Saving Mason - M. Reeds
Saving Mason - M. Reeds
Saving Mason - M. Reeds
Playlist
Victor
Mason
Mason
Victor
Victor
Mason
Victor
Victor
Mason
Victor
Mason
Victor
Victor
Agradecimientos
Sobre el Autor
2
Saving Mason
M. Reeds
3
Copyright © 2023 por M. Reeds Todos los derechos reservados.
Esta es una obra de ficción. Cualquier similitud entre estos personajes
ficticios y personas reales es pura coincidencia.
Ninguna parte de este libro puede reproducirse de ninguna forma ni por
ningún medio electrónico o mecánico, incluidos los sistemas de
almacenamiento y recuperación de información, sin el permiso escrito del
autor, excepto para el uso de citas breves en una reseña de un libro.
Envíe un correo electrónico a [email protected] para obtener
permiso.
4
Playlist
Na Na - Trey Songz
5
Capítulo 1
Victor
−¡Oye, Vic! Despierta, viejo. Estamos saliendo. −Mi viejo amigo, Dan, grita
mientras golpea con el puño la puerta de mi habitación. La última maldita
vez dejé mi llave en la parte superior del marco de la puerta del porche.
Sé que si lo ignoro el tiempo suficiente no se irá. O me levanto de la cama
por mi cuenta, o él me sacará a rastras de ella. Anoche le dije que no estaba
interesado en ir al nuevo bar de la ciudad, y le dije lo mismo la noche
anterior.
−No me rendiré contigo, Vic. Me preocupo demasiado por ti como para dejar
que te pudras aquí por tu cuenta.
Excepto que eso es exactamente lo que quiero: que me dejen en paz. Dan
siente que tiene cierta responsabilidad sobre mi bienestar sólo porque
estábamos en la misma unidad en Medio Oriente. Lo amo. Él es mi hermano,
pero estoy bien aquí donde nadie puede molestarme.
−Muy bien, deberías retroceder, porque voy a derribar esta puerta de una
patada −advierte.
Contemplo si realmente lo hará o no. Estoy completamente preparado para
no ceder ante su chantaje, pero esta no es la primera (ni la sexta) vez que lo
hace. La existencia de nuevas bisagras para puertas que compré son prueba
de ello.
−¡Estoy despierto, bastardo persistente! −Muerdo y me levanto de la cama
antes de que pueda derribar la puerta de una patada. Me pongo un par de
pantalones y abro la puerta.
Con sólo mirarlo, nadie habría adivinado que Dan es sólo dos años menor
que yo. Demonios, no parece tener más de cuarenta años, salvo por los
mechones de cabello en las sienes que son más claros que el castaño intenso
que cubre su cabeza.
6
A diferencia de él, la parte superior de mi cabeza es gris salpicada de negro.
Hasta que se vuelva blanco, traigo parte de mi cabello rapado, pero este se
une con mi barba que la traigo corta y recortada.
−Vamos, viejo idiota. Ya es hora de que te enseñe a beber sin odiarte por ello.
−Dan gira sobre sus talones antes de que pueda captar la mirada que le
lanzo.
Uno pensaría que Dan es el que tiene que quitarme la botella de alcohol de
la mano cada noche, pero resulta que él es el único que felizmente me la
proporcionará. No he tomado una copa en aproximadamente… siete horas
más o menos. Esta vez bebí lo suficiente como para tomarme una increíble
siesta.
Pero no se equivoca. Para alguien que pasa tan poco sin beber, debería haber
encontrado una manera de no odiarme por ello ahora, pero ese odio hace
que sea más fácil beber el siguiente trago.
⁂
Dan pide un taxi para los dos: ¿un Uber o algo así? No me importa lo
suficiente como para recordarlo. Es inteligente, eso se lo concedo. Después
de esta noche, de ninguna manera debería conducir mi motocicleta de
regreso a casa. No soy lo suficientemente testarudo como para desafiar eso.
Sin embargo, la próxima semana le daré una patada en el trasero por traerme
a un lugar como este.
−Algún bar −me burlo y doy una larga calada a mi cigarrillo. Mientras un
grupo de chicas se abre paso a través de las puertas dobles del frente, un
caleidoscopio de luces de colores y niebla se despliega detrás de ellas. Desde
fuera se puede sentir el ruido de los altavoces a través del concreto. ¿Qué
carajo es esta música?
Si hubiera querido ir a un bar por mi cuenta, seguro que no habría sido un
lugar tan pequeño como este. Un cigarro, una cerveza y un partido es todo
lo que necesito de un bar. Dudo que este lugar tenga siquiera una mesa de
billar. ¿Dardos? Seguro que no.
El estilo del edificio es frío y se filtra a través de mi chaqueta de cuero. Un
cigarrillo apenas alcanza para mantener mi pecho caliente mientras lo
termino afuera. Estoy a punto de decir 'al diablo con esto' e irme a casa.
7
Tengo mucho para beber allí, cigarrillos y no hay chicos molestos tratando
de encontrar a alguien que les caliente la cama esta noche. Únicamente yo,
conmigo mismo y una botella de Jack acurrucados en mi cama.
−¡Que te jodan, Mason! Eres demasiada mojigata de todos modos −grita un
tipo al otro lado del estacionamiento.
Una voz femenina maldice en respuesta y grita, obligando a erizarme los
pelos de punta.
No es asunto tuyo, Vic. No le prestes atención.
Quiero escuchar esa voz en mi cabeza. Por supuesto que sí, pero los gemidos
que provienen de la chica que se acerca a mí son suficientes para hacerme
ver rojo.
Cuando veo su mano apoyada en su mejilla floreciente, paso de la ira a la
actitud asesina. Se limpia una lágrima perdida de su mejilla y se rodea la
cintura con los brazos con fuerza.
Ella no es mi problema. No es mi problema. Lo repito una y otra vez en mi
cabeza como si fuera a empezar a creerlo, pero esos grandes ojos marrones,
llorosos, hacen que sea difícil de creer.
Tiro la colilla debajo de mi bota antes de sacar una nueva del paquete.
Pongo mi mano frente a mi nuevo cigarrillo para evitar que la brisa apague
mi encendedor, haciendo todo lo posible por ignorar la forma en que ella
solloza.
−¿P-puedo darle una calada? −Pregunta la niña, deteniéndose para pararse
a mi lado.
Un aroma dulce y floral sale de ella, nublando mis sentidos, pero no la miro.
No puedo.
−Estas cosas son malas para ti −murmuro alrededor del palo−. Te comerán
los pulmones.
−Entonces, ¿por qué los fumas si son tan malos para ti? −Intenta burlarse de
mí, pero el dolor en su voz no le permite sonar tan juguetona. Mi estómago
se revuelve ante el tono de su voz, demasiado llena de dolor.
−Solo fumo cuando bebo. −Lo cual es todo el tiempo, pero ella no necesita
saberlo.
Ella tiembla a mi lado y miro hacia abajo. Lleva un par de pantalones cortos
de mezclilla con medias de red rosas deba. Y un par de tenis. No es de
extrañar que tenga frío. Recorro mis ojos hacia arriba por sus delgadas
piernas, hasta que veo su ombligo. Su piel es como marfil cálido: ni oscura
8
ni pálida, pero brilla. Meto las manos en los bolsillos, obligándome a no
darme cuenta de lo suave y tersa que se ve su piel.
Su camiseta blanca es holgada y está anudada unos centímetros por encima
de un lindo y pequeño vientre, lo que me lleva a sus turgentes tetas.
Maldita sea.
En su rostro en forma de corazón tiene labios rosados y regordetes, una nariz
adorable y esos grandes ojos marrones que me cautivaron hace unos
momentos.
−¿Tienes algún viejo cabrón para hacerte compañía ahora? −dice un chico
que se acerca a nosotros y que no puede tener más de veintitantos años.
Echo un vistazo a mi −compañía−. Sus ojos se llenan de lágrimas, pero su
cara está enojada. Ella es una gatita enojada si alguna vez he visto una.
−Déjame en paz, Gaven −rechina entre dientes.
−¿Llevas conmigo, dos años y no puedo echar un polvo? Pero mi pequeña
zorra recibe algo de atención de un viejo pervertido, ¿y estás lista para saltar
sobre él?
−¡No estoy tratando de saltar sobre él! −Su voz sube una octava, seguida de
un rubor de vergüenza coloreando sus mejillas−. Y ya no soy tuya.
Lo triste es que el chico no está del todo equivocado. Soy un viejo pervertido
porque no me importaría si esta chica salta sobre mis huesos. Puede que
tenga cincuenta y siete años, pero eso no significa que no sea bueno en la
cama.
Gaven, como lo llamó la chica, da un paso adelante, ocupando su espacio. Él
envuelve sus manos flacas alrededor de su antebrazo y tira de ella hacia
adelante. Ella gime dentro de su alcance y tira de su brazo hacia atrás.
−Estoy bastante seguro de que la chica te dijo que la dejaras en paz, amigo.
−Extiendo mi brazo, agarrando su muñeca con un agarre doloroso. Sus cejas
se juntan cuanto más aprieto, pero no retrocede. Culo rudo.
−Ella no es de tu maldita incumbencia, viejo.
−Este viejo puede derribarte en un segundo. Menos que eso si no sueltas su
brazo. −Aprieto aún más y siento algo romperse debajo de su piel.
Espero que retroceda, pero la pequeña hormiga meadora simplemente
sonríe como si estuviera comiendo mierda, como si no estuviera a un
momento de romperle la muñeca.
Ya es suficiente.
9
Le quito el brazo a la chica, esperando no lastimarla en el proceso y le giro el
brazo lo suficiente como para obligarlo a darse la vuelta antes de que se
rompa el codo. Más vale que el chico bonito sea diestro si va a tener una cita
nocturna con alguna Jill en un futuro cercano.
Muevo su brazo hasta que su muñeca toca sus omóplatos y hace una mueca
de dolor.
−¡Suéltame! ¡Te mandaré a un asilo de ancianos!
−Sí, sí. Estoy viejo. Lo entiendo. ¿Tienes algo más que decir antes de irte?
−¡Déjame!
−Sí, amigo. Ya terminaste la noche. No tiene sentido dejar que molestes a
esta pobre chica más de lo que ya lo has hecho.
−Tú no me dejas hacer nada. No eres mi papá.
Le doy un buen empujón hacia el pavimento, observándolo tropezar unos
pasos antes de centrarse. Gaven se vuelve hacia mí y su rostro está furioso y
listo para luchar.
Me quito la chaqueta y la tiro en el banco junto a mí antes de cruzar los
brazos sobre el pecho. Sólo una manera fácil de lucir mis brazos llenos de
músculos fuertes, tatuajes y cicatrices.
−Vamos, amigo. Pruébalo y veremos cuál de nosotros es el tipo más duro.
−Da un paso en mi dirección y yo amplio mi postura. Coloco mis pies debajo
de mis hombros, estoy perfectamente estable para lanzar un puñetazo. Un
músculo hace tic en su mandíbula, pero sacude la cabeza mientras se da
vuelta, probablemente hacia la camioneta que compro el dinero de su padre.
Agarro mi chaqueta y camino de regreso hacia la chica que es el centro de
esta pelea. Está inclinada con las manos en las rodillas, respirando con
dificultad y temblando aún más fuerte. Debería encontrar a ese chico y
golpearlo hasta dejarlo sin sentido por asustarla.
Cuando me mira, mi pecho se contrae, como si un puño aplastara mi
corazón. Lágrimas gordas ruedan por sus mejillas y mi mundo se detiene.
No quiero volver a ver llorar a esta chica nunca más. Ni siquiera la he visto
sonreír todavía, pero algo me dice que esa es la respuesta a todo. Es algo de
lo que necesito librarme, por su propio bien, pero maldita sea, tengo que
verla sonreír al menos una vez.
10
Capítulo 2
Mason
11
Gaven usa la misma colonia que usan otros chicos cuando creen que puedes
ducharte en una lata.
−Mason. −Él repite mi nombre; le sale gutural y completamente masculino,
y hace que mi estómago se revuelva de la manera más extraña.
Mis muslos palpitan, disparan un hormigueo caliente a través de mis
caderas, y todo lo que quiero hacer es pasar mis dedos por su barba. ¿Me
haría cosquillas o picaría? La idea de que me haga cosquillas sólo con su
barba casi me obliga a soltar una risita en la garganta. Tengo que apretar las
comisuras de mis labios para evitar sonreír como una tonta. Pasar del llanto
a la risa seguramente lo asustaría.
−Oh, ahí está. Sabía que había una bonita sonrisa escondida en alguna parte.
−Sus labios se levantan, pero su sonrisa no es bonita. Es francamente sexy.
−Lo siento por él. Él es mi... bueno, él era... No sé cómo explicarle en términos
simples qué es Gaven sin dejar que la barrera se rompa. Es más difícil para
mí dejar de hablar y contarle todo lo que puedo a un completo extraño que
decir una sola frase.
−Un imbécil. Es un imbécil, y si alguna vez lo encuentro a él o a cualquier
otro punk poniéndote las manos encima otra vez, no será nada agradable.
Eso debería asustarme. La violencia me asusta, pero oírla venir de él (para
protegerme) sólo hace que mis hormigueos se intensifiquen más, más
calientes y más profundos dentro de mí, enviando un enjambre de
mariposas a mi pecho. La lujuria se abre paso a través de mi núcleo y algo
cálido aprieta mi corazón. Quiero decir que es sólo la atracción que siento
hacia este hombre, pero en el fondo sé que esto va mucho más allá de la
atracción, y eso es un hecho aterrador.
Coloca un mechón de mi cabello rosa detrás de mi oreja y usa su mano para
levantar mi barbilla. Mis ojos no pueden elegir un lugar para mirar en su
rostro: los diferentes colores que salpican su barba, las líneas que se arrugan
alrededor de sus ojos cuando sonríe, sus labios… oh sus labios. Su lengua se
extiende para mojarlos y mi respiración se entrecorta. Mi boca se abre y mis
pestañas revolotean contra mis mejillas por un breve momento.
¿Me va a besar?
¿Sería un besador suave o hambriento, como si no pudiera tener suficiente?
Si me arrancara la ropa, me gustaría pensar que se lo agradecería. No estaría
luchando por mantener mi ropa puesta como con Gaven, quien siempre
rasgaba mi ropa a pesar de mis protestas.
12
−¡Oye, Vic! ¿Entraste o te perdiste en el camino? Oh, bueno, eso lo explica
−dice alguien detrás de mí.
−Vic. −Exhalo−. Me gusta ese nombre. Vic. −Quiero decir su nombre una y
otra vez como si fuera mi nueva palabra favorita. Estar tan cerca de él me
hace sentir mareada y ni siquiera he bebido todavía.
−A mí también me gusta el nombre Mason −dice, inclinándose para tocar
nuestras frentes, y siento que mis ojos se abren como platos.
Por favor, por favor, por favor, bésame. Aprieto mis labios con fuerza, o podría
preguntarle de verdad esta vez.
Su amigo vuelve a gritar detrás de mí y Vic maldice, cierra los ojos y respira
profundamente. Me siento igual. Nunca en mi vida he odiado más que me
interrumpan, aunque no conozco a Vic. Él es mayor que yo, probablemente
mucho mayor que yo, pero no me importa. He oído hablar de... zorros
plateados antes, y suena emocionante ahora que estoy cara a cara con uno
tan hermoso.
−Creo que deberíamos llevar esto adentro −suspira profundamente y se
retira.
Me resisto a dejarlo ir y mi mano recorre su brazo hasta que cae a mi costado.
Me muerdo el labio y me pregunto ¿qué estoy haciendo? Apenas tengo edad
suficiente para entrar a un bar siendo una chica de veintiún años. Virgen,
podría añadir, y estoy totalmente fuera de juego. No puedo evitar poner los
ojos en blanco. ¿Que juego?
El único novio que he tenido es Gaven, y comencé a salir con él recién al
terminar la escuela secundaria. No tengo ni idea de lo que estoy haciendo.
Probablemente Vic simplemente siente lástima por mí, y eso duele más que
Gaven tocándome antes.
−E-Estoy segura de que quieres ponerte al día con tu a-amigo, ¿verdad?
Lamento haberte causado tantos problemas antes. Esto no podría ser como
querías comenzar tu noche. −Mi mano se mueve a mi costado y las
mariposas que inundaron mi estómago comienzan a desvanecerse.
Una mano fuerte me agarra la barbilla y lloro, en parte por el miedo de que
me agarre de esa manera, y la otra parte por el hormigueo que recorre mi
vientre de nuevo. Mis rodillas se juntan, tratando de sofocar la excitación
que amenaza con filtrarse a través de mi ropa interior.
