Brujeria Magia Guadalajara Alonso
Brujeria Magia Guadalajara Alonso
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José Antonio Alonso Ramos
INTRODUCCIÓN
Intentaremos con este estudio trazar un panorama general sobre el estado de la
cuestión en la provincia de Guadalajara. Otros autores nos precedieron en el camino
y otros vendrán después para proseguir los caminos andados. El tema es muy
interesante y conviene que vayamos reuniendo datos para ir dibujando, con trazos
cada vez más deinidos, lo que constituye este complejo universo de creencias y
prácticas.
En primer lugar, es preciso hacer una distinción teórica, en relación a los términos
utilizados:
Frecuentemente se distingue entre religión y magia. Las diferencias no siempre
están claras. Las autoridades oiciales suelen ijar una serie de dogmas que conforman
una ortodoxia religiosa, aplicando los apelativos de magia y de superstición a toda
práctica o creencia espiritual que se escapa de esa oicialidad.
Es decir que, dependiendo de la coyuntura, un mismo fenómeno o ritual puede ser
clasiicado como mágico o como religioso.
Hay autores (FRAZER, por ejemplo) que opinan que la magia es un estadio
anterior a la religión. Otros (CARO BAROJA, 1990, 44) opinan que la Magia y la
Religión no se pueden separar tan toscamente como se creyó en un tiempo.
Tanto la magia y la hechicería como la brujería persiguen objetivos
extraordinarios, fuera del alcance de la razón. Pero la brujería lleva implícito, al
menos teóricamente, un pacto con el diablo para hacer el mal. La bruja le entrega
una gota de su sangre y, a cambio, puede hacer el mal a quién quiera (BLAZQUEZ
MIGUEL, 1985, 97). También la hechicería, según algunos autores (CORDENTE,
por ejemplo) llevaría implícito un pacto con el diablo.
Mientras que la bruja suele ser vieja, temida y odiada y aislada de la sociedad, la
hechicera es consultada y admitida.
La brujería es menos popular, ya que los fenómenos extraños en que participan
(vuelos, aquelarres, etc.) hacen de ella un personaje poco creíble.
Pero la brujería es un fenómeno general que trasciende las fronteras nacionales.
La magia suele ser positiva, pero algunos autores (CORDENTE) citan también un
tipo de magia negra que llevaría consigo un pacto con el diablo. La distinción entre
magia blanca y negra sí se encuentra diferenciada en el discurso de otros autores
(CARO BAROJA, 1990, 44), quién asocia la primera al día y a una consideración
social y la segunda la deine como secreta, nocturna, antisocial y maléica y asociada
al término de Hechicería.
Tradicionalmente, se han distinguido dos tipos fundamentales de magia:
A/ Magia simpática: lo semejante produce lo semejante.
B/ Magia contaminante (o de contagio): las cosas que alguna vez estuvieron
juntas, al separarse, mantienen una relación mágica de modo que lo que se le haga a
una lo sufrirá la otra. (FRAZER, 1981, 33 y ss.).
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UN POCO DE HISTORIA
El término “bruxa” aparece en el siglo XV, según Corominas y podría estar
emparentado, lo mismo que la palabra “baraja”, con Baruc, profeta del Antiguo
Testamento y con los discípulos judíos de Baruc, conocidos por sus dotes adivinatorias
(CORDENTE MARTÍNEZ, 1990, 15).
El mismo autor habla de la relación entre la palabra “enjorguinarse” con
“xorguina” otra de las denominaciones aplicadas a las brujas.
Lo cierto es que cuando una mujer era considerada bruja, muchas veces por
antipatía, odio, rencor o envidia, la sombra de la sospecha pesaba como una losa
sobre ella y sus familias, ya que se pensaba que la brujería era un mal heredado.
Desde el punto de vista etnográico e histórico, la cuestión tiene un gran valor,
ya que los orígenes del fenómeno, se remontan a la prehistoria en los momentos
en que el hombre se ocupaba en cazar y las mujeres recogían plantas silvestres para
alimentar y curar a la comunidad.
Esto tendría su continuidad con gran implantación en las culturas clásicas
(“sagae” y “striges” romanas). Para CARO BAROJA la brujería y la hechicería
son una continuidad del culto a Diana (CARO BAROJA, 1990, 88). Estas prácticas
tendrían su prolongación en el mundo germano y el medieval en general.
Hay ungüentos, prácticas, creencias que hunden sus orígenes en el mundo clásico
y que pervivieron en la historia, a pesar de la ortodoxia religiosa.
En general se acepta que esas brujas tenían alucinaciones, es decir que, aunque
físicamente permanecían en el sitio, creían volar, debido a la aplicación de ungüentos.
Esa untura es mencionada, por ejemplo por Apuleyo en “El asno de oro” o “La
metamorfosis” o por Luciano en “Lucio o el asno” y debía tener una base de plantas
solanáceas, posiblemente Mandrágora oficinarum L. , beleño (Hyoscyamus niger
L.) y otras como el opio.
