51701-Texto Del Artículo-214197-1-10-20240104

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 51

HISTORIA No 56, vol.

II, julio-diciembre 2023: 313-363


ISSN 0717-7194

Javiera Bustamante Danilo*


Jorge Fabián Placencia Jiménez**

Estado-nación, monumentalidad nacional y contranarrativas


patrimoniales.Réplicas de las prácticas de activación patrimonial
desde lo oficial (1925-1970) en las acciones contemporáneas de
desmonumentalización tras el “estallido social” en Chile (2019-2021)1

Resumen

El presente artículo analiza, desde una perspectiva histórica y antropológica, los al-
cances que ha tenido la práctica inaugural de protección patrimonial promovida por el
Estado de Chile –entre 1925 y 1970– en la intervención de Monumentos Nacionales en
el contexto del “estallido social” a partir de octubre de 2019, basándose en la revisión de
fuentes oficiales, documentales, bibliográficas y de prensa y la realización de entrevistas.
El estudio da cuenta que dicha práctica inaugural –caracterizada por la patrimonializa-
ción de bienes representativos de un legado indígena (arqueológico y paleontológico),
colonial y republicano– ha tenido como resultado una reivindicación de la presencia
contemporánea de las culturas indígenas y la emergencia de contranarrativas descoloni-
zadoras y desnacionalizadoras de las representaciones del legado hispano y republicano.

Palabras clave: Chile, siglo XX, siglo XXI, monumentos históricos, monumentos
públicos, Estado nación, patrimonialización 1925-1970, desmonumentalización 2019-
2021, contranarrativas patrimoniales, estallido social

Abstract

This article analyzes, from a historical and anthropological perspective, the influence
Chile’s inaugural practice of heritage protection, promoted between 1925 and 1970, has
had on the management of National Monuments during the Chilean social outbreak,
which began in October 2019. The study reveals that this inaugural practice –characte-
rized by the heritagization of assets representative of an indigenous (archeological and
paleontological), colonial and republican legacy– has resulted in a vindication of the

*
Doctora en Gestión de la Cultura y el Patrimonio por la Universidad de Barcelona, España. Académica De-
partamento de Antropología Universidad Alberto Hurtado, Chile.
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5490-4326 Correo electrónico: [email protected]
**
Licenciado en Historia y profesor de Historia y Geografía de la Universidad de Chile. Apoyo profesional en
la Secretaría Técnica del Consejo de Monumentos Nacionales, Chile.
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-6355-9106 Correo electrónico: [email protected]
1
Este artículo expone los resultados del proyecto FONDECYT n.° 11200326 “Destrucción, desafección y
contranarrativas patrimoniales. Redefinición del patrimonio cultural en el Chile actual” financiado por la
Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID).
314 HISTORIA 56 / 2023

contemporary presence of indigenous cultures and the emergence of counter-narratives


that decolonize and denationalize the cannon of Hispanic and Republican narratives.

Keywords: Chile, twentieth century, twenty-first century, historical monuments, public


monuments, Nation State, heritagization 1925-1970, de-monumentalization 2019-2021,
heritage counter-narratives, Chilean social outbreak

Recibido: julio de 2022


Aceptado: febrero de 2023

Introducción

“Derribar estatuas no borra la historia, nos hace verla más claramente”


Enzo Traverso2

“El pasado no es libre. Ninguna sociedad lo abandona a sí mismo. Es regido, administrado,


conservado, explicado, narrado, conmemorado u odiado. Ya sea que se lo celebre o se le ocul-
te, sigue siendo un desafío fundamental del presente […] Que ocurra una nueva coyuntura, un
nuevo horizonte de expectativa, una nueva sed de fundación, y se lo borra, se olvida, se ponen
de manifiesto otros episodios, se recupera, se reescribe la historia, se inventan, en función de
las exigencias del momento, antiguas leyendas.”
Regin Robin3

La reciente crisis política y social experimentada en Chile –inaugurada por el “estallido


social” o “revuelta popular” de octubre de 2019– ha tenido como efecto, en el plano
de lo simbólico, un importante fenómeno de cuestionamiento y resignificación del
patrimonio monumental nacional4. El descontento de la ciudadanía se ha traducido en

2
Enzo Traverso, “Derribar estatuas no borra la historia, nos hace verla con más claridad”, en Nueva sociedad
[en línea], junio de 2020, disponible en: https://nuso.org/articulo/estatuas-historia-memoria/ [fecha de consul-
ta: 24 de marzo de 2023].
3
Régine Robin, La memoria saturada, Buenos Aires, Waldhuter Ediciones, 2012, p. 29.
4
Las numerosas intervenciones en monumentos ocurridas desde 2019 en Chile, han sido motivo de un amplio
debate académico y público. Al respecto, destacan los trabajos de Ivette Quezada Vázquez y Claudio Alvarado
Lincopi, “Repertorios anticoloniales en Plaza Dignidad”, en Aletheia, n.° 10, Buenos Aires, 2020, disponible
en: http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/112131 [fecha de consulta: 11 de marzo de 2023]; Francisca Már-
quez, Daniela Jara, Catalina Lycan, Marcelo Colimil y Víctor Landeros, “Paisaje de la protesta en Plaza Dig-
nidad de Santiago, Chile”, en Revista Chilena de Antropología, n.° 42, Chile, 2020, pp. 112-145, disponible
en: https://estudiosdeadministracion.uchile.cl/index.php/RCA/article/view/60487/63924 [fecha de consulta:
14 de marzo de 2023]; Federico Mare, “La primavera de Chile: revuelta popular y estéticas callejeras”, en
Ricardo Salas (dir.), Luchas sociales, justiciar contextual y dignidad de los pueblos, Santiago, Ariadna Edi-
ciones, 2020, pp. 295-312; Jonathan Lukinovic Hevia, La guerra de los monumentos, Santiago, Editorial
Camino, 2021. Asimismo, destaca el dossier “Monumentos. Entre la épica patria y la insurrección decolonial
en Latinoamérica”, en Revista Corpus. Archivos virtuales de la alteridad americana, vol. 11, n.° 1, Mendoza,
Argentina, 2021, 129 pp., compuesto por ensayos de procesos de desmonumentalización y resignificación de
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 315

una permanente intervención del espacio público y de elementos patrimoniales repre-


sentativos del relato tradicional sobre nuestra identidad cultural. Inmuebles históricos,
zonas típicas y piezas escultóricas –asociadas a instituciones, actores, lugares y acon-
tecimientos clave en la construcción del Estado nación– han sido desde 2019, objeto de
rayados, pinturas, incendios e intentos de derribamiento, poniendo en tensión los mar-
cos normativos y paradigmas culturales hegemónicos. En este sentido, en este artículo,
las intervenciones no serán entendidas como procesos tendientes a la conservación,
mantenimiento o restauración de bienes con significación cultural5, sino como acciones
que alteran la integridad material de los monumentos, generando la “interrupción de
un flujo temporal que luego vuelve a normalizarse”6. De este modo, las intervenciones,
comprendidas como acontecimientos que cambian la esencia de la materialidad de los
monumentos, tienen como resultado la alteración de las narrativas tradicionales que es-
tos encarnan.
Desde octubre de 2019, la acción de la institucionalidad patrimonial y de los dife-
rentes órganos de la administración del Estado a cargo del resguardo patrimonial se ha
visto desbordada, observándose una profunda desarticulación entre las prácticas de pro-
tección oficial y las diversas expresiones identitarias manifestadas al calor de la protesta
social y una grave desactualización de la legislación vigente. El aparato estatal, lejos de
incorporar las reinterpretaciones simbólicas del espacio público, a través de sus monu-
mentos, edificios y elementos conmemorativos, ha insistido en la promoción de una vi-
sión clásica y monolítica de lo patrimonial y la implementación de medidas de resguar-
do, conservación y restauración como principales respuestas a las intervenciones. Esta
situación ha puesto de manifiesto el desgaste de la legislación vigente, la cual, ad portas
de cumplir cien años de existencia y a pesar de las modificaciones implementadas en
este tiempo, no ha evolucionado hacia una concepción compleja, integral y dinámica de

monumentos en diversos países de América del Sur. También medios de prensa han publicado columnas y
reportajes relacionados con la materia, tales como el de Paula Huechumil, “A dos años de la destrucción de
monumentos coloniales ¿Qué pasó con estos símbolos?”, en Interferencia, Santiago, 18 de octubre de 2021,
disponible en: https://interferencia.cl/articulos/dos-anos-de-la-destruccion-de-monumentos-coloniales-que-
paso-con-estos-simbolos [fecha de consulta: 14 de marzo de 2023]; Pía Acevedo, “Monumentos Públicos
y el valor de la discordia”, en El Mostrador, Santiago, 31 de octubre de 2019, disponible en: https://www.
elmostrador.cl/cultura/2019/10/31/monumentos-publicos-y-el-valor-de-la-discordia/ [fecha de consulta: 14 de
marzo de 2023]; Abril Becerra, “Patrimonio intervenido durante las movilizaciones ¿hacia una reescritura del
pasado?”, en Diario Universidad de Chile, Santiago, 19 de octubre de 2020, disponible en: https://radio.uchi-
le.cl/2020/10/19/patrimonio-intervenido-durante-las-movilizaciones-hacia-una-reescritura-del-pasado/ [fecha
de consulta: 14 de marzo de 2023]; “Indignación y patrimonio: del lugar común a la reflexión”, en The Clinic,
Santiago, 22 de agosto de 2022, disponible en: https://www.theclinic.cl/2022/08/22/indignacion-y-patrimonio-
del-lugar-comun-a-la-reflexion/ [fecha de consulta: 14 de marzo de 2023]. En su conjunto, la información si
bien refiere a los simbolismos de las intervenciones desarrolladas a lo largo y ancho del país, tiende a tener
como centro de reflexión el monumento público en homenaje al general Manuel Baquedano ubicado en el
centro de la ciudad de Santiago.
5
Icomos Australia, “Carta de Burra. Carta del Icomos Australia para Sitios de Significación Cultural”, en
Cuadernos del Consejo de Monumentos Nacionales, Segunda Serie, n.° 111, Santiago de Chile, Consejo de
Monumentos Nacionales, 2015, pp. 237-254.
6
Jacques Rancière, La noche de los proletarios. Archivos del sueño obrero, Buenos Aires, Tinta Limón, 2010, p. 9.
316 HISTORIA 56 / 2023

lo patrimonial, sino que ha tendido a perpetuar una definición unívoca, exclusiva y ex-
cluyente de la identidad cultural, vinculada a lo monumental y a lo nacional.
La monumentalidad nacional objeto de la tuición y protección del Estado, a través
del Consejo de Monumentos Nacionales (en adelante CMN), corresponde a un conjunto
de bienes culturales materiales, muebles e inmuebles que, a través de diversos mecanis-
mos, han sido declarados monumentos nacionales en seis categorías: monumentos histó-
ricos, monumentos públicos, monumentos arqueológicos, monumentos paleontológicos,
zonas típicas o pintorescas y santuarios de la naturaleza7. En este artículo se considera-
rán sobre todo los monumentos históricos y los monumentos públicos porque corres-
ponden a las primeras categorías reguladas a partir de 1925 y que, de forma coincidente,
han sido los más afectados por las intervenciones ciudadanas desde el 2019.
El sistema de protección de los monumentos nacionales se encuentra regulado por
la Ley 17.288 de Monumentos Nacionales, promulgada el 27 de enero de 19708. Sin
embargo, las categorías, criterios y procedimientos que dicha norma establece obedecen
a la matriz jurídica dispuesta en el Decreto Ley 651 del 17 de octubre de 1925, que creó
el CMN9. En estos términos, la definición oficial de monumento nacional y la regulación
de su protección cumplen noventa y ocho años, en tanto que su modificación más im-
portante fue hace más de cincuenta años, con la promulgación de la Ley 17.288.
En la actualidad, el Congreso Nacional discute la aprobación de una nueva Ley de
Patrimonio Cultural, cuyo proyecto fue ingresado por el expresidente de la República
Sebastián Piñera, el 17 de junio de 201910, con una indicación sustitutiva del mismo,
presentada el 12 de marzo de 2021. La iniciativa, no exenta de controversias11, consti-

7
“Ley 17.288. Legisla sobre Monumentos Nacionales”, Santiago, 27 de enero de 1970, disponible en: https://
bcn.cl/2fkzm [fecha de consulta: 16 de marzo de 2023].
8
Ibid.
9
Ministerio de Instrucción Pública, “Decreto Ley 651. Monumentos nacionales”, Santiago, 17 de octubre de
1925, disponible en: https://bcn.cl/2m4r4 [fecha de consulta: 16 de marzo de 2023].
10
Ministerio Secretaría General de la Presidencia, “Oficio Nº 075-367 de S. E. el Presidente de la República,
con el que inicia un proyecto de ley de patrimonio cultural”, Santiago, 2019, disponible en: https://www.
camara.cl/legislacion/ProyectosDeLey/tramitacion.aspx?prmID=13243&prmBOLETIN=12712-24 [fecha de
consulta: 27 de junio de 2022].
11
Diferentes colegios y asociaciones de profesionales vinculados a la protección patrimonial han criticado
la ausencia de una discusión abierta a la ciudadanía previo a la formulación del proyecto. Se critica también
la alta burocratización y dependencia de los gobiernos de turno en la reestructuración que supone la nueva
norma en la actual institucionalidad patrimonial y la omisión y laxitud de la nueva legislación respecto del
componente arqueológico y ambiental del patrimonio cultural, entre otros aspectos. A modo de ejemplo, ver:
Colegio de Arqueólogas y Arqueólogos de Chile, “Análisis proyecto de Ley de Patrimonio: aspectos críticos
que fundamentan graves falencias y contradicciones”, Santiago, 12 de agosto de 2019, disponible en: https://
colegiodearqueologos.cl/wp-content/uploads/2022/03/Ana%CC%81lisis-proyecto-modificacio%CC%81n-
Ley-de-Patrimonio-CAARCH..pdf [fecha de consulta: 16 de marzo de 2023]; Sociedad Chilena de Antropo-
logía Biológica, “Análisis de la SOCHIAB al Proyecto de Ley de Patrimonio”, Santiago, 23 de septiembre de
2019, disponible en: https://www.camara.cl/verDoc.aspx?prmID=181614&prmTIPO=DOCUMENTOCOMIS
ION [fecha de consulta: 23 de marzo de 2023]; Macarena Ibarra et al., Observaciones al Proyecto de Ley de
Patrimonio Cultural, Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales UC, Documentos del IEUT, n.° 7, Santiago,
2019, 15 pp., disponible en: https://estudiosurbanos.uc.cl/wp-content/uploads/2020/01/Doc_trabajo_ley_patri-
monio.pdf [fecha de consulta: 16 de marzo de 2023].
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 317

tuye un avance notable en materia de modernización y ampliación, tanto de la norma


como de la institucionalidad patrimonial, pues, entre otros aspectos, pretende descen-
tralizar la actual orgánica institucional –ampliando su estructura a lo largo del territorio
y dotando de mayores atribuciones a las oficinas regionales– y actualizar el modelo de
protección vigente –incorporando nuevas categorías, como patrimonio cultural inmate-
rial, sitios de memoria y paisajes culturales–12.
Pese a estas innovaciones e intentos de ruptura en el orden tradicional de lo patri-
monial, es posible observar que tanto la legislación como las acciones institucionales de
resguardo siguen centrando su atención en la dimensión objetual, material y hegemóni-
ca del monumento nacional, una mirada canónica aún marcada por una concepción del
patrimonio como elemento decorativo y conmemorativo. En estos términos, se hace pre-
sente la necesidad de observar de forma crítica dicha noción, en cuanto esta refiere a un
fenómeno social mayor: la constitución de las sociedades a través de su producción sim-
bólica y las relaciones sociales de poder que a esta subyacen13. Así, la monumentalidad
nacional no puede ser leída sino conforme a su adscripción a una categoría de análisis
mayor y actualizada: el patrimonio cultural, en el marco de las narrativas y contranarra-
tivas que trascienden a él14.
Conforme a ello, el presente artículo plantea la necesidad de examinar el fenómeno
actual de intervención de los monumentos por parte de la sociedad civil, desde el aná-
lisis de las prácticas institucionales que inauguran y constituyen la piedra angular de
las políticas patrimoniales implementadas por el Estado de Chile desde 1925. En este
sentido, se busca responder: ¿Qué alcances tienen los principios y discursos rectores de
la protección patrimonial inaugurada en la primera mitad del siglo XX en las actuales
prácticas desmonumentalizadoras y en el desencantamiento y desestabilización del pa-
trimonio monumental? ¿Es solo una lógica decolonial o desnacionalizadora la que otor-
ga sentido y significado al cuestionamiento de la monumentalidad nacional?
En términos teóricos, el estudio del patrimonio cuenta con una larga tradición de
pensamiento –en la cual destacan autores como Néstor García Canclini, Françoise
Choay, Josep Ballart y Jordi Tresserras, Llorenç Prats, Jean Davallon, Dominique
Poulot, Laurajane Smith, Fabien Van Geert, Xavier Roigé y Lucrecia Conget y Rodney

12
Ministerio Secretaría General de la Presidencia, “Oficio Nº 019-369 de S. E. el Presidente de la República,
mediante el cual formula indicación sustitutiva al proyecto de ley de patrimonio cultural”, Santiago, 2021, dis-
ponible en: https://www.camara.cl/legislacion/ProyectosDeLey/tramitacion.aspx?prmID=13243&prmBOLET
IN=12712-24 [fecha de consulta: 27 de junio de 2022].
13
Pierre Bourdieu, La distinción, criterios y bases sociales del gusto, Madrid, Taurus, 1988; Antonio Ariño,
Sociología de la cultura. La constitución simbólica de la realidad, Barcelona, Ariel, 2000; Hannah Arendt, La
condición humana, Madrid, Paidós Ibérica, 2005.
14
Beatriz Aguirre y Marisol Saborido, “Experiencias de ciudad: a la conquista de un patrimonio otro”, en Mir-
ta Halpert (ed.), Habitar el patrimonio, Santiago, Universidad Central de Chile, 2007, pp. 119-137; Francisca
Márquez (ed.), Patrimonio: contranarrativas urbanas, Santiago, Ediciones Universidad Alberto Hurtado,
2019.
318 HISTORIA 56 / 2023

Harrison15, entre otros– que, en términos globales, ha comprendido el patrimonio cultural


en tanto recurso simbólico de especial relevancia en la constitución y consolidación de los
Estados nacionales16 y en la modelación de las identidades colectivas y las memorias ofi-
ciales17, al erigirse como representación y aparato ideológico de la identidad, la memoria y
el pasado nacional18. Bajo este prisma, se advierte que el patrimonio obedece a una selec-
ción realizada por los sectores dominantes de cada sociedad, en el marco de relaciones so-
ciales de poder específicas, sobre la cual se decide qué bienes y valores son significativos
para el colectivo en su conjunto, activando patrimonialmente ciertos referentes que resul-
tan fundamentales para la legitimación de una versión particular de la identidad cultural,
asociada a la retórica nacional establecida de manera oficial por el Estado19.
Como consecuencia, se observa que en las sociedades contemporáneas el patrimo-
nio cultural emerge, al mismo tiempo, como un fenómeno que confronta dicho poder
simbólico hegemónico, posicionándose como factor de disputas políticas, económicas,
culturales y medioambientales20. Guillermo Bonfil Batalla, a partir de la experiencia
mexicana, plantea que las relaciones sociales asimétricas en las cuales se enmarca el fe-
nómeno patrimonial quedan en evidencia en dialécticas de dominación y subordinación,
donde el patrimonio de los pueblos colonizados y las clases sociales subalternas es con-
siderado ilegítimo, mientras que el de la cultura dominante se consolida como el modelo
de una cultura única nacional21. En este sentido, los procesos de patrimonialización
adquieren especial relevancia simbólica en la consolidación del poder socialmente esta-
blecido, en la medida en que el Estado, a través de sus diferentes agentes e instituciones,
dota de legitimidad y universalidad a determinadas formas de percepción, clasificación

