TRASTORNOS MENTALES
¿QUÉ SON LOS TRASTORNOS MENTALES?
Los trastornos mentales (o enfermedades mentales) son afecciones que impactan
su pensamiento, sentimientos, estado de ánimo y comportamiento. Pueden ocurrir
en un corto período de tiempo o aparecer y desaparecer. O ser de larga duración.
Algunos ejemplos de estos son
Depresión mayor
Trastorno de ansiedad
Trastorno bipolar
Demencia
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad
Esquizofrenia
Trastorno obsesivo-compulsivo
Trastorno por estrés postraumático
Depresión mayor
La depresión es un trastorno emocional que causa un sentimiento de tristeza
constante y una pérdida de interés en realizar diferentes actividades. También
denominada «trastorno depresivo mayor» o «depresión clínica», afecta los
sentimientos, los pensamientos y el comportamiento de una persona, y puede
causar una variedad de problemas físicos y emocionales. Es posible que tengas
dificultades para realizar las actividades cotidianas y que, a veces, sientas que no
vale la pena vivir.
Más que solo una tristeza pasajera, la depresión no es una debilidad y uno no
puede recuperarse de la noche a la mañana de manera sencilla. La depresión
puede requerir tratamiento a largo plazo. Pero no te desanimes. La mayoría de las
personas con depresión se sienten mejor con medicamentos, con psicoterapia o
con ambos.
Síntomas:
Ganas de llorar, tristeza, vacío o desesperanza
Arrebatos de enojo, frustración, irritabilidad incluso en asuntos de poca
importancia
Alteraciones del sueño, como insomnio o dormir demasiado
Cansancio y falta de energía, por lo que incluso la tarea más pequeña
requiere de mucho esfuerzo
Falta de apetito o adelgazamiento, o más antojos de comida y aumento de
peso
Ansiedad y inquietud
Lentitud para razonar, hablar y hacer movimientos corporales
Sentimientos de inutilidad o culpa, fijación en fracasos del pasado o auto
reproches
Dificultad para concentrarse, tomar decisiones o recordar cosas
Pensamientos frecuentes o recurrentes sobre la muerte, pensamientos
suicidas o intento de suicidio
Problemas físicos inexplicable, como dolor de espalda o cabeza
Para muchas personas con depresión, los síntomas suelen ser lo suficientemente
graves para causar problemas evidentes en las actividades cotidianas, como el
trabajo, la escuela, las actividades sociales o las relaciones con otras personas.
Algunas personas pueden sentirse infelices o tristes en general sin saber
realmente porqué.
Síntomas de depresión en niños y adolescentes
Los signos y síntomas frecuentes de depresión en los niños y adolescentes son
similares a aquellos en los adultos, pero puede haber algunas diferencias.
En los niños más pequeños, los síntomas de depresión pueden consistir en
tristeza, irritabilidad, apego, preocupación, dolores, negarse a ir a la escuela
o bajo peso.
En los adolescentes, los síntomas pueden comprender tristeza, irritabilidad,
sentirse negativo e inútil, ira, bajo rendimiento o poca asistencia a la
escuela, sentirse incomprendido y extremadamente sensible, consumir
drogas de uso recreativo o alcohol, comer o dormir demasiado,
autolesionarse, perder el interés por las actividades habituales y evitar la
interacción social.
Síntomas de depresión en adultos mayores
La depresión no es una parte normal del envejecimiento, y nunca debe tomarse a
la ligera. Lamentablemente, la depresión a menudo no se diagnostica ni se trata
en adultos mayores, quienes pueden sentir reticencia a buscar ayuda. Los
síntomas de la depresión pueden ser diferentes o menos evidentes en los adultos
mayores, entre ellos:
Problemas de memoria o cambios de personalidad
Dolores físicos
Fatiga, perdida del apetito, perdidas del sueño o pérdida del interés en el
sexo, que no son resultado de una enfermedad ni de un medicamento
Querer quedarse en casa con frecuencia, en lugar de salir a socializar o
probar cosas nuevas
Pensamientos o sentimientos suicidas
Si te sientes deprimido, pide una cita con un médico o un profesional de salud
mental tan pronto como sea posible. Si no quieres buscar tratamiento, habla con
un amigo o un ser querido, cualquier proveedor de atención médica.
