Alimentacion

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SESIÓN 3 Alimentación

complementaria
3.1 Principios de orientación para la Alimentación
Complementaria
Después de los 6 meses de edad, para el lactante alimentado con el pecho materno, se
torna progresivamente más difícil cubrir sus requerimientos solamente con la leche de su
madre. Además, aproximadamente a los 6 meses, la mayoría de los lactantes ha alcanzado
el desarrollo suficiente que les permite recibir otros alimentos. En lugares donde el
saneamiento ambiental es muy deficiente, el esperar incluso hasta más allá de los 6 meses,
para introducir los alimentos complementarios, podría reducir la exposición a enfermedades
transmitidas por los alimentos. Sin embargo, debido a que a esta edad los lactantes inician
la exploración activa del medio en el que viven, se exponen a contaminantes microbianos
que existen en el suelo y en los objetos, incluso sin recibir alimentos complementarios. Por
lo tanto, la edad recomendada para introducir los alimentos complementarios es la de 6
meses (1).
Durante el período de la alimentación complementaria, los niños se encuentran en un riesgo
elevado de desnutrición (2). Con frecuencia, los alimentos complementarios son de baja
calidad nutricional y son administrados demasiado antes o demasiado tarde, en cantidades
muy pequeñas o poco frecuentes. La interrupción prematura o la poca frecuencia de la
lactancia materna, también contribuye al aporte insuficiente de nutrientes y de energía para
los lactantes mayores de 6 meses de edad.
Los Principios de orientación para la alimentación complementaria del niño amamantado,
resumidos en el Cuadro 1, establecen estándares para el desarrollo de recomendaciones
locales sobre la alimentación (3). Estos principios brindan una guía sobre los
comportamientos deseables, relacionados con la alimentación, así como recomendaciones
sobre la cantidad, consistencia, frecuencia, densidad energética y contenido de nutrientes
de los alimentos. Los Principios de Orientación, son explicados con mayor detalle en los
siguientes párrafos.
Ø PRINCIPIO 1. Practicar la lactancia materna exclusiva desde el nacimiento hasta
los 6 meses de edad, introducir los alimentos complementarios a partir de los 6
meses de edad (180 días) y continuar con la lactancia materna
La lactancia materna exclusiva, durante los primeros 6 meses de vida, brinda varios
beneficios al lactante y a la madre. El principal beneficio es su efecto protector contra las
infecciones gastrointestinales, lo cual ha sido observado no solamente en países en
desarrollo, sino también en países industrializados. Según los nuevos patrones de
crecimiento de la OMS, los niños que son alimentados con lactancia materna exclusiva,
tienen un crecimiento más rápido durante los primeros 6 meses de vida, en comparación
con otros niños (4).
A la edad de 6 meses el lactante, generalmente, duplica su peso al nacer y se torna más
activo. Por sí sola, la lactancia materna ya no es suficiente para cubrir sus requerimientos
de energía y de nutrientes, por lo tanto se deben introducir los alimentos complementarios
para completar la diferencia. Aproximadamente, a los 6 meses de edad, el lactante también
ha alcanzado el desarrollo suficiente para recibir otros alimentos (5). El sistema digestivo es
lo suficientemente maduro para digerir el almidón, proteínas y grasas de una dieta no
láctea. Los lactantes muy pequeños expulsan los alimentos con la lengua pero, entre los 6 y
9 meses, pueden recibir y mantener los alimentos en la boca con mayor facilidad.

