Niños, Niñas y Adolescentes en Situación de Movilidad Humana
Niños, Niñas y Adolescentes en Situación de Movilidad Humana
Niños, Niñas y Adolescentes en Situación de Movilidad Humana
Autores:
Joaquín Subercaseaux, Focus
Benjamín Nielsen, Focus
Contraparte técnica UNICEF:
Pablo Palominos, Oficial de Educación, UNICEF Chile
Edición:
Constanza Valenzuela F.
La serie Educación y Derechos del Niño de UNICEF Chile comparte análisis y reflexiones que contribuyen
al diálogo y a mejores políticas públicas para promover una educación inclusiva, equitativa y de calidad.
Índice
I. Introducción.....................................................................................................................3
II. Antecedentes .................................................................................................................5
1. Contexto migratorio en Chile y América Latina............................................................5
2. Situación actual del derecho a la educación para la niñez y adolescencia
en situación de movilidad humana en Chile.................................................................6
III. Marco normativo para la Política Nacional de Estudiantes Extranjeros actualizada......10
1. Marco normativo internacional ..................................................................................10
1.1. Convención sobre los Derechos del Niño.............................................................10
1.2. Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos
los Trabajadores Migratorios y sus Familias........................................................ 11
1.3. Observaciones conjuntas del Comité de los Derechos del Niño
y el Comité de Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores
Migratorios y de sus Familiares..........................................................................12
1.4. Observaciones finales del Comité de los Derechos del Niño sobre
los informes periódicos del Estado de Chile.......................................................14
1.5. Observaciones finales del Comité de Protección de los Derechos
de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares.................................15
2. Declaraciones y marcos internacionales en favor del derecho a la educación...........15
3. Marco normativo nacional .........................................................................................18
3.1. Normativa nacional promulgada de manera previa a la Política Nacional
de Estudiantes Extranjeros 2018-2022................................................................18
3.2. Normativa nacional promulgada de manera posterior a la Política Nacional
de Estudiantes Extranjeros 2018-2022................................................................20
En el contexto del mandato de UNICEF, la decisión del Ministerio de Educación de Chile (Mineduc)
de iniciar un proceso de actualización de la Política Nacional de Estudiantes Extranjeros, se
presentó como una oportunidad crucial para abordar los desafíos y las realidades que enfrentan
los niños, niñas y adolescentes en situación de movilidad humana en el contexto educativo. Con
este fin, se estableció una alianza entre UNICEF y el Mineduc, con el objeto de abordar diversas
temáticas, entre ellas generar conocimientos para entregar insumos a la actualización de esta
política educativa.
La realidad de los niños, niñas y adolescentes en situación de movilidad humana y la de sus familias
en Chile está marcada por barreras legales, administrativas y socioeconómicas, de las cuales el
Estado, en colaboración con diversos actores sociales, debe hacerse cargo para que ellos y ellas
puedan ejercer plenamente sus derechos. Este documento sintetiza los hallazgos acerca de los
obstáculos que limitan el ejercicio del derecho a la educación y otros derechos esenciales para el
desarrollo pleno de este grupo de niños, niñas y adolescentes.
1 Agradecemos la participación en este estudio de los profesionales de las distintas reparticiones del Ministerio de
Educación de Chile: Subsecretaría de Educación, Subsecretaría de Educación Parvularia, Subsecretaría de Educación
Superior, Coordinación Nacional de Educación de Personas Jóvenes y Adultas, Portal de Atención Ciudadana del Ministerio
(Ayuda Mineduc), Sistema de Admisión Escolar, Oficina de Relaciones Internacionales y Dirección de Educación Pública.
Asimismo, también participaron profesionales de la Defensoría de los Derechos la Niñez de Chile y de los organismos de
la sociedad civil Servicio Jesuita a Migrantes y Colectivo Sin Fronteras.
Las recomendaciones que aquí se presentan están diseñadas para ser implementadas de
manera que respeten y promuevan el pleno desarrollo de las potencialidades de cada niño, niña
y adolescente.
Este estudio se inserta dentro de una agenda más amplia de UNICEF en materia de generación
de evidencia, abogacía y abordaje de la situación de niños, niñas y adolescentes en condición
de movilidad humana en Chile, respondiendo así al compromiso continuo con la mejora de
sus condiciones de vida en el país y en el mundo, sobre todo con aquellos grupos que son
particularmente vulnerados en sus derechos. En este contexto, se espera que el estudio
presentado sea un aporte que favorezca no solo el acceso a la educación para los niños y las niñas
en situación de movilidad humana, sino que también refuerce el sistema educativo para que sea
más inclusivo y resiliente frente a los desafíos futuros.
La distribución de esta población es disímil entre las distintas zonas del país. Las regiones de Arica
y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta y Metropolitana exhiben las más altas concentraciones, con un
promedio estimado de 14,4 personas en situación migratoria por cada 100 habitantes de la región
(Servicio Jesuita a Migrantes, 2023).
Por otra parte, en el contexto de América Latina, las personas en situación migratoria exhiben
una posición socioeconómica más desfavorable que las nacionales. En el caso de Argentina, por
ejemplo, la incidencia de la pobreza en los hogares integrados por personas en situación migratoria
es de un 25,6%, superior al 20,8% que se registra en los hogares sin personas en esta condición
(Organización Internacional para las Migraciones, 2019).
El aumento de los flujos migratorios de estos últimos años, junto con los limitados registros de los
menores de edad que ingresan al país, en especial a través de pasos no habilitados, actualmente
plantea el desafío de estimar la verdadera población de niños, niñas y adolescentes en situación
de movilidad en el país, lo que afecta la eventual respuesta estatal frente a sus necesidades
(Servicio Jesuita a Migrantes, 2023).
Previo a la pandemia mundial por COVID-19, ya se estimaba que la niñez en situación de movilidad
humana sufría de una “crisis de aprendizaje”, y se creía que un 80% no alcanzaba los niveles
de alfabetización esperados. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados
(ACNUR) calculaba que para 2021, un 61% de la niñez refugiada estaría matriculada en la escuela
primaria y solo un 23% de los y las adolescentes refugiados en la escuela secundaria. Para las
niñas y los niños desplazados internamente en entornos frágiles, las oportunidades de matricularse
en la educación pueden ser aún más limitadas (Knezevic, Curtiss y Gero, 2022).
Esta realidad interpela a los Estados a generar respuestas que permitan subsanar las limitaciones
y superar las barreras de acceso y permanencia en la educación formal de personas en situación
de movilidad, generando políticas que sostengan la garantía del derecho a la educación al centro
de su accionar. Este compromiso estatal es necesario para la consecución del cuarto Objetivo de
Desarrollo Sostenible (ODS) acordado en 2015 desde las Naciones Unidas, que llama a “garantizar
una educación inclusiva, equitativa y de calidad, y promover oportunidades de aprendizaje durante
toda la vida para todos”. En este sentido, la inequidad en el acceso a un sistema educativo
reproduce las condiciones estructurales de vulnerabilidad enfrentadas por las poblaciones en
situación de movilidad, como la pobreza, la exclusión laboral, social y cultural, el desempleo y la
falta de desarrollo de habilidades para un desenvolvimiento pleno en la sociedad (UNESCO, 2007).
El diseño y la puesta en marcha de la Política Nacional de Estudiantes Extranjeros 2018-2022,
se dio en un contexto de un importante crecimiento del estudiantado extranjero en el sistema
escolar chileno. Según datos del Centro de Estudios del Ministerio de Educación, al año anterior
a la publicación de la citada Política (es decir, 2017), existían 77.607 estudiantes en situación
migratoria matriculados en el sistema educativo (correspondientes a un 2,2% de la matrícula total
de estudiantes en edad escolar). De acuerdo con la misma fuente, al año siguiente, en 2018,
se contabilizaban 114.325 estudiantes en situación migratoria. En un panorama temporal más
amplio, la evidencia señala que el número de estudiantes en situación migratoria registrados en las
escuelas públicas aumentó de 22.425 en 2014 a 160.000 en 2019, lo que representa un 4% de la
población estudiantil total de ese año (Mora-Olate, 2021; Westh, Olsen e Irarrázaval, 2020; citados
en Marcus et al., 2023).
