Isara abrió los ojos con un sobresalto, sintiendo el corazón martillas desbocado en
su pecho. El silencio quebrado por el estruendo de explosiones y disparos la
rodeaban como una siniestra sinfonía. El polvo y el humo danzaban en el aire,
oscureciendo el cielo que antes había sido azul y sereno.
La chica adolescente se encontraba tumbada en el suelo, rodeada de escombros y
ruinas. El eco lejano de gritos y lamentos resonaba en sus oídos, mientras su mente
luchaba por comprender la situación.
‘Es cierto… yo tuve que evacuar el tanque’, fueron sus pensamientos mientras se
encontraba mirando el cielo sobre ella.
Con esfuerzo, se puso de pie, sintiendo el dolor punzante en cada músculo.
Observo a su alrededor buscando alguna pista de en que lugar se encontraba, pero
en su lugar, solo pude ver restos de vehículos destrozados y rastros de destrucción
que se extendieron ante ella como un paisaje infernal.
Con paso lento, comenzó a moverse entre los escombros y mientras lo hacía, los
recuerdos comenzaron a filtrarse en su mente.
‘Hermano’. La imagen de su hermano, con su sonrisa cálida y sus ojos llenos de
complicidad, se materializaron con fuerza entre las brumas del olvido.
Su hermano, su único familiar en entre mundo convulso, la persona que la había
cuidado y protegido desde que fue adoptada por su padre. Ahora, en medio de la
devastación, su instinto de protección se despertaba con intensidad. Él se
encontraba en algún lugar por aquí, seguramente buscándola.
Sin embargo, la realidad la hizo entrar en razón cuando otra serie de explosiones se
escucharon a lo lejos. No podía arriesgar su vida yendo directamente a buscar a su
hermano en medio de todo esto.
‘Primero… tengo que salir de aquí’, fue lo que ella pensó.
Las explosiones continuaban sacudiendo el suelo, y el estruendo de los disparos era
un constante recordatorio de la violencia que la rodeaba. Respirando hondo para
controlar su temblor en su cuerpo, Isara se obligó a concentrarse en el presente.
‘Debo encontrar una ruta de escape, un camino que la lleve junto a su hermano, y
lejos de este infierno’, se repitió a sí misma en un intento de controlar su ansiedad.
Con cautela, comenzó a avanzar entre los escombros, evitando las zonas más
expuestas y buscando refugio en los rincones menos peligrosos. Cada paso era una
lucha contra el miedo y la incertidumbre, pero también una afirmación de su
determinación de salir viva de esta.
El sendero a través del caos estaba marcando por una macabra estela de
destrucción y desolación. Los cuerpos y restos humanos, ahora inertes, se
encontraban esparcidos por como mudos testigos de la tragedia que había asolado
aquel lugar. Isara se detenía ocasionalmente, con su corazón apretado por la
tristeza y el horror ante el espectáculo de muerte que la rodeaba.
La tentación de acercarse a los restos en busca de recuerdos era constante. La
necesidad imperiosa de encontrar alimentos, agua, o un kit de supervivencia se
entrelazaba con el miedo paralizante de encontrarse con algo aún más aterrador: un
cadáver, o peor, alguien en agonizando.
Era un pensamiento cruel y despiadado, algo muy fuera de lo común para ella. Pero
ahora mismo tenía otras prioridades en mente, por mucho que quisiera ayudar a
cualquier ser humano, primero necesitaba asegurar su propia seguridad.
Después de lo que ella considera horas, la visión de paisaje verde y montañoso fue
como un oasis en medio del desierto de desolación y caos que había dejado atrás.
Isara continuo su marcha hacia adelante, dejando atrás el campo de batalla.
Cada paso la acercaba un poco más al pueblo que se erguía a lo lejos, pero a
medida que se aproximaba, la realidad de la guerra aún estaba presente. Los
vestigios de una batalla recién marcaban el paisaje.
Entre los escombros y restos de tanques enemigos, un vehículo aún intacto
destacaba entre la destrucción. La curiosidad se apoderó de ella, quien decidió
acercarse con cautela para investigar. Esta representaba una gran oportunidad: Un
medio de transporte, suministros, o incluso información que podría ser vital para su
supervivencia.
El descubrimiento de los cuerpos que yacen en el suelo, cada uno marcado por un
uniforme oscuro con detalles dorados, otros con armaduras metálicas que los cubría
casi por completo, con una característica mascara en con forma de V que cubría sus
rostros.
