El Primer Amor Obediencia y Es William Jimmy Chamorro Cruz
El Primer Amor Obediencia y Es William Jimmy Chamorro Cruz
El Primer Amor Obediencia y Es William Jimmy Chamorro Cruz
Jimmy Chamorro
Zaidy Mora
De Familia a Pueblo
El primer amor
2022 Año del Primer Amor. Serie Obediencia y Esfuerzo. De Familia a Pueblo
© Asociación Cruzada Estudiantil y Profesional de Colombia. Bogotá, enero de 2022
© Jimmy Chamorro, Zaidy Mora
Producción Editorial
Corrección de estilo: Camilo Andrés Cuéllar Mejía Diagramación: Juliana Baquero
Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta
obra y su tratamiento o transmisión por cualquier medio o método sin autorización escrita
de la Asociación Cruzada Estudiantil y Profesional de Colombia y sus autores.
A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas fueron tomadas de la versión
Reina Valera, traducción de 1960. Sociedades Bíblicas Unidas.
Índice
Introducción
Capítulo 1
Volver al primer amor
Capítulo 2
Evidencias de haber dejado el primer amor
10. Se niega a dejar de hacer cosas que sabe que ofenden a los
demás
10.1 Daremos cuenta de nosotros mismos
10.2 No ser tropiezo para el más débil
10.3 Considerar a los demás superiores a nosotros mismos
11. Se vuelve complaciente con aquello que contraría la Palabra
de Dios
11.1 Sed sobrios y velad
11.2 Resistir firmes en la fe
Capítulo 3
Permanecer en el primer amor
1. El caso de Salomón
1.1 Corazón perfecto
1.2 Amigos del Señor
1.3 Con todas tus fuerzas
1.4 ¿Quién soy yo?
1.5 La conversión
1.6 Dios oye mi oración
1.7 Salomón no permaneció en su primer amor
1.7.1 Salomón no guardó el pacto
1.7.2 Dios ha elegido a Jerusalén
Por eso el Señor nos dice: “Tengo contra ti que has dejado tu
primer amor” frente a lo cual podemos argumentar diciendo: “es
que han pasado los años”. Pero los años nunca pueden ser un
pretexto para dejar mi primer amor, ni mucho menos para finalizar mis días lleno de
rencor y amargura, con un corazón cargado, resentido y adolorido, como consecuencia de
dejar a un lado el primer amor.
Jimmy Chamorro
Director Mundial ICT
1. El significado del primer amor
Como hijos y siervos de Dios, es posible que estemos en la
condición en la que se encontraba la iglesia de Éfeso: trabajando
arduamente pero dejando nuestro primer amor a un lado. Para
entender el significado del primer amor en nuestra vida es necesario
recordar a Pablo, quien concluye en 1 Corintios 13 que “sin amor,
nada soy”. Es ese mismo amor con el que el Señor nos exhorta a
volver, porque “sin el primer amor, nada soy”.
É
1.1 La iglesia de Éfeso
“Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos,
y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y
has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no
has desmayado.”
(Apocalipsis 2:2-3)
“Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los
apóstoles de nuestro Señor Jesucristo; […] conservaos en el amor de Dios”
(Judas 1:17, 21ª)
“Y acuérdate de que fuiste siervo en Egipto; por tanto, guardarás y cumplirás estos
estatutos”.
(Deuteronomio 16:12)
“Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle
un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra.
No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues
vosotros érais el más insignificante de todos los pueblos”.
(Deuteronomio 7:6-7)
“Si dijeres en tu corazón: Estas naciones son mucho más numerosas que yo; ¿cómo las
podré exterminar? no tengas temor de ellas; acuérdate bien de lo que hizo Jehová tu Dios con
Faraón y con todo Egipto”
(Deuteronomio 7:17-18)
“sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os
ha sacado Jehová con mano poderosa…”
(Deuteronomio 7:8)
“En cuanto a la plaga de la lepra, ten cuidado de observar diligentemente y hacer según todo
lo que os enseñaren los sacerdotes levitas; según yo les he mandado, así cuidaréis de hacer.
Acuérdate de lo que hizo Jehová tu Dios a María en el camino, después que salisteis de
Egipto”.
