Universidad Peruana Los Andes Derecho Penal

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UNIVERSIDAD PERUANA LOS ANDES

Facultad de Derecho y Ciencias Políticas

Carrera de Derecho

"Aplicación Personal de la Ley Penal: Principio de Igualdad, Prerrogativas, Inviolabil

Presentado por:

Doroteo Almerco Priscila Raquel

Huarhuache Soria Maycol Jordan

Rondón Terreros Guinibier Jesslin

Quispe Hinostroza José Abigael

Maestro

Coronel Peña Beeder Alvaro

La Merced – Chanchamayo

2024
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DEDICATORIA

"A nuestros pilares fundamentales: a nuestros padres, por su amor y sacrificio; a


nuestro maestro, por su sabiduría y guía. Este trabajo es el resultado de nuestro esfuerzo
conjunto y de su apoyo inquebrantable.”

1
INDICE
DEDICATORIA.................................................................................................................1

INDICE...............................................................................................................................2

INTRODUCCION.............................................................................................................4

CAPITILO I.......................................................................................................................6

1.1. EL PRINCIPIO DE IGUALDAD ANTE LA LEY Y LOS PRIVILEGIOS


PENALES 6

1.2 EL CONTENIDO CONSTITUCIONALMENTE PROTEGIDO DEL


DERECHO A LA IGUALDAD................................................................................................7

1.3 EL PRINCIPIO DE IGUALDAD FORMAL COMO UNA PRIMERA


MANIFESTACIÓN...................................................................................................................8

1.4 LA IGUALDAD MATERIAL Y LA EXISTENCIA DE GRUPOS


ESPECIALMENTE PROTEGIDOS.....................................................................................10

1.5 LAS MEDIDAS AFIRMATIVAS Y SU IMPACTO EN RELACIÓN CON EL


PRINCIPIO DE IGUALDAD.................................................................................................11

CAPITULO II..................................................................................................................13

2.1 LA INMUNIDAD...................................................................................................13

2.2 EL ANTEJUICIO POLÍTICO.............................................................................13

2.3 LA INVIOLABILIDAD........................................................................................14

CAPITULO III.................................................................................................................15

3.1 PARLAMENTARIOS: INVIOLABILIDAD, INMUNIDAD Y ANTEJUICIO


...................................................................................................................................................15

3.2 PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA: INMUNIDAD Y ANTEJUICIO..........16

3.3 MINISTROS DE ESTADO...................................................................................16

3.4 VOCALES DE LA CORTE SUPREMA DE LA REPÚBLICA.......................17

3.5 FISCAL DE LA NACIÓN Y FISCALES SUPREMOS.....................................17

2
3.6 MAGISTRADOS DEL TRIBUNAL DE GARANTÍAS
CONSTITUCIONALES..........................................................................................................18

CAPITULO IV.................................................................................................................19

4.1 LA INVIOLABILIDAD........................................................................................19

4.1.1 JEFES DE ESTADO EXTRANJEROS........................................................20

4.1.2 EMBAJADORES Y MINISTROS PLENIPOTENCIARIOS...................20

4.2 LA INMUNIDAD...................................................................................................21

4.2.1 FUERZAS ARMADAS EXTRANJERAS.................................................22

CONCLUSIÓN................................................................................................................23

BIBLIOGRAFÍA..............................................................................................................25

3
INTRODUCCION

La ley, como expresión máxima de la normativa jurídica, ejerce un papel principal en la


organización y funcionamiento de cualquier sociedad. En la materia jurídica, la ley se erige como
la norma escrita de carácter general, emanada del poder legislativo y respaldada
constitucionalmente. Su esencia material se define por su capacidad para regular y solventar una
amplia gama de situaciones, aplicándose de manera abstracta y general a un número
indeterminado de casos y personas. Desde una perspectiva formal, la ley adquiere su validez y
legitimidad a través del cumplimiento de los procedimientos y formalidades establecidos en la
Constitución.

En el sentido específico del derecho penal, la ley desempeña un rol determinante como
fundamento del sistema punitivo. Es el Estado, representado por su órgano legislativo, quien
hace alarde de la facultad exclusiva de producir el derecho penal, configurando así la ley como
su principal fuente. Ya sea a través del Congreso o, en circunstancias excepcionales, mediante el
Poder Ejecutivo con la debida delegación de facultades, se establecen las normas que regulan las
conductas punibles y las correspondientes sanciones.

Las leyes penales, a su vez, se dividen en dos categorías principales: la parte general y la parte
especial. La primera comprende principios abstractos y generales que fundamentan la ciencia
penal, brindando orientación a los preceptos específicos de la parte especial. Esta última,
caracterizada por la tipificación concreta de delitos y las penas correspondientes, constituye la
esencia misma del derecho punitivo.

La ley penal, al igual que cualquier otra ley, se distingue por su carácter general y abstracto,
garantizando así la igualdad ante la ley. Asimismo, su conformidad con los preceptos
constitucionales asegura su legitimidad y validez. En el ámbito penal, la ley se diferencia por su
exhaustividad en la tipificación de conductas ilícitas y su capacidad exclusiva para determinar la
relevancia jurídico-penal de los hechos.

