Jersey Girl (Sticks & Hearts #01) - Rhonda James

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1

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2
Tolola

Aleja E Larissa
Bella´ Ms. Lolitha
EstherC RRZOE
Gerald Taywong
Julii.Camii Tolola

3
Dopamina

Dopamina
STAFF ...................................................................................................... 3
SINOPSIS ................................................................................................. 6
DEDICATORIA .......................................................................................... 7
1 .............................................................................................................. 8
2 ............................................................................................................ 14
3 ............................................................................................................ 20
4 ............................................................................................................ 26
5 ............................................................................................................ 32
6 ............................................................................................................ 36
7 ............................................................................................................ 39
8 ............................................................................................................ 43
9 ............................................................................................................ 51
10 .......................................................................................................... 56
11 .......................................................................................................... 62
12 .......................................................................................................... 70
13 .......................................................................................................... 75
14 .......................................................................................................... 80
15 .......................................................................................................... 86
4 16 .......................................................................................................... 91
17 .......................................................................................................... 96
18 ........................................................................................................ 102
19 ........................................................................................................ 110
20 ........................................................................................................ 113
21 ........................................................................................................ 116
22 ........................................................................................................ 121
23 ........................................................................................................ 127
24 ........................................................................................................ 134
25 ........................................................................................................ 137
26 ........................................................................................................ 145
27 ........................................................................................................ 151
28 ........................................................................................................ 156
29 ........................................................................................................ 165
30 ........................................................................................................ 177
31 ........................................................................................................ 187
32 ........................................................................................................ 192
33 ........................................................................................................ 197
34 ........................................................................................................ 201
35 ........................................................................................................ 209
36 ........................................................................................................ 213
37 ........................................................................................................ 220
38 ........................................................................................................ 224
39 ........................................................................................................ 233
40 ........................................................................................................ 239
41 ........................................................................................................ 241
42 ........................................................................................................ 245
PRÓXIMO LIBRO .................................................................................. 250
SOBRE LA AUTORA .............................................................................. 252

5
Soy un jugador dentro y fuera del hielo, con la reputación para
respaldar mi juego.
Nunca conocí a una mujer que no pudiera meter
entre las sábanas, porque soy el mejor del campus con el palo más
grande.
Tengo dos reglas: no te enamores, y juega para ganar.
Hasta que la conozco.
Cassie Rivers, la hermana de mi mejor amigo, fuera de los
límites y de mi liga.
Pero desde el momento en que la veo, tengo que hacerla mía.
Ya sabes lo que dicen sobre la fruta prohibida. Probarla una
vez nunca es suficiente.

6
Este libro está dedicado a tres mujeres que ayudaron a convertir esta
historia en lo que es hoy.

Christine Tovey - Recuerdo el día en que te comenté por primera vez


esta historia y este título. Fuiste la primera en defenderlo y te doy las gracias
por ello.

Sarah Piechuta - Tu amor por B y Cassie es lo que me ha hecho seguir


adelante, incluso en los días en los que parecía que las palabras no estaban
ahí. Gracias por enamorarte de B tanto como yo.

Melissa Mendoza - ¡Lo conseguimos! En este aterrador mundo de la


escritura, no soy nada sin ti. Me encanta que veas mi “Roni” interior y que
elijas quererme de todas formas.

7
Cassie

—Bienvenidos a Ann Arbor —saluda una suave voz femenina por


encima del intercomunicador del tren.
Son las dos de la tarde de un caluroso día de agosto, y estoy
arrastrando mi maleta de gran tamaño detrás de mí, luchando por
mantenerla erguida debido al pesado contenido del interior. De puntillas,
me pongo la mano sobre los ojos y estudio la multitud en busca de un rostro
reconocible. Después de unos segundos, lo veo parado al otro lado de la
plataforma, con las manos metidas en los bolsillos, con una sonrisa tonta
en su rostro. Da cinco pasos adelante y yo abandono mi maleta para correr
hacia él. Cuando estoy a un metro de distancia, me lanzo al aire y le pongo
las manos alrededor del cuello mientras me da vueltas.
—¡Scotty! —le grito fuerte en la oreja, y luego retrocedo para verlo
bien. Ha cambiado un poco desde la última vez que nos vimos. Tiene el
cabello más largo, y un bonito bronceado—. Bonito color, tiro al blanco.
Apuesto a que se siente bien jugar afuera para variar. —Le paso la mano
por su tupido cabello.
Mi hermano es jugador de hockey. Y muy bueno. Antes de terminar la
secundaria, fue reclutado por la Universidad de Great Lakes y se le otorgó
una beca completa para ser su portero titular. Desde que era un niño ha
pasado la mayor parte del año jugando hockey o entrenando para la próxima
8 temporada. Este es su último año de universidad, y ya ha sido reclutado
para jugar en un equipo profesional en Detroit después de su graduación.
—Sí, Ashley me hizo llevarla al lago casi todos los días de esta semana.
—Da un paso atrás para admirarme—. Maldita sea, Cass, has crecido. Te
ves muy bien, chica.
Le doy un ligero puñetazo en el brazo, odiando que todavía piense en
mí como una niña.
—Ya no soy una niña. Tengo diecinueve años, apenas la adolescente
que dejaste en casa.
—Siempre serás mi hermanita, no importa la edad que tengas.
Acostúmbrate a ello. —Me dedica un guiño juguetón y se acerca a recoger
mi maleta. Lo sigo hasta su auto, un Dodge Charger negro que nuestros
abuelos le dieron recientemente como regalo de graduación. Levanta mi
maleta y la arroja en el asiento trasero como si no pesara nada, luego hace
movimientos con su mano para que entre.
Un bajo silbido sopla a través de mis dientes mientras froto con mi
mano los asientos de cuero.
—Bonitas ruedas. Apuesto a que esto es un imán para las chicas.
—No sabría decirte eso. Ashley suele estar conmigo cada vez que
conduzco —responde con una sonrisa—. Pero sí —dice, sonriendo como un
niño pequeño—, es muy agradable.
Scotty y Ashley empezaron a salir al principio de su segundo año. Me
gusta mucho, y parece ser buena para él, porque después de que empezaron
a salir él empezó a llamar a mamá y papá más a menudo. Ashley es muy
cercana a sus padres, así que era natural que lo animara a trabajar en su
relación con los nuestros. No es que hubiera ningún problema entre ellos;
simplemente utilizó la excusa de “Estoy lejos de la universidad y libre de las
cadenas de la exigencia de mis padres” y pasaría meses sin llamar a casa.
Mamá solía preocuparse por ello, pero papá siempre le aseguraba que
eventualmente volvería en sí mismo. Normalmente cuando necesitara
dinero.
Avanzamos en silencio mientras miro por la ventana, observando la
complejidad arquitectónica de los edificios cercanos al campus. Llego unos
días antes, así que el campus aún no se encuentra inundado de estudiantes.
La idea de pasar tres días en el apartamento de mi hermano, pasando el
rato y viendo cómo ha estado viviendo los últimos años, me marea. Lo he
echado de menos.
—Gracias por dejarme quedarme aquí —le digo, dejando caer mi
maleta cerca de la puerta mientras me adentro en la casa que comparte con
tres de sus compañeros de equipo—. ¿Dónde pongo mis cosas? —Me asomo
y veo los signos reveladores de cuatro tipos que viven juntos. Torres de latas
de cerveza. Toallas dejadas en el suelo del baño. Carteles de mujeres
9 semidesnudas colgados en la pared. Lo que me sorprende es que el
refrigerador esté lleno de frutas y verduras frescas.
—Cage se ha ido unos días. Puedes quedarte en su habitación hasta
que los dormitorios se abran. —Se acerca y se inclina sobre mi hombro para
mirar en la nevera—. ¿Tienes hambre? Podría hacer algo. O podría pedir
algo de uno de estos lugares. —Se gira y abre un cajón lleno de menús para
llevar.
—Cielos, deben pedir mucho. —Saco unos cuantos y reflexiono sobre
mis opciones. Comida tailandesa. Pizza. Gyros, de un lugar a una cuadra de
aquí. Sólo sé esto porque alguien se ha tomado el tiempo para escribirlo en
el menú. El menú de comida china es tentador, pero le echo un vistazo a la
nevera y tomo una decisión más saludable—. Creo que tomaré un poco de
esta ensalada de frutas.
—Es agradable ver a alguien comiéndolas. El entrenador nos hace
reunirnos con un nutricionista una vez al mes, y nos dio una lista. Somos
famosos por comprarla y luego dejar que una tonelada de basura se
desperdicie —explica mientras tomo un tenedor y comienzo.
—Nadie en su sano juicio dejaría que comida como ésta se
desperdiciara. —Me meto unos bocados de melón en la boca—. Así es cómo
yo las como cuando estoy en casa.
—Vamos. Te mostraré la habitación de Cage. No le importará que estés
aquí. Ha estado en el norte, hospedándose en la casa de la familia de Derek
y entrenando un equipo de hockey durante las últimas dos semanas.
Demonios, apuesto a que tiene a una chica montándo... —Su rostro se torna
de un tono carmesí y se interrumpe a mitad de la frase.
—¿Es esa tu sutil forma de decir que tu mejor amigo es un mujeriego?
¿Estás seguro de que es seguro que duerma en su cama? No voy a pescar
nada, ¿verdad? —contraataco sarcásticamente. Sigo a Scotty por las
escaleras, tazón en mano, y abre la segunda puerta a la derecha.
Echa la cabeza hacia atrás y se ríe, y me deleito con el sonido. He
echado de menos esto desde que se fue a la universidad.
—De ninguna manera. Cambié las sábanas esta mañana. Mi
habitación está al otro lado del pasillo. Si necesitas algo, házmelo saber. Su
habitación tiene un baño adjunto, y, si necesitas toallas, están en el armario
debajo del fregadero.
Echo un vistazo alrededor de la habitación, disfrutando de la
combinación de colores masculinos azul y gris. Una cama de gran tamaño
ocupa una gran parte del rincón más alejado. Hay un escritorio en una
esquina y un vestidor al otro lado de la habitación. No puedo dejar de mirar
su cama. Es extrañamente enorme. ¿Quién es este tipo?
10 —¿Es tu mejor amigo el Increíble Hulk? —Me río y hago contacto
visual con Scotty. La mirada en su rostro muestra que no entiende mi
humor—. Probablemente sea la cama más grande que he visto en mi vida.
Podrían dormir como seis en esa cosa.
—No me sorprendería si esa teoría no hubiera sido ya probada. —
Vuelve a mirar por encima la habitación—. Escucha, tengo planes con Ash
esta noche. ¿Crees que estarás bien quedándote aquí sin mí?
—Oh, claro. No espero que dejes tu vida en suspenso sólo porque yo
esté aquí. —Sonrío, haciendo todo lo que puedo para ocultar mi decepción—
. Ve. Diviértete. Me acurrucaré con un buen libro hasta que me duerma. Ha
sido un día largo, así que probablemente no tardaré mucho. —Le ofrezco
una amplia sonrisa para asegurarle que no me desmoronaré en su ausencia.
—Saldremos mañana. Lo prometo.
—Te voy a tomar la palabra. —Lo beso en la mejilla y me doy la vuelta
para sacar un par de pantalones de yoga de mi maleta. Se queda en la puerta
un momento antes de sonreír y se da la vuelta para irse.
Me cambio rápidamente antes de bajar a echar un vistazo. Por lo que
me ha contado Scotty, sé que vive con unos tipos llamados Brantley, Jordan
y Derek, pero aún no los he conocido. Hay un televisor de pantalla plana
montado en la pared de la sala de estar, y el sofá seccional más grande que
he visto nunca ocupa el resto de la habitación. Hay una pequeña librería
debajo de la televisión, y me agacho para ver su selección. El Club de la
Lucha, Rápido y Furioso, Duro de Matar. Todas las decisiones típicas que un
hombre tomaría. Sin mencionar que tienen copias de todas las películas
hechas en cada serie. Continúo escaneando y veo una gran variedad de
películas de Adam Sandler, algunas películas de chicas y un montón de
porno.
Poniendo los ojos en blanco, me pongo en pie y me encuentro frente a
frente con un estante forrado con marcos de fotos, cada una de las cuales
contiene imágenes de grupo de los cuatro compañeros de equipo. Me doy
cuenta de lo felices que parecen en cada ambiente. En dos de ellas llevan
equipo de hockey y sostienen un trofeo de cuando ganaron el Frozen Four
hace dos años. Scotty me ha dicho que cree que volverán a ganar este año,
ya que la mayoría de los jugadores son veteranos que han pateado culos
juntos durante los últimos tres años. Una de las fotos los muestra en lo que
parece ser un bar, parados uno al lado del otro, con los brazos sobre los
hombros y una bebida en una mano. Las sonrisas en sus rostros me dicen
que estos tipos son mejores amigos. Lo bajo y paso el dedo por el borde del
marco, estudiando sus rostros. Me doy cuenta de que no sé nada sobre la
vida de Scotty ahora. Siempre habíamos estado muy unidos pero, con él
siendo dos años mayor y un chico, una vez que se fue a la universidad
prácticamente perdimos el contacto. Es una de las razones por las que decidí
transferirme a esta universidad. Espero que podamos reconectar antes de
11 que se vaya a jugar a la NHL y su vida se llene de viajes y de gente famosa.
Tengo la sensación de que, una vez que se haya ido, perderemos el contacto
por completo. Y este pensamiento me hiere profundamente.
Todavía estoy sosteniendo la foto cuando mis ojos se posan en un
rostro en particular. No estoy segura de qué compañero de cuarto es, pero
está al lado de Scotty. Donde mi hermano y yo tenemos el cabello rubio y
los ojos azules, este tipo es exactamente lo opuesto. El cabello oscuro y
rebelde cae sobre su frente, y la amplia sonrisa que lleva puesta hace que el
ámbar de sus ojos castaños brille en todo su esplendor. Paso un dedo sobre
su rostro, incapaz de apartar la mirada. Hasta que el sonido de un teléfono
me saca del trance.
Coloco el marco de nuevo en el estante y saco el teléfono, deslizando
el pulgar para contestar mientras me acomodo en el enorme sofá.
—Hola, Justin —respondo cansada.
—Hola, nena. Ya te echo de menos. Estaba empezando a
preocuparme. No me llamaste para decirme que habías llegado a salvo.
—Lo sé. Lo siento, pero Scotty me trajo de vuelta a su casa y acabo de
instalarme. Iba a llamar. —Descanso mi mentón sobre una rodilla y me
rasco sin intención el esmalte de uñas de los pies. No estoy de humor para
tener esta conversación de nuevo.
—No te preocupes por eso. ¿Cómo está Scott? Salúdalo de mi parte.
Sabes qué, déjame hablar con él. —Justin y mi hermano se conocen desde
que éramos pequeños y crecimos en el mismo vecindario.
—Ha salido con Ashley.
—¿Por qué te invitaría si no iba a estar en casa? Comparte esa casa
con otros tres tipos, ¿verdad? ¿Quién más está ahí?
—Cálmate, Justin. Estoy aquí sola. Los dormitorios no abren hasta
dentro de tres días. Además, fui yo quien le dijo que saliera. Soy una chica
grande. Puedo cuidar de mí misma.
Lo hace sonar como si estuviera preocupado por mí, pero ¿dónde
estaba su preocupación cuando lo pillé engañándome con mi mejor amiga?
Rompí con él inmediatamente, pero se niega a dejarlo ir.
—Justin, sabes que hemos roto. ¿Verdad?
Un fuerte suspiro llena el silencio, y sé que está tratando de no
enfadarse. Tiene muy mal genio, lo que es genial cuando está en el hielo.
Desafortunadamente, he estado en el lado receptor de su ira, y no fue
agradable.
—Justin, sabías que esto es lo que quería —susurró.
—Es difícil, ya sabes, oírte decir esas cosas. Dios, durante dos años
has sido mi chica. —Hay dolor en sus palabras y me pongo a la defensiva,
12 porque él es el responsable de este dolor, y yo estoy cansada de sufrir.
—Dejamos de tener sexo cuando rompí contigo —le recuerdo.
—No importa. En mi corazón siempre serás mía. Y no estoy listo para
dejarte ir.
—Escucha, siempre me importarás. Fuiste mi primer amor, y siempre
tendrás un lugar especial en mi corazón. Pero necesito esto. Esto tampoco
es fácil para mí, Jus… —Se me rompe la voz. Nada de esto ha sido fácil. Me
importa. Ya no estoy enamorada de él.
—Podrías haberme engañado. Lo siento, Cassie, pero creo que te
rindes demasiado pronto.
—Tal vez, pero estoy lista para seguir adelante —respondo desafiante.
—Este no es nuestro fin —advierte.
Dejo escapar un aliento tembloroso y me acurruco para dar el golpe
final.
—Se acabó, Justin. ¿Cuándo vas a aceptar que tienes que dejarme ir?
—Nunca te dejaré ir. Nunca —me amenaza, recordándome por qué
necesitaba alejarme de Minnesota. No había planeado cambiar de
Universidad, pero sus acciones no me dejaron otra opción. Necesitaba una
ruptura limpia. De Justin. De Charlotte. De todo lo que me recordaba a lo
que solía ser. Ahora sólo necesito seguir adelante.
Cuelgo sin despedirme y me dirijo al dormitorio donde pasaré las
próximas noches. Dejar ir a alguien con quien has pasado gran parte de tu
vida no es fácil. Justin y yo fuimos amigos durante años antes de empezar
a salir. Todavía recuerdo el primer orgasmo que me dio. Las dos éramos
vírgenes, o al menos yo lo era. En ese momento pensé que él también.
Mirando hacia atrás, parece que fue hace mucho tiempo. Tengo muchos
recuerdos de nuestro tiempo juntos, y durante mucho tiempo las cosas
fueron muy bien.
Hasta que se pusieron malas.
Venir aquí ha sido lo correcto. Es hora de sacudirme el pasado y
concentrarme en seguir adelante. Desperdicié dos años fingiendo ser alguien
que no era sólo para hacer feliz a Justin. Es hora de que aprenda lo que me
hace feliz.

13
Brantley

Son las dos de la mañana cuando entro a la casa y me dirijo a mi


habitación. Estoy exhausto y ansioso por dormir en mi propia cama. La casa
está muy silenciosa, excepto por los ronquidos que oigo en la habitación de
Davis. Haciendo lo mejor que puedo para mantenerme callado, me meto en
el baño para orinar antes de desnudarme y arrastrarme a la cama.
Tengo una cama gigante, y es jodidamente grande. Ocupa una buena
parte de mi habitación pero, con mi altura, necesito espacio para
extenderme. Deslizarme entre las sábanas después de estar fuera durante
diez días se siente mejor que cualquier cosa que haya sentido. Espera. Tacha
eso. Se siente casi mejor que cualquier cosa que haya sentido. Sólo hay una
cosa que se me ocurre que podría superar esto, y ha pasado mucho tiempo
desde entonces.
El solo hecho de pensar en sexo me pone la polla dura, y considero
seriamente la posibilidad de tocarme, pero realmente necesito dormir un
poco. Quiero pasar tiempo en el gimnasio mañana por la mañana, y luego
necesito reunirme con el entrenador y hablar con él sobre cómo fueron las
cosas en el campamento. Me doy la vuelta, me acurruco de un lado en la
cama y me duermo antes de que tenga tiempo de reconsiderar mi decisión.
Siento como si hubiera dormido poco tiempo cuando me despierta el
sonido del camión de basura. Abriendo un ojo, veo que ahora hay luz y estoy
14 en mi propia cama. Pero no estoy solo. Un cuerpo cálido y femenino está
contra el mío, con el culo apretado contra mi polla, ahora muy despierta, y
mi brazo izquierdo se extiende libremente sobre su cuerpo mientras que una
mano se coloca sobre una teta perfectamente formada.
¿Qué demonios...?
Cierro los ojos y los abro de nuevo, comprobando que, de hecho, estoy
despierto. Todavía no me creo lo que estoy viendo, porque estoy bastante
seguro de que estaba solo cuando llegué aquí anoche, presiono mis dedos y
pellizco un suave pezón.
—¡Ay! —chilla la extraña rubia, justo antes de que me dé un codazo
en el estómago.
—Hmm. —El gemido sale de mi boca antes de que pueda detenerlo.
Usando una mano para cubrir mi polla, en caso de que su codo comience a
volar de nuevo, me tumbo sobre mi espalda—. ¿Por qué diablos hiciste eso?
—¿Yo? —chirría, frotándose frenéticamente los ojos para alejar el
sueño—. No recuerdo haberte dado permiso para que me tocaras.
—Sí, bueno, no esperaba encontrar una chica sexy en mi cama esta
mañana. Pensé que estaba soñando, quería ver si eras real.
Ya he tenido bastantes mujeres en esta cama. Mujeres que he
conocido. No recuerdo haberme encontrado con esta, pero una mirada me
dice que me gustaría rectificar eso.
El edredón ha sido apartado, y lleva una blusa de encaje rosa sobre
un par de pantalones cortos más delgados que he visto. Es muy pequeña,
no sólo en peso corporal, sino que debe ser treinta centímetros más baja que
yo con mi metro noventa. El cabello largo y rubio cae hasta la mitad de su
espalda, y esta mañana es un enredo sexy de nudos, casi como si se hubiera
ido a la cama con la espalda mojada. Antes de darme cuenta, me la imagino
desnuda en mi ducha, y de repente mi polla se pone dura del todo.
—Se supone que no deberías estar en casa hasta dentro de dos días
—se queja.
—Sí, bueno, los planes cambian, cariño. Entonces, ¿cómo entraste
aquí, y por qué no nos hemos visto antes? Eres realmente sexy. ¿Eres
consciente de ello? —Mis ojos la miran una vez más antes de asentarse en
el pezón que toqué hace unos momentos. Me pregunto cuánto tiempo ha
estado en mi cama y a cuál de los chicos tendré que agradecerle más tarde.
—¡Dios mío! ¿Por qué estás desnudo? ¿Y por qué diablos estás
excitado? —Su boca se abre con total sorpresa. Miro hacia donde las
cubiertas han sido bajadas hasta mis rodillas y no puedo evitar sonreír
cuando veo que no sólo soy duro, sino que mi hijo está tan recto que
prácticamente nos está saludando. Me río a carcajadas y entrecruzo las
15 manos detrás de mi cabeza, exhibiéndome orgullosamente.
—Relájate, cariño. Estoy desnudo porque esta es mi cama, y así es
como suelo dormir. Y, para que conste, se llama “erección matutina”,
aunque verte con ese traje no perjudica la situación. —Sonrío con
suficiencia pero ella sólo me mira en respuesta antes de agacharse y agarrar
la esquina del edredón para cubrirme. Mientras su brazo se balancea sobre
mí, su cabello me hace cosquillas en el pecho, enviando otra onda de choque
a mí ya dolorida mitad inferior. La agarro por la muñeca y no puedo
enmascarar mi sonrisa cuando le hago mi próxima pregunta—. Entonces,
¿hay alguna posibilidad de que quieras ayudarme? —Mis ojos bailan entre
ella y el tema obvio que tenemos entre manos.
Arranca el brazo de mi mano y se lo acerca como si fuera una especie
de leproso. Esta definitivamente no es como las otras mujeres que tratan de
meterse en mi cama. Normalmente tengo que luchar contra ellas.
—Demonios, no.
—De acuerdo, entonces. Supongo que tendré que tomar el asunto en
mis propias manos. —Extiendo la mano debajo del edredón y me toco. Un
gran error, ya que nunca tuve la intención de terminar mientras esta chica
está sentada a sólo unos centímetros de distancia. Espera un momento. No
me ha quitado los ojos de encima. De hecho, está mirando el espacio entre
mis piernas como si tuviera hambre. La punta de su lengua rosada se
escabulle para humedecerse los labios, y me imagino lo que esos labios
podrían estar haciendo. Me toco con un movimiento más lento—. ¿Te vas a
sentar ahí con la boca abierta o quieres participar?
Parpadea unas cuantas veces y sacude la cabeza varias veces, sin
decir una palabra.
—¿Eso es un no? —me burló una vez más, pero sólo porque sus ojos
siguen centrados en el movimiento debajo del edredón.
—¿De verdad estás...? Quiero decir... ¿Realmente harías eso mientras
estoy sentada aquí? Ni siquiera me conoces. —Su voz es suave y temblorosa
mientras me ofrece una sonrisa tímida y reveladora. Una que se lee tanto
como una mujer joven y nerviosa como un gatito curioso. Por mi parte, me
encantaría conocer a esta última de los dos.
—Oh, sí. No tengo ningún problema en masturbarme delante de ti, si
eso es lo que te gusta. Sin embargo, hay otras cosas que podríamos estar
haciendo. Una en particular se me viene a la mente. —Me acaricio
lentamente, y la forma en que me mira la mano me dice que tengo que parar.
Si no tengo cuidado, me vendré por todas las sábanas antes de que se
decida.
—Puaj. ¿En serio me acabas de pedir que te haga una mamada? Ni
16 siquiera me conoces. Eso es... asqueroso. —Al hacerlo, se mueve hacia el
borde de la cama, pero aun así no se va del todo, sino que elige sentarse con
las piernas cruzadas y observar desde más lejos. Desafortunadamente, su
comentario mata el momento. Nunca he tenido una mujer que me mirara y
pronunciara la palabra puaj. Definitivamente un deflactor del ego.
El ego siendo mi polla, en este caso.
—Yyyyyyyyyyyyyyyy, con esa nota... —Me muevo para sentarme, pero
inmediatamente me empujan hacia atrás mientras me agarra el cuerpo y
planta un beso en mis labios. No es el mejor beso, pero sólo porque es
inesperado y torpe. Huele dulce, como a fresas o algo así. Es femenino, y me
doy cuenta de que quiero seguir inhalando su aroma. Retrocede, y ambos
nos miramos durante unos segundos antes de que alguno se atreva a hacer
un movimiento. Me muevo debajo de ella y estudio su expresión. Sus cejas
están fruncidas, como si estuviera tratando de decidir adónde ir a partir de
aquí, y sus labios tiemblan ligeramente con cada respiración que toma.
Levanto mi mano hasta su mejilla y trazo con mi pulgar la hinchazón de su
labio inferior.
—Intentémoslo de nuevo. —Mis palabras salen como un susurro entre
nosotros mientras pongo mi mano alrededor de su nuca e inclino mi boca
sobre la de ella. Sus labios son suaves, tímidos al principio, y estoy
instantáneamente atrapado en la forma en que se siente. Es como si nos
uniéramos en un perfecto unísono. Nos tomamos nuestro tiempo,
besándonos, respirando pesadamente, aprendiendo el próximo movimiento
del otro. Y es bueno. Muy, muy bueno. Sus labios presionan firmemente
contra los míos, y luego se separan a medida que mi lengua se desliza a lo
largo de la comisura. Mientras nuestras lenguas se rozan, ella hace este
sonido suave y agudo que me encanta escuchar. Mis labios se mueven por
sí solos y me abro paso sobre su delicada piel, con suaves besos a lo largo
de su mandíbula y cuello. A las chicas les encanta cuando haces eso. Su
pelvis se balancea lentamente, provocándome con una silenciosa promesa
de algo más. El suave algodón de sus pantalones cortos se desliza sobre mi
longitud, y se siente increíblemente bien. Continúa durante unos segundos
hasta que la agarro por las caderas y la sigo agarrando antes de perderla.
¿Desde cuándo follar en seco se siente tan bien?
—Cariño —murmuró entre besos húmedos—. Nunca me dijiste cómo
entraste aquí. —Beso hacia abajo por su cuello, con la intención bajar por
su hermoso cuerpo.
—Scotty me dejó entrar anoche —dice sin aliento, arqueando su
cuerpo hasta que sus tetas me presionaron firmemente contra mi pecho—.
Creyó que no te importaría.
—Confía en mí, cariño, no me importa. De hecho, recuérdame que le
dé las gracias más tarde. —Puedo ver el contorno de sus pezones, y se me
hace agua la boca cuando pienso en ella retorciéndose una vez que empiece
17 a lamerlos y a chuparlos en los siguientes veinte segundos—. ¿Cómo
conoces a Rivers? —tarareo mientras mi lengua se prepara para ir al grano.
Está a horcajadas sobre mis piernas, aplastando su pelvis sobre mí,
y me está volviendo completamente loco. Su cabello cae suavemente
alrededor de su dulce rostro y, mientras todo sobre ella pinta un cuadro
perfecto, lo único que veo son sus tetas rebotar a menos de diez centímetros
de mi boca abierta. Luego, sin previo aviso, pronuncia tres palabras que
detendrían incluso al más fuerte de los hombres en su camino.
—Es mi hermano. —Mis manos suben, empujándola mientras me
alejo. No puedo salir de la cama lo suficientemente rápido. Estoy de pie junto
a la cama, con una semi erección, mientras ella sigue arrodillada, toda
sexual y esperando a que la tomen. Pero no puedo tocarla.
Código de hermano #1... NUNCA TE ACUESTES CON LA HERMANA
DE TU AMIGO.
Código de hermano #2... NUNCA BESES A LA HERMANA DE TU
AMIGO.
Código de hermano #3... NI SIQUIERA CONSIDERES EL CÓDIGO
UNO O DOS.
Qué jodido estoy...
—¿Qué pasa? —Levanta la mirada con sus ojos inocentes y azules, y
todo lo que quiero es terminar lo que empezamos. Pero no hay forma de que
pueda. Rivers es mi mejor amigo. Nunca le haría eso. Ambos recibimos una
beca para jugar hockey y nos conocimos en nuestro primer día de clases.
Rivers es nuestro portero, y uno muy bueno, también. Yo soy defensor, uno
de los mejores. Él vigila la red, y yo vigilo el disco. Somos protectores; es lo
que hacemos. El mes pasado nos pidió a todos que cuidáramos a su
hermana pequeña. De alguna manera, no creo que este sea el tipo de
protección que pretendía.
Técnicamente ya me he saltado dos códigos, pero, en mi defensa, no
tenía idea de quién era. Nota para mí, siempre pide un nombre antes de meter
la lengua en la garganta de una chica. También es obvio que las chicas son
completamente ignorantes de todo el código de amistad que los chicos han
establecido. Tal vez es por eso por lo que los hombres con hermanas son tan
rápidos en hacer cumplir la ley cuando conocen a nuevas amigas. Yo no
tengo hermanas pero, si las tuviera, sé que dejaría esa mierda clara en los
primeros diez minutos de conocer al tipo.
—¿Qué pasa? —Me ahogo—. Rivers es mi mejor amigo. Hay reglas por
las que los chicos viven, y acabo de romper dos de ellas en menos de cinco
minutos. Y habría roto otra si no te hubiera preguntado cómo entraste aquí.
—Me paso los dedos por el cabello y le doy un tirón mientras paseo por la
habitación—. Mierda. Va a matarme. —Tomando mis pantalones, me los
pongo y me los meto, dejando los botones sin abrochar.
18
Mientras tanto, permanece arrodillada. Su cabello se despeinó un
poco más al enterrar mis manos en esas hebras sedosas, y sus pezones me
miran a través del pedazo material que las cubre. Puedo sentir cómo me
miran, y no importa cuánto me resista, me vuelvo para enfrentarme a ella.
Tiene las piernas ligeramente abiertas, y mis ojos examinan su cuerpo,
llegando a descansar en la unión entre sus muslos. Mierda, ¿es eso
humedad en sus pantalones? De repente tengo la mano sobre la boca y me
muerdo los dedos para no gritar.
—No, no lo hará. No tiene por qué enterarse de esto. Puede ser nuestro
pequeño secreto. Vuelve aquí y únete a mí. —Sonríe endiabladamente,
revelando dos hermosos hoyuelos, y es todo lo que puedo hacer para
tragarme el nudo que se forma en mi garganta. Las chicas con hoyuelos me
vuelven loco, aunque esta chica se las arregló sola. Puedo decir que está
excitada por los sonidos sin aliento que caen más allá de sus labios
perfectos, y sus pícaras tetas se elevan y se caen con cada respiración difícil.
Como un idiota, sigo atrapado, incapaz de darle la espalda. Me paro allí, mi
erección se hace más gruesa y la miro fijamente mientras lentamente se
coloca la mano entre las piernas y comienza a tocarse.
Prácticamente me ahogo con mis siguientes palabras mientras lucho
por el control de mi propio cuerpo.
—¿Puedes dejar de hacer eso, por favor?
—¿Por qué? ¿Esto no te excita esto? —El brillo diabólico de sus ojos
me dice que sabe exactamente cómo me está afectando su pequeño
espectáculo, tanto mental como físicamente.
—¿Por qué? —Mis ojos se cierran y es todo lo que puedo hacer para
no gritar mientras respondo a su loca pregunta—. Porque tu hermano es
madrugador y estas paredes son de papel. —Pisoteo hasta el baño y cierro
la puerta hacia toda la escena.
—Eso es ridículo —se burla, y en momento exacto escuchó la voz de
Rivers en la puerta exterior. Me abrocho los pantalones mientras mi mente
se apresura a buscar una manera de salir de esto.
—¿Cass? Ya te has levantado —dice, antes de golpear una vez y abrir
la puerta. Esta es su entrada característica. Sin embargo, no veo qué sucede
porque he tomado la decisión de sumergirme en la bañera y fingir que estoy
durmiendo.

19
Cassie

Aunque mis entrañas tiemblan de risa, hago todo lo posible por


ponerme en un frente tranquilo cuando me enfrento a Scotty. Mis partes
femeninas todavía me cosquillean, pero las palabras de su amigo suenan
alto y claro en mi cabeza cuando veo la mirada en el rostro de mi hermano.
Está claro que irrumpió esperando encontrar algo entre las sábanas.
Supongo que vio el auto de este tipo afuera y juntó dos y dos. Estoy
agradecida de que no haya irrumpido hace cinco minutos cuando estaba
frotándome sobre su compañero de equipo como una stripper contra un
poste. Parece que en mi prisa por superar a Justin, he evitado los besos y
me he lanzado a intentar tener sexo con un extraño. Un extraño que resulta
ser el mejor amigo de mi hermano.
—Oye, ¿qué estabas haciendo aquí? Me pareció escuchar voces. —Sus
ojos escanean el pequeño espacio justo cuando se vuelve hacia la puerta
cerrada del baño. Mi corazón late salvajemente debajo de mi tanque y le pido
a Dios que no lo escuche.
—¿De qué estás hablando? Acabo de despertarme. —Balanceo mis
piernas al lado de la cama y estiro mis brazos sobre mi cabeza—. Chico,
seguro que dormí como un bebé. Esta cama es tan cómoda. Estoy segura de
que después de esto, las camas de los dormitorios van a ser una gran
decepción. —Finjo un bostezo.
20 —Sí —responde Scotty distraídamente y luego abre la puerta del baño.
Me acobardo por dentro, preparada para tumbarme si es necesario. Sin
avisar, empieza a reírse mucho—. Cage, ¿qué demonios haces durmiendo
en la bañera?
—¿Qué? —preguntó con la voz ronca mi guapo desconocido—. Oh.
Hola, hermano. ¿Por qué estoy durmiendo en la bañera? Tal vez porque
cediste mi cama.
—Lo siento, amigo. Tienes que estar muy tenso. Aquí, déjame
ayudarte a levantarte. —Escucho el movimiento, luego los sonidos de
alguien que tropieza, antes de salir del baño juntos—. Cassie, espero que
estés viendo esto. Mis amigos me quieren tanto que preferirían una bañera
a meterse en la cama con mi hermana pequeña. —Coloca un brazo alrededor
del hombro de su amigo—. Hermana, quiero presentarte a mi mejor amigo,
Brantley Cage.
—Hola, Cassie. Encantado de conocerte. —Brantley levanta la mano
tímidamente, pero se niega a hacer contacto visual.
—Hola. —Muevo los dedos hacia él, tratando de no dejar que mi
expresión facial revele lo que estoy pensando—. También estoy encantada
de conocerte.
Entonces nuestros ojos se conectan y es como si pequeñas sacudidas
de electricidad se dispararan dentro de mí. Su mirada permanece unos
segundos antes de que mi hermano interrumpa bruscamente nuestra
conexión.
—Cass, tienes que ver a este tipo en el hielo. Juro que verlo patinar
es algo hermoso. Uno de los mejores malditos defensores que jamás haya
honrado este campus. —Sonrié Scotty ampliamente mientras Brantley
permanece en silencio—. Vamos, cuéntale sobre tu gran jugada de la
temporada pasada.
—No. Probablemente no quiera oír hablar de eso —responde en voz
baja.
—Oh, no sé nada de eso. Creo que me gustaría escuchar más sobre
tus movimientos. —Le hago un guiño rápido mientras me muevo para
ponerme delante de él. Puede que sea sólo mi imaginación, pero juro que
escucho un ruido cuando me acerco. Traga con fuerza y veo como su nuez
de Adán se balancea nerviosamente arriba y abajo.
—Mierda, Cass, ¿qué llevas puesto? Ponte algo de ropa y te llevaré a
desayunar. —Scotty se pone delante de mí, tratando de evitar que Brantley
me vea y casi me río. Empiezo a tener una idea más clara de cómo será tener
cerca a mi hermano mayor.
—Contrólate, Scotty. Estoy perfectamente vestida. —Paso mi cabello
por encima de mi hombro y le doy una mirada desafiante.
21
—Por favor, tu culo está prácticamente colgando de tus pantalones
cortos y puedo ver a través de tu camisa. Y si yo puedo verlo, sé que Cage
también puede verlo. —Ante esto, los ojos de Brantley caen sobre mi pecho
y se ríe. Scotty se da vuelta la cabeza—. ¿Tienes algo que decir, Cage?
El labio de Brantley se curva entre sus dientes mientras sus ojos se
interponen entre mi hermano enojado y yo.
—No, en absoluto. Voy a salir, para que puedas vestirte. Fue un placer
conocerte, Cassie. —Su tono es demasiado serio cuando dice esto. Hace
unos minutos, estábamos coqueteando y a punto de tener sexo. Ahora, nos
hemos reducido a formalidades casuales, todo por un “código de amigos”. Al
diablo con eso. Me gusta más el lugar al que nos dirigimos que el lugar en
el que hemos acabado.
—Confía en mí, el placer fue todo mío. —Intento sonar coqueta, pero
sale con un tono de voz que parece respirable y lleno de matices sexuales.
Brantley frena visiblemente, agarrando el marco de la puerta antes de salir
sin mirar atrás.
—Basta —gruñe Scotty—. Sé lo que estás haciendo y no va a
funcionar.
—¿Sí? ¿Y qué es eso?
—Estás coqueteando con él sólo para presionar mis botones. Bueno,
ya basta. Estos tipos no son sólo mis compañeros de cuarto. Son mis
compañeros de equipo y no necesitamos ninguna mierda entre nosotros.
Necesitamos ser un equipo unificado. No necesito preocuparme de que uno
de ellos intente tirarse a mi hermana menor a mis espaldas.
Me pongo los talones de las manos sobre los ojos mientras muevo la
cabeza hacia él.
—Scotty, ya no soy una niña pequeña. Ahora, soy una mujer. Y tengo
necesidades, al igual que tú. No puedo permitir que asustes a todos mis
prospectos. No es justo.
—Cass, por mucho que me duela decir esto, no son los otros tipos los
que me preocupan. Sólo necesito que te alejes de mis amigos. ¿De acuerdo?
No son tus prospectos. Puedes quedarte con nosotros, pero no actúes como
una niña y te vistas así con ellos. —Agita su mano frente a mi camisa.
—Se llaman tetas, Scotty. Yo las tengo. Ashley las tiene. Todas las
mujeres las tienen. No voy a esconderlas bajo un saco sólo para hacerte
sentir mejor. No puedo evitar tenerlas, ni tampoco que tus amigos dejen de
mirarlas. Son bastante espectaculares. —Me miro el pecho y giro los
hombros hacia adelante y hacia atrás.
—No acabas de sacudir tus tetas hacia mí. Eso estuvo tan fuera de
lugar. Nunca puedo dejar de verlo. Eso estuvo muy mal. —Levanta las
manos, murmurando mientras sale por la puerta—. Baja en veinte minutos
22 y te llevaré a Angelo’s.

Después de esperar en una fila muy larga, finalmente nos sentamos


en una pequeña mesa en el centro de la sala. Uno por uno, platos de comida
apilados son entregados a las mesas de alrededor. Lo primero que noto son
las gruesas rebanadas de pan casero cubiertas de azúcar en polvo y servidas
con un lado de jarabe de arce caliente. Mi boca prácticamente saliva cuando
un plato de esto se coloca en la mesa junto a la nuestra. Me encantan las
tostadas francesas. Permítame reformularlo. Soy adicta a las tostadas
francesas. Pero este restaurante las lleva a un nivel completamente nuevo
al freírlas. Para cuando nuestra camarera viene a tomar nuestro pedido, ya
estoy hablando antes de que tenga la oportunidad de preguntarme lo que
quiero. Cuando mi desayuno es colocado delante de mí y doy mi primer
bocado, está claro que ha valido la pena la espera.
Scotty observa con gran interés mientras disfruto de mi comida. Con
cada bocado que saboreo, su sonrisa se hace más profunda antes de
convertirse en una risa completa una vez que empiezo a quejarme de mi
apreciación.
—He echado de menos esto —dice, moviendo su tenedor entre
nosotros—. Va a ser genial tenerte cerca. Tenemos mucho de lo que
ponernos al día.
—Estoy deseando que llegue el momento. Las cosas nunca fueron
iguales en la casa después de que te fuiste a la universidad, entonces el año
pasado en Minnesota fue una broma.
—¿Sí? Iba a preguntarte sobre eso. ¿Pasó algo entre Justin y tú?
Quiero decir, sé que lo seguiste hasta allí —preguntó, deteniéndose para
tomar otro bocado de su tortilla—. ¿Por qué la repentina necesidad de
cambio?
—Nos distanciamos —respondo, tratando de evitar más explicaciones.
Sé que esos dos permanecieron cerca, a pesar de la distancia. Su amor por
el juego los mantiene en contacto, especialmente durante la temporada baja
cuando no tienen que jugar uno contra el otro—. Sólo necesitaba un cambio
y Great Lakes tienen un departamento de música increíble. —Me da una
mirada que dice que sabe que hay más de lo que dejo ver—. ¿No puede una
chica extrañar a su hermano mayor?
—Por favor, dime que no te transferiste aquí para estar cerca de mí.
—Empuja su plato y suelta un gemido frustrado—. Cass, voy a estar muy
ocupado con el hockey y Ashley y yo pasamos mucho tiempo juntos. Ella es
bastante exigente.
23
No puedo esconder la mirada de decepción en mi rostro. Es verdad;
necesitaba alejarme de Minnesota, pero él fue la verdadera razón de mi
traslado. Sé que no tiene la intención de herir mis sentimientos y
probablemente esté mal que espere que cambie su vida sólo porque yo me
presente. Pero me habría hecho sentir mejor oírlo decir que él también me
echaba de menos.
—Está bien. No espero que dejes todo por mí. No es eso lo que estoy
insinuando. Sólo sé que tu vida está a punto de cambiar drásticamente y
puede ser la última vez que tengamos que reconectarnos. —Masticó
nerviosamente el interior de mi mejilla mientras doy los últimos mordiscos
de mi desayuno en un charco de almíbar.
—Oye. —Se inclina hacia adelante y cubre el dorso de mi mano con la
suya—. No me importa lo lejos que me lleve mi trabajo o lo ocupado que
esté, siempre seré tu hermano mayor y siempre estaré aquí para ti. Sólo
quería decir que quizá no sea el mismo Scotty que recuerdas desde niña.
Las cosas han cambiado. El tiempo me ha cambiado. —Se mueve en su silla
mientras intenta explicarse—. Mis prioridades son diferentes a las de
cuando éramos jóvenes y tú ibas detrás de mí.
—No, no lo han hecho. Tus prioridades siguen siendo las mismas. Es
sólo que ahora tienes la libertad de perseguirlas sin que nadie se cierna
sobre ti —resoplo—. ¿Crees que no sabía lo que hacías en tu habitación
cuando tenías diecisiete años? Tenía quince años. Puede que haya sido
ingenua, pero no era estúpida. —Me río, viendo cómo se pone tres tonos de
rojo.
—Y yo que pensaba que eras toda dulce e inocente. —Su labio se
mueve como si me mirara con recelo—. Entonces, ¿tú y Fairfax? Supongo
que ustedes dos...
—Sí —respondo a su pregunta tácita—. Durante casi dos años. Ves,
ya no soy dulce e inocente.
—Siempre serás mi hermana pequeña, Cassie. No me gusta pensar en
un tipo que te ponga las manos encima.
—Lo sé, Scotty y te amo por eso. Pero tienes que saber que habrá otros
tipos, sin importar si estás listo para aceptarlo o no.
—Supongo —responde, encogiéndose de hombros a medias.
—Así que cuéntame más sobre Brantley. —Sus ojos se entrecierran e
inmediatamente me doy cuenta de que asume que estoy interesada. Aunque
me interesa, pregunto más por curiosidad. Quiero saber más sobre el
hombre sexy que me miró fijamente a los ojos mientras se tocaba. Tengo la
sensación de que esa imagen permanecerá congelada en mi cerebro durante
meses—. Y antes de que preguntes, no estoy tras él. Sólo tengo curiosidad
24 por saber más sobre el tipo al que llamas tu mejor amigo.
Sus hombros se relajan visiblemente cuando se inclina hacia atrás,
extendiendo sus brazos por la parte trasera de la cabina.
—En su mayor parte, somos completamente opuestos. Él es un
planificador, mientras que yo tiendo a saltar sin pensar. Soy un tonto del
amor y él no puede huir suficientemente rápido. Pero en el hielo los dos
somos impulsados y muy buenos en nuestro trabajo. Siempre ha estado ahí
para mí. Todos los chicos son así, pero sé que pase lo que pase, Cage me
cubrirá las espaldas. Es el único amigo en el que confío para ser leal hasta
el final. No hay mucha gente con la que te encuentres que puedas decir eso,
¿sabes?
Mientras escucho, recuerdo la mirada de Brantley cuando supo quién
era y ahora lo entiendo. Lo que me asusta es la forma en que sus besos me
dejaron con ganas de más. Pero lo que me aterra aún más es el hecho de
que, dado todo lo que Scotty acaba de decirme, estoy bastante segura de
que no me impedirá desearlo. De hecho, creo que me hace desearlo aún
más.

25
Brantley

Después de que Rivers se va a desayunar, hago una maleta y me dirijo


a la casa de la fraternidad, donde mi amigo, John, tiene un futón en el que
me quedaré los próximos días. De ninguna manera me pondré de nuevo en
esa posición. No me sorprende que su hermano me dé una paliza si se entera
de lo que pasó. Pero no es sólo eso. Odio admitirlo, pero me siento atraído
por ella. Es bonita, pero al mismo tiempo, no se parece en nada a las chicas
con las que normalmente me enrollo. No es que me enganche con muchas
chicas. Al menos, no creo que lo haga.
Así que durante dos días divido mi tiempo entre la fraternidad y el
gimnasio, evitando a Scott como la peste. Ayer me envió un mensaje de
texto, preguntando dónde demonios había ido. Todo lo que dije fue que no
quería echar a su hermana pequeña al sofá. No sabía que lo vería como otro
noble gesto de mi parte. Cuando empezó a elogiarme por ser un gran amigo,
fue todo lo que pude hacer para no confesarme. Nunca hemos guardado
secretos. Nunca hemos tenido que hacerlo. Todo nuestro grupo es así.
Somos grandes como individuos, pero aún más fuertes como equipo, lo que
nos hace una potencia en el hielo.
—Cage, ven aquí y siéntate —gritó el entrenador mientras paso por su
oficina después de una dura mañana de entrenamiento. Las primeras dos
semanas después del verano son siempre un ajuste. El entrenador nos
mantiene en un estricto horario de entrenamiento durante la temporada
26 baja. Pero volver después de estar separados y tratar de encajar con los
nuevos reclutas siempre parece tomar algo de tiempo para acostumbrarse.
Quiero decir, tienes a los jugadores experimentados que ya han establecido
su lugar en el equipo, y luego traes a los nuevos que tienen ganas de dejar
su huella. Digamos que los entrenadores pasan por mucho hielo debido a
que los chicos se esfuerzan demasiado durante esas primeras semanas.
Entro en la habitación y me pide que me siente frente a su escritorio.
—¿Cómo estás, hijo? Hoy te has visto bien ahí fuera.
—Gracias, entrenador. Es bueno estar de vuelta.
El trabajo de Kevin Bishop implica mucho más que entrenar a este
equipo de aspirantes a la NHL. Durante los últimos tres años, he sido parte
de este equipo y él ha asumido el papel de padre sustituto de varios de sus
jugadores. Los tipos como yo, cuyos propios padres están a más de miles de
kilómetros de distancia, a menudo se encuentran sentados en este mismo
lugar buscando consejo o simplemente compartiendo detalles minuciosos
de nuestras vidas. Admito que es bueno saber que alguien a quien respeto
tanto está siempre ahí para mí si alguna vez lo necesito.
—Así que, cuéntame sobre el campamento. ¿Ves algún futuro
campeón? —Sonríe y paso los siguientes veinte minutos contándole todo
sobre mi semana en Traverse City, entrenando a un grupo de treinta
aspirantes al hockey, todos menores de once años.
—Parece que te divertiste tanto como los niños.
—Oh, sí. Casi desearía poder volver el próximo verano. Había un chico
que era muy rápido y llevaba mi camiseta. No voy a mentir, fue bastante
genial. —Sonrió felizmente mientras pienso en mi semana con Tyler.
—Me alegra oírlo. Sabía que encajarías muy bien ahí arriba. —Todavía
sonríe, pero la preocupación se refleja en su rostro mientras se inclina hacia
delante y me estudia—. ¿Está todo bien? Pareces cansado. ¿Duermes lo
suficiente?
—Apenas. La hermana de Rivers se trasladó aquí este año y se
quedará con nosotros hasta que pueda entrar en los dormitorios. Ella está
en mi cama y yo estoy en el futón de John en la fraternidad.
Echa la cabeza hacia atrás y el rico sonido de la risa llena la
habitación.
—Cage, eres el único en este equipo que le daría su cama a una mujer
y luego se mudaría. Entonces, ¿cuándo recuperas tu cama? Los dormitorios
abrieron esta mañana.
—Sí. Rivers y Ashley la trasladarán esta tarde. Todo debería volver a
la normalidad cuando llegue a casa esta noche.
27 —Bueno, entonces está bien. ¿Todo lo demás va bien? ¿El horario del
curso, la familia, la novia?
—No tengo novia, señor. —Me muevo incómodamente en mi silla—. Y
mi familia está bien. Hablé con mi hermano hace unas semanas; dijo que
mamá y papá están bien.
—Me alegra oírlo, chico. Entonces, ¿por qué no hay una chica? —Se
inclina hacia adelante hasta que estemos a la altura de los ojos y pone sus
manos bajo su barbilla.
Me encojo de hombros y me enderezo, poniendo algo de distancia
entre nosotros, aunque todavía me siento como si me estuvieran
escudriñando.
—¿Qué sentido tiene? No quiero estar atado. Me voy a Detroit después
de la graduación. Estoy lleno de hockey y clases. —Le doy una lista de
excusas. Excusas a las que me he aferrado firmemente desde que me
rompieron el corazón al principio del primer año. El entrenador recuerda
toda la mierda que pasé con Vanessa. Sabe cómo me siento con las
relaciones, pero también sé que le preocupa que me cierre al amor—. Es
más fácil de esta manera.
—Haces que parezca fácil, pero no puedes esconderte del amor para
siempre. Tarde o temprano te alcanzará. Entonces, ¿qué vas a hacer?
—No lo sé. Supongo que tendré que patinar más rápido. —Me paro y
me dirijo hacia la puerta—. Gracias por todo. Será mejor que me vaya.
—Cuando quieras, hijo. Oye, si ves a Masterson ahí fuera, dile que
traiga su culo aquí. —Levanto una mano en reconocimiento y me dirijo al
vestuario.

Cuando vuelvo a mi habitación, me doy cuenta de que todo está como


lo había dejado. Incluso hay sábanas limpias en la cama y una nota de
Cassie.

Gracias por dejar que me quede aquí esta semana. Siento mucho que
te hayas tenido que ir por mí, pero debo decir que me ENCANTA tu cama. Y
siento que no hayamos podido pasar más tiempo juntos, pero fue divertido
mientras duró. Espero verte de nuevo bajo otras circunstancias.
~Cassie

28
Me rio de su ingenio, imaginando el brillo en sus ojos mientras lo
escribía, luego arrugo la nota antes de tirarla a la basura. La casa está
tranquila, lo cual es raro una vez que empiezan las clases, así que aprovecho
y pongo mi música. Mi cama se sienta allí, perfectamente hecha, y me hace
señas para que vaya. Estiro las piernas y recuerdo la última vez que me
acosté en este mismo lugar. Cuando mis ojos se cierran, es su rostro el que
veo y siento donde cayó hacia adelante su cabello rubio y me hizo cosquillas
en la piel. Al poco tiempo, estoy profundamente dormido, soñando con
cuando era un niño patinando en Miller's Pond. Eran tiempos felices, en los
que lo único que me importaba era a qué hora se abría la pista y cuándo se
congelaba el lago para que pudiéramos ponernos los patines.
Un teléfono sonando me despierta y toma unos segundos encontrarlo
en mi estado inducido por el sueño. Está oscuro y me imagino que debo
haber dormido unas buenas cinco horas. Mi estómago ruge con fuerza y me
doy cuenta de que he dormido durante la cena.
—Hola —respondo aturdido.
—¿Cariño? —La voz de mamá se abre paso a través de la niebla que
me rodea—. ¿Te he despertado?
—Mamá. Vaya, es bueno escuchar tu voz. —Hago una pausa y cambio
mi posición para poder acunar el teléfono entre mi oído y la almohada—. Sí,
estaba durmiendo, pero nunca tuve la intención de dormir tanto tiempo. Me
alegro de que me llamaras y me despertaras. ¿Cómo estás? ¿Cómo está
papá?
—Estoy bien. —Siento la tensión en su voz e instantáneamente estoy
bien despierto.
—Mamá, ¿qué pasa? Algo está mal.
—Cariño, necesito decirte algo y no va a ser fácil. Realmente me
gustaría poder estar ahí contigo cuando te diga esto.
La línea se queda en silencio por unos momentos y le da tiempo a mi
mente para especular sobre lo que está pasando. Mi abuela tuvo un ataque
al corazón. O algo le ha pasado a mi hermano.
—Tu padre se ha desmayado esta tarde. El doctor cree que ha tenido
un ataque al corazón —dice, tomándome completamente desprevenido. Sus
palabras me golpean con fuerza. Se siente peor que el golpe que recibí en el
partido de desempate contra Minnesota la temporada pasada. Ese golpe fue
lo suficientemente malo como para sacarme del juego. Pero esto...
Este me deja con la sensación de haber sido golpeado por todo el
maldito equipo de Minnesota de una sola vez.
—¿Dónde estaba? ¿Estaba en el trabajo o contigo?
—Estábamos en la cocina, discutiendo. Se desplomó ante mis ojos.
29 Nunca me he sentido tan impotente en toda mi vida. Están haciendo
pruebas ahora mismo.
—Espera, ¿qué significa esto? Hay algo que no me estás diciendo. —
A estas alturas mi frustración ha alcanzado un nivel peligroso. Recibo una
llamada telefónica que me despierta de un sueño profundo, sólo para que
me digan que mi padre acaba de tener un ataque al corazón y posiblemente
casi se muere. Sin embargo, siento que hay algo que no me está diciendo.
—Brantley, necesito que intentes calmarte. Nada de esto es fácil para
mí. Odio tener que decirte esto por teléfono.
—Mamá, lo siento. Es que sé que hay algo más. Sólo dímelo —le
suplicó—. ¿Por qué se peleaban papá y tú? Nunca solían pelearse.
—La gente cambia, cariño. El negocio de tu padre ha estado luchando
durante algún tiempo y no ha sido realmente él mismo. Estábamos peleando
porque descubrí que una mujer con la que trabaja le ha estado enviando
mensajes de texto. Se reunieron para tomar café unas cuantas veces. Saqué
conclusiones y me enfrenté a él.
—¿Qué? —gritó, sentándome tan rápido que mi cabeza da vueltas—.
¿Por qué demonios estaría con otra mujer? Es un hombre casado, ¿o lo ha
olvidado?
—Cariño, sé que esto es difícil de escuchar para ti. Pero ahora mismo
estoy eligiendo mirar más allá de todo eso porque quiero que él pase por
esto. No puedo permitirme el lujo de retrasarme en esos detalles. Es mi
marido y me necesita. Ahora más que nunca —responde con firmeza.
El resto de nuestra conversación es borrosa mientras escucho la larga
lista de pruebas programadas. Será ingresado en el hospital y
probablemente estará allí un par de días. De repente me siento culpable por
estar tan lejos y me pregunto si mi hermano está allí con ella.
—Lo siento, pero no lo entiendo. Acabo de hablar con él hace unas
semanas y todo estaba bien. Ambos sonaban tan... tan... normales. ¿Cómo
puede pasar de lo normal a tener un ataque al corazón en sólo unas
semanas? ¿Y cómo es que suena tan tranquila? ¿No te estás volviendo loca
ahora mismo?
—Cariño, entiendo que esto viene como un shock. Esto no es algo que
ninguna madre quiera decirles a sus hijos. Y no ha sido fácil para mí.
Aunque parezca tranquila por fuera, puedo asegurarte que por dentro
apenas me mantengo en pie. Tu padre y yo hemos estado juntos durante
veintisiete años. Es difícil ver al hombre que amas acostado en una cama de
hospital con máquinas conectadas a él.
—Lo siento, mamá. ¿Está Chris ahí contigo? ¿Quieres que vuelva a
casa? Probablemente pueda tomar un vuelo mañana a primera hora.
30 —No. Quédate aquí. Los doctores parecen estar muy seguros de que
estará bien y está en buenas manos. Chris está en camino. Estaremos bien
sin ti aquí. Te llamaré cuando sepa más o si algo cambia. —Sé que está
tratando de aliviar mi preocupación, pero sus palabras tienen el efecto
contrario. Saber que podría haber ido a la Universidad en Colorado en lugar
de cruzar el país solía pesarme mucho cuando llegué a Michigan. Esta
situación trae toda la culpa que pensé que había enterrado directamente a
la superficie.
Una extraña opresión se apodera de mi pecho, y siento la repentina
necesidad de salir y emborracharme. Tal vez el alcohol me ayude a olvidar
todo lo que acabo de oír.
—Mamá, tengo que irme. —Puedo escucharla hablar mientras cuelgo,
pero no me importa. Tal vez mañana me despierte y descubra que todo fue
sólo un mal sueño.
Aunque en mi corazón sé que no lo es.
Cuando salgo de mi habitación, la primera persona que veo es Davis.
Está en el sofá, jugando un videojuego y bebiendo una cerveza. Giro mis
llaves en mi dedo y señalo con mi cabeza hacia la puerta.
—¿Tienes ganas de emborracharte? —Se levanta y me sigue por la
puerta más rápido de lo que puedes decir demonios, sí.

31
Cassie

Retrocedo y miro mi lado de la habitación, amando lo que veo.


Después de que Scotty y sus compañeros de cuarto me ayudaran a
instalarme, Ashley y yo pasamos la mayor parte de la tarde comprando
artículos para darle a mi espacio una sensación hogareña. Ashley está
estudiando para obtener su título en diseño de interiores y encontró la mejor
selección de cosas al azar a precios muy bajos.
Me parece ridículo que se necesitaran tres hombres adultos para
ayudarme a mover seis cajas llenas de mis pertenencias más preciadas. Pero
ellos insistieron en ayudar. Pasar los últimos días con ellos ha sido toda una
experiencia. Nos reímos, jugamos videojuegos, vimos varios videos donde los
hombres explotaban cosas y nos relacionamos durante algunas comidas. Mi
hermano tiene muy buenos amigos. Todos ellos son tipos dulces que se
apoyan mutuamente y por completo. El único miembro ausente había sido
Brantley.
—Nuestro espacio es totalmente increíble —exclama mi compañera de
cuarto, Veronica, mientras se acerca detrás de mí y apoya su barbilla en mi
hombro. Tiene el cuerpo de una bailarina, largo y delgado y con su metro y
setenta y cinco centímetros es unos cinco centímetros más alta que yo—.
Tengo la sensación de que este va a ser un gran año.
—Sí, yo también. —Miro alrededor de nuestro pequeño espacio
32 excesivamente decorado y sonrío.
—Muero de hambre. ¿Tienes ganas de ir por una hamburguesa? —Se
estira para alcanzar su identificación y una tarjeta de crédito—. Conozco
este gran bar que está cerca de la estación de tren y hay un autobús que
nos dejará a unas pocas cuadras de allí.
—Oh, sí, Casey's Tavern. Lo vi cuando Scotty me recogió el otro día.
Demonios, sí, cuenta conmigo. —Lleno mis bolsillos con los artículos
necesarios y cierro la puerta de nuestro nuevo hogar.
El lugar está lleno de estudiantes de GL y esperamos cuarenta y cinco
minutos por una cabina. El ambiente es ruidoso y lleno de energía. No es
un espacio grande, pero está repleto de sabor local. Imágenes de Ann Arbor
en épocas pasadas cubren las paredes, junto con pizarras cubiertas de
decorativos menús escritos a mano. Una barra completamente surtida
recubre toda una pared y la barra en sí misma debe medir seis metros y está
llena de clientes de pie hombro con hombro. Miro a mi alrededor y sonrío,
teniendo la sensación de que pasaré mucho tiempo en este espacio durante
los próximos tres años.
—Este lugar es totalmente increíble. ¡Me encanta!
Veronica brilla con orgullo mientras sus ojos escanean los pequeños
alrededores antes de mover un pulgar hacia la barra.
—Sí, he estado viniendo aquí con mis padres desde que era pequeña.
Solía sentarme en uno de esos taburetes de la barra con mi papá y declarar
con orgullo que algún día trabajaría detrás de esa barra.
—Bueno, al menos sé dónde encontrarte después de la graduación. —
Me río y tomo un sorbo de té helado.
—Mi papá solía mirarme a los ojos y decirme: “Roni, puedes crecer y
ser lo que quieras ser. ¿Por qué querrías ser barman?” A lo que con gusto
respondería: “Para poder tomar tantos refrescos de cereza como quisiera”.
—¡Eso es tan precioso! Puedo imaginarte totalmente parada en uno
de esos taburetes con las manos en las caderas.
—Me atrevo a aventurar que la imagen que estás pintando no está
muy lejos de la verdad. —Sacude su cabeza mientras sonríe.
Solo la conozco desde hace cuatro horas, pero ya puedo decir que
Veronica Parker y que seremos las mejores amigas. Sabes cómo es cuando
te encuentras con un espíritu afín. En cuestión de minutos, todo
simplemente hace clic. Sé que tuve suerte. He escuchado historias de horror
sobre personas que van a la universidad y tienen un compañero de cuarto
33 que hace que su año sea un infierno. Tengo la sensación de que he
esquivado una bala y estoy muy agradecida.
Ya pedimos nuestras hamburguesas y después de beber dos tés
helados, mi vejiga está gritando. Roni debe leer la mirada desesperada en
mis ojos, porque se da vuelta y señala la esquina más alejada de donde
estamos sentadas. Después de abrirme camino entre una multitud de
clientes del bar, espero en una pequeña fila para hacer mis necesidades.
Mientras me lavo las manos, me miro en el espejo. En lugar de pelear con
mi cabello esta mañana, lo hice en una trenza rápida que ahora cuelga sobre
un hombro. Mis mejillas están sonrojadas, pero supongo que se debe a la
congestión del ambiente. Saco un protector labial del bolsillo de mis
pantalones cortos mezclilla y lo aplico generosamente a mis labios secos.
Frotándolos juntos, doy un rápido asentimiento a mi apariencia y me giro
para luchar contra la multitud.
El número de cuerpos en el espacio pequeño ha aumentado. Mientras
camino hacia donde Roni está esperando, me empujan. Justo cuando llego
a un claro, me golpean hacia atrás y termino cayendo en un cliente
desprevenido. Mis manos se agitan y se aferrar a lo primero con lo que hacen
contacto, que resulta ser un cuerpo bastante esbelto.
—Lo siento mucho. —Las palabras salen de mi boca incluso antes de
levantar la vista para ver a quién acabo de maltratar. Los ojos ambarinos
me atraviesan mientras el reconocimiento se establece en ambos y una
sonrisa llena su hermoso rostro.
—Vaya, Hoyuelos. Mejor deja la bebida. —El tono juguetón en su voz
me pilla desprevenida y es la primera vez que me mira a los ojos desde que
Scotty interrumpió a lo que me refiero cariñosamente como lo que pudo
haber sido. Quiero enojarme con él por ignorarme, pero tuvo que ir y darme
un apodo. Y no cualquier apodo. Por alguna razón, este se siente personal.
Al mirarnos, nunca adivinarías que me ha visto antes, pero sé que es de otra
manera y maldigo a mi cuerpo por su respuesta traidora a su encantadora
apariencia. Usando manos muy capaces, me endereza y me revisa—. ¿Estás
bien? No te lastimaste cuando chocaste conmigo, ¿cierto? —Puedo decir por
el brillo en sus ojos que está ebrio y por unos pocos segundos compartimos
un momento intenso. Uno que me dice que está pensando lo mismo que yo.
Parpadeo hacia él, incapaz de apartar mis ojos.
Estoy cautivada por su presencia. La última vez que estuve en sus
brazos no me había tomado el tiempo para apreciar por completo su belleza.
Eso es muy probable porque estaba distraída por su desnudez, pero aun
así, cómo no me di cuenta hasta ahora, me desconcierta por completo. Las
fotos que estudié no le hacen justicia. Su cabello oscuro es más largo en la
parte superior y más corto en los costados. Parece que ha usado productos
para el cabello para domar los mechones más largos, pero uno rebelde se
34 ha liberado y cae sobre su ojo derecho. Tengo tantas ganas de estirarme y
pasar mis dedos por su cabello con el pretexto de volver a colocarlo en su
lugar, pero me abstengo. Sus labios rellenos se separan y esboza una
sonrisa cuando se da cuenta de que todavía lo estoy contemplando.
—N-no, estoy bien. —Sonrió a través de mi nerviosismo y dejo salir la
respiración que he estado conteniendo—. ¿Cómo has estado? Apuesto a que
estás contento de tener tu cama de vuelta. Aunque tengo que admitir que
me puse triste por dejarla. —En el momento en que salen las palabras,
desearía poder recuperarlas.
Está a punto de responder cuando una pelirroja se acerca y envuelve
sus manos posesivamente alrededor de su antebrazo. Mis ojos se
entrecierran hacia su mano, y es todo lo que puedo hacer para no gritar.
¡Retrocede, perra! ¡Él es mío! Pero lamentablemente, ese no es el caso.
—Brantley, cariño, ¿quién es ella? —¿Cariño? ¿Es este el tipo de chica
que le gusta? Con sus pantalones súper ajustados, pesado delineador de
ojos negro y tacones de aguja de doce centímetros, luce como una aspirante
a prostituta. Me mira fríamente, midiéndome como si estuviera buscando
quitarle a su hombre.
—Oh, esta de aquí es la hermana menor de Rivers, Cassie. —Se acerca
y tiene el descaro de palmear la parte superior de mi cabeza como si fuera
un perro. Si las miradas mataran, se desintegraría ahora mismo. Para mi
vergüenza, no es así como funciona este mundo cruel. La pelirroja da una
sonrisa de victoria y se ríe a carcajadas.
—Me preguntaba cuándo empezaron a permitir que los niños de
secundaria entraran aquí. —Y justo así, su atención se centra únicamente
en el objeto de su deseo. Ambos se giran y se van, despidiéndome como si
nunca hubiera estado allí.
Mentiría si dijera que no lo vi irse, queriendo en silencio que me mirara
por última vez. Pero él nunca lo hace.

35
Brantley

Son sólo las once de la mañana, y ya ha sido un día de perros. Gracias


a que algunos de los chicos se divirtieron mucho el sábado, el entrenador
puso a todo el equipo a través del timbre en la práctica y me duele todo el
cuerpo. Demonios, incluso me duele el cabello.
Cruzó el campus aturdido, funcionando en piloto automático, cuando
escucho a alguien llamándome por mi nombre.
—¡Brantley! —Me giro y encuentro a una rubia que agita
frenéticamente sus brazos para llamar mi atención. Nos enrollamos una vez
después de que el equipo sufriera una pérdida durante nuestro segundo año
y me ha estado acosando desde entonces. No me malinterprete, puede que
sea una buena chica, pero una vez que el alcohol desapareció, me di cuenta
de que no teníamos nada en común. Está demasiado maquillada, es falsa
en todo el sentido de la palabra y sólo usa ropa de diseño. Crecí en Colorado.
Si no llevo uniforme, es probable que me encuentres con un par de
Timberlands y jeans.
Se necesita todo lo que tengo para no fingir que no la escucho y seguir
caminando. En vez de eso, me detengo y espero a que me alcance, porque
mi madre crió a un caballero.
—Hola, Summer. ¿Cómo has estado?

36 —Chico, seguro que sabes cómo hacer que una chica trabaje por ello.
—Me da una bofetada juguetona en el brazo—. Entonces, ¿vas a ir a la fiesta
de Jake el mes que viene?
—No lo tenía planeado. Supongo que depende de mi agenda. Es su
cumpleaños, ¿verdad? —Suelto el brazo de su mano y agarro mi nuca.
—Oh, sí y va a estar fuera de control. Simplemente tienes que ir. Las
fiestas no son lo mismo cuando no estás allí. —Curva sus labios demasiado
brillantes en un mohín mientras bate sus pestañas. Aunque estoy seguro
de que esta mirada deja a muchos chicos cayendo a sus pies, no podría estar
menos interesado si lo intentara.
—Lo consideraré. —Miento y me doy la vuelta para hacer mi escape.
—¡Espera! Me preguntaba si querías tomar un café. Tengo una hora
para matar antes de mi próxima clase.
Acabo de abrir la boca para declinar educadamente cuando mi
teléfono vibra, salvándome de herir sus sentimientos.
—Lo siento, Summer. Tengo que responder a esto. Tal vez en otro
momento. —Me apresuro a alejarme mientras abro el texto.

Desconocido: Hola, B. Esperaba que tuvieras tiempo para hablar de la


tutoría.
Yo: Umm... ¿Quién eres y cómo conseguiste mi número?
Desconocido: Oh, esta es Ca.
Yo: No conozco a nadie con ese nombre.
Desconocido: Oops. Esta es Candy. Conseguí tu número de una hoja
de estudio.

