El Contrato de Depósitocomentario Hammurabi

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El contrato de Depósito

Dr. Daniel E. Moeremans

CAPITULO 11

Depósito

SECCION 1ª

Disposiciones generales

ARTICULO 1356.- Definición. Hay contrato de depósito cuando una parte se obliga a
recibir de otra una cosa con la obligación de custodiarla y restituirla con sus frutos.

I. Concordancias: Arts. 1011, 1015 a 1320, 1092 y 1093; 1360,


1375, 1367, 1377, inc. a).
II. Interacción Normativa: En el capítulo 11 el CCC regula el
contrato de depósito, que es el paradigmático en materia de
contratos de custodia o guarda. La obligación más característica y
nuclear en este contrato, sea voluntario o necesario, es la del
depositante de custodiar la cosa y restituir la misma e idéntica
cosa, con más sus frutos, si el depósito es regular u otra de la
misma especie y calidad, si el depósito es irregular. En tal caso se
afirma que aún cuando es irregular se puede hablar de una
obligación de guarda, “aunque espiritualizando el concepto de
guarda, aplicado no a la cosa misma (ya que se restituirá
tantumdem) sino al valor de ella, de modo que sea posible la
posterior restitución del equivalente, cuando el mismo sea
requerido”1

III. Anotaciones jurisprudenciales:

 Cuando no puede probarse que existe entre las partes un contrato de


garaje, pero resulta acreditado que el propietario de una motocicleta la
dejaba en la misma cochera que rentó para su automóvil con el
consentimiento del garajista, configurándose un ingreso que no fue
subrepticio sino tolerado, lo cual genera un vínculo contractual entre
las partes, que debe ser regulado por las normas del contrato de
depósito. Cámara 1a de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Bahía
Blanca, sala I • 11/04/1995 • Aispuro, Omar G. c. Lucchetti Hnos.
S.C.C. • LLBA 1996 , 593 •AR/JUR/2311/1995
 El hipermercado o centro comercial o cualquier
comercio con estacionamiento propio para clientes -

1
López de Zavalía Fernando Justo, Dogmática del contrato de depósito. Comentario exegéticode las
normas que lo regulan en los Código Civil y de Comercio. Pág. De la Academia Nacional de Derecho
y Ciencias sociales de Córdoba
cual es el caso del local de comidas de rápidas
demandado- debe asumir responsabilidad por el robo de
los vehículos aparcados en las playas de
estacionamiento destinadas para los clientes que
concurren al establecimiento -así como de los objetos
que se encuentran en el interior de aquéllos-, con
sustento en el art. 2182, Código Civil, (art. 1356, Código
Civil y Comercial), en tanto pesaba sobre éste la
obligación de custodia y restitución. Es que, los locales
comerciales con estacionamiento para clientes
obtienen lógicos beneficios económicos originados en la
existencia de una playa de estacionamiento en el
mentado establecimiento comercial. Se celebra, así, un
contrato accesorio al de compra (art. 1137, Código Civil;
art. 957, Código Civil y Comercial), que los obliga a que
el servicio sea prestado en forma segura y eficaz para
los consumidores que concurren a su establecimiento
(art. 5, Ley 24240). Así lo entendió la accionada por otra
parte, en el desplegar de su propia conducta
contractual, toda vez que procuró un servicio de
seguridad y vigilancia, habiendo contratado a una
empresa de seguridad a los fines de que custodiase el
perímetro del local. 0.01 || Asda S.R.L. vs. Arcos
Dorados S.A. s. Ordinario /// CNCom. Sala A; 28/06/2019;
Rubinzal Online; RC J 12148/19
 Para que la entrega de una cosa tome el carácter de depósito, es
preciso que ella tenga por fin esencial y principal la guarda de la cosa
(Cám. Com., LL, 12, 384; ídem, LL, 28, 276; ídem, JA, 1944-I, 233;
ídem, LL, 47, 62; A, LL, 1986-C, 113; B, ED, 86, 359; ídem, LL, 1981-
C, 573; ídem, LL, 1978-D, 713; C, RED, 14, 319; ídem, ED, 93, 648;
ídem, ED, 92, 272; ídem, ED, 92, 271; ídem, ED, 93, 648; D, LL,
1979-A, 535, con nota de N. HALPERIN; ídem, ED, 87, 230; ídem, LL,
1979-A, 240; E, LL, 1985-D, 615; Cám. Civ., A, ED, 89, 233; ídem,
ED, 34, 480; ídem, LL, 1979-C, 413; B, RED, 15, 293; ídem, ED, 29,
188; C, LL, 1983-A, 338, con nota de G. A. BORDA; D, ED, 87, 230;
ídem, ED, 87, 410; E, ED, 21, 527; ídem, ED, 73, 257).

IV. Comentarios:
1. Concepto: El contrato de depósito2 es por su teleología, tal como enseña
Spota3, el más paradigmático contrato de custodia, donde la obligación
nuclear consiste en la guarda y conservación de una cosa 4, aún como vimos
en su vertiente de irregular. La definición del CCC es parcialmente
superadora a la del Código de Vélez, confirmando que toda definición en
derecho civil es peligrosa, como dice el aforismo romano. En efecto, en el
Código Velezano se definía al contrato de depósito en el art. 2182 de la
siguiente manera: "El contrato de depósito se verifica, cuando una de las
partes se obliga a guardar gratuitamente una cosa mueble o inmueble 5 que
otra le confía y a restituir la misma e idéntica cosa". A esta definición se le
habían formulado las siguientes críticas: a) Por una parte, Vélez a pesar de
la mentada nota al art. 495 incurrió en el error de definir una institución, tarea
que es más propia de la doctrina que de la ley, salvo cuando tenga finalidad
legislativa, lo que no ocurría en la presente6. b) No abarcaba todo lo definido,
ya que menciona sólo lo que los franceses denominan "depósito propiamente
dicho", olvidándose que él legisló expresamente también sobre el llamado
depósito irregular7, donde la restitución exigible no es por devolución, sino
por substitución8.
La actual definición: a) elimina por sobreabundante la aclaración de que
puede recaer sobre muebles o inmuebles, especies de cosas. b) En atención
a la unificación del depósito civil y comercial, elimina el carácter gratuito, que
era esencial en el código velezano9. Actualmente se lo presume oneroso
aunque se lo puede configurar como gratuito. c) elimina quizás por la misma
2
Enseña López de Zavalía, ob. Cit. Que la palabra “Depósito” posee una plurisignificación. LA ley
indistintamente ha llamado “depósito” al: a) contrato típico regulado actualmente en los arts. 1356 y ss.
CCC, que sirve para anudar la relación de guarda), b) en algunas situaciones se refiere a la oferta de
contrato de depósito, c) al pacto que la ley introduce imperativamente en el contrato de hospedaje y del
que puede resultar una relación de guarda, d) a la relación de guarda ya anudada, emerja o no de ese
contrato típico, e) a la cosa objeto de la relación de gaurda. Si se pretende una unificación de reglas,
ello solo es posible dirigiendo la mirada a la relación de guarda, que es lo único en común que poseen
las distintas figuras.
3
Spota Instituciones de Derecho Civil, Contratos, T. VIII, Edit. De Palma, Pg. 368 y ss. Buenos Aires
1983.
4
En igual sentido Messineo, Doctrina General del Contrato, Traducido por Fontanarrosa y otro, Edit.
Ara Perú 1994, pg. 63 y ss., quien lo denomina contrato de conservación.
5
Al permitir el depósito de inmuebles Vélez se apartó de la mayoría de los códigos de su época, tomando
como fuente lo dispuesto en la Ley 2da. de Partidas. La razón de dicha apartamiento la brinda el propio
codificador en la nota al art. 2182 del Cód. Civil.
6
No obstante lo apuntado, los proyectos de reforma también traen su propia definición. Así el Proyecto
de 1954 (art. 1396), el Proyecto de 1936 (art. 1161) y el art. 2216 del Proyecto de unificación.
7
López de Zavalía ob. Cit. Apunta que el legislador (tanto Vélez como los proyectos siguientes y el
CCC agregamos) presentan el grueso de las reglas a través del contrato de depósito voluntario regular,
frente al cual el depósito voluntario irregular y el depósito necesario aparecen como supuestos de
excepción. Estas situaciones de excepción pueden acumularse: un depósito necesario puede ser
ir5regular, ya que éste en todo lo que no tiene de excepcional se rige por las reglas del voluntario. El
depósito en posadas es convencional derivado de contrato de hospedaje, es decir por un contrato que
no es de depósito. De allí que la relación de guarda puede derivar o no de un contrato. Si deriva de un
contrato puede ser de depósito, en cuyo caso puede ser voluntario o necesario y en ambos casos regular
o irregular, o de un contrato distinto, como por ej. de un contrato de hospedaje, de garage, de depósito
en cajas de seguridad en los bancos, etc.
8
Conf. López de Zavalía, ob. Cit.
9
El art. 2183 del C.C. establecía que “Una remuneración espontáneamente ofrecida por el depositante
al depositario, o la concesión a éste del uso de la cosa al celebrar el contrato, o después de celebrado,
no quita al depósito el carácter de gratuito”
unificación, la referencia a que se trata de una cosa que otro le confía 10,
reemplazándola por la expresión de que se obliga a recibir de otro una cosa,
d) conserva la referencia a las obligaciones nucleares del contrato cuales son
la de custodiar la cosa y restituir. e) Mantiene en la definición la referencia
exclusiva al llamado “depósito propiamente dicho o depósito regular”, en el
cual el depositario se obliga a restituir la misma e idéntica cosa (incluso con
los frutos), sin aclarar que en sentido amplio puede tratarse de la obligación
de restituir la misma e idéntica cosa (depósito regular) u otra de la misma
especie y calidad (depósito irregular), sea el depósito voluntario o necesario.
Por nuestra parte definimos al contrato de depósito en sentido amplio como
"El contrato por el cual una parte (depositario) se obliga, elegido libremente
por el depositante (depósito voluntario) o sin gozar de posibilidad de ser
elegido por el depositante por un acontecimiento que lo somete a éste a una
necesidad imperiosa, (depósito necesario), en principio, a título oneroso, a
guardar o custodiar una cosa ajena que otro le entrega, y a restituirla al
depositante o a la persona que éste indique, en el plazo fijado o cuando lo
requiera, sea la misma e idéntica cosa, en principio con sus frutos, sea otra
de la misma especie y cantidad". Es decir, el depósito puede ser voluntario,
cuando el depositante puede elegir libremente la persona del depositario o
necesario cuando no existe tal posibilidad y en ambos casos “regular”,
cuando el depositario se obliga a guardar y conservar la cosa y a restituir la
misma e idéntica cosa, en principio con sus frutos, o “irregular”, cuando se
entrega en depósito cosas fungibles (en cuyo caso se transmite el dominio
de las cosas, aunque el depositante no haya autorizado su uso o lo haya
prohibido), obligándose a restituir no la misma cosa, sino otro tanto de la
misma especie y calidad (art. 1367 CCC). En este caso la restitución exigible
no es por devolución, sino por substitución11. El CCC aclara en el art. 1367
que si se entregan cosas fungibles y el depositario tiene la facultad de
servirse de ellas, se aplican las reglas del mutuo, pues desaparece como fin
esencial la obligación de custodia, típica del depósito, pasando el contrato a

10
Según algunos autores tal requisito surgiría igualmente en forma implícita del art. 2182 del
Cód. Civil, en donde el término "confiar" equivaldría a "entregar", afirmando que la finalidad
del contrato es guardar una cosa y no se lo puede hacer mientras la misma no ha sido
entregada. Esta última afirmación no pasa de ser una petición de principios, pues no existe
ningún obstáculo dogmático que se oponga a la procedencia del contrato consensual de
depósito. Conf. GIORDANO BAREA, "La categoría de los contratos reales", Barcelona 1958,
p. 59. También en el derecho alemán la doctrina mayoritaria considera que el contrato de
depósito, reglado en el § 688 y sigtes. BGB, es un contrato consensual (véase al respecto
BROX, "Besonderes Shuldrechts", ps. 218 y sigts., München 1985. En cuanto a la primera
tesis, nosotros pensamos que la palabra "confía" denota un elemento secular del depósito,
es decir, que se trata en primer lugar de un contrato de confianza. Ya Ulpiano (L. 1, pr. D,
depos. XVI, 3, citado por PETIT, "Tratado elemental de derecho romano", p. 475, nota 354,
Buenos Aires, 1958, decía que su etimología proviene de la palabra "ponere" (poner,
colocar) que precedida de la partícula "de" significa la fe ciega y confianza plena por la que
el depositante ha entregado alguna cosa a la probidad y celo del depositario ("contractus
depositi est sacer contractus") véase TROPLONG, "Le droit civil, du dépot et du sequestre",
p. 3, París 1845. En igual sentido las Partidas decían que el depósito existía "cuando un
home da a otro su cosa en guarda fiándose de él".
11
López de Zavalía, Fernando Justo, Ob. Cit.
ser celebrado en interés del depositario. Es por ello que, a los efectos de la
configuración de este contrato, es necesario que la recepción de la cosa
tenga por finalidad principal la guarda de la misma 12, pues si la entrega de la
cosa es realizada con otro propósito, el contrato adquiere otra calificación,
configurándose según el caso un contrato de locación, préstamo de uso o
consumo, mandato, hospedaje, garage, etc13.
Como la finalidad de la entrega es la guarda, otro elemento del depósito es la
obligación del depositario de restituir la misma e idéntica cosa con sus frutos
(depósito regular), u otra de la misma especie y calidad (depósito irregular).
La restitución debe hacerse en el término fijado en el contrato o cuando el
depositante lo requiera, o siendo gratuito, también cuando el depositario la
restituya (art. 1359 del CCC).
En el Código velezano la obligación de guarda debía ser asumida a título
gratuito. En la actualidad dada la llamada “comercialización del derecho civil”,
conforme se desprende del art. 1357 “el depósito se presume oneroso”. Si se
pacta la gratuidad, no se debe remuneración, pero el depositante debe
reembolsar al depositario los gastos razonables en que incurra para la
custodia y restitución.

2. Caracteres

2.1. Consensual o Real?: En el Código de Vélez no existía dudas de que el


contrato de depósito civil era un contrato real. Ello surgía de los arts. 1142 y
2190 del Cód. Civil, lo que significa que el contrato quedaba concluido en el
momento en que las partes prestaban su consentimiento y el depositante
entregaba14 la cosa depositada (art. 1141, Cód. Civil) al depositario. La
entrega de la cosa podía ser una tradición efectiva o una traditio brevi manu,
si el depositario ya se encontraba en poder de la cosa 15. La razón por la cual
se configuró al depósito como contrato real en el Código velezano, la creen
encontrar algunos autores16, en el hecho de que al ser el fin principal del
12
Véase la nota al art. 2182 del Código de Vélez, donde el codificador afirma "No siempre
que se guarda gratuitamente una cosa hay depósito, es preciso que tenga por fin principal la
guarda de la cosa".
13
De esta manera habrá mandato cuando la guarda de la cosa no sea sino una condición
accesoria de un encargo a hacer por aquél a quien la cosa se ha depositado. Por ej. si
entregamos dinero a un mandatario para que compre una determinada cosa y la guarde
hasta que regrese de viaje. En tal caso no hay depósito sino mandato. E inversamente puede
ocurrir que deba prestar algún servicio para el correcto cuidado de la cosa dada en guarda,
sin que por ello deje de haber depósito. Véase al respecto BORDA, "Tratado de derecho civil,
Contratos", t. II, p. 719, Buenos Aires, 1979.
14
Hablamos de "entrega" y no de "tradición", para denotar que no es necesario un acuerdo
suplementario para celebrar el depósito, pues la datio rai hace a la formación misma del
contrato. Esta aclaración es importante a los fines de la prueba, como veremos más
adelante.
15
Conf. SALVAT, "Tratado de derecho civil argentino, Contratos", p. 479, Buenos Aires, 1954.
16
TROPLONG, ob, cit. p. 5.
depósito la guarda de la cosa, el mismo no se puede cumplir hasta la que no
haya sido entregada. Nosotros consideramos que esta afirmación no pasaba
de ser una petición de principios17, y que la razón de esta caracterización la
brindaba el codificador en la nota a los arts. 1140-1141 del Cód. Civil, en el
sentido que todavía en nuestro derecho no se había impuesto el
consensualismo y seguía siendo cierto que el consentimiento nudo no
obligaba por regla general, por lo que la voluntad debe presentarse cubierta
de cierta “vestimenta”.

El hecho de haber considerado la datio rei como elemento necesario para la


conclusión del contrato, planteaba el problema de la validez de la promesa
de depósito. El Código de Vélez guardaba silencio al respecto,
contrariamente a lo que ocurría en materia de comodato (art. 2256, Cód.
Civil) y de mutuo oneroso (con efectos particulares, pero no in contrahendo,
en el art. 2244, Cód. Civil). Al respecto la doctrina se encontraba dividida.
Nosotros coincidimos con el sector que consideraba que la laguna legal
debía ser llenada por analogía (ex art. 16, Cód. Civil) y por lo tanto
llegábamos a la conclusión que la promesa de depósito no obligaba, por
mediar una situación paralela (liberalidad del depositario) con la del mutuo
gratuito (liberalidad de mutuante) y la del comodato (liberalidad de
comodante)18. Sin perjuicio de ello, podía surgir en el caso concreto
responsabilidad extracontractual o aquiliana19.

El Proyecto de 1998 eliminó la clasificación de los contratos en reales y


consensuales, estableciendo que en todos los casos revisten el carácter
consensual. Lo propio hace el CCC., por lo que aparentemente habría
desaparecido la categoría de los contratos reales, estableciendo con carácter
general que el consentimiento de las partes, sin perjuicio de lo establecido
respecto de la forma, basta para perfeccionar el contrato. Es decir, el
consentimiento es suficiente vestimenta para la formación del contrato. En
materia de depósito por la estructura del contrato, parece más lógico que

17
Así existen contratos consensuales en donde se asume la obligación de restituir la cosa,
sin que al momento de su perfeccionamiento se haya hecho entrega de la misma, como el
contrato de locación.
18
LOPEZ DE ZAVALIA, "Teoría de los contratos", p. 64, Buenos Aires, 1984; SPOTA,
"Instituciones de derecho civil; Contratos", p. 376, Buenos Aires 1983, quien afirma que de
lege lata es la solución correcta, sin perjuicio de una eventual responsabilidad derivada del
ejercicio abusivo del derecho de no contratar (ex art. 1071, Cód. Civil).
19
El art. 1161 del Proyecto de 1936 establece que "no valdrá como depósito la mera
promesa de guardar la cosa aunque hubiese sido aceptada, pero la negativa ulterior del
promitente a recibirla, lo hará responsable por los daños y perjuicios". Es decir se adopta
una solución similar a la vigente para el mutuo oneroso. El Anteproyecto de 1954 no recepta
esta solución, manteniendo la situación del Código de Vélez. El Proyecto de unificación no
innova en principio en esta materia, pero establece en el art. 2217 que "si el depósito es de
cosas fungibles con facultad para el depositario para servirse de ellas se aplican las reglas
del mutuo. Estableciendo el art. 2247 que "la promesa aceptada de mutuo no da acción para
exigir su cumplimiento específico, pero el promitente es responsable por los daños
resultantes de su incumplimiento".
siendo el contrato a favor del depositante, éste no quede obligado a entregar,
pues inmediatamente de ello podría pedir la restitución de la cosa y por lo
tanto parecería que estamos frente a un contrato real, salvo la
responsabilidad que pudiera surgir si se hubiera convenido algo distinto con
respecto al plazo y lo referente a la remuneración del depositario. Para Alou 20
el depósito es un contrato consensual, siendo la entrega de la cosa “una
condición meramente potestativa de eficacia del negocio celebrado, desde
que no hay obligación de dar la cosa. El depositante tiene un directo poder
decisional sobre los efectos contractuales. La extinción depende de su
voluntad exteriorizada en el comportamiento de la falta de dación de la cosa
objeto del depósito”. Es decir, con el solo consensu el contrato quedaría
perfeccionado, pero se encontraría sujeto su eficacia a la condición
suspensiva de la entrega de la cosa21. Lo que no hay dudas por una cuestión
de lógica es que recién con la dación de la cosa surgirá la obligación de
custodia que es la prestación característica de este contrato.

2.2. Unilateral o bilateral: Si el depósito es gratuito, el contrato será


unilateral, porque al momento de la formación del contrato sólo el depositario
queda obligado. Ello sin perjuicio de que eventualmente pueda también
quedar obligado, pero no correspectivamente, el depositante por los gastos e
indemnizaciones ocasionadas con motivo del depósito. Esta circunstancia
llevó a Pothier calificar este contrato como sinalagmático imperfecto 22.
Nosotros no compartimos en nuestro sistema esta tripartición y sostenemos
que en el caso del depósito gratuito se trata en rigor de un contrato no
rigurosamente unilateral23. Si el depósito es oneroso, lo cual, se presume
conforme al art. 1357 CCC, el contrato será bilateral, porque ambas partes
quedarán recíprocamente obligadas al momento de la formación del contrato:
el depositario a la guarda y custodia de la cosa y su posterior restitución y el
depositante a pagar la retribución prometida.

2.3. Gratuito u oneroso: En el derecho romano el depósito civil era un


contrato esencialmente gratuito, ya que si se pactaba remuneración se
transformaba en una locación o en un contrato innominado 24. El mismo
criterio siguió la legislación de Partidas, el Código Francés y el Código de
Vélez. En efecto, el art. 2182 del Cód. Civil derogado sostenía "que el

20
Alou, Contrato de depósito en el Código Civil y Comercial, Contratos en Particular, Código Civil y
Comercial, Direc. Stiglitz, L.L. 2015, pg. 184
21
En igual sentido Di Chiazza, Ivan, Contratos Parte Especial (Dir. Riversa/mediana), Edit. Abeledo
Perrot, Buenos Aires 2017, pgs. 550 y ss.
22
Ver al respecto DURANTON, "Cours de droit français", p. 12. París 1834. Pothier sostuvo
que el depositario está obligado hacia el depositante por el hecho mismo del contrato,
mientras que el depositante no lo será hacia el depositario, sino cuando haya hecho gastos
con motivo del depósito: "su obligación no resultará sino de un evento posterior".
23
Conf. LOPEZ DE ZAVALIA, ob. cit., p. 54 y sigts. BORDA, ob. cit. p. 721 y sigts.
sostiene que si el depósito es retribuido se convierte en un contrato bilateral.
24
Ulpiano, L. 1, § 8, D., depos. XVI, 3 Conf. PETIT, ob, cit. p. 475.
depositario se obliga a guardar gratuitamente una cosa..." 25. Ello es así
porque el depositario presta un servicio desinteresado, un oficio de amistad y
confianza. Concordante con lo antes manifestado el art. 2183 del Cód. Civil
establecía que: "una remuneración espontáneamente ofrecida por el
depositante al depositario, o la concesión a éste del uso de la cosa al
celebrar el contrato, o después de celebrado, no quita al depósito el carácter
de gratuito". Con este precepto el legislador quiso dejar aclarado que si en
reconocimiento del servicio prestado o a prestarse o como compensación de
las molestias personales del depositario, el depositante ofrece una
remuneración espontánea (pero no en el carácter de contraprestación), el
contrato no pierde el carácter de gratuito y por lo tanto el de depósito 26. En
cambio, si la remuneración es ofrecida como contraprestación del servicio
prestado o a prestarse el contrato es bilateral y por ende oneroso, mas
perdía, durante la vigencia del código de Vélez, el carácter de depósito.

En la estructura del CCC el contrato de depósito, como vimos, se presume


oneroso (art. 1357 CC). Si se pacta la gratuidad, no se debe remuneración,
pero sí debe el depositante reembolsar al depositario los gastos razonables
en que incurra para la custodia y restitución de la cosa (si la misma ha sido
entregada naturalmente). Si no fuera el caso, en rigor no surgiría obligación
alguna, salvo eventualmente la responsabilidad por los daños que haya
experimentado el depositario, en virtud de un contrato que no fue eficaz, por
ej. los gastos para guardar la cosa adecuadamente. Es decir, se trataría de
una responsabilidad pre-contractual limitada a los referidos daños.

En el caso de que el depositante hubiera autorizado en el depósito regular el


uso de la cosa, se configuraría una doble liberalidad, tal como señala López
de Zavalía27: por un lado la liberalidad del depositario de obligarse a custodiar
la cosa gratuitamente y por la otra la liberalidad del depositante en permitir el
uso gratuito de la misma. Respecto de la facultad de uso se aplicarían las
normas del comodato. En el caso del depósito irregular, si bien se transmite
la propiedad de la cosa, la misma obviamente podrá ser utilizada por el
depositario, pero el contrato se celebra en interés del depositante y por ello
continúan aplicándose las normas del depósito. Cosa distinta ocurre cuando
el depositario en el depósito irregular puede servirse de la cosa, pues en tal

25
La nota al artículo mencionado aclara que ello es conforme a la esencia que le da al
depósito la Ley de Partidas, el Digesto y los Códigos de Francia, Luisiana, de Nápoles, de
Holanda y Sardo. En contra: BORDA, ob. cit., p. 721 y sigts. quien sostiene que el depósito es
en principio gratuito, pero puede ser oneroso y por ende bilateral si las partes lo acuerdan
así.
26
No lo pierde porque no existe entre las prestaciones el nexo de causalidad necesario para
que exista un contrato oneroso conforme a lo dispuesto por el art. 1138 Cód. Civil. Por ello
es importante la frase "espontáneamente ofrecida", pues está denotando que no existe el
nexo causal mencionado.
27
López de Zavalía, ob. Cit.
caso el contrato se celebra más en su interés y por lo tanto se aplican las
reglas del mutuo (art. 1367 segundo párrafo CCC)

2.4. Naturalmente conmutativo: Si el depósito fuera oneroso, lo cual, como


vimos, se presume, podemos predicar del mismo que es naturalmente
conmutativo. Sin perjuicio de ello, las partes pueden configurarlo como
aleatorio, en lo que respecta al pago de la remuneración. Así por ej. si se
pacta que la remuneración será una parte o todo lo de los frutos que
produzca, el contrato será aleatorio28

2.5. No formal29: El Código de Vélez establecía en el art. 2200 expresamente


que: "La validez del contrato de depósito, no está sujeta a la observancia de
ninguna forma particular". Es decir, el depósito podía ser celebrado por
instrumento público, privado y aun verbalmente. Esto sin perjuicio del
problema de la prueba30. En el CCC nada se dice sobre la forma, por lo que
el contrato es no solemne o no formal, pudiendo celebrarse por las formas en
que las parte consideren más conveniente. Tratándose de un depósito
irregular de cosas que requieren una forma particular para la transmisión del
dominio, el contrato deberá celebrarse bajo la forma requerida, pues de otra
forma la propiedad no pasaría al depositante. Es por ello que López de
Zavalía enseña que el depósito irregular, es en principio no formal.

En cuanto a la prueba del contrato, si se trata de negocios que es de uso


instrumentar, deberá celebrarse por escrito, no pudiendo ser probados por
testigos, en principio (arts. 969 último párrafo y 1019 in fine del CCC). Sin
embargo, aún estos contratos podrán probarse por testigos o por otros medios, si
hay imposibilidad de obtener la prueba de haber sido cumplida la formalidad (casos
de imposibilidad material como es el caso del depósito necesario y el de los efectos
introducidos por los viajeros en los hoteles (art. 1368 del CCC), o imposibilidad

28
Di Chiazza, Ivan, ob. Cit. Pg. 566.
29
Nosotros clasificamos a los contratos distinguiéndolos por una parte en contratos
consensuales y reales y por la otra en contratos formales y no formales. Los contratos reales
son aquellos en que para su perfeccionamiento no basta el consentimiento, sino que es
necesario, como vimos, la entrega de la cosa. Los contratos consensuales son aquellos que
se perfeccionan solo consensu. Los contratos formales (ad solemnitatem) son aquellos en
los cuales la ley exige que se celebren bajo una forma determinada, bajo pena de nulidad. Si
la nulidad de que se predica en ausencia de la forma es plena (el contrato no vale como
nada, por ej. art. 1810, Cód. Civil) el contrato es solemne absoluto. Si en cambio, en
ausencia de la forma el contrato padece una nulidad efectual (el negocio no vale como el
previsto, pero sí como otro negocio en virtud del instituto de la conversión, ej. arts. 1184,
1185 y cons. Cód. Civil), el contrato es solemne relativo. El contrato no formal es aquél para
el cual la ley no ha previsto ningún requisito de forma para su validez. Atento a que las
clasificaciones apuntadas responden a criterios diferentes, puede existir un contrato real
formal, como en el caso del contrato oneroso de la renta vitalicia (art. 2070, Cód. Civil) y uno
real no formal como es el caso del depósito. Desde otro punto de vista podemos considerar
a la entrega de la cosa como una "forma" del contrato de depósito. En tal caso, la datio rei
sería la forma solemne absoluta impuesta y por lo tanto la promesa de depósito carece de
fuerza vinculante. (Véase al respecto LOPEZ DE ZAVALIA, ob. cit. p. 63).
30
Conf. BORDA, ob. cit. p. 735; SALVAT, ob. cit. p. 496.
moral, o si existe principio de prueba instrumental, considerándose principio de
prueba instrumental cualquier instrumento que emane de la otra parte, de su
causante o de parte interesada en el asunto que haga verosímil la existencia del
contrato (art. 1020 del CCC), o en el caso de que el contrato hubiera tenido principio
de ejecución31. En cuanto al caso de principio de prueba por escrito, esta
excepción estaba ya prevista en el derecho francés 32 y fue receptada por
Vélez en el Código Civil y creemos que será la más frecuente (piénsese en
los tickets de guardarropas, etc.). En cuanto al caso de que una de las partes
hubiera recibido ya alguna prestación, si consideramos que el depósito es un
contrato consensual, la entrega de la cosa implicaría ya un principio de
ejecución, y si así fuera todos los contratos de depósito se podrían probar
por testigos33, una vez que se hubiera entregado la cosa, pues la misma
implicaría el cumplimiento de la condición a que estaba subordinada la
eficacia del contrato. Presentándose alguno de los supuestos previstos
anteriormente se probar el contrato por cualquier medio de prueba, incluso
por testigos34 .

