Musica Argentina y Leyendas
Musica Argentina y Leyendas
Musica Argentina y Leyendas
Tango
A partir de 1860, con la incorporación de corrientes de inmigrantes europeos
(principalmente de italianos y españoles), su música se enriquece. El tango es un
estilo musical y un baile nacido en los arrabales porteños y montevideanos, con
difusión internacional. En tiempos iniciales se interpretaba con violín, guitarra y
flauta, pero hacia 1900 ésta fue reemplazada por el bandoneón, traído por los
inmigrantes alemanes.13
Suelen distinguirse tres períodos en la historia del tango:14
Rock nacional
El rock nacional argentino tiene un amplio desarrollo desde finales de los años
1960 y una fuerte influencia en el rock iberoamericano cantado en
español ampliamente conocido en todo el continente.
Iniciada la década del 60, la Argentina fue sacudida musicalmente por el
fenómeno "beatle" y algunos grupos locales procedieron a imitarlos. Sin embargo,
hubo talentos que encontraron su expresión propia. El éxito de ventas del primer
LP de rock nacional grabado por Los Gatos, dio cuenta de que ya había en el país
un público para el género y con Almendra (banda) y Manal, quedó configurada a
comienzos de los 70 la trilogía fundacional. A esta etapa pertenece también el
dúo Sui Géneris, que impuso sus temas acústicos, hoy verdaderos clásicos.
Cumbia
La cumbia se introdujo en el país a mediados de los 1980 y comienzos de
la década de los 90', también llamada «movida tropical» o «bailanta», con un ritmo
más simple que el modelo original colombiano. Sin embargo, en la década de los
70' ya se encontraba en Argentina un ritmo establecido con el estilo
del vallenato y guaracha que logró mezclar estas tres y formar la cumbia
Argentina. El grupo que se conoce como pionero de este género musical por
popularidad es Los Palmeras, fundado en 1969, a este le siguen agrupaciones
como Los Wawancó, establecido en 1955, también Los Bambacoa creado en
1962.18
Murga
La murga es otro género significativo de la cultura urbana, fuerte expresión de los
sectores populares en los carnavales. Su origen es incierto, aunque se inscribe en
la tradición carnestolendas del exceso y la liberación de los cuerpos, acrisolada
con el candombe (surgido en el Río de la Plata y patrimonio de los esclavos
traídos desde África).
Cuarteto
El cuarteto, como expresión de la cultura popular ha tenido una importante
expansión en los últimos tiempos, ya no solo entre los sectores de menos
recursos, sino también por los miembros de toda la sociedad en general en
ámbitos festivos. Una variedad del cuarteto, que es fusionado con
el merengue dominicano, es el merenteto, muy escuchado en la Provincia de
Córdoba.
Música folklórica
inspirada en los géneros rurales tradicionales. La música folklórica argentina tiene
características regionales diferenciadas: en la música litoraleña predominan
géneros como el chamamé y la chamarrita; en el folklore surero-patagónico,
predominan géneros como la milonga, el triunfo y el malambo; en el
folklore cuyano predomina la cueca y la tonada; en el folklore norteño predominan
las chacareras y las zambas; y en el folklore del noroeste andino, predominan
los carnavalitos, sayas y taquiraris. Entre los intérpretes y compositores se
destacan Ariel Ramírez, Los Fronterizos, Los Chalchaleros, El Dúo
Salteño, Atahualpa Yupanqui, Suma Paz, Mercedes Sosa, Ramona
Galarza, Soledad Pastorutti y Los Nocheros se encuentran entre los exponentes
más importantes de estos géneros. Entre los varios encuentros de música
folklórica se destacan el Festival de Cosquín en Córdoba y el carnaval jujeño.
Cuenta la leyenda que, Antonio Mamerto Gil Nuñez, era un gaucho con un
inmejorable dominio del falcón. Su mirada imponía a sus adversarios.
Era un peón rural que participó en la Guerra de la Triple Alianza, y sufrió las
consecuencias de la lucha entre hermanos. Luego batalló contra los federales,
cuando fue alistado como integrante de las milicias.
Gauchito Gil fue capturado y colgado a un árbol de espino. Se cuenta que, antes de
su ejecución, Gauchito Gil le dijo a su ejecutor:
Cuando el verdugo regresó a su casa, descubrió que su hijo estaba muy enfermo.
Entonces, hizo caso a las palabras de Gil, y rezó en su nombre. De repente, su
retoño se curó.
Cuenta la leyenda que, en la provincia de San Juan (Argentina), al inicio del siglo
XIX, vivía una muchacha llamada Deolinda. La joven estaba casada con Clemente
Bustos, a quién reclutaron a la fuerza para participar en las guerras civiles
desatadas.
Entonces, Deolinda se quedó con su hijo lactante. Una madrugada, la mujer decidió
huir hacia La Rioja junto a su pequeño para buscar a su esposo.
