482 Reptiles Santiago

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REPTILES DE LA PROVINCIA DE SANTIAGO

ROBERTO DONOSO BARROS


M iem b ro Corre sp o n dien te de la A cad em ia C olom b ian a de C ien cia s y

SALVADOR CAN D IAN I HERRERA

1. — INTRODUCCION toral, y hendido por los valles transversales. En


Dentro del longitudinal mosaico chileno, la Pro­ nuestra zona cabe destacar el Valle del Maipo.
vincia de Santiago se encuentra situada en las la­ 3. Biotipo del valle central. — Situado entre la
titudes 38 y 34 sur y longitudes 70-72 oeste de cordillera de la costa y los primeros contrafuer­
Greenwich. tes andinos.
Al norte limita con las provincias de Aconca­ 4. Biotipo de la pre-cordillera. Corresponde a re­
gua y Valparaíso, y al sur con la provincia de giones, al pie de la Cordillera de los Andes, en re­
O’Higgins. lación con pequeñas corrientes de agua y que
Sin embargo, pese estas divisiones provinciales, reúnen a su alrededor una modalidad de vida es­
más políticas que geográficas, el caudal faunístico pecial.
de la región que nos ocupa, es, con seguridad, muy 5. Biotipo andino. Constituido por la Cordille­
semejante a las zonas circunvecinas citadas, co­ ra de los Andes.
rrespondiendo en general al llamado “ matorral cen­
3. — BIOTIPO DEL LITORAL
tro chileno” , con características botánicas y zooló­
gicas propias, que le dan un matiz biogeográfico Lamido por las aguas del Pacífico y bajo la in
distinto a las zonas adyacentes. fluencia de una agradable temperatura, se extien­
Nuestro ensayo, producto de repetidas excursio­ de esta primera región.
nes y colectas, pretende dar una visión general de Su terreno, exclusivamente arenoso, tiene casi
los sitios explorados, proyectando sobre ellos, las como único accidente la presencia de numerosas
especies de reptiles observados, con el objeto de dunas, hacia la parte sur (Llolleo, San Antonio).
llegar a establecer su significación biológica en su En las regiones más norteñas (Cartagena), exis­
medio circundante, llegando así a establecer un jui ten numerosas formaciones rocosas, especialmente
cio aproximado acerca de sus estructuras, ya que ser en la zona denominada Playa Chica. La vegetación
y medio, según Uexküll, se encuentran en profun­ se encuentra casi exclusivamente representada por
da inter dependencia morfo y fisiológica. las verdes y geométricas docas ( Mesembrianthc-
Planteada esta premisa, réstanos decir, que si mum aequilaterale Haw.) y las resistentes com­
bien quedan lagunas somáticas por resolver, espe­ positas del género Bacharis, que constituyen casi
ramos que el estudio experimental, que hemos ini­ la única flora capacitada para desarrollarse en
ciado al respecto, pueda en algún tiempo más, acia condiciones tan precarias.
ramos las incógnitas. Los invertebrados son escasos; dípteros del gé­
nero Syrphus, Mesogramma, Musca y uno que otro
2. — CONFIGURACION GENERAL
pequeño coleóptero, suelen visitar sus flores, y de
DE LA PROVINCIA DE SANTIAGO
vez en cuando, uno que otro solitario Asílido, se
Con los datos geográficos, anteriormente consig­ posa sobre las arenas.
nados, la región objeto de nuestro estudio, podemos Bajo los numerosos restos vegetales arrojados
dividirla desde el punto de vista de la ecología rep- por el mar, constituidos en su mayor parte por la
tiliana, yendo de costa a macizo cordillerano an­ Durvillea utilis Bory, la Ulva latísima L. y los gran­
dino, en cinco biotipos con características geográ­ des Macrocystus, desenvuélvese una vida más in­
ficas, botánicas y zoológicas más o menos defini­ tensa.
das, las que vienen a conferirle a los reptiles que Aplastadas forfículas del género Anisolabis, ro­
en ellas viven modalidades diversas de forma y bustos tenebriónidos del género Praocis y millares
reacción de sumo interés, que revelan su gran ca­ de saltarines anfípodos, tienen allí su mundo, en
pacidad de amoldarse a las condiciones de su mun­ el que se provocan las más formidables y desorde­
do circundante. (Unwelt de Uexküll). nadas huidas cuando es removido.
Desde nuestro punto de vista, basado primor- Los vertebrados están representados por aves, re­
dialmente en razones zoogeográficas y con el de­ saltando entre todas el niveo Larus dominicarius L .;
seo de hacer más fácil nuestra exposición, hemos retozones E umenetes, juguetean con las olas; ban­
dividido esta provincia en cinco biotipos, que enu­ dadas de hermosos colegiales (Lessonia rufa Gm.)
meraremos a continuación. vuelan sobre las dunas; grandes voltúridos de la
1. Biotipo del litoral. Comprendido entre el mar familia Cathartidae, se reúnan en conciliábulos;
y la iniciación de la cordillera de la costa. falcónidos del género Milvayo vagan por las du­
2. Biotipo de la cordillera de la costa. Forma­ nas en busca de alimentos, reuniéndose también
do por la cadena de cerros que bordea nuestro li­ en número apreciable.

