La Intimidad Del Peregrino. Diario Espiritual. San Ignacio de Loyola
La Intimidad Del Peregrino. Diario Espiritual. San Ignacio de Loyola
La Intimidad Del Peregrino. Diario Espiritual. San Ignacio de Loyola
LA INTIMIDAD
DEL PEREGRINO
Diario espiritual de
San Ignacio de Loyola
a
2 Edición
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Sal Terrae
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a
2 Edición
PRESENTACIÓN 13
¿Una versión del Diario de San Ignacio en castellano? 13
El Diario de Ignacio en catalán 15
Un libro para orar 17
Introducciones, cuantas más, mejor 18
INTRODUCCIÓN GENERAL 19
¿Quién fue Ignacio de Loyola? 19
El Diario espiritual y las Deliberaciones de la pobreza 20
El libro de los Ejercicios Espirituales 21
La Autobiografía «dictada» a Luis González da Cámara 22
El epistolario ignaciano-polanquiano 23
Las Constituciones de la Compañía de Jesús 23
¿Y qué decir de los compañeros? 24
¿En qué se ocupa Ignacio durante la época del Diario? 25
LA DELIBERACIÓN DE LA POBREZA 29
I. La pobreza 31
II. Deliberación 36
EL DIARIO ESPIRITUAL 41
1. La elección 43
Diario [ 1 -19], 2-11 de febrero de 1544 47
2. La reconciliación 59
Diario [20-38], 12-16 de febrero 63
3. La confirmación trinitaria 77
Diario [39-50], 17-18 de febrero 81
4. La Santísima Trinidad 91
Diario [51 -64], 19-21 de febrero 95
5. La mediación de Cristo 105
Diario [65-88], 23-28 de febrero 109
6. La devoción 123
Diario [89-103], 29 de febrero a 3 de marzo 127
10 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO
7. La Eucaristía 137
Diario [104-133], 4-7 marzo 141
8. El problema de acabar 159
Diario [134-155], 8-13 marzo 163
9. Acatamiento, reverencia y humildad 177
Diario [156-220], 14 de marzo a 10 de mayo 181
10. El don de la locuela 199
Diario [221-240], 11-28 mayo 203
11. El don de lágrimas 211
Diario [241-490], 28 mayo 1544 a 27 febrero 1545 215
EPÍLOGO 227
APÉNDICES 231
I. Principales Documentos de la evolución jurídica del contenido
del voto de pobreza, respecto a tener rentas 233
II. Breve apunte biográfico de los compañeros de Ignacio más
citados en este libro 238
III. El horario de San Ignacio 243
IV. Doble tabla de los textos de Ejercicios citados 247
BIBLIOGRAFÍA 251
SEMBLANZA BÍBLICA DE IGNACIO
SEGÚN SU DIARIO ESPIRITUAL
Pedid y se os dará;
buscad y hallaréis;
llamad y se os abrirá.
Porque todo aquel que pide, recibe,
y quien busca, halla;
y a quien llama, se le abrirá.
Mt 7, 7-8
Nota: Cuando una obra tiene varios volúmenes éstos se indican con
una cifra romana que precede a la arábiga de las páginas
PRESENTACIÓN
'Siempre que se cite un autor sin indicar la obra se supone que se ríala de la recensio-
nada en la Bibliografía. Roland Barthes, de gran autoridad en la materia, no admite el desdo-
blamiento entre forma y estructura, en la creación literaria. El modo de escribir es constituti-
vo de la persona. La escritura traspasa y funda sus actos. Por ello emprende, y justifica, el tra-
tamiento académico de la obra de Ignacio. (Véase su prefacio al libro de Ejercicios, recensio-
nado en la Bibliografía).
2
L o s compañeros debían enviar una «carta principal», revisada y puesta en limpio, infor-
mando de su labor pastoral, es decir, debían enviar una carta «publicable». Podían acompañarla
de otras hijuelas con los datos «inconvenientes» o más personales (Bobadilla, por ejemplo,
comunicaba en su carta perdida que tenía sarna). Se conserva la cuidadísima respuesta de
Ignacio, humildísima en la aceptación de la corrección, pero firme en su objetivo. Para conven-
cerle utiliza todos los extremos, desde amenazarlo con una orden de santa obediencia, hasta
poner a su disposición el cargo de General y votarle, si la mitad de sus compañeros le apoyan.
Con fina ironía responde a la alegación de Bobadilla de que no se digna ni tiene tiempo para
leer las largas cartas de Ignacio, apostillándole que «a mí, por gracia de Dios N.S. me sobra el
tiempo y la gana para leer y releer todas las vuestras» (MI, series I, T.I, p.281).
14 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO
- Llegaron a Roma en abril de 1543 y no cejaron hasta conseguir el permiso del Papa Pablo
III para entrar en la Compañía. Pronto se cumplió lo que temía Ignacio. Fue necesario sacarlas de
la Compañía, porque se sucedieron los malentendidos y las discrepancias económicamente inte-
resadas. Sin embargo, para Ignacio, Isabel Roser fue siempre su primera benefactora y, para
16 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO
Isabel, Ignacio fue un santo y su consejero espiritual. Toda la vida, superada la ruptura, perdurará
su gratitud a Ignacio.
Otras dos catalanas religiosas quisieron someterse a la obediencia de la Compañía:
Teresa Rajadell y Jerónima Oluja. Es interesantísimo el estudio de Hugo Rahner sobre el
acompañamiento espiritual de la Rajadell por Ignacio.
'Memorial, FN I p. 589.
5
Dalmases, p.238.
6
B . A . C , O.C. de S.I. p. 655.
A este breve recuento de relaciones catalanas me complace añadir una pequeña tradición
familiar. Según ésta, Ignacio se hospedó en Can Tió, mansión del propietario del Hostal de la
Tiona. Ocurriría el hecho probablemente en su viaje de Barcelona a París a finales de 1527 o a
principios de 1528 (llegó a París el 2 de febrero de 1528). Este Hostal era una posada con
posta de caballos, en el Camino Real entre Hostalric y Figueras. Se indicaba incluso en los
mapas antiguos de los correos chinos. Un testigo del siglo XVIII contó hasta 500 carros per-
noctando en el Hostal. Al parecer, Ignacio llevaba unas cartas de recomendación y saludo de
sus amigos y/o benefactores de Barcelona que motivarían que se le invitase a dormir en la
casa, en vez de del Hostal. A principios de este siglo se conservaban unos papeles relacionados
con el hecho, que despertaron el interés del P. Luis Rodés y Campdera, jesuíta, Director del
Observatorio del Ebro, cuñado de mi abuelo Alfonso M." Thió y Congost, heredero de la
PRESENTACIÓN
casa. Temiendo que pudieran perderse, propuso conservarlos él mismo. Aunque lo he intenta-
do, no me ha sido posible localizarlos. Ha mediado la guerra civil y el desmantelamiento que
sufrió el Observatorio. Otros peregrinos jesuítas, como Fabro y Araoz en 1542, portadores de
noticias y cartas, presumiblemente pasaron por dicho Hostal.
7
pp. 63-64.
^González da Cámara lo resume de un plumazo: «de una cosa me acordaré, a saber: cuántas
veces he notado cómo el Padre en todo su modo de proceder observa todas las reglas de los
Ejercicios exactamente; de modo que parece primero lo haber plantado en su ánima, y de los actos
que tenía en ella sacado aquellas reglas, y lo mismo se puede decir de Gersón» (Se refiere a La
imitación de Cristo, de Tomás de Kempis, atribuida entonces a Gersón). Memorial, 26 de febrero,
FN I, p. 659.
18 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO
i
INTRODUCCIÓN GENERAL
9
¿Quién fue Ignacio de Loyola?
Un hombre de unos treinta años oía misa en Santa María del Mar sen-
tado en los peldaños del presbiterio entre la chiquillería. Iba vestido de
saco y tenía el rostro resplandeciente. Estaba tan radiante y absorto en los
santos misterios, que llamó la atención a Elisabet Roser y la impulsó a
invitarle a su casa. Se lo comunicó a su marido, que era ciego. Se avino a
ello, le buscaron y le invitaron a comer. Años más tarde, la misma Elisabet
contó a Ribadeneyra este primer encuentro con Ignacio: «Después de
comer habló de Dios, de las virtudes, de la vida eterna, y enfervorizó
maravillosamente a todos los presentes moviéndoles a llevar una vida de
10
piedad» .
Desde el inicio de su conversión solía Ignacio comer silenciosamente,
atento a las personas y a su conversación. Luego, aprovechaba este conoci-
miento para incidir en los temas que más necesitaban sus interlocutores.
Creía que así actuaba Jesús, tan conocedor del corazón humano. ¡Y él,
1
deseaba tanto imitarle! ' .
Los Documentos que presentamos en este libro no desdicen de la con-
versación mencionada. Emprender su lectura remeda la invitación de
Elisabet, sólo que hoy llamará a la puerta un hombre de cincuenta y tres
años, con miles de kilómetros a cuestas, urgido por el amor a Dios y a los
hermanos. A menudo anduvo descalzo para vencimiento propio, o para
obtener la gracia de la curación (conversión) de alguna persona, o para
modelar sus pies, amasando la tierra que pisó Jesús (Véase la nota a la
9
H a y una excelente biografía espiritual en catalán de Ignacio Casanovas, Biblioteca
d'Exercicis Espirituals, Vol I, (Foment de Pietat, Barcelona 1934). Consúltense en la biblio-
grafía las biografías recientemente publicadas: la de Cándido de Dalmases (1982), que incor-
pora los últimos hallazgos historiográficos (desgraciadamente, sin notas, cosa subsanada en
la edición francesa), la de J. Ignacio Tellechea Idígoras (1986), de gran finura humana y psi-
cológica, y la extensísima y desigual obra de Ricardo G. Villoslada (1987). (Recuérdese que,
si no se cita la obra de un autor, se trata de la recensionada en la Bibliografía).
l0
Ribadeneyra, Vida, I, 10. FN IV, 145-146.
' '«Mientras la persona come, considere como que ve a Christo nuestro Señor comer con
sus apóstoles, y cómo bebe, y cómo mira, y cómo habla, y procure de imitarle» (Ej. 214).
20 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO
Al parecer, Ignacio anotó durante toda su vida las gracias que recibía
de Dios. Sólo nos han llegado un par de cuadernillos, tamaño folio. Un año
antes de morir mostró un fajo de escritos bastante grande a González da
INTRODUCCIÓN GENERAL 21
12
Cámara . Es posible que quemase o mandase destruir la mayor parte poco
antes de morir.
El primer cuaderno, de doce folios, contiene las anotaciones de cua-
renta días, desde el 2 de febrero al 12 de marzo de 1544. No completó la
última página. El segundo, también de doce páginas, es casi telegráfico de
la mitad en adelante. Cubre el período del 13 de marzo de 1544 al 27 de
febrero de 1545. Aprovechó hasta la última línea de la última página. El
cardenal Alvaro Cienfuegos, S J . quedó muy impresionado de su lectura y
los hizo encuadernar ricamente en 1724 con cubiertas de hilo de plata, jun-
13
tamente con una traducción al italiano . El tiempo y la humedad han oxi-
dado la tinta ferruginosa que ha perforado el papel en muchos puntos. En
la actualidad está cuidadosamente restaurado y protegido con papel de
seda. Su lectura es difícil. Pacientes conocedores de la caligrafía ignacia-
na, y comparándolo con otras copias manuscritas, los autores de Monu-
4
menta Histórica han conseguido una excelente edición crítica ' .
El segundo documento, primero en el libro, sólo es un doble folio, que
recoge una serie de razones sobre la conveniencia de que las iglesias de la
Compañía dispongan de rentas para su conservación y mantenimiento.
Está íntimamente relacionado con el Diario, lo cual justifica que se le
incluya como punto de partida, según se desprenderá de la introducción al
capítulo. Ignacio lo tenía siempre a mano durante los cuarenta días inicia-
les del Diario, dedicados al discernimiento de la pobreza.
Abundan las notas de pie de página en la presente edición. Con ellas
se pretende facilitar la comprensión de algunos pasajes difíciles o comple-
tar la descripción de alguna vivencia espiritual de Ignacio. Dichas notas
están salpicadas de textos directa o indirectamente ignacianos. Paso a des-
cribirlos brevemente.
1 2
« Y así me mostró un fajo muy grande de escritos, de los cuales me leyó una parte»
(Autobiografía, n. 100).
l3
V é a s e la descripción del códice en MI, Series III, Tom I, p. CCXXXIX-CCXLI. Es
interesante el estudio del Documento en ib. p. XCV-CXX. Este primer volumen dedicado a
las Constituciones fue cuidadosamente editado en 1934. Hasta entonces no se había editado
el Diario en su integridad y prácticamente era desconocido por el público en general.
I4
E I autor de estas páginas ha tenido en las manos diversas veces el manuscrito, tanto
por la devoción personal, de aproximarse al mismo con idéntica relación espacial que la que
tuvo Ignacio mientras escribía su documento bañado de dulzura divina, como para observar
los rasgos que escapan a una transcripción: la inflexión de la grafía, las tachaduras, las notas
marginales, los signos crípticos, etc. Con todo, para la tarea diaria ha dispuesto del texto foto-
grafiado por el hermano Arnaldo de Balanzó.
22 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO
15
estimaba que podía ser útil a otras personas . Tardó veintisiete años en
publicarlo y continuó retocándolo toda su vida, al ritmo de su experiencia
interior. El Diario revela el banco de pruebas, o si se prefiere, la mole
oculta del iceberg, del cual emergió su metódica y asequible espiritualidad.
Se da la coincidencia de que, mientras Ignacio redactaba el Diario, super-
visaba la transcripción del libro de Ejercicios, que hoy se considera el
ejemplar Autógrafo, a pesar de ser obra de un copista.
En el Diario resalta el grado de fidelidad y de identificación de Ig-
nacio con los métodos de sus Ejercicios, abriendo sin cesar nuevos hori-
zontes espirituales insospechados, de los que los Ejercicios sólo son ante-
proyecto o puerta. El lector experimentará una invitación seductora a
adentrarse en el camino iniciado en los Ejercicios y a desear, como reco-
mienda Pablo, los dones mejores.
No debe sorprender, por lo tanto, que se haya acentuado en las notas
la relación entre ambos libros. Para no obligar a consultas enojosas, se
transcriben la mayoría de los textos que se citan. Se desearía una traduc-
16
ción (a la lengua catalana), que pusiese al día la del P. José Calveras .
I5
«E1 me dijo que los Ejercicios no los había hecho todos de una sola vez, sino que
algunas cosas que observaba en su alma y las encontraba útiles, le parecía que también po-
drían ser útiles también a otros, y así las ponía por escrito...» (Autobiografía, n. 99).
16
Editada en Foment de Pietat, Barcelona 1934, en su obra Biblioteca d'Exercicis de
Sant Ignasi, Vol.II.
1
'Señala Ribadeneyra la parquedad y sobriedad de Ignacio en comentar las gracias espi-
rituales, pero, un día en que salió a conversación la vida de los santos, terció Ignacio afirman-
do rara y tranquilamente que no se cambiaría por ninguno de ellos. Al replicarle Ribadeneyra
que quien no le conociese le podría tildar de jactancioso, contestó «que de ningún peccado
tenía tan poco temor como de éste; y más... dezía, que con verdad no dezía de mil partes una
de los dones de Dios, por no le parecer convenía, tocando que no serían capaces los que lo
oyessen» (FN II, p. 473).
INTRODUCCIÓN GENERAL 23
El epistolario ignaciano-polanquiano
En setiembre de 1542 comunicaba Ignacio que los últimos días había
18
escrito más de 250 cartas . Los doce tomos de Monumenta Histórica no
recogen más de dos docenas, contando todas las del año en cuestión. Se
conservan más de 6.000 cartas o instrucciones escritas por Ignacio o por
sus amanuenses, especialmente por Alfonso de Polanco, secretario defini-
tivo desde 1547. El género epistolar contiene en sí mismo, de alguna
manera, todos los demás géneros literarios y, en particular, el autobiográfi-
co y el de la comunicación espiritual. Pero, en este sentido, las cartas son
como piezas de un rompecabezas gigantesco. André Ravier ha procurado
hacer su inventario, apuntándose a la vieja escuela del paciente Polanco.
Ravier ha publicado un ensayo de composición del rompecabezas en su
libro «Ignace fonde la Compagnie de Jésus», pero sigue válida la tesis del
gran historiador P. Miguel Batllori de que se requieren aún muchos estu-
dios monográficos para lograr una síntesis de la complejidad del generala-
to de Ignacio, a partir de tanta documentación.
También se echará mano de este cúmulo de datos en las notas, espe-
cialmente de las cartas anteriores o contemporáneas al Diario.
cuenta el libro. A este paso, le habría costado el libro más tiempo que el de
la construcción de una catedral.
González da Cámara advirtió ya que la novena parte de las Consti-
tuciones, en la que se enumeran las cualidades requeridas en un Prepósito
General, es un retrato de Ignacio. Hugo Rahner desarrolla esta idea, viendo
19
en el conjunto de las Constituciones el perfil del Fundador . En cada
prescripción late un destello de vida, ya sea la de Ignacio o la de los prime-
ros compañeros, guiados por él.
Las notas las mencionan, no sólo en el punto esencial de la pobreza,
sino en otros aspectos de la vida espiritual y comunitaria, que permiten
percibir su génesis vital. Como en los Ejercicios, también en las Cons-
tituciones compartió Ignacio lo que había comprobado como válido en su
20
búsqueda incansable de D i o s .
ros se sintieron movidos a dejar constancia del hecho en sus escritos auto-
biográficos -Fabro, Rodríguez, Ribadeneyra, Bobadilla...-, o en biografías
del santo -Laynez, Polanco, Ribadeneyra, González da Cámara, Ma-
nareo... En vez de emprender este sugerente trabajo, en el segundo apén-
dice nos limitaremos a poner en escena a cinco de los colaboradores y
amigos de Ignacio: Laynez, Polanco, Nadal, Cámara y Ribadeneyra. Los
cuatro primeros están en la lista «negra» de los más corregidos por Ig-
22
nacio , señal de un amor e interés especial en su formación. El quinto,
por el contrario, habiendo entrado en la Compañía poco antes de cumplir
los catorce, recibió el cometido de corregir las faltas de dicción italiana de
las catequesis de Ignacio. Más tarde, se convertirá en el postulador de su
causa de beatificación y de canonización.
El criterio de selección de estos cinco jesuítas ha sido su repetida men-
ción en las notas, para que iluminen con su percepción directa - a partir de
su intensa conversación con Ignacio o de las observaciones de su convi-
vencia prolongada- las experiencias que relata el texto ignaciano. Consta,
además, de todos ellos, su relación peculiar con el Diario.
22
« . . . no se sabe de nadie de la Compañía que no le siguiese con gran amor y que no se
sintiese inmensamente amado por él, a pesar de que, como diremos en su lugar, corregía
severamente aun los defectos más pequeños y acogía con dureza a los padres más aventaja-
dos en virtud y autoridad, como Laynez, Polanco, Luis González y Nadal, corrigiendo en
ellos las más mínimas faltas de palabra o de obra» (Lancici, Dictamina... FN III p. 659).
23
Recomienda Ignacio a los novicios que tengan la intención recta «y sean exhortados a
menudo a buscar en todas cosas a Dios nuestro Señor, apartando, quanto es posible, de sí el
amor de todas las criaturas, por ponerle en el Criador dellas, a Él en todas amando y a todas
en El, conforme a la su santíssima y divina voluntad» (Const., P.1II n. 26 [288]).
26 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO
4
- S e conserva una carta al cardenal Cervini y dos folios con la argumentación de
Ignacio sobre este punto, que hoy sería enojoso e incomprensible (Epp. I, p. 261-267).
Tenemos otros ejemplos de los métodos de fuerza del apostolado ignaciano: cuando descu-
bría una desviación, acudía directamente a quien podía remediarla. De esta forma, en tres
meses, revolucionó las conductas de sus conciudadanos de Azpeitia: el Ayuntamiento dispen-
saría comida a los pobres, que estarían censados; se prohibiría oficialmente el velo, signo
público de pertenencia de las concubinas y amantes; las campanas tañerían tres veces al día
para invitar a rezar por los que estaban en pecado grave; etc. Cumplía con esto lo que reco-
mienda en los Ejercicios: «así como hace daño el hablar mal en absencia de los mayores a la
gente menuda, así puede hacer provecho hablar de las malas costumbres a las mismas perso-
nas que pueden remediarlas» [362], Él estaba convencido de que, si el Papa reformaba su
persona, su casa y su Curia y ciudad de Roma, toda la Iglesia se vería reformada. Así lo for-
muló a propósito del nombramiento de su amigo el Papa Marcelo II, cardenal Cervini
(Memorial, 29 enero 1555). Paradójicamente Ignacio no recibió los últimos sacramentos.
Nadal lo excusa atribuyéndolo a una providencia («dispensatio») de Dios y argumenta que:
«no los habría podido resistir, que no muriese de plenitud de devoción, especialmente tenien-
do tanta debilidad corporal» (MN IV, p. 698-699).
INTRODUCCIÓN GENERAL 27
grupo; otra, la del sacerdote pobre y honesto, hasta llegar a la pobreza utó-
pica de una orden recién fundada; o la pobreza, por último, de una orden
numerosa y definitivamente constituida.
Se comprende la diferencia entre la pobreza inicial de los diez primeros
compañeros, pletóricos de juventud y de ansia apostólica, y la pobreza de
una Compañía de más de mil miembros, según la dejó san Ignacio al morir,
avisada por enfermedades y agotamientos. En efecto, entre ambos extremos
ha sido necesario cuidar de novicios y estudiantes, de enfermos y de ancia-
nos, de escuelas y residencias, de universidades y de iglesias de culto.
Afortunadamente se han conservado suficientes huellas de las determina-
ciones progresivas de la pobreza, cuya regulación constitucional se confió a
Ignacio como Prepósito General. El cuidadoso estudio de Giinter Switeck,
mencionado en la bibliografía, muestra con detalle la evolución ignaciana.
Motiva el Diario la deliberación de un punto de la pobreza, que pare-
cerá a algunos muy menudo, pero que sufrió tres modificaciones en los
cuatro primeros años de la incipiente Compañía. Se trata de saber hasta
qué punto la orden podría disponer de rentas fijas para su mantenimiento
o, al menos, si se podría dotar con ellas las iglesias de culto. La ocasión
próxima de la deliberación parece que fue la inflexión que sufrió la pobre-
za inicial cuando el Santo Padre otorgó a la Compañía el Templo-
Parroquia de Santa María de la Strada, con sus rentas y beneficios (Bula
Sacrosanctae Romanae Ecclesiae, de 24/6/1541, MI Const I).
Aclara el estado de la cuestión la extensa nota de MI Const I, pp. 35-
37, nota 3. De hecho es necesario establecer una serie de precisiones y de
distinciones para acceder a la escueta formulación ignaciana del problema,
que enuncia de esta forma:
"Por aora se demanda, si será bien no aver rrenta ninguna.
Segundo, si será bien aver renta por todas las cosas.
Tercero, si será bien poder aver renta por algunas, y por algunas no»
(ib., p. 35).
Éstas son las alternativas básicas de la pobreza religiosa:
1. Rentas en particular o en común.
2. Rentas para comer y vestirse o sólo para la sacristía, los muebles
de cama y lecho, medicinas, biblioteca, calefacción (como en un hospital
instalado para la acogida de viandantes).
3. Rentas administradas por la Compañía o por gente de fuera.
4. Rentas administradas por profesos de la Compañía o por no profe-
sos (supervisados por los profesos).
5. Rentas que beneficien a los profesos (distinguiendo entre los diez
fundadores y los futuros profesos) o sólo a los no profesos (ya sean estu-
diantes o coadjutores formados).
6. Rentas exigibles civilmente, o rentas disponibles mientras perdura
la voluntad del donante (sin óbice de que se exponga el caso a la justicia,
sin pleito, si parece injusta su retención).
7. Rentas perpetuas o temporales.
(Los extremos subrayados perfilan la solución intermedia, vigente
entre 1541 y 1550. En todo caso sólo se aplicó a siete personas que profe-
LA DELIBERACIÓN DE LA POBREZA 33
saron en este intervalo: Araoz (1542), San Francisco de Borja (1548), San
Pedro Canisio, Miona, Polanco, Mirón y Oviedo (1549).
Los primeros compañeros conocen las dos formas polares de reglamen-
tación jurídica de la pobreza, la de las órdenes mendicantes, que no pueden
tener rentas en particular ni en común, y la de las órdenes mixtas, que pue-
den tener en común para su mantenimiento. Con los años, diversas prerroga-
tivas papales habían dado lugar a notables abusos de relajación de la pobreza
estricta de los mendicantes, de manera que la vacilación inicial sobre las ren-
tas no contradecía la pobreza absoluta propugnada en la Bula de Fundación
de la Compañía (Regimini militantis Ecclesiae). Las Sumas de Derecho
Canónico (Angélica, Antonina, Tabiena y Silvestrina), que recogían las dis-
pensas papales, con certeza eran conocidas por Ignacio en 1544.
El Documento de 1541, «Para fundar colegios y casas o templos con
residencia» pone de manifiesto el análisis que hizo Ignacio de la Regla de
otras órdenes. «...Tomamos de las primeras religiones (mixtas)... que la
casa pueda tener renta para ella misma, es a saber para la sacristía, adorna-
miento de la casa, botica... como en un hospital bien ordenado... Tomamos
de las segundas religiones (mendicantes), en quanto para nuestro comer,
vestir y calcar cotidiano no queremos tener rentas ny possessiones algu-
nas... que, si quisiésemos mendicar cada día... para sustentar todas las
cosas necessarias para la casa, gastaríamos mucho tiempo en las cosas
temporales, no teniendo tanto tiempo para las spirituales, y forsan se-
ríamos en alguna manera importunos o molestos a algunas personas... Si
alguno pidiere la casa o renta della y quisiere hazer pleyto, que la ciudad o
la persona principal le responda, y si tiene derecho lo defienda, si le pare-
ciere. Si la ciudad o algunos quisieren echar fuera de la casa y de la renta
della a la Compañía; que la Compañía tenga paciencia...» (Ib. pp. 61-65).
