La Osada Mision de William Tyndale

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“Pocos de los que leen hoy la Biblia en inglés comprenden la

deuda que tienen con el mártir William Tyndale. Aun entre los
que conocen el nombre del origen de la moderna traducción
de la Biblia al inglés, pocos están enterados de que Tyndale de-
fendió con pasión las doctrinas de la justificación solo por la fe
y la salvación solo por gracia. Esta pequeña joya literaria revela
los esfuerzos de Tyndale por la verdad, sus sufrimientos por la
verdad, y su amor por la verdad. Que Dios use el libro de Steven
Lawson para encender la llama de ese amor en muchos otros”.
— Dr. Joel R. Beeke, Presidente y profesor en el
Puritan Reformed Theological Seminary

“Mucho más que una biografía, esta emocionante crónica des-


pierta el corazón cristiano y aviva el fuego de la determinación
para proclamar la verdad con valor. El diligente trabajo del Dr.
Lawson acerca de William Tyndale debería considerarse una lec-
tura esencial para cada creyente, pues despliega con sumo cuida-
do el legado de la fidelidad de Dios al usar a un hombre, contra
toda posibilidad, para traer el evangelio en lengua común”.
— David Parsons, Fundador de Truth Remains, California

“En la historia de la fe cristiana entre los pueblos de habla


inglesa, la traducción de la Biblia de William Tyndale fue la
que hizo de ellos un pueblo del Libro. La vida de Tyndale fue
vertida aun hasta el punto de muerte para lograr ese objetivo,
y cada generación de creyentes necesita escuchar nuevamente
la historia de su vida y su muerte. Y una de las mejores guías
a su historia y sus lecciones para nuestro tiempo es este nuevo
estudio de Steven Lawson. ¡Altamente recomendado!”.
— Michael A. G. Haykin, Profesor de Historia de la Iglesia
en el Seminario Teológico Bautista del Sur, Kentucky
Un gran legado de héroes de la fe
Editor de la serie, Steven J. Lawson

La heroica valentía de Martín Lutero


por Steven J. Lawson

El genio expositivo de Juan Calvino


por Steven J. Lawson

La inquebrantable resolución de Jonathan Edwards


por Steven J. Lawson

El fervor evangelístico de George Whitefield


por Steven J. Lawson

El enfoque en el evangelio de Charles Spurgeon


por Steven J. Lawson

La poderosa debilidad de John Knox


por Douglas Bond

La devoción trinitaria de John Owen


por Sinclair B. Ferguson

La osada misión de William Tyndale


por Steven J. Lawson

La asombrosa poesía de Isaac Watts


por Douglas Bond
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#OsadaMisiónDeTyndale

La osada misión de William Tyndale


por Steven J. Lawson
© 2018 por Poiema Publicaciones

Traducido del libro The Daring Mission of William Tyndale


© Steven J. Lawson 2015 y publicado por Reformation Trust Publishing,
una división de Ligonier Ministries.

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas han sido tomadas de
La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional (NVI) ©1999 por Bíblica Inc.

Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial de


este libro por cualquier medio visual o electrónico sin permiso escrito de
la casa editorial. Escanear, subir o distribuir este libro por Internet o por
cualquier otro medio es ilegal y castigado por la ley.

Poiema Publicaciones
[email protected]
www.poiema.co

Categoría: Religión, Historia de la Iglesia, Historia de la Reforma

ISBN: 978-1-944586-87-4
Impreso en Colombia
SDG
Este libro está dedicado
a un fiel amigo,
David Parsons,
un hombre que comparte mi pasión
y entusiasmo por la Palabra escrita de Dios
y su principal traductor al inglés y heroico mártir,
William Tyndale
Contenido
Prólogo, Seguidores dignos de ser seguidos ����������������������������������������� ix
Prefacio, El padre de la Biblia en inglés ���������������������������������������������� xiii
Capítulo 1, Una pasión peligrosa���������������������������������������������������������������� 1
Juventud y estudios, 3
Nacimiento de una visión, 6
Comienza la obra, 8
Oposición y obstáculos, 11
Traicionado, encarcelado y condenado, 17
“Señor, abre los ojos del rey”, 20
Capítulo 2, Cimentado en la gracia soberana������������������������������������� 23
Corrupción radical, 25
Elección soberana, 31
Redención particular, 35
Llamado irresistible, 37
Gracia preservadora, 41
Un lugar firme, 42
Capítulo 3, Comienza la peligrosa tarea ����������������������������������������������� 45
Llegada a Alemania, 47
La primera impresión, 50
Fuente para la traducción, 52
Características de la primera impresión, 56
Un contratiempo momentáneo, 60
Capítulo 4, Nuevo Testamento para un labrador������������������������������� 63
Base nueva, 65
Característica de la edición de Worms, 69

- ix -
La m i s i ó n va l i e n t e d e W i ll i a m T y n d a l e

Correcciones y distribución, 72
Resistencia católica, 74
La vida de fugitivo, 75
Padre del inglés moderno, 77
Capítulo 5, Producción del Pentateuco�������������������������������������������������� 79
Aprendizaje del hebreo, 81
Traducción del hebreo, 82
Impresión en Amberes, 85
Prólogos de apertura, 88
Los cinco libros de Moisés, 91
Un logro monumental, 96
Capítulo 6, Siempre mejorando��������������������������������������������������������������� 99
Ediciones no autorizadas, 101
Formato de impresión, 103
Portada, 104
Prólogos de apertura, 105
Trabajo de traducción, 110
Notas marginales, 114
La edición de 1535, 116
Capítulo 7, Los Libros Históricos������������������������������������������������������������� 119
Permanencia en Amberes, 120
Los libros históricos, 121
John Rogers, 122
Arresto de Tyndale, 123
La Biblia Matthew, 125
El legado de Tyndale, 129

Conclusión, ¡Queremos nuevos Tyndales!������������������������������������������� 133


Notas de texto������������������������������������������������������������������������������������������������� 135

-x-
P rólo g o

Seguidores dignos
de ser seguidos

A través de los siglos, Dios ha levantado una larga línea de hom-


bres piadosos a los que Él ha usado con gran poder en momen-
tos estratégicos de la historia de la iglesia. Estos valientes hombres
proceden de todos los ámbitos sociales, desde los salones lujosos de
las escuelas de elite hasta los polvorientos cuartos detrás de tiendas de
artesanos. Ellos han surgido desde diversos rincones del mundo, des-
de avenidas muy conocidas en ciudades densamente pobladas hasta
oscuras aldeas en lugares remotos. No obstante, pese a esas diferen-
cias, estas figuras cruciales han tenido mucho en común.
En primer lugar, cada hombre poseía una fe inquebrantable en
el Señor Jesucristo. Pero se puede decir más de estas brillantes figu-
ras. Cada uno de estos devotos de la fe también mantenía conviccio-
nes firmes acerca de las verdades que exaltan a Dios conocidas como
las doctrinas de la gracia. Aunque diferían en aspectos teológicos
secundarios, trabajaron hombro con hombro promoviendo estas
enseñanzas bíblicas que magnifican la gracia soberana de Dios en la
salvación. Estos líderes espirituales sostuvieron la verdad fundamen-
tal de que “la salvación es del Señor”.

- xi -
La m i s i ó n va l i e n t e d e W i ll i a m T y n d a l e

Las doctrinas de la gracia humillaron las almas de estos hombres


delante de Dios y encendieron sus corazones con una mayor pasión
por Dios. Estas verdades de la soberanía divina les infundieron va-
lor para levantarse y promover la causa de Cristo en su generación.
Cualquier estudio de la historia de la redención revela que aquellos
que abrazan estas verdades reformadas fundamentales se les concede
un mayor grado de confianza en su Dios. Con una visión ampliada
para la expansión de su reino sobre la tierra, ellos avanzaron con
valentía para cumplir con la obra de diez, veinte, y aun treinta hom-
bres. Estos brillantes personajes se elevaron con alas de águilas y
se elevaron por encima de su época. Las doctrinas de la gracia los
facultaron para servir a Dios en el tiempo divinamente asignado
para ellos en la historia, y dejaron una herencia piadosa para las
generaciones venideras.
Esta serie “Un gran legado de héroes piadosos” destaca figuras
clave en la larga sucesión a través de los tiempos de estos hombres
que enfatizaron la gracia soberana. El propósito de esta serie es ex-
plorar de qué manera estos personajes usaron sus dones y capacida-
des dados por Dios para impactar su tiempo y extender el reino de
los cielos. Ya que fueron valientes seguidores de Cristo, sus ejemplos
son hoy dignos de imitar.
Este volumen se enfoca en un hombre que ha sido considerado
como el padre de la Biblia inglesa, William Tyndale. En el siglo XVI,
Tyndale dejó su Inglaterra natal y viajó a Europa continental con el
fin de traducir la Biblia al idioma de sus compatriotas. En un tiem-
po marcado por gran oscuridad espiritual, y al costo de su propia
vida, Tyndale, en un acto de valentía, le dio al mundo angloparlante
una Biblia que podían leer y comprender. Quizá ningún otro inglés
haya sido usado para impactar la vida espiritual de tantas personas
durante tantos siglos. William Tyndale se levanta como una figura

- xii -
P Prólog

sobresaliente, con méritos de sobra para ser incluido en esta serie.


