Propiedades de Los Materiales
Propiedades de Los Materiales
Propiedades de Los Materiales
Los portadores eléctricos y su movimiento en diferentes tipos de materiales. Existen tres tipos
de enlaces y afectan la capacidad de un material para conducir la electricidad:
Enlace Metálico: En este tipo de enlace, los electrones de valencia se comparten entre todos
los átomos, formando una "nube electrónica" que permite el fácil movimiento de los
electrones. Los materiales con este enlace son conductores.
Enlace Covalente: Aquí, los electrones se comparten entre pares de átomos, lo que resulta en
una alta localización electrónica y una movilidad limitada de los electrones. Estos materiales
pueden ser semiconductores o aislantes, dependiendo de la movilidad de los electrones.
Enlace Iónico: Se compone de iones positivos y negativos que forman una red neutra. En
estado sólido, los electrones no pueden moverse, por lo que estos materiales son aislantes. Sin
embargo, cuando se funden, los iones pueden moverse y actúan como conductores.
Cuando un átomo está aislado, los electrones ocupan orbitales con niveles energéticos
específicos, pero en un sólido macroscópico, los niveles se superponen formando "bandas
energéticas". Estas bandas pueden ser llenadas por los electrones, comenzando por las de
menor energía. La última banda ocupada es la de valencia, y la primera con espacio libre es la
de conducción. La conductividad eléctrica ocurre cuando los electrones se mueven en la banda
de conducción, facilitado por la excitación térmica o un potencial eléctrico externo. La
capacidad de un material para conducir electricidad depende de si su banda de valencia está
llena o parcialmente vacía.
En el caso de los metales, la banda de valencia suele estar parcialmente ocupada, lo que
permite a los electrones ser excitados fácilmente dentro de la misma banda a niveles
energéticos libres. En materiales metálicos, hay muchos estados energéticos disponibles en la
banda de conducción, y la cantidad de energía necesaria para que un electrón pase a un
estado superior es mínima. Estos materiales son conductores eléctricos.
Por otro lado, en algunos materiales, como los dieléctricos (aislantes) y los semiconductores, la
distancia energética entre la banda de valencia y la siguiente banda vacía disponible es muy
grande. En estos casos, la energía necesaria para que los electrones salten a la banda de
conducción no se puede obtener fácilmente, ni siquiera con grandes campos eléctricos o altas
temperaturas. Por lo tanto, estos materiales son aislantes eléctricos. Por ejemplo, el diamante
es un aislante eléctrico debido a la gran distancia energética entre la banda de valencia y la de
conducción.
Los semiconductores representan una situación intermedia, donde hay un salto energético
entre la banda de valencia y la de conducción que es significativo pero posible de superar
mediante el uso de campos eléctricos de cierto voltaje y/o elevando la temperatura del
material. Estos materiales son una categoría especial y forman un grupo relativamente
pequeño de compuestos.
En los metales, las cargas eléctricas se mueven enfrentando obstáculos en su entorno, como la
red de núcleos atómicos que vibran con la temperatura, las imperfecciones de la red cristalina
y el resto de cargas eléctricas en movimiento. Estas colisiones limitan la velocidad de la carga
eléctrica, lo que se conoce como resistividad eléctrica (r), medida en W.m. La resistividad en
metales se debe a dos componentes: uno térmico, relacionado con las vibraciones de los
núcleos atómicos, que aumenta con la temperatura, y otro residual, causado por choques de
electrones con impurezas y defectos cristalinos, independiente de la temperatura.
Los termopares están diseñados con distintos tipos de hilos para adaptarse a diferentes rangos
de temperatura, y su voltaje depende de la temperatura y la naturaleza de los cables. Los
lectores de termopares están calibrados para mostrar la temperatura en lugar del voltaje, y se
utilizan cables de compensación para conectar el termopar al lector. Los colores de los cables
de termopar siguen un código estandarizado para identificar el tipo de termopar.
Los materiales dieléctricos, también conocidos como aislantes eléctricos, tienen una banda de
valencia completamente ocupada, que está separada energéticamente de la banda de
conducción. Estos materiales, como las cerámicas iónicas, tienen enlaces iónicos o covalentes
con un gran salto energético, lo que impide que los electrones sean excitados para conducir la
carga eléctrica. Los polímeros también son dieléctricos debido a sus enlaces covalentes y a su
estructura desordenada que dificulta el transporte de electrones.
Los aislantes iónicos, como las cerámicas, pueden transmitir carga eléctrica mediante el
movimiento de iones en estado líquido, pero en estado sólido son aislantes eléctricos. Las
impurezas y las vacantes en la estructura cristalina pueden aumentar la conductividad iónica,
especialmente con el aumento de la temperatura. Estos materiales se utilizan como aislantes
eléctricos en aplicaciones donde se requieren altas temperaturas, intensidades o campos
eléctricos, como en torres de alta tensión y en la industria eléctrica y electrónica de potencia.