¿Candy? ¿Candy? Dejo de caminar y me devano los sesos para


recordar si conozco a alguien con ese nombre y decido que es un no
definitivo. Entonces empiezo a buscar una imagen de Candy. Con un
nombre así, probablemente puedo asumir que es otro miembro del club
“falso”. Y estoy bastante seguro de que probablemente tenga el cabello rosa
chicle. Probablemente no sea una suposición justa, pero creo que es una
apuesta segura.

Yo: Lo siento, Candy. No creo que pueda ayudar.


Ella: ¿Por qué no?
Yo: Estoy ocupado jugando al hockey.
37 Ella: ¿Pero eres bueno en cálculo?

Por el amor de Dios. Esta chica obviamente no puede captar una


indirecta. El año pasado me fue muy bien en cálculo. Sólo porque sea bueno
en eso no significa que tenga ganas de ayudar a alguien que no lo es.

Yo: Bueno, sí. Pero ese no es el punto.


Ella: Lo es para mí. Hay un examen el próximo viernes que necesito
dos pases. Después de eso, te dejaré libre.
Yo: Ahí es donde te equivocas. Ya estoy limpio.
Ella: Entonces... ¿No?
Yo: Me temo que sí.
Ella: Qué lástima. Esperaba que dos pasaran esa prueba.
Yo: Pregúntale a alguien más.
Ella: No se puede, hombre B. Escuché lo mejor de ti y eso es lo que
quiero.
Yo: ¿Qué puedo decir? Soy bastante bueno.
Ella: ¡Ves! Por eso te necesito. Vamos, B. Sólo unas horas de tu tiempo.
Te prometo que dos hacen que valga la pena.
Yo: ¿Me acabas de proponer matrimonio?
Ella: ¿Qué? ¡Dios no! Sólo quise decir que compraría todo el café que
puedas beber.
Yo: Que mal. Estaba casi listo para la cueva 2. Ojalá pudiera ayudar...
Ella: Si cambias de opinión, seré la rubia llorona que pasa el rato en
Comet.
Yo: Es divertido. Me gusta eso. Es agradable hablar contigo.
Ella: Contigo también, B. Espero que podamos vernos alguna vez y no
hablar de matemáticas.
Yo: Claro. Tal vez. Bueno, adiós.

Miro fijamente mi teléfono y me río. Empiezo a pensar que puedo


haber juzgado a Candy demasiado rápido. Parecía... Bueno... Parecía dulce.

38
Cassie
Estamos a solo tres semanas del primer semestre y ya estoy luchando.
En mi apuro por inscribirme, había acumulado demasiados créditos
difíciles. Composición musical, cálculo, gobierno estadounidense. ¡Ugh!
¿Podría mi horario empeorar? El único punto brillante, aparte de la clase de
computación, es la clase de psicología que comparto con Brantley. Estamos
rodeados por doscientos estudiantes, pero no hubo nada malo cuando
atravesó la puerta en nuestro primer día de clase. No creo que él sea
consciente de que estamos en la misma clase, pero no me sorprende. Ha
hecho todo lo posible para evitar toparse conmigo. En las pocas ocasiones
que pasé junto a Scott para saludar, Brantley no estaba o elegía permanecer
escondido en el piso de arriba. Entonces, cada día me siento en el mismo
asiento, escondida entre dos jugadores de fútbol americano, que es en donde
estoy hoy.
No voy a mentir. Encontrármelo en el bar me había sacudido. Solo la
sensación de su cuerpo bajo mis manos me debilitaba las rodillas.
Demonios, solo tocarlo hubiera sido suficiente para hacer que mi cabeza
diera vueltas, pero agrega que anteriormente lo besé y lo vi completamente
desnudo, y me convertí en un completo desastre. Entonces ese pelirroja tuvo
que ir y arruinarlo todo. No sé quién es ella, pero la forma en la que él me
trató después de que ella se uniera a nosotros me dejó sintiéndome
humillada.
Cuando termina la clase de psicología, me detengo y frunzo el ceño
39 mientras miro mis notas de cálculo. Realmente estoy batallando en esta
clase y hay un examen el viernes de la próxima semana que realmente
necesito aprobar. Juro que este profesor está dispuesto a hacer de mi vida
un infierno. La clase solo se ha reunido seis veces y ya hemos tenido dos
exámenes, los cuales casi he reprobado.
Luego, la semana pasada, cuando me acerqué a él para preguntar
sobre los grupos de estudio, simplemente señaló una fila de portapapeles
que se extendían a lo largo de la pared. Siete portapapeles contenían hojas
de cálculo que enumeraban a los estudiantes que buscaban unirse a un
grupo de estudio. Un portapapeles en particular también enumeraba la
información de contacto de los estudiantes que ofrecían tutoría. Como mi
situación requería atención individual, ignoré los grupos y fui directamente
a la tutoría, hojeando la lista hasta que llegué a un nombre que reconocí.
B. Cage 719-688-5535
Le envié un mensaje de texto el viernes pasado con la intención de
decirle quién era, pero recordé cómo actuó en el bar y entré en pánico. Pensé
que me ignoraría por completo. Entonces que le dije que me llamaba Candy
y de todos modos me ignoró. No estaba segura de qué me dolía más, el hecho
de que probablemente volvería a reprobar o que él no tendría nada que ver
conmigo. Todo lo que quiero son cinco minutos de su tiempo para decirle
que lamento la forma en que actué esa mañana. Me había humillado y
alejado de él, todo en el mismo momento.
Todavía estoy sosteniendo mis notas cuando levanto la vista y lo veo
caminando por el pasillo. Está hablando con un compañero de hockey, pero
su mirada se encuentra con la mía cuando se acerca. En lugar de ignorarme,
levanta su mano en un pequeño saludo cuando pasa, dejándome con un
rayo de esperanza que no me odia tanto como temo.
Para mi alivio, cuando llego a cálculo descubro que el profesor Briggs
está enfermo y tuvo que irse temprano. La clase ha sido cancelada, pero hay
una nota escrita en la pizarra. ESTUDIEN PARA EL EXAMEN DEL PRÓXIMO
VIERNES.

Cuando abro la puerta de mi habitación, me quedo sorda


inmediatamente por un fuerte grito y un gruñido cuando dos cuerpos se
apresuran a cubrirse del lado de la habitación de Roni.
—Lo siento. —Me tapo los ojos—. Me voy. Vuelvan a lo que sea que
estaban haciendo. —Mi pecho palpita fuertemente cuando cierro la puerta
de golpe y salgo corriendo por el pasillo con una mano cubriendo mi boca.
Abro la puerta exterior de un empujón y me doblo con una carcajada.
40 Oh, Dios mío. Acabo de atrapar a mi compañera de cuarto montando la
polla de un tipo...
Mis pensamientos se interrumpen cuando mi teléfono vibra con un
mensaje de texto y hago un baile feliz cuando veo de quién es. Han pasado
tres días desde la primera vez que me acerqué a él y para ser honesta, he
estado en ascuas, preguntándome si me contactaría.

Él: ¿Cómo va el estudio?

Mi primera inclinación es permanecer tranquila. No puedo dejar que


piense que he estado conteniendo la respiración, esperando que me envíe
un mensaje de texto. Que lo he hecho totalmente. Después de nuestra
primera conversación, comencé a dudar de mi decisión de mentir.
Realmente no lo había pensado muy bien. Si acepta reunirse, ¿qué dirá
cuando aparezca Cassie Rivers en lugar de Candy?

Yo: Lo siento. ¿Quién eres?

Todavía me estoy riendo cuando presiono enviar. En segundos,


aparecen los tres puntos y espero por su respuesta.

Él: Umm... Soy B. Tú sabes, el Dios del cálculo y completamente buen


chico.
Yo: Oh, sí. Lo recuerdo. ¿Dios del Cálculo? Tal vez. ¿Buen chico? El
jurado todavía está deliberando, B-Man.
Él: ¿Ahora dudas de mí? Tengo que decir que estoy herido.
Yo: En absoluto. Estoy estableciendo un hecho. No me has honorado
con tu presencia, por consiguiente, no tengo nada más que algunos mensajes
para apoyar tu declaración.
Él: Suena justo. ¿Lista para este examen?
Yo: Ni de cerca. Pero no por la falta de intentos. No debería haberme
registrado para esta clase.
Él: Ah, la maldición de demostrar que puedes con todo. He estado ahí.
Yo: ¿Así que conoces mi lucha?
Él: Muy bien.
Yo: ¿Cómo lo lograste?
41 Él: Tequila. Mucho tequila.
Yo: Me temo que esa no es una opción viable.
Él: ¿No bebes?
Yo: Soy menor de edad. No tengo acceso a dicho tequila.
Él: Lástima.
Yo: Si paso, puedes premiarme con un shot.
Él: De acuerdo.
Yo: Estoy aburrida, B. Habla conmigo. No puedo ir a mi dormitorio.
Él: ¿Por qué no?
Yo: Mi compañera está teniendo sexo.
Él: Sí, también he estado ahí.
Yo: Es mi primera vez.
Él: Te diría que se vuelve más fácil, pero es una mentira.
Yo: Vaya, gracias.
Él: Ni lo menciones.
Yo: ¿Puedo preguntarte algo, B?
Él: Soy todo dedos.
Yo: Ja Ja, eres muy gracioso. ¿Tienes novia?
Él: Nop.
Yo: Es una lástima.
Él: ¿En serio? ¿Por qué?
Yo: Porque pareces ser un tipo dulce. Me agradas B-Man. Estás
empezando a gustarme.
Él: Gracias. Creo que también me estás empezando a gustar.
Yo: ¿Eso significa que serás mi tutor?
Él: Tal vez.
Yo: Bueno, el tiempo está corriendo. ¿Me dirás si ese tal vez se convierte
en un sí?
Él: Tal vez.
Yo: Estás empezando a no gustarme mucho.

Cinco minutos pasan antes de que responda y estoy sonriendo como


una idiota cuando leo lo que dice.

42
Él: Me voy a arriesgar.
Cassie
Con las clases de hoy detrás de mí, comienzo la larga caminata de
regreso a los dormitorios. Esta semana ha sido dura. No estoy durmiendo
bien y mis hábitos alimenticios se han ido a la mierda. Mi día terminó
después de dos horas tortuosas en composición musical. Justo antes de
partir a Ann Arbor, había escrito una nueva canción. Pasé la mayor parte
de la mañana sentada frente al piano, trabajando en una sección que no se
une como imaginé.
Una cosa que he aprendido desde que llegué es que es casi imposible
comer sano. De acuerdo, hay una barra de ensaladas en la cafetería. Y
tienen una amplia variedad de ensaladas y sopas preparadas. Pero luego me
muevo al otro lado de la habitación y veo señales de pizza, hoagies, tacos e
italiano. Honestamente, es demasiado. Si no tengo cuidado, ganaré cinco
kilos en mi primer mes en el campus.
Al subir los escalones hacia mi dormitorio, me saludan muchas de las
personas que he conocido desde que comenzaron las clases. Un grupo de
nosotros trata de reunirse todos los miércoles por la noche solo para pasar
el rato. Por lo general, comemos palomitas de maíz y vemos una película,
aunque algunas noches todo lo que hacemos es sentarnos y cotillear. Por
ejemplo, esta semana supe que una chica que vive en el mismo pasillo que
yo es bailarina en un club de striptease. Algunos de los chicos de nuestro
grupo fueron allí la semana pasada y actuó para ellos. Entonces, cuando
estoy subiendo las escaleras y levanto la vista para verla venir en mi
43 dirección, estoy naturalmente intrigada. Quiero agarrarla del brazo y
preguntarle todo al respecto. ¿Cómo es? ¿Cuánto dinero hace? ¿Qué la llevó
a comenzar a desnudarse? Las preguntas son infinitas. No es que esté
considerando desnudarme, ni nada de eso. Soy naturalmente una persona
curiosa. Lucho contra el impulso, y nos cruzamos sin siquiera una palabra
o una mirada hacia atrás.
Cuando llego a nuestra puerta, me detengo, golpeando fuerte cuatro
veces antes de girar la manija.
—Caray, Louise. Entra, idiota —Veronica está tendida en su cama,
leyendo un libro, cuando asomo la cabeza en la habitación—. ¿Ya dejaras
de tocar?
—Oye, fui traumatizada. Lo último que quiero ver después de un largo
día es tu culo desnudo en el aire. —Dejo caer mi bolso en el suelo y me
derrumbo sobre el duro colchón.
—¿Qué le pasa a mi culo? —Frunce el ceño, girando la cabeza para
mirarlo.
—Nada en absoluto. Tienes un culo perfectamente fino. Muy bien
formado. Fino en todos los lugares correctos. Simplemente no soy parcial
para mirar a mujeres desnudas.
—¿Serías más feliz si siempre tengo el culo del chico apuntando hacia
la puerta? —Se muerde el labio para evitar reírse.
Reflexiono sobre su oferta por un momento y luego me encojo de
hombros.
—Depende. Si está de pie, entonces es un sí. Pero, si se inclina y veo
sus bolas, definitivamente no.
—¡Oh Dios mío, estás tan loca! —Toma un calcetín del suelo y me lo
arroja. Luego se sienta y rebota en el borde de su cama. Una cosa que
aprendí sobre mi nueva compañera es que es una persona muy
hiperactiva—. ¿Qué haces esta noche?
—No hay planes. Probablemente estudiaré mis notas de cálculo y
comenzaré la quinta temporada de SOA.
—Mal. ¡Vamos a una fiesta!
—Sí, no lo creo.
—¿Por qué no? —Frunce el ceño—. Nunca haces nada, y Josh me
invitó, así que ahora te estoy invitando.
—¿Quién es Josh? —Estrecho los ojos y espero mientras ella se
retuerce incómoda.
—¿Veronica?
44 —Está bien, está bien. Es el tipo con el que me atrapaste.
—¿Te refieres al que estabas montando como galleta? Sí, no, gracias.
—Oh, vamos. Esto será bueno para ti. Puedes salir y conocer gente.
Además, la quinta temporada apesta. Algo malo le sucede a Opie y Jax pasa
el resto de la temporada enojado. —Agita su mano frente a ella como si mis
planes fueran insignificantes. Sin mencionar que solo me echó a perder toda
la temporada.
—Vaya, gracias. Hubiera preferido descubrirlo por mi cuenta. Ahora
lo has arruinado.
—Confía en mí, no fue lindo. Te estoy ahorrando el descubrimiento
sangriento. Ahora, ¿Qué dices? ¿Quédate en casa y no te sorprendas, o sal
conmigo y diviértete?
—No vas a callarte hasta que te diga que sí, ¿verdad?
—Probablemente no.
Exhalo un largo suspiro y cuelgo las piernas sobre el borde de la cama.
—¿A qué hora nos vamos?

He estado lista y esperando quince minutos mientras Roni se mete en


el baño. Mientras salgo, paso el tiempo desplazándome por las redes
sociales. Publico una selfie en Instagram con el hashtag #fiestacongalletas,
luego le envió un mensaje de texto rápido a mi madre para decirle que la
llamaré el domingo. Estoy en el medio de escribir otro para ver cuánto
tiempo más durará Roni, cuando uno llega.
Sé que está mal, porque es el amigo de mi hermano que ha dejado en
claro que nunca me volverá a tocar, pero cuando veo su nombre, me da un
hormigueo.

Él: ¿Qué pasa?


Yo: No mucho. Yendo a una fiesta.
Él: ¿La de Sig Phi?
Yo: Hmm, déjame comprobar.

45 —Oye, Veronica. —Tengo que gritar por el ruido de su secador de


cabello—. Esta fiesta a la que vamos, ¿es en Sig Phi?
—Sí. Esa es la casa de la fraternidad de Josh. —Mis ojos giran hacia
el techo. Excelente. Estoy bastante segura de que terminará pasando la
noche allí y caminaré sola a casa. Suerte la mía.

Yo: Esa es.


Él: Cuidado con los chicos Sig.
Yo: Aww, estás preocupado por mí.
Él: Bueno, ya sabes, menores de edad y todo. Prefiero que compartas
tu primer trago de tequila conmigo.
Yo: ¿Qué te hace pensar que soy virgen del tequila?
Él: Llámalo una corazonada. He estado pensando...
Yo: Suena peligroso.
Él: En ocasiones sí.
Yo: ¿Qué pasa?
Él: ¿Recuerdas ese tal vez?
Yo: Sí. Todavía estoy enojada contigo.
Él: Bueno, no puedo tener eso ahora, ¿verdad? Ahora es un sí.
Yo: Aww, B. Estoy conmovida.
Él: Te dije que soy un buen tipo.
Yo: Me cavas un poco, ¿no, B?
Él: Nos vemos mañana a las cinco.
Yo: ¡Lo sabía!
Él: Está volviendo a un tal vez.
Yo: Esta bien. Niega tus verdaderos sentimientos. Nos vemos a las
cinco.

Que tonto. Miro la pantalla y siento una punzada de culpa por


engañarlo. Sé que corro el riesgo de que él aparezca en el café y salga
corriendo cuando se dé cuenta de que soy Candy. Odio mentir, pero también
odio que haya sido tan rápido en alejarme.

46
Salvaje no comienza a describir la escena que nos saluda cuando
entramos por la puerta de la casa de Sigma Phi. Una chica semidesnuda
viene gritando escaleras abajo y sale corriendo por la puerta por la que
acabamos de entrar, mientras que un chico tatuado sin camisa corre entre
los curiosos para perseguirla. Mi primera inclinación es preocuparme por
su seguridad, luego escucho que hacen referencia a que su relación terminó
y me doy cuenta de que estos dos exhibicionistas se conocen. Después de
eso, todos volvemos a lo que estábamos haciendo.
Una mirada alrededor de la habitación y ya estoy preparando un
escape temprano. A la izquierda de la puerta principal hay una gran sala
que debe albergar a cien estudiantes, y la mayoría de ellos están apiñados
alrededor de una mesa de billar o el banco de mesas de futbolín que bordean
el perímetro de la sala. Una escalera secundaria se encuentra al otro lado
de la habitación. Chicos y chicas con trajes de baño están apiñados en las
escaleras como sardinas mientras esperan su turno para zambullirse en un
estanque lleno de una sustancia gelatinosa roja.
Nos abrimos paso a través de la habitación en busca de la cocina, de
alguna manera logramos evitar ser rociados por trozos rojos que vuelan por
el aire. Tres grandes barriles nos saludan cuando llegamos a nuestro destino
y, como era de esperar, también lo hace Josh.
—¡Lo hiciste! —Llama a Roni cuando se acerca. Tomándola de la
mano, la atrae para un beso con la boca abierta, y es difícil no recordar la
última vez que lo vi. Incluso si fue una breve mirada, he sido marcada de
por vida. Puede que nunca lo vea de la misma manera. Él mira, finalmente
reconociendo mi presencia, y un ceño fruncido llena su rostro—. ¿Quién es
tu amiga?
—¿Te acuerdas de mi compañera de cuarto, Cassie? —Mis ojos
disparan dagas en su dirección, pero milagrosamente, no se ve afectada. La
forma en que se aferra al pecho de Josh solo prueba mi estimación inicial
de que estaré en mi propio camino a casa esta noche.
—Oh, sí. Oye, perdón por ese pequeño susto, pero tal vez deberías
intentar tocar la próxima vez. —Con eso, se da vuelta, guiando a Roni a la
habitación contigua, y me quedo parada con una mirada de puro odio en mi
rostro. Que idiota.
Poniendo los ojos en blanco, lleno un vaso de plástico rojo con cerveza
y me dirijo a través de la cocina abarrotada y hacia la habitación contigua.
Esta casa parece ser un laberinto interminable de habitaciones, cada una
aparentemente más grande que la que acabas de dejar. Al pasar junto a un
grupo de chicos de aspecto nerd en la esquina, me enteré de que esta
fraternidad en particular alberga a cuarenta estudiantes de segundo año.
Silbé por lo bajo, sin comprender el encanto de vivir con tanta gente. Me
gusta la soledad y valoro mi privacidad. Me costó un poco acostumbrarme
47 a tener una compañera de cuarto que duerme a menos de metro y medio de
mi cama, pero la idea de que muchas personas caminen por ahí, con la
capacidad de aparecer en mi espacio personal en cualquier momento, es
suficiente para enviar escalofríos a mi espina dorsal.
No importa cuántas veces haya buscado, parece que no puedo
encontrar a Roni en ningún lado. Tomo un sorbo de mi cerveza e
instantáneamente quiero escupirla. Cerveza de Barril. Yuck. Ciertamente no
soy fanática. Finalmente, dejo mi búsqueda y me instalo en una esquina de
la sala de juegos. El alféizar de la ventana está forrado con vasos rojos
individuales, así que no creo que sea necesario agregar uno más a la mezcla.
Por ahora, los buceadores de la piscina están completamente cubiertos de
sustancia gelatinosa, y me da pena la pobre savia encargada de limpiarla
mañana. Hay un lugar en uno de los sofás de la habitación, pero solo puedo
imaginar lo que sucedió en esos cojines, y esa visión me mantiene en pie. A
mi alrededor, las parejas se están conectando y parecen completamente
ajenas al hecho de que otros cien estudiantes las rodean. Estoy totalmente
de acuerdo con PDA, pero lo que estoy presenciando va mucho más allá de
eso. La pareja en el sofá parece que se están comiendo la boca. Junto a ellos,
otra chica está sentada en el regazo de un chico mientras él juega con sus
tetas. Al instante, siento que mis mejillas se sonrojan, así que giro la cabeza
y finjo que no vi nada antes de rendirme y moverme al lado opuesto de la
habitación.
En un momento, estoy viendo un juego acalorado de futbolín cuando
tengo la sensación de que alguien me está mirando. Miro hacia arriba, y
cuando nuestros ojos se encuentran, él lo toma como una invitación para
unirse a mí, y estoy atrapada mientras habla sobre lo maravillosa que es la
vida en la casa de la fraternidad. Por lo que deduzco, dado que está borracho
y arrastrando los pies abiertamente, es un novato que es el único
responsable de planificar toda la fiesta. De alguna manera, me resulta difícil
de creer, pero solo sonrío y sigo fingiendo interés.
Las bromas llegan a su fin cuando comienza a ponerse sensible.
Comienza con él pasando los nudillos de una mano sobre mi mejilla,
mientras que la otra roza mi cadera.
—¿Qué dices si continuamos esta conversación arriba? Tengo una
habitación allí donde está tranquilo y podemos conocernos mejor. —Levantó
mi hombro hacia mi mejilla en un intento de quitar su mano, al mismo
tiempo que doy un pequeño paso a un lado.
—Lo siento. Mi compañera de cuarto y yo nos reuniremos pronto y
nos iremos. Quizás en otro momento. —No espero a que responda, pero la
expresión de su rostro indica que no está lo suficientemente borracho como
para no darse cuenta de que lo rechace.
Me agacho y me dirijo a las escaleras. Todavía no puedo encontrar a
Veronica, pero subo las escaleras para mirar por última vez. Veo a una
48 pareja en el rellano, encerrada en lo que parece ser un tierno abrazo, pero a
segunda vista me doy cuenta de que estoy presenciando algo mucho más
íntimo. Ella está usando una falda corta de mezclilla, y su mano está entre
sus piernas abiertas. Echa la cabeza hacia atrás y cierra los ojos. Su boca
cubre la de ella, amortiguando sus gritos, pero no puedo apartar mis ojos
mientras veo el orgasmo rodar por su cuerpo y ella se derrumba en él. Se
forman gotas de sudor en mis sienes, y de repente siento que tengo
demasiada ropa. El placer recorre mi cuerpo, y sé que si alcanzo entre mis
propias piernas descubriré que estoy empapada. Ha pasado mucho tiempo
desde que recibí algo tan estimulante como eso.
Me doy vuelta, avergonzada y sintiéndome una voyeur por ver su
momento de intimidad. Aunque, en mi defensa, estaban en medio de una
casa de fraternidad llena de gente. Es decir, ¿Quién hace eso? ¿Personas
enamoradas? ¿Dos personas tan sexualmente atraídas la una por la otra
que no pueden quitarse las manos de encima? El último escenario golpea
un nervio dentro de mí, y vuelvo a anhelar el toque de un extraño. Bueno,
no cualquier extraño. Me viene a la mente un jugador de hockey de cabello
oscuro específico. Me da vergüenza incluso pensar en él. Sé que está fuera
de los límites. Lo escuché de Scotty y del propio Brantley, pero no borra lo
que ocurrió entre nosotros antes de que él me conociera como la “hermana
menor de Scotty”. Dios, a veces odio esa etiqueta, y pensarlo me molesta
aún más. Paso junto a un baño que está milagrosamente disponible y me
agacho para escapar. Caigo contra la puerta, me encuentro deseando volver
a casa en Illinois.
Si soy completamente honesta, odio estar aquí. Fuera de Veronica, no
he hecho muchos amigos. Supongo que podría contar a Jordan y Davis, pero
supongo que solo están siendo amables por Scotty. Y no me hagas hablar
de mi hermano. Vine hasta aquí, con la esperanza de que pudiéramos
reavivar nuestro vínculo. Hasta ahora, el único tiempo de calidad que hemos
pasado juntos fue la mañana en que me desperté en la cama de Brantley y
me llevó a desayunar. Desde entonces, ha tenido clase, práctica o ha estado
saliendo con Ashley. Mi horario de cursos es demasiado, y estoy cerca de
fallar en cálculo. Todo esto se ha estado acumulando, y luego agrego el
hecho de que estoy en mi primera fiesta de fraternidad en esta universidad
y que la única persona que mostro algún interés fue un imbécil borracho
que solo quería mostrarme su habitación.
Cuando mis ojos se encuentran con mi reflejo en el espejo, no puedo
contenerme más. Las lágrimas se acumulan en las esquinas de mis ojos, y
antes de que pueda limpiarlas, caen por mi rostro, empapando la parte
delantera de mi camisa. Me inclino para salpicarme agua fría en mi rostro
cuando la puerta se abre de golpe y alguien entra.
—Oh, vaya, lo siento. No sabía que había alguien aquí —dice una voz
familiar. Levanto mi mirada hacia el espejo y miro a otra persona que no
quiere tener nada que ver conmigo. Ahora me doy cuenta de que nunca me
49 había sentido tan sola en mi vida. Y así de rápido, las obras hidráulicas
comienzan de nuevo—. Oye, no llores. Lamento haberte sorprendido así.
Se para junto a la puerta, luciendo incómodo, con las manos metidas
en el bolsillo delantero de sus jeans. Sus ojos se mueven de un lado a otro
entre mi reflejo y la puerta cerrada a su lado. Puedo decir que está en
conflicto. Por un lado, soy la hermana pequeña de Scott, y él puede sentir
la necesidad de protegerme. Por otro lado, esa misma lealtad a mi hermano
lo llama a defender el código del hermano del que estaba hablando. En este
momento, tampoco podría importarme menos. Estoy molesta y solo quiero
un poco de privacidad. Al diablo con todas estas reglas y obligaciones. Solo
una vez me gustaría ser lo primero en la vida de alguien. Cuando Justin y
yo estábamos saliendo, él siempre hablaba de cómo yo era el número uno
en su vida. Pero la ironía era que su amor por el hockey y su familia siempre
me mantuvo en un distante tercer lugar.
Antes de darme cuenta, fuertes brazos me envuelven, y estoy envuelta
en el calor de su cuerpo.
—Shhh. Está bien, Cassie. —Su mano grande se alisa sobre la parte
posterior de mi cabello y baja por mi espalda—. Estará bien.

50
Brantley

Mis brazos están fuertemente envueltos alrededor de su diminuta


cintura. Es más alta de lo que creía, pero la parte superior de su cabeza
apenas llega a la parte superior de mi pecho. Bajo mi cabeza, respirando la
dulce fragancia de su champú con aroma a fresa y es justo como lo
recordaba. Me muevo para alejarme, pero ella empuña mi camisa y llora aún
más fuerte. Mis cejas se fruncen en confusión y no estoy seguro de lo que
debo hacer.
—¿Qué ha pasado? ¿Alguien te hizo daño? ¿A cuál de estos imbéciles
tengo que matar? —digo para intentar hacerla reír, pero algo dentro de mí
me dice que, si dice que uno de estos imbéciles le puso una mano encima,
no dudaré en seguir con esa oferta.
No responde de inmediato, así que me quedo callado y simplemente
la abrazo. Nunca he tenido una hermana, pero supongo que esto es lo que
Rivers haría si él estuviera aquí y ella estuviera llorando incontrolablemente.
El único problema con esa analogía es que estar tan cerca despierta
recuerdos de ella encima de mí. Saber lo cerca que estuve de dormir con ella
me preocupa. Hay una guerra dentro de mi cabeza ahora mismo. Una voz
está gritando, diciéndome que me suelte y me vaya. Mientras que otra está
señalando en silencio lo bien que se siente envuelta en mis brazos. Es sólo
cuando se mueve debajo de mí que doy un muy necesario paso atrás.
51 —No —esnifa y limpia con su mano un lado de su rostro. La envuelvo
para tomar unos pañuelos de papel y se los doy para que los tome—.
Gracias. Prometo que estoy bien. Es sólo un montón de mierda que
burbujeaba y necesitaba un buen llanto. Creo que me gustaría volver a los
dormitorios. —Sus ojos se mueven entre mi rostro y el suelo, y puedo decir
que le da vergüenza llorar delante de mí.
—Oye. —Trato de mantener mi voz suave, esperando que la ayude a
calmarse. Mi mano se extiende y levanta su barbilla y le paso el pulgar por
la mejilla—. No te avergüences. Todos necesitamos un buen llanto de vez en
cuando. Personalmente, yo lloré como un bebé en mi primer año.
—¿Tú? —Una suave risa se le escapa de la garganta mientras sacude
la cabeza cuando lo admito—. No me lo creo. Eres demasiado genial para
perderlo así.
Uso mi dedo para dibujar una X imaginaria en mi pecho mientras
asiento.
—Te aseguro que es la verdad. Pero hazme un favor y no se lo digas a
los chicos. Tengo una reputación que mantener. —Esto consigue una risa
profunda y siento que está volviendo en sí—. Escucha, tal vez sería mejor
que te fueras a casa. No es la mejor escena para estar cuando te sientes
vulnerable. Odiaría que pasara algo. —Estoy pensando en un idiota tratando
de meterse en sus pantalones, pero estoy seguro de que no tiene idea de que
eso es lo que estoy insinuando.
—Estaba tratando de encontrar a mi amiga, pero creo que ya está en
una de estas habitaciones con su amigo con beneficios. —Arruga su rostro
cuando dice esto.
—Supongo que no eres fanática de los revolcones.
—No es la conexión lo que me disgusta. Es el tipo con el que está. Es
un total imbécil. Como, en serio, un imbécil directo.
Asiento, porque sólo puedo imaginarme a cuál de estos perdedores ha
puesto su amiga la mira. De todas las fraternidades del campus, ésta parece
haber atraído a la mayor población de imbéciles.
—¿Quieres que te lleve de vuelta a tu dormitorio? —Mis pies se
arrastran por el suelo de baldosas y me doy cuenta de que estoy nervioso.
Quiero que diga que sí, mientras que al mismo tiempo le ruego en silencio
que rechace mi oferta.
—Está bien. Eso estaría muy bien. Asumí que tendría que volver
caminando sola.
Doy un respiro nervioso y doy un paso adelante. Mis labios se
encuentran con su frente antes de que pueda adivinar mi decisión.
Afortunadamente, no voy más abajo, aunque estaría mintiendo si dijera que
no es donde originalmente pretendía terminar. Hay algo en esta chica que
me golpea como un palo en el estómago.
52
—Vamos. Vamos a sacarte de aquí.

Es una noche agradable y por una vez me alegro de haber elegido


caminar en lugar de conducir la corta distancia. Ni siquiera había planeado
pasar por aquí. Pero uno de los chicos del equipo dijo que quería ver a las
nuevas chicas de primer año. Lo seguí sólo para verlo hacer el ridículo. Él
también lo hizo. Lo juro, la reputación del tipo lo precede porque la mayoría
de las chicas nuevas se negaron a hablar con él. No pude evitar reírme. Las
mujeres hablan, especialmente las que se han quemado antes.
Las vemos todo el tiempo. Conejitas de disco. Son chicas que van a
los entrenamientos, a todos los partidos, con la esperanza de engancharse
a uno de los jugadores. La forma en que lo hacen es una broma. Caminan
por el campus el día del partido, vistiendo la camiseta del jugador con el que
esperan estar ocupadas. A veces ves a diez chicas caminando con la misma
camiseta del jugador y realmente sientes lástima por el pobre tonto por tener
que elegir entre ellas. He estado allí en más de una ocasión y puedo decir
honestamente que es todo un viaje del ego. Las reglas parecen ser bastante
simples. La chica y el jugador saben el resultado antes de hacer la jugada.
Pero, sin falta, siempre hay una chica que se encariña demasiado y cuando
descubre que era sólo una muesca más en su palo de hockey, se enfada y
difunde todo tipo de chismes calumniosos.
Para mí, elegir entre las chicas era normalmente bastante fácil.
Prefiero las rubias, pero también me gusta una chica con la que pueda tener
una conversación estimulante. Incluso si sólo nos estamos enrollando para
tener sexo. No quiero escuchar tonterías que salen de su boca mientras nos
besamos. Es un completo apagón para mí. Pero últimamente, no he ido a
casa con ninguna de ellas. Después de un tiempo se convirtió en algo
mundano y no estoy buscando lo mundano. Francamente, no estoy
buscando nada. Sólo prefiero conocer a alguien con quien pueda hacer una
conexión en un nivel que vaya más allá de una chica que busca montar mi
palo. ¿Entiendes lo que digo? Eso no significa que quiera una relación. Al
diablo con eso. Sólo me gustaría tener una chica como amiga. Ya sabes, tal
vez alguien con quien pueda hablar de toda esta mierda que pasa dentro de
mi cabeza relacionada con mis padres.
Por eso estoy disfrutando mis charlas con Candy. De hecho, estoy
deseando conocerla mañana. Sólo hemos estado enviando mensajes de texto
durante una semana, pero por las breves respuestas que ha estado enviando
tengo la impresión de que podríamos congeniar.
En el extremo opuesto, están las chicas que hemos apodado
cariñosamente “Chicas Jersey”. Estas son las chicas que ves en clase o en
53 el campus. Las que hacen que ciertas partes de tu cuerpo se levanten y se
fijen en ellas. Y cuando las ves en los entrenamientos o en un juego, te
sorprendes a ti mismo patinando más rápido, jugando más fuerte. Son las
que quieres encontrar animándote. La chica que te encuentras invitando a
los juegos, incluso llegando a lanzarle una ola durante los calentamientos.
Y finalmente, es la que esperas ver con tu camiseta mientras te rompes el
culo en el hielo. Si tienes suerte, la mañana siguiente la verás usando esa
misma camiseta y nada más. No importa si tu equipo ganó o perdió, porque
cuando ella está en sus brazos, se siente como si acabaras de ganar la Copa
Stanley.
—¿Cuánto tiempo llevas jugando al hockey? —Sus palabras suenan
como si estuviera sin aliento, y noto que tiene que dar tres pasos para
igualar sólo uno de los míos. Me río y reduzco mi ritmo.
—El primer recuerdo para mí tendría que tener tres años, pero mamá
jura que mi padre me tenía en el hielo con él cuando empecé a caminar. Mi
padre solía jugar cuando era más joven y tenía este par de patines hechos a
medida para mí. Eran tan pequeños. Están exhibidos en un estante en mi
viejo dormitorio en Colorado.
—Aw, eso es muy lindo. Me encantaría ver una foto de ellos. —Gira la
cabeza para que nuestros ojos se encuentren, y en la luz de la tarde el azul
de sus ojos brilla positivamente. Santa mierda. Me doy la vuelta y miro al
cielo para no mirarla.
—Veré qué puedo hacer al respecto. Rivers me dijo que eres estudiante
de música. ¿Qué es lo que haces exactamente?
—Principalmente, escribo música. La composición de música es mi
objetivo.
—Eso es realmente genial. Así que supongo que eso significa que
puedes tocar un instrumento. ¿Estoy en lo cierto? —Giro sobre mi talón y
camino hacia atrás para ver su rostro mientras habla. Me mira y se muerde
nerviosamente el labio.
—¿No tienes miedo de tropezar o algo así?
—No, soy un jugador de hockey muy hábil. He pasado la mayor parte
de mi vida balanceándome en una hoja delgada. Creo que puedo manejar el
caminar hacia atrás. Además, hace que sea más fácil verte cuando estás
hablando.
—En ese caso, te dejo con ello. No tengo la suficiente coordinación
para caminar hacia atrás y hablar. —Se ríe a carcajadas.
—Ah, una torpe. Supongo que tu hermano tiene todos los genes de la
coordinación. Eso es genial. Y gracias por el aviso. Me aseguraré de que no
haya grietas para ti y cosas así. —Le saco una sonrisa a su costa y me da
un regalo increíble: una sonrisa que ilumina todo su rostro. Tiene unos
dientes perfectamente rectos que sólo pueden venir de un excelente
54 ortodoncista o de los genes de la suerte. Pero lo que realmente me atrae es
el par de hoyuelos perfectamente colocados a cada lado de su boca. Cuando
me da esta sonrisa completa, me sorprende lo profundo y adorable que son
esos simples hoyuelos. Es casi como si hubiera descubierto un raro
diamante en su rostro. O alguna tontería como esa. Honestamente, no sé lo
que está pasando conmigo ahora mismo. Sólo sé que estamos casi en su
dormitorio y estoy luchando por una forma de hacer que este paseo dure
más.
—Entonces, ¿instrumento?
—Oh, sí. Casi lo olvido. Bueno, toco el piano y la guitarra acústica. —
Hace un pequeño salto para evitar caminar por un pequeño charco y me
encuentro incapaz de dejar de mirar su boca—. Y también canto.
—¿No me digas? Creo que me gustaría oírte cantar para mí alguna
vez. Tal vez puedas venir y actuar para mí —digo esto sin pensar en cómo
podría sonar.
—Umm... Quiero decir, claro. Puedo hacerlo. —Deja de caminar y me
doy cuenta de que hemos llegado a la entrada de su edificio. Levanta un
pulgar sobre su hombro y se vuelve hacia mí—. Bueno, este soy yo. Gracias
por acompañarme a casa.
Meto las manos en los bolsillos y me balanceo sobre los talones.
—Cassie, quería... —Quiero decirle que esa mañana no significó nada
y que creo que podríamos ser amigos. Pero las palabras se me quedan
atascadas en la garganta—. Me alegro mucho de haberme encontrado
contigo esta noche.
—Sí, yo también. —Se pone el cabello detrás de la oreja y su mirada
se dirige nerviosamente al grupo de estudiantes que se acercan—. Bueno,
buenas noches.
—Buenas noches —murmuro, pero ya se ha ido adentro.

55
Cassie

Me paro en la puerta y lo veo alejarse, silenciosamente deseando que


se dé la vuelta por última vez. Pero no lo hace. Pongo los ojos en blanco,
sabiendo que este enamoramiento que tengo es completamente ridículo.
Pero no hace falta ser una genia para ver que estaba coqueteando totalmente
conmigo. No fueron tanto las palabras que dijo, su lenguaje corporal decía
mucho. La forma en que me sostuvo en el baño. El tierno beso que puso
en mi frente, sin razón aparente. Cuidándome lo suficiente como para
acompañarme hasta casa, cuando sé lo lejos que vive de mi dormitorio.
Ha pasado casi un mes desde que nos conocimos, y el interés que
tengo en él continúa creciendo. Tal vez sea porque puedo admirarlo desde
lejos mientras estoy en la sala de conferencias; y los mensajes de texto
secretos que hemos estado intercambiando han sido increíbles. Cada vez
que pienso en la forma en que lo he estado engañando, me duele el
estómago, y sé que debo detener todo esto. Los primeros días fueron
inofensivos. Ahora, después de la amabilidad que mostró en la fiesta, sé
que no puedo continuar con la mentira. Creo que es mejor terminarlo ahora
antes de que alguien salga lastimado. Además, ahora que realmente me
está hablando, no necesito mantener la farsa.
Saco mi teléfono de mi bolsillo trasero y veo que me perdí tres
mensajes de texto de Roni.
56
¿A dónde fuiste?
¡DIOS MIO! ¿No estás follando con ese tipo que te vi hablando? ¿Lo
estás?
Me quedo en casa de Josh.

Antes de que pueda evitarlo, le envió un mensaje de texto.

Yo: Surgió algo. No me puede quedar. Lo siento.


Me pongo algo cómoda y me dirijo al baño para lavarme los dientes.
El baño está vacío, y creo que la mayor parte de mi piso todavía está en la
estúpida fiesta que acabo de dejar. Veo a una de las chicas de mi equipo de
los miércoles por la noche y conversamos unos minutos antes de que ambas
regresemos a nuestras habitaciones para continuar con nuestras patéticas
vidas. Cuando regreso, reviso mi teléfono y veo un mensaje de Brantley.

Él: ¿Qué? Tenía un poco de esperanza en nuestra pequeña sesión de


estudio.
Él: Ahora, ¿a quién le voy pasar todo este conocimiento?
Yo: Admítelo. Te gusto un poco. ¿No?
Él: Supongo que nunca lo sabremos.
Yo: Supongo que no lo haremos.
Él: No voy a mentir. Eso me pone triste.
Él: Tenía una imagen de ti construida en mi mente. Quería ver si
acertaba.
Yo: Oh, ahora tengo curiosidad. Dímelo.
Él: A ver... Cabello rojo, Ojos verdes, Cuerpo: Un perfecto diez.
Yo: Ni siquiera remotamente cerca. Pero parece que recuerdo haber visto
a esa mujer en la película ¿Quién engaño a Roger Rabbit?
Él: Ja, ja. Totalmente. Para que conste, en mi imaginación nunca fuiste
un personaje de dibujos animados. Definitivamente fuiste real.

Esto era demasiado para mí. Es súper dulce y saber que nunca pasará
nada entre nosotros hace que me duela el estómago. Necesito poner fin a
toda esta mentira de inmediato.
57
Yo: Lo siento, me tengo que ir. Gracias por las risas. Ha sido divertido.
Él: ?
Él: ¿Candy? ¿Hola?

Decido no responder y apago el teléfono antes de meterme en la cama.


Acostada, miro al techo, sintiendo que he perdido a un buen amigo. Sé que
suena loco, pero me he encariñado con nuestros chats. Aunque fueron
cortos y no muy personales, siento que realmente conectamos… Voy a
extrañar esto, pero sé que es lo mejor. O eso me digo treinta y siete veces
más antes de que finalmente me duerma y sueñe con personajes de dibujos
animados que patinan con jugadores de hockey sexys.

Veronica no regresa a los dormitorios cuando llega el almuerzo, pero


sí envía otro mensaje de texto informándome que está a bien.
Sin nada que me distraiga, me dirijo al departamento de música para
trabajar en mi canción. Es domingo, y las salas de ensayo están vacías, en
su mayor parte. Me ubico en uno de los muchos pianos disponibles y coloco
mi música. La canción que he escrito es sobre una mujer que teme volver a
amar. Esta no es una historia personal. No le tengo miedo al amor, ni a
enamorarme de nuevo. Pero tampoco lo estoy buscando exactamente. A
decir verdad, no elegí escribir esta canción. Esta canción me eligió a mí.
Me encanta todo el proceso de componer. Escribir la letra. Ponerle
música. Colocar las pistas. He escrito dos canciones antes de esta pieza,
las cuales las hice mucho antes de mudarme a Ann Arbor. Esta canción no
solo contará para mi calificación, sino que también planeo utilizar los vastos
recursos disponibles en los estudios de grabación locales. Mi objetivo es
tomar estas canciones y grabarlas para usarlas como demostración. Si me
permitiera soñar en grande, lo cual hago, la guinda del pastel sería que un
artista tomará una o todas mis canciones y las grabara como propias.
Caliento rápido antes de pasar a la pieza que escribí. La melodía de
esta canción siempre me golpea fuerte. Realmente estaba teniendo
problemas con eso cuando comencé esta clase, pero uno de los instructores
me escuchó y una vez que la tocábamos varias veces, comenzó a tocar esta
cadena de acordes que lo unieron todo. Mientras toco, canto suavemente las
letras desgarradoras del corazón. Al escuchar esta canción, uno pensaría
que me han destrozado el corazón en un millón de piezas, pero ese no es el
58 caso.
—Juro que suena más hermoso cada vez que la escucho. —Una voz
tranquila habla detrás de mí. Miro por encima del hombro y encuentro a
uno de mis compañeros de clase parado en la puerta. Creo que se llama
Mitch, pero nunca nos presentaron formalmente—. Lo siento, no quiero
interrumpir, es solo una hermosa pieza compuesta. ¿Puedo? —Señala la
otra mitad del banco del piano. Cuando asiento, se une a mí y mira mi
música—. Eres Cassie, ¿verdad? Soy Mitch.
—Sí, lo adivinaste. —Le ofrezco una cálida sonrisa que él regresa de
inmediato. Tiene un rostro bonito, y cuando sonríe, puedo ver que sus
dientes inferiores están un poco torcidos—. Es un placer conocerte, Mitch.
¿En qué año estás?
—Soy un estudiante de tercer año, pero este es solo mi segundo año
en esta especialidad. Pasé mi primer año haciendo el tonto, así que mis
padres me dijeron que tenía que ponerme serio y arreglar mi mierda o no
seguirían pagando la universidad. Así que me mudé de la casa de la
fraternidad y elegí una especialidad. Incluso después de dos años, no creo
que esté cerca de tu calibre. Esa canción realmente es algo especial. Es
increíble. Es casi…
—¿Obsesionante? —Terminó su pensamiento, y se vuelve hacia mí y
asiente.
—Exactamente. Tengo que preguntar. ¿Se trata de ti? —preguntó,
mirando mis partituras, leyendo la letra—. Es muy personal.
—No, no se trata de mí. Pero entiendo lo que estás diciendo. Cuando
lo escribí, en realidad estaba sentada en el medio del parque, viendo a las
madres empujar a sus hijos en los columpios. Vi a esta madre que no podía
hacerlo. Tenía talvez unos veinte años, y se veía tan perdida. Las ruedas en
mi mente comenzaron a trabajar y cuando me levanté para irme, había
manifestado todo este escenario sobre la trágica pérdida de su marido. Las
palabras prácticamente se escribieron solas. —Miro hacia adelante,
recogiendo una pelusa imaginaria en mis piernas.
—Bueno, es realmente poderosa. Tu imaginación funciona bien. —Se
mueve para ponerse de pie, mientras yo permanezco en el banco, todavía
jugueteando con mis pantalones—. Mejor me voy. Fue un placer conocerte
finalmente, Cassie. Espero verte por aquí…
Le ofrezco un pequeño saludo y luego, tan silenciosamente como llegó,
desaparece por el pasillo.
Recojo mis pertenencias y las guardo en mi mochila. He estado en
esta habitación durante casi tres horas, pero aún estoy inquieta. No quiero
quedarme aquí, pero tampoco tengo ganas de volver a los dormitorios.
Tengo mis notas conmigo, así que decido ir al café para estudiar para mi
examen de cálculo.
59
Mi teléfono vibra cuando salgo por la puerta, y cuando miro hacia
abajo veo el mensaje de Justin.

Te echo de menos bebé.

Sus palabras me dan escalofríos. Dios, odio su necesidad de controlar


todo. Lo borro rápidamente, sintiendo una gran sensación de satisfacción
mientras lo veo desaparecer, luego le envió un mensaje de texto a Roni para
hacerle saber que no la acompañaré a cenar. No estoy segura de dónde está,
pero no quiero que se preocupe. Su respuesta llega rápidamente.
Gracias. Cenaré con Josh.

El café está bastante tranquilo para un domingo por la noche, por lo


que es fácil encontrar un lugar acogedor en la parte de atrás. Saco mi
laptop, notas y auriculares de mi bolso, alineo todo y presiono Play en mi
lista de reproducción favorita. Estoy tan absorta en mis notas que no veo a
Brantley entrar hasta que es demasiado tarde. Me ve y me saluda y se lo
devuelvo. Cuando él hace un movimiento para venir en mi dirección,
realmente contengo la respiración. Llega a la mesa y duda por un momento
antes de deslizarse frente a mí.
—Hola. —No es mucho, pero es todo lo que puedo decir en este
momento. Es una palabra simple, pero suena entrecortada, como si
estuviera totalmente enamorada de él o algo así. Lo cual soy totalmente
cierto, pero no permitir que lo sepa.
—Hola, parece que estabas realmente absorta allí. ¿Qué estás
estudiando? —Alcanza mis notas, pero las tiro protectoramente contra mi
pecho. Si ve lo que estoy estudiando, puede juntar dos y dos. Después de
todo, él es un Dios de cálculo. Una voz grita desde lo más profundo de mi
cabeza. —Lo siento, no quise ofenderte.
—No. Lo siento. No hiciste nada malo. Es solo algo personal. Entonces,
¿cómo has estado?
—¿Quieres decir desde que hablamos anoche? —Se ríe, y es este
sonido profundo y sexy que va directo a mis partes femeninas—. Estoy bien,
supongo. Estoy aquí, buscando a alguien. ¿Y tú?
Hay una parte de mí que se pregunta a quién está buscando, y tengo
que recordarme a mí misma que no tengo derecho a estar celosa.
60
—Oh, solo estoy pasando el tiempo. Acabo de salir de una de las salas
de ensayo y no tenía ganas de volver a un dormitorio vacío.
—¿Tu compañera de cuarto pasa mucho afuera? —Cuando pregunta
esto, saca su teléfono y mira hacia abajo. El ceño fruncido en su rostro me
dice que no está contento con lo que ve. Una punzada de celos me atraviesa
mientras lo imagino sosteniendo a esa pelirroja que vi en el bar. Me pregunto
si ha tenido la suerte de despertarse en sus brazos. La forma en que lo miró
esa noche me dice que ya sé la respuesta a esa pregunta. Ni siquiera es mío
y ya me siento posesiva. Eso no puede ser algo bueno. ¿Verdad?
—Últimamente lo hace, pero eso es solo porque ha conocido a su
última conquista. —Me río y un resoplido sale de mi nariz, haciéndome
sonrojar—. Lo siento.
—No lo sientas. Fue...
—Asqueroso.
—Lindo —decimos al mismo tiempo.
Arqueo mi ceño hacia él, y parpadea rápidamente. ¡Lo sabía! Sabía
que había estado coqueteando conmigo anoche.
Seguimos hablando y disfrutando de la compañía del otro. Aunque
con frecuencia revisa su teléfono, parece estar absorto en nuestra
conversación. En un momento lo veo escribiendo y asumo que está hablando
con otra chica, o tal vez con Scotty. Cuando mi teléfono vibra con un
mensaje de texto, miro casualmente a la derecha y veo un mensaje de él.
Afortunadamente, no parece darse cuenta, porque está demasiado ocupado
escribiendo de nuevo. Mi teléfono vuelve a vibrar y muevo mi mano para
deslizarlo cuando aparece otro mensaje de texto. Esta vez, me está mirando
directamente, y cuando mira hacia mi pantalla, sus ojos se abren con
reconocimiento.

61
Brantley
Cuando su teléfono vibra, no pienso en nada. Las chicas se envían
mensajes de texto todo el tiempo. No es gran cosa. Y cuando no se molesta
en comprobar, supongo que es su compañera de cuarto o su hermano. Pero
cuando envió los siguientes dos mensajes de texto y su teléfono vibra
exactamente al mismo tiempo, sé que es más que una coincidencia. Lo
curioso es que debería estar realmente enojado en este momento, y lo estoy.
Pero la sensación que me toma por sorpresa es que en realidad estoy herido,
ella sintió la necesidad de mentirme. ¿Todas estas mentiras solo para pasar
un estúpido examen de cálculo?
El silencio entre nosotros es francamente espeluznante. Estoy
bastante seguro de que la expresión de mi rostro es de confusión, pero la
expresión del suyo me duele. Es una de completa mortificación y
desesperación. Ahora, no la conozco muy bien, pero sé la diferencia entre
alguien que finge estar avergonzado y alguien verdaderamente arrepentido
por lo que ha hecho. Mi primera inclinación es levantarme y dejarla
revolcarse en su vergüenza, pero cuando sus ojos se llenan de lágrimas, me
siento clavado en la silla. Esta es la segunda vez que la veo llorar, y no me
gusta cómo me hace sentir. No estoy seguro de cómo describirlo, excepto
como una opresión en mi pecho, pero es suficiente para decir que es
inquietante. Quiero asegurarme de que está bien, pero también necesito
saber por qué sintió la necesidad de mentir, y si alguna vez hubo un examen
de cálculo para el que necesitaba ayuda.
62 Empujo mi silla hacia atrás y me paro, dividido entre quedarme y salir.
Sus ojos están muy abiertos, revelando mucho más de lo que las palabras
podrían transmitir. Hay una cualidad inocente en ella que encuentro
refrescante en este mar de hembras agresivas. Sé que a los chicos les
encanta la idea de tener mujeres que estén disponibles cada vez que llaman.
Pero estoy dispuesto a apostar el doble de deseos en secreto para que una
mujer los mire con ojos que cuentan una historia como la que estoy leyendo
en este momento. Es como si me suplicaran que la acercara y la abrazara,
no como lo estábamos antes, sino de una manera reconfortante de “Estoy
aquí para ti”.
—Por favor, no te vayas. Puedo explicarte. —Su voz es apenas audible
sobre el sonido de máquinas que zumban en el fondo, pero su tono
suplicante es difícil de perder—. Por favor —suplica.
Mi vacilación solo aumenta su desesperación. Me está mirando, con
los ojos muy abiertos y llorosos, los labios aún separados por su última
palabra dicha. Es demasiado para manejar.
—Guarda tus lágrimas para alguien más, cariño. Lo siento, pero no
puedo lidiar con esto en este momento. Pensé... demonios, no sé lo que
pensé.
Salgo de la cafetería sin mirar atrás. Sé que, si miro hacia atrás por
encima del hombro, probablemente la encontraría llorando, y no estoy listo
para lidiar con esa mierda. No le debo nada. Mintió. Fingió ser alguien más.
¿Quién hace ese tipo de mierda? Si está tratando de devolverme el dinero
por desprecio del bar, tendría que decir que el trabajo está bien hecho. Si
está tratando de hacerme sentir como un tonto, ciertamente lo logró. Pero
cuando lo pienso, ninguna de esas razones tiene sentido.
Solo camino tres cuadras antes de darme la vuelta y llevar el culo de
regreso a la cafetería. Si tuviera un gramo de coraje, escucharía las voces en
mi cabeza gritando que esto es un error. En mi cabeza, sé que lo más
inteligente para mí es seguir caminando y no mirar atrás. Intento decirme a
mí mismo que en tres o cuatro días, todo esto pasará y ella se convertirá en
un recuerdo lejano de otra chica cuyas lágrimas han sido causadas por algo
que hice. Sé todo esto, pero aun así doy un paso adelante y coloco mi mano
en la puerta.
La campanita sobre la puerta suena ruidosamente en mi entrada, y
giro los ojos en dirección a la cabina. Está allí, pero tiene la cabeza gacha y
la frente apoyada en la superficie plana de la mesa. Me acerco lentamente a
la mesa y apoyo las palmas de las manos sobre su superficie mientras miro
hacia el de ella.
—Responde una pregunta. ¿Por qué esa elaborada mentira?
Sorprendida, levanta la cabeza y parpadea un par de veces. Al
principio no responde, pero puedo ver que está tratando de leer mi ira. Doy
un paso atrás y tomo algunas respiraciones en un intento de ayudarme a
63 calmarme. Pasan unos segundos y los latidos de mi corazón se reducen a
un staccato constante.
—No todo fue mentira —dice en voz baja. Arqueo mi ceja en señal de
interrogación, mientras nuestros ojos se cruzan—. Quiero decir, sí, mentí
sobre quién era, pero realmente necesito ayuda con mi examen.
—¿Por qué no saliste y me dijiste quién eras la primera vez que
enviaste un mensaje de texto?
—Empecé a hacerlo. Pero luego reflexioné sobre la mañana en que nos
conocimos, y temí que no quisieras tener nada que ver conmigo. —Mientras
habla, sus manos se mueven nerviosamente, y me pregunto qué hay en mí
que la inquieta tanto. Actuó de la misma manera en el bar la noche que nos
encontramos—. Mira, lamento mucho haberte engañado de esta manera.
Solo esperaba la oportunidad de disculparme por mi comportamiento en tu
dormitorio. Estaba claramente fuera de lugar y no respetaba tus deseos.
—Tu comportamiento no fue tan malo. —Me rio entre dientes y entro
a la cabina. Recordando esa mañana, la mirada en sus ojos cuando se lanzó
hacia mí y la forma en que sus labios se habían sentido cuando se
presionaron contra los míos, no pude evitar sonreír. Había pasado tres días
enteros reproduciendo ese recuerdo una y otra vez en mi mente. Me había
excitado. No se lo podía negar entonces, y no se lo puedo negar hoy. Si las
circunstancias fueran diferentes, y no fuera la hermana de mi mejor amigo,
no estaría sentado frente a ella y mirando como luchar. Estaría en mi regazo
y estaríamos atrapados en un beso que nos dejaría sin aliento y ansiosos
por salir de aquí. Pero el hecho es que, por muy deseable que sea, todavía
está fuera de los límites.
Entonces, me recuerdo proceder con precaución.
—Vamos, actué como un completa idiota. —Entierra su rostro en sus
manos y sacude la cabeza—. Primero, fingí estar mortificada por tu
excitación, luego me arrojé sobre ti y procedí a drenarte por unos buenos
tres minutos.
—Cuatro minutos y veintitrés segundos para ser exactos. ¿Pero quién
está contando? —Ante esto, baja las manos y esboza una sonrisa de
bienvenida—. Escucha, no tienes nada de que lamentarte o avergonzarte de
esa mañana. Fue lo que fue. Y si las circunstancias hubieran sido diferentes,
quién sabe lo que pudo haber sucedido. Me alegra haber tenido la
oportunidad de besarte antes de descubrir que estabas fuera de los límites.
Pone los ojos en blanco y comienza a jugar con el final de su larga
trenza. Mis ojos recorren su cuerpo, observando su camisa de manga corta
con cuello en V, leggings y chucks rojos. Se ve como la estudiante
universitaria que es. Sin embargo, no se parece en nada a las cientos de
chicas que veo todos los días en el campus. Algo sobre ella la hace diferente.
Tal vez es la forma en que se porta, o el hecho de que sus pestañas son
64 gruesas y brillantes sin la ayuda del maquillaje. De hecho, ella no parece
usar ningún maquillaje. No necesita hacerlo. Su piel no es perfecta, y su
cabello es un poco salvaje cuando no está domesticado como hoy, pero
funciona en ella.
—Otra razón más por la que estaba nerviosa por decirte quién era.
Sabes, entiendo que tienes un código que seguir —dice, haciendo comillas
cuando dice la palabra código—. No estoy de acuerdo con eso, pero lo
respeto. Sé que soy la hermana pequeña de Scott. No necesito que me lo
recuerdes cada vez que me ves. Pero si sirve de algo, no soy una niña. No
tienes que salir de tu camino para hacerme sentir como una.
Sus ojos se dirigen hacia la ventana y se queda callada por unos
minutos, observando a la gente pasar afuera. Aprovecho ese tiempo para
estudiar su perfil y notar que, aunque sé que están relacionados, la
semejanza entre ellos termina con el color de su cabello y ojos.
—¿Tienes alguna idea de cómo es vivir constantemente a la sombra
de otra persona? ¿Nunca ser reconocido como tu propia persona? En todas
partes donde voy siempre seré la hermana de Scott Rivers. Solo una vez, me
gustaría que alguien me mirara y solo viera a Cassie.
No puedo decir que me identifiqué con lo que está pasando, pero
escuché a mi hermano menor pronunciar esas mismas palabras lo
suficiente como para saber que lo que está diciendo es real. Al crecer, Chris
no fue bendecido con la misma destreza atlética que me vino naturalmente.
Podía patinar, pero no tan rápido o con tanta gracia. Era mejor con las
computadoras y los videojuegos. Después de unos años de ser comparado
conmigo, finalmente se rindió y se quedó detrás de un escritorio. Aunque
nunca llamé toda la atención, tampoco estoy seguro de haber hecho mucho
para disuadirlo. Chris hizo todo lo posible para convencerme de que no le
afectaba, pero sabía que era diferente. Cada vez que voy a casa, no puedo ir
a ninguna parte de nuestra ciudad sin que me reconozcan o me pidan un
autógrafo. Desde mis años en la secundaria jugando al hockey, me han
dicho que voy a llegar lejos. Supongo que la gente de nuestro pueblo creyó
que algún día llegaría a la NHL. Escuchar a Cassie en este momento me
recuerda que Chris fue uno de los primeros en felicitarme cuando firmé con
el equipo de Detroit.
—Oye. —Extiendo la mano para cubrir su mano con la mía y la
descarga eléctrica que siento es difícil de ignorar. Por la expresión de su
rostro, puedo decir que ella también lo sintió—. No puedo decir que sé cómo
te sientes, pero confía en mí cuando te digo que la gente te ve. Y no todos
aquí saben que estás relacionada con Scott.
—Gracias. ¿Pero cómo sabes que me ven cuando ni siquiera pareces
notarme?
—Porque eres difícil de ignorar. —Me inclino hacia adelante para
65 agarrar una servilleta y usarla para limpiar las lágrimas que ha perdido—.
Te prometo que lo he notado, y cuando te miro, veo muchísimo más que a
la hermana de Rivers. Veo a una mujer segura y sexy, que solo necesita dar
un paso a la derecha para salir de la sombra de su hermano. Demonios,
apenas te conozco, pero ya puedo decirte que tienes mucho más que ofrecer
de lo que te das crédito.
Las palabras apenas salen de mi boca y sus labios comienzan a
temblar. Miro nerviosamente a los clientes que nos rodean, notando la forma
en que nos están mirando. Deben darse cuenta de que somos una pareja
que tiene problemas, o algún tipo de escena como esa, porque cuando mi
mirada se encuentra con la de ellos, me dan una dura mirada antes de alejar
los ojos. Sus sollozos están sofocados, pero aún son lo suficientemente
notorios como para que la gente no deje de mirarnos. Odio a las personas
entrometidas y a las personas que conocen mis asuntos. Aunque este no es
mi problema, una vez más siento la necesidad de protegerla.
—Escucha, ¿Por qué no salimos de aquí? Obviamente tienes mucho
en mente. Podemos ir a otro lado y hablar en privado. —Resopla dos veces
antes de limpiarse la nariz con una servilleta. Mira a través de las pestañas
empapadas de lágrimas, y por un momento es como si mi corazón hubiera
dejado de latir. Su vulnerabilidad en este momento es lo que me atrapa. Me
pilla desprevenido y, a pesar de todas mis reservas anteriores, me encuentro
con ganas de pasar más tiempo con ella.
—¿Tienes hambre? Porque me muero de hambre. —Me levanto y
extiendo mi mano para ayudarla a levantarse.
—Está bien. Sí. Creo que me gustaría eso. —Se inclina para recoger
sus libros, toma la mano que le ofrezco y me sigue hasta mi auto.

—¿El desayuno está bien? —preguntó, acercándome a un lugar que


sirve desayuno todo el día. Nos encanta venir aquí después de un juego,
pero esta noche es bastante tranquilo y afortunadamente ninguno de los
chicos está aquí. No es que sienta que estoy haciendo algo malo al estar con
Cassie, pero no quisiera que nadie se hiciera una idea equivocada y se
burlara de Rivers.
Una vez que estamos acomodados y hemos hecho nuestro pedido, me
recuesto contra la cabina y estiro los brazos detrás de mí. Ya no está
llorando, pero puedo decir que todavía es frágil. No quiero decir algo
incorrecto entrometiéndome, pero estaría mintiendo si dijera que no tengo
curiosidad por saber qué la había provocado. Después de unos segundos de
mirar, me salva de tener que preguntar.
66 —Lamento ser una idiota llorona a tu alrededor. Normalmente, no soy
tan sensible. Me han llegado muchas cosas a la vez.
—Lo mencionaste antes, en el baño de la fiesta. Entonces, ¿Qué es lo
que te está agobiando? ¿Puedes hablar de eso?
—Estoy sola —dice bruscamente, y su pulgar inmediatamente se mete
en su boca y comienza a masticar nerviosamente su uña—. Sé que suena
loco. Estoy rodeada de gente, pero de alguna manera no es suficiente. Es
solo que... venir aquí fue un gran cambio para mí. Rompí con mi novio. Y
antes de que vayas a pensar que esa es la causa de las lágrimas, no lo es.
Soy yo quien quería terminarlo, y puedo asegurarte que lo superé. Pero sigue
siendo un gran cambio. Estuvimos saliendo durante un par de años antes
de que me fuera.
—Vaya, eso es mucho tiempo. Nunca he tenido una relación que dure
tanto. Si no te molesta que te pregunte, ¿Por qué lo terminaste?
—Ya era hora. Se mudaba de regreso a Minnesota para ir a la
universidad, y quería un nuevo comienzo. Atraparlo con la polla en la boca
de otra persona puede haber sido otro factor determinante. —Silbo en voz
baja y ladeó la cabeza—. ¿Por qué fue eso?
—Nada. —Me da una mirada que claramente dice que no me cree—.
Es solo que los tipos son unos imbéciles, Cassie. La mayoría de las veces,
solo estamos buscando una conexión, o nos preguntamos si alguna vez
encontraremos a alguien. Pero a veces tenemos todo lo que quisimos alguna
vez justo delante de nosotros y ni siquiera nos damos cuenta. En pocas
palabras, el chico suena como un imbécil gigante. No pasas ese tipo de
tiempo con una chica solo para sacar tu polla por la próxima dispuesta a
chuparla.
Levanto la vista para encontrarla mirándome divertida, como si
estuviera tratando de determinar de dónde vino esa queja. Honestamente,
me estoy preguntando exactamente lo mismo.
—Lo siento, no estoy completamente seguro de por qué acabo de decir
todo eso. Mi punto es que creo que tomaste la decisión correcta —suspiré y
esperé a que dijera algo. Cualquier cosa.
—Creo que tienes toda la razón. Fue la decisión correcta, y me siento
bien al respecto. Pero incluso si se sentía bien, no fue necesariamente fácil.
Me había sentido cómoda con lo que teníamos.
—¿Cómo es eso?
Se encoge de hombros y se toca nerviosamente la servilleta.
—No lo sé. Él no fue el único chico que había besado, pero ciertamente
lo he besado más. Y lo conozco desde que estábamos en la primaria. Scotty
también lo conoce; solían patinar juntos. Y luego está todo el argumento de
“Perdí mi virginidad con él”. Quiero decir, en el momento en que tomé esa
67 mierda muy en serio. Habíamos salido durante casi un año antes de
entregarme a él, y cuando finalmente dormimos juntos, tontamente creí que
era su primera. Luego supe que ese no era el caso.
—Eso debe haber sido difícil de aceptar. ¿Cómo lo descubriste? —No
sé por qué pregunto, pero aquí está, derramando su corazón en medio de
un restaurante, y de repente me encuentro atrapado en lo que está diciendo.
Pienso brevemente en la chica con la que perdí mi virginidad. ¿Dónde está
hoy? ¿Es feliz? ¿Alguna vez se ha preguntado por mí? Probablemente no,
porque sinceramente, esta es la primera vez en seis años que se me pasó
por la cabeza. Luego me pregunto cómo habría sido compartir mi primera
vez con una chica como Cassie, y sé de inmediato que no me tomaría seis
años preguntarme por ella.
—Lo admitió después de que atrapé a Charlotte chupándolo como una
piruleta. Oh dios. —Golpea ambas manos sobre la mesa y pone los ojos en
blanco—. Ni siquiera sé por qué te estoy contando todo esto. Es solo que
realmente no tengo amigos de quienes hablar. Quiero decir, me gusta mi
compañera de cuarto, y hablamos, pero ella no quiere escucharme quejarme
de cosas así. Demonios, estoy segura de que tampoco quieres escucharla.
Lo siento mucho. —Una mirada de pánico cruza su rostro y me acercó a ella
otra vez, sintiendo la misma chispa que antes.
—No, no lo lamentes. —Me encojo de hombros, mostrándole mi mejor
sonrisa—. Sinceramente, no me importa. A menudo encuentro que necesito
alguien con quien hablar, aparte de los chicos, ya sabes. Hay algunas cosas
que no entenderían.
Ladea la cabeza otra vez y me ofrece una pequeña sonrisa.
—¿Cómo qué?
—No lo sé. Cosas personales. Cosas familiares. La mayoría de las
veces, todo lo que hablamos es sobre hockey, videojuegos, cuánto se bebió
y quién golpeó a quién. Ya sabes, cosas de chicos.
—Sí. Sé todo sobre hablar con hombres, siendo una chica y todo. —
Su labio se arquea, provocándome con la más mínima visión de su lengua
rosa. Nuestros ojos se encuentran, y por un breve momento, veo un destello
de tristeza cruzar su rostro—. ¿Quieres saber algo?
Justo cuando estoy a punto de responder, la camarera se acerca y
pone nuestra comida delante de nosotros. Dos platos humeantes, llenos de
comida y con un olor delicioso. Nos sentamos y recogemos nuestros
cubiertos. Observo mientras reorganiza la comida en su plato, mueve el
tocino a un lado y empuja la empanada de salchicha hacia el extremo
derecho. Ordenó la tostada francesa, y ya ha sido rociada con azúcar en
polvo, pero liberalmente aplica un montón más. Cuando me mira fijamente
solo sonríe y le da un gran mordisco.
68 —Entonces, empezaste a decirme algo antes —pregunté, ansioso por
escuchar qué era lo que estaba a punto de compartir. Nunca he tenido este
tipo de conversación con alguien que apenas conozco. Hablar con ella es
fácil y sin esfuerzo. No sé por qué, pero me gusta y quiero que siga hablando.
Gira un poco de pan en el almíbar antes de meterlo en su delicada
boca. Miro, cautivado mientras envuelve sus labios alrededor de sus dientes
y tira de la bondad almibarada dentro. Sus ojos se cierran mientras saborea
el momento, y el gemido que sigue no pasa desapercibido. Lo juro por Dios,
hace calor como el infierno.
—Una de las razones por las que me mudé aquí fue para estar más
cerca de Scotty. —Termina de masticar y empuja su plato. Me encuentro
esperando que ella no haya terminado de comer. Estoy disfrutando de verla
comer más de lo que estoy disfrutando de mi propia comida—. Pensé que al
estar en la misma universidad reavivaríamos nuestra relación.
Lamentablemente, eso no ha sucedido. Solíamos estar tan cerca antes de
que él se fuera a la universidad. Ahora las únicas cosas para las que tiene
tiempo son hockey, Ashley y universidad. He tratado de llegar. Incluso me
paso por la casa. Pero por lo general no está allí, o dice que no tiene tiempo
para pasar el rato.
Puedo ver por el dolor en su rostro que esta es probablemente la razón
de su colapso emocional. Y sé de qué está hablando, así que puedo
simpatizar con ella. Rivers tiene a Ashley tan apretada que no ha tenido
tiempo para nada más. Pero solo soy su amigo. Puedo manejarlo. Cassie es
su hermana, y no debería tener que intentar ganarse su afecto. Mi ira hacia
él solo aumenta cuando veo que sus ojos comienzan a llorar nuevamente, y
si él estuviera aquí ahora, probablemente lo golpearía.

