La Investigación Estadístico-Criminal y Psicológico-Social Del Delito

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4.2.

- LA INVESTIGACIÓN ESTADÍSTICO-CRIMINAL Y PSICOLÓGICO-SOCIAL


DEL DELITO

Estadística: La noción de “estadística” derivó originalmente del vocablo “estado”,


porque ha sido función tradicional de los gobiernos llevar registros de población,
nacimientos, defunciones, cosechas, impuestos y muchas otras clases de cosas y
actividades.

Estadística Criminal: Es un instrumento de catalogación y sistematización del


crimen, así como del estudio de los datos cuantitativos concernientes a él y a la
población criminal, lo mismo que de su ubicación geográfica y social.

Ha sido definida como la disciplina que estudia la expresión cuantitativa del delito
en la vida social, y tiene por objeto especial los fenómenos de la criminalidad.
Consiste, sintéticamente, en un conjunto de datos numéricos tabulados, reunidos
en los informes oficiales de los organismos, a los que están encomendadas, la
prevención, aprehensión, y tratamiento de los infractores de la ley penal.

Es la disciplina que se ocupa de la observación y del cálculo de los fenómenos


delictivos; es decir, de la investigación sistemática y metódica de la expresión
numérica de la delincuencia.

Sirve para obtener y reunir datos y de manera correcta arrojar un resultado de los
datos obtenidos.

Nos permitiría conocer con precisión los problemas concretos que se presentan en
este campo; su historia, su contexto particular actual, las formas precisas en que
se manifiestan, sus causas y consecuencias a corto, mediano y largo plazo.

A Adolphe QUELET, se le debe la primera aplicación de las Matemáticas a los


fenómenos sociales, subrayando la regularidad de estos fenómenos. Se le
considera fundador de la Estadística Criminal, que da a conocer las relaciones de
causalidad existentes entre determinadas condiciones personales, determinados
fenómenos sociales y físicos, y la criminalidad, poniendo de relieve sus causas, y
mostrando su aumento o disminución y sus formas de aparición.

Estadística descriptiva: Procedimientos que se emplean para resumir grupos de


observaciones individuales. Las estadísticas descriptivas más comunes son
medidas de tendencia central (por ejemplo, media) y medidas de variabilidad (por
ejemplo, desviación estándar).

Estadística inferencial: Métodos que se basan en las leyes de la probabilidad y


que se utilizan para sacar conclusiones acerca de las relaciones entre las
variables que se estudian.
Estadística judicial: Es la proporcionada por los jueces magistrados penales del
país. Se encuentran tabulados únicamente los procesos que llegan a sentencia
condenatoria (…).

Estadística penitenciaria: Compila los datos de la población reclusa del país;


distinguiendo las diversas categorías de delitos por los cuales han sido
condenados los delincuentes, el sexo, la edad, la procedencia, aspectos
personales de los presos, lugar en el que se encuentran cumpliendo su pena y el
flujo periódico de entradas y salidas. Datos registrados por los Juzgados de
Ejecución Penal, en el Organismo Judicial.

La estadística criminal es una ciencia auxiliar jurídica del derecho penal que
estudia el aspecto numérico del delito, con el propósito de entender aspectos
criminales. Para lograr su propósito, la doctora recurrió a estadísticas sobre
algunos casos y sus términos correspondientes que permitieron el entendimiento
de los alumnos presentes.

La ponente realizó dos actividades en las cuales se puso en práctica la


observación, el pensamiento y el análisis. En la primera actividad se generó un
diagrama de Ishikawa para la identificación de un problema que posteriormente
diera paso a la segunda actividad de análisis de las posibles causas, en esta
segunda actividad, los alumnos de la Licenciatura en Criminología y Criminalística
de la Universidad del Valle de Puebla tuvieron que identificar el patrón que más se
repetía para así definir al posible culpable.

La intención de programar esta actividad, señaló la Coordinadora Académica, es


acercar a los estudiantes al ámbito práctico de su campo de estudio, para que se
familiaricen con las tareas realizadas por el criminólogo y criminalista en el campo
de aplicación.

Para finalizar el evento, la Lic. Guerrero Enciso, agradeció a la Doctora Islas


González por la explicación del tema de la conferencia dirigida a los alumnos de la
licenciatura de crminología y criminalística.

A través de la estadística es posible investigar, reconocer y anticipar cómo se


comportan determinados grupos de población. De hecho, siempre conviven dos
enfoques:

Estadística descriptiva. Sirve para saber qué está ocurriendo, en qué medida y
circunstancias.

Inferencia estadística. Pretende adelantarse a los hechos y saber qué ha


sucedido.
¿Cómo puedes conocer los hechos criminales de una sociedad, un país, un grupo
o una zona concretos? Analizando la realidad partiendo de los hechos. Y estos
hechos quedan reflejados por los datos generados.

Así, puedes extraer, entre otras muchas, este tipo de respuestas:

¿Cuántos crímenes se producen?

¿Quiénes son sus protagonistas?

¿Quiénes son las víctimas?

¿Dónde suelen producirse, según cada categoría?

¿Cuántos se resuelven y cuántos no?

¿Cuáles son los perfiles habituales en cada caso?

¿En qué momentos y épocas tienen lugar?

¿Qué factores de riesgo son los más significativos?