(En el apéndice I se hallarán los textos jurídicos que muestran la evo-
lución fluctuante de la pobreza de la Compañía).
La Deliberación consiste en una triple lista de razones en favor y en
contra de tener rentas. Responde al cuarto punto metodológico del discer-
nimiento ignaciano, cuando la persona se halla en «tercer tiempo», es
decir, cuando está espiritualmente tranquila y serena. El texto citado al
comienzo de la introducción describe este cuarto punto.
Las listas de razones, por su frialdad formal y por su concisión esque-
mática, pueden engañar al lector, escondiéndole el «drama» de la decisión
a tomar y la densidad de vida humana y divina que late en su interior.
En realidad Ignacio está muy necesitado de dinero en el momento de
renunciar a tener rentas fijas. Por una parte, desde 1543, tiene la casa en
obras, la primera de la Compañía. La habitará en setiembre de 1544, cuando,
aún no terminada, tiene ya más de treinta habitaciones. Por otra parte, el tem-
plo de la Strada se amplía sucesivamente para dar cabida a un público cada
vez mayor. También debe proveer a la alimentación y estudios de numerosos
candidatos que llaman a las puertas de la Compañía, la cual, a su vez, a penas
tiene personal en activo para su trabajo apostólico y la captación de limosnas.
A todo esto se añade su compromiso en obras benéficas. Para dar
ejemplo, subvenciona la casa de santa Marta con 500 ducados -equivalen-
34 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO
a
3 . No ternán tantas mociones y turbaciones a la desordenada solicitud
en buscarlo, teniendo.
a
4 . Podrán vacar más ordenada y quietamente a los oficios y oraciones
concertadas.
a
5 . El tiempo de demandar o buscar se podría predicar, confesar y
28
darse a otras obras p í a s .
a
6 . Parece que la iglesia se conservará más polida, ornada y para más
29
mover a devoción, y así para hacerla de nuevo .
a
7 . Asimismo pueden vacar al estudio, y con él ayudar más a los próji-
30
mos en espíritu y gobernando mejor a sus cuerpos .
a
8 . Después que dos de la Compañía vieron la materia, aprobaron
31
todos los otros .
necesidad, y por imitar los primeros Padres, que han hecho asi. La respuesta más común
a
será: Hermano, dadnos limosna, por amor de Dios (O.C., B.A.C., 4 . Ed., p. 940, carta 135,
Roma, Nov. 1554).
2 8
E s el motivo por el que Ignacio suprimió el rezo coral.
2'Cuando Ignacio escribe ya está en obras la capilla de Santa María della Strada y quizá
piensa en la construcción de la futura iglesia del Gesú, de la cual habló primeramente con el
propio Miguel Ángel.
30
Recuerda aquí Ignacio sus problemas de estudiante en París, donde tuvo que combi-
nar los estudios y el apostolado con la obtención de fondos. (Autobiografía, n. 74). Lo testifi-
ca Polanco: «Oyle que desseava ver alguno que huviesse con tantas difficultades y incomodi-
dades estudiado como él: primero, con pobreza, y ésta voluntaria, y no por obediencia; 2.°,
con enfermedades grandes; 3.°, con no pretender valer o subir, ni cosa alguna humana que
suele dar alivio, etc.; 4." con no ser tirado al estudio de la afición, antes grandemente siéndole
cuesta arriba, por sola intención de servir a Dios estudió doce años; 5.°, con ocupaciones o
distractiones.etc.» (FN II p. 473).
3
'Firman las Constituciones de 1541 siete de los diez primeros compañeros. Están ya en
misión Francisco Javier, Simón Rodríguez y Nicolás Bobadilla. Algún autor piadoso no quie-
re implicar a Ignacio entre los dos encargados de preparar el documento. Conociendo las
necesidades económicas del momento para subvencionar los estudios de tantos que querían
entrar en la Compañía y las numerosas obras de apostolado y, por otra parte, las enfermeda-
des extremas de algunos, las múltiples misiones y la falta de operarios y, junto a esto, la opor-
tunidad de hacerse con la capilla de la Strada con rentas, es razonable que Ignacio en persona
haya propiciado la mitigación del propósito inicial. Según el P. Batllori, cambió más Ignacio
en 16 años de General, que la Compañía en 400.
38 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO
tomar de la misma casa para algunas cosas necesarias para sí y para los (?)
32
de la Compañía, parece que no suena] .
•^Ignacio tachó el fragmento entre corchetes. Durante unos años los profesos tuvieron
que comer aparte y fue preciso doblar la despensa para no mezclar los alimentos que provení-
an de la limosna con los comprados con rentas (MI, Const I,p.37).
33
E s t e argumento de más uniformidad en la Iglesia resulta un tanto oscuro. La Eu-
caristía, en cambio, como modelo de pobreza, era patente para Ignacio, porque le remitía a
Belén, pero con un vaciamiento mayor que la pobreza del pesebre, ya que Jesús permanece
oculto en los símbolos eucarísticos y se deja manejar por cualquier sacerdote, por indigno
que sea.
3 4
S e recordará el ímpetu con que Ignacio defiende su voluntad de ir solo a Jerusalén
(sin «bizcocho» ni dineros), para poner en Dios solo su esperanza (Autobiografía, n. 35).
^Reencontramos uno de los argumentos fundamentales de Ejercicios, planteado en el
primer coloquio y remachado en la tercera manera de humildad: la comparación con Cristo
(Ej. 53,167).
•^También la pobreza puede limitar la libertad. En este punto es magistral la enseñanza
y la práctica de Ignacio, según las recoge Ribadeneyra en el Tratado sobre su Manera de
Gobernar: «...dezía que es nezesario usar de gran recato y circunspección con estas mismas
personas que queremos ganar para Dios, a las quales devemos de tal manera mostramos gra-
tos por las buenas obras que dellos recibimos, que no seamos lisongeros, ni apoquemos nues-
tros ministerios, antes demos a entender que principalmente las reconocemos de Dios, y que
ellas mismas ganan mucho en el bien que nos hazen por su amor... y sin recibir dones de
nadie, sino lo que fuere necessario para su sustento, y esto de personas que se edifiquen y
tengan por merced de Dios el darlo; porque el que recibe pierde su libertad, y el que da
comúnmente le estima en menos» (FN III, p. 627).
LA DELIBERACIÓN DE LA POBREZA 39
a
8. Se ayuda y se despierta más a ayudar espiritualmente a las ánimas,
37
como cotidianamente reciba limosnas .
a
9. Se persuade mejor a los otros a la vera pobreza, guardando aquélla
según que Cristo nuestro Señor mueve, diciendo: «si quis dimiserit
patrem, etc.»
10. Parece que serán más diligentes para ayudar a los prójimos y más
dispuestos para peregrinar y pasar adversidades.
12. Esta tomando nuestro común Señor Jesú para sí, mostró la misma
3 8
a sus apóstoles y discípulos queridos, enviándolos a predicar .
13. Esta eligiendo todos diez, nemine discrepante, tomamos por cabe-
za al mismo Jesú, nuestro Criador y Señor, para ir debajo de su bandera
39
para predicar y exhortar, que es nuestra profesión .
14. De esta manera nosotros pidiendo, nos fue concedida la bula, y
después esperando la expedición por un año, y perseverando en el mismo
40
asenso, nos fue confirmada por Su Santidad .
15. Propio es de Dios nuestro Señor ser inmutable, y del enemigo
41
mutable y variable .
16. [Para conservarse la Compañía hay tres modos: 1°, que sean todos
o
letrados o poco menos; 2 , para los escolares para vestir, dormir y viático
o
parece que se podría dar medio; 3 , para ajuar y otras algunas cosas nece-
sarias para la Compañía, aun algunos que probablemente entrarán, podrán
42
ayudar] .
37
Q u e la limosna sea fruto de la tarea apostólica es uno de los argumentos de la «correc-
ción fraterna» que sin ninguna cautela Ignacio intentó con el teatino Gianpietro Caraffa (pos-
teriormente, Pablo IV), en una carta que quizá no llegó a enviar.
•"'Ignacio fue un imitador de Jesús y de sus discípulos. Los discursos de misión de
Mateo y Lucas inspiran muchas de sus conductas apostólicas.
•"Conviene recordar el sermón de Jesús a sus servidores y amigos acogidos bajo su ban-
dera, tal como lo refiere Ignacio en la meditación de «Dos Banderas» (Ej. 146).
4 0
L a Fórmula o compendio del Instituto en cinco capítulos, presentada al Santo Padre el
verano de 1539 sólo preveía la posesión de fundaciones y de rentas para la subvención de
estudiantes y excluía toda propiedad y renta para los profesos, tanto en particular como en
común. Los dos primeros documentos pontificios, la «Prima Societatis Jesu instituti Summa"
de 1539 y la bula «Regimini Militantis Ecclesiae» de 1540 recogían, prácticamente a la letra,
las mismas disposiciones sobre la pobreza.
4 1
Argumento frecuente en Ignacio, muy enemigo de la ligereza. Cfr. Const [116]
42
También está tachado en el original. Se advertirá que la subvención de los estudios
mediante rentas no se puso nunca en cuestión. A veces, con la subvención de un estudiante y
gracias a la pobreza, vivían cuatro estudiantes, como ocurrió con la ayuda económica de la
familia del P. Polanco.
EL DIARIO ESPIRITUAL
Capítulo 1
LA ELECCIÓN
elección. (En este período apenas tiene relieve este punto. Consta el grado
de indiferencia del Peregrino por el contexto de su vida. Creía que le bas-
taría un cuarto de hora de oración, para asumir la supresión de la Com-
pañía. En cambio, hacia el final de la primera parte, este punto ocupará el
centro de su atención).
3. Se debe pedir a Dios luz y fuerza para acertar y cumplir su Voluntad.
(Este punto se repite insistentemente los primeros días, con recurso intensi-
vo a los mediadores, es decir, a los santos, a María, a su Hijo).
4. Considerar las razones en pro y en contra de cada una de las alterna-
tivas, siempre mirando al fin. (Ignacio pasará muchas horas en este punto,
según reseña él mismo).
5. Una vez se ha discurrido por todas las razones y se ha sopesado su
valor, se tiene que examinar, deliberar y elegir, siguiendo la inclinación
más razonable y no meramente sensible. (En este punto Ignacio se pregun-
ta con frecuencia sobre la inclinación de Dios y espera una indicación
luminosa que no le permita dudar de la decisión. Apunta, por consiguiente,
al segundo Tiempo, o incluso al primero).
6. Hecha la elección, debe volverse a la oración para ofrecerla a Dios
(cosa que hará repetidas veces) y pedirle que la acepte y confirme (aquí
reside la fuerza y la duración expectante del discernimiento ignaciano), si
es su mayor servicio y alabanza.
Ignacio sabe - y busca- que la persona que pretende afinar en el segui-
miento de la Voluntad de Dios, más tarde o más temprano, se verá acosada
o movida por distintos espíritus. En realidad, le preocupa que el ejercitante
no acuse mociones espirituales (Ej. 16). Supuestas estas mociones, se
puede pasar a hacer elección por un segundo Tiempo, en el que se consi-
guen «claridad y conocimiento por experiencia de consolaciones y desola-
ciones y por experiencia de discreción de varios espíritus» (Ej. 176). Los
puntos anteriores, 2, 3, 5 y 6, son un puente tendido hacia el «segundo
Tiempo», especialmente el sexto, en el que se pide confirmación. Este
Tiempo es de mayor calidad que el primero.
Ahora bien, el verdadero objetivo de Ignacio es conseguir hacer la
elección por el primer Tiempo, como hicieron Mateo y Pablo, que ni
siquiera pudieron dudar de la llamada de Jesús. Para Ignacio, «el primer
tiempo es cuando Dios nuestro Señor así mueve y atrae la voluntad que,
sin dubitar ni poder dubitar, la tal ánima devota sigue a lo que es mostra-
do» (Ej. 175). Es patente que los tiempos de elección son niveles de
«oportunidad en el Espíritu» para buscar y hallar la voluntad de Dios.
Karl Rahner hace un intento de aproximación teológica al problema
que plantea la elección propuesta en Ejercicios, analizando las pistas igna-
cianas sobre el contenido, el modo y el momento del encuentro con la
voluntad de Dios. ¿Qué significa, se pregunta por ejemplo, que el Creador
y Señor se comunique al alma inmediatamente, según Ignacio (Ej. 15)? O
bien, ¿qué pide exactamente al decir que el Señor se digne inscribir en el
alma su Voluntad? (Ej. 180) (Véase p.100, nota 4, de la obra citada en la
Bibliografía). La experiencia inmediata de Dios según Ignacio es, para
Rahner, el principio fundante y el principal analogado de toda elección.
EL DIARIO ESPIRITUAL 45
45
[2] 2." domingo - lo mismo, y más a no nada entonces y todo el
día.
43
C a s i a diario anota S. Ignacio por la noche la misa que dirá a la mañana siguiente.
Aquí se constata su recurso a los mediadores -María, Jesús- al iniciar el camino. Está en
marcha la peregrinación interior.
^Curiosamente encabeza el manuscrito la anotación correspondiente al 5 de febrero.
Según los editores de Monumenta (MI Const I, p.87), Ignacio la añadió en el margen supe-
rior, lo cual significaría que la habría escrito e interpolado después del 6 de febrero. Ahora
bien, si se examina atentamente el original, aunque la anotación es larga, no es de letra apre-
tada, si bien es cierto que lleva el número cuatro correspondiente escrito en el margen
izquierdo. Es más plausible que Ignacio, precisamente este día, se decidiese a registrar sus
diferentes mociones, a pesar de haber empezado el día 2. ¿Razón? La abundante devoción
habida este día, que le impulsó además a marcar el texto con un firme trazo detrás de la pala-
bra Padre, trazo correlativo a una gran cruz (?) dibujada en el margen.
EL DIARIO ESPIRITUAL [4-5] 49
43
[4] Mañana diré la misa de Nuestra S e ñ o r a .
44
4. Martes, 5 de febrero .
Antes de la misa, en la misa y después de ella, he tenido <mucha>
una gran devoción, abundancia de lágrimas <internas y externas> e
incluso dolor en los ojos a causa de ellas, porque he visto a la Madre y al
Hijo dispuestos a interceder por mí ante el Padre II, lo cual me ha mante-
nido estable e inclinado a no tener rentas y me lo ha motivado aún más,
no sólo durante la misa sino todo el día. Por la tarde, me ha parecido sen-
tir o ver a Nuestra Señora dispuesta a interceder.
45
[2] 2. D o m i n g o , 3 de febrero.
Igual que el día anterior: en la misa y todo el día, inclinación a no
tener rentas.
Según esta hipótesis, Ignacio empezó el Diario el 5 de febrero, el cuarto día de su dis-
cernimiento, y consignó brevemente los tres días anteriores, para dejar constancia del proceso
desde el inicio. (Obsérvese su concisión y esquematismo). Una vez redactadas las notas de
los cuatro días, las numeraría debidamente. En adelante escribe diariamente las mociones del
día, salvo alguna excepción. Incluso algún día escribe en diferentes momentos.
Este supuesto permite pensar que los primeros días estuvieron dedicados a buscar argu-
mentos y a redactar el documento de la Deliberación de la Pobreza del capítulo anterior,
mientras recababa la ayuda de los mediadores en su oración. (En contra de la opinión del P.
Casanovas que sitúa el documento de la Deliberación bastantes días antes, como ya se ha
indicado, o la de Stierli que lo pone en enero, sin justificación alguna).
4
^Es la dominica cuarta de Epifanía e Ignacio dirá la misa del día. Los días de feria se
podía escoger muy libremente entre las distintas misas votivas.
50 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO
[6] De la Trinidad.
6." jueves - antes de la missa <y en ella>, con mucha abundancia
de devotión y lágrimas, y todo el día con un calor y devotión notable
<hasta la noche> y siempre más estante y movido a no nada, al tiem-
po de la missa un parecerme acceso notable, y con mucha devoción y
4
moción interior para rogar al Padre, pareciéndome ^ haber interpela-
do los dos mediadores y con alguna señal de veerlos.
[7] De Jesú f.
7." viernes - después de notable devoción, en oración y lágri-
4 1
mas ' , desdel preparar de la misa, y en ella mucha abundancia de
devotión y lágrimas asimismo y con retener la palabra, quando
4S
podía , estando con intención de no nada.
46
Ignacio se corrige y donde había puesto «haber interpelado los dos mediadores», pre-
cisa más la experiencia, diciendo «pareciéndame haber interpelado». Es sorprendente el afán
de Ignacio por formular el matiz exacto de cada experiencia espiritual. El examen del manus-
crito revela un montón de correcciones y de precisiones, bien insertando palabras interlinea-
les o marginales o bien cambiando expresiones tachadas. La edición de las Obras Completas
de S. Ignacio del P. Iparraguirre en la B.A.C. procura transcribir estas correcciones. Suele
explicarlas en notas correspondientes, porque a veces sólo es una palabra, o incluso una sola
letra. En el texto de la presente edición sólo se han tenido en cuenta las correcciones más
importantes.
4 7
S . Ignacio hacía su primera hora de oración normalmente en la cama, antes del alba,
que designa como «la oración sólita». Después de vestirse hacía otra en la habitación, «la ora-
ción preparatoria», -de la misa, se entiende. Y ya en la capilla, hacía una tercera que prose-
EL DIARIO ESPIRITUAL [6-9] 51
guía también y muy significativamente mientras preparaba el altar y se ponía los ornamentos.
La tarea de aderezar el altar le recordaba los preparativos de la cueva de Belén, a los que ayu-
daba respetuosamente «como esclavito pobre e indigno» (Ej. 114). (Véase el apéndice dedi-
cado al horario de S. Ignacio).
48
E 1 original es de difícil lectura. Parece referirse al mismo fenómeno que describe los
días 14, 15, 24 y 25 de febrero, el 17 y 19 de marzo, el 4 de agosto y el 5 de octubre, pero
expresado de forma complementaria: en vez de decir que perdía el habla, dice que la retenía
cuando podía. Ésta es la versión adoptada. De hecho, la emoción interna, las lágrimas y los
sollozos frecuentemente le producen la pérdida dicha.
49
C i t a casi textualmente el quinto punto del primer modo del tercer tiempo de elección,
según sus Ejercicios [182].
52 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO
[10] A la tarde, por hora y media o más, andando por las electio-
nes asimismo, y haziendo electión de no tener nada, hallándome con
devoción, me hallaba con una cierta elevación y muy tranquillamente
50
sin contradición alguna a tener alguna cosa , y quitándoseme la
gana de yr en las eleciones tanto adelante como algunos días antes
pensaba.
5
[12] misa del día ^.
o
9 . domingo - andando por las electiones, y haziendo la oblación de
no tener nada con mucha devoción y no sin lágrimas, y así antes en la
oración sólita, antes de la misa, en ella, y después della, con asaz de-
votión y lágrimas, y siempre con no tener nada, quietándome en la obla-
ción hecha, habiendo sentido mucha claridad discurriendo, y después ce-
rca de los mediadores ciertos sentidos <inteligencias> y no sin vista //.
50
Giuliani, a diferencia de Codina y de Iparraguirre, lee el texto ignaciano a la letra,
para deducir una delicada observación sobre el grado de indiferencia de Ignacio: según él,
Ignacio dice que se sentía libre también para admitir un poco de renta. Pero, por el contexto
parece que hace una clara elipsis: «sin contradicción alguna que me indujese a tener alguna
cosa». Se le ha dado este sentido, sin ambigüedad, en la versión presente.
• 'Esta frase substituye a otra tachada: «antes me parecía estar mucho en esta elección».
No se puede más que barruntar el tiempo que pensaba dedicarle Ignacio. ¿Treinta días, quizá?
Su «mucho» indica la gravedad subjetiva del asunto tratado, como ha quedado patente en la
introducción. La admiración por verse acabando tan pronto, los intentos de acabar realmente
y la dificultad ulterior de saber cuándo debe acabar se irán sucediendo, dejan a Ignacio pro-
gresivamente más perdido y humilde en manos de Dios.
5 2
T o d o el fragmento entre paréntesis angulares está tachado, incluida la misa votiva del
día, aunque es plenamente legible. ¿Por qué lo tachó? El día 12 de febrero hay un fragmento
EL DIARIO ESPIRITUAL [ 1 0 - 1 2 ] 53
53
[12] Misa del d í a . 9. Domingo, 10 de febrero.
He andado por las elecciones y he hecho la oblación de no tener
rentas con mucha devoción y no sin lágrimas. Y como ya primero, en
la oración acostumbrada, había tenido bastante devoción y lágrimas,
también antes de la misa, en ella, y después de ella, siempre inclinán-
dome a no tener rentas, he quedado tranquilo con respecto a la obla-
ción hecha. Además he sentido mucha claridad al discurrir. Luego, he
recibido ciertas luces <inteligencias> sobre los mediadores y no me ha
faltado su visión II.
5
[15] después para discurrir ^ y entrar por las electiones, y deter-
minado, y sacadas las razones que tenía escritas, para discurrir por
ellas, haziendo oración a nuestra Señora, después al Hijo y al Padre
57
para que me diese su Spíritu para discurrir y para discernir, aunque
hablava ya como cosa echa, sentiendo asaz devoción y ciertas intelli-
gencias con alguna claridad de vista, me senté mirando casi en genere
el tener todo, en parte y no nada, y se me yva la gana de veer ningu-
nas razones, en esto veniéndome otras intelligencias, es a saver, cómo
el Hijo primero ynbió en pobreza a predicar a los apóstoles, y después
el Espíritu Santo, dando su spíritu y lenguas los confirmó, y así el
Padre y el Hijo, inbiando el Spíritu Sancto, todas tres personas confir-
5
maron la tal misión *.
54
S e r á útil ponderar el ritmo de la elección ignaciana. El sexto punto del primer modo
del Tercer Tiempo implica una secuencia de operaciones espirituales: orar, ofrecer y esperar
que Dios reciba y confirme la elección (Ej. 183). Ignacio sigue a pies juntillas su método,
pero con un «tempo» distinto quizá al que proponen o cumplen sus discípulos: su ritmo se
ralentiza y su actitud es cada vez más reverencial. No debe soiprender, porque se trata de
hablar directamente con Dios y de percibir la aceptación y la confirmación de la Santísima
Trinidad respecto a la oblación hecha. (Recuérdese la Anotación 3.*, Ej. 3). De hecho, el
sexto punto le ocupará fundamentalmente los treinta días que faltan por acabar.
" E n sus Ejercicios sugiere Ignacio la manera de hablar o de dialogar con Dios nuestro
Señor: «El coloquio se hace propiamente hablando, así como un amigo habla a otro o un sier-
vo a su señor, quándo pidiendo alguna gracia, quándo culpándose por algún mal hecho, quán-
do comunicando sus cosas y queriendo consejo en ellas; y decir un Pater noster» (Ej. 54).
5 6
E s sorprendente la cantidad de verbos de movimiento que utiliza el discurso electivo
ignaciano: andar, ir, entrar, volver, seguir, pararse, discurrir,... Se trata realmente de recorrer
un camino hacia adentro, que debe descubrir y roturar, siguiendo al guía o al maestro interior.
Tendrá que discurrir a través de todas las capas del yo, desde la razón a las alteraciones
EL DIARIO ESPIRITUAL [ 1 3 - 1 5 ]
56
[15] Después, decidido a meterme y a discurrir por las elecciones,
saqué las razones que tenía escritas para pensarlas. Hice oración a nues-
tra Señora, después al Hijo y al Padre para que me diese su Espíritu para
57
discurrir y para discernir , aunque yo hablaba ya como de cosa hecha,
sintiendo bastante devoción y ciertas inteligencias, con visión bastante
clara. Me senté y miré casi globalmente el tener rentas para todo, para
parte, o no tener para nada, pero se me iban las ganas de revisar ninguna
razón. Entonces me vinieron otras inteligencias, a saber, cómo primero
el Hijo envió a los apóstoles a predicar en pobreza, y, luego, el Espíritu
Santo los confirmó en su misión, dándoles su espíritu y el don de len-
guas. Y, dado que el Padre y el Hijo envían al Espíritu Santo, las tres
58
Personas confirmaron dicha misión en pobreza .
somáticas del pulso, escrutando las señales y parándose en los recodos en que encuentra
reposo. En el primer coloquio de Ejercicios, ante el amplio horizonte descubierto a través de
Cristo en la cruz, sugiere ya Ignacio «discurrir por lo que se ofresciere». De esta constatación
nació el título del libro: L A INTIMIDAD DEL PEREGRINO, es decir, el peregrino de la profundi-
dad interior.
•"Cita, casi textualmente, Ej. 180: «Tercero, pedir a Dios nuestro Señor quiera mover
mi voluntad y poner en mi ánima lo que yo debo hacer cerca de la cosa proposita, que más
su alabanza y gloria sea, discurriendo bien y fielmente con mi entendimiento y eligiendo con-
forme su sanctíssima y beneplácita voluntad».
5 8
E n este punto se inicia el drama: la Trinidad confirmó la misión de los apóstoles en
pobreza e Ignacio «reclama» para sí una confirmación parecida, que no le será concedida ni
hoy, ni el 19 de febrero, ni tampoco el día final, el 12 de marzo. La forma peculiar que
adquiere la confirmación divina es central en el Diario y prolonga y amplía las enseñanzas de
Dios a Ignacio, desbordando totalmente sus expectativas.