Nunca tantos le han debido tanto a un esfuerzo tan singular.
Quiera el Señor usar este libro para alentar a una nueva gene-
ración de creyentes que den testimonio de Jesucristo en el mundo.
Que a través de este perfil de Tyndale puedas ser fortalecido para
caminar como es digno de tu llamado. Que seas entusiasta en tu
estudio de la Palabra escrita de Dios para la exaltación de Cristo y la
expansión de su reino.

¡Soli Deo gloria!

— Steven J. Lawson, editor de la serie

- xiii -
P r e fa c i o

El padre de
la Biblia en inglés

Cada verdadero progreso en la historia de la iglesia está con-


dicionado por un estudio nuevo y más profundo de la Escritu-
ra… Mientras los humanistas volvieron a los antiguos clásicos
y revivían el espíritu del paganismo griego y romano, los refor-
madores volvieron a la sagrada Escritura en los idiomas origi-
nales y revivieron el espíritu del cristianismo apostólico.
— P h i li p S c haf f

C olocado en un lugar prominente de mi estudio, como si mi-


rara sobre mi hombro derecho, se encuentra la imagen de un
imponente retrato del gran traductor de la Biblia, William Tyndale.
La obra original, pintada en óleo sobre lienzo, proviene del pincel de
un artista anónimo. Fue pintado a fines del siglo XVII o comienzos
del XVIII, y ahora el original cuelga en la National Portrait Gallery
de Londres. Tyndale aparece en el retrato sentado, completamente
vestido de negro, y rodeado de un sutil fondo marrón oscuro. Su
rostro y sus manos parecen brillar a la luz de una vela que está oculta
a la vista.

- xv -
La m i s i ó n va l i e n t e d e W i ll i a m T y n d a l e

La mano izquierda de Tyndale balancea un libro, manteniéndolo


horizontal para que no caiga. Este libro es una Biblia, la colección de
escritos divinamente inspirados al que Tyndale consagró su vida para
trasladarlo del hebreo y el griego al inglés. Su mano derecha parece
descansar en una mesa oscura, mientras que su índice derecho apunta
con decisión a la Biblia. Tyndale está desviando la atención del obser-
vador lejos de él y, más bien, está atrayendo todas las miradas hacia este
Libro sagrado en el que creía con firmeza y al cual dedicó toda su vida.
Debajo de la Biblia, el artista ha pintado un estandarte desplegado
y que parece suspendido en el aire. Lo que está escrito en latín en el
estandarte indica que Tyndale es académico de Oxford y Cambridge:
Hac ut luce tuas dispergam Roma tenebras sponte extorris ero sponte sacri-
ficium. Esto significa: “Para ahuyentar las tinieblas romanas con esta
luz, la pérdida de la tierra y la vida estimaré liviana”. Este mensaje va-
liente representa la misión de vida de Tyndale. Al traducir la Biblia al
inglés, este brillante lingüista encendió la llama que disiparía la oscuri-
dad espiritual de Inglaterra. La traducción de Tyndale de las Escrituras
develó la luz divina de la verdad bíblica que brillaría a través de todo
el mundo de habla inglesa, dando paso al amanecer de un nuevo día.
En el fondo del retrato, detrás de Tyndale, están las palabras
Guilielmus Tindilus Martyr. Esta es la traducción latina del primer
y segundo nombre de este académico, junto con la palabra mártir,
identificando el alto costo que pagó Tyndale para llevar la Escritura
al lenguaje de sus compatriotas. Esta figura heroica murió como
mártir en 1536, estrangulado hasta morir con una cadena de hierro,
después su cadáver fue incinerado y hecho estallar con pólvora es-
parcida alrededor de su cuerpo calcinado.
En la parte inferior del retrato, hay un recuadro con una expli-
cación del martirio de Tyndale. Las palabras están en latín y esta es
su traducción:

- xvi -
P Prefaci

Esta pintura representa, tanto como puede el arte, a William


Tyndale, en otro tiempo estudiante de este Hall [Magdalen]
y ornamento del mismo, quien, después de establecer aquí el
feliz comienzo de una teología más pura, dedicó sus energías
a traducir el Nuevo Testamento y el Pentateuco a la lengua
común en Amberes. Fue ésta una labor tan inmensamente
orientada a la salvación de sus compatriotas, que con justicia
se le llamó el Apóstol de Inglaterra. Ganó su corona de mártir
en Vilvoorde, cerca de Bruselas, en 1536. Un hombre —si po-
demos creerle aun a su adversario (el Procurador General del
Emperador)— instruido, piadoso y bueno.

La ironía de este retrato es que Tyndale nunca posó para tal


representación. Para proteger su anonimato, no podía reproducir su
aspecto facial en un lienzo. La obra que llevó a cabo tenía un precio
demasiado alto como para permitirse ser reconocido. Solo después
de su horrible muerte pudo Tyndale ser conocido.
Este retrato de Tyndale cuelga en mi estudio como un constante
recordatorio visual del invaluable tesoro que descansa en mi escrito-
rio: la Biblia en inglés. Enfatiza el hecho de que cuando predico sus
verdades, la luz espiritual está siendo enviada a este mundo oscuro.
Además, este retrato me da testimonio del gran precio que exige el de-
velar la verdad de la Biblia en este tiempo ennegrecido por el pecado.
Cuando Tyndale entraba en la escena del mundo, Inglaterra ya-
cía cubierta de una oscura noche de tinieblas espirituales. La iglesia
en Inglaterra permanecía envuelta en la medianoche de la ignorancia
espiritual. El conocimiento de la Escritura casi se había extinguido
en el país. Aunque había unos veinte mil sacerdotes en Inglaterra, se
decía que ni siquiera eran capaces de traducir una simple línea del
Padrenuestro. Los clérigos estaban tan hundidos en una ciénaga de

- xvii -
La m i s i ó n va l i e n t e d e W i ll i a m T y n d a l e

superstición religiosa que no tenían ningún conocimiento de la ver-


dad. Las únicas Escrituras en inglés eran unas pocas copias a mano
de las Biblias Wycliffe, traducidas de la Vulgata latina a fines del
siglo XIV. Los lolardos, un pequeño grupo de valientes predicado-
res y seguidores de Wycliffe, distribuyeron ilegalmente estos libros
prohibidos. La sola posesión de la traducción de Wycliffe condujo a
muchos al sufrimiento. Algunos incluso enfrentaron la muerte.
El Parlamento aprobó una ley conocida como la De haeretico
comburendo en 1401, la cual, como lo indica su título, legalizaba la
quema de los herejes en la hoguera. Debido a que los lolardos eran
percibidos como una amenaza, traducir la Biblia al inglés se consi-
deraba un crimen capital. En 1408, Thomas Arundell, el Arzobispo
de Canterbury, escribió las Constituciones de Oxford, que prohi-
bían cualquier traducción de la Biblia al inglés a menos que fuera
autorizada por los obispos:

Es algo peligroso… traducir el texto de las Sagradas Escrituras


de un idioma a otro, porque en la traducción el mismo sentido
no siempre se mantiene … Por lo tanto, decretamos y ordena-
mos que, en lo sucesivo, ningún hombre por su propia autori-
dad traduzca ningún texto de la Escritura al inglés o cualquier
otro idioma… Ningún hombre puede leer tal libro… ni en
parte ni completo.