−Necesito que me escuches, Calabacita. ¿Estas escuchando? −Sus ojos son
oscuros ahora; su voz también es más oscura y firme que antes. Es como los
13
trozos de chocolate más ricos y oscuros que cubren un brownie tibio y
pegajoso. Mis entrañas se están derritiendo.
Asiento en respuesta. Mis palabras están atrapadas en mi garganta.
−Nunca te disculpes por protegerte. No quería salir esta noche, pero eres lo
único que ha hecho que valga la pena.
−¿Y-yo? −No puedo creerlo. De todos, de todo, ¿cómo puedo ser yo la única
que vale la pena?
−Lo digo en serio, Mason. No bromeo sobre nada −se queja y pasa su pulgar
por mi labio inferior−. Ahora, ¿puedes ser una buena chica y hacer lo que te
pido, Calabacita?
−Ajá. −Estoy de acuerdo y me estremezco al mismo tiempo. Lo único que
quiero es oírle decir eso otra vez. Puedo ser una buena chica para él. A veces
me pongo a la defensiva, pero puedo ser su buena chica.
−Eres una chica muy buena. −Sonríe, mostrándome unos dientes blancos y
relucientes.
El calor se acumula dentro de mí; es casi incómodo. Mis muslos se aprietan
y siento que mis rodillas necesitan frotarse para aliviar el dolor. Si no logro
agarrarme a algo, mis rodillas se doblarán.
Vic mira mis rodillas y su sonrisa crece. Se lame los labios de nuevo y pasa
su brazo alrededor de mi cintura, debajo de su chaqueta. Me acerca a él,
moldeando mi cuerpo contra su duro músculo. Se siente tan bien, él se siente
bien, y seguro. No creo que nada pueda lastimarme ahora excepto Vic, el
mismo… si me aleja.
El bar es ruidoso. Un arco iris de luz bailan por el suelo con ondas de niebla
que nos golpean la cara. Hay un grupo de chicos acurrucados alrededor de
una mesa de billar verde brillante; otro grupo chocando entre sí para jugar a
la máquina de pinball antigua. Chicas de mi edad y mujeres de la edad de
mamá revolotean por la pequeña pista de baile cuadrada. Las caderas se
balancean al ritmo de la música y los vasos vacíos chocan contra la barra,
que aparentemente es nuestro destino.
El hombre de antes, el amigo de Vic, se recuesta contra la barra con una
mujer tetona de cabello oscuro parada cerca de él.
−¿Quién es este pequeño bocadillo que has cogido, Vic? −Pregunta su amigo
con una sonrisa depredadora.
Me inclino más hacia Vic, como si eso fuera posible, y agarro la camisa a su
costado. Se tensa y me preocupo si lo he hecho sentir incómodo, pero él sólo
14
me aprieta con más fuerza. Se gira, como si estuviera tratando de protegerme
de su amigo.
−Te sugiero que tengas cuidado con cómo hablas de Mason, o te arrancaré
la columna por la nariz −dice, casi echando espuma por la boca−. Mason
quiere pasar un buen rato esta noche, ¿no es así, Calabacita? −Los ojos de Vic
se entrecierran. Se inclina y juro que besa la coronilla de mi cabeza. Asiento
y acomodo mi cara contra su pecho−. Entonces mi buen amigo Dan se
comportará de la mejor manera si sabe lo que es bueno para él.
Su amigo se ríe como si hubiera escuchado las amenazas de Vic antes, y no
lo dudo. Vic nos guía hasta la barra y yo me siento en un taburete junto a él
mientras él se pone de pie. Incluso en un taburete tan alto, él me supera. Soy
bastante alta, mido alrededor de un metro setenta. Vic no puede medir
menos de un metro noventa; tal vez incluso es más alto.
Saluda al barman y pide una cerveza. El camarero me mira expectante y no
tengo ni idea de qué pedir. Ni siquiera he mirado el menú ni sé qué bebida
debo pedir.
−Mmm, ¿sorpréndeme? −Medio sonrío.
−Lo tienes, muñeca.
15
Capítulo 3
Mason
16
para estabilizarme y sigo el camino hasta la línea de su mandíbula. Saco la
lengua para humedecer mis labios y están a menos de un centímetro de los
suyos. Puedo sentir su aliento abanicarse contra mí, el calor de sus labios casi
tocando mi piel.
Antes de que cualquiera de nosotros pueda acortar la distancia, me giro y
presiono mi espalda contra su pecho.
Vic gruñe, se inclina rápidamente y me muerde el cuello. Dejo escapar un
ruido entre un chillido y un gemido.
−He estado aquí muchísimo más tiempo que tú, pequeña −gruñe−. Si
quieres bromear, yo también puedo jugar. −Vic lame el lugar que mordió y
pasa una mano lentamente por mi pecho. Una punzada de anhelo va directo
a mi sexo por la forma en que me llama pequeña. No puedo explicar por qué
es tan sexy, pero lo es. Hace que mi cabeza dé vueltas, es más embriagador
que el alcohol, y estoy desesperada por escucharlo de nuevo. No puedo creer
que esto sea real, que él sea real y esté aquí conmigo. Es como algo sacado de
un libro.
Debo haberme quedado dormida mientras leía uno de esos libros sucios de
ritmo rápido en mi teléfono nuevamente. Esto simplemente no puede ser
real.
Sus dedos bajan por mi estómago dejando chispas de fuego detrás de su
rastro y se sumergen en la cintura de mis pantalones cortos. Jadeo y empujo
mi trasero contra su entrepierna, frotando contra el bulto endurecido detrás
de mí.
Mi estómago se contrae con anticipación cuando sus dedos encuentran la
línea de mis bragas. Siento que apenas me toca y no me al mismo tiempo. Mi
espalda se arquea por voluntad propia, tratando de empujar su mano más
dentro de mis bragas.
Aparta su mano mucho más rápido que cuando estaba explorando, y dejo
escapar un gemido en señal de protesta.
−¿Alguien se siente necesitada? −gime en mi cuello y su barba me hace
cosquillas en la piel de la forma más deliciosa posible. Asiento e inclino la
cabeza hacia un lado, desesperada por qué me bese, me lama... cualquier
cosa. Sólo necesito que lo haga de nuevo.
−Qué chica tan traviesa, bailando con un hombre viejo y sucio. Debería
inclinarte sobre mis rodillas y pintar este culo apretado de rojo.
17
Vic se agacha y agarra un puñado de mi trasero. Grito y me sacudo contra
él. Se ríe profundamente, dejando que retumbe en su pecho.
Su risa me divierte, incluso si me da vergüenza. ¿Pienso sobre estar inclinada
sobre sus rodillas... como una niña? No. No como una niña, pero, aun así.
Me hace sentir apretada y caliente por todas partes... pero vulnerable de
todos modos. Es confuso. No me gusta la idea de que me azote, pero, ¡Dios
mío, suena delicioso!
Su risa parece un buen indicio de que a él también le gusta esa idea. Hace
que mi pecho se caliente y mi vientre se agite. La forma en que se pone su
rostro cuando está relajado me dice que no se ríe a menudo. Quiero que se
ría, sonría y sea feliz todo el tiempo.
Mi corazón se estremece por el hecho de que probablemente no lo volveré a
ver, pero eso significa que tendré que absorber tanto Vic como pueda esta
noche. No puedo tener una aventura de una noche. He postergado la idea
de tener sexo con alguien hasta ahora y mi corazón no puede soportarlo,
pero ya siento algo por él. Tengo demasiado miedo de ponerle un nombre,
pero definitivamente es algo.
Me doy la vuelta y coloco mis brazos detrás de su cuello, dejando que la
música marque nuestro ritmo. Sus ojos están clavados, mirándome
profundamente a los ojos, a mis labios, a mi pecho, a todas partes, como si él
también estuviera absorbiendo todo lo que pueda. El color plateado intenso
de sus ojos no se parece nada a ningún color que haya visto antes. Con tanto
dentro de ellos, sus ojos parecen cansados y fríos, pero de alguna manera
llenos de lujuria y calor al mismo tiempo. Mi querido Vic parece un enigma
y quiero saber todo lo que hay que saber.
Su ceja se levanta y me sonrojo. No me di cuenta de que lo había estado
mirando, pero ¿quién podría resistirse? Se ve rudo, peligroso y
tremendamente sexy. Él sonríe, pellizcando sus rosados y besables labios
hacia un lado, y juro que mis bragas se empapan.
−¿Qué está pasando por esa bonita cabeza tuya, Calabacita?
−Yo solo… −Quiero saber todo sobre ti. Quiero que le hagas cosas a mí y a
mi cuerpo, cosas que nunca he querido de nadie más. Quiero tener tus bebes.
Vaya. Cálmate, Mason.
−Yo estoy… −Me estoy enamorando mucho de ti.
Cielos, ¿tengo un crush? ¿De verdad? Dudo que haya escuchado la palabra
crush, no lo sé, ¿un para siempre? Las chicas están enamoradas de hombres
18
como Vic porque sabemos que nunca podremos tenerlos. Las mujeres se
enamoran de hombres como Vic y los atraen.
−No es nada. Ya sabes... sólo estoy... −Sigo divagando, sin formar ninguna
oración completa. Mi respiración comienza a entrecortarse y mi piel se siente
caliente nuevamente. Paso mis dedos por su nuca; su cabello rapado es
demasiado corto para agarrarlo, lo que probablemente sea algo bueno. No
estoy coqueteando, solo estoy enloqueciendo.
Una mano fuerte y callosa cubre mi cara y Vic se inclina. Mis ojos se abren
como platos y justo antes de que nuestros labios se toquen, los cierro con
fuerza. Él planta un suave beso en mis labios y mis entrañas explotan: hay
fuegos artificiales, destellos y todo lo que podría pedir. Es apenas una caricia
y mi cerebro ya se está volviendo papilla. Gimo contra sus labios y mis uñas
seguramente están formando medias lunas oscuras en la parte posterior de
su cuello.
Su lengua recorre la comisura de mis labios y los separo con desesperación.
Vic gruñe en mi boca cuando su lengua caliente y húmeda se encuentra con
la mía. Una mano va desde mi cadera hasta la base de mi cabeza, donde
envuelve mi largo cabello rosa en su puño.
Mi entorno comienza a desvanecerse (la gente, la música) hasta que solo
queda él. Todo lo que puedo sentir, oír, oler y saborear es Vic. Su sabor
sangra en mi boca, lleno de humo y whisky de canela y miel, y es
innegablemente Vic. No se equivocó; Los cigarrillos son malos para la salud
y el olor no es agradable, pero Vic logra hacerlos deliciosos. El sabor del
whisky ahumado con un toque de menta baila desde su lengua hasta la mía,
es para morirse.
Tira de mi cabello hacia atrás y deja sus besos hambrientos en mi mandíbula
y en la curva de mi cuello.
−Eso se siente tan bien −jadeo.
Tararea profundamente contra mi piel y la chupa con su boca. Hace que mis
venas ardan, disparan placer directamente hasta mi núcleo y hasta los dedos
de mis pies. Sostengo su cabeza contra mí, sin querer que se mueva. Me está
marcando. Todos los que me vean con él pensarán que él hizo esto y no se
estarán equivocados.
−Por favor, Vic −gimo, sin saber lo que estoy pidiendo: sólo algo más.
−Calabacita, nada me encantaría más que recostarte en la barra y tener ese
lindo coño moldeado en mi polla, pero te mereces algo mejor que eso. −Se
19
inclina hacia atrás, no sin antes apretar su bulto duro como una roca contra
mi estómago−. Y si hubiera alguien aquí tratando de echar un vistazo a mi
chica, tendría que sacar más de una columna esta noche. −Me guiña un ojo
y me da un suave beso en la frente.
−No tienes que decirme en qué estás pensando si no quieres, pero puedes
decirme cualquier cosa. Créanme, te entiendo. No hay nada que puedas
decir que me asuste.
Sus ojos están llenos de esa ráfaga de emociones otra vez: entrecerrados,
cariñosos y todo lo demás, y quiero alejar cualquier demonio que pueda
tener. ¿Tiene alguien que lo cuide? Espero que no sea una esposa, ¿pero al
menos alguna especie de familia?
Baja su barbilla lo suficiente como para que estemos a la altura de nuestros
ojos, y sus cejas se fruncen, formando una 'v' apretada entre ellas. Dijo que
no bromea sobre las cosas, y eso solo ayuda a calmar mis nervios. Mi pulso,
sin embargo, todavía está por las nubes, mucho más alto que cuando hago
ejercicio, lo que hace que la sangre me palpite con fuerza en los oídos.
−¿Me entiendes? Dímelo con tus palabras.
−S-Sí, te entiendo. −Respiro profundamente, tratando de calmar el
estruendoso alboroto de los latidos de mi corazón y el intenso zumbido entre
mis muslos.
−Es que. –Suelto una leve risa y respiro de nuevo−. Me gustaría saber más
sobre ti. Si quieres compartir eso conmigo, quiero decir.
20
Capítulo 4
Victor
21
edad, un bebé en comparación conmigo. Respiro por la nariz y miro a Mason
cuando ella tira un poco más fuerte de mi cuello.
−Tengo cincuenta y siete años. Estás bailando con una persona de cincuenta
y siete años, Calabacita.
−¡Oh! Bueno, eso no tiene nada de malo. En absoluto. Simplemente apesta
que fueron cincuenta y siete años en los que no llegué a conocerte... Eh...
espera. Yo... −Su pecho sube y baja rápidamente−. Solo tengo veintiún años.
Eso envía un puñetazo directo a mis entrañas. Treinta y seis años menor que
yo. Tengo edad suficiente para ser su padre… muy cerca de ser su abuelo.
Ella es sólo una cereza fresca y madura para recoger, y me muero de hambre.
Mi mente se distrae ante eso... cereza. Algo me dice que todavía tiene la suya;
una cereza apretada e intacta que está desesperada por ser reventada. Mi
boca se inunda de hambre y una gota de líquido preseminal gotea de la
coronilla de mi polla. Está palpitando, desesperado por tomar lo que es suyo.
Sabía hace mucho tiempo que iría al infierno, pero este es el último clavo en
mi ataúd.
No quería sentirme así por ninguna persona. La gente te deja, te miente, te
decepciona, te traiciona o muere. Nunca quise ponerme en posición de ser
víctima de ello, pero no hay duda de que Mason lo vale todo. Cada maldita
cosa que pueda salir mal vale la pena tener la oportunidad de mantener a
Mason para mí. Nunca más tendrá que preocuparse por mierdas como
Gaven. No mientras yo esté por aquí. Al diablo con mi edad, mi conciencia
ha estado carcomida por mucho más tiempo que mi salida nocturna de esta
noche.
Necesito preguntarle algo simple. Nada que le abra la puerta a preguntarme
sobre mi ocupación anterior. Una picazón recorre mi columna y aprieto los
dientes posteriores para evitar girarme hacia la barra. Puedo respirar con
ella. No he sentido la necesidad de tomar una copa en todo el tiempo que
hemos estado bailando.
−¿Cuál es tu color favorito? −Pregunto y miro los largos mechones de cabello
que enmarcan su rostro.
Ella mueve la cabeza de la manera más linda posible y mi pecho se contrae.
¿Estoy sintiendo mariposas? Bueno, que me condenen. Dentro del interior de
mi pecho está hirviendo entre mariposas y caen en picada hacia la obsesión.
Soy su esclavo. Lo que ella necesite de mí. Se supone que debo ser un maldito
oso gruñón, y estoy a sólo un pantalón de ser el perro faldero de mi chica.
22
Mi chica.
−Como si tuvieras que preguntar −Se ríe y hace girar un mechón de cabello
rosa sandía alrededor de su dedo. Es tan jodidamente dulce e inocente que
quiero hundirle los dientes, darles un buen y gran mordisco a sus turgentes
tetas−. Tal vez sea un cliché, pero creo que el rosa es muy bonito. Suficiente
para que la vista de mi auto probablemente te haga querer sacarte los ojos.
−Creo que el rosa está empezando a convertirse en mi nuevo color favorito.
−Su cabello, labios y mejillas. Sé que hay muchos otros puntos que decoran
su cuerpo con un color rosado−. Ayer habría dicho verde, pero el rosa lo
derribó al segundo puesto.
−¿Estas coqueteando conmigo? −Los labios de Mason se curvan en las
comisuras, haciendo que sus mejillas se levanten como pequeñas manzanas.
Nunca he visto una sonrisa que me deje sin aliento como la de ella.