3. El Futre
En torno a las ruinas abandonadas por las que circulaba un antiguo tren que
unía Mendoza con la ciudad de Los Andes, ha pasado de generación en
generación una misteriosa historia.
Allí se pudo ver durante días a un hombre muy elegante que vestía de negro, de
procedencia inglesa, encargado de hacer los pagos a los obreros. Una noche, fue
asaltado y asesinado por unos maleantes de la zona.
Cuenta la narración que, desde entonces, su espíritu transita por las montañas de
Mendoza y aparece en las noches preguntando por el dinero que le robaron.
Después, desaparece en la oscuridad.
Un día, unos niños del lugar le preguntaron a sus padres qué podrían hacer ellos
para alegrar el paisaje. Aunque ellos no supieron qué responder, los jóvenes
decidieron darle una solución al asunto. Para ello, reunieron toda la pintura de
color que iban encontrando y, durante las noches, subían al cerro y lo pintaban. Así
hicieron durante siete noches consecutivas.
La séptima noche, sus padres se despertaron y, al ver que sus hijos no estaban en la
casa, salieron en su búsqueda. Junto a ellos, iba un grupo de vecinos de la
localidad, quienes también buscaban a sus retoños. Pronto, miraron todos al cerro
y, para su sorpresa, vieron como el insulso cerro se había convertido en un hermoso
lugar pintado de siete alegres colores.
Cuenta la leyenda que, en lo que hoy se conoce como Pocito, vivió hace mucho
tiempo una mujer llamada Mariana. Ella, siempre que iba a comprar, pagaba con
unas pequeñas piedras de oro, y los pobladores le preguntaban de dónde las había
sacado. Ella siempre respondía que las conseguía de un “pocito”.
Dice la narración que hace mucho tiempo, los guaraníes habitaban en las orillas del
río Iguazú. Allí también moraba el dios Boi, quien se encargaba de proteger a la
tribu.
Un buen día, la deidad conoció a Naipí, la hija del señor de la aldea. Pronto, se
obsesionó con la joven y pidió su mano al padre de esta. El cacique aceptó sin
consultarlo con Naipí.
La muchacha estaba enamorada de Tarobá, un joven de relativo a otra tribu del sur.
Así, el día de la boda, planearon escapar juntos.
Cuentan que, desde entonces, en días de lluvia y sol intenso, sale el arcoíris que une
por un instante el árbol y la piedra. De esa forma, los jóvenes se unen.
7. Luz mala
El folclor argentino también tiene grandes historias de terror. Este mito es uno
de los más extendidos, especialmente por el noroeste del país, y cuenta con
diferentes versiones.
Narra la historia que existe una luz que puede aparecer en el campo en las noches
muy oscuras. Este intenso resplandor emerge desde el suelo y puede permanecer
en el mismo lugar o desplazarse. Cuentan que, incluso, puede perseguir a quien la
percibe.
En otras versiones de la leyenda, se cuenta que esta luz tiene la misión de proteger
objetos metálicos y tesoros de oro y plata enterrados. En cualquier caso, nadie
nunca se atreve a excavar en el sitio de donde sale la luz.
8. El Lobisón
Esta narración tiene como protagonista a uno de los seres más conocidos de
la mitología guaraní. Es una historia muy extendida en Argentina y Paraguay,
y que recuerda, en parte, al ser legendario del hombre lobo, popular en
Europa.
Cuenta esta historia guaraní que Lobisón, el séptimo hijo de Tau y Karana, fue el
damnificado de una maldición caída sobre sus padres. Pues, en las noches de
viernes de luna llena, Lobisón se convierte en una criatura con aspecto mitad perro
y mitad hombre.
9. La Telesita
Existen leyendas forjadas alrededor de misteriosas figuras, de incierta
existencia.
Una de las versiones, cuenta que la muchacha que, fascinada por el sonido de una
caja, se puso a bailar alrededor de una fogata. Tuvo la mala suerte de que su vestido
se prendió y ella quedó carbonizada.
Cuentan que su alma es milagrosa y, entre otros dones, tiene la capacidad de hacer
aparecer lo extraviado. Esto sucederá si el interesado hace una especie de ritual
denominado como telesiada, en el que predomina el baile.
Este mito argentino trata de dar una explicación a cómo se formaron ambos.
En él se esconde una historia de amor imposible que se funde con la
naturaleza.
Cuenta la narración que, hace muchos años, en un lugar situado en lo que hoy se
conoce como la provincia de Córdoba, vivió un joven indio que se enamoró de una
joven a primera vista. La muchacha le correspondía, pero prefirió huir, ya que su
padre era un hechicero que no aceptaría su relación.
El muchacho la buscó sin descanso hasta que, por fin, consiguió citarse con ella
para escapar juntos. Sin embargo, el padre de la joven se convirtió en una figura
demoníaca que los perseguía sin cesar.
De esta forma, su amor perduró por siempre, dando lugar a un hermoso paisaje
natural.