En ese momento, la verdad se desplegaba ante ella con claridad: se encontraba tras
líneas enemigas.
El miedo la envolvió como una manta fría, pero también la impulsó a la acción.
Sabía que no podía permitirse quedarse paralizado por el pánico. Isara se acercó
sigilosamente a los restos del convoy, sin embargo, su búsqueda resulto infructuosa.
Para su sorpresa y alivio, todos los enemigos yacían sin vida, víctimas de una brutal
emboscada. Aunque decepcionada, una sensación de alivio la invadió al saber que
no tendría que enfrentarse a nadie por ahora.
Isara decidió alejarse del lugar, siguiendo su búsqueda de un refugio. El pueblo a lo
lejos no representaba una opción segura; hasta donde sabía, su misión había
fracasado, lo que lo convertiría en un lugar peligroso, lleno de enemigos. En su sitio,
decidió dirigirse hacia las montañas, buscando un refugio más seguro en medio de
la verde llanura.
Mientras caminaba entre la hierba alta, sus ojos se posaron en un enorme cráter a
lo lejos. Estuvo a punto de ignorarlo, hasta que una observación más cercana reveló
la presencia de alguien en el interior. La curiosa la impulsó a acercarse, sin saber
que encontraría en el fondo del agujero.
En el centro del cráter se encontraba una mujer adulta, era alta, tal vez tan alta
como su hermano. Tenía un largo cabello plateado, que estaba esparcido debajo de
ella, con algunas quemaduras y suciedad.
La mujer estaba vestida con lo que alguna vez fue un uniforme negro, ahora se
encontraba rasgado por todas partes, dejando mucha piel expuesta, dando apenas
una forma de percibir como este era anteriormente. Aun así, la apariencia general
del traje daba a entender que era parte del imperio, por lo que, normalmente, Isara
ignoraría a la mujer y seguiría su camino.
Para esta no era una situación normal. Y se debía al cuerpo voluptuoso de la mujer.
Lo que alguna vez fue una falda ahora no era más que un cinturón de tela
envolviendo su cintura. Las largas y sensuales piernas de la mujer expuestas,
cubiertas por medias rasgadas, dejando expuesta una piel blanca de porcelana de
sus muslos.
La parte frontal de su uniforme había desaparecido por completo, dejando a la vista
su abdomen fornido. La única sección que seguía intacto, para desgracia de Isara,
era su pecho, los restos de su antiguo uniforme rodeaban sus enormes pechos, los
cuales subían y bajaban de vez en cuando.
Rápidamente su instinto de ayuda le grito que bajara ahí, y eso fue lo que hizo.
Lento, pero seguro, Isara llego hasta donde la mujer ya hacía inconsciente,
revisando rápidamente su pulso.
‘Ella seguía con vida’.
Isara intento atender a la mujer adecuadamente, pero su cuerpo dañado respondió
en protesta, enviando un dolor intenso en cada una de sus articulaciones. Aun así,
ella no estaba dispuesta a dejar a esta mujer atrás, ignorando el dolor lo más que
pudo, término levantando a la mujer inconsciente, cargándola en su espalda.
La diferencia entre los tamaños de ambas era considerable, provocando que fuera a
Isara difícil el moverse, pero ella se las arregló para poder salir de ese cráter. Una
vez afuera, tomo un gran respiro y siguió con su plan original.
El camino a las montañas habría sido un infierno, de no ser por el “amplio” incentivo
que rodea la cabeza de Isara. En algún momento del viaje, Isara tuvo que detenerse
un momento para descansar y reacomodar el cuerpo de la mujer para que esté más
cómodo, pero cuando lo intento, se llevó una suave sorpresa cuando descubrió que
la forma más eficiente y cómoda para transportarla sería con la mujer por encima de
su cabeza.
¿El problema? Por la diferencia de alturas, los enormes pechos de la mujer
terminaron escoltando las mejillas de la chica, rodeando su cabeza por completo.
Isara no tuvo otra opción, y dejo así las cosas, ganando así que su rostro se tiñera
de rojo lo que resto del viaje.
Al cabo de un par de horas, después de adentrarse en el bosque, el estruendo de la
guerra comenzaba a dejar de escucharse, y para su fortuna, encontraron un refugio
en una cueva cercana. Con cuidado, Isara bajo a la mujer de su espalda y la
acomodo lo más cómodamente posible en el suelo de la cueva.