−Como si tuvieras que preguntar. −Utilizo sus propias palabras en su contra,
pero mi tono no es tan alegre. Es profundo, completamente guiado por puro
deseo.
Me inclino y la beso hasta que ella abre los labios para mí. Nuestro beso se
profundiza y el gemido que sale del fondo de su garganta hace que todo mi
cuerpo se ponga rígido de lujuria. Tengo que obligarme a alejarme e
inmediatamente extraño el calor y el sabor de su boca, pero si hubiéramos
seguido más tiempo, no sé si habría podido evitar tocarla de nuevo.
Más íntimamente. Más rudamente.
Planeo tocarla de nuevo, pero no aquí, porque no hay garantía de que pueda
evitar follármela rápido, crudo y duro en una de estas cabinas, o en la barra,
o en la mesa de billar, en cualquier lugar donde Mason fuera lo
suficientemente dócil y necesitada como para meter mi polla en su joven y
caliente coño.
−¿Tienes sed? −Pregunto.
Sus ojos se abren de par en par y ese labio carnoso suyo se retira debajo de
sus dientes superiores. Qué cosita tan traviesa, ¿no? Oh, créanme, he
escuchado mucha terminología y jerga que usan los chicos hoy en día.
Entretenerme con mi teléfono hizo que no fuera difícil de evitar algunos días.
−De agua. −Le levanto una ceja y ella se hunde en sí misma, apoyando su
cabeza contra mi pecho.
−Llevamos mucho tiempo bailando. Debes hidratarte el tiempo suficiente.
23
−Ah, okey. −Su voz es apenas más que un quejido y no levanta la cabeza.
Los pucheros de Mason no hacen nada para ablandar mi polla, sólo hacen
que la carne turgente exija que me la folle−. Aunque primero necesito pasar
por el baño. ¿Podrías pedirme un vaso de agua? Aunque no me gusta el
limón en mi agua. −Ella se arriesga a mirarme y la beso en la frente.
−Por supuesto, Calabacita −hablo contra su piel−. Estaré en el mismo lugar
que antes.
Mason asiente y da un paso atrás para encontrar el baño de mujeres. Siento
la necesidad de acompañarla hasta allí para asegurarme de que todo salga
bien. No me importa si tengo que esperarla afuera o adentro del baño, lo que
sea que impida que algún asqueroso le ponga las manos encima. Miro la
parte de atrás de su cabeza rosada mientras se aleja, pero se detiene.
Mi columna se endereza, mi mandíbula se aprieta y me pongo muy alerta.
Hay una pareja, probablemente cercana a mi edad, bailando lentamente
junto a ella, completamente fuera de ritmo con la música boppy a todo
volumen que retumba en la pista. Un grupo de mujeres, probablemente de
la edad de Mason, salta al ritmo de la canción y grita cada palabra explícita
que suena.
Nadie se acerca a ella, pero eso no significa una mierda.
Sin mover la cabeza, miro hacia las vigas que se entrecruzaban en el techo.
Escaneo cada centímetro que puedo ver con poca luz. Nada más que vigas
transversales y ventiladores de techo. No hay posibilidad de que haya
alguien ahí arriba esperando, pero el iceberg que se desploma en lo profundo
de mi estómago no me deja dejar de buscar como un águila.
Escucho el chirrido de las zapatillas de tenis de Mason y espero con ansias
el movimiento de su cabello y sus mejillas florecientes. Sin decir una palabra,
se pone de puntillas y me da un casto beso en la mejilla. Mason se da vuelta
rápidamente y se aleja hacia el baño.
Mis labios se levantan en una esquina y coloco la palma de mi mano en la
mejilla. Maldita sea, no quiero olvidar nunca cómo se siente su beso contra
mi piel. Algo tan dulce y gentil como un beso en mi mejilla, y es casi lo mejor
que he sentido en mi vida. Hace que el escalofrío en mi estómago se derrita
y juro que puedo sentir las puntas de mis oídos enrojecerse.
Sacudo la cabeza y me rio para mis adentros antes de girar hacia la barra.
−Dos vasos de agua y otra cerveza. −Pido y me siento en la barra. Tres vasos
chocan contra la barra superior de madera frente a mí, y esa picazón reseca
24
recorre mi columna nuevamente. Inclinando la cabeza hacia la izquierda y
luego hacia la derecha, mi cuello cruje en cuatro puntos diferentes.
Tomo un trago largo de mi vaso y lamo la espuma de mis labios. Ah. Justo
lo que necesitaba para detener esa picazón. Veo a Dan dejarse caer en la silla
a mi lado, coloca a esa morena con curvas en su regazo. Ella se ríe y deja
grandes manchas de lápiz labial rojo brillante en sus mejillas. Dan me mira
y yo le arqueo una ceja.
−¿Te estás divirtiendo esta noche, chico Danny? −Sus ojos están temblorosos,
bailan de un lado a otro lo suficiente como para darme cuenta de que ha
bebido demasiado. Siempre pude aguantar el licor y la cerveza mejor que él.
−Tú lo sabes, Bomber. −Él sonríe ampliamente y me da una palmada en el
hombro.
25
Capítulo 5
Victor
Mi visión se vuelve blanca y un timbre fuerte llena mis oídos. ¿Dónde estoy? No
veo nada, pero huelo a azufre y a plátanos podridos. La carne arde y se derrite, llena
el aire y mi estómago es asaltado por una nueva ola de náuseas. No importa si llevo
más de quince años en esto, nunca me acostumbraré al olor de la muerte.
Algo (o alguien) toca mi hombro y le golpeo la mandíbula con la culata de mi rifle.
Me doy la vuelta, con el arma preparada, pero mi visión se vuelve borrosa de nuevo.
Caliente. Mi piel está caliente y seca. Apenas puedo respirar mientras mi lengua se
pega al paladar. La extensión seca y arenosa de nuestra base no nos protege del
implacable calor del sol. Alguien me grita, pero no encuentro de dónde viene la voz.
Me duelen los nudillos bajo mis guantes blindados. La piel se abre bajo mis puños y
la sangre salpica mis gafas. El sargento Hawkfield dice: −Eres demasiado bueno
en lo que haces para detenerte. No importa si debo unirme al programa de
entrenamiento EOD. Este dolor fluye desde mis nudillos hasta mis venas y baja
hasta mi estómago. Por favor, que esto se detenga. Otro golpe y su nariz se rompe,
la piel caída y retorcida por cada golpe que han recibido. Sus gritos de agonía y
débiles súplicas disminuyen a medida que entran y salen de la conciencia. Mi
sargento no está aquí para presenciar mi lapsus momentáneo de debilidad y mi
estómago se revuelve ante la oportunidad. Les suelto el cuero cabelludo y me inclino
sobre mis rodillas. Los pocos restos de comida en mi estómago y el alcohol que tuve
que tragar para terminar, suben por mi garganta. Mi tráquea arde cada vez que una
nueva arcada sale de mí. Mis ojos arden por el sudor, aparecen lágrimas que no puedo
mantenerlas a raya. El sargento me llamaría maldito marica si pudiera verme ahora.
Puedo escuchar un bajo retumbante, casi una vibración melódica. Siento como si la
gente siguiera chocando conmigo, como si estuviera en una habitación llena de
cuerpos.
Cuerpos... tantos malditos cuerpos, y no pude hacer nada para salvarlos. Contaban
conmigo para protegerlos. No con el sargento mayor Hawkfield. Con ninguna de las
otras unidades u oficiales. ¡Conmigo! He pedido por radio que venga un camión
26
médico más veces de las que debería haberlo hecho. Probablemente también volaron
por los aires. No puedo evitar que la bilis suba por mi garganta cuando una mini
ráfaga dispara a lo que solía ser la cabeza del oficial Pilvon hacia mí y golpea a mis
pies.
−Bombardero. −Alguien me toca la cara−. ¡Bombardero, tenemos que irnos! ¡Mueve
tu trasero y corre!
Zumbido. Zumbido.
El látigo de las aspas del helicóptero me dice que alguien, con suerte de nuestra base,
decidió que ahora era el momento de enviar nuestra caballería médica.
Mi visión está borrosa, pero casi puedo distinguir quién está parado encima de mí.
−Vic… −Suena como si estuvieran bajo el agua o tratando de hablar a través de una
espesa barrera de un árbol.
Apenas puedo oírlos por encima del zumbido que hace el helicóptero mientras
ascendemos hacia el cielo. Yo también puedo verlos, lo cual es extraño. ¿Cómo...
cómo vuela esta cosa si no tiene techo? ¿A qué diablos están unidas las cuchillas?
Sigo su movimiento, observándolo girar y girar tan lentamente, como si nos
moviéramos en cámara lenta.
Siento como si me hubieran drogado. Mi corazón está listo para atravesar mi caja
torácica, mis pulmones listos para estallar, pero estoy tan cansado... demasiado
cansado para moverme... demasiado cansado para cerrar los ojos, y miro las hélices
moverse una y otra vez.
Los cuerpos comienzan a balancearse sobre mí, rebotando hacia adelante y hacia atrás
hasta que se moldean en uno solo. Oh, es el idiota Dan. Supongo que logró salir de
allí conmigo. Debería sentirme más aliviado. Estoy feliz de que Dios haya sido lo
suficientemente misericordioso al permitir que alguien más que yo lo lograra, pero
no es suficiente. Debería haber salvado a más de ellos.
¿Quién no puede salvar a su propio maldito equipo?
Yo. Ese soy yo.
−¡Victor! −Dan grita y me sobresalto.
Respiro con dificultad como si me estuvieran ahogando en el Océano
Atlántico. Mi cuerpo está luchando contra sí mismo; mis entrañas se sienten
como si alguien las hubiera detonado, quemadas y chamuscadas por la
angustia, pero mi piel está húmeda y fría, como si tuviera fiebre.
Me palmeo la frente, trato de pensar en lo que acaba de pasar. No bebí lo
suficiente como para desmayarme y desde luego no lo suficiente como para
27
terminar en el suelo. El suelo vibra debajo de mi trasero por esta música
tecno áspera que han puesto.
−Vic, amigo, ¿estás bien? Vamos, estamos aquí en el bar, ¿recuerdas? Dan
me toca la pierna con cautela, como si fuera un animal rabioso y asustado.
Lo miro y siento que el color desaparece de mi rostro. Tiene el labio roto, la
mejilla abierta y su ojo izquierdo es de un desagradable color púrpura
oscuro, hinchándose más que una pelota de golf. Pongo mis manos debajo
de mí para levantarme y hago una mueca. Al mirarme las manos, veo sangre
seca cubriendo mis nudillos.
Dan me ayuda a levantarme y la expresión de su rostro me dice todo lo que
necesito saber. Hice esto. Su boca está dibujada en una sonrisa torcida y poco
entusiasta, y sus ojos están llenos de lástima. Y comprensión.
−Joder, hombre, lo siento mucho. −Se me quiebra la voz y lo atraigo hacia
mí. Pensé que se estremecería o me alejaría, pero Dan solo envuelve sus
brazos alrededor de mis hombros con más fuerza. Eso me deshace. Un fuerte
sollozo sube por mi garganta y lucho por contenerlo. Mi tráquea se contrae
de dolor; Mis ojos se tensan mientras trato de evitar que el patético líquido
se acumule y me aclaro la garganta con un gruñido frustrado.
−Lo juro, sabes que no te habría hecho esto si hubiera podido detenerlo,
amigo. No es una excusa, pero lo siento, Dan. −Cierro los ojos con fuerza y
una ola de total y absoluta vergüenza me inunda−. Cómo me siento por
dentro coincide bastante bien con tu rostro, si te sirve de consuelo.
−Lo sé. −Se ríe y me da dos palmadas en la espalda, es la forma en que
mostramos camaradería y amor−. No puedo culparte por desmayarte así,
incluso si eres un imbécil. Debería haberlo sabido mejor.
Tiene sentido que me haya desmayado, supongo. No me habían dicho ese
insulto en años… pero él está herido por mi culpa… otra vez. La única
diferencia es que esta vez puedo huir.
Todavía me siento como una mierda, pero al menos sé que Dan no me odia.
Está vivo, golpeado hasta el infierno, pero bastante bien. Siento como si un
tren de carga me hubiera atravesado, dejando un rastro de culpa, y no tengo
energía para nada más esta noche.
28
Capítulo 6
Mason
Santo cielo, Mason. Vamos a arreglarlo, ¿de acuerdo? Estoy más roja que un
tomate. Estar cerca de Vic me deja en un perpetuo estado de sonrojo. Mis
mejillas están calientes y me duelen de tanto sonreír. Él está haciendo que
me convierta en un gran lío pegajoso de emociones, y no sé si debería tener
miedo o caer libremente en él.
Me apoyo en el lavabo y me doy un segundo para calmarme. Creo que he
eliminado casi todo el alcohol de mi sistema bailando. El cosquilleo que
queda en mis labios tiene que ser por besar a Vic.
Dios, ese beso.
Sólo pensar en ello hace que mi estómago se revuelva de emoción. Nunca en
mi vida me habían besado así. Gaven normalmente se saltaba esa parte y
pasaba directamente a meter las manos debajo de mi blusa. Todavía puedo
sentir la forma en que la mano de Vic se envolvió alrededor de mi cabello, y
un zumbido recorre mi pecho, cayendo profundamente debajo de mi
ombligo. Quiero saber cómo se sentiría tener sus manos en otros lugares:
duros y exigentes. El delgado triángulo de mis bragas que cubren mi sexo
está terriblemente húmedo. Pienso en simplemente tirarlas.
¿Pero qué pasa si nos acercamos y él llega a verme allí, la mancha virgen entre mis
muslos, y no tengo bragas? ¿Entonces qué, eh?
He estado escondiéndome aquí bastante tiempo, y estar lejos de él tanto
tiempo ya me hace extrañarlo. Tomo una toalla de papel del dispensador,
me seco el sudor de la frente, el cuello y el pecho. Abro la puerta del baño y
meto las manos en los bolsillos de mi accesorio más nuevo. Podría usar su
chaqueta para siempre: en clases, en la cama y sin nada más encima.
Han pasado de tocar Today's Hits a hacer sonar Skrillex a través del sistema
de sonido del bar. Las tablas del suelo vibran bajo mis zapatos y juro que
tengo recuerdos de las fiestas de fraternidad de primer año. Un escalofrío
recorre mi cuerpo, recordándome por qué ya no bebo vino tinto.
29
Me dirijo a nuestro lugar en el bar. Me sudan las palmas y las froto en mis
bolsillos traseros, tratando de secarlas. Uno pensaría que no estaría hecho un
manojo de nervios por el tiempo que bailamos juntos, pero la forma en que
Vic me hace sentir es indescriptible. De otro mundo. Yo diría que esta noche
y nuestro encuentro fueron benévolos. Lo conozco desde hace menos de
cuatro horas y ya estoy envuelta en su dedo meñique.
Un crujido debajo de mi zapato me hace mirar hacia abajo. Vidrios rotos,
cerveza pegajosa... asqueroso, ¿eso es sangre? Miro a mi alrededor buscando
a Vic, pero no lo veo por ninguna parte. Hay un completo desastre en el suelo
junto a nuestras sillas.
−Él no está aquí. −Me giro para ver al amigo de Vic de antes, cuidando un
moretón en su cara con una bolsa de hielo−. Mason, ¿verdad?
−Eh, sí, soy Mason. ¿Qué quieres decir con que no está aquí?
−Se fue hace unos diez minutos. Probablemente ya esté a medio camino de
casa si recordó cómo llamar a un Uber −dice el amigo de Vic mientras apoya
la cabeza en la barra, terminando rápidamente nuestra conversación.
Mi piel se enfría. Sus palabras me bañan como galones de agua helada. El
calor burbujeante en mi pecho es aplastado violentamente, junto con
cualquier zumbido residual que estaba sintiendo.
¿Por qué se fue Vic? ¿Hice algo mal? No, eso no tiene sentido. Estaba bien
antes de que yo fuera al baño, incluso feliz. Tal vez pensó que yo era
demasiado juvenil y pensó que esto sería más rápido que intentar
decepcionarme fácilmente.
Siento como si tuviera agujas afiladas pinchándome la garganta; mis ojos
arden. Esto duele más que mi ruptura con Gaven. Me río de mí misma sin
humor y aparto la lágrima que se desliza por mi mejilla. Quiero que Vic me
abrace de nuevo, me bese y me sonría por algo que dije. Una imagen mental
de sus ojos metálicos arrugándose en las esquinas cuando me miro aparece
hasta llegar al frente de mi mente, haciendo que mi corazón se apriete.