Como señala Fernández Carrasquilla, "La ley penal es, por antonomasia, la fuente del derecho
criminal, y por cierto la única que puede crear y agravar tipos y sanciones…" (1995: 65). Esta

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caracterización subraya la centralidad de la ley penal en la configuración del sistema de justicia
criminal.

Además, la ley penal se distingue "por el desarrollo de un mecanismo de tipificación con sentido
exhaustivo y exclusivo: concierne principal pero detalladamente a ilicitudes (las más graves, por
cierto, a juicio político del legislador histórico) y agota la relevancia jurídico-penal del hecho en
orden a la punibilidad criminal" (Fernández Carrasquilla, 1995: 75).

Por último, es importante considerar la perspectiva de Vives Antón, quien sostiene que la ley
penal es el instrumento mediante el cual "las normas penales se expresan o, dicho de otro modo,
su fuente. La ley no es, sin más, la norma, sino que la norma se expresa en la ley y es lo que la
ley significa o parte de lo que la ley significa" (1996: 339). Esta afirmación destaca la relación
intrínseca entre la norma penal y su manifestación legal.

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CAPITILO I
LA APLICACIÓN PERSONAL DE LA LEY PENAL

1.1. EL PRINCIPIO DE IGUALDAD ANTE LA LEY Y LOS PRIVILEGIOS


PENALES

En la Constitución Política de nuestro país, se reconoce el principio de igualdad, un


concepto que tiene raíces históricas profundas, remontándose hasta la Revolución Francesa.
Como bien establece, "todos los ciudadanos son iguales ante la ley, sin distinción de sexo, raza,
religión o condición económica", reflejando así un ideal de justicia y equidad arraigado en
nuestra sociedad. Sin embargo, para comprender en su totalidad este principio, es imperativo
examinar su relación con otros artículos constitucionales, en particular el artículo 103, el cual
establece que "pueden darse leyes especiales por la naturaleza de las cosas, pero no por la
diferencia de las personas".

Este artículo plantea una distinción crucial: mientras reconoce la necesidad de leyes que
se adecuen a circunstancias específicas, también enfatiza que dichas leyes no pueden basarse en
diferencias individuales entre las personas. Es decir, se permite la diferenciación normativa por

6
situaciones particulares, pero no por características personales, garantizando así que la igualdad
ante la ley prevalezca para todos los ciudadanos, independientemente de su identidad o estatus.

En el aspecto constitucional ha suscitado un debate significativo dentro de la doctrina


jurídica peruana, especialmente en lo que respecta a la aplicación de privilegios en el ámbito de
la ley penal. Como señala uno de los críticos, "es evidente que existen privilegios en la
aplicación de la ley penal que son inaceptables", reflejando así una preocupación compartida por
muchos respecto a posibles injusticias derivadas de un trato desigual ante la ley.

Es de suma importancia puntuar que estos privilegios no deben entenderse como


concesiones basadas en diferencias individuales, sino más bien como prerrogativas asociadas a
funciones o roles específicos en la sociedad. En palabras de otro experto legal, "no son
concedidos por la diferencia que tengan las personas, sino por la función que estas desempeñan".
Esta distinción es crucial para evitar malentendidos y garantizar una aplicación justa y equitativa
de la ley.

1.2 EL CONTENIDO CONSTITUCIONALMENTE PROTEGIDO


DEL DERECHO A LA IGUALDAD
Si nos situamos en el ámbito contemporáneo, la comprensión y aplicación del principio
de igualdad va más allá de la simple equiparación de derechos y obligaciones entre los
individuos. Se reconoce cada vez más que la igualdad implica no solo un trato similar para todos,
sino también la adopción de medidas concretas destinadas a garantizar una igualdad efectiva
entre todos los miembros de la sociedad. Esta evolución en la comprensión de la igualdad se ha
construido sobre una base histórica de reflexiones y luchas por la justicia social.

Desde tiempos remotos, pensadores como Aristóteles han explorado diferentes


concepciones de lo que constituye "lo justo". Sin embargo, muchas de estas ideas no
encontraron aceptación generalizada en sus respectivas épocas. Incluso eventos significativos en

7
la historia como la Revolución Francesa de 1789, que buscaban establecer una igualdad formal,
revelaron las limitaciones de este enfoque al favorecer principalmente a ciertos sectores de la
sociedad, como la burguesía, sin abordar de manera adecuada las desigualdades arraigadas en
estratos socioeconómicos más bajos.

La comprensión actual del principio de igualdad reconoce que tratar a todas las personas
de la misma manera no siempre garantiza una distribución justa de los recursos y oportunidades.
Como lo señala Norbert Hoerster, la verdadera igualdad de trato implica que todos los afectados
por una institución se beneficien de ella en la misma medida. Sin embargo, es importante
reconocer que alcanzar una igualdad absoluta en todas las esferas de la vida es una meta
prácticamente inalcanzable, dada la diversidad inherente entre los individuos y los desafíos que
enfrentan los grupos socialmente desfavorecidos.