15
Néstor García Canclini, Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad, Buenos Aires,
Grijalbo, 1989; Néstor García Canclini, “Los usos sociales del patrimonio cultural”, en Encarnación Aguilar
Criado (coord.), Patrimonio etnológico: nuevas perspectivas de estudio, Andalucía, Consejería de Cultura,
1999, pp. 16-33; Françoise Choay, Alegoría del patrimonio, Madrid, Gustavo Gili, 2007; Josep Ballart y Jordi
Tresserras, Gestión del patrimonio cultural, Barcelona, Ariel, 1997; Llorenç Prats, Antropología y patrimonio,
Barcelona, Ariel, 1997; Jean Davallon, “Tradition, Mémoire, Patrimoine”, en Bernard Schiele (ed.), Patrimoi-
ne et Identités, Quebec, Musée de la Civilisation, Multi-mondes, 2002; Jean Davallon, Le don du patrimoine.
Une aproche communicationelle de la patrimonialisation, París, Lavoisier, 2006; Dominique Poulot, Musée
et muséologie, París, La découverte, 2005; Laurajane Smith, Uses of Heritage, Nueva York, Routledge, 2006;
Laurajane Smith, “El ‘espejo patrimonial’. ¿Ilusión narcisista o reflexiones múltiples?”, en Antípoda. Revista
de Antropología y Arqueología, n.° 12, Bogotá, Colombia, 2011, pp. 39-63; Fabien Van Geert, Xavier Roigé y
Lucrecia Conget (coords.), Usos políticos del patrimonio cultural, Barcelona, Universitat de Barcelona, 2014;
Rodney Harrison, Heritage. Critical Approaches, Nueva York, Routledge, 2013.
16
Homi K. Bhabha, Nación y narración. Entre la ilusión de una identidad y las diferencias culturales, Buenos
Aires, Siglo XXI, 2010.
17
Leonor Adán et al., “Uso del Patrimonio Cultural en la Construcción de Memorias e Identidades Históricas
Nacionales”, en IV Congreso Chileno de Antropología, Colegio de Antropólogos de Chile A.G., Santiago, 2001.
18
Joel Candaü, Memoria e identidad, Buenos Aires, Ediciones del Sol, Serie Antropológica, 2008.
19
García Canclini, Culturas híbridas…, op. cit.; Prats, Antropología y patrimonio…, op. cit.; Smith, Uses of
Heritage…, op. cit.
20
Van Geert, Roigé y Conget, Usos políticos…, op. cit.
21
Guillermo Bonfil Batalla, “Nuestro patrimonio cultural: un laberinto de significados”, en Revista Mexicana
de Estudios Antropológicos, vol. XLV-XLVI, México, 1999, pp. 16-39.
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 319

y comprensión de la realidad, en el contexto de relaciones estructurales desiguales entre


los distintos grupos sociales22. Sin embargo, de acuerdo con lo planteado por Laurajane
Smith, el patrimonio cultural no solo es empleado por el Estado para perpetuar el para-
digma cultural hegemónico, sino que este también puede ser utilizado de forma inversa
por aquellos grupos subalternos, excluidos de dicho paradigma, para redefinir valores e
identidades predeterminadas23, en función de sus propios intereses24. En este sentido, el
conflicto social surge como una posibilidad para que los miembros de la sociedad civil
puedan incidir de manera directa en la definición de lo patrimonial. Así, la vandaliza-
ción de edificios públicos y monumentos conmemorativos emerge como una instancia
de negociación entre el Estado y dichos grupos subalternos, en la cual afloran relatos
históricos distintos al instituido de manera hegemónica, a través de una proyección ma-
terial de las memorias e identidades excluidas en el espacio público que interviene, no
solo física, sino simbólicamente la narrativa construida sobre el patrimonio25.
A nivel internacional, lo anterior se ha manifestado, por ejemplo, en la actual he-
gemonía de la conservación patrimonial basada en valores universales excepcionales,
propulsada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia
y la Cultura (UNESCO) a partir de la Convención del Patrimonio Mundial de 197226,
y la aparición de voces críticas a dicho modelo27. Asimismo, para el caso latinoameri-
cano, el nacimiento de nuevas perspectivas acerca de lo patrimonial se ha manifestado
en diversas expresiones contrarias al cuestionamiento e invisibilización de lo indí-
gena y lo no-occidental, en materia simbólica y patrimonial, bajo el paradigma de la
descolonización28.
Siguiendo esta perspectiva, para el caso nacional, las intervenciones de desmonumen-
talización en monumentos históricos y públicos parecen ser una señal de reivindicación
de identidades y memorias silenciadas y subalternas, acciones políticas que observan de

22
Pierre Bourdieu y Jean Claude Passeron, La reproducción. Elementos para una teoría del sistema de en-
señanza, Barcelona, Fontamara, 1979.
23
Smith, Uses of Heritage…, op. cit.
24
Mónica Lacarrieu, “La ‘insoportable levedad’ de lo urbano”, en EURE, vol. 33, n.° 99, Chile, 2007, pp. 47-64.
25
Montserrat Iniesta, “Patrimonio, ágora, ciudadanía. Lugares para negociar memorias productivas”, en Ricard
Vinyes (ed.), El Estado y la memoria. Gobiernos y ciudadanos frente a los traumas de la historia, Barcelona,
RBA Libros, pp. 467-498.
26
Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura,
Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural, París, 1972, disponible en: https://
whc.unesco.org/archive/convention-es.pdf [fecha de consulta: 26 de marzo de 2023].
27
Cabe destacar el colectivo mexicano feminista Restauradoras con Glitter –compuesto por profesionales de
diversas áreas vinculadas a la conservación del patrimonio– que, en 2019 y a propósito de la causa en contra
del abuso sexual y el femicidio, intervino el Monumento del Ángel de la Independencia, aduciendo que mien-
tras “el patrimonio cultural puede ser restaurado […] las mujeres violentadas, abusadas sexualmente y tortura-
das, nunca volverán a ser las mismas. En: “Carta abierta dirigida al Presidente de la República Mexicana Lic.
Andrés Manuel López Obrador y la Jefa de Gobierno de la CDMX Dra. Claudia Sheinbaum”, México, 2019,
disponible en: https://revistacodigo.com/restauradoras-glitter-carta [fecha de consulta: 26 de marzo de 2023].
28
Silvia Rivera Cusicanqui, Ch’ixinakax utxiwa. Una reflexión sobre prácticas y discursos descolonizadores,
Buenos Aires, Tinta Limón, 2010.
320 HISTORIA 56 / 2023

manera crítica el modelo social, cultural y económico imperante. Recientes publicacio-


nes se han hecho cargo de este fenómeno de desmonumentalización, presentando nuevas
posibilidades interpretativas que permitan ir más allá de la visión clásica del resguardo
patrimonial. En este sentido, Juan Esteban Alvarado y Cristian Rojas invitan a comprender
las intervenciones en tanto fenómenos de subversión de los significados simbólicos del pa-
trimonio monumental y de cambio en la relación cultural de la ciudadanía con los monu-
mentos29. Por su parte Mario Ferrada, desde el ámbito de la arquitectura, plantea que tras
el “estallido social” subyace una aguda crítica al sistema de representación patrimonial,
una resignificación de los elementos del patrimonio tradicional y la emergencia de la ciu-
dad como un espacio de negociación de las memorias30. Por último, Jonathan Lukinovic
observa en los actos de erradicación, intervención y destrucción de monumentos públicos
“batallas” por el dominio o la recuperación de los aspectos simbólicos del espacio público,
como una respuesta a su uso simbólico hegemónico31.
Si bien estos estudios ofrecen interesantes perspectivas de análisis para comprender
las prácticas de intervención en la monumentalidad histórica y pública en el marco de
una crisis del patrimonio tradicional y de una complejización de nuestra constitución
identitaria32, este artículo se propone ampliar el marco temporal de dicho análisis hacia
el pasado, con el objeto de incorporar y relacionar las bases ideológicas y prácticas que
sustentan la labor protectora del Estado y las acciones desmonumentalizadoras de la ciu-
dadanía en el presente. El marco temporal seleccionado para ello va desde 1925 a 1970,
periodo delimitado por la promulgación de los dos únicos cuerpos normativos rectores
de la materia: el Decreto Ley 651 de 192533 y la Ley 17.288 de 197034. Durante estos
años surge, se desarrolla y consolida una forma de protección patrimonial que persiste
hasta hoy, mediante el establecimiento de dos tipologías de bienes patrimoniales que, en
la actualidad, se han convertido en blanco de las intervenciones ciudadanas: monumen-
tos históricos y públicos.
Se parte, entonces, de la premisa que la práctica de protección patrimonial del
Estado, desde la creación del CMN en 1925 hasta la promulgación de la Ley 17.288 en
1970, es una fuerza articuladora en los cuestionamientos a la monumentalidad tutelada
por el Estado y, en función de ello, se acude a los orígenes de esta práctica, no solo para
conocerlos en su calidad de hito inaugural y explicativo de su desarrollo en el presente,
sino para interrogarlos en tanto conjunto de fenómenos, acciones y discursos elaborados
por determinados agentes sociales, en tiempos, contextos y relaciones sociales de poder

29
Juan Esteban Alvarado y Cristian Rojas, “Monumentos des-monumentalizados: las manifestaciones en Chile
subvierten el significado de las obras de arte”, en Revista PH, n.° 99, Andalucía, España, 2020, pp. 36-38.
30
Mario Ferrada Aguilar, “Estallido social en Chile y procesos de patrimonialización: un paradigma de resig-
nificación de las memorias”, en Revista Arquitecturas del Sur, vol. 39, n.° 59, Concepción, Chile, 2021, pp.
44-67.
31
Lukinovic Hevia, La guerra de…, op. cit.
32
Rivera Cusicanqui, Ch’ixinakax utxiwa..., op. cit.
33
“Decreto Ley 651…”, op. cit.
34
“Ley 17.288…”, op. cit.
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 321

específicas35, a fin de comprender las ideas y representaciones que la sustentaron36, sus


cambios y continuidades, las tensiones que ha suscitado, el modo en que ha sido de-
sarrollada37 y, en fin, evaluar cuáles son las repercusiones de dichas condiciones en la
actualidad. Lo anterior, siguiendo dos líneas de análisis: a) la activación de una herencia
indígena –arqueológica y paleontológica–, colonial y republicana y b) la clasificación
histórica de las acciones monumentalizadoras y desmonumentalizadoras además de las
narrativas y contranarrativas que trascienden a ellas.
Conforme a lo anterior, el presente artículo tiene como objetivo analizar las inter-
venciones en la monumentalidad histórica y pública ocurrida desde 2019 a la luz de las
bases ideológicas y prácticas que sustentan la labor protectora del Estado de Chile a par-
tir de 1925. Para ello, se busca describir y examinar de forma crítica el contexto inaugu-
ral de la protección oficial de los monumentos nacionales en Chile, a partir del examen
de las prácticas de resguardo implementadas por el Estado, entre 1925 y 1970, a través
de la acción del CMN38. Asimismo, se propone estudiar el modo en que dichas prácticas
permean la acción institucional contemporánea y contribuyen a explicar el fenómeno de
desmonumentalización, a partir de las intervenciones al patrimonio monumental desde
el “estallido social”.
En términos metodológicos, el estudio corresponde a una aproximación historiográ-
fica y antropológica a un fenómeno discursivo, en el cual se contraponen diacrónica-
mente dos perspectivas sobre lo patrimonial; por un lado, la institución de una versión
oficial del patrimonio, asociada a la monumentalidad nacional entre 1925 y 1970 y, por
otro, la irrupción de otras versiones del patrimonio, asociadas a narrativas excluidas del
relato establecido de manera oficial entre 2019 y 2021. Se trata de una investigación
de carácter cualitativo cuyo objeto es la comprensión crítica de los discursos históricos
que subyacen en las prácticas de patrimonialización promovidas por el Estado en los
orígenes de la institucionalidad patrimonial y las acciones de desmonumentalización
desarrolladas por la ciudadanía tras el estallido social39. Para tales efectos, se consideró
un estudio historiográfico de las fuentes oficiales disponibles en los archivos y centros
documentales del CMN y del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, entre otras.
Del mismo modo, la investigación incluyó un levantamiento etnográfico de informa-
ción, a partir de la realización de entrevistas a tres actores patrimoniales40 y la revisión

35
Marc Bloch, Introducción a la historia, México, Fondo de Cultura Económica, 2000; Michel Foucault, “El
sujeto y el poder”, en Revista Mexicana de Sociología, vol. 50, n.° 3, México, 1988, pp. 3-20; Bourdieu, La
distinción…, op. cit.
36
Roger Chartier, La historia o la lectura del tiempo, Barcelona, Gedisa, 2007.
37
Peter Burke, ¿Qué es la historia cultural?, Barcelona, Paidós, 2006.
38
Entre 1925 y 1970, se instituye de manera formal la práctica de protección oficial de monumentos naciona-
les a través de dos tipologías de inmuebles que, en la actualidad, se han convertido en blanco de las interven-
ciones ciudadanas, a saber: monumentos históricos y monumentos públicos.
39
Jorge Lozano, El discurso histórico, Madrid, Alianza Editorial, 1994.
40
Las entrevistas fueron realizadas por los autores, entre julio y agosto de 2021, a Susana Simonetti, funciona-
ria de amplia trayectoria en la Secretaría Técnica del CMN; a Ángel Cabeza, exsecretario ejecutivo del CMN;
322 HISTORIA 56 / 2023

de prensa. Los antecedentes recopilados permitieron obtener algunas claves de análisis


para observar de forma crítica en qué ha consistido la protección oficial del patrimonio
cultural y el modo en que esta se vincula de manera antagónica con las manifestaciones
sociales iniciadas en 2019.

Orígenes institucionales de la protección de monumentos nacionales

La práctica de protección oficial del patrimonio cultural en Chile se establece de manera


jurídica y sistemática a partir de la promulgación del Decreto Ley 651 y la creación del
Consejo de Monumentos Nacionales en 1925, en un contexto de ampliación y diversi-
ficación del aparato burocrático estatal41. Sus fundamentos se encuentran en diferentes
acciones de patrimonialización promovidas por el Estado durante el siglo XIX y en los
debates y proyectos legislativos impulsados por la clase política e intelectual chilena
postcentenario, preocupada por dar sustento y legitimidad a la identidad nacional y el
resguardo de los vestigios del pasado42, bajo la influencia de la modernidad europea y el
paradigma cientificista del progreso43.
En este sentido, durante el período fundacional de la nación, se observa el desarrollo
de diversas iniciativas estatales conducentes a la identificación y valoración de testi-
monios del pasado –considerados, por las clases dirigentes, representativos del ideario
moderno ilustrado y progresista del proyecto republicano–. En virtud de una visión esté-
tica, ornamental y coleccionista de lo patrimonial, ligada a un concepto de alta cultura y
bellas artes, se asiste a la inauguración de monumentos públicos en homenaje a grandes
héroes de la independencia, la creación de museos históricos y naturales para el depósito
y exhibición de objetos de la flora, fauna, arqueología e historia nacional; la creación de
comisiones para la protección de las bellas artes, las letras y la literatura, y la participa-
ción y organización de eventos científicos internacionales44.

y a Luis Alegría, historiador del patrimonio cultural y funcionario del Servicio Nacional del Patrimonio Cul-
tural.
41
Gabriel Salazar y Julio Pinto, Historia contemporánea de Chile I. Estado, legitimidad, ciudadanía, Santia-
go, LOM Ediciones, 1999.
42
Ángel Cabeza, “Los orígenes de la legislación del patrimonio cultural en Chile”, en Revista Chilena de His-
toria y Geografía, n.° 171, Santiago, 2012, pp. 82-102.
43
Según Ignacio González-Varas, “el pensamiento moderno incluyó al pasado, a los monumentos, dentro del
proceso que hemos denominado de institucionalización del patrimonio cultural y consumó esta operación de
racionalización sistemática al sumergir la memoria y el pasado de un modo preciso dentro de la incontenible
actividad de la administración pública. Los poderes públicos se encargaron de seleccionar este patrimonio y
de poner en marcha los medios financieros y técnicos necesarios para su conservación. También la esfera téc-
nica y académica se apropió y dominó el patrimonio, con la formalización de disciplinas científicas dedicadas
a su estudio, conservación y restauración”, véase: Ignacio González-Varas, Patrimonio cultural. Conceptos,
debates y problemas, Madrid, Cátedra, 2018, p. 45.
44
Ángel Cabeza, “El patrimonio y el Estado en la formación de la identidad cultural de Chile: desarrollo del
concepto de patrimonio y su apropiación por la sociedad chilena entre los siglos XIX y XXI”, tesis para optar
al grado de doctor, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2015, disponible en: https://idus.us.es/handle/11441/34774
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 323

Si bien durante el siglo XIX no se registra la existencia de un marco normativo e


institucional que sirva de antecedente a las políticas de protección patrimonial que se
desarrollarían en el siglo XX, es posible apreciar la concurrencia de dos prácticas esta-
tales de activación patrimonial dignas de ser consideradas. Por un lado, la instalación
o creación deliberada de monumentos conmemorativos en el espacio público, con el
objeto de preservar la memoria de determinados eventos del pasado nacional, locali-
zados y seleccionados con arreglo a un relato histórico fundacional que contribuye a
la mantención y preservación de la identidad de la nación45. Por otro lado, la identifi-
cación, colección y exhibición de objetos naturales y culturales, a través de la creación
de instancias científicas y académicas que, bajo un paradigma cientificista y positivista
y a modo educativo y civilizatorio, tuvieron por objeto la escenificación del nacimiento
de la nación chilena mediante los elementos biológicos y antropológicos que le habrían
sido constitutivos46.
A partir de las primeras décadas del 1900, en el plano institucional y normativo,
se registra una consolidación de los esfuerzos decimonónicos en materia patrimonial,
lo cual se manifiesta en la elaboración de un Proyecto de Ley de Conservación de
Monumentos Históricos en 1910 y la participación del Estado en congresos y conferen-
cias panamericanas que, entre otras cosas, abordaron la necesidad de legislar sobre el
resguardo del patrimonio cultural47. En el proyecto de 1910, el Ministerio de Instrucción
Pública propuso la creación de una Comisión de Monumentos Históricos, que tuviera
por objetivo implementar y dirigir trabajos de restauración, conservación y protección
de edificios históricos, tomando como referencia el modelo francés y las legislaciones
europeas y americanas. La iniciativa puso especial énfasis en el resguardo de “edificios
que tienen carácter histórico i […] de diferente jénero, algunos de los cuales cuentan
con varios siglos de existencia”, citando como ejemplo los fuertes españoles del sur de
Chile que, por su estado de abandono y deterioro, convenía proteger y conservar, en tan-
to patrimonio del Estado48.
Sin embargo, el proyecto no vio la luz y la primera legislación en materia patrimo-
nial solo tuvo lugar en 1925 tras la celebración del Segundo Congreso Panamericano

[fecha de consulta: 27 de junio de 2022]; Luis Alegría, Historia, museos y patrimonio. Discursos, representa-
ciones y prácticas de un campo en construcción, Chile 1830-1930, Santiago, Servicio Nacional del Patrimo-
nio Cultural, 2019.
45
Liisa Flora Voionmaa, Escultura pública: del monumento conmemorativo a la escultura urbana, Santiago
1792-2004, Santiago, Ocho Libros, 2004; Alfonso Salgado, “Escultura pública e identidad nacional: Chile,
1891-1932”, en Gabriel Cid y Alejandro San Francisco (eds.), Nacionalismos e identidad nacional en Chile.
Siglo XX, Santiago, Centro de Estudios Bicentenario, 2010, pp. 159-190.
46
Bernardo Subercaseaux, Historia de las ideas y de la cultura en Chile. Desde la Independencia hasta el Bi-
centenario, vol. I, Santiago, Editorial Universitaria, 2011; Alegría, Historia, museos…, op. cit.
47
Cabeza, “Los orígenes de la legislación…”, op. cit.; José de Nordenflycht, “Cuando todo es patrimonio, todo
es política: para una historia del patrimonio en Chile”, en José de Nordenflycht (ed.), Estudios patrimoniales,
Santiago, Ediciones UC, 2018, pp. 139-151.
48
Ministerio de Instrucción Pública, “Mensaje presentado al H. Consejo de Estado sobre conservación de mo-
numentos históricos”, Santiago, Imprenta i Litografía La Unión, 1910, p. 3.
324 HISTORIA 56 / 2023

de Arquitectos de 1922 y la Quinta Conferencia Panamericana de 1923 en Santiago de


Chile. En estas reuniones –que buscaban fomentar un espíritu de colaboración conti-
nental, mediante la adopción de compromisos internacionales en diversos aspectos de
la política pública– se reflexionó, entre otras cosas, respecto del patrimonio cultural de
las naciones y se recomendó a sus gobiernos legislar sobre la conservación de los monu-
mentos de valor histórico, arquitectónico y arqueológico49. Haciendo eco de tales reco-
mendaciones, el Ministerio de Instrucción Pública promulgó el Decreto Supremo 3.500,
el 19 de junio de 1925, que creó una Comisión Gubernativa de Monumentos Históricos
(CGMH), a fin de ejercer acciones concretas e inmediatas sobre el comercio y explota-
ción de objetos históricos y arqueológicos, la vigilancia y la conservación de los fuertes
del sur de Chile y los monumentos de la Isla de Pascua, así como la elaboración de un
cuerpo normativo50.
A partir del trabajo realizado por la CGMH, el Estado de Chile promulgó el primer
cuerpo normativo sobre patrimonio cultural –acotado a la monumentalidad nacio-
nal– (Decreto Ley 651 del 17 de octubre de 1925) y creó el Consejo de Monumentos
Nacionales, primer organismo técnico del Estado encargado, desde entonces y hasta
nuestros días51, de la vigilancia y protección de los monumentos nacionales, la regula-
ción de las excavaciones arqueológicas, antropológicas y paleontológicas, el registro
de museos nacionales y sus colecciones, y la fijación de penas a las infracciones a la
norma52.