Puede que seamos dos personas separadas y muy diferentes, pero mi
corazón se siente atado al suyo de alguna manera. Mi piel se vuelve fría otra
vez, a pesar de que su chaqueta debería mantenerme caliente
—¡Oh! −Todavía llevo su chaqueta de cuero, que supongo será muy cara.
Seguramente querrá recuperarla, ¿verdad? Esa sería una buena excusa para
volver a verlo. Una ráfaga de emoción y esperanza revolotea por mi pecho
30
al pensar en verlo, pero que se haya ido sin despedirse me hace tragarlo junto
con el nudo que obstruye mi garganta.
Me doy palmaditas y busco en cada bolsillo dentro y fuera de esta chaqueta,
esperando encontrar un trozo de papel o algo de lo que sacar: un número de
teléfono, dirección, recibo, cualquier cosa. Esta cosa tiene más bolsillos que
cualquier maldito par de pantalones que tenga. Vamos… busco dentro del bolsillo
que recubre el interior de la chaqueta y busco alrededor.
Nada. Un suspiro de frustración me sale por la nariz y me abro paso a través
del grupo de personas cada vez menor; que bailan, paso las puertas batientes
y salgo al estacionamiento.
Pruebo el bolsillo opuesto, meto la mano en lo profundo hasta tocar algo. De
ninguna manera. Me río triunfalmente y saco una billetera. Esto debería
funcionar.
Una parte de mí se siente culpable por revisar su billetera. Es una completa
invasión de la privacidad de un hombre, pero la parte egoísta de mí que está
desesperada por volver a verlo gana esta batalla. Su licencia se encuentra
cómodamente en el compartimento transparente dentro de la solapa de su
billetera y la saco.
Viktor J. Flint
08/11/1965
H
1.90m
220 libras
Mi cara se arruga mientras intento localizar dónde está eso. Esto no puede
estar bien. Su amigo hizo parecer que vivía a sólo veinte minutos de aquí. A
menos que el Uber conduzca como un demonio de la velocidad, no hay
forma de que viva a veinte minutos de distancia. Saco mi teléfono para
escribir su dirección en mi aplicación iMap y espero a que se carguen las
instrucciones.
31
Cuarenta. Y Cinco. Minutos.
Vive a cuarenta y cinco minutos de aquí. Quiero estar orgullosa de mi
intuición, pero ese dolor familiar recorre mi cuerpo al saber que tendré que
hacer ese largo y tranquilo viaje, a solas con mis pensamientos autocríticos.
⁂
Una hora y media después, le pido a Jesús que esté en la casa correcta. No
debería haberme tomado tanto tiempo llegar aquí, pero decidió vivir en
medio de la nada. Estaciono mi destartalado auto blanco al otro lado de la
calle como una rara acosadora y me doy una excusa lamentable para una
charla de ánimo.
−Muy bien, Mason. Podrías
A.) exigir saber por qué se fue sin decir adiós.
B.) dejar de hablar y simplemente saltar sobre sus huesos.
C.) disculparse por quedarte con su chaqueta y revisar su billetera. O.
D.) quedarse ahí parada, todo incómoda, hasta que diga algo.
Me siento nerviosa, absolutamente llena de nervios y zumbo como si acabara
de tomar cuatro bebidas energéticas.
D.) simplemente no es una opción.
−C.) Vayamos con la opción C. −Bajo mi visor y abro la solapa de plástico
que cubre el espejo. Con un dedo tembloroso, señalo mi reflejo y agudizo mi
mirada−. Y no te atrevas a llorar.
Antes de que pueda convencerme de no hacerlo, salgo de mi auto y camino
por su largo camino de entrada.
¿Es la idea más inteligente caminar hasta la casa de alguien que podría
considerarse un extraño, que no tiene vecinos, en medio de la noche? No. No
soy una completa idiota, pero podría decirse que soy una romántica
empedernida que lleva el corazón en la manga y no estoy dispuesta a
renunciar a mi oportunidad de amar a primera vista.
Siempre me ha encantado leer historias sobre héroes rudos o
deslumbrantemente malvados que se obsesionan y se vuelven posesivos con
sus heroínas y se las llevan, pero maldita sea, soy la heroína de mi historia,
y ya era hora de que me tocara a mí, aunque los papeles se inviertan.
32
En cuestión de minutos, estoy de pie en el porche delantero de Vic,
moviendo mis nudillos frente a la puerta. Toca, cobarde. La mano que agarra
su billetera es mi recordatorio de que esto no es espeluznante. De ninguna
manera. Estoy haciendo lo correcto al devolverle sus pertenencias lo antes
posible, aunque sea a una hora intempestiva.
Golpeo la puerta con los nudillos apenas lo suficientemente fuerte como para
escucharlo y trago el nudo amargo que se está abriendo camino de regreso a
mi garganta. Pasan unos segundos, pero se sienten como una eternidad. El
aire frío muerde mis piernas expuestas y, si exhalo con suficiente fuerza,
puedo ver una bocanada de aire blanco frente a mí.
Salto sobre mis dedos de los pies, haciendo todo lo posible para mantener
mis músculos calientes y me obligo a quedarme en el porche. No puedo irme
sin verlo al menos una vez más, aunque la idea de tener 'una vez más' con
Vic hace que mi corazón duela tanto como no volver a verlo nunca más. Una
oportunidad más de verlo podría ser peor, en realidad, porque me iré
sabiendo dónde está… dónde vive; un lugar sin mí, cuando lo único que
quiero hacer es quedarme.
Levantando el puño, golpeo un poco más fuerte que antes. Se oyen pasos
desde el interior de la casa y se me corta la respiración en el pecho. Se
enciende una luz, llenando el porche con un suave brillo amarillo, y la puerta
se abre rápidamente antes de encontrarme con un Vic gruñón.
−Qué. −Casi gruñe, con el labio superior curvado. Sus ojos están inyectados
en sangre, enojados y cansados, círculos oscuros llenan el espacio de abajo.
−Lo siento. −Mi garganta se siente insoportablemente apretada, como si el
bulto fundido se transformara en un puño a solo unos momentos de aplastar
mi esófago. Un dolor caliente recorre la parte superior de mi cuello mientras
trato de tragarlo−. Dejaste tu billetera en tu chaqueta, así que verifiqué tu
dirección para devolvértela. −Las lágrimas llenan mi visión ante el hecho de
que tendré que devolver eso también. Parece que yo también me he
encariñado mucho con eso. Me estremezco por la falta de calidez y
comodidad que me brinda su chaqueta, mientras me la quito. Es como salir
de mi piel.
Mis tenis se convierten en lo más interesante al sostener mi mirada. No
quiero que me vea llorar, que vea las lágrimas calientes correr por mi rostro,
o la forma en que mi barbilla se arruga cuando me tiembla el labio inferior.
33
Cuento las marcas de desgaste que recubren los costados y las puntas de mis
zapatos y trato de controlar mi respiración.
Saco su billetera y su chaqueta, pero él no las toma. Sin levantar la vista, tiro
mi brazo hacia adelante, tratando de enfatizar en silencio que necesita
recuperar sus cosas. Cuanto más las retengo, más espero poder conservarlas,
y eso duele como un hijo de puta. No quiero devolvérselas, quiero
acurrucarme en su chaqueta, pero tengo que hacerlo.
−Mason. –Casi susurra, y tengo que morderme los nudillos para sofocar el
sollozo que me sube por la garganta.
−S-Sólo tómalas, Sr. Flint. Por favor. −Mi voz se quiebra de una manera que
no reconozco cuando digo su apellido.
34
Capítulo 7
Victor
Se oye un leve golpe en mi puerta, pero no hay ninguna razón por la que
alguien esté en mi casa tan tarde sin que yo lo sepa. Son casi las tres y media
de la mañana. Clavándome las palmas de las manos en los ojos, trato de
quitarme el sueño y los puntos negros que se deslizan por mi visión.
Ni siquiera bebí tanto. Demonios, bebo casi cuatro veces más que eso si estoy
solo en casa, lo cual suele ser así.
Casa. Ahí es donde estoy ahora mismo, no en el bar y ciertamente no en
ningún otro lugar...
Me levanto de la cama al segundo golpe, demostrando que no fue solo mi
imaginación demasiado juguetona. Me pongo unos pantalones cortos para
estar lo suficientemente decente y ver quién se tomó la libertad de
presentarse en mi casa. Sólo hay una persona en la Tierra a la que quiero ver
ahora mismo, pero la improbabilidad de que eso ocurra hace que se me haga
un nudo en el estómago.
−Sí, sí. Ya voy —murmuro mientras cruzo la casa antes de presionar el
interruptor de la luz del porche.
−¡Qué! −Le gruño al invitado no deseado y abro la puerta de un tirón. Frente
a mí me adorna una cascada de rosa y el nudo en mi vientre se afloja por un
momento: cabello rosado, labios rosados, mejillas rosadas, incluso la punta
de su nariz es rosada.
El consuelo de volver a ver a Mason sólo dura un momento antes de que un
tsunami de culpa inunde todo mi cuerpo. Maldita sea, olvidé el frío que hace
por la noche. Dormir en una casa de verdad con cama y mantas es bueno
para el cuerpo, pero no para el instinto de supervivencia. No sólo eso, la
abandoné.
−Lo siento. −Suena como si hubiera estado llorando y yo me siento como el
mayor imbécil del mundo.
¿Cómo llegó ella aquí?
35
−Dejaste tu billetera en tu chaqueta, así que verifiqué tu dirección para
devolvértela. −Se le llenan los ojos de lágrimas y siento como si alguien me
hubiera dejado sin aliento. Mason tiembla mientras se quita la chaqueta y
quiero que se la vuelva a poner inmediatamente. Ella necesita estar
protegida de este clima gélido y cubierta por mi aroma.
¿Por qué carajo se lo está quitando? ¿No sabe que le pertenece? ¿Qué le
pertenezco?
No, por supuesto que no lo sabe, porque salí del bar antes de que ella
regresara del baño.
Oh Dios, apuesto a que vio la cara de Dan y el desorden… Joder,
probablemente estaba tan asustada… tan sola. Quiero abrazarla y no dejarla
irse nunca, pero la forma en que ni siquiera me mira me obliga a mantener
las manos a los costados. Mis puños se aprietan y relajan repetidamente
mientras intento mantenerme contenido.
Ella mira hacia abajo, en un intento obvio de mirar a cualquier parte menos
a mí, y mi corazón se rompe. Mi corazón golpeado, fuera de servicio y jodido
se parte por esta chica.
Me acerca la billetera y la chaqueta, pero no puedo tomarlas. ¿Qué pasa si
ella se va después? El brazo de Mason se sacude, haciendo que el cuero se
levante con la brisa y se balancee entre nosotros.
Estoy a un segundo de agarrarla, envolverla tan apretadamente en esa
maldita chaqueta para que se fusione con su piel, y follarla en la seguridad
de mi cama. No hay una puta posibilidad de que la deje irse, pero puedo
tratar de ser gentil… con ella.
−Mason −le suplico, pero eso parece empeorarlo. Está a un pelo de romper
en lágrimas que le desgarrarán el estómago delante de mí.
−S-Sólo tómalas, Sr. Flint. Por favor. −Su voz se quiebra por la emoción y la
luz del porche refleja sus lágrimas. Una abrumadora avalancha de
emociones se abre paso a través de mí ante eso. Esta vez no hay 'Vic'.
Decido que esa es la gota que colma el vaso y la agarro. Envolviendo mis
brazos alrededor de ella, froto lo que espero sean círculos relajantes en su
espalda.
Ella se desmorona bajo mis brazos y la aprieto un poco más. Lo suficiente
para mantenerla contra mi pecho y alejada del suelo. Sus manos flotan a mis
costados, pero no puedo soltarla. Se siente como la luz del sol, la felicidad y
todo lo que me he perdido en mi larga y miserable vida.
36
−Mason, bebé, mírame. −Ella niega con la cabeza y se acurruca contra mi
pecho, envolviéndome con sus brazos lo suficientemente fuerte como para
no volver a soltarme nunca más.
−Calabacita... −Intento convencerla, pero ella simplemente se estremece y
arroja más lágrimas y sollozos más fuertes sobre mi pecho desnudo.
Engancho un brazo debajo de su trasero y la levanto sobre mis caderas. Las
piernas de Mason rápidamente siguen a sus brazos y me tiene envuelto en
un abrazo de koala.
Mi zona segura, el único lugar donde me he sentido lo suficientemente
seguro como para relajarme o bajar la guardia, aparte de ella, este es nuestro
destino. El dormitorio es el lugar más seguro para mí en este momento, pero
posiblemente sea peligroso para ella. La sangre bombea a través de mi
cuerpo, hace que mi corazón se acelere y mi polla se hinche.
Necesito cuidar de ella.
Con Mason todavía envuelta a mi alrededor, vuelvo a mi cama y me siento
contra la cabecera. No es el momento, no mientras ella esté así, pero no
puedo detener la forma en que mi polla late con Mason a horcajadas sobre
mis caderas de esta manera. Su cómodo coño está a dos trozos de tela de
montar mi polla, tres si lleva ropa interior.
−Cariño, tienes que mirarme. Déjame ver esos bonitos ojos otra vez. −Intento
mantener la voz firme, pero se me escapa un gemido cuando ella empuja su
peso contra mi regazo.
Muerdo el interior de mi mejilla, obligándome a concentrarme en ella y en
mi necesidad de consolarla. Froto círculos continuos contra su espalda hasta
que sus sollozos se reducen a pequeños hipos y, finalmente, mi niña se aleja
lo suficiente como para que pueda ver su rostro. Incluso con los ojos rojos e
hinchados, las mejillas manchadas de lágrimas y la nariz roja, ella es la cosa
más hermosa que he visto en mi vida. Le meto un mechón de cabello color
sandía detrás del oído y le paso los pulgares por las mejillas.
−Lo siento mucho, Calabacita. No quise hacerlo... nunca te dejaría así
intencionalmente. Tenía todos los planes de esperar a que volvieras al bar,
pero maldita sea. −Dejé escapar un profundo suspiro. Supongo que ahora es
el momento de contárselo−. No podía quedarme allí. Estás más segura si no
me ves tal como estaba allí.
37
Sus cejas se juntan con confusión y preocupación, pero no se aleja de mí. Ella
tampoco ofrece una respuesta, simplemente se sienta allí, esperando que
continúe.
−Mi amigo Dan, bueno… lo admito, él me provocó. No hizo nada malo. Sólo
un pequeño desliz de un viejo apodo y caí en un episodio de TEPT 1 de
nuestra época fuera del país.
−¿Estuviste en el ejército? −Pregunta, su voz todavía un poco ronca.
−Sí, fue una época muy fea de mi vida. Me siento honrado de haber servido
a mi país, pero no estoy orgulloso de las cosas que he hecho, cosas horribles...
Algunas de ellas todavía me persiguen.
−¿Pero qué cosas hiciste? ¿Los hiciste porque no tenías otra opción?
−Siempre hay una opción, Calabacita. −Paso el dorso de mis dedos por su
mejilla y tomo su rostro. Mason se inclina ante mi tacto y sus pestañas se
cierran, respirando profundamente−. Entré en pánico y me sentí como un
amigo terrible por golpear a Dan, pero nunca fue mi intención lastimarlo.
Nunca te deje, Mason, y eres una joven muy valiente al venir a buscarme.
Me inclino hacia adelante y beso su frente. Ella gime ante el contacto y gira
sus caderas contra mí. −Una chica valiente, de hecho, pero ¿debes darte
cuenta de lo peligroso que fue dejar el bar sola? ¿Conducir tan tarde por la
noche?
¿Qué pasa si alguien se aprovechó de ella? ¿Y si ese desgraciado vuelve por
más?
La ira (y algo parecido al miedo) me recorre la espalda. Quiero inclinarla
sobre mi regazo y azotarla hasta que prometa que no va volver a ser tan
imprudente, pero nunca lo haría por enojo. En cambio, me conformo con
apoyar mis grandes manos contra la curva de su trasero.
−No creo que pueda dejarte ir alguna vez, pero no haré que te quedes. Esto...
−gruño cuando sus caderas giran de nuevo y la agarro, clavando mis
pulgares en su hueso pélvico.
Mason llora una vez más, y es como música para mis oídos, música para el
dolor punzante que se hace más intenso, metido dentro de mis pantalones.
−Esta es tu única oportunidad de irte, la única vez que te dejaré ir. −Me
burlo−, ni siquiera eso. Más bien es una ventaja, cariño, antes de que tenga
que perseguirte.