56 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO
5 9
S i en plena consolación del buen Espíritu siente resistencia a seguir ponderando las
razones, es que ya llegó el momento de acabar. Regla clara que convendrá cotejar con los
resultados del cap. 8. Con todo, las consolaciones y visitaciones que han tenido lugar hasta el
presente están hechas a la medida de la expectativa de Ignacio o, dicho de otro modo, Ignacio
lleva el timón por los derroteros aprendidos en otras ocasiones. El lleva la iniciativa, a pesar
de que puedan deslumhrar algunos destellos de iniciativa divina. Sustenta esta afirmación la
futura y paulatina inversión de papeles, asumiendo Dios todo el protagonismo y limitándose
Ignacio a dejarse hacer por Él. Las consolaciones habidas hasta ahora son «con causa », es
decir, llegan mediatizadas por los propios discursos mentales y por las operaciones de la
voluntad (Ej. 330). Al estar en una disposición de abandono y de perfeccionamiento, enton-
ces «el buen ángel toca a la tal ánima dulce, leve y suavemente, como la gota de agua que
entra en una esponja;... cuya causa es la dispusición del ánima ser a los dichos ángeles con-
traria o símile;... y quando es símile, entra con silencio como en propia casa a puerta abierta »
(Ej. 335).
EL DIARIO ESPIRITUAL[ 1 6 - 1 9 ] 57
6"Dos correcciones de este párrafo en el original producen una tremenda inflexión del
pensamiento. En efecto, dice: «devoción intensa y lágrimas a sentir al Espíritu Santo o ver
cierro modo (lo subrayado es un añadido sobre «Espíritu Santo») como cosa acabada <y al
Padre y al Hijo> (esto está tachado) cerca la elección (añadido entre líneas: «y al Padre y al
Hijo») y no poder así ver ni sentir a ninguna de las otras dos personas divinas».
Parece que Ignacio, de primera intención, quiere afirmar que ha sentido (visto) las tres
Personas divinas y que el Espíritu Santo ha confirmado la elección. Con las correcciones afir-
ma que sólo el Espíritu Santo ha confirmado la elección y que las otras dos no la han confir-
mado.
De aquí se deduce su expectativa de confirmación trinitaria, que no se dará este día.
¿Por qué? No parece correcta la opinión del P. Iparraguirre, que lo atribuye a una falta de
Ignacio que, en realidad, se producirá el día siguiente. (Véase su nota 31 en las O.C. de S.l.
en l a B . A . C ) .
Capítulo 2
LA RECONCILIACIÓN
6
[20] De las personas que se escondían *
[21] de la Trinidad.
11. martes - después de despertado, orando, no acababa de dar
gracias a Dios nuestro Señor mucho intensamente, con intelligencias y
con lágrimas, de tanto beneficio y de tanta claridad recibida, no se
podiendo explicar.
"'El día 12 de febrero encabeza una nueva página del manuscrito y, en el margen supe-
rior, centrada y con letra menuda, aparece esta curiosa constatación. ¿La escribió al momento
o en una relectura posterior? Todo parece indicar que es fruto amargo de una revisión poste-
rior, quizá la misma que indujo a Ignacio a tachar el fragmento entre paréntesis angulares y
en la que corrigió su error de poner martes por miércoles y miércoles por jueves, los días 12
y 13.
2
^ Este largo fragmento, pulidamente tachado, deja entrever una serie de menudencias
de la vida cotidiana, lo cual no es frecuente en el Diario. Estos detalles hacen tangible la con-
dición corporal en que se inscribe la íntima vivencia que se nos brinda en él.
6
*Hoy, y los días 25 de febrero, 2, 4 y 12 de marzo y el 15 de mayo, se queja de los rui-
dos que le distraen de la oración. La casa no reunía demasiadas condiciones, por ser pequeña
y desvencijada. La habitación de Ignacio y el oratorio no quedaban aislados ni de la escalera
ni de la salita de estar o de visitas. En cambio, consta su sensibilidad auditiva: la música sacra
le elevaba, los aires y coplas de su tierra ponían remedio a sus enfermedades, él mismo había
sido un buen cantor - s e puso a cantarle a un novicio para aliviarle de una tentación de
«melancolía»- y, más adelante, describirá un don místico -la locuela- que le sabía a música
celestial.
EL DIARIO ESPIRITUAL[20-22] 65
61
[20] De las Personas que se escondían :
De todas formas, no queda claro si le era una molestia sensible meramente o si le pertur-
baba la censura interna de un ruido indecoroso en una casa religiosa. (Recuérdense sus reglas
de la Modestia y la recomendación de hablar bajo). De hecho, abría con frecuencia la puerta
de la habitación para pedir silencio y, otras veces, se debatía en la duda de si debía hacer
callar o no. Parece que esta conducta había causado comentarios en la comunidad, pero tam-
poco queda claro si provenían éstos del escozor de la corrección o, más bien, de la admira-
ción por su sensibilidad y exigencia religiosa. El 4 de marzo, estará a punto de quedarse sin
misa por culpa de un descentramiento parecido.
En todo caso, hoy, el ruido le azuza en favor de tener rentas, quizá como protección contra
la preocupación excesiva que supondrían las futuras iglesias de la Compañía, del mismo modo
que él necesitaba protección contra los estorbos que provenían de fuera. El hecho fue más grave
que una tentación: caerá en la cuenta más adelante de su descortesía con la Trinidad, por inte-
rrumpir intempestivamente la plegaria, saliéndose de la oración para imponer silencio.
64
C o n v i e n e recordar el esquema fundamental de la lucha de espíritus en la doctrina
ignaciana: «Presupongo ser tres pensamientos en mí, es a saber, uno propio mío, el qual sale
de mi mera libertad y querer, y otros dos que vienen de fuera, el uno que viene del buen espí-
ritu y el otro del malo» (Ej. 32).
66 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO
65
Proliferarán los matices amorosos de la relación de Ignacio con la Trinidad, tan deli-
cados como para servirle de penitencia el hecho de abstenerse de decir su misa. La ausencia
de Dios es la terrible experiencia del Calvario y la pena de daño del condenado al infierno,
contemplaciones muy vivas en los Ejercicios y que Ignacio repetía con frecuencia en vida
ordinaria (véase [132]). Tenía de ello, por lo tanto, un conocimiento interno, según habría
solicitado largamente en la oración, «para que si del amor del Señor me olvidare por mis fal-
tas, a lo menos el temor de las penas me ayude para no venir en pecado» (Ej. 65).
Más adelante nos encontraremos con una vía complementaria y pedagógica: la Trinidad
le hará experimentar la necesidad de tener permiso para acercarse («mirar arriba»), a fin de
EL DIARIO ESPIRITUAL[20-22] 67
que le ayude a no cometer faltas por el gran respeto exigido y para que le enseñe una nueva y
delicada relación, la de la «humildad amorosa». (Véanse los ce. IX y X).
6 6
S e ha indicado (nota 61) que Ignacio se equivocó de días de semana al anotar día 12,
miércoles, por martes y día 13, jueves, por miércoles. Parece que se dio cuenta del error el
jueves, ya que inició y tachó «Vie»(rnes).
68 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO
6 7
S e conserva el recuerdo de una anécdota parecida y levemente complementaria
-quizá la misma, en versión distinta- en el archivo de la Compañía: «Una vez andaba el
P. Ignacio tras una faltilla con su examen, como solía, que le daba faena, y estando pidiendo a
nuestro Señor favor para quitalla, aparecióle nuestro Señor Iesu Xto. con nuestra Señora; y el
Padre, pidiéndole perdón de la falta a Xto., la Virgen salió por fiadora del que se enmendaría.
Otro día cayó en la misma falta; y estando pidiendo perdón della a nuestro Señor, aparecióse-
le la misma visión, y la Virgen volvió un poquito el rostro muy amorosamente, mostrando un
pessar agradable de aver salido por fiadora de Ignacio, por no averse enmendado, y con esto
salió él más avergonzado y cuydadoso en la enmienda. Leyólo el P. Gil González en el archi-
vo de Roma.» El P. Gil González fue un enamorado del Diario. Tuvo el manuscrito en su
poder durante dos años, mientras estuvo en Roma. (F.N. III p. 334).
8
6 Este jugueteo delicado recuerda una vez más la enseñanza de Dios a Ignacio, como un
maestro de escuela trata a un chiquillo, a pesar de que Ignacio tiene al presente 53 años.
(Autob. 27).
EL DIARIO ESPIRITUAL[20-22] 69
6 9
A pesar de la imposibilidad de describir las inteligencias recibidas, hoy suministra
Ignacio una serie de pistas básicas de la devoción mariana. La solidaridad incansable de
María con el pecador y su participación en la obra de la reconciliación por la voluntad gratui-
ta de Dios, la constituyen en «parte» o «puerta» de tanta gracia como recibe Ignacio. Dicha
gracia, concretada en la consagración, apunta a la vinculación sacerdotal de Ignacio a Cristo.
El sí de María al sí de Dios ha engendrado la carne que se hace presente en este momento
entre sus manos. Los misterios de la Encamación y del Nacimiento, bajo la luz interpretativa
de la contemplación del Rey Etemal, «quien quisiese venir conmigo ha de trabajar conmi-
go...» (Ej. 95), se le repiten sacramentalmente en su acción consagratoria. Por esto su primera
misa debía celebrarse en Belén o en el altar del pesebre de Santa María la Maggiore. Ri-
badeneyra cuenta que «diziendo misa, teniendo a Christo en las manos, le veía en el cielo y
allí» (FN II, Dicta et Facta, p. 474). Véase el interesante estudio del papel de María en el
Diario de Simón Decloux, en Nuestra Señora en la Espiritualidad Ignaciana, pp. 55-92.
70 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO
[32] de Jesú.
75. sábado - en la oración sólita, sin sentir los mediadores, sin
frialdad ni tibieza, con asaz devoción, <y a ratos vagando la mente no
en cosas malas, y hacia la fin con mucha grande serenidad y con una
cierta dulcesa levantado y vestido sin cosa notable a una parte ni a
otra>, queriendo prepararme para la misa dubitando a quién me enco-
mendar primo y cómo; me puse de rodillas con este dubio, mirando
por dónde comenzar, me parecía que más se me descubría del Padre y
me atraía a sus misericordias, sentiendo en mí más propicio y más
aparejado para inpetrar lo que deseava (no me podiendo adaptar a los
mediadores), y este sentir o veer creciendo, con mucha abundancia de
lágrimas por el rostro, con una grandíssima fiducia en el Padre, como
10
quitándose el destierro pasado .
[34] después de la misa, pasando por las unas elecciones por una
hora, mirando el punto y mirando la renta dada, paréciéndome seer
nudos y inpidimientos del enemigo, con mucha tranquilidad y paz ele-
giendo y ofreciendo al Padre el no tener ni para la yglesia, y tornando
por las otras eleciones lo mismo, no sin moción interior y a lágrimas.
[35] a la noche sacando las cartas para veer y hazer razones de las
11
electiones, y faltando en el día y entrando en mí temores de proceder
1
adelante, sin dilatar la eleción como antes -; tándem determiné de yr
por lo sólito, mas yendo dubio por dónde comenzaría a encomendarme,
70
Parece ultimada la reconciliación; por lo tanto, Ignacio puede reemprender el proceso
de la elección, a la que dedicará intensamente el día completo hasta casi lograr terminarla.
7
'Conviene advertir la extrema puridad de conciencia que se exige Ignacio a fin de ase-
gurarse de que la elección sea correcta. Si algo separa al «instrumento» del contacto con
Dios, queda amenazada la colaboración mutua y, consiguientemente, la posibilidad de acier-
to. En carta a Francisco de Borja comenta Ignacio: «...yo para mí me persuado, que antes y
después soy todo impedimento; y de esto siento mayor contentamiento y gozo espiritual en el
Señor nuestro, por no poder atribuir a mí cosa alguna que buena parezca; sintiendo una cosa
(si los que más entienden, otra cosa mejor no sienten), que hay pocos en esta vida, y más
echo, que ninguno, que en todo pueda determinar, o juzgar, cuánto impide de su parte, y
cuánto desayuda a lo que el Señor nuestro quiere en su ánima obrar. Bien me persuado que
cuánto más una persona será versada y experimentada de humildad y caridad, que cuanto más
sentirá y conocerá hasta las cognaciones mucho menudas, y otras cosas delgadas que le impi-
den y desayudan, aunque sean al parecer de poco o ningún momento, siendo tanto tenues en
sí...» (Roma, finales de 1545, Epp. I p.339-342). Convendría tenerlo en cuenta en cualquier
discernimiento individual y comunitario.
EL DIARIO ESPIRITUAL[20-22]
[35] Por la noche, he sacado los papeles para ver y fijar las razo
nes de las distintas opciones. Pero como he cometido alguna falta du
71
rante el d í a , he tenido miedo de pasar adelante, sin dedicar a la elec
72
ción todo el tiempo que tenía pensado a n t e s . Por fin he determinado
proseguir conforme a lo acostumbrado, pero dudando a quién me enco
m e n d a r í a p r i m e r o , p o r q u e sentía en mí cierta v e r g ü e n z a o no sé
131
sentiendo en mí cierta vergüenza o no sé qué de la Madre , tándem,
primero examinando mi concientia de todo el día y pidiendo perdón
etc., sentía al Padre mucho propicio, no me adaptando a los mediato-
res, y con algunas lágrimas.
7 3
Parece reproducirse la experiencia espiritual del día anterior, n. [29]. Simón Decloux
percibe una inflexión nueva: «... ahora se trata de la vergüenza que el mismo Ignacio experi-
menta como un niño ante su madre, la Madre» (Nuestra Señora en la espiritualidad ignaciana,
p. 76). Por lo tanto, no hablaría ya de la vergüenza de María solidarizada con Ignacio pecador,
sino que «María puede ser captada como la que no tiene la más mínima parte en el pecado,
siempre en plena sintonía con el universo de Dios, a la que el pecador no puede acercarse sino
con vergüenza, con la vergüenza que siente cuando se presenta a Dios» (ib. p. 77). La idea es
sugerente y, todavía según Decloux, muestra un rasgo nuevo de María, que no es indispensable
para reconciliarse con Dios (»no me adaptando a los mediadores»), sino que su intercesión es
totalmente gratuita de parte de Dios. (ib. p. 78). «María no ejerce esta función maternal más que
en la medida que plugo a Dios elegirla, dárnosla, y por tanto escuchar... la oración que nosotros
le dirigimos, pasando voluntariamente por ella...» (ib. p.76). Sin embargo, el punto débil de la
interpretación de Decloux estriba en que Ignacio no se refiere nunca a Mana como a su madre,
sino como a madre del Hijo. Para sí mismo reserva la expresión «Nuestra Señora». Esto mismo
parece haber indicado Decloux anteriormente: «en cuanto al término -la Madre- , más que
designar directamente la relación de María con nosotros, se refiere, ante todo,... al vínculo de
María con Jesús» (ib. p. 61). Parece, pues, que la experiencia vuelve a ser la del día anterior y
que, dada la dificultad de expresarla, apostilla con un «no sé qué» interlineado.
74
Cumple casi a la letra el tercer punto del primer modo de hacer elección en el «Tercer
Tiempo»: «pedir a Dios nuestro Señor quiera mover mi voluntad y poner en mi ánima lo que yo
debo hacer acerca de la cosa proposita, que más su alabanza y gloria sea, discurriendo bien y
EL DIARIO ESPIRITUAL[20-22]
73
qué de la M a d r e ; por último, he hecho primero examen de conciencia
de todo el día y he pedido perdón, etc. Entretanto sentía que el Padre
me era muy propicio, y que, en cambio, no lograba sintonizar con los
mediadores; y he derramado algunas lágrimas.
7
^Cita casi a la letra la Adición cuarta: «... la primera (cosa) es que, si hallo lo que quiero
de rodillas, no pasaré adelante, y si postrado, asimismo, etc.; la segunda, en el punto en el que
hallare lo que quiero, ahí me reposaré sin tener ansia de pasar adelante hasta que me satisfaga»
(Ej. 76). Insinúa el mismo principio cuando afirma en la Anotación 2a. que «no el mucho
saber harta y satisface el ánima, mas el sentir y gustar de las cosas internamente» (Ej. 2).
E L DIARIO ESPIRITUAL[20-22] 75
11
[39] 16. domingo - en la oración sólita, sin sentir mediadores ni
otras personas algunas, terminando sentía asaz sabor y calor, de la
media adelante, habiendo en mucha abundancia lágrimas llenas de
calor y sabor interior, sin intelligencias algunas, <sey levantado y
seyendo apartado aquel calor> teniendo la cosa por acabada, y pare-
ciéndome seer accepta a Dios Nuestro Señor.
0
De la Trinidad y fin* .
77
D o m i n i c a de Sexagésima. El canto del introito de la misa del día incita ya el ánimo de
Ignacio a intensa búsqueda: «Despierta, ¿por qué te duermes, Señor?...» (Sal 43).
7
° 2 Cor 11,19-12,9. Es un fragmento de la apología de S. Pablo en donde resume sus
pruebas, las persecuciones de parte de los hombres y las revelaciones y consolaciones de
parte de Dios. Pablo es para Ignacio, indudablemente, un punto de referencia, tanto por la
semejanza biográfica como por la intencional. En efecto, podía hallar descrita en el texto su
vida real y la que quería vivir en servicio apostólico. Al final de la epístola pudo experimen-
tar cierta confirmación de su elección y de su estado físico-espiritual en la afirmación que
Pablo pone en boca de Dios: «mi fuerza se realiza en tu debilidad».
E L DIARIO ESPIRITUAL[39-42] 83
77
[39] 16. Domingo, 17 de febrero .
En la oración acostumbrada, aunque no percibía la presencia de
los mediadores ni me dirigía a ninguna Persona divina en particular,
sentía bastante sabor y fervor; de la mitad de la oración en adelante, he
tenido lágrimas muy abundantes, llenas de fervor y de sabor interior,
pero sin ningunas inteligencias. <Cuando me he levantado se ha ido
aquel calor>, pero he dado la elección por acabada, porque continuaba
pareciéndome que eso agradaba a Dios Nuestro Señor.
79
E s t e propósito no llegará a realizarse. Teóricamente el final debería ser la misa, ya
que sólo se trataba de dar gracias a la Sma. Trinidad, según decidió hace dos días, pero aún
añade «a lo menos antes de comer». De hecho, queda pendiente la confirmación de si debe
acabar ya.
8
"Le queda espacio en la página y, sin embargo, Ignacio da vuelta de hoja materialmen-
te y encabeza la siguiente, satisfecho, con este título programático y feliz. Es cierto, como ya
se ha insinuado, que la anotación de la misa es de un día para otro, confirmado en este caso
porque no terminará, como supone.
84 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO
8 1
Este gesto de contención del gozo interior se repite y describe con mayor claridad el
día siguiente [51]. Recuerda el gesto de Javier, aplicándose al pecho trapos mojados para
refrescar su ardor interno. La presencia de la palabra «abrazar», no parece que permita rela-
cionar el hecho, al menos directamente, con la Anotación 15 de Ejercicios, donde se prevé
que Dios mismo abrace el alma con su amor.
82
T a c h a Ignacio una frase importante para calibrar el escaso valor confirmativo de la
oración del día: «con menos gusto que haya hecho (la oración) en veinte días pasados».
Tendrá expresiones más desoladas todavía el día en que acabará de veras. (Véase [145]).
« S e pone en marcha la dinámica ignaciana que parecerá voluntarista, pero que no es
sino la búsqueda radical de los dones superiores, al estilo de la propuesta de Jesús, amplia-
mente reiterada en el Evangelio, como por ejemplo parábola de la perla hallada en el campo
(Mt 13,45). En los Ejercicios recomienda esta radicalidad penitencial en la Adición décima,
E L DIARIO ESPIRITUAL[43-46] 85
«para buscar y hallar alguna gracia o don que la persona quiere y desea...» (Ej. 87).
Ribadeneyra estaba en Roma cuando Ignacio echó al fuego el correo un día que se le inte-
rrumpió mientras oraba (FN II, de Actis, p. 335).
8 4
E s conocida la escala ignaciana de mediaciones que, en este párrafo y en el siguiente,
es recorrida arriba y' abajo, enumerando todos los peldaños y no sólo los dos mediadores
señalados en los triples coloquios de Ejercicios, María y Jesús (Ej. 63, 147). Esta descripción
tan completa arroja luz también sobre el significado de las «composiciones de lugar» que se
desarrollan ante la corte celestial. Por ejemplo, en la contemplación para alcanzar amor: «ver
cómo estoy delante de Dios nuestro Señor, de los ángeles, de los sanctos interpelantes por
mí» (Ej. 232). Su compañero y discípulo, Javier, a miles de kilómetros de distancia y en peli-
gro de muerte, tomó también esta escalera real. «Estando en la mayor fuerza de la tormenta,
86 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO
• 87
dice, me encomendé a Dios nuestro Señor, comenzando de tomar primero por valedores en la
tierra todos los de la bendita Compañía de Jesús, con todos los devotos de ella; y con tanto
favor y ayuda, entregúeme todo en las devotísimas oraciones de la esposa de Jesucristo, que es
la santa madre Iglesia, la cual delante de su esposo Jesucristo, estando en la tierra, es continua-
damente oída en el cielo. No me descuidé de tomar por valedores todos los santos de la gloria
del paraíso, comenzando primero por aquellos que en esta vida fueron de la santa Compañía
de Jesús, tomando primeramente por valedora la beata ánima del Padre Fabro (seguramente
recibió la noticia de su fallecimiento poco antes de este suceso; actualmente es beato)...
Entregúeme, puesto en todo peligro, a todos los ángeles, procediendo por los nueve órdenes de
ellos, y juntamente a todos los patriarcas, profetas, apóstoles, evangelistas, mártires, confeso-
res, vírgenes, con todos los santos del cielo; y para más firmeza de obtener perdón de mis infi-
nitísimos pecados, tomé por valedora a la gloriosa Virgen nuestra Señora, pues en el cielo
donde está, todo lo que a Dios nuestro Señor pide le otorga. Y finalmente, puesta toda mi
esperanza en los infinitísimos merecimientos de la muerte y pasión de Jesucristo nuestro
Redentor y Señor, con todos estos favores me hallé tan consolado en la tormenta, tal vez más
de lo que fui después de ser libre de ella» (O.C., Francisco Javier, B.A.C., Madrid, 1953, p.
235-236). Excúsese una cita tan larga por su testimonio espiritual tan exquisito.
« S e adivina la transposición imaginativa y subconsciente de la vivencia reverencial de
Ignacio adolescente delante de la corte de los Reyes Católicos. Se hizo hombre entre pajes,
los hijos de Velázquez de Cuéllar, Contable Mayor del Reino y mantenedor del Palacio Real
de Arévalo, residencia estable de Isabel de Avis, madre de la reina. Por lo tanto, sabía de pri-
mera mano sobre el acceso gradual al trono, del cual dependía la vida y la muerte. Y sabía la
trastienda del juego de intercesiones e influencias convenientes para hallar la gracia deseada.
E L DIARIO ESPIRITUAL[47-49] 87
i 87
[49] Dije la misa, ni con lágrimas, ni del todo sin ellas, con una
cierta <y casi nueva y no así sólita> devoción cálida y como rúbea
, <exterior no así sólita en la misa> y con muchos suspiros de intensade-
voción. Pero, si en algún momento no sentía estas cosas con abun-
86
C u a n d o Ignacio establece en las Constituciones las cuatro fórmulas de votos (nn.
[527, 532, 535, 540]) condensa su modo de ofrecer «delante de la santísima Virgen María y
de toda la corte celestial», que aquí queda tan gozosamente descrito y tan plenamente vivido.
Desde Loyola los santos son sus amigos, émulos e intercesores. Se decía a sí mismo: «Santo
Domingo hizo esto; pues yo lo tengo de hacer. San Francisco hizo esto; pues yo lo tengo de
hacer. Duraban también estos pensamientos buen vado... y aquí se le ofrecían los deseos de
imitar los santos...» (Autob. 7,9). Porque los santos son los que más han querido «señalarse y
afectarse en todo servicio de su rey eterno y señor universal» (Ej. 97). Su vivencia de la
comunión de los santos no se reduce a la Iglesia triunfante, sino que también abarca la cola-
boración y ayuda mutua en la iglesia militante, ya que todos somos llamados a invitar a los
demás a apuntarse a la Bandera de Cristo (Ej. 146). En Ignacio y en Javier, éstos son objeto
de un cálido agradecimiento.
87
E s t a división del texto es posterior a su redacción. El P. Giuliani interpreta que indica
una ruptura en el proceso. El P. Iparraguirre, por su paite, nota que aquí se habla por primera
vez del misterio de la circumincesión trinitaria. La inspección atenta del original induce a
creer que forma parte de las señales que S. Ignacio puso en 16 párrafos, aunque no es del
mismo tipo. Transcribió estos párrafos en tres hojas aparte. Todos se refieren a vivas expe-
riencias y a nuevas luces trinitarias. En el caso que nos ocupa, es extremada la percepción del
intenso deseo de confirmación, pero no se puede afirmar que se trate de ninguna luz nueva, y,
de hecho, no la transcribirá. ¿Quiso quizá inicialmente transcribirlo todo a partir de esta
señal? ¿Indica el inicio de las gracias trinitarias? No se sabe.
88 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO
88
dancia, me inquietaba y perdía la devoción , lo cual me movía a no
resignarme a que no se confirmase la oblación, según mi deseo, en la
89
última misa de la Trinidad .
90
P a r a serenarse recurre al argumento comparativo y humilde que utiliza dos veces en
Ejercicios: una vez para avergonzarse de sus pecados (Ej. 59) y otra para reconocer la gran-
deza de Dios (Ej. 237).
" E s t a noche no determina la misa del día siguiente. Ha sido infiel al no acabar antes de
comer. Ha pasado «algunas horas» rumiando, ha sacado a relucir su carácter impulsivo, pare-
ce darlo todo por terminado, pero le asalta la duda. ¿Revela una obsesión escrupulosa?
Capítulo 4
LA SANTÍSIMA TRINIDAD
habría sabido tanto, aunque estudiase toda la vida. (Hace suya incluso la
expresión de Pablo, que dice que no sabe si las visiones son en el cuerpo o
fuera del cuerpo; ¡Dios lo sabe!).
Santa Teresa, con bella literatura y mucha gracia femenina, expresa
deliciosamente experiencias parecidas. Se comprobará cuan cercana está a
la experiencia de Ignacio:
«Así es también en otra manera que Dios enseña el alma y la habla
sin hablar... Es un lenguaje tan del Cielo, que acá se puede dar a entender
aunque más queramos decir, si el Señor por experiencia no lo enseña.
