Capítulos 55 - Heredera Divorciada. - Novela Romantica Gratis

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Capítulos 55 - Heredera divorciada.

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El rostro de Paul se volvió tan blanco como un papel, no dejó ni el más mínimo
rastro de sus mejillas sonrojadas y me miró como si fuese un espanto, no
esperaba en lo absoluto que yo estuviera aquí, si no hubiese sido por eso, no
estaría en este momento pensando que mi primo tenía razón y que estaba
tramando algo que en realidad, yo tenía mucho que ver. ‎‎

Tan pronto como pudo, finalizó la llamada con el mentado Sr. Richman, que
hasta ahora, no tenía ni idea de quién es, pues por más que intentaba recordar
no me sonaba ese apellido, puedo jurar que no lo he escuchado en mi vida. ‎‎

Cerré la puerta detrás de mí, dejando el ruido del otro lado, me encontraba cara
a cara con Paul y no tenía más opción que responderme, yo escuché muy bien
lo que dijo y cómo lo dijo. Sinceramente, no me gustaba para nada esta
situación, menos viniendo de él. ‎‎

—S
‎ arah, ¿qué haces aquí? Está haciendo un poco de frío, te vas a congelar con
ese vestido, te presto mi chaqueta. ‎—su tono de voz volvió a la normalidad, nada
comparado a cómo hablaba hace unos minutos. Se iba a quitar su chaqueta,
pero lo detuve levantando mi mano en modo de stop. ‎

—N
‎ o tengo frío, solo quiero saber qué estabas hablando de mí y con quién. ‎—
Paul se quedó paralizado en su lugar y solo fue capaz de acomodarse su ropa. ‎
Evidentemente, lo había tomado por sorpresa, parecía que no sabía qué
contestar y yo comenzaba a impacientarme. No quería desconfiar de él, mi
amigo de toda la vida y el hermano de mi mejor amiga, pero no podía evitar
malinterpretar su silencio.

—S
‎ ari, no quería que lo supieras hasta que tuviera todo arreglado. ‎—lo miré
confundida y en silencio, sin entender de lo que estaba hablando, hasta que
continuó después de hacer sonar su cuello. ‎—Sé lo ocupada que estás y que
estarás apartir de ahora con el proyecto de colaboración, así que me tomé la
molestia de buscar el mejor bufete de abogados para la demanda de
difamación en contra de esas mujeres. Lo siento por no decírtelo antes, pero
sentí la necesidad de ayudarte con esto, si tú estás bien yo también lo estaré. —

quedé atónita ante sus palabras y me crucé de brazos intentando entender
porqué tanto interés de su parte para ayudarme con el caso. ‎

No había pasado ni una hora desde que todo el mundo se enteró de la demanda
y Paul ni siquiera esperó para preguntarme sobre ello, cuando ya estaba
buscando abogados y diciéndole lo rápido que ganaría el caso. ‎

—P
‎ aul, no es necesario que te tomes la molestia de buscar abogados, todo ha
estado bajo control desde un principio. En todo caso, debiste preguntarme
primero antes de mover tus contactos, acabo de anunciar la demanda, podías
esperar unos minutos para consultarlo conmigo, ¿no te parece? Además, ¿por
qué tanto misterio? Abby me ha mentido sobre tu paradero, ¿cómo debería
tomar esto? —
‎ hablé tranquila, pero por dentro me sentía decepcionada por los
hermanos Dubois. Abby por mentirme y Paul por tomarse atribuciones que no le
corresponden y a mis espaldas. ‎

—L
‎ e he pedido a Abby que mienta por mí, si hay alguien con quién debes
enfadarte es conmigo, yo solo quise aprovechar la oportunidad y ayudarte lo
máximo posible. Sari, discúlpame, he metido la pata. —
‎ Paul sonaba arrepentido
y afectado, de pronto me sentí mal por despreciarlo una vez más cuando, según
él, solo quería ayudarme. ‎