Se arrodilló junto a ella, sintiendo el agotamiento pesar sobre sus hombros, pero
también un sentido de alivio al saber que estaban a salvo, al menos por el momento.
Con ternura, Isara acomodo la cabeza de la mujer sobre sus muslos, usando sus
piernas como una almohada improvisada.
Aunque se sintió avergonzada por la situación, el bienestar y la seguridad de la
mujer eran su prioridad en este momento. Con suavidad, comenzó a acariciarle el
cabello, tratando de infundirle un poco de confort en medio de la incertidumbre.
‘Es lo que haría su hermano en esta situación’, pensó para sí misma, sin darse
cuenta de que sus mejillas han estado igual de rojas que desde hace horas.
Con el cansancio pesado en sus parpados, Isara cerro los ojos, dejándose llevar por
el dulce abrazo del sueño. Sin embargo, incluso en el umbral del descanso, su
mente seguía activa, preguntando si hermano seguía ahí afuera buscándola.
[...]
El suave resplandor de la luna filtrándose por la entrada de la cueva fue lo primero
que capto la atención e Isara cuando se despertó en medio de la noche. Confundida
por el repentino despertar, sus sentidos se agudizaron, buscando cualquier señal
que pueda explicar su interrupción del sueño.
Fue entonces cuando su mirada cayó sobre la figura retorciéndose en sus muslos:
la mujer de cabello plateado. El corazón de Isara se aceleró con preocupación al
darse cuenta de que algo había andaba terriblemente mal.
Sin dudarlo, se inclinó hacia ella y coloco su mano sobre la cabeza de la mujer, solo
para sentir con horror la helada temperatura de su piel.
El pánico se apoderó de Isara mientras observaba con impotencia cómo la mujer
parecía estar luchando contra algo invisible, su rostro contorsionado por el dolor y la
agonía. Sin saber qué hacer, Isara busco desesperadamente alguna señal de ayuda
o esperanza en la oscuridad de la cueva.
Un pensamiento, solo una pequeña imagen en su cabeza, fue la que causó que
Isara tomara una medida anormal, pero probablemente efectiva, para ayudar a la
mujer.
Sin perder el tiempo, Isara acerco de la forma más delicada posible la mujer,
acercándola a sus fauces abiertas. Una chispa de duda aún se mantenía firme en su
subconsciente, pero no había tiempo de dudar.
*Glug*
Con un gran trago, Isara engullo por completo la cabeza de la mujer, sintiendo el
dolor en su quejada por la expansión tan repentina. Aun así, ignoro el dolor y
continuo sorbiendo, no queriendo dejar que la chica sufriera más tiempo.
Otro gran trago y la cabeza de la mujer había entrado en su garganta, creando así
un enorme bulto con su forma en ella, Isara estuviera atendiendo la repentina
sensación de tener la garganta bloqueada, de no ser por el inconveniente que tenía
que atender antes.
Isara había visto a Alicia hacer esto en un par de ocasiones, y en ambas, ella había
iniciado con las manos, seguido por la cabeza.
“De esta forma, devorar los hombros te será más fácil”, Isara escucho el vívido
recuerdo de la explicación de su amiga, sintiéndose culpable por no haberlo
recordado hasta ahora. Sin más opciones, Isara decidió seguir engullendo a la
mujer, no teniendo otra opción que seguir tragando.
*Glirk!*
*Glip!*
Con gran dificultad, los hombros de la chica lograron entrar en sus fauces,
ampliando aún más. Isara estaba a punto de quejarse por el dolor, hasta que, por
tercera vez este día, su salvador volvió a hacer acto de presencia. Los dos enormes
melones de la mujer se encontraban frente a sus labios, listos para comenzar su
viaje de entrada a sus fauces.
Las dudas se desvanecieron en el instante que los pechos rozaban contra sus
labios. Isara amplio aún más su boca, tomando los enormes pechos con sus manos,
introduciéndolos en su boca. La suavidad fue lo primero que se le vino a la mente a
Isara.
En cuestión de segundos, las tetas de la mujer desaparecieron dentro de la boca de
Isara, hinchando sus mejillas con un tamaño absurdo, llegando a ser casi tan
grandes como su misma cabeza. Por unos instantes Isara se planteó lamer
montículos de la mujer, pero el frío de su piel la hizo recordar la razón principal por
la que estaba haciendo esto.