Pone el Señor lo que quiere que el alma entienda en lo muy interior del
alma y allí lo representa sin imagen ni forma de palabras, ...no obramos
nosotros nada ni hacemos nada. Todo parece obra del Señor. ...se ve el
alma tan sabia, y tan declarado el misterio de la Santísima Trinidad y de
otras cosas muy subidas, que no hay teólogo con quien no se atreviese a
disputar de la verdad de estas grandezas. Quédase tan espantada, que basta
una merced de éstas para trocar toda un alma y hacerla no amar cosa sino
a quien ve que, sin trabajo ninguno suyo, la hace capaz de tan grandes bie-
nes y le comunica secretos y trata con ella con tanta amistad y amor que
no se sufre escribir» (Vida, cap. 27).
Se podría resumir así el itinerario ascendente de las «inteligencias»
ignacianas: 1°. La liturgia le da a entender la diferenciada actuación de las
Personas divinas y capta la propiedad con que las oraciones de la misa se
refieren a cada Persona; 2°. Contempla la unidad de las Personas en el obrar
de cada una y, consiguientemente, si una le confirma la elección, la confir-
o
mación es de las Tres; 3 . Se le concede una penetración muy profunda de
la mediación universal de Jesús, a través de su humanidad, y en doble direc-
o
ción: de la Trinidad a Ignacio y de Ignacio a la Trinidad; 4 . Ve la unidad en
la esencia divina en figura esférica y cómo derivan de ella el Padre, el Hijo
o
y el Espíritu; 5 . Cae en la cuenta de que el origen de todas las gracias radi-
ca en el ser divino de la Trinidad. (Hay un cierto paralelo con la secuencia
de gracias trinitarias del sermón de la Cena, narrado por san Juan).
Al principio tenía Ignacio un «nudo», al que no quería dar importancia.
En la cita inicial ha confesado la sorpresa de hacer cuatro oraciones a la
Trinidad, siendo sólo tres las Personas. No se trata de la pura paradoja mate-
mática de la danza numérica: tres Personas, una esencia, cuatro oraciones.
Entonces, añadía, no le dio importancia. Pero en el Diario esta paradoja le
indujo a «indignarse» con la Trinidad: no «sentía internamente» que la con-
firmación de una sola Persona fuese confirmación de las Tres, con lo cual
no se consideraba confirmado por la Trinidad, según su deseo.
El n. 63 descubre el misterio: «conocía, sentía o veía» (la vivencia le
desborda) la unión de las tres Personas en su actuación, a causa de su uni-
dad de esencia. Se le resuelve la tensión tres-uno por el don de un conoci-
miento amoroso del ser de Dios. Y exclama: «¿Quién eres tú para que se
te dé esto?, ¿de dónde te viene?, ¿lo merecerías jamás?». Este desborda-
miento admirativo no tiene nada que ver con el asentimiento obscuro
-aunque confiado- a una formulación de fe paradójica de la unidad en la
Trinidad, sino que remite a una inmersión singular de Ignacio en la fuente
94 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO
92
[51] 18. martes. De la Trinidad , la.
- a la noche pasada, acostándome y con pensamientos de mirar
93
lo que haría en celebrar o cómo , a la mañana despertando y entran-
94
do en examen de la conciencia y en oración en mucha abundancia y
con grande efusión de lágrimas por el rostro, y durando la devoción
intensa en grande manera, con muchas intelligencias o recuerdos spi-
rituales de la Sanctíssima Trinidad, quietándome y regozijándome en
gran manera, asta apretarme en los pechos por el intenso amor que en
la Sanctíssima Trinidad sentía, así tomando confianza y determinado
de dezir misa de la Sanctísima Trinidad, para después veer lo que
haría, asimismo al vestir con intelligencias della misma, levantándo-
me y haziendo oración breve, no sin lágrimas, y después con devoción
y confianza spiritual de dezir arreo seis o más misas de la Sanctíssima
Trinidad.
9 2
C o m o aparece en el manuscrito y explica luego él mismo, Ignacio se acostó sin haber
decidido qué misa diría al día siguiente. De hecho dirá trece misas seguidas de la Santísima
Trinidad, exceptuados los días en que la liturgia le exige celebrar determinadas misas. A.
Suquía compara la misa de la Trinidad de los misales del tiempo de S. Ignacio (por ejemplo,
el editado en Venecia en agosto de 1536, en la imprenta de Pedro Lichtenstein) con la de la
liturgia romana anterior al Vaticano II y observa que difieren la epístola (2 Cor 13,11-13) y el
evangelio (Jn 15,26-16,4). «En las otras partes de esta misa, añade, se da una coincidencia
casi absoluta» (p. 208, 2." Edición).
'•'Recuérdese la primera Adición: «después de acostado, ya que me quiera dormir, por
espacio de un Ave María, pensar a la hora que me tengo de levantar, y a qué, resumiendo el
ejercicio que tengo de hacer» (Ej. 73).
'^Consta que Ignacio hacía examen de conciencia cada hora y, si no podía realizarlo por
el trabajo del momento, lo suplía en la hora seguiente. De todas formas, aquí curiosamente
inicia la jornada con un examen insólito que, por otra parte no le aporta ninguna luz sobre el
error o la falta del día anterior. ¡Tardará en darse cuenta! Mañana lo verá como una tentación
del enemigo. Más adelante, le veremos pidiendo perdón. Es aleccionador su cambio en la
E L DIARIO ESPIRITUAL[51-53]
92
[ 5 1 ] 18. Martes. Primera misa de la Trinidad . 1 9 de febrero.
Anoche me acosté con intención de mirar qué misa celebraría o
93
cómo lo h a r í a . Por la mañana, al despertar, he empezado haciendo
94
examen de conciencia y he entrado en oración con mucha abundan-
cia y gran efusión de lágrimas por el rostro. Y como duraba mucho la
devoción intensa, acompañada de muchas inteligencias o recuerdos
espirituales de la santísima Trinidad, me he sosegado o regocijado en
gran manera, hasta tener que apretarme el pecho por el intenso amor
de la santísima Trinidad que sentía. Con lo cual he tomado confianza y
he determinado decir misa de la santísima Trinidad, dejando para des-
pués el ver lo que haría. Asimismo al vestirme tuve inteligencias sobre
la santísima Trinidad. Al levantarme hice una breve oración, no sin
lágrimas, y después me hallé con devoción y confianza espiritual sufi-
cientes c o m o para decir seguidas seis misas o más de la santísima
Trinidad.
96
E 1 texto original no es claro, ya que pone en infinitivo el verbo «apropiar» y por lo tanto
no se expresa el sujeto de la acción. En la presente versión se le da una interpretación que dis-
crepa de la de A. Suquía. Según él (pp. 181-206), Ignacio pretendería identificarse con las ora-
ciones de la misa, es decir, querría hacer suyos los deseos, sentimientos y afectos que la Iglesia
expresa en cada oración. Por el contexto, y si se tiene en cuenta que se trata de una «inteligen-
cia» trinitaria nueva, más bien parece que Ignacio penetra más profundamente en la exactitud y
propiedad de las diferentes peticiones o atribuciones relativas a la actuación diversa de cada una
de las Personas divinas. De aquí la traducción propuesta de la palabra «propiedad», como atri-
bución a cada Persona de lo que le es más peculiar. Esta gracia, por otra parte, media entre la
del día 14 de febrero [27], ya considerada, y la gracia complementaria de penetración en el mis-
terio de la unidad de acción de la Trinidad, del día 21 de febrero [63].
9 7
L a s lecturas de Loyola, especialmente la Vita Christi, inspiran a Ignacio la contempla-
ción central de los Ejercicios, la de la Encarnación, que se mueve en tres escenarios interco-
nectados: el ámbito de la Trinidad, el mundo y María de Nazareth. Ignacio propone contem-
plar la obra de la Trinidad del siguiente modo: «ver y considerar las tres Personas divinas,
como en el su solio real o trono de la su divina majestad, cómo miran toda la haz y redondez
de la tierra y todas las gentes en tanta ceguedad, y cómo mueren y descienden al infierno»;
«oír... asimismo lo que dicen las Personas divinas, es a saber: Hagamos redempción del géne-
ro humano, etc.»; «mirar... asimismo lo que hacen las Personas divinas, es a saber, obrando la
sanctísima incarnación». Y concluye «...hase de hacer un coloquio, pensando lo que debo
hablar a las tres Personas divinas... pidiendo, según que en sí sintiere, para más seguir e imi-
tar al Señor nuestro, ansí nuevamente encarnado, deciendo un Páter nóster» (Ej. 106-109).
Por otra parte, en Manresa, según narra en la Autobiografía, tuvo experiencias profundas de
cómo Dios creó el mundo y de cómo Jesucristo estaba en el sacramento, etc. ([29-30]). En
una palabra: la gracia que aquí anota Ignacio se inscribe en su larga, regalada y admirable
percepción de las obras de las Personas Divinas.
"Ignacio cuenta una experiencia similar del tiempo de Manresa, citada al comienzo del
capítulo. Allí se trataba de la visión de tres teclas, que significaban a la vez la identidad, la
triplicidad y la armonía de las tres Personas. (Consultado un catedrático de historia de la
música, identificó la imagen con un acorde). Afirmaba también que «ni después de comer
podía dejar de hablar sino en la Santísima Trinidad; y esto con muchas comparaciones y muy
E L DIARIO ESPIRITUAL[54-57] 99
[55] Este día, aun andando por la ciudad iba con mucha ale-
gría interior, porque me figuraba la santísima Trinidad al ver tres
criaturas racionales o tres animales u otras tres cosas, y así conti-
98
nuamente .
diversas...» (Autob. 28). Dichas comparaciones podían haber sido semejantes a las de hoy.
Posiblemente el monumento funerario en el pico Costabona, con tres tubos de órgano en
acorde, erigido en recuerdo de la muerte de un jesuíta y dos alumnos sorprendidos por una
inesperada ventisca glacial, se inspira en esta figuración.
" A q u í emplea Ignacio por vez primera la expresión «terminarse a» para referirse a la
relación orante con determinada Persona divina. Volverá a emplearla el 24 de febrero y desde
el 3 de marzo al 2 de abril. No se trata de una experiencia espiritual nueva, sino de una sim-
plificación redaccional propia de su temperamento literariamente parco. En efecto, este tér-
mino le ahorra tener que precisar las múltiples matizaciones que definen su percepción del
Otro, en su diálogo orante. Hasta el presente ha ¡do anotando que «sentía propicio a», o que
«le venía al pensamiento tal Persona», o que «encontraba devoción en», o bien que «se adap-
taba a», o «sentía atracción hacia», o «se le descubría más», o «tenía acceso a», o que «le
atraía tal Persona» o, en fin, que «sentía tales mediadores», etc. Esta simplificación dificulta
la versión del término, en sus diversos contextos. En general se ha optado por la expresión
«relacionarse con», prefiriéndola a otras posibles, como «orientarse a», «dirigirse a», «enca-
minarse a», «adaptarse a», etc., ya que convenía mantener la indeterminación activo-pasiva
que late bajo la expresión ignaciana.
Es interesante esta pista de oración que da Ignacio. Está sumamente atento en descubrir
la Persona con la que establece o puede establecer diálogo. Más aún, busca y reclama este
encuentro personal diferenciado, lo cual indica su grado de intimidad con las Personas divi-
nas, con los santos y con las mediaciones sacramentales (Véase en este sentido el n. [113]).
La palabra en cuestión ya ha sido utilizada dos veces ([39,43]), aunque en el sentido de
«acabar» la elección y, en ambas, espera que, al acabar, se produzca una «relación» o
encuentro especial con las Personas Divinas. Por otra parte, la usará por última vez el día 6
de abril ([189]) también en sentido de acabar «de conformarse con la voluntad divina».
1
¿"Tentación del mal espíritu o falta de Ignacio? La indignación del día 17 será exami-
nada repetidas veces. A partir del 24 de febrero será motivo de petición de perdón [73] y
hasta el 6 de marzo no constatará la plena reconciliación [122].
100 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO
a
[60] de la Trinidad. 3.
20. juebes - en la oración a la larga en mucho continua y en muy
grande devoción, claridad calorosa y gusto spiritual, y tirando en
parte a un cierto elevar.
1 0 1
La expresión es contundente. Recuerda la valoración que hará de la ilustración del
Cardoner, nueve años más adelante. Por lo tanto, cuando dice: «...que recibió una grande cla-
ridad en el entendimiento; de manera que en todo el discurso de su vida, hasta pasados sesen-
ta y dos años, coligiendo todas cuantas ayudas haya tenido de Dios, aunque las ayunte todas
en uno, no le parece haber alcanzado tanto como de aquella vez sola» (Autob. 30), sobrepone
la ilustración del Cardoner a todas las notables visiones y noticias que se suceden estos días.
Debido a esta argumentación comparativa, y gracias al detalle del Diario, podemos adivinar
un poco lo que supuso la experiencia del Cardoner, confirmando los testimonios de Laynez y
de Ribadeneyra.
E L DIARIO ESPIRITUAL[58-63] 101
102
Recuérdese que la intensa confirmación del día 11 de febrero, por parte del Espíritu
Santo, dejó insatisfecho a Ignacio, ya que no la consideró confirmación Trinitaria (Véase [18]).
'^Ignacio recurre a la expresión paulina de la Epístola del domingo anterior (2 Cor
12,2) para calificar sus visiones o revelaciones. También Francisco Javier utiliza dicha expre-
sión en una carta por un motivo parecido, lo cual permite sospechar que entre los Primeros
Compañeros fue usual referirse a sus fuertes experiencies espirituales -de los Ejercicios y
otras- en estos términos. Si esto es así, la experiencia que llamamos mística quizás está más
presente de lo que pensamos en la vida espiritual del cristiano.
102 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO
a
[64] de la Trinidad. 4.
21. viernes - en la oración sólita a la larga mucha asistencia de
gracia calorosa, y en parte lúcida, y con mucha devoción, aunque de
mi parte sentía algunas vezes facilidad en sallirme, no cesando la asis
tencia de la gracia, después, al preparar del altar, ciertas mociones a
lacrimar, con un mucho duplicar: no soy digno de invocar el nombre
de la Sanctíssima Trinidad; el cual pensamiento y multiplicación me
movía a maior devoción interna: y al vestir, con esta y otras considera
ciones, un abrirse más la ánima a lágrimas y sollozos, entrando en la
misa y pasando por ella asta el evangelio, dicho con asaz devoción y
asistencia grande de gracia calorosa, la qual parecía después batallar,
como fuego con agua, con algunos pensamientos <del salvar y otros, a
04
ratos aniquilando y a ratos conservando>* .
'O^A través de leves insinuaciones se adivina un ritmo penitencial semanal tras las anota
ciones del Diario. Parece que Ignacio los viernes revivía las grandes meditaciones de la 1."
Semana de Ejercicios. Esta frase, tachada en el original, lo demuestra. En efecto, el quinto
punto de la meditación de los pecados propios dice: «...esclamación admirative con crescido
afecto, discurriendo por todas las criatura, cómo me han dexado con vida y conservado en
ella...» (Ej. 60) Por otra parte, el viernes 29 de febrero escribirá que la devoción no le deja pen
sar en sus pecados [89] y el 7 de marzo hará unas consideraciones sobre el infierno [132]; etc.
E L DIARIO ESPIRITUAL[64] 103
Cuando Ignacio acude a Jesús como mediador, le llama «el Hijo» (de
María, se entiende) y suele acompañar al nombre de la Madre. Acentúa,
por lo tanto, el recurso a la humanidad del Verbo encarnado. En cambio,
cuando resplandece su divinidad, enviado por el Padre y señor de Ignacio
en la construcción del Reino, le llama «Jesús». (Un poco al contrario de la
nomenclatura actual).
Es conveniente llamar la atención sobre un avance más sutil todavía.
El momento culminante de la confirmación consiste en la experiencia del
amor personal de Jesús por Ignacio. (Recuérdese una experiencia parecida
en Santa Teresa). Jesús mismo toma la iniciativa de la acción entre la
Trinidad e Ignacio, manifestándole su divinidad. Se invita al ejercitante a
reparar en esta manifestación en el cuarto punto común a todas las contem-
placiones de la cuarta Semana: «considerar cómo la Divinidad, que pares-
cía esconderse en la passión, paresce y se muestra agora tan miraculosa-
mente en la sanctíssima resurrección, por los verdaderos y sanctíssimos
effectos della» (Ej. 223).
Jesús no actúa como intercesor de Ignacio ni como mensajero de la
Trinidad, sino que es el punto de encuentro, la alianza viva, el autor de la
relación de la Trinidad con Ignacio. Se acabó por lo tanto la inquietud de
buscar mayor confirmación trinitaria: es obra de la Trinidad el que la con-
firmación le llegue por Jesús.
Ribadeneyra es quien explícito primero la relación entre la alusión de
Ignacio a una visión mística anterior [67] y la visión de la Storta. Él la
había oído de labios del propio Ignacio y el confidente Laynez se la contó
detalladamente. Posiblemente Ignacio recordó la Storta, porque allí el
Padre le puso bajo la Bandera de Jesús, de persecución y oprobio (segunda
petición de la meditación de dos Banderas), igual que aquí es puesto bajo
la Bandera de Jesús, del seguimiento en pobreza (primera petición). Am-
bas peticiones confirmadas por el Padre y por Jesús; ¡he aquí el paralelis-
mo evocador!. (Se le concederá más adelante el tercer «escalón» de
Banderas, la humildad amorosa).
En resumen, el progreso temático de los encuentros divinos de estos
días es el siguiente: en primer lugar, como acabamos de ver, se le recuerda
E L DIARIO ESPIRITUAL 107
a
[65] de la Trinidad. 5.
22. sábado - en la oración sólita, al principio no hallando, de la
meitad adelante con asaz devoción y satisfacían de ánima, con alguna
muestra de claridad lúcida.
"^Cuando surge Jesús en el horizonte ignaciano, aparece junto a una colección de con-
ceptos evangélicos: el camino, la cabeza («es el Señor»), el servicio, el seguimiento, la imita-
ción, la misión. El es la palabra del Padre, el Primogénito, el Rey eterno. Bajo este último
aspecto se le contempla durante la segunda semana de Ejercicios, tal como se enfoca ya
desde la primera contemplación: «...cuánto es cosa más digna de consideración ver a Cristo
nuestro Señor, rey eterno, y delante del todo el universo mundo, al cual y a cada uno en parti-
cular llama y dice: Mi voluntad es de conquistar todo el mundo y todos los enemigos, y así
entrar en la gloria de mi Padre.» (Ej. 95). Polanco, cuando explica cómo se acordó el nombre
de Compañía de Jesús, dice: «...tratando entre sí cómo se llamarían a quien les pidiese qué
congregación era esta suya, que era de 9 ó 10 personas, comenzaron a darse a la oración y
pensar qué nombre sería más conveniente; y visto que no tenían cabeza ninguna entre sí, ni
otro prepósito sino a Jesucristo, a quien sólo deseaban servir, parecióles que tomasen nombre
del que tenían por cabeza, diciéndose la Compañía de Jesús. Y en esto del nombre tuvo tantas
visitaciones el P. M.° Ignacio...» (MHSI, FN I, p. 204). Nótese la ausencia de referencia mili-
tar -congregación- en la palabra «Compañía» y que este nombre no significa tanto compañe-
ros «de» Jesús, cuanto compañeros «al servicio de» Jesús, conforme sugiere Manuel M.
González (pp. 63-64).
""Como se ha dicho en la introducción de capítulo, Ribadeneyra fue el primero en
constatar la relación entre este párrafo y la «visión de la Storta» (FN IV, p. 252s). Hugo
Rahner en el libro «The visión...» establece las circunstancias externas e internas de la visión,
analizando dieciséis fuentes: la Autobiografía y el Diario, una plática de Laynez, ya general,
(que es el principal testigo, según el propio Ignacio), siete de Nadal, dos de Polanco, dos de
Ribadeneyra, una de Canisio, y una de autor anónimo. Concluye que Ribadeneyra se equivo-
có al atribuir a Jesús, y no al Padre, la famosa predicción «Ego ero vobis Romae propitius»
(«os seré favorable en Roma») y también al considerar que fue iniciativa de Jesús el hecho de
tomar a Ignacio a su servicio. Con esto Ribadeneyra diluye el carácter trinitario de la visión y
recorta su vinculación con el triple coloquio de la meditación de Dos Banderas: «Un coloquio
o
a Nuestra Señora... para que yo sea recibido debajo de su bandera, y primero en pobreza... 2 ,
en pasar oprobios e injurias... Pedir otro tanto al Hijo, para que me alcance del Padre,... Pedir
otro tanto al Padre, para que él me lo conceda...» (Ej. 147).
E L DIARIO ESPIRITUAL [65-67] 111
1 0 7
L a impresión del nombre de Jesús cuenta entre las visitaciones que precedieron a la
adopción definitiva del nombre colectivo de Compañía de Jesús. Ribadeneyra y otros, acaba-
mos de leer a Laynez, consideran que el nombre lo propuso Ignacio y precisamente como
resultado de la visión de la Storta. Polanco en cambio lo remonta al verano de 1537, estando
los compañeros en Vicenza: «Y en esto del nombre tubo tantas visitaciones el P. M- Ignacio
de aquel cuyo nombre tomaron, y tantas señales de su aprobación y confirmación deste ape-
llido, que le oí decir al mismo que pensaría ir contra Dios y ofenderle, si dudase que este
nombre convenía...» (FN 1, p. 204). Véanse las dos notas anteriores.
1 0 8
Ignacio tenia una viva conciencia de la presencia de Jesús en la Eucaristía: «...estan-
do en este pueblo (Manresa), en la iglesia de dicho monasterio (el de Sta. Lucía) oyendo misa
un día, y alzándose el Corpus Domini, vio con los ojos interiores unos como rayos blancos
que venían de arriba; y aunque esto, después de tanto tiempo, no lo puede bien explicar, toda-
vía lo que él vio claramente fue ver cómo estaba en aquel Santísimo Sacramento Jesucristo
nuestro Señor» (Autob. 29).
E L DIARIO ESPIRITUAL 113
1 0 9
Esta expresión recuerda la consideración de la primera Manera de Humildad reco-
mendada por Ignacio: «aunque me hiciesen señor de todas las cosas criadas en este mundo, ni
por la propia vida temporal, no sea en deliberar de quebrantar un mandamiento, quier divino,
quier humano,...» (Ej. 165). Hay una clara inspiración en las palabras de Jesús en las tenta-
ciones de! desierto y en la respuesta de San Pedro, cuando Jesús pregunta a los discípulos si
también ellos le van a dejar (Jn 6,67-70).
1
' 0 Hace referencia a las Constituciones de 1541, que elaboraron Ignacio y Coduri, y que
firmaron seis compañeros (Iñigo, Pascasio Broet, Salmerón, Laynez, Claudio Jaio, Juan
Coduri). En estas Constituciones se admitían rentas para «la sacristía» y se afirmaba que la Bula
papal podía y tenía que ser retocada (relajando en este caso la radicalidad de la pobreza).
' " D o m i n i c a de Quincuagésima. Lecturas: Epístola, ICor 13,1-13; Evangelio, Le
18,31-43.
114 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO
' '-Se abre un nuevo período de reconciliación, con una riqueza de matices muy superior a
la del capítulo tercero. Al aumentar la luz, más se da cuenta Ignacio de su falta. Que la Trinidad
le confirme tan plenamente mediante Jesús denuncia su deseo desordenado de consolación tri-
nitaria. Es verdad que él mismo presenta la elección en la segunda semana de Ejercicios, con la
sugerencia de que «comenzaremos, juntamente contemplando su vida, a investigar y a deman-
dar en qué vida o estado de nosotros se quiere servir su divina Majestad» (Ej. 135). Propone,
por lo tanto, la posibilidad de confirmación a través de Jesús, especialmente en su misterio pas-
cual. Pero como ha saboreado otras veces la confirmación extraordinariamente gratuita y segura
de la Trinidad, ahora no se resigna a no recibir el mismo nivel de confirmación. ¿Olvida su
regla de discernimiento de espíritus de «en cosa ajena no pongamos nido» (Ej. 322)? Será preci-
so pedir perdón y reconciliarse con las divinas Personas. ¿Qué medio mejor que ampararse en el
propio Jesús, ya que El es el camino que la Trinidad le ofrece?
E L DIARIO ESPIRITUAL 115
' '-'Mt 11,25-30. Conviene advertir la sutil correlación que encuentra Ignacio entre su
acto penitencial y el exultante canto de alabanza del evangelio que cita. Su situación anímica
y espiritual (véase [72]) se adapta perfectamente a la liturgia del día, que, como sabemos, ha
preparado ya la noche anterior. En efecto, en dicho evangelio Jesús exulta porque 1. el Padre
se ha revelado a los pequeños; 2. sólo el Padre conoce al Hijo y el Hijo al Padre, y aquellos a
quienes el Hijo lo revele; 3. Jesús se ofrece como maestro de mansedumbre y compañero de
fatigas. Entonces, el acto de contrición de Ignacio se modula en tomo a la alabanza de Jesús:
la pequenez reconocida desemboca en un Magníficat, del mismo modo que la calidad del don
de Dios urge la necesidad de reconciliación (véase [78]).
116 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO
[79] de la Trinidad. 6.
25. martes - la oración primera sin disturbo ni apartarme della;
con asaz devoción, y de medio adelante con mucha más crecida, aun-
que en ella, maiormente en la primera parte, sentía alguna flaqueza o
indisposición corporal.
1 1 4
S e enuncia aquí el punto neurálgico del Diario. La pasividad toma el relevo de la
actividad. Será bueno planificar, buscar, tener expectativas, desear, pedir, hacer toda clase de
ejercicios ascéticos, pero es necesario llegar al abandono total y a dejarse hacer por Dios.
Entramos en los primeros compases de la «humildad amorosa» objeto central del capítulo 9,
emparentado con la unión mística. Tiene Ignacio ante sí dos prototipos: el sí de María en la
Anunciación y la rendición de Jesús a la voluntad del Padre en el Huerto de Getsemaní.