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Y como un recuerdo de incursiones anteriores a Su mundo circundante, de exiguas condiciones,
nuestras playas centrales, es frecuente el hallazgo ha determinado en su organización ciertas modifi­
de los calcinados huesos del Spheniscus humbold- caciones de interés.
tii, habitante de nuestras australes latitudes. La superficie arenosa, en gran parte desprovista
Los reptiles de este primer biotipo se encuen­ de un refugio inmediato, y el peligro continuo, re­
tran representados por dos iguánidos de gran ubi­ presentado por las aves de rapiña que visitan la
cuidad en la zona central y que pasamos a men­ playa, le obligan a suplir con rapidez su falta de
cionar. condiciones defensivas. De allí que el temor, liga
1. L iolaemus nitidus (Wiegmann). — Tropidu- do de inmediato a la huida, sean los hechos que
rus nitidus Wiegmann. (In Mayen). Reise um die gobiernen primordialmente su psiquismo, lo que re­
Erde (1830-82). I. S. 206 (nn.). calcamos especialmente, puesto que en las formas
Este gran lagarto melánico centro chileno, es el de esta misma especie, propias del Valle Central,
habitante habitual de las rocas, siendo más fre no es tan notorio.
cuente su observación en la región de Cartagena, Considerado el problema de la rapidez de fuga,
donde estas formaciones son más abundantes. como punto eje de existencia, el análisis morfoló­
Se presenta aisladamente en busca de sus pe­ gico de esta especie nos da la razón. Así, la forma
queñas víctimas, que se desarrollan en las proxi general de su tronco se ha hecho más cilindrica,
midades de los restos orgánicos, arrojados por el lo que se traduce bio mecánicamente en una dismi­
mar. nución de la superficie ventral y por ello en una
Toda su organización morfológica guarda una considerable atenuación del factor negativo roce, y
estrecha relación con su mundo circundante. Su en un segundo término contribuye a un mayor le­
color oscuro, vetado de amarillo en la punta de las vantamiento de las extremidades de la superficie
escamas, favorece un mimetismo de color muy per­ del suelo, asegurando esto último una mayor velo­
cidad de carrera y una mejor proyección en el salto,
fecto. Su maciza estructura corporal de inmedia­
hecho este de gran importancia porque, dada la
to se asocia con las dificultades de su habitat.
exigüidad de la fauna entomológica, a lo que ya
Un detalle morfológico, interesante, y que nos
nos referimos, obligan a la especie a sacar el máxi­
demuestra más aún su relación directa al medio,
mum de provecho de sus estructuras en la caza,
lo constituyen las garras de sus dedos. Contras­
dada la pobreza de alimentos del mundo circun­
tando con su pariente cercano el L. chilensis, ha­
dante.
bitante del matorral, sus uñas son la mitad más
pequeñas y su encurvamiento mucho menor. La DIMENSIONES DE EJEMPLARES DE LLOLLEO (MILIMETROS)
significación morfológica de este hecho es fácil Long. Ancho Long. Pata Pata
Sexo cabeza Cola Pie
cabeza anterior posterior
explicar. El L. nitidus es una especie en que la cabeza tronco

trepación no constituye un elemento de primordial á 10 5,8 46 71 13 12 24


importancia al contrario de lo que sucede en las for s í i 8 47 60 17,1 14 27
mas del matorral; de allí que en su organización s 9 6 34 66 12 10,3 20,9
una mayor longitud ungueal no tenga significa­ $ 8 ,1 6 31 53 11,1 10,1 19
ción, pues va aparejada a una mayor fragilidad, 9 8,5 6,5 31 57 12 10 20

en cambio una garra corta y ligeramente recur­ S 7 4,9 28 38 9,9 7,8 14,9
vada representa mayor resistencia a la dureza del 9 10 8 43 54 16 12,5 26
terreno y mejor proyección en los movimientos. 9 9,5 7 41,5 72 14,5 13 24
2. L iolaemus lemniscatus Gravenhorst. —- Lio­
4. — BIOTIPO DE LA CORDILLERA DE LA COSTA
laemus lemniscatus Gravenhorst. Nov. Act. 18, 2,
8 731. T. 54. Fig. 12, 1938. En contraste con la aridez del litoral, esta re­
A diferencia de su gigante congénere de las re­ gión se encuentra formada por una cadena de ce­
giones pedregosas, esta grácil lagartija vive en el rros de 300 a 1000 metros, en cuyas bases se abren
matorral de las dunas, especialmente las cubier­ camino numerosas quebradas.
tas por Bacharis. La vegetación de los montes es predominante­
Reemplaza como habitante de las arenas centra­ mente matorral, formado principalmente por Aca­
les. al L. nigromaculatus de las zonas norteñas. cia cavenia, Golliguaya odorifera y las numerosas
En contraste con ejemplares de su propia espe- especies de Bacharis y Senecio.
:ie, provenientes del Valle Central, los animales En su espesura ocúltanse Octodóntidos de em­
:epturados en la playa ofrecen un menor tamaño penachada cola y ágiles Marmosas, y entre las aves,
~ en algunos la coloración es francamente plomi­ sobre sus cimas, se ve volar la magnífica águila
za asemejándolos mucho al tono de la arena y ve­ chilena, en acecho de su presa.
getación de la costa {Bacharis). Sin embargo, la Los invertebrados tienen su representación en
-xistencia de individuos de colorido idéntico a los velludas arañas del género Phrixotrichus; en ver­
i el Valle Central, cazados pocos metros más allá dosos escorpiones centruroides; en acorazados y es­
A la ribera, impiden asignarle un carácter sub­ pinudos Gonileptes; en grandes formícidos que re­
específico. corren diligentemente en busca de alimentos y en

