Smith (Pp. 137-150) (1) - 1-5

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 5

UNIVERSIDAD

esan

PREGRADO UESAN

" Asignatura: Filosofía y Ética

" Lectura: Smith, A. (1987). En: Teoría de los sentimientos


morales. (pp. 137-150). México, DF. Fondo de Cultura
Económica.

" Profesor Responsable: Betalleluz Meneses, Betford

El presente material se pone a disposición de manera gratuita, para uso


exclusivo de los alumnos de pregrado de la Universidad ESAN y es sólo
para fines académicos, de acuerdo con lo dispuesto por la legislación
sobre los derechos de autor. Decreto Legislativo N? 822. En tal sentido,
se deja constancia, que la difusión de este documento bibliográfico, está
expresamente prohibida, por estar destinado únicamente para uso
académico en el presente curso.
INTRODUCCION

LA CUESTION más importante en Filosofía Moral,


después de la indagación acerca de la naturaleza
de la virtud, es la relativa al principio aprobatorio,
al poder o facultad mentales que hacen que cier-
tos caracteres nos resulten agradables o desagrada-
bles, nos obligan a preferir determinada manera de
comportamiento a otra manera distinta, nos con-
ducen a calificar de buena a la una y de mala a la
otra y nos llevan a considerar: a la primera, como
un objeto digno de aprobación, de honra y recom-
pensa; de culpa, censura y castigo, a la segunda.
Se han dado tres explicaciones diferentes de ese
principio aprobatorio. Según algunos, se aprueban
o reprueban las propias acciones, así como las de
los otros, solamente por amor a sí mismo o por
cierto reconocimiento de su propensión a hacernos
felices o desgraciados; según otros, la razón, aquella
facultad que nos permite distinguir entre lo verda-
dero y lo falso, es la que nos habilita para distin-
guir entre lo conveniente e inconveniente, tanto en
los actos como en los afectos; según otros, esa dis-
tinción depende totalmente de un inmediato senti-

137
miento y una emoción, y obedece a la satisfacción los que le siguen,! el hombre se ve impulsado a re-
o aversión que nos inspira la contemplación de fugiarse en la sociedad, no por ningún amor natural
ciertos actos y emociones. El amor a sí mismo, la hacia sus semejantes, sino porque, faltándole la co-
razón y el sentimiento, por lo tanto, son los tres laboración de los otros, es incapaz de subsistir hol-
diferentes orígenes que se han señalado al princi- gadamente y al abrigo de todo peligro. Por este
pio aprobatorio. motivo, la sociedad se convierte en una necesidad
Pero antes de que proceda a examinar estas dis- para él, y cuanto propenda al sostén y bienestar so-
tintas doctrinas, debo advertir que la elucidación ciales, es considerado como cosa que remotamente
de esa segunda cuestión, aunque de la mayor im- fomenta su propio interés; por lo contrario, todo
portancia especulativa, no tiene ninguna en la prác- aquello que amenaza con perturbar o destruir la
tica. La cuestión relativa a la naturaleza de la vir- sociedad, lo considera en cierta medida dañino y
tud, necesariamente influye en nuestra noción del pernicioso a sí mismo. La virtud es el gran sostén
bien y del mal en muchos casos particulares. La y el vicio el gran perturbador de la sociedad huma-
relativa al principio aprobatorio, no puede tener ha. La primera, por lo tanto, es aceptable, y el se-
el mismo efecto. Examinar de qué artificio o me- gundo ofensivo para todos los hombres, puesto que
canismo interior proceden esas diversas nociones y de la una prevé la prosperidad y del otro la ruina
sentimientos, es asunto de mera curiosidad filosó- y confusión de todo lo que tan necesario es para la
fica. comodidad y seguridad de su existencia.
Que la propensión de la virtud a fomentar, y del
vicio a perturbar el orden social —cuando es exa-
minada la cosa con calma y filosóficamente—, re-
CAPITULO I fleje una gran belleza sobre la una y una gran de-
DE LOS SISTEMAS QUE DERIVAN EL PRINCIPIO
formidad sobre el otro, es punto que, como ya lo
APROBATORIO DEL AMOR A SI MISMO he advertido anteriormente, no puede ser aducido
en esta cuestión. La sociedad humana, considerada
No Topos los que explican el principio aprobatorio desde cierto punto de vista abstracto y filosófico, se
por el amor a sí mismo lo hacen de la misma ma- nos presenta como una inmensa máquina cuyos or-
nera, y hay bastante confusión e inexactitud en los denados y armoniosos movimientos producen in-
diversos sistemas. Según Mr. Hobbes y muchos de * PUFFENDORF, MANDEVILLE,

