(LECTURA) Compendio de Las Obligaciones - Mario Castillo Freyre y Felipe Osterling
(LECTURA) Compendio de Las Obligaciones - Mario Castillo Freyre y Felipe Osterling
(LECTURA) Compendio de Las Obligaciones - Mario Castillo Freyre y Felipe Osterling
TÍTULO I
OBLIGACIONES DE DAR
meramente dispositiva, lo que implica que puede ser excluida por los
contratantes si así lo preieren. En ejercicio de su autonomía privada,
ellos podrían colocar el riesgo con cargo al acreedor, decidiendo que
éste se hallará sujeto a cumplir con su propia obligación, aunque un
caso fortuito o de fuerza mayor le impida a la otra parte cumplir con la
suya, o, incluso, compartiendo los riesgos entre acreedor y deudor.
Siguiendo con nuestro análisis del inciso quinto del artículo 1138
del Código Civil, vamos a utilizar dos ejemplos para ilustrar el principio
en él contenido:
(a) Un deudor debe a su acreedor un automóvil, por el cual este
último le va a pagar la cantidad de 16,000 nuevos soles. Si antes de la
entrega el bien se pierde por un acto en el cual no hubiese mediado
culpa alguna de los contratantes (por ejemplo, un atentado terrorista),
el deudor sufrirá la pérdida del bien, entendiéndose que su obligación
queda resuelta y que el acreedor nada le va a pagar.
Pero aquí queremos plantear un tema adicional; el de la transfe-
rencia de propiedad.
En este ejemplo, por ser un bien mueble el objeto de la prestación,
será el deudor quien sufra su pérdida, no en su calidad de deudor, sino
como propietario del mismo (ya que en virtud del artículo 947 del Có-
digo Civil, la propiedad mueble se transiere con la entrega del bien),
y además, sufrirá la pérdida de la contraprestación, ya que el acreedor
nada le pagará.
(b) Si tomando en cuenta la misma estructura del ejemplo ante-
rior, el objeto de la prestación del deudor de bien cierto no fuera un
automóvil, sino una casa, y dicha casa se destruyese (esta vez, por un
terremoto), la pérdida como dueño no la soportaría el deudor, sino el
acreedor, pues aunque no le ha sido todavía entregado el bien, ya sería
propietario del mismo, debido a que el artículo 949 del Código Civil
establece que la propiedad inmueble se transiere con la sola obliga-
ción de enajenar. Pero en este caso, el riesgo de la contraprestación, de
acuerdo al principio contenido en el inciso quinto del artículo 1138 del
Código Civil, lo asumiría el deudor, al no recibir nada a cambio por
parte del acreedor.
En este caso, el acreedor nada deberá pagar, pero el bien ya habría
sido suyo al momento en que se destruyó sin culpa de las partes.
168 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
83
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario de la Lengua Española. Madrid: Espasa Calpe,
2002, 22.ª edición, tomo 2, p. 242.
178 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
TÍTULO II
OBLIGACIONES DE HACER
1. cOnsideraciOnes generales
La palabra «hacer», de acuerdo con la Real Academia Española,84
tiene varias acepciones. Las que revisten interés para el Derecho de
Obligaciones son las siguientes:
(a) Producir algo, darle el primer ser;
(b) Fabricar, formar algo dándole la forma, norma y trazo que
debe tener; y
(c) Ejecutar, poner por obra una acción o trabajo.
Considerando las tres acepciones del término «hacer» que hemos
recogido en líneas anteriores, podemos orientarnos en dos grandes
sentidos:
(a) Hacer implica producir una cosa (o mejor dicho un bien, dentro
de la terminología utilizada por el Código Civil y el Derecho moderno).
Ese bien podrá ser tanto material como inmaterial.
(b) Hacer implica ejecutar alguna acción o trabajo.
Pues bien, en Derecho de Obligaciones, las obligaciones de hacer
constituyen el segundo rubro clasiicatorio de las obligaciones según
su objeto.
84
real academia españOla. Diccionario de la Lengua Española. Madrid: Espasa
Calpe, 2002, 22.ª edición, tomo 6, p. 802.
190 Felipe Osterling parOdi / mariO castillO Freyre
TÍTULO III
OBLIGACIONES DE NO HACER
1. CONSIDERACIONES GENERALES
El Código Civil, al igual que cuando trata acerca de las obli-
gaciones de dar y de hacer, no deine a la obligación de no hacer.
Sin embargo, intentaremos esbozar algunos planteamientos sobre el
particular.
Se opina comúnmente que una obligación de no hacer es todo lo
contrario a una obligación de hacer. Por nuestra parte, consideramos
que una obligación de no hacer es todo lo contrario a las obligaciones
de dar y de hacer.
Por las obligaciones de no hacer una persona se compromete a una
abstención, vale decir, a no hacer algo, y ese no hacer algo compren-
de también el no dar. Tan obligación de no hacer es una de no hacer
propiamente dicha, como podría ser no ir a un determinado lugar en
una determinada fecha, como lo sería el comprometerse a no dar un
determinado bien a una determinada persona. No obstante que esta
última obligación implicaría un no dar, consideramos que este no dar
es, al igual que el no hacer, una de las posibilidades que plantean las
obligaciones de no hacer.
Las obligaciones de no hacer implican, dentro de los tres rubros
de las obligaciones según su objeto, tal vez la categoría menos común.
Es obvio que resulta más frecuente obligarnos a dar algo o a hacer algo
que a no dar o a no hacer algo.
212 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
3. INDEMNIzACIÓN
Al igual que para los supuestos de inejecución de obligaciones
previstos para las obligaciones de dar y de hacer, el artículo 1159 del
Código Civil dispone en el caso de las obligaciones de no hacer que se
inejecuten por culpa del deudor, que también corresponderá al acree-
dor el derecho a exigir el pago de la correspondiente indemnización de
daños y perjuicios:
Artículo 1159.- «En los casos previstos por el artículo 1158, el
acreedor también tiene derecho a exigir el pago de la correspon-
diente indemnización de daños y perjuicios».
OBLIGACIONES DE NO HACER 215
Título IV
OBLIGACIONES ALTERNATIVAS Y FACULTATIVAS
2. OBLIGACIONES CONJUNTIVAS
En primer lugar, señalamos que no todos los autores aceptan esta
clase de obligaciones, a pesar de que resulta inmensamente mayoritario
el grupo de quienes las adoptan.
218 Felipe Osterling parOdi / MariO castillO Freyre
Por nuestra parte, diremos que nos encontramos dentro del sector
de opinión que cree en la existencia de las obligaciones conjuntivas,
regidas por las reglas del Derecho común, al considerar que una obli-
gación de esta naturaleza es aquélla con pluralidad de prestaciones,
de las cuales deben ser ejecutadas todas ellas. El codiicador nacional,
al igual que los de la mayoría de países de nuestra tradición jurídica,
ha estimado innecesario regular esa materia, por juzgar que dada su
estructura, es de fácil solución con las normas de las obligaciones según
su objeto.
Debemos precisar, además, que la pluralidad de prestaciones que
presenten este tipo de obligaciones, no tendrán necesariamente que ser
de la misma naturaleza; ellas pueden ser, indistintamente, de dar, de
hacer y de no hacer.