Solté un suspiro cansado y enseguida sentí el frío en las partes de mi cuerpo


que quedaban descubiertas por el vestido. ‎
Me preguntaba en secreto una y otra vez si podía confiar en su palabra.
Después de todo, ¿por qué haría algo en mi contra? Tal vez estaba llevando esto
muy lejos por las ideas de Vincent. ‎‎

—‎E
‎ stá bien, Paul, solo cancela a cualquier abogado. ¿Vamos adentro? Hace
frío. ‎—di por finalizado el tema o me daría una jaqueca por tantos asuntos que
tenía en mi cabeza. ‎

Paul asintió con su cabeza y di media vuelta para volver, pero antes de abrir la
puerta, el frío en mi cuerpo se esfumó cuando sentí algo cubriendo mis
hombros, no tardé en darme cuenta que se trataba de la chaqueta de su traje y
por si fuera poco, pasó su brazos por mi espalda y su mano se detuvo en mi
hombro, debía admitir que me agrada a su calor en esta noche tan fría. ‎

Al volver, el rostro de Abby palideció y sonrió con nerviosismo antes de darle un


rápido vistazo a Paul, la dejé pasar porque después de todo es su hermana y
por supuesto que le cubriría la espalda. Me encontré con la mirada confundida
de mi primo al verme llegar con Paul de esta manera y negué levemente con mi
cabeza, dándole a entender que no había nada de qué preocuparse. ‎‎

Mi padre llegó junto a Alexander y Julián justo cuando me quitaba la chaqueta


de Paul, le agradecí y no se separó de mí, ni siquiera cuando llegué junto a
Tristán que comenzaba a llamar a su padre con emoción. ‎

—A
‎ les, Ales, hola. —
‎ mi hijo le saludó con la mano en los brazos de mi madre y
no pude evitar sonreír levemente con ternura. ‎

Paul dejó de abrazarme por los hombros, para tomarme de la cintura de una
manera posesiva que de pronto me incomodó.‎

—H
‎ ola, pequeño pelinegro. —
‎ Alexander lo saludó de vuelta desde su lugar con
un brillo en sus ojos, parecía incómodo con la mirada de pocos amigos que los
Dubois le dedicaron desde que llegó. ‎

Me moví ligeramente bajo el tacto de Paul, logrando que su agarre se


deshiciera, lo miré cuando sus largos dedos se entrelazaron con los míos y bajo
mi atenta mirada, dejó un fugaz beso en el dorso de mi mano, abrí mi boca para
hacerle saber que no me sentía agusto de esa manera frente a todos los
presentes, pero la voz de mi padre me hizo callar.‎

—G
‎ racias a todos por el trabajo realizado esta semana. —
‎ mi padre comenzó a
hablar, captando la atención de todos. Lo miré inexpresiva, esperando el
momento que dijera que el proyecto se llevaría a cabo en New York y no en
París cómo estaba programado desde un principio, ¿cómo iba a cambiar todo
por petición de Alexander? Podíamos resolver las visitas de Tristán de otro
modo, no haciendo que replanteemos el proyecto cuando estaba a nada de dar
inicio.‎Miré al pelinegro y su escudriñante mirada no se despegaba ni un
segundo de mí. —Mañana tendremos una cena de negocios dónde han sido
cordialmente invitados los representantes de las marcas de colaboración. Hay
algunos temas por tratar que quedan pendientes.‎

Al escuchar aquello, me solté de un solo tirón de Paul y sintiendo una


incomodidad en mi pecho, intervine.‎

—‎¿Hay algún cambio en el proyecto que no sepamos?‎—pregunté directamente


y con cierto recelo después de pedir la palabra para hablar. Le di un vistazo a
Alexander, para que supiera que ya sabía de sus intenciones y que no estaba de
acuerdo con sus cambios tan drásticos.‎

Mi padre guardó silencio por unos segundos en los que me miró con el ceño
fruncido, no podía adivinar lo que pasaba por su mente, ¿es que acaso fue
capaz de acceder a los cambios sugeridos?‎