CUADRO 1

Principios de orientación para la alimentación complementaria


del niño que recibe lactancia materna
1. Practicar la lactancia materna exclusiva desde el nacimiento
hasta los 6 meses de edad, introducir los alimentos
complementarios a partir de los 6 meses de edad (180 días) y
continuar con la lactancia materna.
2. Continuar con la lactancia materna frecuente y a demanda
hasta los 2 años de edad o más.
3. Practicar la alimentación perceptiva, aplicando los principios de
cuidado psico-social.
4. Ejercer buenas prácticas de higiene y manejo de los alimentos
.
5. Comenzar a los seis meses de edad con cantidades pequeñas
de alimentos y aumentar la cantidad conforme crece el niño,
mientras se mantiene la lactancia materna
6. Aumentar la consistencia y la variedad de los alimentos
gradualmente conforme crece el niño, adaptándose a los
requisitos y habilidades de los niños.
7. Aumentar el número de veces que el niño consume los
alimentos complementarios,conforme va creciendo.
8. Dar una variedad de alimentos ricos en nutrientes para
asegurarse de cubrir las necesidades nutritcionales.
9. Utilizar alimentos complementarios fortificados o suplementos
de vitaminas y minerales para los lactantes de acuerdo a sus
necesidades.
10. Aumentar la ingesta de líquidos durante las enfermedades
incluyendo leche materna (lactancia mas frecuente), y alentar al
niño a comer alimentos suaves, variados, apetecedores y que
sean sus favoritos. Después de la enfermedad, dar alimentos
con mayor frecuencia de lonormal y alentar al niño a que coma
más.
Ø PRINCIPIO 2. Continuar con la lactancia materna frecuente y a demanda hasta
los dos años de edad o más
La lactancia materna debería continuar junto con la alimentación complementaria hasta los
dos años de edad o más y debe ser administrada a demanda, tan frecuentemente como el
niño lo desee.
La lactancia materna puede aportar la mitad o más de los requerimientos de energía del
niño de 6 a 12 meses de edad y un tercio de sus requerimientos de energía, además de
otros nutrientes de elevada calidad para niños de 12 a 24 meses de edad (6). La leche
materna continúa aportando nutrientes de mejor calidad que los que existen en los
alimentos complementarios, así como factores protectores. La leche materna es una fuente
crítica para la provisión de energía y nutrientes durante la enfermedad (7) y reduce la
mortalidad entre los niños desnutridos (8, 9). En suma, como se analizó en la Sesión 1, la
lactancia materna reduce el riesgo a padecer enfermedades agudas y crónicas. Los niños
tienden a consumir menor cantidad de leche materna o disminuyen la frecuencia, cuando se
introducen los alimentos complementarios, por lo tanto la lactancia materna requiere ser
estimulada de manera práctica para poder mantener un aporte adecuado.
ØPRINCIPIO 3. Practicar la alimentación perceptiva aplicando los principios de
cuidado psico-social
La alimentación complementaria óptima depende, no solamente, del con qué se alimenta al
niño; también depende del cómo, cuándo, dónde y quién lo alimenta (10,11). Los estudios
del comportamiento, han revelado que el ‘estilo casual’ de alimentación es el que predomina
en algunas poblaciones. Se permite que los niños pequeños se alimenten por sí mismos y
rara vez se observa que son estimulados o alentados. En esta circunstancia, un estilo más
activo de alimentación puede mejorar la ingesta de los alimentos. El término de
“alimentación perceptiva” (ver Cuadro 2) es empleado para describir que el cuidador o
cuidadora aplica los principios del cuidado psicosocial.
El niño o niña debe tener su propio plato, de manera que el cuidador pueda saber si el niño
está recibiendo suficiente comida. Para alimentar al niño se puede emplear un utensilio,
como ser una cuchara, o solamente la mano limpia; esto depende de la cultura. El utensilio
debe ser el apropiado para la edad del niño. Muchas comunidades emplean cucharas
pequeñas cuando el niño comienza a recibir sólidos. Más tarde, se pueden emplear
cucharas de mayor tamaño o tenedores.
No se ha demostrado ninguna importancia en relación al hecho de dar el pecho materno
antes o después de la alimentación complementaria, durante cualquiera de las comidas. La
madre puede decidir esto según su conveniencia o según la demanda del niño.

CUADRO 2
Alimentación perceptiva

§ Alimentar a los lactantes directamente y asistir a los niños mayores


cuando comen por sí solos, respondiendo a sus signos de hambre
y satisfacción

§ Alimentar despacio y pacientemente y animar a los niños a comer,


pero sin forzarlos

§ Si los niños rechazan varios alimentos, experimentar con diversas


combinaciones, sabores, texturas y métodos para animarlos a
comer

§ Minimizar las distracciones durante las horas de comida si el niño


pierde interés rápidamente

§ Recordar que los momentos de comer son periodos de aprendizaje


y amor – hablar con los niños y mantener el contacto visual

CUADRO 2
ØPRINCIPIO 4. Ejercer buenas prácticas de higiene y manejo de los alimentos

La contaminación microbiana de los alimentos complementarios es la principal causa de


enfermedad diarreica, que es muy común entre niños de 6 a 12 meses de edad (12). La
preparación y el almacenamiento seguros de los alimentos complementarios reducen el
riesgo de diarrea. Es más probable que el empleo de biberones con tetinas para administrar
líquidos, provoque la transmisión de infecciones, que el empleo de vasos o tazas; por lo
tanto, el empleo de biberones debe ser evitado (13).
Todos los utensilios, como ser vasos, tazas, platos y cucharas empleados para alimentar al
lactante o niño pequeño, deben ser exhaustivamente lavados. En muchas culturas, es
común el comer con las manos y los niños reciben piezas sólidas de alimentos para que las
sostengan y mastiquen, a veces estas son llamadas ‘comidas para los dedos’. Es
importante que las manos del cuidador y del niño sean cuidadosamente lavadas antes de
comer.
Las bacterias se multiplican rápidamente en ambientes cálidos y más lentamente si la
comida es refrigerada. Las grandes cantidades de bacterias que se producen en los climas
cálidos incrementan el riesgo de enfermedades (14). Cuando los alimentos no puedan ser
refrigerados, deben ser consumidos tan pronto como sea posible después de ser
preparados (no más de 2 horas), antes de que las bacterias tengan tiempo para
multiplicarse.
En el Cuadro 3, se resumen las recomendaciones básicas para la preparación segura e
inocua de los alimentos (15).
CUADRO 3

