TEMA 4 Curso 23 24
TEMA 4 Curso 23 24
TEMA 4 Curso 23 24
OBJETIVOS ........................................................................................................................2
INTRODUCCIÓN. ..............................................................................................................2
1. RELACIONES FAMILIARES Y BÚSQUEDA DE AUTONOMÍA. .....................3
1.1. CONFLICTOS Y CERCANÍA EN LAS RELACIONES ENTRE PADRES,
MADRES HIJOS E HIJAS .................................................................................................3
Figura 1. Frecuencia de conflictos entre padres e hijos (Parra, 2005) ...........................4
Figura 2. Relación entre ajustes familiares (eje Y) y conflictividad (eje X) ...................6
1.2. LOS ESTILOS EDUCATIVOS Y LA AUTONOMÍA ..............................................7
1) Afecto/Comunicación.............................................................................................................................................8
2) Control/Disciplina .................................................................................................... 8
a) Democrático .............................................................................................................. 8
b) Autoritario. ................................................................................................................ 8
c) Permisivo ................................................................................................................... 8
d) Negligente. ................................................................................................................ 9
Figura 3. Estilos educativos. .............................................................................................. 9
1.3. CONCLUSIÓN. ....................................................................................................... 11
2. RELACIONES ENTRE IGUALES ........................................................................ 12
2.1. LA AMISTAD Y EL GRUPO DE IGUALES ........................................................ 13
2.1.1. La conformidad.................................................................................................. 14
2.1.2. Las diferencias de género .......................................................................................... 15
2.2. LAS RELACIONES DE PAREJA..........................................................................16
2.2.1. Evolución del grupo de amigos durante la adolescencia ....................................... 16
2.2.2. Teoría del apego y las relaciones de pareja. ............................................................. 16
2.2.3. Fases en la formación de la pareja según Brown (1999) ......................................... 17
1. Iniciación .................................................................................................................17
2. Estatus. .................................................................................................................... 17
3. Afectividad .............................................................................................................. 17
4. Vínculo .................................................................................................................... 17
2.3. LAS RELACIONES SEXUALES ........................................................................... 17
2.3.1. Diferencias de género en las conductas sexuales .................................................... 19
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TEMA 4. DESARROLLO SOCIAL Y EMOCIONAL DEL
ADOLESCENTE.
OBJETIVOS
1.- Examinar y reflexionar sobre las características particulares que se dan en la vida
familiar en la adolescencia.
3.- Adquirir una visión realista y no sesgada de los cambios sociales que ocurren en la vida
durante la adolescencia.
4.-Valorar y analizar la importancia de las relaciones de amistad y de pareja, así como sus
repercusiones en desarrollo social y afectivo.
6.-Reconocer al adolescente como una persona sexuada que comienza a sentir deseo físico
por otros.
INTRODUCCIÓN.
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mala prensa, esa es la adolescente como mencionan Casco y Oliva (2005) u otros autores
clásicos del pasado como Shakespeare, que escribía en su obra Un cuento de invierno:
“Desearía que no hubiese edad intermedia entre los 16 y los 23 años, o que la juventud
durmiera hasta hartarse, porque nada hay entre esas edades como no sea dejar
embarazadas a las chicas, agraviar a los ancianos, robar y pelear”, o Sócrates, al que se
le atribuye este texto del siglo IV a. C.: “La juventud de ahora ama el lujo, tiene pésimos
modales y desdeña la autoridad. Muestran poco respeto por sus superiores y prefieren
insulsas conversaciones al ejercicio. Son ahora los tiranos y no los siervos de sus
hogares…”.
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Como en toda relación de cercanía, y especialmente en el caso de las relaciones
familiares, no es extraño que surjan conflictos en cualquier etapa de la vida (Collins y
Laursen, 2004).
Según estudios científicos, actualmente, hay acuerdo en que, en los primeros años
de la adolescencia, aumenta el número de conflictos en el hogar que se dan entre los/las
adolescentes y, los padres y las madres; especialmente entre las madres e hijas.
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Las relaciones familiares vuelven a equilibrarse en la adolescencia media tras ajuste
y renegociación (Goosens, 2006).
Los conflictos sirven para renegociar los roles respecto a las responsabilidades y
autoestima que el adolescente puede desarrollar (Collins y Laursen, 2004).
