Luchas Obreras y Sindicalismo en Mexico
Luchas Obreras y Sindicalismo en Mexico
Luchas Obreras y Sindicalismo en Mexico
Desde los finales del siglo XVII y durante el siglo XIX, cuando se encontraba en auge el
desarrollo del capitalismo en Europa y la consolidación de la burguesía, la clase obrera
lucha por mejorar sus condiciones de vida, lo que le lleva a levantar demandas de carácter
económicas e inmediatas como el aumento salarial, jornadas de trabajo dignas, prestaciones
laborales, salud, educación, alimentación, vivienda, entre otras. Como lo menciona Carlos
Marx en el Manifiesto del Partido Comunista, los obreros al encontrarse unidos por las
relaciones de producción capitalista y las condiciones de miseria que les aflige, encuentran
coincidencias en sus intereses inmediatos de clase, estos se ven obligados a formar
coaliciones contra los patrones y así defender sus intereses. De esta manera es que surge el
sindicalismo como instrumento de lucha de los trabajadores contra la explotación de la
burguesía.
Entonces el sindicalismo lo podemos definir como un movimiento de los trabajadores de
diversos sectores caracterizado por la agrupación de los mismos en “sindicatos” para
defender de manera organizada sus intereses, luchar por sus reivindicaciones, contra la
explotación capitalista y así lograr conquistas que les permitan mejorar sus condiciones
materiales de vida.
Por su origen de clase, el sindicalismo en el mundo y en México está íntimamente
vinculado con las luchas obreras, pero sus objetivos continúan siendo a corto plazo y han
sido pocas las ocasiones donde han abrazado demandas políticas y por la superación del
modo de producción capitalista. A pesar de ello, en la historia de nuestro país hay episodios
donde la clase obrera ha brillado por su combatividad y temple frente a gobiernos
abiertamente represivos, pero para desgracia del propio proletariado, hay ocasiones donde
ha sido objeto de manipulación de parte de la burguesía y el Estado Mexicano, quienes
pretenden despojar al sindicalismo de su verdadero carácter para convertirlo en apéndice
del sistema de dominación.
El primer antecedente de sindicalismo en México lo podemos encontrar en el Primer Gran
Círculo de Obreros Libres de México, quien impulsó movimientos de huelga durante el
gobierno de Benito Juárez, pero con la limitación de estar influenciado por las ideas
pequeño burguesas del socialismo utópico y el anarquismo que buscaban dirigir la lucha
obrera hacia el mutualismo (solidaridad entre obreros) y las cooperativas. La represión de
los gobiernos de Juárez, Porfirio Díaz y Francisco I. Madero a través del uso de las fuerzas
armadas para romper las huelgas, el encarcelamiento, persecución y exilio de líderes
obreros y la prohibición de determinadas organizaciones obreras demostraron la ineficacia
de estas formas de lucha, no obstante, quedó demostrado la importancia del desarrollo de la
huelga como principal forma de lucha.
Gracias a la lucha constante de la clase obrera, la huelga es reconocida como un derecho
inalienable que consiste en la suspensión temporal de la producción por los trabajadores
cuando estos ven afectados sus intereses colectivos o los patrones arrecian las condiciones
de explotación. A lo largo de la historia, la clase obrera ha realizado movimientos de
huelgas para solidarizarse con otros trabajadores o sindicatos, huelgas generales que se
convierten en movimientos huelguísticos y huelgas revolucionarias que figuran como la
máxima expresión de lucha obrera, es decir, cuando el proletariado adquiere conciencia de
clase y comprende que la lucha por demandas económicas e inmediatas no es suficiente,
por lo que es necesario luchar por la transformación de la sociedad. Bajo este objetivo fue
que los hermanos Flores Magón dirigieron su trabajo hacia la clase obrera con el fin de
crear un partido de vanguardia, cuyo primer intento fue el Partido Liberal Mexicano
(PLM).
