Rosario Por Los Enfermos.

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RECTORÍA DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN

ROSARIO POR LOS ENFERMOS.

Para comenzar:

Oración: Dios nuestro, permítenos, ofrecerte junto con la Santísima Virgen María, este Rosario de
meditación para la sanación de los enfermos: (Decir aquí el nombre de los enfermos).

Señal de la Cruz

Jaculatoria: María, Salud de los Enfermos, Ruega por nosotros, y por todos los que sufren.

Gloria

Igual que el rosario común, se anuncia cada misterio y luego la jaculatoria.

1er MISTERIO: Curación del Leproso en Galilea

Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas le dice: “Si quieres puedes limpiarme”.
Compadecido de él, extendió su mano y le tocó y le dijo: “Quiero, queda limpio”. Y al instante le desapareció
la lepra y quedó limpio. Lo despidió al instante prohibiéndole severamente: “Mira no digas nada a nadie, sino
vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de
testimonio”. Pero él, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que Jesús ya no
podía presentarse en público en ninguna ciudad, sino que, se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y
acudían a él de todas partes.

Marcos 1, 40-45

Reflexión:

Las personas con mucha facilidad o por ignorancia, conveniencia o maldad rechazamos a quienes padecen
alguna enfermedad. Hasta llegamos a pensar que en la medida en que los apartamos de nosotros o que nos
alejamos de ellos, somos mejores.

El Evangelio de San Marcos, nos presenta la curación de un enfermo de lepra para dar a entender que Jesús
no despreciaba a los enfermos sino que los aliviaba.

El enfermo independientemente de la enfermedad que padezca y de las causas de haberla contraído,


necesita el amor, la comprensión, y la misericordia de quienes conviven con ellos. Más aún el Evangelio nos
enseña que cuando un enfermo se siente acogido y aliviado aunque no sea curado, puede convertirse en
mensajero entusiasta de buenas noticias para sus hermanos.

Rezamos cada misterio 1Padre nuestro,10 Ave Marías, Gloria

Jaculatoria: Santa María, Salud de los Enfermos. Ruega por nosotros y por todos los que sufren.

2do MISTERIO: El Ciego de Jericó.

Llegan a Jericó. Y cuando salían de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo
de Timoteo, Bartimeo, un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino.
Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: “¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mi!”.
Jesús se detuvo, y dijo: “Llámalo”. Llaman al ciego, diciéndole: “¡Ánimo, levántate! Te llama”. Y él, arrojando
su manto, dio un brinco y vino donde Jesús.

Jesús dirigiéndose a él le dijo: “¿Qué quieres que te haga?”. El ciego le dijo: “Rabbuní, ¡que vea!”. Jesús le
dijo: “Vete tu fe te ha salvado”. Y al instante recobró la vista y le seguían por el camino.

Marcos 10, 46-52

Reflexión:

El Evangelio narra la curación del ciego Bartimeo, el último “Milagro” de Jesús narrado por Marcos. La
narración acentúa sobre todo la importancia de la fe como fundamento del discipulado. Marcos, utiliza el
verbo “seguir”: Bartimeo “sigue” a Jesús, no sólo ha recobrado la vista. El Evangelio quiere presentar al ciego
como un modelo del verdadero discípulo. El acento recae en la fuerza de la fe.

Esta es la que permite pasar de la tiniebla de la vida a la luz del borde del camino al centro del camino
aspiramos a que nuestras heridas sean curadas. Deseamos ver.

La confianza en Jesús produce la curación. La curación de Jesús no se limita a lograr un equilibrio


psicosomático sino en una nueva capacidad para ver la realidad como Él la ve, para reconocerlo como
Maestro, un hombre o una mujer curados están en condiciones de seguirlo por el camino. Quien no ha sido
curado de nada, quien cree que está sano, difícilmente puede llegar a seguirlo.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria

Jaculatoria: Santa María, Salud de los Enfermos. Ruega por nosotros y por todos los que sufren.

3er MISTERIO: Curación en sábado de la mujer encorvada

Estaba un sábado enseñando en una sinagoga. Había allí una mujer a la que un espíritu tenía enferma hace
dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno “enderezarse”. Al verla, Jesús la llamó y le
dijo: “Mujer, quedas libre de tu enfermedad”. Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó y glorificaba a
Dios.

Pero el jefe de la sinagoga indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía la gente:
“Hay seis días en los que se puede trabajar; venid, pues, en esos días a curarse, y no en día sábado”. Dijo
entonces Jesús: “Hipócritas”. ¿No desatan del pesebre todos ustedes en sábado a su buey, o su asno para
llevarlo a abrevar? Y ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace dieciocho años, ¿No está bien
desatarla de esta ligadura en día sábado? Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban
abochornados, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía.