-Un estudio longitudinal muestra que aquellos conflictos resueltos en un buen ambiente
familiar se traducen en un mejor ajuste psicológico en la adolescencia tardía que aquellos
solucionados en un ambiente familiar menos favorable o problemático (Oliva, Jiménez,
Parra y Sánchez-Queija, 2005).
- Las cuestiones cotidianas (tareas el hogar, empleo del dinero, la forma de vestir, hora
de regreso a casa, etc.) ofrecen más disputas que los aspectos más trascendentes
(carrera/profesión, sexualidad, política/religión, las drogas, la conducta sexual, etc.).
- La explicación, de por qué los temas sobre cuestiones cotidianas de menor importancia
son los que más número de discusiones provocan, es que este tipo de temas pertenecen a
la esfera de lo privado de los adolescentes, y sin embargo en los referentes a asuntos
vitales (elección del itinerario de la carrera o profesional, ideología o religión…) toman
más en consideración la opinión de sus padres con la que coinciden con frecuencia. Esta
explicación puede ser complementada por el hecho de que los adolescentes suelen
atribuirse responsabilidades y capacidades con mayor precocidad de lo que lo harían los
padres (por ejemplo, en la hora de llegada a casa, la forma de vestirse, el uso del tiempo
libre, etc.).
- Según Parra y Oliva (2007) también hay “diferencias de género” en la temática de
discusión:
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- Los chicos tienen más conflictos por temas académicos, el uso del tiempo libre y
el consumo de tabaco/alcohol.
- Las chicas discuten más por la hora de llegada a casa (único tema en el que superan
a los chicos).
Las investigaciones muestran que la relación existente entre los conflictos de los
adolescentes con los padres y su ajuste psicológico toma en una gráfica la forma de “U
invertida” como se refleja debajo (Figura 2):
-Los adolescentes con mejor ajuste son aquellos con conflictos de intensidad y frecuencia
moderada.
-Los adolescentes que tienen muchos enfrentamientos con sus padres tienen más problemas
para ajustarse
-Los adolescentes con pocos conflictos tienen peor ajuste que los de conflicto moderado
porque:
1- No demandan más autonomía ni quieren tomar decisiones. Desde la teoría de
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3- En este tipo de desajustes psicológicos también pueden incluirse aquellos
adolescentes que aprovechan la moratoria psicosocial para explorar el mundo, pero evitan
los conflictos con los padres no hablando con ellos sobre los temas más controvertidos
que les puedan preocupar (por ejemplo, sobre el sexo) ya que suelen ser los que provocan
discusiones más enérgicas.
Según Parra (2005), los temas que generan un mayor número de conflictos serían
las tareas domésticas, los estudios y la hora de llegada a casa. Los que provocan una
mayor intensidad emocional en la adolescencia son los referentes a otras drogas (además
del alcohol y el tabaco) y a las conductas sexuales.
Aquellos adolescentes que toman decisiones junto con sus padres/madres sobre
sus temas de preocupación son los que muestran un mejor ajuste conductual. Sin
embargo, los que deciden por sí mismos sin contar con los progenitores tienen más
probabilidad de acabar desajustados o implicados en actividades delictivas.
A lo largo de la etapa adolescente los padres van dando de forma progresiva mayor
autonomía a sus hijos/as en la toma de decisiones siendo más habitual que en la
adolescencia inicial la disputa termine con la claudicación del hijo/a y a medida que
aumenta la edad del chico/a se establece una mayor negociación y se llegan a acuerdos.
A pesar de los cambios en los distintos aspectos del desarrollo que conlleva el
período adolescente, existe una continuidad entre las relaciones familiares en la infancia
y las adolescentes, en tanto que, si han sido afectuosas durante la niñez, éstas no han de
cambiar en la adolescencia a pesar de que puedan aumentar el número de discusiones.
En muchas ocasiones las familias conflictivas durante la adolescencia ya lo eran
previamente. Según Steinberg (2001), apenas el 5% del total de adolescentes con un buen
ajuste durante la niñez terminaban teniendo conflictos importantes en la adolescencia. De
hecho, según Parra y Oliva (2007), menos del 10% del total las familias tienen
dificultades serias con sus hijos/as adolescentes, lo que sucede es que en las etapas
iniciales de la adolescencia se da un aumento de los conflictos, que a medida que va
transcurriendo el tiempo van disminuyendo, tal y como se refleja en el patrón de conducta
en “U invertida” en la relación padres/hijos vista antes.