¿Qué medidas están dando resultados preventivos?

¿Cómo proteger a las víctimas?

¿Y cómo capturar a los causantes?

La génesis del análisis de la conducta —uno de los fundamentos míticos de la


ciencia criminológica— comenzó con la creación de una base de datos. La
realización de cientos de entrevistas a toda clase de criminales permitió compilar
la información necesaria. Una vez obtenida, se pudieron cruzar datos para
establecer perfiles, coincidencias y atributos.

Para conocer con qué frecuencia se cometen los delitos y qué características
tienen, hay que convertirlos en datos, cifras y porcentajes. Ahora, con el Big Data,
las posibilidades de compilación e interpretación son todavía mayores.

Adicionalmente, se pueden hacer estudios cualitativos con técnicas estadísticas


criminológicas. Por ejemplo, haciendo informes de autovictimización y encuestas a
los delincuentes. Incluso la geolocalización de zonas peligrosas es factible con
estas técnicas.

Existen tres fuentes principales de información estadística para el estudio de la


delincuencia: registros administrativos, censos y encuestas de victimización.
Independientemente de la fuente utilizada, la información debe cumplir con
estándares internacionales de calidad, es decir, información oficial, obtenida a
partir de procesos con rigor metodológico, imparcial, con el mayor grado de
desagregación posible, que permita una comparabilidad histórica y una
comparabilidad a nivel nacional, regional e internacional, de lo contrario la
información no sería lo suficientemente confiable para hacer inferencias válidas
sobre el fenómeno y en consecuencia no podrían ser aprovechadas para los fines
que persiguen.

4.3.- LAS DOCTRINAS SOCIOLÓGICO-CRIMINALES

La sociología criminal es la rama de la sociología general que estudia el delito


como una conducta desviada, sus causas, formas, desarrollo, efectos y su relación
con otros hechos sociales para poder detectar conductas que pueden ser
delictivas. Es decir, la sociología criminal analiza el fenómeno de la criminalidad
como fenómeno social de forma integral: desde su origen y evolución hasta su
impacto y relación con otros fenómenos sociales.

El sociólogo y jurista italiano Enrico Ferri (1856-1929), representante de la escuela


positivista del derecho penal, es el padre o fundador de la sociología criminal. Fue
quien acuñó la teoría de la defensa social y su postulado es que “el delito surge
como resultado de la combinación de factores biológicos, físicos y sociales”. Ferri
sistematizó y agrupó su trabajo e ideas en su obra Sociología Criminal y en ella
aborda su visión de la criminología y del derecho penal tomando como punto de
partida un fenómeno apreciado en ese momento: el aumento de la delincuencia.

Ante tal situación, el jurista italiano considera que es necesario estudiar al


delincuente desde un punto de vista antropológico y psicológico. La sociología
criminal tiene como objetivo estudiar los factores sociales, las interacciones entre
las personas y sus dinámicas para comprender su sentido y conexiones con un
hecho delictivo.

La sociología criminal tiene dos funciones:

A) CIENCIA DE EXPLICACIÓN.- Explica los hechos que acontecen en la


vida social, circunstancias del hecho delictivo (se desempeña como teoría de la
delincuencia).

B) CIENCIA APLICADA.- Procura la aplicación de las conclusiones obtenidas a


fin de lograr el mejoramiento de la sociedad, es decir, la prevención de los delitos,
recomendando las medidas que juzgue pertinentes para erradicar atenuar las
causas de la delincuencia y orientarse a reducir en todo lo posible su efecto
negativo (se desempeña como una terapéutica).

TEORÍA ECOLÓGICA. ESCUELA DE CHICAGO.


La Escuela Sociológica de Chicago, fundada por Robert E. Park, se caracterizó
por sus numerosos estudios e investigaciones especializados en sociología
urbana aplicados al ámbito criminal. A diferencia de otras teorías, “analiza el
contexto comunitario como una entidad que, en sí misma, puede contribuir a
desarrollar ciertas conductas de riesgo y prevenir otras”.

Podemos afirmar que la teoría ecológica o de las áreas delincuentes, aboga por la
existencia de cierto paralelismo entre la creación de nuevos centros urbanos y la
tasa de delincuencia en los mismos. Busca explicar de manera empírica por qué
algunas comunidades tienden a concentrar un mayor número de delincuentes a lo
largo del tiempo, a pesar de los cambios que puedan sufrir las condiciones
sociales en las que se gestan.

La Escuela de Chicago se centra en la identificación de los sectores de


desorganización social. La degradación del medio ambiente se produce en épocas
de cambio social acelerado, como pueden ser los movimientos migratorios del
campo a la urbe, cuya consecuencia más directa es una disminución de la
influencia de las reglas de comportamiento existentes sobre los miembros del
grupo o habitantes de la zona.

Sus principales exponentes, Shaw y Mckay advertían hacia 1930 que existían
variaciones en la tasa de criminalidad asociadas a tres rasgos estructurales:
prevalencia de bajo nivel socioeconómico, heterogeneidad étnica y gran movilidad
residencial. Éstas lesionaban seriamente la cohesión social de la comunidad y, por
ende, su capacidad para orientar la conducta de los jóvenes. Desde esta
perspectiva, la tarea de radicar el problema no reside en tratamientos
individualizados, sino en aplicar un mayor control social en los barrios
desorganizados para lograr su estabilización. Por tanto, ¿Cuáles son las razones
que llevan a una concentración desigual del delito y de la violencia en el espacio
urbano?