2.5. Nominado y típico: Conforme al art. 970 del CCC, “Los contratos son
nominados e innominados según que la ley los regule especialmente o no”. Tal
como lo señalamos el CCC si bien designa a esta clasificación como “nominados e
innominados”, en rigor se está conceptualmente refiriendo a la clasificación más
moderna de contratos típicos y atípicos. El contrato de depósito es nominado porque
tiene un “nomen” y además típico porque posee una regulación legal. Cabe destacar
que en la regulación del depósito se incluyen obligaciones de guarda derivadas de
contratos que no son estrictamente contratos de depósito en sentido amplio, como
es el caso del contrato de hospedaje o el de garaje que son nominados pero
parcialmente típicos, aunque desde el punto de vista social se los puede considerar
como socialmente típicos.

2.6. Con efecto personal (depósito regular) y con efecto real o mixto el
depósito irregular: El depósito regular o propiamente dicho es un negocio
obligatorio, es decir tiene efectos personales, pues los mismos inciden en el
campo de los derechos personales, sin que se produzca ningún cambio o
mutación en la situación real de la cosa de que trate. El depósito irregular en
cambio sí tiene un efecto real único si es gratuito, pues se produce un
cambio en la situación real del bien objeto del contrato. En efecto, la cosa
depositada pasa en propiedad al depositario (art. 1367 CCC). Es decir, el
depósito irregular es un contrato dispositivo, sin perjuicio de que, si existe a
cargo del depositante la obligación de pagar un precio por la guarda, el
contrato tendrá efectos personales y reales.
31
Véase en el Código derogado Moeremans, Daniel, La prueba en el contrato de depósito, Rev. L.L..
32
Conf. DURANTON, ob. cit. p. 27 y ss. TROPLONG, ob. cit. p. 33 y ss.
33
BORDA, ob. cit. p. 735.
34
Conf. SALVAT, ob. cit. p. 498.
2.7. Es un contrato de duración y de ejecución continuada: Pues desde
la formación del contrato hasta la extinción de sus efectos transcurre un
cierto tiempo, normalmente un tiempo corrido, por lo que también es de ejecución
continuada.

2.8. Puede ser un contrato de consumo: Conforme al art. 1093 del CCC el
“Contrato de Consumo es el celebrado entre un consumidor o usuario final con una
persona humana o jurídica que actúe profesional u ocasionalmente o con una
empresa productora de bienes o prestadora de servicios, pública o privada, que
tenga por objeto la adquisición, uso o goce de los bienes o servicios por parte de
consumidores o usuarios, para su uso privado, familiar o social”. De conformidad a
este texto y a lo dispuesto en el art. 1 y 2 de la ley 24240 t.o., el contrato de depósito
puede ser de consumo si es celebrado entre un consumidor y un prestador
profesional de servicios, aunque actúe en forma ocasional. De ser así, el
depositante tendrá la protección derivada de este tipo de contratos previstas en el
CCC, y de la ley 24240 t.o. y art. 42 CN.

V. Bibliografía

* Zunino, Jorge Osvaldo, Depósito y otras relaciones de guarda, Edit. Astrea,


buenos Aires 2006

* Moeremans, Daniel, El Contrato de Depósito, Código Civil y Comercial de la


Nación Comentado, T. XII-B, (Dir. Lorenzetti), Edit. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe
2018, pg. 375 y ss.

* Alou Stella Maris, Contrato de Depósito en el Código Civil y Comercial, en Código


Civil y Comercial de la Nación, Contratos en Particular, (Dir. Stiglitz), la Ley 2015,
pgs. 183 y ss.

* Pita, Enrique Máximo, Comentarios de los arts. 1356 y ss. en Código Civil y
Comercial de la Nación Comentado, V. VII, (Dir. Lorenzetti), pgs. 169 y ss., Edit.
Rubinzal Culzoni, 1° Edición, Santa fe 2015.

* Di Chiazza, Ivan G., Depósito, en Contratos, Parte Especial, (Dir. Rivera, Medina),
Edit. Abeledo Perrot, Buenos Aires 2017, 547.

Leiva Fernandez, Luis, Depósito, Código Civil y Comercial, Tratado Exegético, (Dir.
Alterini), T. VII, pgs. 891 y ss., Edit. La Ley, Buenos Aires 2016, pgs. 891 y ss.

López de Zavalía, Fernando Justo, Dogmática del contrato de depósito.


Comentario exegético de las normas que lo regulan en los Código Civil y de
Comercio. Pág. Web de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias
sociales de Córdoba.

Gregorini Clusellas, Eduardo l. “Depósito irregular y sus efectos”, La Ley


2000-E, LaLey online AR/DOC/20556/2001

Vinti, Angela M., El contrato de depósito en el Código Civil y Comrcial (con especial
referencia a la responsabilidad del hotelero), LLC 2015 (junio), 476, La leyon line
AR/DOC/706/2015
Hersalis Marcelo, Depósito Irregular. Algunas Precisiones al respecto, DJ
11/07/2012, 13, La ley online AR/(DOC/2414/2012

ARTICULO 1357.- Presunción de onerosidad. El depósito se presume oneroso. Si se pacta


la gratuidad, no se debe remuneración, pero el depositante debe reembolsar al depositario
los gastos razonables en que incurra para la custodia y restitución.

I. Concordancias: Arts. 967, 1021, 1360 y cc.

II. Interacción Normativa: Ya vimos que para Vélez el


depósito civil era esencialmente gratuito. El depósito
comercial, regulado por el Código de Comercio, en cambio,
era oneroso. Como producto de la unificación de las
obligaciones civiles y comerciales, se establece la
presunción de onerosidad, la que puede eventualmente ser
dejada de lado por las partes en ejercicio de su libertad de
configuración. Si esto último ocurriera, ello no libera al
depositante de reembolsar al depositario los gastos
razonables en que incurra para el cumplimiento del
servicio de guarda y para la restitución de la cosa
depositada (art. 1357). A pesar de que el texto no lo
menciona expresamente también debe el depositante a
nuestro entender resarcir al depositario los daños que
hubiera sufrido en virtud de la guarda de la cosa y que no
le fueran imputables.

III. Anotaciones Jurisprudenciales:

 El ofrecimiento gratuito de los hipermercados -con el propósito de


atraer a la potencial clientela- del servicio accesorio de
estacionamiento en la playa contigua al establecimiento, hace nacer
un vínculo contractual (Cciv: 1137) que se rige por las normas del
depósito, cobrando capital importancia la obligación de custodia y
restitución con sustento en Cciv: 2182 (cfr. Fernández R. y Gómez
Leo O., "Tratado Teórico Práctico de Derecho Comercial", Ed.
Depalma, 1987, t. III-B, ps. 327/328). || Sucesión de Pedro Petruzzi y
otros vs. Cencosud S.A. y otro s. Ordinario /// CNCom. Sala E;
19/03/2009; Prosecretaría de Jurisprudencia de la CNCom.; RC J
15153/09
 A este vínculo debe asignarse naturaleza comercial, pues es
mercantil el contrato que se celebra con un no comerciante que tiene
por objeto o nace de un acto de comercio y por otra parte resulta
indiscutible la calidad de comerciante que revisten quienes explotan
comercios -supermercado-, debiendo tenerse en consideración,
además que el "objeto o acto de comercio" requerido por la norma
está configurado, en el supuesto examinado, por la circunstancia de
que el ofrecimiento de un lugar para estacionar no es un servicio
prestado de una manera desinteresada, atento que las erogaciones
que genera su mantenimiento aparece regularmente trasladado al
precio de las compras que efectúan los clientes y que constituyen su
objeto principal. Esto último permite predicar, en una apreciación
general, y teniendo presente que toda empresa mercantil se
constituye y desarrolla para obtener lucro, la ausencia de gratuidad, lo
cual descarta la posible existencia de un vínculo de carácter civil
(arts. 957 y 1357, Código Civil y Comercial). || Gaspar, Octavio Raúl
vs. Coto Centro Integral de Comercialización S.A. s.
Ordinario /// CNCom. Sala E; 11/03/2019; Rubinzal Online; RC J
3993/19.
 El vínculo que une al supermercado con el cliente que
estaciona su vehículo en la playa de estacionamiento de
aquél es de naturaleza contractual, configurándose una
relación contractual atípica, pues si bien, por sus
características, podría asimilarse al depósito gratuito
(art. 2182, Código Civil), en tanto facilita gratuitamente
la guarda del vehículo, el ánimo de lucro hace que
exceda ese encuadramiento, por lo que se trata de un
contrato innominado (art. 1143, Código Civil) semejante
a lo que ocurre con los guardarropas de los restaurantes
o salas de espectáculos, ofrecidos como servicios
accesorios de su actividad principal a fin de facilitar o
incrementar esta última. 0.01 || Omega Cooperativa de
Seguros Limitada vs. Carrefour rgentina S.A. s.
Ordinario /// CNCom. Sala C; 01/04/2008; Rubinzal
Online; RC J 3377/08

IV. Comentarios:

El CCC ha considerado al contrato de depósito como oneroso, en principio,


estableciendo una presunción en tal sentido. El precio del servicio surgirá de
lo acordado por las partes. En caso de que nada hubieran pactado, el CCC
nada ha previsto, razón por la cual, se podrá recurrir como pauta
hermenéutica, a lo dispuesto por el art. 573 del derogado Código de
Comercio, que establecía que si ninguna comisión se hubiese estipulado por
las partes, ni se hallase en el uso de plaza, la misma deberá ser determinada
por arbitradores. Es decir, como enseña Di Chiazza 35, si no hubiera acuerdo,
se podrá tener en cuenta los valores y prácticas de plaza y a falta de
acuerdo, deberá ser fijada judicialmente.

La presunción de onerosidad tiene relevancia para el caso de que no se


llegue a entregar la cosa o entregada se solicite ante tempus la restitución de
la misma. Si ello ocurre por decisión del depositante o por culpa del mismo,
debe la remuneración pactada por todo el plazo del contrato, excepto pacto
en contrario. El depositante no debe en cambio los gastos ordinarios y
necesarios para la conservación de la cosa, pues se supone que se
incluyeron en el precio del servicio de guarda. El depositario, en caso del
depósito oneroso, debe dar aviso inmediato al depositante, si para la
conservación de la cosa es necesario realizar gastos extraordinarios, sin
perjuicio de que en caso de urgencia debe realizar los gastos razonables
causados por actos que no puedan demorarse. Estos gastos y los de
restitución son por cuenta del depositante. (art. 1360 segundo párrafo del
CCC).

Las partes pueden acordar, en el marco de la autonomía de la voluntad, que


el depósito sea gratuito, es decir que no se deba contraprestación alguna por
el servicio de guarda de la cosa. Sin embargo, el depositante debe
reembolsar al depositario los gastos razonables en que incurra para la
custodia y restitución. La primera obligación puede surgir aun cuando no se
haya entregado la cosa en definitiva, si el depositario ha realizado gastos en
miras a la custodia de la cosa que no llegó a efectivizarse. Nada se deberá
en cambio obviamente en concepto de gastos de restitución de la cosa. La
teleología de la norma es que el depositario solo se sacrifique
patrimonialmente por el servicio de guarda que se obliga a prestar, sin que
experimente un sacrificio complementario.
V. Bibliografía:
* Alou Stella Maris, Contrato de Depósito en el Código Civil y Comercial, en Código
Civil y Comercial de la Nación, Contratos en Particular, (Dir. Stiglitz), la Ley 2015,
pgs. 183 y ss.

* Pita, Enrique Máximo, Comentarios de los arts. 1356 y ss. en Código Civil y
Comercial de la Nación Comentado, V. VII, (Dir. Lorenzetti), pgs. 169 y ss., Edit.
Rubinzal Culzoni, 1° Edición, Santa fe 2015.

* Di Chiazza, Ivan G., Depósito, en Contratos, Parte Especial, (Dir. Rivera, Medina),
Edit. Abeledo Perrot, Buenos Aires 2017, 547.

35
Di Chiazza, Ivan, ob. Cit. Pg. 562 y jurisprudencia citada en la nota 11.
* Leiva Fernandez, Luis, Depósito, Código Civil y Comercial, Tratado Exegético, (Dir.
Alterini), T. VII, pgs. 891 y ss., Edit. La Ley, Buenos Aires 2016, pgs. 891 y ss.

ARTICULO 1358.- Obligación del depositario. El depositario debe poner en la guarda de la


cosa la diligencia que usa para sus cosas o la que corresponda a su profesión. No puede
usar las cosas y debe restituirlas, con sus frutos, cuando le sea requerido.

I. Concordancias: Arts. 1367; 1366, 1376, 1708 y ss.

II. Interacción normativa: El CCC establece que el depositario tiene


las siguientes obligaciones: 1º Obligación de guarda y
conservación de la cosa (arts. 1356 y cc.); 2º obligación de
abstenerse de usar la cosa depositada, 3º obligación de restituirla,
en principio con sus frutos.

III. Anotaciones Jurisprudenciales:

* El plazo de diez días dispuesto en primera instancia para el cumplimiento


de la condena a devolver las sumas recibidas por el demandado resulta
ajustado a derecho, en orden al tipo de obligación por él asumida y en base
a la documentación en que se funda el reclamo (arts. 1356 y 1358. Código
Civil y Comercial de la Nación). 0.01 || Langellotti, Martin Darío y otro vs.
Dallochio, Oscar Horacio s. Cobro de sumas de dinero /// CNCiv. Sala
B; 08/02/2018; Rubinzal Online; 005946/2016; RC J 1918/18

* El municipio accionado es responsable por la desaparición y


desconocimiento del destino de los restos mortales de una persona que fue
sepultada en el cementerio municipal, pues en su carácter de depositaria del
cadáver debía custodiar y restituir los restos, y su desaparición evidencia el
incumplimiento de las obligaciones a su cargo. • Cámara de Apelaciones en
lo Civil, Comercial, Laboral y de Minería de General Pico • Giménez, Nélida
Haydee c. Municipalidad de Caleufú • 02/08/2007 • LLPatagonia 2007
(diciembre) , 1364 • AR/JUR/6450/2007

 Constituye violación de las obligaciones de guarda y de custodia


impuestas al depositario de la cosa sustraída, si éste se vio obligado a
restituir la tenencia del inmueble que alquilaba en el que se
encontraba el objeto depositado, a raíz de la falta de pago de los
alquileres correspondientes. • Cámara Nacional de Apelaciones en
lo Civil, sala G • Bayoni, Horacio J. c. Torres, Mercedes •
03/10/2000 • JA 2001-III , 303 • AR/JUR/5735/2000
 El depositario de una máquina debe responder frente al depositante
ante los daños sufridos por ésta durante su manipulación mediante un
autoelevador, ya que las pruebas rendidas acreditan que el hecho se
produjo por haber sido operado el autoelevador sobre un terreno
humedecido que, objetivamente considerado por haber sido la
consecuencia de un acontecimiento normal, pudo y debió ser previsto
y evitado, no sólo por quien estaba al comando del artefacto sino
también por quien ordenó al conductor realizar tal menester. Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala C • 25/06/2013 •
Tecnocom San Luis S.A. y otro c. Megatom S.A. y otros s/ ordinario •
La Ley Online •AR/JUR/38572/2013

IV. Comentarios:

1. OBLIGACIONES DEL DEPOSITARIO EN EL DEPOSITO REGULAR

1.1. Obligación de guarda y conservación de la cosa: Conforme lo


establece el art. 1356 del CCC, el depositario está obligado a custodiar la
cosa. Como vimos es esta la obligación más característica del contrato. Se
señala36 que la obligación del depositario se puede limitar a salvaguardar la
integridad material de la cosa evitando sus sustracción, extravío o
destrucción, o también podría incluir la preservación de ciertas propiedades,
cualidades o estados físico de la cosa. También puede implicar ciertas
actividades por parte del depositario, es decir una determinada organización
para mantener y proteger la cosa objeto del contrato, encuadrando la
obligación de guarda una trama de prestaciones complejas en el sentido de
custodia conforme la finalidad estricta y última entendidas por las partes
(depósitos activos)37.

En cuanto a la diligencia debida, el texto distingue dos supuestos: a) En el


caso de no ser el depositario un profesional en el servicio de guarda, debe
poner las mismas diligencia en la guarda de la cosa depositada, que en las
suyas propias (culpa in concreto). Tal como se ha enseñado 38 esta
disposición consagra una excepción al principio de la apreciación objetiva de
la culpa (in abstracto), base del sistema de nuestro derecho (art. 1724 y 1721
CCC). En tal sentido López de Zavalía 39 enseña que la diligencia exigida al
depositario es la misma “que en las suyas propias”. No se le pide más, pero
tampoco bastará con menos. Habrá que tener en cuenta la persona del
depositario. No se queje el depositante si eligió a quien es negligente con las
cosas propias…Por lo demás, cuando se toma como referencia las cosas del
depositario, hay que tener en cuenta las distintas clases de cosas. No se
trata de calcular una suerte de diligencia “promedio”, sino la referida a la

36
Di Chiazza, ob. Cit. pg. 552
37
Di Chiazza, ob. Cit. pg. 553
38
Conf. Salvat, ob. Cit. Pg. 499
39
Lopez Zavalía, ob. Cit.
clase de cosas de que se trate”. Para Di Chiazza40 la exigencia responde a
un estándar mínimo de diligencia, sea el depositario persona humana o
jurídica, sea la relación onerosa o gratuita41.

Por otra parte, el Código no impone al depositario la obligación, en caso de


encontrarse en peligro la cosa depositada y las suyas, que dé preferencia a
la custodia de la depositada, lo cual es lógico, pues el contrato de depósito
se celebra en beneficio del depositante42. López de Zavalía43 aclara que esto
es así en tanto se trate de cosas de igual valor. Pero la situación cambia
cuando son de tan diferente valor que, de haber sido ambas del depositario,
éste hubiera elegido la de mayor valor. Ello sin perjuicio de reclamar el daño
sufrido al depositante por haber elegido salvar la cosa de éste y no la propia.

b) En el caso de ser un profesional en el servicio de guarda, sea persona


humana o jurídica, debe poner la diligencia que corresponda a su profesión.
En tal caso el factor de atribución sigue siendo subjetivo pero in abstracto. Es
decir, ya no se considerará la persona del depositante y la diligencia que
pone en el cuidado de las cosas propias, sino la diligencia de un profesional
medio del ramo, con el “expertise” que ello supone. En tal supuesto se
dispone que, si se encuentra en peligro cosas propias del depositante y del
depositario, éste debe dar preferencia a las depositadas por su carácter de
profesional. En tal sentido Di Chiazza 44 señala que la profesionalidad agrava
la responsabilidad o eleva el nivel de exigencia. “El depositario profesional
debe extremar las medidas y diligencias destinadas a la custodia y
conservación de la cosa. Se trata de un deber de garantía o seguridad que lo
compromete con la indemnidad de los bienes a su cuidado”.

1.2. Obligación de abstenerse de usar la cosa depositada:

El art. 1358 prescribe que el depositario, (en el caso del depósito regular
aclaramos), no puede usar, salvo pacto en contrario, las cosas recibidas en
depósito, es decir que el depósito no transfiere al depositario el uso de la
cosa depositada. No puede servirse tampoco de la cosa depositada, sin el
permiso expreso o presunto del depositante. El Código de Vélez establecía
que “Si el depositario usara la cosa depositada sin consentimiento del
depositante, es responsable por el alquiler de ella desde el día del contrato
como locatario, o pagará los intereses de ley como mutuario a título oneroso,
según fuese la cosa depositada (art. 2209 C.C.). Este último principio es lo
40
Di Chiazza, Ivan, ob. Cit. Pg. 555
41
En la misma línea parece enmarcarse Rubín, en Responsabilidad de las casas de depósito frente al
depositario, ED 10 d Abril de 2017, quien afirma que no se trata de que si el depositario es
desaprensivo en el cuidado de sus propias cosas, pueda ser dispensado de responsabilidad por
algunos descuidos, ya que la doctrina y jurisprudencia nunca han aceptado este criterio.
42
Cosa distinta a lo que ocurre con el comodato, contrato en el cual el comodatario debe preferir en
dicha situación conservar la cosa prestada, lo que se explica por ser el contrato en su beneficio. Véase
Salvat, ob. Cit. Pgs. 499-500
43
López de Zavalía, Fernando Justo, ob. Cit.
44
Di Chiazza Ivan, ob. Cit. Pg. 555
que emerge para el caso del depósito irregular del art. 1367 segundo párrafo
CCC. Estos principios pueden ser aplicables actualmente en caso de
incumplimiento45. Salvat46 enseñaba que el permiso de uso no convierte al
contrato en un comodato, pues el objeto principal sigue siendo la guarda de
la cosa, salvo agregamos, que otra cosa surja del contrato o de las
circunstancias. En tal sentido Di Chiazza47 señala que esta regla debe ser
precisada ya que determinados usos, no solo le son permitidos al
depositario, sino que incluso podría resultar obligado en base al principio de
buena fe. El punto radica en distinguir a favor de quién se realiza este uso,
ya que en el depósito debiera ser a favor del depositario.

El permiso de uso puede explicarse como un medio de compensar las


molestias personales que el depósito pueda causar al depositario. En cuanto
a las consecuencias del uso indebido por parte del depositario no autorizado,
el Código velezano distinguía: a) Si se trata de cosas que no sean dinero, el
depositario es responsable por el alquiler desde el día del contrato como
locatario. Esto no significa nuevamente que mude la naturaleza del contrato,
sino que legalmente se lo equipara al locatario y debe pagar el alquiler
correspondiente. b) Si se trata de dinero debe pagar los intereses como un
mutuario a título oneroso. El contrato tiene los efectos del mutuo en tal caso,
mas no cambia su naturaleza de depósito. En rigor, ambas consecuencias
tienen el carácter de una indemnización de daños y perjuicios por el
incumplimiento contractual, estableciendo el código velezano la base de la
cuantificación del daño.

1.3. Obligación de restituir la cosa depositada: El depositario debe


restituir la cosa depositada (art. 1356, 1358 CCC). Esta obligación presume
que la cosa efectivamente ha sido entregada para la guarda. Esta es una
obligación también nuclear del contrato. Tratándose de depósito regular, el
depositario debe restituir la misma e idéntica cosa, con sus frutos. En igual
sentido lo dispone el art. 1358 CCC. Al no distinguir la clase de frutos,
consideramos que deben restituirse tanto los frutos ordinarios como los
extraordinarios. Esta es la regla, que sufre las excepciones en caso de
haberse acordado algo distinto entre las partes o en el caso de tratarse de un
depósito irregular, en el cual no se restituye la misma e idéntica cosa, sino
otro tanto de la misma especie y calidad.

El depositario debe restituir la cosa en el estado que se encuentre, sin


responder por los deterioros que hubiese sufrido la cosa sin su culpa. Ello
porque aplicando el principio hermenéutico de los más y de lo menos, si no

45
Véase CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL: SUBSISTENCIA DE REGLAS PREVISTAS EN TEXTOS YA
DEROGADOS, López de Zavalía, Fernando (h.), Publicado en: LA LEY 07/10/2016 , 1, Cita
Online: AR/DOC/1526/2016
46
Salvat, ob. Cit. Pg. 503.
47
Di Chiazza, Ivan, ob. Cit. Pg. 556
responde por la pérdida de la cosa ocurrida sin su culpa, tampoco debe
responder por el deterioro de la cosa sin culpa, salvo de nuevo que hubiera
asumido tal obligación, o que se encontrara en mora en la restitución.

La obligación de restituir tiene una excepción en el caso de fallecimiento del


depositario, en el supuesto previsto en el art. 1366 del CCC., tal como
veremos.

IV. Bibliografía:

Alou Stella Maris, Contrato de Depósito en el Código Civil y Comercial, en


Código Civil y Comercial de la Nación, Contratos en Particular, (Dir. Stiglitz), la
Ley 2015, pgs. 183 y ss.

Pita, Enrique Máximo, Comentarios de los arts. 1356 y ss. en Código Civil y
Comercial de la Nación Comentado, V. VII, (Dir. Lorenzetti), pgs. 169 y ss., Edit.
Rubinzal Culzoni, 1° Edición, Santa fe 2015.

Di Chiazza, Ivan G., Depósito, en Contratos, Parte Especial, (Dir. Rivera, Medina),
Edit. Abeledo Perrot, Buenos Aires 2017, 547.

Leiva Fernandez, Luis, Depósito, Código Civil y Comercial, Tratado Exegético, (Dir.
Alterini), T. VII, pgs. 891 y ss., Edit. La Ley, Buenos Aires 2016, pgs. 891 y ss.

ARTICULO 1359.- Plazo. Si se conviene un plazo, se presume que lo es en


favor del depositante. Pero si el depósito es gratuito, el depositario puede
exigir del depositante, en todo tiempo, que reciba la cosa depositada.

I. Concordancias: Arts. 10, 351, 1356, 1358.

II. Interacción normativa: El CCC regula en forma particular el


tema del plazo del contrato de depósito. Se parte de la
premisa de que el contrato se celebra a favor del
depositante, quien es el que tiene interés en la guarda de
la cosa. Es por ello que se le reconoce al mismo el derecho
de solicitar la restitución de la cosa en cualquier tiempo.
Dicha facultad de rescisión, en el caso del depósito
oneroso, no lo exime al depositante de abonar la
contraprestación acordada. Ahora bien, el depositario
también goza en el caso de depósito gratuito de la facultad
de exigirle al depositante la recepción de la cosa
depositada, ya que se trata de una gestión de confianza o
amistad. En el caso de que el depositante no reciba la
cosa, podrá consignarla a cargo del depositante.

III. Anotaciones jurisprudenciales:


• Habiendo la actora manifestado su voluntad de dar por finalizado el
depósito gratuito, la depositaria se convirtió en incumplidora desde el
vencimiento del plazo que le fue otorgado para restituir los bienes y ese
incumplimiento debe presumirse culposo pues el depositario se constituye en
mora desde el momento inmediatamente posterior al requerimiento
incumplido, salvo la prueba en contrario que admite la mentada presunción
de culpa y que está a su cargo. Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Comercial, sala E • 28/06/2013 • Consulsur SA c. Asociación Mutual de
Conductores de Automotores (AMCA) s/ ordinario • La Ley Online
•AR/JUR/40087/2013

IV. Comentario:

El contrato de depósito puede haber sido celebrado por un tiempo


determinado. En tal caso cumplido el plazo se extinguirá el contrato. En el
caso de ser por plazo indeterminado, el depositario deberá restituir la cosa
cuando le sea requerido (art. 1358 CCC). Es decir, en atención a que el
depósito se celebra a favor del depositante, éste puede en cualquier tiempo,
sea el contrato por tiempo determinado o indeterminado, solicitar la
restitución de la cosa. El CCC le reconoce entonces al depositante el
derecho de rescindir el contrato en cualquier tiempo. Si el contrato es a título
oneroso, deberá el depositante, sin embargo, abonar la retribución pactada
durante el tiempo del contrato y las prestaciones accesorias que hubiera
acordado en tal supuesto, salvo pacto en contrario. En caso de ser por
tiempo indeterminado, la retribución se deberá hasta la extinción del vínculo.
En el caso de ser gratuito solo deberá abonar eventualmente los gastos en
que hubiera incurrido el depositario para la guarda de la cosa o los daños
que la cosa le hubiera producido48.

A su turno, el CCC reconoce en cabeza del depositario, si el depósito fuera


gratuito, la facultad de exigir del depositante la recepción de la cosa en
cualquier tiempo, sea o no el contrato por tiempo determinado. Es decir, se le
reconoce al depositario que no percibe una retribución por el servicio que se
obligó a prestar, la facultad de rescindir incausadamente el contrato. Se
aplicarán en ambos supuestos los principios generales de buena fe y
ejercicio regular de los derechos.

ARTICULO 1360.- Depósito oneroso. Si el depósito es oneroso, el depositante debe pagar


la remuneración establecida para todo el plazo del contrato, excepto pacto en contrario.
48
En contra Di Chiazza, ob. Cit. Pg. 558, quien afirma que la restitución reclamada por el depositante
presenta un régimen específico propio que no cabe asimilar a la rescisión incausada. Reconoce que si
es oneroso de todos modos adeuda la retribución pactada, salvo pacto en contrario. Nosotros
consideramos que si es gratuito y el depositario ya realizó gastos en vista a la guarda de la cosa y de
continuar el contrato debería el depositante abonarlos. No vemos por qué no debe hacerlo si rescinde el
vínculo. Obviamente que solo deberá resarcir los gastos ya realizados.
Si para la conservación de la cosa es necesario hacer gastos extraordinarios, el depositario
debe dar aviso inmediato al depositante, y realizar los gastos razonables causados por
actos que no puedan demorarse. Estos gastos y los de restitución son por cuenta del
depositante.

I. Concordancias: Arts. 10, 1255, 1322, 1357, 1359 CCC.

II. Interacción Normativa: El contrato de depósito se presume


oneroso, salvo que se lo hubiera configurado como gratuito.
En el caso de ser oneroso, si el contrato es por tiempo
determinado, el depositante debe pagar la retribución
establecida durante todo el plazo del contrato, salvo
disposición en contrario. En el caso de haberse celebrado por
tiempo indeterminado, el depositante solo deberá pagar
hasta el momento de la extinción del vínculo. El segundo
párrafo del artículo se refiere a los gastos que el depositario
puede realizar y la obligación de dar aviso al depositante en
el supuesto de que debiera realizar gastos extraordinarios,
sin perjuicio de realizar los urgentes que sean razonables
para conservar la cosa. Estos gastos y los de restitución de la
cosa son a cargo del depositante. Salvo pacto en contrario.

