Hipócrates de Cos
Hipócrates de Cos
Hipócrates de Cos
(Llamado el Grande; Isla de Cos, actual Grecia, 460 a.C.-Larisa, id., 370 a.C.)
Médico griego. Según la tradición, Hipócrates descendía de una estirpe de
magos de la isla de Cos y estaba directamente emparentado con Esculapio, el
dios griego de la medicina. Contemporáneo de Sócrates y Platón, éste lo cita
en diversas ocasiones en sus obras. Al parecer, durante su juventud Hipócrates
visitó Egipto, donde se familiarizó con los trabajos médicos que la tradición
atribuye a Imhotep.
Tales de Mileto
(Mileto, actual Turquía, 624 a.C.-?, 548 a.C.) Filosófo y matemático griego. En
su juventud viajó a Egipto, donde aprendió geometría de los sacerdotes de
Menfis, y astronomía, que posteriormente enseñaría con el nombre de
astrosofía. Dirigió en Mileto una escuela de náutica, construyó un canal para
desviar las aguas del Halis y dio acertados consejos políticos. Fue maestro de
Pitágoras y Anaxímenes, y contemporáneo de Anaximandro.
Tales de Mileto
Fue el primer filósofo griego que intentó dar una explicación física del Universo,
que para él era un espacio racional pese a su aparente desorden. Sin embargo,
no buscó un Creador en dicha racionalidad, pues para él todo nacía del agua, la
cual era el elemento básico del que estaban hechas todas las cosas, pues se
constituye en vapor, que es aire, nubes y éter; del agua se forman los cuerpos
sólidos al condensarse, y la Tierra flota en ella. Tales se planteó la siguiente
cuestión: si una sustancia puede transformarse en otra, como un trozo de
mineral azulado lo hace en cobre rojo, ¿cuál es la naturaleza de la sustancia,
piedra, cobre, ambas? ¿Cualquier sustancia puede transformarse en otra de
forma que finalmente todas las sustancias sean aspectos diversos de una
misma materia? Tales consideraba que esta última cuestión sería afirmativa,
puesto que de ser así podría introducirse en el Universo un orden básico;
quedaba determinar cuál era entonces esa materia o elemento básico.
Ninguno de sus escritos ha llegado hasta nuestros días; a pesar de ello, son
muy numerosas las aportaciones que a lo largo de la historia, desde Herodoto,
Jenófanes o Aristóteles, se le han atribuido.
Herodoto
Historiador griego nacido en Halicarnaso poco antes de la
expedición de Jerjes contra Grecia (480 a.C.). Con motivo de la
revuelta en la que murió Paniasis, Herodoto hubo de abandonar
su patria y dirigirse a Samos, donde pudo tener un contacto
más estrecho con el mundo cultural jonio; se piensa que desde
allí volvió a Halicarnaso y participó en el derrocamiento de
Lígdamis (454 a.C.), hijo de Artemisia, representante de la
tiranía caria que dominaba en aquella época la vida política de
la colonia.
La siguiente fecha conocida con certeza de la biografía de Herodoto es la de la
fundación de la colonia de Turios en el 444-443 a.C. a manos de Pericles junto
a las ruinas de Síbaris. No se sabe si Herodoto formó parte de la primera
expedición fundadora, pero sí que obtuvo la ciudadanía de la colonia. Algunos
de sus biógrafos informan de que, entre la caída de Lígdamis y su llegada a
Turios, Herodoto realizó viajes por varias ciudades griegas, en las que ofrecía
lecturas de sus obras; incluso se dice que recibió diez talentos por una lectura
ofrecida en Atenas, dato que hoy parece bastante improbable aunque
manifiesta la buena acogida que tuvo Herodoto en la ciudad.
La obra de Herodoto
A pesar del enorme éxito obtenido por Herodoto, pronto comenzaron las
críticas de parte de los historiadores posteriores, que le acusaban de ser poco
riguroso con los datos. Uno de sus primeros críticos fue Tucídides, quien se
refiere a su método como algo efímero y válido sólo para un instante, es decir,
apto únicamente para la lectura y el disfrute.
Lo cierto es que Herodoto se convirtió en una fuente inexcusable para todos los
historiadores del mundo antiguo, que poco a poco fueron rectificando algunas
de sus informaciones sobre países lejanos y exóticos. Con el helenismo, la obra
de Herodoto adquirió una mayor relevancia gracias al carácter un tanto
novelesco de algunos relatos (algo muy del gusto de la época); de hecho, el
célebre estudioso alejandrino, Aristarco, realizó un comentario de sus obras.
Así, la obra de Herodoto fue siempre, como se dijo, punto de referencia bien
como modelo consciente o simplemente como anti-modelo.
También los romanos se rindieron ante la figura del célebre historiador, al que
tildaron, como Cicerón, de "padre de la historia". Fueron muchos los
historiadores romanos los que se sirvieron de él como fuente y abundan las
citas sacadas de su Historia. Sin embargo, durante la Edad Media, período en
que el griego se convirtió en un verdadero arcano, Herodoto dejó de leerse,
aunque, de una manera indirecta gracias a los historiadores latinos, sí se
conocieron algunas de las anécdotas insertas en sus relatos. Su estrella volvió
a brillar gracias a los logros del humanismo: fue Lorenzo Valla el primero que
se atrevió a traducir su obra al latín y ya, a comienzos del siglo XVI (en 1520)
salió de las prensas de Aldo Manuzio la primera edición de su Historia, con lo
que el texto original de Herodoto entró de nuevo al caudal de la erudición de
los siglos siguientes.