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escasos Nicterinus, el huésped perenne de todas las 1. L iolaemus nitidus (Wiogmann). — Se obser­
piedras de Chile. va en escaso número en las regiones pedregosas.
Las quebradas, recorridas por innumerables arro 2. L iolaemus chiliensis (Lesson). —■ Calotes
yuelos, desarrollan en sus márgenes una vida más chiliensis Lesson, 1831 (In Duperry), Voyage Co-
intensa. quille, Zool. II., part. I, S. 36, T. 1, Fig. 2.
En la profundidad de su terreno clavan sus de­ El gran lagarto verde centro-chileno, es frecuen­
dos las verdes patahuas (Crinodendron patagua), te en esta región. Su habitat, con el cual fácilmen­
los aromáticos boldos (Peumus boldus), los oscu­ te se mimetiza, lo constituye el matorral verde, for­
ros litres (Lithrea caustica), los coriáceos peumos mado preferentemente por zarzamora de quebradas
(Cryptocaria peumus) e innumerables yerbas anua­ y caminos.
les, entre las que resaltan por su colorido las flores Sumamente cauteloso, poco se expone a buscar
azules de la galega. el sol en los lugares libres de vegetación, en opo­
Junto a las quebradas, la vida animal guarda su sición a la opinión de Guichenot que sostuvo que
relación propia. En contacto de sus aguas hace sus su hallazgo era común en terrenos pedregosos.
cubiles el Myocastor coypus, el roedor más grande Los ejemplares de esta especie, mantenidos en
de Chile. Sobre las aguas revolotean numerosos cautividad, se comportan mansamente, incluso has­
pajarillos del género Cinclodes y en la espesura ta recibir el alimento de nuestras propias manos.
del matorral lanza sus gritos característicos el clá­
sico tapaculo (Sclerochillus a. albicollis K itt). 3. L iolaemus lemniscatus Gravenhorst. — La
ubieuista lagartija café, es el huésped permanente
En la humedad del terreno se desarrollan nume­
de las cercanías de las corrientes de agua, donde
rosos invertebrados, como isópodos, blatíceros, gri-
vive oculta entre las piedras y el matorral seco.
llidos, tenebriónidos, anélidos, carábidos. Entre los
En nuestras colectas en la región de la cordille­
voladores, numerosos lepidópteros de los géneros
ra de la costa, vecina a Melipilla (Santa Rosa de
Vanessa, Arginnis, Collas, Tatochila etc., y a veces
la Sierra), tuvimos ocasión de observar y capturar,
el Papilio bias, producen una bella nota de color.
exclusivamente, ejemplares pequeños de aspecto in­
Insaciables tabánidos acechan a los incautos en fantil.
busca de su sangre; grandes odonatos planean
sobre las aguas la captura de sus minúsculas 4. L iolaemus tenuis tenuis (Duméril et Ribron).
Proctotretus tenuis Duméril et Bibron, 1837, Erp.
presas; numerosos sirphidos de variados géneros
e himenópteros de distintas familias giran por los gen. IV S. 279.
aires en busca de su polen. A diferencia de las anteriores, de hábitos silves
tres y terrícolas, la bella lagartija azul elige las
En los remansos de los arroyuelos varias espe­
paredes de las habitaciones para hacer sus escon­
cies encuentran sus condiciones ideales. Elegantes
drijos en las hendiduras, o bien, lo que es menos
Gerris chilensis, dotados de magníficos flotadores
frecuente, los agujeros de los árboles.
recorren con largas patas la superficie del agua;
Digno es de tomar en cuenta en la biología de
naviculares Colymbetes se hunden en sus profun­
este reptil, los cambios de colorido que se verifi­
didades, y en los sitios aislados del peligro se ven
can entre la noche y el día y que son especialmen­
contorcionarse larvas de nematóceros y ondular
te notorios en los machos.
elegantemente los frágiles Gordius chilensis.
Los machos, durante el día, presentan un color
Las faldas de cerros y los caminos tienen un tono
amarillo verdoso en la mitad anterior del tronco
diferente. El gigante Maytcnus boaria Mol., de lan­ y azul en la parte posterior. Al ser expuestos a la
ceoladas y brillantes hojas, es el representante más
oscuridad nocturna, su tono gira rápidamente hacia
genuino, y la zarzamora (Rubus ulmifolius L.) cre­
un tinte melánico con reflejos cobrizos, fenómeno
ce exuberantemente, dando refugio a verdes iguá-
que nos recuerda los cambios cromáticos de los sau­
nidos de pretérita estampa y a ágiles lepóridos de
rios del género Chamaleops (1).
vida nocturna.
Es probable que este viraje nocturno de color
Numerosas aves de variado grito llaman de in­ haya hecho decir a Werner que existía en su ma­
mediato la atención: enlutados tordos (Notiopsar c. terial una variedad oscura, lo que seguramente es
curaeus Mol., rojas loicas (Pezites m. m ilitaris), debido a la colecta de un ejemplar al atardecer o
amarillos fringillidos, plomizas tencas (Mimus en un día frío.
thenca), constituyen de preferencia la avifauna. Y a este respecto debemos decir que los animales
Y de vez en cuando, sobre los troncos y palos muertos y fijados, conservan el color que tenían
de las alambradas, las aviesas miradas de rapaces de acuerdo con la condición física ambiental.
como el cernícalo (Cerchneis sparveria cinamonia) Así por ejemplo, animales fallecidos por exceso
y el peuco (Parabuteo u. unicinctus), provocan el de exposición solar, o sacrificados en la oscuridad
terror entre los pajarillos y los diminutos reptiles y en el frío, mantienen el tono que tenían en estas
que buscan el sol. circunstancias, aún después de la fijación.
Nuestras excursiones en este biotipo nos han re­
velado la presencia de seis especies de reptiles: cua­ (1) Pese a este cambie de color, existe, sin embargo, una
pequefía proporción de machos en que e6to no se produce, como
tro iguánidos y dos ofidios. lo atestigua el material vivo de nuestra colección.