Desde la Revolución Mexicana de 1910-1917, la burguesía mexicana comprendió la
necesidad de ejercer su control sobre el proletariado mexicano, por lo que en un primer
momento construyó una alianza con la Casa del Obrero Mundial (COM), la cual se
distinguió por su postura anarquista, que le llevó a convertirse en fiel colaboradora de la
burguesía a través de su relación con la American Federatión of Labor (AFL) y el pacto
firmado con Venustiano Carranza para organizar a los obreros en los Batallones Rojos para
combatir a Zapata y Villa. De esta manera la burguesía condujo a los obreros mexicanos
hacia el terreno de la reacción y contrarevolución.
Más tarde surgió en 1918 la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), la cual a
través de la demagogia atrajo a la clase obrera al mismo tiempo que ejecutó la represión
contra de toda disidencia y otras organizaciones obreras. Frente al papel corporativista y de
esquirol de esta organización, surgieron las primeras expresiones del sindicalismo
independiente como la Confederación General de Trabajadores (CGT), la Confederación
General de Obreros y Campesinos de México (CGCOM), la Central Sindical Unitaria de
México (CSUM), el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), el Sindicato de
Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana (STFRM), el Sindicato Industrial de
Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana (STMMSRM),
entre otros.
El gobierno de Lázaro Cárdenas del Río vino a consolidar el proyecto de corporativización
de la clase obrera a través del Comité Nacional de Defensa Proletaria (CNDP) y en lo
posterior, la Confederación Nacional de Trabajadores Mexicanos (CTM), que se distinguió
por sus prácticas antidemocráticas como la imposición de líderes sindicales gobiernistas,
coloquialmente llamados Charros, la anulación del derecho a voto de los trabajadores, la
represión hacia las organizaciones obreras independientes, la negación del derecho de
petición y la ejecución de una política que conducía a los obreros hacia la desmovilización,
sumisión, conformismo, y hacia los intereses de la burguesía.
Por lo tanto, el proletariado incorporó a sus demandas las banderas de la lucha por la
independencia sindical respecto al Estado y sus partidos, primera demanda de carácter
política que la clase obrera hacía suya y que tuvo que defender frente a gobiernos
represivos como los de Ávila Camacho, Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz y Luis
Echeverría Álvarez.
Sin embargo, las condiciones de miseria y explotación empujaron al movimiento obrero y
sindical a continuar la lucha por sus demandas, comprendieron que la revolución mexicana
no había completado sus fines. Así surgieron históricas jornadas de lucha obrera como las
de 1948-1959, 1957-1958 y de la década de los 70´s del siglo pasado, las cuales tuvieron
como principales demandas el aumento salarial, derecho a organizarse de manera
independiente, el respeto al derecho a huelga, defensa de los Contratos Colectivos de
Trabajo, democracia sindical, entre otras. Todas estas luchas fueron duramente reprimidas
por distintos gobiernos que hicieron uso desde los cuerpos policiacos y militares, la prisión
y persecución política contra líderes sindicales y obreros, intentos por aislar a los
movimientos obreros, la imposición de líderes charros y el charrismo sindical para romper
los movimientos de huelga para aplastar toda expresión de sindicalismo independiente.
En esta etapa de lucha, destacó el Sindicato Ferrocarrilero, quien bajo la guía del
marxismo-leninismo logró importantes conquistas laborales, las cuales infringieron una
contundente derrota a las políticas del Estado Mexicano, demostrando el papel importante
de esta ciencia como arma de lucha del proletariado. La clase obrera fue testigo de cómo un
sindicato pertrechado con la ciencia del marxismo, puede hacer defensa de sus derechos
laborales, sindicales y políticos, sin embargo, las condiciones geopolíticas del momento en
la palestra internacional, incidieron para que el Estado Mexicano desarrollara una violenta
ofensiva de Estado contra el sindicalismo independiente, que desembocó en el
fortalecimiento de su política corporativa e intolerante hacia el sindicalismo independiente.