69
Cassie

—¿Sabes qué? Creo que en este momento los dos podríamos ser
buenos amigos. Entonces, ¿qué dices si tú y yo lo somos?
Seré sincera, su oferta me pilla desprevenida. Quiero decir, hace unas
semanas pasó de mirarme como si quisiera devorarme a mirarme como si
de repente me hubieran aparecido dos cabezas. Al estudiarlo ahora, la
atención que me está dando se registra en algún lugar entre los dos. Él está
sonriendo, así que eso me deja con la esperanza de que esto pueda salir
bien. No me gustaría nada más que ser su amiga. Es fácil hablar con él.
Tiene esta actitud que me hace sentir cálida y pacífica. Y es genial mirarlo.
Podría mirarlo todo el día y nunca me cansaría.
—¿Crees que puedes manejar ser amigo de la hermana pequeña de
Scott? —Bromeó—. No quisiera que pongas en peligro tus votos de
hermandad ni nada parecido.
—Ja, ja. Muy graciosa. —Extiende su tenedor y roba la torre de
salchichas sin comer de mi plato. Da un mordisco, mastica por unos
momentos, luego chasquea los labios—. Mientras mantengas tus manos
lejos de mí, creo que puedo manejarlo. —Me lanza un guiño coqueto y le
saco la lengua—. Ahora, ahora, nada de eso, señorita Rivers. Si vamos a
estar juntos, tendrá que haber algunas reglas.
—Oh, dímelas. —Cruzo los brazos sobre mi pecho.
70
—Está bien, veamos. Creo que la regla más obvia es no tener sexo.
—Bueno, duh. Eso es obvio. Siguiente.
Se muerde el labio por un momento, fingiendo estar sumido en sus
pensamientos. Mientras piensa, miro su boca y recuerdo cómo se sintió
besarlo.
¡Detente! Me regaño, muy consciente de que esto puede ser más difícil
de lo que originalmente esperaba. Claramente, no había pensado esto muy
bien.
—Ummm, ¿qué tal no sesiones de estudio desnudas? —Sonríe con
orgullo.
—¿En serio? ¿Estás sacando estas reglas de tu culo? Creo que puedo
evitar desnudarme delante de ti.
—¿De verdad? Puedo recordar la mañana cuando estabas dispuesta
a desnudarte conmigo. —Una risa diabólica cae de sus hermosos labios.
—¿Alguna vez vas a dejar ir eso? Sí, esa primera mañana con mucho
gusto te habría chupado la polla y te había dejado hacer lo que quieras
conmigo... pero eso fue antes de que te asustaras por tu precioso código. —
A estas alturas, prácticamente está en el suelo de tanto reírse. Cuanto más
se ríe, más me siento frustrada. Inclinándome hacia adelante, tomo sus dos
manos entre las mías y entrelazo nuestros dedos. Esto llama su atención y
logra callarlo. Da una mirada dolorida pero no se aleja—. ¿Podemos dejar
eso atrás y tratar de superarlo ? Realmente quiero ser tu amiga, B.
Sus manos se presionan firmemente contra las mías, su pulgar roza
mis nudillos hacia adelante y hacia atrás, y una vez más me pierdo la
sensación de estar tan cerca de él.
—Lo siento. Quiero eso también. Y prometo dejar de molestarte por
esa mierda. Sin embargo, debo admitir que no voy a dejar de pensar en eso.
Fue muy caliente, y lo sabes. —Me guiña un ojo nuevamente y luego se
inclina para besar el dorso de mi mano—. Entonces, amiga, ¿cuándo quieres
comenzar a estudiar?
—Bueno, el examen es este viernes, así que cuanto antes mejor. ¿Qué
tal mañana por la noche? Puedes venir a mi dormitorio e incluso te daré de
comer. —Sonrío y muevo mis pestañas hacia él y soy recompensada con otra
risa.
—Cariño, no tienes que sobornarme, pero nunca rechazo la comida.
Tengo práctica hasta las cinco, así que tendrá que ser después de eso.
¿Funciona? —Nos paramos y salimos por la puerta. Un rápido vistazo al
reloj me dice que hemos estado aquí más de dos horas. Eso es gracioso;
cuando estoy con él parece que el tiempo se detiene.
71 —Estaré lista y esperando —me burló, subiendo al auto. El viaje de
regreso a los dormitorios no toma mucho tiempo, y cuando llega el momento
de salir de su auto, descubro que no quiero que termine la noche—. Bueno,
supongo que aquí me quedo —anuncio, señalando mi edificio—. Solo
envíame un mensaje de texto mañana cuando estés aquí. Estoy la trecientos
veintidós. Me aseguraré de que mi compañera se haya ido para que podamos
concentrarnos.
—Uh huh, ¿estás segura de que no estás tratando de tenerme a solas
para que puedas terminar lo que empezaste la primera vez que me tuviste a
solas? —Se ríe, colocando sus brazos frente a su rostro para evitar que mis
manos lo golpeen—. La última vez que lo menciono, lo juro. —Todavía se
está riendo cuando salgo del auto y cuando miro por encima del hombro y
entro en el edificio puedo ver la parte blanca de sus dientes y sé que todavía
está riendo a mi costa.
—Idiota. —Sacudo la cabeza.

El día siguiente pasa lento mientras espero ansiosamente nuestra


sesión de estudio. Reviso Composición Musical antes de tener que pasar
una hora frustrante en cálculo. ¡Todos los días que tengo que sentarme en
esa clase me deja con ganas de alejarme y gritar me rindo! Estoy bastante
segura de que a menos que Brantley pueda lograr un milagro y enseñarme
a comprender los conceptos matemáticos del cálculo en cuatro días, no hay
forma de que vaya a sacar una buena calificación en esta clase. Espero que
realmente sea el Dios del cálculo que dice ser.
Es un hermoso día de otoño, y mientras cruzo el campus, me
maravillo de la forma en que las hojas de los árboles comienzan a caer. Todo
el campus está salpicado de una gran variedad de árboles. El roble, el arce,
el sicómoro y el tilo proporcionan una cubierta protectora sobre grandes
secciones de mi caminata de regreso al dormitorio. Si bien puedo odiar mi
clase de cálculo, me he enamorado de este campus. Uno de mis edificios
favoritos es Hill Auditorium, debido a su sutil belleza. El exterior está hecho
de hormigón y ladrillo con columnas integradas en la entrada. Pero el
interior te deja sin aliento. Con su techo abovedado, escenario ovalado y
asientos para mil quinientas personas, definitivamente es un lugar que
codicio para tocar mis piezas compuestas.
Apenas he cruzado la entrada del dormitorio cuando Dan Harwood me
detiene cuando sale. Dan se sienta a mi lado en Psicología, pero no vive aquí,
así que supongo que está visitando a un amigo. Es un estudiante de tercer
año que juega de defensa en el equipo de fútbol.
72
—Hola, Cassie. ¿Vives en South Quad? —Da un paso atrás para
permitirme pasar por la puerta.
—De hecho, sí. ¿Qué estás haciendo aquí? —Arrastró mi mochila de
un hombro a otro y me muevo a un lado cuando la gente pasa.
—Uno de nuestros novatos vive aquí. Solo estaba aquí para hacerle
pasar un mal rato. Ya sabes cómo es. —Me guiña rápidamente, como si de
alguna manera estuviera al tanto de uno de sus secretos de fraternidad. No
tengo idea de lo que está hablando, pero en lugar de admitirlo, solo sonrío y
rio cortésmente—. Deberías venir a una de nuestras fiestas en algún
momento. Te avisaré cuando llegue la próxima.
—Claro, felicidades por la victoria el sábado pasado. Escuché que
hiciste algunas jugadas geniales.
—Sí. —Se encoge de hombros, y veo el menor indicio de un sonrojo
que se extiende por sus mejillas—. ¿No vienes a los juegos? Me encantaría
que me vieras jugar.
Sacudo la cabeza mientras arrugo la nariz con desagrado.
—No soy muy fanática del fútbol. Soy más amante del hockey.
—Creo que puedo entender eso, siendo la hermana de Rivers y todo
eso. He estado en algunos de sus juegos. Es un jugador increíble —exclamó,
y me enorgullezco. Me encanta ver a mi hermano jugar hockey.
Al crecer, es como pasé la mayor parte de mis fines de semana durante
el invierno. Recuerdo cómo solía quejarme de que estaba desperdiciando mi
sábado sentada en una Arena helada de hockey, y luego descubrí lo lindos
que eran los jugadores de hockey. Scotty solía odiarlo, porque me quedaba
por ahí después de un juego, esperando tener la oportunidad de hablar con
uno de sus compañeros de equipo. Solía molestarme al respecto y siempre
se apresuraba a señalar que sus amigos eran demasiado viejos para estar
interesados en una niña como yo. No permití que sus palabras me
disuadieran. Era joven y fue divertido soñar. Luego comencé a salir con
Justin, y en lugar de quedarme esperando tener la oportunidad de hablar
con un jugador, pasé todos los sábados por la tarde después de la práctica
besando a mi jugador favorito.
Pero eso estaba en el pasado.
—Sí. Es bastante asombroso —miro ansiosamente las escaleras e
intento recordar si me molesté en hacer mi cama antes de irme esta
mañana—. Escucha, mejor me voy. Tengo un examen de cálculo que tengo
que estudiar. Te veré en clase mañana —levanto la mano en un gesto y me
voy antes de que tenga la oportunidad de decir algo más.
Finalmente entro en mi dormitorio y veo que son las cinco en punto.
73 Roni todavía está aquí, pero por la forma en que está recogiendo sus
pertenencias, puedo decir que está saliendo.
—Hola —le digo mientras dejo caer mi mochila en la cama—. ¿Te vas?
—Uh huh —responde con la cabeza gacha, cavando debajo de la cama
para recuperar un brasier. Lo saca y lo mete en su bolso—. Podría terminar
quedándome en casa de Josh esta noche. No te importa, ¿verdad?
—¿Qué? No. En absoluto. —Frunzo el ceño confundida—. ¿Por qué
crees que me importaría?
—No lo sé. —Se encoge de hombros—. Quiero decir, sé que no te cae
tan bien…
Abro la boca para decir algo, pero la cierro antes de pronunciar las
palabras. No quiero herir sus sentimientos, pero la verdad es que no me
gusta mucho su elección en los hombres. No digo eso porque lo vi desnudo,
aunque eso dejó una impresión duradera, y no muy buena, podría agregar.
La verdadera razón es que no es muy amable. De hecho, por lo que he visto,
incluso es grosero con ella, aunque ella parece completamente ajena a eso.
—Eso no es cierto, en absoluto. —Sonrío y espero que no vea a través
de mí—. Probablemente solo parezca así porque nunca hemos sido
presentados adecuadamente. Estoy segura de que nos llevaremos con el
tiempo.
—Eso es bueno, porque definitivamente me gusta. Me gusta estar con
él, en su mayor parte, y el sexo es realmente bueno. —Mueve las cejas
mientras dice esto, y no puedo evitar recordar haberlos interrumpido. Odio
admitirlo, pero ha sucedido más de una vez. Cada vez que sucede, Josh
nunca deja de recordarme que debería haber tocado la puerta.
—Bueno, diviértete y tal vez te vea esta noche. —Me doy la vuelta y
comienzo a limpiar mi mitad de la habitación antes de que Brantley llegue.
—¿Tienes planes? —preguntó esperanzada.
Me siento, permitiendo que mis piernas cuelguen a un lado de la
cama. Brantley será el primer invitado por mi parte en nuestro dormitorio,
y me pregunto cómo será tenerlo para mí solo en este espacio sin gente. Me
doy cuenta de que realmente no sé mucho sobre él, aparte del hecho de que
juega hockey y ha sido el mejor amigo de Scotty desde el primer año. Me
pregunto si le gustó vivir en los dormitorios, o qué piensa acerca de pasar
su noche saliendo conmigo cuando podría estar con esa perra pelirroja la
cual tenía sus manos sobre él en el bar.
—Tengo a alguien que viene a estudiar. Probablemente saldremos
después.
—Entonces, ¿quién es este misterioso tutor? ¿Es el bombón el cual
74 has estado enviando mensajes de texto la semana pasada? Tal vez obtengas
algo esta noche. —Sus cejas bailan salvajemente hacia arriba y hacia abajo
mientras aplaude.
—De hecho, es él, pero no va a pasar nada. No habrá sexo aquí esta
noche.
—Haz lo que quieras. Pero si las cosas cambian, esperaré un informe
completo por la mañana. —Movió los dedos al salir por la puerta y la miro
fijamente, deseando poder ser así de despreocupada.
Brantley

El sonido agudo del silbato del entrenador Bishop hace eco en todo el
lugar, al igual que los juramentos colectivos de todos en el hielo. Hemos
estado practicando durante dos horas, y el entrenador ha estado ejecutando
la misma jugada durante los últimos cuarenta y cinco minutos. Llevamos
cuatro semanas de prácticas y todavía no estamos coordinados.
Normalmente estoy en línea con Kevrick y Masterson, pero hace dos días el
entrenador decidió trasladar a Masterson a una nueva línea y hacer que
trabaje con uno de los estudiantes de primer año. No estoy seguro de lo que
está pasando con Davis, pero estoy seguro de que va a terminar muerto
cuando el entrenador termine con él.
—¡Davis! ¿Qué demonios te pasa? Si tienes un problema del que tienes
que hablar, ven a verme, de lo contrario, saca tu cabeza de tu culo y juega
bien. —El silbato suena una vez más y tomamos nuestras posiciones—. ¡De
nuevo!
Cuando el disco cae, Kevrick lo posee y se mueve a través del hielo a
la velocidad del rayo. Patino hacia su derecha, alcanzando la línea azul
cuando pasa a Davis, quien finalmente parece estar prestando atención.
Davis se mueve con fluidez hacia la red, dando vueltas alrededor de
Masterson y detrás de la red para entregarme el disco en el último minuto,
donde lo lanzo alto y a la derecha de Rivers. No tuvo la oportunidad de
detenerlo. Hacemos contacto visual y le lanzo un guiño juguetón, agregando
75 leña al fuego. He pasado suficientes años jugando con él para saber que
nada lo molesta más que yo escabulléndome de él durante la práctica.
—Jódete, Cage —gruñó detrás de su máscara, pero veo el brillo de una
sonrisa formándose en las comisuras de sus labios. Puede ser irritante, pero
todavía le encanta verme brillar. Nuestros celos solo se derivan de la
competitividad, pero siempre nos brindamos nuestro apoyo total. Cuando
fue reclutado antes que yo, fui el primero en estrecharle la mano y felicitarlo.
Si las circunstancias hubieran sido diferentes, y no me hubieran reclutado
la semana siguiente, todavía me habría alegrado por él.
Nuestra celebración es de corta duración ya que el silbato del
entrenador emite dos pitidos rápidos, lo que indica que es hora de
simulacros. Se tiran palos, guantes y cascos en el banco antes de alinearnos
en un extremo de la pista. Veinte minutos más tarde, nos dirigimos al
vestuario, en un desastre sudoroso y exhausto.
Lanzo mi casco y guantes en el compartimento superior de mi
casillero. Me quito la camiseta de práctica antes de caer al banco y
agacharme para quitarme los patines. Davis entra y su casco pasa
zumbando por mi cabeza. Salta de los casilleros al piso antes de finalmente
descansar justo afuera de la entrada de las duchas.
—Supongo que volviste a salir. ¿Qué está pasando? —No me molesto
en mirar hacia arriba, ya que está sentado a mi lado y gruñendo por lo bajo.
—Nada. Solo tengo un poco de mierda en mi mente. ¿Tienes planes
más tarde? ¿Quieres ir a Skeeps conmigo? —preguntó, refiriéndose a un bar
local que en realidad se llama Scorekeepers. Alguno de nosotros suele ir allí
en las noches que no tenemos práctica.
—Lo siento, amigo, me dirijo a South Quad después de ducharme. —
Me quito los pantalones cortos de compresión y los dejo caer en mi bolsa de
hockey. Inclinándome hacia adelante, me golpea el hedor que solo puede
venir del interior de la bolsa de un jugador de hockey. Es una extraña
combinación de sudor, mierda y vómito, todo perfectamente enrollado en un
solo paquete y atrapado dentro de las paredes de una bolsa de plástico.
—Al Quad, ¿qué hay allí? ¿Tienes una pequeña y caliente chica que
estas escondiendo? —Se ríe, arrojando un patín sobre su hombro.
—En realidad, me reuniré con Cassie para una sesión de tutoría —
respondo y luego me dirigí a las duchas. Va tras de mí cuando me acerco y
abro el agua.
—¡Mierda! —Se inclina hacia delante y baja la voz—. ¿Rivers sabe de
esto? Se volverá loco cuando escuche que estás pasando tiempo de calidad
en el dormitorio de su hermana pequeña.
—¿Por qué demonios todos piensan que voy a follarla solo porque
salgo con ella? Es cálculo, nada más. Además, somos amigos, y no quisiera
76 hacer nada para arruinar eso —insisto.
—¿Desde cuándo tú y Cassie son amigos? De hecho, ¿desde cuándo
eres amigo de alguna chica? La mayoría de ellas solo quieren una cosa de
ti, mi amigo. —Hace un ruido con la boca antes de darse la vuelta.
—Desde que me encontré con ella en una fiesta una noche y la
acompañé a su casa. Es una chica muy agradable que está buscando un
amigo.
—¿Y tú eres ese amigo? Interesante. —Su voz se apaga mientras cierra
el agua y regresa al vestuario.
Agarro una toalla y la anudo alrededor de mi cintura antes de seguirlo.
—¿Qué diablos se supone que significa eso?
—Oh, vamos, Cage. Pasar tiempo con una mujer no suele ser lo tuyo,
a menos que esté entre tus sábanas. Y eso está muy bien. —Mira a su
alrededor para asegurarse de que nadie más esté cerca antes de continuar—
. Pero estamos hablando de la hermana de Scott. ¿Qué pasa con el código?
—Confía en mí, el código se seguirá cumpliendo de manera segura.
Ella es solo una amiga, y si él tiene un problema con eso, entonces tal vez
debería considerar dedicarle más tiempo a ella en lugar seguir a todas partes
a Ashley. —Me pongo unos jeans y agarro mi bolso—. Te veo luego.

Cuando abro la puerta de South Quad, vuelvo instantáneamente a mi


primer año en el campus. El edificio ha sido renovado desde que viví aquí,
pero el recuerdo de los dormitorios nunca se borrará de mi memoria.
Espacios confinados. Una gran cantidad de amigos de estudio para elegir
Ataques furtivos contra las chicas que vivían al otro lado del pasillo.
Comidas con muchos en lugar de la familia de cuatro a las que estabas
acostumbrado. Me encanta la privacidad de tener mi propio lugar, pero no
cambiaría ese tiempo por nada. Había aprendido mucho y había pasado
muy buenos momentos mientras llamar hogar a este lugar.
Atravesando los pasillos, me dirijo al dormitorio trecientos veintidós,
solo para quedarme frente a su puerta durante tres minutos completos
antes de que finalmente levanto mi mano y toco. Escucho música
proveniente de su habitación, pero la baja justo antes de abrir la puerta y
mostrarme una cálida sonrisa. Todas mis dudas acerca de venir aquí se
desvanecen cuando la miro parada allí con pantalones cortos blancos con
puños rematados con un suéter liviano de rayas blancas y negras que cuelga
ligeramente de sus hombros estrechos. Sus pies están desnudos, y el
esmalte azul en sus dedos coincide con el azul en sus ojos. Su cabeza se
77 inclina hacia un lado, y el sol que brilla a través de su ventana baila en la
perforación de piedra en el lado derecho de su delicada nariz.
—Bienvenido a mi humilde morada. —Se inclina por la cintura y hace
un alarde de invitarme a entrar con un movimiento de su brazo—. Gracias
por venir un lunes por la noche. —Sus ojos se encuentran con los míos y
me lanza un guiño rápido antes de cerrar la puerta.
—Esto es mucho mejor que donde vivo —me burló, mirando alrededor
del espacio pequeño pero ordenado—. No era tan agradable cuando vivía
aquí.
—¿Viviste en South Quad? —Se sienta en su cama, retrocediendo
hasta apoyarse contra la pared y da unas palmaditas al espacio a su lado—
. Lo siento, no tengo más lugares para sentarnos. Pero mi compañera no
dormirá aquí.
Miro nerviosamente entre ella y la puerta mientras aprieto la parte
posterior de mi cuello con una mano.
—Um, pensé que vine a estudiar cálculo. —Sus ojos se abren justo
antes de reírse, y ahora estoy realmente confundido—. ¿Qué es tan gracioso?
—Lo siento. —Todavía se está riendo mientras se seca las lágrimas—
. Esa no fue una invitación para que ocurriera algo. Solo quería decir que
podías sentarte en su cama si te sentías más cómodo allí. —Mi cuerpo se
relaja visiblemente y dejo caer mi bolso al final de su cama, sintiendo la
necesidad de demostrar que soy capaz de estar cerca de ella—. No, aquí
estará bien. Me pillaste desprevenido. —Tomó asiento a su lado, estiro las
piernas y espero a que me muestre sus notas. No dice nada durante unos
minutos, así que giro la cabeza para encontrarla mirándome—. ¿Qué?
—No iba a intentar nada contigo, si eso es lo que estás pensando.
Nuestra relación es puramente platónica, por lo que no hay necesidad de
que te pongas nervioso conmigo. Te prometo que no volveré a lanzarme sobre
ti y tampoco te besaré de nuevo. —Se ríe, metiéndose el cabello detrás de la
oreja, y noto una tira de cinco aretes rosas que recubren el largo de su oreja.
Eso es una pena, porque realmente me gustaría besarte de nuevo.
¿De dónde demonios vino ese pensamiento?
Un poco aturdido, intento actuar como si no fuera gran cosa.
—No, está bien. Entiendo la situación. Quiero decir, realmente no
pensé que te lanzarías a mí, pero tienes que admitir que sonó un poco como
una propuesta.
—Sí, estoy segura de que has escuchado lo suficiente como para saber
la diferencia. —Se ríe y luego gira su cuerpo para mirarme, cruzando las
piernas debajo de ella como un pretzel.
78 —Tal vez. —Me rio a mi costa—. Entonces, ¿dónde están los temas de
cálculo con los que necesitas ayuda?
Ordena una pizza que compartimos mientras pasamos las próximas
tres horas repasando ecuaciones y algunos consejos y trucos que aprendí
en el camino. Cuando terminamos, está claro que si bien es posible que no
haya dominado el concepto, no creo que tenga problemas para aprobar el
examen. No todos tienen el espacio en la cabeza para comprender las
ecuaciones matemáticas, pero sí creo que son capaces de memorizar
algunas fórmulas para ayudarlos a pasar una clase.
—Creo que estarás bien —le aseguró mientras vuelve a colocar sus
notas en la parte delantera de su mochila—. Pero si todavía sientes que
necesitas otra repasada, puedes pasar por la casa mañana por la noche.
Tengo una práctica temprana y mi última clase termina a las seis.
—Eso sería genial. Creo que puedo manejar sobre algunas partes,
pero hay algunos problemas que quiero resolver mientras observas. Tal vez
puedas ver dónde estoy fallando.
Inclinándome hacia adelante, tomo la última porción de pizza y tomo
un pedazo de pepperoni frío y se lo ofrezco. Lo toma sin perder el ritmo.
—Realmente aprecio que hagas esto por mí. Soy una persona creativa,
mi cerebro no procesa la lógica tan fácilmente como el tuyo.
—Sí, bueno, no puedo tocar una guitarra y tú sí. Así que ahora
estamos a mano. —Me recuesto, pasando una mano por mi rostro para
disimular un bostezo. Ha sido un largo día.
—Oye, tal vez pueda enseñarte —avanza, colocando las palmas de sus
manos sobre la cama mientras su torso se estira hacia mí. Con su rostro
lleno de entusiasmo, golpea el colchón, las ruedas en su cabeza claramente
formando un plan—. Me ayudas a pasar esta prueba, y luego te mostraré
algunos acordes, y después de algunas lecciones, te haré tocar una canción.
Pongo mis cejas juntas en confusión.
—¿Qué canción?
—No sé, ¿qué te gustaría aprender?
Lo pienso por un momento, sin importarme realmente lo que elijo
porque no me veo estar sentado el tiempo suficiente para aprender a tocar
la guitarra.
—¿Qué tal Stairway to Heaven?
—Hmmm, probablemente demasiado para tu primera canción. —Mete
su uña entre los dientes y mordisquea la punta mientras reflexiona sobre
mis opciones—. Déjame pensarlo y elegiré una para ti.
Me rio de su disposición a perseguir esta idea descabellada. Pero tengo
que darle crédito, parece realmente interesada en devolverme el favor.
79 Aunque no es del todo necesario.
—¿Realmente crees que puedes enseñarme a tocar la guitarra? Ni
siquiera me conoces tan bien. ¿Qué pasa si tengo manos torpes?
—Tendrás que confiar en mí. Puedo enseñarle a cualquiera a tocar un
instrumento. Además, ya has tenido tus manos sobre mí una vez, así que
definitivamente sé que no tienes manos torpes.
La sonrisa que me da casi me hace retroceder, y me calmo antes de
respirar profundamente. Esta chica podría ofrecerse a enseñarme cualquier
cosa y estaría dispuesto a aceptarlo. Sé de inmediato que estoy en problemas
y probablemente debería salir mientras pueda, pero estaré condenado,
aunque no pueda unirme a este tren de la locura.
Cassie

Me desperté esta mañana con una sonrisa en mi rostro. Ahora que lo


pienso, también me fui a la cama con una pegada allí.
Esas pocas horas que Brantley pasó en mi dormitorio anoche habían
hecho maravillas para mi perspectiva en el examen del viernes. Aun así, le
dije que necesitaba otra sesión de estudio para abordar algunos problemas.
No me hago ilusiones de que dominaré los conceptos de cálculo después de
solo días de estudiar con sus consejos, pero si puedo pasar con una C+,
estaré satisfecha.
Sigo los movimientos del día, de alguna manera logro permanecer
despierta mientras escucho la conferencia gubernamental más aburrida que
se haya dado. Roni me envía un mensaje de texto cuando salgo de clase,
preguntándome si quiero que nos veamos después del almuerzo. Por
supuesto que digo que sí. Anoche llegó tarde, así que no hemos tenido la
oportunidad de ponernos al día. Mientras cruzo el campus, escucho una voz
familiar que me llama. Me detengo y giro a tiempo para ver a Davis venir
detrás de mí.
Con su Henley rojo y su gorra de béisbol volteada hacia atrás, se ve
como la mezcla de atleta caliente y chico universitario tímido. Le ofrezco una
cálida sonrisa, que me devuelve de inmediato. Davis es lindo. Muy lindo. Es
más bajo que Brantley, pero los músculos ondulantes debajo de su camisa
80 me dicen que en el hielo es una fuerza a tener en cuenta. Sus ojos marrones
bailan detrás de su sonrisa, y me gusta la forma en que su cabello rubio
arena se riza alrededor de los bordes de su gorro. Lo asimilo todo, pero
aunque mis ojos aprecian su buen aspecto como chico de al lado, no hace
que mi corazón palpite como lo hace Brantley.
—Hola Cassie, ¿Cómo has estado? No te he visto por aquí. —
Continuamos caminando, hombro con hombro, y parece que vamos en la
misma dirección.
—Estoy bien, ocupada, pero todavía bien —murmuró y señalo con mi
pulgar hacia el comedor—. ¿Te diriges allí?
—Sí. —Sonríe de nuevo—. Tengo práctica en dos horas. Tengo que
superar las prisas. ¿Cómo están las clases?
—Bien, en su mayor parte. Tengo a Briggs para cálculo y me está
pateando el culo. —Frunzo el ceño, alcanzando la manija de la puerta. Davis
se arrastra a mi alrededor y la alcanza primero, luego procede a mantenerla
abierto para mí. Me detengo y me hago a un lado mientras la sostiene para
algunos estudiantes más, que no se molestan en reconocer su acto de
cortesía—. Gracias, Davis. Algunas personas son tan groseras —digo,
esperando que me escuchen.
—No hay problema. —Se ríe—. Veo que te pareces a tu hermano. —
Me sonrojo, avergonzada de que mi comentario haya salido más
desagradable de lo que pretendía—. Oye, eso me gusta en una mujer. Me
dice que no va a aceptar mierda de mí o ningún otro hombre con el que esté.
Todavía sonrojada, miro de reojo y lo empujo con el hombro.
—Gracias.
—No lo menciones —empuja devuelta—. Oye, escuché que Cage te
estaba dando tutoría. Estás en buenas manos; es un genio de las
matemáticas. Sí, no lo sabrías al mirarlo, pero el tipo es un nerd de armario.
Tiene una colección completa de cómics de DC escondido en su armario. Me
ha ayudado a superar mis exámenes. Personalmente, creo que el tipo tiene
un complejo de superhéroes.
—¿Por qué dices eso? —Arrugo mi nariz.
—Supongo que es porque le gusta ayudar a la gente. —Se encoge de
hombros—. No lo sé.
—Sí, nos vimos anoche, y fue realmente genial al respecto. Me dirijo a
tu casa después de la práctica. Mi examen es mañana por la tarde y estoy
nerviosa.
—Estoy seguro de que lo harás bien. Pero si fallas, te ayudaré a
patearle el culo. —Me da un guiño coqueto.
Por ahora hemos llegado a la línea, así que ambos tomamos una
81 bandeja y la cargamos. Alcanzo una sopa y una ensalada, mientras que
Davis parece tomar un poco de todo hasta que no queda espacio en su
bandeja.
—¿Qué? —preguntó inocentemente al encontrarse con mi ceño
fruncido—. Soy un chico en crecimiento. Además, quemaré el doble de
calorías durante la práctica. El entrenador nos pateara el culo luego de
perder ante Penn. —Coloca una hamburguesa envuelta en papel de
aluminio en mi bandeja casi vacía.
Pagamos y nos dirigimos al borde del comedor. El lugar está bastante
lleno, incluso a esta hora temprana, y me sorprende cuando en lugar de
dirigirse a una mesa donde están sentados sus compañeros de equipo,
decide seguirme. Noto la forma en que los ojos de Brantley se conectan con
los míos, y la pregunta detrás de su mirada me deja inquieta. Localizamos
una mesa vacía y trabajo para recuperar la compostura mientras me siento
frente a él. Mientras comemos, me cuenta sobre su próximo partido contra
Mercyhurst. Davis parece pensar que saldrán victoriosos, y a juzgar por la
forma en que han estado jugando, tendría que estar de acuerdo. Estamos a
la mitad de nuestros almuerzos cuando Brantley decide unirse a nosotros.
Francamente, después de la mirada que me dirigió, me pregunté por qué le
había llevado tanto tiempo. Se sienta en una silla junto a Davis y me quema
con su mirada. Si bien las preguntas pueden quedar sin responder, aún
puedo leer su mente.
¿Qué pasa con ustedes dos?
¿Estás interesada en Davis?
Y mi favorito, pero solo porque me dice que está celoso.
¿Vas a empezar a follartelo en seco ahora?
En lugar de responderle con una mirada propia, vuelvo a mirar a
Davis e intento sonreír genuinamente.
—¿Cómo te va, Cage? —Davis se dirige a él mientras se golpean los
puños.
—Un poco bajo a la izquierda, igual que siempre. ¿Qué están
haciendo, tortolitos? —preguntó, torciendo el labio perversamente mientras
me pongo quince tonos de rojo.
—¿Qué? —Davis me lanza una mirada nerviosa y levanta las manos—
. No es así. Estamos almorzando y hablando. Perdón por este idiota. —Pone
los ojos en blanco hacia Brantley, cuya sonrisa engreída ha desaparecido.
—Está bien. —Dirijo mi mirada a Brantley y le lanzo una sonrisa de
un millón de dólares—. Solo está celoso porque teme que te pida que seas
mi tutor. Pero no te preocupes, B, solo puedo manejar a un tutor a la vez —
Me pongo de pie y recojo mi bandeja—. Gracias por estar conmigo.
Hagámoslo de nuevo alguna vez. Brantley, ¿te veré esta noche?
82 —Sí, claro —responde, claramente nervioso por mi actitud casual.
—Nos vemos, chicos —canto una canción y cruzo el abarrotado
comedor, consciente de que sus ojos están pegados a mi culo todo el tiempo.

Roni ya está sentada en el mostrador cuando paso por la puerta.


Comet Coffee está ubicado justo al lado de un callejón pavimentado de
ladrillos bordeado de pequeñas tiendas extravagantes, y en mi opinión, es
el corazón y el alma del distrito comercial Nickel's Arcade. El lugar está lleno
de estudiantes, como siempre a esta hora del día, y me abro paso entre la
multitud para llenar el asiento vacío junto a ella.
—Me tomé la libertad de pedirte un macchiato —desliza una taza por
el pequeño espacio—. Me alegro de haber llegado temprano y vencer a la
multitud. Esto es una locura —parpadea, mirando la larga fila de cuerpos
que esperan su dosis de cafeína. Hay muchas cafeterías en el campus, pero
hay algo en este lugar que parece atraer a una multitud. Para mí, prefiero
el ambiente acogedor, pero también se trata de la experiencia de llegar aquí.
Todo el callejón está cubierto por un techo de cristal que se cierne cuatro
pisos por encima del ajetreo y el bullicio del tráfico peatonal. Pequeñas
mesas de café se alinean en el callejón fuera de algunas de las tiendas, y a
menudo veo a estudiantes sentados con sus laptops y estudiando, o al
menos eso es lo que imagino que están haciendo.
Tomo un sorbo de café y sonrío, apreciando las ricas notas de
caramelo y crema, luego me giro para encontrarla mirándome.
—¿Qué? ¿Por qué me miras así?
—No te estoy mirando de ninguna manera específica. Solo estoy
esperando que me cuentes cómo fue tu noche. Todavía estabas
profundamente dormida cuando llegué esta mañana.
—Bueno, traté de esperarte, pero me di por vencida cuando fueron las
una y aún no llegabas. —Le doy un guiño de complicidad y tomo otro sorbo—
. Supongo que la pasaste bien.
—Sabes, solo porque estoy con Josh no significa que tengamos sexo.
Salimos con sus amigos de fraternidad, jugamos algunos juegos de billar y
pedimos pizza. —Toma su taza y sonríe mientras la acerca a sus labios
perfectamente pintados—. Después de eso tuvimos sexo. Sexo increíble.
—Naturalmente, porque el sexo con Josh siempre es increíble —
bromeo.
—Bueno, no siempre, pero la mayoría de las veces es bastante
83 espectacular. —En realidad se sonroja al admitir esto—. Pero ya basta de
mí. ¿Cómo estuvo tu bombón?
—Él tiene un nombre, ya sabes.
—No, no lo sé, porque no te has molestado en contármelo. —Me
empuja juguetonamente en las costillas, y me retuerzo, temiendo que me
haga cosquillas. Después de años de ser retenida y torturada por Scott,
tengo reflejos rápidos.
—Es Brantley Cage —le digo, las palabras salen en un susurro, como
si la mención de su nombre enviara a los que me rodean a correr e informar
chismes a mi hermano.
Su barbilla cae, dejando su boca abierta por unos momentos.
—Vaya, esa es una belleza seria. Jesús, Cassie, no tenía idea de con
quién estabas pasando la noche. —Se queda callada y toma un sorbo antes
de continuar—. ¿Qué pasa con las reglas ridículas de tu hermano? ¿No será
esto romperlas de alguna manera? —Sabe todo acerca de Brantley y se
apresuró a señalar que la mayoría de las estudiantes en el campus han
estado enamorados de él en algún momento. Y eso no se limita solo a la
población femenina.
—Por favor, no me hagas comenzar con eso. —Sacudo la mano y me
recuesto en mi silla—. Además, no es así. Te lo dije, tenemos un
entendimiento.
—¿Qué clase de entendimiento es este? —Arquea una ceja y apoya la
barbilla en su mano.
—Bueno, establecimos algunas reglas antes de que aceptara darme
clases particulares. Por ejemplo, no habrá sesiones de estudio desnudas y
absolutamente ningún sexo —aclaro mi garganta, de repente me siento
tonta después de repetirlas en voz alta.
—¿En serio? ¿Eso fue lo que se les ocurrió? —Deja escapar un
resoplido de burla.
—¿Qué? Oh, vamos. Sé que suenan ridículas, pero establecer estos
parámetros parecía hacerlo sentir mejor.
—Cassie, el hecho de que sintiera la necesidad de establecerlos me
dice que está interesado en ti. Creo que ustedes dos son una bomba de
tiempo que está a punto de explotar, y cuando finalmente lo haga, será
ardiente, sexy y muy pegajoso. —Estalla en una carcajada, llamando la
atención de la multitud detrás de nosotras.
—¡Detente! —Echo un vistazo por encima del hombro y ofrezco una
débil sonrisa al grupo de chicos detrás de nosotras. Creo que uno de ellos
está en mi clase de cálculo—. No estoy teniendo sexo con él. Me está
ayudando a pasar una clase, fin de la historia.
84 —Oh, por favor. No puedes decirme que no te gusta nada este tipo.
Estás tan excitada. —Se inclina para susurrarme al oído—. Y por lo que me
han dicho, es genial en el saco.
—Caramba, gracias. Ahora es lo único en lo que voy a pensar cada vez
que lo vea. Ya es bastante malo saber cómo se ve su polla, ahora tengo que
saber que él también es hábil en usarla.
—Cariño, por lo que me han dicho, la mayoría de los jugadores de
hockey saben cómo manejar su palo, tanto dentro como fuera del hielo. —
Guiña un ojo una vez más y termina su café—. Solo digo que quizás quieras
repensar esas reglas.
—Está bien, en esa nota, creo que me iré. —Me levanto, sintiendo mi
rostro volverse múltiples tonos de rojo cuando la imagen del palo de Brantley
cruza por mi mente. Agarra su bolso y me sigue, sin apartar los ojos de mis
mejillas escarlatas.
—Admítelo, estás pensando en tener sexo con él ahora, ¿no? —
pregunta mientras una sonrisa satisfecha llena su rostro alegre.
—Bien. —Me detengo y me giro para mirarla—. Sí, ahora mismo, estoy
pensando en lo bien que se sentiría que me llevara por detrás. Estoy
imaginando sus labios besando mi columna mientras una mano sostiene
firmemente mi garganta mientras golpea contra mí ¿Eso te hace feliz?
—Me haría feliz si pudiera hacerte eso. Di la hora y el lugar, cariño —
dice una voz extraña y masculina.
Roni y yo nos volteamos y encontramos a los muchachos de la
cafetería de pie detrás de nosotras en el callejón, y los tres tienen una gran
sonrisa.
—Esa es una oferta realmente agradable, cariño, pero no ahora. —Los
rechaza Roni y une su brazo con el mío para arrastrarme por el camino de
ladrillos.
—Tal vez en otro momento. No soy quisquilloso. Ambas son ardientes
como el infierno. —Llama el chico de cálculo mientras ambas lanzamos una
serie de risitas.
—Eso fue divertido. —Se ríe, frotándose las lágrimas por el rabillo del
ojo.
—Para ti, tal vez, pero ese tipo está en mi clase de cálculo. Ahora va a
pensar que me gusta el sexo duro.
—Oye, no lo golpees.
—Solo tú me dirías eso en un momento como este. —Le doy un
empujón y ajusto la correa de mi mochila—. Escucha, gracias por pasar el
rato. Extrañaba esto. Tengo que ponerme en marcha. Necesito correr y
practicar mi canción antes de ver a Brantley.
85
—Oooh, otra sesión de estudio. Recuerda lo que dije sobre esas reglas.
—Agita las cejas varias veces antes de lanzar un saludo sobre su hombro y
dirigirse en la dirección opuesta—. Diviértete, cariño. Quiero escuchar todo
sobre eso más tarde esta noche.
En lugar de responder, simplemente sacudo la cabeza, sabiendo que
probablemente estaré dormida antes de que ella llegué.
Cassie
Una ráfaga de aire frío me golpea en el rostro cuando paso por las
puertas de la Arena. Hoy recibí mi examen de cálculo, y estoy aquí para
compartir las buenas noticias. Desde ese día en el restaurante, hemos
estado pasando el rato. Los días que está demasiado cansado por el
entrenamiento, solemos enviar mensajes o video chatea conmigo antes de
dormir. Nos hacemos reír mutuamente, y es fácil hablar con él. En poco
tiempo hemos pasado de ser conocidos a algo parecido a los mejores amigos.
Mi amistad con B parece haberse formado de su propio molde. Es orgánico
en el sentido de que nos unimos para satisfacer una necesidad básica de
tener alguien con quien hablar, que nos acepte por lo que somos sin
expectativas. Aunque sé que la oportunidad de una relación está fuera de la
mesa, mentiría si dijera que no me atrae. Es difícil no estar cautivada por
él. Su atractivo sexual hace que todos los vellos de mi cuerpo se levanten y
se fijen en él cuando está cerca. Tampoco ayuda el hecho de que sea una
especie de amigo muy directo. Estamos caminando por el campus y no
piensa en poner su brazo alrededor de mi hombro. O, cuando cruzamos la
calle, se toma el tiempo de tomarme de la mano y arrastrarme hasta el otro
lado. Afirma que es porque soy tan bajita que me lleva el doble de tiempo y
le preocupa que el tráfico que viene en dirección contraria haga que me
fracturen. Normalmente, aceptaría esa respuesta, pero eso no explica por
qué sigue sosteniendo mucho tiempo después de que hayamos llegado al
otro lado.
La práctica comenzó hace una hora, y hay una multitud de chicas
86 acurrucadas cerca de las tablas. De las diez chicas reunidas, al menos la
mitad lleva camiseta. Paso de largo, y ellas no reconocen mi existencia. No
es la primera vez que asisto al entrenamiento, y las mismas chicas siempre
están presentes. Conozco a la mayoría de ellas, aunque solo de nombre. Por
ejemplo, Mandy Cunningham es una joven que desea a Danny Simpson. Lo
sé porque no solo lleva su camiseta, sino que también grita cada vez que él
sale al hielo. Luego está Stacy Preston, y actualmente le gusta Gavin Turner.
Se rumorea que se ha acostado con la mayoría del equipo, pero eso no le
impide llevar una camiseta de Great Lakes con el número diecisiete pegado
en la espalda. No puedo estar segura, pero o bien estas chicas tienen un
suministro interminable de dinero para gastar en artículos triviales como
camisetas, o hay un armario comunitario donde pueden alcanzar en un
tirón su sabor favorito de la semana.
Me siento cinco filas más arriba y descanso mis codos sobre mis
rodillas. Juntando los dedos, me inclino hacia adelante y observo la
alineación que está en el hielo. En este momento, están reunidos alrededor
del entrenador Bishop. Saludo con el dedo pequeño a Scotty y él me da un
saludo de reconocimiento antes de saludar a Ashley y tomar su lugar entre
las tuberías. Desde que tengo memoria, mi hermano ha querido ser portero.
Todos los años, cuando llegaba el invierno, esperaba que el estanque del
final de nuestra calle se congelara y le rogaba a mi padre que le ayudara a
sacar la red y a colocarla en su sitio. Entonces, él tomaba su posición
mientras mi padre le disparaba uno por uno. Me encantaba ir con ellos, pero
odiaba tener que arreglarme para ir, por lo que nunca me vestía
adecuadamente y terminaba volviendo a casa antes que los demás para
evitar congelarme. Verlo este año es agridulce porque sé que estos tiempos
están llegando a su fin.
El disco cae, y veo como practican algunas jugadas. Los patines de
Brantley se deslizan con gracia sobre el hielo, y verlo me hace sentir como
si ya estuviera viendo a un atleta profesional. Según lo que me dijo Scott, sé
que él y Brantley se dirigen a Detroit a fin de año y me doy cuenta de que
los voy a extrañar a ambos.
De repente, Kevrick manda el disco a navegar por el hielo y Brantley
despega tras él con Danny Simpson a su espalda. El palo de Brantley hace
contacto, pero Simpson lo golpea contra las tablas y ambos luchan por
ganar la posesión. Me pongo de pie, ansiosa por ver si Brantley sale
vencedor, y me doy cuenta de mi error demasiado tarde, ya que Brantley
hace contacto visual conmigo y pierde el control del disco. Hago un gesto y
articulo lo siento con la boca, pero él simplemente me da un guiño y un gesto
con sus guantes.
Me vuelvo a sentar, todavía sonriendo por la simple interacción, y
rápidamente me rodeo de una camada de conejitas que cacarean. Nadie
habla durante unos minutos, y nos sentamos en un silencio incómodo
mientras se turnan para medirme. Miro a cada una de ellas, preguntándome
87 si alguna de ellas ha estado en la cama de B, y reprimo el comentario
sarcástico que cuelga de mi lengua.
—Hola, soy Stacy, y ellas son Mandy, Tiffany, Lana, Lisa y Tina —
continúa hablando y señalando a cada chica, pero honestamente, todo lo
que escucho es bla, bla, bla. No tengo ningún interés en conocer a estas
chicas, y mucho menos en perder el tiempo hablando con ellas. Son
maliciosas, superficiales y viciosamente crueles en la forma en que intentan
destrozar las relaciones de los jugadores con sus novias legítimas. Lo sé
porque Ashley ha mencionado en más de una ocasión que Tiffany ha hecho
todo lo posible para meter sus garras en Scott.
Antes de que pueda responder, ella expresa las mismas palabras que
todas se preguntan.
—¿Estás saliendo con Brantley?
Para la mujer promedio, desprevenida, su pregunta parecería
inofensiva. Pero no soy ninguna de esas cosas, por lo tanto, sé que esta
pregunta no es por simple curiosidad sino por celos. Por el rabillo del ojo,
veo a Brantley observando la interacción. Evito mirar en su dirección, pero
solo para evitar añadir combustible a su fuego. Lo que compartimos no es
de su incumbencia, y estoy a punto de decirles eso mismo cuando me
interrumpe el sonido de la voz de Ashley.
—Oye, Cassie, ¿qué está pasando aquí? —Ashley se interpone entre
ellas como si estuvieran en su camino, e inmediatamente se separan para
hacerle sitio. Ashley es una antigua chica de Jersey, y está claro que no se
siente intimidada por su presencia. Puede que viajen en manada, pero es
obvio quién es su líder, y ella está ocupada mirándonos a ambas como si
tratara de averiguar lo que tenemos que ella no tiene.
—Hola, Ashley, nos estábamos presentando a la noviecita de Brantley.
—Los ojos de Ashley se entrecierran, pero puedo decir que está tratando de
no reaccionar—. Sí, ella ha estado aquí unas cuantas veces durante la
última semana, y hace poco tiempo lo vio y lo saludó. Todas sabemos lo que
eso significa. —Stacy se pone de pie y comienza a alejarse. El resto de su
manada la sigue de cerca—. Sin embargo, siento que debo advertirle que es
agresivo en la cama. Solo digo esto porque eres muy pequeña y odiaría que
entraras sin saberlo. Simplemente no podría vivir conmigo misma si te
partiera por la mitad su gigantesca po...
—Cassie, ¿estás bien? —La voz profunda de Brantley la interrumpe
antes de que pueda terminar su frase, aunque sé de hecho que lo único que
intentaba decirme era que ha estado recibiendo algo con lo que solo he
soñado. Pero tenía que estar de acuerdo con una cosa; había sido bastante
grande. Sus ojos cuestionan los míos; la preocupación en su rostro es
evidente. Para. Todos. Los. Presentes.
Los ojos de Stacy se mueven de los de Brantley a los míos mientras
88 un gruñido llena su rostro.
—Supongo que tenemos nuestra respuesta, chicas. Cassie, no digas
que no te lo advertí. Brantley, ten cuidado ahí fuera, cariño —dicho esto, se
marchan por el pasillo y salen de la Arena.
—Estoy bien.
—¿Te importaría decirme de qué se trató todo eso? Sé que no es
asunto mío, pero ya sabes cómo es tu hermano con estos tipos. —Señala
hacia el hielo.
—No es lo que piensas, está bien. Me está ayudando con cálculo y
pasamos el rato. —Me mira confundida—. Mira, ninguno de los dos está
buscando una relación. Nos llevamos bien, como en las películas, y antes
de que digas nada no estoy en negación. —Extiendo una mano frente a mí
como si esto me ayudara a entender mi punto de vista—. Es un tipo muy
agradable que es mi amigo. Nada más.
—Está bien. Siempre y cuando sepas lo que estás haciendo. —Por su
sonrisa no puedo decir si me cree o si solo está de acuerdo conmigo para
apaciguarme.
—Por favor, Ash, si Scotty pregunta, tienes que hacerle saber que no
pasa nada. Brantley fue muy claro al establecer las reglas. Scotty puede
confiar en él.
—Oye, no te preocupes, me aseguraré de defenderlos a ambos. En
realidad, el hecho de que pases tiempo con Brantley me beneficiará, porque
ahora puede dejar de fastidiar a Scott para que deje de pasar todo su tiempo
conmigo. Honestamente, empezaba a preguntarme si no sentía algo por
Scott. —Suelta una risita suave y se endereza el suéter.
—Sí, no creo que tengas que preocuparte de que B se enamore de tu
hombre. A él le gustan las mujeres. Quiero decir, ya has oído a Stacy.
—Oh, por favor. No puedes creer una palabra de lo que dice esa chica.
No estoy segura de que se haya acostado con Brantley, aunque él hace las
rondas. —Sus últimas palabras son casi un susurro cuando mira todo
menos a mí.
—Ash, puede acostarse con quien quiera. Te lo dije, no pasa nada. —
Una hora más tarde suena un silbato, anunciando el fin de la práctica, y
nos dirigimos hacia los vestuarios.
Veinte minutos después, Scotty sale y Ashley se abalanza sobre él,
envolviendo sus largas piernas alrededor de su cintura mientras él inclina
su boca sobre la de ella y camina hacia la salida con ella en sus brazos. Lo
observo con una leve envidia, preguntándome si alguna vez volveré a tener
eso. Recuerdo haber sido así con Justin. Me quedaba por ahí después de la
práctica, esperando que me bañara con besos. Comíamos algo, porque
normalmente estaba hambriento después de la práctica, y luego volvía a su
89 casa y pasaba la noche entre sus sábanas. Presenciar su breve interacción
me hace darme cuenta de que echo de menos conectar con alguien de ese
nivel. Mi cuerpo anhela el contacto humano. Me encuentro preguntándome
qué haría B si me lanzara sobre él cuando entra por la puerta.
El pasillo comienza a despejarse, y empiezo a pensar que se ha
escabullido por una puerta trasera o que se va a reunir con el entrenador
Bishop. Finalmente, las puertas se abren y él sale, sonriendo cuando me ve
apoyada contra la pared. Su sonrisa me hace señas, y sin pensarlo dos
veces, lo tomo por sorpresa y me lanzo a sus brazos. Se tropieza, pero me
rodea con sus brazos mientras le envuelvo la cintura con mis piernas. Sus
cejas se juntan confundidas cuando me inclino hacia delante y le doy un
beso en la mejilla.
—¿Por qué fue eso? —Nuestras frentes se encuentran y nos miramos
fijamente a los ojos. Pasa un momento entre nosotros, y me pregunto si tiene
alguna idea de lo que me hace estar tan cerca. Hay veces que estamos juntos
y la forma en que me mira me atraviesa el alma. Tragando mis emociones,
suelto mi sujeción y bajo mis piernas al suelo.
—Hoy me han devuelto mi examen. —Me agacho y saco un papel de
mi mochila. Lo entrego y veo como una sonrisa llena su precioso rostro
cuando ve mi nota. Sin avisar, me levanta y me hace girar. Grito de alegría
cuando me hace girar tres veces más antes de volver a bajarme. Sus manos
descansan sobre mis codos hasta que estoy firme en mis pies, y todavía me
rio cuando baja la cabeza y besa la comisura de mi boca.
—¡Tienes una B+! Estoy tan orgulloso de ti. Tenemos que celebrarlo.
No tienes planes para esta noche, ¿verdad? —Agarro mi mochila y nos
vamos afuera.
—No, ¿por qué? ¿Qué tienes en mente? —Mis piernas trabajan el
doble de tiempo para mantener el ritmo.
—Chupitos de tequila. Tú y yo. En mi casa. Vámonos. —Se extiende y
pasa sus dedos por los míos. Como si el beso cercano no hubiera sido
suficiente para ponerme en marcha, su cálida piel contra la mía hace que el
área entre mis piernas hormiguee de deseo. Un deseo que no será satisfecho
hasta más tarde esta noche cuando esté sola en casa.

90
Brantley

Alineo cuatro vasos de chupito en mi tocador, luego miro a mi derecha


y la encuentro mirándome con los ojos muy abiertos. Normalmente, estaría
abajo bebiendo tragos con los chicos, pero esta noche se trata de Cassie.
Pasar ese examen de la manera en que lo hizo definitivamente es digno de
una celebración, o tres. No es mi intención emborracharla; es demasiado
pequeña para mucho alcohol. Tengo que tener mucho cuidado, porque es
la hermana pequeña de mi mejor amigo y es menor de edad. Además, no
quiero emborracharme. No porque no disfrute el alcohol, sino porque no
quiero perder el control y hacer algo estúpido. El entrenador tiene una regla
acerca de beber durante la temporada, pero eso no nos impide tomar
algunos tragos de vez en cuando.
—Está bien, entonces dijiste que nunca has bebido tequila, ¿verdad?
—preguntó cuando termino de arreglar nuestra estación de bebidas. Asiente
rápidamente, inclinándose para observar mientras yo le muestro la técnica
adecuada. Manteniendo mi pulgar e índice separados, señalo el suave
espacio entre los dos dedos—. ¿Ves esta área aquí? Dale una lamida, luego
espolvorea un poco de sal. —Le muestro lo que quiero decir—. Toma el limón
en la misma mano y tu chupito en la otra. Lame. Bebe. Chupa. —Levantó
mi vaso y brindo—. ¡Esto es por ser una genia en cálculo! —Sigo los mismos
pasos antes de llenar el vaso de nuevo.
—Eso parece bastante fácil. —Sus labios se separan, y la punta de su
91 lengua sale para humedecer su piel antes de tomar el chupito como le
mostré. Se lleva el vaso a los labios húmedos y se estremece cuando el licor
se quema.
—¿Como estuvo? —me burló mientras se limpia la boca con el dorso
de la mano.
—No es tan malo como esperaba, pero no me gusta lamer la sal de mi
mano. Eso se siente asqueroso. —Arrugó su pequeña nariz con disgusto
mientras le sirvo dos más.
—Te digo qué, puedes lamerme la mano esta vez. —Deslizo mi lengua
sobre la piel salada antes de cubrirla con más sal y sostenerla frente a ella.
Se inclina hacia adelante, tomando mi mano entre las suyas, luego
lentamente lame cada grano de sal antes de tomar el chupito y alcanzar el
limón. Mi polla se endurece cuando el recuerdo de su lengua en mi piel me
deja listo para perder el control. Es todo lo que puedo hacer para tragar, ya
que mi garganta amenaza con contraerse.
¿Qué fue eso?
—Veamos una película —anunció con la voz ligeramente elevada. El
rubor en sus mejillas me dice que el alcohol está funcionando, aunque no
estoy sorprendido, porque no pesa más de cincuenta kilos. Ella cae de
rodillas y se acerca a mi estante de DVD para seleccionar una. Tomo un
chupito más y luego enciendo la TV y me acomodo en la cama para esperar.
Después de un minuto, vuelve a aparecer con su selección y la coloca en el
reproductor.
—¿Sweet Home Alabama? —Levantó la cabeza en cuestión cuando
aparece el título en la pantalla—. Esta película no es mía.
—Lo sé. La traje a principios de esta semana. Me encanta esta
película, y es mucho más divertido verla con un chico que sentarme sola en
casa y verla como una loca enamorada. —Se arrastra a mi lado con la cabeza
al pie de la cama. Sus pies descansan junto a mis costillas, y de vez en
cuando cruza los pies en el aire. Lleva el mismo esmalte azul que antes, y
una delgada banda plateada adorna uno de sus dedos.
La película continúa, y debo admitir que no es tan mala como había
sospechado originalmente. Es una historia de amor cursi, pero con un toque
cómico. A mitad de la película, me encuentro apoyando al tipo para que la
tome en sus brazos y se case con ella. A estas alturas, los dedos de Cassie
han encontrado un hogar entre mis dedos mientras uso mis pulgares para
masajear las puntas de sus pies. Ninguno de nosotros habla mientras
pretendemos estar absortos en la película, pero sus suaves gemidos me
dicen que disfruta mucho más de lo que estoy haciendo que ver a los
antiguos amantes tratar de enamorarse. Y tengo que admitir que estoy
disfrutando muchísimo haciéndola gemir.
No recuerdo haberme quedado dormido, pero me despierto para
92 encontrar a Cassie envuelta en mis brazos. El final de la película es borroso,
aunque creo recordarlos besándose en la playa. Su espalda está al ras con
mi pecho, y su suave cabello me hace cosquillas en la mejilla mientras
trabajo para sacudirme la niebla del sueño. Cambio mi posición y se
presiona aún más en mí, y por supuesto mi polla elige ese momento para
reaccionar. Los dos estamos completamente vestidos, pero no se puede
ocultar mi erección.
—Brantley. —Su suave voz rompe el silencio—. Por favor dime que
estás usando pantalones esta vez. —La risita termina antes de que termine
su oración, y pronto los dos nos reímos en silencio, recordando la primera
vez que nos despertamos en mi cama. Lo curioso es que, aunque ambos
estamos despiertos, ninguno de nosotros ha intentado separarse. En
cambio, la acerco y le doy un beso en la mandíbula.
—Buenos días, cariño. Me encanta despertarme y encontrarte en mi
cama. —Resopló y me golpea la cabeza con una almohada antes de
levantarse y caminar hacia el baño. Me levantó, me paso una mano por el
cabello y rápidamente arreglo la cama en caso de que alguien elija este
momento para entrar. La casa está en silencio, así que tal vez todavía están
durmiendo. Levanto los vasos y el salero y los llevo de vuelta a la cocina.
Cuando regreso a la habitación, la encuentro sentada al borde de la cama
con las manos en el regazo—. ¿Estás bien? No tienes dolor de cabeza ni
nada, ¿verdad?
—No, estoy bien. Escucha, anoche... No hice nada estúpido, como
lanzarme a ti de nuevo, ¿verdad?
Mi mano inmediatamente va a mi pecho en una muestra de falsa
decepción.
—Dios, Hoyuelos, fue tan hermoso. Nos besamos, nos hicimos cosas.
Hicimos el amor dulce y apasionado, y me dijiste que ningún otro hombre
te satisfará como yo. Francamente, me duele que no lo recuerdes. —Es difícil
mantener una expresión seria cuando veo el pánico en su rostro. Cuando ve
que solo estoy bromeando, se levanta rápidamente.
—¡Ugh! Eres un gran idiota. ¡Por un segundo te creí! —Golpeó mi
brazo antes de empujarme fuera del camino—. Adiós, Brantley.
—Te llamaré más tarde, ¿está bien, nena? —preguntó por su forma de
retirada.
—Sí, sí lo que sea. —Levantó la mano y se fue. Espero el sonido de la
puerta que se cierra antes de doblarme de la risa.

93 —¡Cage, espera! —Me detengo y me doy vuelta para encontrar a Rivers


saliendo del vestuario.
Cuando finalmente me alcanza, se pone a mi lado mientras salimos
de la Arena y nos dirigimos al estacionamiento adyacente. Gracias a la
victoria tres a uno en el partido inaugural de la semana pasada, la práctica
de esta noche se acabó hace treinta minutos. Estoy agradecido, porque
tenemos una práctica tardía los lunes, y de esta manera tengo más tiempo
libre para comenzar algunas de mis tareas. Siempre me ha resultado más
fácil adelantar las cosas, porque una vez que la temporada comienza,
pasaremos más y más tiempo en el hielo, y realmente odio tratar de hacer
la tarea mientras viajo en un autobús. Nuestro primer partido como visitante
es este fin de semana, dos juegos en Kohl Center en Wisconsin. Aunque es
temprano en la temporada, estamos bastante seguros de traer a casa otra
victoria.
—Estuviste bien esta noche. Creo que Kazmerski se va a cagar en los
pantalones cuando te vea venir detrás de él este año —dice, refiriéndose al
principal defensor de Wisconsin.
Solté una carcajada de acuerdo.
—Cuento con eso amigo mío. Con eso, y la esperanza de que no haya
crecido otros cinco centímetros. ¿Vas a salir con Ash esta noche?
—No, tiene noche de chicas en su departamento, un montón de chicas
se juntan para beber vino y ver Magic Mike XXL.
—Definitivamente suena como algo para evitar —digo, arrojando mi
equipo en el asiento trasero—. No invitó a Cassie, ¿verdad?
Frunce el ceño antes de responder.
—Estoy bastante seguro de que no lo hizo. ¿Por qué, de repente te
preocupa con quién pasa el tiempo mi novia?
—No me preocupa. Solo lo pensé, ya que Cassie era relativamente
nueva en el área, y en ocasiones las he visto hablar durante la práctica. No
sé, creo que pensé que tal vez se llevaban bien.
—Creo que se llevan bien, pero Ash tiene este círculo de amigas, y solo
se juntan una vez al mes. Honestamente, no me importa una mierda. Me da
una noche libre. Hablando de eso, ¿quieres ir a Skeeps? Las dos primeras
rondas las pago yo. —Gira sus llaves en su dedo mientras espera mi
respuesta.
Respondo, sí, por supuesto. Scott es mi mejor amigo, y no puedo
recordar la última vez que los dos salimos a tomar una copa en el bar.
Demonios, esto solía ser lo nuestro, pero algo sucedió entre él y Ashley
durante el verano que lo convirtió en un sumiso con Ashley.

94 Dejamos nuestros autos en el departamento y caminamos hacia el


bar. Después de encontrar dos asientos, Scott no pierde el tiempo
ordenando un par de cervezas y dos tragos. Pasamos unos minutos
saludando a algunos de nuestros compañeros de equipo y otras personas
que nos reconocen, luego se recuesta en su taburete y me estudia con
intensidad.
—¿Qué pasa? —preguntó finalmente después de que su mirada
comienza a ponerme nervioso.
—¿Cómo van las cosas con Cassie? ¿Te lo está poniendo difícil? Las
matemáticas nunca han sido su mejor materia. —Toma un trago de cerveza.
Recuerdos de ella poniéndome duro pasar por mi cabeza, y el alcohol
casi me ahoga al bajar. Pero no me atrevo a bromear sobre eso, no en lo que
respecta a Cassie. Casi me siento mal teniendo esos pensamientos sobre
ella.
Casi.
—En realidad, es todo lo contrario. Trabaja duro y sacó un B+ en su
examen. —Le doy un toque informal con mi hombro.
—¿Entonces eso es todo? ¿Unas pocas noches de tutoría y van por
caminos separados? —Lanza esto como si no le importara cuál sería mi
respuesta, pero lo conozco mejor.
—No estoy realmente seguro —le respondí honestamente—. Disfruto
pasar tiempo con ella. Es muy fácil hablar con ella y nos llevamos bastante
bien. Mencionó que necesitaba más ayuda para prepararse para su mitad
de período, por lo que probablemente esperaré por eso.
Sus labios prácticamente desaparecen mientras procesa mi confesión,
pero me sorprende al animarme a seguir saliendo con ella.
—Escucha, Cage, realmente aprecio que la hayas cuidado de esta
manera. Sé que la transición no ha sido fácil para ella. Dejó una relación
bastante seria para venir aquí. Creo que todavía está lidiando con la
ruptura. Solo hazme un favor y mantén tus manos para ti mismo —dice en
tono de broma, pero su amenaza se escucha fuerte y clara.
—Ya te lo dije, ella es solo una amiga. —Una amiga con los labios más
dulces que he probado en mi vida. Es en este momento que estoy agradecido
de tener una expresión de póker realmente buena, porque tengo la
sensación de que si supiera los sueños que he tenido, estaríamos teniendo
una conversación completamente diferente.
Me da una palmada en el hombro y luego toma su cerveza antes de
pararse.
—Solo te estoy haciendo pasar un mal rato, amigo. Sabes que confío
en ti implícitamente. Ahora, te patearé el culo en un juego de dardos.
95 —Oh, ¿sí? ¿De verdad crees que puedes vencerme? —bromeó—. ¿Te
has olvidado de la última vez que jugamos en este mismo bar? Creo recordar
haber sido el que te dio una paliza. —Se ríe, y es un sonido rico que me ha
encantado escuchar a lo largo de los años.
Me levanto y lo sigo, sabiendo que debería sentirme aliviado de que
esté bien porque estoy pasando tanto tiempo con Cassie, pero no puedo
evitar la molesta sensación de que ya estoy pisando hielo delgado, solo que
simplemente no lo sé todavía.
Cassie
Golpeo con fuerza mis nudillos contra el frío metal una última vez y
ajusto la correa de la funda de guitarra que cuelga de mi hombro. Cuando
él no contesta, supongo que no está en casa o que está con una de esas
molestas fanáticas que siempre andan por ahí. Nunca me molesté en decirle
que podría pasarme por aquí. Viendo cómo me sé de memoria su agenda,
supuse que estaría en casa. Hemos pasado la mayor parte de tres semanas
juntos bajo la apariencia de tutoría, pero sobre todo pasamos el rato y vemos
Sons of Anarchy. A veces hablamos de cosas que nos molestan. La mitad del
tiempo me quejo de mi hermano, mientras que su única queja parece estar
centrado en la falta de unidad en el equipo. Él no es el único que lo siente.
También escuché a Scotty mencionarlo y Davis estuvo hablando sobre eso
durante el almuerzo de ayer.
En lo que a mí respecta, mi hermano no podría haber elegido tres tipos
más agradables con quienes vivir. Siempre me reciben con un cordial saludo
y se apresuran a incluirme cuando me encuentran sentada sola en el
comedor. De hecho, Davis y yo comenzamos a almorzar juntos todos los
miércoles desde que nos encontramos por primera vez de camino al
comedor.
Han transcurrido tres minutos desde la última vez que toqué y
finalmente acepto el hecho de que no está en casa. Justo cuando salgo del
porche, escucho un ruido sordo detrás de mí cuando la puerta se abre para
revelar a Brantley. Permíteme reformular eso. Un Brantley muy mojado, con
96 una toalla atada a la cintura, tatuajes en toda su extensión.
Dulce Madre María. Mi B está malditamente hermoso.
—Hola, Cass. —Sonríe, levantando una mano para pasarla por su
cabello revuelto. Por medio segundo, me quedo sin palabras. Solo han
pasado seis semanas desde la última vez que vi tanto de su piel, pero al
mirarlo ahora, mis ojos se centran en su pecho y el camino feliz que lleva a
una parte de él que muero por conocer más íntimamente y te juro que han
pasado años.
—Hola. —Mi voz sale ronca y tengo que aclararla antes de continuar—
. Pensé que si tenías tiempo, te daría tu primera lección. —Toco el costado
de mi estuche de guitarra y le ofrezco una sonrisa tímida. Probablemente
sea sucio de mi parte llegar para una lección improvisada de esta manera,
pero pensé que si le preguntaba cuándo sería un buen momento, habría
tratado de ignorarme. Tengo la impresión de que tiene miedo de fallar frente
a mí. También tengo la impresión de que Brantley Cage rara vez falla en
algo. Si es que falla alguna vez. Eso es lo que me da confianza para seguir
aplicando presión. No tengo dudas de que puedo enseñarle; de hecho, estoy
deseando verlo intentarlo.
—Vaya, Cass, no lo sé. —Se pasa una mano por la mandíbula recién
afeitada y tengo la repentina urgencia de enterrar la nariz allí e inhalar
profundamente. Me encanta el olor de un hombre después de que se afeita.
—Oh, vamos, dame una hora. Si lo odias tanto, nunca tenemos que
intentarlo de nuevo. —Le lanzo mi mejor sonrisa con hoyuelos y puedo decir
al instante que me lo he ganado.
—¿Cómo puedo decir no a esa sonrisa? —Me da un ligero tirón en la
mejilla y retrocede para dejarme pasar—. Entra aquí. —Paso por el umbral
y olfateo al pasar. Por un instante, la respiración se atora en mi garganta y
tengo que recordarme seguir caminando—. Vayamos a mi dormitorio. De
esa manera, si uno de los chicos entra, no me verán poniéndome en ridículo.
—Se ríe y se pone delante de mí para subir las escaleras de dos en dos.
Observo todos sus movimientos con gran interés, preguntándome
cómo su toalla se las arregla para permanecer en su lugar y secretamente
si caerá con gracia al suelo. Tiene un gran culo. Solo sé esto por mirarlo tan
a menudo. Pero es una parte de su cuerpo que no he tenido el placer de ver
sin ropa. Hasta ahora. Cuando llega a su habitación, deja caer la toalla y se
pone el primer par de pantalones que encuentra tirado en el suelo. Se me
cae la mandíbula y no puedo apartar los ojos. A pesar de que hemos
establecido reglas, no tiene reparos en revelarse ante mí. En cierto modo, es
totalmente injusto y me pregunto cómo reaccionaría si las cosas estuvieran
invertidas. Lanza una mirada sobre su hombro y sonríe cuando me
encuentra mirando.
—¿Dónde me quieres? —Oh dios, ahora mi mente está en la cuneta.
97 Esa no es la pregunta que debería estar haciendo después de haberlo visto
por detrás. Maldición, tiene un buen culo. Por su puesto que lo hace.
Probablemente sea lo más cercano a la perfección que jamás voy a encontrar
y el hecho de que actúa como si no lo supiera lo hace aún mejor.
—Umm, ¿qué tal si los dos nos sentamos en el suelo, de esa manera
puedo ayudarte a colocar los dedos? —Aclaró mi garganta una vez más y
saco a Willow de su estuche.
Tengo tres guitarras, cada una que me la dio un miembro diferente de
la familia. Mi padre me dio a Willow cuando tenía quince años. Era un regalo
bastante caro para alguien tan joven, pero cuando me la entregó esa
mañana de Navidad, me dijo que no tenía dudas de que juntas haríamos
música hermosa. Escribimos mi primera canción juntas y desde entonces,
la he llamado mi amuleto de la buena suerte. Está hecha de madera de
cocobolo y tiene un diseño intrincado que todavía me deja sin aliento.
Además de ser hermosa a la vista, tiene una calidad de sonido que ninguna
de las otras guitarras de mi colección posee.
Nos sentamos con las piernas cruzadas, uno frente al otro.
—B, conoce a Willow. Ella es mi guitarra favorita. Tómala, no morderá.
—Se ve un poco aprensivo cuando se acerca para tomarla en sus manos
capaces. Soy tan cercana a este trozo de madera que casi juro que puedo
escucharla gemir de placer mientras los dedos de él se envuelve alrededor
de su cuello.
—Es hermosa —dice en voz baja, sin apartar sus ojos de los míos. Por
un momento, no estoy seguro de si está hablando de Willow o de mí—. ¿Cuál
es la forma correcta de sostenerla? —Poniéndome de rodillas, me muevo
detrás de él y estiro mis brazos alrededor de su cintura.
—En primer lugar, debes asegurarte de que tu postura esté bien.
Siéntate derecho y coloca esta mano aquí. —Guio su mano izquierda por el
cuello de la guitarra—. Mantén tu pulgar detrás del cuello, dobla los
primeros tres dedos y descánsalos suavemente sobre las cuerdas. Tu pulgar
permanecerá suelto mientras tus dedos se moverán hacia adelante y hacia
atrás entre las cuerdas que estés tocando.
—Aquí. —Levanta la guitarra y la coloca en mis manos—. Muéstrame
primero haciéndolo tú misma. Quiero ver a la profesional en acción.
—No estoy segura acerca de la referencia de profesional, pero te
mostraré la forma en que lo hago. Presta mucha atención. —La tomo en mis
manos y el acto es tan natural que ni siquiera tengo que pensar en lo que
estoy haciendo.
—Toca algo para mí. —Se recuesta sobre sus manos y me mira
expectante.
—Hmmm, ¿alguna petición? —preguntó juguetonamente, mientras
mis dedos se mueven sobre las cuerdas para calentar—. No importa, sé lo
98 que voy a tocar. —Empiezo tocando los acordes de apertura de una de mis
canciones favoritas de la banda, Paradox. Son una banda de rock de Los
Ángeles que he estado siguiendo desde su primer lanzamiento. Esta canción
fue escrita para la esposa del cantante principal. Ella la cantó con él en una
entrega de premios hace un año y me enamoré. Tiene una sensación más
country, por lo que podría ser la razón que me atrajo a ella, pero
probablemente tuvo mucho más que ver con las letras que con cualquier
otra cosa.
—No solo la toques, también tienes que cantarla para mí.
Cuando toco el primer acorde C, mi boca se abre y las palabras salen
sin pensarlas. Antes de darme cuenta, estoy perdida en la música.
Hay una foto tuya, todavía colgada en la pared.
Me siento en casa todas las noches, esperando que me llames.
Mi mundo se cernió sobre mí, el día que dijiste adiós.
Pensé que te superaría, pero todo lo que hago es llorar.
Vuelve a mí, te lo ruego, cariño.
Vuelve a mí para que pueda abrazarte una vez más.
No me dejes esperando, no puedo enfrentar el mundo sin ti
Vuelve a mí, te amaré correctamente esta vez.
Cada día que no estás aquí, me recuerda todo lo que he perdido.
Hago lo que sea necesario para recuperarte, sin preocuparme por el
costo.
Doy lo que sea por tenerte aquí y abrazarte toda la noche.
Lucho fuertemente para detener las lágrimas, pero no soy tan fuerte.
Vuelve a mí, te lo ruego, cariño.
Vuelve a mí, esta vez creeré en ti.
La cama es demasiado grande sin ti, no me dejes solo esta noche.
Vuelve a mí, haré todo bien.
Vuelve a mí, haré todo bien.