III. Anotaciones Jurisprudenciales:

 La empresa de depósitos tiene derecho a percibir una remuneración


cuando los bienes depositados no han sido retirados por el depositario
luego de producida la resolución del contrato –en el caso, ante la falta
de pago de las mensualidades pactadas- y durante todo el tiempo de
la mora, pues una solución contraria implicaría premiar la ocupación
indebida concretada con los objetos depositados y no retirados
tempestivamente por el incumplidor. Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Comercial, sala A • 11/10/2011 • Raysar S.A. c.
Nimes Amerique Du SUD S.A. s/ordinario •AR/JUR/76107/2011
 En el marco de un incidente de verificación, originado en los cánones
locativos devengados por el depósito oneroso -durante varios años-
de una máquina de propiedad de la fallida, el cual fuera admitido con
la preferencia acordada por la Ley 24522: 240, resulta procedente el
pedido de reajuste del crédito tomando en consideración los periodos
mensuales desde el mes incluido en la demanda, más intereses, hasta
la fecha de remate del bien -último día de la locación- (que fuera
adquirido por la misma incidentista). Ello así, toda vez que la
pretensión de reajuste se fundó en las mismas razones que
condujeron al tribunal a hacer lugar al reclamo inicial. En efecto, el
hecho mismo del depósito, que justificó el reconocimiento de la suma
fijada en esa resolución en concepto de cánones locativos e intereses,
perduró más allá de la demanda sin alterarse las circunstancias. De tal
modo, como dadas las mismas circunstancias ha de resolverse de
igual manera ("rebus sic stantibus"), desestimar ahora el reclamo de
cobertura de los periodos mensuales impagos implicaría consagrar un
enriquecimiento sin causa (art. 500, Código Civil). Asimismo, en esta
ocasión tampoco hay razón para excluir de la categoría del art. 240 la
consiguiente preferencia a los gastos invocados, destinados a
mantener una máquina de la quebrada, que fue finalmente subastada
en acto que produjo la interversión del título del incidentista, que pasó
a ser dueño de la cosa rematada. no impide concluir del modo
anticipado el hecho que haya sido exigua la suma obtenida en ese
remate en comparación con la envergadura de los cánones
adeudados. El valor venal de liquidación -disociado del valor del
alquiler- no pudo impedir que los cánones se devengaran según el
monto mensual fijado en la sentencia dictada (en el fuero federal), que
había dado motivo al contrato de depósito, y cuya pauta de liquidación
de la renta mensual debe ser respetada para no vulnerar elementales
exigencias de seguridad jurídica. 0.010101 || Gueller, León s.
Incidente de verificación de crédito artículo 240 en: Cooperativa
de Previsión y Comercialización Mariano Moreno Limitada s.
Quiebra /// CNCom. Sala C; 24/06/2008; Prosecretaría de
Jurisprudencia de la CNCom.; RC J 3120/08

IV. Comentarios:

1. Obligación del depositante de pagar el precio pactado por la


guarda de la cosa
El artículo que comentamos prescribe que si el depósito es oneroso, lo cual
como vimos se presume, y se celebró por un tiempo determinado, tiene
derecho el depositario a percibir el precio pactado durante todo el plazo
previsto. Ello implica que si el depositante rescinde antes tempus el contrato,
debería pagar el precio pactado por todo el tiempo previsto, salvo que se
hubiera pactado algo distinto, pues la norma es meramente supletoria. Sin
perjuicio de ello, consideramos que el Juez puede evaluar si esta pretensión
no resulta abusiva, según las circunstancias del caso, pudiendo
eventualmente morigerar el saldo a pagar.

Si el contrato es por tiempo indeterminado, consideramos que el precio debe


pagarse en la medida en que se preste el servicio de guarda. Es por ello que,
si el depositante solicita la restitución de la cosa, cesa el derecho del
depositario de requerir el pago del precio a partir de la extinción del vínculo.

2. Obligación del depositante de pagar los gastos de conservación y


restitución
El contrato de depósito en su especie gratuito hace surgir la obligación a
cargo del depositante de reembolsar los gastos que demande la
conservación de la cosa. Para ello deberá el depositario acreditar la
necesidad de los gastos y rendir cuentas a nuestro entender documentada
de los mismos, o por lo menos acreditar la razonabilidad y pertinencia de las
sumas cuyo reembolso pretende. En el caso del depósito oneroso, los gastos
de conservación ordinarios se encontrarán incluidos en el precio. Si se tratan
de gastos extraordinarios, antes de realizarlos, el depositario debe dar aviso
de inmediato al depositante, y realizar solo los gastos razonables causados
por actos que no pueden demorarse. Estos gastos extraordinarios serán
también a cargo del depositante. En caso de realizarlos sin cumplir con la
obligación de dar aviso, consideramos que solo tendrá derecho a obtener el
reembolso de los mismos en la medida en que sean razonables y urgentes,
no así del remanente, pues el depositante podría haber optado por no
realizarlos, aun a riesgo de que la cosa perezca. Se ha señalado que la
razonabilidad no es una calificación rígida y uniforme, sino que dependerá de
las circunstancias del caso49

También el depositante debe cargar con los gastos que demande la


restitución de la cosa. Como complemento de este derecho a favor del
depositario, el CCC regula el derecho de retención del mismo (art. 2587 y
cc.). En efecto, el depositario tiene el derecho de retener la cosa
depositada, hasta el entero pago de los que se le deba por razón del
depósito, incluidos el pago de la remuneración que se le hubiese ofrecido, los
gastos de conservación, de restitución que tuviera que realizar y por los
perjuicios que el depósito le hubiese causado, etc.

ARTICULO 1361.- Lugar de restitución. La cosa depositada debe ser restituida en el lugar
en que debía ser custodiada.

I. Concordancias: Arts. 874, 1367 y cc. CCC.

II. Interacción normativa: El CCC regula en forma supletoria lo atinente al


lugar de restitución de la cosa depositada. En caso de que no se hubiera
pactado algo distinto, la cosa depositada debe ser restituida en el lugar en
que debía ser custodiada.

III. Anotaciones Jurisprudenciales:

49
Di Chiazza, Ivan, ob. Cit. Pg. 563
* En torno a los depósitos efectuados en entidades bancarias, las
obligaciones principales del depositario son dos, la primera es el cuidado
activo de las cosas dadas en depósito, lo que implica la adopción de las
medidas de conservación que las cosas depositadas requieran, y en la órbita
comercial su responsabilidad debe ser apreciada más rigurosamente, en
atención a la onerosidad de su tarea. La segunda es la obligación de
restitución, con sus frutos, en el lugar convenido y a falta de indicación, en el
lugar donde se hizo el depósito, normalmente el establecimiento del
depositario. La restitución debe ser hecha cuando el depositante lo requiera,
ya que si existiera plazo para ello, siempre se debe interpretar que el plazo
ha sido fijado en interés del depositante. (Villegas C.G. "Contratos
Mercantiles y Bancarios", T.I, p. 140/142, Ed. 2005). 0.00176768
|| Giacopello de Rossiter, Marta Gladys y otro vs. Banco Itau Buen Ayre
S.A. s. Sumario /// CNCom Sala D; 29/02/2012; Prosecretaría de
Jurisprudencia de la CNCom.; RC J 6751/12

IV. Comentarios:

El CCC regula en forma supletoria lo atinente al lugar en que debe


efectuarse la restitución de la cosa, al disponer que debe restituirse en el
lugar en que debía ser custodiada, lo cual se considera superadora a la
solución prevista por Vélez en el art. 2216 del Código derogado. Esta norma
es disponible y por lo tanto las partes pueden regular en forma diversa el
lugar de restitución.

ARTICULO 1362.- Modalidad de la custodia. Si se convino un modo específico de efectuar


la custodia y circunstancias sobrevinientes exigen modificarlo, el depositario puede
hacerlo, dando aviso inmediato al depositante.

I. Concordancias: Arts. 1011, 1264, 1324, 1710 CCC.

II: Interacción normativa: En este artículo, en forma similar a lo


establecido en casos similares (v.g. art. 1324 CCC), la modificación de las
circunstancias, habilita a la parte obligada a prestar el servicio, a adecuar las
condiciones contractuales en aras de que la parte beneficiada no sufra
ningún perjuicio (art. 1710 del CCC). Sin embargo, debe dar aviso de la
modificación de la modalidad al depositante, explicando los motivos de la
misma y en qué consistieron la variación de las circunstancias.

III. Comentarios: El artículo por un lado prescribe que si se convino un


modo específico de efectuar la custodia, en principio, debe
efectuarse la misma del modo acordado. Si sobrevinieran
circunstancias que exijan modificar el modo de llevar adelante la
guarda, lo que deberá eventualmente acreditar el depositario, se lo
habilita a modificar la manera de efectuar la guarda, sin que ello
implique incumplimiento contractual. Pero, a los efectos de que el
depositante tome conocimiento de la modificación, debe darle
aviso de inmediato, comunicándole el cambio de las circunstancias
y la pertinencia del cambio de modalidad. Dicha información es
recepticia, es decir debe brindársela de manera tal que sea
recibida por el depositante y éste tome conocimiento de la
modificación o pueda tomar conocimiento utilizando la debida
diligencia. El deber de avisar es similar al que pesa sobre el
mandatario, que se encuentra previsto en el art. 1324 CCC, y tiene
como finalidad posibilitar al depositante que conozca la forma o el
modo en que se lleva adelante la guarda, los motivos
sobrevinientes que lo llevaron al depositario a tomar el cambio y
eventualmente otorgar la posibilidad al depositante de solicitar la
restitución de la cosa, si no está de acuerdo en el nuevo modo de
conservación. Lo que quedaría por resolver en el caso de depósito
oneroso es si debe el depositante en caso de rescisión del contrato
debe abonar el precio hasta el plazo convenido o si la modificación
posibilita la rescisión sin necesidad de abonar suma alguna.
Consideramos que si la modificación se encuentra justificada y no
implica mayores costos al depositante, debería pagar el precio
pactado. En caso contrario la respuesta sería negativa y lo
habilitaría a rescindir con causa el contrato.

ARTICULO 1363.- Persona a quien debe restituirse la cosa. La restitución debe hacerse al
depositante o a quien éste indique. Si la cosa se deposita también en interés de un
tercero, el depositario no puede restituirla sin su consentimiento.

I. Concordancias: Arts. 1027 y 1028.

II. Interacción normativa: Este artículo regula a quién debe


restituirse la cosa depositada. La respuesta que brinda es que se
debe restituir al depositante o a la persona que éste indique. Dicha
indicación puede ser ya manifestada al momento de la celebración
del contrato o bien con posterioridad de forma fehaciente. También
menciona el caso de que el depositante hubiera manifestado que
el depósito se celebraba en interés de un tercero. En tal caso el
depositario debe contar con el consentimiento del tercero a los
efectos de restituir la cosa al depositante o a quien indique.
III. Comentarios: La cosa depositada debe ser restituida a la persona
del depositante, cuando el contrato se ha celebrado en interés del
mismo. Este puede sin embargo, indicar sea en el contrato o con
posterioridad que la restitución debe realizarse a un tercero, en
cuyo caso el depositario se libera de su obligación de restitución al
momento de efectuarla al tercero indicado.

En el caso de que el contrato se hubiera celebrado también en


interés de un tercero (por ej. de un mandante sin representación,
mencionado en el contrato), el depositario solo puede restituir la
cosa siempre y cuando tenga el consentimiento del tercero en cuyo
interés se celebró el depósito. Ello así por cuanto el contrato se
celebró también a favor de dicho tercero. Se trata en el caso de un
contrato a favor de tercero, regulado en el art. 1027 del CCC.

ARTICULO 1364.- Pérdida de la cosa. Si la cosa depositada perece sin culpa del
depositario, la pérdida debe ser soportada por el depositante.

I. Concordancias: Arts. 1358, 1708, 1734.

II. Interacción normativa: En caso de que la cosa depositada en


depósito regular perezca sin culpa del depositario, el CCC
aplica el principio general de que la cosa perece para su
dueño y es por ello que establece que la pérdida debe ser
soportada por el depositante.

III. Anotaciones Jurisprudenciales:

• El depositario debe devolver la cosa en el estado en que se encontraba. O


sea que, tratándose de una unidad con poco uso, no puede pretenderse que
a partir del siniestro provocado por culpa del demandado se condene el actor
a soportar una modificación desfavorable respecto del "statu quo" anterior de
la cosa. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala B •
19/04/1991 • Sánchez Quiroga, Roberto c. Diil, Edgardo. • LA LEY 1991-
C , 301 DJ 1991-2 , 325 •AR/JUR/942/1991

 Corresponde responsabilizar a la concesionaria codemandada, por


haber incumplido en sus obligaciones como depositario del automotor
siniestrado, por las pérdidas que pudo sufrir el vehículo durante la
guarda, que imposibilitaron llevarse a cabo el peritaje. Ello así, en
tanto la concesionaria codemandada estaba obligada a restituir la
cosa, en idénticas condiciones en que fue recibida (CCiv: 2182), salvo
que la misma se hubiere dañado o deteriorado sin su culpa, situación
de la que no debería responder (CCiv: 2210). Asimismo, el lugar en
que debe devolverse la cosa es, en principio, aquel en que fue
depositada, salvo que el contrato indicara otro destino (CCiv: 2216).
(En el caso, la concesionaria recibió el vehículo a modo de favor,
dadas las particulares circunstancias padecidas por la actora a raíz del
accidente padecido, y a la espera de la llegada del inspector de
seguros). || Budani, Carlos María vs. BMW de Argentina S.A. y otro
s. Ordinario /// CNCom Sala D; 16/05/2012; Prosecretaría de
Jurisprudencia de la CNCom.; RC J 7394/12
 Resulta responsable el depositario por la sustracción de una
motocicleta estacionada en su playa de estacionamiento, habiendo
acreditado el reclamante que su unidad se guardaba en el lugar, que
la presencia de la moto no era ocasional ni subrepticia, por lo que
queda configurado un contrato de depósito. Cámara 1a de
Apelaciones en lo Civil y Comercial de Bahía Blanca, sala I •
31/05/2006 • Gamboa, Aldo A. v. Leonhardt, Néstor y otro •70024280

IV. Comentarios:

Lo prescripto en el art. 1364 es una aplicación de los principios generales,


en el sentido de que la cosa perece para su dueño. Es por ello que el
depositante regular debe soportar la pérdida de la cosa, si la misma ha
perecido sin culpa del depositario, salvo que éste hubiera asumido el casus o
cuando se encontraba en mora en cuanto a la obligación de restituir la cosa
depositada. Tratándose de depósito irregular la norma no aplica por cuanto el
género no perece.

ARTICULO 1365.- Prueba del dominio. El depositario no puede exigir que el


depositante pruebe ser dueño de la cosa depositada.

I. Concordancias: Art. 1357


II. Interacción normativa: En virtud de este texto se deja claro
que el depositario debe cumplir con la obligación de restituir
la cosa depositada al depositante, no pudiendo exigir que
éste acredite el dominio sobre la misma, como un previo a la
devolución, cuya obligación emerge del contrato de
depósito.
III. Anotaciones jurisprudenciales

* El depositante no tiene necesidad de justificar su derecho de propiedad


sobre la cosa para exigir su devolución, toda vez que la acción de restitución
o la sustitutiva de indemnización de los daños y perjuicios, originados en el
incumplimiento contractual de la obligación asumida por el depositario de
restituir la cosa en el mismo estado en que la recibió, no está sustentada en
el dominio del bien sino en el contrato de depósito. Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Comercial, sala A • 05/07/1991 • Cukan, Mónica M. y otros
c. Nuestra Señora del Rosario S. R. L. • LA LEY 1992-A , 87 DJ 1992-1 , 561
•AR/JUR/583/1991

* En virtud de lo dispuesto por el art. 2215 del Cód. Civil, cuando se produce
el robo del contenido de una caja de seguridad, el banco no puede
condicionar la restitución de lo depositado a que el depositante justifique el
derecho de propiedad sobre las cosas reclamadas. Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Civil, sala K • Queirolo, Oscar R. c. Banco Tornquist •
28/02/2006 • LA LEY 21/06/2006 , 9 • LA LEY 2006-D , 21 •
AR/JUR/104/2006

 En un contrato de garaje, el garajista-depositario que ha recibido en


custodia un automotor ignorando que era ajeno al usuario-depositante
no tiene acción por el depósito contra el propietario no contratante.
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, en pleno •
27/08/2008 • Tiebout, Juan Carlos c. Jivcovic, Gabriel y otro • LA
LEY 10/09/2008 , 10 LA LEY 2008-E , 406 LA LEY 22/09/2008 , 5 con
nota de Eduardo L. Gregorini Clusellas LA LEY 2008-E , 573 con nota
de Eduardo L. Gregorini Clusellas, DJ 01/10/2008 , 1562 DJ 2008-
II , 1562 ED 229 , 319 LA LEY 07/10/2008 , 6 con nota de Magdalena
B. Giavarino, LA LEY 2008-F , 29 con nota de Magdalena B.
Giavarino, JA 2008-IV , 65 Colección Plenarios - Derecho
Comercial Tomo II , 327 •AR/JUR/6706/2008

IV. Comentarios

1. Legitimación para celebrar contrato de depósito: Titularidad de la


cosa depositada. Efectos en el caso de haberse celebrado el
contrato de depósito con non domino o non poseedor

El Código de Vélez establecía en el art. 2197 que el depósito no puede ser


hecho sino por el propietario de la cosa, o por otro con su consentimiento
expreso o tácito. La jurisprudencia y la doctrina enseñaban que interpretada
textual y aisladamente esta norma, llevaría sin más a concluir que el depósito
de cosa ajena efectuado sin el consentimiento del propietario era nulo,
solución propiciada por parte de la doctrina 50. Sin embargo, ya el art. 2198
prescribía que el “depósito hecho por el poseedor de la cosa, es válido entre
depositante y depositario”. Es por ello que, la mayoría de los autores
50
Por ej. Lafaille, Héctor, "Curso de Contratos", Talleres Gráficos "Ariel", Buenos Aires,
1928, t. III, n° 289, ps. 230 y 231, aunque limitando los alcances de la nulidad al dueño de la
cosa y a los eventuales terceros interesados (acreedores), por efecto de lo dispuesto en el
art. 2198 del Código Civil
consideró que el art. 2197 no obstaba a la validez legal del depósito hecho
por quien no era el propietario de la cosa, sino que su verdadero sentido es
que el dueño no está obligado por un depósito efectuado sin su
consentimiento expreso o tácito51. Es decir, en las "relaciones internas"´
depositante-depositario, el depósito de cosa ajena es válido (art. 2198 del
Código Civil). “Rigen, pues, en plenitud los efectos del depósito, quedando
sometido, por ende, el depositario a todas las obligaciones que la ley le
impone, aun la de restituir la cosa al depositante a pesar de no ser éste su
dueño (arg. art. 2215 del Código Civil)”. Pero en las "relaciones externas"
depositario-propietario no depositante, el contrato de depósito no puede ser
invocado contra el dueño que ha sido ajeno a la relación contractual. Es
decir, la consecuencia del depósito de la cosa ajena respecto del propietario
que no prestó el consentimiento, no es la nulidad sino la inoponibilidad del
contrato (arg. arts. 1195, in fine y 1199 del Código Civil). “Y tal inoponibilidad
implica no sólo que no podrán extenderse los efectos del contrato al
propietario que no hizo ni consintió el depósito, sino también que éste tendrá
derecho a recuperar la cosa en la persona del depositario, salvo que el
depósito hubiere sido concretado por un poseedor legítimo, vale decir, con
un derecho real o personal respecto de la cosa en cuestión (locatario,
usufructuario, comodatario). En este caso, el depósito le será oponible sólo
en el sentido de no poder cuestionar su legitimidad ni, por tanto, reivindicar la
cosa mientras subsista aquella titularidad en el depositante. Con el objeto de
delimitar los alcances de la inoponibilidad del contrato respecto del dueño
que no celebró ni consintió el depósito, el Código Civil regula, en el art. 2199,
las relaciones depositario-propietario no depositante, en los siguientes
términos: "La persona que ha recibido en depósito una cosa como propia del
depositante, sabiendo que no le correspondía, no puede ejercer contra el
propietario ninguna acción por el depósito, ni puede retener la cosa
depositada hasta el pago de los desembolsos que hubiere hecho". La poca
claridad de la fórmula empleada por el texto legal generó divergencias
doctrinarias respecto de su contenido y alcance. Es que al negar "acción por
el depósito" sólo al depositario que conocía que la cosa era ajena, podría
concluirse, argumentando a contrario, que puede ejercer contra el propietario
todas las acciones emergentes del depósito, cuando ignoraba que la cosa no
pertenecía al depositante. Sin embargo, tal interpretación no puede
sostenerse a la luz del principio res inter alios que informa el contexto de los
51
Conf. Salvat, Raymundo M., "Tratado de Derecho Civil Argentino. Fuentes de las
Obligaciones", Segunda Edición actualizada por Arturo Acuña Anzorena, TEA, Buenos Aires,
1957, t. III, p. 494, n° 2402; "Código Civil y Leyes complementarias. Comentado, anotado y
concordado", ya citado, Director: Belluscio, A.; Coordinador: Zannoni, E, t. 9, ps. 864; López
de Zavalía, Fernando J., "Teoría de los Contratos", Zavalía Editor, Buenos Aires, t. 4, Parte
Especial (3), ps. 428, 429; "Código Civil y normas complementarias. Análisis doctrinario y
jurisprudencial", Dirección: Bueres, Alberto; Coordinación: Highton, Elena, Editorial
Hammurabi, Buenos Aires, 2003, t. 4 E, p. 118., citados en el fallo plenario arriba
mencionado.
arts. 2197 y 2198 del Código Civil (Código Civil y Leyes Complementarias.
Comentado, anotado y concordado", ya citado, Director: Belluscio, A.;
Coordinador: Zannoni, E., t. 9, p. 867; López de Zavalía, F., ob. cit., t. 4,
Parte Especial (3), p. 431). Y fue precisamente en este marco interpretativo
que la doctrina, en forma unánime, negó al depositario "acción por el
depósito" contra el propietario no contratante, sin importar que aquél
conociera o no que la cosa pertenecía al depositante (conf. Segovia,
Lisandro, "El Código Civil de la República Argentina con su explicación y
crítica bajo la forma de notas", Imprenta de Pablo E. Coni, Editor, Buenos
Aires, 1881, t. 1, ps. 597, 598; Llerena, Baldomero, "Concordancias y
Comentarios del Código Civil Argentino", Carlos Casavalle Editor, Buenos
Aires, 1888, t. 3, p. 283; López de Zavalía, F. J., ob. cit., t. 4, Parte especial
(3), p. 431;. "Código Civil y Leyes complementarias. Comentado, anotado y
concordado", ya citado, Director: Belluscio, A.; Coordinador: Zannoni, E., t. 9,
ps. 867 y 868; Salvat, R. M., ob. cit., t. III, p. 495; "Código Civil y normas
complementarias. Análisis doctrinario y jurisprudencial", ya citado, Dirección:
Bueres, A.; Coordinación: Highton, E., t. 4 E, ps. 121, 122). Como expresó
Machado, el art. 2199 "…no…habla de cosas hurtadas o robadas, aunque
pueden estar comprendidas, ni de castigar la complicidad, porque el mismo
efecto produciría en el depósito hecho con derecho por el poseedor de la
cosa; de lo que se trata es de no ligar al propietario al resultado de un
contrato, no celebrado por él, y que no debe impedirle recobrar su cosa…"
(conf. Machado, ob. cit., t. VI, p. 34). Resulta claro entonces que, aun
ignorando el depositario que la cosa es ajena al depositante, no podría
invocar frente al propietario los efectos de un contrato al cual éste ha sido
ajeno; porque la relación de depósito se da sólo con el depositante, es res
inter alios acta y no puede oponerse a terceros. Pues bien, en tanto no
parece que pueda apartarse aquí el principio primigenio según el cual "los
contratos producen efectos entre las partes y sus sucesores" (arts. 1195 y
1197 del Código Civil), queda sellada la suerte de la cuestión de legitimación
pasiva –pues no de otra cosa se trata- involucrada en la temática de este
plenario. Es que aun ignorando el garajista-depositario que el automotor
recibido en custodia es ajeno al usuario-depositante no podrá ejercer contra
el titular registral del vehículo ninguna acción emergente de un negocio
jurídico en el cual el dueño del rodado no ha sido "parte". En suma, la
relación de garaje, como cualquier otra contractual, sólo produce, por
principio, efectos entre las "partes" y, por lo tanto, no puede ser invocada
contra el propietario del vehículo que no consintió el acto (arts. 1195 y 1199
del Código Civil). Casi innecesario es aclarar que no obsta a tal conclusión la
circunstancia de que el garajista ignore que el vehículo entregado en
custodia es ajeno….. Ello, claro está, sin perjuicio de eventuales acciones
derivadas, no ya de ese acto jurídico, sino del enriquecimiento sin causa o de
la gestión de negocios, que atañen a todo propietario en su condición de tal
(arg. art. 2196, Código Civil)52”.

El CCC no ha reproducido los artículos 2197 y 2198 del Código de Vélez. A


nuestro entender, resultan de aplicación sus principios, en el sentido de que
para celebrar el contrato de depósito no es necesario ser necesariamente
propietario de la cosa. Si en definitiva se trata de una cosa ajena, el contrato
de depósito será válido entre depositante y depositario, pero inoponible
frente al verus domino. Tampoco podrá el depositario reclamar al verus
domino el cumplimiento de las obligaciones asumidas por el depositante, en
virtud del principio de la relatividad de los negocios.

2. Obligación de restitución.

El depositario no puede exigir al depositante, al momento de la restitución de


la cosa, que éste acredite la titularidad o dominio sobre la misma, pues la
causa de la obligación de restitución no emerge de la calidad de propietario,
sino del contrato de depósito celebrado. Es por ello que, si incumple su
obligación deberá resarcir los daños y perjuicios resultantes del incumplimiento.
El Código Civil y Comercial no prescribe qué ocurre si el depositario descubre
que la cosa ha sido hurtada. En tal caso, consideramos que se deberán
aplicar los principios establecidos en el Código velezano, en el sentido de
que si el depositario conoce que la cosa es robada o hurtada y quién es su
dueño, debe hacerle saber a éste el depósito para que lo reclame en un corto
término. Si el dueño no lo hiciera así, el depositario debe entregar el depósito
al depositante.

V. Bibliografía:
Salvat, Raymundo M., "Tratado de Derecho Civil Argentino. Fuentes de las
Obligaciones", Segunda Edición actualizada por Arturo Acuña Anzorena, TEA,
Buenos Aires, 1957, t. III, p. 494, n° 2402;

"Código Civil y Leyes complementarias. Comentado, anotado y concordado",


Director: Belluscio, A.; Coordinador: Zannoni, E, t. 9, ps. 864;

López de Zavalía, Fernando J., "Teoría de los Contratos", Zavalía Editor, Buenos
Aires, t. 4, Parte Especial (3), ps. 428, 429;

52
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, en pleno • 27/08/2008 • Tiebout, Juan Carlos c.
Jivcovic, Gabriel y otro • LA LEY 10/09/2008 , 10 LA LEY 2008-E , 406 LA LEY 22/09/2008 , 5 con
nota de Eduardo L. Gregorini ClusellasLA LEY 2008-E , 573 con nota de Eduardo L. Gregorini
ClusellasDJ 01/10/2008 , 1562 DJ 2008-II , 1562 ED 229 , 319 LA LEY 07/10/2008 , 6 con nota de
Magdalena B. GiavarinoLA LEY 2008-F , 29 con nota de Magdalena B. GiavarinoJA 2008-IV , 65
"Código Civil y normas complementarias. Análisis doctrinario y jurisprudencial",
Dirección: Bueres, Alberto; Coordinación: Highton, Elena, Editorial Hammurabi,
Buenos Aires, 2003, t. 4 E, p. 118

ARTICULO 1366.- Herederos. Los herederos del depositario que de buena fe


hayan enajenado la cosa depositada sólo están obligados a restituir al
depositante el precio percibido. Si éste no ha sido pagado, deben cederle el
correspondiente crédito.

I. Concordancias: Art. 1024, 1358 del CCC.

II. Interacción normativa: El art. 1366 CCC se aplica en el caso de


que el depositario sea una persona humana que hubiera fallecido,
sin haber indicado que la cosa estaba depositada y por lo tanto no
le pertenecía. Por lo demás parte de la premisa que los herederos
han enajenado la cosa depositada sin saber el origen de la misma,
es decir que hayan enajenado la cosa de buena fe. En tal supuesto
el depositario no tiene una acción de reivindicación contra el
adquirente, sino solo el derecho a que se le restituya el precio que
el adquirente hubiera pagado o que se le ceda el crédito si aun no
hubiera sido cancelado.

III. Comentarios:

La obligación de restituir prevista en el art. 1358 del CCC sufre una excepción en el
caso de fallecimiento de la persona del depositario, ya que se establece que los
herederos del depositario que de buena fe hubieran enajenado la cosa depositada,
solo están obligados a restituir el precio percibido en la venta, si ya hubiera sido
pagado o bien la obligación se convierte en la de ceder el crédito por el precio de la
venta, si éste todavía no se hubiera abonado. Es decir, no están obligados a abonar
el precio real ni los daños que hubiera sufrido el depositante. Sí lo estarán en el
caso de ser de mala fe53.

SECCION 2ª

Depósito irregular

ARTICULO 1367.- Efectos. Si se entrega una cantidad de cosas fungibles, que no se


encuentra en saco cerrado, se transmite el dominio de las cosas aunque el depositante no
haya autorizado su uso o lo haya prohibido. El depositario debe restituir la misma calidad
y cantidad.