Ignacio irá avanzando por este camino, a tientas, tomando como guía a Jesús. (Véanse, por
E L DIARIO ESPIRITUAL [77-81] 117
ejemplo [127, 142155, 189, 190]). Aún, en el último registro espiritual, exceptuados los de
sus lágrimas finales, anotará: «todo (orientado) a no tomar placer sino en el mismo Dios»
[284], equivalente al «solo Dios basta» de Sta. Teresa. Reencontramos aquí, un nivel más
profundo de comprensión, el principio propuesto al ejercitante en la Anotación quinta:
«mucho aprovecha entrar en ellos con grande ánimo y liberalidad con su Criador y Señor,
ofreciéndole todo su querer y libertad, para que su divina majestad, así de su persona como
de todo lo que tiene, se sirva conforme a su sanctíssima voluntad» (Ej. 5).
118 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO
con una nueva moción interior y amor a Jesú, me allava sin aliar
aquella contradición pasada en mí cerca de la Sanctíssima
5
Trinidad" , y así en la misa continuándose asaz devoción en ella.
]l(
[82] del primero de coaresma >.
26. miércoles - En la oración sólita asaz bien y como comúnmen-
te solía, asta la inedia, adelante en mucho aumento asta la fin inclusi-
ve, con mucha devoción, quietud y suavidad spiritual, restando en mí
después una continua devoción, preparándome en cámara y encomen-
dándome a Jesú, no para más confirmar en ninguna manera, mas que
adelante de la Sanctíssima Trinidad se hiciese cerca de mí su maior
servitio etc., y por la vía más expediente; como yo me hallase en su
gracia, en esto, recibiendo alguna luz y esfuerzo.
¿por enfermedad? -hizo una dura caminata de París a Roma) y pregunta a Ignacio si no va a
ser motivo de escándalo, dice que él le contestó con rostro severo: «¿Quién se ha de escanda-
lizar en esta casa, y no hacer gracias a nuestro Señor porque no tiene nezessidad de lo que
vos havéis menester? Y en otro caso semejante, el año de 1546, dixo que echaría de la
Compañía al que desto se escandalizasse» (FN III, p. 615).
7
" E s dura la redacción de este párrafo y quizá aún es más difícil su interpretación.
Empieza recurriendo a las palabras de Pablo ya citadas y comentadas más arriba, y que intro-
ducen visiones extraordinarias. Aquí, la iniciativa de la acción la tiene Jesús. Ignacio necesita
tres palabras para describirla: le «representa», o bien, le «pone con» la Trinidad, o bien, le es
«mediador». El objeto de la acción consiste en que la misma acción de Jesús delante de la
Trinidad sea sentida y vista por Ignacio. Ahora bien, al recibir tal regalo de manos de Jesús,
Ignacio le cobra un amor inmenso. En cuanto a la Trinidad, le sobrecoge, vía Jesús, una reve-
rencia y un acatamiento amorosos. Conviene resaltar que Ignacio se está convirtiendo en
sujeto pasivo de la experiencia, en un niño enseñado por la Trinidad.
120 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO
[88] de la Trinidad. 7.
27. juebes - en toda la oración sólita con mucha devoción y gra-
cia mucha asistente calorosa, lúcida y amorosa, al entrar de la capilla,
con nueva devoción, y puesto de rodillas, un descubrírseme o viendo a
Jesú al pie de la Sanctíssima Trinidad, y con esto mociones y lágri-
mas, esta visión no fué en tanto tiempo, o en tanto clara como la
n
pasada del miércoles, aunque parecía seer de la misma manera K
después en la misa, con lágrimas, con asaz devoción, y algunos senti-
mientos provechosos, y después della no sin algunas.
8
" O r a c i ó n que dice el sacerdote momentos antes de comulgar. »Señor nuestro Je-
sucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre y con la cooperación del Espíritu
Santo, has vivificado el mundo con tu muerte: líbrame por tu sacrosanto Cuerpo y por tu
Sangre de todas mis iniquidades y de todos los males: haz que me adhiera a tus mandamien-
tos y no permitas que me separe de tí, que vives y reinas con Dios Padre y con el Espíritu
Santo por los siglos de los siglos. Amén» (Del Misal Romano).
1
''¿Realmente ha dicho ya que lo había visto blanco? No. Pero sí ha hablado de la
humanidad de Jesús, con lo cual es patente lo arraigada que está en él la identificación de la
humanidad con el color blanco, tal como indicará en la Autobiografía: «Muchas veces y por
mucho tiempo, estando en oración, veía con los ojos interiores la humanidad de Cristo, y la
figura, que le parecía era como un cuerpo blanco, no muy grande ni muy pequeño, mas no
veía ninguna distinción de miembros. Esto vio en Manresa muchas veces: si dijese veinte o
cuarenta, no se atrevería a juzgar que era mentira. Otra vez lo ha visto estando en Jerusalén, y
otra vez caminando junto a Padua». También la presencia de Jesús en la Eucaristía tiene que
ver con el color blanco: «vio con los ojos interiores unos como rayos blancos que venían de
arriba...» Y todavía, en la visión de la creación: «le parecía ver una cosa blanca, de la cual
salían algunos rayos, y que de ella hacía Dios lumbre» (Autob. 29). ¡La humanidad de Jesús,
pues, como materia original, presencia en la creación y su fin! Siguiendo a Teilhard de
Chardin, hablaríamos hoy del Cristo cósmico, alfa y omega.
E L DIARIO ESPIRITUAL [85-88] 121
[91] de la feria.
29. sábado - en la oración sólita, con mucha asistencia de gracia
y devoción en ella y deziendo misa fuera con asaz quietud y devoción
en ella, y con algunas mociones a lagrimar asta mediodía con mucha
123
satis]ación de ánima, de ay adelante, ad utramque partem .
i24
[92] del día .
30. domingo - en la oración sólita con mucha asistencia de gra-
cia, y con mucha devoción, con cierta claridad y calor mezclada.
l 2 2
S e adivina la intención de Ignacio de retomar su ritmo penitencial de los viernes. En
efecto, es penitencial la misa de las llagas, actualmente desaparecida, y parece que desea
hacer la meditación de los pecados de Primera Semana, en la que dice: "ponderar los peca-
dos, mirando la fealdad y malicia que cada pecado mortal cometido tiene en sí, dado que no
fuese vedado" (Ej. 57). Pensamiento que completa diciendo "ningún pecado se puede decir
pequeño, ya que en cuanto al objeto (de la ofensa) es infinito y, más aún, el máximo Bien"
(Manresa 1935, 317-326). La oración "Alma de Cristo" expresa el deseo de ser escondido en
la llaga del costado de Cristo. La palabra tachada y corregida en el texto precisa que no sólo
se le ocultan los pecados, sino que ni siquiera puede pensar en ellos. La visión de la patria
celestial se lo impide. Se ha entablado una delicada pugna amorosa. Si sorprende a alguien la
insistencia penitencial de una persona avanzada en la vida espiritual, lea a Sta. Teresa: "Os
parecerá, hermanas, que a estas almas que el Señor se comunica tan particularmente... que
estarán ya tan seguras de que han de gozarle para siempre, que no tendrán que temer ni que
llorar sus pecados; y será muy gran engaño, porque el dolor de los pecados crece mientras
más se recibe de Dios nuestro Dios" (Moradas Sextas, c.7, n. 1).
I23AJ
parecer, algunas tareas apostólicas cuaresmales recortan el tiempo o la dedicación
de Ignacio. Se le ve salir a decir misa fuera de casa dos días, quizá en la misma capilla de la
Strada o bien en el Palacio ducal de Madama Margarita de Parma. ¿Debía, además, quedarse
a oír confesiones?
E L DIARIO ESPIRITUAL [89-93] 129
,24
D o m i n i c a primera de cuaresma. La primera lectura, de San Pablo (2 Cor 6,1-10),
exhorta a la paciencia en las tribulaciones. El evangelio (Mt 4, 1-11) narra las tentaciones de
Jesús en el desierto.
1 2 5
"Ignacio cuidaba tanto la guarda del silencio, que no sufría que se tuviesen conversa-
ciones fuera del tiempo de descanso o de la recreación de después de las comidas. Si oía ruido o
hablar con voz alta, o un ruido más fuerte de lo necesario al andar por la casa o al bajar las esca-
leras, inmediatamente abría la puerta, llamaba al infractor y le avisaba" (Respuesta del P.
Manareo a las preguntas del P. Lancicio, FN III, p. 432-433). Posiblemente no sabía, el P.
Manareo la tensión interior que lo dicho causaba en San Ignacio, tensión contradictoria causada
por una triple consideración: primero, que el ruido le estorbaba personalmente durante su ora-
ción casi continua; segundo, que no podía concebir una vida religiosa comunitaria que no par-
tiese habitualmente del silencio; y tercero, que si hacía cumplir la norma él mismo, todo eran
habladurías. En las Constituciones recomendará "mantenerse en la paz y verdadera humildad de
su ánima, y dar de ella muestra cuando se ha de hablar, en la consideración y edificación de sus
palabras, y en la modestia del rostro, y madurez en el andar, y todos sus movimientos sin alguna
señal de impaciencia o soberbia..." (Const. [250]).
130 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO
12
^E1 P. Larrañaga comenta que "en su vencimiento para no hablar a ninguno en esas
horas dedicadas a sus ejercicios espirituales, a pesar de la molestia y desbarato causado por el
rumor, se consuela y conforta con el pensamiento de Cristo tentado..." (S.I., O.C., p. 721) No
parece que el texto tenga este sentido. Que Ignacio deje de decir la misa, una vez revestido,
por la molestia del ruido, podía provocar realmente que los demás ¡murmurasen! y, pienso,
en el buen sentido, es decir, o bien culpabilizados por la falta denunciada o bien sorprendidos
santamente de la enorme sensibilidad de Ignacio en su preparación para decir la misa. Si es
válida la interpretación, se comprenderá mejor el hecho de que Ignacio dejase de confesarse
con el buenazo de Diego de Eguía porque "con sus hervores, decía del Padre cosas extraordi-
narias en alabarlo..." (Memorial, día 6 de marzo de 1555). Renunciando, pues, a dar ocasión
de murmuraciones sobre su delicadeza espiritual, decide empezar la misa con el estorbo de
los pensamientos, igual como Cristo soportó las tentaciones en el desierto.
l 2 7
O r a c i ó n que el sacerdote decía inmediatamente antes de la bendición final:
"Complázcate, Trinidad santa, este obsequio de tu siervo: y haz que el sacrificio que indigno
he ofrecido ante los ojos de tu majestad, te sea acepto y que, por tu misericordia, me llene de
bendiciones a mí y a todos aquellos por los que lo he ofrecido. Por Cristo nuestro Señor."
(Del misal romano).
l 2 8
L a "indignación", la "tentación", la "falta", la "contradicción" se convierte en "amar-
gura". Obsérvese la dificultad de formulación de los complejos actos del mundo interior.
E L DIARIO ESPIRITUAL[94-96] 131
126
b l a d u r í a s de los demás. Me he animado con el recuerdo de algunos
sentimientos de Cristo tentado y he entrado en la misa con bastante
devoción.
,29
A n a l i z a siempre Ignacio si la relación es temerosa o amorosa. Para él el temor es un
don del Espíritu Santo que no está lejos del amor. Precisamente cierra el libro de los
Ejercicios con esta regla magistral: "Dado que sobre todo se ha de estimar el mucho servir a
Dios nuestro Señor por puro amor, debemos mucho alabar el temor de la su divina majestad.
Porque no solamente el temor filial es cosa pía y sanctísima; mas aun el temor servil, donde
otra cosa mejor o más útil el hombre no alcance, ayuda mucho para salir del pecado mortal;
y, salido, fácilmente viene al temor filial, que es todo acepto y grato a Dios nuestro Señor,
por estar en uno con el amor divino" (Ej. 370). De hecho, este es el movimiento espiritual
que propone la parábola del Hijo Pródigo (Le 15, 11-32).
'^UEste doble dilema determinará su búsqueda hasta el 12 de marzo, último día de la
elección. En el supuesto de que complete las misas de la Trinidad, ¿cuándo debe acabar?
¿Entonces o en la primera visitación extraordinaria que tenga? ¿Lo ha de decidir él o ha de
cumplir lo que se le comunique en dicha visitación? Esta argumentación adolece de un defec-
to capital: si es Dios quien debe tomar la iniciativa, se le exige que lo haga mediante una visi-
tación (!). Esta falacia, apoyada inconscientemente en la expectativa desordenada de consola-
ción, traerá muchos problemas a Ignacio.
132 LA I N T I M I D A D D E L PEREGRINO
[97] de la Trinidad. 8.
31. lunes - en la oración sólita, a las X horas, asaz con devoción,
sin algunas mociones ni turbaciones, y con alguna pesadumbre de
cabeza; a tanto que, no osando levantarme para dezir misa sin tornar
13
a dormir K
1 3 1
S ó l o cuatro veces en el Diario se anotan las horas de reloj: dos veces este día (las 10
y las 14), una vez el día 4 de marzo (las 21) y otra el 12 de marzo (las 19). Hay que tener en
cuenta que las horas se contaban a partir de la puesta del sol, que, a principios de marzo y
antes de la reforma gregoriana del calendario, se producía poco antes de las seis de la tarde,
hora solar. (La primavera empezaba el 11 de marzo). Es más frecuente en el Diario la refe-
rencia al horario solar: antes del alba, al alba, por la mañana, a mediodía, por la tarde, al atar-
decer, por la noche. Pero el verdadero reloj ignaciano son sus ratos de oración, meticulosa-
mente determinados y divididos, y las diferentes partes de la liturgia de la misa. Es minucioso
hasta la saciedad en anotar el momento exacto de sus mociones.
132
S a n t a Teresa describe una experiencia bastante similar: "se le muestra la Santísima
Trinidad, todas tres Personas, con una inflamación, que primero viene a su espíritu, a manera
de una nube de grandísima claridad, y estas Personas distintas, y por una noticia admirable
E L DIARIO ESPIRITUAL [97-1011 133
que se da al alma, entiende con grandísima verdad ser todas tres Personas una sustancia y un
poder y un saber y un solo Dios... Aquí se le comunican todas tres Personas, y la hablan, y la
dan a entender aquellas palabras que dice el Evangelio que dijo el Señor: que vendría Él y el
Padre y el Espíritu Santo a morar con el alma que le ama y guarda sus mandamientos (Jn
14,23)" (Moradas Séptimas, c. 1, n. 6).
'«Parece que se está refiriendo a la humanidad de Jesús, como su guía y refugio. Van
cayendo así una a una sus diferentes apreciaciones sobre la confirmación. Se le ha visto dis-
tinguir entre la confirmación de una Persona o la de la Trinidad, hasta que ha visto que la
obra de una de las Personas es esencialmente de las Tres. También ha experimentado con
perplejidad que la Trinidad le confirmaba a través de Jesús y no a la manera que él quería.
Pues bien, ahora se da solución a su último conflicto: siente que la humanidad de Jesús, lejos
de obstaculizar la relación con la Trinidad, le une más a ella.
134 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO
3,
'- *En el comentario de este punto el P. Iparraguirre considera que no se ha producido la
visitación plenamente satisfactoria que reclamaba Ignacio en el dilema formulado en el
número [96] y que, por lo tanto, Ignacio espera mayor visitación (S.I., O.C., B.A.C. nota 185,
p. 370). No es exactamente lo que dice Ignacio, porque la hipótesis previa es que él acabará
las misas prometidas. Afirma más bien que la visitación es realmente extraordinaria y como
para acabar enseguida, pero que, como aún quedan unas misas, confía llegar a un amor más
subido y saciarse más de lo divino.
E L DIARIO ESPIRITUAL [102-103] 135
Puntos a considerar:
- fijarse en las últimas anotaciones sobre la reconciliación
- Ignacio profundiza en las gracias trinitarias
- apareen indicaciones nuevas sobre el don de lágrimas
- continúan las lecciones de acatamiento y reverencia
- entra en el ciclo del problema de acabar.
DIARIO ESPIRITUAL
4-7 de Marzo
142 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO
[104] de la Trinidad. 9.
32. martes - en la oración sólita con mucha asistencia de gracia y
devoción; y si clara, más lúcida, con muestra de algún calor, y de mi
5
parte salliendo fácilmente a pensamientos ocurrentes^ , y ¡levantando
con aquella asistencia, después de seer vestido, <veniendo> mirando
6
el introito^ de la misa, todo movido a devoción <terminada> y
amoral, terminándose a la Sanctíssima Trinidad.
'-"Sencilla manera de decir que la oración es cosa de dos. Sin embargo, a Ignacio no le
interesa anotar lo que no es de Dios o no está directamente relacionado con El. Diversas
veces ha indicado que le distraían algunos pensamientos, pero no indica el contenido de su
preocupación. Aquí constata la asistencia de la gracia, tal como augura a quien se halla deso-
lado durante los Ejercicios: "el que está en desolación... puede (resistir) con el auxilio divino,
el cual siempre le queda, aunque claramente no lo sienta... quedándole tamen gracia suficien-
te para la salud eterna" (Ej. 320).
l36
¡Continúa preparando la misa de la Trinidad, a pesar de que lleva diciéndola tantos
días! El introito decía así: «Sea bendita la santa Trinidad, y la unidad indivisible; la glorifica-
remos, porque ha actuado en nosotros su misericordia. (Tob. 12,6). Señor, Soberano nuestro:
cuan admirable es tu nombre por toda la tierra (Sal. 8,2). Gloria al Padre...»
" ' E s bien conocida la sobriedad de Ignacio en el uso de palabras de amor ya que para
él "el amor se debe poner más en las obras que en las palabras" (Ex. [230]). Pero en el Diario,
que no dejó leer por pudor al curioso González da Cámara (Autobiografía, [101]), se le sor-
prende derramando su intimidad henchida de amor a Dios. Hoy brota de su pluma repetida-
mente esta palabra: de las cuarenta veces en que habla de amor en todo el Diario, doce se
encuentran en las notas de este día.
E L DIARIO ESPIRITUAL[ 104-1071 143
"38 E S L A
única vez que Ignacio describe con esta palabra, "tocamientos", una visitación
divina. San Juan de la Cruz imaginó o experimentó la acción de la Trinidad en el alma como
un toque:
"¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda!
¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe,
y toda deuda paga!
a
¡Matando, muerte en vida la has trocado!" (Llama de amor viva, canción 2. )
El autor interpreta la estrofa de esta manera: "En esta canción da a entender el alma
cómo las tres Personas de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, son los que
hacen en ella esta divina obra de unión. Y así la "mano" y el "cauterio" y el "toque", en sus-
tancia, son una misma cosa; y pónelos estos nombres por cuanto, por el efecto que hace cada
una, les convienen. El cauterio es el Espíritu Santo, la mano es el Padre, y el toque es el
Hijo". Seguramente le hubiera encantado a Ignacio, tan amigo de hablar de la Trinidad por
comparaciones (Autobiografía, [28]), esta imagen de la caricia de una mano que, tocando,
quema.
144 L A INTIMIDAD D E L PEREGRINO
l 3 9
D e s d e el comienzo del Diario, Ignacio ha dejado constancia del dolor de ojos. Este
problema surge aquí y allá todo el tiempo (por ejemplo, los días 12 de marzo y el 5, 6 , 7 y 21
de octubre). De hecho el problema le acompañó toda la vida. Fue preciso permutarle el rezo
del Breviario por oraciones vocales simples, para preservarle la vista. Más adelante el médico
le prohibió llorar(?). González da Cámara comenta ingenuamente "...se lo tomó por obedien-
cia. Y así tomándolo por obediencia, como suele estas cosas (de la salud), tiene mucha más
consolación sin llorar, de la que antes tenía" (Memorial, 22 febrero 1555). No son de extrañar
las repercusiones psicosomáticas de las gracias místicas. Hacia el final de su vida, Ignacio
solía oír la misa porque, si la decía él, fácilmente caía enfermo (Memorial, id.). El testimonio
contemporáneo de su discípulo, Francisco Javier, a miles de kilómetros de distancia y en
medio de una vida tan agitada, iluminará un poco más el problema: "Esta cuenta os doy para
que sepáis cuan abundosas islas son éstas de consolaciones espirituales: porque todos estos
peligros y trabajos, voluntariamente tomados por sólo amor y servicio de Dios nuestro Señor,
son tesoros abundosos de grandes consolaciones espirituales, en tanta manera, que son islas
muy dispuestas y aparejadas para un hombre en pocos años perder la vista de los ojos corpo-
rales con abundancia de lágrimas consolativas" (Feo. Javier, Cochín, 20 enero 1548).
E L DIARIO ESPIRITUAL [108-110] 145
140
C i e r r a el Memorial de González da Cámara un aviso severo de Ignacio sobre el
silencio. El original de Cámara está muy deteriorado, pero todavía se lee lo siguiente: "El
Padre dijo cómo [...] que si en hablar más que [...] se tan vergonzosa, tan desmesurada y tan
desedificativa, que se hable alto en esta casa, y a Olave pensé que un mes no entrase en esta
casa en penitencia(?). Y acordarme he de cuánto exageró el crimen, y mandó poner dos síndi-
cos que diesen penitencias a todos, aun vicarios, y que ninguno se parase en corredor a
hablar, si no fuese tan bajo [...]" (FN I, p. 742) Los editores de Monumenta hacen constar en
una nota que el 18 de octubre de 1555, fecha del apunte de Cámara, había mucho movimiento
en la casa de Roma, porque a los cinco días tenían que partir para Portugal 26 compañeros y,
en general, a lo largo del año partieron de Roma en misión más de 200. De todas todas, el
bullicio debía ser notable. De todas formas, no imaginaría Cámara el trastorno interno que el
ruido provocó en la vida espiritual de Ignacio.
1 4 1
Se trata del dominico Juan Álvarez de Toledo, cardenal desde 1538. Como Inqui-
sidor general, recibió el encargo de examinar los Ejercicios por orden de Pablo III. Dio un
juicio muy favorable. Fue amigo de S. Ignacio y de la Compañía. La hora que indica permite
suponer que fue a comer a su casa.
146 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO
1 4 2
Jesús es el guía de un camino de disminución. Siguiendo la recomendación de Pablo
a los filipenses, Ignacio procura revestirse de las actitudes de Jesús, hecho obediente hasta la
muerte (Fil 2, 5-11). En el tercer modo de orar sugiere Ignacio que "se mire principalmente...
o en la persona a quien reza, o en la bajeza de sí mismo, o en la diferencia de tanta alteza a
tanta bajeza propia..." (Ej. 258). Sin saberlo aún Ignacio, empieza en este punto la gran lec-
ción del Diario: la actitud de humildad amorosa que arrastra al alma a la conformación con el
placer (voluntad) de Dios.
4
' ^¡La reconciliación toca a su fin! De nuevo experimenta la dificultad de rumiar sus
pecados. Es más, ni siquiera es capaz de recordarlos. Parece como si se le hubiera hecho par-
tícipe del olvido perdonador que promete Dios para sí mismo.
l44
T a c h a d o en el original, pero este pensamiento se especificará y desarrollará en el
párrafo siguiente.
E L DIARIO ESPIRITUAL [111-114] 147
4
' -'Empieza a barruntar Ignacio la posibilidad de que su deseo de lágrimas sea una afec-
ción desordenada. Opino que el desorden estriba en la avidez de las visitaciones que las moti-
van (Véase [119]). Este tema se perfilará los próximos días. Recuérdese la advertencia a
Borja citada en la nota 115. El desorden puede causar una desolación que puede ser curativa
"para darnos verdadera noticia y cognoscimiento, para que internamente sintamos, que no es
de nosotros traer o tener devoción crecida, amor intenso, lágrimas..., mas que todo es don y
gracia de Dios nuestro Señor..." (Ej. 322).
148 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO
146
C u r i o s a experiencia espiritual que desconcierta a Ignacio. Constata que no domina la
situación, como el niño que aprende a andar, solicitado por todos lados, sin poder agarrarse a
ninguno. Una cosa es observar quién te acoge favorablemente y, otra muy distinta, verse aco-
gido en todas partes. ¡Va perdido! Dios ha tomado la iniciativa total. ¿Se trata de una conso-
lación sin causa, es decir, "sin ningún previo sentimiento o conocimiento de algún objeto, por
el cual venga la tal consolación, mediante sus actos de entendimiento y de voluntad" (Ej.
330)? Una vez más se constata que Dios le trataba como "un maestro de escuela que enseña a
un niño" (Autob. 27). Ribadeneyra narra que "Al Padre Laynez, preguntándoselo, dijo algu-
nas veces que en las cosas de nuestro Señor se había más passive (pasivamente) que active
(activamente)... poniéndole por el más alto grado de la contemplación. A la manera que el
divino Dionisio Areopagita dice de su maestro Hieroteo que "erat patiens divina" (sujeto pa-
E L DIARIO ESPIRITUAL [115-119]
ciente de las cosas divinas)" (Vida de S. Ignacio, V, 1, FN IV, p. 747). Es conveniente resal-
tar el marco eucarístico de esta nueva experiencia ignaciana. Todos estos días Ignacio exami-
na con lupa el desarrollo de las gracias durante la misa.
147
H a l l a m o s aún dos formulaciones calificativas más de lo que sucedió el 19 de febre-
ro: "discordia" y "disgusto". (Véase la nota de número [94]).
150 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO
l 4 8
U n nuevo compás de la melodía cumbre del Diario. La irrupción desbordante del
amor de la Trinidad y la experiencia simultánea de su santidad coronan el tema de la reconci-
liación, a la vez que desembocan en una profunda actitud de reverencia amorosa (día 7 de
marzo). (Recuerda la lección de Pedro, en la pesca milagrosa, Le 5, 4-11). Esta reverencia
fructificará, como ya se ha dicho, en un deseo de unir la propia voluntad con el placer de
Dios (día 12 de marzo). El estado final, de humildad amorosa, le descubrirá el cuidado que
Dios pone en guiarlo (día 14 de marzo).
