Nathalia Waked Sánchez: Cooperativas Agrarias y Producción Tambera. Un Caso en La Provincia de Entre Ríos, Argentina

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Cooperativas agrarias y producción tambera.

Un caso en la
provincia de Entre Ríos, Argentina1

Nathalia Waked Sánchez2

Resumen
La Cooperativa Agropecuaria de Industrialización, Comercialización y Vivienda
Campo Unido (COCAU) fue creada en agosto de 1978 en la zona de Villa
Hernandarias (Entre Ríos). La impulsó un grupo de productores tamberos que,
debido a las condiciones desfavorables en las que se encontraban como
proveedores de una usina láctea de la región, decidieron organizarse para
constituir su propia industria quesera. El presente artículo analiza la evolución
de la cooperativa COCAU con el objetivo de comprender su aporte a la
economía regional. Se parte de una referencia al movimiento cooperativo en
Argentina, en especial en la provincia de Entre Ríos, para caracterizar luego la
industria láctea en el país y focalizar en el análisis de caso.
El trabajo se basa en la realización de entrevistas a los asociados e informantes
clave, así como en registros provenientes de la observación participante en
reuniones de trabajo y la visita a varias explotaciones de los productores
asociados.

Palabras clave: cooperativismo; producción láctea; economía regional, agricultura


familiar
Agricultural cooperatives and dairy production. A case-study in
the province of Entre Ríos, Argentina
Abstract
The Cooperativa Agropecuaria de Industrialización, Comercialización y Vivienda
Campo Unido (“Campo Unido” Agricultural Cooperative of Industrialization,
Commercialization and Housing – or COCAU according to its initials in Spanish)
was created in August 1978 in the Villa Hernandarias area of Entre Ríos province.
COCAU was established by a group of dairy farmers who, due to the

1 El artículo refleja algunos resultados del trabajo de tesis doctoral “Territorialidades

de cooperativas tamberas de la provincia de Entre Ríos”. Fue realizado en el marco


de una beca doctoral otorgada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas
y Técnicas (CONICET).
Fecha de recepción 16/11/2022 – Fecha de aprobación 13/03/2023
2 Magister en Estudios Sociales y Agrarios, Facultad Latinoamericana de Ciencias

Sociales (FLACSO) Argentina. Becaria Doctoral (CONICET/UBA-CESOT).


E-mail: [email protected]
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unfavorable conditions in which they found themselves as suppliers of a regional


dairy plant, decided to organize themselves to create their own cheese industry.
This article examines the evolution of the COCAU cooperative and analyzes its
contribution to the regional economy. Firstly, Argentina's cooperative
movement -with a focus on the Entre Ríos province- and the national dairy
industry are examined to contextualize the COCAU case. The case-study is
based on interviews conducted with associates and key informants, as well as on
records from participant observation in work meetings and visits to various
farms of associated producers.
Keywords: cooperativism; dairy production; regional economy, family farming.
Introducción
La producción de leche argentina ocupa el quinto lugar a nivel nacional
dentro de las cadenas agroalimentarias, en valor agregado (Bergero y
Lugones, 2020). Las cuencas lecheras más importantes se encuentran
ubicadas en las provincias de Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires, La Pampa y
Entre Ríos. Del total de tambos en estas provincias el 50% son de baja
escala3; y de ese 50% más de la mitad se concentra en dos cuencas: Entre
Ríos (34%) y Santa Fe Centro (22%) (Marino et al., 2011). En este sentido el
77% del total de tambos en Entre Ríos es de baja escala, lo que hace que la
provincia se distinga por ser una región con un amplio porcentaje de
unidades productivas familiares de tambo.
Particularmente al norte de la provincia se encuentra una zona de
producción láctea integrada por pequeñas industrias, entre las que se
encuentra la Cooperativa Agropecuaria de Industrialización,
Comercialización y Vivienda Campo Unido (COCAU), especializada en la
elaboración de quesos y ubicada en Villa Hernandarias, municipio del distrito
de Antonio Tomás en el departamento de Paraná. Es reconocida por ser de
las pocas cooperativas de industrialización de leche que aún perduran en esta
cuenca láctea.
El presente artículo toma como referencia el caso de la cooperativa
COCAU con el objetivo de caracterizar el aporte de diferentes procesos
asociativos desarrollados por pequeños y medianos productores a las
economías regionales, lo que se traduce en un capital social que contribuye
al desarrollo de los territorios y de su producción.
Cabe subrayar la importancia que presenta para el sector lácteo la
dinámica de los procesos asociativos. Dado que la leche es un producto
perecedero, que debe procesarse a las pocas horas luego del ordeño, la

3 Lo que equivale al rodeo de tambo con menos de 100 vacas totales (VT) y 1000
litros diarios de producción de leche.

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organización entre productores puede facilitar los procesos de


industrialización y comercialización del producto, al permitir generar
servicios de apoyo y captar ingresos mayores respecto a la venta, a través
de los canales convencionales (empresas agroindustriales). En este caso, la
integración asociativa es una estrategia efectiva y necesaria para la
producción láctea de la región, especialmente en el segmento de los
pequeños y medianos productores tamberos de naturaleza familiar. No
obstante, el asociativismo en agricultores familiares se encuentra en franca
disminución en el país, a la vez que se registra un importante descenso en el
número de tambos, principalmente de baja escala. A pesar de la situación
que manifiesta la actividad a nivel nacional, la cooperativa COCAU es vista
como un proceso diferenciado, rigiéndose de manera distinta a lo que sucede
en torno de las pequeñas industrias lácteas del país, ya que ha logrado en los
últimos años aumentar la venta de sus quesos y acceder a programas de
financiamiento acordes a sus posibilidades, además de promover la
incorporación de tecnología.
El presente análisis se encuentra dividido en tres secciones, la primera
refiere a la historia del movimiento cooperativo en Argentina, para
considerar el caso de la provincia de Entre Ríos y la característica de la
industria láctea en el país en relación a los procesos asociativos. La segunda
sección describe la evolución de la cooperativa COCAU, su estructura y
modo de funcionamiento. Por último, a partir del caso estudiado, se
consideran los aportes que pueden generar estas entidades en las economías
regionales, en especial para la producción tambera.
1. Surgimiento y evolución del movimiento cooperativo agrario
Las primeras manifestaciones del surgimiento de las cooperativas de
comercialización agraria en Argentina coinciden con el proceso de
colonización rural impulsado por diferentes corrientes migratorias de fines
del siglo XIX. Desde principios del siglo XX, en un contexto marcado por
las condiciones oligopólicas del canal exportador, las cooperativas se
convirtieron en la herramienta para mejorar las condiciones de venta de la
pequeña y mediana producción familiar agraria (Barbero et al., 2000, p. 4).
Asimismo, para la población migrante establecida en las áreas rurales era
fundamental asegurar el acceso a la tierra para después centrarse en tres
necesidades fundamentales: lograr una infraestructura de almacenaje e
intermediación comercial confiable, proveerse de insumos para el ciclo
productivo, y conservar los vínculos y relaciones para estar informados;
necesidades que podían ser resueltas por medio de esta forma de
asociatividad.

