La Intimidad Del Peregrino. Diario Espiritual. San Ignacio de Loyola

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Santiago Thió de Pol, S J .

LA INTIMIDAD
DEL PEREGRINO
Diario espiritual de
San Ignacio de Loyola

a
2 Edición

§
EDICIONES MENSAJERO
sn
Sal Terrae
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cial, por cualquier medio o procedimiento técnico, de esta publicación -incluido el
diseño de la misma y las ilustraciones- sin permiso expreso del editor.

a
2 Edición

© Santiago Thió de Pol


© Ediciones Mensajero - Sancho de Azpeitia, 2 - 48014 Bilbao
Apartado 73 - 48080 Bilbao
ISBN: 84-271-1666-7
© Editorial Sal Terrae - Polígono de Raos. Parcela 14 - 39600 Maliaño (Cantabria)
Apartado 77 - 39080 Santander
ISBN: 84-293-0887-3
Depósito Legal: BI-1352-98
Printed in Spain

Impreso por Grafo, S.A. - Avda. de Cervantes, 59 (DENAC) - Basauri (Vizcaya)


Printed in Spain
A los novicios que han acompañado
mi descubrimiento de la fuerza
de San Ignacio como guía espiritual
ÍNDICE

PRESENTACIÓN 13
¿Una versión del Diario de San Ignacio en castellano? 13
El Diario de Ignacio en catalán 15
Un libro para orar 17
Introducciones, cuantas más, mejor 18

INTRODUCCIÓN GENERAL 19
¿Quién fue Ignacio de Loyola? 19
El Diario espiritual y las Deliberaciones de la pobreza 20
El libro de los Ejercicios Espirituales 21
La Autobiografía «dictada» a Luis González da Cámara 22
El epistolario ignaciano-polanquiano 23
Las Constituciones de la Compañía de Jesús 23
¿Y qué decir de los compañeros? 24
¿En qué se ocupa Ignacio durante la época del Diario? 25

LA DELIBERACIÓN DE LA POBREZA 29
I. La pobreza 31
II. Deliberación 36

EL DIARIO ESPIRITUAL 41
1. La elección 43
Diario [ 1 -19], 2-11 de febrero de 1544 47
2. La reconciliación 59
Diario [20-38], 12-16 de febrero 63
3. La confirmación trinitaria 77
Diario [39-50], 17-18 de febrero 81
4. La Santísima Trinidad 91
Diario [51 -64], 19-21 de febrero 95
5. La mediación de Cristo 105
Diario [65-88], 23-28 de febrero 109
6. La devoción 123
Diario [89-103], 29 de febrero a 3 de marzo 127
10 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

7. La Eucaristía 137
Diario [104-133], 4-7 marzo 141
8. El problema de acabar 159
Diario [134-155], 8-13 marzo 163
9. Acatamiento, reverencia y humildad 177
Diario [156-220], 14 de marzo a 10 de mayo 181
10. El don de la locuela 199
Diario [221-240], 11-28 mayo 203
11. El don de lágrimas 211
Diario [241-490], 28 mayo 1544 a 27 febrero 1545 215

EPÍLOGO 227

APÉNDICES 231
I. Principales Documentos de la evolución jurídica del contenido
del voto de pobreza, respecto a tener rentas 233
II. Breve apunte biográfico de los compañeros de Ignacio más
citados en este libro 238
III. El horario de San Ignacio 243
IV. Doble tabla de los textos de Ejercicios citados 247

BIBLIOGRAFÍA 251
SEMBLANZA BÍBLICA DE IGNACIO
SEGÚN SU DIARIO ESPIRITUAL

«La intimidad del Peregrino» recoge las anotaciones diarias de un


hombre que estuvo pendiente de Dios desde su conversión:

A Ti levanto mis ojos,


tú que habitas en el cielo;
Míralos, como los ojos de los siervos
en la mano de su amo.
Como los ojos de la sierva
en la mano de su señora,
así nuestros ojos en Yahveh nuestro Dios,
hasta que se apiade de nosotros.
Sal 123 (122)

plenamente confiado en la palabra de Jesús:

Pedid y se os dará;
buscad y hallaréis;
llamad y se os abrirá.
Porque todo aquel que pide, recibe,
y quien busca, halla;
y a quien llama, se le abrirá.
Mt 7, 7-8

Al ajustar su vida a la Voluntad de Dios, mostrada en su Hijo, se


le hizo partícipe de la promesa:

Si alguien me ama, guardará mi palabra,


y mi Padre le amará
y vendremos a él
y haremos morada en él.
Jn 14, 23

y no pudo evitar dejar constancia del amoroso banquete divino, siguien-


do la recomendación del salmista:

Bendice alma mía al Señor,


no olvides sus muchos beneficios.
Sal 102,2

realizándolo todo siempre «ad Maiorem Dei Gloriam».


SIGLAS Y ABREVIATURAS

Autob.: Autobiografía de San Ignacio de Loyola.


Const: Constituciones de la Compañía de Jesús.
Ej.: Ejercicios Espirituales.
Epp.: Epistolae et Instructiones Sancti Ignatii, 12 volúmenes. Monu-
menta Ignaciana (Madrid 1903-1911).
FN: Fontes Narrativi de Sancto Ignacio de Loyola, 4 volúmenes,
Monumenta Iganciana (Roma 1943-1911).
MHSI: Monumenta Histórica Societatis Iesu.
MI: Monumenta Ignaciana.
MN: Monumenta P. Hieronymi Nadal, 5 volúmenes (Madrid, 1898-
Roma, 1962).
O.C.: Obras completas de San Ignacio de Loyola, edición manual,
a
editadas por Ignacio Iparaguirre y Cándido Dalmases, 4 edi-
ción (Madrid 1982).
Scripta: Scripta de Sancto Ignacio, 2 volúmenes. Monumenta Ignaciana
(Madrid 1904-1918).

Nota: Cuando una obra tiene varios volúmenes éstos se indican con
una cifra romana que precede a la arábiga de las páginas
PRESENTACIÓN

¿Una versión del Diario de San Ignacio en castellano?


1
Es de todos conocida la baja calidad literaria formal (no estructural) ,
de los escritos ignacianos. No tenemos entre las manos un escrito de un
apasionado Ribadeneyra ni de un elevado Juan de la Cruz, por no mencio-
nar a otros clásicos, como un Cervantes o a una Teresa de Avila. Sin
embargo, algunos se sorprenderán y mis compañeros sonreirán ante un
nuevo conato de retocar el difícil estilo ignaciano. Quizá recuerden el sutil
capelo que se ganó el fogoso Bobadilla, por enmendar la forma y el conte-
nido de una circular de Ignacio, en la que recordaba a los compañeros su
compromiso de escribir quincenalmente, como medio de mantener la pre-
2
ciosa amistad con que Dios les había regalado .
Confío que la osadía de mi versión no merezca una llamada al orden
tan rotunda. El Diario espiritual de San Ignacio ha sido publicado en
muchas lenguas. Cuando tuve que releer el Diario como maestro de novi-
cios, buscando beber en su fuente la espiritualidad de Ignacio, enseguida
me ilusionó su edición en lengua catalana.
Traducir su texto es un reto agradable para un estudioso de Ignacio.
Supone una inteligencia íntima de su forma de pensar y de sentir y un conoci-
miento profundo de su contexto vital. Diez años de dedicación a la tarea de

'Siempre que se cite un autor sin indicar la obra se supone que se ríala de la recensio-
nada en la Bibliografía. Roland Barthes, de gran autoridad en la materia, no admite el desdo-
blamiento entre forma y estructura, en la creación literaria. El modo de escribir es constituti-
vo de la persona. La escritura traspasa y funda sus actos. Por ello emprende, y justifica, el tra-
tamiento académico de la obra de Ignacio. (Véase su prefacio al libro de Ejercicios, recensio-
nado en la Bibliografía).
2
L o s compañeros debían enviar una «carta principal», revisada y puesta en limpio, infor-
mando de su labor pastoral, es decir, debían enviar una carta «publicable». Podían acompañarla
de otras hijuelas con los datos «inconvenientes» o más personales (Bobadilla, por ejemplo,
comunicaba en su carta perdida que tenía sarna). Se conserva la cuidadísima respuesta de
Ignacio, humildísima en la aceptación de la corrección, pero firme en su objetivo. Para conven-
cerle utiliza todos los extremos, desde amenazarlo con una orden de santa obediencia, hasta
poner a su disposición el cargo de General y votarle, si la mitad de sus compañeros le apoyan.
Con fina ironía responde a la alegación de Bobadilla de que no se digna ni tiene tiempo para
leer las largas cartas de Ignacio, apostillándole que «a mí, por gracia de Dios N.S. me sobra el
tiempo y la gana para leer y releer todas las vuestras» (MI, series I, T.I, p.281).
14 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

introducir en el carisma ignaciano a los novicios de la Compañía de Jesús, me


estimularon a procurar penetrar en los secretos más íntimos de su inspiración.
Por otra parte, la traducción permite completar su pensamiento, apenas
insinuado en sus notas, y suavizar su difícil lectura. Como también publica-
ba el texto original, podía permitirme cierta libertad, proponiendo una inter-
pretación abierta y dinámica. Muchos compañeros me animaron a realizar la
empresa; debía y quería darles cuenta de mis hallazgos, gracias a la misión
que me encomendaron; luego, han acogido su resultado con benevolencia y
entusiasmo. Me impulsaba también la conmemoración del 500 aniversario
del nacimiento de San Ignacio: era una ocasión privilegiada para dar a cono-
cer su figura tan densa de humanidad y tan mal conocida por lo general.
El mismo aniversario ha sugerido que se publicase en castellano esta
obra. Me tuvo mucho tiempo paralizado la duda de si podía aventurar una
versión castellana de un texto escrito en esta lengua. Si no lo hacía así,
perdía la oportunidad de interpretar y ayudar a conocer a Ignacio, lo cual
había sido mi intención primera. Pero, proponer una versión ¿no es un
compromiso excesivo? Si la proponía junto con el original, ¿no serían
demasiado evidentes sus errores? Me estimuló mi objetivo primero y últi-
mo: dar a conocer al peregrino y, más aún, al Sol, cuyos rayos le trazaron
el camino, y la Fuente, cuyas aguas avivaron su sed (Ej. 237).
Sin embargo, la versión en cualquier lengua no es tarea fácil, y más en
un texto que no se escribió para ser publicado. Es sólo una serie de anotacio-
nes privadas de su intimidad con Dios, en el proceso de búsqueda de su
Voluntad. San Ignacio pretende fijar el recuerdo agradecido y trazar la tra-
yectoria de su discernimiento, fruto del diálogo orante y eucarístico con la
divinidad. Son apuntes concisos, esquemáticos, sólo inmediatamente inteli-
gibles para su autor, porque remiten a sus propios conceptos y experiencias.
A esta característica de ser notas personales, hay que añadir que el
peregrino no dominaba la lengua en que escribía. Quizá nunca habló bien
ninguna y, según parece, escribía tal como hablaba (opinión de Bobadilla).
En casa de su nodriza seguramente aprendió el vasco; frecuentó, luego, el
castellano de la corte; más tarde, residió tres años en Cataluña y, poco des-
pués, pasó ocho años en París, mezclando el francés con el latín eclesiásti-
co; por último, en la época de su Diario, llevaba ya nueve años en Roma,
chapurreando como podía el italiano.
El resultado de esta algarabía lingüística fue una reducción notable de
las posibilidades expresivas de la lengua. Valgan como ejemplo los puntos
siguientes: abusa de infinitivos y gerundios; sus frases raras veces rebasan
la mera coordinación copulativa; violenta con frecuencia el régimen ver-
bal; abundan los anacolutos y las elipsis; el hipérbaton es bastante arbitra-
rio; los signos de puntuación son imprecisos.
Además del carácter privado del escrito y de la dificultad lingüística,
se deben tener en cuenta las condiciones precarias de su redacción, a la luz
del candil, con la fatiga de la jornada y con los ojos dañados por la abun-
dancia de sus lágrimas. Por otra parte, aunque repasaba minuciosamente lo
que escribía, no se interesaba tanto por el estilo, como por la fidelidad de
la transcripción de la experiencia.
PRESENTACIÓN 15

Debería subrayarse, por último, que los conceptos y experiencias de


Ignacio en el Diario pertenecen a una esfera no común en la vida cotidia-
na; lo cual no significa que no se barrunte su contenido, a partir de la pro-
pia experiencia interior, pero, ciertamente, no es frecuente este tipo de for-
mulación y, menos, su comunicación. ¿Quién habla hoy, por ejemplo, de
«inteligencias» o «mociones» espirituales?. ¿Cómo describirlas, entonces
y ahora? Atestiguan esta dificultad las repetidas afirmaciones de Pablo, de
Teresa, de Juan de la Cruz y de Ignacio, entre otros, al confesar su impo-
tencia para describir adecuadamente las luces y los impulsos que les infun-
de la intimidad divina.
Según el parecer de varios lectores, el intento ha resultado positivo. La
versión actualizada propicia un primer contacto y ahorra la multiplicación
de notas aclaratorias. Con todo, éstas siguen siendo muchísimas, aunque se
orientan preferentemente a relacionar el Diario con los Ejercicios o a na-
rrar breves anécdotas que dan cuerpo a una intimidad. Juzgue el lector si la
versión es una interpretación correcta y si mantiene un equilibrio suficien-
te entre la fidelidad al escrito y la aproximación al estilo actual.
Los siguientes párrafos están entresacados de la presentación de la
edición catalana y pueden ayudar a comprender mejor el enfoque global de
esta obra.

£1 Diario de Ignacio en catalán


¿Por qué traducir un texto que pueden leer en su lengua original la
mayoría de las personas de nuestro país?
Cuando J. M. Rambla presentó, hace pocos años, la traducción de la
Autobiografía del Peregrino, la consideraba justificada por la estrecha rela-
ción de Ignacio con Cataluña, cuya lengua entendió ciertamente, si es que
no la habló. Era la manera de volver a recordarle cercano a nuestra vida
cotidiana. Nuestros antepasados le recogieron en su casa, le vieron mendi-
gar o escucharon sus catequesis. La relación de Ignacio con Cataluña, y su
recuerdo, llenaría muchas páginas. Sin contar las obras especializadas
publicadas, basta hurgar en las fuentes editadas por Monumenta Histórica
S o c i e t a t i s Iesu para darse cuenta de la multitud de referencias a
Montserrat, a Manresa y a Barcelona, y de la cantidad de personas de este
país que le ayudaron o fueron ayudadas por él.
En vida de San Ignacio entraron en la Compañía nueve catalanes, por
lo menos, y unos dieciocho valencianos o mallorquines. Se deben mencio-
nar también tres aspirantes a jesuitesas, Isabel Roser, Isabel de Josa y
Francisca Cruílles, de Barcelona, que hicieron sus primeros votos en
3
manos de San Ignacio en la Navidad de 1545 .

- Llegaron a Roma en abril de 1543 y no cejaron hasta conseguir el permiso del Papa Pablo
III para entrar en la Compañía. Pronto se cumplió lo que temía Ignacio. Fue necesario sacarlas de
la Compañía, porque se sucedieron los malentendidos y las discrepancias económicamente inte-
resadas. Sin embargo, para Ignacio, Isabel Roser fue siempre su primera benefactora y, para
16 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

De esta intensa relación catalana conviene aún destacar la figura de


dos hermanos coadjutores jesuítas: Juan Pablo Borrell y Juan Cors. El pri-
mero nació en Tremp el año 1524; entró en la Compañía en Roma en
1543; cuidó, durante varios años, de la habitación del santo, de la capilla,
de ayudarle la misa, del fuego y la lumbre, etc. Fue también cocinero de la
casa. Ignacio le trataba con dureza, como solía hacer con aquellos de quie-
nes esperaba más, pero a sus espaldas le alababa al máximo: «cuando no
estaba presente, hablaba de él como de un hombre perfecto, con muestras
de gran amor y de satisfacción, aplaudiendo mucho su humildad, obedien-
4
cia y demás virtudes» . En una grave crisis de escrúpulos, Ignacio le
ayudó a recuperar la paz con facilidad, «como si hubiese calmado la tem-
5
pestad con la mano» .
Parece que le sustituyó en el cargo Juan Cors. Nacido en Barcelona en
1529, entró en la Compañía en la misma ciudad en 1551 y fue enviado a
Roma el 14 de abril de 1555. Era un hombre extremadamente dulce y sim-
ple. Ignacio intentó probarlo mandándole que riñese a un compañero con
muestras de enfado y de bilis. El le contestó que le era imposible porque,
en el viaje, la había vomitado toda en el mar. No es menester decir que la
respuesta divirtió a Ignacio. Con este hermano rezaba las letanías durante
el cónclave que eligió a Marcelo II; siempre le tenía a su lado y dormían
en habitaciones contiguas. Aún más, para acabar, su confesor en la hora de
la muerte fue el barcelonés Pedro Riera, joven sacerdote jesuíta de treinta
años de edad, que moriría más tarde en oriente, en un naufragio.
No deja de ser curiosa esta intensa relación catalana hasta el fin de su
vida. Quizá la explique el agradecimiento que sintió siempre Ignacio por
lo mucho que había recibido en Cataluña, tanto de parte de Dios como de
parte de los hombres. Así lo expresó al que sería obispo de Barcelona,
Jaime Cazador, en carta desde Venecia de 1536: «Porque me parece y no
dudo, que más carga y debda tenga a esa población de Barcelona, que a
6
ningún otro pueblo en esta vida» .

Isabel, Ignacio fue un santo y su consejero espiritual. Toda la vida, superada la ruptura, perdurará
su gratitud a Ignacio.
Otras dos catalanas religiosas quisieron someterse a la obediencia de la Compañía:
Teresa Rajadell y Jerónima Oluja. Es interesantísimo el estudio de Hugo Rahner sobre el
acompañamiento espiritual de la Rajadell por Ignacio.
'Memorial, FN I p. 589.
5
Dalmases, p.238.
6
B . A . C , O.C. de S.I. p. 655.
A este breve recuento de relaciones catalanas me complace añadir una pequeña tradición
familiar. Según ésta, Ignacio se hospedó en Can Tió, mansión del propietario del Hostal de la
Tiona. Ocurriría el hecho probablemente en su viaje de Barcelona a París a finales de 1527 o a
principios de 1528 (llegó a París el 2 de febrero de 1528). Este Hostal era una posada con
posta de caballos, en el Camino Real entre Hostalric y Figueras. Se indicaba incluso en los
mapas antiguos de los correos chinos. Un testigo del siglo XVIII contó hasta 500 carros per-
noctando en el Hostal. Al parecer, Ignacio llevaba unas cartas de recomendación y saludo de
sus amigos y/o benefactores de Barcelona que motivarían que se le invitase a dormir en la
casa, en vez de del Hostal. A principios de este siglo se conservaban unos papeles relacionados
con el hecho, que despertaron el interés del P. Luis Rodés y Campdera, jesuíta, Director del
Observatorio del Ebro, cuñado de mi abuelo Alfonso M." Thió y Congost, heredero de la
PRESENTACIÓN

U n libro para orar

El verdadero intento de esta publicación es poner al alcance del públi-


co un libro estrictamente de oración, en un momento de renovada búsque-
da de contacto con lo transcendente. Muchos libros hablan de oración,
pocos ponen al lector en estado de oración. Unos hablan al entendimiento,
proponiendo métodos y medios; otros alcanzan directamente la intimidad
orante. Santa Teresa, por ejemplo, coloca de inmediato al lector delante de
Dios; otros autores más bien lo alejan.
En el caso del Diario son tantos los momentos de oración, y tantos más
los ámbitos espirituales propuestos, que estimula a correr la aventura de la
experiencia personal. En esto consiste el mérito de esta obra singular: descu-
bre «prados de hierba fresca», insospechados, «donde poder descansar».
La dedicación intensiva de Ignacio a la experiencia de Dios sugiere e
ilumina un amplio camino orante, de horizontes inabarcables. Como dice
De Nicolás: «La comunión de los santos quizá sea el secreto mejor conser-
vado del cristianismo...; los santos vivieron como nosotros... Como arries-
garon tanto para alcanzar la plenitud humana, su humanidad es ejemplar y
debería estudiarse como tal; pero no para imitar los detalles externos, sino
para descubrir nuestras capacidades humanas de creatividad. Porque la con-
dición humana es así: una vez que un miembro de la especie realiza una
cosa extraordinaria, el resto de la especie, individual o corporativamente, es
capaz de realizar el mismo tipo de hechos extraordinarios. Los humanos
estamos conectados neuro-fisiológicamente, formamos una comunidad
7
neuronal y cada uno tiene el poder y la herencia de esta comunión» .
O bien, como formula más afectivamente el mismo De Nicolás: «¡Si
Ignacio no hubiese escrito los Ejercicios y no los hubiese ofrecido al públi-
co, qué gran silencio humano se habría producido!... ¡Si Juan de la Cruz
no hubiese sido un poeta, qué silencio!... ¡Si Teresa no hubiera sido una
mujer mística, qué silencio habría! Este es el secreto de la 'comunión de
los santos' que muchos consideran perdido. La hermenéutica del descubri-
7
miento, puede poner aún este secreto en medio de la circulación pública» .
En este sentido, el autor está convencido de que el libro interesará al
máximo a quienes ya han hecho camino con Ignacio, especialmente a tra-
vés de sus Ejercicios Espirituales. Podrán asomarse al laboratorio íntimo
en que se descubrieron y experimentaron y, por otra parte, comprobarán la
8
validez y abertura espiritual y vital del método .

casa. Temiendo que pudieran perderse, propuso conservarlos él mismo. Aunque lo he intenta-
do, no me ha sido posible localizarlos. Ha mediado la guerra civil y el desmantelamiento que
sufrió el Observatorio. Otros peregrinos jesuítas, como Fabro y Araoz en 1542, portadores de
noticias y cartas, presumiblemente pasaron por dicho Hostal.
7
pp. 63-64.
^González da Cámara lo resume de un plumazo: «de una cosa me acordaré, a saber: cuántas
veces he notado cómo el Padre en todo su modo de proceder observa todas las reglas de los
Ejercicios exactamente; de modo que parece primero lo haber plantado en su ánima, y de los actos
que tenía en ella sacado aquellas reglas, y lo mismo se puede decir de Gersón» (Se refiere a La
imitación de Cristo, de Tomás de Kempis, atribuida entonces a Gersón). Memorial, 26 de febrero,
FN I, p. 659.
18 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

Introducciones, cuantas más, mejor


Las ediciones y traducciones consultadas suelen ir precedidas por una
extensísima introducción que alerta y resuelve, de una vez por todas, la
enorme cantidad de sorpresas y de dificultades que acechan al lector. Su
extensión y la erudición que demuestran pueden restar capacidad de asimi-
lación y, en todo caso, retardan la degustación de la obra. Luego, a medida
que avanza, el lector puede verse desvalido para desentrañar el amasijo de
vivencias que van solapándose sutilmente. Las notas, sean muchas o
pocas, no le libran demasiado del enredo que se organiza. De manera que,
si no abandonó a medias la introducción, posiblemente deje sin concluir la
lectura del texto. Tampoco es ayuda suficiente la división temática del
texto, aunque sea lograda, señalando sus ciclos y unidades menores.
En esta edición se ha tomado una opción distinta. Acortando al máxi-
mo la introducción inicial, se invita al lector a entrar rápidamente en el
Diario, que encontrará luego interrumpido con múltiples introducciones o
guías de lectura. Subrayan éstas con breves trazos un tema nuevo, que
adquirirá máximo relieve en los días siguientes. Se hacen notar también los
ecos residuales de temas antiguos o los primeros compases de futuros desa-
rrollos. Las interrupciones quizá resulten artificiales, pero se procura respe-
tar la unidad vital del escrito. Las personas que se han ofrecido a leer los
distintos borradores de esta obra los han aplaudido: la lectura se hace más
comprensible y agradable. Facilita, según ellos, la aproximación orante al
texto, que es el objetivo que nos hemos propuesto. Seguramente, al acabar,
habrá crecido el interés, si no el ansia, de conocer a fondo los comentarios
exhaustivos de gente más entendida, con introducciones más completas.

Agradezco la colaboración imprescindible de Teresa Salord en la ver-


sión del texto ignaciano. Al publicarse contrapuesta con el texto original,
su creatividad y dominio de la lengua le impulsaban a optar por una ver-
sión más libre. He de reconocer que he frenado su originalidad, porque
quería apartarme lo menos posible del vocabulario y de las escasas licen-
cias imaginativas de Ignacio. En todo caso, con su ayuda, se ha roto un
poco la monotonía y la nimia minuciosidad de muchos párrafos. También
debo agradecer a su hijo Joaqui y a Quim Pons, compañeros ambos de mi
comunidad, la transcripción cuidadosa del original y el examen con lupa
de algunos detalles de la reproducción fotográfica del manuscrito. Siento
agradecimiento sobretodo hacia las diversas promociones de novicios que
han soportado mis entusiasmos, cuando les hacía una lectura comentada y
lenta de estas admirables páginas.

En la fiesta de la Santísima Trinidad.


10 de junio de 1990

i
INTRODUCCIÓN GENERAL

9
¿Quién fue Ignacio de Loyola?
Un hombre de unos treinta años oía misa en Santa María del Mar sen-
tado en los peldaños del presbiterio entre la chiquillería. Iba vestido de
saco y tenía el rostro resplandeciente. Estaba tan radiante y absorto en los
santos misterios, que llamó la atención a Elisabet Roser y la impulsó a
invitarle a su casa. Se lo comunicó a su marido, que era ciego. Se avino a
ello, le buscaron y le invitaron a comer. Años más tarde, la misma Elisabet
contó a Ribadeneyra este primer encuentro con Ignacio: «Después de
comer habló de Dios, de las virtudes, de la vida eterna, y enfervorizó
maravillosamente a todos los presentes moviéndoles a llevar una vida de
10
piedad» .
Desde el inicio de su conversión solía Ignacio comer silenciosamente,
atento a las personas y a su conversación. Luego, aprovechaba este conoci-
miento para incidir en los temas que más necesitaban sus interlocutores.
Creía que así actuaba Jesús, tan conocedor del corazón humano. ¡Y él,
1
deseaba tanto imitarle! ' .
Los Documentos que presentamos en este libro no desdicen de la con-
versación mencionada. Emprender su lectura remeda la invitación de
Elisabet, sólo que hoy llamará a la puerta un hombre de cincuenta y tres
años, con miles de kilómetros a cuestas, urgido por el amor a Dios y a los
hermanos. A menudo anduvo descalzo para vencimiento propio, o para
obtener la gracia de la curación (conversión) de alguna persona, o para
modelar sus pies, amasando la tierra que pisó Jesús (Véase la nota a la

9
H a y una excelente biografía espiritual en catalán de Ignacio Casanovas, Biblioteca
d'Exercicis Espirituals, Vol I, (Foment de Pietat, Barcelona 1934). Consúltense en la biblio-
grafía las biografías recientemente publicadas: la de Cándido de Dalmases (1982), que incor-
pora los últimos hallazgos historiográficos (desgraciadamente, sin notas, cosa subsanada en
la edición francesa), la de J. Ignacio Tellechea Idígoras (1986), de gran finura humana y psi-
cológica, y la extensísima y desigual obra de Ricardo G. Villoslada (1987). (Recuérdese que,
si no se cita la obra de un autor, se trata de la recensionada en la Bibliografía).
l0
Ribadeneyra, Vida, I, 10. FN IV, 145-146.
' '«Mientras la persona come, considere como que ve a Christo nuestro Señor comer con
sus apóstoles, y cómo bebe, y cómo mira, y cómo habla, y procure de imitarle» (Ej. 214).
20 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

décima adición, Ej. 87). Pocos pudieron reparar en su penitencia, porque,


de hecho, calzaba alpargatas, sobretodo en invierno, pero ¡sin suelas!.
Vasco de nacimiento, - a punto de celebrar su quinientos aniversario
(1491-1991)-, se hizo castellano, catalán, francés, veneciano, romano, es
decir, se hizo «todo a todos», paulinamente hablando, «a fin de ganar a los
más posibles» (1 Cor 9,19). Habría deseado vivir en tierra de moros -Pa-
lestina-, aunque en ello le fuere la vida. Con todo, si hubiese podido esco-
ger, le hubiera gustado ser judío, como Jesús y María. No le arredraba la
marginación que sufría su raza, vilipendiada y bajo sospecha por el asesi-
nato de Jesús (y por su poder económico y por las falsas conversiones
obligadas...).
Aún seguiría peregrinando por esos mundos de Dios, si sus compañe-
ros no le hubieran confinado en Roma, en 1541, volándole unánimemente
para el cargo de Prepósito General. Intentó zafarse, invocando el veredicto
de su confesor, a quien contó la parte más sombría de su vida en una con-
fesión que duró tres días. En el secreto de confesión quizá ha quedado
enterrada la verdadera y completa autobiografía de Ignacio. Sin embargo,
la jugada le salió al revés de lo que había pensado. El confesor le obligó en
conciencia a asumir el cargo.
No tuvo más remedio que resignarse a acompañar a sus hermanos con
el pensamiento y la oración, siempre con ansias de sus noticias, aun las
más menudas. ¡Si pudiese saber cuántas pulgas les picaban cada noche!
Los había engendrado en Jesús. Javier estaba en la India, amenazado de
serpientes incluso humanas; Laynez soportaba los temporales de la flota en
campaña africana; Salmerón y Broet regresaban de Irlanda, procurando
esquivar la amenaza del inglés; Fabro, Bobadilla y Jaio se enfrentaban con
los luteranos enardecidos; Rodríguez predicaba en palacio y en las maz-
morras portuguesas. De los diez primeros compañeros, sólo quedaba uno a
su lado, Juan Codure, encargado de ayudarle en la confección de las
Constituciones de la Orden. Murió al año de empezar el trabajo. Entretanto
se habían unido al grupo otros compañeros. En 1544 eran más de cien. ¡Y
tantos y de tantas partes solicitaban entrar en la Compañía!
Ignacio quedó solo, quieto. Eso verían nuestros ojos, como las alpar-
gatas, si su Diario no revelase otra peregrinación, hacia el mundo interior,
en donde se encontrará abrazado e inmerso en la comunión trinitaria.
Andrei Rublev pinta un destello del significado de este adentramiento en
lo divino, violentando la perspectiva e introduciendo al espectador en el
círculo de tres personajes de eterna juventud, que viven en total comunión
mutua y, a través de la Eucaristía, con el mundo entero (Galería Tret'ja-
kov, Moscú).

El Diario espiritual y las Deliberaciones de la pobreza

Al parecer, Ignacio anotó durante toda su vida las gracias que recibía
de Dios. Sólo nos han llegado un par de cuadernillos, tamaño folio. Un año
antes de morir mostró un fajo de escritos bastante grande a González da
INTRODUCCIÓN GENERAL 21

12
Cámara . Es posible que quemase o mandase destruir la mayor parte poco
antes de morir.
El primer cuaderno, de doce folios, contiene las anotaciones de cua-
renta días, desde el 2 de febrero al 12 de marzo de 1544. No completó la
última página. El segundo, también de doce páginas, es casi telegráfico de
la mitad en adelante. Cubre el período del 13 de marzo de 1544 al 27 de
febrero de 1545. Aprovechó hasta la última línea de la última página. El
cardenal Alvaro Cienfuegos, S J . quedó muy impresionado de su lectura y
los hizo encuadernar ricamente en 1724 con cubiertas de hilo de plata, jun-
13
tamente con una traducción al italiano . El tiempo y la humedad han oxi-
dado la tinta ferruginosa que ha perforado el papel en muchos puntos. En
la actualidad está cuidadosamente restaurado y protegido con papel de
seda. Su lectura es difícil. Pacientes conocedores de la caligrafía ignacia-
na, y comparándolo con otras copias manuscritas, los autores de Monu-
4
menta Histórica han conseguido una excelente edición crítica ' .
El segundo documento, primero en el libro, sólo es un doble folio, que
recoge una serie de razones sobre la conveniencia de que las iglesias de la
Compañía dispongan de rentas para su conservación y mantenimiento.
Está íntimamente relacionado con el Diario, lo cual justifica que se le
incluya como punto de partida, según se desprenderá de la introducción al
capítulo. Ignacio lo tenía siempre a mano durante los cuarenta días inicia-
les del Diario, dedicados al discernimiento de la pobreza.
Abundan las notas de pie de página en la presente edición. Con ellas
se pretende facilitar la comprensión de algunos pasajes difíciles o comple-
tar la descripción de alguna vivencia espiritual de Ignacio. Dichas notas
están salpicadas de textos directa o indirectamente ignacianos. Paso a des-
cribirlos brevemente.

El libro de los Ejercicios Espirituales


Si el lector conoce este libro, o mejor, si lo ha «ejercitado», encontrará
en el Diario una confirmación personal, sabrosa e íntima, de sus propios
descubrimientos. Según el mismo Ignacio, redactó el libro de Ejercicios,
seleccionando lo que ocurría en su alma, educada por la divinidad, y que

1 2
« Y así me mostró un fajo muy grande de escritos, de los cuales me leyó una parte»
(Autobiografía, n. 100).
l3
V é a s e la descripción del códice en MI, Series III, Tom I, p. CCXXXIX-CCXLI. Es
interesante el estudio del Documento en ib. p. XCV-CXX. Este primer volumen dedicado a
las Constituciones fue cuidadosamente editado en 1934. Hasta entonces no se había editado
el Diario en su integridad y prácticamente era desconocido por el público en general.
I4
E I autor de estas páginas ha tenido en las manos diversas veces el manuscrito, tanto
por la devoción personal, de aproximarse al mismo con idéntica relación espacial que la que
tuvo Ignacio mientras escribía su documento bañado de dulzura divina, como para observar
los rasgos que escapan a una transcripción: la inflexión de la grafía, las tachaduras, las notas
marginales, los signos crípticos, etc. Con todo, para la tarea diaria ha dispuesto del texto foto-
grafiado por el hermano Arnaldo de Balanzó.
22 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

15
estimaba que podía ser útil a otras personas . Tardó veintisiete años en
publicarlo y continuó retocándolo toda su vida, al ritmo de su experiencia
interior. El Diario revela el banco de pruebas, o si se prefiere, la mole
oculta del iceberg, del cual emergió su metódica y asequible espiritualidad.
Se da la coincidencia de que, mientras Ignacio redactaba el Diario, super-
visaba la transcripción del libro de Ejercicios, que hoy se considera el
ejemplar Autógrafo, a pesar de ser obra de un copista.
En el Diario resalta el grado de fidelidad y de identificación de Ig-
nacio con los métodos de sus Ejercicios, abriendo sin cesar nuevos hori-
zontes espirituales insospechados, de los que los Ejercicios sólo son ante-
proyecto o puerta. El lector experimentará una invitación seductora a
adentrarse en el camino iniciado en los Ejercicios y a desear, como reco-
mienda Pablo, los dones mejores.
No debe sorprender, por lo tanto, que se haya acentuado en las notas
la relación entre ambos libros. Para no obligar a consultas enojosas, se
transcriben la mayoría de los textos que se citan. Se desearía una traduc-
16
ción (a la lengua catalana), que pusiese al día la del P. José Calveras .

La Autobiografía «dictada» a Luis González da Cámara


Como se ha dicho, la Autobiografía ha sido publicada recientemente
en catalán por primera vez, por J. Rambla. Su edición ha inspirado, de
alguna forma, este libro. Los sabrosos prólogos de Nadal y de Cámara
señalan la tenacidad de estos dos hombres para conseguir, de labios de
Ignacio, la narración de su vida. Emplearon todo su ingenio y su amor al
maestro y a la Compañía para lograr vencer sus resistencias. El razona-
miento era diáfano: ayudaría a muchos compañeros jesuítas el conoci-
miento de la vida del Fundador, para captar mejor el «carisma» de la
Compañía. La vida de Benito o de Francisco ilumina la de sus monjes o
frailes (evolutivamente hablando, la ontogénesis reproduce la filogénesis).
Cámara se encargó de «perseguir» a Ignacio para sonsacarle su extensa y
17
ejemplar «confesión» .
Cabe considerar el Diario como un auténtico capítulo de la Auto-
biografía. Cubriría un breve período -unos trece meses- y resultaría par-

I5
«E1 me dijo que los Ejercicios no los había hecho todos de una sola vez, sino que
algunas cosas que observaba en su alma y las encontraba útiles, le parecía que también po-
drían ser útiles también a otros, y así las ponía por escrito...» (Autobiografía, n. 99).
16
Editada en Foment de Pietat, Barcelona 1934, en su obra Biblioteca d'Exercicis de
Sant Ignasi, Vol.II.
1
'Señala Ribadeneyra la parquedad y sobriedad de Ignacio en comentar las gracias espi-
rituales, pero, un día en que salió a conversación la vida de los santos, terció Ignacio afirman-
do rara y tranquilamente que no se cambiaría por ninguno de ellos. Al replicarle Ribadeneyra
que quien no le conociese le podría tildar de jactancioso, contestó «que de ningún peccado
tenía tan poco temor como de éste; y más... dezía, que con verdad no dezía de mil partes una
de los dones de Dios, por no le parecer convenía, tocando que no serían capaces los que lo
oyessen» (FN II, p. 473).
INTRODUCCIÓN GENERAL 23

cial, en cuanto que sólo refiere la experiencia interior, pero descubre el


fuego y la luz que animaban al peregrino. Sin el Diario, diríamos con De
Nicolás, ¡qué silencio reinaría sobre algunas dimensiones de la intimidad
espiritual humana!
En las notas se recurre con frecuencia a la Autobiografía, por las múl-
tiples referencias del Diario, explícitas e implícitas, a experiencias espiri-
tuales de otros momentos de su vida. La combinación de unas y otras faci-
litará el entendimiento del oscuro escrito ignaciano.

El epistolario ignaciano-polanquiano
En setiembre de 1542 comunicaba Ignacio que los últimos días había
18
escrito más de 250 cartas . Los doce tomos de Monumenta Histórica no
recogen más de dos docenas, contando todas las del año en cuestión. Se
conservan más de 6.000 cartas o instrucciones escritas por Ignacio o por
sus amanuenses, especialmente por Alfonso de Polanco, secretario defini-
tivo desde 1547. El género epistolar contiene en sí mismo, de alguna
manera, todos los demás géneros literarios y, en particular, el autobiográfi-
co y el de la comunicación espiritual. Pero, en este sentido, las cartas son
como piezas de un rompecabezas gigantesco. André Ravier ha procurado
hacer su inventario, apuntándose a la vieja escuela del paciente Polanco.
Ravier ha publicado un ensayo de composición del rompecabezas en su
libro «Ignace fonde la Compagnie de Jésus», pero sigue válida la tesis del
gran historiador P. Miguel Batllori de que se requieren aún muchos estu-
dios monográficos para lograr una síntesis de la complejidad del generala-
to de Ignacio, a partir de tanta documentación.
También se echará mano de este cúmulo de datos en las notas, espe-
cialmente de las cartas anteriores o contemporáneas al Diario.

Las Constituciones de la Compañía de Jesús


Junto con la Regla de San Benito, quizá sean el tratado más completo
y creativo de la vida religiosa. El peregrino empleó trece años en su redac-
ción y aún las dejó abiertas a la hora de su muerte. La Congregación
General de finales del siglo XVI, en la que fue elegido general el P. Ac-
quaviva, las cerró definitivamente.
El Diario es el mejor exponente de la manera ignaciana, humano-divi-
na, de trabajar en la composición de las Constituciones. También demues-
tra que, sin la ayuda de Polanco, nunca habría coronado su imponente edi-
ficio. En efecto: le costó cuarenta días dilucidar un punto jurídico de la
pobreza, que se reduce a poco más de uno de los 827 párrafos con que

' ° A s í lo comunica al Beato Pedro Fabro, exponiéndole largamente su filosofía y su


manera de proceder en cuanto a la correspondencia (Epp. 1 pp. 236-239).
24 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

cuenta el libro. A este paso, le habría costado el libro más tiempo que el de
la construcción de una catedral.
González da Cámara advirtió ya que la novena parte de las Consti-
tuciones, en la que se enumeran las cualidades requeridas en un Prepósito
General, es un retrato de Ignacio. Hugo Rahner desarrolla esta idea, viendo
19
en el conjunto de las Constituciones el perfil del Fundador . En cada
prescripción late un destello de vida, ya sea la de Ignacio o la de los prime-
ros compañeros, guiados por él.
Las notas las mencionan, no sólo en el punto esencial de la pobreza,
sino en otros aspectos de la vida espiritual y comunitaria, que permiten
percibir su génesis vital. Como en los Ejercicios, también en las Cons-
tituciones compartió Ignacio lo que había comprobado como válido en su
20
búsqueda incansable de D i o s .

¿Y qué decir de los compañeros?


Disponemos de otra «biografía» de Ignacio que se debe espigar entre
las mil pinceladas trazadas en el corazón y en el rostro de sus compañeros
y de la multitud de gentes que frecuentó.
21
Este tema requeriría un desarrollo mucho mayor . Algunos compañe-

'"«El retrato de Ignacio según se refleja en el espejo de sus Constituciones: Su vida


visible en las Constituciones» es el título de un capítulo de su libro «Ignatius the man...» (p.
21). O bien, en la p. 39 afirma que «las Constituciones narran la historia de su vida». Es cho-
cante uno de los ejemplos que aporta: en las Constituciones manda que el vestido sea el de
uso común entre los clérigos locales [295-296]. Por otra parte, González da Cámara le con-
sulta por qué no hay un hábito propio de la Compañía. La contestación ignaciana es épica:
«Yo al principio andaba en penitencias, y traía hábito diferente: los jueces me han mandado
que me vistiese a lo ordinario y común: yo tomé de aquí esta devoción; pues me lo mandan,
lo quiero así hacer; porque el hábito poco importa» (FN I, p. 609). ¡El conocedor de la
Autobiografía sabe la cuenta que Ignacio daba al vestido!
2 0
H e aquí el título del Capítulo sobre las Constituciones del libro de Tellechea: «¡Cómo
encapsular la vida... y el cansina!» (p. 344).
2
' D e nuevo es obligado citar a Hugo Rahner que persigue la impronta de Ignacio en
veintiocho mujeres de toda edad y condición social, con las que mantuvo correspondencia (se
han conservado 149 cartas en total). Afirma el autor, por ejemplo, que la futura gran regente
de Flandes, Margarita de Austria, madre del insigne Alejandro Farnese, debe a su dirección
espiritual su fuerza cristiana y humana. «Las relaciones entre Ignacio y Margarita, escribe,
quizá sea uno de los ejemplos más documentados de la influencia que la fuerza interior de
una dirección de conciencia verdaderamente cristiana puede ejercer incluso en la alta política.
Porque, el hecho es indudable, sólo bajo la influencia de su confesor, San Ignacio, Margarita
pudo alcanzar la grandeza espiritual y política que un juicio histórico carente de prevenciones
le ha de reconocer. Por naturaleza y a causa de las experiencias de su matrimonio desgracia-
do, Margarita se había convertido en una mujer de la que no cabía esperar gran cosa, aunque
fuera un genio su director de conciencia...» (p. 136). Una pequeña muestra de la finura de
este acompañamiento, la percibo en un detalle que no he visto resaltado por nadie: en todas
sus cartas Ignacio le da el tratamiento de «Madama» Margarita, excepto en una, cuando está
recluida en su ducado de Parma, por haber caído en desgracia del Papa Julio III y de su padre
natural Carlos V. En esta situación, se convierte para el sobrio, pero evangélicamente caballe-
roso, Ignacio, en su dama: «nía dama» Margarita.
INTRODUCCIÓN GENERAL 25

ros se sintieron movidos a dejar constancia del hecho en sus escritos auto-
biográficos -Fabro, Rodríguez, Ribadeneyra, Bobadilla...-, o en biografías
del santo -Laynez, Polanco, Ribadeneyra, González da Cámara, Ma-
nareo... En vez de emprender este sugerente trabajo, en el segundo apén-
dice nos limitaremos a poner en escena a cinco de los colaboradores y
amigos de Ignacio: Laynez, Polanco, Nadal, Cámara y Ribadeneyra. Los
cuatro primeros están en la lista «negra» de los más corregidos por Ig-
22
nacio , señal de un amor e interés especial en su formación. El quinto,
por el contrario, habiendo entrado en la Compañía poco antes de cumplir
los catorce, recibió el cometido de corregir las faltas de dicción italiana de
las catequesis de Ignacio. Más tarde, se convertirá en el postulador de su
causa de beatificación y de canonización.
El criterio de selección de estos cinco jesuítas ha sido su repetida men-
ción en las notas, para que iluminen con su percepción directa - a partir de
su intensa conversación con Ignacio o de las observaciones de su convi-
vencia prolongada- las experiencias que relata el texto ignaciano. Consta,
además, de todos ellos, su relación peculiar con el Diario.

¿En qué se ocupa Ignacio durante la época del Diario?


El Diario no refleja en absoluto las ocupaciones «externas» apostóli-
cas, sino en la medida en que son el marco temporal o espacial del encuen-
tro de Ignacio con Dios.
Es de Nadal la acertada fórmula que describe a Ignacio y a su espiri-
tualidad como «in actione contemplativus». Hay dos maneras complemen-
tarias de ser contemplativos en la acción: o bien hallar a Dios en todas las
cosas, o bien hallar todas las cosas en Dios El Diario es una muestra de
lo segundo, ya que Ignacio busca en Dios la legislación de la pobreza. Sin
embargo conviene examinar de cerca su vida cotidiana y en ella descubri-
mos a un Ignacio que, a pesar de sus enfermedades, arremete y carga con
cantidad de obras benéficas y apostólicas. Una carta de inicios de 1544,
escrita por el valenciano Jerónimo Doménech, describe a la perfección los
compromisos de la curia jesuítica y, obviamente, los de su Prepósito
General (Epp. I, n. 76, p. 285-291). La información se puede completar
con una carta de Ignacio de 1543, dirigida a Francisco Javier (Epp. I p.
267-271).

22
« . . . no se sabe de nadie de la Compañía que no le siguiese con gran amor y que no se
sintiese inmensamente amado por él, a pesar de que, como diremos en su lugar, corregía
severamente aun los defectos más pequeños y acogía con dureza a los padres más aventaja-
dos en virtud y autoridad, como Laynez, Polanco, Luis González y Nadal, corrigiendo en
ellos las más mínimas faltas de palabra o de obra» (Lancici, Dictamina... FN III p. 659).
23
Recomienda Ignacio a los novicios que tengan la intención recta «y sean exhortados a
menudo a buscar en todas cosas a Dios nuestro Señor, apartando, quanto es posible, de sí el
amor de todas las criaturas, por ponerle en el Criador dellas, a Él en todas amando y a todas
en El, conforme a la su santíssima y divina voluntad» (Const., P.1II n. 26 [288]).
26 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

He aquí el resumen comentado de la carta del P. Doménech:


-Algunos compañeros han juzgado que se debía aligerar el trabajo
epistolar de Ignacio, que lleva cuatro meses más enfermo que de costum-
bre y se teme por su muerte. Conviene que se dedique a cosas más impor-
tantes (¿Redactar las Constituciones? Eso afirma más adelante).
-El firmante pide ayuda a Dios para cumplir correctamente su oficio y
se propone compendiar todas las cosas que observa en la casa de Roma y
que servirán para alabar a Dios (él era, además, administrador de la casa).
-Habiendo conseguido Ignacio del Papa que, en Roma, los moribun-
dos fueran obligados a recibir los últimos auxilios, a fin de remediar el
abandono sacramental, (los médicos debían negarse a prestar sus servicios
si el enfermo los rehusaba por la tercera vez, so pena de una multa al
médico de 500 escudos), estaba dando pasos para la universalización de la
24
norma .
- S e acaba de erigir el nuevo monasterio para mujeres públicas o jóve-
nes sin dote, -la casa de Santa Marta- regentado por la Compañía de la
Gracia, la cual aumenta en número de personas principales y en apostolado
(son del año anterior la casa de huérfanos y la atención a catecúmenos y
enfermos).
-Mora en la casa un catecúmeno judío, hijo del médico del Papa, cuya
conversión fue muy laboriosa, pero que entonces trabajaba en los oficios
más humildes bajo la obediencia de Ignacio, a quien antes había desobede-
cido gravemente.
- D o s hebreos hermanos viven en la casa, porque desean hacerse cris-
tianos, ellos y sus familias. Aunque están en marcha gracias a «madama
Margarita» las dos casas de catecúmenos, el Cardenal de Trana presionó a
Ignacio para que se ocupase de ellos personalmente.
- S e ha dado el mes de Ejercicios a una serie de personas, seis de las
cuales han entrado en la Compañía y uno va a entrar en el monasterio
benedictino de Montserrat. Este acompañará a cuatro novicios y al P.

4
- S e conserva una carta al cardenal Cervini y dos folios con la argumentación de
Ignacio sobre este punto, que hoy sería enojoso e incomprensible (Epp. I, p. 261-267).
Tenemos otros ejemplos de los métodos de fuerza del apostolado ignaciano: cuando descu-
bría una desviación, acudía directamente a quien podía remediarla. De esta forma, en tres
meses, revolucionó las conductas de sus conciudadanos de Azpeitia: el Ayuntamiento dispen-
saría comida a los pobres, que estarían censados; se prohibiría oficialmente el velo, signo
público de pertenencia de las concubinas y amantes; las campanas tañerían tres veces al día
para invitar a rezar por los que estaban en pecado grave; etc. Cumplía con esto lo que reco-
mienda en los Ejercicios: «así como hace daño el hablar mal en absencia de los mayores a la
gente menuda, así puede hacer provecho hablar de las malas costumbres a las mismas perso-
nas que pueden remediarlas» [362], Él estaba convencido de que, si el Papa reformaba su
persona, su casa y su Curia y ciudad de Roma, toda la Iglesia se vería reformada. Así lo for-
muló a propósito del nombramiento de su amigo el Papa Marcelo II, cardenal Cervini
(Memorial, 29 enero 1555). Paradójicamente Ignacio no recibió los últimos sacramentos.
Nadal lo excusa atribuyéndolo a una providencia («dispensatio») de Dios y argumenta que:
«no los habría podido resistir, que no muriese de plenitud de devoción, especialmente tenien-
do tanta debilidad corporal» (MN IV, p. 698-699).
INTRODUCCIÓN GENERAL 27

Araoz que van camino de Portugal. (Convenía reforzar aquella Provincia y


no era posible formar en Roma a tanta gente).
-Otro judío, viendo que su mujer no quería convertirse, deja su hijo
(aún bebé) en la casa de la Compañía mientras viaja para arreglar sus
negocios y confía discernir su futuro al regreso.
-Ignacio se ocupa de las confesiones de casa «Madama Margarita» y
de casa del embajador de España (Juan de Vega); y de procurar hacer
paces de gente principal (en 1542, entre Pablo III y Juan III de Portugal;
en 1543, entre Ascanio Colonna y su mujer, y entre ambos y el Papa).
-Salmerón ha predicado todo el Adviento en casa del Embajador del
Emperador, con mucho provecho de sus oyentes.
-Otros de casa no cesan un instante de confesar y de orientar espiri-
tualmente, mañana y noche, hasta el punto de no tener tiempo para comer.
-El Papa ha llamado a Ignacio diversas veces para tratar con él asun-
tos de importancia, mostrando mucho amor a la Compañía; le ha cedido
también la Iglesia de san Andrés, cercana a la casa. Se están realizando
adaptaciones en la parte habitada de la casa. (Esta cesión, pensamos, fue la
ocasión próxima del discernimiento que puso en marcha el Diario).
-Concluye la carta con el deseo de que Dios «sea servido y alabado y
glorificado en todo y por siempre».

Este es el peregrino interior, reseco en lo humano y maduro a lo divi-


no, que se mostrará al lector de estas páginas. Se le habrá invitado a la
mesa, pero posiblemente, al ir avanzando la lectura, el huésped se descu-
brirá invitado a compartir una mesa a la vez sobria y suculenta, a expensas
de Ignacio. ¡No!, el espíritu la habrá preparado, permitiendo gustar y en-
tender nuevos alimentos que se convertirán en eucaristía.
LA DELIBERACIÓN
DE LA POBREZA
I. LA POBREZA

«Quarto: considerar raciocinando quántos cómmodos o prove-


chos se me siguen con el tener el officio o beneficio propuestos,
para sola la alabanza de Dios nuestro Señor y salud de mi ánima;
y, por el contrario, considerar assimismo los incómodos y peli-
gros que hay en el tener. Otro haciendo en la segunda parte, es a
saber, mirar los cómodos y provechos en el no tener; y asimismo,
por el contrario, los incómodos y peligros en el mismo no tener»
(Ej. 181).

Este capítulo presenta un documento (un doble folio), que no forma


parte del Diario, pero con el que está estrechamente vinculado. Parece que
Ignacio lo tenía siempre a mano durante los primeros días de la elección
que motivó la anotación diaria de sus mociones. De hecho, en sus apuntes,
se refiere a él frecuentemente, hablando de unas «cartas» que leía y repa-
saba durante largos ratos. Se expresa de esta forma: «sacando las cartas»,
«sacadas las razones que tenía escritas», «pasando por las unas eleccio-
nes... y tornando por las otras elecciones».
Es posible que lo redactase no antes de empezar el Diario - c o m o
suponen algunos comentaristas-, sino del dos al cuatro de febrero. Quizá
sólo tuvo que poner en limpio argumentos y pensamientos que ya tenía
elaborados. Stierli opina que el documento es de enero, concretando así la
opinión de Casanovas que lo supone anterior al Diario. Como las notas de
los primeros días son muy breves y hay indicios de que empezaron a escri-
birse el día 5 de febrero, cabría pensar que se escribió los primeros días de
febrero y que, acabado el trabajo de redacción más discursivo, empezó
Ignacio su registro de las mociones internas.
En los procesos evolutivos suelen faltar los eslabones (missing link)
por los que ha transcurrido la vida hasta que se llega al término actual.
Estos eslabones suelen ser de corta duración y apenas dejan rastro. En el
caso de Ignacio la evolución de la pobreza lo confirma: una fue la pobreza
rabiosa del penitente; otra, la confiada del peregrino; otra distinta, la obsta-
culizadora del estudiante mendigo, muy distinta también a la casi becada
del estudiante intensivo; o la pobreza de un pequeño grupo universitario
carismático, muy diferente de la pobreza apostólica itinerante del mismo
32 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

grupo; otra, la del sacerdote pobre y honesto, hasta llegar a la pobreza utó-
pica de una orden recién fundada; o la pobreza, por último, de una orden
numerosa y definitivamente constituida.
Se comprende la diferencia entre la pobreza inicial de los diez primeros
compañeros, pletóricos de juventud y de ansia apostólica, y la pobreza de
una Compañía de más de mil miembros, según la dejó san Ignacio al morir,
avisada por enfermedades y agotamientos. En efecto, entre ambos extremos
ha sido necesario cuidar de novicios y estudiantes, de enfermos y de ancia-
nos, de escuelas y residencias, de universidades y de iglesias de culto.
Afortunadamente se han conservado suficientes huellas de las determina-
ciones progresivas de la pobreza, cuya regulación constitucional se confió a
Ignacio como Prepósito General. El cuidadoso estudio de Giinter Switeck,
mencionado en la bibliografía, muestra con detalle la evolución ignaciana.
Motiva el Diario la deliberación de un punto de la pobreza, que pare-
cerá a algunos muy menudo, pero que sufrió tres modificaciones en los
cuatro primeros años de la incipiente Compañía. Se trata de saber hasta
qué punto la orden podría disponer de rentas fijas para su mantenimiento
o, al menos, si se podría dotar con ellas las iglesias de culto. La ocasión
próxima de la deliberación parece que fue la inflexión que sufrió la pobre-
za inicial cuando el Santo Padre otorgó a la Compañía el Templo-
Parroquia de Santa María de la Strada, con sus rentas y beneficios (Bula
Sacrosanctae Romanae Ecclesiae, de 24/6/1541, MI Const I).
Aclara el estado de la cuestión la extensa nota de MI Const I, pp. 35-
37, nota 3. De hecho es necesario establecer una serie de precisiones y de
distinciones para acceder a la escueta formulación ignaciana del problema,
que enuncia de esta forma:
"Por aora se demanda, si será bien no aver rrenta ninguna.
Segundo, si será bien aver renta por todas las cosas.
Tercero, si será bien poder aver renta por algunas, y por algunas no»
(ib., p. 35).
Éstas son las alternativas básicas de la pobreza religiosa:
1. Rentas en particular o en común.
2. Rentas para comer y vestirse o sólo para la sacristía, los muebles
de cama y lecho, medicinas, biblioteca, calefacción (como en un hospital
instalado para la acogida de viandantes).
3. Rentas administradas por la Compañía o por gente de fuera.
4. Rentas administradas por profesos de la Compañía o por no profe-
sos (supervisados por los profesos).
5. Rentas que beneficien a los profesos (distinguiendo entre los diez
fundadores y los futuros profesos) o sólo a los no profesos (ya sean estu-
diantes o coadjutores formados).
6. Rentas exigibles civilmente, o rentas disponibles mientras perdura
la voluntad del donante (sin óbice de que se exponga el caso a la justicia,
sin pleito, si parece injusta su retención).
7. Rentas perpetuas o temporales.
(Los extremos subrayados perfilan la solución intermedia, vigente
entre 1541 y 1550. En todo caso sólo se aplicó a siete personas que profe-
LA DELIBERACIÓN DE LA POBREZA 33

saron en este intervalo: Araoz (1542), San Francisco de Borja (1548), San
Pedro Canisio, Miona, Polanco, Mirón y Oviedo (1549).
Los primeros compañeros conocen las dos formas polares de reglamen-
tación jurídica de la pobreza, la de las órdenes mendicantes, que no pueden
tener rentas en particular ni en común, y la de las órdenes mixtas, que pue-
den tener en común para su mantenimiento. Con los años, diversas prerroga-
tivas papales habían dado lugar a notables abusos de relajación de la pobreza
estricta de los mendicantes, de manera que la vacilación inicial sobre las ren-
tas no contradecía la pobreza absoluta propugnada en la Bula de Fundación
de la Compañía (Regimini militantis Ecclesiae). Las Sumas de Derecho
Canónico (Angélica, Antonina, Tabiena y Silvestrina), que recogían las dis-
pensas papales, con certeza eran conocidas por Ignacio en 1544.
El Documento de 1541, «Para fundar colegios y casas o templos con
residencia» pone de manifiesto el análisis que hizo Ignacio de la Regla de
otras órdenes. «...Tomamos de las primeras religiones (mixtas)... que la
casa pueda tener renta para ella misma, es a saber para la sacristía, adorna-
miento de la casa, botica... como en un hospital bien ordenado... Tomamos
de las segundas religiones (mendicantes), en quanto para nuestro comer,
vestir y calcar cotidiano no queremos tener rentas ny possessiones algu-
nas... que, si quisiésemos mendicar cada día... para sustentar todas las
cosas necessarias para la casa, gastaríamos mucho tiempo en las cosas
temporales, no teniendo tanto tiempo para las spirituales, y forsan se-
ríamos en alguna manera importunos o molestos a algunas personas... Si
alguno pidiere la casa o renta della y quisiere hazer pleyto, que la ciudad o
la persona principal le responda, y si tiene derecho lo defienda, si le pare-
ciere. Si la ciudad o algunos quisieren echar fuera de la casa y de la renta
della a la Compañía; que la Compañía tenga paciencia...» (Ib. pp. 61-65).
(En el apéndice I se hallarán los textos jurídicos que muestran la evo-
lución fluctuante de la pobreza de la Compañía).
La Deliberación consiste en una triple lista de razones en favor y en
contra de tener rentas. Responde al cuarto punto metodológico del discer-
nimiento ignaciano, cuando la persona se halla en «tercer tiempo», es
decir, cuando está espiritualmente tranquila y serena. El texto citado al
comienzo de la introducción describe este cuarto punto.
Las listas de razones, por su frialdad formal y por su concisión esque-
mática, pueden engañar al lector, escondiéndole el «drama» de la decisión
a tomar y la densidad de vida humana y divina que late en su interior.
En realidad Ignacio está muy necesitado de dinero en el momento de
renunciar a tener rentas fijas. Por una parte, desde 1543, tiene la casa en
obras, la primera de la Compañía. La habitará en setiembre de 1544, cuando,
aún no terminada, tiene ya más de treinta habitaciones. Por otra parte, el tem-
plo de la Strada se amplía sucesivamente para dar cabida a un público cada
vez mayor. También debe proveer a la alimentación y estudios de numerosos
candidatos que llaman a las puertas de la Compañía, la cual, a su vez, a penas
tiene personal en activo para su trabajo apostólico y la captación de limosnas.
A todo esto se añade su compromiso en obras benéficas. Para dar
ejemplo, subvenciona la casa de santa Marta con 500 ducados -equivalen-
34 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

te al gasto anual de diez estudiantes-, que obtuvo providencialmente de la


venta de unos mármoles que aparecieron en la excavación de los funda-
mentos de la nueva casa. Sin embargo, la ciudad de Roma tenía sus reser-
vas ante el grupo de peregrinos que cinco años antes llegaron cual misera-
bles (véanse las cuentas del hospital que les acogió, en Schurhammer,
Francisco Javier. Su vida y su tiempo, Tomo I. Europa (1506-1541), Libro
Tercero, p. 422, nota 101, Mensajero, Bilbao 1992). En aquel momento se
instalaban en un gran edificio, aunque austero, según se puede comprobar
en las «camerete» conservadas en el Gesú.
Valga como exponente de la situación la anécdota recordada por
Ribadeneyra en Acta sancti Ignatii: «En confirmación desto diré aquí lo
que sucedió el año 44. Fabricándose la casa que agora tenemos en Roma, y
no teniendo Mtro. Pedro Codacio dineros para pagar los materiales que
havía comprado; después de haver entretenido algunos días con buenas
palabras a los mercaderes, en fin embiaron la justicia para hazer execución
en los bienes que havía en casa, que eran ciertas camillas viejas y algunas
tablas sin pies para uso de los de casa. Nuestro Padre entonces era ydo a
visitar cierta persona devota de la Compañía... En fin los alguaziles no
tocaron un pelo de casa, porque un cavallero vecino nuestro, que se llama
Gerónimo Stalla, les rogó que se fuessen, y salió por fiador; y el día
siguiente, estando enfermo el Doctor Arze, sin saber lo que havía passado,
embió a llamar a nuestro Padre y le dio 200 escudos de limosna, los quales
el Padre mandó dar a Mtro. Codacio, y con ellos se remedió la presente
ne^essidad. Yo estava en este tiempo en Roma».
Por cierto, se le pasó recado a Ignacio, en secreto, mientras conversa-
ba con tres amigos de la Compañía. Contestó sin alterarse, «Bien está» y
continuó la conversación más de una hora. Al acabar, les contó riendo lo
que ocurría. Como los demás empezaron a preocuparse y a dar prisa, les
dijo «No es menester; porque, en fin, si nos llevan las camas, dormiremos
en tierra como pobres, pues lo somos; y añadió: - Y o cierto, si me hallara
presente, los dexara tomar lo que quisieran; solamente les rogara que dexa-
ran ciertos papeles (¿el Diario?); y si los quisieran llevar, en el nombre de
Dios» (FN II, p. 368-369).
Su osado recurso a la limosna para subvencionar la multitud de sus
empresas apostólicas fue motivo de que le tildaran como el mayor pedigüe-
ño de Europa. Su espíritu, con todo, seguía siendo el de un amante de la her-
mana pobreza, en la más pura línea franciscana. La Autobiografía deja cons-
tancia de su pobreza radical, con anécdotas que recuerdan las «Florecillas»
del santo de Asís, como cuando distribuyó a los pobres la limosna que le
dieron en Venecia para su viaje de regreso a Barcelona. Empezó dando la
calderilla. Continuó con las monedas de valor. Acabó pidiéndoles perdón (!)
porque ya no le quedaba nada absolutamente (n. 50).
Por otra parte, los Ejercicios demuestran hasta que punto hizo suyo el
mensaje de Jesús de «que a todos quieran ayudar en traerlos, primero a
summa pobreza espiritual, y si su divina majestad fuere servida y los qui-
siere elegir, no menos a la pobreza actual...» [146]. En cada etapa enfrenta
al ejercitante con esta invitación, especialmente si es un seminarista o un
LA DELIBERACIÓN DE LA POBREZA 35

sacerdote o un prelado, que persigue desordenadamente beneficios ecle-


siásticos. ¡Sabía tanto, desde niño, del escándalo de la avaricia clerical, por
las peleas de la parroquia de Azpeitia, sujeta al patronato de su familia!
Llegó a haber un asesinato, no del todo aclarado, para que un Loyola suce-
diese al párroco cortesano Juan de Anchieta. Conoció también de primera
mano la reforma de Cisneros, y la Vida de Cristo que leyó en su convale-
cencia le enseñó que «los bienes de la Iglesia son el patrimonio de Cristo.
Lo que no se necesita para la manutención y el vestido, pertenece a los
pobres... Por eso no se debe aprovechar el ministerio pastoral para hacerse
orgulloso, opulento o rico... Quitar el patrimonio a los pobres es un sacrile-
gio...» (Citado por Switeck, p. 34).
En las Constituciones propone amar la pobreza como una madre y
dejarse acariciar por ella en su momento [287], A los estudiantes de Padua,
sumidos en grave dificultad, les escribe un himno a la pobreza, ensalzando
sus frutos más sabrosos, como por ejemplo, su ayuda para no caer en peca-
do y la capacidad de escuchar mejor la inspiración del Espíritu Santo
(Carta de 7 de agosto de 1547).
No es de extrañar, por lo tanto, que en la Fórmula preparatoria de la
Bula de aprobación hable de la alegría de la pobreza. El la ha experimen-
tado.
A la luz de este contexto vital quizá pueda el lector sopesar mejor las
razones humanas y espirituales aducidas por Ignacio en la Deliberación y
ponderadas por él durante cuarenta días. Las razones en favor de la pobre-
za reflejan las grandes contemplaciones de Ejercicios (Rey Eternal, Na-
cimiento, Banderas, etc.).