La monumentalidad nacional protegida


por el Estado entre 1925 y 1970

En tanto invención y construcción social, es posible observar en la actualidad cierto


consenso al considerar que el patrimonio cultural de una nación corresponde a un con-
junto de ideas, representaciones, prácticas, fenómenos y manifestaciones culturales que,
en atención a ciertos fines, criterios e intereses, son relevados, por diferentes agencias
sociales y en tiempos históricos específicos, como elementos que deben ser preservados
de generación en generación. Desde esta perspectiva, se aprecia que la monumentalidad
nacional es fruto de procesos de activación patrimonial, ejercidos por agencias estatales

49
Comité Ejecutivo del Segundo Congreso Pan Americano de Arquitectos, Documentos, actas, comunicacio-
nes y discursos, Santiago de Chile, Imprenta Universo, 1923; Actas de las sesiones plenarias de la Quinta
Conferencia Internacional Americana, vol. 2, Santiago de Chile, Imprenta Universitaria, 1925.
50
Ministerio de Instrucción Pública, “Decreto 3500. Se nombra una comision encargada de la vijilancia i con-
servacion de los monumentos históricos nacionales”, 19 de junio de 1925, en Biblioteca del Congreso Nacio-
nal [en línea], disponible en: https://bcn.cl/2sawr [fecha de consulta: 25 de marzo de 2023].
51
Cuerpo legal y órgano patrimonial cuyas formulaciones teóricas y prácticas permanecen en gran medida
vigentes, constituyendo la piedra angular de su desarrollo, no solo entre 1925 y 1970, sino también con poste-
rioridad a la promulgación de la Ley 17.288 sobre Monumentos Nacionales y hasta nuestros días.
52
“Decreto Ley 651…”, op. cit.
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 325

por medio de la identificación y selección de bienes culturales como patrimonio cultural


de la nación, en estrecha relación con la legitimación del poder hegemónico y el discur-
so oficial que legitima su predominio social53.
A través de la acción del CMN y sus agentes colaboradores, el Estado de Chile ha
establecido un régimen patrimonial monumentalista y, desde entonces, ha promovido –
dentro del universo de representaciones simbólicas y las diversas identidades culturales
que conforman nuestro país– la activación patrimonial de:

“Los edificios o ruinas de carácter histórico o artístico; los enterratorios o cementerios de


aborígenes; los objetos o piezas antropo-arqueolójicas o de formación natural que existan
bajo o sobre la superficie del territorio nacional y cuya conservación interese a la ciencia, a
la historia o al arte; los monumentos, estátuas, columnas, pirámides, fuentes, placas, coronas,
inscripciones y, en jeneral, los objetos que estén destinados a permanecer en un sitio público
con carácter conmemorativo”54.

La idea de patrimonio evocada refiere a una doble noción de monumento que recoge
y reglamenta la tradición conmemorativa de la monumentalidad pública e incorpora la
noción de monumento histórico, su identificación, protección y conservación. Siguiendo
el planteamiento teórico de Françoise Choay, aplicado al caso nacional, a partir de en-
tonces es posible observar un tránsito de una lógica decimonónica –que privilegiaba la
instalación de monumentos públicos, en tanto artefactos memorísticos edificados “para
acordarse de o para recordar a otras generaciones determinados eventos, sacrificios,
ritos o creencias […] una creación deliberada, cuyo destino ha sido asumido a priori”
55
–, hacia la incorporación de una noción de monumento histórico, que “no ha sido ini-
cialmente deseado ni creado como tal”, sino que “se construye a posteriori, por las mi-
radas convergentes del historiador y del aficionado que lo seleccionan entre la masa de
edificios existentes”56, y de la cual forman parte, de manera fundamental, los inmuebles,
ruinas, objetos y sitios identificados como testimonio de un pasado común.
En desmedro de otras definiciones posibles, la monumentalidad nacional protegida
por el Estado se instituye como testimonio privilegiado de un pasado nacional que debe
ser conservado por encarnar “verdades dignas de ser preservadas y narradas”57, consti-
tuyéndose en objeto exclusivo de un discurso patrimonial autorizado58. La protección
oficial de monumentos nacionales se transforma, en este sentido, en un aparato ideológi-
co del Estado que, de acuerdo con una perspectiva nacionalista, exclusiva y excluyente,

53
Prats, Antropología y patrimonio…, op. cit.; García Canclini, “Los usos sociales del patrimonio…”, op. cit.
54
“Decreto Ley 651…”, op. cit., Título I, Art. 1.
55
Choay, Alegoría del patrimonio…, op. cit., p. 18.
56
Ibid.
57
Márquez, Patrimonio: contranarrativas…, op. cit., p. 12.
58
Smith, Uses of heritage…, op. cit.
326 HISTORIA 56 / 2023

selecciona ciertos bienes como protegibles desde una perspectiva legal, en un contexto
sociopolítico y en el marco de relaciones sociales de poder que le son favorables59.
En sintonía con el discurso oficial de la nación y el paradigma positivista y cienti-
ficista predominante, en 1925 se establece la protección oficial de monumentos nacio-
nales, en función de tres elementos clave que, en el marco de este artículo, constituyen
puntos de partida para el análisis: 1) las raíces indígenas, 2) el legado español y 3) las
bases de la República contemporánea. Protección que se establece en torno a dos ca-
tegorías de monumento nacional: los monumentos históricos –que requieren decreto su-
premo del Ministerio de Educación para ser declarados, previo acuerdo con el CMN– y
los monumentos públicos –cuya instalación debe ser autorizada por el CMN–.

Monumentos históricos

Entre 1925 y 1970 el Ministerio de Educación Pública declaró sesenta monumentos


históricos, a solicitud y previo acuerdo con el CMN (ver tabla 1). Un 32 % de ellos co-
rresponde a fortificaciones defensivas españolas y chilenas, 27 % a iglesias coloniales,
20 % a sitios arqueológicos y/o paleontológicos, 8 % a inmuebles vinculados a persona-
jes de la historia nacional, 7 % a inmuebles de la administración pública y 6 % a patri-
monio ferroviario e industrial. Geográficamente, estos monumentos se concentran en las
actuales regiones de Tarapacá (15 %), Metropolitana de Santiago (13 %), Los Ríos (13
%), Magallanes y la Antártica chilena (12 %) y Los Lagos (10 %). No se registran en las
actuales regiones del Maule, La Araucanía y Aysén.

Tabla 1
Monumentos históricos declarados por el CMN entre 1925 y 1970

Nº Denominación oficial Lugar/región Fecha

1 Fuerte Amargos Corral, Los Ríos 1926

2 Fuerte de Lota Lota, Biobío 1926

3 Torreón Picarte Valdivia, Los Ríos 1926

4 Torreón Los Canelos Valdivia, Los Ríos 1926

5 Fuerte Chaicura Ancud, Los Lagos 1926

59
García Canclini, Culturas híbridas…, op. cit.; Bonfil Batalla, “Nuestro patrimonio…”, op. cit.; Daniela Mar-
sal, “Aproximaciones críticas al poder y el patrimonio”, en Daniela Marsal (comp.), Hecho en Chile. Reflexio-
nes en torno al patrimonio cultural, Santiago, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, 2021, pp. 93-114;
Van Geert, Roigé y Cognet, Usos políticos…, op. cit.
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 327

6 Fuerte de Tauco Castro, Los Lagos 1926

7 Fuerte de Puquillihue Ancud, Los Lagos 1926

8 Fuerte de Chacao Ancud, Los Lagos 1926

9 Fuerte de Pargua Calbuco, Los Lagos 1926

10 Fortín San José de Alcudia Río Bueno, Los Ríos 1927

11 Casa donde nació el presidente Manuel Montt Petorca, Valparaíso 1929

12 Isla de Pascua Rapa Nui, Valparaíso 1935

13 Fuerte Esmeralda Valparaíso, Valparaíso 1938

14 Castillo de Niebla Valdivia, Los Ríos 1950

15 Castillo San Sebastián de la Cruz de Corral Corral, Los Ríos 1950

16 Castillo de Mancera Corral, Los Ríos 1950

17 Castillo de San Carlos Corral, Los Ríos 1950

18 Iglesia y campanario del pueblo de Tarapacá Huara, Tarapacá 1951

19 Capilla del pueblo de Mocha Huara, Tarapacá 1951

20 Iglesia y campanario del pueblo de Matilla Pica, Tarapacá 1951

21 Iglesia del pueblo de Chiuchiu Calama, Antofagasta 1951

22 Iglesia y campanario del pueblo de Caspana Calama, Antofagasta 1951

23 Iglesia de San Pedro de Atacama San Pedro de Atacama, Antofagasta 1951

24 Campanario del pueblo de Toconao San Pedro de Atacama, Antofagasta 1951

Ruinas de la capilla de misiones de Peine


25 San Pedro de Atacama, Antofagasta 1951
Viejo

26 Iglesia de la localidad de Achao Quinchao, Los Lagos 1951

Palacio de La Moneda - Antigua Real Casa de


27 Santiago, Metropolitana de Santiago 1951
Moneda

28 Iglesia Catedral de Santiago Santiago, Metropolitana de Santiago 1951


328 HISTORIA 56 / 2023

Iglesia y convento de San Francisco de San-


29 Santiago, Metropolitana de Santiago 1951
tiago

30 Iglesia y convento de Santo Domingo Santiago, Metropolitana de Santiago 1951

31 Locomotora ubicada en Copiapó Copiapó, Atacama 1952

32 Iglesia de Huaviña Huara, Tarapacá 1953

33 Iglesia de Usmagama Huara, Tarapacá 1953

34 Iglesia de Sotoca Huara, Tarapacá 1953

35 Fuerte de Nacimiento Nacimiento, Biobío 1954

36 Iglesia de La Merced de Rancagua Rancagua, O’Higgins 1954

37 Casa Colorada Santiago, Metropolitana de Santiago 1960

Mausoleo erigido a Gabriela Mistral y terre-


38 Paihuano, Coquimbo 1961
nos destinados a este objeto

39 Castillo de San José de Valparaíso Valparaíso, Valparaíso 1963

40 Fuerte de Tucapel Cañete, Biobío 1963

41 Estación de ferrocarril de Caldera Caldera, Atacama 1964

Inmueble ubicado en calle Merced 738 (pro-


42 piedad que perteneció al expresidente Manuel Santiago, Metropolitana de Santiago 1966
Montt)
Yacimientos arqueológicos y paleontológicos
43 Arica, Arica y Parinacota 1967
del departamento de Arica
Sitio donde se conservan huellas de animales
44 extinguidos en el lugar denominado Termas San Fernando, O’Higgins 1967
del Flaco
Cueva del Milodón y conjunto rocoso Silla Natales, Magallanes y Antártica
45 1968
del Diablo chilena
Laguna Blanca, Magallanes y Antár-
46 Cueva de la Leona 1968
tica chilena
Punta Arenas, Magallanes y Antárti-
47 Fuerte Bulnes y península Punta Santa Ana 1968
ca chilena
Ruinas de la ciudad del Rey don Felipe (Puer- Punta Arenas, Magallanes y Antárti-
48 1968
to del Hambre) ca chilena
Laguna Blanca, Magallanes y Antár-
49 Morro Chico 1968
tica chilena
Casa donde nació Arturo Prat y terrenos ad-
50 Ninhue, Ñuble 1968
yacentes
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 329

51 Pictografías de Vilacaurani Putre, Arica y Parinacota 1969

52 Geoglifos pintados Pozo Almonte, Tarapacá 1969

53 Inmueble en que nació Gabriela Mistral Vicuña, Coquimbo 1969

San Gregorio, Magallanes y Antár-


54 Cueva de Pali-Aike 1969
tica chilena
San Gregorio, Magallanes y Antár-
55 Valle del río Chico 1969
tica chilena
Bosque petrificado y yacimiento de huesos de
56 Río Hurtado, Coquimbo 1969
dinosaurio
Ex palacio viejo de los Tribunales, antiguo
57 Santiago, Metropolitana de Santiago 1969
palacio de la Aduana de Santiago
Ex palacio de la Real Audiencia y Cajas
58 Santiago, Metropolitana de Santiago 1969
Reales

59 Oficina salitrera Humberstone Pozo Almonte, Tarapacá 1970

60 Oficina salitrera Santa Laura Pozo Almonte, Tarapacá 1970

Fuente: Elaboración propia según el registro de monumentos nacionales de la Secretaría Técnica del CMN,
disponible en: https://www.monumentos.gob.cl/monumentos [fecha de consulta: 21 de marzo de 2023].

La declaratoria de monumentos históricos asociados a una herencia indígena se


concentra en la protección de bienes arqueológicos y paleontológicos, vestigios del
pasado de los pueblos originarios y de la historia geológica del país. En el ámbito ar-
queológico, se destaca la declaratoria de grandes extensiones territoriales60, con objeto
de resguardar sitios y bienes susceptibles de ser extraídos y comercializados por ex-
pediciones extranjeras61 y, en cuanto a lo paleontológico, se registra un interés institu-
cional, sobre todo en la década del sesenta, por preservar yacimientos ubicados en las
regiones extremas del país62. En este contexto, se observa que la inclusión del mundo
indígena en las prácticas de protección patrimonial privilegia la valoración de su legado
arqueológico antes que su carácter antropológico. El reconocimiento patrimonial de
las culturas originarias, en tanto legado representativo de nuestra historia nacional, se
limita a vestigios arqueológicos y paleontológicos de edades pretéritas que en nada re-

60
Por ejemplo, los monumentos históricos “Isla de Pascua”, comuna de Rapa Nui en la región de Valparaíso
(1935) y “Yacimientos arqueológicos y paleontológicos del departamento de Arica”, en la región de Arica y
Parinacota (1967).
61
Acta de sesión del 26 de junio de 1935, Santiago de Chile, Consejo de Monumentos Nacionales, 1935, dis-
ponible en: https://www.monumentos.gob.cl/sites/default/files/CL-CMN-AJ-A-1-002-1935-000003.pdf [fecha
de consulta: 16 de marzo de 2023].
62
Por ejemplo, los monumentos históricos “Sitio donde se conservan huellas de animales extinguidos en el
lugar denominado Termas del Flaco”, comuna de San Fernando, región de O’Higgins (1967) y “Bosque petri-
ficado y yacimiento de huesos de dinosaurio”, comuna de Río Hurtado, región de Coquimbo (1969).
330 HISTORIA 56 / 2023

afirman la riqueza cultural de sus prácticas vivas contemporáneas. Es decir, mientras se


niega constitucionalmente la existencia de los pueblos indígenas del país en el presente
y se consolida el poderío estatal en sus territorios ancestrales, el Estado promueve una
apropiación cultural de los bienes asociados a su pasado bajo un paradigma científico y
académico colonial63.
Por otro lado, el CMN mostró un fuerte interés en la declaratoria de bienes inmue-
bles vinculados a la herencia hispana –propios de la fase de conquista, ocupación y
colonia europea en Chile–, mediante la protección de la infraestructura defensiva de la
zona centro-sur del país64 y el resguardo de la infraestructura religiosa –iglesias católi-
cas asociadas a modelos y técnicas arquitectónicas y artísticas europeas, representativas
del sincretismo cultural impulsado por la colonia española en territorios indígenas65–.
La conservación de este tipo de bienes culturales fue una de las primeras grandes preo-
cupaciones del CMN tras su conformación y se concentró en especial en el componente
militar y espiritual de la invasión española, base del sometimiento indígena y de la con-
formación del territorio y la identidad nacional. En este sentido, mientras el legado de
las culturas originarias se remite a vestigios de una era pretérita, la herencia hispana se
manifiesta materialmente en edificios representativos de tradiciones e instituciones que
permanecen en el presente: la defensa militar colonial –antes monárquica, ahora repu-
blicana– y la Iglesia católica, cuya actuación ha sido fundamental para la asimilación de
los pueblos indígenas a la cultura española.
Asimismo, la institucionalidad patrimonial releva la importancia de conservar edifi-
cios vinculados a las bases de la realidad nacional contemporánea, esto es, el proceso
independentista y la vida política y cultural de la República. Acorde a ello, se registra la
declaratoria como monumento histórico de inmuebles heredados del periodo colonial,
destinados a la administración del Estado66, del patrimonio ferroviario y salitrero del

63
Siguiendo a Rebecca Earle, “en muchas partes de la América hispana del siglo XIX, el aprecio de las élites
por los artefactos precolombinos fue estimulado tanto por el desarrollo de la arqueología como disciplina
científica como por las exigencias del propio proceso nacionalista […] La celebración que hacían las élites de
los artefactos precolombinos pocas veces se extendía a la población indígena de la época. Cualesquiera que
fuesen los méritos de las civilizaciones anteriores a la Conquista, se los declaraba completamente desapareci-
dos”, esta realidad se puede extender al periodo en estudio de este artículo. En: Rebecca Earle, “Monumentos
y museos: la nacionalización del pasado precolombino durante el siglo XIX”, en Beatriz González Stephan y
Jens Andermann (eds.), Galerías del progreso. Museos, exposiciones y cultura visual en América Latina, Bue-
nos Aires, Beatriz Viterbo, pp. 49-50.
64
Como las fortificaciones militares españolas ubicadas en las comunas de Lota, región del Biobío; en Valdi-
via, región de Los Ríos y de la isla grande de Chiloé, región de Los Lagos (1926).
65
Por ejemplo, las iglesias y campanarios de las comunas de Huara, región de Tarapacá; San Pedro de Ata-
cama, región de Antofagasta (1951); la Catedral de Santiago y las iglesias y conventos de las órdenes de San
Francisco y Santo Domingo, en la comuna de Santiago, región Metropolitana de Santiago (1951).
66
Por ejemplo, el Palacio de La Moneda (1951) y el ex Palacio de la Real Audiencia (1969), comuna de San-
tiago, región Metropolitana de Santiago.
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 331

siglo XIX67 y de inmuebles asociados a figuras destacadas de la era republicana68. La he-


rencia cultural no solo se circunscribe al pasado indígena y colonial, sino que, a medida
que el CMN se consolida y profesionaliza, este también considera necesaria la activa-
ción patrimonial de elementos representativos de la cultura republicana en construcción,
tanto en el ámbito político como en el económico y cultural. Dicho reconocimiento fue
liderado por la élite política e intelectual que componía el CMN69 y se refiere al legado
material de la alta cultura nacional, asociado al poder hegemónico, que no considera la
participación de las culturas indígenas ni de las capas medias o populares en la construc-
ción del presente republicano.
La declaratoria de monumentos históricos, junto con excluir otras posibles activacio-
nes patrimoniales, se justifica en la importancia científica e identitaria de su protección,
en tanto fuente única para la producción de conocimiento sobre el pasado y el presente
de la cultura nacional, en un sentido histórico, artístico, estético, arquitectónico, ar-
queológico, paleontológico, entre otros70, pero también y derivado de lo anterior, en la

