REV - Uziel. Plan de Acción Alumnos.28 de Abril Del 2024
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Propuesta de mejora
-Comenten las siguientes preguntas
¿Qué fue lo que más les gustó del debate?
¿Qué fue lo que no les agradó del debate?
¿Qué les hizo falta en sus participaciones?
¿Qué los limitó a participar?
¿Alguno de los dos bandos presentó pruebas o ejemplos? ¿Por qué?
¿Cómo podemos mejorar de manera grupal el desarrollo de un debate?
-Escriban en el pizarrón un listado de aspectos a mejorar en un próximo debate
-De manera grupal identifiquen las fortalezas y debilidades en los argumentos de ambos bandos
-De manera individual escriban un párrafo sobre lo que aprendieron y que creen que podrían mejorar
-Compartan sus reflexiones, aprovechen este espacio para brindar algunas retroalimentaciones a sus compañeros
-Con la nueva información consultada estructures nuevos argumentos o enriquezcan los que ya habían elaborado
-Revisen la información que el docente les compartirá
-Enriquezcan sus argumentos en base a esta información
-Nuevamente revisen que sus argumentos cuenten con el esquema elaborado, que tenga lógica, sea creíble y que
contenga evidencias
-Preparen material audiovisual o imágenes para presentar en el debate y comiencen a agruparlo en una presentación de
PowerPoint
Crecer y vivir en un ambiente de violencia intrafamiliar puede tener efectos físicos y psicológicos
graves en el individuo, sea hombre o mujer. Sus efectos son distintos dependiendo de cada
persona, pero en ningún caso son positivos. Trastornan la autoestima y los afectos y llevan a un
relacionamiento a la defensiva, en no pocas ocasiones cargado de rencores, frustraciones y
resentimientos. El silencio e introspección de los jóvenes que se integran a bandas y pandillas es
un síntoma claro de temor, cautela y desconfianza, frente a todo y todos los que les rodean.
Cuando en una comunidad la violencia doméstica es la regla y no la excepción, esta forma de
convivencia se traslada a las calles y a los espacios públicos. Los niños y los jóvenes están
acostumbrados a vivir en la violencia, sin afectos y sin respeto.
Por su parte, la escuela, en una tendencia hacia un marcado énfasis academicista regido por la
competitividad individual, en algunos casos diluye el sentido comunitario y la promoción del
desarrollo integral entre niños y jóvenes. Los sistemas de asistencia y recreación, como apoyos
alternativos, son mínimos e insuficientes para la satisfacción de las necesidades de la población
infantil y juvenil.
Las mediciones de violencia intrafamiliar son escasas y poco confiables, pues las victimas no suelen
denunciar al responsable, salvo en situaciones extremas o cuando el daño es grave y fácilmente
reconocible por otros miembros de la comunidad. Peor aún es la situación de los menores y de
adultos mayores víctimas de violencia intrafamiliar, que usualmente no tienen a quien recurrir.
Se generan así fuertes lazos de lealtad que incluso los separan de sus familias y los marginan del
resto de su comunidad, pero que les otorgan una identidad y un sentido de pertenencia. Cuando
las condiciones de una comunidad generan o propician la generación de pandillas, el crimen
organizado encuentra tierra fértil para reclutar jóvenes que se convierten en correos, vigilantes o
traficantes en menudeo. Prácticamente en todos los casos, la relación de las bandas o pandillas
juveniles con las instituciones de gobierno se limita a sus encuentros con la policía, frente a la que
se sienten permanentemente amenazados.
Los jóvenes pertenecientes a las pandillas tienen distintos destinos. Algunos pasan a formar parte
del crimen organizado, lo que los coloca en otra categoría; otros emigran, a otro estado o fuera del
país; otros mueren como consecuencia de la violencia y/o del consumo de drogas; y otros deciden
dejar la pandilla al momento en que logran un empleo y/o deciden formar una familia. Sin duda
esta variable es una de las de mayor peso potencial en la generación de violencia e inseguridad.
Presencia de armas, drogas y alcohol
La presencia de armas, drogas y alcohol es una de las variables que más directamente incide en la
generación de la violencia y criminalidad en una comunidad. En la mayoría de los delitos graves se
utilizan armas y, en gran cantidad de casos, quienes las usan están bajo el influjo de drogas y/o
alcohol.
En México existe una política altamente restrictiva en materia de adquisición y posesión de armas
de fuego. Sin embargo, en un ambiente de alta impunidad, vasta disponibilidad y presencia
importante del crimen organizado, resulta relativamente sencillo, para cualquier ciudadano,
conseguir armas de fuego prohibidas por la ley o de uso exclusivo de las policías y las fuerzas
armadas. Al existir un amplio mercado, los precios son accesibles y los puntos de compraventa son
múltiples. Mismo es el caso de las drogas, en donde existe un vasto mercado de vendedores y
compradores a precio accesible; peor aún, en el mercado existen sustancias o productos legales,
sobre todo inhalantes, que puede comprar hasta un niño. El alcohol es un producto legal. Un
primer dato importante es que las políticas restrictivas en estos ámbitos son necesarias, pero no
suficientes y, en ocasiones, de pobres resultados, si no se acompañan de otras acciones.