Uno de los coautores de estas páginas, al elaborar el anteproyec-
to del libro de Derecho de Obligaciones para el que más tarde sería
el Código Civil de 1984, intentó consignar algunas normas sobre las
obligaciones conjuntivas; pero existían tantos supuestos de hecho —a
todos los que se encontraba solución a través de diversas normas pro-
pias del Derecho de Obligaciones—, que optó por no incorporarlas en
el referido anteproyecto. Por lo demás, ni en el seno de la Comisión
encargada del Estudio y Revisión del Código Civil, ni luego, en el de la
Comisión Revisora, hubo planteamiento alguno en el sentido de regular
este tipo de obligaciones.
Sin embargo, creemos conveniente, en este punto de nuestro traba-
jo, formular ciertas consideraciones sobre las obligaciones conjuntivas,
que resulten ilustrativas sobre la aplicación concreta de los principios
de Derecho común a los que nos hemos referido.
Debemos, no obstante, prevenir al lector, en el sentido de que los
análisis que siguen a estas líneas constituyen una elaboración lógica
acerca de cuál es el tratamiento que conceptualmente consideramos
que deben tener las obligaciones conjuntivas, el mismo que se deduce
de los principios mencionados.
El obligado conjuntivamente a diversas prestaciones debe cum-
plir por completo todas ellas. Esto es lo que se conoce en doctrina
como el principio de indivisibilidad del pago de las obligaciones
conjuntivas.
ObligaciOnes alternativas y Facultativas 219
3. ObligaciOnes alternativas
3.1. Noción
El artículo 1161 del Código Civil Peruano de 1984 ensaya una
deinición de las obligaciones alternativas:
Artículo 1161.- «El obligado alternativamente a diversas presta-
ciones, sólo debe cumplir por completo una de ellas».
La obligación alternativa es aquella de objeto plural, esto es de
dos o más prestaciones, por la cual el deudor se encuentra obligado a
la ejecución completa de solamente alguna de ellas. En la obligación
alternativa todas las prestaciones se encuentran in obligatione, lo que
equivale a decir que todas ellas son prestaciones principales; ninguna
de ellas es accesoria o secundaria. Las obligaciones alternativas, tanto
como las facultativas, son obligaciones disyuntivas o disjuntas, dado
que sólo tiene que ejecutarse una prestación, a diferencia de las obliga-
ciones conjuntivas (o conjuntas), en las que se tienen que cumplir todas
las prestaciones convenidas.
Se entiende, de acuerdo al principio establecido por el artículo
1161, que el deudor solamente deberá ejecutar una de las prestaciones
alternativas, pero la prestación que cumpla deberá realizarla íntegra-
mente. No podrá el deudor ejecutar parte de una prestación y parte
de otra. De lo que acaba de enunciarse se deduce la naturaleza de la
obligación alternativa.
En la obligación alternativa, la parte que goce del derecho de elección,
ya se trate del deudor o del acreedor, puede hacerlo libremente por cual-
quiera de las prestaciones objeto de la obligación. Respecto de este punto,
222 Felipe Osterling parOdi / MariO castillO Freyre
Cabe aquí aclarar que las obligaciones con cláusula penal tienen las
siguientes diferencias con las obligaciones alternativas:
(a) La obligación alternativa comprende dos o más prestaciones
y el deudor se libera cumpliendo una de ellas, elegida por él, por el
acreedor, por un tercero o por el juez (artículos 1161 y siguientes del
Código Civil).
La obligación con cláusula penal comprende una sola prestación y
ésta sólo se debe en caso de incumplimiento. Cuando la cláusula penal
se ha pactado para el caso de mora o en seguridad de un pacto deter-
minado, entonces, también a diferencia de la obligación alternativa, se
deben ambas prestaciones, la principal y la accesoria (artículos 1341 y
1342 del Código Civil).
(b) Si se extingue una de las prestaciones de la obligación alternativa,
se deben las que subsisten y la elección recaerá sobre alguna de éstas (ar-
tículos 1165, inciso 2, y 1166, incisos 2 y 3, del Código Civil Peruano).
Si se extingue la prestación principal sin culpa del deudor, también
se extingue la obligación con cláusula penal.
Una de las características de las obligaciones alternativas es que,
entre las diversas prestaciones, es necesario escoger cuál es la que debe
cumplirse. Las reglas que regulan la elección se encuentran contenidas
entre los artículos 1162 y 1166.
Un tema que amerita ser mencionado cuando se estudian las obli-
gaciones alternativas, es que, en ocasiones, la línea divisoria que separa
una obligación de entregar un bien incierto y una obligación alternativa,
no es tan nítida. Dependerá de cómo se haya pactado la obligación y,
además, del criterio con que se quiera interpretar.
partes no han deinido qué bien se entregará, sino que éste deberá ser
escogido sólo con posterioridad a la celebración del contrato, dentro
de la especie señalada.
Sin embargo, el supuesto del artículo 1162 es totalmente distinto,
pues en él las partes han establecido de antemano en qué consiste cada
una de las prestaciones alternativas objeto de la obligación pactada.
En el caso analizado, las partes han otorgado similar valor, en lo que a
ellas respecta, a cada una de las prestaciones previstas. Aquí resultará
indiferente cuál revestirá mayor valor o calidad entre ellas, pues les han
asignado valor similar a todas.
Adicionalmente, las prestaciones objeto de las mismas podrían
revestir distinta naturaleza (dar, hacer y no hacer), razón por la cual si
persistiésemos en tratar de averiguar la calidad media de las mismas,
nos resultaría imposible hacerlo, además de que ello sería absolutamente
innecesario, por las razones recién expresadas.
Esto no quiere decir que si se tratase de una obligación alternativa
nunca resulte de aplicación el artículo 1143 del Código Civil. Podría ocu-
rrir que en una obligación alternativa la prestación cuyo cumplimiento
se elija sea una de dar bien incierto o indeterminado. En este caso, para
la elección de la prestación en sí, será de aplicación solamente el artículo
1144, en virtud de la norma de remisión contenida en el artículo 1162,
pero en lo relativo a la elección del bien entre los inciertos —para ha-
cerlo cierto— serán de aplicación concurrente los artículos 1143 y 1144,
relativos a las obligaciones de esta naturaleza.
Para inalizar, señalamos que se plantearía un problema si fuese
más de una la persona que tenga que hacer la elección (deudores o
acreedores). En nuestra opinión debería optarse, en este caso, por el
criterio de mayoría absoluta, evitando así hipotéticos entrampamientos
y pérdida de eicacia de los contratos celebrados.
Tal vez la única duda que presenta esta posibilidad sería para el
caso de la herencia, esto es la forma como los herederos del encargado
de la elección de la prestación deben efectuarla. Así, podría sostenerse
que la elección debe hacerse por unanimidad o por mayoría absoluta
de los herederos. Sin embargo, consideramos más acertado el criterio
que plantea la elección por mayoría absoluta, ya que en el Derecho
—y no sólo dentro del Derecho Civil—, por lo general, resulta común
226 Felipe Osterling parOdi / MariO castillO Freyre
4. OBLIGACIONES FACULTATIVAS
4.1. Noción
La obligación facultativa se considera con objeto plural, pero diie-
re sustancialmente de la obligación alternativa. Mientras en esta última
existen dos o más prestaciones in obligatione, en la obligación facultativa
solamente existe una, en tanto que la otra prestación se encuentra in
facultate solutionis, lo que equivale a decir que el deudor sólo debe una
prestación, pero que puede satisfacer su cumplimiento (puede pagar)
con la ejecución de otra prestación distinta.