67
Como la Locomotora de Copiapó, comuna de Copiapó, región de Atacama (1952), y las oficinas salitreras
Humberstone y Santa Laura, comuna de Pozo Almonte, región de Tarapacá (1970).
68
Es el caso de las casas del expresidente Manuel Montt, comuna de Petorca, región de Valparaíso (1929); del
naval Arturo Prat, comuna de Ninhue, región de Ñuble (1968) y de la poetisa Gabriela Minstral, comuna de
Vicuña, región de Coquimbo (1969).
69
Según Ignacio González-Varas, “en la construcción del patrimonio nacional ha predominado en la mayor
parte de los casos un discurso fundamentalmente establecido a partir de razones históricas, como corresponde
a este proceso que hemos llamado de institucionalización del patrimonio: la tarea de definir y seleccionar este
patrimonio para confinarlo en los museos y archivos correspondió a una élite intelectual de historiadores y
personalidades de la alta cultura –es decir, fue realizado desde arriba– que, sin descuidar el componente emo-
cional de la patria-patrimonio, se esforzaron por articular un relato fundamentalmente racional e histórico del
patrimonio, esto es, como recopilación, ordenación y sistematización de los elementos del pasado para ofrecer
una identidad común y poder así catalogar y custodiar el tesoro cultural de la nación”, en: González-Varas,
Patrimonio cultural…, op. cit., p. 68. En este sentido, Ángel Cabeza señala que la élite política e intelectual
del siglo XIX e inicios del XX, vinculada al campo de las bellas artes, las letras y las colecciones museales,
e inspirada en el ideario modernizador de la Europa decimonónica, juega un rol protagónico en el origen de
la legislación patrimonial en Chile (Cabeza, “Los orígenes de la legislación…”, op. cit.). De acuerdo a lo
anterior, en los inicios de la institucionalidad patrimonial, habría primado una noción de “expertos y grandes
sabios” en la decisión sobre qué bienes constituían el patrimonio oficial (Entrevista a Susana Simonetti, julio
de 2021), mientras que “las comunidades [de la sociedad civil] eran, más que actores, quienes iban a recibir o
a quienes estaba destinado este patrimonio”, jugando un papel poco relevante en la conformación de lo patri-
monial (Entrevista a Ángel Cabeza, agosto de 2021). En esta línea, el CMN, desde sus inicios y hasta nuestros
días, ha estado compuesto por autoridades –desde directores de museos hasta altos mandos de las Fuerzas
Armadas–, profesionales y académicos de amplia trayectoria, representantes de gremios vinculados a la pro-
tección del patrimonio –como la Sociedad Chilena de Historia y Geografía, el Instituto de Conmemoración
Histórica de Chile o la Sociedad Chilena de Arqueología–. La incorporación de un consejero representante de
asociaciones de barrios y zonas patrimoniales, a partir de enero de 2022, significa una novedad en este senti-
do, al considerar la participación de organizaciones de la sociedad civil en las decisiones de la institucionali-
dad patrimonial. “Decreto Ley 651…”, op. cit.; “Ley 17.288…”, op. cit.; “Ley 21.045. Crea el Ministerio de
las Culturas, las Artes y el Patrimonio”, Santiago, 3 de noviembre de 2017, disponible en: https://bcn.cl/2p0nz
[fecha de consulta: 16 de marzo de 2023]; “Decreto 9. Designa a don José Alejandro Osorio Cubillos, como
representante de barrios y zonas patrimoniales ante el Consejo de Monumentos Nacionales”, Santiago, 22 de
febrero del 2022, disponible en: https://bcn.cl/2xvv6 [fecha de consulta: 16 de marzo de 2023].
70
En ese sentido, el resguardo oficial del patrimonio “se inicia con un intento de proteger y declarar algu-
nos bienes que eran considerados identitarios de lo que se consideraba Chile entonces, sobre todo el rescate
332 HISTORIA 56 / 2023

necesidad de defenderlos de amenazas climáticas y antrópicas, como potenciales riesgos


de deterioro, destrucción, afectación o comercialización, dado el estado de abandono y
desprotección jurídica en la que se encontraban previo a su declaratoria71.

Monumentos públicos

El registro oficial de monumentos nacionales no dispone de información definitiva sobre


la cantidad de monumentos públicos instalados o intervenidos entre 1925 y 1970. Si
bien la normativa del período establece que la instalación e intervención en ellos debe
ser autorizada por el CMN, el discontinuo funcionamiento del órgano y el amplio des-
conocimiento de la norma impiden establecer de manera fehaciente la cantidad de estos
monumentos cuya instalación o intervención fue autorizada por el CMN y que esta co-
rresponde al total nacional, pudiendo haber otros no identificados ni inscritos de manera
oficial.
Según consta en las actas del Consejo, el organismo se pronunció sobre la instala-
ción o intervención de sesenta y cuatro monumentos públicos (tabla 2), concentra-
dos en mayor proporción en las actuales regiones Metropolitana de Santiago (45 %),
Valparaíso (13 %), Coquimbo (8 %) y Biobío (8 %), es decir, en aquellas áreas que
contienen los principales centros urbanos del país. En materia conmemorativa, el CMN
tiende a fijar su ámbito de acción en el paisaje urbano, relevando el carácter simbólico
de la estatuaria pública como elemento fundamental para reforzar el carácter republi-
cano y nacional de la identidad, a través de la intervención de la memoria visual en las
grandes ciudades.

del patrimonio colonial y del patrimonio del siglo XIX” (Entrevista Ángel Cabeza, agosto de 2021). Las
características de los bienes declarados durante el periodo en estudio permiten observar un especial interés
por el carácter histórico colonial (fuertes del sur de Chile) y republicano (edificios de la administración del
Estado), artístico, estético y arquitectónico (iglesias católicas), arqueológico (objetos líticos, en general, y la
Isla de Pascua, en particular) así como paleontológico (sitio de Termas del Flaco).
71
En este orden de ideas, habría existido una “preocupación por proteger todos aquellos vestigios que ve-
nían desde la colonia que estaban amenazados, por ejemplo, las fortificaciones de la zona sur del país.
También, la protección de algunas iglesias y también la protección de algunos edificios públicos que ve-
nían desde la colonia y que habían tenido distintos tipos de uso hasta la actualidad” (Entrevista a Ángel
Cabeza, agosto de 2021). Así lo señalaba el exministro de Justicia e Instrucción Pública Emiliano Figueroa
Larraín, en el proyecto de Conservación de Monumentos Históricos de 1910, al indicar que “en Chile se
encuentran edificios que tienen carácter artístico i monumentos históricos de diferente jénero, algunos de los
cuales cuentan con varios siglos de existencia. Esos edificios i monumentos están espuestos a sufrir graves
deterioros, como ha ocurrido a los fuertes construidos, bajo la dominación española, en diversos puntos de
la frontera i principalmente en la bahía de Corral, i con tantos otros que es innecesario recordar”, véase:
Ministerio de Instrucción Pública, Mensaje presentado al H. Congreso de Estado sobre conservación de
Monumentos Históricos, Santiago, Imprenta i Litografía La Unión, 1910. Del mismo modo, el exsecretario del
CMN Aníbal Bascuñán, respecto de la declaratoria de la Isla de Pascua como monumento histórico, reclamaba
su urgencia por tratarse de “uno de los bienes que más requería tal declaración como se ha comprobado con el
despojo que ha sufrido recientemente”, en: Acta de la sesión del 26 de junio de 1935, Santiago, CMN, 1935,
disponible en: https://www.monumentos.gob.cl/sites/default/files/CL-CMN-AJ-A-1-002-1935-000003.pdf
[fecha de consulta: 26 de marzo de 2023].
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 333

Tabla 2
Monumentos públicos objeto del pronunciamiento del CMN entre 1925 y 1970

Nº Tipo Denominación oficial Ubicación

1 Estatua Alfredo Santa María Sánchez Santiago, Metropolitana de Santiago

2 Estatua Armando Alarcón del Canto Concepción, Biobío

3 Busto Arturo Alessandri Palma Arica, Arica y Parinacota

4 Estatua Arturo Alessandri Palma Arica, Arica y Parinacota

5 Estatua Arturo Alessandri Palma Santiago, Metropolitana de Santiago

6 Busto Arturo Prat Cañete, Biobío

7 Busto Arturo Prat Peumo, O’Higgins

8 Busto Arturo Prat Tomé, Biobío

9 Estatua Arturo Prat Quirihue, Ñuble

10 Estatua Arturo Prat San Antonio, Valparaíso

11 Estatua Arturo Prat Santiago, Metropolitana de Santiago

12 Estatua Arturo Prat Talca, Maule

13 Estatua Arzobispo Manuel Vicuña Larraín Santiago, Metropolitana de Santiago

14 Busto Bernardo O’Higgins Buin, Metropolitana de Santiago

15 Busto Bernardo O’Higgins Cañete, Biobío

16 Estatua Bernardo O’Higgins Chillán, Ñuble

17 Estatua Bernardo O’Higgins El Monte, Metropolitana de Santiago

18 Estatua Bernardo O’Higgins San Antonio, Valparaíso

19 Estatua Bernardo O’Higgins San Antonio, Valparaíso

20 Estatua Bernardo O’Higgins Santiago, Metropolitana de Santiago

21 Estatua Bernardo O’Higgins Valparaíso, Valparaíso


334 HISTORIA 56 / 2023

22 Estatua Camilo Henríquez Valdivia, Los Ríos

23 Monolito Cerro San Francisco Iquique, Tarapacá

24 Columna Diego de Almagro Los Vilos, Coquimbo

25 Columna Diego de Almagro Los Vilos, Coquimbo

26 Inscripción Diego de Almagro Illapel, Coquimbo

Edificio ubicado en el antiguo convento


27 Placa Valparaíso, Valparaíso
de Santo Domingo

28 Estatua Enrique Donn Constitución, Maule

29 Monolito Ernesto Quiroz Weber Valparaíso, Valparaíso

30 Estatua Fermín Vivaceta Rupio Independencia, Metropolitana de Santiago

31 Estatua Francisco de Miranda S/I

32 Busto Gabriela Mistral S/I

33 Estatua Gabriela Mistral Paihuano, Coquimbo

34 Estatua General Juan Mackenna Santiago, Metropolitana de Santiago

35 Placa General Juan Mackenna Santiago, Metropolitana de Santiago

36 Estatua General Manuel Baquedano Santiago, Metropolitana de Santiago

37 Estatua Henry Dunant Providencia, Metropolitana de Santiago

38 Estatua Héroes de la batalla de Socos Punitaqui, Coquimbo

39 Estatua José Manuel Balmaceda Providencia, Metropolitana de Santiago

40 Estatua José Miguel Infante Santiago, Metropolitana de Santiago

41 Busto Juan Antonio Ríos Cañete, Biobío

42 Placa Juan Bautista Alberdi Quillota, Valparaíso

43 Estatua Juana de Arco Santiago, Metropolitana de Santiago

44 Lápida La construcción de los Tajamares Providencia, Metropolitana de Santiago


BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 335

La construcción del camino de Santiago


45 Monolito Santiago, Metropolitana de Santiago
a Valparaíso

46 Estatua La Libertad Santiago, Metropolitana de Santiago

47 Estatua Luis Emilio Recabarren Santiago, Metropolitana de Santiago

48 Monolito Manuel Rodríguez Tiltil, Metropolitana de Santiago

Momento y lugar donde nació la patria


49 Placa Santiago, Metropolitana de Santiago
en los Tribunales de Justicia

50 Estatua Nicolás Palacios Santa Cruz, O’Higgins

51 Monolito Oficina salitrera Salar del Carmen Antofagasta, Antofagasta

52 Busto Pedro Aguirre Cerda Pudahuel, Metropolitana de Santiago

53 Busto Pedro Aguirre Cerda Santiago, Metropolitana de Santiago

54 Estatua Pedro Aguirre Cerda Santiago, Metropolitana de Santiago

55 Estatua Pedro Aguirre Cerda Santiago, Metropolitana de Santiago

56 Estatua Pedro de Valdivia Santiago, Metropolitana de Santiago

Próceres, padres de la patria y héroes


57 Estatua Santiago, Metropolitana de Santiago
del bandejón central de la Alameda

58 Estatua Ramón Freire Santiago, Metropolitana de Santiago

59 Cenotafio Regimiento de Dolores Iquique, Tarapacá

60 Mausoleo Rómulo José Peña Maturana Copiapó, Atacama

61 Estatua Roto chileno Viña del Mar, Valparaíso

62 Estatua Simón Bolívar Santiago, Metropolitana de Santiago

63 Estatua Subteniente Luis Cruz Martínez Molina, Maule

64 Estatua Vicente Pérez Rosales Valdivia, Los Ríos

Fuente: Elaboración propia basada en actas y oficios del Consejo de Monumentos Nacionales de 1925 a
197072.

72
Las actas del CMN se encuentran disponibles en formato digital en: https://www.monumentos.gob.cl/servi-
cios/actas [fecha de consulta: 21 de marzo de 2023]. En tanto que los oficios del CMN están en formato físico
y digital en el Centro de Documentación de la institución, fueron solicitados por Ley de Transparencia.
336 HISTORIA 56 / 2023

Los monumentos públicos conmemoran u homenajean a aquellos personajes, he-


chos o acciones que han sido cruciales para la conformación del relato histórico oficial
de la nación. Para el caso en estudio, se registra que un 23 % de ellos corresponde a
homenajes a héroes militares e intelectuales de la independencia de Chile, 19 % a hé-
roes militares republicanos, 19 % a presidentes y políticos de la era republicana, 8 %
a representaciones alegóricas de personajes o acontecimientos de la República, 6 % a
intelectuales de la era republicana, 6 % a personajes locales de la misma etapa histórica,
6 % a personajes de la época de la conquista hispana, 5 % a hitos urbanos, 5 % a figuras
del extranjero –no asociables a tiempos históricos nacionales–, 2 % a representantes de
la Iglesia católica y 2 % a hitos industriales.
En relación con lo anterior, es importante destacar que, de los cincuenta y ocho monu-
mentos en homenaje a personas, solo tres corresponden a mujeres –dos a la premio Nobel
de literatura Gabriela Mistral y uno a la heroína francesa Juana de Arco–. Por otro lado,
se observa que de los tres tipos de legado que prevalecen en la práctica de protección pa-
trimonial, sobresalen los monumentos que conmemoran a figuras o acontecimientos de la
cultura republicana y contemporánea (84 %), disminuyen aquellos asociados a la conquis-
ta y colonia española (11 %) y desaparecen los relativos a las culturas indígenas naciona-
les, siendo estos desplazados por personajes o hechos internacionales (5 %).
La cultura republicana y contemporánea, sobrerrepresentada en la estatua-
ria pública, se manifiesta en la instalación e intervención de monumentos dedica-
dos a la memoria de héroes de la independencia de Chile –abundan los de Bernardo
O’Higgins–; expresidentes, entre los que se destacan Arturo Alessandri Palma y Pedro
Aguirre Cerda, a partir de los años cincuenta; políticos como Luis Emilio Recabarren
y Armando Alarcón del Canto; militares, entre los cuales se repite con frecuencia la
figura de Arturo Prat e intelectuales como Gabriela Mistral, Fermín Vivaceta y Nicolás
Palacios, entre otros. A partir de ello, es posible observar una especial preocupación,
tanto del CMN como de diferentes entidades locales, gubernamentales y civiles, por
rememorar en el espacio urbano aquellos elementos que resultan fundamentales para la
cohesión de la identidad nacional contemporánea, recurriendo a figuras que dieron vida,
defendieron y dotaron de significado a la patria chilena.
La herencia hispana en la monumentalidad pública se refleja de manera particular
en dos elementos conmemorativos: los protagonistas del descubrimiento y conquista del
actual territorio nacional –Diego de Almagro y Pedro de Valdivia– y ciertos hitos urba-
nísticos del periodo colonial que permanecen en el presente –la construcción del camino
de Santiago a Valparaíso, la erección de los tajamares sobre el río Mapocho y el antiguo
convento de la Orden de Santo Domingo en Santiago–. Así, se subsana la ausencia de
vestigios materiales del período de la invasión española en el siglo XVI mediante la ins-
talación de columnas y esculturas en homenaje a quienes son considerados los primeros
padres de la patria chilena. Y también se patenta en el espacio público la importancia de
las grandes construcciones viales y arquitectónicas de la época, dada su influencia en la
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 337

actualidad, tanto por su utilidad como por lo emblemáticas que resultan para la constitu-
ción de la identidad nacional.
También se identifica la erección e intervención de monumentos vinculados a la
escena internacional –como los de Juana de Arco, el fundador de la Cruz Roja Henry
Dunant y el político argentino Juan Bautista Alberdi–. Por último, no se verifican pro-
nunciamientos del CMN sobre estatuaria pública alusiva a las culturas indígenas del
territorio nacional. Lo cual permite confirmar la débil presencia de los pueblos origina-
rios en la protección del patrimonio cultural promovida por el Estado.

Estado nación, retórica oficial y monumentalidad nacional

La nación, en tanto comunidad imaginada y elaboración simbólica e intelectual del po-


der hegemónico73, precisa de la invención de una retórica oficial, fija y preestablecida,
que permita delimitar una idea de pasado, presente y futuro nacional74. El régimen de
protección patrimonial establecido por el Estado de Chile a partir de la creación del
CMN contribuye a dicha invención mediante la selección y construcción de un conjunto
de referentes culturales, en teoría representativos de un pasado y una identidad común, y
la conformación –a partir de dicha selección y construcción– de un inventario de monu-
mentos nacionales instituidos como patrimonio cultural de la nación.
A través de la declaratoria de objetos del pasado histórico, arqueológico y paleon-
tológico, y la instalación de elementos conmemorativos en el espacio público, la élite
política e intelectual a cargo de la institucionalidad patrimonial, promueve la legitima-
ción de aquellos valores identificados como propios de lo nacional y la exclusión inten-
cionada de aquellos que le resultan contrarios o incómodos. El estudio de esta práctica
proporciona una síntesis del paradigma cultural e identitario hegemónico, en el cual
prevalece una cultura nacional, republicana e independiente, de raíces indígenas y co-
loniales, ligada a la religiosidad católica, cuyos referentes son los grandes héroes de la
patria, cuya herencia europea es predominante y cuyo componente indígena es renegado
en el presente.
El resguardo y la conservación del patrimonio monumental constituye una herra-
mienta clave para la legitimación del orden nacional, definiendo una representación
simbólica de la identidad chilena a través de la identificación de determinados sitios y
objetos. Obedece, en este sentido, a una unificación ideológica operada por las clases
dirigentes que, afín a la construcción artificial de una historia y una cultura nacional,
releva determinados rasgos identitarios que fusionan en el presente un pasado colonial e

73
Benedict Anderson, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo.
México D.F., Fondo de Cultura Económica, 1993.
74
Eric Hobsbawm y Terence Ranger (eds.), La invención de la tradición, Barcelona, Editorial Crítica, 2002.
338 HISTORIA 56 / 2023

indígena, y excluyen otros rasgos desafines a la idea nacional predominante75. La acción


del CMN, en un contexto de renovación y ampliación de la administración del Estado,
se ajustaría, a siguiendo a Bernardo Subercaseaux, a un fenómeno de integración pro-
movido por las élites intelectuales, que “incorpora discursivamente la idea de nación ha-
cia un mestizaje de connotaciones biológicas o culturales”, donde las agencias estatales
juegan un rol protagónico76.
En estos términos, el patrimonio monumental protegido oficialmente por el Estado
no es algo dado de manera natural, sino definido de manera deliberada por la institucio-
nalidad patrimonial creada para tales efectos. De acuerdo a Pierre Bourdieu, podemos
decir que la institucionalidad patrimonial –tanto el CMN como los servicios públicos,
museos, bibliotecas, archivos, entre otros–, los agentes y los organismos con los cuales
interactúa –ministerios, municipalidades, centros académicos, entre otros– y, en general,
las y los actores sociales que contribuyen a la conformación y a la gestión –y al cuestio-
namiento y a la destrucción– de lo patrimonial, posibilitan la configuración de un campo
patrimonial77 donde el saber y el capital cultural acumulado por cada agente, así como
las prácticas y relaciones sociales de dominación y subordinación que los condicionan,
son fundamentales para determinar el grado de influencia de cada uno de ellos en la
definición de sus reglas. Un ámbito donde la institucionalidad patrimonial y la élite polí-
tica e intelectual que la dirige se encuentra en una posición de ventaja, respecto de otros
grupos sociales históricamente excluidos, cuya participación en la activación oficial del
patrimonio es bloqueada.
Así, se observa que las dinámicas de patrimonialización promovidas por el Estado,
incluso antes de la creación del CMN, son impositivas y arbitrarias, buscan establecer
verdades totales y homogéneas respecto de una realidad cultural compleja, y se generan
como resultado del poder hegemónico y la capacidad jerárquica de los grupos sociales
dominantes al momento de seleccionar los elementos patrimoniales que serán activados.
Un acto de violencia simbólica, donde la élite política e intelectual, haciendo uso de su
posición prominente en la estructura del poder, construye y legitima un determinado
orden patrimonial, que invisibiliza e invalida otros discursos diferentes al hegemónico.
Lo cual nos lleva a observar la práctica de protección de monumentos nacionales como
un fenómeno de apropiación simbólica del patrimonio cultural, en tanto la arbitrariedad
y la violencia simbólica que median su activación como tal, permiten su institucionali-
zación como relato oficial, legítimo y exclusivo de la nación, presentándose como algo
natural y preestablecido que borra las diferencias internas78.
En este orden de ideas, el patrimonio monumental y las prácticas de protección ofi-
cial no solo constituyen un lente privilegiado para comprender la historia de la nación,

