Figura Fondo 36
Figura Fondo 36
Figura Fondo 36
re
vis
i
®
ón
]
DIRECTORA GENERAL
Myriam Muñoz Polit
]
ón
COORDINADOR
Homero Ventura Tello
i
CONSEJO EDITORIAL
vis
Eréndira Andrea Campos García Rojas
José Alberto Carreón Borja
Ángel Alberto Gerardo Elías
Helena González Vallejo
re
FIGURA FONDO, Año XVII, revista semestral mayo-octubre 2014, Número 36, es una revista se-
mestral editada por el Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt, AC, África 6, col. La Concep-
ción, Delegación Coyoacán. CP 04020, México, DF. Tels. 56589012, 55544797 y 55544582,
www.gestalthumanista.com, Editor responsable: Homero Ventura Tello. Número de Certificado de
reserva otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2010-092213910000-102.
Número de Certificado de Licitud de Título y Contenido 15009, ambos otorgados por la Comisión
Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Domicilio de
la Publicación: África 6, col. La Concepción, Delegación Coyoacán, CP. 04020, México, DF.
Imprenta: Procesos Editoriales don José, SA de CV, Ganaderos 149, col. Granjas Esmeralda,
Delegación Iztapalapa, 09810, México, DF, Distribuidor: Instituto Humanista de Psicoterapia Ges-
talt, AC, África 6, col. La Concepción, Delegación Coyoacán. CP 04020, México DF. Este número
se terminó de imprimir el 27 de agosto con un tiraje de 1,000 ejemplares.
Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la
publicación.
Editorial
]
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Artículos
i ón
vis
La respuesta corporal del terapeuta y su influencia
en la relación o intercorporalidad
Jean Marie Delacroix . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
El lugar del cuerpo en el Enfoque Centrado en la Persona
re
Testimonio
Testimonio de 3° Círculo de Estudio de Carl Rogers
Juan Carlos González Gutiérrez
]
Gabriela Rodríguez López. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183
i ón
vis
re
[2a
]
ón
El concepto de “el otro” resulta controversial por la amplitud y di-
versidad de implicaciones que trae consigo. El número de otoño de Fi-
gura Fondo aborda algunas de estas aproximaciones y desde distintos
puntos de vista.
i
Los escritos de autores como Delacroix y Haudiquet traen a primer
vis
plano el uso, sentido y significado del cuerpo como eje central de sus
reflexiones; el primero desde el ámbito gestáltico y el segundo desde el
Enfoque Centrado en la Persona, éste último pone su atención en dis-
tinguir las áreas de oportunidad que este enfoque no tiene ampliamen-
re
de la complejidad.
Para finalizar, Figura Fondo 36 cuenta con temas que son constan-
tes al trabajo terapéutico por ejemplo el de fenomenología con el texto
de El ser humano creador de sentido o bien, Una mirada a la pareja
cuando existe un hijo con problemas de adicción.
]
ón
Jean Marie Delacroix*
Antecedentes
i
vis
Esta colaboración fue inspirada a partir del entusiasmo que surgió
en tres seminarios de formación y post formación llevados a cabo en el
Instituto Humanista de Terapia Gestalt de Myriam Muñoz. El primero
realizado en Quito, Ecuador promovido por Lourdes Muñoz sobre el
tema de la empatía. El segundo tuvo lugar en México en la sede de Co-
re
y en la reflexión.
Es importante tener presente que se trata de un texto colectivo y
realizado en momentos, lugares y personas distintas por lo que se su-
giere tener esto presente a lo largo de su lectura.
Este texto se logró conformar a partir del taller de México en la sede
Coyoacán y de una reflexión hecha al final del seminario por seis
subgrupos de aproximadamente seis personas cada uno. El responsa-
ble de cada subgrupo hizo una síntesis de cada equipo y, a petición
Introducción
]
el artículo de Chantal Deschamps profesora de la Universidad de Laval
ón
en Canadá: “La intercorporalidad en Merleau-Ponty” Un concepto clave
para entender la complejidad del cuerpo en relación con el mundo”.
El concepto campo organismo-ambiente considerado como uno de
los conceptos claves en la terapia Gestalt contiene un elemento que
i
merece nuestra atención. Es el lugar de unión entre las dos palabras. Es
vis
el lugar de unión el que hace posible el vínculo entre uno y el otro. Es-
pacio intermedio que es la escena donde se trasmite la presencia, la
atención, los afectos y las informaciones. Frontera entre uno y el otro,
que es el lugar de la empatía pero también de la actualización y de la
re
]
tancia en la cocreación de la relación. Después, apoyándome en los
ón
trabajos de tres terapeutas canadienses, desarrollaré el tema de la in-
tercorporalidad retomando los escritos de Merleau-Ponty. Terminaré
incorporando algunos puntos que surgen a partir del concepto de inter-
corporalidad.
i
vis
Evolución de una reflexión de la afectación
mutua en el proceso psicoterapeútico
Miremos primero las diferentes etapas en mi carrera y mi reflexión
que me llevaron hoy a buscar y elaborar acerca del tema de intercorpo-
re
ralidad.
1 Delacroix, J.M. «Ces dieux qui pleurent», 1985, documento del Instituto GREFOR
]
ces es lo que de repente emergía en el campo de la consciencia, una
ón
imagen, un recuerdo, el sentimiento de la presencia, de una persona de
la historia familiar del cliente, de un fantasma, esto que llamo ahora
“cosas flotantes” que venían a depositarse entre los dos en el campo,
en el espacio intermediario… ¿cómo nombrarlo? Dudo en el uso de
i
un vocabulario conceptual para intentar lograr nombrar eso. Ello hacía
vis
figura.
]
La teoría de la información en los campos
ón
morfogenéticos
A partir del año 2000 me sentí interesado en la teoría de los cam-
pos morfogenéticos y en las ideas de R. Sheldrake, es muy interesante
esta teoría. Intenté entender cómo su teoría de la “información”2 se
i
vis
volvía pertinente en la relación terapéutica y más específicamente en
la relación grupal. Mandamos información no conscientemente alrede-
dor de nosotros que puede influenciar el entorno. En la situación tera-
péutica mandamos información a partir de nuestro cuerpo, de nuestros
movimientos espontáneos, de nuestra respiración, de nuestro vocabu-
re
Co-afectación
Esta reflexión me llevó a desarrollar en 2005 el concepto de coafec-
tación3. Quería subrayar que el terapeuta y el paciente se influyen mu-
tuamente a partir de esta información que circula entre el uno y el otro
2 Delacroix, J.M.”Cette nuit j´ ai reve pour le groupe ou le reve en tant que pheno-
mene de champ » en « Rever » Cahiers de Gestalt-Therapie No.10, otoño 2001
3 Delacroix, J.M. “ La troisieme histoire. Patient-psychotherapeute :fonds et for-
mes du processus relationnel »ed. Dangles, 2006
]
Una nueva historia que se despliega a lo largo de las sesiones y que se
ón
vuelve el prototipo de lo que podría ser el futuro si se aprovecha en la
pareja paciente terapeuta se puede volver el fondo renovado sobre el
cual el paciente podrá elaborar y crear su vida futura, su historia del
futuro cercano y lejano. Es lo que llamo “la tercera historia” y este pro-
i
ceso puede también tener un impacto en el terapeuta.
vis
El espacio vibratorio común
En mi búsqueda y titubeos para comprender mejor aquello que
también va a ser vínculo y va a crear la relación a través de la coafecta-
re
]
ón
La intercorporalidad
Ruella Frank5.
Recordemos lo que S. Schoch de Neuforn escribe dentro de un tex-
to aún no publicado y que refleja bien el pensamiento de un buen nú-
mero de terapeutas gestaltistas. “Las premisas teóricas dan (al terapeu-
ta Gestalt) un lugar particular al cuerpo: no localizan el psiquismo en el
pensamiento o el lenguaje ni en cierta parte del lado de la cabeza. Para
ellos el psiquismo es un concepto que engloba las funciones mentales,
emocionales, sensomotrices, que se articulan en una situación. Es el
cuerpo afectado por el ambiente que está en el origen del hecho psíqui-
co, el cuerpo es como la piel de un tambor que es sensible a todo lo que
lo toca y donde el sonido es el producto de la naturaleza, de sus partes
integrantes y de su organización así como de la manera como es perci-
bido. Cada vez más, el psiquismo está dotado de una intención, de al-
guna cosa que de manera permanente lleva a, y moviliza aquello que
Bergson nombra el impulso vital que se conjuga con lo que se le ofrece
a la persona6.
Me apoyaré en aquello que me surgió a partir de la reflexión del
trabajo de los tres talleres y de los artículos mencionados anteriormen-
te, así como los textos de síntesis de los participantes en el seminario
de México-Coyoacán.
Empatía e intercorporalidad
]
Es a través de una investigación sobre la empatía que realicé para
ón
preparar el seminario de Quito que me surgió ese tema de la intercor-
poralidad que me permite completar mi reflexión sobre la importancia
del cuerpo en el proceso de contacto y de la cocreación a través de
aquello que pasa de cuerpo a cuerpo en lo invisible. Empatía e intercor-
i
poralidad se agregan así de manera natural a mi reflexión como una
vis
evidencia. Son nuestros colegas de América Latina y de Quebec los que
me abrieron los ojos sobre eso que puede ser una laguna dentro de la
comunidad gestaltista francesa: Rogers y el concepto de empatía. La
corriente humanista es oficialmente reconocida por las universidades
latinoamericanas dentro de las cuales se enseña y la Gestalt explícita-
re
]
dos. La terapia empática es una terapia de “consciencia”. Es a la vez
ón
depositaria y captadora de cualquier cosa que le pertenece al otro, así
como a las cosas que flotan sobre el campo, si eso puede resonar en él
a un nivel más personal. Hemos hablado en otra ocasión, a propósito
de Rogers, del Enfoque Centrado en la Persona, que puede dar la im-
i
presión de estar en un paradigma individualista. Es por ello, sin duda,
vis
que los terapeutas gestálticos franceses dogmáticos no han estado inte-
resados en los aspectos de la empatía, o bien que algunos los rechazan.
El concepto de campo cambia completamente esta visión de cosas por-
que nos lleva a tomar en consideración al paciente, al terapeuta, lo que
re
nos pasa a los dos y lo que pasa a partir de nuestro encuentro, que es
más que la suma de uno y el otro en conjunto y de aquello que pasa
entre ellos. No solamente el concepto de empatía se valida dentro de
esta configuración, pero es además la base y nos remite a los movi-
mientos de los afectos que pasan del paciente al terapeuta y que tocan
[2a
al terapeuta en su cuerpo.
La corporalidad
Iniciemos en primer término con la palabra “corporalidad”, muy se-
guido utilizada para aquellos que hacen referencia al cuerpo. Veamos la
definición que da Wikipedia a partir de los trabajos de Merleau–Ponty:
Tomando como punto de partida el estudio de la percepción, Merleau- Ponty es
llevado a reconocer que el cuerpo propio no es solamente una cosa, un objeto
potencial de estudio para la ciencia, sino que es también una condición permanente
de la experiencia, que es un constituyente de la perspectiva de apertura al mundo
y de su bloqueo. Él subraya, en tal caso, que existe una consciencia inherente del
cuerpo cuyo análisis de la percepción debe tomarse en cuenta. Dicho de otra ma-
nera, lo perteneciente a la percepción significa lo perteneciente a la experiencia en
la medida en que la percepción adquiere una dimensión activa y constitutiva.
El desarrollo de estos trabajos implican por tanto un análisis cuya distinción es
el reconocimiento al mismo tiempo de una corporalidad de consciencia como de
una intencionalidad corporal (12) contrastando con la ontología dualista de catego-
rías cuerpo-espíritu de Rene Descartes, un filósofo al cual Merleau-Ponty había
seguido de manera muy atenta a pesar de las diferencias tan importantes que los
separan (13) .El inicio de un estudio de la encarnación del individuo dentro del
mundo tendiente a superar la alternativa entre pura libertad y puro determinismo
como la fisura entre el cuerpo para sí y el cuerpo pare el otro.
]
Así vemos que para que haya corporalidad, implica que exista un
ón
encuentro, interacciones y simultaneidad entre: cuerpo, percepción,
consciencia, experiencia, corporalidad de la consciencia, intencionali-
dad corporal en relación con el mundo. Esta definición me parece que
me envía directamente a la manera gestaltista que se construyó a partir
i
de los conceptos de “awareness”, del ello de la situación como bases
vis
del proceso terapéutico y de la proposición del PHG: el cuerpo como
fondo dado a partir del cual pueden emerger figuras.
La intercorporalidad
re
]
te, dentro de un invisible que ya envía señales para ser conocido, se-
ón
ñales que serán puestas en la atención del que está en el proceso de
vivir la experiencia. Es la consciencia inmediata del campo. Eso invisi-
ble llevará al proceso de lo imprevisible, de lo inesperado ya contenido
en aquello que yo llamé hace algunos años, “lo que existe todavía no
concientizado.” i
vis
Veamos, para ilustrar lo que precede y preparar lo que sigue, una
de las experimentaciones que fueron propuestas durante los dos semi-
narios de América Latina. Se les pidió en principio a los participantes
centrarse en ellos a partir de una movilización corporal; con el movi-
re
]
haber dicho nada, “él me adivinó y yo me pude abandonar y llorar.”
ón
Merleau-Ponty y el cuerpo conocedor
¿Qué pasa entonces y a qué nos permite llegar ahora?
i
Algo pasa más que el lenguaje verbal. Eso que pasa por el terapeuta
vis
y que está en la consciencia da cuenta de eso que le pasa al paciente o
que resuena en él al punto que lo lleva a abrir ciertas puertas y a poner-
lo en un estado de sorpresa emocional, de soltarse y de confianza. Algo
del ello del paciente pasa por el cuerpo del terapeuta puesto en cons-
ciencia presente.
re
]
la corporalidad del sujeto nos reenvía a la evidencia de un sujeto pro-
ón
visto de una consciencia encarnada al mismo tiempo que es una cons-
ciencia ella misma corporal. De esta manera, la persona a través de su
cuerpo mismo es una manera consciente de estar del mundo y muestra
esencialmente una presencia corporal del mundo. Eso que nombra
i
Merleau–Ponty la consciencia percibida, o para retomar el calificativo
vis
del filósofo, “cuerpo conocedor bien sea un cuerpo que por sus posibi-
lidades sensibles, percepciones y fenomenología toma la experiencia
del mundo” (p.77).
re
La circularidad
Eso que caracteriza el cuerpo conocedor, sintiendo y sentido es
también la circularidad.
El cuerpo conocedor tiene la capacidad de sentirse él mismo, de ser
[2a
su propio objeto para él, bien sea un objeto que siente. Él está dentro
de esa circularidad con él mismo y sintiendo y sentido por él mismo. El
ello circula entre él y el mundo exterior recíprocamente. Tiene la capa-
cidad de sentir al mundo exterior. Por otro lado, bajo la relación de lo
que percibe, de eso que vive a través de su cuerpo conocedor, cuerpo
y consciencia en Merleau-Ponty son dos aspectos de una cierta presen-
cia en el mundo. Es dentro de este sistema circular que nos reenvía
constantemente al sujeto corporal al mundo percibido por la expresión
que se manifiesta el cuerpo como un estado de reencuentro entre suje-
to y objeto y necesariamente un lugar donde se pone a prueba al otro.
De este modo, nuestro cuerpo sintiendo y sentido se vuelve un
cuerpo que busca acceso a un cierto conocimiento del otro gracias a la
atención que nosotros nos prestamos a nosotros mismos en presencia
y consciencia frente al otro. Estamos dentro de una estructura dentro
]
• Eso que pasa de cuerpo a cuerpo en principio invisible y que
ón
busca ser visible a través de diferentes manifestaciones que afec-
tan al terapeuta en su cuerpo y en su estado interior.
• Del cual es consciente y que busca llevar a la consciencia del pa-
ciente gracias a su propia corporalidad involucrada en el proceso
de contacto. i
vis
• Por esa coafectación de cuerpo a cuerpo donde la corporalidad
del uno abre al otro su propia corporalidad dentro de un movi-
miento que va y viene creando de esta manera una circularidad
de uno y el otro.
re
]
ciones del paciente, de su estado, su historia, sobre lo que él no contac-
ón
ta todavía directamente, pero que deposita no conscientemente sobre
el terapeuta.
Construir una intervención a partir de eso que vive.Restituirle al
paciente de una manera adecuada y en un buen momento eso que
i
siente en su presencia y que él espera del terapeuta para poder conti-
vis
nuar en su búsqueda de su necesidad de que yo necesito sentir que
existo para poder seguir con mi camino de crecimiento.
Aceptar ser el depositario de cualquier cosa que le pertenece al
otro; de incorporar eso que pasa por mi carne, por mis tripas, no es
re
]
él no sabe todavía lo que él me hace sentir.
ón
El desarrollo por el terapeuta de la coafectación
en la situación
Martínez11, psicoterapeuta mexicano gestaltista y existencial, nos
i
vis
invita en su obra a integrar la corporalidad en el trabajo terapéutico. “la
visión de Merleau-Ponty nos invita a integrar la corporalidad dentro del
trabajo terapéutico, ya que la existencia de la persona no es vista como
cualquier cosa en que el cuerpo y el espíritu están cortados el uno del
otro. Nosotros tenemos un cuerpo, somos cuerpo” (p.265). Agrega ese
re
autor que ese cuerpo que somos es uno que capta al otro y que ese fe-
nómeno resulta una herramienta clínica para alimentar y hacer que el
proceso evolucione.
Yo compruebo como formador y supervisor que los terapeutas ges-
taltistas han desarrollado una habilidad para sentir y estar en la cons-
[2a
11 Martínez, Y.A. (2009) Filosofía existencial para terapeutas. México: Ed. LAG.
Creador y Director del Instituto de Psicoterapia Existencial de México.
]
Es lo que el campo le está demandado transmitir.
ón
Con base al principio de contemporaneidad, él formula como hipó-
tesis que eso que aparece en ese momento, tiene un sentido en el pro-
ceso del momento y que es la ocasión de devolvérselo al paciente. Eso
habla de su involucramiento en el proceso y de un involucramiento
i
coherente con la perspectiva de campo.
vis
¿Cómo hacerlo?
No hay trucos ni recetas. No obstante mis tentativas de interven-
re
]
parte de mi experiencia del momento con esa persona. Posteriormente
le señalo lo que he comprendido de lo que me ha dicho y agrego:
ón
T: Estoy un poco sorprendido, de eso que siento que me viene cuando le escu-
cho, es la palabra estómago. ¿Acaso eso le recuerda alguna cosa?
P: Eso no me sorprende. Yo seguido estoy mal del estómago…
T: Y usted nunca me lo había platicado
i
P: … (Silencio) no…, no es interesante…, yo no vine por eso…
vis
T: Eso me viene en este momento cuando me habla de su vida cotidiana. ¿Es
que encuentra su vida interesante?
P: Silencio, ella empieza a llorar y hablarme de sus angustias que se le presen-
tan en su estómago por la tarde cuando está sola en su casa.
re
]
Todas estas reflexiones me llevan a distinguir tres tipos de afecta-
ón
ción en el proceso concernientes al terapeuta.
1. La afectación del contenido.
Cuando el paciente cuenta alguna cosa que es muy dolorosa el
terapeuta es tocado por el otro y por aquello que le surge. El ser
i
humano que es puede ser afectado naturalmente por el discurso
vis
que el paciente le hace de eso que emerge en él. Es justo consta-
tar eso y ser vigilante y no identificarse en exceso con el paciente
y su historia.
2. La afectación de la relación.
re
]
nente al momento en donde eso pasa. Este género de eventos es
ón
muy interesante porque provoca sorpresa y desequilibrio. No pa-
rece ser del mismo nivel lógico que eso que pasa o se dice. Crea
algo inesperado en el terapeuta, una ruptura dentro de un nivel
lógico que puede convertirse en confluencia o deflexión. Esta
i
ruptura es la que es interesante. Eso me lleva a hablar del campo
vis
como “campo informado-informador”. El campo está constitui-
do por las informaciones que circulan y que crecen en lo invisi-
ble. Una información que circula entre los dos de manera invisi-
ble se pone en el terapeuta dejándolo perplejo. Dentro de una
re
Esta mujer me habla de todo y de nada con una cierta indiferencia. De repente yo
soy invadido por fantasmas sexuales muy crudos, que trato de mantener a distan-
cia. Yo estoy sorprendido y en desequilibrio. Pero eso se impone, a tal punto que
ya no la escucho más. Al mismo tiempo, yo no le puedo revelar los fantasmas que
me habitan en ese momento. Entonces entro interiormente dentro de ese proceso
que consiste en verme y aceptarme con lo que me llega y pongo una intervención:
la reformuló y agrego: yo estoy sorprendido por lo que me viene ahora y que no
tiene relación con lo que me dices y la palabra es sexualidad. Esta intervención no
provoca ninguna sorpresa ni reticencia en ella, al contrario fue muy fuerte y le
permite decirme que ella seguido está habitada por fantasmas sexuales en lo que
concierne a su relación con los hombres, que ella jamás había hablado de eso a
nadie porque “eso no se dice” y mi sorpresa fue comprender que esos fantasmas
que pasaron por mi cabeza anteriormente eran de ella.
palabra y emoción. Eso que le hacía figura al terapeuta venía del cam-
po informado-informador que ahora le hace figura al paciente. Esa
coafectación utilizada como herramienta clínica útil contribuye a la co-
creación de la relación a partir de la corporalidad e intercorporalidad.
