10 Leyendas Ecuatorianas
10 Leyendas Ecuatorianas
10 Leyendas Ecuatorianas
DIABLO
Todo aquel que haya visitado la capital de Ecuador,
Quito, se habrá dado cuenta de que es famoso el
nombre de Cantuña y la leyenda que lo acompaña. La
historia de esta leyenda dependerá del lugar y la
persona que la cuente, pero sea cual sea su peculiar
forma de contarla todos tienen en común la misma
historia de fondo.
Unos dicen que Cantuña era un mestizo, hijo de madre
indígena y padre español, mientras que otros
especulan que se trataba en realidad del hijo de
Hualca, ayudante del famoso inca Rumiñahui, del que
se cuenta que ocultó el oro inca a los conquistadores
españoles.
Fuera cual fuera su origen, la historia cuenta que el sacerdote de Quito se encontraba con
la idea de construir la futura Iglesia de San Francisco en la ciudad y que le preguntó a
nuestro personaje si era capaz de construirla. Cantuña, honrado por semejante
encomienda, respondió que sí, que él se encargaría de construir el nuevo templo.
Así pues, satisfecho el sacerdote por haber encontrado alguien dispuesto a tan gran
trabajo, dejó todo en manos de Cantuña. Pero, al pasar el tiempo, nuestro protagonista vio
que no tendría tiempo ni recursos para terminar el trabajo y, desesperado, rezó a Dios por
varios días para que hiciera caso de sus plegarias, a ver si le ayudaba, pero tristemente
no escuchó ninguna respuesta.
La desesperación de Cantuña ya era tal que se vio obligado a rezarle justo a quien no se
debe rezar: el Diablo. A diferencia de Dios, el señor del inframundo acudió presto a su
llamada. Tras escuchar las solicitud de Cantuña, el Diablo le dijo que le ayudaría a
terminar la iglesia rápido pero, a cambio, le tendría que dar su alma, trato que nuestro
protagonista estuvo de acuerdo.
Cantuña era muy listo, y se atrevió a pedirle al Diablo poner una cláusula al trato en el que
si, al momento de realizar el encargo el trabajo no estaba realizado antes de las 6 de la
mañana, el trato se cancelaba. El Diablo, que no dudaba para nada de sus poderes ni de
la habilidad de sus secuaces infernales, estaba más que convencido de que el templo
estaría listo antes de llegar a esa hora.
El Diablo mandó a sus diablillos a la zona de construcción quienes, temerosos de la ira de
su líder, se pusieron manos a la obra para acabar la Iglesia. Tan endiabladamente
ocupados estaban y ensimismados en lo que hacían que no se dieron cuenta de que
Cantuña retiró un ladrillo mientras estaba aún fresco y observaba como los secuaces del
mismísimo señor de las tinieblas estaban trabajando creando un templo para Dios.
Pasaron las horas y el templo parecía acabado. El Diablo se presentó ante Cantuña y
justo delante del atrio del nuevo templo el señor del inframundo reclamó su trato, llevarse
el alma de Cantuña. De fondo estaban sonando las campanas que indicaban que eran las
6 de la mañana y, mientras el Diablo se preparaba para recibir su recompensa, el quiteño
empezó a reírse, invitándole a que comprobara si realmente estaba terminado el trabajo.
El Guagua Auca
En la mitología
ecuatoriana, se dice que el
Guagua Auca es un demonio
creado por el alma de un niño
que nació y murió sin llegar a
ser bautizado. Su espectro
tétrico se presenta ante los
borrachines que pisan las
calles a altas noches de la
noche, asustándoles con un
terrible chillido incesante que
desespera hasta a la persona
más cuerda.
Los incautos beodos buscan desesperados el origen del chillido hasta que
encuentran de donde aparece. Lo primero que ven es una escena triste, un
pobre niño recién nacido que debe haber sido abandonado por su madre y que lo
ha envuelto en una manta a ver si alguien se hace cargo de él. ¿Quién dejaría a
un pobre bebé abandonado ahí? Los borrachos, en una muestra de compasión,
lo cogen para cuidarlo.
Pero lo cierto es que los pobres son ellos, tan bebidos que están que no van con
precaución. Horas más tarde se dan cuenta del error que han cometido, viendo
cómo el bebé cambia totalmente de fisionomía y el supuesto niño se convierte en
un demonio, protagonista de la peor pesadilla que se os pueda venir a la cabeza.
Dicen que no son pocos los hombres que, tras una noche de juerga ebria, han
sido encontrados muertos y con espumarajos en la boca, víctimas de su
encuentra con el Guagua Auca.
Los orígenes de los Cañaris
7. Atahualpa
Atahualpa fue uno de los emperadores incas más conocidos de la historia puesto
que fue el último soberano incaico antes de la llegada de los conquistadores
españoles y, también, porque fue un líder sangriento, con un comportamiento
salvaje en la batalla. Se dice que todo lo que sabía en el arte de la guerra se lo
enseñó su padre, Huayna Cápac.
Cuenta la leyenda que, durante su infancia, Atahualpa estaba por los bosques de
Cuzco en busca de poder cazar algún animalillo para su diversión. Mientras
merodeaba por el lugar se cruzó en su camino un hermoso guacamayo que se
posó en la rama de un árbol. El joven Atahualpa quería tener esa ave como
trofeo, así que decidió ir a por él y no paró hasta que consiguió matarlo.
Orgulloso con su pieza, volvió a casa para mostrarle el trofeo a su padre,
sabiendo que se trataba de un ave difícil de conseguir. Sin embargo, justo
antes, Atahualpa se topó con su madre, la reina Pacha, mujer sabia que le dio
una hermosa y valiosa lección:
“Al enemigo solo se le ataca en la guerra, ya que posee armas para poder
defenderse”
Luego cogió el ave y le hizo a su hijo un tocado para que siempre recordara esas
sabias palabras.
Cuenta una leyenda ecuatoriana que hay un demonio que vive en los barrancos
cerca de los ríos. Su afición es buscar casas que hayan sido construidas en sus
bordes, para tirarlas sobre las aguas del río.
Una noche, el demonio se disfrazó de un apuesto hombre, de trato encantador y
rasgos atractivos que, con la intención de tumbar una casa con todos sus
habitantes dentro, hechizó la familia que ahí vivía para que fueran pronto a
dormir.
Hipnotizó a todos, salvo a uno, un niño que logró ocultarse debajo de una silla y
huyó para pedir ayuda a un sacerdote. El cura llegó a tiempo, soltó unos rezos y
salvó la casa y a toda la familia de caer al río.