Aun enseñar la Biblia ilegalmente en Inglaterra se consideraba


un crimen digno de muerte. En 1519, siete lolardos fueron que-
mados en la hoguera por enseñarles a sus hijos el Padrenuestro en
inglés. La noche espiritual había caído sobre toda la tierra inglesa.
La oscuridad que la cubría no podría haber sido más cruda.

- xviii -
P Prefaci

Al mismo tiempo, los fuegos de la Reforma estaban inflamando


lugares tales como Wittemberg y Zúrich, y no pudieron ser conte-
nidos. Chispas de la verdad divina pronto saltaron sobre el Canal de
la Mancha y encendieron los palos secos en Inglaterra. Hacia 1520,
los académicos de Oxford y Cambridge leían y discutían las obras
de Lutero. Esta llama era avivada por la disponibilidad del Nuevo
Testamento de Erasmo en griego que era acompañado por su tra-
ducción latina en 1516, un año antes de que Lutero publicara sus
noventa y cinco tesis. Este recurso fue muy valioso para los académi-
cos que leían griego y latín. Pero no tenía ninguna utilidad para el
hombre inglés común, que no leía ninguno de los dos idiomas. Si la
Reforma iba a llegar a Inglaterra, no bastaría con simplemente gritar
sola Scriptura. Debía haber una traducción de la Biblia al idioma
inglés para que el pueblo leyera. ¿Pero cómo podía llegar a ocurrir?
En esta hora oscura, Dios levantó a William Tyndale, un hombre
sin par que poseía extraordinarias habilidades lingüísticas combina-
das con una invariable devoción por la Biblia. Él era un connotado
académico, experto en ocho idiomas: hebreo, griego, latín, italiano,
español, inglés, alemán, y francés. Poseía una insuperable habilidad
para trabajar con sonidos, ritmos y sentidos del idioma inglés. Pero
a fin de realizar su labor de traducción, se vería obligado a dejar su
Inglaterra natal, para no volver jamás. Esta tenaz figura viviría en
la clandestinidad como un hereje condenado y fugitivo persegui-
do durante los últimos doce años de su vida. Finalmente pagaría el
precio más alto al entregar su vida al martirio para otorgarles a sus
compatriotas el Nuevo Testamento y la mitad del Antiguo Testa-
mento en inglés. Su gran hazaña de traducir la Biblia al inglés desde
el griego y el hebreo originales no se había logrado hasta entonces.
Este destacado reformador se convertiría en el más significativo de
los primeros protestantes ingleses.

- xix -
La m i s i ó n va l i e n t e d e W i ll i a m T y n d a l e

Es este hombre, William Tyndale, a quien consideraremos en


este pequeño volumen. Se trata de un hombre que le dio a las per-
sonas de habla inglesa la Biblia en su propio idioma. Que siempre
pueda ser apreciado como el primero que hizo de la Escritura un
libro accesible a la persona común de habla inglesa.
Antes de seguir más adelante, quiero agradecerle al equipo edi-
torial de Reformation Trust por su compromiso con esta serie “Un
gran legado de héroes piadosos”. Quedo agradecido por la constante
influencia de quien fue mi profesor y ahora mi amigo, el Dr. R. C.
Sproul. También debo expresar mi gratitud a Chris Larson, quien es
una persona fundamental en la supervisión de esta serie.
Además, estoy en deuda con la Iglesia Bautista Christ Fellowship
de Mobile, Alabama, donde he servido como pastor principal por
más de once años. A ningún pastor se le ha dado tanto aliento para
servir a Cristo en una escala tan amplia como la que yo tengo. Estoy
extremadamente agradecido por el apoyo de mis compañeros ancia-
nos y la congregación, quienes me han apoyado continuamente en
mi amplio ministerio en el extranjero.
Quiero expresar mi gratitud por mi asistente ejecutivo ministe-
rial, Kay Allen, quien tipeó este documento, y por Dustin Benge,
un pastor que trabaja conmigo en Christ Fellowship y que ayudó a
preparar este manuscrito.
Agradezco a Dios por mi familia que me apoya en mi vida y mi-
nisterio. Mi esposa, Anne, y nuestros cuatro hijos, Andrew, James,
Grace Anne, y John, que siguen siendo fuentes de fortaleza para mí.

— Steven J. Lawson

- xx -
Capítu lo uno

Una pasión
peligrosa

La única reforma verdadera es la que emana de la Palabra de


Dios. Las Sagradas Escrituras, al dar testimonio de la encar-
nación, muerte, y resurrección del Hijo de Dios, crean en el
hombre, por el Espíritu Santo, una fe que lo justifica.
— J. H. M e rle d ’A u b ig né

A l traducir la Biblia del griego y el hebreo, William Tyndale se


convirtió en el “verdadero padre de la Biblia en inglés” y desató
una influencia mundial para la difusión de la Palabra de Dios que se
extiende hasta el día de hoy. También se convirtió en el padre de la
Reforma inglesa, así como en el padre del idioma inglés moderno. Esta
tarea monumental de traducir la Biblia desde sus idiomas originales
dio origen al movimiento protestante en Inglaterra y otra consecuencia
fue la estandarización del idioma inglés moderno. En palabras simples,
Tyndale ayudó a impulsar la Reforma inglesa al darle al pueblo de In-
glaterra una sencilla traducción de la Escritura en su lengua materna.
Tyndale fue un pionero valiente que abrió el camino para la
reforma en su patria. El reconocido historiador de la reforma J. H.

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La m i s i ó n va l i e n t e d e W i ll i a m T y n d a l e

Merle d’Aubigné llama a Tyndale “el imponente impulsor de la Re-


forma inglesa”. Es decir, Tyndale puso en marcha la expansión de
la Reforma a través de Inglaterra y más allá. Destacado entre los
traductores de la Biblia, Tyndale poseía “un genio lingüístico cuya
pericia en diversos idiomas deslumbró al mundo académico de su
época”. Según el biógrafo de Tyndale Brian Edwards, Tyndale fue “el
corazón de la Reforma en Inglaterra”. De hecho, Edwards además
enfatiza que Tyndale “fue la Reforma en Inglaterra”.
Estos respetados hombres no están solos en sus elogios para Ty-
ndale. El famoso martirólogo John Foxe ensalzaba a Tyndale como
“el Apóstol de Inglaterra… la figura más notable entre la primera
generación de los protestantes ingleses”. A causa de su obra de tra-
ducción, Tyndale es considerado como “el primero de los puritanos,
o al menos su abuelo”. Él se transformó en la fuerza motriz que
remodeló y reconfiguró la lengua inglesa. Por su traducción de la
Biblia a un inglés accesible para la persona común, Tyndale es acla-
mado como el “profeta de la lengua inglesa”. Tyndale adquirió un
dominio supremo de las Escrituras en hebreo y griego y las puso en
manos de la gente común en una Biblia inglesa comprensible.
Son tantos los enormes elogios dirigidos a Tyndale, que se hace
necesario abordar algunas preguntas a fin de apreciar cabalmente su
lugar en el espectro más amplio de la historia de la iglesia. ¿Qué pa-
sos dio este máximo arquitecto de la Biblia inglesa a fin de producir
su magnífica traducción desde los idiomas originales? ¿Qué desa-
fíos tuvo que superar a fin de presentar este extraordinario regalo al
mundo angloparlante? ¿Cuál fue finalmente el elevado precio que
pagó Tyndale para lograr esta extraordinaria hazaña?
Antes de responder estas importantes preguntas, primero quere-
mos abordar a William Tyndale el hombre. ¿Quién era esta brillante

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U Un U Una pa U Una pasió

figura? ¿Cuál es la historia general de su vida? ¿Dónde llevó a cabo


esta tarea que cambiaría el curso de la historia?

