Orientaciones Catequista

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Orientaciones Pastorales para la Catequesis

Fecha: Jueves 12 de Enero de 1984


Pais: Chile
Ciudad: Santiago
Autor: Asamblea Plenaria

Presentación

Las presentes Orientaciones Pastorales para la Catequesis fueron aprobadas por la Asamblea Plenaria de la Conferencia
Episcopal de Chile en diciembre de 1983. Son un respaldo para el trabajo silencioso y constante que varias decenas de miles de
catequistas de adultos, jóvenes, adolescentes y niños, realizan a lo largo del país, con admirable dedicación a la Palabra de Dios
que nos llama, nos convoca y nos va transformando en discípulos de Jesucristo.

Este documento no pretende abarcar la totalidad de los aspectos de la catequesis, sino sólo aquellos que requerían un
pronunciamiento nuestro. La XVIII Jornada Nacional de Catequesis realizada en noviembre nos presentó un informe sobre
aspectos cualitativos y cuantitativos del apostolado de los catequistas en el país, y sobre los 50 manuales más utilizados en las
diversas formas de catequesis parroquial y escolar. Dicho informe se preparó desde marzo pasado con la colaboración de
centenares de coordinadores locales y también de equipos de especialistas, entre los cuales debemos agradecer especialmente los
aportes del Instituto de Teología de la Universidad Católica de Valparaíso y del Departamento de Teología de la Universidad del
Norte, Sede Coquimbo, además de los Departamentos Diocesanos de Catequesis y de ONAC.

Los catequistas, sus formadores y los autores de material escrito y audiovisual tienen ya orientaciones globales en la Exhortación
Apostólica “Catechesi Tradendae” de S.S. Juan Pablo II, en los documentos de Medellín y de Puebla, en las “Líneas Generales
para la Catequesis en Chile”. Aquí queremos señalarles lo que la situación pastoral de hoy requiere enfatizar con empeño
particular: una catequesis situada en el proceso evangelizador y en la pastoral orgánica, incluso cuando se imparte dentro de la
escuela.

Con alegría exhortamos a los educadores de la fe a tener en Jesucristo, Luz del Mundo, su inspiración y norma; en María Santísima
que proclama las maravillas del Señor, su modelo, y en el Espíritu Santo, su permanente recurso interior para servir al pueblo de
Dios con la valentía, humildad y perseverancia que el momento actual requiere.

† Sergio Contreras Navia


Obispo de Temuco
Secretario General de la Conferencia Episcopal de Chile

Santiago, 12 de enero de 1984

La catequesis en el proceso evangelizador

l. La misión de la Iglesia es evangelizar a todos. Una parte de esa misión corresponde a la catequesis. Es importante multiplicar los
signos y acciones evangelizadores que competen a todo cristiano y no sólo a los catequistas. La primera responsabilidad de todo
cristiano es dar testimonio del don recibido de Cristo, mediante el amor a Dios y al prójimo, la promoción de la justicia y de todos los
derechos y deberes humanos.

2. El testimonio de los cristianos y de la Iglesia en su conjunto despierta interrogantes a los cuales responde el kerygma o anuncio
inicial de Jesucristo como redentor del hombre. Hay muchas ocasiones y medios de presentar este anuncio inicial, que la pastoral
parroquial y ambiental, diocesana y nacional deben estimular:

2.1. La pastoral de multitudes logra contacto con el pueblo cuando respeta sus expresiones. Es preciso desarrollar creatividad
evangelizadora mediante recursos que no son necesariamente intelectuales: peregrinaciones a modo de penitencia, bailes
religiosos de homenaje y de ofrenda, vigilias de oración como preparación para un acontecimiento, oración de intercesión por los
difuntos en los cementerios, la sugerencia de propósitos de servicio, de alejamiento de los vicios o de compromiso con su
comunidad local.