La argumentación se podría resumir en cuatro puntos:


1. La pobreza fue el camino de Cristo, cabeza de la Compañía.
2. El apóstol gana en ella calidad espiritual, desarrollando la humil-
dad, la confianza en Dios, la libertad.
3. Da coherencia al proyecto apostólico de Jesús, de predicar la pobre-
za.
4. Estimula al trabajo apostólico, tanto por el agradecimiento a Dios y
a los donantes como por la necesidad de recibir limosnas.
II. DELIBERACIÓN

Los incómodos para el no tener cosa alguna de renta son los


25
cómodos al tener en parte o en todo .
a
I . Parece que la Compañía, con el tener en parte o en todo, se conser-
26
varía mejor .
a
2 . Teniendo, no serán así molestos ni desedificativos a otros por
27
pedir, mayormente siendo clérigos los que habían de pedir .

título es enrevesado. Ignacio quiere confeccionar la lista de las ventajas de tener


rentas, pero le traiciona otro ritmo subconsciente de pensamiento: las ventajas consisten en
poder evitar los inconvenientes de no tenerlas. Recuérdese que el planteamiento de la pobreza
en las Constituciones de 1541 era el siguiente:
«Por aora se demanda, si será bien no aver rrenta ninguna.
Segundo, si será bien aver renta por todas las cosas.
Tercero, si será bien poder aver renta por algunas, y por algunas no.
Los professos presentes no puedan haver nada, ni en propio ni en común en renta.
La sacrestía pueda haver renta para todas las cosas de menester, de aquellas que «non»
serán para los professos» (MI, Const I, pp. 34-35).
2
° L a s dificultades económicas de los inicios de la Compañía fueron la causa de graves
enfermedades, tanto entre los profesos como entre los novicios y escolares. El siguiente testi-
monio del P. Nadal es significativo: «...para nuestro fin es conveniente que se proceda en
vestir y comer y dormir con la mediocridad que tenemos; porque, a no ser ansí, no tendría-
mos a dos días subiectos para los trabajos que tenemos y que nos esperan en nuestro institu-
to... Y es experimento claro, pues con toda la mediocridad que se tiene, y cura de la sanidad,
aun la mitad de los que tenemos son mal dispuestos y flacos. Y la razón no la sé, si no es de
tres cosas que observamos que repugnan mucho a la salud y son: vivir espiritualmente y con
mucho tiento en esto, procurar mortificación y tener suma prontitud en la obediencia, el estu-
dio y ministerios de la Compañía con fervor» (Nicolau, Pláticas espirituales del P. Jerónimo
Nadal S.J. en Coimbra, 1561).
7
^ D e este posible escándalo del prójimo dan muestra los consejos que, aderezados con
su pizca de humor, Ignacio dirige a los que vayan a pedir limosna, si se ven denostados por la
gente. Los expresa en unos términos que se podrían considerar actuales:
«El modo de pedir limosna es: Dad una limosna por la Compañía de Jesús, por amor
de Dios. 1 C u a n d o tomen a burla el nombre de la Compañía, se responderá: Este es el nom-
bre que han dado los Sumos Pontífices a nuestra religión. 2." Cuando llamen la atención
sobre la gordura, se responderá: También los gordos tienen necesidad de comer y tienen una
complexión de hombres. 3." Cuando digan: Vosotros sois fuertes y robustos, se responderá:
Queremos gastar nuestra salud y fuerzas en el servicio de Dios. 4." Cuando digan: Vais bien
vestidos, se responderá: Si fuéramos ricos no pediríamos limosna. 5 ° Cuando las personas de
respeto pregunten: ¿Por qué venís a pedir limosna?, se responderá: Nos obliga a esto la
LA DELIBERACIÓN DE LA POBREZA 37

a
3 . No ternán tantas mociones y turbaciones a la desordenada solicitud
en buscarlo, teniendo.
a
4 . Podrán vacar más ordenada y quietamente a los oficios y oraciones
concertadas.
a
5 . El tiempo de demandar o buscar se podría predicar, confesar y
28
darse a otras obras p í a s .
a
6 . Parece que la iglesia se conservará más polida, ornada y para más
29
mover a devoción, y así para hacerla de nuevo .
a
7 . Asimismo pueden vacar al estudio, y con él ayudar más a los próji-
30
mos en espíritu y gobernando mejor a sus cuerpos .
a
8 . Después que dos de la Compañía vieron la materia, aprobaron
31
todos los otros .

Los incómodos al tener son los cómodos al no tener cosa al-


guna, es a saber
a
I . Teniendo, no serían tanto diligentes para ayudar a los prójimos, ni
tanto dispuestos para peregrinar y pasar adversidades, y no se puede tan
bien persuadir a los prójimos a la vera pobreza y anegación propia en todo
según que se sigue en los cómodos al no tener cosa alguna.
[Los incómodos al tener en parte (ultra que son los cómodos al no
a
tener alguna cosa) son los que siguen: 1. Ser un superior de los que tienen
renta teniendo superintendencia sobre ella, y de los que no tienen alguna, y

necesidad, y por imitar los primeros Padres, que han hecho asi. La respuesta más común
a
será: Hermano, dadnos limosna, por amor de Dios (O.C., B.A.C., 4 . Ed., p. 940, carta 135,
Roma, Nov. 1554).
2 8
E s el motivo por el que Ignacio suprimió el rezo coral.
2'Cuando Ignacio escribe ya está en obras la capilla de Santa María della Strada y quizá
piensa en la construcción de la futura iglesia del Gesú, de la cual habló primeramente con el
propio Miguel Ángel.
30
Recuerda aquí Ignacio sus problemas de estudiante en París, donde tuvo que combi-
nar los estudios y el apostolado con la obtención de fondos. (Autobiografía, n. 74). Lo testifi-
ca Polanco: «Oyle que desseava ver alguno que huviesse con tantas difficultades y incomodi-
dades estudiado como él: primero, con pobreza, y ésta voluntaria, y no por obediencia; 2.°,
con enfermedades grandes; 3.°, con no pretender valer o subir, ni cosa alguna humana que
suele dar alivio, etc.; 4." con no ser tirado al estudio de la afición, antes grandemente siéndole
cuesta arriba, por sola intención de servir a Dios estudió doce años; 5.°, con ocupaciones o
distractiones.etc.» (FN II p. 473).
3
'Firman las Constituciones de 1541 siete de los diez primeros compañeros. Están ya en
misión Francisco Javier, Simón Rodríguez y Nicolás Bobadilla. Algún autor piadoso no quie-
re implicar a Ignacio entre los dos encargados de preparar el documento. Conociendo las
necesidades económicas del momento para subvencionar los estudios de tantos que querían
entrar en la Compañía y las numerosas obras de apostolado y, por otra parte, las enfermeda-
des extremas de algunos, las múltiples misiones y la falta de operarios y, junto a esto, la opor-
tunidad de hacerse con la capilla de la Strada con rentas, es razonable que Ignacio en persona
haya propiciado la mitigación del propósito inicial. Según el P. Batllori, cambió más Ignacio
en 16 años de General, que la Compañía en 400.
38 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

tomar de la misma casa para algunas cosas necesarias para sí y para los (?)
32
de la Compañía, parece que no suena] .

Cómodos y razones para no tener cosa alguna de renta


a
1 . La Compañía toma mayores fuerzas espirituales y mayor devoción
asimilando y viendo al Hijo de la Virgen, nuestro Criador y Señor, tanto
pobre y en tantas adversidades.
a
2. En no querer cosa cierta se confunde más toda avaricia mundana.
a
2. (?) Parece que con mayor afecto se une con la Iglesia, seyendo uni-
formes en no tener cosa alguna, considerando en el sacramento a Cristo
33
pobre .
a
3. Se facilita más a esperarlo todo en Dios nuestro Señor, separándose
34
de todas cosas del sáculo .
a
4. Ayuda más a humillar y a más unir con quien se humilló sobre
35
todos .
a
4. (?) Vive más olvidada de toda consolación secular.
a
5. Vive más en continua esperanza divina y con mayor diligencia en
su servicio.
a
6. Hay mayor edificación en general, viendo que no se busca cosa
deste século.
a
7. Con mayor libertad de espíritu y con mayor eficacia se habla de
36
todas cosas espirituales para el mayor provecho de las ánimas .

•^Ignacio tachó el fragmento entre corchetes. Durante unos años los profesos tuvieron
que comer aparte y fue preciso doblar la despensa para no mezclar los alimentos que provení-
an de la limosna con los comprados con rentas (MI, Const I,p.37).
33
E s t e argumento de más uniformidad en la Iglesia resulta un tanto oscuro. La Eu-
caristía, en cambio, como modelo de pobreza, era patente para Ignacio, porque le remitía a
Belén, pero con un vaciamiento mayor que la pobreza del pesebre, ya que Jesús permanece
oculto en los símbolos eucarísticos y se deja manejar por cualquier sacerdote, por indigno
que sea.
3 4
S e recordará el ímpetu con que Ignacio defiende su voluntad de ir solo a Jerusalén
(sin «bizcocho» ni dineros), para poner en Dios solo su esperanza (Autobiografía, n. 35).
^Reencontramos uno de los argumentos fundamentales de Ejercicios, planteado en el
primer coloquio y remachado en la tercera manera de humildad: la comparación con Cristo
(Ej. 53,167).
•^También la pobreza puede limitar la libertad. En este punto es magistral la enseñanza
y la práctica de Ignacio, según las recoge Ribadeneyra en el Tratado sobre su Manera de
Gobernar: «...dezía que es nezesario usar de gran recato y circunspección con estas mismas
personas que queremos ganar para Dios, a las quales devemos de tal manera mostramos gra-
tos por las buenas obras que dellos recibimos, que no seamos lisongeros, ni apoquemos nues-
tros ministerios, antes demos a entender que principalmente las reconocemos de Dios, y que
ellas mismas ganan mucho en el bien que nos hazen por su amor... y sin recibir dones de
nadie, sino lo que fuere necessario para su sustento, y esto de personas que se edifiquen y
tengan por merced de Dios el darlo; porque el que recibe pierde su libertad, y el que da
comúnmente le estima en menos» (FN III, p. 627).
LA DELIBERACIÓN DE LA POBREZA 39

a
8. Se ayuda y se despierta más a ayudar espiritualmente a las ánimas,
37
como cotidianamente reciba limosnas .
a
9. Se persuade mejor a los otros a la vera pobreza, guardando aquélla
según que Cristo nuestro Señor mueve, diciendo: «si quis dimiserit
patrem, etc.»
10. Parece que serán más diligentes para ayudar a los prójimos y más
dispuestos para peregrinar y pasar adversidades.
12. Esta tomando nuestro común Señor Jesú para sí, mostró la misma
3 8
a sus apóstoles y discípulos queridos, enviándolos a predicar .
13. Esta eligiendo todos diez, nemine discrepante, tomamos por cabe-
za al mismo Jesú, nuestro Criador y Señor, para ir debajo de su bandera
39
para predicar y exhortar, que es nuestra profesión .
14. De esta manera nosotros pidiendo, nos fue concedida la bula, y
después esperando la expedición por un año, y perseverando en el mismo
40
asenso, nos fue confirmada por Su Santidad .
15. Propio es de Dios nuestro Señor ser inmutable, y del enemigo
41
mutable y variable .
16. [Para conservarse la Compañía hay tres modos: 1°, que sean todos
o
letrados o poco menos; 2 , para los escolares para vestir, dormir y viático
o
parece que se podría dar medio; 3 , para ajuar y otras algunas cosas nece-
sarias para la Compañía, aun algunos que probablemente entrarán, podrán
42
ayudar] .

37
Q u e la limosna sea fruto de la tarea apostólica es uno de los argumentos de la «correc-
ción fraterna» que sin ninguna cautela Ignacio intentó con el teatino Gianpietro Caraffa (pos-
teriormente, Pablo IV), en una carta que quizá no llegó a enviar.
•"'Ignacio fue un imitador de Jesús y de sus discípulos. Los discursos de misión de
Mateo y Lucas inspiran muchas de sus conductas apostólicas.
•"Conviene recordar el sermón de Jesús a sus servidores y amigos acogidos bajo su ban-
dera, tal como lo refiere Ignacio en la meditación de «Dos Banderas» (Ej. 146).
4 0
L a Fórmula o compendio del Instituto en cinco capítulos, presentada al Santo Padre el
verano de 1539 sólo preveía la posesión de fundaciones y de rentas para la subvención de
estudiantes y excluía toda propiedad y renta para los profesos, tanto en particular como en
común. Los dos primeros documentos pontificios, la «Prima Societatis Jesu instituti Summa"
de 1539 y la bula «Regimini Militantis Ecclesiae» de 1540 recogían, prácticamente a la letra,
las mismas disposiciones sobre la pobreza.
4 1
Argumento frecuente en Ignacio, muy enemigo de la ligereza. Cfr. Const [116]
42
También está tachado en el original. Se advertirá que la subvención de los estudios
mediante rentas no se puso nunca en cuestión. A veces, con la subvención de un estudiante y
gracias a la pobreza, vivían cuatro estudiantes, como ocurrió con la ayuda económica de la
familia del P. Polanco.
EL DIARIO ESPIRITUAL
Capítulo 1
LA ELECCIÓN

«Quinto: después que así he discurrido y raciocinado a


todas partes sobre la cosa proposita, mirar dónde más la
razón se inclina, y así según la mayor moción racional, y no
moción alguna sensual, se debe hacer deliberación sobre la
cosa proposita» (Ej. 182).

San Ignacio tiene un lugar reconocido en la historia de la espirituali­


dad como maestro en el discernimiento para tomar decisiones según la
voluntad de Dios. Experimentó distintos métodos a lo largo de su vida y
los expuso sistemáticamente en su libro de los Ejercicios Espirituales.
En el período del 2 al 12 de febrero de su Diario, junto con el Do­
cumento de las Deliberaciones sobre la Pobreza, se refleja al máximo la
fidelidad del Peregrino a sus propios métodos, con una secuencia paralela
exacta de las distintas operaciones espirituales que recomienda al ejerci­
tante (Ej. 177-183). Se constatará que el Diario ofrece una ventaja: da a
conocer en vivo el volumen interior de cada paso y la dimensión relacional
de cada una de las operaciones. El P. Ignacio Casanovas aprovecha este
hecho en su comentario a los Ejercicios para presentar minuciosamente a
«San Ignacio, modelo de las Elecciones» (Biblioteca d'Exercicis, tomo
VII, apéndice I, pp. 127-198, especialmente los apartados III y IV).
Ignacio inicia el camino con el «primer modo para hacer sana y buena
elección» (Ej. 178), que corresponde al Tercer Tiempo, es decir, cuando la
persona no se ve agitada por diversos espíritus sino que se halla tranquila y
serena, con libre uso de sus facultades.
Se reduce este modo a seis puntos:
1. Es preciso delimitar exactamente el asunto a discernir y, a ser posi­
ble, en forma de alternativa. Se supone que cae dentro de los límites de la
Iglesia. (Este estadio se ha visto cumplido en el capítulo anterior, tener o
no tener rentas).
2. Conviene asegurar el punto de mira, no sea que el fin del hombre,
que es servir a Dios, quede mediatizado por la elección, cuyo asunto es
sólo un medio para el fin. Será necesario tener la intención recta, objetivo
de los Ejercicios, y procurar la indiferencia respecto a las alternativas de la
44 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

elección. (En este período apenas tiene relieve este punto. Consta el grado
de indiferencia del Peregrino por el contexto de su vida. Creía que le bas-
taría un cuarto de hora de oración, para asumir la supresión de la Com-
pañía. En cambio, hacia el final de la primera parte, este punto ocupará el
centro de su atención).
3. Se debe pedir a Dios luz y fuerza para acertar y cumplir su Voluntad.
(Este punto se repite insistentemente los primeros días, con recurso intensi-
vo a los mediadores, es decir, a los santos, a María, a su Hijo).
4. Considerar las razones en pro y en contra de cada una de las alterna-
tivas, siempre mirando al fin. (Ignacio pasará muchas horas en este punto,
según reseña él mismo).
5. Una vez se ha discurrido por todas las razones y se ha sopesado su
valor, se tiene que examinar, deliberar y elegir, siguiendo la inclinación
más razonable y no meramente sensible. (En este punto Ignacio se pregun-
ta con frecuencia sobre la inclinación de Dios y espera una indicación
luminosa que no le permita dudar de la decisión. Apunta, por consiguiente,
al segundo Tiempo, o incluso al primero).
6. Hecha la elección, debe volverse a la oración para ofrecerla a Dios
(cosa que hará repetidas veces) y pedirle que la acepte y confirme (aquí
reside la fuerza y la duración expectante del discernimiento ignaciano), si
es su mayor servicio y alabanza.
Ignacio sabe - y busca- que la persona que pretende afinar en el segui-
miento de la Voluntad de Dios, más tarde o más temprano, se verá acosada
o movida por distintos espíritus. En realidad, le preocupa que el ejercitante
no acuse mociones espirituales (Ej. 16). Supuestas estas mociones, se
puede pasar a hacer elección por un segundo Tiempo, en el que se consi-
guen «claridad y conocimiento por experiencia de consolaciones y desola-
ciones y por experiencia de discreción de varios espíritus» (Ej. 176). Los
puntos anteriores, 2, 3, 5 y 6, son un puente tendido hacia el «segundo
Tiempo», especialmente el sexto, en el que se pide confirmación. Este
Tiempo es de mayor calidad que el primero.
Ahora bien, el verdadero objetivo de Ignacio es conseguir hacer la
elección por el primer Tiempo, como hicieron Mateo y Pablo, que ni
siquiera pudieron dudar de la llamada de Jesús. Para Ignacio, «el primer
tiempo es cuando Dios nuestro Señor así mueve y atrae la voluntad que,
sin dubitar ni poder dubitar, la tal ánima devota sigue a lo que es mostra-
do» (Ej. 175). Es patente que los tiempos de elección son niveles de
«oportunidad en el Espíritu» para buscar y hallar la voluntad de Dios.
Karl Rahner hace un intento de aproximación teológica al problema
que plantea la elección propuesta en Ejercicios, analizando las pistas igna-
cianas sobre el contenido, el modo y el momento del encuentro con la
voluntad de Dios. ¿Qué significa, se pregunta por ejemplo, que el Creador
y Señor se comunique al alma inmediatamente, según Ignacio (Ej. 15)? O
bien, ¿qué pide exactamente al decir que el Señor se digne inscribir en el
alma su Voluntad? (Ej. 180) (Véase p.100, nota 4, de la obra citada en la
Bibliografía). La experiencia inmediata de Dios según Ignacio es, para
Rahner, el principio fundante y el principal analogado de toda elección.
EL DIARIO ESPIRITUAL 45

Considera que esta experiencia es un conocimiento «inobjetal», como una


conciencia directa de la presencia y de la trascendencia de Dios, percibido
como fin total y único de la criatura. Esta experiencia es la que permite
revalidar y confirmar el acierto de la elección de un «medio» concreto para
servirle.
Confirma la tesis de Rahner lo que formula Ignacio en la primera regla
de hacer elección en tercer Tiempo. Dice «que aquel amor que me mueve
y me hace elegir la tal cosa, descienda de arriba del amor de Dios, de
forma que el que elige sienta primero en sí que aquel amor más o menos
que tiene a la cosa que elige es sólo por su Criador y Señor» (Ej. 184). Se
tendrá ocasión más adelante de comprobar cómo utiliza esta regla el
Peregrino en el momento más dramático del Diario (Cap. 8).
A los seis puntos del método indicado añade un último paso, que da
por supuesto, pero que es muy notable en todo el Diario.
Se trata del agradecimiento final por los dones recibidos durante la
elección. El Peregrino era tan atrevido con Dios y con los hombres al pedir,
como delicado y espléndido al agradecer. Su actitud agradecida es tan
noble y fina que, como se verá en el próximo capítulo, le dolerá enorme-
mente haber faltado a las divinas Personas en el momento de darles las gra-
cias y se considerará obligado a cumplir una penitencia sorprendente, sólo
imaginable en alguien que ama mucho (día 12 de febrero y siguientes).

Otros puntos de interés:


- la devoción entendida como facilidad de buscar y hallar a Dios.
- el recurso a los mediadores -especialmente a María y a Jesús- para
acceder al Padre.
- la Eucaristía como registro clave de las mociones divinas y de la
oblación de la propia vida.
- el modo y los contenidos de su examen de la oración.
DIARIO ESPIRITUAL
2-11 de Febrero de 1544
48 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

[4] Nuestra Señora^-


44
4." martes - antes de la missa, en ella, y después della, con
<mucha> abundancia de devoción, lágrimas <interiores y esteriores>
y dolor de ojos por tantas, y veer a la Madre y al Hijo propicios para
interpelar al Padre //, estando y moviendo más a no nada, entonces y
todo el día; y a la tarde, como sentir o veer a nuestra Señora propicia
para interpelar.

[1] fNuestra Señora.


]." sábado - abundancia de devotión en la missa, con lágrimas,
con crecida fiducia en nuestra Señora, y más a no nada entonces y
todo el día.

45
[2] 2." domingo - lo mismo, y más a no nada entonces y todo el
día.

[3] Nuestra Señora.


3." lunes - lo mismo y con otros sentimientos y más a no nada todo
el día, y ala noche un allegarme mucho in afecto a nuestra Señora con
mucha confianza.

[5] Nuestra Señora.


5. ° miércoles - antes de la misa y en ella, con devoción y no sin
lágrimas, y más a no nada; después parecerme, en asaz claridad o
mutación de lo sólito, seer confusión el tener en parte, el tener todo un
escándalo, y un ayudar para deprimir la pobreza que Dios nuestro
Señor tanto alaba.

43
C a s i a diario anota S. Ignacio por la noche la misa que dirá a la mañana siguiente.
Aquí se constata su recurso a los mediadores -María, Jesús- al iniciar el camino. Está en
marcha la peregrinación interior.
^Curiosamente encabeza el manuscrito la anotación correspondiente al 5 de febrero.
Según los editores de Monumenta (MI Const I, p.87), Ignacio la añadió en el margen supe-
rior, lo cual significaría que la habría escrito e interpolado después del 6 de febrero. Ahora
bien, si se examina atentamente el original, aunque la anotación es larga, no es de letra apre-
tada, si bien es cierto que lleva el número cuatro correspondiente escrito en el margen
izquierdo. Es más plausible que Ignacio, precisamente este día, se decidiese a registrar sus
diferentes mociones, a pesar de haber empezado el día 2. ¿Razón? La abundante devoción
habida este día, que le impulsó además a marcar el texto con un firme trazo detrás de la pala-
bra Padre, trazo correlativo a una gran cruz (?) dibujada en el margen.
EL DIARIO ESPIRITUAL [4-5] 49

43
[4] Mañana diré la misa de Nuestra S e ñ o r a .
44
4. Martes, 5 de febrero .
Antes de la misa, en la misa y después de ella, he tenido <mucha>
una gran devoción, abundancia de lágrimas <internas y externas> e
incluso dolor en los ojos a causa de ellas, porque he visto a la Madre y al
Hijo dispuestos a interceder por mí ante el Padre II, lo cual me ha mante-
nido estable e inclinado a no tener rentas y me lo ha motivado aún más,
no sólo durante la misa sino todo el día. Por la tarde, me ha parecido sen-
tir o ver a Nuestra Señora dispuesta a interceder.

[1] f Misa de Nuestra Señora. Capítulo 1. Sábado, 2 de febrero.


Tuve mucha devoción en la misa, con abundantes lágrimas de cre-
cida confianza en Nuestra Señora; y me sentí inclinado a no tener ren-
tas, tanto en la misa como durante el día.

45
[2] 2. D o m i n g o , 3 de febrero.
Igual que el día anterior: en la misa y todo el día, inclinación a no
tener rentas.

[3] Misa de Nuestra Señora. 3. Lunes, 4 de febrero.


Sentí lo mismo que los días anteriores y tuve también otros senti-
mientos. Durante el día me sentí inclinado a no tener rentas y, por la
noche, noté que acudía a Nuestra Señora muy afectuosa y confiada-
mente.

[5] Misa de Nuestra Señora. 5. Miércoles, 6 de febrero.


Antes de la misa y en ella, he tenido devoción y no sin lágrimas, y
me he sentido inclinado a no tener rentas. Después de la misa, me ha
parecido con bastante claridad, o con más alteración interior que de
ordinario, que causaría confusión tener rentas para algunas cosas y que,
tenerlas para todo, sería un escándalo, ya que ayudaría a relajar la
pobreza que tanto alaba Dios nuestro Señor.

Según esta hipótesis, Ignacio empezó el Diario el 5 de febrero, el cuarto día de su dis-
cernimiento, y consignó brevemente los tres días anteriores, para dejar constancia del proceso
desde el inicio. (Obsérvese su concisión y esquematismo). Una vez redactadas las notas de
los cuatro días, las numeraría debidamente. En adelante escribe diariamente las mociones del
día, salvo alguna excepción. Incluso algún día escribe en diferentes momentos.
Este supuesto permite pensar que los primeros días estuvieron dedicados a buscar argu-
mentos y a redactar el documento de la Deliberación de la Pobreza del capítulo anterior,
mientras recababa la ayuda de los mediadores en su oración. (En contra de la opinión del P.
Casanovas que sitúa el documento de la Deliberación bastantes días antes, como ya se ha
indicado, o la de Stierli que lo pone en enero, sin justificación alguna).
4
^Es la dominica cuarta de Epifanía e Ignacio dirá la misa del día. Los días de feria se
podía escoger muy libremente entre las distintas misas votivas.
50 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

[6] De la Trinidad.
6." jueves - antes de la missa <y en ella>, con mucha abundancia
de devotión y lágrimas, y todo el día con un calor y devotión notable
<hasta la noche> y siempre más estante y movido a no nada, al tiem-
po de la missa un parecerme acceso notable, y con mucha devoción y
4
moción interior para rogar al Padre, pareciéndome ^ haber interpela-
do los dos mediadores y con alguna señal de veerlos.

[7] De Jesú f.
7." viernes - después de notable devoción, en oración y lágri-
4 1
mas ' , desdel preparar de la misa, y en ella mucha abundancia de
devotión y lágrimas asimismo y con retener la palabra, quando
4S
podía , estando con intención de no nada.

[8] Luego después de la misa con devoción y no sin lágrimas,


pasando por las electiones por hora y media o más, y presentando lo
4
que más me parecía por razones, y por mayor moción de voluntad ^,
es a saver: no tener renta alguna, queriendo esto presentar al Padre
por medio y ruegos de la Madre y del Hijo, y primero haziendo ora-
ción a ella por que me ayudase con su Hijo y Padre, y después orando
al Hijo me ayudase con el Padre en compañía de la Madre, sentí en mí
un yr o llevarme delante del Padre, y en este andar un lebantárseme
los cabellos, y moción como ardor notabilíssimo en todo el cuerpo, y
consequente a esto lágrimas y devoción intensíssima //.

[9] esto después leyendo, y juzgando estar bien escrito, venirme


una nueva devoción no sin ágoa a los ojos //; después, acordándome
destas gracias recibidas, una nueva devoción.

46
Ignacio se corrige y donde había puesto «haber interpelado los dos mediadores», pre-
cisa más la experiencia, diciendo «pareciéndame haber interpelado». Es sorprendente el afán
de Ignacio por formular el matiz exacto de cada experiencia espiritual. El examen del manus-
crito revela un montón de correcciones y de precisiones, bien insertando palabras interlinea-
les o marginales o bien cambiando expresiones tachadas. La edición de las Obras Completas
de S. Ignacio del P. Iparraguirre en la B.A.C. procura transcribir estas correcciones. Suele
explicarlas en notas correspondientes, porque a veces sólo es una palabra, o incluso una sola
letra. En el texto de la presente edición sólo se han tenido en cuenta las correcciones más
importantes.
4 7
S . Ignacio hacía su primera hora de oración normalmente en la cama, antes del alba,
que designa como «la oración sólita». Después de vestirse hacía otra en la habitación, «la ora-
ción preparatoria», -de la misa, se entiende. Y ya en la capilla, hacía una tercera que prose-
EL DIARIO ESPIRITUAL [6-9] 51

[6] Misa de la Trinidad. 6. Jueves, 7 de febrero.


Antes de la misa <y en ella>, he tenido mucha devoción y abundan-
tes lágrimas, y todo el día he sentido un fervor y una devoción notable
<hasta la noche>, que me han mantenido inclinado a no tener rentas y
me han movido más a ello. En la misa, por la mucha devoción y empuje
46
interior que la idea me causaba, y porque me p a r e c í a que los dos
mediadores habían intercedido, tenía indicios de verles, me ha parecido
que se me abría un acceso notable para rogar al Padre directamente.

[7] Misa de Jesús t 7. Viernes, 8 de febrero.


47
Después de tener notable devoción y lágrimas en la oración , he
tenido también mucha abundancia de devoción y de lágrimas desde la
preparación de la misa, y en ella, de manera que conservaba el habla sólo
48
cuando p o d í a . Me he mantenido en la intención de no tener rentas.

[8] Después de la misa, he pasado en las elecciones una hora y


media o más, con devoción y no sin lágrimas, y he presentado al Padre
lo que me parecía más convincente por razones y también por mayor
49
inclinación de la voluntad , a saber, no tener renta alguna. Como que-
ría presentarlo al Padre por medio de los ruegos de la Madre y del
Hijo, primero se dirigió a Ella mi oración, para que me ayudase ante
su Hijo y ante el Padre; después rogué al Hijo que me ayudase ante el
Padre, en compañía de su Madre. En esto sentí en mí que iba o que me
conducían delante del Padre. Se me erizaron los cabellos mientras
avanzaba y una emoción, como un ardor notabilísimo, recorrió todo
mi cuerpo. A consecuencia de todo esto brotaron las lágrimas, con una
devoción intensísima II

[9] D e s p u é s , al releer lo escrito, he j u z g a d o que estaba bien


expresado y me ha venido la devoción nuevamente, no sin agua en los
ojos II; más tarde, acordándome de estas gracias recibidas, he vuelto a
sentir devoción.

guía también y muy significativamente mientras preparaba el altar y se ponía los ornamentos.
La tarea de aderezar el altar le recordaba los preparativos de la cueva de Belén, a los que ayu-
daba respetuosamente «como esclavito pobre e indigno» (Ej. 114). (Véase el apéndice dedi-
cado al horario de S. Ignacio).
48
E 1 original es de difícil lectura. Parece referirse al mismo fenómeno que describe los
días 14, 15, 24 y 25 de febrero, el 17 y 19 de marzo, el 4 de agosto y el 5 de octubre, pero
expresado de forma complementaria: en vez de decir que perdía el habla, dice que la retenía
cuando podía. Ésta es la versión adoptada. De hecho, la emoción interna, las lágrimas y los
sollozos frecuentemente le producen la pérdida dicha.
49
C i t a casi textualmente el quinto punto del primer modo del tercer tiempo de elección,
según sus Ejercicios [182].
52 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

[10] A la tarde, por hora y media o más, andando por las electio-
nes asimismo, y haziendo electión de no tener nada, hallándome con
devoción, me hallaba con una cierta elevación y muy tranquillamente
50
sin contradición alguna a tener alguna cosa , y quitándoseme la
gana de yr en las eleciones tanto adelante como algunos días antes
pensaba.

[11 ] <De la anunciación de la Virgen.


o
8 . Sábado - la noche precedente muy mucho debilitado con mal
dormir y a la oración a la mañana con quieta mente y asaz devoción,
y con un movimiento spiritual con calor y a mover a lacrimar.
después al levantar, quitárseme dos vezes el sentido de la flaque-
za; después para el yr de la misa, en la oración con devoción, y al
preparar del vestir lo mismo,y con un movimiento de querer lacrimar.
A la misa con devoción continua y flaqueza, y con diversas mociones
spirituales en ella y a moverme a lacrimar acabada la missa asimis-
mo, y siempre con voluntad de no tener nada todo el día quieto; y
5
donde casi a los principios pensaba estar más *, quitárseme toda la
5
gana, pareciéndome seer clara la cosa, es a saver no tener nada> -.
pasando por las electiones con mucha tranquilidad y devoción,
en todo me parecía no tener parte, ni todo, ni seer cosa asaz digna
para mirar en ello, teniendo por acabado, y con mucha tranquilidad
de mente y así siempre me restava con no tener nada.

5
[12] misa del día ^.
o
9 . domingo - andando por las electiones, y haziendo la oblación de
no tener nada con mucha devoción y no sin lágrimas, y así antes en la
oración sólita, antes de la misa, en ella, y después della, con asaz de-
votión y lágrimas, y siempre con no tener nada, quietándome en la obla-
ción hecha, habiendo sentido mucha claridad discurriendo, y después ce-
rca de los mediadores ciertos sentidos <inteligencias> y no sin vista //.

50
Giuliani, a diferencia de Codina y de Iparraguirre, lee el texto ignaciano a la letra,
para deducir una delicada observación sobre el grado de indiferencia de Ignacio: según él,
Ignacio dice que se sentía libre también para admitir un poco de renta. Pero, por el contexto
parece que hace una clara elipsis: «sin contradicción alguna que me indujese a tener alguna
cosa». Se le ha dado este sentido, sin ambigüedad, en la versión presente.
• 'Esta frase substituye a otra tachada: «antes me parecía estar mucho en esta elección».
No se puede más que barruntar el tiempo que pensaba dedicarle Ignacio. ¿Treinta días, quizá?
Su «mucho» indica la gravedad subjetiva del asunto tratado, como ha quedado patente en la
introducción. La admiración por verse acabando tan pronto, los intentos de acabar realmente
y la dificultad ulterior de saber cuándo debe acabar se irán sucediendo, dejan a Ignacio pro-
gresivamente más perdido y humilde en manos de Dios.
5 2
T o d o el fragmento entre paréntesis angulares está tachado, incluida la misa votiva del
día, aunque es plenamente legible. ¿Por qué lo tachó? El día 12 de febrero hay un fragmento
EL DIARIO ESPIRITUAL [ 1 0 - 1 2 ] 53

[10]Por la tarde, he andado también por las elecciones una hora y


media o más. He hecho elección de no tener rentas, hallándome con
devoción. He estado con una cierta elevación interior y muy tranquilo,
50
sin ninguna objeción que me indujera a tener renta a l g u n a . Con lo
cual se me iban las ganas de proseguir con la elección tanto tiempo
como tenía pensado.

[11] <Misa de la Anunciación de la Virgen.


8. Sábado, 9 de febrero.
La noche pasada me debilité mucho, porque dormí mal, pero en la
oración de la mañana tenía la mente quieta y sentía bastante devoción,
con un cálido movimiento espiritual que me hacía llorar.
Después, al levantarme, quedé dos veces sin sentido a causa de la
debilidad. Sentí devoción en la oración al ir a decir la misa y al prepa-
rar los ornamentos para revestirme, y estuve a punto de llorar. Durante
la misa continuaron la devoción y la debilidad y tuve varias mociones
espirituales que me impulsaban a llorar. Acabada la misa, lo mismo, y
he permanecido tranquilo todo el día, siempre con la voluntad de no
tener rentas. Aunque pensé, casi a los comienzos, que me demoraría
51
más t i e m p o <antes me parecía estar mucho en esta elección>, pero
se me iban las ganas, porque me parecía que el asunto estaba claro, es
52
decir, que no debía tener rentas> .
Repasando las elecciones con mucha tranquilidad y devoción, en
conjunto, me pareció que no debía tener rentas para las iglesias ni para
todo lo demás, y que el asunto no daba más de sí como para seguir
considerándolo. Con mucha tranquilidad de mente lo daba por acaba-
do, de manera que siempre me quedaba con la intención de no tener
renta alguna.

53
[12] Misa del d í a . 9. Domingo, 10 de febrero.
He andado por las elecciones y he hecho la oblación de no tener
rentas con mucha devoción y no sin lágrimas. Y como ya primero, en
la oración acostumbrada, había tenido bastante devoción y lágrimas,
también antes de la misa, en ella, y después de ella, siempre inclinán-
dome a no tener rentas, he quedado tranquilo con respecto a la obla-
ción hecha. Además he sentido mucha claridad al discurrir. Luego, he
recibido ciertas luces <inteligencias> sobre los mediadores y no me ha
faltado su visión II.

de extensión parecida tachado de la misma manera. Lo común a ambas tachaduras es la des-


cripción de unas molestias psicofísicas personales, que sobran quizá en un registro de mocio-
nes y de gracias espirituales. Sin embargo, su lectura permite acercarse a la fragilidad de
Ignacio y comprender un poco mejor el conjunto del Diario.
53
D o m i n i c a de Septuagésima.
54 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

[13] a la noche, pasando por las electiones, de todo, de parte, de


nada, haziendo la oblación de no nada, con mucha devotión, paz inte-
rior y tranquilidad de ánima, con una cierta seguridad o asensu de
seer buena electción.

[14] del Espíritu Santo.


10." lunes - en medio de la oración acostumbrada, sin electiones,
en ofrecer o en rogar a Dios nuestro Señor, la oblación pasada fuese
54
por la su divina magestad aceptada , con asaz devotión y lágrimas, y
55
después <ofreciendo> un rato adelante coloquendo con el Spíritu
Santo para dezir su misa, con la misma devoción o lágrimas me pare-
cía veerle o sentirle en claridad espesa o en color de flama ígnea mo-
do insólito, con todo esto se me asentava la electión echa //.

5
[15] después para discurrir ^ y entrar por las electiones, y deter-
minado, y sacadas las razones que tenía escritas, para discurrir por
ellas, haziendo oración a nuestra Señora, después al Hijo y al Padre
57
para que me diese su Spíritu para discurrir y para discernir, aunque
hablava ya como cosa echa, sentiendo asaz devoción y ciertas intelli-
gencias con alguna claridad de vista, me senté mirando casi en genere
el tener todo, en parte y no nada, y se me yva la gana de veer ningu-
nas razones, en esto veniéndome otras intelligencias, es a saver, cómo
el Hijo primero ynbió en pobreza a predicar a los apóstoles, y después
el Espíritu Santo, dando su spíritu y lenguas los confirmó, y así el
Padre y el Hijo, inbiando el Spíritu Sancto, todas tres personas confir-
5
maron la tal misión *.

54
S e r á útil ponderar el ritmo de la elección ignaciana. El sexto punto del primer modo
del Tercer Tiempo implica una secuencia de operaciones espirituales: orar, ofrecer y esperar
que Dios reciba y confirme la elección (Ej. 183). Ignacio sigue a pies juntillas su método,
pero con un «tempo» distinto quizá al que proponen o cumplen sus discípulos: su ritmo se
ralentiza y su actitud es cada vez más reverencial. No debe soiprender, porque se trata de
hablar directamente con Dios y de percibir la aceptación y la confirmación de la Santísima
Trinidad respecto a la oblación hecha. (Recuérdese la Anotación 3.*, Ej. 3). De hecho, el
sexto punto le ocupará fundamentalmente los treinta días que faltan por acabar.
" E n sus Ejercicios sugiere Ignacio la manera de hablar o de dialogar con Dios nuestro
Señor: «El coloquio se hace propiamente hablando, así como un amigo habla a otro o un sier-
vo a su señor, quándo pidiendo alguna gracia, quándo culpándose por algún mal hecho, quán-
do comunicando sus cosas y queriendo consejo en ellas; y decir un Pater noster» (Ej. 54).
5 6
E s sorprendente la cantidad de verbos de movimiento que utiliza el discurso electivo
ignaciano: andar, ir, entrar, volver, seguir, pararse, discurrir,... Se trata realmente de recorrer
un camino hacia adentro, que debe descubrir y roturar, siguiendo al guía o al maestro interior.
Tendrá que discurrir a través de todas las capas del yo, desde la razón a las alteraciones
EL DIARIO ESPIRITUAL [ 1 3 - 1 5 ]

[13] Por la noche, después de repasar las distintas elecciones, de


tener rentas para todo, o para algunas cosas, o para nada, he hecho la
oblación de no tener renta alguna, con mucha devoción, paz interior y
tranquilidad de alma, con una cierta seguridad o asentimiento de que
era una buena elección.

[14] Misa del Espíritu Santo. 10. lunes, 11 de febrero.


Hacia la mitad de la oración acostumbrada, que no he dedicado a
las elecciones, al ofrecer o rogar a Dios nuestro Señor que la oblación
54
de ayer fuese aceptada por su divina majestad , he tenido bastante
devoción y lágrimas. Al cabo de un rato <ofreciendo>, mientras dialo-
55
g a b a con el Espíritu Santo para decir su misa, he tenido la misma
devoción o lágrimas. Me parecía verle o sentirle en forma de una clari-
dad densa o de un color de llama ígnea, como nunca le había visto.
Con todo esto se me asentaba la elección hecha II.

56
[15] Después, decidido a meterme y a discurrir por las elecciones,
saqué las razones que tenía escritas para pensarlas. Hice oración a nues-
tra Señora, después al Hijo y al Padre para que me diese su Espíritu para
57
discurrir y para discernir , aunque yo hablaba ya como de cosa hecha,
sintiendo bastante devoción y ciertas inteligencias, con visión bastante
clara. Me senté y miré casi globalmente el tener rentas para todo, para
parte, o no tener para nada, pero se me iban las ganas de revisar ninguna
razón. Entonces me vinieron otras inteligencias, a saber, cómo primero
el Hijo envió a los apóstoles a predicar en pobreza, y, luego, el Espíritu
Santo los confirmó en su misión, dándoles su espíritu y el don de len-
guas. Y, dado que el Padre y el Hijo envían al Espíritu Santo, las tres
58
Personas confirmaron dicha misión en pobreza .

somáticas del pulso, escrutando las señales y parándose en los recodos en que encuentra
reposo. En el primer coloquio de Ejercicios, ante el amplio horizonte descubierto a través de
Cristo en la cruz, sugiere ya Ignacio «discurrir por lo que se ofresciere». De esta constatación
nació el título del libro: L A INTIMIDAD DEL PEREGRINO, es decir, el peregrino de la profundi-
dad interior.
•"Cita, casi textualmente, Ej. 180: «Tercero, pedir a Dios nuestro Señor quiera mover
mi voluntad y poner en mi ánima lo que yo debo hacer cerca de la cosa proposita, que más
su alabanza y gloria sea, discurriendo bien y fielmente con mi entendimiento y eligiendo con-
forme su sanctíssima y beneplácita voluntad».
5 8
E n este punto se inicia el drama: la Trinidad confirmó la misión de los apóstoles en
pobreza e Ignacio «reclama» para sí una confirmación parecida, que no le será concedida ni
hoy, ni el 19 de febrero, ni tampoco el día final, el 12 de marzo. La forma peculiar que
adquiere la confirmación divina es central en el Diario y prolonga y amplía las enseñanzas de
Dios a Ignacio, desbordando totalmente sus expectativas.
56 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

[16] A esto, entrando en mí mayor devoción y quitarme toda


59
gana de mirar más en ello, con un lacrimar y sollozos , hice la obla-
ción de no nada al Padre, de rodillas, y con tantas lágrimas por la
cara abaxo y sollozos al hacer de la oblación y después, quasi no me
podiendo levantar de sollozos y lágrimas de la devoción y gracia que
recibía, y así tándem me llevante, y levantado aún seguirme la devo-
ción con los sollozos, ellos veniendo habiendo echa la oblación de no
tener nada, dando por rata, válida, etc.

[17] Después, de ahí a un rato, andando y acordándome de lo


pasado, una nueva moción interior a devoción y lacrimar//.

[18] De ahí a un rato, para salir a la misa, llegándome a corta


oración, una devoción intensa y lágrimas, a sentir o ver cierto modo
el Espíritu Santo, como cosa acabada cerca la elección, y no poder así
60
ver ni sentir a ninguna de las otras dos personas divinas .

[19] Después en capilla, antes de la misa y en ella con abundan-


cia de devoción y de lágrimas. Después con grande tranquilidad y
seguridad de ánima, como de cansado quien descansa en mucho repo-
so, y para no buscar ni querer buscar cosa alguna, teniendo la cosa
por acabada, si no fuere por dar gracias, y por devoción del Padre y
de misa de la Trinidad, según que antes tenía pensado de decirla el
martes de mañana.

5 9
S i en plena consolación del buen Espíritu siente resistencia a seguir ponderando las
razones, es que ya llegó el momento de acabar. Regla clara que convendrá cotejar con los
resultados del cap. 8. Con todo, las consolaciones y visitaciones que han tenido lugar hasta el
presente están hechas a la medida de la expectativa de Ignacio o, dicho de otro modo, Ignacio
lleva el timón por los derroteros aprendidos en otras ocasiones. El lleva la iniciativa, a pesar
de que puedan deslumhrar algunos destellos de iniciativa divina. Sustenta esta afirmación la
futura y paulatina inversión de papeles, asumiendo Dios todo el protagonismo y limitándose
Ignacio a dejarse hacer por Él. Las consolaciones habidas hasta ahora son «con causa », es
decir, llegan mediatizadas por los propios discursos mentales y por las operaciones de la
voluntad (Ej. 330). Al estar en una disposición de abandono y de perfeccionamiento, enton-
ces «el buen ángel toca a la tal ánima dulce, leve y suavemente, como la gota de agua que
entra en una esponja;... cuya causa es la dispusición del ánima ser a los dichos ángeles con-
traria o símile;... y quando es símile, entra con silencio como en propia casa a puerta abierta »
(Ej. 335).
EL DIARIO ESPIRITUAL[ 1 6 - 1 9 ] 57

[16] Entonces se apoderó de mí una devoción mayor y se me qui-


59
taron todas las ganas de pensarlo más, con llanto y sollozos . Hice de
rodillas la oblación al Padre de no tener rentas para nada, y rodaron
tantas lágrimas por mi rostro y sollocé tanto al hacer la oblación, y
después, que casi no me podía levantar, impedido por los sollozos y
las lágrimas de la devoción y de la gracia que recibía. Por fin me puse
en pie y, levantado, continuaba la devoción con los sollozos, fruto de
haber hecho la oblación de no tener nada, dándola por ratificada, váli-
da, etc.

[17] Después, de ahí a un rato, al recordar lo pasado mientras me


paseaba, he sentido una nueva moción interior a devoción y a llorar II.

[18] Al cabo de un rato, cuando iba a salir para la misa, he hecho


una corta oración, con una devoción intensa y lágrimas, al sentir o ver
que de alguna manera el Espíritu Santo daba por acabada la elección.
Pero no podía ver ni sentir de igual manera a ninguna de las otras dos
60
Personas d i v i n a s .

[19] Ya en la capilla, antes de la misa y en ella, he tenido abun-


dancia de devoción y de lágrimas. Después de la misa he quedado con
gran tranquilidad y seguridad de alma, como el cansado cuando en-
cuentra mucho reposo, libre ya de buscar ni querer buscar nada, ya que
daba la cosa por terminada. Sólo faltaba dar las gracias y, por devoción
al Padre, acabar con una misa de la Trinidad, que ya antes tenía pensa-
do decir el martes por la mañana.

6"Dos correcciones de este párrafo en el original producen una tremenda inflexión del
pensamiento. En efecto, dice: «devoción intensa y lágrimas a sentir al Espíritu Santo o ver
cierro modo (lo subrayado es un añadido sobre «Espíritu Santo») como cosa acabada <y al
Padre y al Hijo> (esto está tachado) cerca la elección (añadido entre líneas: «y al Padre y al
Hijo») y no poder así ver ni sentir a ninguna de las otras dos personas divinas».
Parece que Ignacio, de primera intención, quiere afirmar que ha sentido (visto) las tres
Personas divinas y que el Espíritu Santo ha confirmado la elección. Con las correcciones afir-
ma que sólo el Espíritu Santo ha confirmado la elección y que las otras dos no la han confir-
mado.
De aquí se deduce su expectativa de confirmación trinitaria, que no se dará este día.
¿Por qué? No parece correcta la opinión del P. Iparraguirre, que lo atribuye a una falta de
Ignacio que, en realidad, se producirá el día siguiente. (Véase su nota 31 en las O.C. de S.l.
en l a B . A . C ) .
Capítulo 2
LA RECONCILIACIÓN

«... las penitencias externas principalmente se hacen por


o
tres effectos: ... 3 . para buscar y hallar alguna gracia o don
que la persona quiere y desea, ansí como si desea haber
interna contrición de sus pecados o llorar mucho sobre ellos
o sobre las penas y dolores que Christo nuestro Señor passa-
ba en su pasión, o por solución de alguna dubitación en que
la persona se halla» (Ej. 87).

Es suficientemente conocido el historial pecador de Ignacio y las peni-


tencias durísimas que se infligió desde su estancia en Manresa. Quizá éstas
le hicieran presa allí de unos escrúpulos agotadores, que se ampararían en
su debilidad corporal. Sin embargo, según su apreciación, el escrúpulo «en
gran manera purga y alimpia a la tal ánima, separándola mucho de toda
apariencia de peccado...» (Ej. 348). Jamás el miedo a la obsesión le hizo
cejar en su empeño de vigilancia evangélica. Examinaba su conciencia dos
veces al día y cada hora repasaba brevemente la actuación de su corazón.
El Diario puede agobiar en algún momento por el proceder excesivo de
Ignacio, no sólo en la búsqueda de confirmación sino en su ansia de recon-
ciliación. Avalan este camino la enorme intimidad con Dios alcanzada y
los resultados de su gobierno apostólico. Como pionero, abrió sendas y
sufrió desvíos, trillando un nuevo camino en y para la Iglesia peregrina.
Pasados veinte años desde el primer proceso de purificación, las ano-
taciones del día 13 al 16 de febrero permitirán descubrir el alto grado de
sensibilidad espiritual de Ignacio. El motivo es anecdótico, fútil. Un mur-
mullo de voces a destiempo interrumpe su acción de gracias a la Trinidad,
haciéndole cavilar un buen rato sobre si debía hacer callar a sus compañe-
ros. No se olvide su temperamento impetuoso que años atrás le impulsó a
perseguir, calle abajo y espada en mano, a una pandilla que intentó arrin-
conarle, impidiéndole el paso. Entonces el orgullo le desenvainó la espada;
ahora, su amistad con Dios le descubre su falta de cortesía espiritual, al
interrumpir su acción de gracias por la molestia de un ruido.
M. A. Fiorito estudia las tentaciones de San Ignacio en sus dos artícu-
los de análisis del Diario. «Sobre todo nos ha sorprendido, dice, ver a un S.
60 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

Ignacio tentado - s í , «tentado»- durante casi treinta días... O mejor, en


lucha espiritual...» (La Vida Espiritual, p. 1). Es sugerente su hipótesis de
que la tentación del ruido somatiza su desolación interna (ib. p. 11-12),
pero, como se verá en las notas, un análisis detallado descubre muchos
otros matices, que desbordan el problema de la desolación. De momento
establezcamos los hechos.
Abundan los testimonios de que Ignacio era de oído muy sensible.
Ribadeneyra, soslayando lo que ocurre realmente en el Diario, deja cons-
tancia de la molestia que le producía el ruido, si bien distingue entre el
ruido inevitable y el que podía evitar: «Ningún ruido, por grande que fues-
se, le turbava o le impedía en su oración, si él no avía dado causa para ello;
mas impedíale qualquier estorvo que tuviesse, si él le avía podido escusar.
De manera que, lo que le inquietava en la oración, no era el ruido que sen-
tía, sino el descuydo o culpa que le parecía aver tenido él en no averie
apartado de sí» (FN IV, Lib. V, c. 1, p. 749). Parece cierto lo que afuma
Ribadeneyra, no tanto lo que niega piadosamente.
Se observará en este capítulo su proceso de reconciliación muy cohe-
rente con lo que propone en Ejercicios: penitencia amorosa, ajustada a la
falta y a la medida de la delicadeza alcanzada en su relación con Dios;
recurso a los mediadores -especialmente a María- por iniciativa propia y
por indicación del Padre; vergüenza de que la Madre tenga que interceder
tantas veces por él; constatación de su favor y de su intercesión; encuentro
con el Padre, cara a cara, lleno de bondad y de misericordia.
Este ritmo penitencial se repetirá con modulaciones más profundas
aún a lo largo del Diario. Por otra parte, sus delicadezas serán correspon-
didas con creces, según explicó al joven Ribadeneyra:
«Mirando sus faltas y llorándolas, dezía que desseava que en castigo
dellas nuestro Señor le quitasse alguna vez el regalo de su consuelo, para
que con esta sofrenada anduviese más cuydadoso y más cauto en su servi-
cio. Pero que era tanta la misericordia del Señor y la muchedumbre de la
suavidad y dulzura de su gracia con él, que quanto él más faltava y más
desseava ser castigado desta manera, tanto el Señor era más benigno, y
con mayor abundancia derramava sobre él los tesoros de su infinita libe-
ralidad. Y assí dezía que creía que no avía hombre en el mundo en quien
concurriessen estas dos cosas juntas, tanto como en él: la primera el faltar
tanto a Dios y la otra el recebir tantas y tan continuas mercedes de su
mano» (FN IV, Lib. V, c. 1, p. 749).
¿Es preferible la lectura ascética del Diario o la mística?
Los viernes eran días penitenciales para Ignacio y revivía sus meditacio-
nes de Primera Semana. Estos y otros elementos ascéticos de su andadura
espiritual lo aproximan a nuestra vida cotidiana, como bien señala Fiorito:
«... el Diario espiritual de S. Ignacio ha sido objeto de muchos y profundos
estudios sobre su mística; pero pocos autores, a no ser de paso y pocas pala-
bras, se han ocupado de su vida espiritual. En otros términos... nos han pre-
sentado un San Ignacio más admirable que imitable... o tan divino que nos
resulta inhumano... Lo que nos diferencia de él es nuestra responsabilidad,
menor que la suya, pero no nuestra vida espiritual» (ib. p. 1).
EL DIARIO ESPIRITUAL[20-22] 61

La defensa de su enfoque lleva a Fiorito a atacar, dura e inesperada-


mente, los trabajos sobre la mística ignaciana. Su argumentación se apoya
en la distancia o la proximidad ejemplar del santo. «Notemos, dice, que
todos estos estudios sobre la mística de un santo logran, sí, que los apre-
ciemos más; pero, a la vez, lo alejan de nosotros, de nuestra vida cotidiana,
de nuestra experiencia ordinaria. Y, ¿es esto ventajoso, ya sea para el
mismo santo, ya sea para nosotros?» (ib., p.4).
Abunda en su idea, haciendo notar la escasez de referencias místicas
del propio Ignacio. Y es cierto que habló poco de ello como atestigua
Ribadeneyra: «Y en los papeles que se hallaron de su mano después de sus
días, se vee que estos regalos le eran muy ordinarios y cotidianos (como
diximos), y con todo esto, por maravilla le oymos hablar ni aun tomar en
la boca revelación, ni visión, ni cosa de este género, sino humildad, cari-
dad, paciencia, menosprecios de sí, zelo de la gloria de Dios, trabajar por
el bien de las ánimas, oración y mortificación y de otras semejantes virtu-
des, de las quales hazía caudal...» (FN IV, Lib V, c. 1, p. 757).
A pesar de las invectivas de Fiorito, la revelación postuma de la expe-
riencia mística de Ignacio seduce enormemente y, en todo caso, ilumina y
estimula a andar el camino ascético que tan pedagógicamente propone. ¡Es
preciso su testimonio del «dadme vuestro amor y gracia, que esto me
basta» (Ej. 234), para aventurarse de veras en la vida espiritual! La mística
dinamiza la ascética. No se trata de que Ignacio gane o pierda a nuestros
ojos, sino que se trata de poder ver, como en un espejo, lo que Dios tiene
reservado a los que ama.

Prestar atención, además, a los siguientes puntos:


- la elección fundamentalmente estable, pero con nueva búsqueda del
grado de confirmación anterior a la falta,
- el examen de la oración especialmente atento a qué Persona ha sido
su interlocutor,
- se insinúa casi imperceptiblemente el problema de cuándo acabar
una oración o un discernimiento,
- la Eucaristía como inspiradora del diálogo con Dios a través de las
formulaciones litúrgicas.
DIARIO ESPIRITUAL
12-16 de Febrero
64 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

6
[20] De las personas que se escondían *

[21] de la Trinidad.
11. martes - después de despertado, orando, no acababa de dar
gracias a Dios nuestro Señor mucho intensamente, con intelligencias y
con lágrimas, de tanto beneficio y de tanta claridad recibida, no se
podiendo explicar.

[22] después de levantado me duraba el calor interior y devoción


habida, y en acordarme de tanto bien recibido, a un moverme a nueva
devoción en aumento y a lágrimas, y así andando a D. Francisco, con
él y después veniendo sin perder el calor y amor intenso.
6
< -después, soltando un puncto o tentación que en amaneciendo
me vino es a saver solamente para la yglesia, con mucha claridad y
noticias y con asaz devoción, queriendo en todo cerrar contra aquel
puncto, en mucha paz y conocimiento y dar gracias a la personas divi-
nas, así mismo con asaz devoción, la ocasión, el levantarme de la ora-
6
ción por hazer callar o no (<ocasión de la sala> *), y después yendo a
misa y en ella, un parecer que el calor de dentro pugnava con el viento
64
de fuera, pareciendo claro lo bueno de dentro y lo malo defuera , y en
este medio de la misa con calor y alguna devoción no frialdad, mas
agitaciones de los de la sala y de quien oía misa, acabada misa y mira-
da la cosa, restando asentado y con la devoción interna>.

"'El día 12 de febrero encabeza una nueva página del manuscrito y, en el margen supe-
rior, centrada y con letra menuda, aparece esta curiosa constatación. ¿La escribió al momento
o en una relectura posterior? Todo parece indicar que es fruto amargo de una revisión poste-
rior, quizá la misma que indujo a Ignacio a tachar el fragmento entre paréntesis angulares y
en la que corrigió su error de poner martes por miércoles y miércoles por jueves, los días 12
y 13.
2
^ Este largo fragmento, pulidamente tachado, deja entrever una serie de menudencias
de la vida cotidiana, lo cual no es frecuente en el Diario. Estos detalles hacen tangible la con-
dición corporal en que se inscribe la íntima vivencia que se nos brinda en él.
6
*Hoy, y los días 25 de febrero, 2, 4 y 12 de marzo y el 15 de mayo, se queja de los rui-
dos que le distraen de la oración. La casa no reunía demasiadas condiciones, por ser pequeña
y desvencijada. La habitación de Ignacio y el oratorio no quedaban aislados ni de la escalera
ni de la salita de estar o de visitas. En cambio, consta su sensibilidad auditiva: la música sacra
le elevaba, los aires y coplas de su tierra ponían remedio a sus enfermedades, él mismo había
sido un buen cantor - s e puso a cantarle a un novicio para aliviarle de una tentación de
«melancolía»- y, más adelante, describirá un don místico -la locuela- que le sabía a música
celestial.
EL DIARIO ESPIRITUAL[20-22] 65

61
[20] De las Personas que se escondían :

[21] Misa de la Trinidad. 11. Martes <miércoles>, 12 de febrero.


Una vez despierto, puesto en oración, no cesaba de dar gracias
con mucha intensidad a Dios nuestro Señor, con inteligencias y con
lágrimas, por el gran beneficio de haber recibido tanta claridad en la
elección, que no se podría explicar.

[22] Una vez levantado, seguía con la misma devoción y calor


interno y el recuerdo de tanto bien recibido renovaba e incrementaba
mi devoción y mis lágrimas, que continuaron mientras iba a casa de D.
Francisco, y mientras estaba con él, como también después, al regreso,
sin perder en ningún momento el calor y el amor inmenso.
62
< D e s p u é s , he solucionado un punto o tentación que me vino de
madrugada, a saber, que admitiese rentas solamente para la iglesia.
Con muchas luces y claridad y con asaz devoción he procurado zanjar
completamente aquel punto, lo cual me ha dejado con mucha paz y
conocimiento, y he querido dar gracias a las Personas divinas, cosa
que he hecho también con bastante devoción. El punto o tentación lo
ha ocasionado el levantarme de la oración para hacer callar (<a los que
63
hablaban en la s a l a > ) y me he quedado vacilando entre si debía hacer
callar o no. Después también, yendo a misa y en ella, me ha parecido
que el calor de dentro pugnaba con el viento de fuera, pareciéndome
64
claro que era bueno lo de dentro y malo lo de fuera . Durante la misa
he tenido alguna devoción y calor, no frialdad, pero notaba la agitación
de los de la sala y del que oía misa. Acabada la misa y examinada la
cosa, me he mantenido firme en la elección y con devoción interna>.

De todas formas, no queda claro si le era una molestia sensible meramente o si le pertur-
baba la censura interna de un ruido indecoroso en una casa religiosa. (Recuérdense sus reglas
de la Modestia y la recomendación de hablar bajo). De hecho, abría con frecuencia la puerta
de la habitación para pedir silencio y, otras veces, se debatía en la duda de si debía hacer
callar o no. Parece que esta conducta había causado comentarios en la comunidad, pero tam-
poco queda claro si provenían éstos del escozor de la corrección o, más bien, de la admira-
ción por su sensibilidad y exigencia religiosa. El 4 de marzo, estará a punto de quedarse sin
misa por culpa de un descentramiento parecido.
En todo caso, hoy, el ruido le azuza en favor de tener rentas, quizá como protección contra
la preocupación excesiva que supondrían las futuras iglesias de la Compañía, del mismo modo
que él necesitaba protección contra los estorbos que provenían de fuera. El hecho fue más grave
que una tentación: caerá en la cuenta más adelante de su descortesía con la Trinidad, por inte-
rrumpir intempestivamente la plegaria, saliéndose de la oración para imponer silencio.
64
C o n v i e n e recordar el esquema fundamental de la lucha de espíritus en la doctrina
ignaciana: «Presupongo ser tres pensamientos en mí, es a saber, uno propio mío, el qual sale
de mi mera libertad y querer, y otros dos que vienen de fuera, el uno que viene del buen espí-
ritu y el otro del malo» (Ej. 32).
66 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

[23]de nuestra Señora.


12. miércoles <juebes> - conociendo haber mucho faltado en
dexar a las personas divinas al tiempo de dar gracias el día pasado, y
queriéndome abstener de dezir misa de la Trinidad, que pensava de-
zirla, y tomar por intercesores a la Madre y al Hijo, porque se me
fuese perdonado, y restituydo a la primera gracia, absteniéndome de
las personas divinas para no me allegar a ellas inmediate para las
gracias y oblaciones primeras; ni en dezir misas dellas por toda la
65
semana haziendo penitencia con la tal ausencia -

[24]veniendo en mucha grande devoción, y muchas lágrimas


intensíssimas, así en la oración como vestiéndome y con sollozos, sen-
tiendo ser la Madre y el Hijo intercesores, sentía una íntegra seguri-
dad que el Padre eterno me restituiría a lo pasado.

[25] después antes de la misa, en ella, y después della, muy creci-


da devoción, y mucho abundantes lágrimas, viendo y sentiendo los
mediadores, con grande seguridad de alcanzar lo perdido, y en todos
66
estos tiempos, <no sentiendo> así del miércoles como del jueves,
teniendo por firme la oblación echa, y no cosa alguna contra ella.

[26] del nonbre de Jesú.


13. jueves <vier> - En la oración acostunbrada, no viendo así los
mediadores, con mucha devoción y elevación de mente, y notablemen-
te en tranquilidad, después al preparar para sallir de la cámara, no
sin lágrimas y mociones interiores.

[27] después, antes de la misa, en ella, y después della, con mucha


abundancia de lágrimas, devoción, grandes sollozos, no podiendo
muchas vezes tener la habla sin perderla, con muchas intelligencias
spirituales, hallando mucho acceso al Padre en nombrarle como la
misa le nombra, y con una grande seguridad o esperanza de alcanzar
lo perdido, sentiendo al Hijo muy propicio para interpelar, y los sane-
tos <juntos> en tal manera viendo, que escribir no se puede, como ni
las otras cosas explicar, sin dubitar de la primera oblación hecha etc.

65
Proliferarán los matices amorosos de la relación de Ignacio con la Trinidad, tan deli-
cados como para servirle de penitencia el hecho de abstenerse de decir su misa. La ausencia
de Dios es la terrible experiencia del Calvario y la pena de daño del condenado al infierno,
contemplaciones muy vivas en los Ejercicios y que Ignacio repetía con frecuencia en vida
ordinaria (véase [132]). Tenía de ello, por lo tanto, un conocimiento interno, según habría
solicitado largamente en la oración, «para que si del amor del Señor me olvidare por mis fal-
tas, a lo menos el temor de las penas me ayude para no venir en pecado» (Ej. 65).
Más adelante nos encontraremos con una vía complementaria y pedagógica: la Trinidad
le hará experimentar la necesidad de tener permiso para acercarse («mirar arriba»), a fin de
EL DIARIO ESPIRITUAL[20-22] 67

[23] De nuestra Señora. 12. Miércoles <Jueves>, 13 de febrero.


H e caído en la cuenta de que ayer falté mucho dejando a las
Personas divinas mientras estaba dando gracias, y he querido privarme
de decir la misa de la Trinidad, que pensaba decir, y en cambio, tomar
por intercesores a la Madre y al Hijo, para que medien a fin de que se
me perdone la falta y se me restituya la gracia de antes. M e abstentré
de las Personas divinas sin dirigirme directamente a ellas para dar gra-
cias o para repetir las oblaciones anteriores, ni diré su misa durante
65
toda una semana. Haré así penitencia con su ausencia .

[24] Tanto en la oración como al vestirme, he tenido grandísima


devoción y muchas lágrimas intensísimas, con sollozos, porque he per-
cibido que la Madre y el Hijo intercedían por mí; con lo cual he sentido
una seguridad completa de que el Padre eterno me restituiría al estado
anterior.

[25] Luego, antes, durante y después de la misa, he tenido devo-


ción muy crecida y lágrimas muy abundantes, porque he visto y he
sentido los mediadores, lo cual me ha dado gran seguridad de alcanzar
lo perdido. Y en todos los momentos dichos, <no sentiendo>, tanto del
66
m i é r c o l e s como del jueves, he tenido por firme la oblación hecha, sin
nada en su contra.

[26] Del nombre de Jesús. 13. Jueves, 14 de febrero.


En la oración acostumbrada, no he visto como ayer a los mediado-
res, pero he tenido mucha devoción y elevación de la mente, con nota-
ble tranquilidad. Después, cuando me he preparado para salir de la
habitación, no han faltado lágrimas ni mociones interiores.

[27] Luego, antes de la misa, en la misa y después de ella, he teni-


do, con mucha abundancia, lágrimas y devoción, con grandes sollozos.
Muchas veces perdía el habla, sin poder retenerla, debido a las muchas
inteligencias espirituales, ya que encontraba mucha facilidad de acceso
al Padre al nombrarle como la misa le nombra. Me daba gran seguridad
o esperanza de alcanzar lo perdido, sentir que el Hijo era muy propicio
a interceder por m í y ver a los santos <juntos> de tal manera que no se
puede escribir, como tampoco es posible explicar lo demás. En cuanto
a la elección, sin dudar de la primera oblación hecha, etc.

que le ayude a no cometer faltas por el gran respeto exigido y para que le enseñe una nueva y
delicada relación, la de la «humildad amorosa». (Véanse los ce. IX y X).
6 6
S e ha indicado (nota 61) que Ignacio se equivocó de días de semana al anotar día 12,
miércoles, por martes y día 13, jueves, por miércoles. Parece que se dio cuenta del error el
jueves, ya que inició y tachó «Vie»(rnes).
68 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

[28]de nuestra Señora del templo. Simeón.


14. viernes - a la primera oración, al nonbrar del Padre eterno,
etc. venía una sensible dulzura interior, continuando, y no sin moción
de lágrimas, más adelante con asaz devoción, y hazla al fin con arto
mayor, sin descubrirse mediadores ni personas algunas.

[29]después para sallir a la misa, comenzando la oración un sen-


tir y representárseme nuestra Señora y cuánto avía faltado el día pa-
sado, y no sin moción interior y de lágrimas, pareciendo que echava
en vergüenza a nuestra Señora en rogar por mí tantas vezes, con mi
tanto faltar, a tanto que se me escondía nuestra Señora y no hallava
devoción ni en ella ni más arriva <en las otras>&.

[30]de ay un rato, buscando arriva, como a nuestra Señora no


allava, me viene una gran moción de lágrimas y sollozos, con un cier-
to veer y sentir que el Padre celestial se me mostrava <piadoso> pro-
picio y dulce, a tanto, que mostrava <querer> señal que le platería
6
que fuese rogado por nuestra Señora, a la cual no podía veer *.

[31 ] al preparar del altar, y después de vestido, y en la missa, con


muy grandes mociones interiores, y muchas y muy intensas lágrimas y
sollozos; perdiendo muchas vezes la abla, y así después de acabada la
misa, en mucha parte deste tiempo de la misa, del preparar, y después,
con mucho sentir y veer a nuestra Señora mucho propicia delante del
Padre, a tanto, que en las oraciones al Padre, al Hijo, y al consagrar
suyo, no podía que a ella no sentiese o viese, como quien es parte o
puerta de tanta gracia, que en spíritu sentía, (al consagrar mostrando
seer su carne en la de su Hijo) con tantas intelligencias, que escribir
69
no se podría , sin dubitar de la primera oblación echa.

