Hormonas Importantes en Perros y Gatos

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HORMONAS DE UTILIDAD

DIAGNOSTICA EN ANIMALES DE
COMPAÑIA.
En los animales de compañía, la principal utilidad de la medición de hormonas
está dada en aspectos reproductivos y alteraciones del metabolismo. Además,
debido a que la alopecia es un signo común en la clínica de pequeños
animales, y si bien es cierto que una de las mayores causas de este signo es el
ectoparasitismo, existe una serie de condiciones, incluyendo las alergias e
infecciones y alteraciones endocrinas, que deberían considerarse en un
diagnóstico diferencial.

HORMONAS REPRODUCTIVAS.
El uso de análisis de hormonas reproductivas en animales de compañía no es
tan generalizado como en las especies mayores, como el bovino, donde el
diagnóstico de gestación es posible analizando los niveles de progesterona. En
la perra y la gata, es difícil diferenciar entre un animal gestante de uno que no
lo está, sobre la base de las concentraciones de esteroides reproductivos. En
estos animales, el análisis de hormonas
reproductivas es realizado para
confirmar que la castración en el macho
haya sido realizada adecuadamente; la
detección de tumores secretores de
hormonas en ambos sexos, y la
determinación de la ovulación para que la
cruza o la inseminación artificial sea realizada
en un tiempo óptimo (Johnston, 1995).

Infertilidad en el macho:
La fertilidad en el perro o gato macho pueden
ser congénitas o adquiridas (Wallace, 1992). Las posibles causas de infertilidad
congénita incluyen alteraciones del eje hipotálamo-adenohipofisis-gonadas,
alteraciones cromosomales y de diferenciación sexual, aplasia segmentaria de
los ductos, criptorquidismo y defectos en la espermatogénesis (Wallace, 1992).
La infertilidad adquirida puede ser causada por hipertermia testicular, debido a
una inflamación o factores ambientales, neoplasia testicular, infecciones del
tracto reproductivo, alteraciones endocrinas, fármacos, exposición a toxinas o
causas idiopáticas (Ellington, 1994).

Las enfermedades endocrinas que están asociadas con la infertilidad son el


hipotiroidismo y el hiperadrenocorticismo (Kemppainen & col., 1983; Root &

1
Johnston, 1994). El diagnóstico de la infertilidad en el macho se basa en un
examen físico completo, pruebas serológicas para Brucella canis, análisis de
semen, biopsia testicular, y en el diagnóstico de enfermedades endocrinas
como las mencionadas anteriormente.

Infertilidad en la hembra:
Los problemas de fertilidad, debido a alteraciones hormonales, se pueden
presentar en cualquier etapa del ciclo reproductivo en la hembra. Sin embargo,
muchos de estos problemas, tales como el anestro prolongado, el estro
persistente o el hiperplasia quística endometrial, son el resultado de un manejo
inapropiado de la hembra y se pueden resolver con un programa reproductivo
adecuado (Olson & col., 1982; Concannon, 1993).

Progesterona:
El análisis de progesterona sérica puede realizarse en muestras seriadas para
la determinación de la ovulación en la perra (Van Haaften & col., 1989;
Feldman & Nelson, 1996). El día de la ovulación no puede ser determinado
usando únicamente la citología vaginal. La citología puede indicar que la
cornificación vaginal completa ha ocurrido, sin embargo, las células
cornificadas persisten durante toda la etapa del estro sin dar una indicación del
día de la ovulación o del mejor día para que se realice la cruza o la
inseminación artificial.

La concentración de progesterona comienza a aumentar en forma paralela al


aumento de hormona luteinizante (LH), antes del pico de LH, que es el
responsable de la ovulación (Concannon, 1993; Engelking, 2000). Para lograr
altas tasas de concepción y mayor tamaño de camada, se recomienda que la
cruza se realice aproximadamente dos a tres días posteriores al día de la
ovulación.

Los animales que se consideran adecuados para el análisis de progesterona


son aquellos que han entrado en la fase de proestro/estro y que comienzan a
presentar una predominancia de células cornificadas en la citología vaginal. La
determinación del día aproximado de la ovulación puede realizarse por medio
de los niveles de progesterona sérica, porque la concentración de esta
hormona aumenta 2 a 3 días antes de la ovulación (Nachreiner, 1996).

En el día de la ovulación inducida por el pico de LH (cuya presentación es


altamente variable, pero se considera como promedio el día 10 después del
inicio del proestro), la luteinización preovulatoria de los folículos ováricos de la
perra lleva a un incremento de la concentración sérica de progesterona de
aproximadamente 12 a 30 nmol/ L. Si la historia reproductiva previa es
desconocida, la primera muestra de sangre debe ser obtenida a los 4-6 días
después del inicio del proestro. Si las concentraciones en esta muestra son
menos de 3 nmol/L, las próximas muestras deben ser tomadas cada tres días,
hasta que una concentración interpretable sea detectada.