En 1554, el segoviano Andrés de Laguna, durante una visita al duque Francisco
de Lorena, que habitaba en Nancy, obtuvo una muestra de un ungüento a base de
Cicuta, Solano, Veleño y Mandrágora (BECERRA, 2004, 124).
Experimentos cientíicos posteriores a base de unturas en axilas y frente (zonas
sensibles) conirman la sensación de vuelo por los aires experimentada.
Brujas y hechiceras suelen ser personas marginadas, con conocimientos sobre las
plantas y remedios, pero la bruja es, además, temida y asociada con hechos cruentos
como el asesinato ritual de niños. La bruja, teóricamente, adora a Satanás y se entrega
a él en cuerpo y alma.
Las brujas desarrollan su actividad más importante en dos fechas principales: el
solsticio de verano (San Juan) y el de Invierno (San Silvestre).
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Conocemos algunos casos, que BLÁZQUEZ MIGUEL cita dentro del capítulo
que dedica a las supersticiones judaicas. Así tenemos el de Constanza Lopes,
vecina de Molina, procesada en 1496, que hacía colocar huesos en los jubones de
los maridos cuyos amores pretendían recuperar sus mujeres. También echaba gotillas
de aceite y plomo y “medía la cinta”.
Lo mismo hacía Romera Sánchez, de Cifuentes, en 1494, quién según parece
realizaba prácticas judaizantes, al igual que Blanca, vecina de Sigüenza, quién fue
acusada de judía practicante y de tener pacto con el diablo.
A principios del siglo XVI, se da una sicosis colectiva con el tema de la brujería
en Cuenca, donde se procesa a “la Lorenza”, Águeda de Beamud y “la Illana de
Peñalver” entre otras, acusándolas de brujería y de tener que ver con la muerte de
niños.
Calmados los ánimos en aquel momento y lugar, otra sicosis colectiva tiene lugar
en el obispado de Cuenca, esta vez en la Alcarria de la actual Guadalajara, por el
mismo motivo que los sucesos de Cuenca, es decir por las misteriosas muerte de
niños de las que se acusan a brujas.
Uno de los casos más sobresalientes de brujería de la provincia de Guadalajara, es
el de PAREJA, donde se documentan varios sucesos, en 1526 y 1527.
Blázquez Miguel cita como se detiene en Pareja a Francisca Ansarona, que fue
acusada de invocar al diablo a instancias de Quiteria de Morillas, su vecina y de
establecer pacto con él, dándole una gota de su sangre. Las dos “brujas” entraron en
casa de un vecino que tenía un niño de medio año que fue estrangulado por Quiteria,
quién le metió el dedo por el “sieso” y lo sacó lleno de unto con el que hacer
ungüentos.
Francisca Ansarona, de 50 años se autoinculpa en el proceso de ser bruja desde
hacía 30 años. Habla de cómo “salían volando e ivan altas del suelo hasta dos palmos
en el ayre”.
Una curiosidad es el ungüento con el que teóricamente se untaban: trozos de
culebra con corteza de noguera, ortiga, unto de caballo, tela de niño y cera para
cuajarlo. Los lugares donde se untaban eran los hombros y axilas.
Cuando llamaban a los diablos y volaban con ellos para asesinar niños decían:
De viga en viga
Con la ira de Dios
Y de Santa María.
También “La Morillas” airmaba que sólo entraban en las habitaciones de los
niños que no estaban santiguados, ni tenían cruces ni imágenes en sus habitaciones.
Asimismo declaró que iban con diablos que se les aparecían en forma de hombres
negros y las llevaron a un prado donde había muchos hombres y mujeres con otros
demonios, saltando en corros y jugando. Describe al diablo como un hombre negro
de mediana estatura y los ojos bermejos y encendidos y voz sonora. También que
esas reuniones nocturnas terminaban con el canto del gallo. En el proceso se nombran
otras brujas y un hombre -un tal “Jº de Violante”-. Otra parte del proceso describe las
relaciones carnales de las brujas con el diablo.
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Otra de las brujas que aparece es su hija Quiteria Morillas y otra llamada “La
Violante”, también conocida como “La Machuca”.
Estos son los datos que aparecen en los procesos y que hemos tomado del libro de
HELIODORO CORDENTE, tantas veces citado.
El fanatismo popular hace que La Morillas sea arrestada en la fortaleza del pueblo,
desde donde cayó y murió defenestrada. No contentos con ello queman su cadáver
en la Era Milano. Su hija y su compañera son apresadas y sometidas a tormento, tras
lo cual coniesan su participación en aquelarres y ritos satánicos. Condenadas a la
hoguera por la inquisición conquense, la Suprema anula las sentencias por haber sido
arrancadas durante el tormento, conmutándoselas por penas corporales y espirituales
(CORDENTE MARTÍNEZ, 1990, 45,46).
Su hija Quiteria Morillas deiende a su madre, diciendo que el ungüento que
se daba su madre no era brujeril, sino “agua de cardenillo”, que le había dado una
mujer porque estaba enferma de bubas. Fue sometida a un primer tormento, pero no
consiguieron arrancarle declaración de culpabilidad. En un segundo tormento no
pudo más y se declaró bruja, volviéndolo a negar y así varias veces hasta que, tras
muchos tormentos, volvía a declararse culpable.