2.2. Los medios de comunicación masiva deben ser mejor utilizados para la evangelización, conforme a los cánones 822, 823, 831
y 832. Los canales de televisión y las radios de Iglesia necesitan definir su identidad mediante una evaluación frecuente de su
programación desde el punto de vista evangelizador. Nuestra presencia en la prensa, nuestras intervenciones en foros y debates,
pueden mejorar todavía mucho en calidad evangelizadora al mostrar la verdad clara, la justicia exigente, el amor en lo concreto.
2.3. Las misiones llevan el Evangelio a los sectores humanos y a los lugares más apartados de la Iglesia. Ellas pueden proponerse
sólo un primer contacto de animación cristiana, o bien hacer crecer la comunidad. Las misiones cumplen más plenamente con el
primer anuncio de Jesucristo si suscitan la organización de la comunidad con algunos responsables de mantener la celebración
dominical, de atender a los necesitados y de preparar en lo sucesivo a los sacramentos de la fe. Las misiones dirigidas a
comunidades humanas con abundante presencia adulta, deben incluir número suficiente de evangelizadores adultos para poder
comunicar la fe con la madurez requerida, y siempre para fortalecer la pastoral local.

2.4. La homilía ha de ser siempre evangelizadora, especialmente en aquellas celebraciones adonde acuden los menos
practicantes: en matrimonios y bautizos, en la unción de los enfermos y en funerales, en confirmaciones y ordenaciones, en la
celebración dominical, particularmente allí donde no se puede tener misa todos los domingos. Por eso importa que los ministros
ordenados y laicos que presiden estas celebraciones, además de la formación apropiada para dar la homilía, tengan una
espiritualidad y formación de evangelizadores.

2.5. Los grupos de oración carismática y las reuniones de oración comunitaria, entre las cuales debe darse especial estímulo al
rosario en familia, al Mes de María y a diversas novenas y triduos de la devoción local, atraen a los fieles y satisfacen su necesidad
de expresión religiosa. Es importante multiplicar y atender bien estos lugares y momentos de oración, por las posibilidades que
ofrecen como avanzadas de la evangelización.

Estas reuniones de oración identifican a la Iglesia Católica y anuncian nuestra fe si en lo posible incluyen enseñanza bíblica
orientada por el magisterio de la Iglesia: si en ellas hay cantos y oraciones de contenido mariano, eucarístico o penitencial; si existe
presencia frecuente de ministros ordenados o laicos y de religiosos; si hay plegarias por el párroco, por el obispo o por el Papa; si
hay estímulo constante a practicar las enseñanzas sociales de la Iglesia y a unir la oración con la vida; si se realizan no sólo en las
casas o en lugares abiertos, sino también en el templo parroquial o en sus capillas.

2.6. Los cantos que se utilizan en las celebraciones y reuniones de oración deben ser elegidos por personas con adecuada
formación para asegurar su calidad litúrgica, doctrinal y cultural, de modo que efectivamente el canto sea una forma de oración
cristiana y un medio de evangelización. Los folletos de canto para comunidades católicas deben llevar Imprimátur.

2.7. Otros signos religiosos anuncian también los grandes signos de unión con Dios que son Jesucristo, la Iglesia y los sacramentos
de la fe. Es importante utilizar y difundir especialmente aquellos signos que el pueblo identifica por su vinculación a la fe católica,
tales como la Cruz en recuerdo de su misión y ante la cual los pasantes se persignan; la gruta donde se reza a la Virgen María; la
imagen de Jesucristo, de un santo o del Papa en los vehículos de transporte colectivo; las imágenes con velas en los lugares de
trabajo o de espera para los viajes. En los hogares conviene estimular la presencia de tres signos cristianos por lo menos: el
crucifijo, una imagen de María, la Biblia o Nuevo Testamento. Un crecimiento en la fe se puede lograr con otros signos familiares,
de acuerdo a los tiempos litúrgicos: corona con los cuatro cirios de Adviento, pesebre de Navidad, alcancía de fraternidad junto a la
cruz de Cuaresma, cirio familiar junto a la Biblia en tiempo pascual, etc.

3. Consideramos un gran logro en nuestra Iglesia la preparación de los niños a los sacramentos de la Reconciliación y de la
Eucaristía mediante la Catequesis Familiar, que restaura familias según el Evangelio, multiplica las comunidades eclesiales de
base, enriquece la vida parroquial, integra cada vez más varones a la Iglesia, origina grupos prejuveniles y juveniles y exige al clero
realizar interesantes acciones formativas.