Termino la canción y abro los ojos para encontrarlo mirándome con


la boca abierta con asombro. Estoy acostumbrada a este tipo de reacción.
La mayoría de la gente me mira y no tiene idea de que tengo una voz tan
poderosa en mi pequeño cuerpo. Papá siempre me dijo que algún día los
mataría. Parece que me acerqué a ese en este momento.
99 —Estoy... no tengo palabras. —Su cabeza se sacude de un lado a otro
mientras aplaude. Me sonrojo, pero solo porque es él. Normalmente, no soy
tan tímida cuando recibo cumplidos. De alguna manera, el cumplido parece
más grande cuando viene de él—. Eso fue increíble. Sé que esto
probablemente va a sonar barato y cliché, pero tienes la voz de un ángel. —
Se acerca más y sé que es solo para que sea más fácil que le enseñe, pero
un pequeño estremecimiento me recorre cuando su hombro roza el mío—.
No esperas que me aprenda esa, ¿cierto?
—No. —Sonrío con una sonrisa torcida y meto el cabello detrás de mi
oreja. Sus ojos siguen el movimiento y cuando nuestros ojos se encuentran,
sé que algo ha cambiado entre nosotros.
—Déjame mostrarte algunos acordes.
Sostiene la guitarra como le mostré y toca vacilante la combinación
de rasguear mientras mueve los dedos. Después de algunos intentos, parece
entenderlo mejor. Y cuando rasguea un acorde C y uno D mayor con éxito,
le doy una pequeña ronda de aplausos.
Cuidadosamente mueve la guitarra a un lado y se inclina hacia mí,
apoyando su peso en su antebrazo derecho.
—¿Cuál fue esa canción? Nunca la he escuchado antes.
—Se llama Come Back to Me de Paradox, que es mi banda favorita en
el mundo. En realidad, conocí al cantante principal, Sebastian Miles, una
vez en el aeropuerto de Chicago. Fue muy dulce, firmó todo lo que la
multitud le lanzó y fuera del hecho de que ser absolutamente hermoso,
nunca hubieras sabido que no era como el resto del mundo. Parecía tan
sensato.
—Eso es genial. —Mueve sus dedos sobre la alfombra, acercándolos
cada vez más a los míos con cada pasada—. Entonces, este tipo, ¿cómo se
ve? ¿Qué hay en él que te gusta? —preguntó con voz burlona. Cuando no
respondo de inmediato, salta sobre mi silencio—. Oh, vamos, Cassie. Sé que
lo hace por ti. Puedo decir por la forma en que tus ojos se nublan. Y hay
tanta energía fluyendo a través de ti en este momento que prácticamente
estás vibrando a mi lado. ¿Qué tiene este tipo en particular que te afecta?
—¿Por qué me estás preguntando esto? —susurró.
—No sé. —Se encoge de hombros y por un momento creo que lo va a
dejar pasar—. Tal vez es porque en este momento, te veo de la misma
manera que recuerdo la primera mañana que te encontré en mi cama. Justo
después de que nos besamos.
—Oh. —Dejo salir una temblorosa exhalación mientras reflexionaba
sobre mi respuesta—. Tiene cabello oscuro y tatuajes, sus ojos que te atraen.
—Lamo mis labios nerviosamente, consciente de las similitudes entre el
hombre que estoy describiendo y el que está sentado a menos de quince
100 centímetros de mí—. Luego usa estos sensuales piercing en los labios y su
voz me derrite en un charco de sustancia pegajosa. No sé, supongo que solo
me gustan los hombres con cabello oscuro.
Nuestros ojos se encuentran una vez más y esta vez sé que no estoy
imaginando cosas. Se acerca y humedece lentamente su labio superior con
la lengua.
Espera, ¿me va a besar?
No respiro, aterrorizada de que cualquier movimiento pueda
asustarlo. Tengo tantas ganas de que me bese. He soñado con sus labios
sobre los míos desde la primera vez que los probé. No estoy segura de lo que
esto significará para nuestra amistad o las reglas que hemos establecido.
Todo en lo que pienso es en las palabras de Roni.
El hecho de que sintió la necesidad de establecerlas me dice que está
interesado en ti.
Tal vez ella tenía razón después de todo.
Está muy cerca. Puedo sentir su aliento en mi mejilla mientras se
inclina a un ritmo minuciosamente lento. Estoy temblando por dentro. El
latido entre mis piernas me dice que estoy tan excitada por la idea de su
lengua juntándose con la mía, que probablemente podría tener un orgasmo
sin que él me toque.
—Cass —murmuró suavemente, acercándose cada vez más.
Por favor, bésame.
—B —susurro, separando mis labios en invitación.
—¡Cage! —gritó Davis antes de irrumpir por la puerta cerrada
mientras nos separamos—. Acabo de entrar y vi a Masterson recibiendo un
golpe... —Se detiene abruptamente cuando me ve sentada en el suelo—.
Hola Cassie. —Se frota la nuca incómodamente y mira entre nosotros—.
¿Qué está pasando aquí? —Agita sus cejas sugerentemente y me pregunto
qué habríamos hecho si hubiera entrado unos segundos más tarde.
—Nada —dice Brantley.
No me había parecido como nada.
—Solo estaba dándole una lección de guitarra a Brantley. —Me
levantó y recojo a Willow del suelo—. Mejor me voy. Tu hora se acabó de
todos modos. —Recolecto mis cosas rápidamente y me dirijo a la puerta.
Davis todavía está en la habitación, así que no puedo decir lo que tengo en
mente. No puedo decirle que quería que me besara más que a nada en el
mundo. O que he fantaseado con él todos los días desde que nos conocimos.
En cambio, miro hacia atrás y le ofrezco un gesto de despedida con la mano
que no se molesta en regresar. No estoy segura de sí lamenta lo que casi
sucedió o si realmente está enojado porque no sucedió. De cualquier
101 manera, él no quita los ojos de Davis el tiempo suficiente para dar cuenta
de mi salida.
Brantley
Meto mi bolsa de hockey en la parte trasera de la camioneta antes de
entrar y enchufar mi teléfono. Las cosas fueron mucho más productivas en
la práctica de esta noche, tanto que el entrenador nos dejó salir unos
minutos antes. Lo que sea que estaba molestando a Davis parece haber sido
olvidado, porque estaba centradísimo esta noche. Los novatos finalmente
parecen estar unidos al resto de los chicos, y no podría estar más feliz. El
momento no podría ser mejor, porque jugamos nuestro primer partido
contra Ohio State este fin de semana. Después de ganar los dos primeros
partidos, y después de perder los dos últimos, nuestra temporada no ha
tenido un buen comienzo. Tenemos que estar jugando lo mejor que podemos
este fin de semana si queremos tener alguna esperanza de enviar a Ohio a
casa con el rabo entre las piernas. Ohio tiene un equipo sólido como una
roca. Sus defensores son rápidos, y su línea ofensiva es impresionante.
Tienen uno de los mejores porteros de la liga NCAA. Fíjense en lo que dije:
“uno de los mejores”. Rivers tiene el puesto número uno, y estoy intentando
para que termine el año con ese título. El tipo es así de talentoso, lo que
explica por qué el equipo de Detroit lo reclutó tan rápidamente. Siempre fue
bueno, pero la temporada pasada dio un paso adelante y no parece que esté
disminuyendo la velocidad.
Mi teléfono emite un pitido cuando doy la vuelta y bajo la mirada para
ver un mensaje de Cassie.

102 Ella: Pensando en ti. Wanted 2 dice hola. ¿Está mal que te eche de
menos? Lol

Sonrío para mí, imaginando su flaco trasero sentado en ese pequeño


dormitorio. Sólo han pasado unos días desde mi primera lección de guitarra,
pero una parte de mí entiende lo que dice. Todavía no puedo creer que casi
la bese. Joder. Lo quería más que nada. Escucharla cantar esa canción. Ver
cómo sus dedos se movían sin esfuerzo sobre la parte que ella llama
diapasón. Tiene talento natural, y me veo perdiéndome en su voz. Si Davis
no hubiera irrumpido como lo hizo, quién sabe hasta dónde habrían llegado
las cosas. Estoy listo para llevar las cosas al siguiente nivel, pero no estoy
para arruinar lo que hemos construido sólo porque no puedo mantener mi
polla en mis pantalones. Después de nuestra charla en la cafetería, de
alguna manera nos hemos vuelto inseparables. Rara vez pasamos un día sin
alguna forma de comunicación. Me encuentro revisando mi teléfono por si
hay mensajes, u hojeando su Snapchat para ver qué ha estado haciendo
cuando no estoy cerca. Cada miércoles publica una foto de ella almorzando
con Davis y, no voy a mentir, me molesta. Sé que sólo son amigos, pero ¿no
es eso lo que somos nosotros? Si yo estoy pensando en algo más con ella,
¿podría Davis estar pensando lo mismo? Algo en ella me hace sonreír. Y
tengo que admitir que es agradable pasar tiempo con una chica con la que
puedo ser yo mismo. Cassie no espera nada de mí, pero de alguna manera
me encuentro esforzándome con ella.
Abro Spotify y pronto la voz de James Bay llena la cabina de mi
camioneta. Estoy a punto de disparar una respuesta cuando mi teléfono
suena en mi mano y respondo sin comprobar quién es.
—Estaba pensando en ti. —Mi rostro casi se parte en dos por la
sonrisa que se extiende. Ha sido un día largo y sé que puede hacerme reír.
—Bueno, ¿no es eso lo que toda madre quiere oír de su guapo hijo?
¿Cómo estás, cariño? Pareces cansado.
¿Podría alguien explicarme cómo una madre puede captar esa
mierda?
—Mamá, hola. ¿Cómo estás? ¿Cómo está papá? La última vez que
hablé con él sonaba bien. —Pongo mi camioneta en marcha y salgo al tráfico.
Son más de las siete de un jueves, pero por alguna razón el tráfico en la calle
State sigue siendo muy intenso.
—Tu padre está muy bien. Los médicos están impresionados por lo
bien que va su recuperación. Pero ya sabes cómo odia estar ocioso. Faltar
al trabajo lo ha puesto de mal humor, por eso lo llamé.
—Y yo que pensé que sólo querías escuchar la voz de tu bebé —me
burló, haciéndola reír.
103 —Oh, querido, ya sabes lo cierto que es, pero debo admitir que llamo
por razones puramente egoístas. ¿Qué posibilidades hay de que encuentres
un lugar al que ir durante las vacaciones de Acción de Gracias? Sólo
pregunto porque se lo he ocultado a tu padre y nos he reservado una
escapada. Sé que no es el mejor momento, pero dadas las circunstancias
recientes creo que será bueno. Tal vez nos recuerde cómo solían ser las
cosas. —Puedo oír la súplica desesperada en su voz y, aunque no tengo ni
idea de dónde terminaré pasando el día, no tengo el corazón para aplastar
su buen humor.
—Estoy bastante seguro de que conozco una o dos familias que
estarían dispuestas a alimentar otra boca. Me alegra saber que tú y papá se
van a escapar. No puedo recordar la última vez que hicieron algo así ustedes
solos. ¿Pero no te preocupa que papá no coma su guiso de papas?
—Ya lo tengo cubierto. El hotel en el que nos alojamos va a preparar
un completo banquete de Acción de Gracias para sus huéspedes, y es un
buffet. Tu padre estará en el cielo de las papas, aunque tenga que recordarle
que se controle, ya que acaba de ser operado a corazón abierto. —Se ríe, y
agradezco el sonido. Las últimas veces que hemos hablado pude oír la
tensión en su voz, aunque sé que se esforzó por ocultarla—. Gracias por
entenderlo. Odiaba la idea de llamar, pero funcionó perfectamente. Su
oficina está cerrada esa semana de todos modos, así que no se sentirá
culpable por no estar allí. Quiero que me prometas que estarás en casa para
Navidad. Este puede ser el último año que te veamos una vez que te hagas
famoso.
—Vamos, mamá. Nunca seré demasiado famoso para mi familia —
respondo honestamente—. Además, sería un tonto si dejara pasar tus
abrazos de la mañana de Navidad. Oye, ¿dónde está papá? ¿Puedo hablar
con él?
—Se durmió en el sofá justo antes de que llamara, y no quiero
despertarlo todavía. ¿Por qué no intentas volver a llamar por la mañana?
Escucha, mejor me voy, cariño. Te amamos.
—Sí, yo también los amo. Intentaré llamar mañana, pero no puedo
prometer nada. Tengo práctica temprano. —Termino la llamada con un
suspiro, no estoy de humor para pensar en el Día de Acción de Gracias
cuando apenas ha empezado octubre. Al llegar a la entrada, apago el motor
y abro mis mensajes.

Yo: No está mal. Yo también te echo de menos.

Bailo en la ducha y me acuesto en la cama para leer algunos capítulos


de mi libro de economía. Dos páginas después mi mente se desvía de lo que
estoy leyendo. Escuchar la voz de mamá hizo que todo lo que había estado
104 tratando de suprimir volviera a la superficie. Aunque mamá parece
perfectamente contenta de actuar como si nada hubiera pasado, parece que
no puedo sacudir el peso que me aplasta. ¿Papá y otra mujer? Tratar de
imaginar a mi padre con alguien además de mamá es raro. ¿Realmente la
engañaría? Y, si es así, ¿por qué? Quiero hacer estas preguntas, pero parece
que nunca lo tengo al teléfono más de cinco minutos. Tal vez mamá ha
estado interfiriendo para que no pueda acorralarlo. Pero la idea de
preguntárselo por teléfono tampoco me gusta. No, estas son preguntas que
deben ser hechas y respondidas frente a frente. De esa manera, puedo
mirarlo a los ojos cuando responda. Ahora que no iré a casa para el Día de
Acción de Gracias, tendrá que esperar otro mes, y para entonces puede
empezar a parecerles algo viejo. Ellos habrán seguido adelante mientras yo
sigo aferrado a un odio fuera de lugar. No, odio no es la palabra que yo
usaría. Demasiado duro. Pero tengo resentimiento porque, se mire como se
mire, si se ha pasado de la raya de alguna manera me temo que puede hacer
tambalear el pedestal en el que lo he mantenido todos estos años.
Me temo que tal vez ya lo haya hecho.
No sé cuánto tiempo he estado dormido antes de que el teléfono
empiece a sonar.
—¿Hola? —Mi voz está espesa de sueño, y cubro el teléfono con mi
mano para aclararme la garganta.
—Siento mucho haberte despertado. Llamaré mañana —me dice
bruscamente, y tengo que trabajar rápido para atraparla antes de que
termine la llamada.
—Espera, quiero hablar. ¿Cómo estás? Te he echado de menos. —Es
raro decir las palabras en voz alta, pero son verdaderas. Y, ahora que están
ahí fuera, no puedo retirarlas, aunque no es que quiera hacerlo. No nos
hemos visto mucho esta semana, y ahora mismo me vendría bien un amigo.
—¿B? ¿Estás bien? Tu voz suena rara.
—Estoy bien. Espera... Quiero decir, no realmente. —Trato de
componerme. Me sentía bien hasta que escuché la preocupación en su voz.
Saber que está ahí preocupada por mí hace cosas raras en mi cabeza—. Es
mi padre. Tuvo un ataque al corazón cuando volví de Traverse City.
—¿Y me lo dices ahora? ¿Está bien?
—¿Honestamente? No estoy seguro. Y eso no es lo peor de todo. Mamá
sospechaba que había tenido una aventura y... —Hasta ahí llego antes de
que me interrumpa.
—Quédate justo donde estás. Estaré allí enseguida. —La llamada
termina abruptamente, y me quedo con el teléfono en la oreja como si
esperara a que ella lo agarrara y me dijera que sólo estaba bromeando.
Quince minutos después llaman a mi puerta y, cuando la abro, cae en mis
brazos cansados.
105
—Oh, cariño. Lo siento mucho. —Sus ojos azules me miran, y por
primera vez desde que nos conocemos no la miro con lujuria o anhelo. Sólo
veo a alguien que dejó todo para estar conmigo porque sintió que necesitaba
un amigo. Tenerla en mis brazos es tan bueno que me hace preguntarme
por qué no me he abierto antes—. ¿Quieres hablar de ello?
No respondo con palabras. Simplemente asiento y me guía hasta la
cama y se coloca a mi lado. Con la espalda contra el cabecero, me empuja
para que mi cabeza esté en su hombro. Me acaricia el cabello y habla con
en voz baja y tranquilizadora.
—¿Qué ha pasado? —Abro la boca y, antes de darme cuenta, le he
dicho todo lo que sé, que no es mucho—. Pero su cirugía salió bien y se está
recuperando... ¿Cómo lo está llevando tu madre? Esto debe ser difícil para
ella. No puedo imaginarme ver a alguien a quien amo pasar por algo así.
Mis brazos rodean su cintura para acercarla. Apenas hay unos
centímetros entre nosotros, pero no puedo acercarme lo suficiente. Parece
saber exactamente lo que necesito antes de que tenga que pedirlo.
—Cuando hablamos, parece normal, pero estoy seguro de que ha sido
muy duro. Mi padre no es muy bueno quedándose quieto. Estoy seguro de
que la está volviendo loca, pero no lo sabrías si hablaras con ella. No lo
entiendo, ¿sabes? Si sospechaba algo de una aventura, ¿cómo puede pasar
de enfrentarlo a cuidarlo como si nada hubiera pasado? Ante mis ojos, no
hay excusa para nada de eso, y las excusas que mamá puso para él me
suenan a pura mierda. Dice que la ama, pero hubo un breve período en el
que se cuestionó todo en su vida. Al diablo con eso. En mi opinión, si estás
enamorado lo estás con todo, no hay un intermedio.
Se calla unos minutos y, cuando finalmente habla, me aferro a sus
palabras como si fueran un salvavidas.
—Supongo que cuando has estado con alguien mucho tiempo, sería
difícil alejarse. Piénsalo, prometieron amarse en los buenos y en los malos
momentos. Estoy segura de que después de más de veinte años han
superado un montón de tormentas juntos. No. Cuando los tiempos se ponen
duros, no se huye y se busca refugio; se entra ahí y se echa un poco de barro
si es necesario. Sé que yo lucharía por el hombre que amo, sin importar lo
mal que se pusieran las cosas. Probablemente lo perdonaría porque eso es
lo que el amor te hace. Amas no sólo cuando hay risa, sino también cuando
hay dolor. Estoy segura de que ella siente que después de tanto tiempo se
ha ganado el derecho a estar a su lado, y espero que se dé cuenta de lo
afortunado que es de tener una mujer así.
—¿Así que estás diciendo que debería perdonarlo, aunque haya
cometido un error? ¿Porque lo amo sin importar qué?
—Sí, B, eso es exactamente lo que estoy diciendo. —Su dedo se desliza
106 por debajo de mi barbilla, levantando mi rostro hacia el suyo—. No digo que
sea fácil, pero es tu padre y, sea lo que sea que esté pasando, me parece que
necesita a su familia ahora más que nunca.
Entierro mi rostro en su camisa, llorando en silencio mientras intento
absorber las palabras que acaba de decir. Ahora está callada, esperando a
que diga algo, pero me permite hacerlo en mis propios términos. Hay
seguridad en la amistad que hemos formado. Una sensación de libertad que
nunca he experimentado con otro ser humano, aparte de mis padres. No
estoy seguro de cómo sucedió; todo lo que sé es que me gusta, y me
encuentro queriendo aferrarme a ello por el tiempo que me deje.
—Quédate conmigo. No quiero estar solo esta noche. —Sonríe, y sin
decir una palabra se levanta y usa el baño para ponerse una de mis
camisetas. Me gusta verla con mi ropa. No estoy seguro de por qué.
Simplemente me gusta. De regreso a la cama, se asegura de cerrar la puerta
antes de apagar la luz y acurrucarse a mi lado. Con mi rostro presionado
contra su espalda, respiro la dulce fragancia de su champú y escucho los
suaves sonidos de su respiración. Sólo después de que se calme, me dejo
llevar por el sueño y entro en un sueño tranquilo mientras me aferro a mi
mejor amiga.

Las próximas tres semanas se transforman en lo mismo.


Práctica. Clase. Tiempo con Cassie.
Clase. Práctica. Tiempo con Cassie.
No importa cómo empiece el día, lo único que importa es que termine
igual. Pasar tiempo con Cassie se ha convertido en mi nueva normalidad.
Ya sea juntos o simplemente hablando por teléfono, siempre me siento bien
cuando ella está cerca.
—¿Quieres ir al cine, o pasar el rato en mi dormitorio y practicar un
poco más? —preguntó mientras nos dirigimos hacia la salida de la sala de
conferencias. Dos noches a la semana se reúne conmigo para que toque
para ella. Sólo estoy a un tercio de la canción, pero la semana pasada dejó
a Willow para que pudiera practicar las noches en que no me da una lección.
Es una gran profesora. Paciente. Exigente sin ser dura. Y muy minuciosa.
Me hace tocar los mismos acordes una y otra vez hasta que sienta que mis
movimientos son naturales y no forzados. Dice que soy un buen estudiante,
pero eso es probablemente debido a los años de entrenamiento disciplinado
que he tenido que soportar para la temporada de hockey.
—No puedo reunirme esta noche. Ya hice planes con Roni. Se quejó
107 de que estás monopolizando mi tiempo, así que cedí y acepté ir a una fiesta
con ella. —Entrelaza su brazo con el mío y me mira de reojo mientras
seguimos caminando.
—¿Fiesta? ¿Cuál? No he oído hablar de ninguna fiesta. —Le sigo la
corriente, sabiendo muy bien a qué “fiesta” asistirá. Su cumpleaños es este
fin de semana, pero algunos decidimos sorprenderla reuniéndonos en casa
de Rick. La semana pasada, Roni me envió un mensaje para informarme de
su plan y, antes de que nos diéramos cuenta, Scott y Davis sabían de la
sorpresa. Roni tiene un gran plan para distraerla antes de llegar al bar
mucho más tarde esta noche.
—Umm... —Se demora, y puedo decir que le da vergüenza admitir a
dónde va—. No es ese tipo de fiesta. Me lleva a una fiesta de juguetes
sexuales —murmuró la última parte contra su mano para que no pueda
entender lo que acaba de decir. Pero ya lo sé, así que es un poco gracioso.
—Lo siento, no lo he oído. ¿Qué clase de fiesta? —Giro la cabeza para
que no me vea sonreír, y tengo que asegurarme de que no esté presente
cuando me vuelva a dar la vuelta.
—Una fiesta de juguetes sexuales —gritó a todo pulmón, y esto llama
la atención de varios estudiantes—. ¿Qué? —Levanta la mano, pero todos
se dan la vuelta y siguen caminando. Se vuelve hacia mí y pone los ojos en
blanco, molesta porque la hice admitirlo en voz alta—. ¿Estás contento
ahora?
—Hmmm, déjame ver... Pregúntame más tarde cuando vea qué
juguetes has comprado. —Le hago un guiño burlón.
—Oh, ya quisieras. No estoy planeando comprar nada. Ni siquiera voy
a tomar mi cartera. Sólo estaré observando.
—Te daré veinte dólares si te preocupa desperdiciar tu propio dinero
—le ofrezco felizmente.
—Brantley —advierte, y cedo cerrando la boca y metiéndole un billete
de veinte en su bolsillo delantero. Es muy divertido ver cómo se ruboriza.

La casa de Rick es otro lugar donde los estudiantes se reúnen durante


el año escolar. En general, está lleno los fines de semana, pero esta noche
es miércoles, así que no tenemos problemas para encontrar algunas mesas
disponibles. Reuniéndolas para acomodar diez cuerpos, colocamos las sillas
y pedimos una ronda de bebidas. Davis está a mi derecha, que también es
la dirección en la que está la puerta, así que mientras él habla de una chica
108 en su clase de economía yo escucho y observo la puerta simultáneamente.
Treinta minutos después de que lleguemos, entran por la puerta. He
tomado dos cervezas y finalmente comienzo a relajarme cuando ella se
acerca a la mesa y se sienta en el asiento que he estado guardando para
ella. El que está justo al lado del mío. El mismo que he estado vigilando
desde que todos y cada uno trataron de conseguirlo. Ahora que ella está
aquí, puedo bajar la guardia y relajarme.
Echa un vistazo alrededor de las mesas, viendo a sus amigos más
cercanos, e inmediatamente siente que algo pasa.
—¿Qué está pasando? ¿Por qué están todos aquí un miércoles? —
preguntó escépticamente.
—¡Sorpresa! —Todos gritamos al unísono—. ¡Feliz cumpleaños!
—No puede ser. —Deja caer su rostro en sus manos y sacude la
cabeza.
—Sí, claro. —Le quito la mano y le hago un guiño apenas perceptible.
Rivers está sentado a dos asientos de distancia y puedo sentirlo observando
cada uno de mis movimientos. Bajo la mano y levanto mi cerveza en un
brindis, justo cuando Ashley saca un pastel con veinte velas brillantes—.
Feliz cumpleaños anticipado, Hoyuelos. Espero que todos tus deseos se
hagan realidad. —Sonríe, una sonrisa que estoy seguro es sólo para mí,
antes de soplar todas sus velas de una sola vez.
—Yo también —susurró y me guiño el ojo.
—¡Yuju! ¡Corta el pastel! —gritó Masterson—. Feliz cumpleaños,
Cassie.
Uno por uno, todos se acercan a nuestro lado de la mesa mientras ella
se levanta para darles a cada uno un abrazo. Lo miro con una sonrisa,
pensando en aquella noche en la fraternidad cuando la encontré llorando.
En ese entonces ella estaba sola, anhelando lo que ahora la rodea. Todos
aquí la aman a su manera.
—Feliz cumpleaños, hermana. —Rivers hace como si fuera a
despeinarla, y ella esquiva su mano por reflejo. Pero, en vez de hacerle pasar
un mal rato, la acerca y le da un abrazo y un beso—. Te amo. —Ashley lo
sigue, y luego le oigo decirle que se van a ir. Los mira fijamente mientras se
van, y puedo sentir su decepción.
—Oye. —Le doy un tirón en la manga, y baja la cabeza para mirarme.
Ahora que el perro guardián se ha ido, la llevo de vuelta a mi regazo y le
susurro al oído—. ¿Le diste un buen uso a mi dinero?
—¿Te gustaría saberlo? —respondió seductoramente, y todo lo que
puedo hacer es reírme mientras me inclino y le planto un beso en la mejilla.
Estoy bastante seguro de que, si me meto la mano en su bolsillo, no
encontraría ese dinero. No. Algo me dice que lo gastó en esa fiesta, y me
109 muero por saber qué compró. Una pequeña parte de mí reza porque lo
averigüe.
Para cuando la dejo en la residencia, estoy muy caliente. Hace
semanas que no tengo sexo, y me preocupa que, si no lo remedio pronto,
puedo terminar haciendo algo que ponga en peligro nuestra amistad, sin
mencionar darle a su hermano una razón para patear mi caliente culo.
Cassie

¿Cómo están las cosas? Ha pasado un tiempo.


Extraño tu risa. Extraño tu sonrisa.
Las conversaciones nocturnas, que solíamos compartir.
Tu mano en la mía, porque te importaba.
Todas estas cosas, recuérdame.
Esos días cuando aún tenía tu amor.

—Maldición. —Mis manos golpean contra las teclas del piano, creando
un sonido inquietante que resuena en las paredes. He estado en esta
habitación durante casi una hora, pero la música no está funcionando y
realmente me está molestando. No es como si la canción fuera un requisito
para mi clase; fue algo que se me ocurrió mientras estaba en la ducha.
Últimamente, ese parece ser uno de los muchos lugares inconvenientes que
despierta mis jugos creativos. Conducir un auto, en mitad de la noche o
durante el sexo también figura en esa lista.
—Necesito a Willow —anunció a la habitación vacía. Trabajando
rápidamente, empujo las partituras en mi bolso y salgo a toda prisa por la
puerta.
110 Estoy a medio camino de regreso a los dormitorios cuando recuerdo
que Willow no está en mi habitación. Está acurrucada de manera segura
dentro del dormitorio de Brantley, donde nos hemos reunido para sus
lecciones. Sorprendentemente, se ha esforzado mucho en aprender, y
cuando le ofrecí dejar la guitarra con él para practicar, había estado de
acuerdo. Le envió un mensaje de texto rápido para hacerle saber que voy a
pasar y sigo caminando hacia la parada del autobús.
Supongo que podría haber tomado prestada una guitarra del
departamento de música, pero Willow ha estado presente en cada canción
que he compuesto. Me sentiré mejor al tenerla conmigo para esta, incluso si
solo estoy jugando.
Es un viaje rápido a su apartamento y el autobús me deja en la parada
a solo tres puertas de distancia. Cuando llamo a la puerta, se abre antes de
que tenga la oportunidad de bajar la mano. Scotty se para al otro lado y
parece sorprendido de verme.
—¿Cass? ¿Qué pasa? —me pregunta cuando paso a su lado.
—Estoy aquí para recoger a Willow. La dejé aquí para que B tuviera
más tiempo para practicar.
—B. ¿Así que, ustedes tienen apodos el uno para el otro ahora? ¿Algo
más que deba saber? —Sus cejas se disparan un centímetro en su frente.
Pongo los ojos en blanco y me abro paso a su lado.
—Creo que ya hemos cubierto este tema. ¿Está en casa o no?
—No puedo decirlo con certeza. —Se encoge de hombros y cierra la
puerta—. Acabo de llegar a casa. Pero su camioneta está enfrente.
—Está bien, gracias. Correré y la tomare. —No espero su respuesta.
No es que necesite su permiso para entrar en la habitación de Brantley. He
salido con él lo suficiente como para sentirme cómoda en esta casa.
Su puerta está ligeramente entreabierta cuando me acerco, así que
golpeo mis nudillos una vez antes de abrirla solo para recibir la sorpresa de
mi vida.
Está sin camisa y acostado en su cama con una pelirroja semidesnuda
a horcajadas sobre sus piernas vestidas. Y no es una pelirroja cualquiera.
Es la misma chica que lo había llamado bebé esa noche en casa de Casey.
Son ajenos a mi presencia. Podría dar media vuelta y salir y él nunca
sabría que estaba aquí. Pero para mí horror, mis piernas están congeladas
en su lugar. Miro impotente mientras ella gira sobre él, sintiendo su
conexión, y la mirada en sus ojos hace que mi boca se seque. Cuando sus
labios se encuentran en un beso, la punzada de celos que golpea es tan
aguda que dejo escapar un grito confuso. La chica mira perezosamente en
111 mi dirección sin perder el ritmo. Tropiezo hacia atrás, avergonzada de haber
sido atrapada. Los ojos de Brantley encuentran los míos y hay pánico detrás
de ellos.
—¡Mierda! —Exclamó, agarrando el marco de la puerta en busca de
estabilidad antes de bajar corriendo las escaleras. Las lágrimas pican mis
ojos cuando paso junto a Scott sin una explicación. Lo último que veo es la
mirada perpleja en sus ojos mientras mira detrás de mí. Corro por la calle
tan rápido como me pueden llevar las piernas, y tomo el autobús justo antes
de que se aleje de la acera. Al hundirme en el primer asiento vacío, miro
hacia atrás a tiempo para ver a Brantley corriendo por el césped en mi
dirección, deteniéndose solo después de que el autobús dobla la esquina.
Me agacho en la esquina y trabajo para recuperar el aliento.
Humillada ni siquiera comienza a describir cómo me siento en este
momento. Hace solo unos días había sido feliz porque pensé que me iba a
besar. Esa misma noche incluso soñé que tenía un enamoramiento secreto
conmigo. La verdad es que, incluso si me hubiera besado esa noche, solo
sería una chica más agregada a su lista. Demonios, no es ningún secreto
que haya dormido con más de la mitad de chicas en el campus. La semana
pasada escuché sobre esta lista; aparentemente es legendaria y ha sido una
tradición de larga data entre las hermandades en el campus. Se llama
Campus Conquest y, según varias chicas de South Quad, Brantley es el
número dos en la lista.
Estoy bastante segura de que nunca tuve la oportunidad de ser más
que su amiga, pero eso no me impide querer más.
Por suerte para mí, el autobús está casi vacío, porque no puedo evitar
las lágrimas que caen por mis mejillas.

112
Brantley
—Mierda —murmuró, empujando a Natasha a un lado para ir tras
Cassie.
¿Qué demonios había estado haciendo?
¿Y cuánto tiempo había estado parada allí?
Dando los pasos de dos en dos, paso corriendo a Scott y busco
frenéticamente en la calle en busca de alguna señal de ella. Olvidando que
mis pantalones están desabrochados, arrastro el culo por el césped, gritando
su nombre. Por el rabillo del ojo, vislumbro rizos rubios que entran en un
autobús justo cuando la puerta se cierra y se aleja.
—¿Qué carajo acaba de pasar? —Un minuto, estoy con Natasha, y al
siguiente, estoy corriendo por la calle detrás de una chica.
No, idiota. No una chica.
Era Cassie. Y acabas de lastimarla.
Una sensación de hundimiento se instala en la boca de mi estómago,
sin embargo, no entiendo completamente por qué estoy enfermo. Cassie y
yo salimos. Nada más. Se establecieron reglas básicas y nos hemos apegado
a ellas.
Algo así como...
¿Pero qué hay de los pequeños toques?
113 ¿El agarrón de manos que dura más de lo necesario?
¿Y las veces que casi nos besamos?
Mierda. Dejé perfectamente claro que nada podría pasar entre
nosotros. No funcionaria. Scott es mi mejor amigo, y no quiero traicionar su
confianza.
No traicionaré su confianza.
Sin embargo...
No negaré que siento algo por ella. Demonios, soñé con ella hace solo
dos noches. Soñaba con su piel suave. Sus tetas perfectas que fueron
hechas para caber en mi mano. Sus suaves labios se separaban justo antes
de rodear mi ...
Oh, por el amor de Dios. Eso no está ayudando.
Cuando regreso a la casa, Scott está de pie en la sala con los brazos
cruzados y los ojos entrecerrados en mi dirección.
—¿Te importaría decirme de qué demonios se trata eso?
Me paso los dedos por el cabello y sacudo la cabeza.
—No lo sé, hombre. Ella acaba de entrar en mi dormitorio. No tenía
idea de que iba a venir. —Sacudí la cabeza, tratando de descubrir cómo
volvería a mirarla a los ojos. Pero, ¿Por qué dejo que esto me moleste? No le
debo una explicación por mis acciones. Soy un chico soltero con
necesidades.
Necesidades que ella no debería llenar.
—Um, ¿Hola? ¿Olvidaste algo? —Miro hacia arriba y veo a Natasha de
pie con las manos en las caderas, vestida con poca ropa y claramente
molesta. Parpadeo varias veces hasta que se da cuenta de que debo haber
olvidado que estaba arriba. No tengo ningún deseo de retomar las cosas
donde las dejamos. Y honestamente, a pesar de lo sexy que se ve con su
brasier negro y de encaje, ni siquiera creo que pueda lograr una erección en
este momento. Tampoco quiero hacerlo.
Me acerco y le doy un beso rápido antes de pedirle que se vaya.
—Natasha, cariño. Te llamaré más tarde. —Afortunadamente, lo
entiende. No hay motivos ocultos cuando se trata de Natasha. Me usa para
el sexo. Pero está bien, porque hasta ahora, he estado haciendo lo mismo.
Recoge silenciosamente sus pertenencias, lo poco que trajo consigo, y sale
por la puerta.
—Bien —comentó Scott mientras la ve irse. Luego se da vuelta y mira
la pretina abierta de mis jeans—. Supongo que Cassie vio más de lo que
esperaba cuando fue allí. Creo que deberías saber que estaba bastante
molesta.
114 —Sí, lo sé —tartamudeo, inseguro de cómo empezar a explicar lo que
está pasando por mi cabeza en este momento. Y la parte más difícil es que
no puedo decirle incluso si quisiera. Lo que realmente hago porque es mi
mejor amigo.
Cuando finalmente regreso a mi dormitorio, alcanzo mi teléfono y veo
que Cassie me envió un mensaje de texto hace casi una hora.

Ella: Luchando con una nueva canción. En camino para buscar a


Willow. ¡Te veo pronto!
Un nudo se forma en mi pecho cuando imagino la expresión de su
rostro. Sin duda, se había sorprendido, pero estoy seguro de que vi algo
más. Algo que nunca quise causar.
Dolor...
La práctica está programada para comenzar en treinta minutos, y el
entrenador me pateara el culo si llego tarde. Me pongo una camisa limpia y
tiro la bolsa de hockey sobre mi hombro. Al salir, veo su guitarra en la
esquina donde la dejé por última vez. Levantándola con cuidado, decido
pasar por su dormitorio después de la práctica. No tengo idea si me hablará,
pero estoy seguro de que tengo que intentarlo.

115
Cassie
Veronica y yo estamos en nuestras camas estudiando cuando oigo que
llaman a la puerta. Mi estómago se tambalea por miedo a que sea Brantley;
después de todo, me persiguió hace sólo dos horas. Volví y se lo conté todo
a Roni, escondiendo mi rostro todo el tiempo. Se apresuró a recordarme que
B es un mujeriego, y lo entiendo. No es como si yo caminara por ahí
ignorando los rumores, pero nunca esperé que la realidad me diera una
bofetada. Y no había estado preparada para lo que me haría sentir.
Honestamente, estoy confundida sobre lo que está pasando entre nosotros.
Parece que nos esforzamos mucho por sobrepasar los límites de cada
parámetro que hemos establecido. En algún momento, uno de nosotros está
obligado a cruzar una línea imaginaria, ¿y qué pasa entonces? ¿Nuestra
amistad se acabará? Espero que no, porque no estoy segura de querer
quedarme aquí si B no está en mi vida. Estar con él calienta mi corazón de
la misma manera que cuando interpreto una nueva pieza musical por
primera vez.
Es un sentimiento que dice que estoy completa.
Honestamente, me asusta muchísimo. Porque todo lo que te deja
sintiéndote tan bien es algo que puedes perder en un abrir y cerrar de ojos.
El golpe viene de nuevo, seguido por la voz profunda de Brantley.
—Cassie, tenemos que hablar.
—¿Qué vas a hacer? —susurró Roni cuando no me levanto.
116
—No estoy lista para enfrentarme a él. Dile que no estoy aquí —le
susurro, y me escondo al final de la cama para que no me vea.
—Hola, Brantley —lo saluda, abriendo la puerta unos centímetros—.
Cassie no está aquí.
—Hola, Veronica. ¿Sabes dónde está? Necesito hablar con ella. —Hay
desesperación en su voz.
—No, lo siento, no lo sé. ¿Está todo bien? Pareces estresado —
preguntó dulcemente.
—Umm, preferiría hablar con Cassie sobre ello. Algo pasó hoy y... No
puedo dejar de pensar en ella. Necesito saber que está bien y que no he
arruinado las cosas entre nosotros —dice con tristeza. Puedo sentir su dolor
desde donde estoy escondida. Lo siento, porque mi dolor es igual de
profundo.
—Sé lo que pasó. Regresó y me contó todo sobre esa pequeña
actuación tuya.
—¿Lo hizo? Te juro que no tenía ni idea de que estaría allí. Sé sincera,
¿me está evitando? Está ahí escondida ahora mismo, ¿no?
—No. Te lo dije. No está aquí. Pero le diré que pasaste por aquí —
respondió Roni con calma. Juro que la chica podría ganar un Oscar por su
actuación.
—Está bien —concede—. Traje a Willow. La estaba buscando antes, y
pensé que le gustaría que se lo devolviera.
—Claro que sí. Estoy segura de que apreciará el gesto.
—Escucha, ¿puedes hacerme otro favor? Dile que lo siento mucho. Me
siento como un completo imbécil, y daría cualquier cosa por uno de sus
abrazos ahora mismo. Sólo dile eso por mí y hazle saber que la estaré
esperando cuando esté lista para hablar.
—Lo haré. Hasta luego —dice ella, cerrándole la puerta. Luego, se da
la vuelta y cruza la habitación en dos pasos—. Tienes que ir tras él.
—¿Qué? ¿Por qué? Ya te lo he dicho. No estoy lista para enfrentarme
a él.
—Cassie, deberías haber visto su rostro. Se veía tan triste. No me
importa lo que digas. Ese hombre está loco por ti. Puedo verlo en sus ojos
cuando habla de ti. Maldita sea, qué no daría por tenerlo con los ojos llenos
de lágrimas por mí.
—Espera, ¿casi lloró? —Casi me muerdo el labio inferior mientras
debato mi próximo movimiento.
—Sí, te juro que, si hubiera seguido adelante, se le habrían derramado
117 por las mejillas. Los chicos no lloran por ti a menos que sientan algo por ti.
Eres tonta si al menos no escuchas lo que tiene que decir. —No espero a
escuchar el resto de su discurso. Salgo por la puerta y lo persigo en un
instante.
—Brantley —llamo detrás de su figura. Está a menos de treinta
metros, pero parece que no me escucha. Mi corazón late rápidamente
mientras corro tras él y grito su nombre—. ¡B! —Se gira justo cuando me
lanzo hacia él, mi rostro se estrella contra su sólido pecho.
—Ven aquí. No puedo ver tu rostro —refunfuña, levantándome para
que me envuelva a su alrededor como un pretzel. Una lágrima rueda por mi
mejilla, pero rápidamente la rechaza—. Mucho mejor. —Sonríe, y trazo la
curva de su labio con mi pulgar. Cuando nuestros ojos se encuentran y sus
labios se separan, me inclino hacia adelante. Y, al igual que el día que nos
conocimos, voy a por ello.
Sus labios tienen un sabor celestial y, si el beso terminara aquí,
estaría completamente satisfecha, pero no termina, sólo se intensifica.
Nuestras lenguas se rozan y, mientras el beso se profundiza, él enreda sus
dedos en mi cabello y mantiene mi cabeza en su lugar. Los besos me rozan
el cuello y se detienen cuando llegan a mi hombro desnudo. Los suaves
mordiscos y lametazos chamuscan mi piel hasta que un gemido pasa por
mis labios y el hechizo en el que estamos atrapados se rompe. Nuestros ojos
se abren y nos separamos rápidamente.
—Cassie, lo siento mucho... —empieza, pero le pongo los dedos en los
labios.
—No te atrevas, B. No te disculpes por besarme. Estábamos atrapados
en el momento. Nada más.
Me mira de forma extraña antes de sacudir la cabeza.
—No. No iba a disculparme por eso. Fue caliente como el infierno. —
Sus labios se curvan con una sonrisa malvada—. Puedes saludarme así
todos los días si quieres. —Le doy un golpe en las costillas y hace un
gruñido—. Estoy bromeando, bien. Escucha, siento lo de esta tarde. Nunca
quise hacerte daño.
—No me has hecho daño. —La mentira cae de mis labios con
facilidad—. Sólo me sorprendió, eso es todo. A partir de ahora, me acordaré
de llamar a la puerta.
—No habrá una próxima vez, Cassie —dice con sinceridad.
—Brantley, no espero que dejes de tener sexo sólo porque estemos
pasando el tiempo juntos. Tienes necesidades, así que adelante y
complétalas. Sinceramente, no me importa a quién le metas tu po… —Me
interrumpe con otro beso alucinante y, cuando nos separamos, arrugo la
nariz en la confusión—. ¿Por qué fue eso?
118
—¿Podrías parar, por favor? Sí, tengo necesidades. Y, sí, he estado
con mi parte de las fanes. Pero estoy cansado de esa mierda. Me gusta salir
contigo. Me gusta pasar tiempo contigo, porque estás conmigo por lo que
soy como persona y no como un símbolo de estatus. Te considero mi mejor
amiga, Hoyuelos. Estoy harto de pasar tiempo con zorras. Al final del día me
siento vacío después de estar con ellas. Pero, cuando estoy contigo, es
diferente. —Traga con fuerza, llevando su mirada a la mía, y es difícil
esconder mi decepción por ser llamada su mejor amiga. Con énfasis en
amiga.
—¿Por qué estabas con ella? —Sé que es una pregunta estúpida, pero
necesito escuchar su respuesta.
—¿Honestamente? Por ti.
—¿Yo? —preguntó incrédula—. ¿Cómo exactamente te llevé a los
brazos de una zorra? —Me muevo contra él, y suelta su agarre.
—Bueno, tú no, exactamente. —Pongo los ojos en blanco y él
continúa—: ¿Recuerdas tu cumpleaños? ¿Después de que todos se fueran,
sentada en mi regazo? —Asiento y enrollo mi dedo alrededor de uno de los
suyos. Sus ojos se dirigen a nuestras manos juntas y una sonrisa se forma
en sus comisuras—. Estábamos bromeando sobre esa fiesta de juguetes
sexuales, y no me dijiste si te habías gastado mi dinero. Me fui a casa esa
noche y no podía dejar de pensar en ello.
—¿Pensar en qué? —Reclino la cabeza y lo miro. Sus ojos se mueven
nerviosamente de un lado a otro antes de posarse en mis labios. Por un
momento, creo que va a volver a besarme.
—Tú. —Recoge sus manos, y las entrelaza detrás de su cabeza—. No
podía dejar de pensar en ti. Juro que mi polla estaba tan dura que tuve que
masturbarme dos veces antes de dormirme.
—Lo siento. —Sonrío—. Estoy segura de que debe haber sido difícil
para ti.
Frunce el ceño ante mi elección de palabras.
—Créeme, no tienes ni idea. Pero aun así está mal que piense en ti de
esa manera. Eres mi amiga, sin mencionar a la hermana de mi mejor amigo.
—Vuelvo a poner los ojos en blanco y él me agarra de las muñecas—. Sé que
odias que te lo recuerden, pero es verdad. De todos modos, pensé que la
mejor manera de sacar esos pensamientos de mi sistema era follándome a
otra persona.
Aparto una de las manos y me la paso por el cabello.
—¿Y cómo te resultó eso?
—No me acosté con ella. Quería hacerlo, o al menos eso creía, hasta
que vi tus ojos. Después de eso, no pude seguir adelante con ello.
119 —Bueno, eso es una locura. No puedes dejar el sexo porque te
preocupe que mis sentimientos puedan ser heridos. No espero eso de ti. —
Entrelazo mis dedos a través de las presillas de su cinturón y lo atraigo hacia
mí—. Prometo que no pensaré peor de ti si te acuestas con alguien. Pero,
como tu amiga, tengo una petición.
—¿Ah, sí? ¿Qué es? —El callo de sus pulgares acaricia mis caderas y,
se siente muy bien, me cuesta pensar con claridad.
—Sin importar lo desesperado que estés, prométeme que no te
acostarás con Stacy Preston. —Su ceja se arquea, y me da una sonrisa.
—Pfft, eso es fácil. —Baja su frente a la mía para mirarme a los ojos—
. Prometo que nunca más me acostaré con Stacy Preston.
—Gracias —digo las palabras.
—Para que conste, sólo pasó una vez. —Me rodea el hombro con un
brazo y nos volvemos hacia los dormitorios—. EL peor sexo que he tenido.
—Le lanzo una mirada dudosa y hace una X sobre su pecho—. Lo juro por
Dios. Es una maldita egoísta. Pregúntale a cualquier tipo del equipo.
—No, gracias. —Lo golpeo. Señala a su espalda, y me sube a mi cuarto
a cuestas. Y así como así volvemos a ser nosotros.

120
Cassie
El sábado por la mañana estoy en mi escritorio trabajando en mi
canción cuando escucho un golpe en la puerta. Compruebo la hora y sé que
no es Brantley; está en el gimnasio con Davis trabajando en sus ya perfectos
abdominales. Mientras abro la puerta, me sorprende encontrar a Scotty ahí
de pie.
—¡Scotty! —Pongo mis brazos alrededor de su cuello, y me da un
abrazo muy fuerte y fraternal. En medio de todo esto, me sorprende la
realidad de cuánto he necesitado esto de él. Las palabras no pueden explicar
cuánto he extrañado pasar tiempo con mi hermano. Se lo he expresado a B,
y él no para de decirme que hable con Scott, pero algo me retiene. Supongo
que una parte de mí tiene miedo de que si presiono demasiado se aleje por
completo. Scott es a veces como un perro tímido; sólo puede lidiar con un
poco antes de retirarse a un rincón, y le lleva un tiempo recuperar su
confianza. No lo entiendo, pero sé lo suficiente como para apartarme y dejar
que venga a mí. Por eso este gesto significa tanto.
—¿Qué pasa? ¿Está todo bien? —Le pido que entre. No nos hemos
visto desde la tarde en su apartamento, aunque me llamó esa noche para
ver cómo estaba.
—No pasa nada. Cielos, ¿necesito una razón para visitar a mi
hermanita? —Cierra la puerta tras él y mira nuestro pequeño espacio—.
Mierda, estos cuartos son muy pequeños. Todavía no puedo creer que viviera
aquí durante un año. —Se echa el gorro hacia atrás y cae en la silla del
121 escritorio de Roni.
—Sí, supongo que ya me he acostumbrado. De todos modos, tratamos
de no pasar mucho tiempo aquí. —Doblo las piernas debajo de mí y me
siento de nuevo en el borde de la cama—. Me alegro de verte. He echado de
menos tu rostro.
—Sí, yo también te he echado de menos. Escucha, sólo quería
comprobar y ver que estás bien. Sé que hablamos la otra noche, pero la
expresión de tu rostro la última vez que te vi me preocupó. ¿Quieres hablar
de ello? —Está claramente en modo de hermano mayor, lo que me hace
sonreír, porque este es el Scotty que he extrañado.
—Gracias por venir y por preocuparte por mí, pero ya estoy bien.
Brantley vino esa noche y se disculpó.
—¿Lo hizo? —Su ceja se arruga, pero rápidamente es reemplazado por
una sonrisa—. Entonces, ¿están bien ahora? ¿Vuelven a ser amigos?
—Sí, estamos bien —respondo, devolviéndole la sonrisa.
—Me alegro de oírlo. Sé que ustedes dos se han vuelto cercanos. —Se
frota la nuca mientras dice esto—. Sabes, estaba pensando que tal vez te
gustaría salir esta noche... Podría llevarte a ese lugar cubano del que te
hablé, Frita Batidos, en Washington. —Sus ojos se iluminan de emoción, y
me recuerda cuando éramos niños y trataba de convencerme de hacer algo
que nos pudiera meter en problemas.
—Oh, sí. Es el lugar donde hacen esos batidos de lima agria de los
que me hablabas. —Prácticamente estoy saltando al borde de la cama sólo
de pensar en ellos. Me encanta cualquier cosa agria, y mi hermano lo sabe—
. ¿A qué hora quieres ir?
—Te recogeré a las seis. Podemos comer, y luego tal vez ir al cine o
algo así. ¿Suena bien? —Se pone de pie, y salto para darle otro abrazo. Sus
brazos son tan largos que me tragan entera cuando me envuelve con ellos.
Estoy tan conmovida por esta muestra de afecto que no puedo evitar que
unas pocas lágrimas se me escapen por las mejillas. Sólo cuando me sorbo
los mocos y me niego a soltarme se da cuenta de que estoy llorando. Da un
paso atrás y me levanta la barbilla—. Oye, no he venido aquí para hacerte
llorar. Es sólo una cena y una película, Cassie. No es como una cita o algo
así. Caray. —Me guiña el ojo y me pasa una mano por el cabello—. Te veo
en unas horas.
Murmuro una respuesta y lo veo salir. Sólo entonces me doy cuenta
de que Veronica debe haber huido en algún momento de nuestro pequeño
momento de unión. Es mejor así. De repente tengo ganas de estar sola y
llorar. Antes de hacerlo, decido enviarle un mensaje de texto a Brantley para
contarle lo que acaba de pasar. Su respuesta es rápida y me hace sonreír.

122 Él: Ya era hora de que su estúpido culo se despertara y viera lo


afortunado que es. Que lo pases bien. Envíame un mensaje más tarde.

Pongo mi teléfono en la mesa de noche y sonrío hasta la ducha.

Mi sonrisa se desvanece cuando salgo y veo a Ashley sentada en el


asiento del pasajero del Charger. Sin decir una palabra, le doy una mirada
que dice pensé que íbamos a pasar el rato solos. Me muestra una que dice
lo siento, ella apareció y no pude decir que no.
Me subo al asiento trasero, sabiendo que mi hermano es un tipo
demasiado bueno para dejar a su novia por mí. Es sólo una distancia corta,
pero Ashley habla sin parar todo el camino. Lo que me sorprende más que
verla en el asiento delantero es de lo que habla. Aparentemente, se irán
mañana después del partido e irán a Ohio a ver a su familia. Este fin de
semana es mi recital, y se supone que debe estar ahí para mí. Supongo que
esto explica por qué de repente tenía interés en pasar tiempo conmigo. La
culpa. Me quedo callada, pero hiervo por dentro. Él trata de hacer contacto
visual pero simplemente sonrío y evito su mirada, negándome a dejarle ver
mi dolor. Es sólo cuando nos detenemos frente al restaurante que
finalmente dejo salir mi frustración.
—Um, ¿por qué nos detenemos aquí? Scott sabe que no me gusta este
lugar. ¿Scott? —Se da la vuelta y le echa un ojo y él inmediatamente se
derrumba. ¡Puaj! ¿Por qué son los hombres tan débiles cuando se trata de
mujeres?
—Cass, ¿te importaría comer al otro lado de la calle, en Zola? Podemos
ir a Frita otra noche. —Me mira con esperanza. En cualquier otra ocasión
podría acceder a su petición, pero no esta noche. He estado esperando
nuestro tiempo juntos, y esperaba ver tu rostro después de mi actuación de
mañana por la noche. He trabajado muy duro en esta pieza. Ni siquiera ha
pedido escucharla. La he tocado varias veces para Brantley y me aplaudió y
animó durante casi diez minutos. ¿Por qué Brantley lo entiende, pero mi
hermano parece no tener ni idea?
—¿Sabes qué? No. He estado esperando comer aquí, y ahí es donde
voy a comer. Siéntete libre de comer al otro lado de la calle. Podemos vernos
después e ir al cine. Disfruta de tus vieiras. —Pongo una sonrisa falsa y
entro en el restaurante. Me golpea instantáneamente el delicioso aroma del
ajo y el cilantro. Bajo la mirada y veo a un grupo de estudiantes comiendo
un gran tazón de papas fritas con ajo y cilantro, y mi boca comienza a salivar
en respuesta.

123 La fila es muy larga, y el lugar está lleno. Tomo mi lugar en la fila y
me acomodo para la larga espera. Por los olores que pasan al abrirse la
puerta de la cocina, puedo decir que la espera valdrá la pena cuando pongan
ese plato celestial de comida ante mí. Miro a mi alrededor y veo que los
asientos son simplemente filas de mesas de picnic blancas encadenadas y
todos comen sentados junto a otros clientes. Al menos no estaré sola
mientras como. Me pierdo en mis pensamientos cuando mi teléfono suena
en mi bolsillo.

Él: Te imagino con un plato de papas fritas con ajo. ¿Son tan buenas
como esperabas?
Yo: No tan afortunada todavía. Todavía estoy en la fila. El lugar está
lleno.
Él: Oh, la tortura. Al menos Scott está entreteniendo a la compañía.
Yo: Lo estaría si estuviera conmigo.
Él: No me digas que llega tarde.
Yo: No. Está al otro lado de la calle con Ashley. Ella no quería comer
aquí.
Él: Estás bromeando. ¿Verdad?
Yo: Claro. Jaja. Tengo tanta hambre que voy a pedir uno de cada cosa.

Cuando no responde, asumo que ha vuelto a lo que sea que estuviera


haciendo antes de enviar el mensaje. Los chicos de delante de mí están
teniendo una conversación sobre el partido de hockey de la semana pasada,
y me encuentro escuchando a escondidas.
—¿Atrapaste esa salvada que hizo Rivers? Hombre, no sé si ese tipo
tiene suerte o sólo es talento. Está que arde esta temporada —dice el
moreno.
—Sí, y se dirige a las ligas profesionales después de la graduación —
responde la guapa rubia—. Tanto él como Cage firmaron como agentes libres
durante el verano.
—Mierda, justo lo que Cage necesita, otra razón para que las mujeres
se bajen las bragas por él. Juro que ese tipo está bañado en conejitas. —Se
ríe el moreno con sarcasmo, y no puedo evitar sonreír porque es
dolorosamente obvio que está celoso.
Estoy de espaldas a la puerta cuando escucho que uno de los tipos
golpea al otro y le dice que mire por encima del hombro. Por curiosidad, me
doy vuelta automáticamente a tiempo para ver a Brantley caminando hacia
donde estoy parada.
—¡Mierda, es Brantley Cage! Hola, hombre, ¿cómo diablos estás? —El
124 rubio extiende la mano y Brantley la mueve educadamente, pero sus ojos
están enfocados sólo en mí.
—Hola, muñeca. —Me toma la mejilla con su gran mano y me inclino
hacia él, buscando consuelo en cualquier forma que se lo ofrezca—. ¿Estás
bien? —Doy un paso adelante y caigo en sus brazos. De repente, todo parece
mejor. Sus manos se mueven por mi espalda mientras me susurra
suavemente al oído—. Lo siento mucho, cariño. Todo va a estar bien. Estoy
aquí ahora.
—¿Qué estás haciendo aquí? —susurró contra su cálido pecho. No
quiero moverme, huele muy bien y es como el cielo estar envuelta en la
seguridad de sus brazos.
—¿Qué quieres decir? Mi chica me necesitaba, así que vine corriendo.
—Se encoge de hombros como si no fuera gran cosa. No tiene ni idea de lo
importante que es para mí.
—¿Viniste corriendo para que no tuviera que comer sola? —Sacudo la
cabeza ante su razonamiento.
—Por supuesto. Siempre vendré corriendo por ti. —Me da un codazo
antes de pasarse una mano por el cabello. Levanto la mirada, encuentro sus
ojos, y veo la sinceridad en ellos. Esto de aquí. Así es un verdadero amigo.
Extiendo la mano y acaricio la suave piel de su mejilla, sin pensar en lo que
le puede parecer a los que nos rodean.
—Mi propio Superman —susurró, y él sonríe ante la mención del
superhéroe—. Gracias. Significa mucho para mí.
—No hay problema, Hoyuelos. —La punta de su dedo roza mi nariz y
continúa hasta que llega al hoyuelo de mi mejilla. Me encanta su cariñoso
apodo, y normalmente lo guarda para momentos especiales. Momentos
como este. Su brazo me rodea los hombros y me lleva al mostrador para
hacer el pedido. Dice muchas palabras antes de que le entregue al tipo su
tarjeta de crédito.
—¿En serio pediste uno de cada cosa? —preguntó mientras tomamos
asiento en la mesa más cercana disponible.
—No de todo, pero creo que es seguro decir que vamos a necesitar
mucho espacio para nuestra comida. Dijiste que tenías hambre.
Hablamos un rato mientras nos preparan la comida. Mientras tanto,
sigo sorbiendo mi batido de lima. Es increíble y cremoso, y viviría de esto,
de verdad, si no fuera por el hecho de que ganaría diez kilos. Cuando nos
traen la comida, se necesitan tres personas para traerla. Me río a carcajadas
cuando se fueron.
—Pide y recibirás, mi reina. —Hace un gesto de burla y busca un
tamal. Cuando los sabores del ajo y el cilantro se encuentran con mi lengua,
125 gimo—. Ten cuidado por allí. Un hombre no puede soportar muchos de esos
gemidos antes de que su mente se aleje de sí.
—Dios mío, realmente tienes que dejar de hablar de sexo. —Me
retuerzo incómodamente en mi asiento, y no ayuda que su cuerpo esté tan
cerca del mío que puedo sentir el calor de su piel quemándose a través de
mis pantalones—. Lo juro, para alguien que ha jurado mantener nuestra
relación platónica, te gusta muchísimo empujar los límites de nuestro
pequeño acuerdo. —Le sonrío tímidamente—. ¿Sabías que hay un vínculo
entre la reacción de una mujer al sexo y la buena comida?
—¿Es así? Dilo. —Sus cejas bailan con interés mientras se inclina aún
más.
—Claro. De hecho, algunas personas creen que la comida es el
perfecto afrodisíaco. —Cuando termino de hablar, tomo un tamal entre mis
dedos y lo deslizo entre mis labios antes de morder el cremoso centro. Ahora
es él quien se retuerce en su asiento. De hecho, se ajusta la entrepierna un
par de veces después de que repita el movimiento con algunas de sus papas
fritas.
—Mierda, Cassie. Tienes que parar, o voy a decir que se jodan las
reglas y te llevaré de vuelta a mi cama —gruñe su voz profunda en mi oído
y, cuando habla, sus labios me hacen cosquillas en la carne—. No quiero
estropear nuestra amistad con el sexo, así que come sin que suene a porno
y todo irá bien. ¿Suena bien? —Creo que habría estado bien si se hubiera
detenido ahí, pero luego sus labios se presionan contra mi cuello, y deja un
rastro de besos calientes en mi hombro antes de meterse un puñado de
papas fritas en la boca como si nada hubiera pasado.
—Un día vas a pagar por eso. —Le paso la mano por el cabello y le
robo una papa frita de entre sus dedos.
—No me importa estar en deuda contigo —murmura en voz baja.

126
Brantley
Su cuerpo sigue junto al mío, visiblemente afectado por lo que había
acabado de admitir. Si alguien me preguntara por qué hice esa declaración,
no estoy seguro de cómo respondería. Me gusta Cassie. Es muy divertida y
lo único que ha pedido son unas horas para enseñarle algo que me sale
natural. Nunca esperó mi amistad, al menos no la que se está desarrollando
entre nosotros. Para ser sincero, creo que lo que está pasando nos ha
tomado a ambos por sorpresa. Cuando su mensaje llegó por primera vez
esta noche, me dirigía a la puerta para unirme a los chicos de Skeeps. Mi
decisión de abandonar esos planes y venir aquí no había requerido ninguna
reflexión. Sabía que estaba sufriendo, y la idea de que estuviera sentada
aquí sola no me gustaba. Antes de saber lo que estaba haciendo, me
encontré abriendo la puerta del restaurante. La vi enseguida, su cabello
rubio cayendo por su espalda con sus rizos sueltos. La mirada en su rostro
cuando me vio confirmó que había tomado la decisión correcta. Trató de
hacer como si las acciones de Scott no la hubieran lastimado, pero pasamos
suficiente tiempo hablando para que leyera entre líneas. La había lastimado,
otra vez. No puedo creer que esté intentando aplastar su espíritu
deliberadamente, pero veo que está ocurriendo. Muchas veces he querido
decirle lo mucho que le hace daño, pero sé que Cassie no querría eso. Quiere
que se dé cuenta por sí mismo, y yo intento respetar sus deseos, pero eso
no significa que tenga que ser feliz con ellos.
—¿Comiste lo suficiente?
127 —Sí. —Chupa el resto de su batido y eructa. Como una cosa tan
pequeña alcanza un volumen sustancial. Por costumbre, levanto mi mano y
ella se encuentra conmigo en un golpe de puño, entonces ambos soltamos
una risa. Así, la tensión sexual se disipa y volvemos a ser nosotros, lo que
me parece bien. No estoy seguro de poder soportar más tentaciones antes
de que finalmente ceda. El beso que compartimos el otro día aún está
impreso en mis labios, y tengo la sensación de que el deseo de volver a
besarla no se va a ir pronto.
Mirando la comida no consumida, ella aparta la cesta de plátanos y
frota su vientre plano.
—No creo que necesite comer durante una semana.
Estamos despejando la mesa cuando Scott y Ashley aparecen fuera
del restaurante. Caminando fuera, me doy cuenta de la sorpresa de Scott al
encontrarme aquí, aunque se recupera antes de que Cassie se dé cuenta.
Levanto mi mano en saludo y me preparo para un interrogatorio.
—Oye, hombre, ¿qué estás haciendo aquí? Me imaginé que a estas
alturas tú y Masterson estarían rodeados de conejitas y tomando shots. —
Da medio paso y nos reunimos para ese abrazo con un solo brazo que hacen
los hombres—. Cass, ¿todavía estás lista para esa película?
—No. Creo que tal vez... espera, sí. Sí, me apetece. —Cambia su
mirada entre nosotros antes de aterrizar finalmente en mí—. ¿Qué dices, B?
¿Te importaría acompañarme durante dos horas de entretenimiento lleno de
acción garantizada?
En este momento, la batalla entre mi cabeza y mi polla es bastante
feroz. La idea de sentarme a su lado en un cine oscuro durante ese tiempo
me da todo tipo de ideas. Por un lado, significa más tiempo con ella, pero
nuestro pequeño incidente en la mesa me da una pausa, y sé que más
tiempo es probablemente lo último que necesitamos ahora mismo. Estoy a
punto de dar una excusa poco convincente de por qué debo volver a mi
apartamento, solo, cuando inclina su cabeza y me muestra sus hoyuelos.
Así de fácil, estoy perdido.
—¿Por favor?
Demonios. ¿Cómo puedo decir que no a eso? Así que dejé salir un
aliento apresurado y pronuncié las mismas palabras que he estado tratando
de reprimir.
—Me encantaría.