Cinco ‘claves’ para la inocuidad de los alimentos


§ Mantener la limpieza

§ Separe los alimentos crudos de los cocidos

§ Cocinar complementamente los alimentos

§ Mantener los alimentos a temperaturas seguras

§ Utilizar agua y materias primas seguras

ØPRINCIPIO 5. Comenzar a los seis meses de edad con cantidades pequeñas de


alimentos y aumentar la cantidad conforme crece el niño, mientras se mantiene la
lactancia materna
Por conveniencia, la cantidad total de alimentos generalmente es medida según la cantidad
de energía que aportan; es decir la cantidad de kilocalorías (kcal) que necesita el niño.
También son igualmente importantes otros nutrientes, los que deben ser parte de los
alimentos o deben ser añadidos al alimento básico.
La Figura 10 muestra la energía que requiere el lactante y el niño pequeño hasta los 2 años
de edad y cuánta es la cantidad proporcionada por la leche materna. Muestra que la leche
materna cubre todas las necesidades hasta los 6 meses de edad pero, después de esta
edad, existe una brecha de energía que requiere ser llenada mediante los alimentos
complementarios. La energía que se requiere, adicionalmente a la leche materna, es de
aproximadamente 200 kcal por día, para niños de 6–8 meses; 300 kcal por día para niños
de 9–11 meses y 550 kcal por día para niños de 12–23 meses de edad. La cantidad de
alimentos que se requiere para cubrir estas brechas se incrementa a medida que el niño
tiene mayor edad y que la ingesta de leche materna se reduce (16).

FIGURA 10
Energía requerida según edad y la cantidad aportada por la leche materna

La Tabla 1 resume la cantidad de alimentos que se requiere a diferentes edades[1]; el


número promedio de kilocalorías que un lactante o niño pequeño requiere a diferentes
edades, a partir de los alimentos complementarios y la cantidad aproximada de comida, por
día, que se le debe brindar para alcanzar esta cantidad de energía. La cantidad se
incrementa de manera gradual, mes a mes, a medida que el niño crece y se desarrolla; la
tabla muestra un promedio para cada rango de edad.
La cantidad actual (peso o volumen) de comida requerida, depende de la densidad
energética del alimento ofrecido. Esto representa al número de kilocalorías por ml o por
gramo. La leche materna contiene aproximadamente 0.7 kcal por ml, mientras que los
alimentos complementarios son más variables y, usualmente, contienen entre 0.6 y 1.0 kcal
por gramo. Los alimentos que son ‘aguados’ y diluidos, contienen aproximadamente solo
0.3 kcal por gramo. Para que los alimentos complementarios tengan 1.0 kcal por gramo, es
necesario que sean muy espesos y que contengan grasa o aceite, lo cual hace que sean
alimentos ricos en energía.
Los alimentos complementarios deberían tener mayor densidad energética que la leche
materna; esto es, por lo menos 0.8 kcal por gramo. Las cantidades de alimentos,
recomendadas en la Tabla 1, asumen que el alimento complementario contiene 0.8–1.0 kcal
por gramo. Si el alimento complementario tiene mayor densidad energética, entonces se
requiere una menor cantidad para cubrir la brecha de energía. Un alimento complementario
que tiene menor densidad energética (es más diluido) necesita ser administrado en una
mayor cantidad, para cubrir la brecha de energía.
TABLA 1
Guía práctica sobre la calidad, frecuencia y cantidad de alimentos para niños de 6–23 meses
de edad, que reciben lactancia materna a demanda
EDAD ENERGÍA TEXTURA FRECUENCIA CANTIDAD DE
NECESARIA POR ALIMENTOS QUE
DIA, ADEMÁS DE LA USUALMENTE
LECHE MATERNA CONSUMIRA UN NIÑO
‘PROMEDIO’ EN
CADA COMIDAa

6-8 meses 200 kcal/día Comenzar con 2-3 comidas por día Comenzar con 2-3
papillas espesas, cucharadas por
Dependiendo del
alimentos bien comida, incrementar
apetito del niño, se
aplastados gradualmente a ½
pueden ofrecer 1-2
vaso o taza de 250
Continuar con la ‘meriendas’
ml
comidade la familia,
aplastada

9-11 meses 300 kcal/día Alimentos finamente 3-4 comidas por día ½ vaso o taza o plato
picados o aplastados de 250 ml
Dependiendo del
y alimentos que el
apetito del niño, se
niño puedaagarrar con
pueden ofrecer 1-2
la mano
‘meriendas’