Volviendo en sí, decidió usar sus manos nuevamente para ayudar al enorme
montículo en sus mejillas a ser ingeridas correctamente, con un esfuerzo conjunto
de su lengua, el pecho de la mujer finalmente había entrado con éxito en su
garganta.
*Glurg!*
Con cada trago, el bulto de la mujer en su cuerpo comenzaba a moverse. Queriendo
acabar con esto pronto antes de que hiciera algo de lo cual seguramente se
arrepentiría, Isara comenzó a tragar aún más fuerte.
*Glurf!*
*Glurg!*
Poco a poco, el abdomen de la mujer estaba desapareciendo de las fauces de Isara,
empujando el resto del cuerpo que estaba dentro de ella. En cuestión de segundos,
la mujer de cabello plateado había entrado en el estómago de la chica pelinegra.
“Hmm~!”.
Cuando eso sucedió, Isara no pudo evitar soltar un suave gemido de complacencia,
ella quería acabar con esto rápidamente.
Isara siguió engullendo, disfrutando cuando las enormes caderas de la mujer fueron
tragadas por ella, dejando así las largas y sensuales piernas sobresaliendo de su
boca.
*Schulk!*
Con delicadeza, Isara sorbió los muslos de la mujer, disfrutando como estos se
deslizaban como fideos en su boca.
*Ulp!*
Con un trago final, Isara devoró los pies de la mujer, disfrutando como estos
viajaban por su garganta hasta reunirse con el resto de su cuerpo. Isara se recostó
con satisfacción en el suelo frío de la cueva, viendo con cariño el enorme vientre
desnudo frente a ella. Era redondo, suave al tacto, y más importante, caliente.
La chica pelinegra abrazó el enorme apéndice con cariño, frotando su rostro
sonrojado contra él con cariño. Puede sentir como la mujer dentro se pone cómoda
también, disfrutando finalmente un lugar caliente para poder reponerse.
Isara cierra sus ojos, no sin antes pensar en que será de ambas una vez que
despierten al día siguiente y ella la deje salir. Tal vez, cuando la guerra finalmente
llegue a su fin, pueda buscar a la mujer y conocerse como es debido.
Y quién sabe, tal vez puede que incluso haya reunido el suficiente valor para
invitarla a salir.
[...]
Versión Fatal Alternativa
“Hmm~!”.
Cuando eso sucedió, Isara no pudo evitar soltar un suave gemido de complacencia.
Isara siguió engullendo, disfrutando cuando las enormes caderas de la mujer fueron
tragadas por ella, dejando así las largas y sensuales piernas sobresaliendo de su
boca.
*Schulk!*
Con delicadeza, Isara sorbió los muslos de la mujer, disfrutando como estos se
deslizaban como fideos en su boca.
*Ulp!*
Con un trago final, Isara devoró los pies de la mujer, disfrutando como viajaban por
su garganta hasta reunirse con el resto de su cuerpo. Cuando todo el cuerpo se
amontonó en el vientre, este comenzó a plegarse a su alrededor, disminuyendo su
tamaño.
“BOOOOOOOOOUUUUUUUUURRRRRRRRRRRPPPPPPPPPP!!”
Un estruendoso eructo resonó en toda la cueva, el gaseoso eructo tomó
desprevenida a Isara, acabando así con lo que le restaba de fuerzas. Ella comenzó
a jadear por aire con la lengua afuera por el cansancio.
Isara bajo la mirada, admirando el enorme vientre sobre su abdomen. Este tenía la
figura apretada de la mujer, acomodado en una posición fetal, cada trazo de la mujer
era claramente visible en su vientre, siendo sus pechos y muslos los que más
destacaban,
La mente de Isara comenzó a trabajar, preguntándose si la mujer dentro de ella
estaba incómoda, o algo peor. Pero antes de que pudiera hacer algo para sacarla,
su vientre comenzó a gruñir nuevamente, abrazando más fuertemente a la mujer en
su interior.
“BBBBBBBBBBBBWWWWWWWWWWWWOOOOOOOAAAAAAAA
AAAAARRRRRPPPPPPPPPP!”
Otro ruidoso eructo salió de su boca, pero este, a diferencia del anterior, vino
cargado con residuos del sabor de la mujer. Esto hizo que la excitación de Isara
ganara, tomando el control de sus acciones. Como resultado, esta vez, comenzó a
relamer sus labios, en busca del sabor del regusto.