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El primer antecedente de cooperativa agrícola constituida en Argentina


data del año 1898 con la fundación de El Progreso Agrícola en la localidad
de Pigüe, al sur de la provincia de Buenos Aires, impulsada por migrantes
franceses localizados en esta zona. Le sucede en 1900 la fundación de la
cooperativa agrícola Lucienville de Basavilbaso en Entre Ríos, a través de la
Primera Sociedad Agrícola Israelita Argentina. Posteriormente en 1905 se
crea la primera cooperativa algodonera —Margarita Belén—en el Chaco, en
1908 la primera cooperativa agrícola de Santa Fe y en 1918 con la fundación
de la primera cooperativa de lechería en Zavalla, provincia de Santa Fe, se
inicia el proceso de institucionalización del cooperativismo agrario en el país.
En el periodo 1920 a 1937 el movimiento se desarrolló en el contexto
socioeconómico del proceso de sustitución de importaciones y en estos
años el cooperativismo agrario logró su consolidación al conformar un
conjunto integrado por 1.278 cooperativas, 13 federaciones y una entidad
de tercer grado denominada Confederación Intercooperativa Agropecuaria
(Lattuada, 1995). Entre 1943 y 1955 se quintuplicó el número de
cooperativas y productores asociados, para estancarse su progresión hasta
fines de la década del setenta. En estos años se produjo un elevado
crecimiento de las entidades agrarias y también tomaron importancia las
cooperativas de crédito, consumo, electricidad y seguros; las cooperativas
de trabajo, de provisión, de vivienda y otros tipos, desempeñaron igualmente
un papel importante y permanecieron en continua expansión (Burgués y
Souto, 2008, p. 35). Como síntesis de esta primera etapa:
… la cooperativa funcionaba como una especie de unidad
económica conexa a la explotación agropecuaria de los pequeños y
medianos productores asociados. Esto las convirtió en entes
multiactivos de decisiva y fundamental gravitación en la defensa
económica de los intereses de sus asociados, estableciendo fuertes
ligazones sociales y económicas en los diferentes pueblos y
pequeñas ciudades donde se localizaban, además de ser vehículos
de cultura y progreso, y escuelas de permanente democracia. Se
consolidó así la idea de cooperativa como canal de desarrollo social.
(Burgués y Souto, 2008, p. 36).
Durante la primera mitad del siglo XX el sector cooperativo agrario
desempeñó un doble papel. En primera instancia, se convirtió en una forma
de organización expresada en la interacción entre agentes económicos con
el fin de capturar determinados beneficios. Y, en segundo lugar, se constituyó
como una estructura imbricada en el sistema local de producción y, por
tanto, como actor socioeconómico cuyas interrelaciones motorizaron
diferentes acciones y estrategias, contribuyendo al desarrollo de este ámbito
territorial (Barbero et al., 2001).

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Hasta la década del sesenta el movimiento se expandió sin mayores


contrariedades, aunque entrada la década de los setenta la situación empezó
a cambiar. Con la reforma financiera de 1977 y el proceso de
agriculturización se produjo una serie de cambios macroeconómicos y
sectoriales que impactaron directamente en el accionar de las cooperativas.
El surgimiento de nuevas formas de organización de la producción (pooles
de siembra, fondos de inversión directa, etc.), provocó el desplazamiento de
algunos sectores de la producción familiar, a la que se agregó la llegada de
nuevos actores a las distintas zonas agrarias, que en conjunto profundizaron
la concentración y centralización del capital comercial en un reducido grupo
de empresas, mayoritariamente filiales de firmas multinacionales del
agronegocio.
La llegada de estos actores reforzó la incorporación de un nuevo paquete
tecnológico (agroquímicos, semillas mejoradas, maquinarias de mayor escala,
etc.) y la expansión de los cultivos agrícolas. La modificación de las reglas
operativas de los mercados de granos a partir de la eliminación de los
mecanismos públicos de control, la privatización y desregulación de los
puertos y actividades conexas, junto con los servicios de carga ferroviaria
(Barbero et al., 2000), también afectaron las condiciones de funcionamiento
de las entidades asociativas. Puntualmente, esto ocasionó la reducción del
número de productores asociados, debido a que una parte de ellos optó por
alquilar sus tierras, mientras que otros se fueron incorporando a las nuevas
empresas4.
Al mismo tiempo, a partir de la década del setenta estas entidades
comenzaron a tener problemas de cobranza generando enfrentamientos
entre las entidades y sus socios. Algunos asociados que no tenían la
capacidad para afrontar las deudas adquiridas con la cooperativa empezaron
a comercializar su producción en circuitos privados, mientras que las
cooperativas caían en una crisis profunda afectando a otros productores y
proveedores de la zona. Este endeudamiento también impactó a entidades
de segundo grado o federaciones perjudicando a todo el sistema
institucional, lo que condujo al cierre de numerosas cooperativas de primer
grado, y organizaciones de segundo grado como FACA (Barbero et al.,
2000), y la desvinculación de un porcentaje importante de los socios. Este
contexto, fue debilitando aquellos ideales del modelo cooperativista,
especialmente porque la vocación social de algunas de estas entidades fue
cambiando, y desnaturalizándose mientras que otras directamente
desaparecieron.

4Este contexto provocó que las cooperativas dejaran de tener la importancia que
habían llegado a experimentar en la primera mitad del siglo XX.