Olavarría nos menciona en su artículo un estudio realizado por Lucnecke y Ruiz


(2006), donde establecieron cuatro variables o dimensiones de la exclusión que
explican la violencia en dos barrios de Santiago: características físico-urbanas de
los espacios, condiciones socioeconómicas del barrio, modos organizativos bajo
los que sedesenvuelve la delincuencia (vínculos entre vecinos, parientes…) y
elementos del mapa normativo y valórico de la comunidad (la cultura).

Pero a pesar de tener en cuenta todos estos aspectos, la teoría ecológica, pasa
por alto muchos otros, lo que ha ocasionado numerosas críticas. Aunque sus
estudios nos aportan gran información sobre la delincuencia en áreas urbanas, no
nos explica por qué este fenómeno también tiene lugar en zonas rurales.
Además, esta teoría tiende a generalizar, afirmando que, a través del aprendizaje
en el propio barrio se llega a ser un delincuente. De este modo, pasa por alto la
posibilidad de que ciertos barrios estén más predispuestos a la concentración de
delincuentes y no a la creación de los mismos.

Teoría de la subcultura criminal y teoría de los valores subterráneos.

Lejos de los supuestos de la Escuela de Chicago, la teoría de la subcultura


pretende explicar el problema de la delincuencia desde la falta de “adaptación” de
algunos sectores de la sociedad. Su representante más destacado es Albert
Cohen. En su libro Delinquent boys: the culture of the gang (1995), afirma que la
“subcultura surge cuando hay un número de personas con similares problemas de
adaptación para los cuales no existen soluciones institucionalizadas ni tampoco
grupos de referencia alternativos”. Podemos definir la subcultura delincuente
como: “un sistema de convicciones y valores que se desarrolla en un proceso de
interacción comunicativa entre niños que, por su posición en la estructura social,
están en una situación similar para la resolución de los problemas de adecuación”.

Por tanto, la explicación de estas alternativas hay que buscarlas en los “grupos de
referencia” que los jóvenes tienen a su alrededor. En una sociedad dominada por
los valores y normas de la clase media, los jóvenes pertenecientes a las capas
más bajas de la sociedad se hallan en situación de desigualdad para acceder de
forma legítima a las mismas metas, debido a que no disponen de los mimos
medios. La consecuencia de todo esto es un conflicto cultural o una “frustración de
estatus”, la cual resuelven a través de la integración en un grupo subculturalmente
establecido, por el que se sienten apoyados y reconocidos como miembros.

Hay que mencionar que muchos de los aspectos que conforman la teoría de
Cohen han sido criticados. A parte de posicionarse “en contra” de los valores de la
clase media, no contempla la formación de una subcultura delincuente entre los
jóvenes pertenecientes a ella. Sykes y Matza rechazan la hipótesis de que las
subculturas se formen contraponiéndose a los valores socialmente aceptados,
dando paso a la teoría de los valores subterráneos. Afirman que, “si los
delincuentes realmente tuvieran valores opuestos tenderían a considerar
moralmente correcto su comportamiento ilegal”, pero la realidad no es así, por lo
que se demuestra que siguen “detentando los valores socialmente dominantes,
aunque neutralicen sus efectos normativos a través de justificaciones morales”; lo
que finalmente denominaron como “técnicas de neutralización”.

Matza sostiene que, si observásemos de cerca ciertos valores, descubriríamos


que muchos de ellos que son considerados como delictivos, pueden llegar a ser
muy parecidos a los adoptados por la sociedad dominante. De modo que, tales
conductas que son consideradas como desviadas del resto, no serían más que
“acciones que manifiestan la emergencia de los valores subterráneos fuera del
momento y las circunstancias propicias”.

TEORÍAS FUNCIONALISTAS. DURKHEIM Y FOUCAULT.

En este apartado me gustaría resaltar la importancia de dos enfoques sociológicos


acerca del crimen y el castigo que, a priori, pueden parecer totalmente opuestos,
pero realidad, esa contraposición puede suponer un nexo de unión: Émile
Durkheim y Michel Foucault.

En ambas teorías podremos observar los conceptos que han elaborado cada uno
de los autores para su comprensión y las lógicas que lo articulan. Tanto Durkheim
como Foucault afirmaban que el problema de la criminalidad y la penalidad excede
los ámbitos que en un primer momento pueden parecer suyos (la delincuencia, las
víctimas del delito y sus controles institucionales), de modo que sus análisis
constituyen una vía fundamental para la introducción de las características más
importantes de una sociedad.

La diferencia radica en que, mientras Durkheim se centró en las funciones


simbólicas del crimen y el castigo, Foucault presta mayor atención a las funciones
instrumentales o estratégicas del crimen y el castigo (poder y fuerza).

Las contribuciones de Durkheim acerca del crimen y el castigo resultan un tanto


ambiguas y difusas. Pero a pesar de sus limitaciones teóricas, analizar sus
estudios puede ofrecernos mucha información acerca de las funcionalidades de
este fenómeno.

