Movimientos Sociales Contemporáneos en México
Movimientos Sociales Contemporáneos en México
Movimientos Sociales Contemporáneos en México
Un movimiento social es un grupo no formal de individuos u organizaciones que tiene como finalidad
el cambio social. Durante el siglo XIX, el concepto de movimiento social estaba ligado a un tipo de
cambio social particular y a un fin específico, así como a una identidad en concreto y a un grupo
social en particular.
Para poder analizar diferentes tipos de movimientos sociales es oportuno tener un concepto general
de lo que es un movimiento social, sus causas y cómo se presenta.
Cuando empezó a utilizarse a principios del siglo XIX, el concepto de movimiento social estaba
ligado a un tipo de cambio social particular (revolucionario) y a un fin específico (la instauración de
un régimen socialista o comunista), así como a una identidad en concreto (identidad de clase) y a un
grupo social en particular (la clase obrera).
Así el mismo término engloba movimientos que se sitúan en muy diferentes contextos, en objetivos
que se encuentran en esferas tan distintas como la cultural, social, política, económica o personal, y
cuya composición incluye a clases, sectores, como obreros, campesinos, mujeres, estudiantes, vecinos
y grupos étnicos.
En su conceptualización más general, los movimientos sociales son definidos como “una forma de
acción colectiva no efímera, en la cual un grupo más o menos organizado recurre a acciones extra
institucionales a fin de promover o impedir ciertos cambios«.
El movimiento social fue resultado de la síntesis innovadora y trascendental de tres elementos:
1. Campaña, el esfuerzo público por trasladar a las autoridades pertinentes las
exigencias colectivas.
2. Repertorio, creaciones de coaliciones y asociaciones con un fin específico,
reuniones públicas, manifestaciones, declaraciones y en los medios públicos,
propaganda.
3. Demostraciones de Valor: conducta sobria, atuendo cuidado; Unidad: insignias
idénticas, pancartas; Número: recuento de asistentes, firma de peticiones; y
Compromiso: desafiar al mal tiempo, participación visible. Lo que constituye el
movimiento social no son las actuaciones en solitario de los contendientes sino la
interacción entre estos tres elementos.
Los movimientos sociales como estructuras de cambio social surgieron históricamente como
consecuencia de distintas crisis sociales y presentaron distintas orientaciones ideológicas: tanto
revolucionarias como reaccionarias, y todos los estadios intermedios hasta los marginados, a veces
identificados con un campo político más o menos concreto, y en otras ocasiones de forma interclasista
y multipartidista.
Algunos ejemplos de estos movimientos son el movimiento feminista, el movimiento ecologista, el
movimiento obrero, el movimiento pacifista o antimilitarista, o, más reciente en su surgimiento, el
movimiento okupa y el movimiento antiglobalización.
El término fue introducido al vocabulario académico por Lorenz von Stein en 1846 («Historia de los
Movimientos Sociales Franceses desde 1789 hasta el Presente (1850)») . Stein entiende un
Movimiento Social como, básicamente, una aspiración de sectores sociales (clases) de lograr
influencia sobre el Estado, debido a las desigualdades en la economía. Así, por ejemplo, la aspiración
del proletariado a lograr representación en los sistemas de gobierno. El libro ha sido traducido al
inglés (por ejemplo, Bedminster Press in 1964) pero no totalmente al castellano (Galván, 1981).
La vocación de los movimientos sociales es muy grande por su diversidad, por sus muchos objetivos,
desde su auge en los años 1960. Su prestigio también es grande. Es una de las vías lógicas de
participación ciudadana. No son fundaciones sociales u organizaciones no gubernamentales (ONG),
sino que son unidades asistenciales.
El concepto revivió en Alemania hacia los años 1970 con la formación de los grupos de acción cívica
(Bürgerinitiativen). Los movimientos sociales rara vez confluyen en un partido político; su labor se
basa en presionar al poder político mediante reivindicaciones concretas o en crear alternativas. Estas
alternativas o reivindicaciones se convierten en su principal identidad, sin tener que llegar a plasmar
un ideario completo.