75
Bonfil Batalla, “Nuestro patrimonio…”, op. cit.
76
Bernardo Subercaseaux, “Escenificación del tiempo histórico (nacionalismo e integración)”, en Cuadernos
de Historia, n.° 22, Santiago, 2002, p. 186.
77
Pierre Bourdieu, Sociología y cultura, México, Grijalbo, 1990.
78
Pierre Bourdieu y Loïc Wacquant, Una invitación a la Sociología Reflexiva, Barcelona, Herder, 1995.
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 339

sino que se presentan como factores claves en la construcción de retóricas oficiales en


distintos tiempos históricos. La instalación de monumentos públicos, la creación de
museos y bibliotecas, y la exposición de colecciones naturales y arqueológicas en el
siglo XIX, así como los diferentes procesos de activación patrimonial promovidos por el
CMN a partir de la tercera década del siglo XX, en el plano de lo simbólico y represen-
tacional, constituyen estrategias de poder que, junto con legitimar el discurso hegemóni-
co, buscan alimentarlo y dotarlo de significados. En este sentido, es posible advertir que
los fenómenos de patrimonialización desde lo oficial no solo obedecen a una retórica
oficial nacionalista previamente constituida, sino también contribuyen a su permanente
construcción y actualización.
En el ámbito cultural –que acá extendemos al patrimonial–, Bernardo Subercaseaux
identifica la escenificación de tiempos históricos nacionales, elaborados por el poder
hegemónico constituido, que pretende generar una cultura homogénea, cuya comunión
de creencias, valores y tradiciones permite desarticular y subordinar las diferencias para
ocultarlas. En sus palabras,

“Teniendo en cuenta la experiencia colectiva del tiempo (y en el marco de una sociología de


la temporalidad) pueden distinguirse en América Latina, desde la Colonia hasta el presente,
distintas escenificaciones del tiempo histórico y nacional. Luego del tiempo colonial –un
tiempo estancado, un tiempo que remite siempre a algo distinto de sí mismo– pueden seña-
larse al menos cuatro modalidades de experiencia e invención colectiva del tiempo: el tiempo
fundacional, a comienzos del siglo XIX, en el periodo de la Independencia; el tiempo de in-
tegración, hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX; el tiempo de transformación, en la
década del sesenta y, el tiempo globalizado, en las décadas actuales.”79

La escenificación de tiempos históricos no se explicita de manera formal, sino que


conforma una gran matriz de sentido que contribuye a la permanente actualización de la
retórica oficial, alimentándose de todos los elementos simbólicos que contribuyan a su
legitimación contemporánea. La nación se constituye en torno a “una interpretación del
sentido de la historia y de la voluntad que unifica a cada país”80, y la puesta en escena
del conjunto patrimonial definido por el Estado y la clase política dirigente resulta fun-
damental para su teatralización histórica, en el relato visual y en la memoria colectiva
de la sociedad. Así, la monumentalidad nacional se transforma en un sistema simbólico,
un orden de sentido unificador, que en el plano material busca la generación de lealtades
y vínculos en torno a la identidad cultural que representa y busca perpetuar, a través de
la configuración de lo que podemos cifrar como una retórica patrimonial oficial.
Si bien la matriz a la cual se circunscribe la acción del CMN en sus primeras déca-
das es de integración, las lógicas bajo las cuales operan los procesos de activación patri-
monial también abordan y fusionan los tiempos históricos anteriores –colonial y funda-

79
Subercaseaux, “Escenificación del tiempo…”, op. cit., p. 185.
80
Subercaseaux, Historia de las ideas…, op. cit., p. 19.
340 HISTORIA 56 / 2023

cional–, como momentos inaugurales de la cultura contemporánea, dado que la mayoría


de los elementos culturales activados como patrimonio corresponden a tales épocas. En
un contexto de crisis y grandes transformaciones, como lo es la primera mitad del siglo
XX, el relato patrimonial construido, sin abandonar su carácter ilustrado y de alta cul-
tura, y sin incorporar de forma explícita en su discurso a los sectores medios, populares
e indígenas, contribuye a la reformulación de la idea de nación y a la reelaboración de
la identidad nacional, a fin de mantener la cohesión social. El patrimonio monumen-
tal activado –edificios históricos, objetos conmemorativos y sitios arqueológicos–, en
sintonía con los cambios epocales, debe reflejar dicha reformulación y contribuir a su
legitimación.
La declaratoria de monumentos históricos y la construcción de monumentos públi-
cos refleja lo anterior de distintos modos, conforme a la disponibilidad material de vesti-
gios del pasado y en relación con los grandes referentes del imaginario colectivo del pe-
riodo. La lógica integracionista se aprecia en el amplio abanico de elementos culturales
activados, que va desde los yacimientos paleontológicos hasta la figura del presidente
Pedro Aguirre Cerda, pasando por un sinnúmero de edificios, sitios y objetos indígenas,
coloniales y contemporáneos. Sin embargo, se debe observar que la incorporación de
cada uno de estos elementos al discurso patrimonial en construcción es disímil.
El patrimonio indígena se resume a sus raíces y a las edades biológicas pretéritas; no
incluye elementos materiales del presente ni promueve la construcción de hitos conme-
morativos en el espacio público que lo posicionen como referente contemporáneo. La
herencia europea es profusa en edificios y sitios declarados como monumentos históri-
cos –se le posiciona como piedra angular del patrimonio cultural de la nación. Reflejo
de lo anterior es que los primeros esfuerzos institucionales se concentraron en la protec-
ción de fuertes coloniales en el centro y sur del país–, mas no así en la construcción de
monumentos públicos –donde solo destacan las figuras de Diego de Almagro y Pedro
de Valdivia–, lo cual resulta sintomático del discurso nacional decimonónico que cata-
logaba la época colonial como un período oscuro y estático. La arquitectura nacional
de los períodos republicano y contemporáneo no es objeto de activación en esta época:
se observa que gran parte de los inmuebles declarados monumento histórico corres-
ponden a la era colonial, aun cuando muchos de ellos fueron utilizados por el aparato
administrativo del Estado, y que la protección patrimonial de la infraestructura posinde-
pendencia es un fenómeno posterior, de la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, se
impone con amplitud en la estatuaria pública y conmemorativa, como dispositivos de la
memoria histórica oficial que buscan perpetuar en el espacio urbano la retórica nacional,
a partir de sus mejores representantes –desde el militar Bernardo O’Higgins hasta la in-
telectual Gabriela Mistral–.
Sin embargo, el patrimonio cultural, así como la escenificación de los tiempos histó-
ricos nacionales y la construcción de las grandes narrativas identitarias, es dinámico y,
por tanto, se transforma a medida que las sociedades avanzan a través del tiempo. Las
lógicas integracionistas que subyacen al sistema cultural y patrimonial hegemónico de
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 341

la primera mitad del siglo XX deben volver a adaptarse, en la medida que el modelo
social y político tiende a democratizarse, que las y los actores antes excluidos adquieren
cada vez mayor protagonismo en la retórica oficial de la nación, que los límites de esa
nación se desdibujan de forma progresiva en el marco de una era globalizada, y que el
paso del tiempo añade nuevos personajes, procesos y acontecimientos que alteran el de-
venir histórico.
La actual discusión en el Congreso Nacional81 sobre una nueva ley de patrimonio
cultural y las intervenciones ciudadanas en la monumentalidad de los grandes centros
urbanos durante los últimos años, tras la revuelta popular de 2019, son sintomáticas de
la grave desactualización del relato patrimonial en la actualidad.
Los tiempos históricos de transformación y globalización que identifica Bernardo
Subercaseaux desde la segunda mitad del siglo XX en adelante, han implicado profun-
dos cambios en la sociedad chilena, que han cuestionado las bases de la construcción
identitaria tradicional que le dieron sentido y significado. Se entiende que el patrimonio
ya no es solo monumental ni tan solo nacional, pues todas las narrativas que fueron des-
plazadas han sido reconocidas y legitimadas por amplios grupos de la sociedad, siendo
imposible su desconocimiento en la actualidad. Por ello, la legislación sobre monumen-
tos nacionales, ha debido incorporar nuevas categorías –como las zonas típicas, los san-
tuarios de la naturaleza y los monumentos arqueológicos, las que no han estado exentas
de cuestionamientos desde su incorporación en 1970– e integrar nuevas tipologías de
reconocimiento patrimonial –como pueblos, cementerios y centros ceremoniales indí-
genas; sitios de memoria vinculados a la violación de derechos humanos; humedales,
lagunas y áreas naturales, entre otros– en atención a los hechos y fenómenos históricos
que han modificado la cultura nacional82 y las demandas de una ciudadanía cada vez
más implicada en la gestión del patrimonio cultural83.
Desde esta perspectiva, las intervenciones en la monumentalidad pública e histó-
rica pueden ser comprendidas como prácticas desmonumentalizadoras que, de forma

81
Ver tramitación en la H. Cámara de Diputadas y Diputados de Chile del proyecto de ley que establece una
nueva institucionalidad y perfecciona los mecanismos de protección del patrimonio cultural, disponible en:
https://www.camara.cl/legislacion/ProyectosDeLey/tramitacion.aspx?prmID=13243&prmBL=712712-24 [fe-
cha de consulta: 20 de marzo de 2023].
82
En este sentido, existiría una transformación en el sentido original de la protección del patrimonio de la
mano de los cambios culturales que ha experimentado la sociedad, en la medida en que, mientras en sus orí-
genes, el patrimonio era comprendido como “una cosa de importancia nacional […] del Estado, de la nación,
de la soberanía”, en las últimas décadas, debido a la “gran participación popular, la gran cantidad de solicitu-
des de declaración de la comunidad”, se ha vuelto “mucho más claro el rol de los bienes patrimoniales en el
desarrollo humano de las sociedades, en el bienestar de las comunidades”, en: Entrevista a Susana Simonetti,
funcionaria de la Secretaría Técnica del CMN, julio de 2021.
83
A partir de cifras oficiales del CMN, se observa que el involucramiento de la ciudadanía respecto de los
monumentos nacionales es cada vez mayor. Por ejemplo, la cantidad de solicitudes de declaratoria de mo-
numentos históricos y zonas típicas o pintorescas ha aumentado de manera exponencial: de siete en 2002, a
diez en 2012 y a treinta y seis en 2022. Asimismo, la cantidad de organizaciones que participan del Día de los
Patrimonios ha crecido de 866 en 2016, a 1 542 en 2018, a 1 906 en 2020 y a 2 272 en 2022. Fuente: datos
oficiales de la Secretaría Técnica del CMN obtenidos por Ley de Transparencia.
342 HISTORIA 56 / 2023

consciente o inconsciente, tienden a la destrucción del patrimonio cultural activado por


el Estado durante el siglo XX, como manifestación simbólica de su rechazo al poder
hegemónico instituido. Los monumentos nacionales se han transformado en un patri-
monio en disputa entre quienes pretenden perpetuar las lógicas elitistas de resguardo
y conservación y aquellos que, al calor de demandas por reformas sociales profundas,
ponen en tensión el relato histórico que trasciende a los bienes protegidos por la tradi-
ción. Se observa, entonces, que la democratización de la opinión pública ha contribuido
a que, en estos casi cien años de existencia de la institucionalidad patrimonial, las y los
actores involucrados, así como las temáticas interventoras en los procesos de activación
del patrimonio, hayan desbordado las lógicas decimonónicas e instalado la necesidad de
observarlas desde una perspectiva crítica.

Intervenciones contemporáneas a la monumentalidad nacional

Los marcos teóricos y conceptuales que rigieron la instauración de un régimen de


protección oficial del patrimonio cultural en la primera mitad del siglo XX son indis-
pensables para una comprensión crítica de las prácticas de intervención ciudadana en
monumentos históricos y públicos tras el estallido social de octubre de 2019. Si bien la
norma, el objeto y la orgánica de la institucionalidad a cargo del resguardo monumental
ha sufrido modificaciones entre 1970 y la actualidad84, gracias a un contexto político
favorable a los cambios, y a procesos de profesionalización y ampliación del ámbito de
acción del CMN en la década de 196085, es posible observar que las ideas que subyacen

84
La legislación patrimonial –bajo la influencia de los postulados de convenciones internacionales como los
de la Carta Internacional sobre la conservación y la restauración de monumentos y sitios (Carta de Venecia
1964), del II Congreso Internacional de Arquitectos y Técnicos de Monumentos Históricos, Venecia, 1964
(disponible en: https://www.icomos.org/images/DOCUMENTS/Charters/venice_sp.pdf [fecha de consulta:
26 de marzo de 2023]), acerca de la conservación y restauración de monumentos, la existencia de conjuntos
históricos-artísticos, y la realización de excavaciones– es actualizada a través de la Ley 17.288 de 1970, el
Decreto 484 del 28 de marzo de 1990, que fija el reglamento de la Ley 17.288 sobre excavaciones y/o pros-
pecciones arqueológicas, antropológicas y paleontológicas (véase, “Decreto 484. Reglamento de la ley n°
17.288, sobre excavaciones y/o prospecciones arqueológicas, antropológicas y paleontológicas”, Santiago, 28
de marzo de 1990, disponible en: https://bcn.cl/324c5 [fecha de consulta: 26 de marzo de 2023]), y el Decreto
223 del 27 de julio de 2016, que fijó el reglamento sobre zonas típicas o pintorescas de la Ley 17.288, (véase,
“Decreto 223. Reglamento sobre zonas típicas o pintorescas de la ley nº 17.288”, Santiago, 27 de julio de
2016, disponible en: https://bcn.cl/39kot [fecha de consulta: 26 de marzo de 2023]). En sintonía con ello, el
objeto de protección oficial se amplía de dos a seis categorías de monumento nacional en la actualidad; esto
es: a los monumentos históricos y públicos se suman los arqueológicos, paleontológicos, santuarios de la
naturaleza y zonas típicas o pintorescas, y la orgánica institucional ha sufrido modificaciones por cuanto ha
ampliado la base de consejeros representantes de instituciones y organizaciones (“Ley 17.288…”, op. cit.),
complejizando y robusteciendo la existencia de una Secretaría Técnica del CMN, instituida en la práctica en
los años noventa y de manera formal en 2018 (véase, “Ley 21.045…”, op. cit.).
85
La década de 1960, sobre todo durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, fue un periodo en que “el
país entraba en un proceso de aceleración en las demandas sociales y políticas, con exigencias de mayor
participación y mayor información”, dando lugar a la implementación de una serie de reformas tendientes a
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 343

a la regulación del patrimonio en Chile, al momento de la protesta popular contemporá-


nea, son en esencia las mismas que rigen en el presente a la acción de la institucionali-
dad patrimonial, en su respuesta a las intervenciones desmonumentalizadoras; esto es,
una lógica monumentalista, objetual, nacionalista y conservacionista86. En este orden
de ideas, las dinámicas de intervención en monumentos históricos y públicos, acorde
a lo planteado, deben ser entendidas en un marco temporal amplio, considerando que
las acciones contemporáneas condensadas en inmuebles patrimoniales y elementos
conmemorativos se relacionan con el contexto inaugural de la política patrimonial, en
tanto permiten explicar las prácticas de exclusión e invisibilización en el pasado y los
fenómenos de desencantamiento patrimonial en el presente, como objeto histórico, so-
ciocultural y político.
Las intervenciones ciudadanas a la monumentalidad nacional se han convertido en
una acción permanente a partir del 18 de octubre de 2019, en el marco de lo que se ha
denominado estallido social o revuelta popular. Lo que comenzó como una demanda por
el alza del pasaje del transporte público, bajo la consigna No son 30 pesos, son 30 años,
se extendió a un movimiento social en distintas ciudades del país, que tuvo entre sus ex-
presiones la toma del espacio público para la manifestación popular y la intervención de
monumentos públicos e históricos. Si bien este tipo de acciones ha sido parte de ciertos

dar respuesta a las expectativas de la ciudadanía (Sofía Correa et al., Historia del siglo XX chileno. Balance
paradojal, Santiago, Sudamericana, 2015, pp. 233-254). En este marco, debe comprenderse la reactivación
de las labores del CMN a partir de 1961, en la cual cobra especial relevancia la arena política y el debate
internacional. Se observa una activa participación de los ministros de Educación: Patricio Barros, Alejandro
Garretón, Juan Gómez Millas y Máximo Pacheco, en su rol de presidentes del CMN, cuya cartera de Estado
incide de forma sustancial en la consolidación de la institución y la concreción de una nueva normativa en
1970. (Ver las actas de las sesiones del CMN entre octubre de 1962 y octubre de 1968, disponibles en: http://
monumentos.gob.cl/servicios/actas [fecha de consulta: 26 de marzo de 2023]). Asimismo, es posible percibir
un diálogo fluido entre el CMN y otros agentes patrimoniales, como el Consejo Internacional de Museos y Si-
tios (Icomos), fundado en 1965, y una mayor influencia de las convenciones internacionales (Entrevista a Luis
Alegría, agosto de 2021).
86
La respuesta de la institucionalidad patrimonial tras el estallido social se inclinó más a la protección de
los monumentos nacionales dañados que a una comprensión compleja de la resignificación simbólica del
patrimonio por parte de la ciudadanía. En este sentido, los esfuerzos del CMN, el Servicio Nacional del
Patrimonio Cultural y el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio estuvieron puestos en desarrollar
un catastro de bienes patrimoniales afectados, presentar querellas en contra de quienes resultaren responsables
las afectaciones, y favorecer la realización de acciones de conservación. Véase: “Monumentos Nacionales
dañados en el marco de las protestas superan los 230”, en Consejo de Monumentos Nacionales [en línea],
8 de diciembre de 2019, disponible en: http://monumentos.gob.cl/plan-recuperacion-patrimonial/noticias/
monumentos-nacionales-danados-marco-protestas-superan-230 [fecha de consulta: 26 de marzo de 2023];
“Subsecretario del Patrimonio Cultural anuncia querella y pasos a seguir para la protección del Monumento
a Baquedano”, en Consejo de Monumentos Nacionales [en línea], 2 de enero de 2020, disponible en: http://
monumentos.gob.cl/plan-recuperacion-patrimonial/noticias/subsecretario-patrimonio-cultural-anuncia-
querella-pasos [fecha de consulta: 26 de marzo de 2023]; “CMN aprueba protocolo para agilizar autorización
de reparaciones en inmuebles patrimoniales dañados tras el 18 de octubre”, en Consejo de Monumentos
Nacionales [en línea], 28 de enero de 2020, disponible en: http://monumentos.gob.cl/plan-recuperacion-
patrimonial/noticias/cmn-aprueba-protocolo-agilizar-autorizacion-reparaciones [fecha de consulta: 26 de
marzo de 2023].
344 HISTORIA 56 / 2023

movimientos sociales y políticos anteriores87, es a partir de la revuelta popular de 2019


que estas se agudizan, abriendo un campo de disputas entre actores más conservadores
que legitiman la identidad nacional y otros que eligen esta monumentalidad de alta
carga simbólica para expresar su descontento frente al orden establecido88. Desde en-