Conviene, sin embargo, efectuar algunas precisiones. En primer
lugar, debe quedar claro que si bien sólo una prestación se encuentra
in obligatione, eso no quiere decir que la otra prestación (aquella que se
encuentra en facultad de solución) no haya formado parte del pacto o
ObligaciOnes alternativas y Facultativas 241
1. CONSIDERACIONES GENERALES
Debemos recordar que los criterios clasiicatorios de obligaciones
divisibles, indivisibles, mancomunadas y solidarias responden a la exis-
tencia de obligaciones con pluralidad de sujetos, ya sea de deudores,
de acreedores, o de ambos.
Así, estamos en presencia de una obligación con sujeto plural en
los siguientes casos:
• Cuando hay dos o más deudores y dos o más acreedores.
• Cuando hay un solo deudor y dos o más acreedores.
• Cuando hay dos o más deudores y un solo acreedor.
Al tratar sobre las obligaciones divisibles e indivisibles y las
obligaciones mancomunadas y solidarias, el legislador de 1984 ha
optado —al igual que el legislador de 1936— por el sistema acogido
por Códigos importantes del siglo XX, entre ellos el Código Civil
Italiano de 1942.
Las consecuencias jurídicas generadas por las obligaciones divi-
sibles y las obligaciones mancomunadas son idénticas; ambas siguen
el principio de la división de los créditos o, en su caso, de la división
de las deudas. Sin embargo, puesto que tienen origen distinto —las
primeras se determinan por la naturaleza de la prestación; las segun-
das, por la forma de obligarse— y están estrechamente vinculadas a
250 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
TÍTULO V
OBLIGACIONES DIVISIBLES E INDIVISIBLES
1. ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Toda obra de Derecho de Obligaciones, si en algo coincide con
cualquier otra de su género, es en hacer referencia a quien trató de re-
solver por primera vez de manera orgánica el tema de la indivisibilidad
y la divisibilidad en las obligaciones. La nuestra no será la excepción. Se
trata del famoso Carolas Molinaeus, nombre original de quien es más
conocido como Charles Dumoulin.
Dumoulin escribió en el siglo XVI una obra titulada Extricatio
labyrinthi dividui et individui («Desenredo del laberinto de lo diviso e
indiviso»), por la cual se le conoce y que le deparó la fama y notoriedad
que ostenta hoy. Dumoulin, parisino de nacimiento, vivió entre los años
1500 y 1566; fue, junto a Michel de Montaigne, François Rebelais, Pierre
de Ronsard, Joaquim Du Bellay, Jacob Cujas (Cujacius), Denis Godefroy
y Ambroise Paré, uno de los personajes que iluminó la cultura francesa
de dicho siglo.
Dumoulin es considerado como el primer intérprete del Derecho
Francés, siendo llamado en su época «El Príncipe de los Jurisconsultos».
Enemigo del feudalismo, contribuyó a la unidad del Derecho Civil Fran-
cés. Estuvo vinculado a los conlictos religiosos de su tiempo, habiendo
abrazado el Calvinismo y publicado violentos escritos contra Roma
(«Dictamen sobre el hecho del Concilio de Trento»); fue perseguido y
debió abandonar Francia, dedicándose a la enseñanza del Derecho en las
ciudades germánicas. Sus obras más importantes son: Commentariorum
260 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
85
Sobre Dumoulin, puede consultarse la Enciclopedia Espasa, tomo XVIII, Segunda
Parte, p. 2469 —citada por Eduardo B. Busso— y el tomo I de índices Generales
de la Enciclopedia Barsa, p. 171, segunda columna, además del tomo VIII, p. 224,
segunda columna.
86
DEMOLOMBE, C. Traité des Contrats ou des’Obligations Convenio - nelles en Général,1880,
tomo XXVI, p. 438.
87
DEMOLOMBE, C. Op. cit., tomo XXVI, pp. 438 y ss.
OBLIGACIONES DIVISIBLES E INDIVISIBLES 261
88
En la leyenda ateniense, Teseo es el hijo de Egeo, rey de Atenas. Su madre fue Etra,
hija del rey de Trezene. Antes de que naciera, su padre escondió una espada y unas
sandalias bajo una enorme piedra, y le dijo a Etra que si daba a luz un hijo capaz de
levantar la piedra y hacerse de los regalos, lo mandaría secretamente a Atenas.
Cuando Teseo creció pudo levantar la roca fácilmente, y con la espada y sandalias
se encaminó hacia Atenas. Poco después de encontrarse en dicha ciudad, Medea,
que se había desposado con Egeo, se dio cuenta del origen de Teseo y trató de en-
venenarlo. Al desenvainar Teseo su espada, Egeo lo reconoció y lo proclamó como
su hijo y sucesor.
Anualmente Atenas pagaba un tributo de siete jóvenes y siete doncellas al rey Minos,
de Creta, que se entregaban al Minotauro, monstruo mitad toro mitad hombre que
vivía en el laberinto —un ediicio de torcidos corredores y desordenados pasillos—.
Teseo ofreció embarcarse con las víctimas y exterminar al Minotauro. Las velas
negras del barco serían cambiadas por unas de color blanco si salía victorioso.
Al ver a Teseo, la hija de Minos, Ariadna, se enamoró de él. Le regaló una madeja de
hilo que debería emplear para escapar del laberinto. Teseo dio muerte al monstruo
y logró regresar por los sinuosos pasillos siguiendo el hilo. Se dirigió hacia Atenas,
pero olvidó arriar las velas y cambiarlas por blancas. Egeo, creyendo que su hijo
había muerto, se arrojó al mar, que luego se llamó Mar Egeo (ENCICLOPEDIA BARSA,
voz Teseo, tomo XIV, pp. 177b y 178a).
Dumoulin, al comienzo de su famosa obra comparaba expresamente los hilos a
los que hacía mención para el desenredo del laberinto de lo diviso o indiviso, con
aquéllos que Ariadna facilitó a Teseo para escapar del laberinto donde se encontraba
el monstruo.
262 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
sobre esta materia; lo que equivale a decir que el Código Francés recogió
legislativamente los planteamientos de Dumoulin sobre el tema.
En ese sentido, Demolombe89 recuerda que Toullier hizo una
observación muy pertinente: «Se puede dudar, que un hombre que
no conozca ni el tratado de Pothier, ni el de Dumoulin, pueda llegar
a entender los artículos del Código sobre las obligaciones divisibles o
indivisibles; por lo menos, no se teme airmar que llegará a entenderlos
sólo con mucho esfuerzo y trabajo, pues ya se requiere mucho para tal
efecto, aun con la ayuda de Pothier y de Dumoulin»; agrega Toullier que
la explicación que él brinda sobre este tema en los artículos del Código
Francés sólo será, en muchos puntos, la reproducción de la antigua
doctrina; añade que los ejemplos citados para dilucidar esta materia
tan abstracta, en su mayoría los tomará de «estos grandes maestros,
que —en efecto— escogieron excelentes ejemplos […]»; lo que prueba,
a decir de Demolombe, que ni el mismo Toullier entendía sobre lo que
estaba escribiendo.