6 7
S e conserva el recuerdo de una anécdota parecida y levemente complementaria
-quizá la misma, en versión distinta- en el archivo de la Compañía: «Una vez andaba el
P. Ignacio tras una faltilla con su examen, como solía, que le daba faena, y estando pidiendo a
nuestro Señor favor para quitalla, aparecióle nuestro Señor Iesu Xto. con nuestra Señora; y el
Padre, pidiéndole perdón de la falta a Xto., la Virgen salió por fiadora del que se enmendaría.
Otro día cayó en la misma falta; y estando pidiendo perdón della a nuestro Señor, aparecióse-
le la misma visión, y la Virgen volvió un poquito el rostro muy amorosamente, mostrando un
pessar agradable de aver salido por fiadora de Ignacio, por no averse enmendado, y con esto
salió él más avergonzado y cuydadoso en la enmienda. Leyólo el P. Gil González en el archi-
vo de Roma.» El P. Gil González fue un enamorado del Diario. Tuvo el manuscrito en su
poder durante dos años, mientras estuvo en Roma. (F.N. III p. 334).
8
6 Este jugueteo delicado recuerda una vez más la enseñanza de Dios a Ignacio, como un
maestro de escuela trata a un chiquillo, a pesar de que Ignacio tiene al presente 53 años.
(Autob. 27).
EL DIARIO ESPIRITUAL[20-22] 69

[28] Misa de N. Sra. del templo. Simeón.


14. Viernes, 15 de febrero.
En la primera oración, al santiguarme - e n el nombre del Padre eter-
no, e t c . - notaba una sensible dulzura interior, que continuó luego, y no
me faltaron ganas de llorar. Y aunque mi devoción fue en aumento hasta
el final, no se me manifestaron los mediadores ni Persona alguna.

[29] Después, cuando iba a salir a decir misa, al empezar la ora-


ción, se me hizo presente nuestra Señora y sentí cuánto había faltado el
día pasado, no sin moción interior y de lágrimas. Y es que parecía que
reprochaba a nuestra Señora la vergüenza que le hacía pasar, al obligarla
a rogar por mí tantas veces por culpa de mis repetidas faltas. Hasta tal
punto se lo reprochaba que nuestra Señora llegó a ocultárseme y no
67
hallaba devoción ni en ella ni más arriba <en las otras (Personas)> .

[30] Al cabo de un rato, como no hallaba a nuestra Señora, bus-


qué arriba y prorrumpí en lágrimas y sollozos, al ver y sentir de alguna
manera que el Padre celestial se me mostraba <piadoso> propicio y
dulce, hasta el punto de darme a entender <querer> que le placería que
68
rogase por mí nuestra Señora, ¡a la cual yo no podía v e r ! .

[31] Al preparar el altar, y después de revestido, y en la misa, he


tenido muy grandes mociones interiores, muchas lágrimas y sollozos
muy intensos; he perdido muchas veces el habla, y lo mismo después
. de acabada la misa. En gran parte de este tiempo de la misa, de su pre-
paración, y posteriormente, he sentido y he visto a nuestra Señora muy
propicia delante del Padre, tanto, que no podía decir las oraciones al
Padre y al Hijo, ni hacer la consagración, sin que la sintiese o viese
como partícipe o puerta de tanta gracia, que en espíritu sentía. (Al con-
sagrar me mostraba que estaba su carne en la de su Hijo), con tantas
69
inteligencias, que sería imposible escribirlas . Sin dudar de la primera
oblación hecha.

6 9
A pesar de la imposibilidad de describir las inteligencias recibidas, hoy suministra
Ignacio una serie de pistas básicas de la devoción mariana. La solidaridad incansable de
María con el pecador y su participación en la obra de la reconciliación por la voluntad gratui-
ta de Dios, la constituyen en «parte» o «puerta» de tanta gracia como recibe Ignacio. Dicha
gracia, concretada en la consagración, apunta a la vinculación sacerdotal de Ignacio a Cristo.
El sí de María al sí de Dios ha engendrado la carne que se hace presente en este momento
entre sus manos. Los misterios de la Encamación y del Nacimiento, bajo la luz interpretativa
de la contemplación del Rey Etemal, «quien quisiese venir conmigo ha de trabajar conmi-
go...» (Ej. 95), se le repiten sacramentalmente en su acción consagratoria. Por esto su primera
misa debía celebrarse en Belén o en el altar del pesebre de Santa María la Maggiore. Ri-
badeneyra cuenta que «diziendo misa, teniendo a Christo en las manos, le veía en el cielo y
allí» (FN II, Dicta et Facta, p. 474). Véase el interesante estudio del papel de María en el
Diario de Simón Decloux, en Nuestra Señora en la Espiritualidad Ignaciana, pp. 55-92.
70 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

[32] de Jesú.
75. sábado - en la oración sólita, sin sentir los mediadores, sin
frialdad ni tibieza, con asaz devoción, <y a ratos vagando la mente no
en cosas malas, y hacia la fin con mucha grande serenidad y con una
cierta dulcesa levantado y vestido sin cosa notable a una parte ni a
otra>, queriendo prepararme para la misa dubitando a quién me enco-
mendar primo y cómo; me puse de rodillas con este dubio, mirando
por dónde comenzar, me parecía que más se me descubría del Padre y
me atraía a sus misericordias, sentiendo en mí más propicio y más
aparejado para inpetrar lo que deseava (no me podiendo adaptar a los
mediadores), y este sentir o veer creciendo, con mucha abundancia de
lágrimas por el rostro, con una grandíssima fiducia en el Padre, como
10
quitándose el destierro pasado .

[33] después yendo a misa, preparando el altar, vestiéndome y


entrando en la misa, en todas estas partes con muchas intensas lágri-
mas, tirándome al Padre, al cual ordenando las cosas del Hijo, muchas
intelligencias sentiendo notables, sabrosas y mucho espirituales.

[34] después de la misa, pasando por las unas elecciones por una
hora, mirando el punto y mirando la renta dada, paréciéndome seer
nudos y inpidimientos del enemigo, con mucha tranquilidad y paz ele-
giendo y ofreciendo al Padre el no tener ni para la yglesia, y tornando
por las otras eleciones lo mismo, no sin moción interior y a lágrimas.

[35] a la noche sacando las cartas para veer y hazer razones de las
11
electiones, y faltando en el día y entrando en mí temores de proceder
1
adelante, sin dilatar la eleción como antes -; tándem determiné de yr
por lo sólito, mas yendo dubio por dónde comenzaría a encomendarme,

70
Parece ultimada la reconciliación; por lo tanto, Ignacio puede reemprender el proceso
de la elección, a la que dedicará intensamente el día completo hasta casi lograr terminarla.
7
'Conviene advertir la extrema puridad de conciencia que se exige Ignacio a fin de ase-
gurarse de que la elección sea correcta. Si algo separa al «instrumento» del contacto con
Dios, queda amenazada la colaboración mutua y, consiguientemente, la posibilidad de acier-
to. En carta a Francisco de Borja comenta Ignacio: «...yo para mí me persuado, que antes y
después soy todo impedimento; y de esto siento mayor contentamiento y gozo espiritual en el
Señor nuestro, por no poder atribuir a mí cosa alguna que buena parezca; sintiendo una cosa
(si los que más entienden, otra cosa mejor no sienten), que hay pocos en esta vida, y más
echo, que ninguno, que en todo pueda determinar, o juzgar, cuánto impide de su parte, y
cuánto desayuda a lo que el Señor nuestro quiere en su ánima obrar. Bien me persuado que
cuánto más una persona será versada y experimentada de humildad y caridad, que cuanto más
sentirá y conocerá hasta las cognaciones mucho menudas, y otras cosas delgadas que le impi-
den y desayudan, aunque sean al parecer de poco o ningún momento, siendo tanto tenues en
sí...» (Roma, finales de 1545, Epp. I p.339-342). Convendría tenerlo en cuenta en cualquier
discernimiento individual y comunitario.
EL DIARIO ESPIRITUAL[20-22]

[32] Misa de Jesús. 15. Sábado, 16 de febrero.


En la oración acostumbrada, no he sentido a los mediadores, pero
sin frialdad ni tibieza, sino con bastante devoción, <y a ratos vagando
la mente no en cosas malas, y hacia el final de la oración sentí una
serenidad muy grande y una cierta dulzura. Una vez levantado y vesti­
do, no hubo nada notable ni hacia un lado ni hacia el otro>. Queriendo
prepararme para la misa y dudando a quién me encomendaría primero
y cómo, me he puesto de rodillas con esta duda. Mirando, pues, por
dónde comenzar, me ha parecido que descubría más al Padre y que me
atraía a su misericordia. A la vez, me iba sintiendo yo más inclinado y
más dispuesto a impetrar de Él lo que deseaba (ya que no podía adap­
tarme a los mediadores). Ha ido creciendo esta sensación o visión, con
mucha abundancia de lágrimas por el rostro, con una grandísima con­
70
fianza en el Padre, y como desapareciendo el destierro p a s a d o .

[33] Después, al ir a la misa, al preparar el altar, al revestirme y al


entrar en la misa, en todos estos momentos he derramado lágrimas muy
intensas, que me remitían al Padre. En efecto, he recibido inteligencias
muy notables, sabrosas y muy espirituales, al ver cómo todas las cosas
del Hijo se orientaban hacia El.

[34] Después de la misa, he pasado una hora en las primeras razo­


nes de la elección. Mirado el punto y teniendo en cuenta la renta ya
recibida, me ha parecido que dichas razones eran lazos e impedimentos
del enemigo. Por lo cual he elegido y he ofrecido al Padre, con mucha
tranquilidad y paz, no tener rentas ni siquiera para la Iglesia. Luego, he
repasado las otras razones de la elección y ha ocurrido lo mismo, no
sin moción interior a llorar.

[35] Por la noche, he sacado los papeles para ver y fijar las razo­
nes de las distintas opciones. Pero como he cometido alguna falta du­
71
rante el d í a , he tenido miedo de pasar adelante, sin dedicar a la elec­
72
ción todo el tiempo que tenía pensado a n t e s . Por fin he determinado
proseguir conforme a lo acostumbrado, pero dudando a quién me enco­
m e n d a r í a p r i m e r o , p o r q u e sentía en mí cierta v e r g ü e n z a o no sé

^Diversas veces hace referencia Ignacio al tiempo prefijado de duración de la elección,


pero nunca dice cuánto exactamente. Ha estado a punto de acabar el día 11 de febrero, que,
según él, hubiese significado un gran acortamiento. Por otra parte, hoy hace quince días que
empezó y aún informa que, en el supuesto de acabar, sería en menos tiempo de lo previsto.
Terminará en realidad de aquí a 25 días, sobrepasando, al parecer, el plazo que se había otor­
gado. Quizá, por lo tanto, pensó en 30 días. En todo caso, revela la importancia que daba al
asunto en cuestión y la previsión de la dificultad de resolverlo.
72 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

131
sentiendo en mí cierta vergüenza o no sé qué de la Madre , tándem,
primero examinando mi concientia de todo el día y pidiendo perdón
etc., sentía al Padre mucho propicio, no me adaptando a los mediato-
res, y con algunas lágrimas.

[36] después, luego así caliente, pidiendo gracia para discurrir


14
con su spíritu y moverme con el mismo, antes que me levantase, me
parecía no seer para qué veer más electiones; y con esto cubriéndome
tanto de lágrimas, y con tanta intensa devoción, sollozos y regalos spi-
rituales, por un rato me muevo a hacer mi oblación de no nada para la
yglesia, ni más querer mirar en ello, si no es los dos días por venir,
para rengraciar y rehacer la misma oblación, o más en forma, y así
ago con eccesivas lágrimas, calor, y devoción interior; y después, du-
rándome lo mismo, me parecía que no me podía levantar, mas querer
estar allí con aquella visitación interna.

[37] de ay a un poco viene <disminuyéndose> un pensamiento,


que los otros dos días puedo ver las eleciones, y que el contrario desto
no pareciendo haber determinado, me tocava y me sacava de la tanto
intensa devoción, queriendo yo repuñar al tal pensamiento, tándem
levantándome y asentado, puesta la cosa en alguna electión, y miradas
algunas razones spirituales, y comenzando un poco a lacrimar, juzgan-
15
do seer tentación , me pongo de rodillas, ofreciendo de no mirar más
electiones en esta materia, mas tomando los dos días, es a saver, asta
el lunes dezir misa para dar gracias y reiterar las oblaciones.

7 3
Parece reproducirse la experiencia espiritual del día anterior, n. [29]. Simón Decloux
percibe una inflexión nueva: «... ahora se trata de la vergüenza que el mismo Ignacio experi-
menta como un niño ante su madre, la Madre» (Nuestra Señora en la espiritualidad ignaciana,
p. 76). Por lo tanto, no hablaría ya de la vergüenza de María solidarizada con Ignacio pecador,
sino que «María puede ser captada como la que no tiene la más mínima parte en el pecado,
siempre en plena sintonía con el universo de Dios, a la que el pecador no puede acercarse sino
con vergüenza, con la vergüenza que siente cuando se presenta a Dios» (ib. p. 77). La idea es
sugerente y, todavía según Decloux, muestra un rasgo nuevo de María, que no es indispensable
para reconciliarse con Dios (»no me adaptando a los mediadores»), sino que su intercesión es
totalmente gratuita de parte de Dios. (ib. p. 78). «María no ejerce esta función maternal más que
en la medida que plugo a Dios elegirla, dárnosla, y por tanto escuchar... la oración que nosotros
le dirigimos, pasando voluntariamente por ella...» (ib. p.76). Sin embargo, el punto débil de la
interpretación de Decloux estriba en que Ignacio no se refiere nunca a Mana como a su madre,
sino como a madre del Hijo. Para sí mismo reserva la expresión «Nuestra Señora». Esto mismo
parece haber indicado Decloux anteriormente: «en cuanto al término -la Madre- , más que
designar directamente la relación de María con nosotros, se refiere, ante todo,... al vínculo de
María con Jesús» (ib. p. 61). Parece, pues, que la experiencia vuelve a ser la del día anterior y
que, dada la dificultad de expresarla, apostilla con un «no sé qué» interlineado.
74
Cumple casi a la letra el tercer punto del primer modo de hacer elección en el «Tercer
Tiempo»: «pedir a Dios nuestro Señor quiera mover mi voluntad y poner en mi ánima lo que yo
debo hacer acerca de la cosa proposita, que más su alabanza y gloria sea, discurriendo bien y
EL DIARIO ESPIRITUAL[20-22]

73
qué de la M a d r e ; por último, he hecho primero examen de conciencia
de todo el día y he pedido perdón, etc. Entretanto sentía que el Padre
me era muy propicio, y que, en cambio, no lograba sintonizar con los
mediadores; y he derramado algunas lágrimas.

[36] Después, hallándome tan fervoroso, le he pedido gracia para


74
discurrir con su espíritu y moverme sólo por el mismo espíritu . De
manera que antes de levantarme, me parecía que no había motivo para
examinar más las elecciones. Sólo con pensar esto, me he visto tan
cubierto de lágrimas y me he hallado con tan intensa devoción, sollo-
zos y regalos espirituales que, por un rato, me he inclinado a hacer mi
oblación de no tener nada de rentas para la iglesia y a no querer darle
más vueltas, reservando los dos días siguientes, para dar gracias de
nuevo y para repetir la oblación, o hacerla más en forma, y esto decido
con lágrimas excesivas, con calor y con devoción interior. Después,
como todo esto continuaba, me parecía que no podía levantarme y que
quería permanecer allí con aquella visitación interna.

[37] Al poco rato, me viene <disminuyéndose> un pensamiento, a


saber, que los dos días siguientes podría revisar las elecciones, porque,
de no hacerlo así, me parecía que me afectaba y que perdía esa devo-
ción tan intensa; y yo quería resistir contra tal pensamiento. Por último,
me he levantado, me he sentado y lo he puesto un poco en elección; y
considerando algunas razones espirituales, que han empezado a hacer-
75
me llorar un poco, he juzgado que se trataba de una tentación . M e
pongo, pues, de rodillas, y ofrezco no mirar más las elecciones de ese
tema, sino sólo tomarme dos días, a saber, hasta el lunes, para decir
misa de acción de gracias y reiterar las oblaciones.

fielmente con mi entendimiento y eligiendo conforme su sanctíssima y beneplácita voluntad»


(Ej. 180).
7 5
H e aquí una muestra del «Segundo Tiempo» de elección, que versa sobre un nuevo
punto que adquirirá cada vez más relieve: saber cuándo hay que poner fin a un discernimiento.
(Véase la introducción al capítulo IX). Se da este «Segundo Tiempo», «cuando se toma asaz
claridad y cognoscimiento por experiencia de consolaciones y dessolaciones y por experiencia
de discreción de varios espíritus» (Ej. 176). Aquí combate Ignacio pertrechado con todas las
armas de su método de elección. Entre los nn. 35-37 adopta cuatro posturas distintas. En el exa-
men de la noche quiere acabar ya, pero le asalta el temor de acortar demasiado la elección por
culpa de las faltas cometidas en el día: primer cambio. Hace elección por «Tercer Tiempo» y
concluye que ha de acabar: segundo cambio. Después se le infiltra un pensamiento en contra de
acabar (¿de fuera?, ¿del mal espíritu?) y estima que no debe acabar: tercer cambio. Arremete
contra el pensamiento y renace su devoción, por lo tanto, sí debe acabar: cuarto cambio.
Ganamos en ello que el aumento de la devoción (= facilidad de buscar y hallar a Dios, del buen
espíritu) es un criterio claro de validez. Ribadeneyra aporta a este respecto un testimonio defini-
tivo: (dijo que) «crescía en devoción con el cargo (de Prepósito General) y que otramente no le
tendría, porque pensaría que Dios no lo quisiesse» (FN II, Dicta et Facta, p. 474). Pero aún no
ha aparecido el criterio último: la experiencia de Dios desnuda y simple, sin causa, que no per-
mite que el alma pueda dudar... («Primer Tiempo»).
74 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

[38] en este ofrecimiento y oblación, de nuevo tantas lágrimas y


en tanta abundancia y con tantos sollozos y regalos spirituales, que
después de echa al Padre delante de nuestra Señora, de los ángeles,
etc., continuando las mismas lágrimas, etc., sentía en mí no querer
16
levantar, mas estar allí en lo que tanto eccesivamente sentía ; y así a
la fin con muy mucha satisfacían, y continuando la misma devoción y
lágrimas, me levanté con firme propósito de observar la oblación
hecha, y todo lo ofrecido.

7
^Cita casi a la letra la Adición cuarta: «... la primera (cosa) es que, si hallo lo que quiero
de rodillas, no pasaré adelante, y si postrado, asimismo, etc.; la segunda, en el punto en el que
hallare lo que quiero, ahí me reposaré sin tener ansia de pasar adelante hasta que me satisfaga»
(Ej. 76). Insinúa el mismo principio cuando afirma en la Anotación 2a. que «no el mucho
saber harta y satisface el ánima, mas el sentir y gustar de las cosas internamente» (Ej. 2).
E L DIARIO ESPIRITUAL[20-22] 75

[38] Al hacer este ofrecimiento y oblación, tengo de nuevo tanta


abundancia de lágrimas, con tantos sollozos y regalos espirituales que,
después de hecha la oblación al Padre delante de nuestra Señora, de los
ángeles, etc. y continuando las mismas lágrimas, etc., sentía que no te-
nía ganas de levantarme, sino permanecer allí en donde sentía y gusta-
76
ba tan e x c e s i v a m e n t e . Mas al fin, con mucha satisfacción y con la
misma devoción y lágrimas, me levanté con el firme propósito de
observar la oblación hecha y todo lo ofrecido.
Capítulo 3
CONFIRMACIÓN TRINITARIA

«Sexto: hecha la tal elección o deliberación, debe ir la per-


sona que tal ha hecho con mucha diligencia a la oración
delante de Dios nuestro Señor y offrescerle la tal elección
para que su divina majestad la quiera rescibir y confirmar,
siendo su mayor servicio y alabanza» (Ej. 183).

En esta época Ignacio ya ha adoptado la fórmula habitual de despedida


en sus cartas, sustituyendo la de «pobre en bondad» por «ruego a Dios
nuestro Señor, que por su infinita y suma bondad, quiera darnos su gracia
para que su santísima voluntad sintamos y ella enteramente cumplamos».
Ahora bien, si una persona desea acertar totalmente la voluntad de Dios, no
sorprende que busque la confirmación divina de sus decisiones, una vez ha
sentido y discernido las diferentes posibilidades y mociones. También en el
terreno psicológico, el decantamiento de la decisión resitúa, de alguna
manera, los datos y las valoraciones anteriores, resolviendo ambivalencias,
alejando dudas y, por lo tanto, confirmando (o no) la decisión tomada.
En Ejercicios propone Ignacio que, al ofrecer la elección, se pida a
Dios su confirmación [183] y, si es divinamente oportuno, que el Señor
muestre, sin dejar lugar a dudas, su Voluntad [175]. Por otra parte, el que
da los Ejercicios, aunque no debe inclinar la balanza en ningún sentido,
tiene una cierta función de garante y de confirmador de la elección, ya que
se le pide que ponga en guardia al ejercitante contra decisiones fervorosas
prematuras [14] y que le proponga las Reglas de discernimiento de la
Segunda Semana, si le ve engañado bajo apariencia de bien [10].
En la Autobiografía, Ignacio apunta muchas formas de confirmación,
una vez superada su «indiscreción» de confiar en una muía [16] o su ofre-
cimiento desesperado y humilde de ir en pos de un perrillo, si fuese nece-
sario [24]. Le confirma su propia trayectoria y el camino de los santos,
como también el criterio de su confesor (cuando debe aceptar el cargo de
Prepósito general), o la votación de sus compañeros (en la fundación de la
Compañía como orden religiosa). También recurre a los tribunales y exige
su dictamen, en una persecución difamatoria de la Compañía [98]. No
digamos ya la búsqueda de confirmación papal (como en las Bulas de
78 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

aprobación de la Compañía). En realidad, Ignacio equilibra con gran


armonía, todas las mediaciones confirmativas dichas con la confirmación
sentida en su interior. Ilustra el tema la carta a Francisco de Borja, en la
que le comunica que se opondrá al Papa y al Emperador en su promoción
al cardenalato. Le informa que durante tres días ha permanecido en la
duda de si debía oponerse, pero al fin, dice: «...yo me hallé... con un juicio
tan pleno y con una voluntad tan suave y libre para estorbar, lo que en mí
fuese, delante del Papa y cardenales, que si no lo hiciera, yo tuviera y
tengo para mí por cosa cierta, que a Dios nuestro Señor no daría buena
cuenta de mí, antes enteramente mala». Acto seguido se plantea la posibi-
lidad de que otros reciban una inspiración contraria y llega a la siguiente
conclusión: «Con todo esto, yo he tenido y tengo que, seyendo la voluntad
divina que yo en esto me pusiese, poniéndose otros al contrario, pudiendo
ser el mismo espíritu divino moverme a mí a esto por unas razones y a
otros al contrario, por otras, veniendo a efecto lo que el emperador señala-
ba; haga Dios nuestro Señor en todo como sea siempre su mayor alabanza
y gloria» (Roma, 5 junio 1552. La carta entera es una filigrana de discer-
nimiento). Es difícil descubrir el enlace secreto de los extremos de la con-
tradicción. Quizá consista en la contemplación de la humilde obediencia
de Jesús, a gloria de Dios. Se apunta esta solución en el Diario, cuando
recibe la confirmación a través de Jesús, que anota en el margen los días
23 y 24 de febrero.
También según la Autobiografía, sus deseos de servir a Jesús fueron
confirmados por primera vez mediante una visión de la Virgen con el
Niño, de cuya autenticidad nunca dudó por sus efectos de purificación del
pasado y por la castidad perfecta que llevó en adelante [10]. Pero sobre
todo, camino de Roma fue confirmado en su nueva andadura apostólica
por la misma Trinidad, al sentir que era admitido a su servicio [ 9 6 ] .
Se comprende mejor el ansia de Ignacio por una confirmación de
máxima instancia en un punto tan delicado como el de la pobreza, habida
cuenta de su experiencia. El Diario es un registro extraordinario de la bús-
queda de Ignacio para obtener la confirmación trinitaria en cada paso de la
elección. Itera las iniciativas y las esperanzas de experiencias anteriores,
en las que Dios mismo le había enseñado, como un maestro de escuela a
un niño [27]. Por su parte extrema la liberalidad con Dios, porque sabe
que Dios no se deja vencer en generosidad (Ej.[5,20]).
El montaje ignaciano de la confirmación parece corresponder al
impacto psicológico que recibió en su infancia y primera juventud, al pre-
senciar como paje repetidas veces las audiencias del Palacio Real, mezcla-
do presumiblemente entre los hijos del Contador Mayor del Reino. (Le
ahijó éste, debido al parentesco de su mujer, María de Guevara, con los
Loyola).
Da la impresión que acude a la presencia de la divina Majestad como
quien entra en palacio hasta la sala del trono. El esquema sería el siguien-
te: primero, buscar valedores para ser introducido; luego, salvar puertas y
guardias hasta el salón real; pasar bajo las miradas de la corte allí reunida
(en este paso, se acelera el pulso y se erizan los cabellos); una vez delante
E L DIARIO ESPIRITUAL 79

del trono, pedir gracia y presentar la petición o ser representado por el


mediador, sin osar levantar los ojos si no se le da permiso (aunque de
reojo capta los matices de su acogida y las miradas entre el Rey y la
Reina); fuerte emoción con la concesión de la demanda; en la despedida,
un deshacerse en agradecimientos, retirándose lentamente y dando gracias
a los mediadores y a todo el mundo por su apoyo y colaboración.
Esta especie de composición de lugar, transportada a las realidades
espirituales, queda perfectamente descrita el día 18 de febrero. Se obser-
vará sin embargo una diferencia esencial: el acatamiento reverencial y
temeroso del hipotético subdito se modifica por la experiencia amorosa de
la acogida divina. Ignacio ha «sentido y visto», como en muchas otras
ocasiones, el abrazo de Dios y su recuerdo le obliga a abrazarse el pecho
para contener su gozo. Esta misma expectativa sugiere al ejercitante en la
anotación 15, cuando recomienda al que da los Ejercicios que deje que el
Creador y Señor abrace el alma devota, moviéndola toda en su amor y ser-
vicio [15].
La experiencia relacional orante no se puede forzar. Puede prepararse,
desearse, pedirse..., pero Dios la da cuando quiere. Ignacio obtendrá su
confirmación a su tiempo, gracias a la desbordante generosidad de Dios.
Será más plena, más exquisita, más íntima de lo que esperaba. La men-
guada corporalidad de Ignacio soportará con dificultad su resonancia:
llanto, sollozos, fervor, luz, dolor de ojos, pérdida de la palabra. Santa
Teresa describe deliciosa y vigorosamente experiencias parecidas. Ig-
nacio, con su sobriedad, quizá cause aún mayor impresión.
Los días 16 y 17 de febrero auguran el final de una elección, que ines-
peradamente será interrumpida de nuevo. Ha cumplido la penitencia de su
falta. El 12 se sintió confirmado por el Espíritu Santo, pero no por el
Padre ni por el Hijo. (Escribió en el margen superior, «de las Personas que
se escondían»). El día 17 acabará mal, indignándose con la Trinidad por
no alcanzar el nivel de confirmación deseado. Faltan veintidós días para
acabar de veras. Tendrá que dar un paso radical: trocar su actividad en
pasividad en el diálogo con Dios.

Conviene atender también a los siguientes puntos:


- el recurso a los mediadores
- actividad y pasividad en la vida espiritual
- el examen de la oración aplicado a la lectura de los signos de la
Voluntad de Dios
- el problema de cuándo acabar un discernimiento
- la gratitud por los dones divinos.
DIARIO ESPIRITUAL
17-18 de Febrero
82 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

11
[39] 16. domingo - en la oración sólita, sin sentir mediadores ni
otras personas algunas, terminando sentía asaz sabor y calor, de la
media adelante, habiendo en mucha abundancia lágrimas llenas de
calor y sabor interior, sin intelligencias algunas, <sey levantado y
seyendo apartado aquel calor> teniendo la cosa por acabada, y pare-
ciéndome seer accepta a Dios Nuestro Señor.

[40] llevantando, y tomando a la preparación para la misa, y


dando gracias a la su divina magestad, y ofreciendo la oblación echa,
y no sin devoción y moción de lágrimas, salliendo a la misa, al prepa-
rar del altar, al vestir, y al comenzar de la misa, asaz con lágrimas, en
la misa muy intensamente, con mucha abundancia dellas, y a perder
la abla muy muchas vezes, mayormente por toda la epístola larga de
1
San Pablo, donde comienza: libenter suffertis insipientes *, y no sen-
tiendo intelligencias ni distinciones o sentimientos de personas algu-
nas, con un amor intensíssimo, calor y sabor grande a las cosas divi-
nas con muy crecida satisfacían de ánima.

[41 ] acabada la misa, en la capilla, y después en cámara de rodi-


llas, queriendo dar gracias de tantos dones y gracias recibidas, se me
quitaba el ánimo para hazer más oblaciones cerca la oblación echa
(aunque siempre la hazla y no sin devoción), teniendo la cosa por
firme, y por otra parte la <mucha> devoción que sentía me tirava a
estar allí <de rodillas> gozando de lo que sentía.

[42] después consultando si yría fuera o no, y determinando con


mucha paz afirmative, y sentiendo especialmente mociones interiores y
lágrimas, aunque parecía poderme dilatar en ellas, levantándome con
ellas, y con mucha satisfacían de ánima, me partí con propósito de
19
acabar mañana a lo menos antes de comer , dando gracias, pidiendo
fuerzas, y reiterando la oblación pasada por devoción de la Sanc-
tíssima Trinidad, deziendo su misa.

0
De la Trinidad y fin* .

77
D o m i n i c a de Sexagésima. El canto del introito de la misa del día incita ya el ánimo de
Ignacio a intensa búsqueda: «Despierta, ¿por qué te duermes, Señor?...» (Sal 43).
7
° 2 Cor 11,19-12,9. Es un fragmento de la apología de S. Pablo en donde resume sus
pruebas, las persecuciones de parte de los hombres y las revelaciones y consolaciones de
parte de Dios. Pablo es para Ignacio, indudablemente, un punto de referencia, tanto por la
semejanza biográfica como por la intencional. En efecto, podía hallar descrita en el texto su
vida real y la que quería vivir en servicio apostólico. Al final de la epístola pudo experimen-
tar cierta confirmación de su elección y de su estado físico-espiritual en la afirmación que
Pablo pone en boca de Dios: «mi fuerza se realiza en tu debilidad».
E L DIARIO ESPIRITUAL[39-42] 83

77
[39] 16. Domingo, 17 de febrero .
En la oración acostumbrada, aunque no percibía la presencia de
los mediadores ni me dirigía a ninguna Persona divina en particular,
sentía bastante sabor y fervor; de la mitad de la oración en adelante, he
tenido lágrimas muy abundantes, llenas de fervor y de sabor interior,
pero sin ningunas inteligencias. <Cuando me he levantado se ha ido
aquel calor>, pero he dado la elección por acabada, porque continuaba
pareciéndome que eso agradaba a Dios Nuestro Señor.

[40] Una vez levantado y volviendo a la oración de preparación de


la misa, he dado gracias a su divina Majestad y he ofrecido la oblación
hecha; todo ello, no sin devoción y moción de lágrimas. Al salir a decir
la misa, al preparar las cosas del altar, al revestirme y al comenzar la
misa, he tenido bastantes lágrimas; en la misa las he derramado muy
intensa y abundantemente, hasta el punto de perder el habla muchísimas
veces, especialmente durante toda la larga epístola de San Pablo, que
78
comienza: "libenter suffertis insipientes" (soportáis con gusto a los
necios). No he tenido inteligencias ni distinción o sentimiento particular
de ninguna Persona, pero he notado un amor intensísimo, cálido y muy
sabroso, a las cosas divinas y una enorme satisfacción del alma.

[41] Acabada la misa, tanto en la capilla como después en la habi-


tación, puesto de rodillas porque aún quería dar gracias de tantos do-
nes y gracias recibidos, se me iban las ganas de hacer más ofrecimien-
tos de la oblación hecha (aunque aún la repetía y no sin devoción), ya
que daba la cosa por firme. Pero por otra parte, la <mucha> devoción
que sentía, me impulsaba a permanecer allí <de rodillas> gozando de
todo aquello.

[42] Después he consultado si saldría fuera de casa o no, y he


d e t e r m i n a d o que sí con mucha paz y sintiendo de modo especial
mociones interiores y lágrimas. Aunque parecía que podía demorarme
en ellas, me he levantado todavía con lágrimas y con ánimo muy satis-
fecho y he salido de casa con propósito de acabar mañana como míni-
79
mo antes de c o m e r , dando gracias, pidiendo fuerzas, reiterando la
oblación y diciendo misa de la Santísima Trinidad por devoción.
80
Misa de la Trinidad y f i n .

79
E s t e propósito no llegará a realizarse. Teóricamente el final debería ser la misa, ya
que sólo se trataba de dar gracias a la Sma. Trinidad, según decidió hace dos días, pero aún
añade «a lo menos antes de comer». De hecho, queda pendiente la confirmación de si debe
acabar ya.
8
"Le queda espacio en la página y, sin embargo, Ignacio da vuelta de hoja materialmen-
te y encabeza la siguiente, satisfecho, con este título programático y feliz. Es cierto, como ya
se ha insinuado, que la anotación de la misa es de un día para otro, confirmado en este caso
porque no terminará, como supone.
84 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

[43] 17. lunes - la noche pasada, antes un poco de acostar, con


algún calor <interior>, devoción y grande fiducia de hallar las perso-
nas divinas, o gracia en ellas, terminando; y después de acostado, sen-
tiendo special consolación en pensar en ellas, abrazándome con inte-
1
rior regozijo en el ánima* .

[44] y después dormiendo, me desperté a la mañana antes del día,


y después consequenter tanto pesado y desierto de toda cosa spiritual,
y haziendo la oración sólita asta cerca de la meytad, con ninguno o
2
con muy poco gusto* , y con esto una desconfianza de hallar la gracia
en la Sanctisima Trinidad, a tanto que de nuevo tornando a la oración,
parece que hize con asaz devoción, y hazla la postre con mucha dulzu-
ra y gusto spiritual.

[45] después, queriéndome levantar con un pensamiento de dila-


3
tar el comer, y poner diligencias que no me embaracen asta hallar* ,
sentía nuevo calor y devoción a lacrimar, vestiéndome con pensamien-
to de abstenerme en tres días por hallar lo que deseava, veniendo un
conocimiento, que aun el tal pensamiento era de Dios, venían unas
nuevas fuerzas y calor y devoción spiritual, y a moverme en aumento a
lacrimar.

[46] de ay a un rato, pensando por dónde comenzaría y acordán-


dome que a todos sanctos, encomendándome para que rogasen a nues-
tra Señora y a su Hijo porque ellos me fuesen intercesores con la
Sanctíssima Trinidad, con mucha devoción y intensión me cubrí de
lágrimas, y así me fuy para confirmar las oblaciones pasadas, interlo-
quendo muchas cosas, rogando y poniendo por intercesores a los
ángeles, sanctos Padres, apóstoles y discípulos, y a todos los sanctos,
etc. para nuestra Señora y su Hijo, y a ellos de nuevo rogando y supli-
cando con largos razonamientos, <me pusiesen> para que la mi con-
firmación ultimada y dar gracias subiesen adelante del trono de la
4
Sanctíssima Trinidad* .

8 1
Este gesto de contención del gozo interior se repite y describe con mayor claridad el
día siguiente [51]. Recuerda el gesto de Javier, aplicándose al pecho trapos mojados para
refrescar su ardor interno. La presencia de la palabra «abrazar», no parece que permita rela-
cionar el hecho, al menos directamente, con la Anotación 15 de Ejercicios, donde se prevé
que Dios mismo abrace el alma con su amor.
82
T a c h a Ignacio una frase importante para calibrar el escaso valor confirmativo de la
oración del día: «con menos gusto que haya hecho (la oración) en veinte días pasados».
Tendrá expresiones más desoladas todavía el día en que acabará de veras. (Véase [145]).
« S e pone en marcha la dinámica ignaciana que parecerá voluntarista, pero que no es
sino la búsqueda radical de los dones superiores, al estilo de la propuesta de Jesús, amplia-
mente reiterada en el Evangelio, como por ejemplo parábola de la perla hallada en el campo
(Mt 13,45). En los Ejercicios recomienda esta radicalidad penitencial en la Adición décima,
E L DIARIO ESPIRITUAL[43-46] 85

[43] 17. Lunes, 18 de febrero.


Anoche, un poco antes de acostarme, me hallaba un poco fervoro-
so <interior>, con devoción y con gran confianza de hallar las Personas
divinas, o su gracia, porque iba a concluir la elección. Una vez acosta-
do, sentía especial consolación al pensar en Ellas, abrazándome el
81
pecho para contener el regocijo interior de mi a l m a .

[44] Desperté de madrugada, después de dormir, y enseguida me


noté tan pesado y tan seco de toda cosa espiritual que hice la primera
82
mitad de la oración acostumbrada sin ningún gusto o con muy p o c o ,
y desconfié poder hallar la gracia de la santísima Trinidad. Hasta el
punto que repetí la oración, que hice, parece, con bastante devoción, e
incluso, hacia el final, con mucha dulzura y gusto espiritual.

[45] Después, al ir a levantarme, tuve el pensamiento de ayunar y


de poner los medios para que nada me embarazase hasta que hallase lo
83
que d e s e a b a - l a s Personas divinas o su confirmación-, con lo cual
sentí de nuevo una cálida devoción que me impulsaba a llorar. Al ves-
tirme tuve el pensamiento de abstenerme de comer durante tres días
para hallar lo que deseaba. Como conocí que dicho pensamiento era de
Dios, se redoblaron mis fuerzas y la fervorosa devoción espiritual, que
me hacía llorar cada vez más.

[46] Al cabo de un rato, pensé por quién iba a comenzar y me


acordé de que podía hacerlo encomendándome a todos los santos. Me
encomendé a ellos para que rogasen a nuestra Señora y a su Hijo, que
fuesen mis intercesores ante la santísima Trinidad. Con lo cual tuve
devoción intensísima y me cubrí de lágrimas. En este estado seguí ade-
lante a fin de confirmar las oblaciones anteriores, hablando de muchas
cosas con unos y con otros, rogando y poniendo por intercesores a los
ángeles, santos Padres, apóstoles y discípulos, y a todos los santos,
etc., para que rogasen a nuestra Señora y a su Hijo. Y a ambos rogué
de nuevo y supliqué con largos razonamientos <me pusiesen> para que
se ultimase mi confirmación y para que mi acción de gracias subiese
84
delante del trono de la santísima Trinidad .

«para buscar y hallar alguna gracia o don que la persona quiere y desea...» (Ej. 87).
Ribadeneyra estaba en Roma cuando Ignacio echó al fuego el correo un día que se le inte-
rrumpió mientras oraba (FN II, de Actis, p. 335).
8 4
E s conocida la escala ignaciana de mediaciones que, en este párrafo y en el siguiente,
es recorrida arriba y' abajo, enumerando todos los peldaños y no sólo los dos mediadores
señalados en los triples coloquios de Ejercicios, María y Jesús (Ej. 63, 147). Esta descripción
tan completa arroja luz también sobre el significado de las «composiciones de lugar» que se
desarrollan ante la corte celestial. Por ejemplo, en la contemplación para alcanzar amor: «ver
cómo estoy delante de Dios nuestro Señor, de los ángeles, de los sanctos interpelantes por
mí» (Ej. 232). Su compañero y discípulo, Javier, a miles de kilómetros de distancia y en peli-
gro de muerte, tomó también esta escalera real. «Estando en la mayor fuerza de la tormenta,
86 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

[47] y en esto y adelante con muy grande efusión de lágrimas,


mociones y sollozos interiores, item pareciendo como que las venas o
5
partes del cuerpo sensiblemente sentiéndose* , hize la confirmación
ultimada a la Sanctíssima Trinidad delante de toda su corte celestial,
dando gracias con mucho intenso afecto, primero a las personas divi-
nas, después a nuestra Señora y a su Hijo, después por los ángeles,
sanctos Padres, apostólos, discípulos, a todos sanctos y santas y a
6
todas personas que para esto me avían ayudado* .

• 87

[48] después al preparar del altar y al vestir, un venirme: Padre


eterno confirma me; Hijo eterno, con etc.; Spíritu Sancto eterno, con
etc.; Sancta Trinidad, con etc.; un solo Dios mío, con etc.; con tanto
ímpetu y devoción y lágrimas, y tantas vezes esto deziendo, y tanto
internamente esto sentiendo; y con un dezir: y Padre Eterno, ¿no me
confirmaréis? como que tenía por sí, y así al Hijo y al Spíritu Sancto.

[49] deciendo la misa, no con lágrimas, ni en todo sin ellas, con


una cierta <y casi nueva y no así sólita> devoción calorosa y como
rúbea <exterior no así sólita en la misa> y muchos anélitos de asaz
devoción, mas algunos ratos que estas cosas no sentía en alguna abun-
dancia unos pensamientos cómo no venía efussión, o abundancia de

dice, me encomendé a Dios nuestro Señor, comenzando de tomar primero por valedores en la
tierra todos los de la bendita Compañía de Jesús, con todos los devotos de ella; y con tanto
favor y ayuda, entregúeme todo en las devotísimas oraciones de la esposa de Jesucristo, que es
la santa madre Iglesia, la cual delante de su esposo Jesucristo, estando en la tierra, es continua-
damente oída en el cielo. No me descuidé de tomar por valedores todos los santos de la gloria
del paraíso, comenzando primero por aquellos que en esta vida fueron de la santa Compañía
de Jesús, tomando primeramente por valedora la beata ánima del Padre Fabro (seguramente
recibió la noticia de su fallecimiento poco antes de este suceso; actualmente es beato)...
Entregúeme, puesto en todo peligro, a todos los ángeles, procediendo por los nueve órdenes de
ellos, y juntamente a todos los patriarcas, profetas, apóstoles, evangelistas, mártires, confeso-
res, vírgenes, con todos los santos del cielo; y para más firmeza de obtener perdón de mis infi-
nitísimos pecados, tomé por valedora a la gloriosa Virgen nuestra Señora, pues en el cielo
donde está, todo lo que a Dios nuestro Señor pide le otorga. Y finalmente, puesta toda mi
esperanza en los infinitísimos merecimientos de la muerte y pasión de Jesucristo nuestro
Redentor y Señor, con todos estos favores me hallé tan consolado en la tormenta, tal vez más
de lo que fui después de ser libre de ella» (O.C., Francisco Javier, B.A.C., Madrid, 1953, p.
235-236). Excúsese una cita tan larga por su testimonio espiritual tan exquisito.
« S e adivina la transposición imaginativa y subconsciente de la vivencia reverencial de
Ignacio adolescente delante de la corte de los Reyes Católicos. Se hizo hombre entre pajes,
los hijos de Velázquez de Cuéllar, Contable Mayor del Reino y mantenedor del Palacio Real
de Arévalo, residencia estable de Isabel de Avis, madre de la reina. Por lo tanto, sabía de pri-
mera mano sobre el acceso gradual al trono, del cual dependía la vida y la muerte. Y sabía la
trastienda del juego de intercesiones e influencias convenientes para hallar la gracia deseada.
E L DIARIO ESPIRITUAL[47-49] 87

[47] En este punto y en adelante, tuve una grandísima efusión de


lágrimas, mociones y sollozos interiores; también parecía como si no-
85
tase las venas o las partes del cuerpo sensiblemente . Di mi confirma-
ción definitiva a la santísima Trinidad, delante de toda su corte celes-
tial, dando gracias muy afectuosamente, primero a las Personas divi-
nas, después a nuestra Señora y a su Hijo; después fui pasando por los
ángeles, por los santos Padres, por los apóstoles, por los discípulos, y
di gracias a todos los santos y santas y a todas las personas que me
86
habían ayudado a e l l o .

i 87

[48] Después, al preparar el altar y al revestirme, me salía decir:


"Padre eterno, confírmame"; "Hijo eterno, confírmame"; "Espíritu
Santo eterno, confírmame"; "santa Trinidad, confírmame"; "un solo
Dios mío, confírmame". Lo dije tantas veces y con tanto ímpetu, devo-
ción y lágrimas, y lo sentía por dentro tan vivamente, añadiendo ade-
más: "y Padre Eterno, ¿no me confirmaréis?", que consideré que con
ello me daba ya el sí por respuesta. Y lo mismo decía al Hijo y al
Espíritu Santo.

[49] Dije la misa, ni con lágrimas, ni del todo sin ellas, con una
cierta <y casi nueva y no así sólita> devoción cálida y como rúbea
, <exterior no así sólita en la misa> y con muchos suspiros de intensade-
voción. Pero, si en algún momento no sentía estas cosas con abun-

86
C u a n d o Ignacio establece en las Constituciones las cuatro fórmulas de votos (nn.
[527, 532, 535, 540]) condensa su modo de ofrecer «delante de la santísima Virgen María y
de toda la corte celestial», que aquí queda tan gozosamente descrito y tan plenamente vivido.
Desde Loyola los santos son sus amigos, émulos e intercesores. Se decía a sí mismo: «Santo
Domingo hizo esto; pues yo lo tengo de hacer. San Francisco hizo esto; pues yo lo tengo de
hacer. Duraban también estos pensamientos buen vado... y aquí se le ofrecían los deseos de
imitar los santos...» (Autob. 7,9). Porque los santos son los que más han querido «señalarse y
afectarse en todo servicio de su rey eterno y señor universal» (Ej. 97). Su vivencia de la
comunión de los santos no se reduce a la Iglesia triunfante, sino que también abarca la cola-
boración y ayuda mutua en la iglesia militante, ya que todos somos llamados a invitar a los
demás a apuntarse a la Bandera de Cristo (Ej. 146). En Ignacio y en Javier, éstos son objeto
de un cálido agradecimiento.
87
E s t a división del texto es posterior a su redacción. El P. Giuliani interpreta que indica
una ruptura en el proceso. El P. Iparraguirre, por su paite, nota que aquí se habla por primera
vez del misterio de la circumincesión trinitaria. La inspección atenta del original induce a
creer que forma parte de las señales que S. Ignacio puso en 16 párrafos, aunque no es del
mismo tipo. Transcribió estos párrafos en tres hojas aparte. Todos se refieren a vivas expe-
riencias y a nuevas luces trinitarias. En el caso que nos ocupa, es extremada la percepción del
intenso deseo de confirmación, pero no se puede afirmar que se trate de ninguna luz nueva, y,
de hecho, no la transcribirá. ¿Quiso quizá inicialmente transcribirlo todo a partir de esta
señal? ¿Indica el inicio de las gracias trinitarias? No se sabe.
88 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

lágrimas, punzándome y quitando la <paz interior> devoción**, y


moviéndome a no me contentar con no se así confirmar con la última
9
missa de la Trinidad* .

[50] después de la misa quietándome y mediendo mi mesura con la


90
sapiencia y grandeza divina , andando adelante por algunas horas asta
venir pensamiento de no curar de dezir más misas, yndignándome con la
Sanctíssima Trinidad, yo no queriendo determinar más adelante, tenien-
do por echo lo pasado, aunque algún poco de dubio se me representase,
no se me quitando la devoción por todo el día, aunque ella en alguna
9
poca cosa fuese convatida y timorata de errar en cosa alguna *.

«Corrige Ignacio, matizándolo, lo que primero le había brotado: «quitando la devoción


<la paz interior>, y moviéndome a no me contentar...»
« C o n v i e n e recordar la expectativa ignaciana, que refleja posiblemente lo que había
sido habitual en otras confirmaciones: la irrupción desbordante del Dios trino en su vida.
Pero todo el Diario es una muestra de la pedagogía sorprendente de Dios que le enseña una
nueva vía confirmativa, vía que cabe identificar hasta cierto punto como la del silencio de
Dios y de la asimilación a la obediencia de Cristo en el Huerto de Getsemaní.
E L DIARIO ESPIRITUAL[50] 89

88
dancia, me inquietaba y perdía la devoción , lo cual me movía a no
resignarme a que no se confirmase la oblación, según mi deseo, en la
89
última misa de la Trinidad .

[50] Después de la misa me sosegué, comparando mi limitada ca-


90
pacidad con la sabiduría y grandeza divinas . Seguí adelante por algu-
nas horas hasta que me vino el pensamiento de no preocuparme ya de
decir más misas, y me indigné con la santísima Trinidad. Yo ya no que-
ría determinar nada más, porque daba por hecho lo pasado, pero me
acosaba un poco la duda. No se me quitó la devoción durante todo el
91
día, aunque la notaba combatida y tenía miedo de errar en a l g o .

90
P a r a serenarse recurre al argumento comparativo y humilde que utiliza dos veces en
Ejercicios: una vez para avergonzarse de sus pecados (Ej. 59) y otra para reconocer la gran-
deza de Dios (Ej. 237).
" E s t a noche no determina la misa del día siguiente. Ha sido infiel al no acabar antes de
comer. Ha pasado «algunas horas» rumiando, ha sacado a relucir su carácter impulsivo, pare-
ce darlo todo por terminado, pero le asalta la duda. ¿Revela una obsesión escrupulosa?
Capítulo 4
LA SANTÍSIMA TRINIDAD

«Tenía mucha devoción a la Santísima Trinidad, y así ha-


cía cada día oración a las tres Personas distintamente. Y
haciendo también a la santísima Trinidad, le venía un pensa-
miento, que cómo hacía 4 oraciones a la Trinidad. Mas este
pensamiento le daba poco o ningún trabajo, como cosa de
poca importancia.
Y estando un día rezando en las gradas del mesmo mo-
nasterio las Horas de Nuestra Señora, se le empezó a elevar
el entendimiento, como que veía la santísima Trinidad en
figura de tres teclas, y esto con tantas lágrimas y tantos so-
llozos, que no se podía valer.
Y yendo aquella mañana en una procesión que de allí
salía, nunca pudo retener las lágrimas hasta el comer, ni des-
pués de comer podía dejar de hablar sino en la santísima
Trinidad; y esto con muchas comparaciones y muy diversas,
y con mucho gozo y consolación; de modo que toda su vida
le ha quedado esta impresión de sentir grande devoción
haciendo oración a la santísima Trinidad» (Autob, 28).

Así se expresaba Ignacio al final de su vida, cuando recordaba las gra-


cias trinitarias primaverales de Manresa en su dictado a González da
Cámara. La Vida de Cristo que leyó en Loyola le había introducido en la
espiritualidad trinitaria. Laynez comenta que en aquella época empezó el
peregrino a escribir un libro sobre la Santísima Trinidad, «que con ser
hombre simple y no saber sino leer y escribir en romance, se puso a escri-
bir della un libro...» (FN I, p. 82). Es atractiva la consideración del grado
de intimidad trinitaria de que disfrutó Ignacio, introducido por Pablo en la
realidad de la habitación del hombre en Dios: «en Él vivimos, nos move-
mos y somos» (Hch 17, 28). Vive el peregrino la relación con las Personas
divinas descrita en Rom 8,14-36 o la complementaria recogida por san
Juan: «... el Padre le amará y vendremos a él y haremos morada en él» (Jn
14, 23). Pero no ocurrió todo de una vez, sino que pasó en ello una vida.
¡Fue su Vida!
92 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

En Manresa concibió una de las contemplaciones más centrales y


detalladas de su libro de Ejercicios, la de la Encarnación, en la que consi-
dera a la Trinidad mirando compasiva la desventura del mundo y el diálo-
go de amor redentor entre las Personas divinas, que deciden enviar, como
remedio definitivo, al Hijo.
Un texto catequético, que resume su enseñanza madura, muestra la
plenitud de comprensión trinitaria ignaciana:

«Cuando hacemos la señal de la cruz, ponemos primero el


dedo en la frente; y esto significa el Padre, que no procede
de nadie. Cuando tocamos nuestro pecho, esto significa el
Hijo, nuestro Señor, que proviene del Padre y que descen-
dió al vientre de la bendita Virgen María. Cuando ponemos
nuestros dedos sobre los dos hombros, significa el Espíritu
Santo, que procede del Padre y del Hijo. Cuando juntamos
las manos de nuevo, esto simboliza que las Tres Personas
son una única substancia. Y, finalmente, cuando sellamos
nuestros labios con la señal de la cruz, esto significa que en
Jesús, nuestro salvador y redentor, habita el Padre, el Hijo y
el Espíritu Santo, un solo Dios, nuestro Creador y Señor y
que la divinidad nunca se separó del cuerpo de Jesús, ni tan
solo en la hora de su muerte» (Epp. XII, p. 667).

Entre la devoción primitiva y esta síntesis pedagógica y teológica tan


admirable, disponemos de una ventana espléndida, que da sobre el núcleo
del adentramiento de Ignacio en el misterio de la Trinidad, las experien-
cias centrales del Diario. En éste nombra a la Trinidad 112 veces, sin con-
tar las múltiples alusiones indirectas. Las Personas divinas se mencionan,
31 veces, más 5 veces alguna de las Personas indeterminadamente. Ade-
más, nombra al Padre 56 veces, al Hijo 28 veces, a las que hay que añadir
las 53 veces que se nombra a Jesús y, al Espíritu Santo 27 veces. En total,
312 veces nombra la Trinidad o las Personas, sin contar otras denomina-
ciones, como la esencia divina, Dios, Creador, Señor, dador de las gracias,
etc. Se ha visto el motivo: Ignacio busca la confirmación trinitaria de su
elección. En efecto, si se observa el ritmo de misas, se repite una y otra
vez la secuencia de iniciar el tema encomendándose a los mediadores,
para acabar siempre delante de la Trinidad.
A. Haas hace una síntesis muy sugerente del camino trinitario igna-
ciano reflejado en el Diario, dividiéndolo en cuatro etapas. Pero, de acuer-
do con I. Iparaguirre, es posible que haya soslayado demasiado la exigen-
cia obligada de un análisis minucioso (O.C. p. 332). Según la interpreta-
ción propuesta de que el Diario es una corriente densa y continua con
modulaciones distintas en los diversos recodos de su recorrido, adverti-
mos que del 23 al 29 de febrero y del 3 al 6 de marzo se refiere un conjun-
to de gracias intelectuales y afectivas, de interiorización creciente en el
misterio trinitario. A fin de acentuar su alcance, entre otras puntualitzacio-
nes, escribirá Ignacio que nunca se le había concedido tanto y que nunca
E L DIARIO ESPIRITUAL 93

habría sabido tanto, aunque estudiase toda la vida. (Hace suya incluso la
expresión de Pablo, que dice que no sabe si las visiones son en el cuerpo o
fuera del cuerpo; ¡Dios lo sabe!).
Santa Teresa, con bella literatura y mucha gracia femenina, expresa
deliciosamente experiencias parecidas. Se comprobará cuan cercana está a
la experiencia de Ignacio:
«Así es también en otra manera que Dios enseña el alma y la habla
sin hablar... Es un lenguaje tan del Cielo, que acá se puede dar a entender
aunque más queramos decir, si el Señor por experiencia no lo enseña.
Pone el Señor lo que quiere que el alma entienda en lo muy interior del
alma y allí lo representa sin imagen ni forma de palabras, ...no obramos
nosotros nada ni hacemos nada. Todo parece obra del Señor. ...se ve el
alma tan sabia, y tan declarado el misterio de la Santísima Trinidad y de
otras cosas muy subidas, que no hay teólogo con quien no se atreviese a
disputar de la verdad de estas grandezas. Quédase tan espantada, que basta
una merced de éstas para trocar toda un alma y hacerla no amar cosa sino
a quien ve que, sin trabajo ninguno suyo, la hace capaz de tan grandes bie-
nes y le comunica secretos y trata con ella con tanta amistad y amor que
no se sufre escribir» (Vida, cap. 27).
Se podría resumir así el itinerario ascendente de las «inteligencias»
ignacianas: 1°. La liturgia le da a entender la diferenciada actuación de las
Personas divinas y capta la propiedad con que las oraciones de la misa se
refieren a cada Persona; 2°. Contempla la unidad de las Personas en el obrar
de cada una y, consiguientemente, si una le confirma la elección, la confir-
o
mación es de las Tres; 3 . Se le concede una penetración muy profunda de
la mediación universal de Jesús, a través de su humanidad, y en doble direc-
o
ción: de la Trinidad a Ignacio y de Ignacio a la Trinidad; 4 . Ve la unidad en
la esencia divina en figura esférica y cómo derivan de ella el Padre, el Hijo
o
y el Espíritu; 5 . Cae en la cuenta de que el origen de todas las gracias radi-
ca en el ser divino de la Trinidad. (Hay un cierto paralelo con la secuencia
de gracias trinitarias del sermón de la Cena, narrado por san Juan).
Al principio tenía Ignacio un «nudo», al que no quería dar importancia.
En la cita inicial ha confesado la sorpresa de hacer cuatro oraciones a la
Trinidad, siendo sólo tres las Personas. No se trata de la pura paradoja mate-
mática de la danza numérica: tres Personas, una esencia, cuatro oraciones.
Entonces, añadía, no le dio importancia. Pero en el Diario esta paradoja le
indujo a «indignarse» con la Trinidad: no «sentía internamente» que la con-
firmación de una sola Persona fuese confirmación de las Tres, con lo cual
no se consideraba confirmado por la Trinidad, según su deseo.
El n. 63 descubre el misterio: «conocía, sentía o veía» (la vivencia le
desborda) la unión de las tres Personas en su actuación, a causa de su uni-
dad de esencia. Se le resuelve la tensión tres-uno por el don de un conoci-
miento amoroso del ser de Dios. Y exclama: «¿Quién eres tú para que se
te dé esto?, ¿de dónde te viene?, ¿lo merecerías jamás?». Este desborda-
miento admirativo no tiene nada que ver con el asentimiento obscuro
-aunque confiado- a una formulación de fe paradójica de la unidad en la
Trinidad, sino que remite a una inmersión singular de Ignacio en la fuente
94 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

única divina, joven y antigua, que es fuego-luz-llama, el Padre, el Hijo y


el Espíritu.
Sus efectos en Ignacio se irisan en una amplia gama de matices afecti-
vos. Se pueden subrayar los siguientes: atracción amorosa totalizante, pro-
funda reconciliación, ganas de dejarse guiar a donde sea, gran respeto y
reverencia y un deseo desbordante de actuar como más plazca a Dios. ¡En
este último efecto encontrará la plena confirmación de la elección!
En una relectura posterior Ignacio recuadró las notas de las experien-
cias más significativas, (textos en negrita), y las recopiló en tres folios a
fin de tenerlas a mano para recordarlas y agradecerlas más fácilmente.

Conviene seguir la pista de los temas siguientes:


- empieza un nuevo período de reconciliación
- el proceso de la elección sólo queda insinuado
- los mediadores casi no aparecen
- se subraya cada vez más el protagonismo de la misa
DIARIO ESPIRITUAL
19-21 de Febrero
96 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

92
[51] 18. martes. De la Trinidad , la.
- a la noche pasada, acostándome y con pensamientos de mirar
93
lo que haría en celebrar o cómo , a la mañana despertando y entran-
94
do en examen de la conciencia y en oración en mucha abundancia y
con grande efusión de lágrimas por el rostro, y durando la devoción
intensa en grande manera, con muchas intelligencias o recuerdos spi-
rituales de la Sanctíssima Trinidad, quietándome y regozijándome en
gran manera, asta apretarme en los pechos por el intenso amor que en
la Sanctíssima Trinidad sentía, así tomando confianza y determinado
de dezir misa de la Sanctísima Trinidad, para después veer lo que
haría, asimismo al vestir con intelligencias della misma, levantándo-
me y haziendo oración breve, no sin lágrimas, y después con devoción
y confianza spiritual de dezir arreo seis o más misas de la Sanctíssima
Trinidad.

[52] yendo a la misa, antes della no sin lágrimas, en ella con


muchas y mucho reposadas, con muy muchas intelligencias de la
Sanctísima Trinidad, ilustrándose el entendimiento con ellas, a tanto
que parecía que con buen estudiar no supiera tanto, y después mi-
rando más en ello, en el sentir o veer entendiendo me parecía aun-
95
que toda mi vida estudiara ;

[53] acabada la misa <y puesto> luego a la oración breve, con


un hablar: Padre eterno, con, Hijo etc. confirmadme, una mucho
grande efusión de lágrimas por el rostro y con crecerme la voluntad
de perseverar en sus misas (yo consentiendo según que ordenaría
algunas en número) y con muchos sollozos intensos, allegándome
mucho y asegurándome en crecido amor de la su divina magestad.

9 2
C o m o aparece en el manuscrito y explica luego él mismo, Ignacio se acostó sin haber
decidido qué misa diría al día siguiente. De hecho dirá trece misas seguidas de la Santísima
Trinidad, exceptuados los días en que la liturgia le exige celebrar determinadas misas. A.
Suquía compara la misa de la Trinidad de los misales del tiempo de S. Ignacio (por ejemplo,
el editado en Venecia en agosto de 1536, en la imprenta de Pedro Lichtenstein) con la de la
liturgia romana anterior al Vaticano II y observa que difieren la epístola (2 Cor 13,11-13) y el
evangelio (Jn 15,26-16,4). «En las otras partes de esta misa, añade, se da una coincidencia
casi absoluta» (p. 208, 2." Edición).
'•'Recuérdese la primera Adición: «después de acostado, ya que me quiera dormir, por
espacio de un Ave María, pensar a la hora que me tengo de levantar, y a qué, resumiendo el
ejercicio que tengo de hacer» (Ej. 73).
'^Consta que Ignacio hacía examen de conciencia cada hora y, si no podía realizarlo por
el trabajo del momento, lo suplía en la hora seguiente. De todas formas, aquí curiosamente
inicia la jornada con un examen insólito que, por otra parte no le aporta ninguna luz sobre el
error o la falta del día anterior. ¡Tardará en darse cuenta! Mañana lo verá como una tentación
del enemigo. Más adelante, le veremos pidiendo perdón. Es aleccionador su cambio en la
E L DIARIO ESPIRITUAL[51-53]

92
[ 5 1 ] 18. Martes. Primera misa de la Trinidad . 1 9 de febrero.
Anoche me acosté con intención de mirar qué misa celebraría o
93
cómo lo h a r í a . Por la mañana, al despertar, he empezado haciendo
94
examen de conciencia y he entrado en oración con mucha abundan-
cia y gran efusión de lágrimas por el rostro. Y como duraba mucho la
devoción intensa, acompañada de muchas inteligencias o recuerdos
espirituales de la santísima Trinidad, me he sosegado o regocijado en
gran manera, hasta tener que apretarme el pecho por el intenso amor
de la santísima Trinidad que sentía. Con lo cual he tomado confianza y
he determinado decir misa de la santísima Trinidad, dejando para des-
pués el ver lo que haría. Asimismo al vestirme tuve inteligencias sobre
la santísima Trinidad. Al levantarme hice una breve oración, no sin
lágrimas, y después me hallé con devoción y confianza espiritual sufi-
cientes c o m o para decir seguidas seis misas o más de la santísima
Trinidad.

[ 5 2 ] Respecto a la misa, antes de ella no faltaron lágrimas, y


durante la misma tuve muchas y muy reposadas y muchísimas
inteligencias de la santísima Trinidad, que ilustraban tanto mi
entendimiento que parecía que ni con buen estudio podría saber
tanto. Después incluso, mirándolo más detenidamente, me parecía
que sentía o veía con mayor comprensión que la que conseguiría si
95
estudiase toda mi vida .

[ 5 3 ] Acabada la misa, <y puesto> luego, durante una oración


breve, mientras hablaba con la santísima Trinidad: "Padre eterno, con-
fírmame; Hijo, etc., confirmadme", una grandísima efusión de lágri-
mas corrió por mi rostro, lo cual aumentó mi voluntad de perseverar
en sus misas (yo presentía que fijaría su número) y sollocé intensa-
mente. Todo lo dicho me acercaba mucho a su divina Majestad y me
afianzaba en su crecido amor.

valoración de un hecho espiritual, a medida que se sumerge más densamente en la experien-


cia interior.
9 5
C . Futrell ha investigado la frecuencia y el significado del doblete «sentir y/o ver»,
tan repetido en el Diario. En su opinión, Ignacio expresa un elevado estado afectivo espiri-
tual, fruto de una gracia infusa extraordinaria, de presencia o de comprensión del misterio
divino, más allá y más inmediato que la mera visión intelectual. (Dossier «Constitutiones A»
p. 146). Decloux observa que la palabra «sentir», muy densa en la terminología ignaciana,
hace de contrapeso a una significación demasiado espectacular de la palabra «ver». Entiende
por lo tanto que Ignacio expresa la sensación o la percepción cierta de una «presencia» obje-
tiva (Nuestra Señora en la Espiritualidad Ignaciana, pp. 69-70). Cuando se trata realmente de
una visión, Ignacio suele señalarla con signos marginales o bien con la misma palabra
«visión», como se podrá comprobar más adelante.
98 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

[54] en general las intelligencias de la misa y antes, eran cerca el


96
apropiar las oraciones de la misa quando se habla con Dios, con el
Padre o con el Hijo etc., cerca el operar de las personas divinas, y del
91
produzir deltas , más sentiendo o viendo que entendiendo, todas
estas cosas corroborando lo echo, me animava para adelante.
[55] este día, aun andando por la cibdad con mucha alegría
interior, un representárseme la Sanctísima Trinidad en veer quando
tres criaturas razionales, quando tres animales, quando tres otras
9
cosas, y asía la larga *-
a
[56] de la Trinidad. 2.
19. miércoles - antes de comenzar la oración, con un aliento devo-
to para entrar en ella, después de entrado en ella con mucha devoción
calorosa o lúcida y suave, sin intelligencias algunas, mas tirando a
99
una seguridad de ánima, no se terminando a alguna persona divina.
[57] después confirmándome en lo pasado, con conocer el mal
00
spíritu pasado* , es a saver, en quererme hazer dudar y indignar con-
tra la Sanctísima Trinidad, como está dicho en el capítulo 17;

96
E 1 texto original no es claro, ya que pone en infinitivo el verbo «apropiar» y por lo tanto
no se expresa el sujeto de la acción. En la presente versión se le da una interpretación que dis-
crepa de la de A. Suquía. Según él (pp. 181-206), Ignacio pretendería identificarse con las ora-
ciones de la misa, es decir, querría hacer suyos los deseos, sentimientos y afectos que la Iglesia
expresa en cada oración. Por el contexto, y si se tiene en cuenta que se trata de una «inteligen-
cia» trinitaria nueva, más bien parece que Ignacio penetra más profundamente en la exactitud y
propiedad de las diferentes peticiones o atribuciones relativas a la actuación diversa de cada una
de las Personas divinas. De aquí la traducción propuesta de la palabra «propiedad», como atri-
bución a cada Persona de lo que le es más peculiar. Esta gracia, por otra parte, media entre la
del día 14 de febrero [27], ya considerada, y la gracia complementaria de penetración en el mis-
terio de la unidad de acción de la Trinidad, del día 21 de febrero [63].
9 7
L a s lecturas de Loyola, especialmente la Vita Christi, inspiran a Ignacio la contempla-
ción central de los Ejercicios, la de la Encarnación, que se mueve en tres escenarios interco-
nectados: el ámbito de la Trinidad, el mundo y María de Nazareth. Ignacio propone contem-
plar la obra de la Trinidad del siguiente modo: «ver y considerar las tres Personas divinas,
como en el su solio real o trono de la su divina majestad, cómo miran toda la haz y redondez
de la tierra y todas las gentes en tanta ceguedad, y cómo mueren y descienden al infierno»;
«oír... asimismo lo que dicen las Personas divinas, es a saber: Hagamos redempción del géne-
ro humano, etc.»; «mirar... asimismo lo que hacen las Personas divinas, es a saber, obrando la
sanctísima incarnación». Y concluye «...hase de hacer un coloquio, pensando lo que debo
hablar a las tres Personas divinas... pidiendo, según que en sí sintiere, para más seguir e imi-
tar al Señor nuestro, ansí nuevamente encarnado, deciendo un Páter nóster» (Ej. 106-109).
Por otra parte, en Manresa, según narra en la Autobiografía, tuvo experiencias profundas de
cómo Dios creó el mundo y de cómo Jesucristo estaba en el sacramento, etc. ([29-30]). En
una palabra: la gracia que aquí anota Ignacio se inscribe en su larga, regalada y admirable
percepción de las obras de las Personas Divinas.
"Ignacio cuenta una experiencia similar del tiempo de Manresa, citada al comienzo del
capítulo. Allí se trataba de la visión de tres teclas, que significaban a la vez la identidad, la
triplicidad y la armonía de las tres Personas. (Consultado un catedrático de historia de la
música, identificó la imagen con un acorde). Afirmaba también que «ni después de comer
podía dejar de hablar sino en la Santísima Trinidad; y esto con muchas comparaciones y muy
E L DIARIO ESPIRITUAL[54-57] 99

[54] En general las inteligencias de la misa y antes, versaban sobre


96
la p r o p i e d a d de las oraciones de la misa, cuando se habla con Dios,
97
con el Padre o con el Hijo, etc., por referirse al modo de operar y a
la producción de cada una de las Personas divinas; todo esto más
lo sentía o veía que lo entendía. Como todas estas cosas corroboraban
lo hecho, me animaba para seguir adelante.