12-23 meses 550 kcal/día Alimentos de la 3-4 comidas por día ¾ a un vaso o taza o
familia, picados o, si plato de 250 ml
Dependiendo del
es necesario,
apetito del niño, se
aplastados
pueden ofrecer 1-2
‘meriendas’
Información adicional
Las cantidades recomendadas de alimentos, que se incluyen en la tabla, consideran una densidad energética de
aproximadamente 0.8 a 1.0 kcal/g.
Si la densidad de energía de los alimentos es de aproximadamente 0.6 kcal/g, la madre debería incrementar la
densidad energética de los alimentos (agregando algunos alimento especiales) o incrementar la cantidad de
alimentos por comida. Por ejemplo:
— de 6 a 8 meses, incrementar gradualmente hasta dos tercios de vaso o taza
— de 9 a 11 meses, darle 3 cuartos de vaso o taza
— de 12 a 23 meses, darle un vaso o taza completo.
La tabla debe ser adaptada en base al contenido de energía de los alimentos complementarios locales.
La madre o el cuidador, debería alimentar al niño empleando los principios de alimentación perceptiva,
reconociendo las señales de hambre y de saciedad. Estos signos deben guiar la cantidad de alimentos a ser
administrada durante cada comida y la necesidad de darle ‘meriendas’.

a
Si el lactante no recibe lactancia materna, además darle: 1–2 vasos o tazas de leche por día y 1-2
comidas adicionales por día (18).

Cuando el alimento complementario es introducido en a la dieta del lactante, este tiende a


recibir pecho materno con menor frecuencia y su ingesta de leche disminuye (17), de
manera que, efectivamente la alimentación complementaria desplaza a la leche materna. Si
los alimentos complementarios tienen una densidad energética menor que la leche materna,
la ingesta de energía del niño será menor que la que obtenía con la lactancia materna
exclusiva; esta es una causa importante de desnutrición.
Generalmente, el apetito del niño sirve como guía para estimar la cantidad de alimentos que
puede ser ofrecida. Sin embargo, la enfermedad y la desnutrición reducen el apetito, de
manera que un niño enfermo podría consumir menos alimentos de los que necesita. Un niño
que se encuentra en recuperación de una enfermedad puede requerir un apoyo adicional
con la alimentación, para asegurar una ingesta adecuada. Si el niño incrementa su apetito
durante la recuperación, se le debe ofrecer una comida adicional.

ØPRINCIPIO 6. Aumentar la consistencia y la variedad de los alimentos


gradualmente conforme crece el niño, adaptándose a los requisitos y habilidades
de los niños
La consistencia más apropiada de la comida del lactante o niño pequeño, depende de la
edad y del desarrollo neuromuscular (19). Al inicio de los 6 meses, el lactante puede comer
alimentos sólidos o semisólidos, en forma de puré o aplastados. A la edad de 8 meses, la
mayoría de los lactantes también pueden comer algunos alimentos que son levantados con
los dedos. A los 12 meses, la mayoría de los niños pueden comer los mismos alimentos
consumidos por el resto de la familia. Sin embargo, los alimentos deben ser ricos en
nutrientes, como se explica en el Principio 8. Se debe evitar los alimentos que pueden
provocar asfixia, como ser el maní entero.
Los alimentos complementarios deben ser lo suficientemente espesos para mantenerse en
la cuchara y que no se escurran hacia fuera. Gen­eralmente, los alimentos que son más
espesos o más sólidos tienen mayor densidad de energía y nutrientes que los alimentos
aguados o muy blandos. Cuando el niño come alimentos espesos o sólidos, resulta más
fácil el darles mayor suministro de kcal e incluir una variedad de ingredientes ricos en
nutrientes, como ser alimentos de origen animal. Existen pruebas sobre la presencia de una
‘ventana crítica’ para incorporar alimentos ‘grumosos’ (con pedazos de alimentos): si estos
son administrados más allá de los 10 meses de edad, se puede incrementar el riesgo
posterior de sufrir problemas de alimentación. Si bien, el continuar con alimentos
semisólidos puede ahorrar tiempo es importante, para el crecimiento óptimo del niño, que se
incremente de manera gradual y con la edad, la ‘solidez’ de los alimentos.

ØPRINCIPIO 7. Aumentar el número de veces que el niño consume los alimentos


complementarios conforme va creciendo
A medida que el niño tiene mayor edad, necesita una mayor cantidad total de alimentos por
día; los alimentos deben ser divididos, o fraccionados, en una mayor cantidad de comidas.
El número de comidas que un lactante o niño pequeño necesita, depende de:

§ Cuánta energía necesita el niño para cubrir la brecha de energía. Cuanta más
energía requiera el niño cada día, necesitará mayor número de comidas para
asegurar que él o ella tenga la suficiente energía.