En su obra “Las reglas del método sociológico” señaló que “los fenómenos
sociales deben estudiarse sin acudir a explicaciones organiscistas, psicologistas, o
de otra índole, sino dentro del mismo campo social, de ahí la necesidad de valerse
de un método sociológico”.

TEORÍA DEL ETIQUETADO O REACCIÓN SOCIAL.

Como hemos podido observar a lo largo de este recorrido, todas las teorías y
teóricos pertenecen a la corriente tradicional del estudio del crimen. A mitad del
siglo XX surge una nueva corriente que, a diferencia de las teorías anteriores, ya
no se centra en estudiar el “porqué” de los actos delictivos, sino que más bien
busca comprender los mecanismos institucionales que definen y sancionas estos
actos. Estas teorías, “parten de la premisa de que las normas y su aplicación no
constituyen una realidad objetiva y neutral, sino que configuran una forma de
control cultural y socialmente determinado”.
En este apartado, voy a centrarme en una de ellas: la teoría del etiquetamiento
(labeling). Esta teoría, pretende analizar la forma mediante la cual se atribuyen
definiciones negativas a los sujetos, es decir, la acción de “etiquetar” y los
procesos de estigmatización. Ponen especial énfasis en los mecanismos de
control social, donde se aplican normas siguiendo determinados estereotipos y
etiquetas. Además, estudia las transformaciones aparentes en la identidad del
etiquetado como criminal, puesto que los individuos en su vida cotidiana
construyen y destruyen los significados continuamente. Esto es, no existe tanto la
criminalidad en cuanto incriminación.

Cabe mencionar a Howard Becker como el mayor referente de esta teoría, cuyas
raíces provienen del interaccionismo simbólico de Herbert Mead y las teorías de
Edwin Lemert. Este pensamiento asentó sus bases, por un lado, en la idea del
interaccionismo simbólico, el cual consideraba que la realidad social se
encontraba formada a base de interacciones entre individuos llenas de
significados. Sin embargo, debemos considerar las teorías de Lemert como el
punto de partida más destacado de la teoría del labeling.

Lemert centró su atención en “la interacción entre los agentes del control social y
los delincuentes y, en como ciertos sujetos vienen a ser etiquetados como
criminales”. Para ello construyó la teoría de la desviación primaria y secundaria. La
desviación primaria es aquella causada por factores individuales o internos que
derivan en un comportamiento delictivo ocasional. En cambio, la desviación
secundaria trata de una “responsabilidad de la sociedad”, es decir, la desviación
de alguien tras sufrir las consecuencias de la reacción social como instrumento de
control frente a la primera desviación. Esa reacción social que se toma ante una
conducta desviada, tiene como consecuencia la transformación de una identidad
individual que se asocia directamente a un nuevo rol o estatus como producto de
la estigmatización.

TEMA V. LA CONCEPCIÓN DINÁMICA DEL DELITO

La Teoría del Delito constituye una herramienta básica para la parte acusadora y
la defensa, en virtud que permite, saber cuándo un hecho puede ser considerado
o no delito, grado de ejecución, formas de intervención, naturaleza de la conducta,
razón de mérito justificante o atenuante y las consecuencias jurídicas a que se
haría acreedor su autor o participe.

Esta definición que para mí ver es la más adecuada y veraz (Valadez: 2017),
donde de forma amplia nos da una visión general de esta teoría ya que ella se
ocupa del estudio de las características que debe tener cualquier hecho para que
pueda ser considerado como delito, pues conforme al principio de la legalidad
(nullum crimen, nulla poena sine lege), una conducta solo podrá ser delictiva si
está prevista como tal en la ley penal. Sin embargo, los hechos que se manifiestan
en la realidad son tan complejos y diversos que no siempre resulta fácil determinar
si constituyen o no delito; en otras ocasiones, el hecho no está descrito
exactamente en la ley, o más aun, la ley presenta problemas de ambigüedad o
vaguedad.

Es por ello la importancia que tiene el conocer esta teoría ya que nos proporciona
las herramientas teóricas y metodológicas para resolver, en forma coherente y
racional, el conflicto de intereses sometidos a la potestad jurisdiccional penal.
Permite “verificar” si están dados los presupuestos para requerir de la agencia
judicial una respuesta que habilita el ejercicio del poder punitivo”.

Ante esta situación, el autor antes citado nos hace mención que esta teoría nos
brinda las herramientas necesarias para racionalizar el poder punitivo estatal y
generar mayor certeza jurídica al gobernado; determina las fronteras mínimas
entre lo prohibido y lo penado por el Derecho Penal (Amuchategui: 2012), es decir,
“los elementos que deben concurrir, como mínimo y con carácter general, para
que algo sea jurídico-penalmente prohibible y punible”.

En este sentido, el cometido fundamental de la Teoría del Delito es el estudio de


las características comunes o constantes que debe reunir cualquier acción u
omisión humana. Susceptible de sanción, teniendo como punto de partida y límite
un determinado marco legal, pues, finalmente, es una Teoría de la Ley. Pero
también se le atribuye la función de procurar a través del método dogmático, el
conocimiento de la conducta punible en su conjunto para elaborar un sistema
coherente, racional, objetivo y armónico del Derecho Penal, que sirve de modelo
de análisis que facilite a los operadores del sistema penal, el planteo y la decisión
de los casos que se le presenten.