JUVENTUD Y ESTUDIOS
William Tyndale nació a comienzos de la década de 1490, posible-
mente entre 1493 y 1495, probablemente en 1494. Su familia vivía
en el oeste rural de Inglaterra, en el área de Slymbridge de Glou-
cestershire cerca de la frontera con Gales y el Río Severn. Durante
la Guerra de las Rosas en el siglo XV, los ancestros de Tyndale mi-
graron al área de Gloucestershire y se convirtieron en propietarios
de tierras. Tyndale fue puesto por Dios en una familia trabajadora
compuesta de agricultores respetables que se ganaban la vida cul-
tivando la tierra. La familia Tyndale era bastante exitosa y estaba
floreciendo en uno de los condados más prósperos de Inglaterra.
Este relativo bienestar permitió a los padres de William el enviarlo a
Oxford, la universidad más prestigiosa de Inglaterra.
Poco se sabe acerca de los primeros años de William ya que
permanecen cubiertos en la oscuridad. Lo que se sabe, no obstante,
es que Tyndale tenía dos hermanos, Edward y John. Al igual que su
padre, su hermano John se convirtió en un administrador agrícola
experimentado y exitoso que supervisaba su granja en Gloucester-
shire. El otro hermano, Edward, se convirtió en mayordomo real
en Gloucestershire, y recibía una renta por el uso de la tierra en
Berkeley para el rey. En los años posteriores, William ejercería una
influencia directa sobre sus hermanos por la causa de la Reforma en
Inglaterra. Como resultado, John sería multado por poseer y dis-
tribuir Biblias, algo que era considerado como un crimen grave en
ese entonces en Inglaterra. A su muerte, Edward dejaría una buena
cantidad de libros reformados en su testamento.

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La m i s i ó n va l i e n t e d e W i ll i a m T y n d a l e

En 1506, a la edad de 12 años, William entró al Magdalen Hall,


ubicado dentro del Magdalen College y anexo a la Universidad de
Oxford. Él pasó diez años, de 1506 a 1516, estudiando en Oxford.
En el Magdalen Hall, Tyndale pasó los dos primeros años en lo que
podría considerarse como una escuela secundaria que preparaba para
la universidad. Allí estudió gramática, aritmética, geometría, astro-
nomía, teoría musical, retórica, lógica y filosofía. Al entrar a Oxford,
demostró gran aptitud y progreso en idiomas al ser instruido por los
más brillantes eruditos clásicos. Mientras permaneció allí, Tyndale fue
ordenado al sacerdocio, aunque nunca entró a una orden monástica.
Tras graduarse con una Licenciatura en Arte el 4 de julio de
1512, Tyndale se propuso obtener una maestría de Oxford. No fue
sino en la última etapa de su educación, después de ocho o nueve
años, que se le permitió estudiar teología. Sin embargo, solo era teo-
logía especulativa, donde se priorizaba a Aristóteles y otros filósofos
griegos más que la Biblia. Tras reflexionar al respecto, Tyndale expre-
só su gran decepción al haber sido privado de la Biblia y la teología:

En las universidades han ordenado que ningún hombre mire


las Escrituras hasta que sea instruido en el conocimiento paga-
no por ocho o nueve años, y armado de principios falsos con
los cuales queda imposibilitado de comprender la Escritura…
La Escritura es aprisionada con… falsas exposiciones, y con
principios falsos de filosofía natural.

Esa educación de una gran pobreza espiritual fue un obstáculo


para que Tyndale conociera la verdad de la Escritura. En julio de
1515, Tyndale se graduó de una maestría como lingüista univer-
sitario de la muy reconocida Universidad de Oxford. Poco se sabe
acerca de lo que Tyndale decidió hacer inmediatamente después. El

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U Un U Una pa U Una pasió

consenso es que probablemente realizó más estudios en Oxford e


impartió algunas clases.
En 1519, Tyndale fue a estudiar a Cambridge, considerada
como el “máximo rival intelectual de Oxford en Inglaterra”. Los
estudiosos sugieren que pudo haber recibido algún título mientras
estuvo allí. Antes de la llegada de Tyndale, el famoso humanista del
Renacimiento holandés, Desiderio Erasmo de Rotterdam (1466-
1536) dio cátedra de griego en Cambridge desde 1511 a 1514. Du-
rante el tiempo que Tyndale estaba allí, Erasmo viajaba por Europa,
compilando su famoso Nuevo Testamento en griego.
Cambridge se había convertido en un semillero de la enseñanza
protestante del reformador alemán Martín Lutero. Se podía acceder
a muchas de las obras de Lutero en Cambridge. Ellas circulaban
mucho tanto entre instructores como entre los alumnos. Esta ex-
posición generó una creciente efervescencia en el campus mientras
estas verdades cautivaban a muchas mentes brillantes. Es así que
Cambridge se estaba convirtiendo en el campo de entrenamiento
de futuros reformadores y mártires. Bajo esta influencia de la Biblia,
Tyndale asumió un profundo compromiso con las verdades centra-
les del movimiento protestante.
En 1520, un pequeño grupo de académicos de Cambridge co-
menzó a reunirse regularmente para discutir esta nueva teología.
Apenas tres años antes, Lutero había clavado sus noventa y cinco
tesis el 31 de octubre de 1517en Wittenberg, Alemania. Estos alum-
nos buscadores de la verdad se reunían en un pub local en el campus
de King’s College, llamado White Horse Inn, para debatir las ideas de
Lutero. Este grupo llegó a conocerse como “Pequeña Alemania”. En
este pequeño círculo estaban muchos futuros líderes del movimien-
to reformado de Inglaterra. Entre ellos estaban Robert Barnes, Ni-
cholas Ridley, Hugh Latimer, Miles Coverdale, Thomas Cranmer,

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La m i s i ó n va l i e n t e d e W i ll i a m T y n d a l e

Thomas Bilney, y, muchos creen, William Tyndale. De este grupo,


dos llegaron a ser arzobispos, siete se convirtieron en obispos, y ocho
serían mártires protestantes: Bilney, Tyndale, Clark, Frith, Lambert,
Barnes, Ridley, y Latimer. Estas reuniones informales se convirtie-
ron en el combustible de la Reforma inglesa que pronto se esparciría
como un fuego sin control por las Islas Británicas.

NACIMIENTO DE UNA VISIÓN


En 1521, Tyndale llegó a la conclusión de que necesitaba alejarse
del ambiente académico para dedicarse con mayor detenimiento a la
reflexión de las verdades de la Reforma. Este joven académico quería
tiempo para dedicarlo de forma exclusiva a estudiar y asimilar el
Nuevo Testamento en griego. Tomó un empleo en Gloucestershire,
a menos de veinte kilómetros de su lugar de nacimiento, donde tra-
bajaba para la acaudalada familia de Sir John Walsh en su hacienda
Little Sodbury. Tyndale se desempeñaba como tutor principal de
los hijos, capellán privado de la familia, y secretario personal de Sir
John. Durante este periodo, predicaba regularmente a una pequeña
congregación cerca de Saint Adeline.
Al considerar el estado espiritual de Inglaterra, Tyndale llegó a
entender claramente que Inglaterra nunca sería evangelizada usando
Biblias en latín. Él concluyó: “Era imposible establecer a los laicos
en cualquier verdad a menos que la Biblia fuera expuesta ante sus
ojos en su lengua materna”. A medida que viajaba por la región,
aprovechando oportunidades de predicar, sus creencias eran reco-
nocidas como muy afines con las de Lutero. Sus convicciones se
hicieron tan fuertes que se encontró a sí mismo disputando con
oficiales de la Iglesia Católica Romana sobre la naturaleza del verda-
dero evangelio. Alrededor de 1522, Tyndale fue llamado ante John

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U Un U Una pa U Una pasió

Bell, canciller de Worcester, donde fue advertido de sus posturas


controversiales. En ese momento no se levantaron cargos formales
en su contra, pero este conflicto fue un anticipo de lo que vendría.
Cuando los sacerdotes locales venían a cenar a la estancia de Wal-
sh, Tyndale fue testigo directo de la desastrosa ignorancia bíblica de
la iglesia romana. Durante una comida, se enfrascó en un acalorado
debate con un clérigo católico. El sacerdote afirmó: “Nos iría mejor
sin la ley de Dios que sin la ley del papa”. Tyndale le respondió con
valentía: “Desafío al papa y todas sus leyes”. Luego añadió que “si
Dios le concedía vida, dentro de pocos años haría que el muchacho
que conduce el arado supiera más de la Escritura que él”. Tyndale ha-
cía eco de las palabras de Erasmo en el prefacio a su recién publicado
Nuevo Testamento en griego: “Quiera Dios que el labrador cante un
texto de la Escritura junto a su arado y que el tejedor los tararee al
ritmo de su telar”. Desde ese punto en adelante, la ambiciosa tarea
de traducir la Biblia al inglés fue el propósito dominante de su vida.
Tyndale viajó a Londres en 1523 para buscar la aprobación ofi-
cial para una traducción y publicación autorizadas de una Biblia en
inglés. Concertó una reunión con el obispo de Londres, Cuthbert
Tunstall, un académico y reconocido clasicista que había colaborado
con Erasmo en su Nuevo Testamento griego. Debido a esta asocia-
ción con Erasmo, Tyndale asumía que Tunstall estaría abierto a su
proyecto de traducción. Al contrario, Tyndale encontró una gran
oposición a la idea de una traducción al inglés. Tunstall comenzó
a tener fuertes sospechas de la teología de Tyndale, temiendo que
esparciría las doctrinas protestantes de Lutero que llevarían a In-
glaterra a un estado de turbulencia como el que estaba ocurriendo
en Alemania. La recién traducida Biblia alemana de Lutero, publi-
cada en septiembre de 1522, había perturbado a la región de Sa-
jonia. Tunstall creía que una Biblia en inglés, accesible al pueblo,