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No obstante, entre 1984 y 1989 con la creación de la Secretaría de


Acción Cooperativa en el área del Ministerio de Economía, en el ámbito del
Instituto Nacional de Acción Cooperativa, se generaron varios programas
de estímulo al desarrollo de estas formas asociativas y en 1986 se aprobó la
Ley 23.427 de creación del fondo para la educación y promoción
cooperativa, impulsando la formación cooperativista en todos los niveles de
enseñanza. Pese a la orientación favorable, las dificultades económicas
generales de la segunda mitad de esta década, debido al fracaso de los planes
económicos implementados, desestimularon la creación y el fortalecimiento
cooperativo (Colavechia, 2016).
El Censo Nacional Agropecuario de 1988 al relevar la información de
378.357 explotaciones, mostró que 92.968 (el 25%) de los productores
estaban asociados a cooperativas agropecuarias, donde la mayoría
pertenecían a pequeñas y medianas explotaciones (78%) ocupando el 14%
de las tierras productivas (24 millones de hectáreas) (Lattuada y Renold,
2005). Al mismo tiempo el 54% tenían menos de 100 hectáreas, mientras
que el 90% no superaba las 500 hectáreas. Esta información permitió
constatar que hasta ese momento el movimiento cooperativo continuaba
integrado en su mayoría por pequeños y medianos productores.
Así entre 1937 y 1984 el 50% de las cooperativas agrarias estaban
caracterizadas preponderadamente como agroganaderas asentadas en la
región pampeana. El resto conformaba cooperativas tamberas o lácteas, y en
menor medida las dedicadas a producciones y localizaciones regionales
(vitivinícola y frutícolas; algodoneras y yerbateras/tabacaleras) (Lattuada y
Renold, 2005). Es decir, que desde los años cuarenta hasta comienzos de los
setenta se mantuvo relativamente estable el número de cooperativas agrarias
en el país, y desde mitad de los setenta en adelante su disminución fue cada
vez más notoria.
En los años noventa se produce una segunda tendencia evolutiva en
detrimento del movimiento. Numerosas cooperativas agrarias
sobrevivientes de la década anterior terminan por quebrarse o se fusionan
con otras entidades del mismo tipo y las cooperativas que permanecen
inician activos procesos de inversión y modernización tecnológica,
fundamentalmente las especializadas en el acopio de granos. La dificultad de
las cooperativas para captar recursos externos y reinvertirlos en el sector,
más las limitaciones financieras para asistir al sector imposibilitaron su
desarrollo y las llevaron a contraer deudas y pagar los altos intereses
impuestos por el sistema bancario y financiero. A diferencia de los años
ochenta, en los noventa el estímulo al sector fue escaso y limitado,
especialmente en cuando a la promoción, capacitación y financiamiento.

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En el Censo Económico de 1994, las cooperativas de transformación


agroalimentaria dedicadas a los rubros lácteos, vinos, aceites, yerba, te, etc.,
representaban un 8% de los establecimientos existentes. Contribuían al 11%
de las remuneraciones y generaban el 8% de valor agregado. Las cooperativas
de comercialización agropecuaria constituían el 5,7% de los establecimientos
en esa actividad (aportando el 13% del valor agregado y ocupando el 15% del
empleo haciéndose cargo del 18% de las remuneraciones pagadas) (Lattuada
y Renold, 2005). Esto indica que, aunque el cooperativismo se encontraba
en franca disminución era una fuente de trabajo importante y motor de las
economías regionales5.
En síntesis, no obstante la relevancia del sector, durante las últimas dos
décadas del siglo XX se da una significativa declinación tanto en el número
de cooperativas y sus asociados, como en el grado de participación relativa
en el total del negocio agropecuario (Lattuada y Renold, 2005). Esto
vinculado con las medidas económicas que consolidaron una estructura
agraria industrializada, subordinada, concentrada y extranjerizada, además de
un proceso de transformación tecnológico y financiero asociado
especialmente a la expansión del cultivo de la soja, y a la siembra directa, que
transformó gran parte de la producción familiar agropecuaria del país.
Sin embargo, luego de la crisis económica del 2000 y 2001 que provocó
un aumento significativo de la pobreza y el desempleo, numerosos
trabajadores desocupados recuperaron cerca de 180 empresas que
quebraron y se asociaron para operar bajo la forma de cooperativas, con el
objetivo de sostener sus fuentes de trabajo (Obschatko et al., 2011 citando
por Fajn, 2003). Igualmente, otros sectores sociales también visualizaron a
este tipo de organización como alternativa para generar empleo. Asimismo,
a partir del 2003 diversas políticas activas de estímulo y promoción de apoyo
a los pequeños y medianos productores contribuyeron a enfrentar el
contexto desfavorable y a permitir un reacomodamiento económico del
sector (Acosta et al., 2013).
En base al padrón de cooperativas del INAES, y los registros consignados
en distintos periodos, se observa una estabilidad a la baja en el número de
cooperativas agropecuarias en los años 2001, 2004 y 2006 la que se acentúa
en 2010. En 2012 se recupera mínimamente, aunque el porcentaje sobre el
total de las cooperativas representa apenas el 7%. Este porcentaje se

5 En cuanto a la evolución en el número de cooperativas agropecuarias argentinas,

en especial desde la segunda mitad del siglo XX, desde 1972 hasta 1985 se observa
una significativa reducción pasando de 1.437 a 1.282. Para el periodo que va de 1988
a 1994 tan solo alcanza a llegar a 813 y para 1998 disminuye a 456. Y de 1998 al 2007
se da una sostenida meseta (Colavechia, 2016).

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contrasta con el 14% de participación del sector en el 2001 (Acosta et al.,


2013), demostrando así la caída que fue sufriendo en la primera década del
siglo XXI.
Con respecto a los datos más recientes, en junio de 2019 el INAES
publicó la Actualización Nacional de Datos de Cooperativas y Mutuales
(AND), registrando 546 cooperativas agropecuarias lo que indica la
reducción de este tipo de entidades en la última década. En cuanto a la
actividad tambera, para el año 2013 se registran 112 cooperativas activas,
localizadas mayoritariamente en la región pampeana (Acosta et al., 2013).
Para ilustrar la importancia de los procesos cooperativistas en la industria
láctea argentina se mencionan a continuación algunas características de esta
actividad.

