Jurisdicción
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JURISDICCIÓN COMERCIAL
El arbitraje es una forma alternativa para resolver una controversia. En él las partes de
mutuo acuerdo deciden nombrar a un tercero independiente, denominado árbitro, para
decidir las cuestiones que se plantan o que puedan plantearse. De modo que los árbitros
cumplen funciones similares a la de los jueces. Las partes nombran y delimitan la
competencia de los árbitros. La resolución que dicta se llama laudo y pone fin al conflicto.
Excepcionalmente puede ser revisado judicialmente.
En el CCCN el arbitraje está regulado como un contrato en el Libro Tercero
(“Derechos Personales”), Título IV (“Contratos en Particular”), Capítulo 29 (“Contrato de
arbitraje) desde el art. 1649 y hasta el art. 1665. De la exposición de motivos surgen los
fundamentos que justifican que se lo haya regulado de este modo. Allí se dijo que “el
arbitraje se ha desarrollado internacional y nacionalmente como un modo de resolver
litigios y su aceptación es creciente en los usos y prácticas de nuestro país. Ello justifica
que se lo regule como contrato, lo cual es una novedad respecto de los proyectos de
reformas anteriores… el contrato de arbitraje que es una expresión de la autonomía
privada, se aplica, fundamentalmente, en los conflictos comerciales y en aquellos de
naturaleza patrimonial”.
El art. 1649 CCCN define que hay contrato de arbitraje cuando las partes deciden
someter a la decisión de uno o más árbitros todas o algunas de las controversias que hayan
surgido o puedan surgir entre ellas respecto de una determinada relación jurídica,
contractual o no contractual, de derecho privado en la que no se encuentre comprometido
el orden público. De modo que se establece cual es el límite de las cuestiones que pueden
someterse al arbitraje. La cuestión deberá ser de derecho privado y no debe estar
comprometido el orden público.
Dicha norma debe interpretarse en consonancia con el art. 1651 CCCN, que enumera
las cuestiones excluidas: a) las que se refieren al estado civil o la capacidad de las
personas; b) las cuestiones de familia; c) las vinculadas a derechos de usuarios y
consumidores; d) los contratos por adhesión cualquiera sea su objeto; e) las derivadas de
relaciones laborales. La norma agrega que las disposiciones relativas al contrato de
arbitraje no son aplicables a las controversias en que sean parte los Estados nacional o
local.
En cuanto a la forma, el art. 1650 CCCN dispone que el acuerdo de arbitraje debe ser
escrito y que puede estar incluido dentro de una cláusula compromisoria de en un contrato
o bien en un acuerdo independiente, o en un estatuto o reglamento. La norma dispone que
la referencia hecha en un contrato a un documento que contiene una cláusula
compromisoria constituye contrato de arbitraje siempre que conste por escrito y la
referencia implique que esa cláusula forma parte del contrato.
Se denomina “cláusula compromisoria” al acuerdo por el cual se conviene que los
futuros litigios que pudieran surgir entre las partes sean sometidos a la decisión de árbitros.
De modo que se trata de una convención anterior al conflicto. Por otro lado, se entiende
por “compromiso arbitral” el acto posterior al surgimiento del conflicto por el cual las
partes nombran los árbitros y fijan las cuestiones a resolver. Puede tener como antecedente
la cláusula compromisoria o celebrarse directamente.
Existen dos tipos de arbitrajes. Uno de ellos es el arbitraje de derecho y el otro es
cuando la cuestión se somete a amigables componedores. Si bien actúan de manera similar,
los amigables componedores tienen que decidir según su leal saber y entender, es decir, se
rigen por la equidad. En cambio las sentencias de los árbitros de derecho deberán
obligatoriamente dictarse conforme al derecho vigente. El art. 1652 CCCN establece que,
si nada se estipula en el convenio arbitral acerca de si el arbitraje es de derecho o de
amigables componedores, o si no se autoriza expresamente a los árbitros a decidir la
controversia según equidad, se debe entender que es de derecho.
El art. 1655 CCCN prevé la posibilidad de que los árbitros puedan dictar medidas
preliminares y cautelares respecto del objeto del litigio. Se trata de una atribución que
tienen los arbitros y que solo puede ser excluida por una estipulación en contrario. La
norma aclara que la ejecución de tales medidas se debe hacer por medio de un tribunal
judicial. Y en cualquier caso las partes pueden solicitar la adopción de estas medidas
también judicialmente, sin que ello se considere un incumplimiento del contrato de
arbitraje, ni renuncia a la jurisdicción arbitral.