38
Hay fuego como nunca había visto, llamaradas en sus ojos, y parece como si
acabara de insultarla.
−Estás un loco, viejo, ¿no es así? −Su voz es fuerte y estoy desconcertado−.
¿Te persigo y crees que quiero irme? −Mason clava sus uñas en mi pecho
como si estuviera tratando de arañarme
Ella agarra mi cara con ambas manos y se lanza de cabeza.
−Hombre. −Labios−. Viejo. −Dientes−. Loco −Lengua−. Testarudo.
Mason me besa con un hambre ferviente que encuentro multiplicada por
diez. Gruño contra sus labios, sumerjo mi lengua en el abrazo caliente y
húmedo de su boca. Ella grita de nuevo, meciendo su cálido coño contra mis
pantalones cortos, y pierdo cada gramo de la vieja y obstinada compostura
que poseo.
Uso mi agarre en sus caderas, empujo mi pelvis lo suficiente hacia arriba y
nos volteo. Sus pupilas se abren de deseo y estoy seguro de que las mías se
ven igual. Beso su mandíbula con la boca abierta, bajo hasta su cuello y
succiono su dulce piel en mi boca. Mason gime, arquea la espalda y arrastra
sus uñas por mis hombros. Me estremezco cuando otra oleada de excitación
llena mis venas.
−¿Qué quieres, Mason? −gruño en la curva de su cuello y golpeo mi pelvis
contra la de ella.
−Te quiero, P…Vic. Sólo a ti.
Mi cuerpo se inmoviliza y lentamente me alejo de su cuello. ¿Qué iba a decir?
Seguro que no el nombre de Dan no estaría a punto de caer de esos labios
carnosos y chupapollas.
−¿A quién quieres? −Intento no parecer enojado, pero la pura posesividad
que siento por ella es demasiado para mantener los celos fuera de mi voz.
−A ti. Sólo me refiero a ti, Vic. Yo solo. Mmm. −Su pecho sube y baja
rápidamente; un fresco rubor rosado llena sus mejillas−. Ella estaba a punto
de tropezar con sus palabras, muy parecidas a como lo había hecho en el bar,
y eso es lo que me hace esperar. Debería escucharla porque necesito saberlo,
y eso no sucederá si la acuso de mentir.
Se muerde el labio inferior y niega con la cabeza.
−Oh, ¿no me lo vas a decir? −Le levanto una ceja y aprieto la mandíbula lo
suficiente como para romper los molares.
−No es que no lo haré… simplemente no quiero hacerlo. ¡Nunca antes había
llamado así a alguien ni siquiera había pensado en ello! −Mason chilla−.
39
Simplemente, bueno, me sentí bien, y estás haciendo que mi cuerpo se sienta
confuso y con hormigueo, lo que hace que mi cerebro se confunda, y mi filtro
bucal no parece estar funcionando como debería, y…
−Mason. −No puedo evitar reírme−. Toma un respiro.
Me inclino y beso donde su pulso late con fuerza contra su cuello.
−Eres demasiado graciosa. −La beso de nuevo, esta vez en la mandíbula−. E
inteligente. −Beso su barbilla−. Y amable. −Luego su mejilla−. No me
enojaré. Todo lo que tienes que hacer es decirme la verdad.
−Es vergonzoso −dice en voz baja, incluso tímida. Las mejillas de Mason se
sonrojan aún más y se hunde más en el colchón.
−No me burlaré de ti.
−¿Lo prometes?
−Lo prometo.
40
Capítulo 8
Victor
−Papi. −Cierra los ojos con fuerza, pero puedo sentir la humedad de su coño
empapando su ropa−. Quería decir... sólo te quiero a ti, papi −susurra lo
último como si fuera la palabra más sucia que pueda decir.
Soy demasiado mayor para ser un maldito papá, pero escucharla llamarme
así, se me aprietan los huevos.
−¿Es eso lo que quieres, cariño? ¿Quieres que yo sea tu papi? −Arrastro una
mano por el costado de su cuerpo y ella se estremece. Su piel está cálida bajo
mis dedos cuando llego al dobladillo de su blusa, tan suave y tersa.
Se mete el labio inferior en la boca y gime un suave.
−Sí. −Me arrodillo entre las piernas de Mason y le desabrocho los pantalones
cortos, los deslizo por sus largas y delgadas piernas y sobre las medias de
red rosa. Su ropa interior es de color rosa clavel cubierta de margaritas de
diferentes colores. Es linda, le queda bien, pero se tienen que ir junto con ese
top. Necesito a mi chica desnuda. Agarrando la parte inferior de su blusa,
muevo la tela por su torso, hasta llegar a la parte inferior de sus senos.
−Bueno, entonces, Calabacita, debes dejar que papá te vea para que pueda
decidir exactamente cómo debe cuidar de ti. −Esto es nuevo para mí, el juego
de roles, casi lo mismo que lo es para ella. Tengo mucha experiencia en sexo,
pero nunca antes había sido un papi, pero se siente bien, tan bien, y eso me
convierte en un hijo de puta aún más enfermo. La brillante, joven y hermosa
Mason no necesita estar dando vueltas en la cama con un hombre de
cincuenta y siete años, pero no voy a dejarla ir.
Envuelve sus brazos debajo de su pecho para agarrar su blusa y se la quita
por completo. Mi respiración se corta en mi garganta, mi sangre se calienta.
Me agarro a través de mis pantalones cortos, deseando poder hundir mi
polla en su perfecta humedad. Los ojos de Mason siguen la mano que agarra
mi dolorido eje a través de la tela y se muerde la punta del dedo. Ver esos
41
labios carnosos separarse, hace que mi polla llore, ya gotea líquido
preseminal.
Maldita sea, primero tengo que cuidar de ella o no duraré ni diez minutos. Ella es
demasiado... buena.
−Quítate el sostén. −Le instruyo, desesperado por ver la hinchazón de sus
cremosas tetas.
Los pezones rosados se asoman cuando ella se quita el sujetador de encaje
multicolor y se me hace agua la boca.
Retrocedo lo suficiente como para poder colocar mi cara sobre su cálido
coño. Dios, puedo olerla. El trozo de tela extendido sobre los labios de su
coño está empapado. Lo suficientemente empapado como para que su
excitación pueda flotar en mis sentidos.
Esto es una locura, ella es como un faro. Ella es una boya que mantiene mi
cabeza fuera del agua y respira en mis pulmones el oxígeno necesario para
sobrevivir.
Presiono mi nariz contra el trozo de tela húmedo e inhalo profundamente.
El estremecimiento que recorre mi cuerpo es casi orgásmico, y mi polla se
siente como si pudiera cortar diamantes.
−Tengo que probarte, Calabacita. Hueles tan jodidamente dulce. Necesito
beber tu miel húmeda del grifo —gruño y le arranco las bragas con los
dientes.
Ella grita ante el chasquido del elástico y sus ojos son más oscuros que su
marrón natural, llenos de lujuria cuando el suave algodón se arranca de mis
dientes.
−N-nunca... Nadie ha...
−¿Estás diciendo que papá será el primer hombre en probar este precioso
coño?−
El único hombre.
−Sí, V-papi. −Soy el único hombre que la tocara. Alguna vez.
−Esa es mi chica −tarareo con aprobación, sintiéndome salvaje con una
necesidad ardiente e insaciable por ella. El deseo se dispara a través de mi
abdomen, rompiendo mi autocontrol.
Si no lo supiera mejor, diría que Mason no está segura o se siente incómoda
al llamarme con el título que me ha otorgado, pero esa actitud implacable
que tuvo no hace mucho la delata. Mason es una pequeña zorra cachonda.
Ella necesita que la ayuden a hacer esto, que la cuiden, pero no puedo
42
detenerme. No puedo detener la forma en que mi boca se aferra a sus
resbaladizos pliegues o la forma en que mi lengua rodea su pequeño y
pulsante nudo. Mason grita, hundiendo sus dedos en mi cabello y
ondulando sus caderas.
−Mierda −gemí contra su carne. Nunca había probado algo tan dulce… tan
húmedo−. Vas a ser una buena chica para mí y te correrás en mi lengua,
Mason.
Chupo su clítoris entre mis labios, lo tiro con suficiente presión para que se
retuerza debajo de mí. La esencia resbaladiza gotea de su sexo necesitado, y
arrastro mi lengua hacia abajo para atraparlo todo. Muevo mi lengua hacia
adelante y hacia atrás, lamiendo su abertura y profundizando en su interior.
−¡Oh! Ahh, eso... Mmm. E-eso se siente tan bien. −Tarareo contra ella, hago
que mi boca vibre contra su piel y sus piernas tiemblen. Tanto el orgullo
como la posesividad me inundan sabiendo que seré el primer y único
hombre en hacer que ella tenga un orgasmo así. A menos que Mason haya
jugado lo suficientemente bien con este bonito coño por su cuenta, yo bien
podría ser la única persona que pueda alcanzar su orgasmo.
Seré el único jodido hombre que le dará algo parecido a placer, si tengo algo que decir
al respecto.
Placer. Felicidad. Amor.
Lamo y chupo, rasgueo su placer más alto, igualo el ritmo de sus gemidos
sin aliento, sus gemidos son embriagadores.
−Por favor. ¡Por favor! Necesito algo, cualquier cosa... ¡Solo más! −Mason se
revuelve contra mis sábanas, agarrando puñados de tela mientras su espalda
se arquea.
Qué cosita tan necesitada, ¿no? Cualquier cosa que ella necesite, soy el
hombre para dársela. Le rodeo el muslo con el brazo para mantenerlo sujeto.
Está a punto de sentir mucho más, y por mucho que quiera sentir sus muslos
apretándose alrededor de mi cabeza, quiero verla derretirse en un charco de
pura felicidad incontrolable debajo de mí, a mi merced, tomando todo lo que
tengo para darle.
Froto pequeños círculos apretados sobre su alegre manojo de nervios con la
yema de mi pulgar y dejo ir su coño con un pop húmedo. Es la maldita mujer
más hermosa que he visto en mi vida. Una capa de sudor brumoso cubre su
frente, su labio superior y la parte superior de sus senos. Su cuello está
sonrojado, hay un color rosa por su pecho hasta que llega a los picos
43
apretados de sus pezones. Sólo verla es suficiente para enviarme a una
tumba prematura. Fui creado para el infierno, pero Mason es el cielo en la
tierra.
−¡Ay dios mío! Papi, yo... yo... −Mason se interrumpe con un grito agudo y
se acurruca sobre sí misma.
Sus ojos se cierran con fuerza; sus cejas oscuras se juntan lo suficiente como
para formar una 'v' en el medio. Ella convulsiona durante su orgasmo
mientras la sostengo, y acaricio su clítoris palpitante mientras sumerjo mi
lengua nuevamente para lamer su néctar. Agarra mechones de mi cabello,
tratando de arrancarme la cabeza, pero no cedo.
Mason se queja en señal de protesta: −para, no pares, −no puede decidirse.
Ella está haciendo un gran desastre, empapando mi cara hasta mi barba y
dejando una mancha cada vez más húmeda en la sábana debajo de ella. Ella
tira de mi cabello otra vez, enviando descargas de dolor a través de mi cuero
cabelludo. Cierro los ojos y mis caderas se aprietan contra el colchón. Gimo
ante el sabor almizclado que me está dando y la fuerzo a un segundo
orgasmo.
Se hunde en la cama hecha un desastre, con las extremidades extendidas. Su
pecho sube y baja rápidamente con breves bocanadas de aire. No creo que
sea posible, pero su rostro adquiere un sonrojo más intenso, como si se le
hubieran roto vasos sanguíneos. Maldita sea, sé que ya se corrio dos veces,
pero espero que no le haya hecho daño. Paso las puntas de mis dedos por
sus cremosos muslos y ella se estremece.
−¿Estás bien? −Pregunto y beso el interior de su muslo.
−Sí. Muy Bien. −Ella jadea mientras la sonrisa más grande que jamás haya
visto se forma en sus labios.
−Bien. −Le doy un beso húmedo en el coño que está justo debajo de mi cara,
la hago chillar y retorcerse de nuevo−. Regresaré enseguida.
Odio dejarla, incluso por algo tan simple como brindarle una botella de agua,
pero la necesidad de cuidarla supera la necesidad de no perderla de vista.
Parece que el viejo y sucio Vic puede ser racional y responsable... a veces.
Camino por el pasillo, cruzo la sala de estar y entro en la cocina. Eso me
recuerda que pronto tendré que ir de compras, especialmente con otra boca
que alimentar. Demonios, si tengo suerte, pronto habrá más de dos bocas
que alimentar: tres, cuatro, cuantas sean con las que pueda criarla.
44
La idea de tener hijos nunca me atrajo antes de Mason, pero ella está
cambiando mucho en mi vida y en mí rápidamente. Eso da muchísimo
miedo, pero no lo cambio por nada.
Abro la nevera y tomo dos botellas de agua. La luz se apaga cuando se cierra
y me giro para irme.
−Uf. Hijo de puta. −Estoy a punto de tropezar con algo.
−¡Lo lamento! −Mason chilla.
−¿Qué estás haciendo en el suelo? −Me rio entre dientes. Apenas puedo verla
con la tenue luz que entra por la ventana, pero puedo decir que está hincada.
−Bueno, estaba preocupada y estaba oscuro y hacía frío allí. Mucho, mucho
frío, y no creo que sea la falta de ropa la que lo haya causado −tartamudea.
Después de todo esto, mi pobre niña sigue ansiosa. Mason pasa sus manos
por mis muslos con cautela. Puedo sentir sus dedos temblar cuando alcanza
mis pantalones.
−Eh, tú Mmm... No llegaste, sabes… −Dentro de poco, Mason aprenderá a
no sentirse nerviosa ni incómoda por el placer que nos brindamos
mutuamente. Es, con diferencia, una de las cosas más maravillosas que he
podido experimentar. Es algo de lo que estar orgulloso y yo estoy orgulloso
de ella.
−No estoy seguro, Calabacita −mentí−. ¿No llegue a qué? −Una sonrisa se
dibuja en la comisura de mi boca y se convierte en una sonrisa malvada
cuando escucho el aliento tembloroso que deja escapar.
−Tú... −Ella comienza−. No me dejaste cuidarte como tú me cuidaste a mí.
−Mason encuentra una manera inteligente de eludir mi pregunta burlona
usando mis palabras en mi contra.
El calor se acumula en mi abdomen mientras la sangre alimentada por mi
lujuria se apresura a llenar mi polla no gastada. Me duele y me muero por
llenarla con hasta la última gota de semen que tengo para darle. Quiero
llenar ese punto dulce entre sus muslos, pero esto servirá por ahora.
Mason mete las puntas de sus dedos en mis boxers y curva sus nudillos en
la cintura. A un ritmo dolorosamente lento, se toma su tiempo para bajarme
los pantalones cortos. Rechina los dientes y cruzo los brazos sobre el pecho
para evitar empujarme lo suficiente hacia su garganta como para que se
ahogue.
45
Sería el hombre más afortunado del mundo si viera la boca de este ángel
convertirse en un desastre descuidado y lloroso envuelto alrededor de mi
polla.
Ella deja escapar un grito ahogado de sorpresa cuando mi polla salta hacia
adelante, balanceándose frente a su cara. Puedo oírla tragar con dificultad,
seguido de una respiración profunda.
−Es mi turno de probarte, papi.
−¿Es ahora? −Mi voz es áspera como si un papel de lija se hubiera enrollado
alrededor de mis cuerdas vocales. Me aclaro la garganta, pero eso no libera
de mi voz el deseo y la necesidad insuperables que siento por esta chica. La
forma en que Mason maúlla me dice que captó el cambio en mi voz, y eso
sólo hace que mi necesidad sea más profunda.
46
Capítulo 9
Mason
47
−Mason −gruñe.
−Lo siento. −Parpadeo rápidamente hacia él, sintiendo mi pecho apretarse
por la vergüenza−. ¿Qué dijiste?
−Dije. −Rechina los dientes por anticipación o irritación, no estoy segura−.
¿Si alguna vez has envuelto esos bonitos labios rosados alrededor de una
polla, ¿eh?
Su voz es un estruendo bajo, que suena igual que cuando frotaba su barba
contra mi piel, mis muslos sensibles y mi sexo mientras él se deleitaba con
mi núcleo. No puedo evitar que salga un gemido. ¿Cómo puede la voz de
alguien sonar tan erótica? ¿Prohibida?