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clasificación tipológica en la que se resumen las distintas formas familiares de crianza a
partir de dos dimensiones:
1) Afecto/Comunicación
2) Control/Disciplina
De la combinación de ambas dimensiones se obtienen cuatro estilos educativos
distintos:
a) Democrático.
Los padres utilizan este estilo cuando demandan a sus hijos autonomía,
poniéndoles normas explícitas y claras que hay que cumplir. Estas normas están
explicadas y razonadas y se hacen respetar en un clima afectivo y de comunicación fluida.
Si los hijos son pequeños (edad infantil), es conveniente que haya pocas normas,
siendo estas claras, razonables y de obligado cumplimiento, explicadas, pero no híper-
explicadas.
En adolescentes las normas han de ser explicadas y razonadas, teniendo en cuenta
la opinión de los chicos/as, para que así las interioricen con mayor facilidad.
Estas familias suelen tener hijos más ajustados tanto psicológicamente (buena
autoestima, bajos niveles de depresión, etc.) como conductualmente (menor consumo de
drogas, menos comportamiento antisocial, etc.).
b) Autoritario.
Las normas y deberes pueden parecer excesivas y no se acompañan de un clima
afectivo excesivo. Estas normas se hacen cumplir sin ser explicadas y sin ser aceptadas
por los hijos.
El afecto no se hace explícito y por tanto los hijos/as se crían en un ambiente rígido
y estricto.
Suelen tener hijo/as con un bue ajuste comportamental (bajo consumo de drogas
o menor frecuencia de conductas antisociales) pero un peor ajuste psicológico (menores
niveles de autoestima o satisfacción vital).
c) Permisivo.
Los hijos son educados con afecto, pero no se les explican ni se acuerdan las
normas a cumplir.
Los chicos/as que reciben este estilo educativo pueden tener conductas
antisociales o coquetear con las drogas.
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d) Negligente.
No hay ni normas ni control, tampoco afecto y comunicación.
Los padres que practican este estilo educativo suelen tener hijos peor ajustados en
todas las facetas.
Parece ser que una buena relación de la dimensión afecto/comunicación lleva a los
hijos a un buen ajuste interno (buena autoestima), mientras que unos padres que manejen
de manera adecuada el control y la supervisión de los adolescentes harán que éstos tengan
un buen ajuste externo (bajo consumo de drogas).
Collins y Laursen (2004) tras sus estudios sobre las relaciones educativas entre
padres/madres e hijos/as concluyen que:
-Un estilo democrático da prioridad a las demandas de sus hijos que son apropiadas para
su edad. Hay una comunicación recíproca y bidireccional.
-Un estilo autoritario da prioridad a las propias agendas de los padres y a sus necesidades
por lo que están dirigidas hacia los intereses de ellos. No hay una comunicación recíproca.
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-Un estilo permisivo centra su atención en el hijo, pero sin demandarles madurez ni
compromisos ni hay una implicación de los padres para asesorarle en la toma de
decisiones importantes y beneficiosas para los adolescentes. Es una relación en la que
dominan los intereses de los hijos. No hay una comunicación recíproca ni consensuada.
Según las conclusiones de las investigaciones llevadas a cabo por Lila, Van Aken,
Mustin y Buelga (2006) se obtienen en los adolescentes una serie de perfiles
conductuales y psicológicos con ciertas características en función del estilo educativo
recibido de sus padres:
1) Los adolescentes con padres democráticos son los que tienen un mejor ajuste, mejores
notas académicos, mejores niveles de autoestima, mejor competencia y madurez en el
desarrollo psicosocial, etc.
2) Los adolescentes con padres/madres que instauran estilos no democráticos pueden
presentar algunos problemas:
-Los adolescentes con padres autoritarios buscan y exploran con menos ahínco
experiencias novedosas para la consecución de su identidad personal, son más indecisos
y tienen peor autoestima, interiorizan normas que les vienen impuestas desde afuera y no
por una reflexión propia, les cuesta tomar decisiones propias y seguir el camino cuando
lo hacen. A pesar de que son disciplinados y obedientes les falta decisión y por ello no
son competentes.
-Los adolescentes con padres permisivos muestran un alto grado de autoconfianza,
pero no son disciplinados, lo que se manifiesta en alto índice de consumo de
estupefacientes o alcohol y en bajos niveles de rendimiento académico.