[55] Este día, aun andando por la ciudad iba con mucha ale-
gría interior, porque me figuraba la santísima Trinidad al ver tres
criaturas racionales o tres animales u otras tres cosas, y así conti-
98
nuamente .

[56] Segunda misa de la Trinidad. 19. Miércoles, 20 de febrero.


Antes de comenzar la oración, noté un aliento devoto para entrar
en ella; una vez entrado en ella tuve mucha devoción cálida o lúcida y
suave, sin inteligencia alguna, pero que producía seguridad en mi
99
ánimo, aunque no se relacionaba con ninguna Persona divina.

[57] Después me he confirmado en lo pasado, al poder reconocer


1 0 0
el mal espíritu t e n i d o en que quiso hacerme dudar e indignar con la
santísima Trinidad, como está dicho en el capítulo 1 7 .

diversas...» (Autob. 28). Dichas comparaciones podían haber sido semejantes a las de hoy.
Posiblemente el monumento funerario en el pico Costabona, con tres tubos de órgano en
acorde, erigido en recuerdo de la muerte de un jesuíta y dos alumnos sorprendidos por una
inesperada ventisca glacial, se inspira en esta figuración.
" A q u í emplea Ignacio por vez primera la expresión «terminarse a» para referirse a la
relación orante con determinada Persona divina. Volverá a emplearla el 24 de febrero y desde
el 3 de marzo al 2 de abril. No se trata de una experiencia espiritual nueva, sino de una sim-
plificación redaccional propia de su temperamento literariamente parco. En efecto, este tér-
mino le ahorra tener que precisar las múltiples matizaciones que definen su percepción del
Otro, en su diálogo orante. Hasta el presente ha ¡do anotando que «sentía propicio a», o que
«le venía al pensamiento tal Persona», o que «encontraba devoción en», o bien que «se adap-
taba a», o «sentía atracción hacia», o «se le descubría más», o «tenía acceso a», o que «le
atraía tal Persona» o, en fin, que «sentía tales mediadores», etc. Esta simplificación dificulta
la versión del término, en sus diversos contextos. En general se ha optado por la expresión
«relacionarse con», prefiriéndola a otras posibles, como «orientarse a», «dirigirse a», «enca-
minarse a», «adaptarse a», etc., ya que convenía mantener la indeterminación activo-pasiva
que late bajo la expresión ignaciana.
Es interesante esta pista de oración que da Ignacio. Está sumamente atento en descubrir
la Persona con la que establece o puede establecer diálogo. Más aún, busca y reclama este
encuentro personal diferenciado, lo cual indica su grado de intimidad con las Personas divi-
nas, con los santos y con las mediaciones sacramentales (Véase en este sentido el n. [113]).
La palabra en cuestión ya ha sido utilizada dos veces ([39,43]), aunque en el sentido de
«acabar» la elección y, en ambas, espera que, al acabar, se produzca una «relación» o
encuentro especial con las Personas Divinas. Por otra parte, la usará por última vez el día 6
de abril ([189]) también en sentido de acabar «de conformarse con la voluntad divina».
1
¿"Tentación del mal espíritu o falta de Ignacio? La indignación del día 17 será exami-
nada repetidas veces. A partir del 24 de febrero será motivo de petición de perdón [73] y
hasta el 6 de marzo no constatará la plena reconciliación [122].
100 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

[58] y con este conocimiento, sentiendo nueva moción interior a


lágrimas, y así después, antes de la misa y en ella, con muy crecida,
quieta y tranquilla devoción y con lágrimas, con algunas intelligencias,

[59] y antes y después sentiendo, o pareciendo, o quitándoseme la


gana de pasar adelante, mayormente después con aquella quietud grande
o satis/ación del ánima, pareciéndome que no era para qué yr adelante
en las misas de la Sanctíssima Trinidad, si no fuese para un rengraciar o
cumplimiento, mas no por necesidad de confirmar la cosa pasada.

a
[60] de la Trinidad. 3.
20. juebes - en la oración a la larga en mucho continua y en muy
grande devoción, claridad calorosa y gusto spiritual, y tirando en
parte a un cierto elevar.

[61 ] después, al preparar en cámara, al altar y al vestir, con algu-


nas internas mociones spirituales y motivas a lágrimas, y así acabada
la misa, quedando en mucho reposo spiritual.

[62] en la misa, lágrimas en maior abundancia que el día pasado,


a la larga y con cerrárseme la palabra, alguna o algunas vezes así
mismo sentiendo intelligencias spirituales, a tanto que me parecía así
entender que casi no había más que saver en esta materia de la
0
Sanctíssima Trinidad* *;

[63] esto causava porque como antes queriendo aliar devoción en


la Trinidad en las oraciones del Padre <asentándome> ni quería ni me
adaptaba a buscar ni a hallar, no me pareciendo seer consolación o
102
visitación en la Sanctísima Trinidad ; mas en esta misa conocía,
103
sentía o vía, Dominus scit , que en hablar al Padre, en veer que era
una persona de la Sanctíssima Trinidad, me afectaba a amar toda
ella, quánto más que las otras personas eran en ella esencialmente,
otro tanto sentía en la oración del Hijo; otro tanto en la del Spíritu
Sancto, gozándome de qualquiera en sentir consolaciones, tribuyen-
do y alegrándome en seer de todas tres. En soltar este nudo o cosa

1 0 1
La expresión es contundente. Recuerda la valoración que hará de la ilustración del
Cardoner, nueve años más adelante. Por lo tanto, cuando dice: «...que recibió una grande cla-
ridad en el entendimiento; de manera que en todo el discurso de su vida, hasta pasados sesen-
ta y dos años, coligiendo todas cuantas ayudas haya tenido de Dios, aunque las ayunte todas
en uno, no le parece haber alcanzado tanto como de aquella vez sola» (Autob. 30), sobrepone
la ilustración del Cardoner a todas las notables visiones y noticias que se suceden estos días.
Debido a esta argumentación comparativa, y gracias al detalle del Diario, podemos adivinar
un poco lo que supuso la experiencia del Cardoner, confirmando los testimonios de Laynez y
de Ribadeneyra.
E L DIARIO ESPIRITUAL[58-63] 101

[58] Con este conocimiento, he sentido una nueva moción interior


a lágrimas. También luego, antes de la misa y en la misa, he tenido
devoción muy subida, sosegada y tranquila, lágrimas y algunas inteli-
gencias.

[59] Y antes y después de la misa he sentido, o me ha parecido


sentir, que se me quitaban las ganas de pasar adelante, y sobre todo
después, por aquel gran sosiego o satisfacción del alma. Por lo tanto no
me parecía que hubiese motivo para proseguir con las misas de la san-
tísima Trinidad, a no ser para volver a dar las gracias o para cumplir lo
prometido, pero no por necesidad de confirmar la cosa pasada.

[60] Tercera misa de la Trinidad. 20. Jueves, 21 de febrero.


A lo largo de la oración he tenido una devoción muy grande y
continua, una cálida claridad y un gusto espiritual que, en parte de la
misma, me llevaban a cierta elevación.

[61] Después, al preparar la misa en la cámara, al arreglar el altar


y al revestirme, he tenido algunas internas mociones espirituales que
me movían a llorar, y también acabada la misa, de modo que he queda-
do con mucho reposo espiritual.

[62] En la misa, he tenido continuamente lágrimas y en mayor


abundancia que el día pasado, y he perdido el habla. También alguna o
algunas veces he sentido inteligencias espirituales de la santísima Tri-
nidad, hasta el punto que me parecía entenderla de tal manera, que casi
101
no había más que saber en esta m a t e r i a .

[63] Digo esto porque antes, cuando quena hallar devoción en la


Trinidad, ni pretendía ni era capaz de buscarla ni de hallarla en las ora-
ciones al Padre, <asentándome>, porque me parecía que no sería conso-
102
lación o visitación de la santísima T r i n i d a d . Sin embargo en esta
103
misa conocía, sentía o veía, Dominus scit (el Señor lo sabe) , que al
hablar al Padre, sólo con ver que era una Persona de la santísima
Trinidad, mi amor se extendía a toda la Trinidad, ya que las demás
Personas estaban en la persona del Padre esencialmente. Otro tanto
sentía en la oración al Hijo; otro tanto en la del Espíritu San-

102
Recuérdese que la intensa confirmación del día 11 de febrero, por parte del Espíritu
Santo, dejó insatisfecho a Ignacio, ya que no la consideró confirmación Trinitaria (Véase [18]).
'^Ignacio recurre a la expresión paulina de la Epístola del domingo anterior (2 Cor
12,2) para calificar sus visiones o revelaciones. También Francisco Javier utiliza dicha expre-
sión en una carta por un motivo parecido, lo cual permite sospechar que entre los Primeros
Compañeros fue usual referirse a sus fuertes experiencies espirituales -de los Ejercicios y
otras- en estos términos. Si esto es así, la experiencia que llamamos mística quizás está más
presente de lo que pensamos en la vida espiritual del cristiano.
102 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

símile me parecía tanto, que comigo no acabara de dezir, hablando


de mí: quién eres tú, de dónde, etc. qué merecías, o de dónde esto,
etc.

a
[64] de la Trinidad. 4.
21. viernes - en la oración sólita a la larga mucha asistencia de
gracia calorosa, y en parte lúcida, y con mucha devoción, aunque de
mi parte sentía algunas vezes facilidad en sallirme, no cesando la asis­
tencia de la gracia, después, al preparar del altar, ciertas mociones a
lacrimar, con un mucho duplicar: no soy digno de invocar el nombre
de la Sanctíssima Trinidad; el cual pensamiento y multiplicación me
movía a maior devoción interna: y al vestir, con esta y otras considera­
ciones, un abrirse más la ánima a lágrimas y sollozos, entrando en la
misa y pasando por ella asta el evangelio, dicho con asaz devoción y
asistencia grande de gracia calorosa, la qual parecía después batallar,
como fuego con agua, con algunos pensamientos <del salvar y otros, a
04
ratos aniquilando y a ratos conservando>* .

'O^A través de leves insinuaciones se adivina un ritmo penitencial semanal tras las anota­
ciones del Diario. Parece que Ignacio los viernes revivía las grandes meditaciones de la 1."
Semana de Ejercicios. Esta frase, tachada en el original, lo demuestra. En efecto, el quinto
punto de la meditación de los pecados propios dice: «...esclamación admirative con crescido
afecto, discurriendo por todas las criatura, cómo me han dexado con vida y conservado en
ella...» (Ej. 60) Por otra parte, el viernes 29 de febrero escribirá que la devoción no le deja pen­
sar en sus pecados [89] y el 7 de marzo hará unas consideraciones sobre el infierno [132]; etc.
E L DIARIO ESPIRITUAL[64] 103

to. Gozábame de sentir consolaciones de cualquiera, atribuyéndo-


las a las tres Personas y alegrándome de que fuesen de las tres. Me
parecía tan grande haber soltado este nudo o cosa semejante, que
no cesaba de decirme a mí mismo, refiriéndome a mí: "Pero,
¿quién eres tú?, ¿de dónde vienes?, etc. ¿Cómo ibas a merecerlo?,
o ¿de dónde te viene esto?, etc."

[64] Cuarta misa de la Trinidad. 2 1 . Viernes, 22 de febrero.


A lo largo de la oración acostumbrada, me asistió mucho una gra-
cia cálida y, en una parte de la misma, una gracia lúcida, con mucha
devoción. Aunque por mi parte sentía algunas veces facilidad en salir-
me, no cesaba la asistencia de la gracia. Después, al preparar el altar,
tenía ciertas mociones a lagrimar, a medida que repetía: "no soy digno
de invocar el nombre de la santísima Trinidad". Dicho pensamiento y
su repetición me movía a mayor devoción interna. Y al revestirme, con
ésta y otras consideraciones, se abría más el alma a lágrimas y sollo-
zos. He entrado en la misa con bastante devoción y así he seguido
hasta el evangelio, que he dicho con bastante devoción y con gran asis-
tencia de gracia cálida, pero después parecía que esta gracia batallaba,
como el fuego con el agua, con algunos pensamientos <sobre la salva-
1 0 4
ción y otros, a ratos aniquilando y a ratos c o n s e r v a n d o .
Capítulo 5
LA MEDIACIÓN DE CRISTO

«Considerar el sermón que Christo nuestro Señor hace a


todos sus siervos y amigos, que a tal jornada envía, enco-
mendándoles que a todos quieran ayudar en traerlos, prime-
ro a summa pobreza espiritual, y si su divina majestad fuere
servida y los quisiere elegir, no menos a la pobreza actual...»
(Ej. 146).

Cuando Ribadeneyra consultó a Roma, el año 1546, si sería conve-


niente escribir la vida de Ignacio (adelantándose varios años al deseo de
Nadal y que ejecutó Cámara), recibió esta ingenua pero profundamente
cristiana contestación de Diego de Eguía: «que la vida del maestro Ignacio
ya está escrita por los cuatro evangelistas y por la Sagrada Escritura, por-
que sólo hay una vida, como un solo Cristo, una sola fe, un solo bautismo»
(FN III, 737). De esta forma extendía Eguía los ejemplos de unidad de la
carta a los Efesios (Ef 4,5). Pablo lo habría suscrito desde la experiencia
que le hizo proclamar, «vivo yo, ya no yo, es Cristo quien vive en mí».
Juan se uniría a ambos desde su vivencia de la unión del sarmiento con la
vid, con una sola vida que circula entre ambos.
No se equivocó en mucho Eguía, al menos en la intención que tenía
Ignacio, porque ésta fue la máxima aspiración de su vida desde que oyó el
llamamiento del Rey Eternal: «quien quisiese venir conmigo ha de trabajar
conmigo, porque, siguiéndome en la pena, también me siga en la gloria»
(Ej.95). Por esto su respuesta en el coloquio de la misma contemplación pide
la identificación con Cristo: «...quiero y deseo y es mi determinación delibe-
rada, sólo que sea vuestro mayor servicio y alabanza, de imitaros en pasar
todas injurias y todo vituperio y toda pobreza, así actual como espiritual,
queriéndome vuestra sanctíssima majestad elegir y rescibir en tal vida y
estado» (Ej.98).
Dentro de la secuencia de las trece misas a la Trinidad, y enlazando
con las grandes gracias trinitarias, se concede a Ignacio una nueva profun-
dización de la mediación de Jesús, lo cual le será prenda segura de confir-
mación. En su momento había acudido a El para tener acceso a la Tri-
106 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

nidad. Ahora, inversamente, experimenta que Jesús es el enviado de parte


de la Trinidad en favor suyo.
Es preciso mencionar el estudio de Adolf Haas que subraya el sor-
prendente cambio que mana de la pluma de Ignacio, respecto a la denomi-
nación de Jesús, a partir de dos días cruciales, 23 y 24 de febrero. En el
margen de los párrafos 66 (23 de febrero) y 72 (24 de febrero), escribe
«Confirmación de Jesús», cuando, hasta el presente se refería siempre a El
como el Hijo. El cuadro adjunto muestra este curioso cambio de palabras:

1-65 66-72 73-490 Total


Hijo 21 Confirmación 3 4 28
Jesús 3 de Jesús 6 44 53

Cuando Ignacio acude a Jesús como mediador, le llama «el Hijo» (de
María, se entiende) y suele acompañar al nombre de la Madre. Acentúa,
por lo tanto, el recurso a la humanidad del Verbo encarnado. En cambio,
cuando resplandece su divinidad, enviado por el Padre y señor de Ignacio
en la construcción del Reino, le llama «Jesús». (Un poco al contrario de la
nomenclatura actual).
Es conveniente llamar la atención sobre un avance más sutil todavía.
El momento culminante de la confirmación consiste en la experiencia del
amor personal de Jesús por Ignacio. (Recuérdese una experiencia parecida
en Santa Teresa). Jesús mismo toma la iniciativa de la acción entre la
Trinidad e Ignacio, manifestándole su divinidad. Se invita al ejercitante a
reparar en esta manifestación en el cuarto punto común a todas las contem-
placiones de la cuarta Semana: «considerar cómo la Divinidad, que pares-
cía esconderse en la passión, paresce y se muestra agora tan miraculosa-
mente en la sanctíssima resurrección, por los verdaderos y sanctíssimos
effectos della» (Ej. 223).
Jesús no actúa como intercesor de Ignacio ni como mensajero de la
Trinidad, sino que es el punto de encuentro, la alianza viva, el autor de la
relación de la Trinidad con Ignacio. Se acabó por lo tanto la inquietud de
buscar mayor confirmación trinitaria: es obra de la Trinidad el que la con-
firmación le llegue por Jesús.
Ribadeneyra es quien explícito primero la relación entre la alusión de
Ignacio a una visión mística anterior [67] y la visión de la Storta. Él la
había oído de labios del propio Ignacio y el confidente Laynez se la contó
detalladamente. Posiblemente Ignacio recordó la Storta, porque allí el
Padre le puso bajo la Bandera de Jesús, de persecución y oprobio (segunda
petición de la meditación de dos Banderas), igual que aquí es puesto bajo
la Bandera de Jesús, del seguimiento en pobreza (primera petición). Am-
bas peticiones confirmadas por el Padre y por Jesús; ¡he aquí el paralelis-
mo evocador!. (Se le concederá más adelante el tercer «escalón» de
Banderas, la humildad amorosa).
En resumen, el progreso temático de los encuentros divinos de estos
días es el siguiente: en primer lugar, como acabamos de ver, se le recuerda
E L DIARIO ESPIRITUAL 107

que fue «puesto» -elegido y recibido- bajo la bandera de la cruz de Jesús;


luego, experimenta la grabación del nombre de Jesús en su alma; después,
le parece que ha recibido plena confirmación a través de Jesús; tanta gracia
aumenta su deseo de reconciliación con las divinas Personas a través de
Jesús; por El se ofrece también al servicio de la Trinidad; más adelante es
atraído irresistiblemente a la conformidad con la voluntad divina, dispues­
to a andar el camino que Ella quiera y tomando a Jesús por guía; se le
manifiesta la divinidad de Jesús, que es quien obra todo delante del Padre
y de la Trinidad; por último, la acción de Jesús, obrando su visión de la
Trinidad, le sumerge en un respeto amoroso a las Personas divinas.

Atiéndase, también, a los puntos siguientes:


- la vuelta a Jesús tiene un valor de confirmación, lo cual es una
constante de su trayectoria espiritual
- es de gran interés el sesgo que toma la reconciliación
- se insinúa el tema del acatamiento amoroso
- cada vez es más patente la atención de Ignacio a la Persona que es
término relacional de su oración.
DIARIO ESPIRITUAL
23-28 de Febrero
110 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

a
[65] de la Trinidad. 5.
22. sábado - en la oración sólita, al principio no hallando, de la
meitad adelante con asaz devoción y satisfacían de ánima, con alguna
muestra de claridad lúcida.

[66] Confirmación de Jesú.


al preparar del altar, veniendo en pensamiento Jesú, un moverme a
seguirle, pareciéndome internamente, seyendo él la cabeza <o caudillo>
05
de la Compañía, seer mayor argumento para yr en toda pobreza* , que
todas las razones humanas, aunque me parecía que todas las otras razo-
nes pasadas en eleción militaban a lo mismo, y este pensamiento me
movía a devoción y a lágrimas, y a una firmeza, que, aunque no hallase
lágrimas en misa o en misas etc., me parecía que este sentimiento era
vastante, en tiempo de tentaciones o tribulaciones, para estar firme.
[67] con estos pensamientos andando y vestiendo, creciendo in
cremento, y pareciendo una confirmación, aunque no recibiese conso-
laciones sobre esto, y pareciéndome en alguna manera seer <obra>
de la Sanctíssima Trinidad el mostrarse o el sentirse de Jesú, venien-
06
do en memoria quando el Padre me puso con el Hijo* .

"^Cuando surge Jesús en el horizonte ignaciano, aparece junto a una colección de con-
ceptos evangélicos: el camino, la cabeza («es el Señor»), el servicio, el seguimiento, la imita-
ción, la misión. El es la palabra del Padre, el Primogénito, el Rey eterno. Bajo este último
aspecto se le contempla durante la segunda semana de Ejercicios, tal como se enfoca ya
desde la primera contemplación: «...cuánto es cosa más digna de consideración ver a Cristo
nuestro Señor, rey eterno, y delante del todo el universo mundo, al cual y a cada uno en parti-
cular llama y dice: Mi voluntad es de conquistar todo el mundo y todos los enemigos, y así
entrar en la gloria de mi Padre.» (Ej. 95). Polanco, cuando explica cómo se acordó el nombre
de Compañía de Jesús, dice: «...tratando entre sí cómo se llamarían a quien les pidiese qué
congregación era esta suya, que era de 9 ó 10 personas, comenzaron a darse a la oración y
pensar qué nombre sería más conveniente; y visto que no tenían cabeza ninguna entre sí, ni
otro prepósito sino a Jesucristo, a quien sólo deseaban servir, parecióles que tomasen nombre
del que tenían por cabeza, diciéndose la Compañía de Jesús. Y en esto del nombre tuvo tantas
visitaciones el P. M.° Ignacio...» (MHSI, FN I, p. 204). Nótese la ausencia de referencia mili-
tar -congregación- en la palabra «Compañía» y que este nombre no significa tanto compañe-
ros «de» Jesús, cuanto compañeros «al servicio de» Jesús, conforme sugiere Manuel M.
González (pp. 63-64).
""Como se ha dicho en la introducción de capítulo, Ribadeneyra fue el primero en
constatar la relación entre este párrafo y la «visión de la Storta» (FN IV, p. 252s). Hugo
Rahner en el libro «The visión...» establece las circunstancias externas e internas de la visión,
analizando dieciséis fuentes: la Autobiografía y el Diario, una plática de Laynez, ya general,
(que es el principal testigo, según el propio Ignacio), siete de Nadal, dos de Polanco, dos de
Ribadeneyra, una de Canisio, y una de autor anónimo. Concluye que Ribadeneyra se equivo-
có al atribuir a Jesús, y no al Padre, la famosa predicción «Ego ero vobis Romae propitius»
(«os seré favorable en Roma») y también al considerar que fue iniciativa de Jesús el hecho de
tomar a Ignacio a su servicio. Con esto Ribadeneyra diluye el carácter trinitario de la visión y
recorta su vinculación con el triple coloquio de la meditación de Dos Banderas: «Un coloquio
o
a Nuestra Señora... para que yo sea recibido debajo de su bandera, y primero en pobreza... 2 ,
en pasar oprobios e injurias... Pedir otro tanto al Hijo, para que me alcance del Padre,... Pedir
otro tanto al Padre, para que él me lo conceda...» (Ej. 147).
E L DIARIO ESPIRITUAL [65-67] 111

[65] Quinta misa de la Trinidad. 22. Sábado, 23 de febrero.


Al principio de la oración acostumbrada no hallaba lo que desea-
ba; a partir de la mitad he tenido bastante devoción y satisfacción de
alma, con algunas señales de claridad lúcida.

[66] Confirmación de Jesús.


Al preparar el altar, ha venido Jesús a mi pensamiento y el deseo
de seguirle. Interiormente me ha parecido que siendo él la cabeza <o
caudillo> de la Compañía, este argumento era más fuerte que todas las
105
razones humanas para vivir en pobreza t o t a l . Además me parecía
también que las otras razones consideradas en la elección iban a parar a
lo mismo. Este pensamiento me movía a devoción y a lágrimas, y a
una firmeza tal que, aunque no hallase lágrimas en la misa o en las
misas, etc., me parecía que este sentimiento era suficiente, en tiempo
de tentación o de tribulaciones, para mantenerme firme.

[67] He pasado a revestirme con estos pensamientos, que se han


intensificado hasta parecerme que eran una verdadera confirma-
ción, aunque no recibiese consolaciones por ello. A d e m á s me ha
parecido de alguna manera que el hecho de que Jesús se mostrase
o se dejase sentir era <obra> de la santísima Trinidad, viniéndome
1 0 6
a la memoria aquella vez en que el Padre me puso con su H i j o .

Según la Autobiografía [96], Ignacio se dirigía a Roma acompañado por Fabro y


Laynez, «y en este viaje fue muy especialmente visitado del Señor. Había determinado, des-
pués que fuese sacerdote, estar un año sin decir misa, preparándose y rogando a la Virgen que
le quisiese poner con su Hijo. Y estando un día, algunas millas antes de llegar a Roma, en
una iglesia y haciendo oración, sintió tal mutación en su alma y vio tan claramente que Dios
Padre le ponía con Cristo, su Hijo, que no tendría ánimo para dudar de esto, sino que Dios
Padre le ponía con su Hijo». «Y yo que escribo estas cosas, dije al peregrino, cuando me
narraba esto, que Laynez lo contaba con otros pormenores, según había yo oído. Y él me dijo
que todo lo que decía Laynez era verdad, porque él no se acordaba tan detalladamente...»
(Véase el interesante comentario de J. M. Rambla en «El Pelegrí», p. 101, nota 10).
H. Rahner da como definitivo el texto recientemente descubierto de una plática de
Laynez a la comunidad de Roma de 1559, recién nombrado General (FN II, p. 133): «Yendo
a Roma... me dijo que le parecía que Dios Padre le imprimía en el corazón estas palabras:
Ego ero vobis Romae propitius. Y no sabiendo nuestro Padre lo que querían significar, decía:
No sé qué será de nosotros, quizá que seremos crucificados en Roma. Luego, en otra ocasión
dijo que le parecía que veía a Cristo con la cruz en la espalda, y al Padre Eterno a su lado,
que le decía: Yo quiero que Tú tomes a éste por servidor tuyo. Y así Jesús lo tomaba, y decía:
Yo quiero que tú nos sirvas. Y por esto, tomando gran devoción a este santísimo nombre,
quiso nombrar la congregación: la Compañía de Jesús».
Nótese un matiz importante en la traducción de la respuesta de Jesús, distinta a la de J.
M. Rambla, en la nota citada. En efecto: traduce las palabras de Jesús «lo voglio che tu ci
serva» por «Vull que tu em serveixis», en singular, en vez de «Quiero que tú nos sirvas». Este
plural refuerza el carácter trinitario de la visión. Nótese también la diferente explicación del
nombre según Polanco (nota anterior) y según Laynez.
112 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

[68] al finir del vestir, con esta intensión de imprimírseme tanto el


01
nombre de Jesú* , y tanto esforzado o parecer seer confirmado para
adelante, venía en nueva fuerza de lágrimas y sollozos, <y luego>
comenzando la misa <a la larga con espesas mociones>, asistente mucha
gracia y devoción y con lágrimas quietas y a la larga, y aun acabada
durándome una devoción grande y mociones a lágrimas asta el desnudar.

[69] en el tiempo della sentiendo diversos sentimientos a confir-


mación de lo dicho; y al tener el Sanctíssimo Sacramento en las
0
manos* *, veniéndome un hablar y un mover intenso de dentro, de
09
nunca le dexar por todo el cielo o mundo o etc.* , sentiendo nuevas
mociones, devoción y gozo spiritual. añadía de mi parte, haziendo
quanto era en mí, y esto último se terminava para los compañeros que
0
avían firmado** .

[70] después las vezes que en el día me acordava o me venía en


memoria de Jesú, un cierto sentir o veer con el entendimiento en
continua devoción y confirmación.

[71] del día. 23. domingo*** - en la oración sólita, del principio


asta la fin inclusive, asistencia <a la larga> de gracia mucho interna y
suave y llena de devoción calorosa y mucho dulce, en el preparar del
altar y del vestir, un representárseme el nombre de Jesú con mucho
amor, <con mucha> confirmación y con crecida voluntad de seguirle,
y con lágrimas y sollozos.

[72] en toda la misa, a la larga muy grande devoción y muchas


lágrimas, perdiendo asaz vezes la abla; y todas las devociones y senti-
mientos se terminavan a Jesú, no podiendo aplicar a las otras perso-
nas, sino quasi la primera persona era Padre del tal Hijo, y sobre esto
réplicas spirituales: cómo Padre y cómo Hijo!

1 0 7
L a impresión del nombre de Jesús cuenta entre las visitaciones que precedieron a la
adopción definitiva del nombre colectivo de Compañía de Jesús. Ribadeneyra y otros, acaba-
mos de leer a Laynez, consideran que el nombre lo propuso Ignacio y precisamente como
resultado de la visión de la Storta. Polanco en cambio lo remonta al verano de 1537, estando
los compañeros en Vicenza: «Y en esto del nombre tubo tantas visitaciones el P. M- Ignacio
de aquel cuyo nombre tomaron, y tantas señales de su aprobación y confirmación deste ape-
llido, que le oí decir al mismo que pensaría ir contra Dios y ofenderle, si dudase que este
nombre convenía...» (FN 1, p. 204). Véanse las dos notas anteriores.
1 0 8
Ignacio tenia una viva conciencia de la presencia de Jesús en la Eucaristía: «...estan-
do en este pueblo (Manresa), en la iglesia de dicho monasterio (el de Sta. Lucía) oyendo misa
un día, y alzándose el Corpus Domini, vio con los ojos interiores unos como rayos blancos
que venían de arriba; y aunque esto, después de tanto tiempo, no lo puede bien explicar, toda-
vía lo que él vio claramente fue ver cómo estaba en aquel Santísimo Sacramento Jesucristo
nuestro Señor» (Autob. 29).
E L DIARIO ESPIRITUAL 113

[68] Al acabar de revestirme, se imprimió en mí el nombre de


1 0 7
Jesús con tanta intensidad y me sentí tan reforzado o -parece- con-
firmado para más adelante, que me vinieron con más fuerza las lágri-
mas y los sollozos. <y l u e g o Comencé la misa <a la larga con espe-
sas mociones> asistido de mucha gracia, con devoción y mansas lágri-
mas, que duraron toda la misa, e incluso acabada, hasta que me quité
los ornamentos.
[69] Durante la misa tuve diversos sentimientos en confirmación
de lo d i c h o . En efecto, al tener el s a n t í s i m o S a c r a m e n t o en las
1 0 8
m a n o s , impulsivamente me brotaba decirle que nunca le dejaría por
1 0 9
nada del mundo o del cielo o e t c . Con lo cual he sentido nuevas
mociones, devoción y gozo espiritual. He añadido que haría lo posible
por mi parte, y eso lo decía teniendo en cuenta a los compañeros que
110
habían f i r m a d o .
[70] Después durante el día, siempre que me acordaba de
Jesús, experimentaba la sensación de verle con el entendimiento,
hallándome en continua devoción y confirmación.
1 1
[71] Misa del día. 23. D o m i n g o 2 4 de febrero.
En la oración acostumbrada, desde el principio hasta el fin inclu-
sive, he sido asistido <a la larga> por una gracia muy íntima, suave y
llena de devoción cálida y dulcísima. Al preparar el altar y al revestir-
me, se me representaba el nombre de Jesús con mucho amor y <con
mucha> confirmación, con marcada voluntad de seguirle, y todo ello
con lágrimas y sollozos.

[72] A lo largo de toda la misa, he tenido una gran devoción y


muchas lágrimas, y he perdido bastantes veces el habla. Todas las
devociones y los sentimientos se referían a Jesús, de manera que no
podía acceder a las otras Personas, sino en cuanto la primera Persona
era Padre de tal Hijo, y sobre esto replicaba espiritualmente: ¡qué
manera de ser Padre y qué manera de ser Hijo!

1 0 9
Esta expresión recuerda la consideración de la primera Manera de Humildad reco-
mendada por Ignacio: «aunque me hiciesen señor de todas las cosas criadas en este mundo, ni
por la propia vida temporal, no sea en deliberar de quebrantar un mandamiento, quier divino,
quier humano,...» (Ej. 165). Hay una clara inspiración en las palabras de Jesús en las tenta-
ciones de! desierto y en la respuesta de San Pedro, cuando Jesús pregunta a los discípulos si
también ellos le van a dejar (Jn 6,67-70).
1
' 0 Hace referencia a las Constituciones de 1541, que elaboraron Ignacio y Coduri, y que
firmaron seis compañeros (Iñigo, Pascasio Broet, Salmerón, Laynez, Claudio Jaio, Juan
Coduri). En estas Constituciones se admitían rentas para «la sacristía» y se afirmaba que la Bula
papal podía y tenía que ser retocada (relajando en este caso la radicalidad de la pobreza).
' " D o m i n i c a de Quincuagésima. Lecturas: Epístola, ICor 13,1-13; Evangelio, Le
18,31-43.
114 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

[73] Confirmación de Jesú.


acabada la misa, a la oración, con aquel mismo sentir del Hijo, y
como yo hubiese deseada la confirmación por la Sanctíssima Trinidad,
y sentiese que me era comunicada por Jesú, mostrándoseme y dándo-
me tanta fuerza interior y seguridad de confirmación, sin temer lo de
adelante, veniéndome en mente y suplicando a Jesú me alcanzase per-
dón de la Sanctíssima Trinidad* una devoción crecida, con lágrimas
y sollozos, y esperanza de alcanzar la gracia, hallándome tanto rezio y
confirmado para adelante.
[74] después, al fuego, con nuevo representárseme Jesú con mu-
cha devoción y moción a lágrimas, después, andando por la calle,
representándoseme Jesú con grandes mociones y lágrimas, después
que hablé a Carpí, veniendo, asimismo, sentiendo mucha devoción,
después de comer, mayormente después que pasé por la puerta del
Vicario, en casa de Trana, sentiendo o viendo a Jesú, muchas mocio-
nes interiores y con muchas lágrimas, <en todo este tiempo con tanta
calor interior y visitación interior> rogando y suplicando a Jesú me
alcanzase perdón de la Sanctísima Trinidad, y quedando y sentiendo
en mí una confianza grande para impetrar.
[75] en estos tiempos era en mí tanto amor, sentir o veer a Jesú, que
me parecía que adelante no podía venir cosa que me pudiese apartar del
ni hazenne dudar cerca las gracias o confirmación recibida.
[76] de San Matías.
24. lunes - la oración primera con asaz grande devoción, y ade-
lante más con un calor y mucha gracia asistente, aunque de mi parte y
por algunos inpidimientos que sentía de otros, hallava facilidad para
me apartar, no demandando ni buscando confirmación, mas deseando
reconciliación con las tres personas divinas; y después, revestido para
dezir misa, no sabiendo a quién me encomendar, o por dónde comen-
zar, me viene en mente, mientras se me comunica Jesú: quiero seguir
adelante, y con esto entrar en la confesión, confíteor Deo, como Jesú
113
decía en el evangelio del día, confíteor tibi, etc.

' '-Se abre un nuevo período de reconciliación, con una riqueza de matices muy superior a
la del capítulo tercero. Al aumentar la luz, más se da cuenta Ignacio de su falta. Que la Trinidad
le confirme tan plenamente mediante Jesús denuncia su deseo desordenado de consolación tri-
nitaria. Es verdad que él mismo presenta la elección en la segunda semana de Ejercicios, con la
sugerencia de que «comenzaremos, juntamente contemplando su vida, a investigar y a deman-
dar en qué vida o estado de nosotros se quiere servir su divina Majestad» (Ej. 135). Propone,
por lo tanto, la posibilidad de confirmación a través de Jesús, especialmente en su misterio pas-
cual. Pero como ha saboreado otras veces la confirmación extraordinariamente gratuita y segura
de la Trinidad, ahora no se resigna a no recibir el mismo nivel de confirmación. ¿Olvida su
regla de discernimiento de espíritus de «en cosa ajena no pongamos nido» (Ej. 322)? Será preci-
so pedir perdón y reconciliarse con las divinas Personas. ¿Qué medio mejor que ampararse en el
propio Jesús, ya que El es el camino que la Trinidad le ofrece?
E L DIARIO ESPIRITUAL 115

[73] Confirmación de Jesús.


Acabada la misa, volví a la oración, con la misma sensación de la
presencia del Hijo. Como yo deseaba la confirmación de la santísima
Trinidad, y sentía que me era comunicada por Jesús - q u e se me mos-
traba, dándome tanta fuerza interior y seguridad de confirmación, sin
temor a lo que pudiese venir en adelante- me vino a la mente suplicar a
2
Jesús que me alcanzase perdón de la santísima T r i n i d a d " . Esto provo-
có un aumento de devoción, lágrimas y sollozos, creciendo en mí la
esperanza de alcanzar dicha gracia. Con esto quedé muy reforzado y
confirmado para el futuro.
[74] Más tarde, estando junto al fuego, de nuevo se me hizo pre-
sente Jesús, lo que me produjo mucha devoción y moción a lágrimas.
Luego, andando por la calle, se me presentó Jesús, y de nuevo grandes
mociones y lágrimas. Después de hablar con el cardenal Carpi, y al
regresar, también sentí mucha devoción. Después de comer, sobretodo
cuando crucé la puerta del Vicario, en casa de Trana, sentí o vi a
Jesús. Con muchas mociones interiores y con muchas lágrimas,
<en todo este tiempo con tanto ardor y visitación interior> rogué y
supliqué a Jesús que me alcanzase el perdón de la santísima Trinidad.
Y me quedé sintiendo una gran confianza para rogárselo.
[75] En todos esos ratos me habitaba tanto el amor de Jesús y
se m e concedía sentirle o verle de tal manera, que me parecía que
en adelante no podía haber cosa alguna que me pudiese apartar ni
hacerme dudar de las gracias o de la confirmación recibida.
[76] Misa de San Matías. 24. Lunes, 25 de febrero.
He hecho la primera oración con bastante devoción y las siguien-
tes aún con más, con calor espiritual, y he sido asistido de gracia abun-
dante, a pesar de que por mi parte y por culpa de algunos impedimen-
tos que procedían de otros, me distraía con facilidad. No he pedido ni
buscado confirmación; más bien he deseado reconciliarme con las tres
Personas divinas. Una vez revestido para decir misa, no sabiendo a
quién encomendarme, o por dónde comenzar, me viene a la mente
-mientras se me comunica Jesús-: "quiero seguir adelante y entrar en
el acto penitencial, "confíteor D e o " (Yo confieso ante Dios)", de la
misma manera que Jesús lo hace en el evangelio del día: "confíteor
3
tibi, etc. (te alabo, e t c . ) " " .

' '-'Mt 11,25-30. Conviene advertir la sutil correlación que encuentra Ignacio entre su
acto penitencial y el exultante canto de alabanza del evangelio que cita. Su situación anímica
y espiritual (véase [72]) se adapta perfectamente a la liturgia del día, que, como sabemos, ha
preparado ya la noche anterior. En efecto, en dicho evangelio Jesús exulta porque 1. el Padre
se ha revelado a los pequeños; 2. sólo el Padre conoce al Hijo y el Hijo al Padre, y aquellos a
quienes el Hijo lo revele; 3. Jesús se ofrece como maestro de mansedumbre y compañero de
fatigas. Entonces, el acto de contrición de Ignacio se modula en tomo a la alabanza de Jesús:
la pequenez reconocida desemboca en un Magníficat, del mismo modo que la calidad del don
de Dios urge la necesidad de reconciliación (véase [78]).
116 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

[77] con esto, y más adelante entrando en la confesión con nueva


devoción y no sin mociones a lacrimar, y entrando en la misa con
mucha devoción, calor y lágrimas y perdiendo algunas vezes el hablar,
y en las oraciones al Padre me parecía que Jesú las presentava, o las
aconpañava las que yo dezía, delante del Padre, con un sentir o veer
que no se puede así explicar.

[78] acabada la misa, con un deseo de reconciliarme con la


Sanctíssima Trinidad, y esto suplicando a Jesú, y no sin lágrimas y
sollozos, asegurándome y no pidiendo ni sintiendo necesidad alguna
de confirmación, ni de dezir misas para este efecto, mas sólo para
reconciliarme.

[79] de la Trinidad. 6.
25. martes - la oración primera sin disturbo ni apartarme della;
con asaz devoción, y de medio adelante con mucha más crecida, aun-
que en ella, maiormente en la primera parte, sentía alguna flaqueza o
indisposición corporal.

[80] ya vestido, en cámara, y al prepararme en ella, con nueva


devoción y mociones interiores a lacrimar en acordarme de Jesú, sen-
tiendo mucha confianza en él y pareciéndome seerme propicio para
interpelar por mí, yo no queriendo ni buscando más ni mayor confir-
mación de lo pasado, quedando quieto y reposado en esta parte, venía
a demandar y suplicar a Jesú para conformarme con la voluntad de la
l4
Sanctíssima Trinidad por la vía que mejor le pareciese* .

[81] después al revestir creciendo este representar socorro y amor


de Jesú, comenzando la misa no sin mucha, quieta y reposada devo-
ción; y con algún modo temió a lacrimar, pareciéndome que con menos
me allava más satisfecho y contento en dexarme gobernar por la divina
magestad, de quien es el dar y retirar sus gracias, según y quándo más
conviene; y con esto después, al fuego, creciendo este contentamiento

1 1 4
S e enuncia aquí el punto neurálgico del Diario. La pasividad toma el relevo de la
actividad. Será bueno planificar, buscar, tener expectativas, desear, pedir, hacer toda clase de
ejercicios ascéticos, pero es necesario llegar al abandono total y a dejarse hacer por Dios.
Entramos en los primeros compases de la «humildad amorosa» objeto central del capítulo 9,
emparentado con la unión mística. Tiene Ignacio ante sí dos prototipos: el sí de María en la
Anunciación y la rendición de Jesús a la voluntad del Padre en el Huerto de Getsemaní.
Ignacio irá avanzando por este camino, a tientas, tomando como guía a Jesús. (Véanse, por
E L DIARIO ESPIRITUAL [77-81] 117

[77] Con esta inspiración, y entrando acto seguido en el acto peni-


tencial, lo hago con renovada devoción, no sin mociones a lagrimar.
Me adentro en la misa con mucha devoción, calor y lágrimas y pierdo
algunas veces el habla. En las oraciones al Padre, me parecía que
Jesús mismo las presentaba, o que acompañaba las que yo decía,
delante del Padre, con una sensación o visión que no se puede
explicar fácilmente.

[78] Acabada la misa, sentía el deseo de reconciliarme con la san-


tísima Trinidad. Se lo he suplicado a Jesús, no sin lágrimas y sollozos,
dándome la seguridad de obtenerla. No he pedido confirmación ni he
sentido su necesidad, ni la de decir misas para este fin, sino sólo para
reconciliarme.

[79] De la Trinidad. 6. 25. Martes, 26 de febrero.


La oración primera ha transcurrido sin estorbos ni distracciones.
He tenido bastante devoción, y de la mitad en adelante ha ido en gran
aumento, aunque durante la oración, especialmente en la primera parte,
sentía alguna debilidad o indisposición corporal.

[80] Ya vestido, en mi habitación, y mientras me preparaba para la


misa, he tenido nueva devoción y mociones interiores a llorar al acor-
darme de Jesús. He sentido mucha confianza en El y me ha parecido
que estaba dispuesto a interceder por mí. Como no quería ni buscaba ni
más ni mayor confirmación de lo anterior y como quedaba quieto y
reposado en este punto, he pasado a pedir y suplicar a Jesús que me
conforme con la voluntad de la santísima Trinidad, respecto a ir por el
14
camino que le parezca m e j o r ' .

[81] Después, al revestirme, iba creciendo la percepción del soco-


rro y del amor de Jesús. He comenzado la misa con gran devoción,
tranquila y reposada, con un llanto tenue, y me parecía que me hallaba
más satisfecho y contento con menos lágrimas, porque así me dejaba
gobernar por la divina Majestad, que tiene la potestad de dar y de reti-
rar sus gracias, según y cuando más conviene. Con esto, luego, junto al
fuego, aumentaba este contento, con una nueva moción interior de

ejemplo [127, 142155, 189, 190]). Aún, en el último registro espiritual, exceptuados los de
sus lágrimas finales, anotará: «todo (orientado) a no tomar placer sino en el mismo Dios»
[284], equivalente al «solo Dios basta» de Sta. Teresa. Reencontramos aquí, un nivel más
profundo de comprensión, el principio propuesto al ejercitante en la Anotación quinta:
«mucho aprovecha entrar en ellos con grande ánimo y liberalidad con su Criador y Señor,
ofreciéndole todo su querer y libertad, para que su divina majestad, así de su persona como
de todo lo que tiene, se sirva conforme a su sanctíssima voluntad» (Ej. 5).
118 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

con una nueva moción interior y amor a Jesú, me allava sin aliar
aquella contradición pasada en mí cerca de la Sanctíssima
5
Trinidad" , y así en la misa continuándose asaz devoción en ella.

]l(
[82] del primero de coaresma >.
26. miércoles - En la oración sólita asaz bien y como comúnmen-
te solía, asta la inedia, adelante en mucho aumento asta la fin inclusi-
ve, con mucha devoción, quietud y suavidad spiritual, restando en mí
después una continua devoción, preparándome en cámara y encomen-
dándome a Jesú, no para más confirmar en ninguna manera, mas que
adelante de la Sanctíssima Trinidad se hiciese cerca de mí su maior
servitio etc., y por la vía más expediente; como yo me hallase en su
gracia, en esto, recibiendo alguna luz y esfuerzo.

[83] y entrando en la capilla, en oración, un sentir, o más pro-


piamente veer, fuera de las fuerzas naturales, a la Sanctíssima Tri-
nidad y a Jesú, así mismo representándome o poniéndome, o seyen-
do medio junto la Sanctíssima Trinidad, para que aquella visión
ul
intellectual se me comunicasses , y con este sentir y veer, un cu-
brirme de lágrimas y de amor, mas terminándose a Jesu y a la Sanc-
tísima Trinidad un respecto de acatamiento y más allegado a amor
reverencial al que contrario alguno.

[84] después así mismo sentir a Jesú haziendo el mismo oficio, en


el pensar de orar al Padre, pareciéndome y sentiendo dentro que él
hazla todo delante del Padre y de la Sanctíssima Trinidad.

"-^La «indignación» del 18 de febrero, identificada como «tentación» el día 20 y objeto


de petición de perdón el 24, hoy se trueca en «contradicción». Como se ha dicho, aún tomará
otros matices. En todo caso, la compleja avidez relaciona! de Ignacio necesita de reconcilia-
ción, que consistirá, en última instancia, en la unificación de dos voluntades opuestas (Véase
[147]). Ignacio sabe que hay que estar en guardia contra el mal espíritu, cuando afirma «pro-
pio es del ángel malo, que se forma sub angelo lucis, entrar con la ánima devota y salir consi-
go...» (Ej. 332). ¡Puede haber desorden también en la aspiración a tener gustos espirituales!
Aleccionado en este punto, escribe Ignacio a Francisco de Borja, en setiembre de 1548: «No
quiero decir que solamente por la complacencia o delectación dellos los hayamos de buscar,
mas conosciendo en nosotros que sin ellos todas nuestras cogitaciones, palabras y obras van
mezcladas, frías y turbadas, para que vayan calientes, claras y justas para el mayor divino ser-
vicio; de modo que tanto deseemos los tales dones o pane dellos y gracias así espirituales,
cuanto nos puedan ayudar a mayor gloria divina» (S.I., O.C., B.A.C., p. 753).
,,6
M i é r c o l e s de Ceniza. González da Cámara anota en su Memorial que «El padre
(Ignacio) ha pocos años que, aunque estaba muy enfermo, ayunaba toda la cuaresma».
Escribía esto el 2 de marzo de 1555. Por otra parte, en su colección de Dichos y Hechos de
Ignacio, Ribadeneyra apunta que «solía decir que comúnmente, quando estaua mejor del
cuerpo, tanto mejor se hallaua de ánimo para con Dios, y negocios y todo» y que «conocido
tenía que Dios quería que tuviesse cuydado de su cueipo» y «que si no tuviesse respecto a la
edificación, que se trataría mejor del cuerpo» (Scripta I, p. 396). Es más, cuando en la cuares-
ma del año siguiente Ribadeneyra es dispensado de guardarla (¿por la edad? -tiene 18 años;
E L DIARIO ESPIRITUAL [82-84] 119

amor a Jesús y no experimentaba aquella contradicción anterior con


115
respecto a la santísima T r i n i d a d . También en la misa ha perdurado la
devoción a Ella con bastante intensidad.

[82] Misa del primer día de Cuaresma.


116
26. M i é r c o l e s , 27 de febrero.
La oración acostumbrada ha transcurrido bastante bien y normal-
mente, hasta la mitad. De entonces en adelante, ha ido aumentando la
devoción, hasta que, al final, ha sido mucha y llena de quietud y suavi-
dad espiritual, dejándome en continua devoción. Luego, mientras me
preparaba en la habitación y me encomendaba a Jesús, no para hallar
más confirmación en absoluto, sino para que delante de la santísima
Trinidad se hiciese de mí lo que fuese para su mayor servicio, etc., y
por el camino más oportuno, con tal de que yo me hallase en su gracia.
Con esto he recibido alguna luz y fuerzas.

[83] Y entrando en la capilla, puesto en oración, he sentido, o


más exactamente he visto, más allá de las fuerzas naturales, a la
santísima Trinidad y a Jesús, que me presentaba o me ponía, o que
m e era m e d i a d o r cabe la santísima Trinidad, para que aquella
117
visión intelectual se me c o m u n i c a s e . Como consecuencia de este
sentir y ver, me cubrí de lágrimas y de amor, pero relacionados con
Jesús. En cuanto a la santísima Trinidad, sentí más bien un acata-
miento lleno de respeto, más parecido a un amor reverencial que a
cualquier cosa contraria.

[84] Después me ha ocurrido lo mismo cuando he pensado en orar


al Padre, pues he sentido que Jesús hacía el mismo oficio, ya que me
parecía y sentía interiormente que Él lo hacía todo delante del Padre y
de la santísima Trinidad.

¿por enfermedad? -hizo una dura caminata de París a Roma) y pregunta a Ignacio si no va a
ser motivo de escándalo, dice que él le contestó con rostro severo: «¿Quién se ha de escanda-
lizar en esta casa, y no hacer gracias a nuestro Señor porque no tiene nezessidad de lo que
vos havéis menester? Y en otro caso semejante, el año de 1546, dixo que echaría de la
Compañía al que desto se escandalizasse» (FN III, p. 615).
7
" E s dura la redacción de este párrafo y quizá aún es más difícil su interpretación.
Empieza recurriendo a las palabras de Pablo ya citadas y comentadas más arriba, y que intro-
ducen visiones extraordinarias. Aquí, la iniciativa de la acción la tiene Jesús. Ignacio necesita
tres palabras para describirla: le «representa», o bien, le «pone con» la Trinidad, o bien, le es
«mediador». El objeto de la acción consiste en que la misma acción de Jesús delante de la
Trinidad sea sentida y vista por Ignacio. Ahora bien, al recibir tal regalo de manos de Jesús,
Ignacio le cobra un amor inmenso. En cuanto a la Trinidad, le sobrecoge, vía Jesús, una reve-
rencia y un acatamiento amorosos. Conviene resaltar que Ignacio se está convirtiendo en
sujeto pasivo de la experiencia, en un niño enseñado por la Trinidad.
120 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

[85] entrando en la misa, con muchas lágrimas, y continuándome


por toda ella mucha devoción y lágrimas, así mismo en un paso nota-
blemente vi la misma visión de la Sanctíssima Trinidad que primero,
siempre aumentándose en mí mayor amor cerca la su divina mages-
tad y algunas vezes queriéndome faltar la abla.

[86] acabada la misa, en la oración y después al fuego diversas


vezes con mucha intensa devoción, terminándose a Jesú, y no sin expe-
ciales mociones interiores a lágrimas o más adelante;

[87] y al escribir desto un tirarme el entendimiento a veer la


Sanctísima Trinidad y como viendo, aunque no distinte como antes,
tres personas; y en el tiempo de la misa, al decir de <Domine Jesu
1 1 8
Christe, Fili Dei viví, e r o , me parecía en spíritu viendo que pri-
u9
mero había visto a Jesú, como dixe , blanco, Id est, la humanidad,
y en este otro tiempo sentía en mi ánima de otro modo, es a saver, no
I2
así la humanidad sola, mas seer todo mi Dios etc. °, con una nueva
efusión de lágrimas y devoción grande, etc.

[88] de la Trinidad. 7.
27. juebes - en toda la oración sólita con mucha devoción y gra-
cia mucha asistente calorosa, lúcida y amorosa, al entrar de la capilla,
con nueva devoción, y puesto de rodillas, un descubrírseme o viendo a
Jesú al pie de la Sanctíssima Trinidad, y con esto mociones y lágri-
mas, esta visión no fué en tanto tiempo, o en tanto clara como la
n
pasada del miércoles, aunque parecía seer de la misma manera K
después en la misa, con lágrimas, con asaz devoción, y algunos senti-
mientos provechosos, y después della no sin algunas.

8
" O r a c i ó n que dice el sacerdote momentos antes de comulgar. »Señor nuestro Je-
sucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre y con la cooperación del Espíritu
Santo, has vivificado el mundo con tu muerte: líbrame por tu sacrosanto Cuerpo y por tu
Sangre de todas mis iniquidades y de todos los males: haz que me adhiera a tus mandamien-
tos y no permitas que me separe de tí, que vives y reinas con Dios Padre y con el Espíritu
Santo por los siglos de los siglos. Amén» (Del Misal Romano).
1
''¿Realmente ha dicho ya que lo había visto blanco? No. Pero sí ha hablado de la
humanidad de Jesús, con lo cual es patente lo arraigada que está en él la identificación de la
humanidad con el color blanco, tal como indicará en la Autobiografía: «Muchas veces y por
mucho tiempo, estando en oración, veía con los ojos interiores la humanidad de Cristo, y la
figura, que le parecía era como un cuerpo blanco, no muy grande ni muy pequeño, mas no
veía ninguna distinción de miembros. Esto vio en Manresa muchas veces: si dijese veinte o
cuarenta, no se atrevería a juzgar que era mentira. Otra vez lo ha visto estando en Jerusalén, y
otra vez caminando junto a Padua». También la presencia de Jesús en la Eucaristía tiene que
ver con el color blanco: «vio con los ojos interiores unos como rayos blancos que venían de
arriba...» Y todavía, en la visión de la creación: «le parecía ver una cosa blanca, de la cual
salían algunos rayos, y que de ella hacía Dios lumbre» (Autob. 29). ¡La humanidad de Jesús,
pues, como materia original, presencia en la creación y su fin! Siguiendo a Teilhard de
Chardin, hablaríamos hoy del Cristo cósmico, alfa y omega.
E L DIARIO ESPIRITUAL [85-88] 121

[85] He comenzado la misa con muchas lágrimas, y la devoción y


las lágrimas han proseguido durante toda la misa. Además en determi-
nado momento, notablemente, tuve la misma visión de la santísima
Trinidad que antes, lo que todavía aumentaba más en mí el amor a
la divina Majestad y algunas veces como si me quisiera faltar el habla.

[86] Acabada la misa, en la oración y después junto al fuego,


diversas veces he tenido una devoción muy intensa, relacionada con
Jesús, y no han faltado especiales e internas mociones a derramar
lágrimas o incluso más que lágrimas:

[87] Y al escribir esto se eleva mi entendimiento hasta ver a la


santísima Trinidad, como si viese, aunque no distintamente como
antes, las tres Personas. Durante la misa, al decir " D o m i n e Iesu
Christe, filii Dei vivi, e t c . " (Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo,
1 1 8
e t c . ) , m e parecía que veía en espíritu a Jesús, no c o m o le vi
1 1 9
antes, como d i j e , blanco, es decir, en su humanidad, sino que
entonces lo sentía en mi alma de otro modo, es decir, que veía, no
1 2 0
su humanidad sola, sino que era todo mi Dios, e t c . Nueva efu-
sión de lágrimas y devoción grande, etc.

[88] Séptima misa de la Trinidad. 27. Jueves, 28 de febrero.


Durante toda la oración acostumbrada he tenido mucha devoción
y he contado con la asistencia de mucha gracia cálida, lúcida y amoro-
sa. He entrado en la capilla con nueva devoción y, estando arrodillado,
se me descubre Jesús, o le veo, al pie de la santísima Trinidad, con
lo cual he sentido mociones y lágrimas. Esta visión no ha durado
tanto ni ha sido tan clara como la de ayer, miércoles, aunque se le
121
p a r e c í a . Después, en la misa, he tenido lágrimas, bastante devo-
ción, y algunos sentimientos provechosos. Después de la misa no han
faltado algunas lágrimas.

'20La Autobiografía, habla de la visión «dorada» de Jesús, referida a su divinidad,


como contrapunto a la visión «blanca»: «En todo este tiempo le aparescía muchas veces
nuestro Señor, el cual le daba mucha consolación y esfuerzo; mas parescíale que vía una cosa
redonda y grande, como si fuere de oro...» ([44]); «y que aún ahora (cuando dicta a Cámara
su Autobiografía) tenía muchas veces visiones, máxime aquellas, de las que arriba se dijo, de
ver a Cristo como sol, etc.» ([99]). Es decir, Ignacio capta la gloria del Verbo, en el centro de
la Trinidad, quizá al estilo de San Esteban, cuando iba a ser lapidado. Santa Teresa describió
así una visión parecida: «No es resplandor que deslumbre, sino una blancura suave, y el res-
plandor infuso... Es una luz tan diferente de la de acá, que parece una cosa tan deslustrada la
claridad del sol que vemos en comparación de aquella claridad y luz que se representa a la
vista, que no se queman abrir los ojos después» (Vida c. 28 n. 5).
121 Frecuentemente, en la vida espiritual las experiencias de Dios dejan una impronta
duradera. Este recuerdo mantiene vivo el amor y la presencia, y su eco permite identificar las
nuevas iniciativas de Dios.
Capítulo 6
LA DEVOCIÓN

«Quanto a las partes que en el Prepósito General se deben


desear, la primera es que sea muy unido con Dios nuestro
Señor y familiar en la oración y todas sus operaciones...»
(Const. 723).
«Muy especialmente ayudará hacer con toda devoción
posible los officios, donde se exercita más la humildad y
caridad. Y generalmente quanto más uno se ligare con Dios
nuestro Señor, y más liberal se mostrare con la su divina
Majestad, tanto le hallará más liberal consigo, y él será más
dispuesto para rescibir in dies mayores gracias y dones espi-
rituales» (Const. 282).

La devoción es la realidad orante más examinada por Ignacio, si se


exceptúan las lágrimas que provienen de ella y la misa que es el centro de
su espiritualidad. Durante los primeros cuarenta días, sólo en dos, no men-
ciona la devoción, y los días 11 y 17 de febrero y el 3 de marzo habla de
ella más de 8 veces. Convendría saber, por lo tanto, el contenido espiritual
que encierra esta palabra.
Ribadeneyra empieza el retrato espiritual del santo tratando de esta
virtud, porque «el propio Ignacio atribuye a la devoción el primer lugar», y
da la siguiente definición: «es la (virtud) que junta al hombre con Dios y la
que, de aquella fuente caudalosa de la divinidad, saca el agua viva para
derramarla sobre las almas de sus próximos» (Lib. V, c. 1, p. 737).
Según confesión del mismo Ignacio, cuenta también Ribadeneyra, «...el
Señor... le avía comunicado la gracia de la devoción, porque siendo ya viejo,
enfermo y cansado, no estava para ninguna cosa, sino para entregarse del
todo a Dios y darse al espíritu de la devoción» (Lib. V, c. 1, p. 749).
Para santo Tomás, la devoción es el acto de la voluntad que se entrega
con fervor al servicio divino. Esta definición se adapta perfectamente al
concepto ignaciano, y los Ejercicios son un camino pedagógico para su
adquisición y desarrollo [199, 252, 322]. En efecto, la cuarta adición de la
oración propone que «en el punto en el qual hallare lo que quiero, ahí me
reposaré sin tener ansia de pasar adelante hasta que me satisfaga», que en
124 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

la versión latina se concreta diciendo que lo que quiero es la devoción (Ej.


76 y MI, Exercitia, p. 208-209).
Afortunadamente, Ignacio dictó a Cámara una definición que encaja
exactamente con el concepto que se desprende de las páginas de su Diario:

«...siempre creciendo en devoción, esto es, en facilidad de


encontrar a Dios...» (Autob. 99).

Las Constituciones de la Compañía recomiendan reiteradamente la


búsqueda de la devoción. Se indica ya a los novicios que se ejerciten,
«dando todos a las cosas espirituales su debido tiempo, y procurando
devoción quanta la divina gracia les comunicare» (Const. 277) y se ofrece
a todos los compañeros como uno de los medios principales que unen el
instrumento con Dios «para que se rija bien de su divina mano... como son
los medios de bondad y virtud, y especialmente la caridad y pura intención
del divino servicio y familiaridad con Dios nuestro Señor en exercicios
espirituales de devoción y el celo sincero de las ánimas...» (Const 813).
Sin embargo, avisa que «... no es de nosotros traer o tener devoción cresci-
da, amor intenso, lágrimas ni otra alguna consolación espiritual» (Ej. 322).
Por lo tanto, para Ignacio, la devoción es un don, una virtud, que tiene su
origen y su término en Dios.
Alfonso de la Mora, en su tesis doctoral de 1957 (véase la bibliogra-
fía) sobre la Devoción en el espíritu de san Ignacio, analiza su concepto,
sus causas, sus efectos y su lugar en la vida del santo. Naturalmente echa
mano de las notas del Diario. Confiesa el autor que «la devoción apareció
pronto ante mis ojos como el centro de la vida espiritual de San Ignacio, al
cual en alguna forma todo lo demás convergía...» (p.l 1-12). Partiendo de
la definición de la Autobiografía, descubre que, en la mentalidad ignacia-
na, la devoción tiene como tres grados: el primero consiste en querer hallar
a Dios; el segundo, en querer hallarle con grande ánimo y liberalidad; el
tercero, en un querer lleno de gozo y de suavidad (p. 153).
En el Diario se deja constancia, cada día y meticulosamente, del
momento, de la intensidad, de la variación y de la duración de la devoción
habida. Su escala de registros abarca desde un sentirse «no sin devoción»
hasta con una «muy mucha devoción intensa», pasando por «moción a
devoción». Mide Ignacio su cantidad: «asaz», «mucha», «abundante»,
«crecida», «muchísima», «continua», «intensa» e «intensísima». También
matiza su cualidad (?): «clara», «lúcida» (5 veces), «calorosa» (8 veces),
«espesa», «suave», «tranquila», «dulce», «como rúbea», «nueva» (11
veces) y «especial».
Suele especificar también otros fenómenos espirituales que la acompa-
ñan, como son: lágrimas, sollozos, pérdida del habla, mociones, inteligen-
cias, visiones, fuerzas, confianza, confirmación, amor, regalos, reverencia,
humildad y acatamiento.
Como persona experimentada en la realización de la promesa evangé-
lica de que «quien busca, halla», Ignacio montó su vida en torno a la bús-
queda de Dios. Ascética y mística, búsqueda y encuentro, se dan la mano.
E L DIARIO ESPIRITUAL 125

El Diario lo refleja magistralmente y es un testimonio tan vivido que atrae


y estimula a lanzarse a la aventura orante. (Nótese que el deseo de buscar
implica ya un encuentro previo).
La sed de encuentro con Dios no se reduce a los momentos de oración
formal, sino que abarca, evidentemente, todos los instantes de la vida.
«Cuando Ignacio lograba liberar sus facultades de los impedimentos de
otras actividades, dice De la Mora, éstas se volvían a Dios 'per modum
memoriae', con tal ímpetu y fuerza que su cuerpo y su salud sufrían osten-
siblemente. En esto nos parece que está el secreto de Ignacio, que decía
'que siempre y a cualquier hora que quería encontrar a Dios lo encontra-
ba' (Autob. 99)» (p. 16). Que Ignacio no ciñe la devoción exclusivamente
al ámbito de la oración lo atestigua Ribadeneyra: «Quanto a la oración y
meditación... tenía por más acertado que el hombre en todas las cosas que
haze procure hallar a Dios, que dar mucho tiempo junto a ella; y este espí-
ritu desseava en los de la Compañía, y que no hallen (si es posible) menos
devoción en qualquier obra de caridad y obediencia, que en la oración y
meditación; pues siendo las obras tales, no puede dudar el que las haze,
que, en hazerlas, se conforma con la voluntad de Dios» (FN III, p. 614).
J. Rambla resume lúcidamente este punto: «En la Autobiografía el
'hallar a Dios' se manifiesta de dos maneras: por una parte, en el gozo de
la consolación y de las ilustraciones interiores; por otra, en el cumplimien-
to de la voluntad divina. Ahora bien, si unimos al final del relato estas dos
maneras de 'hallar a Dios' aparece una palabra clave: la devoción»
(p.105, n. 3).

- prosiguen los grandes temas de la Trinidad y de Jesús


- conviene fijarse en los compases finales de la reconciliación
- y en los primeros del drama de cuándo debe acabar
- continúa el tema del acatamiento y de la reverencia.
DIARIO ESPIRITUAL
29 de Febrero
a 3 de Marzo
128 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

[89] de las plagas.


28. viernes - en la oracción sólita, del principio asta la fin inclu-
sive, muy grande devoción y mucho lúcida cubriendo y no dexando
22
pensar los peccados^ . fuera de casa, en la yglesia, antes de la misa,
un veer la patria celeste o el Señor della, in modo de intelligencia de
tres personas, y en el Padre la secunda y la tercera. En la misa a
tiempos con asaz devoción <acabad> sin algunas intelligencias ni
mociones algunas a lágrimas.

[90] después de acabada, un veer asimismo la patria o el Señor


della in modo indistincto, mas claramente, según que otras muchas
vezes suele, cuándo más, cuándo menos, y todo el día con especial
devoción.

[91] de la feria.
29. sábado - en la oración sólita, con mucha asistencia de gracia
y devoción en ella y deziendo misa fuera con asaz quietud y devoción
en ella, y con algunas mociones a lagrimar asta mediodía con mucha
123
satis]ación de ánima, de ay adelante, ad utramque partem .

i24
[92] del día .
30. domingo - en la oración sólita con mucha asistencia de gra-
cia, y con mucha devoción, con cierta claridad y calor mezclada.