Al inal fue absuelta por un dictamen de la Suprema, condenándola a abjurar de
Leví, a rezar y a ir de romería a Monsalud (CORDENTE MARTÍNEZ, 1990, 55,
56).
En años posteriores, vuelve la psicosis a Pareja y se sigue acusando de brujería a
hijas de “La Morillas”, especialmente a Ana “La Roa” y a María Parra.
En 1554, se leyó en Pareja un edicto por el que se ordenaba que se comunicara
a la Inquisición toda sospecha de brujas, so pena de excomunión. De este modo se
acusa de nuevo a las hijas de “la Morillas”.
En 1555, María Parra declara y se autoinculpa de pacto con el diablo y asesinatos
de niños. (CORDENTE MARTÍNEZ, 1990, 57-59).
Al año siguiente Ana “La Roa” reconoce su brujería, que tiene relaciones con
el diablo, que acudían a Barahona y que se untaban con unto de sapo y huesos y
seso de criaturas (CORDENTE MARTÍNEZ, 1990, 60). Como consecuencia de esas
declaraciones se detuvo a “La Machuca” y a sus hijas Teresa López, Ana Machuca
y Mari Rodríguez, así como a Juana “La Carretera” y María Domingo. Tras declarar
su inocencia, fueron puestas en libertad.
En 1557, Ana “La Roa” revoca su confesión, diciendo que todo lo dijo para evadir
el tormento y conseguir la libertad.
María Parra fue condenada a 100 azotes, por las calles públicas de la ciudad en un
asno y desterrada a perpetuidad del obispado de Cuenca. (CORDENTE MARTÍNEZ,
1990, 62).
Los sucesos de Pareja reúnen la práctica totalidad de los elementos más
destacados del fenómeno brujeril:
- Intervención de la mujer.
- Presuntos asesinatos de niños.
- Pactos con el diablo.
- Típica iconografía diabólica.
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Juana Martínez coniesa esto a los inquisidores y, en 1528, el Fiscal del Santo
Oicio presentó ante los inquisidores conquenses una petición de arresto contra
Águeda de Luna. Ella dice que fue una invención suya para asustar a su amiga, pero
fue encarcelada y sometida a tormento.
Tras varias torturas, declara que su bisabuela era bruja y que por las noches la
llevaba al Campo de Gallocanta, donde hacían aquelarres. Confesó que su bisabuela
le enseñó a ser bruja en Villel, en donde se juntaban con otras personas y les decía
que irían volando a Gallocanta, en donde irían a un aquelarre, de donde volverían
antes de que cantasen los gallos.
Por todo ello fue condenada a un año de prisión penitencial en su domicilio, a
llevar el infamante sanbenito, mientras tanto, aparte del tormento padecido.
Estos datos también están tomados del estudio de CORDENTE, al igual que otro
sucedido en la villa de Cubillejo, en 1567, donde apareció muerta y quemada
una criatura. Se culpó de ello a “La Ortega” una mujer con fama de bruja. Se la
condenó al destierro y, desde Aragón, fue llamada de nuevo, sometida a tormento.
Se autoinculpó y declaró también culpable a Mari Bernal, quién también fue
atormentada, pero soportó el tormento con entereza sin declararse culpable.
(CORDENTE MARTÍNEZ, 1990, 72, 73).
En 1580, se sospecha de la existencia de brujas en Molina y se acusa a Catalina
Romera y María Ruiz, pero al ser Catalina pobre y enferma se remite su caso a la
justicia seglar molinesa (CORDENTE MARTÍNEZ, 1990, 75).
También en El Casar se abrió un proceso inquisitorial en 1591 (LA PENÍNSULA
DE LAS BRUJAS, 2009, 57-58). Tres mujeres fueron acusadas de brujería e
infanticidio, acusándoles los padres de los niños de protagonizar una serie de hechos
truculento. En este caso se narran también aquelarres, vuelos por el aire, etc. La cosa
acabó en un auto de fe en la toledana plaza de Zocodover, con la abjuración de Leví,
por parte de las reas y su posterior destierro.
Ya en el siglo XVII, en 1608, se remite a la Inquisición un caso desde El Recuenco,
el de Juana “La Coba” por matar y asar a unas criaturas, “abriéndoles las cabezas
y chupándoles la sangre”, pero la inquisición no actúa por considerar gratuitas esas
acusaciones. (CORDENTE MARTÍNEZ, 1990, 75).
En Atienza también se acusó a Ana Sanz, en 1662, de estar relacionada con la
muerte de un niño. (BLAZQUEZ MIGUEL, 1985, 99, 100).
Los casos de Sacedón, según parece, corren paralelos a los de Pareja en su segunda
fase, hacia 1547, y también las brujas de esta localidad acudían, teóricamente, al
campo de Barahona. Detrás de todas las confesiones de estas pretendidas brujas,
puede estar, según Blázquez Miguel, el miedo al tormento, ya que se retractaron,
después, de lo declarado.