Si se entrega una cantidad de cosas fungibles, y el depositario tiene la facultad de servirse


de ellas, se aplican las reglas del mutuo.

I. Concordancias: Art. 231; 232, 762, 1528.

53
Conf. Di Chiazza, Iván, ob. Cit. Pg. 561.
II. Interacción normativa: El depósito, como vimos, puede ser
regular o irregular. Este último supuesto se configura cuando se
depositan cosas fungibles como tales, obligándose entonces el
depositario a restituir no la misma e idéntica cosa, sino otro
tanto de la misma especie y calidad. Es por ello que la
propiedad de las cosas pasa al depositario, para lo cual deberá
cumplirse el modo o negocio dispositivo, según la naturaleza de
la cosa, para que se produzca el efecto real. Eventualmente se
deberá cumplir igualmente con la forma requerida, si la
hubiere. Este efecto se produce aunque no se haya autorizado el
uso o se lo haya prohibido.
Ahora bien, cuando el depositario tiene facultad de servirse de la
cosa, el negocio pasa a ser en interés del mismo y es por ello que
se aplican las reglas del contrato de mutuo.

III. Anotaciones jurisprudenciales:


 Quien recibió para guardar una suma de dinero de propiedad del
accionante debe responder por los daños y perjuicios derivados de su
pérdida, en tanto se trata de un supuesto de depósito irregular de
modo que al depositante le resulta indiferente lo que el depositario
haga con el dinero que le entregó, puesto que sólo le importa que se
le entregue una suma equivalente, siendo ésta la única obligación que
la ley le impone a este último, máxime cuando en modo alguno
demostró una imposibilidad de cumplir con lo pactado. Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Civil, sala G • 27/12/2011 • Robledo,
Víctor Hugo c. Recalde, Jesús s/daños y perjuicios • LA
LEY 15/03/2012 , 7 LA LEY 2012-B , 202 RCyS 2012-
IV , 257 DJ 11/07/2012 , 13 con nota de Marcelo Hersalis
•AR/JUR/86880/2011
 El titular de una caja de seguridad que fue robada está legitimado para
reclamar el reintegro de los bienes cuya propiedad pertenece a un
tercero más allá de que exista una cláusula contractual que prohíba la
transferencia de la locación, pues el hecho de guardar dinero de un
tercero no importa transferir la locación ni sublocar, sino la
constitución de un contrato de depósito civil irregular en los términos
del art. 2182 del Código Civil antes vigente —ahora art. 1356, Código
Civil y Comercial—. Juzgado Nacional de 1a Instancia en lo Comercial
Nro. 10 • P. N. y otros c. Banco de la Provincia de Buenos Aires s/
ordinario • 05/10/2015 • LA LEY 16/10/2015 , 7•LA LEY 2015-E , 565,
RCCyC 2015 (noviembre) , 156, DJ 02/03/2016 , 59•
AR/JUR/34518/2015
 En los casos de depósito irregular se entiende que la cosa transmitida
pasa al dominio del depositario –en el caso, se confirmó la resolución
que no había hecho lugar al pedido de restitución, en un proceso de
quiebra, de los cereales que el actor había depositado en la empresa
quebrada-, sin perjuicio de la obligación de restitución que pesa sobre
éste, que habrá de materializarse del modo previsto en los arts. 608 y
2220 del Cód. Civil, es decir, con la entrega de la misma cantidad de
cosas de las mismas cualidades. Suprema Corte de Justicia de la
Provincia de Buenos Aires • Rabellino, Lázaro Angel c. Folguera S.A. •
25/06/2008 • LLBA 2008 (setiembre) , 852 • IMP 2008-19
(Octubre) , 1713 • DJ 31/12/2008 , 2517 • DJ 2008-II , 2517 •
AR/JUR/5163/2008

IV. Comentarios:

El texto que comentamos indirectamente conceptualiza cuándo se configura


un depósito irregular. En el código derogado expresamente se decía que el
depósito es irregular (art. 2189) cuando: 1° la cosa depositada fuera dinero, o
una cantidad de cosas consumibles, si el depositante concede al depositario
el uso de ellas o se la entrega sin las precauciones del artículo anterior N° 2
(en saco o caja cerrada con llave, no entregándole ésta), aunque no le
concediera tal uso y aunque se lo prohibiera; 2° cuando representare crédito
de dinero o cantidad de cosas consumibles, si el depositante autorizó al
depositario para su cobranza”. Del actual texto surge que el depósito es
irregular cuando se entrega una cantidad de cosas fungibles, que no se
encuentren en saco cerrado y siempre y cuando no se haya otorgado la
facultad de servirse de ellas, pues en tal supuesto se aplican las normas del
mutuo. Quid respecto de las cosas consumibles? Consideramos que también
se encuadra en el caso de depósito irregular.

En el depósito irregular la propiedad de la cosa pasa al depositario, debiendo


este restituir, no la misma e idéntica cosa, sino otra de la misma especie,
calidad y cantidad. Se trata de una obligación por sustitución, como vimos.
Cabe destacar que la obligación de restituir que tiene el depositario en el
depósito irregular no es compensable, conforme se desprende del art. 930
inc. g) CCC.

En el caso de depósito irregular, el depositario responde por el riesgo de


pérdida de la cosa, pues se trata de una obligación de género que siempre
es debida. Tal como se señala no resultan aplicables ni los eximentes
generales (caso fortuito o hecho de un tercero), ni las establecidas para el
depósito regular. Por otra parte, las normas sobre la prueba del dominio de la
cosa depositada (art. 1365) o la enajenación de la cosa por los herederos del
del depositario no resultan tampoco de aplicación 54. Por lo demás esta
especie aplica sea el depósito voluntario o necesario.

Si se le otorgó la facultad de servirse de la cosa, como vimos, se aplican las


reglas del mutuo, pues ya la finalidad del contrato no sería la de custodiar la
cosa.

SECCION 3ª

Depósito necesario

ARTICULO 1368.- Definición. Es depósito necesario aquel en que el


depositante no puede elegir la persona del depositario por un acontecimiento
que lo somete a una necesidad imperiosa, y el de los efectos introducidos en
los hoteles por los viajeros.

I. Concordancias: Arts.984, 989.

II. Interacción normativa: El contrato de depósito puede ser voluntario, que


es aquél en que el depositante puede elegir libremente la persona del
depositario, por no encontrarse apremiado por una situación (ruina,
saqueo, u otros acontecimientos de caso fortuito o fuerza mayor) que lo
lleve a la necesidad de depositar la cosa y el depósito necesario, cuando
el depositante no está en condiciones de elegir la persona del
depositario, por un acontecimiento extraordinario (asimilables a
acontecimientos de caso fortuito o fuerza mayor) que lo somete a
una necesidad imperiosa de dar en depósito la cosa. Se asimila al
depósito necesario a la de los efectos introducidos en las posadas
por los viajeros.

III. Anotaciones jurisprudenciales:

 La circunstancia de que los efectos que fueron rematados


judicialmente se encontraran dentro del inmueble adquirido por el
actor no configura un depósito necesario que de derecho a
indemnización ya que para calificar de tal manera al depósito no se
tiene en cuenta la figura del depositario sino la del depositante, que se
ve obligado a dejar las cosas en un determinado lugar en supuestos
de fuerza mayor o caso fortuito, máxime cuando la aplicación de las
normas del depósito necesario no son extensibles por analogía y ha
de proceder un criterio más bien restrictivo. Cámara de Apelaciones

54
Conf. Di Chiazza, ob. Cit. pg. 5687, con cita de Pita.
Civil y Comercial de Formosa • 19/03/2015 • Maidana, Federico Miguel
c. Giménez, Ricardo Anastacio y/o q. r. r. s/ ordinario • LLLitoral 2015
(agosto) , 803 •AR/JUR/12992/2015

IV. Comentarios:

El depósito es necesario, cuando el depositante no puede elegir la persona


del depositario por un acontecimiento que lo somete a una necesidad
imperiosa de entregar las cosas en depósito, y el de los efectos introducidos
en los hoteles por los viajeros. Al justificar el por qué de la equiparación en la
nota al art. 2227 del Código de Vélez, este explicaba que “la asimilación del
depósito en las posadas con el depósito necesario, está fundada en que los
viajeros que se hospedan en ellas, están de cierto modo forzados a confiar
sus efectos a la fe del posadero.,…Ellos las más de las veces no están en
estado de elegir la posada, o puede no haber sino una posada en los lugares
a que lleguen: no conocen las localidades, o son llevados a los hoteles por la
administración que los conduce. En cuanto a la responsabilidad del posadero
Vélez mencionaba que “el hecho de abrir una posada al público, se ofrece a
recibir el depósito de lo que lleve el viajero, y este depósito no es solo en
interés del depositante, sino también en interés del depositario: el posadero
que lleva un precio por la persona y efectos de los que se alojan en su
casa” . En el caso de depósito necesario no existe ninguna forma ad
probationem, pudiendo en virtud de la imposibilidad de obtener la prueba
escrita (art. 1020 CCC), ser acreditado por cualquier medio de prueba. Por
otro lado, la responsabilidad del depositario es objetiva.

ARTICULO 1369.- Depósito en hoteles. El depósito en los hoteles tiene lugar por la
introducción en ellos de los efectos de los viajeros, aunque no los entreguen
expresamente al hotelero o sus dependientes y aunque aquéllos tengan las llaves de las
habitaciones donde se hallen tales efectos.

I. Concordancias: Art. 963, 964, 1370), 1708 y ss., 1722, 1723.

II. Interacción normativa:

El contrato de hospedaje tiene diversas fuentes regulatorias. El Estado, en


ejercicio del poder de policía en materia de turismo y hotelería ha
reglamentado la actividad, en lo referente a la habilitación y categorización
de los hoteles u otras formas de hospedajes, precios, como así también el
control de los mismos55. Desde el punto de vista del derecho privado, el CCC
55
Véase en el orden nacional Ley 18.828, su Decreto reglamentario 1818/76, en la Provincia de
Buenos Aires la ley 5254, el Decreto 3037/77, La Ley N° 5.204 y su Decreto Reglamentario N°
2.775/21 que regulan los Alojamientos Turísticos de la Provincia de Tucumán, la
Resolución 5153/2007 del ENTE AUTARQUICO TUCUMAN TURISMO (E.A.T.T.), que
reglamenta las Nuevas Formas de Alojamientos Turísticos de la Provincia de Tucumán, etc.).
regula la obligación de custodia por parte del hotelero, siguiendo así al
Código derogado, el que a su turno seguía la tradición romano germánica
sobre el tema, y el Código Civil francés 56, sin que se haya regulado
expresamente el contrato de hospedaje en su totalidad, lo cual resulta
criticable en atención a la importancia que ocupa la hotelería como servicio 57
en la actualidad y particularmente como servicio de turismo o esparcimiento.
En este sentido siguen teniendo vigencia las manifestaciones de LOPEZ
MESA58 cuando se agravia de la falta de regulación total del contrato de
hospedaje u hotelería. El afirma “en nuestros días, ante el incremento
exponencial que ha tenido el turismo en nuestro país, llama todavía más la
atención que nuestro Código Civil (y el CCC agregamos) sino todo nuestro
derecho positivo, no dedique un texto moderno, bien concebido, de amplias
miras a la responsabilidad civil derivada del alojamiento de personas”. ¨

El CCC ha regulado sí el contrato de prestación de servicios en general (Art.


1251 y ss), aplicable al contrato de hospedaje en atención a que es una
especie del mismo, ya que hotelero asume diversas obligaciones que
implican la efectiva prestación de un servicio, como por ej. el servicio de
habitación, de mucamas, comidas, etc. Es por ello que resultan de aplicación
en lo pertinente la referida normativa 59. Por lo demás la regulación de la
categoría de los contratos de consumo y la ley de defensa del consumidor
24.240 (t.o.) encuentran aplicación en tanto y en cuanto el pasajero o
huésped sea un consumidor, brindando así protección a los usuarios a estos
servicios60. Por último, también serán de aplicación las disposiciones de los
contratos por adhesión y sujetos a condiciones generales de contratación, si
el huésped no es un consumidor en la terminología legal, pero el contrato se
celebra en base a condiciones generales de contratación (lo que es la regla)
o por adhesión.

III. Anotaciones jurisprudenciales:

 (El contrato de hospedaje) es “una figura contractual sui generis que si


bien participa de ciertas características de la locación de cosa y de
56
Pita, Enrique M., Comentario a los arts. 1369 y ss. Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, T. VII, pgs. 209 y ss.
57
Alou Stella Maris, en Suplemento especial de La Ley, Contratos en particular, Director Stiglitz, pg.
199.
58
López Mesa, Código Civil y Leyes Complementarias anotados con Jurisprudencia, lexis nexis, T. II,
pgs. 717 y ss.
59
. Argeri, Contrato de Hospedaje, L.L. 1985-D, pg. 926 y ss., en sentido coincidente afirma que “…el
servicio prestado por el hotelero va encaminado directamente a lo que utiliza el viajero: habitación,
comidas, servicios accesorios, etc. e indirectamente a la persona del viajero”.
60
Alou Stella Maris, en Suplemento especial de La Ley, Contratos en particular, Director Stiglitz, pg.
199. Alou Stella Maris, en Suplemento especial de La Ley, Contratos en particular, Director Stiglitz,
pg. 202, afirma: “Finalmente debemos recordar que tal como se presentan en la realidad social el
contrato de hotelería, y su accesorio el depósito necesario en los hoteles, son normalmente
encuadrables en relaciones de consumo, siéndole además aplicables las disposiciones de la ley 24240 y
la normativa pertinente del CCC, a partir de su artículo 1090”.
servicios, entraña un contrato innominado por el cual una persona se
obliga a prestar a otra determinados servicios a cambio de una suma
de dinero, pero sin transmitir al huésped la tenencia de la habitación,
que se reserva el hotelero en su totalidad, dando simplemente
alojamiento y prestar determinados servicios a otra, a cambio de una
suma de dinero estipulado, exigible periódicamente”. Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Sala I •
23/10/1991, in re • Espinosa, Luis A. y otro, • LA LEY 1994-A, pg.
147

 (El contrato de hospedaje) es “…aquel acuerdo de voluntades que se


celebra entre empresario-hotelero que, actuando profesionalmente en
esa cualidad, presta habitualmente y de manera organizada a otro,
denominado huésped o viajero que paga un precio, el servicio de uso
de habitación y demás servicios complementarios incluido la
utilización de lugares y comodidades comunes, con o sin prestación
del servicio de comidas”. In re In re Fernández, Fabio D. c. Federación
Argentina Sindical del Petróleo y Gas Privado Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Civil, sala M, del 11/03/2002.

 “El dueño de un hotel debe responder en los términos del art. 1109 del
Cód. Civil por el fallecimiento de un cliente ocasionado por las
emanaciones tóxicas de un calefón con defectos de funcionamiento e
instalado antirreglamentariamente, ya que no podía ignorar la
situación provocada con dicho artefacto, en función de la actividad a la
que se dedicaba –arts. 509 y 512, cuerpo legal citado- y el riesgo en
que colocaba a los concurrentes a su establecimiento comercial. …El
perjuicio causado por la deficiencia de funcionamiento de un calefón a
gas …encuadra en la hipótesis del art. 1113, párrafo 2º, parte 2ª del
Cód. Civil, dado que se está ante la utilización de un artefacto como
cosa riesgosa. Es decir susceptible de producir daño por razón de su
propia naturaleza o con motivo de su uso- no siendo posible la
eximición de responsabilidad de su dueño o guardián a menos que se
acredite la culpa de la víctima o de un tercero”. Madueño Molina,
Carmen y Otro c. Díaz José y Otro, Fallado por la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, Sala I, de fecha
19/10/2004.

 “En la especie no cabe duda que entre el actor y la demandada quedó


configurado un contrato de hospedaje en virtud del cual el hotelero se
obliga a dar alojamiento por meses, días u horas, brindando servicios
auxiliares entre los que se encuentra el estacionamiento de los
vehículos correspondientes a los pasajeros, configurándose de este
modo, un depósito necesario de acuerdo a lo establecido en la última
parte del art. 2227 del Cód. Civil….En base a la responsabilidad
contractual objetiva y teniendo en cuenta que la demandada no
acreditó culpa de la víctima o caso fortuito, limitándose a cuestionar el
carácter de propietario del actor, cabe concluir su responsabilidad
atento encontrarse cumplimentadas las condiciones de
responsabilidad, alojamiento del damnificado en el hotel …. y perjuicio
ocasionado a los efectos introducidos en el establecimiento, en caso
desaparición de la motocicleta”. Cámara de Apelaciones en lo Civil y
Comercial de San isidro, Sala I, en fecha 12/03/1992 en los autos
caratulados “Tesei, Fabio L. c. Hotel Norte S.R.L”.

 “El huésped o viajero que pretende la reparación del daño sufrido en


sus efectos personales debe probar haber estado alojado en el
establecimiento y que el daño incide en dichos efectos -en el caso,
sustracción de dinero y elementos de valor-, mientras que el
demandado sólo podrá eximirse de responsabilidad si prueba que el
daño es obra del propio damnificado o bien proviene de caso fortuito o
fuerza mayor”. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, sala M,
en el caso fallado el 11/03/2002, autos caratulados Fernández, Fabio
D. c. Federación Argentina Sindical del Petróleo y Gas Privado.

 En el presente caso -cliente que resultó despojado de


sus pertenencias por un delincuente que ingresó al
establecimiento comercial "cafetería" y perpetró un robo
a mano armada- el factor de atribución no es la garantía
sino el riesgo de empresa. Así pues, puede sostenerse
que en atención al contenido imperativo de la mayoría de
las previsiones contenidas en el Código Civil y Comercial
respecto de este tipo de responsabilidad
(responsabilidad del hotelero -arts. 1369 a 1374, Código
Civil y Comercial-, aplicable por expresa disposición del
art. 1375, Código Civil y Comercial), el umbral
protectorio de la ley especial (ley de defensa del
consumidor) resulta garantido y en algunos aspectos
superado. Sólo se exime de responder por el caso
fortuito o fuerza mayor, eximentes ahora asimiladas y
tratadas unificadamente según la previsión del art. 1730,
Código Civil y Comercial. Dicha eximente sólo puede
invocarse si refiere a un hecho que no ha podido ser
previsto o que previsto no ha podido ser evitado, pero
siempre que sea "ajeno a la actividad hotelera". Ello
importa ratificar la directiva general contenida en el inc.
e, art. 1733, Código Civil y Comercial, en el sentido de
que el caso fortuito no opera como eximente de
responsabilidad cuando "constituye una contingencia
propia del riesgo de la cosa o la actividad". 0.01 || Tapia
Araya, Josué Nahun Elías vs. Starbucks Cofee Argentina
S.R.L. s. Daños y perjuicios /// CNCiv. Sala D;
05/12/2018; Rubinzal Online; 39889/2016; RC J 11249/18

IV. Comentarios:
.

1. DEFINICIÓN DEL CONTRATO DE HOTELERÍA U HOSPEDAJE

Es aquel contrato en que una de las partes organizada profesionalmente


para prestar el servicio de hotelería, se obliga a facilitarle a la otra llamado
pasajero, o huésped o viajero, el uso de una habitación para tal efecto, y
servicios accesorios (de mucama, de bar o restorán, de custodia, etc.) por un
lapso de tiempo, a cambio de un precio en dinero61

2. ANTECEDENTES HISTORICOS JURIDICOS

El hospedaje es una institución antigua, de la cual ya la Biblia da referencia.


En el derecho romano existían normas que se referían a este contrato y en lo
no regulado se resolvía pretorianamente. En el derecho romano clásico se
afirmó que la fuente de la obligación del posadero en cuanto a los efectos
introducidos en la posada era cuasicontractual. Estaba regulado como una
hipótesis de obligación de restitución. La custodia hotelera preocupó a los
romanos como derivación de las circunstancias de la época, que
determinaban una rudimentaria organización hotelera sin mayores
posibilidades de elección para el cliente y una natural desconfianza respecto
de los posaderos, a los que se presumía en colusión con gente de mal vivir 62.

61
Argeri, lo define “El acuerdo de voluntades que se celebra entre el empresario hotelero que actuando
profesionalmente en esa cualidad, presta habitualmente y de manera organizada a otro denominado
huésped o viajero, que paga un precio, el servicio de uso de habitación y demás servicios
complementarios (ropa de cama, radio, televisor, luz, teléfono, baño distribución de correspondencia,
etc.) incluido la utilización de lugares y comodidades comunes, con o sin prestación de servicios de
comidas”.
62
Pita, Enrique M., Comentario a los arts. 1369 y ss. Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, T. VII, pgs. 209 y ss.
LORENZETTI63 enseña que “La evolución posterior, principalmente en el
antiguo derecho francés, se lo consideró un depósito necesario, lo que fue
incorporado al Código Napoleón, pudiendo ser probado por cualquier medio
de prueba. De esta manera, fue receptado a las legislaciones modernas de
la familia romano germánico, las que en general no se ocupan de regular
totalmente el contrato de hospedaje, sino sólo de la responsabilidad del
posadero por los efectos introducidos en las posadas, como un supuesto de
depósito necesario. Esta ubicación metodológica es considerada incorrecta
por cuanto nada tiene que ver el supuesto de hecho con los que son
considerados casos de depósito necesario. Este es calificado por
acontecimientos extraordinarios que impiden la elección del depositario (art.
1368 del CCC), “lo que no sucede habitualmente en el caso de las posadas u
hoteles, debiendo forzarse la interpretación para llegar a un juicio de
subsunción aceptable”64. En la actualidad, salvo contadas excepciones, los
códigos de tipo latino no regulan expresamente este contrato. Entre las
excepciones se encuentran el Código Civil Federal de Méjico (art. 2666), el
Código Civil Cubano (art. 438) y el código civil Peruano (art. 1713).

En nuestro país, el C.C. de Vélez reguló solamente lo atinente al depósito de


los efectos de los viajeros considerándolo también como una especie de
depósito necesario. Por otro lado, a mediados del siglo pasado, se dictaron
normas referentes a la actividad hotelera tanto a nivel nacional, cuanto a
nivel provincial, como las mencionadas más arriba. El Proyecto de Código
Civil Unificado del año 1998, redactado por la Comisión designada por
Decreto 685/95, contempla el contrato de depósito en hoteles y la
responsabilidad de los hoteleros en los arts. 1291 a 1297.

El CCC regula, como dijimos, el contrato de prestación de servicios en


general, integrándose (art. 1252 tercer párrafo) con las reglas del depósito en
hoteles en los arts. 1369 a 1374. Es decir, si bien el CCC no reguló el
contrato de hospedaje u hotelería, sí lo hizo con el contrato de prestación de
servicios en general, y continuó la tradición de la regulación de la obligación
secundaria de custodia, como un caso especial de depósito necesario, como
así también en términos generales la responsabilidad profesional y la del
riesgo empresario. Según señala Pita65, la regulación parcial de este contrato
es insuficiente. “La compleja relación de hotelería exhibe otros problemas
que deben también ser atendidos por el legislador, con la mira puesta
prioritariamente en la protección del viajero…”. Siguiendo a Lorenzetti afirma

63
Lorenzetti, Tratado de los Contratos, T. III, pg. 683 y ss.
64
Lorenzetti, ob. Cit., Alou Stella Maris, en Suplemento especial de La Ley, Contratos en particular,
Director Stiglitz, pg. 199 afirma que la equiparación se basaría no por el hecho de su celebración en
situaciones extraordinarias que fuerzan a celebrar el contrato, sino “por la vulnerabilidad del
consumidor frente al empresario que predispone el contrato”.
65
Pita, Enrique M., Comentario a los arts. 1369 y ss. Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, T. VII, pgs. 209 y ss.
que “se trata de un servicio que debe ser estudiado y regulado dentro de los
contratos de consumo y específicamente dentro del turismo, teniendo
además en cuenta que en la hotelería actual hay una organización que aúna
hoteles, compañías de turismo, servicios de transporte, todo lo cual conforma
un conglomerado de sujetos y empresas que actúan en red, frente a un
consumidor que solo adhiere y con un alto grado de cautividad”.

3. CARACTERES DEL CONTRATO DE HOSPEDAJE

3.1. Innominado y parcialmente atípico: Porque no tiene un nombre


establecido por una norma particular, salvo la mención que hace el Código
Civil y Comercial a la figura del depósito en los hoteles en los arts. 1369 y ss.
Sin perjuicio de lo expuesto, se trata de un contrato socialmente nominado.
Además, es un contrato parcialmente atípico, por cuanto en general, como
contrato de prestación de servicios el CCC contiene una regulación (arts.
1251 y ss), como así también una de las obligaciones accesorias o
secundarias, como es la de guarda de los efectos introducidos en los hoteles,
mas no reguló específicamente el contrato de hospedaje. También existen,
como dijimos, regulaciones parciales sectoriales dictadas por el Estado
Nacional y Provincial regulando la actividad hotelera, que repercuten en las
relaciones contractuales con los clientes.

3.2. Bilateral: Ambas partes quedan obligadas recíprocamente (art. 966),


existiendo por parte del hotelero entre otras las siguientes obligaciones: a) la
de prestar el servicio de alojamiento b) la de prestar los demás servicios a los
que se hubiera obligado. A su turno el huésped, viajero, pasajero o usuario
tiene como obligación principal la de pagar por dichos servicios una suma de
dinero, que normalmente se efectúa al abandonar el hotel, siendo habitual
que suscriba un cupón de tarjeta de crédito en garantía de dicho pago.

III.3 . Oneroso: Como todo contrato bilateral es oneroso (art. 967


CCC).
III.4 Naturalmente Conmutativo: Por cuanto es cierta la existencia
y cantidad de las ventajas y sus correspondientes sacrificios para
ambos contratantes al momento de la celebración del contrato (968
CCC).
III.5 Consensual: Si bien el CCC ha eliminado teóricamente la
categoría de los contratos reales, el que comentamos se perfecciona
por el solo consentimiento, sin que sea necesario la datio rei alguna
para la conclusión del mismo. Incluso en cuanto a la obligación de
custodia o guarda surge, tal como se desprende del art. 1369 CCC por
la introducción de los efectos, aunque no se entreguen expresamente
al hotelero o sus dependientes.
III.6 No formal: Desde el punto de vista ad solemnitatem y al no
estar regulado expresamente, resultan de aplicación los principios
generales en materia de formas, es decir prima la libertad de forma
(art. 284, y cc. CCC.). En materia de prueba, en cuanto a la obligación
de guarda, al ser considerado una especie de depósito necesario, el
mismo puede ser acreditado por cualquier medio de prueba (arg. Art.
1020 CCC).
III.7 De Consumo: LORENZETTI66 sostiene que en la actualidad “la
hotelería es un servicio que debe ser estudiado y regulado dentro de
los contratos de consumo, y específicamente dentro del turismo.
Afirma que “Ya no estamos en presencia de un viajero al que
sorprende la noche y debe dejar sus efectos en una posada aislada y
sin poder elegirla, sino ante un viajero que circula por una red
comercial de hoteles, con servicios programados por cadenas
nacionales y multinacionales, con una abundante oferta, publicidad, y
una impresionante organización de medios instrumentales destinados
a la captación de los clientes. En la hotelería actual, hay una gran
organización que aúna hoteles, compañías de turismo, servicios de
transporte, empresas que mandan a sus empleados, todo lo cual
conforma un núcleo compacto que actúa en red, frente al consumidor
que sólo adhiere y con un alto grado de cautividad”. Quid si el
alojamiento no tiene como finalidad el turismo, sino que se trata de un
viaje de negocios, es decir como parte del proceso de
comercialización por ej. de un producto o un servicio. En este caso, el
huésped puede ser considerado consumidor en el texto de la ley?. Al
respecto se podrían formulan tres tesis: a) una amplia que aplicaría
aún en estos supuestos las disposiciones de la categoría de los
contratos de consumo y de ley 24240 t.o., pues la ley vigente no lo ha
excluido expresamente, b) Una tesis restringida que sostiene que las
disposiciones consumeriles se aplican exclusivamente a quien
contrata para su beneficio propio o de su grupo social o familiar y no
para los casos de incorporación del servicio a los procesos de
producción, distribución, comercialización, etc. y c) una tesis llamada
finalista, que aplicaría la ley en este supuesto, en tanto y en cuanto
exista una situación de vulnerabilidad por carecer el cliente o usuario
de igual poder de negociación. Nosotros nos inclinamos por la
segunda tesis, sin dejar de apuntar que en el caso de presentarse una
situación de inferioridad negocial se aplicarían las normas sobre los
contratos por adhesión o sujetos a condiciones generales, sin perjuicio
de la aplicación de las normas sectoriales dictadas por las autoridades

66
Lorenzetti, Tratado de los Contratos, T. III, pg. 683 y ss.
administrativas, aplicables a todo tipo de huéspedes, viajeros o
pasajeros, y las normas del CCC referentes a la responsabilidad del
hotelero por los efectos introducidos en los hoteles.
En caso de configurarse un contrato de consumo, será de aplicación la
normativa contenida en el Código Civil y Comercial de la Nación respecto a
esta categoría de contratos, como así también la Ley de Defensa del
Consumidor, en cuanto a las cláusulas abusivas, a la oferta al público y a su
integración con la publicidad, al daño, y otros aspectos de esta normativa
protectoria.

3.8.De tracto sucesivo: Pues desde el comienzo de ejecución hasta su conclusión


transcurre un cierto tiempo, mínimamente una pernoctación.
3.9. Engendra obligación secundaria de Custodia: Si bien no es esencial, como
vimos, a los efectos de la conclusión del contrato que el huésped, viajero o pasajero,
ingrese sus efectos al hotel, cuando lo hace o ingresa dentro de la esfera de
protección del hotelero, éste tiene un deber de guarda de los efectos, cuyo
incumplimiento genera el deber de resarcir, salvo el caso fortuito o fuerza mayor
ajenos a la actividad hotelera (art. 1371 CCC).