Es por ello por lo que el principio de igualdad debe orientarse hacia la búsqueda de una
equidad sustantiva, que implique la eliminación de las barreras y diferencias que obstaculizan el
acceso igualitario a los beneficios y oportunidades ofrecidos por el Estado. Esto puede incluir la
implementación de medidas afirmativas y ajustes razonables para garantizar que todos los
ciudadanos, independientemente de su origen étnico, género, situación socioeconómica u otras
características, tengan las mismas oportunidades de desarrollo y participación en la sociedad.

En consecuencia, el contenido constitucionalmente protegido del derecho a la igualdad


implica un compromiso activo por parte del Estado y la sociedad en su conjunto para construir
una sociedad más justa, equitativa y solidaria. Esto requiere no solo la eliminación de las
discriminaciones existentes, sino también la promoción de condiciones que permitan a todos los
individuos alcanzar su máximo potencial y contribuir al bienestar común. En resumen, la
igualdad no es solo un principio abstracto, sino un imperativo moral y político que guía la acción
hacia un futuro más inclusivo y justo para todos.

8
1.3 EL PRINCIPIO DE IGUALDAD FORMAL COMO UNA
PRIMERA MANIFESTACIÓN
La Revolución Francesa, un hito histórico de profundo impacto, abogó entre sus
principios fundamentales por el reconocimiento de la igualdad. Aunque, esta noción de igualdad,
en el contexto revolucionario, estaba fundamentalmente orientada hacia un aspecto formal, dado
que la burguesía, como grupo dominante, aspiraba principalmente a acceder a posiciones y
privilegios tradicionalmente reservados a la nobleza. Si bien en la Edad Moderna se había
comenzado a desafiar la noción de "a cada uno según su rango", esta visión inicial del
principio de igualdad estuvo ligada a una época en la que el Estado era concebido principalmente
como un ente pasivo. Según Garrorena, en esta sociedad, el Estado se limitaba a ejercer una
función de policía para garantizar la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.

En este escenario, esta separación entre la nobleza y lo que se denominaba "el Tercer
Estado" perpetuó la búsqueda de un trato igualitario por parte de la burguesía, lo cual se
relaciona más con una igualdad formal, o en los términos de Perelman, con la noción de "a cada
uno por igual". Sin embargo, esta búsqueda de igualdad formal tuvo consecuencias
significativas, como el surgimiento de movimientos obreros que demandaban un trato equitativo,
especialmente en términos de asistencia del Estado, a pesar de sus arduas labores.

Posteriormente a la Revolución Francesa, la idea de igualdad en cuanto a un trato


igualitario fue crucial, ya que buscaba eliminar los privilegios. Sin embargo, se hizo evidente que
una sociedad equitativa no podía detenerse en esta fase. Como apunta Sartori, la igualdad de
tratamiento no siempre conduce a resultados iguales, y viceversa, lo que plantea el dilema de
que, para lograr resultados iguales, a veces es necesario aplicar tratamientos desiguales.

En relación con eso, el principio de igualdad formal sigue siendo significativo tanto
históricamente como en disputas constitucionales actuales, especialmente en el debate sobre la
constitucionalidad de las medidas afirmativas, que algunos consideran discriminatorias al asignar
responsabilidades a personas no involucradas en actos de discriminación. Sin embargo, la

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igualdad formal también plantea interrogantes, como señala Bobbio, sobre cómo se deben
establecer las categorías y cuál es su magnitud, cuestiones que han sido trasladadas al debate
sobre la igualdad material, que busca abordar las necesidades de grupos específicamente
protegidos.

1.4 LA IGUALDAD MATERIAL Y LA EXISTENCIA DE GRUPOS


ESPECIALMENTE PROTEGIDOS

La aplicación estricta de la igualdad formal resultaba incompatible con la realidad. Las


crecientes brechas entre los grupos sociales generaron una serie de reclamos por un tratamiento
más equitativo. Esto era especialmente evidente en casos donde había grupos históricamente
relegados. Por esta razón, era necesario construir una noción de igualdad que permitiera, en
ciertos casos, tratos preferentes para nivelar la situación, lo que también ayudaría a revertir la
discriminación histórica que sufrían. En este contexto surgen las "medidas afirmativas", es
decir, políticas o disposiciones adoptadas en los sectores público y privado para otorgar tratos
diferenciados preferentes y así revertir esa situación. Como señala Alexy, “quien desee crear
igualdad de hecho tiene que aceptar una desigualdad jurídica. Por otra parte, debido a la
desigualdad fáctica de las personas, la igualdad jurídica deja siempre que existan algunas
desigualdades de hecho y, a menudo, hasta las refuerza”.

La adopción de medidas afirmativas está especialmente vinculada con la existencia de


grupos especialmente protegidos. En el derecho estadounidense, estos grupos se denominan
“categorías sospechosas”, ya que las clasificaciones que usaban estas categorías presumían la
inconstitucionalidad de las disposiciones que las efectuaban. Esta noción tiene un importante
antecedente en la nota al pie del juez Stone en el caso Carolene Products, resuelto por la Corte
Suprema de los Estados Unidos. En dicha nota, se sostuvo que “el prejuicio contra minorías
discretas e insulares puede ser una condición especial […] que limite seriamente el
funcionamiento de aquellos procesos políticos en los que regularmente podemos confiar para
la protección de las minorías, y [así] puede requerir de una mayor supervisión judicial”.

