Apra Partido Socialista 1

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COLEGIO ADVENTISTA BELEN

AREA CIENCIAS SOCIALES


TEMA PROFESORA GRADO FECHA
APRA PARTIDO SOCIALISTA 4TO 05 10 23

Durante la “Dictadura” de Leguía surgieron los dos primeros partidos políticos de amplia base
social liderados por Víctor Raúl Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui. El sujeto histórico de
la escena política peruana en este momento intenso y desgarrado y que gesta una nueva
conciencia de la vida es la muchedumbre, la masa popular.

VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE

Fundador y líder máximo del Partido Aprista, vio la luz


en la ciudad de Trujillo el 22 de febrero de 1895 en el
seno de una vieja y aristocrática familia. Desterrado
por Leguía en 1924, fundó en México la Alianza Popular
Revolucionaria Americana (APRA) con el propósito de
articular diversas voluntades que inspirados en los
contenidos de la revolución mexicana debían de
impulsar un programa de acción contra el imperialismo
norteamericano en todo el continente.

El APRA se trataba de un movimiento de juventudes


que inspiraba además en el movimiento de la reforma
universitaria.

Desde México, Haya emprendió un viaje a Rusia. Allí asistió como espectador al Quinto Congreso
Mundial del Partido Comunista y al Congreso Mundial de la Juventud del mismo partido. Luego de
visitar Suiza e Italia, llegó a Londres en 1926. Allí escribió su artículo “¿Qué es el APRA?” en la
revista The Labour Mounthly donde condensó el programa máximo del Aprismo:

1. Acción contra el imperialismo Yanqui.


2. Por la unidad política y económica de América Latina.
3. Por la internalización del Canal de Panamá.
4. Por la nacionalización de tierras e industrias.
5. Por la solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del mundo.

EL APRISMO EN EL PERÚ

La militancia aprista se concentró principalmente en los


departamentos de la Libertad, Lambayeque y Cajamarca, es
decir, lo que se llamó el “Sólido Norte”. El nacimiento del
Aprismo no se debió solo a las consecuencias de la Gran
Depresión de 1929 o el efecto carismático de Haya de la
Torre.

El Aprismo también tuvo apoyo en otras zonas del país como


Cerro de Pasco y Ancash, en que primaban empresas mineras
extranjeras y en Ica por sus grandes plantaciones de algodón,
todas estas transformaciones, especialmente los ocurridas en
los valles de La Libertad, crearon las condiciones para el

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surgimiento de posiciones antiimperialistas como la que enarbola el APRA mas adelante. En las
primeras elecciones donde intervino Haya de la Torre las de 1931, el 44% de sus votos
correspondieron al “sólido norte”. Su discurso nacionalista sintonizo con aquellos cuyos negocios
(tierras, pequeñas industrias y comercios) habían sido aplastadas por las compañías extranjeras.

El Antimperialismo y El el maestro y su discípulo: Haya (izq.) y


APRA, una de las obras Alan García (der.). Años después,
cumbres de Haya de la García cristalizará el proyecto aprista
Torre; así como uno de los
cuando llegue al poder en 1985.
fundamentos del aprismo. Repetiría el “plato del gobierno” en el
2006.

JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI LACHIRA

Menos político pero más intelectual que Haya de la


Torre, Mariátegui nació en Moquegua el 14 de junio de
1894. A pesar de no haber culminado los estudios
escolares, se formó en el periodismo, su actividad
preferida, y se convirtió en uno de los pensadores
marxistas más importantes de América Latina.

Como periodista, empleó varios seudónimos, el más


popular de los cuales fue Juan Croniqueur. Escribió en
La Prensa, en las revistas Mundo Limeño, El Turf,
Colónida, Claridad, Mundial, Variedades y Labor, y en
los diarios El Tiempo, La Noche, La razón y el Día. En
1918, junto a César Falcón y Félix del Valle, fundó
Nuestra Época, revista de moderada tendencia
socialista.
Posteriormente viajó a Italia e inició su formación
marxista. Ingresó a un círculo de estudios, vinculado con
el Partido Socialista Italiano y asistió, en 1921, al
congreso del mismo. En 1922 fundó la primera célula
comunista peruana y recorrió varios países europeos.