4. NATURALEZA JURIDICA

Antes de la sanción del CCC, la doctrina no era uniforme sobre el particular 67.
Unos lo consideraban como una especie de depósito. Otros como integrados
por otros contratos innominados, sin perjuicio de adjudicarle, propia
tipificación jurídica. Según Argeri, atendiendo a la funcionalidad del contrato,
se advierte la concurrencia de elementos más o menos típicos,
interconectados, propios a otras instituciones jurídicas tradicionales:
prestación de servicios (limpieza de habitación utilizada, servicio de mesa,
labor de mucamas, etc.), guarda de valijas, vehículo y efectos (depósito),
utilización de la habitación (locación), etc. Sin embargo, aquellos tipos
resultarían insuficientes para perfilar, dentro de la dogmática jurídica al
hospedaje, pues no se agotaría en ellos la nómina de los elementos
estructurales y funcionales que hacen a él, dado que todo lo que
profesionalmente brinda el empresario-hotelero al huésped-viajero y lo que
pretende este último al ingresar al hotel, orienta en unidad inescindible, a una
sola causa genética y teleológica: por parte del empresario-hotelero: obtener
una retribución patrimonial al brindar un servicio de hospitalidad, y por parte
del huésped-viajero, gozar de los beneficios de esa hospitalidad por la
retribución que se le cobra. Por ello este contrato tiene perfiles propios, a
pesar de que en algunos momentos surgen elementos de otros tipos
contractuales68. Se afirmaba entonces que se trataba de un contrato de
naturaleza mixta compleja, abarcando las figuras de locación de cosas, de la
67
Argeri, Contrato de Hospedaje, cit., pg. 926 y ss.
locación de servicios, y del depósito, pudiendo existir incluso prestaciones
accesorias, como por ej. Compra de bebidas, comidas, etc. Es decir,
estamos en presencia de una figura jurídica con caracteres propios que
impiden su encuadre a las figuras existentes, conteniendo efectivamente
características de los contratos antes referidos69.

Actualmente con la regulación de los servicios en sentido amplio que


contiene el CCC, consideramos que este contrato es parcialmente típico y
socialmente nominado. El mismo puede ser encuadrado como una especie
de contrato de servicios, surgiendo en forma accesoria entre otras una
obligación de guarda, razón por la cual, como vimos, se le deben aplicar las
normas establecidas para los servicios, las específicas de la obligación de
guarda, las referentes a la responsabilidad profesional que asume frente al
huésped, las del riesgo profesional de la actividad, y las sectoriales dictadas
por las autoridades administrativas.

5. DIFERENCIAS CON OTRAS FIGURAS

5.1. Con el contrato de locación de cosas:

El contrato de locación de cosas, conforme a lo dispuesto por el art. 1187 del


CCC tiene por finalidad el uso o uso y goce temporario de una cosa por un
cierto tiempo, a cambio de un precio en dinero. En el caso se podría
confundir con la locación inmobiliaria de una habitación, y aún más si la
habitación cuyo uso se loca se encuentra físicamente dentro de un hotel. La
distinción surgirá del contenido del negocio celebrado. Pautas para inclinarse
por un contrato de locación son las siguientes: a) El plazo del contrato:
Normalmente en los contratos de locación se pactan plazos más prolongados
que en el contrato de hotelería. Consideramos que si se concluye que el
contrato celebrado es de locación serán de aplicación los plazos mínimos
establecidos en el art. 1198 CCC. b) Si se ha pactado solo el uso de la
habitación, el contrato será de locación. Puede ser que también se haya
pactado el servicio de mucama u otros servicios vinculados al mejor uso de
la habitación locada. En este caso la diferencia se diluye pero si es solo
vinculado a la habitación consideramos que no debería dejar de verse un
contrato de locación por esta circunstancia. Ahora si además del uso de la
habitación se han pactado los servicios propios de hotelería, nos inclinamos
a ver en tal supuesto un contrato de hospedaje y no de locación70.

68
En idéntico sentido Panccio, Daños y Accidentes en la Hotelería, López Cabana R., Director, lexis
nexis Nº 2104/000899.
69
CNCrim. Y Correc., Sala I, 23-X-1991, E.D. 145-611, citada por PANCCIO.
70
. Véase Cámara 2a de Paz Letrada de Córdoba • 23/05/1977 • Agüero de Olaiz, Perla O. c. Urquiza,
Ramón D. y otros; Cámara Nacional de Apelaciones Especial en lo Civil y Comercial, sala III •
27/06/1980; Russomanno, Nersa y otros c. Ramos o Ramos Carrión, Francisco • LA LEY 1981-B, pg.
556.
ARGERI71 afirma que en el contrato de locación de inmueble, el contrato
tiene un plazo mínimo legal, regulándose el uso del inmueble locado por los
principios propios al ordenamiento privado, y lo que resulta ser fundamental,
el hotelero no se desprende de la “tenencia” de la habitación, así como la
ocupación y la disponibilidad jurídica de esa habitación y ambientes que
utiliza el viajero. En el contrato de hospedaje en principio, la permanencia del
viajero resulta ser transitoria, de paso, y la administración pública interviene
en diversos aspectos, incluso imponiendo ciertas normas sobre salubridad,
seguridad y moralidad públicas y hasta formulando clasificaciones en punto
al precio retributivo a satisfacerse por la utilización del hotel.

5.2. Con el contrato de depósito regular:

Puede existir un contrato de hospedaje, sin que el huésped lleve consigo


más que la ropa que usa, con lo que no introduce efectos en el hotel,
susceptibles de hacer emerger el deber de custodia ínsito en el contrato de
hospedaje. Aun cuando introduzca efectos en el hotel o lugar de alojamiento,
no se entrega en general las mismas para su guarda. Si el pasajero o
huésped lo hiciera, se configuraría a la par del contrato de hospedaje, un
contrato de depósito regular normalmente sin plazo, o con plazo tácito
(mientras dure el alojamiento) debiendo el titular del establecimiento restituir
las mismas cosas depositadas cuando el pasajero lo requiera (art. 1358
CCC). En caso de que el hotelero no se obligue a recibir los efectos del
huésped, si bien no se perfeccionaría un contrato de depósito, la mera
introducción de los mismos en el establecimiento, hace surgir en cabeza del
hotelero la obligación de guarda, en rigor como si fuera un depósito
necesario desde el punto de vista de la prueba y de la responsabilidad civil,
mas no se configura teóricamente un contrato de depósito, pues los efectos
quedan en poder de pasajero. El hotelero, sin embargo, tiene ex lege la
obligación de custodia, pues los efectos se encuentran dentro de su ámbito
de protección y además él o sus dependientes tienen acceso a la habitación
del pasajero aún en su ausencia, razón por la cual deben velar por la
integridad de los bienes del pasajero, con las limitaciones que se establecen
en el código y que veremos más adelante. También se diferencian ambos
negocios en que en el depósito el fin esencial o la prestación nuclear del
depositario es la guarda o custodia de la cosa (art. 1356 CCC), mientras que
en el contrato de hospedaje el hotelero asume otras obligaciones nucleares
(el uso de una habitación, el servicio de mucama, etc.), siendo la obligación
de custodia secundaria o accesoria a éstas. El depósito puede ser gratuito u
oneroso (presumiéndose tal ex art. 1357 CCC), mientras que el contrato de
hospedaje es esencialmente oneroso.

71
Argeri, ob. Cit.
6. FORMA Y PRUEBA
El contrato de hospedaje es no formal, desde el punto de vista ad
solemnitatem (art. (Art. 284, y cc. CCC.). En materia de prueba, en cuanto a
la obligación de guarda, al ser considerado una especie de depósito
necesario, el mismo puede ser acreditado por cualquier medio de prueba
(Arg. Art. 1020 CCC).

LORENZETTI72 enseña que “las raíces históricas de la asimilación de este


vínculo con el depósito necesario fue facilitar la prueba. En este sentido, este
contrato puede demostrarse por cualquier medio”. Nosotros consideramos
que el contrato de hospedaje normalmente se celebra en forma verbal y por
lo tanto no es el tipo de contratos que sean de uso instrumentar y por lo tanto
puede ser probados por testigos (art. 1019 CCC), es decir que puede ser
acreditado por cualquier medio de prueba. Por otra parte, queremos dejar
aclarado que la introducción por parte del huésped o pasajero de sus efectos
al hotel no implica per se la conclusión del contrato de hospedaje (piénsese
en el caso de un pasajero que ingresa al hotel con intención de hospedarse,
pero no hay habitaciones disponibles). En ese caso surge la obligación legal
de custodia, conforme lo establecen los arts. 1369 y cc del CCC, aunque no
se llegue a perfeccionar un contrato de hospedaje.

7. OBLIGACIONES DE LAS PARTES

7.1. OBLIGACIONES DEL –HUESPED-VIAJERO-USUARIO

7.1.1. Obligación de pagar el precio: La obligación nuclear que asume el


huésped, viajero o usuario es la de pagar el precio. Dicho precio será exigible
cuando el huésped abandone el hotel en caso de alojamiento por pocos días
o periódicamente en los más extensos. En garantía del cumplimiento de
dicha obligación, el hotelero goza del derecho de retención de los efectos
introducidos al hotel previsto en los arts. 2587 y ss. y en la práctica se le
hace suscribir al pasajero un cupón de una tarjeta de crédito, cupón que será
utilizado para cancelar el hospedaje o destruido al momento de pagarse el
precio y retirarse el pasajero del hotel. La obligación del huésped conforme a
lo dispuesto en el art. 2562 inc. c) CCC prescribe a nuestro entender a los
dos años de ser la misma exigible.

Si no se ha pactado expresamente el precio, debe entenderse implícitamente


aceptada la tarifa uniforme establecida por el hotelero, siempre que se
adecue a la categoría del hotel que se trata, o en su defecto se lo

72
Lorenzetti, Tratado de los Contratos, T. III, pg. 683 y ss.
determinará conforme a los usos de plaza. ARGERI 73 apunta que en el
supuesto de que el viajero carezca de fondos para el pago del precio, “el
ordenamiento legal dispone, conforme a los hechos relevantes que tipifiquen
el evento penalmente doloso, sanción punitiva en tanto se habría consumado
defraudación”. En tal sentido la jurisprudencia ha sostenido que “comete el
delito de estafa quien aparenta de manera suficientemente convincente
según las costumbres del tráfico, quien a sabiendas utiliza un servicio de
pago inmediato al público, como es un hotel y abandona el lugar sin pagar
los adeudado”74.
7.1.2. Respetar el reglamento interno del Hotel: El huésped o pasajero o
usuario debe respetar los reglamentos e instrucciones del titular del
establecimiento, con relación al uso de las habitaciones, ingreso de
terceras personas a la habitación, y demás normas de convivencia,
entre ellas mantener silencio durante los horarios de descanso
preestablecidos. En caso de que no existiera un reglamento, debe
usar las habitaciones y demás espacios comunes y servicios conforme
a los usos. En caso de violación del reglamento interno, el hotelero
tiene el derecho de solicitarle que se retire del mismo, es decir de
rescindir el contrato.
7.1.3. Pagar los servicios accesorios que pudiera haber contratado, como
por ej. desayuno, almuerzo o cena, si el precio no incluyera tales
prestaciones (denominados desayuno incluido, media pensión o
pensión completa).
7.1.4. Deber de dar aviso en caso de introducir efectos de gran valor
(art. 1372 del CCC.)
7.1.5. Responder por los daños y perjuicios que ocasione al excederse en
la utilización normal de las cosas puestas a su servicio y que usare75.

7.2. OBLIGACIONES DEL EMPRESARIO HOTELERO

Se distingue76 las obligaciones del hotelero con relación a la persona del


huésped-viajero y con relación a las cosas y efectos que el viajero lleva
consigo.

A. Respecto de lo primero, tenemos las siguientes obligaciones:

7.2.1. Conceder el uso de una habitación apta, por el tiempo en que el


servicio fue contratado, de acuerdo con la categoría del hotel de que
73
Argeri, ob. Cit.
74
Cámara Nacional de Apelaciones de lo Criminal y Correccional, Sala I, en el caso Breglia
Arias, Omar, de fecha 09/10/1990, publicado en L.L. 1991-B, 183
75
PANCCIO, ob. Cit.

76
Argeri, ob. Cit.
se trata y prestar los demás servicios accesorios contratados.
7.2.2. Otorgarle seguridad y tranquilidad a la persona del viajero: El
Hotelero tiene un deber de seguridad respecto del Pasajero.
ARGERI77 señala que “Esta garantía no se agota dentro del local en
que se presta el servicio, sino que conforme a la situación de hecho
podría extenderse al transporte del viajero desde un lugar convenido
al lugar de destino del hospedaje; y en su caso, terminado el
hospedaje desde este lugar hasta el punto inicial de partida. Desde
otro aspecto se extiende a actos de terceros dentro del local de
hospedaje y en la hipótesis precedente durante el traslado. Esto
importa un deber jurídico implícito en la contratación, por lo que el
hotelero deberá adoptar toda medida propia a una conducta prudente
y diligente en el cumplimiento del deber a su cargo”. Actualmente se
enseña78 que en el CCC la responsabilidad civil del hotelero respecto
a daños en la persona deben resolverse según las reglas generales
de la responsabilidad civil, contenidas en los arts. 1708 y ss.
“Encontrándose implícita con la relación de hotelería una obligación de
seguridad respecto de las personas hospedadas y debiendo ella ser
calificada como de resultado, el factor de atribución de
responsabilidad debe ser considerado objetivo en los términos
enunciados por el artículo 1723 CCC, pudiendo el responsable
liberarse sólo demostrando la causa ajena (art. 1722)”. Así lo afirmó la
jurisprudencia79, durante la vigencia del código derogado a raíz de la
caída del actor en una pista de baile durante una fiesta en el hotel
demandado. La Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires,
remarcó no sólo que el titular del establecimiento no era responsable
en virtud del art. 1113 del C.C. 2º párrafo (Código derogado), si el
daño se había producido por culpa de la actora80.
El hotelero responde en el caso de que el daño se haya producido por
deficiencias o irregularidades del establecimiento en las instalaciones
de los servicios de luz, gas, etc. También responde por incumpliendo
del deber de seguridad cuando no adopta las medidas necesarias
para evitar daños en la vida o integridad física de los pasajeros o de
sus bienes, producidos por malvivientes81. Este deber de prevención
del daño surge en la actualidad del art. 1710 del CCC, incs. a. y b.

77
Argeri, Contato de Hospedaje, L.L. 1985-D, pg. 926-1465
78
Pita, Enrique M., Comentario a los arts. 1369 y ss. Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, T. VII, pgs. 211 y ss.
79
Cámara Nacional de Apel. En lo Civil, Sala J, en los autos Gubiosi, Néstor J. c. Alvear Palace Hotel
y otro de fecha 11/08/2005. En igual sentido la Cámara 1ª de Apelaciones en lo Civil y Comercial de
la Plata, Sala I, en los autos M., J.A. y otra c. Provincia de Buenos Aires y otros, de fecha 29/06/2004.
80
En los autos Román Jorge O. y otra c. Circulo de Suboficiales de las Fuerzas Armadas, de fecha
28/10/1997
81
Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de la 6ª Nominación de Córdoba en los autos
caratulados “Ruggeri, Aldo S. y otra c. Lebeau, Hugo A, de fecha 24/06/2004.
primer párrafo, sin que pueda reclamar el reembolso que se menciona
en el referido artículo.

7.2.3. Impedir que terceros perturben la estadía normal del viajero.


Dentro de dichos terceros se incluyen los dependientes del titular del
establecimiento, y otros huéspedes del mismo.

7.2.4. Poner a disposición del viajero, dentro del local del hospedaje,
todos los servicios de personas y cosas organizadas para esa
finalidad (por ej. Recibir correspondencia, obtener información,
calefacción, aire acondicionado, recibir visitas y poner a disposición
del huésped las comodidades del hotel, etc.)

7.2.5. Asistir al viajero en caso de enfermedad, requiriendo los servicios


médicos o de urgencia pertinentes.

7.2.6. En caso de fallecimiento del viajero, informar inmediatamente a


sus familiares o personas de su vinculación, sin perjuicio de denunciar
el hecho ante las autoridades competentes.

7.2.7. Informar al huésped sobre las condiciones y demás modalidades


de la prestación del servicio. Tratándose normalmente de una
relación de consumo debe dar cumplimiento a lo dispuesto en el art.
1100 del CCC y 4º y cc., 19 de la ley 24.240 t.o.

7.2.8. Cumplir con el art. 1098 y 8º bis de la ley 24240, t.o., en el sentido
de que debe garantizar condiciones de atención y trato digno y no
discriminatorio a los huéspedes o viajeros. Se le reconoce al mismo el
derecho de admisión, pero en ejercicio del mismo, deben abstenerse
de desplegar conductas que coloquen a los huéspedes en situaciones
vergonzantes, vejatorias o intimidatorias. No pueden ejercer sobre los
huéspedes extranjeros en principio diferenciación alguna (art. 1098 del
CCC) sobre precios, calidades comerciales o cualquier otro aspecto
relevante sobre los bienes y servicios que presta, si es que la
autoridad de aplicación correspondiente no autoriza realizar
excepciones, las que deben estar autorizadas en razón de interés
general.

7.2.9. Asegurar al viajero la propiedad, tenencia, uso regular de las


cosas, efectos y vehículos que introdujere en el hotel (art. 1370,
inc. b. CCC). De dicha responsabilidad no puede eximirse de la
misma por avisos que hiciera públicos anunciando no responder por
pérdidas, sustracción o deterioro de los efectos que el viajero hubiere
introducido en su hotel (art. 1374 CCC, salvo lo dispuesto en los arts.
1372 y 1373, que veremos). Recordemos además que esta pretensión
también resultaría no convenida por aplicación del art. 988 CCC, 1117
CCC y 37 de la ley 24240 t.o. En cuanto a los vehículos introducidos
en el hotel, la cuestión se encuentra hoy regulada expresamente en el
art. 1370 inc. b. CCC.

7.2.10. Establecer todas las medidas de seguridad y otras que


razonablemente puedan esperarse (art. 1070 inc. b).

7.2.11. Guardar y custodiar las cosas que el huésped o viajero le


hubiera entregado. En este caso tal se configura un contrato de
depósito conexo o accesorio al contrato de hospedaje, siéndole de
aplicación lo dispuesto en los arts. 1368 y cc. CCC

8. PRESCRIPCIÓN DE LAS OBLIGACIONES EMERGENTES DEL


CONTRATO DE HOSPEDAJE
En cuanto a la prescripción de las acciones, durante la vigencia de derogado
código civil, considerábamos que la prescripción difería según cuál fuera la
fuente de la responsabilidad. Si se reclamaba basándose en lo dispuesto en
los arts. 1118 y cc. del C.C. derogado, la prescripción era bienal. Tratándose
de una relación de consumo, el plazo de prescripción era de tres años (art.
50 1era parte, ley 26361), y si era contractual el plazo era decenal (art.
4023), salvo el caso del pago del alojamiento, cuya prescripción era anual,
de conformidad a lo previsto en el art. 4035 inc. 1º del C.C. Ahora bien,
como el plazo decenal, en el caso que corresponda su aplicación, era
superior al establecido en la ley de defensa de consumidor, era éste el plazo
a aplicar en virtud de lo prescripto en los arts. 3 y cc. de la ley 24.240, t.o.

En la actualidad consideramos que si lo que se reclama es el pago del


alojamiento la prescripción es de dos años. En virtud de lo establecido en el
art. 2562 inc. c., mientras que en los demás casos la prescripción será de
cinco años, salvo el caso de responsabilidad civil en el cual el plazo será de
3 años. Cuando se accione en base a la responsabilidad civil
(extracontractual), el plazo será de 3 años, como por ej. el reclamo contra el
dependiente del hotelero o contra un tercero o cuando no llegue a celebrarse
un contrato de hospedaje.

9. Legitimados por la norma

9.1. Legitimación activa


Conforme se desprende del art. 1369 CCC, el hecho de que el huésped
introduzca sus efectos en el hotel hace surgir, una especie de depósito
necesario, entre el primero y el hotelero. Este depósito, a nuestro entender,
no implica la existencia de un contrato conexo con el contrato de hotelería,
sino una obligación secundaria emergente del mismo.

El hotelero responde por los daños sufridos por la pérdida o menoscabo


sufrido por los efectos introducidos por los viajeros en los hoteles, aun
cuando no se hubiera entregado expresamente los mismos al hotelero o sus
dependientes y aunque el huésped o viajero conserve en su poder las llaves
de la habitación donde se aloje. La doctrina ha puntualizado que por viajero
no solo debe entenderse aquél que se aloje efectivamente en el hotel, sino
también aquél que ingrese al establecimiento con miras a la celebración del
contrato, aunque finalmente no se formalice, por ej. por falta de plazas
disponibles82. En este caso como vimos la responsabilidad del hotelero no
emerjerá del contrato de hotelería, sino será legal. No debe considerarse
“viajero” el visitante ocasional, ni quien vive en el hotel por haber locado una
habitación83. Cabe mencionar, como lo enseña LOPEZ MESA 84, que este
supuesto de responsabilidad no se aplica a los daños causados en las
personas85, lo que no implica obviamente que éstas no estén amparadas,
como surge de lo mencionado más arriba. El factor de atribución de la
responsabilidad es objetivo, liberándose el hotelero sólo en caso de que el
daño, tal como veremos, sea causado por caso fortuito o fuerza mayor ajena
a la actividad hotelera (Art. 1371 CCC), o en principio respecto de las cosas
dejadas en los vehículos de los viajeros (art. 1371, segundo párrafo).
Comenta Arias Cau86 que esta norma resulta más acertada desde el punto de
vista técnico que la contenida en el Proyecto de 1998 (art. 1292), pues no se
fija un límite de responsabilidad, lo que reside en que se sancionan normas
que permiten a las partes resolver entre sí los problemas que se susciten,
debiendo el hotelero asumir los riesgos derivados de su actividad lucrativa,
entre los cuales se encuentran los daños o pérdidas de las cosas
introducidas, y que estos riesgos son normalmente asegurables.

Por otra parte, como enseña LOPEZ MESA 87 este supuesto de


responsabilidad objetiva y agravada constituye un supuesto complejo, al
involucrar en parte una responsabilidad propia, a la que se suma una
responsabilidad refleja, al responder el hotelero por el hecho de sus
empleados y dependientes (Art. 1753 CCC), como así también por los
hechos de un tercero indeterminado.
82
Alou Stella Maris, en Suplemento especial de La Ley, Contratos en particular, Director Stiglitz, pg.
200 con cita de Zunino, “Depósito y otras relaciones de guarda, Ed. Astrea, pg. 244.
83
Conf. Alou Stella Maris, en Suplemento especial de La Ley, Contratos en particular, Director
Stiglitz, pg. 200
84
López Mesa, ob. Cit. Pgs. 717 y ss..
85
Pita, Enrique M., Comentario a los arts. 1369 y ss. Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, T. VII, pgs. 214 señala, siguiendo a Zunino que esta norma tampoco se aplica a los
animales domésticos, aun cuando el hotelero haya consentido el ingreso.
86
En Contrato de Hospedaje. Responsabilidad del Hotelero. Proyectos de Unificación del Derecho
Civil y Comercial, de fecha 9 de mayo de 2013, Cita MJ-DOC-6265-A/MJD6265
87
López Mesa, ob. Cit.
8.2. Legitimación Pasiva: El que responde es el titular del establecimiento
hotelero, persona humana o jurídica, co-contratante del huésped o viajero.
En caso de ser varios los titulares, la responsabilidad sería solidaria. Los
empleados o dependientes autores del daño, también responden en forma
con concurrente con el hotelero88.

9.BIBLIOGRAFIA

Arias Cau, Javier, Responsabilidad del Hotelero. Proyectos de Unificación del


Derecho Civil y Comercial, de fecha 9 de mayo de 2013, Cita MJ-DOC-6265-
A/MJD6265

López Mesa, Código Civil y Leyes Complementarias anotados con


Jurisprudencia, lexis nexis, T. II, pgs. 717 y ss.

Moeremans, Daniel: La responsabilidad civil del hotelero en el contrato de hospedaje u hotelería, en

Responsabilidad Civil, en homenaje al Prof. Dr. René Padilla, Edit. L.L. pg. 355 y ss. , Moeremans, D.,

Responsabilidad del hotelero. Rev. L.L. 29/9/2010.

Argeri, Contato de Hospedaje, L.L. 1985-D, pg. 926-1465


Pita, Enrique M., Comentario a los arts. 1369 y ss. Código Civil y Comercial
de la Nación Comentado, (Dir. Lorenzetti), T. VII, pgs. 211 y ss., Editr.
Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2015

Pita, Enrique M., Comentario a los arts. 1369 y ss. Código Civil y Comercial
de la Nación Comentado, T. VII, pgs. 211 y ss.

ARTICULO 1370.- Responsabilidad. El hotelero responde al viajero por los daños y


pérdidas sufridos en:

a) los efectos introducidos en el hotel;

b) el vehículo guardado en el establecimiento, en garajes u otros lugares adecuados


puestos a disposición del viajero por el hotelero.

I. Concordancias: Arts. 1369, 1371, 1372, 1710.

II. Interacción normativa: El art. 1370 CCC prescribe que el hotelero


responde al viajero por los daños y pérdidas sufridos en: a. los
efectos introducidos en el hotel, b. el vehículo guardado en el
establecimiento, en garajes u otros lugares adecuados puestos a
disposición del viajero por el hotelero, salvo por las cosas dejadas
en los vehículos de los viajeros. Además, pesa sobre el hotelero la
obligación de prevenir la producción de daños, conforme al art.
1710 del CCC, cuyo incumplimiento generará también
responsabilidad.

III. Anotaciones jurisprudenciales:

88
Art. 1753 del CCC
 Si la desaparición de equipaje ocurre a manos de un portamaletas que
en ese momento trasladaba el mismo, el hotel, para el cual trabaja,
debe responder por los daños ocasionados …., ya que el deber de
vigilancia de las cosas surge desde el instante en que el empleado-
maletero se avocó al traslado, y sobre la base de que el hotel aseguró
mediante la oferta tener servicio de seguridad y vigilancia. Cámara de
Apelaciones en lo Civil y Comercial de 7a Nominación de Córdoba, en
fecha 12/11/1998, en los autos “La Metro S. R. L. c. Ducal Suites Hotel
S. A. y otro”.

IV. Comentarios:

1. Extensión de la responsabilidad por daños y pérdidas sufridos

El hotelero responde en principio por todos los efectos introducidos en el hotel


y por el vehículo guardado, en garages u otros lugares adecuados puestos a
disposición del viajero por el hotelero. Es decir, si el estacionamiento de los
vehículos se realiza en otro establecimiento, cuyo destino es la guarda de
vehículos, el damnificado podrá accionar contra el hotelero por incumplimiento
del deber de custodia emergente del contrato de hospedaje o del deber de
guarda emergente del contrato de garaje, cuya responsabilidad se rige en
similares términos a la del hotelero, en virtud de lo dispuesto en el art. 1375
CCC, con la prevención de que en estos casos no rige la eximente prevista en
el último párrafo del art. 1371 CCC, respecto de las cosas dejadas en los
vehículos de los viajeros, si el servicio es a título oneroso. En cambio,
tratándose del hotelero, su responsabilidad emerge aun cuando el servicio de
estacionamiento sea a título “gratuito” por cuanto sería accesorio del
alojamiento89 y en rigor su costo incorporado al precio del alojamiento. Pita 90
señala que, ante la sustracción del vehículo de un pasajero, no puede
pretender el hotelero que aquél acredite la titularidad del dominio del mismo, en
tanto su legitimación nace exclusivamente del contrato de hospedaje y de su
condición de depositante necesario. En tal sentido sería de aplicación lo
dispuesto por el art. 1365 CCC.

En cuanto al dinero, el mismo integra91 los “efectos” de los huéspedes a que


hace referencia el art. 1370 inc a. CCC), y por lo tanto su pérdida en principio
genera la responsabilidad del hotelero. Decimos en principio, pues también al

89
López Mesa, Código Civil y Leyes Complementarias anotados con Jurisprudencia, lexis nexis, T. II,
pgs. 717 y ss.
90
Pita, Enrique M., Comentario a los arts. 1369 y ss. Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, T. VII, pgs. 214
91
Salvat, Tratado de Derecho Civil Argentino, Fuentes de las Obligaciones, segunda Edición
actualizada por Acuña Anzorena, TEA, Buenos Aires, 1954, T. III, pg. 524 y ss.; BORDA, Trado de
Derecho Civil. Contratos, Editorial A. Perrot, Buenos Aires 1990, T. II.
dinero se le aplica la disposición del art. 1372 CCC. Es decir, si se trata de
sumas normales, para gastos diarios de alimentación y esparcimiento no es
exigible la obligación de hacerlo saber al hotelero y depositarlos en las cajas de
seguridad, si éstas son puestas a disposición por el hotelero. En este caso,
responde el hotelero en forma ilimitada. Si la suma es o no normal dependerá
de las características socio-económicas del viajero, sirviendo de presunción y
como un elemento de ponderación, la categoría del hotel de que se trata. En
cambio, si se trata de sumas importantes, la notificación al hotelero es en
principio de rigor y también lo es la obligación de depósito en las cajas de
seguridad del establecimiento que se pongan a su disposición (art. 1372 CCC).
Si en el establecimiento no existen cajas de seguridad basta con que el
pasajero de aviso de las sumas que lleva, en la forma de una declaración
jurada. En caso de hurto o robo de las sumas declaradas, la responsabilidad
del hotelero se limita a ese valor, conforme se desprende del art. 1372 segundo
párrafo CCC. Si no dio aviso, pese a estar obligado, por tratarse de sumas
importantes, o no las depositó en la caja de seguridad puesta a disposición, el
hotelero queda eximido de responsabilidad respecto de dichas sumas, mas no
a las que se podrían haber hurtado o robado que serían normales u ordinarios
para la atención de los gastos del viajero. COMPAGNUCCI DE CASO 92 afirma
que si el hospedado nada avisa ni dice al hotelero y deja dinero en la
habitación, cualquiera sea su monto tal supuesto excluye también la posibilidad
de reclamo. Nosotros no compartimos esta opinión ni que se deba avisar al
hotelero en cada oportunidad que sale de la habitación el monto de dinero que
deja en ella, si se trata de sumas corrientes para atender a los gastos de
hospedaje, esparcimiento, etc. Esta interpretación se ve hoy consolidada por lo
dispuesto en el art. 1372 que habla de cosas de valor superior al que
ordinariamente llevan los pasajeros. Solo en este caso emerge la carga en
cabeza del pasajero de dar a conocer al hotelero y el deber de guardarlos en
las cajas de seguridad que se encuentren a su disposición en el
establecimiento. Si el viajero lleva sumas excesivamente elevadas con relación
a la importancia del establecimiento o cuya guarda cause molestias
extraordinarias (art. 1373 CCC) el hotelero como veremos puede rehusarse a
recibirlas, tal como analizaremos más adelante.

