2da Jornada ESI 7°
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Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene
dos hijos, uno de 17 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno y tiene una
expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les
responde:
—No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a
sucederle a este pueblo.
Ellos se ríen de la madre. Dicen que esos son presentimientos de vieja, cosas
que pasan. El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una
carambola sencillísima, el otro jugador le dice:
—Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla porque es un tonto.
El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar una libra
de carne, le dice:
—Lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a
pasar, y se están preparando y comprando cosas.
Se lleva las cuatro libras; y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero
en media hora agota la carne, mata otra vaca, se vende toda y se va
esparciendo el rumor. Llega el momento en que todo el mundo, en el pueblo,
está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto, a las
dos de la tarde, hace calor como siempre. Alguien dice:
(Tanto calor que es pueblo donde los músicos tenían instrumentos remendados
con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a
pedazos.)
—Sin embargo —dice uno—, a esta hora nunca ha hecho tanto calor.
Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo, que todos
están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.
—Yo sí soy muy macho —grita uno—. Yo me voy.
Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y
atraviesa la calle central donde está el pobre pueblo viéndolo. Hasta el
momento en que dicen:
—Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que estaba loca.