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La m i s i ó n va l i e n t e d e W i ll i a m T y n d a l e

generaría un caos muy similar en Inglaterra, por lo que le puso tra-


bas a Tyndale.
Pero esa estrategia solo profundizó las convicciones de Tynda-
le de que Inglaterra necesitaba con desesperación una Biblia que el
hombre común pudiera leer. La única pregunta era cómo o dónde se
podía realizar esta tarea. Mientras estaba en Londres, Tyndale predi-
có en numerosas ocasiones en la Iglesia de Saint Dunstan. Un día, un
adinerado mercader de telas llamado Humphrey Monmouth oyó a
Tyndale predicar en Saint Dunstan y decidió cubrir sus gastos. Este
benefactor le permitió a Tyndale permanecer en Londres durante un
año mientras desarrollaba el plan para su traducción de la Biblia.
Dicho plan implicaba un paso radical. Para que Tyndale cum-
pliera esta osada misión, “no había lugar para hacerlo en toda Ingla-
terra”. Con la oposición tanto de la iglesia como de la corona ingle-
sa, Tyndale se dio cuenta de que debía dejar el país y emprender su
épica obra en otro lugar.
En la primavera de 1524, a la edad de 30 años, Tyndale navegó
hacia el continente europeo para iniciar su esfuerzo de traducción
y publicación. Lo haría sin el consentimiento del rey de Inglaterra,
una clara infracción de la ley establecida. En consecuencia, cada tex-
to bíblico que traducía, era traducido de forma ilegal. Luego que
dejó sus costas nativas, Tyndale viviría exiliado por el resto de su
vida. Jamás volvería a su amada patria. Durante los siguientes doce
años, Tyndale viviría en suelo extranjero como un fugitivo y expa-
triado de la corona inglesa.

COMIENZA LA OBRA
Habiendo llegado primero a Hamburgo, Alemania, en 1524, Tyn-
dale pronto viajó a Wittenberg, para aprender del gran reformador

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U Un U Una pa U Una pasió

alemán Martín Lutero. Puede que lo haya hecho de incógnito. El


estudioso británico Tony Lane escribe:

Al parecer primero fue a Wittenberg a estudiar. Contemporá-


neos tales como Tomás Moro hacen referencia a su estadía allí.
También hay una entrada en el registro de matrícula del 27 de
mayo de 1524 donde se lee “Guillelmus Daltici Ex Angelia”.
Si el “ci” final es un error del copista en lugar de “n” tenemos
un anagrama de “Tindal” con las dos sílabas invertidas.

Si efectivamente es el nombre de William Tyndale el que está


anotado en el registro de matrícula de Wittenberg, podría haber
conocido a Lutero. Este encuentro habría sucedido cuando el refor-
mador alemán se había deshecho de los últimos vestigios de lealtad
al papa. Tal influencia sobre Tyndale habría sido significativa.
Durante su estadía en Wittenberg, Tyndale comenzó la obra de
traducción del Nuevo Testamento del griego al inglés. Al parecer
emprendió una importante porción de esta labor de mayo a julio
de 1525. El impacto de Philip Melanchton, un maestro del idioma
griego, también habría sido invaluable. Acompañado de su ama-
nuense, Tyndale viajó a Colonia, la ciudad más populosa de Ale-
mania, en agosto de 1525, donde acabó su traducción del Nuevo
Testamento. En esta populosa ciudad, a los dos ingleses se les hacía
fácil perderse en medio de la multitud. Tyndale encontró allí a un
impresor, Peter Quentell, quien aceptó imprimir su nueva traduc-
ción. Sin embargo, el secreto de la impresión se quebró cuando uno
de los trabajadores de la imprenta cayó bajo la influencia del vino
y habló abiertamente sobre esa tarea clandestina. Juan Cochlaeus,
un enardecido opositor de la Reforma, escuchó de lo que hablaban
y de inmediato organizó una incursión a la imprenta. Tyndale fue

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La m i s i ó n va l i e n t e d e W i ll i a m T y n d a l e

prevenido y reunió rápidamente las pocas páginas impresas junto


con el resto de su traducción del Nuevo Testamento sin imprimir, y
escapó al resguardo de la noche.
Huyendo río arriba por el Rin, Tyndale llegó a Worms, una
ciudad más amistosa para con los protestantes, en 1526. Esta era
la misma ciudad donde Lutero había sido juzgado por herejía ape-
nas cinco años antes. Las enseñanzas de Lutero habían ejercido una
fuerte influencia en la ciudad, convirtiéndose en simpatizante de la
causa protestante. Tyndale encontró nuevamente un impresor, Peter
Schoeffer, quien estuvo dispuesto a publicar su obra.
El Nuevo Testamento de Tyndale fue el primero en traducirse
del griego original al inglés. Fue además la primera Biblia en inglés
que fue impresa de forma mecánica. Antes solo había unas pocas
copias manuscritas de la Biblia de John Wycliffe en inglés, traducida
un siglo y medio antes. Pero la versión de Wycliffe era una traduc-
ción libre del latín, no del griego. La obra de Tyndale era muy supe-
rior. Shoeffer completó la impresión inicial, produciendo unas tres
mil copias. En los siguientes ocho años, se añadieron dos ediciones
revisadas adicionales del Nuevo Testamento de Tyndale, así como
varias ediciones piratas publicadas por imprentas no autorizadas.
Listas para la entrega en la primavera de 1526, Tyndale embarcó
sus Biblias, ocultas en fardos de algodón, a través de las rutas comer-
ciales internacionales a Inglaterra. Mercaderes de textiles luteranos
alemanes que vivían en Inglaterra recibieron el envío disfrazado, y
estaban listos para distribuir las Biblias. Una vez que pasaron a los
agentes reales, los libros prohibidos fueron recogidos por una so-
ciedad protestante secreta, la Hermandad Cristiana, y llevados por
toda Inglaterra a diversas ciudades, universidades y monasterios de
Inglaterra. Las Biblias recién impresas fueron vendidas a ingleses an-
helantes — mercaderes, estudiantes, sastres, tejedores, albañiles, y

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U Un U Una pa U Una pasió

labradores por igual— hambrientos de leer y crecer en su conoci-


miento de la Palabra de Dios. Cada Nuevo Testamento costaba tres
chelines y dos peniques, el salario semanal de un trabajador califica-
do —un precio bastante asequible para una persona promedio.
Para el verano de 1526, autoridades de la iglesia en Inglaterra
habían descubierto la circulación clandestina de la Biblia de Tyn-
dale. El arzobispo de Canterbury y el obispo de Londres estaban
furiosos, por lo que confiscaron cada Biblia Tyndale que pudieron
encontrar. Las autoridades de la iglesia inmediatamente declararon
la compra, venta, distribución, o posesión de esta Biblia como un
delito grave que acarrearía un severo castigo. En Saint Paul’s Cross,
en Londres, el Obispo Cuthbert Tunstall predicó un sermón feroz
contra la Biblia Tyndale y en una ceremonia quemó varias copias
de este volumen ilegal. Esta demostración provocó una advertencia
pública, aunque poco pudo sofocar el deseo de la gente de acceder a
la Palabra de Dios en su propio idioma.