Ella comenzó a abrazar el vientre, no pudiendo evitar tocar esos enormes pechos
que tanto había querido estrujar cuando los tuvo alrededor de su rostro. Los suaves
que estaban al tacto, incluso dentro de ella, la hicieron arrepentirse por no haberlas
saboreado con su boca cuanto tuvo la oportunidad.
Isara se avergonzaba de sus acciones, pero la sensación de estar llena la estaba
sobrepasando. Para su desgracia, antes de que pudiera seguir, el cansancio por el
día anterior aún seguía presente, añadido junto a que su cuerpo ahora necesitaba
trabajo extra para ocuparse de un nuevo inquilino, forzó a la niña a desmayarse.
Inconsciente por el coma alimenticio, Isara se recostó en el suelo frío de la cueva
boca arriba, siendo arrugada por los gruñidos de su estómago, trabajando con su
comida.
Las horas transcurrieron, y el vientre de la pequeña pelinegra comenzaba a
encogerse cada vez más y más. Un par de horas más tarde, la forma de la mujer
había desaparecido completamente, dejando así una barriga redonda, llena de los
restos derretidos de la voluptuosa mujer.
El resto de la madrugada, el cuerpo de Isara se encargó de absorber él la sopa de la
mujer, nutriendo las pobres curvas de la joven chica. Sus pequeños pechos
comenzaron a llenarse, aumentando su antes pobre Copa A, a una saludable Copa
B.
Su zona inferior también recibió algo de grasa extra, su trasero, antes plano, se
había llenado, terminando teniendo una bonita forma de melocotón. Sus caderas
también se ensancharon. Sus previamente delgadas piernas se hincharon, ganando
grosos en el área de los muslos.
Para cuando se había hecho de día, el cuerpo de Isara había absorbido la mayor
parte de la mujer, dejando atrás una barriga de aún considerable tamaño
sobresaliendo de su abdomen, aun digiriendo lo que quedaba de su cena.
[...]
Versión de Selvaria
Selvaria despertó en medio de la noche, sintiendo una intensa punzada de dolor en
su cabeza. Con los ojos entrecerrados, trato de orientarse en la oscuridad de la
cueva, confundida por la sensación de malestar que la invadía. La luz pálida de la
luna iluminaba la entrada de la cueva, arrojando sombras danzantes en las paredes
rocosas a su alrededor.
Fue entonces que notó la presencia de alguien a su lado, la figura se una joven se
recortaba contra el resplandor plateado de la luna, su rostro lleno de preocupación
aun estando ella dormida. Esta chica la había salvado de una muerte segura.
El tacto cálido de su mano sobre su cabeza hizo que Selvaria contuviera un gemido
de alivio. Sin embargo, su corazón se hundió cuando sintió la helada temperatura de
la piel de la chica pelinegra, una sensación que le recorrió la espalda con
escalofríos.
Selvaria se levantó con dificultad, dándose cuenta también que, de hecho, había
estado durmiendo en los muslos cálidos de la chica. Un pequeño sonrojo se
manifestó en sus mejillas, teniendo pensamientos completamente ajenos a ella.
‘La chica claramente era del bando enemigo, pero entonces, ¿por qué me salvo?’,
esa y muchas más dudas se hicieron presentes en la mente de Selvaria, pero el ver
a la chica pelinegra retorcerse del frío la hizo entrar en razón.
Sea cual fuere la razón, ella la había salvado, y ella le devolvería el favor.
Selvaria se le acercó más al cuerpo dormido de la pelinegra, a medida que sus
rasgos se suavizaban en el suelo, Selvaria no pudo evitar notar con delicadeza de
sus facciones y serenidad que parecían envolverla incluso en su descanso.
Un destello de ternura brillo en los ojos de Selvaria al contemplar la belleza tranquila
de la chica. Su corazón se llenó de un cálido afecto hacia la joven que la había
rescatado de la muerte.
Con cuidado, Selvaria extendió la mano y acaricio suavemente su cabello corto,
dejando que la suavidad de los mechones se deslizara entre sus dedos. En ese
momento, la joven aprecia vulnerable y frágil, Selvaria no pudo evitar identificarse
con ella cuando era joven, años atrás, en sus días en ese “orfanato”.