Trastornos de ansiedad
La ansiedad es una reacción normal y saludable que se activa ante una amenaza
o un peligro. La ansiedad se convierte en trastorno de ansiedad cuando esta
reacción se activa en situaciones habitualmente no amenzantes/peligrosas o de
manera persistente, hasta el punto que interfiere de manera importante en la vida
diaria.
Los trastornos de ansiedad
Trastorno de ansiedad por separación. En este tipo de trastorno el menor
tiene un miedo intenso de separarse de las personas que le cuidan por
temor a que les pase algo y no las vuelva a ver.
Fobia específica. Cuando una persona tiene un miedo intenso a un objeto o
situación (inyecciones, avión, alturas, insectos, etc.). Si la persona tiene
miedo intenso a situaciones sociales (mantener una conversación, ser
observado o actuar ante otras personas, etc.) se le llama trastorno de
ansiedad (o fobia social).
Trastorno de pánico. El ataque de pánico se define como un episodio de
ansiedad repentino e intenso que se acompaña de sensaciones físicas
desagradables (palpitaciones, sensación de ahogo, mareos,…) y de
pensamientos que suelen ser catastróficos (miedo a perder el control o a
morirse, entre otros). Con frecuencia, el trastorno de pánico se da de
manera conjunta con la agorafobia. Sería el caso de una persona que nota
malestar y ansiedad en situaciones en las que piensa que se puede llegar a
desmayar, cuando va en el metro, el autobús, en calles céntricas, con
mucha gente lo que le obliga a no coger el transporte público y a necesitar
ir siempre acompañada.
Agorafobia. La persona tiene de forma habitual miedo a sentir sensaciones
de ansiedad (de que el corazón le vaya rápido o de sudar mucho) cuando
está en algunas situaciones, por si no puede marcharse o pedir ayuda si lo
necesita. A consecuencia de esto, la persona suele evitar estas situaciones
como coger el transporte público, ir a un concierto o a un restaurante.
Trastorno de ansiedad generalizada. Cuando una persona se preocupa
todo el tiempo por diversas cosas del día a día (por ejemplo, por el colegio,
el trabajo o por la salud de sus hijos), hasta el punto de que estas
preocupaciones afectan al sueño, la capacidad de concentración o la
persona se siente muy tensa o fatigada.
A grandes rasgos, cuando una persona tiene síntomas de ansiedad nota algunas
sensaciones físicas desagradables como palpitaciones o mareos. Esto ocurre
porque las situaciones de peligro (real o imaginario) producen reacciones a nivel
cerebral y hormonal que activan el cuerpo como si fueran una alarma
antiincendios: cuando se detecta una posible amenaza, toda la atención de la
persona se dirige hacia esta situación para huir del peligro y sobrevivir.
Así, la persona respira más fuerte (para disponer de más oxígeno), el corazón late
más rápido (para hacer llegar más sangre a los músculos y al cerebro y tener más
glucosa y oxígeno), los músculos se tensan (para estar más preparados para huir
o defenderse), los poros de la piel se cierran (para protegerla de posibles
lesiones), etc. Paralelamente, se envía información de la alarma a otras glándulas
del cuerpo para que liberen hormonas (glucocorticoides) que tienen un efecto
antiinflamatorio en los tejidos y órganos, para evitar daño físico. Así, el cuerpo se
siente como una olla a presión.
Una vez pasa el peligro o si se tiene éxito a la hora de afrontarlo, o si simplemente
la persona se da cuenta de que no hay ninguna amenaza real, la alarma a nivel
cerebral se desactiva, el sistema nervioso se reequilibra y el miedo o la ansiedad
disminuyen.