La polarización en los dieléctricos ocurre cuando se aplica un campo eléctrico externo, lo que
provoca una leve distorsión en cada átomo del material. Esta distorsión crea dipolos eléctricos,
donde cada átomo deformado tiene un polo positivo y otro negativo. Esta acumulación de
dipolos por unidad de volumen se llama polarización del dieléctrico. Tanto las moléculas
covalentes como los compuestos iónicos pueden polarizarse bajo un campo eléctrico.
Sin embargo, si se aplica un voltaje alto, un material dieléctrico puede perder su capacidad
aislante, lo que se conoce como ruptura dieléctrica. La resistencia dieléctrica es la oposición
que presenta el material al paso de corriente eléctrica y se calcula como la relación entre el
voltaje aplicado y el espesor del dieléctrico. Para ser considerado un buen aislante eléctrico, un
material debe tener una alta resistencia dieléctrica.
Por otro lado, en los materiales ferroeléctricos, el ordenamiento de los dipolos es tan intenso
que muchos de ellos permanecen orientados incluso después de retirar el campo eléctrico
externo, lo que los hace útiles en sistemas electrónicos.
Los semiconductores son materiales que presentan un escalón energético entre la banda de
valencia y la de conducción inferior a 4 eV. Estos materiales incluyen elementos como el silicio
(Si) y el germanio (Ge) del grupo IV del sistema periódico, así como algunos compuestos
cerámicos e intermetálicos con propiedades semiconductoras. Su comportamiento se
caracteriza por permitir el paso de corriente eléctrica cuando se aplica un campo eléctrico por
encima de cierto nivel, mientras que actúan como aislantes cuando el campo eléctrico es
inferior a ese umbral.
A nivel atómico, los semiconductores muestran una hibridación s-p en cada átomo en el último
nivel electrónico, formando cuatro orbitales equivalentes (orbitales sp³). A nivel masivo, se
generan dos bandas: una banda de valencia con 4N niveles energéticos llenos y una banda de
conducción con 4N niveles energéticos vacíos. La diferencia de energía entre ambas bandas es
conocida como salto energético (energy gap), y determina si el material es un aislante, un
semiconductor o un conductor. Los semiconductores intrínsecos muestran un aumento
exponencial de la conductividad eléctrica con la temperatura y/o el campo eléctrico.
La conducción en los semiconductores intrínsecos ocurre cuando un aporte de energía térmica
o una diferencia de potencial externa permite que un número de electrones de la banda de
valencia alcance suficiente energía para saltar el gap y llegar a la banda de conducción,
dejando atrás un número igual de huecos en la banda de valencia. La carga eléctrica es
transportada por los electrones (corriente eléctrica negativa) y los huecos (corriente eléctrica
positiva).
Los semiconductores extrínsecos son semiconductores intrínsecos que han sido dopados con
pequeñas cantidades controladas de impurezas. Estas impurezas, llamadas dopantes, pueden
ser elementos del grupo V con un exceso de electrones (creando semiconductores tipo n) o del
grupo III con un defecto de electrones (creando semiconductores tipo p). Estos dopantes
introducen electrones o huecos adicionales en el material, modificando su comportamiento
eléctrico.
Propiedades magnéticas
El magnetismo surge de las cargas eléctricas en movimiento, como una corriente eléctrica que
atraviesa una espira, creando un campo magnético H (vectorial), donde N es el número total
de vueltas, L es la longitud de cada vuelta e I es la intensidad de la corriente eléctrica. La
unidad de medida H es Amperio-vuelta/metro, también conocida como Henry.
Policristalinidad: Estos materiales suelen ser policristalinos, lo que significa que están
formados por muchos granos con orientaciones aleatorias. En consecuencia, los momentos
magnéticos de estos granos tienden a cancelarse entre sí.
Dominios magnéticos: Dentro de cada grano, existen regiones llamadas dominios donde los
momentos de spin están alineados. Sin embargo, en cada grano, puede haber varios dominios
orientados en direcciones opuestas, lo que resulta en la cancelación del momento magnético
neto.
Los materiales con alta coercitividad son adecuados para formar imanes permanentes,
mientras que aquellos con baja coercitividad se utilizan en aplicaciones donde se generan
campos magnéticos debido al funcionamiento del dispositivo, como en motores.
Por otro lado, los superconductores de Tipo II muestran una transición gradual de la
superconductividad a la conducción normal en presencia de un campo magnético. Esto
significa que en lugar de un único nivel de campo crítico, hay dos niveles, denominados H 1C,,
H 2c, entre los cuales la superconductividad disminuye gradualmente y permite la penetración
gradual del campo magnético. Ejemplos de superconductores de Tipo II son las aleaciones
niobio-zirconio (Nb-Zr), niobio-titanio (Nb-Ti) y el compuesto intermetálico niobio-estaño
(Nb3Sn). Estos superconductores suelen preferirse porque tienen temperaturas críticas (Hc) y
campos críticos (TC ) superiores a los de los superconductores de Tipo I.
