demócratas han aceptado el ppio de q la libertad es el fin y la D es el medio.
Pero la victoria del liberalismo (como fenómeno) no ha sido la victoria del vocablo. El término ocupará el 2do lugar
porq en aquellos años tenía lugar la Primera Revolución Industrial, con todas sus miserias y crueldades; y la misma se
produjo en nombre de la libertad económica. El progreso industrial de Occ se produjo bajo los auspicios de la libre

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competencia, del laissez faire. Así, el nombre se acuñó en un momento en el que la novedad no era el liberalismo
político, sino el lib económico. La culpa recayó sobre el liberalismo como un todo.
Montesquieu, Madison, Locke, Constant, no fueron teóricos de la economía del laissez faire. Para ellos, el
liberalismo significó la supremacía de la ley y el E constitucional, y la libertad era la libertad política, no el ppio
económico del libre comercio. Si no hubiera sido por una coincidencia desgraciada, en vez de usar indistintamente la
palabra “liberalismo” p/referirnos tanto a las ideas de Montesquieu como a las de la escuela de Manchester,
utilizaríamos diferentes términos con el fin de situar el problema de la libertad política en un contexto y el de la
libertad de mercado en otro.

3. La propiedad y el individualismo posesivo.


Es necesario distinguir e/el liberalismo como un sist económico y el liberalismo como sist político. Cuando
hablamos de D, es explícito q se trata de D política y no de económica. Parece q solo el liberalismo es tratado sin
matices. La teoría del “individualismo posesivo” de Macpherson ilustra esta cuestión (del desconocimiento de la
naturaleza específicamnt política del liberalismo). Su tesis es: el individualismo posesivo basado en la propiedad,
obsesionado por ella y orientado hacia el K, engendra una S de mercado posesivo, la cual constituye un conjunto de
relaciones e/los H competitivas y agresivas.  El problema central es q los marxistas en gral y Macpherson en
particular, sitúan en la historia un concepto de la propiedad privada q es ahistórico. En tiempos de Locke, con una
economía de mera subsistencia y una exposición endémica a la inseguridad, “ser propietario” significaba mejorar las
probabilidades de vivir: la propiedad era protección, era el medio p/poner fin a la inseguridad en la existencia. Al
tiempo q ensalza al I (y en ello la tesis de Macpherson es correcta), el liberalismo le apoya con la seguridad q
representa la propiedad (con la propiedad entendida como seguridad), que tiene poco en común con la noción K de
propiedad. Históricamnt hablando, los marxistas se equivocan: el liberalismo político precedió al comercialismo, al
laissez faire y al K. En suma, el liberalismo es anterior al liberismo.

4. El liberalismo definido.
El liberalismo econ no el el liberalismo político. Otra distinción es la existente e/la libertad y el liberalismo. El
liberalismo trata de la libertad política (libertad para el ciudadano de la opresión del E), y si esto se olvida, lo q se
olvida es el liberalismo. Si estamos conformes con “realizar nuestro yo” en una cárcel, eso da fe de los infinitos
recursos de la libertad interior del H, pero el liberalismo no se trata de eso. El problema del liberalismo es la libertad
externa, y por su preocupación es q ningún H sea encarcelado sin un proceso legal. De acuerdo con ello, puede
afirmarse q el liberalismo es la teoría y la práctica de la defensa a través del E constitucional de la libertad política
individual, de la libertad individual. Se observarán 2 cosas: a) que no concedo relevancia al individualismo (porq no
es sufuc p/caracterizar al liberalismo) y que b) hablo de “E constitucional” y no de “E mínimo”.
El liberalismo dio sus mejores frutos dsp de aprender la lección de la D jacobina q le precedió. Si bien es
cierto q el liberalismo apareció 1ero y dsp vino la D, es cierto tmb q en el siglo XIX el liberalismo fue reafirmado y
pulido partiendo de la base de una experiencia democrática (roussouniana) q rápidamnt desapareció. Este proceso
nos advierte del hecho de q mucha gente puede estar invocando una D postliberal que debería sustituir al
liberalismo sin dar cuenta de q solo favorecen al advenimiento de una D preliberal.  Lo q no importa es perder de
vista q el liberalismo ha limitado el poder absoluto y arbitrario; ha vencido el círculo de la desesperación expresado
por la pregunta ¿quién controla a los controladores?; ha liberado al H de su temor al Príncipe. El liberalismo es único
en sus logros: es una sola ingeniería que dota a los fines de medios. En la construcción de un sistema de G es el
liberalismo y no el marxismo el q reúne la teoría y la práctica; es un proyecto q funciona.