OPOSICIÓN Y OBSTÁCULOS
En mayo de 1527, los opositores de Tyndale maquinaron un inge-
nioso plan para detener la propagación de las Biblias ilegales. Wi-
lliam Warham, el arzobispo de Canterbury, conspiró para comprar
las copias restantes de la Biblia con el fin de destruirlas. Al principio,
este diabólico ardid parecía brillante. Pero pronto le jugó en contra,
pues el dinero de las ventas proveyó los recursos que necesitaba Tyn-
dale para luego producir una segunda edición revisada de su obra. Lo
que Warham propuso para mal, Dios lo encaminó a bien. Esto per-
mitió la producción de una versión aun mejor, con un mayor tiraje.
Tyndale publicó su primera obra teológica importante, The Pa-
rable of the Wicked Mammon (La parábola del malvado Mamón),

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La m i s i ó n va l i e n t e d e W i ll i a m T y n d a l e

en mayo de 1528. esta obra se enfocaba en el corazón mismo del


evangelio, a saber, la justificación por la sola fe en Cristo solamente.
Tyndale proclamó que solo la fe salva, y que la verdadera fe produce
una obediencia viva a la Palabra de Dios. Esta significativa obra se
apoyó con fuerza en las obras de Lutero sobre este mismo tema. En
algunos lugares, los escritos de Tyndale son solo una traducción o
paráfrasis de las palabras del propio reformador alemán. Ya que la
hostilidad hacia él aumentaba, Tyndale ocultó su paradero colocan-
do el nombre de un impresor inexistente —Hans Luft— impreso
en la portada, junto con un falso lugar de publicación: Marburgo,
Alemania. La verdad es que esta importante obra doctrinal fue im-
presa por John Hoochstraten en la ciudad de Amberes.
Los opositores de Tyndale pronto implementaron un plan más
agresivo para detener a Tyndale. El 18 de junio de 1528, un carde-
nal inglés, Thomas Wolsey, envió a tres agentes hacia el continente
en busca de Tyndale. Wolsey también le ordenó al embajador inglés
en los Países Bajos (actualmente Holanda, Bélgica y Luxemburgo),
John Hacket, que solicitara al regente que autorizara el arresto de
Tyndale. Se inició una cacería para apresar a este notorio enemigo
del estado, y cualquiera que lo ayudara sería castigado. Sin embargo,
todos los intentos de capturar a este huidizo reformador resulta-
ron infructuosos, ya que usando de mucha astucia y buscando su
seguridad se retiró a Marburgo. Hacket informó a Inglaterra que a
Tyndale no lo encontraban en ninguna parte.
Mientras estaba en Marburgo, Tyndale escribió una segunda
obra, The Obedience of a Christian Man (La obediencia de un cris-
tiano; 1528). Tyndale llamaba a cada cristiano a someterse a toda
autoridad, incluyendo reyes y magistrados. Además afirmó que la
jerarquía de la Iglesia Católica existente en Inglaterra no poseía ver-
dadera autoridad espiritual. Cuando el Rey Enrique VIII leyó esta

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U Un U Una pa U Una pasió

obra, aprobó de inmediato su mensaje y comentó: “¡Este libro debo


leerlo yo y todos los reyes!”. Aparte de su traducción del Nuevo Tes-
tamento, este libro es la obra más influyente de Tyndale.
En septiembre de 1528, los opositores de Tyndale hicieron un
nuevo intento serio de encontrarlo. Un fraile llamado John West
fue enviado desde Inglaterra al continente europeo para que hallara,
capturara y llevara a este fugitivo reformado de vuelta a Inglaterra.
West llegó a Amberes, vestido de civil, y comenzó a peinar las ciu-
dades y a interrogar a los dueños de imprentas en busca del furtivo
traductor. Al mismo tiempo, Hermann Rinck, un senador de Co-
lonia, compraba y destruía todas las Biblias de Tyndale que podía
encontrar. Al sentir la presión, Tyndale permaneció escondido en
Marburgo, mejorando su habilidad en el hebreo, un idioma des-
conocido en Inglaterra. Con la adquisición de esta nueva destreza,
Tyndale emprendió de inmediato la tarea de traducir el Antiguo
Testamento del hebreo al inglés, mientras continuaba con una cui-
dadosa revisión de su Nuevo Testamento.
Para ocultar su paradero, Tyndale cambió su ubicación en 1529
de Marburgo a Amberes, que entonces era parte del Sacro Imperio
Romano y lo que ahora es Bélgica. Esta próspera metrópolis le ofrecía
el acceso a competentes impresores, camaradería con ingleses de pen-
samiento reformado, y una ruta más directa de embarque a Inglaterra.
Tyndale completó allí su traducción de los cinco libros de Moisés.
Con una nueva cacería en camino, Tyndale concluyó que el pe-
ligro era demasiado grande como para permanecer en esta enorme
ciudad. Al darse cuenta de que el Pentateuco debía ser impreso en
otro lugar, tomó un barco en Amberes y navegó hacia la entrada
del río Elba en Alemania. Su plan era aventurarse luego hacia el Sur
hasta Hamburgo. Sin embargo, la travesía fue detenida por una se-
vera tormenta que provocó el naufragio del barco frente a las costas

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La m i s i ó n va l i e n t e d e W i ll i a m T y n d a l e

de los Países Bajos. La gran tragedia fue que se perdieron todos sus
libros, escritos y la traducción del Pentateuco. Con una férrea deter-
minación, Tyndale se vio obligado a emprender esa enorme labor de
traducción una vez más.
Luego de sufrir esta devastadora pérdida, Tyndale llegó final-
mente a Hamburgo. Fue recibido en la casa de la familia von Emer-
son, que era muy solidaria con la causa de la Reforma. Mientras
estuvo allí, se reencontró con Miles Coverdale, un compañero de
Cambridge. Coverdale completaría finalmente su propia traducción
de la Biblia al inglés, aunque no de los idiomas originales, y publicó
en 1535 lo que se conoce como la Biblia Coverdale. En este ambien-
te encubierto, Tyndale emprendió la laboriosa tarea de retraducir el
Pentateuco del hebreo al inglés. Esta ardua labor, con la asistencia de
Coverdale, le tomó desde marzo a diciembre de 1529.
Ese mismo año, Sir Tomás Moro, leal al rey e inteligente lord
canciller, fue comisionado por el rey y la iglesia de Inglaterra para
emprender la destrucción de la reputación de Tyndale. El ataque
se intensificó con la publicación de A Dialogue Concerning Heresies
(Diálogo acerca de las herejías), una maliciosa obra en la que Moro
arremetió contra Tyndale tildándolo de “el capitán de los herejes
ingleses”, “un sabueso infernal en la perrera del diablo”, “un nue-
vo Judas”, “peor que Sodoma y Gomorra”, “un idólatra y adorador
de demonios”, y “una bestia de cuya boca salvaje y bestial sale una
espuma inmunda”. Moro, un acérrimo enemigo de la Reforma, sos-
tenía que la Iglesia Católica Romana era la única verdadera iglesia.
Él declaró que cualquiera que se oponga a la infalible enseñanza de
Roma es un hereje. Esta era una clara advertencia para Tyndale. El
reformador inglés, en contraste, argumentó que solo se debe confiar
en la Escritura, no en la iglesia. Cualquier otra cosa, insistió Tynda-
le, es del espíritu del anticristo.

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U Un U Una pa U Una pasió

La resistencia desde su patria no lo disuadió y Tyndale publicó los


cinco libros de Moisés en enero de 1530 en Amberes. Hoochstraten
imprimió este pequeño volumen bajo el pseudónimo de publicación
Hans Luft en Marburg. Al igual que el Nuevo Testamento de Tyndale
varios años antes, estos libros fueron pasados de contrabando y distri-
buidos en Inglaterra. Los planes de Tyndale seguían siendo ambicio-
sos: completar la traducción de todo el Antiguo Testamento.
A fines de 1530, apareció The Practice of Prelates (La práctica de
los prelados) de la pluma del reformador. Esta obra era una fuerte
polémica contra el clero católico que documentaba la relación co-
rrupta entre la corona inglesa y el papado. Como resultado, este li-
bro convirtió al Rey Enrique VIII en enemigo declarado de Tyndale.
Una nueva estrategia se implementó para capturar a Tyndale.
En noviembre de 1530, Thomas Cromwell, un consejero del Rey
Enrique VIII, comisionó a Stephen Vaughan, un mercader inglés
simpatizante de la causa reformada, para que encontrara a Tynda-
le. A Vaughan se le instruyó que le ofreciera a Tyndale un salario
y un salvoconducto para que vuelva a Inglaterra. A su llegada al
continente, Vaughan envió tres cartas a Tyndale, cada una dirigida a
tres ciudades distintas: Frankfurt, Hamburgo, y Marburgo. Para su
sorpresa, recibió una respuesta de Tyndale. Así es que se concertaron
una serie de reuniones secretas en Amberes en abril de 1531.
Vaughan intentó persuadir a Tyndale de que regresara a Inglate-
rra. Con firmeza, el traductor convino en regresar a Inglaterra, pero
solo bajo una condición. El rey debía elegir a otra persona para que
tradujera la Biblia al inglés. Si Enrique estaba de acuerdo, Tyndale
regresaría a Inglaterra, dejaría su labor de traducción, y ofrecería su
vida al servicio del rey. Ya se habían hecho otras promesas similares
de seguridad a Juan Hus y a Lutero, pero se rompieron. Tyndale
sabía que el rey no cumpliría su promesa.