En la actualidad la progesterona se mide por medio del radioinmunoanálisis


(RIA) o por electroquimioluminiscencia realizados en laboratorios o por el uso
2
de kits de enzymelinked immunosorbent assay (ELISA) realizados en la
consulta veterinaria. Las mediciones realizadas por inmunoensayos de
laboratorio tienen ventajas sobre el ELISA, ya que los primeros dan un valor
cuantitativo específico y objetivo en lugar de un valor semicuantitativo basado
en la interpretación subjetiva de cambios de color (Nachreiner, 1996). Además,
en caso de que se sospeche anestro prolongado, se ha visto que valores
mayores a 3 nmol/L indican que la perra presentó estro y el dueño no la
observó o el animal presentó un estro silente. Estos valores también indican la
presencia de una ovariectomía incompleta (para esta condición también se
puede medir estradiol).

Estradiol:
La detección de niveles mayores a los valores basales de estradiol (40 pmol/L)
en una perra o gata castrada indica que existe la presencia de tejido ovárico
residual activo (Feldman & Nelson, 1996). Asimismo, el tumor de células de
Sertoli en el perro macho puede secretar grandes cantidades de estradiol y,
por lo tanto, cuando se sospecha esta condición, el análisis de esta hormona o
de estrógenos totales ayuda a confirmar el diagnóstico. Los tumores de células
de Sertoli en perros viejos son difíciles de diagnosticar porque esta condición
es similar a otras donde se presentan dermatosis, especialmente en las etapas
tempranas. Los perros machos presentan valores de estradiol normalmente
alrededor de 18 pmol/L. Cuando la concentración de esta hormona es alta (>
37 pmol/L), se sospecha de tumor de células de Sertoli. Sin embargo, una
concentración normal no descarta la presencia de este tumor.

Testosterona:
Esta hormona tiene un rango normal en el perro adulto de 5 a 15 nmol/L (Allen
& England, 1993; Feldman & Nelson, 1996). En el macho castrado, el nivel de
testosterona es de < 4 nmol/L. En el gato, el rango normal y la respuesta a la
castración es similar (Gruffydd- Jones, 1993).

Las pruebas de respuesta a GnRH y hCG han sido desarrolladas para


diferenciar entre animales castrados y criptorquídeos (Romagnoli, 1991; Knol
& col., 1993). Con relación a la prueba de respuesta a la GnRH se toma una
muestra pre-inyección, se inyecta IV una dosis de 0,22 mg/kg de GnRH y se
toman muestras a los 30 y 60 minutos posteriores a la inyección. Los valores
normales promedio (dependiendo del laboratorio usado) son: preinyección, 7
nmol/L; 30 minutos, 12 nmol/L; y a los 60 minutos, 15 nmol/L. Los animales
criptorquídeos presentan valores y respuestas similares. Los animales
castrados en forma eficiente presentan niveles bajos de esta hormona y no
muestran variación alguna después de la administración de GnRH.

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HORMONAS Y DESORDENES DEL METABOLISMO.
Hipotiroidismo canino.
Se puede dividir el hipotiroidismo en tres categorías basado en el sitio de la
enfermedad. Primario, en la glándula tiroides, es la forma más común (>95%
de los casos) (Panciera, 1998). Se debe usualmente a atrofia idiopática de la
glándula o tiroiditis linfocítica mediada por el sistema inmune. Secundario y
terciario, en la adenohipófisis e hipotálamo, respectivamente. Estas dos formas
de hipotiroidismo son raras (juntos conforman menos del 5% de los casos).

Se debe considerar que existen varios factores que afectan normalmente los
niveles de las iodotironinas, como son la edad, el sexo, obesidad, fármacos y
algunas enfermedades no relacionadas directamente con la glándula tiroides
(Kaptein & col., 1992; Griffin & Ojeda, 1992; Engelking, 2000). El
hipotiroidismo es conocido en patología veterinaria como una condición que se
diagnostica en exceso, en ocasiones haciéndola responsable de enfermedades
dermatológicas alérgicas, infecciosas, parasitarias e inmunológicas (Panciera,
1998).