11. El Nahuelito
En la Patagonia argentina se ubica el lago Nahuel Huapi. Desde tiempos
anteriores a la conquista de América se extiende un relato en torno a la
posible existencia de una figura que habita allí, como Nessie en el lago Ness.
Dice la narración que, en el lago Nauel Huapi (Bariloche), vive un misterioso ser
acuático. Esta figura se ha descrito por algunos pobladores como una enorme
criatura que sale del agua por las noches y cuyas pisadas son como las de un pato
grande.
Cuenta la leyenda que, hace muchos años, existió una ciudad ubicada en la zona de
Salta. Los habitantes del lugar poseían muchas riquezas, hasta las herraduras de los
caballos eran de plata. En cambio, sus habitantes se pasaban los días vagueando y
faltando a los más desfavorecidos.
Un buen día, el Sacerdote de turno les advirtió que, de no cambiar sus rutinas, la
ciudad de Esteco sufriría las consecuencias de un terremoto. Así, como sus
pobladores seguían con sus hábitos, la ciudad terminó destruida por un brusco
seísmo.
Dice la narración que, hace mucho tiempo, la cumbre del volcán Lanín estaba
protegida por un pillán, un espíritu encargado de defender la naturaleza de los
desastres provocados por el ser humano.
Un buen día, algunos integrantes de la tribu Huaiquimil fueron a cazar por la zona.
El pillán los estaba observando y, al ver que cazaban animales, enfureció tanto que
el volcán entró en erupción.
Los habitantes de lugar, atemorizados, acudieron al hechicero de la tribu, quien
averiguó cuál sería la solución para tranquilizar al pillán: ofrecer la vida de la hija
menor del cacique de la tribu. La joven se llamaba Huilefún, era una muchacha
muy querida por todos.
Cuentan que, desde ese momento, Lanín permanece callado, ocultando a la bella
muchacha en su interior.
Cuenta la narración que, en tiempos muy lejanos, los habitantes del Sistema de
Tandilia creían que el Sol y la Luna habían creado la Tierra y, más tarde, al hombre.
Un día, los pobladores notaron que el Sol se iba apagando y apenas daba luz.
Pronto, se percataron que en el firmamento había un Puma que, celoso por la
adoración que los hombres mostraban a su dios, estaba apresando al Sol.
Dice la leyenda que, en la punta de la flecha que traspasó el cuerpo del Puma, cayó
una enorme piedra de granito que se posó por años en equilibrio en lo alto del
cerro. Desde entonces, cada vez que salía el Sol el Puma se enojaba tanto que la
piedra se movía.
15. La leyenda del Hornero
El Hornero es un ave que se extiende por diferentes hábitats de América del
Sur.
En Argentina se ha divulgado un conocido mito, de origen guaraní, en el que
el surgimiento de este reconocido pájaro se debe a una historia de amor.
Cuenta la historia que, un cazador llamado Yahé se acostó a dormir tras una dura
jornada. Reposó durante un rato a la orilla del río.
Al despertar, ya por la noche, se encontró con la hija del cacique de la tribu. Ambos
jóvenes se miraron y, al instante, se enamoraron.
Al ser la hija del cacique, había una antigua tradición para quienes desearan
obtener su mano: participar en una competencia durante las fiestas de la cosecha.
Tras dos pruebas muy duras, Yahé y otro muchacho llamado Aguará competían en
la prueba final. En ella, el cacique y los ancianos del pueblo los enrollaron en cueros
de yaguareté mojados y los ataron a cuatro estacas. Los aspirantes tenían que
permanecer quietos durante nueve días, sin apenas alimento.
Aguará aguantó tres días y se rindió. Al llegar el noveno día, quitaron los cueros
que cubrían el cuerpo de Yahé, el ganador. En cambio, todos quedaron atónitos al
descubrir que su cuerpo estaba encogiendo hasta que se convirtió en un hornero.
De repente, el pájaro voló hasta posarse en un árbol, donde construyó un nido.
Dice la leyenda que, la joven Anahí, la menor de sus hermanos, formaba parte de la
tribu de los guayaquí. Vivía a las orillas del río Paraná.
Anahí era una muchacha poco agraciada, pero tenía una voz preciosa con la que
alegraba a su gente cantando. Hasta los pájaros cesaban su canto para escucharla y
el río calmaba sus bravas aguas.
A la llegada de la primavera, una tribu peligrosa llegó al lugar para combatir con los
pobladores. En la disputa, Anahí vio morir a sus hermanos y a su padre. Entonces,
la muchacha peleó con valentía. Cuentan que los enemigos no podían apresarla con
facilidad y decidieron utilizar tiras de cuero para amarrarla.
Anahí pasó días y días llorando. Hasta que, una noche sin luna, la muchacha
aprovechó que un guardián dormía para escapar. Atravesó la selva, pero, pronto, el
vigilante despertó y la encontró.
Al amanecer, se encontraron con un nuevo árbol con flores de color rojo y con
ramas de espinas. Así es como surgió el Ceibo.