Impresionismo
Impresionismo
Impresionismo
En el siglo XIX triunfa la burguesía y en las ciudades se aprecia a final de siglo el impacto
de la segunda revolución industrial: ferrocarriles, barcos de vapor, teléfono, etc. El ritmo
de vida cambia y la cultura también, es entonces cuando Freud escribe sobre la
interpretación de los sueños, que inspira a los artistas del momento. Además, el desarrollo
de la ciencia nos da ilustres nombres: Cantor, Rusell, Curie, Darwin, Nietzsche, etc.
Entre 1870 y 1939 el arte cambia radicalmente, los artistas pretenden captar la apariencia,
no la realidad. El origen de esto puede situarse en los impresionistas (1874-1886) y
postimpresionistas. La capital del arte europeo a lo largo de toda la Edad Contemporánea
fue París.
3. El Impresionismo
El término “impresionista”, aplicado a una forma de pintar, fue utilizado por primera vez
en 1874. Lo hizo el crítico Louis Leroy, en el semanario Le Charivari, para referirse a un
cuadro de Monet titulado Impression, soleil levant, que muestra la salida del sol en los
muelles del Havre.
La etiqueta tenía una fuerte carga despectiva y englobaba también a otros artistas que
habían sido rechazados en varios concursos oficiales. Lo único que pretendían estos
artistas era atrapar la naturaleza en los cuadros, sin añadir ningún mensaje moral.
Como método de trabajo, los impresionistas defendían la pintura al aire libre (plen air)
para observar los cambios que producía en los objetos la cambiante luz natural. Captaban
lo efímero, la luz y su impacto tenía una gran importancia y la pincelada era corta y
pastosa como formando manchas o lametones.
Los temas principales de estos artistas eran el paisaje o la piel de las personas. Se
interesan también por los progresos recientes, como los barcos de vapor o las estaciones
de tren y les entusiasma el mundo cotidiano de su época: las regatas, las carreras de
caballos, la ópera y el ballet. Además, desprecian los cuadros con historia pues consideran
que para documentar los acontecimientos trascendentes ya estaba la fotografía.
Huyeron de las sombras negras que empleaban los pintores académicos. La técnica fue de
pincelada fragmentada, de toque suelto y espontáneo, a veces aplicada directamente con
el tubo. La sensación que daba es que la obra estaba inacabada.
Tuvo una gran afición por las series: varias reproducciones de un mismo tema para
comprobar los efectos cambiantes de la luz y el color en horas y estaciones diferentes. Sus
series más conocidas son las de la Fachada de la catedral de Ruán y las doce pinturas de
nenúfares sobre el agua, tituladas Ninfeas.
Hacia 1883, se convenció de que no sabía “dibujar ni pintar” y recuperó la línea en sus
composiciones: En Almuerzo de remeros, conserva todavía manchas de color. Pero en El
paraguas vuelve al dibujo y a las enseñanzas adquiridas en los museos.
Quiso ser el pintor de la burguesía y sus aficiones. Primero, nos informa del mundo de las
carreras de caballos. Y, más tarde, se adentra en el ballet, del que nos muestra los
ensayos, el descanso de las bailarinas, sus movimientos entre bambalinas, etc.
Seducido por el mundo femenino, se adentra en el tema de las mujeres: las presenta
desnudas bañándose, peinándose ante el espejo o sorprendidas en su intimidad. Su
técnica y composición es muy personal. Degas emplea el pastel y sus composiciones
resultan fotografías instantáneas de primeros o primerísimos planos, lo que demuestra
que estuvo muy influido por esta técnica.
Otros pintores importantes son: Eduard Manet, admirador de Velázquez y Goya, con
obras como Fusilamiento de Maximiliano, Desayuno sobre la hierva, Olimpia. Camille
Pisarro, pintaba crítica social, Los tejados rojos y la costa de Jalais. Alfred Sisley, se inspira
en Constable, La inundación en Port-Marly. Joaquín Sorolla, Sol de tarde, Niños en la
playa, Nadadores, Playa de Valencia.
Escultura: Rodin.
Auguste Rodin, también fue rechazado en los salones oficiales y centró su atención en la
naturaleza y rechazó intencionadamente el acabado perfecto de la obra. Al dejar zonas
pulidas junto a otras en bruto, dio a sus creaciones un claroscuro pictórico.
Su trabajo más ambicioso fue Las puertas del infierno: Encargado en 1880 por el Museo de
Artes Decorativas de París, el gobierno canceló el proyecto y la obra permaneció en el
taller del artista. Extrajo la iconografía de la Divina Comedia, de Dante, y del poemario de
Baudelaire, Las flores del mal. Varios de los modelos de Las puertas del infierno serán
reproducidos después en estatuas independientes, como El pensador.
Otras memorables obras de Rodin son Los burgueses de Calais, El beso y el doble retrato
de Balzac, en busto y de pie.
Otros escultores importantes son: Medardo Rosso, Niñas al sol y La edad de oro y,
Arístides Maillol, Mediterránea.
Roger Fry, pintor y crítico de arte, utilizó el término postimpresionista para referirse a los
pintores que habían seguido la estela del impresionismo. Tres grandes pintores utilizaron
el camino abierto por Monet y sus compañeros de movimiento para renovar el
impresionismo y abrir las puertas de las vanguardias del siglo XX: Cézanne, Gauguin y Van
Gogh.
Cuando regresa a Francia, vive una temporada con Van Gogh, pero la cosa acaba
mal. Finalmente, su rechazo a la civilización occidental y la nostalgia que tiene del
trópico lo llevan a Tahití.
Sus figuras y paisajes tienen contornos de líneas negras, rellenando luego los espacios con
manchas planas de color. Un ejemplo es La visión después del sermón: Jacob luchando
con el ángel.
En la Polinesia, retrata a la civilización sin contaminar de los indígenas, sus playas, sus
casas y sus selvas. De esta etapa, destaquemos sus cuadros I Raro te Oviri, Mujeres de
Tahití, y ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos?
Mantuvo una intensa correspondencia con su hermano Theo (su apoyo emocional y
financiero), por la que conocemos detalles de su vida. Los últimos nueve años de su vida
los pasa pintando frenéticamente. Se interesa por los temas de contenido social, que
cultiva con cuadros sombríos de tonos oscuros y grises. Buen ejemplo de ello es Los
comedores de patatas.
Se va a vivir a París, donde alegra los temas de sus cuadros. Theo le presenta a los
impresionistas y aprende de ellos la pintura colorista y clara, aunque decide fijarse
también en otros modelos: Rubens, Delacroix y las estampas japonesas.
Los dos últimos años los pasa en el sur de Francia, donde tiene que ingresar varias veces
en hospitales psiquiátricos. Su estilo de este periodo se define por la línea firme de los
japoneses y el color como inspirador de la emoción. Como obras principales de esta última
etapa, podemos citar: La noche estrellada, Los girasoles, La casa de Arlés, Campo de iris, El
jardín del hospital y una serie de 43 autorretratos.
Este arte repercutirá posteriormente en las vanguardias por el uso de colores planos y
puros y por el empleo de la luz, ejemplo en el cubismo. El impresionismo era criticado por
los artistas porque solamente atendía a aquello que el ojo ve e interpreta, pero no pone
en juego el alma, como sí harán después tanto en el POSTIMPRESIONISMO como en el
expresionismo y surrealismo.