5.1.- LA DINÁMICA DEL NACIMIENTO DEL DELITO

ITER CRIMINIS es una locución latina, que significa «camino del delito», utilizada
en Derecho penal para referirse al proceso de desarrollo del delito, es decir, las
etapas que posee, desde el momento en que se idea la comisión de un delito
hasta que se consuma.

Por lo tanto, el iter criminis es un desarrollo dogmático, creado por la doctrina


jurídica, con idea de diferenciar cada fase del proceso, asignando a cada fase un
grado de consumación que permita luego aplicar las diferentes penas.

El iter criminis o camino del delito son las diferentes fases que atraviesa una
persona desde que en su mente se produce la idea de cometer un delito hasta que
efectivamente lo lleva a cabo. Lo importante de estas fases es diferenciar cuál de
ellas es relevante para el Derecho Penal. Diferenciamos por tanto dos fases: fase
interna y fase externa del camino del delito.

El delito, es un fenómeno psíquico-físico, pues este nace en la mente del autor y


se consuma materialmente a través de la ejecución de una acción que produce un
resultado, el delito también es una infracción del deber ético-social. A esta
estructura que sigue el delito se le denomina, iter criminis, y se inicia desde la idea
delictiva hasta la consumación del delito, en este trayecto pueden distinguirse
varios momentos.

Al respecto de esto, también se señala es el conjunto de actos sucesivos que


sigue el delito en su realización. En muchos casos el delito no aparece de pronto,
sino que sigue un proceso que los clásicos denominaban “iter criminis” o “camino
del delito”. Antes de producirse el resultado, partimos de la simple idea de cometer
un delito, idea que surge en la mente del delincuente o agresor, y que termina con
la consumación de ese ilícito penal. Todos los actos que van desde la ideación del
delito, hasta su consumación es el “iter criminis”. Por lo tanto, desde el surgimiento
de la idea acerca del hecho criminal en la mente del sujeto, hasta el agotamiento
del delito, existen diversos momentos o etapas que se dan en la realización del
mismo. La importancia de las distintas fases reside en que algunos de los actos
son punibles, pero otros no los son. Con relación al denominado “iter criminis” el
derecho penal interviene en el momento en que comienza a exteriorizarse la
voluntad del autor.

FASES DEL DELITO

FASE INTERNA. La fase interna del delito es la que sucede en la mente del autor
y no puede, en ningún caso, ser objeto del Derecho penal, porque es necesaria la
exteriorización mediante acciones u omisiones de ese hecho delictivo. Todo ello
se basa en el principio cogitationis poenam nemo patitur, aforismo latino que
significa que con el mero pensamiento no es punible (sancionable). Se produce la
ideación, la deliberación y la resolución del delito.

La fase interna se halla constituida por todos los momentos del ánimo a través de
los cuales se formaliza la voluntad criminal y que preceden a su manifestación. Se
distinguen: la ideación del delito, la deliberación y la resolución criminal. La fase
interna es por sí sola irrelevante, el derecho penal interviene a partir de la
manifestación de la voluntad. Como sabemos el derecho penal sanciona
conductas y no pensamientos.

FASE EXTERNA. En cuanto a la fase externa es la materialización de la idea, y


en esta fase sí que ya puede intervenir el Derecho Penal. El problema en este
caso es determinar a partir de qué momento nos encontramos ante una acción u
omisión punible, y para ello la doctrina ha diferenciado dos grandes grupos, los
actos preparatorios y los actos ejecutivos.

ACTOS PREPARATORIOS. En esta fase el autor del delito se provee de los


materiales o conocimientos necesarios para llevar a cabo su delito. Éstos son
actos equívocos y multívocos: es decir, tienen varios significados y varios sentidos
posibles, siendo actos susceptibles de varias interpretaciones. Los actos
intermedios se consideran un momento intermedio entre la fase interna y la
ejecución del delito, y pueden ser considerados punibles. Tienen tal consideración
los siguientes:

I. CONSPIRACIÓN: se trata del concierto entre dos o más sujetos para ejecutar
un delito y resolución ejecutable. Para que se produzca es necesario :

1. El concurso de dos o más personas que reúnan las condiciones necesarias


para poder ser autores del delito

2. El concierto de voluntades entre ellas o pactum scaleris

3. La resolución ejecutiva de todas y cada una de ellas, o decisión sobre la


efectividad de lo proyectado

4. Que dicha resolución tenga por objeto la ejecución de un delito concreto, y que
este sea de los que el legislador ha considerado especialmente merecedor de
punibilidad

5. Que exista un lapso relevante entre el proyecto y la acción que permita apreciar
una mínima firmeza de la resolución, ya que no puede ser repentina y
espontáneamente

6. Que no se haya dado comienzo a la ejecución delictiva, pero sí se haya tomado


la decisión de iniciar una actividad concreta que manifieste la voluntad de delinquir

II. PROPOSICIÓN: se trata de un acto preparatorio en su modalidad de resolución


manifestada, que implica una ausencia de actos ejecutivos. Se le denomina a este
acto preparatorio de inducción frustrada o tentativa de inducción. Los requisitos
para que se produzca son los siguientes:

1. Resolución firme del proponente para la ejecución del hecho.

2. El propósito de intervenir directa o personalmente en la ejecución del hecho


delictivo.