87
Se identifican al menos tres hechos de la historia nacional anterior al año 2019 en que la monumentalidad
pública fue intervenida: la huelga portuaria de Valparaíso del 15 de abril de 1903, la huelga de la carne del 22
de octubre de 1905 y la Batalla de Santiago del 2 de abril de 1957. Respecto de la primera, El Mercurio señaló
que “manifestantes enardecidos terminan por quemar el edificio de la Compañía Sudamericana de Vapores,
para luego atacar el edificio de El Mercurio de Valparaíso”. En cuanto a la huelga de la carne, Sucesos publi-
có: “Los monumentos públicos carecen de faroles, las lámparas de la luz eléctrica cayeron todas a pedradas,
los bancos de piedra maciza fueron destruidos, y hasta arrancados de su pedestal los héroes de la imprenta.
Gutenberg, Shaeffer y otros yacían tendidos de largo sobre el pavimento […]. El gran dios Neptuno, el de los
tres hermosos caballos que tiran de su elegante carroza, no era ni dios, ni mono, ni nada”. Por último, para
la Batalla de Santiago de 1957, La Nación mencionó que “Las turbas, en su afán sedicioso, no respetaron
ninguno de los poderes constituidos del Estado. Pretendieron asaltar La Moneda y atacaron de hecho los
edificios en que funcionan el Congreso Nacional y los superiores Tribunales de Justicia”. Véase: “Los graves
sucesos de Valparaíso”, en El Mercurio, Valparaíso, 13 de mayo de 1913, p. 5, disponible en: http://www.
memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-588612.html [fecha de consulta: 25 de marzo de 2023]; “Los sucesos
de los días 22 y 23 de octubre”, en Sucesos, Valparaíso, 3 de noviembre de 1905, pp. 30-32, disponible en:
https://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-98695.html [fecha de consulta: 25 de marzo de 2023]; y
Álvaro Pérez Jorquera, “La Revuelta de la Chaucha y la Batalla de Santiago: Las otras revueltas populares”,
en La Izquierda Diario [en línea], 21 de octubre de 2019, disponible en: https://www.laizquierdadiario.cl/
La-Revuelta-de-la-Chaucha-y-la-Batalla-de-Santiago-Las-otras-revueltas-populares [fecha de consulta: 16 de
marzo de 2023].
88
Las intervenciones a monumentos públicos e históricos generaron diversas respuestas. Declaraciones
y entrevistas en prensa, publicaciones en redes sociales y artículos académicos, dieron cuenta de los
heterogéneos discursos que integraron el debate público. Así, encontramos colectivos y activistas que analizan
el trasfondo del fenómeno desde una perspectiva histórica y cultural, como es Monumentos Incómodos, para
quienes las acciones de desmonumentalización de estatuas se relaciona con “la disputa de la permanencia
de ideas que no se han quebrado aún, después de la colonización, como la lógica elitista, colonial”. Ver
Magdalena Novoa, entrevista por Lissette Fossa, “Monumentos Incómodos: ‘Las autoridades se resisten a que
la ciudadanía define qué hacer con sus estatuas’”, en Interferencia [en línea], 12 de marzo de 2021, disponible
en: https://interferencia.cl/articulos/monumentos-incomodos-las-autoridades-se-resisten-que-la-ciudadania-
defina-que-hacer-con [fecha de consulta: 25 de marzo de 2023]. En efecto, este discurso está en sintonía con
el de algunos manifestantes que declararan que la acción antes que ser contra el bien patrimonial, constituye
un medio para expresar el descontento con la historia y memoria que los monumentos representan y el sistema
de exclusión con que opera. Por el contrario, la reacción de representantes del Estado y de la comunidad de
expertos sostienen un discurso conservador en materia patrimonial. Aludiendo al mismo caso del Monumento
Público General Baquedano, la Secretaría Técnica del Consejo de Monumentos Nacionales, a través de
un comunicado público, calificó el hecho como grave, puesto que se trataría de “bienes patrimoniales que
son parte de nuestra historia, legado y memoria. Y que debemos resguardar para las generaciones futuras”.
Ver “Consejo de Monumentos Nacionales se abre a petición del Ejército y evaluará cambiar de ubicación
estatua del general Baquedano”, en El Mostrador [en línea], 17 de octubre de 2020, disponible en: https://
www.elmostrador.cl/dia/2020/10/17/consejo-de-monumentos-nacionales-se-abre-a-peticion-del-ejercito-y-
evaluara-cambiar-de-ubicacion-estatua-del-general-baquedano/ [fecha de consulta: 25 de marzo de 2023]. Por
su parte, el Ejército de Chile señaló que “resulta sorprendente e incomprensible” que la obra “sea vulnerada
por la actitud de algunas personas que vuelcan su resentimiento y frustración sobre símbolos que representan
a cada uno de los chilenos”. Ver “Ejército ‘lamenta y rechaza’ que el monumento al gral. Baquedano fuera
pintado de rojo”, en CNN Chile [en línea], 16 de octubre de 2020, disponible en: https://www.cnnchile.com/
pais/ejercito-lamenta-pintura-general-baquedano_20201016/. Por último, en una lógica similar, la Consultora
Atisba Estudios y Proyectos Urbanos, responsable de un estudio técnico de los daños en el eje Alameda-
Providencia, señala “Lo que vemos acá, son actos delictuales, que incluyen atentados incendiarios, saqueos y
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 345

tonces, las plazas centrales y los centros cívicos e históricos de diversas ciudades fueron
testigos de intervenciones en iglesias, edificios cívicos, universidades e instalaciones
comerciales89, entre otros, alterando en mayor o menor medida su integridad material.
Entre las intervenciones materiales se repiten los rayados –pinturas, grabados y esténcil
en monumentos públicos y fachadas de edificios patrimoniales–; el derribamiento de
objetos conmemorativos, arrancados de forma parcial o total de su pedestal o soporte; el
incendio de edificios patrimoniales –que, en algunos casos, solo se han visto afectados
de manera parcial y, en otros, han sufrido daños estructurales–; el cubrimiento de mo-
numentos públicos –con cuerpos, prendas y objetos como banderas, fotografías, velas
y flores (imagen 1), entre otros– y, en ciertas ocasiones, la instalación de una nueva

vandalismos […] Es fundamental que este daño se repare y que su diseño sea acordado con las comunidades
y no por la fuerza rebautizando plazas sin generar los consensos necesarios”. Ver Iván Poduje (dir.), Estallido
social eje Alameda-Providencia. Impactos urbanos, sociales y económicos, Santiago, Atisba, 2019, disponible
en: https://www.atisba.cl/monitor/estallido-social-eje-alameda-providencia/ [fecha de consulta: 13 de enero de
2022].
89
Entre las iglesias afectadas el año 2019, se encuentran: Iglesia de la Asunción incendiada el 8 de noviembre,
de la Veracruz de Santiago incendiada el 12 de noviembre, Iglesia de San Francisco de Borja de Santiago
incendiada y saqueada el 27 de noviembre, Iglesia de María Auxiliadora de Talca saqueada y destruida el
11 de noviembre. Véase: Jonathan Flores, “Bomberos controló incendio en iglesia de barrio Lastarria en
Santiago”, en Biobío Chile [en línea], 12 de noviembre de 2019, disponible en: https://www.biobiochile.cl/
noticias/nacional/region-metropolitana/2019/11/12/bomberos-combate-incendio-en-iglesia-de-barrio-lastarria-
en-santiago.shtml [fecha de consulta: 25 de marzo de 2023];José Navarrete y Luis Cerda, “Encapuchados
queman iglesia institucional de Carabineros durante nueva jornada de manifestaciones y disturbios”, en La
Tercera [en línea], 3 de enero de 2020, disponible en: https://www.latercera.com/nacional/noticia/incendian-
iglesia-san-francisco-borja-medio-disturbios/961070/ [fecha de consulta: 25 de marzo de 2023]; y “El saqueo
a la iglesia María Auxiliadora de Talca”, en Cooperativa [en línea], 12 de noviembre de 2019, disponible
en: https://www.cooperativa.cl/noticias/pais/manifestaciones/el-saqueo-a-la-iglesia-maria-auxiliadora-de-
talca/2019-11-12/091551.html [fecha de consulta: 26 de marzo de 2023]. En cuanto a los edificios cívicos,
destacan: Incendio y saqueo de la sede de la Secretaría Regional Ministerial de Educación de la Región
de Coquimbo el 12 de diciembre de 2019, incendio de la Gobernación Provincial de Concepción el 12 de
noviembre de 2019 y el incendio de la Intendencia Regional de Antofagasta el 12 de noviembre de 2019.
Véase: “Registran incendio en la Secretaría Regional de Educación en La Serena”, en El Observatodo [en
línea], 28 de octubre de 2019. disponible en: https://www.elobservatodo.cl/noticia/sociedad/video-registran-
incendio-en-la-secretaria-regional-de-educacion-en-la-serena [fecha de consulta: 26 de marzo de 2023];
“Daños a edificios públicos del Gran Concepción superan los 100 millones de pesos”, en Cooperativa [en
línea], 29 de octubre de 2019, disponible en: https://www.cooperativa.cl/noticias/pais/region-del-biobio/
danos-a-edificios-publicos-del-gran-concepcion-superan-los-100-millones/2019-10-29/095645.html [fecha
de consulta: 26 de marzo de 2023]; y Vincenzo Disi, “Incendios y destrucción en Antofagasta: Intendencia,
Servicio de Impuestos Internos y cooperativa de Carabineros entre los edificios quemados”, en El Diario de
Antofagasta [en línea], 13 de noviembre de 2019, disponible en: https://www.diarioantofagasta.cl/regional/
antofagasta/111289/incendios-y-destruccion-en-antofagasta-intendencia-servicio-de-impuestos-internos-
y-cooperativa-de-carabineros-entre-los-edificios-quemados/ [fecha de consulta: 26 de marzo de 2023]. Por
último, cabe destacar el incendio de la Universidad Pedro de Valdivia de Santiago el 8 de noviembre de
2019 y el edificio patrimonial de Cruz Verde de Antofagasta incendiado el 12 de noviembre de 2019. En:
“Se registra saqueo e incendio en Universidad Pedro de Valdivia”, en 24 Horas [en línea], 8 de noviembre de
2019, disponible en: https://www.24horas.cl/nacional/se-registra-saqueo-e-incendio-en-universidad-pedro-
de-valdivia-3714687 [fecha de consulta: 26 de marzo de 2023] y “El impactante ‘antes y después’ de edificio
patrimonial destruido por incendio”, en El Nortero [en línea], 13 de noviembre de 2019, disponible en:
https://www.elnortero.cl/noticia/cultura/videos-fotos-el-impactante-antes-y-despues-de-edificio-patrimonial-
destruido-por-inc [fecha de consulta: 26 de marzo de 2023].
346 HISTORIA 56 / 2023

imagen en lugar del monumento original, como es el caso del indio selknam colocado
en reemplazo del derribado busto de José Menéndez en la plaza central de la ciudad de
Punta Arenas (imágenes 2 y 3).

Imagen 1

Fuente: “Monumento Público al General Baquedano en plaza Italia, Santiago, pintado de rojo y tapizado de
banderas y rayados en vísperas de la conmemoración del 18 de octubre de 2020”, en CNN Chile, disponible
en: https://www.cnnchile.com/pais/carabineros-protestas-plaza-italia-santiago-estallido-social_20201017/ [fe-
cha de consulta: 20 de mayo de 2021].

Imagen 2

Fuente: “Pieza escultórica que representa cabeza de indio selknam instalado en lugar del derribado busto de
José Menéndez en la plaza de Armas de Punta Arenas”, en Crítica Sur, disponible en: https://criticasur.com.ar/
nota/21974/en_punta_arenas_derribaron_un_busto_de_menendez_y_en_su_lugar_colocaron_el_de_un_caza-
dor_selk_039_nam [fecha de consulta: 22 de mayo de 2021]
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 347

Imagen 3

Fuente: “Busto del terrateniente español José Menéndez derribado y reubicado a los pies del Monumento
Público al portugués Hernando de Magallanes y del indio selknam que se encuentra a sus pies, en la plaza
Muñoz Gamero en Punta Arenas”, en La Voz de Avilés, disponible en: https://www.elcomercio.es/aviles/distur-
bios-chile-ceban-rey-patagonia-20191111010922-ntvo.html [fecha de consulta: 22 de mayo de 2021]

En sintonía con las demandas de transformación social manifestadas al calor de la


protesta ciudadana, las prácticas de intervención en el patrimonio monumental se han
vinculado de manera antagónica con parte del conjunto de bienes protegidos por el
Estado a partir de 1925. De acuerdo con cifras oficiales, según un catastro realizado por
el CMN en las capitales regionales del país, entre octubre de 2019 y febrero de 202090,
fueron intervenidos al menos 502 monumentos nacionales, asociados principalmente a
la herencia hispana (período de conquista y colonia española en Chile) y a las bases de
la realidad contemporánea (los procesos de independencia, organización y consolida-
ción de la república de Chile).

90
La sistematización fue elaborada con base en datos oficiales obtenidos a partir de una solicitud por Ley de
Transparencia al Consejo de Monumentos Nacionales. A modo de referencia, ver el resumen ejecutivo del ca-
tastro georreferenciado para la recuperación patrimonial realizado por el Consejo de Monumentos Nacionales
y el Servicio Nacional del Patrimonio Cultural en junio de 2020, disponible en: https://www.monumentos.gob.
cl/sites/default/files/catastro_georeferenciado_para_recuperacion_patrimonial.pdf [fecha de consulta: 20 de
marzo de 2023].
348 HISTORIA 56 / 2023

Monumentos públicos intervenidos

El registro oficial del CMN considera la intervención de 341 monumentos públicos,


distribuidos principalmente entre las regiones Metropolitana de Santiago (25 %),
Coquimbo (13 %), Valparaíso (10 %) y Los Lagos (7 %), junto con La Araucanía –que,
aun cuando en el catastro oficial se encuentre más atrás (con un 1 % de las alteraciones),
conforme al levantamiento de prensa realizado en el presente estudio, sumaría al menos
diez casos en distintas ciudades, además de la capital regional–. En este sentido, es po-
sible apreciar que la mayor cantidad de intervenciones, tal como en el período inaugural
de la institucionalidad patrimonial, tiene lugar en los principales centros urbanos del
país y, al mismo tiempo, en aquellas zonas donde el discurso oficial de la nación –y, por
extensión, autorizado de lo patrimonial– ha sido puesto en tensión por las diversas iden-
tidades que las han habitado91.
En cuanto al tipo de personaje u objeto histórico homenajeado en la monumentali-
dad pública intervenida, se impone con holgura la presencia de militares y miembros de
las fuerzas armadas –pasando por las figuras de conquistadores como Pedro de Valdivia,
de héroes de la independencia y la guerra del Pacífico, como Bernardo O’Higgins y
Arturo Prat, hasta aviadores y carabineros, como Dagoberto Godoy y Hernán Merino
Correa– (35 %); a ella le siguen las esculturas alusivas a personajes míticos –como las
que conforman el Museo al Aire Libre de La Serena– (11 %); intelectuales –entre escri-
tores, filósofos y otros pensadores nacionales e internacionales– (9 %), sacerdotes cató-
licos (6 %) y políticos (6 %), entre otros. En su mayoría, los monumentos intervenidos
representan figuras masculinas (71 %), otro tanto no es asociable a un género (12%) y
solo una pequeña porción corresponde a personajes femeninos (7 %)92.
A partir de lo anterior, es posible observar que la monumentalidad pública interve-
nida se vincula con la matriz ideológica del Estado nación –la gesta heroica del hombre
blanco, de ascendencia europea, como elemento clave en la construcción de una patria
y una identidad nacional–, que ha sido desplegada en el espacio público como corre-
lato visual y material del poder hegemónico que pretende legitimar. Las principales
características de la estatuaria pública afectada en los últimos años se condicen con las
representaciones simbólicas de aquella que fue objeto de protección durante las prime-
ras décadas de la institucionalidad patrimonial: una monumentalidad propia de la alta
cultura nacional, vinculada al poder hegemónico y la defensa de lo patrio, manifestada
en la presencia de lo militar y lo republicano en el espacio público. En este sentido, es
posible colegir que este tipo de intervenciones no solo corresponden a manifestaciones
materiales del descontento popular producto de la coyuntura nacional, sino también es
expresión tangible de una reivindicación identitaria y cultural de aquellos grupos histó-
ricamente ausentes en el patrimonio público oficial de la nación que, de manera espon-

91
Ferrada Aguilar, “Estallido social en Chile…”, op. cit.
92
Datos oficiales de la Secretaría Técnica del CMN obtenidos por Ley de Transparencia.
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 349

tánea o deliberada, han puesto de relieve la desigual distribución y puesta en escena de


las distintas narrativas culturales que nos constituyen.
En directa sintonía con ello, se observa que el tipo de legado representativo de la
monumentalidad pública intervenida se vincula de manera fundamental con las bases
de la república y la realidad contemporánea –desde personajes e imágenes propias del
proceso independentista hasta elementos conmemorativos del bicentenario nacional–
(67 %); y, en menor medida, con figuras internacionales (10 %), actores y hechos de los
períodos de conquista y colonia española en Chile –lo cual incluye a los protagonistas
de la invasión europea y a los de la resistencia indígena– (9 %).
La casi nula intervención de monumentos públicos asociados a las culturas indíge-
nas resulta sintomático de dos fenómenos importantes: por un lado, su baja represen-
tatividad en la estatuaria pública de las grandes ciudades –consecuencia de su falta de
reconocimiento en el discurso oficial de la nación como agentes activos en la construc-
ción identitaria de nuestra sociedad, tanto en el pasado como en el presente, y su ausen-
cia en el patrimonio cultural activado por el Estado– y, por otro lado, su identificación
casi exclusiva con aquellos actores de la resistencia indígena del período de invasión y
colonización, que resultan clave para la construcción y legitimación del relato histórico
hegemónico. En consecuencia, se observa que las acciones de intervención en este tipo
de monumentos, sobre todo en la zona sur, no tuvieron por finalidad su derribamiento y
destrucción, sino la reivindicación simbólica de su presencia en el espacio público –es
el caso de las estatuas de los guerreros mapuche Lautaro y Caupolicán, en Concepción y
Temuco, respectivamente–.
Por su parte, las intervenciones a monumentos asociados a la conquista y colonia
europea se vinculan a elementos representativos de la invasión española –predominan-
do las estatuas en homenaje a Francisco de Aguirre, en el norte, y Pedro de Valdivia, en
el centro y sur del país–; del período colonial –como el abate Juan Ignacio Molina y los
gobernadores José Antonio Manso de Velasco y Ambrosio O’Higgins, e hitos urbanos
como la construcción de los Tajamares del río Mapocho– y de la fundación planificada
de ciudades del siglo XVIII –a través de hitos conmemorativos de sus centenarios–.
Mientras que, en los dos últimos, se trata por lo general de rayados y daños menores, en
el primero se registran intervenciones más complejas de carácter reivindicativo, como
el derribamiento e incendio del monumento a Francisco de Aguirre en La Serena, y su
reemplazo por el busto de Milanka, una mujer diaguita, y el corte, traslado y colgamien-
to del busto de Pedro de Valdivia a los pies del monumento a Lautaro, en la ciudad de
Concepción. Ambas acciones confirman el afán de justicia simbólica que trasciende a la
intervención en este tipo de estatuaria.
En cuanto a la monumentalidad conmemorativa de la república y las bases de la
realidad contemporánea se registra la intervención de elementos asociados a la inde-
pendencia nacional –repitiéndose con mayor frecuencia la afectación de monumentos en
homenaje a Bernardo O’Higgins–, a los períodos de organización de la república y con-
solidación del Estado nación –con figuras políticas e intelectuales como Diego Portales,
350 HISTORIA 56 / 2023

Andrés Bello y Diego Barros Arana–, a la guerra del Pacífico y la colonización europea
del sur de Chile –donde abundan las intervenciones a estatuas y bustos de Arturo Prat,
Ignacio Carrera Pinto y Vicente Pérez Rosales–, y a la época de las transformaciones
estructurales del Chile contemporáneo –con personajes como el carabinero Hernán
Merino Correa y los aviadores Arturo Merino Benítez y Dagoberto Godoy–.
La elevada cantidad de intervenciones en elementos conmemorativos de personajes
de la era republicana y contemporánea –más de dos tercios del catastro oficial– se con-
dice con su alta presencia en el espacio público. La narrativa patrimonial construida por
el Estado a través de la estatuaria urbana tiene como base el enaltecimiento de procesos
históricos que han contribuido a la construcción de la nación y a la legitimación y con-
solidación del poder hegemónico de los dos últimos siglos, a través de su fijación en el
repertorio visual de las grandes ciudades. En este sentido, es posible apreciar que la mo-
numentalidad intervenida no solo es reflejo de un diálogo antagónico con un pasado mo-
nárquico y colonial ni de una ausencia de las culturas indígenas como agentes activos
en nuestra constitución identitaria, sino que también, en gran medida, guarda relación
con la construcción hegemónica del presente nacional, independiente y republicano, que
ha evitado dicho pasado monárquico y que ha invisibilizado –mediante su colonización
y asimilación– las culturas indígenas. Consecuencia de ello, es que la intervención de
monumentos públicos coincide en su contenido con la activación de estos durante las
primeras décadas de la institucionalidad patrimonial, esto es, aquel relato identitario
nacional unívoco, exclusivo y excluyente, que privilegia la acción de grandes héroes,
militares, políticos e intelectuales, cuyas trayectorias vitales han contribuido a la conso-
lidación de la versión oficial del Estado nación chileno.