2. Ámbito temporal de la responsabilidad

El dies A-Quo de la responsabilidad lo marca el art. 1369 del CCC que


establece que la responsabilidad surge por la introducción de los efectos de

92
Campagnucci de Caso, Responsabilidad de los Hoteleros, Revista de Derecho Privado y
Comunitario, Nº 18, pg. 151
los viajeros, aunque expresamente no los entregue expresamente al hotelero
o sus dependientes y aunque aquéllos ellos tengan las llaves de las
habitaciones donde se hallen tales efectos. El supuesto de hecho
aparentemente tenido en vista por el legislador es que el viajero ingrese en el
establecimiento hotelero en virtud de un contrato de hospedaje o contando
con una reserva o con intenciones de celebrar el contrato, es decir se aplica
también a aquel viajero que ingresa al hotel con miras a la celebración del
contrato, aunque de hecho no lo celebre, como por ej. por no haber
habitaciones disponibles, tal como vimos, aunque en tal caso la
responsabilidad será legal. En tal momento introduce los efectos y aunque no
los haya entregado o conserven en su poder las llaves de la habitación, ya
emerge responsabilidad. Sin embargo, la teología de la norma es, a nuestro
entender, que el hotelero responda desde que los efectos del viajero caen
bajo su “campo o ámbito de protección” (Schutzbereich). “Es de conformidad
a la naturaleza del contrato de hospedaje que el posadero u hotelero esté
obligado a ocuparse de la seguridad de los efectos del huésped o pasajero,
en tanto se encuentren bajo su esfera de protección” 93, como por ej. el caso
de que el hotelero envíe a un dependiente a recibir al pasajero en un
aeropuerto y éste entrega a dicho dependiente las valijas. En tal supuesto se
debe considerar que los efectos desde el punto de vista jurídico ya han sido
introducidos en el hotel. En este sentido se afirma 94 que “la entrega del
equipaje, en el aeropuerto, estación, etc., al personal del hotel, significa para
la ley la introducción de los efectos y genera del deber de custodia”.
COMPAGNUCCI DE CASO95 enseña que “la recepción se realiza a raíz de la
concreción del contrato de hospedaje que se produce en forma expresa o
tácita….la recepción resulta ser un acto unilateral y no depende para producir
efectos de la validez del contrato; por lo que la responsabilidad por las cosas
introducidas antes, como cuando se les hace entrega a los empleados o
subalternos, o se guardan en cofres o lugares del hotel, resultan en una
especie de “recepción previsional” que obligan a garantizar la seguridad
correspondiente, ya que en definitiva están a la espera de la concreción del
contrato”.

En cuanto al diez ad quem, es decir, hasta cuándo responde, la respuesta


será hasta la extinción del contrato de hospedaje o si este no se perfeccionó
hasta el retiro del potencial pasajero del ámbito de protección del hotelero.
Es así que cuando el huésped desocupa la habitación, extrayendo sus
efectos de la misma y se marcha del hotel, cesa la responsabilidad prevista
en los arts. 1369 y ss. Decimos en principio por dos circunstancias que
pueden presentarse: a) Que los efectos del huésped sean transportados al
93
Conf. Larenz, Lehrbuch des Schuldrechts, B. II, Besondere Teil, 13 Auflage, Verlag C.H. Beck.
94
Garrido, R.F., Hoteles y Responsabilidad Civil, L.L. 1981-C, 926
95
Campognucci de Caso, ob. Cit..
aeropuerto, estación, etc., por dependientes del hotelero. En tal caso la
responsabilidad cesará cuando los efectos sean recibidos por el huésped, b)
Como señala LOPEZ MESA96 “puede ocurrir, y de hecho comúnmente
ocurre, que a fin de no abonar un día más de alojamiento, como las
habitaciones deben desocuparse normalmente entre las 10 y las 12,00 a.m. y
los medios de transporte usualmente parten varias horas después, el viajero
abone su cuenta y retire sus efectos antes de esa hora, dejándolos en
custodia en algún lugar del hotel habilitado para ello y retornando a retirarlos
luego. En este último caso el hotelero continuará siendo responsable de los
efectos dejados en custodia, pero no ya en los términos de los artículos
analizados aquí, sino que su responsabilidad equivaldrá a la de cualquier
depositario”.

Una cuestión que no se encuentra regulada expresamente es cuándo debe


notificar el pasajero que ha sido víctima de un daño en sus efectos o que los
mismos han sido hurtados o robados. Pita97 señala que en el derecho alemán
parágrafo 703 el viajero debe notificar inmediatamente al hotelero el hurto o
daño, como condición para poder reclamar indemnización. Este requisito se
considera razonable pues la demora en hacer conocer el hecho al hotelero le
priva de la posibilidad de constatar la certeza del hecho. Considera que en el
nuevo CCC esta carga se encuentra implícita, como derivación del deber de
mitigar el daño (art. 1710 CCC).

3. Factor de Atribución objetivo agravado

Con relación a la guarda y custodia de los efectos introducidos en el hotel


y al vehículo guardado sea en el establecimiento, sea en garajes u otros
lugares adecuados puestos a disposición del viajero, la responsabilidad
del hotelero es objetiva agravada (art. 1371 CCC). El solo se libera en el
caso de que el daño se haya producido por caso fortuito o fuerza mayor
ajena a la actividad hotelera, es decir por causa ajena (art. 1722 CCC). La
norma del art. 1371 es una aplicación del principio general contenido en
el art. 1733 inc. e, en el sentido de que el caso fortuito no opera como
eximente de responsabilidad, cuando constituye una contingencia propia
del riesgo de la cosa o de la actividad. Tal como señala Pita 98, el hotelero
asume el riesgo que es propio del servicio que presta, o sea el que se
produce en el ámbito interno y se exime, en cambio, cuando el evento es
externo a su actividad. El fundamento del factor de atribución ya no se
funda en la equiparación a un depósito necesario por la poca posibilidad
96
López Mesa, Hospedaje y Responsabilidad Civil, L.L. 2006-C-932, Responsabilidad Civil,
Doctrinas Esenciales 01/01/2007, pgs. 1345 y ss..
97
Pita, Enrique M., Comentario a los arts. 1369 y ss. Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, T. VII, pgs. 214 y ss.
98
Pita, Enrique M., Comentario a los arts. 1369 y ss. Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, T. VII, pgs. 216.
del pasajero de elegir el hotel, sino en el hecho de que el presta un
servicio en forma profesional y así como obtiene lucro por ello, debe
asumir los riesgos derivados de dicha actividad, entre los cuales se
encuentran los daños o pérdidas de las cosas introducidas, y que estos
riesgos son normalmente asegurables. En especial el robo a mano
armada no debe considerarse como caso fortuito o fuerza mayor, ya que
se considera que el empresario debe adoptar las medidas de seguridad y
prevención necesarias para evitar tales eventos, sobre todo en atención a
la reiteración con que suele cometerse tal modalidad delictiva, no
liberándose por el hecho de acreditar que adoptó medidas estándar de
seguridad o exigidas por las autoridades de aplicación del poder de
policía hotelero.

V. Bibliografía:
López Mesa, Hospedaje y Responsabilidad Civil, L.L. 2006-C-932,
Responsabilidad Civil, Doctrinas Esenciales 01/01/2007, pgs. 1345 y ss..

Pita, Enrique M., Comentario a los arts. 1369 y ss. Código Civil y
Comercial de la Nación Comentado, VII, pgs. 214 y ss.

ARTICULO 1371.- Eximentes de responsabilidad. El hotelero no responde si los daños o


pérdidas son causados por caso fortuito o fuerza mayor ajena a la actividad hotelera.

Tampoco responde por las cosas dejadas en los vehículos de los viajeros.

I. Concordancias: Arts. 1206, 1722, 1723, 1730, 1733.

II. Interacción normativa: Al igual que en otros supuestos de


responsabilidad objetiva agravada (v.g. responsabilidad de los
establecimientos educativos), el CCC regula las eximentes de
responsabilidad, en especial por caso fortuito o fuerza mayor,
aclarando que éstos deben ser ajenas a la actividad hotelera, es
decir que la eximente no es aplicable cuando a pesar de tratarse
de estos eventos, son un riesgo propio de la actividad. Agrega
también, de manera criticable a nuestro entender, que el hotelero
no responde por las cosas dejadas en los vehículos de los viajeros,
existiendo una inconsistencia con la responsabilidad del garajista,
quien sí responde, aun cuando se traten cosas de valor.

III. Anotaciones Jurisprudenciales:

* Esta onerosidad-gratuidad constituye una calificación de la prestación


principal prestada por los establecimientos mencionados en la norma (art.
1375, Código Civil y Comercial), de allí que, si ella es onerosa, la
responsabilidad por los objetos introducidos por los usuarios en la esfera
del control del prestatario del servicio será objetiva, en los términos del
depósito necesario, con independencia de que por la específica actividad
de guarda no se cobre -al menos separadamente- un precio. Esta última
precisión deviene necesaria en tanto que la eximente prevista en el art.
1371 in fine, Código Civil y Comercial, (esto es, que el hotelero y las
establecimientos y locales similares a las que se apliquen las normas de
esta sección no responden por las cosas dejadas en los vehículos de los
viajeros) no rige para los garajes, lugares y playas de estacionamiento que
prestan servicios a título oneroso (art. 1375 in fine, Código Civil y
Comercial). 0.01 || Gaspar, Octavio Raúl vs. Coto Centro Integral de
Comercialización S.A. s. Ordinario /// CNCom. Sala E; 11/03/2019;
Rubinzal Online; RC J 3993/19.

* El factor de atribución de la responsabilidad del hotelero por los daños o


pérdidas causados en los efectos introducidos por el huésped es objetivo —
en el caso, se hizo lugar a la demanda de daños y perjuicios iniciado por un
huésped a quien le había sustraído dinero en efectivo que dejara en la caja
de seguridad—, pues aquél no se libera aunque tales efectos sean
guardados en cajas de seguridad individuales que la moderna hotelería
suele ofrecer en cada habitación, ni aunque pruebe que le ha sido imposible
impedir el daño o que se produjo sin culpa y aunque no se pueda atribuir
imputación subjetiva a persona determinada, instituyéndose únicamente
como causales genéricas de exoneración la fuerza mayor extraña a la
actividad hotelera y la culpa del huésped, o bien mediante la demostración
de una causa ajena productora del daño, pesando sobre el hotelero la
carga de la prueba de tales eximentes. CÁMARA DE APELACIONES EN
LO CIVIL Y COMERCIAL DE ROSARIO, SALA I, Benfield, Helena E. c.
Plaza Real S.A. • 15/06/2010. Cita Online: AR/JUR/36314/2010

IV. Comentarios:

1. Eximentes de responsabilidad

Conforme al art. 1371 CCC, el hotelero solo se libera en el caso de que el


daño se haya producido por caso fortuito o fuerza mayor ajena a la actividad
hotelera, es decir por causa ajena (art. 1722 CCC). La norma del art. 1371 es
una aplicación del principio general contenido en el art. 1733 inc. e, en el
sentido de que el caso fortuito no opera como eximente de responsabilidad,
cuando constituye una contingencia propia del riesgo de la cosa o de la
actividad.
Tampoco responde por las cosas dejadas en los vehículos de los viajeros.
Según comenta Pita99 la exclusión de responsabilidad se fundaría en el
entendimiento de que la obligación de guarda solo alcanza al vehículo, pero
no incluye aquellos elementos que, por olvido o negligencia, el pasajero deja
en el interior del mismo100. No compartimos este criterio. El hotelero debiera
también ser responsable por las cosas depositadas en los vehículos.
Además, se presenta la inconsistencia de que el garajista indicado por el
hotelero sería responsable de las cosas dejadas en el vehículo, mientras el
hotelero no. Alou101 brinda el siguiente ejemplo: “Sin un pasajero deja un
vehículo en la dársena de entrada de un hotel e ingresa al mismo a solicitar
una habitación sin tener reserva previa, resulta que si baja con su maleta con
él, el hotelero responderá por su pérdida; si por el contrario la deja en el baúl
mientras averigua, el hotelero no respondería”. Señala que a veces el
pasajero deja cosas en el vehículo pensando que, si está al cuidado el
vehículo, también estará al cuidado lo que hay dentro de él, es decir se
impone que los depositarios respondan por las cosas dejadas en los
vehículos102.

Siendo la responsabilidad del hotelero objetiva, el hotelero o posadero no se


libera demostrando su no culpa o que ha puesto todos los medios o realizado
todos los actos a su alcance para evitar el daño. El hotelero puede
exonerarse entonces de responsabilidad sólo demostrando el caso fortuito o
fuerza mayor ajeno a la actividad hotelera, incluyéndose dentro de este
concepto los sucesos externos, extraordinarios, imprevisibles, irresistibles y
actuales que sean causa adecuada del perjuicio y extraños al riesgo propio
de la actividad.

En concreto, el hotelero se libera solamente en dos supuestos: a) cuando se


trata de daños o pérdidas causados por caso fortuito o fuerza mayor ajena a
la actividad hotelera y b) cuando se trata de cosas dejadas en los vehículos
de los viajeros. También se exonera de responsabilidad cuanto el viajero
lleva cosas de valor superior al que ordinariamente llevan los pasajeros y no
dio noticia de ello al hotelero o cuando el hotelero se negó a recibir efectos
del pasajero excesivamente valiosos con relación a la importancia del
establecimiento o cuando su guarda causa molestias extraordinarias, tal
como lo veremos.

99
Pita, Enrique M., Comentario a los arts. 1369 y ss. Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, T. VII, pgs. 217 y ss.
100
Sin embargo, esta limitación no es aplicable cuando el vehículo es guardado en un garaje a título
oneroso, con relación al garajista.
101
Alou Stella Maris, en Suplemento especial de La Ley, Contratos en particular, Director Stiglitz, pg.
201
102
Gregorini Clusellas, Depósito, mutuo, comodato y donación, en Rivera Julio (dir)-Medina Graciela
(ccord.), Comentarios al proyectoi de Código Civil y Comercial de la Nación 2012, Abeledo perrot,
Buenos Aires 2012, pg. 733.
El Nuevo CCC a deferencia del Código de Vélez (art. 2234 C.C.) no
prescribe expresamente que el hotelero no es responsable cuando el daño o
la pérdida provenga de …..culpa del viajero”, o cuando los daños a los
efectos o hurto de los mismos han sido producidos por los familiares o
visitantes de los viajeros (art. 2230 in fine C. C. derogado). Sin embargo, a tal
conclusión puede llegarse por aplicación de los arts. 1729 CCC (hecho del
damnificado) o del hecho de un tercero (1731), siempre en este último
supuesto que se trate de un riesgo ajeno a la actividad, que rompa el nexo
de causalidad. LOPEZ MESA103 enseña que es serían un supuesto de
excusación del hotelero por causa ajena. Los familiares y visitas del huésped
o pasajero son terceros por los cuales el hotelero no debe responder. Agrega
LÓPEZ MESA104 que un supuesto bastante frecuente es el del pasajero que
viaja sin compañía femenina que contrata prostitutas o entabla relaciones
informales con señoritas que no conoce a quienes invita a dormir con él: En
varios de estos episodios, al levantarse el pasajero descubre que la señorita
en cuestión se ha ido mientras dormía, acompañada de su reloj, dinero y
otros efectos de valor (y a veces hasta el corazón105). En estos supuestos el
hotelero no es responsable, “pues (es) la actitud confiada del pasajero hacia
desconocidas y su negligencia en la custodia de sus efectos lo que provocó
el daño que sufriera”. La misma solución si fuera él o la acompañante del
pasajero/a la que produjo el robo o hurto. En cambio, sería distinta la
situación si el robo lo produjera una prostituta o “acompañante” que al
pasajero le proveyera el hotel y que éste eligiera de un “book” existente en la
recepción: Lo propio si a la “escort” la proveyera el recepcionista del hotel y
fuera ésta la que robara al pasajero. En estos casos el propietario de un hotel
no puede pretender exonerarse de los efectos de hechos que se producen
con su conocimiento, o al menos, ante su vista y paciencia”

En cuanto al robo o hurto de los efectos por parte de terceros no


dependientes del hotelero, tal hecho no constituye causal de eximente de
responsabilidad del hotelero, por cuanto éste debe tomar todas las medidas
adecuadas para que el delito no llegue a perpetrarse y tal riesgo es propio de
la actividad hotelera.

También la doctrina106se ha planteado si el incendio del establecimiento debe


ser considerado fuerza mayor o caso fortuito. En general se afirma que aquél
no constituye un caso de fuerza mayor o caso fortuito ajeno a la actividad 107.
Lo propio ocurre con las pérdidas de gas u otros eventos asimilables.

103
López Mesa, Hospedaje y Responsabilidad Civil, cit..
104
López Mesa, Idem nota anterior
105
Joaquín Sabina en su poema “Medias negras”.
106
López Mesa, ídem nota anterior
107
Pita, Enrique M., Comentario a los arts. 1369 y ss. Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, T. VII, pgs. 216 siguiendo a Zunino afirma que el incendio, cualquiera fuera su causa no
libera de responsabilidad.
2. Personas por las que responde

El hotelero responde por sus propios hechos, por los hechos dañosos de sus
dependientes (art. 1753 CCC), por los hechos de los terceros (art. 1731) que
se alojan o que se introducen en el hotel, de los terceros identificados o no
identificados que subrepticiamente o en un descuido o por invitación del
hotelero se introducen en el hotel. Ello por cuanto, tal como lo afirma LOPEZ
MESA108 el dueño del hotel está obligado a una vigilancia permanente del
comportamiento de sus huéspedes, debiendo controlar regularmente la
actividad de cada uno de ellos respecto de los demás. Además de ello se le
habría impuesto al hotelero cierta disciplina y prudencia en la selección de
los huéspedes que admite.

En caso de tratarse de un dependiente, el damnificado tiene acción directa


tanto contra el principal, si el hecho dañoso acaece en ejercicio o en ocasión
de las funciones encomendadas, cuanto con relación al dependiente, siendo
ambas obligaciones concurrentes, según se desprende del art. 1753 CCC.
Es decir, la responsabilidad de los titulares de hoteles, etc. es concurrente o
indistinta con la del deudor, autor del daño, dependiente del primero,
aplicándose el artículo a todos los supuestos de responsabilidad indirecta por
el hecho de otro. La víctima puede iniciar o proseguir la acción contra el
deudor autor del hecho ilícito, ya que la responsabilidad refleja no sustituye la
directa, sino que se acumula a ella, pudiendo el damnificado reclamar
exclusivamente al principal o al dependiente o a ambos.

Por último, si uno de los responsables paga libera frente al damnificado al


otro, ya que éste no puede en ningún caso obtener mayor resarcimiento que
aquél que tiene derecho, pues en caso contrario se estaría enriqueciendo sin
causa. Si el civilmente responsable resarciera el daño podría repetir del autor
lo pagado y en la medida de lo pagado, en tanto y en cuanto lo pagado no
provenga de sanciones impuestas al civilmente responsable por su propia
conducta (por ej. Astreintes) y que el dependiente no hubiera actuado en
base a instrucciones impartidas por el principal.

ARTICULO 1372.- Cosas de valor. El viajero que lleve consigo efectos de valor superior al
que ordinariamente llevan los pasajeros debe hacerlo saber al hotelero y guardarlos en
las cajas de seguridad que se encuentren a su disposición en el establecimiento.

En este caso, la responsabilidad del hotelero se limita al valor declarado de los efectos
depositados.

I. Concordancias: Art. 1370, 1371, 1728.

108
López Mesa, ídem anterior.
II. Interacción normativa: El CCC prescribe una carga al viajero o
huésped, en los casos en que lleve consigno efectos de valor
superior al que ordinariamente llevan los pasajeros. También
impone al viajero la obligación de depositar dichos bienes en las
cajas de seguridad que se encuentren a disposición en el
establecimiento. En tales casos la responsabilidad del
hotelero se limita al valor declarado de los efectos
depositados. En el supuesto de que incumpliera con las
cargas mencionadas, en principio queda liberado el
hotelero en lo que exceda el valor ordinario de los efectos
que introduce.

III. Anotaciones Jurisprudenciales:

 En lo que hace a la cuantificación de los bienes


sustraídos del vehículo del actor, cabe precisar que si
bien para las actividades previstas en el art. 1375,
Código Civil y Comercial, se sienta la responsabilidad de
los efectos existentes en el interior del vehículo, no lo
es para los bienes de valor en tanto el art. 1372, Código
Civil y Comercial, reza que el viajero que lleve consigo
efectos de valor superior al que ordinariamente llevan
los pasajeros debe hacerlo saber al hotelero; y en este
caso su responsabilidad se limita al valor declarado de
los efectos depositados. Así en tanto lo manifestado
como robado si bien pudieron de acuerdo con un curso
normal y natural de las cosas encontrarse en el vehículo
dado el carácter de zona costera donde se hallaba
situado el supermercado y que el actor se encontraba
de vacaciones, lo cierto es que habrá de desestimarse
de lo pretendido por aquél respecto del reintegro de
aquellos bienes de valor, esto es lo referido a los
equipos de surf, joyas y equipos de computación. 0.01
|| Gaspar, Octavio Raúl vs. Coto Centro Integral de
Comercialización S.A. s. Ordinario /// CNCom. Sala E;
11/03/2019; Rubinzal Online; RC J 3993/19

 El garajista demandado debe ser eximido de responder por la


desaparición de un maletín con dinero que supuestamente se
encontraba en el interior del vehículo que el actor había dejado
estacionado en la playa de estacionamiento pues, tratándose de una
cosa que regularmente no es dejada dentro de un automóvil, la
mínima prudencia exigía al propietario comunicar al custodio que, en
el vehículo que dejaba abierto y con las llaves puestas, había una
suma de dinero. ...comercial argentino contratos comerciales,
Zavalía, Bs. As., 1976, p. 37; MOEREMANS, Daniel, Interpretación
en los contratos sujetos a condiciones generales de..Cámara 1ª de
Apelaciones en lo Civil, Comercial, Minas, de Paz y Tributaria de
Mendozam 23/12/2014m F. de A. S. del C. c. Playa Zapata 172 y
otros s/ d. y p. RCCyC 2015 (julio), 195, LLGran Cuyo 2015 (julio),
195. AR/JUR/73959/2014.

IV. Comentarios

Respecto de los efectos de un valor superior al que ordinariamente llevan los


huéspedes, éstos tienen, la carga de dar aviso al hotelero. Si así no lo hicieran,
al igual que con relación a las cosas dejadas en los vehículos (art. 1371
segundo párrafo CCC), el hotelero queda en principio eximido de
responsabilidad por los de valor superior a lo ordinario. Decimos en principio
porque el cumplimiento de dicha carga no libera al hotelero del deber de
información frente al huésped respecto de la referida carga. Si el hotelero no
informa, la omisión del huésped no exime de responsabilidad al hotelero 109.
Este por otra parte aun habiendo informado, y sin que el viajero cumpla con la
carga queda liberado por lo que serían los efectos que ordinariamente llevan
los viajeros. Cuáles son los valores ordinarios y cuáles no, deberá determinarse
en cada caso, tomando como indicadores la situación socio-económica del
pasajero, la categoría del hotel, etc. Si el pasajero cumple con la carga de
informar al hotelero y depositar los objetos en el lugar que le indica éste o en su
habitación, por su indicación, la responsabilidad del hotelero queda limitada al
valor declarado. En tal sentido López Mesa 110 enseña que la solución del
Código de eximirlo de responsabilidad al hotelero, es justa, pues en “caso de
que el pasajero llevase consigo efectos que normalmente no se llevan encima
(joyas, elementos valiosos, etc.) deber hacérselo saber al hotelero para que los
guarde con una seguridad proporcionada a su valor. En caso de que el
pasajero no haga esta manifestación y deje los efectos en su habitación, si
desaparecieran, la responsabilidad sería solo suya y no del posadero, ya que
obrar de tal modo implica culpa de la víctima en los términos del art. 1111
Código derogado (hoy art. 1729 CCC) y una innecesaria e incontrolable

109
Véase Di Chiazza, Ivan, ob. Cit. Pg. 576 y 577.
110
López Mesa, ob. Cit..
elevación del riesgo empresario del hotelero, por lo que no puede ser obligado
a responder”. En igual sentido la se expidió la jurisprudencia sostuvo durante
la vigencia del Código de Vélez, cuando sostuvo que “Cuando se trata de
objetos de gran valor, tales como joyas, sumas de dinero muy importantes,
etcétera, el viajero debe hacer saber al posadero que los tiene en su poder, y
aun, mostrárselos, si éste lo exige y, de no proceder así, el posadero no
responde de su pérdida”. Según enseña Pita111 estas limitaciones y las exclusiones
tienen su fundamento en el principio de la previsibilidad contractual establecido en el
art. 1728 CCC. Según éste las partes de un contrato responden sólo de las
consecuencias que previeron o pudieron prever al momento de contratar. Ello implica
que el hotelero no debe responder por aquellos riesgos extraordinarios, que no fueron
debidamente considerados y convenientemente asumidos al contratar. “La oportuna
información al deudor –en el caso, el hotelero- del especial valor de los bienes
introducidos por el viajero permite a aquél adoptar los recaudos necesarios a su
guarda segura, o incluso, negarse a recibirlos”.

ARTICULO 1373.- Negativa a recibir. Si los efectos de los pasajeros son excesivamente
valiosos en relación con la importancia del establecimiento, o su guarda causa molestias
extraordinarias, los hoteleros pueden negarse a recibirlos.

I. Concordancias: Arts. 1370, 1371, 1728.

II. Interacción normativa: Este artículo viene a complementar el


sistema de responsabilidad civil del hotelero. Si el valor de los
efectos del pasajero es excesivo, con relación a la importancia del
establecimiento, o su guarda causa molestias extraordinarias, se
considera que la negativa a celebrar el contrato de hospedaje es
justificado y de nada puede agraviarse el pasajero o huésped.

III. Comentarios: La redacción del artículo no es muy feliz. Pareciera que si los
efectos son valiosos, el hotelero debe recibir los mismos. Ello
independientemente de la categoría del hotel y de las molestias que ello genere
a raíz de la guarda. En rigor no hay tal obligación, sino la de permitir que se
ingresen los efectos denunciados y que se los guarde en las cajas de
seguridad (si las hubiera), responsabilizándose por el valor de los mismos.
Cuando los efectos son excesivamente valiosos, lo que se establecerá al
momento de que el pasajero o huésped dé aviso, para lo cual se lo debe
relacionar con la importancia del establecimiento, y de las molestias o
dificultades que la guarda de los efectos trae aparejado y demás
circunstancias, el hotelero puede negarse a que se los introduzcan en el hotel.
La norma por otra parte deja abierto el interrogante de si en este caso puede el
hotelero negarse directamente a celebrar el contrato de hotelería o si sólo

111
Pita, Enrique M., Comentario a los arts. 1369 y ss. Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, T. VII, pgs. 220.
puede negarse a recibir los efectos y por lo tanto liberarse de responsabilidad,
o si puede optar como lo disponía el Proyecto de 1998 (art. 1296), entre: a)
negarse a recibir los efectos excesivamente valiosos; es decir de contratar, b)
convenir con el pasajero la limitación o exclusión de responsabilidad. Alou 112
sostiene la primera tesis al decir: “…Supone el ejercicio de la libertad de no
contratar, el hotelero elige no contratar fundado en una suerte de “auto-
discriminación”. No se niega por causa del pasajero –acá habría una
discriminación fustigada por el Derecho- sino porque su establecimiento no
está en condiciones de asumir esa responsabilidad”. Nosotros consideramos
que debe interpretarse la norma en el sentido propuesto en el Proyecto de
1998, ya que si fuera solo la primera opción, es decir, si fuera una causal para
no contratar no tendría en principio sentido posibilitar la eximición de
responsabilidad (art. 1374 CCC). Es decir, el hotelero puede o bien negarse a
contratar o bien hacerlo pero informando al pasajero que él no responderá si
los efectos excesivamente valiosos desaparecen o son hurtados o robados. El
mismo principio se aplica si la guarda de los efectos causan molestias
extraordinarias, lo cual dependerá de las circunstancias del caso determinar.