[93] después, por rumor, yendo fuera y a la tornada asimismo con


alguna ocasión me hallava desbaratado, o combatiendo con los pensa-
mientos cerca el rumor o estorvarme, a tanto que, después de vestido,
25
me venía pensamiento de no dezir misa^ . también éste seyendo ven-

l 2 2
S e adivina la intención de Ignacio de retomar su ritmo penitencial de los viernes. En
efecto, es penitencial la misa de las llagas, actualmente desaparecida, y parece que desea
hacer la meditación de los pecados de Primera Semana, en la que dice: "ponderar los peca-
dos, mirando la fealdad y malicia que cada pecado mortal cometido tiene en sí, dado que no
fuese vedado" (Ej. 57). Pensamiento que completa diciendo "ningún pecado se puede decir
pequeño, ya que en cuanto al objeto (de la ofensa) es infinito y, más aún, el máximo Bien"
(Manresa 1935, 317-326). La oración "Alma de Cristo" expresa el deseo de ser escondido en
la llaga del costado de Cristo. La palabra tachada y corregida en el texto precisa que no sólo
se le ocultan los pecados, sino que ni siquiera puede pensar en ellos. La visión de la patria
celestial se lo impide. Se ha entablado una delicada pugna amorosa. Si sorprende a alguien la
insistencia penitencial de una persona avanzada en la vida espiritual, lea a Sta. Teresa: "Os
parecerá, hermanas, que a estas almas que el Señor se comunica tan particularmente... que
estarán ya tan seguras de que han de gozarle para siempre, que no tendrán que temer ni que
llorar sus pecados; y será muy gran engaño, porque el dolor de los pecados crece mientras
más se recibe de Dios nuestro Dios" (Moradas Sextas, c.7, n. 1).
I23AJ
parecer, algunas tareas apostólicas cuaresmales recortan el tiempo o la dedicación
de Ignacio. Se le ve salir a decir misa fuera de casa dos días, quizá en la misma capilla de la
Strada o bien en el Palacio ducal de Madama Margarita de Parma. ¿Debía, además, quedarse
a oír confesiones?
E L DIARIO ESPIRITUAL [89-93] 129

[89] Misa de las llagas. 28. Viernes, 29 de febrero.


En la oración acostumbrada, del principio al fin, he tenido una
devoción muy grande y muy lúcida, que ocultaba mis pecados y no me
122
dejaba pensar en e l l o s . Fuera de casa, ya en la iglesia y antes de la
misa, veía la patria celestial o a su Señor, recibiendo una especie de
inteligencia de las tres Personas divinas, y de cómo estaban en el
Padre la segunda y la tercera Persona. En la misa a ratos con bas-
tante devoción, pero <acabad> sin ningunas inteligencias, ni ningunas
mociones a lágrimas.

[90] Una vez acabada la misa, he visto igualmente la patria


celestial o a su Señor de manera indistinta, pero claramente, tal
como suele ocurrirme otras muchas veces, unas más y otras menos,
y todo el día he tenido una devoción especial.

[91] Misa de feria. 29. Sábado, 1 de marzo.


En la oración acostumbrada, me han asistido mucho la gracia y la
devoción. He dicho misa fuera con bastante quietud y devoción y con
algunas ganas de llorar. Hasta el mediodía mi alma se ha sentido muy
satisfecha, pero de ahí en adelante, se ha visto agitada ad utramque par-
123
tem (hacia uno y otro l a d o ) .
124
[92] Misa del d í a . 30. Domingo, 2 de marzo.
En la oración acostumbrada me ha asistido mucho la gracia con
mucha devoción, mezclada con cierta claridad y calor.

[93] Después, he salido de la habitación a causa del rumor de


voces que oía y, persistiendo éste también a la vuelta, me he descom-
puesto, luchando con el pensamiento de cuánto me estorbaba dicho
rumor, hasta el punto que, después de revestirme, me venía la idea de
125
no decir m i s a . La he vencido, porque no he querido dar pie a las ha-

,24
D o m i n i c a primera de cuaresma. La primera lectura, de San Pablo (2 Cor 6,1-10),
exhorta a la paciencia en las tribulaciones. El evangelio (Mt 4, 1-11) narra las tentaciones de
Jesús en el desierto.
1 2 5
"Ignacio cuidaba tanto la guarda del silencio, que no sufría que se tuviesen conversa-
ciones fuera del tiempo de descanso o de la recreación de después de las comidas. Si oía ruido o
hablar con voz alta, o un ruido más fuerte de lo necesario al andar por la casa o al bajar las esca-
leras, inmediatamente abría la puerta, llamaba al infractor y le avisaba" (Respuesta del P.
Manareo a las preguntas del P. Lancicio, FN III, p. 432-433). Posiblemente no sabía, el P.
Manareo la tensión interior que lo dicho causaba en San Ignacio, tensión contradictoria causada
por una triple consideración: primero, que el ruido le estorbaba personalmente durante su ora-
ción casi continua; segundo, que no podía concebir una vida religiosa comunitaria que no par-
tiese habitualmente del silencio; y tercero, que si hacía cumplir la norma él mismo, todo eran
habladurías. En las Constituciones recomendará "mantenerse en la paz y verdadera humildad de
su ánima, y dar de ella muestra cuando se ha de hablar, en la consideración y edificación de sus
palabras, y en la modestia del rostro, y madurez en el andar, y todos sus movimientos sin alguna
señal de impaciencia o soberbia..." (Const. [250]).
130 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

cido, y a los otros no queriendo dar lugar para hablar a ninguno™,


con algunos sentimientos de Christo tentado, seyendo animado, entré
en la misa con asaz devoción.
[94] y esta tirando adelante, con cierta y mucha asistencia de
gracia que en mí sentía, y diversas vezes y con casi continuas lágri-
mas que de la meytad de la misa en adelante en mí sentía, acabé sin
intelligencias algunas, sino al fin de la oración de la Sanctíssima
21
Trinidad^ con una cierta moción, devoción y lágrimas, un sentir
2
cierto amor, que me tirava a ella, no quedando amaritud^ * alguna de
las pasadas, mas mucha quietud y reposo.

[95] después, a la oración, acabada la misa, unas nuevas mocio-


nes interiores, sollozos y lágrimas, todo en amor de Jesú, hablando y
deseando más morir con él que vivir con otro, no sentiendo temores, y
tomando cierta confianza y amor en la Sanctíssima Trinidad; y que-
riéndome encomendar a ella como a personas distintas, no hallando,
129
sentía alguna cosa en el Padre como seyendo las otras en ¿/ .

[96] en este tiempo, acabada la misa, me parecía, acabadas las


misas de la Sanctíssima Trinidad, inmediate o la primera vez que alia-
se alguna visitación divina, dar fin a esta parte, pareciéndome que yo
no devía difinir el tiempo para acabar, hallando la visitación en el
cabo, mas entonces o quando a la su divina magestad le pareciese
0
seer mejor, comunicándome la tal visitación^ .

12
^E1 P. Larrañaga comenta que "en su vencimiento para no hablar a ninguno en esas
horas dedicadas a sus ejercicios espirituales, a pesar de la molestia y desbarato causado por el
rumor, se consuela y conforta con el pensamiento de Cristo tentado..." (S.I., O.C., p. 721) No
parece que el texto tenga este sentido. Que Ignacio deje de decir la misa, una vez revestido,
por la molestia del ruido, podía provocar realmente que los demás ¡murmurasen! y, pienso,
en el buen sentido, es decir, o bien culpabilizados por la falta denunciada o bien sorprendidos
santamente de la enorme sensibilidad de Ignacio en su preparación para decir la misa. Si es
válida la interpretación, se comprenderá mejor el hecho de que Ignacio dejase de confesarse
con el buenazo de Diego de Eguía porque "con sus hervores, decía del Padre cosas extraordi-
narias en alabarlo..." (Memorial, día 6 de marzo de 1555). Renunciando, pues, a dar ocasión
de murmuraciones sobre su delicadeza espiritual, decide empezar la misa con el estorbo de
los pensamientos, igual como Cristo soportó las tentaciones en el desierto.
l 2 7
O r a c i ó n que el sacerdote decía inmediatamente antes de la bendición final:
"Complázcate, Trinidad santa, este obsequio de tu siervo: y haz que el sacrificio que indigno
he ofrecido ante los ojos de tu majestad, te sea acepto y que, por tu misericordia, me llene de
bendiciones a mí y a todos aquellos por los que lo he ofrecido. Por Cristo nuestro Señor."
(Del misal romano).
l 2 8
L a "indignación", la "tentación", la "falta", la "contradicción" se convierte en "amar-
gura". Obsérvese la dificultad de formulación de los complejos actos del mundo interior.
E L DIARIO ESPIRITUAL[94-96] 131

126
b l a d u r í a s de los demás. Me he animado con el recuerdo de algunos
sentimientos de Cristo tentado y he entrado en la misa con bastante
devoción.

[94] Esta devoción ha continuado y varias veces he sentido mu-


cha asistencia de gracia y, a partir de la mitad de la misa, he tenido
lágrimas casi continuamente. He acabado sin inteligencias especiales,
127
salvo al final, en la oración de la santísima T r i n i d a d , en la que he
tenido cierta moción a devoción y a lágrimas, por sentir un amor, que
128
me atraía hacia Ella, no quedando ninguna a m a r g u r a de las cosas
pasadas, sino mucha quietud y reposo.

[95] Una vez acabada la misa, en la oración, he tenido unas nue-


vas mociones interiores, sollozos y lágrimas, todo en relación con el
amor de Jesús. Le he dicho que deseaba más morir con El que vivir
con otro. No he sentido ningún temor y he cogido cierta confianza y
amor a la santísima Trinidad. Cuando he querido encomendarme a
Ella como a Personas distintas, no he hallado devoción; en cambio he
sentido alguna cosa al encomendarme al Padre, como si las demás
1 2 9
Personas estuviesen en E l .

[96] En este rato de después de la misa, me parecía que, una vez


acabadas las misas de la santísima Trinidad, debía poner punto final a
esta parte de las Constituciones inmediatamente, o bien, la primera vez
que tuviese alguna visitación divina; aunque me parecía que no debía
señalar yo el momento de acabar, es decir, hallando visitación al final,
sino que debía acabar cuando se diese la visitación o cuando a la divi-
na Majestad le p a r e c i e s e mejor, c o m u n i c á n d o m e l o la m i s m a vi-
130
sitación .

,29
A n a l i z a siempre Ignacio si la relación es temerosa o amorosa. Para él el temor es un
don del Espíritu Santo que no está lejos del amor. Precisamente cierra el libro de los
Ejercicios con esta regla magistral: "Dado que sobre todo se ha de estimar el mucho servir a
Dios nuestro Señor por puro amor, debemos mucho alabar el temor de la su divina majestad.
Porque no solamente el temor filial es cosa pía y sanctísima; mas aun el temor servil, donde
otra cosa mejor o más útil el hombre no alcance, ayuda mucho para salir del pecado mortal;
y, salido, fácilmente viene al temor filial, que es todo acepto y grato a Dios nuestro Señor,
por estar en uno con el amor divino" (Ej. 370). De hecho, este es el movimiento espiritual
que propone la parábola del Hijo Pródigo (Le 15, 11-32).
'^UEste doble dilema determinará su búsqueda hasta el 12 de marzo, último día de la
elección. En el supuesto de que complete las misas de la Trinidad, ¿cuándo debe acabar?
¿Entonces o en la primera visitación extraordinaria que tenga? ¿Lo ha de decidir él o ha de
cumplir lo que se le comunique en dicha visitación? Esta argumentación adolece de un defec-
to capital: si es Dios quien debe tomar la iniciativa, se le exige que lo haga mediante una visi-
tación (!). Esta falacia, apoyada inconscientemente en la expectativa desordenada de consola-
ción, traerá muchos problemas a Ignacio.
132 LA I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

[97] de la Trinidad. 8.
31. lunes - en la oración sólita, a las X horas, asaz con devoción,
sin algunas mociones ni turbaciones, y con alguna pesadumbre de
cabeza; a tanto que, no osando levantarme para dezir misa sin tornar
13
a dormir K

[98] después levantado a catorce horas, hallándome todo obtuso,


ni sentir malo ni bueno, ni a quien me encomendaría; a la postre,
moviéndome, más a Jesú, a la oración preparatoria en cámara, y sen-
tiendo en ella algunas pequeñas mociones a devoción y a querer lacri-
mar con sat'vsfación de ánima y con asaz confianza en Jesú, tirándome
a esperar en la Sanctíssima Trinidad.

[99] y así entrando en capilla, y cubriéndome una grande devo-


ción en la Sanctíssima Trinidad, con un amor mucho crecido y lágri-
mas intensas, no viendo así como los días pasados las personas distin-
tas, mas sentiendo como en una claridad lúcida una essencia, me atra-
132
ya todo a su amor ;

[100] y <así> después, en preparar el altar y revestirme, durando


asaz devoción y lágrimas, <cuando aflojando, cuando creciendo ta-
men> siempre asistente la gracia con mucha satisfación de ánima.

[101] a la entrada de la misa, de tanta devoción, a no poder


comenzar, o hallando tanto impidimento para dezir: "In nomine Pa-
tris, etc." en toda la misa con mucho amor y <mucha> devoción y con
mucha abundancia de lágrimas, y la tal devoción y amor todo se ter-
minava en la Sanctíssima Trinidad, no teniendo noticias o visiones dis-
tintas de las tres personas, mas simple advertencia o representación de
la Sanctíssima Trinidad, así mismo algunos ratos sentía lo mismo, ter-
minando a Jesu, como hallándome a su sonbra, como seyendo guía,
mas no disminuyéndome la gracia de la Sanctíssima Trinidad, antes
i33
pareciendo juntarme más con la su divina magestad .

1 3 1
S ó l o cuatro veces en el Diario se anotan las horas de reloj: dos veces este día (las 10
y las 14), una vez el día 4 de marzo (las 21) y otra el 12 de marzo (las 19). Hay que tener en
cuenta que las horas se contaban a partir de la puesta del sol, que, a principios de marzo y
antes de la reforma gregoriana del calendario, se producía poco antes de las seis de la tarde,
hora solar. (La primavera empezaba el 11 de marzo). Es más frecuente en el Diario la refe-
rencia al horario solar: antes del alba, al alba, por la mañana, a mediodía, por la tarde, al atar-
decer, por la noche. Pero el verdadero reloj ignaciano son sus ratos de oración, meticulosa-
mente determinados y divididos, y las diferentes partes de la liturgia de la misa. Es minucioso
hasta la saciedad en anotar el momento exacto de sus mociones.
132
S a n t a Teresa describe una experiencia bastante similar: "se le muestra la Santísima
Trinidad, todas tres Personas, con una inflamación, que primero viene a su espíritu, a manera
de una nube de grandísima claridad, y estas Personas distintas, y por una noticia admirable
E L DIARIO ESPIRITUAL [97-1011 133

[97] Octava misa de la Trinidad. 31. Lunes, 3 de marzo.


En la oración acostumbrada, a las diez horas, he tenido bastante
devoción, sin mociones ni turbaciones y con alguna pesadez de cabeza;
de modo que no he osado levantarme para decir la misa, sin dormir
1 3 1
antes un poco m á s .
[98] M e he levantado a las catorce horas y estaba totalmente obtu-
so, sin sentir nada, ni malo ni bueno, ni saber a quién encomendarme.
A la postre, me he sentido más inclinado a encomendarme a Jesús. En
la oración preparatoria, aún en mi habitación, he sentido algunas
pequeñas mociones a devoción y a querer llorar, con el ánimo satisfe-
cho y con bastante confianza en Jesús, que me invitaba a esperar en la
santísima Trinidad.
[99] Entrando así en la capilla, me ha invadido una gran devoción
a la santísima Trinidad, con un amor muy subido y lágrimas intensas.
No veía como los días pasados las Personas distintas, sino que sentía la
unidad de esencia en una claridad lúcida, que me atraía totalmente a su
132
amor .
[100] Y <así> después, al preparar el altar y al revestirme, me
duraban esa fuerte devoción y las lágrimas, <a veces aflojando, a veces
creciendo sin e m b a r g o , asistido siempre por la gracia, con mucha
satisfacción del alma.
[101] Al iniciar la misa, no podía empezarla de tanta devoción que
tenía, y encontraba una dificultad enorme para decir: "In n o m i n e
Patris, etc" (En el nombre del Padre, etc.). En toda la misa tuve mucho
amor y <mucha> devoción, con mucha abundancia de lágrimas, y todo
el amor y la devoción dicha se relacionaban con la santísima Trinidad;
no tenía noticia o visión particular de cada una de las tres Personas,
sino una simple advertencia de la presencia o representación de la san-
tísima Trinidad. Así mismo en algunos momentos sentía lo mismo con
relación a Jesús, como si estuviese a su sombra, como si fuera mi guía;
pero esto no me disminuía la gracia de la santísima Trinidad, antes bien
133
parecía que me unía más a su divina M a j e s t a d .

que se da al alma, entiende con grandísima verdad ser todas tres Personas una sustancia y un
poder y un saber y un solo Dios... Aquí se le comunican todas tres Personas, y la hablan, y la
dan a entender aquellas palabras que dice el Evangelio que dijo el Señor: que vendría Él y el
Padre y el Espíritu Santo a morar con el alma que le ama y guarda sus mandamientos (Jn
14,23)" (Moradas Séptimas, c. 1, n. 6).
'«Parece que se está refiriendo a la humanidad de Jesús, como su guía y refugio. Van
cayendo así una a una sus diferentes apreciaciones sobre la confirmación. Se le ha visto dis-
tinguir entre la confirmación de una Persona o la de la Trinidad, hasta que ha visto que la
obra de una de las Personas es esencialmente de las Tres. También ha experimentado con
perplejidad que la Trinidad le confirmaba a través de Jesús y no a la manera que él quería.
Pues bien, ahora se da solución a su último conflicto: siente que la humanidad de Jesús, lejos
de obstaculizar la relación con la Trinidad, le une más a ella.
134 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

[102] y en las oraciones del Padre no podía <adaptarme> ni


sentía querer aliar devoción, si no fuese algunas pocas vezes en quan­
to se me representavan las otras personas en El, de modo que medíate
vel inmediate todo se convertía en la Sanctíssima Trinidad.

[103] acabada la misa, <delante del altar en la oración> y des­


nudo, en la oración del altar con tanto intenso amor, sollozos y lágri­
mas, terminándose a Jesú y consequenter parando en la Sanctíssima
Trinidad, con un cierto acatamiento reverencial, me parecía que si no
fuese por la devoción de las misas por dezir, que me hallava <asaz>
satisfecho, y con esto con entera confianza de hallar en aumento gra­
134
cia, amor y mayor saciamiento en la su divina magestad .

3,
'- *En el comentario de este punto el P. Iparraguirre considera que no se ha producido la
visitación plenamente satisfactoria que reclamaba Ignacio en el dilema formulado en el
número [96] y que, por lo tanto, Ignacio espera mayor visitación (S.I., O.C., B.A.C. nota 185,
p. 370). No es exactamente lo que dice Ignacio, porque la hipótesis previa es que él acabará
las misas prometidas. Afirma más bien que la visitación es realmente extraordinaria y como
para acabar enseguida, pero que, como aún quedan unas misas, confía llegar a un amor más
subido y saciarse más de lo divino.
E L DIARIO ESPIRITUAL [102-103] 135

[102] Y en las oraciones dirigidas al Padre no podía <adaptarme>


ni sentía querer hallar devoción en Él, salvo pocas veces y en la medi­
da en que se me manifestaban en Él las otras Personas. De modo que
mediata o inmediatamente todo convergía en la santísima Trinidad.

[103] Acabada la misa, <delante del altar en la oración> y sin


ornamentos, en la oración delante del altar, he sentido un amor tan
intenso, con sollozos y lágrimas -relacionadas con Jesús y seguida­
mente remitidas a la santísima Trinidad- con un cierto acatamiento
reverencial, que me parecía que, si no fuese por la devoción de las
misas que faltaban por decir, yo ya me encontraba <asaz> satisfecho.
Y con esto he sentido una entera confianza de alcanzar aumento de
134
gracia y de amor y una mayor saciedad en la divina M a j e s t a d .
Capítulo 7
LA EUCARISTÍA

«El amor consiste en comunicación de las dos partes, es a


saber, en dar y comunicar el amante al amado lo que tiene o
de lo que tiene o puede, y así, por el contrario, el amado al
amante; de manera que si el uno tiene sciencia, dar al que no
la tiene, si honores, si riquezas, y así el otro al otro» (Ej. 231).

Esta introducción al modo de vivir la Eucaristía de Ignacio se podría


haber situado en cualquier punto del Diario, porque el lector se habrá dado
cuenta seguramente del valor central de la misa en la vida cotidiana del
santo. De todas maneras, las largas anotaciones del 4 al 7 de marzo apor-
tan una serie de datos sobre las dimensiones ascética y mística de la misa
ignaciana. Su confidente González da Cámara resume así el recuerdo de la
época del Diario que le transmitió Ignacio: «En particular me habló de las
determinaciones (de la pobreza), en las cuales estuvo cuarenta días dicien-
do misa cada día, y cada día con muchas lágrimas, y lo que se trataba era
si la iglesia tendría alguna renta, y si la Compañía se podría ayudar de ella.
El modo que el Padre guardaba cuando hacía las Constituciones era decir
misa cada día y representar el punto que trataba a Dios nuestro Señor y
hacer oración sobre aquello; y siempre hacía la oración y decía la misa con
lágrimas» (Autob. 100,101).
Sus compañeros han dejado muchos testimonios de la singularidad de
estas misas, pero nunca hubiéramos adivinado la profundidad de su viven-
cia si no se hubieran conservado estas páginas íntimas. Les constaba cuán-
to valoraba Ignacio la misa, cierto, porque en las decisiones importantes
les rogaba que encomendasen el asunto a Dios, ofreciendo misas para
obtener luz y confirmación. La ocasión más sonada fue el compromiso de
los primeros compañeros de celebrar tres mil misas para alcanzar de Dios
la aprobación de la Compañía, entorpecida por algunos cardenales y por el
doctor en cánones que debía preparar la Bula papal. Como muy poco des-
pués fueron esparcidos por el mundo, ¡cuántos correos cargados de misas
atravesaron Europa, para poder llevar la cuenta de lo prometido! Esto
sucedía los años 1539-1540.
Ignacio retrasó año y medio la celebración de su primera misa, una vez
ordenado sacerdote en Venecia. ¡Tan grande era su respeto al santo sacrifi-
138 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

ció! ¿Esperaba quizá celebrarla en Belén o en Nazaret, si fuese permitido


peregrinar a los Santos Lugares? En todo caso, entonces veía la Eucaristía
como una nueva Encarnación simbólica o un nuevo Nacimiento de Cristo,
en manos del sacerdote. En efecto, el misacantano escogió la noche de
Navidad y el altar de la basílica de Santa María la Maggiore, en el que se
veneraban las reliquias del pesebre, para su misa nueva (año 1538). Pocos
años antes celebró por primera vez allí mismo San Cayetano de Tienne, fun-
dador de los Teatinos. Tuvimos ocasión de percibir algún eco de su vivencia
el 13 de febrero, cuando, buscando a María, sintió que Ella le decía que su
carne estaba en la de su Hijo, en el momento de la consagración.
A Ignacio le aturdía la humildad y la pobreza de Jesús en el sacramen-
to, porque se rebajaba aún más que en la cueva de Belén, amorosamente
protegido por María y José. No le valían la magnificencia de los templos y
de las custodias, ya que el Señor quedaba en manos de ministros pecadores
y groseros, tal como se tenía él mismo. Se debería ser como un ángel, en el
ministerio del altar. (No conviene olvidar que «La imitación de Cristo», de
Tomás de Kempis, fue su libro de cabecera durante años. Véase en parti-
cular el capítulo V del libro IV, sobre la dignidad del Sacramento y del
estado sacerdotal).
Parece, además, que las palabras de la consagración le inspiraron la
manera peculiar de corresponder al amor de Dios que recomienda en la
última contemplación de los Ejercicios: como «el amor consiste en comu-
nicación de las dos partes...» [231], remeda Ignacio la entrega eucarística
de Jesús, -«Tomad y comed...», «tomad y bebed...»-, con su «Tomad,
Señor, y recibid» [234]. Ignacio quiso ser alimento de Cristo. Desde los
primeros votos de Montmartre, los votos en la Compañía se pronuncian en
el instante inmediatamente anterior a la comunión, no en el Ofertorio
(Const. [525,530]).
A medida que avanza el Diario se capta más claramente la experiencia
ignaciana de la misa como realización simbólica del banquete celestial (el
Iuge Convivium, de Juan de la Cruz) de las Personas divinas, una especie
de misa sobre el mundo, al estilo del icono de la Trinidad de A. Rublev.
Ignacio está en medio, entre dos planos: tiene delante la letra de la liturgia
eclesial que le invita al diálogo trinitario y, arriba, la esfera de las Personas
divinas, codiciada con ansia. (Véase el 7 de marzo). El está en medio, si
confía en su guía, Jesús. Incluso cuando no le es concedido mirar arriba,
«de reojo» percibe realidades divinas que, ni otras veces con permiso,
alcanza a ver. La misa de Ignacio es, pues, anticipación del banquete en la
cima del Monte Carmelo, o un convertirse en espectador «espectado» del
icono de Rublev. ¿No consistirá el punto medio entre la letra y el trono de
la Trinidad la mediación universal de Jesús, ya visto en su humanidad
-blanco para Ignacio-, ya en su divinidad -dorado-? (Véase la formula-
ción de Ignacio del 27 de febrero). En el peregrino no se da el conflicto
entre horizontalidad, el quehacer mundano, y la verticalidad, la unión con
Dios, porque toda la realidad se unifica, de Jesús hacia abajo o de Jesús
hacia arriba, como en la única escala de Jacob.
La ascesis preparatoria de tan profundas experiencias eucarísticas se
apoya en una vigilancia extrema sobre dos puntos repetidamente matiza-
E L DIARIO ESPIRITUAL 139

dos en el Diario. Primero, conviene evitar cualquier falta durante el día.


Segundo, se debe tener una actitud muy reverente y amorosa delante del
Sacrificio de Cristo, único y definitivo, reconciliación con el Padre y con
los hermanos. Recuérdese la anotación tercera, según la cual hay que
advertir «que en los actos de voluntad, quando hablamos vocalmente o
mentalmente con Dios nuestro Señor o con sus santos, se requiere de nues-
tra parte mayor reverencia que quando usamos del entendimiento enten-
diendo» [3]. Por la reverencia podemos deducir el grado de afección que
Ignacio ponía en la Eucaristía, que, por cierto, celebraba en voz alta, more
romano, aunque la dijese solo.
Si se detallan los aspectos particulares de la ascesis eucarística, se
podría trazar el siguiente ritmo en torno a su misa: la víspera decide la
misa que dirá y la prepara con el misal. Por la mañana, de las tres oracio-
nes (¿de una hora? Eso parece.) anteriores a la celebración, dedica dos a
prepararla, una en la habitación y otra en la capilla. Examina si tiene el
ánimo recogido y devoto; si no, vuelve a la oración. Mientras prepara el
altar y se reviste, continúa en presencia, conforme a la segunda adición
(«quando me despertare, no dando lugar a unos pensamientos ni a otros,
advertir luego a lo que voy a contemplar... y con estos pensamientos ves-
tirme, o con otros, según subiecta materia» [74]). Una vez acabada la misa
sigue en la capilla un buen rato (a veces dos horas) en acción de gracias.
Por la noche vuelve sobre la misa, tomando nota de las gracias y de las
lágrimas recibidas. En suma, aplica las diez adiciones de la oración que
propone al ejercitante (Ej. 73-85).
Ignacio sabe, y lo desea en lo íntimo, que en cualquier instante puede
actuar «inmediatamente» el Creador con su criatura (Ej. 15) y se prepara
para esta comunicación. El Diario atestigua la posibilidad del adentramien-
to en la divinidad en cualquier paso de la misa. Al preparar el altar, al
revestirse, en el «in nomine Patris», en el Introito, en la Epístola, en el
Evangelio, en el «Te ígitur», en el «Hanc ígitur», en la consagración, al
tener al Señor en las manos, en el «Domine Iesu Christe», en la oración del
final «Placeat tibi», halla Ignacio el abrazo de Dios.
Ascesis tan minuciosa y vigilante podía afectar a su salud. Mucho más
las irrupciones afectivas y luminosas del ser divino, que le transportaban
-«en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe», nos dirá- a la
contemplación de misterios de amor tan desbordante. Como vamos obser-
vando, su número es muy amplio y listarlos equivaldría a volver a escribir
el Diario, que no es más que el registro de estos misterios. Su cuerpo resis-
tió con dificultad, y hacia el final de sus días, sólo con decir misa un día,
enfermaba para toda la semana. Sólo celebraba los sábados.

Puntos a considerar:
- fijarse en las últimas anotaciones sobre la reconciliación
- Ignacio profundiza en las gracias trinitarias
- apareen indicaciones nuevas sobre el don de lágrimas
- continúan las lecciones de acatamiento y reverencia
- entra en el ciclo del problema de acabar.
DIARIO ESPIRITUAL
4-7 de Marzo
142 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

[104] de la Trinidad. 9.
32. martes - en la oración sólita con mucha asistencia de gracia y
devoción; y si clara, más lúcida, con muestra de algún calor, y de mi
5
parte salliendo fácilmente a pensamientos ocurrentes^ , y ¡levantando
con aquella asistencia, después de seer vestido, <veniendo> mirando
6
el introito^ de la misa, todo movido a devoción <terminada> y
amoral, terminándose a la Sanctíssima Trinidad.

[105] después, yendo a la oración preparatoria para la misa, no


sabiendo por quién comenzar, y advertiendo primero a Jesú, <no> y
pareciéndome que no se dexava veer o sentir claro, más en alguna
manera como escuro para veer, y advertiendo, pareciéndome que la
Sanctíssima Trinidad se dexava sentir o veer más claro o lúcido, y
comenzando y después razonando adelante con la su divina magestad,
un cubrirme de lágrimas, sollozos y de un amor tanto intenso, que me
parecía eccessivamente juntarme a su amor tanto lúcido y dulce, que
me parecía que aquella intensa visitación y amor fuese señalada o
eccelente entre otras visitaciones.

[106] después, entrando en capilla con nueva devoción y lágri-


mas, siempre terminándose en la Sanctíssima Trinidad, y así en el
altar, y después de seer revestido cubriéndome en mucha mayor abun-
dancia de lágrimas, sollozos y amor intensíssimo todo al amor de la
Sanctíssima Trinidad.

[107] al querer comenzar la misa, con mucho grandes tocamien-


138
tos y intensísima devoción en la Sancstísima Trinidad, después de
comenzada, con tanta devoción y lágrimas, que andando adelante por
la misa, por el dolor mucho notable que sentía en el un ojo, por el llo-

'-"Sencilla manera de decir que la oración es cosa de dos. Sin embargo, a Ignacio no le
interesa anotar lo que no es de Dios o no está directamente relacionado con El. Diversas
veces ha indicado que le distraían algunos pensamientos, pero no indica el contenido de su
preocupación. Aquí constata la asistencia de la gracia, tal como augura a quien se halla deso-
lado durante los Ejercicios: "el que está en desolación... puede (resistir) con el auxilio divino,
el cual siempre le queda, aunque claramente no lo sienta... quedándole tamen gracia suficien-
te para la salud eterna" (Ej. 320).
l36
¡Continúa preparando la misa de la Trinidad, a pesar de que lleva diciéndola tantos
días! El introito decía así: «Sea bendita la santa Trinidad, y la unidad indivisible; la glorifica-
remos, porque ha actuado en nosotros su misericordia. (Tob. 12,6). Señor, Soberano nuestro:
cuan admirable es tu nombre por toda la tierra (Sal. 8,2). Gloria al Padre...»
" ' E s bien conocida la sobriedad de Ignacio en el uso de palabras de amor ya que para
él "el amor se debe poner más en las obras que en las palabras" (Ex. [230]). Pero en el Diario,
que no dejó leer por pudor al curioso González da Cámara (Autobiografía, [101]), se le sor-
prende derramando su intimidad henchida de amor a Dios. Hoy brota de su pluma repetida-
mente esta palabra: de las cuarenta veces en que habla de amor en todo el Diario, doce se
encuentran en las notas de este día.
E L DIARIO ESPIRITUAL[ 104-1071 143

[104] Novena misa de la Trinidad. 32. Martes, 4 de marzo.


Durante la oración acostumbrada me ha asistido mucho la gracia y
la devoción, que no sólo era clara, sino aun más lúcida, y de matiz
ardiente. Por mi parte, fácilmente me iba de la oración con los pensa-
135
mientos que me venían a la m e n t e . Me he levantado de la cama con la
misma asistencia de la gracia. Después de vestirme <veniendo> he mira-
136
do el i n t r o i t o de la misa que me ha movido enteramente a devoción
137
<terminada> y a a m o r , relacionados con la santísima Trinidad.
[105] Después, al ir a comenzar la oración preparatoria de la misa,
no supe por quién empezar. Reparé primero en Jesús y advertí que no
se dejaba ver o sentir claramente, sino que quedaba como en penumbra
y, fijándome más, me pareció que la santísima Trinidad se dejaba sentir
o ver con más claridad o luminosidad. Comencé pues y, en adelante,
me puse a razonar con la divina Majestad, lo cual me cubrió de lágri-
mas, de sollozos y de un amor tan intenso, que me pareció que me unía
en demasía a su amor tan lúcido y dulce. De manera que me pareció
que aquella intensa visitación de amor era señalada o excelente entre
otras visitaciones.
[106] Después, entré en la capilla con renovada devoción y lágri-
mas, siempre relacionadas con la santísima Trinidad, y lo mismo en el
altar. Después de revestirme, me cubrí de lágrimas y de sollozos en
mucha mayor abundancia, y de un amor intensísimo, todo relacionado
con el amor de la santísima Trinidad.
138
[107] Al querer comenzar la misa, he sentido unos t o q u e s muy
profundos y una intensísima devoción a la santísima Trinidad. Después
de empezarla, he continuado con tanta devoción y lágrimas, que, a
medida que avanzaba la misa, a causa del vivísimo dolor que sentía en

"38 E S L A

única vez que Ignacio describe con esta palabra, "tocamientos", una visitación
divina. San Juan de la Cruz imaginó o experimentó la acción de la Trinidad en el alma como
un toque:
"¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda!
¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe,
y toda deuda paga!
a
¡Matando, muerte en vida la has trocado!" (Llama de amor viva, canción 2. )
El autor interpreta la estrofa de esta manera: "En esta canción da a entender el alma
cómo las tres Personas de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, son los que
hacen en ella esta divina obra de unión. Y así la "mano" y el "cauterio" y el "toque", en sus-
tancia, son una misma cosa; y pónelos estos nombres por cuanto, por el efecto que hace cada
una, les convienen. El cauterio es el Espíritu Santo, la mano es el Padre, y el toque es el
Hijo". Seguramente le hubiera encantado a Ignacio, tan amigo de hablar de la Trinidad por
comparaciones (Autobiografía, [28]), esta imagen de la caricia de una mano que, tocando,
quema.
144 L A INTIMIDAD D E L PEREGRINO

rar, vertiéndome pensamientos que se me perdería a continuar las


9
misas; y cómo sería mejor conservarlos^ , o etc., cesando las lágri-
mas, aunque con mucha asistencia de gracia, mas después en la ma-
yor parte de la misa disminuyendo la asistencia de gracia, mas des-
pués de la mayor parte de la misa disminuyendo la asistencia y por el
140
hablar de la cámara , etc.

[108] después, quasi al cabo tornando a Jesú y cobrando alguna


cosa de lo perdido, al dezir: "Placeat tibi Sancta Trinitas, etc.", ter-
minando a la su divina magestad un mucho eccessivo amor y cubrirme
de lágrimas intensas; de modo que todas vezes que en mí eran en la
misa y antes speciales visitaciones spirituales, todas terminavan en la
Sanctíssima Trinidad, llevándome y tirándome a su amor.

[109] acabada la misa y desnudo, a la oración del altar, tantos


sollozos y efusión de lágrimas, todo terminando al amor de la
Sanctíssima Trinidad, que me parecía no quererme levantar, en sentir
tanto amor y tanta suavidad spiritual.

[110] después diversas vezes, al fuego, con interno amor en ella,


l4i
y mociones a lacrimar, y después en casa de Burgos y por las calles
hasta XXI hora, en acordárseme de la sanctíssima Trinidad, un amor
intenso, y quando mociones a lacrimar, y todas estas visitaciones ter-
minándose al nombre y essencia de la Sanctíssima Trinidad, y no sen-
tiendo claro o viendo personas distintas, como otras vezes dixe arriva.
todas estas me tiravan a asegurar, y no con voluntad de dezir más
misas por más me reconciliar, mas quería complirlas, y esperando
gozarme en la su divina magestad.

l 3 9
D e s d e el comienzo del Diario, Ignacio ha dejado constancia del dolor de ojos. Este
problema surge aquí y allá todo el tiempo (por ejemplo, los días 12 de marzo y el 5, 6 , 7 y 21
de octubre). De hecho el problema le acompañó toda la vida. Fue preciso permutarle el rezo
del Breviario por oraciones vocales simples, para preservarle la vista. Más adelante el médico
le prohibió llorar(?). González da Cámara comenta ingenuamente "...se lo tomó por obedien-
cia. Y así tomándolo por obediencia, como suele estas cosas (de la salud), tiene mucha más
consolación sin llorar, de la que antes tenía" (Memorial, 22 febrero 1555). No son de extrañar
las repercusiones psicosomáticas de las gracias místicas. Hacia el final de su vida, Ignacio
solía oír la misa porque, si la decía él, fácilmente caía enfermo (Memorial, id.). El testimonio
contemporáneo de su discípulo, Francisco Javier, a miles de kilómetros de distancia y en
medio de una vida tan agitada, iluminará un poco más el problema: "Esta cuenta os doy para
que sepáis cuan abundosas islas son éstas de consolaciones espirituales: porque todos estos
peligros y trabajos, voluntariamente tomados por sólo amor y servicio de Dios nuestro Señor,
son tesoros abundosos de grandes consolaciones espirituales, en tanta manera, que son islas
muy dispuestas y aparejadas para un hombre en pocos años perder la vista de los ojos corpo-
rales con abundancia de lágrimas consolativas" (Feo. Javier, Cochín, 20 enero 1548).
E L DIARIO ESPIRITUAL [108-110] 145

un ojo, de tanto llorar, me vino el pensamiento de que lo perdería, si


continuaba las misas de la santísima Trinidad y que sería mejor conser-
139
var los o j o s , o etc. Cesaron las lágrimas, aunque proseguí muy asis-
tido por la gracia. Pero luego, durante la mayor parte de la misa, dismi-
nuyó la asistencia de la gracia, y también por culpa de oír hablar en la
1 4 0
habitación de al l a d o , etc.

[108] Después, casi al final, he vuelto a Jesús y he recobrado algo


de lo perdido, al decir: "Placeat tibi Sancta Trinitas, etc." (Séate grato,
Trinidad santa, etc.). He sentido un amor desmedido a la divina Ma-
jestad y me he cubierto de lágrimas intensas. De manera que cada vez
que he recibido visitaciones espirituales especiales, en la misa y antes,
siempre han tenido relación con la santísima Trinidad, que me ha con-
ducido y atraído a su amor.

[109] Acabada la misa y quitados los ornamentos, durante la ora-


ción de acción de gracias ante el altar, he sollozado tanto y he derrama-
do tantas lágrimas, todo en relación con el amor de la santísima Tri-
nidad, que parecía que no quería levantarme, de tanto amor y de tanta
suavidad espiritual que sentía.

[110] Más tarde, junto al fuego, he sentido diversas veces un amor


íntimo a la santísima Trinidad y ganas de llorar. Después en casa del
141
cardenal de B u r g o s y por las calles, hasta las veintiuna horas, si me
acordaba de la santísima Trinidad, sentía un amor intenso y, a veces,
tenía ganas de llorar. Todas estas visitaciones tenían relación con el
nombre y la esencia de la santísima Trinidad, aunque no sentía clara-
mente ni veía las Personas distintas, como las veces anteriores. Todas
estas cosas me daban seguridad y me quitaban el deseo de decir más
misas para una mayor reconciliación, pero quería cumplir las prometi-
das, esperando gozarme en la divina Majestad.

140
C i e r r a el Memorial de González da Cámara un aviso severo de Ignacio sobre el
silencio. El original de Cámara está muy deteriorado, pero todavía se lee lo siguiente: "El
Padre dijo cómo [...] que si en hablar más que [...] se tan vergonzosa, tan desmesurada y tan
desedificativa, que se hable alto en esta casa, y a Olave pensé que un mes no entrase en esta
casa en penitencia(?). Y acordarme he de cuánto exageró el crimen, y mandó poner dos síndi-
cos que diesen penitencias a todos, aun vicarios, y que ninguno se parase en corredor a
hablar, si no fuese tan bajo [...]" (FN I, p. 742) Los editores de Monumenta hacen constar en
una nota que el 18 de octubre de 1555, fecha del apunte de Cámara, había mucho movimiento
en la casa de Roma, porque a los cinco días tenían que partir para Portugal 26 compañeros y,
en general, a lo largo del año partieron de Roma en misión más de 200. De todas todas, el
bullicio debía ser notable. De todas formas, no imaginaría Cámara el trastorno interno que el
ruido provocó en la vida espiritual de Ignacio.
1 4 1
Se trata del dominico Juan Álvarez de Toledo, cardenal desde 1538. Como Inqui-
sidor general, recibió el encargo de examinar los Ejercicios por orden de Pablo III. Dio un
juicio muy favorable. Fue amigo de S. Ignacio y de la Compañía. La hora que indica permite
suponer que fue a comer a su casa.
146 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

[111] de la Trinidad. 10.


33. miércoles - en la oración sólita, de principio al fin mucha
gracia asistente sin trabajo de buscarla, y con mucha devoción lúcida,
clara mucho, y con calor asistente;

[112] y después al vestir pareciéndome durar de la gracia y asis-


tencia y devoción a la Sanctíssima Trinidad, del día pasado, yendo
después a la oración preparatoria para la misa, y queriendo por ayu-
i42
darme y por baxarme, comenzar por Jesú , y representándoseme un
poco más en claro la Sanctísima Trinidad y voltándome a la su divina
magestad para encomendarme, etc., un cubrirme de lágrimas, sollozos
y amor intenso en ella, a tanto que me parecía que no quería o que no
podía mirar en mí, acordarme de lo pasado para reconciliarme con la
43
Sanctíssima Trinidad^ <y aún otra o otras veces>.

[113] después en capilla, en oración <mucho> suave y quieta me


parecía comenzando la devoción a terminar en la Sanctíssima Tri-
nidad, me llevava a terminar aun a otra parte, como al Padre, de
modo que sentía en mí querérseme comunicar en diversas partes; a
tanto que, adrezando el altar, y con un sentir y hablar dezía: dónde me
queréis, Señor, llevar, y esto multiplicando muchas veces, <me parecía
44
que era guiado>^ , y me crecía mucha devoción, tirando a lacrimar,
después a la oración para vestirme con muchas mociones y lágrimas
ofreciendo me guiase y me llevase, etc., en estos pasos, estando sobre
mí, dónde me llevaría.

[114] después de vestido, no sabiendo por dónde comenzar, y des-


pués tomando a Jesú por guía, y apropiando las oraciones a cada uno,
pasé asta tercia parte de la misa con asaz asistencia de gracia y devo-
ción calorosa, y asaz satisfacían del ánima, sin lágrimas, ni, creo así,
45
deseo desordenado de haberlas^ , contentándome con la voluntad del

1 4 2
Jesús es el guía de un camino de disminución. Siguiendo la recomendación de Pablo
a los filipenses, Ignacio procura revestirse de las actitudes de Jesús, hecho obediente hasta la
muerte (Fil 2, 5-11). En el tercer modo de orar sugiere Ignacio que "se mire principalmente...
o en la persona a quien reza, o en la bajeza de sí mismo, o en la diferencia de tanta alteza a
tanta bajeza propia..." (Ej. 258). Sin saberlo aún Ignacio, empieza en este punto la gran lec-
ción del Diario: la actitud de humildad amorosa que arrastra al alma a la conformación con el
placer (voluntad) de Dios.
4
' ^¡La reconciliación toca a su fin! De nuevo experimenta la dificultad de rumiar sus
pecados. Es más, ni siquiera es capaz de recordarlos. Parece como si se le hubiera hecho par-
tícipe del olvido perdonador que promete Dios para sí mismo.
l44
T a c h a d o en el original, pero este pensamiento se especificará y desarrollará en el
párrafo siguiente.
E L DIARIO ESPIRITUAL [111-114] 147

[111] Décima misa de la Trinidad. 33. Miércoles, 5 de marzo.


En la oración acostumbrada, del principio al fin, me ha asistido
mucha gracia sin trabajo de buscarla. Además he tenido mucha devo-
ción lúcida, clarísima y ardiente.

[112] Y después, mientras me vestía, parecía que continuaba la


asistencia de la gracia y de la devoción a la santísima Trinidad de ayer.
Luego, cuando me he puesto a hacer la oración preparatoria para la
1 4 2
misa, he querido comenzar por J e s ú s en petición de ayuda y como
acto de humildad. Pero se me manifestaba un poco más claramente la
santísima Trinidad. Así que, al dirigirme a la divina Majestad para
encomendarme, etc., me he cubierto de lágrimas, de sollozos y de un
intenso amor a Ella, hasta el punto que me parecía que no quería o que
no podía examinarme ni acordarme de lo pasado, para reconciliarme
143
con la santísima T r i n i d a d <y aún otra u otras veces>.
[113] Más tarde, en la capilla, hice una oración <mucho> suave y
quieta. Al comienzo me parecía que la devoción se relacionaba con la
santísima Trinidad, pero luego me llevó a relacionarme también con
distintas Personas, como por ejemplo con el Padre. De modo que sen-
tía en mí que la divina Majestad se me quería comunicar en diversas
partes. De tal manera que, mientras preparaba el altar, decía sentida-
mente y a viva voz: "¿Dónde me queréis llevar, Señor?" Lo repetí
144
muchas veces <me parecía que era g u i a d o > y me aumentaba mucho
la devoción que me inducía a llorar.

[114] Seguidamente, en la oración para revestirse, he ofrecido con


muchas mociones y lágrimas que me guiase y que me condujese, etc.
Al decir estas palabras, me preguntaba interiormente, a dónde me lle-
varía. Ya revestido, no sabía por dónde empezar, luego he tomado a
Jesús por guía y he dirigido a cada una de las Personas las oraciones
propias. He pasado hasta la tercera parte de la misa bastante asistido
por la gracia y por una cálida devoción, y con bastante satisfacción en
145
el alma, sin lágrimas ni, así lo creo, deseo desordenado de t e n e r l a s ,

4
' -'Empieza a barruntar Ignacio la posibilidad de que su deseo de lágrimas sea una afec-
ción desordenada. Opino que el desorden estriba en la avidez de las visitaciones que las moti-
van (Véase [119]). Este tema se perfilará los próximos días. Recuérdese la advertencia a
Borja citada en la nota 115. El desorden puede causar una desolación que puede ser curativa
"para darnos verdadera noticia y cognoscimiento, para que internamente sintamos, que no es
de nosotros traer o tener devoción crecida, amor intenso, lágrimas..., mas que todo es don y
gracia de Dios nuestro Señor..." (Ej. 322).
148 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

Señor; tamen decía, voltándome a Jesú: Señor, dónde voy o dónde


146
etc.; siguiéndoos, mi Señor, yo no me podré perder .

[115] de aquí adelante fui por la misa con muchas lágrimas,


ánimo y esfuerzo espiritual, y terminándose las mayores visitaciones a
la Sanctíssima Trinidad y menos a Jesú, y mucho menos al Padre, y
siempre a una mano creciendo seguridad cerca la reconciliación con
la Sanctíssima Trinidad, a tanto que, acabada la misa, en la oración
con una tranquilidad y descanso del ánima, queriendo mirar en algu-
na manera, no podía, o no me adatava veer ni sentir discordia o sinsa-
41
bor alguno pasado^ , hallándome como de cansado quien reposa con
ánimo tranquillo, devoto y visitado.

[116] y después así durándome al fuego, y otras algunas vezes


que me acordava, este reposo, y a la noche no hallando en la oración
del Padre descubrírseme a nueva devoción y mociones, terminándose
a la Sanctíssima Trinidad.

[117]déla Trinitat. 11.


34. jueves - a la oración sólita sin trabajo de buscar devoción,
mas asaz con ella, y adelante en mucho aumento, con arta suavidad y
claridad mezclada en color, después de vestido, con alguna nueva
devoción y llamamiento a ella, terminándose a la Sanctíssima Tri-
nidad.

[118] en la oración preparatoria acostándome más a la Sanc-


tíssima Trinidad con mayor quietud o serenidad spiritual, moviéndome
a maior devoción y como a lacrimar y queriendo y no viendo cosa
alguna de lo pasado cerca la reconciliación.

[119] en capilla con mucha quieta devoción, y al adrezar el altar


creciendo con ciertos sentimientos o mociones nuevas como a lacri-
mar, y adelante, y al vestir, y me parece aun en algunas partes de las

146
C u r i o s a experiencia espiritual que desconcierta a Ignacio. Constata que no domina la
situación, como el niño que aprende a andar, solicitado por todos lados, sin poder agarrarse a
ninguno. Una cosa es observar quién te acoge favorablemente y, otra muy distinta, verse aco-
gido en todas partes. ¡Va perdido! Dios ha tomado la iniciativa total. ¿Se trata de una conso-
lación sin causa, es decir, "sin ningún previo sentimiento o conocimiento de algún objeto, por
el cual venga la tal consolación, mediante sus actos de entendimiento y de voluntad" (Ej.
330)? Una vez más se constata que Dios le trataba como "un maestro de escuela que enseña a
un niño" (Autob. 27). Ribadeneyra narra que "Al Padre Laynez, preguntándoselo, dijo algu-
nas veces que en las cosas de nuestro Señor se había más passive (pasivamente) que active
(activamente)... poniéndole por el más alto grado de la contemplación. A la manera que el
divino Dionisio Areopagita dice de su maestro Hieroteo que "erat patiens divina" (sujeto pa-
E L DIARIO ESPIRITUAL [115-119]

sino contentándome con la voluntad del Señor. Sin embargo decía,


volviendo a Jesús: "¿Señor, dónde voy o dónde me lleváis?", etc.;
146
"¡siguiéndoos, mi Señor, yo no me podré p e r d e r ! " .

[115] De aquí en adelante proseguí la misa con muchas lágrimas,


mucho ánimo y refuerzo espiritual, y las mayores visitaciones se rela-
cionaban con la santísima Trinidad y no tanto con Jesús, y mucho
menos con el Padre. A la vez iba creciendo continuamente la seguri-
dad de la reconciliación con la santísima Trinidad, hasta tal extremo
que, acabada la misa y puesto en oración con ánimo tranquilo y des-
cansado, aunque quería examinarlo, no podía o no era capaz de ver ni
147
sentir ningún resquicio de discordia ni del sinsabor p a s a d o , sino que
me hallaba como persona cansada que reposa, con ánimo tranquilo,
devoto y visitado.

[116] Y después, junto al fuego, ha perdurado la misma sensación


de reposo, y también en otras ocasiones en que lo he recordado. Por la
noche, no encontrando devoción en la oración al Padre, se me ha des-
cubierto la santísima Trinidad, incitando nuevamente la devoción y las
mociones, relacionadas con Ella.

[117] Undécima misa de la Trinidad. 34. Jueves, 6 de marzo.


En la oración acostumbrada no he tenido que esforzarme en bus-
car la devoción, pues tenía bastante, y ha aumentado a medida que
avanzaba la oración, llena de suavidad y de claridad con mezcla de
color. Ya vestido, se ha renovado la devoción en relación con la san-
tísima Trinidad, y la invitación a tenerla.

[118] En la oración preparatoria me he acercado aún más a la san-


tísima Trinidad, con mayor quietud o serenidad espiritual y me he
visto movido a mayor devoción y como a lagrimar. Aunque he querido
examinar lo pasado, no he visto nada que estorbase a la reconciliación.

[119] En la capilla he tenido una devoción muy reposada que ha


ido creciendo mientras arreglaba el altar, con ciertos sentimientos o
nuevas mociones como a lagrimar, y también más adelante, y al reves-

ciente de las cosas divinas)" (Vida de S. Ignacio, V, 1, FN IV, p. 747). Es conveniente resal-
tar el marco eucarístico de esta nueva experiencia ignaciana. Todos estos días Ignacio exami-
na con lupa el desarrollo de las gracias durante la misa.
147
H a l l a m o s aún dos formulaciones calificativas más de lo que sucedió el 19 de febre-
ro: "discordia" y "disgusto". (Véase la nota de número [94]).
150 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

pasadas, pensamientos y atenciones, qué quería hacer <Dios> la


Sanctíssima Trinidad de mí, es a saver, por qué vía llevarme, y yo razo-
nando cómo o por dónde quería que fuese, tratando conmigo coniecta-
va y pensava que por ventura sin visitaciones de lágrimas me quería
14
hazer contento, sin seer ávido o desordenado a ellas *.

[120] entrando en la misa con una satisfacían interior y humillde;


149
y pasando adelante por la misa asta "Te igitur" , con mucha interna
y mucho suave devoción, diversas vezes veniendo mucho tenuamente,
con interna suavidad como a lacrimar.

[121 ] al "Te igitur" sentiendo y viendo, no en escuro, mas en lúci-


do y mucho lúcido, el mismo seer o esencia divina en figura esférica
un poco mayor de lo que el sol parece, y desta esencia parecía yr o
deribar el Padre, de modo que al dezir: "Te, id est, Pater," primero se
me representava la essencia divina que el Padre, y en este representar
y veer el seer de la Sanctíssima Trinidad sin distinción o sin visión de
las otras personas, tanta intensa devoción a la cosa representada, con
muchas mociones y efusión de lágrimas, y así adelante pasando por la
misa, en considerar, en acordarme, y otras vezes en veer lo mismo, con
mucha efusión de lágrimas y amor muy crecido y muy intenso al seer
de la Sanctíssima Trinidad, sin veer ni distinguir personas, mas del
150
sallir, o deribar del Padre, como dixe .

[122] acabando la misa, con tantas <satisfacción y devoción>,


lágrimas y visitaciones spirituales, no podiendo veer cosa alguna
repulíante a la reconciliación^^, aunque yo advertiese, y con una
grande seguridad, sin poder dubitar de la cosa representada y vista,

l 4 8
U n nuevo compás de la melodía cumbre del Diario. La irrupción desbordante del
amor de la Trinidad y la experiencia simultánea de su santidad coronan el tema de la reconci-
liación, a la vez que desembocan en una profunda actitud de reverencia amorosa (día 7 de
marzo). (Recuerda la lección de Pedro, en la pesca milagrosa, Le 5, 4-11). Esta reverencia
fructificará, como ya se ha dicho, en un deseo de unir la propia voluntad con el placer de
Dios (día 12 de marzo). El estado final, de humildad amorosa, le descubrirá el cuidado que
Dios pone en guiarlo (día 14 de marzo).
149"-p pedimos, pues. Padre clementísimo, por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
e

aceptes y bendigas estos dones, + estos presentes, estas ofrendas santas" (Principio del Canon
Romano). Los misales solían tener un dibujo o una miniatura representando la escena del
Calvario, como adorno de la "T" con que empieza este texto, para dar oportunamente el sentido
sacrificial de la consagración. Sería interesante saber qué misal utilizó san Ignacio, porque la
miniatura dicha posiblemente le ofrecía también una representación de la Trinidad, atenta al
misterio de la Cruz. Consta de la sensibilidad figurativa de Ignacio. La visión que describe el
párrafo siguiente podría tener su origen imaginativo en dicha hipotética representación.
E L DIARIO ESPIRITUAL [ 120-122] 151

tirme. Me parece además que en algunos de los momentos referidos,


he pensado y he prestado atención a lo que querría hacer <Dios> la
santísima Trinidad de mí, es decir, por qué camino quería llevarme. Y
yo, razonando cómo o por dónde querría que fuese, conjeturaba y pen-
saba para mis adentros que tal vez querría que me contentase sin visi-
tación de lágrimas y sin avidez por mi parte o deseo desordenado de
148
ellas .

[120] He empezado la misa con humildad y satisfacción interior.


149
He continuado adelante hasta el "Te i g i t u r " (a Ti, pues) de la misa
con devoción muy interna y suave, que diversas veces llegó muy
tenuemente, con interna suavidad, a punto de llorar.

[121] Al Te igitur he sentido y visto, no obscuramente sino que


muy luminosamente, el mismo ser o esencia divina en figura esférica,
un poco mayor de lo que aparenta el sol. De esta esencia parecía salir
o derivar el Padre, de modo que al decir: "Te, id est, Pater" (A ti, es
decir, Padre), antes que el Padre se me representaba la esencia divina.
Esta representación y visión del ser de la santísima Trinidad sin distin-
ción o sin visión de las otras Personas me ha causado una intensa
devoción a la cosa representada, con muchas mociones y efusión de
lágrimas. Más avanzada la misa, cuando consideraba o recordaba o
volvía a ver lo mismo de nuevo, me venía mucha efusión de lágrimas
y crecía con gran fuerza mi amor al ser de la santísima Trinidad, aun-
que no veía ni distinguía las Personas, sino el salir o derivar del Padre,
150
como he dicho a n t e s .

[122] He acabado la misa con tantas <satisfacción y devoción>


lágrimas y visitaciones espirituales, que no he podido ver nada que se
151
opusiese a la reconciliación, por mucho que lo he e x a m i n a d o . Ade-
más estaba tan seguro que no podía dudar de la cosa representada y
vista, antes bien, al volverla a mirar y a considerar, he tenido de nuevo

, 5 0
E n la undécima misa a la Trinidad culminan las ilustraciones trinitarias. Se ha recorri-
do un largo camino desde que la mera confirmación del Espíritu Santo no lograra satisfacer a
Ignacio, por considerar que no era confirmación de la Trinidad. Actualmente tiene asumida la
unidad de acción de las tres Personas, cuyas obras atribuye la liturgia muy apropiadamente a
cada una de las Personas. Más adelante, ha captado la unión de las tres Personas, la generación
del Hijo y la producción del Espíritu. Luego, le ha sido concedido percibir la unidad de esencia.
Ahora, en una visión englobante -circular o esférica- se le permite ver imaginativamente cómo
el Padre sale o deriva de la esencia divina. Esta representación es semejante a la visión redonda
de la humanidad de Cristo en la Eucaristía y a las visiones de la divinidad de Jesús como un sol
esplendoroso. Añadía además "...mas no veía ninguna distinción de miembros... A Nuestra
Señora ha visto en símil forma, sin distinguir las partes" (Autobiografía, [29]).
1 5 l
E n este momento acaba la reconciliación. ¡Ni siquiera puede pensar en ella! Tanta
luz le lleva a otra parte.
152 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

antes en tornar a mirar y considerar en ella, nuevas mociones interiores,


todo llevándome al amor de la cosa representada, a tanto que me parecía
veer más claro, más allá de los cielos que lo que acá quería considerar
i52
<o ver uno> con el entendimiento, ¡Ilustrándose allá, como dixe .

[123] después de desnudado, en la oración del altar, de nuevo


dexándose veer el mismo seer y visión esférica <me parecía>, vía en
alguna manera todas las tres personas por el modo que la primera, es a
saver, que el Padre por una parte, el Hijo por otra, y el Spíritu Sancto
por otra sallían o se derivavan de la essencia divina sin sallir fuera de
la visión esférica, y, con este sentir y veer, nuevas mociones y lágrimas.

[124] después, llegando a San Pedro, y comenzando a hazer ora-


ción al Corpus Domini, un representárseme siempre en la misma color
lúcida el mismo seer divino, de modo que en mí no era no veerle. des-
153
pués entrando en la misa de Santa CVwz de la misma manera cerca
el representar y veer con nuevas mociones interiores. Después, de ay a
dos horas baxando al mismo lugar del Sanctíssimo Sacramento, y
154
deseando hallar lo primero, y buscando, no era verso alguno .

[125] después a la noche algunos ratos de escribir ésta, se repre-


sentava lo mismo, y con veer alguna cosa el entendimiento, aunque
con muy mucha parte no tan claro, ni tan distinto, ni en tanto grandor,
mas como una centella grandezilla, representando al entendimiento, o
tirándole a sí mismo, y mostrando seer el mismo.

[126] de la Trinidad. 12.


25 viernes - en la oración sólita entrando al principio con asaz
devoción, y queriendo <ver alguna cosa del día pasado> no me adap-
tava en crecer devoción, mirando arriva. de la media adelante muy
mucha devoción continuada con mucha claridad lúcida, calorosa y
muy suave, durándome después de la oración lo mismo.

1 5 2
¡ E s imposible dejar de recordar las experiencias de oración! Ignacio vuelve a ellas
una y otra vez. Necesita echar mano de nuevo de la expresión paulina para explicarse lo ocu-
rrido: "más allá de los cielos". Ignacio parece un juguete en manos de la Trinidad.
l 5 3
S e trata del Cardenal Marcelo Cervini, elegido Papa en 1555, con el nombre de
Marcelo II, de breve pontificado. Era gran amigo de S. Ignacio y Cardenal Protector de la
Compañía. Su amistad provenía de la colaboración apostólica en las obras asistenciales que
promovió Ignacio, del trabajo con los catecúmenos judíos y, en general, del interés común
por la reforma de la Iglesia. Ignacio jamás se atrevió a opinar en público sobre lo que debían
hacer los Papas e imponía severas penitencias a los que enjuiciaban o prescribían las actua-
ciones de los Papas. Conocida es su regla: "... así como hace daño el hablar mal, en ausencia
de los mayores a la gente menuda, así puede hacer provecho hablar de las malas costumbres a
las mismas personas que pueden remediarlas" (Ej. 362). En el caso de Marcelo II se permitió
una excepción. Terció en una conversación doméstica, respondiendo: "que tres cosas le pare-
E L DIARIO ESPIRITUAL [123-126] 153

mociones interiores, que me impelían al amor de la cosa representada.


He llegado al extremo de que me ha parecido ver la unidad divina más
claramente - m á s allá de los cielos- que como yo acá abajo querría y
podría jamás considerar <o ver u n o con el entendimiento, siendo ilus-
152
trado éste allá arriba, como he d i c h o .

[123] Una vez quitados los ornamentos, en la oración ante el altar,


de nuevo se dejó ver el mismo ser y visión esférica <me parecía>, y veía
de algún modo las tres Personas igual que vi antes la primera, es decir,
que el Padre por una parte, el Hijo por otra, y el Espíritu Santo por otra,
salían o derivaban de la esencia divina sin salir fuera de la visión esféri-
ca. Con este sentir y ver reaparecieron las mociones y las lágrimas.

[124] Después, llegando a San Pedro, empecé a hacer oración al


Corpus Domini (al Santísimo Sacramento) y se me manifestaba el
mismo ser divino, siempre del mismo color luminoso, de modo que no
podía dejar de verlo. Después, entrando en la misa del cardenal de la
1 5 3
Santa C r u z , la representación y la visión continuaron del mismo
modo, con nuevas mociones interiores. Al cabo de un par de horas,
bajé al mismo lugar del Santísimo Sacramento, y aunque deseé recupe-
154
rar lo anterior, y lo busqué, no hallé el menor r a s t r o .

[125] Por la noche, mientras escribo estas notas, hay momentos en


que se me aparece lo mismo y mi entendimiento ve algo, aunque en
absoluto no tan claro, ni tan distinto, ni tan grande como antes, sino
como una centella grandecilla, que se aparece al entendimiento, o que
le atrae hacia sí, mostrando que se trata de lo mismo de antes.

[126] Duodécima misa de la Trinidad. 25.(?) Viernes, 7 de marzo.


Al principio he entrado en la oración acostumbrada con bastante
devoción y aunque he querido <ver alguna cosa del día p a s a d o , no
lograba incrementar la devoción, mirando hacia arriba. De la mitad en
adelante he tenido muchísima y continuada devoción, con mucha clari-
dad lúcida, cálida y muy suave, que ha perdurado después de la oración.

cían necesarias y suficientes para que cualquier Papa reformar al mundo, es a saber: la refor-
mación de su persona, la reformación de su casa y la reformación de la corte y de la ciudad
de Roma" (Memorial, 29 de enero de 1555).
154
Contrapunto necesario para captar la gratuidad y para llegar a la certeza de que es de
Dios el don recibido. En una cuenta de conciencia Sta. Teresa manifiesta a su confesor: "Las
Personas veo claro ser distintas... salvo que no veo nada, ni oyó...; mas es con una certidum-
bre extraña, aunque no vean los ojos del alma, y en faltando aquella presencia se ve que falta.
El cómo, yo no lo sé, mas muy bien sé que no es imaginación; porque aunque después me
deshaga para tornarlo a representar, no puedo, aunque lo he probado, y ansí es todo lo que
aquí va..., que como ha tantos años, hase podido ver para decirlo con esta determinación"
(Cuenta de Conciencia, 54, 18, Sevilla 1576).
154 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

[127] después en la oración preparatoria con quieta y interna


mente, y así en la capilla, después al vestir, con nuevas mociones a
lacrimar y a conformarme con la voluntad divina, que me guiase, que
155
me llevase, etc. "Ego sum puer etc.." entrando en la misa, con
mucha devoción y interna reverencia y mociones a lacrimar, y al de-
zir, "Beata sit Sancta Trinitas" y por todo un nuevo sentir, una nueva
devoción mayor y a lacrimar, no alzando el entendimiento a las perso-
nas divinas, en cuanto distintas ni por distinguir, ni vaxando a la letra;
156
mas me parecía la visita interior, entre su asiento arriva y la letra .

[128] y así, andando consecutive con muchas lágrimas continuas,


51
me parecía que no tenía licencia para mirar arriva^ , y aquel no
mirar arriva, mas en medio, me crecía la devoción intensa con inten-
sas lágrimas, teniendo y creciendo acatamiento y reverencia a las
visiones de arriva, y con venirme cierta confianza que se me daría
licencia, o se me manifestaría a su tiempo <sin yo lo procurar>.