Por otra parte, cabe mencionar que se ha registrado un alto número de niños, niñas y adolescentes
sin escolarizar en la población en situación migratoria, en comparación con los nacionales. Solo el 1%
de niños, niñas y adolescentes chilenos entre 6 y 13 años no asiste a la escuela, comparado con un
17% entre sus contrapartes nacidas en el extranjero (Centro de Estudios Justicia y Sociedad, 2020).
Se ha observado que el acceso de la niñez y adolescencia en situación migratoria a la educación
escolar en Chile se ve afectado por una diversidad de factores. Por una parte, dicho acceso varía
según el período de residencia en el país: datos recopilados en la Región Metropolitana en 2019
indican que un 35% de niños, niñas y adolescentes que han residido en Chile menos de tres años
no estaban escolarizados, mientras que los niveles de matrícula para los residentes permanentes
eran similares a los de los nacionales chilenos (Centro de Estudios Justicia y Sociedad, 2020). Otros
factores asociados a la dificultad para acceder a la educación incluyen el estatus migratorio irregular
(un 57% está fuera de la escuela) y la composición del hogar: las niñas, los niños y adolescentes
en hogares monoparentales exhibieron más del doble de probabilidades de no estar en la escuela
(17%) que aquellos en hogares biparentales (7%) (Centro de Estudios Justicia y Sociedad, 2020).
En efecto, las familias migrantes reportan algunas barreras a nivel institucional y administrativo
que les dificultan el acceso al sistema educativo. Por una parte, los niños, niñas y adolescentes
en situación migratoria tienen dificultades para acceder tanto a los registros escolares como de
nacimiento en sus países de origen y para validar sus estudios en Chile (Westh, Olsen e Irarrázaval,
2020; citado en Marcus et al., 2023). Por otra parte, al consultar a padres y madres extranjeros
sobre las principales razones por las que no matriculan a sus hijos o hijas en un establecimiento
educativo, señalan principalmente la falta de espacios escolares (64%) y la falta de documentación
o el tiempo insuficiente en Chile (14%) (Centro de Estudios Justicia y Sociedad, 2020).
En la actualidad, los y las estudiantes que logran acceder al sistema educativo con un Identificador
Provisorio Escolar (IPE) todavía no cuentan con iguales condiciones que los nacionales. En la
medida en que sus familias no tienen la situación migratoria regularizada, tampoco tienen acceso
a beneficios estatales que se asignan a partir del Registro Social de Hogares (RSH), instrumento
al cual no pueden ingresar los domicilios con jefes de hogar en situación migratoria irregular o
sin Rol Único Nacional (RUN). Dentro de esta categoría cabe, por ejemplo, la Subvención Escolar
Preferencial (SEP), la beca de alimentación de Junaeb y otros beneficios que entrega esta institución
(Centro de Estudios Justicia y Sociedad, 2020).
La Convención establece que los Estados parte deben desarrollar y adaptar sus cuerpos
normativos, políticas y programas para garantizar el ejercicio pleno de los derechos de niños,
niñas y adolescentes, de acuerdo con la etapa de desarrollo en la que se encuentran y sin
distinción de ningún tipo.
• Interés superior del niño: se comprende como una orientación para que toda medida o
decisión que se adopte con respecto a niños, niñas y adolescentes se sostenga en la realización
de todos sus derechos y en la consideración de lo que es mejor para su pleno desarrollo.
• Vida, supervivencia y desarrollo: este principio es esencial para la aplicación de la
Convención en su totalidad, y hace referencia a una visión holística del desarrollo de niños,
niñas y adolescentes, siendo fundamental que el contexto esté exento de barreras que
impidan que este desarrollo se logre al máximo de la potencialidad de cada uno.
• Derecho a ser oído: reconoce el derecho de todos los niños, niñas y adolescentes a formarse
un juicio propio, a expresar su opinión en todos los asuntos que les afecten, y a que su opinión
sea oída y considerada en los procesos correspondientes de toma de decisión.
Vale la pena notar que si bien del principio de no discriminación se desprende una orientación
hacia el desarrollo de acciones de carácter universal (es decir, para todos los niños, niñas y
adolescentes), puede implicar, al mismo tiempo, disponer acciones específicas, de carácter
afirmativo, hacia aquellas poblaciones de este grupo y sus familias que ven mayores obstáculos
para el ejercicio de sus derechos. Estas poblaciones se comprenden como grupos prioritarios y
pueden incluir, entre otros, a los niños, niñas y adolescentes en situación de movilidad humana.
Para estos grupos es fundamental el diseño e implementación de acciones diferenciadas,
orientadas hacia el logro de igualdad y equidad en el cumplimiento de sus derechos. En
relación con esto, el artículo 2 de la Convención señala que los Estados parte deben respetar
la totalidad de los artículos para todos los niños, niñas y adolescentes.
Adicionalmente, el artículo 22 determina que los Estados parte deben adoptar las medidas
adecuadas para que niños, niñas y adolescentes, que intentan obtener el estatuto de refugiado
o bien son considerados refugiados, reciban la protección y la asistencia humanitaria adecuadas
para el goce de todos los derechos que enuncia la Convención. En particular, estos Estados
deben cooperar con otros organismos intervinientes en la protección y ayuda a este grupo,
especialmente para localizar a sus padres, madres o cuidadores y obtener la información
necesaria para que se reúnan con sus familias.
En tanto, el artículo 35 indica que los Estados parte deben tomar todas las medidas de carácter
nacional, bilateral y multilateral necesarias para impedir el secuestro, la venta o la trata de niños
para cualquier fin o en cualquier forma.
En el artículo 45, el documento señala que los Estados que emplean a trabajadores en contexto
migratorio deberán aplicar políticas encaminadas a facilitar la integración de sus hijos e hijas en
el sistema escolar. Para esto, se especifica, se debe considerar tanto la enseñanza del idioma
local como la enseñanza de la lengua y cultura maternas de los niños y las niñas en contexto
migratorio (procurando la colaboración de los Estados de origen cuando proceda).
La primera de estas observaciones, llamada Observación general conjunta núm. 3 (2017) del
Comité de Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares,
y núm. 22 (2017) del Comité de los Derechos del Niño sobre los principios generales relativos
a los derechos humanos de los niños en el contexto de la migración internacional, establece
una profundización en relación con la aplicabilidad de los principios de la Convención sobre
los Derechos del Niño en contexto migratorio, además de una serie de medidas generales de
aplicación de ambas convenciones (Comité de los Derechos del Niño / Comité de Protección
de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares, 2017a).
Estas medidas señalan, en primer lugar, la importancia de que los Estados aseguren que los
niños, niñas y adolescentes sean tratados como tales, y no como adultos, en el contexto
migratorio internacional, respetando, protegiendo y haciendo efectivos sus derechos. También,
se insta a los Estados a que incorporen las distintas Convenciones (en particular, las dos a las
cuales se dirige esta observación conjunta) a sus marcos institucionales que se vinculan con
la inclusión de personas en situación migratoria (incluyendo normativa, políticas y programas),
considerando la situación de todo niño, niña y adolescente en el contexto de la migración
internacional. Los Estados deben asegurar, en función de esto, que las autoridades a cargo de
las instituciones incidentes cuenten con las competencias necesarias para adoptar definiciones
que afecten los derechos de este grupo en el contexto migratorio; y que se generen mecanismos
de análisis sistemáticos sobre los efectos que tiene la acción institucional sobre ellos.