128
El cine está lleno cuando entramos, y una rápida vigilancia de la sala
me dice que nunca encontraremos cuatro asientos juntos. Cassie me agarra
del antebrazo y se alza sobre las puntas de sus pies para intentar echar un
mejor vistazo. Sus labios se levantan con una breve sonrisa antes de fruncir
el ceño y darse la vuelta hacia Scott.
—Qué lástima. Parece que será mejor que nos separemos. —Echa el
pulgar sobre el hombro y me da un tirón en el brazo—. Nos dirigimos hacia
aquí. —Scott simplemente se encoge de hombros mientras Ashley lo tira en
dirección contraria para encontrar los únicos asientos que quedan en la
parte delantera del cine. Los ve irse antes de girarse hacia mí—. Dios, pensé
que nunca se irían.
Rio entre dientes, a pesar del nudo que se forma en mi estómago. Dos
horas.
¿Cómo diablos voy a aguantar dos horas más sin que esta chica me
afecte?
Los únicos asientos vacíos están en la fila de atrás, y por suerte es
una fila que solo tiene dos asientos. Nos acomodamos, y mi pierna empieza
a rebotar nerviosamente. No puedo quitarme el sabor de ella de la boca.
Unos cuantos besos en su cuello y estoy salivando como un maldito perro.
Le echo una mirada de reojo, y parece completamente relajada, como si no
le importara nada. Mierda, tal vez he perdido mi toque. Es la misma chica
que se frotó sobre mí sin saber quién era. La misma que me rogó que me la
follara y la rechacé. Tal vez mis reglas han matado finalmente cualquier
deseo que ella tuvo una vez. Pero si ese fuera el caso, ¿por qué me permitió
follarla con lengua el otro día? Estoy sudando, y ella esta fresca como un
pepino. Si no me recompongo, me va a explotar el cerebro.
Las reglas... sí, solo tengo que volver a familiarizarme con ellas.
Nada de sesiones de estudio desnudas. Bien, esa no ayuda. Ni siquiera
se aplica aquí.
Nada de sexo. Sí, claro. Ya lo tengo. Repito esas dos palabras un par
de veces en mi cabeza, tratando de que se peguen. Genial, ahora todo lo que
puedo pensar es en el sexo. Y no cualquier sexo. Sexo con ella. Sexo con la
chica más increíble que he conocido.
Dios, soy tan imbécil.
—¿Quieres palomitas de maíz o algo así? —De repente mi garganta se
siente seca—. Necesito algo de beber. —Me paro abruptamente y espero su
respuesta.
—No gracias, estoy bien. —Me mira con sus grandes ojos de ciervo, y
mi polla traidora reacciona inmediatamente. Asiento en respuesta, porque
es todo lo que puedo hacer en este momento, y luego salgo corriendo hacia
129 la puerta.
Una vez que estoy en el vestíbulo, me hundo contra la pared y miro al
techo. Mierda, ¿qué diablos me pasa? Mi mejor amigo está a menos de treinta
metros y solo pienso en tirarme a su hermana pequeña. Si él tuviera alguna
idea de lo que pasa por mi mente me tendría las pelotas en un torno.
Agarro un refresco y una bolsa de palomitas de maíz. No tengo
hambre, pero cuando el chico detrás del mostrador me lo ofrece, digo que sí
sin pensarlo. Llevo la comida a nuestros asientos y me instalo de nuevo. La
película ya ha empezado, así que sus ojos están fijos en la escena. Escondo
mi bebida en el portavasos y guardo instintivamente las palomitas de maíz.
Ella me da un puñado de palmeadas, sin apartar la vista de la acción que
tiene lugar en la pantalla grande.
Llevamos cuarenta y cinco minutos de película y James Bond ya se
ha acostado con cuatro mujeres. Demasiado para no pensar en el sexo.
Durante estas escenas, Cassie se acerca y apoya su cabeza en mi hombro.
Cada pocos minutos, un gemido se desliza por sus labios separados, y tengo
que ajustar mis pelotas. La escena parece afectarla de verdad, y cuando se
acerca y une sus dedos con los míos, me relajo por primera vez desde que
llegue.
Cuando los créditos empiezan a rodar, ella estira su pequeño cuerpo
sobre el reposabrazos y lleva sus suaves labios a mi mejilla.
—Gracias por quedarte conmigo esta noche. Convertiste lo que
hubiera sido una noche de mierda en una de las mejores noches que he
tenido en mucho tiempo.
Trago con fuerza, sabiendo que si moviera mi cabeza hay dos
centímetros para que nuestros labios se encuentren de nuevo. ¿Vale la pena
arriesgarse? ¿Y qué significaría? No estoy buscando otra relación. ¿Pero no
es eso lo que una chica como Cassie se merece? Ella nunca aceptaría nada
menos. ¿Y por qué debería? ¿Merezco tener sus labios en los míos? Muchos
chicos del campus matarían por la oportunidad de tenerla en sus brazos.
Despertarse a su lado cada mañana. O perderse dentro de ella cada maldita
noche. ¿Por qué está perdiendo el tiempo con un tipo como yo? Si cruzo esa
línea solo terminaré rompiendo el espíritu que tanto he luchado por
proteger.
—Eres un grandioso amigo, B —susurró suavemente. Respondo
levantando nuestras manos juntas y besando tiernamente el dorso de la
suya.
—Tú también eres una gran amiga —le digo, y la palabra amiga casi
me ahoga al salir.
Esto es bueno. Esto es lo que quería. En mi habitación, más tarde esa
noche, trato de decirlo en voz alta para ver si me hace sentir mejor.
130 Cassie Rivers es mi amiga. Nada más.
Añado esa última parte para que quede claro. Creo que decirlo en voz
alta no me hace sentir mejor. De hecho, decirlo en voz alta me hace dudar
aún más de su verdad.

A la mañana siguiente estoy en la cocina, recostado en mi silla con los


dedos atados detrás de la cabeza, tratando de escuchar mientras Rivers
divaga sobre su actual dilema. No es que no me importe su situación. Bueno,
tal vez no, pero el punto es que tengo otras cosas en mi mente y su incesante
zumbido hace imposible que me concentre. No puedo dejar de pensar en
esta mierda con Cassie. Nuestra relación es muy confusa. Un minuto,
hablamos del partido de la semana pasada, y luego hablamos de juguetes
sexuales y le beso el cuello. El hecho de que podamos pasar de un tema a
casi besarnos me asusta muchísimo. Si seguimos así, no estoy seguro de
cuánto tiempo más podré aguantar. Un hombre solo puede aguantar un
poco antes de que finalmente se quiebre.
—Mierda, hombre, mi madre me va a morder de nuevo culo por esto.
La primera actuación de Cassie es mañana por la tarde, y prometí estar allí.
Ahora sabe que me lo voy a perder por este evento familiar con Ashley. Y
déjame decirte que anoche dejó perfectamente claro en el cine que está
enfadada. —Tira de su cabello mientras camina ansiosamente de un lado a
otro—. ¿Qué se supone que debo hacer? Quiero decir, es algo obvio,
¿verdad? Si le digo a mi madre que no voy, estará enfadada conmigo durante
unos días, como mucho. Si le digo a Ash que no puedo ir a Ohio para la
fiesta de aniversario de sus padres, dejará de tener sexo por una semana,
tal vez más. A la mierda, no voy a ir por ese camino.
—Sí, no querría arriesgarme a ir una semana entera sin que te
acaricien el ego —respondo, el sarcasmo goteando de cada palabra. Lo he
oído quejarse de que lo han bloqueado demasiadas veces. Esos juegos
estúpidos son solo una de las razones por las que he luchado para evitar las
trampas de una relación. Haces que tu corazón sea vulnerable y que alguien
salga herido.
—¿Qué sabrías tú de estar sin? Tu polla ha visto más coños que la de
la mayoría de los chicos del campus —responde enfadado.
Pongo los ojos en blanco ante la exageración y me inclino hacia
adelante en mi silla. He pasado cuatro años en este campus, y un rumor
exagerado se extendió como un incendio forestal. Ahora soy conocido como
un imán para los coños. Él me conoce mejor que nadie, pero de alguna
manera todavía se aferra a ese chisme como si fuera la verdad del evangelio.
131 —No creas todo lo que escuchas.
—Amigo, es un poco difícil cuando puedo oírlas gritar su apreciación
en medio de la noche. Hola —señala el pasillo—, nuestras habitaciones
están a menos de veinte metros de distancia.
—El año pasado tal vez —respondo roncamente—. Afróntalo, amigo,
hace meses que no tienes que soportar ese tipo de tortura. —Entrecierra los
ojos y reflexiona sobre mis palabras, solo ofrece un encogimiento de
hombros para indicar que acepta mi declaración. Dado el hecho de que he
pasado tanto tiempo con su hermana, y como no quiero que saque el tema,
rápidamente cambio de tema—. Entonces, ¿qué vas a ser?
—Supongo que no tengo elección. Tendré que llamar a Ash. —Se
levanta de su silla y empieza a bajar por el pasillo, probablemente se
esconda y se arrastre. De repente, se detiene, se da la vuelta, y me da la
sonrisa más amplia que he visto en un rostro humano—. ¡TÚ! —Me señala
con el dedo mientras se acerca lentamente—. No sé por qué no se me ocurrió
antes. Es perfecto. —Se golpea la frente con la palma de la mano y continúa
sonriendo.
—¿Qué es perfecto? Y borra esa sonrisa de tu rostro. Estás empezando
a asustarme.
—Cassie te adora. —Me rodea los hombros con un brazo y me acerca—
. ¿Quién mejor que mi mejor amigo para venir a rescatarme? Esto es genial.
—Deja caer su brazo y se pavonea, orgulloso de sí mismo por haber
encontrado una solución a su crisis auto-hecha.
—De ninguna manera, no sucederá. —Cruzo los brazos sobre mi
pecho y finjo estar molesto. La verdad es que sería un honor para mí ir y
apoyarla. Nunca me preguntó si quería asistir; probablemente asumió que
no me interesaría. Nada más lejos de la realidad. Me encanta escucharla
tocar, pero nunca la he visto actuar frente a un público. Todas las veces que
ha tocado para mí han sido cuando estábamos solos.
—¿Por qué no? —Se cruza de brazos.
¿Por qué no? Quiero gritarle. Qué tal porque es tu hermana, y vino a
esta universidad para estar más cerca de ti. Sin embargo, todo lo que haces
es encontrar maneras de evitar pasar tiempo con ella. ¿No te das cuenta de
la suerte que tienes de tenerla en tu vida? Quiero gritarle todo esto, pero sé
que no cambiará nada.
—Porque tengo planes. —Es una mentira, pero él no necesita saber
eso.
—Vamos, Cage. Sabes que si las cosas fueran distintas, yo estaría ahí
para ti.
Decido si voy a hacer esto, también puedo beneficiarme de ello.
132 —Si estoy renunciando a una cita con una chica buena, ¿qué obtengo
a cambio?
—Mi eterno agradecimiento. —Mira y ve el firme juego de mi
mandíbula y luego rápidamente añade—. Y haré que Ash te enganche con
una de sus compañeras de cuarto.
Lo medito, mi cerebro escudriña la lista de amigas de Ashley.
Honestamente, no hay ninguna con el que estaría de acuerdo en salir, pero
no se lo digo.
—Trato hecho, solo asegúrate de que no es esa chica que Marshall
tocó el mes pasado. Ella le dio un desagradable caso de ladillas —me burló
y recuerdo como Marshall se veía acunándose y rascándose las bolas.
—Cage, creo que no hace falta decir que mi hermana no es una de tus
conquistas. ¿Entiendes? No quiero que la toques, ni que intentes besarla, y
desde luego no quiero que te la folles. ¿Estoy siendo claro?
—¿Qué demonios? Haces que suene como si tratara a las mujeres
como un pedazo de carne. —Una sonrisa juguetona tira de las esquinas de
mi boca cuando pienso en Cassie. Es bueno que no haya estado allí para
ver la mirada en mi rostro cuando ella lamía la sal de mi cuerpo, o si supiera
de quién es el rostro que me imagino cada mañana cuando me masturbo.
Si tuviera una pista sobre cualquiera de esas cosas, no me pediría ayuda.
—Cage —amenaza con un gruñido bajo.
Levanto las manos y finjo derrota.
—Te escucho. Prometo ser un perfecto caballero. Asistiré a su
actuación e incluso le compraré flores si eso te hace sentir mejor.
—Eso es todo lo que pido, hombre. Gracias.

133
Cassie
Hoy es sábado catorce de noviembre. Sé esto no porque me haya
molestado en mirar un calendario en los últimos días, aunque aparece cada
vez que abro mi teléfono. Lo sé porque hoy es mi recital. El día para el que
me he estado preparando, quedándome despierta hasta tarde, tocando todo
mi corazón durante los últimos seis meses. Desde el día en que me senté en
ese parque y escribí esta canción que estoy a punto de mostrar. ¿Es mi mejor
trabajo? Probablemente no. ¿Elegiría tocarla si tuviera algo más en mi bolsa
de trucos? Esa es una pregunta difícil. ¿Estoy orgullosa de la forma en que
resultó el acuerdo? Puedes apostar tu culo a que lo estoy. No tengo dudas
de que es una gran pieza. Solo desearía haberla escrito después de conocer
a Brantley.
Hace seis meses estaba en un lugar diferente. Mental y físicamente.
Mientras había estado saliendo con Justin en ese entonces, nunca había
sido capaz de despertar el tipo de emociones que siento cada vez que estoy
cerca de Brantley. He llegado a depender de él. Es difícil no hacerlo cuando
le encanta venir a rescatarme. Hace unas noches, juguetonamente lo llamé
mi Superman, pero una parte de mí había hablado en serio. Hay algo en
saber que él está ahí afuera, cuidándome y listo para detener las
locomotoras en cualquier momento. Bueno, ese tipo de atención hace algo
a tu corazón. Lo suaviza solo un poco. Lo moldea en algo mejor. Algo más
fuerte.
En doce breves semanas ha logrado convertir mi corazón en un charco
134 de sustancia pegajosa. A menudo me pregunto si hubiéramos alcanzado este
nivel si no le hubiera dicho quién era esa primera mañana. Probablemente
no. Lo más probable es que me hubiera convertido en otra chica con la que
se habría enganchado y que nunca hubiera contactado de nuevo. Hace doce
semanas podría haber matado a Scotty por arruinar esa oportunidad. Hoy
me doy cuenta de que había funcionado a mi favor después de todo. Lo que
tenemos se siente especial, y quiero decírselo muy, muy mal. Pero me aterra
asustarlo. Sé que se preocupa por mí. Y estoy segura de que se siente atraído
por mí. Ha sido bastante obvio en la forma en que me toca o toma mi mano.
Un escalofrío recorre mi cuerpo cuando pienso en sus labios sobre los míos.
Nunca le pedí que viniera hoy. No quería que se sintiera obligado.
Prefiero que esté aquí porque quiere, no porque sienta que tiene que hacerlo.
Sentarme detrás del escenario solo me deja deseando haber aprovechado la
oportunidad y haberlo invitado. Sería bueno saber que alguien que amaba
me estaba animando.
Hay una fiesta más tarde esta noche en una de las casas de
fraternidad. Lo había escuchado la semana pasada e invité a B a unirse a
mí, pero se negó. No creo que fuera porque él no quería estar conmigo. Creo
que tuvo más que ver con el hecho de que no está loco por la fraternidad
que organiza la fiesta. Luego, el otro día después de la clase, Dan Harwood
me tomó por sorpresa al invitarme a ir a la fiesta como su cita. Me gusta
Dan, es lo suficientemente amable, pero llamar cita a lo que vamos a hacer
esta noche sería una exageración. Acepté ir con él solo con la condición de
que mantenga sus manos para sí mismo.
Acepté ir, pero ahora no quiero estar allí sin B.
—Creo que me voy a vomitar. —Me levanto de un salto y rápidamente
me dirijo por el pasillo hacia el baño, casi derribando a una chica con mi
prisa. La he visto antes en el departamento de música. Dana, creo que ese
es su nombre. Afortunadamente, la habitación está vacía cuando abro la
puerta. Me detengo para bloquearla justo antes de inclinarme sobre el tazón
de porcelana. Parece que la habitación está girando, y el yogur y la granola
que tuve esta mañana amenazan con volver a subir.
Permanezco en esa posición, sin ganas moverme por miedo a vomitar
o desmayarme. El sudor moja bajo mis brazos, y empiezo a dudar de las
afirmaciones hechas por mi fabricante de desodorantes. Cuando el sudor
me gotea por la espalda, miro el piso de baldosas brillantes y considero
seriamente acostarme boca arriba. Se ve genial y acogedor.
Pasé la mayor parte del día ayer encerrada en una sala de práctica en
la facultad de música trabajando en mi arreglo. Durante ese tiempo, no
recuerdo haber tomado agua o comida. Sé que bebí agua en algún momento,
pero fuera del yogur esta mañana, no he comido nada desde el jueves por la
noche con Brantley.
Todavía me siento halagada porque dejó todo lo que estaba haciendo
135 para que no estuviera sola. Sabía que había estado esperando mi noche con
Scott, y cuando escuchó que me habían decepcionado, apareció y volvió a
arreglar todo. Sé que probablemente sea injusto esperar que siempre esté
en modo superhéroe, pero debo admitir que se vería bastante sexy con un
par de medias de Superman.
La ola de náuseas pasa, así que cierro la tapa del inodoro y tomo
asiento. Esta no es la primera vez que toco frente a una audiencia, pero esta
noche estoy muy nerviosa. Sigo repasando los acordes iniciales en mi
cabeza. Los he tocado tantas veces que los conozco al revés y al derecho. No
hay razón para que me incline sobre este inodoro, pero por alguna razón
mis manos no dejan de temblar.
Repito la pieza en mi cabeza, moviendo mis dedos como si un piano
de cola estuviera aquí en este pequeño puesto. Todo se siente bien. Todo
está en secuencia. Tengo esto. Sé que lo hago.
Puedo hacer esto.
Luego pienso en Brantley, y quiero verlo y decirle lo que siento por él,
luego mi interior vuelve a caer. De repente, me siento claustrofóbica y mis
dedos se vuelven apéndices inútiles mientras luchan por abrir la cerradura
deslizante que me atrapa en el puesto. Entonces empiezo a entrar en pánico.
Si no puedo hacer que mis dedos trabajen para abrir una maldita puerta,
¿Cómo voy a tocar un arreglo de cuatro minutos? Me toma unos minutos
abrirlo finalmente, y para cuando finalmente estoy en el pasillo, estoy
doblada por la mitad y luchando por respirar por completo. Finalmente, mi
respiración se iguala y cuando me paro, camino directamente hacia los
brazos de mi héroe.

136
Brantley
Me siento en una fila en medio del auditorio. Cambiando el ramo de
rosas a la curva de mi brazo. Examino el programa que me entregaron al
entrar. Noto que la pieza de Cassie no es hasta la mitad del recital, así que
tengo la idea de ir al backstage y desearle suerte. De alguna manera logré
evitar decirle que estaría aquí esta noche. El tiempo que pasamos juntos el
jueves por la noche había sido increíble, en muchos sentidos. Me encanta
pasar tiempo con ella y ser su amigo. Pero hay una parte de mí en el fondo
que se pregunta cómo sería más con ella. Estoy bastante seguro de que
superaría todas mis expectativas, pero tener algo tan bueno solo significaría
que tengo algo maravilloso que perder. Sé que no quiero pasar por ese tipo
de dolor nuevamente. Que no vale la pena. Además, tendría demasiado
miedo de estropear lo que tenemos. Lo que estamos haciendo ahora parece
funcionar. Pasamos el rato, coqueteamos, nos apoyamos mutuamente. Es
como si tuviera todo lo que siempre quise con una mujer; lo único que falta
es el sexo. Y maldita sea, quiero tener sexo con ella. Lo pienso todo el tiempo,
pero tengo que ser fuerte por los dos. Puedo ver en sus ojos que ella también
me quiere, aunque creo que nunca lo admitirá.
La puerta del área de actuación está cerrada, pero tengo suerte
cuando una de las chicas que trabajan detrás del escenario me reconoce y
me deja pasar. Busco en las habitaciones alguna señal de Cassie, pero están
vacías. La misma chica que me dejó entrar me encuentra vagando sin rumbo
y se ofrece su ayuda.
137 —¿Estas buscando a alguien? —pregunta, mirando el gran ramo de
rosas rosadas.
—Um, sí. —Me aclaro la garganta y pongo una sonrisa incómoda—.
Cassie Rivers.
—Creo que la vi junto al baño de mujeres. Parecía bastante nerviosa.
Estoy segura de que esas rosas la animarán.
—Gracias, ¿eh, Dana? —Intento adivinar su nombre y espero hacerlo
bien.
—Sí, es cierto. De nada, Brantley. —Se ríe suavemente antes de girar
sobre sus talones y continuar por el pasillo oscuro.
La encuentro inclinada fuera del baño de mujeres y camino por el
pasillo lo más rápido que puedo. Se pone de pie y, sin mirar, camina
directamente hacia mis brazos. Cuando da un paso atrás, su rostro está
pálido y noto que le tiemblan las manos.
—¿B? ¿Qué demonios estás haciendo aquí? —Revisa sobre su hombro
como si esperara encontrar a alguien más.
—Vine por ti, nena. Sabes, para ser tan inteligente a veces eres muy
tonta—. Me agacho para darle un beso en la frente y veo que está húmeda—
. Oye, ¿estás bien? ¿No te vas a desmayar ni nada de eso? —Tomo su mano
y la empujo hacia el interior del baño—. Siéntate —ordenó, señalando al
basurero cubierto. Mojó algunas toallas de papel y las presionó contra su
frente.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta con calma.
—Estás pegajosa, y parecía que ibas a desmayarte. ¿Has tomado agua
hoy?
—Umm, honestamente no lo recuerdo. —Sus ojos azules dan vueltas
con pánico—. Mierda, B. No sé si puedo hacer esto. Estoy temblando como
una hoja.
—Necesitamos conseguirte una botella de agua. Probablemente estés
deshidratada. Tienes una multitud que sorprender, y no voy a dejar que te
desmorones bajo mi vigilancia. —Dicho esto, me inclino y la recojo en mis
brazos. Es ligera como una pluma, y sus delgados brazos se cierran
alrededor de mi cuello mientras la llevo por el pasillo, siguiendo sus
instrucciones hacia una habitación donde estará más cómoda. Cuando
entramos por la puerta miro a mi alrededor y veo un grupo de rostros
ansiosos. Estos deben ser los otros músicos que tocarán esta noche. Dos
tipos se ponen de pie y me dejan espacio para colocarla en el sofá. Le pido a
uno de ellos que corra y me tome una botella de agua y en un minuto regresa
con no uno sino dos. Le agradezco y me vuelvo hacia ella. Me agacho a su
lado y llevo la botella a sus labios.
138
—Puedo beber una botella de agua. No necesito que lo hagas por mí
—murmura suavemente, quitando la botella de mis manos. Después de
tomar la mitad, toma aire—. Las flores son hermosas, gracias. Entonces,
dime, ¿por qué estás realmente aquí? ¿Scotty te pidió que vinieras? Y por
favor no me mientas.
Suspiro, sabiendo que ella verá a través de mí si trato de decir algo
más que la honesta verdad.
—Sí, me preguntó ayer, pero habría venido de todos modos.
—¿Por qué? —susurró.
—Te lo dije, Cassie. Siempre estaré allí para ti. Además, me encanta
escucharte tocar. Ahora, termina tu agua y sal y golpea a estas personas
sobre sus culos tiesos.
—Haré lo mejor que pueda. —Esboza una sonrisa y entrelazo nuestros
dedos. Encajan perfectamente. Mira nuestras manos unidas, mientras yo la
miro. Es impresionantemente hermosa—. Será mejor que te vayas y
encuentres un asiento, el recital está por comenzar. —Solo doy cinco pasos
antes de que su voz me empuje hacia atrás—. Oye, Superman, gracias por
salvarme de nuevo.
Me inclino y beso la punta de su nariz respingona.
—Es un placer, Hoyuelos.
La sonrisa que ofrece es una que guardaré en mi memoria en los años
venideros, tal vez para siempre, porque tan pronto como sale de sus labios,
viene directamente hacia mí y atraviesa mi corazón destrozado. En este
momento no tengo dudas de que me estoy enamorando de esta chica, y ese
conocimiento me paraliza de miedo.
Evito los asientos y me instalo cerca de una de las salidas. Miro
asombrado mientras ella sale y toma su lugar en el piano. La forma en que
sus dedos se mueven sobre las teclas y sabiendo lo comprometida que está
con esta canción, me golpea. Difícil. Si no fuera por la pared que me
sostenía, seguramente me habría caído de rodillas, justo cuando siento que
estoy enamorado de ella.
Cuando termina su pieza y la multitud cobra vida con aplausos,
aprovecho la oportunidad para escabullirme y volver a casa. Iba a
sorprenderla llevándola a cenar, pero no creo que pueda enfrentarla en este
momento. Todo parece que me viene tan rápido, y paso la mayor parte de la
noche encerrado en mi habitación, repasando todos los días que hemos
pasado juntos. Cada palabra que hemos hablado. Lo analizo todo. Llegué a
la conclusión de que me sentía así por ella desde el principio. Me había
querido entonces, y había sido yo quien le había arrojado esas estúpidas
139 reglas.
Ahora, yo soy el que está a punto de romperlas todas.

Pensé en no venir a esta fiesta. Todos terminan igual, y generalmente


término de vuelta en mi apartamento borracho y preguntándome por qué
demonios me había ido en primer lugar. Cassie me preguntó la semana
pasada si estaba planeando ir, y le dije que no, pero cambié de opinión
después de escuchar que aceptó ir como la cita de Dan Harwood. Dan jodido
Harwood. Por mi vida, no puedo entender por qué se molestó en decir que
sí. Últimamente, ha estado apareciendo donde sea que ella esté, y me está
cabreando. Él trata de hablar con ella antes de la clase, luego espera junto
a su silla para sacarla. Siempre es educada, pero al final sale conmigo, y
siempre hago un esfuerzo por pasarle el brazo por el hombro mientras la
acompaño a su dormitorio. He empezado a preguntarme si tal vez le guste y
he estado demasiado ciego para notarlo.
Cuando entro en la casa de la fraternidad, la primera persona que se
aferra a mí es Natasha. Hubo un tiempo en que hubiera agradecido su
atención. Pero después de esa noche fuera de los dormitorios, Cassie es la
única chica que tengo en mi mente.
Tengo toda la intención de ir más adentro de la casa con la esperanza
de encontrarla, pero no llego lejos antes de que alguien me detenga para
hablar sobre el juego ganado de la semana pasada. Antes de darme cuenta,
han pasado quince minutos más, y me disculpo de esa conversación solo
para encontrarme encerrado en otra no más de un minuto después. Esto es
precisamente por lo que evito estas fiestas. Me encanta que a la gente le
guste verme jugar, pero secretamente desprecio toda la atención una vez
que estoy fuera del hielo. En este momento, no me gustaría nada más que
estar en casa, viendo SOA con Cassie. Si estuviéramos allí, estaríamos
acostados en mi cama. Estaría boca abajo con la cabeza al pie de la cama,
mientras yo me apoyaba contra la cabecera y le daba un masaje en los pies.
Ella estaría comiendo palomitas de maíz, y seguiría hablando sobre el tipo
que interpreta a Jax. Mientras fantaseaba con montar una Harley por la
costa de California con el viento a la espalda y sus brazos envueltos
alrededor de mi cintura.
Me encuentro pensando en cómo huele. Pienso en lo caliente que sería
ver su mano sosteniendo mi polla. O lo bien que se sentiría enterrarme
dentro de ella. Sé que está mal, y en contra de todo lo que juré defender,
pero pienso en ella todo el tiempo, y me está confundiendo muchísimo.

140 Me adentro más en la casa y finalmente logro perder a Natasha en un


grupo reunido alrededor del barril. La música suena ruidosamente desde la
habitación de al lado, y escucho a los chicos cantar más y que se la quite.
Naturalmente, estoy intrigado, así que me abro paso entre la multitud,
bloqueando la puerta de la sala de conferencias. Un grupo de chicos se ha
reunido alrededor de una mesa grande que se ha convertido en un bar
improvisado para la fiesta. Beyoncé explota a través de los altavoces y tres
chicas están usando la mesa para su propia versión de Coyote Ugly. Están
bailando seductoramente, cada movimiento animado por su sección
personal de animación. Me abro paso para tener una mejor vista, y lo que
veo me detiene en seco.
Cassie está allá arriba, balanceando sus caderas y tocándose de una
manera seductora. Se ve sexy como el infierno, y tal vez un poco borracha.
Sus brazos descansan detrás de su cabeza, sosteniendo su cabello lejos de
su cuello, y mientras baila, sus ojos están cerrados. Está claro que la mitad
de la habitación la desea. La sensualidad cruda y la confianza rezuman de
cada poro con cada balanceo de sus caderas. Se balancea hacia adelante,
girando sobre sus talones, y luego tropieza cuando uno de los chicos la
agarra por el tobillo. Me giro y encuentro a Dan parado a mi lado. Sus ojos
están pegados en las tetas de Cassie y su boca se abre, haciéndolo parecer
un pervertido.
Mi ira se acumula rápidamente, y le destrozo el culo.
—Amigo, ¿qué demonios estás haciendo? No debería estar ahí arriba.
Estos tipos estarán sobre ella en un segundo. Voy a ponerle fin.
—¿Por qué demonios harías eso? Estoy cachondo y ella es la chica que
cuida de mí. —Sus palabras salen arrastradas, y cualquier idiota puede ver
que el tipo está claramente perdido, pero eso no es excusa para lo que dijo.
No hay forma de que este tipo, o cualquier otra persona, tenga la
oportunidad de estar con ella. Mi puño se conecta con su nariz y golpea el
suelo como un saco de papas.
Pasando por encima de él, avanzo, empujando unos cuantos cuerpos
a medida que avanzo. Algunos tipos comienzan a hablar, pero cuando ven
quién soy, retroceden. Nadie se molesta en prestar atención a su amigo en
el piso. Los muchachos del equipo de fútbol son bastante grandes, pero
todos saben que un jugador de hockey nunca retrocederá de una pelea,
incluso si es superado en número. Varios tipos dan un paso atrás y me dejan
pasar. Sin decir una palabra, levanto la mano, la sacó de la mesa y la acunó
en mis brazos.
—Oye, B. Viniste a rescatarme. —Se acurruca contra el hueco de mi
cuello mientras la llevo escaleras arriba al dormitorio de John.
Afortunadamente, la habitación está vacía. Llego a un brazo detrás de mí y
cierro la puerta para que nadie nos invada—. Me encanta estar en tus
brazos. Me siento segura cuando estoy contigo —me susurra al oído.
—Estás a salvo. No dejaré que nadie te lastime. Nunca —respondo de
141 inmediato. Sin duda, sé que haría cualquier cosa para protegerla.
—Mira. —Coloca sus labios en mi cuello y el calor de su beso me
quema la piel—. Sabía que te gustaba. —Aprieta los dedos pulgar e índice
antes de soltarlos para permitir una fracción de espacio entre los dígitos
separados—. Tal vez solo un poquito.
Sacudo la cabeza, pero no lo niego verbalmente.
—¿Cuánto has bebido esta noche? —Me recuesto y miro bien sus ojos.
Ahora que estoy cerca, puedo ver que sus ojos son cristalinos, nada
vidriosos.
Solo cuando estoy seguro de que está bien, libero sus piernas y la
vuelvo a bajar. Al mirarla, observo la visión que tengo delante. Lleva un par
de jeans ajustados con una camisola negra y una chaqueta vaquera corta.
Miro sus pies y encuentro sus Chucks característicos, solo que esta noche
son de color morado oscuro. El lado izquierdo de su boca se torna en una
sonrisa, mostrando el hoyuelo en su mejilla izquierda.
—Una cerveza y un trago. No estoy borracha, B. Los dos hemos estado
bailando sobre este tema durante semanas. Finalmente, soy lo
suficientemente valiente como para decirte cómo me siento. —Su lengua se
asoma y se desliza lentamente sobre su labio inferior. Mis ojos siguen el
movimiento con avidez mientras sus dedos se adelantan y trazan
delicadamente los planos duros de mi pecho—. Gracias por rescatarme de
esos tipos allá abajo.
—Sí, bueno, alguien tenía que hacerlo. Además, tu hermano me
habría matado si yo no hubiera intervenido. No se sabe qué habrían hecho
esos idiotas si hubieras permanecido allí mucho más tiempo.
Da otro paso, y pongo mis manos detrás de mi espalda para evitar
tirar de ella contra mí. Pero lo quiero.
—Uh huh —dice suavemente, lamiéndose los labios una vez más
mientras se acerca, hasta que no hay más espacio entre nosotros. Su mano
se desliza por mi cuerpo hasta que sus dedos pasan por mi cabello—. No te
creo. No me sacaste de esa mesa por el bien de Scotty. Lo hiciste para tu
propio beneficio, y lo sabes.
Mi respiración se detiene, y sé que debería decirle que pare, pero se
siente demasiado bien. He extrañado que una mujer me toque de esta
manera. La forma en que me mira con esos grandes ojos azules que gritan
tómame. Y créeme, tengo tantas ganas de hacerlo.
—Cassie —siseó mientras me acaricia con la palma de su mano. Ya
estoy duro, Cristo, he estado duro desde que la vi en esa mesa.
Me cubre la boca con los dedos y se pone de puntillas.
—Shhhh. No hables. Solo cállate y bésame.
142
Mis manos se asientan en la curva de sus caderas, y mis pulgares
juegan con el dobladillo de su camisa. La yema de mi pulgar hace contacto
con su piel, y un zumbido bajo cae de sus labios. La llevo al futón en la
esquina de la habitación. Sus manos se cierran alrededor de mi cuello
cuando nuestras bocas se unen, y cuando se encuentran, es como si nunca
hubiéramos estado separados. Es muy familiar. La inclinación de su boca.
La curva de su lengua.
No quiero apurar esto. Puede ser una oportunidad única, pero la estoy
aprovechando. He reprimido mis sentimientos demasiado tiempo y me está
matando por dentro. Durante tres meses seguidos mi pene ha estado
dolorosamente duro por esta chica. Lo único en lo que he pensado es en
cómo se sentiría llamarla mía, y solo por esta noche lo haré. Aunque las
consecuencias sean condenadas. Se siente demasiado bien para dejarla ir.
Sus suaves gemidos me dicen que quiere más y se desliza más abajo
en el futón, lo que me permite llenar el espacio entre sus piernas separadas.
A pesar de que estamos separados por la mezclilla, puedo sentir el calor
entre sus piernas mientras se aprieta sobre mi erección. Estoy perdido en la
sensación, habiéndome negado el placer durante demasiado tiempo. Sé que
si ella sigue así, no duraré mucho.
Sus brazos presionan mis hombros, acercándome, mientras sus
labios rozan el espacio debajo de mi oreja.
Siento sus besos suaves y sensuales en mi cuello, y mis dedos se
deslizan debajo de su camisa para rozar sus tetas. Usando la punta de mi
pulgar, trazo sobre su pezón con guijarros mientras me susurra al oído.
—Te quiero, Brantley. Quiero tus manos sobre mí. Tu boca
besándome. En todas partes. Quiero que me susurres cosas sucias en mi
oído. Pero, sobre todo, necesito sentirte dentro de mí. Lo he deseado por
tanto tiempo. No me hagas rogar, porque sabes que lo haré.
No dudo en expresar mi respuesta.
—No tendrás que hacerlo. Yo también te quiero, pero no aquí. No así.
Sus ojos se cierran cuando deja escapar un suspiro de dolor.
—Está bien. Tienes razón. Tal vez deberíamos esperar.
—¿Qué? Diablos no. Quiero decir, salgamos de aquí. Podemos
regresar a mi casa. Tu hermano todavía está fuera de la ciudad, y podemos
pasar toda la noche solos.
—Toda la noche, ¿eh? —Sonríe tímidamente, y mi polla presiona
dolorosamente contra mis pantalones—. Eso suena prometedor.
—Uh huh, y planeo aprovechar cada maldito minuto. —Mis labios
143 dejan un rastro de besos, comenzando en su hombro y moviéndose
lentamente hasta finalmente descansar en su boca que espera—. Solo
necesito decir una cosa —murmuró entre besos—. Después de este fin de
semana, volvemos a ser como éramos. No puedo lograr nada más con tu
hermano. No sé si soy lo suficientemente fuerte como para lidiar con eso.
¿Puedes manejar esos términos?
Coloca un suave beso en mis labios.
—No me importan tus términos, B. Te seguiré de cualquier forma que
pueda conseguirte.
Tomo el control del beso, empujando mi lengua con golpes profundos
y castigadores que la dejan con una pequeña muestra de lo que está por
venir.
—Si yo fuera tú, no planearía dormir esta noche.

144
Cassie
El sonido áspero de su voz, combinado con lo que dice, me deja sin
aliento. Nuestra amistad ha significado mucho estos últimos meses, pero he
soñado con tenerlo dentro de mí desde esa primera mañana. Pasar tiempo
juntos sólo ha añadido combustible a la chispa siempre presente que ha
estado ardiendo entre nosotros. Cuando me pregunta si puedo soportar no
ser más que un polvo, inmediatamente digo que sí. No me doy tiempo para
cuestionar mi decisión. Sólo quiero sentir su cuerpo en el mío. En el fondo
sé que las consecuencias podrían destruirme, pero ahora mismo lo seguiré
a cualquier parte. Que les den a las consecuencias.
Su mano encuentra la mía y me lleva por las escaleras, logrando de
alguna manera evitar ser detenido por la multitud mientras salimos por la
puerta y bajamos por el camino hasta donde está estacionada su camioneta.
Escucho el clic de la cerradura, y entonces él está detrás de mí, con una
mano en la manija de la puerta y la otra en mi cadera. Mi aliento se agita
cuando se inclina hacia adelante para susurrarme al oído.
—¿Estás segura de esto? —Siento que sus labios me hacen cosquillas
en la piel y tiemblo de anticipación. Huele a cielo, una mezcla embriagadora
de menta y la colonia que siempre usa. Su cuerpo se presiona fuertemente
contra el mío, y siento las líneas duras de su cincelado físico. Años de
entrenamiento, patinando casi todos los días de su vida, lo han dejado
delgado y firme en todos los lugares correctos. Arqueo mi cuerpo hasta que
mi culo roza su excitación, y respira con fuerza. Superada la lujuria, soy
145 capaz de asentir, pero apenas, antes de extender la mano detrás de mí para
pasarla por la parte delantera de sus pantalones.
Con gran esfuerzo nos separamos y me subo a la cabina de su
camioneta. No decimos nada de camino a su apartamento, pero no somos
capaces de mantener las manos quietas. El lento movimiento de su dedo en
mi muslo se siente tan bien. Habla de una seducción lenta, de posibilidades
infinitas y de la promesa de más. Y quiero mucho más. Más besos. Más
contacto. Más de todo. Mi corazón late con fuerza en mi pecho, y la humedad
entre mis piernas aumenta cuando su dedo llega al ápice de mis muslos.
—¿Soy sólo yo, o parece que este viaje se está demorando demasiado?
—Mi voz tiembla cuando recuesto la cabeza contra el asiento mientras él
hace círculos lentos sobre la costura de mis pantalones. Inclino mis caderas
para encontrarme con su mano, y él suelta una risa baja.
—Paciencia, nena, ya casi hemos llegado. —Su comportamiento es
demasiado tranquilo comparado con el mío. Me siento como si estuviera al
límite y él actúa como si saliéramos a tomar un helado. Quiero estar enojada
con su actitud despreocupada, pero en este momento estoy demasiado
preocupada por lo que su mano está ocupada haciendo entre mis piernas.
Finalmente entramos en el garaje y, cuando llega a la puerta, le agarro
el brazo.
—¡Espera! ¿Estás cien por ciento seguro de que no hay nadie más en
casa?
Baja la cabeza y entrecierra los ojos hacia el parabrisas para mirar la
casa.
—Hmmm, estoy noventa y seis por ciento seguro. —Entrecierro los
ojos con frustración—. Te diré algo, quédate aquí un minuto mientras voy a
ver. Si no estamos solos, puedo llevarte de vuelta a la residencia y podemos
terminar esto en otro momento. —Puede parecer tranquilo por fuera, pero
la tensión en su voz me dice que posponer esto para otro momento no es la
forma en que quiere que termine esta noche. Ese conocimiento me hace
sentir mejor, y asiento para que entre—. Vuelvo enseguida. Lo prometo. —
Me deja con un ligero beso antes de entrar.
No pasa más de un minuto antes de que salga sonriendo como si
acabara de ganar la lotería. Ver su emoción me hace revolver el estómago, y
tengo que recordarme que esto es sólo sexo, nada más. No es mi novio, ni lo
será nunca. Somos simplemente dos personas que han accedido a ceder a
la lujuria que hemos estado negando durante tanto tiempo. Lujuria que ha
estado ardiendo en lo profundo de nosotros durante doce largas semanas.
Lo sigo al interior, con los ojos mirando nerviosamente la habitación
a pesar de que me dijo que tenemos la casa para nosotros solos. Tomándome
de la mano, me lleva a través de la casa y se detiene frente a la cocina.
Con su mano libre se agarra a la nuca y me mira.
146 —¿Puedo ofrecerte algo? ¿Algo para beber, o quizás tengas hambre?
Dibujo mi labio inferior entre los dientes y me balanceo de puntillas.
—La única cosa de la que tengo hambre es de ti.
—Joder, eso sonó sexy —gruñe, bajando la cabeza para besarme. Con
una mano en mi cintura me lleva contra su cuerpo y pasa sus dedos
lentamente por mi espalda. Puedo sentir su excitación presionando contra
mi vientre, y me estremezco, sabiendo exactamente lo que me espera detrás
de esos pantalones.
Aunque me encanta lo que está haciendo, tengo miedo de que me
atrapen.
—Tal vez deberíamos llevar esto al dormitorio. No me gustaría que
alguien nos sorprendiera.
—Me gusta la forma en que piensas. —Sonríe seductoramente
mientras se inclina para capturar mi boca una vez más. La inclinación de
sus labios y la forma en que sus manos se posan en mi culo me dejan
gimiendo de placer. Con la boca todavía cerrada, me levanta con sus brazos
y mis piernas envuelven su cintura. Caminamos hacia atrás hasta llegar a
la escalera nuestras lenguas se balancean con cada paso antes de que nos
separemos sin aliento—. No puedo esperar a tenerte en mi cama otra vez.
Mis labios se doblan en una sonrisa antes de descansar en su
garganta. Trazando con mi lengua lentamente, sigo el movimiento de su
nuez de Adán mientras traga.
—Entonces deja de esperar y llévame allí antes de que te suplique que
me toques aquí mismo.
En segundos estamos en su habitación, detrás de una puerta cerrada.
Mi corazón late con fuerza y sé que el suyo también, porque pongo mi mano
en su pecho y siento el fuerte latido bajo la palma de mi mano.
—¿Sientes eso? Eso es todo tú, nena. Estar tan cerca de ti me vuelve
loco. —Sus labios chocan con los míos mientras caemos en la enorme cama.
No es mi primera vez aquí, pero es la primera vez que me he acostado en
este mismo lugar con la intención de llevar nuestra relación al siguiente
nivel. Dejo caer mi cabeza sobre la almohada, perdida en la sensación de su
lengua con la mía. Hace unos momentos estábamos ansiosos por llegar aquí,
pero al estar acostada debajo de él no siento la urgencia de sus movimientos.
—Llevas demasiada ropa. —Le tiro del dobladillo de la camisa. Me
recompensa pasándosela sobre la cabeza y tirándola descuidadamente al
suelo. Me lo como con los ojos, sin camisa y excitado por mi culpa.
Aguantando su respiración, sus músculos se contraen mientras mis dedos
buscadores rozan los músculos tensos que definen su estómago.
147 Estoy acostada de espaldas a su lado cuando él apoya un brazo en la
cama y se cierne sobre mí, besándome la mandíbula mientras baja por mi
cuello. Tomándose su tiempo como si estuviera saboreando cada beso y
mordisco de mi carne. Se sienta a horcajadas en mi cintura mientras sus
manos se meten en mi camiseta para subirla hasta mis hombros. Sus ojos
se posan sobre mí, mirando mi brasier negro con pequeños lazos rosados.
Es sexy con sólo un toque de dulzura. Algo así como yo.
—Me gusta esto —dice con voz ronca, tocando uno de los lazos de
satén. La punta de un dedo rodea mi pezón a través del suave material
mientras su pulgar encuentra su camino hacia el interior. Arqueo la
espalda, deseando más de su toque. He anhelado esto. Soñé con ello, noche
tras noche. Pero los sueños no podían prepararme para lo que es estar a
merced de su suave mano.
Su boca cubre mi pecho, empapando el encaje con su lengua,
mientras su mano se desliza por mi cuerpo y entra en mis pantalones. Sus
dedos hacen un movimiento amplio, provocándome mientras van,
moviéndose por la costura y bajando para rodear mi entrada, separados sólo
por un trozo de material ahora húmedo.
Mis caderas se flexionan, buscando más, y él se da cuenta de mi
codicia.
—Todo a su debido tiempo, nena. Te lo dije, tenemos toda la noche. Y
tengo la intención de tomarme mi tiempo contigo. —Sus dedos ágiles me
quitan las bragas, y mi cuerpo los aprieta con fuerza mientras presionan en
mi interior—. Dios, qué mojada estás.
Sus dedos se mueven más rápido, obstaculizados por los estrechos
confines de mis pantalones, pero a medida que se mueve su palma frota mi
hueso púbico, aplicando presión en todos los lugares adecuados. Me
balanceo contra él, persiguiendo mi orgasmo, sintiéndolo crecer, ganando
impulso. En el último minuto sus dedos salen, esparciendo humedad por
mi centro mientras frota mi clítoris en rápidos círculos. Mis párpados se
agitan y me derrito. Convirtiéndome en uno con el colchón mientras escribo
debajo de él. Mis muslos se aprietan, atrapando su mano mientras el
orgasmo mece mi cuerpo.
—Maldición, eso fue hermoso —susurró antes de reclamar mis labios
partidos. En mi estado de debilidad, mis brazos rodean su cuello para
acercarlo, anhelando el calor de su cuerpo contra el mío.
—Te necesito dentro de mí —caen las palabras. Sueno desesperada y
necesitada. Necesito sentirlo. Todo él—. Por favor. —Mis manos tiemblan,
desabrochando tres botones antes de que él me cubra las manos para
terminar la tarea.
—¿Esto es lo que quieres? —Se agarra la polla con la mano,
bombeando un par de veces mientras asiento, sin poder apartar los ojos. Su
cuerpo es perfecto, en todos los sentidos de la palabra. Piernas largas y
148 musculosas. Brazos fuertes, uno cubierto de tatuajes hasta la muñeca.
Hombros anchos y estrechos hasta la cintura, con músculos abdominales
definidos y una V profunda que apunta directamente a su impresionante
hombría—. Recuéstate.
Sigo su orden, con el corazón latiéndome fuertemente en el pecho.
Hace meses que no tengo intimidad con un hombre, y lo deseo más que a
nadie. Ahora que he probado lo que sus manos pueden hacer, lo quiero todo.
Corrección, lo necesito todo.
Con una mano hábil desabrocha mi brasier, dejándolo caer por mis
hombros antes de despegarlo de mi cuerpo. Cada nervio está en alerta
máxima, y tiemblo cuando sus dedos bajan por mi costado. Chupa mi pezón
entre los dientes, mordiendo y luego calmando el dolor con un movimiento
amplio de su lengua. Se mueve hacia el otro y le da la misma atención.
Besándome el estómago, se detiene para tirar de la tela con sus dientes. De
repente siento como si el material me asfixiara. Extendiendo la mano entre
nosotros, rompo el botón y la cremallera en mi prisa por quitarme los
pantalones.
Estoy completamente desnuda, vulnerable y tendida ante él, pero no
siento la menor timidez. La mirada en sus ojos me dice que aprecia lo que
ve. Se instala entre mis piernas y mi cabeza se apoya en las almohadas
mientras su lengua me lleva a lugares que no sabía que existían. Justin no
era un gran fan del sexo oral, al menos no en el papel de dador. Oh,
ciertamente apreciaba cada mamada que le daba, pero cuando llegaba el
momento de devolverme el favor actuaba como si fuera un acto tortuoso.
Durante mucho tiempo pensé que algo podría estar mal conmigo. Tal vez
había estado plagada de alguna vagina de sabor raro o algo horrible y
vergonzoso como eso. Pero todo eso se evapora con el primer golpe de la
lengua de Brantley cuando me mira con lujuria en sus ojos ámbar y dice
que tengo un sabor más dulce que cualquier cosa que haya conocido. Puede
que esté exagerando, pero eso sólo prueba que mi ex había sido un idiota
egoísta.
—Sí. Sí. Oh, Dios, sí —gritó mientras su lengua se desliza y pasa sobre
el necesitado capullo. Está claro que no es un extraño en el arte de
complacer a una mujer. La forma en que su lengua roza mi clítoris con
lentas y expertas pinceladas me hace sentir como si él fuera un artista y yo
su mayor obra maestra. Verlo mirarme desde entre mis piernas me hace
venirme de nuevo.
—Juro que podría pasar el resto de mi vida viéndote venir.
—Cuidado, o podría aceptar esa oferta. —Cuando me besa, paso
tentativamente mi lengua por sus labios, saboreando mi excitación cuando
la vuelvo a meter. Cuando gime, es muy sexy. Saber que soy la responsable
de ese sonido me anima a seguir adelante.
149 Mis dedos se enrollan alrededor de su gruesa polla. Con movimientos
lentos, provoco con mi pulgar la corona, extendiendo su excitación mientras
me dirijo a lo largo de su eje. Su aliento se acelera y me pongo de rodillas,
manteniendo una mano alrededor de él mientras lo empujo hacia la cama
con la otra. Sus ojos parpadean de excitación cuando me inclino hacia
adelante.
—Cassie, no tienes que hacerlo... —susurró débilmente, y sus
palabras se entremezclan mientras bajo la boca, agitando la lengua mientras
lo agarro con la mano—. Dios, qué bien sienta eso. Demasiado bien.
Hago algunas pasadas con mi lengua antes de que baje y me suba de
vuelta a su boca.
—No podré durar si sigues así. —Me da la vuelta, extendiendo una
mano hacia la mesita de noche y trae una tira de condones. Me sonríe antes
de arrancar uno y tirar el resto de los paquetes a un lado.
—Date prisa, necesito sentirte —le ruego descaradamente, y él cede
deslizándose en mi interior, dándome todo lo que pido y algo más.
Centímetro a glorioso centímetro me llena hasta que nuestros cuerpos se
encuentran como uno solo. Se siente muy bien, pero es enorme, y por unos
segundos es incómodo.
—¿Estás bien? No te estoy haciendo daño, ¿verdad? —preguntó
tiernamente.
—Eres mucho para una chica —respondo sin aliento—. Dame un
minuto para acostumbrarme a ti. —Aparto la cabeza, respirando con mi
incomodidad, pero vuelve mi rostro hacia él y captura mis labios en un beso
húmedo.
—Nena, mírame —ordena suavemente entre los besos—. Concéntrate
en mí, nada más. Mírame a los ojos y te prometo que te sentirás bien. Mejor
que bien. —Su lengua se desliza a lo largo de la hinchazón de mi labio
inferior, y lo encuentro con un movimiento de mi propia lengua.
Comenzamos a mover las caderas, lentamente al principio, y luego
aceleramos el ritmo mientras aprendemos el del otro.
—Oh. Oh, sí. Dios, eso se siente bien. Increíble. —Mis ojos se cierran
y grito mientras el orgasmo se construye con una intensidad que es seguro
que me va a destrozar. Lo siento en todas partes. Mi boca, mi cuello, en lo
profundo de mi ser. No deja ninguna parte de mí intacta. Estar con él es
todo lo que pensé que sería y más, y esta es sólo la primera vez. Me ha
prometido una noche entera de placer
Todo se siente bien. Mejor que bien. Tal como prometió. Su boca está
sobre la mía, con una mano en mi cabello mientras la otra sostiene mis
muñecas sobre mi cabeza mientras se mece contra mi cuerpo que lo espera.
Él se retira de nuevo, y levanto mis caderas para encontrarme con él en el
150 empuje hacia abajo. Su cuerpo se estrella contra mí, golpeando los rincones
más alejados de mi cuerpo. Una y otra vez, pero parece que no tengo
suficiente. Los fuertes empujones me aprietan contra el colchón. Él se hace
cargo, y yo soy su prisionera. Pero no quiero que me libere. Me gustaría
quedarme aquí para siempre si me promete esto durante toda la eternidad.
Gritando en éxtasis, monto la última ola de placer mientras él se rinde a su
propio final.
Brantley
Tengo grandes problemas.
Esa es la idea que me ronda por la cabeza ahora mismo. Después de
eso, me siento mucho mejor de lo que esperaba.
¿Suena extraño? Bueno, debería. Supongo que una parte de mí
deseaba que nos lo quitáramos de encima y fingiéramos que nunca había
pasado. Ahora está a mi lado, durmiendo en mis brazos, y en lo único que
puedo pensar es en despertarla y llevar mis labios a un viaje a través de su
increíblemente sexy cuerpo antes de hundirme en su interior otra vez.
Me encanta el sexo. De hecho, te reto a encontrar un chico de veintiún
años que no comparta ese sentimiento. Perdí mi virginidad a la madura edad
de quince años y ni una sola vez miré hacia atrás con remordimiento. He
conocido a muchas chicas agradables, y algunas que sólo buscaban pasar
un buen rato. La mayor parte de las veces siempre estoy dispuesto a ello, y
sé sin duda que he pasado mi tiempo tratando de follar, aunque ya no tengo
la cabeza en eso.
Recuerdo que llegué por primera vez al campus, lleno de confianza y
seguro de que no iba a ser uno de esos perdedores que se enamoraban en
primero. Un mes después conocí a Vanessa, y a pesar de estar rodeado de
miles de chicas hermosas, su rostro era lo único que veía. En el exterior,
Vanessa era una chica hermosa. Pero las apariencias pueden engañar,
especialmente a un joven rebelde que se acaba de mudar a miles de
151 kilómetros de su casa y que finalmente folla regularmente. Después de tres
meses de salir, realmente pensé que ella era la indicada.
Cassie se mueve, sus músculos se tensan al bostezar y se estira a mi
lado. Se retuerce para mirarme, y cuando me inclino hacia delante para
darle un beso su mano inmediatamente se cubre la boca.
—Aliento matutino —susurra desde detrás de su mano.
—No te preocupes —alejo su mano—, todavía quiero besarte.
Sus labios son suaves y su boca cálida mientras recibe mi lengua en
su interior para mezclarse con la de ella. La preocupación por la higiene se
olvida rápidamente cuando el beso se intensifica y se coloca sobre mí,
abriendo sus piernas de par en par mientras se sienta a horcajadas sobre
mis muslos. Sobre mí, sus tensos pezones se mueven contra mi piel
mientras se acerca a mí para enrollar un condón a lo largo de mi longitud.
Mis dedos se clavan en sus caderas mientras provoco su clítoris con la punta
de mi polla.
—Umm, eso se siente bien —ronronea contra mi cuello. Sus caderas
giran y sus ojos se cierran cuando la lleno con un poderoso empujón.
Levanto mis rodillas y ella se reclina, usándolas como palanca mientras gira
sus caderas en lentos círculos provocadores.
—Eso es, móntame, nena. —Sus manos se apoyan en mi pecho
mientras mueve su coño sobre mi eje—. Joder, me encanta tu apretado
coño. —Me levanto para encontrarme con ella, sosteniendo su cuerpo contra
mí hasta que estamos frente a frente. Mis labios se cierran sobre la suave
carne de su cuello y chupan, dejando un ligero moretón cuando me alejo.
Agarrando su culo, me llevo profundamente con cada empujón hasta que el
sonido de nuestros cuerpos golpeando juntos es lo único que llena la
habitación.
—Mierda, eres tan profundo de esta manera. Dios, se siente bien.
Muy, muy bien.
Gruño en acuerdo, incapaz de hablar mientras saboreo la conexión
que estamos compartiendo. No quiero pensar en la práctica. O en clases. O
en el matrimonio de mis padres. Diablos, no me importa la comida, el agua,
o cualquiera de las otras cosas esenciales que podamos necesitar. Sólo
quiero quedarme aquí, en este momento. No quiero perder este sentimiento.
Todo en ella es jodidamente perfecto. Nos besamos con una intensidad que
no he compartido con nadie más. Nuestros labios se mueven al unísono,
como si lo hubiésemos hecho siempre, y es demasiado bueno para parar.
Así que no lo hago. En vez de liberarme, la devoro, reclamando su boca como
mía mientras agarro sus caderas y la penetro, una y otra vez hasta que
finalmente salimos a tomar aire y mi nombre cae con un susurro de sus
labios temblorosos.
—Buenos días. —Me da una sonrisa perezosa cuando salgo y me
152 deshago del condón.
—Ahora lo son —gruño, besando la punta de su nariz antes de ir al
baño—. ¿Tienes hambre? —gritó mientras termino de lavarme los dientes.
—Estoy muerta de hambre. Deberíamos volver a ese restaurante y
comprar más tostadas francesas.
Vuelvo a la habitación y la encuentro todavía en la cama bajo las
sábanas, y tengo una idea. Sonriendo, me arrastro por su cuerpo y le quito
la manta antes de que pueda reaccionar. Mis dedos encuentran las
cosquillas detrás de sus rodillas y pronto se está meneando debajo de mí.
—No, no, no, por favor, detente —me ruega sin aliento—. En serio, si
no paras me haré pis en tu cama. —Retiro las manos y me tomo un momento
para apreciar la visión que tengo debajo de mí. Su cabello rubio se extiende
en abanico alrededor de su rostro, y sus ojos locamente azules me miran
fijamente. Los miro y juro que pueden ver todo de mí. Está desnuda, y su
suave piel es como un imán para mi boca y mis manos. Si no acabáramos
de tener sexo, o el hecho de que mi estómago no deja de gruñir, enterraría
mi rostro entre sus piernas y la dejaría con un último recuerdo antes de
volver a ser como antes.
Maldición, ¿realmente quiero dejar todo esto?
—Te llevaré a comer tostadas francesas con una condición. —Le
sonrío maliciosamente y sus levantamientos de cejas en cuestión—.
Compartes tu salchicha conmigo.
—Consigue tu propia salchicha. —Me golpea la cabeza, pero soy
demasiado rápido y huyo antes de que haga contacto.
—Oh, vamos. Ni siquiera la comes, se queda ahí sola y fría en tu plato.
—Doblo y recupero sus pantalones antes de arrojárselos.
—Bien, puedes comer mi salchicha, pero voy a tener extra de crema
batida.
—Puedes tener toda la crema que quieras, cuando quieras, nena. —
Pongo mi mano sobre mi polla, con la intención de que sea una broma, pero
hago una mueca en cuanto las palabras salen de mi boca y veo la mirada
de dolor en su rostro. Ya es bastante malo que me haya rendido y haya roto
cada una de las reglas de Scott más de una vez; ahora hago comentarios
groseros como si fuera una más que pasa por mi cama. El hecho de que me
haya permitido hablarle de esa manera me recuerda que debo controlar mis
sentimientos. Puede que mi corazón se esté enamorando de ella, pero eso
no significa que no vaya a luchar como un demonio para evitar que suceda—
. ¿Estás lista? —Mi comportamiento cambia visiblemente cuando me doy la
vuelta y agarro las llaves de la cómoda. Antes de entrar al pasillo, abro la
puerta y me aseguro de que nadie nos vea salir a escondidas.
No habla mucho de camino al desayuno, y lo que empezó como una
153 gran mañana parece seguir cuesta abajo una vez que estamos sentados. Nos
las arreglamos para charlar mientras comemos, pero está claro que algo ha
cambiado entre nosotros. Esto es exactamente lo que temía que pasara. No
estoy buscando una relación. Y definitivamente no sé cómo actuar con ella
ahora que hemos tenido sexo. Cuando está en mi cama, o en mis brazos, es
cuando estoy a gusto. Ahí es donde no cuestiono mis acciones. Sé cómo
complacer a una mujer. Pero Vanessa había dejado claro que no tenía ni
puta idea de cómo tratar a una mujer. Puede haber sido hace cuatro años,
pero sus palabras aún suenan en mi cabeza como si acabaran de ser
pronunciadas.
Cuando finalmente la dejo frente al South Quad, casi me siento
aliviado de verla partir. Tal vez así es como debería ser. Tenía miedo de que
las cosas se pusieran raras entre nosotros después del sexo, pero tenía que
pasar. Teníamos algo muy bueno, pero nos habíamos vuelto codiciosos
pensando que podíamos de uno al otro sin perder algo en el camino.
Ella agarra la manija de la puerta y, siendo el imbécil testarudo que
soy, estoy a punto de dejarla ir. Su mirada de despedida es una mezcla de
confusión y decepción. Fastidia a mi cerebro ya en conflicto, y sé que no
puedo dejar que las cosas terminen así. La verdad es que no quiero
renunciar a ella. Lo quiero todo. La amistad. La risa. El sexo. Sé que puede
haber algo más enterrado bajo la superficie, pero no estoy listo para
reconocer ese hecho todavía.
La agarro del brazo y la detengo antes de que la puerta se abra
completamente.
—Cassie, por favor, espera. Siento que las cosas se hayan puesto
raras entre nosotros. Esperaba que pudiéramos evitar toda esa mierda y
volver a ser tú y yo. Ya sabes, como éramos antes.
Se gira en su asiento y cierra los ojos antes de hablar en voz baja.
—Pensé que podía lidiar con ello. El sexo, quiero decir. Me diste una
gran oportunidad para alejarme. Pero quería estar contigo. Es todo lo que
he querido desde la mañana en que nos conocimos. Así que acepté porque
sabía que si decía que no podía lidiar con ello, no me lo volverías a pedir. No
estaba lista para dejar pasar eso. Tal vez si hubiéramos parado después de
anoche podría haber estado bien, pero entonces esta mañana pasó, y no sé,
sentí algo entre nosotros y me asustó. Ya estoy pensando en la próxima vez,
sólo que no va a haber una próxima vez. —Abro la boca para hablar, pero
levanta la mano para silenciarme—. Está bien, B. Conocía las reglas, pero
estoy cansada de reglas en lo que a ti respecta. Estoy cansada de fingir que
no te deseo. Disfruto estar contigo, y no sólo físicamente. Me haces reír, y
me haces sentir segura. No quiero perder lo que tenemos, pero al mismo
tiempo creo que necesito tiempo para pensarlo bien. Claramente no siempre
tomo las mejores decisiones en lo que a ti respecta.
Escuchar sus palabras me duele más de lo que esperaba. Aunque no
154 busco una relación, tampoco estoy listo para perderla. La idea de no oír su
voz por la noche antes de dormirme hace que sienta que tengo las pelotas
atrapadas entre dos palos de hockey. Por muy enfermo que sea, he llegado
a depender de ella mucho más de lo que pensaba. Tal vez incluso más de lo
que ella depende de mí. Quiero decirle que podemos tenerlo todo. Pero no
estoy seguro de poder darle lo que quiere. Lo que se merece de mí.
Extiendo la mano y entrelazo nuestros dedos como siempre lo hago, y
cuando no se aparta, tengo un rayo de esperanza.
—Cuando dices tiempo, ¿cuánto tiempo estamos hablando? ¿Un día
o dos? —Probablemente suene patético, pero ahora mismo no me importa.
—Honestamente, no estoy segura. Estar contigo me hace feliz, pero
también me hace débil. Estoy cegada por todos estos sentimientos que se
agitan dentro de mí. Quiero un mundo contigo que no tenga reglas. Quiero
poder besarte cuando me apetezca y no preocuparme por quién nos pueda
atrapar. Y, para ser honesta, me asusta mucho sentirme así tan pronto,
pero tienes ese efecto en mí. Me miras y es como si estuviera en llamas. El
extintor está a mi alcance, pero tengo demasiado miedo de usarlo, porque si
lo hago entonces todo lo bueno que siento desaparecerá.
Ahoga un sollozo y me mata verla sufrir. Mis brazos inmediatamente
se extienden y la acercan, juntando nuestros labios con un beso fugaz.
—Oh, nena, yo tampoco quiero perder lo bueno. Joder. Esto es
exactamente lo que me temía. ¿Qué puedo hacer? Dime cualquier cosa, y lo
haré.
—Tengo miedo de enamorarme de ti. —Su voz es apenas un susurro,
y mi corazón se hunde en mi pecho, porque está pidiendo algo que no puedo
dar. Todo mi corazón. ¿Cómo puedo darle mi corazón cuando ya está
destrozado y lo único que queda son pedazos fragmentados que han sido
pegados con cinta adhesiva?
—Cualquier cosa menos eso. —Entierro mi rostro en su cuello—. No
soy capaz de más, Cassie.
—¿Por qué no? No lo entiendo. Ayúdame a entenderlo —solloza
Cuando no respondo, se aparta, poniendo distancia entre nosotros.
No quiero nada más que abrazarla fuerte y volver a donde estábamos esta
mañana. Volver a antes de que mis miedos estúpidos se interpusieran en el
camino. De vuelta a la seguridad de mi cama, donde las reglas y códigos y
la hermandad dejan de existir. De vuelta a donde sólo éramos nosotros dos
y lo único que nos importaba era hacernos felices. Pero eso no va a suceder,
porque al final del día soy el mismo imbécil egoísta que conocía todos los
riesgos, pero que aun así se sumergió de cabeza. En este momento estoy
atrapado en ese lugar entre mi cabeza y mi corazón, y no estoy seguro de
cuál seguir, pero sé que tengo que tomar una decisión o correr el riesgo de
ahogarme con mis propios miedos.
155
—No estoy segura de dónde nos deja esto, pero te llamaré cuando
finalmente lo descubra. Adiós, B. —Y con eso me suelta la mano, y la miro
impotente mientras se aleja. Me quedo frente a su edificio, esperando a que
se dé la vuelta y me salude una última vez, pero no lo hace.
Al cerrarse la gran puerta de madera del South Quad, me doy cuenta
de que puedo haberla perdido, y ahora mismo eso no es algo con lo que
quiera lidiar.
Cassie

—¿Lo escucharon? Nuestro chico, Maxwell está enamorado en secreto


de nuestra stripper residente —anunció Jonah mientras nuestras cabezas
se vuelven hacia Maxwell para su confirmación.
Es miércoles por la noche, y varios de nosotros nos hemos reunido en
el área común fuera de la habitación que Jonah comparte con Maxwell y
otros tres muchachos. Comenzamos a juntarnos al comienzo del semestre,
pero últimamente he estado un poco preocupada y me he perdido las
últimas tres semanas de chismes. Steve está en la esquina, tomando fotos
y publicándolas en Snapchat. Estoy compartiendo una bolsa de habichuelas
de gran tamaño con Roni. Jonah está en el sofá de dos plazas y Chloe está
sentada en su regazo. No tenía idea de que eran algo, por lo que parece que
tengo mucho para ponerme al día. Y cuando miro a Maxwell, él está apoyado
casualmente contra la pared, pero sus ojos están disparando dagas en
dirección a su compañero de cuarto.
—Ponte en la fila, amigo. Sus actuaciones son la charla de la casa de
la fraternidad —bromea Roni, y Maxwell se tensa visiblemente.
—Sí, ha pasado la mayor parte de su tiempo libre en ese club. Incluso
tiene un tarro sobre su cama lleno —dice Jonah en broma.
—No es un flechazo, imbécil —responde Maxwell a la defensiva—.
Simplemente disfruto viendo sus tetas. Quiero decir, vamos, ¿las has visto?
156
—No puedo decir que sí —le respondí secamente.
—Oh, joder, está empacando el conjunto de Doble D más hermoso que
jamás haya visto. Sus pezones siempre están firmes y solo quiero enterrar
mi rostro allí y dejar que mi lengua pasear —dice soñadoramente, y es obvio
que él está imaginando su viaje ahora basado en el tamaño de la tienda en
sus jeans.
La mandíbula de Roni casi toca el suelo cuando se da cuenta de dónde
apunta mi dedo.
—Mierda, Maxwell. Quién sabía que estabas empacando un arma de
ese calibre. —El rostro de Maxwell se pone rojo y se tapa con la mano los
pantalones de chándal. No importa que tenga una llamada de botín
incorporada, ahora que se ha dado cuenta, es en todo en lo que puede
concentrarse.
—Hablando de armas grandes, quería preguntarle a Cassie sobre su
nuevo romance. Dime, ¿son ciertos los rumores? —Chloe mueve las cejas, y
de repente todos los ojos en la habitación están sobre mí. Muerdo el interior
de mi mejilla y sacudo la cabeza.
—Lo siento, no lo sabría.
Jonás tose en su mano.
—¡Mierda!
—Es verdad. No ha pasado nada entre nosotros, simplemente
pasamos el rato y esas cosas —le lancé mi mejor sonrisa y me tragué la
pelota de golf en la garganta.
—Sí, lo sé. Es sobre eso de lo que quiero saber más. Stacy Preston les
dice a todos que fue el mejor polvo que haya tenido. Es por eso que siempre
anda por la pista. Puede usar otras camisetas, pero eso es solo para
molestarlo y que la quiera de nuevo —divaga Chloe, pero la desconecto
porque no quiero escuchar más.
A pesar de la afirmación de B de que ella era egoísta en la cama, el
hecho de que alguna vez estuvo en la cama con él me molesta. La odiaba
antes. La odio aún más ahora.
Me callo cuando el tema cambia a la fiesta de celebración después de
la victoria de fútbol de la semana pasada. Había estado en la misma fiesta,
pero mientras discuten quién bebió más tragos, mi mente va a Brantley
llevándome a la habitación de John. Ahí es donde todo había cambiado para
mí. Abrí la boca y derramé mi alma. Su oferta no había sido una relación.
Era una oferta de sexo, y la había agarrado sin pensarlo dos veces. Sabía lo
que estaba aceptando en ese momento, entonces, ¿por qué estoy dudando
de esa decisión ahora? Por supuesto, me gustaría algo más que el sexo, pero
estoy empezando a pensar que el estilo de vida llamado de botín de Roni
157 puede ser el boleto para mantener su corazón fuera de la ecuación.
Despidiéndome del grupo, regreso a nuestra habitación y me preparo
para la cama. Mientras me acomodo debajo de las mantas, me desplazo por
mis páginas de redes sociales. Ashley ha publicado numerosas selfies en
Instagram. Incluyendo uno donde ella y Scott están en su cama. Está de
espaldas con la cabeza de Scott entre las piernas, y está publicada con el
hashtag #GLelobjetivoesgrande. Sé que solo publicó eso para advertir a las
conejitas, porque no es su estilo alardear de la vida sexual que comparte
con mi hermano. Davis tiene varias publicaciones de Instagram que
muestran una fiesta en su departamento. Escaneo cada imagen, tratando
de ver si Brantley está conectando con alguien, es decir, Stacy, pero siempre
está con un grupo de chicos.
Luego me encuentro con la última publicación de Brantley y mi ritmo
cardíaco se acelera. Es una imagen de una botella de tequila, con dos vasos
de chupito y una coctelera de sal, y el subtítulo dice pensando en ti esta
noche con un emoji de rodaja de limón.
Sé que quería tiempo separados, pero no tenía idea de que sería tan
difícil. Hemos sido inseparables durante los últimos tres meses; ahora el
silencio entre nosotros es ensordecedor. Alejarse había sido un paso
necesario, y se necesita toda la fuerza que tengo para no contactarlo. Estaba
asustado. Es la única explicación lógica de lo que dije en su camioneta.
Miedo de enamorarme de él. Miedo de perderlo. Miedo de necesitarlo más de
lo que él me necesita a mí.
Luchando contra el impulso de responder, cierro los ojos y dejo que el
sueño me lleve.