Los tres elementos (armas, drogas y alcohol) y sobre todo, su combinación, tienen una fuerte
incidencia en el ambiente de inseguridad y criminalidad. Sin embargo, por su naturaleza y
características, cada uno requiere de un tratamiento distinto. El tráfico y posesión de armas
prohibidas es uno de los delitos más castigados. Y a pesar de ello un porcentaje importante de la
población mexicana posee armas de fuego para su protección. Su tráfico y venta para la comisión
de delitos es uno de los mercados más redituables. Su combate requiere de estrategias
particulares.
El tráfico y venta de drogas fuertes como las metanfetaminas, cocaína y heroína están prohibidos.
Sin embargo, su acceso es relativamente sencillo y de poco riesgo. Quien porta las drogas para
consumo personal no incurre en delito. El consumo del alcohol es todavía más difícil de controlar,
por su precio y por no incurrir en delito quien lo consume. La única restricción, al igual que con el
tabaco, es la venta a menores y, en el caso del alcohol, su consumo en la vía púbica.
Presencia precaria de autoridad
En ausencia de una policía local eficiente, con frecuencia la población demanda la intervención de
autoridades externas al municipio para atrapar criminales, desintegrar organizaciones delictivas y
reducir los niveles de violencia e inseguridad en su comunidad. Sin embargo, cuando llega la
autoridad externa suelen aparecer otros problemas debido a la ausencia de vínculos con la
comunidad y de su falta de conocimiento del entramado social. En la intención de proporcionar
seguridad se instalan retenes y se realizan tareas de vigilancia e investigación que incomodan y
afectan a la población. Se cometen errores y arbitrariedades y, en no pocos casos, quienes debían
proporcionar la seguridad se convierten en factores de riesgo para la población al incurrir en actos
de abuso de autoridad o incluso en la comisión de delitos graves como la extorsión y el secuestro.
En el caso de las autoridades federales, ha sido frecuente que llegan a atender una situación que
resuelven parcialmente, pero al momento de retirarse se restablecen las condiciones de
inseguridad. En otras, se han debido retirar por los reclamos de la población, al percibir que
“resultó peor el remedio que la enfermedad”. Lo grave de este esquema es que la presencia de
autoridades externas, incluso cuando realizan detenciones y desmantelamiento de redes
criminales, en poco abona a la seguridad de la comunidad en el mediano y largo plazo, pues sólo
ataca una de las variables que propician la violencia y la inseguridad. Bajan momentáneamente las
cifras de delitos graves, pero las condiciones estructurales que generan la violencia y la
inseguridad no se modifican.
La presencia precaria de la autoridad es uno de los puntos más delicados del escenario de
inseguridad pública, pues no hay forma en la que los ciudadanos puedan sustituir el quehacer de
la autoridad en la persecución del delito. En otros países, la inacción o ineficiencia de la autoridad
ha sido sustituida con grupos privados de protección o incluso con fuerzas paramilitares que se
encargan de proteger los intereses y el patrimonio de individuos, grupos o segmentos sociales.
Usualmente actúan al margen de la ley y bajo sus propias reglas. Esta práctica aún no está
generalizada en México, pero existen las condiciones para que ello suceda. Existen también casos
en los que frente a la inacción de la autoridad, el ciudadano hace justicia por su propia mano,
acciones que usualmente se acotan a revertir agravios personales.
Ciertamente en este análisis no partimos del supuesto de que todos los policías son corruptos e
ineficientes. Sin embargo, la opinión ciudadana es notoriamente desfavorable respecto de su
actuación, en los tres órdenes de gobierno. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización
y Percepción (2011), 42% de los mexicanos califica como “poco o nada efectivo” el trabajo de la
policía federal; 53% considera “poco o nada efectivo” el trabajo de las policías estatales; y en el
caso de las policías municipales la cifra se eleva al 61%.
Uno de los temas más delicados como factor de propensión a la violencia y a la criminalidad es la
impunidad. La impunidad es una condición externa al infractor que sabe de antemano que sus
actos no tendrán consecuencias en su contra, no obstante estar consciente de la comisión de un
ilícito, una ofensa o una falta grave. La impunidad se manifiesta en un primer nivel en el ámbito de
la familia, cuando quien ejerce la violencia intrafamiliar percibe que nadie tiene la capacidad de
limitar sus actos, sea por imposibilidad física, dependencia económica o por temor a acciones
extremas. La mayor parte de las conductas violentas dentro de los hogares - tipificadas como
delitos-, no se denuncian por temor o desconocimiento y quedan impunes.