En concreto, CCC prevé en cuanto a la responsabilidad del hotelero por los


efectos introducidos tres supuestos: a. Efectos de valor normal u ordinario,
según la condición socio económica del viajero, o cuyo cuidado solo causa
molestias ordinarias. En tal caso el hotelero responde, salvo el supuesto de
caso fortuito o fuerza mayor ajena a la actividad hotelera. La responsabilidad es
ilimitada113. b. Tratándose de efectos de valor superior al que ordinariamente
llevan los pasajeros, el hotelero responde siempre que se haya dado aviso al
hotelero de su existencia y valor y se los haya guardado en las cajas de
seguridad que se encuentren a su disposición. En tal caso, la responsabilidad
del hotelero se limita al valor declarado de los efectos depositados. C. En el
caso de efectos excesivamente valiosos en relación a la importancia del
establecimiento o que su guarda cause molestias extraordinarias, el hotelero
puede negarse a recibirlos o bien excluir o limitar su responsabilidad si acepta
celebrar el contrato de hospedaje. Arias Cau 114 comenta que el proyecto de
1993 (art. 1366) contenía un texto similar al del CCC. Pero, permitía clasificar la
negativa del hotelero en fundada e infundada. En el segundo caso, el hotelero
debía responder por las consecuencias de dicha negativa. El mismo criterio
siguió la Comisión Federal de Juristas de 1993 (art. 2230).

112
Alou, ob. Cit. Pg. 202
113
En rigor como se tratan de cosas de valor normal u ordinario, implícitamente hay una limitación de
responsabilidad, además de la asegurabilidad de tales efectos.
114
Arias Cau, ob. Cit.
En cuanto al vehículo, vimos que la responsabilidad del hotelero comprende
también al vehículo guardado en el establecimiento, en garajes u otros lugares
adecuados puestos a disposición del viajero por el hotelero 115. En este
supuesto no existe limitación de responsabilidad, según se trate o no de un
vehículo de alta gama o de lujo. Arias Cau116, considera que en este supuesto
también serían de aplicación las previsiones de los arts. 1372 y 1373 CCC,
según la importancia del establecimiento, lo cual no compartimos, porque
siendo una eximente debe interpretarse restrictivamente y por otro lado se
debe interpretar a favor de la parte débil, es decir el viajero. El hotelero
responde en cualquier supuesto salvo caso fortuito o fuerza mayor ajena a la
actividad hotelera.

ARTICULO 1374.- Cláusulas que reducen la responsabilidad. Excepto lo dispuesto en los


artículos 1372 y 1373, toda cláusula que excluya o limite la responsabilidad del hotelero
se tiene por no escrita.

I.Concordancias: Arts. 988 y 1119; 1372, 1373; 1743.

II: Interacción normativa: Esta disposición se aplica sea o no el


viajero un consumidor en el término de la ley 24240 y CCC, o se haya o no
celebrado el contrato en base a condiciones generales de contratación o por
adhesión. En todos los casos y salvo lo dispuesto para las cosas de valor y la
carga de denuncia y la posibilidad de negarse a recibir por parte del hotelero
dichas cosas, se tiene por no escrita toda cláusula que excluya o limite la
responsabilidad del hotelero.

III: Anotaciones Jurisprudenciales:

115
Alou Stella Maris, en Suplemento especial de La Ley, Contratos en particular, Director Stiglitz, pg.
200, señala que esta solución es más que razonable, si se piensa que ha sido el hotelero quien a través
de un contrato conexo, presta ese servicio por terceros elegidos por él y de cuya prestación tiene la
obligación de responder.
116
Arias Cau, El contrato de hospedaje en el proyecto de código civil y comercial 2012, Microiuris,
mayo de 2013, cita On line: MJ-DOC-6265-AR MJD6265.
* En el presente caso -cliente que resultó despojado de sus

pertenencias por un delincuente que ingresó al


establecimiento comercial "cafetería" y perpetró un robo a
mano armada- el factor de atribución no es la garantía sino el
riesgo de empresa. Así pues, puede sostenerse que en
atención al contenido imperativo de la mayoría de las
previsiones contenidas en el Código Civil y Comercial
respecto de este tipo de responsabilidad (responsabilidad del
hotelero -arts. 1369 a 1374, Código Civil y Comercial-,
aplicable por expresa disposición del art. 1375, Código Civil y
Comercial), el umbral protectorio de la ley especial (ley de
defensa del consumidor) resulta garantido y en algunos
aspectos superado. Sólo se exime de responder por el caso
fortuito o fuerza mayor, eximentes ahora asimiladas y
tratadas unificadamente según la previsión del art. 1730,
Código Civil y Comercial. Dicha eximente sólo puede
invocarse si refiere a un hecho que no ha podido ser previsto
o que previsto no ha podido ser evitado, pero siempre que
sea "ajeno a la actividad hotelera". Ello importa ratificar la
directiva general contenida en el inc. e, art. 1733, Código
Civil y Comercial, en el sentido de que el caso fortuito no
opera como eximente de responsabilidad cuando "constituye
una contingencia propia del riesgo de la cosa o la actividad".
0.01 || Tapia Araya, Josué Nahun Elías vs. Starbucks Cofee
Argentina S.R.L. s. Daños y perjuicios /// CNCiv. Sala D;
05/12/2018; Rubinzal Online; 39889/2016; RC J 11249/18

VI. Comentarios: CLAUSULAS DE EXIMICIÓN

El hotelero no se exime de la responsabilidad que se le impone por las


normas de este capítulo, sea por avisos que ponga anunciando que no
responde de los efectos introducidos por los viajeros; sea por introducirla en
sus condiciones generales de contratación y cualquier pacto que sobre la
materia que hiciese con ellos para limitar su responsabilidad, se deberá
considerar como no escrito. La norma reafirma el carácter extraordinario de
la responsabilidad del hotelero, la que, en atención a la transcendencia del
contrato, los intereses en juego y la superioridad negocial del hotelero, es
imperativa (art. 12 del CCC), siendo por lo tanto de orden público, de la
especie, de protección. Es por ello que, cualquier pacto que hubiera
exonerando de responsabilidad al hotelero se la considera no convenido.
Alou117 señala que la limitación o exclusión de la responsabilidad asume el
carácter de condición general de contratación, y como tal puede no estar
escrita. “Si bien lo usual es que el hotelero la incorpore en documentos,
carteles, folletos, etc. lo cierto es que se la debe tener por no convenida, es
decir absolutamente ineficaz”. Por último, señala que el Código de Vélez
contenía una disposición similar a la analizada, que evidencia la genialidad
de Vélez al anticiparse en un siglo al fenómeno de la predisposición
contractual.

Cuando el contrato de hospedaje sea igualmente un contrato de consumo,


las cláusulas que pretendan limitar la responsabilidad del hotelero deben ser
consideradas como no convenidas, en virtud también de lo establecido en los
arts. 988, 1119, 1743, y el art. 37 de la ley 24240 t.o. Es decir, que en este
último supuesto el consumidor tendría una doble protección: la emergente
del Código Civil y Comercial de la Nación y la de la ley de defensa del
consumidor, sin que se requiera ninguna valoración ulterior, en función de las
circunstancias del caso, tal como señala Pita118.

V. Bibliografía

Arias Cau, Javier, Responsabilidad del Hotelero. Proyectos de Unificación del


Derecho Civil y Comercial, de fecha 9 de mayo de 2013, Cita MJ-DOC-6265-
A/MJD6265

López Mesa, Código Civil y Leyes Complementarias anotados con


Jurisprudencia, lexis nexis, T. II, pgs. 717 y ss.

Moeremans, Daniel: La responsabilidad civil del hotelero en el contrato de hospedaje u hotelería, en

Responsabilidad Civil, en homenaje al Prof. Dr. René Padilla, Edit. L.L. pg. 355 y ss. , Moeremans, D.,

Responsabilidad del hotelero. Rev. L.L. 29/9/2010.

Argeri, Contato de Hospedaje, L.L. 1985-D, pg. 926-1465


López Mesa, Hospedaje y Responsabilidad Civil, L.L. 2006-C-932,
Responsabilidad Civil, Doctrinas Esenciales 01/01/2007, pgs. 1345 y ss..
Pita, Enrique M., Comentario a los arts. 1369 y ss. Código Civil y Comercial
de la Nación Comentado, (Dir. Lorenzetti), T. VII, pgs. 211 y ss., Edit.
Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2015

ARTICULO 1375.- Establecimientos y locales asimilables. Las normas de esta Sección se


aplican a los hospitales, sanatorios, casas de salud y deporte, restaurantes, garajes,
lugares y playas de estacionamiento y otros establecimientos similares que prestan sus
servicios a título oneroso.

La eximente prevista en la última frase del artículo 1371 no rige para los garajes, lugares

117
. Alou, ob. Cit. Pg. 202
118
. Pita, , Enrique M., Comentario a los arts. 1369 y ss. Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, T. VII, pgs. 221.
y playas de estacionamiento que prestan sus servicios a título oneroso.

I. Concordancias: Arts. 1278, 1371, 1372, 1374, 1721. Ley 24240 t.o.,
Arts. 7°, 8° y cc.
II. Interacción normativa: Contrariamente a lo regulado en el Código
derogado en el art. 2233119 el CCC manda aplicar las normas de la
sección en análisis a los hospitales, sanatorios, casas de salud y
deporte, restaurantes, garages, lugares y playas de
estacionamiento u otros establecimientos similares que prestan
sus servicios a título oneroso, no siendo de aplicación la eximente
prevista en el art. 1371 CCC, para los garages, lugares y playas de
estacionamiento que prestan sus servicios a título oneroso.

III. Anotaciones jurisprudenciales:

 El propietario de un establecimiento gastronómico es responsable por


las consecuencias dañosas del robo sufrido por un comensal en sus
instalaciones, ya que incumplió la obligación de seguridad a su cargo,
y no se probó la existencia de caso fortuito o fuerza mayor. Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Civil, sala D • 05/12/2018 • T. A., J. N.
E. E. c. Starbucks Coffee Argentina SRL s/ daños y perjuicios •
RCyS 2019-III , 53 LA LEY 09/04/2019 , 5 con nota de Celia
Weingarten, LA LEY 2019-B , 227 con nota de Celia Weingarten,
RCCyC 2019 (abril) , 116 SJA 15/05/2019 , 86 JA 2019-
II RCCyC 2019, (mayo) , 203 •AR/JUR/69257/2018

119
En la nota al art. 2233 Vélez con cita de Aubry y Rau. Afirmaba “si limitamos al posadero que
recibe efectos de viajeros la responsabilidad impuesta en los artículos anteriores, es porque sólo los
viajeros se ven en la necesidad de llevar consigo en las posadas las cosas con que viajan. Una persona
por ejemplo que va a un café, no tiene necesidad de llevar consigo una bolsa de dinero ni de sacar su
reloj y ponerlo en la mesa del café”.
 Reconocida doctrina ha sostenido: "La base normativa de esta
responsabilidad surge principalmente del art. 1198 del Cód. Civil, sin
perjuicio de la concurrencia de otras fuentes obligacionales como
puede ser el contrato durante la ejecución del mismo o el principio
general del art. 1109, 1113, etc. del Cód. Civil en materia de actos
ilícitos. Dentro de los deberes secundarios de conducta se encuentran
los deberes de custodia, de seguridad, de confidencialidad, de
información y en forma general el deber de obrar de buena fe. En el
caso específico de los deberes secundarios de conducta de los
supermercados por daños producidos en las playas de
estacionamiento, la doctrina en forma unánime (aunque por distintos
fundamentos) considera que el establecimiento es responsable en
caso de hurto, robo y daños a los vehículos estacionados, por
incumplimiento del deber de custodia. Este deber encuentra su
fundamento en el hecho de que los centros de compras ofrecen el
espacio físico como una forma de atraer clientela, debiendo por ende
cargar con las consecuencias dañosas producidas por terceros.
También se ha afirmado que se genera en el cliente o consumidor la
confianza de que su vehículo ingresará y egresará del centro
comercial libre de daños, ya que la empresa arbitrará los medios de
seguridad idóneos para evitar
contingencias" (MOEREMANS, Daniel "Responsabilidad de los
supermercados por daños producidos a sus clientes derivados de
hurto o robo o daños a los vehículos estacionados en las playas de
estacionamiento" La Ley, Buenos Aires, marzo 2001, p. 165 y sgtes.).
SUPERIOR TRIBUNAL DE JUSTICIA DE SANTIAGO DEL ESTERO,
SALA CIVIL Y COMERCIAL Santillán, Alicia Raquel c. Changomas
(Wallmart Supercenter) s/ daños y perjuicios – Casación Civil •
06/11/2014 Cita Online: AR/JUR/64469/2014
 Moeremans entiende que el hipermercado tiene responsabilidad en
caso de robo, hurto, daño de los vehículos estacionados; niega
carácter contractual a esta responsabilidad, pues sostiene que la
responsabilidad deriva de la aplicación del art. 1198 del Cód. Civil,
es de orden legal y se funda en el incumplimiento de deberes
secundarios de conducta, especialmente el de custodia de los
vehículos introducidos a las playas de estacionamiento por los
potenciales clientes, siendo indiferente que éstos, en definitiva,
celebren o no un contrato de compra u otro contrato, bastando la
mera intención de entrar en tratativas negociales.
(MOEREMANS, Daniel, "Responsabilidad de los supermercados
por daños sufridos por clientes o potenciales clientes en las playas
de estacionamiento", en Revista de Responsabilidad Civil y
Seguros, Buenos Aires, La Ley, 2000, Tomo 2000, p. 351 y sgtes.).
CÁMARA 4A DE APELACIONES EN LO CIVIL, COMERCIAL,
MINAS, DE PAZ Y TRIBUTARIA DE MENDOZA, Triunfo
Cooperativa de Seguros Ltda. c. Libertad S.A. s/ d. y p. •
07/03/2014, Cita Online: AR/JUR/2080/2014
 En aval de nuestro criterio, se puede citar el pensamiento
de Daniel Moeremans ("Responsabilidad de los supermercados
por daños producidos a sus clientes derivados de hurto o robo o
daños de los vehículos estacionados en las playas de
estacionamiento", LLBA, 2001-165), cuando dice que "la
responsabilidad deriva de la aplicación del art. 1198 del Cód. Civil,
es decir es legal y se funda en el incumplimiento de deberes
secundarios de conducta, especialmente el de custodia de los
vehículos introducidos a las playas de estacionamiento por los
potenciales clientes, siendo indiferente que éstos en definitiva
celebren o no un contrato de compra u otro contrato, bastando la
mera intención de entrar en tratativas negociables". En función de
ello llega a la conclusión que "la responsabilidad del centro de
compras nace cuando el cliente introduce su vehículo a la playa del
estacionamiento del establecimiento a los efectos de entablar
contacto negocial con aquél. Distinto sería la solución si se
considerase a la obligación del supermercado como derivada de un
contrato de depósito, pues en tales supuestos consideramos que
no bastaría la mera introducción del vehículo, sino que el deber de
seguridad nacería en el momento de que el potencial cliente
estaciona efectivamente el vehículo en la playa, ya que en dicho
momento se podría suponer la 'entrega' de la cosa depositada".
CÁMARA DE APELACIONES EN LO CIVIL, COMERCIAL Y
MINERÍA DE SAN JUAN, SALA I, Allis, Carlos Hugo c.
Hipermercado Libertad S.A. • 14/10/2009, Cita
Online: AR/JUR/44362/2009
 Fundamenta el a quo que el daño se produce en el marco de una
relación de consumo, que no se agota propiamente en el contrato
de consumo, sino que es más amplia, extendiéndose el vínculo
jurídico que une a las partes a los servicios anexos que se prestan
con la clara intención de atraer a los potenciales clientes con
beneficios adicionales o comodidades, como lo es el caso del
estacionamiento. Concluye —fs. 45 y vta., con cita
de Daniel Moeremans— en que la responsabilidad de la
demandada deriva de la aplicación del art. 1198 del C.Civil, es decir
es legal y se funda en el " ... incumplimiento de deberes
secundarios de conducta, especialmente el de custodia de los
vehículos introducidos a las playas de estacionamiento por los
potenciales clientes, siendo indiferente que éstos en definitiva
celebren o no un contrato de compra u otro contrato, bastando la
mera intención de entrar en tratativas negociables CORTE DE
JUSTICIA DE LA PROVINCIA DE SAN JUAN, SALA I Allis, Carlos
Hugo c. Hipermercado Libertad S.A. • 18/08/2010, Cita
Online: AR/JUR/49961/2010

 Que en esas prestaciones secundarias de conducta,


específicamente de guarda no tiene relevancia la gratuidad del
estacionamiento o incluso la realización de compra
(Moeremans, Daniel "Responsabilidad de los supermercados por
daños producidos a sus clientes derivados de hurto o robo o daños
de los vehículos estacionados en las playas de estacionamiento"
LLBA, 2001-165, 2001). CÁMARA DE APELACIONES EN LO
CIVIL Y COMERCIAL DE JUNÍN Montiel, Gabriela Alejandra c.
Dia Argentina S.A. s/ daños y perj.por del. y cuasid. sin uso
autom. • 24/05/2012, Cita Online: AR/JUR/20875/2012

 El hipermercado es responsable por la sustracción del automotor de la


actora en su playa de estacionamiento, pues del análisis del
testimonio rendido por la víctima, la denuncia penal efectuada, las
actuaciones sumariales y el ticket de compra, constituyen elementos
probatorios que por su grado de conexión y gravedad con el hecho
objeto de autos a lo que se une la absoluta inactividad probatoria por
parte de la demandada y citada en garantía, generan un suficiente
grado de convicción sobre su existencia, de conformidad a las reglas
de la sana crítica racional; a lo que se suma el deber de guarda que
resulta esencial al servicio que ofrece y publicita el hipermercado, en
virtud de que destinó para su propio beneficio, parte de su predio a
playa de estacionamiento y por lo tanto, debe soportar la carga de
arbitrar los medios para garantizar la seguridad de los automóviles
que allí estacionan. Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial
de 2a Nominación de Córdoba • 18/10/2017 • Caja de Seguros SA c.
Libertad SA (Hipermercado Libertad) s/ abreviado - cobro de pesos •
RCyS 2018-VI , 162 •AR/JUR/77521/2017
 Se confirma la sentencia de primera instancia que condenó al
supermercado demandado a resarcir los daños y perjuicios que le
ocasionó al actor la sustracción de sus efectos personales cuando su
vehículo se hallaba estacionado en la playa de estacionamiento de su
propiedad, toda vez que el ofrecimiento a su potencial clientela de un
lugar para el estacionamiento de los vehículos, además de constituir
una prestación accesoria del emprendimiento comercial que le aporta
evidentes beneficios, crea, al producirse su aceptación, un vínculo
jurídico entre ambos que participa de las características de un contrato
de depósito necesario de acuerdo con la nueva legislación aplicable
(art. 1375, Código Civil y Comercial). 0.01 || Gaspar, Octavio Raúl vs.
Coto Centro Integral de Comercialización S.A. s.
Ordinario /// CNCom. Sala E; 11/03/2019; Rubinzal Online; RC J
3993/19
 Resultando esencial el deber de guardar como servicio que ofrece y
publicita el hipermercado y/o supermercado, en virtud de que destinó
para su propio beneficio parte del predio a playa de estacionamiento,
debe soportar la carga de arbitrar los medios para garantizar la
seguridad de los automóviles que allí estacionan. Cámara 2a de
Apelaciones en lo Civil y Comercial de Córdoba • 27/11/2007 •
Compañía de Seguros Mercantil Andina S.A v. Wall Mart •70045679
 No se puede dejar de señalar que es habitual que en los locales de la
demandada, el público, normalmente jóvenes, asistan y al tiempo que
consumen alguno de los productos que se expenden se los vea
utilizando sus notebooks, tablets, celulares, puesto que el negocio los
provee de todos los servicios de conexión y wifi gratis precisamente
como un medio para atraer a la clientela, que se siente segura dentro
de un local cerrado, en lugar de utilizar esta tecnología en lugares
públicos como una plaza, ya que no podemos desconocer los
episodios delictivos que diariamente acontecen en la vía pública. Es
por esta circunstancia que en virtud del deber de seguridad, la
demandada que se beneficia con este negocio, debe extremar las
medidas de seguridad para garantizar a sus clientes una estadía
placentera y pacífica, colocando o en su caso incrementando la
vigilancia en cualquiera de las formas posibles, utilizando algún tipo de
infraestructura que dificulte el acceso expedito a las mesas, etc., por lo
menos, para persuadir a eventuales delincuentes de cometer actos
como el perpetrado contra el aquí actor, circunstancia ésta que no veo
se haya acreditado en autos. (Del voto de la Dra. Barbieri.) || Tapia
Araya, Josué Nahun Elías vs. Starbucks Cofee Argentina S.R.L. s.
Daños y perjuicios /// CNCiv. Sala D; 05/12/2018; Rubinzal Online;
39889/2016; RC J 11249/18
 La integridad y la salud de los niños son bienes jurídicos indisponibles
por lo que no cabe ninguna duda de que el dueño del establecimiento
dedicado a juegos infantiles -en el caso, un pelotero inflable en el que
la hija de los actores se cayó y sufrió quebradura de codo izquierdo-
debe responder por el incumplimiento de la obligación de seguridad de
evitar que los niños sufran daños en ocasión de utilizar las
instalaciones (arts. 51, 54, 774, 1251, 1252, 1722, 1723, 1728, 1729,
1731, 1732, 1733 y ccs., Código Civil y Comercial). Se advierte que si
en el contrato de depósito y por las cosas o efectos introducidos, se
asume una responsabilidad objetiva, lo que es aplicable a los lugares
de esparcimiento (arts. 1368, 1370, 1371, 1375, 1376 y ccs., Código
Civil y Comercial), idéntico criterio corresponde adoptar cuando lo que
está en juego es la seguridad de las personas, máxime tratándose de
niños (arts. 1289, 1291, 1292 y ccs., Código Civil y Comercial). 0.01
|| O., H. S. y otro/a vs. Pietrafesa, Catalina Mariel s. Daños y
perjuicios /// CCC Sala II, Azul, Buenos Aires; 30/11/2016; Rubinzal
Online; 60877; RC J 6808/16

IV: Comentarios:

1. Generalidades:

El artículo que comentamos extiende la responsabilidad objetiva del


hotelero o del depositario necesario, a los efectos introducidos en los
hospitales, sanatorios, casas de salud y deporte, restaurantes, garages,
lugares y playas de estacionamiento y otros establecimientos similares
que prestan sus servicios a título oneroso, sin que sea aplicable, en el
caso de los garages y lugares de estacionamiento, que prestan sus
servicios a título oneroso, la eximente prevista en el art. 1371 respecto de
las cosas de valor.

El fundamento de la responsabilidad debe buscarse en el deber accesorio


o secundario de conducta, de guarda o custodia, como una
concretización del deber de buena fe. Dicho deber emerge ya al momento
de las tratativas negociales o de los actos preparatorios y se extiende
durante toda la vigencia de la relación, que puede no concretizarse en la
celebración de un contrato en particular, como por ej. la responsabilidad
de los centros de compra que emerge por la mera introducción del
vehículo en el centro comercial, independientemente de que se celebre o
no el contrato de compraventa de alguna mercadería. Es decir, al entrar
en tratativas negociales o actos preparatorios, emerge un deber de
seguridad, como obligación accesoria o secundaria, tanto de las personas
como de los bienes, derivado del genérico deber de buena fe.
El factor de imputación objetiva puede encontrarse en la idea del riesgo
empresario o de la actividad. Es por ello que si el que presta el servicio
lucra con el mismo en términos genéricos, debe también cargar con los
riesgos de la actividad y dentro de los riesgos está que los potenciales y
actuales clientes sufran hurtos, robos, daños en sus bienes, estando en el
local o establecimiento. Es por ello que para eximirse de responsabilidad
se debe acreditar el rompimiento de la cadena causal por caso fortuito o
fuerza mayor ajena a la actividad que se desarrolla.
Los casos enumerados no constituyen depósito necesario, sino otros
negocios típicos o atípicos, en los cuales emerge la obligación secundaria
de guarda o custodia y de allí su inclusión en el capítulo del contrato de
depósito.
Di chiazza120 señala que en los casos asimilados, la guarda en cuestión
puede ser gratuita u onerosa. Sin embargo, ya la jurisprudencia ha
puntualizado que responde el propietario del establecimiento o quien se
sirve del mismo como medio para favorecer el acceso del cliente a su
local comercial, incluso cuando el estacionamiento resulte gratuito, tal el
caso por ej. de la responsabilidad de los centros de compra por la
sustracción de vehículos en las playas de estacionamiento, donde la
actividad principal es onerosa. Para este autor si la actividad principal de
la actividad es la guarda de vehículos, no se encuadraría en esta
previsión, sino que se configuraría directamente un contrato de depósito.
Nosotros consideramos que en rigor sea principal o accesoria la
actividad, la solución legal sería la misma, porque en ambos casos se
asimilaría a las normas del depósito en hoteles, sin las excepciones
previstas en dichas normas. Que es verdad que en el primer párrafo,
como apuntamos, se refiere a establecimientos, donde la actividad
principal onerosa es distinta a la de guarda, pero que emerge como
obligación legal accesoria la de custodia. Por último por el tercer párrafo
se incluyen a los garajes, lugares y playas de estacionamiento a título

120
Di Chiazza, Ivan, ob. Cit. Pg. 579, 580
oneroso porque el vínculo no es técnicamente de depósito, sino de un
contrato parcialmente atípico como es el de garage, como lo
desarrollaremos a continuación.

2. El contrato de garage:

2.1. DEFINICIÓN

Es aquel contrato en que una de las partes organizada profesionalmente


para prestar el servicio de guarda de vehículos, se obliga a facilitarle a la otra
el uso de cierto o indeterminado espacio dentro de un local apropiado para
tal efecto, por un lapso más o menos prolongado de tiempo, a cambio de un
precio en dinero, habiéndose afirmado121 que “siendo el objeto principal de
este tipo de convención la guarda o custodia del vehículo, la obligación del
garajista se traduce principalmente, en la organización de los medios
humanos y previsiones técnicas concretas para cumplir con la finalidad de
cuidado y seguridad del rodado sobre el cual tiene la guarda, lo que conlleva
a su responsabilidad por los daños y perjuicios causados a los automóviles
que se ponen bajo su cuidado”.
3. NATURALEZA JURIDICA

La doctrina sistematiza las posiciones jurisprudenciales respecto de la


naturaleza jurídica del contrato de garaje en cuatro grupos:

a. Contrato atípico de naturaleza compleja: Coexisten básicamente


caracteres de tres contratos: depósito, prestación de servicios y obra.
b. Modalidad del contrato de depósito: En virtud de tener por principal
obligación la de custodia sobre los vehículos estacionados
c. Modalidad de Contrato de Locación de cosas: Cierto sector
doctrinario lo equipara a la locación de cosas, subrayando la
obligación de facilitar un espacio para estacionar.
d. Contrato de naturaleza sui generis: Este contrato, dada la cantidad
de los caracteres que reconoce, hace que su encasillamiento en
figuras conocidas sea una tarea infructuosa.

La mayoría de la jurisprudencia afirma que se trata de un contrato de


naturaleza mixta compleja, abarcando las figuras de locación de cosas, de
depósito y de servicios, pudiendo existir incluso prestaciones accesorias 122.

121
STSantiago del Estero, 20/02/2009 in re Díaz, Roberto c. Daher Julio, LLNOA 2009 (junio) 449
122
Conf. CNCiv Sala J, 08/06/2006, in re Rishmuller, Aldo S. c. Emprendimiento Belgrano S.A. y otro,
L.L. 14/08/2006, 10, L.L. 2006-D-811 –RCyS2006, 1373). En igual sentido la Cámara Civil en pleno en los
autos Tiebout, Juan Carlos c. Jivcovic, Gabriel y otro, Publicado en: LA LEY 10/09/2008, 10/09/2008, 10 - LA
LEY 2008-E, 406 - LA LEY 22/09/2008, 573, con nota de Eduardo L. Gregorini Clusellas; DJ 01/10/2008, 1562
- DJ 2008-II, 1562 - LA LEY 07/10/2008, 6, con nota de Magdalena B. Giavarino; LA LEY 2008-F, 29, y en JA
2008-IV-69 - SJA 5/11/2008, con comentario del suscripto
A esta tesis adherimos, ya que estamos en presencia de una moderna figura
jurídica con caracteres propios que impiden su encuadre a las figuras
existentes, conteniendo efectivamente características de contrato de
depósito, de locación de cosas y de prestación de servicios. Dentro de los
contratos mixtos sería del tipo combinado, puesto que una parte debe
prestaciones de dos o más figuras y la otra de una figura solamente.

4. DIFERENCIAS CON OTRAS FIGURAS

4.1. Con el contrato de locación de cosas:

El contrato de locación de cosas, conforme a lo dispuesto por el art. 1187


CCC tiene por finalidad el uso o uso y goce temporario de una cosa mueble
o inmueble, a cambio de un precio en dinero. La posible confusión con el
contrato de garaje puede presentarse cuando el usuario tiene a disposición el
uso de un lugar determinado para la guarda de su vehículo. La distinción
surgirá del contenido del negocio celebrado, es decir si el que se obliga a
facilitar el uso y goce de un espacio físico en un inmueble, asumió también la
obligación o no de guarda, sea de manera expresa o implícita, si tiene la
guarda jurídica del vehículo, si se encuentra organizado en forma profesional
y las demás circunstancias del caso. La jurisprudencia 123 ha tenido
oportunidad de pronunciarse al respecto afirmando que “el demandado
permitió al titular del vehículo el uso y goce de un espacio físico en un
inmueble de su propiedad, otorgándole las llaves del portón a tal efecto, pero
sin establecer en ninguna cláusula del convenio que aquél se comprometía a
la custodia del automotor, sino que por el contrario se dejó expresamente
deslindada su responsabilidad para el caso de ocurrir cualquier robo o daño
dentro de la cochera. Tales aspectos, en consonancia con el hecho de que
nunca existió registro de entrada o salida de vehículos, guardia o vigilancia
nocturna, sumados a la circunstancia de que no existe constancia alguna de
que el accionante hubiera efectuado reproche o reclamo oportuno de la falta
de control que denuncia, permiten inferir –según la valoración efectuada- que
el acuerdo a que arribaron las partes era un contrato de locación de espacio
libre en el que sólo se asumió el compromiso de garantizar un lugar físico
para la guarda del vehículo y que el término garaje utilizado no hacía
referencia al contenido contractual de la palabra sino al espacio físico que se
entregaba en locación…” “…tampoco (se presenta) la organización
empresarial de tipo profesional que tipifican las notas del garajista…”. Es
decir, a diferencia del contrato de garaje, el locador no tiene la obligación de
guarda con respecto a los objetos introducidos en el inmueble, los que por lo
tanto no quedan bajo la guarda jurídica del mismo. Ahora bien, el hecho de

123
STSantiago del Estero, 20/02/2009 in re Díaz, Roberto c. Daher Julio, LLNOA 2009 (junio) 449
no haberse obligado expresamente a guardar la cosa, no implica a nuestro
entender que no pueda en el caso concreto surgir una obligación de
seguridad, como obligación tácita o accesoria, cuyo fundamento surgiría del
principio de buena fe (art. 9 y 961 CCC)124

4.2. Con el contrato de depósito:

Con el contrato de garaje la confusión puede presentarse con el depósito


regular, pues en ambos surge una obligación de custodia, debiendo en
los dos supuestos restituir la misma e idéntica cosa. Difieren en cambio
en la finalidad. Mientras que en el depósito la única finalidad perseguida
es la de guarda, en el contrato de garaje también tiene por finalidad ceder
el uso de un espacio determinado o indeterminado para estacionarlo, sea
la modalidad rotatorio o con reserva de plaza, además de la posibilidad
de que surjan otros servicios accesorios o complementarios, como por ej.
Servicios de lavado del vehículo, cambio de aceite, etc.