3. La búsqueda de otra persona para participar en el hecho, independientemente


que sea o no aceptada por la persona a que se proponga.
4. Ausencia de inicio de ejecución, ya que en el CP no se exige que el proponente
tenga real intención de participar realmente en la ejecución del hecho.

III. PROVOCACIÓN PARA DELINQUIR: se trata de procurar la perpetración de


un delito. En este caso, el provocador no necesariamente ha de tomar parte
directa y materialmente en el acto, solo se exige que intente determinar en otros la
ejecución de un hecho delictivo. Se requiere:

1. Iniciativa para la ejecución de hechos delictivos

2. Que el destinatario lo perciba, ya sean uno o varios destinatarios

3. Que tenga la finalidad de convencer a los receptores del mensaje

4. Ausencia de inicio de la ejecución

ACTOS EJECUTIVOS

EN CUANTO A LOS ACTOS EJECUTIVOS: el principio es contrario, es decir, que


todos los actos son punibles. Se han utilizado varias teorías para diferenciar los
actos preparatorios y los actos ejecutivos:

TEORÍAS SUBJETIVAS: serían aquellas para las cuales lo determinante es la


opinión del autor sobre su plan criminal.

TEORÍA OBJETIVO-MATERIAL: según esta teoría, los que se encuentran unidos


a los actos ejecutivos de manera que son parte de aquellos.

Los actos ejecutivos, en definitiva, son aquellos en que el sujeto comienza la


ejecución del delito, independientemente de que este se termine produciendo o
no: es decir, que sea consumado (parcial o totalmente) o que se quede en
tentativa de delito.

1. Delito consumado y frustrado

2. Artículo principal: Delito frustrado

En el Derecho penal español, el delito se entiende consumado desde que hay


inicio de ejecución, sin atender si se producen o no los resultados esperados. No
obstante, la doctrina y algunas legislaciones extranjeras distinguen entre el delito
efectivamente consumado y el que no alcanza a serlo:

DELITO CONSUMADO: Cuando el delito se desarrolla y produce sus efectos en


forma integral.
DELITO FRUSTRADO: Tiene lugar cuando alguien ha realizado, con el objeto de
cometer un delito, todo lo necesario para consumarlo y, sin embargo, no lo ha
logrado por circunstancias ajenas a su voluntad. Se diferencia de la tentativa de
delito en que, en este caso, el fracaso en la obtención del resultado delictivo se
debe a la voluntad de un tercero, pero si que se hayan ejecutados todos los actos
necesarios para la consumación.

TENTATIVA DE DELITO

Con respecto a la tentativa, puede ser de dos tipos, acabada (donde el sujeto
realiza todos los actos para la comisión del delito), como inacabada (en la que el
sujeto realiza solo una parte de los actos). La diferencia entre estas dos clases de
tentativa deviene con respecto a la determinación de la pena, es decir, en el plano
práctico, ya que según el art. 62 del CP, «a los autores de tentativa se les
impondrá una pena inferior en uno o dos grados a la señalada por la Ley para el
delito consumado, en la extensión que se estime adecuada».

La tentativa consta de una estructura diferenciada por dos tipos, tipo objetivo que
es el comienzo de ejecución propiamente dicho; y el tipo subjetivo o dolo, es decir,
la voluntad del sujeto de querer realizar el tipo objetivo. Podemos por ello
confirmar que posee la misma estructura que el delito consumado.

En este punto, hemos de hacer referencia al desistimiento del delito en grado de


tentativa, que se produce cuando un sujeto renuncia a la consumación del delito
iniciada ya la fase ejecutiva, y al que se considera una causa personal o excusa
absolutoria. Para que se produzca ese desistimiento, se exigen dos requisitos:

Ha de ser una decisión voluntaria del sujeto: se trata de una actitud psíquica del
que desiste. Hay que distinguir entre: si el intento aún no ha fracasado y depende
de la voluntad del que desiste conseguir la voluntad; o si por el contrario, si el
sujeto, tras un primer intento fracasado, puede aún conseguir su objetivo. Lo
importante por tanto es que además de posible sea también definitivo, es decir,
basta con que desista de su propósito originario, siendo independiente que en el
futuro vuelva a intentarlo de nuevo. Si embargo, hay que diferenciar si el
desistimiento es voluntario (se desiste por motivos éticos), que sea involuntario (se
desiste por motivos interesados), en cuyo caso no exime de responsabilidad
penal.

Ha de evitar la consumación del delito: se puede desistir en dos situaciones,


cuando ya estamos ante tentativa acabada o en supuestos de tentativa inacabada.
Si a pesar de desistir, el resultado consumativo se produce, se ha de tratar como
concurso real entre tentativa del delito doloso con la atenuante de arrepentimiento
u otra análoga y el resultado consumado por imprudencia, si se dan los requisitos.
En estos casos de desistimiento, los sujetos quedarán exentos de responsabilidad
penal, salvo que hayan ejecutados actos constitutivos de otros delitos o faltas. En
caso de desistimiento, la eficacia excluyente de responsabilidad penal alcanza
únicamente al que desiste, ya que es una excusa absolutoria personal.

5.2.- LA DINÁMICA DEL COMPLEJO ESTRUCTURAL

Todas las estructuras, grandes o pequeñas, se ven sometidas a fuerzas físicas


que influyen en su comportamiento.