[129] en estos tiempos sentía las visitaciones, indiferenter, termi-


nándose quándo a la Sanctíssima Trinidad, quándo al Padre, quándo al
Hijo, quándo en nuestra Señora, quándo en los sanctos aun particular-
mente, con muchas lágrimas, después, cesando a la media o pasada la
1 5 8
media misa, id est asta "Hanc igitur oblationem, " y a tiempos contra-
59
riando el fuego grande con el agua, por no hallar al Sacramento^ ;

[130] como quería dar fin, acabada la misa, y veniendo al fuego,


no sabiendo en qué me resolver por buen espacio de tiempo, si daría
fin a las misas, o quándo; después veniéndome in mente que mañana di-
xiese misa de la Sanctíssima Trinidad, <y que en ella o después della>

1
-''-''Jeremías clamaba de modo parecido cuando Dios le constituyó profeta de las nacio-
nes: "¡Ah, Señor, Jahvé! No sé hablar, no soy más que un niño" (Jer 1,6).
'-^Es difícil interpretar esta nueva situación de Ignacio. ¿A qué letra se refiere? ¿Se
trata de la penetración en los textos de la liturgia cuya letra le proporcionaba el misal?
Teniendo en cuenta sus segundo y tercer modo de orar, las oraciones litúrgicas, seguramente,
las tenía empapadas de experiencias y de noticias espirituales. Pero afirma que no halla visi-
tación en la letra. Tampoco arriba, a pesar de que todo el día anterior había transcurrido bajo
el deslumbramiento de la visión esférica. Queda la visión en medio: ¿en el sacramento?, ¿en
el crucifijo que preside el altar?, en última instancia, ¿en la mediación de Jesús, entre la letra
menuda y la Trinidad? ¿Es puesto Ignacio con Jesús, camino de conformación con la volun-
tad de Dios, de manera que la tensión crucificadora entre verticalidad y horizontalidad se
resuelva en una sola línea que, de Cristo para arriba, vuela hacia el querer de Dios, y de
Cristo para abajo, hacia la construcción del Reino en el mundo? (Véase la nota 226 del P.
Iparraguirre, (O.C. S.I., p. 376), en donde expone el pensamiento de Hugo Rahner, a propósi-
to de este texto, (resumido en Christus, 8 (1961) 355-375). La versión de Rahner es muy
sugerente, pero quizá ve más de lo que permite deducir el texto. Le transfiere lo que ya sabe
de la mística y de la teología ignaciana.
'-^Esta especie de destierro durará poco, hasta el once de marzo, pero aportará grandes
beneficios a Ignacio, en la línea de la reverencia y del deseo de ajustarse a la voluntad de Dios.
E L DIARIO ESPIRITUAL [127-130] 155

[127] Luego, en la oración preparatoria, he tenido la mente quieta


y concentrada, e igualmente en la capilla. Después, al revestirme, he
tenido nuevamente ganas de llorar y de conformarme con la voluntad
divina. Le he dicho que me guiase, que me llevase, etc. "Ego sum
1 5 5
puer" (soy un niño), etc. He entrado en la misa, con mucha devoción
e interna reverencia y con ganas de llorar. Al decir,"J3eata sit sancta
Trinitas" (Bienaventurada sea la santa Trinidad), y en toda la oración,
tuve un nuevo sentimiento y una nueva y mayor devoción que me
movía a llorar. No elevé el entendimiento a las Personas divinas, en
cuanto distintas ni por distinguir, ni lo bajé al contenido de la letra,
sino que me pareció que la visita interior estaba entre su asiento de
156
arriba y la l e t r a .
[128] Y así, proseguí con muchas lágrimas, porque inferí que no
157
tenía licencia para mirar hacia a r r i b a . Pero el hecho de no mirar
hacia arriba, sino en medio, incrementaba la intensa devoción con
lágrimas intensas, puesto que tenía y crecía mi acatamiento y mi reve-
rencia a las visiones de arriba. Además me venía cierta confianza de
que se me daría licencia de mirar hacia arriba, o de que se me manifes-
taría a su tiempo <sin yo lo procurar>.
[129] En todos estos ratos tuve la sensación de que las visitaciones
se relacionaban indiferentemente, ya con la santísima Trinidad, ya con
el Padre, ya con el Hijo, ya con nuestra Señora, ya con los santos,
incluso particularmente; siempre con muchas lágrimas. Después cesa-
ron a media misa o poco después, es decir, desde el "Hanc igitur obla-
158
t i o n e m " (Esta oblación, por tanto), y, a ratos, el gran fuego combatía
159
con el agua, porque no encontraba la visitación en el S a c r a m e n t o .
[130] Como quería dar fin, acabada la misa me acerqué al fuego, y
estuve buen espacio de tiempo sin saber qué solución tomar, si poner
fin a las misas, o cuándo. Luego me vino a la mente que podría decir
mañana misa de la santísima Trinidad <y que en ella o después della>

Sta. Teresa describe de esta manera el estado del alma que se halla muy favorecida de Dios:
"Mientras más favorecidas de su Majestad andan, más acobardadas y temerosas de sí; y como
en estas grandezas suyas han conocido más sus miserias y se les hacen más graves sus peca-
dos, andan muchas veces que no osan alzar los ojos, como el publicano;..." (Moradas sépti-
mas, c. 3, 14).
,S8
« A c e p t a favorablemente esta ofrenda que te presentamos, nosotros, tus ministros y
toda tu familia; haz que transcurran nuestros días en tu paz, sálvanos de la condenación eter-
na y cuéntanos en el número de los elegidos» (Del Canon Romano). Es una oración por la
comunidad local, inmediatamente anterior a la consagración.
'•"Ignacio sigue desconcertado. Como un ratón de feria, reclamado por tantos agujeros
donde refugiarse, advierte el refugio cerrado, en el que tantas veces había recibido la visita-
ción de lo alto. En el sacramento ha encontrado, desde siempre y en el tiempo del Diario,
como se ha visto, la presencia de Cristo, tanto su humanidad como su divinidad. En el día de
hoy se le niega el acceso y se sume en un conflicto interno. Sutilmente se va percibiendo que,
cuando Ignacio "reclama" y no se deja llevar, las cosas van mal.
156 L A INTIMIDAD D E L PEREGRINO

para determinar lo que avía de hazer o finir del todo; me vienen mu-
chas mociones y lágrimas, y de rato en rato, por mucho espacio de
tiempo, grandes mociones, sollozos y grandes efusiones de lágrimas,
tirándome todo al amor de la Sanctíssima Trinidad.

[131] con muchos coloquios <y razones> haziendo y viendo dis-


pusición para más y más gozar destas visitaciones muy intensas, si
quisiera esperar, y humillándome y pareciéndome que no debo poner
término para en aquel finir, mas donde se me descubriere y fuere visi-
tado, y así poniéndome todo para terminar y gozar donde le ha-
0
llase^ .

[132] veniéndome un pensamiento, y si Dios me pusiese en el


infierno, se me representavan dos partes: la una, la pena que padece-
ría allí; la otra cómo su nombre se blasfema allí; cerca la primera no
podía sentir ni veer pena, y así me parecía y se me representava seer-
i6i
me más molesto en oír blasfemar su sanctíssimo twnbre .

[133] después, asentándome a comer, y cesando las lágrimas, me


duró todo el día en peso una mucha interna y calorosa devoción.

1 6 0
S e ha dado ya el primer paso para solucionar el doble dilema sobre el acabar, enun-
ciado el día 2 de marzo: ¡no lo determinará Ignacio! El hecho de decidir decir una misa más a
la Trinidad no deja de tener su lado heroico, ya que las consolaciones minaban su salud. Pero,
en el fondo, impera su deseo de acabar con una gran visitación.
E L D I A R I O E S P I R I T U A L [ 131 -133] 157

para determinar qué debía hacer o para acabar ya del todo. Con esto
vinieron muchas mociones y lágrimas, y a ratos, durante mucho tiem-
po, grandes mociones, sollozos y grandes efusiones de lágrimas, todo
lo cual me llevaba al amor de la santísima Trinidad.

[131] Hice muchos coloquios <y razones> y, como me veía en


disposición de gozar más y más de estas visitaciones muy intensas, si
decidía esperar, hice un acto de humildad, porque me pareció que no
debía fijar yo el término para acabar, sino que debía ponerlo en donde
se me indicare y fuere visitado. Así que me dispuse enteramente a ter-
160
minar y gozar donde le h a l l a s e .

[132] M e vino el siguiente pensamiento, ¿y si Dios me pusiese en


el infierno? M e figuré dos cosas: una, la pena que yo padecería allí;
otra, cómo se blasfema allí su nombre. Respecto a la primera, no podía
ni sentir ni ver motivo de pena. En cambio, me parecía y me imagina-
161
ba que me sería más molesto oír blasfemar su santísimo n o m b r e .

[133] Después, me senté a comer y cesaron las lágrimas, pero


duró el día entero la devoción muy íntima y cálida.

l 6
' N o podía faltar en viernes una referencia al ritmo penitencial de primera semana. Se
recordará la aplicación de sentidos sobre al Infierno (Ej. 65-71). En el punto segundo propone
"oír con las orejas llantos., blasfemias contra Cristo nuestro Señor y contra todos sus santos"
(Ej. 67). Por otra parte, en el infierno del mundo contemplado en la Encarnación, propone
Ignacio oír "cómo (las personas) juran y blasfeman" (Ej. 107). Ahora bien, el pensamiento
del Diario depura el grado de alteridad, superando en mucho la petición de la contemplación
dicha. No se trata ya del temor a las penas para suplir la carencia de amor (Ej. 65), sino de
sentir la pena del Amado ofendido.
Capítulo 8
EL PROBLEMA DE ACABAR

«Llamo desolación todo lo contrario de la tercera regla; así


como escuridad del ánima, turbación en ella, moción a las
cosas baxas y terrenas, inquietud de varias agitaciones y ten-
taciones, moviendo a infidencia, sin esperanza, sin amor,
hallándose toda perezosa, tibia, triste y como separada de su
Criador y Señor" (Ej. 317). «El que está en desolación traba-
xe de estar en paciencia... y piense que será presto consola-
do, poniendo las diligencias contra la tal desolación, como
está dicho en la sexta regla" (Ej. 321).

Ignacio lleva días dándose cuenta de que la elección está ultimada. Ha


recibido la confirmación por Jesús [66,72] y tiene certeza de la voluntad
de Dios: no debe admitir ninguna renta, ni siquiera para las iglesias de la
Compañía. Le han demorado dos largos períodos de reconciliación, por
miedo a errar con el impedimento de sus faltas. Además ha tenido que
cumplir su promesa de doce misas de la Trinidad.
Al acabarlas, dice una más para pedir a la santísima Trinidad qué
espera de él, que dilate o que acabe su discernimiento y acción de gracias
(día 8 de marzo). Este continuo diálogo muestra una vez más que el discer-
nimiento ignaciano es una acción orante, porque la oración «es tratar de
amistad con quien sabemos nos ama" (Teresa) y los interlocutores deberán
decidir de común acuerdo el momento de dejar su conversación.
De esta forma, el problema de acabar se solapa sutilmente sobre el de
la confirmación, hasta desplazarla del todo. Tanto más cuanto los regalos
de la confirmación le son tan dulces que, por su parte, no le molestaría
continuar. Pero, ¿qué es lo que Dios quiere?
Ignacio ha planteado el 4 de marzo tres hipótesis:
- acabar en el tiempo que él haya prefijado; o bien,
- en cuanto reciba una visitación extraordinaria; o bien,
- cuando en esta visitación se le indique.
Descarta la primera hipótesis que le confiere un protagonismo limita-
dor de la iniciativa de Dios.
160 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

La segunda implica exigir un don esencialmente gratuito (»es pedir


demasiadas señales» [105]). ¿Podría asegurar, además, la definitividad de
una señal, siendo el hombre, simultáneamente, limitado y abierto y siendo
infinita la generosidad de Dios? No es osadía la respuesta afirmativa de
Ignacio, porque ha conocido otras veces la elección por Primer Tiempo,
«quando Dios nuestro Señor así mueve y atrae la voluntad, que, sin dubitar
ni poder dubitar, la tal ánima devota sigue a lo que es mostrado...» (Ej.
175). Por otra parte, ¡desea tan vehementemente esta visitación!
La tercera hipótesis, además de exigir el don de la segunda, se opone a
su deseo de gozar más, casi golosamente, de la Trinidad. Recuérdese el
aturdimiento de los discípulos en la Transfiguración: «Maestro, se está
bien aquí, haremos tres tiendas...» (Me 9,5). Ignacio no se ve en el límite
de tener que exclamar con Juan de la Cruz «apártalos, Amado, que voy de
vuelo», a pesar de que sus ojos peligran [107].
Sin embargo, el final será muy otro y totalmente inesperado: Ignacio
acaba en el silencio de Dios. Roland Barthes hace una lectura reduccionis-
ta de este punto, aprovechándolo para cerrar su análisis estructural del
libro de Ejercicios: «Sólo queda una salida a este diálogo en el que la divi-
nidad habla pero no «marca» y es la de convertir la suspensión de la marca
en signo último... la escucha se convierte en su propia respuesta y la inte-
rrogación pasa de suspensiva a asertiva de alguna manera; pregunta y res-
puesta entran en un equilibrio tautológico: la señal divina se descubre to-
talmente recogida en la audición... trocada en significación, el vacío divino
no puede ya amenazar, alterar o descentrar la plenitud inherente a cual-
quier lenguaje cerrado» (p. 53). Esta es la irónica, si no trágica, consecuen-
cia del texto ignaciano: Dios hablaría aunque no hablase. Por lo tanto, el
camino interior ignaciano sería un círculo cerrado. En efecto, habiendo
conseguido en los Ejercicios la indiferencia, a modo de balanza equilibra-
da y ultrasensible, cualquier señal de Dios debería inclinarla y, si no se da
esta señal, Ignacio consigue inclinarla «hallándome desierto de socorro
alguno» [145]), convirtiendo en señal la ausencia de señal.
Para De Nicolás (p.65), Barthes tiene el mérito de haber introducido los
textos místicos en los círculos académicos, aunque a costa, también según
él, de un gran reduccionismo, limitando, y valorando, el aporte ignaciano a
la humanidad a su novedad en la semeiología, la ciencia de los signos.
Opino que a Barthes se le escapa la realidad primigenia y operativa en
Ignacio, previa a su comunicación escrita: su vivencia de fe y de amor es
capaz de fusionar los dos platillos de la balanza en un solo peso.
En efecto, en su contexto creyente, Ignacio constata la contraposición
de dos voluntades: él quiere más señales (¡ha habido señal!) y la divinidad
no quiere otorgar más. En cuanto se da cuenta de la dualidad emerge de lo
profundo su deseo último, «acercarse al placer de Dios» [147] -la fuerza
de la caridad- y, desde esta unión de voluntades, decide acabar definitiva-
mente. Es decir, capta simultáneamente la distancia infinita que separa su
pequenez humana y la grandeza de Dios, afirmada en la fe, y la polariza-
ción amorosa que le atrae a la unión con Él. ¿Cabría decir, en lenguaje
ignaciano, que experimenta una consolación «sin causa precedente», en la
E L DIARIO ESPIRITUAL 161

que «es propio del Criador entrar, salir, hacer moción en ella (en el alma),
trayéndola toda en amor de la su divina majestad. Digo sin causa, sin nin-
gún previo sentimiento o conoscimiento de algún obiecto, por el qual
venga la tal consolación mediante sus actos de entendimiento y voluntad»
(Ej. 330)? Dos voluntades contrapuestas, la de Dios siempre mayor y la de
la criatura necesitada pero atraída amorosamente a la unión con El.
(Nótese que en el análisis final Ignacio se expresa significativamente en
términos de «placer» en vez de «voluntad de Dios»). Enseguida le invadirá
una consolación sensible intensísima, que no será la causa sino la conse-
cuencia de su decisión de acabar. Antes de veinticuatro horas su «placer»
consistirá en conformarse con la voluntad de Dios. Este es el intercambio
admirable del amor.
La estructura final del discernimiento ignaciano cuenta con el aval
cristológico y paradigmático de la oración del Huerto de Getsemaní:
»Padre, si tú lo quieres, aparta de mí este cáliz;
pero no se haga mi voluntad sino la tuya.
Entonces se le apareció un ángel,
que le confortaba» (Le 22,42-43).
Se podrían traer a colación otros paralelos bíblicos, como la prueba de
Abraham o la misma Anunciación a María. Consolación en la noche del sen-
tido y del espíritu, que comporta en sí misma la seguridad de que es de Dios.
En palabras de Karl Rahner en su magnífico estudio de la experiencia
inmediata de Dios propuesta en los Ejercicios, «esta vivencia se posesiona
del alma toda, la pone a disposición de Dios, cosa que, evidentemente, no
sucede con un conocimiento corriente, aunque sea piadoso y devoto, de
Dios» (p. 163); «... se trata de sentirse toda la persona arrastrada con el
fondo de su ser a un amor que, por encima de todo objeto determinado y
delimitable, va derechamente a la infinidad de Dios, en cuanto Dios
mismo...» (p.145).
Le falta aún examinar los resultados de la consolación sin causa, como
advierte cautamente al ejercitante, porque la persona espiritual puede ser
engañada en el tiempo posterior a la consolación, si su fervor se ahoga o se
alimenta de sus hábitos rutinarios de pensamiento y de conducta. (Véase la
carta a Teresa Rajadell de 18 de junio de 1536 y Ej. 336).

Siguen candentes los temas


- de la Trinidad y su confirmación
- del control del deseo de lágrimas
- de la elección
- de la devoción entendida como facilidad de encontrar a Dios.
DIARIO ESPIRITUAL
8-13 de Marzo
164 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

[134] de la Trinidad. 13.


26 sábado - en la oración sólita, de principio a la fin, aunque cre-
ciendo mucha asistencia de gracia con una devoción mucho clara,
lúcida y calorosa, a mucha satisfacían de ánima, y asaz contentamien-
to en la oración preparatoria y en capilla.

[135] al revestirme, con nuevas mociones, y durándome al cabo


con mayores, y con asaz de lágrimas, mostrándoseme una humilldad
mucho grande, para no mirar aun el cielo, y quanto menos quería
62
mirar arriva y humillarme y baxarme^ , tanto más gusto y visitación
spiritual sentía.

[136] comenzando la misa, y pasando por toda ella con mucha


interna devoción y calor spiritual, y no sin lágrimas, y con un conti-
nuarme devoción y dispusición para lacrimar, en estos entrebalos de
tiempos, dado que yba para no alzar los ojos del entendimiento arriva, y
para procurar de seer contento de todo, imo rogando que a ygual gloria
163
divina no me visitase con lágrimas, algunas vezes que el entendi-
miento se me yba arriva inconsiderate, me parecía veer alguna cosa del
seer divino, que otras vezes, queriendo, no es en mi facultad.

i64
[137]deldía .
27 domingo - la oración sólita, símile a la pasada, después de
vestido, en la oración preparatoria, nueva devoción y mociones a
lacrimar, terminándose principalmente a la Sanctíssima Trinidad y a
Jesú.

[138] entrado en capilla maiores mociones y lágrimas, todo ter-


minando a la Sanctíssima Trinidad, y quándo a Jesú, quándo juntos o
casi juntos, en tal modo, que la terminación a Jesú no disminuya
165
devoción de la Sanctíssima Trinidad, ni e contra , y esta devoción
durando asta el revestir, y quándo con lágrimas.

162
E s t e movimiento espiritual sugiere Ignacio (a Teresa Rajadell, Venecia, 18/6/1536)
tanto en caso de consolación del mal espíritu, en que advierte en «pensar que luego viene la
prueba de la tentación», como también en el caso de consolación del buen espíritu: «el que
está consolado, procure humillarse y bajarse cuanto puede, pensando cuan para poco es en el
tiempo de la desolación, sin la tal gracia o consolación» (Ej. 324). Aquí, con todo, obedece
Ignacio al mismo contenido de la consolación, que le muestra una humildad muy grande.
' ^ S e reconoce en esta expresión la tercera manera de humildad que Ignacio ofrece a la
consideración del ejercitante durante el tiempo de elección: «La tercera es humildad perfectísi-
ma, es a saber, cuando incluyendo la primera y la segunda, siendo igual alabanza y gloria de la
divina majestad, por imitar y parecer más, actualmente, a Cristo nuestro Señor, quiero y elijo
más pobreza con Cristo pobre que riqueza, oprobios con Cristo lleno dellos que honores; y
desear más de ser estimado por vano y loco por Cristo, que primero fue tenido por tal, que por
sabio ni prudente en este mundo» (Ej. 167). En el presente se amplía el campo de la humildad
E L DIARIO ESPIRITUAL [134-138] 165

[134] Misa 13a. de la Trinidad. 26.(?) Sábado, 8 de marzo.


Desde el principio de la oración acostumbrada me ha asistido
mucha abundancia de gracia que ha ido en aumento hasta el final, con
devoción muy clara, luminosa y cálida, a plena satisfacción del alma,
y también con bastante contentamiento en la oración preparatoria y en
la capilla.
[135] Al revestirme, han reaparecido las mociones y han ido en
aumento, con bastantes lágrimas, hasta el final, porque se me mostraba
una humildad muy grande, la de no mirar aún al cielo. Pero cuanto
menos quería mirar hacia arriba y cuanto más me humillaba y me
162
r e b a j a b a , tanto más gusto y visitación espiritual sentía.
[136] Comencé la misa y la dije con mucha devoción interior y
ardor espiritual y no sin lágrimas, y se mantuvo la devoción y la incli-
nación a llorar. Durante ese tiempo, aunque tenía la intención de no
alzar los ojos del entendimiento hacia arriba y de procurar de confor-
marme con todo, es más, aunque rogaba que, si era de igual gloria
163
d i v i n a , no me visitase con lágrimas, algunas veces que el entendi-
miento se me iba hacia arriba impensadamente, me parecía ver algo
del ser divino, que otras veces, queriéndolo, no estaba a mi alcance.
164
[137] Misa del d í a . 27.(?) Domingo, 9 de marzo.
La oración habitual fue semejante a la de ayer. Ya vestido, en la
oración preparatoria, he tenido renovada devoción y mociones a lagri-
mar, relacionadas principalmente con la santísima Trinidad y con Jesús.

[138] Al entrar en la capilla he tenido mayores mociones y lágri-


mas, todo relacionado con la santísima Trinidad, y a veces con Jesús,
algunas veces simultáneamente o casi, de tal modo, que la relación con
Jesús no disminuía la devoción a la santísima Trinidad, ni al contra-
1 6 í
r i o . Esta devoción ha durado hasta que me he revestido y, a ratos,
acompañada de lágrimas.

hasta la renuncia a la visitación. También se apoya en la imitación de Jesús, en cuanto que Él


experimentó el silencio de Dios: «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?» (Me
15,34). Ignacio resume enfáticamente este vacío de Jesús en los puntos sobre los «Misterios
Hechos en la Cruz... dijo que era desamparado» (Ej. 297). Bien se ve que, guardando las distan-
cias, se halla también él en situación parecida los últimos días de la elección.
' ^ M i s a de la segunda dominica de cuaresma. Lecturas: Epístola, ITes 4,1-7; Evan-
gelio, Mt 17,1-9 (La Transfiguración).
165
S a n t a Teresa tuvo un problema semejante y de alguna manera complementario:
«Esta presencia de las tres Personas que dije al principio he traído hasta hoy... presentes en
mi alma muy ordinario, y como yo estaba mostrada a traer sólo a Jesucristo, siempre parece
me hacía algún impedimento ver tres Personas -aunque entiendo es un solo Dios- y díjome
hoy el Señor, pensando yo en esto: que erraba en imaginar las cosas del alma con la represen-
tación que las del cuerpo, que entendiese que era muy diferente y que era capaz el alma para
gozar mucho» (Cuenta de Conciencia, Ávila, 30 junio 1571).
166 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

[139] después en la misa con un calor estertor motivo a devoción


y a hilaridad de mente, con pocos movimientos o mociones a lacrimar,
tomen sin ellas más contento que algunas vezes habiendo en buena
parte; y parecíame no sentiendo intelligencias, visiones ni lágrimas, en
alguna manera que Dios nuestro Señor me quería mostrar alguna vía
66
o modo de proceder^ .

[140] el día todo andando con asaz contentamiento de ánima; a


la noche me parecía que me adaptava a devoción, terminando a la
Sanctíssima Trinidad y a Jesú, y de modo que al entendimiento se
representava, dexándose veer en cierto modo; yo queriendo adaptarme
al Padre, al Spíritu Santo y a nuestra Señora, en esto no hallava ni
devoción ni visión alguna, estante por algún rato la intelligencia o
visión de la Sanctíssima Trinidad y de Jesú.

1
[141] de Jesú^ .
28 lunes - en la oración sólita con asaz devoción, maiormente de
la meitad adelante, antes de la oración preparatoria, una nueva devo-
ción con un pensamiento o juyzio que debría andar o seer como ángel
para el oficio de dezir misa, y con un suave venir alguna agua a los
ojos.
[142] después en capilla y en la misa con devoción a lo mismo y
conformándome con lo que el Señor ordenava, y con pensar que su
6
divina magestad provehería) *, tomando ad bonum etc. en estos inter-
valos, algunas vezes, viendo en alguna manera quándo el seer del
Padre, id est, primero el seer y consequenter el Padre, id est, terminán-
dose primero la devoción a la essencia y consequenter al Padre, quán-
do de otra manera y sin tanta distinción.

[ 143] de nuestra Señora.


29 martes • en la oración sólita por toda ella con mucha devoción
clara, lúcida y como calorosa, en capilla, al altar, y después con lágri-
mas, terminando la devoción a nuestra Señora, no viéndola, en la misa
por toda ella con devoción, y algunas vezes en mociones a lágrimas y
después con devoción, en estos enterbalos viendo muchas vezes en par-

'""Ignacio está alerta. Hacia donde le digan, irá. Pero hasta el presente, los caminos
emprendidos han sido precedidos siempre por la luz de una visitación o por la inclinación de
una consolación. ¿Cómo proceder en el silencio de Dios? Se halla ante la Trinidad y ante
Jesús [138,140], pero no percibe ninguna señal. De momento no tiene otro remedio que con-
formarse y esperar [ 136,142].
1 6 7
D e b e recurrir nuevamente a los mediadores, mientras busca y espera conocer lo que
tiene que hacer.
E L DIARIO ESPIRITUAL [139-143] 167

[139] Después en la misa he sentido un calor exterior, causa de


devoción y de hilaridad de mente, con pocos movimientos o ganas de
llorar. Sin embargo, he estado más contento sin tener lágrimas que
algunas otras veces teniéndolas en buena parte de la misa. Y me pare-
cía que de alguna manera Dios nuestro Señor me quería mostrar alguna
vía nueva o modo de proceder, al no percibir inteligencias, ni visiones,
166
ni l á g r i m a s .

[140] Todo el día ha transcurrido con bastante satisfacción del


alma. Por la noche me parecía que me era fácil encontrar devoción, si
me relacionaba con la santísima Trinidad y con Jesús, tal como se ha-
cían presentes en mi entendimiento, ya que se dejaban ver en cierto
modo. Aunque quise dirigirme al Padre, al Espíritu Santo y a nuestra
Señora, no hallaba en ello ni devoción ni visión alguna, pero se prolon-
gó un rato la inteligencia o visión de la santísima Trinidad y de Jesús.
167
[141] Misa de J e s ú s . 28.(?) Lunes, 10 de marzo.
En la oración acostumbrada he tenido bastante devoción, sobre
todo de la mitad en adelante. Antes de la oración preparatoria, se ha
reforzado mi devoción con la idea o juicio de que debería andar o ser
como un ángel en el oficio de decir misa, con lo cual se me han nubla-
do los ojos con agua suave.

[142] Después, en la capilla y en la misa, he tenido devoción por


la misma idea y me he conformado con lo que el Señor ordenaba, y he
168
pensado que la divina Majestad p r o v e e r í a , tomándolo ad bonum
(como bueno para mí), etc. En ese tiempo, algunas veces, veía de algu-
na manera el ser del Padre, es decir, primero el ser y luego el Padre, es
decir, primero se dirigía la devoción a la esencia divina y luego al
Padre; otras veces lo veía de otra manera y sin tanta distinción.

[143] Misa de nuestra Señora. 29. (?) Martes, 11 de marzo.


A lo largo de toda la oración acostumbrada he tenido mucha devo-
ción clara, luminosa y ardiente. En la capilla, junto al altar, y después,
he tenido lágrimas, estando relacionada la devoción con nuestra Señora,
aunque no la veía. También en toda la misa he tenido devoción y, algu-
nas veces, mociones a lágrimas y, acabada la misa, ha continuado la de-

'^Cita implícita del sacrificio de Isaac, cuando Abraham dijo a su hijo que Dios prove-
ería la víctima (Gn 22). ¡Seguro! La víctima debía ser el propio hijo, provisto por Dios como
prenda de la promesa ... ¡y del sacrificio! En esta ocasión Abraham tenía que optar entre la
prenda o la promesa. Esta experiencia es figura de Getsemaní y del Calvario. Ignacio retrata,
quizá inconscientemente, su situación. Las visitaciones han sido prenda del amor de Dios.
Ahora las echa en falta. De todos modos, el justo vive de la fe: "¡Dios proveerá!». Por lo
tanto, se «conforma» y «lo da por bueno». En última instancia, como dirá más adelante [ 185],
Dios «me ama más que yo a mí mismo».
168 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

te el seer divino, y <después> algunas vezes terminándose en el Padre,


id est, primero la esencia y después el Padre, y antes de la misa, en
capilla, a manera de licencia para mirar arriva, porque me venía que
el mirar arriva me era remedio para no turbar de cosas vaxas, y con
69
esto mociones y lágrimas* , y después procurando de mirar arriva, y
quando vía y quando no vía hallava devoción y remedio para no tan
fácilmente quitar la atención de lo que devía por toda la misa.

10
[144] Spíritu Sancto* .
30 miércoles - en la oración sólita con asaz devoción, y de la mei-
tad adelante, con mucha, clara, lúcida y como calorosa, en capilla por
1
veer baxar y de priesa* *, no me adaptando para la misa, y volviendo
12
en cámara para me adaptar, y con lágrimas componiéndome* , y
andando a la capilla, y después a la misa y en parte de ella con asaz
devoción y quándo con mociones a lacrimar; en la otra parte muchas
veces con batalla qué haría en el finir, por no hallar lo que buscava. en
estos intervalos sin ninguna señal de visiones ni yntelligencias.

[145] acabada la misa, y después en cámara, hallándome todo


desierto de socorro alguno, sin poder tener gusto alguno de los media-
dores ni de las personas divinas, mas tanto remoto y tanto separado
como si nunca huviese sentido cosa suya, o nunca hubiese de sentir
adelante, antes vertiéndome pensamientos quándo contra Jesú, quándo
contra otro, hallándome así confuso con varios pensamientos, quándo
de yrme de casa y tomar una cámara locando por evitar rumores, quán-

* ^Estamos asistiendo a una intensa actividad espiritual de Ignacio. Da vueltas y más


vueltas, haciendo recuento de su capital de experiencia orante. Su mente formula diversas
hipótesis y, como una varita de zahori, responde emotivamente ante cada principio de verdad:
debo proceder como un ángel..., tengo licencia de mirar arriba porque me ayuda a no distraer-
me... Pero no acierta todavía con el punto neurálgico, que le ilumine globalmente. Utilizando
la cuádruple comparación teresiana, su oración es como regar un campo sacando agua del
pozo, trabajosamente, sin que acabe nunca de llegar la lluvia inundante (Vida, c, 11, 7).
'70EI día de hoy, que va a convertirse en el último de la elección, dice casualmente la
misa del Espíritu Santo, igual que el día 11 de febrero, en el que estuvo a punto de acabar.
Entonces echó en falta la confirmación trinitaria. Ahora se halla sumergido en el silencio de
Dios.
" ' E l problema se repite. Conste que el ímpetu interno de Ignacio no proviene de un
cierto normativismo, aunque sí era amigo de dar reglas, ni tampoco de un temperamento
huraño o solitario. Se hicieron famosas las «reglas de la modestia», promulgadas y explicadas
por Laynez en Roma, convocada toda la comunidad sin excepción después de comer.
Mientras las declaraba se hundió el local donde normalmente habría estado recreándose la
comunidad (!) (Memorial, día 26 de enero de 1555). Respecto a la manera de andar, prescri-
ben lo siguiente: «Sea el andar moderado, sin notable priesa, si la necesidad no fuese urgente,
guardando el decoro que se podrá» (Regla 10). Hay que recordar que el origen de sus reglas
E L DIARIO ESPIRITUAL [144-145] 169

do la devoción. En buena parte de estos intervalos de tiempo he visto


muchas veces el ser divino, y <después> algunas veces la visión se rela-
cionaba con el Padre, es decir, primero con la esencia y después con el
Padre. Y antes de la misa, en la capilla, recibí una especie de licencia
para mirar hacia arriba, porque se me ocurrió que el mirar hacia arriba
me era remedio para no distraerme en cosas bajas, con lo cual tuve
169
mociones y l á g r i m a s . Luego procuré mirar hacia arriba y, tanto si
veía como si no, hallaba devoción y remedio para no apartar tan fácil-
mente la atención de lo que debía, en toda la misa.

170
[144] Misa del Espíritu S a n t o . 30.(?) Miércoles, 12 de marzo.
En la oración acostumbrada he tenido bastante devoción, y de la mitad
en adelante, mucha, clara, luminosa y como ardiente. Ya en la capilla,
171
como acababa de ver gente bajando de prisa y c o r r i e n d o , no me sen-
tía a punto para decir la misa y he vuelto a la habitación para reponer-
172
me. Lo he logrado con l á g r i m a s y he regresado a la capilla. Durante
una parte de la misa he tenido bastante devoción y, a veces, mociones a
lagrimar. En la otra he batallado repetidamente con lo que haría para
acabar <si diría...>, porque no hallaba lo que buscaba. En ningún
momento he tenido señal alguna de visiones ni de inteligencias.

[145] Acabada la misa, y después en la habitación, me he hallado


totalmente desierto de socorro alguno, sin poder gustar de los mediado-
res ni de las Personas divinas, sino que me he sentido tan distante y tan
separado de ellos como si nunca hubiese sentido cosa suya, o nunca en
adelante tuviese que sentirla. Por el contrario, me venían pensamientos
ya contra Jesús, ya contra otra Persona. Así de confuso estaba con
diversos pensamientos, c o m o el marcharme de casa y alquilar una
habitación para evitar los ruidos, o intentar ayunar, o comenzar de nue-

era indefectiblemente la contemplación -¿imaginativa?- de la manera de actuar de Jesús,


igual a lo que recomienda al ejercitante en las «reglas para ordenarse en el comer:... mientras
la persona come, considere como que ve a Cristo nuestro Señor comer con sus apóstoles, y
cómo bebe, y cómo mira, y cómo habla, y procure de imitarle» (Ej. 214]). En realidad, el pro-
blema relacional de Ignacio era el contrario: tenía que contener la alegría y la risa, que le
desencadenaba la consolación de encontrarse con uno de sus hermanos, porque consideraba
el valor de su alma y a Cristo nuestro Señor que la redimió. (Lo cuenta González da Cámara
en el Memorial, del día citado más arriba).
,72
« E s t a r preparado» significa estos días portarse como un ángel, es decir, tener una
total rectitud de intención en el oficio sacerdotal. (Véanse los nn. [141,176]).
170 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

do querer estar sin comer, quándo comenzar de nuevo misas, quándo


hazer el altar arriva, y en ninguna parte hallando réquiem con un
13
deseo de dar fin en tiempo de ánimo consolado y satisfecho en todo* .

[146] tándem mirando si debría proceder adelante, porque por


una parte me parecía que quería buscar demasiadas señales, y en
tiempo o en misas terminadas por mi satisfacían, siendo la cosa en sí
clara, y no buscando la certinidad della, mas sólo que el dexo de todo
fuese a mi gusto; por otra parte me parecía que, si estando tanto deste-
174
rrado, cesase en todo, que después no sería contento etc.
[147] tándem considerando, pues en la cosa no avía dificultad,
15
cómo sería maior plazer* a Dios nuestro Señor concluir sin más
esperar ni buscar pruevas, o para ellas dezir más misas, y para esto
poniendo en electión, <juzgaba y> sentía que más plazer sería a Dios
16
nuestro Señor el concluir* , y sentía en mí volición que quisiera que
el Señor condescendiera a mi deseo, es a saver, finir en tiempo de
11
hallarme mucho visitado* , luego en sentir mi inclinación, y por otra
parte el plazer de Dios nuestro Señor, comencé luego a advertir y que-
1
rerme llegar al plazer de Dios nuestro Señor* *.

l 7 3
E s t e párrafo complementa acertada y trágicamente la definición descriptiva de la
desolación según los Ejercicios, citada en la introducción del presente capítulo. No deja de
sorprender que el General de una orden religiosa piense alquilarse un pisito fuera de casa,
aunque sea para dedicarse más intensamente a los discernimientos de gobierno y a la confec-
ción de las Constituciones. ¿Dónde queda aquel Ignacio que reprendía al Cardenal Caraffa
por el hecho de diferenciarse de su comunidad de clérigos teatinos? (Epp. I, caita 11 Venecia,
1536). O bien, ¿a dónde ha ido a parar aquel Ignacio que reduce a la mitad las horas de ora-
ción de un Francisco de Borja porque «sin duda es mayor virtud della y mayor gracia poder
gozar de su Señor en varios oficios y en varios lugares que en uno solo... (en la ejercitación
espiritual, se entiende)» (O.C. B.A.C., carta de Roma, 20 Setiembre 1548, p. 751). Una inter-
pretación más benigna de la tentación de huida relacionaría ésta con la propuesta de retiro
que Ignacio brinda al ejercitante, cuando le indica que «tanto más se aprovechará quanto más
se apartare de todos amigos y conoscidos y de toda solicitud terrena; assí como mudándose
de la casa donde moraba y tomando otra casa o camera para habitar en ella, quanto más
secretamente pudiere... » (Ej. 20).
l74
Claramente la cuestión es un discernimiento derivado. Queda lejos la necesidad de
confirmación de la decisión de no admitir rentas. El discernimiento actual pretende dilucidar
el momento de acabar. Ignacio se halla acosado entre dos frentes: el del gusto de la visitación
y el del temor de decidir sin la indicación de una consolación. En estos casos es menester
mudarse, volviendo al punto focal de toda elección: el deseo apasionado y amoroso de hacer
la voluntad de Dios. «Si por ventura la tal ánima está afectada y inclinada a una cosa desorde-
nadamente, muy conveniente es moverse, poniendo todas sus fuerzas para venir al contrario
de lo que está mal afectada... De manera que la causa de desear o tener una cosa o otra sea
solo servicio, honra y gloria de la su divina Majestad» (Ej. 16).
' " H a s t a ahora Ignacio se ha preguntado cuál era la voluntad de Dios. En el trance
actual, empapado de íntima relación de amistad, la cuestión es más delicada y tierna: ¿qué
proporcionaría más placer al Amigo? Si él mismo se mueve a nivel del gusto de amistad,
transfiere la situación para que la comunicación sea recíproca (Ej. 231) e inquiere cuál será
E L DIARIO ESPIRITUAL [ 146-147] 171

vo las misas, o hacer el altar en el piso de arriba. En nada hallaba des-


canso, dado que deseaba dar fin en un momento de consolación y de
173
ánimo plenamente s a t i s f e c h o .

[146] Por fin miré si debería seguir adelante, porque, por una
parte, me parecía que quería buscar demasiadas señales, y otorgadas en
el tiempo o en las misas determinadas a satisfacción mía - a pesar de
que la cosa era clara en sí misma y que yo no buscaba certeza, sino
sólo que el dejo de todo fuese a mi gusto-, por otra parte me parecía
que, si acababa del todo, estando tan desterrado, después no quedaría
1 7 4
contento, e t c .

[147] Puesto que no había dificultad en la cosa, consideré por últi-


175
mo, qué daría más p l a c e r a Dios nuestro Señor, que concluyera sin
esperar más ni buscar más pruebas o que dijera más misas para obte-
nerlas. Lo puse en elección y <juzgaba y> sentía que daría mayor pla-
176
cer a Dios nuestro Señor si c o n c l u í a . Pero sentía en mí otra volun-
tad, que quería que el Señor condescendiera con mi deseo, es decir, el
deseo de acabar en el momento en que me hallase con gran visita-
1 7 7
c i ó n . Al caer en la cuenta de mi inclinación, y por otra parte del pla-
cer de Dios nuestro Señor, comencé enseguida a prestarle atención y a
178
quererme unir al placer de Dios nuestro S e ñ o r .

el gusto / placer de Dios. ¿Quizá es demasiado antropomórfico? Esta expresión, «placer de


Dios» o derivados, sólo aparece tres veces en todo el Diario, el 15 de febrero [30], cuando el
Padre juguetea con Ignacio, requiriendo la presencia de la Madre, su avaladora, para suminis-
trarle una corrección muy amorosa; hoy 12 de marzo, y repetida cuatro veces en el mismo
párrafo; y el 2 de abril [184], en que hace referencia indirecta al mismo punto de hoy.
17
^ C o m g e la palabra «juzgaba», demasiado activa y racional, por la palabra «sentía»,
más pasiva y vivencial. Ponerse en elección equivale a «pedir a Dios nuestro Señor quiera
mover mi voluntad y poner en mi ánima lo que yo debo hacer acerca de la cosa proposita,
que más su alabanza y gloria sea...» (Ej. 180). Si Dios lo inspira, el hombre «siente» el querer
de Dios. Al menos ésta era la experiencia de Ignacio, que resume al final de tantas cartas en
forma de petición: «...para que su santísima voluntad sintamos y aquella enteramente cumpla-
mos» (Por ejemplo, carta a Ascanio Colonna, 15/4/1543).
177
I g n a c i o se percata de que está siguiendo el esquema del segundo tipo (binario) de
hombre, que él mismo tipifica como el que está dispuesto a perder la afección, pero no el
objeto de la afección «de manera que allí venga Dios donde él quiere, y no determina de
dejarla, para ir a Dios...» (Ej. 154).
1 7 8
Ignacio reencuentra la postura valiente del tercer tipo (binario) de hombre que,
consciente de su apego, determina dejar la cosa si no se le muestra lo contrario, porque «en
toda buena elección... cualquier cosa que yo eligiere, debe ser a que me ayude para al fin para
que soy criado; no ordenando ni trayendo el fin al medio, mas el medio al fin... porque prime-
ro hemos de poner por obyecto, querer servir a Dios, que es fin, y secundario, tomar benefi-
cio o casarme si más me conviene, que es el medio para el fin» (Ej. 169). Es la opción de
Jesús en Getsemaní, cuando formulada la dualidad de voluntades «pase de mí este cáliz», rea-
firma aún con más énfasis su adhesión amorosa a la voluntad del Padre: «no se haga mi
voluntad sino la tuya» (Le 22,42).
172 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

[148] y con esto comenzaron a ir de mi gradatim las tinieblas, y


119
venirme lágrimas , y éstas yendo en aumento, se me quitó toda volun-
tad de más misas para este efecto, y veniendo en pensamiento tres
misas de la Trinidad para dar gracias, me parecía seer del mal spíritu;
0
y determinando que ninguna, crecía mucho en amor divino** , y tantas
lágrimas y con tantos sollozos y fuerzas y de rodillas por mucho tiempo
y paseando, y otra vez de rodillas con muchos, varios y diversos razo-
namientos y con tanta satisfacían interior, aunque esta visitación tanto
grande (que sentía notable dolor de ojos) durase por espacio de una
hora, poco más o menos, tándem cesando lágrimas y dubitando si con-
cluyría a la noche con semejante afluencia si hallase, o agora.

[149] habiéndome cesada la afluencia, aun me parecía que mejor


agora; que el buscar o tardar para la tarde era aun querer buscar, no
seyendo por qué, y así propuse delante de Dios nuestro Señor y toda su
corte, etc., dando fin en aquel punto, no proceder adelante en aquella
materia; y aun a este último proponer, veniendo mociones internas,
sollozos y lágrimas, aunque en el tiempo de las muchas efusiones
dellas, tenía todo por concluydo, y de no buscar ni misas, ni visitación
alguna, mas concluir en este día***.
2
[150] finido** .

[151 ] después de dadas XIX horas, asentando a comer, y de ay a


buen rato, el tentador no haziendo, mas queriendo dar<me> alguna
muestra de hazerme dubitar, yo súbito respondiendo sin turbación
alguna, antes como a cosa vencida: "a tu posta, un confirmar con
3
lágrimas y con toda seguridad cerca todo lo determinado** .

[152] de ay a cuarto de hora, un despertarme con conocimiento o


claridad, cómo el tiempo que el tentador me traya pensamientos contra
las personas divinas y mediadores me ponía o quería poner dubitación
en la cosa, y por el contrario quando sentía las visitaciones y visiones

, 7 9
D i o s no se deja vencer en generosidad, se aviene al deseo de Ignacio en cuanto
Ignacio se ha plegado al placer de Dios. También en Getsemaní, respetando distancias, el
Padre envía a su Hijo un ángel de consolación (Le 22,43).
I80
l g n a c i o comprueba que la decisión de acabar va ligada al amor de Dios, según la
regla de oro del segundo modo de elección: «que aquel amor que me mueve y me hace elegir
la tal cosa, descienda de arriba, del amor de Dios» (Ej. 184).
1 8 1
N ó t e s e la escisión entre el pensamiento y la afectividad de Ignacio. Los nn.
[148,149] son una muestra muy completa de elección de segundo y tercer tiempo. La razón
ve con claridad que debe acabar y que sería de mal espíritu el continuar. La voluntad acoge el
«placer» de Dios y halla consuelo de lágrimas en ello, lo cual afectivamente le confirma la
elección como buena. Pero, en cuanto desaparecen las lágrimas, vuelve al punto inicial de lo
que está mal afectada... De manera que la causa de desear o tener una cosa o otra sea solo ser-
vicio, honra y gloria de la su divina Majestad» (Ej. 16).
E L DIARIO ESPIRITUAL [ 148-152] 173

[148] Con lo cual se me empezaron a disipar gradualmente las ti-


179
nieblas y a venirme las l á g r i m a s . A medida que se hacían más
copiosas desaparecía todo deseo de decir más misas por este asunto.
Ha cruzado por mi pensamiento la idea de decir tres misas de la Tri-
nidad para dar gracias, pero me ha parecido que procedía del mal espí-
ritu. Y al determinar que no diría ninguna, he notado que crecía mucho
180
mi amor d i v i n o , con cantidad de lágrimas y de sollozos y de nuevas
fuerzas. He permanecido de rodillas mucho tiempo y he paseado, y he
vuelto a ponerme otra vez de rodillas, con muchos razonamientos,
varios y diversos, y con grande e íntima satisfacción. Y aunque esta
visitación tan grande - q u e he sentido mucho dolor en los o j o s - ha
durado por espacio de una hora, poco más o menos, han cesado por fin
las lágrimas y he dudado de si concluir por la noche con una afluencia
de lágrimas parecida, si es que la hallaba, o bien en el acto.

[149] Aunque había cesado la afluencia, seguía aún pareciéndome


que era mejor en el acto. Que si buscaba o lo dejaba para la tarde, sería
aún buscar sin motivo. Por lo tanto propuse delante de Dios nuestro
Señor y de toda su corte, etc., que daba fin en aquel instante y que no
proseguiría en aquel punto. Por este último propósito me vinieron
todavía mociones internas, sollozos y lágrimas, aunque, cuando éstas
eran muy abundantes, daba todo ya por concluido y tenía intención de
1 8 1
no buscar ni misas, ni visitación alguna, sino acabar h o y .

182
[150] Punto final .

[151] M e he sentado a comer tocadas las diecinueve horas (la una


del mediodía, aproximadamente) y un buen rato después, el tentador
no me ha hecho dudar, pero quería dar<me> alguna señal de hacerme
dudar. Yo le he respondido inmediatamente, sin la menor turbación,
como a un ser vencido: "¡a tu puesto!". Con lo cual se ha confirmado
183
todo lo determinado, con lágrimas y con toda s e g u r i d a d .

[152] Al cabo de un cuarto de hora, se me han abierto los ojos (un


despertarme) con un conocimiento o luz de cómo el tentador me hacía
dudar de la decisión o lo pretendía, siempre que me traía pensamientos

,82
P a r e c e que ha escrito sus notas de lo sucedido por la mañana antes de comer, conclu-
yendo con un rotundo «Finido» (acabado), como ha prometido. El manuscrito es claro y puli-
do en la redacción de este final y casi sin correcciones, como de persona que acaba serena-
mente una tarea.
'^Conviene recordar la experta indicación ignaciana: «... es propio del enemigo enfla-
quecerse y perder ánimo (dando huida sus tentaciones), cuando la persona que se ejercita en
las cosas espirituales pone mucho rostro, contra las tentaciones del enemigo, haciendo el opó-
sito perdiametrum...» (Ej. 325).
174 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

de las personas divinas y mediadores, con toda firmeza y confirma-


ción de la cosa, y este sentir con un gusto spiritual, y como veniendo
1 4
agua a los ojos con mucha seguridad de ánima * .

[153] al dar de las gracias en mesa un descubrirse en parte el


seer del Padre, así mismo el seer de la Sanctíssima Trinidad, con cier-
ta moción spiritual motiva a devoción y a lacrimar, lo que otro tanto
todo el día no avía sentido ni visto, aunque avía buscado muchas
5
vezes** , y las grandes visitaciones en este día no se terminavan a nin-
guna persona en particular o distinta, sino en general al dador de las
gracias.

[154] estos 4 días tomé para no mirar cosa alguna de Cons-


6
tituciones** :

[155] del día.


1." jueves - <antes de la misa> en la misa con un conformarme
con la voluntad divina en no haber lágrimas, <y que para mí sería
algún descanso en decir misa sin buscar lágrimas ni haberlas,> y
cuasi que esto me fuera quitarme de trabajo, o descanso en no buscar,
o mirar para tener, o no tener, después todo el día con <asaz> conten-
1
tamiento y placer de ánima** .

184
E s t e párrafo exige una lectura atenta. Tal como se ha analizado el día, la «cosa» ha
de ser la decisión de acabar, y el engaño del enemigo ha consistido en vincularle la «cosa» a
la visitación, al margen del placer de Dios. Sería un caso de consolación «sub angelo lucis»,
armado de razones aparentes, sutilezas y falacias (Ej. 329). Procura el enemigo «entrar con la
ánima devota, y salir consigo, es a saber, traer pensamientos conforme a la tal ánima justa, y
después poco a poco procura de salirse, trayendo a la ánima a sus engaños encubiertos y per-
versas intenciones» (Ej. 332).
' ^ E s comprensible la apreciación de Ribadeneyra: «Quando bendecía la mesa, quando
dava gracias y en todas las otras obras se recogía y entraba tan dentro de sí, que parecía que
veía presente la majestad de Dios; y siempre antes de la oración aparejava su alma y entrava
en el retrete de su coracón y allí se inflamava de manera que también el rostro de fuera se
encendía, y todo (como muchas vezes lo echamos de ver) parece que se hazía un fuego» (FN
IV, 743).
E L DIARIO ESPIRITUAL [ 153-155] 175

contra las Personas divinas y mediadores; y, al contrario, cuando sentía


las visitaciones y visiones de las Personas divinas y mediadores, me
quería dar plena firmeza y confirmación de la decisión. Este senti­
miento me produjo un gusto espiritual, y me vino agua a los ojos y
184
mucha seguridad en el a l m a .
[153] En la acción de gracias después de comer, se me ha mani­
festado el ser del Padre, e igualmente el ser de la Santísima Trinidad,
con cierta moción espiritual, causa de devoción y de lágrimas, cosa
que no había sentido ni visto en todo el día, aunque lo había buscado
185
muchas v e c e s . Las grandes visitaciones de este día no estaban rela­
cionadas con ninguna Persona en particular o distinta, sino en general
con el Dador de las gracias.

[154] Me he tomado estos cuatro días para no mirar nada de las


186
Constituciones :

o
[155] Misa del día. I . Jueves, 13 de marzo.
<Antes de la misa> en la misa me he conformado con la voluntad
divina de no tener lágrimas, <y he pensado que para mí serviría de
algún descanso decir misa sin buscar lágrimas ni haberlas,> y he pen­
sado que esto como que me quitaría trabajo, o que me descansaría al
no tener que buscar, o mirar de tener o no tener lágrimas. Después
187
todo el día he estado <asaz> contento y con placer del a l m a .

'^Acabados los cuarenta días, Ignacio estrena un nuevo pliego, dejando prácticamente
en blanco el último folio (sólo hay escritas nueve líneas). En el margen superior de la nueva
página, y enmarcándolo cuidadosamente, deja constancia del descanso que se ha tomado.
Incluímos sin embargo el día 41 en el capítulo actual, porque corona el resultado del día an­
terior.
1 8 7
E n día de descanso y como conclusión de la dura tarea, se asiste de nuevo al espec­
táculo de la grandeza y de la pequenez de Ignacio: proclama la conformación con la voluntad
divina (no tener lágrimas) y consigue encontrar una razonabilidad humano-divina: que así
también Dios colaboraba con su descanso. Nótese el cambio de léxico que se produce en
veinticuatro horas: ayer hablaba de su «volición» contrapuesta al «placer» de Dios, en cam­
bio, todo el día de hoy es «placer» de su alma el conformarse con la «voluntad» de Dios.
Capítulo 9
ACATAMIENTO, REVERENCIA Y HUMILDAD

«La segunda es que en el jurar por la criatura no tan fácil


es de hacer reverencia y acatamiento al Criador como juran-
do y nombrando al mismo Criador y Señor; porque el querer
nombrar a Dios nuestro Señor trae consigo más acatamiento
y reverencia que el querer nombrar la cosa criada; por tanto,
es más concedido a los perfectos jurar por la criatura que a
los imperfectos; porque los perfectos, por la assidua contem-
plación y iluminación del entendimiento consideran, medi-
tan y contemplan más ser Dios nuestro Señor en cada criatu-
ra según su propia essencia, presencia y potencia; y así en
jurar por la criatura son más aptos y dispuestos para hacer
acatamiento y reverencia a su Criador y Señor que los im-
perfectos» (Ej. 39).

El santo cura de Ars decía que se debía hablar de Dios como si se tra-
tase de un hombre, y que el corazón ya hacía la diferencia. A él le salía
esta diferencia reverente, tanto de su apasionante experiencia de Dios,
como de su medio cultural de respetuosa religiosidad. O'Neil estudia el
condicionamiento cultural actual, al comentar el presente punto del Diario,
en cuanto dificulta al sentimiento de reverencia, inherente a la manifesta-
ción de Dios, y su expresión con gestos apropiados. Según O'Neil, nuestra
época, tan igualitaria y democrática, impide una vía importante, por no
decir esencial, para la relación con Dios.
El contexto de Ignacio era muy distinto al nuestro, ya que la sociedad
en que vivió estaba terriblemente jerarquizada. Papas, emperadores, reyes,
princesas, condes y duques, por no decir doctores y bachilleres, generales
y capitanes, recibían todos un tratamiento propio de su dignidad, trata-
miento temeroso o amoroso para el pueblo, según la «gracia» del que lo
ostentaba. Uno podía ser un buen rey o un mal rey, un doctor engreído o
un doctor accesible.
En la alta edad media, muy poco antes que Ignacio, nació la palabra
«acatamiento», derivada de «ad-captare», que significó inicialmente «pro-
curar captar atentamente con los sentidos». De aquí evolucionó para signi-
ficar la profunda reverencia, con repercusión sensible, causada por la per-
cepción contemplativa de la dignidad de una persona. Aplicada a Dios,
cobra en Ignacio un par de matices nuevos: la humildad y la atracción
178 LA I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

amorosa. Es decir, con esta palabra subraya la separación abismal y la


unión íntima de la criatura con su Creador. Por este motivo, suele matizar
el acatamiento con adjetivos, especialmente el de reverencial, o humilde, o
amoroso.
Un texto del clásico Ribadeneyra vincula también estas palabras, pre-
cisamente en el prólogo a su Vida de San Ignacio: «... los santos ... con
profundísimo sentimiento de su baxeza y con humilde y reverencial agra-
decimiento... las echan (sus coronas) delante del trono de su acatamiento y
soberana majestad» (FN IV, p. 65).
En los Ejercicios Ignacio cuida mucho la pedagogía de la actitud reve-
rencial, como preparación ascética que allane el camino de la experiencia
de Dios. Se trata nuevamente de la dinámica de poner todos los medios en
el buscar, para, si Dios lo quiere, poderle hallar. Pascal se sumaría a esta
dinámica, cuando dice, «si quieres creer en Dios, ponte de rodillas».
Nebreda, en la revista Manresa, estudia la relación entre los Ejercicios
y el punto que nos ocupa. Desde el comienzo, en el Principio y Fun-
damento, Ignacio señala que el fin del hombre es alabar, hacer reverencia
y servir al Creador (Ej. 23). En efecto: este talante reverencial es la conse-
cuencia de la experiencia creyente, personal o comunitaria, de la infinita
majestad amorosa de Dios. Valga como ejemplo la hermosa constatación
de David en el salmo 51(50), cuando dice, «es muy tuyo perdonar y esto
nos infunde respeto».
Cabalmente, la experiencia de perdón adentra en la humildad, se
expresa en alabanza incesante e invita al acatamiento de la voluntad divi-
na, encendiendo el alma en servicio del Reino. La cita que encabeza el
capítulo es una consecuencia sutil de este principio.
El Diario deja entrever la profundidad de estas mismas actitudes cuan-
do se convierten en un don místico. Del 14 de marzo al 7 de abril se des-
cribe el desarrollo del don de acatamiento, bajo la guía de Dios. Se captará
con Ignacio el valor de este don - l o considera el regalo más útil para su
vida espiritual de entre todos los que ha recibido los días anteriores (!)- y
se aprenderá la manera de comportarse, si Dios otorga su enseñanza.
Conviene fijarse en el inicio desconcertante, en la enorme expansión y
en las consecuencias prácticas de este don místico, porque aclaran de
manera ejemplar el funcionamiento de la vida espiritual. Precisamente este
desarrollo y el solapamiento de distintos dones, originaron la intuición del
presente tratamiento del Diario, dividido en capítulos que no delimitan
ciclos cerrados, sino que acentúan la realidad espiritual de más entidad, en
la compleja corriente unitaria de la vida.

El inicio del don


Las íntimas comunicaciones de la Trinidad de los días anteriores han
gestado en Ignacio un acatamiento y un amor reverencial admirables (27
de febrero, n. 83, y 3 de marzo, n.103). Ignacio pierde el control en el dilu-
vio del amor divino y se inquieta por el camino, inusitado y desconocido,
que se le ofrece (4, 5 y 6 de marzo). Entonces aparece el silencio de Dios
(a partir del 7 de marzo), que nuevamente, y por contraste, le sume en un
E L DIARIO ESPIRITUAL 179

respeto inmenso a las visitaciones de «arriba». En todo el proceso toma


confiadamente a Jesús por guía y es conducido a acoger plenamente la
Voluntad divina. Por el momento, él aún no identifica la nueva vía.

La expansión del don


Descubre y formula que el nuevo camino, o el don insinuado mediante
la variación desde copiosas visitaciones al silencio, es precisamente la
actitud de acatamiento, reverencia y humildad (16 de marzo). Por lo tanto
el objeto del regalo divino no era la visitación en sí misma, por excelente y
gustosa que fuese, sino la conciencia de la separación esencial y de la
unión gratuita que implicaba la variación. Ignacio se conmueve y aparta de
sí otros dones y gracias para fijarse y aprovecharse de esta nueva enseñan-
za de Dios. Comprueba que no es obra suya y que tampoco sería capaz de
producirla, sino que le viene dada de lo alto. Nota también que esta nueva
actitud se expande poco a poco hacia la Eucaristía y hacia las cosas rela-
cionadas con el culto divino e, incluso, hacia toda persona y criatura.
La experiencia cristaliza íntegramente el Domingo de Ramos (6 de
abril) con la lectura de la Pasión, «acabando de conformarse su voluntad
con la divina».

Las consecuencias
Probado el don, despierta el deseo, y el deseo incita al atrevimiento.
De igual forma se inicia el proceso interior de todas las peticiones de
Ejercicios: «demandar lo que quiero o deseo». Pedir es reconocer que se
trata de un don, pero es necesario desearlo ardientemente, si lo quiero reci-
bir. El deseo es prenda y anticipo del don. Por eso Ignacio se pone a pedir
con insistencia y a colaborar con ahinco, retirando impedimentos, escru-
tando el querer divino y poniendo los medios para conseguir el don. No
descarta el camino del temor, como en Ejercicios, aunque sea un rodeo
hacia la humildad amorosa, cuando no encuentra otra vía mejor.
En conjunto, este capítulo iluminará la peregrinación interior del lec-
tor ejercitado, como pregustación y prenda de la amistad con Dios.

Préstese atención a
-la evolución del don de lágrimas
- a la devoción Eucarística, con sus nuevos matices
- a la conformidad con la voluntad de Dios.
DIARIO ESPIRITUAL
14 de Marzo
a 10 de Mayo
182 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

[156] del Spíritu Santo.


188
2." a.l.d. viernes - antes de la misa, en toda ella y después de
ella con muchas lágrimas, terminándose quándo al Padre, quándo al
Hijo, quándo etc., y así a los sanctos, mas sin visión alguna, sino en
quanto la devoción a ratos se terminava quándo a uno, quándo a otro,
en todos estos tiempos, antes de la misa, en ella y después della, era en
mí un pensamiento que penetrava dentro del ánima, con quánta reve-
rencia y acatamiento yendo a la misa debría nombrar a Dios nuestro
Señor, etc., y no buscar lágrimas, mas este acatamiento y reve-
9
rencia** .

90,
[157] a tanto que frequentándome en este acatamiento* antes
de la misa, en cámara, en capilla y en la misa, y ventándome lágrimas,
las refutava de presto por advertir al acatamiento, y no pareciendo que
era yo o mío, se me representava el acatamiento, el qual sienpre me
aumentava en devoción y en lágrimas; a tanto que me persuadía que
ésta era la vía que el Señor me quería mostrar, como los días pasados
9
creya que me quería alguna cosa* *, y a tanto que, deziendo la misa
me persuadía que en más tenía esta gratia y conocimiento para el pro-
9
vecho spiritual de mi ánima, que todds las otras pasadas* -.

[158] de nuestra Señora.


o
3 . sábado - en parte de la misa, con cierto interno acatamiento y
reverencia; en la mayor parte, ninguna cosa de poder sentir interius
93
acatamiento ni reverencia* -

94
[159] del día* -
o
4 . a.l. domingo - antes de la misa y en toda ella con muchas
lágrimas, terminándose la devoción y lágrimas quándo a uno, quándo
a otra, sin visiones claras o distinctas. haciendo oración en cámara

l88
H a s t a el 4 de octubre utilizará Ignacio estas abreviaturas para registrar brevemente si
ha llorado antes («a»), o a lo largo («1»), o después («d») de la misa. Si las siglas van acompa-
ñadas de puntos, significa que las lágrimas han sido copiosas. Esta forma de anotar no es un
intento de abreviar la labor de redacción, puesto que cada día explícita lo que ha sucedido, al
menos inicialmente. Examinando el original se observa que logra resaltar mejor la marcha de su
devoción y que posibilita «conferir el segundo día con el primero... y una semana con otra...»
(Ej. 29,30), siguiendo lo que recomienda en el «Examen Particular y Cotidiano» (Ej. 24).
1 8 9
"En los actos de la voluntad, cuando hablamos vocalmente o mentalmente con Dios
nuestro Señor o cons sus santos, se requiere de nuestra pane mayor reverencia, que cuando
usamos del entendimiento entendiendo» (Ej. 3).
1 9 0
El ejercicio del acatamiento no es nuevo para el peregrino. Lo encarece repetidas
veces en su libro: al empezar la oración, «me pondré en pie... alzado el entendimiento arriba,
considerando cómo Dios nuestro Señor me mira, etc., y hacer una reverencia o humillación»
(Ej. 75). En las contemplaciones de la vida de Cristo, propone ver las personas... «como si
presente me hallase, con todo acatamiento y reverencia posible» (Ej. 114). Antes de entrar
en las elecciones dice que «aprovecha mucho considerar y advertir las siguientes tres
E L DIARIO ESPIRITUAL [ 156-159] 183

o 1 8 8
[156] Misa del Espíritu Santo. 2 . a.l.d . Viernes, 14 de marzo.
Antes de la misa, durante toda la misa y después, he tenido mu-
chas lágrimas relacionadas a veces con el Padre, a veces con el Hijo, a
veces, etc., y también con los santos, pero sin ninguna visión, sino que
la devoción se relacionaba a ratos con uno, a ratos con otro. En todo
ese tiempo, es decir, antes, durante y después de la misa, un pensa-
miento me penetraba dentro del alma, ¡con cuánta reverencia y acata-
miento debería nombrar a Dios nuestro Señor en la misa!, etc., y no
189
debía buscar lágrimas, sino este acatamiento y r e v e r e n c i a .

[157] Hasta tal punto que, practicando repetidamente este acata-


190
m i e n t o , antes de la misa -en la habitación y en la capilla- y en la
misa, si me venían lágrimas, las rechazaba enseguida para fijarme sólo
en el acatamiento. No me parecía que fuese yo quien lo procurase o
que fuese obra mía, sino que el acatamiento se me otorgaba, lo cual
incrementaba cada vez más la devoción y las lágrimas, de tal forma
que llegué a persuadirme que ésta era la vía que el Señor me quería
enseñar, dado que ya barruntaba días atrás que me quería mostrar
1 9 0
a l g o . Pasó lo mismo mientras decía misa y estimé que valoraba más
esta gracia y conocimiento para el provecho espiritual de mi alma, que
192
todas las otras a n t e r i o r e s .

o
[158] Misa de nuestra Señora. 3 . Sábado, 15 de marzo.
Sólo durante una parte de la misa he tenido un cierto acatamiento
interno y reverencia, pero no lo he sentido internamente en su mayor
193
parte .

1 9 4 o
[159] Misa del d í a . 4 . a.l. Domingo, 16 de marzo.
Antes y durante toda la misa he tenido muchas lágrimas, relacio-
nándose, la devoción y las lágrimas, a veces con una Persona, a veces
con otra, pero sin visiones claras o distintas. Orando en la habitación

maneras de humidad, y en ellas considerando a ratos por todo el día...» (Ej. 164). Y, como ya
se ha dicho, en los actos de la voluntad... «se requiere de nuestra parte mayor reverencia, que
cuando usamos del entendimiento entendiendo» (Ej. 3).
191
V é a n s e los nn. [113], [119]. En este último número Ignacio se pregunta si el nuevo
camino estribará en andar sin lágrimas. En este momento le estorban para ver el camino con
claridad. Es decir, ¡los caminos de Dios siempre resultan positivos, aunque requieran alguna
negación o renuncia! Que ha hallado la «vía» se confirmará aún más en los nn. [160] y [162].
192
E s t a indicación en boca del parco Ignacio subraya enormemente la importancia del
don de la reverencia y acatamiento.
, 9 3
C o m o en otras ocasiones, esta incapacidad de producir el bien deseado asegura que es
don del cielo. La constatación provoca simultáneamente humildad y alegría, esperanza y amor.
194
D o m i n i c a tercera de cuaresma. Lecturas: Epístola, Ef 5,1-9; Evangelio, Le 11,14-28.
184 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

95
antes de la misa, se me diese acatamiento, reverencia y humildad* ; y
en quanto visitaciones o lágrimas, no se me diesen, si ygual servitio
96
fuese a la su divina magestad* , o gozarme de sus gratias y visitacio-
nes Impíamente, sin interese.

[160] y así después todas las visitaciones spirituales venían en


representárseme acatamiento, no solamente a las personas divinas en
nombrarlas o en acordarme dellas, mas aun en reverenciar el altar y las
otras cosas pertinentes al sacreficio, refutando las lágrimas o visitacio-
nes, quando me venía el advertir a ellas o desearlas, y así advertiéndo-
me primero al acatamiento, las visitaciones venían consequentes, el
contrario, id est, advertir primero a las visitaciones que el acatamiento,
juzgando seer malo, y pareciéndome y confirmando lo que sentía el
viernes pasado <y que por esta vía era andar derecho en servicio de
9
Dios nuestro Señor, estimando más ésta que otra cosa alguna>* '''.

[161] aquí comencé de prepararme y mirar primero cerca las


9
misiones* *:

[ 162] de nuestra Señora.


