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Revista Estudos Feministas

ISSN: 0104-026X
ISSN: 1806-9584
Centro de Filosofia e Ciências Humanas e Centro de
Comunicação e Expressão da Universidade Federal de
Santa Catarina

Medina-Vicent, Maria
Los retos de los feminismos en el mundo neoliberal
Revista Estudos Feministas, vol. 28, núm. 1, e57212, 2020
Centro de Filosofia e Ciências Humanas e Centro de Comunicação
e Expressão da Universidade Federal de Santa Catarina

DOI: 10.1590/1806-9584-2020v28n157212

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=38163841002

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Artigos

Los retos de los feminismos en el mundo


neoliberal
Maria Medina-Vicent1 0000-0002-2716-6786
1
Universitat Jaume I, Castelló de la Plana, ES. 12071 – [email protected]

Resumen
Resumen: los feminismos se enfrentan en la actualidad a diversos retos derivados de la influencia del
neoliberalismo en todos los ámbitos de la vida. Se trata de una lógica que se opone de forma directa
al núcleo central de dichos movimientos por la igualdad, esto es, el carácter crítico y radical que
pretende conseguir una transformación social para la consecución de la igualdad entre mujeres y
hombres. Partiendo de la confluencia entre feminismos y neoliberalismo, en la presente investigación
trataremos de identificar los principales retos a los que se enfrenta dicho movimiento, cuestiones que
deberían ocupar un lugar prioritario en el establecimiento de la agenda política feminista alrededor
del mundo, pero que en demasiadas ocasiones pasan desapercibidas. Nos referimos principalmente
al auge del individualismo, la despolitización del movimiento y la construcción de un sujeto político
feminista demasiado homogéneo/excluyente.
Palabras clave
clave: feminismos; neoliberalismo; precariedad; despolitización.

Challenges of feminisms in the neoliberal world


Abstract: feminisms are currently facing various challenges arising from the influence of neoliberalism
in all areas of life. It is a logic that opposes the central core of this movement: the critical and radical
character that seeks to achieve a social transformation and the equality between women and men.
Starting from the confluence between feminisms and neoliberalism, in the present investigation we will
try to identify the main current challenges faced by this movement, issues that should occupy a high
priority in the establishment of the feminist political agenda around the world, but in too many occasions
go unnoticed. We refer mainly to the rise of individualism, the depoliticization of the movement and the
construction of a ftoo homogeneous/exclusive feminist political subject.
Keywords: Feminisms; Neoliberalism; Precariousness; Depolitization.

Os desafios dos feminismos no mundo neoliberal


Resumo: os feminismos estão atualmente enfrentando vários desafios decorrentes da influência do
Resumo
neoliberalismo em todos os âmbitos da vida. É uma lógica neoliberal que se opõe diretamente ao
núcleo central desses movimentos pela igualdade, ou seja, o caráter crítico e radical que busca
alcançar uma transformação social para a conquista da igualdade entre mulheres e homens. Partindo
da confluência entre feminismos e neoliberalismo, na presente investigação tentaremos identificar os
principais desafios atuais enfrentados pelo feminismo, questões que devem ocupar uma alta prioridade
no estabelecimento da agenda política feminista em todo o mundo, mas em muitas ocasiões passam
despercebidas. Referimo-nos principalmente à ascensão do individualismo, à despolitização do
movimento e à construção de um sujeito político feminista demasiadamente homogêneo/excludente.
Palavras-chave
Palavras-chave: feminismos; neoliberalismo; precariedade; despolitização.

Introducción
Vivimos en un tiempo histórico marcado por las contradicciones derivadas de la lógica
neoliberal, realidad que nos remite directamente al concepto de neoliberalismo, que a su vez
contiene diferentes acepciones en función de la forma de aproximación al mismo. En este sentido,
resulta especialmente interesante abordar la propuesta de Verónica Gago (2014), quien ofrece
una doble topología de dicho concepto. Una “desde arriba”, referida al neoliberalismo como un