No puede ser cierto.‎

Quedarme en esta ciudad durante un año sería una tortura, no solo no estaría
familiarizada con el área de trabajo donde se llevaría a cabo el proyecto, sino
que tambien quería estar lo más lejos posible de todo aquello que me traía
amargos recuerdos y con personas tan desagradables, empezando por la Sra.
Amelia, a la que le daría su merecido en un juicio, y conociéndola cómo lo hago,
no se quedará se brazos cruzados al ver que aquella mujer que tanto despreció,
es aún más poderosa que ella y que la dejó totalmente ridiculizada ante todos.‎
—‎Sarah, hablaremos de eso en la reunión de mañana, no hay prisa.‎—respondió
mi padre con calma, plantando la gran duda dentro de mí.‎‎—Una vez más, quiero
felicitarlos por el gran trabajo de Innova y Lancaster Collection, los estaré
esperando a la hora acordada en la mansión.‎

Me reí silenciosamente sin ganas, mientras Julián y Alexander se despedían de


todos. Abby rechazó directamente el saludo de Alexander y besó la mejilla de
Julián sin ganas. ‎

Uno le caía peor que el otro.‎

Alexander llegó hasta mí y di un paso atrás al ver su intención de besar mi


mejilla en modo de despedida.‎

—‎Luces más hermosa cuando tu ceño no está fruncido.‎—lo miré indiferente y


con una ceja enarcada por sus palabras.‎

A él que le importa si me veo hermosa o no con el ceño fruncido.‎

—‎Gracias, pero no es de su incumbencia. Lo veo mañana, Sr. Lancaster. Ah, y


espero que los cambios no tengan que ver con nuestro regreso a París.‎—dije
para que solo él escuchara, pues todos se despedían de Julián, hasta que este
se despidió cortésmente de mi madre y de Tristán, este último no dejaba de
sonreír y esconderse con pena en el cuello de su abuela.‎

La mirada burlona e indiferente de Alexander solo logró despertar una ganas


incontrolables de dejarle la mano marcada en la mejilla.‎

—‎No todo gira alrededor de usted. Sra. Doinel.‎Recuerde, no hay prisa.‎—hizo


énfasis en mi apellido y se alejó hacía donde estaba mi madre con nuestro hijo,
dejándome con la palabra en la boca y muy malhumorada, ni siquiera pude
decirle una palabra desde mi lugar, Pues Julián apareció en mi campo de visión
después de terminar de despedirse de un avergonzado Tristán.‎

¿Acaso a Alexander no se le quita jamás lo imbécil?‎


—‎Sra. Doinel, ha sido un gusto charlar brevemente con usted. La veré mañana.‎
—mi malhumor se esfumó solo un poco al ver la sonrisa auténtica de Julián,
podía decir que era la primera vez que le veía sonreír, mientras me tendía su
mano. Siendo un hombre tan serio e inexpresivo, no quise parecer como una
grosera o descortés.

—‎El gusto es mío, Sr. Ferrer.‎—estreché su mano pensando que me soltaría


después de un apretón, pero no. ‎

Llevó mi mano hasta sus labios y dejó un beso en mis nudillos como todo un
caballero, dejándome totalmente sorprendida. Podía jurar que de las demás
mujeres no se despidió de esa manera.‎

—‎Feliz noche.‎—soltó mi mano dejándome perpleja y cuando pensé que se iba


a ir, habló.‎—Oh, y haga caso omiso a los comentarios de ciertas personas,
usted luce realmente radiante hasta cuando está molesta, no necesita estar
sonriente para brillar con su luz propia.‎—su comentario me descolocó por
completo, no esperaba que alguien hubiese escuchado lo que Alexander me dijo
hace un momento y menos que opinar sobre ello frente a todos.‎

Julián se alejó sin esperar una respuesta de mi parte y entonces, me percaté


que todos, absolutamente todos, miraban la escena tan sorprendidos como yo.

Trágame tierra.‎‎‎‎‎‎‎‎‎‎‎‎‎‎‎‎
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