2. Surgimiento de la industria láctea en Argentina y su relación


con el cooperativismo

El comienzo de la industria láctea en Argentina se remonta a finales del siglo


XIX y principios del siglo XX, favorecida por la red ferroviaria que
transportaba la leche y derivados del interior del país a los principales
centros urbanos y a los puertos, dinamizando los mercados interno y
externo. La primera fábrica láctea en Argentina fue fundada en 1889 (La
Martona), por el productor bonaerense de Cañuelas Vicente Casares
(Oliveira, 2008). Durante el origen y con la expansión de la lechería argentina
surgen luego dos vertientes, la desarrollada por inmigrantes colonos
(principalmente vascos, suizos, escandinavos e italianos), organizando las
primeras queserías, y la originada en el sector de grandes estancieros, con
una importante dotación de capital.
La articulación de los tamberos con la industria, aunada a la atomización
de los productores respecto al eslabón industrial —dado que un número
reducido de empresas procesan buena parte de la leche producida por los
tamberos— inevitablemente dio lugar a tensiones y conflictos por el precio
y los plazos de pago, favoreciendo el surgimiento de cooperativas (Craviotti,
2019a). De esa forma, las cooperativas lácteas fueron logrando una fuerte
participación en el desarrollo de este sector.
Específicamente, dentro de estas cooperativas se pueden encontrar dos
tipos de industrias: las que elaboran y comercializan el producto, y las que
concentran la leche producida por productores primarios. En el primer caso,
“se trata de una forma de coordinación e integración vertical por medio de
la cual los socios son proveedores de una entidad propietaria de una planta
industrial (la cooperativa), que se vincula con la distribución mayorista y/o
minorista” (Craviotti, 2019a). En el segundo, se presenta una instancia de

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coordinación horizontal, donde la industria vende al mejor postor la leche


de sus socios a una usina (FAO, 2012, citado por Craviotti, 2019a).
En la primera mitad del siglo XX, el desarrollo de las cooperativas lácteas
se puede dividir en dos etapas. En la primera, que va de finales del siglo XIX
hasta 19216, las cooperativas buscaban esencialmente el aprovisionamiento
y la comercialización interna, para así obtener poder de negociación frente
a una comercialización concentrada. Una segunda etapa, o etapa fundacional
desarrollada entre 1922-1956 muestra la consolidación del sector, logrando
con ello el comienzo de una mayor integración vertical y horizontal que dio
lugar a asociaciones de segundo y tercer grado.
Al mismo tiempo, durante el periodo inicial, las cooperativas lácteas se
caracterizaban por la actividad de productores tamberos que se encontraban
en los centros urbanos y alrededores abasteciendo a la población con leche
fluida y productos elaborados de manera artesanal. Con el paso del tiempo
se conformó un complejo agroindustrial que fue involucrando diferentes
etapas, desde la producción hasta el procesamiento y la distribución de los
productos.
En la segunda mitad del siglo XX se fortalece aún más el cooperativismo
lácteo y en este proceso surgen distintas entidades en beneficio del sector.
Concretamente en 1954 nace la Junta Intercooperativa de Productores de
Leche (JIPL), cuyo propósito era asistir a las cooperativas lácteas del país, así
como al conjunto de productores tamberos asociados a las mismas. Para esa
época se ponen en marcha las primeras plantas de leche en polvo,
favoreciendo la exportación fundamentalmente de manteca y caseína,
impulsando aún más la industria láctea 7.
Entre las cooperativas que se empiezan a consolidar en la
comercialización e industrialización de leche, se puede mencionar: la
Asociación Unión Tamberos Ltda. (AUT), con la marca Milkaut, ubicada en
la provincia de Santa Fe; Manfrey Cooperativa de Tamberos de
Comercialización e Industrialización Ltda., de la provincia de Córdoba;
Sociedad Cooperativa de Tamberos de la Zona de Rosario Ltda. (COTAR)
en la ciudad de Rosario; Cooperativa de Tamberos de Paraná (COTAPA) y

6 En esta etapa de intensificación, hacia la década de 1920, todo un conjunto de

colonos de Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y partidos bonaerenses alejados de la


ciudad de Buenos Aires se incorporaron como productores de la industria láctea,
siendo esta actividad un ingrediente más de sus economías mixtas. Esta expansión,
basada en los tambos tradicionales fue la base para la conformación de las actuales
"cuencas lecheras” (Oliveira, 2008).
7 Sin embargo, años más tarde comienza a achicarse la exportación de los productos

lácteos -debido al cierre de los mercados de Europa y Estados Unidos, replegándose


cada vez más el sector al mercado interno.

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Cooperativa Tambera de Gualeguaychú (COTAGÚ) en Entre Ríos;


Cooperativa de Tamberos Limitada (COTALI) en Catamarca; y La
Suipachense Cooperativa de Productores de Leche Ltda., en la provincia de
Buenos Aires (Depetris et al., 2020)8.
En la década del ochenta, con los avances en los sistemas de transporte
y la necesidad de incrementar la escala se producen cierres, fusiones y
absorciones de cooperativas tamberas locales, reduciéndose el número de
éstas. “En cualquier caso, las cooperativas primarias federadas continuaron
con la organización de la recolección de leche, ya sea tercerizada o con sus
propios equipos; y además se encargaban de la facturación y el pago a los
asociados” (Depetris et al., 2020, p. 17).
Hacia comienzos del nuevo milenio, la crisis que vive el país repercute
en el sector lácteo, afectando en gran medida a cooperativas de renombre
como SanCor o AUT-Milkaut; debido a que habían obtenido créditos
externos para inversiones, generando un fuerte endeudamiento que se hizo
crítico ante la pesificación asimétrica (Depetris et al., 2020). De igual forma,
las demás cooperativas de segundo y tercer grado también se vieron
afectadas.
Con la crisis que vivía el sector, las cooperativas primarias empezaron a
generar procesos de diversificación para ampliar la oferta en otras áreas
como la provisión de insumos, de mercaderías de consumo u otras funciones
para asistir al productor o a su familia. Cooperativas medianas y
diversificadas, fueron incrementando su sección de actividad lechera con
diferentes resultados: algunas crecieron, y otras continuaron con serios
problemas de arrastre de años anteriores. En cuanto a las pequeñas
cooperativas de industrialización de leche algunas fueron cerrando, y las que
sobrevivieron, continuaron con la elaboración tratando de sobrellevar
constantes problemas y un futuro incierto (Depetris et al., 2020).
Las complicaciones más notorias que fueron afectando al sector
cooperativo lechero en los últimos tiempos, están relacionadas con la
disminución en la disponibilidad de leche por el avance de la producción
sojera, así como también por la falta de incentivos para invertir en la
cooperativa, desinterés por continuar en la actividad, ya sea por la falta de
resultados o por el escaso recambio generacional, lo que ha provocado que
los socios prefieran alquilar la tierra y/o dedicarse a otra actividad productiva
(Depetris et al., 2020), a su vez, por adversidades climáticas manifestadas
reiteradamente.

8 Aunque algunas de estas cooperativas subsisten, varias han dejado la actividad

industrial y otras han sido liquidadas como la COOTAM en Tucumán o COTAPA en


Entre Ríos.