—Oh Dios mío, ¿dejarías de revisar tu teléfono? Con todo ese suspiro
suenas absolutamente lamentable —Roni arroja un pedazo de papel
arrugado a mi cabeza.
Ella tuvo que soportar mis lamentables crisis durante la semana
pasada, eligiendo hacerme compañía sobre el sexo con su novio. Me siento
mal por alejarla de él, pero en este momento, la necesito conmigo. Cuando
ella está cerca, me impide derrumbarme y llamarlo. Cuando dije que
necesitaba tiempo, no tenía idea de cuán lentamente se arrastraría una vez
que se hubiera quitado toda la alegría de mi vida. Sé que eso suena
melodramático, pero siento que no he sonreído en años.
Recuerdo una vez cuando tenía seis años, y mis padres me llevaron al
Navy Pier en el centro de Chicago. Había un vendedor con un ramo gigante
158 de los globos más coloridos que había visto en mi vida. Le rogué a mi papá
por uno, y él me sugirió que esperara hasta que hubiéramos montado en la
rueda de la fortuna. Lloré hasta que finalmente cedió y me compró uno rojo.
Lo había llevado con orgullo, sujetando la cuerda con fuerza mientras
caminábamos por el muelle. Cuando subimos a la góndola, mi padre se
ofreció a sostener mi globo, pero me negué. La rueda comenzó a girar y nos
elevamos más y más, y entré en pánico y solté la cuerda. Recuerdo haber
visto impotente mientras el globo flotaba más lejos de su alcance. Con cada
pasada de la rueda todavía podía ver mi globo, pero no podía recuperarlo.
Había sido aplastado. Había tenido algo que atesoraba, pero luego me asusté
y lo dejé pasar cuando debería haberlo apretado más.
Así es como me siento ahora. Brantley era mi globo, y entré en pánico
y lo dejé escapar. La única diferencia es que el viento no se lo ha llevado.
Todavía está a mi alcance, pero si voy con él, no estoy seguro de qué es lo
que estaría buscando. Sé que no quiere una relación, pero ¿por qué no? ¿A
dónde vas después de cruzar la línea de amigos a amantes? ¿Pueden los
amantes volver a ser amigos? ¿Es eso lo que quiero? Se siente como si
hubiera probado la fruta prohibida y ahora estoy siendo castigada. Me
expulsaron del Jardín del Edén, pero fue por mi propia mano.
Me recuesto contra las almohadas y tiro un brazo sobre mis ojos.
Soy una idiota.
He sido completamente miserable y todo es mi culpa.
—Si estás tan triste, solo llámalo y dile que has cambiado de opinión
y quieres volver a saltar sobre sus huesos.
—¿De verdad crees que es simple? El sexo es la respuesta a todo,
¿verdad? ¿Cómo se supone que pretendo que no signifique nada? Nunca he
sido esa chica antes.
—¿Echas de menos salir con él?
—Si. —No hay dudas en mi respuesta—. Pero el sexo también fue
increíble. —Ante esto, ella se ríe y salta para unirse a mí en mi colchón.
—Así que ambos.
—¿Qué estás diciendo? —pregunto con cautela.
—Sé su folla amiga; de esa manera obtienes lo mejor de todo —
anuncia casualmente—. Desde mi punto de vista, esta es tu única opción.
Claramente necesitas a este hombre en tu vida, y serías una tonta por no
tenerlo en tu cama. Prácticamente lo dijiste tú misma. De esta manera es
un ganar-ganar. —Espera que yo diga algo, pero todo lo que puedo pensar
es en cuánto lo extraño—. Vamos. Estamos saliendo de la tierra de la
penumbra y la fatalidad. —Tira más fuerte, y dejo salir otro suspiro—. Uh
uh, no habrá más tristeza hoy. Vamos, es un día maravilloso allí afuera.
Vamos a tomar un poco de sol.
159
—Bien, pero no puedo prometer qué tipo de compañía seré. Estoy
sufriendo por aquí. —Saco el labio y le muestro mi mejor expresión de
puchero.
—No obtendrás simpatía de mi parte por el sufrimiento auto infligido.
Tú tienes el poder de darle la vuelta —responde mientras desliza sus Ray
Bans en su lugar.
—¿De qué estás hablando? Él fue quien dijo que deberíamos tener
sexo y luego volver a ser amigos. Creo que él es el que tiene todo el poder.
—Querida, dulce Cassie. Realmente no tienes idea, ¿verdad? —Señala
con su manicura bien cuidado a mis partes de dama—. Ese espacio entre
tus piernas contiene una caja mágica que el chico amante ya ha probado, y
por la expresión de tu rostro estoy asumiendo que hizo muchas muestras.
Te puedo garantizar que no dirá que no si le ofreces otra oportunidad de
liberar su poder.
—Estás loca. No tengo una vagina mágica —dije, sacudiendo la cabeza
ante su lógica. Llámame loca, pero en este momento mis partes femeninas
no se sienten muy mágicas. En todo caso, pasar los últimos días solo me ha
hecho sentirme más sola y caliente.
—Quizás no, pero en tu corazón sabes que tengo razón.
Le lanzo la primera sonrisa en días y repaso mentalmente todo lo que
aprendí de Harry Potter.
Ya sabes, por si acaso...
A medida que nos acercamos al área cubierta de hierba fuera del
auditorio, Roni comienza a tirar de mi brazo, animándome a caminar más
rápido. Hay un juego de fútbol táctil que se juega en el césped, no es una
ocurrencia inusual en esta parte particular del campus, pero cuando los
muchachos que juegan son la mitad del equipo de hockey masculino, una
multitud está obligada a reunirse. Mi corazón salta ante la perspectiva de
ver a B otra vez.
Reclamamos un espacio en el césped y bajamos para unirnos al
oglefest. ¿Es eso una palabra? Si no, debería serlo, porque los hombres
reunidos aquí esta tarde definitivamente son dignos de comer con los ojos.
A menos de quince metros de distancia, una manada de conejitas se ha
establecido, no es una sorpresa allí, y es todo lo que puedo hacer para no
tener arcadas cada vez que escucho a uno de ellos vitoreando a B.
Pensando en mi primera noche en Ann Arbor, recuerdo el comentario
que Scotty había hecho sobre varias chicas en la cama de Brantley. Ahora
que hemos sido íntimos, me hace preguntarme cuál de estas chicas ha
llevado a su apartamento. Los celos salen a la superficie cuando me doy
cuenta de que tal vez mi caja mágica no posee el tipo de poderes especiales
a los que Roni se refería. Quizás lo mío era solo otra muesca en su cinturón.
160 Rápidamente descarto ese pensamiento y hago mi mejor esfuerzo para
concentrarme en el juego, pero es difícil mirar y ver a nadie más que a él.
Miro las siguientes tres jugadas y estudio la forma en que se mueve.
Observo la forma en que los músculos de su espalda se ondulan cuando
levanta un brazo para lanzar un pase, y pienso en la forma en que se
contrajeron durante su clímax. El ascenso y la caída de su pecho después
de correr por un touchdown me recuerdan la primera vez que lo tomé en mi
boca y se vino debajo de mí.
Sentarse aquí es pura tortura. Debería levantarme e irme. Proteger mi
corazón del dolor que estoy seguro de infligirle al quedarme aquí. Pero no
puedo obligarme a alejarme de nuevo. Solo estar en su presencia me hace
sentir más ligera de lo que había estado antes de llegar. En un momento
nuestros ojos se conectan y puedo decir que está sorprendido de verme. Una
pequeña sonrisa tira de la esquina de su boca antes de reunir a su equipo
a su alrededor en un grupo. No pasan más de treinta segundos antes de que
se rompan y Davis comienza a llamar números y algo más que no puedo
entender. La obra comienza y los chicos comienzan a dispersarse. Antes de
darme cuenta de lo que está sucediendo, veo a Davis bajando el brazo para
entregar un pase directamente a las manos de B, y antes de darme cuenta,
cae al suelo y de alguna manera termina con la cabeza en mi regazo.
—Hola, tú —una sonrisa se forma en mis labios cuando sus ojos
ámbar se encuentran con los míos—, lindo juego.
—Bastante suave, ¿eh? Te contaré un pequeño secreto. —Su dedo me
invita a inclinarme para que pueda susurrarme al oído—. Este pequeño
truco no fue exactamente un accidente.
—¿No realmente? —Agito mis pestañas y finjo sorpresa. Estar tan
cerca me recuerda cuánto lo he extrañado.
—Te lo prometo. —Hace una X sobre su pecho y aparece una sonrisa
triste. Mi mano acunó instintivamente su mejilla, y el calor de su piel me
quema directamente—. Dios, te he extrañado.
No sé si es la mirada en sus ojos o la sensación de su mano cuando
nuestros dedos se entrelazan y luego se separan demasiado pronto, pero
llego a la conclusión de que no quiero lo que sea que tengamos que terminar.
Lo necesito y tomaré lo que sea que esté dispuesto a darme.
—Apuesto a que te extrañé más —bromeó, y mi coqueta respuesta es
recompensada con una sonrisa malvada.
La mano de Davis se agacha, interrumpiendo nuestro momento, para
levantar a Brantley a una posición de pie. Nuestra pequeña reunión dura
menos de un minuto.
—Deja de joder, Cage. Estamos tratando de jugar un juego aquí. —Se
queja Davis, sacudiendo la cabeza a su compañero de equipo.
161 —¿Te quedarás? —Sus ojos me suplican que diga que sí, así que
asiento y me giro para encontrar a Roni con una sonrisa satisfecha.
—¿De qué estás sonriendo? —pregunto, trabajando duro para
contener una sonrisa de satisfacción. Me extrañaba.
—Eres una pequeña zorra inteligente. Creo que te he subestimado,
Cassie Rivers —chasquea la lengua y me mira de reojo—. Con un simple
toque de tu mano, tenías a ese hombre rogando con ojos de cachorro.
—No tengo idea de lo que estás hablando. —Ambas nos estamos
riendo antes de que termine de decir las palabras.
El juego termina cuando el equipo de Brantley se lleva la victoria, y
los muchachos se van por caminos separados, mientras que las conejitas
corren detrás de ellos en parejas. Unos círculos alrededor de Brantley,
frenándolo en su camino de regreso a mí, pero sorprendentemente no me
afecta en lo más mínimo. No puedo escuchar lo que le están preguntando.
Solo lo veo sacudir la cabeza en respuesta antes de pasar junto a ellas para
llegar a mí. Se detiene y se eleva sobre mí con las manos en las caderas.
Sin decir una palabra, vuelvo la cabeza hacia atrás y le lanzo una
sonrisa de dientes.
—He echado de menos esa sonrisa tonta. Ven aquí, mujer —extiende
sus brazos y me pone de pie. Una vez que me levanto, me sorprende
inclinando la cabeza y colocando un suave beso en mis labios.
—¡B! ¿Qué estás haciendo? —siseo—. Alguien podría verte.
—No, no nos están prestando atención. ¿Tienes ganas de dar un
paseo?
—Me encantaría eso. —Envuelve un brazo alrededor de mi cintura y
me inclino hacia él mientras cruzamos el campus. Cuando llegamos al
camino, lo guío en dirección a mi dormitorio.
—Cassie, lamento mucho la forma en que dejamos las cosas. He sido
un desastre desde que dejaste mi camioneta. Dios, tenía tantas ganas de
saltar y perseguirte.
—Está bien. De alguna manera me alegro de que no lo hicieras.
Necesitaba ese tiempo a solas. Fue difícil, pero fue bueno para mí. Me dio
tiempo para resolver algunas cosas.
—Oh, ¿sí? ¿Qué tipo de cosas? —deja de caminar y me saca del
camino detrás de una hilera de arbustos. Respira hondo, y cuando miro
hacia arriba, puedo ver que está nervioso. Tomando sus manos en las mías,
le ofrezco una sonrisa para aliviar su preocupación.
—Estaba pensando que tal vez estamos siendo demasiado
apresurados al tratar de fingir que no pasó nada. ¿Qué pasaría si hubiera
otras opciones?
162 —Continúa —insiste.
Mis manos se agitan entre nosotros mientras busco las palabras
correctas.
—Bueno, estaba pensando que tal vez podríamos intentar el enfoque
amigos con beneficios.
Está claro que mi sugerencia lo toma por sorpresa cuando abre la
boca, pero no sale nada. Por una fracción de segundo desearía poder
recuperarlo. La vergüenza me inunda y doy un paso atrás, cerrando los ojos
con fuerza mientras imagino un hechizo que borraría mágicamente los
últimos tres minutos.
El sonido de su risa gutural es lo que me hace abrir los ojos, y cuando
lo hago, lo encuentro mirándome con un hambre que nunca había visto.
—Vaya, Cassandra Rivers, no creo haber escuchado palabras más
sexys que salgan de tu boca —acaricia su nariz sobre mi cuello, arrastrando
su lengua a su paso, y me derrito en sus brazos—. Solo para que quede
claro, ¿de qué tipo de beneficios estamos hablando? —El tono burlón en su
voz es música para mis oídos.
—Tú sabes. —Mi voz tiembla cuando su lengua hace cosquillas en la
capa externa de mi oído. Sus labios flotan, y el calor de su aliento se mezclan
con mi piel fría para enviar escalofríos por mi columna vertebral.
—¿Quieres decir que podemos seguir follando mientras actuamos
como si nada hubiera cambiado? ¿Es eso lo que propone mi gatita sexual?
—Su boca está sobre mí, firme e inflexible en su ataque. Paso mis manos
sobre su piel desnuda, rozando la cintura de sus pantalones cortos antes de
meter la mano y acomodarme en su culo desnudo.
—Eso es exactamente lo que estoy proponiendo. ¿Crees que puedes
manejar eso, Superman? —responde redirigiendo mi mano al frente de sus
pantalones cortos. Es grueso y caliente al tacto, y mi boca se hace agua
cuando pienso en la última vez que estuvimos juntos.
—Puedo manejarlo bien, Hoyuelos. Lo que necesito saber es, ¿tú
puedes? —Sus ojos buscan los míos, toda la alegría se fue mientras
esperaba mi respuesta. Eso es todo. Mi oportunidad de alejarme y ahorrarle
a mi corazón el daño que podría sufrir. Me está permitiendo todo lo que es
capaz de dar. La pregunta es, ¿estoy de acuerdo con sus términos, aunque
quiero más? Aléjate ahora y vive con los recuerdos. O quedarme y disfrutar
cada momento que tengamos juntos, sin importar el costo.
La elección es fácil.
Me balanceo sobre las puntas de mis pies y llevo mis labios a su oreja.
—Hagámoslo. —Un gruñido animal cae de sus labios separados
mientras baja su boca hacia la mía. Durante los siguientes cinco minutos
no somos más que manos y dientes mientras luchamos por acercarnos,
163 ambos persiguiendo algo invisible, algo que está más allá de nuestro
alcance, pero estamos desesperados por atraparlo. Me acaricia el pezón con
el pulgar, bromeando lo suficiente como para hacerme desear más. Mis
suaves gemidos lo alientan, rogándole que haga más. Estoy perdida por su
toque, así que olvido dónde estamos y quién podría vernos.
—Nena, me muero por tenerte en mi cama, pero ¿estás segura de que
esto es lo que quieres? ¿No solo dices esto porque crees que es lo que quiero
escuchar? —Me esfuerzo hacia adelante, ansiando sus labios, pero me
sostiene con el brazo extendido y me obliga a mirarlo—. ¿Cassie?
Mi mirada graba su cuerpo, firme y aún sudoroso por el juego. Desde
su cabello oscuro y desordenado hasta los firmes muslos que he montado
en más de una ocasión, él es todo hombre. Y ahora mismo se ofrece a mí sí
estoy dispuesta a jugar a su manera.
—Esto es lo que quiero. También necesito esto. —Tan pronto como
digo las palabras, sus manos vuelven a mí, agarrándome de mis pantalones
para tirarme contra su cintura. Cierro mis tobillos a su alrededor y siento
su excitación alinearse contra mi abertura. Si no fuera por la ropa que nos
separa, se enterraría dentro de mí.
Le beso el cuello, susurrándole al oído.
—Tengo el dormitorio para mí esta noche.
—Mierda. —Baja su frente a la mía—. Tengo práctica en treinta
minutos. Eso no es suficiente para hacer todo lo que quiero hacerte. —
Frunzo el ceño contra sus labios, pero asentí con comprensión—. Terminaré
con la práctica a las nueve. Prepárate para mí —ordena antes de darme un
beso que debilita mis rodillas y deja mis labios ardiendo por más.
Una vez que estoy solo, aparece una sombra de duda y me pregunto
si soy capaz de manejar este nuevo rol.
Soy la gatita sexual de Brantley Cage...
Cierro los ojos y rezo para que ambos salgamos ilesos, pero algo me
dice que es una solicitud imposible.

164
Brantley

Solo quedan dos minutos del juego con el marcador empatado a dos.
Vickers rodea la red y pasa a Masterson, dirigiendo la jugada lejos de
nuestro territorio. Owens intercepta el disco y lo lleva de vuelta a nuestra
zona ofensiva, y dispara un tiro que se extiende a la derecha de la red. Es
recogido por un delantero de Boston, que teje entre nuestros defensas como
si estuvieran quietos. Se lo pasa a Owens, pero lo tenemos rodeado y se
suelta. Davis está en un instante y en una escapada lleva el disco a través
de la línea roja justo cuando salgo del banco y me apresuro a seguirlo para
cubrir la jugada.
Mitchell sale de la nada y me hace un chequeo corporal desde atrás,
y me golpean contra las tablas.
—Ríndete, chico lindo. —Hace una mueca.
—Jódete —gruñó y metí mi palo en sus entrañas. El dolor en mi
espalda es intenso desde donde se conectaba su hombro, pero soy el primero
en alejarme.
Todo el juego se ha desarrollado de esta manera. Mitchell pisó el hielo
buscando una pelea, y esta noche encontró una. Normalmente, soy el
jugador sensato en el hielo. Dejé que mi patinaje y manejo de palos hablen,
no mis puños. Pero hoy mi cabeza no está en el juego, y le he permitido que
se acerque a mí. Entre los dos, hemos pasado más tiempo en el basurero
165 que nadie. Cualquier otro juego es el último lugar donde quiero estar, pero
este tipo es un imbécil y el entrenador lo sabe. Aunque eso no le impide leer
mi culo cada vez que estoy en el banco.
Hoy estamos en el hielo de Boston, y hasta ahora ha sido un juego
apretado. Nos hemos patinado el culo; Estamos cansados y estamos
buscando terminar con una victoria muy necesaria. Miro a mi izquierda y
veo a Davis patinando hacia la red. Una vez más, Mitchell está detrás de mí
mientras seguimos cada movimiento que Nelson hace. Mitchell es
voluminoso y lo ralentiza. Soy alto pero delgado, y soy rápido. Velocidad del
rayo. Nelson me pasa el disco y doy un círculo detrás de la red y se lo paso
a Davis, quien lo lanza por los cinco hoyos y nos marca el gol ganador.
—Joder, sí, ¡eso fue increíble! —gritó, juntando la parte de atrás de su
casco en mis manos enguantadas. Nelson patina y le lanzo una sonrisa
ganadora—. Exelente configuración, Nelson.
Nuestra celebración se interrumpe cuando el entrenador nos hace
salir del hielo. Tenemos que ducharnos y tomar un autobús de regreso a
Ann Arbor, y tenemos un horario apretado. Acabo de terminar de quitarme
los patines cuando el sonido de la voz del entrenador silencia la charla de
celebración en el vestuario. Miro hacia arriba justo a tiempo para ver un
portapapeles pasando por mi hombro izquierdo. Es bueno que Masterson se
haya dirigido a las duchas, o de lo contrario habría recibido un golpe en la
parte posterior de la cabeza.
—No vale la pena celebrar esa victoria. Puede que hayas ganado, pero
fuiste descuidado. En este punto del juego, espero más de todos ustedes. —
Enfoca su ira en mí cuando se acerca—. Especialmente tú, Cage. Eres el
capitán asistente; estos tipos buscan que seas un ejemplo. ¿Qué demonios
estabas haciendo allí? Casi perdimos eso porque no podías controlar tu
temperamento. —El entrenador Bishop es normalmente un tipo sensato,
pero tiene poca tolerancia a las penalizaciones por pelear.
—Entrenador, ese tipo es un imbécil. Deberías haber escuchado la
mierda que me estaba tirando —argumentó.
—Les he dicho muchachos una y otra vez que necesitan ser el hombre
más grande. Eres un muy buen jugador, Brantley. No deberías perder el
tiempo puliendo el pino. Quieres pelear y pasar la mitad del juego en el
penal, eso está bien. Pero guárdalo para cuando estés en el banco de otra
persona. Hasta entonces, tu culo me pertenece y te quiero en el hielo
haciendo el trabajo para el que te reclutaron. Recuerda que la próxima vez
el idiota intentara meterse debajo de tu piel. —Y con eso, se va, dejando su
portapapeles en el suelo detrás de mí.
—Oye, hombre, Mitchell es un gran imbécil. Se merecía todo lo que
diste, y algo más —declaró Rivers, dándome una palmada en el hombro
166 mientras se dirigía a las duchas.
Cuando abordamos el autobús busco un asiento tranquilo cerca del
frente para poder estar solo y reflexionar sobre el juego de hoy. Aunque
ganamos, mi estado de ánimo es agrio. El entrenador tenía razón. Nunca
debí dejar que me afectara así. Había entrado allí con mi cabeza en otro
lugar. Culpo a Cassie y al hecho de que el sexo con ella se ha apoderado de
mi vida. Esa chica es una loca total del sexo. Y no me quejo, pero ha habido
algunas noches esta semana en las que no me dormí hasta pasadas las tres
de la mañana. Eso es lo que sucede cuando tienes compañeros de cuarto y
uno de ellos es un hermano sobreprotector al que le estás mintiendo.
Me pierdo en las redes sociales, buscando publicaciones sobre el
juego. El juego fue televisado, por lo que no es sorprendente encontrar mis
páginas llenas de comentarios sobre cómo pateé culos, o casi lo pierdo para
el equipo. Algunos elogiaron mis acciones, mientras que otros me llamaron
imbécil egoísta. Hojeo algunas publicaciones y siento una sacudida de
orgullo cuando descubro que Cassie ha criticado a uno de mis atacantes.
Pobre idiota no tiene idea de que una duendecilla con los hoyuelos más
sexys le ha pateado su culo. Busco su contacto y le envió un mensaje de
texto rápido.

Yo: Pensando en ti ...


Ella: ¿Ah sí? Pensamientos sexys espero...
Yo: ¿Hay algún otro tipo?
Ella: ¿Para ti? De ninguna manera. Vi el juego ¿Cómo estás?
Yo: Loco como el infierno. Ojalá estuvieras aquí para abrazarte.
Ella: Me verás mañana por la noche.
Yo: Dulces sueños, Hoyuelos.

Los muchachos saben que necesito algo de tiempo para mí o están


demasiado cansados para darse cuenta, pero nadie se molesta en llenar el
asiento vacío a mi lado. El bus está tranquilo. Demasiado tranquilo después
de una victoria. El estallido del entrenador en el vestuario parece tenernos
a todos pensando en nuestro desempeño de esta noche. Claro, ganamos,
pero el entrenador tenía razón, fue una victoria descuidada. Los dos goles
que se le escaparon a Rivers fueron los mismos tiros que él había parado
mil veces antes. Perdimos a Thompson durante el segundo período después
de que una conmoción cerebral lo dejó incapaz de continuar, y esa pérdida
había sido difícil de recuperar. Es uno de nuestros mejores delanteros, y el
entrenador tuvo que enviar a uno de los novatos para ocupar su lugar en la
línea.

167 Termino quedándome dormido mientras me desplazo por las fotos de


Cassie. Mi favorita es una que tomé hace dos mañanas cuando estaba en
mi cama. El sol entraba por la ventana, aterrizando en la almohada a mi
lado donde descansaba su cabeza. Me estaba mirando con esta mirada
ardiente. Se veía tan hermosa que tuve que tomar una foto. Sus labios
rosados están separados para hablar, pero he olvidado lo que dijo, porque
la mirada en sus ojos decía que me quería, y esas habían sido las palabras
que había escuchado antes de enterrarme profundamente en su calor.
—Despierta dormilón. —Abro un párpado pesado y encuentro a Rivers
sentado a mi lado.
—Oye. ¿Qué hora es? —preguntó a través de un bostezo.
—Después de las once. El entrenador dice que deberíamos estar en
casa alrededor de la medianoche. No sé si tú, pero estoy ansioso por dormir
en mi propia cama. —Asiento, de acuerdo, ya que tengo la intención de caer
en la cama y quedarme allí durante las próximas ocho horas—. ¿Quién es
Candy? —preguntó Rivers, entrecerrando los ojos al teléfono que está
sosteniendo.
Amo a mis compañeros, pero son curiosos, por eso nunca cambié el
nombre de Candy a Cassie una vez que descubrí quién era realmente. Pensé
que esto sería más seguro. Resulta que tenía razón. Me acerco y lo agarro
de su mano, cerrando discretamente la foto mientras lo hago, y leo el texto
que envió mientras dormía. Seis palabras son todo lo que se necesita para
ponerme duro.
Son más dulces cuando estoy contigo.
—Solo una chica que conocí.
—A juzgar por lo que leí, supongo que te presentaron correctamente.
—Me guiñó un ojo y le di un golpe en las costillas y mi corazón palpita en
mi pecho. Esta es la primera vez que hemos estado solos desde que Cassie
y yo comenzamos a follar, y espero parecer tan culpable como me siento—.
¿Dónde se encuentra una chica llamada Candy?
—Ella es una artista en el um... bailarina de un club. —La mentira se
desliza fácilmente por mis labios—. Estaba en la ciudad y me encontré con
ella. Hemos conectado varias veces.
—Amigo, ¿estás jodiendo a una stripper? Eso es genial como el
infierno. Así se hace, hombre. —Golpeamos los puños.
—Sí, bastante caliente —me burló y me giro para mirar por la ventana,
preguntándome cuándo me convertí en alguien que le miente a su mejor
amigo sin pestañear—. Entonces, ¿cómo van las cosas con Ash?
—Mierda, hombre. Ya no lo sé. La mayoría de las veces parece que las
cosas están bien, pero últimamente he estado recibiendo esta extraña vibra
de ella.
168 —¿Qué tipo de vibras? —preguntó, ansioso por desviar el enfoque de
mi vida sexual cargada de culpa.
—Como si no le estuviera dando lo suficiente —responde
rotundamente.
—Vaya, eso es... eso es duro, amigo. —Mantengo la compostura
durante cinco segundos antes de reírme.
—No, eso no es lo que estoy insinuando. Estúpido. Tengo mucho que
ofrecerle en ese departamento. Estoy hablando de matrimonio. Ella quiere
que nos casemos, tengamos hijos y toda esa mierda —afirma, frunciéndome
el ceño frustrado.
—¿Supongo que no está en tu radar?
—Sí, dentro de cinco años. Tal vez. Pero me dirijo a los profesionales
el próximo verano. Creo que esperaba ir allí solo. Por la forma en que lo ve,
deberíamos estar buscando apartamentos juntos. —Baja la cabeza, luciendo
derrotado.
Soy la última persona en dar consejos sobre relaciones, pero este es
mi mejor amigo y su futuro puede estar en peligro.
—¿Qué esperabas, Scott? Han estado juntos durante dos años. Para
una mujer, eso es prácticamente toda la vida. Odio decir que te lo dije, pero
lo hice. Te advertí que esto sucedería cuando comenzaras a gastar cada
momento de tu día con ella. Dale a una mujer ese tipo de poder sobre ti y lo
siguiente que sabes es que se están mudando y seleccionando patrones de
porcelana, y te preguntas dónde fue tu vida.
—Cristo, esa perra realmente te hizo daño —dice en voz baja.
—Sí, supongo que lo hizo.
No me gusta pensar en toda la mierda que pasó entre Vanessa y yo,
pero de vez en cuando sucede y recuerdo por qué he evitado enamorarme.
Prefiero seguir con el sexo al azar. A lo largo de los años, ha habido algunas
chicas a las que he vuelto para tener una conexión repetida. Cassie es una
de esas chicas.
Cuando estoy con ella, me olvido de todas las otras cosas que me
llenan la cabeza y nos divertimos. Hoy ha sido un día lleno de mierda, y
realmente necesito perderme en alguien. El receso de Acción de Gracias es
esta semana, lo que significa que todos los que conozco se irán a casa,
mientras yo me siento en un departamento vacío, viendo fútbol y comiendo
una cena congelada de pavo. Esta puede ser nuestra última oportunidad de
encontrarnos antes de que ella suba a un tren a Chicago. No estoy seguro
de por qué, pero esta noche, eso me molesta.

Yo: ¿Estás despierta?


169
Ella: Umm hmm. Y me interrumpiste.

Esto eleva un poco mi curiosidad.

Yo: ¿Qué estás haciendo?


Ella: Pensando en ti. Tocándome a mí misma...

Ahora soy curioso y estoy duro.


Yo: El autobús llega alrededor de la medianoche. ¿Estás sola?
Ella: Roni está aquí, pero tiene el sueño pesado.
Yo: ¿Estas tocándote?
Ella: Mis dedos están empapados. ¿Eso responde tu pregunta?

Joder si esa no es una imagen sexy que se me haya quedado en la


cabeza. Ajusto mi mierda y miro por la ventana para ver qué tan cerca
estamos del campus.

Yo: Quiero ser quien te haga venir.


Ella: Entonces trae tu culo aquí.

—¿Puedes irte con Davis? —le preguntó a Rivers cuando nos bajamos
del autobús—. Tengo un lugar donde necesito estar.
—No hay problema, amigo. Diviértete. —Me guiña un ojo y me da una
palmada en la espalda antes de irse a buscar a Davis.
Le envió un mensaje de texto rápido para hacerle saber que estoy en
su puerta, y ella responde de inmediato y me atrae para un beso descuidado
y húmedo. Está vestida con pijama, y deslizo mis callosas manos debajo de
su camisa solo para sentirla. Me muero por desnudarla y acostarla, pero
está presionada contra mí, follando mi boca con su lengua. Mi polla es tan
dura que ya está en la cresta de mis pantalones deportivos. La acompaño a
la cama, donde se recuesta y estira un brazo para atraerme hacia ella. El
colchón se hunde cuando apoyo una rodilla a su lado y bajo mi rostro al de
ella.
—Hola —saluda en un susurro entrecortado que dispara directamente
a mi región de la entrepierna—. ¿Por qué tardaste tanto? —Mi brazo se
170 extiende detrás de mi cabeza para quitarme la camiseta mientras Cassie
desliza mis pantalones de chándal por mis muslos. Esta posición la pone al
nivel de los ojos con mi polla, y cuando su lengua se escabulle para
humedecer sus labios, se sacude en respuesta. Formando un círculo con los
dedos, baja la mano por toda la longitud de mi eje, luego aprieta su agarre
e invierte el movimiento.
Soplo un gemido estremecedor mientras ella pasa la huella de su
pulgar en un pequeño círculo y cubre la punta con mi liquido preseminal.
Compadeciéndose de mi palpitante eje, abre la boca y veo a través de los
ojos entrecerrados cómo la corona desaparece entre sus suaves labios.
Ahueco la parte de atrás de su cabeza en mi mano, amando la mirada
soñolienta que sus ojos obtienen cada vez que cae sobre mí, y se necesita
cada onza de fuerza de voluntad que no tengo para tomar y atascar mi polla
contra la parte posterior de su garganta. Cuando su cálida lengua corta mi
hendidura, tengo que apretarme las mejillas para evitar soplar mi carga.
—Despacio, nena. —Me libera con un estallido y me mira con esos
ojos somnolientos. Muevo la cabeza en dirección a la forma dormida de su
compañera de cuarto—. ¿Segura que está fuera de combate?
—Positivo —arrastra las palabras y levanta su parte superior para
revelar dos hermosos pezones que llaman a mi boca—. Ahora baja aquí y
follame ya —me ordena, y mi culo se aprieta de nuevo.
Subiendo debajo de las mantas, cubro su cuerpo con el mío y capturo
su boca en un beso.
—¿Desde cuándo eres tan mandona en la cama? —Me rio entre
dientes, chupando su labio inferior entre mis dientes antes de reanudar el
beso.
—Desde que interrumpiste mi fiesta privada con la promesa de
hacerme venir. —Ella le da a mi labio un juguetón pellizco y gime—. Estoy
muriendo aquí.
—Oh, es cierto. ¿Por qué no me muestras dónde lo dejaste? —Raspo,
dibujando un pezón en mi boca mientras ella guía mi mano hacia la carne
caliente entre sus piernas. Cristo, ella no estaba bromeando. Está
empapada. Doy un círculo alrededor de su abertura con el pulgar y luego
trazo su hendidura, extendiendo lentamente su excitación sobre el brote
hinchado. Meto un dedo adentro y le doy a mi mano unos cuantos
movimientos flojos. Cuando gime, llevo mis labios a su oído y le susurro—.
¿Es aquí donde lo dejaste?
Se retuerce debajo de mí con los labios entreabiertos y los ojos
entrecerrados.
—Casi —dice en voz baja, y agrego un segundo dedo dentro y tomo el
pulgar sobre su clítoris. El sonido entrecortado que libera me pone cachondo
como la mierda, y respondo bombeando mi mano más rápido. Arrastro mi
171 pulgar sobre su abertura para que quede agradable y húmeda, luego pongo
el pequeño capullo en frenesí. Su coño se aprieta contra mi mano mientras
le doy a sus tetas con suaves besos con la boca abierta que la dejan con un
lloriqueo.
—¿Qué tal ahora? ¿Se trata de dónde estabas? —murmuró alrededor
de su pezón con guijarros.
—Tan cerca —responde sin aliento. Cuando deslizo un tercer dedo
profundamente dentro, ella levanta sus caderas y se mueve frenéticamente
contra mi mano antes de soltar un gemido estremecedor—. Sí.
—Jesús, nena. Me estás matando. —Pongo su pierna sobre mi hombro
y entierro mi rostro entre sus piernas. Con el primer golpe de mi lengua, sus
rodillas se juntan en un intento de detenerme. Pero eso es solo porque es
sensible al orgasmo que le acabo de dar. Aplanando mi lengua, comienzo en
su apertura y lamo mi camino a través de sus labios con movimientos lentos
y repetidos antes de enfocarme en su clítoris. Cuando hago esto, sus piernas
se abren y sus rodillas se presionan contra el colchón mientras se balancea
contra mi rostro.
—¿Eso se siente bien? —Tarareo contra su carne hinchada. Ya sé la
respuesta. Me encanta escuchar su respuesta.
—Sí —gruñe y agarra la parte de atrás de mi cabeza—. Se siente tan
jodidamente bien. Casi demasiado bien.
—¿Quieres que pare? —Me rio entre dientes mientras ella mece sus
caderas, llevando su montículo de regreso a mis labios.
—No. Te. Atrevas. —Sus palabras son entrecortadas cuando la suelta
y me recompensa con su liberación.
Me encanta hacer sexo oral a una mujer. La primera vez que follamos,
ella me contó cómo su ex era todo toma y no da. ¿Yo? Soy un dador. Eso no
quiere decir que no ame una gran mamada. Ciertamente lo hago. Demonios,
te desafío a que encuentres a cualquier chico mayor de quince años que
rechace una mamada. Pero me estoy desviando... de vuelta a su coño. En
primer lugar, se depila, lo cual es algo bueno. Una gran cosa, de verdad.
Pero ella no está desnuda. Hace que dejen una tira delgada de vello, y es
increíblemente sexy cuando estoy dentro de ella y miro hacia donde nos
unimos y veo esa pequeña tira. Algo sobre eso me excita, a lo grande. Luego,
está su aroma. La mejor manera de describirlo sería una combinación
salada, almizclada y cítrica. No sé qué hace para que sea así, pero es como
la fragancia más dulce. Podría lamerle el coño cada maldito día y no
escucharías una sola queja de mi parte.
Una vez que está saciada, me arrastro por su cuerpo, dejando un
rastro de besos cada pocos centímetros. Sus brazos rodean mi cuello
mientras mi polla se asienta en la cuna de sus muslos. Miro hacia donde
está acostada debajo de mí. Está usando su expresión de sexo satisfecho.
172 Sus labios están llenos y sus párpados caídos. Me encanta que soy
responsable de darle esa mirada.
—¿Estás feliz? —La beso tentativamente en los labios.
—Mmmm hmmm. Muy feliz. —Me devuelve el beso, girando su lengua
con la mía. Estoy seguro de que puede probarme a sí misma, y saber que
eso es una gran excitación—. Ahora es el momento para que seas feliz. —
Sonríe seductoramente y comienza a tambalearse por la cama, pero me
acerco y la detengo—. ¿Hay algo mal?
Sacudo la cabeza y la llevo de vuelta a la almohada.
—No pasa nada. Acabo de tener un día de mierda, y verte venir lo hizo
mucho mejor. Ahora solo quiero olvidar, y la única forma de hacerlo es
perdiéndome dentro de ti. Ahora mismo, eso es todo lo que necesito. ¿Está
bien?
—Por supuesto que está bien. Ven aquí. —Su boca se separa y
extiende su lengua para encontrarse con la mía. Nuestras lenguas luchan
fuera de nuestras bocas hasta que nos estrellamos en un beso descuidado
y sexy. La punta de mi polla empuja su entrada, y está tan cálida y húmeda
que mi visión se vuelve blanca y todo se detiene. Incluyéndome a mí. Me
acerco a ella, apoyando mi peso en mis antebrazos.
—Joder —siseo con los dientes apretados.
—¿Qué es? —Comienza a sentarse, y el cambio de posición me
presiona aún más. Cuando sus paredes internas se aprietan alrededor de
mi polla, mis ojos giran completamente en mi cabeza.
—Mi billetera está en el auto. —De mala gana me relajo y me arrodillo
entre sus piernas con la cabeza gacha. Estoy listo para arrastrar mi culo por
tres tramos de escaleras y cruzar dos cuadras de la ciudad, desnudo, solo
para agarrar mi alijo de condones. Nunca he tenido sexo sin protección.
Siempre. Y hay razones para eso. Las ETS son obvias. Pero también porque
Vanessa sacó algo de mierda que me asustó de por vida.
—Está bien, B. Estoy en control de la natalidad. Recibo la inyección y
todo. Confío en ti. —Inclina su cabeza y pasa sus labios sobre mi cuello.
—No lo sé, nena. Todavía es bastante arriesgado. Nunca he tenido
relaciones sexuales sin condón. —Intento mantenerme fuerte, pero es difícil
cuando su suave lengua se burla de mi piel—. Tenemos que tener cuidado.
No necesito otra razón para que Scott...
Su mano sobre mi polla se cierra cuando las yemas de sus dedos
acarician delicadamente la parte inferior de mi eje. Con cada tirón de su
mano, mi punta roza contra el brote caliente y de guijarros, haciéndola
ronronear en mi oído.
—Tampoco he hecho esto antes. Pero tendremos cuidado. Necesito
173 sentirte dentro de mí sin nada entre nosotros. Solo una vez. Te haré sentir
mejor. —Sus labios forman un sello sobre mi cuello, lamiendo y chupando.
Moretones hasta el punto de dolor placentero—. Puedes terminar en mi boca
si eso facilita la decisión.
Agacho la cabeza, dividido entre lo que necesito y lo que
probablemente debería hacer. Por supuesto, mis necesidades terminarán
ganando este.
Siempre lo hacen.
—Adelante, cariño. Piérdete en mí. —Planta sus pies firmemente sobre
el colchón y extiende sus piernas por mí. Me alineo con su apertura y siseo
mientras veo desaparecer lentamente la cabeza. Continúo observando cómo
su apretado coño traga hasta el último centímetro hasta que nuestros
cuerpos se vuelven uno, y me digo a mí mismo que nunca más quiero usar
un condón con ella.
—Mierda. —Me caigo hacia adelante, apoyando mi peso en mis
antebrazos mientras lucho por controlar mi respiración. No es del todo fácil,
porque estar desnudo dentro de ella se siente increíble—. Te sientes ... tan
bien. —Apenas puedo ahogar las palabras. Invierto mis caderas y luego me
balanceo hacia adelante, deslizándome fácilmente dentro de sus paredes
resbaladizas.
—También me encanta cómo te sientes —extiende su mano hacia
donde nos unimos, y cuando sus dedos rozan la base de mi eje, rompo mis
caderas y conduzco más profundo. El suave y agudo ruido que hace me dice
que quiere más.
Nuestros labios se rozan a medida que aumenta nuestro ritmo. Con
cada rotación de mis caderas, ella se levanta para encontrarse conmigo. En
un momento, me dejo caer sobre mi codo, cavo la rodilla en el colchón,
mientras nuestros cuerpos se golpean y me pierdo por completo. Mis bolas
se tensan contra mi cuerpo, lo que indica que estoy cerca. Nuestras bocas
se encuentran en un beso descuidado que se profundiza cuando ella viene
y su coño se contrae alrededor de mi polla. Se siente tan increíble que casi
olvido que no estoy usando condón. Rápidamente me alejo y casi gruño
cuando los labios de Cassie me envuelven justo a tiempo para que las cintas
calientes de mi liberación se encuentren con el fondo de su garganta.
Mis huesos se sienten como si se hubieran convertido en gelatina, y
me desplomo a su lado en el estrecho colchón. Es bueno que sea tan
pequeña o de lo contrario mi culo colgaría del borde de su maldita cama.
Envuelvo mis brazos alrededor de ella y descanso mis labios en su sien
mientras ambos nos recuperamos. Ningún encuentro sexual se ha acercado
a la comparación con lo que acabamos de compartir, y ya estoy calculando
cuándo podremos encontrarnos nuevamente. Excepto por nuestra
respiración, la habitación está completamente tranquila. Hasta que su
174 compañera de cuarto se da la vuelta e interrumpe el silencio.
—Entonces, supongo que los rumores son ciertos. Cristo, Brantley. Si
solo hubieras aguantado un minuto más, yo también me habría venido.
Ahora, si ustedes dos han terminado con su jodida fiesta, a algunos de
nosotros nos gustaría dormir un poco —anuncia antes de volverse hacia la
pared.
—Pensé que habías dicho que tenía el sueño pesado —susurré con
una risa ahogada.
—Puede que haya extendido la verdad, solo un poco. —Se ríe, y no se
detiene hasta que la callo de la única manera que sé.
Con mi lengua...
Debimos habernos quedado dormidos después de la confesión de su
compañera, y en algún momento me di la vuelta y el dolor en mi espalda me
hizo imposible volver a dormir en su cama angosta. Me tambaleo por la
puerta en algún momento después de las cuatro de la mañana. La
habitación está oscura, excepto por la luz de la luna que brilla a través de
las persianas. Dejo caer las llaves en el plato de vidrio que guardamos junto
a la puerta y me dirijo a la cocina para tomar un vaso de agua.
—Llegas tarde —dice una voz ronca en la oscuridad.
—¡Jesús, Davis! —Giro el interruptor de la luz y lo encuentro sentado
en la mesa de la cocina—. Me asustaste. —Alcanzo un vaso y abro el grifo—
. ¿Cuánto tiempo has estado sentado allí?
—No tanto. —Tamborilea con los dedos sobre la madera pulida—. ¿Por
cuánto tiempo ha estado ocurriendo?
—¿De qué estás hablando? —preguntó con cautela.
—Vamos, Brantley. ¿Realmente necesitas que lo explique? —Me da
una mirada que me dice que ya lo sabe, así que no tiene sentido tratar de
inventar otra mentira. Miro nerviosamente sobre mi hombro y de regreso a
él—. Él no está aquí —dice rotundamente, ya sabiendo mi pregunta. Saco
una silla y me siento frente a él.
—¿Quién te lo dijo?
—Nadie. Lo descubrí por mí mismo. En realidad, no fue tan difícil. He
notado el cambio en tu comportamiento. La forma en que la miras cuando
está cerca. También te desvías para evitar Rivers. Ustedes dos siempre
fueron uña y mugre. Supongo que todo se sumaba para decirme que estabas
follando con Cassie. —Se encoge de hombros y se recuesta en su silla. Estoy
callado mientras trato de medir su nivel de ira. Su voz es tranquila, y no
175 parece estar enojado. He ido en contra de los deseos de mi mejor amigo.
—Nunca tuve la intención de que sucediera. Y no ha pasado mucho
tiempo, solo desde la noche de su recital. De cualquier manera, sé que la
jodí.
—¿Por qué dices eso? —Sus ojos se estrechan—. ¿Te gusta ella?
—Por supuesto que me gusta.
—¿Te preocupas por ella?
—Demonios, sí. Haría cualquier cosa por ella —le respondí a la
defensiva.
—Entonces no veo dónde la cagaste. Así que fuiste en contra del
código. Un gran problema. Si Rivers se entera, probablemente te pateará el
culo, pero lo superará y te perdonará. Pero si tú solo estas jodiendo con ella
y le rompes el corazón, yo seré quien patee tu triste culo. Cassie es mi amiga
y me preocupo por ella. No quiero verla lastimada. —Se levanta y se aleja de
la mesa.
—Yo tampoco quiero lastimarla —admito.
—Entonces no lo hagas —responde y sale de la habitación.
—Davis, espera —lo llamo—. ¿Vas a decirle algo?
—No —dice en voz baja—. Creo que te lo dejaré a ti.

176
Cassie
El tren a Chicago sale en dos horas, pero no puedo irme sin
despedirme de Brantley. Ambos hemos estado muy ocupados esta semana,
así que sólo hemos tenido tiempo para hablar por teléfono. Recuerdo que
dijo que su avión sale a las dos, lo que significa que tengo tiempo suficiente
para sorprenderlo antes de que se dirija al aeropuerto.
Abre la puerta vestido con un par de pantalones de chándal y nada
más. Le cuelgan de las caderas, y por un momento me distrae la vista.
—Hola. —Sonríe con fuerza mientras agarra la parte superior de la
puerta con su mano derecha—. Me imaginé que ya estarías en la estación
de tren.
—Pensé que ya estarías saliendo para el aeropuerto. Quería venir a
despedirme —respondo dulcemente, y luego entro y lo saludo con un beso
caluroso.
—Vaya. —Se lame los labios después de que nos separemos—. Me
gusta la forma en que te despides.
Miro alrededor del apartamento y rápidamente evalúo que hay algo
que no me está diciendo.
—¿Quieres decirme qué está pasando?
Se rasca la nuca y se encoge parcialmente de hombros.
—Mis planes han cambiado.
177
Sólo entonces me doy cuenta de que no está solo, y doy un paso atrás
hacia la puerta. No me había dado cuenta de que podría estar acostándose
con otras chicas. Había asumido tontamente que mientras estuviéramos en
el escenario de amigos con beneficios seríamos exclusivos. Fue una
suposición fácil por mi parte. No es como si tuviera a muchos tipos
golpeando mi puerta. Pero es el número dos en esa estúpida lista de
conquistas. Tiene cientos de chicas esperando en la fila.
Necesito salir de aquí.
—¿Cassie? —Me mira con recelo—. ¿Estás bien? —Extiende la mano
y la retira del pomo de la puerta—. ¿Adónde vas? Acabas de llegar.
—Es sólo que... pensé... pensé que tal vez tenías otra chica aquí —
tartamudeó y me muerdo el lado de mi mejilla.
—¿Por qué demonios pensarías eso? —Da un resoplido de burla antes
de tirar de mí en sus brazos—. Ve a comprobarlo tú misma. No hay nadie
más aquí. Sólo estoy yo, la televisión y un congelador lleno de comida. Oh,
y ahora tú. —Agarra mi rostro con las manos y me reclama la boca. Su
lengua hace círculos perezosos sobre la mía y con cada golpe sus dedos se
entrelazan en mi cabello para acercarnos. Puedo sentir su excitación
presionando contra mi estómago y no me sorprende. Siempre está de
humor.
—Espera —rompo nuestra conexión—. ¿No vas a ir a Colorado? —Me
muerde el labio antes de calmarlo con su lengua.
—No. Mis padres querían irse, así que me dejaron aquí para que me
valiera por mí mismo. —Su expresión es triste—. ¿No sientes lástima por
mí? —Toma mi mano con la suya y la guía a la parte delantera de sus
pantalones. Lo rodeo con mis dedos y acaricio hasta la base. Su cabeza
descansa sobre mi hombro, así que oigo cada pequeño gemido que hace
cuando paso mi mano por su gruesa longitud. Hay un hueco de unos
centímetros entre la punta de mi pulgar y el dedo medio, y mi boca se hace
agua cuando pienso en lo increíble que es cuando está dentro de mí.
Sin avisar, me levanta y se acerca a la mesa de la cocina. Gira una
silla antes de volver a ponerme de pie. Con un rápido movimiento deja caer
sus pantalones al suelo y toma asiento. Toma su labio inferior entre los
dientes y me seduce con sus ojos ámbar mientras me levanta la falda hasta
la cintura. Yo me subo a sus piernas, y me sostiene por las caderas mientras
me guía hacia su erección. Supongo que después de la otra noche ha
decidido no molestarse con un condón. Empiezo a recordárselo, pero cambio
de opinión.
—Espera, tengo una propuesta. —Muevo mi apertura sobre su cabeza
hinchada.
178 —¿Puede esperar hasta que esté dentro de ti? —Le da un rápido
empujón a sus caderas y rompe mi abertura. Respondo retirando las mías.
—Sólo tendré sexo contigo si aceptas venir a Chicago conmigo. Pasa
el Día de Acción de Gracias con mi familia. —Le doy suaves besos en el
cuello—. Prometo. —Mi lengua roza la parte plana de su pezón—. Hacer. —
Froto mi excitación sobre la cabeza de su polla—. Que valga la pena.
—¿De verdad crees que es una buena idea? —Asiento, moviendo
lentamente mis caderas mientras él continúa—. ¿Y realmente me quieres
ahí?
—Mmm hmm.
—Entonces será mejor que nos demos prisa si queremos tomar ese
tren. —Sonríe malvadamente antes de llenarme con un movimiento fluido.

Subimos los escalones del porche de la casa de mi infancia, y estoy a


punto de abrir la puerta cuando siento sus dedos apretando los míos.
—¿Estás segura de que a tus padres les parece bien que me inmiscuya
en sus fiestas?
Le doy un suave apretón de manos y suspiro. Es la tercera vez que me
hace esta pregunta desde que dejó Ann Arbor. Una vez que terminó de
mostrarme lo increíble que puede ser el sexo en una silla, metió ropa y
artículos de aseo en una mochila mientras yo llamaba a mamá y le decía
que lo traía. Como era de esperar, me aseguró que le encantaría tener otra
boca que alimentar. Mamá siempre fue la June Cleaver de nuestro
vecindario. La cena siempre estaba en la mesa a las seis, y un postre recién
horneado seguro que la seguía. Los amigos eran considerados familia y eran
bienvenidos a nuestra mesa en cualquier momento. Sé sin duda que una
vez que crucemos la puerta, mamá hará todo lo posible para asegurarse de
que sea bienvenido.
—B, te prometo que no tienes nada de qué preocuparte. Además, yo
te quiero aquí, y eso es todo lo que importa.
Se inclina hacia adelante y suavemente toma mi rostro con sus manos
mientras su boca cubre la mía. El beso es suave, nada como el que me dio
en el baño del tren. Donde aquel había sido frenético, como si no pudiera
tener suficiente, se toma su tiempo con este, saboreándolo como si fuera un
hombre comiendo su última comida.
—Quería hacerlo una vez más, por si es la última oportunidad que
179 tengo en los próximos días. —Le doy mi más brillante sonrisa, luego dejo
caer su mano y abro la puerta.
Resulta que tenía razón sobre mamá. Apenas atravesamos la puerta
antes de que ella tenga a B envuelto con sus brazos. Se abalanza sobre él,
hablando una y otra vez de lo mucho que ha crecido desde la última vez que
lo vio. Luego entrelaza su brazo con el de él y le da un tour completo por la
casa, asegurándose de señalar cada foto que tiene de mí, incluso las
horribles de la secundaria tomadas durante mi etapa difícil. Él es bueno,
riéndose en los momentos adecuados y respondiendo a cada pregunta que
le hace. Mientras preparamos la cena, papá lo arrastra al estudio para una
charla hombre a hombre con una cerveza y un partido de hockey en ESPN.
Ahora, estoy de pie en la cocina, con un brazo alrededor de un gran
tazón y el otro sosteniendo un pasapurés mientras miro fijamente al estudio
con una sonrisa en mi rostro. El hecho de que esté sentado en la casa en la
que crecí es mejor de lo que nunca imaginé. Sé que esto de alguna manera
va más allá de nuestro acuerdo, pero a ninguno de los dos se le ha dado
muy bien seguir las reglas en lo que se refiere a esta relación. No llamaría a
lo que tenemos una relación, pero definitivamente es como si hubiera algo
más entre nosotros. Quiero preguntarle por qué está en contra de
enamorarse. Una vez me dijo que no era capaz de hacerlo, pero no estoy de
acuerdo. La forma en que me trata es una prueba de que es capaz de mostrar
amor. Tal vez el problema es que no se atreve a recibirlo.
—Es guapo, ¿no es así? —Mamá se escabulle detrás de mí y mira
sobre mi hombro en dirección al estudio.
—Supongo —respondo, fingiendo que no me he fijado en su
encantadora belleza.
Sus cejas levantadas me dicen que no se lo cree.
—Cariño, no me engañas ni por un segundo. Sé que te acuestas con
él. —Me quita el tazón y el machacador de las manos para terminar la tarea.
—¿Qué te hace pensar eso? —Mi voz se quiebra y busco en mi cerebro
cualquier cosa que hayamos hecho cuando pensábamos que nadie miraba.
—Llámalo intuición de madre —guiña el ojo y continúa haciendo
emparejamientos mientras hace puré de patatas—. Eso, y el hecho de que
no han dejado de mirarse desde que entraron en esta casa. Mira lo bien que
se lleva con tu padre. Mi padre odiaba a tu padre cuando lo conoció. Confía
en mí, toma a este chico mientras esté disponible. —Abre el horno para darle
a los bistecs una última capa de mantequilla de ajo antes de poner la sartén
encima de la estufa.
—Tengo curiosidad, ¿cómo sabes que no tiene ya una novia?
—Le pregunté y me lo dijo.
180
—¿Qué demonios, mamá? No puedes ir por ahí preguntando a los
chicos si están solteros.
—Puedes si eres una madre que quiere ver a sus nietos antes de que
sea demasiado mayor para jugar con ellos —dice en tono agrio—. Escucha,
cariño, entiendo que eres joven y que el sexo es más bien algo casual para
tu generación. Pero en algún momento llegará un momento en que querrás
más. Creo que sería un gran partido.
—Mamá, espera. —La agarro por el brazo y bajo la voz— No puedes
decirle nada sobre nosotros a papá o a Scotty.
—Cassie, no te haría eso. Pero tu padre ya sabe que has tenido sexo.
¿Recuerdas la noche en que atrapó a Justin en tu cama? —Su ceja
perfectamente formada se eleva una pulgada.
—Por favor, no me lo recuerdes —me estremezco—. Es sólo que
Brantley no quiere que Scotty sepa lo nuestro. Cree que sólo somos amigos.
Supongo que hay un código entre ellos que Brantley prometió no romper.
No quiero causar problemas.
—Bueno, eso es una tontería. Tu hermano no tiene derecho a decirle
a nadie con quién puede o no puede estar. Estoy segura de que si tu amigo
tuviera una hermana que le gustara a Scott, no permitiría que un pacto lo
detuviera.
—Por favor, mamá. Sólo haz esto por mí.
—Bien. No diré una palabra. Pero sigo diciendo que deberías
atraparlo. Ustedes dos harían los bebés más bonitos del mundo juntos.
—¡Mamá! —Sacudo la cabeza y empiezo a preguntarme si debería
haberme quedado en Ann Arbor con B donde podríamos haber visto la
televisión y comer nuestras comidas congeladas en paz.

Más tarde, después de que mis padres se despidan y vayan a su


habitación, bajo y me quedo fuera de la habitación donde se aloja Brantley.
Me da la espalda mientras revisa su mochila, buscando algo. Me aclaro la
garganta y le aviso de mi presencia cuando doy un paso al frente y cierro la
puerta con llave. Me reclino contra la puerta y mi aliento se me atrapa en la
garganta cuando veo la mirada en sus ojos. Conozco esa mirada. Dice que
quiere terminar lo que empezamos en el tren. El calor corre por mis venas
mientras miro su pecho desnudo, y el recuerdo de lo que ocurrió entre
nosotros aumenta la necesidad de dolor entre mis muslos.
—Vuelvo enseguida. Tengo que ir al baño —susurré.
181 —De acuerdo —susurró, levantando los brazos mientras yo
desenredaba mis piernas de su regazo—. Espera, ¿tienes algo para comer?
Me muero de hambre.
—Creo que hay una barra de granola en mi bolso. Sírvete tú mismo —
ofrecí antes de ir al baño. El cuarto olía a desodorante y arrugué la nariz de
asco, ansiosa por hacer lo mío y volver a mi libro y al hombre que me
esperaba. Había estado en medio de una escena acalorada cuando la
naturaleza interrumpió bruscamente el momento, dejándome excitada.
Cuando abrí la puerta para salir, fui rápidamente forzada a entrar por un
jugador de hockey de aspecto muy intenso.
—¿Qué estás haciendo? —pregunté en voz baja.
—Hay algo que tengo que hacer. —Se lamió los labios y me miró
fijamente a la boca como si quisiera devorarme.
—Entonces saldré y te dejaré a ello. —Una sonrisa llenó mi rostro
mientras me dirigía a la puerta. Su brazo se apoyó en el lavabo, impidiendo
mi escape—. No tengo ningún deseo de mirar, si eso es lo que esperas.
—No tengo que usar el baño. —Su voz era baja y seductora mientras
metía la mano en su bolsillo—. Encontré algo en tu bolso, y me muero por
probarlo.
Mis entrañas se estremecieron cuando me di cuenta de lo que estaba a
punto de revelar. Lo había comprado por capricho. Su dinero me había
quemado en el bolsillo durante toda la fiesta. La mujer había prometido que
este vibrador en particular, si se usaba correctamente, llevaría mi orgasmo al
siguiente nivel. Aún no había descubierto sus posibilidades, habiéndolo
metido en mi bolso la noche de la fiesta y olvidándome de él, porque Brantley
proporcionaba todo el placer que una chica podía pedir.
—¿Qué estás haciendo? —siseé cuando agarró el dispositivo con su
mano derecha y levantó el dobladillo de mi falda. Con un brillo en los ojos,
giró el mango y un zumbido audible llenó el espacio confinado. Mi piel tembló
cuando me pasó el látex por los muslos apretados—. B, no podemos hacer
esto aquí. Alguien podría... —Mi voz vaciló cuando su mano rozó la parte
delantera de mis bragas. Amplié mi postura, ofreciéndole una invitación
silenciosa a que continuara, y pronto fui recompensada con una risa gutural
en mi oído. Sus dedos tiraron de la tela, apartándola, y un gemido cayó de
mis labios cuando la dichosa vibración se encontró con mi clítoris hinchado.
—Eso es todo, nena, sólo tienes que moverte con él. Se siente bien,
¿verdad? —gruñó las palabras contra mi cuello antes de hundir sus dientes
en la suave piel, dejando un pinchazo de dolor que fue inmediatamente
aliviado por su cálida lengua.
Murmuré incoherentemente, incapaz de dar una respuesta inteligente
cuando la sensación entre mis piernas comenzó su lenta quemadura. Su dedo
se hundió, bajando la punta del vibrador hasta que atravesó mi abertura y se
deslizó en el interior. Mi cabeza se ladeó y su boca estaba allí, besándome el
182 cuello, susurrando las palabras más sexys que jamás había oído. Giré mis
caderas, buscando más, y me recompensó con dos rápidos golpes de su
mano. Metí la mano entre mis piernas, y mis dedos se empaparon de mi
excitación. Se inclinó, cubriendo mis dedos con su boca, y procedió a lamer
ambos hasta dejarlos limpios.
—Eres sexy, joder. ¿Tienes idea de lo que me haces? —Incapaz de
responder, me apoyé en él mientras su mano metía y sacaba el juguete con
movimientos rápidos y pulsantes. Luego su boca estaba sobre la mía, su mano
empujó la mía a un lado para frotar el látex sobre mi nubosidad endurecida
mientras sus dedos bombeaban fuerte y rápido, llenándome con cada
delicioso golpe.
Apoyé mis manos en el mostrador a medida que la presión aumentaba
y no pude contenerme más.
—Me voy a correr. —Mis gemidos cayeron sin aliento en los labios que
amortiguaron mis gritos de placer.
Sus brazos me rodearon y sostuvieron mi peso hasta que pude
quedarme en pie sin tambalearme. Cuando finalmente hicimos contacto
visual, un rubor convirtió mi rostro en una profunda sombra de carmesí. No
era como si nunca hubiera presenciado uno de mis orgasmos, pero de alguna
manera este parecía diferente. Más personal. Escondí mi rostro en su pecho
y no pude evitar reírme ahora que había terminado.
—Creo que esta vez me has roto.
Alguien golpeó la puerta y preguntó si estaba bien, y nuestras risas
llenaron la pequeña habitación.
Una habitación que ahora olía a desodorante y a sexo.
Su pecho retumbaba de risa mientras bajaba la cabeza para un beso.
—Los mejores veinte dólares que he gastado nunca.
—Oye, preciosa. —Su voz ronca me lleva de vuelta al presente—.
¿Estás perdida o algo así? —Sus palabras son burlonas, pero no hay nada
de juguetón en el beso que me da—. He querido hacerlo toda la noche.
Todavía me tambaleo cuando me toma de la mano y me guía hacia la
cama.
—Scotty estará aquí mañana.
—Supongo que eso significa que tendré que comportarme lo mejor
posible. —Baja su boca a la mía y roba un beso codicioso—. ¿Qué dices,
Hoyuelos? ¿Tienes ganas de ser mala conmigo por última vez?
—Pensé que nunca lo preguntarías. —Caemos de nuevo en la cama, y
él pasa la siguiente hora amando cada centímetro de mi cuerpo con manos
expertas y una boca malvada. Más tarde, cuando estamos saciados y
demasiado cansados para movernos, me acuna en sus brazos—. ¿Quién iba
183 a saber que ser malo se sentiría tan bien?
—Nosotros lo sabíamos. —Deja salir un gruñido mientras le da a mi
hombro un mordisco juguetón.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —Mis dedos trazan círculos a través
de la mancha de cabello de su pecho.
—Por supuesto. —No hay duda en su respuesta.
—Se trata de Vanessa. —Su mano se queda quieta.
—No es un tema fácil para mí.
—Lo siento. Me preguntaba... ¿Sabes qué? No importa. Olvida que he
mencionado algo. ¿Podemos volver a lo que estábamos haciendo? —Estoy
divagando, preocupada de que presionarlo nos separe cuando las cosas van
tan bien. No lo habría mencionado, pero hablar con mi madre me hizo
pensar de nuevo.
—Cassie, pregúntalo y ya. Te diré todo lo que quieras saber.
La mano que tengo en la espalda se para mientras se prepara para la
pregunta a la que sabe que busco respuestas.
—¿Qué te hizo?
Un suspiro medido cae de sus labios antes de que vuelva a hablar.
—¿Quieres el cuento largo o el corto?
—Supongo que cualquier historia que te apetezca compartir —
respondo en voz baja.
—Llevábamos tres meses saliendo cuando supe que estaba
enamorado de ella. No podía comer, no podía dormir, no podía pensar en
nada más. No podía permitirme salir con ella, así que pasábamos la mayor
parte del tiempo en nuestras habitaciones o besándonos en la biblioteca. Mi
vida giraba en torno a cuatro cosas. El hockey. Mis compañeros de equipo.
El sexo. Y Vanessa. En ese orden. ¿Recuerdas lo que decías de tu ex, y cómo
nunca te puso primero? Bueno, supongo que así es como Vanessa debía
haberse sentido. Pero estaba equivocada. Yo la amaba. La amaba tanto que
me dolía el corazón.
Toma mi mano, enhebrando nuestros dedos como si tocarme le diera
fuerza. Me quedo quieta, con miedo de moverme por temor a que deje de
hablar.
—Solía decir que no tenía ni idea de lo que era el amor. Que no sabía
cómo tratar a una mujer. No lo sé. En ese momento supongo que tenía
razón. Fue mi primer amor. Pero no tenía ni idea de lo que estaba haciendo.
A los seis meses de nuestra relación, descubrí que se acostaba con otro tipo.
La amaba, así que fui demasiado terco para creer los rumores hasta que
Scott me envió una foto de ella besando al chico fuera de la fraternidad.
184 Probablemente nunca pensó que la atraparían. Pero subestimó la lealtad de
mi mejor amigo.
Su mano se cae y comienza a acariciar sin pensar mi teta en la parte
lateral con el borde de su dedo.
—Rompimos, y me cerré. Pasaron dos semanas antes de que viniera
a mi dormitorio, llorando a mares, rogándome que aceptara volver con ella.
Cuando le dije que se fuera, se arrodilló y dijo que estaba embarazada de
mí. Me dijo que lo sentía por todo y que todavía me amaba. Dijo que, al no
ponerla en primer lugar, la había empujado a sus brazos y lo más enfermo
era que le creí. Pasé el mes siguiente asustado, tratando de averiguar cómo
criar a un niño y permanecer en la universidad.
—¿Y qué pasó? ¿Se quedó con el bebé?
—Eso es lo más importante. Nunca estuvo embarazada. Se inventó
esa mierda para que le prestara más atención. Jugó con mi corazón y casi
me destruyó.
Levanto mi cabeza y miro sus tristes ojos.
—Eso es horrible. Siento mucho que hayas tenido que pasar por eso,
pero no todas las chicas quieren romperte el corazón.
—Puede que sí, pero no quiero volver a pasar por ese dolor. Creo que
nuestro acuerdo funciona. Me gustas. Te gusto. Nos divertimos y nos
llevamos perfectamente. Y el sexo es jodidamente increíble. ¿Por qué
arruinar algo bueno metiendo la palabra con A en la mezcla? —Cuando no
respondo enseguida, se lleva mi mano a su boca para darle un beso.
—Gracias por abrirte a mí. Sé que no fue fácil, pero me ayuda a
entender de dónde vienes.
—Sólo he compartido eso con unas pocas personas. A decir verdad,
me alegra que me hayas preguntado al respecto.
El hecho de que se abriera y me confiara su más oscuro dolor no se
me escapa. Me hace querer tenerlo en mis brazos y besarlo hasta que el
dolor del pasado se convierta en un recuerdo olvidado.
—Que Justin me engañara no fue la única razón por la que rompí con
él. Hubo otras cosas. Cosas que nunca le he contado a nadie.
—¿Qué clase de cosas? —preguntó con recelo.
—Bueno, para empezar, hubo muchas veces en las que fue
verbalmente abusivo. Me hacía sentir culpable para que pasara tiempo con
él. Nunca me animó a seguir mis sueños. No me malinterpretes. No era
horrible, pero aun así no estaba bien. Justin tenía esta visión de cómo
quería que fuera. Durante mucho tiempo discutimos sobre ello. Después de
un tiempo se hizo más fácil ser quien él quería que fuera.
—¿Por qué lo soportaste? ¿Pensaste que no te merecías algo mejor?
185
—Estaba enamorada de él. Al menos pensaba que lo estaba. Ya no sé
qué pensar.
—Suena como si ambos tuviéramos razones válidas para mantener
las cosas sin preocupaciones.
—No estoy segura de que sea tan fácil. Es difícil decirle a tu corazón
qué hacer. No sé tú, pero el mío parece tener una mente propia.
Lleva una mano a mi barbilla y levanta mi rostro al suyo.
—Cassie, te estás divirtiendo, ¿verdad?
—Claro que me estoy divirtiendo. Eres mi mejor amigo. Me haces reír.
—Su mano se desliza entre nosotros, y me retuerzo cuando su pulgar roza
mi sexo—. Y adoras mi cuerpo a diario. —Me deja dos besos húmedos en el
cuello antes de llevar sus labios a mi oreja.
—Ves. Perfecto, tal como es. —Nuestros labios se encuentran
brevemente antes de que me lleve hacia su regazo—. Tienes que prometerme
que me dirás cuando esto deje de ser divertido. Lo digo en serio, Cassie. En
el momento en que las cosas cambien, tienes que decírmelo. No puedo
arriesgarme a perderte porque estoy demasiado jodido para soportar algo
más.
—B, no vas a perderme...
—Cassie, por favor. —Esas dos palabras salen bajas y torturadas,
atravesando mi corazón—. Prométemelo.
—De acuerdo, cariño, lo prometo. —Y luego está ahí, rozando de mi
piel con besos húmedos y abiertos que me dejan jadeando su nombre.
—¿Se siente bien? —Pone mi pezón entre los dientes mientras me
pone de espaldas. Lo llevo de vuelta a mi boca, saboreando el calor de su
lengua mientras me seduce con cada febril golpe. Sus ojos se cierran cuando
me llena, y cuando mis músculos se aprietan a su alrededor, gruñe su
aprobación. Lo que empieza lento se acelera rápidamente, ya que cada golpe
que da lo lleva más profundo. Su cabeza cae hacia adelante, y mis labios
buscan la carne caliente en su cuello.
—Lo prometo. —Se lo digo una vez más mientras el calor de su
liberación me llena.