Asesorado por el imperialismo estadounidense, el gobierno mexicano se sumó a la “conjura
anticomunista”, cruzada puesta en marcha en el plano internacional para desacreditar la
influenncia de la revolución bolchevique rusa de 1917 sobre la clase obrera y desarticular
toda expresión de protesta popular que cuestionara al modo de producción capitalista, de tal
manera que, bajo el slogan propagandístico de combatir al comunismo, se justificó la
ofensiva represiva contra los sindicatos y organizaciones obreras que no se sujetasen al
control burgués.
Pese a la represión, el corporativismo estatal y el charrismo sindical, la clase obrera busca
formas de organización independiente, dando origen a esfuerzos como la Confederación
Única de Trabajadores (CUT), la Alianza de Obreros y Campesinos de México (AOCM), la
Unidad Obrera Independiente (UOI), el Consejo Nacional Ferrocarrilero (CNF), el Frente
Auténtico del Trabajo (FAT) y el Frente Nacional de Acción Popular (FNAP), entre
muchas más.
Durante el periodo de 1954 a 1970, los obreros mexicanos se enfrentaron ante nuevas
formas de explotación como la subcontratación, se consolidó el control obrero por medio
del Congreso del Trabajo y se puso en práctica otorgar algunas concesiones como el reparto
de utilidades, salario mínimo y aumento de ciertas prestaciones laborales para ahogar el
descontento obrero.
Este tipo de medidas en apariencia benéficas para el proletariado tienen como propósito
destruir la insurgencia sindical mediante el artificio de resolver ciertas necesidades de los
obreros para mantenerlos desmovilizados y despojados de sus históricas banderas de lucha.
De esta manera el asistencialismo -el cual es parte del modelo capitalista del Estado de
Bienestar de Keynes- sirve como instrumento de corporativización, desmovilización, y
conformismo de las masas trabajadoras.
Entrando al año de 1982, en plena crisis económica capitalista a nivel internacional, el
Estado Mexicano comenzó a implementar medidas económicas dictadas desde los
organismos financieros internacionales afines al imperialismo, situación que dio pie a la
imposición de políticas económicas neoliberales. Con la puesta en marcha de dichas
políticas económicas, el sindicalismo tuvo que enfrentar una ofensiva mayor de Estado,
consistente en la profundización paulatina de la explotación económica, el
desmantelamiento de infraestructura creada con recursos de los trabajadores y del erario
público, privatización de empresas paraestatales y anulación progresiva de derechos
laborales y sindicales conquistados a través de la lucha.
Tal situación trajo para la clase obrera la disminución de los salarios, cierres y ventas de
empresas paraestatales que llevaron a despidos masivos, aumento de la inflación y con ello
la pérdida del poder adquisitivo del salario, reducción de prestaciones laborales, la
anulación de derechos fundamentales como la educación y salud, reducción o anulación de
derechos y conquistas laborales, entre otras consecuencias más que afectaron al pueblo en
general, tales como agudización del hambre, miseria, muertes por enfermedades curables,
descomposición del tejido social y el incremento de la emigración.
Respecto al sindicalismo, desde la firma del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y
Comercio (GATT en inglés), que más tarde se convirtió en el Tratado de Libre Comercio
de América del Norte (TLCAN) hoy reformado en el Tratado México-Estados Unidos-
Canadá (T-MEC), la oligarquía nacional y extranjera se plantearon como objetivo a largo
plazo, desaparecer el sindicalismo como herramienta de lucha de los trabajadores y
convertirlo en apéndice del sistema de explotación económica y opresión política.
Todo ello conduce a los trabajadores mexicanos a continuar luchando, ya no sólo por
mejorar sus condiciones de vida, sino por defender sus conquistas, mismas que ahora se
enfrentan a la ofensiva gubernamental que pretende despojarlas y entregarlas a las arcas de
la oligarquía. La respuesta defensiva de la clase obrera fue la formación de nuevas
organizaciones obreras como la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) y el incremento de
los movimientos de huelga de parte de diversos movimientos de trabajadores como la
Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), los mineros de Cananea,
de SICARTSA, los obreros de la industria automotriz y del Sindicato Mexicano de
Electricistas (SME). Todos estos movimientos tuvieron el respaldo popular, pues era
inminente la justeza de las demandas, sin embargo, estos esfuerzos han sido
sistemáticamente sofocados por el Estado burgués mexicano.