1. a. I. lunes - antes de la misa lágrimas, y en ella muchas, a tanto
que diversas vezes perdía la abla. toda esta visitación se terminava
<indifferenter a todas> quándo a una persona, quándo a otra, por el
mismo modo que el día precedente, y de la misma manera, es a saver,
cerca el acatamiento y reverencia a confirmar todo lo pasado cerca
haber aliado la vía que se me quería mostrar, pareciéndome seer la
mejor de todas y para siempre que debo llevar.

' " P o r primera vez aparecen juntas las tres palabras. Se repetirá los días 17 de marzo
[164], con la variante «acatamiento y humilidad reverencial», y el 30 de marzo [178], en
forma de plegaria litánica. En total, se menciona el acatamiento 31 veces, la reverencia - u
otros derivados- 20 veces y la humildad 8 veces. Acatamiento y reverencia forman doblete
en 15 textos y aparecen y desaparecen en el Diario simultáneamente [83]-[187]; la humildad,
en cambio, se menciona por primera vez en el [120] y curiosamente en torno a la hipotética
nueva vía de no ser visitado con lágrimas. Quedaría por investigar la diferencia de matiz
entre las tres palabras. Su significación no puede ser muy dispar porque se relacionan con una
misma experiencia espiritual y comparten los mismos calificativos, «admirable», «amoroso»,
«temeroso», etc. Pero, por otra parte, parece que Ignacio estima en más la humildad que las
otras dos, como atribuyéndole más interioridad y considerándola el fundamento de las demás
virtudes. Esta opinión, sustentada en leves indicios del propio Diario, se argumentaría mejor
echando mano de otras referencias ignacianas, sobre todo de la Autobiografía y de los
Ejercicios.
196
A l u d e de nuevo al tercer grado de humildad (Ej. 167).
E L DIARIO ESPIRITUAL 185

antes de la misa, pedía que se me concediese acatamiento, reverencia y


195
humildad y, en cuanto a visitaciones o lágrimas, que no se me die-
196
sen, si daba lo mismo para el servicio de su divina m a j e s t a d , o que
gozase de sus gracias y visitaciones limpia y desinteresadamente.

[160] Y así, luego, todas las visitaciones espirituales me manifes-


taban el acatamiento, no solamente a las Personas divinas, al nombrar-
las o al recordarlas, sino también cuando hacía reverencia al altar y a
las otras cosas pertinentes al santo sacrificio de la misa. Rehusaba las
lágrimas o las visitaciones, tan pronto me fijaba en ellas o las deseaba;
y así, fijándome primero en el acatamiento, las visitaciones venían a
continuación; en cambio, si hacía lo contrario, es decir, si prestaba
atención a las visitaciones antes que al acatamiento, juzgaba que era
malo. Con lo cual me parece que se confirma lo que sentía el viernes
pasado <que por esta vía era andar derecho en servicio de Dios nuestro
197
Señor, estimando más ésta que otra cosa a l g u n a > .

[161] Aquí comencé a prepararme y a mirar en primer lugar las


198
Constituciones sobre las m i s i o n e s :

[162] Misa de nuestra Señora. 1. a. 1. Lunes, 17 de marzo.


Antes de la misa tuve lágrimas, y durante la misa muchas más,
hasta el punto de que diversas veces perdí el habla. Toda esta visitación
iba relacionada <indifferenter a todas> a veces con una Persona, a
veces con otra, del mismo modo que ayer y de la misma manera, es
decir, respecto al acatamiento y a la reverencia. Con lo cual se confir-
maba todo lo anterior, de haber hallado la vía que se me quería mostrar
y que me parecía era la mejor de todas y que siempre tenía que seguir.

197
« H a c e r reverencia y servir» son constitutivos del fin del hombre según el Principio y
Fundamento ignaciano (Ej. 23). No es de extrañar, por lo tanto, que la experiencia de acata-
miento le despierte la necesidad de andar derecho en el servicio. Además, la totalidad de los
Ejercicios se orienta a «que el Criador y Señor se comunique a la su ánima devota, abrazán-
dola en su amor y alabanza y disponiéndola por la vía que mejor podrá servirle adelante»
(Ej. 15). Soiprende que Ignacio tachase la última frase, en una relectura posterior. Se ha visto
ya la dificultad de comprender algunas de sus correcciones.
1 9
° S e trata de las misiones pontificias, estudiadas en el documento «Constitutiones de
Missionibus» (1544-1545), que será incorporado en las Constituciones, como su Parte
Séptima. Giuliani destaca la congruencia entre acatamiento y misión a través del servicio, lo
cual justificaría que en este momento Ignacio empiece a discernir el tema. Sin menospreciar
esla hipótesis espiritualista, conviene recordar que las misiones papales le eran casi cotidia-
nas y que los contactos con la Curia Romana eran lo bastante frecuentes como para que
urgiera que abordase ya el tema. Precisamente del 14 de marzo es la bula «Iniunctum nobis»
que aprobaba de nuevo la Compañía, anulando el límite numérico impuesto y permitiendo
establecer y cambiar las Constituciones. Por lo tanto, parece más plausible la motivación
sicológica proveniente de la vida menuda y doméstica.
186 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

[163] en algunos intervalos antes de dezir la misa, y recogiéndo-


me en cámara, no hallava ningún acatamiento o reverencia con alguna
influencia o gusto interior, imo parecer en mí una inpotencia para
hallar, y tomen deseava tener o hallar.

[164] después, de ay a un rato, en capilla, pareciéndome seer la


voluntad divina que pusiese conatu en buscar y hallar, y no hallando, y
tomen pareciéndome bien el buscar, y no seyendo en mi facultad el
hallar, después provee el dador de las gracias tanta afluencia de cono-
cimiento, visitación y gusto spiritual, como dixe, con <tantas> lágri-
mas y tanto continuadas, perdiendo la abla, que me parecía en cada
palabra de nombrar a Dios, Dominas etc., me penetrava tanto dentro,
con un acatamiento y humildad reverencial admirable, que explicar
199
parece que no se puede .

[165] de Jesú.
2. a- l d-. martes - en la misa con lágrimas, antes y después della
no sin ellas, todo terminándose a acatamiento y reverencia.

[166] Trinidad.
3. I. d. miércoles - en la misa a la larga con mucha abundancia de
lágrimas, y después della asimismo, y en ella muchas vezes perdiendo
la habla, terminándose a acatamiento y reverencia con muchos senti-
mientos interiores.

[167] Señora.
4. a.l- jueves - antes de la misa y en ella no sin algunas lágrimas,
y con diversas mociones interiores terminándose a acatamiento.

[168] de Jesu.
5. a-1- viernes - antes de la misa y en ella no sin algunas lágrimas
terminándose a acatamiento, y con mociones algunas interiores.

[169] Spíritu Sancto.


6. I. d. sábado Visión.
- en la misa a la larga leniter muchas lágrimas y después della
asimismo, antes della con mociones a lacrimar y sentiendo o viendo al
100
mismo Spíritu Sancto, todo acatamiento' .

' " B e l l a síntesis entre ascética y mística. Es un claro remedo de la sentencia atribuida a
Ignacio: «hazlo todo como si sólo dependiese de tí, pero luego abandónalo todo en Dios
como si sólo dependiese de Él».
E L DIARIO ESPIRITUAL [163-169] 187

[163] Algunos ratos antes de decir la misa, recogido en la habita-


ción, no hallaba ningún acatamiento ni reverencia de cierta relevancia
o gusto interior. Más aún, me parecía que era impotente para hallarlo,
y sin embargo deseaba tener acatamiento o hallarlo.

[164] Después de un rato, en la capilla, me pareció que era volun-


tad divina que me esforzase en buscar acatamiento y hallarlo. No lo
hallé, a pesar de que me parecía bien buscarlo, pero no fui capaz de
hallarlo por mí mismo. Más tarde, el Dador de las gracias proveyó tal
afluencia de conocimiento, de visitación y de gusto espiritual, con <tan-
tas> lágrimas y tan continuas y, como dije antes, perdiendo el habla, que
me parecía que cada vez que pronunciaba el nombre de Dios, Dominus,
etc., entraba Dios tan dentro de mí, con un acatamiento y humildad reve-
199
rencial tan admirable, que parece que no se puede explicar .

[165] Misa de Jesús 2. a-1 d- Martes, 18 de marzo.


En la misa he llorado, y antes y después también; siempre relacio-
nado con el acatamiento y la reverencia.

[166] Misa de la Trinidad 3 . 1 . d. Miércoles, 19 de marzo.


A lo largo de la misa tuve mucha abundancia de lágrimas, y des-
pués de la misa igualmente. Además, durante la misa, perdí el habla
muchas veces. Todo se relacionaba con el acatamiento y con la reve-
rencia, con muchos sentimientos interiores.

[167] Misa de nuestra Señora. 4. a.l- Jueves, 20 de marzo.


Antes y durante la misa no faltaron algunas lágrimas, y tuve di-
versas mociones interiores, relacionadas con el acatamiento.

[168] Misa de Jesús. 5. a - 1 - Viernes, 21 de marzo.


Antes y durante la misa no faltaron algunas lágrimas relacionadas
con el acatamiento, y tuve algunas mociones internas.

[169] Misa del Espíritu Santo. 6 . 1 . d. Sábado, 22 de marzo.


VISIÓN.
A lo largo de la misa he llorado suave y abundantemente y después
también. Antes de la misa he tenido mociones a llorar y he sentido o
200
visto al mismo Espíritu Santo; todo relacionado con el acatamiento .

200Nadal comenta que, en las visiones trinitarias, quien le hablaba con más frecuencia
era el Espíritu Santo. Lo hemos constatado en momentos importantes del Diario. Sta. Teresa
informa también que sólo le hablaba una de las Personas.
188 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

[170] día.
7. a. I. domingo - antes de la misa y en ella muchas y intensas
lágrimas todo terminándose a acatamiento.
[171] Trinidad.
8. I lunes - en la misa con lágrimas diversas vezes, terminándose a
acatamiento.
[172] Señora.
9. aldmartes. Visión.
- con lágrimas antes de la misa y después, y en ella muchas, con
visión del seer divino, terminando al Padre, en círculo diversas veces,
y todo a acatamiento.
[173] de Jesu.
10. a- l miércoles - en la misa diversas vezes con lágrimas, y antes
della no sin mociones a ellas, asta la secreta de la misa, no solamente no
podía sentir acatamiento interior, mas ni aun aliar aptitud para ayudar-
me, de donde infería y vía que no me podía ayudar para hallar acata-
miento; en la secreta y adelante la visitación spiritual terminándose a
acatamiento.
[174] Spíritu Sancto.
11. a. I. jueves. Visión.
- antes de la misa lágrimas, y en ella muchas, todo terminándose
a acatamiento y con visión del seer divino en figura esférica, como las
otras vezes pasadas.
[175] Trinitas.
12. a-1. viernes - en la misa lágrimas, y antes della no sin ellas.
[176] Señora.
13. sábado - antes de la misa y en ella no con lágrimas ni sin
muestra aellas, hallando en la oratión sólita especial o especialíssima
gracia, y en la misa, en la maior parte mucha suave devoción, con pa-
recerme que era maior perfeción sin lágrimas, como los ángeles, ha-
llar interna devoción y amor, y en parte no con menos o con maior
satisfacían que el día pasado.
201
[177] dia .
14. a.l d. domingo Visión.
- antes de la misa, en cámara, en capilla y en prepararme, con
muchas lágrimas, y en la misa con mucha abundancia deltas, conti-
nuando por toda ella; y después della mucho intensas.

Dominica de Pasión. Lecturas: Epístola, Hebr. 9,11-15; Evangelio, Jn 8,46-59.


E L DIARIO ESPIRITUAL [170-177] 189

[170] Misa del día. 7. a. 1. Domingo, 23 de marzo.


Antes y durante la misa he tenido muchas e intensas lágrimas.
Todo se ha relacionado con el acatamiento.

[171] Misa de la Trinidad. 8.1 Lunes, 24 de marzo.


En la misa he tenido lágrimas diversas veces, relacionadas con el
acatamiento.

[172] Misa de nuestra Señora. 9. a 1 d Martes, 25 de marzo.


VISIÓN.
Con lágrimas antes y después de la misa. En la misa he derramado
muchas, relacionadas con el Padre, porque diversas veces he tenido
visiones del ser divino en forma circular; y todo relacionado con el
acatamiento.

[173] Misa de Jesús. 10. a-1 Miércoles, 26 de marzo.


En la misa he llorado varias veces, y antes de la misa no me han
faltado mociones a ello. Hasta la secreta de la misa, no sólo no he sen-
tido acatamiento interior, sino que tampoco he sido capaz de ayudarme
a procurarlo, de donde he inferido y he visto que no me puedo valer
para encontrar acatamiento. Desde la secreta en adelante la visitación
espiritual se ha relacionado con el acatamiento.

[174] Misa del Espíritu Santo. 11. a. 1. Jueves, 27 de marzo.


VISIÓN.
Antes de la misa he tenido lágrimas, y en la misa muchas, todo
ello relacionado con el acatamiento ante la visión del ser divino en
figura esférica, como las veces anteriores.

[175] Misa de la Trinidad. 12. a-1. Viernes, 28 de marzo.


En la misa he tenido lágrimas, y antes de la misa no han faltado.

[176] Misa de nuestra Señora. 13. Sábado, 29 de marzo.


Antes y durante la misa no he tenido lágrimas, solamente un atis-
bo. En la oración acostumbrada he hallado una gracia especial o espe-
cialísima, y en la mayor parte de la misa he tenido una grande y suave
devoción, por parecerme ser de más perfección encontrar la devoción
interna y el amor, sin tener lágrimas, como los ángeles. En la otra
parte, no he tenido ni menos ni más satisfacción que ayer.

201
[177] Misa del d í a . 14. a.l d. Domingo, 30 de marzo.
VISIÓN.
Antes de la misa, he tenido muchas lágrimas durante la prepara-
ción en la habitación y en la capilla. Durante la misa las he tenido con
mucha abundancia y continuamente. Después de la misa han sido muy
intensas.
190 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

[178] en este intervalo de tiempo me parecía que la humilldad,


reverencia y acatamiento, no debía seer temeroso, mas amoroso, y así
esto me asentava en el ánimo, que /tentadamente dezía: "Dadme hu-
milldad amorosa, y así de reverencia y acatamiento"; recibiendo en
estas palabras nuevas visitaciones, asimismo refutando lágrimas por
advertir a esta humilldad amorosa, etc.

[179] después en el día gozándome mucho en acordarme desto,


parecerme que no pararía en esto, mas que lo mismo después sería con
las criaturas, es a saber, humilldad amorosa etc.; si no fuese en tiem-
pos para lionrra de Dios nuestro Señor, como en este evangelio dize:
202,
Similis ero vobis, mendax

[180] en estos entervalos diversas vezes con visión del seer divino
en figura circular como antes.

[181] día.
15. l.d. lunes - en la misa con lágrimas y después della, terminán-
dose a reverencia amorosa etc., y a ratos juzgando que no era en mi
facultad, ni amor ni reverencia, etc.

[182] día.
16. I. martes - en la misa con muchas lágrimas, terminándose a
humilldad amorosa etc., pareciéndome que para hallar ésta en el
sacrificio es menester en todo el día aprovecharme della sin distraer-
me.

[183] día.
17. a.l. miércoles Visión.
- en la oratión sólita, después en cámara, en capilla y al revestir-
me lágrimas, y en la misa con mucha abundancia dellas. en estos
intervalos con visión del seer divino diversas vezes, y quándo termi-
nándose al Padre en el modo circular, con muchas intelligencias y
conocimientos interiores.

202
P o n d é r e s e la madurez espiritual que refleja este párrafo. La actitud de «humildad
amorosa» ante cualquier criatura, y no sólo ante las cosas relacionadas con el sacrificio [160],
aproxima a Ignacio a Jesús, contemplado lavando los pies de sus discípulos, dándose en euca-
ristía, o hecho obediente hasta la muerte y perdonando a sus enemigos. Tanto por la vía del
temor, como por la del amor, procura Ignacio que el ejercitante consiga esta actitud (Ej. 60,
235, 236). También al jesuíta, como Benito al monje, pide Ignacio que procure «dar ventaja a
los otros, estimándolos en su ánima todos como si les fuesen superiores, y exteriormente
teniéndoles el respeto y reverencia, que sufre el estado de cada uno, con llaneza y simplicidad
religiosa; en manera que, considerando los unos a los otros, crezcan en devoción y alaben a
Dios nuestro Señor a quien cada uno debe procurar de reconocer en el otro como en su ima-
gen» (Const. 250). Con todo, hay un límite: en efecto, el evangelio del día nana una discusión
E L DIARIO ESPIRITUAL [178-183] 191

[178] Todo el rato me parecía que la humildad, la reverencia y el


acatamiento no debían ser temerosos, sino amorosos. De tal manera mi
alma estaba segura de que era así, que decía confiadamente: "Dadme
humildad amorosa"; y lo mismo pedía sobre la reverencia y el acata-
miento. Al decir estas palabras recibí nuevas visitaciones. También
rehusé las lágrimas para fijarme en dicha humildad amorosa, etc.

[179] Después, durante el día, he gozado mucho cada vez que lo


he recordado. M e parecía que no se detendría aquí, sino que lo mismo
me ocurriría después con las criaturas, es decir, que les tendría humil-
dad amorosa, etc.; a no ser que en alguna ocasión fuese necesario lo
contrario para honra de Dios nuestro Señor, como le ocurre a Jesús en
el evangelio de hoy que dice: "Similis ero vobis, mendax" (Sería men-
202
tiroso como v o s o t r o s ) .

[180] En estos ratos he tenido diversas veces visión del ser divino
en figura circular como anteriormente.

[181] Misa del día. 15. l.d. Lunes, 31 de marzo.


En la misa y después, he tenido lágrimas relacionadas con la reve-
rencia amorosa, etc., y a ratos he juzgado que no estaba a mi alcance
conseguir amor ni reverencia, etc.

[182] Misa del día. 16. 1. Martes, 1 de abril.


En la misa he tenido muchas lágrimas relacionadas con la humil-
dad amorosa, etc. Me ha parecido que, para hallarla en el sacrificio de
la misa, era menester que sacara provecho de ella todo el día, sin dis-
traerme.

[183] Misa del día. 17. a.l. Miércoles, 2 de abril.


VISIÓN.
En la oración acostumbrada, y en la habitación, en la capilla y al
revestirme, he tenido lágrimas; y en la misa las he tenido en gran abun-
dancia. En esos ratos he tenido visiones del ser divino varias veces, y
alguna de ellas relacionada con el Padre en la forma circular, con
muchas inteligencias y conocimientos interiores.

de Jesús con los judíos. Le tildan de blasfemo, samaritano, poseído del demonio. Jesús arremete
contra ellos para salvaguardar la gloria de Dios, su Padre, que ellos tienen como su Dios, pero
que de hecho no conocen, porque no reconecen las obras de Jesús a gloria del Padre. «Jesús sí
que le canece y, si lo negase, sería un mentiroso, como ellos» (Jn 8,55). Para Ignacio la humil-
dad amorosa de Jesús delante de toda criatura tiene el límite de la honra de Dios.
192 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

[184] en tiempos de mayor conocimiento o de maiores visitacio-


nes, me parecía que yo debría estar tan contento quando no era visita-
do con lágrimas, y tener por mejor, como Dios nuestro Señor hazía o le
plazía, visitar o no visitar; y algunos ratos que no era así visitado, me
parecía seer esto en tanta perfeción, que desconfiaba o temía de poder
203
alcanzar esta gracia .

[185] después en otro tiempo y con mucha visitación me parecía


satisfazerme, es a saver, con tener por mejor si no me aliase visitado de
la parte de Dios nuestro Señor, porque me faltava la visita o por no me
disponer o ayudarme en todo el día, o en dar lugar a pensamientos algu-
nos para divertirme de sus palabras de sacrificio y de su divina mages-
tad, y así me parecía seerme mejor no seer visitado en tiempo de mis fal-
tas, y que esto Dios nuestro Señor (que más me ama que yo a mí mismo)
204
ordena por mi mayor provecho spiritual , de modo que me convenía
andar derecho, non sólo en el sacrificio, mas en todo el día, para seer
205
visitado ; y esto correspondía a lo que se me asomava el día pasado
destas y símiles intelligencias tantas y tan delgadas, que ni memoria, ni
entendimiento para poder explicar ni declarar puedo hallar.

[186] día.
18. jueves - no habiendo lágrimas antes de la misa, en ella, ni
después, acabada la misa me hallava más contento sin ellas, y con
206
afecto, juzgando que Dios nuestro Señor lo hazía por mi mejor .

[187] día.
19. a.l. viernes - antes de la misa con lágrimas, y en ella mucha
abundancia dellas, con muchas intelligencias y sentimientos interiores,
y antes della. no hallando reverencia o acatamiento amoroso, se deve
buscar acatamiento temeroso, mirando las propias faltas, para alcan-
20 1
zar el que es amoroso ' '.

2 0 3
¡Todo se hace fácil en tiempo de consolación, incluso la posibilidad de ausencia de
consolación! Ignacio, con todo, sabe transmitir las lecciones recibidas cuando advierte que
"el que está consolado, procure humiliarse y bajarse cuanto puede, pensando cuan para poco
es en el tiempo de la desolación, sin la tal gracia o consolación» (Ej. 324).
2
**Convicción firme de quien ha contemplado muchas veces y para conseguir amor "los
beneficios recibidos de creación, redempción y dones particulares, ponderando con mucho
afecto cuánto ha hecho Dios nuestro Señor por mí, y cuánto me ha dado, de lo que tiene, y
consecuénter el mismo Señor desea dárseme en cuanto puede, según su ordenación divina...»
(Ej. 234).
u
- -' A. Suquía advierte que sólo se nombra la misa como sacrificio cuatro veces en todo
el Diario, y las cuatro en un contexto de acatamiento y de humildad amorosa: el 16 de marzo,
[160]; el 1 de abril, [182]; y hoy, por dos veces (p. 156). De hecho, en la preparación conva-
leciente de Loyola, cuando leía la Vita Christi, debió meditar las palabras devotas de Ludolfo
E L DIARIO ESPIRITUAL [ 184-187]

[184] En los momentos de mayor conocimiento o de mayores visi-


taciones, me parecía que debería contentarme tanto si era visitado con
lágrimas como si no, y que debería preferir lo que Dios nuestro Señor
hiciese o le pluguiese, darme visitación o no dármela. Pero algunos ratos
en que la visitación no era tan intensa, me parecía que esto sería de tanta
203
perfección, que desconfiaba, o temía no poder alcanzar esta g r a c i a .

[185] Después, en otro momento de gran visitación, me parecía que


me satisfacía, o mejor dicho, que prefería no verme visitado por Dios
nuestro Señor, si la falta de visitación se debía a no disponerme o a no
ayudarme durante el día, o a haber dado lugar a pensamientos que me
distrajesen de las palabras de su Sacrificio y de su divina majestad. Por
lo tanto, mientras recayera en mis faltas, me parecía que me sería más
provechoso no ser visitado, y que esto es lo que Dios nuestro Señor (¡que
me ama más que yo a mí mismo!) ordenaba para mi mayor provecho
204
e s p i r i t u a l , de modo que me convenía andar derecho, no sólo en el
205
sacrificio de la misa, sino todo el día, si quería ser visitado . Todo esto
explica lo que vislumbraba ayer de estas inteligencias y de otras seme-
jantes, que fueron tantas y tan sutiles, que no hallo en mí suficiente
memoria ni capacidad intelectual para poderlas explicar ni declarar.

[186] Misa del día. 18. Jueves, 3 de abril.


Aunque no he tenido lágrimas antes, ni durante, ni después de la
misa, acabada la misa, me hallaba más contento sin haber tenido, y afec-
206
tuoso porque juzgaba que Dios nuestro Señor lo hacía por mi b i e n .

[187] Misa del día. 19. a.l. Viernes, 4 de abril.


Antes de la misa he tenido lágrimas, y en la misa he tenido mu-
chas más, con muchas inteligencias y sentimientos interiores; esto últi-
mo también antes. Si no se encuentra reverencia ni acatamiento amo-
roso, se debe buscar el acatamiento temeroso, mirando las propias fal-
207
tas, a fin de alcanzar el a m o r o s o .

de Sajonia, que invita a «que el sacrificio de la humildad preceda en la mente y que el de la


mortificación en el cuerpo, para tener devoción en la consagración y recepción del Cuerpo
del Señor» (Vita Iesu, IV, p. 414). La humildad de Ignacio ante la Eucaristía nos es ya cono-
cida aunque sólo sea por el hecho de haber retardado año y medio su primera misa, tanto si el
motivo fue para prepararse más cumplidamente, como si esperaba poderla celebrar en Tierra
Santa o si quería que antes la celebrasen todos sus compañeros.
206
[ M a g n í f i c o resultado del aleccionamiento del día anterior!
2 0 7
S e pone en marcha la típica dinámica ascética del peregrino en busca de dones místi-
cos, porque el temor filial «es todo acepto y grato a Dios nuestro Señor, por estar en uno con
el amor divino» (Ej. 370).
194 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

[188] día.

20. a.l. sábado - antes de la misa con lágrimas, y en ella con muchas.

10
[189] día *.
21. a.l.d. domingo - antes de la misa con lágrimas, y en ella des­
pués de la pasión, con muchas y continuadas, terminándose de confor­
mar mi voluntad con la divina, y después de la missa asimismo con ellas.
[190] día.
22. I lunes - en la missa a la larga muchas lágrimas, tirando a
conformidad con la voluntad divina.

[191] día.
23. I martes - en la misa con lágrimas.
[192] 24.1 miércoles - en la misa con lágrimas.
[193] 25. jueves - sin ellas.
209
[194] 26. -
[195] 27.

[196] día.
28. l.d. domingo de pascoa - en la misa con muchas lágrimas, y
después della con ellas.
[197] día. 29. lunes - con mucha calor interior y estertor, pare­
ciendo <todo solaz> más sobrenatural y sin lágrimas.
[198] día. 30. martes - sin notable <extremo de> consolación, ni
desolación, sin lágrimas.
[199] día. 31. .1 d. miércoles - en la misa con muchas lágrimas, y
después della con ellas.
[200] día.
32. a.l.d. jueves - antes de la misa y después della con lágrimas y
en ella con muchas.
[201] día.
33. I viernes - en la misa con lágrimas.
[202] día.
34. a.l. sábado - con lágrimas en la misa y antes della.

[203] 35. a.l. domingo - con lágrimas en la misa y antes della.

208
D o m i n g o de Ramos. Se leía la Pasión según San Mateo.
E L DIARIO ESPIRITUAL [188-203] 195

[188] Misa del día. 20. a.l. Sábado, 5 de abril.


Antes de la misa he tenido lágrimas y, en la misa, muchas.

208
[189] Misa del d í a . 2 1 . a.l.d.Domingo, 6 de abril.
Antes de la misa he tenido lágrimas y en la misa, después de la pa-
sión, he tenido muchas y continuadas, acabando de conformarse mi
voluntad con la voluntad divina. Después de la misa también he tenido.

[190] Misa del día.22. 1 Lunes, 7 de abril.


A lo largo de la misa he tenido muchas lágrimas, que me impulsa-
ban a conformarme con la voluntad divina.

[191] Misa del día. 2 3 . 1 . Martes, 8 de abril.


En la misa he tenido lágrimas.
[192] 24.1 Miércoles, 9 de abril. En la misa he tenido lágrimas.
[193] 25. Jueves, 10 de abril. No he tenido lágrimas.
209
[194] 26. (Viernes, 11 de a b r i l ) .
[195] 27. (Sábado, 12 de abril).

[196] Misa del día. 28. l.d. Domingo de Pascua, 13 de abril. En la


misa he tenido muchas lágrimas, y después también.
[197] Misa del día. 29. Lunes, 14 de abril. He tenido mucho fervor
interior y exterior, pareciendo <todo solaz> más bien sobrenatural y sin
lágrimas.
[198] Misa del día. 30. Martes, 15 de abril. Sin notable <extremo
de> consolación, ni desolación, sin lágrimas.
[199] Misa del día. 3 1 . l.d. Miércoles, 16 de abril.
En la misa he tenido muchas lágrimas, y después también.
[200] Misa del día. 32. a.l.d. Jueves, 17 de abril. Antes y después
de la misa he tenido lágrimas y en la misa he tenido muchas.
[201] Misa del día. 33. 1. Viernes, 18 de abril. En la misa he tenido
lágrimas.
[202] Misa del día. 34. a.l. Sábado, 19 de abril. He tenido lágrimas
en la misa y antes.

[203] 35. a.l. Domingo, 20 de abril. He tenido lágrimas en la misa


y antes.

9
™ H o y y mañana no hay misa, ¡pues tampoco anotaciones! Es realmente notable la
centralidad de la misa en San Ignacio.
196 L A INTIMIDAD D E L PEREGRINO

210
preparar .

[204] Señora.
36. .a.l. lunes - con lágrimas en la misa y antes della.

comenzar, porque a pocos días lo dexé.

[205] Sanctos.
37. .a.l d. martes - antes de la misa y después della con lágrimas, y
en ella con muchas y continuadas.
[206] 38. miércoles - sin lágrimas.

aquí se dexó inclusive

[207] 39. jueves - sin ellas.


[208] S. Marco.
30. .a 1. viernes - con ellas en la misa y antes della.
[209] Spíritu Sancto.
31. sábado - sin ellas.
[210] día.
32. .a 1. domingo - con ellas en la misa y antes della.
[211] Trinitas.
33. .a.l. lunes - con ellas en la misa y antes della.
[212] 34.1 martes - con lágrimas.
[213] 35.1 miércoles - con lágrimas.
[214] 36.1 jueves - con lágrimas.
[215] 37. viernes - sin ellas.
[216] 38.1 sábado - con ellas.
[217] 39.1 domingo - con ellas.
[218] 40.11 lunes. 1 m e .
p a r e c e c o n e l l a s
r
41.1 martes J
[219] 42. miércoles.-j
43. jueves. > me parece con ellas.
44. viernes. J
[220] 45. 1 sábado - con muchas en ella.

2 1 0
N o especifica Ignacio el punto que quiere elaborar. Quizá sigue en las Cons-
tituciones sobre Misiones. Es interesante barruntar el ritmo de su trabajo, reemprendido el 17
de marzo, atendiendo a la secuencia de sus misas votivas. Cíclicamente se encomienda a los
mediadores, para pasar luego a la misa del Espíritu Santo y acabar con una misa a la Tri-
nidad. Es de suponer que en cada ciclo resolvía un punto relacionado con la confección de las
Constitucions. (Véase el cuadro adjunto).
E L DIARIO ESPIRITUAL [204-220] 197

Preparar. 210

[204] Misa de la Señora. 36. a.l. Lunes, 21 de abril. He tenido


lágrimas en la misa y antes.

Comenzar, porque a los pocos días lo dejé.

[205] Misa de todos los Santos. 37. a.l.d. Martes, 22 de abril.


Antes y después de la misa he tenido lágrimas, y en la misa he
tenido muchas y continuas.
[206] 38. Miércoles, 23 de abril. Sin lágrimas.

Aquí se dejó inclusive.

[207] 39. Jueves, 24 de abril. Sin lágrimas.


[208] Misa de San Marcos. 30. a.l. Viernes, 25 de abril. Con lágri-
mas en la misa y antes.
[209] Misa del Espíritu Santo. 3 1 . Sábado, 26 de abril.
Sin lágrimas.
[210] Misa del día. 32. .a 1. Domingo, 27 de abril.
Con lágrimas en la misa y antes.
[211] Misa de la Trinidad. 33. .a 1. Lunes, 28 de abril.
Con lágrimas en la misa y antes.
[212] 34.1 Martes, 29 de abril. Con lágrimas.
[213] 35.1 Miércoles, 30 de abril. Con lágrimas.
[214] 36.1 Jueves, 1 de mayo. Con lágrimas.
[215] 37.Viernes, 2 de mayo. Sin lágrimas.
[216] 38.1 Sábado, 3 de mayo. Con lágrimas.
[217] 39.1 Domingo, 4 de mayo. Con lágrimas.
t218] UneS 5 may
l?'! h ' /! °- 1 me parece que con lágrimas.
41.1 Martes, 6 de mayo. J
[219] 42. Miércoles, 7 de mayo.-»
4 3 . Jueves, 8 de mayo. > me parece que con lágrimas.
44. Viernes, 9 de mayo. J
[220] 45.1 Sábado, 10 de mayo. Con muchas lágrimas en la misa.

Ntra.Sra. Santos Jesús Esp. Sto. Trinidad

17-3 18-3 19-3


20-3 21-3 22-3 24-3
25-3 26-3 27-3 28-3
29-3 ¿lo deja?
21-4 ¡retoma! 22-4 26-4 27-4
Capítulo 10
EL DON DE LA LOCUELA

«Propio es de Dios nuestro Señor y de sus ángeles en sus


mociones dar verdadera alegría y gozo espiritual, quitando
toda tristeza y turbación...» (Ej.329).

Entre el 11 y el 28 de mayo habla Ignacio de una experiencia nueva


que, al parecer, ha empezado una semana antes y que denomina de forma
única en la historia de la espiritualidad. Se trata del don de la locuela, es
decir, de oír interiormente una especie de habla celestial.
Mi compañero y amigo, Miguel Arbona, a propósito de la edición ca-
talana de la presente introducción, me aportó las siguientes referencias y
consideraciones sobre el uso y sentido de esta palabra. Se encuentra en las
obras del Marqués de Santillana y aparece también en catalán en Tirant lo
Blanc, en la parte escrita por Joanot Martorell y significa habla o conver-
sación. Es curioso que en ambos casos aparezca en un contexto amoroso.
Estos escritos, tanto los del Marqués como el Tirant lo Blanc, «el mejor
libro del mundo» según Cervantes, los pudo conocer Iñigo antes de su
conversión.
Me sugiere, sin embargo M. Arbona, que la locuela ignaciana posible-
mente provenga de la palabra latina utilizada repetidas veces en la traduc-
ción Vulgata de las Sagradas Escrituras, traducción que él manejó conti-
nuamente. Hemos visto que Ignacio utiliza con cierta frecuencia palabras
latinas, como por ejemplo, fiducia, amaritud, anhélito, o también, tamen,
tándem, immo, etc. Dejando a un lado otros textos menos obvios, la pala-
bra locuela se encuentra en los Evangelios. Así, en Mt 26,73, Pedro es
reconocido como galileo por la criada de Caifas por su «locuela» (nam et
loquelam manifestum te facit); en Jn. 4,42, los samaritanos relegan a
segundo plano la «locuela» de su paisana, como apoyo de su fe (iam non
propter tuam loquelam credimus), y en Jn. 18,4, Jesús se queja de que no
le reconozcan por su «locuela» (quare loquelam meam non cognoscitis?).
Habría que añadir el versículo 4 del salmo 18, de uso litúrgico bien fre-
cuente, que en su traducción antigua decía «non sunt loquelae ñeque ser-
mones». Por último, en latín eclesiástico significaba la facultad de hablar y
su ejercicio.
200 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

En la nota 212 se recopilan los rasgos que apunta Ignacio, para llegar
a una especie de definición del concepto. Son tan pocos que resulta difícil
compararlo con las expresiones de otros místicos. De todas formas, recor-
dando la identificación ignaciana con Pablo, quizá sea lícito emparentaría
con una vivencia paulina citada indirectamente por Ignacio en diversos
momentos del Diario:
«Y sé que este hombre -si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé,
Dios lo sabe- fue arrebatado al paraíso y oyó palabras inefables que el
hombre no puede pronunciar» (2 Cor 12,3).
Puede haber un sustrato psicológico personal en el don de la locuela,
relacionado con su sensibilidad por la música sagrada, de la que se privó
voluntariamente en aras de un mayor servicio apostólico. Quedaba «trans-
portado» inmediatamente, cuando entraba en una iglesia a la hora del
canto del Oficio Divino o de la Misa. Ribadeneyra y Cámara atestiguan
que influían positivamente en su salud los cantos de su tierra.
Se observará que el fenómeno de la locuela se produce durante la
misa y se refiere a ella. Se sabe que decía la misa en voz alta, al estilo ro-
mano. Posiblemente, en el silencio de la capilla, las palabras resonasen,
produciendo ecos y sensaciones extrañas. Quizá se produciría un desdo-
blamiento objetivador, como si le llegasen las palabras de la Liturgia
desde el exterior. Según su descripción, hay como dos elementos en la
locuela: uno es un tono o sonido externo sensible, otro se refiere más bien
a su significado interior.
Beirnaert aporta una interpretación psicoanalítica interesante, al com-
parar a Ignacio con un niño, en el breve período de la emergencia del len-
guaje. Considera que Ignacio ha quedado sumergido en el respeto amoro-
so, que le da una conciencia nueva del abismo que media entre él y Dios.
Dios es el Creador de los significantes de los sonidos materiales de las
palabras. Como el niño que balbucea, «...la vocalización de los significan-
tes resuena en el vacío (en su silencio), que es el vacío del Otro en cuanto
tal, que acaba de abrirse al «infante» (etimológicamente, in-fans, que no
habla). Hay un momento fugaz, ligado enteramente al momento funda-
mental de la constitución del sujeto hablante, en cuanto tal: sin duda, los
significantes llegan al niño desde el exterior, por ejemplo de la voz de su
madre, pero en la etapa en que el niño los incorpora y hace suyos, se
modulan en él...». Así, en Ignacio, «la aparición de la locuela se sitúa en
un momento determinado. Le sobreviene después que se ha abierto al
vacío del Otro, es decir, a su silencio. Descubriendo la alteridad del len-
guaje, que recibe y a su vez retoma, Ignacio es habitado por la otra dimen-
sión de los significantes, la que mira hacia el vacío del Otro y no a la
dimensión que se orienta hacia las significaciones» (p. 216).
En todo caso, relaciona Ignacio la locuela con la música celestial que
se describe en San Juan como el canto de los seguidores del Cordero:
«Y oí un ruido que venía del cielo, como el ruido de grandes aguas o
el fragor de un gran trueno; y el ruido que oía era como de citaristas que
tocaran sus cítaras. Cantan un cántico nuevo delante del trono...» (Apo
14,2-3).
E L DIARIO ESPIRITUAL 201

En Juan de la Cruz, comentando la estrofa de «la música callada y la


soledad sonora», la música celestial es el canto perenne de las criaturas al
Creador:
«... echa de ver el alma una admirable conveniencia y disposición de
la Sabiduría en las diferencias de todas sus criaturas y obras, todas ellas y
cada una de ellas dotadas con cierta respondencia a Dios, en que cada una
a su manera da su voz de lo que en ella es Dios, de suerte que le parece
una armonía de música subidísima... y así todas estas voces hacen una voz
de música de grandeza de Dios y de sabiduría y ciencia admirable»
(Cántico Espiritual, canción 14-15, nn. 25 y 27).
Con su típica brevedad y concisión, se descubren una vez más las
variables atendidas por Ignacio cuando tiene que discernir y acoger un
don divino. En primer lugar, comprueba que realmente sea de Dios y no
del mal espíritu. Enseguida se mete en la dinámica de buscarlo y hallarlo.
Luego examina su uso correcto, confiando en ser enseñado por Dios para
desearlo y utilizarlo debidamente. Por último, está en guardia constante-
mente contra el posible desorden de su afección creciente.

Conviene reparar también en


- el don de lágrimas
- la misa, que mantiene su papel central
- el recurso a los mediadores, que acompaña y señala su ritmo de
discernimiento casi imperceptible.
DIARIO ESPIRITUAL
11-28 de Mayo
204 L A INTIMIDAD D E L PEREGRINO

211
[221] 46. a.l domingo - antes de la missa con lágrimas, y en
ella con mucha abundancia dellas, y continuadas, y con loquela inter-
2 2
na de la misa * con parecerme más divinitus dada, habiendo deman-
dado el mismo día porque en toda la semana quándo hallava la loque-
la externa, quándo no hallava, y la interna menos, aunque el sábado
pasado hallava un poco más apurado.

[222] asimismo, en todas las misas de la semana, aunque no tan


visitado de lágrimas, con maior quietud o contentamiento en toda la
misa por el gusto de las loquelas con <interna> devoción que sentía
213
que otras algunas vezes que en parte de la misa tenía lágrimas , las
de este día me parecían mucho, mucho diversas de todas otras pasa-
das, por venir tanto lentas, internas, suaves, sin estrépito o mociones
grandes, que pare que venían tanto de dentro, sin saver explicar, y en
2 4
la loquela interna y externa, todo moviéndome a amor divino * y al
don de la loquela divinitus conceso, con tanta armonía interior cerca
2 5
la loquela interna, sin poderlo exprimir * .

[223] este domingo antes de la misa comencé y propuse andar por


2 6
constituciones *

[224] de todos sanctos.


47. .l.d. lunes - en la misa con muchas lágrimas, y después della
con ellas, todas éstas eran como el día pasado, y con el tanto gusto de

2
" D o m i n i c a cuarta de Pascua. Como Ignacio preparaba cuidadosamente la misa, los
textos de la liturgia del día pueden ofrecer alguna luz sobre el nuevo don de la locuela. El
Introito reza así: «Cantad al Señor un cántico nuevo, aleluya, porque ha hecho maravillas...»
(Sal 97) Lecturas: Epístola, Carta de Santiago, 1,17-21 «Toda gracia excelente y todo don
perfecto viene de arriba, desciende del Padre de las luces... recibid con mansedumbre la pala-
bra de Dios sembrada en vosotros...»; Evangelio, Jn 16,5-14: «...aún os tengo que decir
muchas cosas: empero ahora no las podéis aguantar. Pero, cuando haya venido el Espíritu de
verdad, os enseñará toda la verdad. Porque no hablará por sí mismo, sino que dirá todo lo
que habrá oído, y os anunciará lo que está por venir». Hay una constante referencia al len-
guaje (locuela) divino. Además, en la colecta se pide que «nuestros corazones estén fijos
donde están los gozos verdaderos» («ibi nostra fixa sint corda, ubi vera sunt gaudia»).
2 1 2
C o m o han hecho los traductores a otras lenguas (francés, inglés, italiano...) mantene-
mos la palabra «locuela» castellana -¿latina?, ¿italiana?-, cuyo significado, según los diccio-
narios actuales, es «manera y tono de hablar de cada uno». Esta palabra se utiliza diez veces
en la Vulgata (Eclo 19,5; 20,6; 23,15.17; 27,15; 35,17; Jr 11,16; Sal 18,4; Mt 26,73; Jn 4,42;
8,43). Su sentido no es uniforme: locución, habla, deje. Pedro es reconocido por la criada por
su locuela galilaica. Recopilando toda la información que suministra Ignacio estos días, se
podría describir como «un don de Dios de doble vertiente, interna -sentido- y externa -soni-
do-, relacionado estrechamente con la misa; parece una música celeste muy suave y gustosa,
pero tiene una significación inteligible (palabras) que es preciso penetrar; Dios instruye sobre
la manera de acoger este don y prohibe desearlo desordenadamente; produce mucha armonía
interior, es admirable y admite distintas intensidades; tiene cierta correlación con el don de
lágrimas».
E L DIARIO ESPIRITUAL [221-224] 205

211
[221] 46. a.l. D o m i n g o , 11 de mayo.
Antes de la misa he tenido lágrimas y, en la misa, han sido más
abundantes y continuas. También he percibido la locuela interna de la
2 1 2
m i s a , según había pedido hoy mismo, y me ha parecido don más
divino. La he pedido porque, durante la semana, algunas veces conse-
guí la locuela externa, otras no, y la interna mucho menos, aunque
ayer, sábado, la hallé justo un poco.

[222] Lo mismo ocurrió en todas las misas de la semana, aunque


no fui tan visitado con lágrimas como hoy. Por el gusto de las locuelas
que he sentido <interna> durante toda la misa, con devoción, he tenido
mayor quietud o contento que otras veces, en las que lloraba en alguna
213
parte de la m i s a .
Las lágrimas de hoy me han parecido muy distintas de todas las
anteriores, porque han brotado tan lentas, internas, suaves, tan sin
estrépito o mociones grandes, que parece como si fluyeran tan de den-
tro, que no sé explicarlo. Tanto la locuela interna como la externa me
214
han empujado totalmente al amor d i v i n o y al deseo del don de la lo-
cuela concedido por obra divina, hallándome con tanta armonía interior
215
por la locuela interna, que no lo puedo e x p r e s a r .

[223] ESTE D O M I N G O ANTES DE LA MISA C O M E N C É DE


N U E V O Y M E PROPUSE ANDAR POR LA E L A B O R A C I Ó N D E
216
LAS C O N S T I T U C I O N E S

[224] Misa de Todos los Santos. 47.l.d. Lunes, 12 de mayo.


En la misa, y después de la misa, he tenido muchas lágrimas. Eran
como las de ayer, y el enorme gusto de la locuela interna semejaba o

2 3
' L a s lágrimas son un aval importante de la validez de un don. También su ausencia,
precisamente si esta ausencia se acepta sin inquietud.
2 4
' Expresión típica de la definición de consolación (Ej. 316), y posiblemente de la con-
solación sin causa (Ej. 330). En todo caso, reproduce casi a la letra la regla de discernimiento
que dice: «en los que proceden de bien en mejor, el buen ángel toca a la tal ánima dulce, leve
y suavemente, como gota de agua que entra en una esponja...» (Ej. 335).
2 1 5
E n carta a Teresa Rajadell de 1536, Ignacio menciona experiencias semejantes, y
anteriores a las actuales, que describe así: «Acaece que muchas veces el Señor nuestro mueve
y fuerza a nuestra ánima a una operación o a otra, abriendo nuestra ánima, es a saber, hablan-
do dentro de ella sin ruido alguno de voces, alzando toda a su divino amor, y nosotros a su
sentido, aunque quisiésemos, no pudiendo resistir...» (Venecia, 18 de junio de 1536). Santa
Teresa se halla en el mismo trance cuando dice «...un lenguaje tan de cielo, que aquí mala-
mente se puede entender, por más que queramos decir, si el Señor no lo enseña por experien-
cia...» (Vida, c. 26).
2 ,
^ C o m o consecuencia, los seis días próximos asistiremos a un ciclo completo de
misas, que empieza por todos los santos y termina en la Trinidad. No da ningún indicio del
punto a estudiar.
206 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

la loquela interior un asimillar o rrecordar de la loquela o música


2 1
celeste * , creciendo la devoción y afecto con lágrimas en sentir que
sentía o aprendía divinitus.

[225] S. Sebastián.
48. .a. Id. martes - antes y después de la misa con lágrimas, y en
ella con mucha abundancia dellas, y con la loquella interior admirable
y en aumento más que otras vezes.

[226] Conceptión Señora.


49. .a. I. miércoles - antes de la misa con lágrimas y después en
ella con muchas siguiendo la misma loquella interior.

[227[ de Jesú.
50. jueves - sin ellas con alguna loquella y disturbo de silvar,
tomen no así inquieto.

[228] Spíritu Sancto.


51. a. I viernes - antes de la misa con lágrimas, y en ella con mu-
chas y con loquela.

[229] Trinidad.
52. a. I. sábado - antes de la misa con lágrimas, y en ella muchas
y continuadas y con la loquella admirable interna.

21
[230] día *.
53. el domingo - sin ellas y con alguna loquela sin fuerzas corpo-
2 9
rales ni turbaciones algunas * -

[231] Letanías.

54. I. el lunes - con ellas y con loquela.

[232] Todos Sanctos.

55. el martes - sin ellas y sin turbación, con alguna loquela.

[233] Señora.
56. el miércoles - sin ellas y con mucha loquela.

2 1
' « U n a cosa de la que mucho se ayudaba para la oración era la música y canto de las
cosas divinas, como son vísperas, misas y otras semejantes; tanto, que, como él mismo me
confesó, si acertaba a entrar en alguna iglesia cuando se celebraban estos oficios cantados,
luego parecía que totalmente se enajenaba de sí» (Memorial, 22 de febrero de 1555).
E L DIARIO ESPIRITUAL [225-233] 207

2 1 7
recordaba el de la locuela o música celestial . Ha crecido la devo-
ción y el afecto, con las lágrimas, al percibir que sentía o aprendía por
obra divina.

[2251 Misa de San Sebastián. 48. .a. I d . Martes, 13 de mayo.


Antes y después de la misa he tenido lágrimas y, en la misa, las he
tenido muy abundantes, y también la locuela interna admirable y en
aumento, más que otras veces.

[226] Misa de la Concepción de nuestra Señora.


49. .a. 1. Miércoles, 14 de mayo.
Antes de la misa he tenido lágrimas y, en la misa, muchas, conti-
nuando con la misma locuela interior.

[227]Misa de Jesús. 50. Jueves, 15 de mayo.


No he tenido lágrimas, aunque sí alguna locuela, debido al estorbo
de oir silbar. Sin embargo no me he sentido tan inquieto como otras
veces.

[228] Misa del Espíritu Santo. 5 1 . a. 1 Viernes, 16 de mayo.


Antes de la misa he tenido lágrimas y, en la misa, muchas lágri-
mas y locuela.

[229] Misa de la Trinidad. 52. a. 1. Sábado, 17 de mayo.


Antes de la misa he tenido lágrimas y, en la misa, muchas lágri-
mas y continuas y la locuela admirable interna.

218
[230] Misa del d í a . 53. El Domingo, 18 de mayo.
Tuve alguna locuela pero sin lágrimas. Su ausencia no fue debida
219
a turbaciones sino a que estaba sin fuerzas c o r p o r a l e s .

[231] Misa de Letanías. 54. 1. El lunes, 19 de mayo.


Tuve lágrimas y locuela.

[232] Misa de Todos los Santos. 55. El martes, 20 de mayo.


No tuve lágrimas ni sentí turbación; sí tuve alguna locuela.

[233] Misa de nuestra Señora. 56. El Miércoles, 21 de mayo.


No tuve lágrimas y sí mucha locuela.

2l8
D o m i n i c a quinta de Pascua.
219
P a r e c e como si el intenso trabajo de la semana haya agotado a San Ignacio. Re-
cordemos que, en un futuro próximo, cada misa le costará una enfermedad y que decir misa
de la Trinidad, como hizo ayer, tendría sus consecuencias.
208 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

[234] Ascensión,
57. .a. I. el jueves - antes de la misa en cámara y en capilla con
muchas lágrimas; en la mucha mayor parte de la misa sin ellas y con
mucha loquela. tamen trayéndome dubitaciones del gusto o suavidad
de la loquela que no fuese a malo spíritu en cesar la visitación spiri-
tual de lágrimas; un poco pasando más adelante, parecerme que
demasiado me delectava en el tono de la loquela quanto al sonido, sin
tanto advertir a la sinificación de las palabras y de la loquela; y con
esto muchas lágrimas y diversas vezes pareciéndome seer enseñado
para el modo que avía de tener, esperando siempre mayor erudición
220
para adelante .

[235] Ascensión,
58. .1 viernes - con ellas.

[236] Spíritu Sancto.


59. sábado - sin ellas.

22
[237] 40. a. I. domingo * - antes de la misa con muchas lágrimas
en cámara, y en capilla con ellas, y en la misa mucha abundancia
deltas y continuadas con las dos loquelas admirables.
-
[238] Ascensión.

41. I. lunes - en la misa con lágrimas y loquela interna.

[239] Ascensión.
42. a. I martes - antes de la misa con lágrimas, y en ella mu-
chas con loquela interna creciendo.
[240] Ascensión.
43. .a l d. miércoles - antes de la misa y después della con lágri-
222
mas, y en ella con muchas y loquela interna admirábile .

2 2 0
U n o no sabe qué admirar más de Ignacio, si la exigencia terrible de pureza de inten-
ción con una vigilancia estricta sobre sí mismo o la expectativa apasionada y casi de niño de
noticias de Dios con una atención extrema a la voz interior.
E L DIARIO ESPIRITUAL [234-240] 209

[234] Misa de la Ascensión. 57. .a. 1. El Jueves, 22 de mayo.


Antes de la misa, en la habitación y en la capilla, he tenido mu-
chas lágrimas. En la mayor parte de la misa he estado sin ellas y con
mucha locuela. Sin embargo dudé del gusto o de la suavidad de la
locuela, que no fuesen del mal espíritu, ya que había cesado la visita-
ción espiritual de las lágrimas. Un poco más adelante, me pareció que
me deleitaba demasiado en el tono de la locuela en cuanto al sonido,
prestando menos atención a la significación de las palabras y de la
locuela. Con esto me vinieron muchas lágrimas varias veces, parecién-
dome que se me enseñaba cómo debía comportarme, esperando siem-
220
pre recibir más erudición para el f u t u r o .

[235] Misa de la Ascensión. 58. 1. Viernes, 23 de mayo.


Con lágrimas.

[236] Misa del Espíritu Santo. 59. Sábado, 24 de mayo.


Sin lágrimas.

221
[237] 40. a. 1. D o m i n g o , 25 de mayo.
Antes de la misa tuve muchas lágrimas en la habitación y en la
capilla. Durante la misa las tuve continuamente y con mucha abundan-
cia y también las dos locuelas admirables.

[238] Misa de la Ascensión. 4 1 . lunes, 26 de mayo.


En la misa tuve lágrimas y locuela interna.

[239] 42. a. 1 Martes, 27 de mayo.


Antes de la misa he tenido lágrimas y, en la misa, he tenido mu-
chas y la locuela interna en aumento.

[240] Misa de la Ascensión. 4 3 . .a 1 d. Miércoles, 28 de mayo.


Antes y después de la misa tuve lágrimas, y durante la misa tuve
222
muchas y la locuela interna a d m i r a b l e .

22
" U n o no sabe qué admirar más de Ignacio, si la exigencia terrible de pureza de inten
2 2 1
Dominica dentro de la octava de la Ascensión.
222
0 b s é r v e s e la vinculación de la locuela a la misa, aspecto no suficientemente resalta-
do por los comentaristas, en general.
Capítulo 11
EL DON DE LÁGRIMAS

«...sería en quitar de mí todo aquello que pueda parecer


a gota de sangre... y en lugar de buscar o sacar cosa algu-
na de sangre, buscar más inmediatamente al Señor de
todos, es a saber, sus santísimos dones, así c o m o una
infusión o gotas de lágrimas, agora sea, 1.°, sobre los pro-
pios pecados o ajenos; agora sea, 2.°, en los misterios de
Cristo N . S . en esta vida o en la otra; agora sea, 3.°, en
consideración o amor de las personas divinas; y tanto son
de mayor valor y precio, cuanto son en pensar y conside-
rar más alto. Y aunque en sí el 3.° sea más perfecto que el
2.°, y el 2.° más que el primero, aquella parte es mucho
mejor para cualquier individuo, donde Dios nuestro Señor
más se comunica mostrando sus santísimos dones y gra-
cias espirituales, porque ve y sabe lo que más le convie-
ne, y como quien todo lo sabe, le muestra la vía...» (A
Francisco de Borja, desde Roma, 207TX/1548).

Al llegar a este punto del Diario, se esfuman prácticamente las


anotaciones que no hagan referencia exclusiva a las lágrimas y siempre
relacionadas con la celebración de la misa, salvo rara excepción.
Quedan aún diez páginas de escritura ordenada que cubren desde junio
de 1544 a febrero de 1545 (más del doble de tiempo que hasta el pre-
sente). El modo de anotar recuerda sus sugerencias para contabilizar
los resultados del examen particular de Ejercicios, en orden a facilitar
la comparación de unos días o semanas con otros.
Se exceptúan los días 11 y 12 de julio, en los que formula telegrá-
ficamente la cumbre de toda vida espiritual: «todo a no tomar placer
sino en el mismo Señor» [284] y «a estar en el Señor» [285]. Es la
punta del iceberg anegado en el mar de las lágrimas, mar que oculta
pudorosamente la gravidez de la intimidad espiritual de Ignacio. Se
adivina la consecución de su súplica en el último coloquio de Ejer-
cicios, «dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta».
212 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

Cada época ha valorado el llanto de manera distinta. Hoy en día se


reprime bastante, muy al contrario que en la época romántica, proclive
a una excesiva sensibilidad bañada en lágrimas. Decía Lamartine: «hay
más genio en una lágrima que en todos los museos y bibliotecas del
mundo». O también nuestro Bécquer, que consideraba cada lágrima
como un poema de la ternura infinita.
Más cercano a Ignacio y al sentir medieval, sostiene Cervantes
que «por tres cosas es lícito que llore un hombre prudente: la una, por
el pecado; la segunda, por el perdón, y la tercera, por estar celoso; las
demás lágrimas no dicen bien en rostro grave».
Es conocido que la tradición oriental valora m u c h o el don de
lágrimas, a partir del monacato. El Canon de San Andrés de Creta,
himno litúrgico compuesto de nueve odas intercaladas entre los versí-
culos de otras tantas odas bíblicas, es un buen exponente de ello. En él
dominan las lágrimas penitenciales, como las de los desterrados, a la
vera de los ríos de Babilonia, o las de arrepentimiento mezclado de
amor, como las de la pecadora a los pies de Jesús. También causa lágri-
mas el deseo de Dios. Se mezclan a menudo con las de la agonía en el
Huerto y su fuente es el corazón traspasado de Jesús en la cruz. Fi-
nalmente, las lágrimas se transformarán en sonrisas al regresar de la
siega de lo que se sembró con llanto. El convite enjuga toda lágrima.
San Juan Clímaco habla de «la aflicción que produce gozo» y de
«la alegre tristeza de la santa aflicción». Considera también las lágri-
mas como una nueva piscina de Siloé, agua bautismal de renacimiento
en el Espíritu. Por otra parte, Silvano del Monte Atos empieza sus
Escritos Espirituales con estas palabras: «Mi alma languidece por Ti,
Dios mío, y os busca con lágrimas...» (p. 23, Publicaciones Abadía de
Montserrat, 1982).
Una autora moderna de oriente, transplantada a occidente, se ex-
presa de manera semejante:
«La lucidez del alma es distinta a la lucidez mental. Quizá yo vea
claramente mis pecados con la cabeza. Puedo utilizar los métodos reco-
mendados por la teología ascética (basada en la razón), para vencer mis
malas inclinaciones. Pero la claridad del alma sólo se alcanza con el don
de lágrimas. Derramo lágrimas y las lágrimas borran mis pecados y los
de los demás. Mi razón se mantiene serena y sin que nada la haya afec-
tado, porque sé que el don de lágrimas no viene de la razón sino del
corazón de Dios: el don llega a mi corazón y me pongo a llorar. Mi
razón continúa clara, mi corazón también y también toda yo.
«No olvidéis nunca - l a Pustinia os lo da a entender-, que cuando
lloro, Cristo llora, porque Cristo está en mí. Cuando mis lágrimas se
mezclan con las de Cristo, entonces su santidad me limpia, no la mía...
Dejad que vengan las lágrimas. Se detendrán cuando Dios quiera. Son
lágrimas de compasión, pero no por vosotros. No son lágrimas de enfado
E L DIARIO ESPIRITUAL 213

o de animosidad contra nadie. Son lágrimas puras, no sujetas a vuestro


control. No las podéis provocar ni detener» (Catherine de Hueck Do-
herty, Pustinia, Publ. Abadía de Montserrat, 1978, pp. 113-114).
¿Por qué Ignacio les otorga tanta importancia en el Diario y en su
vida? ¿Era enfermizamente propenso a ellas? ¿Cómo se compaginan
con su fuerza emprendedora y comprometida?
En el libro de Ejercicios Ignacio esbozó su doctrina sobre el tema.
Las lágrimas son una gracia espiritual que no cabe forzar. Se pueden
tener y pedir para intensificar el dolor de los propios pecados o de la
pasión de Jesús. De hecho, son efecto y causa de amor, provengan del
dolor de los pecados o de la Pasión, o aun por otras gracias espiritua-
les. No se las debe impedir con pensamientos de alegría distractivos;
incluso se puede hacer penitencia para obtenerlas, si se desea llorar los
pecados personales.
Hurgando en la mina singular del Diario, se saca una doctrina
más completa sobre el don de lágrimas. Resumiendo los trazos funda-
mentales, observaríamos:

1. Pueden debilitar el cuerpo y el alma;


2. pero son legítimo objeto de deseo por el beneficio amoroso que
conllevan.
3. Conviene vigilar la pureza de intención. Dios mismo está en
guardia para impedir que el don suplante la relación directa con el
Dador («lágrimas que no dejan ver el sol», Tagore).
4. Es inferior a otros dones, como por ejemplo, la humildad amo-
rosa, la locuela y la conformidad con la voluntad de Dios, aunque les
está vinculado estrechamente.
5. Con este don, las gracias y las visitaciones se graban más defi-
nitiva y profundamente en la memoria.
Cuando Ignacio aconseja a otros sobre este don, tiene muy en
cuenta la condición psíquica y espiritual del consultante. Hemos leído
antes sus consejos a San Francisco de Borja. En cambio, a Nicolás de
Floris, compañero de Pedro Canisio y fervoroso apóstol de Alemania,
le dice que «El don de lágrimas... no es necesario, ni absolutamente es
a todos bueno y conveniente... pero el corazón deseoso de la ayuda de
las almas, como el de Vuestra Reverencia, y del servicio divino, no
puede llamarse duro, y teniendo... compasión de las miserias del próji-
mo, queriendo socorrer de su parte, y haciendo el oficio del hombre
que tal voluntad eficaz tiene en procurar los medios, no son necesarias
otras lágrimas, ni otra ternura de corazón» (Roma, 22/XI71553).
Hacia el fin de su vida, por obediencia al médico que le prescribió
no llorar, para que no destrozase su salud, Ignacio dejó de llorar, sin
que disminuyese por ello su gran devoción.
DIARIO ESPIRITUAL
28 de Mayo de 1544
a 27 de Febrero de 1545
216 L A INTIMIDAD D E L PEREGRINO

[241] Ascensión. 44. .a l d. jueves - antes de la misa, en ella y


después de misa lágrimas.
[242] 45. viernes - sin ellas.
[243] 46. I sábado - con ellas.
223
[244] 47. I domingo - con ellas.
[245] 48. lunes - sin ellas.
[246] 49. martes - sin ellas.
[247] 50. .1. miércoles - con muchas y continuadas.
[248] 51. jueves - sin ellas.
[249] 52. viernes - sin ellas.
[250] 53. sábado - sin ellas.
224
[251 ] Trinitas. 54. a. I. domingo - con <muchas> lágrimas en
cámara y en capilla antes de la misa, y en ella con muchas y continuadas.
[252] Trinitas. 55. .1. d. lunes - en la misa con ellas y continua-
das, y después della con muchas.
[253] Trinitas. 56. .Id. martes - lo mismo.
[254] Trinitas. 57. miércoles - sin ellas.
[255] Corpus Domini. 58. jueves - sin ellas.
[256] Corpus Domini. 59. viernes - sin ellas.
225
[257] Corpus Domini. 60. I sábado - con ellas .
[258] del día. 61. domingo - sin ellas.
[259] Corpus Christi. 62. I lunes - con muchas y continuadas.
[260] Corpus Domini. 63. .a. I. martes - antes de la misa en
cámara y en capilla con lágrimas; y en ella con muchas y continuadas.
[261] Corpus Domini. 64. I miércoles - con ellas.
[262] Corpus Domini. 65. .a. jueves - antes de la misa en cáma-
ra y en capilla con ellas, y en la misa sin ellas.
[263] Spíritu Sancto. 66. viernes - sin ellas.
[264] Trinitas. 67. I sábado - con ellas.
[265] del día. 68. I domingo - con ellas.
[266] Trinitas. 69. a. I lunes - en la misa con muchas y conti-
nuadas y antes della en cámara y en capilla con ellas.
[267] Baptista. 70. a l martes - antes de la misa en cámara y en ca-
pilla con muchas lágrimas, y en ella en mucha abundancia y continuas.

223
D o m i n g o de Pentecostés.
224
F i e s t a de la Santísima Trinidad.
225
C o r r e s p o n d e al día de hoy una carta de Ignacio a Jaime Crescenti, pariente del
Cardenal del mismo nombre, con quien mantuvo contacto Ignacio a propósito de la In-
quisición de Portugal. Entre otras cosas le pide que tome a su cargo el dinero de la cuenta de
los pobres «porque con la pobreca no sonando en mí custodia alguna de dineros, deseo hallar-
me a la hora de mi muerte sin solo un quatrín, mío ni ajeno, ni dende arriba ni dende abajo,
dando el cuerpo, o por mejor decir, la tierra a la tierra... De V. Sría. humíllimo en el Señor
nuestro, Ignacio» (Roma, 14/6/1544).
E L DIARIO ESPIRITUAL [241-289] 217

[268] Baptista. 71. l.d. miércoles - en la misa muchas lágrimas y


continuadas, y después della.
[269] Baptista. 72. I jueves - con lágrimas.
[270] 73. .a. viernes - antes de la misa con ellas, y en ella quasi
sin ellas.
[271] 74. .a. sábado - antes de la misa con ellas, y en ella como
sin ellas.
[272] 75. .a. domingo - antes de la misa con ellas, y en ella sin
ellas.
[273] Trinitas. 76. a. I d. lunes - antes de la misa, en ella y des-
pués della con muchas lágrimas.
[274] Trinitas. 77. a. I martes - antes de la misa y en ella con
muchas lágrimas.
[275] Visitación. Nuestra Señora. 78. a. I d. miércoles - antes de
la misa, en ella y después della con muchas lágrimas.
[276] Plagas. 79. .a. juebes - antes de la misa en cámara y en
capilla, con muchas lágrimas, y en ella sin ellas.
126 221
[277] Trinitas . 40 .a. I. d. viernes - antes de la misa en cá-
mara, en capilla, y en ella con mucha abundancia de lágrimas, y des-
pués della con ellas.
[278] 41. I sábado - con ellas.
[279] 42. domingo - sin ellas.
[280] 43. lunes - sin ellas.
[281 ] 44. .a. I martes - antes de la misa y en ella con muchas.
[282] 45. miércoles - sin ellas.
[283] 46. juebes - no sé.
[284] 47. a. Id. viernes - antes de la misa y en ella mucha abun-
dancia deltas, y después della, todo a no tomar plazer sino en el mismo
22
Señor *
[285] 48. .a. I sábado - antes de la misa y en ella con mucha
229
abundancia aellas, y a estar en el Señor .
[286] 49. domingo - sin ellas.
[287] 50. .a. I el lunes - con ellas en la misa y antes.
[288] 51. I martes - con ellas.
[289] 52. miércoles - sin ellas.

2 2 6
L a última misa que especifica es aún la de la Santísima Trinidad.
2 2 7
N u e v a confusión de número, a pesar de que en el original se lee bastante claramente.
El hecho remite de nuevo a las dificultades de visión, a la enfermedad de los ojos y/o a la
escritura nocturna del Diario a la luz del candil.
2 2 8
C o m o se decía en la introducción, en medio del mar de lágrimas flota el deseo purifi-
cado y esencial del buen amador que es Ignacio: «...dadme vuestro amor y gracia que ésta me
basta» (Ej. 234).
2 2 9
« L e s llamó para que estuviesen con El...» (Me 3,14) Para el peregrino se trata de la
invitación del Rey Eternal: «quien quisiese venir conmigo...» (Ej. 95). También es la respues-
ta a su insistente demanda de ser puesto con el Hijo.
218 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

[290] 53. juebes - sin ellas.