186
Brantley
No soy un cobarde. Al menos nunca creí que lo fuera. Las alturas no
me asustan. No tengo problemas en caso de quedar atrapado en espacios
reducidos. Demonios, ni siquiera tengo miedo al fracaso, porque cada
fracaso que he sufrido me ha hecho más fuerte. Pero en este momento, hay
dos cosas que temo.
Enamorarme.
Perder la confianza de Scott.
Seré honesto, estoy nervioso por la reacción de Scott al encontrarme
en la sala de sus padres. Obviamente, se sorprenderá, pero también puede
sospechar. Hasta ahora, mi amistad con Cassie ha funcionado en su
beneficio. Mientras pase tiempo conmigo, disminuye la culpa que él siente
por no pasar tiempo con ella. Hasta ahora, parece genial con la idea de que
pasemos tanto tiempo juntos, pero eso es solo porque confía en mí para
cuidarla. Eso fue antes de dormir juntos. Me preocupa que pueda mirar
nuestros rostros cuando estemos juntos y ver a través de nuestras mentiras.
Así que tomó la decisión de evitarla sentándome frente a ella en la mesa; de
esa manera no seré tentado. Tengo que admitir que es difícil mantener mis
manos para mí solo, especialmente cuando conozco todos los lugares
correctos para tocar.
Escucho su voz, mucho antes de que entre en la habitación, y hago
todo lo posible para actuar de forma natural. Cassie me llama la atención y
187 me da un guiño rápido que dice todo estará bien, y le doy las gracias con mi
sonrisa más brillante. Mi sonrisa rápidamente se convierte en sorpresa
cuando me entero de que no está solo.
—Hola a todos, miren a quién encontré afuera. Mamá, espero que no
les importe que se alimente otra boca. —Su risa estridente llena la
habitación mientras se hace a un lado para revelar a su invitado. Reconozco
a este chico. Él juega para Minnesota. De repente, las piezas comienzan a
caer en su lugar.
Este chico es su ex.
—¿Justin? —Una expresión de dolor llena el rostro de Cassie cuando
la atrae para abrazarla—. ¿Cómo estás?
—Estoy bien. Mejor ahora que estoy en casa. Te he extrañado. —Él la
sostiene en sus brazos, su reunión se desarrolla justo delante de mis ojos,
y cuando sus labios se posan sobre los de ella, me quedan sentimientos que
no estoy listo para enfrentar. Ya es bastante malo saber que han tenido
relaciones sexuales, pero también sé que este es el tipo al que le dio su
virginidad. Ella me contó historias sobre su relación. Historias de lo egoísta
que era en la cama y cómo nunca le había dado más de un orgasmo por vez.
Demonios, le di tres esta mañana, y eso fue antes de que fuéramos a la
ducha. Después de lo que me dijo anoche, se necesita todo lo que tengo para
no arrancarle la cabeza a este imbécil. Al ver su mano en su espalda me dan
ganas de golpear mi pecho y anunciar a todos que es mía. Al diablo con la
lealtad y la preocupación por perder a mi mejor amigo. La ira embotellada
se filtra en las grietas de mi corazón, y me imagino arrancándola de sus
brazos y follándola justo frente a él solo para mostrarle cómo se hace.
Scott frunce el ceño cuando sus ojos se fijan en mi ceño fruncido, y
por un momento estoy seguro de que todos pueden leer mi mente.
—¿Cage? ¿Qué demonios estás haciendo en mi sala de estar? ¿Pensé
que estabas atado a Colorado? —Aliviado, mis hombros se encogen mientras
cruza la habitación.
—Esos planes fracasaron, así que Cassie me invitó a venir —respondo
casualmente.
—Bueno, necesitaba que alguien me hiciera compañía durante ese
viaje en tren de cinco horas —responde, alejándose de Justin para abrazar
a su hermano. Cuando se aleja, mira y me da una sonrisa de disculpa.
—No me importa cómo llegaste aquí. Me alegra verte, hermano. Ha
pasado demasiado tiempo. —Doy un paso adelante, y él me atrae para un
abrazo. —Feliz Día de Acción de Gracias. Asegúrate de dejar espacio para el
pastel de nueces de mamá. Te lo mereces después de estar atrapado con
ésta durante este tiempo. —Él señala con el pulgar hacia Cassie, y ella lo
golpea en el brazo como venganza.
188 —Niños, no peleen. Lo juro, a veces creo que ambos todavía son
adolescentes. —Los regaña y luego nos lleva a todos a la mesa.
Rechazando el hecho de que el beso de Justin todavía está fresco en
sus labios, abandono mi plan de evitarla y, como un hombre de las cavernas,
reclamo robando la silla a su lado antes de que él se siente. Me da una
mirada perpleja, como si no tuviera idea de lo que se me ha metido, y todo
lo que puedo hacer es sonreír a cambio. El señor Rivers corta el pavo, y hay
una gran actividad a medida que pasan los platos y todos los llenan. Antes
de comenzar a comer, deja a un lado el cuchillo de trinchar y nos pide a
todos que compartamos una cosa por la que estamos agradecidos este año.
Siempre temo estas situaciones. Nunca sé lo que debo decir, o estoy tan
preocupado por decir algo incorrecto que termino en blanco y no digo nada.
Escucho mientras cada uno ofrece algo significativo, y todo lo que puedo
pensar es en lo agradecido que estoy de tener una amiga con beneficios. No
puedo decir eso, ¿verdad? Espera, ¿puedo? Justin pasa a continuación, y
divaga sobre la bendición de ver a Cassie nuevamente, y ella le da una
sonrisa forzada, pero me parece interesante cuando es su turno y no
comparte el mismo sentimiento.
—Estoy agradecida por la familia, los nuevos amigos que he hecho y
los superhéroes de la vida real —dice con una sonrisa, y quiero acercarme
y besar esa sonrisa. Su respuesta parece enojar a Justin, y eso tranquiliza
a mi hombre de las cavernas interior. Discretamente alcanzo y le paso la
mano por la pierna, deteniéndome solo cuando alcanzo la unión de sus
muslos. Las yemas de mis dedos rozan sus bragas, y una descarga de
adrenalina me atraviesa cuando sus piernas se cierran alrededor de mi
mano.
—¿Superhéroes? ¿Qué clase de respuesta es esa? Las mujeres están
locas. —Scott declara con un movimiento de cabeza—. Tu turno, Cage,
aunque nunca sabré cómo seguirás a eso.
Debería pensar en algo cursi, como si estuviera agradecido de que mi
padre esté vivo y sano, o estoy agradecido de tener una familia con quien
compartir las vacaciones. Luego su mano cubre la mía y mi polla se
endurece hasta el punto en que ya no puedo pensar con claridad. Mi pulgar
se desliza debajo de la tela y rasco mi uña sobre el pequeño capullo. Sus
ojos se cierran y alcanza un vaso de agua. Estamos rodeados por su familia
y su ex idiota, pero ella no me detiene. Cuando su mano izquierda envuelve
mi eje, dejo escapar el primer pensamiento que aparece en mi cabeza.
—Estoy agradecido de que veinte dólares sean suficientes para pasar
un buen rato.
—Amigo. —Se ríe Scott a carcajadas—. ¿Eso es todo lo que tienes que
gastar en la stripper con la que te enganchaste la semana pasada?
La habitación queda en silencio, los segundos pasan como minutos, y
sus dedos me aprietan tan fuerte que casi me estremezco. Afortunadamente,
189 su padre viene a mi rescate diciéndonos a todos que comencemos a comer.
Agacho la cabeza, sintiéndome como un completo imbécil. Estoy seguro de
que deben preguntarse qué tan rápido pueden patearme el culo por la
puerta. Demonios, ya estoy planeando mi escape después de tragar mi pavo
y mis papas.
Luego, su padre vuelve a hablar, y parte de la tensión se disipa.
—Veinte dólares. ¿Eso es todo lo que cuesta en estos días? —Todos
alrededor de la mesa se ríen. Todos menos Cassie. Ella suelta su agarre y
aparta mi mano.
Demasiado para una masturbación de Acción de Gracias.
Trato de tenerla sola para poder explicar el comentario de la stripper,
pero entre Scott y un ex novio que está pegado a su puta cadera, es casi
imposible. Ni siquiera me mira, y he intentado todo lo que puedo pensar
para llamar su atención. Cuando es hora de ir a la fiesta de los vecinos, no
tengo ganas de ir. Necesito enderezar esta mierda, pero para hacer eso,
necesito alejarla de un ex que claramente está buscando volver a estar
juntos. Scott se va a pasar el resto del fin de semana en Ohio con Ashley, lo
que significa que toda su atención ahora está monopolizada por el tipo cuya
mandíbula estoy a punto de romper. Finalmente veo una abertura cuando
ella se excusa para ir al baño y la sigo en silencio por el pasillo oscuro.
—¿Qué estás haciendo? —sisea cuando sostengo la puerta antes de
que pueda cerrarla.
—Solo cállate y escúchame por dos minutos. —Frunce el ceño, pero
se cruza de brazos y espera a que continúe—. Nunca estuve con una
stripper.
—Entonces, ¿por qué Scotty diría eso? Él no lo inventaría.
—Estábamos en el autobús, volviendo de nuestro partido contra
Boston, y él vio tu respuesta a mi mensaje de texto. Sabes, el de que tus
sueños son más dulces cuando estás conmigo.
—Espera. —Agarra mi antebrazo con un apretón mortal—. ¿Sigo
siendo Candy en tus contactos? Por favor, di que sí. —El pánico cruza su
rostro ante la perspectiva de que Scott se entere.
—Si. —Deja escapar un gran suspiro de alivio y se relaja contra el
mostrador—. Y es por eso que comenzó a preguntar por ti, y por todo el
asunto del nombre. Entré en pánico y le dije que eras una stripper que había
conocido. —Su cuerpo se suaviza visiblemente y cuando da un paso
190 adelante y deja caer su frente contra mi pecho, la abrazo—. Créeme, si él
supiera que eras Candy, ya habrías oído hablar de eso.
—¿Así que acabo de pasar la última hora enojada contigo por nada?
—Frunce el ceño.
—Oh, no diría que fue por nada. —Hay un brillo diabólico en mis ojos
cuando bajo la boca y robo un beso—. Ahora podemos disfrutar la mejor
parte de ser amigos que follan y pelean.
—Oh, ¿en serio? ¿Qué es eso? —Me pasa las uñas por la espalda.
—Sexo de reconciliación. —Sonrío y rozo mis labios sobre los de ella
en un beso suave. Creo que volveremos a la casa de sus padres. Pero cuando
Cassie abre los botones de mi bragueta y envuelve sus labios alrededor de
mi polla, descubro que tiene otros planes.
Después de nuestra conexión en el baño, ella me lleva al pasillo. Solo
avanzamos un metro antes de que me tire contra la pared y guíe mi mano
debajo de su camisa. Echo un vistazo rápido por encima del hombro, porque
estamos en medio de la jodida casa de sus vecinos y la siento contra la
pared. No quiero que nos atrapen, pero la idea de que alguien esté mirando
es un poco excitante.
—He oído que el pavo adormece a algunas personas. Estoy empezando
a pensar que te pone cachonda —le doy su pezón un pequeño pellizco.
—Entonces tal vez deberías alimentarme con pavo todos los días —
responde con voz ronca.
—Quizás lo haga. —Le guiño un ojo y miro sobre mi hombro una vez
más. A lo lejos veo a su ex observándonos. Sé que probablemente no debería,
pero la pincho contra la pared y le doy un beso que la deja sin aliento. Lleno
de lengua y a tientas, creo que incluso lo escucho rechinar. Cuando miro
hacia atrás, él se fue, pero no hay duda de que recibió mi mensaje alto y
claro. El mensaje es: Ella es mía, así que retrocede.
Me mira fijamente. Labios separados. Piel enrojecida. Ojos llenos de
adoración.
Mi pecho se aprieta y me doy cuenta de que hay un miedo que no he
reconocido.
Tengo miedo de perderla.
El hecho de que incluso esté pensando de esta manera me dice que
mis sentimientos por ella van mucho más allá de la mentira que hemos
estado ocultando. Esa mierda que había estado diciendo anoche sobre
mantener las cosas sin preocupaciones ahora arde como ácido en mi lengua.
En este momento, sosteniéndola en mis brazos, sé que la promesa que le
pedí que hiciera es una que no tengo intención de cumplir.
Por loco que parezca, estoy empezando a pensar que sería prudente
poner algo de distancia entre nosotros, antes de que uno de nosotros
191 termine lastimado.
Cassie

Conoces el viejo dicho de que, si parece demasiado bueno para ser


verdad, entonces probablemente lo sea...
Bueno, las cosas estaban muy bien. Muy, muy bien.
Nuestro tiempo en Chicago tuvo un profundo efecto en mí. Me cambió.
Cambió la forma en que nos veo. Sé que estoy enamorada de él. Y estoy casi
segura de que él también me ama.
Desde el momento en que nos conocimos he estado enamorada de él.
Con el tiempo ese enamoramiento se convirtió en anhelo. Hemos pasado
tanto tiempo juntos. Nunca me pregunté cuándo empezaron a arraigar los
sentimientos que había estado albergando. Desde el principio supe que
sentía algo por mí y sospeché que era algo mucho más profundo de lo que
estaba dispuesto a admitir. En cierto modo, hemos construido nuestro
propio rompecabezas retorcido, unido con tantas verdades y mentiras que
ninguno de nosotros parece notar que esas piezas, por muy irregulares que
sean sus bordes, encajan perfectamente.
La vida se puso bastante ocupada para ambos después de regresar a
Ann Arbor. Estoy ocupada estudiando para las finales. He memorizado la
mayoría de los capítulos de mi clase de psicología y gracias a mi tutor
privado, estoy segura de que aprobaré cálculo con una B-. La semana
pasada empecé a trabajar en una nueva canción con Mitch, el chico de mi
192 clase de composición, así que hemos pasado mucho tiempo en una sala de
ensayos.
El hockey y la universidad siempre han mantenido ocupado a
Brantley, pero hace dos semanas, consiguió un trabajo a tiempo parcial
atendiendo mesas en un restaurante del centro para ganar dinero extra para
Navidad. Eso significa que si quiero verlo los días que no podemos salir,
tengo que subirme a un autobús y terminar mi tarea mientras el equipo
practica. Después de Acción de Gracias, Roni rompió todos los lazos con
Josh, alegando que cierto jugador de hockey le había llamado la atención,
así que a menudo se une a mí. Nos acurrucamos bajo una manta y tratamos
de concentrarnos en nuestras tareas, pero una vez que los chicos toman el
hielo, es muy difícil concentrarse en otra cosa.
El fin de semana pasado tuvo una noche libre, así que salimos y
compramos un árbol de Navidad. Luego lo llevamos a su casa y lo decoramos
con suministros que habíamos recogido en Target. Jordan y Davis querían
ayudar, así que les di la tarea de ensartar las luces después de que Brantley
pasara treinta minutos asegurándose de que el árbol estuviera
perfectamente recto. Cada uno de nosotros se turnó para colgar los adornos,
asegurándose de llenar todas las ramas disponibles, y cuando terminamos
apagamos las luces y nos sentamos en el suelo para disfrutar de su belleza.
Scotty llegó a casa con una pizza y los cinco hablamos durante horas,
compartiendo nuestros recuerdos favoritos de la infancia de las mañanas de
Navidad.
Esta noche estoy sola al acercarme a la Arena. Mis Chucks se raspan
rápidamente sobre el hormigón en mi prisa por escapar del frío exterior, sólo
para someterme inmediatamente a la helada temperatura del interior de la
pista. Intenté decirme a mí misma que debería quedarme en casa esta
noche, pero apenas hemos hablado esta semana y no puedo quitarme la
sensación de que me está ocultando algo.
Los chicos están en el hielo, y la práctica parece estar en pleno apogeo.
Escaneo las camisetas, buscando el número veintisiete y cuando lo
encuentro, mi corazón se hincha. Me encanta verlo patinar. Me encanta
cómo se ve en su camiseta de práctica. Se desliza con gracia sobre el hielo.
Sus movimientos fluidos lo transportan de un extremo al otro del hielo en
un abrir y cerrar de ojos. La misma confianza sexy que veo en el dormitorio
se refleja en su desempeño como jugador. Me paro detrás de una pared de
madera y plexiglás, traspasada por el hombre que está delante de mí. Está
cubierto con su equipo, pero conozco de memoria cada centímetro del
hermoso cuerpo escondido debajo de él. He memorizado cada línea, cada
músculo, cada vena. Sé lo que lo hace temblar y sé cómo hacerlo gemir.
Podría hacer la misma declaración sobre mí. Me conoce mejor que yo misma.
Por eso la distancia física me está destrozando. Pero no es sólo el sexo lo
que echo de menos. Extraño la forma en que solíamos ser. La forma en que
193 éramos antes del sexo.
Nos echo de menos.
La práctica está a punto de terminar y en este punto, los chicos están
haciendo simples ejercicios de patinaje y tiro contra los jugadores de primer
año, que están ridículamente desequilibrados. No es justo enfrentar a un
novato con alguien del calibre de Davis o Brantley; esos dos dominan
cuando están en el hielo. Él mira hacia donde estoy parado y me reconoce
con un levantamiento de su barbilla y un guiño. Cuando es su turno, se
pone en marcha con sus patines y se mueve de lado a lado, maniobrando el
disco con facilidad y cuando llega al final, retira el brazo y envía el disco
volando hacia la red. Cuando pasa por delante de un grupo de conejitas, me
doy cuenta de la forma en que los reconoce, pero cuando llega a la sección
donde estoy parada, levanta su guante y me lanza un beso en su camino al
vestuario. Mi corazón salta de alegría por el simple gesto, porque me dice
que todavía le importa.
Una vez terminado el entrenamiento, me quedo hasta que los chicos
se hayan duchado, y me escondo en un rincón oscuro para ver como todos
salen del vestuario. Todos excepto Brantley. Cuando sé que no hay moros
en la costa, entro en la habitación y lo busco. Hay un largo pasillo con dos
habitaciones a la izquierda. Una es un área de reunión donde ven las
imágenes de sus partidos y estudian a sus oponentes. La otra es una oficina
que supongo que pertenece al entrenador Bishop. A la derecha, la sala se
abre a una gran área alineada con casilleros y bancos para los jugadores.
Esta área lleva al cuarto de baño. No lo encuentro en el vestuario, así que
sólo puedo suponer que aún está en la ducha, o quizás ya se ha ido y no lo
he visto.
Cuando me acerco, oigo agua corriente y una voz. Su voz. Me detengo
y me quito los zapatos antes de entrar en la sala de vapor. Desde donde
estoy parado, puedo verlo. Está de espaldas a mí y sus manos están
apoyadas en la baldosa. El agua corre por su espalda y habla en voz baja,
ya sea a sí mismo o a alguien más. En este punto, no estoy segura. Me
preparo para lo peor y acorto la distancia entre nosotros. Sintiendo que ya
no está solo, gira la cabeza y parece sorprendido de verme.
—Cassie, ¿qué estás haciendo aquí? —Frunce el ceño.
Su pregunta me ofende y cuando no se acerca a mí, me meto con él.
—¿Por qué crees que estoy aquí? Estaba preocupada por ti. Por
nosotros. Ya casi no nos vemos.
—Estoy bien. Te lo dije, he estado muy ocupado. —Frota una mano
sobre su rostro antes de pellizcar el puente de su nariz entre dos dedos.
—Has estado aquí mucho tiempo. Y cuando entré, estabas hablando
contigo mismo. ¿Hay algo que no me estás diciendo? —Mis puños se
aprietan a mis lados en la frustración, porque no sé si debería estar
194 enfadado o confundido. La sensación de temblor en mis piernas me dice que
es algo peor.
Estoy aterrorizada.
—Tengo algunas cosas en la cabeza que necesito meditar y quería
hacerlo solo —dice y me tenso por la dureza de su voz.
Bien... Esta conversación no va a ninguna parte. Supongo que tendré
que ser más directa. Me levanto a mi altura, aunque él todavía se eleva sobre
mí y me meto bajo el agua con él. Completamente vestida.
—¿Estás loca? —gritó, mientras le digo.
—¿Me estás dejando?
Se detiene y mira fijamente como riachuelos de agua bajan por mi
rostro. Me hace retroceder medio paso, para que no me ahogue más, y apoya
sus manos en mis codos. Su rostro registra confusión y no lo culpo. No
estamos saliendo. No somos una pareja. Demonios, ni siquiera tenemos una
relación. Y seguro que no hemos dicho la palabra con “A” que no se dice. En
resumen... ya no estoy segura de lo que somos.
—Nena, no. —Me toma en sus brazos mientras me mece de un lado a
otro bajo el chorro—. No te voy a dejar. ¿Cómo puedes pensar eso? Desde el
momento en que nos conocimos, me has consumido. —Su voz se suaviza
mientras acaricia mi rostro con sus fuertes manos.
—Porque te extraño, B. Porque te necesito. —Mi voz se rompe cuando
las palabras se atascan en mi garganta—. Y pensé... —Bajo la mirada y veo
que mis manos tiemblan. Estoy en una habitación llena de vapor, con agua
caliente que me golpea, pero no puedo dejar de temblar.
—Créeme cuando te digo que no hay nadie más en esta tierra en quien
valga la pena pensar. Sólo estoy lidiando con mierda que sólo yo puedo
arreglar. —Baja su rostro hacia el mío antes de continuar—. Te lo dije, estoy
hecho un desastre. Hay cosas que pasan entre nosotros y no estaba
preparado para ello. Estoy tratando de averiguar lo que todo esto significa.
—Su pulgar traza la curva de mi labio mientras estudia mi expresión—.
Ahora, ¿qué más ibas a decir?
—¿Qué quieres decir? —parpadeo hacia él en la confusión.
—Dijiste que pensabas algo. ¿Qué era? —Sus labios rozan los míos en
un tierno beso mientras espera mi respuesta.
—Iba a decir que pensaba que tú también me necesitabas. —Es bueno
que esté cerca, porque he susurrado las palabras tan suavemente que
apenas las escucho.
Su cuerpo se hunde contra el mío.
—Ese es el problema, Hoyuelos. Tengo miedo de necesitarte
195 demasiado.
No se dicen otras palabras. En cambio, cerramos los ojos y nos
besamos hasta que nos olvidamos de todo lo demás. Nos besamos como lo
hicimos la primera vez que nos conocimos.
Antes de que las reglas y promesas se rompieran.
Antes de que se dijeran mentiras.
Antes de que las cosas fueran simples.
Antes de que fuéramos sólo amigos.
Cuando todavía éramos nosotros.
Y era perfecto. Excepto por un pequeño problema.
Cuando abro los ojos, sigo enamorada de él.

196
Brantley
—No se puede negar que sus líneas son fuertes este año —anunció
Jordan mientras la camarera pone nuestras bebidas en la mesa—. He visto
las imágenes de sus últimos cuatro juegos, y McFarland marcó tres goles en
un solo juego, por no mencionar los goles y asistencias que acumuló en los
otros tres.
Miro alrededor de la mesa y me doy cuenta de cuánto he echado de
menos a estos tipos. Ha pasado mucho tiempo desde que los cuatro nos
paramos a tomar una cerveza después de la práctica. Después de hablar de
la vida amorosa de Scott y de burlarnos de Jordan por su falta de ella, el
tema ha cambiado naturalmente al hockey. Más específicamente el partido
juego contra Minnesota después de que regresemos de las vacaciones de
Navidad.
—Sí, vamos a tener que apretar la segunda línea si queremos tener
alguna posibilidad de apuntarnos una victoria. Hablemos con el entrenador
para pasar tiempo extra en el hielo antes de despegar esta semana. Cage,
¿por qué no ves si Taylor está dispuesto a presionar más a los defensas en
la práctica? —lanza Rivers sarcásticamente. No se puede negar que nuestras
dos últimas pérdidas fueron porque hemos sido débiles en la zona defensiva.
No soy el único responsable de nuestro mal rendimiento en el hielo, pero
cuando se añade el hecho de que me acuesto con su hermana, sólo aumenta
la culpa que ya tengo.
—No olvidemos que su portero es un fuerte candidato al premio
197 Richter. Sus estadísticas son estelares, así que si queremos tener alguna
esperanza de marcar, tendremos que atacar con fuerza. —Nos recuerda
Davis.
—Spiker puede ser bueno, pero Rivers ha sido sólido en el pliegue esta
temporada. Ha hecho un promedio de veintiocho paradas por partido, y
también es un contendiente. Si me preguntan, creo que él será el que se lo
lleve. —Dejo caer mi cerveza en dirección a Scott. Él ofrece un asentimiento
de agradecimiento, pero no deja que los elogios se le suban a la cabeza.
Como el resto de nosotros, ha jugado lo suficiente como para saber que
cualquier cosa puede pasar y si no tienes cuidado, la dirección que toma tu
carrera puede desviarse repentinamente y todo terminaría en un abrir y
cerrar de ojos.
—Oye, ¿a qué hora saldrán mañana? —preguntó casualmente. Jordan
consiguió entradas para el concierto de Kid Rock mañana por la noche en
Cincinnati. Ashley también va a ir, lo cual no es una sorpresa, pero funciona
a su favor porque su familia vive en Cincinnati y planean emborracharse y
pasar la noche en su casa.
—El Charger se retira a las tres, y hay espacio para tu sexy culo si
has cambiado de opinión —responde Rivers, asegurándose de lanzar un
guiño descarado al final.
Aunque a una parte de mí le encantaría acompañarlos, ya les he dicho
que no podía porque tenía que trabajar en el restaurante. Pero eso es
mentira. No tengo que trabajar. Cassie vendrá a ver una película y a celebrar
la Navidad antes de que ambos regresemos a casa para las vacaciones.
Cuando nos fuimos de Chicago, sabía que las cosas entre nosotros
habían cambiado. Me asustó, porque no estoy seguro de que ninguno de los
dos esté listo para admitir sus verdaderos sentimientos. Cassie no está
preparada para que Scott se entere de lo nuestro. Y, honestamente, yo
tampoco. La culpa que he estado cargando es pesada, pero no cambia lo que
siento por ella. No voy a mentir, las últimas semanas han sido duras, pero
ambos estamos tratando de superarlo. Cassie dice que quiere pasar la
Navidad y luego confesar nuestra relación.
Porque eso es lo que es...
Una relación.
Todavía no estoy seguro de cómo sucedió. Dejar que se acercara a mí.
He estado huyendo del amor durante tanto tiempo que pensé que si seguía
perdiendo el tiempo con chicas olvidables nunca me alcanzaría. Así que he
pasado los últimos cuatro años usando el sexo casual como escudo,
creyendo secretamente que protegería mi corazón de más daños.
Y entonces la conocí...
Cassie no es como las demás chicas. Y no hay nada olvidable en ella.
198
Llegó a mi vida como un súbito aguacero. Cubriéndome de amor y
esperanza cuando menos lo esperaba. Pero exactamente cuándo más la
necesitaba.
Esta noche está con su compañera y un tipo llamado Mitch de su clase
de música. Han estado trabajando en un proyecto juntos estas últimas
semanas, y dijeron que necesitaban un descanso de la monotonía de la sala
de ensayo.
—Gracias, pero tengo que trabajar a las cuatro. Estaré allí hasta el
cierre. Pero pásenlo bien y traten de no meterse en problemas. —Miro a
Davis cuando digo esto, porque parece que siempre se mete en un aprieto
cuando salimos. Culpo a su encantadora belleza, pero Rivers dice que es
porque habla demasiado.
—Oye, no puedes divertirte sin encontrar algún problema pequeño.
Los dos van de la mano. ¿No es así, Cage? —responde Davis. Lo miro y
frunzo el ceño y el bastardo tiene el descaro de guiñarme el ojo.
Hijo de puta engreído.
—Dios, ¿podría alguien matarme para no tener que soportar a otro
aspirante a Kelly Clarkson? —Rivers se golpea la frente en la mesa. Todos
miramos hacia el escenario, donde una rubia hace todo lo posible por seguir
la letra de la pantalla, pero aun así suena como una hiena moribunda—.
¿Cómo diablos olvidamos que era noche de karaoke?
—Oh, vamos, no es tan malo. La chica que contó a Katy Perry estaba
buenísima. —Sonríe Davis con maldad—. Incluso me dio su número de
teléfono.
—¿Por qué no me sorprende? —digo, poniendo los ojos en blanco.
—Sí, ¿qué puedo decir? Parece que las chicas se me tiran encima —
dice. Todos nos reímos de su comentario cuando se inclina y me golpea con
el dorso de la mano mientras señala la dirección del escenario—. Oye, Scott,
¿esa no es Cassie?
Rivers se da la vuelta y cuando la ve mira de nuevo.
—Eh, supongo que sí. No sabía que ella pasaba el tiempo aquí. —Se
encoge de hombros rápidamente—. Pero no me sorprende que esté en el
escenario.
—¿Por qué? —preguntó Jordan.
—Porque tiene una voz increíble —respondo en voz baja. Scott frunce
el ceño como si estuviera a punto de decir algo, pero lo deja pasar. Mi mirada
se dirige al escenario, donde ella sostiene un micrófono y espera su nota de
inicio. La música comienza, y es un ritmo de tecno-sintetizador con el que
me he familiarizado mucho en los últimos meses, porque me ha hecho
escucharlo en más de una ocasión.
199 Comienza la canción de pie, pero una vez que llega al coro comienza
a pavonearse por el escenario, cantando que el amor es locura y claridad al
mismo tiempo. Ya no es la chica tímida que llevé a casa después de
encontrarla llorando en el baño. En su lugar está la mujer que se arrodilló
y me tomó en el baño de sus vecinos. La misma mujer que gemía
descaradamente mientras la llevaba al clímax con mis dedos y un juguete
barato de látex.
La mujer en el escenario exuda una sexualidad cruda, y mi polla
definitivamente se ha dado cuenta.
Pero esa no es la única parte de mí que se da cuenta.
Sé todo sobre ella. Cada peca de su nariz. El brillo en su ojo izquierdo
justo antes de que venga. Cada suspiro de satisfacción. Y el hoyuelo que
aparece justo después de que nos hayamos besado. Podría seguir y seguir.
La multitud la ama. Les encanta cuando levanta el puño para puntuar
ciertas palabras. Y gritan como locos cada vez que llega a una nota
increíblemente alta. Ella se abre paso entre la multitud, abriéndose camino
entre las mesas mientras continúa la canción. Unos tipos en una mesa cerca
del frente se acercan y le azotan el culo, y me levanto de mi silla.
—Tranquilo, Casanova. —Davis me sostiene con un fuerte apretón en
mi antebrazo. Me siento de nuevo y me froto la mano en la nuca en señal de
frustración.
—Mierda, Rivers. ¡Tu hermana es jodidamente increíble! —Jordan
mira fijamente al escenario con la boca abierta.
—Es bastante asombrosa, ¿no? —dice maravillado.
Cuando la canción termina, el público se vuelve loco y exige un bis.
Mi corazón se hincha de orgullo, porque todo el tiempo le he dicho que va a
ser una estrella. No tarda mucho en empezar la siguiente canción, y es una
canción lenta. También conozco esta canción. Es “Holding Out for a Hero”
de Elise Lieberth. Me hizo escucharla en el viaje en tren a casa, y, cuando
terminó de tocar, dijo que la canción le recordaba a mí.
Aunque la he oído cantar muchas veces, todavía estoy hipnotizado por
su actuación. Todo el lugar está en silencio mientras canta, y cuando
pregunta si hay un superhombre que la haga perder el control, podría jurar
que nuestros ojos se encuentran.
Davis pone una mano en mi hombro y se inclina hacia adelante,
hablando con un tono bajo.
—Sé que estás teniendo un momento, pero te aconsejo que borres esa
mirada de tu rostro antes de que descubra que estás enamorado de ella. —
Mis ojos se dirigen a los suyos, y él simplemente levanta la frente en
200 respuesta—. Sólo pensé que deberías saberlo.
¿Amor?
¿Yo?
Brantley
—¿Estás seguro de que quieres esperar hasta después de la cena para
intercambiar regalos? —me llama desde la sala de estar.
Bajo las escaleras y la encontró de rodillas debajo del árbol, tratando
de encontrar el lugar perfecto para mi regalo. Cuando gira la cabeza, estoy
justo detrás de ella y sus ojos recorren la longitud de mi cuerpo antes de
encontrar mi mirada. No puedo resistirme a reírme de su persistencia antes
de agacharme a su lado. Deslizo mi dedo por su mejilla antes de tocar el
final de su nariz.
—Positivo. —Deslizo mi mano alrededor de la parte posterior de su
cabeza y le doy un suave tirón hasta que nuestros labios están separados
por milímetros—. Creo que alguien necesita aprender algo de paciencia. —
Nuestros labios se encuentran para tres besos rápidos antes de levantarme
y tomarla de la mano—. Vamos, es hora de esa película.
La película está a la mitad y nos hemos pasado la mayor parte del
tiempo besándonos. Hasta ahora, nos hemos quedado besando y
acariciando con nuestra ropa puesta. En realidad, es realmente agradable y
no recuerdo la última vez que me divertí tanto con mi ropa puesta. Cada vez
que sus manos van a desabotonar mis jeans, solo levanto su brazo y lo
coloco alrededor de mi cuello. Lo veo como una construcción de
anticipación, pero está sacando a Cassie de su siempre amorosa mente.
—No eres divertido. —Saca el labio inferior y hace pucheros.
201 Dejo de besarle el cuello y entrecierro los ojos.
—¿Me acabas de llamar aburrido?
No dice nada, solo me mira y asiente una vez. En un movimiento
fluido, me paro y la tiro sobre mi hombro. Mientras marcho hacia la puerta
principal, se ríe y me da una palmada en el culo. El aire frío golpea de
inmediato y cuando se da cuenta de a dónde voy sus risas se vuelven
suplicantes.
—¡Brantley, no! No te atrevas. —Sigo caminando hasta que
alcanzamos el montón de nieve a la derecha de la acera y la tiro con cuidado
en el montículo fangoso—. ¿Estás loco? ¡No estoy vestida para esto! —Se
sienta y se pone las manos en las caderas. Me río tan fuerte que no puedo
ver sus manos extendiéndose para tirarme a su lado. Ahora estamos fríos y
mojados, así que hago lo único lógico que me viene a la mente. Hago un
descuidado ángel de nieve. Un momento después, también hace uno y
cuando me giro hacia ella, todavía riendo, la encuentro mirándome con algo
más que risas en los ojos.
—B, te… —Me inclino y cubro su boca con la mía cortándola
efectivamente.
Sé lo que estaba a punto de decir y no estoy seguro de estar listo para
escucharlo. En este momento, estamos viviendo en el mundo de fantasía
que hemos creado y todo se siente tan bien aquí. Me temo que, si decimos
las palabras, nos abriremos a una realidad que seguramente nos destruirá.
La beso profundamente, esperando que mis labios puedan transmitir
lo que siento por dentro.
—Brantley —dice entre dientes—, me estoy convirtiendo en una
paleta. ¿Podemos llevar esto dentro?
—Oh, mierda, cariño, lo siento —la recojo y vuelvo adentro donde hace
calor y es agradable. Ambos somos un desastre mojado, así que la llevo
arriba a mi dormitorio—. ¿Por qué no te duchas para calentarte mientras yo
bajo y comienzo la cenar? ¿Está bien lo del desayuno?
—Es perfecto, como tú —susurró poniéndose de puntillas para
besarme de nuevo—. Solo hay un pequeño problema. No tengo nada seco
para ponerme. —Levanta su camisa mojada sobre su cabeza y la arroja al
piso del baño y estoy momentáneamente distraído por lo bien que se ven
sus tetas en el brasier rojo de encaje que lleva puesto.
—No te preocupes, solo toma algo mío. —Le doy una burla a su pezón
con el pulgar antes de girar para comenzar la cena—. Nos vemos en unos
minutos.
—Coqueto. —Me guiña un ojo antes de agregar su brasier a la pila—.
Hazme salchicha extra.
202 —Nunca comes tu salchicha —le recuerdo.
—Lo sé, pero tú sí. —No puedo dejar de sonreír mientras bajo las
escaleras.
Le doy la espalda cuando ella entra en la habitación. La masa de
panqueques está lista y tengo salchichas y tocino terminando en la estufa.
—Hay jugo de naranja en el mostrador y ya he retirado el corcho del
champán por si quieres una mimosa —digo por encima del hombro mientras
saco las salchichas de la sartén—. Pensé que podríamos fingir que era la
mañana de Navidad y… —Me doy la vuelta y olvido todo lo que estaba a
punto de decir.
Está de pie en mi cocina, vestida con nada más que mi vieja camiseta
de práctica y un par de medias de tubo a rayas azules. Es tan pequeña que
cuelga más allá de sus rodillas y el cuello se cae de un hombro. Su cabello
rubio cuelga en rizos sueltos y su rostro ha sido limpiado.
En toda mi vida, nunca he visto una vista más hermosa.
—¿Está todo bien? Espero que no te importe que use esto —mira hacia
abajo y tira nerviosamente del jersey mientras lucho por tragarme el nudo
en la garganta—. Me imaginé que es tanto tiempo que quita el uso de
pantalones. Si te molesta… —Deja de hablar cuando la interrumpo por
segunda vez esta noche.
Mi mano izquierda se enrosca en su cabello cuando nuestros labios
chocan. Su boca es cálida, al igual que su piel y cuando mi lengua se desliza
dentro, ella gime. Mis dedos se deslizan por su pierna para encontrar el
dobladillo de mi camisa y cuando llego a la cima de sus muslos, me
encuentro con su coño desnudo.
—¿Sin bragas? —Sonrío diabólicamente.
—Supuse que era redundante. —Su hombro se levanta unos
centímetros—. Probablemente terminarías arrancándolas.
Manteniendo mi mano entre sus piernas, la levanto y la coloco sobre
la mesa de la cocina. Al entrar en el espacio vacío entre sus piernas, provoco
con mi lengua sus labios antes de arrastrarla por el hueco de su garganta.
Sus suaves gemidos me animan cuando bajo un lado del cuello del
jersey para exponer su pecho desnudo. Mis labios cubren el pico tenso y giro
mi lengua en círculos lentos hasta que ella se retuerce debajo de mí.
Moviéndome hacia el otro pezón, repito la seducción mientras se frota sobre
mi nudillo hasta que sus suaves ronroneos se convierten en gemidos.
Libero su pezón con un fuerte estallido y me bajo en la silla colocada
directamente frente a ella. Levantándola por las caderas, mis manos
deslizan el jersey hasta su cintura. Podría quitárselo, pero verla en él tiene
mi polla más dura que el jodido diamante Hope. Mis manos van a sus
rodillas, separándolas muy lentamente hasta que me recompense al ver sus
203 brillantes pliegues.
—Mmmm —le digo, inclinando la cabeza para probar.
—Uh, Brantley. —Mueve las caderas y se apoya en los codos—. ¿Qué
estás haciendo?
Dejo de hacer lo que estoy haciendo e inclino la cabeza hacia atrás
para encontrarme con su sonrisa con una de las mías.
—Comer, por supuesto.
Tomándola por los tobillos, la llevo de vuelta a mi boca y ceno hasta
que sus suaves gritos me dicen que ya ha tenido suficiente.
—Esa boca tuya debería estar registrada como un arma letal. —Una
sonrisa de satisfacción llena su rostro cuando se acerca a mí para ayudarla
a levantarse.
—Supongo que lo disfrutaste —le digo con confianza, limpiándome la
boca con el dorso de la mano.
—Dah. —Ofrece una risa gutural y palmea el bulto dolorido en mis
pantalones—. ¿Pero qué hay de ti? ¿Te gusta hacer eso?
—¿Estás bromeando? —Sonrío y dejo caer mis pantalones al suelo—.
La mejor comida que he comido.
—¿Sí? Bueno, todavía no has comido el postre —responde,
enroscando su pierna alrededor de la mía para instarme a acercarme. La
lujuria llena sus hermosos ojos azules y todo lo que puedo pensar es en
cubrirla con caramelo dulce y pegajoso y festejar hasta que caiga en coma
de azúcar.
Sus brazos rodean mi cintura, atrayéndome para que la punta de mi
excitación roce contra el pequeño manojo de nervios. Sus labios se separan
y sus ojos se cierran mientras inclina ansiosamente su pelvis para llevarme.
Con una mano en su cabello y la otra extendida sobre su espalda baja, ruedo
mis caderas y lentamente guío la cabeza de mi polla hacia adentro. Sus
músculos internos se contraen y tiran guiándome a un ritmo lujosamente
lento.
—Me gusta la forma en que piensas.
Me encanta la forma en que su cuerpo reacciona a la intrusión. El
jadeo tembloroso cuando la escucho abrir. El siseo que absorbe mientras
sus músculos se estiran para acomodarme. Seguido por el suspiro largo y
contento que ambos lanzamos cuando estoy completamente adentro.
—Dulce Jesús —gruño en su oído—, estar dentro de ti supera todo lo
que he hecho.
204 Mis labios encuentran la mancha en su cuello que la vuelve loca y su
cabeza rueda perezosamente a un lado mientras la prodigo besos húmedos.
—¿Mejor que patear el culo de Kazmierski? —bromea con un
chasquido de su pelvis que siento hasta mis dedos de los pies.
Muerdo su tierna carne y luego calmo el aguijón con suaves toques de
mi lengua.
—Muuuucho mejor.
Se retuerce sobre la mesa, bajando la barbilla hacia el pecho y
gimiendo muy suavemente. No me gusta el cambio, porque significa que no
puedo ver sus ojos. Apretó mi mano en su cabello y le doy un suave tirón.
Sus pupilas se dilatan, diciéndome que le gusta cuando me pongo un
poco duro.
—¿Mejor que ganar Frozen Four?
—Te lo dije —gruñó, golpeando mi polla tan profundamente que gimió
y me arañó los hombros—. Nada se compara. N. A. D. A.
Sus dedos agarran la parte posterior de mi cuero cabelludo,
rompiendo nuestras bocas en un beso hambriento. Giro mi cabeza hacia la
izquierda, saboreando el empuje y el tirón de sus labios mientras su lengua
se retuerce y gira con la mía en un lento baile de seducción.
Mientras giro mis caderas, arquea la espalda para encontrarse
conmigo. Sus piernas aprietan su agarre alrededor de mi cintura,
aumentando la fricción entre nosotros. Con cada golpe la base de mi eje
choca con su clítoris hinchado y responde chupando mi lengua más
profundamente en su boca. Me alejo, dejando solo la corona a salvo dentro,
luego la golpeo de nuevo en un golpe poderoso. Su cabeza cae hacia adelante
para descansar sobre mi hombro y sigo empujando, dándole todo lo que
tengo, hasta que casi me desmayo del intenso placer que me recorre.
—Te amo —susurró en voz baja.
Mi cuerpo aún se detiene ante sus palabras, pero mi cerebro no se
ralentiza. Se pone en marcha a toda marcha.
¿Me ama?
Agarrando mi rostro en sus manos, presiona un tierno beso en mis
labios, y esta vez me mira directamente a los ojos cuando lo repite.
—Te amo, Brantley.
Ella me ama...
Mi cabeza da vueltas.
He pasado los últimos cuatro años creyendo que escuchar las
palabras “te amo” solo me traería dolor.
Todo lo que se necesitó para demostrar que estaba equivocado fue
205 escuchar a la mujer correcta decirlos.
¡Ella me ama!
Deslizando mis manos debajo de su culo, la levanto y la llevo contra
la puerta de la despensa. Sus brazos se aferran fuertemente a mi cuello
mientras golpeo implacablemente su pequeño cuerpo. Los productos
enlatados golpean juntos cada vez que su trasero se estrella contra la puerta
y cuando su orgasmo llega a su punto culminante, me muerde el hombro
con fuerza mientras la lleno con mi liberación.
Por ahora, ambos somos un desastre jadeante y sudoroso. Mis
pantalones están alrededor de mis tobillos y sus piernas están sobre mis
antebrazos. Lentamente la bajo al suelo y me levanto los pantalones, sin
molestarme en abotonarlos antes de poner mis manos sobre su rostro y
colocar un suave beso en sus labios hinchados.
Incapaz de apartar mi mirada, descanso mi frente sobre la de ella y
respiro profundamente para calmar mis nervios por lo que necesito decir.
—Cassie, yo… —No puedo pronunciar las palabras antes de que una
voz enojada grite detrás de mí y ambos nos congelemos.
—¡Maldito hijo de puta! —Me separaron de ella y me arrojaron a la
mesa de la cocina—. ¿Todo el tiempo? ¡Estuviste follando con ella todo el
tiempo!
—Scott, no fue como si… —Mis palabras se cortaron cuando su puño
se conecta con mi mandíbula. Me duele como el infierno, pero esta vez
permanezco de pie.
En este punto, Cassie está gritando y cuando Scott vuelve su ira hacia
ella, uso mi mano para moverla a salvo detrás de mí.
—Solo amigos, ¿eh? No puedo creer que hayas ido a mis espaldas. —
Su rostro no refleja nada más que disgusto cuando me señala con el dedo—
. ¿Por qué él? No es lo suficientemente bueno para ti.
—¡Oye! —Interrumpo, ofendiéndome ante el insulto que acaba de
lanzar a mi costa.
—Cassie, él dormirá con cualquier cosa que camine. Demonios, ha
dormido con la mitad de las chicas en el campus y ahora has dejado que te
folle también. ¿No sabes que solo te romperá el corazón? —Sus manos tiran
violentamente de las puntas de su cabello mientras camina enojado por el
piso de la cocina—. Cristo, no eres mejor que sus fieles fanáticas.
Cargo contra él, bajando mi hombro mientras me conecto y los dos
nos golpeamos contra la pared. Somos iguales en fuerza y nos lanzamos
alrededor de la cocina con gran fuerza, abollando la nevera y rompiendo la
mesa cuando ambos aterrizamos en ella. Mientras luchamos, me inmoviliza
206 y comienza a golpear mi rostro con su puño. La sangre brota de mi nariz y
por el crujido que hizo cuando me golpeó, estoy bastante seguro de que está
rota.
Cassie salta sobre la espalda de su hermano y comienza a golpearlo
con sus pequeños puños, gritando a todo pulmón.
—¡Basta! ¡Vas a matarlo! —Sus gritos agudos resuenan en mis oídos—
. Scotty, por favor, lo amo —grita distrayéndolo lo suficiente como para que
yo le dé un golpe en el pecho con las dos manos. Se tambalea hacia atrás,
tirando a Cassie al suelo con un ruido sordo y ella se arrastra hacia la
esquina.
Aprovecho la apertura, me lanzo sobre él. Después de recibir el primer
golpe, había estado dispuesto a dejarlo ir, ya que lo había engañado. Pero
después de las cosas crueles que le dijo a Cassie y al ver el dolor en su
rostro, no puedo contenerme más.
Lo tengo atrapado contra el mostrador, clavándolo con mi puño,
rodilla, codo.
Lo que sea.
Con cada golpe que conecta, la culpa que he estado cargando sobre
mis hombros como pesas de plomo hasta que, en última instancia, me
consume y me quedo mirando el desastre que he hecho.
Dos personas.
Dos personas que amo más que cualquier otra cosa en este mundo.
Dos personas cuyas vidas acaban de ser arruinadas por mis
elecciones egoístas.
El mejor amigo que confió en mí...
La chica que piensa en mí como su héroe...
A la mierda eso. No soy un héroe No soy más que un desastre.
Por dentro y fuera.
Demonios, no merezco a ninguno de ellos.
Rivers se levanta y se limpia la sangre de la nariz con la manga antes
de dar el golpe final.
—No puedo creer que los dos hayan estado a mis espaldas. Confié en
ti, Cage. Confié en que la cuidarías, pero en vez de eso, aprovechaste esa
confianza y te aprovechaste de mi hermana. Eres un hijo de puta. Ni siquiera
puedo mirarte más.
Las lágrimas caen por las mejillas de Cassie mientras se enfrenta a
las consecuencias de nuestras acciones. Ya sabía que algo así sucedería.
Intenté decírselo desde el principio, pero no me escuchó.
207 Ninguno de nosotros había escuchado realmente.
Hasta ahora, todo había sido un juego. Pero en cada juego, no importa
qué tan bien jueguen los dos, siempre habrá alguien que pierda.
Sus ojos caen hacia los míos e incluso a través de sus lágrimas puedo
decir que espera que la rescate. Pero no puedo ¿Cómo puedo salvarla
cuando ni siquiera puedo salvarme a mí mismo?
Se estira para que yo tome su mano y así las paredes que solían
proteger mi corazón vuelven a resucitar.
—Vamos, B. Salgamos de aquí.
—Necesitas ir a casa. Ahora. —Me encuentro con su mirada que se
siente vacía y un corazón pesado como la piedra.
—Empaca tu mierda y sal de mi casa —dice Scott, poniendo un brazo
alrededor de la cintura de su hermana.
—Scotty, tienes que dejarnos explicarte. Nos ama…
—¿Amor? —Su risa se burla de ella—. Estás perdiendo el tiempo,
Cassie. Cage no se enamora. —Ella lo empuja y da un paso en mi dirección.
—¡Eso no es verdad! ¡Él me ama! —Se da vuelta y sus ojos me
suplican—. B, dile.
Abro la boca. Queriendo desesperadamente decirle lo que necesita
escuchar. Y lo que necesito decir.
Pero yo no...
—¡Ve a casa, Cassie! —Respira hondo, sus ojos azules se llenan de
lágrimas y otro pedazo de mi corazón se rompe. Lo último que veo es que
sale corriendo por la puerta antes de que el puño de Rivers se conecte con
mi ojo.

208
Cassie
—¡Vete a casa!
Esas palabras resuenan ruidosamente en mis oídos mientras mis pies
golpean el pavimento mojado. Está nevando. Supongo que debe haber
comenzado algún tiempo después de que hicimos nuestros ángeles de nieve.
Miro y ahí están. Lado a lado y algo desfigurado gracias al incómodo
ángulo en el que nos habíamos caído. La nieve fresca ahora cubre el suelo,
pero si miras de cerca, aún puedes ver la huella de la mano que dejó cuando
se dio la vuelta para besarme.
Él sabía lo que estaba a punto de decir. Por eso me había besado. Para
callarme
No había estado listo entonces, ¿Qué había cambiado en la última
hora? Se lo dije no una vez, sino dos veces en la cocina. La mirada en sus
ojos indicaba claramente que le gustaba escucharlo. Y la forma en que
respondió me dijo que sentía lo mismo.
Había estado a punto de decirlo también. Estoy segura de ello.
Entonces Scott irrumpió y destruyó todo.
Incluyendo a Brantley.
¿Por qué siempre intentaba interponerse entre nosotros?
Las lágrimas pican mis ojos, haciendo imposible ver a dónde voy, por
eso choco con Davis al final de la entrada.
209
—Whoa, Cassie, baja la velocidad. ¿A dónde vas? —lanza una mirada
nerviosa hacia la casa antes de fruncir el ceño ante mi apariencia—. Cariño,
te vas a morir de frío vestida así. —Se quita la chaqueta y me la pasa por los
hombros—. ¿Qué está pasando allí?
Me desplomo contra él y empiezo a sollozar incontrolablemente
mientras me guía hacia el auto de Scott.
—¿Qué demonios está pasando? —exige Jordan, repitiendo la
pregunta, y ambos me miran buscando respuestas.
—Brantley. —Me las arreglé para soltar—. Está herido. Scotty llegó a
casa. Pelearon. Hay tanta sangre.
—¿Qué demonios? —murmura Davis por lo bajo—. Jordan, entra y
asegúrate de que no se hayan matado. Voy a llevar a Cassie a casa —ordena.
Jordan no lo duda. Sube las escaleras y abre la puerta principal para ver a
sus amigos.
Tengo problemas para creer lo que acaba de pasar. Nunca he visto a
mi hermano tan enojado. Tan lleno de emoción cruda. ¿Podría realmente
odiar a Brantley por algún código estúpido?
Los dos estamos en silencio durante los primeros minutos del viaje,
pero el golpeteo de sus pulgares en el volante me dice que está esperando
que le cuente lo que sucedió.
—Le íbamos a decir después de Navidad. Brantley quería decírselo
antes, pero le rogué que esperara. —Nuestros ojos se encontraron
brevemente antes de tener que mirar hacia otro lado debido a la culpa que
siento—. Solo necesitaba un poco más de tiempo.
—¿Tiempo para hacer qué? —Coloca su mano sobre la mía para
ofrecer un apretón reconfortante.
—Hacer que se enamore de mí. —Apoyo mi cabeza contra el cristal
frío y me imagino la expresión de su rostro cuando me gritó.
Brantley nunca me gritó. De hecho, nunca ha levantado la voz antes
de hoy. Él siempre es tan cariñoso. Tan protector Incluso cuando Scott había
vuelto su ira hacia mí, había sido la reacción natural de Brantley
protegerme. Las palabras de Scott fueron duras, pero las acusaciones que
hizo contra Brantley fueron completamente falsas e inadmisibles.
B nunca me ha tratado como una conejita. Incluso cuando estábamos
bromeando, me mostró un tremendo respeto. Y sé que está sufriendo en este
momento. Valora la amistad de mi hermano, y por mi culpa ese vínculo ha
sido destruido. Nunca quiso una relación, pero eso nunca me impidió
superar sus límites hasta que fue demasiado tarde para regresar.
—No tienes nada de qué preocuparte allí. Cage ha estado enamorado
210 desde el momento en que te conoció. —Se rio Davis y baja los cambios
cuando doblamos la esquina.
—Sí, claro —me burló—. Hizo todo lo posible para evitarme. Apenas
lo llamaría amor a primera vista.
—Oh, estaba enamorado. Simplemente no lo sabía aún —dice
impaciente, estacionando el auto cuando llegamos a nuestro destino.
Mis dedos se mueven nerviosamente en mi regazo antes de que pueda
encontrar su mirada preocupada. Hemos estado cerca este semestre.
Reflexionó sobre todas las citas de almuerzo del miércoles que hemos
compartido. Al igual que Brantley, es de buen corazón y ferozmente leal. Me
pregunto cómo mi hermano podría darle la espalda a alguien que alguna vez
consideró un hermano. Simplemente no tiene sentido.
Nada de esto lo hace.
—¿Y qué pasa ahora? ¿Crees que ya lo ha descubierto? —preguntó en
voz baja, respirando profundamente. No me doy cuenta de que estoy
aguantando hasta que él responde y finalmente lo dejo salir.
—Realmente no me corresponde decirte eso —comienza, luego suelta
un profundo suspiro antes de agregar—. Pero sí, realmente creo que está
locamente enamorado de ti. Pero no va a ser fácil para él. La amistad de
Scott significaba todo para él, y viste lo enojado que estaba tu hermano.
—Si sabías que estaba tan enojado, ¿Por qué Jordan y tú no lo
detuvieron? Tenías que saber lo que iba a pasar cuando él entrara a la casa.
—Scott nos pidió que esperáramos afuera para darle tiempo para
hablar con ustedes. Sé que parece una locura, pero esto ha estado
sucediendo durante mucho tiempo. Esos dos no se han visto frente a frente
durante el último año. Ashley los hizo distanciarse. —Cruza los brazos sobre
el volante y mira hacia las estrellas, que parecen estar sumidos en sus
pensamientos—. Él rompió con ella esta noche, en el concierto. Es por eso
que regresamos a casa temprano. Ya estaba enojado y conducía rápido.
Luego recibió una llamada de tu ex diciendo que has estado follando a Cage.
Bueno, como puedes imaginar, condujo como un murciélago fuera del
infierno el resto del camino a casa, murmurando entre dientes y maldiciendo
una tormenta.
¿Justin? ¿Cómo diablos se habría enterado de nosotros?
—Dijo algunas cosas realmente horribles sobre Brantley. Si son
realmente mejores amigos, ¿por qué haría eso?
—Cage fue un desastre cuando sucedió esa mierda con Vanessa. Scott
realmente lo ayudó a superar todo eso. Esos dos ya estaban cerca, pero eso
parecía fortalecer su vínculo. Pronto, fueron inseparables, y luego Scott
conoció a Ashley. Al principio, fue capaz de dividir su tiempo entre hockey,
Ashley y todo lo demás. Pero hace un año, Ashley decidió que Scott
211 necesitaba estar en su culo veinticuatro y siete. Cage le dio una mierda sobre
eso. Personalmente, creo que era porque estaba secretamente celoso porque
Scott había encontrado algo que él había perdido. Ha intentado durante
años jugar como si no quisiera una relación, pero luego te conoció y todo lo
demás ocupó el segundo lugar. Creo que eso dice mucho. ¿No?
—Estoy asustada, Davis. Me gritó esta noche. Nunca ha había eso. —
Me aprieto el labio inferior entre los dientes, deseando desesperadamente
que la vida fuera un control remoto gigante y pudiera presionar el botón de
rebobinado y cambiar las últimas dos horas—. Me doy cuenta de que las
cosas se pusieron bastante intensas allí, pero tú no estabas allí. No viste la
mirada fría en sus ojos —trago con fuerza y con rabia quito las lágrimas de
mi rostro—. Estábamos tan cerca de resolverlo todo. Ahora estoy
aterrorizada de que lo arruine todo.
Se inclina sobre la consola y me abraza. El ángulo es incómodo, pero
descanso la cabeza sobre su hombro ancho y encuentro consuelo en el golpe
de su mano en mi espalda.
—Dale algo de tiempo, Cassie. Cage es un tipo inteligente. Lo
resolverá. Ambos lo harán.
—Eso espero —susurró y cierro los ojos—. Dios, eso espero.

212
Cassie
Tiempo...
¿Por qué parece volar cuando haces algo que amas, pero se arrastra
lentamente cuando eres miserable?
Me las arreglo para sobrevivir tres días sin contactarlo. En lugar de
pensar en lo que sucedió, intento concentrarme en lo que Davis me contó.
Seguramente él sabía de qué había estado hablando cuando dijo que
Brantley me amaba. Siendo que él nunca había dicho las palabras y que con
cada día de silencio que pasa, es difícil ignorar la duda que se aferra a los
bordes de mi corazón ya frágil.
Recuerdo cómo se sintió cuando me enamoré de Justin. Fue el primer
chico que besé y mi corazón solía acelerarse cuando él marcaba un gol y me
señalaba, así sabía que lo había hecho solo por mí. Todo con Justin había
sido exagerado. Siempre hizo un gran espectáculo al dejar que todos
supieran que yo era su chica. Era su forma de establecer su propiedad. En
ese momento, no pensé nada de eso. Más tarde, me di cuenta de que ya no
quería ser propiedad de alguien, especialmente cuando él ni siquiera me
respetaba.
A diferencia de Justin, Brantley nunca me trató como a una posesión.
Me trató como si fuera un premio. A menudo lo encontraba mirándome
fijamente y su mirada decía que no estaba completamente seguro de si me
merecía. Pero nada podría haber estado más lejos de la verdad. Cuando nos
213 conocimos, yo era un desastre emocional, pero él había hecho todo lo posible
por cuidarme.
Amar a B había sido fácil. Me hacía sentir segura. Me hacía sentir
querida. Nunca me ha mostrado nada más que respeto. Tomó todas mis
inseguridades y me dio una confianza que nunca supe que poseía. De
alguna manera, éramos completamente opuestos, pero otras veces, éramos
uno y lo mismo.
Yo era una tormenta y él era mi sol. Y cuando nos juntábamos
formamos un increíble arcoíris.
Algunos dicen que nunca deberíamos haber estado juntos. Pero yo
digo que juntos tenemos mucho sentido.
—Tienes otra entrega —anuncia Roni, entrando en la habitación con
otro jarrón de flores de colores brillantes. Camina hacia mi escritorio, los
coloca en el único espacio vacío disponible, luego me arroja la tarjeta
adjunta.
Eso hace cuatro ramos e innumerables llamadas telefónicas de Scott.
Sin mencionar el largo mensaje de voz que Justin dejó anoche después de
que me negara a responder sus llamadas. Me contó una triste historia de
cuán preocupado había estado por mi seguridad, alegando que un tipo como
Brantley solo me rompería el corazón. Así que, naturalmente, tuvo que
compartir su preocupación con Scott.
Por favor. Como si le importara una mierda la condición de mi corazón.
Eliminé esa llamada y decidí ignorar los mensajes de texto que la
acompañaron y que siguieron apareciendo durante toda la noche. Para esta
mañana ya había tenido suficiente y bloqueé su número por completo. Algo
que debería haber hecho hace mucho tiempo.
Había escuchado demasiado de todos con los que no quería hablar y
ni una palabra del único que importaba.
—¿Vas a ir a clase hoy? —Se sienta en el borde de la cama y pasa una
mano por mi brazo—. Las vacaciones comienzan mañana. Deberías ir y al
menos recoger tus documentos finales.
—Paso. —Pongo la almohada sobre mi rostro.
—Cassie. —Tira de la almohada y me obliga a mirarla—. Esta no es la
forma de actuar. Mira, estás herida, lo entiendo. Pero, ¿vas a dejarlo que
regrese a Colorado sin hablar con él? Creo que lo estás dejando irse muy
fácilmente.
—¿Ah sí? Entonces, ¿qué sugerirías? Tal vez debería intentar
ofrecerme para ser su follamiga de nuevo —digo sarcásticamente—. Espera,
ya hice eso.
214 —Oye, no descartes esa sugerencia. Mira a dónde te llevó.
—¿A esconderme en mi cama con más preguntas que respuestas? Sí,
gracias por eso. —Pongo mis ojos en blanco y me cubro la cabeza con las
mantas como una niña pequeña.
—Oye, no me culpes. No es mi culpa que tengas miedo de llamarle la
atención a Scott por su mierda —acusa.
Remuevo las mantas y me siento abruptamente para discutir.
—¿Qué demonios significa eso?
—Solo digo que te transferiste a GL para alejarte de un imbécil
controlador y volver a conectarte con tu hermano. Pero él nunca hizo tiempo
para ti y estuvo totalmente de acuerdo con que Brantley fuera tu amigo. No
es tu culpa que hayan desarrollado sentimientos el uno por el otro; era
inevitable. Dos personas atractivas en su mejor momento sexual. Demonios,
tu hermano es un jodido idiota por no ver venir esto. ¿Y quién es él para
dictar con quién puedes salir? Todo este tiempo se han estado escondiendo
detrás de una etiqueta cuando ambos deberían haber tenido los cojones
para enfrentarse a Scott y decirle que lo acepte o se vaya a la mierda.
Sus palabras tocan un acorde profundo dentro de mí. He pasado toda
mi vida evitando conflictos. De niña siempre era la que se conformaba. No
puedo contar cuántas veces permití que las chicas de la escuela me pasaran
por encima. Mirando hacia atrás, probablemente sea por eso por lo que
Justin se sintió atraído por mí. Sabía que él podía sugerir algo y yo haría
eso, incluso aunque estuviera en desacuerdo.
Había sido de la misma manera con Scott. Él era mi hermano mayor.
Lo admiraba. No importaba lo que fuera, si él lo estaba haciendo, yo también
quería hacerlo. Si no le gustaba algo, generalmente significaba que a mí
tampoco me gustaría. Pero no porque haya formulado mi propia opinión. Su
aprobación significaba todo para mí. Luego se mudó a la universidad y me
dejaron ahí sola. Por primera vez en mi vida tuve la libertad de tomar mis
propias decisiones y ese fue un sentimiento aterrador. Justin entró en
escena y se hizo cargo de mi voz y por un momento se la entregué
voluntariamente. Hasta que encontré la fuerza para recuperarla. Pero
cuando se trata de Scott, parece que todavía no he llegado allí.
Perseguir a Brantley había sido mi primer acto real de desafío contra
Scott. Tal vez tuvo algo que ver con mi ruptura con Justin. Pero creo que la
verdadera razón simplemente había sido la reacción de Brantley cuando
supo quién era yo. La expresión de su rostro cuando habló sobre ese maldito
código de hermanos que Scott colgaba sobre sus cabezas ha sido grabado
en mi cerebro. Sus estúpidas reglas me hacen sentir como si todavía
estuviera intentando tomar decisiones por mí, como si fuera una
adolescente tonta que posiblemente puede no saber qué es bueno para ella.
Pero sí lo sé.
215 Sé que Brantley Cage es lo mejor que me ha pasado. Nuestra amistad
había nacido por necesidad, pero de alguna manera todavía se sentía
orgánica. Nos hacemos reír y nos limpiamos las lágrimas. Hablamos de
nuestros miedos y nos animamos unos a otros para perseguir nuestros
sueños.
Dormir con él había sido una elección.
Y una de la que nunca me arrepentiré.
Pero enamorarse...
Enamorarse había sido inevitable.
A las siete en punto, me canso del tratamiento silencioso. Veronica
tenía razón. No puedo dejar que vuele de regreso a Colorado sin dejarle saber
lo que pensaba. Debido a las vacaciones de Navidad, los autobuses no
funcionan, así que tengo que tomar un Uber. Más temprano, había pensado
en todos los lugares donde él podría estar y solo uno tenía sentido. Él tiene
que estar en la Arena. Es uno de sus lugares favoritos para ir, especialmente
cuando tiene algo en mente.
El edificio está cerrado por vacaciones, pero tuve la previsión de
preguntarle a Davis si tenía una llave. Dio la casualidad de que la tenía y
ahora la estoy utilizando para entrar. Davis dijo que Brantley había estado
quedándose en la casa de la fraternidad con John y sé que odia estar allí.
También me informó que cuando Brantley tiene muchas cosas en mente,
tiende a esconderse en la sala de pesas. Entonces ahí me dirijo ahora.
El edificio está oscuro y tengo que usar la linterna de mi teléfono para
leer las placas en las puertas. A mitad del pasillo principal hay un pequeño
pasillo a la derecha. Doblo la esquina y me encuentro frente a frente con la
puerta de la sala de pesas. La puerta es una que solo se abre en este lado
del edificio con uno de esos lectores de tarjetas de acceso. Por suerte para
mí, ya contaba con eso y vine preparada. Deslizo mi identificación de
estudiante y abro la puerta.
La sala es enorme, llena de todos los equipos imaginables. Un banco
de cintas para correr cubre toda la pared exterior, mientras que cientos de
pesas ocupan el espacio en la pared interior opuesta. Grandes cuadrados
acolchados salpican varias secciones del piso, mientras que los espejos de
piso a techo decoran la pared detrás de las pesas. Supongo que esto es para
que puedan asegurarse de tener la forma adecuada y no lesionarse. Al igual
que el pasillo, la habitación está mayormente oscura, con solo la mitad de
la habitación iluminada.
Él está sentado en un banco junto a las pesas. Su espalda está hacia
mí y está volteado hacia una pared vacía. Por un momento creo que solo
está sentado allí, pero a medida que me acerco, veo la gran pesa en su mano
y veo que está haciendo flexiones de brazos. Lleva puestos los audífonos, así
216 que no me escucha acercarme y con cada repetición del peso veo el
crecimiento en sus venas y el bulto de sus bíceps. Está sin camisa y una
capa de transpiración brilla sobre la extensión de su musculosa espalda.
Estar tan cerca hace que mi corazón se acelere. Sé que solo han
pasado tres días, pero de repente parece que ha sido toda una vida.
Respirando hondo para recuperar fuerzas, salgo de las sombras para que
finalmente me vea. Siente el movimiento, lo que le hace girar la cabeza, y
cuando nuestros ojos se encuentran en el espejo, contengo un sollozo.
Su rostro es un completo desastre. Ambos ojos tienen moretones
oscuros debajo de ellos como resultado de la nariz rota. El lado izquierdo de
su labio inferior está partido y la sangre seca llena la gran grieta que está
allí. Y hay un moretón que delinea su mandíbula izquierda. Ese fue el primer
golpe.
Mis ojos nunca dejan los suyos mientras me dirijo hacia donde está
sentado. Doy vuelta al banco y cuando no me detiene, me arrodillo frente a
él, llenando el espacio entre sus piernas. Su respiración es pesada y es el
único sonido que escucho mientras levanto mi mano para acunar su mejilla.
Los nudillos de su mano derecha están agrietados y salpicados con sangre
seca. Con mi otra mano, suavemente llevo sus dedos a mis labios.
Cubriendo cada dígito con suaves besos antes de alcanzar su pulgar. Sin
apartar mis ojos de los suyos, rodeo la punta de su pulgar con mi lengua
antes de meterlo por completo en mi cálida boca. Un suspiro audible escapa
de sus labios dañados mientras la pesa que está sosteniendo cae a la
alfombra con un ruido sordo. Utilizando su mano libre, pasa sus dedos
alrededor de mi nuca y me levanta para encontrarme con sus labios que me
esperan.
No me importa que las últimas palabras que pronunció fueran una
despedida.
No me importa que hayan pasado días desde la última vez que me
tocó.
Solo me concentro en el alivio que me recorre cuando su boca dañada
cubre la mía en el beso más dulce que haya experimentado.
Estirándome entre nosotros, cierro mis dedos alrededor del delgado
cordón y quito los audífonos de sus orejas. Aunque mi mente gira con
preguntas, no las pronuncio. En cambio, hablo con mis manos mientras se
deslizan sobre las duras llanuras de sus músculos abdominales, teniendo
cuidado de evitar el hematoma en sus costillas mientras subo por su pecho.
Audazmente presiono mis labios contra su pecho y mi lengua recorre su piel
caliente en largos y lánguidos movimientos, deteniéndose solo cuando llego
al lóbulo de su oreja.
Sus manos se cierran apretando la parte posterior de mi camiseta y
todo en lo que puedo pensar es desnudarme con él en esta habitación. Me
presiono más contra él, sintiendo la longitud de su excitación mientras se
217 mueve contra la parte plana de mi vientre.
—Te he extrañado mucho.
Sus manos aprietan su agarre y deja salir un suspiro propio.
—Cassie, no deberías estar aquí. Cualquiera podría entrar y…
—No me importa que alguien nos vea. Ya no me importa nada de eso.
Lo único que me importa eres tú y lo que está pasando entre nosotros. ¿No
lo ves? Ya no tenemos que escondernos. Podemos estar juntos y no
ocultarnos por la culpa. —Aunque mis palabras son amortiguadas por su
piel, sé que escucha porque sus hombros se hunden como si llevara el peso
del mundo sobre ellos.
—Nena, desearía que fuera así de fácil. Jesús, desearía poder ser todo
lo que necesitas que sea. —Coloca una mano debajo de mi barbilla y levanta
suavemente mi cabeza para encontrar su mirada—. Lamento mucho haberte
gritado, pero necesitaba que salieras de allí. Era la única forma en que podía
protegerte.
—B, ¿no sabes para este punto que solo me siento segura cuando
estoy contigo? Sin ti, estoy vacía y débil. Te necesito más que a nada.
No le doy la oportunidad de discutir, solo lo beso. Suavemente al
principio, pero luego ya no puedo contenerme. Él se abre, otorgándome
acceso para explorar y jugar con su lengua y la mía. Pronto, está dando
tanto como toma, tomando mi culo en sus manos y levantándome hasta que
me siento a horcajadas sobre su cintura. Mis labios comienzan a viajar
mientras balanceo lentamente mi pelvis hacia adelante y hacia atrás,
dejando besos con la boca abierta por su cuello, mordisqueando y
succionando un lado y el otro.
—Cassie, detente. No puedo hacer esto. —Se aleja para encontrarse
con mi mirada herida.
—Sé por qué estás haciendo esto. —Respiro hondo y dejo salir una
larga exhalación—. No confías en mí con tu corazón. Tienes miedo de que si
me lo das, existe la posibilidad de que se vuelva a romper.
—Se ha destrozado una vez. Me temo que la próxima vez no se
romperá. Dejará de existir para siempre —dice en voz baja.
Presiono un solo beso contra sus labios.
—Eres mi Superman. Se supone que no debes tener miedo a nada.
—Incluso Superman tenía debilidades.
Aplano mis manos contra su pecho y empujo hacia atrás, necesitando
ver su rostro.
Hay dolor enmascarado debajo de la sangre y los golpes. Al mirarlo a
218 los ojos, sé lo que está sucediendo.
Lo estoy perdiendo.
Mi mayor miedo está sucediendo ante mis ojos y no hay nada que
pueda hacer para detenerlo.
—Cobarde —acuso con labios temblorosos. Cuando no se defiende, no
puedo evitar sacudir la cabeza—. Estás huyendo en lugar de luchar por
nosotros.
Soltando un resoplido frustrado, se pone de pie y camina por el suelo,
luego se da la vuelta y señala su rostro.
—¡Sí, luché por nosotros! Llevo las malditas cicatrices para
demostrarlo. Cristo, ¿qué más quieres de mí? —Su pecho se agita mientras
me mira con dolor en los ojos y angustia en su rostro maltratado.
—Quiero que me digas que no fue un error y que no soy la única que
se enamoró —le suplicó.
Se lleva una mano a la boca y sus ojos se encuentran con los míos por
un breve momento antes de cerrarse.
—No fue un error.
Espero a que continúe. Para escucharlo decir que me ama y me
necesita más que su próximo aliento. Pero las palabras nunca llegan. Es
casi como si los últimos meses nunca hubieran ocurrido. Que todo entre
nosotros solo fue un hermoso sueño que se convirtió en una horrible
pesadilla. Mi corazón se rompe, deteniéndose como si hubiera dejado de
latir.
—Vete a la mierda, Brantley Cage. Vete a la mierda tú y tus malditos
miedos —gritó desesperada, golpeando mis puños contra su pecho—. Vete
a la mierda por ser tan sexy. Por venir a rescatarme y por...
De la nada, toma mi rostro, estrellando su boca contra la mía,
metiendo a la fuerza su lengua perversa. Se me pone la piel de gallina. Pero
estoy lejos de tener frío. Me derrito contra él. Las lenguas dan vueltas y
vueltas como un tornado salvaje. Besándome como si fuera mi dueño.
Besándome hasta que me mareo y ambos respiramos con dificultad.
—Vete a la mierda, Cassie. Vete a la mierda por hacer que me
enamorara de ti —gruñe. Luego sale rápidamente de la habitación y me deja
procesar lo que acaba de suceder.
¿Acaba de decir lo que creo que dijo?