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En cuanto al asociativismo en la producción láctea, los datos más


recientes con que se cuenta provienen del Censo Nacional Agropecuario de
2018. Según esa información, de las más de 25 mil actividades desarrolladas
en EAP con fines comerciales a partir de su producción, 874 se dedican a la
elaboración de quesos u otros derivados de la leche y 194 a la pasteurización
y envasado de leche.
3. El cooperativismo agropecuario en Entre Ríos y su presencia
en la actividad tambera
En la Provincia de Entre Ríos el cooperativismo agropecuario ha tenido un
fuerte arraigo local, con predominio en la pequeña y mediana producción
familiar, generando un importante aporte en la economía y en el tejido social
de la provincia (Lauritto y Bornet, 2015). A través de la historia de Entre
Ríos se han formado diversas cooperativas agropecuarias, en rubros como:
granos y oleaginosas, ganadería, avicultura y granja, arroz, citricultura,
apicultura, lechería, cunicultura, coturnicultura, forestales, olivicultura,
hortícolas, productos orgánicos, aloe, producción de plantas, y estevia cisco,
en donde en la mayoría se dedican al acopio y acondicionamiento de
productos y a la provisión de insumos a sus asociados y no asociados.
La primera sociedad agrícola, conocida como Sociedad Agrícola
Lucienville Cooperativa LTDA, se creó el 12 de agosto del año 1900 por
colonias judías. De ahí en adelante se empezó a formar una significativa
cantidad de cooperativas provenientes de diferentes colonias asentadas en
la provincia como las de los valdenses, la de los alemanes del Volga, entre
otras. Esta singular característica marcó los tiempos y las formas en que se
desarrolló el cooperativismo agrario en Entre Ríos, y, también, su
proyección regional y nacional. Además, el avance de un importante número
de procesos asociativos en la región, “ubicó al cooperativismo entrerriano
en un lugar de relevancia nacional poco conocido, definiendo al mismo
tiempo rasgos esenciales de un tipo de gestión de elevado contenido
pluricultural” (López Castro, 2005, p. 2).
Después de más de un siglo de la creación de la primera cooperativa
agropecuaria en Entre Ríos y de la expansión del modelo cooperativista por
toda la provincia, se crearon, progresaron y afianzaron gran cantidad de
cooperativas agropecuarias de diferentes rubros. Pero también muchas
desaparecieron, enfrentando la misma crisis experimentada en todo el
territorio argentino.
Para el 12 de febrero del 2015 el Instituto Nacional de Cooperativismo
y Economía Social (INAES), registró ochenta cooperativas agropecuarias en
la provincia, incluyendo las de segundo grado como la Federación
Entrerriana de Cooperativas Ltda (FEDECO), la Federación de Cooperativas

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Arroceras Argentinas Ltda (FECOAR) y Cooperativas Agropecuarias


Federadas de Entre Ríos Ltda (CAFER), que es una red de cooperativas que
aglutina a 9 cooperativas agropecuarias afiliadas. De las ochenta, 31 fueron
creadas antes del 2000, y las 49 restantes se crearon después, reflejando con
ello que el cooperativismo sigue estando vigente en la región, aunque parece
haber consenso en que el número de asociados (activos) ha ido
disminuyendo, se evidenció en varias de las cooperativas multiactivas9 (tanto
las diversificadas como las especializadas) donde la masa societaria ha ido
creciendo (Lauritto y Bornet, 2015).
Entre las producciones agropecuarias que más aportan a la economía
cooperativista de la provincia se encuentran las agrícolas-ganaderas, las
lácteas, las hortifrutícolas y las avícolas (en orden de mayor a menor
importancia). No obstante, las cooperativas agrarias han tenido que
enfrentar varios obstáculos relacionados con: la descapitalización y el
endeudamiento; un bajo grado de integración entre el asociado y la
cooperativa, y entre ésta y entidades de primero y segundo grado; la falta de
sentido de pertenencia de los asociados con sus respectivas cooperativas; la
necesidad de niveles mayores de escala, diversificación y calidad crecientes;
y recursos humanos capacitados para llevar adelante la organización de la
industria, entre otros (Lattuada y Renold, 2005).
En cuanto a las cooperativas lácteas 10 que se han constituido en la
provincia, inicialmente su objetivo principal fue acopiar leche y negociar en

9 En general las cooperativas agrarias entrerrianas se clasifican en cuatro grupos: 1.

Cooperativas multiactivas: Con diversificación de rubros y servicios, incursionan en


diferentes cadenas de valor y en expansión geográfica y estructuralmente. 2.
Cooperativas especializadas en rubros específicos (multiactivas y uniactivas). Han ido
avanzando en la cadena de valor hasta llegar al consumidor final y exportar sus
productos. 3. Las que concentran el grueso de sus actividades en el acopio y
acondicionamiento de la producción de sus asociados y no asociados y algunas
funciones vinculadas (multiactivas y uniactivas). 4. Cooperativas uniactivas, más
pequeñas, con un número reducido de asociados y de reciente creación, que se han
constituido en torno a un emprendimiento común de tipo asociativo más informal,
que han tenido apoyo del estado o no para las inversiones básicas (Lauritto y Bornet,
2015, p. 8). Referente a los casos de la COCAU y la CEPAL, éstas se encontrarían
más cercanas al tercer grupo.
10 Cuando se habla de cooperativas lácteas se hace referencia a varios tipos de

entidades, entre las que se encuentran: cooperativas que acopian y negocian el


paquete de leche; las que se ocupan de proveer insumos y asesorar al asociado, así
como alguna función como el transporte; las que hacen algún tipo de elaboración
básica, como puede ser el descremado o la elaboración de quesos con o sin marca;
y las multiactivas en el acopio, la elaboración, distribución de productos con marcas