10
En el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, no se emplea la denominación de
“categorías sospechosas”, sino que se prefiere mencionar a grupos en situación de
vulnerabilidad, fácilmente identificables por la existencia de diversos tratados internacionales
que reconocen la protección de ciertos colectivos. Al respecto, el Comité sobre los Derechos de
las Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas ha solicitado a los Estados que
implementen políticas de fomento del empleo para las personas con discapacidad, “tanto en la
función pública como en el sector privado, incluyendo la adopción de medidas de acción
afirmativa, así como oportunidades para que las personas con discapacidad puedan optar al
empleo por cuenta propia”.

Estas medidas suelen ser temporales, relacionadas con el periodo en el que se puede
advertir la desigualdad, lo que requiere la adopción de tratamientos diferenciados que favorezcan
a determinadas personas. Por ejemplo, en el caso de las mujeres, un grupo que, al igual que las
personas con discapacidad, demanda la adopción de medidas especiales de protección, el
propósito de estas medidas es “acelerar la mejora de la situación de la mujer para lograr su
igualdad sustantiva o de facto con el hombre y realizar los cambios estructurales, sociales y
culturales necesarios para corregir las formas y consecuencias pasadas y presentes de la
discriminación contra la mujer, así como compensarlas. Estas medidas son de carácter
temporal”.

Las medidas afirmativas se caracterizan por el deseo de contribuir al quehacer social,


colocando a los seres humanos en un mismo punto de partida en relación con la concreción de su
proyecto de vida, lo cual puede generar que los Estados adopten determinadas medidas
compensatorias, a las cuales debería brindárseles legitimidad constitucional para cumplir sus
objetivos. No obstante, las diferencias que perjudiquen y se realicen por pertenecer a esos grupos
protegidos deben presumirse como inconstitucionales. En una línea similar, el Tribunal Europeo
de Derechos Humanos ha señalado que “si una restricción de los derechos fundamentales se
aplica a un grupo particularmente vulnerable de la sociedad que ha sufrido discriminación

11
considerable en el pasado, entonces el margen de apreciación del Estado es bastante más
reducido y debe tener razones de mucho peso para las restricciones en cuestión".

1.5 LAS MEDIDAS AFIRMATIVAS Y SU IMPACTO EN


RELACIÓN CON EL PRINCIPIO DE IGUALDAD

En el marco del principio de igualdad en un sentido material, surgen las "medidas


afirmativas", que consisten en otorgar temporalmente ciertas ventajas o privilegios a grupos en
situación de vulnerabilidad, con el objetivo de que progresivamente puedan competir en igualdad
de condiciones con los demás miembros de la comunidad. Se sostiene que estas medidas buscan
compensar injusticias del pasado al proporcionar ventajas que permitan a estos grupos empezar
desde el mismo punto de partida que el resto. Así, las medidas afirmativas tienen un impacto
significativo en relación con el principio de igualdad, ya que implican que el Estado no solo
actúe como espectador, sino que también promueva decisiones que reviertan las desigualdades
evidentes.

Hay diferentes opiniones sobre su origen. Aunque la mayoría de los estudiosos coinciden
en que surgieron de las políticas estadounidenses dirigidas a las personas de raza negra, algunos
autores, como Alfonso Ruiz Miguel, argumentan que “la discriminación inversa, al parecer,
nació en la India, ya en los años 30, como una política aceptada por los colonizadores
británicos para intentar superar la aguda división en castas de aquella sociedad”. En cualquier
caso, la mayoría de la doctrina sostiene que “la acción afirmativa es un concepto acuñado por
el sistema jurídico de los Estados Unidos durante la segunda mitad del siglo pasado con el
propósito de promover medidas encaminadas a superar la discriminación y los prejuicios que,
más de cien años después de la abolición de la esclavitud, existían aún en contra de la
población negra, y comprende medidas de carácter legislativo, ejecutivo, e incluso decisiones
judiciales”.

El destinatario de estas medidas dependerá del contexto sociocultural de cada Estado y de


las necesidades de los grupos protegidos. Aunque las medidas afirmativas surgieron para abordar

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la segregación racial en Estados Unidos, su lógica se ha extendido a otros grupos en situaciones
de vulnerabilidad, como mujeres, pueblos indígenas y personas con discapacidad. No obstante,
estas medidas no han sido aceptadas sin controversias. En el derecho norteamericano, por
ejemplo, un sector considerable de la doctrina considera que no hay obligación de adoptar estas
políticas. Si se interpreta que la cláusula de "igual protección" incluye una prohibición general
de tratos diferenciados, las medidas afirmativas podrían considerarse discriminatorias al otorgar
ventajas a ciertos colectivos. Michael Sandel también ha criticado estas medidas, argumentando
que “los que se benefician [de las medidas afirmativas] no son necesariamente quienes han
sufrido, y los que pagan la compensación rara vez son responsables de las injusticias que se
rectifican”.