La cocreación del proceso relacional es un proceso de encarnación que
pasa de cuerpo a cuerpo y que toma forma en la construcción del pro-
ceso relacional sobre el fondo de un cuerpo a cuerpo concientizado y
que sirve de apoyo a la sensibilidad al principio y después a la búsque-
da de sentido. Lo sensorial contiene el sentido. Comprende el sentido
que estará en uno frente al otro en el momento que pasa, ese sentido
que reside en la búsqueda de un ser integral y de un ser apoyado en su
]
existencia y dentro de su ser total.
ón
Intercorporalidad y reflexiones diversas
amor dentro del contexto terapéutico. Por otra parte, sería interesante
hacer una investigación para ver como las neurociencias validan las
hipótesis emitidas a partir de la observación clínica orientada desde la
intercorporalidad.
[2a
]
sólo de lo que pasa en la frontera entre uno y otro, estamos dentro de
ón
aquello que penetra más allá de la frontera física del terapeuta y que
entra al interior de él, que afecta su psicología, su estado interior, su
imaginación, su capacidad de pensar. Metafóricamente lo podríamos
ver como una superficie espesa al interior de la cual el ello entra en
i
nosotros sin saberlo, como el espacio de reencuentro donde el agua
vis
moja la arena de la playa y donde la arena se deja mojar por el agua.
La metáfora de la piel es frecuentemente utilizada cuando se habla
de la frontera, la piel como frontera entre lo interno y lo externo del
cuerpo, la piel del tambor que vibra cuando es tocada por las manos y
los dedos. Estamos en una frontera porosa de la piel, aquella del tera-
re
peuta que se deja impactar, por aquello que flota de manera invisible
en el entorno, pero también por lo del paciente que deja salir de él
aquello sobre lo que va tratar y que el organismo del terapeuta recibe.
Es un proceso que pasa de manera invisible, dentro del cual el ello pasa
[2a
del interior de uno al interior del otro. Para los lectores que estén fami-
liarizados con la teoría del self podríamos decir que el ello de la situa-
ción se caracteriza por ese movimiento que va de uno al otro, de la
parte interior a otra. Hay idas hacia que se realizan de manera no cons-
ciente dentro de lo invisible que se manifiestan en la fisiología, en la
carne del terapeuta, dentro de las distintos partes de su organismo.
Para aquellos que están familiarizados con la PGRO (Psicología Gestaltis-
ta de las Relaciones de Objeto) y la escuela de G. Delisle, podríamos decir
que los micro-campos introyectados por el paciente penetran dentro
del mundo interno del terapeuta.
Hemos visto que les pertenecen, desde luego cuando vamos hacia
el paciente a partir de lo que él paciente ha depositado, de poner en la
frontera entre los dos aquello que se manifiesta de cuerpo a cuerpo, de
organismo a organismo, de psiquismo a psiquismo.
]
ón
Lo íntimo
]
ón
Ritmo-Silencio, Presencia, temporalidad
Este avance implica disminuir el ritmo, dejar que el proceso se de-
sarrolle. Es dentro del silencio que el ello se va amasando dentro del ello
i
de la situación, que el ello pasa del uno al otro que prepara lo que ten-
vis
drá que venir para que eso detone la capacidad del organismo para
autorregularse.
Es dentro del silencio que se instala la tensión que va a poner al
organismo dentro de un estado tal que cualquier cosa va a surgir para
restablecer la homeostasis. Permite la transformación de chronos en
re
]
ón
El amor en la terapia
El último coloquio del CEGT14 nos ha sensibilizado al tema del amor
en la psicoterapia.
i
El aspecto de la intercorporalidad nos lleva a reflexionar sobre ese
vis
tema, sobre el estado interior del terapeuta frente a su paciente, sobre
sus sentimientos profundos, sobre su disposición particular de estar
ahí, sobre sus profundas motivaciones.
El terapeuta se pone con todo lo que es y que comprende su cuerpo.
re
]
miento del otro al punto de estar tocado justo en nuestra integridad? El
ón
terapeuta a veces está confrontado con este asunto.
El ser humano que está frente a él, el sufrimiento le toca profunda-
mente y le da la oportunidad de desarrollar su humanidad y de contac-
tar a veces lo no humano en él en busca de humanidad. Todo eso per-
i
manece muy misterioso: estar ahí y permitir al otro dar luz sobre un
vis
aspecto de su propio misterio es una acción estimulante. Debe ser uno
un aventurero de la vida y de la relación, un explorador que se arriesga
dentro de ciertas zonas del otro y que el otro no conoce todavía por
acompañarlo en su alteridad y dentro de su proceso de individuación.
re
]
el amor que está en nosotros o entre nosotros, somos nosotros los que
ón
estamos dentro de la más grande vastedad que es el amor”.
Conclusión
i
Hemos tratado a lo largo de este texto los movimientos de los afec-
vis
tos dentro del proceso terapéutico y su tránsito por el cuerpo del tera-
peuta. Empezamos a explorar el concepto de intercorporalidad con
todo aquello que implica a nivel teórico como a nivel práctico y la pos-
tura del terapeuta.
re
]
ta como un acompañante y como un apoyo en el proceso.
ón
• Cuando el paciente se ve en los ojos del terapeuta, se siente re-
conocido, sus resistencias disminuyen y puede continuar su cre-
cimiento. Es a partir de ese paso de lo individual a lo interrelacio-
nal que se crea la danza de la cocreación de la relación.
i
vis
Nosotros no somos seres aislados, sino seres en relación. Los pa-
cientes vienen a terapia para aprender a estar en relación y para descu-
brir de qué manera están. La calidad de la presencia del terapeuta en la
relación y su recibimiento caluroso permiten poco a poco nuevas posi-
bilidades de estar juntos que se nutre de una mirada con atención, de
re
]
en la Persona
ón
Por Xavier Haudiquet*
Traducción Daniel Venegas
i
Resumen
vis
Este trabajo analiza el lugar del cuerpo en la teoría y la práctica del
Enfoque Centrado en la Persona (ECP). Partimos de la hipótesis
que el lenguaje no verbal es una expresión de la persona, de la
misma manera que lo es el contenido de la narración. No obstan-
re
te, en la tradición del ECP, se evoca muy poco el cuerpo, y eso nos
conduce a preguntarnos si el marco teórico del ECP permite una
toma en cuenta de esta metacomunicación y del cuerpo en gene-
ral. Examinaremos diferentes objeciones para preguntarnos final-
mente, cómo en la praxis, el psicoterapeuta centrado en el cliente
[2a
¿Acaso estamos abordando un tema tabú con esta pregunta del lu-
gar del cuerpo en el Enfoque Centrado en la Persona? Podríamos pen-
sarlo si observamos este primer hecho bastante sorprendente por cier-
]
corporales en su marco teórico o su praxis.
ón
Cuando hacemos un inventario de las entrevistas realizadas por
Rogers, nos percatamos que no muestra ningún interés particular por
las manifestaciones corporales. No suele hacer ninguna intervención
directamente centrada en el cuerpo; y sus respuestas que reflejan el
i
lenguaje verbal son muy escasas, privilegiando las intervenciones
vis
orientadas hacia el contenido de la narración o los sentimientos del
cliente, las cuales se han vuelto características de la Terapia Centrada
en el cliente.
Por otra parte, son pocos los colaboradores de Carl Rogers que han
re
]
sesión como el discurso, las emociones o los sentimientos. Pues, el
ón
cuerpo habla. Quizá sea la expresión más profunda del ser. Se suele
considerar que el lenguaje no verbal representa del 70 al 90% de la
comunicación humana. Entonces, ¿podemos dejar a un lado esta meta-
comunicación cuando escuchamos a un cliente?
i
El cuerpo hace parte del self. La separación cuerpo/mente ya no
vis
tiene sentido hoy en día dentro del paradigma de la ciencia contempo-
ránea puesto que las interacciones constantes que existen entre el cuer-
po y la mente ya están demostradas hoy en día. La dicotomía cuerpo/
mente, fomentada por la corriente positivista, es cada vez menos capaz
de explicar la complejidad del funcionamiento del organismo.
re
]
cómo se vive una persona en el mundo; o simplemente nos indica lo
ón
que ella siente mientras cuenta su experiencia.
De repente, mientras el paciente aborda algún tema, el flujo de su
voz se hace más entrecortado, el tono de su voz disminuye, sus frases
ya no tienen final, palidece, aparecen gotas de transpiración en su fren-
i
te, el calor aumenta en el consultorio, el cuerpo del cliente está más
vis
tenso de lo usual... Todas esas señales indican al terapeuta que está
pasando algo importante para el cliente, que quizás está queriendo ex-
presar algo doloroso. Entonces, si el terapeuta se percata de ello, puede
movilizar toda su empatía, reforzar su atención y su consideración por
re
de nuestros ojos, todo un material disponible que no pide más que ser
llevado a la conciencia. Una intervención del terapeuta orientada hacia
la consciencia de esta experiencia permite pasar de lo implícito a lo
explícito, crear un movimiento terapéutico, es decir generar una modi-
ficación de la percepción del yo y de la circunstancia. Por lo menos,
emerge un input, una nueva información, a veces tenue, otras veces
sorprendente, que abre una nueva ventana al cliente, una posibilidad
de modificar el discurso conocido que suele redundar sobre él mismo.
Rogers ha observado esos aspectos de la psicoterapia, y varias ve-
ces ha mencionado la importancia de la experiencia total y organísmi-
ca. “La persona en psicoterapia completa la experiencia común por
]
medio del agregado de una apercepción de su experiencia plena y sin
ón
distorsiones; esto incluye sus reacciones viscerales y sensoriales. El
cliente elimina, o al menos disminuye, las distorsiones de la apercep-
ción de su experiencia; puede advertir todo lo que realmente está expe-
rimentando, y no sólo lo que se permitiría experimentar al cabo de una
i
selección cuidadosa efectuada por medio de un filtro conceptual. En
vis
este sentido, la persona toma posesión, por primera vez, de todo el
potencial del organismo humano y agrega libremente una apercepción
enriquecedora a los aspectos básicos de las reacciones viscerales y sen-
soriales (…). Eso parece significar que el individuo llega a ser —en su
re
6 Como lo sabemos, tampoco Rogers se interesó en los sueños, pero en este caso,
por razones teóricas más obvias: hubiera tenido que hacer referencia al concepto de
inconsciente o a algún método interpretativo. Cuales sean las razones, nos podemos
preguntar si Rogers no ha dejado a un lado dos temas importantes, el cuerpo y los
sueños.
]
actúa como facilitadora. Veo con absoluta claridad que, siendo estu-
ón
diante universitario, no habría podido abrigar los sentimientos de mi
nieta Anne o escribir las notas que ella me entregó. De modo que los
tiempos están cambiando, y también los grupos de encuentro” (1997,
p. 72).
i
Entonces, ¿la falta de interés de Rogers hacia el cuerpo y el lengua-
vis
je no verbal, no sería solamente una cuestión de época? A partir de sus
comentarios, podemos emitir la hipótesis que el cuerpo no era un tema
prioritario para Rogers porque por su educación, el tema del cuerpo no
era tan presente como lo es hoy en día, y era difícil para un hombre de
re
7 Además de los casos más famosos como el de Gloria o de Mrs. Vib, mi fuente
principal fue la compilación de las entrevistas de Rogers realizada por Barry Farber,
Debora Brink y Patricia Raskin: La psicoterapia de Carl Rogers: casos y comentarios, Ed.
Desclée de Brouwer, Bilbao 2001. En inglés: Farber B. y col.: The psychotherapy of Carl
Rogers, Cases and Commentary, ed. The Guilford Press, 1996. Todos los casos, salvo men-
ción contraria, se sacaron de este libro.
]
mal como lo hago conmigo. (Pausa)
ón
C.R: ¿Puede decir lo que está pasando dentro de usted?
Jill: (Entre lágrimas) Bueno, cuando usted me mira tan afectuosamente,
me siento realmente escuchada y eso hace que me sienta muy triste, al
ver que alguien realmente me oye, realmente me escucha.
i
Muy fácilmente podemos imaginar a esta clienta con sus lágrimas
vis
y otras manifestaciones fisiológicas las cuales pueden ser percibidas
por un ojo exterior. Sin duda, es lo que empuja Rogers a romper el si-
lencio de la clienta con una intervención que se dirige directamente
hacia su experiencia interna, haciendo una referencia implícita a la fi-
re
siología o sea a una experiencia de tipo corporal, en este caso los ojos
húmedos. Al final de la entrevista, Rogers rompe nuevamente el silen-
cio, dirigiendo la atención del cliente hacia un no verbal: la expresión
sonriente de la paciente.
[2a
El caso de Gloria
]
siento más cómoda por la manera en la que usted habla, con una voz
ón
tranquila, y siento que no será tan duro conmigo. Pero…
C.R.: Escucho el temblor en su voz…
Gloria: Bueno, principalmente de lo que quiero hablar, es que (…)
El caso de Mary (Farber y col., p. 117)
i
vis
C.R.: Usted está un poco resignada, un poco desesperada y, sin embar-
go, hay algo que dice: “No, no lo estoy, no me he resignado”.
Mary: Bueno, una parte de mí sabe que hay (suspiros)… que hay un
estado de plenitud. Una parte de mí lo sabe. No sé cómo crearlo (pausa) o
dejar que se cree (suspiros).
re
hasta el final de la sesión. Ahora bien, con toda evidencia, este contac-
to le va a dar fuerza y confianza a la clienta para explorar (en público)
un tema que le da vergüenza: su atracción hacia los hombres negros.
Sylvia: Es verdad. (Leves risas) ¿Puedo cogerle las manos otra vez?
C.R.: Claro.
Sylvia: Volvemos a sentir lo que entonces (se refiere a una sesión
anterior).
C.R.: OK
Sylvia: Me gustaría ser menos, mhm, menos fuerte ahora mismo. Me
gustaría hacerme a mí misma el regalo de no tener que ser sensible y ra-
]
zonable y… (CR: Mhm, mhm). También la protección, protegerme, prote-
ón
germe a mí misma.
C.R.: Mhm, mhm, mhm. Realmente se daría usted un regalo a sí misma
si pudiera dejarse llevar y no, mhm, no ser tan competente y capaz.
Sylvia: Mhm, mhm. Y creo que el tocarle me ayuda a desprenderme de
mis obligaciones (leves risas).
i
vis
La clienta lo dice claramente: el contacto físico con el terapeuta le
da el apoyo necesario para su exploración. La entrevista sigue con la
elaboración de esta experiencia de contacto físico.
Sylvia: Mhm (20 segundos de pausa). Me resulta más fácil centrar mi
re
atención en esta postura en la que estoy ahora con usted, me siento más
centrada, sí.
C.R.: Mhm. ¿Hay algo que esté subiendo ahora a la superficie como si
fueran burbujas?
Sylvia: Sí, es algo de lo que quiero hablar.
[2a
]
deseo de acercarme a ella y rodearla por los hombros, lo hago sin vaci-
ón
laciones” (1997, p. 66-67).
Finalmente, ¿esta cuestión no sería un falso debate? ¿La ausencia
de referencia al cuerpo en el Enfoque Centrado en la Persona no sería
simplemente el resultado de una época y un lugar (la América del Norte
i
puritana) o realmente existen razones teóricas? En otras palabras, ¿esta
vis
carencia pertenece a la persona de Rogers o al marco del ECP?
La cuestion de la no directividad
Una objeción que tenemos que discutir ahora tiene que ver con la
re
]
Sin embargo, si consideramos que el lenguaje no verbal es un len-
ón
guaje como cualquier otro, merece tanta atención por parte del tera-
peuta como el contenido de la narración. Si consideramos que las ma-
nifestaciones corporales expresan el self del cliente, debemos poder
contestar también a esa expresión. Por lo tanto, no hay nada directivo
i
en reflejar un no verbal o hacer una intervención basada en la observa-
vis
ción del cuerpo o una reacción fisiológica del cliente. Pues, se trata de
una respuesta hacia una manifestación de la persona en el momento.
Cuando el terapeuta contesta a un movimiento del cliente, un cambio
de postura o una reacción fisiológica, se centra en la manifestación de
la persona en el preciso momento en que ocurre, y eso ubica obligato-
re
]
vistas de Rogers entre 1946 y 1986, Barry Farber menciona: “Los
ón
cuarenta años que abarcan estos casos clínicos ofrecen una oportuni-
dad de observar, por un lado, la constancia con la que Rogers apare-
ce como oyente agudo y respetuoso y, por otro lado, el repertorio de
sus respuestas cada vez más amplio a lo largo de los años (Farber y col.,
i
p. 15). De hecho, Rogers, después de haber abandonado el nombre de
vis
“terapia no directiva” a favor de la denominación “Enfoque centrado
en la persona” para definir su método, ya no ha vuelto a evocar el
tema.
re
]
Ahora bien, el hecho de desplazar la atención del cliente hacia su
ón
respiración o el movimiento de su pie se asemeja realmente a una téc-
nica. Sucede lo mismo, por ejemplo, cuando se pide al cliente que se
enfoque en su sensación corporal como es el caso en el Focusing de
Gendlin lo cual es claramente una técnica porque el procedimiento es
i
idéntico cada vez, sin importar la especificidad del paciente, el tipo de
vis
relación o el contexto; y el terapeuta persigue claramente un objetivo
teóricamente predefinido.
En realidad, esta eterna discusión acerca del uso de las técnicas en
el Enfoque Centrado en la Persona pone en relieve dos antropologías
re
]
ten expresar lo que se siente realmente en un momento determinado
ón
(Rogers 1997, p. 64-65).
Si un psicoterapeuta es sensible a la expresión del cuerpo, será pro-
penso a dar espontánea y naturalmente una respuesta en este sentido.
Es una forma de acompañar el cliente, no solamente un acompaña-
i
miento de la narración sino del organismo en su totalidad; entonces, es
vis
totalmente válido, e incluso fructífero, autorizarse a hacer intervencio-
nes resaltando un lenguaje no verbal del cliente.
Por supuesto, este tipo de intervención (por ejemplo señalar una
postura particular, un cambio de ritmo en la respiración, etc.) puede ser
utilizado como una técnica. Pero eso puede suceder también con la
re
]
La segunda observación es que ni la filosofía del Enfoque Centrado
ón
en la Persona ni su marco teórico prohíbe una intervención orientada
hacia el cuerpo. Desde luego, una respuesta de esta índole está muy
alejada de las respuestas típicas y usuales del terapeuta centrado en el
cliente las cuales son más bien dirigidas hacia el contenido de la comu-
i
nicación del cliente. Pero, podemos preguntarnos si no se trata sola-
vis
mente de un simple atavismo.
Hemos visto también que el ECP no impone una técnica de inter-
vención particular y que ésta no consiste solamente en hacer eco a lo
que dice el cliente. Peter Schmid señala con justa razón que las hipóte-
sis fundamentales del Enfoque Centrado en la Persona no mencionan
re
]
allá de esta anécdota, Rogers ha mencionado varias veces que el ECP
ón
es más una filosofía que una mera técnica o un mero método psicote-
rapéutico, y que esta filosofía se expresa a través de una manera de ser
(Rogers 2001, p. 169).
Consecuentemente, si el ECP se caracteriza por una filosofía de la
i
persona, no hay ninguna razón de limitar el campo de nuestras inter-
vis
venciones, con la condición, desde luego, de que éstas sean centradas
en el cliente. ¿Pero qué significa eso? Según Deborah Brink, un terapeu-
ta está centrado en el cliente si actúa con una profunda convicción en
la capacidad de crecimiento y desarrollo del cliente, si percibe la rela-
re
ción entre cliente y terapeuta como de igual a igual, si trata de crear las
condiciones rogerianas de autenticidad, preocupación por el cliente y
empatía, como base para una comprensión del cliente y una reacción
profunda, y si se muestra realmente dispuesto a aceptar posibles co-
rrecciones del cliente (Farber y col., p. 40)10.
[2a
]
gran respeto hacia y con el cliente y su zona de seguridad. Debe tam-
ón
bién demostrar mucha empatía con el fin de evitar todo tipo de inter-
pretación. La intervención dirigida hacia el cuerpo debe ser fenomeno-
lógica y apoyarse en una simple observación sin ninguna otra intención
que la de comprender mejor la experiencia del cliente. Y, desde luego,
i
es al cliente a quien pertenecen la exploración y descubrimiento del
vis
sentido. Por otra parte, la elección del momento para hacer una inter-
vención centrada en el cuerpo es de primera importancia ya que se
necesita haber establecido previamente una sólida relación de confian-
za con el cliente y que haya enseguida un buen nivel de profundidad
re
emocional.