Además, esta primera observación conjunta insta a los Estados parte a diseñar e implementar
políticas amplias e interinstitucionales, donde participen de manera coordinada los distintos
3 Las observaciones generales son documentos que publican los órganos expertos que supervisan la aplicación de las
convenciones para ayudar a interpretar y aplicar los derechos establecidos, particularmente con respecto a cuestiones a
las que los Estados parte debiesen prestar mayor atención
En tanto, la Observación general conjunta núm. 4 (2017) del Comité de Protección de los
Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares, y núm. 23 (2017) del
Comité de los Derechos del Niño sobre las obligaciones de los Estados relativas a los derechos
humanos de los niños en el contexto de la migración internacional en los países de origen,
tránsito, destino y retorno especifica las obligaciones jurídicas de los Estados parte de proteger
los derechos de los niños, niñas y adolescentes en el contexto de la migración internacional.
Esta profundiza en distintos derechos que los Estados están obligados a proteger, entre ellos,
el derecho a la educación. En este caso, la observación explicita, entre otras cosas, que todo
niño, niña o adolescente en situación migratoria debe tener pleno acceso a todos los niveles y
aspectos de la educación, desde la primera infancia a la formación profesional (entendiendo la
no obligatoriedad de esta última). Para esto, los Estados parte deben garantizar la igualdad de
acceso y la calidad de la educación para cada persona de este grupo, incluyendo aquellas en
situación migratoria, y de ser necesario, deben proveer programas de aprendizaje alternativos
para promover la continuidad de la trayectoria educativa de quienes estén en situación de
movilidad (Comité de los Derechos del Niño / Comité de Protección de los Derechos de Todos
los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares, 2017b).
Entre algunas de las medidas necesarias para dar cuenta de lo anterior, los Estados deben
reformar las prácticas y normas que puedan limitar la posibilidad de que niños, niñas y
adolescentes en situación migratoria (especialmente aquellos indocumentados) se matriculen
en el sistema educativo. Esto se debe hacer resguardando una efectiva separación entre el
sistema educativo y las autoridades migratorias, con el fin de proteger los datos de estudiantes
que puedan afectar negativamente su inclusión en el sistema educativo. También, los Estados
deben tomar las medidas que permitan el reconocimiento de los estudios de los niños, niñas
y adolescentes en sus países de procedencia.
Los Estados deben, en definitiva, propiciar el diálogo intercultural, prevenir acciones xenófobas
o discriminatorias en el contexto educativo, y promover la no discriminación, entre otras
acciones orientadas al ejercicio del derecho a la educación de niños, niñas y adolescentes en
situación de movilidad.
Esta segunda observación general conjunta también indica que los Estados deben eliminar
toda discriminación contra niños, niñas y adolescentes en situación migratoria, adoptando
todas las disposiciones necesarias para que estos grupos gocen del derecho a la educación.
Lo anterior puede implicar tomar medidas especiales para subgrupos en esta situación que
tengan barreras especiales para su incorporación, como aquellos que no dominen el lenguaje
del país de destino.
En relación con niños, niñas y adolescentes migrantes, si bien se valora la mejora en el acceso
de este grupo a los servicios sociales en general, el Comité manifestó diversas preocupaciones,
entre ellas la falta de garantías específicas en la Ley 21.325 de Migración y Extranjería para la
protección de derechos de la niñez y la adolescencia; la exclusión de los niños y las niñas en
situación migratoria de una serie de prestaciones, como las relacionadas con el Registro Social
de Hogares; la limitación que persiste en el acceso a servicios sociales educativos y de salud;
y las dificultades para el acceso efectivo a una nacionalidad; entre otros elementos.
El Comité formuló una serie de recomendaciones con respecto a modificaciones a la Ley 21.325,
con el objeto de considerar la situación de las familias, resguardar el acceso a prestaciones
y mejorar el proceso de toma de decisión en relación con las deportaciones. En primer lugar,
propone modificar la Ley de Migraciones, incorporando garantías relativas a los procesos de
entrada y ponderando las distintas necesidades de niños, niñas y adolescentes en situación
migratoria, todo en el marco del principio de no devolución. En segundo lugar, advierte acerca
de la necesidad de considerar que los niños y las niñas en esta situación tienen una familia, y
que las acciones del Estado que afectan a estas últimas también lo hacen a sus niños y niñas,
particularmente en los procedimientos de expulsión. En tercer lugar, sugiere adoptar medidas
que permitan a todos los niños, niñas y adolescentes en situación migratoria acceder a las
prestaciones vinculadas con el Registro Social de Hogares. En cuarto lugar, indica que la toma
de decisiones en materia de deportaciones debe examinar cada situación de manera individual,
a través de un debido proceso y considerando el interés superior de cada persona que integra
este grupo y su derecho a vivir en familia.
ii. El Comité conmina al Estado chileno a implementar de manera rápida y efectiva la Ley
21.430, sobre garantías y protección integral de los derechos de la niñez y adolescencia,
acompañándola de mecanismos de medición de impacto de aquellas medidas y políticas
que afectan a niños, niñas y adolescentes.
La Declaración Mundial sobre Educación para Todos (UNESCO, 1990), que refiere a la Conferencia
de Jomtien, contó con la adhesión conjunta de representantes de 155 Estados (autoridades y
especialistas de la educación), además de representantes de organismos intergubernamentales y
de cerca de 150 organizaciones no gubernamentales. De esta manera, el documento representa
un consenso amplio sobre los desafíos y compromisos necesarios para, en este caso particular,
la educación básica. Se estructura en torno a 10 artículos y un marco de acción, definiendo como
objetivo general el satisfacer las necesidades básicas de aprendizaje de todos los niños, jóvenes
y adultos, y estableciendo directrices para que los países definan objetivos intermedios, que se
puedan operacionalizar y medir.
Además, propone seis dimensiones en torno a las cuales organizar los objetivos específicos y las
metas: i) expansión de la asistencia y de las actividades de desarrollo de la primera infancia, incluidas
las intervenciones de la familia y de la comunidad; ii) acceso universal a la educación primaria; iii)
mejora de los resultados académicos; iv) reducción de la tasa de analfabetismo de los adultos; v)
ampliación de los servicios de educación básica y capacitaciones en competencias necesarias para
los jóvenes y adultos; y vi) aumento de la adquisición, por parte de los individuos y las familias,
de los conocimientos, las capacidades y los valores necesarios para vivir mejor. Otorga, además,
pautas de acción, una propuesta de acciones prioritarias tanto para el plano nacional como regional
y mundial, y de calendario para la década de 1990.
El documento está inspirado por el principio de integración y por el horizonte de conseguir una
escuela para todos y todas. Reconoce, en particular, que todos los niños y las niñas tienen el
derecho fundamental a la educación y deben tener la oportunidad de contar con un nivel aceptable
de conocimientos; que cada niño y niña tiene características, intereses, capacidades y necesidades
de aprendizaje propios; que los sistemas educativos deben ser diseñados para que respondan a
estas diferentes características y necesidades; y que las personas con necesidades educativas
especiales deben tener acceso a las escuelas regulares, como los demás niños, siendo sus
necesidades satisfechas por estos centros educativos.
Por otra parte, el Marco de Acción de Dakar (UNESCO, 2000) se basa en la evaluación realizada
a la Declaración Mundial sobre Educación para Todos (UNESCO, 1990), consultando una serie de
reportes regionales realizados por distintos grupos de países participantes de aquella primera
declaración. A partir de estas evaluaciones, se propone el marco de acción.
Junto con aludir a los logros y avances realizados en el marco de los compromisos de 1990, el Marco
de Acción de Dakar define una serie de compromisos de los países participantes en vista de serios
desafíos que las distintas evaluaciones indican, entre los cuales están promover un compromiso
político nacional e internacional por una educación inclusiva para todos y todas, elaborando planes
nacionales de acción y aumentando la inversión en educación básica; crear sistemas de buen
gobierno y gestión de la educación eficaces, que rindan cuentas y promuevan la participación; aplicar
estrategias integradas para lograr la igualdad de género en materia educacional; crear entornos
educativos seguros, sanos, integrados y dotados de recursos distribuidos equitativamente para
favorecer el aprendizaje de todos y todas; mejorar la condición social, la disposición y la competencia
profesional de los docentes; incorporar las nuevas tecnologías de la información y la comunicación
para contribuir al logro de los objetivos planteados; y supervisar los avances realizados en el plano
nacional, regional e internacional.
