El Conde de Monte Cristo
El Conde de Monte Cristo
El Conde de Monte Cristo
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EL CONDE
DE
MONTE - CRISTO.
TOMO II.
I
1
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II
T.
Sebastian
.San
de
Catacumbas
Las
EL CONDE
DE
D. Victor Balaguer .
TOMO II .
BABGELONA :
Librería de la Sra. Viuda é Hijos de Mayol, calle de Fernando VII, núm . 29
1846 .
Esta traduccion es propiedad
de los editores.
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IMPRENTA HISPANA ,
EL CONDE
DE
MONTE - CRISTO.
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PARTE SEGUNDA.
1.
ITALIA . SIMBAD EL MARINO.
ros .
En ese caso , vamos á Monte -Cristo.
El patron mando la maniobra , dirijiendo la proa
haciala isla , el barco empezó á vogar en derechu
ra á ella . Franz esperó áá que concluyese la opera
cion , y una vez entrados en la nueva ruta , cuando
las velas empezaron á hincharse al impulso del vien
to y cuando los cuatro marineros se hubieran colo
cado en sus puesto , tres en la proa y uno en el ti
mon , anudó el hilo interrumpido de la convesacion .
-Amigo Gaetano , dijo al patron , acabais de
>
preciso vivir .
En este caso os hallais en pais conocido con
los que ahora se encuentran en la isla de Monte
Cristo ?
- Casi , casi : nosotros los marinos somos como
los fracmasones , nos reconocemos por medio de
ciertas señales .
-Y os parece que podemos desembarcar á nues
Ira vez sin ningun temor ?
- Ninguno absolutamente los contrabandistas
no son salteadores.
Pero esos dos bandidos corsos... repuso Franz,
calculando de antemano todos los peligros posibles.
- Eh ! dijo Gaelano ; no es culpa suya si son
bandidos, quien la tiene es la justicia.
La justicia ?
-Claro está ! se les persigue por haber abierto
un ojal y no otra cosa , como si no estuviese en la
masa de la sangre de los corsos el vengarse.
Y que entendeis por abrir un ojal ? Asesinar
á un hombre ? dijo Franz continuando sus observa
ciones .
18
- Malar á un enemigo , repuso el patron , lo que
es ya muy diferente.
Vaya pues , dijo el jóven : pidamos hospitali
dad a los contrabandistas y á los bandidos. Creis
que nos la concederán ?
-Quién lo duda !
C
-Cuántos son ?
- Tres , y los dos bandidos ; lotal , cinco .
- Pues bien ; son exactamente tantos como no
sotros y estamos en el caso de que si esos señores nos
reciben de mala gana ó con siniestras intenciones ,
tenemos fuerzas iguales y podremos por consiguien
te defendernos. Con qué , por última vez : á Monte
Cristo !
- Está bien , pero permitidnos antes que tome
mos algunas prevenciones.
- Comomejor os parezca , querido ; sois sábio co
mo Nestor y prudente cual Ulises. No solo os lo per
mito si que os invito á ello .
- Corriente , silencio pnes i dijo Gaetano.
Todos callaron .
Para un hombre que como Franž examinaba to .
das las cosas bajo su verdadero punto de vista , la
posicion , sin ser peligrosa , no dejaba de lener cier
la gravedad . Encontrábase sumido en las tinieblas
mas profundas ; aislado en medio del mar con unos
marinos a quienes no conocia y que no tenian mo
tivo alguno para serle adictos ; que sabian llevaba
en su cinto algunos miles de francos y que habian
examinado diez veces , sino con envidia á lo menos
>
.
De ambos modos.
- Diabloly qué condicion es lo que me impone ?
-Que os dejeis vendar los ojos y que no os qui
teis la venda hasta que él mismo os lo diga .
Franz sondeó cuanto le fué posible la mirada de
Gaetano , para saber lo que ocultaba aquella pro
posicion.
Ahi diantre , replicó este respondiendo al pen
24
vez .
Aunque Simbad pronunció estas palabras con la
mayor sangre fria , sus ojos lanzaron una mirada
de estraña ferocidad .
- Habreis sufrido mucho , caballero ? preguntó
Franz . le soleil etist
Simbad se estremeció y le miró fijamente.
-En qué lo conoceis ? pregunto.berta
- En todo , replicó Franz ; en yuestra voz , en
vuestra mirada , en vuestra palidez y en la vida que
llevais.
Yo I si llevo la vida mas feliz que darse pue
da , una verdadera vida de bajá ; soy el rey el ver
dadero rey de la creacion : me gusta un lugar , me
quedo en él ; me fastidio , parto ; soy libre como el
pájaro , y como él lengo alas. Las personas que me
rodean me obedecen á la mas mínima señal ; de vez
en cuando me divierto en burlarme de la justicia
libertando de sus garras algun bandido a quien bus
ca , ó algun criminal a quien persigue. A mas de
eso , tampoco me falta mi justicia baja y alta , sin
prórroga ni apelacion , que condena ó que absuel
34
gun proyecto.
- Tal vez una venganza ! dijo Franz.
Simbad arrojó al jóven una de esas miradas que
penetran hasta lo mas profundo del corazon y del
pensamiento.
- Y por qué una venganza ? preguntó.
-
á Felipe Augusto?
Sin duda .
.
Pues bien ; ya sabeis que reinaba en un rico va
lle dominado por la montaña cuyo nombre pintores
co habia tomado. En ese valle habia magníficos jar
dines plantados por Hasseu -beu -Sabah , y en el cen
tro deestos jardines se levantaban ricos y aislados
cenadores. En estos cenadores , pues , hacia entrar
á sus elejidos y alli les hacia comer , segun dice Mar.
co Polo , cierta yerba que los trasportaba al Paraiso
en medio de flores siempre abiertas , de frutos siem
pre sazonados, de mujeres siempre vírgenes. Ahora
pues; lo que aquellos jóvenes bienaventurados toma
ban por la realidad, era sueño; pero un sueño tan dul
ce, tan embriagador , tan voluptuoso, que se vendian
>
2.
AL DESPERTAR .
F alvolver en si,tomó
Flusz,
RANZ , , los objetosesteriores
como una continuacion de su sueño ; creyó hallarse
en un sepulcro donde apenas penetraba , como una
mirada de piedad , un rayo de sol ; estendió la mano
y tocó la piedra , se incorporó , y vió entonces que
> >
.
3
BANDIDOS ROMANOS .
suceder ?
Lo que sucederá es que llegarán diez ó doce
mil viajeros , respondió Franz , los cuales harán
mayor aun la dificultad .
- Amigo mio, dijo Morcerf, aprovechemos el pre
sente y olvidémonos por ahora del porvenir.
--- Pero á lo menos , preguntó Franz , tendremos
una venlana ?
-Donde ?
En la calle del Cours,
Oh I una ventana i esclamó maese Pastrini ,
imposible de toda imposibilidad : una solamente que
daba en el quinto piso del palacio Doria , y ha sido
alquilada á un príncipe ruso por veinte zequies al
dia .
Los dos jóvenes se miraron con aire estupefaclo.