5. La D liberal.
La relación e/liberalismo y D suele concebirse como una relación e/libertad e igualdad. Así, para separarlos
decimos q el 1ero reivindica la libertad y la 2da la igualdad. Y viceversa, a fin de unirlos, decimos q la función de los
sistemas demócrata-liberales es combinar la libertad con la igualdad. Pero si la libertad y la igualdad marcan la línea
divisoria e/liberalismo y D se debe a una lógica subyacente distinta: en la igualdad late una pulsión horizontal y en la
libertad, un ímpetu vertical. A la D le preocupa la cohesión social y la igualdad distributiva. La igualdad desea
integrar, la libertad es autoafirmativa y problemática. Pero quizás la dif ppal estriba en q el liberalismo gira en torno
al I, en tanto q la D lo hace en torno a la S (¿Cómo combinar ese grado de iniciativa individual q es necesario para
progresar con el grado de cohesión social necesario p/sobrevivir?).
En un plano más concreto, el liberalismo es la técnica de limitar el poder del E, y la D, la inserción del poder
popular en el E. Mientras el liberal se preocupa por la forma del E, el demócrata se interesa ppalmente por el
contenido de las normas emanadas del E. En resumen, el interjuego de los componentes liberal y democrático en
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nuestros sistemas puede describirse así: el 1ero le interesan especialmente la sujeción política, la iniciativa individual
y la forma del E; el 2do es particulamnt sensible al bienestar, la igualdad y la cohesión social. Tenemos una
combinación que he descompuesto porq hemos llegado a un momento en el desarrollo de nuestros sist políticos en
el q nos enfrentamos con 2 futuros: una D dentro del liberalismo y una D sin liberalismo.

6. La D en el seno del liberalismo.


Hablando en términos grales, durante el siglo XIX el elemento liberal prevaleció s/el democrático; en el XX el
péndulo osciló, y hoy es el componente democrático el q predomina s/el liberal.
Si el liberalismo es un instrumento de la D, la D no es en sí misma un vehículo del liberalismo. La fórmula de
la D liberal es la igualdad a través de la libertad, por medio de la libertad; no la libertad por medio de la igualdad.
Tenemos q fabricar los ladrillos antes de contruir una casa de ladrillo. Es un orden de proceder y una necesidad. Y
aquí el ladrillo es la libertad. Es decir, la libertad del liberalismo y la igualdad de la D se relacionan procedimentalmnt
en ese orden. Podemos tener una mayor estima por la igualdad q por la libertad, pero ello no significa q lo 1ero en
orden de preferencia sea lo 1ero en orden de construcción. Partiendo de la libertad es posible proseguir hacia la
igualdad; dsd la igualdad no somos libres p/regresar a la libertad.

7. La D sin liberalismo.
He defendido la causa de la D liberal. Veamos ahora qué dicen sus adversarios: “la D verdadera no es la D
liberal, pues ésta es tan solo una D falsa, burguesa. La D auténtica nos aguarda más allá del liberalismo y de sus
libertades engañosas”.  Nadie sostiene q el tema de la libertad se agota en el concepto de la libertad negativa. No
pretendo negar q el problema de la realización de nuestras libertades con los medios q posibilitan su disfrute, sea
real. Lo q afirmo es q no hay nada, en nuestra búsqueda de libertades positivas e igualdades sustantivas, q justifique
el repudio de la libertad del liberalismo. Rehusándola, nos limitamos a matar a la gallina q pone los huevos. No es
admisible la tesis según la cual la libertad real dimana de la consecución de la igualdad material, es decir, de la
igualación econ. ¿Cómo es posible sostener q la igualdad de posesiones o de carencia de ellas implica la libertad
real? Olvidan quienes mantienen esta posición q el poder no es solo algo material asociado a la propiedad. El poder
es tmb un fenómeno relacional.

Presiento q un nº importante de europeos del Este están redescubriendo las virtudes políticas del
liberalismo: que el poder incontrolado es insufrible y desastroso; que jueces y tribunales deben ser verdaderamnt
independientes; q las constituciones no son meramente cualq estructura q el E posea, sino una específica estructura
garantista q limite y restrinja realmente a los detentadores del poder.

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