Por último, la Declaración de Incheon (UNESCO, 2015) propone una nueva visión de la educación
con miras a 2030. Esta visión se articula con el ODS 4 de la Agenda 2030 de Naciones Unidas,
referido a “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, y promover oportunidades de
aprendizaje durante toda la vida para todos”, y sus metas correspondientes, que tienen, además, el
mismo horizonte temporal.
El marco de acción que se propone contiene, en primer lugar, una serie de principios provenientes
de instrumentos internacionales, incluida la Declaración Universal de Derechos Humanos, la
Convención relativa a la Lucha contra las Discriminaciones en la Esfera de la Enseñanza, y la
Convención sobre los Derechos del Niño, entre otros. Estos principios indican que la educación
es un derecho humano fundamental y un derecho habilitador, que la educación es un bien público,
cuyo principal garante es el Estado y que la igualdad de género está estrechamente relacionada con
el derecho a la educación para todos y todas.
En tanto, el objetivo global del marco de acción es “garantizar una educación inclusiva y equitativa de
calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos”, es decir, asume como propio,
de manera literal, el mencionado ODS 4. Se definen también objetivos estratégicos más concretos, que
son fortalecer las políticas, los planes, las legislaciones y los sistemas educativos; poner de relieve la
equidad, la inclusión y la igualdad de género; centrarse en la calidad de la educación y en el aprendizaje;
promover el aprendizaje a lo largo de la vida; y ocuparse de la educación en situaciones de emergencia.
Finalmente, contempla tanto metas como estrategias indicadoras que contribuyen de manera directa
al objetivo global y que permiten ir realizando mediciones de los avances para su consecución.
El Decreto Exento núm. 2.169 del Ministerio de Educación que aprueba el Reglamento de
Evaluación y Promoción Escolar para Educación Básica y Media de Adultos (2007) dispone, en
su artículo 3, flexibilizar los mecanismos de evaluación para permitir la inclusión de distintos
grupos de estudiantes que tengan estas necesidades educativas especiales, por ejemplo,
adultos en situación migratoria, en particular aquellos que no hablen el idioma.
La Ley 20.370 de 2009, que establece la Ley General de Educación, otorga un marco normativo
general para el sistema educativo chileno en sus distintos niveles. En su artículo 2 define la
educación como un proceso de aprendizaje permanente e integral, en el sentido de que busca
el desarrollo espiritual, ético, moral, afectivo, intelectual, artístico y físico de las personas.
El mismo artículo señala que la educación se enmarca en el respeto y la valoración de los
derechos humanos, en la diversidad multicultural y la paz, y además en el resguardo de la
identidad nacional y la participación tolerante, solidaria y democrática en la comunidad, entre
otros marcos valóricos.
En su artículo 3, la Ley General de Educación indica que el sistema educativo chileno se basa
en los derechos garantizados en la Constitución, así como en los tratados internacionales
ratificados por Chile, como los abordados en el apartado anterior. Además, establece una serie
de principios, entre los cuales destacan la universalidad, en tanto la educación debe estar
al alcance de todas las personas de manera permanente; la equidad, pues el sistema debe
otorgar las mismas oportunidades de recibir una educación de calidad a todas y todos los
estudiantes, atendiendo de manera especial a aquellos que requieren apoyos especiales; la
En relación con algunas definiciones más específicas que hace la mencionada Ley General
de Educación, se sostiene, en su artículo 4, que es deber del Estado velar por la inclusión
educativa y la igualdad de oportunidades, reduciendo las desigualdades que se deban a
circunstancias económicas, sociales, étnicas, de género o territoriales. En su artículo 10,
en tanto, se establece que los y las estudiantes tienen derecho a estudiar en un ambiente
tolerante y de respeto, debiendo tener libertad personal y de conciencia, respetándose sus
convicciones religiosas, ideológicas y culturales, entre otras.
La Ley 20.430 de 2010, que establece disposiciones sobre protección de refugiados, define,
en su artículo 13, los derechos de las personas refugiadas y de las personas solicitantes de
la condición de refugiado. En primer lugar, establece que gozan de todas las libertades y los
derechos reconocidos en la Constitución Política de la República, de las leyes y los reglamentos,
así como también de aquellos contenidos en los instrumentos internacionales de derechos
humanos y sobre refugiados de los que Chile es parte. Las personas refugiadas y sus familias,
señala el mismo artículo, tendrán derecho a la salud, la educación, la vivienda y el trabajo.
La Ley 20.507 de 2011, que tipifica los delitos de tráfico ilícito de migrantes y trata de personas,
introduce modificaciones al Código Penal chileno para establecer penas para las personas que
faciliten o promuevan la entrada ilegal al país de una persona extranjera.
La Ley 20.609, promulgada en 2012, establece medidas contra la discriminación y señala que
debe prestarse especial atención a la discriminación arbitraria fundada en motivos de raza
o etnia, nacionalidad, situación socioeconómica, idioma, ideología, opinión política, religión,
sexo, orientación sexual y apariencia personal, entre otros aspectos, estableciendo además las
acciones judiciales que pueden interponer los afectados por estas conductas discriminatorias.
El concepto de discriminación arbitraria es definido, en su artículo 2, como cualquier distinción,
exclusión o restricción sin justificación razonable, sea realizada por el Estado o por particulares,
que prive o amenace el ejercicio legítimo de los derechos establecidos en la Constitución o en
los tratados internacionales sobre derechos humanos ratificados por Chile.
La Ley 20.845 de Inclusión, promulgada en 2015, indica, en su artículo 1 letra k, que el sistema
educativo debe propender a eliminar todas las formas de discriminación arbitraria, permitiendo
el aprendizaje y la participación de cada estudiante. Los establecimientos educacionales deben
ser un lugar de encuentro entre personas de diferente situación socioeconómica, etnia, género,
nacionalidad y religión, entre otros. El mismo artículo, en su letra f, sostiene que el sistema se
debe basar en la diversidad, entendiendo por esto tanto la diversidad de procesos y proyectos
educativos institucionales como la diversidad cultural, religiosa y social de cada estudiante y
sus familias.
Por su parte, la Ley 21.430 sobre garantías y protección integral de los derechos de la niñez
y adolescencia, promulgada en 2022, o Ley de Garantías de la Niñez, es una normativa
especialmente relevante entre las publicadas de manera posterior a la Política 2018-2022.
Desde UNICEF4, se interpreta que la aprobación de esta ley abre la posibilidad de prevenir,
promover, proteger, garantizar y reparar amenazas y/o vulneraciones de derechos, respetando
las necesidades de desarrollo de la niñez y adolescencia en sus distintas etapas, a nivel nacional
y territorial. En su artículo 1 dispone la creación del Sistema de Garantías y Protección Integral
de los Derechos de la Niñez y Adolescencia, que incluye las disposiciones de la normativa
nacional e internacional, relativas a la garantía y protección integral de los derechos de los
niños, niñas y adolescentes, incluyendo la Constitución Política de la República, la Convención
sobre los Derechos del Niño y los demás tratados internacionales ratificados por Chile. Este
Sistema deberá integrar y articular las políticas, instituciones y normas destinadas a respetar,
promover y proteger el desarrollo integral, y los derechos de los niños, niñas y adolescentes,
indicando además los deberes del Estado.
4 UNICEF. (20 de enero de 2022). UNICEF felicita y celebra aprobación en el Congreso de la Ley de Garantías de la Niñez.
https://uni.cf/44vQY3Q.