François Laurent90 trata de explicar por qué Dumoulin decía en
su famosa monografía que consideraba a la materia de las obligaciones
indivisibles como a un laberinto en el que se debía buscar la clave. A
entender de Laurent, en el Digesto hay textos confusos o contradic-
torios que Dumoulin trata de conciliar para deducir de esto algunas
normas, creyendo haber tenido éxito en su empresa, lo que, a entender
de Duranton, demuestra que consideraba indispensable consultar para
estos efectos a los textos romanos, habiendo preferido que Dumoulin
hubiese consultado su profunda lógica, en lugar de haber entrado en
tantas complicaciones.
Para Laurent, toda la labor de Dumoulin fue inútil, empezando
por el hecho de que la teoría que él creía era la de los jurisconsultos ro-
manos, no era la teoría romana. El problema continuó al haber tomado
Pothier a la letra las explicaciones, los razonamientos y las conclusiones
de Dumoulin, sin haber siquiera investigado las pretendidas normas to-
madas del Derecho Romano. El problema se agudizó cuando los autores
del Código Civil Francés hicieron lo mismo, limitándose a presentar en
artículo las enseñanzas de Pothier; por lo que Toullier llega a airmar
89
DEMOLOMBE, C. Op. cit., tomo XXVI, p. 441.
90
LAURENT, François. Op. cit., tomo XVII, pp. 367 y ss.
OBLIGACIONES DIVISIBLES E INDIVISIBLES 263
91
BAUDRY-LACANTINERIE, G. Op. cit., tomo II, p. 134.
92
POTHIER, Robert Joseph. Op. cit., pp. 259 y 260.
264 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
que hasta el primer techo. Agrega Pothier que antes que la construcción
de una casa sea indivisible contractu, es usualmente indivisible obliga-
tione, pues cuando alguien celebra un contrato con un arquitecto para
que le construya una casa, la construcción de la casa, que constituye el
objeto de la obligación, es, por la manera como se ha considerado por
las partes contratantes, algo indivisible.
Según Pothier, en esta construcción, el objeto de la obligación es
la obra misma concluida; no puede, pues, haber casa sin que esté ente-
ramente construida, ya que la forma y la cualidad de la casa no pueden
resultar sino de la construcción de la obra, y no puede haber partes de
una cosa que todavía no existe; de donde Pothier sigue que la obligación
de construir una casa no puede cumplirse sino construyendo la casa
entera, por lo que considera que esta obligación no es susceptible de
cumplirse por partes, tal como lo sostiene Dumoulin.
A entender de Marcadé,93 Dumoulin y Pothier eran demasiado
complejos en varios pasajes de sus obras, y aunque frecuentemente
su complejidad se haya referido a la naturaleza misma del sujeto,
también proviene a veces de sutilezas e incluso de contradicciones
—al menos aparentes—, relativas menos a la naturaleza del sujeto
que a la multiplicidad de detalles inútiles o de ejemplos escogidos
erróneamente, que ellos mismos presentaron. Agrega Marcadé que,
dado este hecho, los intérpretes del Código Napoléon habrían debido
hacer una abstracción de las ideas del trabajo de Dumoulin, para captar
mejor y precisar con más claridad sus explicaciones, las mismas que
dan una perfecta comprensión del articulado que al respecto tiene el
Código Civil Francés.
Se lamenta Marcadé de que los intérpretes del Código Francés
hayan hecho todo lo contrario, ya que desalentados por las diicultades
que presentaron Dumoulin y Pothier, y tomando literalmente una re-
dacción poco exacta en algunas partes para el texto del Código, llegaron
a descubrir que eran ininteligibles no sólo algunos detalles de las obras
de los autores mencionados, sino también las normas fundamentales
de la materia; lo que llevó a Toullier a declarar honestamente que no
93
MARCADÉ, V. Explication Théorique et Pratique du Code Napoléon. París: Librairie de
Jurisprudence De Cotillon, rue Des Grés, 16, près de L’Ècole de Droit, 1852, tomo
IV, pp. 513 y ss.
OBLIGACIONES DIVISIBLES E INDIVISIBLES 265
94
BAUDRY-LACANTINERIE, G. Op. cit., tomo II, pp. 134 y ss.
268 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
95
GIORGI, Giorgio. Op. cit., vol. I, pp. 219 y 220.
270 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
2. PRINCIPIO DE DIVISIBILIDAD
El texto del artículo 1172 es el siguiente:
Artículo 1172.– «Si son varios los acreedores o los deudores de una
prestación divisible y la obligación no es solidaria, cada uno de los
96
PLANIOL, Marcel y Georges RIPERT. Op. cit., Las Obligaciones, Segunda Parte, tomo VII,
pp. 413-416.
272 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
97
MARCADÉ, V. Op. cit., tomo IV, p. 520.
OBLIGACIONES DIVISIBLES E INDIVISIBLES 273
98
DE GÁSPERI, Luis. Op. cit, tomo II, p. 18.
274 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
99
GIORGI, Giorgio. Op. cit., vol. I, p. 254.
278 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
100
GIORGI, Giorgio. Op. cit., vol. I, pp. 255 y 256.
OBLIGACIONES DIVISIBLES E INDIVISIBLES 279
5. OBLIGACIONES INDIVISIBLES
Al igual que en el caso de las obligaciones mancomunadas, el Có-
digo Civil Peruano omite deinir las obligaciones solidarias, metodología
que sí adopta para el caso de las obligaciones indivisibles, a través del
artículo 1175, precepto que establece lo siguiente:
Artículo 1175.– «La obligación es indivisible cuando no resulta
susceptible de división o de cumplimiento parcial por mandato de
la ley, por la naturaleza de la prestación o por el modo en que fue
considerada al constituirse».
La característica fundamental de las obligaciones indivisibles es
que su cumplimiento debe efectuarse de manera integral, no siendo
susceptible de fraccionamiento alguno.
280 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
101
LEÓN BARANDIARÁN, José. Op. cit., tomo II, pp. 116 y 117.
OBLIGACIONES DIVISIBLES E INDIVISIBLES 281
102
LAFAILLE, Héctor. Op. cit., vol. I, tomo VI, p. 205.
103
BUSSO, Eduardo B. Op. cit., tomo IV, pp. 19, 89 y 90.
284 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
No se podría decir que cada uno de los herederos del deudor res-
ponde por el íntegro, pues el patrimonio de cada uno de ellos todavía
no se ha visto integrado por ninguna parte concreta de la masa heredi-
taria. Mientras persista tal estado de indivisión, será la sucesión la que
responda, tal como si el causante todavía estuviese vivo.
Si la sucesión indivisa pagara la deuda a los acreedores, no se
presentaría problema alguno, y en la medida de que no existiesen más
acreedores, los mencionados herederos podrían efectuar la división y
partición de la herencia conforme lo considerasen más conveniente a
sus intereses.
En la eventualidad de que la sucesión indivisa no hubiera honrado
esta deuda o no se hubiese asegurado su pago, los acreedores tendrían
el derecho de oponerse a que se efectúe la división y partición. Ello, en
virtud de lo expresamente establecido por los artículos 875 y 876 del
Código Civil:
Artículo 875.– «El acreedor de la herencia puede oponerse a la par-
tición y al pago o entrega de los legados mientras no se le satisfaga
su deuda o se le asegure el pago.