149"-p pedimos, pues. Padre clementísimo, por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
e
aceptes y bendigas estos dones, + estos presentes, estas ofrendas santas" (Principio del Canon
Romano). Los misales solían tener un dibujo o una miniatura representando la escena del
Calvario, como adorno de la "T" con que empieza este texto, para dar oportunamente el sentido
sacrificial de la consagración. Sería interesante saber qué misal utilizó san Ignacio, porque la
miniatura dicha posiblemente le ofrecía también una representación de la Trinidad, atenta al
misterio de la Cruz. Consta de la sensibilidad figurativa de Ignacio. La visión que describe el
párrafo siguiente podría tener su origen imaginativo en dicha hipotética representación.
E L DIARIO ESPIRITUAL [ 120-122] 151
, 5 0
E n la undécima misa a la Trinidad culminan las ilustraciones trinitarias. Se ha recorri-
do un largo camino desde que la mera confirmación del Espíritu Santo no lograra satisfacer a
Ignacio, por considerar que no era confirmación de la Trinidad. Actualmente tiene asumida la
unidad de acción de las tres Personas, cuyas obras atribuye la liturgia muy apropiadamente a
cada una de las Personas. Más adelante, ha captado la unión de las tres Personas, la generación
del Hijo y la producción del Espíritu. Luego, le ha sido concedido percibir la unidad de esencia.
Ahora, en una visión englobante -circular o esférica- se le permite ver imaginativamente cómo
el Padre sale o deriva de la esencia divina. Esta representación es semejante a la visión redonda
de la humanidad de Cristo en la Eucaristía y a las visiones de la divinidad de Jesús como un sol
esplendoroso. Añadía además "...mas no veía ninguna distinción de miembros... A Nuestra
Señora ha visto en símil forma, sin distinguir las partes" (Autobiografía, [29]).
1 5 l
E n este momento acaba la reconciliación. ¡Ni siquiera puede pensar en ella! Tanta
luz le lleva a otra parte.
152 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO
1 5 2
¡ E s imposible dejar de recordar las experiencias de oración! Ignacio vuelve a ellas
una y otra vez. Necesita echar mano de nuevo de la expresión paulina para explicarse lo ocu-
rrido: "más allá de los cielos". Ignacio parece un juguete en manos de la Trinidad.
l 5 3
S e trata del Cardenal Marcelo Cervini, elegido Papa en 1555, con el nombre de
Marcelo II, de breve pontificado. Era gran amigo de S. Ignacio y Cardenal Protector de la
Compañía. Su amistad provenía de la colaboración apostólica en las obras asistenciales que
promovió Ignacio, del trabajo con los catecúmenos judíos y, en general, del interés común
por la reforma de la Iglesia. Ignacio jamás se atrevió a opinar en público sobre lo que debían
hacer los Papas e imponía severas penitencias a los que enjuiciaban o prescribían las actua-
ciones de los Papas. Conocida es su regla: "... así como hace daño el hablar mal, en ausencia
de los mayores a la gente menuda, así puede hacer provecho hablar de las malas costumbres a
las mismas personas que pueden remediarlas" (Ej. 362). En el caso de Marcelo II se permitió
una excepción. Terció en una conversación doméstica, respondiendo: "que tres cosas le pare-
E L DIARIO ESPIRITUAL [123-126] 153
cían necesarias y suficientes para que cualquier Papa reformar al mundo, es a saber: la refor-
mación de su persona, la reformación de su casa y la reformación de la corte y de la ciudad
de Roma" (Memorial, 29 de enero de 1555).
154
Contrapunto necesario para captar la gratuidad y para llegar a la certeza de que es de
Dios el don recibido. En una cuenta de conciencia Sta. Teresa manifiesta a su confesor: "Las
Personas veo claro ser distintas... salvo que no veo nada, ni oyó...; mas es con una certidum-
bre extraña, aunque no vean los ojos del alma, y en faltando aquella presencia se ve que falta.
El cómo, yo no lo sé, mas muy bien sé que no es imaginación; porque aunque después me
deshaga para tornarlo a representar, no puedo, aunque lo he probado, y ansí es todo lo que
aquí va..., que como ha tantos años, hase podido ver para decirlo con esta determinación"
(Cuenta de Conciencia, 54, 18, Sevilla 1576).
154 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO
1
-''-''Jeremías clamaba de modo parecido cuando Dios le constituyó profeta de las nacio-
nes: "¡Ah, Señor, Jahvé! No sé hablar, no soy más que un niño" (Jer 1,6).
'-^Es difícil interpretar esta nueva situación de Ignacio. ¿A qué letra se refiere? ¿Se
trata de la penetración en los textos de la liturgia cuya letra le proporcionaba el misal?
Teniendo en cuenta sus segundo y tercer modo de orar, las oraciones litúrgicas, seguramente,
las tenía empapadas de experiencias y de noticias espirituales. Pero afirma que no halla visi-
tación en la letra. Tampoco arriba, a pesar de que todo el día anterior había transcurrido bajo
el deslumbramiento de la visión esférica. Queda la visión en medio: ¿en el sacramento?, ¿en
el crucifijo que preside el altar?, en última instancia, ¿en la mediación de Jesús, entre la letra
menuda y la Trinidad? ¿Es puesto Ignacio con Jesús, camino de conformación con la volun-
tad de Dios, de manera que la tensión crucificadora entre verticalidad y horizontalidad se
resuelva en una sola línea que, de Cristo para arriba, vuela hacia el querer de Dios, y de
Cristo para abajo, hacia la construcción del Reino en el mundo? (Véase la nota 226 del P.
Iparraguirre, (O.C. S.I., p. 376), en donde expone el pensamiento de Hugo Rahner, a propósi-
to de este texto, (resumido en Christus, 8 (1961) 355-375). La versión de Rahner es muy
sugerente, pero quizá ve más de lo que permite deducir el texto. Le transfiere lo que ya sabe
de la mística y de la teología ignaciana.
'-^Esta especie de destierro durará poco, hasta el once de marzo, pero aportará grandes
beneficios a Ignacio, en la línea de la reverencia y del deseo de ajustarse a la voluntad de Dios.
E L DIARIO ESPIRITUAL [127-130] 155
Sta. Teresa describe de esta manera el estado del alma que se halla muy favorecida de Dios:
"Mientras más favorecidas de su Majestad andan, más acobardadas y temerosas de sí; y como
en estas grandezas suyas han conocido más sus miserias y se les hacen más graves sus peca-
dos, andan muchas veces que no osan alzar los ojos, como el publicano;..." (Moradas sépti-
mas, c. 3, 14).
,S8
« A c e p t a favorablemente esta ofrenda que te presentamos, nosotros, tus ministros y
toda tu familia; haz que transcurran nuestros días en tu paz, sálvanos de la condenación eter-
na y cuéntanos en el número de los elegidos» (Del Canon Romano). Es una oración por la
comunidad local, inmediatamente anterior a la consagración.
'•"Ignacio sigue desconcertado. Como un ratón de feria, reclamado por tantos agujeros
donde refugiarse, advierte el refugio cerrado, en el que tantas veces había recibido la visita-
ción de lo alto. En el sacramento ha encontrado, desde siempre y en el tiempo del Diario,
como se ha visto, la presencia de Cristo, tanto su humanidad como su divinidad. En el día de
hoy se le niega el acceso y se sume en un conflicto interno. Sutilmente se va percibiendo que,
cuando Ignacio "reclama" y no se deja llevar, las cosas van mal.
156 L A INTIMIDAD D E L PEREGRINO
para determinar lo que avía de hazer o finir del todo; me vienen mu-
chas mociones y lágrimas, y de rato en rato, por mucho espacio de
tiempo, grandes mociones, sollozos y grandes efusiones de lágrimas,
tirándome todo al amor de la Sanctíssima Trinidad.
1 6 0
S e ha dado ya el primer paso para solucionar el doble dilema sobre el acabar, enun-
ciado el día 2 de marzo: ¡no lo determinará Ignacio! El hecho de decidir decir una misa más a
la Trinidad no deja de tener su lado heroico, ya que las consolaciones minaban su salud. Pero,
en el fondo, impera su deseo de acabar con una gran visitación.
E L D I A R I O E S P I R I T U A L [ 131 -133] 157
para determinar qué debía hacer o para acabar ya del todo. Con esto
vinieron muchas mociones y lágrimas, y a ratos, durante mucho tiem-
po, grandes mociones, sollozos y grandes efusiones de lágrimas, todo
lo cual me llevaba al amor de la santísima Trinidad.
l 6
' N o podía faltar en viernes una referencia al ritmo penitencial de primera semana. Se
recordará la aplicación de sentidos sobre al Infierno (Ej. 65-71). En el punto segundo propone
"oír con las orejas llantos., blasfemias contra Cristo nuestro Señor y contra todos sus santos"
(Ej. 67). Por otra parte, en el infierno del mundo contemplado en la Encarnación, propone
Ignacio oír "cómo (las personas) juran y blasfeman" (Ej. 107). Ahora bien, el pensamiento
del Diario depura el grado de alteridad, superando en mucho la petición de la contemplación
dicha. No se trata ya del temor a las penas para suplir la carencia de amor (Ej. 65), sino de
sentir la pena del Amado ofendido.
Capítulo 8
EL PROBLEMA DE ACABAR
que «es propio del Criador entrar, salir, hacer moción en ella (en el alma),
trayéndola toda en amor de la su divina majestad. Digo sin causa, sin nin-
gún previo sentimiento o conoscimiento de algún obiecto, por el qual
venga la tal consolación mediante sus actos de entendimiento y voluntad»
(Ej. 330)? Dos voluntades contrapuestas, la de Dios siempre mayor y la de
la criatura necesitada pero atraída amorosamente a la unión con El.
(Nótese que en el análisis final Ignacio se expresa significativamente en
términos de «placer» en vez de «voluntad de Dios»). Enseguida le invadirá
una consolación sensible intensísima, que no será la causa sino la conse-
cuencia de su decisión de acabar. Antes de veinticuatro horas su «placer»
consistirá en conformarse con la voluntad de Dios. Este es el intercambio
admirable del amor.
La estructura final del discernimiento ignaciano cuenta con el aval
cristológico y paradigmático de la oración del Huerto de Getsemaní:
»Padre, si tú lo quieres, aparta de mí este cáliz;
pero no se haga mi voluntad sino la tuya.
Entonces se le apareció un ángel,
que le confortaba» (Le 22,42-43).
Se podrían traer a colación otros paralelos bíblicos, como la prueba de
Abraham o la misma Anunciación a María. Consolación en la noche del sen-
tido y del espíritu, que comporta en sí misma la seguridad de que es de Dios.
En palabras de Karl Rahner en su magnífico estudio de la experiencia
inmediata de Dios propuesta en los Ejercicios, «esta vivencia se posesiona
del alma toda, la pone a disposición de Dios, cosa que, evidentemente, no
sucede con un conocimiento corriente, aunque sea piadoso y devoto, de
Dios» (p. 163); «... se trata de sentirse toda la persona arrastrada con el
fondo de su ser a un amor que, por encima de todo objeto determinado y
delimitable, va derechamente a la infinidad de Dios, en cuanto Dios
mismo...» (p.145).
Le falta aún examinar los resultados de la consolación sin causa, como
advierte cautamente al ejercitante, porque la persona espiritual puede ser
engañada en el tiempo posterior a la consolación, si su fervor se ahoga o se
alimenta de sus hábitos rutinarios de pensamiento y de conducta. (Véase la
carta a Teresa Rajadell de 18 de junio de 1536 y Ej. 336).
i64
[137]deldía .
27 domingo - la oración sólita, símile a la pasada, después de
vestido, en la oración preparatoria, nueva devoción y mociones a
lacrimar, terminándose principalmente a la Sanctíssima Trinidad y a
Jesú.
162
E s t e movimiento espiritual sugiere Ignacio (a Teresa Rajadell, Venecia, 18/6/1536)
tanto en caso de consolación del mal espíritu, en que advierte en «pensar que luego viene la
prueba de la tentación», como también en el caso de consolación del buen espíritu: «el que
está consolado, procure humillarse y bajarse cuanto puede, pensando cuan para poco es en el
tiempo de la desolación, sin la tal gracia o consolación» (Ej. 324). Aquí, con todo, obedece
Ignacio al mismo contenido de la consolación, que le muestra una humildad muy grande.
' ^ S e reconoce en esta expresión la tercera manera de humildad que Ignacio ofrece a la
consideración del ejercitante durante el tiempo de elección: «La tercera es humildad perfectísi-
ma, es a saber, cuando incluyendo la primera y la segunda, siendo igual alabanza y gloria de la
divina majestad, por imitar y parecer más, actualmente, a Cristo nuestro Señor, quiero y elijo
más pobreza con Cristo pobre que riqueza, oprobios con Cristo lleno dellos que honores; y
desear más de ser estimado por vano y loco por Cristo, que primero fue tenido por tal, que por
sabio ni prudente en este mundo» (Ej. 167). En el presente se amplía el campo de la humildad
E L DIARIO ESPIRITUAL [134-138] 165
1
[141] de Jesú^ .
28 lunes - en la oración sólita con asaz devoción, maiormente de
la meitad adelante, antes de la oración preparatoria, una nueva devo-
ción con un pensamiento o juyzio que debría andar o seer como ángel
para el oficio de dezir misa, y con un suave venir alguna agua a los
ojos.
[142] después en capilla y en la misa con devoción a lo mismo y
conformándome con lo que el Señor ordenava, y con pensar que su
6
divina magestad provehería) *, tomando ad bonum etc. en estos inter-
valos, algunas vezes, viendo en alguna manera quándo el seer del
Padre, id est, primero el seer y consequenter el Padre, id est, terminán-
dose primero la devoción a la essencia y consequenter al Padre, quán-
do de otra manera y sin tanta distinción.
'""Ignacio está alerta. Hacia donde le digan, irá. Pero hasta el presente, los caminos
emprendidos han sido precedidos siempre por la luz de una visitación o por la inclinación de
una consolación. ¿Cómo proceder en el silencio de Dios? Se halla ante la Trinidad y ante
Jesús [138,140], pero no percibe ninguna señal. De momento no tiene otro remedio que con-
formarse y esperar [ 136,142].
1 6 7
D e b e recurrir nuevamente a los mediadores, mientras busca y espera conocer lo que
tiene que hacer.
E L DIARIO ESPIRITUAL [139-143] 167
'^Cita implícita del sacrificio de Isaac, cuando Abraham dijo a su hijo que Dios prove-
ería la víctima (Gn 22). ¡Seguro! La víctima debía ser el propio hijo, provisto por Dios como
prenda de la promesa ... ¡y del sacrificio! En esta ocasión Abraham tenía que optar entre la
prenda o la promesa. Esta experiencia es figura de Getsemaní y del Calvario. Ignacio retrata,
quizá inconscientemente, su situación. Las visitaciones han sido prenda del amor de Dios.
Ahora las echa en falta. De todos modos, el justo vive de la fe: "¡Dios proveerá!». Por lo
tanto, se «conforma» y «lo da por bueno». En última instancia, como dirá más adelante [ 185],
Dios «me ama más que yo a mí mismo».
168 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO
10
[144] Spíritu Sancto* .
30 miércoles - en la oración sólita con asaz devoción, y de la mei-
tad adelante, con mucha, clara, lúcida y como calorosa, en capilla por
1
veer baxar y de priesa* *, no me adaptando para la misa, y volviendo
12
en cámara para me adaptar, y con lágrimas componiéndome* , y
andando a la capilla, y después a la misa y en parte de ella con asaz
devoción y quándo con mociones a lacrimar; en la otra parte muchas
veces con batalla qué haría en el finir, por no hallar lo que buscava. en
estos intervalos sin ninguna señal de visiones ni yntelligencias.
170
[144] Misa del Espíritu S a n t o . 30.(?) Miércoles, 12 de marzo.
En la oración acostumbrada he tenido bastante devoción, y de la mitad
en adelante, mucha, clara, luminosa y como ardiente. Ya en la capilla,
171
como acababa de ver gente bajando de prisa y c o r r i e n d o , no me sen-
tía a punto para decir la misa y he vuelto a la habitación para reponer-
172
me. Lo he logrado con l á g r i m a s y he regresado a la capilla. Durante
una parte de la misa he tenido bastante devoción y, a veces, mociones a
lagrimar. En la otra he batallado repetidamente con lo que haría para
acabar <si diría...>, porque no hallaba lo que buscaba. En ningún
momento he tenido señal alguna de visiones ni de inteligencias.
l 7 3
E s t e párrafo complementa acertada y trágicamente la definición descriptiva de la
desolación según los Ejercicios, citada en la introducción del presente capítulo. No deja de
sorprender que el General de una orden religiosa piense alquilarse un pisito fuera de casa,
aunque sea para dedicarse más intensamente a los discernimientos de gobierno y a la confec-
ción de las Constituciones. ¿Dónde queda aquel Ignacio que reprendía al Cardenal Caraffa
por el hecho de diferenciarse de su comunidad de clérigos teatinos? (Epp. I, caita 11 Venecia,
1536). O bien, ¿a dónde ha ido a parar aquel Ignacio que reduce a la mitad las horas de ora-
ción de un Francisco de Borja porque «sin duda es mayor virtud della y mayor gracia poder
gozar de su Señor en varios oficios y en varios lugares que en uno solo... (en la ejercitación
espiritual, se entiende)» (O.C. B.A.C., carta de Roma, 20 Setiembre 1548, p. 751). Una inter-
pretación más benigna de la tentación de huida relacionaría ésta con la propuesta de retiro
que Ignacio brinda al ejercitante, cuando le indica que «tanto más se aprovechará quanto más
se apartare de todos amigos y conoscidos y de toda solicitud terrena; assí como mudándose
de la casa donde moraba y tomando otra casa o camera para habitar en ella, quanto más
secretamente pudiere... » (Ej. 20).
l74
Claramente la cuestión es un discernimiento derivado. Queda lejos la necesidad de
confirmación de la decisión de no admitir rentas. El discernimiento actual pretende dilucidar
el momento de acabar. Ignacio se halla acosado entre dos frentes: el del gusto de la visitación
y el del temor de decidir sin la indicación de una consolación. En estos casos es menester
mudarse, volviendo al punto focal de toda elección: el deseo apasionado y amoroso de hacer
la voluntad de Dios. «Si por ventura la tal ánima está afectada y inclinada a una cosa desorde-
nadamente, muy conveniente es moverse, poniendo todas sus fuerzas para venir al contrario
de lo que está mal afectada... De manera que la causa de desear o tener una cosa o otra sea
solo servicio, honra y gloria de la su divina Majestad» (Ej. 16).
' " H a s t a ahora Ignacio se ha preguntado cuál era la voluntad de Dios. En el trance
actual, empapado de íntima relación de amistad, la cuestión es más delicada y tierna: ¿qué
proporcionaría más placer al Amigo? Si él mismo se mueve a nivel del gusto de amistad,
transfiere la situación para que la comunicación sea recíproca (Ej. 231) e inquiere cuál será
E L DIARIO ESPIRITUAL [ 146-147] 171
[146] Por fin miré si debería seguir adelante, porque, por una
parte, me parecía que quería buscar demasiadas señales, y otorgadas en
el tiempo o en las misas determinadas a satisfacción mía - a pesar de
que la cosa era clara en sí misma y que yo no buscaba certeza, sino
sólo que el dejo de todo fuese a mi gusto-, por otra parte me parecía
que, si acababa del todo, estando tan desterrado, después no quedaría
1 7 4
contento, e t c .
, 7 9
D i o s no se deja vencer en generosidad, se aviene al deseo de Ignacio en cuanto
Ignacio se ha plegado al placer de Dios. También en Getsemaní, respetando distancias, el
Padre envía a su Hijo un ángel de consolación (Le 22,43).
I80
l g n a c i o comprueba que la decisión de acabar va ligada al amor de Dios, según la
regla de oro del segundo modo de elección: «que aquel amor que me mueve y me hace elegir
la tal cosa, descienda de arriba, del amor de Dios» (Ej. 184).
1 8 1
N ó t e s e la escisión entre el pensamiento y la afectividad de Ignacio. Los nn.
[148,149] son una muestra muy completa de elección de segundo y tercer tiempo. La razón
ve con claridad que debe acabar y que sería de mal espíritu el continuar. La voluntad acoge el
«placer» de Dios y halla consuelo de lágrimas en ello, lo cual afectivamente le confirma la
elección como buena. Pero, en cuanto desaparecen las lágrimas, vuelve al punto inicial de lo
que está mal afectada... De manera que la causa de desear o tener una cosa o otra sea solo ser-
vicio, honra y gloria de la su divina Majestad» (Ej. 16).
E L DIARIO ESPIRITUAL [ 148-152] 173
182
[150] Punto final .
,82
P a r e c e que ha escrito sus notas de lo sucedido por la mañana antes de comer, conclu-
yendo con un rotundo «Finido» (acabado), como ha prometido. El manuscrito es claro y puli-
do en la redacción de este final y casi sin correcciones, como de persona que acaba serena-
mente una tarea.
'^Conviene recordar la experta indicación ignaciana: «... es propio del enemigo enfla-
quecerse y perder ánimo (dando huida sus tentaciones), cuando la persona que se ejercita en
las cosas espirituales pone mucho rostro, contra las tentaciones del enemigo, haciendo el opó-
sito perdiametrum...» (Ej. 325).
174 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO
184
E s t e párrafo exige una lectura atenta. Tal como se ha analizado el día, la «cosa» ha
de ser la decisión de acabar, y el engaño del enemigo ha consistido en vincularle la «cosa» a
la visitación, al margen del placer de Dios. Sería un caso de consolación «sub angelo lucis»,
armado de razones aparentes, sutilezas y falacias (Ej. 329). Procura el enemigo «entrar con la
ánima devota, y salir consigo, es a saber, traer pensamientos conforme a la tal ánima justa, y
después poco a poco procura de salirse, trayendo a la ánima a sus engaños encubiertos y per-
versas intenciones» (Ej. 332).
' ^ E s comprensible la apreciación de Ribadeneyra: «Quando bendecía la mesa, quando
dava gracias y en todas las otras obras se recogía y entraba tan dentro de sí, que parecía que
veía presente la majestad de Dios; y siempre antes de la oración aparejava su alma y entrava
en el retrete de su coracón y allí se inflamava de manera que también el rostro de fuera se
encendía, y todo (como muchas vezes lo echamos de ver) parece que se hazía un fuego» (FN
IV, 743).
E L DIARIO ESPIRITUAL [ 153-155] 175
o
[155] Misa del día. I . Jueves, 13 de marzo.
<Antes de la misa> en la misa me he conformado con la voluntad
divina de no tener lágrimas, <y he pensado que para mí serviría de
algún descanso decir misa sin buscar lágrimas ni haberlas,> y he pen
sado que esto como que me quitaría trabajo, o que me descansaría al
no tener que buscar, o mirar de tener o no tener lágrimas. Después
187
todo el día he estado <asaz> contento y con placer del a l m a .
'^Acabados los cuarenta días, Ignacio estrena un nuevo pliego, dejando prácticamente
en blanco el último folio (sólo hay escritas nueve líneas). En el margen superior de la nueva
página, y enmarcándolo cuidadosamente, deja constancia del descanso que se ha tomado.
Incluímos sin embargo el día 41 en el capítulo actual, porque corona el resultado del día an
terior.
1 8 7
E n día de descanso y como conclusión de la dura tarea, se asiste de nuevo al espec
táculo de la grandeza y de la pequenez de Ignacio: proclama la conformación con la voluntad
divina (no tener lágrimas) y consigue encontrar una razonabilidad humano-divina: que así
también Dios colaboraba con su descanso. Nótese el cambio de léxico que se produce en
veinticuatro horas: ayer hablaba de su «volición» contrapuesta al «placer» de Dios, en cam
bio, todo el día de hoy es «placer» de su alma el conformarse con la «voluntad» de Dios.
Capítulo 9
ACATAMIENTO, REVERENCIA Y HUMILDAD
El santo cura de Ars decía que se debía hablar de Dios como si se tra-
tase de un hombre, y que el corazón ya hacía la diferencia. A él le salía
esta diferencia reverente, tanto de su apasionante experiencia de Dios,
como de su medio cultural de respetuosa religiosidad. O'Neil estudia el
condicionamiento cultural actual, al comentar el presente punto del Diario,
en cuanto dificulta al sentimiento de reverencia, inherente a la manifesta-
ción de Dios, y su expresión con gestos apropiados. Según O'Neil, nuestra
época, tan igualitaria y democrática, impide una vía importante, por no
decir esencial, para la relación con Dios.
El contexto de Ignacio era muy distinto al nuestro, ya que la sociedad
en que vivió estaba terriblemente jerarquizada. Papas, emperadores, reyes,
princesas, condes y duques, por no decir doctores y bachilleres, generales
y capitanes, recibían todos un tratamiento propio de su dignidad, trata-
miento temeroso o amoroso para el pueblo, según la «gracia» del que lo
ostentaba. Uno podía ser un buen rey o un mal rey, un doctor engreído o
un doctor accesible.
En la alta edad media, muy poco antes que Ignacio, nació la palabra
«acatamiento», derivada de «ad-captare», que significó inicialmente «pro-
curar captar atentamente con los sentidos». De aquí evolucionó para signi-
ficar la profunda reverencia, con repercusión sensible, causada por la per-
cepción contemplativa de la dignidad de una persona. Aplicada a Dios,
cobra en Ignacio un par de matices nuevos: la humildad y la atracción
178 LA I N T I M I D A D D E L PEREGRINO
Las consecuencias
Probado el don, despierta el deseo, y el deseo incita al atrevimiento.
De igual forma se inicia el proceso interior de todas las peticiones de
Ejercicios: «demandar lo que quiero o deseo». Pedir es reconocer que se
trata de un don, pero es necesario desearlo ardientemente, si lo quiero reci-
bir. El deseo es prenda y anticipo del don. Por eso Ignacio se pone a pedir
con insistencia y a colaborar con ahinco, retirando impedimentos, escru-
tando el querer divino y poniendo los medios para conseguir el don. No
descarta el camino del temor, como en Ejercicios, aunque sea un rodeo
hacia la humildad amorosa, cuando no encuentra otra vía mejor.