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régimen de acumulación global que precisa de la mutación de las instituciones estatales para su
desarrollo y expansión. Y otra “desde abajo”, referida a “la proliferación de modos de vida que
reorganizan las nociones de libertad, cálculo y obediencia, proyectando una nueva racionalidad
y afectividad colectiva” (GAGO, 2014, p. 10). Esta segunda dimensión estaría ligada a una
concepción foucaltiana (Michel FOUCAULT, 2007) del neoliberalismo que pone el acento en los
procesos de gubernamentalidad llevados a cabo por los individuos en su accionar diario dentro
del marco neoliberal.
Así pues, el neoliberalismo se puede entender como un sistema económico en el que la
intervención del Estado sirve para “purificar el mercado de la competencia mediante un marco
jurídico cuidadosamente adaptado” (Christian LAVAL; Pierre DARDOT, 2013, p. 63). Pero sin duda,
la clave de dicho orden económico y social se centra en la lógica normativa que lleva aparejada:
“La concepción que hace de la sociedad una empresa formada de empresas es inseparable de
una norma subjetiva nueva, que no es exactamente la del sujeto productivo de las sociedades
industriales” (LAVAL; DARDOT, 2013, p. 325), tiene, por tanto, una dimensión relativa a la conformación
de las subjetividades contemporáneas que nos remite al mismo tiempo a conceptos como el de
lógica o paradigma (LAVAL; DARDOT, 2018). De este modo, en el presente artículo pondremos
énfasis en la dimensión prescriptiva y normativa del neoliberalismo referida a la incorporación y
ejercicio de ciertos valores en las identidades de las personas, valores que en su intersección con
los principios del feminismo nos permiten hablar de la emergencia del feminismo neoliberal
(Catherine ROTTENBERG, 2013, 2018; Maria MEDINA-VICENT, 2018a, 2018b).
Así pues, en la actualidad las palabras “Feminismo” y “feminista” han pasado a formar parte
irrenunciable de la agenda mediática global. El tratamiento de cuestiones que atañen a las mujeres
y a dicho movimiento se encuentran en la cotidianeidad televisiva, e incluso podemos comprar
prendas de ropa con lemas feministas en tiendas low cost como Zara, Mango o Primark, prendas que
ya portan gran número de celebrities de Hollywood (Jessalynn Marie KELLER; Jessica RINGROSE,
2015; Alison Dahl CROSSLEY, 2017). Éste es un ejemplo de lo que parece ser un imaginario social más
predispuesto a interesarse por las cuestiones que el movimiento feminista lleva abordando siglos,
pero no debemos obviar el marco de contradicciones y ambigüedad en el que adquiere sentido.
Este feminismo con cada vez mayor acogida en lo mediático parece convivir con la
emergencia de acciones políticas y movimientos sociales concretos que son respuestas a injusticias
concretas. Esta cuestión se ve reflejada en sucesos como las reacciones globales al gobierno de
Donald Trump mediante las #WomensMarch celebradas en enero de 2017 y 2018, las campañas
del #metoo #yotambién #balancetonporc, el movimiento Time’s up, el #NiUnaMenos argentino o
el reciente caso de La Manada en España y la movilización del #yosítecreo. Sin duda, estas
campañas ayudan a situar en el debate público temáticas que antes quedaban en la sombra,
como por ejemplo el acoso sexual. Pero, sobre todo, nos muestran que estamos asistiendo a un
reavivamiento de la lucha política por la igualdad, y otra cuestión será bajo qué términos se está
produciendo dicho proceso.
Así pues, parece que la época en que autodenominarse “feminista” era una acción
socialmente suicida está pasando a la historia, y estamos entrando en otro momento, donde
podemos reconocernos como parte del feminismo. En este marco de entendimiento podemos
preguntarnos acerca de los dilemas y retos que se presentan ante el movimiento feminista, en esta
etapa marcada por la ambigüedad y la constante amenaza de una peligrosa lógica neoliberal
que se reapropia de las luchas feministas. Y que, además, adquiere tintes diferenciales según el
territorio, algo que trataremos de reflejar mediante una breve aproximación a la especificidad de
América Latina y la incorporación del neoliberalismo en los aparatos estatales a golpe de deuda.
Por tanto, más allá del debate que puede suscitar este fenómeno emergente sobre si asistimos
a una nueva fase del feminismo, consideramos más importante reflexionar en torno a la lógica que
da sentido a la emergencia de eslóganes feministas en las pasarelas, las pantallas de televisión,
las redes sociales y las calles. Dichos dilemas y retos se desprenden de la coexistencia de las
manifestaciones políticas del feminismo, con el predominio de una subjetividad basada en el
emprendimiento, la autoexigencia y el individualismo.
En este marco de sentido que acabamos de exponer, consideramos que el feminismo,
como teoría política, debe reflexionar en torno a las posibilidades de establecer una crítica radical
al poder con un sentido global. Y esta crítica pasa también por reflexionar en torno a la influencia
de la lógica neoliberal en la nueva emergencia social del feminismo y las diferentes formas que
está adquiriendo. Y es que la lógica neoliberal y sus exigencias, tanto explícitas como implícitas,
inciden radicalmente en los modos en que los/as ciudadanos/as se relacionan, construyen sus
vidas y a sí mismos/as (Andrew BARRY; Thomas OSBOURNE; Nikolas ROSE, 1996). Es decir, influye de
forma directa en la configuración de las subjetividades contemporáneas. En este sentido, resulta
especialmente interesante para el desarrollo del pensamiento filosófico feminista comprender, o al
menos señalar, cómo dichas identidades se construyen y definen en la intersección entre
neoliberalismo y feminismo (Shelley BUDGEON, 2011; Christina SCHARFF, 2011).

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En este sentido, se abordará la propuesta de Nancy Fraser (2008, 2015b), ya que su triple
crítica del neoliberalismo sintetiza adecuadamente los principales retos a los que se enfrentan los
feminismos en la actualidad. Esta triple crítica señala, en primer lugar, que dicho sistema reproduce
las desigualdades de clase, afectando a la redistribución. En segundo lugar, reproduce las
desigualdades estructurales y de jerarquía de valor cultural, haciendo que la igualdad sea
imposible. En último lugar, el neoliberalismo y su carácter globalizante dificultan la adquisición de
la ciudadanía por parte de grupos en situación de desigualdad. Por tanto, el neoliberalismo
afecta también a la categoría de la representación, sobre quién es tenido en cuenta, y en qué
términos en las democracias actuales. De este modo, la aproximación teórica de Fraser nos permite
afirmar que “los modos de gobierno neoliberales fomentan la ausencia de redistribución, el
reconocimiento fallido y la privación de representación” (Marina GARCÍA-GRANERO, 2018, p. 218),
algo que choca de forma directa con los principios de los feminismos.