Miedo, también, debía existir en Armallones, ya que, en 1579 “nadie se atrevía
a salir por la noche por las calles”, debido a la existencia de brujas en la localidad
(BLAZQUEZ MIGUEL, 1985, 105).
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CURANDERÍA:
EL MAL DE OJO
Al igual que en otros muchos lugares, en la provincia de Guadalajara existió y
existe la creencia en el “mal de ojo”.
Es una práctica documentada, hace siglos. Recordemos los casos citados por
Blázquez y que señalábamos más arriba, de Constanza Lopes, vecina de Molina,
procesada en 1496 y de María de Ayala, de Yebra, en 1553, casos también citados
por María Lara
Ya en 1655, consta que Ana García, vecina de Campillo de Ranas, en 1655,
estaba considerada como maléica, haciendo que enfermaran personas y animales.
Algo similar ocurría con su nuera, Catalina Serrano, (BLAZQUEZ MIGUEL, 1985,
114).
En la zona de la Campiña del Henares ha sido documentada su práctica en
Marchamalo, Cabanillas y otras localidades (HUALDE y ORMAZÁBAL, 2002,
274 Y ss.).
Además, constatamos que sigue vigente actualmente en otros pueblos –Solanillos
del Extremo, Peñalén, Abánades, Renales, etc.-.
Generalmente, el “mal” es echado por una persona –aojador-, por envidia o
mala fe -a veces incluso sin querer a miembros de la propia familia-. En la sociedad
tradicional era frecuente que el mal lo recibieran también los animales. Ese mal se
maniiesta por varios fenómenos como dolor de cabeza, falta de apetito, malestar,
vómitos…
Para conocer si una persona tiene mal de ojo, el curandero o curandera, curiel o
curiela solía echar unas gotas de aceite en un vaso o taza de agua. Si se deshacen
las gotas en el agua, se supone que se tiene mal de ojo. Esta práctica de las gotas de
aceite en el agua, que sigue en uso, actualmente, es una práctica secular que ya se
realizaba, al menos en el S. XVII (BLAZQUEZ MIGUEL, 1985, 115).
Para curarlo se solían recitar oraciones a Dios, la Virgen o los santos. Estas
oraciones solían ser secretas pues, a veces, nos contaron que si se hacían públicas, la
curandera dejaba de tener “gracia” y desaparecían sus facultades curativas.
Los curanderos solían recibir esa “gracia” de la divinidad, pero por vía familiar.
Cuando esa persona -frecuentemente mujer- tenía gracia, la transmitía a una de
sus hijas, aunque también los hombres podían recibir esa suerte. La transmisión era
sencilla y a solas, de boca a boca. El fenómeno de la curandería era conocido por
toda la comunidad. Por supuesto, la familia sabía que esa persona curaba. Cuando
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llegaba el momento, se transmitía ese poder y las oraciones o fórmulas, rituales, etc.
a la persona elegida para continuar con la costumbre familiar de las curaciones.
En Masegoso de Tajuña, el mal se maniiesta, por ejemplo con fuertes dolores
de cabeza. Para diagnosticarlo se echan unas gotas de aceite en un vaso de agua.
Si se deshace la gota es señal de que se tiene mal de ojo. Para anular los efectos del
mal se hacían rezos.
En Solanillos del Extremo, sigue habiendo tradición de curarlo. El ritual dura,
a veces, varios días. En un vaso de agua se van echando gotitas de aceite y granos
de sal gorda, a la vez que se rezan unas oraciones. Se cree que se tiene mal de ojo
cuando el aceite sitúa de una determinada manera. Hace años lo curaba T. M., por
ejemplo. Actualmente hay quién lo quita por teléfono.
En Renales, el mal de ojo se quitaba echando gotitas de aceite y granos de sal en
un vaso de agua. Luego se echaba la sal a la lumbre. Si chisporroteaba o no, después
de haber mojado la sal, se interpretaba que se había quitado o no el mal.
En Abánades, con frecuencia, se achacaban las enfermedades al llamado “mal de
ojo”. Para saber si una persona tenía ese mal, se echaban unas gotas de aceite en una
taza con agua. Si se deshacía el aceite y se mezclaba con el agua es que había mal de
ojo. Si se quedaba la gota entera se suponía que no había tal mal.
Para anular el efecto del mal de ojo, en esa localidad, se decía alguna oración (la
conocen, por ejemplo G. y S. O. Hubo otras personas que también quitaban el mal
de ojo –Clementa, Raimunda- . Para evitar el mal de ojo se lleva un cruciijo en el
pecho.
En Romancos, también se echan gotas de aceite en un recipiente con agua. Se
creía que si las gotas de aceite derramadas en el agua, se juntaban era señal de que
existía mal de ojo.
En Peñalén, el mal de ojo lo quitaba L. R., que pasó sus poderes por vía familiar.
Para ver si hay mal de ojo, se echa agua clara en una taza y se coge un trozo de
pelo del paciente. Se moja en aceite y se deja caer en el agua. Si se “esvanece”, o sea
si se deshace, es señal de que hay mal de ojo. Por el contrario, si se queda formando
una sola gota es señal de que no hay mal y entonces el origen de los síntomas es una
enfermedad común.