-Los adolescentes con padres indiferentes son los más problemáticos, presentan
problemas de conducta y afectivos (conductas antisociales, baja autoestima, aumentan los
niveles ansiedad y depresión, consumo de drogas, etc.). No reciben la comunicación ni la
disciplina adecuada por parte de sus padres.
Estas visiones de los estilos educativos entre padres e hijos son de tipo
clasificatorio, si bien pueden resultar un poco simplificadoras de lo que realmente sucede
en las relaciones familiares. La relación padres-hijos no es unidireccional de tal manera
que los progenitores los puedan moldear a su antojo. Esto se debe a que los adolescentes
presentan sus propias conductas y personalidad de manera que influyen en el estilo
educativo de sus padres que en cierta forma termina adaptándose a ellos.
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El estilo educativo impartido por los padres durante la niñez tiene relevancia al
influenciar sobre la conducta del adolescente y sobre la manera de educar en esta etapa.
Los padres que han criado al niño en un ambiente democrático se encontrarán con
un adolescente mejor ajustado con el que podrán continuar dicho estilo. En cambio, un
niño que se educa en un ambiente autoritario puede convertirse en un adolescente
inmaduro y no competente al que los padres ya no sepan cómo educar en la adolescencia.
De la misma manera un adolescente con una baja disciplina en la infancia puede tener
malas notas y hacer que sus padres tengan que cambiar el estilo educativo a uno autoritario
para reconducir la situación.
La familia es un sistema dinámico de interacción cuyo funcionamiento no puede
analizarse, y menos comprenderse, si se valora el comportamiento de los miembros que
lo componen de una manera individualizada.
1.3. CONCLUSIÓN.
A pesar de la exposición y visión realizada en el tema hasta el momento en las
relaciones familiares en la adolescencia, hay aspectos y conocimientos que no quedan
excesivamente matizados:
1) Estructurales, en relación con la adaptación de los distintos tipos familiares a sus
hijos/as o de los adolescentes a los distintos contextos o situaciones.
2) Dimensionales, en relación con la función que tiene el afecto sobre el ajuste emocional
y conductual del adolescente.
De los estudios sobre la relación existente entre la maduración adolescente y las
dinámicas familiares educativas se ha descubierto que su desarrollo madurativo está en
relación con la intensidad emocional de los conflictos entre padres, madres y
adolescentes.
-Los padres entran más en conflicto, que las madres, con hijos e hijas durante la
adolescencia en general, pero las madres lo hacen con los hijos durante la adolescencia
media. Puede deberse a que los padres/madres necesitan en estos momentos afianzar su
autoridad sobre los hijos/as en un momento en que ven como se hacen adultos.
-Se ha encontrado además que los adolescentes maduran antes (“timing” puberal
visto en el tema 1) tienen mayores conflictos en casa debido a que los padres no están
conformes con dar mayor autonomía a sus hijos, aunque aparenten más edad de la que
tienen.
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-La mayor parte de las familias atraviesan por la adolescencia de sus hijos sin
mayores problemas, centrándose estos conflictos en familias disfuncionales o con
problemas mentales en alguno de sus miembros.
Aunque los adolescentes se sientan menos aceptados por los padres que los
preadolescentes, los estudios demuestran que en general están satisfechos con su vida
familiar.
Hay estudios longitudinales (son los que estudian un mismo grupo de chicos/as a
lo largo de unos cuantos años) que muestran la existencia de una cierta estabilidad relativa
en las relaciones familiares durante la infancia y adolescencia, siendo en esta segunda
etapa donde los padres pasan a ocupar una posición menos importante que la de los
amigos/as o la pareja a la hora del apoyo afectivo o la cercanía.
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Si peguntamos a los adolescentes cuáles son los aspectos más importantes de su
vida, nos dirán que la familia, los amigos y la salud (González, Elzo, González y
colaboradores, 2006).
-Se puede comprobar que la amistad supone un lugar muy importante en sus vidas. Con
los amigos compartirán el tránsito por una etapa de cambios y la vez de continuidad.
2.1.1. La conformidad.
El que los adolescentes son conformistas y ceden a la presión del grupo de
iguales, y ésta es ejercida hacia cuestiones negativas como el consumo de sustancias,
vuelve a ser un tópico que existe en la sociedad en general, así como en los textos de
investigadores como Brown y colaboradores (1999) y de algunos psicólogos como
Bronfenbrenner.