138
T
números efectos agradables. Y así como en cual-
quier otra bella y noble máquina producida por el reza se detiene a reflexionar en que, si antes no
arte humano, de todo aquello que propendiese a había reparado en esta visión política, es imposible
facilitar sus movimientos haciéndolos parejos y fá- que sea el fundamento de la aprobación y reproba-
ciles derivaría cierta belleza a causa de ese efecto,
ción con que siempre ha estado acostumbrado a
considerar aquellas diversas cualidades.
y, por lo contrario, todo aquello que propendiese
Por otra parte, cuando esos autores
a obstruccionarlos desagradaría por ese motivo; así derivan del
la virtud, que, como quien dice, es el fino acabado
amor a sí mismo el interés que sentimos por el
del engranaje social, forzosamente agrada, mien- bienestar social y el aprecio que por ese motivo
testimoniamos a la virtud, no quieren decir que
tras que el vicio, cual vil orín que lo hace trepidar
y rechinar, necesariamente ofende. Esta explica- cuando en esta época aplaudimos la virtud de Ca-
ción, pues, del origen del principio aprobatorio o tón y abominamos de la infamia de Catilina, nues-
reprobatorio, en cuanto lo deriva de un respeto al tros sentimientos sean inducidos de la noción del
orden social, se entronca con aquel principio que beneficio que podamos recibir del uno, ni del me-
noscabo que soportemos a causa del otro. La forma
concede belleza a la utilidad y que ya expliqué en
como, según estos filósofos, apreciamos
ocasión anterior; y de ahí es de donde esta doctrina al virtuoso
saca toda esa plausibilidad que posee. Cuando esos personaje y culpamos al desordenado, no es enten-
autores describen las innumerables ventajas que la diendo que la prosperidad y el trastorno sociales
vida culta y social tiene sobre la salvaje y solitaria; en aquellas remotas edades y naciones sean influ-
cuando se extienden sobre la necesidad de la virtud yentes sobre nuestra felicidad o desdicha presentes.
y el orden como sostenes de la primera, y demues- Jamás pensaron que nuestros sentimientos estuvie-
tran cuán infaliblemente propende el predominio sen influídos por el posible beneficio o perjuicio
que supusiéramos redundaría en nosotros, bajo
del vicio y desobediencia a las leyes a implantar el
de nuevo la segunda, el lector se siente fascinado con
supuesto de haber vivido en aquellas lejanas eda-
des y países; o bien, influídos por los que podrían
la novedad y magnificencia del paisaje que ponen
redundar en nosotros, al pensar
ante su vista: claramente ve una nueva belleza en que en nuestra
la virtud, y una nueva deformidad en el vicio que vida encontraríamos personas semejantes. En suma,
nunca antes había advertido, y, por lo general, tan la idea con que esos autores andaban a tientas,
encantado está con el descubrimiento,
pero que no pudieron dilucidar, era esa simpatía
que por ra-
indirecta que experimentamos hacia quienes reci-
140
141
ben el beneficio o sufren el perjuicio proveniente de por la mía. Por lo tanto, no es en nada egoísta.
la índole tan opuesta de esos personajes, y eso era ¿Cómo puede considerarse que sea pasión egoísta
lo que confusamente señalaban cuando afirmaron aquella que no responde a algo que ni siquiera
que no era la idea del provecho o del sufrimiento en la imaginación me ha acontecido ni que se refiera
lo que incitaba nuestro beneplácito o indignación, a mí en mi propia persona y carácter, sino que en
sino el concepto o imaginación del posible provecho todo atañe a lo que a ti concierne? Un hombre muy
o sufrimiento en el caso de tener que actuar en bien puede simpatizar con una parturienta, aunque
compañía de semejantes asociados. es imposible que se imagine sufriendo en su per-
Sin embargo, la simpatía no puede, en modo sona los dolores del parto. De cualquier modo, esta
alguno, considerarse un principio egoísta. Cuando doctrina de la naturaleza humana que deriva todos
simpatizo con vuestra aflicción o vuestra indigna- los sentimientos y afectos del amor a si mismo, y
ción, puede sostenerse, ciertamente, que mi emoción que tanto ruido ha metido en el mundo, pero que,
se funda en amor a mí mismo, porque surge de hasta donde alcanzo, jamás ha sido cabal y distin-
ese hacer mío vuestro caso, de ese ponerme en tamente explicada, me parece que ha salido de una
vuestra situación y de ahí concebir lo que sentiría confusa y falsa interpretación del mecanismo de la
en tales circunstancias. Empero, aunque con mu- simpatía.
cha propiedad se dice que la simpatía surge de un
cambio imaginario de situaciones con la persona
principalmente afectada, con todo, tal cambio ima-
CAPITULO II
ginario no se supone que me acontezca a mi, en
DE LOS SISTEMAS QUE HACEN DE LA RAZON
mi propia persona y carácter, sino en la persona EL PRINCIPIO DE LA APROBACION
con quien simpatizo. Cuando me conduelo de la
muerte de tu hijo, no considero, a fin de poder com- Es BIEN sabido que fué doctrina de Mr. Hobbes que
partir tu aflicción, lo que yo, persona determinada El estado de naturaleza es un estado bélico, y que con
por mi carácter y profesión, sufriría si tuviese un anterioridad a la institución del gobierno civil
hijo, sino que considero lo que sufriría si en verdad no es posible la existencia entre los hombres de
yo fuera tú, y no solamente cambio contigo de cir- una vida social segura y pacífica. Por tanto, la con-
cunstancias, sino de personas y sujetos. Mi aflicción,
servación del orden social, según él, consiste en
pues, es enteramente por tu causa y en absoluto
sostener las instituciones políticas, y destruirlas es

142
143

También podría gustarte