El trastorno se produce principalmente por un déficit de la función tiroidea,


donde se presentan lesiones cutáneas y signos generalizados. La razón
principal por la que un perro con hipotiroidismo se presenta en la consulta
veterinaria es por enfermedades de la piel, clásicamente caracterizadas por
alopecia simétrica no prurítica, aunque las manifestaciones dermatológicas
pueden variar bastante. El diagnóstico se confirma a través de análisis de
laboratorio de rutina (por ejemplo, colesterol sérico) y pruebas de evaluación
endocrina.

Las concentraciones séricas de tiroxina, T4 (valor normal: > 20 nmol/ L) y


triiodotironina, T3 darán valores bajos, sin embargo, T4 es más útil que T3
para el diagnóstico dado que es más consistente en los resultados.

La mayoría de la T3 se forma por monodeiodinización de T4 en tejidos


extratiroidales como el hígado, riñón y músculo (St.Germain, 1994; Yeh,
2001). Además, la concentración sérica de T3 es un pobre indicador de función
de la glándula tiroides por la localización predominante de T3 dentro de las
células, la cantidad mínima secretada por la tiroides y secreción incrementada
de T3 por la tiroides cuando hay un daño progresivo de la glándula.

Esencialmente, no hay diferencias en el promedio o rango de las


concentraciones séricas de T3 entre perros sanos, perros con hipotiroidismo y
perros con el síndrome del enfermo eutiroídeo.

La hipercolesterolemia y la hipertriglicideremia (muestra de sangre se presenta


lipémica) son hallazgos consistentes. Aproximadamente el 75% de los perros
hipotiroídeos presentan concentraciones elevadas de colesterol sérico (> 16

4
mmol/l ó 250 a 1000 mg/dl). Un hallazgo menos consistente es la anemia
normocítica normocrómica (25% de los casos).

El buen diagnóstico en hipotiroidismo no debe ser basado solamente en un


nivel bajo en la concentración de T4 plasmático. Se debe considerar historia,
examen físico y resultados de la patología clínica para apoyar el diagnóstico de
hipotiroidismo o para adjudicar las manifestaciones clínicas a otras
enfermedades y/o a la administración de fármacos. A continuación se
presentan pruebas adicionales que se podrían realizar.

Determinación de TSH endógena:


Es el método más moderno para determinar hipotiroidismos primarios o
secundarios (Nachreiner & col., 1995). Los rangos de referencia para perros
eutiroídeos normales es 0.06 – 0.32 ng/ml. Perros con hipotiroidismo primario
(la mayoría de los casos) presentan altas concentraciones de TSH y perros con
hipotiroidismo secundario o terciario presentan niveles bajos de TSH. El
análisis, basado en RIA, para la especie canina salió al mercado en la segunda
mitad de 1996, por lo tanto, esta es un área donde se necesita más
información sobre cuán sensitiva o especifica es la prueba. Tampoco se sabe
qué efectos pueden tener los fármacos en las concentraciones de TSH. Por
ahora lo que se aconseja es usar esta prueba en combinación con la evaluación
de T4 total o T4 libre. Un nivel bajo de T4 junto con un nivel alto de TSH
confirma el diagnóstico de hipotiroidismo.

Determinación de T4 libre:
En teoría, medir solamente la hormona biológicamente activa (fT4 a nivel
celular) debería darnos más información que el valor de T4 total, y
supuestamente no se vería afectada por problemas extratiroídeos (Nelson &
col., 1991).

La hormona libre representa 0.1% del T4 total (por ejemplo, un valor normal
de T4 total es 20 nmol/L, mientras que un valor normal de T4 libre es de
20pmol/L). Pero tenemos que considerar lo siguiente: el método principal para
determinar concentraciones de hormona tiroídea libre es la diálisis de
equilibrio, un método costoso y difícil de realizar.

Varios radioinmunoensayos para T4 libre han salido al mercado pero no son


tan eficientes como el procedimiento de diálisis. Un método reciente llamado
método de Nichols utiliza una técnica modificada de diálisis de equilibrio y
parece ser mejor, pero sigue siendo bastante elevado el costo (Panciera,
1998). Además, la terapia prolongada con glucocorticoides o perros con
hiperadrenocorticismo pueden presentar valores bajos de T4 libre.

Hipertiroidismo felino.
Es una enfermedad común en gatos adultos y viejos. La mayoría de los gatos
con hipertiroidismo presentan hiperplasia adenomatosa de tiroides o adenoma
benigno (Mooney, 2001). Menos del 5% de los gatos que presentan esta
condición tienen adenocarcinomas malignos (Feldman & Nelson, 1996;
Mooney, 1998). Los signos clínicos más comunes son: pérdida de peso,
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vómito, diarrea, hiperactividad o aletargamiento, polifagia o anorexia. Las
cardiomiopatías son comunes en estos animales debido al efecto de las
iodotironinas sobre el corazón (Eckersall, 1993; Mooney, 2001). Debido a los
signos clínicos tan variables, el hipertiroidismo debería ser evaluado en gatos
viejos enfermos (Thoday & Mooney, 1992).