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La m i s i ó n va l i e n t e d e W i ll i a m T y n d a l e

El 19 de junio, Vaughan escribió desde Amberes estas simples


palabras: “Siempre lo encuentro [a Tyndale] cantando el mismo
acorde”. En otras palabras, Tyndale rehusaba cambiar de posición.
No se comprometería a dejar de escribir ni a regresar a Inglaterra
mientras el rey no ordenara una Biblia en lengua inglesa. Vaughan
regresó a Inglaterra con las manos vacías. Tyndale se mantenía sere-
no en su misión y nada lo distraería de cumplir esta pasión particu-
lar de su corazón. Desafiando el trono inglés, eligió continuar con
su retadora labor.
Al fracasar los intentos de apresar a Tyndale, Cromwell ideó una
estrategia aun más drástica. Sir Thomas Elyot, un nuevo emisario,
fue enviado a Europa a capturar a Tyndale. Sus órdenes inmediatas
eran hallar a Tyndale y llevarlo ante el rey, a cualquier precio. Elyot
buscó por cielo y tierra, pero ese esfuerzo específico no arrojó resul-
tados positivos. Elyot regresó a Inglaterra sin el aborrecido renegado.
En 1531, Tyndale publicó un tratado en respuesta a los ataques
del Dialogue de Tomás Moro, que fue publicado el año 1529. Se
titulaba Answer (Respuesta). En esta obra, defendió de forma exe-
gética su traducción de pasajes bíblicos selectos que Moro aducía
que alejarían al pueblo de la teología y la práctica católicas romanas.
Tyndale argumentó que la Escritura era lo bastante clara como para
ser comprendida sin que el liderazgo de la iglesia impusiera su tra-
dición torcida y hecha por hombres. Moro contrarrestó en 1532 y
1533 con su obra de seis volúmenes Confutation of Tyndale’s Answer
(Refutación de la respuesta de Tyndale). Con casi medio millón de
palabras, la Refutación fue la más imponente de las obras polémicas
de Moro, escrita como un diálogo imaginario entre Moro y Tyndale,
donde Moro abordaba cada una de las críticas de Tyndale a los ri-
tos y doctrinas católicos. Estos importantes volúmenes aducían que
Tyndale era un traidor a Inglaterra y un hereje. A pesar del feroz

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U Un U Una pa U Una pasió

ataque de Moro a Tyndale, la causa reformada se esparcía por toda


Europa y ahora por Inglaterra.

TRAICIONADO, ENCARCELADO Y CONDENADO


En los primeros meses de 1534, Tyndale se mudó a una casa de mer-
caderes ingleses en Amberes como huésped de Thomas Poyntz, un
acaudalado mercader. Poyntz, un partidario de la causa reformada
era “un astuto buen amigo y leal simpatizante”. Él puso a Tyndale
bajo su protección, incluso le proveyó un salario mientras Tyndale
trabajaba en su proyecto de traducción y otros escritos. El capellán
de esta casa inglesa era un hombre llamado John Rogers. A través de
la instrucción e influencia de Tyndale, Rogers se convirtió en un leal
partidario de las doctrinas reformadas. Rogers finalmente compilaría
su propia Biblia en inglés en 1537, conocida como la Biblia Matthew.
Esta famosa edición contenía el Nuevo Testamento, el Pentateuco,
los Libros Históricos, y Jonás de Tyndale, con cambios menores. El
resto del Antiguo Testamento fue sacado de la Biblia Coverdale. En
1555, Rogers se convertiría en el primer mártir protestante bajo la
Reina María I, también conocida como “María la Sanguinaria”.
Al sentirse más seguro, Tyndale se dedicó a trabajar en la revi-
sión de la traducción de su Nuevo Testamento, el que ha sido deno-
minado “la gloria de la obra de su vida”. Esta segunda edición apare-
ció en 1534, ocho años después de la primera. Contiene unos cuatro
mil cambios a la edición de 1526, aunque algunos afirman que tiene
como unas cinco mil revisiones. Estas numerosas correcciones fue-
ron el resultado de su mayor estudio de la lengua original y de los
comentarios que recibía. Se incluía un breve prólogo al inicio de
cada libro del Nuevo Testamento, excepto Hechos y Apocalipsis.
Además, Tyndale añadió referencias cruzadas y notas explicativas al

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texto bíblico en el margen exterior, y marcó las unidades literarias


de cada libro en el margen interior. Las seis mil copias impresas de
la segunda edición revisada del Nuevo Testamento de Tyndale se
vendieron en un mes.
Una tercera edición seguiría en diciembre de 1534 y comienzos
de 1535, pero con mucho menos correcciones. Para este momento,
el dominio del hebreo de Tyndale estaba tan avanzado como su do-
minio del griego. Esto le dio la habilidad para traducir la siguiente
sección del Antiguo Testamento, de Josué a 2 Crónicas. Esta eta-
pa de la vida de Tyndale resultó ser extremadamente prolífica. Pero
todo estaba a punto de cambiar. En Inglaterra, un hombre llamado
Henry Phillips se encontraba en una desastrosa situación después de
apostar y perder una enorme suma de dinero que su padre le había
dado para pagar una deuda. Un alto oficial de la iglesia, posiblemen-
te el obispo de Londres, John Stokesley, se enteró de su situación
desesperada. Phillips fue visto como el cómplice perfecto para otra
perversa estrategia para arrestar a Tyndale. Le ofrecieron una gran
cantidad de dinero para que viajara a Europa y ubicara a Tyndale. Al
igual que Judas, Phillips aceptó la oferta.
Phillips llegó a Amberes a comienzos del verano de 1535. Hizo
los contactos necesarios entre los comerciantes ingleses y siguió la
pista que lo llevó directo a Tyndale. Phillips entabló de forma dia-
bólica una amistad fingida con Tyndale. Pese a las advertencias de
Poyntz, Phillips se ganó la confianza de Tyndale y lo atrajo hacia un
estrecho callejón, donde unos soldados lo esperaban para arrestarlo.
Después de doce años como fugitivo, el escurridizo Tyndale por
fin fue capturado y puesto bajo custodia. Al ser arrestado, el volu-
minoso manuscrito de su más reciente labor de traducción, de Josué
a 2 Crónicas, escapó de la confiscación. Probablemente haya sido
Rogers, su amigo y compañero cercano, quien reunió los escritos