Finalmente, las intervenciones centradas en el cuerpo deben surgir
de la situación, es decir de un contexto formado por la empatía del te-
rapeuta, su congruencia, el nivel de seguridad del cliente, su grado de
confianza, su capacidad de introspección, la calidad de la relación entre
[2a
Anexo
]
que vivo es irreal.
ón
Terapeuta: Antes de continuar, ¿estarías de acuerdo que hiciéra-
mos primero un ejercicio de arraigo para mover un poco la ener-
gía en tu cuerpo? (El terapeuta lanza un ejercicio que consiste en
movilizar el cuerpo a través de movimientos).
CASO 2 i
vis
C. Tengo una fuerte tensión en el cuello y en los hombros.
T. Voy a pedirte que te concentres en esta tensión. Simplemente
observa lo que está sucediendo en esta parte de tu cuerpo... y
vamos a ver lo que surge. Observa lo que hay ahí...
re
]
T. ¿Dónde sientes este cansancio en tu cuerpo?
ón
C. En todo el cuerpo. Por la tarde, me pesaban los párpados. ¡Tenía
mucha flojera de trabajar!
T. ¿Estabas muy cansado en el trabajo?
C. (Pausa) De hecho, estoy harto de este trabajo.
i
vis
CASO 8
La clienta relata la difícil situación con su marido.
T. ¿Qué sensación está presente en tu cuerpo cuando me cuentas
esta situación?
re
CASO 9
El cliente habla de su gran tristeza de estar en una profunda soledad.
T. Y veo que tu respiración es cada vez más corta cuando hablas de
este tema.
C. Me duele aquí (señala su esternón).
[2a
CASO 12
T. Veo que desde el inicio de nuestras entrevistas, en cada sesión,
te has sentado en el borde del sofá y se me hace que debe ser
bastante incómodo.
C. (Larga pausa) Sí, es incómodo, pero estoy acostumbrada (pausa).
Siempre quiero irme de donde estoy, no logro instalarme, no
puedo quedarme quieta.
Referencias
]
Farber B., Debora Brink, Patricia Raskin (2001): La psicoterapia de Carl Rogers:
ón
casos y comentarios, ed. Desclée de Brouwer, Bilbao.
Rogers C. (1968): Le développement de la personne, éd. Dunod-Bordas, Paris.
Rogers C. (1980): El poder de la persona, éd. El Manual Moderno, México.
Rogers C. (1986): Reflection of feelings, Person centered Review, 1, 375-377.
Rogers C. (1988): El proceso de convertirse en persona, 8a. ed., Paidós México.
i
Rogers C. (1995): On Becoming a Person, Houghton Mifflin, New York.
vis
Rogers C. (1997): Grupos de encuentro, 9a. ed. Amorrortu editores.
Rogers C. (2001): L’Approche centrée sur la personne. Anthologie de textes
présentées par Howard Kirschenbaum et Valerie Land Henderson, éd.
Randin.
Schmid P.: La psychothérapie centrée sur la personne: une rencontre de per-
re
]
Elementos para Comprender la
ón
Fenomenología de Edmund Husserl
Alberto Carreón*
i
vis
Presentación
los pocos que lo han podido ver. En este panorama, me sigo haciendo
la misma pregunta ¿Qué es eso de la fenomenología?
La intención de este trabajo es compartir algunos de los principales
hallazgos realizados en los últimos años como docente, terapeuta y
alumno del IHPG. La fenomenología es una corriente filosófica muy
grande con muchas ramificaciones, en este documento procuraré re-
saltar algunos de los elementos de la Fenomenología de Husserl que
me parecen más importantes. Elegí la fenomenología de Husserl pues
es la fenomenología que fundamentará el ser y quehacer de la Terapia
]
hallazgos. Así procuro ofrecer una visión general de los temas más
ón
relevantes, es un texto que quiere servir a manera de croquis como
guía para aquellos que requieren y/o se interesen en transitar por la
fenomenología.
Este trabajo se encuentra organizado en cuatro grandes apartados
i
y una in conclusión. Comenzamos por conocer la biografía de Edmund
vis
Husserl y el contexto en que se desarrolló su trabajo. En la segunda
parte exploraremos la Reducción Fenomenológica, es decir el Método
Fenomenológico. En el tercer apartado, veremos los procesos de Cons-
titución de los objetos. Al final revisaremos la posibilidad de la intersub-
re
]
oposición al positivismo surgirá en Viena, encabezada por Franz Bren-
ón
tano, quien a partir del concepto medieval de intencionalidad revitaliza
tanto a la psicología como a la filosofía. En 1884, Husserl empieza a
asistir en Viena a las clases de Franz Brentano. Dato curioso es que su
amigo, Tomas G. Masaryk, luego primer presidente de la República de
i
Checoslovaquia [Presidente Masaryk], sería quien aconsejaría a Husserl
vis
estudiar con Brentano. Otra dato interesante, Sigmund Freud también
fue discípulo de Brentano (1873). El impacto de Brentano sobre Husserl
es tal, que decide dedicar su vida a la filosofía.
En 1886 se bautiza en la Iglesia Evangélica y al año siguiente se
re
]
vertirá en su principal proyecto a desarrollar. En 1905, la Universidad
ón
de Gotinga rechaza la promoción de Husserl, a catedrático, por care-
cer de “significado científico”. A partir de ahí su obra se volverá aún
más rigurosa. En 1906 es nombrado Profesor Ordinario. En 1911 la
revista Logos, publica un artículo de Husserl titulado La filosofía como
i
ciencia estricta. En él se resumen los motivos de su actividad filosófica,
vis
apareciendo ya en ese escrito el compromiso que Husserl mantiene
con la idea de racionalidad y con la idea de la necesidad de un progreso
en la humanidad.
Para 1913, la fenomenología ya se encontraba en pleno auge. En
re
]
La ciudadanía alemana, su condición de profesor y su condición de funcionario
ón
alemán, retiro de su paga de jubilado, supresión de su nombre de la lista de profe-
sores de la Universidad de Friburgo y denegación de acceso a las dependencias de
la misma universidad, incluida la biblioteca, prohibición de publicar y de salir de
Alemania, denuncia pública de su filosofía como subhumana (Unmenschen), repu-
dio y rechazo de amigos, colegas e incluso discípulos, como Martin Heidegger, y,
i
finalmente, discreto entierro en el más absoluto silencio oficial. (Lozano Díaz,
vis
2010, p 105).
2 En palabras de Jan Patoèka,: “De este hombre, Herman Leo Van Breda, puede
]
Husserl utiliza términos viejos para conceptos nuevos. Si bien esto ya
ón
era una dificultad para los estudiosos de su propia época, a nosotros
nos resulta mucho más desconcertante. Términos como Alma, Espíritu
y Consciencia pueden llegar a ser equivalentes. Por último, la obra de
Husserl se dedica a temas que difícilmente aparecen en nuestras
i
preocupaciones mundanas, aunque todos esos temas tienen que ver
vis
con nuestra vida cotidiana.
Las preocupaciones fenomenológicas, en el fondo, son los proble-
mas cotidianos vistos desde una particular visión filosófica, pero pode-
mos decir que son problemas como ¿Cómo sabemos que el resultado
re
como humanidad?
El método fenomenológico
Para contestar las preguntas anteriores empecemos por revisar la
Reducción Fenomenológica, a la que también podemos llamarle el Mé-
todo Fenomenológico. Para los educados en la tradición positivista y
decirse sin exageración que puso su vida a la causa de Husserl, que incluso la sacrificó
a ella. Él mismo ha relatado cómo llegó a salvar la obra de la vida de Husserl. Pero en
realidad hizo mucho más: llevó a Fink y a Landgrebe a Lovaina, organizó el trabajo del
Archivo-Husserl, no dejó de incorporar nuevos y nuevos colaboradores, hizo accesible
el pensamiento de Husserl a otros pensadores —a los pensadores franceses ya durante
la guerra—, protegió durante toda la guerra, con grave riesgo de su propia persona,
a la Sra. Malvine Husserl. En suma, salvó a Husserl para la época de la posguerra e hizo
accesible su obra al mundo filosófico.” (2002, pp. 20-21)
]
fenomenología es, pues, también filosofía, es precisamente
ón
la ciencia fundamental de la filosofía científica (…) la filosofía ha
de ser precisamente la ciencia fundamental, la ciencia de los prin-
cipios de toda las demás ciencias”. (Zirión, 1994, p.11). Si bien,
Husserl, no logró su objetivo, sus aportaciones son un cimiento
i
importante para una revisión crítica del quehacer científico.
vis
2. La fenomenología como método, es un método filosófico, entre
otros muchos métodos de la filosofía. Esto es importante, pues
muchos métodos que se han desarrollado con base en la feno-
menología, e incluso llevan ese nombre, son aplicaciones a otros
re
La Actitud Natural
]
futuro y nuestros sueños rotos. Todo eso y mucho más, nutre nuestro
ón
sentido común. Así, hemos aprendido que antes de cruzar la calle hay
que mirar a ambos lados, lo hacemos en automático. Y tan lo hacemos
que seguimos vivos.
Desde esta perspectiva nos parece real lo que vemos, sentimos,
i
tocamos e incluso las conclusiones a las que hemos llegado gracias a
vis
nuestra experiencia. El mundo, y todo lo que hay en él, nos parece na-
tural. En palabras del propio Husserl “La ‘realidad’ la encuentro —es lo
que quiere decir ya la palabra— como estando ahí delante y tomo como
tal como se me da, también estando ahí” (Husserl, citado por Osorio,
1998, p. 2). La actitud natural es aquello que nos parece obvio, como la
re
había sepultado”.
A continuación, siguiendo diversas contribuciones (San Martín,
c.2009, Osorio, 1998, Reeder, 2011, Crespo, 2011, Martínez, 2009)
presento los tres pasos, o tres dimensiones de lo que podría ser el Mé-
todo Fenomenológico.
]
nuestros esfuerzos. Es por ello, que la epojé es el primer paso de la re-
ón
ducción fenomenológica.
Veamos cómo funciona. Estamos en algún lugar leyendo. Tal vez
en el estudio, tal vez en la sala, tal vez en un transporte público. En to-
dos esos casos estamos rodeados de un sinfín de elementos. Tal vez
i
libros, cuadros, muebles, anuncios, otros transportes, gente, etc. Y a
vis
pesar de estar rodeado de muchos objetos no soy consciente de todos
ellos, solo de unos cuantos. Aquí nos detenemos un instante, podemos
ver que una cosa es el objeto y otra la consciencia del objeto. Por ejem-
plo, cerca de mi libro veo que hay una taza3.
En el acto (vivencia) de “ver” la taza, hay dos polos. Por un lado la
re
3 Retomo a Reeder (2011), quien utiliza una taza como ejemplo. Me he permitido
realizar adecuaciones para este trabajo, cabe dejar constancia de la íntima relación
entre escritores, lectores y tazas. En mi revisión es un objeto que aparece recurren-
temente.
]
ón
La epojé consiste en un proceso de poner entre paréntesis, en sus-
pender, en “desconectar el mundo”. Y poner nuestra atención en lo
subjetivo. En la consciencia. No se trata de suspender el prejuicio (sub-
jetividad), sino justamente lo contrario, en dirigir nuestra atención al
i
prejuicio. En el ejemplo de la taza, justo mi prejuicio de que sea de mis
vis
favoritas es relevante. Hacer epojé es un proceso, no podemos poner
entre paréntesis el mundo de un tajo. Cuando hablamos de desconec-
tar, no es como des-enchufar un electrodoméstico, sino de ir condu-
ciendo nuestra atención, nuestra consciencia en una dirección. Lo real-
mente valioso es lo que vamos encontrando en el proceso.
re
]
esta nueva posición clarificar. “Con este concepto de reducción se deja
ón
una actitud ingenua para pasar a clarificar incluso esa situación inge-
nua, descubriendo su génesis, explicitándola” (San Martín, c. 2009, p.
66). Se trata de un cambio de perspectiva, no de un cambio mental.
Javier San Martín, hace un interesante señalamiento al respecto.
i
vis
En la epojé practicada en la percepción no se ha dicho que lo psíquico de la per-
cepción sea interno respecto a mis límites corporales; precisamente la mayor par-
te de los aspectos subjetivos descritos en absoluto están localizados en mi cuerpo,
en el cual sólo podemos localizar las sensaciones cinestésicas que pueden provo-
car cambios perceptivos; por ejemplo, si muevo la cabeza, cambia la perspectiva
re
ello, podemos hacer epojé de las diversas vivencias. No solo de los ob-
jetos percibidos, sino también de los recuerdos, de las reflexiones, de
lo imaginado, etc. Las vivencias-fenómenos pueden ser estudiadas me-
diante la fenomenología.
Volvamos al ejemplo de mi taza. Lo que hemos hecho es un recorri-
do para poder quedarnos con la taza, “aislada” de todo lo demás. Enton-
ces podemos hacernos una pregunta si le quitamos todo lo demás ¿Qué
es una taza? ¿Qué es lo que hace que una taza sea realmente una taza?
Lo cual nos lleva al siguiente paso del método, la reducción eidética.
La reducción eidética
]
ón
La segunda estación, un segundo momento en la reducción feno-
menológica es la reducción eidética. Lo que interesa en esta reducción
es encontrar la esencia. Lo que hace una cosa sea esa cosa en sí misma.
Por ejemplo, que es lo que hace que una taza sea taza. Sin embargo, es
i
importante tener en cuenta tres advertencias.
vis
1. La reducción eidética es un paso, en la reducción fenomenológi-
ca, pero no podemos hacerlas equivalentes. Recordemos que lo
importante es llegar a la actitud fenomenológica, no a la actitud
eidética. “La reducción eidética ha de ser comprendida en fun-
ción del interés husserliano en hacer ciencia estricta” (San Mar-
re
]
Frente a este callejón sin salida, Husserl recurre al empleo de la
ón
llamada intuición de esencias (también conocida con los nombres de
variación libre en la fantasía, o variación libre imaginativa, .abstracción
ideatoria o intuición de lo general).
i
La intuición de esencias, o sea, el método eidético, pretende no limitarse a hechos
vis
empíricos-contingentes [cada caso particular], sino esclarecer relaciones aprióri-
cas, o sea, necesarias, que se aplican a todo caso futuro y en general posible de un
determinado fenómeno de la conciencia (Lohmar, 2010, p. 10).
En nuestro ejemplo ¿Qué hace que una taza sea una taza (sin im-
re
seen asas) ¿Seguiría siendo una taza? Si en lugar de contener café, fue-
ra té, o fuera refresco o vino tino, o aceite de coche ¿Seguiría siendo
una taza? Si se encontrara adornando una vitrina de una casa o un
museo ¿Seguiría siendo una taza?
Veamos un ejemplo del propio Husserl. Para Husserl la geometría
es el mejor ejemplo de una ciencia eidética. No necesitamos dibujar
todos los triángulos posibles para saber que es un triángulo. De hecho
nos interesan los triángulos idealmente (imaginativamente) posibles.
La organización de los lados, la medición interna y externa de los ángu-
los nos ayuda a conceptualizar un triángulo.
Como podemos observar el método de variación libre, no solo nos
]
permite avanzar en la reducción eidética, sino que también pone al
ón
descubierto aspectos de los conceptos que tal vez no habíamos capta-
do. Por ejemplo, que hay una finalidad, una taza muy grande puede
dejar de ser una taza para beber y convertirse en un adorno. Que hay
variaciones culturales, el número de asas en occidente y oriente. Que
i
hay una materialidad, etc. Claro que esto dependerá de cada objeto.
vis
Los triángulos no tienen variaciones culturales son triángulos en oriente
y en occidente.
También tendremos algunos problemas respecto a nuestro punto
de partida (Reeder, 2011). Es más fácil hacer el ejercicio cuando tengo
re
está triste.
Otras dificultades de este método, ponen en relieve aspectos im-
portantes vinculados a la formación de los conceptos, y en general al
tema del conocimiento, así como a su aplicación (Lohmar, 2010). Me
refiero, en primer lugar a la relación con el lenguaje. Hay ocasiones en
que podemos captar con gran claridad el concepto, la esencia, de un
objeto, sin embargo, no disponemos de las palabras adecuadas para
expresarlo. Por ejemplo, captamos claramente la diferencia entre perro
y caballo. Tanto, que no se nos ocurre montar al perro, así fuera un
Gran Danés, y tampoco esperamos ladridos de un Pura Sangre. Sin
embargo, nos enfrentamos a grandes dificultades para poder explicar,
a otro, estos conceptos tan solo con el uso del lenguaje. Al mismo tiem-
po hay otros conceptos que solo son “visibles” por medio del lenguaje,
por ejemplo “machismo hegemónico”. Una segunda dificultad se rela-
]
es permitido una variación libre del concepto, sino que les pedimos un
ón
sentido restringido del mismo (no confundir con definiciones simplis-
tas y memorísticas). Esta dificultad pone en relieve la importancia de la
comunidad para la formación —captación— comunicación del concep-
to. Todas estas dificultades son objeto de estudio en la comunidad fe-
i
nomenológica, pero no ahondaremos más en ellos.
vis
Hasta aquí, el método fenomenológico, guarda cierto paralelismo
con la introspección de Wundt. Es fácil concluir que cada cabeza es un
mundo y cada quien ve el mundo a su manera y según su experiencia.
Esto nos lleva al solipsismo5, una forma de individualismo. Husserl es-
re
La Reducción Trascendental
Siguiendo a Iso Kern (Var, 2013; Llamas, 2004), encontramos que
existen al menos tres accesos o caminos para realizar la reducción tras-
cendental, 1) la vía cartesiana, 2) la vía a través de la psicología inten-
cional y finalmente 3) la vía a partir del análisis del mundo de la vida.
Cada uno de estos caminos pertenece a una época distinta de Husserl
4 En un circo, en China, un niño descubrió que los leones que se exhibían no eran
tales cuando los escucho ladrar. Pues parece que ladrar es un rasgo esencial del perro.
La nota completa se puede consultar en El Universal: http://www.eluniversal.com.mx/
sociedad/2013/zoologico-chino-leon-perro-942744.html
5 Precisamente en su sentido etimológico (solus ipse) “uno mismo solo”
]
quitando elementos para poder quedarnos con el objeto. Y segundo,
ón
con la reducción eidética, encontrar la esencia. Tal vez no llegamos a
saber QUÉ es lo que hace que una taza sea una taza. Lo que tenemos
es una multiplicidad de elementos que se conectan de manera particu-
lar entre sí. Parecía que nuestro esfuerzo ha sido infructuoso, pero si
i
tomamos un poco de tiempo, si permanecemos y observamos con cui-
vis
dado, veremos lo obvio, es decir, aquello que hizo posible todos las
operaciones anteriores. Se trata de La Consciencia. Ya no nos interesa
preguntarnos sobre la taza, sino por el qué y el cómo de la consciencia.
Por ello la fenomenología tiene como objetivo el estudio del flujo y los
re
cada uno de los polos “sale de sí” y por ello es trascendente. En térmi-
nos de nuestro ejemplo, mi taza es mi taza en la medida de que es
significativa para mí. En este sentido, trascendente (salir de sí) se opone
a inmanente (encerrado en sí).
Hay una segunda dimensión en que podemos entender lo trascen-
dental. La consciencia, es consciencia de algo y le pertenece a un al-
guien, en este caso a mí. La consciencia le pertenece a un “yo”. Husserl
utiliza la palabra ego. Si observamos con cuidado, para intentar llegar a
la esencia de taza tuvimos que pasar por muchas capas, quitar muchos
elementos. Algunos del pasado, otros del presente y otros del futuro.
]
Unos tenían que ver con sensaciones, otras con valoraciones afectivas,
ón
otras con fantasías, etc. El Ego es el encargado de organizar, de dar
sentido, a todas esas vivencias. Mi taza con el dibujo azul, es mi taza
gracias a mi ego que es capaz de hacer una síntesis en el tiempo de mis
vivencias vinculadas a la taza.
Del tema del ego se desprenden dos nuevos temas que sólo señala-
i
vis
remos. A) el problema del tiempo. Veamos, los contenidos de la cons-
ciencia fluyen, una vivencia sigue a otra. Observo, recuerdo, imagino,
siento, etc. Y ese fluir se da en el tiempo. El ego no sólo realiza una
síntesis de contenidos sino una síntesis temporal (Reeder, 2011), esto
abre una línea de reflexión e investigación sobre el tiempo objetivo y el
re
]
En otras palabras, mi mundo es un mundo válido, compartido por
ón
varios, es NUESTRO MUNDO. No solo hay un ego, sino muchos egos
con los que comparto el mundo. Juntos le damos sentido a nuestro estar
en el mundo. Ahora nos es más fácil captar que “taza” es un “acuer-
do” una construcción que hemos realizado entre muchos (unos ense-
i
ñando, otros aprendiendo), a la vez mi taza, es mi taza pues hay ele-
vis
mentos privados y subjetivos que me vinculan a esa taza en específico.