La Circular busca resguardar los principios de no discriminación e igualdad de trato en todos los
aspectos del proceso educativo, promoviendo y entregando orientaciones concretas para que
todas las comunidades educativas adopten medidas que permitan cumplir con la normativa,
asegurando un trato igualitario, y garantizando espacios inclusivos para los y las estudiantes.
A este respecto, especifica todos aquellos motivos de discriminación que se prohíben en el
espacio educativo, contemplando entre ellos la nacionalidad y el estatus migratorio.
En virtud de la firma y ratificación de la Convención sobre los Derechos del Niño en 1990,
el Estado de Chile asume la responsabilidad de generar las condiciones para garantizar los
derechos para los niños, niñas y adolescentes que viven en el territorio nacional. Con esto, se
abre un nuevo paradigma para la consideración de la infancia y la adolescencia como individuos
titulares de garantía de derechos, y se cuenta con un marco referencial eje para la acción de
instituciones del Estado y de la sociedad civil relacionadas tanto con la infancia como con
la adolescencia. La ratificación de la Convención abrió espacio para la inclusión del enfoque
de derechos de los niños, niñas y adolescentes en la agenda pública, no solo forjando un
marco ético y político de compromiso con la infancia y sus derechos, sino también aportando
herramientas jurídicas para comprometer a los Estados parte en la generación progresiva de
las condiciones para que todos los niños, niñas y adolescentes encuentren las condiciones
para desarrollarse al máximo de sus posibilidades.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible se basan en los Objetivos de Desarrollo del Milenio
y en los Objetivos de la Educación para Todos (EPT), movimiento mundial para garantizar una
educación básica de calidad para todos los niños, niñas, jóvenes y adultos. En particular, el
ODS 4, mencionado más arriba, interpela a los países a “garantizar una educación inclusiva y
equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”
(UNESCO, 2017a, p. 12).
Con el objetivo de avanzar hacia el ODS 4 y sus metas específicas, la comunidad educativa
mundial ha adoptado el Marco de Acción Educación 2030, donde se destaca la necesidad de
Un sistema educativo que busque garantizar el derecho a la educación de todas las personas
debe estar diseñado en función de la inclusión y la equidad. En este contexto, la inclusión se
puede entender como un proceso que ayuda a superar los obstáculos que limitan la presencia, la
participación y los logros de cada estudiante (UNESCO, 2017a). Este proceso se vive cuando las
comunidades educativas se constituyen como espacios de aprendizaje, encuentro, participación
y reconocimiento de la diversidad de quienes las integran, donde se construyen y enriquecen
las prácticas pedagógicas a partir de las diferencias y particularidades de los y las estudiantes,
favoreciendo que todos puedan desarrollar una trayectoria educativa relevante, pertinente y de
calidad (Mineduc, 2016). Por su parte, la equidad puede ser comprendida como la capacidad del
sistema para asegurar que exista una preocupación por la justicia, de manera que la educación
de cada estudiante se considere de igual importancia (UNESCO, 2017a).
A partir de esto, UNESCO (2017a) afirma que la incorporación de los principios de equidad e
inclusión en la política educativa implica las siguientes acciones:
• Valorar la presencia, la participación y los logros de cada estudiante, independientemente de
su contexto y sus características personales.
• Reconocer los beneficios de la diversidad de los y las estudiantes, y cómo vivir con las
diferencias y aprender de ellas.
• Recopilar, cotejar y evaluar evidencias sobre las barreras al acceso de los niños y de las
niñas a la educación, a la participación y a los logros, prestando especial atención a los y
las estudiantes que pueden estar más expuestos al fracaso, la marginación o la exclusión.
• Alcanzar un entendimiento común de que los sistemas educativos más incluyentes y
equitativos tienen el potencial de promover la igualdad de género, reducir las desigualdades,
desarrollar las capacidades de los docentes y del sistema, y fomentar los entornos de
Si bien la literatura señala la posibilidad de una vinculación virtuosa y constructiva entre culturas,
se puede dar, inversamente, una relación de diferenciación y disputa entre ellas, protegiendo
la identificación cultural autónoma. Uno de los posibles escenarios de esta voluntad de
diferenciación es la escuela, en tanto institución social de construcción y reproducción de
valores, actitudes e identidades (Walsh, 2009). En este sentido, hay que poner atención al
rol normalizador que puede cumplir la educación, como espacio de transmisión de valores
sociales vinculados con ideales de normalidad, generación de estereotipos y, finalmente, de
experiencias discriminatorias (Díaz y Drurker, 2007).
Si bien han existido avances en dicho sentido, por ejemplo, en las Orientaciones técnicas para
la inclusión educativa de estudiantes migrantes, o en la propia Política Nacional de Estudiantes
Extranjeros 2018-2022, existe un amplio espacio de avance hacia escuelas inclusivas desde
esferas pedagógicas, administrativas, culturales, de convivencia escolar y derechos humanos
(Linares et al., 2018). En particular, se requiere avanzar en la construcción de herramientas
que ayuden a organizar las intervenciones educativas con miras a facilitar la plena inclusión de
estudiantes en situación migratoria, junto con medidas educativas que permitan a las escuelas
garantizar el éxito escolar y la igualdad de condiciones para todos sus estudiantes, cualquiera
sea su origen (Jiménez et al., 2017).
Retomando la definición de interculturalidad señalada, para avanzar hacia escuelas donde exista
un diálogo horizontal y con ello se puedan transformar las formas excluyentes de relación entre
grupos culturales, quedan distintos desafíos por abordar en el ámbito educativo. Por una parte,
el currículum mantiene contenidos estáticos de la educación tradicional, que no se orientan a
También se encuentran desafíos asociados a las condiciones necesarias para que niños, niñas,
adolescentes en situación migratoria y sus familias puedan hacerse parte de la dinámica de
aprendizaje. Sumado a que vienen de otras culturas, a que muchos de ellos tienen una lengua
materna distinta y a que han aprendido desde otros marcos curriculares, muchas veces han
experimentado procesos migratorios difíciles y han tenido que adaptarse a un nuevo entorno,
requiriendo redefinir redes de apoyo, teniendo que sumarse a nuevas comunidades barriales,
etcétera. Junto a ello están las barreras administrativas, producto de la dificultad que muchas
veces encuentran las familias para regularizar su situación migratoria, y para acceder y
mantenerse en el sistema educativo.
Como contexto general, es importante señalar que los países de América Latina y El Caribe
se caracterizan por tener múltiples desigualdades económicas y sociales que conspiran contra
su desarrollo sostenible, y que se vinculan con condiciones sociales segmentadas por grupo
social, que definen, entre otras cosas, el acceso a la educación, la salud, el trabajo, la seguridad
y la habitabilidad. Esta desigualdad también define la segregación territorial, la distribución de
capacidades, la dotación de infraestructura y, en general, la calidad de vida de las personas
según estas variables (CEPAL, 2018).
Estos elementos deben considerarse en el diseño de las políticas sociales para poder prefigurar
sus alcances y limitaciones en caso de que se diseñen de manera sectorial. En efecto, las
necesidades de ciertos grupos de la población son multidimensionales y requieren, por lo
tanto, de la concurrencia de distintos sectores de la política social. Estos deben efectuar un
esfuerzo coordinado, de manera de asegurar estadios de seguridad social fundamentales para
el desarrollo integral de las personas (Cunill-Grau, 2014).
En línea con lo anterior, a partir de una revisión de la literatura, UNESCO (2022) identifica una serie
de barreras y desafíos a la inclusión educativa propios de las personas en situación de movilidad.
Dentro de estos elementos, se destacan los siguientes:
Los contenidos del marco de acción consolidan una serie de aprendizajes recabados a lo largo de la
última década de trabajo entre la UNESCO y los ministerios de Educación de la región de América
Latina y el Caribe, y sus propuestas han sido piloteadas en diferentes procesos de fortalecimiento
de capacidades implementadas durante los últimos años. Su marco conceptual ha servido de base
para el análisis de situación del sistema educativo en Colombia, Perú y Chile (UNESCO, 2022).