Un destello de calor invade mi cuerpo ante su pregunta y desvío la mirada
hacia el suelo. Parecía complacido cuando le dije que nunca antes me habían
comido, pero ¿sentirá lo mismo con respecto a esto? ¿O se sentirá
decepcionado porque no tengo muchas habilidades?
−N-no, nunca he hecho nada de esto antes −susurro, tratando de enfatizar
mi inexperiencia sin decirlo abiertamente.
−Joder, Calabacita −gime−. No sabes lo feliz que le hace a papá escuchar eso.
−Vic me agarra la barbilla con sus dedos fuertes y callosos e inclina mi cabeza
hacia atrás. Pasa lentamente un pulgar por mi labio inferior y lo presiona
dentro de mi boca.
Giro mi lengua alrededor de su pulgar y lo chupo como si fuera una paleta.
Vic retira su pulgar y lo rasco con los dientes lo suficientemente fuerte como
para dejar huellas, lo que hace que se estremezca de placer.
Vic me agarra la barbilla con brusquedad una vez más, agarrándola con
tanta fuerza que hago una mueca de dolor. Su agarre obliga a mi boca a
permanecer abierta y no puedo alejar la emoción que este tipo de dolor está
permitiendo que se acumule. Gimo cuando aprieta más fuerte, sacando mi
lengua para mojarme los labios.
−Oh, no eres mi Calabacita ahora mismo, ¿verdad? −Su voz es
embriagadora, llena de lujuria−. Eres una pequeña y asquerosa descarada.
¿Quieres jugar sucio, verdad?
Empuja sus bóxers más abajo por sus muslos hasta que caen alrededor de
sus tobillos y envuelve una mano alrededor de mi cabello.
−Vas a chuparme la polla como una buena puta, ¿no, cariño? Solo escucha y
papá te enseñará cómo hacerlo. −Vic me guía por mi cabello hasta que su
pene está lo suficientemente cerca como para rozar mis labios. La forma
48
cruda en que habla envía un nuevo chorro de humedad que empapa el
interior de mis muslos. Al mirarlo, puedo decir que palpita dolorosamente.
Las enojadas venas de color púrpura azulado que recorren su eje están
pulsando lo suficientemente fuerte como para hacerlo temblar.
−Ahora, ponme en tu boca, Mason.
Trago y trato de calmar al demonio de Tasmania en el que se ha convertido
mi corazón. Me inclino hacia adelante, pero Vic aprieta mi cabello con más
fuerza, presionando la curva de sus uñas en mi cuero cabelludo. Tira de mis
mechones rosados con tanta fuerza que me hacen llorar los ojos, y el dolor
cada vez más intenso recorre mi columna, instalándose en mi vientre como
un charco tibio de sustancia pegajosa.
−Mason. −Vic chasquea−. Si no vas a escucharme, tengo otras formas de
asegurarme de que tendré tu atención y obediencia. −Su voz es premonitoria
y el miedo se desliza en mi pecho, junto con algo más. Algo que no puedo
nombrar...
Ya sea que Vic esté hablando en serio, audaz o simplemente cayendo en esta
versión de su papel de papá, no puedo evitar sentir una necesidad
inquebrantable de hacer lo que dice. Él quiere esto y yo también, pero más
que eso, quiero complacerlo. Quiero que esté orgulloso de mí y que lo
consuma tanto como yo lo estoy por él.
Coloco mis manos sobre sus fuertes muslos, capto la forma en que se
flexionan sus músculos y tendones. Los vellos de sus muslos son gruesos y
ásperos, y quiero sentirlos frotarse contra mis piernas cuando él ponga su
peso sobre mí. Me estiro y me inclino hacia adelante tanto como él me
permite, hasta que apenas puedo rodear con mis labios la cabeza de su
virilidad.
Gimo de emoción y placer cuando su sabor explota en mi boca.
Un gemido retumba a través de su pecho, y su agarre sobre mi cabello se
aprieta aún más, haciéndome presionar mis uñas en sus muslos por reflejo.
−Mmm si, así es, Calabacita. Trabaja por ello. Muéstrale a papá lo puta
desesperada que estas por su polla.
Gimo de necesidad, empujo hacia adelante hasta que mi lengua descansa
debajo de su eje.
−Envuelve tu lengua alrededor de mí. No seas tímida, cariño. Llévame hasta
el fondo y pruébame. −Prolonga sus palabras mientras se empuja más dentro
de mi boca hasta que mi nariz se asienta contra su pelvis. Intento
49
concentrarme en sus vellos que me hacen cosquillas en la nariz, en lugar de
en la forma en que la corona de su erección golpea la parte posterior de mi
garganta.
−Maldita sea, esa es una boquita caliente. Apuesto a que no es tan apretado
y resbaladizo como ese sabroso y jodido coño, pero aun así es un puto
paraíso −gruñe Vic, y tarareo de placer a su alrededor−. ¿Te gusta escuchar
a este viejo hablar así de sucio? −Él acentúa su pregunta con un fuerte
chasquido de caderas y yo grito de acuerdo con él.
Si lo amo.
No puedo hablar alrededor de su eje, pero trato de asentir. Vic agarra una
de mis muñecas y guía mi mano para envolverlo, esta duro como una roca.
Se sacude de mi agarre y aprieto mis dedos alrededor de él. Vic empuja su
longitud hacia adentro y hacia afuera, empuja su excitación más allá del
anillo apretado en la parte superior de mi esófago. Las lágrimas se acumulan
en mis ojos y bailan por mis mejillas cada vez que él me empuja con más
fuerza contra su ingle.
−Abre bien esa bonita boca. Y cuidado con los dientes, cariño. Enrosca tus
labios sobre ellos o tendré que broncear ese trasero regordete tuyo.
Oh, eso es lo que quiso decir con −otras formas−.
Una parte profunda y desesperada de mí quiere eso, y está intentando salir
a la superficie. Quiero sentir las manos grandes y fuertes de Vic azotándome,
castigándome por ser una mocosa y mostrándome lo bien que se siente
aprender a comportarse.
Cada poderoso empujón extrae sonidos primarios de Vic, sacándome de mi
pequeño sueño de azotes, pero suena y sabe tan delicioso y pecaminoso que
creo que puedo alcanzar ese clímax eufórico como antes. Cada parte de mí
vibra de deseo: me duelen los pezones, mi núcleo se aprieta contra nada más
que aire y mi clítoris palpita furiosamente. Se siente como si todo mi cuerpo
hubiera sido rociado con gasolina, y su polla acariciando mi lengua es la
cerilla que me enciende. Es casi enloquecedor. Nunca antes me había sentido
tan abrumada por tal emoción y atracción pura por un hombre.
Nadie más podría compararse con Victor Flint, y él está haciendo
implosionar mi mundo. Ya sea que me destruya de la mejor manera posible
o que me ame a partir de este día, lo quiero.
Empiezo a temblar y mi necesidad inminente se vuelve abrumadora. Me
quejo alrededor de su sexo y Vic me seca las lágrimas bajo los ojos. Coloca
50
ambas manos a los lados de mi cabeza y pasa sus dedos largos y ásperos por
mi cabello.
Es un enigma, eso no ha cambiado en nuestro corto tiempo juntos; es
peligroso y autoritario, pero suave y cariñoso al mismo tiempo.
Sus caderas salvajes y su erección están lastimando mi boca y garganta,
dejando atrás su marca, olor y sabor. Pero sus ojos… incluso mirando hacia
abajo al suelo, yo puedo sentir su mirada plateada atravesándome, y me hace
sentir llena de calidez, protección y amor.
−Frota tu clítoris −ordena Vic, apretando las palabras entre los dientes.
Casi sollozo de alivio y deslizo mi mano libre hacia el manojo de nervios. Vic
golpea ferozmente contra mi cráneo, bombeando a través de mi puño y
pasando por mis labios mientras trazo círculos desesperados en la unión
entre mis muslos.
Sonidos pecaminosamente húmedos se mezclan melódicamente con sus
gruñidos, mientras la saliva gotea por mi barbilla y sobre mis pechos
desnudos. No puedo decir qué tan bien puede verme Vic, pero me gusta
pensar que tiene una imagen muy clara y quiero darle un espectáculo. Saber
que estoy aquí, que soy la chica que lo complace, me envía un chorro de
confianza. Una que no estoy acostumbrada a sentir y no quiero dejarla pasar
todavía. Retiro mi mano para recoger una buena cantidad de humedad de
mi pecho, pasando mis dedos por el sendero desordenado antes de sumergir
las puntas de mis dedos nuevamente en mis pliegues.
−Voy a hacer estallar esta carga caliente en tu garganta, Calabacita, pero
quiero sentirte llorar a mi alrededor cuando te corras −gruñe−. Jódete más
fuerte. Más rápido. Muéstrale a papá cómo montarías su polla gorda. −Sus
palabras salen roncas y guturales, acarician mi piel como granito, y tiemblo
de placer−. Mueve la cabeza un poco más rápido y no tengas miedo de
apretarme. Tira de mí como si quisieras ordeñar mi polla −me instruye Vic,
y no dudo en hacer lo que él dice.
Sumerjo mis dedos medio y anular dentro de mí y me balanceo contra la
palma de mi mano, creando una fricción abrasadora. Golpeo mi cabeza al
mismo tiempo con cada movimiento giratorio que hago contra su dureza,
asegurándome de que nunca se quede sin sensación.
−Pobrecita −bromea con fingida preocupación−. Debería haberte comprado
un juguete, ¿no? Apuesto a que ese coño lloroso se siente tan vacío sin una
polla que lo rellene.
51
La imagen que llena mi mente es estimulante. ¿Tener mi coño lleno igual que
mi boca? Gimo en acuerdo con él, enviando otra ola de vibraciones a lo largo
de su pene y reboto contra mi mano. El calor se acumula en mi barriga,
enviando flores de calidez hacia arriba y hasta mi pecho, mi cabeza que son
conquistados por su abrazo.
Mis músculos comienzan a tensarse, comenzando en mi vientre. Se flexiona,
contrayendo mi abdomen. Mis brazos se cierran, pero no puedo dejar de
mover mis caderas. Cada paso que hace mi clítoris contra la palma de mi
mano envía chispas de placer por mi cuerpo y empuja mis dedos más
profundamente hacia mi núcleo. Encuentro una almohadilla esponjosa que
me hace ver estrellas cada vez que las yemas de mis dedos la presionan.
Palabras incoherentes y gemidos fluyen de mí alrededor en medio de la
palpitante longitud de Vic, obligando a más burbujas de saliva a salpicar mi
pecho y cubrir mis mejillas.
−Así es. Sigue hablándome, cariño. Sigue cantando alrededor de mi polla.
−Sus caderas comienzan a flaquear, volviéndose más bruscas en sus
movimientos, pero la intensidad de sus embestidas no flaquea.
Mis músculos internos revolotean alrededor de mis dedos, apretando y
tirando. Me pregunto si esto será suficiente para 'ordeñarle la polla'. Cómo
es posible, no estoy segura, pero mi cara arde aún más. Todo mi cuerpo tiene
que estar sonrojado, mientras el sudor corre por mi frente y la parte inferior
de mis senos. Me muevo contra mi mano y empujo mis dedos tan
profundamente como puedo hasta que mis muslos tiemblan y se tensan
simultáneamente. El placer explota dentro de mí, disparando a través de
cada nervio. Me estoy tambaleando con interminables pulsos de felicidad
que anulan mis sentidos. Mi núcleo se agarrota, inundando mi mano con
oleadas de humedad, y las lágrimas corren por mi rostro. Hace mucho calor
y está muy sucio. Estoy completamente abrumada y, sin lugar a dudas, a Vic
le encanta.
−Esa es una buena chica −gruñe en elogios−. Joder, haz un desastre. Papá lo
limpiará, no preocupes a esa linda cabecita −dice Vic con voz entrecortada.
Cierra sus caderas contra mí, disparando chorros gruesos y calientes por mi
garganta. Es almizclado y salado, y bebo cada gota que puedo. Trago,
sintiendo su carne hundirse más profundamente en mi garganta, y paso mi
lengua por la parte inferior de su excitación.
52
−Esa garganta tuya está estrangulando mi maldita polla. Tómalo todo. No
desperdicies nada de lo que papá trabajó tan duro para hacer para ti −gime
con un último movimiento antes de sacar su suave longitud de mi boca.
Hacer para ti. Su liberación es para mí y eso me desespera por obtener más.
Mi pecho se siente caliente por beberlo, pero eso sólo me recuerda lo vacía
que se siente mi femineidad. Necesito que rebose con su arduo trabajo, con
su espesa y cremosa esperma, llenándome hasta el borde. El calor hace
cosquillas a través de mi gastada y resbaladiza unión, pero ya no puedo
frotar la palma de mi mano. Incluso quitar mis dedos de mi sexo es
demasiado, hace que mis muslos tiemblen
53
Capítulo 10
Victor
54
Una sonrisa malvada tuerce mis labios cuando un fresco rubor recorre su
piel.
Mi lengua se desliza por la parte frontal de mis dientes superiores y respiro
profundamente para calmar la tormenta que se avecina dentro de mí. Aparte
del alcohol y algunos… contratiempos menores, siempre he tenido el control
de mí mismo. Atrapado. Pero Mason es una carta en mi mazo que no vi
venir. Nada podría haberme preparado para esta dulce cosita, y quiero
comerme hasta el último pedazo de ella, pero no quiero que se haga una idea
equivocada: que creo que ella es solo un pedazo de culo caliente en el menú
de esta noche. Entonces, tengo que planearlo todo, incluso por un momento.
Porque ella es más que un polvo rápido: es el maldito aire que respiro. Ella
se está abriendo camino en mi ADN, mutando mis células para darle a mi
cuerpo solo su fuerza vital.
Coloco mis manos a ambos lados de sus muslos desnudos, atrapándola, y
bajo mi barbilla para que estemos cara a cara, así puedo asegurarme de que
ella comprende la importancia de lo que tengo que decir.
−O Vic. Victor también trabaja −asiento−. No me malinterpretes, escuchar
que me llamas papi llena mi corazón enfermo y retorcido hasta el borde, pero
que estés cómoda aquí es más importante de lo que me gusta escuchar. Tú
perteneces aquí, Calabacita, conmigo. Si eso no estaba claro antes,
hagámoslo claro ahora mismo.
La boca de Mason se abre con un breve jadeo, pero no le doy la oportunidad
de interrumpirme. −Soy un bastardo egoísta y arrogante, y no puedo... no te
dejaré ir. Esas bonitas garras rosadas tuyas se hundieron lo suficientemente
profundo en mí como para dejar cicatrices, cariño. Me importa un carajo si
fuimos sólo un hombre y una mujer entrando a un bar. Este mundo no es lo
suficientemente grande como para que huyas de mí.
Sus ojos se abren como platos, muy probablemente por miedo. Debería
avergonzarme de la rugiente posesividad hacia esta chica que he asumido
en tan poco tiempo, pero no es así. Me aferro a este sentimiento y lo dejo fluir
a través de cada palabra que digo, a través de la forma en que mis palmas
agarran sus caderas y la acercan más. Me acomodo entre sus muslos, lo
suficientemente cerca como para que la cabeza de mi polla roce su raja
húmeda y ella deja escapar otro de esos dulces y suaves jadeos. Debería ser
un gran letrero de neón parpadeante para Mason; que debería correr hacia
55
las montañas por la forma en que su pequeño e inocente sonido me hace
estremecer con tanto placer que puedo sentirlo en los dedos de mis pies.
Los ojos de Mason se dilatan y sus pupilas se apoderan del cálido marrón de
sus iris. Sus párpados cortan el blanco de sus ojos por la mitad, volviéndose
nublados por el deseo.
La veo retorcerse, tratando de frotar sus suaves muslos alrededor de mis
caderas y moviendo sus globos redondos contra la encimera. Aprieto mi
agarre sobre sus caderas y empujo las mías otro centímetro hacia adelante.
Si ella va a retorcerse, será en mi contra.
Ella reprime un grito cuando su sedoso coño roza el eje de mi polla y su
cabeza cae hacia atrás. Trabaja sus caderas en giros más apretados y rápidos
hasta que se le pone la piel de gallina a su cuerpo. Por mucho que quiera
otorgarle cualquier placer que mi cuerpo pueda brindarle, quiero sentir su
coño ondularse y palpitar alrededor de mi polla cuando se corra por primera
vez, será conmigo metido profundamente dentro de ella es más de lo que
pueda imaginar. Gran parte de esa preciosa miel ya se desperdició en el
suelo.
Dije que soy un bastardo codicioso, ¿no?