Muchos trabajos transversales sugieren que los adolescentes son conformistas al
observar semejanzas entre un mismo grupo (dentro de una misma cuadrilla e incluso
pandilla visten de forma parecida, usan vocabulario similar, etc.). Esto es interpretado
como una cesión del adolescente a las normas del grupo.
Los parecidos son debidos a distintos procesos descritos por Kandel (1978):
1. Selección activa, por la que nos acercamos a aquellas personas semejantes a
nosotros para establecer relaciones cercanas.
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2. Socialización recíproca. Una vez que formamos parte del mismo grupo se
establecen una serie de normas consensuadas por los distintos miembros
componentes, siendo lo que llamamos cultura del grupo. No presenta
direccionalidad alguna, ya que no se establece por las presiones del grupo sobre
un miembro, sino que entre todos se influyen pareciéndose cada vez más.
3. Deselección. Cuando un miembro del grupo no se encuentra a gusto, lo abandona.
Una vez se ha formado el grupo, se establece una cultura de grupo, con lo que los
parecidos entre sus miembros son cada vez mayores. Esto se pudo comprobar en los
estudios de Farrington (2004) con los que corroboró que los adolescentes con conductas
antisociales y delictivas que buscaron grupos que presentaban estos problemas, y se
mantenían en ellos, aumentaron este tipo de comportamientos.
Los chicos/as ceden con mayor frecuencia a presiones del grupo en la adolescencia
que durante la pre-adolescencia, siendo el período inicial y medio de la etapa adolescente
los momentos de mayor conformismo.
No hay un acuerdo en este apartado en cuanto a las diferencias de género, por lo
quea priori las chicas y los chicos ceden a los deseos del grupo en la misma medida.
Los chicos/as se conforman ante sus grupos de referencia y no ante cualquier otro
grupo, es decir, ante sus amigos/as o aquellos a quienes admiran, ante conductas
relacionadas con su raza y cultura o hacia comportamientos neutros o positivos en mayor
medida que hacia los negativos.
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2.2. LAS RELACIONES DE PAREJA.
En la adolescencia surgen las relaciones de pareja y las sexuales que tienen una
especial importancia para los adolescentes.
Aparece el deseo sexual con la consecuente preocupación para los padres/madres,
sobre todo con las hijas, ya que se convierte en uno de los temas que provocan pocos
conflictos, pero de gran intensidad.
Uno de los hitos evolutivos que deben conseguir los chicos/as durante este periodo
es el de identidad sexual, es decir, ser capaces de relacionarse con el otro género (en
heterosexuales) formando relaciones de pareja más o menos estables.
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de la chica que se empareja. La ruptura de la pareja lleva asociada un sentimiento de
tristeza.
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coincidieran con la idea intuitiva generalizada en la sociedad de que no es positivo
mantener relaciones sexuales durante la adolescencia y, por tanto, se debe intentar retrasar
lo máximo posible tales incursiones (López, 2005).
La postura que se defiende en este apartado es que depende, como en casi todos
los tópicos relacionados con la psicología, del momento, forma y motivo por el que se
mantienen esas relaciones sexuales. Comenzaremos rebatiendo la idea de que la
abstinencia promueve la salud: efectivamente, si se correlaciona relación sexual temprana
durante la adolescencia con salud mental, la relación es negativa, mostrando que aquellos
chicos y chicas que mantuvieron relaciones de forma temprana tienen una salud mental
pobre durante la adultez. Pero estos datos son tan engañosos ya que cuando se controlan
variables como el ajuste escolar, los vínculos familiares o conductas de riesgo, la relación
entre conducta sexual en la adolescencia y la salud mental desaparece. Los chicos y chicas
adolescentes con un pobre ajuste escolar, vínculos familiares negativos y que realizan
conductas de riesgo tendrán una pobre salud mental hayan mantenido relaciones sexuales
durante la adolescencia o no (Bogart y colaboradores, 2007).
Las primeras relaciones sexuales realmente no lo son. Hacen referencia a
comportamientos masturbatorios, más frecuentes en chicos que en chicas, y que
aparecieron antes de la pubertad, y a fantasías sexuales que son en principio inespecíficas
(sin escenario ni pareja concreta) y posteriormente cada vez más definidas. Estas fantasías
tienen diferentes funciones: activan el placer, son un sustituto de las necesidades sexuales
no atendidas y sirven para que el propio adolescente conozca sus preferencias y
necesidades sexuales.