-Pues mira , querido, dijo Franz á Alberto ; lo
)
57
mejor que podemos hacer es irnos á pasar el Carna
val en Venecia ; al menos alli, sino encontramos car
ruaje , encontraremos góndolas.
--No , no , esclamó Alberto ; estoy decidido á
ver el carnaval en Roma , y lo veré aun que sea en
zancos .
-
Callel esclamó Franz ; es una idea magnífica
sobre lodo para apagar los moccoletti ; nos disfraza
remos de polichinelas,> vampiros ó de habitantes de
las Landas y tendremos un éxito brillante.
Desean aun SS . EE. tener un carruaje para
el domingo ?
Pues quél creeis que vamos á recorrer las ca
lles de Roma á pié como si fueramos pasantes de
escribano ?
-
- Bien ! voy aá apresurarme á ejecutar las órde
nes de SS. EE . , dijo maese Pastrini ; pero les pre
vengo ya de antemano , que les llevarán por el car
>
Alberto .
Pero Alberto ignoraba que para ver á San Pedro
se necesita un dia , y para estudiarlo un mes.
Quiere decir que se pasó el dia en ver á San Pedro .
Los amigos no echaron de ver que se hacia tarde
hasta que el dia empezó a declinar. Franz sacó su
reloj; eran las cuatro y media. Al punto empren
dieron el camino de la fonda , y al apearse dió Franz
al cochero la orden de estar allí á las ocho. Queria
hacer conlemplar á Alberto el coliseo á la luz de la
luna , así como le habia hecho ver á San Pedro con
la luz del sol .
Cuando se hace ver á un amigo una ciudad que
no conoce , se usa de la misma coqueteria que para
enseñarle la mujer a quien se ama ; de consiguiente
Franz trazó al cochero su itinerario ; debia salir por
la puerta del Popolo , costear la muralla esterior y
entrar por la puerta de San Juan . De este modo el
coliseo se les aparecia de improviso y sin que el Ca
pitolio, el Foro, el arco de SeptimioSevero, el tem
plo de Antonino Faustino y la Via Sacra , hubiesen
servido de escalones situados en medio del camino
para acortarlo.
Se sentaron a la mesa y aunque Maese Pastrini
habia prometido á sus huéspedes un festin escelente ,
sin embargo solo les dió una comida pasable de la
que no tuvieron á lo menos que quejarse.
Al fin de la comida entró el posadero : Franz cre.
60
yó que era para recibir las gracias >, y se disponia
á dárselas, cuando les interrumpió á las primeras
palabras.
- Escelencia , dijo , mucho me lisongea vuestra
>
no proseguis ?
Maese Pastrini se volvió hacia Franz que le pare
cia mucho mas juicioso que su compañero , y le di
>
jo gravemenle :
- Escelencia , si creeis que miento , inútil es que
os diga lo que queria déciros; puedo , sin embargo,
afirmaros que lo hacia por el interés de vuestras es
celencias .
Alberto no os dice que mentis , querido señor
Pastrini, replicó Franz ; dice que no os creerá ente
ramente , pero yo sí os creeré ; tranquilizaos , puies,
y hablad .
- Mas sin embargo , escelencia , bien compren
déis que si ponéis en duda mi veracidad .....
- Querido, interrumpió Franz, sois mas suscep
>
sirvientes y paisanos.
Magnífica era la fiesta. No solamente la quinta es
taba profusamente iluminada , sino que millares de
>
lencia ? 999
Por las calles , que diantre ! por las calles , es
clamó Franz .
- Ah ! querido mio , dijo Alberto levantándose á
su vez y encendiendo el tercer cigarro ; á decir ver
dad os creia mas valiente .....
Y dicho esto , los dos jóvenes bajaron la escalera
y subieron al coche.
103
o
FOR
OS Que
4.
APARICIONES .
TIE
Furz
Ranz habia encontrado un término medio para que
Alberlo llegase al Coliseo sin
pasar por delante de
ninguna ruina antigua , y por consiguiente sin que
las preparaciones graduales quitasen al Coliseo un
solo ápice de sus jigantescas proporciones. Era este
lérmino medio seguir la Via Sistina , cortar el án
>
un signo de distincion .
Franz se sonrió ; Alberlo lenia tambien preten
siones á estar pálido.
-Si , si , le dijo Franz , estoy convencido de que
>
ya tarde.
De modo y manera que esta misma noche ten
dremos la contestacion ?
-La espero .
En este momento la puerta se abrió y maese Pas
trini asomó la cabeza.
-Se puede entrar ? dijo.
Pues no se ha de poder ! esclamó Franz.
- Y bien ! dijo Alberto ,> nos habeis encontrado
la carreta y los bueyes ?
- He encontrado algo mejor que eso : respondió
con aire perfectamente satisfecho de sí mismo.
-
Pastrini .
- Pero en fin , qué hay ? esclamó Franz á su vez.
Ya sabeis , dijo el posadero , que el conde de
>
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LA MAZZOLATA .
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EÑORES , dijo al entrar el conde de Monte
Cristo , recibid mis escusas por haber dado lugar
á que os hayais adelantado , pero al presentarme
antes en vuestra casa hubiera temido ser indiscreto.
Por otra parte , me habeis dicho que vendriais y os
he estado esperando .
– Venimos á daros mil y mil gracias , Franz y
-
prevenido.
- Señor Bertuccio , dijo el conde , os habeis ocu
pado como os dije ayer , de procurarme una venta
na en la plaza del Popolo ?
-Si, escelencia respondió el mayordomo, pero
>
ya era tarde . AD
tolerado el duelo .
El duelo I el duelo 1 esclamó el oonde , buen
modo , á fé mia , de conseguir el objelb , cuando esle
>
frazaremos inmediatamente.
- Despues de la ejecucion ? exclamó Franz.
149
Sin duda ; despues , durante o antes , como
gusteis .
- En frente del patibulo ?
-Y porqué no ? el patíbulo forma parle de la
fiesta .
- Pues bien , señor conde , he reflexionado , dijo
Franz ; mucho os agradezco vuestras ofertas, pero
me contentaré con aceptar un asiento en vuestro
carruaje , y un sitio en el palacio Rospoli , deján
doos en libertad de disponer del lugar del balcon de
la piazza del Popolo. al
- Pues os prevengo que perdeis un espectáculo
curioso , respondió el conde .
Ya me lo contareis , replicó Franz , y en vues
tra boca
ca me impresionará tanto como si la viese.
Por otra parte , mas de una vez he querido asistir
á una ejecucion , y nunca me he podido decidir ; y
vos Alberto ?
-Yo , respondió el vizconde, he visto ejecutar á
Casleins ; pero creo que estaba un poquillo alegre
aquel dia , pues era el de mi salida
med del colegio .
Pero , respondió el conde , el que no hayais
hecho una cosa en Paris no es razon para que
dejeis de hacerla en el estranjero ; cuando se via
ja es para instruirse ; cuando se cambia de luga
res para ver . Pensad que papel hariais cuando os
preguntasen como ejecutan en Roma >, y que res
pondieseis : no sé. Y ademas ,, dicen que el conde
nado
o es
es un lunante , un pícaroo que ha matado á
fuerza de golpes con un caballete de chimenea á un
buen canónigo que le habia educado como si fuese
su hijo. Sí viajarais por España. , iriais á ver las
150 -
vió.