(Deuteronomio 24:8-9)
El contexto de todo este pasaje bíblico tiene que ver con lo que
denominamos “leyes humanitarias”. Aunque en principio parece
referirse a la lepra solo desde el punto de vista clínico y de salud
física, el pasaje también hace alusión a nuestra salud espiritual
cuando menciona el suceso de María. Por ello debemos aplicar
literalmente el “observar diligentemente” y hacer conforme,
entendiendo cuál fue la causa de la lepra.
“Cuando vendimies tu viña, no rebuscarás tras de ti; será para el extranjero, para el huérfano y
para la viuda.
Y acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto; por tanto, yo te mando que hagas esto”.
(Deuteronomio 24:21-22)
“que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido,
afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien; y digas en tu corazón: Mi poder y la
fuerza de mi mano me han traído esta riqueza”.
(Deuteronomio 8:16-17)
Dios nos sustenta con maná en medio del desierto, es por ello que
no podemos olvidar al Dios de la provisión. Muchos buscan la
provisión de Dios y no al Dios de la provisión. No podemos olvidar
que Él nos sustenta y nos prueba en el desierto, pero siempre es
para hacernos bien, pues el fin que Dios tiene planeado para
nuestras vidas siempre es de bendición. Tenemos que cuidar
nuestro corazón para no llenarnos de soberbia que nos lleve a
decir: “mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza”.
El llamado de atención es para no olvidar el sustento de Dios, la
provisión de Dios.
“Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de
confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día”
(Deuteronomio 8:18)
Debemos recordar lo que nos dice el versículo 18 de Deuteronomio
8, y examinar nuestro corazón a la luz de este pasaje para
asegurarnos que hemos entendido que es Dios el que tiene el
poder. Él es el que me lo da, no yo; todo lo que tenemos nos lo ha
dado Dios.
“Por tanto, sabe que no es por tu justicia que Jehová tu Dios te da esta buena tierra para
tomarla; porque pueblo duro de cerviz eres tú. Acuérdate, no olvides que has provocado la ira
de Jehová tu Dios en el desierto; desde el día que saliste de la tierra de Egipto, hasta que
entrasteis en este lugar, habéis sido rebeldes a Jehová.”
(Deuteronomio 9:6-7)
“Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas,
vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti”.
(Apocalipsis 3:3)
“Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete”.
(Apocalipsis 3:19)
“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará
al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”.
(Mateo 6:24)
“Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los
enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento”.
(Lucas 5:31-32)
“Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con
los publicanos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de
médico, sino los enfermos”.
(Mateo 9:11-12)
Recordemos quiénes eran los fariseos. Eran los que habían dejado su
primer amor desde hace rato, incluso hace generaciones. Y en su
crítica, su murmuración y sus querellas, cuestionaban por qué Jesús
está con los publicanos, con aquellos hombres públicos, bandidos y
pecadores. ¿Por qué su maestro come con ellos? Le preguntaban a
sus discípulos.
“Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de
la ira y de la revelación del justo juicio de Dios”.
(Romanos 2:5)
“Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial, sino que anuncié primeramente
a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se
arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento”. (Hechos
26:19-20)
“Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así
está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer
día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las
naciones, comenzando desde Jerusalén”.
(Lucas 24:45-47)
“Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para
arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida
padecieseis por nuestra parte. Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento
para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte”.
(2 Corintios 7:9-10)
“Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y
fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios
y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento,
crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio”.
(Hebreos 6:4-6)
“Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus
milagros, porque no se habían arrepentido, diciendo: Ay de ti, Corazín! Ay de ti, Betsaida!
Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en
vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza”.
(Mateo 11:20-21)
“¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De
cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios.
Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las
rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle”.
(Mateo 21:31-32)
“En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo:
Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”.
(Mateo 3:1-2)
Por eso Juan vino para allanar y preparar el camino, por medio
de la palabra del arrepentimiento, el bautismo del arrepentimiento.