Lucas 13, 10-17

Reflexión:

El ámbito religioso. En Cristo se da la abolición de las leyes de pureza-impureza ritual y de todos aquellos
ordenamientos jurídicos-religiosos mediante los cuales se atentaba, contra la dignidad de las mujeres y se las
excluía o marginaba de su participación. Así como es necesario transformar aquellas condiciones opresivas
para las mujeres dentro del ámbito doméstico, así también resulta imprescindible reestructurar el ámbito
religioso en todos aquellos aspectos que presentan opresión, sometimiento, y exclusión para ellas. La
narración que nos presenta a la mujer encorvada es exclusiva de Lucas. (13, 10-17).
¿Es posible asociar estos datos?: sábado, enseñanza, sinagoga, espíritu de enfermedad, mujer encorvada,
con la descripción con la condición de las mujeres bajo las estructuras religiosas patriarcales de ese tiempo.
La gloria de Dios, lo sabemos por los evangelios y por San Irineo, es que la mujer y el hombre vivan en
plenitud.

El que Jesús lo haya llamado y le haya impuesto las manos, podríamos considerarlo en términos de vocación
como su reinserción de la plena participación en el ámbito religioso: ella es hija de Abraham. En el encuentro
de Jesús con la mujer encorvada, todas las mujeres son llamadas a vivir la plenitud de su vocación y
dignidad.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria

Jaculatoria: Santa María, Salud de los Enfermos. Ruega por nosotros y por todos los que sufren.

4to MISTERIO: Curación de un enfermo en la piscina de Betsaida

Después de esto, hubo una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la
Probática, una piscina que se llama en hebreo Betsaida, que tiene cinco pórticos. En ellos yacía una multitud
de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando la agitación del agua. Por que el Ángel del Señor bajaba de
tiempo en tiempo a la piscina y agitaba el agua; y el premio que se metía después de la agitación del agua,
quedaba curado de cualquier mal que tuviera. Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.

Jesús, viéndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dice: “¿Quieres curarte?” Le respondió
el enfermo: “Señor, no tengo a nadie que me meta a la piscina cuando se agita el agua; y mientras yo voy
otro baja antes que yo”. Jesús le dice: “¡Levántate, toma tu camilla y anda!”. Y al instante el hombre quedó
curado, tomó su camilla y se puso a andar. Pero era sábado aquel día. Por eso los judíos decían al que había
sido curado: “Es sábado y no se te está permitido llevar la camilla”. El les respondió: “El que me ha curado
me ha dicho: toma tu camilla y anda”. Ellos le preguntaros: ¿Quién es el que te ha dicho?: “Toma y anda”.
Pero el curado no sabía quién era, pues Jesús había desaparecido por que había mucha gente en aquel lugar.
Más tarde Jesús lo encuentra en el Templo y le dice: “Mira, estás curado; no peques más, para que no te
suceda algo peor”. El hombre se fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Por eso los
judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.

Juan 5, 1-16

Reflexión:

La Iglesia, familia que rodea y cuida del enfermo: “no tengo a nadie” tal vez sean las palabras más tristes del
Evangelio. Tenemos un sueño: que nadie en nuestros hospitales, en sus hogares pueda repetir estas palabras
sin esperanza y horizonte de vida.

Ustedes son los predilectos del Reino de Dios, los que sufren. Estas palabras del Concilio son un eco a las de
Jesús. Pero son eco también de la actitud de cariño y atención especiales que Jesús siempre tuvo para con
los que sufren. Él nunca pasó indiferente junto al que sufría. Hermano(a) que sufres, Jesús es tu amigo. Para
ti son sus mayores atenciones, gracias y favores… pues para los que sufren, especialmente, el Padre lo ha
enviado.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Jaculatoria: Santa María, Salud de los Enfermos. Ruega por nosotros y por todos los que sufren.
5to MISTERIO: María modelo del cristiano El Magníficat

En aquellos días se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa a una ciudad de Judá; entró
en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el
niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamó con gran voz, dijo: “Bendita tú entre las
mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿De dónde a mí que la Madre de mi Señor venga a mí?”. Porque,
apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se
cumplirían las cosas que fueron dichas de parte del Señor! Y dijo María: “Engrandece mi alma al Señor y mi
espíritu se alegra en Dios mi salvador, por que ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su
nombre, y su misericordia alcanza de generación en generación a los que temen.

Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de
sus tronos y exaltó a los humildes, a los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió
a Israel su siervo, acordándose de su misericordia, como había anunciado a nuestros padres, a favor de
Abraham y su linaje por los siglos. María permaneció con ella unos tres meses y se volvió a su casa.”

Lucas 1,39-47.49-56

Reflexión:

El evangelio de Lucas nos presenta la figura de la Virgen María como el mejor ejemplo de discípulo, de quien
ha sabido vivir el proyecto de Jesús.

Ella es la “llena de gracia” que acoge la palabra de Dios, la hace fructificar y engendra en sus entrañas a
Jesús, El Salvador.

La santidad ejemplar de la Virgen mueve a los fieles a levantar “los ojos a María, la cual brilla como modelo
de virtud ante toda la comunidad de elegidos.” Por lo general se subraya la humildad y sencillez de María,
pero no suficientemente su iniciativa, sentido de responsabilidad, atrevimiento y valor. Especialmente en el
mundo del sufrimiento, la imitación de estas virtudes pueden ser fuente de dinamismo para los enfermos y
sus familiares.