Aprieto los dientes y uso mi autocontrol para sacar mi eje de entre sus labios
goteantes. Mason se queja, ronca y desesperada. Su cabeza se inclina hacia
adelante con confusión pintando su bonito rostro.
−¿Pasa algo, Calabacita? −Finjo ignorancia.
Sus ojos se fijan con determinación y me clava una afilada punta redonda en
el pecho. Ella pasa su dedo a lo largo de mi yugular y a lo largo de mi
mandíbula barbuda, dejando un rastro rojo profundo a lo largo de su
camino.
−¿Tienes miedo de que corra, viejo? −La voz de Mason baja con esa sensual
confianza que tenía antes. Mi pequeña virgen no es tan dulce, ¿verdad? La
forma en que su confianza oscila entre una chica inocente e inexperta y una
zorra llena de sexo hace que mi cabeza se emborrache con un hambre
inquebrantable. La sangre hincha aún más mi polla, haciendo que su
circunferencia natural sea más gruesa, lo suficientemente gruesa como para
dolerme de necesidad.
Se inclina, acercándose poco a poco hasta que su aliento abanica mi cara.
Inclinando la cabeza, arrastra su lengua por mis labios entreabiertos,
sacando un gemido de mi pecho.
56
Bésame, joder, Mason. Quiero que ella lo haga.
−Parece que tendrás que perseguirme −ronronea.
Un puto ronroneo mientras me empuja lo suficientemente fuerte como para
resbalar del mostrador.
Y ella corre.
−Sucia Descarada −gruño, aunque no puedo evitar que la sonrisa se retuerza
en mis labios. Cuento para mí mismo y cuando llego a diez, salgo tras ella.
El sonido de sus pies golpeando el suelo se apagó hace unos segundos, pero
la encontraré pronto. Mi casa no es lo suficientemente grande como para
esconderme en ella para siempre y algo me dice que Mason quiere que la
encuentre. Ella está casi tan desesperada como yo por ver qué pasará cuando
lo haga.
Entro al salón con pasos sigilosos, evitando cualquier tabla del suelo que
pueda crujir. He vivido aquí el tiempo suficiente para memorizar las
imperfecciones de esta casa: cada tabla del piso que chirría, cada bisagra
cruje y cuánto tardan los grifos en dejar de gotear después de usarse. Ella
nunca me oirá llegar.
Subiendo al armario de abrigos en el pasillo, presiono mi oreja contra la
delgada madera, escucho… y escucho cualquier señal. Estabilizo mi
respiración, hago todo lo posible para calmar el pulso acelerado que golpea
contra mis tímpanos.
No oigo nada: ni respiraciones ahogadas ni prendas moviéndose unas contra
otras.
Mason está en algún lugar de mi casa, nuestra casa, esperándome. Desnuda
y sola. No puedo evitar imaginar cómo este juego del gato y el ratón que ha
provocado hace que sus venas bombeen adrenalina.
¿Están sus muslos resbaladizos con la esencia cremosa de su coño? ¿Es este
juego estimulante para ella?
Podría ser un papá gentil y abrazarla, aliviado de haberla encontrado, pero
eso sería decepcionante para los dos. Hay mucho tiempo para ser suave y
cariñoso con ella, pero la energía que nos tiene atrapados a ambos esta noche
es demasiado fuerte para eso.
Dios debe haber estado de mi lado y me dio el empujón que necesitaba para
levantarme de la cama cuando Dan pasó por aquí, y le agradeceré hasta mi
último aliento por eso. La idea de perderme la oportunidad de conocer a
57
Mason y dejar que ese imbécil se apodere de ella me hace hervir de furia. Esa
furia me obliga a ser feroz y exigente cuando la encuentre.
Ella vino a mi casa por una razón, y voy a follarla lo suficientemente fuerte
como para que no olvide por qué: inculcarlo en las paredes de su coño, su
cerebro y su corazón.
−Oh Mason −digo arrastrando las palabras−. Una niña tan traviesa que se
esconde de papá de esta manera. ¿Es emocionante, niña, saber que papá
tendrá que mostrarte cómo las niñas traviesas merecen ser tratadas?
Mis dedos se mueven para agarrarla, para sentir su piel cremosa bajo mis
manos desgastadas.
Suena un ruido sordo desde el final del pasillo, empujo la puerta y corro por
el estrecho espacio. Entro en el dormitorio de invitados y observo los detalles
más finos de la habitación. La ropa de cama se mantiene según los estándares
militares, sin pliegues ni arrugas a la vista. Las cortinas opacas que cubren
las ventanas se balancean y me detengo. La caldera no funciona ni hay
ventanas abiertas. Me arrastro alrededor de la cama de tamaño completo y
alcanzo las cortinas. Los anillos dentro de la cortina se deslizan a través de
la barra de metal mientras tiro de las cortinas a un lado, sólo para encontrar
nada… ni una maldita cosa, y ciertamente no a Mason.
−Cuanto más te escondas, peor será cuando te encuentre, niña −le advierto
amenazadoramente mientras entro al pasillo nuevamente−. No sé quién
llorará más cuando te atrape: esos grandes ojos redondos o ese apretado
coño tuyo. −Una fuerte bocanada de aire, que suena muy parecido a una
inhalación, proviene de la vuelta de la esquina. Camino por el pasillo,
manteniendo mi cuerpo cerca de la pared, preparándome para agarrarla.
Estoy demasiado concentrado en Mason, enloquecido por la necesidad de
atraparla. Este pequeño juego es un territorio nuevo para mí y tiene mi pecho
atrapado por un primitivo puño. Me acerco a la esquina de la pared y el
tablero cruje.
Maldita sea.
Mason deja escapar una mezcla entre un grito y una risa, seguido por el
sonido de unos pies descalzos golpeando rápidamente el suelo.
−Ahora que lo has hecho −gruño, aunque no tiene malicia, y corro tras ella.
Un destello rosado llena mi vista cuando giro a la izquierda hacia mi
habitación. Su jugoso trasero rebota con cada paso que da, moviéndose hasta
58
que pierdo la cabeza. Hay gotas preseminales en la cabeza de mi polla,
palpitando llenas de liberación.
Salta a nuestra habitación y cierra la puerta de golpe antes de que pueda
pasar el marco. Agarro el pomo de la puerta y lo giro, pero apenas gira un
cuarto y hace clic cada vez que lo intento.
−Buen intento. −Me río secamente, pero todavía impresionado por sus
esfuerzos−. No hay suficientes puertas en el mundo para alejarme de ti
ahora, Mason. No hay suficientes cadenas. Barreras. Prisiones. Hiciste tu
elección esta noche. Ahora es el momento de aceptar tu destino.
Apoyo mi hombro contra la madera dura y separo los pies lo suficiente para
soportar mi peso, enfocándolo hacia adelante. Retrocedo y empujo el
hombro hacia adelante, haciendo que la puerta cruja con el impacto. La
puerta se deforma con un rebote, pero la cerradura no se rompe. Me inclino
hacia atrás sobre mi pie más lejos de la barrera y lanzo mi peso contra la
puerta nuevamente. Esta vez, el pestillo explota a través del marco de la
puerta, lanza astillas de madera al suelo.
Una vez que recupero el equilibrio, mi respiración se vuelve irregular,
impulsada por este pulso palpitante en mi pecho, mis sienes y mi ingle. Mi
visión se arremolina con lujuria, sé que estoy a solo unos pasos de mi
preciosa y tentadora presa. Cierro la distancia entre la cama y yo. Sé
exactamente dónde se esconde; es como si pudiera sentirla... como si pudiera
sentir su presencia en mi habitación.
Me dejo caer en posición de flexión y Mason chilla. Antes de que pueda salir
ella misma de debajo de la cama, la agarro del tobillo y la saco. Ella se
retuerce en mis manos, riéndose burbujeantemente, emocionada de que
papá finalmente la haya atrapado. Le rodeo la cintura con un brazo, la
levanto y la inmovilizo contra la pared. Mason se arquea hacia mí y rodea
sus caderas, frota ese coño goteante contra mi polla. El brazo que tengo
alrededor de ella y mis caderas presionadas contra ella son las únicas cosas
que la sostienen.
Golpeo mi mano libre contra la pared a su lado, y ella sonríe, se acicala como
un maldito gato que acaba de recibir su leche.
59
Capítulo 11
Mason
60
turgente que palpita contra mi femineidad hace que mi estómago se
revuelva de emoción, incluso cuando un enigma de nervios se desliza por
mi columna.
Esos nervios me dicen que siga esta línea con gracia. Soy un trozo de carne
fresca que desfila ingenuamente entre un león, pero esta extraña sensación
de vértigo que se está acumulando en mi pecho está a un momento de
desbordarse. Se siente similar a una sensación infantil de alegría y euforia.
−Oh, papi, me atrapaste. −Se me pone la piel de gallina, hace que los
pequeños vellos de mis brazos se ericen, ante la forma en que sus ojos se
ponen negros. La lujuria, el fuego y todas las cosas deliciosamente perversas
que este hombre podría infligirme conquistan el color de sus ojos.
−Así es, pequeña −gruñe Vic. −Es bueno para ti que este coño virgen esté
empapado, porque está a punto de recibir una paliza.
Me aplasta contra él con un fuerte golpe y nos hace girar, arrojándome sobre
la cama.
Reboto contra el colchón apenas una vez antes de que él esté encima de mí,
presionando sus fuertes y tensos músculos contra la suavidad de mi cuerpo.
Su peso me cubre como una manta, y mi pulso se dispara, bombeando de la
cabeza a los pies, y golpeando el nudo de nervios dentro de la unión de mis
muslos lo suficiente como para quemarme. Estoy jadeando y retorciéndome,
y él apenas me ha tocado.
−Debería ponerte nerviosa. ¿Te sientes tan desesperada y necesitada por mi
polla que estás suplicando con lágrimas corriendo por esas hermosas
mejillas, pero eso sería un castigo para los dos? —gruñe.
Miro hacia abajo a través del espacio que ha creado entre nuestros cuerpos
y veo su puño en su larga, gruesa y completa excitación que está firme entre
nosotros.
Mi corazón se calienta y mi estómago se revuelve. El amor y la lujuria luchan
entre sí, hasta que se funden en una sola emoción para construir una
fortaleza dentro de mí. Hermosa. Cree que soy hermosa.
Con una mano apoyada al lado de mi cabeza, y con la otra Vic agarra su pene
y marca la cabeza de su longitud contra mi abertura. Aunque creo que estoy
preparada para que Vic sofoque mi virginidad, el temor me sube por la
espalda. Él debe saber cómo me siento, porque sus ojos se suavizan
ligeramente.
61
Sus caderas empujan hacia abajo, obligando a mis labios a envolver su carne
gruesa, y respiro profundamente.
Arrastra su mano por mi costado, rozando su piel callosa a lo largo de mis
curvas.
−Incluso cuando eres una mocosa traviesa, nunca te lastimaría, Mason. −Su
voz es ronca y profunda por el hambre. −Vic alcanza mi pecho y lo palmea
bruscamente, pellizcando mi pezón hasta convertirlo en un pico abrasador.
Grito, arqueando la espalda mientras él tira de mi capullo rosado, tratando
de aliviar el dolor. Una risa gruñona resuena en su garganta y vuelve a
balancear las caderas.
Desliza su mano más arriba, viajando hasta que su mano cubre mi garganta,
ofreciéndome mi nuevo collar favorito. Su agarre es exigente, aprieta mi
pulso y empuja mi rostro hacia adelante para encontrarse con el suyo−. Al
menos, no de una manera que no puedas disfrutar. −Vic golpea su pelvis y
desgarra mi himen sin previo aviso.
− ¡ Papi! −Toma mis labios en un beso feroz y desordenado, tragándose mis
gritos mientras se mece contra mí.
−Mierda. Calabacita −gruñe contra mis labios− tan jodidamente apretada.
Has estado guardando este coño toda tu vida para papá, ¿no?
Es tan grueso, tan grande; mis paredes luchan contra la intrusión. Mis
músculos se contraen a su alrededor, atrayéndolo más profundamente con
cada embestida. Está haciendo que mi cerebro se nuble y el dolor agudo de
mi inocencia perdida se convierta en un leve placer. Gotea por mi vientre y
por mis muslos, provocando mis nervios y poniendo más piel de gallina en
mi piel.
−¿No es así? −Demanda Vic, puntuando cada palabra con un fuerte
chasquido de caderas. El puro poder de sus embestidas me empuja más
arriba en la cama, obligándome a rodear sus hombros con mis brazos para
agarrarme con todas mis fuerzas.
−S-sí. Todo para ti, papi −lloriqueo.
−Mírate, tomando mi polla como una chica grande. −La crudeza de las
palabras de Vic me hace temblar debajo de él, incluso con él llenándome
tanto. Su charla sucia es tan efectiva como un golpe en mi clítoris. Es tan
fuerte, tan autoritario. Está doblegando mi cuerpo a su voluntad y no podría
luchar contra ello aunque quisiera. Él se está quemando contra mí,
62
moldeando mi cuerpo (y mi corazón) hasta donde ningún otro hombre
podría encajar.
Vic tira su cuerpo hacia atrás para sentarse en cuclillas, y yo me quejo por la
falta de calidez y seguridad que me proporcionó su tonificado cuerpo.
−¿Esta polla gorda no es lo suficientemente buena? Te daré una razón para
quejarte y hacer pucheros, Calabacita.
Se retira de mí, sólo para volver a sumergirse con cada centímetro de su
excitación.
Estrellas blancas se astillan en mis ojos, mis muslos se cierran alrededor de
sus caderas tanto como pueden por sí solos.
−Oye, bebé −sacude la cabeza con desaprobación−. Esto es lo que querías,
¿no? ¿Qué papá tome esa sucio cereza dulce y madura?
Me golpea sin remordimientos; el golpe húmedo de su pelvis golpeando la
mía crea una melodía erótica en la que quiero perderme. El dolor con el que
Vic me atormenta se está convirtiendo en una ola adictiva de placer en la que
quiero perderme, y él es lo suficientemente generoso como para llevarme
allí. La yema de su pulgar encuentra mi sensible bulto y lo pule con
movimientos poderosos, girándolo hasta que el calor se enrolla firmemente
debajo de su capucha.
Vic agarra mi pantorrilla derecha y lanza mi pierna sobre su hombro,
permitiendo que su larga y rígida polla se hunda aún más profundamente
en mí. Esta posición coloca mi sexo en un ángulo que hace que los dedos de
mis pies se doblen.
Soy un desastre lloroso: los gemidos y gritos que fluyen por mis labios hacen
que mis palabras no sean más que un placer incoherente.
Los labios de Vic se contraen en un gruñido, pero sus ojos… brillan con
adoración.
La cabeza de su longitud golpea algo muy dentro de mí, algo intacto, y hace
que se me hinche la barriga. Las llamas lamen la parte posterior de mis
piernas, se acumulan en mi vientre y abrasan mis pezones. Los vellos de mi
nuca están erizados.
−Por favor −le digo, sin estar muy segura de qué exactamente, pero ya me
lo ha dado antes. Esta vez, sin embargo, es diferente: más intenso.
Totalmente consumido−. ¡Vic, por favor! −Se ríe oscuramente y gruñe cuando
mi canal aprieta su eje con desesperación.
63
Él cae dentro de mí, presionando mi pierna al lado de mi cabeza ( menos mal
que soy flexible ) y deja caer su cara en mi garganta. Sus embestidas son
dolorosas, esa deliciosa intrusión presenta su reclamo permanente. Juro que
puedo sentirlo debajo de mi ombligo.
Vic me muerde la oreja, chupa el lóbulo entre los dientes y lo raspa. Lo lame
con la parte plana de su lengua caliente, girando alrededor de mi piel.
Siguiendo un camino por mi mandíbula y cuello, Vic deja besos calientes con
la boca abierta a lo largo de mi carne y chupa. Duro.
Las mordeduras de amor y los moretones pintarán mi piel, convirtiéndola
en un lienzo colorido muy parecido al suyo.
Le pongo las manos en la espalda, rascándolo, tirando de él, tratando de
encontrar un punto de apoyo. Mis caderas son un desastre que se sacude,
aplastando mi clítoris contra el tronco de su carne mientras él empuja esa
varilla pulsante dentro y fuera de mí. Me está jodiendo como a un animal.
Nuestro apareamiento es lo suficientemente salvaje y duro como para
hacerme girar la cabeza.
−Córrete para mí, Calabacita. Dale a mi polla una muestra de ese dulce tarro
de miel entre tus muslos −exige.
Y hago exactamente eso... tanto que podría necesitar un colchón nuevo.