Pero el bautismo de Jesús es el bautismo concerniente al Espíritu,
entonces cuando yo me bautizo es porque tomé la decisión de dar
fe pública de con quién es que yo me he identificado, porque me he
arrepentido y después he creído. Me arrepiento y tomo una decisión
de fe, mediante la cual creo en su palabra: “arrepentíos, porque el
reino de los cielos se ha acercado”. Es Cristo el que se ha
acercado, haciéndose hombre.
2.3.2 Frutos dignos de arrepentimiento
Lucas 3:8 nos permite reflexionar sobre lo que muchos dicen: “es
que Dios me ama independientemente de lo que yo haga”. El
versículo termina diciendo: “…y no comencéis decir dentro de
vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre; porque os
digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas
piedras” Tenemos a Abraham por padre, esto significa que
recibimos al Señor, Él es nuestro Papá y nosotros tenemos la
salvación, independientemente de lo que hagamos o dejemos de
hacer. Nadie nos va a quitar la paternidad de Dios, pero esto es lo
mismo que decían en su momento los escribas y fariseos de la
época. Juan está advirtiéndoles antes de que ellos intentaran
justificarse con ese discurso, como tantos hoy lo hacen de una
manera mediocre; son hijos de Dios que, aunque tengan muchos
años caminando con Él, expresan exactamente lo mismo.
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2.3.4 Árbol que no da buen fruto, se corta
“Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da
buen fruto se corta y se echa en el fuego”.
(Mateo 3:10)
“De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y
aun mayores hará, porque yo voy al Padre”.
(Juan 14:12)
El Señor nos pide que hagamos las primeras obras, y esto refiere
a que nuestras obras hoy sean dignas de arrepentimiento; pero si
nuestras obras son escasas, quiere decir que nuestro
arrepentimiento fue muy escaso. Entonces, nuestras obras deben ir
en concordancia con nuestro arrepentimiento. La restitución, por
ejemplo, es un reflejo de nuestro arrepentimiento; restituir el buen
nombre si ofendimos públicamente es manifestar el arrepentimiento
a través del perdón, y debemos procurar que si la ofensa fue en
público, el perdón se pida de igual manera. Porque si ofendemos en
público, pero pedimos perdón en privado, parecería más bien una
estrategia para hacer un lavado de conciencia, donde el fin justifica
los medios.
“El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino
del Padre que me envió”.
(Juan 14:24)
Hay varias cosas que pueden indicar que nos estamos alejando,
o que estamos dejando nuestro primer amor, las cuales son
situaciones que se van presentando en nuestras vidas. Si hacemos
una comparación con nuestro cuerpo, es semejante a cuando una
persona tiene que estar alerta frente a cualquier situación que
puede ocurrir en su organismo, y el médico le advierte sobre
algunos síntomas específicos. Algo muy común en muchas
enfermedades o patologías, es que no se detectan a tiempo, y se
dejan avanzar, convirtiéndose en algo crónico y progresivo que está
haciendo daño, hasta que se presenta como algo muy difícil de
tratar. Por ejemplo, una falla cardiaca que no se trata con el debido
cuidado, podría pasar desapercibida por la lentitud con la que
avanza. Solamente se siente algún tipo de cansancio o mareo
cuando nos levantamos, pero en el fondo es un problema de salud
que puede causar la muerte.
“Hombre necesitado será el que ama el deleite, Y el que ama el vino y los ungüentos no se
enriquecerá”.
(Proverbios 21:17)
“Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos
de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y
aborreciéndonos unos a otros”.
(Tito 3:3)
“Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela,
En tierra seca y árida donde no hay aguas”.
(Salmo 63:1)
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo
puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de
alabanza, en esto pensad”.
(Filipenses 4:8)
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos
en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a
este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
(Romanos 12:1-2)
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os
dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la
tentación la salida, para que podáis soportar”.
(1 Corintios 10:13)
“Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.
Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado,
siendo consumado, da a luz la muerte. Amados hermanos míos, no erréis”
(Santiago 1:14-16)
“Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no
ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?”
(1 Juan 4:20)
“Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus
siervos. Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos.
A este, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que
tenía, para que se le pagase la deuda”.
(Mateo 18:23-25)
“Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo
te lo pagaré todo. El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la
deuda”.