§ La cantidad de alimentos que el niño pueda comer en una comida. Depende de la


capacidad o tamaño de su estómago, la cual usualmente es de 30 ml por kg de peso.
Un niño que pesa 8 kg tendrá una capacidad gástrica de 240 ml, aproximadamente
un vaso o taza lleno de tamaño grande; no se puede esperar que coma más que esta
cantidad durante una comida.

§ La densidad energética del alimento ofrecido. La densidad de energía de los


alimentos complementarios debe ser mayor que la de la leche materna: esto es, al
menos 0.8 kcal por gramo. Si la densidad energética es menor, para llenar la brecha
de energía se requiere un mayor volumen de alimentos; estos pueden requerir ser
fraccionados en un número mayor de comidas.
Como se ha mostrado en la Tabla 1, un lactante entre 6-8 meses de edad, necesita 2–3
comidas al día y un lactante entre 9–23 meses necesita 3–4 comidas al día. Dependiendo
del apetito del niño, se le puede ofrecer 1–2 ‘meriendas’ nutritivas. Las ‘meriendas’ se
definen como los alimentos que son consumidos entre las comidas principales,
frecuentemente el niño emplea sus dedos para comerlas, además son convenientes y
fáciles de ser preparadas. Si las ‘meriendas’ son fritas pueden tener una mayor densidad
energética. La transición de 2 a 3 comidas y de porciones pequeñas a más grandes, ocurre
de manera gradual entre estas edades, dependiendo del apetito del niño y de cómo él o ella
se está desarrollando.
Si el niño recibe muy pocas comidas, no recibirá la cantidad suficiente de alimentos para
cubrir sus necesidades energéticas. Si el niño come demasiadas comidas, él o ella lactará
menos o incluso podría dejar de lactar del todo. Durante el primer año de vida, el
desplazamiento de la leche materna reduce la calidad y cantidad de la ingesta total de
nutrientes del niño.
ØPRINCIPIO 8. Dar una variedad de alimentos para asegurarse de cubrir las
necesidades nutricionales
Los alimentos complementarios deberían brindar suficiente energía, proteína y
micronutrientes para cubrir las brechas de energía y de nutrientes del niño, de manera que
junto con la leche materna se cubran todas sus necesidades.
La Figura 11 muestra que las brechas de energía, proteína, hierro y vitamina A requieren
ser cubiertas mediante la alimentación complementaria, para un niño de 12–23 meses de
edad. La parte clara de cada barra muestra el porcentaje de las necesidades diarias que
puede ser aportado mediante un promedio de ingesta de 550 ml de leche materna. La parte
oscura de la barra muestra la brecha que debe ser completada mediante los alimentos
complementarios.

FIGURA 11
Brechas a ser llenadas con la alimentación complementaria, para un niño o niña de
12-23 meses que recibe lactancia materna

La mayor brecha es la que corresponde a la del hierro, de manera que es de particular


importancia que los alimentos complementarios contengan hierro; en lo posible se debe
emplear alimentos de origen animal, como ser carne, órganos de animales, aves de corral o
pescado. Una alternativa son los guisantes, frijoles, lentejas y nueces, que deben ser
administrados con alimentos ricos en vitamina C, para favorecer la absorción de hierro; pero
estos alimentos no deben reemplazar completamente a los de origen animal.
El Cuadro 4 resume las características de un buen alimento complementario.

CUADRO 4
Un buen alimento complementario es:
§ Rico en energía, proteína y micronutrientes (particularmente hierro,
zinc, calcio, vitamina A y folato);

§ No es picante ni salado;

§ El niño puede comerlo con facilidad

§ Es del gusto del niño

§ Está disponible localmente y es asequible

CUADRO 4
Generalmente, el ingrediente central del alimento complementario es el alimento básico
local. Los alimentos básicos pueden ser cereales, raíces o frutas que están constituidos
principalmente por hidratos de carbono y, por lo tanto, aportan energía. Los cereales
también contienen algo de proteína; pero las raíces, como ser la yuca, el camote (o batata)
y frutas con almidón, como la banana y el fruto del árbol del pan, contienen muy poca
cantidad de proteína.
Cada día, se debería añadir una variedad de otros alimentos al alimento básico, para
aportar otros nutrientes. Estos incluyen:

§ Los alimentos de origen animal o pescado son buenas fuentes de proteína, hierro y
zinc. El hígado también aporta vitamina A y folato. La yema del huevo es una buena
fuente de proteína y de vitamina A, pero no de hierro. El niño debe recibir la parte
sólida de estos alimentos y no solamente el jugo.

§ Los productos lácteos, como ser la leche, queso y el yogur, son buenas fuentes de
calcio, proteínas, energía y vitaminas del complejo B.