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O P H in iA va; cruciferas como Brassica napus, campestris,
5. T achym enis peruviana Wiegmann. — Tacluj- Raphanus, Capsella bursa pastoris y compósitas
am is peruviana Wiegmann (In Mayen), 1835. Reise como Xanthium, Sonchus, Cynara.
um die Erde (1830-32). 'ayW a» y M t e t e , « a -sa 'saacjwsSa, YsvpwVA-
Nuestra culebra de cola corta, considerada du­ dos, por Populus piramidalis, Salix babilónica, Ro-
rante muchos años como inofensiva y que los es­ binea pseudoacacia, que en muchas partes crece
tudios modernos la acusan de venenosa (Gigoux, silvestre; especies frutales cosmopolitas y la zar­
Johow, Gajardo Tobar), es el ofidio más común zamora (Rubus ultnifolius) , que constituye una
en esta región. verdadera plaga en esta región.
Vive en el matorral contiguo al agua, el que aban­ Los cerros están revestidos por abundante flora,
dona para salir a buscar sus pequeñas presas, las en la que se cuentan compósitas como Bacharis y
que captura por mordida, contándose entre ellas Senecio; euforbiáceas del género Colliguaya; sola­
lagartijas y batracios pequeños (Cistignuthus bi- náceas como Solanum tomatillo, chilense y cheno-
broni Tsch.) siendo, respecto a esto último, excelen­ podioides, Cestrum parqui; papaveráceas como la
te nadadora, pudiendo permanecer largo tiempo Escholtzia californica, y mimosáceas como la Aca­
sumergida en el agua. cia cavenia.
Hecho interesante de su biología es su reproduc­ La fauna, muy numerosa en especies, difiere de
ción vivípara, pariendo cada hembra varias cule- cerros a planicies. En los primeros, los mamíferos se
britas. (Mayores datos véanse en el trabajo de Sil­ encuentran representados por el característico Oc-
va Figueroa). todon d. degus y Phyllotis. Las aves por rapaces
La vasta distribución geográfica de esta espe­ como Cerchneis, Parabuteo; paseriformes como
cie ha dado origen a gran número de somaeiones Fringillidos y Turdidae; gallináceas del género
de diferentes dibujos, lo cual ha inducido a error Notrophrocta y Lophortix; los invertebrados por
a varios naturalistas (Philippi), haciéndolos creer coleópteros como Nicterinus, A stylus, Sulcipalpus;
en otras especies. numerosas familias de dípteros e himenópteros;
La forma centro chilena de Tachymenis se ca­ grandes arañas de la familia M ygalide; oscuros
racteriza por su colorido amarillento ocre, recorri­ formícidos y escorpiones del género Bothriurus.
do por cuatro bandas longitudinales de tinte café- En la pradera abundan roedores lepóridos, aves
negruzco, diferenciándose por esto de los ejempla­ de rapiña como Falcónidos y Cathartidae y entre
res australes (Carahue), de tono café oscuro y con los nocturnos vale mencionar géneros como Strix,
abundante diseño melánico en la región ventral. Spoytito y Glacidium. Entre los passeriformes des-
6. D eomicus chamissonis Wiegmann. — Dromi- tácanse los géneros Zonctrichia, Spinus, Sycalis.
cus chamissonis Wiegmann (In Mayen). Reise um Phitotoma y Passer; elegantes zancudas como Be
die Erde (1830-32). lonopterus y Nicticorax, abundan en los remansos
La vulgarmente conocida por “culebra de cola y regiones húmedas.
larga”, es un huésped frecuente del matorral de los Los insectos por variados órdenes, como lepidóp­
faldeos de los cerros. Su tamaño puede alcanzar teros, himenópteros, dípteros, coleópteros y ortóp­
150 cm., incluso, en la colección del Museo de His­ teros; hermosas arañas Epeiras, tejen sus vertica­
toria Natural existe un ejemplar que llega a 220 les telas en el matorral.
centímetros de longitud. En los remansos de ríos y arroyos se multipli­
A diferencia de la vivípara Tachymenis, su re­ can abundantes Culícidos, Tipúlidos, Gerris y Be
producción es ovípara. Una hembra de nuestra co­ lostomun; moluscos de géneros como Limnea y Pla-
lección (N9 305) puso seis huevos blanco-amari­ norbis viven adheridos a su flora constituida prin­
llentos, durante su cautiverio, los que no dieron cipalmente por Elodea.
nacimiento a ninguna culebrilla. La fauna herpetológica de esta región compren­
Sus presas, mayores que las de la Tachymenis, de seis iguánidos y dos ofidios.
anotándose ratas y pollos, son capturadas no solo 1. L iolaemus nitidus (Wiegmann). — Habita en
por mordida, sino también por enrollamiento y es­ las regiones pedregosas de los cerros.
trangulación.
2. L iolaemus fuscus Boulenger. — Liolaemus fus-
5. — BIOTIPO DEL VALLE CENTRAL cus Boulenger, 1885, Cat. Liz. II S. 144, T. 10. Fig. 2.
Se caracteriza por la predominancia del terreno Esta pequeña especie, de color café, y que durante
plano, tipo llanura, cubierta de abundante vegeta­ algún tiempo fue confundida con el L. lemnisca­
ción herbácea y arbórea, bien regado y, como acci­ tus Grav. vive en el matorral de los cerros y tam­
dente aislado, la presencia de algunos cerros de bién en los sitios pedregosos, como su gran parien­
escasa altura (400 a 1000. metros). te el L. nitidus.
La vegetación herbácea de la llanura está cons­ 3. L iolaemus gkavenhorstii (Gray). — Liodera
tituida por gramíneas del género Lolium, Paspa- gravenhorstii, part. Gray, 1845, Cat. Liz. S. 211.
lum; papilonáceas como Galega, Medicago; gera- Constituye el reptil más característico del Valle
niáceas del género Erodium; malváceas como Me­ Central. Habita las regiones planas, cercanas al
dióla caroliniana y varias especies del género Mal­ agua, eligiendo el matorral verde de poca altura.