Pero también puede ocurrir que, a veces, no se sepa cuál es el peligro concreto o
de dónde viene. Entonces, la atención se fija mucho en las sensaciones
corporales desagradables, lo que probablemente hace que el ritmo cardíaco y
respiratorio aumenten aún más hasta el punto de que cueste respirar. El aumento
de estas sensaciones también incrementa los pensamientos negativos. Si todo
esto sucede cuando, por ejemplo, se está cogiendo el ascensor, es probable que
en algún momento se decida no cogerlo más (evitación) o se haga sólo cuando
son ascensores nuevos o se va acompañado del entorno cercano ( conducta de
seguridad).
Trastornos bipolares
El trastorno bipolar es trastorno del estado del ánimo, es una enfermedad crónica
y recurrente que se manifiesta principalmente por episodios alternantes de
sintomatología depresiva (episodios depresivos) y periodos de exaltación del
humor e incremento de la vitalidad (episodios maníacos o hipomaníacos).
El trastorno bipolar comienza a manifestarse típicamenet en la adolescencia, 3ª o
4ª década de la vida.
El primer episodio puede ser maníaco, depresivo o mixto lo que conllevará que
este trastorno debute con una determinada sintomatología.
En general, los episodios maníacos predominan en la juventud e inicio de edad
adulta y los episodios depresivos predominan en edades más avanzadas, aunque
se han descrito primeros casos de manía por encima de los 65 años.
Existen distintos tipos de bipolaridad que se pueden manifestar de distintos modos
a lo largo de la vida.
En el trastorno bipolar tipo I se alternan episodios maníacos, depresivos y mixtos;
en el trastorno bipolar tipo II se alternan episodios depresivos e hipomaníacos; y
en la ciclotimia, una forma más leve de bipolaridad, se alternan numerosos
periodos de síntomas depresivos que no llegan a alcanzar la intensidad o criterios
suficientes de depresión mayor con otros periodos de síntomas hipomaníacos.
En el episodio maníaco, típicamente, se va desarrollando durante 1 o 2 semanas
un humor eufórico o irritable, junto con otros síntomas como ideas de
grandiosidad, disminución de la necesidad de dormir, aceleración del habla e
hiperactividad.
Los episodios maníacos pueden cursar también con síntomas psicóticos (delirios y
alucinaciones) y desinhibición conductual que pueden generar situacionees de
riesgo para el propio paciente y las personas de su entorno.
Los síntomas más habituales son:
Episodios maníacos con euforia o irritabilidad, ideas de grandiosidad,
aceleración del habla, hiperactividad, etc.
Episodios depresivos con retardo psicomotor y/o hipersomnia, alteración del
estado de ánimo, etc.
En la causa del trastorno bipolar predomina el componente biológico y un modelo
muy aceptado explica la enfermedad como resultado de la combinación de un
componente genética con determinadas situaciones vitales adversas que actúan
como desencadenantes.
Los efectos probablemente pequeños, aditivos e interactivos de muchos genes
confieren una mayor vulnerabilidad personal que posibilita que determinadas
situaciones como el estrés, los periodos de falta de horas de sueño o el consumo
de drogas o sustancias estimulantes ocasionen un desequilibrio de sistemas
neuroquímicos (serotonina, noradrenalina, dopamina, etc.) y probablemente
hormonal que a su vez provocan los síntomas psíquicos y físicos de la
enfermedad.
¿Cuál es nuestra intención comunicativa?
Nuestra intención comunicativa es que si sienten algunos de estos síntomas (o no
sé sienten cómodos consigo mismo) vayan al psicólogo , hablen con su familia y
sino les tienes confianza busca un psicólogo por tu propia cuenta. Estos temas
son muy serios y te pueden arruinar tus etapas en la vida.