En conjunto, este capítulo iluminará la peregrinación interior del lec-
tor ejercitado, como pregustación y prenda de la amistad con Dios.
Préstese atención a
-la evolución del don de lágrimas
- a la devoción Eucarística, con sus nuevos matices
- a la conformidad con la voluntad de Dios.
DIARIO ESPIRITUAL
14 de Marzo
a 10 de Mayo
182 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO
90,
[157] a tanto que frequentándome en este acatamiento* antes
de la misa, en cámara, en capilla y en la misa, y ventándome lágrimas,
las refutava de presto por advertir al acatamiento, y no pareciendo que
era yo o mío, se me representava el acatamiento, el qual sienpre me
aumentava en devoción y en lágrimas; a tanto que me persuadía que
ésta era la vía que el Señor me quería mostrar, como los días pasados
9
creya que me quería alguna cosa* *, y a tanto que, deziendo la misa
me persuadía que en más tenía esta gratia y conocimiento para el pro-
9
vecho spiritual de mi ánima, que todds las otras pasadas* -.
94
[159] del día* -
o
4 . a.l. domingo - antes de la misa y en toda ella con muchas
lágrimas, terminándose la devoción y lágrimas quándo a uno, quándo
a otra, sin visiones claras o distinctas. haciendo oración en cámara
l88
H a s t a el 4 de octubre utilizará Ignacio estas abreviaturas para registrar brevemente si
ha llorado antes («a»), o a lo largo («1»), o después («d») de la misa. Si las siglas van acompa-
ñadas de puntos, significa que las lágrimas han sido copiosas. Esta forma de anotar no es un
intento de abreviar la labor de redacción, puesto que cada día explícita lo que ha sucedido, al
menos inicialmente. Examinando el original se observa que logra resaltar mejor la marcha de su
devoción y que posibilita «conferir el segundo día con el primero... y una semana con otra...»
(Ej. 29,30), siguiendo lo que recomienda en el «Examen Particular y Cotidiano» (Ej. 24).
1 8 9
"En los actos de la voluntad, cuando hablamos vocalmente o mentalmente con Dios
nuestro Señor o cons sus santos, se requiere de nuestra pane mayor reverencia, que cuando
usamos del entendimiento entendiendo» (Ej. 3).
1 9 0
El ejercicio del acatamiento no es nuevo para el peregrino. Lo encarece repetidas
veces en su libro: al empezar la oración, «me pondré en pie... alzado el entendimiento arriba,
considerando cómo Dios nuestro Señor me mira, etc., y hacer una reverencia o humillación»
(Ej. 75). En las contemplaciones de la vida de Cristo, propone ver las personas... «como si
presente me hallase, con todo acatamiento y reverencia posible» (Ej. 114). Antes de entrar
en las elecciones dice que «aprovecha mucho considerar y advertir las siguientes tres
E L DIARIO ESPIRITUAL [ 156-159] 183
o 1 8 8
[156] Misa del Espíritu Santo. 2 . a.l.d . Viernes, 14 de marzo.
Antes de la misa, durante toda la misa y después, he tenido mu-
chas lágrimas relacionadas a veces con el Padre, a veces con el Hijo, a
veces, etc., y también con los santos, pero sin ninguna visión, sino que
la devoción se relacionaba a ratos con uno, a ratos con otro. En todo
ese tiempo, es decir, antes, durante y después de la misa, un pensa-
miento me penetraba dentro del alma, ¡con cuánta reverencia y acata-
miento debería nombrar a Dios nuestro Señor en la misa!, etc., y no
189
debía buscar lágrimas, sino este acatamiento y r e v e r e n c i a .
o
[158] Misa de nuestra Señora. 3 . Sábado, 15 de marzo.
Sólo durante una parte de la misa he tenido un cierto acatamiento
interno y reverencia, pero no lo he sentido internamente en su mayor
193
parte .
1 9 4 o
[159] Misa del d í a . 4 . a.l. Domingo, 16 de marzo.
Antes y durante toda la misa he tenido muchas lágrimas, relacio-
nándose, la devoción y las lágrimas, a veces con una Persona, a veces
con otra, pero sin visiones claras o distintas. Orando en la habitación
maneras de humidad, y en ellas considerando a ratos por todo el día...» (Ej. 164). Y, como ya
se ha dicho, en los actos de la voluntad... «se requiere de nuestra parte mayor reverencia, que
cuando usamos del entendimiento entendiendo» (Ej. 3).
191
V é a n s e los nn. [113], [119]. En este último número Ignacio se pregunta si el nuevo
camino estribará en andar sin lágrimas. En este momento le estorban para ver el camino con
claridad. Es decir, ¡los caminos de Dios siempre resultan positivos, aunque requieran alguna
negación o renuncia! Que ha hallado la «vía» se confirmará aún más en los nn. [160] y [162].
192
E s t a indicación en boca del parco Ignacio subraya enormemente la importancia del
don de la reverencia y acatamiento.
, 9 3
C o m o en otras ocasiones, esta incapacidad de producir el bien deseado asegura que es
don del cielo. La constatación provoca simultáneamente humildad y alegría, esperanza y amor.
194
D o m i n i c a tercera de cuaresma. Lecturas: Epístola, Ef 5,1-9; Evangelio, Le 11,14-28.
184 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO
95
antes de la misa, se me diese acatamiento, reverencia y humildad* ; y
en quanto visitaciones o lágrimas, no se me diesen, si ygual servitio
96
fuese a la su divina magestad* , o gozarme de sus gratias y visitacio-
nes Impíamente, sin interese.
' " P o r primera vez aparecen juntas las tres palabras. Se repetirá los días 17 de marzo
[164], con la variante «acatamiento y humilidad reverencial», y el 30 de marzo [178], en
forma de plegaria litánica. En total, se menciona el acatamiento 31 veces, la reverencia - u
otros derivados- 20 veces y la humildad 8 veces. Acatamiento y reverencia forman doblete
en 15 textos y aparecen y desaparecen en el Diario simultáneamente [83]-[187]; la humildad,
en cambio, se menciona por primera vez en el [120] y curiosamente en torno a la hipotética
nueva vía de no ser visitado con lágrimas. Quedaría por investigar la diferencia de matiz
entre las tres palabras. Su significación no puede ser muy dispar porque se relacionan con una
misma experiencia espiritual y comparten los mismos calificativos, «admirable», «amoroso»,
«temeroso», etc. Pero, por otra parte, parece que Ignacio estima en más la humildad que las
otras dos, como atribuyéndole más interioridad y considerándola el fundamento de las demás
virtudes. Esta opinión, sustentada en leves indicios del propio Diario, se argumentaría mejor
echando mano de otras referencias ignacianas, sobre todo de la Autobiografía y de los
Ejercicios.
196
A l u d e de nuevo al tercer grado de humildad (Ej. 167).
E L DIARIO ESPIRITUAL 185
197
« H a c e r reverencia y servir» son constitutivos del fin del hombre según el Principio y
Fundamento ignaciano (Ej. 23). No es de extrañar, por lo tanto, que la experiencia de acata-
miento le despierte la necesidad de andar derecho en el servicio. Además, la totalidad de los
Ejercicios se orienta a «que el Criador y Señor se comunique a la su ánima devota, abrazán-
dola en su amor y alabanza y disponiéndola por la vía que mejor podrá servirle adelante»
(Ej. 15). Soiprende que Ignacio tachase la última frase, en una relectura posterior. Se ha visto
ya la dificultad de comprender algunas de sus correcciones.
1 9
° S e trata de las misiones pontificias, estudiadas en el documento «Constitutiones de
Missionibus» (1544-1545), que será incorporado en las Constituciones, como su Parte
Séptima. Giuliani destaca la congruencia entre acatamiento y misión a través del servicio, lo
cual justificaría que en este momento Ignacio empiece a discernir el tema. Sin menospreciar
esla hipótesis espiritualista, conviene recordar que las misiones papales le eran casi cotidia-
nas y que los contactos con la Curia Romana eran lo bastante frecuentes como para que
urgiera que abordase ya el tema. Precisamente del 14 de marzo es la bula «Iniunctum nobis»
que aprobaba de nuevo la Compañía, anulando el límite numérico impuesto y permitiendo
establecer y cambiar las Constituciones. Por lo tanto, parece más plausible la motivación
sicológica proveniente de la vida menuda y doméstica.
186 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO
[165] de Jesú.
2. a- l d-. martes - en la misa con lágrimas, antes y después della
no sin ellas, todo terminándose a acatamiento y reverencia.
[166] Trinidad.
3. I. d. miércoles - en la misa a la larga con mucha abundancia de
lágrimas, y después della asimismo, y en ella muchas vezes perdiendo
la habla, terminándose a acatamiento y reverencia con muchos senti-
mientos interiores.
[167] Señora.
4. a.l- jueves - antes de la misa y en ella no sin algunas lágrimas,
y con diversas mociones interiores terminándose a acatamiento.
[168] de Jesu.
5. a-1- viernes - antes de la misa y en ella no sin algunas lágrimas
terminándose a acatamiento, y con mociones algunas interiores.
' " B e l l a síntesis entre ascética y mística. Es un claro remedo de la sentencia atribuida a
Ignacio: «hazlo todo como si sólo dependiese de tí, pero luego abandónalo todo en Dios
como si sólo dependiese de Él».
E L DIARIO ESPIRITUAL [163-169] 187
200Nadal comenta que, en las visiones trinitarias, quien le hablaba con más frecuencia
era el Espíritu Santo. Lo hemos constatado en momentos importantes del Diario. Sta. Teresa
informa también que sólo le hablaba una de las Personas.
188 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO
[170] día.
7. a. I. domingo - antes de la misa y en ella muchas y intensas
lágrimas todo terminándose a acatamiento.
[171] Trinidad.
8. I lunes - en la misa con lágrimas diversas vezes, terminándose a
acatamiento.
[172] Señora.
9. aldmartes. Visión.
- con lágrimas antes de la misa y después, y en ella muchas, con
visión del seer divino, terminando al Padre, en círculo diversas veces,
y todo a acatamiento.
[173] de Jesu.
10. a- l miércoles - en la misa diversas vezes con lágrimas, y antes
della no sin mociones a ellas, asta la secreta de la misa, no solamente no
podía sentir acatamiento interior, mas ni aun aliar aptitud para ayudar-
me, de donde infería y vía que no me podía ayudar para hallar acata-
miento; en la secreta y adelante la visitación spiritual terminándose a
acatamiento.
[174] Spíritu Sancto.
11. a. I. jueves. Visión.
- antes de la misa lágrimas, y en ella muchas, todo terminándose
a acatamiento y con visión del seer divino en figura esférica, como las
otras vezes pasadas.
[175] Trinitas.
12. a-1. viernes - en la misa lágrimas, y antes della no sin ellas.
[176] Señora.
13. sábado - antes de la misa y en ella no con lágrimas ni sin
muestra aellas, hallando en la oratión sólita especial o especialíssima
gracia, y en la misa, en la maior parte mucha suave devoción, con pa-
recerme que era maior perfeción sin lágrimas, como los ángeles, ha-
llar interna devoción y amor, y en parte no con menos o con maior
satisfacían que el día pasado.
201
[177] dia .
14. a.l d. domingo Visión.
- antes de la misa, en cámara, en capilla y en prepararme, con
muchas lágrimas, y en la misa con mucha abundancia deltas, conti-
nuando por toda ella; y después della mucho intensas.
201
[177] Misa del d í a . 14. a.l d. Domingo, 30 de marzo.
VISIÓN.
Antes de la misa, he tenido muchas lágrimas durante la prepara-
ción en la habitación y en la capilla. Durante la misa las he tenido con
mucha abundancia y continuamente. Después de la misa han sido muy
intensas.
190 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO
[180] en estos entervalos diversas vezes con visión del seer divino
en figura circular como antes.
[181] día.
15. l.d. lunes - en la misa con lágrimas y después della, terminán-
dose a reverencia amorosa etc., y a ratos juzgando que no era en mi
facultad, ni amor ni reverencia, etc.
[182] día.
16. I. martes - en la misa con muchas lágrimas, terminándose a
humilldad amorosa etc., pareciéndome que para hallar ésta en el
sacrificio es menester en todo el día aprovecharme della sin distraer-
me.
[183] día.
17. a.l. miércoles Visión.
- en la oratión sólita, después en cámara, en capilla y al revestir-
me lágrimas, y en la misa con mucha abundancia dellas. en estos
intervalos con visión del seer divino diversas vezes, y quándo termi-
nándose al Padre en el modo circular, con muchas intelligencias y
conocimientos interiores.
202
P o n d é r e s e la madurez espiritual que refleja este párrafo. La actitud de «humildad
amorosa» ante cualquier criatura, y no sólo ante las cosas relacionadas con el sacrificio [160],
aproxima a Ignacio a Jesús, contemplado lavando los pies de sus discípulos, dándose en euca-
ristía, o hecho obediente hasta la muerte y perdonando a sus enemigos. Tanto por la vía del
temor, como por la del amor, procura Ignacio que el ejercitante consiga esta actitud (Ej. 60,
235, 236). También al jesuíta, como Benito al monje, pide Ignacio que procure «dar ventaja a
los otros, estimándolos en su ánima todos como si les fuesen superiores, y exteriormente
teniéndoles el respeto y reverencia, que sufre el estado de cada uno, con llaneza y simplicidad
religiosa; en manera que, considerando los unos a los otros, crezcan en devoción y alaben a
Dios nuestro Señor a quien cada uno debe procurar de reconocer en el otro como en su ima-
gen» (Const. 250). Con todo, hay un límite: en efecto, el evangelio del día nana una discusión
E L DIARIO ESPIRITUAL [178-183] 191
[180] En estos ratos he tenido diversas veces visión del ser divino
en figura circular como anteriormente.
de Jesús con los judíos. Le tildan de blasfemo, samaritano, poseído del demonio. Jesús arremete
contra ellos para salvaguardar la gloria de Dios, su Padre, que ellos tienen como su Dios, pero
que de hecho no conocen, porque no reconecen las obras de Jesús a gloria del Padre. «Jesús sí
que le canece y, si lo negase, sería un mentiroso, como ellos» (Jn 8,55). Para Ignacio la humil-
dad amorosa de Jesús delante de toda criatura tiene el límite de la honra de Dios.
192 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO
[186] día.
18. jueves - no habiendo lágrimas antes de la misa, en ella, ni
después, acabada la misa me hallava más contento sin ellas, y con
206
afecto, juzgando que Dios nuestro Señor lo hazía por mi mejor .
[187] día.
19. a.l. viernes - antes de la misa con lágrimas, y en ella mucha
abundancia dellas, con muchas intelligencias y sentimientos interiores,
y antes della. no hallando reverencia o acatamiento amoroso, se deve
buscar acatamiento temeroso, mirando las propias faltas, para alcan-
20 1
zar el que es amoroso ' '.
2 0 3
¡Todo se hace fácil en tiempo de consolación, incluso la posibilidad de ausencia de
consolación! Ignacio, con todo, sabe transmitir las lecciones recibidas cuando advierte que
"el que está consolado, procure humiliarse y bajarse cuanto puede, pensando cuan para poco
es en el tiempo de la desolación, sin la tal gracia o consolación» (Ej. 324).
2
**Convicción firme de quien ha contemplado muchas veces y para conseguir amor "los
beneficios recibidos de creación, redempción y dones particulares, ponderando con mucho
afecto cuánto ha hecho Dios nuestro Señor por mí, y cuánto me ha dado, de lo que tiene, y
consecuénter el mismo Señor desea dárseme en cuanto puede, según su ordenación divina...»
(Ej. 234).
u
- -' A. Suquía advierte que sólo se nombra la misa como sacrificio cuatro veces en todo
el Diario, y las cuatro en un contexto de acatamiento y de humildad amorosa: el 16 de marzo,
[160]; el 1 de abril, [182]; y hoy, por dos veces (p. 156). De hecho, en la preparación conva-
leciente de Loyola, cuando leía la Vita Christi, debió meditar las palabras devotas de Ludolfo
E L DIARIO ESPIRITUAL [ 184-187]
[188] día.
20. a.l. sábado - antes de la misa con lágrimas, y en ella con muchas.
10
[189] día *.
21. a.l.d. domingo - antes de la misa con lágrimas, y en ella des
pués de la pasión, con muchas y continuadas, terminándose de confor
mar mi voluntad con la divina, y después de la missa asimismo con ellas.
[190] día.
22. I lunes - en la missa a la larga muchas lágrimas, tirando a
conformidad con la voluntad divina.
[191] día.
23. I martes - en la misa con lágrimas.
[192] 24.1 miércoles - en la misa con lágrimas.
[193] 25. jueves - sin ellas.
209
[194] 26. -
[195] 27.
[196] día.
28. l.d. domingo de pascoa - en la misa con muchas lágrimas, y
después della con ellas.
[197] día. 29. lunes - con mucha calor interior y estertor, pare
ciendo <todo solaz> más sobrenatural y sin lágrimas.
[198] día. 30. martes - sin notable <extremo de> consolación, ni
desolación, sin lágrimas.
[199] día. 31. .1 d. miércoles - en la misa con muchas lágrimas, y
después della con ellas.
[200] día.
32. a.l.d. jueves - antes de la misa y después della con lágrimas y
en ella con muchas.
[201] día.
33. I viernes - en la misa con lágrimas.
[202] día.
34. a.l. sábado - con lágrimas en la misa y antes della.
208
D o m i n g o de Ramos. Se leía la Pasión según San Mateo.
E L DIARIO ESPIRITUAL [188-203] 195
208
[189] Misa del d í a . 2 1 . a.l.d.Domingo, 6 de abril.
Antes de la misa he tenido lágrimas y en la misa, después de la pa-
sión, he tenido muchas y continuadas, acabando de conformarse mi
voluntad con la voluntad divina. Después de la misa también he tenido.
9
™ H o y y mañana no hay misa, ¡pues tampoco anotaciones! Es realmente notable la
centralidad de la misa en San Ignacio.
196 L A INTIMIDAD D E L PEREGRINO
210
preparar .
[204] Señora.
36. .a.l. lunes - con lágrimas en la misa y antes della.
[205] Sanctos.
37. .a.l d. martes - antes de la misa y después della con lágrimas, y
en ella con muchas y continuadas.
[206] 38. miércoles - sin lágrimas.
2 1 0
N o especifica Ignacio el punto que quiere elaborar. Quizá sigue en las Cons-
tituciones sobre Misiones. Es interesante barruntar el ritmo de su trabajo, reemprendido el 17
de marzo, atendiendo a la secuencia de sus misas votivas. Cíclicamente se encomienda a los
mediadores, para pasar luego a la misa del Espíritu Santo y acabar con una misa a la Tri-
nidad. Es de suponer que en cada ciclo resolvía un punto relacionado con la confección de las
Constitucions. (Véase el cuadro adjunto).
E L DIARIO ESPIRITUAL [204-220] 197
Preparar. 210
En la nota 212 se recopilan los rasgos que apunta Ignacio, para llegar
a una especie de definición del concepto. Son tan pocos que resulta difícil
compararlo con las expresiones de otros místicos. De todas formas, recor-
dando la identificación ignaciana con Pablo, quizá sea lícito emparentaría
con una vivencia paulina citada indirectamente por Ignacio en diversos
momentos del Diario:
«Y sé que este hombre -si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé,
Dios lo sabe- fue arrebatado al paraíso y oyó palabras inefables que el
hombre no puede pronunciar» (2 Cor 12,3).
Puede haber un sustrato psicológico personal en el don de la locuela,
relacionado con su sensibilidad por la música sagrada, de la que se privó
voluntariamente en aras de un mayor servicio apostólico. Quedaba «trans-
portado» inmediatamente, cuando entraba en una iglesia a la hora del
canto del Oficio Divino o de la Misa. Ribadeneyra y Cámara atestiguan
que influían positivamente en su salud los cantos de su tierra.
Se observará que el fenómeno de la locuela se produce durante la
misa y se refiere a ella. Se sabe que decía la misa en voz alta, al estilo ro-
mano. Posiblemente, en el silencio de la capilla, las palabras resonasen,
produciendo ecos y sensaciones extrañas. Quizá se produciría un desdo-
blamiento objetivador, como si le llegasen las palabras de la Liturgia
desde el exterior. Según su descripción, hay como dos elementos en la
locuela: uno es un tono o sonido externo sensible, otro se refiere más bien
a su significado interior.
Beirnaert aporta una interpretación psicoanalítica interesante, al com-
parar a Ignacio con un niño, en el breve período de la emergencia del len-
guaje. Considera que Ignacio ha quedado sumergido en el respeto amoro-
so, que le da una conciencia nueva del abismo que media entre él y Dios.
Dios es el Creador de los significantes de los sonidos materiales de las
palabras. Como el niño que balbucea, «...la vocalización de los significan-
tes resuena en el vacío (en su silencio), que es el vacío del Otro en cuanto
tal, que acaba de abrirse al «infante» (etimológicamente, in-fans, que no
habla). Hay un momento fugaz, ligado enteramente al momento funda-
mental de la constitución del sujeto hablante, en cuanto tal: sin duda, los
significantes llegan al niño desde el exterior, por ejemplo de la voz de su
madre, pero en la etapa en que el niño los incorpora y hace suyos, se
modulan en él...». Así, en Ignacio, «la aparición de la locuela se sitúa en
un momento determinado. Le sobreviene después que se ha abierto al
vacío del Otro, es decir, a su silencio. Descubriendo la alteridad del len-
guaje, que recibe y a su vez retoma, Ignacio es habitado por la otra dimen-
sión de los significantes, la que mira hacia el vacío del Otro y no a la
dimensión que se orienta hacia las significaciones» (p. 216).
En todo caso, relaciona Ignacio la locuela con la música celestial que
se describe en San Juan como el canto de los seguidores del Cordero:
«Y oí un ruido que venía del cielo, como el ruido de grandes aguas o
el fragor de un gran trueno; y el ruido que oía era como de citaristas que
tocaran sus cítaras. Cantan un cántico nuevo delante del trono...» (Apo
14,2-3).
E L DIARIO ESPIRITUAL 201
211
[221] 46. a.l domingo - antes de la missa con lágrimas, y en
ella con mucha abundancia dellas, y continuadas, y con loquela inter-
2 2
na de la misa * con parecerme más divinitus dada, habiendo deman-
dado el mismo día porque en toda la semana quándo hallava la loque-
la externa, quándo no hallava, y la interna menos, aunque el sábado
pasado hallava un poco más apurado.
2
" D o m i n i c a cuarta de Pascua. Como Ignacio preparaba cuidadosamente la misa, los
textos de la liturgia del día pueden ofrecer alguna luz sobre el nuevo don de la locuela. El
Introito reza así: «Cantad al Señor un cántico nuevo, aleluya, porque ha hecho maravillas...»
(Sal 97) Lecturas: Epístola, Carta de Santiago, 1,17-21 «Toda gracia excelente y todo don
perfecto viene de arriba, desciende del Padre de las luces... recibid con mansedumbre la pala-
bra de Dios sembrada en vosotros...»; Evangelio, Jn 16,5-14: «...aún os tengo que decir
muchas cosas: empero ahora no las podéis aguantar. Pero, cuando haya venido el Espíritu de
verdad, os enseñará toda la verdad. Porque no hablará por sí mismo, sino que dirá todo lo
que habrá oído, y os anunciará lo que está por venir». Hay una constante referencia al len-
guaje (locuela) divino. Además, en la colecta se pide que «nuestros corazones estén fijos
donde están los gozos verdaderos» («ibi nostra fixa sint corda, ubi vera sunt gaudia»).
2 1 2
C o m o han hecho los traductores a otras lenguas (francés, inglés, italiano...) mantene-
mos la palabra «locuela» castellana -¿latina?, ¿italiana?-, cuyo significado, según los diccio-
narios actuales, es «manera y tono de hablar de cada uno». Esta palabra se utiliza diez veces
en la Vulgata (Eclo 19,5; 20,6; 23,15.17; 27,15; 35,17; Jr 11,16; Sal 18,4; Mt 26,73; Jn 4,42;
8,43). Su sentido no es uniforme: locución, habla, deje. Pedro es reconocido por la criada por
su locuela galilaica. Recopilando toda la información que suministra Ignacio estos días, se
podría describir como «un don de Dios de doble vertiente, interna -sentido- y externa -soni-
do-, relacionado estrechamente con la misa; parece una música celeste muy suave y gustosa,
pero tiene una significación inteligible (palabras) que es preciso penetrar; Dios instruye sobre
la manera de acoger este don y prohibe desearlo desordenadamente; produce mucha armonía
interior, es admirable y admite distintas intensidades; tiene cierta correlación con el don de
lágrimas».
E L DIARIO ESPIRITUAL [221-224] 205
211
[221] 46. a.l. D o m i n g o , 11 de mayo.
Antes de la misa he tenido lágrimas y, en la misa, han sido más
abundantes y continuas. También he percibido la locuela interna de la
2 1 2
m i s a , según había pedido hoy mismo, y me ha parecido don más
divino. La he pedido porque, durante la semana, algunas veces conse-
guí la locuela externa, otras no, y la interna mucho menos, aunque
ayer, sábado, la hallé justo un poco.
2 3
' L a s lágrimas son un aval importante de la validez de un don. También su ausencia,
precisamente si esta ausencia se acepta sin inquietud.
2 4
' Expresión típica de la definición de consolación (Ej. 316), y posiblemente de la con-
solación sin causa (Ej. 330). En todo caso, reproduce casi a la letra la regla de discernimiento
que dice: «en los que proceden de bien en mejor, el buen ángel toca a la tal ánima dulce, leve
y suavemente, como gota de agua que entra en una esponja...» (Ej. 335).
2 1 5
E n carta a Teresa Rajadell de 1536, Ignacio menciona experiencias semejantes, y
anteriores a las actuales, que describe así: «Acaece que muchas veces el Señor nuestro mueve
y fuerza a nuestra ánima a una operación o a otra, abriendo nuestra ánima, es a saber, hablan-
do dentro de ella sin ruido alguno de voces, alzando toda a su divino amor, y nosotros a su
sentido, aunque quisiésemos, no pudiendo resistir...» (Venecia, 18 de junio de 1536). Santa
Teresa se halla en el mismo trance cuando dice «...un lenguaje tan de cielo, que aquí mala-
mente se puede entender, por más que queramos decir, si el Señor no lo enseña por experien-
cia...» (Vida, c. 26).