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para ponerlos a salvo. Más tarde, Rogers retomó la causa de Tyndale


e imprimió su trabajo final en la Biblia Matthew.
Tras su captura, Tyndale fue encarcelado diez kilómetros al nor-
te de Bruselas en el castillo de Vilvoorde. Con un imponente foso,
siete torres, tres puentes levadizos, y muros impenetrables, el casti-
llo era una fortaleza carcelaria. Temblando en los fríos y húmedos
calabozos de este castillo-prisión, Tyndale esperó más de un año su
juicio, el cual fue una farsa de justicia. Durante sus quinientos días
de confinamiento, Tyndale escribió otro tratado, Faith Alone Justifies
before God (Solo la fe justifica ante Dios). Tyndale defendió hasta el
final la verdad primordial que había detrás de su encarcelamiento.
Durante el crudo invierno de 1535, Tyndale escribió en una car-
ta final: “Sufro enormemente del frío en la cabeza, y me aflige un in-
cesante catarro [secreción], que aumenta mucho más en esta celda…
Mi capa está gastada; mis camisas también lo están”. Él solicitó “una
lámpara en la noche; es realmente agotador sentarse solo en la oscu-
ridad. Pero sobre todo ruego e imploro a su clemencia que le urja al
comisario… que me permita tener mi Biblia en hebreo, la Gramática
Hebrea, y el Diccionario Hebreo, para poder pasar el tiempo estu-
diándolos”. Estos meses fueron “un largo morir rumbo a la muerte”.
El martirólogo John Foxe escribió que mientras Tyndale estaba en
prisión, “influenciaba a sus mismísimos… enemigos” pues “convir-
tió a su guardia, a la hija del guardia, y a otros de su casa”. Pese al
frío y al sufrimiento en las entrañas de esta prisión de piedra, al igual
que el apóstol Pablo en su prisión romana, el corazón de Tyndale aun
ardía con la verdad del evangelio y un gozo innegable.
En agosto de 1536, Tyndale fue llevado a juicio delante de sus
acusadores, quienes presentaron una larga lista de cargos en su con-
tra. Entre sus ofensas, Tyndale afirmaba que la justificación es solo
por la fe, las tradiciones humanas no pueden obligar la conciencia,

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la voluntad humana está esclavizada por el pecado, no existe el pur-


gatorio, ni María ni los santos hacen oraciones por nosotros, y no
debemos orar a ellos. Todo esto convirtió a Tyndale en enemigo tan-
to de la iglesia como del estado. Fue condenado por herejía.
Durante un servicio público, Tyndale habría de ser excomul-
gado y privado de su sacerdocio. Según la costumbre de tales ce-
remonias, Tyndale apareció ante una enorme congregación vestido
con sus ropas sacerdotales. Fue obligado a arrodillarse, mientras sus
manos eran raspadas con un cuchillo o un vidrio afilado, simboli-
zando la pérdida de todos los privilegios del sacerdocio. Se ponía el
pan y el vino de la Misa en sus manos y luego se le retiraban. Se le
quitaban las vestiduras y luego lo vestían como un laico. Entonces
era entregado a las autoridades civiles para la inevitable sentencia de
muerte. Al ser llevado a la fuerza a su calabozo, un constante flujo de
sacerdotes y monjes venían a hostigarlo y buscar que se retractara.

“SEÑOR, ABRE LOS OJOS DEL REY”


El 6 de octubre de 1536, Tyndale salió del castillo y fue llevado en
procesión hacia la puerta sur del pueblo, donde lo esperaba el lu-
gar de su ejecución. Una enorme muchedumbre se reunió detrás de
una barricada. En medio de un espacio circular, se levantaron dos
grandes maderos en la conocida forma de cruz. Del poste central
colgaba una firme cadena de hierro. En su base se ataron y apilaron
arbustos, paja y leños. En medio de pompa y esplendor farisaico, el
procurador general y los grandes doctores tomaron asiento como es-
pectadores. La numerosa multitud se abrió y dio paso a los guardias
para que acercaran a Tyndale a su ejecución.
Tyndale avanzó hacia la cruz. Los guardias le ataron los pies a la
base de la cruz mientras apretaban la cadena alrededor de su cuello,

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oprimiéndolo contra el poste de madera. Reacomodaron la leña al-


rededor del prisionero para envolverlo en material combustible. Es-
parcieron pólvora por encima de todas las ramas. El verdugo se paró
detrás de la cruz, esperando la señal del procurador general para
ejecutar la sentencia. Es probable que fuera en este momento que
Tyndale levantó la mirada al cielo y clamó en oración: “Señor, abre
los ojos del rey de Inglaterra”. El procurador general dio la señal y
el verdugo rápidamente apretó el nudo de hierro y estranguló a Ty-
ndale. El gentío observó a Tyndale jadear por falta de aire, mientras
era asfixiado y moría. Sin embargo, su sola muerte no era suficiente.
El procurador general tomó una antorcha de cera encendida y se la
entregó al verdugo, quien la arrojó sobre la paja y las ramas. El fuego
abrazador detonó la pólvora, haciendo estallar el cadáver. Lo que
quedó del cuerpo de Tyndale que pendía inerte y calcinado cayó a
las llamas ardientes.
Al final, Dios escuchó la agónica oración de Tyndale. En el año
de su martirio, 1536, ya circulaba en Inglaterra una Biblia en inglés
completa, desconocida para Tyndale. Esta obra había sido produci-
da principalmente a partir de la propia traducción de Tyndale. La
primera de ellas fue la Biblia Coverdale, impresa en 1535. Una se-
gunda traducción inglesa de toda la Biblia llegaría como consecuen-
cia de los esfuerzos de John Rogers en 1537. Esta versión se conoció
como la Biblia Matthew.
Menos de un año después de la muerte de Tyndale, Thomas
Cranmer, quien se había convertido en arzobispo de Canterbury, y
Oliver Cromwell, persuadieron a Enrique VIII de que aprobara la
publicación de una Biblia inglesa oficial. Cuando el Rey Enrique vio
la Biblia Coverdale, proclamó con mucho énfasis: “Si no contiene
herejías, ¡que sea repartida entre todo el pueblo!”. En septiembre
de 1538, el rey emitió un decreto que ordenaba que se pusiera una

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copia de la Biblia en inglés y en latín en cada iglesia de Inglaterra.


Las copias permitidas eran la Biblia Coverdale y la Biblia Matthew,
ambas fluían, en gran medida, de la influencia y pluma de William
Tyndale. En 1539, Coverdale publicó una versión revisada de su tra-
ducción llamada la Gran Biblia (debido a su enorme tamaño), que
recibió el aplauso del pueblo y la aprobación oficial del rey.
El historiador J. H. Merle d’Aubigné escribe que tras la muerte
de Tyndale, el flujo de Biblias en inglés hacia Inglaterra fue “como
un caudaloso río que continuamente lleva nuevas aguas al mar”.
A medida que estas Biblias inglesas se hacían accesibles al hombre
común de Inglaterra, el labrador de Tyndale por fin estaba leyendo,
analizando, viviendo y proclamando las verdades de la Biblia entre
sus parientes, amigos y compatriotas.
Casi quinientos años más tarde, el río de la Escritura sigue flu-
yendo con potencia por toda la superficie del planeta. La traducción
de Tyndale y las que se basaron en ella formaron la base de la Versión
King James en 1611, y a través de ella, casi de todas las traducciones
inglesas desde entonces. Hoy las traducciones inglesas son muchas,
pero tienen un origen singular en la obra fundacional de Tyndale. Las
casas publicadoras de Biblias inglesas siguen sosteniéndose sobre los
fornidos hombros de los pioneros esfuerzos de Tyndale. Dado que el
inglés es una lengua internacional, la influencia continua de William
Tyndale se extiende hasta los rincones más recónditos del planeta.
A medida que la corriente de la verdad brota en esta hora pre-
sente, que las verdades de la Palabra de Dios inunden nuestros co-
razones y las oleadas de gracia soberana rebosen en nuestra mente.
Que haya un renovado compromiso con la suficiencia y la exclusivi-
dad de este Libro teñido de sangre.

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Capítu lo dos

Cimentado en la
gracia soberana

Tyndale fue más que un manso pensador teológico. Por fin está
siendo entendido, tanto teológica como lingüísticamente, como al-
guien muy adelantado a su época. Para él, así como para Calvino
décadas después,… el mensaje primordial del Nuevo Testamento
es la soberanía de Dios. Todo está contenido allí. Es algo que, como
él escribió, jamás debe perderse de vista. Para Tyndale, Dios es,
sobre todo, soberano, y está activo en la persona y en la historia.
—Davi d Dan i e ll

A clamado como “el más grande de los primeros protestantes


ingleses”, William Tyndale fue un reformador en todo sentido
de la palabra. Esto, por cierto, incluye su teología. Su creencia en
la verdad de la Reforma se apoyaba en su inquebrantable compro-
miso con la soberanía de Dios en la salvación de los pecadores. Fue
esta profunda confianza en las doctrinas de la gracia lo que le dio
la fuerza para perseverar en sus incansables esfuerzos por traducir
la Biblia al inglés. Tyndale estaba convencido de que solo el poder
de Dios podía cambiar tanto el corazón de los reyes como el de

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