Las contradicciones neoliberales en tiempos de feminismos


La autora Catherine Rottenberg (2013, 2014, 2017, 2018) utiliza el concepto Neoliberal
Feminism para referirse a la creciente influencia de la lógica neoliberal en la conformación de las
subjetividades feministas contemporáneas. Desde nuestra perspectiva, el punto clave y el riesgo
mayor que se deriva de este proceso cultural es que el neoliberalismo, al influenciar al feminismo,
se reapropia de sus conceptos clave, resignificándolos y destrozando su valor radical de
transformación social. Un ejemplo de este feminismo neoliberal lo encontramos en la literatura
gerencial, con obras como Why Women Still Can’t Have It All (Anne Marie SLAUGHTER, 2012), Lean In.
Women, Work and the Will to Lead (Sheryl SANDBERG, 2013) y Women Who Work. Rewriting the
Rules for Success (Ivanka TRUMP, 2017), auto declarados manifiestos feministas. A partir de su
análisis, la autora identifica cómo el discurso feminista y por la igualdad de género se utiliza de,
y resignifica para divulgar, el modelo del sujeto neoliberal entre las mujeres profesionales.
De este modo, Rottenberg (2013, p. 2) señala que el Mainstream Liberal Feminism que
predominaba en EEUU hasta hace pocos años y se exportaba al resto del mundo está siendo
desarticulado y transmutado en un modelo particular de gobernabilidad neoliberal. Este proceso
se produce de forma global, adquiriendo sus propias especificidades según el territorio. Más
adelante nos aproximaremos al caso de América Latina y trataremos de abordar brevemente
cómo se ha producido dicha neoliberalización de la sociedad a través, entre otros mecanismos,
de la deuda y los programas de desarrollo contra la pobreza.
Así pues, este nuevo feminismo estaría en completa concordancia con el orden neoliberal,
e incluso contribuiría a su desarrollo y exportación. Y es que, a medida que el sistema liberal ha ido
transmutando en otro neoliberal, las bases del feminismo mainstream también han cambiado. Sin
embargo, antes de seguir con nuestra reflexión, debemos ser conscientes de que, aunque este tipo
de feminismo se exporta a todo el mundo y se convierte en lo que podríamos llamar “feminismo
normativo”, su propia lógica aplasta la existencia de otros feminismos que dan respuesta a
necesidades de grupos diferentes que no se identifican con el modelo de mujer blanca occidental
de mediana edad con estudios universitarios heterosexual, etc. Consecuentemente, este feminismo
neutraliza todas las variables que se interseccionan para generar las desigualdades: género,
etnia, clase social, ciudadanía, sexualidad, etc.; pasando así por alto los núcleos que generan
las injusticias.
Así pues, la clave central del feminismo neoliberal se encuentra en que no ofrece ninguna
crítica al neoliberalismo, sino que construye una alianza con él. De este modo, se encarga de
edificar un nuevo tipo de sujeto feminista: aquel que es consciente de la existencia de las
desigualdades de género que perviven en nuestra sociedad, pero que acepta una
responsabilidad individual total de su propio bienestar y cuidado, algo que está específicamente
relacionado con conseguir la felicidad y la satisfacción personal.
Por tanto, estamos hablando de unos sujetos feministas caracterizados por el individualismo
y la búsqueda de la felicidad particular, ideas que desarticulan por completo las bases colectivas
de la lucha feminista que buscan la consecución de la justicia social. De este modo, tal y como
Rottenberg (2013, p. 3) indica: “The neoliberal feminist subject is thus mobilized to convert continued
gender inequality from a structural problem into an individual affair”.
Y aquí es donde se encuentra la verdadera clave de la relación entre el neoliberalismo y el
feminismo, en el paso de la lucha colectiva a la individual. Se pretende que cada mujer se
construya como un sujeto feminista neoliberal, un sujeto que mire por su propio bienestar, bajo el
argumento de que el éxito de cada cual es el éxito de todas. Como se puede observar, éste es el
modo en que la lógica racional mercantil y los valores predominantes en el mercado neoliberal
empiezan a influenciar en la conformación de las nuevas subjetividades feministas, reconstruyendo,
o más bien deconstruyendo, la base crítica del feminismo. El discurso del feminismo neoliberal
consigue que cada triunfo particular devenga un logro feminista, ofreciendo una visión
completamente sesgada y particular de las diferentes realidades que viven las mujeres.

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Y es que, tal y como identifica Rottenberg, ahora la misión del feminismo no está tanto en
transformar las estructuras a través de una acción colectiva, como de que cada mujer se cambie
a sí misma, que supere sus obstáculos interiores para poder tomar mejores decisiones. El poder de
la decisión individual resulta aquí vital, ya que no se pretende que las mujeres realicen una
reflexión y/o actuación crítica con respecto a las estructuras de desigualdad de la sociedad, sino
que se limiten a reproducir una lógica neoliberal, sustituyendo el histórico objetivo del feminismo
(la consecución de la igualdad entre mujeres y hombres) por otro más nuevo y perverso: conquistar
la cúspide de la autosuperación superando los obstáculos internos y dejando fuera los
condicionantes sociales (Sara FARRIS; Catherine ROTTENBERG, 2017). O lo que es lo mismo, creando
individualidades y desarticulando luchas colectivas. Así pues, se insta a las mujeres a trabajar
juntas para conseguir objetivos individuales, algo que no se acerca ni de lejos al objetivo central
del feminismo y que resulta contradictorio.
En resumen, el feminismo neoliberal vacía de significado conceptos centrales para la
lucha feminista como son la igualdad de género, la justicia, la libertad… y promueve una visión
completamente individualista y despolitizada del feminismo mediante el discurso de la libre
elección liberal que se abordará en el siguiente apartado. De este modo, los otros son concebidos
como medios para conseguir los propios objetivos, en palabras de la autora Wendy Brown: “This
new feminism inaugurates a subject who is being called upon to ‘provide for [her] own needs and
service [her] own ambitions” (Wendy BROWN, 2006, p. 694). Esta realidad impide la configuración
de una lucha feminista real y la construcción de una mirada crítica de exigencia hacia el Estado
y otras estructuras compartidas, tal y como señala de nuevo Rottenberg:
Neoliberal feminism is predominantly concerned with instating a feminist subject who epitomizes
‘self-responsibility,’ and who no longer demands anything from the state or the government, or
even from men as a group; there is no longer any attempt to confront the tension between liberal
individualism, equality, and those social pressures that potentially obstruct the realization of ‘true’
equality. (ROTTENBERG, 2013, p. 11)

Sin embargo, resultaría sesgado señalar que esta influencia del neoliberalismo en la lucha
feminista es imparable o total. A diferencia de intentar sostener esta idea, lo que deseamos es
poner en alerta de las derivas actuales del feminismo, teniendo en cuenta que el contexto en el
que nos encontramos es nuevo en muchos sentidos y aún tenemos que asistir a su desarrollo. Y
además de la amenazante influencia del neoliberalismo, también estamos siendo testigos de la
reemergencia de la reclamación política del movimiento feminista en las calles. Así pues, parece
que este marco de referencia centrado en el feminismo neoliberal comparte tiempo y espacio con
la vertiente política del movimiento. Por esta razón, para ser conscientes de que nos enfrentamos a
un contexto de marcado neoliberalismo, consideramos necesario reflexionar brevemente sobre los
dos principales riesgos que hemos dado en identificar: el peligro de la elección individual y la
despolitización que dicha lógica lleva aparejada, realidades que, desde nuestro punto de vista,
se encuentran estrechamente asociadas a los retos actuales del feminismo ligados a las
dimensiones de redistribución, reconocimiento y representación en un marco global.