§ Los guisantes, frijoles, lentejas, maníes y soja, son buenas fuentes de proteína y
contienen algo de hierro. El comer al mismo tiempo alimentos ricos en vitamina C
(por ejemplo tomates, cítricos y otras frutas, además de vegetales de hojas verdes),
favorece la absorción de hierro.

§ Las frutas y vegetales de color naranja, como ser la zanahoria, zapallo, mango y
papaya y las hojas de color verde oscuro, por ejemplo la espinaca, son ricos en
caroteno, un precursor de la vitamina A y también son ricos en vitamina C.

§ Las grasas y aceites son fuentes concentradas de energía y de ciertas grasas


esenciales que son necesarias para el crecimiento del niño.
Los alimentos complementarios de origen vegetal (vegetarianos) no son suficientes por si
solos para cubrir los requerimientos de hierro y zinc de un lactante o niño pequeño de 6–23
meses de edad. Es necesario añadir alimentos de origen animal que contengan suficiente
hierro y zinc. Como alternativa, para llenar algunas brechas críticas, se puede emplear
alimentos fortificados con micronutrientes.
El consumo de grasas y aceites es importante, debido a que incrementan la densidad
energética de los alimentos y mejoran su sabor. Las grasas también mejoran la absorción
de la vitamina A y de otras vitaminas liposolubles. Algunos aceites, en especial los de soja o
de colza (nabo), también aportan ácidos grasos esenciales. La grasa debe representar el
30–45% del aporte total de la energía aportada por la leche materna y la alimentación
complementaria juntas. La proporción de grasa no debe ser superior ya que el niño no
comería otros alimentos que contengan proteína y otros nutrientes importantes, como ser
hierro y zinc.
El azúcar es una fuente concentrada de energía, pero carece de otros nutrientes. Puede
dañar los dientes de los niños y provocar sobrepeso y obesidad. El azúcar y las bebidas
dulces, como ser las gaseosas, deben ser evitadas debido a que reducen el apetito del niño
y estos no consumen alimentos más nutritivos. El té y el café contienen compuestos que
interfieren con la absorción de hierro y no se recomiendan para niños pequeños.
Debido a que existe preocupación en relación a potenciales efectos alérgicos, es frecuente
que las familias restrinjan ciertos alimentos de la dieta de los lactantes y niños pequeños.
Sin embargo, no existen estudios controlados que demuestren que estas dietas restrictivas
tengan un efecto protector frente a las alergias. Por lo tanto, los niños pequeños pueden
consumir una variedad de alimentos desde los seis meses de edad, incluyendo leche de
vaca, huevos, maní, pescado y mariscos (18).
ØPRINCIPIO 9. Utilizar alimentos complementarios fortificados o suplementos de
vitaminas y minerales para los lactantes de acuerdo a sus necesidades
Los alimentos complementarios no fortificados, predominantemente basados en vegetales,
usualmente brindan cantidades insuficientes de ciertos nutrientes ‘clave’ (particularmente
hierro, zinc y vitamina B6) para lograr alcanzar las cantidades recomendadas de ingesta de
nutrientes, durante la alimentación complementaria. La incorporación de alimentos de origen
animal, en algunos casos, puede ser suficiente para llenar la brecha; sin embargo, para
poblaciones que viven en la pobreza, esto incrementa el costo de la alimentación, lo cual
puede ser un inconveniente. Además, la cantidad de alimentos de origen animal que puede
ser, factiblemente, consumida por los lactantes (por ejemplo de 6–12 meses de edad),
generalmente es insuficiente para llenar la brecha de hierro. La dificultad para alcanzar los
requerimientos de estos nutrientes, no es exclusiva de los países en desarrollo. El promedio
de la ingesta de hierro en lactantes de países industrializados, podría ser bastante más bajo
si no existiera la amplia disponibilidad de productos fortificados con hierro. Por lo tanto, en
lugares donde los alimentos de origen animal son escasos o no están disponibles para
muchas familias, es necesario que existan en los sitios de consumo alimentos
complementarios fortificados con hierro o alimentos fortificados con suplementos
nutricionales (micronutrientes en polvo) o con suplementos de base lipídica.
ØPRINCIPIO 10. Aumentar la ingesta de líquidos durante las enfermedades
incluyendo leche materna (lactancia más frecuente), y alentar al niño a comer
alimentos suaves, variados, apetecedores y que sean sus favoritos. Después de la
enfermedad, dar alimentos con mayor frecuencia de lo normal y alentar al niño a
que coma más
Durante la enfermedad, con frecuencia la necesidad de líquidos se incrementa, de manera
que se debería ofrecer y estimular a que el niño beba más; además, debe continuar con la
lactancia materna a demanda. Frecuentemente, el apetito del niño hacia la comida
disminuye, mientras que el deseo de lactar se incrementa; la leche materna se convierte en
la principal fuente, tanto de líquidos como de nutrientes.
Se debería estimular a que el niño coma algo de alimentos complementarios, para mantener
el aporte de nutrientes y mejorar su recuperación (20). Usualmente, la ingesta es mejor si se
ofrece al niño sus alimentos preferidos y si los alimentos son suaves y apetitosos. Es
probable que la cantidad de alimentos que recibe en cualquier comida sea menor que la
usual, de manera que el cuidador debe ofrecer los alimentos con mayor frecuencia y en
pequeñas cantidades.
Cuando el lactante o niño pequeño está en período de recuperación y su apetito mejora, el
cuidador debe ofrecerle una porción adicional en cada comida o una comida o ‘merienda’
adicionales cada día.