CAPITULO II
LOS PRIVILEGIOS PENALES ESTABLECIDOS EN EL
DERECHO PUBLICO INTERNO

Las normas penales derivan del Derecho público para ciertos casos en que los individuos
han ocupado cargos públicos. La doctrina penal ha clasificado estos privilegios en tres
categorías, las cuales se detallarán más adelante en cada caso. En lo que respecta a la aplicación
del derecho penal a menores y militares, es importante aclarar que no son verdaderos privilegios,
sino fueros especiales que, en ciertos casos, pueden ser más severos que en el proceso penal
ordinario (García, 2012, p. 271).

13
2.1 LA INMUNIDAD
Este privilegio evita que los funcionarios públicos puedan ser arrestados y procesados de
manera inmediata sin autorización previa del Congreso, desde el momento en que son elegidos
hasta un mes después de dejar sus cargos, debido a la inmunidad parlamentaria. Sin embargo,
como todo privilegio, este no es absoluto. La excepción se encuentra en la misma norma legal:
en casos de flagrancia, los funcionarios deben ser puestos a disposición del Congreso o de una
Comisión permanente en un plazo de 24 horas, para que se decida su situación (García, 2012, p.
274).

2.2 EL ANTEJUICIO POLÍTICO


Para altos funcionarios públicos, solo el Congreso puede acusarlos penalmente por delitos
cometidos en el ejercicio de sus funciones, conforme al antejuicio regulado en el artículo 99 de la
Constitución. A partir de lo mencionado anteriormente, el derecho y el proceso penales deben
seguir los términos jurídicos establecidos en la acusación conforme lo indica la Constitución. Sin
embargo, esta acusación no tiene que permanecer inalterable hasta la sentencia; puede
modificarse en función de lo investigado y juzgado en cada caso (García, 2012, p. 275).

2.3 LA INVIOLABILIDAD
Una persona que goza del privilegio de inviolabilidad no puede ser penalmente castigada
por ciertos delitos especificados en la normativa penal. Un caso destacado es el artículo 93 de la
Constitución, que menciona la inviolabilidad de los congresistas por emitir sus votos u
opiniones. En algunas situaciones, muchos juristas consideran que la inviolabilidad constituye
una causa de justificación, ya que el funcionario estaría ejerciendo una de sus facultades (García,
2012, p. 273).

14
CAPITULO III
INVIOLABILIDAD, INMUNIDAD Y ANTEJUICIO

3.1 PARLAMENTARIOS: INVIOLABILIDAD, INMUNIDAD Y


ANTEJUICIO
La inviolabilidad implica que la persona que disfruta de este privilegio no puede ser
penalmente sancionada. En otras palabras, aunque cometa un delito, no será perseguida
penalmente. Este privilegio no se otorga de manera absoluta a los parlamentarios. Según el

15
artículo 176, párrafo primero, de la Constitución, los senadores y diputados "no son
responsables ante autoridad ni tribunal alguno por los votos u opiniones que emiten en el
ejercicio de sus funciones". Por lo tanto, no pueden ser sancionados por delitos de expresión
que cometan al expresar opiniones durante su cargo, como difamación (art. 187), injuria (art.
188), amenaza (art. 224), desacato (art. 328), provocación a un delito (art. 282), etc.

La naturaleza de su función y la necesidad de garantizar su libre ejercicio justifican el


reconocimiento constitucional de este privilegio para los parlamentarios. Sin embargo, esto no
significa que los actos cometidos por ellos no sean infracciones, permitiéndose, por ejemplo, la
legítima defensa en relación con alguno de estos actos. Este tipo de inviolabilidad debe
diferenciarse de la inmunidad parlamentaria. Este último privilegio implica que su titular no
puede ser perseguido ni sancionado penalmente mientras ocupa su cargo. Según el segundo
párrafo del artículo 176 de la Constitución, "no pueden ser procesados ni presos, sin previa
autorización de la Cámara a la que pertenecen o de la Comisión permanente, desde que son
elegidos hasta un mes después de haber cesado en sus funciones, excepto por delito
flagrante, caso en el cual son puestos a disposición de su respectiva Cámara de Diputados
para acusar ante el Senado"; y es atribución del Senado "declarar si hay o no lugar a
formación de causa". En este último caso, "el acusado queda suspendido en el ejercicio de su
función y sujeto a juicio según la ley".

3.2 PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA: INMUNIDAD Y


ANTEJUICIO
Al Presidente de la República no se le concede el privilegio de inviolabilidad como se
reconoce a los parlamentarios, por lo que la ley penal sí se le aplica. Sin embargo, para que
pueda ser perseguido penalmente, primero debe ser suspendido de su cargo por el Senado
mediante un juicio político, iniciado por la Cámara de Diputados, según los artículos 183 y 184
de la Constitución.