Durante dicho periodo y a la fecha, la lucha obrera se enfrentó a escenarios adversos donde
la represión y el terrorismo de Estado fueron los principales instrumentos del Estado
Mexicano para ahogar al proletariado en sangre y contener el descontento popular.
Destacan la brutal represión contra los obreros de Sicartsa en 2006 en Lázaro Cárdenas,
Michoacán, la represión a través de la Policía Estatal Preventiva (PFP) a los trabajadores de
Luz y Fuerza del Centro para desaparecer al SME en 2009 y la progresiva desarticulación
de la CNTE que se había convertido en un instrumento eficaz de defensa de los derechos
laborales, sindicales y políticos de los trabajadores de la educación y sectores populares con
los cuales se coordinaba.
A estos escenarios de represión se añade la innegable situación del incremento de la
violencia de Estado en los corredores industriales, donde la clase obrera es objeto de
crímenes de lesa humanidad por motivos, económicos, políticos y sociales como es la
detención desaparición forzada y las ejecuciones extrajudiciales.
Bajo el presente sexenio de Andrés Manuel López Obrador y producto de la profundización
de la ofensiva de Estado contra el sindicalismo, la clase obrera se encuentra en un periodo
de dispersión, ofuscada por la demagogia emanada desde el Poder Ejecutivo y el
postmodernismo que se vierte a través de los modernos ideólogos de la burguesía. En este
escenario, los sindicatos se ven absorbidos por el engaño que representa la mal llamada
“Cuarta Transformación”, dócilmente se han dejado arrastrar al neo corporativismo sindical
que avanza bajo el sofisma de “democracia sindical”.
Mientras tanto, la realidad es que, las masas oprimidas y explotadas padecen las
consecuencias del creciente aumento de la inflación, bajo crecimiento económico a nivel
nacional, anulación gradual del derecho a la educación, desmantelamiento de los sistemas
de salud, pérdida de importantes conquistas laborales, presas de una Ley Federal de Trabajo
que tiende a desmantelar el sindicalismo independiente, pues amparada bajo los conceptos
liberales burgueses de la “libertad sindical”, anula la capacidad negociadora y colectiva del
sindicalismo, le despoja del derecho a huelga, fomenta la dispersión obrera para facilitar la
creación de sindicatos a modo y fortalece el corportativismo gubernamental.
Aunado a ello está el incremento del asistencialismo como medida de contención de la
insurgencia sindical, la criminalización de la protesta con la implementación de leyes
punitivas profascistas, y la entrega de determinadas ramas de la producción a las fuerzas
armadas, quienes cometen de manera impune todo tipo de atropellos contra los trabajadores
que se ven obligados a trabajar en condiciones insalubres, en total indefensión laboral y de
sometimiento.
No obstante, frente a este escenario adverso para la lucha obrera y el sindicalismo
mexicano, las condiciones de pobreza, explotación y presión, mantienen viva la aspiración
de lograr mejores condiciones materiales de vida, por lo que a lo largo y ancho del país
surgen nuevas expresiones de lucha obrera que hasta el momento se enfrentan contra la
censura mediática y el aislamiento impuesto por el Estado Mexicano.
Ante las presentes condiciones, laborales, sindicales, económicas y políticas imperantes, la
histórica y célebre tesis de Marx cobra relevancia y en el efecto, “El proletariado no tiene
nada que perder excepto sus cadenas”.
Este 1ro de Mayo los proletarios del mundo conmemoramos el Día Internacional del
Trabajo, fecha histórica de lucha que nos convoca a fortalecer el sindicalismo
independiente y proletario; a recuperar las históricas banderas de lucha del proletariado; a
luchar por un aumento salarial que en términos reales esté por encima de la inflación, y a
pugnar por nuevas conquistas laborales y sindicales, sin olvidar que la solución de fondo
para todas las demandas de los trabajadores, del pueblo y la humanidad, se encuentra en la
lucha por el socialismo.