El diagnóstico de hipertiroidismo en gatos es sencillo en la mayoría de los


casos. El nivel de T4 total está elevado (> 60 nmol/L, los valores normales
presentan un rango de 12-50 nmol/L). La T4 es usualmente la única hormona
evaluada ya que la medición de T3 es menos confiable y no ofrece ventajas
sobre la T4.

Incrementos moderados de enzimas hepáticas, como alaninoaminotransferasa


(ALT), fosfatasa alcalina (FA), aspartatoaminotransferasa (AST), a menudo
hacen sospechar de esta condición, ya que el exceso de concentración de las
iodotironinas es tóxico para los hepatocitos (Mooney, 2001). Si se sospecha de
hipertiroidismo en un gato senil y los niveles de T4 están en el margen
superior del rango normal, esta enfermedad no debe descartarse. Para
confirmar o rechazar el diagnóstico en estos casos límite se puede esperar dos
semanas y medir T4 nuevamente (hay una variación mayor a lo largo de un
período de días que de un período de horas). Si aún así no se confirma el
diagnóstico se puede realizar la prueba de supresión con T3 (Peterson & col.,
1990). Esta prueba permite confirmar o rechazar el diagnóstico por
hipertiroidismo en gatos con signos clínicos de la enfermedad y un nivel de T4
normal en el límite superior del rango de referencia. Prueba de supresión con
T3: Se colecta una muestra para T3 y T4 antes de administrar la hormona
liotironina (T3, 25 microgramos del Laboratorio Chile, Cytomel® de SmithKline
o Cytobin® de Nordon). La administración de liotironina es por vía oral (cada
ocho horas en siete ocasiones) y se colecta una muestra de T4 y T3 cuatro
horas después de la última dosis de T3. La liotironina suprime los niveles de T4
en gatos normales mediante retroalimentación negativa, pero no en gatos
hipertiroídeos. Una desventaja de esta prueba es que los dueños no siempre
administran en forma adecuada el tratamiento y el tiempo involucrado en el
mismo (Mooney, 2001).

Hiperadrenocorticismo en caninos.
Es una patología producida por el exceso de glucocorticoides en el organismo
que se manifiesta como una enfermedad sistémica con problemas cutáneos.
Existen signos clínicos característicos: poliuria, polidipsia, polifagia y abdomen
péndulo. Otros signos generales incluyen atrofia muscular, anestro, letargia y
atrofia testicular (Cayzer & Jones, 1993). El exceso de cortisol produce efectos
severos en la piel: atrofia epidérmica, hiperqueratosis, atrofia de la dermis
adelgazamiento de las paredes de los vasos sanguíneos y aumento de su
fragilidad (presencia de petequias, equimosis y retardo en la cicatrización de
heridas). Es la endocrinopatía más frecuente en caninos y se caracteriza por
ser apruriginosa en sus comienzos (Zerbe, 2000).

También se le conoce como enfermedad o síndrome de Cushing. La causa más


frecuente, en nuestro medio, es la iatrogénica y se presenta en animales que
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han sido medicados con dosis excesivas o por tiempos prolongados para el
tratamiento del prurito de cualquier etiología (Zenoble & Kemppainen, 1987;
Moore & Hoenig, 1992). La segunda causa es el hiperadrenocorticismo
dependiente de la hipófisis (HDP), donde hay un exceso de secreción de
hormona estimulante de la corteza adrenal (ACTH) que produce la hiperplasia
adrenal bilateral con un exceso de producción de cortisol. En tercer lugar, está
e l t u m o r a d r e n o c o r t i c a l f u n c i o n a l ( TA F ) q u e s e g r e g a c o r t i s o l
independientemente de la acción de la ACTH. Por último, existen pocos casos
de secreción ectópica de ACTH que se observa en el linfosarcoma y neoplasias
bronquiales (Peterson, 1984).