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formado por plantas herbáceas, especialmente Xan pequeño macho enfurecido que atacaba a dente­
tium spinosum y orientale, sobre las que trepa hasta lladas la cuerda, pero que desgraciadamente para
sus partes más altas, para calentarse a los rayos él, casi siempre fue capturado.
solares. Rara vez se le encuentra entre la zarza­ El tamaño de los ejemplares del Valle Central
mora, y cuando allí se le observa, generalmente la es considerablemente más grande que la forma de
escala, pero siempre a poca altura del suelo. la playa, no existiendo un mayor alargamiento de
Diferenciándose de la mayoría de los Liolaemus, las extremidades ya que su superficie ventral no
que huyen a la menor proximidad humana, es su­ es redondeada sino aplastada. Puesto que la abun­
mamente confiado, de allí su fácil captura. Así, dancia de matorral es un elemento suficiente que
un macho adulto fue enlazado siete veces, debido permite sobrevivir a la especie, sin necesidad de
a un defecto de la cuerda de captura y hubo tiem­ largas carreras, como en la forma del litoral.
po suficiente para cambiarla y cazarlo a la octa­ 5. L iolaemus chiliensis (Lesson). — Se observan
va tentativa. ejemplares aislados en el matorral verde de Rubus
En cautividad, se caracteriza por sus hábitos ulmifolius.
tranquilos y su gran mansedumbre, que contrasta
6. L iolaemus tenuis tenuis (Duméril et Bibron).
con las otras especies pequeñas, que siempre bus­
Se le observa en las paredes y troncos de los
can resquicios para fugarse y muerden rápidamen­
árboles en parejas. A diferencia del L. lemniscatus,
te al menor intento de cogerlos.
el macho no presenta instinto de defensa por la
Aprovechando este párrafo nos referiremos a un
hembra, por el contrario, es el primero en huir. La
fenómeno descrito por Gigoux en 1928, observado
hembra, más confiada, es la que con más frecuen­
en la especie norteña L. nigromaculatus nigroma­
cia adorna nuestras coleccione*.
culatus, y que en forma semejante, aunque diferen­
O P H ID IA
te, lo hemos apreciado nuevamente.
El autor citado tuvo ocasión de ver que un 1. T achym enis peruviana Wiegmann. — Frecuen­
L. n. nigromaculatus, perseguido en la costa, al en­ te en este biotipo.
contrarse acosado, sin ninguna línea de huida posi­ 2. D romicus chamissonis Wiegmann. — Bastan­
ble, no vaciló en introducirse al mar, donde perma­ te común.
neció largo rato sumergido en total inmovilidad.
Al ser sacado, no daba señales de vida, recuperan­ 6. — BIOTIPO DE LA PRE-CORDILLERA
do más tarde sus movimientos a la exposición so­ Los primeros contrafuertes andinos agrupan a
lar. Algún tiempo después, planteado el fenómeno su pie zonas biogeográficas de características pe­
en forma experimental, éste no volvió a repetirse, culiares.
incluso con el mismo ejemplar, objeto de la cita.
Por una parte, los macizos áridos y sólo cubier­
Este año, al colocar un L. gravenhorsti juvenil en
tos a trechos por modesta vegetación adaptada a
el terrario de la culebra Tachymenis peruviana, vi­ exiguas condiciones de vida. Resaltan en ella las
mos al pequeño iguánido, ocultarse rápidamente
erectas cactáceas del género Cereus, las simétricas
dentro del estanque con agua del ofidio, asumien­
bromeliáceas del género Puya y las resistentes com­
do una inmovilidad absoluta, sacando exclusiva­
positas del género Bacharis.
mente al exterior sus orificios nasales.
A diferencia del L. n. nigromaculatus, en que el A los pies de los cerros se deslizan arroyuelos
animal obró prácticamente en una forma suicida, de márgenes pedregosas que ascienden hacia la
ya que la inmersión le hubiera costado la vida si montaña, creciendo numerosas hierbas como Poli-
no hubiera sido sacado, nuestro ejemplar reveló, gonum, Plantago, Taraxacum y enredaderas per­
por el contrario, un alto instinto de conservación, tenecientes en su mayoría a las vitáceas, lardiza-
puesto que, junto con evadir el peligro significado baleas y Q uincham alium en las cercanías de sus
por la presencia del ofidio, realizaba perfectamen­ aguas.
te la función respiratoria. Entre los árboles se destaca la Robinea pseudo-
4. L iolaemus lemniscatus Gravenhorst. — Fre­ acacia, que crece silvestre y autóctona, como el May-
cuente en los caminos pedregosos, donde existen tcnus boaria, Quillaja saponaria y Lithrea caustica.
acequias. Se oculta en el matorral seco formado Los animales están representados por numero­
por Acacia cavenia y Cynara cardunculus, ente­ sos invertebrados; oscuros Antrax, zumbadores
rrándose en la tierra seca. Esto último se observa Sirphus y Volucellas, blancas Tatochilas, revolotean
también en los animales mantenidos en cautividad. sobre las flores. Bajo las piedras de las faldas se
Generalmente se reúnen en parejas, formadas por desarrollan verdosos alacranes, tenebriónidos, ara­
macho y hembra, a semejanza del L. t. tenuis. ñas del género Lycosa y alargados Julius.
Es curioso anotar en la biología de esta espe­ La fauna herpetológica se encuentra constituida
cie un fenómeno que no nos ha sido dado observar por dos iguánidos, un tejidae y dos ofidios.
en las otras especies de este género y que se refie­ IG tT A N ID A E
re al instinto de defensa del macho por la hem­ 1. L iolaemus lemniscatus Gravenhorst. — Obser­
bra. Muchas veces, al tender nuestra lazada sobre vamos sólo ejemplares pequeños de esta lagartija.
una hembra, fuimos súbitamente agredidos por un Vive en los resquicios de las piedras.