16
Este procedimiento, que constituye el privilegio del antejuicio, solo puede llevarse a cabo
durante su mandato y en casos específicos como traición a la patria, impedir elecciones
presidenciales, parlamentarias, regionales o locales, disolver el Congreso (excepto lo dispuesto
en el artículo 227), o impedir o dificultar el funcionamiento del Congreso, del Jurado Nacional
de Elecciones y del Tribunal de Garantías Constitucionales, de acuerdo con el artículo 210 de la
Constitución. Además, el Parlamento debe declarar la vacancia de la Presidencia (según el
artículo 206, inciso 1, de la Constitución) debido a la "incapacidad moral" del Presidente por
conducta delictiva distinta a la prevista en el artículo 210 de la misma Carta fundamental. Por
último, una vez finalizado el mandato presidencial, se puede perseguir penalmente al
expresidente, sin que el tiempo transcurrido afecte la prescripción de los delitos cometidos.

3.3 MINISTROS DE ESTADO


Los Ministros de Estado solo disfrutan del privilegio procesal de antejuicio, según los
artículos 183 y 184 de la Constitución, por sus propios actos y por los actos presidenciales que
refrendan. Además, el artículo 221 establece que "los Ministros son solidariamente
responsables por los actos delictuosos o infractores de la Constitución o de las leyes en que
incurra el Presidente de la República o que se acuerden en el Concejo, aunque salven su voto,
a no ser que renuncien inmediatamente".

El antejuicio es un procedimiento que busca garantizar que los altos funcionarios del
Estado, incluidos los Ministros, no sean sometidos a procesos penales sin una evaluación previa
del Congreso. Este proceso se inicia con la acusación formulada por la Cámara de Diputados,
que luego es evaluada por el Senado para decidir si procede o no la formación de causa. Este
mecanismo protege a los Ministros mientras ejercen sus funciones, permitiéndoles desempeñar
sus roles sin temor a persecuciones judiciales arbitrarias, pero también asegura que puedan ser
responsabilizados por sus acciones y decisiones cuando corresponda.

En caso de que los Ministros refrenden actos del Presidente que resulten
inconstitucionales o ilegales, se les exige una responsabilidad solidaria, lo que implica que deben

17
responder conjuntamente por las consecuencias legales de esos actos. Sin embargo, si un
Ministro disiente y registra su voto en contra, se le exime de esta responsabilidad siempre y
cuando renuncie de inmediato a su cargo, demostrando así su desacuerdo con el acto en cuestión
y evitando complicidad con la infracción.

3.4 VOCALES DE LA CORTE SUPREMA DE LA REPÚBLICA


En relación con estos funcionarios, a quienes la Ley Orgánica del Poder Judicial les
reconoce el rango de Ministros, los artículos 183 y 184 de la Constitución establecen el
privilegio del antejuicio por las infracciones contra la Constitución y por cualquier delito
cometido en el ejercicio de sus funciones, incluso si ya han dejado sus cargos.

3.5 FISCAL DE LA NACIÓN Y FISCALES SUPREMOS


El primero es, en relación con los segundos, primus inter pares. De acuerdo con el
penúltimo párrafo del artículo 251 de la Constitución, los miembros del Ministerio Público
tienen las mismas prerrogativas que los integrantes del Poder Judicial en sus respectivas
categorías. En consecuencia, el Fiscal de la Nación y los Fiscales Supremos se benefician del
privilegio del antejuicio, regulado en los artículos 183 y 184 de la Constitución. Este
reconocimiento se establece explícitamente en el artículo 15 de la Ley Orgánica del Ministerio
Público.

3.6 MAGISTRADOS DEL TRIBUNAL DE GARANTÍAS


CONSTITUCIONALES
Dada la importante función de este tribunal, que consiste en "controlar la Constitución",
la Asamblea Constituyente ha otorgado a sus nueve miembros las mismas prerrogativas que a los
Parlamentarios. Primero, se les declara irresponsables "por los votos u opiniones emitidos en el
ejercicio de su cargo" (inviolabilidad). Segundo, se establece que "no pueden ser denunciados ni
detenidos durante su mandato, salvo en casos de flagrante delito y de acusación constitucional"
(inmunidad). Tercero, su sometimiento a un proceso judicial depende de la realización del
antejuicio, conforme a los artículos 183 y 184 de la Constitución. La regulación detallada de

18
estos casos está establecida en el artículo 15 y siguientes de la Ley No. 23385 del 19 de mayo de
1982, denominada Ley Orgánica del Tribunal de Garantías Constitucionales.

CAPITULO IV
LOS PRIVILEGIOS PENALES ESTABLECIDOS EN EL
DERECHO INTERNACIONAL
Estos privilegios se fundamentan en tratados internacionales, los cuales actúan como
garantías para asegurar que las relaciones internacionales no se vean afectadas ni entren en

19
conflicto. Los tratados establecen un marco legal que protege a los funcionarios y diplomáticos
en el ejercicio de sus funciones, asegurando que puedan realizar sus tareas sin temor a
interferencias o represalias legales en los países donde están destinados. Esto es esencial para
mantener la diplomacia y la cooperación internacional, evitando que las diferencias legales o
políticas internas de un país obstaculicen el desarrollo de relaciones pacíficas y constructivas
entre naciones. Además, estas garantías refuerzan la estabilidad y predictibilidad en las
relaciones internacionales, permitiendo que los Estados interactúen de manera más efectiva y
respetuosa.