219
Brantley
Esta no ha sido mi noche.
Vine a la Arena con la esperanza de estar solo. Estar en la casa de la
fraternidad significa que no he tenido nada de privacidad durante tres
malditos días. Supongo que podría volver a la casa, pero no me apetece
volver con Rivers. El tipo tiene un buen gancho de derecha, y tengo la nariz
rota y moretones para probarlo. Estoy seguro de que no se ve mucho mejor,
pero no lo he visto desde que me fui esa noche.
Hablé con Davis después de irme, y me dijo que había llevado a Cassie
a casa. Dijo que estaba hecha un desastre, y me preguntó en qué demonios
había pensado al echarla cuando no llevaba ropa. Honestamente, una vez
que los puños empezaron a volar, me olvidé de todo lo demás. Pero después
de hablar con él, todo se me vino encima.
Haciendo ángeles de nieve en el patio.
Cassie parada detrás de mí en mi camiseta.
Follando contra la puerta de la despensa.
Juro por Dios que se veía tan jodidamente hermosa, que casi esperaba
que la naturaleza animada empezara a rodearla y a cantar. Como algo
sacado de una película de Disney o alguna locura como esa.
Sentí tantas cosas cuando la miré. Quería hacer lo que quisiera con
ella en la mesa de la cocina, luego llevarla a mi habitación y rogarle que
220 nunca me dejara. Quería decirle que se quedara con mi camiseta y que la
usara todos los malditos días. Quería decirle que por más que tratara de
luchar contra ello, me había enamorado profundamente de ella.
Debí saber que la fantasía que habíamos creado era demasiado buena
para ser verdad. Habíamos estado jugando a las casitas durante tanto
tiempo, que había olvidado que nuestras paredes eran de cristal. Tarde o
temprano, la realidad estaba destinada a estrellarse.
Escuchar a Rivers decir esa mierda a Cassie me dejó una profunda
herida en el corazón. No sólo porque me dolió oírlo decir esas cosas sobre
mí, sino también porque de alguna manera él tenía razón. He estado con mi
parte justa de mujeres en los últimos cuatro años. Y he dejado muy claro a
todos los que tienen oídos que no estoy buscando una relación. Cuando
Cassie apareció, me apresuré a decir lo mismo. Parecía contenta de ser
simplemente mi amiga, así que pasar tiempo con ella había sido fácil.
Incluso natural. Pero cada día, un trocito de ella se abría paso en mis
pensamientos. Cada uno de mis deseos. Mi corazón.
Quiero creer que lo que Cassie y yo compartimos es real. Pero Vanessa
había afirmado amarme, y mira cómo resultó. Después de ese desengaño,
ha sido difícil para mí entregar libremente mi corazón a otra persona. No es
porque no crea que Cassie no lo cuidará. Lo he estado guardando tanto
tiempo, que temo que no confíe en mí mismo para darle todo mi corazón.
Diablos, después de la forma en que fue destruido, ni siquiera estoy seguro
de cuánto queda para regalar. Y ella no merece nada menos que todo.
Así que esa es la pregunta que me he estado haciendo desde esa noche
en mi cocina. ¿Puedo darlo y arriesgarme a que me hagan daño otra vez?
Seguiré buscando hasta que encuentre la respuesta. Pero no creo que sea
justo pedirle que espere mientras intento averiguarlo.
No estaba preparado para verla esta noche. Me he saltado las clases
toda la semana para no encontrarme con ella. No quería que viera mi rostro
hecho un desastre. Sabía que sólo la haría sentir culpable por no hablar con
Scott nosotros mismos en vez de dejar que se entere por su cuenta. Davis
me dijo cómo se enteró, y la próxima vez que vea a ese imbécil de Justin, me
aseguraré de patearle el culo. Davis amablemente señaló que tendré mi
oportunidad cuando vayamos contra Minnesota después del descanso. Con
gusto pasaré la noche en el banquillo si eso significa que puedo golpear su
rostro en el hielo.
Vuelvo al vestuario y veo la luz encendida en el despacho del
entrenador. Cristo, no puedo tomarme un descanso esta noche. No hay
manera de que pase por su oficina sin que me vea, así que mejor le digo
hola.
—Toc, toc. —Me inclinó en la puerta y espero a que me llame. Sé que
podría entrar y sentarme frente a él, pero no estoy seguro de que tuviera la
misma idea que yo y que contara con tener el espacio para él solo.
221 —Brantley, me sorprende verte aquí tan tarde. Siéntate y hazme
compañía. —Pone sus lentes en el escritorio y se frota una mano sobre sus
ojos cansados.
—Bueno, no quiero molestarlo. Sólo quería saludarlo y desearle una
Feliz Navidad.
—Tonterías, entra aquí. Quería hablar contigo de algo de todas
formas. —Señala un asiento vacío y luego baja el dedo índice. Lo tomo como
que pon tu culo en esa silla, lo cual lo he escuchado decir en más de una
ocasión, así que hago lo que su dedo dice.
—He esperado tres días para que tú o Rivers tengan las pelotas para
decirme qué demonios pasó entre ustedes dos. —Arquea una ceja mientras
espera que responda. Cuando no lo hago, añade—. Todavía estoy esperando.
—Fue un simple malentendido. —Encojo el hombro como si no fuera
gran cosa.
—¡Mentira! —ladra, y la fuerza de su voz me devuelve a la silla—. Dos
de mis mejores jugadores entran con la apariencia de haber pasado unas
cuantas rondas con Mike Tyson, ¿y tú vas a sentarte ahí y decirme que fue
un simple malentendido?
—No le gustó que me haya metido con su hermana —lo reconozco.
—Sí, he notado que Cassie ha estado asistiendo a muchas prácticas.
—Se inclina hacia adelante y se rasca la barbilla con una mano—. Entonces,
¿qué pasó, te sacó la tarjeta de hermano mayor?
—Básicamente, pero va más profundo que eso —me quedo callado, y
él se toma ese tiempo para estudiar mi rostro—. Dijo que no soy lo
suficientemente bueno para ella. ¿Cree que tal vez eso es cierto?
—En primer lugar, odio que tengas que hacerme esa pregunta. Me
dice que realmente crees esa mierda. Déjame decirte algo, Cage. Eres un
gran chico. No tengo ninguna duda de que eres más que suficiente para esa
joven. Pero no importa lo que yo piense. Lo que importa es lo que tú piensas.
Respiro profundamente y dejo salir un fuerte silbido de aire.
—Quiero ser digno de su amor.
Me da un asentimiento y se rasca la barbilla de nuevo.
—Ya veo. ¿Estás enamorado de ella?
—Sí —respondo de inmediato.
Una sonrisa engreída llena su rostro mientras se sienta con las manos
detrás de la cabeza y mira fijamente.
—¿Por qué me miras así? —le pregunto a la defensiva.
—Por nada. Me gusta la forma en que no dudaste cuando te hice esa
pregunta. Entonces, ¿qué sigue?
222
—No estoy seguro. Supongo que necesito algo de tiempo para
pensarlo.
—Suena como si tuvieras miedo de salir lastimado otra vez. Lo
entiendo. Lo que pasaste fue duro para un chico de tu edad. Pero, en todos
los años que te conozco, nunca te he visto retroceder cuando algo que
querías estaba a tu alcance.
Se levanta y camina hacia donde estoy sentado, luego se apoya en el
borde del escritorio, con los brazos cruzados sobre el pecho.
—Permítame hacer una analogía. Es el último juego de los Frozen
Four. El marcador está empatado con quince segundos restantes en el reloj
y es tu disco. Spiker está en la red y está por todo el pliegue, dejando sólo
la más mínima oportunidad de anotar. ¿Realizarías el tiro de todos modos?
No hay que pensarlo dos veces.
—Diablos, sí, lo hago. Tengo que hacerlo. No desperdiciaría la
oportunidad de golpear el disco sobre el hombro de Spiker, sin mencionar
que no querría decepcionar a mi equipo. —Sólo me mira y hace esa cosa del
movimiento de cabeza otra vez.
—Interesante. Permíteme dibujar otro escenario. Son las finales de la
Copa Stanley. Estás jugando para Chicago...
—Pero no voy a ir a Chicago. Voy a Detroit —intervengo.
—Por favor, déjame terminar. Estás en Chicago y se ha llegado a los
últimos segundos del séptimo juego. Todo depende de ti, y Rivers ha estado
en la cima de su juego toda la noche. Deteniendo cada tiro a gol. El disco
corre por el hielo, y en el último minuto se te entrega, porque tienes una
apertura. Ahora, ¿vacilas en lanzar el tiro porque Rivers es tu amigo, y al
marcar le quitas la oportunidad de ganar la copa? O, ¿haces el tiro?
—Joder, no. Todavía haría el tiro —digo con certeza. No tengo ninguna
duda. No por lo que pasó entre nosotros, sino por nuestro amor al juego. Es
lo que ambos esperamos del otro.
—¿Por qué, Brantley? ¿Por qué sigues haciendo ese tiro?
—Porque, sería un bastardo por dejar pasar esa oportunidad. Y
porque él no esperaría menos de mí.
—Buena respuesta. —Me da una palmadita en el hombro y vuelve a
su silla. No dice nada más, así que asumo que la lección de analogía ha
terminado y he pasado. Me levanto y me dirijo a la puerta cuando su voz me
detiene—. ¿Cage?
—¿Sí? —Giro la cabeza y lo miro por encima del hombro.

223 —Te das cuenta de que en ambas analogías Cassie era el objetivo.
¿Verdad?
Pienso en ello durante un minuto y luego froto mi mano en mi rostro.
—Ahora sí.
—Bien. Sólo tengo una pregunta más. ¿Por qué no estás haciendo el
tiro?
Buena pregunta.
No respondo. Principalmente porque ahora mismo no puedo. Pero me
dio algo para pensar.
Cassie
—Estoy haciendo galletas —anuncia mamá, sacando la batidora y su
tazón favorito del armario—. ¿Quieres ayudar?
—Claro. —Me encojo de hombros y continúo rebotando mi talón en la
puerta del armario.
—Bueno, lo primero es lo primero, agarra un cartón de huevos y dos
barras de mantequilla de la nevera.
—Creo que por ayudar te refieres a ser tu chacha —me burló, luego
salto desde mi lugar sobre el mostrador y busco los ingredientes. Mientras
estoy allí, tomo una rebanada de pizza fría que sobró de la cena de anoche.
—¿Qué galletas estás haciendo este año? —Me apoyo en el mostrador
a su lado y le doy un mordisco gigante.
—Chocolate blanco con macadamias, por supuesto —responde
mientras gira la batidora.
Sonrío, apreciando sus esfuerzos por tratar de animarme.
—Sé lo que le gusta a mi niña. —Su ojo derecho se cierra en lo que se
supone que es un guiño, pero termina pareciendo más un tic nervioso.
Con la boca llena de pizza, me acerco y le doy una palmadita en el
brazo.
—Glashciaf.
224 Sus ojos se dirigen hacia el techo.
—Cariño, no es propio de una dama hablar con la boca llena.
—Tampoco es propio de una dama maldecir, pero lo haces todo el
tiempo —le recuerdo.
—Eso es sólo un par de veces —argumenta mientras doy el último
mordisco a la pizza—, y ni siquiera es una comparación justa. Siempre
habrá un momento en el que mierda es la única palabra que encaja. Hablar
con la boca llena de pizza es...
—Asqueroso —termina Scott, acercándose por detrás de ella y dándole
un beso en la mejilla—. Buenos días —nos dice a las dos. Mamá sonríe y le
devuelve el saludo. Yo, sin embargo, no hago ninguna de las dos cosas.
—Scott, sólo estábamos haciendo galletas. ¿Quieres ayudarnos? Será
como en los viejos tiempos. —Le da una sonrisa que dice estás haciendo
galletas, te guste o no, y le entrega la batidora.
—Qué demonios. Suena divertido. Cass, recuerda esa vez que
nosotros...
—¿Sabes qué? De repente he perdido el apetito por las galletas. Si me
disculpan. —Paso junto a ellos, sin perder la mirada derrotada de mi madre
mientras tomo mi abrigo y salgo por la puerta trasera.
Crecí en una calle sin salida, lo que era genial cuando éramos niños.
Montábamos en bicicleta y patinábamos durante horas y horas. Durante los
meses de vacaciones papá colocaba dos redes y, antes de que te dieras
cuenta, había una multitud de niños del vecindario jugando un juego
improvisado de hockey sobre patines que duraba mucho más allá de lo que
las luces de la calle encendidas. Me gustaba la idea de tener amigos
alrededor si quería salir, pero a menudo sólo quería tranquilidad. Nuestra
casa siempre era ruidosa, llena de gente y un partido de hockey en la
televisión. Solía bajar a hurtadillas al estanque al final de la calle y sentarme
durante horas, leyendo o escribiendo música. Siempre era tan tranquilo.
Con el tiempo, se convirtió en mi santuario.
Supongo que es por eso que mis pies me trajeron aquí ahora. Salí de
la casa sólo para evitar a Scott. Llevamos tres días en casa y aún no he
tenido una conversación con él, pero eso no le ha impedido intentar
acorralarme. Mamá nos dijo que debíamos sentarnos y expresar nuestras
molestias, mientras que papá le dijo que lo dejara estar y que dejara que
nuestras molestias se resolvieran por sí solas. Para ser honesta, no sé cómo
me siento al respecto.
Es fácil para mí culpar a Scott, pero probablemente no es justo. No
fue su culpa que yo huyera de un corazón roto en Minnesota y terminara en
Great Lakes sólo para estar más cerca de él. ¿Cómo podría culparlo por no
darse cuenta de que a veces una chica sólo necesita a su hermano mayor?
225 Quiero decir, nunca se lo dije, así que ¿cómo podría saberlo?
Pero Brantley lo sabía. Ese día en la cafetería, me escuchó mientras
derramaba mi corazón, y lo recordó. Para ser honesta, probablemente por
eso fue tan protector conmigo desde el principio. Sabía que necesitaba a
alguien que me cuidara, y sabía que Scott había estado demasiado
preocupado para darse cuenta.
Había algo en lo que dijo Scott que no me había sentado bien. En
realidad, nada de eso me había gustado, pero una cosa en particular seguía
preocupando a mi cerebro.
Brantley es un gran tipo. Es inteligente, atento y comprensivo. Es
amable y gentil conmigo. A diferencia de Justin, ni una sola vez me ha
puesto una mano encima con ira. Pero por encima de todo, era un amigo
leal. Si tomas todas esas cualidades y las comparas con lo que dijo Scott,
las cosas no cuadran. ¿Por qué no sería Brantley lo suficientemente bueno
para mí?
Estaba tan perdida en mi propia cabeza que no escuché los pasos
detrás de mí. Supongo que por eso reacciono como lo hago cuando él habla.
—Pensé que te encontraría aquí. —Cada músculo de mi cuerpo se
endurece con el sonido de la voz de Justin—. ¿Por qué me has estado
evitando?
Doy vueltas tan rápido que no tiene tiempo de reaccionar a mi mano
abierta hasta que se conecta con su mejilla, y la bofetada resultante hace
eco alrededor de nosotros.
—¿Qué demonios te pasa? —gritó, agarrando su rostro como si le
hubiera sacado sangre.
Ojalá.
—¿Yo? Tienes el descaro de aparecer aquí como si te debiera algo. ¡Te
debo una mierda! —Mis fosas nasales se ensanchan cuando estoy de pie
con el hombre que una vez confié con mi corazón.
Qué tonta he sido. Pero ya no más.
—Oh, entiendo lo que es esto. Es sobre él, ¿verdad? Cage es un
maldito perdedor. Conozco su tipo. Hablará con dulzura. Dirá cualquier
cosa para meterte en la cama. Te follará un rato antes de cansarse de ti y
decidir meterse en otro sitio. —Está hirviendo de rabia. La saliva se acumula
a ambos lados de su boca y empieza a hacer espuma. El efecto que tiene me
recuerda a un perro rabioso.
—Me parece que acabas de describirte. ¿O has olvidado que una vez
fuiste el dulce hablador que me jodió? —Mis ojos se estrechan, desafiándolo
a negarlo.
—¡Maldita perra! —Me agarra por el brazo, sacudiéndome tan fuerte
226 que parece que lo hayan sacado de su órbita—. ¿Crees que puedes
reemplazarme con él? Tengo noticias para ti, cariño. Nunca encontrarás a
alguien que te trate tan bien como yo.
Me ahogo en una risa, sintiéndome de repente intrépida en su
presencia.
—Dios, espero que no. Fuiste el peor tipo de imbécil. Brantley es
doscientas veces más hombre que tú.
—Ten cuidado, Cassie. No querrás decir nada de lo que te puedas
arrepentir después. Sabes, podría follarte aquí mismo y nadie lo sabría
jamás. —Su boca está tan cerca que su aliento calienta mi piel—. ¿Cómo
crees que se sentiría el chico lindo con eso?
—Sólo intenta follarme y lo averiguarás. Te matará —lo escupo en su
rostro.
La saliva se desliza por su mejilla mientras echa la cabeza hacia atrás
riendo a carcajadas.
—Oh, sí, bueno Cage no está aquí ahora, ¿verdad?
—No, pero yo sí. Quita tus malditas manos de ella, Fairfax —truena
claramente la voz estruendosa de Scott al otro lado del estanque, y lo
siguiente que sé, es que Justin es levantado del suelo y arrojado a unos
buenos tres metros. Justin, siendo el culo terco que es, intenta levantarse,
pero el talón de las botas Timberland de Scott lo empuja de nuevo al suelo—
. Si sabes lo que es bueno para ti, te quedarás abajo.
—Cassie. —Se vuelve hacia mí—. ¿Fue la primera vez que te puso una
mano encima? —Mis ojos se dirigen a los de Justin, y los suyos se abren
con miedo, suplicándome que le cubra su triste culo. Miro hacia atrás a mi
hermano, con sus noventa kilos, y sacudo la cabeza.
Normalmente, no soy una persona violenta, no soy conflictiva y todo
eso. Pero hay veces en las que estoy dispuesta a hacer una excepción.
Durante dos años, permití que Justin me controlara, mental y físicamente.
Aunque la mayoría de las palizas que recibí fueron de naturaleza verbal,
hubo varias ocasiones en las que el temperamento de Justin le sacaba lo
mejor de él y me tiraba del brazo, como hoy. Incluso hubo ocasiones en las
que se enojaba e iniciaba el sexo sólo para poder golpearme y luego afirmaba
que era porque había sido atrapado por el momento. Pero lo sabía mejor, y
los moretones en mi culo y piernas tardaban semanas en desaparecer.
Así que cuando Scotty responde a mi admisión del pequeño secreto
de Justin dándole una paliza, no me estremezco. El bastardo se lo merecía.
Cada puñetazo que absorbe es una victoria silenciosa no sólo para mí, sino
también para Brantley. Él también había sido una víctima desprevenida de
los retorcidos celos de Justin. Y cuando Justin se da la vuelta y llora como
un bebé, sus sollozos son una dulce música para mis oídos.
227

Mis dedos rozan el suave acabado del piano de cola que se sienta
orgulloso en el centro de la habitación, haciéndolo el punto focal del estudio
de música que papá me construyó como sorpresa para mi decimosexto
cumpleaños. Mi pulgar se asienta en el Do medio, y saco con el dedo una
escala. Una tecla a la vez. La última vez que estuve en esta habitación,
Brantley había estado conmigo. Era la noche de Acción de Gracias, después
de que nos fuimos de la fiesta de los Mendoza. Lo había traído aquí e hicimos
el amor en este mismo banco del piano.
Mi mano recorre el material rosado caliente. La contribución de mi
madre a la habitación. Está muy familiarizada con mi obsesión por las cosas
rosas. Ahora, este cojín tiene un valor mucho más sentimental.
Esa noche cuando nos besamos, las cosas se sintieron diferentes
entre nosotros. No puedo explicarlo, excepto para decir que nada se sintió
apresurado. Se acabó la urgencia de arrancarnos la ropa y ponernos manos
a la obra. Nos besamos lentamente. Nos exploramos el uno al otro con
nuestras manos. Y cuando finalmente me reclamó, lo hizo a un ritmo lento
y minucioso que dejó a cada parte de mi cuerpo haciendo su propia danza
de la victoria.
Sin dirección propia, mis dedos encuentran su lugar en las teclas, y
pronto estoy tocando la primera canción que he tocado para él. La que canté
en el suelo de su dormitorio cuando casi me había besado. Ni siquiera me
doy cuenta de que estoy cantando hasta que estoy en el segundo estribillo y
las lágrimas corren por mi rostro.

Regresa a mí, te lo ruego cariño.


Regresa a mí, esta vez creeré en ti.
La cama es demasiado grande sin ti, no me dejes más sola.
Regresa a mí, todo estará bien.
Regresa a mí, todo estará bien.

—Tienes una hermosa voz —dice Scott en voz baja, tratando de no


asustarme—. ¿Alguna vez te he dicho eso?
Entra en la habitación, se detiene al final del piano, y me mira con
cautela.
Aunque hoy vino a rescatarme, aún no hemos hablado del elefante en
228 la habitación. Pero tengo la sensación de que estamos a punto de hacerlo.
—No. Nunca lo has hecho.
Sus ojos se suavizan, y parece que puede empezar a llorar. Lo primero
que pienso es que no recuerdo ninguna ocasión en la que lo haya visto llorar.
Luego, recuerdo el día hace años en que me rompí el brazo. Scott y sus
compañeros habían estado patinando en la escuela, atreviéndose a hacer
acrobacias sin llevar ningún equipo de protección. Como siempre, lo había
seguido y quería participar. Scott trató de hacerme volver a casa, pero yo
me negué obstinadamente. Quería impresionarlo. Las primeras acrobacias
a las que me desafiaron habían sido sencillas, y cuando las completaba con
éxito, su rostro se iluminaba. Todo iba bien, hasta que Travis Burke me retó
a saltar dos tramos de escaleras y luego a montar la barandilla en el último
set. Mira y aprende, le dije. Mientras patinaba en el calentamiento, Scotty
me había hecho a un lado y me dijo que no necesitaba hacer la maniobra.
Le guiñé el ojo y le dije en broma que tuviera una camilla lista, por si acaso.
Pasé la primera serie de pasos con facilidad, aterrizando y subiendo las
rodillas para la segunda serie. Había ejecutado el segundo aterrizaje
perfectamente, pero cuando mis ruedas chocaron con la barandilla, no
había tenido en cuenta el poco de chicle de cuatro centímetros de grosor que
se había pegado al metal. Cuando el lado de mis ruedas se encontró con el
obstáculo endurecido, me hizo dar dos vueltas en el aire antes de aterrizar
en la barandilla y rodar hasta el suelo.
Scotty me había recogido y corrido tres kilómetros, descalzo,
abrazándome y llorando todo el camino. Se había culpado a sí mismo por
esa fractura y se pasó las siguientes seis semanas rondando por encima de
mí. Incluso había puesto sus habilidades artísticas en mi yeso para que
pareciera que tenía un tatuaje de manga. Sólo tenía catorce años en ese
momento. Supongo que a su manera ha estado cuidando de mí desde
entonces.
—He sido un hermano mayor de mierda —suspiró y se mueve a la otra
mitad del banco. No se sienta hasta que asiento.
—No diría que eres una mierda. Has tenido tus momentos. —Le doy
un golpe con mi hombro, y él me da un suave codazo.
—¿Por qué no me dijiste que Justin te estaba haciendo daño?
—No lo sé. Ya estabas en Michigan y habíamos perdido contacto.
Siempre te he admirado. Me costó admitir que la primera decisión adulta
que tomé había sido una mala decisión.
—Dios, ¿cuándo diablos me convertí en un idiota? —Arrastra un dedo
por las teclas del piano.
—¿Realmente quieres que responda a eso? —Le doy una mirada.
—No —dice en voz baja—. Esa canción que estabas tocando, ¿tiene
algo que ver con Cage?
229
—Si digo que sí, ¿empezarás a gritarme de nuevo? Decirme que es una
persona horrible y que no es lo suficientemente bueno.
El arrepentimiento llena su rostro cuando nuestros ojos se
encuentran, pero no he terminado.
—¿Recuerdas la mañana en que me presentaste a Brantley? —Los
sonidos de Do, Re y Mi suenan en silencio en el fondo mientras mis dedos
se mueven sobre las teclas—. Ese día me dijiste que Brantley era el mejor
amigo que habías tenido. Lo llamaste leal y dijiste que, sin importar nada,
sabías que siempre te apoyaría. Incluso dijiste que confiabas en él.
—Tienes razón. Dije esas cosas.
—Lo que me cuesta entender es cómo puedes decir todas esas cosas
maravillosas sobre él un minuto, y luego darte la vuelta y decir cosas
horribles sobre él al siguiente. Te paraste frente a los dos y me dijiste que
no era lo suficientemente bueno para mí. —Me giro en el asiento para
enfrentarlo—. ¿Por qué dijiste eso?
—Es complicado, Cass. —Se pasa los dedos por el cabello, dejándolo
pegado en todas las direcciones.
—Así que, descomplícalo para mí, Scotty. —Cruzo los brazos sobre mi
pecho y espero.
—Bueno, primero, había un código de hermanos que no sólo rompió,
sino que lo borró.
Abro la boca para responder, pero todo lo que sale es un grito de
frustración. Con mis dos manos le doy un fuerte empujón en el pecho,
haciéndolo retroceder un poco en el banco.
—¡Estoy tan jodidamente harta de escuchar ese maldito código! Es
sólo un estúpido conjunto de reglas usadas para tratar de dictar las acciones
de la gente. ¿Cómo te atreves a pensar que tienes derecho a decirle a
Brantley, o a mí, a quién podemos o no podemos follar?
—Cassie, vamos. No uses esa palabra.
—¿En serio? ¿Qué creías que hacíamos cuando pasábamos todo ese
tiempo juntos? Francamente, me importa un bledo si te hace sentir
incómodo. Me follé a Brantley Cage. Sí, lo dije. Me lo follé y me gustó.
Diablos, me gustó tanto que fui y me enamoré de él. Y él se enamoró de mí.
Y todo fue genial hasta que te abalanzaste sobre tu proverbial caballo alto y
nos jodiste a los dos. Bueno, Scotty, todo lo que puedo decir es, no, ¡muchas
gracias, joder!
Me paro del banco y empiezo a salir, pero me para en seco un brazo
gigante que me rodea la cintura.
230 —Todo se salió de control esa noche. Primero Ashley, luego esa
llamada. Perdí la cabeza. No sé qué más decir. Hubo momentos en los que
sospeché que tal vez algo estaba pasando. Esa noche fuimos al cine y él
apareció de la nada. Ese día te echó de casa cuando lo atrapaste en la cama
con Natasha. Luego lo trajiste a casa para el Día de Acción de Gracias. Por
cierto, ¿tenían mamá y papá alguna idea de que estaban saliendo entonces?
—Tal vez una pequeña pista. —Sonrío tímidamente—. Si te hace sentir
mejor, no nos acostamos hasta el fin de semana de mi recital. En defensa
de Brantley, se esforzó mucho por respetar tus deseos.
—Oh, apuesto a que lo hizo —se burla.
—No, en serio. La primera noche que me quedé en tu apartamento,
me desperté y lo encontré en la cama conmigo. No tenía ni idea de quién era
yo cuando me lancé a él, pero una vez que lo descubrió, no pudo escapar lo
suficientemente rápido. No paraba de decir que lo ibas a matar si lo
descubrías. Después de ese primer beso, no tenía ninguna posibilidad. Ya
había puesto mis ojos en él y estaba decidida a hacer que se fijara en mí.
Una vez que empezamos a pasar tiempo juntos, ambos sabíamos que
habíamos encontrado algo especial.
Me tira de la mano y me vuelve a bajar al banco. Le acaricio
suavemente el moretón de su mandíbula.
—Siento haberte mentido. Pero una vez dijiste que confiabas en él más
que en nadie. Si me amas de verdad, ¿no debería ser él el hombre en el que
confíes para cuidarme? Él es lo mejor para mí. Y vas a tener que aceptar
que estamos enamorados.
—Ya lo sé. Pero no es fácil. Para mí, siempre serás la niña que me
admiró y quiso hacer todo lo que yo hacía.
—Siempre te admiraré. Eres mi hermano mayor y te amo. Y ahora
mismo, necesito el apoyo de mi hermano mayor. —Me da un pequeño
apretón de manos—. Scotty, realmente lo amo.
—Cassie, sé en el fondo que Cage nunca te hará daño. Será fiel, y sé
sin duda arriesgaría su vida para protegerte. Ese es el Brantley que conozco
y amo.
—Gracias por decir eso. Significa mucho. Pero conozco a alguien que
necesita oír eso más que yo. Prométeme que hablarás con él.
—Es una promesa.
—Entonces, así de simple, ¿tú y Ashley han terminado? ¿Es realmente
lo que querías? —Ahora que nuestras molestias se han ventilado, siento que
es hora de empezar a mostrar mi apoyo. Después de todo, parece que
nuestra relación acaba de dar la vuelta a la esquina en la edad adulta.
Espero que esto sea una promesa de que las cosas se interpongan entre
nosotros.
231 —No me propuse esa noche romper con ella. Pero fue lo correcto. Nos
dirigíamos en diferentes direcciones. Ashley quería sentar cabeza y tener
hijos en un par de años. No estoy ni cerca de esa etapa de la vida. Durante
los últimos dos años prácticamente hemos estado unidos por la cadera. Si
así es el matrimonio, no estoy listo para ello. La amo, pero soy lo
suficientemente hombre para admitir que ella merece más.
—Lo siento. Sé cómo debe doler. Dos años es una gran parte de tu
vida. Pero entiendo de dónde vienes. Estás a punto de embarcarte en una
nueva aventura. No quieres que te retenga alguien que te obliga a ser alguien
que no eres.
—¿Era así como las cosas eran con Justin? ¿También era un
maniático del control? —Se ríe de esto, pero los dos damos un guiño de
comprensión.
—Me alegro de que por fin estés haciendo algo por ti mismo. Oye, si
alguna vez te sientes solo, conoces el camino al South Quad. Mi puerta
siempre está abierta para ti.
Sin avisar, me jala para un abrazo de oso estilo Scotty. La última vez
que me dio uno fue el día que se fue para asistir a los Great Lakes. Ese
hecho no se me escapa, y pronto me encuentro llorando. Pero no porque
esté triste. Estas lágrimas están cayendo, porque por primera vez en cuatro
años, siento que tengo a mi hermano mayor de nuevo.
Más tarde esa noche, saco mi teléfono y escribo un mensaje, deseando
poder estar allí para entregarlo en persona.

Yo: Feliz Navidad, B. Te extraño. Con amor, Hoyuelos.

232
Brantley
—¿Estás seguro de que no puedes quedarte? Parece que acabas de
llegar. —Mamá se ocupa de hacer la cama, mientras yo estoy ocupado
metiendo la ropa sucia en la maleta.
—Mamá, ya han pasado dos semanas. Necesito volver y ocuparme de
mis cosas. —Me doy la vuelta y le doy un beso en la mejilla.
Volver a casa había resultado mejor de lo que esperaba. Fue agradable
pasar tiempo con Chris de nuevo. Por primera vez en años, mi estatus de
jugador de hockey pasó a un segundo plano y éramos solo dos hermanos
pasando el rato y poniéndonos al día.
Después de una larga charla con mi padre, comprendí mejor lo que
había pasado antes de su ataque al corazón. El negocio había caído en
picado y habían estado luchando para llegar a fin de mes. Le preocupaba
decepcionar a mamá. Preocupado de no ser capaz de mantenerla. Tenía
miedo de que ella se despertara un día y lo viera por el fracaso que él mismo
veía. Me aseguró que no había pasado nada con la otra mujer. Dijo que solo
necesitaba confesar sus miedos a otra persona que no fuera mamá porque
no quería que ella pensara que era débil. Ella había escuchado
pensativamente y sin juzgar. Luego le dijo que un hombre miraría sus
fracasos y se consideraría débil. Mientras que una mujer es capaz de ver no
solo los fracasos, sino la fuerza que se necesita para superarlos.
Mamá continúa con el alboroto. Reordenando los artículos que acabo
233 de empacar. Me dirijo al baño para recoger mi cepillo de dientes y mi
máquina de afeitar, y cuando vuelvo encuentro que lo ha tirado todo en la
cama y ahora está en el proceso de reordenar todos los artículos.
—¿Qué estás haciendo? Todo estaba bien como estaba. —Me pongo
delante de ella y la ahuyento suavemente.
—Bien. —Sus manos se levantan—. Pero no me culpes si llegas a casa
y toda tu ropa está arrugada. —Se estira y agarra una última camisa,
incapaz de resistir el impulso de doblarla correctamente—. ¿Qué es esto?
Sostiene una caja rectangular delgada para que yo la inspeccione.
Está envuelta en papel negro y adornada con un lazo azul que ha sido
destrozado sin remedio por el contenido de mi maleta. Viendo que no fui yo
quien la empacó, solo puedo asumir que es algo que Davis escondió cuando
no estaba mirando. Era el único que estaba en casa cuando pasé a recoger
mi ropa.
—No tengo ni idea. —Rio a carcajadas—. Probablemente algo de uno
de los chicos. —Mis dedos trabajan rápidamente, rasgando el papel con
nueva curiosidad. Tirando a un lado la tapa, doblo el papel de seda y
descubro un cómic.
—¿Un cómic? —La nariz de mamá se arruga.
—No es solo un cómic. Es un coleccionable de la Primera Serie de
Superman de 1939. Esto debe haber costado una fortuna. —Levantándolo
con cuidado, mis ojos se dirigen a la caja por cualquier señal de una tarjeta.
—Bueno, alguien pensó un poco en ese regalo. Estoy dispuesta a
apostar que algo así no fue fácil de encontrar. —Su mano baja y levanta el
tejido—. Hay algo más aquí.
—¿Qué es? —A regañadientes bajo el cómic y me quedo mirando la
camiseta que sostiene. Es negra, con un diseño azul y plateado. Los mismos
colores que mi uniforme GL. El diseño del frente es un juego con el logo de
Superman, pero diseñado a medida solo para mí. Solo una persona podría
haber hecho esto.
Mamá estudia el diseño más de cerca antes de girarse hacia mí.
—¿Se supone que son cuchillas de patinar? —pregunta, trazando su
dedo sobre el diseño en forma de diamante que rodea la letra B gigante.
—Sí. —Tomo la camisa y la examino más de cerca. Hay una pequeña
etiqueta cosida en la parte inferior izquierda, y cuando leo lo que está escrito
empiezo a reírme.
Diseñado por Dimples
Siento una mano en mi hombro y me giro para encontrar a mamá
sonriendo.

234 —Se te ve bien.


—¿Qué se ve bien? —Mis ojos se desplazan entre la camiseta que llevo
puesta y la que tengo en la mano.
Su cabeza se inclina hacia un lado mientras la sonrisa se amplía en
su rostro.
—El amor.
—Gracias por volar con el vuelo 831 de United Airlines sin escalas a
Detroit. En este momento, estamos abordando a todos los pasajeros
sentados en primera clase.
Permanezco en mi asiento, sabiendo que pasarán unos buenos veinte
minutos antes de que llamen a mi zona. Un mensaje de Davis confirma que
se reunirá conmigo en Detroit. Ahora solo necesito averiguar qué le voy a
decir a Cassie. Espero que hable conmigo. La última vez que supe de ella
había sido un mensaje para decir Feliz Navidad. Mi respuesta había sido
igual de concisa.
Hay una cosa que el estar separados me enseñó. Aprendí que soy
mucho más feliz cuando ella está a mi lado.
Finalmente llaman a mi zona, y cuando llega el momento de que el
encargado escanee mi billete, la maldita máquina empieza a pitar.
—Uh oh. Señor Cage, parece que hay un problema con el asiento que
ha reservado.
—¿De qué clase de problema estamos hablando? —preguntó con
calma. Aunque la calma no es lo que siento en este momento. Necesito ir a
casa.
—Parece que el asiento se rompió de alguna manera durante el último
vuelo, y se perdió en el recorrido final. Gracias a una cancelación de último
minuto, pudimos subirte a primera clase. Siento mucho las molestias.
—No hay ningún problema.
Me acompañan a mi nuevo asiento y guardo mi maleta en el
compartimento de arriba. Asintiendo a la pareja que está a mi lado, me
abrocho el cinturón y me acomodo para el vuelo de tres horas.
Cada pocos minutos, le echo un vistazo al tipo sentado a mi lado. Me
resulta familiar, aunque por mi vida no puedo ubicarlo. Un par de veces me
ha atrapado mirándolo. Esta vez, cuando nuestros ojos se encuentran, él
235 toma la mano de la mujer. Después de eso, prometo mantener mis ojos fijos
hacia adelante por el resto del vuelo.
Bueno, tal vez solo una mirada más.
Su cabello es negro como el azabache y salvaje en la parte superior.
Se ve muy bien. Sus brazos están cubiertos de tatuajes que se extienden
más allá de sus nudillos. La tinta es intrínsecamente hermosa. Lo último
que noto es el destello de plata a cada lado de su labio inferior, y me
pregunto si le dolió cuando se los hizo.
Me quito la chaqueta y la meto debajo del asiento. Decido que la
música será una buena distracción, me pongo los auriculares y recorro mi
aplicación. Sam Hunt. James Bay. Paradox. Me lleva unos segundos darme
cuenta de que esta es la lista de reproducción de los favoritos de Cassie. Mi
dedo pasa por encima de la canción de Paradox antes de pasar a otra lista
de reproducción.
—He oído que algunas de esas canciones de Paradox son bastante
buenas. ¿Eres un fan? —preguntó el tipo tatuado. Su voz es profunda.
Mucho más profunda de lo que esperaría.
Dejo de desplazarme y vuelvo a la pantalla anterior.
—Hace poco que me han presentado su música. Mi chica... —Mierda.
¿Cómo la llamo? La he ignorado durante dos malditas semanas. Puede que
no quiera que la llame de ninguna manera—. Um... esta chica que conozco.
Es como su mayor fan. Deberías ver su rostro cuando habla del cantante
principal. —Noto que la rubia a su lado parece que está a punto de
desmoronarse, pero sigo balbuceando—. Ella no deja de hablar de sus
tatuajes y de sus labios...
Lo miro directamente y niego. Seguramente, debo tener mi rostro rojo.
Me siento como un idiota. Sabía que este tipo me resultaba familiar. Nunca
pensé que me sentaría a su lado en un vuelo nacional con destino a Detroit.
—Sebastian Miles. —Extiende una mano y la tomo.
—Brantley Cage. Es un honor conocerte.
—Lo siento. A veces no puedo evitarlo. —Sonríe y ahora lo entiendo
totalmente. Me siento lo suficientemente cómodo con mi propia
masculinidad como para admitir que este tipo es muy guapo.
—No dejes que te engañe, Brantley. Solo necesita que su ego se
incremente cada día —dice la hermosa mujer que está a su lado. Le da un
beso en los labios y luego la presenta.
—Brantley, quiero que conozcas a mi hermosa esposa, Brooke. —Nos
damos la mano y veo a Sebastian mirándome el brazo.
—Bonita tinta. ¿Te la hicieron en Denver?

236 —Ann Arbor. Name Brand Tattoos.


—¿Sí? He estado allí. Jeff me hizo esto el año pasado cuando estaba
en la ciudad. —Se levanta la manga para mostrarme el cuchillo del chef en
su bíceps. Parece como si saliera de su brazo. Engancha su cabeza hacia su
esposa—. Es una chef. —Lo miro más de cerca y veo que su nombre está
escrito en el mango del cuchillo.
—Espero que esta no sea la parte en la que me dices que ella te
apuñaló una vez y que ese es tu recuerdo —bromeó, y por suerte ambos
ríen.
—No, nada de eso. Pero ella me perforó. Justo aquí. —Sus dedos
golpean su corazón—. La primera vez que la conocí. Cuando ella me miró,
juro que lo sentí en mi corazón. Después de eso, me enganché.
—Aww, cariño. —Le da un beso casto—. Eres tan romántico.
Verlos a los dos me hace extrañar aún más mi hogar. Me pregunto si
Cassie y yo alguna vez nos vimos así juntos. Davis dijo una vez que éramos
obvios.
—Entonces, Brantley. Cuéntame más sobre esta chica. —Sebastian
se gira hacia mí.
—¿Qué chica? —Prolongo la palabra.
—La que puede o no ser tu novia.
—Ah, esa. —Me inquieto con la pulsera de cuero que Chris me regaló
por Navidad—. Se llama Cassie, y éramos muy buenos amigos que se
convirtieron en algo más.
—¿Por qué tengo la sensación de que hay algo más en esta triste
historia?
Esto es extraño para mí, porque nunca he estado en posición de
abrirme a un completo extraño. Sin embargo, me encuentro queriendo
decirle más. Me consuela el hecho de que a Cassie le gusta su música, así
que en cierto modo parece que hay una conexión de algún tipo.
—Probablemente porque la hay. —Suelto una risa nerviosa—. Es la
hermana menor de mi mejor amigo. —Los dos asienten—. Y me enamoré de
ella.
—Oh. —Sebastian levanta las cejas y me da una palmada en el
hombro mientras ríe—. ¿Cuántos golpes recibiste?
—Amigo, no tienes ni idea. —Me uno a él para reírme a mi costa.
Luego, me encuentro compartiendo nuestra sórdida historia, terminando
con el descubrimiento que hice esta mañana.
—Oh, Brantley. Me duele el corazón por ti. Puedo ver cuánto la amas.
Créeme, sé lo que es volver a amar a alguien después de un desengaño. Yo
237 tenía las mismas preocupaciones por Sebastian. No estaba segura de tener
suficiente de mi corazón para ofrecer. Solía pensar que los pedazos
destrozados no serían suficientes para él. Una vez que confié en mí misma
para dar tanto amor como me lo habían dado, los pedazos rotos se hicieron
finalmente enteros —exclamó Brooke con ojos llorosos.
—Nena, no llores. Todo salió bien. —Su brazo la rodea en una muestra
de amor y apoyo—. Brantley, dijiste que te habías enamorado de ella, pero
¿qué has hecho para demostrarlo? Si aún no puedes responder a eso, esto
es lo que debes hacer. Ve a casa y vuelve a conocer tu lado romántico. Vuelve
al principio, a lo que sea que los unió en primer lugar. Envíale un mensaje.
Báñala con regalos. Haz algo por ella y no esperes nada a cambio.
¿Entiendes lo que quiero decir? Necesita saber que arriesgarías cualquier
cosa por tenerla. Necesita saber que no importa lo que pase, siempre estarás
ahí para ella.
Me inclino hacia adelante y miro a Brooke.
—¿Es así como estaba contigo al principio?
—Sí, excepto con Sebastian, fue el principio, el medio y todo lo demás.
Es el alma más romántica que he conocido.
Más tarde, al salir del avión, me da la mano y me dice que me
mantenga en contacto. Solo cuando los veo irse me doy cuenta de que no
tengo una foto para mostrarle a Cassie.
Volver al principio, ¿eh?
Puedo hacer eso.

Yo: Oye, Candy. Esperaba que tuvieras tiempo para discutir las
lecciones de guitarra.

Me guardo el teléfono en el bolsillo. No espero una respuesta, pero


sigo teniendo esperanzas.
Para mi sorpresa, uno viene de inmediato.

Ella: Depende. ¿Quién es Candy?


Yo: Oh, es una rubia sexy que conocí.
Ella: Entonces no tienes suerte. Tengo el cabello rojo y parezco un
personaje de dibujos animados.
Yo: No hay problema. Creo que los dibujos animados son sexys.
Ella: Raro... así que, si yo soy Candy, ¿quién eres?
Yo: ¿Qué tal si me llamas Superman?

238 Ella: Carajos, no lo sé.


Yo: Uh oh... suena como si dudaras de la existencia de Superman.
Ella: No lo sé. Parece un poco tonto. ¿No crees?
Yo: ¿Y si te dijera que Superman es real y que está muy enamorado de
ti?
Ella: Si eso es verdad, entonces supongo que le diría que lo pruebe.
Brantley
La Operación Hoyuelos ya estaba en marcha.
Me pidió que probara mi amor y eso es lo que pretendo hacer.
Para empezar, esta mañana le llevé su desayuno favorito a su
dormitorio. Tostadas francesas con azúcar en polvo, el jarabe caliente y
salchichas extra.
Después del almuerzo, hice que le enviaran dos docenas de rosas
rosadas a la sala de conferencias donde se reúne en su clase de teoría
musical. Le pagué al repartidor veinte dólares extra para que las
acompañara personalmente a su asiento.
Y gracias a mis conexiones en el campus, arreglé que el canal de radio
del campus pusiera sólo música de Paradox todo el día. Incluso pudieron
ponerla en todos los pasillos y fuera de los edificios.
También le envié mensajes de texto cortos durante todo el día.

Mis labios te extrañan


Escuché el tren hoy y me excité. ¿Es eso raro?
3f"(x) + 5xf(x) = 11

239 Lanzo el último para hacerla reír. No quiero que piense que sólo he
echado de menos su cuerpo. Pero eso no significa que no lo haya hecho.
Porque la he echado mucho de menos. Estar separados me está matando.
Me dirijo temprano a la práctica para tratar de conectar con el
entrenador antes de que se dirija a una reunión. Necesito agradecerle de
corazón lo que compartió conmigo antes de Navidad. No sólo le tengo un
gran respeto, sino que lo que me dijo me impresionó mucho.
El tráfico es muy intenso para cuando me estaciono y me dirijo al
interior de la Arena, su reunión ya ha comenzado. Tengo otros cuarenta y
cinco minutos para matar antes de que tenga que vestirme. No me apetece
quedar atrapado en el atasco de tráfico de fuera, así que me imagino que iré
a la sala de pesas y haré unos cuantos cientos de abdominales. Al doblar la
esquina, veo a Cassie bajando por el pasillo.
Dios mío. ¿Por qué tiene que ser tan hermosa? No es justo pensar que
puedo resistirme a ella. Diciéndome a mí mismo que sólo pediré un beso,
me escondo detrás de la pared y la espero. Cuando da la vuelta a la esquina
y me encuentra allí, suelta un grito de asombro.
—Maldita sea, Brantley, me has dado un susto de muerte. —Se lleva
una delicada mano a la garganta.
—Lo siento, es que... Tenía que verte. —Extiendo la mano y
tentativamente rozo el dorso en su mejilla—. ¿Estás bien?
Un suspiro de felicidad pasa por sus labios mientras se inclina hacia
mí.
—He tenido un día interesante. —Levanta la mirada y me mira a través
de las largas pestañas—. Las rosas estaban hermosas.
¿Siempre ha sido tan fácil entre nosotros?
—No tan hermosa como tú. —Engancho mi meñique con el suyo y el
fantasma de una sonrisa levanta las esquinas de su boca.
Un beso. Es todo lo que necesito.
—Gracias. —Su sonrisa se amplía, hasta que aparecen los pequeños
hoyuelos. Y estoy acabado.
—¿Tienes idea de lo que siento por ti? —Su cabeza se mueve
suavemente de un lado a otro, pero un movimiento de su labio me dice que
tiene una pequeña idea—. Estoy tan profundamente enamorado de ti. —Me
permito perderme en ella un poco más, nuestros meñiques se balancean
suavemente de un lado a otro—. ¿Estaría bien si te besara?
—Esperaba que lo hicieras —responde sin aliento.
Mis labios rozan los suyos. Vacilantes al principio. Probándola como
si fuera el primer beso que compartimos. Sabe a fresas y crema. Tal como
lo recuerdo. Mi lengua se desliza sobre su labio inferior, pero no busca la
240 entrada. Beso cada centímetro de sus labios. De arriba a abajo y de lado a
lado. Una y otra vez beso sus labios hasta que nos separamos y ambos
dejamos salir un poco de aire.
—Vaya. —Abanica su rostro con una mano—. Eso fue...
—Sí. —Mi pulgar traza la suave curva de su labio hinchado por el
beso—. Lo fue.
Brantley
Empacar tus cosas para dejar la casa que has compartido con tus
mejores amigos no es algo fácil de hacer. Al diablo con eso. Es jodidamente
difícil. Es una maravilla que alguien no escriba una canción country sobre
eso. Demonios, tiene todas las partes que componen una historia de
aflicción. Recuerdos hechos. Recuerdos olvidados. Dejando atrás a los que
has llamado tu familia. Un corazón roto. Está todo aquí y actualmente está
siendo arrojado en las cajas que están en mi cama.
El hermano mayor de John tiene un apartamento a las afueras de la
ciudad, y me dijo que podía quedarme con él unos meses hasta la
graduación. No es donde quiero estar, pero es mejor que quedarme en la
fraternidad. No estoy seguro de poder soportar muchas más noches de
sueño en el sofá. Está empezando a estropear seriamente mi actuación en
el hielo.
Estoy en el baño, clasificando en mi cajón de los trastos, cuando oigo
el golpe. No me molesto en levantarme, sólo llamo para que entren.
Probablemente sea Masterson; es el único en la casa que todavía piensa en
llamar antes de entrar.
—Hola.
Levanto la mirada del cajón para encontrar a Scott de pie en la puerta.
Parece abatido e incómodo. Por alguna razón, esto no me hace sentir feliz.
Me entristece que esto sea en lo que nos hemos convertido.
241 —Hola. —Me quedo de pie, por si las cosas se ponen feas otra vez—.
Lo siento, pensé que tendría el lugar para mí solo mientras empacaba.
Saldré de aquí tan rápido como pueda. —Meto la caja bajo el brazo y paso a
su lado.
—¿Cómo estuvo tu Navidad? —preguntó, con las manos en los
bolsillos como para anunciar que sólo está aquí para hablar.
—Estuvo bien —respondo con cautela—. Tuve que pasar unos días
con Chris, así que estuvo bien. ¿La tuya?
—Estuvo bien una vez que Cassie finalmente empezó a hablarme. —
Se ríe—. Estuvimos en la misma casa durante tres días enteros antes de que
dijera otra cosa que no fuera “vete a la mierda”.
No puedo reprimir mi sonrisa. Puedo imaginarme su pequeño culo
diciéndole eso.
Esa es mi chica.
—¿Has hablado con ella desde que volviste? —Ya no está en la puerta.
Ahora está en la cómoda, fingiendo que mira las cosas.
—La vi ayer durante unos minutos. —Meto unas cuantas cosas más
en una caja mientras mantengo un ojo vigilante en sus manos. Si va a
atacarme, esta vez quiero estar preparado. Mi mandíbula todavía me duele
como una perra.
—¿De verdad te mudas? —Esta vez cuando se mueve, se sienta en el
borde de la cama. Mi cuerpo finalmente se relaja.
—Rivers, ¿qué estás haciendo aquí? Me dijiste que me fuera, lo pensé
mucho en el descanso y decidí que probablemente sea lo mejor. —Me inclino
hacia atrás contra el escritorio con los brazos apoyados a los lados.
No dice nada. Sólo cubre su rostro con las manos y sopla una
bocanada de aire. ¿Yo? Miro y espero.
—Esa noche dije e hice algunas cosas de las que no estoy orgulloso.
Me pasé de la raya. Golpeándote así. Y me equivoqué al decir esas cosas.
Por Dios, Brantley. En el fondo debes saber que no quise decir lo que dije.
Me resultaba difícil pensar en ustedes dos juntos. Luego, llego a casa y te
encuentro así. Era obvio lo que habías estado haciendo y supongo que eso
alimentó el fuego.
—Soy lo suficientemente hombre para admitir que fue una mierda
mirarte a los ojos y mentirte sobre mis sentimientos por Cassie. Pero nunca
tuve la intención de que nada de eso sucediera. Simplemente sucedió. Y no
me arrepiento ni un minuto de ello. Así es como sé que mi amor por ella es
real. Porque al final del día, lo arriesgaría todo para mantenerlo. Incluso si
eso significa perderte como amigo. La amo más que a nada, hermano.
Necesito que creas eso.
242
Hay una larga pausa. Muchas emociones pasan por su rostro.
Finalmente termina con una pequeña sonrisa.
—Confío en ti para que la cuides. —Sus ojos realmente lagrimean
cuando nuestros ojos se encuentran.
—Sabes que lo haré —respondo con confianza.
—Sí, lo sé. Escucha, siento mucho haber dicho esas cosas. Por no ser
el tipo de amigo que necesitabas. Por ser un idiota en general durante los
últimos nueve meses. —Ambos nos reímos de esta verdad.
—No quiero que te vayas. Davis y Masterson están listos para
patearme el culo si te dejo salir de aquí. Tengo que ser honesto, no creo que
pueda soportar otra paliza. Dar una ronda con tu loco culo casi me mata.
¿Has estado viendo esa mierda de MMA otra vez? —Se frota el costado y
hace muecas.
Dios, he echado de menos a este idiota.
—Entonces, ¿te parece bien que salga con tu hermana?
—No sólo estoy bien con eso, insisto. Ella también me amenazó. Te lo
advierto, hombre; puede que sea pequeña, pero es una bomba.
—Sí, recientemente me presentó ese lado de ella. —Ahora es mi turno
de hacer una mueca.
—Sabes, ella le dio a su ex una paliza verbal. Incluso le dio una
bofetada. Escuché esa bofetada en toda la calle.
—Más vale que no la haya tocado —gruñó.
—Desafortunadamente para él, lo hizo. Y tampoco fue la primera vez.
—Empiezo a ir hacia la puerta, pero él me detiene—. Tranquilo, asesino. Ya
me encargué de ello.
—Al decir “me encargué”, quieres decir que le arrancaste la cabeza.
—Entre otras cosas, sí. Basta decir que puede pasar un tiempo antes
de que pueda masticar fácilmente alimentos sólidos. Y puede que le haya
roto algunas costillas cuando lo pateé. ¿Debo continuar?
—Por favor, hazlo. Esta historia es música para mis oídos.
Continúa deleitándome con la paliza de Justin mientras me ayuda a
desempacar. Y cuando Davis y Masterson vuelven a casa, todos nos
dirigimos a Skeeps. Los pongo al corriente de la Operación Hoyuelos, y todos
estamos de acuerdo en que, aunque Cassie esté enamorada de mí, mi
silencio la ha herido. Necesito mostrarle que estoy aquí para ella y que
nunca más la abandonaré. Proverbialmente hablando, es hora de colgar mis
patines.
No sé cuánto tiempo estuvimos allí. Jugando a los dardos. Bebiendo
243 cerveza. Planeando mi próximo gesto romántico. Pueden haber sido horas o
pueden haber sido días. El punto es que a ninguno de nosotros nos importó.
Fue como en los viejos tiempos. Nosotros. La cerveza. Y muchas risas.
Con todo, había sido un gran día.

Después de hablarlo con los chicos, decidí que tenía que hacer un
gesto para demostrarle a Cassie cuánto la amo. El único problema es que
tiene que ser grandioso. Y tiene que ser pronto. Ese beso que compartimos
sólo hizo que la quisiera más y juré poner su corazón antes que mis
necesidades físicas.
Al menos, temporalmente.
Esta noche es nuestro juego contra Minnesota. La tensión en los
vestuarios esta semana ha sido muy fuerte. Pero como equipo, nunca nos
hemos visto mejor. Después de dos meses de juego, las líneas están
finalmente cohesivas, gracias a algunas de las charlas de ánimo del
entrenador. Básicamente, nos sentó a todos y nos dijo que empezáramos a
trabajar juntos o que nos largáramos del hielo. En realidad, no lo dijo de esa
manera, pero estaba implícito. En resumen, todos entendimos el punto.
Acabo de terminar de tirar mi mandil en la lavandería cuando mi
celular suena en mi bolsillo. Normalmente, no estoy programado para
trabajar en los días en que tengo juegos, pero Anthony había llamado para
decir que estaba enfermo y que necesitaban a alguien para cubrir su turno
de almuerzo. He trabajado en este restaurante de vez en cuando durante los
últimos dos años. Donnie, el dueño; es genial. Me deja trabajar cuando se
ajusta a mi horario y no al revés, lo cual es inusual en los restaurantes de
alto nivel.
—Hola, ¿qué tal? —respondo cuando salgo de la sala de descanso.
—¿A qué hora sales de allí? —gritó Rivers en el teléfono. Suena como
si estuviera dentro de una lavadora.
—Ya me estoy yendo. ¿Qué diablos es ese ruido? —Le lanzo una
despedida ondeando mi mano a un par de camareros reunidos en la estación
de sistema de punto de ventas.
—Estoy en el autolavado. ¿Has pensado en lo que vas a hacer?
—¿Estás bromeando? Es todo en lo que he estado pensando. Estoy
aquí destrozando mi cerebro y no tengo nada. Si no contratamos al dirigible
Goodyear para hacer un vuelo, no tengo nada.
244 Se ríe un poco.
—Ya se te ocurrirá algo. Sólo asegúrate de que sea grande. Es a mi
hermanita a la que intentas enamorar.
—Sí, sí. A veces creo que me gustaba más cuando te dejaban en la
oscuridad. —Me río a carcajadas, atrayendo la atención de algunos clientes.
Me disculpo al pasar y luego me encuentro con un rostro familiar.
Rivers está diciendo algo, pero no lo escucho. Los engranajes de mi
cabeza empiezan a agitarse y de repente me golpea.
—Rivers —lo interrumpo—. Sobre ese gesto. Creo que tengo una
idea...
Cassie
Él: ¿Puedo preguntarte algo?
Yo: Soy toda pulgares.
Él: Si pudiéramos volver y hacerlo de nuevo, ¿cambiarías algo?
Yo: No. Creo que lo hicimos bien la primera vez. ¿Tú lo harías?
Él: No te habría dejado como lo hice.
Yo: Ya has vuelto. Eso es todo lo que importa.
Él: ¿Vendrás a mi juego esta noche? Necesito verte.
Yo: Estaré allí.

—¿Por qué demonios sonríes así? —Se queja Roni—. Espera, no me lo


digas. ¿Otro gesto romántico del señor Resistencia?
—Ja, ja. Sólo estás celosa y lo sabes. —Le tiro un cojín a la cabeza.
—Pfft. ¿De qué hay que estar celosa? No es como si fuera un tipo que
parece sexo en patines que se esfuerza por hacerte sentir especial. —Bate
sus pestañas juguetonamente—. Quiero decir, en serio, ¿quién podría
encajar en esa descripción?
—B. —Muestro una sonrisa exagerada.

245 —Sí, presúmelo, ¿por qué no lo haces? —Cae en la cama a mi lado—.


¿Qué está haciendo ahora el señor Romance?
—Me pidió que fuera a verlo jugar.
—Entonces, ¿qué estás pensando? ¿Quieres ir?
—Sí. De verdad que sí. ¿Irías conmigo?
—Será difícil, pero si significa tanto para ti, tomaré uno para el equipo
—suspiró dramáticamente.
—Siempre y cuando no te tomes el equipo. Dios sabe que no
necesitamos a otra conejita en el entrenamiento.
—Cariño, tú y yo sabemos que no se requiere entrenamiento. De
hecho, llámame Cabeza de Conejita de ahora en adelante. —Su lengua se
desliza a un lado de su mejilla mientras una mano se balancea frente a su
boca.
—¡Oh mi Dios! Necesitas una ayuda seria. —Cae de espaldas con su
cabeza en mi regazo y nos reímos hasta que nos duele el costado.

La Arena está relativamente llena esta noche. Sé que la rivalidad entre


estos dos equipos es feroz, pero no contaba con tener dificultades para
encontrar asientos.
—Te dije que debíamos haber salido antes —me quejó—. Ahora tendré
que vigilarlo desde la sección alta.
—No vayas a buscar tu victoria en un fajo. —Me despide con la
mano—. Estará tan sexy desde allí arriba como si estuviéramos en primera
fila.
—Yo no sabría nada de eso. Nunca he llegado a la primera fila —
resoplo y comienzo el largo camino hacia la cima.
—Disculpa —dice una voz masculina desde detrás de nosotras—.
¿Cassie Rivers?
—Sí. —Me doy la vuelta y encuentro a dos guardias de seguridad allí—
. ¿Puedo ayudarlos en algo?
—Si nos sigue por delante, tenemos dos asientos esperando por usted
y la señorita Parker.
Levanto una ceja a Roni, pero ella simplemente encoge sus hombros
y los sigue por las escaleras, hasta la sección detrás del banco.
Inmediatamente, siento que hay algo raro. El gran panel de plexiglás
246 que separa los ventiladores del banco no existe. Una de las redes ha sido
empujada a un lado y una alfombra roja cubre el centro del hielo. Como si
todo esto no fuera ya suficientemente extraño, un piano de cola ha sido
extendido y dejado en el centro de la alfombra.
Estoy tan ocupado tratando de entender lo que está pasando, que ni
siquiera me doy cuenta de que alguien ha salido al hielo y se ha sentado al
piano. Tampoco me pregunto por qué mi normalmente habladora
compañera de cuarto se ha quedado callado de repente. Supongo que está
tan desconcertada como yo.
—¿Suelen tener invitados musicales para los juegos? —Muevo mi
cabeza en dirección a Roni, pero está demasiado ocupada enviando
mensajes de texto para notar que estoy hablando con ella.
—Lo siento, ¿dijiste algo? —preguntó inocentemente.
Una voz familiar viene por el sistema de sonido, llamando mi atención
antes de que pueda responder.
—Buenas noches a todos. Antes de que empiecen a revisar sus
entradas, quiero asegurarles que están en el lugar correcto.
—¿Por qué está Sebastian Miles en un juego de Great Lakes? —Miro
a mi alrededor, sin hablar con nadie en particular. Esta noche no podría ser
más loca.
—Me doy cuenta de que esto puede ser muy poco ortodoxo, pero un
amigo mío se puso en contacto conmigo hoy y me dijo que necesitaba ayuda
para mostrarle a su chica lo mucho que la ama. Siendo yo mismo un
romántico, tenía que decir que sí. —La voz sexy de Sebastian se proyecta en
el micrófono.
Los jugadores toman el hielo, seguidos por sus entrenadores, y
patinan hasta sus bancos. Scotty y Davis están justo delante de mí. Pero no
hay señales del número veintisiete.
—Tienes que venir conmigo, hermanita. —Scotty me toma una mano,
mientras Davis toma la otra. Me levantan sobre el banco y me colocan de
manera que mi culo se balancea en la pared y mis piernas cuelgan en la
pista.
—Scotty, ¿qué está pasando? —Me veo nerviosa entre él y Davis.
—Le dijiste al hombre que lo probara. Ahora siéntate y deja que lo
demuestre.
—Cassie —dice la suave voz de Sebastian—. Esta canción es para ti.
No es original, pero como Charlie es un amigo, no creo que le importe.
Espero que le haga justicia.
Mi estómago salta, porque sé lo que está a punto de tocar. “One Call
Away” de Charlie Puth es mi himno para B.
247
Abre con la primera nota, ¡y me mareo inmediatamente porque me
está cantando! Luego una figura solitaria patina sobre el hielo. Vestida con
jeans y una camisa blanca de botones. Nunca lo he visto sin uniforme en el
hielo. Se ve tan increíblemente sexy que es totalmente pecaminoso. Ningún
hombre debería tener el derecho de verse tan bien y ser así de increíble.
Sebastian está cantando, mientras Brantley patina alrededor de la
pista. Mostrando al mundo todos sus movimientos. Confía en mí. El hombre
tiene movimientos serios. Quién iba a decir que era capaz de bailar sobre
patines. Pero el elegante movimiento de sus caderas me fascina. Cuando el
coro toca y Brantley se abre la camisa, revelando la camiseta que le hice, no
sé si reír o llorar. Así que hago las dos cosas. Y cuando se me acerca
patinando, lo pierdo. Me aparto de la pared y lo rodeo con mis brazos y
piernas. Sin perder el ritmo, patina hacia atrás alrededor de la pista conmigo
en sus brazos. Besándome tontamente mientras Sebastián “maldito” Miles
nos da una serenata.
—Te dije que Superman era real. —Presiona su frente contra la mía.
—¿Significa esto que seguirás corriendo a mi rescate? —me burló
suavemente.
—Siempre vendré corriendo por ti, muñeca. —Patina hacia atrás,
nuestra canción sonando de fondo y está mirando fijamente, sus ojos ámbar
llenos de amor—. Dios, te he echado de menos. Alejarme fue el mayor error
que he cometido en mi vida. Extraño tenerte en mis brazos. La sensación de
tus labios en los míos. Echo de menos nuestras noches de cine y escucharte
tocar tu guitarra. Y tú toque... lo extraño mucho. La forma en que solías
pasar tus dedos por mi cabello en la noche hasta que me dormía. Extraño
todo eso. Pero sobre todo extraño el sonido de tu risa, porque cada vez que
lo escuché, supe que te estaba haciendo feliz. Me hizo sentir como si
finalmente estuviera haciendo algo bien. Siento haberte hecho daño. Por no
confiar en que lo que hemos encontrado es todo lo que me ha faltado en mi
vida.
—Te he echado mucho de menos. No quiero volver a separarme nunca
más. No creo que mi corazón pueda soportarlo.
—Nena, no voy a ninguna parte. Nunca más. Aprendí algo mientras
estaba fuera. Aprendí que creyendo en mí y amándome, curaste mi corazón
destrozado. Tomaste todos los pedazos y me hiciste completo de nuevo. Así
que, en cierto modo, tú también me rescataste a mí.
—Nunca he dudado de ti. Creo que fue nuestra ruptura lo que nos
unió. Pero si rescatar era lo que necesitabas, puedo prometerte que iré a los
confines de la tierra por ti. Mientras estemos juntos, podemos sobrevivir a
cualquier cosa. —Acaricio mi mejilla con la suya, sin prestar atención a los
ojos que observan cada uno de nuestros movimientos—. Supongo que esto
me convierte en tu compañera, ¿no?
248 —No, eres mejor que una compañera. —Puedo sentir el tirón de su
sonrisa contra mi piel—. Eres mi chica Jersey.
Me alejo para ver sus ojos.
—Brantley Cage, ¿me estás pidiendo que use tu camiseta?
—Puedes apostar tu dulce culo a que sí. —Me mordisquea
juguetonamente el labio—. Y más tarde, si tengo suerte, eso es todo lo que
llevarás puesto.
—Oh, creo que eso se puede arreglar. —Una amplia sonrisa llena mi
rostro y él besa cariñosamente a cada comisura.
Cuando la canción está terminando y los rostros de la multitud se
desdibujan a mi alrededor, él se encuentra con mi mirada, y todo el amor
que me tiene se refleja detrás de esos ojos ámbar. Con mi corazón lleno de
amor y una felicidad que nunca he conocido, me inclino y presiono
tiernamente mis labios con los suyos.
—Te amo, B.
—Yo también te amo, Hoyuelos.

249
(Sticks & Hearts #2)

250
Me llaman #CaballeroSucio.

Mi reputación me precede.
Soy directo sobre el hielo y en la cama.
Con una boca sucia y movimientos impresionantes.
Siempre termino el trabajo.

Tengo mi futuro completamente planeado:


Follar a menudo.
Graduarme.
Conseguir el trabajo de mis sueños.

Suena fácil. ¿Verdad?


Lo era hasta que Delaney Dixon entró en mi vida.

Ojos tan cálidos como chocolate derretido.


Una sonrisa sexy.
Y un par de tetas doble D que hace que los hombres se arrodillen en
gratitud.

Está rota, escondiendo un pasado secreto, y se niega dejar que me


acerque.
Pero, como con mi juego, nunca me rindo.

Nos dio una noche.

Pero quiero el para siempre.

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Rhonda James es una autora superventas de Amazon a la que le
encantan los HEA, cree que los chicos buenos no siempre acaban los últimos
y se esfuerza por crear un novio de libro para cada lector. Rhonda está
casada con su propio Superman y viven en Michigan. Cuando no está
escribiendo, algunos de sus placeres culpables son besar a su chico favorito,
sumergirse en un buen libro y perder el tiempo en Spotify.
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