4. Es importante mantener el apoyo a los procesos mejor elaborados y realizados de educación de la fe, que ayudan a los
creyentes a crecer hacia la plenitud en Cristo: catequesis familiar de párvulos y de preparación a los sacramentos del Perdón y de
la Eucaristía, catequesis prejuvenil, preparación juvenil a la Confirmación, catequesis escolar, catequesis bíblica y social de adultos,
en grupos, movimientos y comunidades. Bajo la responsabilidad directa de catequistas en permanente formación y renovación,
estos sistemas actuales desarrollan en los cristianos los carismas y ministerios que la Iglesia requiere para evangelizar el mundo.

5. Además de la evangelización masiva y de las formas de catequesis más prolongada que son de aplicación normal, es oportuno
desarrollar actualmente algunos modelos alternativos de preparación sacramental, con materiales sencillos y procesos más breves,
pero bien programados, para atender: a los adolescentes que no recibieron catequesis familiar, a los jóvenes y adultos sencillos no
bautizados, no confirmados o que nunca se han confesado o comulgado.

6. La preparación inmediata de los novios al sacramento del Matrimonio debe ser sobre todo una introducción a la vida familiar. Hay
que orientarlos como personas y como parejas, y verificar su madurez humana y cristiana para asumir el vínculo sagrado con sus
graves consecuencias canónicas, ateniéndose al Directorio de Pastoral Sacramental. En la catequesis de la adolescencia y en las
diversas formas de pastoral de juventud es necesario dar una iniciación amplia al amor y a la vida familiar. Es importante
complementar después de la boda esta preparación con una atención sostenida de la comunidad a través de matrimonios cristianos
que les ayuden a crecer en la fe y los vayan introduciendo en la comunidad.

La catequesis en la pastoral orgánica

7. Una buena catequesis requiere una constante preocupación de parte de las parroquias y de las comunidades cristianas. En las
visitas pastorales los obispos estimularemos y evaluaremos con los párrocos la asistencia espiritual doctrinal y económica a los
catequistas de los diferentes niveles, por ejemplo: monitores de bautismo y de novios, guías, y animadores de catequesis familiar,
catequistas y monitores de confirmación, catequistas de adolescentes, de jóvenes, de adultos, de minusválidos.

8. Cada diócesis en 1984 organizará jornadas pastorales sobre “Catechesi Tradendae” y el “Directorio de Pastoral Sacramental”
que hemos aprobado en esta Asamblea Plenaria. Para la conveniente unidad de formación, la COP confeccionará las líneas
orientadoras para estas jornadas, con la colaboración de ONAC.
9. A nivel nacional se confeccionará un plan de formación catequética para seminaristas y formandos de los institutos de vida
consagrada, con cooperación de la Comisión Episcopal de Seminarios, CONFERRE y ONAC.

10. Para lograr la formación permanente de los catequistas en cada diócesis, nos proponemos asegurar la formación y el
perfeccionamiento de un equipo diocesano competente y con tiempo suficiente de dedicación, y asegurar, en cuanto los medios lo
permitan, un presupuesto diocesano para catequesis, en diálogo con dicho equipo.

11. Para que los agentes pastorales y en especial el clero, orienten la catequesis de adultos, les proponemos:
a) Con la animación teológico-pastoral de un sacerdote, estudiar a fondo la catequesis familiar, que confía una verdadera
responsabilidad a los laicos.
b) Orientar las comunidades eclesiales de base a la educación progresiva y sistemática de la fe.
c) Buscar formas para catequizar a los fieles que participan en manifestaciones populares de piedad y que viven su propia cultura
religiosa.

12. Para que la catequesis asuma más plenamente la religiosidad popular, que es expresión autóctona de la fe del pueblo y es
diferente en cada región, proponemos realizar estudios en profundidad de la antropología y psicología del campesino, del minero,
del pescador, del mapuche, del peregrino. Estas investigaciones deben ser trabajo conjunto de ONAC con el Departamento
Pastoral de Multitudes. De esta investigación han de surgir textos adecuados y diferenciados.

13. Ha de promoverse la experiencia de preparar ministros de catequesis, de acuerdo al proyecto presentado por la Comisión
Pastoral de Obispos, por tres años, antes de presentarlo a la Santa Sede, si una adecuada evaluación lo aconseja.

Catequesis escolar

14. La catequesis escolar debe estar íntimamente ligada a la pastoral orgánica y especialmente integrada en la catequesis general
de la diócesis.