(Mateo 18:26-27)
El siervo le pedía tiempo para poder pagarle toda la deuda, pero
aquel señor, movido a misericordia, le perdonó la deuda por
completo, a pesar de ser una deuda tan grande. Pero luego de que
aquel deudor fue perdonado, salió y halló a uno de sus consiervos
que le debía 100 denarios, una cifra pequeña que está muy lejos de
ser una fortuna o de ser algo significativo; sin embargo, ahogaba
permanentemente a su consiervo diciéndole “págame lo que me
debes”.
“Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y
yo te lo pagaré todo. Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la
deuda”.
(Mateo 18:29-30)
“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que
alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe,
y por ella muchos sean contaminados”.
(Hebreos 12:14-15)
Joab había estado junto con David desde que era perseguido por
Saúl. Se convirtió en la cabeza militar del pueblo de Israel bajo la
dirección de David, y luego, cuando el hijo de David, Adonías, quiso
usurpar el trono en la transición a Salomón, termina apoyándolo y
llevándose a sus hermanos con él. De viejo, a Joab se le dio por
cometer tonterías.
“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó
a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha
amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros”.
(1 Juan 4:10-11)
“Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no
son gravosos”.
(1 Juan 5:3)
“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi
palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará
libres”.
(Juan 8:31-32)
Pero el Señor nunca estará al mismo nivel del mundo como para
decir que hay un empate entre los dos; no podemos agradar a los dos
en paralelo. Estas personas se justifican diciendo: “tengo un becerro
de oro, pero no he desplazado o sacado a Dios de mi vida, una cosa
es mi vida espiritual y otra mi vida personal o social”. Estos
argumentos son totalmente engañosos. No se puede quedar bien con
el mundo y agradar a Dios, porque Dios jamás comparte ni su gloria, ni
su trono, ni su lugar.
“Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os
elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece”.
(Juan 15:19)
“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No
te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi
ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre”.
(Hebreos 13:5-6)
“De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Así que, ya no nos
juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de
caer al hermano. Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; más
para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es. Pero si por causa de la comida tu
hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se
pierda aquel por quien Cristo murió”.
(Romanos 14:12-15)
Es común escuchar frases como las que dicen: “¿por qué tengo que
dejar de hacer lo que me gusta?” “si no le gusta a los demás lo que
hago, no me importa, eso es pura envidia”. Pero si un hijo de Dios
piensa de esta manera, entonces, ¿dónde está el amor?, sobre todo
hacia aquel que es más débil. Debemos amar al prójimo porque Dios
nos ha amado a nosotros, quienes actúan de manera contraria es
porque en realidad son los más débiles.
Tal vez tengamos la razón en decir que son débiles aquellos que
nos ven o escuchan, pero no se trata de tener la razón, se trata de
amar. Si se tratara de razones, no habría ninguna razón para que
Cristo viniera al mundo, para que el Padre enviara a su Hijo y este
último fuera inmolado por nosotros que lo hemos rechazado,
escupido, golpeado, escarnecido y extraditado de nuestras vidas.
Es que la cruz no es razonable, la muerte del Señor no es
razonable porque el amor de Dios no es humanamente razonable.
¿Entonces cómo hemos de amar al prójimo? No razonablemente,
sino como Cristo lo hizo. Recordemos que todo pasará menos la fe,
la esperanza y el amor, porque si tuviéramos toda sabiduría y toda
ciencia “nada somos”; de nada sirven, ni siquiera como un buen
argumento.
“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno
a los demás como superiores a él mismo”.
(Filipenses 2:3)
“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor
buscando a quien devorar”.
(1 Pedro 5:8)
“Al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo
en vuestros hermanos en todo el mundo”.
(1 Pedro 5:9)
La Palabra de Dios nos dice que no somos los únicos que estamos
siendo acechados. Las mismas cosas tienen que enfrentar y
padecer en todo el mundo nuestros hermanos en la fe. Todos
tenemos que resistir firmes en la fe; es muy importante la fe, porque
difícilmente podemos hablar del amor exceptuando la fe.
12. Deja a un lado la generosidad
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. (Juan 3:16)
“Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios
ama al dador alegre”.
(2 Corintios 9:7)
“Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores
aman a los que los aman.
Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis?
Porque también los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis
recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para
recibir otro tanto”.