3.2 Recomendaciones para la suplementación con


micronutrientes
Para los niños pequeños, los micronutrientes son esenciales para el crecimiento, el
desarrollo y la prevención de enfermedades. Como se discutió antes, en el Principio 9, en
algunas situaciones la suplementación con micronutrientes puede ser una intervención
efectiva. Las recomendaciones se resumen abajo.
Vitamina A
La OMS y el UNICEF recomiendan la suplementación universal con vitamina A como una
prioridad para niños de 6–59 meses de edad en países con un riesgo elevado de deficiencia
(Tabla 2). En estos países, se debe administrar una dosis elevada de vitamina A a los niños
con sarampión, diarrea, enfermedad respiratoria, varicela, otras infecciones graves o
desnutrición aguda grave, y a los que viven en la vecindad de niños con deficiencia de
vitamina A (21).
TABLA 2
Esquema universal de administración de la vitamina A para la prevención de la
deficiencia
Lactantes de 6–12 meses de edad 100 000 UI vía oral, cada 4–6 meses

Niños mayores de 12 meses de 200 000 IU vía oral, cada 4–6 meses
edad

Hierro
Como regla, durante el período de la alimentación complementaria, se debe preferir los
alimentos fortificados a la suplementación con hierro. Es necesario tener cuidado con la
suplementación con hierro en lugares donde la prevalencia de la malaria y de otras
enfermedades infecciosas sea elevada. En zonas donde la malaria es endémica, no se
recomienda la suplementación universal con hierro. Si se emplean suplementos con hierro,
no deben ser administrados a niños que tengan suficientes reservas de este mineral ya que,
en estos niños, parece ser mayor el riesgo de aparición de eventos adversos graves. En
estas zonas, la prevención y el manejo de la anemia requiere de un sistema de ‘tamizaje’
que permita la identificación de niños con deficiencia de hierro y de la accesibilidad a
tratamiento antimalárico y anti-infeccioso apropiados (22,23).
Yodo
En el año 1994, la OMS y el UNICEF recomendaron la yodación universal de la sal, como
una estrategia segura, costo-efectiva y sostenible, para asegurar la ingesta suficiente de
yodo por parte de todos los individuos. Sin embargo, en zonas donde existe una grave
deficiencia de yodo, los grupos vulnerables – mujer embarazada, en período de lactancia y
niños menores de 2 años – podrían no estar cubiertos de manera adecuada cuando la
estrategia de yodación de la sal no está completamente ejecutada; en este caso, la
suplementación con yodo podría ser necesaria. La Declaración Conjunta de la OMS y el
UNICEF, sobre la ingesta óptima de yodo en embarazadas, mujeres que dan de lactar y
niños pequeños, brinda guías que permiten categorizar a los países y posteriormente
desarrollar planes para una respuesta adecuada (24).

Zinc
Se recomienda la suplementación con zinc como parte del tratamiento de la diarrea. Se
debe administrar zinc (20 mg/día) durante 10-14 días, a todos los niños con diarrea. En el
caso de lactantes menores de 6 meses de edad, la dosis del zinc debe ser de 10 mg/día
(25).

3.3 Adaptaciones locales de las recomendaciones sobre


alimentación complementaria
La Tabla 3 presenta una lista de alimentos, los principios nutritivos que contienen y cómo
deben ser administrados a los niños, para lograr una buena alimentación complementaria.
Para desarrollar recomendaciones específicas, que respondan a los Principios de
Orientación y que sean localmente aceptables, se requiere de un proceso de adaptación. En
el proceso de adaptación es útil involucrar a los cuidadores y a las familias y decidir qué es
lo ‘culturalmente apropiado’ (26). Generalmente se requiere seguir los siguientes pasos:

§ Revisar las guías nacionales o locales existentes.

§ Elaborar una lista de alimentos disponibles a nivel local.

§ Averiguar el contenido de nutrientes de los alimentos locales, empleando tablas de


composición de alimentos (27).

§ Calcular la cantidad de varios alimentos que permitirán cubrir las necesidades diarias
del niño en relación a varios nutrientes. Para esto pueden emplearse técnicas de
programación lineal (28).