- Perdon para Pepino 1 esclamó Andrea entera
mente libre del estado de entorpecimiento en que
159
parecia estar sumerjido. Por qué perdon para el y
no para mí ? Debiamos morir juntos, me habian
prometido que moriria antes que yo , no lienen de
recho para hacerme morir solo ; no quiero morir
solo , no quiero !
Y se agarró á los brazos de los dos sacerdotes,
torciéndose , abullando , rugiendo y haciendo es
>
O
ter is 24
che ! JA
Odos la sobie
Lager bis à notot nou die 93 ?
haos labai lab segase moi
163
OSISSISSISSISSELIS
BERTPRO
6.
EL CARNAVAL EN ROMA .
ded francamenle .
- No , dijo, pero en verdad ahora me alegro de
haber visto una cosa semejante, y comprendo lo que
decia el señor conde ; que cuando uno ha podido
Sole
165
acostumbrarse á semejanle espectáculo es el único
que aun puede causar algunas emociones.
Sin contar con que en ese momento se pueden
hacer estudios de los caractéres , dijo el conde ; en
el primer escalon del palíbulo , la muerte arranca
la máscara que se ha llevado toda la vida y aparece
el verdadero rostro. Preciso es convenir que el del
infame Andrea no estaba muy interesante..... Vis
támonos , señores , vistámonos ! lengo necesidad de
ver máscaras de carlon para consolarme de las más
caras de carne .
Ridículo hubiera sido para Franz el aparentar aun
conmocion y no seguir el ejemplo que le daban sus
compañeros. Visliose , pues , su Iraje , y pusose su
> .
ras .
1
171
damasco amarillo estaban enteramente ocupados por
personas que él sin duda habia convidado.
En este momento la campana que habia sonado
para la abertura de la mascarada sono para anun
ciar la suspension ; la fila de coches que poblaban
la calle del Cours se rompió casi instantaneamente,
y en un abrir y cerrar de ojos todos desaparecieron
por las calles transversales. Franz y Alberlo esta
ban en este momento en frente de la via de la Ma
ralle ;el cochero arreó los caballos y llegando a la
plaza de España , se detuvo delante de la fonda .
Maese Pastrini salið á recibir a sus huéspedes
hasta el umbral de la puerta .
El primer cuidado de Franz fué informarse del
conde , y espresar el senlimiento de no haberle ido
á buscar á tiempo; pero Pastrini le tranquilizó , di
ciéndole que el conde de Monte -Cristo habia man
dado un segundo carruaje para él y que este car
ruaje habia ido á buscarle a las cuatro al palacio
Rospoli. Ademas estaba encargado de ofrecer á log
dos amigos la llave de su palco en el teatro Argen
tino. Franz interrogó á Alberto acerca de sus dispo
siciones; pero Alberto tenia que poner en ejecucion
grandes proyectos antes de pensar en ir al teatro.
En su consecuencia, en lugar de responder, se infor
>
de vos .
- Por qué intermediario ?
Oh ! Dios mio ! por el muy prosaico interme
diario de nuestro huésped .
Vive , pues , en la fondade Londres como vos ?
-No solamente vive en la misma fonda , sino en
el mismo piso .
Cómo se llama ? porque sin duda sabreis su
nombre.
El conde de Monte -Cristo .
Qué nombre es ese ? Me parece que no es nom
bre de familia ?
No , es el nombre de una isla que ha com
prado.
Y es conde ?
- Conde toscano.
En fin , quiere decir que lo sufriremos como á
otrosmuchos de su clase , respondió la condesa que
era de una de las mas antiguas familias de los al
rededores de Venecia. Y qué clase de hombre es ?
- Preguntad al vizconde de Morcerf.
Ya lo oís , caballero , me envian á vos , dijo la
>
condesa .
- Haríamos muy mal si no le juzgásemos encan
tador, señora, respondió Alberto ; un amigo dediez
años no hubiera tenido con nosotros tantas galan
les atenciones como las que él ha tenido , y esto con
176
una gracia , con una delicadeza , con una amabili
dad que indican verdaderamente un bombre de
mundo .
Vamos , dijo la condesa riendo ; vereis como
mi vampiro será sencillamente algun nuevo millo
nario , que quiere gastar sus millones. Y á ella la
babéis visto ?
- A quién ? pregunló Franz sonriendo .
- A la linda griega de ayer ?
-
14
7.
MomentoningunodesuvidahabiasidoparaFranz
LOMENTO
tan impresionable , lan vivo , como el paso rápido
>
vizconde ?
si .
Como se llama vuestra escelenciai
El baron Franz d'Epinay .
Eslá bien : á vuestra escelencin es enlonces á
quien va dirijida esta carta .
- Exije respuesta? preguntó Franz lomándole la
-
yaleido la carla .
-Entonces os encontraré aqui ?
Sin duda alguna.
Franz entró ; en la escalera encontró á maese
Pastrini .
-Y bien ! le preguntó.
-
esle billete ?
En la calle .
En la calle ?
si .
-Voy a llamarle , porque preciso será que ave
riguemos hacia que parte debemos encaminarnos .
Podeis ahorraros este trabajo , pues por mas
inslancias que le he hecho , no ha querido subir.
24
TOMO 11 .
206
-Si yo le llamo vereis como no opone dificultad.
El conde se asomó á la ventana del gabinele que
caia á la calle , y silvó de cierta manera. El hombre
de la capa se separó de la pared y se planló en me
dio de la calle .
Salitel dijo el conde con el mismo tono que si
hubiera dado una orden a su criado .
El mensajero obedeció sin tardanza , sin vacilar,
mas bien con prisa , y subiendo la escalera , entró
en la fonda ; cinco segundos despues estaba á la
puerla del gabinete.
-- Ahl eres tú , Pepino ? dijo el conde.
>
cualquiera.
-
- Por qué no me habeis prevenido todas estas
circunstancias , vosotros ? dijo el gefe dirigiéndose
>
TOMO II . 26
218
-
Teneis razon , señor conde , dijo ; este hombre
>
07
223 .
4.
LA CITA ,
á vuestra disposicion.
- Acepto , dijo el conde ; porque osjuro que solo
me faltaba esta ocasion para realizar ciertos planes
que proyecto hace mucho tiempo.
Franz no dudó que estos proyectos serian los mis
mos acerca de los cuales el conde habia dejado es
capar una palabra en la gruta de Monte -Cristo , y
miró al conde mientras decia estas palabras , para
procurar leer en su fisonomía alguna revelacion de
aquellos planes que le conducian á Paris , pero era
muy dificil penelrar en el alma de aquel hombre,
sobre todo cuando encubria con una sonrisa sus sen
saciones .
- Pero seamos francos, conde , dijo Alberto cu
yo amor propio no dejaba de alhagar el ser intro
ductor de Monte-Cristo en los salones de Paris , sea
mos francos; es acaso lo que decís solo uno de esos
proyectos que edificados sobre arena , son destrui
dos por el primer soplo de viento ?