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Cooperativas agrarias y producción tambera. Un caso en la provincia de Entre Ríos, Argentina 113

conjunto con terceros el precio como defensa de su producción. Es decir,


asegurar la venta de la materia prima y lograr mejores precios para
incrementar los ingresos del productor tambero. Además, fueron
complementando su producción con actividades de compra en conjunto,
venta de insumos para los productores, provisión o administración del
servicio de transporte o con servicios técnicos de asistencia y
asesoramiento. Asimismo, debido a que la leche es un producto perecedero,
y había pocos compradores en la zona la capacidad de negociación se reducía
ante la imposibilidad de almacenamiento, lo que conllevó a que muchas
iniciaran algún proceso de elaboración (Depetris et al., 2017). De esa
manera, la mayoría de las cooperativas se establecieron como acopiadoras
de leche para la elaboración de quesos, es decir, su objetivo era la
industrialización y comercialización de ese producto.
Al ser los productores los propietarios de la planta integrando su
producción primaria al eslabón de la industria con otros vecinos en similar
situación, facilitó que algunas lograran crecer cubriendo más eslabones de la
cadena de valor (diversificando los productos elaborados, incorporando
marcas o introduciendo innovaciones) o añadiendo funciones hacia el
consumidor con la incorporación de transporte, distribución e inclusive con
la venta al público.
No obstante, una gran parte de las cooperativas instituidas en la provincia
se fueron fragmentando, hasta quedar muy pocas reconociéndose hacia el
2015 sólo tres en la región (Lauritto y Bornet, 2015). Una está ubicada en la
Aldea San Antonio, otra en el departamento de Gualeguaychú, y la tercera
conocida como CEPAL en San Gustavo, departamento de La Paz. En cuanto
a la cooperativa COCAU, ubicada en Villa Hernandarias, no figuró en este
listado, probablemente por ser una pequeña cooperativa con poca presencia
local.
Las cooperativas COTAPA y COTAGU, que llegaron a tener gran
reconocimiento, ahora son prácticamente historia. En el caso de COTAPA,
se transformó en una sociedad anónima con capital accionario mayoritario
del estado entrerriano y municipal, y con capitales externos. COTAGU
antes de quebrar, estaba siendo gestionada temporalmente por sus
trabajadores (Lauritto y Bornet, 2015).
Entre las necesidades más comunes que presentan las cooperativas de
industrialización de leche para poderse mantener y sobrevivir ante las
frecuentes crisis está la urgencia de lograr escala, financiamiento para la

propias e inclusive en la exportación. En el artículo nos enfocamos en la COCAU


cooperativa que esencialmente elaboran quesos, aunque también provee otros
servicios como la recolección de la leche y brinda asistencia técnica a sus socios.

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114 Nathalia Waked Sánchez

incorporación de tecnologías, y solucionar la fuerte competencia con otras


industrias. Como la leche requiere de un equipo de enfriamiento eficaz para
poder almacenarla, especialmente si hay un aumento de escala, la
incorporación de tecnología y capital es fundamental para que el proceso de
industrialización se mantenga. De igual forma, el transporte y la
infraestructura de caminos son también aspectos importantes en el
funcionamiento y la estructura de costos.
En el caso de mercados poco integrados y con menor competencia las
pequeñas cooperativas podían funcionar sin inconvenientes, convirtiéndose
en una ventaja. Sin embargo, con el paso de los años aumentó la presión para
crecer en tamaño e incorporar innovaciones, elevando la necesidad de
capital. En algunas cooperativas el acceso a los créditos para realizar
innovaciones fue rechazado debido al volumen de operatoria reflejado en los
balances. Aun así, en los últimos años, a partir del apoyo estatal se lograron
avances y pudieron acceder a programas de financiamiento acordes a sus
posibilidades, lo que promovió la incorporación de tecnología e innovación.
Para conocer más de cerca el funcionamiento de cooperativas de
industrialización de leche, se profundizará sobre la historia y organización
del proceso cooperativo COCAU ubicado en Villa Hernandarias,
departamento de Paraná.
4. Evolución histórica de la cooperativa Cocau
En agosto de 1978 se crea la Cooperativa Agropecuaria de Industrialización,
Comercialización y Vivienda Campo Unido Ltda. (COCAU), ubicada en la
zona de Villa Hernandarias (Entre Ríos). Impulsada por un grupo de
productores tamberos que, debido a las condiciones desfavorables en las
que se encontraban como proveedores de una usina láctea de la región,
decidieron organizarse para crear su propia industria quesera. La
cooperativa surge especialmente por el apoyo del veterinario Juan
Echeverría, quien convoca a los productores para conformar la asociación;
y a partir de los aportes de los tamberos con mayor capacidad de
producción, comenzaron a edificar lo que luego se convertiría en la industria
quesera.
Específicamente, el 1 de febrero de 1979 se produce el primer queso.
Relataban los productores que la numeración de cada socio se generó por
orden de llegada, por lo que el día en que abrió la fábrica se apresuraron
para ser los primeros en entregar la leche, quedando como número uno
Eduardo Singer, dos Adolfo Kessler y así sucesivamente. En un inicio se
asociaron 12 personas, cantidad que fue en aumento con el transcurso de
los años. Comenzaron produciendo queso pategrás (holando) y sardo; luego
incorporaron el queso barra y cremoso cuartirolo.

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Cooperativas agrarias y producción tambera. Un caso en la provincia de Entre Ríos, Argentina 115

Para poder edificar la industria, los cuatro socios fundadores que tenían
mayor capacidad económica solicitaron un crédito al banco, y los garantes
eran los siguientes cuatro socios con mejor estabilidad financiera. Además,
el terreno donde se encuentra actualmente la planta industrial fue donado
por uno de ellos. Uno de los fundadores entrevistados comentaba sobre
este hecho:
Viajamos a comprar una caldera vieja, no teníamos vehículo, el
vehículo que había era el mío, que era una mil ocho y un rastrojero
de Domingo Donda, que más o menos podía viajar. Así que con ese
rastrojero viajamos a comprar una caldera y después con la mil
ocho nos fuimos a Santa Fe, cambiamos la tina y la prensa, y un
montón de cosas para la quesería. El galpón se lo compramos a
Pulsoni en Santa Fe, el sótano lo hicimos nosotros. El agua la prestó
Manuel, vecino de enfrente y socio fundador, y así comenzamos a
funcionar. (Entrevista a Informante clave I-12, 8 de diciembre de
2018. Paraná, Entre Ríos).
Con el transcurrir de los años la cooperativa se mantuvo con un
promedio de 20 familias productoras, pero con las frecuentes crisis
económicas presentadas en el país, tanto la industria como los socios
experimentaron varias dificultades que colocaron en peligro su
funcionamiento. Una de las más importantes fue la hiperinflación de los años
1989 a 1990, sin embargo, gracias a que conservaron el régimen de cobranza
de la leche a 30 o 40 días de la entrega, pudieron sostenerse. Mientras que
otras industrias al no tener liquidez para pagarles a sus tambos, condujo en
el cierre de muchos de ellos.
Para los años noventa se genera en la región otra crisis relacionada con
la expansión del cultivo de soja 11 . Para ese momento inversores de las
provincias de Santa Fe, Rosario o Córdoba vieron en Entre Ríos un polo
importante de crecimiento. Como pagaban en quintales de soja fijos los
alquileres, los productores notaron que arrendando sus campos podían
llegar a tener una economía más segura; escenario que se presentó en la
mayoría de la zona Oeste de la provincia entrerriana. Lo que causó que
muchos de ellos, especialmente los más jóvenes, se inclinaran más hacia esta
producción. Por ello, desde esa época le ha sido más difícil para la
cooperativa encontrar gente que se dedique al tambo y que tenga como
expectativa emprender uno nuevo.
A comienzos del nuevo siglo los productores asociados a la COCAU
enfrentan otro obstáculo, la salida del mayor comprador que tenía la

11En la percepción de algunos productores les era más rentable inclinarse por este
cultivo o alquilar su campo, que seguir en el tambo.