Lo mismo ocurre con todos los demás objetos. Empezando por el
lenguaje mismo que usamos, no son sino “construcciones”, “inventos
colectivos”. Esto tiene una gran implicación, no solo en el conocimien-
to sino en la forma de pensar nuestra sociedad.
re
diferentes y hasta opuestas entre sí, en verdad el sujeto no es una entidad exterior
a la sociedad ni la sociedad una entidad exterior a los individuos; por lo mismo no
se puede concebir a la sociedad como la simple suma de entes individuales, ni
tampoco como una estructura de un orden ontológico superior a los actores socia-
les; por lo tanto el objeto de estudio de la socio-fenomenología son los actores in-
terdependientes. Y, en esa perspectiva, la vinculación entre la persona y la sociedad
recupera su sentido dialéctico en la interdependencia (Toledo-Nickels, 2009. p. 76,
cursivas en el original)
La Constitución
Hemos mencionado los términos “sentido”, “significado” “constitu-
ción”, “invento” “construcción” e incluso, si se prefiere “co-construcción”.
]
Todos estos términos se refieren a aquello que nos descubre la reduc-
ón
ción trascendental, que tiene que ver con la constitución de sentido, es
decir la manera en que subjetiva - intersubjetivamente nos vamos apro-
piando del mundo. A continuación veremos esta segunda rama.
i
La Unidad de la relación Ser Humano-Mundo
vis
de la vida
Lo primero es entender la relación indisoluble entre el Ser Humano
y el Mundo de la Vida. Desde que nacemos, nacemos en un mundo.
Tenemos unos padres concretos, una familia concreta, en una casa, en
re
]
manos los que vamos haciendo el Mundo de la Vida.
ón
El Mundo de la Vida, es el mundo en que vivimos, en el que trans-
curre y el que posibilita la vida. Es interesante destacar, que es justo la
inter-subjetividad la que por un lado contribuye a crear al Mundo de la
Vida, y por el otro lado, es la inter-subjetividad la que contribuye a do-
i
tarnos de una subjetividad, una individualidad. Es el mundo que nos
vis
crea y que creamos. Para Alfred Schutz, y Berger y Luckmann, el Mun-
do de la Vida será La Vida Cotidiana (Toledo-Nickels, 2009; Berger y
Luckmann, 1994). Nuestro conocimiento del Mundo de la Vida, es lo
que llamamos Actitud Natural.
re
de ser científicos hemos sido desde siempre y seguiremos siendo hombres. Este
mundo es el suelo que posibilita experimentarme en conexión con los otros y todo
lo otro. Lo que aquí interesa resaltar es que el mundo siempre nos es predado, por
lo que no se puede suspender el juicio en lo concerniente a su realidad, precisa-
mente es esta modalidad la que reiteradamente se manifiesta. Al respecto Husserl
asevera “El mundo de la vida, está para nosotros (…), los sujetos en vela, (…) dado
como horizonte, no una vez accidentalmente, sino siempre y necesariamente como
campo universal de toda praxis real y posible.” (Guamanga, 2006, p. 17, cursivas en
el original)
El Cuerpo y el Soma
]
Nuestro estar en el mundo, tampoco es en abstracto. Formamos
ón
parte del Mundo de la Vida, con un cuerpo. Es necesario apuntar lo si-
guiente; no puedo abandonar mi cuerpo No puedo separarme de mi
cuerpo. Así, el cuerpo es para Husserl el punto cero (Carrillo, 2009).
Mi ubicación y orientación en el mundo de la vida parte del aquí, es
i
decir, en donde está mi cuerpo. Todo lo demás ocupa su lugar en rela-
vis
ción a mí aquí. A partir de este punto cero, será allá, allí, más allá o más
acá. De tal manera que al mover mi cuerpo al allá, ahora es aquí. Toda
orientación en el mundo parte del punto cero, mi cuerpo. El Aquí ges-
táltico tiene su fundamento en esta reflexión de Husserl sobre el cuerpo
como punto cero.
re
viviente (Leib).
A esta “dimensión” animada del cuerpo es lo que Husserl llama
SOMA. El cuerpo–soma es mi primer espacio de “conexión” con el
Mundo de la Vida, mediante las sensaciones. A la vez, es mi primer
espacio de expresión, pues lo que me afecta del mundo, se expresa
en el cuerpo y por medio del cuerpo. El cuerpo-soma es el espacio
donde se siente-expresa mi vida. Me clavan una aguja, siento un pin-
chazo y todo mi cuerpo-soma expresa el dolor. Esa expresión implica
el movimiento (o el no movimiento, la inmovilidad). Ante el pinchazo
puedo apartarme, golpear al portador de la aguja, o bien quedarme
quieto y aguantar el dolor. Para Husserl, el cuerpo es el órgano de la
voluntad. Es el medio por el cual actuamos en el mundo. Nuestros
deseos, nuestras ganas, se convierten en actos de nuestro cuerpo. Sin
cuerpo, no podríamos sentir-ser afectados por el mundo, y tampoco
]
dependerá de la valoración, de la afectación, del contexto en que soy
ón
afectado y de mis posibilidades de respuesta. Regresemos al ejemplo
de sentir una aguja en mi cuerpo (ser afectado), hay una sensación de
dolor, sin embargo la valoración y la respuesta no está completa hasta
no ver si la aguja la sostiene alguien que me está molestando, o si la
i
sostiene una enfermera y debe aplicarme un medicamento.
vis
Contrariamente al pensamiento cartesiano, que se ocupó de la se-
paración de los aspectos de la vida como arriba y abajo, alma y cuerpo,
razón y sentimiento, interno, externo, sujeto, objeto, etc., y en algunos
casos, incluso se llega a la contraposición, por ejemplo entre las altas y
las bajas pasiones; en el caso de Husserl no hay ni lucha, ni separación.
re
no es algo que ocurre de un solo golpe, sino que tiene pasos, veamos
cuáles son.
Había ya mencionado la retención, pero veamos un poco más de
ella. Cuando escuchamos una canción no escuchamos sonidos aislados
o palabras sueltas. Podemos escuchar una música y captar una letra. A
esta facultad de la conciencia de captar y mantener estos fragmentos
se llama retención. Así, en lugar de escuchar puras notas aisladas pode-
mos captar una melodía. Captamos una letra, no palabras aisladas. Por
ello, decíamos en la reducción, no es la vivencia tal cual, sino como
está siendo la retención de esa vivencia.
La retención nos permite captar facetas, aspectos, lados de la vi-
]
vencia. Estoy situado frente a un reloj de pared, en esta vivencia, en
ón
este lugar y este momento, solo capto parte de la carátula del reloj y el
ángulo derecho de la carcasa. Si quiero captar otra faceta del reloj,
necesito moverme. Técnicamente esa sería otra vivencia. Cada vez que
me mueva podré captar una faceta, un lado distinto del reloj. Incluso
i
puedo descolgarlo de la pared para captar la vista posterior. Sin embar-
vis
go, al “observar” el reloj en mi consciencia, no veo las facetas del reloj
aislado, como un cuadro cubista, puedo captar al reloj en su totalidad.
Otra facultad de la consciencia es justo reunir de manera “organizada”
las diversas facetas retenidas. A esto Husserl le llama constitución. La
re
]
Sabemos que la integración de cosas en nuestra manera de actuar sobre ellas y,
ón
por tanto, el modo en que éstas interactúan con nosotros, constituye la “primera”
significación sensible de todo lo que encontramos en nuestros alrededores. Inicial-
mente, la significación se constituye, no en los actos de habla, sino a través de los
actos corporales en los cuales tomamos lo que está a la mano y lo usamos en la
práctica o cedemos antes sus demandas y las posibilidades que ofrecen (Welton,
2006, p. 100)
i
vis
En este sentido, lo que llamamos significado no es una etiqueta
cognitiva que la persona le pone a la realidad, es la construcción misma
de su realidad. Para enfatizar que no se trata de una etiqueta mental,
podemos afirmar que el significado se encuentra encarnado en noso-
re
]
matemáticas son más parecidas a un descubrimiento. Desde la pers-
ón
pectiva fenomenológica, las matemáticas son un invento humano, un
gran acuerdo que hemos realizado como humanidad, en todo caso un
lenguaje, con implicaciones en el qué y cómo pensar. No pensamos
matemáticamente, aprendemos a pensar de esa forma, aprendemos
i
a usar esas reglas y convencionalismos. “Matematizar es construir un
vis
universo, un tejido de ideas” (Iommi, p. 8, subrayado en el original).
Veamos otro ejemplo, en que se implican y complican diversos ob-
jetos. Muchos jóvenes saben, por la información escolar, medios de
comunicación, sus propios amigos y familia, que el uso del condón re-
duce el riesgo de embarazos no planeados e infecciones de transmisión
re
Consciencia e Intencionalidad
El ejemplo anterior, nos plantea varios problemas. El primero se
refiere a la libertad y la responsabilidad. Si mis actos dependen de con-
tenidos y tendencias no conscientes (invisibles), realmente ¿Puedo
]
cia) intuitiva (automática). Husserl observó que la intencionalidad
ón
orienta nuestra atención, esto es fundamental, pues hace que nuestra
consciencia siempre sea consciencia de algo, siempre se dirige a un fin.
Es más, sin la intencionalidad la consciencia no sería tal, le faltaría un
material del cual darse cuenta. (Toledo-Nickels, 2009, p. 70). De alguna
i
forma la intencionalidad vincula mi ser con el mundo de la vida, y al
vis
mundo de la vida con mi ser. El Mundo de la Vida —Mi propio ser es
accesible a mí mismo, gracias a la consciencia.
Para entender la intencionalidad necesitamos entender la relación
entre la potencia y el acto. Pensemos en una semilla de frijol. Es una
re
]
nidad dominante que exige una sexualidad activa, penetrativa, llevará
ón
a una forma de satisfacer el apetito sexual. En cambio, un religioso que
ha hecho voto de castidad, entendida como abstinencia sexual, su vi-
vencia de la sexualidad adquirirá otra forma. Nuestras necesidades “bio-
lógicas” son constituidas como objetos significativos en estrecha rela-
i
ción con los propios satisfactores disponibles en el Mundo de la Vida.
vis
Inconsciencia y atención
La intencionalidad dirige nuestros actos de consciencia y nuestra
conducta en determinada dirección. En muchos casos ocurre de mane-
re
sino que parte de un volver a ver, a partir del contexto. Y para evitar
perdernos en un juego de palabras como consciencia de la consciencia,
me parece que es momento de hablar de la atención.
No existe atención sin intencionalidad, pero no ocurre necesaria-
mente a la inversa. Por ejemplo, estoy de turista fuera de mi ciudad y
lejos de mi hotel, de pronto una serie de sensaciones me indican que es
conveniente ir al baño. Si la intensidad de las sensaciones es baja, po-
dré postergar la visita al baño y seguir disfrutando del paseo. Al aumen-
tar la intensidad, la urgencia de orinar es mayor. Pero la satisfacción de
esta sencilla necesidad esta mediada por complejos significados socia-
les y culturales que me impiden orinar en cualquier lugar. La intencio-
nalidad no sólo responde a las sensaciones, sino que se “combina” con
mis significados aprendidos. Todo esto define mi intencionalidad, y
orienta mi atención a la búsqueda de lugares que pudieran tener un
baño, no hay prioridad mayor que un baño, hay atención plena a un baño.
Por el contrario, en nuestro acontecer diario hacemos muchas cosas de
manera inconsciente, sin darnos cuenta, sin atención.
La atención, no es un acto de conciencia (en el sentido de voluntad,
percepción, deseo, etc.), se trata de un modo posible de todos esos
actos de consciencia (Spadaro, 2006, p. 8). Por ello, la atención puede
“observar” a los actos de consciencia. Puedo observar que estoy leyen-
do, si me fijo, un acto de la consciencia es leer, el modo de la conscien-
cia es darme cuenta de que estoy leyendo, estoy poniendo atención al
acto de leer y lo que eso implica. Ya mencionamos que el Aquí, toma
como punto cero al cuerpo, el Ahora, tiene que ver con la atención pre-
]
sente a los actos de la consciencia.
ón
Cobramos conciencia, nos percatamos, podemos ponerles aten-
ción a los significados, hasta que ciertas circunstancias nos obligan a
explicitarlo. Sé que estoy leyendo, tengo más atención a lo que hago
cuando alguien llega y me pregunta ¿Qué haces?, entonces mi atención
i
se dirige a mi propio actuar y puedo responder que estoy leyendo, o
vis
puedo ampliar mi atención y decir que haciendo una lectura de la
maestría, o si mantengo mi atención un instante más puedo decir que
trabajando en mi superación personal. Otro ejemplo, cuando Sutano,
otro compañero de la oficina opina que Fulano es un pesado, que le cae
re
]
(Osswald, 2009, pp. 118-122).
ón
En la lógica fenomenológica que hemos seguido hasta ahora, po-
dríamos identificar un amplio espectro de zonas claras, con atención, y
zonas de oscuridad, sin atención. Sería más preciso decir que los signi-
ficados están inconscientes, en vez de que son inconscientes. Es más
i
vis
adecuado hablar de áreas con poca atención, en lugar de inconscientes.
Siguiendo al mismo Osswald, tendríamos que para pasar de lo os-
curo a lo claro hay que considerar tres elementos: a) la relación de los
contenidos con el yo, donde pueden cobrar o no sentido. b) la afectación
(afecto sensación-sentimiento), que provocaría una tensión-atención, y
re
]
postura corporal, la emoción es vista como un desestabilizador, y todo
ón
el foco se dirige hacia el interior; Depraz (2012) conduce nuestra aten-
ción a considerar que la atención no es un fin en sí mismo sino que
interviene en otros actos de consciencia, el cuerpo y las emociones
cumplen un rol preponderante, existe la posibilidad de tener una aten-
i
ción dividida que engendra posibilidades y en lugar de ser un acto so-
vis
lipsista podemos pensar en la atención con-junta.
Para ejercitar la atención, en aras de un ejercicio fenomenológico,
esta autora nos recomienda poner atención en los gestos8 (fruncir el
ceño, levantar un pie, jugar con los dedos, un tic, una rigidez corporal,
etc.), pues:
re
El gesto ajeno y el propio, son agentes que nos indican algo sobre
la atención del otro y la propia. No en el sentido mental, sino justo en
el sentido integral, en el sentido de una atención que se mueve confor-
me se mueven los actos de la consciencia: cuerpo-soma, consciencia,
atención en el tiempo y espacio. Si bien, este ejercicio resulta primor-
dial para los terapeutas, también debería serlo para los educadores y
en general cualquiera que trabaje con seres humanos en la línea del
desarrollo humano.
]
de lazos intersubjetivos: la atención conjunta no es primero una atención común
hacia el objeto mirado, sino una atención compartida en conjunto, cuya estructura
ón
conjuntiva se refiere primero a la dinámica relacional: es un ser-juntos (…) lo que
la fenomenología aborda bajo la especie de un complejo intersubjetivo de actos
intencionales, el cual puede figurarse bajo la forma de la comunidad monadológi-
ca, o bien bajo la del “mundo de la vida” (2012, p. 39).
i
Tras esta llamada de atención ahora estamos en posibilidad de con-
vis
testar las preguntas sobre la libertad. Me parece, que no es una res-
puesta absoluta, sino de grado, y que requiere 1. La conciencia, aten-
ción (conocimiento) de hacia dónde me dirige mi intencionalidad, 2.
Atención (re-conocimiento) de mi propia intencionalidad, y 3. Claridad
re
taba que la fenomenología era una fuente de esperanza para el siglo XXI,
en este apartado revisaremos, el porqué de esta afirmación.
Gran parte de la obra de Husserl, está dedicada a analizar los pro-
blemas de convivencia entre los seres humanos. Husserl plantea que es
“inherente a mi auténtica vida humana que debo desearme no solo a
mí como bueno, sino desear a toda la comunidad como una comuni-
dad de buenos, y, en la medida en que puedo, recibirla en mi círculo
práctico de voluntad y fines” (Walton, 2011, p. 39). Puede apreciarse
que el desarrollo personal va a la par del desarrollo de la comunidad, e
implica el trabajo coordinado de los seres humanos que comparten fi-
nes y unen su voluntad para lograrlo. En la siguiente cita es aún más
]
claro:
ón
Solo puedo ser completamente feliz si la humanidad como un todo puede serlo.
Digna de vivirse es la vida en todas las circunstancias, ya como ética; […]. Digna
de vivirse con mayor derecho, cuando yo, el que obra, veo un horizonte abierto
de vínculo social de amor y comunidad de trabajo, en el que todos nosotros en
i
término medio avanzamos y podemos ayudarnos en la elevación de la existencia.
vis
(Walton, 2011, 39).
El problema de la intersubjetividad
Esto nos lleva a analizar el tema de la vida intersubjetiva, quizá, uno
de los más polémicos en torno a la fenomenología trascendental. Como
puede apreciarse las implicaciones de dicho debate tienen un carácter
mayúsculo. Más allá del proyecto moral, ético y político que se perfila,
hay que considerar las implicaciones de estas ideas en relación al que-
hacer educativo, terapéutico y en general la responsabilidad que plan-
]
El análisis del ser humano nos revela una gran complejidad de ca-
ón
pas y relaciones, de procesos así como de las estructuras que los posi-
bilitan, en la articulación de un tiempo que fluye en un espacio físico,
histórico y cultural. Y pese a toda esa complejidad hemos de considerar
que el ser humano es una unidad. A esta unidad Husserl le llama Móna-
i
da, término que toma de Leibnitz. En palabras de Husserl: “Todos los
vis
datos de conciencia, niveles de conciencia y formas noéticas que ‘pue-
den ser acompañados’ por el yo idéntico de un ‘yo pienso’ real y posi-
ble, pertenecen a una mónada” (Citado en Simon Lorda, 2001, 77).
Para Leibnitz las mónadas son entes cerradas, no así para Husserl
re
atraviesa todos los órdenes por los que están marcadas nuestras sensa-
ciones, conocimientos, acciones y expresiones. (Waldenfels, 2012).
Lo extraño se da en diversas dimensiones. En ocasiones mi propio
cuerpo me resulta extraño, en otros casos puede ser otro, u otros. Cier-
tos hábitos y costumbres me son tan ajenos que me parecen extraños,
las culturas son tan incomprensibles como su historia. Y podríamos
extender la extrañeza a nuestra propia vida, la muerte se me presenta
como aquella extrañeza que trastoca todo orden, e incluso mi pasado
me parece tan lejano y extraño.
Lo extraño nos resulta tan amenazante que recurrimos a diversos
mecanismos a fin de reducir, controlar y confinar el peligro. Estas es-
]
trategias buscan apropiarse de lo extraño y volverlo propio, ya sea en
ón
lo individual o en lo colectivo, Bernhard Waldenfels identifica cuatro
variantes de apropiación:
1. Variante defensiva/ ofensiva: se defiende el propio colectivo con-
tra el extraño, partiendo de un nosotros exclusivo, frecuente-
i
mente relacionado con una locura de unidad y pureza, o se ex-
vis
tiende la esfera propia a través de la conquista. El extraño es un
posible enemigo.
2. Variante culturalista: superación de lo extraño cultural a través
de la comprensión. Predominio de la propia tradición, costum-
re
La intro-patía
Las estrategias enumeradas en el apartado anterior nos ayudan a
contener la invasión de lo extraño. Pero, surge la pregunta ¿Existe algu-
na forma de acceder a lo extraño sin negar, anular, absorber, normali-
zar o desconocer lo extraño? Para Husserl la respuesta está en la intro-
patía. La etimología nos refiere a in- dentro y Phatos que posee tres
significados.
]
1. Se trata de una experiencia (Widerfahrnis). Es algo que me suce-
ón
de, que me toca, corresponde, afecta, que tiene influencia sobre
mí, que me preocupa. Es algo que me importa, me gusta, me
contempla.
2. Phatos significa algo desfavorable, algo relacionado con el dolor,
i
pero que también permite el aprendizaje proverbial a través del
vis
dolor (phatei, mathos).
3. Por último, Phatos designa el desborde de la pasión, que deja
tras de sí a lo habitual y a nosotros, como el Eros platónico, nos
permite “escapar de las ocupaciones humanas” (Waldenfels,
re
2012 p. 10)
En las definiciones destaca que el Pathos es de una u otra forma un
algo que invade, que altera lo familiar, y justo en este sentido de lo que
me invade es que Husserl inicia el estudio de la intro-patía.