Monumentos históricos intervenidos

El catastro oficial registra al menos 161 monumentos históricos intervenidos en el


marco de la protesta social, entre octubre de 2019 y febrero de 2020, concentrados en
las regiones Metropolitana de Santiago (48 %), Valparaíso (9 %), Coquimbo (8 %) y
Antofagasta (7 %), cuyas capitales regionales, junto con ser el epicentro de las mani-
festaciones ciudadanas, contienen las principales áreas históricas protegidas patrimo-
nialmente por el Estado. Por el contrario, las cifras más bajas, registradas en Arica y
Parinacota (1 %), Ñuble (1 %), La Araucanía (0 %) y Aysén (1 %), se condicen con
aquellas áreas cuyas capitales regionales no disponen de centros históricos declarados
como patrimonio monumental protegido.
Entre las tipologías patrimoniales que predominan en la intervención de la monu-
mentalidad histórica se encuentra el equipamiento residencial (25 %) –destacando la
afectación de antiguas casonas dieciochescas y palacios de fines del siglo XIX y prin-
cipios del XX–, eclesiástico (22 %) –como catedrales e iglesias coloniales, y conventos
de órdenes religiosas–, administrativo y de gobierno (11 %) –municipalidades, edificios
consistoriales, sedes de embajadas y otros servicios públicos–, educacional (8 %) –es-
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 351

cuelas y edificios universitarios–, ornamental (7 %) –como la torre reloj de la estación


Barón en Valparaíso o el kiosco de retreta de la plaza Colón en Antofagasta– y cultural
(5 %) –museos, teatros y bibliotecas–, entre otros.
En el caso de la monumentalidad histórica intervenida se aprecia una relación anta-
gónica distinta a la observada en el caso de la estatuaria pública. La matriz ideológica
que trasciende a este tipo de intervenciones radica en la constitución misma de las
ciudades, cuyos cascos históricos simbolizan en su materialidad y arquitectura el poder
establecido de las clases dominantes. No se trata solo del relato histórico que unifica
la nación, sino de un discurso patrimonial que ha privilegiado la conservación de las
grandes casonas y palacios de la aristocracia nacional y del equipamiento religioso y
administrativo, representativo de los pilares que han sostenido el predominio social de
dichas clases dirigentes durante el período republicano, desde el proceso de indepen-
dencia hasta nuestros días, desplazando la presencia material de las culturas indígenas y
resignificando la herencia arquitectónica española.
En cuanto al tipo de herencia que representan los monumentos históricos interve-
nidos, siguiendo las temporalidades de Bernardo Subercaseaux, se obtiene que una gran
mayoría pertenece al período fundacional y de integración (82 %) –sobre todo a la se-
gunda mitad del siglo XIX y la primera del siglo XX– y el resto al período de conquista
y colonia española (18 %) –concentrados en el período tardo-colonial–. La distribución
temporal de las afectaciones obedece al predominio de la construcción nacional posin-
dependencia en los centros históricos, cívicos y comerciales de las grandes urbes del
país, lugares donde han convergido las principales actividades de protesta social y a la
carga simbólica del patrimonio republicano, registro histórico y manifestación en el pre-
sente del cariz colonial y homogéneo de las formas que ha adoptado la construcción del
actual Estado nación.
Dentro de las intervenciones a la monumentalidad histórica representativa de la
herencia hispana, nos encontramos con dos vestigios de la época de la conquista
–la Iglesia de San Francisco de La Serena y el Torreón Los Canelos de la ciudad de
Valdivia, equipamiento religioso y militar cuya existencia en el presente nos retrotrae
a las principales estrategias de sometimiento hispano en territorios indígenas– y 28
referentes del período colonial. Entre estos últimos destacan edificios administrativos
del centro histórico de Santiago –la Municipalidad de Santiago (antiguo Cabildo de
Santiago), el Museo Histórico Nacional (ex Palacio de la Real Audiencia) y el Museo
de Arte Precolombino (ex Palacio de la antigua Aduana de Santiago); templos católi-
cos –como la Catedral de Santiago e iglesias y conventos de mercedarios, francisca-
nos, dominicos y agustinos–; y antiguas casonas de la clase alta –como la Posada del
Corregidor, la Casa Colorada (actual Museo de Santiago) y la casa de Calixto Rodríguez
en Rancagua–. Inmuebles de carácter administrativo, religioso y residencial ‒constituti-
vos del 17 % de las intervenciones ciudadanas‒ que manifiestan en el plano simbólico
y material un continuum entre la colonización y el asentamiento de un poder colonial
–inaugurado por la monarquía española en territorios indígenas–, y el establecimiento e
352 HISTORIA 56 / 2023

imposición de un poder nacional, fundado bajo las mismas lógicas colonialistas de sus
antecesores, y con sede en las mismas edificaciones, construidas y conservadas en los
principales centros urbanos del país.
Entre los referentes del período republicano, se registran intervenciones centradas
en inmuebles patrimoniales construidos durante el siglo XIX y principios del XX; equi-
pamiento administrativo y de gobierno –aduanas, gobernaciones y servicios públicos–,
comercial –mercados de abastos y centros comerciales–, eclesiástico –catedrales y ba-
sílicas–, de infraestructura vial –puentes y ascensores–, ornamental –como la plaza de
Armas de Copiapó y el cerro Santa Lucía en Santiago– y residencial –casas y palacios
de la clase alta chilena decimonónica–. Además, se registran intervenciones en bienes
asociados a procesos históricos acotados, como el boom salitrero en el norte –equipa-
miento administrativo, industrial y cultural de la ciudad de Antofagasta–; el centenario
de la República –como la Estación Mapocho, la Biblioteca y el Archivo Nacional y el
Museo Nacional de Bellas Artes–; y la colonización europea del sur –edificios adminis-
trativos y palacetes de grandes empresarios asentados en Los Lagos y Magallanes–.
En menor medida, también se registran intervenciones en inmuebles del siglo XX
relativos al período de transformaciones estructurales (1925-1973) y a la dictadura
militar (1973-1990). Entre los primeros, destacan los establecimientos escolares y uni-
versitarios; el equipamiento administrativo, cultural y residencial de este período –sedes
de organismos del Estado; museos, teatros y murales; y casas de la élite cultural y polí-
tica–. Entre los segundos se encuentran los sitios de memoria, ex centros de detención
y tortura, ubicados en los polos urbanos del país, como el centro Providencia en la ciu-
dad de Antofagasta, la Casa de los Derechos Humanos de Valdivia, Londres 38 y la ex
Clínica Santa Lucía en Santiago.
El panorama global de las intervenciones desmonumentalizadoras tanto en inmue-
bles patrimoniales como en monumentos públicos, dado su amplio espectro –confir-
mado por la variedad tipológica de las edificaciones del siglo XX afectadas durante la
protesta social–, permite aducir que estas no solo remiten a manifestaciones contrarias
al componente simbólico de cada uno de los elementos intervenidos, sino más bien al
lugar que cada uno de ellos ocupa y ha ocupado en la red de representaciones del poder
colonial y nacional, tanto en su construcción como en su potencial deconstrucción.
De este modo, es posible observar que la presencia de rayados, pinturas y grafitis en
las fachadas de inmuebles patrimoniales, siguiendo una misma lógica narrativa, no obe-
decen a un rechazo general, sino a una proyección de las virtudes y defectos del sistema
republicano contemporáneo. La ubicación de la monumentalidad intervenida, concen-
trada en los radios urbanos de las capitales regionales y provinciales, posibilita la convi-
vencia de distintos referentes y la articulación de distintas perspectivas subversivas del
orden establecido. En este sentido, mientras ciertos edificios y estatuas representativas
de la herencia hispana y del poderío militar y estatal han sido objeto de mensajes opues-
tos al modelo patriarcal, cristiano, colonial y nacional –tanto a nivel estructural como
coyuntural–, otros inmuebles y monumentos conmemorativos, asociados a la memoria
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 353

histórica o elementos de cambio, han sido objeto de mensajes de esperanzas y anhelos


de transformación –avanzando desde el alza en la tarifa del transporte público hacia
otros asuntos de mayor complejidad, como la reivindicación de las mujeres, los pueblos
indígenas, las disidencias sexuales y otras voces e identidades históricamente desplaza-
das por la retórica patrimonial dominante.
Por otro lado, podemos advertir una serie de intervenciones más complejas, en parti-
cular aquella monumentalidad cuya ubicación y carga simbólica suscita mayor sensibi-
lidad en el marco de las manifestaciones. Ejemplo de ello son los daños sufridos por la
estatua del general Manuel Baquedano, ícono del poder militar nacional, ubicada en ple-
no centro de Santiago, en la emblemática plaza Italia –rebautizada como plaza Dignidad
durante las protestas–, cuyas intervenciones, más allá del rayado y el grafiti, contem-
plaron cortes e intentos de derribamiento, debiendo ser trasladada para su resguardo y
reparación. En la misma línea, otros ejemplos son los ya mencionados monumentos a
Francisco de Aguirre en La Serena y a José Menéndez Braun en Punta Arenas, ilustres
figuras de la conquista y colonización del norte y el sur del país, cuyo derribamiento fue
concretado, y en cuyo lugar fueron instalados, de manera reivindicativa, bustos de figu-
ras indígenas –víctimas de dichos procesos de conquista y colonización–. Asimismo,
en el ámbito de la monumentalidad histórica, hemos sido testigos de la destrucción y el
incendio de infraestructura religiosa, base de los procesos de conquista y colonización,
acompañado de mensajes contrarios a la doctrina eclesiástica –como es el caso de las
iglesias de la Veracruz (imagen 4), de la Asunción y de San Francisco de Borja en el
centro de Santiago–.

Imagen 4

Fuente: Álvaro Hoppe. “Monumento Histórico Iglesia de la Veracruz, ubicado en el barrio Lastarria, luego del
atentado incendiario en noviembre del 2019”.

En virtud de lo expuesto, y entendiendo que las intervenciones analizadas no solo


son expresión de situaciones disruptivas y subversivas propias del conflicto social, sino
que refieren de igual modo a una crisis de representación de la monumentalidad nacio-
nal, volvemos al punto central para identificar las fuerzas que detonan y motivan dichas
acciones.
354 HISTORIA 56 / 2023

La cultura de la monumentalidad pública: repeticiones de lo hispano


y extravíos de lo indígena

Sin duda, la intervención al patrimonio monumental y el consecuente levantamiento


de contranarrativas patrimoniales pueden ser explicadas al calor del debate decolonial
abierto de forma reciente a nivel nacional, regional y global, donde los procesos de
impugnación a aquella latencia colonial tienen como vehículo de expresión y comu-
nicación a los monumentos. Es un rechazo al sistema de historicidad y representación
que las figuras de piedra corporeizan y petrifican, donde las figuras de poder dejan de
ser aceptadas y naturalizadas, convirtiéndose en superficies para reclamar y reivindicar
deudas históricas. En este sentido, siguiendo a Claudio Alvarado e Ivette Quezada, “la
desmonumentalización devela una crisis, una que carcome el guion de la historia pa-
tria, despetrifica para quitar el velo blanco de la homogeneidad, y luego, en la fractura
realizada deja entrever horizontes, los cuales no son claros ni unívocos”93. En este or-
den de ideas, la impugnación a decenas de monumentos representativos de la herencia
colonial e hispana y republicana puede explicarse a la luz del creciente activismo indí-
gena nacional e internacional, un fenómeno sociocultural y político que se expresa en
la degradación de estatuas que homenajean a los fundadores de la patria en el espacio
público, donde lo indígena, en muchas ocasiones, se encuentra subordinado a los pies
de las figuras representativas del poder europeo. Sin embargo, junto a la demanda de los
pueblos indígenas, es posible observar que el fenómeno obedece a otras causas de orden
social, político y económico, siendo una de las principales el descontento social profun-
do acumulado por décadas y agudizado con el estallido social. Un malestar provocado
por desigualdades sociales e injusticias propias de un sistema económico neoliberal
consolidado, marcado por la privatización de derechos sociales de educación, salud y
pensiones, a lo cual se suma un descontento por la baja representación de las mujeres y
las diversidades sexuales en el espacio público y político y la deslegitimación de la idea
de nación, de sus instituciones castrenses y políticas y de su sistema de representación
simbólico. En efecto, la acumulación de malestares se vio agravado por el contexto de
discusión de una nueva constitución iniciado en pleno estallido social.
Conforme a ello, los intentos por explicar la intervención a la monumentalidad
pública desde estas causas han sido muy valiosos para comprender su identidad, sin
embargo, nuestro análisis propone recuperar e historiar la desmonumentalización, re-
tomando como punto de partida la práctica y discurso patrimonial consolidados por el
Estado entre los años 1925 y 1970. Régimen patrimonial en el cual solo un 20 % de los
monumentos históricos protegidos y reconocidos por el Estado corresponde a un legado

93
Claudio Alvarado Lincopi e Ivette Quezada Vásquez, “Derribar, sustituir y saturar. Monumentos, blanqui-
tud y descolonización”, en Corpus. Archivos virtuales de la alteridad americana [en línea], vol. 11, n.° 1,
Mendoza, 2021, p. 3, disponible en: http://journals.openedition.org/corpusarchivos/4560 [fecha de consulta:
20 de marzo de 2023].
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 355

indígena, activación que además solo reconoció vestigios arqueológicos y paleontológi-


cos asociados a su pasado geológico.
En consecuencia, en el régimen patrimonial fundacional es inexistente el homenaje
a figuras históricas de las culturas indígenas que han habitado el territorio, en contrapo-
sición al repertorio de figuras instaladas representativas de la conquista europea, la co-
lonia y la cultura republicana y contemporánea. Se constata así un juego de ausencias y
presencias: la absoluta omisión de estatuaria indígena en contraposición a la abundancia
de estatuaria patria que devela el peso de la identidad colonial, hispana y criolla en el
sistema de representación monumental. Este desequilibrio también se evidencia en los
bienes arqueológicos y paleontológicos protegidos, los cuales expresan la ausencia de
un patrimonio vivo de las culturas indígenas, levedad que lejos de reafirmar su presen-
cia en el territorio y la riqueza cultural de sus prácticas vivas, actualizadas, complejas,
diversas y en constante transformación, ha reforzado un imaginario petrificado y estáti-
co de lo indígena. Conforme a ello, afirmado en toda iniciativa de legitimación patrimo-
nial donde el monumento se considera un objeto político de profunda eficacia simbólica,
lo indígena emergió como cultura petrificada y extinta, propia de un pasado ya sido,
condición que, en el presente, ha tenido como resultado una conflictiva reivindicación
de la presencia contemporánea y actualizada de las mismas. Como señala Maurice
Godelier, a propósito de la noción de cosificación, si los “objetos se presentan y son
vividos como elementos esenciales de la identidad de los grupos y de los individuos”94,
entonces, su contrario, la anulación de las prácticas culturales vigentes, dinámicas,
complejas y cambiantes –expresado para este contexto en la prevalencia de vestigios
arqueológicos y paleontológicos– “anclan un pasado que resta actualidad a los pueblos
colonizados”95.
En este sentido, el espacio de aparición de lo indígena cobra existencia desde lo
petrificado, inmóvil e inerte, a través de una materialidad donde se extravía su vigencia
cultural si no es a través de objetos arqueológicos y geológicos. Según esta interpreta-
ción, esta falta de contemporaneidad y actualidad de lo indígena, materializada en la
ausencia de sus patrimonios culturales vivos –tales como su relación con el territorio,
prácticas culturales, tecnologías ancestrales, ritualidades, conocimientos y expresiones
tradicionales y contemporáneas, sistemas alimentarios, sistemas de cosmovisión, entre
otros–, ha tenido como efecto una imperiosa necesidad por reivindicar esta vigencia y,
en esa línea, una de las respuestas ha sido la destrucción de las estatuas representativas
del mundo hispano, la ocupación con vestiduras y rayados de reivindicación y el levan-
tamiento de nuevos monumentos que activan la presencia indígena como contranarra-
tivas patrimoniales. Estas acciones, al margen de su contenido específico, dan cuenta
de la permanencia de una relación dialéctica de dominación y subordinación encarnada

94
Maurice Godelier, “Comment un individu se constitue en sujet social”, en Maurice Godelier, Au fondement
des sociétés humaines – Ce que nous apprend l’anthropologie, París, Albin Michel, 2007, pp. 175-190.
95
Alvarado y Quezada, “Derribar, sustituir y saturar…”, op. cit., p. 31.
356 HISTORIA 56 / 2023

en la política patrimonial96, pero al mismo tiempo, expresan que ese mismo patrimonio
puede ser estratégicamente usado para redefinir la invisibilización de lo indígena, de sus
valores e identidades a través de acciones de visibilización y legitimación de su presen-
cia, vigencia y contemporaneidad.
Si los monumentos en tanto cuerpo presente legitiman la presencia de una identidad
colonial-hispana, republicana-chilena, su inverso, la ausencia de dicha estatuaria se
vuelve cuerpo ausente que puede legitimar una negación. Si el abuso monumental y la
tragedia de la transmisión patrimonial97 es expresión de una violencia simbólica asocia-
da a toda iniciativa de legitimación98, su contrario, la exclusión de referentes históricos,
culturales y simbólicos destituye la posibilidad de validación y legitimación de dichos
referentes, toda vez que, siguiendo a Yvonne Whelan, los monumentos no son solamen-
te ornamentales, sino que en su contemplación hay una reapropiación efectiva99.
Sostenemos, entonces, que el exceso de memoria de lo hispano y la ausencia de una
memoria de lo indígena –y, en consecuencia, su inevitable vínculo con los procesos de
desmonumentalización– también pueden ser comprendidos desde lo que Carlos Masotta
ha denominado colonismo100; esto es, un fenómeno que trasciende al período colonial y
que, por defecto, sitúa el auge e influencia de la figura de Cristóbal Colón en los siglos
XIX y XX en diversas esferas como la historiografía, el periodismo, la literatura, la es-
cultura y los monumentos, donde estos últimos, en sus palabras, constituyen las “bases
más poderosas, espectaculares, duraderas y delirantes”, argumentando que “el discurso
de la nacionalidad que se inscribió monumentalmente en los países latinoamericanos es-
tuvo preñado de colonismo”101, –utilizando la figura de Cristóbal Colón como metáfora
que trasciende–.
Este colonismo permite comprender la presencia de otros monumentos que, no
representando estrictamente a Cristóbal Colón, simbolizan y refuerzan un proyecto
civilizatorio que, iniciado en la época colonial, permanece omnipresente en estatuas y
bustos que han sido epicentro de las intervenciones; omnipresencia cuyo contrario es
la ausencia de aquella otredad inexistente y extraviada para el régimen político de la
blanquitud, esto es, “lo salvaje, lo incivilizado y lo monstruoso”102. De este modo, el
colonismo puede leerse como un síntoma del borramiento de cualquier signo de lo indio

96
Bonfil Batalla, “Nuestro patrimonio…”, op. cit.
97
Régis Debray, “Le monument ou la transmission comme tragédie”, en Régis Debray, L’abus monumental?
Actes des Entretiens du Patrimoine, Théâtre national de Chaillot, París, Fayard, 1999, pp. 11-32.
98
Bourdieu, La distinción…, op. cit.
99
Yvonne Whelan, “The construction and deconstruction of a colonial landscape: monuments to British mon-
archs in Dublin before and after independence”, en Journal of Historical Geography, vol. 28, No. 4, Mendo-
za, Argentina, 2002, pp. 508-533.
100
Carlos Masotta, “Las falsas promesas de los monumentos”, en Corpus. Archivos virtuales de la alteridad
americana [en línea], vol. 11, n.° 1, Mendoza, Argentina, 2021, pp. 1-11, disponible en: https://journals.
openedition.org/corpusarchivos/4519 [fecha de consulta: 20 de marzo de 2023].
101
Op. cit., p. 4.
102
Colectivo Ayllu, Devuélvannos el oro. Cosmovisiones perversas y acciones anticoloniales, Madrid, FRAG-
MA, 2018, p. 9.
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 357

‒e incluso de lo mestizo‒ del “cuerpo colectivo de la nación”103, donde la obsesiva pre-


sencia de monumentos patrios en distintas latitudes de nuestro país significa al mismo
tiempo la supresión permanente de la presencia y herencia indígena. Lo cual es reforza-
do por la omisión de lo indígena en la monumentalidad, cuya representación opera bajo
criterios arqueológicos que no hacen más que incubar la negación de su presencia viva
en el territorio e impulsar procesos reivindicatorios contrarios al despojo y la exclusión,
“acentuando esa negatividad como lugar de habla y acción”104, como una política de la
memoria restauradora que busca dar presencia a una identidad cultural ausente que se
manifiesta en los elementos patrimoniales instalados, difundidos y consagrados en el
período inaugural de la política patrimonial chilena.