- No , palabra de honor , dijo el conde , deseo ir
á Paris y no solo lo deseo, si que hasta es indispen
sable que vaya .
-
- Y cuando ?
- Cuando estareis allí vos mismo ?
Yo ! dentro quince dias o tres semanas á mas
tardar ; el tiempo para llegar allá nada mas.
-
227
- Pues bien ! dijo el conde , os doy de lérmino
tres meses ; bien veis que no ando indeciso en seña
laros el plazo que debe mediar hasta nuestra próxi
ma enlrevista .
- Y dentro tres meses , esclamó Alberto lleno de
gozo , ireis á llamar á mi puerta ?
- Queréis mejor una cila dia por dia , hora por
hora ? dijo el conde. Os prevengo que soy muy
exaclo .
- Dia por dia yу hora por hora ; perfectamente;
dijo Alberto.
-
Pues bien ! sea .
Y tendió la mano hacia un calendario colgado
junto á un espejo.
Hoy estamos , dijo , á 21 de febrero) ; sacó su
reloj; son las diez y media de la mañana . Quereis
esperarme el 21 de mayo próximo á las diez y me
dia de la mañana ?
-Sí , síl exclamó Alberlo , el almuerzo estará
>
preparado.
Donde vivís ?
- Calle de Helder , número 27.
- Vivís en vuestra casa..... solo ? tendré que in
comodar á alguno ?
– Vivo en el palacio de mi padre, pero en un pa
bellon en el fondo del patio , enteramente separado
del resto de la casa .
- Bien .
El conde sacó su cartera y escribió : « Calle de
Helder , número 27— 21 de mayo , á las diez y
S
media de la mañana. »
media de la mañana .
El 21 de mayo , á las diez y media de la ma
ñana , calle de Helder , número 27 , respondió el
>
conde.
229
Despues de lo cual los dos jóvenes saludaron al
conde y salieron .
-
- Qué teneis , dijo al entrar en su cuarlo Alber
lo á Franz ; pareceis disgustado ?
-Si , dijo Franz , os lo confieso , el conde es un
hombre singular y contemplo con inquietud esa cita
que os ha dado en París .
- Esa cila ..... con inquietud I ja I ja I ja ! estais
loco , mi querido Franz , esclamó Alberto .
- Qué quereis i dijo Franz , loco ó no , tal es mi
>
idea .
- Escuchad , dijo Alberto , y me alegro que se
presente ocasion de deciroslo ; siempre os he encon
trado muy frio , respecto al conde , quien por su
parte no puede haber estado mas fino y espresivo
para con nosotros. Teneis algun motivo particular
de resentimiento contra él ?
Tal vez .
Le habeis visto ya en alguna parte antes de
encontrarle aquí ?
-Si .
Donde ?
Me prometeis no decir una palabra á nadie de
lo que voy áa contaros ?
Os lo prometo.
- Está bien. Escuchad , pues.
Y entonces Franz contó á Alberlo su escursion á
la isla de Monte -Cristo , como habia encontrado allí
una tripulacion de contrabandistas , y entre ellos
dos bandidos corsos. Contó la hospitalidad mágica
que el conde le dió en su gruta de las mil y una no
ches ; habló de la cena , no pasó por alto el hatchis,
230
las estáluas , la realidad y el sueño , le dijo que al
despertar, por única prueba de lan estraños acon
tecimientos , ya no quedaba mas que aquel velero
yale , en alla mar ,> muy lejano , en vuelto entre la
niebla que se desprende del horizonte y encaminán
dose á toda vela á Porto -Vecchio. Luego habló de
Roma , de la noche del Coliseo , de la conversacion
que habia oido entre él y Vampa , conversacion re
lalíva á Pepino , y en la cual el conde habia pro
melido oblener el perdon del bandido , promesa que
tan bien habia cumplido , como habrán podido juz
gar nuestros lectores.
Llegó , por fin , á la aventura de la noche pre
>
TOMO 11 . 27
2. งาน บ . . : (. : ..
ODDBE!! ). obiiciéis!,
olosind this
tres
terdiste
10205
235
PARTE TERCERA.
t
1.
EL ALMUERZO .
En la casadelacalledeHelderdonde Alberto de
Morcerf habia citado en Roma al conde de Monte
Cristo , todo se preparaba para hacer honor a la pa
labra del jóven .
Alberto de Morcerf habitaba un pabellon situado
1
en el ángulo de un gran patio y que bacia frente á
otro edificio ; dos ventanas de este pabellon caian so
236
lo á la calle, las otras tres al palio y otras dos al
jardin .
Entre este palio y el jardin se elevaba, construi
do con el mal gusto de la arquitectura imperial, el
vasto y espacioso palacio en que vivian el conde y
la condesa de Morcerf.
Lindado con la calle , elevábase una pared baja
dividida por una grande reja dorada queservia pa
ra dar entrada a las personas de gran etiqueta: una
puerla pequeña casi pegada al cuarto del portero
daba paso á los sirvientes ó á los que entraban y
salian á pié.
En la eleccion del pabellon de Alberto , adiviná
base el delicado lacto de una madre que sin querer
separarse de su hijo , habia conprendido no obstan
te que un joven de la edad del vizconde necesitaba
de toda su libertad. Conociáse tambien por otro lado,
debemos decirlo , el intelijente egoismo del joven ,
amante de aquella vida libre y ociosa , cual es la de
>
Qué hora es ?
Las diez menos cuarto .
Pues bien , nos le servirás á las diez у media
en punto. Debray se verá obligado á ir á su minis
terio..... Y por otra parte ..... Alberto miró su car
tera . Sí , esa es la hora que indiqué al Conde ; el 21
>
leta.
No hagais tal, Beauchamp, porque aunque el
248
Os engañais , Debray.
- No os comprendo.
Habeis leido las mil y una noches ?
- Vaya una pregunta necia !
- Pues bien ! sabeis si las personas que allí se
ven son ricas ó pobres ? si sus granos de trigo son
de rubíes ó de diamantes ? Tienen el aire de misera
bles pescadores , no es eso ? Los tratais como lales,
y de repenle os abren alguna caverna misteriosa ,
en donde os encontrais un tesoro que bastaria para
comprar la India .
Y bien ?
Y bien ! mi conde de Monte - Cristo es uno de
esos pescadores. Tiene ademas un nombre adecuado ;
se llama Simbad el marino y posee una caverna lle
na de oro .
Y habeis visto esa caverna , Morcerf? pregun
to Beauchamp.
Yo no , quien la ha visto es Franz..... Pero ,
>
de spahis .
Al oir este último nombre , el conde , que basta en
tonces se habia limitado á saludar con la mayor cor
tesia , y con una frialdad é impasibilidad verdadera
mente inglesa , adelantó maquinalmente y á su pesar
>
ocuparme en comer.
- Pero mandais en vuestro sueño , señor ? pregun
ló Morrél .
-
Casi.
- Teneis alguna receta para ello ?