[2a
]
alegría, la impaciencia o la tristeza. La dimensión somática de la sub-
ón
jetividad es, así, la del cuerpo interpretado según el régimen de la
expresividad” (Alves, 2012, p. 28). Me parece que posee una gran pro-
fundidad. En esta línea de Husserl, unos años después Merleau-Ponty
explicará que hay:
i
Una “modulación sincrónica” o “armonía preestablecida” por la cual “puedo
vis
encontrar en este mundo otros comportamientos con los cuales el mío se entre-
laza” de modo que “todo sucede como si la intención del otro habitara mi cuerpo
o como si mis intenciones habitaran el suyo”(Citado por Walton, 2001-2992,
pp. 415-416)
re
]
punto cero. A partir de lo que comprendo es que puedo orientarme y,
ón
gracias a ello, por analogía, comprender los demás mundos, que han
pasado de ser sujetos individuales a comunidades subjetivas (Walton,
2001-2002). La captación somática, los movimientos y lo que expre-
san, las acciones con sus necesidades y sus metas son comprendidas
i
desde una perspectiva más amplia. Husserl considera la posibilidad de
vis
que en una cultura extraña haya objetos que no son comparables direc-
tamente con alguno de mi propio mundo. En ese sentido plantea que:
Si bien no pueden ser experienciadas según su tipo porque escapan al estilo del
mundo familiar, pueden ser comprendidas según los tipos más universales de la
re
experiencia, esto es, como objetos inanimados, plantas, animales, etc. Por extraña
que sea, la naturaleza tendrá algo común: cielo y tierra, astros en el cielo, valles
y montañas, etc. Así es posible comenzar a establecer una convergencia del mun-
do familiar extraño con el mundo familiar propio (Citado en Walton, 2001-2002,
p. 421)
[2a
]
Entre ambos se abre un resquicio. Responsable de ello es una diferencia horaria
original, una Diastasa, como la nombro, (…) El Phatos es la sorpresa par excellence.
ón
Siempre llega demasiado temprano, antes de darnos cuenta de que podemos pre-
pararnos para ella; nuestra respuesta siempre llega demasiado tarde. Esto no signi-
fica que algo precede a la propia experiencia, sino que quien experimenta se pre-
cede a sí mismo. Experiencia que surge de una experiencia (Widerfahrnis), no
inicia en lo propio sino en lo extraño. (2012, p. 11)
i
vis
En otras palabras, entre la invasión del Pathos y la respuesta a di-
cha invasión hay un resquicio, una abertura, un espacio para “prepa-
rar” la respuesta. Lo extraño nos exige una respuesta que siempre es
posterior a la invasión del pathos. Podemos elegir las estrategias para
re
]
también van siendo su propio yo. Yo me voy constituyendo, soy un
ón
proceso continuo, no aislado, sino en relación La respuesta creadora
para acceder a lo extraño implica la re-creación de los objetos catego-
riales existentes y/o la creación de nuevos objetos categoriales, impli-
cando también la re-formulación de las conexiones con otros objetos.
i
Es decir, hay un trabajo de significación y re-significación. Así, al mis-
vis
mo tiempo que nos actualizamos (hacer real nuestro potencial), tam-
bién aumentamos nuestro potencial, nuevas posibilidades para nuestra
actualización Por eso Husserl considera a los objetos categoriales como
pluriradiales, es decir con varias posibilidades. (Müller-Cranzotto y Mü-
re
]
dianas en las que se desenvuelve nuestra experiencia mundano-vital”.
ón
(Acosta, 2012, p. 160). En este mismo sentido parece oportuno tomar
prestada la expresión de Pierre Trotignon:
La interrogación acerca de “la interioridad del hombre como portadora del sentido
i
posible del mundo” es sustituida por “la inmanencia exterminadora de lo mecáni-
vis
co y lo maquinal”, es decir, por el ingreso en “un mundo en que los robots torturan
otros robots en una atmósfera infernal de lenguaje sin significación” (Walton,
2011, p. 56)
10 El amor, para Husserl, es uno de los temas en que se fundamenta su ética, tema
que rebasa este trabajo, sin embargo les comparto la siguiente cita de Husserl de prin-
cipios de los años veinte, en un manuscrito inédito: “El amor, en sentido auténtico, es
uno de los problemas fundamentales de la Fenomenología y esto no sólo en la particu-
laridad e individualidad abstractas. Es un problema en sus fuentes elementales inten-
cionales así como en sus formas reveladas de la intencionalidad que se manifiesta en
las profundidades, en las alturas y en las extensiones universales de la intencionalidad”
(Crespo, 2012, p. 16)
]
Si el Mundo de la Vida surge como una respuesta creativa a nuestra
ón
forma de acceder a lo extraño, implica que el mundo es una creación
colectiva, un invento de acuerdo a nuestras necesidades, a nuestras
posibilidades. Es un proyecto siempre abierto, inconcluso, que constru-
ye sus verdades, relativas y abierta a posibilidades. En su lugar el obje-
i
tivismo se considera poseedor, o al menos descubridor de la verdad,
vis
que es absoluta, irrelativa, determinada y determinante. Pero el error
del objetivismo consiste en pensar. Y el verdadero problema no radica
en que existan verdades absolutas, sino que esas verdades se ponen
por encima del ser humano, lo determinan. Para el objetivismo es im-
re
posible pensar al ser humano fuera o más allá de esas verdades absolu-
tas que ha descubierto y/o creado. (Rodríguez, 1974,).
Veamos un ejemplo de los tiempos actuales, observamos un niño
inquieto, no puede practicar el tipo de atención que les gusta a los
maestros en las clases, se distrae fácilmente, se pone a hacer otras co-
[2a
11 En E. U. hasta junio de 2012, cerca de uno de cada cinco niños varones de se-
cundaria y uno de cada 10 de los de primaria había sido diagnosticado alguna vez con
TDAH. La industria de los fármacos del TDAH, pasó de 4.000 millones de dólares en
2007, a 9.000 millones de dólares en 2012. El uso de los fármacos se ha convertido en
un atajo popular para mejorar las calificaciones de los estudiantes. Entre los factores
que influyen en este incremento, se encuentran tanto la publicidad positiva de los me-
dicamentos, la presión de los padres para que el comportamiento de su hijo cambie y
por la coacción sobre los médicos de definir si el comportamiento de los niños es anor-
mal o no, en lugar de pensar primero que son síntomas propios de la infancia. El País
en http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/04/02/actualidad/1364903542_739753.
html
]
toria personal y colectiva no está acabada, pese a los pronósticos de los
ón
más renombrados expertos. Indudablemente el mal en nuestras vidas
es una realidad y el fin de la humanidad es una posibilidad, pero no un
destino. Lo esperanzador de la fenomenología es que nos hace darnos
cuenta de que tenemos el potencial y la responsabilidad de decidir
i
nuestro futuro, como individuos y como sociedad.
vis
Me parece que la máxima de Ortega y Gasset resume muy bien el
desafío ético que nos plantea Husserl, por medio de su fenomenología,
no hay futuro para mí si en ese futuro no están incluidos los demás.
Esto nos revela el sentido último de la fenomenología: “no es una me-
todología empírica. Tampoco una postura teórica. Se trata de una pos-
re
Referencias
Acosta Ch., Pedro G. (2012). Notas sobre la ética de Husserl a Habermas. En Civilizar
12 (22): 157-166. Recuperado de http://www.usergioarboleda.edu.co/civilizar/civili-
zar-22/Notas%20sobre%20la%20%C3%89tica.pdf
Alves, Pedro (2012) Empatía y ser-para-otro. Husserl y Sartre ante el problema de la
intersubjetividad, Investigaciones Fenomenológicas, n. 9, 11-38.Recuperado de
http://www.uned.es/dpto_fim/InvFen/InvFen09/pdf/01_ALVES.pdf
Amaro Monteiro, Antonio (2010) La einfühlung (intropatía) como comprensión intercul-
tural y superación de conflictos, Investigaciones fenomenológicas 7, 195-206., Recu-
perado de http://www.uned.es/dpto_fim/InvFen/InvFen07/pdf/12_MONTEIRO.pdf
Berger, P. y Luckmann, T, (1994). La construcción social de la realidad. Buenos Aires:
]
Amorrortu editores
Briones, G. (2002). Epistemología de las Ciencias Sociales, [versión electrónica] instituto
ón
colombiano para el fomento de la educación superior, recuperado de http://contra-
sentido.yukei.net/wp-content/uploads/2007/08/modulo1.pdf
Carrillo Castillo, Lucy (2009) El punto cero de toda orientación. Husserl y el problema
mente-cuerpo. Acta fenomenológica latinoamericana. Volumen III. pp. 499-510. Re-
cuperado de http://www.clafen.org/AFL/V3/499-510_Carrillo.pdf
i
Crespo, Mariano, (c.2011) Edmund Husserl, en Fernández, Francisco y Mercado, Juan
vis
A. (eds) Philosophica: Enciclopedia filosófica on line, Recuperado de::http://www.
philosophica.info/archivo/2011/voces/husserl/Husserl.html
Crespo, Mariano. (2012) El amor como motivo ético en la fenomenología de Edmund
Husserl. Anuario Filosófico 45/1. 15-32. Recuperado de http://www.academia.
edu/1062340/El_amor_como_motivo_etico_en_la_fenomenologia_de_Edmund_
re
Husserl
Dantas, Dilcio y Moreira, Virginia (2009). El Método Fenomenológico Crítico de Inves-
tigación con Base en el Pensamiento de Merleau-Ponty. En Terapia Psicológica, Vol.
27. No. 2, pp. 247-257 http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-48082009000
200010&script=sci_arttext
[2a
]
Xavier Zubiri. Sevilla, San Salvador. (borrador). Recuperado de http://www.uca.
edu.sv/facultad/chn/c1170/galeana3.pdf
ón
Müller-Cranzotto, Marcos José; Müller-Granzotto, Rosane Lorena (2009). Fenome-
nología y terapia gestalt. Santiago de Chile: Cuatro vientos
Osorio, Francisco. (1998). El método fenomenológico. En Cinta de Moebio, abril, n. 3.
Recuperado de http://www.facso.uchile.cl/publicaciones/moebio/03/frprin03.htm
Osswald, Andrés Miguel (2009) Tres sentidos de inconsciente en E. Husserl. En Espa-
i
cios de Crítica y Discusión. No. 41. Pp. 118-124. Recuperado de http://www.filo.uba.
vis
ar/contenidos/secretarias/seube/revistaespacios/articulos41.html
Patoèka, J. (2002). Recuerdos de Husserl. Devenires III, 6 pp. 7-22. Recuperado de
http://filos.umich.mx/Devenires/Devenires-6/p7-22.pdf
Perls, F., Hefferline, R, Goodman, P. (2009) Terapia Gestalt: excitación y crecimiento
de la personalidad humana. Madrid: Sociedad de Cultura Valle Inclán.
re
Spadaro, Marcia Gabriela. A Parte Rei, Revista de Filosofía, 47, septiembre 2006,
pp. 1-20
Toledo-Nickels, Ulises (2009) El programa socio-fenomenológico de investigación.
Cinta de Moebio Núm. 35, pp. 67-87. Recuperado de: http://redalyc.uaemex.mx/
src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=10111909001
Var, p. (2013) Para comprender la reducción fenomenológica de Husserl, En Interac-
ción, Revista electrónica de comunicación, septiembre. Recuperado de: http://www.
comfil.edu.mx/interaccion/texto.php?id=181
Villegas, Manuel (1989). El problema de la posibilidad y la fundamentación de la psico-
logía, en el cincuentenario de Husserl. Anuario de Psicología, 42, (3). pp. 117-120.
Recuperado de http://www.raco.cat/index.php/anuariopsicologia/article/viewFi-
le/64611/88637
]
Waldenfels, B. (2012) Fundamentos para una fenomenología de lo extraño, Sincronía,
Año XVI, Núm..61, Enero-Diciembre, 1-14. Recuperado de http://sincronia.cucsh.
ón
udg.mx/pdf/2012_b/o_diaz_2012.pdf
Walton, Roberto J. (2001-2002) Fenomenología de la empatía. Revista Philosophica Nº
24-25 409-428. Recuperado de http://www.philosophica.ucv.cl/walton24.pdf
Walton, Roberto J. (2011) Husserl y Ricoeur sobre la intersubjetividad y lo político Inves-
tigaciones Fenomenológicas, vol. monográfico 3: Fenomenología y política 35-60. Re-
i
cuperado de http://www.uned.es/dpto_fim/InvFen/InvFen_M.03/pdf/03_WAL-
vis
TON.pdf
Welton, D. (2006) El mundo como horizonte trascendental, La lámpara de Diógenes,
revista de filosofía, Números 12 y 13, pp. 98-113. http://www.ldiogenes.buap.mx/
revistas/12/98.pdf
Zirión; Antonio (1994). Una introducción a Husserl, en Iztapalapa 33, pp. 9-22
re
[2a
]
desde la Terapia Gestalt
ón
David Ceballos Montalvo*
i
Resumen
vis
En este artículo se bosqueja una descripción del Trastorno de An-
siedad Generalizada desde la perspectiva de la Terapia Gestalt,
igualmente se trazan las similitudes que dicha conceptualización
guarda con los criterios diagnósticos expuestos en el DSM y el CIE-
re
]
cumplían con los criterios diagnósticos para otros trastornos de ansie-
ón
dad (APA, 1980). Es hasta las versiones posteriores del Manual Diag-
nóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales que la conceptualización
del TAG evolucionó de una categoría residual no específica de ansiedad
a su estado actual, como un trastorno independiente y como uno de los
i
principales trastornos de ansiedad. A partir de las ediciones del DSM-
vis
III-R y DSM-IV se empieza a considerar a la preocupación como carac-
terística principal del TAG (APA, 1987; 1994).
Si bien el TAG es un diagnóstico relativamente nuevo los orígenes
del trastorno se pueden rastrear al concepto de neurosis de ansiedad
re
]
ón
El Concepto de Ansiedad
en la Terapia Gestalt
]
1974, 1975a, 1976). En esta época se distingue la influencia de Golds-
ón
tein sobre la noción de la ansiedad. Perls la definió como “la brecha
que hay entre el ahora y el después.”
En conclusión, y a partir de las definiciones elaboradas por Perls y
Goodman se puede decir que en la Terapia Gestalt se considera que la
i
ansiedad no sólo es creada por la falta de apoyo en la respiración sino
vis
también cognitivamente. La creación cognitiva de la ansiedad es el re-
sultado de “futurizar” y de no permanecer centrados en el presente.
Tanto las predicciones negativas, las interpretaciones erróneas y las
creencias irracionales pueden desencadenar la ansiedad (Yontef y
re
Jacobs, 2011).
Ansiedad neurótica
]
inhibe la excitación se va formando un hábito, esta sería una primera
ón
etapa de la represión (formación del hábito). La inhibición inicial queda
asimilada como un patrón de comportamiento pero queda desprovista
del contenido original por el cual el organismo, en la situación primaria,
decidió inhibir la excitación. Si bien el hábito se vuelve crónico y el con-
i
tenido desaparece la tensión aún permanece, y debido a que el hábito
vis
no es suficiente para minimizar la tensión, la excitación entonces pre-
sente se interrumpe y surge la ansiedad neurótica. Ahora bien, cabe la
posibilidad de que el organismo al estar en interacción constante con el
entorno se halle con un dato en el ambiente que ofrezca la posibilidad de
re
]
Esta tarea de descubrimiento puede incluso llevar hasta la infancia
ón
del paciente, de acuerdo con De Casso (2011) “la gestalt escondida está
relacionada con gestalten infantiles interrumpidas, las cuales son verda-
deras necesidades del niño, del sujeto, que no fueron cerradas en su
infancia y que incluyen necesidades fisiológicas, de cariño, de apoyo,
i
de reconocimiento y de expresión que son necesarias para la expan-
vis
sión y desarrollo.” De modo que la ansiedad pudiese estar supeditada
a las relaciones con las figuras parentales, ya sea porque éstos no satis-
ficieron la necesidades del niño o porque éste no logró hacerlo debido
a que antepuso las necesidades de éstos a las suyas, al respecto Perls et
al (1952/2002) señalan que “la ansiedad se despierta cuando la voz que
re
]
al trastorno no es el mecanismo de defensa empleado sino el cómo éste
ón
es utilizado.
Confluencia
En el caso del trastorno de ansiedad generalizada el primer meca-
i
vis
nismo que aparece es la confluencia. En esta etapa, de acuerdo con
Robine (1999), el cuerpo sirve como el fondo sobre el cual se formará
la figura, es una etapa de reposo en la cual la emergencia de la gestalt
toma la forma de una sensación corporal, una percepción ambiental,
necesidad, deseo, apetito, atracción, instinto, situación inacabada que
re
maria (Salonia, 2008), en este sentido L. Perls (1994) señala que la an-
siedad es la única emoción infantil que surge dentro de una situación de
confluencia cada vez que ésta se ve amenazada. La emergencia de una
figura es ruptura de la confluencia (Robine, 1999). Esto coincide con las
teorías interpersonales que tratan sobre la génesis y mantenimiento de
la ansiedad; estas teorías están basadas en la proposiciones hechas por
Bowlby, quien sugiere que los cuidadores que no proveen de una base
segura tienen la probabilidad de disminuir en el niño la autonomía, la
participación en la exploración y la autoconfianza, lo cual puede condu-
cir a un apego inseguro y a estados difusos de ansiedad.
]
Si bien la confluencia está relacionada con factores interpersonales
ón
cabría la posibilidad de incluir en ésta los factores biológicos como
fondos dados que sirven como segundo plano en el que se formará la
figura. Es decir, el self en su función ello se revela desde el fondo, el
cuerpo, como una excitación orgánica ansiógena. Recientemente,
Akiskal (1998) ha sugerido clasificar al trastorno de ansiedad generali-
i
vis
zada como un temperamento de tipo ansioso, enfatizando la constitu-
ción de la personalidad ansiosa más en factores biológicos que en los
cognitivos. Por tanto, en el caso del TAG es importante tener presente
que la ansiedad experimentada puede estar relacionada con la amena-
za de la ruptura de la confluencia primaria (pues este trastorno puede
re
Introyección
El segundo mecanismo corresponde a la introyección en esta etapa
del contacto la figura o deseo toma una mejor resolución y la excitación
ocupa el primer plano, el objeto es identificado y pasa a la conciencia
por medio del proceso de introyección; en esta fase es donde los intro-
yectos (los ‘tienes que’ o ‘debes de’), entendidos como productos del
proceso de introyección, se construyen para posteriormente ser pro-
yectados y alimentar las retroflexiones (Robine, 1999).
El contenido de estos introyectos generalmente está caracterizado
por las coerciones ejercidas por el entorno y que desplazan el deseo
propio, de manera que ya no puede ser reconocido como tal, gene-
Proyección
El tercer mecanismo relacionado con el TAG es la proyección. Debi-
do a que los introyectos negativos incorporados en la fase anterior no
han interrumpido plenamente la excitación generada por el deseo aún
queda energía suficiente la cual el organismo experimenta en forma de
emoción, pues implica un movimiento, es un momento especialmente
]
sensible, ya que la figura permuta de un polo del campo organismo/
ón
entorno, del interior al exterior (Robine, 1999). Es en esta fase donde
los introyectos bloquean la excitación y no puede satisfacerse la nece-
sidad sino que ocurre una regulación moral o debeísta, lo cual impide
que el individuo asuma la responsabilidad de sus actos ya que escucha
i
la voz de otro y desplaza la responsabilidad hacia el entorno, la proyec-
vis
ta sobre el campo, sobre otros o sobre las situaciones de manera que
surge la expectativa catastrófica.
En esta fase se podría establecer un símil, con los enfoques cogni-
tivos de la ansiedad, en donde los denominados sesgos cognitivos (in-
re
Retroflexión
Conclusión
]
forma que tomaría la curva de contacto en el TAG (Figura 1) como la de
ón
una curva sesgada o asimétrica hacia la izquierda que llegaría a la mi-
tad del ciclo de contacto, con una mayor carga energética en las prime-
ras fases las cuales serían experimentadas como los síntomas somáti-
cos y cognitivos de la ansiedad.
i
vis
re
[2a
Referencias
Akiskal, H. S. (1998). Toward a definition of generalized anxiety disorder as an anxious
temperament type. Acta Psychiatrica Scandinavica, 98(s393), 66-73.
American Psychiatric Association (1968). Diagnostic and Statistical Manual of Mental
Disorders, 2nd edition (DSM-II). Washington, DC: American Psychiatric Association
American Psychiatric Association. (1980). Diagnostic and Statistical Manual of Mental
Disorders, 3rd Edition, Revised (DSM-III-R). Washington, DC: American Psychiatric
Association.
American Psychiatric Association. (1987). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Dis-
orders, 3rd Edition (DSM-III). Washington, DC: American Psychiatric Association.
American Psychiatric Association. (1994). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Dis-
]
orders, 4th Edition (DSM-IV). Washington, DC: American Psychiatric Association.
American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Dis-
ón
orders, Fifth Edition (DSM-5). Washington, DC: American Psychiatric Association
Asociación Psiquiátrica Americana. (2000). DSM-IV-TR. Manual diagnóstico y estadístico
de los trastornos mentales. España: Masson.