Son el equivalente a acción afirmativa o grupo de presión para la modificación de la opinión pública
y de las políticas públicas (similar al lobby -cabildeo-). Tienen un carácter de permanencia en el
tiempo y con un número de personas representativo, con relación a los que sufren o ignoran el
problema. Su recuerdo histórico es muy antiguo, por ejemplo, los Comuneros de Castilla. Son algunas
veces el nacimiento de una idea con líderes carismáticos memorables y su génesis puede derivar hacia
un movimiento o iniciar una revuelta o, más contundentemente, una revolución, como la Revolución
mexicana y asimismo la eventual plataforma para un partido hacia el poder.
Es una forma instantánea y continuada de insertarse en el ámbito político, con inicialmente poco
esfuerzo organizativo, sin pertenecer a él, pero sí con fuerza de cambio político, como la restauración
de la democracia perdida en regímenes autoritarios. Su análisis incluye su objetivo, el tipo de clientela
y es interesante el desarrollo de su proceso organizativo. El impacto en la sociedad es desde
meramente presencial, como una fuerza de choque perturbadora, o hasta resultar muy definitorio,
como grupos fuertes de interés y presión hacia el poder instituido. Deben cuidar su progreso
organizativo para ser eficaces y continuar perseverando y merecer el honor de co-artífices de eventos
democráticos en las instituciones u otros más modestos, como la información de los ciudadanos.
Los partidos políticos siempre han sido efímeros, amorfos y tremendamente marginales. Durante
décadas, pudieron existir en tanto se adherían a las organizaciones sindicales, a las que pretendían
“concienciar”, y su posterior importancia en la vida política del país.
En este sentido, se puede decir que, al igual que en muchas otras partes del mundo, los derechos
ciudadanos y los regímenes democrático-representativos básicamente han sido producidos
históricamente por la acción colectiva de los distintos movimientos sociales, especialmente obreros.
De ahí que durante las primeras 2/3 partes del siglo XX, la organización sindical no sólo haya sido
un tipo de movimientos sociales políticos, sino también generadores de varias de las características
del campo político a través de la incorporación de nuevos sujetos a la polí-tica (los asalariados),
nuevas estructuras de acción política (los sindicatos de gran empresa) y nuevos fines de la política
(Estado de bienestar, industrialismo, independencia nacional, etc.).
Los movimientos sociales muchas veces son liderados por grupos de menor tamaño que son los
encargados de hacer conocer nuevas ideas, de mantener valores que podrían considerarse como
novedosos o como poco considerados dentro de un grupo humano. En estos casos existe lo que podría
concebirse como una masa crítica de individuos que tendrán un rol protagónico en lo que luego será
una mayor aceptación social.
Existen enormes aspectos de nuestra vida cotidiana que hoy tomamos como algo normal y que en
realidad fueron la consecuencia de movimientos sociales que en algunos casos implican procesos de
gran conflicto. La democracia, los derechos laborales, la división de poderes son todas posibilidades
que cristalizaron gracias a distintos movimientos sociales. Es de esperarse que esta circunstancia
continúe manifestándose en el tiempo, aunque todavía es difícil de ver qué tipo de cambio de
relevancia podría gestarse en este sentido en el futuro.
En los últimos lustros (del 2000 al 2017) el llamado periodo de la postransición con el que se suponía
que México había arribado a la democracia una vez que se dio la alternancia en la presidencia de la
República en el año 2000, con el triunfo del Partido Acción Nacional (PAN) y la derrota del otrora
partido hegemónico, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), han emergido en México
movimientos sociales que han mostrado una gran capacidad de resistencia, movilización y lucha
social, y una enorme destreza e inventiva para innovar en cuanto a repertorios de movilización y a
sus estrategias para la disputa. Sin embargo, ese enorme caudal de inconformidad y malestar social,
esas oleadas de movilización, protesta y rebeldía, o como dirá Tarrow (2009), esos “ciclos generales
de acción colectiva” se han encontrado de frente con los llamados “poderes fácticos” y con un Estado
capaz de resistir para impedir una profundización democrática que permita el reconocimiento y pleno
ejercicio de los derechos de ciudadanía (políticos, sociales, económicos, culturales, sexuales,
medioambientales, etcétera) que en más de una ocasión han sido los detonantes de las distintas
movilizaciones y protestas.