Contranarrativas desnacionalizadoras en las


intervenciones en monumentos históricos

La reivindicación de las culturas indígenas en la subversión semántica, estética, sim-


bólica, social y política de los monumentos públicos de las grandes ciudades –que,
siguiendo lo expuesto, podríamos entender como un fenómeno de anticolonismo o
decolonismo de la estatuaria pública– ha convivido con la vandalización de gran parte
de la infraestructura arquitectónica protegida de manera oficial por el Estado. Las ló-
gicas del llamado colonismo en la monumentalidad pública trascienden las fronteras
de lo colonial-civilizatorio, y adquieren, en la monumentalidad histórica, un prisma
independiente-republicano, afín a una narrativa nacionalizadora de nuestra memoria,
historia e identidad cultural. Sostenemos que dicha monumentalidad histórica, activada
patrimonialmente con arreglo a una narrativa oficial de la nación, ha sido objeto, en el
marco de las manifestaciones de los últimos años, de un fenómeno de desnacionaliza-
ción, a partir de la reivindicación pública, simbólica y material, de aquellas identidades
históricamente silenciadas por aquella nación inventada y narrada por las élites políticas
y culturales, y ausentes del espacio desde donde dicha invención y narración ha sido
construida: la ciudad y sus cascos tradicionales protegidos como monumento histórico,
sedes arquitectónicas del poder político y económico constituido –barrios residenciales,
centros cívicos e infraestructura religiosa–.
Siguiendo lo planteado por Alois Riegl, hace ya más de cien años la particularidad
de la monumentalidad histórica, respecto de la pública, radica en el carácter no inten-
cionado de la primera y, por tanto, en los valores y significados que le son atribuidos en
el presente –o en los presentes– por aquellos sujetos e instituciones encargados de su
activación patrimonial105. En este orden de ideas, se entiende que los inmuebles patri-

103
Alvarado y Quezada, “Derribar, sustituir y saturar…”, op. cit., p. 3.
104
Op. cit., p. 4.
105
Aloïs Riegl, El culto moderno a los monumentos, Madrid, Visor, 1987.
358 HISTORIA 56 / 2023

moniales han sido identificados como tales, en el marco de una práctica institucional y
en el contexto de la construcción de una narrativa nacional, en función de motivos que
resultan extraños a sus sentidos prácticos originales y que se fundan en una presunta re-
levancia histórica, determinada por las élites políticas e intelectuales de turno. Mientras
el fenómeno colonista identificado en la instalación de monumentos públicos refiere
a una carga simbólica asumida a priori y definida de forma intencional por quienes la
realizan, con la finalidad de satisfacer ciertas necesidades o ideales epocales106, el com-
ponente nacionalizador de la monumentalidad histórica no fue instituido en su creación,
sino en su reconocimiento como bienes culturales representativos de la patria chilena
durante el siglo XX.
Esta matriz de análisis nos permite comprender que los valores, significados e inter-
pretaciones de la monumentalidad histórica son dinámicas, se adaptan a los contextos
sociales prevalecientes107 y, consecuencia de ello, que los valores que la hicieron repre-
sentativa socialmente en el pasado se han vuelto anacrónicos en la medida que estos no
resultan significativos para las sociedades en el presente108. De este modo, se obtiene
que la afectación de monumentos históricos, en tanto fenómeno de desmonumentaliza-
ción que atiende a una lógica desnacionalizadora, no constituye una práctica que atenta
lo patrimonial, sino que, por el contrario, propicia una (re)activación patrimonial, es
decir, una actualización de los sentidos y significados que dieron lugar a su activación
como tal en épocas anteriores; un nuevo proceso de patrimonialización y una crítica
al discurso autorizado del patrimonio109, que, conforme a la emergencia de voces disi-
dentes del orden establecido, ve en el monumento un “medio de destrucción política
del relato patriarcal del poder, tendiente a desintegrar la correlación entre dominantes y
dominados, abogando por nuevas formas de libertad, diversidad y justicia, que a la lar-
ga exigen formas de representación en elementos situados fuera del canon patrimonial
autorizado”110.
La vandalización de monumentos se erige como una disputa patrimonial donde el
orden establecido es defendido por unos y rechazado por otros, evidenciando una crisis
del sistema representacional de la nación –en tanto dispositivo de control social e in-
vención discursiva que persigue la cohesión social– y de la ciudad –registro material de
dicho sistema a través de la infraestructura administrativa y de gobierno, residencial y
religiosa que le da forma y sentido–. La monumentalidad histórica, es reflejo de la signi-
ficación incompleta de la nación construida111, cuya representación política y simbólica

106
Yúmari Pérez Ramos y Diana Ramiro Esteban, “Monumentos confrontados: nuevos roles para el
patrimonio ante los desencuentros sociales”, en Revista Arquitecturas del Sur, vol. 38, n.° 58, Concepción,
2020, pp. 44-61.
107
Ibid.
108
Claudia Oliva Saavedra, “Monumentos en el estallido social como expresión material del derecho a la ciu-
dad”, en Revista Planeo, n.° 42, Santiago, 2020, pp. 1-6.
109
Smith, Uses of Heritage…, op. cit.
110
Ferrada Aguilar, “Estallido social en Chile…”, op. cit., p. 65.
111
Bhabha, Nación y narración…, op. cit., p. 15.
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 359

ambivalente no ha sido capaz de albergar de manera armónica las diferencias sociales,


y ha tendido a establecer fronteras culturales cuyos significados hoy son objeto de en-
frentamiento social. Así, los inmuebles patrimoniales son portadores de significados y
valores obsoletos –otrora venerados por los grupos de poder, hoy sujetos a crítica por
amplios sectores de la sociedad–, dispositivos tácticos del rechazo ciudadano al poder
establecido, “no por sus cualidades intrínsecas, sino por los discursos de hegemonía cul-
tural que encarnan”112, que invitan a una negociación de dichos significados y valores y
a una actualización de nuestro sistema representacional113.
En este sentido, el conflicto político originado a partir del estallido social ha dado
lugar a luchas patrimoniales en torno a la monumentalidad histórica protegida por el
Estado, en la medida que ha permitido develar las diferencias que esta ha reproducido
entre los distintos grupos sociales, respecto de su relación con el patrimonio cultural,
mediante la activación y legitimación de determinados monumentos históricos como
parte del discurso patrimonial oficial de la nación114. El patrimonio histórico, pretendido
como común al conjunto social, se enfrenta a un inédito proceso de patrimonialización
–no por la élite política y cultural, como lo fue entre 1925 y 1970, sino por las personas,
grupos y comunidades convocadas en la protesta social iniciada en 2019– caracterizado
por una reactivación patrimonial de la monumentalidad histórica, mediante la actualiza-
ción de sus significados y la reconfiguración de nuestra relación como ciudadanos “con
el espacio y el tiempo en la ciudad y sus monumentos”115. La monumentalidad histórica,
en tanto “conjunto de bienes estables, neutros, con valores y sentidos fijos”116 asociados
a una retórica nacional, ha perdido valor en el presente, poniéndose en cuestión su vali-
dez como objeto legítimo de una memoria oficial, y su alteración –desde rayados y gra-
fitis hasta incendios– es expresión material del descontento generado por esta, en tanto
manifestación material del sistema de poder de las clases sociales dominantes117.
Las intervenciones desmonumentalizadoras implican, entonces, un cambio en el ré-
gimen de historicidad de las narrativas patrimoniales tal como las conocemos. La trans-
gresión de inmuebles patrimoniales es, a la vez, impugnación y subversión de la idea de
nación que a ellos trasciende, conforme esta ha sido insuficiente para el desarrollo pleno
e integral de las distintas identidades culturales que habitan nuestro país. El descontento
popular manifestado en las afectaciones a la monumentalidad histórica es una reactiva-
ción, una reapropiación y una resignificación de esta por parte de amplios sectores de la
sociedad que no comulgan con la matriz ideológica nacional exclusiva y excluyente que
dio lugar a su activación patrimonial en el pasado. La narrativa oficial del patrimonio da

112
Ferrada Aguilar, “Estallido social en Chile…”, op. cit., p. 49.
113
Bhabha, Nación y narración…, op. cit., pp. 11-19.
114
García Canclini, “Los usos sociales del patrimonio…”, op. cit.; Van Geert, Roigé y Conget, Usos políti-
cos…, op. cit.
115
Ferrada Aguilar, “Estallido social en Chile…”, op. cit., p. 66.
116
García Canclini, “Los usos sociales del patrimonio…”, op. cit., p. 18.
117
Oliva Saavedra, “Monumentos en el estallido…”, op. cit.
360 HISTORIA 56 / 2023

lugar al surgimiento de una contranarrativa o de un conjunto de contranarrativas patri-


moniales que, mediante la intervención de monumentos, inscribe en ellos nuevas formas
de entendimiento y uso.
La revuelta popular iniciada en octubre de 2019 ha implicado una ampliación de los
marcos democráticos en nuestra sociedad y los procesos político-sociales que le han
sucedido nos demuestran que la historia –tanto como el patrimonio cultural– son cons-
trucciones humanas que se transforman en el tiempo, de acuerdo con contextos y pers-
pectivas epocales. Las contranarrativas patrimoniales, manifiestas mediante el rayado y
destrucción de emblemas monumentales de las grandes urbes del país, han desdibujado
los límites simbólicos y materiales de la nación y la ciudad, incorporando los sentires
y visiones de mundo de aquellas identidades excluidas y ausentes de la retórica oficial
del Estado nación. Los muros de la ciudad se transforman en espacio para la reescritu-
ra de historias, memorias e identidades colectivas, narrativas y símbolos, lo cual tiene
como resultado el cuestionamiento de la historia, memoria e identidad oficial que ha
sido hegemónicamente trazada por las élites de la nación durante los doscientos años de
república.

Consideraciones finales

En la investigación hemos analizado la creación e implementación del sistema de pro-


tección del patrimonio en Chile –entre 1925 y 1970– y sus repercusiones en los fenó-
menos de desmonumentalización verificados en los últimos años tras el estallido social
de 2019. En ese sentido, se ha pretendido desarrollar una comprensión acabada del
discurso oficial del patrimonio cultural, instituido por el Estado y la élite cultural e inte-
lectual del país, a partir del surgimiento y consolidación de la institucionalidad, y de las
contranarrativas patrimoniales que emergen de la sociedad civil, entre 2019 y 2021, en
un contexto de protesta y resignificación simbólica del patrimonio monumental oficial-
mente protegido. Se ha dado cuenta que, desde la creación del CMN hasta hoy, la no-
ción de patrimonio ha transitado de un paradigma científico-positivista, monumentalista
y material, basado en los objetos y sitios que constituyen testimonio del pasado, y, por
tanto, de una identidad nacional, hacia perspectivas más amplias que lo asumen como
un complejo conjunto de elementos, prácticas y fenómenos sociales representativos de
las diversas identidades que forman parte del país.
Así, ha sido posible identificar en la práctica de protección oficial del patrimonio, entre
1925 y 1970, una activación patrimonial de bienes representativos de (1) un componente
indígena aborigen, relevado en tanto pasado arqueológico que no se vincula con la exis-
tencia activa de pueblos originarios en el presente; (2) un legado hispano, que sintetiza
elementos de la fe católica, el poder militar y el régimen de administración pública; y (3)
las bases identitarias de la República contemporánea, asociada a la gesta heroica de perso-
najes de la Independencia de Chile y la guerra del Pacífico, y a edificios públicos. En efec-
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 361

to, se ha constatado que la retórica oficial del patrimonio construida por el Estado en los
orígenes de la institucionalidad patrimonial –matriz ideológica del discurso operativo en el
presente– se caracteriza por su impronta monumentalista y nacionalista, y por la intención
de constituir una identidad cultural común –bajo una lógica integracionista de lo colonial
y lo fundacional, en palabras de Bernardo Subercaseaux– basada en el progreso científico
y el conocimiento y resguardo material de un pasado histórico.
El estudio de la resignificación simbólica del patrimonio cultural protegido por el
Estado nos ha permitido observar algunas de las características de las contranarrativas
desmonumentalizadoras que emergidas al calor de la protesta social iniciada en 2019.
A partir de ello, es posible establecer que los nuevos discursos sobre el patrimonio,
verificados en las intervenciones a monumentos históricos y públicos tienden a una re-
lativización de la herencia hispana y las bases de la República como pilares de un relato
patrimonial común a todos, inscribiendo, en los muros de edificios públicos e iglesias
católicas, y en diversas estatuas en homenaje a héroes patrios, mensajes en clave deco-
lonial y desmonumentalizadora, que reactivan la presencia de lo indígena como actor
relevante en la conformación contemporánea de nuestra identidad, desarqueologizando
su papel en lo patrimonial, que históricamente ha sido fijado de manera estática en un
pasado considerado como ya sido.
Se ha señalado que los efectos de las manifestaciones populares iniciadas en octubre
de 2019 en monumentos históricos y públicos son reflejo de una profunda desconexión
entre la práctica oficial de resguardo patrimonial y la interacción ciudadana con el patri-
monio monumental resguardado. Se observa una grave desarticulación entre las entida-
des gubernamentales y las manifestaciones sociales, en materia patrimonial, que obede-
ce a una dinámica propia de la primera mitad del siglo XX –que ha permanecido hasta
nuestros días–, en la cual el patrimonio cultural es definido por expertos y eruditos que
han tendido a privilegiar su conservación material –como única forma legítima de acti-
vación patrimonial– y desconocer las intervenciones como prácticas válidas de interac-
ción patrimonial. Una noción vertical que centra su atención en la protección, negando
posibilidades de apertura a una concepción plural y dinámica del patrimonio. Ejemplos
hay varios, y estos exceden a las materias tratadas en el presente artículo: como la visión
de los pueblos indígenas, en materia patrimonial, que solo es considerada en la medida
que esta es afín a la perspectiva monumental y arqueologizante de la legislación actual;
o las solicitudes de declaratoria e intervención de monumentos históricos, que son apro-
badas o rechazadas por agentes patrimoniales expertos, conforme a atributos y valores
arquitectónicos y estéticos que perpetúan el paradigma exclusivo y excluyente de la
práctica instituida en 1925.
De acuerdo a lo expuesto, es posible observar que en las lógicas de protección patri-
monial –declaratoria y gestión ‒de conservación y mantención‒ de aquellos sitios, edifi-
cios y elementos representativos de una materialidad monumental de la nación, en la cual
se condensan los principales valores e ideales de lo patrio– prima una noción descontex-
tualizada y desactualizada, que ha superpuesto una determinada relación del presente con
362 HISTORIA 56 / 2023

el pasado118 y ha clausurado y neutralizado toda expresión cultural e identitaria distinta a


la ontológicamente propia. La manifestación de otros patrimonios ha sido entendida como
una amenaza al orden patrimonial establecido, y no como una posibilidad de integración y
transformación efectiva del mismo, en la medida que se aprecia como el detonador de una
crisis que cuestiona el carácter inmutable y perpetuo de los referentes históricos que han
otorgado legitimidad a la retórica patrimonial del Estado nación119.
Desde esta mirada, las acciones de resistencia e insurrección expresadas en la inter-
vención de monumentos históricos y públicos configuran y reclaman con urgencia la
inclusión y aceptación de nuevas formas de concebir y usar el patrimonio monumental,
restituyendo memorias e identidades silenciadas por el Estado nación. De esta forma, el
patrimonio se convierte en una superficie de lucha social y política que lejos de buscar
olvidar el pasado encarnado en la monumentalidad, busca dibujar nuevas posibilidades
de resignificación y reactualización de sus usos en función de las exigencias y demandas
contemporáneas. Tal como escribe Regin Robin, “el verdadero olvido no es acaso el
vacío, sino el hecho de poner inmediatamente otra cosa en el sitio de un lugar antaño
habitado, de un viejo monumento, de un viejo texto, de un viejo nombre. O incluso de
volver atrás pasando por encima de un pasado reciente, obliterado en provecho de uno
más antiguo”120. Dicha constatación vuelve evidente la necesidad de avanzar hacia una
gestión del patrimonio que supere la concepción monumentalista que ve en toda inter-
vención una amenaza de olvido de nuestra historia.
En estos términos, el presente artículo es una invitación a descifrar, desde una pers-
pectiva historiográfica y antropológica, algunos elementos clave para comprender la
conformación de lo que hemos entendido como patrimonio cultural a través del tiempo
y, con ello, cuestionar con nuevas perspectivas de análisis nuestro relacionamiento con
él en la actualidad, sobre todo en un contexto de discusión congresal respecto de una
nueva norma. Así, el patrimonio surge como una dimensión política, material y simbóli-
ca de la sociedad y las identidades que la conforman, cuyo tratamiento debe obedecer a
un razonamiento profundo sobre lo que es y lo que representa, considerando un prolijo
conocimiento de los intereses y necesidades que han promovido su definición como tal,
tanto desde lo oficial como desde la sociedad civil.
El patrimonio cultural, incluida la monumentalidad nacional protegida por el Estado,
es un fenómeno y una práctica social en constante cambio, conforme a la participación
de distintos actores en diversos contextos. Es asimismo una construcción polisémica
y multiparadigmática, cuyos fundamentos no se encuentran solo en sus inicios, sino
también en las transformaciones que ha sufrido a lo largo del tiempo. En virtud de ello,
este artículo ha buscado dar cuenta de la relevancia, no solo de identificar la existencia
de un discurso oficial autorizado del patrimonio, sino también de comprender crítica-

118
Lacarrieu, “La ‘insoportable levedad’…”, op. cit.
119
Pérez y Ramiro, “Monumentos confrontados…”, op. cit.
120
Robin, La memoria saturada…, op. cit., p. 99.
BUSTAMANTE-PLACENCIA / “ESTADO-NACIÓN, MONUMENTALIDAD NACIONAL Y...” 363

mente en qué consiste y cuál es su origen, a fin de contribuir a una reflexión ponderada
sobre los modos en que ha evolucionado y puede evolucionar la práctica patrimonial y
la legislación en esta materia. Se espera que las páginas anteriores constituyan un apor-
te a los estudios históricos y antropológicos sobre los procesos de patrimonialización
promovidos por el Estado, y su influencia en el presente, así como a las maneras en que
la ciudadanía interactúa con tales procesos –sobre todo en contextos de crisis represen-
tacional– mediante una compleja comprensión de los elementos teóricos y prácticos que
los definen como tales.

También podría gustarte