Brito, E. (2007). Ansiedade. En G., D´Acri; P., Lima y S., Orgler (Comps.), Dicionário de
gestalt-terapia. Gestaltês (pp.22-24). São Paulo: Summus.
i
De Casso, P. (2011, Septiembre 9). Qué es y qué no es la Terapia Gestalt. Recuperado de
vis
http://www.youtube.com/watch?v=aG2KQJgjejo
Ginger, S. y Ginger, A. (1993). La gestalt: una terapia de contacto. México: el Manual
Moderno.
Greenberg, L. S., Safran, J. D., y Rice, L. (1989). Experiential therapy: Its relation to
cognitive therapy. En A. Freeman, K.M., Simon y L.E. Beutler (Eds.) Comprehensive
re
Stein, D. J., Hollander, E., & Rothbaum, B. O. (Eds.). (2009). Textbook of anxiety disor-
ders. American Psychiatric Pub.
Yontef, G. M. y Jacobs, L. (2011). Gestalt Therapy. En R. J., Corsini y D., Wedding
(Eds.), Current psychotherapies (pp. 342-382). (9a. ed.) U.S.A.: Brooks/Cole, Cenga-
ge Learning.
World Health Organization. (1992). The ICD-10 Classification of Mental and Behavioural
Disorders: Diagnostic criteria for research.
]
i ón
vis
re
[2a
]
especial. Conceptos básicos
ón
J. René Alcaraz González*
i
vis
Resumen
La evolución teórica y práctica que se genera al interior de las ins-
tituciones es el eje fundamental de este artículo. A lo largo del
mismo se entretejen los distintos encuentros entre las posturas
paradigmáticas. Para clarificar estas relaciones se vale de ejem-
re
Introducción
]
propositiva con miras a un cambio paradigmático (claustro de comple-
ón
jidad y transdisciplina).
La hegemonía teórica de la tradición conductista que caracterizó
por décadas a esta Facultad, está siendo superada por un intento con-
certado de todos los académicos interesados en promover un cambio
i
curricular que abra espacio a las diversas tradiciones teórico-metodoló-
vis
gicas que co-existen en el campo de la Psicología y nos permita aproxi-
marnos de formas novedosas a la compleja realidad que enfrentamos
las psicólogas y psicólogos en México.
Este texto es parte de ese intento, que se está concretando en la
serie de trabajos desarrollados y publicados por el claustro de Metapsi-
re
]
“casos” y no como “el paciente”, término insuficiente en este ámbito
ón
pues abre una pregunta incómoda: ¿quién —de las personas que de-
mandan nuestro servicio— es el paciente?
Si a esto agregamos que la mayoría de estos casos no tienen cura y
que sólo pueden ser tratados para minimizar las múltiples problemáti-
i
cas que los aquejan, comprenderemos porqué es precisamente en el
vis
área de Educación Especial y Rehabilitación y no en otra, en donde
surge la propuesta de recurrir a las ciencias de la complejidad como una
opción formativa para las psicólogas y psicólogos interesados en éste
ámbito. Este contexto permite plantear el objetivo del presente trabajo
re
]
con tales casos, es decir, no somos ajenos a los mismos procesos que
ón
estudiamos, nosotros también somos cuerpo, mente, espíritu, raciona-
lidad, historia y contexto, somos seres complejos.
Aunque han sido muchos los investigadores, interesados en estu-
diar la estructura y funciones de los procesos psicológicos, realmente
i
muy pocos se han preocupado por estudiar el modo de operar de tales
vis
procesos, y muchos menos se han interesado en el estudio de las carac-
terísticas que imprimen en tales procesos los sistemas de ideas, ya
sean filosóficos, religiosos, axiológicos, epistemológicos, gnoseológicos
y paradigmáticos que hemos aprendido y desarrollado como personas
re
gramas.
En el ámbito de la psicología, el avance de las diferentes tradiciones
teórico-metodológicas ha evidenciado al comportamiento humano
como un proceso sumamente complejo, de naturaleza recursiva y auto-
poyética, es decir, que se autogenera y autorregula; el cual es suma-
mente difícil entender a partir de modelos lineales y reduccionistas. Es
por eso que señalamos la necesidad de construir una nueva perspectiva
teórico-metodológica que nos permita concebir y abordar estos proce-
sos sin linealizarlos, ni separarlos del contexto en el que emergen, pues
las teorías psicológicas lineales, derivadas del paradigma de la moder-
nidad, si bien nos han aportado grandes conocimientos en su momen-
to, igualmente han evidenciado sus limitaciones conceptuales y meto-
dológicas cuando enfrentan problemas complejos, tales como las
alteraciones del desarrollo, a las que no pueden concebir en su comple-
]
menta enormemente, por lo que no pueden manejarse con los mismos
ón
modelos explicativos.
Para comprender y tratar los complejos procesos psicológicos que
se alteran y reorganizan en los casos de educación especial, necesita-
mos articular los conocimientos de los micro-procesos moleculares
i
estudiados por las neurociencias, con las técnicas psicopedagógicas
vis
que se requieren en las aulas de las escuelas para estimular los meso-
procesos de aprendizaje de una persona concreta con alteraciones del
desarrollo, cuya historia de vida está estrechamente vinculada y pro-
fundamente afectada por los macro-procesos histórico-sociales de los
que ella misma y su familia son recursivamente productos y produc-
re
Supuestos epistemológicos
]
to de la cultura.
ón
Contacto y discriminación
La MPC comparte estas ideas de Morín, reelaborándolas para cons-
truir un concepto de los seres humanos como sistemas vivos co-cons-
i
tructores de realidades estableciendo relaciones entre nuestras viven-
vis
cias corpóreas ontogenéticas, nuestros pensamientos, nuestro grupo
socio-étnico y el contexto civilizacional en el que vivimos. Como siste-
mas, estamos intrínsecamente limitados, de modo que no podemos
aprehender la totalidad de la que somos parte, sino que nos vemos
forzados a hacer abstracciones en ella, lo que evidentemente limita
re
]
cuando se trabaja con casos de educación especial.
ón
La complejidad bio-psico-socio-cultural
ren los límites ontológicos del conductual -sin desdeñarlo-, para com-
prender los complejos procesos psicológicos implícitos en el comporta-
miento alterado y entrar en contacto con las necesidades y vivencias de
estas personas para poder tratarlas profesionalmente.
Desde la MPC concebimos la posibilidad de construir macroconcep-
tos articuladores que nos permitan interrelacionar conocimientos de
distintas tradiciones psicológicas y distintos campos del conocimiento,
tales macroconceptos nos permiten identificar los mecanismos o algo-
ritmos que construye un individuo concreto con alteraciones del desa-
rrollo para afrontar —con sus discapacidades—, las exigencias de su
entorno; con tales macroconceptos articuladores también podemos
identificar el paradigma que —como psicólogos y psicólogas— estamos
utilizando para trabajar y que inadvertidamente nos induce a observar,
percibir, valorar y tratar el caso de cierta manera, de acuerdo con los
]
mática del caso, dejando intacto el núcleo, lo que desde nuestro punto
ón
de vista es cuestionable e inútil. Ilustremos esto con un ejemplo deriva-
do de un caso real.
El caso de Jessi1
i
Hace años se presentó en la Clínica de Salud Integral (CUSI) Iztaca-
vis
la una mujer muy joven con una pequeña niña en brazos. La niña se
llamaba Jessi, tenía 4 años de edad y presentaba parálisis cerebral de
tipo fláccido en grado severo, su cuerpecito parecía un trapo mojado
que se desmadejaba completamente en los brazos dela mujer; era muy
re
delgada, sus huesos parecían sólo cubiertos por la piel, debido a la atro-
fia muscular que padecía, no podía pararse, ni sentarse, ni siquiera
controlaba su cabeza; sus ojos permanecían entornados hacia arriba y
por su cara inexpresiva perecía completamente ausente. La mujer que
la trajo era su madre y nos explicó que la niña estaba médicamente
[2a
1 Los nombres y circunstancias del caso han sido modificados para proteger la
identidad de las personas involucradas en el caso.
]
de su retraso, los médicos que la atendieron no pudieron diagnosticar
ón
concluyentemente. Cuando aplicamos estímulos luminosos en sus ojos
mientras se le masajeaba el cuerpo, observamos contracción pupilar,
así que pensamos que sí podía ver —aunque no sabíamos qué tanto—;
igualmente aplicamos sonidos cerca de sus oídos y observamos consis-
i
tentemente ligeros movimientos de cabeza, así que al parecer también
vis
escuchaba.
Después de un par de años con este procedimiento, Jessi pudo con-
trolar su cuello, luego, poco a poco sus brazos empezaron a moverse
junto con su torso; desde nuestra perspectiva la terapia había sido exi-
tosa, así que ajustamos nuestros objetivos y nos propusimos avanzar.
re
Años más tarde, la niña logró sentarse sin ayuda y eso modificó radical-
mente su realidad pues pasó de su posición supina en dónde sólo mira-
ba los techos de las habitaciones, a una posición erecta donde eran vi-
sibles las personas y el resto del entorno, Jessi sí veía y también oía, así
[2a
]
llamado de su madre y la miró a la cara, brincamos de emoción… sin
ón
embargo la señora no le sonrió, ni la abrazó. Nos quedamos perplejos
y rápidamente acudimos a reinstruccionar a la señora y ésta volvió a
decirnos que sí había entendido lo que tenía que hacer; repetimos el
procedimiento y nuevamente, cuando Jessi acudió a ella, la señora no
i
se movió. Supimos de inmediato que algo estaba pasando y cuando
vis
preguntamos a la señora qué sucedía, comenzó a llorar amargamente
y nos dijo: “no puedo”.
Estas palabras de la madre y la forma en que las dijo, nos pusieron
de frente con los límites paradigmáticos del conductismo; algo que no
podíamos observar, ni medir, ni controlar estaba interponiéndose en-
re
La dimensión histórica
El drama de Jessi, nos impulsó a buscar herramientas de trabajo en
otras disciplinas, así que de las ciencias sociales retomamos la historia
de vida. La madre de Jessi nos contó que se casó muy joven con un
trailero que además de guapo era celoso. Cada vez que su esposo llega-
]
ba de un viaje revisaba la casa buscando indicios para saber si su mujer
ón
había estado con otro hombre; su celotipia era tal que llegaba incluso a
revisar los tinacos del agua para cerciorarse de que no hubiera alguien
escondido adentro, revisaba la ropa, desnudaba a la mujer y la olfatea-
ba para identificar indicios corporales de infidelidad y —por supues-
i
to—, la agredía verbal y físicamente.
vis
Luego de un año de matrimonio, la señora decidió abandonarlo y
regresó a casa de sus padres, a quienes explicó su situación. Su madre
—contra todo lo que ella esperaba— le contestó que podían recibirla
sólo por unos días, pero como estaba casada su lugar y su obligación
estaban con su marido y que tenía que volver con él. Decepcionada
re
]
dre no le daba de comer, por las noches la dejaba dormir en una recá-
ón
mara aparte con los pañales mojados y con la ventana abierta; cada
mañana la mujer acudía temerosa y expectante a la cuna de la niña
para ver si todavía respiraba y una y otra vez Jessi se aferraba a la vida,
su condición empeoró y tuvo que ser hospitalizada; ahí los médicos la
i
desahuciaron. Secretamente y dolorosamente, la madre tenía esperan-
vis
zas de que la niña no viviera mucho y poder liberarse de la carga que
representaba para ella y de la condena que representaba vivir con su
marido, cuyo comportamiento no sólo no se corrigió con el nacimiento
de la niña, sino que empeoró pues ahora culpaba a su esposa por la
re
condición de Jessi.
Este fragmento de la historia de vida de la madre, simplificado y
resumido por razones expositivas, estuvo matizado de fuertes conflic-
tos psicológicos para la madre, quien a pesar de todo no podía dejar de
sentirse culpable por lo que había hecho, pero al mismo tiempo no
[2a
]
nes de la neuropsicología para tener claro qué se puede modificar y que
ón
no, en la dimensión biológica del niño o niña que presenta alteraciones
del desarrollo; el invaluable optimismo del enfoque histórico-cultural
que nos enseñó que sin importar la gravedad de los casos, todos pue-
den avanzar en su desarrollo al mejorar sus condiciones concretas de
i
vida; la psicogenética piagetiana nos ha aportado el conocimiento de
vis
los procesos cognitivos del desarrollo y medios técnicos para evaluar-
los, el análisis transaccional nos esclareció el peso de las relaciones in-
terpersonales que establecemos con los otros y rol que adoptamos
frente a ellos; el enfoque cognitivo conductual reveló el nexo que existe
re
nista limita los recursos técnicos que podemos utilizar para atender
estos casos y por supuesto los alcances de nuestro quehacer. Lamenta-
blemente a veces nuestro rechazo a la diversidad teórica es más gran-
de que nuestro compromiso profesional con estas personas, haciéndo-
nos parecer más interesados en nuestra fidelidad teórica y nuestro
rigor metodológico que en servir a estas personas ofreciéndoles alguna
alternativa.
Ante la complejidad de los casos con los que trabajamos, optamos
por la apertura a la diversidad teórica, por lo que nuestra concepción de
lo psicológico se modificó de manera lenta pero inexorable a lo largo de
años de reflexión teórica y contacto directo con la gente que demanda
]
nuestros servicios de educación especial y rehabilitación en la CUSI
ón
Iztacala. Nuestra concepción de la psicología como ciencia y profesión
ahora ya no es lineal, ni reduccionista; sino compleja y multidimensio-
nal. Para nosotros lo psicológico no es reductible a una simple función
corporal como han hecho algunos autores (Lowen, 1993; Keleman,
i
1997); dada nuestra experiencia, podemos afirmar que un pensamien-
vis
to, una emoción, un sentimiento o una relación no son reductibles a
simples circuitos de impulsos eléctricos en el cerebro; hacer eso es tan
ingenuo como pretender que “La piedad” de Miguel Ángel es una sim-
ple piedra, o que la “Mona Lisa” de Leonardo es una mancha de pintura
re
]
ón
Efectos de la contextualización del caso
En este momento de nuestro inacabado e inacabable proceso de
construcción de la MPC, hemos aplicado paulatinamente nuestro enfo-
que teórico-metodológico en el ámbito de la educación especial, donde
i
hemos probado que es de gran utilidad hacer la historia de vida de las
vis
personas involucradas en los casos de alteraciones del desarrollo, pues
además de permitirnos observar contextualizadamente el caso para
evaluarlo y definir nuestra estrategia de intervención, tiene colateral-
mente un efecto terapéutico de gran valor, que notamos desde el caso
de Jessi y que recientemente publicamos (Rosete, Alcaraz y Lara, 2011).
re
]
A partir de los conceptos expuestos hasta ahora, podemos plantear
ón
desde la perspectiva compleja y transdisciplinaria de la MPC cómo con-
cebimos a las personas con alteraciones del desarrollo. En primer lugar,
estas personas son para nosotros, sistemas vivos, autopoyéticos, abier-
tos, multidimensionales que se auto-eco-organizan constantemente,
i
estableciendo relaciones complejas, recursivas y complejas con el con-
vis
texto en el que viven y del cual se nutren intercambiando sustancias en
un meso-proceso que abarca la ontogenia, es decir, el periodo de vida
de un individuo; el cual a su vez se encuentra articulado con los micro-
procesos orgánicos y celulares que ocurren en el interior de su cuerpo
y los macro procesos socio-culturales que abarcan varias generaciones.
re
]
do de desorganización que puede inducir en cuerpo vivo, de tal manera
ón
que el ruido que existe en el entorno puede introducirse en él, alterán-
dolo e induciendo en él cierto grado de desorganización, que puede ir
desde el muy leve y pasajero hasta el muy severo y permanente; en el
ámbito de la educación especial a esas perturbaciones o ruido, las de-
nominamos: factores de riesgo.
i
vis
Alteraciones del desarrollo inducidas
por factores de riesgo
Los factores de riesgo que tienen contacto con el cuerpo vivo indu-
re
]
de la identidad, lo que desde el punto de vista del psicoanálisis es la
ón
carencia de estructura psíquica, es decir no son conscientes de sí mis-
mos, ni de su inserción en el ámbito de la cultura, como es lógico al
carecer de esta estructura y de su identidad, la persona como tal des-
aparece y sólo queda su cuerpo, por lo que el trabajo de la psicóloga o
i
psicólogo se verá seriamente limitado y tendrá que trabajar en la medi-
vis
da de lo posible por facilitar los procesos psico-corporales de construc-
ción de tal identidad.
El grado de la alteración
re
]
supervisión de sus familias.
ón
Finalmente, el grado severo describe personas en las que todas o
casi todas sus áreas de desarrollo psico-corporal están afectadas, lo que
impide el desarrollo de su identidad, su escolarización es forzosamente
especial, no pueden realizar trabajos prácticamente de ningún tipo sin
i
un fuerte dispositivo de ayudas especiales, normalmente no logran ha-
vis
cer ningún tipo de vida personal autónoma, requiriendo supervisión
continua y permanente a lo largo de toda su vida, no forman parejas,
ni familias.
La identificación del grado en que se ha visto alterado el desarrollo
re
]
cardiopatías, etc., sin embargo, la parte más terrible de estos efectos
ón
no está en el campo de la política, la economía o la tecnología, sino en
la dimensión psíquica.
La dimensión psicológica
i
vis
En la actualidad los trastornos mentales y de la conducta son más
numerosos y complejos que nunca, afectando según Berenson, Alanís
y Saavedra (en Araiza, 2012) a un amplio porcentaje de la población
mundial, una gran cantidad de personas sufre de angustia, depresión,
trastornos de la alimentación, adicciones, suicidio, conductas violentas,
re
En pos de la transdisciplina
Es decir, la complejidad de un caso de alteraciones del desarrollo
visto desde la MPC, incluye el macro-contexto civilizacional, el meso
proceso psicocorporal y los micro procesos orgánicos. Desde esta pers-
pectiva, cada caso de desarrollo alterado que se presenta ante nosotros
en el consultorio o en la clínica, encarna en cada una de las personas
involucradas todo este macro-proceso histórico; de modo que la estatu-
ra del niño en quien se sospecha alguna alteración del desarrollo, está
sin duda determinada por su carga genética tanto como por sus condi-
ciones concretas de vida y las de sus ancestros. Por ejemplo, la baja
]
estatura que observamos en muchos niños mexicanos sobre todo si
ón
pertenecen a alguna etnia indígena es considerablemente inferior a la
señalada por las tablas estandarizadas que se manejan en el sistema de
salud de todo el país, y esto no se debe a un solo factor sino a una serie
de ellos, como que: las tablas de peso y estatura hayan sido elaboradas
i
con base en una población étnicamente distinta a la del caso en cues-
vis
tión (por lo general son elaboradas con poblaciones étnicamente distin-
tas), que transgeneracionalmente hayan padecido desnutrición crónica
por su condición de indígenas colonizados , que viven en condiciones
de pobreza –a veces extrema- que no les permiten tener una alimenta-
ción adecuada en cantidad y calidad, ni tener acceso a servicios de sa-
re
]
ciencias sociales y políticas); debe conocer cómo se entrelazan los pro-
ón
cesos de desarrollo orgánico con los procesos corporales de construc-
ción histórico-social; debe conocer al menos los conceptos elementales
de las creencias religiosas –si las hay- de su usuario y las personas que
le rodean (propias de la teología). Igualmente, debe conocer cuál es el
i
vis
sustrato paradigmático, filosófico, epistémico, teórico, metodológico
(propio de la filosofía) desde el cual se está aproximando al caso y que
determina cómo y para qué está haciendo su labor profesional. Este
conocimiento que bien podemos llamar enciclopédico, es la base de la
propuesta transdisciplinaria del paradigma de la complejidad, en el
re
Para que esta incursión transdisciplinaria sea posible para los psicó-
logos y las psicólogas en México (y el mundo), es necesaria una revolu-
ción del pensamiento y del espíritu, que nos permita reunir de la ma-
nera más coherente y articulada posible (sin olvidar que no podemos
eliminar el ruido y las inconsistencias) lo que la ciencia clásica y la filo-
sofía moderna separaron ontológicamente: intuición, razón, sensación
y contexto en el sujeto cognoscente y el objeto conocido o por conocer.
México, como parte de la civilización occidental, colonizado militar-
mente en el pasado y económica e ideológicamente en el presente,
vive de una manera muy particular la globalización inducida por la re-
volución informática; pues somos una país multicultural cuya visión de
la realidad no es homogénea ni universal, sino diversa y policontextual,
de tal manera que ante nuestra propia complejidad hemos perdido cla-
ridad en cuanto a la naturaleza de los problemas que enfrentamos real-
]
mente a estas personas, sus familias y sus comunidades como una
ón
unidad compleja (unitas multiplex) cuyas interrelaciones incluyen a las
y los psicólogos como parte del contexto de vida de estos casos. Sólo de
esta manera las psicólogas y psicólogos podrán asumir su responsabili-
dad en cada acción que emprenden en su ejercicio profesional. Accio-
i
nes que querámoslo o no están afectadas por las características concre-
vis
tas del contexto cultural en el que se encuentran las personas; por la
historia de su país, por las políticas públicas, por su historia personal de
vida, por su nivel socio-económico, por sus creencias religiosas, por el
tipo y localización de la vivienda que habita, por la dieta que consume
habitualmente, por su nivel educativo, por las condiciones ecológicas,
re
por su estilo de vida, pero sobre todo por el tipo de lenguaje y discurso
que vehiculan su pensamiento, el cuál carga todo esto de sentido y le
confiere significados que cambian conforme cambian las condiciones
del contexto y el fondo emocional que matiza todas sus vivencias.