La oposición se ejerce a través de demanda, o como tercero con
interés en el proceso existente, de ser el caso. Las facultades pro-
cesales dependen de la naturaleza de su derecho.
También puede demandar la tutela preventiva de su derecho todavía
no exigible. Esta pretensión se tramita como proceso abreviado».
104
GIORGI, Giorgio. Op. cit., vol. I, pp. 197 y 198.
292 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
numeral 863 del Código Civil, que establece lo siguiente: «Los créditos
que constituyen parte del activo hereditario, se dividirán entre los herederos
en proporción a la cuota que tienen en la herencia».
Lo que será materia de análisis es si el numeral 863 del Código
Peruano tiene carácter imperativo, cuando dispone que los créditos
que constituyen parte del activo hereditario «se dividirán» entre los
herederos en proporción a la cuota que tienen en la herencia.
En virtud a lo previsto por el artículo 660 del Código Civil Perua-
no, desde el momento de la muerte de una persona se transmite a sus
herederos su patrimonio hereditario, el mismo que está compuesto por
los bienes, derechos y obligaciones (créditos y deudas).
Como es evidente, los herederos pueden aceptar o renunciar a
la herencia. De acuerdo al artículo 672, la aceptación expresa puede
constar en instrumento público o privado y la aceptación tácita se
genera si el heredero entra en posesión de la herencia o practica
otros actos que demuestran de manera indubitable su voluntad de
aceptar.
Dice el artículo 844 del Código Civil que si a la muerte del cau-
sante éste deja varios herederos, cada uno de ellos es copropietario de
los bienes de la herencia, en proporción a la cuota que tenga derecho
a heredar. Pero, a nuestro entender, la norma omite inadvertidamente
hacer referencia a los derechos de crédito y a las deudas que forman
parte de la masa hereditaria. Nos parece evidente que dentro del régi-
men legal peruano la situación de indivisión no sólo se extiende a los
bienes materia de la herencia, sino también a los derechos de crédito y
a las deudas, por inferirse así del citado artículo 660.
De ello se deduce que el estado de indivisión hereditaria a que
alude el artículo 845, hace de aplicación al tema —en lo no previsto
por el Derecho de Sucesiones— las normas relativas a copropiedad,
las que no sólo se reieren a los bienes, sino a todo el patrimonio como
universalidad. Así, mientras subsista el estado de indivisión, seguirá
rigiendo lo previsto por el numeral 851, al disponer que la herencia será
administrada por el albacea o por el apoderado común nombrado por
todos los herederos o por un administrador judicial.
En principio, el estado de indivisión sucesoria no facilita adoptar
decisiones respecto de actos de disposición (para los que se requiere
296 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
105
SALVAT, Raymundo M. Op. cit., tomo II, pp. 47 y 48.
106
LLAMBÍAS, Jorge Joaquín. Op. cit., tomo II-A, p. 517.
304 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
culos 1177 y 1187, los que nos hacen ver que mientras la indivisibilidad
se hereda en esta condición, la obligación solidaria no se hereda en la
misma condición, sino en calidad de mancomunada (ello, naturalmen-
te, con las enormes salvedades naturales de los principios del Derecho
Sucesorio, estudiadas en su oportunidad).
Pero en relación al resto de normas, la situación que legislativa-
mente es solucionada por el segundo párrafo del artículo 1181, en la
práctica ofrece algunos inconvenientes adicionales.
No obstante la bondad del principio contenido en el segundo
párrafo del artículo 1181 del Código Civil, pues él constituye una nor-
ma pertinente, fundada en estrictas razones de certeza y de economía
legislativa, lo consideramos imperfecto.
Luego de efectuar un minucioso análisis de cada una de las reglas
de las obligaciones solidarias, que en virtud de lo dispuesto por el refe-
rido segundo párrafo del artículo 1181 se aplicarían a las obligaciones
en que concurran las calidades de indivisible y solidaria, llegamos a la
siguiente conclusión: No todas las normas de las obligaciones solidarias
son susceptibles de aplicarse al supuesto de una obligación indivisible
y solidaria, ya que en dichos casos, por la naturaleza indivisible de la
prestación, lo propio sería regularlas por los preceptos de la indivisi-
bilidad.
Así vemos que el artículo 1187, norma propia de la solidaridad, no
rige cuando una obligación es a la vez indivisible y solidaria; ya que en
este caso, en virtud de lo dispuesto por el segundo párrafo del artículo
1181, va implícito que al aplicarse el numeral 1177, se deja de lado al
artículo 1187; pero ello no se señala con claridad suiciente. Aunque este
principio jurídico, sin duda, es absolutamente idóneo.
No sucede lo mismo con relación al artículo 1189, referido a la po-
sibilidad de que uno de los codeudores practique con el acreedor común
una novación, una compensación, una condonación o una transacción,
respecto de la obligación, pero limitándose a la parte de dicho codeu-
dor. Como regla propia de la solidaridad, no sería posible aplicarla a
las obligaciones de prestación indivisible, pues dichos actos no pueden
negociarse parcialmente, dada la naturaleza de la prestación.
Lo propio ocurre con el segundo párrafo del artículo 1190, norma
de solidaridad activa, cuando se ubica en el supuesto de que tales actos
312 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
TÍTULO VI
OBLIGACIONES MANCOMUNADAS Y SOLIDARIAS
1. OBLIGACIONES MANCOMUNADAS
Tal cual hemos advertido, en materia de obligaciones de sujeto
plural existen cuatro combinaciones posibles: obligaciones divisibles y
mancomunadas; obligaciones divisibles y solidarias; obligaciones indi-
visibles y mancomunadas; y obligaciones indivisibles y solidarias.
Es más, toda obligación de sujeto plural tiene que ser nece-
sariamente de una de esas cuatro categorías. No existe una quinta
combinación, ni tampoco la posibilidad de encontrar una obligación
divisible que sólo sea divisible o una indivisible que sólo sea indi-
visible.
Las divisibles, además de ser divisibles, necesariamente son man-
comunadas o solidarias; y las indivisibles, además de ser indivisibles,
necesariamente son mancomunadas o solidarias. No existe la posibilidad
de encontrarnos con una obligación que no reúna estos criterios.
Por eso la caliicación es doble. Primero, hay que determinar la
divisibilidad o indivisibilidad; y esa divisibilidad o indivisibilidad se
obtiene en razón de los criterios que la imponen: naturaleza, múltiplos
(número de deudores y/o acreedores) y, por último, eventuales pactos
de indivisibilidad.
Tales criterios nos conducen a concluir si la obligación es divisible
o indivisible; y ellos son distintos a los que nos permitirán determinar
si la obligación es mancomunada o solidaria.
316 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
107
CAZEAUX, Pedro N. y Félix A. TRIGO REPRESAS. Op. cit., tomo I, p. 648.
OBLIGACIONES MANCOMUNADAS Y SOLIDARIAS 317
108
LEÓN BARANDIARÁN, José. Op. cit., pp. 124-126.
324 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
tación, ya que las mismas son, a nuestro modo de ver, simples intentos
de explicar la solidaridad sobre la base de iguras con distinta naturaleza.