El discurso despolitizado de la elección individual


Uno de los mayores riesgos que derivan de la conformación de los sujetos feministas como
sujetos neoliberales y despolitizados es la resignificación que se lleva a cabo de la elección
individual como sinónimo de lucha colectiva. Hablamos de la lógica de la elección o del Choice
Feminism (Linda HIRSHMAN, 2006) -que se enmarca en un marco de sentido mayor referido al
feminismo neoliberal-, porque el peso de transformar la desigualdad se sitúa en la decisión
individual de cada mujer. Se trata de una forma popular del feminismo contemporáneo, que
empodera a las mujeres a aprovechar las oportunidades que tienen en la vida y a ver las elecciones
que hacen siempre como políticamente aceptables, sean las que sean (Rachel THWAITES, 2017).
A través de este tipo de feminismo, que se presenta como un feminismo tolerante con todas las
decisiones que las mujeres tomen desde su aparente libertad, la discusión política se encuentra
fuera de la ecuación (Michaele FERGUSON, 2010). Sin embargo, no todas las decisiones contribuyen
a la creación de una sociedad más justa (Jill SWIRSKY; D. J. ANGELONE, 2016), el compromiso de
transformación social y política debe ser siempre la base de toda actuación que se considere
feminista. Por esta razón, existen posturas contrarias a este feminismo, a pesar de que la creencia
generalizada es que se trata de una oda a la diversidad y la autonomía de las mujeres (Claire
SNYDER-HALL, 2010).
Desde este prisma de razonamiento, parece que el feminismo se convierte en una especie
de alianza sin sentido, convirtiéndose más bien en una reacción ante el miedo de perder a
aquellas personas que podrían convertirse en aliadas políticas (FERGUSON, 2010, p. 247). Es decir,
se trata de aglutinar al mayor grueso posible de las mujeres sin un programa político bien definido.
Hirshman (2006, p. 19) identifica a Gloria Steinem como la fuente del Choice Feminism, señalando

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que “under her uncritically accepting eye, feminism expanded to embrace every oppressed group”.
En su momento, Steinem fue la precursora de un feminismo centrado en pobres estrategias de
empoderamiento, autoayuda y participación ciudadana de las mujeres centradas en los aspectos
individuales y de autoestima (Barbara CRUIKSHANK, 2006; Rosalind GILL; Shani ORGAD, 2018). En
cierto modo, parte del proceso que está teniendo lugar en la actualidad por lo que al desarrollo
del movimiento feminista se refiere, podría estar influenciado por esta misma lógica.
Desde esta premisa, este tipo de feminismo, en su afán por alcanzar a todas las cotas de
población, acaba por dar un paso atrás en el reconocimiento de que las feministas están unidas
por una identidad política común, convirtiéndose en “a loose collection of individuals” (Jennifer
BAUMGARDNER; Amy RICHARDS, 2000, p. 54). Es un feminismo despolitizado, ya que decisiones
individuales que pueden estar reproduciendo viejas dicotomías se aceptan como buenas y son
consideradas feministas. Sin embargo, no se debe olvidar que para que una decisión o acción
pueda considerarse como feminista, debe estar promoviendo la igualdad entre los géneros. Así
pues, éste es uno de los riesgos a los cuales deberemos presentar atención en los años que están
por venir.
En relación, existe otro riesgo referido a la posición desde la que se elabora y lanza el
discurso de la elección, y es que, a pesar de parecer aglutinar al grueso de mujeres entendidas
como un conjunto de individuales, la lógica de la elección nos remite a una visión privilegiada de
los problemas sociales. Es decir, aquellas personas que tienen la capacidad de escoger con
libertad cómo organizar su vida, pertenecen a un grupo privilegiado con unos condicionantes
concretos que les permiten poder escoger si tener familia o no, si estudiar o no, o incluso poder
votar o no. Por tanto, el discurso de la elección, tan prolífico en estos tiempos, puede contener una
lógica neoliberal subyacente que reproduce las desigualdades de género y las injusticias a nivel
global, ya que se construye un sujeto feminista homogéneo que pretende ser universal. Sin embargo,
debemos tener en cuenta que las experiencias de las mujeres cambian según se ven atravesadas
por componentes de raza, clase social e incluso país de residencia. Por tanto, resulta
contraproducente y poco realista considerar que el constructo “mujeres” está claramente definido
y tiene un sentido unívoco. Realizar esta operación supone perder de vista la heterogeneidad y
complejidad de dicho movimiento.
De este modo, si bien históricamente el feminismo se ha encargado de poner en evidencia
las desigualdades de género y las contradicciones inherentes al neoliberalismo, con el nuevo
feminismo neoliberal nos estamos enfrentando a un nuevo estadio de dicha corriente, que, como
se ha dicho anteriormente, convive con muchas otras. Nos encontramos en una fase donde las
contradicciones inherentes a dichos sistemas se supera mediante la autogestión, la superación
personal de las barreras y la consecución de la felicidad individual (ROTTENBERG, 2013, p. 15),
con lo que, apelando a la dimensión individual, se pretende transformar lo colectivo.
Consecuentemente, la lucha por la igualdad se desarrolla de un modo totalmente apolítico y
conteniendo un discurso feminista edulcorado. Más bien consiguen que las mujeres individuales
se hagan cargo de problemas que no son individuales, sino colectivos, y que, como tales, deberían
ser abordados desde las estructuras estatales, económicas o de cualquier otra índole.
De este modo, esta nueva formulación del feminismo sirve al neoliberalismo en la medida
en que sustituye la consecución de la justicia social por la consecución de la felicidad personal,
desarticula la lucha contra el sistema y las estructuras institucionales, y responde a lo que Sara
Ahmed (2010) ha dado en denominar como la industria de la felicidad.
En resumen, una de las ideas centrales del feminismo neoliberal es la de cambiar el
“nosotras” por el “yo”, pasar de la reivindicación de una lucha colectiva a otra individual, que no
suponga una gran amenaza para las bases del neoliberalismo. Desde nuestro punto de vista, esta
situación tiene grandes implicaciones para la práctica feminista. Por esta razón, vamos a recuperar
la propuesta de la filósofa Nancy Fraser, quien denuncia la influencia del neoliberalismo en sus
intentos por reapropiarse de la lucha feminista, y nos recuerda los principios centrales de la lucha
política feminista. No obstante, antes de adentrarnos en su propuesta, trataremos de realizar una
breve aproximación a los procesos por los cuales se produce la incorporación de la lógica neoliberal
en América Latina, con el objeto de poner de relieve la necesidad de articular una lucha feminista
consciente de las especificidades de las experiencias de diferentes territorios.