El abandono en la voluntad de Dios bien se conjuga con un “sano protagonismo”, que exalta la presencia de
la Gracia divina. En el corazón de María late la experiencia del altísimo descrita en el Antiguo Testamento: el
Señor libera, Dios conoce nuestros límites si nos dejamos poseer por el Señor-Dios es capaz de hacer grandes
maravillas; el Señor está cerca de los que padecen. Dios guarda nuestra vida y es siempre fiel a sus promesas.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Jaculatoria: Santa María, Salud de los Enfermos. Ruega por nosotros y por todos los que sufren.

Para finalizar pedimos por las necesidades del Santo Padre, por las necesidades de nuestra Comunidad, por
los enfermos y desahuciados y por las ánimas benditas del purgatorio.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Jaculatoria: Santa María, Salud de los Enfermos. Ruega por nosotros y por todos los que sufren.

Dios te salve María Santísima, hija de Dios Padre, Virgen purísima y castísima antes del parto, en tus manos
encomiendo mi fe para que la alumbres, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas
las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros
pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Dios te salve María Santísima, madre de Dios Hijo, Virgen purísima y castísima antes del parto, en tus manos
encomiendo mi esperanza para que la alientes, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre
todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros
pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Dios te salve María Santísima, esposa del Espíritu Santo, Virgen purísima y castísima después del parto, en
tus manos encomiendo mi caridad para que la inflames, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por
nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Salve

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,

Vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve.

A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,

A Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,

Vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,

Y después de este destierro, muéstranos a Jesús,

Fruto bendito de tu vientre.

Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,

Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén

Letanías de los enfermos

•Señor Jesús, que curaste al ciego de Betsaida

Ten piedad de nosotros

•Señor Jesús que curaste a dos ciegos en Cafarnaúm

Ten piedad de nosotros

•Señor Jesús, que curaste a dos ciegos en Jericó

Ten piedad de nosotros

•Señor Jesús, que curaste a un ciego y mudo

Ten piedad de nosotros

•Señor Jesús, que curaste al sordomudo en Decápolis

Ten piedad de nosotros

•Señor Jesús, que curaste a un leproso en Galilea


Ten piedad de nosotros

•Señor Jesús, que curaste a diez leprosos en Galilea

Ten piedad de nosotros

•Señor Jesús, que curaste al paralítico de Cafarnaúm

Ten piedad de nosotros

•Señor Jesús, que curaste al paralítico de la piscina

Ten piedad de nosotros

•Señor Jesús, que curaste al hombre de la mano atrofiada

Ten piedad de nosotros

•Señor Jesús, que curaste a la mujer hemorroísa

Ten piedad de nosotros

•Señor Jesús, que curaste a un hombre hidrópico

Ten piedad de nosotros

•Señor Jesús, que curaste al siervo del centurión

Ten piedad de nosotros

•Señor Jesús, que curaste al hijo del funcionario real

Ten piedad de nosotros

•Señor Jesús, que curaste a la suegra de San Pedro

Ten piedad de nosotros

•Señor Jesús, que curaste a un niño lunático

Ten piedad de nosotros

•Señor Jesús, que curaste al poseso de Cafarnaúm

Ten piedad de nosotros

•Señor Jesús, que curaste a un poseso mudo

Ten piedad de nosotros

•Señor Jesús, que curaste a una joven posesa de Canán

Ten piedad de nosotros

•Señor Jesús, que curaste a dos posesos de Gerasa

Ten piedad de nosotros

•Señor Jesús, que resucitaste a la hija de Jairo

Ten misericordia de nosotros


•Señor Jesús, que resucitaste al hijo de una viuda

Ten misericordia de nosotros

•Señor Jesús, que resucitaste a tu amigo Lázaro

Ten misericordia de nosotros

•Señor Jesús, que resucitaste Tú mismo del sepulcro

Ten compasión de nosotros

•Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.

Perdónanos Señor.

•Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.

Óyenos, Señor.

•Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.

Ten piedad de nosotros.

Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te ofrecemos en
nuestras necesidades. Más bien, líbranos de todos los peligros.

Oh Virgen gloriosa y bendita, ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar
las divinas gracias y promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Oremos:

Te rogamos, Señor, que nos concedas a nosotros tus siervos, gozar de perpetua salud de alma y cuerpo y, por
la gloriosa intercesión de la bienaventurada Virgen María, seamos librados de la tristeza presente y
disfrutemos de la eterna alegría. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

Contigo vamos Virgen pura y en tu poder vamos confiados, pues llenos de ti amparados nuestras almas
volverán seguras.

Dulce Madre no te alejes tu vista de nosotros no apartes ven con nosotros a todas partes y nunca solos nos
dejes ya que nos proteges tanto como verdadera Madre. Haz que nos bendiga el Padre, y el hijo y el espíritu
Santo. Amén.

Ave María purísima, sin pecado concebida.

Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro.

En el nombre del Padre, y del hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

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