— 486 —
2. L io la e m u s t e n u is t e n u is (Duméril et Bibron). Desde esta última altura el panorama botánico
Observamos un hermoso macho sobre un tronco de cambia notablemente, creciendo casi solamente
Robinea pseudo-acacia. plantas de estructura pequeña y que se agrupan
T E J ID A E
en forma apretada, llamadas vulgarmente “ eham
1. C allo pistes m a c u la tu s Gravenhorst. — Callo- pas” , comprendiendo especies pertenecientes a fa­
pistes maculatus Gravenhorst. 1838, Nov. Act. 18, 2 milias como Ranunculáceas, Violáceas y Compó
S 744. T. 55, F. 1. sitas.
El gran téjidae centro chileno, vulgarmente “li- La vegetación tipo “ champa” llega hasta cerca
guana o iguana” , es el representante más caracte­ de los 3.500 metros. La fauna, al igual que las for­
rístico de la zona pedregosa contigua al río. maciones florales, varía progresivamente en las
Habita en los resquicios de los grandes peñascos, distintas alturas.
donde permanece oculto la mayor parte del día, Hasta los dos mil metros habita gran número
para salir solamente a las horas de mayor inten­ de insectos como Nemestríneos, Asüidos, Sirphidos,
sidad solar. Tachínidos, Hemípteros, Fásmidos, Gryllidos, Acri
Su fuerte dentadura le permite capturar presas dios, Formícidos, Carábidos, Tenebriónidos, Lepi
mayores entre las que se cuentan, fuera de insec­ dópteros, predominando especies de Cosmosatyrus
tos, pequeñas culebritas y lagartijas. y Cotias.
Especie sumamente tímida, es difícil de colectar, En las últimas alturas (3500 metros), persisten
puesto que huye a la menor proximidad del hombre. varias especies de Lepidópteros, Carábidos y Dip
teros.
O P H ID IA
Los vertebrados están casi exclusivamente repre­
1. T a c h y m e n is pe r u v ia n a Wiegmann. — Se le ve
sentados por roedores de varios géneros, escasos
en las orillas de los arroyuelos en busca de peque­
carnívoros y formas cordilleranas de aves de la
ños batracios ( Cistignathus bibroni Tsch.) que
región centro-chilena, como Zonotrichia, Spinus.
constituyen su alimentación.
Sicalis, Cinclodes, Phigilus, etc.
2. D ro m icu s c h a m is s o n is Wiegmann. — Relati­
De mayor importancia que las anteriormente ci­
vamente frecuente.
tadas vale mencionar algunos rapaces como G era
noetes melanoleucus Viell., Cerchneis y Volturidos
7. — BIOTIPO ANDINO
como el Vultur gryphus Linnaeus, que se observan
En nuestro ensayo pensamos que es precisamen­
de vez en cuando volando majestuosamente por en­
te esta zona la que tiene el más alto interés her-
cima del valle del Maipo, desde los mil de altura.
petológico, no sólo por encerrar un número impor­
Los reptiles están representados por ocho iguá-
tante de especies y subespecies, sino por la profun­
nidos y dos ofidios.
da relación biogeográfica de cada una de ellas
con los variados matices del mundo circundante IG U A N ID A E

de las distintas alturas. 1. P h y m a t u r u s p a l l u m a p a l l u m a (Molina). —


Pudiendo decir en propiedad que existen formas Lacerta palluma Molina. Sagg. Stor. Nat. Chili. Bo­
casi absolutas en los distintos niveles de la Cor­ logna IV. S 217. 1782.
dillera de Santiago. Este iguánido, vulgarmente llamado “ matuasto"
Con el deseo de simplificar esta zona, la dividi­ o “ lagarto grande” , es el habitante herpetológieo
remos en cuatro sub-zonas: a) de los primeros mil más interesante de la Cordillera de Santiago, ob­
metros; b) de mil a dos mil; c) de dos mil a tres servándosele desde los 200 a 3500 metros de altu­
mli metros; d) por encima de los tres mil metros. ra. Según Burger, en la Cordillera de Curicó al
La primera sub-región se caracteriza por vegeta­ canzaría hasta los 4000 metros.
ción abundante, que crece sobre terreno pedregoso, Actualmente conocemos dos subespecies, una pro
caracterizándose especialmente por la Acacia cá­ pia de la región central Ph. p. palluma y que co­
venla (Molina) y el Cereus chilensis, el gran cac­ rresponde a la descripción de Molina, y la otra,
tus de la región centro chilena. propia de la región patagónica, Ph. palluma pa­
Entre tos mit y dos mil metros existe predomi­ tagónica de Koslowsky.
nio de Cereus y Bromeliáceas del género Puya, y Como buen huésped de alturas, presenta una for
un matorral de Compositas constituído desde más ma general rechoncha, cabeza corta y coloración
o menos 1900 metros por Haplopappus bailahuen general azul pizarra con punteado blanquecino, qoe
Remy; Senecio rutaceus Philippi; Chuquiragua lo pone a tono con el medio que lo rodea, piedras
oppositifolia D. M. y elementos graníticos y fosilíferos de un tinte se­
Por encima de los dos mil metros, las Cactáceas mejante.
y Bromeliáceas van disminuyendo progresivamen­ Su psiquismo, al parecer, es en general inferior
te para ceder paso a las Compositas anteriormente a las vivarachas Liolaemus, caracterizándose por
citadas, especialmente Chuquiragua oppositifolia, su confianza e instintos agresivos, incluso hacia el
cuya recia conformación le permite soportar la in­ hombre, lo que lo hace de fácil captura.
clemencia de la nieve y del viento hasta cerca de Toda su morfología y hábitos revelan un grado
los tres mil metros. menor de especialización. Por ejemplo, en aquellos