- Tengo una que es infalible.
269 C
cimiento.
-Sea en buen horal esclamó Chateau -Renaud ,
hé aquí el primer hombre intrépido á quien he oido
predicar desembozadamente en favor del egoismo;
es hermoso ; bravol señor conde, bravo!
275 -
mujer.
- Ah ! esa es una reserva conyugal . En efecto ,
me habiais dicho en Roma algo acerca de un casa
miento..... debo felicitaros por vuestra próxima fe
licidad.
-La cosa sigue en proyecto , señor conde.
- Y quien dice proyecto , dijo Debray , dice in
seguridad .
-No ! no ! dijo Morcerf , mi padre está empe
ñado , y yo espero antes de poco presentaros , sino
á mi mujer , á lo menos á mi fulura, la señorita
Eugenia Danglárs.
–TOMO
Eugenia Danglárs. replicó el conde de Monle
II . 32
278
Cristo , esperad , no es su padre el conde Danglárs ?
-Sí , respondió Morcerf: pero conde de nueva
creacion .
- Y eso que importa l respondió Monte-Cristo ,
que importa , digo , si ha hecho al Estado servicios
que le hayan merecido tal distincion !
-Oh ! enormes , dijo Beauchamp. Aunque libe
ral en el alma , ha completado en 1829 un emprés
tito de seis millones para el rey Carlos X, que le ha
hecho conde y caballero de la legion de honor , de
suerte que lleva su cinta, no en el bolsillo del cha
leco como pudiera creerse ,, sino en el ojal del frac.
- Ah ! dijo Morcerf riendo , Beauchamp , Beau
champ! guardad eso para el Corsario y el Chari
vari , pero delante de mi no hables así de mi futu
ro suegro .
Volviéndose despues hácia Monte -Cristo :
Pero hace poco habeis pronunciado su nombre
como si conociérais al conde ? dijo.
- No le conocia , respondió sencillamente el con
de de Monte - Cristo , pero no tardaré en conocerle ,
atendido á que tengo un crédilo abierto contra él
por la casa de Richard y Blount de Londres , Ars
tein y Eskeles de Viena , y Thompson y French de
Roma.
Y al pronunciar estaspalabras , Monte-Cristo mi
ró de reojo á Maximiliano Morrél.
Si el extranjero habia esperado producir alguna
emocion en Maximiliano Morrél , no se habia enga
ñado , porque el jóven oficial se estremeció comosi
hubiese recibido una conmocion eléctrica .
279
Thompson y French , dijo , conoceis esa casa ,
>
caballero ?
-Son mis banqueros en la capital del mundo
cristiano , respondió tranquilamente el conde ; pue
do serviros en algo respecto á esos señores ?
- En mucho , señor conde ; podriais ayudarnos
en unas pesquisas que hasta ahora han sido infruc
tuosas : esta casa ha hecho bace tiempo un gran ser
vicio á la nuestra , y no sé porque siempre ha ne
gado habernos hecho este servicio.
-Estoy á vuestras órdenes , caballero , respon
dió Monte - Cristo inclinándose .
- Pero , dijo Morcerf nos hemos apartado de la
conversacion que teniamos. Se trataba de buscar
una buena habitacion al conde de Monte-Cristo. Vea
mos , señores , formémos una idea : donde colocare
mos á este nuevo habitante de Paris ?
En el barrio de San German , dijo Chateau
Renaud : este caballero encontrará alli una casa en
cantadora entre patio y jardin .
-Bah ! dijo Debray : no conoceis mas que vues
tro triste barrio de San German ! no le escucheis,
señor conde ; buscad casa en la Chaussée d ' Antin ;
este es el verdadero centro de Paris .
- En el Boulevard de la Opera , dijo Beauchamp;
en el piso principal , una casa con balcones. El se
nor conde hará llevar á ella almohadones de tercio
pelo bordados de plata , y verá, fumando en pipa ó
tragando sus píldoras, desfilar á sus ojos la capital
enlera .
280
-
- Casada ?
-
- Pronto hará nueve años .
- Feliz ? preguntó de nuevo el conde.
-
inclinándose .
Y Maximiliano Morrél salió con el baron de Cha
teau-Renaud , dejando solos á Monte-Cristo y Mor
>
cerf.
TOMO II . 33
287
llll
00 000 000 000 000
2.
PRESENTACION .
Corp
ANDOo Alberto se encontró á solas y cara á cara
con Monte - Cristo le dijo :
-Señor conde, permitidme que empiece mi pue
vo oficio de Cicerone, mostrándoos detalladamente
la habitacion de un joven , que no pasa de ser de
los que peor están alojados. A medida que vayamos
pasando de una pieza á otra , abriremos las ventanas
para que podais respirar.
Como Monte -Crislo conocia ya el comedor y el sa
lon del piso bajo , Alberto le condujo á su taller ;
este era su cuarto predilecto.
C
288
El conde apreció en su justo valor todas las cosas
que Alberlo habia acumulado en esta habitacion ;
antiguos cofres, porcelanas del Japon , alfombras
de Oriente , juguetes de Venecia , armas de todos los
>
un simple título ?
-Creo , madremia , que es un lítulo y nada mas.
El conde ha comprado una isla en el archipielago
toscano , y ha fundado un pequeño reino , segun el
decia esa mañana. Ya sabeis que eso se suele hacer
por San Esteban de Florencia, por San Jorge Cons
lantino de Parma y aun por la orden de Malla. Por
los demas , no tiene ningunas prétensiones de roble
za , y se llama un conde de casualidad , aunque la
>
>
cuan viva es su mirada , cuan negros están sus ca
bellos , y su frente , aunque pálida , no tiene una
arruga ; es una naturaleza no solamente vigorosa,
La condesa bajó la cabeza como agoviada por
sino jóven .
amargYosespe rentesosu.n amigo verdadero ? pregun
mbie
e hnsoam
nto
ló con un estremecimie nervioso.
306
- Á lo menos , asi 19 creo , señora.
- Y vos .. , le apreciais tambien ?
-
Es Uso
The Beatles
C
OK
11
Sie
309
WVMT
ben
30000
3.
EL SEÑOR BERTOCCIO .
Emper
NTRETANTO el conde habia llegado a su nueva ca
sa , no empleando mas que seis minutos en el cami
no , pero seis minutos que fueron bastante para que
mas de veinte jóvenes , conociendo el precioso tiro
de caballos que ellos no habian lenido posibilida
des para comprar , pusiesen sus alazanes á galope
para conocer al espléndido señor que usaba caballos
de 10,000 francos cada uno.
La casa elegida por Alí , y que debia servir de
residencia á Monte - Cristo , estaba situada a la dere
310 -
000000000000
4.
LA CASA DE AUTEUIL .
al cochero :
Calle de la fuente , número 28.
Este número 28 eslaba situado en un estremo del
pueblo. Durante el viaje se habia acercado la no
che , ó mas bien una nube negra , cargada de elec
tricidad , que daba a estas tinieblas la apariencia y
la solemnidad de un episodio dramático . El carruaje
se detuvo , y el lacayo se precipitó á la porlezuela
para abrirla .