Las especificidades de la experiencia del feminismo neoliberal


en América Latina
Las confluencias del feminismo con el neoliberalismo adquieren diferentes tintes según el
territorio. Tal y como señala Fraser (2012), las aplicaciones del neoliberalismo en los estados-
nación son diferentes en función de su situación en la lógica mundial: Primer Mundo y Tercer
Mundo difieren en sus experiencias, siendo este último el lugar donde el neoliberalismo ha sido
impuesto a fuerza de deuda. En este sentido, la autora Verónica Schild (2016) reflexiona sobre las

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implicaciones que esta intromisión de la lógica neoliberal y sus valores asociados –empoderamiento,
eficiencia, emprendimiento, etc.- tienen en América Latina, ya que el ejercicio de estos valores se
introduce en los programas estatales contra la pobreza, provocando que sean muchas las personas
que deben incorporarlos en su día a día para ajustarse a las nuevas expectativas de
comportamiento exigidas por dicho sistema, especialmente las mujeres.
Además, según Silvia Federici (2013), la creación de las zonas de libre comercio derivadas
del sistema neoliberal no ha supuesto una mejora en las condiciones de vida de quien habita el
Tercer Mundo, ya que ha permitido que “las empresas extranjeras mantengan salarios inferiores a
los niveles de subsistencia” (FEDERICI, 2013, p. 115), provocando un proceso de feminización de la
pobreza. Ello implica que en gran medida las personas destinatarias de este tipo de programas
acaben siendo mujeres, afectando a la construcción de su identidad y promoviendo una lógica
de la elección individual que enmascara otras situaciones de opresión y de injusticia en las que
dicho grupo se ve inmerso:
En especial, el concepto feminista clave de autonomía material y psicológica de las mujeres,
realizado mediante prácticas pedagógicas de empoderamiento, desempeña ahora en
América Latina una función crucial en el proyecto cultural del neoliberalismo. Se ha integrado
en los programas sociales para pobres dirigidos por las burocracias estatales y sus ONG
subcontratadas (SCHILD, 2016, p. 42).

Como se desprende de la cita anterior, el empoderamiento entendido como desarrollo


personal se ha institucionalizado también en América Latina, y representa el precio a pagar por
parte de las personas que desean participar en dichos programas. De este modo, la autonomía y
la igualdad se acaban convirtiendo poco a apoco en una cuestión de derechos individuales
(SCHILD, 2016, p. 43).
El efecto que esta realidad ha tenido en las experiencias del feminismo latinoamericano
resultan clave. Schild habla del “feminismo de lo posible”, tratando de conceptualizar el feminismo
que emerge en la década de 1990 en América Latina como resultado de los programas de
modernización institucional neoliberal financiados internacionalmente, que acabaron por
seleccionar las voces protagonistas del feminismo en dicho territorio en base a la lógica de los
derechos humanos liberales y que produjeron la oenegización de los feminismos latinoamericanos
(Sonia E. ALVAREZ, 1999).
Esta realidad enmarcada en un marco de sentido mayor nos remite a cómo afectan la
globalización y la Nueva División Internacional del Trabajo (NDIT) a las mujeres de estos países, ya
que la reestructuración global del trabajo reproductivo ha acabado por reforzar las jerarquías
inherentes a la división sexual del trabajo. Sin lugar a dudas, dicha reestructuración introduce una
“división entre las mujeres que debilita la posibilidad de una solidaridad feminista global y
amenaza con reducir el feminismo a un mero vehículo para la racionalización del orden económico
mundial” (FEDERICI, 2013, p. 110), en consecuencia, se puede hablar hoy de una crisis de las
políticas feministas a nivel global. Dicha crisis se ve reflejada en gran medida en el aumento de
conflictos en África, Asia y Oriente Medio contra los Programas de Ajuste Estructural (PAE), que
perpetúan la violencia y “la dependencia de dichos territorios con respecto al capital internacional”
(FEDERICI, 2013, p. 129).
Por esta razón, Federici concluye que la reflexión feminista se debe situar en un marco de
trabajo anticapitalista, pues la situación del Sur debe suponer para las feministas del Norte una
toma de conciencia de cuál es el enemigo común: el neoliberalismo. No obstante, consideramos
que también resulta vital colocar esta reflexión en confluencia con el pensamiento decolonial,
que viene aquí para destacar los procesos mediante los cuales el colonialismo utiliza las palabras
para encubrir situaciones de opresión y relaciones de dominio (Silvia RIVERA CUSICANQUI, 2010).
De este modo, valores y conceptos que en un primer momento pueden remitir a una idea de
igualdad, acaban por perpetuar situaciones de desigualdad e injusticia, también a través de los
programas de desarrollo contra la pobreza. Los feminismos que se enmarquen en el contexto
global no pueden pasar por alto que estas lógicas esconden conflictos culturales latentes y el uso
edulcorado de ciertos conceptos promueve la disociación de la acción respecto a la palabra. Es
decir, se desliga a los conceptos de su raíz política a partir de la intromisión de los discursos
neoliberales en dichos territorios .Así pues, frente a las interferencias del neoliberalismo también en
los países de América Latina, los feminismos deben mantenerse alerta, ya que en gran medida
dichos programas representan “el modo de reconocimiento falaz que permite la renovación de la
legitimidad de las elites gobernantes al mismo tiempo que neutraliza la pulsión descolonizadora,
anticolonial” (GAGO, 2014, p. 71).
En resumen, si bien América Latina representa ciertas especificidades respecto a la
intromisión neoliberal en los estados-nación, consideramos que la propuesta de Nancy Fraser nos
puede permitir pensar los retos comunes para los feminismos en un contexto global. Dichos retos se
centran en el abordaje tridimensional que plantea la autora: redistribución, reconocimiento y
representación.