— 487 -
días en que la intensidad solar es mediocre, no se históricas. Sea como fuere, creemos que su persis­
le encuentra por más que se le busque, permane­ tencia en esta especie, fuera de razones ya conside­
ciendo adormecido en sus escondrijos; en cambio radas de menor importancia, es un buen índice para
las distintas especies de Liolaemus son capaces de considerarla como bastante primitiva.
salir en busca de sus presas. L iolaemus nitiuus (Wiegmann). — Se le obser­
De los iguánidos chilenos, es el único de hábi­ va hasta 1900 metros de altura (Lo Valdes). Las
tos herbívoros, alimentándose de los botones de formas adultas notables por su colorido melánico
berberidáceas como la zarcilla (Berberís empetri- café, con las puntas de las escamas claras, se mi-
folia Lam.) y rosáceas como la A caena laevigata. metizan fácilmente con las formaciones graníticas,
Esta modalidad de vida, constituye a nuestro jui­ teniendo su biotipo precisamente en los acúmulos
cio un dato que nos indica menor grado de evolu­ pedregosos, e incluso como hemos tenido ocasión
ción dentro de los saurios, puesto que la sarcofa- de verlo, en las paredes o pircas de piedra diviso­
gia fue una condición adquirida secundariamente rias, revelando con esto cierto hábito de domesti-
y que requirió para ello de la conquista de con­ cidad hacia el hombre.
diciones físicas y sensoriales más especializadas. Las formas juveniles, de color ocre, con diseño
Su reproducción es vivípara, pariendo cada hem­ transversal negrusco y dispuesto en zig-zag, habi­
bra dos a cuatro lagartitos autófagos. tan distintos biotipos que los adultos, prefiriendo
En los embriones de Phymaturus, llama la aten­ las regiones de los cerros en que abunda matorral
ción la presencia de una pequeña mancha negruz­ corto como Ilapplopapus bailahuen y Senecio ru-
ca de un tercio de milímetro de diámetro, en la taceus.
parte más prominente del cráneo. Vista con mayor Esta diferencia de biotipos en dos etapas de la
aumento se revela como un círculo negruzco, irre­ vida de una misma especie la consideramos de
gularmente festonado, circundando una zona clara. sumo interés y perfectamente lógica, ya que el mi­
Al corte histológico encontramos que se trata de metismo de color en las formas jóvenes no sería po­
un órgano singular de pretérito pasado filogénico, sible en la región pedregosa y viceversa con la for­
el llamado “ojo parietal”. ma adulta.
El ojo parietal de nuestro iguánido, desde el L iolaemus montícola montícola Müller y Hell-
punto de vista histológico, presenta gran analogía mich. — Liolaemus monticola monticola Müller y
con el de reptiles de Nueva Zelandia (Sphenodon Hellmich. Zool. Anz. 99 S 177. F. 1. 1932.
(H atteria) punctatum). Esta pequeña especie, propia de la Cordillera
Externamente lo encontramos recubierto por la Central, habita desde los 1200 a 1800 metros de
piel que lo cubre y que posteriormente dará origen altura. Elige como biotipo la formación de bro-
a la escama parietal, dejando sólo como vestigio meliáceas y cactáceas de estas alturas (Puya-Ce-
una pequeña mancha blanquecina. Por debajo de reus), viviendo de los insectos de esta formación.
ella aparece una formación ectodérmiea, constitui­ Reproducción ovípara.
da por células alargadas dispuestas en un estrato Se le observa en las siguientes regiones de San­
que corresponden al cristalino. (En Sphenodon se tiago : Abanico, Cuesta de Chacabuco, Peñalolen.
aprecian células más delgadas, con seudo pluri- Al lado de la forma central se conocen dos sub­
estratificación, Spencer). Por debajo encontramos especies propias del sur de Chile: L. m. chillanensis
la cavidad ocular, en la cual existen restos de una Müller-Hellmich, de la cordillera de Chillán, y
sustancia amorfa, que correspondería al humor L. m. villarricensis Müller-Hellmich, de la región
vitreo. de Villarrica.
Finalmente encontramos una capa pigmentada L iolaemus nigroviridis nigroviridis Müller y
con un mayor acumulo de granulaciones en su por­ Hellmich. — Liolaemus nigroviridis nigroviridis
ción distal, la que corresponde a retina. La reti­ Müller y nellmich. Zool. Anz. 97. S. 318. Fig. 1.1932.
na está constituida por células alargadas hacia su Esta hermosa especie de la alta cordillera san-
parte externa y que se hacen cilindricas hacia la tiaguina se observa desde los 2400 metros de altu­
región central. El pigmento, al parecer, es forma­ ra, es decir, casi al término de la formación ve­
do por células coniformes. Externamente a la re­ getal Puya Cereus, eligiendo como biotipos la ve­
tina existe gran cantidad de células pequeñas con- getación predominantemente constituida por com­
juntivales, de aspecto cartilaginoso, que en el cur­ positas, cuya tonalidad cromática presenta simi­
so del desenvolvimiento ontogenético encapsularán litud con su tegumento.
esta formación. En el órgano parietal de Phymatu­ Su alimentación es insectívora, capturando pe­
rus no existe prolongación ninguna que proyecte queños dípteros y lepidópteros.
la retina, como ocurre en Sphenodon, en que per­ L iolaemus nigroviridis minor Müller y Hellmich.
siste el cordón conjuntival de Leydig, que para — Liolaemus nigroviridis minor Müller-Hellmich.
Spencer sería un nervio óptico. Zool. Anz. 97 S. 326. Fig. 4 a-b. 1932.
La significación del órgano parietal no está bien A diferencia de la anterior, la subespecie minor
dilucidada, habiéndosele homologado al ojo impar se encuentra a menores alturas. Nosotros la hemos
de los tunicados (Ascidias), siendo probable que colectado en las faldas de los cerros del valle del
haya estado bien desarrollado en las formas pre­ Volcán, cerca de los Baños Morales (1900 metros