En algún momento, chicos y chicas tendrán alguna relación que les permitirá
explorar sus cuerpos, besarse, explorar sus genitales, y posteriormente aparecerán las
relaciones sexuales completas. Esta secuencia no es normativa, y algunos adolescentes
pueden saltarse alguno de los pasos. De hecho, a pesar de algunas noticias alarmistas
sobre la precocidad de las relaciones sexuales y las conductas de riesgo asociadas, la
mayoría de los chicos y las chicas no mantienen relaciones sexuales completas durante la
adolescencia (Moreno y colaboradores, 2008). Entre los propios adolescentes españoles
no se tiene la expectativa de mantener relaciones sexuales antes de los dieciséis años y
medio (Casco y Oliva, 2005), siendo considerar una conducta como normativa uno de los
principales factores que llevan a hacerla.
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2.3.1. Diferencias de género en las conductas sexuales.
Aunque la doble moral que consideraba el sexo prematrimonial permitido para
los chicos y prohibido para las chicas parece estar desapareciendo, continúa habiendo
importantes diferencias entre chicos y chicas en lo relativo al sexo. Para los chicos el sexo
es un objetivo en sí mismo, mientras que las chicas entienden el sexo vinculado a las
relaciones afectivas, como una parte más de ellas. Por este motivo, es más fácil que los
chicos tengan su primera relación sexual completa preocupados de que el aparato
fisiológico funcione, y las chicas por compartir un momento de intimidad con la pareja
(Zani y Cicognani, 2006). Ellos comienzan antes a tener impulsos sexuales, dicen tener
activación sexual con mayor frecuencia y, sobre todo, lo consideran más intenso y les
producen más distracciones que a las chicas. Si estas diferencias de género son debidas a
la biología o a los factores sociales que hacen que ellas repriman su deseo sexual con
mayor frecuencia para ajustarse a las normas sociales, continúa siendo un debate,
considerándose que ambas cosas influyen e interactúan (Savin-Williams y Diamond,
2003).
En lo referente a la transición al coito, algunos estudios muestran que quienes
comienzan antes a mantener relaciones sexuales completas son los chicos y chicas de
familias no convencionales, con madres y padres separados o solteros, probablemente
porque tienen cerca un modelo en el que los progenitores buscan pareja y mantienen
relaciones sexuales (Crockett, Raffaelli y Moilanen, 2003). También tienen una transición
más rápida los adolescentes a quienes sus padres no controlan y a los que controlan en
exceso; los adolescentes que maduran antes que sus compañeros; y quienes tienen
menores aspiraciones académicas o menor estatus social (Zani y Cicognani, 2006).
Finalmente, nos gustaría comentar los motivos que llevan a los adolescentes a
mantener relaciones sexuales (Savin-Williams y Diamond, 2003; Zani y Cicognani,
2006):
1. La necesidad de satisfacer el deseo sexual, como hemos mencionado anteriormente,
en muchos casos esta necesidad se resuelve a través de conductas masturbatorias.
2. Una fuerte curiosidad, que aumenta debido a la influencia de los medios de
comunicación, donde se describe y discute abiertamente sobre la sexualidad. Diferentes
culturas harán frente a esta curiosidad de diversas formas. En algunos casos se evita el
contacto entre los jóvenes para no propiciar la actividad sexual, en otros se permite a los
chicos y las chicas que jueguen con sus cuerpos advirtiendo de que se debe evitar el sexo
premarital.
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3. El logro de estatus social entre los compañeros o de un estatus adulto. En el caso de
las chicas, este estatus se lograría más a través de una relación afectiva que de relaciones
sexuales propiamente dichas.
4. Tener una relación de pareja, que obviamente propicia la activación del deseo y
promueve la aparición de relaciones sexuales. En este caso la pareja quiere fundirse
completamente.
5. Utilizar el sexo como un mecanismo de regulación emocional que ayuda a los
adolescentes a afrontar emociones negativas o sucesos estresantes. Afortunadamente este
es el caso menos frecuente o normativo, pero al que se debe prestar especial atención, ya
que estos chicos y chicas tienden a tener mayor número de parejas y a implicarse en
relaciones sexuales de riesgo.
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