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LOS RETOS DE LOS FEMINISMOS EN EL MUNDO NEOLIBERAL

Rear ticular la lucha política feminista: Nancy FFraser


earticular raser
Hoy en día resulta más que necesaria la rearticulación de la lucha feminista que tenga en
cuenta la dimensión económica, política y social de la desigualdad de género. Ni el feminismo
neoliberal ni las diferentes manifestaciones del postfeminismo permiten articular una lucha real
por la igualdad, ya que perpetúan una lógica individualista centrada en la autoeficiencia. Para
revertir dicha lógica, nos centraremos en la propuesta de Nancy Fraser, quien denuncia la conversión
del feminismo en “criada del capitalismo” (FRASER, 2014), y propone una concepción tridimensional
de la teoría de la justicia para recuperar el sentido radical del movimiento.
Nancy Fraser es una filósofa que se enmarca en la filosofía crítica y reflexiona en torno a las
teorías de la justicia con el objetivo de reavivar las posibilidades de las ideas de la Escuela de
Frankfurt. Su obra nos permite concebir cómo de necesaria se ha vuelto una lucha práctica del
movimiento feminista en un momento donde el desamparo de grupos humanos está a la orden del
día debido a las exigencias del neoliberalismo y a las estructuras desiguales de un mundo
globalizado (Irene STRAZZERI, 2007). Adentrándonos de lleno en los postulados de Fraser (1989,
1997, 2008, 2015a, 2015b) veremos cómo la autora construye su propia concepción de la justicia
social, pasando de una comprensión bidimensional de la misma a través de los términos
redistribución y reconocimiento; a otra donde se añade una tercera dimensión, esto es, la
representación.
Recientemente Fraser (2015a) ha realizado una llamada a la recuperación del radicalismo
en el movimiento feminista. Una llamada necesaria, si nos atenemos a la realidad que se desprende
del feminismo neoliberal. Mediante su trabajo, nos recuerda que las sucesivas crisis que está
sufriendo el régimen neoliberal, agudizadas por la globalización, amenazan la igualdad de
forma multidimensional y que, en este escenario, las mujeres ocupan una posición crítica entre
patriarcado y neoliberalismo. Partiendo de la necesidad de hacer frente a dicha situación mediante
la reformulación de la lucha feminista, Fraser (2015b) analiza la evolución de dicho movimiento
partiendo de la década de los setenta del siglo veinte hasta hoy, e identifica tres procesos clave
para comprender la actual influencia del neoliberalismo sobre el feminismo.
En primer lugar, afirma que el énfasis del feminismo en las cuestiones culturales y su progresivo
olvido de las cuestiones materiales ha acabado por hacer un favor al neoliberalismo, interesado
en sofocar las luchas sociales que se centran en aspectos socioeconómicos. En segundo lugar,
sostiene que la crítica feminista al salario familiar ha acabado por legitimar otro interés del
capitalismo, esto es: la familia con dos proveedores, mujeres que trabajan fuera y dentro del
hogar. Es decir, una mujer doblemente explotada bajo la apariencia de mayor igualdad. En tercer
lugar, advierte de que la crítica del feminismo al paternalismo del Estado del bienestar ha acabado
confluyendo con la crítica del neoliberalismo al Estado niñera. Esto ha supuesto que cada vez
exista menos intervención estatal en las cuestiones de justicia social, dejando a los mercados
actuar libremente (FRASER, 2012).
Frente a esta situación, Fraser destaca que un feminismo que pretenda ser efectivo en un
contexto caracterizado por el auge de los mercados, el neoliberalismo y la globalización, debe
saber articular tres componentes de la justicia: redistribución, reconocimiento y representación
(FRASER, 2015b, p. 22). Es decir, una concepción tridimensional de la justicia que atiende tanto a
los elementos materiales, como a los culturales y los políticos, que parecían haberse disgregado
dentro de las luchas feministas. A su vez, el feminismo debe hacer confluir su lucha con otras
fuerzas políticas anticapitalistas que se articulen en los diferentes contextos territoriales,
inevitablemente interconectados. Su receta queda clara: redistribución, reconocimiento y
representación desde el feminismo socialista para recuperar la radicalidad inherente a toda la
lucha por la igualdad.
A partir de esta visión, somos capaces de entrever que la alianza del feminismo con el
neoliberalismo supone la desvalorización del primero, con un sujeto feminista que ha dejado de
apuntar a las estructuras de exclusión social y de desigualdad de género para afianzar las
contradicciones del capitalismo (FRASER, 2017). Desde nuestra perspectiva, el modelo de sujeto
feminista que encuentra su sentido en el marco neoliberal personifica un atentado contra las tres
dimensiones de la teoría de la justicia de Fraser. Es decir, se trata de un modelo de sujeto feminista
que, en el plano del reconocimiento, no incorpora a todas las mujeres, deja de lado las experiencias
que caracterizan a las vidas de diferentes grupos de mujeres. En el plano de la distribución, no
atiende a las desigualdades salariales y a los problemas económicos derivados de la expansión
neoliberal. Abandona a cada sujeto, es decir, a cada mujer, a la búsqueda de su propio sustento,
dejando de lado las estructuras capitalistas. En el plano de la representación, no tiene en cuenta
que gran parte de los sujetos feministas no están representados en las estructuras de poder político.
Por tanto, Fraser sigue preguntándose por el quién de la justicia, es decir, qué grupos
pueden lanzar reclamaciones legítimas y en qué contextos. Para abordar dicha cuestión, Fraser
señala que las teorías de la justicia social se centran en una idea que indica que el marco para