Pensemos en los álabes de un aerogenerador marino que vibran en mitad de un


temporal, en un avión cuando entra en una zona de turbulencias o una máquina
expuesta a sus propias vibraciones. El caso es que todas estas fuerzas ponen a
prueba la integridad de las estructuras. No obstante, si bien las estructuras deben
ser resistentes y rígidas, un sobre dimensiona miento excesivo puede resultar tan
innecesario como costoso.

Sobre todo si el peso importa. Además, algunas estructuras, como las bancadas
de los motores, no pueden ser demasiado rígidas, sino que deben ser capaces de
absorber las vibraciones para maximizar el confort.

Conocer el comportamiento de las estructuras en condiciones operativas permite a


los ingenieros optimizar los diseños, controlar la integridad estructural y maximizar
el rendimiento.

CARACTERIZACIÓN ESTRUCTURAL Y ANÁLISIS MODAL

La dinámica estructural se ocupa de caracterizar las propiedades estructurales y el


comportamiento de las estructuras. Las propiedades estructurales se expresan
mediante una serie de parámetros modales, cada uno de los cuales consiste en
una forma modal con una frecuencia natural (de resonancia) y un valor de
amortiguación.

Los parámetros modales se derivan de un modelo matemático que describe la


relación entre una excitación (entrada) y una respuesta (salida). Estos parámetros
pueden obtenerse utilizando análisis modal clásico o análisis modal operacional
(OMA).

En el análisis modal clásico, la estructura se excita empleando martillos de


impacto o excitadores modales (vibradores modales). En cambio, en el análisis
modal operacional se emplea una excitación natural. En ambos casos, la
respuesta se mide típicamente por medio de acelerómetros.
Un tipo especial de caracterización estructural consiste en determinar cómo
afectan los impactos a una estructura. En esta aplicación, se calcula un espectro
de respuesta a impactos (SRS) a partir de transitorios en el dominio temporal.

El comportamiento estructural se observa con ayuda de técnicas tales como el


análisis de formas de deflexión operacional (ODS), que permiten determinar los
patrones de vibración de las estructuras en distintas condiciones operativas.

También se puede recurrir a una monitorización de la salud estructural (SHM)


permanente, que sirve para llevar un seguimiento continuo del estado de una
estructura y definir las medidas de gestión oportunas.

INTEGRACIÓN DE ENSAYOS Y SIMULACIÓN (FE)

Con frecuencia, las estructuras se diseñan empleando modelos de elementos


finitos (FE), con los que se generan modelos geométricos y predicciones de
resultados muy útiles para optimizar los ensayos.

La importación de modelos FE detallados no solo permite crear modelos de


ensayo más sencillos y precisos, sino que también ayuda a definir los grados de
libertad óptimos de excitación y respuesta para obtener los mejores resultados
posibles de un ensayo.

Después, las predicciones de FE pueden correlacionarse con los resultados de los


ensayos, y los datos de los ensayos pueden reimportarse a las herramientas de
simulación, para refinar los modelos FE.

5.3.- LA DINÁMICA DE LA LUCHA CONTRA EL DELITO

La lucha contra el delito se ha convertido en uno de los retos más visibles de las
sociedades actuales. Desde la política y los medios de comunicación se sitúa al
delito y al delincuente en el centro del discurso público. Paradójicamente y pese a
los aparentes esfuerzos y avances en materia penal, en el momento actual se
hace quizá más necesaria que nunca una aproximación científica al fenómeno de
la delincuencia; una aproximación que nos permita ofrecer respuestas adecuadas
a la realidad del fenómeno y que nos aleje de las tan frecuentes soluciones
simplistas a problemas complejos. Con ese objetivo a lo largo del curso se
conjugarán contenidos propios de la Criminología con otros de la Política Criminal
o la Criminalística, ofreciendo una visión lo más amplia posible a los participantes.

En materia de criminalidad, nos dejamos influir fácilmente por información y


percepciones falsas. Si un carterista nos roba la billetera o si nos enteramos de un
atraco en nuestro vecindario, relativamente seguro, suponemos de inmediato que
hemos sido acorralados por la delincuencia. Nos producen ansiedad los políticos
que difunden estadísticas exageradas de las tasas de homicidio para demostrar su
mano dura contra el crimen; el periodismo amarillista con su crónica roja; las redes
sociales que alimentan el miedo.

Todo esto significa que tenemos opiniones que a menudo distan mucho de la
realidad. Por ejemplo, en Estados Unidos, donde la criminalidad se ha reducido
casi a la mitad en los últimos 20 años, las encuestas Gallup revelan de manera
sistemática que la mayoría de la gente cree que cada año los niveles de
delincuencia en el país son más altos que los del año anterior. Esto es una
desconexión con la realidad que puede haber dilatado los esfuerzos por reducir las
costosas tasas de encarcelamiento. En Chile, uno de los países más seguros de la
región, una encuesta auspiciada por el gobierno y publicada en 2017 reveló que el
54% de la población deseaba penas más duras para los delincuentes.