De regreso al Perú, en 1923, Mariátegui conoció a Haya de la Torre e inició un ciclo de


conferencias en la Universidad Popular (“Historia de la crisis mundial”). En setiembre de 1926
apareció la célebre revista Amauta, pero al año siguiente, Leguía la clausuró denunciando un
complot comunista y Mariátegui fue recluido en el hospital San Bartolomé. Amauta reapareció a
fines de 1927. Hacia 1928, Mariátegui rompió con Haya, tomó contacto con la Tercera
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Internacional y fundó el Partido Socialista. Ese mismo año Amauta definió su orientación. Al año
siguiente formó el Comité Organizador Pro Central General de Trabajadores del Perú (CGTP) y
fue nombrado miembro del Consejo General de la Liga Antiimperialista, órgano impulsado por la
Tercera Internacional.

Mariátegui murió el 16 de abril de 1930, a los treinta y seis años.

EL SOCIALISMO DE MARIÁTEGUI

Para Mariátegui, en el Perú existía una sociedad semicolonial que se iría agravado a medida que
se fuera expandiendo el imperialismo. De esta manera, entonces, no había forma, pues, de
alcanzar la independencia dentro del sistema capitalista.
Para Mariátegui el Perú tenía posibilidades de llegar a convertirse en una nación. Si bien su
formación había sido interrumpida y distorsionada por el colonialismo creía que existían las
bases sobre los cuales ésta terminaría levantándose. Estos cimientos eran fundamentalmente
tres:

a) La tradición cultural de los intelectuales de avanzada, especialmente el indigenismo,


articulado con el campesinado.
b) Los movimientos populares, en cuyo seno Mariátegui llamó la atención sobre la necesidad
de hacer la crónica de las luchas obreras y estudiar las rebeliones campesinas del
presente y del pasado.
c) La experiencia histórica del pasado autóctono, anterior a la conquista europea, en el que
se había desarrollado un “comunismo agrario” todavía subsistente en las comunidades
campesinas.

Aunque Mariátegui conoció muy poco de los Andes, para él, tal comunismo agrario demostraba
que el socialismo en el Perú tenía raíces y podía encontrar en la cultura andina ciertas formas
que le sirvieran de sostén. Por lo tanto, en la medida en que el socialismo recogiera la
“tradición colectivista” del incario, cumpliría con retomar la tradición nacional, dejaría de ser
extraño al país y sería el instrumento imprescindible para la construcción de la nación peruana.

La revista AMAUTA, LOS SIETE ENSAYOS DE


fundada en 1926, por INTERPRETACIÓN DE LA
Mariátegui, tuvo como REALIDAD PERUANA fue la
objetivo plantear y conocer obra cumbre de Mariátegui
los problemas de la realidad (1928), quién analiza la
nacional desde un enfoque realidad peruana desde la
científico y doctrinario. Su perspectiva del materialismo
transición ideológica dará un histórico marxista. Esta obra
viraje al socialismo. muestra la madurez intelectual
de Mariátegui. 3
La polémica entre Haya de la Torre y Mariátegui
Haya de la Torre postula el carácter capitalista de la revolución, pues sostenía que no se puede saltar del
feudalismo al socialismo, puesto que era necesario desarrollar previamente las fuerzas productivas que el
capitalismo implica con el objeto de superar el atraso feudal o semifeudal del país. Pero “nuestra
revolución burguesa tendría un carácter que la diferenciaría de las revoluciones burguesas de antiguo tipo
(Francia, Inglaterra, etc.) por tratarse de un país semicolonial. Así de la revolución no surgirá un Estado
liberal, sino un capitalismo de Estado, organizado políticamente en una democracia funcional”.

Mariátegui, por el contrario, planteará “pura y simplemente” el carácter socialista de la revolución. ¿Por
qué?, porque el capitalismo imperialista se ha impuesto en la sociedad peruana determinando su lógica de
desarrollo. Evidentemente, no han desaparecido las relaciones de producción precapitalistas, que son
cuantitativamente mayoritarias en la economía del país, pero que se han reordenado de acuerdo a las
exigencias y necesidades del capitalismo. De allí que, para Mariátegui, la estrategia política a lo largo
plazo no puede ser sino el socialismo implica resolver tareas no exclusivamente proletarias (tareas
democráticas y nacionales). Pero el socialismo no es una etapa posterior a la realización de las tareas
democráticas y nacionales, sino que estos problemas son “resueltos de paso” –tal como lo señala Lenin en
1921- por la revolución socialista. Así en el marco general de la revolución socialista, Mariátegui va a
recuperar las reivindicaciones del trabajo asalariado frente al capital.