El Marco está compuesto por tres niveles conceptuales que van de menor a mayor profundidad
y desagregación. Un primer nivel está compuesto por las cinco dimensiones del derecho a la
educación. Un segundo nivel contiene las 21 áreas clave de cada dimensión para la planeación
de políticas y respuestas. Y un tercer nivel comprende los 49 campos de acción de las políticas
y respuestas. Los tres niveles interrelacionados ofrecen un espectro múltiple e interconectado de
dimensiones, áreas y campos a considerar en las políticas y respuestas.
El primer nivel del marco contiene cinco dimensiones que establecen que la educación debe ser
y estar:
i. Disponible: implica la obligación de los gobiernos de garantizar la existencia de instituciones,
recursos físicos, instalaciones, personal y programas educativos necesarios.
iv. Adaptable: alude a la exigencia de que los sistemas sean flexibles y capaces de responder
a las necesidades de los y las estudiantes en diversos ambientes, tanto sociales
como culturales.
v. Responsable: remite a la transparencia, veeduría social y participación por cada una de las
acciones y políticas públicas.
En cuanto a su estructura y organización de contenidos, la Política cuenta con nueve capítulos, en los
cuales se ofrece una visión panorámica del contexto, tanto relativo a la migración en Chile como al
sistema educativo nacional; se presentan las principales necesidades y demandas al sistema educativo
para la inclusión de estudiantes extranjeros; se ofrece un diagnóstico de la situación de estudiantes
extranjeros en el país; y se describe tanto el proceso de construcción de la Política Nacional de
Estudiantes Extranjeros como el marco de referencia nacional e internacional que sustenta el trabajo.
Finalmente, el documento presenta las definiciones metodológicas para la gestión de la Política
Nacional de Estudiantes Extranjeros en el sistema educativo y los desafíos para su implementación.
La Política define tres áreas de acción que agrupan sus objetivos específicos, las que se abordarán
a continuación.
5 Tanto estos objetivos específicos como los correspondientes a las otras áreas se citan textualmente desde la Política.
2a. Promover una convivencia escolar que valore la diversidad e integre colaborativamente a
estudiantes extranjeros y sus familias.
2b. Entregar orientaciones técnico-pedagógicas que permitan avanzar hacia una formación
integral, que aborde las necesidades de este grupo de especial protección a lo largo de la
trayectoria educativa.
Por último, el área de vinculación territorial para el diseño de política educativa alude tanto
a los mecanismos que existen para transmitir las definiciones de políticas a las comunidades
educativas, organizaciones, estudiantes, funcionarios públicos y ciudadanía en general, como a
la generación de instancias que permitan nutrir la definición de políticas educativas a partir de
insumos desde dichos actores. Los objetivos en este ámbito son:
3c. Recopilar y difundir tanto datos como aprendizajes de las redes que funcionen en cada
territorio en torno a los temas de migración, refugio e interculturalidad.
Además de las definiciones que ofrece el documento de la Política, el Mineduc despliega una
serie de herramientas concretas, de distinto tipo, que están disponibles para su revisión y uso,
a modo de un banco de materiales para las comunidades educativas y el sistema educacional
en su conjunto. Todo este material se relaciona con la educación inclusiva, y una porción
importante específicamente con la inclusión de estudiantes en situación migratoria. Se trata de
material de diverso tipo y alcance. Por ejemplo, se encuentran herramientas conceptuales para
la educación inclusiva; orientaciones generales y recomendaciones al sistema educativo para
la inclusión de estudiantes; estrategias para la inclusión desde la diversidad cultural; trípticos
y materiales informativos (por ejemplo, para postular a establecimientos mediante el Sistema
de Admisión Escolar o con información con respecto al Identificador Provisorio Escolar); y
guías de trabajo (por ejemplo, para prevenir y detectar víctimas de trata de personas en el
contexto educativo).
En segundo lugar, se realizó una revisión crítica de los logros y desafíos pendientes de la Política,
considerando tanto la consecución de sus objetivos como sus metas pendientes, además de
elementos de forma y profundidad, en términos de su capacidad de constituirse como una guía
práctica en su ámbito para los distintos actores del sistema educacional.
Para informar y complementar este análisis crítico se desarrollaron entrevistas a actores clave del
Ministerio de Educación y de organizaciones de la sociedad civil que estuvieron involucradas en el
diseño y/o implementación de acciones relacionadas con la Política.
El análisis crítico de la Política se operacionaliza estableciendo las siguientes dimensiones:
• Pertinencia: pertinencia de la Política con respecto a los desafíos y las necesidades
particulares del contexto social e histórico en el que se diseña e implementa.
• Diseño: profundidad, pertinencia y suficiencia de la estructura y los contenidos de la Política,
en cuanto a su conceptualización, definiciones y líneas de acción.
• Gobernanza: claridad y factibilidad de los roles y las funciones de instituciones y actores
definidos por la Política para el logro de sus objetivos, considerando las articulaciones
intersectoriales necesarias para esto.
• Implementación: evaluación del logro de las acciones propuestas por la Política y sus
estrategias de socialización e involucramiento de los actores ejecutores.
Una manifestación clara de dicha gestión fue la creación del Identificador Provisorio Escolar
en 2020, número único que otorga el Mineduc a niños, niñas y adolescentes en situación
migratoria en edad escolar que no cuenten con Rol Único Nacional (RUN) y que deseen
incorporarse al sistema escolar chileno.
La decisión de abordar un grupo social en una política pública específica podría resultar
disonante con la lógica de una educación inclusiva para cada estudiante que se ha instalado
en Chile en la última década, especialmente bajo el amparo de la Ley 20.845. Por esto, es
clave justificar claramente la Política ante los actores políticos y de la sociedad civil como
un instrumento necesario y complementario a las estructuras ya dispuestas en el sistema
educativo para la inclusión de cada estudiante, apelando a las necesidades de un grupo
social que, de lo contrario, vería mermados sus derechos de acceso a la educación. Como
se ha expuesto en las secciones anteriores, niños, niñas y adolescentes en movilidad
sufren diferencias significativas en el acceso a derechos, enfrentan normas que restringen
el acceso a estos últimos y situaciones muy particulares, como las diferencias en el idioma
y la falta de documentos oficiales.
El deber del Estado de garantizar los derechos de niños, niñas y adolescentes en movilidad,
y los de sus familias, incluyendo el derecho a la educación, debe sostenerse frente a una
situación de emergencia o crisis. Sin embargo, la Política no contempla un área de gestión
u objetivo orientado a la preparación y la respuesta a situaciones de emergencia asociadas
al fenómeno migratorio, es decir, referidas a instalar un sistema capaz de dar respuestas
transitorias y particulares tanto frente a las necesidades como a las posibles vulneraciones
de derechos de una población en situación de movilidad. La Política, por tanto, se circunscribe
a la necesidad general de inclusión de estudiantes en situación migratoria, sin especificar
un eventual contexto de emergencia frente al cual se debe dar una respuesta inmediata, en
paralelo a acciones de mediano y largo plazo.
Se entiende que esta primera versión de la Política fue un ejercicio inicial para lograr relevar
la necesidad de fortalecer las acciones estatales en materia de inclusión de los y las
estudiantes en situación migratoria en el sistema educativo. Tras este primer impulso, queda
ahora el desafío de profundizar y especificar los contenidos de la Política, con miras a su
utilidad y aplicabilidad. En concreto, es necesario elaborar objetivos específicos que delimiten
acciones, roles y funciones que hablen directamente a los distintos sectores intervinientes
en el sistema educativo y en la inclusión de estudiantes en situación migratoria.