El diagnóstico se confirma a través de análisis de laboratorio de rutina que


podrían ser sugerentes de esta patología como neutrofilia, linfopenia,
eosinopenia. En la orina se observa proteinuria y glucosuria. La bioquímica
sérica muestra hiperglicemia, aumentos moderados de colesterol, y de ALT. La
FA está usualmente aumentada en perro y es la prueba bioquímica inicial más
sensible para esta enfermedad. Esto es porque los corticoides inducen la
producción de “FA-inducida por corticoide” en esta especie (Herrtage, 1998a).
Sin embargo, un nivel normal de FA no excluye el diagnóstico de esta
enfermedad e incrementos de esta enzima se presentan en otras condiciones
patológicas. La FA puede estar ligeramente incrementada en gatos con
hiperadrenocorticismo debido a la colestasis (almacenamiento de glicógeno en
el hígado). Sin embargo, debido a que esta enzima no es inducida por los
corticoides en el gato, el valor es a menudo normal y valores altos no
necesariamente sugieren hiperadrenocorticismo.

Los niveles basales de T4 y T3 suelen ser bajos en el hiperadrenocorticismo


(síndrome del enfermo eutiroideo) (Ferguson & Peterson, 1992).
Radiológicamente se observa hepatomegalia, osteoporosis en vértebras y
costillas, calcificaciones en riñón, pulmón y piel (Peterson & col., 1996). El
diagnóstico confirmatorio se realiza a través de las pruebas endocrinas de
funcionalidad de la corteza adrenal:

a) Prueba de estimulación con ACTH: Usualmente esta prueba se realiza a


las 8:00 ó 9:00 horas para minimizar las variaciones diurnas en las
concentraciones de cortisol.

• a. Se colecta muestra de sangre (suero o plasma heparinizado) para una


concentración basal de cortisol.

• b. Se inyecta ACTH: ACTH gel IM, 2.2 unidades/kg (dosis máxima 40 UI);
Cosyntropin® o Cortrosyn®, 5 mg/kg IV (dosis máxima 250 mg) y en el caso
del gato 125 mg/gato IV.

• c. Se colecta muestra de sangre para medir niveles de cortisol post-ACTH, a


las 2 horas en el caso del perro, y a 1 y 2 horas en el caso del gato (estos
últimos presentan un tiempo de respuesta más variable).

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• Un perro normal presenta concentraciones basales de cortisol del orden de
40-180 nmol/L y un valor de cortisol post-ACTH de 230-570 nmol/L (valores
varían de acuerdo al laboratorio usado). Los animales con síndrome de
Cushing presentan altos niveles de cortisol post-inyección (más de 700 nmol/
L). Hay que tomar en cuenta que el estrés en cualquier especie puede causar
un aumento moderado en los niveles de cortisol (300 nmol/L en caninos). Los
pacientes que clínicamente presentan un hiperadrenocorticismo iatrogénico
se manifiestan al nivel de resultados de laboratorio con hipoadrenocorticismo
(debido a una atrofia de las glándulas adrenales por los corticoides
exógenos).

b) Prueba de supresión con Dexametasona: Se basa en la inhibición que


los glucocorticoides ejercen, a través de la retroalimentación negativa, sobre la
hipófisis para disminuir la secreción de ACTH. Lo que se mide es el cortisol
sérico.

• Se colecta muestra de sangre (suero o plasma heparinizado) para una


concentración basal de cortisol.

• b. Se inyecta Dexametasona a dosis bajas para el perro (IV, 0.01 mg/kg) o


dosis altas para el gato (IV, 0.1 mg/kg).

• c. Se colecta muestra de sangre para medir niveles de cortisol post-


Dexametasona a las 4 y 8 horas.

a.

Un animal normal reaccionará a estas dosis de Dexametasona reduciendo


(retroalimentación negativa) el nivel de cortisol a las 4 y 8 horas.Un animal
con HDP o TAF no responderá al efecto negativo del glucocorticoide y el nivel
de cortisol se mantendrá alto. Si un animal presenta una supresión temporal a
las 4 horas pero “escapa” a la supresión a las 8 horas, nos permite sospechar
un diagnóstico de HDP.

Hay que tomar en cuenta la siguiente aclaración: Si el resultado de


cualquiera de estas pruebas es normal, no podemos descartar la
enfermedad con un 100% de certeza.

En el perro la supresión con dosis baja de Dexametasona es 90-95% sensible y


la estimulación con ACTH es sensible alrededor de 85% de los casos (Kaplan &
col., 1995; Van Liew & col., 1997). Las ventajas de la segunda prueba son: a)
es más corto (2 horas vs 8 horas) y b) es la única prueba que es útil para
diagnosticar el hiperadrenocorticismo clínico iatrogénico (Dunn & col., 1995).
En este caso, un nivel basal bajo de cortisol es observado junto con un cambio
mínimo en la concentración después de la estimulación con ACTH. Estos
pacientes pueden tener signos clínicos de hiperadrenocorticismo, pero los
resultados de laboratorio son consistentes con hipoadrenocorticismo. Por lo
tanto, la estimulación con ACTH es particularmente útil si estamos ante un
paciente nuevo o que no sabemos qué fármacos ha recibido. En resumen, es