[2a
]
La auto-observación y la auto-crítica son indispensables para poder
ón
“ver” el entramado ideológico, filosófico y epistemológico que soporta
y sostiene a la psicología moderna, desarrollada en el contexto la civili-
zación occidental, y que inadvertidamente sesga y delimita todas nues-
tras acciones, dentro de su horizonte de inteligibilidad sin permitirnos
ver más allá.
i
vis
Conocimiento enciclopédico
Las psicólogas y psicólogos dispuestos a afrontar el reto de asumir
y co-construir un pensamiento complejo, podemos contrarrestar las li-
re
Metaobservación
Dada la complejidad de los casos que se presentan en el ámbito de
la educación especial, los psicólogos y psicólogas interesados en el de-
sarrollo de la Metapsicología Contextualizante (MPC), nos hemos visto
en la necesidad teórica y aplicada, de rebasar las fronteras de nuestra
disciplina retomando herramientas de otras ramas del saber (transdis-
ciplina) para hacer un examen autocritico de la psicología como ciencia
y profesión en el contexto de la civilización de la que formamos parte,
y así poder observar y comprender su estructura ortogonal (lo no visi-
ble), lo cual hicimos con un procedimiento que inicialmente llamamos
]
“meta observación”.
ón
La metaobservación es un término polémico que ha resultado pro-
blemático a más de un colega por su carácter polisémico, sin embargo
de bastante utilidad cuando se vencen las resistencias paradigmáticas
y comprendemos que metaobservar consiste simplemente en hacer
i
una observación de una observación. En principio, metaobservar para
vis
nosotros, significó observar cuidadosamente el contexto en el que se
presentan los eventos, procesos y fenómenos psicológicos; sin embar-
go, conforme fuimos desarrollando esta habilidad, sentimos la necesi-
dad de observar la manera en que hacíamos nuestras propias observa-
re
]
que es más apropiado usar estrategias en vez de métodos o programas
ón
fijos en el ámbito de la educación especial, puesto que trabajamos con
casos complejos que cambian continuamente a ritmos irregulares; pues
en tanto que son casos con alteraciones del desarrollo, no se compor-
tan como cabría esperarlo en la población normal. En la medida en que
i
el desarrollo de una persona está alterado, su comportamiento es más
vis
variable e impredecible, lo que a su vez induce más ruido o perturba-
ción en el ambiente que le rodea, afectando la calidad de vida de los
otros miembros que componen el sistema familiar al que pertenece; en
algunas ocasiones las alteraciones del desarrollo son tan severas que
perturban incluso el funcionamiento de la comunidad, por ejemplo
re
Estrategia: contextualización
Con base en una estrategia básica, que denominamos “contextuali-
za-acción”, nos hemos aproximado a los casos de alteraciones del de-
sarrollo con el enfoque complejo de la MPC, pasando de la contextuali-
zación del caso a las acciones que responden a las exigencias de dicho
contexto; es decir nuestra estrategia consiste en contextualizar las ne-
cesidades de educación especial del caso y actuar congruentemente
para satisfacerlas de la mejor manera con los elementos presentes en
el mismo contexto.
Por supuesto, un enfoque complejo del ámbito de la educación es-
]
pecial, requiere una estrategia metodológica compleja; sin embargo de-
ón
bemos recordar que complejo no significa complicado, sino entrelaza-
do. Lo que en este ámbito se encuentra entrelazado es el desarrollo de
las personas con el contexto cambiante en el que viven; ahora bien es
preciso subrayar que el desarrollo de una persona no es para nada sim-
i
ple, es un proceso multidimensional complejo en el que –como ya se
vis
ha señalado-, se entrelazan procesos físico-químicos, biológicos, ecoló-
gicos, psicológicos, socio-culturales y civilizacionales, de ahí que sea
tan importante aprender a observarlo sin extraviarse en sus vericuetos.
Desde el punto de vista de la MPC, la estrategia metodológica que
adoptamos para esto, depende de las relaciones que podamos observar
re
]
raciones del desarrollo, ha de tener como objetivo desarrollar al máxi-
ón
mo las potencialidades como seres humanos de los involucrados en el
mismo, de modo que cambien su estilo y mejoren3 su calidad de vida.
Para realizar esta intención, los profesionales deben realizar la ob-
servación del contexto del caso y emprender acciones en él que proba-
i
bilicen al máximo el óptimo desarrollo de las capacidades potenciales
vis
de las personas involucradas. Cuando emprendemos estas acciones
contextualizadas podemos hablar de “contextualiza-acción”, que se re-
fiere a la operación de llevar al terreno aplicado todos los conceptos
que hemos estado exponiendo. Es decir, tenemos que visitar al menos
re
]
gregarios, aislados, afectuosos, agresivos, indiferentes, respe-
ón
tuosos, bromistas, serios, tristes, asustados, etc.
Al observar el caso es muy importante considerar las interacciones
que se establecen entre los diferentes elementos presentes en el campo
i
o contexto al momento de visitarlos, sin embargo el campo es tan vas-
vis
to, que resulta fácil perderse en complicaciones inútiles, por lo que es
necesario saber qué observar y cómo.
nificado.
Ilustremos esto con un ejemplo: supongamos que se nos presenta
un caso, en el que una mujer solicita apoyo psicológico porque se sien-
te muy triste, llora con mucha facilidad y ya no siente el mismo interés
por la vida. El profesional que se haga cargo de un caso como este,
debe tener una preparación que le permita hacer observaciones sim-
ples o de primer orden que le permitan obtener información básica
para elaborar su estrategia de intervención; en este caso referidas a:
1) El género de la persona (masculino, femenino).
2) Edad.
3) Complexión física (delgada, regular, robusta, obesa).
4) Postura corporal (erguida, encorvada, se sostiene por sí misma
o alguien la sostiene).
]
las utilizamos para realizar una operación que llamamos “integración
ón
del caso” que es un modelo multidimensional de la persona, construido
a partir de la organización de la información obtenida.
El matiz emocional
i
Los matices emocionales de la voz, su expresividad vocal, facial y
vis
corporal, la congruencia entre lo que dice y hace, el significado de sus
palabras, el contenido y las omisiones de su discurso, requieren de una
observación más compleja, pues no se trata de cosas u objetos tangi-
bles, sino de observar cualidades y –sobre todo- relaciones entre dife-
rentes factores, aspectos o dimensiones de la existencia de la persona.
re
Cómo observar
La manera en que la psicóloga o el psicólogo hace su observación,
determina lo que puede observar y el significado que le otorga a lo ob-
servado. En consecuencia, el psicólogo debe aprender a observar des-
prejuiciadamente hasta donde le sea posible; esto quiere decir, simple-
mente observar sin hacer juicios o interpretaciones de lo que observa
en la persona que se hace presente frente a él; de modo que si esta
]
persona, por ejemplo, huele a sudor, no ha de ceder a la tentación de
ón
calificarla como sucia o mugrosa. Del mismo modo, debe abstenerse
de imaginar que esta persona ha trabajado físicamente y no ha tenido
tiempo de asearse, lo cual justificaría su olor. En ambos casos el psicó-
logo debe ponerse en contacto directo o referencial con el contexto de
i
la persona para comprender el significado del olor que está percibien-
vis
do, en vez de suponerlo o inventarlo. En todo caso puede preguntar a
la persona para salir de dudas, pero teniendo cuidado de no inducir su
respuesta, ni de ofenderla, pues además de dañar la relación profesio-
nal, puede avergonzar a la persona, lastimar su autoestima e inducirla
re
]
distinguir qué parte de lo que “observa” está en el contexto de la perso-
ón
na y qué parte se encuentra en el contexto del mismo profesional afec-
tando de un modo particular sus decisiones.
En la parte operativa -contrariamente a lo que pudiera pensarse-,
hacer esta meta-observación no requiere de mucho tiempo y con la
práctica se realiza automáticamente en unos segundos. Un psicólogo
i
vis
adecuadamente entrenado y con suficiente práctica, puede en muy
poco tiempo integrar sus observaciones con sus metaobservaciones,
sin confundirlas y sin que constituyan operaciones separadas, sino que
las realiza como parte de la misma operación de observación, en la que
él mismo es parte de lo observado.
re
adjudica a lo observado.
Qué observar
En el punto anterior hemos subrayado la actitud desprejuiciada y
sin prisa del psicólogo que observa; en este segundo aspecto señalare-
mos a qué observar en el inagotable fondo sobre el que se destaca la
figura de la persona que tiene enfrente, pues sin una orientación ade-
cuada puede perderse en un océano de datos o detalles sin importan-
cia, Por ejemplo: puede enfocar su atención en que la blusa de la per-
sona que habla es color rosa, que tiene seis botones transparentes, las
mangas con holanes, que de la manga derecha cuelga una pequeña
hebra de hilo de la tela, etc. A pesar de que notar esta serie de detalles
evidencia una observación aguda y penetrante, difícilmente su conteni-
do nos ayudaría a comprender por qué esta persona se siente triste y
mucho menos nos serviría para elaborar una estrategia que nos indi-
que claramente lo que tenemos que hacer para atender su demanda al
respecto.
Una forma de facilitar al psicólogo la operación de discriminar en el
mar de datos que se ofrece a su mirada qué es lo que ha de observar,
es tener presente y enunciar lo más clara y concretamente posible cuál
es el motivo por el que esta persona solicita sus servicios, es decir el
tema de lo que está refiriendo con palabras, vinculándolo con el con-
texto que nos ofrece con todo su ser y que le permite comunicarnos el
significado de lo que dice y también lo que calla, pues a veces el silen-
]
cio es más elocuente que el grito.
ón
Por ejemplo, si la persona nos habla de sentirse triste, su voz se
escucha débil, llora mientras habla o se le humedecen los ojos, nos dice
que ha perdido el interés en la vida y su vestimenta luce arrugada, des-
aliñada y su cuerpo huele a sudor, entonces observamos la congruencia
entre su discurso, su cuerpo y su aspecto, con base en lo cual podemos
i
vis
enunciar el tema como: tristeza, depresión, o algo en este sentido.
Sin embargo, también podemos toparnos con la incongruencia,
porque puede suceder que la persona nos diga que se siente triste, pero
se ríe mientras lo hace o dice haber perdido el interés en la vida, pero
presentarse impecablemente vestida y con boletos para un concierto.
re
La empatía
La capacidad de empatizar, es una herramienta indispensable para
captar el tema y el significado de lo que expresa la persona que se plan-
[2a
]
igualmente sirven para facilitarle la identificación y expresión de lo que
ón
realmente siente, poniéndola en un camino que posibilita su desarrollo
y crecimiento personal si es adecuadamente comprendida y apoyada
por el o la terapeuta (Rogers, 1997).
Como resulta evidente, estamos utilizando recursos técnicos desa-
i
rrollados por otras tradiciones teóricas, lo cual es congruente con el
vis
planteamiento del paradigma de la complejidad de rearticular el cono-
cimiento.
Siguiendo con nuestro ejemplo, si la mujer que se presenta con
nosotros evita hablar de aquello que la ha llevado a buscar ayuda pro-
re
fesional, con toda seguridad tiene un motivo para ello, el que visto en
su contexto de vida nos permitirá comprender perfectamente sus sen-
timientos y su conducta de evitación, la cual tiene una función com-
prensible sólo en su contexto; como puede ser la vergüenza de haber
sido sexualmente abusada por su propio padre en el seno de una fami-
[2a
lia católica.
Para que una mujer pueda hablar de esto con un desconocido –el
psicólogo o psicóloga-, es preciso que éste logre crear con ella en un
breve periodo de tiempo, (del orden de minutos), una relación de con-
fianza profunda, un ambiente cálido, seguro, que le comunique por
medios verbales y no verbales, que es capaz de comprenderla y ayu-
darla a lidiar con esta traumática experiencia. Las investigaciones de
Rogers (1997) en este aspecto, han mostrado que para lograrlo son in-
dispensables ciertas actitudes, de hecho, el mismo autor afirma que no
importa el enfoque teórico de un terapeuta para hacer un trabajo efec-
tivo, siempre que sus actitudes incluyan: autenticidad, aceptación in-
condicional y congruencia.
En nuestra experiencia profesional de más de 25 años, hemos teni-
do la oportunidad de comprobar que efectivamente, lo que afirma Ro-
gers en este sentido es correcto, y que si hay algo que sea indispensable
desarrollar en las psicólogas y los psicólogos mexicanos en formación,
son precisamente estas actitudes.
La MPC plantea que el humanismo de Rogers está limitado por su
antropocentrismo, de modo que es necesario que el trabajo de los psi-
cólogos no se limite exclusivamente a procurar el bienestar de los seres
humanos, sino que debe considerar a todos los seres vivos como parte
importante de su trabajo; entre estos seres, los humanos somos una
parte y no el centro o la cúspide. La vida debe ocupar su lugar como la
base, centro y objetivo de nuestro quehacer como psicólogas y psicólo-
gos, no hacerlo significa seguir siendo cómplices del antropocentrismo
]
depredador que está destruyendo de manera irracional el ecosistema
ón
planetario, amenazando nuestra vida y la de todos los seres vivos en el
planeta. Esta no es una pretensión de moda con tintes ecologistas sino
una necesidad que no puede ser soslayada por ninguna postura teórica.
Las formas de trabajo estratégico que permiten la operativización de la
i
serie de elementos que hemos propuesto hasta aquí, exige seguir tra-
vis
bajando simultáneamente en la deconstrucción de las estructuras del
pensamiento fragmentador, simplificador, reductor y unidimensional;
y en la co-construcción de la estrategia metodológica aplicada al ámbito
de la educación especial, con las características básicas que hemos
re
Conclusión
[2a
]
que los excluya, pues en circunstancias de variabilidad mínima son de
ón
gran utilidad) que le permitan ejercer una intervención multidimensio-
nal acorde con la realidad que observa y que él mismo construye al
observarla.
Relacionar cada comportamiento con el campo en el que ocurre, es
i
contextualizarlo, lo que revela su significado y función, abriendo la
vis
posibilidad de identificar el estilo de vida de las personas y luego ense-
ñarles cómo construir otro que satisfaga sus necesidades sin destruir
el entorno. Este intento de cambiar el estilo de vida es para superar el
sufrimiento innecesario en el que nos ha sumido el paradigma de la
re
festaciones.
Finalmente queremos señalar que asumir el enfoque de la comple-
jidad y la transdisciplina en el ámbito de la educación especial exige a
las psicólogas y psicólogos interesados en él, la disposición a permane-
cer en continua formación a lo largo de sus carreras, pues la adquisi-
ción y el manejo del conocimiento enciclopédico que se requiere para
ejercer nuestra profesión desde el paradigma de la complejidad, es una
labor que ocupa toda la vida. Sin embargo, para quienes han desarro-
llado el gusto por aprender de manera continua esto no representa un
inconveniente, sino un aliciente. Por el contrario, quienes ven en esta
exigencia una dificultad, siempre tienen la opción de especializar y li-
mitar sus conocimientos a una sola área del saber, lo cual no es repro-
bable ni vergonzoso en forma alguna, es una opción como cualquier
otra. Cada cual, con mayor o menor conciencia de la magnitud y com-
Referencias
Aguilera, C. M. G., Alcaraz, G. J.R., Ávila, A. J., Castellanos, R. M., Dorantes, G. M.A.,
Morales, B. E., (2000, Noviembre), Las aportaciones del psicoanálisis en el trabajo
]
con padres de niños con necesidades educativas especiales. Ponencia presentada en
ón
el XIX Coloquio de Investigación, UNAM, FES Iztacala, México.
Alcaraz, G. J.R., (2010, Agosto), La historia de vida como una herramienta para el psicólo-
go en el trabajo con madres de niños con necesidades educativas especiales. Ponencia
presentada en el XXIX Coloquio de Investigación. México: UNAM- FES Iztacala.
Araiza, P. E., (2012), Co-construcción del juego Gestalt. Aplicación del enfoque gestalt
i
para el trabajo grupal en espacios extraconsultorio. Tesis de Maestría. México: IHPG.
vis
Ávila, A. J., Aguilera, C. M.G., Dorantes, G. M. A., Alcaraz, G. J.R., (2005, Agosto-sep-
tiembre), El trabajo psicoterapéutico de la culpa que padecen las madres de niños con
necesidades educativas especiales. Ponencia presentada en el XXIV coloquio de in-
vestigación. México: UNAM- FES Iztacala.
Humphrey, N. (1995), Una historia de la mente. La evolución y el nacimiento de la concien-
cia. España: Gedisa.
re
Fuentes consultadas
Aguilera, C. G., (2008), La metaobservación desde la metapsicología de contextos, en
López, R. S. (coordinador), Reflexiones para la formación del psicólogo. México:
UNAM-FES Iztacala.
Alcaraz, G. J. R., (2012), Metapsicología para principiantes. En López, R. S. (coordina-
dor), Una formación metodológica en psicología, México: UNAM-FES Iztacala
Alcaraz, G. J. R., (2011), Metaobservación y estilo de vida, en López, R. S. (coordina-
dor), Estrategias metodológicas para la formación del psicólogo. México: UNAM-FES
Iztacala.
Bartolomé, M. A., (2006), Gente de costumbre y gente de razón. Las identidades étnicas
en México. México: Siglo XXI.
English, H. B. & English. A. Ch., (1977), Diccionario de psicología y psicoanálisis. Buenos
]
Aires: Paidós.
ón
Estrada, L. E., (2008, Noviembre), Medicina natural, la medicina del Siglo XXI. Ponencia
presentada en el VI Congreso latinoamericano de medicina natural y tradicional.
México.
Morin, E., (2002), La cabeza bien puesta. Repensar la reforma reformar el pensamiento.
Bases para una reforma educativa. Buenos Aires: Nueva Visión.
i
Orozco, A., G. A., (2008), La visión de la psicología desde la metapsicología de contex-
vis
tos. En López, R. S., (coordinador), Reflexiones para la formación del psicólogo.
México: UNAM–FES Iztacala.
Rosete, S. C., (2008), Construcción multidimensional del cuerpo. Una aportación desde
la metapsicología de contextos. En López, R. S., (coordinador), Reflexiones para la
formación del psicólogo. México: UNAM-FES Iztacala.
re
]
ón
Miguel Ángel Chávez Rueda*
Resumen
i
vis
La adicción de un integrante de la familia es leída en este artículo
desde la propuesta de la Terapia Gestalt. Se abordan los procesos y
aspectos susceptibles para hacer un abordaje teórico y de trabajo. A
lo largo de estas reflexiones se subrayan elementos del conjunto
familiar que forman parte de esta situación y sus respectivas ex-
re
Introducción
hablo sobre los factores que pueden facilitar una adicción ni de otorgar
un método que garantice que no suceda, sino solamente poner en el
papel algunas de las herramientas que me han facilitado apoyar el
proceso terapéutico de la pareja en esta situación; hablar de las emo-
ciones más presentes y las formas de control y manipulación de los
miembros involucrados, así como las interrupciones en el ciclo de la
experiencia.
Lo que a continuación escribo es tomado del entendimiento de la
terapia gestalt y, estudios de psicopatología y también desde el estu-
dio del Programa de Doce Pasos de AA y NA, trabajo con grupos y
varios libros sobre adicciones y codependencia. Es un conjunto de
]
ideas, reflexiones y retroalimentaciones que me son útiles y he ido in-
ón
corporando a mi práctica profesional.
]
Cuando un hijo se encuentra en esta situación adictiva, la pareja
ón
repentinamente sufre muchos ajustes, nunca sabe lo que le espera, la
dinámica familiar cambia por completo volviéndose la adicción el tema
principal, el proceso personal es vivido como un duelo, existe la pérdi-
da de individualidad, desde la negación, culpabilidad, enojo, tristeza,
i
hasta llegar a la aceptación, sin que ésta implique que el problema ha
vis
sido solucionado, es aquí donde la pareja, en muchos casos, se volverá
a encontrar. Esta sensación es similar al fenómeno comúnmente cono-
cido como el de nido vacío, cuando los hijos se van y los miembros de
la pareja vuelven a quedarse solamente ellos, aunque en muchos casos,
re
]
salud de la familia. Se trata de controlar todos los aspectos de la vida
ón
del hijo adicto y aquí usamos el control disfrazado de miedo para ma-
nipular.
La culpa y el miedo, se convierten en la principal forma de mani-
pulación del adicto, ya que es muy difícil decirle que “no” a alguien
i
cuando el pensamiento principal es que de hacerlo pueda morir. La
vis
pareja siempre teme le puede pasar lo peor a su hijo, aquí está presen-
te, la lástima, otra forma que utiliza el hijo para manipular, viviéndose
en una constante lucha en contra de la depresión.