La luz visible tiene una longitud de onda que va desde aproximadamente 400 nm (azul) hasta
800 nm (rojo). Cada longitud de onda corresponde a un color específico, y al combinarse todas
las longitudes de onda a lo largo del espectro visible, forman la luz blanca.
La energía luminosa más pequeña se denomina cuanto de luz o fotón. La energía asociada a un
fotón está cuantizada y se expresa mediante la ecuación de Planck: E=h⋅ν, donde E es la
energía del fotón, h es la constante de Planck (h=6,62×10-34 J·s) y ν es la frecuencia de la onda.
La relación entre la frecuencia y la longitud de onda (λ) está dada por la velocidad de la luz en
el vacío, c (c=3×108 m/s): v=c/λ.
La luz, como forma de energía en forma de onda electromagnética, interactúa con la materia.
Los fotones que componen la luz llevan asociado un campo eléctrico con un nivel de energía
cuantizado. Este campo eléctrico interactúa con las partículas cargadas presentes en el sólido,
como los iones y los electrones. La energía del fotón puede ser absorbida por estos iones o
electrones si su nivel energético es adecuado.
Cuando la luz atraviesa un sólido ópticamente delgado, polariza los electrones de valencia y los
iones de la red, lo que da lugar a la formación de dipolos inducidos. Estos dipolos modifican las
propiedades del material, como la constante dieléctrica y el índice de refracción, lo que se
refleja en medidas como la permitividad dieléctrica.
Materiales transparentes: Presentan poca absorción y reflexión, permitiendo que la luz los
atraviese casi sin cambios.
Materiales translúcidos: La luz se dispersa dentro del material, lo que reduce su transparencia.
Materiales opacos: Tienen una baja transmisión de luz y dispersan la luz desde las primeras
capas superficiales.
La absorción de luz por parte de un material provoca la excitación temporal de los electrones,
que luego se relajan emitiendo la energía absorbida en forma de fotones u otra forma de
energía. La longitud de onda de la luz absorbida depende de la naturaleza del material y de sus
enlaces químicos.
La interacción de la luz con los metales es un fenómeno complejo que involucra la absorción y
reflexión de fotones por parte de los electrones en las bandas de valencia y conducción de los
metales. A temperaturas superiores a cero, los electrones en estas bandas pueden absorber
radiación electromagnética de diversas longitudes de onda, permitiendo cambios en su
energía dentro de los límites de la banda. Dado que los metales tienen una alta densidad de
electrones, toda la luz se absorbe en una delgada capa superficial, lo que los hace opacos
incluso en láminas delgadas.
Los recubrimientos metálicos delgados, como el oro, pueden permitir la transmisión de luz,
como se observa en los cascos de los astronautas. Sin embargo, la mayor parte de la luz
incidente en los metales es reflejada debido a la reemisión de fotones por parte de los
electrones excitados, lo que les confiere su apariencia reflectante y plateada. Aunque la
mayoría de los metales reflejan alrededor del 95% de la luz incidente, el resto se disipa como
calor, lo que contribuye al calentamiento del material.
La reflectividad de los metales varía según la longitud de onda de la luz incidente. Por ejemplo,
el oro absorbe longitudes de onda por debajo de aproximadamente 500 nm y refleja el resto,
lo que le da tonalidades amarillo-rojizas. En contraste, la plata y el aluminio reflejan todo el
espectro visible. Además, los metales tienen una baja emisividad en el infrarrojo (IR), lo que
significa que no emiten radiación en esta frecuencia como mecanismo de disipación de calor,
sino que lo transmiten a través de la conducción térmica.
La emisión de luz por parte de los materiales, conocida como luminescencia, puede
manifestarse en diferentes formas, siendo la fluorescencia y la fosforescencia los fenómenos
más comunes. En ambos casos, el material es excitado por la absorción de energía, ya sea luz u
otra forma de energía, lo que lleva a la excitación de los electrones a la banda de conducción.
Cuando los electrones se relajan y vuelven a la banda de valencia, emiten energía en forma de
luz.
La luminiscencia puede ocurrir debido a diversas fuentes de energía incidente, como la luz, la
electricidad o los electrones. Por ejemplo, las lámparas fluorescentes funcionan mediante la
excitación de un gas ionizado a baja presión por un campo eléctrico, lo que emite radiación en
el ultravioleta. El tubo recubierto con un material fluorescente absorbe la radiación
ultravioleta y la emite como luz visible. Este fenómeno puede provocar un "parpadeo" en las
luces fluorescentes debido a la frecuencia de la corriente alterna suministrada.
Para obtener luz blanca, se puede utilizar una combinación de diferentes compuestos que
emiten luz a diferentes longitudes de onda, lo que permite ajustar el color final. Por ejemplo,
una mezcla de compuestos dopados con diferentes cationes metálicos puede producir luz
blanca al emitir luz a varias longitudes de onda.