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mejor realizar ambas pruebas para diagnosticar hiperadrenocorticismo.
Algunos autores recomiendan realizar estas pruebas en días separados o en
combinación (Feldman, 1985; Rijnberk & col., 1988).

c) Prueba de ACTH endógena: Esta es una prueba discriminatoria ideal. Si


el animal tiene HDP, los niveles de ACTH estarán elevados. Si el animal tiene
TAF, los niveles de ACTH estarán bajos, ya que las concentraciones altas de
cortisol inhiben por retroalimentación negativa la liberación de ACTH por parte
de la adenohipófisis.

Desafortunadamente, hay que tomar en cuenta que en algunas ocasiones


podemos obtener resultados de poco valor diagnóstico, ya que la secreción
episódica de ACTH en el perro normal se superpone con los valores de perros
con hiperadrenocorticismo. Además, la ACTH es poco estable y se necesitan
cuidados especiales para recolectar la muestra. Se colecta la muestra en tubos
conteniendo EDTA (ácido etilendiaminotetraacético) y se centrifuga
inmediatamente. Posteriormente se coloca el sobrenadante en tubos plásticos
y se congela o se mantiene refrigerada la muestra con paquetes de gel
congelado en un recipiente aislante para el envío inmediato al laboratorio. La
cantidad mínima de muestra es de 1 ml. Si la muestra está hemolizada no se
puede realizar la prueba. Finalmente, el análisis de ACTH debe ser validado
para su uso en caninos (Herrtage, 1998a).

Hipoadrenocorticismo en caninos.
Es un síndrome que resulta de la secreción deficiente de mineralocorticoide y/o
gluco-corticoide de la corteza adrenal. La destrucción de más del 90% de
ambas cortezas adrenales causa una deficiencia clínica de las hormonas
adrenocorticales y se denomina hipoadrenocorticismo primario o enfermedad
de Addison. Se considera secundario cuando es causado por una deficiencia de
la ACTH, lo que lleva a una atrofia de la corteza adrenal y una disminución en
la secreción de glucocorticoides (Ahlgren & Bamberg-Thalen, 1993; Herrtage,
1998b).

El hipoadrenocorticismo es considerado raro en perros, pero se piensa que


ocurre más frecuentemente de lo que se reconoce. Es mucho menos común
que el síndrome de Cushing. La enfermedad de Addison es muy rara en gatos
(sólo una decena de casos han sido reportados en el mundo). La atrofia
adrenocortical idiopática es la causa más común en el perro (se piensa que es
inmunomediada). Existe una predisposición en hembras de edad joven a
adulta. En algunos casos esta condición es una complicación del tratamiento
con mitotano para tratar el hiperadrenocorticismo (Feldman & Nelson, 1996).

Los signos clínicos de hipoadrenocorticismo primario varían de moderado a


severo con progresión aguda o crónica. El hipoadrenocorticismo crónico es
mucho más común que la enfermedad aguda en el perro (Herrtage, 1998b;
Kelch y col., 1998).

El diagnóstico inicial se realiza a través de análisis de laboratorio de rutina que


podrían ser sugerentes de esta patología, como por ejemplo, hematología
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(linfocitosis, eosinofilia, anemia moderada no regenerativa, normocítica y
normocrómica); bioquímica sanguínea (azotemia, hiponatremia e
hiperkalemia, hipocloremia, hipercalcemia e hipoglicemia y una leve a
moderada acidosis metabólica). La hiperkalemia disminuye la conducción
cardíaca, lo que se manifiesta en el electrocardiograma (ECG) con bradicardia
y ausencia de la onda P (Herrtage, 1998b). El ECG también puede ser usado
para monitorear el paciente durante el tratamiento, porque una mejora en el
ECG sugiere una reducción en las concentraciones séricas de potasio (Ahlgren
& Bamberg-Thalen, 1993; Melián & Peterson, 1996).

El diagnóstico definitivo se realiza a través de pruebas endocrinas como la


prueba de estimulación con ACTH. Esta prueba es la más usada para confirmar
la presencia de hipoadrenocorticismo. La preparación intravenosa de ACTH
sintética, debería ser usada porque la absorción de productos de deposición
como el ACTH gel no es confiable, particularmente en pacientes con
hipotensión severa.

Usualmente esta prueba se realiza a las 8:00 ó 9:00 horas para minimizar las
variaciones diurnas en las concentraciones de cortisol. Sin embargo, en una
situación de emergencia, en la cual tenemos un paciente con
hipoadrenocorticismo, la prueba puede ser realizada en cualquier momento. Se
realiza de la siguiente forma:

• a. Se colecta muestra de sangre (suero o plasma heparinizado) para una


concentración basal de cortisol.

