Densidad Relativa

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Según una historia popular, Arquímedes recibió el encargo de determinar si

el orfebre de Hierón II de Siracusa había desfalcado el oro durante la


fabricación de una corona dedicada a los dioses, sustituyéndolo por otro metal
más barato (proceso conocido como aleación).1 Arquímedes sabía que la
corona, de forma irregular, podría ser aplastada o fundida en un cubo cuyo
volumen se podía calcular fácilmente comparado con la masa. Pero el rey no
estaba de acuerdo con este método, pues hubiera supuesto la destrucción de
la corona.

Arquímedes se dio un relajante baño de inmersión, y observando la subida del


agua caliente cuando él entraba en ella, descubrió que podía calcular el
volumen de la corona de oro mediante el desplazamiento del agua. Hallado el
volumen, se podía multiplicar por la densidad del oro hallando el peso que
debería tener si fuera de oro puro (la densidad del oro es muy alta,
19 300 kg/m³, y cualquier otro metal, aleado con él, la tiene menor), luego si el
peso no fuera el que correspondería si fuera de oro, significaría que la corona
tendría aleación de otro metal.

Supuestamente, al hacer este descubrimiento salió corriendo desnudo por las


calles gritando: «¡Eureka! ¡Eureka!» (Εύρηκα! en griego, que significa: ‘!Lo
encontré!’). Como resultado, el término «eureka» entró en el lenguaje común, y
se utiliza hoy para indicar un momento de iluminación.

La historia apareció por primera vez de forma escrita en De


Architectura, de Marco Vitruvio, dos siglos después de que supuestamente
tuviese lugar.2 Sin embargo algunos estudiosos han dudado de la veracidad de
este relato, argumentando (entre otras cosas) que el método habría exigido
medidas exactas que hubieran sido difíciles de hacer en ese momento.34

Otra versión de la historia dice que Arquímedes notó que experimentaba un


empuje hacia arriba al estar sumergido en el agua, y pensó que pesando la
corona, sumergida en agua, y en el otro platillo de la balanza poniendo el
mismo peso en oro, también sumergido, la balanza estaría equilibrada si la
corona era, efectivamente, de oro. Ciertamente, el empuje hacia arriba del
agua sería igual si en los dos platillos había objetos del mismo volumen y el
mismo peso. Con ello, la dificultad de conocer con exactitud el volumen del
sólido de forma irregular, en la época, se dejaba de lado. De esta otra versión
nació la idea del principio de Arquímedes.

Mucho más tarde, nació el concepto de densidad entre los científicos, en


tiempos en que las unidades de medida eran distintas en cada país. Para evitar
expresarlo en términos de las diversas unidades de medida usuales para cada
cual, y no tener que hacer las necesarias conversiones, los físicos asignaron a
cada materia un número, adimensional, que era la relación entre la masa de
esa materia y la de un volumen igual de agua pura, sustancia que se
encontraba en cualquier laboratorio (densidad relativa). Cuando se fijó la
unidad de peso en el sistema métrico decimal, el kilogramo, como un decímetro
cúbico (un litro) de agua pura, la cifra empleada hasta entonces, coincidió con
la densidad absoluta (si se mide en kilogramos por litro, unidad de volumen en
el viejo sistema métrico decimal, aunque aceptada por el SI, y no en kilogramos
por metro cúbico, que es la unidad de volumen en el SI).

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