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la justicia es el de los Estados nacionales y, por tanto, que los sujetos con derecho a realizar
reclamaciones son los/as ciudadanos/as de cada Estado ante sus gobiernos, lo que entendemos
por marco westfaliano-keynesiano. Sin embargo, en pleno siglo XXI estos marcos están
desdibujados, ahora el escenario es global, y las políticas de unos países condicionan la de
otros. Y no solamente esto, sino que existen políticas económicas articuladas a nivel global que
impiden la realización de derechos de grupos que se enmarcan en espacios estatales concretos.
Por tanto, ¿hacia quién deben lanzar sus reclamaciones dichos grupos?
Esta completa desarticulación de las fronteras nacionales implica que ser ciudadano/a de
un Estado concreto ya no es garantía de ser escuchado/a, porque en muchas ocasiones dichas
necesidades no atañen tanto a su Estado, como a otras instituciones transnacionales. Por tanto,
muchas injusticias quedan relegadas a la oscuridad, a lo que Fraser (2008) denomina disframing
o desenmarque.
Esta idea la podemos ver reflejada también en la construcción del sujeto feminista como un
sujeto neoliberal. Dicho sujeto se corresponde directamente con un grupo de mujeres con derechos
políticos, culturales y económicos reconocidos. De este modo, se dejan de lado las situaciones de
otros grupos de mujeres cuyos derechos no son reconocidos en estos marcos concretos, cada
mujer se encarga de gestionar sus propios problemas de forma individual, sin atender a los
condicionantes sociales compartidos con otras mujeres en esa misma situación.
Así pues, siguiendo las ideas de Fraser, podemos afirmar que se hace necesario ampliar el
quién de la justicia, al igual que se hace necesario ampliar el quién del feminismo. Ésta es una de
las reclamaciones que pretendemos realizar a través del tratamiento del trabajo de Fraser, quien
sostendrá que el modelo de justicia que se decida debe ser “anormal”, es decir, dinámico,
autoconsciente y variable según las situaciones a las que deba hacer frente, al igual que debe
ocurrir con el feminismo, que a través de sus pretensiones normativas puede abrirse al carácter
cambiante de las luchas que debe articular. Por tanto, nos encontramos ante la triple dimensión
de la justicia que reclama la autora en sus últimos trabajos, esto es, la redistribución en la esfera
económica, el reconocimiento en el ámbito sociocultural y la representación en lo político.
Por tanto, llegados a este punto podemos preguntarnos ¿por qué el feminismo ya no
representa a estas mujeres y se rinde a las exigencias del neoliberalismo? Según Fraser, el feminismo
mainstream es el de las mujeres privilegiadas, ese 1% de las mujeres que está lejos de poder
representar las problemáticas sociales globales. Cabe señalar que la autora ejemplifica dicha
corriente predominante a través del caso de Hillary Clinton y su campaña a la presidencia de EEUU
en el año 2016. A su vez, la autora también indica que la emergencia de diferentes sucesos
políticos, como los motines electorales que se están dando alrededor del mundo – la victoria de
Trump o el Brexit – evidencian el rechazo que la mayor parte de la población siente por las
consecuencias perversas de la globalización y el neoliberalismo, así como por las clases políticas
que han permitido su expansión.
No obstante, parece que cada vez más están en emergencia movimientos sociales que
reivindican esos derechos políticos, sociales y económicos que el feminismo neoliberal da por
ganados, es decir, se plantea la lucha en el sentido tridimensional expuesto por Fraser. Llegados
a este punto, hemos visto que tanto el sujeto derivado del feminismo neoliberal como del
postfeminismo pasa por alto las experiencias de otras mujeres (Jessica RINGROSE; Valerie
WALKERDINE, 2008). Parte de esa reconstrucción de la propia subjetividad está relacionada con el
lugar del mundo en que nos encontremos y las posibilidades de consumo que tengamos. Si bien
se insta a las mujeres a autogestionarse, sabemos que muchos grupos en situaciones de desventaja
y que no se correspondan con la norma de la clase media occidental quedarán excluidas en la
medida en que no pueden acceder de igual modo al proceso de reapropiación de dichos
procesos semánticos (SCHARFF, 2011).
La denuncia que realiza Fraser contra la alianza del feminismo con el neoliberalismo junto a
otras autoras (Ann ORLOFF; Talia SCHIFF, 2014; Elisabeth PRÜGL, 2017) y su llamamiento explícito a
que los feminismos salgan a la calle para reclamar una justicia real (Angela DAVIS, et al. 2017) nos
permite entrever su propuesta de una teoría de la justicia social tridimensional como una opción
para replantear las bases del feminismo y de la construcción de las subjetividades femeninas. Es
decir, nos otorga un espacio de reflexión para la rearticulación de un movimiento que ataque las
bases de desigualdad de género de nuestra sociedad a nivel mundial, esto es, a partir de la
reclamación feminista del reconocimiento, la redistribución y la representación. En este marco es en
el que consideramos que adquiere sentido la reflexión elaborada en el presente escrito, una modesta
aportación que pretende poner en alerta sobre los riesgos derivados de la influencia neoliberal en
el feminismo, pero que entiende el contexto de ebullición política actual como un caldo de cultivo
inmejorable para recuperar la radicalidad del movimiento feminista por la igualdad.
En conclusión, la búsqueda de transformaciones radicales de las estructuras patriarcales
que vertebran nuestras sociedades implica que debemos hacer lo posible para que el feminismo
deje de ser “la criada del neoliberalismo” (FRASER, 2014), y recupere su sentido más radical de

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lucha. Así, debemos enfrentarnos con reservas a valores como la autoestima, el emprendimiento,
la autogestión, el individualismo y la elección, que inundan el escenario social actual, para
mostrarnos verdaderamente reflexivas y críticas con el futuro que deseamos edificar (Banu BARGU;
Chiara BOTTICI, 2017).