Para curar el mal hay que recitar una oración de la que sólo sabemos que nombra
a la Virgen, pero que no es pública. Otra de las personas que nos informaron, nos
contó que la oración iba dirigida a San Cosme y San Damián, quienes por cierto
curan en la Sierra de Guara, en Huesca, aquello a lo que la ciencia no alcanza y las
hernias infantiles (ARAGONÉS SUBERO, 1992, 28). Si la oración se da a conocer,
deja de tener su efecto y el que cura deja de tener esa gracia.
Si los efectos del mal de ojo persisten, hay que repetirla dos o tres días y si
tampoco se consigue la cura se repite hasta nueve días seguidos.
En Peñalén, se cree que el mal de ojo puede estar producido por malas miradas,
o por nombrar al diablo, aunque también se cuenta el caso de que una mujer se lo
hacía a su propia hija sin querer, por exceso de cariño. También el que quita el mal
de ojo puede sufrirlo. A nuestra informante, una vez, debió de curarla su madre en
el campo.
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A veces, para curarse van desde Taravilla hasta Peñalén, aunque informando por
teléfono también puede curarse el mal de ojo.
Existió la creencia de que el mal de ojo era especialmente efectivo con las personas
débiles y con los niños. Ya desde la más tierna infancia se procuraba protegerlos con
amuletos y símbolos.
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Desaparición de verrugas
En Romancos, las verrugas se quitan aplicándose sangre del toro de los festejos
taurinos.
En Malaguilla, se contaban las verrugas del sujeto y se echaban a un pozo tantos
garbanzos como verrugas tenía, cuidando de que no pasara en ese momento la
persona que tenía las verrugas.
En varias localidades de La Campiña se utilizaba este método, más o menos
similar, empleando garbanzos, cucos de enebro o agallas de roble. Otras veces
se quitaban simplemente contando las verrugas que se tenían. (HUALDE Y
ORMAZÁBAL, 2002, 274 y ss.).
Esta costumbre de quitar las verrugas contándolas y cogiendo por otro lado las
mismas unidades de cucos, garbanzos, etc. y escondiéndolos o arrojándolos después,
sin que lo percibiera el sujeto que las tenía estaba muy generalizado por toda la
provincia.
En el barrio del Alamín, en Guadalajara-ciudad, Javier el Pichirri, de la familia
de los tejeros quita las verrugas contándolas al paciente y pasando sus manos por
ellas. El propio paciente debe contárselas y poner tantas hojas de zarzamora como
verrugas tenga debajo de una piedra. Cuando se sequen las hojas se secarán también
las verrugas.
En Muduex, se coge una patata y se corta por la mitad. Con una mitad se frotan
las verrugas. Y la otra mitad de la patata se tira encima de un tejado. Cuando se seque
la mitad arrojada al tejado desaparecerán las verrugas.
En Amayas, se pasaba la zona ventral de una lagartija viva por todas las verrugas
que se querían eliminar de una persona. Posteriormente, se colgaba del techo la
lagartija viva, hasta que se secaba, con la creencia de que al secarse la lagartija,
se secaban también las verrugas y desaparecían. Esto también se ponía en práctica
en Ablanque. Aquí tendríamos un caso típico de magia simpática –lo semejante,
produce lo semejante-.
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En Atienza, por ejemplo, la noche de San Juan, las mujeres llenaban un caldero
de agua, dejándolo en la ventana, con la creencia de que, a lo largo de la noche se
dibujaría en el agua la cara del futuro esposo (GISMERA, 2009,306).
El número 13 sigue siendo un número fatídico. En Tartanedo, cuando en iestas
o en matanzas se juntaban 13 personas se pensaba que moriría alguien, porque
“enredan los demonios”.
En la misma localidad, si en un entierro se mojaba el pozo recién abierto, se
pensaba que podría morir alguno más.
En Sigüenza sigue existiendo la costumbre de llevar huevos a las monjas Clarisas.
Se ofrecen para propiciar que el día en que se celebrará un acontecimiento -boda,
comunión, etc.- esté claro o soleado. Se llevan trece huevos, pero las monjas en el
torno te dicen que entregues una docena de 13 huevos.
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Es general la creencia de que cuando salen las hormigas con alas va a llover,
lo mismo ocurre cuando salen ciertos reptiles a las carreteras y caminos (sapos,
culebras, etc.). En Malaguilla, se pensaba que los sapos salen a los caminos cuando
barruntan agua.
En Málaga del Fresno, Carmen Pastor iba a un determinado lugar, el 2 de agosto,
y daba la vuelta a las piedras, para adivinar el tiempo que iba a hacer (esto puede
tener alguna relación con las cabañuelas.
En Malaguilla, se pensaba que si llovía por la Candelaria, se acababa el invierno:
Si la Candelaria plora / el invierno fora.
Si se apaga la vela que lleva la Virgen de la Candelaria, en la procesión por
las calles de la villa, se tiene por seguro que vendrá mal tiempo y se teme por las
cosechas.
También se creía que el día de San Sebastián estaba bueno, la Candelaria estaría
malo el tiempo y viceversa.