De más está decir que el punto en el cual se quiebran totalmente estas
teorías es en el caso de la solidaridad legal, ya que al ser ésta impuesta
por la ley y no provenir de la voluntad de los particulares, no cabe la
menor duda de que entre los codeudores o coacreedores solidarios no
existe ni podría existir mandato expreso o tácito alguno.
Creemos que la manera adecuada para explicar la naturaleza
jurídica de la solidaridad no es fácil de encontrar. Sin embargo, consi-
deramos que Guillermo A. Borda es quien orienta el camino correcto.
Borda expresa que la solidaridad es eso, simplemente la solidaridad.
Nosotros creemos lo mismo.
El Derecho es una construcción que se ha ediicado y se ediica con
el paso de los siglos. Las normas positivas, vale decir las leyes, recogen
en muchos casos iguras o instituciones que ha impuesto la realidad en
las sociedades durante ese devenir del tiempo.
Sin duda, los Códigos Civiles del mundo recogen de principio a
in una serie de temas cuya construcción no es mera idea de los legisla-
dores, sino que son impuestos por la propia naturaleza, como es el caso
de los derechos de las personas, la familia y otros que en Derecho Civil
no patrimonial han sido creados por los hombres, y que los legisladores
se han encargado de plasmar en normas positivas, las cuales intentan
ser un iel relejo de la vida.
Si ingresamos al vasto campo del Derecho Civil patrimonial,
encontraremos también muchos temas que son fruto o relejo de las
necesidades sociales, de la vida misma; siendo resultado del desa-
rrollo de las relaciones humanas y que el Derecho se ha limitado a
plasmar legislativamente lo que la vida diaria de los hombres ya
había construido.
Es evidente que existirían la compraventa, la permuta o la dona-
ción, sin necesidad de regla legal alguna. Las sociedades no necesitan
de un Código Civil ni de una ley que les diga qué es una compraventa,
qué es una permuta o qué es una donación.
Pero si bien es cierto que en los casos mencionados es la realidad
la que impone determinados preceptos en las normas positivas, existen
otras iguras cuya elaboración y perfeccionamiento ha sido fruto, en
OBLIGACIONES MANCOMUNADAS Y SOLIDARIAS 325
109
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario de la Lengua Española. Madrid: Espasa, 2002,
Vigésima Segunda Edición, tomo 5, p. 693, primera columna.
110
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Op. cit., tomo 3, p. 382, segunda columna.
111
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Op. cit., tomo 8, p. 1154, primera columna.
112
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Op. cit., tomo 5, p. 660, tercera columna.
OBLIGACIONES MANCOMUNADAS Y SOLIDARIAS 329
sólo a partir del 31 de mayo; mientras que, por otro lado, el primero de
los acreedores no podrá exigir el cumplimiento de la obligación, sino a
partir del 1 de abril, mientras que el segundo y tercer acreedores sólo
lo podrán hacer a partir del 31 de mayo.
El día 1 de abril ocurrirá que sólo uno de los deudores estará obli-
gado a ejecutar la prestación y que sólo uno de los acreedores podrá
cobrarla. El otro deudor no podrá ni deberá ejecutarla, en la misma
medida en que los otros dos coacreedores solidarios no podrán exigir
su cumplimiento en esa fecha.
Pero si el primer acreedor decide exigir el cumplimiento de la obli-
gación, sólo podrá hacerlo respecto del deudor cuyo plazo suspensivo
ha vencido (el 1). De ocurrir esa situación, este deudor se encontrará
en la obligación de entregar (pagar) el íntegro de la deuda contraída,
vale decir, el automóvil, no pudiendo oponerse a dicho cumplimiento
invocando la situación de que su codeudor y los otros dos coacreedores
se han obligado con modalidades diferentes. Siguiendo la norma del
artículo 1184 del Código Civil Peruano, en su primer párrafo, la soli-
daridad no queda excluida por tal circunstancia.
En virtud de lo dispuesto por el segundo párrafo del artículo 1184,
vemos que los acreedores no podrán exigir a ninguno de los deudores
(ni siquiera a aquel cuyo plazo ya venció) el cumplimiento de la obliga-
ción; al igual que el deudor cuyo plazo no ha vencido, quien no deberá
cumplir frente a ninguno de los acreedores (ni aun respecto a aquel
cuyo plazo suspensivo ya venció). Y exactamente lo mismo sucederá si
nos encontramos ante condiciones suspensivas.
Si se tratase de una obligación indivisible y solidaria, no existiría
problema, ya que en virtud de lo dispuesto por el segundo párrafo del
artículo 1181, sería de aplicación la norma del artículo 1184. Y lo mismo
ocurriría si la obligación fuese indivisible y mancomunada, por remisión
del citado artículo 1181.
113
ALTERINI, Atilio Aníbal, Óscar José AMEAL y Roberto M. LÓPEZ CABANA. Op. cit., tomo
II, pp. 218 y 219.
114
GIORGI, Giorgio. Op. cit., vol. I, pp. 151-153.
338 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
115
GIORGI, Giorgio. Op. cit., vol. I, p. 155.
342 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
previstos por los incisos primero, segundo y cuarto, así como en los
otros codeudores solventes, recaería la eventual insolvencia de algún
codeudor.
Asimismo, cabe señalar que si la obligación fuese indivisible y
solidaria, no habría problema, ya que sería de aplicación el artículo 1188,
en virtud de que es una norma propia de la solidaridad, y lo dispuesto
por el artículo 1181, segundo párrafo, del Código Civil.
Y si la obligación fuese divisible y solidaria o indivisible y manco-
munada, también sería aplicable la norma del artículo 1188, directamen-
te en el primer caso, y por remisión del artículo 1181, primer párrafo,
en el segundo caso.
116
GIORGI, Giorgio. Op. cit., vol. I, p. 155.
346 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
por el artículo 1189, mientras que por el exceso será de aplicación —mutatis
mutandis— lo previsto por el numeral 1188 del Código Civil.
Y si los actos previstos por el artículo 1189 se efectuasen por dos
o más codeudores, quedando otros codeudores obligados, todos estos
codeudores quedarán obligados por el saldo, pero las relaciones internas
entre los codeudores se regularán de acuerdo con sus porcentajes en la
obligación. Si alguno es insolvente se aplicará, sin duda, lo dispuesto
por el artículo 1204.
Para concluir, debemos señalar que si la obligación fuese indi-
visible y solidaria, la norma del artículo 1189 debería ser inaplicable,
por la naturaleza de la indivisibilidad, no obstante lo dispuesto por el
segundo párrafo del artículo 1181, en el sentido de que si la obligación
fuese solidaria e indivisible, se aplican las reglas de la solidaridad. En-
tendemos este principio como regla, pero la misma tiene excepciones,
las que se derivan de la naturaleza propia de la indivisibilidad. Por
otra parte, si la obligación fuese divisible y solidaria sería de aplicación,
desde luego, el artículo 1189.
117
DE GÁSPERI, Luis. Op. cit., tomo II, pp. 86 y 87.
348 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
118
LEÓN BARANDIARÁN, José. Op. cit., tomo II, p. 164.
OBLIGACIONES MANCOMUNADAS Y SOLIDARIAS 349
119
LEÓN BARANDIARÁN, José. Op. cit., pp. 150 y 151.