-Y bien , dijo el conde, no bajais , señor Ber
>
TOMO II. 37
322 -
precio.
- Porque como erais corso , no habiais podido
resistir al deseo de hacer una piel , como suele de
>
PEN
329
.
5.
LA VENDETTA ,
sinato y un robo.
-No deis ese nombre , respondió Berluccio , á
lo que no fué mas que una vendetta seguida de una
restitucion .
- Y la suma estaria al menos en buena moneda ?
-No era dinero.
-Ah ! si, me habia olvidado de que me hablas
teis de un niño !
-Justamente , escelencia ; corrí hacia el rio , me
-
diciendo :
- Os habeis vuelto loco , tio ? dijo , porque este
-
350
era el nombre que me daba cuando estaba de buen
humor ; que cambié la vida que llevo con la que vos
llevais , mi escelente holgazanería por el horrible
trabajo que os teneis impuesto ? Me convidais à pa
sar la noche al frio , el dia al calor , á ocultarme
sin cesar, á recibir tiros sin cuento ; y lodo esto por
ganar un miserable puñado de dinero ? Dinero ten
go yo cuanto quiero , porque madre Assunta me dá
todo lo que le pido ; y no dejareis de conocer , que
seria un imbécil si aceptase vuestra propuesta. Ab
sorto me dejó tanta audacia y tan altiva contesta
cion , y mas aun al verle seguir jugando con sus
camaradas , áa quienes me mostraba con bulliciosa
>
gable joyero .
- El abale Busoni.
- Era un estranjero !
-Era un italiano de los alrededores de Mantua ,
segun tengo entendido.
-Enseñadme ese diamante , repuso el joyero , 2
357
véalo yo por segunda vez , porque a veces se juzga
mal de las piedras á primera vista.
Caderousse sacó de su bolsillo un estuchito ne
gro, lo abrió y lo pasó al joyero, quien a la vista del
diamante que era casi tan grueso como una nuez
pequeñita, me acuerdo como si lo estuviese viendo,
advirtió quelos ojos de la Carconta brillaban de co
dicia.
• Y vos , señor Bertuccio, qué opinion formabais
de todo eso ? preguntó Monte -Crislo, dabais crédito
á esa fábula ?
-Sí , escelencia , yo no pensaba que Caderousse
fuese un mal hombre , y le creia incapaz de haber
cometido un crimen ó un robo .
Eso hace mas honor á vuestro corazon que á
vuestra esperiencia , señor Bertuccio ; habiais cono
cido á ese Edmundo Dantés de quien hablabais ?
- No , escelencia , jamás habia oido hablar de él
hasta entonces , y solo otra vez volví á oir lamentar
>
Busoni .
-Pues bien ! no hablemos mas , dijo Caderousse,
tomad el diamante por cuarenta y cinco mil fran
cos ; pero mi mujer quiere una cadena de oro , y yo
un par de hebillas de plata.
El platero sacó de su bolsillo una cajita de plata
larga y aplastada que contenia muchos objetos delos
que habian pedido.
- Tomad ,dijo , acabemos de una vez , elegid.
La mujer eligió una cadena de oro que podria va
ler cinco luises, y el marido un par de hebillas de
>
Adios.
363
Caderousse llegóse lentamente hasta el umbral.
- No se vé el cielo ni la tierra , dijo el platero ya
fuera de la casa ; sigo la derecha ó la izquierda ?
La derecha , dijo Caderousse , no os podeis per
der , el camino está limitado por árboles á entram
bos lados.
- Bueno , ya estoy , dijo la voz cuyo eco se ha
bia perdido casi á lo lejos entre los rujidos de la
tempestad.
Cierra la puerta 1 dijo la Carconta , no me gusta
la puerta abierta cuando truena.
Y cuando hay dinero en la casa , no es ver
>
de aquí.
- Mujer !
.
TOMO II . 43
.
367
6.
LA LLUVIA DE SANGRE .
El platero se sonrió.
- Teneis viajeros en vuestra posada ? preguntó.
-No >, respondió Caderousse , no duerme aquí
nadie ; estamos muy cerca de la ciudad para que na
die se detenga en ella.
►
á fé mia , en volver.
-
- Lo cual no impide, dijo el platero , que si du
rante micena se aplaca ese temporal , me vuelva á
>
poner en camino.
-
- Ese es el mistral , dijo Caderousse arrojando
un suspiro ; y meparece que lo tenemos basta ma
ñana .
-Oh ! tanto peor para los que esten-fuera , dijo
el platero sentándose á la mesa .
-Si replicó la Carconta , mala noche pasarán.
La Carconta prodigaba los mas solícitos cuidados
al platero que empezó á cenar , y si el platero la hu
biese conocido de antemano , tal cambio le hubiera
asombrado , y no hubiera dejado de inspirarle te
mores: Caderousse no pronunciaba una palabra
seguia paseando y parecia vacilar aun en mirar á
su huesped.
370
Cuando se hubo terminado la cena , Caderousse
fué el mismo a abrir la puerta.
-Creo que calma la tempestad , dijo.
Pero al mismo tiempo , como para desmentirle,
un trueno terrible hizo temblar la casa desde sus
cimientos , y una bocanada de viento mezclada de
lluvia entró y apagó la lámpara.
Caderousse volvió a cerrar la puerta ; su mujer
encendió un cabo de vela en la moribunda hoguera,
– Mirad , dijo al platero , debeis estar fatigado ,
os he puesto sábanas limpias en la cama , subid
pues á acostaros y dormid bien .
Joannés se quedó aun un instante para asegurar
se de que el huracan no se calmaba , y cuando se
cercioró de que el trueno y la lluvia crecian con
siderablemente , dió a sus huéspedes las buenas no
ches y subió la escalera .
Pasaba por encima de mi cabeza , y yo senlia
crujir cada escalon bajo sus pasos que seguia la
Carconla con miradas ávidas , mientras que por el
contrario Caderousse le volvió la espalda sin mi
rarle ; pero todos estos pormenores que recordé des
pues de algun tiempo , no me chocaron en el mo
mento en que los presenciaba , porque nada era para
mi mas natural que lo que estaba pasando , y esceplo
la historia del diamante que parecia un poco inve
rosimil , todo lo encontraba fundado.
Así , pues , como estaba estenuado de fatiga , re
solví dormir algunas horas yУ alejarme a media no
che.
Yo sentia en la pieza de encima al platero bacer
371 -
ni del otro ?
--- Ay ! escelencia , es que aun me queda por con
taros la parte mas triste de mi vida. Partí á Córce
ga , porque tenia muchos deseos de ver y de consolar
á mipobrehermana ; pero cuando llegué á Rogliano
hallé la casa vacía y una escena espantosa de la cual
conservan aun memoria los vecinos habia llenado de
consternacion la comarca : mi pobre hermana, se
gun mis consejos, resistia á las exijencias de Bene
detto que queria le diese á cada instante el dinero
quehabia en la casa , pero una mañana la amenazó
y desapareció durante todo el dia. La pobre Assunta
lloró porque tenia para el infame un corazon de ma
dre, y cuando llegó la noche, le esperó sin acostarse.