Es en esta perspectiva Mariátegui planteará la necesidad de un frente de clases con el objeto de realizar
las tareas democráticas y nacionales de la revolución en el país. Sin embargo, excluye de ese frente a la
burguesía peruana, por no ser ésta una verdadera clase nacional al estar totalmente enfeudada a los
intereses de la burguesía imperialista. Pero, además, Mariátegui planteará que para la consecución del
socialismo, el proletariado sólo debe operar, organizado en un partido político de clase y con un programa
de clase, y no –como quería Haya de la Torre- formando parte de un partido político pluriclasista.

Ese partido pluriclasista se organizó, meses después de la muerte de Mariátegui, como el Partido Aprista
Peruano. Y como lo había previsto Mariátegui, el APRA, por su carácter pequeño burgués y por su prédica
confusionista y demagógica, se convirtió en el defensor más coherente de la modernización del sistema
capitalista en el país, y por lo tanto, de la profundización de la dominación de la burguesía imperialista en
nuestra sociedad y en uno de los enemigos más peligrosos de la revolución socialista.

De otro lado, las concepciones teóricas apristas han tenido su confirmación práctica en la política seguida
por el gobierno militar entre 1 968 y 1 975. La reorganización capitalista de la sociedad peruana,
impulsada por el régimen de Velasco ha significado la práctica eliminación de los grupos precapitalistas y
la renegociación de la dependencia con los contenidos antioligárquicos y anti-imperialistas de la prédica
aprista. Por ello no ha sido casual que Haya de la Torre reivindique para sí la paternidad de las principales
“reformas estructurales” realizadas por el gobierno militar y en la actualidad esté dispuesto a apoyar su
“institucionalización” en la proyectada nueva Constitución.

Además, algunos planteamientos iniciales de Haya de la Torre, considerados “revolucionarios”, siguen


fluyendo significativamente en algunos sectores radicales de la pequeña burguesía, encubiertos con una
fraseología marxista. Ello ha sido posible en la medida en que, aparentemente, las tareas democráticas y
nacionales se encontraban en el primer plano de la lucha política. El haber resaltado la feudalidad y
semifeudalidad como elemento central de la constitución de la sociedad peruana los ha llevado a señalar
estrategias políticas equivocadas, condo el confusionismo “original” de la pequeña burguesía aprista.

De: La Polémica Haya de la Torre – Mariátegui


Reforma o Revolución en el Perú
César Germaná

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EL giro del APRA y de Alan García

Después de la muerte en 1979 de su jefe máximo, Víctor Raúl Haya de la Torre, la Alianza
Popular Revolucionaria Americana (APRA) entró en una profunda crisis. Se inició una intensa
lucha por la sucesión en un partido que se percibía como envejecido, a tal punto que se
hablaba de la existencia de una gerontocracia. Pero envejecido no solo por la edad de sus
líderes principales, sino también porque el ideario histórico del partido no alcanzaba ya
para orientar su actuación en los nuevos tiempos. El APRA pasó de un inicial discurso de
inspiración marxista, con un radical programa nacionalista revolucionario y prácticas
insurreccionales en las décadas de 1930 y 1940, a concepciones más pragmáticas de
negociación con Estados Unidos y los capitalistas nacionales y extranjeros, junto a la
búsqueda de un entendimiento político con partidos de la oligarquía tradicional en las
décadas de 1950 y 1960. Además, la muerte de Haya ocurrió luego de doce años de una
dictadura militar que había cambiado profundamente al país (y que había llevado a la
práctica algunas de las banderas históricas del APRA), en medio de un proceso de transición
a una democracia que siempre había tenido dificultades para implantarse en Perú.

En este contexto, un líder joven, Alan García, llegó a la secretaría general del partido en
1982 y lo renovó aceleradamente. Aportó su imagen fresca y también una nueva identidad
construida en torno de un discurso socialdemócrata inspirado en el socialismo español de
Felipe González. En las elecciones de 1985, García aprovechó el desgaste del segundo
gobierno de Fernando Belaúnde, quien había intentado infructuosamente implementar una
reforma orientada al mercado y sufrió los embates de la crisis de la deuda. Y entonces,
sobre la base de un discurso que prometía una revolución social, García logró lo que Haya
nunca había podido alcanzar: la Presidencia de la República. Así, 55 años después de su
fundación, el APRA logró llegar al Poder Ejecutivo. García obtuvo 55% de los votos válidos y
las listas del APRA, casi 50% de los lugares en el Congreso.

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