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Su biotipo está constituido por el matorral de estas regiones agrupa formas más o menos carac­
Chuquiragua oppositifolía, con cuyas hojas pardo- terísticas, cuya organización si bien no justifica
verdosas, fácilmente se mimetiza, siendo muchas divisiones sistemáticas en muchos casos, revela sin
veces de muy difícil identificación. embargo una notable armonía morfo-fisiológica con
Especie sumamente tímida, huye rápidamente su mundo circundante.
ante la proximidad del hombre, ocultándose bajo Los reptiles de la región de Santiago compren
las piedras vecinas al matorral. den 16 especies y subespecies, distribuidas en la
A pesar de su fuerte instinto de fuga, se suelen siguiente forma:
observar fenómenos de inhibición motora, perma­ IG U A N ID A E
neciendo la especie en total inmovilidad, pese su
1. Phymaturus palluma palluma (Molina).
intenso pánico, lo que naturalmente facilita su cap­
2. Liolaemus nitidus (Wiegmann).
tura (observación de un ejemplar en Lo Valdes.
3. Liolaemus chiliensis (Lesson).
Donoso, 1947).
4. Liolaemus gravenhorsti (Gray).
En cautividad no pierde su terror por el hom­ 5. Liolaemus t. tenuis (Duméril y Bibron).
bre y al ser cogido reacciona agresivamente a den­
6. Liolaemus lemniscatus Gravenhorst.
telladas. 7. Liolaemus fuscus Boulenger.
L io la em u s leopardin us leopardinus Müller y
8. Liolaemus m. monticola Müller y Hellmich.
Hellmich. — Liolaemus leopardinus leopardinus 9. Liolaemus n. nigroviridis Müller y Hellmich.
Müller y Hellmich. Zool. Anz. 97 S. 309. Fig. 1.1932. 10. Liolaemus n. minor Müller y Hellmich.
Esta hermosa especie manchada habita desde 11. Liolaemus l. leopardinus Müller y Hellmich.
2.700 a 3.000 metros, en las proximidades de Kío 12. Liolaemus l. ramonensis Müller y Hellmich.
San Francisco, constituyendo su biotipo la vege­ 13. Liolaemus a. altissimus Müller y Hellmich.
tación de compositas de esas alturas.
T E J ID A E
L io la em u s leopardinus r a m o n e n sis Müller y
14. Gallopistes maculatus Gravenhorst.
Hellmich. — Liolaemus leopardinus ramonensis Mü­
ller y Hellmich. Zool. Anz. 97 S. 314. Fig. 2. 1932. O P H ID IA

La subespecie ramonensis difiere de la anterior 15. Tachymenis peruviana Wiegmann.


por la distribución de sus manchas que tienden a 16. Dromicus chamissonis Wiegmann.
agruparse transversalmente. Habita un biotipo se­
mejante en la región del Abanico y Cerro Ramón. BIBLIOGRAFIA
L io la e m u s a l t is s im u s a l t is s im u s Müller y Hell­ 1. Burger O. — Estudios sobre reptiles chilenos. An. U n ­
de Chile. 5 1 :6 5 ; 149-155. L. I-II-III. 11 Fgs.
mich. — Liolaemus altissimus altissimus Müller y Oct. 1907.
Hellmich. Zool. Anz. 98 S. 197. Fig. 1. 1932. 2. Gajardo T. R. — ¿Los ofidios chilenos son capaces ¿r
Se le observa desde 3.000 a 3.500 metros, repre­ envenenar? Bol. Hosp. Viña del Mar. 3 : 2 :
43-51. 1947.
sentando junto con Phymaturus palluma palluma
3. Gigoux E. E. — El Leiolamus nigromaeulatus. Rev.
las especies de iguánidos que llegan a mayor al­ Chil. de Hist. Nat. 31: 182-185. 1927.
tura en la Cordillera de Santiago. 4. Gigoux E. E. — Los ofidios chilenos. Bol. Museo Na­
cional de Hist. Natural. 18; 5-7. 1940.
Su tinte plomizo lo pone muy a tono con la es­
5. Guichenot. — (en Gay.) Reptilianos. Hist. Física y
casa vegetación de esas alturas, de tipo “ champa” . Pol. de Chile. Zool. II. p. 5-136. Maulde & Renou.
Su alimentación la constituyen los dípteros y le­ Ed. París, 1851.
pidópteros de esos niveles. 6. Hellmich W. — Die Eidechsen Chiles, insbesondere die
Gattung Liolaemus. Abhand. Bayeris. Akad. Wiss.
Al lado de la forma centro chilena se conoce Heft. 24, 1934.
una subespecie propia de la cordillera del sur de 7. Hellmich W. — Las culebras de Chile. Rev. Chil. Hist.
Nat. 41; 107. 1937.
Chile (Villarrica). Liolaemus altissimus arauea-
8. Johow A. — Mordedura de culebra. Rev. Méd. Chile
niensis Müller y Hellmich. LXVI. Julio, p. 661-663. 1938.
O P H ID IA 9. Molina J. I. — Saggio sulla Storia natural del Chili
2. Bologna. 1-306. 1782.
T a c h y m e n is pe r u v ia n a Wiegmann. — Se obser­ 10. Philippi R. A. — Sobre las serpientes de Chile. An
va hasta 1.500 metros. Univ. Chile. 54; p. 715. 1899.
D ro m icu s c h a m is s o n is Wiegmann. — Llega has­ 11. Philippi R. A. — Descripción de tres especies nuevas
de reptiles chilenos. 18; 744. 1861.
ta 1.900 metros de altura. 12. Silva F. C. — Reproducción vivípara de la culebra de
cola corta. Rev. Chil. Hist. Nat. 44; 36-38. 1940.
SUMARIO 13. Spencer. — On the Presence and Structure of the Pinei
Los autores revisan la ecología de la fauna her- Eye in Laeertilia. Quarterl. Journ. of Micr. Sc. 1866
petológica de la provincia de Santiago, suminis­ 14. Uexküll J. — Meditaciones biológicas. La teoría de la
significación. Impr. Galo Sáez. Madrid. 1942.
trando pequeños datos morfológicos de interés en 15. Uexküll J. — Ideas para una concepción biológica del
relación a su habitat. mundo. Ed. Esp. Calpe. Buenos Aires. 1945.
En este estudio se establece la existencia de cinco 16. Werner F. — Die Reptilien un Batrachier der Samm-
lung Plate (in Plate). Fauna Chilensis. Erst. Band
zonas, con características peculiares. Cada una de Fischer. Jena. P. 244-278. 1898.

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