A las once entró con dos de sus amigos, compañeros
>
to , dijo :
Señores , seria bueno darla tormento para ver
si nos dice donde tiene el dinero .
Casualmente el vecino Basilio estaba en Bastia ,
en cuya casa se hallaba sola su mujer que podia ver y
oir lo que pasaba en casa de mi hermana; dos delu
vieron a la pobre Assunta , que no pudiendo creer
379
en la posibilidad de tal crímen , se sonreía ; el ter
cero fué á barricar puertas y ventanas yy reuniéndose ,
al volver , con los otros dos , ahogaron los gritos que
el terror la arrancaba ante estos preparativos mas
graves , acercaron los pies de Assunta al brasero pa
ra ver si al impnlso del dolor lograban arrancarla el
secreto de nuestro pequeño tesoro ; pero en medio
de la lucha prendió el brasero fuego á sus vestidos,
y para no quemarse con ellos, soltaron á la pobre
paciente que con sus vestidos inflamados corrió a la
puerta que halló por desgracia cerrada y se lanzó
hacia la ventana que estaba barricada. Entonces la
vecina oyó gritos espantosos de Assunta que pedia
socorro, oyó que se ahogaba su voz, que los gritos se
trocaron en gemidos , y al dia siguiente, despues de
una noche de terror y de angustias, cuando la mu
jer de Basilio se atrevió a salir de su casa y mando
abrir la puerta de nuestra casa por el juez , encon
traron a Assunta medio quemada , pero respirando
aun , y los armarios abiertos , de los que el dinero
habia desaparecido.
En cuanto á Benedetto, salió de Rogliano para no
>
Git
387
MOMOM 8m
7.
EL CRÉDITO ILIMITADO .
glárs .
Esta conversacion pasaba en medio de la escale
ra. Bertuccio dió un paso para bajar primero.
- Esperad , dijo Monte -Cristo deteniéndole. Ne
cesito una tierra en las orillas del mar ,> en Norman
día,., por ejemplo , entre el Havre y Boloña. Ya veis
que os doy tiempo suficiente , pero seria necesario
que esta adquisicion tuviese un pequeño puerto ,
una pequeña bahía , donde pudiese entrar y poder
395
estar mi corbela , porqué el buque estará siempre
pronto á darse al mar á cualquier hora del dia o de
la noche que a mi me plazca hacer la señal. Os in
formareis en casa de todos los notarios , de una pro
>
de la escuela moderna .
-
- Y haceis bien , caballero , porque todos tienen
un gran defecto , el de no haber tenido tiempo de
ser antiguos.
- Podré mostraros algunas estátuas de Thorwald
sen , de Bartolini, de Cánova ,todos artistas estranje
>
la familia .
Monte -Cristo se inclinó dando a entender que acep
laba el honor que le hacia el banquero, que tiró de
la campanilla , y se presentó un lacayo vestido con
una librea cuajada de bordados.
- Está en su cuarto la señora baronesa? pregun
tó Danglárs.
-Si , señor baron , respondió el lacayo.
-Sola ?
- No , tiene visita .
- No será indiscrecion presentaros delante de al
guien señor conde ? no guardais incógnito ?
-No , señor baron , dijo sonriendo Monte -Cristo ;
de ningun modo.
- Y quién está con la señora ?... el señor Debray ?
eh ? preguntó Danglárs con una bondad que hizo
sonreir interiormente al conde de Monte -Cristo , in
formado ya de los secretos de familia del ban
quero.
-Si , señor baron , el señor Debray ; respondió
>
el lacayo.
Danglárs le mandó salir, y volvióse despues hacia
el conde de Monte-Cristo.
-E! señor Luciano Debray , dijo , esun antiguo
amigo nuestro , intimo secretario del ministro del
interior ; mi esposa , es la señorita de Servieres
viuda del coronel marqués de Nargonne.
No tengo el honor de conocer a la señora baro
406
nesa Danglárs , pero no diré lo mismo del señor Lu
ciano Debray .
Olal dijo Danglárs , donde le habeis conocido ?
- En casa del señor de Morcerf.
- Ah ! con qué conoceis al vizconde ? dijo Dan
glárs.
- Hemos estado junlos en Roma en la época del
carnaval.
-
8.
Mac
Lochashabitaciones, notables porsu fastuoso mal
gusto y suntuosidad recargada y fria , atravesó el
baron seguido del conde , hasta que llegó á un sa
lon perteneciente a las habitaciones de la señora
Danglárs; esta sala era octógona forrada de salin de
color de rosa y colgaduras de muselina de las Indias;
los sillones eran de madera antigua , dorados y for
rados de telas antiguas tambien ; en fin , dos lindos
pasteles en forma de medallon , on armonia con el
408
man de intimidad .
Señora baronesa , dijo Danglárs, permitid que
>
deliranle .
- Dónde estoy ? esclamó , y á quién debo tanta
felicidad despues de una prueba tan cruel ?
- Estais , señora, respondió Monte-Cristo, en ca
>
-
421
QUERIDA HERMINIA :
000 ୪୪୪୪୪୪୪ 32
9.
IDEOLOGIA.
pedestal .
El señor de Villefort tenia la reputacion de ser el
hombre menos curioso de Francia : porque si daba
un baile todos los años no se presentaba en el mas
que un cuarto de hora , es decir , cuarenta y cinco
minutos menos que el rey en los suyos ; jamás se le
hallaba en los teatros ni en los conciertos , ni en nin
gun lugar público ; y algunas veces , pero raramen
te , jugaba una partida de whist , para la que cui
daban de elejirle jugadores dignos de él ; como algun
embajador , algun arzobispo , algun príncipe , al
gun presidente , ó en fin , alguna duquesa viuda.
Este era el hombre cuyo carruaje acababa de pa
rar delante de la puerta del conde de Monte -Cristo ,
y que el ayuda de cámara anunció al conde que en
430
perfecto ?
-
TOMO II . 51
1
447
000 UOMO
ce
10.
HAYDEÉ .
الج
449
recomendado tuviesen las mismas consideraciones
con Haydeé que con una reina.
La joven estaba en la pieza mas retirada de su
habitacion , que era una especie de saloncito redon
do, en el que tan solo penetraba la luz por la parte
superior al través de cristales color de rosa. Mue
llemente recostada sobre unos almohadones de raso
azul bordados de plata , apoyando su cabeza sobre
>
Dila .
Guarda el secreto acerca de tú nacimiento , .
á nadie .
- Escucha , Haydeé , tal vez no será posible esta
reclusion oriental en París ; sigue aprendiendo la
vida de nuestros paises del Norte ; lo has hecho en
Roma , en Florencia , en Milan y en Madrid ; eslo
le servirá siempre, ya sigas viviendo aquí , ya nos
>
volvamos á Oriente .
La jóven dirijió al conde sus rasgados ojos húme
dos y respondió :
-ó que volvamos á Oriente , quieres decir , no
9
es verdad , señor ?
- Si, hija mia , dijo Monte - Cristo ; bien sabes
>
Wow
11.