ESTRATEGIAS DE MANO DURA EN LA LUCHA CONTRA EL CRIMEN QUE


CONTRADICEN LAS BUENAS PRÁCTICAS

Las consecuencias para la política pública son preocupantes, ya que con una
opinión pública en América Latina y el Caribe más influenciada por las noticias
falsas o por las noticias estridentes mas que por los hechos, los ciudadanos
apoyan y los políticos implementan políticas de mano dura, pese a la evidencia de
su poca o ninguna repercusión sobre la conducta delictiva. Las políticas de línea
dura incluyen penas más duras y otras estrategias punitivas que son mucho
menos eficaces que las preventivas, como inversión en educación preescolar,
programas de formación parental y otras políticas de bienestar social.

En un estudio reciente, Daniel Gingerich y yo decidimos evaluar esta dinámica.


Queríamos saber concretamente qué tan vulnerables son los ciudadanos a las
distorsiones informativas en materia de criminalidad, y cómo estas distorsiones
podrían afectar sus preferencias de política pública. Nuestras conclusiones, que
sugieren reacciones instintivas y no opiniones meditadas sobre los problemas de
la delincuencia, ofrecen serios desafíos para América Latina y el Caribe en su
empeño por trazar un camino más eficiente en la lucha contra el crimen.

UN EXPERIMENTO EN PANAMÁ

Elegimos a Panamá, un país que recientemente ha visto cambios drásticos en las


tendencias delictivas, como el lugar para llevar a cabo nuestro experimento.
Incorporamos preguntas en la Encuesta del Barómetro de las Américas
2016/2017. Le entregamos a un grupo encuestado una infografía con un gráfico
que indicaba un aumento del 75% en la tasa de homicidios en Panamá entre 2000
y 2013 y un texto que decía “¿Sabía que la tasa de homicidios en Panamá casi se
ha duplicado en los últimos años?” sobre la imagen de una escena del crimen. El
otro grupo recibió un mensaje describiendo una reducción del 25% en la
delincuencia entre 2009 y 2013 con el texto “¿Sabía que la tasa de homicidios en
Panamá ha disminuido en los últimos años?” sobre la imagen de una madre y su
hijo caminando por un parque. Ambas declaraciones sobre la criminalidad eran
correctas, solo que reflejaban fechas de inicio distintas, con los últimos años
indicando una disminución en la tasa de homicidios.

También les pedimos a los encuestados que utilizaran diez monedas para
asignarlas a cuatro categorías distintas de la lucha contra el crimen, reflejando
cómo distribuirían una cantidad limitada de recursos. Dichas categorías eran
castigo; detección (sistemas de seguridad); medidas preventivas (programas de
rehabilitación y formación profesional) y programas de lucha contra la pobreza.

Observamos que el grupo expuesto al mensaje sobre mayor criminalidad movió


cerca del 30% de los recursos de la política social al castigo, en comparación con
el grupo de control. Además, cuando dividimos ese grupo de tratamiento en
subcategorías, descubrimos que, por mucho, el mayor impacto se observó en las
personas desinformadas. Por su parte, aquellas personas que consumían grandes
cantidades de noticias resultaron relativamente poco afectadas por la noticia sobre
el aumento de homicidios. Y quienes tenían poca exposición a las noticias
prefirieron el castigo a las soluciones de política social en cerca de un 400%.

Sorprende aún más que las personas que recibieron el mensaje acerca de la
disminución en las tasas de delincuencia casi no variaron sus preferencias. Y eso
sugiere que, si bien las noticias sobre el aumento de la criminalidad pueden atizar
una pasión por el castigo, un mayor número de noticias positivas apenas logra
tener algún impacto, quizás porque la mera mención del delito tiende a llevar a las
personas a adoptar posiciones punitivas e inflexibles al respecto.

ESTRATEGIAS EQUIVOCADAS EN LA LUCHA CONTRA EL CRIMEN


CONDUCEN A UN AUMENTO EN LA POBLACIÓN PENITENCIARIA

Entre 2002 y 2014 la población penitenciaria de los 17 países de la región se


duplicó hasta alcanzar 1,2 millones, una tasa de crecimiento que, en caso de
sostenerse, podría llegar a ver cerca de 3,4 millones de personas tras las rejas
hacia 2030 y generar un incremento de varios millones de dólares en el gasto
público anual. Esto, al menos en parte, es impulsado por una población que está a
favor de sentencias cada vez más duras, a menudo sobre la base de noticias
falsas, exageradas o mal entendidas. Por otra parte, son muy pocos los recursos
destinados a estrategias alternativas que logran resultados significativamente
mejores como, por ejemplo, el tratamiento para quienes cometen delitos no
violentos relacionados con las drogas.
No resulta obvio a simple vista qué se puede hacer al respecto. Parte de esta
desconexión con la realidad tiene que ver con la reducción en el número de
partidos políticos institucionalizados y programáticos que tenían una visión a largo
plazo y refrenaron a sus miembros dispuestos a mentir o a exagerar acerca de
asuntos como el crimen para beneficiarse políticamente. Esto tiene algo que ver
con la difusión en el uso de las redes sociales y la proliferación de sitios web que
apelan a los miedos tribales de la población. No existe una solución fácil en la
larga lucha por mejorar la política de seguridad. Sin embargo, la disposición que
tienen varios sitios de redes sociales para auto vigilarse y reprimir abiertamente
las noticias falsas sobre criminalidad y otros asuntos, es al menos un buen
comienzo.

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