15. En cada Departamento Diocesano de Catequesis ha de existir un equipo, en el cual puede colaborar CONFERRE, para la
formación permanente de los educadores de la fe en las escuelas, ayudando en eso a los párrocos y directores de escuelas, a los
vicarios zonales y al Departamento de Educación Católica.

16. Todos los servicios que en la diócesis dan formación a los educadores de la fe, han de tener una orientación común, con la
conducción pastoral del Obispo, mediante su Departamento Diocesano de Catequesis, de acuerdo con la Conferencia Episcopal y
los documentos del Magisterio de la Iglesia.

17. Se ha de estimular a los institutos superiores, universitarios o no, para que ofrezcan la carrera de Profesor de Religión en cada
diócesis a lo largo del país.

18. Se ha de promover la formación profesional sistemática del profesor de Religión para la enseñanza básica y/o media que
ofrecen las universidades católicas, el IPES Blas Cañas y otras instancias en las diócesis.

19. Se ha de continuar la capacitación y perfeccionamiento de profesores de Religión para la enseñanza básica o media,
principalmente con cursos presenciales o, en su defecto, mediante cursos a distancia, los cuales han de incluir una parte presencial
a base de jornadas intensivas de reflexión, de intercambio y de celebración de la fe.

20. Es idónea en Catequesis Escolar aquella persona que:


- posea en lo posible buena formación pedagógica, bíblica, doctrinal y pastoral;
- tenga la formación profesional equivalente a la de sus colegas de educación prebásica, básica o media;
- muestre clara vocación para educar en la fe a niños o jóvenes;
- dé testimonio de fe y servicio en la vida privada y pública;
- se comprometa a una renovación permanente participando en jornadas, retiros, seminarios y cursos.

21. Ha de existir un formulario nacional de certificado de idoneidad, otorgado en nombre del Obispo, cuya validez será revocable.

22. La autoridad eclesiástica competente es quien designa las personas encargadas de evaluar y supervisar la calidad de la
educación religiosa en las escuelas.

23. ONAC o un equipo de pedagogos en Religión, o diversos equipos diocesanos, han de elaborar textos más sencillos y más
baratos que los destinados a la escuela católica, adaptables según las regiones, que respondan a las necesidades de los alumnos
de la enseñanza municipalizada, fiscal y particular no confesional, que además de las exigencias actuales en cuanto a los
contenidos de la fe, metodología y psicología, entreguen una síntesis con preguntas y respuestas para la memorización. Tales
preguntas y respuestas serán preparadas por ONAC y aprobadas por el Episcopado.
24. Los Departamentos Diocesanos de Catequesis y otros centros deben ofrecer y prestar un mínimo de material audiovisual
requerido por la pedagogía actual para la catequesis de los niños y jóvenes, y preparar personal que enseñe su empleo técnico y
evangelizador.

25. Con el fin de asegurar en algo el conocimiento y vivencia de la fe cristiana, en los jóvenes y niños que no llegan a finalizar sus
estudios, se ha de dividir la enseñanza de los contenidos de la fe en varios ciclos y niveles, usando un método concéntrico
secuencial, de modo que se amplíen sucesivamente los contenidos de la fe según los distintos niveles de la enseñanza. Estos
contenidos para cada ciclo deben ser preparados por ONAC y aprobados por el Episcopado.
26. Para la enseñanza prebásica y básica habrá tres ciclos:
I ciclo: prejardín y jardín infantil
II ciclo: primero a cuarto año básico
III ciclo: quinto a octavo año básico

27. En la enseñanza media, un primer ciclo comprenderá el 1? y 2? años, para una visión de conjunto del contenido de la fe
cristiana; el segundo ciclo, que comprenderá el 3? y 4? años, pondrá el énfasis en los fundamentos de la fe con una actitud
ecuménica, y en la doctrina social de la Iglesia.

28. Para que a tenor del canon 775, inc. 1, se disponga de instrumentos adecuados para la catequesis, la censura eclesiástica de
obras de catequesis se confiará a personas calificadas en este dominio o que se hagan asesorar por el Departamento Diocesano
de Catequesis, lo cual constará al expedir su Nihil Obstat para el otorgamiento del Imprimátur.

29. Se solicitará a las agencias internacionales la ayuda económica necesaria para la educación de la fe en las escuelas
haciéndoles llegar la Biblia, el programa de Religión y material impreso y audiovisual.

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