OBLIGACIONES MANCOMUNADAS Y SOLIDARIAS 351
120
POTHIER, Robert Joseph. Op. cit., p. 228.
352 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
121
Artículo 223.– «En los casos en que intervengan varios agentes y en los que las prestaciones
de cada uno de ellos vayan dirigidas a la consecución de un in común, la nulidad que afecte al
vínculo de una sola de las partes no importará la nulidad del acto, salvo que la participación
de ella deba considerarse como esencial, de acuerdo con las circunstancias».
354 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
122
ARRARTE ARISNABARRETA, Ana María. «Apuntes sobre los alcances de la autoridad de
la cosa juzgada en el Proceso Civil Peruano». En Doctrina contemporánea. Trujillo:
Editora Normas Legales, 2003, pp. 487 y 488.
OBLIGACIONES MANCOMUNADAS Y SOLIDARIAS 355
123
ARLAS, José. Citado por HINOSTROZA MÍNGUEZ, Alberto en La nulidad procesal en el
proceso civil. Lima: Gaceta Jurídica, 2002, Segunda edición, pp. 202-203.
356 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
pretensión, así como sobre todos los que deban reconocer la autoridad
de la resolución, claro está, basada en un debido proceso.
Sin perjuicio de lo expuesto, cabe resaltar que el límite subjetivo de
la resolución implica que exista identidad entre las partes y los sujetos
que se vean afectados por ella, de manera tal que, en principio, una reso-
lución no debería afectar a terceros. Esta regla, como hemos adelantado,
admite excepciones, pues se acepta la afectación de los terceros cuyos
derechos dependen de los de las partes o de cuyos derechos dependen
los de las partes, siempre que hayan sido citados con la demanda.124
En esta línea de pensamiento, el artículo 123 del Código Procesal
Civil Peruano regula la cosa juzgada, estableciendo lo siguiente:
Artículo 123.- «Cosa juzgada […]
La cosa juzgada sólo alcanza a las partes y a quienes de ellas de-
riven su derecho. Sin embargo, se puede extender a los terceros
cuyos derechos dependen de los de las partes o a los terceros de
cuyos derechos dependen los de las partes si hubieran sido citados
con la demanda».
En general, entonces, el problema de los límites subjetivos de una
resolución, consiste en determinar los sujetos de derecho a quienes el
fallo perjudica o beneicia.
El punto de partida en esta materia reside en que, por principio,
los efectos de una resolución alcanzan tan sólo a los que han litigado;
quienes no han sido parte en el juicio anterior y, en consecuencia, no
han tenido oportunidad de ejercer el derecho de contradicción que
forma parte del debido proceso, no son afectados por ella, y pueden
124
El profesor Juan Montero Aroca señala que el principio general es que la cosa juzgada
se limite a las partes del proceso; la sentencia dictada en un proceso entre dos personas,
no perjudica ni beneicia a las demás, que no pueden verse afectadas por la cosa juz-
gada; sólo excepcionalmente puede extenderse a quienes no han sido parte. (MONTERO
AROCA, Juan. Citado por Ana María ARRARTE ARISNABARRETA. Op. cit., p. 488).
Ana María Arrarte agrega que ya desde Giuseppe Chiovenda se advertía que esta
concepción cerrada no era determinante, porque la cosa juzgada como resultado de la
deinición de una relación procesal es obligatoria para los sujetos de esta obligación;
y, sin embargo, a veces tiene alguna excepción. Por tanto, no conviene sentar como
principio general que la sentencia cause estado sólo entre las partes; al contrario, es
necesario asegurar que la sentencia no puede perjudicar a otros que han sido extraños
al pleito. (ARRARTE ARISNABARRETA, Ana María. Op. cit., pp. 489 y 498).
OBLIGACIONES MANCOMUNADAS Y SOLIDARIAS 357
125
LEÓN BARANDIARÁN, José. Op. cit., tomo II, pp. 159 y 160.
358 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
126
LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. Intervención de terceros en el proceso civil. Lima: Cua-
dernos Jurisprudenciales/Gaceta Jurídica, n.º 3, septiembre 2001, p. 4.
360 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
Otro de los supuestos que podría presentarse sería que «A» intente
cobrar a sus tres codeudores, pero ellos no tengan los 60,000 nuevos
soles, sino solamente 30,000. En una hipótesis como la planteada, los
codeudores solidarios tendrían que pagar la deuda principal más los
intereses moratorios —que en una situación como ésta se deberían so-
lidariamente, pues los tres codeudores se encontrarían constituidos en
mora—, intereses que correrían sobre el saldo.
A partir de este ejemplo podemos inferir una importante regla, a
saber, que cuando se realiza un pago parcial, los intereses moratorios
se contabilizan siempre respecto del saldo impago.
Ahora bien, en los ejemplos que acabamos de citar, para que
el deudor sea constituido en mora es necesario que el acreedor le
requiera el pago, lo intime. Por supuesto, y conforme lo veremos
al estudiar en detalle la igura de la mora, nuestro ordenamiento
jurídico admite situaciones excepcionales en las cuales la mora es
automática. Tomando en cuenta aquello, conviene resaltar que el
tema de la mora automática no constituye materia que pueda ni
deba tomarse a la ligera.
La mora automática funciona de manera impecable si el lugar
pactado para el pago fuese el domicilio del acreedor, pues en ese caso
quien tiene que acercarse a pagar es el deudor. Si el deudor no se acerca
a pagar a la fecha de vencimiento, se entiende constituido en mora.
Por el contrario, la mora automática no funciona de esa manera si
el lugar pactado para el pago fuese el domicilio del deudor,127 ya que ello
siempre presupone que el acreedor vaya al domicilio del deudor a cobrar.
Si no lo hiciera, no podría considerarse que el deudor fue constituido en
mora, por más de que el contrato señale que la mora es automática.
Por último, para concluir lo que concierne a la constitución en mora
cuando hay pluralidad de deudores, juzgamos importante señalar que
si nos referimos —como lo venimos haciendo en nuestros ejemplos— a
actos de cobro extrajudiciales, el acreedor no se encuentra forzado a
cobrar a todos sus deudores solidarios. De esta forma, en materia de
127
A esto hay que agregar que ante la falta de disposición expresa de las partes se
entiende, según lo establecido en nuestro Código Civil, que el lugar de pago es el
domicilio del deudor (argumento del artículo 1238 del citado cuerpo legal).
OBLIGACIONES MANCOMUNADAS Y SOLIDARIAS 367
128
VIDAL RAMÍREZ, Fernando. En REVOREDO MARSANO, Delia. Código Civil. Lima: Okura
Editores, 1985, tomo VI, p. 817.
OBLIGACIONES MANCOMUNADAS Y SOLIDARIAS 371
Podría no hacer nada durante diez años o más, aceptando con su indi-
ferencia que su obligación civil se convierta en una obligación natural;
o podría recurrir a los tribunales de justicia y solicitar que se tutele su
legítimo interés.
Ahora bien, aunque la propia ley no lo dice, la doctrina, la juris-
prudencia y, en general, la razón misma, nos informan que mientras
haya un proceso en curso no transcurre el plazo prescriptorio; el mismo
queda suspendido.