• b. La dosis para el perro es 5 µg/kg IV (dosis máxima 250 µg, en perros >5
kg.; solamente 125 µg en perros <5 kg.) y para gatos es 125 µg /gato IV.

• c. Se colecta, una hora después, una muestra de sangre para medir niveles
de cortisol post-ACTH.

En perros con hipoadrenocorticismo, las concentraciones basales de cortisol


están bajas con una respuesta leve o nula a ACTH. Sin embargo, la prueba de
ACTH no distingue entre hipoadrenocorticismo primario y el
hipoadrenocorticismo secundario, debido a falla de la hipófisis o el
hiperadrenocorticismo iatrogénico provocado por la administración inadecuada
de glucocorticoides.

Otra prueba útil es la determinación de la ACTH endógena. Concentraciones


plasmáticas de ACTH son útiles para distinguir el hipoadrenocorticismo
primario del secundario, pero el manejo de la muestra es bastante riguroso
(ver hiperadrenocorticismo). Los perros con la condición primaria tienen
concentraciones de ACTH bastante elevadas, mientras que animales con la
condición secundaria presentan concentraciones de ACTH bajas o no
detectables.

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Diabetes mellitus canina.
Diferenciar entre hiperglicemia por diabetes mellitus y la asociada a estrés u
otras causas es muy poco probable con una sola muestra de glucosa (Doxey y
col., 1985; Engelking, 1997a). Animales con diabetes mellitus presentan una
hiperglicemia persistente y marcada (sobre 14 mmol/L), mientras que los
animales con estrés presentan un aumento moderado (Feldman & Nelson,
1996). Un paso importante es averiguar si existe glucosuria y cetonuria. Si la
cetonuria está presente, probablemente es diabetes. Si uno observa una
glucosuria marcada, esto apoya el diagnóstico de diabetes, ya que significa que
la glucosa sanguínea ha estado por encima del umbral renal (12-15 mmol/L)
por el tiempo que la orina se ha acumulado en la vejiga urinaria. Sin embargo,
algunos animales con prolongado estrés pueden presentar una glucosuria
moderada. Como recomendación general se aceptan concentraciones de
glucosa de hasta 10 mmol/L para perros, bovinos y equinos bajo estrés. En el
caso de los gatos bajo estrés se aceptan valores de hasta 20 mmol/L.

Causas de hiperglicemia persistente: Diabetes mellitus (tipo I); resistencia a


insulina (diabetes mellitus tipo II): debido principalmente a
hiperadrenocorticismo, obesidad, exceso de progesterona (por ejemplo,
acetato de medroxiprogesterona); aumento en los niveles de hormona del
crecimiento (por acromegalia, o administración excesiva de progesterona).
Causas de hiperglicemia temporal: estrés (especialmente en gatos),
principalmente por catecolaminas y glucocorticoides; postpandrial; animales
m o r i b u n d o s ; o c a u s a s i a t r o g é n i c a s ( a d m i n i s t ra c i ó n d e g l u c o s a ,
glucocorticoides, ketamina, progesterona) (Eigenmann & Venkervan Haagen,
1981; McCann & col., 1987; Selman & col., 1994; Hoenig, 1995; Lutz, 1995;
Graham, 1998).

Entre los signos clínicos se pueden enumerar la poliuria, polidipsia, polifagia,


pérdida de peso, intolerancia al ejercicio, disminución de la actividad, aliento
cetónico, infecciones recurrentes (del tracto urinario, conjuntivitis), cataratas y
hepatomegalia. Un número bajo de perros diabéticos se presentan deprimidos,
con anorexia y vómito además de la poliuria y polidipsia (Hoenig, 1995;
Engelking, 1997b; Graham, 1998). Estos animales generalmente presentan
cetoacidosis y requieren de cuidados intensivos.

Las alteraciones de laboratorio comúnmente observadas con diabetes mellitus


son:

• Hiperglicemia persistente y marcada, glucosuria marcada y cetonuria.

• Hipercolesterolemia (no específica de esta enfermedad).

• Aumento en los niveles de fructosamina (albúmina glicosilada, rango normal:


<300 mmol/L).

• Disminución de cloro y sodio en sangre debido principalmente al efecto


diurético osmótico de la glucosuria.
- Aumento de enzimas hepáticas (FA, AST, ALT).
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• Azotemia (aumento de urea y creatinina) usualmente prerenal debido a la
deshidratación asociada al vómito y pérdida renal de agua.