−¡Maldita sea, cariño! −Él gime. Un estremecimiento sacude todo su cuerpo
mientras explota dentro de mí, llenándome lo suficiente como para que su
propia liberación gotee más allá de su rígida polla y baje por mis muslos.
Por un momento, creo que podría fundirse en mí, formándose con mi cuerpo
y tomando completa posesión de mi corazón y mi alma. He sido derrotada
y he vuelto a nacer. Es aterrador, pero amo cada momento.
64
Capítulo 12
Victor
65
¿Sin embargo? ¿Ella?
Tenía toda su vida por delante antes de que yo la follara. En el momento en
que cruzó mi puerta, quedó atrapada. Mía. Demonios, ella era mía en el
momento en que se acercó a mí en el bar, pero su aparición en mi casa
simplemente lo consolidó.
Ella está aquí porque quiere estar aquí. Ella condujo hasta mi casa porque
quería encontrarme.
Sólo eso debería hacer que el nudo en mi estómago se afloje. Soy demasiado
mayor para sentirme así. Lo suficientemente mayor como para no
preocuparme por si ella me devolverá la llamada o no, cuando
inevitablemente tenga que irse. Trago una bola de frustración que sube por
mi garganta, aprieto a Mason contra mí con más fuerza, como si pudiera
mantenerla unida a mí para que no se vaya.
Paso una mano por su costado, la paso por el costado de su cremoso muslo
y hacia su coño gastado. Recogiendo un poco de semen que se le ha
escapado, lo bombeo de nuevo con mis dedos, asegurándome de que eche
raíces profundamente dentro de ella.
Yo. Tendré que ir con ella. La ayudaré a empacar sus cosas desde donde sé que
viva y la ayudaré a mudarse a casa. Nuestra casa. Ella no tendrá una maldita
razón para llamarme o para que me preocupe, si estoy con ella.
Mason se funde en mí, dejando que su peso muerto caiga, su pecho sube y
baja constantemente. Sus pestañas oscuras abanican la parte superior de sus
mejillas color manzana y sus labios están entreabiertos lo suficiente para que
pueda inhalar y exhalar.
⁂
La luz entra por la ventana de mi dormitorio y me despierto de una tranquila
noche de descanso.
Una tranquila… noche de descanso…
¿Qué carajo?
No he dormido así desde… bueno, no sé cuándo fue la última vez. Ha
pasado mucho más tiempo desde que Mason estuvo en esta tierra desde que
me sentí feliz al despertar. No hubo un momento en el que pensé en sacar la
66
botella de whisky que guardo en mi mesa de noche, y mis demonios no
atormentaron mi mente durante toda la noche.
Sin terrores nocturnos.
Sin dolores de cabeza nauseabundos.
Solo paz. Y ella.
Todo gracias al ángel acurrucado cerca de mí, su pierna cubriendo la mía, su
muslo acariciando mi erección matutina. Ella está muy cerca de acostarse
encima de mí; su brazo está alrededor de mi cuello, sus tetas empujan
cómodamente contra mi pecho. Sólo quiero envolverla en una manta, cerrar
las puertas con llave y tirar la llave.
Nunca necesitaré nada más que ella. Ella me da vida, un propósito. Ella es el
oxígeno que respiro, y un pequeño brillo en el hueco de mi pecho me dice
que ella es esperanza.
Esto no debería ser un secreto para nadie; rara vez me equivoco.
Lentamente, para no molestarla, la saco de mi cuerpo y la meto
profundamente debajo del edredón en el que estábamos demasiado
cansados para caer anoche. Éramos un desastre demasiado caliente,
sudoroso y enloquecido por el sexo como para taparnos antes de quedarnos
dormidos, pero Mason se estremece cuando me deslizo debajo de ella.
La luz de neón de mi reloj brilla en un azul intenso y parpadea a las 8:43 a.m.
Espero que ella no tenga dónde estar, porque ya he planeado nuestro día.
Baño. Desayuno. Hay demasiados centímetros cuadrados de esta casa en los
que Mason aún no se ha corrido. Eso va a cambiar muy pronto.
Aparto la manta lo suficiente como para ver los moretones y las mordeduras
de dientes que acribillan su cremosa piel.
−Soy un sucio viejo bastardo −me quejo con nadie y vuelvo a taparla con la
manta.
Una enorme ola de posesividad se hincha en mi pecho al ver mis marcas en
ella. Si sale, cualquiera que la mire verá que ha sido reclamada. Ella tiene un
hombre con quien volver a casa... un papá, y este papá no comparte nada.
Aún así, me preocupa haber sido demasiado duro con ella, demasiado
atrapado en el pequeño juego que ella creó. La mancha carmín, del tamaño
de una moneda de veinticinco centavos, que tiñe la colcha de mi cama es un
recordatorio de eso. Golpeé ese coño virgen como un maldito perro rabioso,
una bestia sin remordimientos, y ese nudo en mi estómago golpea de nuevo,
67
retorciendo mis entrañas hasta que un escalofrío recorre mi columna. Sé que
sentirá ese dolor cuando se despierte.
Con un suspiro, me giro hacia el baño y cruzo la puerta.
Sólo me lleva unos minutos llenar la bañera con agua tibia, así que reviso el
mueble y los cajones del baño en busca de algo más, algo que la ayude.
Loción para después del afeitado, desodorante, colonia y una botella de licor
medio vacía.
−Nunca antes pensé que desearía esas sales o burbujas de olor dulce −gruño,
cerrando otro cajón y terminando con las manos vacías.
No tengo hermanas y mamá murió, diablos, antes de que Mason naciera.
Nunca he tenido una razón para mantener mierda con volantes aquí, nunca
antes había querido hacerlo. Creo que nunca antes había tocado un baño con
sales− Mmm… −Abro el botiquín con espejo pegado a la pared sobre el
fregadero−. Esto debería funcionar por ahora.
Tomo la crema refrescante para músculos del estante pequeño, la pongo en
el mostrador y me muevo para recuperar a mi chica.
Cuando entro por la puerta de mi baño, encuentro a una angustiada Mason
sentada en mi cama. Sus cejas de forma femenina están muy juntas,
arrugando el parche de piel entre ellas. Está retorciendo la manta entre sus
puños cerrados y mirando intensamente la mancha en la cama.
Mierda .
−Calabacita −Es la única palabra que logro decir. Suena áspera para mis
propios oídos, pero pronuncio esa palabra como una oración, una
reverencia.
Ella jadea, su mirada se dirige a la mía y la luz del sol que entra por la
ventana arroja un brillo en sus ojos húmedos. Me golpea como un puñetazo
en el estómago y corro hacia su lado de la cama. Me siento frente a ella, acuno
su rostro resplandeciente entre mis manos−. Calabacita. −Mason respira
entrecortadamente y apoya la cabeza en mis palmas−. Tienes que decirme
qué pasa. No puedo arreglar algo si no lo sé.
Busco su mirada, moviendo mis ojos; de un ojo lloroso al otro. De izquierda
a derecha. De derecha a izquierda. Un parpadeo y una lágrima gruesa rueda
por su mejilla hasta mi piel. Sólo necesito volver a ver su dulce sonrisa. Pase
lo que pase, haré todo lo posible para solucionarlo.
−Tú no estabas −chilla. Ese labio inferior suyo tiembla y me hace sentir más
malvado que el mismo Diablo−. Me desperté y estaba indescriptiblemente
68
feliz −respira−. Pero luego me di cuenta de que no estabas aquí, y es como…
es como si el mundo entero se enfriara. Una cueva profunda y hueca había
atravesado el centro de mi pecho, donde debías estar. No podría decir si
había sido un sueño o si me estabas dando un golpe bajo y huyendo otra vez
de mi.
69
Capítulo 13
Victor
70
−Lo sé. −Ella asiente, pero ese temblor todavía hace que se le arrugue la
barbilla y se sorba la nariz.
Las pupilas de Mason se dilatan y sus párpados cortan el blanco de sus ojos
por la mitad, llenos de emoción. Lleva ambas manos temblorosas a mis
pectorales, pasando sus dedos por el vello de mi pecho con movimientos
como hasta que la palma de sus manos se queda firmemente contra mí.
−Quería decirte algo anoche, pero tenía demasiado miedo. −La frustración
me golpea el pecho. ¿Hice algo para que ella tuviera miedo de ser honesta
conmigo? Sea lo que sea, eso no sirve−. Pero creo que estoy lista para
decírtelo ahora. Ella me mira con sus grandes ojos color chocolate y tiemblo
de calidez de pies a cabeza. −Sé que esto es pronto, y muy, muy rápido...
incluso apresurado, pero se siente bien, un sentimiento único en la vida
sobre el que sólo he leído.
Rodeo su cintura con mis brazos y la levanto para envolver sus piernas
alrededor de mis caderas. Ella grita sorprendida, sus mejillas se sonrojan de
un rosa intenso.
−No te detengas por mi culpa, Calabacita. Sólo quiero llevarte a la bañera
antes de que se nos enfríe el agua.
−¿Un baño? −Ella habla, la timidez contorsiona su rostro.
−Sí. Ahora bien, ¿qué tenías miedo de decirme?
Ella respira profundamente.
−Creo que tenemos mucha suerte −habla con un leve temblor−, porque no
quiero irme, y obviamente no quiero que tú te vayas. Nunca.
Se me hace un nudo en la garganta y tengo que esforzarme para oírla. Su
confesión hace que mi corazón se hinche más que el del propio hombre verde
y peludo, y mi excitación no se queda atrás. Quiero apreciarla, cuidarla,
castigarla por no haberme dicho esto antes, hacerle el amor por la eternidad
por compartir este regalo conmigo.
Es casi difícil creer que quiera quedarse. ¿No la he asustado? Ella podría
haber venido aquí, pero no me sorprendería si se hubiera establecido una
realidad diferente para ella, una en la que no quisiera quedarse...
especialmente después de ver las consecuencias de lo que le hice a Dan. Lo
creas o no, a veces los orgasmos no son suficientes para hacer cambiar de
opinión a alguien, pero Mason no necesita que la convenzan y eso hace que
me aferre a ella con más fuerza.
71
No puedo dejarla ir, ni emocional ni físicamente. Alguien tendría que
destrozarme por completo, después de patearme el trasero hasta el infierno
y regresar, para sacarla de mi alcance.
−Puedes llamarme infantil o ingenua, pero estar contigo se siente bien. Sé
que los cuentos de hadas son ficticios, pero nosotros no. Somos tangibles,
reales.
Sus ojos brillan. Son tan marrones literalmente hay jodidos destellos que te
sumergen en agua tibia.
Quiero decirle que nunca se considere así: ¿infantil o ingenua? No, ella es la
cosa más perfecta que he visto en mi vida, pero no me da la oportunidad de
interrumpir. Estoy atrapado en todo lo relacionado con Mason y necesito
escuchar lo que ella tiene que decir. −Nunca podré agradecerte lo suficiente
por salvarme en el bar, de Gaven e incluso de mí misma… Sentí como si
estuviera flotando a través de mis días sin ningún significado, pero tú me lo
diste, Vic. Déjame ayudarte a luchar contra tus fantasmas y demonios. −El
amor y el cuidado se reflejan en su rostro. Sería un tonto no darse cuenta de
eso, y siento que estoy en las nubes. Ella es el mejor zumbido que he tenido
jamás. La siento en todas partes: mi cabeza, mi pecho, mi polla y hasta mis
malditos huesos.
¿Cómo diablos tuve tanta suerte...?
La emoción se me atasca en la garganta y sacudo la cabeza.
−No necesitas preocuparte por mí, Calabacita. Mientras estés aquí, eso es
todo lo que necesitaré y nunca diría algo así. Eres un ángel enviado para
hacer que este viejo y malvado corazón vuelva a latir.
Mason, está sentada a horcajadas sobre mis piernas, sumerge sus manos en
mi cabello y me besa.
Se inclina lo suficiente hacia atrás para mirarme, sus cejas se juntan y se
elevan. La miro con curiosidad, porque nunca antes la había visto tan seria.
¿Mi bebé tiene un hueso duro en su cuerpo? Una sonrisa divertida tira de
mis labios, mientras una bola borrosa de anticipación se enrosca en mi
estómago.
−Te amo, papi Vic. Te amo y te necesito.
Se muerde el labio sólo por un momento, y ese es todo el tiempo que tiene
antes de que agarre su cara y choque sus labios con los míos.
−Yo también te amo, Mason. Para siempre.
72
Sin separar nuestros labios, Mason se pone de rodillas y se agacha,
agarrando mi erección. Coloca su coño contra la cabeza de mi polla y se
hunde, tomando toda mi longitud de una sola vez.
Nuestros sonidos de placer crean una melodía dulce, amorosa y
desagradable que juega con las ondas del agua de la bañera. Su coño se está
tragando mi polla, empujándola más profundamente y pasando sus
músculos calientes y esponjosos a lo largo de mi eje.
Su cabeza se inclina hacia atrás mientras grita, clava sus uñas en mi cuero
cabelludo. Le rodeo la espalda con un brazo y lo paso por su columna con
movimientos sensuales. Mason mueve sus caderas rítmicamente, subiendo
y bajando al ritmo perfecto para hacer el amor con mi polla.
Ella abraza mi cabeza cerca de ella y me inclino lo suficiente como para
llevarme un pezón rosado y alegre a mi boca. Lo lamo, pasando mi lengua
contra los pequeños y dulces bultos en su carne. Con la otra mano, alcanzo
detrás de ella, sumergiendo mi dedo medio entre los globos redondos de su
culo y acurrucándolo hasta que encuentro ese apretado agujero virgen.
Presiono contra el apretado anillo de músculo, provocándolo y empujándolo
hasta que puedo meter la punta, y Mason monta mi regazo con más fuerza.
−Joder, cariño. ¿Te gusta que jueguen con tu pequeño agujero? −gruño
contra su deliciosa teta y presiono mi dedo más profundamente en su
inocente trasero. Me hundo en el primer nudillo, haciendo que su coño se
ondule alrededor de mi polla. Un placer candente zumba desde mi cuero
cabelludo hasta los dedos de mis pies, haciendo que mi saco se llene y pese,
ansiando liberarse.
−¡Oh, oh! ¡Por favor, eso me hará... Vic! −Mason gime de placer,
balanceándose sobre mi dedo y hundiéndolo hasta el segundo nudillo hasta
que finalmente está completamente dentro. Ese círculo apretado de músculo
aprieta mi dedo, tensándose y pulsando en conjunto con su cómodo coño
alrededor de mi longitud. Meciéndose hacia la felicidad, Mason tiembla y se
estremece, apretándose contra mí.
−Voy a llenar este coño con mi semen, Calabacita, y luego será mi turno de
llenar este culo. −Hago ruido, bombeando mis caderas hacia arriba, su dulce
sexo bebiendo cada gota que tengo que ofrecer.
Mi Calabacita. Mi Mason. Mía.
Puedo morir como un hombre feliz sabiendo eso. No es porque alguien me
ame, sino porque es ella y es toda mía. Ella es una luz pura en este jodido y
73
retorcido mundo. He estado girando fuera de mi eje durante los últimos 30
años aproximadamente, castigándome. Pero ella hace que todo valga la pena
y sea correcto ahora. Las partes más oscuras de mi mente no dan tanto miedo
con ella entre mis brazos.
Nunca esperé que salvar a Mason esa noche en el bar se convirtiera en ella
salvándome a mí.
74
Agradecimientos
¡Gracias Natalia por empujarme a escribir esto! No creo que esto hubiera
sucedido sin nuestras sprinting nights espontáneas. Este proyecto siempre
tendrá un lugar especial en mi corazón porque me trajo una amiga tan
maravillosa como tú. ¡He redescubierto mi amor por la escritura y me he
dado cuenta de que puede volver a ser divertido gracias a ti!
Gracias TG Grem por corregir este proyecto y hacerme sugerencias. Mi
objetivo siempre es hacer que mi libro sea la mejor versión posible. ¡Saving
Mason no habría llegado a este punto sin ustedes! ¡Su ayuda es muy
apreciada!
A mis lectores, les debo un gran agradecimiento. Muchas gracias por amar
a mis personajes y mis historias. Su continuo apoyo es lo que hace esto
posible. No se puede considerar −pequeña− ninguna forma de amor que
me envíes. Ya sea leyendo el libro en sí o dándole me gusta a una nueva
publicación en Instagram, estar aquí hace la mayor diferencia del mundo
para mí.
75
Sobre el Autor
76
El objetivo de esta Traducción es sin ánimos de lucro, solo pretende que
disfrutes de tu lectura en tu idioma. Si puedes apoya al autor.
77
78