Dicho de otra manera, esos movimientos de protesta social surgidos en México en los primeros lustros
del siglo XXI (el zapatismo, las protestas anti desafuero del 2005, la Asamblea Popular de los Pueblos
de Oaxaca-appo, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad-mpjd, el movimiento estudiantil
#YoSoy132, o las jornadas por Ayotzinapa, entre otras) obedecen a distintas causas, algunas de las
cuales son reivindicaciones de la identidad cultural y la lucha por el reconocimiento de los derechos
indígenas y su autonomía; otras veces responden a problemas político-electorales, o bien son protestas
antisistémicas, expresiones contra la violencia, o exigencia de derechos específicos, demandas
estudiantiles que muestran molestia e indignación con la actuación de algunos poderes fácticos o
frente a omisiones o connivencias del Estado; o bien, frente a políticos en torno a los cuales se
construye una imagen ficticia, haciéndolos parecer un “rockstar” y los salvadores y constructores de
un nuevo país, como sucedió en el 2012 durante el proceso electoral de aquel año ante la aparición
del movimiento estudiantil #YoSoy132.
Hoy más que nunca, los movimientos sociales, tanto en México como en distintas latitudes de la
geografía mundial, se caracterizan por cuestionar abiertamente el poder establecido en un contexto
de globalización económica de corte neoliberal que abre cada vez más la brecha entre quienes
detentan el poder económico y obtienen grandes beneficios; y entre quienes tienen muy poco y apenas
les alcanza para la supervivencia, construyendo así sociedades sumamente inequitativas en donde la
pobreza y la extrema pobreza imperan, donde se lacera a millones de seres humanos; donde la
desnutrición infantil es extenuante e impide o dificulta pensar en un futuro promisorio para las
sociedades que la experimentan; donde el desempleo crece por la aplicación de políticas neoliberales
inhumanas, y las enfermedades, muchas veces curables, matan a miles o cientos de miles de niños,
mujeres, indígenas, ancianos.
Todos estos movimientos sociales son luchas, son gritos, son rabias, son proyecciones de esperanza
desde la desesperación, desde un mundo donde parece que ya no hay esperanza. Todos estos
movimientos son gritos al cielo desde la profundidad de la tormenta que estamos viviendo, son
acciones colectivas de resistencia y también muchas veces de rebeldía. Estos movimientos de
resistencia son un polo de un antagonismo, son respuestas a una agresión constante y violenta. Esa
agresión tiene un nombre: el Capital; esa forma actual de organización social que tiene su fundamento
en la mediación de las relaciones sociales a través del dinero. Esa violencia que proviene del
capitalismo levanta voces de protesta, de indignación y de reclamo. Así aparecen los zapatistas,
Cherán, la APPO, Ayotzinapa; nombres que resuenan en el mundo entero, cantando la canción de la
rebeldía. Una canción que viene de un mundo que todavía no es, pero que podría llegar a ser o tal vez
no.
Estos movimientos también representan el inicio de la lucha por fundar un sistema político
auténticamente democrático; son resultado de grupos sociales, jóvenes, indígenas, estudiantes,
campesinos, trabajadores de la educación, profesionistas, mujeres que han intentado imaginar un
México sin simulaciones, que se han esforzado por desvelar un sistema autoritario cubierto con un
velo democrático.
Principales movimientos sociales mexicanos en la actualidad:
1. Movimiento “Nuestras hijas de regreso a casa”
2. Movimiento ciudadano por la justicia 5 de junio
3. Movimiento por la paz, con justicia y dignidad
4. Movimiento de San Salvador Atenco
5. Movimiento escritores por Ciudad Juárez
6. Movimiento LGBTTTI
7. Movimiento “Salvemos Wirikuta”
8. Movimiento #yoSoy132
9. Movimientos por el caso Ayotzinapa
10. Movimientos magisteriales
11. Movimientos contra el gasolinazo
12. Movimiento #MeToo
Conclusión
Como conclusión se puede rescatar en términos generales, que un movimiento social es un tipo de
acción colectiva, que intencionalmente busca modificar los sistemas sociales establecidos o defender
algún interés material, para lo cual se organizan y cooperan con el propósito de desplegar acciones
públicas en función de esas metas o reivindicaciones.
También los movimientos sociales, aun cuando en sus manifestaciones se radicalizan, no siempre
constituyen un obstáculo para el desarrollo de un país, puesto que esta sanción negativa hacia la
movilización social corresponde al imaginario desde el que se tiende a criminalizar a algunos de los
movimientos sociales en México.