En la misma localidad, cuando se pone el cielo colorado, se piensa que vendrá
aire, se dice que el cielo tiene ceja.
En Robledo de Corpes, según me contaba mi padre, cuando el cielo se ponía
rojo al atardecer, se decía que salía la vaca bragá y se pensaba que vendrían días
de calor.
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Desde los primeros años, los niños realizábamos prácticas sencillas con contenido
mágico. Era habitual la fabricación de pitos con la paja verde del cereal. En Peñalver,
según me contó mi amigo, el folklorista Doroteo Sánchez (+), los niños recitaban al
fabricar esos pitos, mientras se trazaban una cruz en la frente:
Lagarto, lagarto,
si no me chilas te parto.
Recitábamos retahílas para poder beber el agua, en los charcos sin que nos pasara
nada. En Robledo de Corpes se decía:
Por aquí pasa Dios,
por aquí la Virgen.
Si es agua mala
que la vomite.
En Malaguilla, cuando se quería beber agua del arroyo se metía la mano dentro
y, al tiempo que se trazaba una cruz, se decía:
Por aquí pasa Dios,
por aquí la Virgen.
Si es agua buena que se quede,
si es agua mala que se vaya.
Recordemos también la práctica de deshojar margaritas para adivinar si me quiere
o no me quiere. En Malaguilla estas lores reciben el nombre de rilloras, seguramente
por alguna práctica similar que tenga que ver con las expresiones ríe-llora.
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En esta localidad, se guardaban los dientes de leche, pensando que de no ser así
cuando te morías tendrías que ir a buscarlos con un candil encendido colgado del
tete.
Por eso se clavaban en las puertas para que no se perdieran.
En Abánades, las madres de las mozas recitaban un conjuro a San Antonio, con
el in de que las ayudara a éstas a encontrar novio.
Patitas, manitas,
cara de rosa.
Dale un novio a mi hija,
que está moza. (ALONSO, 2012, 344).
Ya documentamos también en esa localidad la costumbre de echar ceniza en los
genitales de los mozos, en el momento de su entrada en ronda y de poner cagarrutas
en el chocolate a las nuevas mozas. La cuestión es si estas prácticas eran meras
bromas para los neóitos o pudieran tener alguna conexión de carácter mágico
(ALONSO, 2012, 343).
ORACIONES
Para encontrar cosas perdidas era habitual el recitar algunas oraciones. El
responsorio de san Antonio se utilizaba para encontrar cosas perdidas, pero también
para otras situaciones de apuro, en Abánades y en Renales, por ejemplo (ALONSO,
2012, 341).
Para la protección contra las tormentas, todavía hoy se repite la oración:
Santa Bárbara bendita,
que en el Cielo estás escrita
con papel y agua bendita
y en el ara de la cruz
Paternoster, amén, Jesús.
En Tartanedo es muy conocida la oración a San Bartolomé, protector contra los
rayos:
San Bartolomé madrugó una mañana
Antes que el gallo cantó,
Se encontró con el Señor
Y le dijo:
¿Dónde vas Bartolomé?
Yo Señor con vos iré.
Ven que te dará un don
que no se lo daré a ningún varón:
en la casa que seas nombrado tres veces
Bartolomé, Bartolomé, Bartolomé
no morirá mujer de parto,
ni niño de espanto,
ni hombre de rayos ni de centellas.
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CONJUROS
En 1538, Juan Pérez, clérigo de Guadalajara, escribía en cada uno de los pechos
de las mujeres para que se les cortara la leche cuando se destetaban:
T.ihs
ardia cardia canfonia canfonia ardia
cardia cardia canfonia ardia.
También escribía otros conjuros para curar a los hombres de tercianas.
También Baltasar Benavente escribía conjuros similares en los pechos de las
mujeres para el mismo in (BLAZQUEZ MIGUEL, 1985, 69).
En relación a las tormentas era habitual el recitado de conjuros o dichos como el
tintilinublo para mitigar los daños. Frecuentemente eran acompañados de toques de
campana, conocidos con el mismo nombre.
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En Sienes se decía:
Tintilinublo
que viene nublo
por la Sierra
de Valdecubo.
Los pajarillos cantan,
las nubes se levantan,
que viene un torrente,
más vale Dios
que toda la gente.
Cruz de Caravaca protectora contra las tormentas. Foto José Aº. Alonso.
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Brujería y magia en la provincia de Guadalajara
La Fuensaviñán. Cruz de cera para bendecir y proteger los campos. Foto José Aº. Alonso.
C.C.T. Diputación de Guadalajara.
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También hacíamos referencia a distintos elementos que servían para proteger los
animales, la casa, las personas, el espacio urbano.
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Brujería y magia en la provincia de Guadalajara
Pliego con el texto protector en una cuna de Majaelrayo. Foto José Aº. Alonso.
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Una llave de tubo hueco para curar los orzuelos de los ojos . Foto José Aº. Alonso.
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Brujería y magia en la provincia de Guadalajara
Guadalajara. Amuleto protector contra las almorranas. Foto José Aº. Alonso.