LA FAMILIA MORRÉL .
á
In pocos minutos llegó el conde á la calle Mesa
lay , número 7 , cuya casa estaba blanqueada , ri:
sueña y precedida de un patio en el cual dos enor
mes macetas contenian hermosísimas flores.
El conde reconoció á Coclés en el portero que le
abrió la puerta. Pero como este , segun se acordará
el lector, no tenia mas que un ojo, y despues de
nueve años esle ojo se habia debilitado considerable
mente , Coclés no reconoció al conde.
$
456
Los carruajes para delenerse delante de la entra
da debian dar una vuelta , á fin de evitar un sur
tidor de agua cristalina que salia del centro de una
gran taza de mármol , en forma de concha , la cual
9
vista.
No , no respondió Monte-Crisio muy pálido , y
>
464 -
el suyo propio.
- Es probable , dijo Julia , mirándole siempre.
>
les de alegria.
- No, dijo Monte-Cristo , le supongo solamente .
He conocido á un tal ..... lord Wilmore que tenia
tambien rasgos de generosidad que admiraban .
-
Sin darse á conocer ?
-Era uo hombre estraño y que no creia en el re
conocimiento .
- Oh , Dios mio ! esclamó Julia con un acento
sublime y cruzando las manos ; en qué creia enlon
ces ese desgraciado ?
– Å lo menos asi le sucedia en la época en que yo
.
468
le conocí, dijo Monte- Cristo , á quien esta voz que
partia del fondo del alma habia estremecido hasta la
última fibra ; pero despues de este tiempo , tal vez
babrá tenido alguna prueba de que exista el reco
nocimiento .
- Y vos conoceis á ese hombre , caballero ? pre
guntó Manuel .
-Oh ! si le conoceis , caballero >, esclamó Julia ;
decidnos su nombre... su nombre ... llevadnos si os
es posible a su lado , enseñadnosle , decidnos donde
está ?... Oh ! Maximiliano, oh ! Manuel, si le encon
trásemos le hariamos creer en el reconocimiento .
Monte - Cristo conoció que brotaban dos lágrimas
de sus ojos, y se pusoláa pasear de nuevo por el salon.
-En nombre del cielo , caballero, dijo Maximilia
-
12.
PYRAMO Y TISBE .
La joven se acercó .
--Oh ! caballero , dijo , por qué habeis venido
7
mano Eduardo.
Pero .... ?
-
Estrañareis sin duda que se interponga en lo
que os estoy diciendo una baja y mezquina cues
tion de dinero ; pero ; ayl amigo mio , yo creo que
su odio proviene de ahí, os lo aseguro . Cómo ella
por si no tiene fortuna , como yo soy ya rica , y esta
> >
lento ?
Hizo con la cabeza una señal afirmativa.
- Por lo que acaba de decir mi padre ? pre
gunté ?
Hizo entonces una seña negativa.
- Por lo que ha dicho el señor Danglárs ?
Hizo tambien seña de que no.
--- Acaso por qué el señor Morrél ha sido nombra
do oficial de la Legion de honor ?
Hizo seña de que sí.
- Lo creereis, Maximiliano ? estaba contento por
que hubieseis sido nombrado oficial de la Legion de
honor siendo así que no os conoce , y confieso que
será una locura mia sin duda , pero le quiero mu
cho mas por eso .
- Es estraño , pensó Maximiliano , vuestro padre
me aborrece , al paso que vuestro abuelo.... Estra
ños ódios y afectos de partido 1
-Silencio , esclamó Valentina. Ocultaos y huid
porque creo que alguien viene.
Maximiliano cojió un azadon y se puso á arrancar
desapiadadamente las raices y las hojas de las al
falfas.
Señorita I señorita ! gritó una voz detrás de los
-
487 -
BỘ1
XIXOS
euse Decorso one
13.
TOXICOLOGIA .
, de en
trar en casa de Villefort, el conde de Monte-Cristo,
á cuyo nombre , pronunciado por un criado para
anunciarle , loda la casa se habia revuelto.
>
leclor , que sois muy severa con ese niño lan encan
lador .
- Es necesario , caballero , replicó la señora de
>
beis acostumbrado ?
Nada mas fácil. Suponed que vos sabeisde an
temano el veneno que han de usar contra vos.....
suponed que este veneno sea..... la brucina , por
ejemplo .....
-Sí , que se saca de la falsa angustura , (1 ) se
gun tengo entendido , dijo la señora de Villefort.
Es muy exacto lo que decís ,, señora , respon
dió Monte -Cristo ; pero veo que me queda muy po
co que enseñaros y recibid mi enhorabuena , pues
semejantes conocimientos no son muy comunes en
el bello sexo .
-Oh ! lo confieso , dijo la señora de Villefort,
( 1) Bruccea ferruginea.
500
celente antiespasmodico .
513 -
--Oh ! caballero.....
--Pero , acordaos sobre todo de la adverlencia
de que á pequeñas dosis es un remedio , y en mayor
cantidad un veneno . Una gota devuelve la vida, co
mo ya habeis visto ; cinco ó seis matarian infalible
mente de una manera tanto mas terrible , cuanto
que mezcladas en un vaso de vino no cambiarian
absolutamente en nada el gusto. Pero soy demasiado
minucioso , señora , y cualquiera diria que intento
aconsejaros.
Las seis y media acababan de dar , y anunciaron
á la señora de Villefort que venia á comer con ella
una amiga suya.
-Si yo tuviera el placer de veros por la tercera
ó cuarta vez , señor conde, asi como es la segunda
que tengo ese honor , dijo la señora de Villefort; si
uviese la dicha de ser vuestra amiga , en lugar de
ser solo vuestra deudora ; insistiria en deteneros á
comer , y no me dejaria vencer por la primera ne
gativa.
-
de lo que él esperaba.
- Vamos 1 dijo al tiempo de marcharse , esta es
una tierra fértil; estoy bien convencido de que cual
quiera clase de grano que en ella se siembre germi
nará inmedialamente .
Y al dia siguiente , fiel a su promesa , envió á la
señora de Villefort la receta que le habia pedido .
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517
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>
14.
ROBERTO EL DIABLO .
TOMO II . 60
526
Y le habeis visto ? le recibís ? vais a su casa ?
-Es mi intimo amigo , y el señor de Chateau
Renaud tambien tiene el honor de conocerle.
-
- No , lo confieso .
>
Ya lo veis pues .
1
527
palco .
Saludó á las dos señoras y presentó la mano á
Debray.
La baronesa le acogió con una sonrisa encantado
ra , y Eugenia con su frialdad habitual.
- Ved aquí por mi vida , querido, dijo Debray, á
un hombre sumamente apurado y que os llama para
que le saqueis del compromiso. La señora baronesa
me aniquila á fuerza depreguntas respecto al conde,
530
y quiere que yo sepa de donde es , de donde viene ,
á donde vá, y par diez i que como yo no soy ningun
>
griega .
-
ÍNDICE
DEL TOMO SEGUNDO .
PARTE SEGUNDA .
PARTE TERCERA .
16 Loth
Bamberg
20
ng
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