Además, se considera necesario analizar las normativas técnicas y los reglamentos asociados
al acceso y a la permanencia que sean pertinentes en todos los niveles de la trayectoria
educativa, asegurando que situaciones como la falta de regularización o la condición de
ciudadano extranjero no sean excluyentes al momento de acceder a derechos y beneficios
asociados a personas con nacionalidad chilena o con situación regular en el país. En este
sentido, no solo bastaría con asegurar el acceso a la educación (el cual ya ha sido resuelto
en buena medida para la educación básica con la creación del IPE), sino también considerar
la necesidad de acceder a beneficios que fomenten la permanencia dentro del sistema,
especialmente teniendo en cuenta las barreras de origen material (principalmente la situación
de precariedad económica) que posiblemente se asocien a la trayectoria de personas y
núcleos familiares en situación de movilidad. Dentro de estas barreras institucionales se
mencionan, por ejemplo, la dificultad de acceso en educación básica y media a los beneficios
asociados a la Subvención Escolar Preferencial por la ausencia de la documentación oficial
requerida, o el bajo acceso e interrupción de la trayectoria educativa en educación superior
dadas las limitadas fuentes de apoyo al financiamiento disponibles (principalmente la Beca
Juan Gómez Millas para estudiantes extranjeros, que solo cuenta con 150 cupos) o las
limitaciones administrativas para el reconocimiento de estudios previos.
Sumado a lo anterior, si bien el IPE viene a apoyar de manera importante el acceso al sistema
educativo de estudiantes en situación migratoria sin RUN, esta medida implica una serie de
dificultades en el seguimiento que se puede hacer desde el nivel central de la trayectoria
de los y las estudiantes. Por una parte, se observa que a cada estudiante le es asignado un
IPE cada vez que se matricula en un establecimiento educativo, lo que implica que pueden
generar datos duplicados al momento de cambiar de establecimiento, perdiendo también el
La nueva versión de la Política debiera poder dar continuidad y mayor desarrollo a las
modalidades de colaboración ya definidas, buscando establecer nuevas instancias para
favorecer un trabajo coordinado desde el Estado para el abordaje del complejo fenómeno
de la migración y del trabajo con la población en situación migratoria. Para desarrollar
esta coordinación intersectorial es recomendable que los distintos sectores definan
colaborativamente los objetivos y las metas comunes, de manera que se dote de sentido a
las labores que le competen a cada sector. Así, los actores deben comprender por qué hacen
lo que hacen y deben entender que esta labor les es propia, en tanto tributa a objetivos que
les competen (si bien son compartidos con otras instituciones).
• Se identifica la falta de una mención explícita al rol de los sostenedores en las líneas de
acción de la Política, en especial considerando que cumplen una función fundamental
en su implementación
El liderazgo educativo de los sostenedores y los servicios locales de educación se considera
fundamental en el funcionamiento y la mejora continua del sistema educativo a nivel local. Es
por esto que llama la atención la ausencia de una mención explícita al rol del sostenedor en
las líneas de acción de la Política, considerando que se trata de uno que tiene una relevancia
central en articular las necesidades particulares de un territorio con los lineamientos desde
el nivel central, algo de especial importancia en un contexto en el cual las necesidades de
personas en situación de movilidad se distribuyen de distinta manera a lo largo del país.
Así, una nueva versión de la Política debiera profundizar en el rol que tienen los actores
de la comunidad escolar en el logro de la inclusión de estudiantes en situación migratoria,
siguiendo una lógica de liderazgo educativo distribuido. Dicha profundización puede
materializarse en establecer funciones específicas al interior de los establecimientos,
la provisión de orientaciones técnicas asociadas a esas funciones y la generación de
instancias interestamentales (involucrando a Centros de Estudiantes y Apoderados) para el
logro de estrategias comprehensivas y locales para la inclusión de estudiantes en situación
de movilidad.
Por una parte, se observa que la Política logra un avance importante en materia de articulación
institucional en torno a la inclusión de estudiantes en situación migratoria, sin embargo, se
identifica una debilidad en la consecución de los objetivos relacionados con el fortalecimiento
de la gestión escolar y la vinculación territorial, viéndose limitados progresos en términos
de orientaciones, formación o lineamientos dirigidos a las comunidades y los territorios para
generar mejoras en la materia. La nueva versión de la Política tendrá como desafío el logro
de acciones concretas para estimular el desarrollo de todas las líneas de acción, utilizando
los avances en la articulación institucional como una plataforma sobre la cual construir los
diálogos necesarios para el progreso en el resto de las líneas de acción.
Como se ha observado, el Mineduc pone a disposición de los distintos actores del sistema
educativo y de las comunidades material diverso, útil y concreto para trabajar en la educación
inclusiva, en especial de estudiantes en situación migratoria. Ahora bien, no se identifica, de
acuerdo con la información levantada, una vinculación explícita que permita comprender estas
herramientas como una proyección de la Política, pensadas y desarrolladas para concretizar
sus preceptos.
i. Desarrollar un Plan de Acción y orientaciones para los diversos actores educativos, con el
objeto de favorecer la articulación, la implementación y el monitoreo: la Política Nacional
de Estudiantes Extranjeros 2018-2022 incorpora, como se ha visto, una serie de definiciones
que constituyen sus principales contenidos. Así, no solo se especifica su objetivo general, sino
también las áreas de gestión y los objetivos específicos por área. Se estima necesario que para
la actualización de la Política se avance en desarrollar con mayor profundidad y especificidad las
“áreas de gestión” (tal como son llamadas en la Política actualmente) propuestas, como también
en establecer definiciones más concretas y generar, con ella, nuevos documentos y materiales
anexos que favorezcan su implementación y uso. Incluso, la propia Política puede indicar la
necesidad de profundizar en el desarrollo de otros procesos que aseguren que se implemente con
eficacia. Especialmente, se identifican dos acciones necesarias. En primer lugar, que la Política se
acompañe de un Plan de Acción, que articule la participación de los distintos actores, sus roles
y funciones, y los sistemas de seguimiento y monitoreo para que estas acciones se cumplan. Un
Plan de Acción de este tipo debe definir líneas de acción, objetivos estratégicos, metas y actores
involucrados en ellas. En segundo lugar, se considera importante seguir avanzando en generar
orientaciones para los distintos actores, en especial para sostenedores y establecimientos
educacionales que permitan dar bajadas más concretas y específicas a las definiciones que se
hacen en la Política en su contexto de acción. Estas y otras posibles definiciones se pueden
anunciar en la Política, pero se deben desarrollar de manera separada, y además requieren de un
presupuesto para su ejecución y de eventuales acciones formativas para los distintos actores, de
manera que puedan cumplir con las funciones que se les asignan.
iii. Fortalecer la articulación intersectorial, así como con otros instrumentos relacionados
como la Política Nacional de Migración y Extranjería, y la Política Nacional de Niñez
y Adolescencia: si bien no se trata de una Política estrictamente intersectorial, sí requiere
del compromiso de otros sectores para su éxito. En este sentido, se recomienda asegurar
un compromiso intersectorial, especialmente con el Ministerio del Interior y el Ministerio
de Desarrollo Social y Familia, definiendo roles y funciones específicas en el marco de sus
competencias, pero que aseguren el cumplimiento de las disposiciones de la Política Nacional
de Estudiantes Extranjeros.
iv. Desarrollar una línea de acción destinada a dar respuestas transitorias e inmediatas para
garantizar el derecho a educación a poblaciones en contexto de emergencia humanitaria y
en situación de movilidad, instalando la institucionalidad necesaria para garantizar el acceso a
la educación. Dicha institucionalidad debe considerar la conformación de instancias sistemáticas
de colaboración intersectorial para dar respuestas comprehensivas a las situaciones de
emergencia por concepto de migración, abriendo la disponibilidad de modalidades educativas
que puedan adaptarse a las necesidades y condiciones específicas de dichas poblaciones en
situación de movilidad en los distintos territorios del país.