4.1 LA INVIOLABILIDAD
La inviolabilidad impide que ciertas personas puedan ser responsables penalmente por la
comisión de un delito. Una característica peculiar de esta forma de inviolabilidad es que su
fundamentación se encuentra en el derecho internacional. Este derecho protege a individuos
como diplomáticos y otros funcionarios internacionales, garantizando que puedan llevar a cabo
sus funciones sin el riesgo de ser procesados penalmente en el país donde están destinados. Esto
ayuda a mantener la integridad de las relaciones internacionales y asegura que las misiones
diplomáticas

puedan operar de manera efectiva y segura en el extranjero, sin interferencias indebidas por parte
de las autoridades locales.

4.1.1 JEFES DE ESTADO EXTRANJEROS


Según el artículo 297 del Código Bustamante, los Jefes de Estado de los Estados
contratantes están exentos de las leyes penales del país donde se encuentren. Este principio
garantiza la inviolabilidad de los Jefes de Estado, quienes son representantes oficiales de la
soberanía de sus respectivas naciones. La exención de las leyes locales se justifica porque
someterlos a jurisdicción extranjera no estaría alineado con los intereses de la nación que
representan. Sin embargo, es importante destacar que este privilegio no implica impunidad, ya
que están sujetos a las leyes de su propio Estado.

El Tratado de Montevideo de 1889, ratificado por el Perú, no contiene disposiciones


específicas sobre la inmunidad de los Jefes de Estado. En cambio, el Tratado de 1940 sí aborda

20
explícitamente este tema, extendiendo el privilegio no solo a los Jefes de Estado, sino también a
los miembros de su séquito. Este tratamiento especial asegura que tanto los líderes como quienes
los acompañan estén protegidos de acciones legales en los países donde realicen visitas oficiales
o participen en actividades diplomáticas, promoviendo así relaciones internacionales armoniosas
y respetuosas de la soberanía nacional.

4.1.2 EMBAJADORES Y MINISTROS PLENIPOTENCIARIOS


La práctica de enviar y recibir embajadores permanentes comenzó a desarrollarse a
finales del siglo XV, coincidiendo con la organización de fuerzas armadas permanentes en los
principales Estados europeos. Desde sus inicios, los juristas consideraron la inviolabilidad de los
embajadores como un principio fundamental del "jus legationis". Sin embargo, surgieron
problemas cuando se reconoció que la independencia de los embajadores era necesaria para
complementar su inviolabilidad, lo cual solo podía lograrse mediante su exención de la
jurisdicción penal o civil del Estado receptor. Hugo Grotius, aceptando las opiniones
tradicionales de que los embajadores representan a sus soberanos y llevan consigo su propia ley,
argumentó que deberían considerarse legalmente como estando "extra territorium".

La Convención de la Habana sobre funcionarios diplomáticos, adoptada el 20 de febrero


de 1928, establece que estos funcionarios están exentos de cualquier jurisdicción civil y/o penal
del Estado donde estén acreditados. Según el artículo 19 de dicha convención, no pueden ser
procesados ni juzgados sin autorización de su propio gobierno para renunciar a este privilegio.
Además, la inviolabilidad se extiende a todo el personal oficial de la misión diplomática, a los
familiares que conviven con ellos, y a los documentos y correspondencia de la misión, según lo
estipulado en el artículo 14. Estos principios son consistentes con el artículo 298 del Código
Bustamante.

En la actualidad, las bases legales y las opiniones de los juristas no fundamentan el


privilegio de los embajadores en la ficción de su extraterritorialidad, sino más bien en la
naturaleza específica de sus funciones y en la necesidad de garantizarles completa libertad para
ejercerlas sin interferencias indebidas.

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Es importante señalar que la inviolabilidad reconocida a los embajadores y a su personal
no se extiende generalmente a los representantes consulares, cuyas funciones se centran en
aspectos comerciales y administrativos y no en la representación diplomática propiamente dicha.

4.2 LA INMUNIDAD
La inmunidad no se limita únicamente a los representantes diplomáticos, sino que
también se extiende a ciertos documentos y correspondencias que posean carácter diplomático.
Este privilegio es crucial para proteger la confidencialidad y la seguridad de la comunicación
diplomática, evitando que sea interceptada o utilizada indebidamente por terceros. Además,
algunos juristas sostienen que estos privilegios podrían aplicarse a los miembros de las fuerzas
armadas extranjeras cuando cometen delitos dentro de las bases militares establecidas en
territorio extranjero. Esto garantiza que puedan llevar a cabo operaciones militares sin estar
sujetos a la jurisdicción penal del país anfitrión, siempre y cuando dichas operaciones estén
dentro de los límites acordados y respeten las normativas internacionales aplicables.

Estos principios y privilegios son fundamentales para mantener la estabilidad y la buena


voluntad entre los Estados, asegurando que las actividades diplomáticas y militares puedan
realizarse de manera segura y eficiente en el contexto de las relaciones internacionales.