[291 ] 54. I viernes - con ellas.
[292] 56. a. I. sábado - antes de la misa y en ella con muchas y
continuadas.
[293] 57. a. I. el domingo - antes de la misa y en ella con muchas.
[294] 58. lunes - quasi sin ellas.
[295] 59. .a. martes - antes de la misa con ellas, y en ella quasi
sin ellas.
[296] 60. a. I. d miércoles - antes de la misa y en ella con
mucha abundancia de lágrimas, y después con ellas.
[297] 61. .a. juebes • con muchas antes de la misa, y en ella sin
ellas.
[298] 62. .a. viernes - con muchas antes de la misa, y en ella sin
ellas.
[299] 63. I. d. sábado - con muchas en la misa, y después con
ellas.
[300] 64. a. I. d. domingo - antes de la misa, en ella y después
della con muchas lágrimas.
[301 ] 65. a. I. lunes - antes de la misa y en ella con mucha abun-
dancia de lágrimas.
[302] 66. a. I. d. martes - antes de la misa y en ella con muchas
lágrimas.
[303] 67. a. miércoles - antes de la misa con lágrimas y en ella
sin ellas.
[304] 68. a. I. d. juebes - antes de la misa, en ella y después
della con mucha abundancia de lágrimas.
[305]. 69. a. Biernes - antes de la misa con ellas, y en ella sin ellas.
[306] 70. a. I sábado - antes de la misa, y en ella con muchas
lágrimas.
[307] v 71. I domingo - en la misa con muchas lágrimas.
[308] v 72. a. I lunes - antes de la misa con lágrimas, y en ella
con mucha abundancia dellas, continuadas, y con perder muchas vezes
la habla.
[309] 73. a. I. martes - antes de la misa con muchas lágrimas, y
en ella diversas vezes con ellas.
[310] 74. miércoles - sin ellas.
[311] 75. .a. I juebes - antes de la misa y en ella con muchas.
[312] 76. .a. viernes - antes de la misa con lágrimas, y en ella
sin ellas.
[313] 77. ¡sábado - con muchas lágrimas en la misa.
[314] domingo - no me acuerdo.
[315] 79. al d lunes - en la misa con muchas lágrimas, y antes y
después della con ellas.
[316] 80. a. I martes - en la misa con muchas, y antes della con
ellas.
E L DIARIO ESPIRITUAL [290-338] 219

[317] 81. miércoles - sin ellas.


[318] 82. juebes - sin ellas.
[319] 83. viernes - sin ellas.
[320] 84. ¡sábado - en la misa con lágrimas.
[321] 85. a. I domingo - antes de la misa y en ella con muchas
lágrimas.
[322] 89. lunes - sin ellas.
[323] 90. Imartes - en la misa con lágrimas.
[324] 91. a l miércoles - antes de la misa con lágrimas, y en ella
con muchas.
[325] 92. a. I. juebes - antes de la misa en cámara y fuera della con
mucha abundancia de lágrimas, y en la misa asimismo y continuadas.
[326] 93. a. I. viernes - antes de la misa y en ella con muchas
lágrimas.
[327] 94. a. sábado • antes de la misa con muchas y en ella sin
ellas.
230
[328] en este medio fui enfermo sin decir misa .
[329] 100. .a. I. viernes - antes de la misa y en ella con muchas
lágrimas.
[330] 101. .a l d. sábado - antes de la misa y después della y en
ella con muchas lágrimas.
[331] 102. .a Id. el domingo - lo mismo, continuadas y con mu-
cha abundancia.
[332] 103. .a. lunes - antes de la misa con muchas lágrimas, y en
ella sin ellas.
[333] 104. .a l. martes - antes de la misa con lágrimas muchas, y
en ella con algunas.
[334] 105. .1 d. miércoles - en la misa muchas lágrimas, y des-
pués con ellas.
[335] 106. .a l d. el juebes - antes de la misa y después della y en
ella con mucha abundancia de lágrimas.
[336] 107. viernes - sin ellas.
[337] 108. a. I. sábado - antes de la misa y en ella con muchas
lágrimas.
[338] 109. domingo - sin ellas.

^ A n o t a c i ó n en el margen superior de la página. Es la primera tanda larga de días sin


decir misa. Diciembre y, sobre todo, enero serán meses malos. Los compañeros tuvieron que
proporcionarle la ayuda de Bartolomé Ferrao a efectos de correspondencia. Este lo comunica
en una carta de fecha incierta, pero de inicios de 1544: «Por haver estado M. Ignacio de qua-
tro meses acá más enfermo de lo que antes solía, amostrando sus continuas enfermedades
querérnoslo quitar de nuestros ojos, a parecido algunos aliviarle deste trabayo que tenía de
escrivir, el qual no pocho le agravava, más de lo que páresela, para que más libremente, expe-
dido desto, en otras cosas de mayor importancia se ocupasse el tiempo que N. S. Dios se dig-
nava concederle» (Epp. y p. 285).
220 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

[339] 110. a. I lunes - antes de la misa y en ella con muchas


lágrimas.
[340] 110. I martes - con algunas lágrimas.
[341] 111. .a. I d. miércoles - antes de la misa, en ella y después
della con muchas lágrimas.
[342] 112. a. I. d. jueves - antes de la missa, en ella y después
della muchas lágrimas.
[343] 113. .a Id. viernes - lo mismo.
[344] 114. .a l. sábado - antes y en ella con muchas lágrimas.
[345] 115. .a l. domingo - lo mismo.
[346] 116. .a l. lunes - lo mismo.
[347] 117. .al. martes - lo mismo.
[348] 118. .1 d. miércoles - en la misa y después della con mu­
chas lágrimas.
[349] 119. .a l. juebes - antes y en ella muchas lágrimas.
[350] 120. .a l d. viernes - antes, en ella y después della muchas
lágrimas.
[351] 121. .a l. sábado - antes y en ella muchas lágrimas.
[352] 122. a domingo - antes de la misa muchas.
[353] 123. a. lunes - antes de la misa mucha abundancia dellas.
[354] 124. .a l. martes - antes de la misa mucha abundancia
dellas, y en ella diversas vezes con ellas.
[355] 125. .d. miércoles - después de la misa, tarde lágrimas.
[356] 126. .a. juebes - antes de la misa mucha abundancia
dellas.
[357] 127. a l d viernes - antes de la misa y en ella muchas lágri­
mas, y después della con ellas.
[358] 128. a l sábado - antes y en ella con muchas.
[359] 129. al domingo - antes y en ella con muchas.
[360] 130. a l lunes - antes con muchas y en ella con ellas.
[361 ] 131. a l martes - antes y en ella con muchas.

[362] 1. a l el día, miércoles primero de Octubre, antes y en ella


con muchas.
[363] 2. a l juebes, antes y en ella con muchas.
[364] 3. a l. viernes, antes y en ella con muchas.

3
[365] aqui comienzan los puntos y no se poniendo los de antes- *.

2 3 1
Además de concretar si las lágrimas han tenido lugar antes, o a lo largo de la misa o
después, como hasta ahora, Ignacio consigna si se han producido durante la oración habitual
(Oración), o durante la oración preparatoria de la misa, en la habitación, (Cámara), o en la
preparación inmediata antes de la misa, en la capilla (Yglesia). Así, sobre la «a» de antes
pone tantos puntos como lágrimas ha tenido entre las tres unidades de oración, O C Y. (Por
E L DIARIO ESPIRITUAL [339-380] 221

[366] 4. á. I. d.sábado, antes .O.C.Y. y en ella con mucha abun-


dancia de ellas; y después della con ellas.
[367] 5. á l. d.domingo, antes O.C.Y. y en ella con mucha super-
abundancia dellas, y con perder la habla muchas vezes, y continuadas
con temor de perder la vista, y después con ellas.
[368] 6. a l lunes, antes O.C.Y. y en ella con mucha abundancia
dellas, y con temor de perder la vista, y continuadas.
[369] 7. á Imartes, antes O.C.Y. y en ella con mucha abundancia
232
dellas y continuadas y con sentir peligro para la vista .
[370] 8. a l d. miércoles, antes .0. y en ella y después della con
mucha abundancia dellas y continuadas, en todo.
[371 ] 9. a. juebes, antes de la misa O. C. Y. con mucha abundan-
cia dellas.
[372] 10. a. I viernes, antes con muchas, .O. y en ella con algunas.
[373] 11. .a l d. sábado, antes .O. y en ella y después della con
muchas.
[374] 12. a l. d. t. domingo, antes .C.Y. y en ella muchas, y des-
233
pués tarde muchas .
[375] 13. I lunes, en ella con muchas.
[376] 14. a martes, .C.Y. con muchas.
[377] 15. I miércoles, asta la meitad de la misa con un calor y
querer lágrimas; después, consequente al pensamiento y claridad,
234
cómo era Dios en aquellos quereres en guarda , un lacrimar, y así
continuadas por la misa.
[378] 16. a l d jueves, antes .Y. y en ella y después della con
muchas.
[379] 17. al d viernes, antes .C, en ella y después della muchas.
[380] 18. a. I sábado, antes C. y en ella algunas.

razones tipográficas se sustituye la «a» con tres puntos por «á»). También pone puntos delan-
te y detrás de las siglas. Conjeturamos la siguiente interpretación: son lágrimas tenidas al ini-
cio o al final de la oración señalada o bien, como tantas otras veces en el Diario, dichos pun-
tos especifican los intervalos entre distintas oraciones, por ejemplo la hora de despertar, de
vestirse, de ir a la capilla, de preparar el altar, de ponerse los ornamentos, etc.
232
T o d a v í a un testimonio, tres días consecutivos, del problema de contener la consola-
ción en un cuerpo de simple mortal. Juan de la Cruz no pudo sostener la mirada del Amado y
se vio obligado a exclamar: «Apártalos Amado, que voy de vuelo» (Cántico Espiritual).
Cuando González de Cámara conoció a Ignacio, dice que siempre tenía los ojos bajos, casi
entornados, como los ojos de un muerto, pero que si quería agasajar a alguien, los abría, mos-
trándole tanta alegría que parecía que quería metérselo en su corazón. «Tenía los ojos de suyo
tan alegres que, según me contó P. Laynez, queriendo un endemoniado de Padua darle a
conocer por señas, y diciendo de él cosas de mucha alabanza, empleó esta perífrasis: »un
españolito, pequeño, algo cojo, que tiene los ojos alegres» (Memorial, 22 febrero 1555).
2 3 3
E s el único día en que Ignacio consigna también y con esta inicial las lágrimas de la
tarde.
2 3 4
D i o s ayuda a Ignacio a que consiga la pureza de intención, en contra de todo desor-
den. Esta experiencia mística de la colaboración de Dios en la ascesis de los santos motiva su
gozo inefable. Ignacio se deshace en lágrimas.
222 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

[381 ] 19. a l. d domingo, antes C.Y. y en ella muchas.


[382] 20. a l d lunes, antes C.Y. y en ella y después della con
mucha abundancia dellas.
[383] 21. a l d martes, C.Y. y en ella y después della mucha abun-
dancia dellas y continuadas, y con temor de los ojos y con pidir con-
tentamiento quando no vertieren lágrimas sin pensamientos contra-
235
rios etc.
[384] 22. á l d miércoles O.C.Y. y en ella mucha abundancia
dellas y continuadas y después della con ellas.
[385] 23. á l djueves, antes .O.C.Yy en ella mucha abundancia
dellas y continuadas, y después della con ellas.
[386] 24. .a l. viernes, antes O. y en ella muchas.
[387] 25. a l. sábado, antes .O.C.Y. y en ella con algunas.
[388] 26. á l ddomingo, antes .O.CY. y en ella con muchas.
[389] 27. al lunes, antes .C.Y. y en ella con muchas.
[390] 28. .al d martes, antes .Y. y en ella con muchas y desdella
con ellas.
[391] 29. .á l d. miércoles, antes .O.C.Y. y en ella con muchas y
continuadas y después della.
[392] 30. al juebes, antes 0 CY.y en ella con mucha abundancia
dellas y continuadas.
[393] 31. .á. I. d. viernes, antes .O.C.Y. y en ella con mucha abun-
dancia dellas y continuadas, y después della.

[394] 1. á l sábado, primero de Nobiembre; antes .O.C.Y. y en ella


con mucha superabundancia dellas y continuadas.
[395] 2. a l domingo, antes .O.C.Y. y en ella con mucha abundan-
cia dellas y continuadas.
[396] 3. a.l.d. lunes, antes .O.C.Y. y en ella mucha abundancia
dellas y continuadas, y después della con ellas.
[397] 4. ¿i l martes, antes .O.C.y en ella con muchas.
[398] 5. al miércoles, antes .C.Y. y en ella con ellas.
[399] 6. al d jueves, antes .O. y en ella y después muchas.
[400] 7. a l viernes, antes .O. Y y en ella con muchas y continua-
das.
[401] 8. a l d. sábado, antes .O.CY. y en ella con muchas y conti-
nuadas, y después con ellas.
[402] 9. al domingo, antes .C.Y. y en ella con muchas.

• ^ S e g ú n Cámara, «solía tener el Padre tantas lágrimas continuamente, que, cuando en


la misa no lloraba tres veces, se tenía por desconsolado» (Memorial, 22 febrero 1555). Esta
lucha tan continua, después de tanta experiencia, este desasosiego, estos pensamientos con-
trarios, inducen a pensar que falta mucho aún para acabar de entender lo que significaba para
Ignacio el don de lágrimas.
E L DIARIO ESPIRITUAL [381-421] 223

[403] 10. al d lunes, antes .O.C.Y. y en ella con mucha abundan-


cia dellas, y después della.
[404] 11. á l martes, O C Y. y en ella con mucha abundancia
dellas y continuadas.
[405] 12. a l miércoles, .C.Y. y en ella con algunas.
[406] 13. a juebes, antes O.C
[407] 14. a l d. viernes, antes .O.C. y en ella muchas y después
della.
[408] 15. a l d sábado, antes .C.Y. y en ella mucha abundancia
dellas y continuadas, y después della.
[409] 16. a.l.d. domingo, antes O.C.Y. y en ella mucha abundan-
cia dellas, y así después.
[410] 17. a.l. lunes, antes .O. Y. y en ella con mucha abundancia
dellas y continuadas.
[411 ] 18. .a. martes, antes .O.
[412] 19. a. I. miércoles, antes O. y en ella con muchas.
[413] 20. a l d juebes, antes .C. y en ella muchas y después della.
[414] 21. a l viernes, antes .O.C Y. y en ella con ellas y quitando
la habla.
[415] 22. á l d sábado, antes .O.C Y. y en ella con muchas, y des-
pués della.
[416] 23. á l.d domingo, antes .O.C.Y. y en ella mucha superabun-
dancia dellas, con muchas veces quitarse la abla, y después della con
ellas.
[417] 24. á l lunes, antes .O.C. Y. y en ella muchas.
[418] 25. I d. martes, en ella muchas y después della con ellas.
[419] no dixe.
[420] 27. a l d jueves, antes .C.Y. y en ella muchas y después della
con ellas.
236
[421] 28.á l d viernes , antes .O.C.Y. y en ella mucha abundan-
cia dellas, y así después.

2 3 6
E s de hoy una delicada carta de San Ignacio a una persona que vivía en la casa de la
Compañía de Padua y que sufría graves tentaciones. Los consejos de Ignacio apuntan a una
especie de ventilación espiritual, invitándole a disfrutar de conversaciones y recreaciones, de
actos piadosos y de los estudios, pero sin vivir bajo la disciplina de una casa de la Compañía,
ni tampoco volver a su tierra, donde aún se complicarían las cosas. Espera con esto que
«alcanzando y apaciguando con las internas consolaciones y gustos espirituales el reposo y
quietud de la conciencia, entonces sería más conveniente estudiar para otros...». ¡Ignacio
puede hablar del poder de la consolación! Toda la carta rezuma aquella humildad amorosa
que se expandía hacia las criaturas, como cuando dice: «Sobre todo os pido, por amor y reve-
rencia de Dios N. S„ que acordándoos de lo pasado, miréis, no de lejos, sino de cerca, que la
tierra es tierra. Plega a Dios N. S., por la su infinita y summa bondad, nos quiera dar su gracia
cumplida para que su santísima voluntad sintamos, y aquella enteramente cumplamos» (Epp.
I, p. 295 Roma, 28/11/1544). En resumen, es una carta en la que se respira mucho amor, en
congruencia con la experiencia interior que tenemos el privilegio de conocer.
224 L A INTIMIDAD D E L PEREGRINO

[422] 29. á l d sábado, antes .O.C.Y. y en ella mucha abundancia


dellas, y así después.
[423] 30. a l d. domingo, antes .O.C. y en ella con ellas, y después
tarde.

[424] 1. al d lunes, primero de Deziembre; antes .O.C.Y y en ella


muchas, y después tarde.
[425] 2. al d martes, antes .O.Y. y en ella mucha abundancia dellas,
y así después.
[426] 3. á miércoles, <sin ellas> antes .0.
[427] 4. al d jueves, antes .O.Y y en ella muchas y después della.
[428] 5. á l d viernes, antes .O.Yy en ella algunas, y después della
con ellas.
[429] 6. a l d sábado, antes .O.C.Yy en ella con ellas, y después
tarde muchas.
[430] 7. a l domingo, antes .C. y en ella muchas.
[431 ] 8. al d. lunes, O.C. en misa mucha abundancia; después.
[432] 9. a Id martes,. C. Y en misa muchas; después.
[433] 10. á l miércoles .O.C.Y. en misa mucha abundancia.
[434] 11. a l d jueves, .O.C.Y. en misa mucha abundancia; después
tarde.
[435] 12. á Id viernes .O.C.Y. en misa mucha abundancia; después.
[436] 13. á Id sábado .O.C.Y. en misa mucha abundancia; después.
[437] 14. ald domingo .O.C.Y. en misa mucha abundancia; después.
[438] 15. a l lunes C Y. en misa muchas.
[439] 16. a l martes .C Y en misa con ellas.
]440] 17. al miércoles O C Y en misa con ellas.
[441] 18. a l djueves .C Y. en misa muchas; después.
[442] 19. a l viernes .C. en misa mucha abundancia.
[443] 20. a l d sábado .C Y. en misa mucha abundancia; después.
[444] 21. a l d domingo C Y. en missa muchas; después.
[445] a C.
a C y no dixe missa.
a C
131
[446] 25. da 11. djueves .C.Y. en misa con ellas; C.Y. en misa con
muchas y en la tercera con algunas, y después en camera con ellas.
[447] 26. a biernes .C.Y.
[448] 27. a l d sábado .O.C.Y en misa mucha abundancia y continua­
das; después.
[449] 28. a l d domingo C Y. en misa muchas; después.

Anotación sólo doble, aunque habla de las tres misas de Navidad.


E L DIARIO ESPIRITUAL [422-471] 225

[450] 29. a l d lunes .O.C.Y. en misa mucha abundancia y conti-


nuadas; después.
[451] 30. a l d martes .O.C.Y. en misa mucha abundancia y conti-
nuadas; después.
23
[452] 31. al d miércoles * .O.C.Y. en misa mucha abundancia y
continuadas; después.
<jueves O.Y. en misa con ellas>
[453] 1. a l primero de Enero jueves, .O.C. en missa con ellas.
[En este medio no dixe misa, y, si no fuese un día cada día lágri-
mas.
[454] 11. á l d domingo, antes O C Y. en misa mucha abundancia;
después.
[455] 12. a l d lunes, antes O C Y en misa mucha abundancia;
después.
[456] no dixe misa.
[457] 20. á l martes, antes O.CY. en missa mucha abundancia;
[458] 21. a l miércoles, antes .C Y. en missa con ellas.
[459] 22. a l d jueves, antes C Y. en missa mucha abundancia, et
continuadas; después.
[460] 23. I viernes, en missa mucha abundancia.
[461 ] 24. al d sábado, antes O C Y en missa mucha abundancia;
después.
[462] 25. a l domingo, antes .C Y. en misa mucha abundancia.
[463] No dixe misa en este medio.

[464] 1. al d primero de Hebrero, domingo, antes O C Y en misa


mucha abundancia y continuadas; después.
[465] 2. a l d lunes, antes O C Y en misa mucha abundancia y
continuadas; después.
[466] 3. al d martes, antes .O. en misa mucha abundancia; des-
pués.
[467] 4. al d miércoles, antes O C Y en misa mucha abundancia,
después.
[468] 5. d l d juebes, antes .O C Y en misa mucha abundancia et
continuadas; después.
[469] 6. al d viernes, antes .O C Y en misa muchas; después.
[470] 7. á l d sábado, antes O C Y en misa mucha abundancia;
después.
[471 ] 8. áld domingo, antes C Y en misa muchas; después.

conserva una breve carta en latín de finales de año a los compañeros de Colonia.
El Senado les impide vivir juntos e Ignacio les recomienda la unión fraterna, dado que se han
vinculado tan estrechamente con Cristo por los votos.
226 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO

[472] 9. al d lunes, antes Y. en misa muchas; después.


[473] 10. al d martes, antes O C en misa muchas; después.
[474] 11. al d miércoles, antes .O C Y y en misa mucha abundan­
cia; después.
[475] 12. a l d juebes, antes O C Y en misa mucha abundancia;
tarde después.
[476] 13. a d viernes, antes O C Y tarde; después.
[477] 14. a l sábado .C Y. en misa muchas.
[478] 15. a l d domingo, .C Y en misa; después.
[479] 16. a l d lunes, O C Y en misa mucha abundancia et conti­
nuadas; después.
[480] 17. a l d martes, C Y en misa mucha abundancia et conti­
nuadas; después.

[481] 18. a l d miércoles de coaresma .O C.Y en misa mucha


abundancia et continuadas; después.
[482] 19. á l d juebes, O C Y en misa mucha abundancia et conti­
nuadas; después.
[483] 20. al d viernes O C Y en misa mucha abundancia et conti­
nuadas; después.
[484] 21. á l d sábado, O C Y en misa mucha abundancia; des­
pués.
[485] 22. a l d domingo, O C Y en misa mucha abundancia et
continuadas; después.
[486] 23. al d lunes, O C Y en misa; después.
[487] 24. al d martes, O C Y en misa muchas; después.
[488] 25. á l d miércoles, O C Y en misa; después.
[489] 26. a l d juebes, O C Y en misa mucha abundancia et conti­
nuadas; después.
[490] 27. al d viernes, O C Y en misa mucha abundancia et conti­
239
nuadas; después .

2 3 9
E 1 manuscrito termina con una página de escritura muy densa. Comprime cada vez
más la letra y los renglones para que quepa todo el mes. Aquí acaba también el pliego y todo
lo que se conserva del Diario espiritual de Ignacio. Salta a la vista la presencia de las lágri­
mas, los últimos días, en todos los ratos de oración, antes, en y después de la misa. Este regis­
tro revalida el testimonio de González da Cámara que, como administrador de la casa, recibía
los encargos de portería mientras Ignacio hacía oración y, si eran urgentes, le obligaban a
interrumpirle: «Y acuerdóme que todas las veces que a eso entré (en la capilla), que fueron
muchas, le hallé con un rostro y semblante tan resplandeciente, que, con llevar la intención e
imaginación puesta en sólo el recado, me quedaba espantado y fuera de mí, porque lo que en
él observaba no era lo que había visto muchas veces en otras personas devotas, cuando están
en oración, sino que claramente parecía cosa celestial y muy extraordinaria» (Memorial, 22
febrero 1555).
EPÍLOGO

Dos pilares de la pobreza ignaciana son la gratuidad de los minis-


terios (sacramentos, predicación, etc.), - s e protege de este modo de la
avidez escandalosa de los clérigos de su tiempo-, y la renuncia a cual-
quier tipo de renta fija asignada a las casas o iglesias de los profesos
- p r o c u r a preservarse de la acumulación de bienes de los grandes
monasterios e, incluso, de los conventos de las órdenes mendicantes-.
Santa Teresa hizo un discernimiento parecido, pocos años des-
pués. Si consultaba a confesores y letrados, conseguían inclinarla a te-
ner rentas, pero cuando volvía a la oración, «mirando a Cristo en la
cruz tan pobre y desnudo, no podía poner paciencia a ser rica. Su-
plicábale con lágrimas lo ordenase de manera que yo me viese pobre
como Él» (Vida, XXXV, 3).
La «manera» le llegó de manos de Pedro de Alcántara, quien, al
enterarse de su conflicto, le escribió en estos términos: «cierto que me
espanté que vuestra merced ponía en parecer de letrados lo que no es
de su facultad, que si fuera cosa de pleitos o caso de conciencia, bien
era tomar parecer de juristas o teólogos; mas en la perfección de la
vida no se ha de tratar sino con los que la viven... Si vuestra merced
quiere seguir el consejo de Cristo de mayor perfección en materias de
pobreza, sígalo, porque no se dio más a hombres que a mujeres, y Él
hará que le vaya muy bien como ha ido a todos los que lo han seguido»
(Obras de Sta. Teresa, II, Relaciones espirituales, BMC,II, p. 125).
Coinciden, pues, Teresa e Ignacio, en el resultado de su discerni-
miento y en la fuente de su inspiración y confirmación: la contempla-
ción de Jesús, el amado, en Teresa; en Ignacio, la del enviado del Padre
y cabeza de la Compañía.
Los efectos prácticos de la elección de Ignacio fueron la, consecu-
ción de la aprobación de su propuesta por los compañeros, según queda
reflejada en los Documentos Oficiales (véase Apéndice I) y la renuncia a
las rentas y beneficios recibidos con la donación del Templo de la Strada.
Seguramente el lector habrá sido interpelado por tan íntimo exa-
men y valoración de la pobreza. Sin embargo hay que confesar que el
228 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

Diario desborda con mucho este tema. Siempre que he dado un curso
sobre el Diario - a novicios, a sacerdotes, a religiosos y religiosas o a
seglares- he procurado informarme del provecho que se había sacado.
Tengo delante un montón de respuestas que sería difícil resumir. Me
atrevo, con todo, a proponer una lista, con ánimo de ayudar a la refle-
xión del lector.
1. La realidad y la seriedad del diálogo con Dios.
2. La consideración continua de la inhabitación de la Trinidad,
como fuente de vida espiritual.
3. El gobierno espiritual desde la plegaria y la consulta a Dios, en
materias tan delicadas como la redacción de unas Constituciones.
4. La necesidad de una extrema finura de conciencia.
5. La modulación y la adhesión de la propia vida a la Eucaristía.
6. La amplia oferta de frutos del Espíritu Santo, gustosos para Ig-
nacio, provechosos para sus compañeros, deseables para todo cristiano.
7. En la escuela ignaciana, enriquecimiento de las modalidades de
la elección y el desarrollo de las reglas de discernimiento de espíritus.
8. El misterio de la comunión de los santos y de las mediaciones
de mutua ayuda; especialmente, el papel de María.
9. Una serie de pistas sobre la conducta y talante sacerdotal.
10. El testimonio del combate interior y de su resolución en la fe,
traspasando la noche del espíritu.
11. La indicación, firme y sin rodeos, del objetivo y término de
toda vida espiritual, la conformidad con la voluntad de Dios, que tiene
un nombre para nosotros: Jesús.
12. La trascendencia infinita de Dios, uno y trino, en su «esfera»
de bondad desbordante, que busca la comunión con toda la humanidad.
El lector ampliará esta lista con sus propios descubrimientos y
experiencias interiores, que le habrán suscitado estas páginas tan singu-
lares y distintas a otros escritos humanos. Confío que se haya cumplido
mi pronóstico del final de la presentación: ha habido un convite, con la
mesa bien dispuesta y surtida de variados manjares espirituales.
En el listado anterior no he mencionado los matices de la oración
que aporta el Diario. M e complace recoger las breves oraciones (a
modo de jaculatorias o «Mantras») que son casi, textualmente, oracio-
nes de Ignacio en primera persona:

- D i o s me ama más que yo a mí mismo


-¡Siguiéndoos, Jesús, no me puedo perder!
- D i o s proveerá lo que le parezca mejor
- Q u i e r o acercarme al placer de Dios
-¡Señor, soy un niño! ¿A dónde me lleváis?
- P a d r e , confírmame; Hijo eterno, confírmame; Espíritu Santo,
confírmame; Trinidad Santa, confírmame.
EPÍLOGO 229

- ¡ Q u é modo de ser Padre y qué modo de ser Hijo!


-¡Jesús, por nada del mundo te dejaría! Prefiero morir contigo que
vivir con nadie más.
- ¿ Q u é queréis, Señor, de mí?
- L l e v a d m e , santísima Trinidad, por el camino que mejor os pa-
rezca.
- S i es igual gloria de Dios, no me deis visitación de lágrimas.
- D e s e o ser como un ángel en el oficio de decir misa.
- N o soy digno de invocar el nombre de la Santísima Trinidad.
-¡Señora, interceded por mí, pecador! ¡No paséis vergüenza por
mi culpa!
- ¡ D a d m e , Señor, humildad amorosa!, ¡dadme reverencia!, ¡dadme
acatamiento!
-¡Señor, sostenedme con vuestra gracia!
- ¡ N o merezco, Señor, cuanto recibo! ¿Quién soy yo? ¿De dónde
me viene tanta gracia?
- ¡ D a d m e , Señor, vuestro amor!
-Jesús, sé mi guía, condúceme.
-Santos del cielo, interceded por mí.
-Jesús, confórmame con la voluntad del Padre.
Para expresar mis sentimientos al final de la tarea, recurro al testi-
monio de Gil González Dávila, superior y maestro de espíritus, que fue
llamado a Roma, como Asistente de España: «A mí me concedió Dios
esta gracia, que por tal la tengo, que tuve dos años en mi poder el cua-
derno que nuestro Padre escribió de lo que le ocurrió aquellos días en
la Misa y en la oración, que es de las cosas raras y extraordinarias que
he leído y sabido» (De una plática de comunidad, de 1586). También
yo he tenido en mis manos este manuscrito diversas veces, a fin de
consultar directamente algunos matices de grafía o de puntuación. En
todas las ocasiones me ha embargado el respeto y el agradecimiento de
tener delante, y en una posición parecida a la del peregrino con su
pluma, el Documento presente tan denso de recuerdos divinos.
Apéndice I

Principales Documentos de la evolución jurídica


del contenido del voto de pobreza, respecto a tener rentas

1539 «Determinationes Societatis» de siete de los compañeros

Pridie octave Corporis Christi (11 Junii 1539) fueron determinados,


aunque no así cerrados, los tres puntos siguientes.
«Constitutiones». 1 c
Q. 2 c. Que se aceptarán casas o iglesias para habitarlas, pero de
manera que no se tome ningún derecho de propiedad sobre las mismas,
sino que tengan libertad los que las diesen en uso, cuando quieran, para
recuperarlas sin ninguna contradicción, más aún, ni tengamos derecho de
pleitear por ellas, sea cual sea la forma de préstamo, incluso contra quien
las reclame injustamente» (MI, series III, Const. I p 13).

1540 Bula de aprobación de la Compañía de Jesús

«Como hemos experimentado que es más gozosa, más pura y más


apta para la edificación de los prójimos la vida más alejada del contagio de
la avaricia y más semejante a la pobreza evangélica; y como sabemos que
Nuestro Señor Jesucristo dará a sus servidores, que buscan solamente el
reino de Dios, lo necesario para comer y vestirse; hagan voto todos y cada
uno de pobreza, declarando que ni en privado ni en común pueden adqui-
rir ningún derecho civil sobre bienes estables, ni rentas ni ingresos algu-
nos, para la sustentación o para el uso de la Compañía...
Puedan tener, sin embargo, Colegio o Colegios en las Universidades
que tengan rentas, censos o posesiones, que se deberán aplicar a las necesi-
dades y gastos de los estudiantes; reteniendo su gobierno o administración
en manos del Prepósito y de la Compañía...» (MI, series III, tomus I, p. 29).
234 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

1541 Constituciones firmadas por seis de los compañeros

2. Primero se ha de pensar la pobreza; cómo se ha de entender, supósito,


como está en la bulla de la confirmación della Compañía, que no puede aver
la Compañía ius civile en cosa ninguna, ni en común ni en particular.
Por aora se demanda, si será bien no aver rrenta ninguna.
Segundo, si será bien aver renta por todas las cosas.
Tercero, si será bien poder aver renta por algunas, y por algunas no.
Los professos presentes no puedan haver nada, ni en propio ni en
común en renta.
La sacrestía pueda haver renta para todas las cosas de menester, de
aquellas que «non» serán para los professos.
3. El fundador dexe a tal persona no profesa para la sacrestía de la
casa de Jesú, como a curador de la dicha sacrestía; sobre todo teniendo
superintendencia la Compañía para + echarle al tal, o después de su muerte
poner otro. Si entre él y la Compañía fuere pleito, la Compañía represente
a la justicia sin pleito.
4. Después de la Compañía presente, en la Compañía que ha de venir,
el perlado pueda despensar segundo la necesidad y edificación mayor
cerca algunas necesidades (que no sean del comer y bever y vestir cotidia-
no), es a saber, axuar de casa, fuego, libros y todo necesario o conveniente
para el studio; speciería y otras cualquiera necesidades para los enfermos,
asta en tanto que estén buenos para laborar in Domino. ítem los portes de
las cartas, viático, tanto cerca el comer, quanto el vestir, no dando pero
para ir a cavallo de consuetudine, ecetto en caso de enfermedad o necesi-
dad; haciendo traer y retraer libros, vestes y otras cosas necesarias, y ansí
cerca el vestir, en el retornar, todas las quales cosas podrá dar la sacrestía
con licencia y juizio del superior, como arriba es dicho.
5. Los profesos ayan de comer aparte, y el almario ansí, por no se
mezclar en cosas diversas.
6. Por quitar scrúpulo, los professos puedan tomar de una cosa y de
otra della sacrestía por enprestado asta cinco o diez escudos, los quales
después sean obligados a restituir.
7. La renta de la sacrestía sea en govierno de alguno que + no sea
professo, el qual pero sea de casa «o de fuera», y pueda juridice defender,
haviendo la Compañía toda superintendencia sobre todas las cosas.
8. La Compañía no se obligue a tantas misas por fundatión; mas a todos
los benefactores se aga entender que la Compañía haze participantes de todos
los sacrificios, oraciones, peregrinaciones, prédicas, confessiones y otras pías
operationes, las quales se hazen y se aran, de toda la Compañía.
9. Por misas particulares, confessiones, prédicas, lectiones y administra-
tiones de otros sacramentos, visitationes, legationes y otras pías obras, en
nengún modo judicialiter ni de otro modo, se pueda demandar cosa ninguna.
10. Iten 'por' las sobredichas cosas ni antes ni después deven ni pue-
den tomar aquello que se suelen dar según la diversidad de tierras; enten-
diendo, quanto a las visitationes y legationes, pueden tomar viático, y no
estipendio formado.
APÉNDICES 235

11. En modo ninguno, ni por los professos ni por la sacrestía se pueda


meter caxeta: tamen si alguna cofradía se juntase en la iglesia de la
Compañía, se le puede dar licencia, que para obras pías pueda meter una
caxeta en la iglesia della Compagñía, teniendo persona de fuera de casa la
llave; las quales tales limosnas se distribuían fuera de casa, aviendo pero la
Compagñía parte para que siempre más conforme a la caridad, de las
limosnas se puedan distribuir; o sin cofrades la Compañía meta una caxeta
para alguna obra pía, siempre aviendo la llave persona de fuera de casa.
12. Acerca de algunos particulares capítulos; que los professos hagan
promesa, o más adelante, de no alterar, como de la pobreza y missas, etc.

20. Si el perlado tomare en toda su vida esta un escudo o su valor, per


se vel per alium de sacristía, y apropiare a sí mismo o a la Compañía, sea
reputado por hurto, y sea despuesto de su oficio, y echado de la Com-
pagñía.

37. Iten, queremos que las Constitutiones no tengan fuerza de ser


guardadas sino complido un año entero, después que hiziéremos voto de
obediencia, pobreza y castidad, y voto al papa, y voto cerca mostrar mu-
chachos...
38. «ítem queremos que la bula sea» reformada, yd est quitando, o
poniendo, o confirmando, o alterando cerca las cosas en ella contenidas,
según que mejor nos parezerá, y con estas condiciones queremos y enten-
demos de hazer voto de guardar la bulla.
Firman: Ynigo, Paschasius Broet, Salmerón, Laynez, Claudius Jaius,
Jo. Codurj. ( I b . p.34-35).

1541 Para fundar colegios y casas o templos con residencia

2. Primeramente, si Dios nuestro Señor para su propio honor, servitio


y alabanca nos diese algunos benefactores para fundar algún collegio o
algunos, el fundador del tal collegio, dando orden probeyese que el dicho
collegio tubiese dominio sobre sus rrentas y possessiones para nutrir estu-
diantes, de modo que del collegio fuese rrecibir dineros, posesiones y rren-
tas, y hazer pleytos, quando fuese necesario para la conservatión de lo que
le pertenece.
3. Que el fundador ponga que la Compañía no pueda in eternum dar ni
recibir ninguna ¡renta o otra cosa que al tal collegio pertenesce, para conver-
tir en propios usos ny en alíenos, ny de una manera ni de otra.

26. Nosotros, considerando y viendo que muchas religiones han sey-


do y son sanctamente constituydas y ordenadas, las unas teniendo en
común rrentas y posesiones para las necesidades de la casa, y para el
comer, vestir y calcar de los rreligiosos, aunque en particular ninguna
cosa; las otras ny en común rrentas y posesiones, ny en particular alguna
236 LA I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

cosa, hemos pensado y determinado, en quanto Dios nuestro Señor por la


su acostumbrada misericordia nos ha ayudado o esclarecido nuestros
entendimientos para ello, que nosotros debemos aprovecharnos, así de las
unas rreligiones como de las otras, tomando parte de las unas y parte de
las otras, buscando una vida común, en la qual la Compañía se pueda
mejor conservar, y con menos trabajo o molestia de los próximos, y a
mayor satisfación y edificación dellos, porque todos en un mismo ánimo
y espíritu nos ayudemos a salvar para siempre jamás, cada uno usando del
talento que Dios nuestro Señor le ha dado para su mayor servitio, alaban-
za y gloria.
27. Tomamos de las primeras rreligiones, en quanto, si Dios nuestro
Señor por algún su especial instrumento nos diere alguna casa, es nuestra
intención que la casa pueda tener rrenta para ella misma, es a saber, para la
sacristía, adornamiento de la casa, botica, librería, fuego y ajuar della,
como en un hospital bien ordenado sería aver todo lo necessario en él para
los viandantes.
28. Tomamos de las segundas religiones, en quanto para nuestro co-
mer, vestir y calcar «cotidiano» no queremos tener renta, ny possessiones
algunas, esperando en Dios nuestro Señor que él nos dará sus buenos ins-
trumentos quanto ubiéremos menester, que convenga para su mayor servi-
tio, alabanza y gloria, si por nosotros no queda.
No tomamos todo de las segundas rreligiones, mas parte, porque,
según mayor servitio de Dios nuestro Señor, y mayor quietud y salud de
nuestras conscientias, nos a parecido que, si quisiésemos mendicar cada
día (donde no tomamos ninguna cosa por misas, por confesiones, por pre-
dicationes, por lectiones ni por otras cosas espirituales) para sustentar
todas las cosas necessarias para la casa, gastaríamos mucho tiempo en las
cosas temporales, no teniendo tanto tiempo para las espirituales, y forsan
seríamos en alguna manera importunos o molestos a algunas personas.
29. Tomamos parte de las segundas rreligiones, es a saber, para nues-
tro comer, vestir y calcar no tener cosa segura, porque la abundantia de
todo lo necesario no nos aga seer perezosos para trabajar in agro dominico,
y que la pobreza nos haga dispertar para el mayor provecho y salud de las
ánimas, máxime que vemos en esperiencia, que si las primeras rreligiones
se ayudan más en la vida contemplativa, las segundas rreligiones ayudam
más a los próximos en la vida mixta.
<Sy algún fundador fundare alguna casa así rrentada como está decla-
rado, así la casa como la rrenta della ha de dexar debaxo de la sombra y
protectión de la ciudad o de algún persona principal della, de modo que de
la ciudad o de la persona principal sea el rrecibir de la rrenta, asimismo el
gastar della para las cosas susodichas, es a saber, para todo lo necesario de
la casa y adornamiento della, dempto para el comer, vestir y calcar de la
Compañía. Sy alguno pidiere la casa o renta della y quisiere hazer pleyto,
que la ciudad o la persona principal le responda, y si tiene derecho lo
defienda, si le pareciere. Si la ciudad o algunos quisieren echar fuera de la
casa y de la rrenta della a la Compañía; que la Compañía tenga paciencia,
como no tenga derecho a ella>... Jo. Codurj. (Ib. p. 49-65).
APÉNDICES 237

1541 (8 de julio) Bula de Paulo III

(Concesión a la Compañía de todos los bienes muebles e inmuebles,


rentas e ingresos de la iglesia de Santa María de la Strada. Ib., pp. 70-77).

1544 Las Deliberaciones y el Diario

(Son el objeto de este libro y su resultado fue la renuncia a las rentas


para la «sacristía», por lo que se aplicaron las de la Strada a la parroquia
vecina).

1546(1547?) El Examen General

«...así entendiendo la pobreza que ni quiere ni puede tener rentas


algunas para su sustentación, ni para otra cosa. Lo cual se entiende no
solamente de los particulares, pero aun de las iglesias o Casas de la
Compañía Profesa» (Const. [4]).
«Y aunque se tengan colegios y casas de probación con renta para la
sustentación de los scolares, antes que entren en la Compañía Professa o
Casas della, no pueden servir las tales rentas para otro effecto, conforme a
la Bula declarada en las Constituciones; ni ayudarse dellas las Casas de los
Professos, ni alguno dellos o de sus Coadjutores» (Const. [5]).

1550 Bula de nueva confirmación de la Compañía

(Coincide con la Bula de 1540 en cuestión de pobreza, excluyendo


rentas y posesiones, salvo «la propiedad de las casas que serán residencia
de uso propio»).
«...hagan todos y cada uno el voto de pobreza perpetua de tal modo
que ni los profesos, en particular o en común, ni alguna casa o iglesia de
los mismos puedan adquirir ningún derecho civil para tener entradas, ren-
tas o posesiones o bienes algunos estables, fuera de los que serán oportu-
nos para su uso propio y habitación, contentándose con lo que por caridad
les será dado para el uso necesario de la vida» (Ib. p. 379).

1552 Constituciones

«En las Casas o iglesias, que la compañía accettará para ayudar a las
ánimas, no se pueda tener renta ninguna, ni aún para la sacristía o fábrica,
ni para otra cosa alguna, en manera que la compañía tenga alguna disposi-
ción della...» (Const. [555]).
Apéndice II

Breve apunte biográfico de los compañeros de Ignacio


más citados en este libro

DIEGO LAYNEZ, de Almazán, 1512-1563.


Es uno de los primeros compañeros de París. A petición de Polanco,
escribió una extensísima carta, contando los inicios de la Compañía. Fue el
confidente de Ignacio. A menudo, Ignacio remitía a él, si se le pedía que
contase algunos hechos importantes de su vida, por ejemplo, la visión de la
Storta. Solía decir que Laynez recordaba mejor los detalles. San Ignacio
afirmó que a nadie debía tanto la Compañía como a Laynez, aunque entra-
se en la cuenta Francisco Javier. Pero sus méritos no impidieron que Ig-
240
nacio le tratase con severidad .
Estuvo a punto de ser nombrado Cardenal a raíz de sus atinadas ac-
tuaciones en el Concilio de Trento. Ignacio lo evitó de todas maneras. Su
destino le llevó a sustituir a Ignacio en el cargo de General después de su
muerte. Su papel fue muy delicado, porque Ignacio había dejado abiertas
las Constituciones y se enfrentaron los poquísimos profesos existentes, en
defensa del controvertido carisma original. Por otra parte, el Papa Paulo
IV no había tenido muy buenas relaciones con San Ignacio y le impuso
algunos retoques de la intuición ignaciana.
Veremos que, años después de la muerte de Ignacio, guardaba en su
poder el Diario. Le había cautivado su maestro. Le espiaba en la terraza,
mientras hacía su oración sentado en un banquillo, protegida la cabeza con
un capelo y llorando hilo a hilo, silenciosamente. Con el Diario tenía en

2 4 0
« L o que mas admira es que... aviendo dicho al mismo P. Laynez que le havía de suce-
der en el oficio de Prepósito General, el postrer año que muriesse le trató con tanta aspereza,
que... me contó el mismo P. Laynez que algunas vezes se halló tan apretado de aquel tratamien-
to que se bolvía a nuestro Señor y le dezía: Señor, ¿qué he hecho yo contra la Compañía, que
este santo me trata de esta manera?» (Ribadeneyra, Tractatus... FN III p. 620-1).
2 4
' «El mismo P. Laynez tuvo mucha cuenta de ver la manera que tenía en su oración, y
viole desta. Subíase a un terrado o azotea, de donde se descubría el cielo libremente; allí se
ponía en pie, quitado su bonete, y sin menearse estava un rato, fijos los ojos en el cielo;
luego, hincadas las rodillas, hazía una humillación a Dios; después se assentaba en un ban-
APÉNDICES 239

sus manos el secreto de aquellas lágrimas y de toda la fuerza apostólica de


241
Ignacio .

JERÓNIMO NADAL, de Palma de Mallorca, 1507-1580.


Conoció a los compañeros en París, antes de 1536, pero dudó largo
tiempo antes de tomar la decisión de unirse al grupo. Entró en la
Compañía en 1545. Tantas habían sido las dudas que Ignacio le hizo sudar
su admisión, de manera que nunca jamás pudiese dudar de que la decisión
había sido suya y sólo suya, y no «seducción» del peligroso Ignacio de
242
París .
Fue el portavoz de Ignacio en España y Alemania para dar a conocer
las Constituciones. Fue hombre de gran capacidad, íntimo colaborador de
Ignacio, completamente identificado con su pensamiento.
Animó a Ignacio y a Cámara para que se pusiese por escrito la vida
243
del fundador . Hay que decir que sacó el máximo jugo de la autobiogra-
fía que tanto deseó, llevando siempre una copia consigo, anotando al mar-
gen nuevos recuerdos e informaciones. Allí se inspiraba en sus charlas a
los compañeros sobre las Constituciones y el modo de proceder en la
Compañía.
Francisco de Borja retiró de la circulación todos los ejemplares de la
autobiografía y otros escritos sobre Ignacio, con el ánimo de unificar las
distintas versiones de su vida, que empezaba ya a ser polémica. Ribade-
neyra fue el encargado de redactar la versión oficial. Este es el motivo por
el que la Autobiografía resultó inaccesible y pasó inadvertida durante
siglos. El ejemplar de Nadal fue descubierto el siglo XIX en la Biblioteca
Vaticana por el cardenal jesuíta, P. Ehrle.
También para uso personal, se hizo sacar Nadal una copia del Diario
244
Espiritual .

PEDRO DE RIBADENEYRA, de Toledo, 1526-1611.


Aún no se había fundado la Compañía, cuando Pedro, travieso mozal-
bete de 13 años, fue confiado por el Doctor Ortiz a la tutoría de Ignacio.
Ignacio le hizo acólito de sus catequesis por las calles de Roma o en la
columnata del Panteón. Pedro debía repetir las lecciones a los demás chi-

quillo baxo, porque la flaqueza del cuerpo no le permitía hazer otra cosa. Allí se estaba, la
cabeca descubierta, derramando lágrimas hilo a hilo, con tanta suavidad y silencio, que no
se le sentía ni sollozo, ni gemido, ni ruydo, ni movimiento alguno del cuerpo» (Rib. Vida de
S.I. FN IV, p.748-749).
242
C o n s ú l t e s e el minucioso análisis de Casanovas (Biblioteca d'Exercicis, VII, pp. 222-
282) del discernimiento de su vocación.
2 4 3
C a d a vez que preguntaba a Ignacio si lo había hecho, recibía un lacónico «nada» de
parte de Ignacio (O.C. p. 86).
2 4 4
« L o de las devociones y sentimientos del Padre Maestro Ignacio en la oración, escri-
to de su mano, no lo he tenido; lo tenía nuestro P. Maestro Laynez, y pienso que lo dejó al P.
Salmerón; pero tengo copia y, en todo caso, si no lo encuentran, lo enviaré en cuanto pueda»
(Nadal desde Alemania, a 20-2-1567, EN III 377) Comprobamos, una vez más, que los com-
pañeros se abalanzaron ávidamente sobre el Diario. Su maestro les dejaba un legado espiri-
tual que valoraron inmensamente.
240 L A INTIMIDAD D E L PEREGRINO

cuelos. Malo debía de ser el italiano de Ignacio, que hacía partir de risa a
su ayudante. Ignacio le pidió que tomase nota de los errores para advertirle
luego. Resultaron ser tantos, que el chico tenía que apuntarlo todo, «¿qué
le vamos a hacer, dijo Ignacio, si Dios no ha dado para más?». Hacia el
final de su larga vida, Ribadeneyra aún recuerda el final inflamado de cada
una de aquellas catequesis: «Amare a Dios con toto el core, con toto el
245
anima, con tota la volontá» .
Al cabo de unos meses en París y en Lovaina, de febrero de 1543 a
setiembre de 1545, permanece en la casa de Roma como novicio. Es aún
un «jovenzuelo» y pasa una grave enfermedad física y espiritual. Hoy di-
ríamos sicoanalíticamente que tuvo lugar la «muerte del padre». En efecto,
le sobrevino una crisis de confianza en su maestro, por demasiado exigente
para con él y lejano a su sufrimiento. Recurrió a un confesor que añadió
leña al fuego, animándole a salir de la Compañía, como hizo luego él
mismo. ¿Eran estas dificultades de los compañeros los ruidos que estorba-
ban a Ignacio? Pedro, en su autobiografía describe su crisis dramáticamen-
te, como también la gozosa reconciliación final.
Por encargo de Francisco de Borja escribió la vida «oficial» de Ignacio,
que concluyó el año 1569. Por esta causa, dispuso de todos los manuscritos
de Ignacio y de los primeros compañeros. Llevó consigo a España el Diario
y lo retuvo un par de años. Es posible que cediera él al colegio de Alcalá los
tres folios en que Ignacio había transcrito los fragmentos más importantes
del Diario. Actualmente sólo se conserva uno de ellos.
Fue el promotor de la canonización de San Ignacio y, por lo tanto, el
impulsor de los últimos procesos testimoniales de su santidad. Su longevi-
dad le permitió vivir la beatificación de su maestro entrañable. Tuvo lugar
en 1610.

JUAN A L F O N S O DE P O L A N C O , de Burgos, 1517-1577.


No pensaba en la Compañía cuando hizo Ejercicios, en el verano de
1541, con el P. Laynez. Sin embargo, se dirá de él más adelante que pare-
cía «que sostenía sobre sus espaldas toda la Compañía» (Ribadeneyra,
Illustrium scriptorium religionis Societatis Iesu catalogus, Plantin, Anvers
1613, p.154). El ejercitante era un joven que prometía mucho en el mundo
eclesiástico, habiendo conseguido una plaza de «escritor apostólico» a la
edad de 24 años.
Ignacio lo formó con muchísimo cuidado, «según su corazón», afirma
Oliverio Manareo. Tuvo que defenderle la vocación, enfrentándose a su

2 4 S
F N II, Dicta et Acta, p.349-350. Todavía un testimonio más: «me cuerdo de oyr pre-
dicar entonces a N. P. con tanta fuerca y con tanto fervor de espíritu, que parecía que de tal
manera estava abrasado del fuego de caridad, que arrojava unas como llamas encendidas en
los coracones de los oyentes, tanto que, aun callando él, parecía que su semblante inflamava a
los presentes, y que los ablandava y derretía con el divino amor la inflamación de todo su ros-
tro» (Vida, libro III, c.2, FN IV, p.375).
24
^ L o cuenta González da Cámara entre varios ejemplos de la conducta de Ignacio con
los familiares que se oponían a la vocación de sus parientes (Memorial, 29-1-1555).
APÉNDICES 241

familia. Necesitó toda su prudencia para intervenir en una pintoresca histo-


ria, con un doble secuestro y una huida de Polanco, descolgándose con una
cuerda por el balcón de la casa donde su hermano le había encarcelado. La
solución ignaciana consistió en buscar mediadores, como siempre, tanto en
lo humano como en lo espiritual, y recurrir a gente influyente que conocie-
246
se y valorase la andadura de una Compañía incipiente .
No se le ha mencionado tanto como a los demás en estas páginas,
pero su figura está implícita en todos los documentos aportados. Cuando
fue nombrado por Ignacio para el cargo de Secretario de la Compañía,
revolvió y puso en orden el montón de papeles y de correspondencia acu-
mulado desde su inicio. Convenía que, como Secretario, se convirtiese en
«memoria y mano» del General, según reglamentan las Constituciones.
Realmente, ¡lo fue! Valgan un par de muestras. Ejerció el cargo durante
los generalatos de Ignacio, de Laynez y de Borja; cuando fue cesado
-estuvo a punto de sucederles- redactó en año y medio y en latín unas
3000 páginas de síntesis de toda la documentación y correspondencia que
abarcaba desde 1539 a 1556. Le debemos también, de una manera indirec-
ta, el primer relato de la fundación de la Compañía, porque pidió a Laynez
que le pusiera en autos de todo lo ocurrido en la fundación de la
Compañía. (No se conserva la correspondencia que medió entre ellos en
247
torno a este a s u n t o ) .
No es aventurado suponer que fue el primero en encontrar el Diario,
al realizarse la selección de los papeles que dejaría Ignacio al morir en su
habitación. De Polanco es el relato de su defunción.

LUIS G O N C A L V E S DA CÁMARA, ¿de la isla Madeira?, 1519?-


1575
Desde que entró en la Compañía estuvo deseoso de conocer a Ig-
nacio. El mismo da a conocer sus motivos en el prólogo del Memorial: en
primer lugar, «quería conseguir la obediencia de entendimiento», y ¿quién
le podía formar mejor en aquella doctrina, que era casi un principio inde-
mostrable de una ciencia cualquiera, que su fundador en persona? En
segundo lugar, quería verificar su fama de santidad, en opinión de los
compañeros que le habían conocido y posible origen de los inmensos fru-
tos de su obra. Su provincial (Simón Rodríguez) se oponía a ello. No hay
que decir que no reinaba buena inteligencia entre ellos y que el problema
de obediencia de Cámara tenía su fundamento en la situación de la
Compañía en Portugal.
Finalmente, en 1553, pudo viajar a Roma. Cuenta él mismo la impre-
sión comparativa de su encuentro con Ignacio, en el prólogo mencionado

247
C o n s t a históricamente que medió correspondencia sobre el tema entre ambos. En las
cartas conservadas quedan indicios como, por ejemplo, el agradecimiento de Polanco a
Laynez por la promesa de hacerlo. El motivo de la petición parece ser el encargo recibido. Se
conserva la felicitación de Laynez a Polanco por este motivo (Véase la introducción y la carta
citada, de 16-6-1547, en FN I, pp. 54-145).
242 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

antes, refiriéndose a su contacto previo con el beato Pedro Fabro. «De-


tuvímonos allí, en Madrid, unos días con el Padre (Fabro) en los cuales me
confesé con él y comuniqué largamente. Quedé tan espantado de lo que en
él vi, que me pareció que no había hombre en el mundo que más tuviese de
Dios; tanto que, cuando después oía hablar de la ventaja grande que el P.
Ignacio hacía a todos, solamente lo creía por la fe, y por la razón que dije
de ser cabeza y principio. Pero, cuando en Roma le conocí y traté, cesó
totalmente la fuerza que me hacía la experiencia de lo que había sentido en
el P. Fabro, y me pareció éste un niño en comparación de Nuestro Padre».
Es grande la deuda de la Compañía con este hombre que tuvo la pa-
ciencia de llevar a término el encargo de Nadal de conseguir que Ignacio
contase su vida. Basta con leer las dificultades, plantones y penitencias
(¿merecidas?) que resume en su prólogo a la Autobiografía. Quizá la más
chocante fue que, paseando ambos mientras Ignacio «dictaba» su vida, él
le observaba el rostro muy de cerca, e Ignacio le avisaba que guardase la
regla (de la modestia). Y añade: «Alguna vez que, olvidándome de su
aviso, me acerqué a él - y recaí en esto dos o tres veces-, el Padre me repi-
tió el mismo aviso y se marchó».
Fue el primero en conocer la existencia y parte del contenido del
Diario, ya que Ignacio le leyó algunos fragmentos. Precisamente acaba
Cámara la Autobiografía con esta confesión: «Yo deseaba ver aquellos
papeles de las Constituciones y le rogué que me los dejase un poco (?);
pero él no quiso».
Apéndice III

El horario de San Ignacio


Las referencias del Diario a las horas del reloj son mínimas. Exac-
tamente, cuatro. En cambio, constantemente sitúa Ignacio en su cómputo
peculiar del tiempo todos los acontecimientos de su relación personal con
Dios.
En este trabajo se intenta fijar las horas de su reloj singular, en el que
las señales de la esfera se deben a sus encuentros con Dios. El trabajo sólo
tiene en cuenta los cuarenta primeros días. En la columna de la izquierda
figuran los momentos más representativos y el calendario de los días en
que se citan, mientras que a la derecha figuran las referencias más puntua-
les. Los superíndices indican el día de la referencia. Si éste pertenece al
mes de marzo, va acompañado de una «m».

18
antes del día
Oración acostumbrada, primera, ,m
a diez horas (4.30 a.m.)
"sólita", en la cama 12 18 19
despertado - -
211
antes de comenzar
15
febr 8 al nombrar del Padre
2 7 1
9 10 11 13 14 15 al principio -'- "
20
16 17 19 20 21 22 después de entrado
26
24 25 26 27 28 29 en la primera parte
1 17 18
en medio '- -
mar? 1 2 3 4 5 6 7 hacia la media 27

8 9 10 11 12 hacia el fin - 15 18

11
después un rato adelante
11
de ahí a un rato
11 20
después -
27
hasta la media
15 27
más adelante -
2, 25 7m ll,m 12m
de la mitad adelante - - - -
24 29 5m 8m
del principio a la fin - - -
27
hasta la fin inclusive
28 11 1
en toda - "
244 LA I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

18
queriéndome levantar
Levantarse y vestirse levantado - - 12 16 17

1 1 16 18 19
vestiéndome - - - -
febr 9 12 13 26 4
ya vestido - ™- ™- ™- ™ 5 6 9

1m
16 17 18 levantado a 14 horas (8.30 p.m.)
26

marc 4 5 6
12
en amaneciendo
Oración preparatoria de la 1
antes de la oración preparatoria *"
misa, aún en la cámara 15 18
comenzando -
14 15 16 17 4 1
preparar para salir a la misa - - - - " -
febr 11 12 14 15 5m.6m.7m.8m,9m
16 17 18 19 21 volviendo en cámara ™ 12

26 27

marc. 3 4 5 6 7
8 9 10 12
9 1
iendo a la capilla - u2.i6.17.19.27.28.3m.12m
En la capilla, antes de misa entrando en la capilla " 4 1

8
desde el preparar
5 6 7 8 1 11 1 1 14 18 19 2

febr antes de la misa - - - - "- - - - - - - "


29

9 10 11 12 13 14 15 fuera de casa, en la Iglesia, antes de misa


9 27 5 1

16 17 18 19 20 21 22 oración preparatoria - - "


15 16 17 18 21 22 2 1 24 1 4
preparar el altar - - - - - - - - - ™- ™.
23 24 25 26 27 28
5m.6m
9 5 1
oración al revestirse - "
mar? 2 3 4 5 6 7 16 17 18 212 22
revestirse - - - . .23.24.3m.4m.5m,Sm
9 10 11 2 1
al finir del vestir -
15 25 26 2 1 4 1 5
después de vestido - - - " - " -- ™

25
antes de comenzar
En la misa entrando, comenzando - - - - - - - ™- 17 22 2 1 25 26 27 2

3m.4m.6m.7m
1 1

febr 2 3 4 5 6 7 8 al "In nomine Patris"- "


25

9 10 11 12 13 14 15 al "confíteor"
7

17 18 19 20 21 22 introito ™
17

23 24 25 26 27 28 29 epístola
22
evangelio
22
después del evangelio
12

mar? 1 2 3 4 5 6 7 en medio de la misa


6

8 9 10 11 12 al "Te igitur" ™
7
al "Hanc igitur oblationem" ™
15
al consagrar
2 1
al tener el Smo.Sacramento en las manos -
27
al "Domine Iesu Christi"
4 1
a la oración "Placeat tibi" "
APÉNDICES 245

12 1
en parte de ella "
18
a ratos
4 1
después de comenzada "
21 24
a la larga -
8 1
por toda ella "
26 27
continuándome -
2 1 7 1
de la mitad en adelante " - "
4 1 5 1 6 1
andando adelante " - " - "
4 1
en la mayor parte "
5 1
hacia tercia parte de la misa "
7 1
durándome después "

21
hasta el desnudar
Oración de acción de gracias 4 1 5 1 6 1
desnudo " - " - "
en la capilla 24 27 2 1 1 1 4 1 5 1
a la oración - ' " " " ' " - "

febr 5 6 7 8
9 10 11 12 13 14 15
16 17 18 19 20 21
23 24 25 27 28 29

marc 2 3 4 5 6 7
12

En la cámara, junto al fuego, hora y media o más


16

pasando por las elecciones una hora


18
por algunas horas
8
después leyendo
febr 12 1
visitación... por espacio de una hora "
9 10
16 17 18
24 26 27

marc 4 5
12

12
andando a D. Francisco
Fuera de casa para tratar «nego­ 12
con é l
cios» o para ganr jubileo 12
después
19
andando por la ciudad
febr 12 andando por la calle - " 24 4 1

19 22 después que hablé con Carpi 24

24 en casa de Burgos " 4 1

6 1
llegando a San Pedro "
6 1
mar? en oración al Corpus Domini "
6 1
entrando en la misa de Sta.Cruz "
6 1
de ahí a dos horas "
246 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO

16
acabar mañana antes de comer
Al tiempo de la comida después de dadas 19 horas ™(l .30 12

p.m.)
febr 16 hasta mediodía ™ 1

7 12
24 asentándome a comer ™' ™
12
de ahí a un cuarto de hora ™
12
al dar las gracias en la mesa ™
24

marc 1 después de comer


12

8
hora y media o más
Por la tarde,
después que pasé por la puerta del Vi-
pasando por las elecciones 24
cario
5 8
a la tarde '
febr 5 8 por las calles hasta 21 horas ™ (3.30 4

p.m.)

16
examen de conciencia
A la noche, escribiendo y rele- 16
antes que me levantase (de escribir)
yendo, examen, al acostarse 16
de ahí a un poco
16
levantándome y asentado
febr 4 a la fin 16

9 10 algunos ratos de escribir ésta ™ 6

16 18 19 antes un poco de acostar - 18 19

18
acostado
mar? 6 la noche precedente - - 9 18 19

9 12 durmiendo 18

10 16 6 9
a la noche - - ™- ™
12
si concluiría a la noche ™
Apéndice IV

Tabla de los textos del Libro de Ejercicios citados en las introduccio­


nes (número de capítulo y abreviación del título) y en las notas (número
del Diario al que pertenecen).

IntrJNotas Ejercicios Intr./Notas Ejercicios

lntr. General [214] [87][362] 47 [97] [146]


50 [59] [237]
I Pobreza [181] [146]
3.4* pobreza [53] [167] 51 [73]
3.13* pobreza [146] 54 [106-109]
64 [60]
1 Elecc [182-183] [177-183]
[6] [176] 5 Crist [146] [95] [98] [223]
[15] [180] [184] 66 [95]
7 [114] 67 [147]
8 [182] 69 [166]
14 [183] [3] [54] 73 [135] [322]
15 [180] 80 [5]
16 [330] [335] 81 [332]

2 Reconcil [87] [348] [234] 6 Devoc [199] [252] [322]


22 [32] [76] [322]
23 [132] [65] 89 [57]
31 [95] 95 [370]
36 [180]
37 [176] 7 Eucar [231] [234] [3] [74]
38 [76] [73-85] [15]
38 [2] 104 [320] [230]
112 [258]
3 Confir [183] [183] [175] 114 [322] [330]
[14] [10] [5] 132 [65-71] [67] [107] [65]
[20] [15]
43 [15] 8 Acabar [317] [321] [175]
45 [87] [330] [336]
46 [63] [I47][232] 135 [324]
248 LA I N T I M I D A D D E L PEREGRINO

136 [167] [297] 159 [146] [167]


144 [214] 160 [23] [15]
145 [20] 179 [60] [235] [236]
146 [16] 184 [324]
147 [180] [154] [169] 185 [234]
148 [184] 187 [370]
151 [325]
152 [329] [332] 10 Loe [329]
222 [316] [330] [335]
9 Humil [39] [23]
156 [29] [30] [3] 284 [234]
157 [75] [114] [164] [3] 285 [95]

(*) número de la tercera lista del Documento de las Deliberaciones

Apéndice IV bis
Tabla de los textos del Libro de Ejercicios citados en las introduccio­
nes (número de capítulo y abreviación del título) y en las notas (número
del Diario al que pertenecen).

Ejercicios lntr./Notas Ejercicios lntr./Notas

[2] 38 [67] 132


[3] 7eucar, 14, 156, 157 [73] 51
[5] 3 confir, 80 [73-85] 7 eucar
[6] 1 elecc [74] 7 eucar
[10] 3 confir [75] 157
[14] 3 confir [76] 6 devoc, 38
[15] 1 elecc, 3 confir, [87] 2 reconcil,
7eucar, 43, 160 I. General, 45
[16] 146 [95] 5 Crist, 31, 66, 285
[20] 3 confir, 145 [97] 47
[23] 160, 9humil [98] 5 Crist
[29] 156 [106-109] 54
[30] 156 [107] 132
[32] 22 [114] 7, 157
[39] 9 humil [132] 23
[53] pobreza3.4* [135] 135
[54] 14 [146] I pobr, 5 Crist, 47,
[57] 89 159, pobreza 3.13*
[59] 50 [147] 46,67
[60] 64, 179 [154] 147
[63] 46 [164] 157
[65] 23, 132 [166] 69
[65-71] 132 [167] 136, 159, pobreza 3
APÉNDICES 249

[169] 147 [237] 50


[175] 3 confir, 8 acabar [252] 6 devoc
[176] 1 elecc, 37 [258] 112
[177-183] 1 elecc [297] 136
[180] 1 elecc, 15, 36, 147 [316] 222
[181] I pobreza [317] 8 acabar
[182] 8 [320] 104
[182-183] 1 elec [321] 8 acabar
[183] 3 confir, 14 [322] 6 devoc, 73, 114
[184] 1 elecc, 148 [324] 135, 184
[199] 6 devoc [325] 151
[214] I. General, 144 [329] lOloq, 152
[223] 5 Crist [330] 8 acabar, 16, 114, 222
[230] 104 [332] 81, 152
[231] 7 eucar [335] 16, 222
[232] 46 [336] 8 acabar
[234] 2 reconcil, 7eucar, [348] 2 reconcil
185, 284 [362] I. General
[235] 179 [370] 95, 187
[236] 179

(*) número de la tercera lista del Documento de las Deliberaciones


BIBLIOGRAFÍA

Ediciones del Diario en castellano

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£ $ s(: A )fc

Han sido consultados directamente los siguientes volúmenes de


Monumenta Histórica Societatis Iesu:

Scripta de Sancto Ignatio de Loyola Tom. I Madrid 1904.


Epistolae Mixtae, Tomus Primus, Madrid 1898.
Chronicon Societat Iesu. Polanco. Vol I. Madrid 1894.
Fontes Narrativi de S.Ignatio de Loyola... Vol I Romae 1943.
Fontes Narrativi de S.Ignatio de Loyola.. Vol II Romae 1951.
Fontes Narrativi de S.Ignatio de Loyola.. Vol III Romae 1960.
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Epistolae et Instructiones, Vol I y XII, Madrid 1903.
Constitutiones, Tomus I, Romae 1934.

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