La determinación de fructosamina sérica se utiliza para distinguir entre


hiperglicemia inducida por el estrés y la hiperglicemia por diabetes mellitus en
el momento del diagnóstico o durante la monitorización de la insulinoterapia
(Reusch & col., 1993). La fructosamina se forma mediante la glucosilación no
enzimática irreversible de proteínas séricas como la albúmina. Debido a la vida
media de la albúmina, la concentración de fructosamina refleja alteraciones en
la concentración de glucosa de 1 a 3 semanas. Este período relativamente
corto presenta una ventaja en detectar una alteración en el nivel glícemico
más rápidamente que otros elementos glicosilados como la hemoglobina
(Reusch & col., 1993; Jensen, 1994). En nuestro laboratorio se utiliza el
método colorimétrico usando el cloruro de tetrazolium nitroazul. Aunque existe
una relación lineal entre proteína sérica y fructosamina, la disminución en
fructosamina sérica inducida por hipoproteinemia sólo es clínicamente
relevante con una hipoalbuminemia severa. El rango de referencia en nuestro
laboratorio es < 300 mmol/L.

La prueba de tolerancia a glucosa se ha recomendado para casos dudosos


(Mattheeuws & col., 1984a; Mattheeuws & col., 1984b). En nuestra
experiencia, esta prueba no se necesita realizar en animales con hiperglicemia
moderada (menos del umbral renal de 10-12 mmol/L) y que no muestren
signos clínicos de diabetes. Esta prueba es útil para evaluar perros en los que
su condición diabética ha mejorado o se han estabilizado (pero la medición de
fructosamina es más adecuada y más fácil de llevar cabo). La prueba consiste
en administrar IV 1 g de glucosa por kg de peso corporal (solución al 40% o
50% en 30 segundos). Se obtienen muestras de sangre (en vena diferente a la
usada para la administración) en tubos con fluoruro de sodio antes e
inmediatamente después de la administración de glucosa y subsecuentemente
a intervalos de 15, 30, 60 y 120 minutos. En animales saludables, se retorna a
niveles basales de la concentración de glucosa dentro de las dos horas de
administración de esta solución. En animales diabéticos el retorno es más
lento.

Problemas de piel asociados a desbalance gonadal en caninos.


El desbalance gonadal es un término clínico bastante discutible, ya que la
causa endocrinológica precisa no está completamente dilucidada. Esta
alteración se presenta como un trastorno cutáneo no pruriginoso relacionado
con alteración entre los niveles de progesterona, testosterona y estrógenos.
Las pruebas diagnósticas precisas no existen y la única forma de llegar a un
diagnóstico definitivo es a través de la castración o suplemento con hormonas
gonadales. Las relaciones entre las diferentes hormonas gonadales aseguran
una funcionalidad correcta de la piel y del aparato pilosebáceo. Los síntomas
en la dermatología clínica pueden deberse a aumentos o disminuciones en su
concentración sérica, la falta de sus receptores cutáneos o bien a problemas en
el metabolismo cutáneo de estas hormonas (Medleau, 1989; Chalmers &
Medleau, 1990).

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Se deben diferenciar los cuadros clínicos que presentan hembras y machos. En
las hembras se describen dos patologías:

• hiperestrogenismo (desbalance ovárico tipo I)

• hipoestrogenismo (desbalance ovárico tipo II)

En el macho se presentan patologías diversas, tales como

• tumor de células de Sértoli (hiperestrogenismo)

• tumor de células de Leydig (hiperandrogenismo)

• dermatosis sensible a la castración.

• dermatosis que responde a la testosterona (hipoandrogenismo) (Chalmers &


Medleau, 1990).

El desbalance ovárico tipo I se confirma a través de la medición de estrógenos


que generalmente se presentan elevados y la detección ecográfica de quistes o
tumores ováricos. El desbalance ovárico tipo II no tiene un método diagnóstico
definitivo. El único camino es la evaluación a la respuesta terapéutica, historia
y signos clínicos. En el macho, el tumor de células de Sértoli puede detectarse
por examen físico (diagnóstico de tumor testicular por palpación o ecografía
del testículo escrotal o retenido) y detección de niveles elevados de
estrógenos. El síndrome de hiperandrogenismo se diagnóstica a través del
tumor testicular (por palpación o ecografía) y detección de niveles elevados de
testosterona.

Como se puede apreciar, la endocrinología veterinaria es un tema fascinante y


complejo que requiere de conocimientos no sólo de medicina interna sino que
también sobre bioquímica, anatomía, fisiología y patología clínica veterinaria.

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