Cuando sintió lo frio de su piel en su cuello fue que recapacito, ella no tenía tiempo
de sentimentalismos. Ella acercó aún más el cuerpo de la dormida niña hasta poder
abrazarla por completo, de esta forma descubrió que todo su cuerpo estaba
completamente congelado, si no hacía algo pronto, la niña moriría de hipotermia.
Dejándola solo con una opción, Selvaria acerca la niña a su boca, abriéndola
ampliamente para así, introducirla suavemente en ella.
*Glup!*
De un solo trago, la cabeza de la niña se deslizó por las fauces de Selvaria,
expandiendo así su mandíbula. Mostrando una amplia experiencia en esto, la mujer
de cabello plateado comienza a seguir tragando, sorbiendo hábilmente el cuerpo de
la chica.
A diferencia de otras veces, esta vez se sintió miedo de introducir a la chica dentro
de ella. Su estómago no estaba destinado para calentar, sino para digerir. Tendrá
que tener mucho cuidado cuando la haya engullido por completo.
*Glurg!*
*Glurp!*
El resto del cuerpo de la joven chica siguió avanzando en sus fauces, deslizándose
sin ninguna dificultad, la niña carecía de una figura con activos que obstaculicen su
trabajo, por lo que era relativamente sencillo tragarla.
No es que a Selvaria le disgustara eso…
Con otros grandes tragos, lo último que quedaba de la chica eran sus pies colgando.
Con mucha delicadeza, Selvaria los sorbió dulcemente.
*Slush*
Por puro reflejo, Selvaria se relamió los labios. Avergonzándose al instante por esa
embarazosa acción. Ella no estaba trabajando ahora mismo, no debería hacer esas
cosas indecentes ahora.
*Ulp!*
Con un último trago, envío el cuerpo entero de la chica hacia su garganta,
deslizándose por ella hasta finalmente reunirse en su estómago. Su vientre
comenzó a expandirse, acomodando el cuerpo de la joven chica dentro de ella.
Selvaria hizo todo lo posible para no eructar, ya que si lo hacía, su vientre comienza
a contraerse, y comenzar con la digestión. Para asegurarse de que eso no
sucediera, Selvaria se quedó despierta toda la noche, frotando cariñosamente su
redondo vientre, pensando en la adorable chica que le había salvado la vida.
“Me pregunto… que sucederá cuando el sol comience a asomarse en el
horizonte…”
[...]
Versión Fatal Alternativa
Selvaria continuo masajeando su vientre, disfrutando tenerlo tan lleno después de
tanto tiempo, ahora mismo no recuerda la última vez que había devorado a alguien
entero.
Los vívidos recuerdos de su adolescencia la inundaron con nostalgia, cuando
descubrió que era capas de desaparecer a sus enemigos utilizando su estómago.
No lo uso muy a menudo, ya que tener el vientre lleno obstaculiza su rendimiento en
combate, por lo que solo lo utilizaba para misiones que… necesitaban una
eliminación compleja.
La nostalgia de los recuerdos provocaron que Selvaria se distrajera, provocando
que su concentración fuera interrumpida, esto fue aprovechado por su cerebro,
comenzando a nublar su mente, preparándose para una noche de descanso.
Sin las fuerzas para oponerse, Selvaria cerro sus ojos con cansancio. En ese
instante, su estómago aprovecho el momento, enviando todos los gases
acumulados a su garganta.
“BBBBBBBBBBWWWWWWWWWWWWOOOOOOOOOOAAAAAAA
AAAAARRRRRRRRRRRRPPPPPPPPPP”
Su estómago se contrajo, apretando así a la pobre chica en su interior. Con gran
eficiencia, el cuerpo de Isara comenzó a derretirse. Solo le tomo una hora al cuerpo
veterano de Selvaria derretir por completo a la joven chica, haciendo que el vientre
perdiera su forma, llegando a ser completamente redondo y liso.
En consecuencia, sus intestinos comenzaron a redistribuir los nutrientes, llenando
aún más los gigantes pechos de Selvaria, así como sus muslos. Por puro instinto, la
mujer dormida llevo una de sus manos hasta su vientre y comenzó a frotarlo. Este
respondió gruñendo, para después enviar un regalo por la garganta de Selvaria.
“Buuuurrrrrrppp!”
De su boca salieron disparadas unas bragas rosadas empapadas con baba y jugos
gástricos. Pero Selvaria simplemente saboreo el regusto, lamiéndose los labios.