Sinay nos dice “la aceptación me libera de la tentación de cambiar
re
El descubrimiento de la adicción,
¿un duelo o un juego?
]
enfrenta a una nueva realidad, hasta antes desconocida para muchos,
ón
es una sorpresa que rompe cualquier patrón o esquema de rigidez y
fijación, esta situación los vuelve a la novedad, los obliga a ser espontá-
neos. Como terapeutas gestálticos el apoyo en esta etapa es fundamen-
tal para no rigidizar conductas y fomentar límites que en un proceso de
i
recuperación, apoyen a la persona a recobrar la sobriedad y prever una
vis
posible recaída.
La pareja pasa por las diferentes etapas del duelo:
1. Negación y aislamiento. Se viven con vergüenza que las demás
personas y familiares se enteren, se viven con culpa de ser ellos
re
los responsables.
2. Enojo e Ira. El dolor que les causa la frustración de no poder
controlar la situación les causa mucho enojo con su hijo, descar-
gan mucho enojo entre ellos culpándose mutuamente.
3. Negociación. Esta etapa necesita de muchos límites, negociar
[2a
]
tas tenemos que entender que la adicción nos enfrenta a un periodo
ón
de crisis y que no todas las crisis terminan en desamor.
Ésta es una oportunidad de perder o de ganar, con base a la terapia
Gestalt se puede crear algo nuevo, se puede aprovechar y darle un nue-
vo ajuste a la relación, de esta manera, favorecer el desarrollo personal.
i
vis
La vivencia de la pareja desde los ojos del hijo
con problemas de adicción.
El hijo ve a sus padres con recelo, con esta falta de confianza y te-
mor, se siente culpable por todos los problemas existentes, cree erró-
neamente ser la causa de la fracturación en la familia y principalmente
en la pareja. Esto le crea más expectativas de las que ya tiene, un peso
adicional. Además de tener que lidiar con su frustración de querer dejar
de consumir y no poder dejar de hacerlo, de no entender que no sólo
es fuerza de voluntad, tiene que tratar de hacer sentir bien a sus pa-
dres, se hace responsable de los sentimientos de éstos por ser quien
falló y por lo tanto tendrá que volver a reajustarse.
Los límites que le son impuestos en este momento por sus pa-
dres, son percibidos como reglas que refuerzan su baja confianza en
que él es capaz de solucionar su problema de adicción, de aquí la
necesidad como terapeutas de ser claros, firmes, modelar límites
afectuosamente.
]
ón
Contacto pleno Vivencia con la sustancia y sus efectos
etapa, es saber que les importa, escuchar que lo aman y que cuando él
esté listo para pedir y recibir ayuda, estarán ahí, el hijo quiere creer y
convencerse de que aun a pesar de todo se puede estar bien.
El control que ejercen sobre el hijo enfermo, solo favorece que
se continúe con la inmadurez, generalmente se piensa que si el hijo
llega a sentirse muy mal consigo mismo, llegará a “tocar fondo”, llegará
a cambiar y sucede justamente lo contrario, le quitan la posibilidad de
ser responsable de sus decisiones y le dan la oportunidad de culparlos
a ellos por los resultados obtenidos.
Como profesional sé que cada vez que se supera un reto, crecemos,
que así como el hijo se refugiaba en la sustancia, como método de eva-
sión, sé que los padres se refugian en él y que cuando evitan que vivan
las consecuencias de sus actos, también le quitan la oportunidad de
]
der a la crisis sin apresurarse a resolverle todo, se concentran en su
bienestar, en sus sentimientos y no en los del hijo. Este distanciamien-
ón
to no es fácil, comienza con el simple reconocimiento de que la lucha
del hijo y sus problemas no son o les pertenecen a ellos, solo pueden
ofrecerle apoyo, cariño y amor.
i
“Si no puedo responder por mis actos, no debo cuestionar los tuyos. Si lo que me
vis
haces está antes de lo que me hago, no soy el timonel de mis actos. Si elijo por ti
no soy culpable, si eliges por mí no eres culpable.” (Sinay, 2004, p.67)
con que el hijo la deje, lograrán tener aceptación, viene el cambio y con
ello el perdón, pero antes se tiene que reconocer que también dentro
de la pareja se vive la ira y la depresión, la frustración, la tristeza, la
negación, etcétera.
Otro tema importante a tratar es el de los límites, los que existen
[2a
entre los padres, y los existentes entre los padres y el hijo, se nece-
sita aprender a establecer estos límites con dignidad, de manera que
sean firmes y al mismo tiempo ser sensibles con el hijo. La mejor for-
ma de comunicarse como pareja, es cuando pueden decirle claramente
“me duele cuando tú…”
Como dice Krishnananda “Recuperar el respeto propio a través de
mantener nuestros límites y nuestra integridad y aprender a ser más
considerados, afectuosos y bondadosos. Al hacernos más conscientes
de nuestros propios límites, nos hacemos más conscientes de los de-
más.” (2003, p.283)
Para que se logre esto, se tiene que negociar, realizar ese contrato
explícito o implícito, que temen hablar, más aún cuando las acciones
del hijo han lastimado a sus figuras significativas, en este caso, sus pa-
dres, este contrato que también los responsabilizaría.
Conclusiones
]
más fuertes y sabios, podemos aprender algunas lecciones, como vivir
ón
nuestra propia vida lo mejor que podemos y permitir que otros hagan
lo mismo, ¿no es esto nuestro ajuste creativo?
Regularmente la pareja llega a terapia y de lo único que hablan es
de su hijo, esto confirma que la adicción no es el problema, sino el sín-
i
toma dentro de un entorno, lo que es recomendable en la práctica
vis
profesional es explorar cómo le es funcional este síntoma, con que ga-
nancias se cuenta, tomar en cuenta que sí, por un lado la terapia Gestalt
trata de flexibilizar la conducta, el impedir exista consumo, ¿no es ya
estar rigidizándola?
re
en apoyar el darse cuenta que hacen para evadirse del momento vol-
cándose sobre el adicto y entrar en contacto con los sentimientos que
existen en el fondo.
La adicción desde nuestro punto de vista es un intento por re-
solver el conflicto entre la auto-expresión y la desensibilización,
ayuda a la descarga emocional, libera de tensiones, pero el sentimiento
de indignidad y autoconciencia se desensibiliza solo temporalmente.
Apoyarnos en lo que comenta Zinker acerca de la teoría sistémica,
el ciclo interactivo y la terapia Gestalt sobre crear totalidades más que
tomar cosas y reducirlas a unidades pequeñas, y el enfocarnos al pro-
ceso del sistema más que al contenido.
El tema de las adicciones y su tratamiento es muy complejo, aún no
hay nada que provoque que una persona, después de presentar todos
los síntomas y signos de la adicción al alcohol y otras drogas, pueda
]
ón
Referencias
Beattie M. (2006). Ya no seas codependiente. México: Promexa.
Conyers B. (2006). La adicción en la familia. México: Promexa.
Delacroix. Jean-Marie. (2009). El tonel de las Danaides. Figura y Fondo, 55 -70. IHPG.
i
Filliozat I. (1998). El corazón tiene sus razones. Conocer el lenguaje de las emociones.
vis
Barcelona: Urano.
Greenberg S., Paivio S. (2000). Trabajar con las emociones en Psicoterapia. España: Paidós
Kalina E. (2000). Adicciones. Aportes para la clínica y la terapéutica. Buenos Aires:
Paidós.
Krishnananda. (2003). De la Codependencia a la Libertad. Madrid: Gulabb.
re
]
y terapeutas
ón
que mantienen relaciones sexuales
con sus pacientes/clientes
i María Teresa Díaz Ramos*
vis
La presente colaboración pretende hacer una primera aproxi-
mación y revisión de lo que dictan algunos de los códigos de ética
re
]
con clientes/pacientes actuales. Los psicólogos no finalizan la terapia para eludir
ón
esta norma.
10.07 Terapia con parejas sexuales anteriores
Los psicólogos no aceptan como clientes/pacientes de terapia, a personas con
las cuales han tenido intimidad sexual.
10.08 Intimidad sexual con ex clientes/ex pacientes
i
a. Los psicólogos no se involucran en intimidad sexual con ex clientes/ex pa-
vis
cientes durante al menos dos años después de la interrupción o finalización de la
terapia. Los psicólogos no se involucran en intimidad sexual con ex clientes/ex
pacientes aún después de un intervalo de dos años.
b. Los psicólogos no se involucran en intimidad sexual con ex pacientes/ex
clientes aun después de un intervalo de dos años salvo en circunstancias excepcio-
re
nales. Los psicólogos que se involucren en tal actividad, después de dos años de la
interrupción o finalización de la terapia y no hayan tenido ningún contacto sexual
con el ex cliente/ex paciente, tiene la obligación de demostrar que no ha habido
explotación a la luz de todos los factores pertinentes, que se enlistan:
1) El lapso de tiempo transcurrido desde la finalización de la terapia;
[2a
]
las transgresiones sexuales es, el caso de terapeutas hombres
ón
hasta del 7 al 10% y en el caso de terapeutas mujeres del 1 al
3%. Los estudios, basados en auto reportes anónimos, indican
que la mitad de los hombres que abusan de sus pacientes, reinci-
de. (Eva-Condemarín, 2001).
i
–– Como observamos, esta situación dista mucho de lo que debiera
vis
ser… Pero ¿cuáles son las consecuencias de ello? En el 90% de
los casos (Eva-Condemarín, 2001) hay secuelas importantes pos-
teriores y derivadas del o de los eventos, entre otras razones, el
paciente se siente francamente traicionado y de acuerdo con
ello, es verdaderamente complicado la recuperación del mismo y
re
]
cian una acción adicional acorde con la situación. Tal acción
ón
podría incluir la derivación a los comités estatales o nacio-
nales de ética profesional, a las juntas estatales de matricu-
lación, a las autoridades institucionales adecuadas. Esta
norma no rige cuando la intervención pudiera violar dere-
i
chos de confidencialidad o cuando los psicólogos han sido
vis
contratados para realizar el trabajo de otro psicólogo cuya
conducta profesional está cuestionada.
Referencias
American Psychological Association (2010), Principios éticos de los psicólogos y código
de conductas, Enmienda, 2010.
Eva-Condemarín P. (2001), Sexual Transgression in the Doctor-Patient Relationship,
Revista Chilena de Neuro-Psiquiatría; 39 (4), p. 329-344
]
i ón
vis
re
[2a
]
ón
Tengo la fortuna de impartir la cátedra de Temas Selectos III y IV en
la Maestría en Gestalt, en el Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt
(IHPG), tanto en las sedes Coyoacán como en Lomas Verdes. En esta
i
materia se lee el libro de Perls, Hefferline y Goodman (PHG) Terapia
vis
Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad human (2006) y para
mí es una experiencia maravillosa, porque no solo es leerlo, sino tratar
de “masticar” con mis alumnos los conceptos que ahí se describen;
entrar al mundo de la Psicoterapia Gestalt de la década de los 50 de la
re
]
sobre este personaje de nuestra historia gestáltica. Sorpresivamente en
ón
unos minutos me llegó contestación al correo; amorosamente Carmen
me enviaba dos artículos, uno de ella (Vázquez, s/f) y otro publicado
originalmente en la revista Perspectivas: revista trimestral de educa-
ción comparada (Friedenberg, 1993). Me emocioné muchísimo y en
i
cuanto estaba en la comodidad de mi casa, me dispuse a leer estos ar-
vis
tículos. Así llego la noche y me fui a la cama con una sensación de ha-
ber entrado en el túnel del tiempo.
De esta manera fui imaginando cómo podía compartir mi experien-
cia con mis alumnos y colegas de haber conocido un poco más a uno
re
]
porque cuando mi mamá estaba embarazada de mi, papá (que era an-
ón
ticuario), se fugó con su amante a Buenos Aires, dejándonos solo algu-
nos muebles valiosos que empeñar y a mi madre con la carga de todos,
así que ella se puso inmediatamente a trabajar para poder sacar a ade-
lante a sus hijos. Era agente de ventas de ropa para mujer y viajaba
i
mucho. Creo que desde ese momento mi vida empezó a ser diferente
vis
a la mayoría de los niños de esa época.
A mi hermana mayor le gustaba escribir poemas y esas cosas, así
que creo que de ahí también a mí me empezó el gusto por la escritura.
Siempre fui bueno en la escuela, era de esos niños que sacan buenas
re
]
G: ¿Qué es el PHG?
ón
Y: Perdón, es el libro de Terapia Gestalt: Excitación y Crecimiento
de la personalidad humana, le decimos así por sus autores: Perls, He-
fferline y Usted.
G: Siempre me interesó el conocimiento de uno mismo, el análisis.
i
Desde muy joven a veces me sentía diferente a los demás y me hacía
vis
dudar de si estaba del todo cuerdo, así que empecé a leer a Freud, Kir-
kegaard, Buber, Kafka, Reich, al que conocí personalmente, incluso por
un momento pensé en la posibilidad de analizarme con él, tambien
hice analisis con Alexander Lowen. En 1946, cuando los Perls estaban
re
]
intervenciones que a partir de esa parte del libro, los terapeutas gestál-
ón
ticos hacen a veces. Lo mío era más una gana de no simplificar la com-
plejidad humana, sino hablar de la manera en como entramos en inte-
racción con el entorno y, al mismo tiempo, somos parte de él. En una
fusión temporal pero continuada que nos construye a ambos.
i
Después de esto creo que fui un poco terapeuta; me encantaban los
vis
grupos y la puesta en práctica de lo que había escrito para el PHG,
como tú lo llamas, también me dediqué a la formación de terapeutas.
Cuando cambiaron las condiciones legales para ejercer la psicoterapia,
regrese a mi pasión: La pedagogía, la escritura de poesía, teatro, nove-
re
]
no era Nueva York: era el Distrito Federal a las 6:00 a.m. y recordé que
ón
todo había sido un maravilloso sueño y que Paul Goodman murió el 2
agosto de 1972 de un ataque cardiaco a los 61 años de edad, cuando
yo tenía 6 años y mi hermano Óscar acabada de nacer.
Volví a pensar en Paul Goodman, en las enseñanzas que nos dejó
i
en diferentes áreas, pero sobre todo había algo que resonaba en mí, su
vis
sentido de comunidad, la importancia de lo social, recordé a Vázquez:
“Nuestros fundadores, especialmente Goodman, atribuían como
parte de los males que afligían a la humanidad, al alejamiento de los
sentidos y el olvido de nuestra esencia animal social que ha traído
re
Referencias
Anarchy Archives. (s/f) Paul Goodman. Annotated Bibliography. http://dwardmac.pit-
zer.edu/Anarchist_Archives/bright/goodman/biblio.html
Espejo, R. (2009) Desarrollo humano y participación comunitaria: algunas reflexiones
desde el enfoque gestáltico de Paul Goodman. Revista de la Universidad Bolivari-
ana, Vol. 8 No. 23 pp. 43-62.
Fridemberg, E.Z. (1993). Paul Goodman (1911-1972). Perspectivas Vol. xxiii No. 3-4 pp.
609-631
Goodman, P. (1970). La comunidad de los estudiantes. Buenos Aires: Proyección.
]
mundo recuperado de http://www.psicomundo.org/perls/paulgoodman.htm
i ón
vis
re
[2a
]
Leticia Morales Herrera*
ón
Laura de la Torre González**
]
i ón
vis
re
Dejando huella
]
que sucede en el aula en el día a día. Esto conduce naturalmente a
ón
cuestionarse ¿Cómo avivar la vida académica? ¿Cómo involucrar a los
maestros en procesos de autocrítica y reflexión sobre su práctica? ¿Qué
hacer para romper la inercia de las prácticas docentes rutinarias?
Al respecto, no existe una respuesta única y absoluta, dado que es
una problemática que puede abordarse desde distintas miradas, por
i
vis
consiguiente, lo que se pretende es presentar una propuesta basada en
formas de organización que genere procesos de actualización y apren-
dizaje entre los distintos actores educativos que participan en la forma-
ción de psicoterapeutas.
re
]
Instituto y promover encuentros docentes para la reflexión sobre la
ón
práctica docente. De ahí que se eleven las oportunidades de aprendiza-
je de los profesores que fortalezcan eventualmente la instalación de
prácticas de trabajo colegiado. La apuesta está en el trabajo colegiado
que derive en visiones colectivas sobre la tarea docente, de manera tal,
i
que los esfuerzos emprendidos en las tareas particulares, por especiali-
vis
dad y semestre, contribuyan a la mejora del Instituto y al logro del
perfil de egreso. Se trata de que se consiga transformar paulatinamente
sus formas de gestión, aprender de sus propias experiencias, desarro-
llar un sentido crítico, reflexivo y avanzar hacia una cultura más autó-
noma en la atención y resolución de las demandas de su población es-
re
tudiantil.
Por consiguiente, la asesoría tendrá que preocuparse, con la misma
importancia e interés, de los procesos de mejora de la enseñanza. El
acompañamiento y orientación en el aula resulta imprescindible, abrir
[2a
]
• Dejar atrás la idea del especialista que aporta las rutas a seguir,
ón
por el contrario, se propone involucrar a todos los actores educa-
tivos en la transformación del Instituto donde los maestros se
conviertan en sujetos activos y responsables de su proceso de
actualización profesional.
i
• Reconocer que una enseñanza innovadora implica aprender
vis
nuevas ideas y formas de hacer, sustentada en una concepción
del docente como profesional reflexivo que comparte sus cono-
cimientos, sus dudas, sus problemáticas en su contexto natural
de trabajo.
• Transformar el Instituto en un espacio de reflexión, donde los
re
]
c) Que en la escuela existan normas acordadas entre los profesores
y el personal directivo y, en la medida de lo posible, con los
ón
alumnos que establezcan claramente los derechos, las responsa-
bilidades y las obligaciones de todos los que conviven ella, así
como las conductas permitidas y las prohibidas.
i
Cabe reconocer, que este es un proceso complejo, que conlleva de
vis
suyo, la conjugación de la dimensión individual y la dimensión colecti-
va, por consiguiente, no depende exclusivamente de la disposición y
buena voluntad de los profesores, sino también de apoyos educativos
internos y externos dirigidos a gestionar la participación de agentes
externos, a desarrollar formas eficientes de uso de los recurso huma-
re
Referencias
[2a
Bonilla, O., Guerrero, C. y Santillán, M.V. (2009) Supervisión y asesoría para la mejora
educativa. Orientaciones para fortalecer la gestión escolar. México: SEP
Fullan, M, y Hargreaves., A. (2000) La escuela que queremos: Los objetivos por los que
vale la pena luchar. México: SEP
Fullan, Michael (2003) Las fuerzas del cambio. Explorando las profundidades de la
Reforma Educativa. Madrid, España: Ed. Akal.
Guerrero, C. (2006) Orientaciones técnicas para el fortalecimiento de la acción acadé-
mica de la supervisión. México: SEP
Pozner, P. (2006) Prioridades estratégicas en tiempos de cambio” en La supervisión en
la educación básica para impulsar la mejora continua. México: AFSEDF-OEI.
Tapía, G. y Zorrilla, M. (2002) Antecedentes de la supervisión escolar en México. Méxi-
co: INEE
Silva, A. (2006) “El Programa Anual de Trabajo. Una herramienta en la mejora de la
organización del sector escolar” en Diálogos entre directivos II, de la reflexión a
la sistematización de la mejora educativa. México: AFSEDF- OEI.
]
Juan Carlos González Gutiérrez
ón
Gabriela Rodríguez López*
Introducción
i
vis
Con un poco de sorpresa por la invitación y mucha expectativa
algunos estudiantes de la maestría en Educación Humanista asistimos
al 3° Círculo de Rogers. En este espacio pudimos empaparnos de la
pluralidad de reflexiones en torno a Rogers y, sobre todo, de la sinto-
nía en búsquedas educativas.
re
]
al estudiante, olvidando que es imperativo acompañarlo en el proceso
ón
para que de esta manera, podamos mediar evitando evaluaciones
centradas en la estima y haciendo énfasis en su crecimiento.
El modelaje
i
vis
El facilitador debe ser modelo de las actitudes rogerianas. Esto nos
pareció fundamental. En este rubro pudimos compartir experiencias
que fueron desde anécdotas hasta criterios que han hecho de las cla-
ses humanistas un acierto para generar una imagen coherente, empá-
tica y aceptante.
re
Conflicto
]
ón
1. La relación; como algo que debe ser nutrida y atendida dentro del
aula. Pues es fundamental en la comunicación de las actitudes.
2. La incertidumbre (y/o conflicto); como oportunidad para ser
mediación y modelar las actitudes rogerianas. En especial mo-
delar la empatía.
i
vis
3. Responsabilización; como clave para que el estudiante se apro-
pie de la enseñanza y responda a sí mismo y los otros.
4. Modelaje Evaluativo; (neologismo dentro de la sesión). Generar
un modelaje para que el otro se evalúe desde el crecimiento
personal.
re
Conclusiones