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ROGATIVAS
La falta de agua suponía, en nuestras comunidades tan dependientes del medio
natural, un gran problema. Para intentar mitigarlo, nuestros paisanos acudían a las
distintas advocaciones de Dios, de los santos y vírgenes para propiciar la lluvia.
En la ciudad de Guadalajara se sacaba a San Roque de procesión para que
lloviera. Se le colocaba un trozo de bacalao en la boca, pensando que así llovería.
En Abánades, se le rezaba una novena y se le canta a la Virgen de la Merced.
Desde esa localidad se desplazaban también a Mirabueno para hacerle rogativas a la
Virgen de esa localidad. (ALONSO, 2012, 341)
También se le cantaban rogativas a la Virgen del Armallak, en Riba de Saelices.
Riba de Saelices. Procesión a la ermita de la Virgen del Armallak. Foto José Aº. Alonso.
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Brujería y magia en la provincia de Guadalajara
LAS TORMENTAS
Como digo, ya publicamos, en el año 1993, un extenso trabajo sobre diversas
prácticas mágicas, que se realizaban en nuestra provincia, en relación con las
tormentas (ALONSO, 1993). En esa publicación encontrará el lector muchos datos
que le acercarán a la comprensión de la mentalidad mágica de nuestros ancestros.
Todavía después de aquella publicación hemos seguido recogiendo datos, que
citamos aquí como mero botón de muestra.
En Luzón se cogían piedrecitas mientras tocaban las campanas el Sábado de
Gloria. Las piedrecitas se guardaban en la casa y se arrojaban, luego, cara atrás,
cuando llegaba la tormenta.
En La Miñosa se guardaban las piedras del rayo, en las casas, pensando que de
este modo no caían los rayos.
En Puebla de Valles, era habitual que se guardara un tipo de roca metamórica
que, frecuentemente, fue utilizada por el hombre en el Neolítico para fabricar
herramientas pulimentadas. Son piedras que se recogen en el término y que con el
arado del terreno aloran a la supericie. En la localidad se conocen con el nombre de
“centellas” y existe la creencia de que allí donde están no cae rayo alguno.
Puebla de Valles. Centellas protectoras contra el rayo. Foto José Aº. Alonso.
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Brujería y magia en la provincia de Guadalajara
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José Antonio Alonso Ramos
En El Pedregal los mozos iban la noche de San Juan a beber agua a la “Fuente de
la Parra”, convencidos de sus propiedades mágicas.
Cuenta la leyenda que esa fuente fue una transformación de una bella muchacha de
largos cabellos rubios, que cabalgaba desnuda por los bosques de la zona a lomos de
un caballo blanco, haciendo sonar un cuerno. Dos grupos de contendientes luchaban
por conseguirla, hasta que viendo que ninguno la lograba, alguien la derribó de una
pedrada, muriendo al instante. Cuando fueron a verla, su cadáver se convirtió en una
fuente y sus cabellos en una parra rojiza. (LÓPEZ BELTRÁN, 1981, 335).
Por San Juan, en San Andrés del Rey, una mora encantada, embelesó a un pastor
mientras bajaba desde una cueva a la “Fuente la Picaza”.
En Huertapelayo, existió una leyenda, según la cual, con los primeros rayos
solares, sale a peinarse una princesa mora encantada, en el Pozo de la Vega, esperando
a su príncipe liberador (EMBID VILLAVERDE, 1997).
En Pardos, la tradición popular ha conservado la leyenda en verso:
En el Ojo Carravilla
hay una mora encantada,
que la mañana de San Juan
sale a lavarse la cara.
El poeta Juan Pablo Mañueco, en su libro Castilla. Este canto es tu canto, recoge
en su poema La encantada de Usanos una leyenda, que le contaba su madre en
Usanos sobre una lamia rubia, que también salía en la noche de san Juan.
La recogida de la lor del helecho en esa noche es una práctica que aparece en
múltiples procesos hechiceriles. En algún caso se creía que la simiente del helecho,
recogida en San Juan era útil para encontrar y sacar tesoros escondidos, tener suerte
en el amor y en el juego y caminar sin cansarse (BLÁZQUEZ MIGUEL, 1985, 63).
Otro relato de los escuchados en Peñalén cuenta como una persona, en la noche
de san Juan aceptó el reto de ir a buscar solo la lor del helecho, que según la creencia
del pueblo nace solo esa noche y se marchita también antes de amanecer. Esa persona,
según el relato, tenía un libro que lo echaba a la lumbre y no se quemaba. Esa noche
los fenómenos naturales se desataron en el paraje denominado “Los Huertos” y
mantuvo una pelea con el demonio.
Otra práctica de la noche de San Juan, en Peñalén, consistía en coger agua del
pilón o en un cubo o una jarra y dejarlo antes de salir el sol, para lavarse, después, la
parte del cuerpo que se quería curar.
También el rocío de esa noche tiene propiedades mágicas, en Peñalén. Se pensaba
que curaba enfermedades. Así, por ejemplo, una mujer con problemas gástricos se
echó a rodar en camisón para bañarse con el rocío mágico.