(Lucas 6:32-34)
Lucas 6 nos habla acerca del amor hacia los enemigos, en un pasaje
que también es denominado en diferentes versiones de la
traducción de la Biblia como “la regla de oro“, el cual nos habla
claramente sobre el amor. Pero si el amor que profesamos es un
amor condicional, no es el amor de Dios, pues este último es
incondicional, como aquel amor que es expresado en Juan 3:16,
pues el amor es el dar. Y el dar refleja que estamos conservando
nuestro primer amor, mientras la falta de generosidad evidencia lo
contrario.
“Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues
haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza”.
(Romanos 12:20)
El que va dejando el primer amor, cada vez busca más posición, pero
cada vez ofrece menos disposición. La esencia de esta familia en la
fe es la gran comisión, esa es nuestra visión, y algo fundamental
para lograrlo es la disposición, la cual permite que las cosas sean
ágiles.
13.9 Está más preocupado por ganar un argumento que por
ganar un alma
“Tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada, su oración y su ruego, y ampararás su
causa, y perdonarás a tu pueblo que pecó contra ti”.
(2 Crónicas 6:39)
Dios oye desde los cielos, por eso debo arrepentirme, por el bien de
mi corazón y mi alma, para servirle a Dios como debe ser. Cuando
lo experimento en mi vida lo puedo aplicar a otros yo también:
“perdonando a aquel que ha dejado su primer amor”. No seamos
como aquella iglesia de Éfeso. De nada vale trabajar arduamente si
hemos dejado el primer amor.
1.7 Salomón no permaneció en su primer amor
“Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a
las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y a las heteas; gentes de las
cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a
vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A estas,
pues, se juntó Salomón con amor. Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas;
y sus mujeres desviaron su corazón. Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres
inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios,
como el corazón de su padre David”.
(1 Reyes 11:1-4)
Lo que sucedió aquí con Salomón fue que él dejó su primer amor,
aquel que su padre le había advertido cuando estaban en ese
proceso de transición. “Sírvele a Jehová tu Dios, a Jehová mi Dios con
corazón perfecto, con ánimo voluntario, porque Él entiende el intento de los
pensamientos”. Y por eso le dijo: “Esfuérzate, anímate, manos a la
obra”.
“Y le había mandado acerca de esto, que no siguiese a dioses ajenos; mas él no guardó lo
que le mandó Jehová. Y dijo Jehová a Salomón: Por cuanto ha habido esto en ti, y no has
guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu
siervo”.
(1 Reyes 11:10-11)
Fue una mala decisión lo que ocurrió con Salomón, por aquellas
mujeres que tomó para sí. No guardó el pacto davídico que era su
legado. Por eso no debemos creer que somos inmunes, lo cual
representa un grave peligro porque podemos adquirir cierto tipo de
sobrada altivez, una especie de fariseísmo, y por supuesto, la
llamada idolatría. Existe una forma de idolatría en la que el ídolo soy
yo, como es el caso de aquel que no necesita que le digan nada,
porque cree que ya todo lo ha leído u oído.
“Pero no romperé todo el reino, sino que daré una tribu a tu hijo, por amor a David mi siervo, y
por amor a Jerusalén, la cual yo he elegido”.
(1 Reyes 11:13)
Mateo 24, nos describe cuáles serán las señales antes del fin. Hay
cosas que ocurrirán, pero no es el fin. En el versículo 10 menciona
una señal inequívoca: “ E l a m o r d e m u c h o s s e e n f r i a r á ” .
Hoy en día, muchos pastores hablan acerca de guerras. Solo
basta ver las redes sociales, donde todo el tiempo aparecen esas
guerras y los rumores de guerras; y muchos dicen que el fin está
cerca y la iglesia tiene que prepararse, pero no se han dado cuenta
de que ninguno habla acerca del amor que se enfriará en muchos.
El primer amor se dejará, nos apartaremos del primer amor, eso es
lo que dice Apocalipsis 2: “Pero tengo contra ti que has dejado tu
primer amor”.
“Y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por
vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después
de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las
veces que la bebiereis, en memoria de mí”.
(1 Corintios 11:24-25)
“Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino,
para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo”.
(Éxodo 33:13)