El proceso podría durar varios años, pero ello no signiica que transcu-
rridos diez, el deudor pueda aducir que el plazo prescriptorio ya se cumplió
y que la deuda ya no es exigible; ello, simplemente, sería absurdo.
Debemos advertir que en el ordenamiento jurídico peruano todo
prescribe, y lo que no prescribe, caduca. Para que algo no prescriba o
no caduque, una norma legal debe establecerlo expresamente.
129
VIDAL RAMÍREZ, Fernando. Op. cit., p. 815.
OBLIGACIONES MANCOMUNADAS Y SOLIDARIAS 381
130
LEÓN BARANDIARÁN, José. Op. cit., p. 131.
OBLIGACIONES MANCOMUNADAS Y SOLIDARIAS 391
131
BORDA, Guillermo A. Op. cit., tomo I, p. 476.
OBLIGACIONES MANCOMUNADAS Y SOLIDARIAS 397
132
BORDA, Guillermo A. Op. cit., tomo I, p. 59.
OBLIGACIONES MANCOMUNADAS Y SOLIDARIAS 399
TÍTULO VII
RECONOCIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES
133
El testamento ológrafo es el otorgado de puño y letra del testador, fechándolo y
agregando su irma. Ese testamento no pasa por ningún notario o por ninguna
otra formalidad para ser válido, pero para ser eicaz debe ser protocolizado, previa
comprobación judicial, dentro del plazo máximo de un año contado desde la muerte
del testador.
El testamento por escritura pública es aquél que se otorga ante notario público y con
la presencia de dos testigos. El notario redacta de puño y letra el acto testamentario
y las disposiciones testamentarias, el testador irma cada página, al igual que los
testigos y el notario. El testamento es elevado a escritura pública y conservado en la
notaría. Se inscribe en el Registro la anotación de que el testador, en efecto, otorgó
el testamento, mas no se señala el contenido de éste, el cual es reservado hasta la
muerte del testador.
El testamento cerrado viene a ser una suerte de igura intermedia entre los dos an-
teriores, en tanto en él convergen elementos y características de aquéllos. El Código
Civil, en su artículo 699, impone una serie de formalidades que debe reunir este
testamento para ser válido.
En primer lugar, el documento en que ha sido extendido debe ser irmado en cada
una de sus páginas por el testador, bastando que lo haga al inal si lo hubiera escrito
con su puño y letra. El documento, además, debe ser colocado dentro de un sobre
debidamente cerrado o de una cubierta clausurada, de manera que no pueda ser
extraído sin rotura o alteración de la cubierta.
RECONOCIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES 405
134
Sin embargo, hay autores que sostienen que el reconocimiento también puede ser
constitutivo de obligaciones, como es el caso de Ángel Gustavo Cornejo (CORNEJO,
Ángel Gustavo. Exposición sistemática y comentario. Derecho de Obligaciones. Lima,
1938, vol. I, tomo II, pp. 208 y ss.).
RECONOCIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES 407
TÍTULO VIII
TRANSMISIÓN DE LAS OBLIGACIONES
Capítulo Único
CESIÓN DE DERECHOS
5. INEFICACIA DE LA CESIÓN
Existen casos en los cuales la cesión es ineicaz; aquéllos se en-
cuentran previstos en el artículo 1210:
Artículo 1210.- «La cesión no puede efectuarse cuando se opone a
la ley, a la naturaleza de la obligación o al pacto con el deudor.
El pacto por el que se prohíbe o restringe la cesión es oponible al
cesionario de buena fe, si consta del instrumento por el que se
constituyó la obligación o se prueba que el cesionario lo conocía al
momento de la cesión».
En esta norma se establecen tres supuestos en los cuales la cesión
de derechos no se encuentra permitida. Ellos son los siguientes:
− Cuando se oponga a norma legal de carácter imperativo o prohibitivo.
Este supuesto no requiere mayor explicación.
− Cuando se oponga a la naturaleza de la obligación.
El segundo caso en el cual no se puede ceder sin asentimiento del
deudor, es aquel en que la obligación es intuitu personae con respecto
del acreedor.
No importa si la obligación es intuitu personae con respecto al
deudor, pues en deinitiva el deudor no cambia como consecuencia de
la cesión; es siempre el mismo y, además, tiene que ejecutar la misma
prestación. Sin embargo, sí resulta relevante, a efectos de determinar si
se requiere o no del asentimiento del deudor cedido, si la obligación es
intuitu personae con respecto del acreedor, es decir, si en esa obligación
sí resulta signiicativo quién es el acreedor, en la medida en que posee
ciertas condiciones o cualidades personales.
Si el deudor es un pintor famoso y el acreedor le ha encargado
pintar un paisaje de la Pontiicia Universidad Católica del Perú, no
interesa en realidad quién sea el acreedor pues, cualquiera que fuere,
únicamente podrá exigir el cumplimiento de la prestación pactada
originalmente. El acreedor cesionario no podría exigir que el deudor
pintara otro paisaje, debido al principio de identidad. La cesión del
crédito sería, en estricto, irrelevante para el deudor cedido.
Por el contrario, sí sería importante si se hubiera pactado, por
ejemplo, que el deudor cedido tuviera que representar un monólogo
TRANSMISIÓN DE LAS OBLIGACIONES 421
135
OSTERLING PARODI, Felipe y Mario CASTILLO FREYRE. Tratado de las Obligaciones. Biblio-
teca Para leer el Código Civil. Lima: Fondo Editorial de la Pontiicia Universidad
Católica del Perú, Primera Parte, vol. XVI, tomo III, 1994, p. 534.
424 FELIPE OSTERLING PARODI / MARIO CASTILLO FREYRE
Cabe reparar que, aunque los casos no son iguales, la solución del
artículo 1213 del Código Civil Peruano diiere de la del segundo párrafo
del artículo 1283 —relativo a la novación subjetiva en la modalidad de
delegación—. En este último supuesto se sanciona el error o el dolo del
que fue víctima el acreedor al efectuarse la delegación, manteniendo la
responsabilidad del deudor primitivo y de sus garantes. Entendemos
que debería haberse previsto similar solución en el caso del artículo 1213,
respecto al antiguo acreedor, esto es al cedente, pues el cedente podría
conocer que el deudor es insolvente y, sin embargo, inducir dolosamente
a un tercero a aceptar la cesión del derecho. La ley no puede proteger
esta clase de fraudes. Aquí podría darse —incluso— la hipótesis del
pago de una indemnización de daños y perjuicios.
Además, cabe relexionar sobre el sentido de la norma, cuando
prevé, para el caso en que se garantiza la solvencia del deudor, el pago
de intereses. Consideramos que el pago de intereses sólo será posible
en aquellas obligaciones que consistan en dinero o sean fácilmente va-
lorables patrimonialmente. En cambio, existiría una enorme diicultad
para el caso de muchas obligaciones de hacer y la casi generalidad de
las obligaciones de no hacer.
Finalmente, creemos necesario dejar establecido que las solucio-
nes al tema contempladas por el artículo 1213 del Código nacional, se
tendrían que adoptar de acuerdo con la buena o mala fe del cedente;
con la buena o mala fe del cesionario; y teniendo en cuenta si la cesión
se efectuó a título gratuito o a título oneroso.
TÍTULO I
DISPOSICIONES GENERALES