4.3. Con el contrato de prestación de servicios

Si bien las obligaciones emergentes del contrato de garaje pueden ser


englobadas con la de la prestación de servicios en los términos del art. 1251
y cc. del CCC., sin embargo, la mera guarda de la cosa no es la única
obligación que asume el garajista en forma principal, sino también surge la
de ceder un espacio determinado o indeterminado para el estacionamiento
del vehículo.

4.4.Con el estacionamiento en la vía Pública

En este supuesto no se configura el contrato de garaje puesto que una de las


obligaciones principales, la guarda de la cosa, no se presenta y solo se limita
al derecho de estacionar en la vía pública. No existe por lo tanto
responsabilidad por robo, hurto o daño alguno que los vehículos pudieran
sufrir. En este sentido la jurisprudencia125 ha afirmado “que en el caso no se

124
Véase Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Morón, sala II(CCivyComMoron)(SalaII),
Fecha: 20/09/2005, in re “Hernández, Juan C. c. Neo Servi S.A.C.I.A”, en: LLBA2006 (abril), 386,
donde sostuvo: “….las diferencias con la locación de cosas son nítidas; por un lado, el locador no
asume obligaciones de custodia sobre los objetos que el locatario introduce en una cosa locada; por el
otro, es esencial para la configuración de la locación que se entregue la cosa al locatario para su uso y
goce, lo que lleva implícita la transmisión de la tenencia de la cosa locada a manos del locatario; en
cambio el garajista no se desprende de la tenencia del local y brinda una prestación que tipifica el
contrato, que es precisamente la de custodia sobre el vehículo, y tal conclusión ha sido seguida en
forma casi unánime por la jurisprudencia (conf. entre otros C1ª. Civ. y Com. La Plata, Sala III, 21/11/89,
LA LEY, 1991-B, 367; CNCom., Sala D, 31/7/90, ED, 89-654)”.
125
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala D(CNCom)(SalaD), de fecha: 16/06/1983, in
re: Katz, Sofía c. Cañogal, S. R. L., en: LA LEY1984-D, con nota de Jorge Mosset Iturraspe LA LEY
1984-D, 406DJ1985-1, 657.
configura un contrato de garaje y por ende no existe obligación de custodia y
su consecuencia de restituir en cabeza del permisionario demandado. Debe
tenerse en cuenta que el estacionamiento en la zona de parquímetros, como
es de toda evidencia, se realiza en la vía pública. No existen instalaciones
destinadas al depósito de los vehículos, ni otras apropiadas para el contralor
del ingreso o egreso de ellos. Simplemente, el propietario o quien conduzca
el vehículo lo ubica cuando encuentra algún espacio libre, y deposita las
monedas, cospeles o fichas en el aparato comúnmente conocido como
"parquímetro" o "estacionómetro" en la terminología de las disposiciones
municipales que rigen su establecimiento. ….No aparecen, así, ninguna de
las circunstancias que caracterizan al contrato de garaje en cuanto
generador de obligaciones de custodia. Es que no hay depósito, pues la cosa
no es entregada al permisionario…. El pago de una suma de dinero tiene en
este caso el carácter de una tasa por la prestación de un servicio público,
cual es el de servir con los parquímetros o estacionómetros, a una mejor
distribución de los espacios destinados al estacionamiento de vehículos, lo
que se logra mediante el doble juego de limitación de tiempo e imposición de
un canon. El permisionario de los parquímetros no es sino el brazo ejecutor
de un sistema de distribución de los espacios para estacionar en la vía
pública. Y el hecho de que se trate de la vía pública es suficiente, en
principio, para excluir cualquier tipo de obligación de custodia salvo que
existan obras destinadas al encerramiento del lugar, o al control de ingreso y
egresos, como en ciertas playas de superficie en la Avda. 9 de Julio….. La
persona que integra el personal de la concesionaria no está para impedir el
hurto de los autos estacionados en la zona de parquímetros sino para
cumplir la función de la máquina aun no puesta en servicio; medir el tiempo y
cobrar el canon. No dándose las condiciones de cerramiento y control de
ingreso o egreso, no cabe sino concluir en la inexistencia de los
presupuestos básicos de la responsabilidad imputada al permisionario de los
parquímetros por el hurto de un automóvil estacionado en esa zona…”.

IV.5. Con el estacionamiento en las playas de estacionamiento de


los supermercados

El tema sabemos, fue tratado por numerosos fallos y doctrina especialmente


referidos a la responsabilidad de los centros comerciales por daños derivado
de robos o hurtos de vehículos en sus estacionamientos, normalmente
“gratuitos”. Al respecto se sostuvo en forma prácticamente pacífica, que el
supermercado es responsable en caso de robo o hurto de los vehículos
estacionados. Sobre los fundamentos de dicha responsabilidad no existía un
criterio uniforme, sosteniendo la jurisprudencia mayoritaria, tal como
veremos, que la fuente de la responsabilidad sería contractual. En todos los
casos se hace mención al hecho de que los estacionamientos cumplen un rol
específico en la política de mercadeo de la empresa y que sus costos en
definitiva son trasladados a los consumidores o usuarios. Así se sostuvo que
el supermercado al ofrecer la posibilidad de estacionar "gratuitamente" los
vehículos de los potenciales clientes, estimula el consumo. Que el facilitar un
lugar para el estacionamiento de vehículos constituiría una prestación
accesoria derivada de la actividad negocial principal que consiste en la
compraventa de mercaderías. Que la mentada gratuidad no es excusa para
incumplir la obligación de custodia, porque los gastos de manutención son
trasladados a los precios. También se afirmó en esta línea de pensamiento
que es innegable que esta empresa comercial, no presta el servicio en forma
absolutamente desinteresada, ya que la facilidad de un cómodo
estacionamiento atrae mayor clientela, lo que reporta grandes ventajas a la
actividad específica del establecimiento y la consiguiente seguridad que ello
implica y que pesa sobre quien ofrece la alternativa del fácil estacionamiento,
la carga de que éste sea seguro, generando responsabilidad aún respecto de
quienes ingresaren al establecimiento y no adquiriesen ningún bien en
concreto.

Es decir, quien estaciona el vehículo confía en que el supermercado ofrece


un lugar adecuado, eficiente y seguro para resguardar al vehículo de daños
producidos por terceros o por dependientes del mismo. Si dicha confianza se
ve defraudada debe ser resarcido por los daños ocasionados al vehículo.
Nosotros consideramos que es innegable la responsabilidad del
Supermercado en caso de robo, hurto, daño de los vehículos estacionados.
Sin embargo, en trabajos anteriores disentimos en la naturaleza contractual
de la misma, ya que a nuestro entender la responsabilidad deriva de la
aplicación del actual art. 961 del CCC, es decir es legal y se funda en el
incumplimiento de deberes secundarios de conducta, especialmente el de
custodia de los vehículos introducidos a las playas de estacionamiento por
los potenciales clientes, siendo indiferente que éstos en definitiva celebren o
no un contrato de compra u otro contrato, bastando la mera intención de
entrar en tratativas negociables. Respecto de esta obligación secundaria nos
podemos preguntar en qué momento comienza la misma y hasta cuándo se
extiende. En los repertorios jurisprudenciales se nota la tendencia de los
demandados a afirmar que para que nazca la responsabilidad no basta con
la mera introducción del vehículo a la playa de estacionamiento, sino que
sería necesario que el demandante acredite que ha realizado compras en el
establecimiento. Sin embargo, este razonamiento no tuvo recepción en la
jurisprudencia, la que sostuvo que es innecesaria que se perfeccione
contrato de compraventa. En algunos fallos se sostuvo que la obligación de
guarda surgiría de una oferta al público del Hiper o Supermercado del
servicio accesorio de estacionamiento y la aceptación se integraría por
quienes se avienen a aprovechar la infraestructura y presunta seguridad para
el resguardo de los vehículos, independientemente de que el cliente compre
o no mercadería, ya que quien ofrece este servicio como forma de atraer al
público debe responder por la falta de seguridad en el servicio ofrecido y
aceptado por el público. A una solución similar se arribaría en caso de
sostener que estamos en presencia de un contrato de garaje en la modalidad
“de gratuito” en general. Nosotros consideramos que la responsabilidad del
centro de compras nace cuando el cliente introduce su vehículo a la playa del
estacionamiento del establecimiento a los efectos de entablar contacto
negocial con aquél, siendo indiferente que adquiera o no algún producto de
los ofrecidos por el supermercado. Con relación a cuándo se extingue la
obligación de custodia, podemos figurarnos dos momentos: El primero hasta
el momento en que el cliente o potencial cliente vuelve a tomar posesión (en
sentido amplio) del vehículo, es decir tratándose de un automóvil cuando se
sube nuevamente al mismo o abre el mismo a los efectos de cargar las
mercaderías compradas, si fuera el caso. El segundo momento posible sería
hasta que el cliente sale de la playa de estacionamiento del Supermercado.
Nosotros nos inclinamos por considerar que el deber de garantía subsiste
hasta el momento en que el cliente o potencial cliente abandona la playa de
estacionamiento. Ello por los siguientes motivos: a. Porque los fundamentos
son los mismos que al momento del nacimiento de la responsabilidad, es
decir el Supermercado atrae clientela ofreciendo un lugar seguro y confiable
para estacionar, lo que implica ingresar y egresar del establecimiento libre de
daños. El deber de seguridad, como prestación secundaria de conducta no
se agota en la etapa llamada precontractual, sino que subsiste hasta el
agotamiento del contacto negocial, por aplicación del mismo artículo 961 del
CCC que manda obrar con buena fe durante la celebración, interpretación y
ejecución del contrato. Incluso se sostiene que dichos deberes existen aun
cuando el contrato celebrado se anule, pues existen aún antes de la
celebración de contrato alguno. b. El cliente o potencial cliente no sólo confía
en que el vehículo será conservado sin daños durante la permanencia de
aquél en el centro de compra, sino también desde el ingreso del mismo y
hasta que él haga abandono del ámbito de la playa de estacionamiento y c.
Porque en caso de duda considero que debe la balanza inclinarse a favor de
la protección del consumidor o usuario de dichos servicios (art. 3° y conc. ley
24240 t.o.). Como eximente de esta responsabilidad de los Súper
consideramos que se puede alegar la ruptura del nexo de causalidad ajeno al
riesgo propio de la actividad, excluyéndose el hecho de un tercero por el cual
no se debe responder, pues lo que se está analizando es el hecho del propio
obligado, es decir si cumplió o no con el deber de custodia (análogo a lo
establecido en materia de depósito necesario (aplicable en virtud del art.
1371 del CCC).

Es decir, consideramos que sólo se liberará el Súper cuando se demuestre la


existencia de hechos que revelen un rompimiento del nexo causal, un
verdadero casus, ajeno al riesgo propio del servicio y no en los demás
supuestos. En cuanto a la necesidad de acreditar la compra de mercadería,
ello es innecesario, pues la responsabilidad del Súper emerge haya o no
adquirido el cliente bien o servicio alguno. Acreditado el ingreso al local
comercial no interesa si en definitiva adquirió o no bienes a los efectos de la
responsabilidad. Ello porque como dijimos se trata de un deber secundario
de conducta que surge al momento de que el cliente introduce el vehículo a
la playa, como deber precontractual de conducta.
La fuente de la responsabilidad es legal, hoy ex art. 1375 CCC y 961 CCC,
aunque no se escapa que también se la pueda concebir como contractual,
cuando se trate de una relación de consumo, pues en este caso se puede
considerar que el Supermercado realiza una oferta al pública de
otorgamiento de un espacio indeterminado para estacionar el vehículo, bajo
la condición de que haya espacio suficiente y custodia del mismo, oferta que
se considera aceptada al momento que se introduce el vehículo en la playa.
De dicho contrato surgiría una obligación principal de custodia y de conceder
el uso de un espacio indeterminado para el estacionamiento del vehículo,
bajo la condición de existir espacio disponible, pues en caso de encontrarse
la playa completa, el potencial cliente nada podría reclamar al centro de
compras. A su turno, el usuario no asume ninguna obligación de pagar
ninguna suma de dinero, pero sí accesoriamente de respetar el reglamento
de la playa si lo existiere. Como se trataría de un contrato gratuito, no se
configuraría un contrato de garaje, mas sí un contrato de custodia. Dicho
contrato si bien comercialmente accesorio al de compraventa de mercaderías
que comercializa el centro de compras, desde el punto de vista jurídico no se
encuentra conexado, de manera tal que no resulta necesario acreditar la
compra para reclamar por el eventual incumplimiento de la obligación de
custodia.
IV.6. Edificio Sometido a propiedad horizontal
El estacionamiento en la playa o en los lugares más protegidos de edificios
sometidos al régimen de PH, no configura, en principio, contrato de garaje.
La jurisprudencia126 sostuvo que: “Debe rechazarse la demanda tendiente a
obtener una indemnización por el robo de un ciclomotor producido en un

126
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala B(CNCom)(SalaB), el 13/04/2005, in re
Azcoaga, Francisco José y otro c. Simeran, Juan, LA LEY2005-E, 57.
espacio guardacoches situado en el sector de cocheras de un edificio sujeto
al régimen de la propiedad horizontal y en el que no existía seguridad -en el
caso, el vehículo era dejado con cadena y candado-, ya que no medió entre
las partes un contrato de garaje sino una locación de un espacio físico sin
garantía de ningún tipo de seguridad”.

El lugar de estacionamiento puede ser espacio común de uso exclusivo o de


uso común, o constituir una unidad funcional independiente. En ambos
supuestos, salvo que algo contrario se hubiera pactado, no se configura un
contrato de garaje puesto que no es una actividad realizada
profesionalmente por parte del consorcio o el propietario según sea el caso,
porque el espacio concedido en cuestión se encuentra afectado al régimen
de propiedad horizontal y por el reglamento de copropiedad, y porque la
obligación de guarda estaría ausente, razón por la cual se configuraría un
contrato de locación de cosas. La presencia de portero o sereno es, entre
otras funciones, para la custodia del edificio en general y no únicamente de
los automóviles allí estacionados. En caso de que uno de los propietarios de
una cochera decida alquilarla a otra persona, el contrato que se perfecciona
sería de locación y no de garaje, porque no está presente la obligación de
guarda y por el otro tampoco sería su medio de vida, por lo que faltaría el
carácter profesional.

IV.7. Caso de estaciones de servicio y de los talleres mecánicos


Se puede confundir con el contrato de garaje por la existencia de
responsabilidad por daño en los vehículos allí estacionados. Pero dicha
responsabilidad tiene su causa en una obligación accesoria del contrato
de prestación de servicios u obra. Sin embargo, si en la estación de
servicio se destina un lugar para estacionar vehículos por hora o en forma
mensual, el contrato será de garaje. También será de garaje si el usuario
convino con la estación de servicio en pagar un precio en dinero para que
le concedan un lugar para estacionar el vehículo y el cuidado del
mismo127.

En cuanto a los talleres mecánicos, el contrato que celebra el tallerista con el


cliente tiene características de prestación de servicios u obra, pero también
emerge como obligación secundaria la de guarda y custodia del vehículo128.

5. RESPONSABILIDAD DEL GARAJISTA

127
Véase Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Morón, sala II(CCivyComMoron)(SalaII),
Fecha: 20/09/2005, in re “Hernández, Juan C. c. Neo Servi S.A.C.I.A”, en: LLBA2006 (abril), 386
128
Véase CNCiv., sala F, 22/2/73, Rev. LA LEY, t. 51, p. 149, J. A., 1973-18, p. 436; S. T. Misiones,
sala I, 22/6/72, Rev. LA LEY, Digesto 2, t. III, p. 996, S-2134).
La doctrina afirma que la responsabilidad del garajista debe ser considerada
con criterios rigurosos, dándole preeminencia a su función de empresario,
que le impone estructurar una organización adecuada para dar correcto
cumplimiento a los servicios que presta. Dos son los principios rectores en
materia de responsabilidad del garajista: la eximición de responsabilidad sólo
en presencia de caso fortuito o fuerza mayor ajena la actividad empresaria y
en general el carácter restrictivo del análisis de las causas de eximición.

Con relación al factor de atribución en la responsabilidad del garajista


señalaba la jurisprudencia que la sustracción del vehículo del ámbito del
garaje, hacía presumir la falta de diligencia del garajista. Es decir, que se
establecía la presunción de culpa del garajista ante la falta de restitución, a
menos que éste pudiera probar una causal de fuerza mayor que lo exonere.
En la actualidad en base al art. 1371 del CCC no hay dudas de que la
responsabilidad del garajista es objetiva y sólo puede exonerarse de
responsabilidad si demuestra el caso fortuito o fuerza mayor ajena a la
actividad, no configurándose éste por el accionar delictivo de terceros, por
cuanto el mismo no es ni imprevisible ni en algunos casos, irresistible. Así lo
ha sostenido la jurisprudencia al afirmar que “El garajista debe responder por
el robo de un automotor dejado bajo su guarda, pues su responsabilidad
debe presumirse no sólo con base en las reglas del depósito oneroso sino
sobre todo por el carácter empresario de la explotación de este tipo de
emprendimientos y su objeto, consistente precisamente en brindar seguridad
a los usuarios mediante la guarda, pre-operando al efecto las necesarias
condiciones a través de una organización eficaz129.
En cuanto a daños producidos por inclemencias climáticas, se sostuvo en un
interesante fallo130 que: “Cabe destacar que para que vientos y lluvias
revistan el carácter de caso fortuito o fuerza mayor deben ser de una
violencia excepcional, extraños o desacostumbrados desde épocas lejanas y,
en principio, de amplias proyecciones dañosas, tal cual ocurre en los
ciclones, terremotos, huracanes, inundaciones sin precedentes cercanos u
otras fuerzas análogas. Es así que para que una tormenta — de viento, de
lluvia, de nieve— configure un caso fortuito, tiene que ser extraordinaria —
para el lugar y las circunstancias— y de una magnitud o fuerza notoriamente
inusuales, pues los accidentes de la naturaleza no constituyen casos fortuitos
mientras que por su intensidad no salgan del orden común131.

129
Véase CNCom., esta Sala, "in re" "Goncalvez, O. F. y otro c. Dancos S.R.L.", del 31-10-90)”. En
igual sentido la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala B, en fecha 25/11/2002, in re
“La Buenos Aires Compañía Argentina de Seguros S.A. c. D'Alessandro, Silvia Norma, La Ley Online .
130
CNCiv Sala J, (08/06/2006, in re Rishmuller, Aldo S. c. Emprendimiento Belgrano S.A. y otro, L.L.
14/08/2006, 10, L.L. 2006-D-811 –RCyS2006, 1373
131
Lowy, Juan c/ Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires s/ daños y perjuicios". CNCiv. - Sala D -
Nro. de Recurso: D174096 - Fecha: 19-3-1996 - El Dial, CNCiv.: 12278 (LA LEY, 1997-F, 955, 40.070-
S). Ver, en igual sentido, "Dasque, Liliana Graciela c/ Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires s/
daños y perjuicios" (Expte. N° E147044)- CNCiv., Sala E, 09-06-94,
6. CLASUSULAS DE EXIMICIÓN
En general la doctrina afirmaba que las cláusulas de eximición de
responsabilidad están viciadas de nulidad absoluta y parcial. La
jurisprudencia ha determinado a su turno que las mismas atentan contra la
esencia del contrato de depósito y que en los contratos de adhesión no son
válidas si son contrarias a la moral, las buenas costumbres y al orden público
(art. 953 del C.C. derogado, actual 1004 CCC). Es por ello que, la reserva
hecha en los tickes de estacionamiento en letra pequeña que dice “la casa
no se responsabiliza por los daños, hurtos o incendio de los vehículos allí
estacionados”, es ineficaz porque desnaturaliza el objeto del contrato,
conforme al art. 37 de la ley 24240 y del CCC y por el art. 1374 del CCC,
aplicable como vimos tanto a los consumidores cuanto a quien no revisten
este carácter.

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SECCION 4ª

Casas de depósito

ARTICULO 1376.- Responsabilidad. Los propietarios de casas de depósito


son responsables de la conservación de las cosas allí depositadas, excepto
que prueben que la pérdida, la disminución o la avería ha derivado de la
naturaleza de dichas cosas, de vicio propio de ellas o de los de su embalaje,
o de caso fortuito externo a su actividad.

La tasación de los daños se hace por peritos arbitradores.

I. Concordancias: Arts. 755, 763, 1371, 1708 y ss.; Art. 773, CPCCN.

II. Interacción normativa: La sección 4ta. Del capítulo 11 trata de la


responsabilidad de los propietarios de las casas de depósito, como
un supuesto especial de depósito, siguiendo la metodología del
derogado Código de Comercio, que en el art. 123 se refería a los
barraqueros y casas de depósito. La regulación se complementa
con lo dispuesto en los arts. 1708 y ss. del CCC.

III. Anotaciones Jurisprudenciales:


 La empresa que realiza como actividad lucrativa la prestación de un
servicio de depósito, debe controlar el correcto funcionamiento de los
mecanismos de seguridad implementados y la capacitación del
personal en el que delega la efectiva vigilancia, lo que implica que la
sustracción de los bienes recibidos en guarda y conservación, aun de
haberse llevado a cabo a mano armada, no puede per se considerarse
imprevisible porque de hecho debió preverla en atención a la
reiteración con la que suele cometerse tal modalidad delictual. •
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala A • 16/09/2003
• Omega Coop. de Seguros Ltda. c. Osme S.A. • LA LEY 2004-
B , 1014 •AR/JUR/3077/2003

 Son improcedentes los recursos de inconstitucionalidad y casación por


los cuales se cuestiona la sentencia que responsabilizó a una entidad
bancaria por los daños y perjuicios ocasionados al actor a raíz de la
desaparición de efectos depositados en una caja de seguridad, ya que
si bien no se pudo determinar el modus operandi en que el delito se
perpetró y el perito concluyó que no existió violación de la estructura
del cofre, las distintas denuncias de clientes del banco permiten tener
por acreditado el hecho, razón por la cual debió el accionado
demostrar la existencia de un caso fortuito o de fuerza mayor para
poder eximirse de responsabilidad, lo cual no fue debidamente
cumplido Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Mendoza •
09/05/2006 • Segarra, José H. c. Banco Río de la Plata S.A • LLGran
Cuyo 2006 (octubre) , 1138 con nota de Gustavo E. Randich Montaldi
•AR/JUR/2730/2006

IV. Comentarios:

El CCC regula como un supuesto particular de responsabilidad, siguiendo al


derogado Código de Comercio, la de los “propietarios” de las casas de
depósito, entendiéndose por tal aquellos establecimientos comerciales que
tienen por objeto principal contratar el recibo, guarda, custodia y
conservación de bienes muebles de terceros en general. Tal como se
señala132 en el género “casa de depósito” se engloban las diferentes
especies: casa de depósito en sentido estricto, barracas de almacenaje y
empresas de almacenes generales.
El término propietarios nos parece feliz. Es similar al utilizado en el derogado
artículo 1117 t.o. ley 24830, del C.C., el que fue reemplazado en el actual art.
1767 CCC por el término “titular”, el que resulta técnicamente más correcto,

132
Di Chiazza Ivan, Contratos Parte Especial, (dir. Medina/Rivera) Edit. Abeledo Perrot, Buenos Aires 2017, pg.
586
pues no se trata, (al igual que en el caso de los establecimientos educativos),
de quien es propietario del inmueble donde se asienta el establecimiento,
sino de quien es titular de la actividad empresaria, que puede ser el titular
dominial o un locatario o comodatario. El propietario del inmueble donde se
asienta la casa de depósito será responsable como tal si por un vicio en la
cosa se produce un daño a un tercero, mas no será responsable por las
obligaciones emergentes del contrato de depósito celebrado con el titular de
la casa de depósito.
El titular de la casa de depósito responde por la conservación de la cosa
depositada. Dicha obligación es de resultado, es decir deben restituir la cosa
al depositante en las mismas condiciones recibidas, salvo que las mismas se
deterioraren o perdieran por causa ajena a la referida obligación. Se presume
que se trata de una causa ajena, si la cosa se deteriora total o parcialmente o
perece, o disminuye en su valor por la naturaleza misma de la cosa o por
vicio propio de ellas o de los de su embalaje, o por un caso fortuito externo a
su actividad. Esto último implica que el factor de atribución es objetivo y
calificado, o sea que responde aún en el supuesto de caso fortuito, si el
mismo no es ajeno al riesgo propio de la actividad.
En este sentido se ha afirmado que el incendio del establecimiento no
constituye per se un supuesto de caso fortuito ajeno a la actividad. En tal
sentido Kemelmajer de Carducci en el fallo dictado por la SCJ de Mendoza 133
sostuvo: “No son fortuitos los incendios que encuentran causa en defecto de
instalación, cables en mal estado o combustión del material acumulado. Un
sitio en llamas no es una cosa inerte, pues el riesgo resulta del hecho de la
cosa. En consecuencia, sus dueños o guardianes no pueden eludir su
responsabilidad por los daños ocasionados a menos que prueben la culpa de
la víctima, de un tercero por quien no deben responder o por caso fortuito. El
incendio no debe considerarse como caso fortuito, aunque pueda
configurarlo en situaciones especiales. Normalmente derivan de hechos que
se pueden prever y evitar asumiendo las diligencias necesarias, no faltan
casos en que son directamente el resultado de la desidia, la ignorancia o la
carencia de medios económicos. El cortocircuito como causa del incendio no
configura necesariamente un caso fortuito irresistible”.
El hurto o robo de las cosas depositadas tampoco como vimos se considera
un caso fortuito o de fuerza mayor, siendo un riesgo por antonomasia de las
casas de depósito. En caso de querer el depositario dispensarse de su
responsabilidad contractualmente, la cláusula de eximición debe ser
considerada como no convenida, por aplicación analógica de lo dispuesto por
el art. 1374 CCC.

133
En fecha 08/05/2002 in re Fernandez, Paulina c/ Adolfo Campos P/Sumario, citado por Rubín
Miguel Eduardo, en Responsabilidad de las casas de depósito frente al depositario, ED de fecha 10 de
Abril de 2017, pg. 6, nota 125.
En lo relacionado a la cuantificación del daño, el CCC establece que deberá
realizarse a través de peritos arbitradores. Esta prueba es necesaria a los
efectos de la determinación del valor de las cosas depositadas, las que de
haber perecido o deteriorado deben restituirse al valor de reposición, pero no
excluye que se pueda acudir a otros elementos de prueba a los efectos de
complementar por un lado los rubros indemnizables (por ej. lucro cesante,
pérdida de chance, etc.) y la cuantificación de los mismos, lo que en
definitiva serán liquidados por el Juez.

ARTICULO 1377.- Deberes. Los propietarios mencionados en el artículo 1376 deben:

a) dar recibo por las cosas que les son entregadas para su custodia, en el que se describa
su naturaleza, calidad, peso, cantidad o medida;

b) permitir la inspección de las cosas recibidas en depósito al depositante y a quien éste


indique.

I.Concordancias: Art. 755; 763; 1371


II. Comentarios:
El art. 1377 impone al titular del establecimiento “casa de depósito”, dos
obligaciones accesorias a las de recibo, conservación, custodia y
conservación de las cosas depositadas. Por un lado, tiene la obligación de
dar recibo de las cosas depositadas. La omisión de dar cumplimiento a esta
obligación, hace surgir la presunción iuris tantum de que lo afirmado por el
depositante se ajusta a la verdad en cuanto a los efectos depositados. En
cuanto al contenido del recibo se prescribe que debe describir la naturaleza,
calidad, peso, cantidad o medida de las cosas depositadas. Por otro lado,
debe también permitir el titular de la casa de depósito la inspección de las
cosas depositadas sea por sí o por la persona que indique. Esta obligación
se la considera razonable sobre todo considerando que en no pocos
supuestos la mercaría depositada estará destinada a la venta durante el
plazo del depósito134

III.Bibliografía

 Rubín Miguel Eduardo, en Responsabilidad de las casas de depósito


frente al depositario, ED de fecha 10 de Abril de 2017, pgs. 1 a 10
 Di Chiazza Ivan, Contratos Parte Especial, (dir. Medina/Rivera) Edit.
Abeledo Perrot, Buenos Aires 2017,l pg. 586

134
Di Chiazza Ivan, Contratos Parte Especial, (dir. Rivera/Medina) Edit. Abeledo Perrot,
Buenos Aires 2017,l pg. 586

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