Conclusión
Este trabajo se enmarca en un contexto concreto de sentido sobre el que merece la pena
pararse a reflexionar. Nos referimos a un momento histórico en el que el neoliberalismo se ha
convertido en el paradigma de comportamiento de los individuos, influyendo de forma clara en la
configuración de las subjetividades contemporáneas. Si tenemos en cuenta esta realidad en su
confluencia con la reemergencia de movimientos ciudadanos (Paul DEKKER; Ramón FEENSTRA,
2015) y, en especial, de movimientos y acciones ciudadanas por la igualdad de género, veremos
que la reflexión sobre la influencia del neoliberalismo en los discursos feministas actuales se
vuelve más que necesaria.
Así pues, de forma resumida, hemos sostenido que dicho movimiento por la igualdad debe
enfrentarse a la despolitización del movimiento derivada del auge del individualismo y el discurso
de la elección. Se trata de una realidad que parece darse alrededor del globo, pero que
evidentemente contiene diferentes especificidades en función el territorio en el que nos encontremos.
Este reto supone llevar a cabo diferentes tareas de gran envergadura y complejidad, como la de
enfrentarse a la inmersión de valores mercantilistas en la noción de feminismo, y tratar de reconstruir
un sujeto político del feminismo lo suficientemente amplio en un mundo global. Frente a estos retos,
el feminismo precisa rearticular respuestas conjuntas y contundentes que permitan recuperar la
lucha política con un cariz global.
Al mismo tiempo, consideramos que resulta vital recuperar el carácter eminentemente crítico
del movimiento feminista (Sonia REVERTER-BAÑÓN, 2009), un carácter que parece haberse perdido
en gran medida a través de la institucionalización de la lucha por la igualdad, que ha creado tanto
un sistema de expertos/as con la burocratización, como una relación clientelar con las mujeres
(REVERTER-BAÑÓN, 2011). Así pues, en este escenario tan prometedor de reclamaciones feministas
por la igualdad, debemos pensar profundamente sobre los términos en que se está reconstruyendo
dicho movimiento, mostrándonos siempre vigilantes frente al sistema neoliberal y sus artimañas.
En este sentido, la propuesta de la filósofa Nancy Fraser permite establecer una especie de
recordatorio que nos pone en alerta sobre las cuestiones que no puede obviar cualquier lucha
que se considere feminista. Nos referimos a las cuestiones materiales, las culturales y las políticas,
que representan en sí mismas tres retos centrales para los feminismos hoy. Llevar la lucha del
eslogan a la práctica, de las camisetas a las calles y recuperar el feminismo en toda su
heterogeneidad y complejidad (REVERTER-BAÑÓN, 2010) es uno de los principales retos que se
presenta ante nosotras en los años que están por venir. Sin embargo, no podemos olvidar otro
quizás más importante, y éste se refiere a articular una crítica global e interseccional que atienda
al hecho de que las identidades se enmarcan en diferentes sistemas de dominación y opresión
que responden en gran medida a lógica coloniales.
En resumen, para poder avanzar en la agenda de igualdad a nivel global, precisamos
replantear el actual proceso de globalización en su forma neoliberal, así como la configuración
de las subjetividades contemporáneas sujetas a los vaivenes del mercado, y conformar un sujeto
cosmopolita que, buscando esa igualdad de género, supere “tanto un universalismo formal
saturado de un sujeto patriarcal, como un discurso de las diferencias que no logra fraguar un
sujeto político que no se fragmente en las diferentes luchas necesarias para una igualdad global”
(REVERTER-BAÑÓN, 2017, p. 306).

Agradecimientos
Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación titulado “El potencial de las éticas
aplicadas en las herramientas de participación del Gobierno Abierto y de la sociedad civil” (UJI-
A2016-04), financiado por la Universitat Jaume I.

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Maria Medina- Vicent ([email protected]) es Profesora ayudante doctora en el Departamento


Medina-Vicent
de Filosofía y Sociología de la Universitat Jaume I (Castelló de la Plana, España). Doctorado
Internacional en el Programa de Ética y Democracia de la UJI con la tesis doctoral Género y
management en el marco neoliberal. Un análisis crítico para la emergencia de liderazgos feministas
(Premio de la Real Academia de Doctores de España 2018 en la categoría de Humanidades).

COMO CITAR ESTE ARTÍCUL


CITAR ARTÍCULOO , DE A CUERDO CON L AS NORMAS DE L A REVIST
ACUERDO REVISTAA:

MEDINA-VICENT, Maria. “Los retos de los feminismos en el mundo neoliberal”. Revista Estudios Feministas,
Florianópolis, v. 28, n. 1, e57212, 2020.

CONTRIBU CIÓN DE AUTORÍA


CONTRIBUCIÓN

No se aplica.

FINANCIACIÓN

Este estudio se inscribe dentro del Proyecto de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico FFI2016-
76753-C2-2-P, financiado por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad del Gobierno de España.

CONSENTIMIENTO DE USO DE IMAGEM

No se aplica.

APROBACIÓN DE COMITÉ DE ÉTICA EN INVESTIGACIÓN

No se aplica.

CONFLICTO DE INTERESES

No se aplica.

LICENCIA DE USO

Este artículo está licenciado bajo la Licencia Creative Commons CC-BY Internacional. Con esta licencia se
puede compartir, adaptar, crear material para cualquier objetivo, siempre que se le atribuya la autoría.

HISTORIAL

Recibido el 23/05/2018
Presentado nuevamente el 17/07/2019
Presentado nuevamente el 03/08/2019
Aprobado el 22/10/2019

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