§ Evaluar qué comidas y en qué cantidades, los cuidadores y las familias aceptan que
son las apropiadas para los niños e identificar sus prácticas y preferencias de
alimentación.
§ Realizar estudios sobre ‘Prácticas Mejoradas’, solicitando a las madres, o a otros
cuidadores, que seleccionen una nueva ‘práctica mejorada’ de alimentación y que
intenten aplicarla por sí mismas.

TABLA 3.
Alimentos apropiados para la alimentación complementaria
QUÉ ALIMENTOS DAR Y POR QUÉ CÓMO DAR LOS ALIMENTOS

LECHE MATERNA: continúa aportando energía Lactantes de 6–11 meses


y nutrientes de alta calidad hasta los 23 meses
de edad § Continuar con la lactancia materna
ALIMENTOS BÁSICOS: aportan energía, un
poco de proteína (solo los cereales) y vitaminas
§ Dar porciones adecuadas de:

§ Ejemplos: cereales (arroz, trigo, maíz, — Puré espeso, elaborado con maíz, yuca, mijo;
mijo, quinua), raíces (yuca, camote o añadir leche, frutos secos (nuez, almendra, etc.)
batata y papas) y frutas con almidón o azúcar
(plátano y fruto del árbol del pan) — Mezclas de purés elaborados con plátano,
ALIMENTOS DE ORIGEN ANIMAL: aportan papa, yuca, mijo o arroz: mezclarlos con
proteína de alta calidad, hierro hemínico, zinc y pescado, frijoles o maní aplastados; agregar
vitaminas vegetales verdes

§ Ejemplos: hígado, carnes rojas, carne de § Dar ‘meriendas’ nutritivas: huevo,


pollo, pescado, huevo (no es buena plátano, pan, papaya, leche y budines
fuente de hierro) elaborados con leche, galletas, pan con
PRODUCTOS LÁCTEOS: aportan proteína, mantequilla, margarina, pasta de maní o
energía, la mayoría de vitaminas (especialmente miel, papa cocida
vitamina A y folato), calcio
§ Ejemplos: leche, queso y requesón Niños de 12–23 meses
(cuajada)
VEGETALES DE HOJAS VERDES Y DE § Continuar con la lactancia materna
COLOR NARANJA: aportan vitaminas A, C y
folato § Dar porciones adecuadas de:

§ Ejemplos: espinaca, brócoli, acelga, — Mezclas de alimentos de la familia,


zanahoria, zapallo, camote aplastados o finamente cortados, elaborados
con papa, yuca, maíz, mijo o arroz; mezclarlos
LEGUMINOSAS: aportan proteína (de calidad con pescado, frijoles o maní aplastados; añadir
media), energía, hierro (no se absorben bien) vegetales verdes
§ Ejemplos: guisantes, variedades de — Puré espeso de maíz, yuca, mijo; añadir
frijoles, lentejas, habas, arvejas leche, soja, frutos secos o azúcar
ACEITES Y GRASAS: aportan energía y ácidos
grasos esenciales § Dar ‘meriendas’ nutritivas: huevo,
plátano, pan, papaya, leche y budines
§ Ejemplos: aceites (se prefiere el aceite elaborados con leche, galletas, pan con
de soja o de colza), margarina, mantequilla, margarina, pasta de maní o
mantequilla o manteca de cerdo miel, papa cocida
SEMILLAS: aportan energía
Ejemplos: pasta de maní o pastas de frutos
secos, semillas remojadas o germinadas, como
ser semillas de zapallo, girasol, melón o sésamo

PARA RECORDAR
Alimentos ricos en hierro
§ Hígado (de cualquier tipo), órganos de animales, carne de animales (especialmente la roja),
carne de aves (especialmente la carne oscura), alimentos fortificados con hierro

§ Alimentos ricos en vitamina A


§ Hígado (de cualquier tipo), aceite rojo de palma, yema de huevo, frutas y vegetales de color
naranja, vegetales de hoja verde

§ Alimentos ricos en zinc


§ Hígado (de cualquier tipo), órganos de animales, alimentos preparados con sangre, carne de
animales, aves y pescado, mariscos y yema de huevo

§ Alimentos ricos en calcio


§ Leche o productos lácteos, pequeños pescados con hueso

§ Alimentos ricos en vitamina C


§ Frutas frescas, tomates, ají (verde, rojo, amarillo), hojas verdes y vegetales

Obtener retroalimentación sobre qué es lo más apropiado para la circunstancia presente.


La incorporación de suplementos vitamínico-minerales, depende del contenido de micronutrientes de
los alimentos disponibles a nivel local y de la posibilidad de que el niño pueda comer los alimentos
apropiados en cantidad suficiente.

Referencias
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August 2008).

[1] Los rangos de edad deberían ser interpretados de la siguiente manera: un niño de 6–8 meses es
de 6 o más meses (≥ de 180 días) pero aún no tiene 9 meses de edad (< 270 días).

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