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116 Nathalia Waked Sánchez

cooperativa en aquella época, que unido con la crisis del 2001 que vivía el
país, casi genera el cierre definitivo de la empresa. Como esta situación
afectaba directamente a las personas que trabajaban en la industria, fueron
ellos los que buscaron nuevos compradores, consiguiendo a uno de los que
hasta la actualidad compra la mayor parte de lo que producen, evitando de
esa forma que la cooperativa cerrara. Es así como, durante casi veinte años
la cooperativa no tuvo muchos cambios y su nivel de innovación fue muy
bajo.
No obstante, en el 2016 a través del asesoramiento de un técnico
lograron la aprobación de un proyecto financiado por el Ministerio de
Producción a través del Programa de Desarrollo Rural Incluyente (Proderi),
que contempló el acondicionamiento de la estructura edilicia de acuerdo con
la normativa vigente, la incorporación de equipamiento para la fábrica y la
conformación de un fondo rotatorio destinado a facilitar el acceso al crédito
a los productores para financiar insumos, capital de trabajo e infraestructura
intrapredial. Esto permitió que se fueran desarrollando poco a poco algunos
cambios dentro de la asociación.
Hasta el 2018 la cooperativa no evolucionaba muy favorablemente, ya
que además de los problemas económicos que transcurrían a nivel nacional,
se habían producido sequías y períodos de lluvia de fuerte intensidad que
afectaron la producción agrícola, especialmente en lo que tiene que ver con
las pasturas y la elaboración del silaje para los animales. Sin embargo, gracias
al favorable clima que hubo en el 2019, los tambos lograron recuperarse e
igualmente tener para el futuro reservas de alimento para los animales.
Aunque el panorama regional y nacional por el que atravesaba el sector
lácteo en el 2019 no era el más favorable, la canalización de productos
lácteos a la exportación, fundamentalmente de leche en polvo por parte de
las grandes empresas lecheras (que son las que proveen las góndolas de la
mayoría de los supermercados del país), provocó la disminución del
porcentaje de producción destinado al mercado interno, incidiendo en los
precios. En este contexto pequeñas empresas como la COCAU lograron
abastecer mínimamente esa demanda, mejorando el precio de compra por
litro de leche a sus tamberos.
En ese mismo año, aparte del fondo rotatorio, los socios de la
cooperativa recibieron por parte del estado provincial un millón doscientos
pesos en semillas de alfalfa para hacer las praderas, fertilizantes y detergentes
para la limpieza de los tambos; beneficio que fue concedido por ser una
asociación cooperativista. Uno de los empleados de la industria comentaba
que:
Esto generó que los otros productores tamberos de la zona
manifestaran que gracias a ser una cooperativa habíamos logrado

Revista del Centro de Estudios de Sociología del Trabajo Nº15/2023


Cooperativas agrarias y producción tambera. Un caso en la provincia de Entre Ríos, Argentina 117

esos beneficios, decían: ¡ustedes por ser cooperativa consiguen


beneficios, nosotros no conseguimos nada! Además, tenemos la
ayuda de la municipalidad que nos apoyan en todo. (Entrevista a
Informante clave III-4, 14 de noviembre de 2019. Villa Hernandarias,
Entre Ríos).
Situación que promovió que tamberos de la zona se vieran motivados a
ingresar en la cooperativa, como fue el caso del último socio adherido a
finales de 2019.
5. Organización de la cooperativa COCAU
La cooperativa tiene como empleados al encargado de la usina (que también
es el maestro quesero), un apoyo administrativo, un asesor técnico externo,
una contadora, un gerente apoderado, siete empleados que trabajan en la
elaboración de los quesos y dos transportistas que recorren los campos cada
día por medio (de las catorce personas, el apoyo administrativo y el gerente
apoderado no son remuneradas por la función que desempeñan).
Para 2019 la cooperativa contaba con 22 socios (20 activos12), la mayoría
son descendientes de los fundadores, haciendo parte de la segunda y/o
tercera generación, al igual que los empleados de la industria13. Lo que ha
llevado a que todos los que participan de ésta tengan alguna relación con los
fundadores, al ser hijos, sobrinos, nietos, etc.
La estructura organizativa de la cooperativa (Figura 1) está representada
por el Consejo de Administración, integrado por una parte por los
asociados. Según el estatuto el consejo se debe renovar cada dos años,
aunque el presidente y tesorero pueden tener la opción de continuar, si lo
desean.
Al no contar con la figura de un contador con presencia en la zona,
durante casi veinte años (2000-2018), se produjo un abandono
administrativo que implicó entre otros que el cambio de roles para la
constitución del consejo administrativo no se efectuara con regularidad
durante su paso por la cooperativa. Luego de del retiro del contador en el
año 2019 se logró renovar el consejo, y aunque se mantuvo al presidente y
tesorero, los vocales y demás figuras fueron remplazadas.
En general, la mayoría de los socios cumple un rol en el consejo, con
responsabilidades diversas, pero siempre cuidando que la mayoría intervenga
en el proceso de gestión. No obstante, en el mundo rural es difícil que los

12 Al hablar de activos se refiere a los socios que están entregando diariamente la


leche, los no activos también entregan leche, pero esporádicamente.
13 Los empleados no son socios de la cooperativa, pero si guardan alguna
familiaridad, ya que varios son parientes de los socios.

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118 Nathalia Waked Sánchez

socios asuman por cuenta propia este tipo de responsabilidades, ya sea por
desconocimiento o porque sienten que les puede generar una carga adicional
a sus tareas cotidianas (teniendo presente que el tambo es una actividad
altamente demandante). Por esa razón, los más jóvenes o los más
comprometidos con el movimiento cooperativista, aceptan y se postulan
para ser miembros del consejo.