También se elegía esa noche para resembrar frutos o plantas que no habían nacido
bien. Se creía, en Peñalén, que las plantas sembradas en esa noche, crecerían deprisa,
hasta alcanzar a las que se plantaron anteriormente.
Esa noche, en la misma localidad serrana, también se cortaba la lor del sahúco
con la que se curaban las inlamaciones, haciendo sahumerios con la lor seca. Éste
método se usaba, por ejemplo para el dolor de muelas.
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Brujería y magia en la provincia de Guadalajara
Sin embargo, en Abánades, se cortaban los espinos de los huertos, por San Juan,
al salir el sol, con la creencia de que ya no volverían a brotar. También se cortaba la
“siempreviva”. Se tiene la creencia de que si se arranca por San Juan, se cuelga y dura
un año sin secarse. Asimismo, se cogía “sabuco” y se colgaba para dejarse secar. Con
esta planta seca se hacían vahos, por ejemplo para curar a las ovejas del “torozón”.
En Romanones, la gente joven se subía a los cerros, de madrugada, para ver salir
el sol, pues se decía que lanzaba lenguas de fuego. Se cogían “san juanes”, unas
lores amarillas que repartían, luego, en la puerta de la casa y se cogía el “trébole”.
”A coger el trébole/el trébole, el trébole/ la noche de San Juan” (HERNÁNDEZ
ROJO, 1998,14).
En Luzón, también se revolcaban en el rocío, al despuntar el sol y se salía a ver
el astro rey de madrugada, pues se pensaba que daba vueltas.
En Guadalajara capital, en la Fuente de la Niña, donde ahora celebra el “Solsticio
Folk”, las familias se reunían para hacer chocolate y buscar el trébol de cuatro hojas.
Muchas de estas costumbres tienen su origen en ritos con una prolongada historia.
Ya estudiamos, hace años, la relación de un culto mariano (Virgen del Armallak,
en Riba de Saelices) con San Juan. (ALONSO, 1988, 33). En este caso, los naturales
de la localidad nombraban indistintamente como Fuensanta o Juansanta a la fuente
donde se apareció, según la tradición, la Virgen citada. Otro dato deinitivo es que
dicha fuente está muy cerca de la actual ermita y que entre la ermita y la fuente se
encuentra una conocida necrópolis celtibérica.
En nuestra provincia, al igual que en otros lugares, abundan los lugares –pozos,
fuentes, etc.- relacionados con el agua milagrosa, con antiquísimos rituales. En lugares
como Horche –paraje de la Fuensanta- o Millana –advocación de la Virgen de la
Fuensanta- podríamos encontrarnos con otros ejemplos de esos antiquísimos cultos.
Casa de Uceda. Pozo salutífero de la Virgen de los Olmos. Foto José Aº. Alonso.
C.C.T. Diputación de Guadalajara.
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José Antonio Alonso Ramos
Estudiar con método estas cuestiones, citar simplemente otros ritos relacionados
con las celebraciones de San Juan o de la Virgen, llevaría un tiempo del que ahora
no disponemos. Pero creo que dejamos aquí descritos suicientes elementos que
ayudarán al lector a comprender la importancia de esta noche mágica en la mentalidad
mágica de nuestros ancestros.
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Brujería y magia en la provincia de Guadalajara
BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES:
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INFORMANTES
ABÁNADES: Un grupo de informantes, en el que estaban Gregoria, Primitiva,
Consuelo y María, nos hablaron del mal de ojo.
Enrique Igualador Salmerón. Natural de Abánades (15-7-1919). Agricultor y
ganadero.
Matías Domingo Igualador. Natural de Abánades (31-3-1936). Agricultor y
ganadero.
Ambos informaron de las costumbres de san Juan, en Abánades.
ABLANQUE: Nieves Abánades informó de la práctica de quitar verrugas con
una lagartija.
AMAYAS: Elisa Escolano. Natural de Amayas. Maestra. Nos da toda la
información que mostramos de esa localidad.
ARCHILLA: Pablo Ruiz Lobato informó de la práctica de prevenir la ruin a los
gatos.
GUADALAJARA: Sobre las verrugas en el barrio del Alamín nos informó Javier
de Luz Espada, natural de Guadalajara.
LA MIÑOSA: Julio Cuenca, funcionario, natural de La Miñosa. Informó acerca
del uso de la piedra del rayo y de la siempreviva.
MÁLAGA DEL FRESNO: Apolonio Rojo Manzano informó sobre los antojos y
sobre temas de curandería.
Mª Luz Camino Camino informó de la costumbre de poner ramos benditos en los
sembrados.
MÁLAGUILLA. Margarita Calleja Sanz informó de la curación de verrugas y
del nombre de las rilloras. Asunción Jiménez de Gregorio y María Luz Sanz Camino
informaron de los dientes de leche. Ésta última nos informó también del conjuro para
beber agua.
Máxima Sanz nos enseñó refranes relacionados con el tiempo.
Rafael Yela informó del manazas para inducir al sueño a los niños y del camuñas
para asustarlos.
MAZUECOS. Rodrigo Ribera Rodríguez, de profesión pastor, nos informó de
las “cabañuelas”.
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