Fuera del hogar, la impunidad se manifiesta cuando se cometen delitos menores o mayores sin
que esto tenga consecuencias para quien los comete. En el caso de los delitos del fuero común, la
impunidad se genera como consecuencia de la ineficiencia o insuficiencia de las policías
preventivas, las agencias investigadoras y del sistema de procuración de justicia. Las
probabilidades de ser detenido, juzgado y sentenciado por cometer un delito son bajas. Para quien
comete el delito, su percepción de los márgenes de impunidad existentes constituye un factor
importante al momento de tomar su decisión.
Un tercer nivel de impunidad existe cuando la propia autoridad, con conciencia e intención,
permite actuar a quien comete el ilícito a cambio de un beneficio (impunidad por complicidad o
por presión sobre la autoridad). En algunos casos, la autoridad brinda protección o hace caso
omiso de delitos que sabe se cometen o se van a cometer, por temor a represalias de individuos u
organizaciones que perciben más poderosos que el Estado. En estos casos el policía o el ministerio
público no sienten el respaldo de sus jefes y/o la protección de su institución. Casos de esta
naturaleza se registran en los tres órdenes de gobierno aunque con mayor frecuencia en los
niveles estatal y municipal, por la debilidad de sus estructuras. En las corporaciones militares la
situación suele ser un poco distinta, pues existe un mayor sentido de cuerpo y de cohesión
institucional, lo que usualmente disminuye el número de casos de corrupción por amenazas. La
impunidad por complicidad es el peor escenario pues el criminal queda impune y, la autoridad,
convertida en cómplice, también queda impune. En este escenario el ciudadano queda totalmente
desprotegido.
La importancia de nuestros amigos y la escuela
En nuestra vida diaria, pasamos mucho tiempo con nuestros amigos y en la escuela. Nuestros
amigos pueden ayudarnos a ser mejores personas o pueden llevarnos por un camino peligroso.
Por eso, es importante elegir amigos que nos ayuden a tomar decisiones correctas.
Los amigos con los que nos rodeamos pueden influir significativamente en nuestras decisiones
diarias, tanto en aspectos positivos como negativos. Por ejemplo, los amigos que demuestran
respeto, honestidad y empatía son modelos a seguir. Estos amigos nos ayudan a ser más asertivos
y a evitar comportamientos peligrosos.
La escuela es otro lugar donde aprendemos a ser responsables y a respetar las reglas. A través de
las experiencias escolares, descubrimos la importancia de seguir normas que benefician a todos.
Por ejemplo, respetar a los maestros y compañeros de clase, cuidar los materiales escolares y
seguir las reglas del aula reflejan responsabilidad y consideración hacia los demás.
Recuerda que nuestras elecciones de hoy pueden influir en lo que hacemos mañana. Al practicar la
responsabilidad en la escuela y en nuestra vida social, podemos aprender a tomar decisiones que
nos ayuden a tener un futuro brillante y positivo.
La violencia puede tener consecuencias terribles para las personas y sus familias. Cuando alguien
actúa con violencia, puede lastimar a los demás o a sí mismo. La violencia puede ocurrir en
diferentes lugares, como en la escuela, en casa o en la calle.
Para prevenir la violencia, es importante aprender a resolver los problemas de forma pacífica. Esto
significa hablar y escuchar a los demás para encontrar soluciones juntos. Además, la educación
sobre la violencia y el respeto por los demás puede ayudar a prevenir problemas futuros.
Debemos trabajar juntos para construir un futuro sin violencia. Una forma de hacerlo es
fomentando la empatía, que es la capacidad de entender y compartir los sentimientos de los
demás. Al ponernos en el lugar de otra persona, podemos comprender mejor sus perspectivas y
evitar conflictos.
Recuerda, todos podemos contribuir a un futuro sin violencia si trabajamos juntos y practicamos el
respeto y la empatía en nuestras vidas diarias.
Ser un buen ciudadano significa ser respetuoso y seguir las reglas de la comunidad. Esto incluye
ser amable con los demás, ayudar a los vecinos y respetar las propiedades ajenas. Los buenos
ciudadanos también cuidan de su entorno, como el vecindario o la escuela.
Puedes ser un buen ciudadano al participar en actividades que beneficien a tu comunidad, como
recoger basura o ayudar en eventos locales. Recuerda, todos podemos hacer una diferencia
positiva si actuamos con responsabilidad y respeto.
Otra forma de ser un buen ciudadano es cuidar el entorno natural. Puedes hacerlo usando menos
plástico, reciclando y animando a otros a hacer lo mismo. Cuidar el medio ambiente es una forma
de demostrar respeto por las generaciones futuras.
Ser un buen ciudadano también significa cumplir con nuestras responsabilidades, como respetar
las normas de tráfico y las leyes locales. Cuando todos seguimos las reglas, contribuimos a la
seguridad y bienestar de la comunidad.
Recuerda, ser un buen ciudadano no solo beneficia a los demás, sino que también nos ayuda a
sentirnos parte de una comunidad más fuerte y unida.