Figura1 Diagrama del consejo de la cooperativa COCAU

Elaborado en base al Estatuto de COCAU 2020

Luego de la crisis de 2001 y hasta el presente, el maestro quesero con


ayuda de su esposa, como apoyo administrativo, se han ocupado de la
entidad lo que les ha generado una carga de trabajo difícil de manejar,
especialmente porque no poseen los conocimientos adecuados para
administrarla. Esto impulsó el requerimiento de contar con un
administrador(a), aunque aún en diciembre de 2019 la situación no se había
resuelto particularmente por la falta de recursos; problemática que fue
expuesta en varias de las entrevistas:
La cooperativa en sí ha crecido, hay más empleados, entonces el
manejo cada vez es más complicado, es urgente una persona que
esté al frente (bueno, ahora está el asesor técnico externo, pero
hace muy poco que está, lleva tan solo un año). Es muy dificultoso,

Revista del Centro de Estudios de Sociología del Trabajo Nº15/2023


Cooperativas agrarias y producción tambera. Un caso en la provincia de Entre Ríos, Argentina 119

ya que es mucha responsabilidad la que en estos momentos


tenemos en la industria. (Entrevista a Informante clave I-7, 12 de
noviembre de 2019. Villa Hernandarias, Entre Ríos).
Al no contar con la contribución de una persona que se encargara
específicamente de los aspectos administrativos, se generó un estancamiento
en el manejo de la empresa, y su funcionamiento se mantuvo durante un
largo periodo de manera conservadora. Sin embargo, los requerimientos y
exigencias que el producto lácteo demanda, han obligado a incorporar
modificaciones; una de ellas fue un sistema de facturación electrónica y otra
el sistema de control de calidad de leche.
No obstante, las dificultades, los cambios han aportado en gran medida
a su estabilización, lo que posibilitó cumplir siempre con los pagos a
tamberos y empleados, en tiempo y en forma. Asimismo, los productores
mejoraron su producción y reconocen que el beneficio se debe a estar
asociados a la cooperativa, lo que les facilita obtener financiamiento para
poder mejorar la condición productiva de sus tambos, ya sea en la
infraestructura como en la incorporación de ordeñadoras con mayor
capacidad de extracción de leche; ello es visible cuando se analiza la cantidad
de litros que producían diez años atrás (690 litros diarios promedio por
productor) y los que actualmente obtienen (aproximadamente 1.075 litros
diarios cada productor).

6. Aportes al cooperativismo agropecuario y las economías


regionales

El análisis del caso particular permite plantear el interrogante acerca de la


manera en que las distintas cooperativas agropecuarias aportan a la
economía en sus respectivas zonas de inserción. Al considerar el esfuerzo
cotidiano de estas asociaciones para sostener a la producción familiar
agropecuaria se logra descubrir su potencialidad como agentes para
revitalizar un territorio
Por ello se destaca también su contribución al fortalecimiento del sector
agrario en las zonas geográficas de inserción debido al aporte de la
cooperativa a la economía familiar, ya que al mantener el vínculo asociativo
permite conservar la actividad por un largo periodo, así como también
localizar o anclar la renta generada a nivel local. Al brindar apoyo económico
al sector, tanto en los momentos de bonanza como en las crisis recurrentes,
y prestar servicios a través de capacitación, asistencia técnica, etc.,
contribuyen en sostener la producción agraria, asumiendo la articulación
entre las familias productoras y los mercados, manteniendo a las primeras
dentro del sistema productivo.

Revista del Centro de Estudios de Sociología del Trabajo Nº15/2023


120 Nathalia Waked Sánchez

Este tipo de cooperativas logra ser un intermediario comercial eficaz para


las familias productoras, pues muchas de ellas no cuentan con el tiempo ni
el conocimiento para llevar a cabo actividades relacionadas con el mercado
agrícola. También y en algunos casos se convierten en un medio para
impulsar la innovación y la utilización de nuevas tecnologías a través de
incorporaciones importantes en su producción.
Profundizar en su contribución al fortalecimiento del sector agrario en
sus zonas de inserción, en particular en las producciones familiares, requiere
aún que estas organizaciones puedan generar cambios sustanciales para
mejorar la realidad por la que atraviesa el sector lácteo a nivel nacional. El
aporte visible a nivel local, que alcanza a beneficiar a un pequeño grupo de
familias productoras, que en muchos casos viven en áreas marginales, puede
contribuir a impulsar el diseño de políticas públicas que hagan hincapié tanto
en las organizaciones como en las personas que las conforman.
Conclusión
A partir de la trayectoria de la COCAU y su sostenibilidad, se ha destacado
que la presencia de los procesos asociativos ha permitido generar una fuente
de trabajo constante para varias familias productoras de la zona desde años
atrás. De igual forma, se ha estimulado la producción agropecuaria en sus
zonas de inserción, a pesar de las crisis en la actividad láctea.
Tanto los asociados como los empleados que trabajan en la cooperativa
han avanzado en la dimensión productiva siendo visible su interés por
mejorar su producción. A ello se agrega la búsqueda de opciones para
diversificar los canales de venta y distribución. Es decir, el escenario actual
puede resultar más promisorio en comparación con otros periodos de su
historia en términos de la mejorara de su producción.
El apoyo que han brindado a un importante número de actores
(asociados, empleados de la industria, trabajadores transitorios o
permanentes, distribuidores, comerciantes y demás personas que en lo
cotidiano se relacionan con la entidad, y sus respectivas familias y, por
consiguiente, a la comunidad que los rodea), también pone de relieve la
forma en que de manera sostenida se han ido consolidando.
Sin embargo, se debe subrayar en este contexto la importancia para la
industria como para los asociados del desarrollo de estrategias orientadas al
logro de una producción de calidad para que las ventas del producto final
ayuden a mantener el proceso asociativo. La mejora de la calidad y el
aumento de la cantidad del producto incrementaría la recaudación y por
consiguiente se asignaría a la mejora del precio del litro de leche a los
asociados. Se debe destacar además la restricción que enfrentan
cotidianamente estas entidades, por ser la leche un producto perecedero,

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Cooperativas agrarias y producción tambera. Un caso en la provincia de Entre Ríos, Argentina 121

que requiere que tanto la industria como los propios asociados posean
condiciones específicas para mantener el producto, lo que conlleva a tener
equipos de frío eficaces, vías de comunicación adecuadas, suministro de luz
constante, equipos de transporte seguros, entre otros factores de los que
muchas veces suelen no disponer.
El desempeño y crecimiento de cooperativas como la COCAU permitiría
seguir conservando una modalidad productiva manejada especialmente por
pequeñas y medianas explotaciones familiares que apoyen a las personas que
se encuentran trabajando en ellas y a sus familias y contribuyan a preservar
una forma de vida que respeta la particularidad, identidad y cultura típica de
la región.

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