4.2.1 FUERZAS ARMADAS EXTRANJERAS


El artículo 299 del Código Bustamante dispone que si un Estado ha autorizado la
ocupación temporal y parcial de su territorio por fuerzas militares extranjeras, dicho Estado no
ejercerá jurisdicción ni aplicará sus leyes penales a los autores de delitos cometidos en el área de
operaciones militares. En cambio, la responsabilidad penal recae en el Estado al que pertenecen
las tropas extranjeras. Esta disposición establece claramente que el enjuiciamiento y la aplicación
de las leyes penales correspondientes se llevarán a cabo bajo la jurisdicción del Estado que
controla las fuerzas militares en cuestión.

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El Tratado de Montevideo de 1889 no contiene ninguna disposición específica respecto a
esta situación particular. Sin embargo, en el año 1940, se introdujo una normativa que estipula
que el procesamiento de los miembros de un cuerpo militar se realizará conforme a los principios
establecidos por el Derecho Internacional Público cuando el delito haya sido cometido dentro del
perímetro de la sede militar y esté legalmente relacionado con dicha fuerza armada.

Este marco legal asegura que, en situaciones de ocupación militar temporal, las normas
aplicables y el procedimiento judicial correspondiente se ajusten a los estándares y principios
aceptados internacionalmente en materia de Derecho Internacional Público.

CONCLUSIÓN

El principio de igualdad ante la ley y los privilegios penales son temas centrales en el ámbito
constitucional y legal. En la Constitución Política se reconoce el principio de igualdad como
fundamental, aunque su aplicación debe interpretarse junto al artículo 103, que limita la creación
de leyes especiales basadas únicamente en diferencias personales. Es decir, las leyes especiales
deben basarse en la naturaleza de las cosas y no en la diferencia de personas que no estén en
condiciones equivalentes.

Existen críticas hacia los privilegios en la aplicación de la ley penal, especialmente por los
abusos percibidos cometidos por políticos y el concepto negativo asociado a estos privilegios. Es
importante destacar que estos privilegios no surgen por la diferencia entre las personas, sino por

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las funciones que desempeñan, como una medida para asegurar que puedan cumplir con sus roles
sin ser obstaculizados injustamente por la ley.

En el contexto actual, la igualdad no solo implica un trato similar para todos, sino que también
exige medidas para promover la igualdad efectiva entre todos los miembros de la sociedad.
Históricamente, desde la Revolución Francesa, se ha luchado por la igualdad formal, que busca
tratar a todos los ciudadanos por igual ante la ley, eliminando privilegios aristocráticos. Sin
embargo, se ha reconocido que la igualdad formal no es suficiente para asegurar una igualdad
sustantiva, ya que las personas enfrentan diferentes barreras y desventajas sociales que requieren
medidas específicas para eliminar esas diferencias y promover una verdadera igualdad de
oportunidades.

Las medidas afirmativas han surgido como respuesta a estas necesidades, buscando proporcionar
ventajas temporales a ciertos grupos desfavorecidos para compensar desigualdades históricas y
estructurales. Estas medidas son particularmente importantes para grupos vulnerables como
mujeres, personas con discapacidades o minorías étnicas, asegurando que tengan igualdad de
acceso a oportunidades y beneficios que históricamente se les han negado.

En contraste con la igualdad formal, la igualdad material reconoce que tratar a todos de la misma
manera no siempre resulta en igualdad de resultados. Por lo tanto, se justifica el trato
diferenciado para lograr una igualdad sustantiva que realmente equipare las oportunidades de
todos los individuos, independientemente de su situación inicial.

Los privilegios penales, como la inmunidad o el antejuicio político, son ejemplos de excepciones
legales que permiten ciertos tratamientos diferenciados para funcionarios públicos en el ejercicio
de sus funciones. Estos privilegios están diseñados para proteger la independencia y la eficacia
de ciertos roles en el gobierno, pero deben ser interpretados y aplicados de manera restrictiva
para evitar abusos y asegurar que no se conviertan en herramientas de impunidad.

En general, podemos decir que mientras la igualdad formal sigue siendo un pilar importante en
el derecho constitucional, la igualdad material y las medidas afirmativas son indispensables para
garantizar que todos los individuos tengan las mismas oportunidades de desarrollo y
participación en la sociedad, superando las desigualdades estructurales y promoviendo una
verdadera justicia social.

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BIBLIOGRAFÍA

APLICACIÓN DE LA LEY PENAL: Aplicación-de-la-ley-penal.pdf (lpderecho.pe)

25
ÁMBITOS DE APLICACIÓN DE LA LEY PENAL: Microsoft Word - UNIDAD 2.docx
(aiu.edu)

ESTUDIO DE LA LEY PENAL Y SU APLICACIÓN EN RELACIÓN CON SU ÁMBITO DE


VALIDEZ ESPACIAL: descarga-2.pdf (lpderecho.pe)

LA APLICACIÓN PERSONAL DE LA LEY PENAL: Ambito DE LA Aplicacion Personal DE


LA LEY Penal - UNIVERSIDAD DE HUANUCO FACULTAD DERECHO Y

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