Se recomienda tomar como referencia marcos internacionales como las Normas mínimas
para la educación en situaciones de emergencia de la Red Interagencial para la Educación
en Situaciones de Emergencia (UNHCR, 2023), que ofrecen directrices útiles para la creación
de espacios de aprendizaje temporales, seguros y accesibles, e instalaciones de agua,
saneamiento e higiene adecuadas para cada edad. Además, se sugieren las entradas del
Manual de Emergencias del ACNUR “Energía y medioambiente en campamentos”, “El agua, el
saneamiento y la higiene en campamentos”, “Emplazamientos seguros” y “Normas aplicables
a la planificación de campamentos (asentamientos planificados)” (ACNUR, 2000), con el fin
de planificar el acceso a la educación con el debido aseguramiento de condiciones mínimas
de habitabilidad.
vi. Relevar el rol de las organizaciones de la sociedad civil como aliados del Estado,
institucionalizando lazos colaborativos y dando espacio al despliegue de su experticia y
conocimiento local para informar las acciones asociadas a la Política: de esta manera, se
busca relevar la experiencia que tienen estas organizaciones en el trabajo directo con la población
migrante y en situación de movilidad, teniendo claridad sobre las necesidades contingentes de
esta población, información que puede resultar clave en el diseño de soluciones específicas.
En la Política, dicho rol se podría ver declarado mediante objetivos específicos asociados a
la institucionalización de espacios colaborativos en las líneas de acción relacionadas con la
articulación institucional y/o la vinculación territorial.
vii. Definir un nuevo período de vigencia de la Política que no esté asociado con un período de
gobierno, separando así la implementación de la Política de una gestión de un gobierno
en particular: se espera que esta medida impulse la iniciativa como una política de Estado
más que como una política de gobierno, fomentando la transversalidad y el manejo técnico
de sus acciones. A su vez, se trata de que este período sea lo suficientemente amplio para
implementar y evaluar las acciones que se definan, considerando evaluaciones intermedias,
idealmente de manera semestral o anual.
ix. Por último, se recomienda evaluar la pertinencia y las implicancias del concepto
extranjero a la base de la Política: se trata de asentar una terminología que pondere al menos
tres variables: que tenga resonancia con los distintos actores del sistema educativo, que sea
coherente con los marcos conceptuales priorizados al interior del Ministerio de Educación y
que sea operativa en relación con los otros marcos regulatorios nacionales e internacionales a
los cuales suscribe el Ministerio. De mantenerse el concepto extranjero, o de adoptarse una
nueva terminología, dicha definición debe estar debidamente justificada en el documento para
entender el razonamiento que existe tras su elección.
2.2. Acceso
iv. Incorporar un área de gestión o un objetivo dentro de la Política destinado a revisar el
marco institucional existente, con el fin de abordar posibles barreras institucionales
para el acceso y la permanencia de personas en situación migratoria en el sistema, y
avanzar en la coherencia de todos los instrumentos en relación con los objetivos de
la Política: se hace necesario realizar una revisión de los reglamentos y procedimientos
para el acceso a la educación y a los beneficios asociados a los distintos niveles educativos
que promueven la permanencia de estudiantes en el sistema, buscando resolver posibles
tensiones de la institucionalidad actual y evitando las exclusiones de iure y de facto que
presenta. Esto incluye los siguientes aspectos:
2.3. Aceptabilidad
vi. Justificar claramente la Política de Estudiantes Extranjeros ante los actores políticos
y de la sociedad civil como un instrumento necesario y complementario a las
estructuras ya dispuestas en el sistema educativo para la inclusión de cada estudiante,
apelando a las necesidades de un grupo social que, de lo contrario, vería mermados sus
derechos de acceso a la educación. Esta justificación debiera quedar claramente estipulada
en el documento, como también debiera ser parte de la estrategia de socialización de la
Política con los actores del sistema educativo.
viii. Asegurar que las acciones que establezca la Política que atañen directamente al
trabajo realizado al interior de los establecimientos educativos sean debidamente
respaldadas por el Ministerio de Educación, mediante la clara definición de expectativas,
roles y funciones, y la correspondiente entrega de orientaciones, herramientas y recursos
pertinentes y suficientes. Se considera importante asignar a los establecimientos tareas
que efectivamente pueden realizar y, en caso de que no puedan hacerlo por falta de
recursos o apoyos, proveer los soportes necesarios. En este sentido, desde el Mineduc
se debe considerar la necesidad de otorgar los apoyos específicos a miembros de la
comunidad escolar (por ejemplo, al encargado de convivencia escolar) para el adecuado
2.4. Adaptabilidad
x. En un contexto migratorio cambiante, complejo y de alta movilidad, es necesario
considerar la adaptabilidad y flexibilidad en la revisión de la Política para que
esta responda a estos cambios durante su vigencia. Esta adaptabilidad se puede
entender como un acercamiento transversal de la Política, dotándola de la capacidad de
responder institucionalmente a contingencias específicas, con acciones coordinadas que
comprendan dicha flexibilidad dentro de las áreas de gestión.
xii. Fortalecer y dar continuidad al trabajo intersectorial y entre unidades del Ministerio
de Educación mediante mesas de trabajo, institucionalizando, regularizando y
haciendo permanentes los espacios de colaboración ya establecidos. Especialmente,
se sugiere regularizar y sistematizar las instancias de trabajo colaborativo que se han
generado por concepto de emergencia debido a las contingencias del fenómeno
migratorio. Asimismo, se destaca la importancia de la articulación con el Servicio Nacional
de Migraciones, con el fin de promover la regularización migratoria.
xiii. Asegurar tanto un financiamiento adecuado y sostenido para llevar a cabo las
acciones de la Política como su sustentabilidad en el tiempo. Esta recomendación
implica establecer un financiamiento para la amplitud de la respuesta educativa a
personas en situación migratoria, velando por una adecuada distribución de los recursos
entre los actores ejecutores y cautelando que dicho financiamiento se sostenga a través
del tiempo, con el fin de fomentar la pertinencia, oportunidad y durabilidad de las políticas
y respuestas.
xviii. Basar la Política en diagnósticos actualizados con respecto a la inclusión de los y las
estudiantes en situación de movilidad en el sistema educativo chileno y, en general,
de los procesos de inclusión de personas en situación migratoria en la sociedad en su
conjunto. También se recomienda contar con un sistema de actualización sistemática de
dichos registros e información, a modo de ir informando la implementación de la Política,
y redefiniendo acciones, en caso de ser necesario.
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——. (1994). Declaración de Salamanca. Conferencia mundial sobre necesidades educativas especiales:
Acceso y calidad. Publicación UNESCO.
——. (1990). Declaración mundial sobre educación para todos. Conferencia mundial sobre educación
para todos - Satisfacción de las necesidades básicas de aprendizaje. Publicación UNESCO.
Legislación nacional
Ley 21.430 de 2022. Sobre garantías y protección integral de los derechos de la niñez y adolescencia. 6
de marzo de 2022. Biblioteca del Congreso Nacional de Chile.
Ley 21.325 de 2021. De migración y extranjería. 11 de abril de 2021. Biblioteca del Congreso Nacional de
Chile.
Ley 20.845 de 2015. De inclusión escolar que regula la admisión de los y las estudiantes, elimina el
financiamiento compartido y prohíbe el lucro en establecimientos educacionales que reciben
aportes del Estado. 29 de mayo de 2015. Biblioteca del Congreso Nacional de Chile.
Ley 20.609 de 2012. Establece medidas contra la discriminación. 12 de julio de 2012. Biblioteca del
Congreso Nacional de Chile.
Ley 20.507 de 2011. Tipifica los delitos de tráfico ilícito de migrantes y trata de personas. 1 de abril de
2011. Biblioteca del Congreso Nacional de Chile.
Ley 20.430 de 2010. Establece disposiciones sobre protección de refugiados. 8 de abril de 2010. Biblioteca
del Congreso Nacional de Chile.
Ley 20.370 de 2009. Establece la ley general de educación. 17 de agosto de 2009. Biblioteca del Congreso
Nacional de Chile.
Ley 20.248 de 2008. Establece ley de subvención escolar preferencial. 25 de enero de 2008. Biblioteca
del Congreso Nacional de Chile.