2 ,
^ C o m o consecuencia, los seis días próximos asistiremos a un ciclo completo de
misas, que empieza por todos los santos y termina en la Trinidad. No da ningún indicio del
punto a estudiar.
206 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO
[225] S. Sebastián.
48. .a. Id. martes - antes y después de la misa con lágrimas, y en
ella con mucha abundancia dellas, y con la loquella interior admirable
y en aumento más que otras vezes.
[227[ de Jesú.
50. jueves - sin ellas con alguna loquella y disturbo de silvar,
tomen no así inquieto.
[229] Trinidad.
52. a. I. sábado - antes de la misa con lágrimas, y en ella muchas
y continuadas y con la loquella admirable interna.
21
[230] día *.
53. el domingo - sin ellas y con alguna loquela sin fuerzas corpo-
2 9
rales ni turbaciones algunas * -
[231] Letanías.
[233] Señora.
56. el miércoles - sin ellas y con mucha loquela.
2 1
' « U n a cosa de la que mucho se ayudaba para la oración era la música y canto de las
cosas divinas, como son vísperas, misas y otras semejantes; tanto, que, como él mismo me
confesó, si acertaba a entrar en alguna iglesia cuando se celebraban estos oficios cantados,
luego parecía que totalmente se enajenaba de sí» (Memorial, 22 de febrero de 1555).
E L DIARIO ESPIRITUAL [225-233] 207
2 1 7
recordaba el de la locuela o música celestial . Ha crecido la devo-
ción y el afecto, con las lágrimas, al percibir que sentía o aprendía por
obra divina.
218
[230] Misa del d í a . 53. El Domingo, 18 de mayo.
Tuve alguna locuela pero sin lágrimas. Su ausencia no fue debida
219
a turbaciones sino a que estaba sin fuerzas c o r p o r a l e s .
2l8
D o m i n i c a quinta de Pascua.
219
P a r e c e como si el intenso trabajo de la semana haya agotado a San Ignacio. Re-
cordemos que, en un futuro próximo, cada misa le costará una enfermedad y que decir misa
de la Trinidad, como hizo ayer, tendría sus consecuencias.
208 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO
[234] Ascensión,
57. .a. I. el jueves - antes de la misa en cámara y en capilla con
muchas lágrimas; en la mucha mayor parte de la misa sin ellas y con
mucha loquela. tamen trayéndome dubitaciones del gusto o suavidad
de la loquela que no fuese a malo spíritu en cesar la visitación spiri-
tual de lágrimas; un poco pasando más adelante, parecerme que
demasiado me delectava en el tono de la loquela quanto al sonido, sin
tanto advertir a la sinificación de las palabras y de la loquela; y con
esto muchas lágrimas y diversas vezes pareciéndome seer enseñado
para el modo que avía de tener, esperando siempre mayor erudición
220
para adelante .
[235] Ascensión,
58. .1 viernes - con ellas.
22
[237] 40. a. I. domingo * - antes de la misa con muchas lágrimas
en cámara, y en capilla con ellas, y en la misa mucha abundancia
deltas y continuadas con las dos loquelas admirables.
-
[238] Ascensión.
[239] Ascensión.
42. a. I martes - antes de la misa con lágrimas, y en ella mu-
chas con loquela interna creciendo.
[240] Ascensión.
43. .a l d. miércoles - antes de la misa y después della con lágri-
222
mas, y en ella con muchas y loquela interna admirábile .
2 2 0
U n o no sabe qué admirar más de Ignacio, si la exigencia terrible de pureza de inten-
ción con una vigilancia estricta sobre sí mismo o la expectativa apasionada y casi de niño de
noticias de Dios con una atención extrema a la voz interior.
E L DIARIO ESPIRITUAL [234-240] 209
221
[237] 40. a. 1. D o m i n g o , 25 de mayo.
Antes de la misa tuve muchas lágrimas en la habitación y en la
capilla. Durante la misa las tuve continuamente y con mucha abundan-
cia y también las dos locuelas admirables.
22
" U n o no sabe qué admirar más de Ignacio, si la exigencia terrible de pureza de inten
2 2 1
Dominica dentro de la octava de la Ascensión.
222
0 b s é r v e s e la vinculación de la locuela a la misa, aspecto no suficientemente resalta-
do por los comentaristas, en general.
Capítulo 11
EL DON DE LÁGRIMAS
223
D o m i n g o de Pentecostés.
224
F i e s t a de la Santísima Trinidad.
225
C o r r e s p o n d e al día de hoy una carta de Ignacio a Jaime Crescenti, pariente del
Cardenal del mismo nombre, con quien mantuvo contacto Ignacio a propósito de la In-
quisición de Portugal. Entre otras cosas le pide que tome a su cargo el dinero de la cuenta de
los pobres «porque con la pobreca no sonando en mí custodia alguna de dineros, deseo hallar-
me a la hora de mi muerte sin solo un quatrín, mío ni ajeno, ni dende arriba ni dende abajo,
dando el cuerpo, o por mejor decir, la tierra a la tierra... De V. Sría. humíllimo en el Señor
nuestro, Ignacio» (Roma, 14/6/1544).
E L DIARIO ESPIRITUAL [241-289] 217
2 2 6
L a última misa que especifica es aún la de la Santísima Trinidad.
2 2 7
N u e v a confusión de número, a pesar de que en el original se lee bastante claramente.
El hecho remite de nuevo a las dificultades de visión, a la enfermedad de los ojos y/o a la
escritura nocturna del Diario a la luz del candil.
2 2 8
C o m o se decía en la introducción, en medio del mar de lágrimas flota el deseo purifi-
cado y esencial del buen amador que es Ignacio: «...dadme vuestro amor y gracia que ésta me
basta» (Ej. 234).
2 2 9
« L e s llamó para que estuviesen con El...» (Me 3,14) Para el peregrino se trata de la
invitación del Rey Eternal: «quien quisiese venir conmigo...» (Ej. 95). También es la respues-
ta a su insistente demanda de ser puesto con el Hijo.
218 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO
3
[365] aqui comienzan los puntos y no se poniendo los de antes- *.
2 3 1
Además de concretar si las lágrimas han tenido lugar antes, o a lo largo de la misa o
después, como hasta ahora, Ignacio consigna si se han producido durante la oración habitual
(Oración), o durante la oración preparatoria de la misa, en la habitación, (Cámara), o en la
preparación inmediata antes de la misa, en la capilla (Yglesia). Así, sobre la «a» de antes
pone tantos puntos como lágrimas ha tenido entre las tres unidades de oración, O C Y. (Por
E L DIARIO ESPIRITUAL [339-380] 221
razones tipográficas se sustituye la «a» con tres puntos por «á»). También pone puntos delan-
te y detrás de las siglas. Conjeturamos la siguiente interpretación: son lágrimas tenidas al ini-
cio o al final de la oración señalada o bien, como tantas otras veces en el Diario, dichos pun-
tos especifican los intervalos entre distintas oraciones, por ejemplo la hora de despertar, de
vestirse, de ir a la capilla, de preparar el altar, de ponerse los ornamentos, etc.
232
T o d a v í a un testimonio, tres días consecutivos, del problema de contener la consola-
ción en un cuerpo de simple mortal. Juan de la Cruz no pudo sostener la mirada del Amado y
se vio obligado a exclamar: «Apártalos Amado, que voy de vuelo» (Cántico Espiritual).
Cuando González de Cámara conoció a Ignacio, dice que siempre tenía los ojos bajos, casi
entornados, como los ojos de un muerto, pero que si quería agasajar a alguien, los abría, mos-
trándole tanta alegría que parecía que quería metérselo en su corazón. «Tenía los ojos de suyo
tan alegres que, según me contó P. Laynez, queriendo un endemoniado de Padua darle a
conocer por señas, y diciendo de él cosas de mucha alabanza, empleó esta perífrasis: »un
españolito, pequeño, algo cojo, que tiene los ojos alegres» (Memorial, 22 febrero 1555).
2 3 3
E s el único día en que Ignacio consigna también y con esta inicial las lágrimas de la
tarde.
2 3 4
D i o s ayuda a Ignacio a que consiga la pureza de intención, en contra de todo desor-
den. Esta experiencia mística de la colaboración de Dios en la ascesis de los santos motiva su
gozo inefable. Ignacio se deshace en lágrimas.
222 L A I N T I M I D A D D E L PEREGRINO
2 3 6
E s de hoy una delicada carta de San Ignacio a una persona que vivía en la casa de la
Compañía de Padua y que sufría graves tentaciones. Los consejos de Ignacio apuntan a una
especie de ventilación espiritual, invitándole a disfrutar de conversaciones y recreaciones, de
actos piadosos y de los estudios, pero sin vivir bajo la disciplina de una casa de la Compañía,
ni tampoco volver a su tierra, donde aún se complicarían las cosas. Espera con esto que
«alcanzando y apaciguando con las internas consolaciones y gustos espirituales el reposo y
quietud de la conciencia, entonces sería más conveniente estudiar para otros...». ¡Ignacio
puede hablar del poder de la consolación! Toda la carta rezuma aquella humildad amorosa
que se expandía hacia las criaturas, como cuando dice: «Sobre todo os pido, por amor y reve-
rencia de Dios N. S„ que acordándoos de lo pasado, miréis, no de lejos, sino de cerca, que la
tierra es tierra. Plega a Dios N. S., por la su infinita y summa bondad, nos quiera dar su gracia
cumplida para que su santísima voluntad sintamos, y aquella enteramente cumplamos» (Epp.
I, p. 295 Roma, 28/11/1544). En resumen, es una carta en la que se respira mucho amor, en
congruencia con la experiencia interior que tenemos el privilegio de conocer.
224 L A INTIMIDAD D E L PEREGRINO
conserva una breve carta en latín de finales de año a los compañeros de Colonia.
El Senado les impide vivir juntos e Ignacio les recomienda la unión fraterna, dado que se han
vinculado tan estrechamente con Cristo por los votos.
226 LA INTIMIDAD DEL PEREGRINO
2 3 9
E 1 manuscrito termina con una página de escritura muy densa. Comprime cada vez
más la letra y los renglones para que quepa todo el mes. Aquí acaba también el pliego y todo
lo que se conserva del Diario espiritual de Ignacio. Salta a la vista la presencia de las lágri
mas, los últimos días, en todos los ratos de oración, antes, en y después de la misa. Este regis
tro revalida el testimonio de González da Cámara que, como administrador de la casa, recibía
los encargos de portería mientras Ignacio hacía oración y, si eran urgentes, le obligaban a
interrumpirle: «Y acuerdóme que todas las veces que a eso entré (en la capilla), que fueron
muchas, le hallé con un rostro y semblante tan resplandeciente, que, con llevar la intención e
imaginación puesta en sólo el recado, me quedaba espantado y fuera de mí, porque lo que en
él observaba no era lo que había visto muchas veces en otras personas devotas, cuando están
en oración, sino que claramente parecía cosa celestial y muy extraordinaria» (Memorial, 22
febrero 1555).
EPÍLOGO
Diario desborda con mucho este tema. Siempre que he dado un curso
sobre el Diario - a novicios, a sacerdotes, a religiosos y religiosas o a
seglares- he procurado informarme del provecho que se había sacado.
Tengo delante un montón de respuestas que sería difícil resumir. Me
atrevo, con todo, a proponer una lista, con ánimo de ayudar a la refle-
xión del lector.
1. La realidad y la seriedad del diálogo con Dios.
2. La consideración continua de la inhabitación de la Trinidad,
como fuente de vida espiritual.
3. El gobierno espiritual desde la plegaria y la consulta a Dios, en
materias tan delicadas como la redacción de unas Constituciones.
4. La necesidad de una extrema finura de conciencia.
5. La modulación y la adhesión de la propia vida a la Eucaristía.
6. La amplia oferta de frutos del Espíritu Santo, gustosos para Ig-
nacio, provechosos para sus compañeros, deseables para todo cristiano.
7. En la escuela ignaciana, enriquecimiento de las modalidades de
la elección y el desarrollo de las reglas de discernimiento de espíritus.
8. El misterio de la comunión de los santos y de las mediaciones
de mutua ayuda; especialmente, el papel de María.
9. Una serie de pistas sobre la conducta y talante sacerdotal.
10. El testimonio del combate interior y de su resolución en la fe,
traspasando la noche del espíritu.
11. La indicación, firme y sin rodeos, del objetivo y término de
toda vida espiritual, la conformidad con la voluntad de Dios, que tiene
un nombre para nosotros: Jesús.
12. La trascendencia infinita de Dios, uno y trino, en su «esfera»
de bondad desbordante, que busca la comunión con toda la humanidad.
El lector ampliará esta lista con sus propios descubrimientos y
experiencias interiores, que le habrán suscitado estas páginas tan singu-
lares y distintas a otros escritos humanos. Confío que se haya cumplido
mi pronóstico del final de la presentación: ha habido un convite, con la
mesa bien dispuesta y surtida de variados manjares espirituales.
En el listado anterior no he mencionado los matices de la oración
que aporta el Diario. M e complace recoger las breves oraciones (a
modo de jaculatorias o «Mantras») que son casi, textualmente, oracio-
nes de Ignacio en primera persona:
1552 Constituciones
«En las Casas o iglesias, que la compañía accettará para ayudar a las
ánimas, no se pueda tener renta ninguna, ni aún para la sacristía o fábrica,
ni para otra cosa alguna, en manera que la compañía tenga alguna disposi-
ción della...» (Const. [555]).
Apéndice II
2 4 0
« L o que mas admira es que... aviendo dicho al mismo P. Laynez que le havía de suce-
der en el oficio de Prepósito General, el postrer año que muriesse le trató con tanta aspereza,
que... me contó el mismo P. Laynez que algunas vezes se halló tan apretado de aquel tratamien-
to que se bolvía a nuestro Señor y le dezía: Señor, ¿qué he hecho yo contra la Compañía, que
este santo me trata de esta manera?» (Ribadeneyra, Tractatus... FN III p. 620-1).
2 4
' «El mismo P. Laynez tuvo mucha cuenta de ver la manera que tenía en su oración, y
viole desta. Subíase a un terrado o azotea, de donde se descubría el cielo libremente; allí se
ponía en pie, quitado su bonete, y sin menearse estava un rato, fijos los ojos en el cielo;
luego, hincadas las rodillas, hazía una humillación a Dios; después se assentaba en un ban-
APÉNDICES 239
quillo baxo, porque la flaqueza del cuerpo no le permitía hazer otra cosa. Allí se estaba, la
cabeca descubierta, derramando lágrimas hilo a hilo, con tanta suavidad y silencio, que no
se le sentía ni sollozo, ni gemido, ni ruydo, ni movimiento alguno del cuerpo» (Rib. Vida de
S.I. FN IV, p.748-749).
242
C o n s ú l t e s e el minucioso análisis de Casanovas (Biblioteca d'Exercicis, VII, pp. 222-
282) del discernimiento de su vocación.
2 4 3
C a d a vez que preguntaba a Ignacio si lo había hecho, recibía un lacónico «nada» de
parte de Ignacio (O.C. p. 86).
2 4 4
« L o de las devociones y sentimientos del Padre Maestro Ignacio en la oración, escri-
to de su mano, no lo he tenido; lo tenía nuestro P. Maestro Laynez, y pienso que lo dejó al P.
Salmerón; pero tengo copia y, en todo caso, si no lo encuentran, lo enviaré en cuanto pueda»
(Nadal desde Alemania, a 20-2-1567, EN III 377) Comprobamos, una vez más, que los com-
pañeros se abalanzaron ávidamente sobre el Diario. Su maestro les dejaba un legado espiri-
tual que valoraron inmensamente.
240 L A INTIMIDAD D E L PEREGRINO
cuelos. Malo debía de ser el italiano de Ignacio, que hacía partir de risa a
su ayudante. Ignacio le pidió que tomase nota de los errores para advertirle
luego. Resultaron ser tantos, que el chico tenía que apuntarlo todo, «¿qué
le vamos a hacer, dijo Ignacio, si Dios no ha dado para más?». Hacia el
final de su larga vida, Ribadeneyra aún recuerda el final inflamado de cada
una de aquellas catequesis: «Amare a Dios con toto el core, con toto el
245
anima, con tota la volontá» .
Al cabo de unos meses en París y en Lovaina, de febrero de 1543 a
setiembre de 1545, permanece en la casa de Roma como novicio. Es aún
un «jovenzuelo» y pasa una grave enfermedad física y espiritual. Hoy di-
ríamos sicoanalíticamente que tuvo lugar la «muerte del padre». En efecto,
le sobrevino una crisis de confianza en su maestro, por demasiado exigente
para con él y lejano a su sufrimiento. Recurrió a un confesor que añadió
leña al fuego, animándole a salir de la Compañía, como hizo luego él
mismo. ¿Eran estas dificultades de los compañeros los ruidos que estorba-
ban a Ignacio? Pedro, en su autobiografía describe su crisis dramáticamen-
te, como también la gozosa reconciliación final.
Por encargo de Francisco de Borja escribió la vida «oficial» de Ignacio,
que concluyó el año 1569. Por esta causa, dispuso de todos los manuscritos
de Ignacio y de los primeros compañeros. Llevó consigo a España el Diario
y lo retuvo un par de años. Es posible que cediera él al colegio de Alcalá los
tres folios en que Ignacio había transcrito los fragmentos más importantes
del Diario. Actualmente sólo se conserva uno de ellos.
Fue el promotor de la canonización de San Ignacio y, por lo tanto, el
impulsor de los últimos procesos testimoniales de su santidad. Su longevi-
dad le permitió vivir la beatificación de su maestro entrañable. Tuvo lugar
en 1610.
2 4 S
F N II, Dicta et Acta, p.349-350. Todavía un testimonio más: «me cuerdo de oyr pre-
dicar entonces a N. P. con tanta fuerca y con tanto fervor de espíritu, que parecía que de tal
manera estava abrasado del fuego de caridad, que arrojava unas como llamas encendidas en
los coracones de los oyentes, tanto que, aun callando él, parecía que su semblante inflamava a
los presentes, y que los ablandava y derretía con el divino amor la inflamación de todo su ros-
tro» (Vida, libro III, c.2, FN IV, p.375).
24
^ L o cuenta González da Cámara entre varios ejemplos de la conducta de Ignacio con
los familiares que se oponían a la vocación de sus parientes (Memorial, 29-1-1555).
APÉNDICES 241
247
C o n s t a históricamente que medió correspondencia sobre el tema entre ambos. En las
cartas conservadas quedan indicios como, por ejemplo, el agradecimiento de Polanco a
Laynez por la promesa de hacerlo. El motivo de la petición parece ser el encargo recibido. Se
conserva la felicitación de Laynez a Polanco por este motivo (Véase la introducción y la carta
citada, de 16-6-1547, en FN I, pp. 54-145).
242 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO
18
antes del día
Oración acostumbrada, primera, ,m
a diez horas (4.30 a.m.)
"sólita", en la cama 12 18 19
despertado - -
211
antes de comenzar
15
febr 8 al nombrar del Padre
2 7 1
9 10 11 13 14 15 al principio -'- "
20
16 17 19 20 21 22 después de entrado
26
24 25 26 27 28 29 en la primera parte
1 17 18
en medio '- -
mar? 1 2 3 4 5 6 7 hacia la media 27
8 9 10 11 12 hacia el fin - 15 18
11
después un rato adelante
11
de ahí a un rato
11 20
después -
27
hasta la media
15 27
más adelante -
2, 25 7m ll,m 12m
de la mitad adelante - - - -
24 29 5m 8m
del principio a la fin - - -
27
hasta la fin inclusive
28 11 1
en toda - "
244 LA I N T I M I D A D D E L PEREGRINO
18
queriéndome levantar
Levantarse y vestirse levantado - - 12 16 17
1 1 16 18 19
vestiéndome - - - -
febr 9 12 13 26 4
ya vestido - ™- ™- ™- ™ 5 6 9
1m
16 17 18 levantado a 14 horas (8.30 p.m.)
26
marc 4 5 6
12
en amaneciendo
Oración preparatoria de la 1
antes de la oración preparatoria *"
misa, aún en la cámara 15 18
comenzando -
14 15 16 17 4 1
preparar para salir a la misa - - - - " -
febr 11 12 14 15 5m.6m.7m.8m,9m
16 17 18 19 21 volviendo en cámara ™ 12
26 27
marc. 3 4 5 6 7
8 9 10 12
9 1
iendo a la capilla - u2.i6.17.19.27.28.3m.12m
En la capilla, antes de misa entrando en la capilla " 4 1
8
desde el preparar
5 6 7 8 1 11 1 1 14 18 19 2
25
antes de comenzar
En la misa entrando, comenzando - - - - - - - ™- 17 22 2 1 25 26 27 2
3m.4m.6m.7m
1 1
9 10 11 12 13 14 15 al "confíteor"
7
17 18 19 20 21 22 introito ™
17
23 24 25 26 27 28 29 epístola
22
evangelio
22
después del evangelio
12
8 9 10 11 12 al "Te igitur" ™
7
al "Hanc igitur oblationem" ™
15
al consagrar
2 1
al tener el Smo.Sacramento en las manos -
27
al "Domine Iesu Christi"
4 1
a la oración "Placeat tibi" "
APÉNDICES 245
12 1
en parte de ella "
18
a ratos
4 1
después de comenzada "
21 24
a la larga -
8 1
por toda ella "
26 27
continuándome -
2 1 7 1
de la mitad en adelante " - "
4 1 5 1 6 1
andando adelante " - " - "
4 1
en la mayor parte "
5 1
hacia tercia parte de la misa "
7 1
durándome después "
21
hasta el desnudar
Oración de acción de gracias 4 1 5 1 6 1
desnudo " - " - "
en la capilla 24 27 2 1 1 1 4 1 5 1
a la oración - ' " " " ' " - "
febr 5 6 7 8
9 10 11 12 13 14 15
16 17 18 19 20 21
23 24 25 27 28 29
marc 2 3 4 5 6 7
12
marc 4 5
12
12
andando a D. Francisco
Fuera de casa para tratar «nego 12
con é l
cios» o para ganr jubileo 12
después
19
andando por la ciudad
febr 12 andando por la calle - " 24 4 1
6 1
llegando a San Pedro "
6 1
mar? en oración al Corpus Domini "
6 1
entrando en la misa de Sta.Cruz "
6 1
de ahí a dos horas "
246 LA INTIMIDAD D E L PEREGRINO
16
acabar mañana antes de comer
Al tiempo de la comida después de dadas 19 horas ™(l .30 12
p.m.)
febr 16 hasta mediodía ™ 1
7 12
24 asentándome a comer ™' ™
12
de ahí a un cuarto de hora ™
12
al dar las gracias en la mesa ™
24
8
hora y media o más
Por la tarde,
después que pasé por la puerta del Vi-
pasando por las elecciones 24
cario
5 8
a la tarde '
febr 5 8 por las calles hasta 21 horas ™ (3.30 4
p.m.)
16
examen de conciencia
A la noche, escribiendo y rele- 16
antes que me levantase (de escribir)
yendo, examen, al acostarse 16
de ahí a un poco
16
levantándome y asentado
febr 4 a la fin 16
18
acostado
mar? 6 la noche precedente - - 9 18 19
9 12 durmiendo 18
10 16 6 9
a la noche - - ™- ™
12
si concluiría a la noche ™
Apéndice IV
Apéndice IV bis
Tabla de los textos del Libro de Ejercicios citados en las introduccio
nes (número de capítulo y abreviación del título) y en las notas (número
del Diario al que pertenecen).
Madrid, 1 9 8 2 .
L A R R A Ñ A G A , V I C T O R I A N O : Obras Completas de San Ignacio de Loyola,
Tomo I, BAC, Madrid, 1 9 5 7 .
Traducciones
R A M B L A , JOSEP M . :
A
El Pelegrí. Autobiografía de Sant Ignasi. Ed Claret.
Barcelona, 1983
R A V I E R , A N D R É : Ignace de Loyola fonde la Compagnie de Jésus. DDB,
París 1973.
- L e s Chroniques. S.Ignace de Loyola, Nouvelle Librairie de France,
Paris 1973.
Ruiz J U R A D O , M A N U E L : En torno a la gracia de acatamiento amoroso,
MANRESA 35 (1963) 145-154.
S T I E R L I , J O S E P H : lgnatius von Loyola. Gotteserfahrung und weg in die
Welt, Otten 1981.
-Chercher Dieu en toutes choses. Vie au coeur du monde et priére igna-
tienne. Ed. Centurión, París, 1985
S U Q U I A G O I C O E C H E A , Á N G E L : La santa misa en la espiritualidad de San
Ignacio.
S W I T E K , G Ü N T E R : "Praedicare in paupertate" Estudios sobre el concepto de
pobreza según Ignacio de Loyola. CIS Roma 1975.
T A C C H I V E N T U R I , P I E T R O : Storia della Compagnia di Jesú in Italia. Ed. La
Civiltá Cattolica. Roma 1951
T E L L E C H E A I D I G O R A S , J. IGNACIO: Ignacio de Loyola solo y a pie. Cris-
tiandad, Madrid 1986. pp. 320-324.
T E R E S A D E J E S Ú S , S A N T A : Obras Completas. B.A.C. 7a. ed. Madrid 1982.
V A R I O S A U T O R E S : Dossier "Constitutiones" A: Futrell, John C : The Mys-
tical vocabulary of lgnatius in the Diario. CIS Roma 1972.
W U L F , F R I E D R I C H Y O T R O S : lgnatius of Loyola. His personality and spiri-
tual Heritage. 1556-1956. (The Institute of Jesuit Sources, St. Louis,
1977) Particularment el trabajo de Haas, Adolf: The mysticism of St.
lgnatius according to His Spiritual Diary, pp. 164-199
Y O U N G , W I L L I A M J.: The spiritual Diary of St. lgnatius Loyola. CIS Roma
1979.
£ $ s(: A )fc