El “laudo arbitral” es el pronunciamiento definitivo emitido por los árbitros. Para las
partes tiene la obligatoriedad de una sentencia. Pero como los árbitros no tienen poder para
hacer cumplir de forma forzosa su decisión, ante el incumplimiento se debe pedir la
ejecución del laudo ante la justicia. Ello se rige por el procedimiento de ejecución de
sentencias previsto en los códigos procesales locales de cada jurisdicción.
Cuando las partes deciden someter la cuestión al arbitraje, la competencia de los
tribunales judiciales sobre esa cuestión queda excluida. El art. 1656 CCCN dispone que el
convenio arbitral obliga a las partes a cumplir lo acordado y excluye la competencia de los
tribunales judiciales sobre las controversias sometidas a arbitraje. La norma agrega que los
laudos arbitrales pueden ser revisados ante la justicia competente por la materia y el
territorio cuando se invoquen causales de nulidad, total o parcial. No pueden las partes
pactar en el contrato de arbitraje la renuncia a la impugnación judicial del laudo definitivo
que fuera contrario al ordenamiento jurídico.
El art. 1657 CCCN se refiere al denominado arbitraje institucional y dispone que las
partes pueden encomendar la administración del arbitraje y la designación de árbitros a
asociaciones civiles u otras entidades nacionales o extranjeras cuyos estatutos así lo
prevean. Y de acuerdo al art. 1658 CCCN son cláusulas facultativas y las partes pueden
convenir sobre: a) la sede del arbitraje; b) el idioma en que se ha de desarrollar el
procedimiento; c) el procedimiento al que se han de ajustar los árbitros en sus actuaciones;
d) el plazo en que los árbitros deben pronunciar el laudo; e) la confidencialidad del
arbitraje; y f) el modo en que deben ser distribuidos o soportados los costos del
procedimiento.
Conforme prevé el art. 1659 CCCN el tribunal arbitral debe estar compuesto por uno o
más árbitros en número impar. Sobre esto también deberán ponerse de acuerdo los co-
contratantes. Si nada se estipula al respecto, la ley exige que los árbitros deban ser tres. Las
partes podrán acodar libremente el procedimiento para el nombramiento del árbitro o de
los árbitros. A falta de acuerdo:
a) en el arbitraje con tres árbitros, cada parte nombra un árbitro. Una vez que están
designados, ellos nombrarán al tercero. Si una de las partes no nombra al que le
corresponde dentro de los 30 días de recibido el requerimiento de la otra parte para
que lo haga, o si los dos árbitros no consiguen ponerse de acuerdo sobre la
designación del tercero dentro de los treinta días de su nombramiento, la
designación será hecha, a petición de una de las partes, por la entidad que
administre el arbitraje o bien, por un tribunal judicial.
b) en el arbitraje con árbitro único, si las partes no se ponen de acuerdo sobre su
designación, el árbitro será nombrado, a petición de una de ellas, por la entidad
administradora del arbitraje o, en su defecto, por el tribunal judicial.
En cuanto a las calidades de los árbitros, el art. 1660 CCCN dispone que podrá actuar
como árbitro como tal cualquier persona con plena capacidad civil, o bien, las partes
podrán estipular que reúna determinadas condiciones de nacionalidad, profesión o
experiencia.
El art. 1662 CCCN regula las obligaciones de los árbitros una vez que aceptan el
cargo. Allí se establece que deberán revelar a las partes cualquier circunstancia que pueda
afectar su independencia e imparcialidad para resolver la cuestión, respetar la
confidencialidad del procedimiento, disponer de tiempo suficiente para atender
diligentemente el arbitraje, permanecer en el tribunal hasta la terminación del
procedimiento, participar personalmente en las audiencias, deliberar con los demás
árbitros, y una cuestión trascendental con su función que es la de dictar el laudo motivado
y en el plazo establecido. En todos los casos los árbitros deberán garantizar la igualdad de
las partes y el principio de debate contradictorio, así como darles a cada parte la suficiente
oportunidad de hacer valer sus derechos.
En cuanto a la retribución de los árbitros, el art. 1664 CCCN establece como principio
general que las partes y los árbitros podrán pactar los honorarios de éstos o el modo de
determinarlos. Si así no lo hicieren, la regulación se hará por tribunal judicial de acuerdo a
las reglas locales aplicables a la actividad extrajudicial de los abogados.
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación (CPCCN) regula el proceso arbitral a
partir del art. 736.
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